Jagger Chelsea Camaron

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 224

DIAGRAMADO POR MECHH

Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Sobre la autora
Sinopsis

Jagger Caldwell no es el héroe de nadie. Con una reputación que


revienta la cabeza y rompiendo corazones en el circuito subterráneo de la
MMA, vive para ganar efectivo y tener mujeres fáciles. Pero cuando se
tropieza con una escena absolutamente "demasiado" familiar, despierta
recuerdos dolorosos del lado sensible de Jagger y lo obligan a actuar.
Cuando era niño, se quedaba allí de pie, con impotencia mientras su viejo
golpeaba a su madre. Ahora, Jagger no va a dejar que la chica diecisiete
años, Tatiana Rand sufra el mismo destino. Nada importa excepto salvarla.
Tatiana es prisionera en su propia casa, a merced de su violento padre,
hasta que un improbable salvador irrumpe a través de la puerta y en su vida.
De un metro noventa y más músculo tatuado y potencia bruta, Jagger no es
un príncipe azul, pero Tatiana dejó de creer en cuentos de hadas hace
mucho tiempo. A pesar de sus diferencias en edades y, bueno, en todo lo
demás, el atractivo chico malo prende chispas de un incendio que Tatiana
no sabía que tenía, y desea que sólo Jagger pueda apagarlo.
Prólogo
Jagger
Con paredes finas como el papel y un bastardo al lado, escucho los
gemidos, las palmadas, el romper de mierda en el apartamento al lado del
mío. No es la primera vez que oigo los ruidos en los seis meses desde que
me mudé. Tras la muerte de mamá, la casa no fue la casa, necesitaba
escaparme. El complejo de apartamentos no es exclusivo por ningún medio.
No, es una inmersión. ¿Qué diablos necesito hacer para vivir en algún lugar
más bonito? Vengo aquí solo como la mierda, me ducho, y duermo.
De pie en mi puerta, agarro la manija, sabiendo que necesito mantener
mi espalda. Esto se convertirá en otro viaje para encerrarme, otro caso en
mi contra. Le doy a mi abogado más de mis ganancias en estos días de las
que guardo.
Apoyando la frente contra la puerta, lucho con los recuerdos de mi
padre, quien solía tirar a mamá alrededor. Trató de llegar a nosotros siendo
niños, también, pero ella tomó el fuego hasta que Hendrix, y luego
Morrison, fueron lo suficientemente grandes como para intervenir.
Miro hacia abajo, a mi abultado antebrazo mientras lucho con abrir la
puerta, y el guión negro y gris de mi tatuaje baila mientras mis músculos se
doblan.
Legado.
Mamá nos pidió a los chicos que fuéramos el legado de bien en un
mundo lleno de malos.
Con ese pensamiento en mente y ni un segundo pensamiento en las
consecuencias, despego, saltando hacia la fuente del ruido y deteniéndome,
dándome cuenta de quién era el que estaba en la siguiente puerta.
Mi casero.
El señor Rand, el ruso hijo de puta que pretende no hablar inglés cuando
alguien trata de quejarse, sin embargo, sin duda, puede entender el idioma
lo suficiente como para firmar en la línea de puntos y tomar su dinero.
Siento la vibración de un cuerpo golpear la puerta en el otro lado,
escucho el gemido de una mujer, y veo rojo.
Nada importa excepto salvarla. Una vez, no pude salvar a mamá, pero
estoy absolutamente seguro que no estaré en esa posición de nuevo.
Siento la puerta ceder mientras el peso es retirado al otro lado,
permitiendo que la abra de forma segura. A medida que la puerta se abre,
no estoy preparado para la rabia que se acumula tan rápidamente dentro de
mí.
El apartamento está en orden, que es más de lo que puedo decir de mi
propio lugar. Aunque pequeño, alguien tiene que poner esfuerzo en
mantenerlo limpio y libre de desorden.
Veo que esta mujer joven y frágil es lanzada a través de la sala de estar,
y entonces, se levanta de inmediato y corre por el pasillo, deteniéndose
cuando encuentra el final, y cae en la esquina, plantándose contra la pared.
Se queja, su oscuro cabello fibroso y enmarañado en sangre y lágrimas que
ruedan por su hinchada cara. La sangre corre sobre su nariz y por sus labios.
Su ojo derecho está cerrado por la hinchazón y los múltiples matices de rojo
y púrpura. Sus brazos son piel y huesos mientras sostiene las rodillas contra
su pecho. Cuando levanta la cabeza, veo las ronchas en todo su cuello.
Me mira con el ojo de color marrón oscuro que puede abrir. Está tan
vidrioso por las lágrimas, que no estoy seguro que incluso me pueda ver.
Hay un ligero movimiento de cabeza que supongo es un esfuerzo para
detenerme. Su boca se abre y cierra lentamente, pero no salen las palabras.
Tengo la sensación de movimiento a mi lado, y es cuando veo al oso de
hombre que es mi arrendador, arremetiendo contra ella, el cinturón en su
mano se balanceaba a un lado sobre su cabeza. Es de cabello oscuro, con
vientre de cerveza con un solo chip de gigante en su hombro.
Sin dudar, arremeto hacia él, estrellándonos en la pared, y las
fotografías caen mientras el lugar da traqueteos por el impacto.
―¿Escoges a chicas pequeñas, eh? ¿Por qué no pruebas con un
verdadero hombre de tu tamaño? ―Lo agarro por el cuello de la camisa y
lo sacudo mientras la rabia me consume. Puedo oler el alcohol sobre él. El
1
bourbon barato es su veneno.
Lo jalo hacia atrás y cierro de golpe el puño en su rostro manotea hacia
mí. Entonces me tiro sobre sus rodillas, llevándolo al suelo. A horcajadas
sobre él, golpeo en su cabeza, cara y torso mientras se encuentra debajo de
mí, haciéndolo sacar el aire; agarro cualquier cosa a medida que continúo
mi embate.
Siento la quemadura en mis nudillos mientras los quiebro abiertos sobre
su mandíbula. Derrúmbate, hijo de puta.
Él se queda flácido, sin embargo, no puedo detener los últimos golpes
antes de levantarme y dar un paso atrás para mirar a mi presa.
Su cara se hinchó de inmediato, y estoy bastante seguro que le fracturé
la mandíbula y la nariz. La sangre corre del rabillo de su ojo, sobre su nariz,
y abajo de su oreja. Quizás la próxima vez piense en esto antes de poner sus
manos sobre ella.
Ella.
Miro a su víctima. Se parece tanto a una menor versión de él, que el
parecido es extraño. Acabo de darle una paliza a su padre, que, por el
aspecto de su frágil cuerpo y la cicatriz en su mejilla, es mejor que el
infierno que le hace pasar regularmente. Bastardo de mierda.
A medida que mis ojos se encuentran con los de ella, me pierdo en la
profundidad de la emoción que viene del excesivamente círculo grande y
oscuro de su ojo que puedo ver. Yendo hacia ella, estiro mi mano. Ella la
toma, sus pequeños dedos fríos, mientras se deslizan en el calor de los míos,
y la jalo hacia arriba. Instintivamente, tiro de ella hacia mí y la abrazo por
un momento. Ella se tensa en mi abrazo, pero sigo consolándola, pasando
mi gran mano sobre su lío de marañas oscuras antes de besar la parte
superior de su cabeza y soltarla.
Alcanzando el bolsillo de atrás, saco mi billetera y luego una tarjeta de
visita antes de poner mi cartera en su lugar y mirarla. Ella me mira
fijamente, con los ojos abiertos y salvajes. La sangre se está secando en su
cara, por lo que la tomo de la mano y camino con ella al fregadero de la
cocina.
Al salir dejo la tarjeta en la encimera, me lavo las manos, encogiéndome
mientras el jabón pica mis nudillos abiertos. Después de dejar que mi
sangre corra por el desagüe, tomo una toalla de papel, luego limpio con
ternura alrededor de su ojo hinchado y después el bueno. Sus dedos
esqueléticos suben y se envuelven alrededor de mi muñeca mientras le
limpio debajo de su nariz, y suavemente limpio sus labios.
Escucho el gruñido de su padre, mi señal de salida. Es hora de irme
antes de que tengamos la segunda ronda.
―Lo más probable es que esté enfadado, pero está demasiado cansado
para pelear contra ti. Déjalo dormir la borrachera, mientras encuentras una
manera de largarte. ―Señalo la tarjeta de visita mientras digo―: Si
necesitas algo, llámame a Caldwell’s.
A toda prisa, le beso la frente, odiando dejarla atrás para limpiar mi
desorden aun sabiendo, que si se va, tendrá que ser en sus condiciones. Eso
es lo único que aprendí de mi mamá. Ni el infierno ni una inundación la
harían dejar todo por lo que había trabajado, incluso si vivía en la peor
pesadilla día a día.
―No tengo a donde ir ―susurra, haciendo que mi corazón lata con
fuerza en mis oídos―. Acabo de cumplir diecisiete.
¡Mierda! Este hombre estaba golpeando a una menor que es incapaz de
marcharse. ¿En qué demonios me he metido ahora?
―Te ayudaré. ―Tomo la tarjeta, colocándola en su palma, luego
cerrando su pequeña mano alrededor de ella―. ¿Nombre?
―Tatiana ―susurra, y su padre se agita de nuevo.
―Ven conmigo. Podemos llamar a la policía, y su trasero podrá ir a la
cárcel. Servicios sociales…
―Tienes que irte.
―Pero…
―Gracias ―dice, tirando de su mano antes de caminar hacia la puerta
abierta.
La sigo, aunque todo en mi cabeza me está diciendo que termine con
este cabrón.
―Ven conmigo, Tatiana. Juro que te ayudaré.
Ella entra en la sala, y pienso que me va a seguir. Infiernos, quiero
recogerla y ponerla en mi bolsillo para que ese hijo de puta nunca la toque
nuevamente. Entonces da pasos hacia dentro y empieza a cerrar la puerta.
―¿Qué estás haciendo? ―Sé que sorpresa se registra en mi cara.
―Sé dónde encontrarte.
A medida que cierra la puerta, mi estómago da vueltas. Quiero
empujarla y abrirla y llevármela. Entonces recuerdo sus palabras. Tal vez
sólo tiene que agarrar algunas cosas.
***
Voy a pie hasta el bar. Sé que aparecerá. Sé que lo hará. Tiene que
hacerlo.
Entro mientras Lola, la barman, pasa junto a mí con los ojos llorosos.
―¿Perdimos a otra? ―Me río.
―Tal vez ―responde mi hermano Hendrix con indiferencia.
―En serio, hermano, necesitas aprender a jugar limpio con los demás.
―Igual que otros estúpidos en este puto feo mundo, pienso mientras miro
hacia la ventana para ver si ella me siguió.
―Mira, a menos que estés aquí para tomar otra noche, paso un poco.
No quiero oír una mierda.
―Me gustaba Lola. ―Me siento a la barra.
―¿Oyes tacones hacer clic en las escaleras de madera en el
apartamento?
Le doy la mirada de qué demonios estás hablando. Él levanta las cejas y
mueve la cabeza, y luego los escucho.
―¿Qué carajos…? ―Lola está en el apartamento encima del bar, en el
apartamento en el que nuestro idiota padre todavía vive, en el que Hendrix
le permite quedarse debido a una promesa a nuestra mamá moribunda.
―Los acabo de encontrar en mi puta oficina. Le dije hace un mes,
cuando lo atrapé destripando la caja registradora que estaba fuera, que no
pusiera un pie en mi puto lugar de nuevo, o tendría que empacar su mierda.
Niego y aprieto los puños. Putamente odio a mi padre. A los cabrones
abusivos, los odio a todos. Miro por la ventana. Vamos, pequeña Tatiana. Sé
valiente.
―¿Qué vas a hacer? ―le pregunto a Hendrix, todavía en busca de la
pequeña.
―Está empacando su mierda.
―¿De verdad, hombre? ―Esa es música para mis oídos, una victoria
para los buenos.
―Tan jodidamente real como el cáncer terminal.
Mamá murió de cáncer, y aunque algunas personas no encontrarían esa
declaración divertida, nos reímos ya que a veces tienes que encontrar humor
en tu desgracia. Por desgracia, no encuentro el humor de mierda en el hecho
de que Tatiana no aparezca. Desearía que alguien pegara mi trasero en este
taburete porque sé que si no está aquí dentro de diez minutos, voy enojarme
demasiado.
Miro hacia Hendrix. Sé que está luchando en su interior. Sostiene su
mierda adentro, mientras que yo soy un poco menos… introvertido.
Miro hacia arriba cuando la puerta se abre, para ver al compañero
policía de Hendrix, Johnny.
Joder, pienso, cuando veo la mirada molesta en su cara, sus ojos
enojados dirigidos hacia mí. Sé lo que se viene, así que hago que sea fácil
para todos ellos y me pongo de pie.
―¿Conseguiste rescatarla? ―pregunta Hendrix.
―Estás jodidamente bromeando, ¿verdad? ―Mira hacia abajo a mis
nudillos y sacude la cabeza―. Jagger, sabes que tengo que llevarte ―dice
Johnny enojado―. Golpeaste como la mierda a tu casero.
―Su hija estaba llorando. La oí a través de la pared, abrí la puerta, y
ella estaba corriendo por el pasillo. El hijo de puta salió a perseguirla con
un cinturón.
―¿Así que lo golpeaste en el suelo? ―pregunta Johnny, tomando la
taza de café que Hendrix desliza a través de la barra―. ¿Qué hay de llamar
al 911? Ese es mi trabajo, hombre. Ahora está tan asustada que no está
hablando y no presentará cargos…
―¿Qué quieres decir, con que “no presentará cargos”? Tenía marcas
de contusión en su maldito cuello, Johnny. Es una niña de mierda. Necesita
a alguien…
―Tiene diecisiete años. No puedes obligarla a hacer esa mierda, ¿me
oyes? ―Johnny se levantó, después, apuntó a la puerta―. Orden de
restricción, por lo que ahora tendrás que buscar un lugar donde vivir, y
cuando el juez pregunte en lo que trabajas, ¿qué le vas a decir? ¿“Golpeo
personas en almacenes abandonados, mientras otros están alrededor y
miran”? Es jodidamente ilegal.
Estoy molesto, tan jodidamente enojado. Sólo debí haberla tomado y
empujado en mi puto bolsillo.
―No, hombre, tengo trabajo. Soy un astronauta de mierda. Acabo de
volver de la luna anoche. La mierda se ve bien ahí arriba.
―La última vez que le dijiste al juez que eras un puto aprendiz de
obstetricia y ginecología, te tuve una semana en la cárcel del condado.
Miro a Hendrix.
―¿Tengo un lugar para vivir?
Hendrix asiente.
―Por supuesto que sí.
―Trabajo aquí, ¿verdad?
―Sí, hombre, lo haces. Llámame después de tu sesión de fotos y
huellas dactilares. Iré a recogerte. ―Hendrix sonríe mientras mueve la
cabeza.
Camino fuera y tengo que reír. Quiero decir, joder, ¿qué otra cosa puedo
hacer? Iré a la cárcel porque intenté hacer lo correcto. Mamá se habría
sentido orgullosa. Lo hice bien. Soy su legado.
Froto el tatuaje en mi brazo.
Legado.
Brinco a la parte trasera del auto patrulla y río de nuevo.
―Es como si tuviera mi propio chofer personal, Johnny.
Él mueve la cabeza, y sé que está haciendo todo lo posible para no
sonreír.
―Sólo tú, Jagger. Sólo tú.
Este no es mi primer paseo en la parte posterior del auto patrulla de
Johnny, y no puedo prometer que será el último. Al menos, no se molesta ya
con las esposas. Mientras me siento atrás, veo a mi viejo y a Lola
caminando por el callejón con bolsas de basura. Le doy al viejo el saludo de
un dedo y me da la espalda.
Buen viaje, hijo de puta.
―¿Vas a dejarlo? ―Oigo a Johnny preguntar.
―¿Qué?
―La niña, el anciano, tu viejo. ¿Alguna vez comenzarás a tratar de
pensar en ti mismo, Jagger? ¿En tu futuro?
―No estoy seguro ―le contesto con honestidad.
―No eres Batman ni algún tipo de justiciero. Eres un simple mortal
como el resto de nosotros ―dice mientras sale a la calle. Cuando no
contesto, suspira alto―. Tienes que dejarlo.
―Mm-hm.
1
Jagger
En la oscuridad de la noche, la observo desde el callejón al lado de mi
antiguo edificio como un depredador vigilando a su presa. La chica que no
presentó cargos ni salió del abusivo agujero de mierda de su padre. La chica
que no deja ese infestado hoyo de cucarachas de escoria o al hombre del
que fui testigo tiene una raíz salvaje, abusando de su embriaguez. El
hombre podría no haber dejado de golpearla. Podría incluso haberla matado
ese día, si no hubiera reventado la puerta.
Le hacía hervir la sangre. Ella se merecía algo mejor. Todos los seres
humanos se merecían algo mejor. Algunos simplemente no lo sabían, y
Tatiana era una de esas personas.
Desde fuera, puedo oír al borracho, hablándole de forma vulgar.
También oía la forma en que se disculpaba una y otra vez. Lo que no oigo
es su puño, el golpe de un cinturón, o los gritos de dolor que a veces me
despertaban en la oscuridad de la noche, después de que trabajé en el bar
Caldwell’s o bebido lo suficiente como para pasar la mierda, así no estaría
tan tentado a precipitarme hacia la chica y llevármela, colocándola en algún
lugar seguro.
Venir aquí por la noche era una mala idea. Por lo general estoy tranquilo
por una pelea subterránea o un día de aporrear la bolsa de boxeo en Chaps.
Muchas veces tengo que golpear algo para evitar reventar en ese infierno.
Inicié de inmediato mi obsesión por la pequeña pálida, chica de cabello
oscuro. Ella es mi sorbos de café de la mañana, mi carrera por la mañana,
mi viaje por la mañana a la tienda de nutrición.
La veo colgar la ropa en el ruinoso balcón de su apartamento del
segundo piso. Cada día, como un reloj a las siete de la mañana, cuelga ropa
2
interior blanca de hombre, camisetas, pantalones Dickies , los verdes del
portero que solía llevar a la escuela, y sus pequeñas, delgadas, ropas
descoloridas.
Espero mientras entra, sabiendo que sacará la primera de cuatro
alfombras y las golpeará en las agrietadas escaleras con una escoba. Son
más grandes que ella. Infiernos, todo es más grande que ella.
Independientemente, cada día, las arrastra afuera y luego las mete.
He tratado de medir cuando su padre se va, estimando su horario. Sin
embargo, el puto pedazo de mierda al que llama otetz “padre” en ruso, no
tiene un horario.
No es difícil entenderlo, sin embargo. Puedo decirlo por la forma en que
se encoge cuando habla con ella sobre el tipo de noche que tuvo. Cuando
ella se encoge o salta con su voz, mi sangre hierve. Se hace tarde en la
mañana esos días. Sólo puedo imaginar cómo la golpeó, le pegó, la lastimó.
Fui a Johnny, exigiendo que hiciera algo. Me dijo que lo dejara. Dijo
que hizo lo que pudo, pero que ella se negó a cooperar. También explicó
que no habla ni entiende mucho inglés. Servicios sociales le dará
seguimiento, pero teníamos que ser realistas con sus casos. Podría ser legal
antes de que lleguen a ella.
Durante las tardes, miro desde el restaurante cruzando la calle, y, bueno,
ahí es cuando supe que Johnny estaba mintiendo. ¿Cómo lo supe? Ella me
habló en perfecto inglés esa noche. Además, leía libros, libros viejos, los
mismos una y otra vez. Traté de averiguar por qué no acababa por obtener
otros nuevos de la biblioteca, por qué los leía una y otra vez, pero
rápidamente llegué a darme cuenta que no asistía a la escuela.
Quiero saber de qué son los libros, sin embargo, estoy presionando
simplemente mi suerte al estar cerca de esta parte de la ciudad cada día, y
con binoculares o caminando lo suficientemente cerca para ver que es una
mala decisión de mi lado.
Fui a Johnny con eso, también. Me dijo que estaba siendo educada en
casa. Hacía exámenes y los enviaba por correo, y siempre los pasaba.
Se molestó cuando puse en duda sus habilidades de policía. ¿Cómo
diablos no está al tanto de que puede hablar inglés si saca sobresaliente en
las pruebas? Simplemente me dijo, que si el anciano me veía, si me
atrapaban, estaría violando la orden de restricción, y no tendría más
remedio que encerrarme… otra vez.
Una vez, la observé mientras se sentaba y leía en el porche, con mi plan
en marcha. Una mujer mayor que vivía en uno de los apartamentos de la
planta baja subió los escalones y le entregó una bolsa. Tatiana levantó la
mano y sacudió la cabeza, dándole una dulce sonrisa. La mujer tomó su
mano y se la apretó alrededor de la bolsa, después entró por su puerta.
Vi que Tatiana abría la bolsa con cautela. Entonces su cara casi se partió
en dos cuando vio el contenido.
Pasteles. Eran pasteles.
Miró a su alrededor como si estuviera en problemas si alguien la veía.
Cuando se sintió segura, sacó uno y se lo comió, uno después del otro. Una
vez que terminó, se puso de pie, arrugó la bolsa, y luego, sin demora, la tiró
en el cubo de basura en el callejón.
Después de eso, le traje más. Cuando la anciana no andaba por ahí, me
colaba en el balcón y esperaba, deseando que su viejo no encontrara el
escondite secreto. Me tomó un par de veces darme cuenta que no quería que
su padre lo supiera. También me di cuenta que debía estar medio muerta de
hambre.
Por cinco meses, por cinco putos meses, dejé una bolsa cada semana, a
veces dos. Una caja de donas, algo de fruta fresca, libros, una botella de
vitaminas, un botiquín de primeros auxilios, e incluso algo de dinero de vez
en cuando.
Una vez, envolví una puta cinta verde alrededor de una bolsa, y a partir
de ese día, ahora la lleva en el cabello, envuelta alrededor de su muñeca o
en bucle en su cinturón. Entonces dejé una segunda cinta, y ella la utilizó
como cinta de zapatos.
Después, le compré unos tenis. Nunca vi que los usara, sin embargo.
Supongo que no le gustaron. Como resultado, la semana siguiente, le dejé
zapatillas, del tipo que pudiera usar en interiores y exteriores. Supongo que
tenía mal gusto con los zapatos porque nunca los usó, tampoco. Continuaba
llevando el reventado par de tenis con la cinta verde… cada puto… día.
Lo que le había gustado eran los libros. La sonrisa que se formaba en su
cara cuando encontraba uno me hacía algo. Podía no saber de dónde venían
los libros, pero yo sí. Aquellas sonrisas estaban, sin duda, destinadas al
pequeño escape de lectura, pero eran causadas por mí. Por lo tanto, eran
todas mías.
Cuando era más joven, mamá solía leernos. No viajábamos mucho,
diablos, no viajábamos en absoluto, pero nos escapábamos a través de los
momentos más difíciles con los libros e historias compartidas por mamá,
historias de caballeros galantes, cazadores de dragones, piratas, ladrones
que robaban a los ricos para dárselo a los pobres, y príncipes que salvaban a
las princesas de las torres en las que estaban prisioneras.
Tatiana es una princesa; no hay duda en mi mente. Es inteligente. Al
parecer, incluso tiene resultados de exámenes para probarlo. Después de
todo, no hay manera en el infierno que ese hijo de puta de su padre esté
haciendo sus cursos de correspondencia por ella. El pedazo de mierda ni
siquiera podía formar una frase completa. Ella es muy trabajadora y se
enorgullece de lo poco que tiene. Es bella en la forma más natural en que
una mujer puede serlo. Sin cara pintada, sin mejoras quirúrgicas que
pudieran rivalizar con la belleza que Dios le dio anteriormente. Lleva sus
cicatrices como joyas. Tan enfermo como suena para mí, esas cosas la
hacen aún más hermosa. Es tan malditamente hermosa que tengo que
recordarme una y otra vez que solo tiene diecisiete años, ni siquiera es
legal. Mi pene, obviamente, da menos de una cogida sobre eso.
Tatiana tiene algo, una cosa que los piratas, los ladrones y los hijos de
puta abusivos nunca podrían alejar: esperanza. La veo en ella todos los días.
Es un aspecto inconfundible. Tienes que haber sido un desastre en un
momento dado en tu vida con el fin de reconocerlo. Yo lo tuve, y eso
jodidamente se mete conmigo. Y está malditamente mal conmigo.
2
Tatiana
La brizna, el sonido en el aire, el cinturón cayendo dando una palmada
en mi cara, y entonces la sangre se derrama mientras mi mejilla quema.
Ésta es profunda.
Cierro los ojos y lucho para mantener mis gemidos bajos. Entre más
fuertes se vuelvan, más duro me golpeará, una lección que aprendí de la
manera difícil. A veces no puedo permanecer en silencio, pero no es por
falta de intento.
Creo que hay un poco de vendajes de mariposa en el botiquín de
primeros auxilios que me fue dado por la persona que, por meses, ha estado
dejándome regalos. Primero, fueron los pasteles. Oh, ¡qué delicia! Nunca en
mi vida algo había sabido tan bien. Entonces llegaron los libros, los zapatos,
el estuche de primeros auxilios, los medicamentos para la alergia, y las
vitaminas. Sí, alguien me ha dejado vitaminas. Alguien en este gran mundo
se preocupa lo suficiente sobre mi bienestar como para dejarme vitaminas.
Al principio, me pregunté si sería mi madre, el deseo de una niña
haciéndose realidad. Ella dejó que él me tomara, y no ha venido en
diecisiete años, ¿por qué iba a hacerlo ahora? Eligió la comodidad de lo que
conocía en Rusia sobre tener una oportunidad de mejorar aquí en América
con mi padre y conmigo. Tanto como la quiero aquí, en lo profundo de mi
corazón, sé que no es ella. De alguna manera, sólo sé que no es ella.
Crack.
Me muevo mientras los golpes del cinturón dan contra mi cuello, y el
miedo me estrangula. Miro hacia él con ojos entornados. Su postura
amenazante no lo hace vacilar mientras sus ojos inyectados en sangre
cuentan la historia de un animal embriagado.
La vida ha sido así durante todo el tiempo que puedo recordar. Cada
molestia, cada problema, cada día, todo es mi carga para soportar. Hasta que
termine de desatar su ira, o cuando se desmaye, tengo que recibir los
golpes.
Casi me escapé una vez.
Cierro los ojos con fuerza, casi remontándome al momento en que
Caldwell reventó la puerta y entró hasta que mi padre estuvo fuera de
combate. Por primera vez, alguien estaba allí. Igual que los hombres en los
libros que tengo para leer, los príncipes, los caballeros, los soldados, y cada
otro héroe romántico, estuvieron allí para salvarme. A alguien le importé.
Los libros no son siempre ciertos. Los policías, no son héroes. Ninguno de
ellos alguna vez me salvó. Jagger sí, sin embargo, y pagó el precio con la
ley, también.
Igual que cualquier otra cosa buena, el momento de paz fue fugaz.
Sabiendo que mi padre se despertaba, hice salir a Caldwell, esperando que
mi padre lo dejara pasar y lo recordara como una borrachera al día
siguiente.
No lo hizo.
Jagger Caldwell fue detenido, fue a la cárcel, a los tribunales, y se fue…
todo por mi culpa. A la mañana siguiente, un oficial de policía me jaló
aparte. El trabajador de servicios sociales más tarde, también lo hizo. Esas
eran mis posibilidades de admitir lo que era la vida en su casa.
Solo que no lo hice.
Dejo que el miedo me alcance.
Padre me lo ha advertido, una y otra vez, que me podían alejar. Puedo
ser enviada de vuelta a Rusia, donde no tengo a nadie. Si no le obedezco, si
no me quedo con él, me enviarán a vivir a las calles de un país que no
puedo recordar, y mucho menos alguna vez he llamado casa.
En lugar de decir la verdad o la mentira, simplemente no dije nada. Era
más fácil en ese momento dejar que hicieran suposiciones. Claramente,
tomaron el cebo y aceptaron que simplemente no podía hablar o entender
mucho inglés. Fue así y era más fácil que enfrentar mi realidad.
Todavía tengo su tarjeta de visita. Después de todos estos meses,
todavía tengo mi enlace con Jagger Caldwell, la única persona que alguna
vez intervino para ayudar a gente como yo. Sí, todavía tengo el minúsculo
papel que conecta nuestros mundos.
Con tres golpes más de su cinturón, dos de los cuales puedo evitar, me
quedo acurrucada en la esquina del oscurecido pasillo, cuando se detiene
tan repentinamente como empezó.
―Limpia este lugar y a ti misma, Ana. La próxima vez, asegúrate de
que la cena esté lista, no con cuatro minutos de retraso. ―Después, pisa
alejándose, probablemente por otra bebida, mientras cuidadosamente
despliego mi cuerpo.
La cena estaba casi terminada. Tenía cuatro minutos para sacar el pan
del horno, pero él tenía hambre, y finalmente, su mandíbula se había curado
para no tener qué comer más sopa.
Debería haber sabido que querría cenar temprano o al menos en una
hora. Metí la pata administrando mal mi tiempo, por lo que pagué el precio.
Ahora debo salvar la noche lo más rápido que pueda antes de que decida si
será más divertido tener la segunda ronda que comer nuestra comida ahora
fría.
¿Medio loco? ¿Totalmente loco? No sé qué es, pero definitivamente no
es estable.
Antes de permitirle un momento para reconsiderar pegarme más, me
levanto lenta y dolorosamente y paso a mi baño.
Nuestro apartamento no es el más grande, a pesar de que somos los
dueños del edificio. No, mi padre no querría perder dinero. Tenemos el más
pequeño con dos dormitorios, a pesar de que tiene dos baños. Una vez que
me convertí en mujer, no quería ver “mi desorden” como llamaba a los
productos femeninos, en su basura. Por lo tanto, rectificó la situación del
baño volviendo mi viejo armario en un pequeño baño. Ahora tenía un
armario para reemplazar el carente y un pequeño cuarto de baño al que
llamaba propio.
En el interior del recinto, limpio mi cara. En cuanto a la herida, repaso
la cicatriz que está debajo de mi ojo, pasando por mi mejilla, la que
conseguí a los siete del mismo cinturón con el que me golpeó hoy, diez años
después. Suspiro. Por favor déjame tener la oportunidad de utilizar la
venda de mariposa y no tener otra cicatriz.
No soy una chica hermosa, ni siquiera la media, pero todas las cicatrices
tienen historias detrás, y no quiero volver a revelar mis verdades.
Deseando poder ir a mi habitación, me contengo, sabiendo que mi padre
podría ver los vendajes. Todo eso tendrá que esperar hasta que esté
dormido. No puede nunca saber sobre mi escondite. No puede descubrir que
alguien me está dando regalos.
Me estremezco mientras el alcohol golpea la herida abierta. La
quemadura es fuerte mientras el químico funciona para limpiar los
microscópicos gérmenes. La bola de algodón rápidamente se volvió de
color rosa, ya que absorbió mi sangre.
Uf.
Sacando un poco de vaselina, espero reducir el daño en mi cara.
Después de que me escapo a mi habitación, encuentro la botella correcta
y tomo dos de las pequeñas píldoras rosas antihistamínicas. No estoy segura
de porqué me dieron esto, excepto que estaba teniendo una nariz que
moqueaba con un poco de tos y estornudos unas semanas atrás. La siguiente
bolsa que me dieron tenía esta botella. Tomando una, me sentí mucho
mejor, pero también me dormí.
Pagué el precio por estar fuera de mis tareas ese día mientras la siesta
me conquistaba, pero he aprendido dos lecciones valiosas: una, no tomes
estas porque te vas a dormir. Dos, deslízalas en la comida, y padre se
quedará dormido durante toda la noche.
3
Pasando a la cocina, preparo su plato de pelmeni . Padre ama su
tradicional comida rusa y yo amo su antihistamínico. Sonriendo en el
interior, en silencio, aplasto las pequeñas píldoras e inserto el polvo dentro
del relleno de carne de la bola de masa. Cubro los pelmeni calientes con una
cucharada de crema agria y envío un deseo porque funcione rápidamente.
Necesito alivio. Tengo que respirar un momento, sólo por un precioso
momento. No pasa mucho tiempo antes de que padre esté paleando su
comida. Se necesita aún menos tiempo antes de que se desmaye en el sofá.
Sin perder tiempo precioso, voy a mi habitación, y me vendo la cara.
Entonces equiparé la puerta para que haga ruido cuando se despierte y
venga a buscarme. Eso me dará tiempo suficiente para desechar la venda
antes de que me vea.
Me cambio a mi ropa de dormir, deslizando mis pies en mis zapatillas
especiales y meto calor en mí. Es algo más que el suave revestimiento lo
que me consuela; es el conocimiento de que a alguien, quien sé, le importo.
Padre nunca puede saberlo. Escondo mis tesoros, excepto la cinta verde.
La quito de mi cabello para ponerla en mi muñeca a la hora de acostarme.
Padre piensa que salió de un paquete de comestibles, y que sólo quería algo
femenino.
Una vez más, las suposiciones me salvan. Desde que notó la cinta, supe
que debía mantener mis zapatos, tenis, libros, y todos los otros tesoros
como un secreto. Padre presta demasiada atención.
El miedo. Es algo muy poderoso. Temo a lo desconocido. Temo dejar lo
que conozco y que lo que pudiera venir sea peor que lo que vivo en este
momento. Padre me ha dicho lo que le pasaría a una chica como yo. He
leído el dicho que dice que siempre hay alguien que lo tiene peor. Bueno, ¿y
si enfrento más en el exterior? ¿Y si puede ser más duro fuera del alcance
de padre? Hasta que pueda encontrar el coraje, puedo vivir dentro de mis
ensueños.
Mientras me deslizo entre las sábanas, no puedo evitar preguntarme lo
que se sentiría caminar libremente en mi casa en este tipo de agradables
zapatillas. Cierro mis ojos y muevo los dedos de los pies. ¿La persona que
me ha estado dejando regalos sabrá que me está dando tal tesoro?
3
Jagger
Mis hermanos, Hendrix y Morrison, están en el bar cuando entro.
―¿Entrenamiento duro? ―pregunta Morrison, buscando.
Cuando veo las miradas de intercambio con Hendrix, miro atrás y
adelante entre ellos un par de veces.
―Sí. ¿Qué hay con eso?
Me siento, tratando de evitar sus ojos. Saben que algo pasa. Puedo
decirlo. Desde luego no voy a decírselos, porque es nada más que una
jodida obsesión, una que me va a hacer terminar en la cárcel si no corto la
mierda. No puedo, sin embargo. Simplemente no puedo.
Ella me persigue día y noche. Si no estoy pensando en ella, estoy
soñando con ella. Sueño con salvarla, con abrazarla, y sueño llevándola
lejos a alguna parte hasta que tenga dieciocho años y pueda tocarla.
Están jodidamente callados, por lo que interrumpo con la única cosa que
puedo decirles.
―Pelearé contra Cobra mañana por la noche.
―¿Y ahora estás jodidamente revelándonos eso? ―encaja Hendrix.
―¡Me acabo de malditamente enterar! ―gruño de regreso.
―¿Estás seguro que puedes manejarlo? ―pregunta Morrison.
―¿Qué diablos se supone que quieres decir con manejarlo? ―digo.
―Estás distraído como el infierno. Eso es lo que quiero decir.
―Bueno, la mierda está cambiando. Qué hay con tu casamiento, y…
―apunto a Morrison―… traerlos a casa a los dos.
―Cuidado ―gruñe Morrison.
―¿Qué demonios? Los adoro a todos, pero como dije, la mierda está
cambiando. Ustedes hijos de puta déjenme respirar y dejen de estar sobre
mi espalda. ―Me pongo de pie, molesto y a 2.2 segundos de romper mi
mierda―. Saldré.
―Espera de una puta vez. ―Se ríe Hendrix―. Siéntate y come algo.
Joder, ten una bebida.
―Dos. Creo que necesita dos ―dice Morrison con una sonrisa―.
Sienta tu trasero, payaso.
A regañadientes me siento, hirviendo. En minutos, Livi coloca un plato
de pastel de carne y puré de patatas delante de mí. Me da una triste sonrisa,
y le doy las gracias, a pesar de que no tengo hambre, porque cuando tengo
hambre, pienso en ella, en la diminuta Tatiana, y me da rabia. Estoy enojado
con la policía y los trabajadores sociales por no arrastrarla fuera de allí,
enojado que no importe cuántas veces le diga a Johnny Imbécil Ley, que me
avise. ¡A mí!
Golpeo mi puño en la barra y miro hacia arriba.
―¿Todavía no hay nada pasando? ―pregunta Hendrix con las cejas
disparadas hacia el techo.
―Listo para pelear ―miento. Pero ¿es una mentira? ¿Voy a perder mi
mierda, o voy a poder controlarme?
―Bueno, puedo garantizar que la barra de roble nunca va a meterse de
nuevo contigo. ―Morrison se ríe.
―¿Igual que Hailey no se está metiendo contigo? ―gruño de regreso,
sabiendo que está pasando por algo de mierda, y que fue un golpe bajo.
―Come, nene Caldwell. Si necesitas un compañero de entrenamiento,
te voy a dar uno. ―Morrison se levanta y camina hacia la entrada de la
parte de atrás, gritando por encima de su hombro―. Podría meterme en eso
cuando quiera. Estás enojado porque todavía serás vencido.
Sé que crucé una línea. Joder, le está dando a su pequeña mamá un poco
de espacio, haciendo lo que es mejor para ella.
Niego y miro hacia arriba a los ojos desaprobadores de Livi.
Le doy una sonrisa y un guiño, sabiendo que se comerá la mierda, y que
hará su mejor esfuerzo para no sonreír, pero lo hace. Entonces lanza el trapo
mojado de la barra a mi cara.
―Sé agradable.
Asiento y miro a Hendrix.
―Si él no puede dártelo suficientemente bien, grítame, nene Caldwell.
Me levanto y voy a la puerta, oyéndolo decirle a Livi:
―¿Te doy lo que necesitas bien, mi atractiva, pequeña, chica loca?
―En cualquier momento y en cualquier lugar ―dice en un susurro,
pero lo escucho.
Algún día, tendré una chica comiendo de mi mano, también. Justo
ahora, tengo que dejar que Morrison me venza un poco porque me siento
como una mierda actuando como un idiota.
Él se quita la camisa, y me río mientras dobla sus pectorales.
―¿Alguna vez has visto algo tan bonito?
―Sí, esto. ―Tiro de mi camisa.
―Eso no es bonito, hombre ―refunfuña él―. Es un montón de mierda
la que tienes allí, Legado. Tus brazos están cubiertos por completo.
―Se les conoce como manguito, idiota.
―Te voy a comprar una camisa, con mangas y todo. ―Se posiciona y
hace señas hacia mí con la mano―. Vamos a jugar.
Golpeo, sabiendo muy bien que me puede bloquear, y lo hace.
―¿Tengo “perra” en mi frente? ―Se ríe―. Vamos, tipo duro, no estás
jugando con un viejo borracho.
Golpeo de nuevo, no duro, solo lo suficiente como para decirle que
estoy presente.
―Ahí lo tienes ―dice, mientras se lanza hacia delante y agarra mi
cara―. Manos arriba, Jagger.
―Que te jodan. ―Toco su cara cuatro veces―. Toma tu propio
consejo.
Jugamos esa mierda, él, luego yo, de ida y vuelta, y todo lo que hace es
hacerme terminar.
Antes, cuando éramos más jóvenes, Morrison dejaba que nuestro viejo
lo golpeara. Golpe tras golpe, lo tomaba. Sabía muy bien que estaba
sacando dos cosas de ello. En primer lugar, cansaba al viejo para que no
pudiera ir en pos de mamá, Hendrix, o yo. Segundo, parecía que le gustaba
el dolor que procedía de mostrarle al anciano que no podía romperlo.
Cuando el imbécil iba tras Hendrix, le rompía los huesos y esas cosas.
Como resultado, Hendrix golpeaba al bastardo con rapidez. Cuando vino
tras de mí, jugué con él. Yo era el gato, y él era el puto ratón. Lidiaba con
él, pasando las piernas por debajo de él, siempre dejando que el hijo de puta
llegara a recuperarse un poco antes de golpear su lamentable trasero de
nuevo.
―Lanza algo, Jag. Vamos ―dice Morrison.
―Estoy bien ―le contesto con un movimiento de cabeza,
retrocediendo―. Voy a ir a una carrera.
Con eso me voy, corriendo al lugar al que siempre voy cuando mi
cabeza es una mierda, al cementerio, para asentarme y hablar con la mujer
que me dio la vida. La acera está agrietada bajo mis pies mientras me
presiono hacia adelante, yendo al único lugar en que puedo verla ahora. Ella
me dio la vida, amor y, hasta su respiración de muerte, el valor de pelear.
Sentado al lado de su tumba marcada, me inquieto. Todavía no puedo
creer que se haya ido. La echo de menos más de lo que podría jamás
expresar en palabras. Todos hemos pasado por insuperables cambios desde
que la perdimos. Hendrix está casado. Morrison está desde la cabeza hasta
los talones enamorado de una chica que tiene equipaje a plena carga.
Demonios, acaba de regresar de un viaje a Las Vegas para poner al ex de
Hailey en la cárcel. Estoy seguro que cualquier día de estos se
comprometerán. Sé que ella lo ama, simplemente no puede soportar sentir
que le debe a alguien. Todos tenemos nuestros problemas.
Su niña, Marisa, o la polluela, como Morrison la llama, es totalmente
encantadora. Nunca he estado en todo con los niños pequeños antes. Sin
parientes para hablar además de mis hermanos, mi mamá, y el donante de
esperma, nunca realmente me dieron la oportunidad de hacerlo.
―Me gustaría que pudieras conocerlas, mamá ―le digo mientras me
siento en el suelo junto a su tumba―. Tus dos chicos mayores lo hicieron
muy bien. No son como él, sabes. ¿Yo? Bueno, me gusta golpear mierda,
pero ya sabes eso. ―Me tumbo en el suelo frío y miro hacia el cielo―.
Tengo un nuevo tatuaje. Dice Legado. Nunca tuvimos mucho en forma de
cosas materiales, nunca tuvimos un bote lleno de dinero en efectivo,
diablos, ni siquiera un baúl, pero lo que nos dejaste valió más que todo eso.
4
Somos tu legado. ―Tiro hacia arriba la manga de mi Henley , con la
esperanza de que tal vez lo vea desde donde me imagino que está sentada,
en lo alto de las nubes―. Recuerdo a la mujer que me crió, a la mujer que
me dio la vida, a la mujer a la que siempre quiero hacer sentir orgullosa de
mí, la mujer que quiero que esté viva por medio de mí. Justo ahora, Hendrix
y Morrison están cumpliendo con su promesa de eso, mamá. Son tu bien en
un mundo del mal. Yo te hice la misma promesa, y juro por Dios, que
llegaré a ella algún día. Es sólo que me va a tomar más que a ellos.
***
Estoy justo detrás de la pared cubierta de grafiti en el agujero de mierda
abandonado de fábrica de automóviles a las afueras de Rock City. Puedo oír
a la multitud, sentir la energía, la emoción, la tensión en el chisporroteo en
el aire.
―¿Estás bien, chico? ―El viejo Shaw, mi entrenador, me pregunta con
un golpe violento en la parte de atrás.
―Soy un legado, Shaw. ¿Qué es lo que piensas?
―¡Mi chico está en llamas esta noche! ―grita, hacia el hombre que
actúa como locutor esta noche―. ¿Me escuchas? ¡Está en llamas!
Me encanta este viejo. Su mente es aguda como el infierno, pero su
cuerpo está en forma. Peleó cuando tenía mi edad, y no tomó ni un
descanso. Ganó dinero y compró un par de gimnasios, entonces me recibió
cuando todavía estaba en la secundaria, después de que me vio tener mi
trasero golpeado por algunos pandilleros, y nunca me cobró ni un centavo.
Ha estado en el bar unas pocas veces a lo largo de los años. Sé que sintió la
tensión en el aire cuando mi viejo era dueño del lugar. La única diferencia
entre ahora y entonces, es que ahora insisto, cuando gano, que se quede una
parte justa, y no discute, ya no.
El circuito subterráneo es diferente de las peleas aprobadas. No hay
reglas ni límites. Estando aquí, tomamos un riesgo, pero es un riesgo que
estoy dispuesto a tomar.
―Damas y caballeros, ¿están listos? ―grita el anunciador desde dentro
del ring, rodeado por una multitud de unas cincuenta personas. El espacio
está lleno en todos los rincones.
Esta noche es diferente. Se puso dinero en esta pelea. Demonios,
incluso tiene una estera circular que cubre una gran parte del suelo de
cemento.
―Esta noche es traída a ustedes por Broke Bail Bonds. Este es el
Campeonato de Peso Semipesado de Rock City. Tendremos cinco rondas de
tres minutos. En la esquina roja de Broke Bail, de pie en su metro noventa
de altura, con un peso de noventa y un kilos, le damos la bienvenida al
campeón reinante del peso semipesado, el delantero: ¡Cooooobra!
La multitud se vuelve salvaje mientras Cobra sale del pasillo opuesto al
que estoy. Sus manos, con los dedos en posición de ataque simulado,
mientras saluda a la multitud, dándoles lo que quieren.
―¡En la esquina negra, patrocinado por El Bar Caldwell, de un metro
ochenta y cinco, con un peso de ochenta y seis kilos, Jagger ¡“Hitmaker
Caldwell”!
―”Right About It”. ―De Lil Wayne, y Shaw me da una mirada fea.
Las letras tienen el propósito de antagonizar a Cobra.
―Sé lo que estoy haciendo. ―Le doy un medio abrazo mientras mi
mente se alista para pelear. Pongo mis manos en posición de oración, miro
hacia arriba y susurro―: Legado, mamá.
Empiezo a tronar mis nudillos por hábito. Shaw me dice que es una
demostración,, que mi juego es mejor, que hemos entrenado bien. Mis
movimientos se planificaron en una T, y si el plan se va a la mierda, nadie
estará sobre mí cuando se trata de instinto.
A medida que mis ojos se enfocan en Cobra, le doy una sonrisa lenta y
planificada antes de tomar a su chica. La miro de arriba a abajo,
lamiéndome los labios, y luego le doy un guiño, tentándolo con mi maldita
mente.
Hubo un día en que esa chica significó algo para mí, pero ella volvió a
él una y otra vez. Al parecer, ahora están comprometidos. Era su opción
decir sí o no. La perra dijo que sí, y desde entonces, es un no para mí.
Dejé que mis ojos lentamente se remontaran para encontrarlo
mirándome. Estoy bastante seguro que hay humo saliendo de sus orejas
también.
Me presento ante él, con los ojos fijos, con mi sonrisa en su lugar, y
tronando mis nudillos aún, estirándolas, doblándose.
―Muy bien, muchachos. Sin mordidas, ni patadas en los huevos, y no
pueden dejar la estera. El primero que caiga pierde.
―¡Es todo tuyo, hermano!
Miré a la izquierda para ver a Hendrix y a Morrison en la esquina negra
y sonrío.
Hendrix nunca ha patrocinado una pelea antes, odiaba que peleara, pero
esta noche, él y Morrison se encuentran aquí para mostrar su apoyo. Están
aquí porque si la mierda se pone fea, como la última vez que peleé con
Cobra, sostendrán mi espalda. La diferencia entre ese entonces y ahora es
que ahora, golpearé al hijo de puta.
4
Tatiana
Perdí la cabeza por completo. Si mi padre se despierta antes de que
vuelva, soy una chica muerta. No hay ninguna manera de que vaya a
sobrevivir un latido si me atrapa. No puedo evitarlo, sin embargo.
Una vez que las bolsas de papel comenzaron a aparecer regularmente, y
no sólo la dejada por la señora Simmons, tenía que saber quién era.
Esperando y observando detenidamente, me di cuenta que no era otro que
Jagger Caldwell, quien estaba infringiendo la ley sólo estando tan cerca de
la propiedad y de mi padre.
Paso los dedos sobre la cinta verde en mi muñeca. A alguien le importo.
Jagger Caldwell quiere cuidar de mí. No estoy sola ya.
Esta noche le di a mi padre su dosis de medicamento para la alergia.
Entonces, mientras estaba sentada en mi habitación, mirando por mi
pequeño balcón, un movimiento llamó mi atención. Era Jagger y otra bolsa.
En lugar de desperdiciar un segundo, tiro de los zapatos que me dejó
hace meses y escapo sin pensarlo dos veces. Aunque corro, veo la luz
trasera de su motocicleta. Afortunadamente no va muy lejos o rápido, y los
semáforos funcionan a mi favor. Lo miro entrar por un callejón. Sigo en esa
dirección mientras voy tras Jagger en torno a un edificio abandonado, no
lejos de nuestro edificio.
Hay muchos lugares abandonados en nuestra cuadra. Mientras a los
estadounidenses les gusta hacerlos aparecer en sus películas, yo vivo en el
gueto. No recuerdo Rusia lo suficiente para saber cómo era la vida allí, pero
aquí, mi padre es lo que llamarían un amo de la especulación pobre, creo.
Mantiene el edificio sólo con lo mínimo y le saca el máximo provecho.
Mi curiosidad se vuelve loca de porqué Jagger está allí cuando posee
claramente un bar. Es posible que haya vivido en el gueto, pero es dueño de
un negocio. ¿Por qué iba a pasar el rato aquí? La tarjeta de visita, decía
Negocio Caldwell, y los documentos judiciales que tuve que leerle a padre
decían que su nombre legal es Jagger Caldwell. Sin segundo nombre,
simplemente Jagger Caldwell.
Sonrío. Por supuesto no es más que Jagger Caldwell. No necesita un
segundo nombre. Es quien es. Un nombre seguro para un hombre fuerte.
Las calles están llenas de autos, y la gente pasa cerca de Jagger a
medida que lo veo entrar por la parte de atrás. Al ver al gran hombre en la
puerta, sé que no puedo seguir en esa dirección, por lo que me muevo a la
parte delantera del edificio, donde sigo a un grupo de mujeres con poca
ropa, con el cabello excesivamente acomodado y con maquillaje. El gran
hombre en la puerta solo frunce el ceño mientras paso al interior con el
grupo, mientras el chico en la parte delantera le entrega una pila de dinero
en efectivo.
Dentro del edificio, la iluminación es escasa, excepto en el centro de la
habitación, donde una improvisada jaula se ha establecido con una estera en
el extraño suelo. La gente se amontona en cada espacio libre cerca de él a
medida que más hombres y mujeres se acumulan en el edificio, todos están
aparentemente aquí para ver algo.
El polvo en las vigas del techo apenas hace a este, un lugar ideal para
cualquier tipo de reunión. Los olores a alcohol, a sudor y a perfume
exagerado golpean mi nariz a cada paso que doy. Los hombres están
rugiendo en voz alta mientras las mujeres se aferran a ellos con fuerza. La
adrenalina parece estar en el aire en cada respiración que toman, ya que
cada persona parece ser más enérgica que la anterior.
Voy contra las paredes, tratando de obtener una mejor visión de la parte
de atrás. No entiendo por qué Jagger está aquí. El miedo se acumula dentro
de mí. No debería haber hecho esto. No debería estar aquí. Si padre se
despierta antes de que llegue a casa, lo pagaré. El tiempo pasa y el pánico
me llena mientras lucho por no enloquecer.
Hay un sonido estridente ante los micrófonos. Tapo mis oídos mientras
mi cabeza palpita con el ruido. Una sobrecarga sensorial es un eufemismo.
El locutor dice en voz alta:
―El participante, Cobra. ―Lo que es seguido por un poco de música
loca. Entonces miro hacia arriba a través de la multitud mientras el locutor
dice―: Jagger “Hitmaker Caldwell” ―Su corto cabello marrón oscuro esta
noche es salvaje.
Le echo un vistazo al hombre que se ha convertido en mi héroe de
arriba a abajo, mientras estira los brazos, balanceándose enfrente, haciendo
que sus músculos se doblen y sus tatuajes bailen a lo largo de su piel.
Ambos brazos están cubiertos desde el hombro hasta la muñeca con ellos.
Su pectoral derecho está cubierto con lo que parece ser el casco de un
caballero con la palabra mamá debajo de él. Sus abdominales se doblan con
cada movimiento, que conduce a la palabra Hitmaker escrito en negritas por
encima de su bajo vientre, debajo de su ombligo. Sus caderas hacen una V
que lleva a shorts cortos negros que dicen Tapout, que cubre sus tonificados
muslos, curtidos de luchador, que lleva a sus grandes pies, descalzos.
Cuando su pierna derecha me llama la atención, entrecierro los ojos
para leer las palabras Stay Grounded en la parte exterior de ella justo antes
de que salte alrededor, calentando.
Cada centímetro de él es áspero, tenso, calloso, y grita para ser visto. Es
glorioso. Cada movimiento, cada respiración me cautiva.
Una vez que suena la campana, la ilusión de Jagger Caldwell se estrella
de forma rápida frente a mí.
Miro lo que parece en cámara lenta, mientras el hombre que me ha
estado dando señales de vida baila alrededor del ring con su oponente. De
repente se echa encima, y los dos van juntos alrededor agarrados de los
hombros y el cuello.
Después de que se alejan, miro mientras Jagger comienza su asalto.
Pega, una y otra vez, golpe tras golpe, al tipo Cobra. Todo gira en torno a la
violencia ocurriendo enfrente de mí.
Cobra tiene un alcance más largo y lo utiliza para su ventaja de acuerdo
con el locutor, mientras Jagger lo tira a la lona, encerrándolo en un agarre
que se ve doloroso.
―¿Hitmaker sucumbirá a la barra del brazo de Cobra? ―grita el locutor
hacia la multitud, y abucheos resuenan con fuerza en respuesta.
―¡Ríndete, hijo de puta! ―grita Cobra, mientras la saliva vuela de su
boca y la sangre se derrama de su nariz.
―¡Legado! ―dice Jagger en voz alta, abrazando y fijando a Cobra en
su propio agarre.
Los dos hombres se separan y parecen empezar todo de nuevo, primero
dando vueltas entre sí y luego yendo uno hacia el otro, antes de separarse.
Jagger se avienta, mandando a Cobra a la lona. Los dos se agarran hasta que
Jagger se mueve para levantar el brazo y tomar la cabeza de Cobra en lo
que el locutor llama “la Anaconda” antes de que Cobra golpeé
repetidamente contra Jagger.
El locutor se ríe en el micrófono, diciendo:
―Eso no es regulado, Cobra. Tócalo todo lo que quieras, niño bonito.
Hitmaker todavía tendrá otra ronda contigo.
Mi cuerpo se siente como que está en llamas mientras la furia crece.
¿Cómo puede el hombre que me salvó ser tan bárbaro?
Quiero correr, pero me siento atrapada en mi lugar mientras suena la
campana, anunciando que el round terminó.
Cada hombre va a su esquina. Jagger bebe agua y se la rocía por la
garganta mientras el sudor sale de su cuerpo. No puedo darle la espalda.
La multitud se mueve, y caigo al suelo. Entrecerrando los ojos, veo que
los dos combatientes se levantan, y la campana suena para el segundo
round.
Poco a poco, me pongo de pie mientras Jagger se mueve y luego sigue
con un gancho. Cobra va hacia abajo. Fuera, él está fuera.
Jagger Caldwell solo golpeó a un hombre por placer. Siento el sudor
rodar por mi frente mientras entro en pánico. De alguna manera estaba bien
para mí cuando Jagger golpeó a mi padre, pero ahora, viendo la brutalidad
de todo, tengo ganas de vomitar. Jagger no es mejor que el monstruo con el
que vivo.
Me vuelvo para salir corriendo, pasando entre la multitud mientras el
anunciador cuenta atrás la victoria de Jagger. Todo el mundo se vuelve loco
mientras quiero gritar y correr, pero estoy inmóvil, de espaldas al
improvisado ring.
La necesidad de escapar me consume, y pierdo toda la concentración,
excepto encontrar el camino a la puerta de salida.
Jagger Caldwell no es el hombre que creía que era.
5
Jagger
Veo la cinta verde en mi periferia, y luego se ha ido.
Putamente ridículo. Soy absolutamente ridículo. Esa chica es una chica,
y ella ni siquiera está realmente aquí, sin embargo, estoy convenciéndome
de que la vi. Mierda absoluta.
―¡Lo hiciste, hombre! ―Mis hermanos están a mi lado, sosteniendo
mis brazos en el aire cuando el locutor le dice al público lo que ya sé, que
soy el puto campeón.
Miro hacia Cobra, que todavía está acostado allí, pero ahora está
rodeado de sus malditos matones. Pruebo la acumulación de sangre en mi
boca y la escupo, asegurándome de que aterrice en la cabeza del hijo de
puta.
―Será mejor que vigiles tu espalda, Caldwell ―me gruñe la mano
derecha de Cobra, Tins.
Yo reboto un poco, tratando de deshacerme de la sobreabundancia de
energía post-pelea, de lo alto, del pico.
―Tu hombre debería haber vigilado su frente ―escupo de regreso, esta
vez escupiendo sangre a los pies de Tins.
Él se pone de pie.
―Pedazo de mierda de los bajos fondos. ―Hace señas con las manos y
apunta a mi pecho―. Camina, hombre. Pasa de una puta vez. Tengo una
derecha para ti también.
―Mierda. Vamos a salir de aquí. ―Escucho gemir a Hendrix hacia
Morrison.
―¿Sacarme de aquí? ¡Soy el puto campeón! ―le digo, todavía
rebotando de mi pico.
―Vamos, campeón. ―El viejo Shaw me golpea en la espalda―. Vamos
a conseguir que te paguen.
―Que nos paguen. ―Asiento―. Es algo grande, Shaw.
―Sé que lo es, Jagger. Sé que lo es.
Hendrix recibe una llamada mientras Shaw y yo estamos a la espera del
hombre del dinero.
―Vamos. ―Señalo mientras me pongo un pantalón de chándal gris―.
Estaremos bien. Ambos.
―Adelante ―dice Shaw―. Vuelve a ese bar tuyo y prepárate para una
buena noche. Vamos a llevar a una multitud con nosotros. Tengo a siete de
mis chicos del gimnasio aquí. Nada va a pasar, excepto que a nuestro chico
le van a pagar, y luego, si la suerte está de tu lado, el campeón tendrá un
acostón, soltará un poco de vapor, y estará en Caldwell’s.
―¿Vendrás también? ―pregunta Hendrix, agarrando el hombro de
Shaw.
―¿Tú invitas?
―Sí. ―Hendrix se ríe y le da un medio abrazo, luego me señala―. Me
hiciste sentir orgulloso esta noche.
―Nos has hecho sentir orgullosos a ambos y nos hiciste ganar algo de
dinero, también. ―Morrison me da un golpe con el puño.
Asiento, después tiro mi sudadera por encima de mi cabeza mientras un
par de chicos se acercan y les dan a mis hermanos los sobres con sus
ganancias.
He estado esperando este día durante mucho maldito tiempo. Aposté
cinco de los grandes al más débil, ¿y quién creen que ganó?
―Voy a correr a casa y a ducharme ―le digo a Shaw, entregándole un
sobre después de que el hombre del dinero viene hacia mí.
Él sostiene su mano arriba, lo que me sorprende.
―Te he dicho cada vez que no quiero tu maldito dinero. Quiero una
victoria.
―Ha pasado un tiempo desde que discutimos sobre dinero. Permíteme
recordarte, lo que te digo cada vez, que dejaré de venir si no lo tomas. ―Le
doy palmaditas en la espalda y empujo el sobre en su mano―. Vamos.
Agarro mi casco Tahoe de Shaw, después de haberlo dejado allí para
que nadie la agarrara contra él durante la pelea, y entonces camino por el
callejón hasta donde estacioné mi moto.
Ella y yo tenemos una historia. Se necesitaron dos años para que la
reparara y tenerla funcionando de la manera que debiera. No hicimos uso de
piezas de recambio. Cavamos a través de depósitos de chatarra y recorrimos
sitios de salvamento para traerla de vuelta a su gloria original. La Harley
Davidson FLH Shovelhead especial negra y roja de 1974. Bien, en realidad
no es especial, excepto para mí.
Me subo y estoy a punto de girar la llave cuando veo que algo se mueve
detrás del contenedor de basura. Dejo caer el casco en el asiento, y luego
camino tranquilamente hacia el lugar desde donde vino el movimiento.
―Si quieres problemas, él está aquí. Cara a cara, marica.
Nada.
Me acerco y llego a ciegas a la esquina y agarro lo que supongo es una
escoria de Cobra.
―No me golpees ―sale la declaración como un gemido.
―Entonces saca tu trasero de aquí. ―Medio lo arrastro bajo la luz y
tiro de la capucha de su cabeza―. ¿Qué demonios? ―le digo, sorprendido
cuando veo el objeto de cada una de mis putas fantasías―. ¿Tatiana?
―¡Suéltame! ―dice con un pequeño siseo detrás de sus palabras.
Lentamente, suelto su brazo y levanto las manos en el aire.
―No sabía quién eras.
Ella empieza a moverse hacia la izquierda para rodearme, así que doy
un paso adelante. Su espalda pega contra la pared de ladrillo del edificio, y
descanso mi mano sobre ella, al lado de su cabeza.
―¿Estás bien? Él no te ha hecho daño otra vez, ¿verdad?
Cuando se mueve hacia la derecha, el instinto entra en acción, y mi otra
mano va al otro lado de ella, enjaulándola. Sus ojos se mueven por todas
partes, en busca de escape, y luego la respuesta de huida que conozco tan
bien se convierte en nada.
Su cabeza cuelga hacia abajo, y no dice nada.
―¿Te lastimó de nuevo?
Ella mira hacia arriba, la ira está representada en sus ojos.
―Eres un hombre malo.
Sus palabras me sorprenden.
―¿Perdón?
―Y me engañaste. Pensé que eras bueno. No lo eres. Eres como él.
Eres un hombre malo ―dice, ahora al borde de las lágrimas.
―Nunca he lastimado a nadie.
―Le hiciste daño, lo noqueaste. Eres igual a él. ―Su voz es de dolor, y
casi está temblando.
Siento una abrumadora necesidad de darle explicaciones para calmarla.
Eso me enoja. No soy como él.
―Así es como gano dinero. ―Niego―. Una vez más, nunca lastimaría
a nadie porque caga y se ríe o porque fuera un borracho malo o porque
quisiera una excusa para usar como bolsa de boxeo a un ser humano.
―Nunca está bien poner tus manos sobre alguien ―dice, tratando de
sonar valiente.
―Escúchame y escúchame bien, pequeña. Sé lo que se siente ser
golpeado. Mi viejo se parece mucho al tuyo. No soy, ni jamás seré, de esa
manera. ―Retrocedo y cruzo los brazos, tratando de calmar mi frustración.
―No pongas tus manos en…
Todavía alto con la adrenalina, el triunfo, y ahora el deseo corriendo por
mi sangre, extiendo la mano y toco su mejilla. Ella se tensa al principio,
pero luego paso mi pulgar a través de la cicatriz, y cierra los ojos,
excitándome más.
―Hay buenos toques y malos toques ―le digo.
Ella se inclina a mi mano un poco.
―Este es un buen toque, Tatiana. ¿Puedes sentir lo bueno que es?
Ella asiente lentamente dos veces.
―Esa es una buena chica. ―Siento que mi pene crece dentro de mi
pantalón, y me inclino hacia delante, después pongo mis labios en su otra
mejilla y la beso mientras le susurro―: Este es un buen toque.
Cuando vuelve la cabeza para mirarme, las comisuras de sus labios se
conectan con los míos, y gimo.
―Esto es realmente un buen toque.
Sus labios se juntan y presionan contra los míos, y necesito toda la
fuerza que tengo para tirar hacia atrás.
―¿Te lastimó de nuevo, pequeña?
―No soy pequeña. ―Está enojada de nuevo, pero también lo estoy yo,
conmigo mismo.
―Eres menor de edad. Si no fuera así, ese beso se habría convertido en
un toque inolvidable.
―Te gusta golpear a la gente. Lo vi.
―Peleo por dinero, pequeña, pero no estoy en el mal toque. ―El dolor
profundo dentro de mí, el que está quemando mis bolas, junto con la alta
necesidad de conquistar, es casi imparable.
Me inclino para acariciar su cuello. Entonces raspo mis dientes
suavemente sobre su piel, usando cada gramo de restricción que tengo para
no hundirlos en ella, para consumirla, luchando contra lo imparable que
quiero tomar a esta pequeña contra la pared de mierda.
―Me encanta el buen toque.
Ella gime, su cara se presiona contra la mía.
―¿El trofeo de esta noche, Hit-taker? ―Me tambaleo hacia atrás
cuando escucho esa voz―. Disfrútalo. En tres semanas, ella va a estar en
mi pene, y el título estará de nuevo en mis manos a menos que seas
demasiado cobarde.
Me vuelvo, sujetándola en su lugar detrás de mí, protegiéndola,
acaparándola. Joder, quiero reclamarla, pero no es mía para reclamar; no es
de nadie. Tiene malditos diecisiete.
―Empuja tu pene hacia atrás entre tus piernas, Cobra. Perdiste, así que
aléjate ―gruño mientras doy un paso atrás, asegurándome que ella esté a
salvo entre la pared y yo, asegurándome que no la vea.
―Dame tu palabra, Caldwell, y me iré.
―No retrocedo de una pelea, pero no te daré una mierda. Haz que tus
perras se pongan en contacto con Shaw, y estaré ahí.
―Si no es lo suficientemente hombre para dártelo bien, ángel, yo te lo
daré ―le dice Cobra, mientras se aleja.
Una vez que está fuera de la vista, agarro su mano.
―Necesito llevarte a un lugar seguro.
Ella se ve confundida.
―¿Estás lista para hablar con los policías ahora?
Ella niega y se aleja, pero tomo su brazo.
―No estás más segura contra la escoria que cuelga alrededor aquí que
con él, pequeña.
―Tengo que ir a casa.
―¿Cómo se supone que voy a dejar que eso ocurra? No puedo dejar
que te siga golpeando como la mierda.
―Él ya no me pega tanto como antes. Lo tengo todo bajo control.
―¿Qué quieres decir? ―Todavía veo marcas.
―Él duerme, y puedo respirar. ―Trata de pasar delante de mí otra vez,
y otra vez agarro su brazo.
―Tienes que salir como la mierda de allí. Prometo que me aseguraré de
que se ocupen de ti.
―Tú has estado cuidando de mí.
La forma en que lo dice me confunde.
―No creo que sea suficiente.
―Las cosas que me dejas… han cambiado mi vida. Él come; yo
duermo. Pero tengo que irme. ―Me sorprende estirándose y besándome
rápidamente―. Gracias por todo lo que has hecho por mí. Hasta ahora, a
nadie le importé.
―Eso no es cierto. No dejaste que a alguien le importara. ―No quiero
que piense que soy un puto héroe. Ese nunca es la forma en que quiero ser
visto por una chica con la que quiero estar.
―Me tengo que ir. ―Vacila, y luego sus facciones se llenan de
determinación―. Ahora.
La agarro de la mano y tiro de ella hacia mi moto. Entonces pongo el
casco en ella, mientras está allí, dándome esos ojos soñadores.
Debo decirle que lo que ve no es lo que soy, pero carajos si no acabo de
convencerla de que no era un abusador también.
―Voy a llevarte hasta allí. ―Me subo a horcajadas sobre mi moto―.
Sube y ten paciencia.
Ella sigue mi orden, y enciendo la moto, después acelero el motor y le
meto un poco de gasolina. Mientras Tatiana se aferra con más fuerza, salgo
rápido.
Mientras tomo el largo camino a su casa, a su prisión, a su infierno, su
cuerpo se envuelve alrededor de mí de forma segura. Si desmontara en este
momento, sé que todavía se quedaría unida a mí.
La dejo a una cuadra de distancia, para no despertar al bastardo cuya
vida terminaré si me da la oportunidad de nuevo.
Ella se baja, y yo también lo hago para ayudarla con el casco.
―¿Sabes cómo llamar al 911?
Ella niega.
―No tenemos teléfono.
―Mierda ―espeto mientras paso mis dedos pasan por mi cabello―.
Tendrás uno.
Se ve confundida mientras se aleja.
Se detiene justo antes de cruzar la carretera hacia la puta cucaracha de
hotel.
―Gracias.
6
Tatiana
Toque malo. Toque malo. Eso es todo en lo que puedo pensar mientras
cada golpe llega.
Han pasado tres semanas desde que escapé y vi a Jagger pelear y mi
mente se ha descontrolado desde esa noche.
Cada vez que toco mis labios, siento el fantasma de los suyos. Mi
primer beso. He leído acerca de ellos, soñado con el día en que mi príncipe
venga y me salve, pero mi realidad está muy lejos de un libro. La primera
persona que alguna vez se preocupó por mi bienestar también pasa a ser un
hombre que pelea para ganar dinero. Sin embargo, dice que anhela el toque
bueno.
Bueno, yo también, Jagger Caldwell. Yo también.
He estado tan ocupada hoy, que olvidé las píldoras que hacen dormir a
padre. Estuve apurada con la cena de esta noche. Las tareas escolares o las
necesidades del edificio tenían que ser atendidas primero. Esta noche, me
prometo. Enfrentaré mis miedos y esta noche encontraré una salida. Si
puedo moverme cuando él haya terminado, claro.
―Se siente bien golpearte como la mierda ―farfulla padre mientras
permanezco agazapada en un rincón de nuestra sala de estar―. ¡Niña
desobediente! Las tareas no son difíciles: limpiar, cocinar y quedarte fuera
del camino.
―Padre, dos apartamentos tenían fugas y no podía encontrarte puesto
que no tenemos teléfono. Tenía que hacer algo ―me quejo, con la
esperanza de que entre en razón.
Salí de nuestro apartamento para ayudar a nuestros inquilinos, que se
quejaban de una fuga de agua en sus armarios. Esto significaba ir a los
apartamentos de encima de los dos con daños para tratar de determinar de
dónde procedía la fuga. Ya que ciertamente no soy fontanero, rompí varias
reglas hoy cuando, primero, salí del apartamento y, segundo, usé su
ordenador para algo más que tarea escolar. Sólo se me permite utilizarlo
cuando él está en casa y es algo relacionado con la escuela. Sólo me permite
este privilegio porque es una ley que asista a alguna escuela aquí en Estados
Unidos. Si no completo el plan de estudios de educación en casa en línea y
paso, dice que el gobierno me enviará de regreso a la Madre Rusia. Todo
termina siempre con la amenaza de acabar en nuestra patria, la que ni
siquiera puedo recordar.
―Joder, nunca me repliques de nuevo, ¿me oyes? ¡Me has costado
dinero! Eres como todos los otros perdedores estadounidenses ―ruge, su
mano bajando a la cima de mi cabeza.
Al menos tengo un pequeño respiro en esta pesadilla. El alcohol lo ha
hecho descuidado esta noche. Los golpes vienen, pero no parecen atinar a
su objetivo y el impacto es menor del habitual. Sólo puedo esperar que haya
bebido durante todo el día y pronto se agote y se desmaye.
―Lo siento ―susurro justo antes de que un golpe fuerte y rápido vaya a
mi rostro. Mi nariz chorrea sangre mientras mi mejilla quema―. Mamá
―grito instintivamente, incapaz de permanecer en silencio. Sé que esta es
su forma de disciplina, a la vieja manera de “los niños deben portarse bien y
estar callados”. Ayudar a nuestros inquilinos debilita su posición y lo sé,
pero nadie lo entiende. Los inquilinos quieren cosas y pensé que podría
ayudar. Él está a cargo. Es la figura de poder. Hice mal en intervenir.
―¡Oh, tu mamá no puede ayudarte, niña! Está muerta, ya ves ―farfulla
y sus palabras hacen que mi mente se vuelva loca. Se ríe cuando lo miro―.
Ana, niña tonta, es por eso que nos fuimos de Rusia. Todos estos años, me
salí con la mía. Tu mamá no te puede salvar. Por mucho que lo intentó,
falló.
―¿Qué? ―pregunto, la palabra sale antes de que pueda evitarlo. Padre
la mató, ¿esa es su insinuación?
El humor baila en sus ebrios ojos. Encuentra divertido mi dolor.
―No dejabas de llorar. Una y otra vez, le dije que te callara, pero no lo
hizo. Cuando te puso en la cuna, lo hiciste más fuerte y, por cada grito que
dabas, ella pagaba el precio.
Jadeo con su admisión, conmocionada y con el odio creciendo dentro de
mí. Soy la razón por la que ella no está. Mi madre pagó el precio más alto
por amarme y protegerme. La angustia me invade y hace retroceder mis
emociones mientras el miedo se apodera de nuevo.
Se tambalea frente a mí mientras me preparo para que me golpee de
nuevo. Sólo que no lo hace.
En cambio, se agacha frente a mí, toma mi barbilla y me obliga a
mirarlo. El olor a alcohol saliendo de su aliento hace que mi estómago se
revuelva.
―Ella está muerta, Ana, y todo es por tu culpa. Se golpeó la cabeza con
la esquina de tu cuna mientras caía.
Las lágrimas llenan mis ojos. Ella estaba tratando de protegerme, de
calmarme.
―Una vez que cayó al suelo, te quedaste dormida. Esperé y esperé a
que ella despertara. ―Sus ojos miran hacia otro lado como si estuviera
pensando en aquel mismo momento. Quiero correr, quiero llorar, quiero
gritar y quiero lastimarlo. Su tono va de distante a afilado con ira―. No lo
hizo, pero tú sí. Luego nos fuimos. Así que grita por tu mamá todo lo que
quieras. No pudo salvarte entonces y no lo hará ahora.
Antes de que pueda reaccionar, moverme, bloquearlo o incluso pensar
en su siguiente movimiento, su revés golpea mi rostro. Me desplomo en la
pared mientras veo estrellas bailando detrás de mis párpados.
―Eres mía ―ruge mientras se queda de pie por encima de mí―. Nadie
te puede salvar de mí. ―Su puño golpea mi sien y la oscuridad me
envuelve.
No sé cuánto tiempo pasa antes de que los sonidos floten a mi alrededor
mientras intento recuperar la conciencia. El golpeteo en mi cabeza no me
impide sentir los golpes que está dando a mi cuerpo.
―Carne de mi carne ―corea, pegándome con el puño mientras yazco
desplomada―. Sangre de mi sangre. Todo estuvo bien hasta que llegaste.
Ella quería un bebé. Le di a ti y me la quitaste, así que te la robé. ―Las
palabras se juntan mientras se balancea de manera descuidada, golpeando el
suelo en lugar de a mí.
Lucho por respirar y permanecer despierta. Mi madre se ha ido. No hay
ningún otro pedazo de mí en este mundo, excepto el monstruo sobre mí.
Como con cada golpe que llega, sólo puedo esperar que sea el último.
¿Es así como se sintió mi madre al final? Prefiero morir que continuar
viviendo de esta manera. El siguiente golpe viene con tanta fuerza que mi
cabeza rebota en el suelo e impacta de nuevo cuando el dolor irradia hacia
mi cuello.
Dame el golpe de muerte, pienso. Sácame de este mundo. Uno sólo
puede soñar, es mi último pensamiento mientras recibo un golpe en la
cabeza que me envía de nuevo a la oscuridad.
Luchar o huir es lo primero que pienso cuando vuelvo en mí. El
apartamento está oscuro ahora, ya que es tarde en la noche. Parpadeo,
tratando de permitir que mis ojos se acostumbren mientras mi cabeza
palpita con severo dolor. Alzo mi mano hasta encontrar mi rostro cubierto
de sangre seca. Cada respiración duele; cada músculo también.
Mientras intento recuperarme, mis ojos se enfocan y delante de mí está
el monstruo que se llevó a mi madre, el monstruo que me ha torturado
desde el día en que nací. Está roncando fuerte en el suelo enfrente de mí.
F-U-E-R-A, fuera.
Esta es mi posibilidad, mi oportunidad. ¿Pelear o huir?, resuena en mi
cabeza herida.
¡Huir!, gritan mis instintos. Vete antes de que despierte y te mate como
a mamá.
El temor de quedarme, de lo que es realmente capaz de hacer,
finalmente supera el miedo a lo desconocido. Me ha retenido todos estos
años, amenazándome con un lugar que no puedo recordar. No tenemos
ninguna familia, al menos que yo sepa. Ciertamente a alguien le hubiera
importado, ¿verdad? Él mató a mi madre. Accidente o no, ella murió por su
mano. Nada puede detenerlo de matarme en caso de que llegue demasiado
lejos. Tengo que salir de aquí… y rápido.
Me levanto, luchando contra el impulso de salir corriendo. No lo puedo
despertar, o nunca me iré, y no voy a morir por su mano como lo hizo mi
madre. Me niego.
Cuando todo lo demás falla, las calles tienen que ser más seguras que
quedarme aquí. Si se acuerda de lo que me dijo, estaré muerta con
seguridad.
¡Pelear o huir, Tatiana! No me queda fuerza para luchar.
Rápidamente pero en silencio, tomo mis tesoros ocultos junto con el
dinero que he ahorrado de los regalos de Jagger. Han estado escondidos
todo este tiempo de padre, por lo que están todos juntos, haciendo esto
mucho más rápido para mí de lo que creía posible.
Jagger Caldwell. Al mismo tiempo que me asusta, también parece ser
mi única esperanza. Pelea por dinero, no por venganza… ahí radica la
diferencia.
Tiro de la muy gastada tarjeta de visita de los zapatos que me dio, antes
de ponérmelos. Jagger Caldwell.
Mi mente se acelera mientras paso sobre el cuerpo desmayado de mi
padre. Por favor, no despiertes. Por favor, no despiertes.
Jagger Caldwell.
Centro mi mente en mi fuga. Nadie más ha intervenido. A nadie más
pareció importarle. Han escuchado los ruidos, han visto las marcas y, sin
embargo, sólo una persona intervino una vez.
Jagger Caldwell.
Paso los dedos sobre el papel hecho jirones de la tarjeta de visita. Es
hora de encontrar mi camino a Caldwell’s.
Puedo hacer esto. No tengo otra opción. Sé fuerte, Tatiana. Sé fuerte.
7
Jagger
Observo a Morrison y Hailey decir sus “Acepto” y juro por Dios que
veo a Tatiana caminar por las puertas delanteras del garaje abiertas del bar,
por lo que salgo y miro a la izquierda, luego a la derecha. Nada. Incluso voy
alrededor del edificio, tratando de ver si está pasando el rato allí, porque la
última vez que me encontré cerca de ella, se hallaba en un puto callejón,
pero, por supuesto, no está allí.
Mi cabeza está tan jodida por esta pequeña, pero aprendí hace mucho
tiempo que no hay absolutamente nada que pueda hacer para cambiar a una
persona, a menos que esa persona quiera ser cambiada.
Veo un auto patrulla estacionando y noto a Johnny en el asiento del
conductor.
La ventana baja.
―¿Has visto a la chica Rand?
―No, ¿por qué? ―pregunto, intentando actuar como si no me pudiera
importar menos. Tonterías. Me importa. Lo hace más de lo que debería, eso
es seguro, maldita sea.
―Su viejo dice que lleva desaparecida unas veinticuatro horas.
Tenso mi mandíbula mientras mi estómago se revuelve y siseo:
―Si algo le sucede, esa mierda estará sobre ti, Johnny Ley.
―¿Sobre mí? ―Suena molesto. ¡Que se joda eso, lo estoy también!
―Sí, tú, servicios sociales, todos ustedes, hijos de puta, que no hicieron
una mierda cuando sabían lo mala que era su situación.
―Tienes que retroceder, Caldwell. Recuerda con quien estás hablando
―sisea.
―Lo recuerdo, el policía que no pudo hacer nada por una chica, ¡pero
que me puede arrestar por hacer la maldita cosa correcta!
Me mira molesto, pero es Johnny. No va a saltar. Va a esconderse detrás
de esa puta placa.
―Como dije, si algo le ha pasado, haré pagar a todo el que se volvió
jodidamente ciego.
Después de que sus neumáticos chillan cuando se aleja, regreso al bar,
recordándome mantener la calma. Es el día de Morrison.
¡Mierda!
―¿Todo bien? ―pregunta Hendrix.
―Sí, de puta madre.
Veo a Hailey llevar a Morrison fuera, sin duda dirigiéndolo al Nido de
Mamá. Va a estar emocionado.
¡El Nido de Mamá! Joder, eso es. Ella podría vivir allí.
Oigo dedos tamborilear.
―Oye, ¿qué hiciste? Johnny no acaba de aparecer por nada. ¿Debería
esperar una llamada para sacarte de un apuro de nuevo?
Lo miro, listo para saltar, pero entonces Livi, mi cuñada embarazada, y
la pequeña chica, mi nueva sobrina, están de pie junto a Hendrix. No puedo
saltar, no puedo lanzarme, no puedo hacer una mierda excepto tal vez
contar una retorcida versión de la verdad.
―¿Recuerdan a la chica? La que el padre golpea como la mie…
―Jagger ―susurra Livi, y miro a Marisa y sonrío.
―¿Mi última sesión de fotos? ¿La chica a la que ayudé que nunca se
fue de casa de su padre?
―Por favor, dime que no jo…
―Hendrix ―dice Livi con más severidad.
―Cierto, lo siento. ―Pasa los dedos por su cabello y le da a Livi un
beso en la mejilla―. ¿Quieren ir Marisa y tú a ver si Jared y Sally necesitan
ayuda preparando el buffet?
Livi suspira.
―Sí. ―Entonces me mira―. Hiciste lo correcto en ese momento. Sólo
asegúrate de recordar que todos estamos aquí, también.
Ella y la niña se van, dejándonos a Hendrix y mí solos.
―Se ha ido ―explico―. Johnny dijo que su padre la reportó
desaparecida. Juro por todo lo que soy, que si la lastimó, si está… ―Me
detengo, no queriendo terminar de decir mi mayor temor―. Voy a matar al
hijo de puta, Hendrix. Si está muerta, lo mataré con mis propias manos.
Su rostro muestra que lo sabe.
―Te necesitamos…
―¡No está jodidamente bien!
―No, no lo está. Así que cuando la encontremos, ¿qué estás dispuesto a
hacer al respecto?
―Asegurarme que nadie la lastime de nuevo. Esa es la maldita cosa que
planeo hacer.
―Estás enamorado de esa chica ―afirma.
―¡No! Tiene diecisiete años.
―Mierda ―gruñe―. Estás enamorado.
―No, no soy algún enfermo hijo de puta, Hendrix. Sólo quiero
asegurarme que la promesa que le hice a mamá, la que todos le hicimos, se
cumpla.
Me mira como si supiera algo que yo no.
―Es una maldita niña ―digo, defendiéndome.
Asiente.
―Es una chica de diecisiete años que ha sido abusada. La han
golpeado, Jagger. Lo sabes tan bien como yo. Has estado allí, hecho eso,
conseguido las contusiones y huesos rotos para demostrarlo. Si te haces
cargo de alguien así, será mejor que estés absolutamente seguro de no
hacerle más daño que bien.
―¿Qué quieres decir?
―Quiero decir que las contusiones, roturas y cortes dejan cicatrices,
pero se curan. Si rompes un corazón, esa mierda deja más de una cicatriz.
¿Me entiendes?
―Ella no está enamorada de mí ―espeto.
―No estaba hablando sólo de ella ―dice―. Podemos ir a buscarla esta
noche.
―Tengo una pelea en dos días. ¿Cómo voy a encontrarla y a entrenar?
¡Mierda!
―¿Tienes una foto de tu chica?
―Joder, no, no tengo una foto. Y no es mi chica ―defiendo.
―Ajá ―dice, volviéndose para alejarse. Luego se detiene y se da la
vuelta―. Entonces, ¿por qué la estamos buscando?
―Es lo que hay que hacer. Esa es la puta razón.
―Lo que hay que hacer no siempre es fácil.
―Bueno, sé esa mierda, idiota.
―No seas imbécil, Jag. ¿Qué demonios vas a hacer cuando la
encuentres? ¿Has pensado en eso?
―El lugar de Morrison y Hailey, el Nido de Mamá ―digo, orgulloso
como la mierda de tener una respuesta que parece racional en esta situación
irracional―. Crearon su refugio seguro para mujeres abusadas.
―¿Es una madre de dieciocho años? Eso es de lo que su organización
sin fines de lucro se encarga, no para fugitivas o…
―Las reglas pueden hacerse flexibles.
―¿Estás dispuesto a ver el sueño de Morrison destruido por una chica
por la que sólo quieres hacer lo correcto?
―¡Sí, y mamá se sentiría orgullosa!
―¿Lo estarás tú cuando cierre antes de tener la oportunidad de
conseguir que este sueño se haga realidad?
Lo miro y me devuelve la mirada. Tiene razón, pero joder si puedo
alejarme.
―Entendido.
―¿Así que sólo vas a alejarte?
No contesto.
―Soy todo sobre ayudar a la familia, Jagger. Me gusta ayudar a los
desamparados y hacer lo correcto, pero la familia es la familia y, a veces, la
caridad tiene que empezar en casa.
―¿Así que me doy la vuelta? ¿Estás jodidamente loco? Eso no es lo
que somos.
―No, no necesariamente. Siempre puedes mirar más allá. Mejor aún,
tal vez dejar de ignorar lo que tu corazón te dice.
***
El día después de la boda de Morrison, recorro toda la ciudad. La he
buscado por todas partes, jodidamente en todas partes, y nada. No hay una
señal de esa maldita cinta verde o la chica a la que tengo una necesidad casi
animal de encontrar.
No podría importarme menos esta pelea y que el viejo Shaw esté
furioso. En los cuarenta minutos que le he dado hoy, he noqueado a cada
compañero de entrenamiento que ha traído para prepararme para lo que
llama la pelea de mi vida.
―¡Necesito un espectáculo, Jagger! No un puto nocaut de un puñetazo.
Si quieres más peleas, si quieres ganar más dinero, así tal vez puedas algún
día echar raíces, ¡necesitas escucharme!
Reboto arriba y abajo, mirando a la bestia que trae al ring entonces. Lo
llama Kid por una buena razón. El hijo de puta tiene el aspecto de Kid
Rock: cabello castaño largo hasta el culo y desaliñado como la mierda. Lo
recoge en uno de esos moños masculinos y no puedo evitar reír. El tipo es
unos buenos diez centímetros más alto que yo y pesa más por unos cinco
kilos de músculo, pero no me intimida en absoluto y no por su falta de
intentos, tampoco.
Sus ojos están fijos en los míos, su mandíbula apretada, y pide ser
tumbado. Su nariz se ve que ya ha sido rota por lo menos media docena de
veces y no intimida en absoluto.
―Kid no va a contenerse.
―No quiero que lo haga. ―Le doy una sonrisa y frunce el ceño.
Golpeo mi pecho―. ¡Venga, Hombre Moño!
Mientras gruñe, Shaw me da un golpe en el hombro.
―Es nuevo en la escena y le importa una mierda el apodo. Kid acaba de
ser liberado de una acusación de homicidio involuntario. ¿Me oyes?
―Sí, Hombre Moño mató a alguien y piensas que esa mierda va a
asustarme.
―No digas que no te lo advertí ―dice Shaw y luego suena la campana.
―Dame tu mejor movimiento, Kid. ―Me río, haciéndole señas con las
manos.
El cabrón no se mueve. Sólo se queda ahí, y me molesta.
―Bien, lo haremos a tu manera.
Me lanzo hacia adelante, arrollando sus piernas y le doy un golpe duro
de izquierda.
Cae con fuerza y espero que se quede abajo, pero no lo hace. Sacude la
cabeza como un perro deshaciéndose de la baba de su hocico y se levanta.
Entro rápido y le doy un golpe de derecha. No vuelve a caer en esta
ocasión. Arremete hacia delante y ambos descendemos.
Golpe por golpe, intercambiamos impactos en las costillas, el pecho y el
rostro.
Me las arreglo para salir de debajo de él y ponerme encima, pegándole
como el infierno, cuando me quita de un empujón.
Cuando se levanta y viene hacia mí, lo arrollo de nuevo y lo hago caer
con fuerza. El cabrón no se queda abajo. Se levanta de nuevo. Arremete y
caemos, luchando, golpeando, peleando por la posición de arriba y lanzando
golpes cuando podemos.
Una vez más, estoy encima y, de nuevo, me aparta.
Esto sucede tres veces más. No hay nocauts, ninguno de los dos se da
por vencido, sólo dos hombres que pelean por algo más grande que el otro.
Finalmente, Shaw nos separa y lo acaba.
Tengo un sabor metálico en la boca y siento que mi ojo derecho se está
hinchando inmediatamente.
―Ve a por un poco de puto hielo ―espeta Shaw a una de las ratas del
gimnasio―. Ahora, los dos, siéntense.
Me siento y Kid y yo nos miramos.
―Kid irá con nosotros mañana a la pelea. Creo que la mierda se va a
poner fea. El equipo de Cobra ha estado real y jodidamente tranquilo.
―¿Así que piensas que lo necesito para mantenerme a salvo, Shaw?
Vamos. Soy el campeón. Rock City me ama y…
―Te has vuelto muy engreído con la victoria y no has estado
entrenando como deberías. Lo necesitas ―señala a Kid―, y él te necesita.
El chico gruñe alguna mierda en voz baja.
―¿Por qué?
―Porque podría estar dando un paso atrás y él podría estar
interviniendo por aquí. ―Estoy sorprendido de escuchar esa mierda
saliendo de su boca―. Soy demasiado viejo para esto, Jagger. El padre del
chico y yo éramos amigos, mejores amigos. Está muerto y le prometí cuidar
a su chico cuando saliera. Kid es familia. Igual que tú. Vas a hacer esto y
también él.
8
Tatiana
Me fui. Lo hice. Ahora, ¿qué se supone que debo hacer?
Voy a Caldwell’s. Sólo que es tarde y el bar está cerrado. No pensé en
eso en absoluto. La zona es un poco mejor que la de mi apartamento, pero a
altas horas de la noche, las calles de Detroit no son buenas. Retrocedo y
trato de encontrar un lugar cercano para resguardarme por las próximas
horas hasta que alguien venga.
Giro la esquina del edificio, perdida en mis pensamientos.
Pum.
Soy detenida por el ancho pecho de un hombre. Mientras tropiezo hacia
atrás, dos manos firmes se estiran y sujetan mis brazos, sosteniéndome
firme. Miro la camiseta ajustada y los ojos brillantes del luchador, el que
Jagger ganó en la pelea. ¿Cuál es su nombre? ¿Striker? ¿Cobra? Algo así.
El pánico me llena. Buen toque. Mal toque. A este hombre
definitivamente le gusta el toque malo. Parece irradiar de él. Me mira, sus
ojos brillando en la oscuridad con alguna emoción que no puedo leer.
―Inocencia ―susurra en voz tan baja que casi no puedo entender lo
que dice.
―Ehh… ―No estoy segura de si sabe quién soy o qué piensa hacer
conmigo.
Cuando doy un paso atrás, tratando de salir de su agarre, un brazo me
suelta, mientras el otro permanece firme. Acaricia mi mejilla con el dorso
de sus nudillos e instintivamente me zafo. Mi vientre se tensa mientras el
miedo se afianza.
―Pequeño Ratón, no voy a lastimarte.
De alguna manera, lo dudo. Hay un hambre en sus ojos que me da
miedo hasta el núcleo.
Me libera y me vuelvo para correr, pero sus manos firmes me sujetan
otra vez.
―¡Cálmate! ―ordena y me tenso más―. Ven conmigo. Voy a
mantenerte a salvo hasta que Playmaker esté libre para manejar a su última
conquista. ―La confusión se debe mostrar en mi rostro, incluso en la
oscuridad―. Caldwell ―aclara―. Voy a mantenerte a salvo hasta que
Caldwell esté libre para lidiar contigo.
Asiento con entendimiento. Hitmaker es el nombre de pelea de Jagger,
pero por alguna razón, este tipo lo llama Playmaker. Aun así, no estoy
segura de si debería ir con él.
Mi rostro late, mi cuello arde y mis costados gritan en agonía a cada
paso. Quiero esperar aquí, pero, ¿cuánto tiempo voy a estar sola, afuera en
la calle? Ahora que sé que Jagger acaba de casarse, ¿quién me queda? ¿Este
es mi nuevo para siempre… huir, ocultarme, nunca conociendo nada mejor?
Antes de que cualquiera de nosotros pueda decir otra palabra, mi
estómago gruñe alto.
―Vamos, Ratón. Mi casa está cerca. Te voy a alimentar y podrás dormir
para sanar tus lesiones.
Jadeo al darme cuenta de que puede ver el desastre que soy. Necesito
ocultarme y me está ofreciendo el único lugar en este momento.
Sin hablar, doy un paso delante de él. Una vez que suelta su agarre, me
toma de la mano, llevándome a un auto viejo y me subo. Luego enciende el
motor y acelera, enviando escalofríos por mi espina dorsal.
De repente, las preguntan trastornan mi mente. ¿Por qué se encontraba
aquí? ¿Me estaba siguiendo? ¿Esperaba a Jagger? ¿Qué estoy haciendo?
Estoy en un auto con un completo desconocido.
El pánico me llena. Soy más allá de estúpida. ¿Por qué salí de casa?
Estoy tan confundida y asustada.
¿Qué he hecho?
Alcanzo la manija de la puerta, pero Cobra pone la mano en mi muslo
para detenerme. Siseo y él sonríe.
―Normalmente, deberías tener miedo de mí, Ratón, pero esta noche no
necesitas tenerlo.
Lo miro con ojos amplios y temerosos.
―¿Hablas inglés?
Oh, mi gracia salvadora. Es otro de los que asume.
Niego.
―¿Me entiendes?
Me encojo de hombros, como si pudiera comprenderlo de alguna
manera.
―¿Qué demonios se le ha metido a Caldwell con este ratón?
―murmura Cobra para sí―. Probablemente ni siquiera está aquí
legalmente. De todos los momentos para conseguir una conciencia, la tengo
ahora. ―Quita su mano de mi muslo y pone su cabeza en el
reposacabezas―. ¿Qué diablos hago con ella ahora? Estaba tratando de
ayudar a la frágil cosa hasta que Caldwell pudiera sacar su cabeza de entre
las piernas de mi chica lo suficiente como para manejar sus propios
problemas. Ahora tengo a un medio hambriento, golpeado y callado ratón
que no puede hablar inglés en mi auto y ni idea de qué hacer después que
no sea darle de comer si puedo evitar que salte fuera del auto. ¡Así se hace,
Jason! Primera buena acción y escoges lo surrealista.
Reprimo el impulso de reírme de él. Sinceramente me quiere ayudar. No
entiendo por qué la cabeza de Jagger estaría entre las piernas de su chica,
pero lo que sea. Los estadounidenses tienen locos argots, de todos modos.
Con mi mano todavía en la puerta, miro al hombre claramente en
conflicto en el asiento del conductor. Tiene el cabello rubio y corto,
facciones impresionantes y la línea de la mandíbula apretada. Sus ojos están
cerrados mientras sus gruesos labios continúan moviéndose mientras lucha
una batalla en su interior. Entonces mi estómago gruñe de nuevo, ganando
su atención. Se voltea hacia mí y le devuelvo la mirada. Sus ojos han
cambiado la mirada taimada de la primera vez que nos encontramos a una
de tristeza por mis recientes heridas.
―¿Te duele? ―susurra, y asiento―. Vamos a alimentarte y limpiarte.
Hay cierta simpatía en su tono que me consuela, así que asiento y
muevo la mano para descansarla en mi regazo.
―El cinturón de seguridad, Ratón. Los dos estamos en un nuevo paseo
―susurra Cobra mientras pone el auto en marcha―. ¿Qué demonios estoy
haciendo? ―se pregunta mientras nos alejamos.
Es curioso, me pregunto lo mismo sobre mí.
El viaje en auto no toma mucho tiempo y es muy tranquilo. Nos
detenemos en un edificio más bonito que el mío y salimos una vez que
Cobra se estaciona. Me sostiene de la mano y me lleva a un ascensor, que
tomamos hasta su apartamento. Sin duda, es más nuevo que mi casa y bien
hecho con modernas renovaciones. Estoy sorprendida por lo bonito que es.
Debe mostrarse porque Cobra me sonríe.
―Mi novia lo escogió.
Asiento. Ya lo veo. Esta definitivamente no es la casa de un soltero. He
limpiado suficientes apartamentos de personas que se han ido para saber
que hay una diferencia cuando hay un toque femenino.
El espacio está acabado en tonos verde azulados, naranjas y grises
claros. Todo es moderno y contemporáneo con líneas limpias y diseños
abstractos.
―Sólo hay una habitación, así que tendrás que tomar el sofá. Te daría
mi cama, pero cuando Missy acabe con Caldwell, volverá a casa. Siempre
lo hace.
El dolor aprieta mi estómago. ¿Qué quiere decir con cuando haya
terminado con Caldwell?
Cobra se aleja mientras me quedo en su entrada, estupefacta. Regresa
con un botiquín de primeros auxilios.
―Vamos a limpiarte y luego te haré un poco de sopa.
***
Mi noche con Cobra fue probablemente la mejor que he tenido, aparte
del momento en que Jagger Caldwell me besó.
Después de que me ayudó a limpiar mis heridas y a poner hielo en mi
rostro hinchado, me hizo un plato de sopa. Tuve que reírme de las letras del
alfabeto que nadaban en la salsa y casi escupo la comida caliente cuando
Cobra sonrió y dijo que podíamos practicar mis ABC y uno, dos, tres.
Fue entonces cuando le confesé que, de hecho, podía hablar inglés.
Después de llamarme chica inteligente, terminamos la noche, ya que eran
más de las cuatro de la mañana.
Ahora es por la tarde y la novia de Cobra no volvió a casa anoche. Él
parece al borde mientras anda alrededor del lugar.
―¿Necesitas ropa, Ratón?
―Estoy bastante segura de que establecimos que mi nombre es Tatiana,
Jason.
―Ratón te queda más. ―Sonríe y se la devuelvo.
―Tengo ropa en el bolso, gracias. ―Tomo mis cosas y voy al cuarto de
baño, donde rápidamente me ducho y visto con vaqueros y una camisa
blanca. Recogiendo mi cabello en una cola de caballo, agrego la cinta verde
antes de regresar a la sala de estar de Cobra.
Cobra está vestido con vaqueros desgastados y una apretada camiseta
negra. Sus músculos son claramente visibles y es un hombre bien
construido. No hay tatuajes como los de Jagger para distraer la atención de
cada flexión y tic de sus brazos. Su cuerpo grita negocio. Aprendí eso de él
anoche. Es todo acerca de lo que es. Su negocio es pelear y esa es su vida.
Eso me hace preguntarme lo que impulsa a Jagger a pelear. También me
hace pensar sobre cada uno de sus tatuajes. ¿Qué quieren decir? ¿Son
trofeos de sus batallas? ¿Son símbolos de guerras que siguen causando
estragos en su corazón? ¿Son simplemente algo que quería?
―¿Ansiosa por encontrar a Caldwell? ―inquiere Cobra, por lo que me
pregunto si es tan obvio.
―No tan ansiosa como sé que me puede ayudar.
―La forma en que sujetabas su tarjeta de visita ayer por la noche y
ahora, hace que me pregunte si es más que ayuda lo que buscas de
Playmaker.
Miro hacia abajo al papel hecho jirones, sabiendo en mi corazón que
Cobra tiene razón. Busco más que ayuda. Es una vida lo que quiero y, de
alguna manera, me parece que Jagger Caldwell es mi salvavidas. No puedo
explicarlo. Sólo lo sé.
―¿Qué importa? En una ocasión se ofreció a ayudarme y cumple su
palabra, ¿verdad? ―pregunto, dándome cuenta de lo poco que sé de él.
―Las acciones hablan más que las palabras, Ratón. ¿Dónde estaba tu
caballero cuando lo necesitaste?
Me encojo de hombros, intentado deshacerme de la sensación de que
Cobra sabe algo que no está compartiendo conmigo.
―No sé, pero no es como si me estuviera esperando.
―No, pero, ¿por qué depender de Caldwell? Yo te ayudaré, Ratón.
―¿Por qué? ―cuestiono―. ¿Por qué me ayudarías? Jagger conoce mi
situación. ¿Por qué de repente te importa?
Algo cruza sus facciones.
―Redención.
―Esa es una palabra poderosa ―replico.
―Soy un mal hombre, Tatiana. ―Sus palabras envían escalofríos por
mi espalda.
¿Qué he hecho? ¿Cómo pude confiar tan fácilmente?
―Fui criado por un mal hombre y me convertí en exactamente lo que
más odiaba. ―Pasa las manos por su cabello.
―¿Por qué me dices esto? Me estás asustando.
―¿Alguna vez has escuchado el dicho “Si amas algo, déjalo ir”?
―Asiento―. No puedo dejar que se vaya. Peleamos, Ratón. Missy y yo
peleamos. ―Deja caer su cabeza con vergüenza―. Tu rostro, Ratón, le hice
eso a ella. Más de una vez.
Jadeo con sorpresa.
―¿Cómo? ¿Por qué?
―Por rabia. Por reacción. Todo tiene sentido en ese momento, pero no
una vez que termina. No quiero lastimarla, quiero amarla, pero me enoja
tanto.
―No sé mucho, pero el amor no debería ser rabia.
―Ella corre hacia él. Cada puta vez que puede, va a Caldwell. Quiero
que corra hacia mí. ―Se encuentra con mi mirada y veo el dolor en sus
ojos.
―No puede cuando te tiene miedo.
―Lo sé.
―Creo que debería irme.
Se mueve para estar delante de mí, bloqueando mi camino.
―¿Te asusto, Ratón?
―Sí ―susurro.
―Aparta lo que has averiguado de mí. Antes de eso, ¿te asusté?
Sus palabras vuelven a mí. Me ve como su redención.
―Sí y no. ―Alza las cejas inquisitivamente―. Todo el mundo me da
miedo de alguna manera. El que cuidaras de mí anoche, se llevó el miedo.
―¿Crees que la gente puede cambiar?
―Creo que si alguien quiere cambiar, puede hacerlo, pero tiene que ser
por sí mismo, no por alguien más.
―Eres muy inteligente, Pequeño Ratón. ―Cobra sonríe―. Deberías
saber que Caldwell tiene una reputación.
―Tú también, al parecer.
Suspira.
―Cierto. Necesitas saber que puedes contar conmigo también, Tatiana.
No tienes que depender de él. Puedes permanecer aquí tanto tiempo como
lo necesites. A Caldwell le gustan las damas. Le gusta la variedad y cambiar
con frecuencia.
Es tiempo para ser fuerte y para mantener la esperanza de que Jagger
sea quien mi corazón dice que es.
―No necesito una advertencia, pero gracias.
Sin decir una palabra, se da la vuelta y toma las llaves, y luego salimos
de su casa. Al llegar a Caldwell’s, nos encontramos con que el lugar está
lleno. En el exterior, veo a una mujer en lo que parece ser un vestido de
novia, gritándole a un hombre mayor, de aspecto desaliñado. También veo a
Jagger de traje y está guapo.
Mi corazón late violentamente en mi pecho mientras la conmoción se
detiene y todo el mundo va al interior.
No debería haber venido aquí. Definitivamente este no es el día para
molestarlo. Me doy la vuelta y corro alrededor de la esquina al callejón
donde Cobra está a la espera. Echa un vistazo a mi rostro y me toma de la
mano, llevándome lejos. Arranca el auto sin decir una palabra.
Conducimos por un tiempo antes de que Cobra me mire y diga:
―No quiero decirte esto, Ratón, pero conociendo a Jagger,
probablemente se va a casar con una pobre chica que no sabe que ha
mordido más de lo que puede masticar. Infiernos, Missy no volvió a casa.
Puede ser la del interior, atándose a él para toda la vida. Esperará lealtad y
no la devolverá. Eso lo sé.
Mi mente da vueltas. ¿Jagger no tiene corazón? ¿Es un mujeriego? No
sé nada de él.
―No sé qué hacer.
―Quédate conmigo hasta que lo averigües ―afirma Cobra como si
fuera tan fácil.
9
Jagger
Miro mi teléfono y leo el mensaje en alto:
―¿Quieres jugar? Qué tal si tú y yo somos gatos y vemos quién se lleva
al ratón. ―Miro a Shaw desde detrás de la cortina―. Mensaje firmado por
ese pequeño gusano. ―Me río mientras miro el personaje de dibujos
animados que se supone que representa una cobra. Hablo mientras escribo
mi respuesta―: No tengo ningún gatito. ¿Qué tal si tú eres el gato, te
quedas al puto ratón y yo me quedo con el título? ¿Quién es el campeón?
¡Joder, yo lo soy!
―Seguro que lo eres, hijo. Seguro que lo eres. ―Shaw da un golpecito
a mi espalda mientras tiro mi teléfono al montón de ropa de calentamiento
que está en la silla.
―¿Mis hermanos llamaron? ―pregunto a Kid.
―Probablemente estén en busca de la chica de la que no estás
enamorado ―dice, negando.
―Entonces, ¿llamaron? Te voy a decir simplemente lo que les dije. No
es amor. Sólo la quiero a salvo y viva.
―Correcto ―dice―. Bueno, no llamaron. ―Camina y se asoma desde
la esquina a los ruidosos y escandalosos espectadores.
―Damas y caballeros, ¿están listos? ―grita el locutor―. Esta noche es
traída a ustedes por Broke Bail Bonds. Esto es para defender el campeonato
de peso semipesado de Rock City. Tendremos cinco rondas de tres minutos.
¡En la esquina roja de Broke Bail se sitúa con un metro ochenta de altura y
un peso ochenta y cuatro kilos, el hombre que se ha comprometido a
conseguir de nuevo su título, el agresor, Cooooobra!
“Shut ‘Em Down” de Public Enemy suena y la multitud se vuelve loca.
Asumo que Cobra ha aparecido al otro lado de la pista.
―¡En la esquina negra, patrocinado por el Bar Caldwell’s, de un metro
ochenta y cinco y con un peso de ochenta y ocho kilos, el actual campeón
de peso semipesado, Jagger “Hitmaker” Caldwell!
“Right About It” de Lil Wayne comienza y Shaw me da una mirada
sucia una vez más.
―No se cambian canciones. Esta daba buena suerte. ―Le doy a Shaw
un abrazo a medias, choco el puño de Kid y luego mi mente entra en modo
pelea.
Tengo mis manos en posición de oración, miro hacia arriba y susurro:
―Legado, mamá.
Salgo y veo que mis hermanos llegaron. Entonces miro a mi alrededor,
con la esperanza de ver a la pequeña con ellos, pero no la tienen.
―La encontraremos. ―Hendrix pone su mano en mi hombro―. Que
sea rápido y sucio. Ese hijo de puta se metió en el camino equivocado.
Asiento y salgo. Intento concentrarme, pero soy incapaz de meter mi
cabeza en el juego, pensando en la pequeña. Rápido y sucio se repite en mi
mente, eso es lo que tengo que hacer para poder salir y encontrarla.
―Tengo algo que deseas ―se burla Cobra.
―Creo que lo entendiste al revés. ―Me río con altivez de él, tratando
de meterme en su cabeza.
Suena la campana y le golpeo con la izquierda.
El primer y último golpe, eso es todo lo que importa. Todo lo demás
vale una mierda.
Bloqueo un par de golpes y luego le doy un derechazo y un barrido. Se
cae.
―Vamos, hijo de puta. Si quieres ser el campeón, será mejor que pelees
como uno.
Se levanta de un salto y escupe sangre al suelo.
―Me gusta el sabor de la sangre la primera vez, ya sea de tu débil golpe
o de una chica con las piernas abiertas enseñando su pequeña cereza.
Lanza un gancho de izquierda y lo esquivo.
―No hay muchas inocentes en tu parte de la ciudad. ―Me río, simulo
un golpe y lo hago caer de nuevo. Está abajo sólo un momento antes de que
me agarre y luego ambos caemos.
―Tuve a una durante toda la noche. Joder, ha estado durante tres
noches ―dice mientras golpea su puño en mis costillas.
―Ella lo averiguará. ―Planto mis pies sobre la colchoneta y termino en
la parte superior.
Su brazo izquierdo se fija debajo de mi rodilla mientras gime y gruñe,
tratando de liberarse. Lo golpeo tres veces en el rostro.
―Su puto acento me mata. Es una cosita ardiente rusa.
Mi estómago se revuelve. Todo lo que puedo pensar es en Tatiana.
―Se parece a un pequeño ratón, pero no estás interesado. ―Toma la
oportunidad de golpearme y me aparta de un empujón.
Me levanto de un salto.
―Estás jugando algún juego enfermo de mierda.
―Al pequeño ratón le encanta ser devorado por la Cobra.
Lo ataco y lo derribo.
―Es una niña ―digo mientras golpeo su costado izquierdo y luego el
derecho una y otra vez.
―No es una jodida niña. Es una pequeña ninfa. No se cansa de mi polla
―provoca.
Con un golpe en su mandíbula, grita. Se estrella contra el suelo. El
locutor comienza el conteo.
―Uno, dos.
Reboto alrededor esperando.
―Tres.
Cobra se mueve y se levanta lentamente. Bailamos alrededor del otro.
Su mirada está desenfocada. Suena la campana y soy el vencedor de esta
ronda.
La rabia se acumula dentro de mí más que nunca antes.
―¿Dónde diablos está? ―Voy hacia él hecho una furia.
―¡Esquinas! ―espeta el árbitro.
―¡Que se jodan las esquinas! ¿Dónde mierda está la chica?
―Donde quiere estar. Con un hombre de verdad, con un verdadero
campeón, no un puto pedazo de mierda, mujeriego, imbé…
La campana suena de nuevo y me abalanzo sobre él. Soy furia y rabia, y
él también.
Nos encontramos uno al otro golpe por golpe mientras bailamos
alrededor del ring y atacamos. No se calla, pero me voy a asegurar de que lo
haga permanentemente.
Sus brazos me rodean y vamos al suelo una vez más. Balanceo el brazo
y conecto con la parte inferior de su mandíbula, deseando rompérsela,
después hacerlo pedazos. Entonces, empuja su dedo en mi ojo y planto los
pies en el suelo mientras su otra mano conecta con mi rostro. Duro.
―¡Sepárense! ―grita el árbitro mientras Cobra es apartado de encima
de mí.
Me pongo de pie, bastante golpeado.
―¿Dónde diablos está tu concentración? ―me grita Kid mientras
derrama agua en mi rostro.
Cuando el sabor metálico de mi propia sangre llena mi boca, me inclino
hacia la izquierda y escupo, luego miro a mis hermanos.
―¡Encuéntrenla! ¡Ahora!
―Retrocede. ―Oigo gruñir a Kid―. Sin mujeres.
―Sólo quiero hablar con él. ―Escucho su voz y me pongo de pie,
empujando a Kid.
Sujeto sus hombros y la reviso.
―¿Él te hizo esto? ―Paso el pulgar por su hinchado labio púrpura.
Niega mientras toma una bocanada de aire.
―¿Te hizo esto? ―Paso los nudillos por su mejilla y las lágrimas caen
de sus ojos.
Chilla:
―No.
―¿Te hizo daño de algún modo, pequeña? ―Alzo su barbilla para que
me mire.
Traga con fuerza y niega de nuevo.
―¿Te lo follas? ―gruño.
―¿Te follas a su chica? ―contraataca―. ¿Te casaste? ¿Por qué te llama
player?
―No, joder no, y es un imbécil ―respondo mientras suena la campana.
―No sé si dices la verdad.
―No estarías aquí si pensaras eso. ―Miro a Hendrix―. Ella se queda.
No dejes que se vaya. ―Miro hacia atrás a ella―. Nadie va a hacerte daño
de nuevo, pequeña.
Cobra me ataca tan pronto como entro. Voy a terminar con este imbécil.
Totalmente. Es el momento de ser rápido y sucio. Tengo una chica con
quien hablar.
―Se acabó, hijo de puta ―le digo antes de sacármelo de encima y
golpearlo con un gancho de derecha que está alimentado de necesidad.
Me vuelvo y miro a Hendrix mientras cuentan.
―Al diablo la campana, está fuera. ―Mientras mis hermanos corren
hacia mí, Hendrix toma el codo de Tatiana, arrastrándola detrás.
La sostengo y la levanto, por lo que estamos ojo a ojo.
―Vas a estar bien.
―¿Cómo sé eso? ―pregunta con un ligero temblor.
―Porque yo lo digo. Por eso.
Después de intercambiar el dinero, Tatiana, Kid, Shaw, Hendrix,
Morrison y yo salimos por la parte trasera. Kid se detiene con Shaw. Estoy
eufórico por mi victoria mientras voy a la parte trasera de la camioneta de
Shaw y me despido con un gesto de Hendrix y Morrison, Tatiana está a mi
lado.
Miro hacia adelante, evitando el contacto visual porque no soy de
confianza. Sin embargo, siento el peso de sus ojos. Entonces, su mano
agarra mi muslo.
―Buen toque ―susurra con una sonrisa que emite una falsa confianza.
Soy un rompedor de reglas, pero esta no es una regla que voy a romper.
Debería moverla, apartarla, pero no lo hago.
―¿Cuándo vas a tener dieciocho años?
―En tres días ―responde, y casi me rompo el cuello de la velocidad
con la que me vuelvo hacia ella.
Su ojo está hinchado, sus labios magullados y es un desastre, un
hermoso desastre.
―En tres días, será mejor que sepas lo que te va a suceder. ―Sabe
mejor lo que le va a suceder.
Su mano se eleva más en mi muslo.
―Buen toque. ―Joder, me está matando.
―El puto campeón. ―Un atisbo de sonrisa ilumina sus ojos y niego―.
Deberías correr, pequeña.
―Lo hice y terminé aquí.
Cuando su mano se levanta de nuevo, amenazando con frotar la tienda
de campaña que tengo, pongo mi mano sobre la suya, deteniéndola.
―¿Estás segura de saber lo que pides?
Asiente.
―No soy una niña. Sé lo que he tenido en la vida y lo que quiero en el
futuro. Buen toque.
―No me jodas ―gimo mientras me recuesto, tomo su mano y la
sostengo contra mi pecho.
10
Tatiana
No lo debería desear. No debería estar con él. Pero no puedo evitarlo.
Quiero su toque. Quiero su seguridad. Quiero cualquier cosa y todo lo que
me pueda dar. Algo del intercambio de energía en la pelea me tiene
excitada. No me siento cómoda con la violencia, pero hay una cierta energía
en la atmósfera que alimenta a todo el mundo en el lugar, incluida yo.
Cobra me trajo a la pelea de esta noche. Me dijo que me quedara fuera
de la vista. Sin embargo, cuando Jagger estuvo peleando contra él y parecía
tan enojado, tuve que hacer algo. Tenía que ser un consuelo. Después de
que noqueó a Cobra, debería haberme quedado. Debería haberme quedado
para asegurarme de que mi amigo estaba bien. Por mucho que Cobra me
advirtió que era un mal hombre, fue agradable conmigo. Todavía me
asustaba que pudiera golpear a su novia, una mujer a la que dice amar, pero
no me ha golpeado. Podría haberme lastimado en todo tipo de formas, pero,
en lugar de eso, me dio un refugio seguro hasta que pudiera llegar a Jagger.
Hay algo entre nosotros. Un tirón desconocido que me hace volver a él sin
importar nada.
Pensó que estaba acostándome con Cobra. Dice que no se acostó con
Missy. Definitivamente necesitamos comunicarnos mejor. Nunca he sentido
celos antes. A decir verdad, nunca he sentido nada más que miedo… hasta
Jagger Caldwell. Ahora tengo tantas emociones que estoy mareada tratando
de ordenarlas todas.
Me hace sentir como una mujer y no como una niña. Hace que mi
cuerpo se queme de adentro hacia afuera. Me hace cosas de las que sólo he
leído en los libros. Hace que quiera sucumbir al salvaje abandono cuando
he crecido temiendo a mi propia sombra. ¿Cómo puede una persona
hacerme todo eso cuando apenas lo conozco?
Jagger ciertamente parece estar listo para saltar edificios altos y salvar a
la damisela en apuros. Llegamos a la parte delantera de Caldwell’s. Jagger
me lleva a su auto.
―Abróchate el cinturón ―dice, señalando el cinturón de seguridad, y
luego abre la guantera y toma un teléfono―. Todo está listo. Mi número
está aquí. ―Toca el cuadrado verde con un teléfono en él y me lo
entrega―. Haz clic en favoritos. Mi nombre está ahí. El único que alguna
vez vas a necesitar.
Asiento.
―Ahora aprieta lo que se ve como una burbuja de dibujos animados y
luego me escribes un mensaje y pulsas enviar.
Hago lo que pide mientras se retira de la acera y su teléfono empieza a
tocar música.
―Bien. Ahora tu número está en mi teléfono y sabes cómo enviarme un
mensaje. Si alguna vez necesitas algo, cualquier cosa, ¿a quién llamarás?
―Al campeón ―contesto con una sonrisa que siempre se apodera de
mis labios cuando pienso en él.
Sonríe y asiente.
―Eso es, pequeña.
―No tienes que hacer todo eso por mí, sabes. No estoy indefensa. Me
las arreglé para sobrevivir el último par de días.
Me gruñe, sí, gruñe:
―Aléjate de Cobra.
―Es un mal hombre ―digo rápidamente―. Lo sé. Me lo dijo.
―¿Te lo dijo? ―Levanta una ceja hacia mí.
―Sí, me encontró fuera de Caldwell’s cuando estaba buscándote. Me
mantuvo a salvo y hablamos. Es mi amigo ―trato de defender a Cobra.
Obviamente, hay una historia entre los dos y no es una buena. Cobra me lo
dijo, pero no creía que Jagger guardara tanto rencor también.
―No es amigo de nadie, pequeña.
―Fue agradable conmigo, Jagger.
Aleja la mirada de mí y decido no presionar más. Por ahora, quiero estar
en el momento con la persona que me dio el impulso para atravesar mi
infierno durante el año pasado.
Nada más se dice, pero no puedo evitar mirarlo. De vez en cuando, echa
un vistazo, pero sólo durante un instante. Cada vez, parece retorcerse en su
asiento, por lo que aparto la mirada, sin querer ponerlo incómodo.
Nos detenemos en un hotel donde espero a Jagger en el auto mientras
consigue una habitación. Una vez dentro, no puedo evitar quedarme
boquiabierta ante la suite. Nunca en mi vida me he alojado en un lugar tan
agradable.
Paso mi dedo a lo largo de la pared de un suave gris, nítida y limpia,
mientras entro en un cuarto de baño que es más grande que el dormitorio de
mi padre. Una bañera, lo suficientemente grande como para ahogarse, está a
la derecha y una ducha con un banco se sitúa a la izquierda. Justo enfrente
hay una encimera con un lavabo a cada lado con cada artículo de tocador
que pudiera imaginar.
Escucho que Jagger se mueve en la habitación detrás de mí y me
pregunto si puede permitirse un lugar tan lujoso. Después de todo, vivió en
el apartamento junto al mío durante más de un año y las personas que viven
en nuestro edificio rara vez pagan a tiempo o en su totalidad. Mirando
alrededor, no puedo evitar preguntarme si una noche aquí cuesta el alquiler
de más de un mes con mi padre.
Nerviosa, voy a la habitación, que está más allá de una bonita sala de
estar con sofá, silla y televisión de pantalla plana. La cama de tamaño king
es enorme en comparación con la cama gemela en la que normalmente
duermo. La ropa de cama es suave y esponjosa y en tonos azules y
amarillos, lo que hace que todo se sienta más brillante. Quiero echarme en
la cama y moverme de un lado a otro, pero como Jagger me está mirando
fijamente, me detengo para evitar parecer una niña.
Cuando me encuentro con su mirada, curva sus labios en una media
sonrisa que tiene a mis partes de chica apretándose. Este hombre es
poderoso, atractivo y todo lo que jamás podría soñar.
―¿Esto es todo lo que tienes? ―pregunta, sosteniendo la mochila.
―Sí. No pensé mucho en ello ―admito, considerándolo como un
fracaso.
La sonrisa de Jagger se hace más grande.
―Pequeña, trajiste lo esencial.
Me río. Lo esencial, claro, si así es como quieres llamarlo. Traje mis
tesoros. Traje los regalos que me ha ido dejando desde hace meses. Dejé
atrás las pertenencias de mi padre y tomé sólo lo que podía reclamar como
propio.
Me siento en la lujosa cama y veo que Jagger termina de desempacar las
pocas cosas que tomé cuando me fui y me llena de vergüenza mientras toca
cada objeto. Es probable que no signifiquen nada para él, pero son todo para
mí.
Cuando suena el teléfono de Jagger, deteniendo cualquier otra
conversación entre nosotros, frunce el ceño cuando ve la pantalla.
―Johnny jodido Ley, qué sorpresa ―responde Jagger, y me esfuerzo
por escuchar al hombre a través del teléfono.
Sólo puedo oír murmullos antes de que Jagger responda, sonriendo con
suficiencia:
―Oh, vamos, vamos, poli ―provoca Jagger―. No estoy jugando
ningún juego. ―Hay una pausa mientras responde la persona―. ¿Quién es
ella, exactamente? Si estás buscando a tu madre, bueno, se está ahogando
con una polla en este momento y no puede responder al teléfono.
Reprimo una risita ante lo descarado que es Jagger, a quien claramente
no le gusta este Johnny. Algo que dice hace que Jagger se tense.
―¿Es una amenaza, agente?
Escucho al hombre en el otro extremo decir mi nombre y que mi
apartamento es la escena de un crimen. Al instante, esto ya no es divertido.
El rostro de Jagger palidece y mi corazón late violentamente en mi
pecho.
―Homicidio. ―Escucho decir a Johnny y mi corazón da un vuelco.
¿Quién fue asesinado en mi apartamento?
―No, no lo haría ―afirma Jagger tranquilamente.
Hay murmullos de nuevo.
―¿Por qué yo?
―Rand no tenía enemigos… excepto tú. ―Entiendo vagamente
mientras Jagger mira hacia el techo.
―Nos vemos allí. Soy inocente, Johnny. Te lo digo. Hemos sido
amigos. Me conoces. Estás caminando en una línea fina. Igual que una
prueba de sobriedad, Johnny, da un paso fuera de la línea y te caerás.
Entonces, tú y yo estaremos en lados opuestos de esa línea. En este caso,
nuestro pasado no valdrá una mierda.
Jagger desliza su dedo por la pantalla del teléfono, poniéndole fin a la
llamada.
―¡Joder! ―ruge con frustración mientras pasa la mano por su cabello
castaño oscuro. Entonces me mira y lucho contra las lágrimas.
Mi apartamento es la escena de un homicidio… ¿y si es mi padre? ¿Y si
es una reacción a todas las pastillas? Por todos estos meses, ¿le hice algo a
largo plazo? ¿Qué pasa si lo maté? Sólo necesitaba alivio. Necesitaba
seguridad. No fue mi intención matarlo. Las preguntas gritan dentro de mi
cabeza, pero las palabras no salen.
―Quédate tranquila, pequeña. No dejes que nadie entre o salga de la
habitación aparte del servicio de habitaciones. Tengo que ir a cuidar de
algo.
Extiendo la mano para detenerlo cuando pasa junto a la cama.
―Jagger, fui yo ―susurro.
―¿Qué? ―pregunta con confusión en su rostro.
―Lo hice. Soy la razón de que mi padre esté muerto. ―Claro, es una
suposición que lo esté, pero, ¿quién más podría estar muerto en el edificio?
Cuando me fui, roncaba, pero seguro que no se movía.
―Pequeña, no debes escuchar conversaciones ajenas. Sinceramente,
dudo que mataras a tu padre. Johnny sólo se está metiendo conmigo. Iré,
responderé algunas preguntas y averiguaré la verdad detrás de todo este
absurdo homicidio. Te aseguro, Tatiana, que no tienes nada que ver con
esto. ―Besa mi frente suavemente―. Pide algo para comer y cárgalo a la
habitación. Vuelvo más tarde. ―Luego se va sin decir nada más, o incluso
mirar atrás.
Las emociones se descontrolan dentro de mí. El miedo aprieta mi
estómago mientras pienso que de verdad lo maté de alguna manera y luego
la ansiedad corre por mis venas cuando me pregunto lo que me depara el
futuro. ¿Me enviarán de vuelta a Rusia? ¿Iré a la cárcel? ¿Habrá alguien
que me crea acerca de que me golpeaba? ¿Qué pasa ahora? ¿A dónde iré?
Con aire ausente, ordeno un poco de comida y me siento en la cama
mientras la tristeza y la angustia me consumen. Mi único pariente está
muerto. No, las cosas no eran buenas para mí, pero era todo lo que tenía.
Hizo lo mejor que pudo. Al menos, eso es lo que siempre decía.
La culpa me llena. Le di demasiado antihistamínico. Era un hombre
viejo. Bueno, no considero viejo a alguien de cincuenta años, pero tal vez
tenía una enfermedad del corazón. La caja decía que no se tomaran bajo
ciertas condiciones médicas.
Miro alrededor de la habitación, luego me pongo de pie y voy al
armario, donde Jagger ha desempacado mi mochila como si me fuera a
quedar aquí por un tiempo. Sin embargo, no pertenezco aquí.
El golpe en la puerta me hace dar un respingo. Mirando a través de la
mirilla, veo que es el servicio de habitación, así que abro la puerta y espero
a que el hombre deje la bandeja sobre la mesa de café en la sala de estar.
Garabateo en el papel que me da, asegurándome de que mi nombre sea un
montón de líneas ilegibles. Luego se va y vuelvo a los cajones abiertos del
armario.
La mitad de mí quiere meter todo de nuevo en mi mochila y volver a
casa, no es que tenga un hogar ya. No soy mayor de edad, mi único padre
está muerto ―muy probablemente por mí―, y si vuelvo, tendré que
decirles que lo drogué.
Jagger dijo que regresaría. La mitad más fuerte de mí, la parte de mí que
no puede evitar creer en el héroe tatuado, quiere estar tranquila y esperar
para averiguar lo que Jagger sabe.
¿Qué pasa si este Johnny estaba jugando con él y mi padre está vivo? Si
llego a casa ahora, después de haber desaparecido durante tantos días, sin
duda me va a matar.
Cerrando los cajones, vuelvo a mi comida. Abro la tapa y muevo los
alimentos alrededor del plato, mi apetito ha desaparecido. Demasiadas
preguntas me invaden y la ansiedad hace que mi estómago se revuelva.
Me acurruco en el sofá y decido que mi única opción por el momento es
esperar. El miedo a lo desconocido todavía me desafía, pero, por ahora,
llevo cuatro días sin nadie que me golpee. No debería confiar tan
fácilmente. Algo en Jagger me grita que es bueno. Algo me atrae hacia él de
una manera que pensé que sólo podía encontrar en los libros.
Jagger Caldwell volverá y voy a esperar por él. Tengo que creer que
será bueno conmigo.
Jagger es así de bueno.
11
Jagger
El impulso de consolarla envió mis labios a su frente, y un gesto,
consolarla, al instante se convirtió en algo más.
Confort, proteger, reclamar…
Espero consolarla, porque hizo como la mierda menos cómoda mi
cintura en 2,2 segundos. La protección llega entonces, pero ni siquiera pude
mirar hacia atrás, porque sabía que eso no es lo que haría. Reclamar fue
tercero en mi lista de cosas por hacer, y no puedo hacer eso por tres días,
pero tengo la intención de hacerlo.
Me paro frente al gimnasio y entro de un salto, usando mi llave para
entrar. Al ver la luz en el despacho de Shaw, camino a ella, después empujo
la puerta abriéndola, y Kid y Shaw me ven.
―¿Qué demonios haces aquí? ―gruñe Shaw hacia mí mientras veo a
Kid empujar jeringas y frascos pequeños en un refrigerador.
―¿Qué demonios está pasando? ―pregunto. Kid se levanta y mueve la
cabeza hacia Shaw.
―Tienes que hacer esto ahora. ―Mira hacia mí y asiente mientras
camina pasándome y sale por la puerta.
―Siéntate, muchacho. ―Shaw mira hacia mí, y hago lo que me dice.
Me siento en la silla plateada de metal y me inclino hacia delante.
―¿Que está pasando?
―Primero, dime lo que estás haciendo aquí.
Lo miro, realmente viéndolo. Sus ojos tienen un tinte amarillo, y su piel
tiene un tono gris. He visto esa coloración antes. He estado tan atrapado en
Tatiana todos estos meses, que ni siquiera he visto lo que ha estado
ocurriendo justo enfrente de mi cara. La tos, el vómito, la pérdida de peso,
la fatiga. Todo se estrella contra mí como un golpe bajo en el estómago.
Cáncer.
―¿Estás enfermo?
―Dije tú primero ―refunfuña mientras toma un medio quemado
cigarrillo Swisher y su Zippo. ―Derrama, chico ―dice mientras lo
enciende.
―El padre de la chica está muerta. Me llamó Johnny para responder
algunas preguntas. No quise decírtelo por teléfono, pero necesito una
coartada que no implique la pelea de esta noche.
―Estuviste aquí, entrenando. ―Exhala el humo de olor dulce.
―Bien, ahora tu turno.
―Muriendo. ―Me mira a los ojos―. Nada puede hacerse. No iba a
decírtelo hasta que…
―¿Qué estás qué?
―Tengo cáncer, chico. ―Chupa otra calada―. Nada puede hacerse.
¡Mierda! No esa mierda de nuevo.
―¿Qué tal si dejas de fumar?
―¿Qué tal si te callas y me dejas en paz?
Sus ojos son cada vez pesados, así que sé lo que Kid le dio.
―Será mejor que te vayas ―dice mientras aplasta el cigarro en el
cenicero―. Hablaremos más tarde.
―Esto es más importante ―mascullo.
―Mira, nunca he tenido hijos, pero te tengo a ti, y le juré a un amigo
que cuidaría de Kid. Tú y él son todo lo que tengo. Ambos necesitan estar
juntos, ayudarme a salir de esto, pero estoy absolutamente seguro que van a
dejarme ir.
―¿Estás preguntándolo o diciéndolo?
―Diciéndolo ―dice, mirándome con severidad.
Siento emociones en ebullición.
―Te quiero, hombre. ¿Seguro que nada se puede hacer? Haré lo que
malditamente desees.
―Bien, ahora saca tu trasero de aquí y ve a decirle a Johnny que
estuviste conmigo. Después, hazte cargo de esa chica.
―Es tan putamente joven.
Él sonríe.
―Entonces entrénala bien. Ahora vete. ―Se pone de pie, sosteniéndose
sobre su escritorio―. ¡Kid!
Se abre la puerta, y Kid entra. Me mira, y lo miro, entendiendo lo que
pasa en esa mirada. Entonces asiento.
―Te quiero, hombre. ―Le doy a Shaw un rápido abrazo con un solo
brazo, después salgo del gimnasio antes de que pierda mi mierda.
Brinco en mi auto y golpeo el volante un par de veces antes de
comenzar a alejarme.
Mientras conduzco a la comisaría, pienso en mamá, en Shaw, y creo que
en Tatiana. Anteriormente, cuando mierda tan profunda como esta me
llegaba, huía. Corría fuera, escapaba de mis problemas, corriendo hasta que
podía darle algún sentido a la mierda al revés en el mundo. Corría hasta que
podía visualizar lo que era correcto. Luego iba con Shaw y golpeaba como
la mierda una bolsa hasta que estaba agotado físicamente. Después de eso,
me hundía en algo caliente hasta que estaba rodeado de un sentimiento que
triunfaba sobre mi necesidad de dolor, mi liberación.
En este momento, tengo que correr, necesito golpear mierda, necesito
tener sexo, pero primero tengo que asegurarme que la pequeña está bien.
Entro por la puerta doble de la comisaría, donde Johnny Ley está
caminando detrás de un escritorio.
―La próxima vez, iré a buscarte ―gruñe hacia mí.
Yo sonrío.
―Haz lo que tengas que hacer.
Después de que deja escapar un gemido de frustración y me devuelve el
saludo, escucho el clic familiar de la puerta abriéndose, y suelto una risa.
―¿Qué es tan divertido, Caldwell? ―Los ojos de Johnny se estrechan
hacia mí.
―Por primera vez abrí la puerta yo mismo. Por lo general, estoy usando
esposas de acero.
Él niega.
―Sabes que no es verdad, Jagger.
―Era una broma. Debido a que decidiste cruzar esta línea, supongo que
probablemente será cierto en el futuro ―digo y lo sigo a su oficina.
―Toma asiento.
―No importa si no lo hago. ¿Tienes algo de café de mierda?
Él mira hacia atrás, con los ojos entrecerrados.
―¿Qué hombre? Tengo antojo. ―Inclinando hacia atrás la silla, pongo
los pies sobre el escritorio, y me relajo de nuevo, enlazando las manos
detrás de mi cuello.
―Esta mierda no es divertida. ―Arroja una carpeta, y patina
deteniéndose cuando llega a mis pies―. Rand está muerto, su hija
desapareció, y tú, ahí con aire satisfecho, has sido el que ha estado tratando
como el infierno de conseguir que alguien saque a la chica de allí. Tú y ella
son sospechosos de mierda de primera mano en este homicidio.
Dejé escapar un suspiro, tirando de mis pies de su escritorio, y
agarrando la carpeta. Mirando el interior, dos sentimientos se combinan
dentro de mí: náuseas y alivio.
―Parece que se cayó por las putas escaleras.
―Claro como el demonio que lo hizo, y de cabeza ―le digo, volteando
la foto hacia los lados―. Debe haber putamente dolido.
Johnny cierra el puño sobre el escritorio.
―¡No es una maldita broma!
―Nunca dije que lo fuera. ―Cierro la carpeta y la empujo a través del
escritorio para que golpeé su mano―. Disculpa, me equivoqué.
―Tú, maldijo hijo de…
―Cuidado, Johnny Ley ―gruño hacia él.
―Podría arrestarte como la mierda ahora.
―Tengo una coartada sólida como una roca. ―Atajo de nuevo.
―Sí, eso he oído. ¿Debo felicitarte por tu victoria, Hitmaker?
―Bueno, eso estaría bien, pero prefiero campeón. ―Me pongo de pie y
miro el reloj―. Tengo lugares a los cuales ir, gente a la que ver, y es obvio
que no tienes intención de detenerme, o lo habrías hecho para ahora. Mi
palabra es todo lo que tengo en este mundo, y tú y yo sabemos que cuando
digo que no maté a la mierda, es la verdad. Me gustaría haberlo hecho, y
esa es la verdad, también.
―¿Dónde está la chica? ―suelta a presión.
―¿La chica? Ni idea de lo que estamos hablando, pero puedo
prometerte que ella no lo mató, tampoco. Tal vez sólo cayó por las escaleras
de mierda, hombre. Los borrachos hacen mierda así todo el tiempo.
―¿Es la verdad, Caldwell? ¿Realmente no sabes dónde está?
No contesto.
―Quiero hablar con ella ―dice, un poco más tranquilo que antes. Es
por eso que me arrastró hasta aquí. No puede encontrar Tatiana. Bien.
Tengo la intención de que siga siendo así.
―Bueno, entonces te sugiero que la encuentres. ―Me detengo―. Oh,
mierda, no pudiste hacer eso, tampoco.
―Ni tú y tus hermanos pueden ―dice con una arrogancia que me
molesta.
―¿Qué tal si dejas de andar alrededor y tratas de usar tus habilidades de
súper poli?
―¿Qué tal se tienes en cuenta que es una puta menor? ―grita.
―Sólo por un par de días más, hombre, eso es todo. Después, el sistema
no podrá tocar a la chica.
―Será una adulta entonces, Caldwell, y entonces podría terminar en la
cárcel ―advierte.
―No, si no lo hizo.
―No soy el enemigo aquí ―dice en un tono apenas-como-enojado.
―No. Sin embargo, la credencial detrás de la que te ocultas y la edad te
han hecho perezoso y sin corazón.
―Estás hilando muy fino ―se burla.
―Fuiste un infierno de policía una vez, Johnny, así que ¿qué tal si te
encuentras de nuevo? ―Abro la puerta y miro hacia atrás―. Pon esa
mierda a descansar como homicidio. Un borracho se cayó por las escaleras,
puto caso cerrado.
―No vayas muy lejos, Caldwell. Si la autopsia demuestra lo contrario,
voy a necesitar una declaración.
No digo mierda, simplemente sigo caminando a la salida.
***
Entro en Caldwell’s, después de haber esperado para charlar con mis
hermanos, pero al parecer la multitud después de la pelea se fue después de
dos horas esperando por mí. Me siento un poco mal sabiendo que habría
traído una gran cantidad de ingresos para Hendrix, Livi, y Sally. Después de
disculparme con Sally y ella asegurándome que todavía sería una buena
noche, lanzo uno de cincuenta a la barra y salgo.
―¿Dónde diablos está el ratón? ―Oigo un gruñido de voz familiar.
Me giro y agarro el cuello de su camisa.
―¡No es nada de tu incumbencia de mierda! ―Golpeo a Cobra contra
la pared de ladrillo.
―Es mi puta amiga ―resopla mientras me empuja hacia atrás―. Así
que, sí, ¡es mi asunto de mierda!
Doy un paso hacia atrás sorprendido.
―¿Tu amiga? ¿Tu puta amiga a la que le mentiste acerca de mí? Un
hombre que le impidió ir a mí, sabiendo muy bien que ella…
―¡No mereces a una chica como esa!
―¿Y tú sí? ―Me río.
―Te acostaste con mi chica. Missy ―gruñe mientras sus ojos se
estrechan.
Los míos se estrechan de nuevo.
―¡Tu chica se metió conmigo después de que tuvo suficiente de ti
golpeándola! ―Obviamente, el hijo de puta no puede superar el pasado―.
No la he tocado en meses.
―¡La alejaste de mí!
―Ningún hombre te la va a quitar. ¡Está tan jodida por tu culpa! ―Lo
empujo y espero que me conteste, quiero que lo haga. En su lugar, mete las
manos en los bolsillos y se para como el cobarde que realmente es.
No me mira a los ojos cuando dice.
―Ese pequeño ratón es mi amiga.
―Ella no es nada para ti. ¿Me entiendes? ¡Nada!
Él mira hacia mí, las venas abultadas en su frente. Quiero que me
pegue. Quiero que lo haga, así podré descargar el odio que tengo dentro de
hombres como él, de un hombre que piensa que está bien poner sus manos
en una puta mujer.
―Ella se merece algo mejor que tú.
Me río con ira.
―¿Y mejor que yo, eres tú?
―Tú y yo no somos muy diferentes, Caldwell ―encaja.
―Correcto, el peleador callejero que trata de hacer que todas las
personas piensen que es un niño rico con cuchara de plata en la boca creció
como lo hicimos nosotros. Eres una puta broma; eso es lo que eres.
Sus ojos se iluminan de color rojo mientras mira hacia mí.
―Dile que haría lo que la mierda tuviera que hacer con el fin de
mantenerla a salvo, y haré eso incluso después de que hayas ido a ella. Voy
a recoger sus piezas, y a acomodar…
―¡Vas a perder tus putos dientes si siquiera piensas en acercarte a ella,
tal vez incluso tu vida!
―Pft. Ya no lo tienes más de lo que tienes la capacidad para cuidar de
una chica como ella. Cuando te bajes de tus tacones de héroe, no será nada
para ti, pero yo, yo soy un verdadero héroe ahora. Te guste o no, Caldwell,
estoy más que dispuesto y capaz de sacarla adelante.
Me lanzo hacia adelante, listo para tumbarlo, cuando veo las luces rojas
intermitentes y una sirena chillar.
―Aléjense y vayan a casa. ¡Ustedes dos!
Miro detrás de mí para ver a Johnny en un auto patrulla. El hijo de puta
me está siguiendo. ¡Mierda!
Doy un paso hacia atrás.
―¡Considera este tu puto día de suerte! ―Cobra se enoja, evitando la
mirada de Johnny.
―Camina por esa línea, Johnny ―digo, encontrando su mirada antes de
que se dé la vuelta y se meta de nuevo en su auto. Bueno, sé que está en mi
cola, así que no puedo volver a Tatiana ahora.
Me meto en mi auto y me dirijo a la casa de mi hermano. Camino por
las escaleras hasta la casa de Hendrix y de Livi, oyéndolos reír mientras
camino por la puerta.
―¡Va a ser un niño! ―Se ríe más fuerte.
―Espero como el infierno que sea niña, una que se parezca a ti y sólo
actúe tan loca como su mamá ―dice Hendrix.
―Oh, oh, Hendrix ―gime ella.
―Um, ¿ustedes dos están decentes? ―les pregunto antes de doblar la
esquina.
―¿Me estás jodiendo? ―gruñe Hendrix, y escucho el cuero
moviéndose en el sofá.
Livi se ríe.
―Sí, entra.
Les doy un minuto antes de entrar en la sala de estar, donde me
encuentro con los ojos brillantes de Hendrix.
―¿Interrumpo?
―¿Malditamente parece eso? ―Hendrix me mira como si fuera un
idiota.
―Por supuesto que no. Siéntate ―dice Livi mientras le da un codazo a
Hendrix.
―Necesito tu ayuda ―digo mientras me siento. Hendrix asiente una
vez, y Livi sonríe. Sé que el hijo de puta se lo dijo.
―Somos familia, así que la respuesta es sí desde ya.
12
Tatiana
¿Qué es ese ruido? Algo gime sobre un campeón del mundo y pelear
hasta el final. Miro a mi alrededor para encontrar que el ruido proviene del
teléfono que Jagger me dio. “We Are the Champions”. Él es el campeón.
Sonrío para mis adentros mientras la música sigue asaltando mis oídos.
Mirando la pantalla, deslizo el dedo para responder de acuerdo a las
instrucciones de Jagger. Levantándolo a mi oído, me detengo.
―¿Tatiana? ―cuestiona, y el profundo timbre de su voz diciendo mi
nombre me da escalofríos.
―Sí ―logro para decir con poco más que un susurro.
―Surgió algo, y no puedo volver a ti. El hotel es seguro, y mi cuñada,
Livi, estará allí en la mañana para llevarte algo de ropa.
―¿Todo está bien? ¿Estás en la cárcel? ―pregunto mientras el pánico
me llena. No hay necesidad de que nadie vaya a la cárcel por mis crímenes.
Debo entregarme.
Él ríe.
―No, no estoy en la cárcel. No permiten celulares personales cuando
estás encerrado.
―Oh.
―Todo está bien, pero ambos hemos tenido una maldita larga noche, y
ahora son las primeras horas de la mañana. Vamos a descansar un poco, y te
veré tan pronto como pueda. Hasta entonces, Livi irá a verte.
No estoy segura de qué más puedo decir o hacer, excepto sólo
responder.
―Está bien.
Hay un largo silencio entre nosotros.
―Tatiana, tienes que colgar ahora.
―Está bien ―le susurro.
Otra pausa.
―Botón rojo ―susurra.
―Bien.
No hay palabras, sin embargo, no puedo cortar la llamada.
―Totty ―dice, y mi corazón se agita con el apodo―. Tengo que
descansar.
―Está bien.
Nada
―Háblame ―dice Jagger, y lo escucho moverse―. No puedo llegar a ti
en este momento. Lo siento.
―Jagger. ―Hago una pausa, no estoy segura de que puedo lograr las
palabras.
―Totty, lo que necesites. ―Suspira―. Lo que sea. Haré que suceda.
―Jagger, ¿él está…? ―Siento la acumulación del nudo en mi garganta
y cierro los ojos―. ¿Mi padre…? ¿Realmente… está muerto?
Su vacilación es toda la respuesta que necesito.
―Totty, esta es una conversación que desearás tener cuando esté
delante de ti.
―Lo hice, ¿verdad?
Él deja escapar un gruñido de frustración.
―No, se cayó por las escaleras.
―No me mientas, Jagger Caldwell.
―Una cosa que no haré es mentirte, Totty. Necesitas saber el hombre
que soy, el hombre que mi mamá crió para que fuera. Soy un montón de
cosas, pero un mentiroso no es uno de ellas. Incluso cuando duela, nena y
créeme, la mierda va a doler a veces, todavía te voy a decir la verdad.
―Hace una pausa, esperando mi respuesta. No digo nada―. Totty, no
tuviste nada que ver con lo que le sucedió a tu padre. Era un borracho que
se cayó por las escaleras como hacen los borrachos.
―Los policías… los policías… ―tartamudeo.
―La policía, nada. Johnny y sus chicos de azul tuvieron su oportunidad
de salvarte, y no lo hicieron. Lo qué pasó con tu viejo, pasó, pero, nena, no
fue por ti.
―¿Están buscándome?
Una vez más, más dudas es toda la respuesta que necesito.
―Totty…―Empieza.
―¡No, Jagger! ―Lo corto bruscamente―. ¿La policía me busca? ¿Es
por eso que te mantienes alejado… para evitar que me encuentren? Si no lo
maté, ¿qué es lo que quieren conmigo?
Él respira con dificultad en el teléfono.
―¿Vas a hacer todo difícil? ―susurra más para sí que destinado para
que lo oiga, así que no hay respuesta―. Te están buscando, pero no a causa
de la caída de tu viejo. Él informó que no estabas, por lo que han estado
buscándote ya antes de que lo encontraran a él.
―Entonces debería entregarme solo para que sepan que no lo hice.
―Eres menor de edad. Tampoco estoy seguro del papeleo que tu padre
hizo para que vinieras aquí. Quédate en el hotel hasta que sea tu
cumpleaños. Entonces podremos enderezar todo esto.
No entiendo por qué se preocupa. Mi papá está muerto. Como resultado,
Jagger Caldwell no tiene que cuidarme ya.
―Puedo ir a casa, Jagger.
―No hasta que seas legal, no puedes. No hay nadie aquí. El sistema
está del carajo. Te mandarán a un centro de rehabilitación para menores y te
quedarás ahí hasta que lo pierdas todo. Estate tranquila hasta tu
cumpleaños, y entonces podremos resolver el futuro.
Mi mente se vuelve loca con tantos pensamientos. Sólo tengo las
palabras de Jagger y esta conexión que compartimos para confiar. Nunca
me he sentido como una niña, nunca me sentí joven hasta este momento
cuando mi ingenuidad me hace sentirme como una tonta. ¿Cómo puedo
confiar en un desconocido? ¿Cómo no puedo hacerlo? He estado en una
burbuja atrapada por mi padre, y no sé nada de la vida real. No soy una niña
―él me golpeó por años― pero ciertamente no sé nada acerca de la vida
como adulto.
El silencio se extiende entre nosotros.
―Totty, ¿te quedarás tranquila hasta que Livi llegue allí con el
desayuno?
La realidad me golpea como un puñetazo en el estómago, y mi
estómago se retuerce.
―No es como si tuviera ningún otro lugar a donde ir.
―Pequeña ―susurra―. Por favor, estuve como loco tratando de
encontrarte, sólo para descubrir que estabas con Cobra.
―Él fue bueno.
―Está lejos de ser agradable, Tatiana. ―Su declaración es firme y
seria.
―Ha sido más que agradable conmigo. ―Defiendo a mi único amigo
que no sea Jagger.
Lo que tengo con Cobra es completamente diferente a lo de Jagger. Me
gustaría describir las cosas con Cobra como las de un hermano. Es como el
hermano que nunca tuve.
―Mantente alejada de él y su equipo.
―No importa. No lo veo aquí, y aquí es donde estaré, ¿recuerdas?
―Termino, sin saber por qué. Jagger sólo ha sido bueno conmigo. Sólo me
gustaría que estuviera aquí en este momento y no me mantuviera oculta
como si hubiera hecho algo mal si realmente no lo hice.
―No seas irritable. ―Hace una pausa―. No quiero que te molestes,
Totty. Quiero cuidarte.
―Ya es tarde. Deberías descansar.
―Cierra la puerta ―me recuerda con calma.
No contesto. Me muevo a la puerta y deslizo el bloqueo en su lugar.
Volviendo a la cama, me subo con mis tenis como de costumbre. Muevo
mis dedos de los pies contra el forro de tela suave mientras escucho a
Jagger respirar en el teléfono.
―Buenas noches, pequeña.
―Buenas noches Jagger Caldwell ―susurro, sin embargo no cuelgo. El
silencio se extiende, y tengo que mirar la pantalla del teléfono para ver si
desconectó la llamada.
―Cuelga Totty.
―Tú primero ―Lo reto.
―Buenas noches, Tatiana. ―Mi nombre sale de su lengua, suave como
la seda.
Nos sentamos en silencio, ninguno de los dos habla y ninguno
desconecta la llamada.
―¿Jagger? ―le susurro.
―¿Totty? ―responde, y puedo oír la sonrisa en su voz.
Mirando hacia el reloj de cabecera, veo que son casi las cuatro de la
mañana.
―¿Puedes quedarte en el teléfono hasta que me quede dormida?
―pregunto, la vergüenza que siento hace que me sienta tan vulnerable.
―Todo lo que quieras, pequeña.
Sin decir una palabra, me acurruco en la cama y me duermo. ¿Qué hay
en Jagger Caldwell que mantiene lejos todas las cosas malas?
13
Jagger
No he dormido una mierda. No podía dormir con la idea de que ella
estaba sola. Agarro mi teléfono y la llamo, sabiendo muy bien que no debo
hacerlo. Joder, si esta mierda sale mal, Johnny podría arrestarme por
complicidad.
Ella responde, no dice mierda. Buena chica.
―¿Dormiste bien?
―Creo que sí. ―Su voz es soñolienta y sexy como el infierno, y mi
erección de la mañana se vuelve aún más difícil de ignorar.
Salto de la cama y voy por la casa de Hendrix al baño a hacer pis.
Escucho su risa.
―¿Qué es tan gracioso?
―Estás haciendo pis. ―Se ríe de nuevo.
―Nada de mi pene es para reírse, pequeña ―dije mientras lo sacudo y
luego me lavo las manos.
―Buen toque ―susurra, coqueteando conmigo.
Maldita sea, pienso, y un gemido se escapa de mi boca. Ella imita mi
sonido, y casi me vuelvo loco.
―Quiero buen toque ―me susurra―, de ti.
―Joder ―digo, sacudiendo la cabeza. Ella suspira―. Escucha, eso no
es lo que tú y yo tenemos, ¿me entiendes?
―Oh ―dice con una voz triste que hace que me duela el pecho.
―Lo que quiero decir es que…
―Entiendo ―dice en voz baja.
―No, no creo que lo hagas. Nunca tuve la intención de ser amable
contigo para poder entrar en tus bragas. Quería mantenerte a salvo, segura.
La mierda salió mal después de la pelea esa primera noche. Pasé por encima
de algunas líneas, y no quiero que pienses que eso es de lo que se trata.
Puedo tener mi pene mojado en cualquier lugar, ¿entiendes?
El teléfono se queda muerto, y estoy sorprendido.
Al diablo eso.
Le marco de nuevo, y ella no dice mierda cuando contesta la llamada.
―No putamente me cuelgues, ¿entiendes?
―No me grites, ¿entiendes?
Oí portazos de cajones cerrándose.
―¡Deja lo que malditamente estés haciendo y escúchame!
―Por qué no vas a darle a quien quiera que sea algo de ese buen toque,
Jagger Caldwell, y me dejas en paz. Tal vez podría ir a ver a mi amigo que
cuide de mí hasta que pueda volver a casa y…
―Por encima de su cadáver― gruño.
―La palabra es sobre mi cadáver ―dice en tono un poco enojado que
se clava en mí.
―No en esta puta situación. Si vas a él, Tatiana Rand, juro que esto se
acaba.
El silencio se extiende entre nosotros, estoy molesto por ella diciendo
esa mierda de Cobra.
―Entonces será mejor que no toques a ninguna otra persona, tampoco
―dice en voz baja.
No puedo evitar sonreír, deseando poder verla afirmando eso tal cual es.
―No te preocupes por lo que haga.
―Entonces probablemente no deberías preocuparte por lo que yo haga.
―Imposible ―sale de mi boca antes de que pueda pensar con claridad.
El silencio de nuevo.
―¿Estás ahí? ―pregunto.
―Sí ―dice en un suspiro.
―¿En qué estás pensando?
―En ti. Estoy pensando en ti y en la forma en que me haces sentir.
Nunca me sentí así antes, Jagger, así que o bien simplemente te alejas y me
dejas lidiar con el lío que he creado, o me dices que está bien que me sienta
tan celosa por lo que acabas de decir sobre… tocar a otra persona como
pareces sentir cuando menciono su nombre.
―No quiero que te sientas de ninguna manera por mí, Tatiana, excepto
que confíes en mí para ayudarte. También debo mencionar que dije que
podría mojar mi pene en cualquier lugar, pero nunca dije que lo fuera a
hacer. También necesitas saber que, por mucho que no quiera que te sientas
de ninguna manera acerca de mí, desde luego no puedo apagar lo que siento
por ti. Así que… ―Suspiro y muevo la cabeza.
―Entonces… ―Suspira de nuevo.
Un par de minutos pasan cuando ninguno de los dos dice nada.
―¿Todavía estás ahí? ―pregunto.
―Ajá ―dice, sonando como si estuviera llorando.
―Maldita sea, pequeña, no llores.
―Yo… ―Se detiene―. Nunca me había sentido de la forma en que me
siento por ti.
―Correrás hacia algo mejor que yo algún día. Sólo no ha habido nadie
más todavía, pero lo habrá.
―No ha habido otra persona. Cobra fue muy agradable conmigo, ¿y
adivina qué? No sentía nada por él aparte de amistad. Nada.
―Es una buena maldita cosa. Lo mataría.
Ella se ríe, y vaya si no es el sonido más dulce que he oído.
―No iré a cien metros cerca de ti hasta que tengas dieciocho años o
hasta que veas el mal que sería para ti.
―Alguien está en la puerta. ―Suena nerviosa como el infierno, y me
siento de esa manera también.
―Ve por la mirilla y dime lo que ves.
La escucho mover los pies por el suelo.
―Es una mujer con una bolsa.
―Mantén la cadena enganchada y abre.
Lo hace, y escucho la voz de Livi.
―Hola, Tatiana. Soy Livi Caldwell, la hermana de Jagger.
―Abre, pequeña. Es una de las buenas.
―Él dice que abra la puerta ―le dice a Livi.
―Esperaré ―dice Livi en el fondo.
―Dos días más y deberíamos tener todo configurado y listo para
conseguir que vivas de la forma que te mereces ―le digo.
―Espero caerle bien ―susurra Tatiana.
―Así será. Te llamaré esta noche, ¿de acuerdo?
―Está bien ―dice, y luego cuelga.
Me dirijo a la cocina y me hago un batido. No podría comer si quisiera
en este momento, pero no hay manera que vaya a perder lo que he estado
trabajando muy duro por ganar. No sólo es fuerza o peso, sin embargo.
Necesito saber que puedo protegerla siempre, especialmente con Cobra en
sus talones. El gato y el ratón, ¡al diablo eso!
Mientras termino mi batido, suena mi teléfono, mostrando el número de
Shaw.
―¿Qué hay de nuevo, viejo? ―respondo, manteniéndome ligero, sobre
todo ahora con la muerte cerniéndose sobre su cabeza.
―Te encontraré en el hospital. La ambulancia acaba de llevarse a Shaw.
―Oigo romperse la voz de Kid―. No es bueno, hombre, no es bueno en
absoluto.
―En camino. ―Me muevo y voy a mi habitación para tomar mi ropa.
Esto no puede ser todo. No puedo perder a otra persona.
Mientras me lanzo por las escaleras, Hendrix se asoma.
―¿Estás bien?
―Joder, no, ¡no estoy bien! ―le grito, luego me rompo. Mis rodillas
golpean el suelo, y grito de rabia mientras muevo los puños contra la
madera una y otra vez.
Hendrix me agarra por detrás y mueve mis brazos hacia atrás.
―¿Qué demonios está pasando? ¿Es la chica? Livi está con ella, por lo
que derrama, ¡maldita sea!
―Es Shaw. ―Muevo mis brazos lejos―. Se está muriendo. Tiene
cáncer.
―Ay, mierda, Jagger. ―Suelta mis brazos.
Ahuyento las lágrimas que siento calentando mi piel y salto.
―Me tengo que ir. Acaba de ser trasladado al hospital.
―Te llevaré. Vamos.
***
Me siento al lado de Shaw, tomando la mano del anciano, mientras Kid
se encuentra al otro lado, haciendo lo mismo. Hendrix se mueve para llamar
a Livi y decirle lo que está pasando cuando la doctora entra.
Kid y yo nos ponemos de pie mientras agarra la bitácora de Shaw del
extremo de la cama. Va hacia la máquina, aprieta un par de botones, escribe
algo de mierda abajo, y luego va de nuevo a los pies de la cama y nos mira.
―El señor Shaw tiene un DNR. ―Mira a Kid―. No se lo dijiste a los
paramédicos.
Sus ojos se estrechan mientras se encoge de hombros.
Me mira.
―Es su apoderado de asistencia médica, señor Caldwell.
―¿Soy su qué?
―Significa que será el que tome las decisiones aquí en cuanto a lo que
suceda, de acuerdo a la firma de él en el DNR hace cuatro meses, depende
de usted. Si los códigos se encienden de nuevo, no podremos traerlo de
vuelta. Si ustedes dos… ―mira entre nosotros―… tienen problema con
eso, voy a tener que pedirles que se vayan.
―No habrá problema ―dice Hendrix mientras camina dentro,
empujando su teléfono en el bolsillo―. Pueden parecer un par de tipos
duros que darían batalla, pero son fieles al viejo. ―Ella parece relajarse un
poco, y estira la mano―. Hendrix Caldwell.
Ella sonríe y le da la mano.
―Sabía que el apellido Caldwell era familiar, pero Hendrix es
inolvidable. Su esposa es la trabajadora social. Olivia, ¿verdad?
―Sí. ―Asiente y sonríe.
―Bien. ―Ella mira hacia atrás―. Él no quiere sufrir, y no quiere que
ustedes dos lo hagan, tampoco. Vamos a tenerlo lo más cómodo posible.
Una hora más tarde, no puedo luchar más contra mi estómago revuelto.
Odio los hospitales, el olor, el sonido de las máquinas, las putas sillas
incómodas.
―Voy a salir. ¿Quieres café?
Kid niega.
―Tómate tu tiempo―. Cuando regreses, daré un paseo también.
Me inclino y beso la cabeza del anciano.
―No estoy listo para dejarte ir, campeón. Eres como un padre para mí,
mejor que cualquier hombre que haya conocido. Joder, Shaw, te quiero,
hombre.
Media hora más tarde, estoy diciéndole adiós a Hendrix. Le dije que
correría de regreso por la línea de la costa, y sabe que necesito dejar salir el
vapor.
Cuando camino de vuelta a la habitación del hospital, escucho un
sonido familiar, y corro dentro.
Kid está de rodillas junto a la cama de Shaw, y lo escucho limpiarse los
mocos. Miro hacia arriba mientras las enfermeras y la doctora entran
corriendo.
Empujándome más allá de ellas sostengo su mano mientras toma su
último aliento.
14
Tatiana
―Hola ―le digo con timidez, abriéndole la puerta a Olivia Caldwell.
Ella sonríe grande hacia mí desde detrás de sus gafas. Tiene esta
facilidad que me tranquiliza.
Olivia se mueve a la sala de estar y deja caer bolsas de compras en el
sofá.
―Muy bien, chica, ¡es el momento de pasar un buen rato! ―Su
entusiasmo burbujea, y resopla, haciendo que me tape la boca para ocultar
mi propia risa―. No sé lo que te gusta, pero Jagger me dio el tamaño de lo
que ha estado comprándote, y compré un poco de cosas variadas. Puedo
regresar lo que no te guste.
Hago una pausa, tomando el momento. Por primera vez en toda mi vida,
una mujer me compró ropa. Nunca he tenido nada comprado para mí por
una mujer. Una gran cantidad de mis cosas en realidad procedían de los
inquilinos desalojados cuando repasábamos su contenido después de que se
iban o de personas que se mudaban y sólo dejaban su basura detrás. Me
enseñé a coser a mano con un pequeño estuche de costura suficiente para
reparar lo desgastado y que me quedara.
Mi vida se siente como que estoy en un loco carrusel. Estoy dando
vueltas y vueltas. ¿Podré parar? Cuando vaya fuera y al mundo real, ¿qué
sucederá entonces? Mi papá está muerto. Estoy escondida en una habitación
de hotel, confiando en que no maté al hombre que me dio la vida, basada en
la palabra de un hombre que apenas conozco. De repente, todo es borroso, y
la habitación está girando.
Me siento en el sofá y dejo caer mi cabeza en mis manos.
―¿Tatiana? ―dice Olivia en voz baja.
Miro hacia ella, sintiéndome como una niña.
Jagger odia a mi padre. ¿Me habrá dicho la verdad sobre su muerte? No
he tenido mucho en la vida, pero todo lo que tuvimos hasta hace seis meses,
literalmente todo, fue proporcionado por él. Ahora se ha ido, y
probablemente yo lo causé.
―Esto se supone que es divertido, no estés triste. ―Se frota su trasero,
y estoy ansiosa por ver si tiene comezón―. Vive el momento.
Alzo una ceja en pregunta.
―No conozco todos tus problemas, pero sí sé que significas algo para
Jagger. Para los Caldwell, todo es acerca de la familia. ―Empieza a frotar
su trasero de nuevo, después se detiene, mordiéndose el labio inferior―.
Vive el momento. En este instante, deja de lado todo lo que sucede en tu
cabeza y vamos a tener tiempo de chicas. No nos conocemos, pero espero
que, al final del día, lo hagamos.
Y es cuando mi día con Livi comienza. Ella es un petardo, llena de
energía. Incluso con su pequeña panza, no se mueve más lento.
Me pruebo varios conjuntos de los que no puedo recordar cuál parte de
abajo va con qué top en más de la mitad. Ella se ríe y resopla cuando
llegamos a la bolsa final.
―Tatiana, debería decirte algunas cosas.
―Está bien ―digo con cautela.
―¡Me encantan las bragas! ―chilla, su energía contagiosa. El tiempo
con ella me ha permitido no pensar en el futuro o en el pasado, sino estar en
el momento.
―¿Alguna vez alguien te ha dicho que estás loca?
El calor golpea sus ojos.
―Hendrix lo hace todo el tiempo.
Las dos nos reímos. Entonces hago una pausa. ¿Cuándo fue la última
vez que me reí antes de Jagger? Las emociones me inundan. No puedo
recordar una sola vez que me haya reído con mi padre. Livi ha pasado horas
aquí, hablando de la familia Caldwell y su familia con su madre y medios
hermanos, así como con su padre, quien se está recuperando. Tiene a todas
estas personas a su alrededor, y se ríe libremente, sin embargo, yo nunca me
he reído con la única familia que tengo, corrección: que tenía.
Todo se ha ido. El tiempo se ha ido. No puede regresar. El tiempo no se
puede borrar, y el pasado no se puede cambiar.
Mi madre murió protegiéndome. Mi padre murió por mis manos.
Poniéndome de pie, corro al baño, donde vomito. Livi se encuentra en la
puerta mientras trato de contener las arcadas. Entonces se acerca y moja un
paño y comienza a calmarme limpiando mi cara.
―¿Quieres hablar de ello?
―Maté a mi padre. Nunca me reí hasta Caldwell. No sé lo que es una
familia ―comienzo divagando todos mis secretos―. Pretendo no hablar
inglés para evitar la verdad. Que probablemente sea enviada de vuelta a mi
país, un lugar en el que no he estado desde que estaba en pañales.
―Más despacio, hermana.
―Hermana ―le susurro―. Nunca he tenido una de esas. Nunca he
tenido a nadie.
―Bueno, tienes a los Caldwell ahora. No somos muchos, pero estamos
creciendo todos los días. ―Se frota el vientre para dar énfasis y sonríe―.
No estás sola, Tatiana. Tampoco mataste a tu padre. No sé lo que pasó, pero
sí conozco a los hermanos Caldwell. No hay manera de que Jagger me
tuviera aquí… ―mueve su pulgar a su pecho―… si tú… ―apunta hacia
mí―… hubieras matado a alguien. Diablos, no hay manera de que me
tuviera aquí si incluso hubieras matado a un insecto.
Le doy una media sonrisa.
―Límpiate. Es hora de hablar de una de mis cosas favoritas… ¡las
bragas! ―Sonríe, y puedo ver en sus ojos que realmente le importo.
Sale del baño para darme privacidad.
¿Es así como son las familias reales? ¿De fácil aceptación? He leído
sobre el amor incondicional, sin embargo, nunca pensé que podría ser real.
No sé qué es el amor, pero sí sé que, en los pasados seis meses, Jagger
Caldwell se ha preocupado por mí más que nadie en toda mi vida. No sé
cómo describir lo que siento por él. Sólo de pensarlo me hace sentir nudos.
Ansío su tiempo, su atención, y su toque.
Me limpio y voy de regreso a Livi para encontrar que ha extendido todo
tipo de ropa interior en la cama. Son de diferentes cortes, de diferentes
colores, ¡y algunos incluso tienen palabras!
Ella sostiene un par, y leo las letras en la parte trasera: Vive el momento.
Los arroja hacia mí.
―El especial de hoy. ―Se ríe, pero no entiendo la broma―. Uso mi
ropa interior para potenciación. Los dichos me ayudan a recordar las cosas
buenas y a mantener la motivación para seguir adelante en los momentos
difíciles.
Sosteniendo la tela en la mano, lo entiendo, así que sonrío. Entonces me
acerco y miro la amplia gama de prendas interiores: sujetadores de
cordones, bragas de seda, pantalones cortos de niño, de corte estilo bikini,
tangas y… oh mi. Siento que Victoria Secret pudo haber vomitado el
catálogo de primavera en la cama. He visto los anuncios cuando he estado
en línea por la escuela. Vicki no guarda un secreto más.
―Livi, ¿todo esto es realmente necesario?
―¡Totalmente! No se trata de lo que llevas, Tatiana. Es la forma en que
te hace sentir. Las piezas más cercanas a tu cuerpo desnudo son tus sostenes
y bragas, así que deben hacerte sentir bien desde el principio. Si tienes…
―jadea―… bragas incómodas o feas, no te sentirás bien, incluso en un
vestido de diseñador. La confianza comienza desde el interior y encuentra
su camino a la salida. Lo que hay debajo siempre es más importante que el
exterior de todo. Las bragas son cruciales.
―Bueno, está bien, entonces. ―Quiero añadir, si tú lo dices, pero no lo
hago. Lo que dice tiene sentido, aunque suene loco. Estoy empezando a
entender que es simplemente Olivia Caldwell. Nunca me he preocupado por
la ropa antes o por mi ropa interior, siempre y cuando estuviera limpia. En
realidad, no es que alguien fuera a verme.
Después de pasar por encima de ellos, me ayuda a escoger mi traje para
mi cumpleaños y me dice que Jagger estará aquí para celebrar conmigo. Al
parecer, alguien cercano a él falleció, por lo que no puede venir a verme
más pronto.
Mi pecho me duele literalmente por él. Quiero estar allí para consolarlo.
Quiero saber a quién perdió. Quiero saber todo y nada sobre el hombre que
me ha dado tanto.
Olivia se queda para cenar y para el postre, durante el cual se abre y me
habla de algunos de sus propios secretos. Ha sido agradable no pasar el día
entero sola.
Una noche más, y luego será mi cumpleaños. Mi cumpleaños, en el que
por fin voy a ver a Jagger de nuevo.
Me acomodo en la cama después de tomar un baño. Mi nuevo camisón
de seda se siente como el cielo mientras muevo los dedos de mis pies en las
zapatillas. No tengo que ocultarlas más, y no tengo que dormir con ellas,
pero de alguna manera lo hago al mismo tiempo. Han sido mi pedazo de
Jagger conmigo todas las noches durante todos estos meses. Si no puede
estar aquí, entonces estas son la mejor alternativa.
Cuando la canción de campeón se hace eco de la mesilla de noche, tomo
el teléfono y sonrío al ver que campeón parpadear en la pantalla con una
foto de Jagger.
―Hola―respondo.
―Totty ―me saluda―. ¿Que tal tu día?
―Interesante. Siento tu pérdida ―comienzo y Jagger me detiene.
―No quiero hablar de eso esta noche, pequeña. ¿Te divertiste con Livi?
Quiero que sienta que puede hablar conmigo. No quiero presionarlo y
no quiero ponerlo triste. Por ahora, le daré la distracción que parece estar
buscando.
―¡Está loca! ―Me río―. Pero en el buen sentido ―comienzo a
explicar.
―Confía en mí, lo sé. Es la mejor, ¿verdad? ―Su admiración es
evidente en su tono.
―Eres el mejor, Jagger Caldwell.
―Sólo soy un tipo que tuvo una mamá que le enseñó lo correcto, Totty.
―Gracias ―le susurro.
―¿Por qué?
―Por todo.
―Gracias a mamá Caldwell. Soy su legado.
Su tatuaje baila inmediatamente en mi mente.
―Eres otra cosa, Jagger.
―La familia es todo, Totty. No se trata de la sangre. Se trata del amor y
de estar de pie juntos en esto.
―Livi necesita bragas para eso. ―Me río, y él se queda sin aliento.
―¿Qué? No sé si quiero oír hablar de las bragas de mi cuñada.
―El consentimiento es… ―Hago una pausa, mi acento de repente es
pesado―, putamente necesario.
―¿Qué, pequeña?
―Livi me dio las bragas que dicen “El consentimiento es Putamente
Necesario” pienso que son mis nuevas favoritas.
―¿Qué sabes tú acerca del puto consentimiento?
―Sé sobre el buen toque y el mal toque. Sé que Livi no lo ha tenido
fácil, y que su consentimiento no siempre fue dado.
―Oh, demonios, ustedes dos definitivamente tuvieron un buen día
juntas. No sé acerca de esa conversación, pequeña.
―Bueno, sé que mañana es mi cumpleaños, y que quiero que sepas…
―Me detengo, sin estar segura de si puedo decir las palabras―. Que mi
consentimiento ha sido putamente dado.
15
Jagger
Es una muy buena cosa, pienso mientras me tumbo en el sofá en el
apartamento encima del gimnasio. Es realmente una muy buena cosa que el
consentimiento fuera dado como la mierda porque no puedo incluso oír su
voz sin casi reventar fuera de mis vaqueros.
De todos modos, no iría con bolas profundas, no al principio, de todos
modos. Ella está demasiado terriblemente ansiosa, y eso me asusta como la
mierda. Ser criado como fui resultó ser el infierno, pero ella no tuvo mamá,
y yo tuve a mis hermanos. No tuvo una mierda excepto ser abusada. La
necesito fuerte, primero por ella y luego por mí.
Algunos hombres necesitan romper a una mujer para hacerlas crecer de
la manera que quieren. Vi a mi viejo romper a mi madre una y otra vez.
Cuando se hizo más fuerte, la golpeó más, haciendo todo lo posible por
poseerla. Siempre pensé que era sólo la forma en que era para algunas
personas. También sabía que no estaba malditamente bien.
Oyes mierda en la escuela, en la televisión, o lees acerca de que si
abusan de ti, especialmente los hombres, es probable que seas un abusador.
A pesar de que mamá se quedó, asumo que fue del miedo por nosotros, y
muchos la miraban con lástima, pero siempre se enorgullecía de lo que
tenía, y de que nos tenía, su legado. Fue su elección quedarse, y diablos lo
que soportó nos hizo más fuertes. No en el sentido físico, sino en el bien del
mal y en la lealtad y en la hermandad de los tres que siempre nos tuvimos
entre sí. Esa mierda es irrompible.
Vi a mis hermanos y la forma en que lidiaron con las chicas que eran
atraídas por algo más fuerte que la necesidad de un acostón o de liberación
física de bombear para entrar en un ambiente cálido de vagina, disponible.
Nunca quise esa responsabilidad. El miedo a convertirme en un abusador
comprando la mierda que los psiquiatras y los llamados expertos vomitaban
me hacía sentir. No era como Hendrix, podría alejarme de la auto
conservación, o Morrison, que recibió un golpe tras otro de un maldito
borracho como el viejo o estar ahí cuando sabía que era lo mejor para
alguien. Luché contra eso, y cuando quería algo, luchaba por ello.
Todo eso cambió hace seis meses cuando vi a Tatiana encogida en un
rincón. Durante seis meses, tuve una necesidad que sobrepasó la lógica, el
deseo, o la razón. Tenía una necesidad de cuidar de ella de la mejor manera
que sabía. La mejor manera que sé es hacerla fuerte por su cuenta.
Entonces, y sólo entonces, me permitiré ceder ante el deseo de besarla,
saborearla, tocarla, en todas partes.
Oigo a Kid en la cocina y me levanto, ajustando la semi erección que
tengo forzándome en mi pantalón de entrenamiento, y camino alrededor de
la esquina. Me capta por el rabillo del ojo y agarra la botella de píldoras del
contador, metiéndolas en el bolsillo de su pantalón.
Se traga algo y me mira.
―No necesito niñera, Caldwell. Te puedes ir.
―¿Qué es lo que acabas de tomar?
―No es tu asunto.
―¿Son de Shaw o tuyas? ―pregunto mientras pasa más allá de mí,
evitando responder mi pregunta.
Agarro la parte posterior de su camisa, y le doy la vuelta, haciéndolo
pivotar y casi me golpea en la cabeza.
―Será mejor que seas más rápido que eso, hijo de puta ―chasqueo
hacia él.
―Nunca me agarres por detrás, Caldwell. De hecho, nunca me agarres
de nuevo ― vuelve a encajar.
―¿Cómo crees que se sentiría si supiera que estabas tragándote sus
píldoras?
―Entendería que había tenido suficiente y que necesitaba un puto
sueño. ―Se vuelve y va al dormitorio, cerrando la puerta detrás de él.
―Al diablo esto. ―Miro mi reloj, ya son las once en punto de la noche.
Grito―: tienes mi número, hombre. ¡Ten en cuenta, que pasó por todo un
infierno de montón por ti, así que no le faltes al respeto, vivo o muerto!
¡Tenemos un servicio que planear, por lo que será mejor que estés
preparado para hacer eso cuando vuelva!
Agarro mis llaves y mi sudadera y voy por la puerta, necesitando soltar
un poco de vapor. Abro la puerta del gimnasio, tirando de mi camisa, y voy
a la máquina elíptica.
Tengo que tener mi cabeza bien puesta. Necesito tener un duelo,
proteger y moverme como la mierda.
La vida es a veces una tormenta de mierda, y hoy es uno de esos días.
Diez kilómetros adentro, no veo una luz al final del túnel. La veo a ella.
***
Miro mi reloj. Faltan cinco para la medianoche. Tengo flores en mi
mano y un puto globo de feliz cumpleaños con un pequeño puto unicornio
rosa. Necesitan seriamente una mejor selección en la tienda de la esquina.
¿Un puto unicornio? Debería picar a la perra, pero no lo hago. Reanudo el
ritmo. Cuatro minutos y veinte segundos en el reloj.
Cuando llega la hora, toco en la puerta más duro de lo que esperaba, tres
veces, pero cosas están pasando. Nada, no hay respuesta, por lo que agarro
mi tarjeta llave de mi bolsillo y la deslizo. Entonces abro la puerta e
inmediatamente entiendo por qué no me oyó.
Duro como una piedra no es una frase lo suficientemente fuerte como
para explicar lo que siento viendo a Tatiana sentada en una camiseta sin
mangas y zapatillas con su largo cabello castaño apilado en un descuidado
moño en la parte superior de su cabeza, con una bolsa de palomitas de maíz
de microondas entre sus piernas que están retorcidas como un pretzel, y su
mandíbula casi cae mientras se sienta en el suelo, mirando hacia arriba a la
televisión.
Cada gemido que sale de la televisión, cada gemido o sonido sexual que
proviene de las bocinas hace que sus mejillas se llenen de color. Demonios,
hasta se cubre la boca.
Decido que es un infierno de mucho más seguro simplemente
inclinarme hacia atrás y observar su piel mientras mira Skin-A-Max,
camino hasta estar al alcance del brazo de la chica que ya me dio su
consentimiento verbal de mierda.
Cuando el hombre de la pantalla le da a la chica un facial, ella jadea, se
tapa la boca, y se ríe. Mierda. No tiene precio, pero también me pone aún
más duro si eso es posible.
―Oh, Dios mío ―dice cuando los créditos comienzan a pasar, y se
pone de pie para apagar el televisor―. Vaya, sólo…
―Que bien, ¿eh? ―Me río.
Ella salta dos metros en el aire, con las palomitas volando por todas
partes mientras grita.
―Mierda, pequeña. No tenía intención de…
―¿Alguna vez viste algo como eso? ―Jadea, apuntando al televisor.
No respondo, solamente la miro. Su boca abierta cae lentamente.
―Oh. Oh vaya.
Me aclaro la garganta antes de hablar.
―Feliz cumpleaños, Totty.
Mira el reloj, luego a mí mientras camino y le doy las rosas blancas y el
globo.
―¿Para mí? ―Una sonrisa que podría traer la luz del día en el cielo de
la medianoche se extiende a través de su cara.
―Por supuesto que son para ti.
Las toma y huele las flores, y luego las pone en la mesa, se empuja
hacia arriba sobre sus dedos, agarra mi sudadera, y pone sus labios suaves y
llenos en los míos.
―Te habría conseguido más, pero no había planeado aparecer hasta
mañana ―murmuro mientras frota sus labios en los míos.
―Un buen toque ―susurra con un guiño.
―Sí, eso es buen toque.
―Eres un buen toque, Jagger Caldwell.
Tira hacia atrás, y pasa los dedos por sus labios.
―Eso se siente bien, ¿verdad?
Ella me mira con confusión.
―Tus dedos en tus labios, pequeña. Eso se siente bien.
Mientras asiente y mira hacia abajo a mi erección saltona, su cara se
ruboriza. Levanta la vista a mis ojos y luego hacia abajo antes de lamerse
los labios y comienza a ponerse de rodillas.
Rápidamente la agarro del brazo.
―Ven aquí. Tus ojos en mí. ―Le levanto la barbilla para que me esté
mirando. Entonces froto mi pulgar en sus labios―. Eso se siente bien.
―Quiero más ―dice sin ninguna pista de timidez en su voz. Me hace
reír, y ella sonríe suavemente―. Te deseo.
Estoy en modo depredador. Con un movimiento equivocado, ella
recibirá exactamente lo que está pidiendo y algo más. Con un movimiento
erróneo, nunca voy a volver a este momento y a la capacidad de darle su
fuerza.
Tomo su mano y gimo.
―Ven conmigo.
Ella sigue detrás mientras me muevo para sentarme en el sofá. Ella se
sienta en mi regazo, y gimo de nuevo cuando se empuja contra mi pene. La
levanto, tirando mi pierna en el sofá, y la dejo caer entre mis piernas. Mi
pene sigue presionando contra ella, pero no contra la tela húmeda que cubre
su pequeño gatito dulce.
Mi presa.
Jalo de su cabeza a mi hombro, y ella me mira.
―Tengo dieciocho años, Jagger.
―Lo sé, Totty.
―Te di mi consentimiento.
―Sé eso también.
―Entonces, ¿cuál es el problema? ―No puedo controlarme, me acerco
y la beso con fuerza en la boca. Busco una entrada agresiva con mi lengua,
y sus labios se abren, cediendo. La degusto, jugando con ella, chupándola,
lamiéndola.
Me alimento.
―Mmm ―gime, y gruño en respuesta. Se recarga y se mueva para que
su espalda esté en uno de los brazos y esté mirando hacia mí―. Más
―susurra en una voz sensual.
Mientras froto mi lengua arriba y abajo de la de ella lentamente, pero
con más presión, su brazo cruza su cuerpo, y su mano busca mi pene.
Mueve sus dedos suavemente arriba y abajo de la tela, y siento la
quemadura de complicidad.
Sigo chupando su lengua mientras tomo su mano en la mía y la coloco
en sus dulces pechos pequeños. No puedo sentirlos ya que su mano es mi
escudo y mi herramienta le enseña la sensación.
Las llevo en un círculo lento, y ella gime en mi boca. Luego aprieto mi
mano alrededor de ella, y grita.
―Una vez más.
Lamentablemente alejo mi boca y miro sus ojos vidriosos, llenos de
lujuria.
―Muéstrame, pequeña. Muéstrame lo que te gusta. Muéstrame lo que
quieres. ―Cuando su mano se mueve a mi pene de nuevo, la llevo a mi
boca, beso, lamo, mordisqueo la misma―. Dime lo que estás sintiendo.
―Calor ―grita.
―¿Dónde, pequeña?
―En todas partes ―dice, y me apodero de sus labios de nuevo.
Mientras la beso, pongo su mano sobre su seno.
―Muéstrame ―digo en su oído.
―Aquí ―dice, mirándome a los ojos mientras levanta su camisa.
―Quiero que los toques, averiguar lo que más te gusta, y que me digas
exactamente lo que sientes. ―Vacila―. Muéstrame.
―Nunca he… ―Se muerde el labio inferior―. No delante de nadie. ¿Y
si lo estoy haciendo mal?
―Si se siente bien, no está mal. ―la tranquilizo.
Frota la mano como yo lo hice y luego lo hago más duro. Luego mira
hacia abajo a sus pequeños guijarros. Duele, puedo decirlo. Quiero esa
facilidad. Llevo su mano a mi boca y lamo sus dedos, luego los dejo en su
seno.
―Aprieta suavemente. ―Ella se ve confundida―. Muéstrame, Tatiana.
Muéstrame.
Ella aprieta sus pequeñas protuberancias de color rojo oscuro y grita de
nuevo, lo que muestra la confusión en su rostro.
―No te detengas putamente, pequeña. Muéstrame más.
Y lo hace.
Con los ojos pegados a los míos, pellizca, frota, tira, y grita. Levanta sus
dedos a mi boca, y le doy lo que quiere. La chupo, y luego continúa.
―Tan atractiva, Tatiana. Tan jodidamente hermosa.
Mientras mira hacia arriba e inclina la cabeza, algo destella en sus ojos,
en su expresión.
―Pequeña, nunca he visto a una mujer más hermosa. ―Me inclino y la
beso.
Su respiración se vuelve más superficial, y putamente sé que está en el
borde. Sólo necesita un poco de algo más.
Tomo su mano y lentamente dejo que vaya a su estómago. Usando mi
dedo para levantar la cintura de sus bragas, después guío su mano debajo de
ellas, y ella se queda sin aliento. Muevo las manos arriba y abajo
lentamente al principio, y ella se tensa cuando sus ojos se abren. Luego sus
piernas comienzan a cerrarse, y retira la mano.
―No ―le digo en un tono mucho más suave del que siento.
―Que es…
―Vas a venirte, Tatiana. Vas a dejar que la quemadura te consuma hasta
que putamente estalles.
―Pero…―Se ve asustada.
―¿Dejaría que algo te lastimara? ¿Haría cualquier cosa que pudiera
causarte dolor?
Ella niega mientras muevo la mano más abajo.
―Dedo en el interior, pequeña. Eso es todo…Tan profundo como sea
posible, hermosa.
Su cabeza cae hacia atrás mientras gime.
―Oh, Dios mío.
―Así es ―gimo, presionando con firmeza lo que sólo puedo imaginar
es la bolita más dulce de nervios.
―Estoy ―balbuceó―, estoy…
―Vente por mí, bebé. Vente duro. Ese es buen toque. Tan bueno,
pequeña. ―Mi voz es gruesa y tensa con tanta puta necesidad que casi
espero venirme en el pantalón.
―Oh, tan bueno ―grita mientras su cuerpo se estremece con el
orgasmo.
Debería hacerla montarme, mostrarle cómo llegar al siguiente anillo,
pero no es así. Quiero darle eso.
Tiro de su mano hacia arriba y lamo sus dedos y su boca se abre,
formando una O.
―Sabes bien. Jodidamente bien.
Su cara se ruboriza, haciendo que sonría.
―No puedes seriamente estar avergonzada después de esa muestra
erótica como el infierno.
―Erótica ―dice y cierra los ojos mientras una leve sonrisa se arrastra.
Me seco el sudor de la frente, luego beso su cabeza una y otra vez hasta
que está sobre su lado como un pequeño gatito, acurrucado alrededor de mí,
para conciliar el sueño. Empujo su cabello de la cara, así puedo ver sus ojos
cerrándose mientras lucha con su sueño.
Cuando sé que está fuera, la levanto, acunándola en mis brazos, y la
llevo hacia el dormitorio. Mientras la bajo, se despierta.
―Por favor, no te vayas. Por favor.
Me saco mi camisa sobre mi cabeza y la tiro en la silla, luego subo a la
cama junto a ella.
Señalo mi pecho.
―Ven aquí. ―Ella lo hace, acurrucándose en mí otra vez mientras se
deja ir, sus pequeños pies fríos frotándose arriba y abajo en mis pantorrillas.
Si no fuera tan linda, le pondría unos calcetines de mierda. Sin embargo, me
gusta. Me gusta que esté contenta.
Lo que no sabe, es que es la presa y yo soy el depredador.
Tan caliente como fue esta noche, no volverá a repetirse. Una lamida de
sus dedos después de que habían estado dentro de ella fue todo lo que
necesitaba para saber que es mía.
16
Tatiana
Cálido. Seguro.
Me acurruco con mayor profundidad, y el golpeteo constante de su
corazón me arrulla al lugar donde los sueños pueden convertirse en
realidad. Estoy saciada, satisfecha, y a salvo en los brazos de Jagger
Caldwell.
Por primera vez en mi vida, creo en el futuro.
Todas las preocupaciones de mi pasado, de mi padre, y de lo que puede
suceder desaparecen en el momento en que está alrededor. La única cosa
que puedo pensar o sentir es a él. ¿Esto es lo que es el amor, una necesidad
que todo lo consume por estar con alguien, como un volcán a punto de
entrar en erupción, siempre con la sensación de estar llena? Cuando Jagger
está alrededor, estoy llena de emoción, llena de vida, y llena de
posibilidades.
No puedo evitarlo, froto los pies arriba y debajo de sus musculosas
pantorrillas. La sensación de su cuerpo endurecido en contra de mi suave
piel me calienta de adentro hacia afuera.
No tuve televisión con mi padre. Cuando era pequeña y la vieja señora
Simmons me cuidaba, veía cosas con ella que recibía en su antena. Estando
aquí en este hotel con nada que no sea tiempo en mis manos, he visto un
mundo de posibilidades a través de la televisión por cable.
Ver a las personas tener sexo era una cosa, pero Jagger aquí y
besándome… Esa es una experiencia totalmente diferente. Él guiándome y
mostrándome cómo llevarme a mí misma a una altura diferente de lo que
nunca he sentido antes sólo hace que la experiencia sea mucho mejor. Me
he tocado, me he sentido, pero nada como con él. ¿Sabe lo que me hace?
Cuando me despierto, abro los ojos lentamente e inhalo el olor que es
especiado y todo a Jagger Caldwell. Paso mi mano sobre la piel tensa de su
abdomen, disfrutando de cada ondulación de los músculos debajo de mí.
Mordiéndome los labios, pienso en los espectáculos que he visto, después
levanto la sábana, mirando hacia abajo para ver su masa dura luchando
contra la tela de su pantalón.
Jagger sigue durmiendo. Bien. Es mi momento para jugar.
Con cuidado, me muevo hacia abajo y abro su pantalón antes de deslizar
mi mano debajo de sus bóxers para encontrar la longitud engrosada.
Sintiéndome valiente, muevo la cabeza hacia abajo y saco mi lengua,
lamiendo la parte superior de su pene. Sus piernas se mueven, y hago una
pausa, sosteniendo su eje en la mano. Cuando no se despierta, le toco la
aterciopelada piel antes de arremolinar mi lengua alrededor de la punta.
Entonces abro bien la boca para tomarlo.
―¿Qué demonios? ¡Totty! ―Jagger se sacude, quitando la sábana de
mi cabeza y revelando a mi patio de juegos y a mí.
Inmediatamente, me muevo hacia atrás y lo suelto.
Él se recuesta contra la cabecera, soltando un suspiro de frustración.
―¿Qué voy a hacer contigo? ―pregunta más para sí mismo que para
mí.
Sin pensar, murmuro:
―Amarme como nadie ha hecho antes.
Él golpea la cabeza contra la cama.
―Si solo fuera así de fácil.
La confusión me llena. ¿Por qué hacer todo esto por mí si no puede
amarme? ¿Por qué, por todos estos meses, preocuparse para sólo alejarme?
¿Por qué darme la mejor liberación del mundo anoche y no dejarme
devolverle el favor hoy?
―Tengo dieciocho años, Jagger ―susurro. No sé por qué importa mi
edad. He mantenido la casa de mi padre limpia por toda mi vida. Cocino,
soy inteligente, y me siento como si tuviera treinta y cinco, no dieciocho
años. Sé que no he tenido mucha experiencia en la vida, pero lo que he
experimentado es el infierno en el mundo real. Aun así, lo soporté y lo
superé. No soy una niña.
―Pequeña…― dice, y yo espeto:
―¡No soy pequeña! Soy una mujer adulta con la regla. Soy una adulta
legal aquí en este país. De acuerdo con la ley, puedo tener trabajo y vivir en
mi propia casa. Incluso puedo votar. Puede ser que no pueda beber alcohol
aquí, pero en Rusia, ¡podría hacerlo! ¡No me llames pequeña! ―Mi voz va
más alto de lo que quiero, pero estoy cansada de que piense que no soy
adulta. He sobrevivido un infierno, y no tengo ni idea de lo que me depara
el futuro, pero no voy a dejar que mi edad me impida tener algo bueno en
mi mundo que ha estado lleno de mal. Quiero gritarle, pero algo me detiene.
Lo miro a los ojos para ver que su conflictividad es real.
―Totty ―dice con calma ante mi arrebato loco―. Sé exactamente la
edad que tienes. Sé lo fuerte que eres. Eres tan condenadamente pequeña.
El rechazo pica. Salgo de la cama y arrastro los pies, luego me deslizo
en el pantalón. Sé que no piensa que soy demasiado joven, pero es mi
tamaño. Algo con lo que no estoy cómoda. El dril de algodón contra mis
delgadas bragas se siente nuevo para mí después de mi explosión de
anoche. La fricción se siente bien. Argh, ¿por qué tenía que mostrarme algo
tan genial, sólo para quitármelo?
Lo escucho moverse de la cama, pero me niego a mirar hacia él. Mis
senos son pequeños, así que tiro una camisa sobre mi top, saltándome el
sujetador. Tengo que estar cubierta para así no sentirme tan… tan… tan
expuesta.
Dos brazos me rodean desde atrás, y la palabra tatuada Legado me
llama la atención.
Su respiración cae caliente en mi cuello mientras dice:
―Estoy tratando de hacer lo correcto por ti, Tatiana. Por una vez en mi
vida, estoy tratando de hacerlo bien. ―Entonces, susurra―: Déjame
hacerlo bien, por favor.
Suspiro, sin saber qué decir.
―Peq… ―Se detiene―. Totty, los dos hemos pasado por muchas
cosas, especialmente la semana pasada. Tenemos que ir y hablar con Johnny
y los chicos de azul sobre tu padre. Ahora que eres mayor de edad, servicios
sociales no podrá intervenir. Necesitamos pensar acerca de los servicios
para tu padre. Bastardo o no, las cosas tienen que ser manejadas. Y tengo
que arreglar algunas cosas para el hombre que era más que un padre para mí
de lo que el mío jamás podría haber pensado ser. No quiero añadir nada más
para ninguno de los dos.
Asiento, tratando de ser comprensiva.
―No iré a ninguna parte, Tatiana. Tienes mi palabra. Nada es más
sólido que la palabra de los Caldwell. No importa lo que depare el futuro,
estaré aquí para ti por cualquier cosa. ―Besa la parte superior de mi cabeza
y simplemente me sostiene con su barbilla apoyada en mi cabeza.
Envuelta en sus brazos, segura en su abrazo, la seguridad que es todo
Caldwell me envuelve. Tiene razón. No importa lo que depare el futuro, él
estará allí para mí. Sé eso.
Ahora es el momento de afrontar el pasado.
***
La estación de policía es sólo eso, una estación. Al entrar en el edificio,
no hay sensación de comodidad. No, es todo negocios. Hay una dureza en
la atmósfera que sentí la noche que tuve que venir con mi padre a presentar
cargos contra Jagger.
El miedo me atenaza. Padre dijo que me iban a enviar lejos si hablaba.
Tiro de la mano de Jagger, deteniéndolo.
Él se vuelve y se encuentra con mis ojos.
―Totty, no voy a dejar que te pase nada ―afirma, leyendo mis temores.
Estamos tan conectados, pero todavía tenemos mucho que aprender uno del
otro.
Asiento y le permito guiarme a través del lugar hasta que estamos frente
a alguien que Jagger claramente conoce.
―¿Cómo supe que la traerías?―le pregunta a Jagger con aire de
suficiencia.
―Johnny, Johnny, Johnny, deberías avergonzarte de ti mismo de que un
mocoso como yo pueda hacer mejor tu trabajo que tú.
―No seas un idiota, Jagger. Ve con cuidado. ―Extiende una mano a
modo de saludo hacia mí―. Señorita Rand, soy Johnny Adkins. Tome
asiento. ―Hace un gesto hacia las sillas frente a su escritorio―. Tendré que
verificar alguna información de usted, y luego nos dirigiremos a una
habitación donde tengo que hacerle unas cuantas preguntas.
Después de confirmar mi identidad para que pueda cerrar el caso de la
persona desaparecida, me lleva a una pequeña habitación con una mesa, dos
sillas, y sin espejo, pero una cámara se encuentra en la esquina superior.
Tomo asiento y noto tardíamente que Johnny dejó a Jagger en el pasillo.
―No puedo tenerte aquí, Caldwell.
―¿Por qué no, Johnny Ley?
―Ley, esa es tu respuesta.
Sin darle la oportunidad a Jagger de responder, se voltea a la habitación
y cierra la puerta detrás de él. El cerrojo cae en su lugar de forma
automática, y siento que mi cuerpo se calienta con ansiedad mientras coloca
un archivo en la pequeña mesa y toma el asiento de al lado.
―Tatiana, no soy el enemigo aquí.
Retuerzo las manos juntas, después me detengo, pensando que eso
puede hacerme parecer culpable.
―No entiendo ―le digo sinceramente, sin saber lo que piensa que
podría o no podría haber sucedido.
―Vamos a empezar con el lugar donde has estado.
―Con un amigo.
Él levanta una ceja.
―¿Con Jagger Caldwell?
―No ―le contesto. Técnicamente, estaba con Cobra cuando mi padre
me estaba buscando.
―¿No? ―Sonríe, y me doy cuenta que necesito explicarme un poco. Es
obvio que estuvimos juntos.
―No todo el tiempo. Dejé la casa de mi padre y me quedé con un
amigo. Luego fui a un hotel.
―Bien. Entonces describe a tu padre la última vez que lo viste.
―Estaba durmiendo. ―Decido que corto y simple es el mejor curso de
acción. No voy a decir que se desmayó en el pasillo, y que pasé por encima
de su cuerpo inconsciente mientras me escapaba.
―Su padre está muerto, señorita Rand ―afirma, estudiándome.
―Eso me han informado. ―Las lágrimas llenan mis ojos mientras el
miedo me atrapa. ¿Me enviará lejos?
―¿Sabes cómo murió tu padre?
―No, señor ―declaro con firmeza porque no lo sé.
―La última vez que lo viste, ¿estaba durmiendo?
―Sí, en nuestra casa.
Sus ojos parpadean con rapidez antes de ocultar su intriga.
―Tu padre fue encontrado en la parte inferior de la escalera de su
edificio de apartamentos, señorita Rand.
Jadeo y me tapo la boca. Jagger estaba en lo cierto. Yo no lo hice. El
alivio me llena.
―A mi padre, es que… mmmm… le gustaba beber.
Señala las contusiones amarillentas curándose en mi cara y brazos.
―Le gustaba hacerte otras cosas también, ¿no es así, Tatiana?
―Le gustaba beber, señor Adkins.
―¿Qué lo hizo despertar y salir de su apartamento?
―No lo sé. Una vez que perdió el conocimiento, llené una bolsa y me
fui.
―Alguien tuvo que llamar su atención. Alguien lo golpeó en la parte
posterior de la cabeza. Un golpe con un objeto contundente. Luego cayó por
las escaleras.
Mis ojos se vuelven enormes.
―¿Quién querría golpear a tu padre en la parte posterior de la cabeza?
¿Tal vez alguien que vio las marcas en ti y sabe lo que te pasó?
Niego.
Él abre un archivo y me muestra un informe.
―Los hermanos Caldwell vivían una vida similar a la tuya. Sólo que no
estaban solos. Tu novio no puede ser un vigilante. Tenemos leyes en este
país por una razón.
―Jagger Caldwell no es mi novio. Es un buen hombre.
―No dudo que se pudiera pensar eso, pero tiene una reputación de
violencia y una hoja llena de antecedentes.
La fecha y la hora en el informe frente a mí mantienen mi atención. Esa
fue la noche en que estuve con Jagger en la pelea. Llegamos en el auto con
Shaw y Kid, y más tarde cambiamos autos con el de Jagger y pasé la noche
sola. Estuvo conmigo. Yo estaba con él, por lo que Jagger no tuvo nada que
ver con la muerte de mi padre. ¿Por qué Johnny no ve eso?
―Señor Adkins, ¿por qué está tan seguro de que Jagger tuvo algo que
ver con esto?
―Sólo estoy haciendo mi trabajo, señorita Rand. Estoy en busca de
justicia para aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos.
Su afirmación tuvo una acumulación de rabia dentro de mí que nunca he
sentido antes.
Alzo las cejas hacia él.
―Estaba con Jagger Caldwell esa noche. ―No estoy segura que las
peleas sean exactamente legales, por lo que digo mis palabras
cuidadosamente―. Él me recogió y me llevó al hotel, donde las cámaras
mostrarán mi hora de llegada.
―Mentirle a un oficial es un delito.
Saco el teléfono que Jagger me dio.
―Aquí, mire los mensajes. Le envié un mensaje y lo recibió, sentado a
mi lado. Tire esos informes.
Él niega hacia mí, y yo veo rojo.
―Habla de delito, pero yo voy a hablar de ofensa personal. Señor
Adkins, ¿sabe lo que me parece ofensivo?
―Estoy seguro de que está a punto de decírmelo ―responde con
sarcasmo.
―Me parece ofensivo que usted, un oficial de la ley, que ha jurado
proteger y servir, no pueda ver más allá de sus propios problemas en el
asunto que nos ocupa. Dice que simplemente está haciendo su trabajo. Está
en busca de justicia para aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos.
Fueron sus palabras, ¿estoy en lo correcto?
―Sí. ―Asiente.
―Bueno, ¿dónde estaba cuando necesité justicia? ¿Dónde estuvo en
busca de justicia para mí cuando yo no pude tenerla? Vio las marcas, sin
embargo, me puso una trampa para tener que hablar por mí misma. Bueno,
mi padre seguro no puede hablar ahora, pero usted está presionando esto, ¡y
sin embargo, cuando no podía hablar, no hizo nada! ―Las lágrimas caen
por mi cara.
Tantas veces, me hubiera gustado que alguien, alguien hablara por mí,
pero nadie vino al rescate hasta Jagger Caldwell. Ahora, debido a mi padre,
este hombre frente a mí está acusando a Jagger por algo que sé en el fondo
de mi corazón que no hizo.
Sorbo y me seco las lágrimas.
―Un borracho se cayó por las escaleras, señor Adkins ¿Qué más
necesita aparte de eso?
―Señorita Rand…
―No, señor Adkins, usted está detrás de sus leyes, pero ¿dónde está su
corazón? Viví en el infierno en manos de ese hombre. ―Señalo la foto de
mi padre en el archivo―. No tengo madre. No tuve a nadie que alguna vez
se haya preocupado hasta Jagger Caldwell. Y le digo ahora que él no lo
hizo. Francamente, no me importa quién lo hizo más allá de querer enviarle
un agradecimiento por salvarme. Me escapé porque sabía que la próxima
vez que me golpeara sería el momento en que no podría soportarlo, y me
mataría. Poco a poco, golpe tras golpe, he estado muriendo por dentro. La
siguiente vez, me habría vencido. La siguiente vez, yo habría sido la del
archivo, no él. Si defiende la justicia, bien, que haya justicia en mi
oportunidad en la vida por primera vez en la historia.
Jagger golpea brutalmente la puerta, y Johnny se mueve para abrirla. Le
doy la espalda, no quiero me vea hecha un desastre.
Quiero tener vida. Quiero vivir. Quiero ser libre del pasado y de su
dominio sobre mí.
17
Jagger
―Escucha aquí, Ley. ―me burlo mientras paso a empujones a su
lado―. ¿Estás bien, Totty? ―pregunto, sabiendo que no lo está.
Ella se sumerge en mis brazos, llorando, y tiro de ella para mantenerla
segura contra mí.
―Sabes muy bien que ella y yo no tuvimos nada que ver con esto, y no
tienes ni una puta orden, entonces ¿esto era putamente necesario? ¿Te
excitas al victimizar a la víctima de ese monstruo? ―prácticamente grito.
Su cuerpo tiembla contra el mío, y la abrazo con más fuerza.
―Estás caminando sobre una línea fina, Caldwell ―espeta―. Estoy
investigando un asesinato aquí. Traumatismo con fuerza en la parte
posterior de su cabeza es lo que causó la caída que rompió su cuello y lo
mató.
Ella se cubre los oídos con las manos, sin querer escucharlo.
―¡Y ella no hizo ni mierda! Sabes eso ―apunto hacia él, queriendo
hacer algo más que apuntarle―, y yo lo sé. Ella está de pie; vino aquí
voluntariamente y sólo sigues diciéndole pura mierda…
―Podrías ser arrestado…
Niego.
―¿Por qué? Vamos, pequeña. ―Empiezo a caminar hacia la puerta,
todavía agarrándola con la fuerza.
―Ayudar e instigar ―dice en voz baja―. Sé que la tenías.
―Corta las putas tácticas de miedo, hombre Ley. Tendría que ser un
delito.
―Tenía diecisiete años ―sisea.
―Te puedo asegurar, que cumplió los dieciocho a la medianoche, y ni
una maldita cosa pasó entre ella y yo.
―Él ni siquiera me tocó ―dice, la tristeza en sus ojos casi me aplasta.
―Totty, no es así. Tenemos que conseguir que seas fuerte, que te pares
en tus propios pies.
―Pero…
Niego, deteniéndola. No es asunto de Johnny.
Lo miro.
―¿Algo más?
―¿Conoce a alguien que quisiera a su padre muerto? ―le pregunta a
ella.
Ella se encoge de hombros.
―Honestamente no. Nunca salí del edificio de apartamentos con él a
excepción de cuando me hizo venir aquí y presentar cargos, y sólo salí dos
veces sin él.
Él asiente, pareciendo aceptar su respuesta.
―No vaya demasiado lejos.
―Estará conmigo.
―Estoy seguro de que lo estará. Espero como el diablo que sea en serio
el ayudarla a ser fuerte y a estar por su cuenta.
―Serio como el puto cáncer ―le digo mientras camino fuera,
sosteniendo su mano.
Miro hacia ella con frecuencia, todavía agarrados de las malditas
manos, y no pasa mucho tiempo hasta que parece estar temblando menos.
―¿Estás bien? ―pregunto, esperando que su respuesta sea sí.
Asiente.
―Mientras estés aquí.
―No iré a ninguna parte, Totty. ―Abro la puerta del auto y se desliza
dentro. Luego camino y subo en el otro lado. Mi teléfono suena, y veo que
es el hombre Ley.
―Rand será incinerado. No habrá servicio. ―Leo su mensaje en voz
alta. La miro―. ¿Quieres verlo primero?
Ella niega.
Pongo en marcha el auto, y ella pone su mano en mi muslo,
inclinándose hacia atrás, y cerrando los ojos. Una lágrima se le escapa, y se
me olvida todo acerca de lo jodido que es que sienta que me puede tocar
cada vez que quiera. No me malinterpreten, me gusta; me gusta mucho;
pero ¿y si piensa que este tipo de buen toque está bien con cualquiera?
Siento hervir mi sangre.
¿Celos?
Mierda, estoy jodido.
―Totty. ―Finalmente me calmo lo suficiente para abordar el tema―.
¿Tocaste a Cobra así?
―No. ―Jadea y aparta su mano. Aterriza inmediatamente sobre su
pecho mientras aparta la mirada de mí y mira por la ventana.
Eso me enoja.
Rápidamente me detengo, y me mira como si tuviera miedo. Eso me
molesta también, así que salto fuera y camino.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Tengo que correr, golpear algo, romper mierda.
Escucho un golpe en la puerta y miro para ver que está fuera del auto,
yendo en la otra dirección rápidamente.
Corro para alcanzarla. Las lágrimas fluyen, y se ve tan enojada como
me siento cuando estoy de pie frente a ella, bloqueándola. Cuando me mira
con enojo, confusión y miedo, siento el peso de estos sobre mí.
―¿A dónde vas?
―A casa.
―¿Por qué quieres hacer eso? ―le pregunto, sacudiendo la cabeza.
―¿Dónde más debo ir, Jagger? ―No espera mi respuesta, sólo sigue―.
Claramente no me quieres como yo te quiero.
―Te quiero. ―Mi voz gotea de necesidad. No puedo evitarlo―. Pero
no quiero que pienses que me debes una mierda, Totty. Quiero que seas
libre. ―Extiendo la mano y paso mi dedo pulgar sobre la cicatriz al lado de
su cara, y ella empuja su rostro contra él―. Te deseo tan jodidamente. ¿No
te das cuenta? Estoy tratando de hacer lo putamente correcto aquí. Quiero
que experimentes el bien en el mundo. No te quiero detener.
―¿No lo ves? Eres todo lo bueno en este mundo malo, malo mío.
Detenme, detenme de cualquier forma que desees, pero por favor, te lo
ruego, sólo abrázame y no me sueltes.
Sin restricción.
Sin fuerza de voluntad.
Ni veinte hombres podrían detenerme ahora si lo intentaran.
Envuelvo mis brazos alrededor de ella y la abrazo tan jodidamente
fuerte que estoy seguro de que sus antepasados pueden sentirlo.
―Por favor ―llora en contra de mi hombro―. Por favor, dime que no
es debido a la manera en que me veo, a las cicatrices, a las…
―¿No me oíste putamente anoche, Tatiana? Eres la mujer más hermosa
que he visto en mi vida.
―Me pareció que era por eso. ―Llora más fuerte, y siento gotas
golpeando mi cara.
Miro hacia arriba para ver la lluvia caer.
―Pensé que no creías…
―Maldita sea. ―Le recojo y la llevo al callejón mientras la lluvia inicia―.
Te deseo. Te deseo ahora. No me digas que no. ―Se inclina hacia atrás y
me mira―. Esta no es la maldita manera en que deberíamos estar, pero
joder si puedo aguantar más.
―No quiero que te detengas. Te quiero a ti y quiero tu toque, tu buen
toque.
La empujo contra la pared de ladrillo y tiro de su larga falda de algodón
negra hacia arriba. Entonces muevo su ropa interior a un lado, agarro un
condón del bolsillo, y arranco la envoltura con los dientes antes de
deslizarlo en mi pene duro como roca.
―¿Esto es lo que quieres?
―Esto es lo que quería la primera vez que vine a ti ―solloza―. No lo
entendía esa noche, pero después de anoche sé que te necesito de esta
manera. Te necesito demasiado.
―Esto no va a tomar mucho tiempo, y por lo que entiendo, te va a
doler, pequeña. ―Muevo su pierna hacia arriba y la descanso en mi cadera
antes de empujar las rodillas entre sus piernas y levantarla. Froto mi pene
contra su húmedo y caliente coño y gimo―. Prometo que te compensaré
por ello más tarde, pero en este momento, nada me puede parar. Esto es lo
que quieres. Esto es lo que necesitamos.
Me empujo dentro de ella, mis ojos se clavan en los de ella. Cuando
abre los ojos de par en par, se queda quieta, y gime, un sonido que es más
dulce que cualquier puta campana que haya oído sonar en una pelea. Luego
envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, y tiro de su otra pierna hacia
arriba, empujándome más adentro. Sus uñas se hunden en mi espalda, y su
aliento se atora.
―Más ―ronronea.
Me empujo en el interior y, ella se hunde con más fuerza contra mi
espalda y se tensa.
―Relájate ―digo mientras giro mis caderas, tratando de aflojar su
apretado coño un poco.
―Más ―grita, y no puedo contenerme. Me meto plenamente mientras
grita “más” de nuevo.
―No me podría detener si lo intentara ―gruño mientras salgo y vuelvo
a entrar lentamente al principio―. ¿Duele?
―Sí, dame más ―gime―. Más fuerte.
―¡Mierda! ―Gruño, mientras bombeo y salgo más rápido y más duro.
Su cabeza cae hacia atrás mientras grita mi nombre. Mientras lamo la
carne expuesta de su cuello, y luego chupo, agarro sus tobillos detrás de mi
espalda con una mano y empujo la camisa hacia arriba con la otra,
apretando su pequeño seno perfecto.
Sus caderas comienzan a encontrarse con las mías, y me mira, con los
ojos llenos de calor.
―Más.
No puedo contenerme. La follo con fuerza, lamiendo y succionando su
cuello y apretando su pecho, rodando su apretado pequeño pezón entre los
dedos. Se encuentra con mi empuje, con los ojos cerrados, con la cabeza
hacia atrás, gritando mi nombre.
Su coño se aprieta a mi alrededor, y hunde sus uñas en mi espalda de
nuevo.
―Oh, Dios… Oh, Jagger, oh.
―Vente, pequeña. Vente sobre toda mi polla. No me pidas que deje de
follarte ―gruño―. ¡Nunca dejes de pedirme que te folle!
―Nunca. ―Jadea mientras su cuerpo tiembla atravesando su
liberación. Su cabeza cae sobre mi hombro, y se aferra más firmemente.
No puedo detenerme. Estoy fuera de control, soy un hombre poseído.
Sus dientes raspan mi barbilla hasta que sus labios encuentran los míos.
―Te amo.
Inmediatamente me vengo.
Cuando estoy vacío, gastado, totalmente drenado, la abrazo fuertemente
y susurro, esperando que no me oiga, aun así demasiado débil para no
decirlo.
―No dejes de hacer eso, tampoco.
***
Estoy sosteniendo su mano cuando me estaciono enfrente del gimnasio.
―Parada rápida. Tengo que comprobar el lugar. ―Salto y corro
alrededor para abrirle la puerta. Ella sale, y no puedo evitar sonreír. Ella
sonríe de regreso.
―¿Aquí es donde entrenas?
―Y dónde tú lo harás.
―Oh, no sé nada de eso.
―Yo sí. Vas a aprender algunos movimientos.
Me mira con curiosidad.
―¿Quieres que peleé?
―No. ―Niego y sonrío―. Quiero que aprendas a defenderte.
Autodefensa. Hoy no, pero pronto. ―Me inclino y le doy un beso rápido―.
Vamos.
Cuando caminamos dentro, Kid está de pie junto a la oficina con un
hombre de traje, y golpeamos los puños.
―Jagger. ―Saluda Kid―. Este es el abogado de Shaw.
―Bill Boles. ―Estira la mano, y se la estrecho―. ¿Tiene un minuto?
Asiento.
Mira a Tatiana.
―¿Tiene algún problema con mi chica?
Él levanta ambas manos en el aire.
―Nop. No señor. Mientras esté cómodo con ella viendo lo del
testamento, no tengo ningún problema.
―Bien. ―Asiento a la puerta de la oficina―. Hablemos.
Se sienta en la última silla disponible en la pequeña oficina de Shaw. No
me siento bien estando allí, y obviamente, tampoco Kid.
―Voy a leerlo Me detiene si hay alguna pregunta.
Empieza a leer, y lo interrumpo.
―¿Qué tal si nos dice lo que quiere, y entonces podemos revisarlo?
―Eso es un poco fuera de lo convencional, pero si insiste. ―Asiente a
los dos.
―Insistimos. ―Kid asiente de regreso.
―En pocas palabras, les está dejando a los dos el gimnasio. Kid tiene
antecedentes, por lo que dado su pasado, no debe estar a su nombre. Dice
que su palabra es buena, señor Cald…
―Jagger ―lo corrijo.
Él asiente.
―Quiere que los dos hagan algo bueno de él. También contaba con un
seguro de vida de quinientos de mil dólares. Cuatrocientos mil irán a la
iglesia de su difunta esposa y cien mil a los dos, pero no es… en sus
palabras “un donativo”. Es para hacerle una renovación al lugar. Quiere que
prometan que harán algo mejor con él y con sus vidas.
Deja la carpeta en el escritorio de Shaw.
―El cheque deberá estar aquí en unas seis semanas. La escritura de esta
construcción y la de al lado que se utiliza como residencia está aquí ya.
Fírmelo, Jagger, y lo presentaré. Las escrituras se llevarán cerca de treinta
días para procesarse. Mi sugerencia es que abran una cuenta cuando llegue
el cheque usándolo a nombre de la empresa. ¿Alguna pregunta?
Aturdidos, Kid y yo sacudimos la cabeza.
Él mira a Tatiana como si estuviera tratando de resolver algo.
―¿Tiene un problema con Tatiana?
―¿Rand? ―pregunta, mirando su maletín de cuero negro.
―Sí. ―Me pongo de pie, poniéndome entre ellos.
Bill extiende la mano.
―Señor Caldwell, conocí al Sr. Rand tres años atrás. Señorita Rand,
siento su pérdida.
Miro a mi lado mientras ella mira a escondidas alrededor.
―Gracias.
―Después de obtener todos los informes de la policía de nuevo, querré
reunirme con usted de nuevo.
―¿Con respecto a qué? ―pregunto.
―Al edificio, por ejemplo. Es de la señorita Rand ahora. Y creo… ―Va
su maletín de nuevo y saca un poco de papeleo―… que será incinerado y
sus cenizas serán derramadas en el río. Hay una arrendataria… ―Revisa
más papeles―. Me parece que no puedo encontrar lo que estoy buscando,
pero ella sabe el paradero de sus cajas fuertes. No creía en los bancos, por
lo que todo lo que tiene va a su pariente más próximo, y esa es usted.
Miro para ver su reacción, pero su expresión está en blanco. Cuando
tomo su mano y le doy un apretón, mira al suelo, sin embargo, aprieta la
mía de regreso.
―Señor Caldwell, si sólo pudiera firmar. ―Empuja la carpeta hacia
adelante―. Entonces me iré.
Alzo su mano y la beso.
―Tengo que soltarte por un minuto. ¿Está bien?
Ella asiente, liberando mi mano.
Mientras estoy firmando, desaparece en el gimnasio. Cuando dejamos la
oficina de Shaw; mía y de Kid; la veo patear una de las pesadas bolsas.
Entonces mira a su alrededor y no nos ve, por lo que lo hace de nuevo antes
de darle a la bolsa.
Bajo mi mano, deteniendo la entrada de Kid en el gimnasio.
―Quédate aquí un minuto. ―Quiero que tenga este momento para ella.
Que encuentre su lucha interior.
―La puta mierda de echar la mano necesita detenerse, Caldwell
―gruñe―. No se le hace esa mierda a un hombre que pasó los pasados
siete años de mierda encerrado.
―Voy a tratar de recordar eso.
―Será lo mejor.
No respondo.
Los dos nos quedamos ahí, viéndola pegar en la bolsa hasta que el
timbre de la puerta llega a sus orejas. Le dice adiós al Sr. Boles y luego
mira a su alrededor, todavía sin vernos. Comienza a pegarle a la bolsa un
par de veces, y luego la patea dos veces.
―¿Vas a dejarla seguir haciendo eso? Podría lastimarse.
―Tiene mucho que trabajar ―digo, observándola. Echo un vistazo
hacia él―. Tú también.
―Necesitaba dormir ―sisea.
―Tienes que encontrar una manera diferente de hacerlo. Vas a mear
5
caliente cuando veas a tu oficial de libertad condicional, y luego vas a estar
de regreso a tener que saltar cuando alguien esté tras tu espalda. ―Me
6
alejo―. Y un puto jabón en una cuerda.
Camino en silencio hacia ella y empiezo a trabajar en una de las otras
bolsas: izquierda, derecha, golpe, y patada. Lo hago una y otra vez,
observándola mirarme por el rabillo del ojo, después imita mis
movimientos. Trato de tomarlo con calma, pero parece que se aburre.
Más duro, su demanda se hace eco en mi memoria.
18
Tatiana
No golpeo con suficiente fuerza. No puedo encontrar un dolor
suficientemente profundo como para retirar la porquería en mi mente.
Primero, alguien mató a mi padre. El policía piensa que Jagger o yo
tuvimos algo que ver con ello. Por otro lado, parece entender que somos
inocentes. Claro, le di las pastillas que lo pusieron a dormir, pero eso no es
de lo que murió. El informe dice que…
Mi papa está muerto. No podrá pegarme de nuevo. No podrá desquitar
las frustraciones de su vida en mí.
Puedo respirar. Por primera vez en mi vida, puedo respirar. Entonces,
¿por qué siento como si todavía me estuviera ahogando? ¿Por qué siento
como si el peso del mundo estuviera en mis frágiles hombros?
El señor Adkins, el oficial de policía, conoce a Jagger, pero por alguna
razón, quiere empujarlo a esta situación conmigo. Sé que es su trabajo, pero
¿no era también su trabajo cuidarme cuando mi padre estaba vivo? No lo
entiendo. Por otra parte, no hay mucho que entienda acerca de Jagger.
Golpeo con fuerza la bolsa. Dándole patadas, trato de poner la bolsa en
movimiento. No lo hace. Quiero gritar, pero no de dolor. Quiero llorar por
todo lo que nunca tuve. Quiero llorar por todo lo que me gustaría tener
algún día. Quiero llorar por todo lo que es totalmente incierto en mi vida en
este momento.
Mirando a escondidas a mi izquierda, lo veo moverse por el rabillo de
mi ojo, mi segundo tema atraviesa mi mente; Jagger Caldwell. Está en mi
cabeza. Cada toque es eléctrico y me hace desear más. Mi cuerpo se pone a
toda marcha y mi mente se apaga cada vez que está alrededor.
Buen toque.
Oh mi… el buen toque, la lluvia, la pasión, la intensidad; no podía tener
suficiente. Pensando en ello, mis partes de chica vienen a la vida,
deliciosamente doloridas.
¿Qué piensa Jagger de mí? Fui salvaje contra un edificio en la lluvia con
él. ¿Eso es normal? No puede ser normal. Dolió, pero no como pensé que
haría. Entonces, cuanto más se movía dentro y fuera de mí, más crecía el
fuego en mi interior. Cada golpe tenía a mis terminaciones nerviosas
apretándose. Sintiéndolo dentro de mí, realmente dentro de mí, conectado a
mí… Sólo de pensarlo me hace querer más. Si no fuera por la sangre,
probablemente no habría creído que era virgen.
Él me hace eso, sin embargo. ¿Lo verá? ¿Se dará cuenta que es sólo él
para mí? Me vuelve loca de necesidad, de deseo, y sólo él me puede
satisfacer.
Es algo más que un buen toque. Es esta conexión.
¿Estoy loca? ¿Acaso soy una tonta enamorada?
Jagger Caldwell se siente como todo el bien en todos los males. Se
siente como el único bueno manteniéndome a flote en todo lo malo.
Golpe. Golpe. Patada. Intento liberar todo en el aparato frente a mí.
Aun así, no se mueve.
Cuando miro la bolsa negra con peso frente a mí y empiezo a reír,
Jagger deja de golpear la que está a mi lado y me mira.
―Pesa más que yo, ¿no es así?
―¿La bolsa? ―Señala la bolsa que he estado golpeando. Asiento―. Sí,
Totty, lo hace. ―Sonríe, causando que el calor me inunde.
Me río mientras me paro con las manos en las caderas, mirando el
inquebrantable obstáculo frente a mí. Se queda quieto, y me muevo
rebotando una y otra vez. Cada puñetazo, patada, y golpe que doy
simplemente rebota.
Así es como ha sido mi vida. Me derriban, vuelvo a levantarme, y soy
derribada de nuevo. La mayor cosa llenando mi mente es: ¿Qué hago
ahora?
Los ásperos dedos de Jagger toman mi barbilla y tira de mi mirada hacia
él.
―No estás sola, Totty.
Me trago el nudo en mi garganta. Su toque me hace lamerme los labios
y me siento como una sobreviviente deshidratándose en el desierto,
deseando una simple gota de agua. Sólo quiero un simple toque de Jagger
Caldwell.
―¿Qué hago ahora? ―le pregunto, mi voz se quiebra con cada palabra.
―Todo lo que se te dé la gana ―responde.
Frota su pulgar sobre mi mandíbula antes de pasar su mano a mi cintura.
Luego tira de mí hacia él y me sostiene cerca, e inhalo su aroma y permito
que su fuerza me recorra.
Todo se siente bien con él.
***
El apartamento está callado cuando llegamos. Después de que Jagger
desbloquea la puerta detrás de mí, se abre, y yo simplemente me quedo de
pie en la entrada.
Nada está fuera de lugar. Todo está exactamente como estaba cuando
me fui. ¿Siquiera vivió aquí mientras estuve fuera? Mentalmente, trato de
calcular el tiempo que no estuve antes de que fuera asesinado. Sólo dos
días, así que supongo que en su preocupación por mí, no tuvo mucho
tiempo para hacer un lío. Honestamente, pensé que iba a estar saqueado. Me
imaginaba que iba a encontrar almohadas tiradas, mesas volcadas. ¿Sólo
desquitaba su rabia conmigo?
Mientras los recuerdos me inundan, alzo la mano y toco la cicatriz en
mi mejilla, y el dolor parece cortar a través de mí a pesar de que hace
tiempo que sanó.
Una mano en mi espalda baja me hace saltar.
―Estás a salvo ―susurra Jagger en mi oído, guiándome al interior lo
suficiente para cerrar la puerta.
Entro en la pequeña cocina y arrastro el dedo a lo largo de la encimera.
El laminado frío no hace nada para calmar mi corazón. Miro la estufa y la
nevera, pensando en las muchas veces que cometí algún error y pagué por
este en sus manos. ¿Cómo puedo dejar atrás los recuerdos?
―No tienes que quedarte aquí ―dice Jagger, como si eso solucionara
todos los problemas.
Creo que debería compartir con él mi mayor problema, el que está en el
fondo de mi mente, esperando que alguien lo resuelva.
―Jagger, no puedo quedarme aquí.
Él levanta una ceja en pregunta.
―No sé si realmente se me permitirá quedarme en tu país.
―¿Por qué diablos no?
―Mi padre me trajo aquí cuando era un bebé. No cree en los bancos.
Sólo pagaba impuestos para que el gobierno no apareciera e investigara.
Siempre me dijo que si pedía ayuda, me enviarían de vuelta a Rusia. El
señor Adkins puede echarme. ―Las lágrimas pinchan mis ojos, pero me
niego a dejarlas caer. Voy a enfrentar esto sin embargo, tengo que hacerlo.
―¿Johnny putamente te dijo eso?
―No. No mencionó mi ciudadanía en absoluto. Sólo sé lo que se me ha
dicho toda mi vida.
―Bueno, tu padre no era la más honorable de las personas, así que tal
vez metió eso en tu cabeza y no hay problema. Hasta que alguien llame a la
puerta, trata de no preocuparte por ello.
―No puedo ser enviada de vuelta allí ―le susurro, dejando ganar al
miedo.
―No voy a permitir que eso ocurra, pequeña.
Me gustaría poder estar tan segura. Me gustaría poder sentir que todo
estará bien. No puedo, sin embargo. Esta es sólo otra forma en que mi padre
todavía tiene poder sobre mí.
Moviéndome a través del espacio, me pregunto cómo se sentiría un
verdadero hogar. Solía soñar con tener uno de los pisos vacíos para mí sola.
Poder usar mis zapatillas y poder mostrar mis tesoros. Más que nada, poder
respirar. No estar contando los días, preguntándome qué traería la noche
cuando llegara a casa. No tener que preocuparme por él yendo y viniendo y
teniendo todo bien. Al pensar en el futuro, me pregunto lo que realmente se
sentirá estar emocionada a la espera del regreso a casa de alguien. ¿Cómo
me sentiría disfrutando de la compañía de otra persona cada noche en vez
de sentir temor de lo que estaba determinado por llegar?
El teléfono de Jagger comienza a sonar. Mientras responde, voy a la
habitación de mi padre, donde su cama es un completo desastre y su ropa
está por todas partes. Con aire ausente, comienzo a recogerlas y a hacer la
cama. Entonces pongo lo que puedo en una cesta y empiezo a ir a la puerta.
Jagger me detiene.
―¿A dónde vas?
―Al primer piso a lavar la ropa.
Él ve la cesta.
―Totty, ¿esa es su ropa?
Asiento.
―Él no va a volver.
Dejo caer la canasta y sollozo, y Jagger envuelve sus brazos a mi
alrededor.
―Shhh ―susurra, acariciándome el cabello.
Sé que no va a volver. Los antiguos hábitos son difíciles de dejar, sin
embargo. ¿Seré normal? No debería sentirme triste. Debería estar llena de
felicidad de no tener que estar a su entera disposición.
Soy libre. Soy libre para ser yo.
Sólo que no sé cómo ser yo sin ser la persona que quería que fuera. La
ropa lavada, casa limpia, comida preparada y buenas calificaciones; esa era
mi vida. ¿Ahora qué?
―Está bien estar perdida, pequeña.
Una vez más, Jagger Caldwell alivia mis problemas y los aleja, y me
siento un poco más segura. ¿Podría encontrar una manera de aferrarme a él,
de aferrarme a esto por el resto de mi vida?
―Juntos, Totty. Juntos, vamos a recoger los pedazos. Perdí a mi mamá.
Mis hermanos y yo hemos luchado duro para recoger los pedazos. Lo
hicimos junto con la ayuda de Livi, Hailey, y Marisa. Estoy aquí, Totty.
Todos lo estamos. Te ayudaremos a recoger los pedazos, también.
Lo aprieto.
―Que buen toque, Jagger Caldwell.
Él gime, besando la parte superior de mi cabeza.
―Todo bueno ―susurro en su pecho―. Eres todo lo bueno.
19
Jagger
La abrazo, permitiendo que sus palabras se asienten en mí.
―No siempre he sido un buen hombre ―digo finalmente.
Ella suspira y mira hacia mí.
―¿Las peleas?
Asiento.
―¿Las mujeres? ―susurra, tensándose en mis brazos.
―Ninguna como tú, pequeña, ninguna cuya sangre pueda reclamar.
Ella me mira.
―Virgen. Nunca tuve una antes ―admito.
―¿Es… diferente? ―susurra.
Empujo el cabello lejos de sus ojos.
―Tú eres diferente.
―¿Vas a querer tocarme así de nuevo?
Una sonrisa se arrastra arriba en mi cara, y suelto un largo y lento
suspiro.
―Probablemente más de lo que vas a querer hacerlo tú.
―Probablemente no. ―Sus ojos sonríen―. Bien.
―Un buen toque. ―Su sonrisa llega a sus labios ahora.
―Un muy buen toque ―gruño, y me doblo para besarla, pero alguien
llama a la puerta de su pequeño apartamento de mierda.
Retrocede y da un paso hacia la puerta.
―No. ―Me muevo enfrente de ella―. Alguien mató a tu viejo
―contesto debido a la mirada confusa que me da―. Sabemos que no
fuimos nosotros, por lo que esa persona está ahí fuera, y hasta que se
enteren de quién demonios fue, tú y yo estaremos atrapados como
pegamento.
Voy hasta la puerta y la abro lentamente, manteniendo un pie detrás de
ella para poder evitar que se abra completamente si el que está a la puerta
intenta algo. Entonces veo a la señora Simmons y me relajo.
―¿Tatiana?
Asiento.
―Adelante. ―Abro la puerta y dejo que entre la señora que le dio a
Totty sus productos horneados.
―Siento mucho lo de tu padre. ―Abraza a una Tatiana de aspecto
confundido.
―Gracias. ―Da un paso atrás.
―Siento mucho no haberle puesto un fin yo misma. ―Comienza a
llorar.
Esta vez Tatiana la abraza, y es un torpe abrazo que me molesta. ¿Cómo
puede alguien estar toda la vida sin afecto? Sin… ¿buen toque?
―Debería haberlo hecho, pero me daba miedo que se fuera a ir contra
mí.
―¿Por qué? ―pregunta Tatiana.
―Me amenazó con decirle a las autoridades que no tenía papeles, que
era inmigrante ilegal. Mis hijos, aunque crecidos, me necesitan aquí. No
quiero volver. Viviré con mi vergüenza para el resto de mi…
―No, Marisol, no. Sin vergüenza. Tú me mostraste bondad.
―No es suficiente.
―Más de lo que sabía antes de eso.
―No merezco tu perdón.
―Te ruego que lo tomes.
La anciana la abraza de nuevo.
―En la habitación de tu padre, debajo de la cama, una tabla del suelo
no está clavada. Hay una caja fuerte. Dijo que era para ti. Me quería
asegurar que supieras eso. No se lo dije a las autoridades. Él me dijo que no
lo hiciera.
Tatiana me mira, con miedo.
―Él no puede hacerte nada, Totty. ¿Captas eso?
―No quiero ir allí sola.
―Quieres que yo…
―Sí ―dice, tomando mi mano.
Cuando nos encontramos en la cama, su agarre en mi mano se vuelve un
abrazo de muerte.
―Pequeña, no puedo mover la cama si no me sueltas. ―Acaricio sus
nudillos con mi pulgar, y ella suspira, luego me suelta.
Muevo la cama y veo de inmediato la tabla suelta de madera. Agarro mi
cuchillo de bolsillo de mi pantalón, empujando la cuchilla entre los
tablones, y lo levanto. Veo la caja fuerte y la saco. Tiene la longitud y el
ancho de un trozo de papel y alrededor de veinte centímetros de
profundidad.
La vieja señora Simmons le da a Totty una llave.
―Los dejaré solos.
Cuando la señora Simmons se va, me siento en el suelo y toco el lugar
entre mis piernas, y Tatiana se sienta y se empuja contra mí. Su mano
tiembla un poco cuando se estira de nuevo a mí para entregarme la llave.
No la tomo. En lugar de eso tomo su mano.
―Puedes hacerlo.
―Tengo miedo de lo que voy a encontrar ―susurra.
―Pequeña, estoy aquí, pero no hay nada, ni una sola cosa, que tengas
que temer incluso si no estuviera. Tu viejo está muerto. Nunca va a tocarte
de nuevo. ―Pongo un beso en su cabeza y empujo la pesada caja delante de
ella―. No iré a ninguna parte.
―Conmigo ―dice ella, poniendo el meñique alrededor de mi dedo
pulgar mientras empuja la llave dentro, gira la cerradura, y luego,
lentamente, como si algo pudiera saltar de ella, abre la caja.
Dentro hay un montón de dinero en efectivo. Fajos de billetes de cien
dólares envueltos con notas de banco que dicen diez mil dólares.
―¡Mierda, Totty! ―Suspiro mientras los saco, uno tras otro.
―Es mucho ―dice en voz baja.
Cuento treinta y cuatro, y todavía hay más. Al final, hay cincuenta y
siete. Más de medio millón de dólares si la mierda es real.
―Eso es un eufemismo. ―Suspiro―. Alguien estaba cuidándote.
―¿Qué hago con todo esto? ―Me mira, confundida.
―Podrías comprar un auto. Infiernos, podrías comprar veintiuno y una
casa y…
―No sé cómo conducir ―dice, con el ceño fruncido.
―Oh, nena, yo voy a enseñarte cómo hacer cualquier cosa que el puto
bastardo no te enseñó y serás fuerte y libre. Infiernos, te enseñaría a volar si
pudiera.
Ella se recuesta contra mí, mirando todo el efectivo. Entonces, una
mano se extiende hacia arriba y agarra la parte de atrás de mi cuello.
―Un buen toque.
―Si me necesitas, estoy aquí. ―La beso suavemente.
Ella me tira hacia abajo y me besa con más fuerza. Cuando se retira,
cierra los ojos.
―Esto es mío, y este lugar es mío. No merezco…
―Te mereces aún más. ―Froto sus brazos arriba y abajo, tratando de
no apretarla demasiado duro.
―Nunca pedí eso.
―El hijo de puta te lo debe ―le recuerdo.
Asiente, inclinándose hacia delante para llegar a la caja. Saca un fajo de
papeles.
―Es el premio gordo, Tatiana ―digo cuando veo sus papeles de
ciudadanía estadounidense―. Nada de qué preocuparse. Eres legal. No
deberías haber dudado de eso, para empezar. Johnny lo sabía ya, de lo
contrario no estaríamos sentados aquí ahora.
Asiente de nuevo, mirando la hoja siguiente, su partida de nacimiento.
Su dedo acaricia el punto que dice el nombre de su madre. No puedo leer
eso, no es necesario. Se relaja de nuevo. Eso es todo lo que necesito.
Después de eso hay fotos de una mujer con un bebé. Sé inmediatamente
que es ella y su madre. Tatiana se parece a ella.
Un sollozo se le escapa mientras rápidamente las mira, una después de
la otra. Una vez que hace eso, se estremece, manteniéndolas cerca mientras
sus sollozos se convierten en lágrimas.
La jalo hacia mí y trato de sostenerla, y sus emociones se filtran en mi
alma. Las siento profundamente, y las lágrimas llenan mis propios ojos.
Mierda. Mierda. Mierda.
Les impido avanzar mientras tenso mi agarre. Nos sentamos así durante
sólo un momento antes de ver la puerta abrirse, y la señora Simmons
asomar. Está llorando también.
―¿Qué puedo hacer? ―pregunta.
―Ella estará bien. Sólo tiene que dejarlo salir.
Tatiana llora, y jalo de su diminuto cuerpo hacia mí, sosteniéndola
mientras le acaricio el cabello. La puerta se cierra, la señora Simmons nos
deja solos de nuevo.
Sus lágrimas finalmente dejan de caer, pero su cuerpo aún se estremece.
―Dime lo que puedo hacer por ti.
―Sácame de aquí ―ruega en voz baja.
―No hay problema. ―Me levanto con ella en mis brazos y la siento en
la cama―. ¿Tienes una bolsa?
―Sí.
―Tenemos que hacer algo con este dinero hasta que abras una cuenta
bancaria.
Ella asiente.
―Vuelvo enseguida.
Sale por la puerta, y pongo la tabla de regreso, cubriendo su puto
escondite, el lugar donde escondió cosas de ella que habrían hecho su vida
más fácil, mejor. Empiezo a empujar la vieja cama de hierro forjado de
nuevo a donde estaba, sin embargo, encuentro otro tablón que parece estar
suelto. Muevo la cama, agarro el cuchillo del suelo donde lo dejé, y la saco.
En el interior hay una vieja caja de zapatos. La agarro mientras Tatiana
regresa con la bolsa.
―¿Hay más? ―pregunta con nerviosismo.
―Sí ―le digo, tomando la bolsa y dándole la caja.
―No sé si pueda manejar más.
―Entonces, la pondremos lejos y esperaremos hasta más tarde. Nadie
dice que tienes que hacerlo todo a la vez. ―No creo que pueda manejar más
en este momento, tampoco.
Tomo la caja y la pongo en el interior de la bolsa de lona que me
entregó. Entonces meto el medio millón en efectivo.
Santos demonios. Tendrá todo lo que siempre soñó. Espero como el
infierno que todavía me incluya a mí, pero si no es así, por ella, me alejaría.
Sin embargo, seguro como el infierno me escondería en el fondo,
asegurándome de que esta pequeña, que puede llevar al campeón al borde
de las lágrimas, siempre estuviera protegida.
Cuando todo está metido en la bolsa, la pongo sobre mi hombro y tomo
su mano.
―¿A dónde vamos?
―A casa ―respondo mientras la llevo fuera.
Cuando llegamos a la parte inferior de la escalera, mira a su alrededor.
Sé que está pensando en su viejo tendido, muerto.
Mira hacia arriba.
―Espero que no fuera demasiado doloroso.
Quiero decirle que espero que fuera un puto dolor eterno. Espero que el
hijo de puta quien magulló y llenó de cicatrices a mi pequeña hermosa esté
en el infierno después de caer por una eternidad por las escaleras con el
cerebro y la sangre desbordándose de la parte posterior de su cabeza por
alguien a quien espero tener la oportunidad de estrechar la mano algún día.
Estamos saliendo cuando ella ve a la señora Simmons salir de su
apartamento. Tatiana sacude mi mano y luego me suelta.
―¿Estás bien? ―le pregunta a Tatiana.
Ella me mira.
―Lo estaré. ¿Verdad, Jagger?
―Sí. Sí, me aseguraré de ello.
―¿Qué puedo hacer para ayudar? ―pregunta la señora Simmons. Mete
la mano en su delantal y saca un pedazo de papel―. Mi número. Acabo de
comprar un celular. Llámame por cualquier cosa.
Tatiana se gira y abre la bolsa colgando de mi lado. Saca un fajo de
dinero en efectivo.
―¿Puede botar todo lo de él? No quiero volver aquí y ver algo de eso.
―Por supuesto. Puedo donarlo a la iglesia y…
―Haga lo que esté bien. Sólo quiero que todo se vaya. ―Le entrega el
dinero―. ¿Puede cuidar el lugar hasta que esté lo suficientemente fuerte
como para volver?
La vieja señora Simmons mira hacia abajo.
―Yo no podría…
―No será de otra manera.
Simmons me mira.
―Dile que es demasiado.
―Es de ella. Puede hacer lo que quiera con él.
―Quiero que lo tenga. ―Tatiana cierra su mano alrededor de la mano
de la anciana―. Por favor. No quiero volver hasta que él quiera que lo
haga.
Resoplo.
―¿Qué tal suena nunca?
La mirada de necesidad en su cara cuando se vuelve hacia mí es
abrumadora. También me hace empezar a endurecerme. No es jodidamente
bueno. Aquí no.
―Suena como el cielo.
Después de dejar el edificio de apartamentos, sostengo su mano
mientras conduzco despacio. Nos volveremos a quedar en casa de Shaw.
Kid ya hizo su reclamación del apartamento encima del gimnasio, diciendo
que no quiere una casa para cuidar. Podría llevarla a la casa de Hendrix,
pero eso no va a funcionar con lo que tengo en mente. Tengo una seria
compensación por hacer por la forma en que la tomé esta mañana.
Paso los dedos por mi cabello, moviendo mi rodilla.
No pasa mucho tiempo antes de estacionar entre el gimnasio y la casa
de ladrillo donde Shaw y su esposa vivían.
―¿Vamos al gimnasio?
―No, a la casa aquí. ―Apunto hacia la izquierda.
―¿Es aquí donde vives? ―pregunta, inclinándose hacia delante.
―Creo que ahora sí.
―No es muy lejos de mi… mmm… de mi…
―¿De verdad quieres vivir allí, Totty? ―pregunto, poniendo el auto en
neutro.
Ella niega.
―¿Dónde quieres vivir? Tienes todo ese dinero y puedes tener lo que
quieras, así que, ¿dónde quieres vivir? ―Saco la llave, y luego miro hacia
ella.
Cuando me suelta la mano, sale, y camina hacia la casa, agarra la bolsa
de lona y se va.
―¿Totty?
―Aquí. ―Apunta a la casa, y mi corazón se calienta, pero no quiero
que se acomode. Me mira y se encoge de hombros―. Quiero vivir aquí.
No digo nada, porque no puedo decir ni mierda ahora mismo. Mi cabeza
da vueltas. Estoy sintiendo cosas que nunca he sentido ni he querido sentir.
Infiernos, mierda que he estado evitando. No quiero desviarme como lo
hice con la mujer de Cobra. Me enamoré demasiado en ese momento,
también. Me recuperé, pero con Tatiana… no hay manera de mierda que lo
haga.
―Oh. Oh lo siento. Sólo pensé que querías…
Doy tres pasos y la tomo en brazos, y jadea, luego se ríe. Meto el código
de la puerta, recordándome cambiar la cosa, abro la puerta, y luego la cierro
de un portazo detrás de mí.
―Lo quiero, Totty. Te deseo realmente mucho. Demasiado. Tan de…
―Nunca es demasiado, Jagger, no con nosotros. No contigo y conmigo.
―Un buen toque ―decimos al mismo tiempo. Entonces no puedo
quitar los labios de ella.
Cuando logramos alejarnos, sus ojos están pegados a los míos mientras
sonríe.
―Te ves tan hermosa cuando sonríes. Tan hermosa todo el maldito
tiempo.
―No tengo idea de lo que hice para merecer un hombre como tú, pero
juro…
―Pequeña, te mereces mucho más que yo, pero que me aspen si no uso
todos los trucos en el libro para mantenerte creyendo esa mierda.
Entro en la habitación de invitados, donde me quedaba cuando tenía
demasiado miedo de lo que mis hermanos dirían si me vieran después de
algunas de mis peleas. La recosté en la cama.
Sus ojos se abren cuando me estiro detrás de mí y paso mi camisa sobre
mi cabeza, y luego la tiro al suelo. Ella gime, y me hace absolutamente
seguro mientras me doblo un poco y me desabrocho y quito el pantalón. Se
pasa la lengua por los labios, luego muerde su labio inferior antes de
soltarlo lentamente.
―No eres menos merecedor. Me has dado tanto. Para mí, eres un
príncipe; mi príncipe. ¿Quieres a una chica como yo? Una chica que está
llena de cicatrices y tan…
No puedo aguantar más. No puedo soportar que hable de sí misma así.
―No soy un príncipe, pequeña. Mírame. Estoy lleno de cicatrices
también, pero cuando me miras como lo haces, de inmediato quiero ser
dueño de tu cuerpo, de tu corazón, de tu alma. Yo me hice estas cicatrices.
Tú no tuviste opción, pero carajo si no es algo que sé que nunca voy a tener
suficiente de verte, de admirarte. Soportaste todo eso, y cuando encontraste
una salida, la tomaste. Eres tan buena, tan amable, tan dispuesta a
complacer a un hombre como yo. De buena gana me inclinaría delante de ti
y te daría todo lo que tengo.
―Un buen toque ―susurra.
―Te daré lo mejor que pueda. Exactamente lo que te mereces. No como
en ese callejón, no…
―Por favor ―suplica.
Tiro de mis vaqueros, después tomo un condón, arrojándolo a la cama.
Entonces me inclino y tiro de ella hacia arriba.
―Brazos arriba.
Mientras me tomo mi tiempo levantando su camisa, beso cada
centímetro de piel expuesta, mi corazón late en mi pecho cada vez más
rápidamente. Lanzando la camisa al suelo, la beso de nuevo, poniendo mi
mano detrás de su espalda mientras la bajo a la cama. Entonces esparzo
besos con dulzura, suavidad, con pereza voy de su boca hacia abajo a su
mandíbula a sus senos, donde chupo suavemente, utilizando todo el poder
que nunca supe que tenía con el fin de darle lo que se merece; adoración.
Me aparto y beso su vientre, asegurándome de besar los moretones
amarillos desvaneciéndose en sus costillas, y ella se retuerce.
―¿Te duelen, Totty?
―Más ―dice, así que la beso más abajo.
Le beso una cadera a la otra mientras engancho mis pulgares dentro de
su falda y bragas y lentamente se las bajo, besando y lamiendo su piel,
mientras cada centímetro queda al descubierto para mí. Cuando levanta las
caderas, las arranco el resto del camino.
Sus rodillas ceden, exponiéndola totalmente a mí. Beso el vértice de sus
muslos mientras la acuno con dulzura y acaricio suavemente. Ella gime y
arquea la espalda, empujando su coño con más fuerza contra mi mano.
Abro sus pequeños labios dulces con mi dedo, lo que la hace tomar una
gran respiración y apretar el edredón. Muevo mi nariz a través de su coño e
inhalo su aroma, un gruñido se escapa de mi pecho mientras paso mi lengua
a través de su pequeño clítoris tenso.
―Oh, oh, oh ―gime.
La lamo de nuevo, y murmura algo incomprensible, cerrando sus
muslos alrededor de mi cabeza. Me recuesto, y ella suspira.
Está brillante, empapada de deseo por mí, por mi buen toque.
Empujo un dedo dentro de ella y lo muevo hacia arriba, y ella me
aprieta inmediatamente mientras su coño se cierra alrededor de mi dedo.
Juro que voy a venirme observándola, con olerla, con oírla, así que
antes de romperme antes de hacerlo me pongo el condón.
Apoyándome sobre ella, le digo.
―Mírame, pequeña, y no te detengas. Quiero ver cuando te vengas.
Quiero verte venir todo el maldito tiempo. Diablos. ―Yo mismo me muevo
entre sus labios calientes, después coloco la cabeza contra su abertura, y
ella arquea la espalda, diciéndome que quiere más―. No, Totty, no hagas
esa mierda. Quiero hacer esto agradable y lento. Si lo haces terminará antes
de que esté todo dentro.
Se estira y tira de mi cabeza hacia abajo, besándome, y empujándose un
poco más en el interior. Me centro en su lengua, mi lengua, nuestras bocas
mientras poco a poco, centímetro a centímetro, la lleno hasta que no me es
posible llenarla más. Entonces retrocedo para que ambos podamos respirar.
Me está mirando cómo le pedí, intensamente, con avidez. Me muevo
lentamente dentro y fuera, dentro y fuera. Ella gime mi nombre con cada
golpe.
―Haré esto para ti toda la noche ―digo con determinación.
―Por favor ―gime.
Enredados uno en el otro sin sábanas y con la luz de la noche
iluminándola, la tomo suavemente. La tomo lento. Hago que se venga una y
otra vez hasta que está demasiado putamente agotada para moverse.
Finalmente, no puedo ignorar más el ardor.
―Me voy a venir.
―Sí ―gime―. Sí.
―Entonces haremos esto otra vez.
―Más duro ―grita.
―Como quieras ―digo, tomándola con fuerza, golpeando y soltando
mi liberación.
20
Tatiana
Me despierto con el olor del café, y cuando abro los ojos, lo veo, veo a
mi príncipe lleno de cicatrices, de pie junto a la cama.
Se inclina y me besa.
―¿Dormiste bien?
Bostezo, sonrío, me estiro, y miro alrededor.
―Seguro que lo hice. ―Empiezo a sentarme y soy consciente de
inmediato del dolor entre mis muslos.
―¿Dolor? ―pregunta, tratando de parecer preocupado, sin embargo,
hay un destello de algo más en sus ojos; travesura.
Sonrío.
―¿Estás orgulloso de ti mismo?
―Fue un buen toque, ¿verdad? ―pregunta, sentándose y pasándome la
taza de café.
―Claro que lo fue. ―La sostengo en mis manos, disfrutando de su
calidez.
Él está mirando mi pecho, y siento mis pezones tensarse con conciencia.
―Mmmm ―dice y se para rápidamente―. Iré al gimnasio y finalizaré
algunos detalles de último momento en los servicios de Shaw de mañana.
Le envié un mensaje a Johnny. Las cenizas de tu viejo estarán listas para
recogerse al mediodía. Si te sientes con ganas, lo llevaremos al río. Si no lo
deseas así, lo pondremos en el contenedor de basura. Es tu opción. ―Se
inclina y me besa en la mejilla.
―Quiero hacer lo correcto por él.
Me mira, y no estoy segura de sí lo hice enojar o no.
―¿Está bien?
―Lo que quieras, está bien conmigo ―responde.
―Entonces, ¿por qué me miras de esa manera?
―¿Cómo? ¿Sexy? ¿Fuerte?
Me río, y él sonríe.
―Todo eso, pero también como molesto conmigo.
―Ves el mundo de manera diferente que cualquier persona que haya
conocido.
―¿Y es algo malo?
―No, Totty, no está mal. Sabía que eras especial, diferente… mejor.
―Hace una pausa, y me gusta la forma en que me está mirando―.
Malditamente hermosa. ―Se acomoda a sí mismo―. Me pones duro como
el infierno al instante.
―Así que supongo que te gusto. ―Sonrío y miro hacia abajo.
―Más que gustarme, Totty. Mucho más de gustarme.
―Bueno, por favor no te detengas. ―Me siento tan cálida, tan… feliz.
―Intenta detenerme. ―Me hace un guiño―. Bueno, cerraré la puerta al
salir. ¿Por qué no miras a tu alrededor y tal vez te duchas mientras no
estoy? Después quiero ir a la comisaría, al río, y a la cama de nuevo.
Jagger se va, y por una vez en mi vida, estoy muy contenta de que
alguien venga a casa después de pasar tantos años sola y me siento feliz de
esa manera porque solo significa que estoy segura.
Mi mente va a toda la nueva información. Soy, de hecho, ciudadana de
Estados Unidos, así que no me pueden enviarme de regreso a Rusia. Tengo
dinero, aunque no sé mucho acerca de tener dinero y qué hacer con él a
excepción de ocultarlo. Padre odiaba los bancos. Siempre hablaba de los
sistemas corruptos que robaban el dinero conseguido con sacrificio. Jagger
me ayudará a resolverlo, sin embargo.
Sonrío para mí. Vaya, estoy sonriendo. Jagger Caldwell me da eso. Si
esto es realmente lo que es el amor, por favor, no dejen que nunca se
detenga.
Moviéndome por el espacio, observo la casa. No hay cuadros en las
paredes. El mobiliario ha visto días mejores, pero está en mejor forma que
las cosas que tengo. Me siento en el desgastado sofá con desteñido tejido de
color verde oliva que procede probablemente de los años setenta cuando
miro a mi alrededor. La televisión es la única pieza nueva de electrónica en
el lugar. Me río, me pregunto si habrá cable.
Dado que está callado, continúo sentada y pensando. Paz. Por primera
vez, estoy sentada en un sofá, sin preocuparme por la siguiente tarea, por
hacer las cosas bien, y con qué tipo de estado de ánimo vendrá a casa el
monstruo.
Me enderezo.
No se necesita mucho antes de que no pueda simplemente sentarme,
pero no tengo a donde ir. Bueno, probablemente debería volver a casa y
arreglar el edificio. No puedo, sin embargo. Aún no. No tengo en mí
averiguar lo que sucederá después. Asimismo, no puedo volver a ese lugar
sin que los recuerdos me asalten.
No sé lo que es peor, las cicatrices físicas que me dejó atrás o las
mentales de las que no puedo huir.
Me levanto y trato de sacudirme el miedo a mi pasado. Yendo a la
cocina, miro debajo del fregadero buscando limpiadores.
Un hombre típico, pienso mientras encuentro una caja de pastillas de
Brillo y una botella de jabón. Bueno, eso tendrá que funcionar. Me pongo a
limpiar las encimeras de cocina, sólo para encontrar que apenas se han
utilizado. La mayor parte de la cocina parece sin tocar. Sacudo lo que se ha
asentado, pero no hay el polvo habitual. Entonces limpio las paredes
empapeladas, mi mente se remonta al antiguo papel tapiz de nuestro
deteriorado apartamento.
Tantas veces, usé pegamento escolar para tratar de pegar el papel pelado
de nuevo. Tal vez, para algunas personas, el papel no importaría. Tal vez,
para algunas personas, el polvo no importaría. No se trata de lo que tenía o
no, lo que tengo en la actualidad o lo que voy a tener. Se trata de cuidar de
él y de hacer gala de ello. Sólo porque no vivía en una casa adornada con
lámparas de araña, no quiere decir que quería mirar el papel despegado.
Pasé todo mi tiempo dentro de mi casa, y cada parte de mí necesitaba sentir
como si estuviera en casa. A mi padre no le importaba estar en los barrios
pobres, pero yo podía hacer lo mejor de estar allí.
Froto el frágil papel entre mis dedos, y el grano del material cede y se
rasga. No hay pegamento y no hay suficiente humedad en el papel decorado
para que se pegue. Mis instintos gritan que tire de él, que lo arranque, y que
sea fresco de nuevo.
Me detengo.
Esta no es mi casa.
El peso me aplasta, y caigo de rodillas.
¿Dónde está mi casa?
Dejando caer mis lágrimas, necesito purgarme. Tengo que dejarlo todo.
Lloro por la niña que una vez tuvo una mamá, una mamá que realmente la
amaba, por lo que vi en las fotos. Lloro por la niña que no ha conocido una
familia. Lloro por la chica que se convirtió en una mujer que ahora está
perdida. Lloro por la mujer que tiene que recoger los pedazos.
Entonces mis lágrimas cambian, y me trago el nudo. Lloro porque soy
libre. Lloro por la mujer en mi interior, que está lista para la reconstrucción.
Lloro por el papel tapiz de la pared que tiene que venirse abajo para dar
nueva vida al espacio que ocupo. Lloro porque, igual que el papel tapiz, mi
piel se curará de los moretones que no se pueden ver ya. Tendré una
cubierta nueva y lo nueva en la vida que ahora tengo. No seré el papel roto
y desgarrado, sino una mujer que no está definida por las cicatrices que
marcan su pasado.
Soy libre.
Soy yo.
Tan atrapada como estoy en mis pensamientos, no me entero que
regresa. No hasta que sus grandes manos me agarran y me tiran para
ponerme de pie y miro con ojos llorosos la cara de todo lo bueno en mi
vida. Los ojos marrones profundos de Jagger Caldwell están amplios por la
preocupación, mientras mis ojos negros bailan con emociones no
expresadas.
―Pequeña ―susurra, mirando por encima de mí y tratando de entender
por qué estoy molesta.
Sonriendo, me suelto.
―No me gusta el papel tapiz.
―Está bien, entonces lo cambiaremos ―afirma.
―Jagger, realmente odio el papel tapiz. ―Él me suelta sin hablar y tira
de la pieza que se curvó. Da un tirón y el papel se desprende en una gran
pieza, dejando un poco atrás. Luego se vuelve hacia mí, y usando los
pulgares, limpia mis lágrimas.
―No llores por el papel tapiz, Totty.
Me estiro y agarro sus muñecas.
―Estoy lista para dejarlo ir. Estoy lista, Jagger. ―Las lágrimas caen
mientras me estudia.
―Bueno, vamos por las cenizas. ―No se mueve, manteniendo mi cara
quieta en sus grandes manos.
―Un buen toque. ―Me sonríe suavemente―. Todo está bien.
Tira de mí hacia él y me besa en la frente.
***
En silencio y con respeto, derramamos las cenizas de mi padre en el río
Detroit, mientras una brisa sopla, y una suave sonrisa juega en mis labios.
En mis sueños de niña, esa era mi madre envolviendo sus brazos alrededor
de mí. Ella me quiso. Realmente me quería. La pérdida de mi padre me dio
eso. Me dio la verdad.
Tomados de la mano, Jagger y yo caminamos de regreso a su camioneta.
Abre la puerta y se asegura de que esté acomodada antes de cerrarla y pasar
a su lado.
Veo que el músculo de su mandíbula está tenso. Está metido en sus
pensamientos, lo que me permite sentarme y admirar al hombre que es más
fuerte que los músculos de su cuerpo, al hombre que es más que cualquier
príncipe, héroe, o caballero de brillante armadura.
Jagger Caldwell es el bien en un mundo lleno de mal.
Mi padre me dio eso sin saberlo. Tal vez mi madre me dio a Jagger. En
mis sueños de niña, me gusta pensar que es el regalo de un ángel.
Su brazo se extiende hacia el volante, controlando los movimientos de
la camioneta. La escritura de la palabra Legado se flexiona y se mueve con
cada movimiento de sus dedos y brazo. Es como si la palabra fuera parte de
él.
Es un legado. Para siempre, ha tocado mi vida. Por siempre, lo
recordaré. Por siempre, quiero asegurarme de que continúe.
Nos detenemos en el nuevo lugar que le dejó Shaw y vamos al interior.
Necesitando lavarme la cara, voy al baño. Cuando termino, salgo con una
seria necesidad de estar conectada en todos sentidos con Jagger. Es más que
una necesidad de querer que me toque. Este es un deseo carnal de mi alma.
Necesito sentir el bien desde el interior.
Cuando salgo, Jagger está en el sofá, viéndose contemplativo.
―¿Qué tienes en mente?
―A ti. ―Su respuesta es corta, sin embargo, entrelazada en pesada
emoción.
―¿Qué pasa conmigo?
Mueve su dedo, dirigiéndome a él. Una vez que llego a su alcance, sus
manos se estiran y me tira en su regazo.
―Eres tan hermosa. ―Acaricia mi cuello, enviando escalofríos a través
de mí. Su brazo descansa sobre mis muslos, y trazo las letras de la palabra
Legado. ―Mamá ― susurra.
―Más que por tu mamá, Jagger. Eres un legado por propia valía.
―Sólo soy un hombre, Totty. Sólo soy un hombre que fue criado por
una mujer fuerte que les enseñó a sus hijos a amar con fiereza, a siempre
proteger, y no importa lo difícil y larga de la pelea, nunca te rindes.
―Te enseñó bien, Jagger.
―Sí, lo hizo.
―A mí no ―le susurro, poniéndome a horcajadas sobre él―, hasta ti.
―Paso mis labios sobre los suyos, sin darle oportunidad de responder.
Sus labios se abren, y presiono mi lengua entre ellos, buscando entrada
en su boca caliente y húmeda. Sus manos se deslizan por mi espalda, donde
tira de mi cabello en un montón en una mano y lo retuerce. La descarga de
mi cabello siendo jalado enciende mis terminaciones nerviosas en llamas.
Jala un poco más duro, separando mi boca de la suya. El cuello en V de mi
camisa expone mi clavícula, y deja caer la cabeza para mordisquearme en
ese lugar. Me muevo contra él, buscando la fricción mientras envuelvo mis
manos alrededor de su cuello.
―Dámelo bien, Caldwell ―gimo, y antes de que lo sepa, mi ropa están
volando junto con la suya.
Labios chocan en los míos mientras empujo la cabeza hacia él. Sus
palabras vuelven a mí.
Una mujer fuerte que enseñó a sus hijos a amar con fiereza.
Algo dentro de mí se enciende, y el fuego quemando el fondo de mi
alma explota mientras tomo el control, deslizándome sobre su endurecida
longitud.
―Feroz ―le susurro―. Dámelo feroz.
Me muerdo el labio inferior, deslizándome arriba y abajo, arqueando la
espalda y empujando mis pequeños pechos en su cara. Él toma rápidamente
el derecho en la boca mientras su mano se acerca para torcer mi pezón
izquierdo.
Me chupa duro.
Quiero más.
Me arqueo y me empujo hacia él.
―¡Más fuerte!
Una vez que obedece, estoy en el borde, violentamente subiendo y
bajando por su eje.
Luego sus manos agarran mis caderas, deteniéndome. Levantándome
sin esfuerzo, me desliza fuera de él, y al instante me siento vacía. No puedo
evitar poner mala cara.
―Protección, pequeña. ―Sonríe, buscando sus vaqueros para conseguir
un condón―. Estoy demasiado cerca de venirme.
Sus palabras me golpean de nuevo. Proteger siempre.
Oh, cómo me hubiera gustado haber conocido a su madre, tener a
alguien como ella en los tiempos más oscuros. Puedo ver cómo atravesaron
todo juntos.
Tenía mi voluntad. Tenía mi idea de tener algo mejor un día. Tenía mis
sueños de niña de un hombre igual que Jagger Caldwell que me diera bien
en mi mundo lleno de mal.
Los sueños realmente se hacen realidad.
Estoy de espaldas con mis tobillos alrededor del cuello de Jagger
cuando se desliza de nuevo en mí.
―Más fuerte ―clamo. Quiero sentirlo. Quiero que se venga en mí y
hacer toda la mala sensación tan buena.
Él me lo da con fuerza, su mirada fija en la mía, el sudor perlándose en
nosotros. Lleva mis tobillos a sus hombros, enderezando las rodillas y
manteniendo los muslos juntos. Luego se desliza completamente hacia
fuera y entra de nuevo. Mis músculos se contraen, y cada centímetro de mí
quiere más.
Estirándome, retuerzo mis pezones, pellizcándome con dureza en el
mismo momento que Jagger entra en mí. Empujo mis caderas hacia arriba,
enviándolo más profundo, y me hace ver estrellas.
Mi estómago está visiblemente tenso, igual que las paredes de mi
vagina, mientras las réplicas del orgasmo me atraviesan, y los ojos de
Jagger permanecen llenos de moderación.
Sus palabras me golpean de nuevo, escapando en un susurro sensual.
―Nunca te rindas conmigo, Jagger Caldwell.
―Nunca ―gime mientras se desliza afuera y adentro.
Después de tres veces más, estoy en el borde.
―Más fuerte ―le ruego.
Él deja caer mis tobillos y me abre ampliamente. Envuelve una pierna
alrededor de su cintura, la otra colgando del sofá. Luego sus ásperas manos
frotan el interior de mis muslos casi en la unión, y mi cuerpo tiembla.
―Te ―jadeo―, necesito.
―Me tienes.
―¡Más fuerte!
Sus manos agarran mis muslos, abriéndome más. Sus pulgares abren los
labios de mi coño y el aire me golpea con cada empuje, y me da una
sensación totalmente nueva. La áspera sensación de sus pulgares
masculinos contra la sensible piel de los labios de mi coño mientras frota el
vello ahí sólo me pone más en llamas.
Dentro y fuera, se mete, sus testículos me abofetean con cada
embestida. Las sensaciones se vuelven demasiado, y grito mi orgasmo. Sus
manos se mueven hacia arriba de mis costados mientras cae hasta los codos,
cerniéndose sobre mí. Con suavidad, me besa mientras se desliza dentro y
se queda ahí, y palpito alrededor de él, drenándonos a ambos.
Quita el cabello de mi cara.
―Me tienes, Totty ―repite su declaración anterior, y yo sonrío.
Después de tomarnos unos minutos para conseguir que nuestra
respiración regrese a la normalidad, se desliza hacia afuera, y me lleva
arriba hacia la ducha. En el cuarto de baño, no puedo evitar reír por el
pelado papel.
―Pequeña, debo estar haciendo algo mal si la idea de tener una ducha
conmigo te hace reír.
Me vuelvo hacia él, con calor en mis ojos.
―Odio el papel tapiz.
Él se ríe conmigo antes de tomar la ducha, durante la cual se asegura de
que me olvide del papel tapiz y sólo pienso en aferrarme a la pared mientras
me lleva a otro orgasmo, éste desde atrás.
Al salir de la ducha, gentilmente me seca antes de ponerme el pijama, y
él se desliza en sus bóxer. Nos acurrucamos juntos en la cama que
compartimos aquí en la habitación de invitados.
Me río en la tranquilidad de su pecho.
―El sonido más bello del mundo ―susurra.
Con sus palabras, mi cuerpo deliciosamente adolorido, se relaja contra
él y me quedo dormida, escuchando el sonido constante de los latidos de su
corazón. Por primera vez en mi vida, me voy a dormir completamente
satisfecha y no tengo miedo de lo que el mañana pueda traer.
***
Hoy es el día del servicio de Shaw. Hoy voy a ser fuerte por Jagger. Hoy
le daré de regreso una pequeña porción de todo lo que me ha dado.
Kid, Jagger, y yo nos encontramos en el gimnasio con Morrison, Hailey,
Hendrix, y Livi. Es tan asombroso ver a este grupo de personas interactuar
como una verdadera familia. Morrison mantiene a Hailey a su lado, y
Hendrix se queda atrás sosteniendo a Livi, sosteniéndola en sus brazos
mientras sus manos descansan sobre su vientre. Jagger nunca suelta mi
mano. Con nuestros dedos entrelazados, unidos, no me suelta, y encuentro
fuerza en el lazo. Encuentro consuelo en nuestro vínculo. Encuentro mi
lugar a su lado. Siento que he encontrado mi casa.
Es un momento solemne; enfrentando la pérdida del hombre que era
más un padre para Jagger de lo que su viejo alguna vez realmente lo fue. No
hemos tenido mucho tiempo para hablar acerca de lo que está pasando en el
mundo de Jagger, pero Livi me dijo lo mucho que significaba Shaw para él
cuando no pudo venir a mí, justo después de su pérdida. Es reconfortante
saber que su familia lo respalda y, como Livi me dijo, a mí también.
De repente, la puerta del gimnasio se abre y Cobra entra. La tensión
aumenta y la atmósfera cambia. Trato de soltar la mano de Jagger para
saludar a mi amigo, pero él no hará eso.
―¿Dónde está tu equipo, Cobra? ―le pregunta Morrison mientras
Hailey se mueve detrás de él.
Ver a los hermanos Caldwell cada uno mover a sus mujeres a lugares
seguros tira de mi fibra sensible.
―Vine solo.
Hendrix se ríe con sarcasmo.
―No te creo eso.
―Vine a presentarle mis respetos a Shaw y a verificar a Ratón. ―Cobra
me mira, y le doy un saludo con mi mano libre.
―Tatiana está muy bien. Esto no es un juego, Cobra ―gruñe Jagger.
―Sólo quería ver a mi amiga. Necesitaba asegurarme que está
realmente bien. No quiero que todo lo que hice por ella sea por nada.
―¿De qué diablos estás hablando con “hice por ella”? ―pregunta
Jagger.
Trato de alejarme de nuevo para hablar, pero su mano aprieta la mía,
manteniéndome en mi lugar.
―Ratón ―dice Cobra, mirándome.
―¿Qué hiciste? ―pregunto.
―Piénsalo. Piensa en ello y lo verás ―responde de manera inquietante,
haciendo que mi espalda se erice con agitación. Pensaba que era mi amigo.
―Jason, gracias por el lugar seguro donde quedarme ―digo
suavemente―. Estoy bien, como puedes ver. ―Al sentir el aumento de la
tensión, añado―. Shaw valora tu tiempo y respeto. Debes irte, sin embargo.
Te veré por ahí, ¿de acuerdo?
―Ratón, en cualquier momento, cualquier cosa que necesites, estoy
aquí. ―Saca una tarjeta de visita y la desliza en mi mano―. Cualquier cosa
por ti, por tu seguridad.
Jagger se encuentra cara a cara con él, evitando que Cobra llegue más
cerca de un brazo de distancia de mí.
―Hiciste lo que viniste a hacer. Ahora es el momento de irte
―interviene Hendrix, poniendo su mano sobre el hombro de Cobra, y Kid
se mueve a mi otro lado de manera que Cobra reciba el mensaje.
Él aprieta mi mano con la tarjeta una vez más, antes de soltarla.
―Es bueno saber que tienes gente, Ratón. Eso me incluye. No importa
lo que cualquiera de ellos piense de mí, si necesitas algo, estaré aquí.
―Es hora de irse ―repite Hendrix con firmeza.
Cobra le resta importancia.
―Por ahora, sí. ―Mira a Jagger―. Te estaré observando. Tú y yo,
Caldwell, tenemos asuntos pendientes.
―No es el momento ni el lugar, Cobra ―dice Jagger, y puedo sentir la
ira crecer en él.
El miedo me atenaza, no por lo que Jagger pueda hacer, sino por la
forma en que se pueda sentir.
Tiene razón. Este no es el momento ni el lugar. Este es su momento de
guardar luto. Él me dio eso para un hombre que no merecía ni la mitad de lo
que Shaw. Ahora es mi momento de dárselo.
―Cobra, recibí tu mensaje. Vete.
Él me guiña el ojo antes de salir.
Si las miradas mataran, los Caldwell hubieran asesinado a Cobra
mientras nos dejaba.
Se necesita un poco de tiempo para que el estado de ánimo cambie, y
durante todo el servicio hay una creciente tensión subyacente entre Jagger y
yo.
Mi pensamiento se dirige de nuevo a Cobra. ¿Qué podría haber hecho
por mí? Entonces un pensamiento me golpea, pero lo descarto. No hay
manera de que Cobra matara a mi padre. Dijo que quería ser bueno. Dijo
que había golpeado a su chica por ira, no porque hubiera planeado la
violencia. Esto no es algo con lo que sepa tratar.
Aunque Jagger me mantiene cerca, siento como que está distante. ¿Está
enojado conmigo? ¿Está lastimado?
El servicio termina y quiero tomar todo su dolor. Hay un momento
cuando quiero frotar mi trasero como Livi, recordando las bragas que tengo.
Necesito estar aquí por mi hombre. Necesito la conexión que compartimos.
Necesito la calma que me da al estar conmigo. Necesito que deje ir la
pérdida y que me permita compartir su carga como hizo con la mía.
21
Jagger
Ella es una bola de nervios, y estoy tan jodidamente torcido que no
puedo ver bien. No puedo ver nada excepto a ella. Ella y yo. Yo y ella. Ella
y putamente yo, no él. Nunca él.
Me quito el traje mientras ella se quita su pequeño vestido negro, odio
llevar esas jodidas cosas en las bodas y en los funerales. A medida que se
pone de pie en ropa interior y sin sujetador, miro su trasero. A través de él
se extiende un Soy fuerte.
Livi, suspiro.
¿Cómo diablos lo hace? Tan intencional como fue, tenía que ver eso
ahora más que nunca. Necesitaba el recordatorio de que Tatiana me ama.
Me lo dijo antes, así que si ese hijo de puta mató a su padre y pensó que
Totty iría hacia él, buscando protección, está equivocado. Maldita y
putamente equivocado. ¿Por qué? Debido a que mi chica es malditamente
fuerte.
No la necesito debilitada y necesitada. Necesito su fuerza y… Detengo
la pequeña charla que estoy teniendo conmigo mismo cuando ella se da la
vuelta y suelta su cabello.
―¿Jagger? ―dice mientras camina lentamente hacia mí como si fuera
la depredadora, y ahora yo fuera la presa.
―Tatiana.
Ella me mira de arriba a abajo. Estoy tan desnudo como ella. Diablos,
llevo bóxers hoy y que me jodan si no coinciden con los de ella. Tal vez
necesito una pequeña impresión de mierda sobre ellos, diciendo que soy su
puto hombre, no el puto que se llama a sí mismo como una serpiente,
probablemente porque su pene es un jodido gusano.
Ella me agarra y aprieta mi pene, haciéndome gruñir. Después, besa mi
pecho y se mueve hacia mi brazo. Legado.
―Tu mamá estaría orgullosa de ti ―susurra―. Un hombre tan bueno,
un hombre tan fuerte. ―Aprieta con más fuerza―. Mi hombre.
―Malditamente correcto ―gruño.
―Mi campeón… ―me besa la mano, luego lame mi dedo―, tiene la
fuerza de un león y el corazón de un cordero
―Joder, Totty ―digo mientras chupa mi dedo medio.
―Shaw estaría orgulloso de ti también. ―Mete otro en su boca y lo
chupa. Lo chupa realmente bien. Luego lo saca lentamente y lo frota en sus
labios―. Estoy orgullosa de ti. ―Toma mis manos y camina hacia mí,
empujándome hasta que mi espalda está contra la pared. Luego besa mi
pecho―. Me encantan tus cicatrices. ―Me besa más abajo―. Me encantan
las mías ahora también. Hiciste eso por mí. Haces todo bien.
Se deja caer de rodillas, sacando mi pene de mis bóxers.
―Hermoso. Blando y duro al mismo tiempo, algo así como tú. ―Su
lengua rodea mi pene, y agarro su cabello, teniendo cuidado de no tirar de
él. Sólo necesito tocarla.
Totty me toma en sus manos, colocando una parcialmente alrededor de
mi pene y la otra tirando suavemente de mis bolas. Entonces me toma más
profundo y me mira con ojos muy abiertos, buscando aprobación.
―Jodidamente perfecto, Totty. Mejor que perfecto.
Parece contenta cuando su lengua acaricia la parte de abajo de mi pene,
y me acaricia mientras me toma más y más profundamente.
―Tan bueno. Tan jodidamente bueno. ―Mi mano se estrecha alrededor
de su cabello, y ella gime.
Me toma por completo, tragándose mi pene antes de retroceder, la saliva
fluye de mi pene a su boca mientras me bombea más fuerte, más rápido,
entonces me toma de nuevo.
Mis caderas se empujan hacia adelante, y Tatiana me mira. Traga de
nuevo, después retrocede. Me sostiene y lame la cara inferior de mí más y
más abajo hasta que su lengua se desliza a través de mis bolas. Chupa una,
luego la otra, sosteniéndome firme, bombeando más fuerte. Luego me lame,
frotando la cara contra mi pene, y me lleva a su boca lentamente, con los
ojos en mí, hambrientos, atractivos, y necesitados.
―No quiero que pares, pequeña, pero necesito que te vengas conmigo.
―Extiendo mi mano y saco mi pene de su boca, lamentando de inmediato
la pérdida de calor. La alzo desde debajo de sus brazos mientras ella se
retuerce.
―Quiero terminar ―casi gruñe.
Me siento en la cama.
―Te quiero sobre mi cara.
Me recuesto, llevándola conmigo, y la beso con fuerza. Ella arrastra sus
dientes por mi lengua y se aleja. Se da la vuelta sobre su lado y rápidamente
se mueve hacia abajo, tomando mi pene dentro de su boca de nuevo. Mis
caderas se empujan hacia arriba, y ella traga.
―Lo siento, mierda ―gimo, tratando de llevar su boca de nuevo a la
mía.
Sus dientes me muerden, no duro, pero lo suficiente como para decirme
que no tiene intención de parar.
―Maldición, joder, maldición ―digo mientras su cabeza sube y baja en
mi pene―. Haz lo que quieras, pero haré lo mío también. ―Me estiro
detrás de ella y agarro su trasero, levantándolo y tirando de ella hacia mí.
―¿Qué estás haciendo? ―dice con expresión de sorpresa.
―No importa, Totty. Sigue comiéndote mi pene. Voy a comerme tu
pequeño y dulce coño, y te vas a venir conmigo. ―Levanto su pequeño
trasero y me muevo para que esté por encima de mí. Entonces me apoyo y
chupo con fuerza sus empapados labios―. Mmm…
―Oh, Dios… ¿Cómo…?
La chupo más duro, llevándola hacia abajo a mi cara mientras la
extiendo más ampliamente con mis manos y meto mi lengua dentro de su
caliente y húmeda vagina. Ella gira sus caderas, y chupa más duro.
Un festín. Estamos dándonos un festín el uno con el otro, teniendo
placer y dándolo.
Ella tira de mis bolas mientras muerdo sus labios, y eso no la detiene.
Estoy tan profundamente en su vagina y en su boca, que nunca quiero salir.
―Trágame, nena. Voy a llenar tu boca, y vas a venirte por toda la mía
―gruño cuando siento a mis bolas tensarse.
―Sí. ―Me acaricia más duro y me toma de nuevo más profundo.
Froto mi pulgar a través de su pequeño y apretado agujero mientras mi
lengua la penetra. Ella tiembla, después se tensa, y sé que está tan cerca
como yo.
―Vente, maldición. Vente ahora.
Grita su orgasmo mientras mi venida cae en su boca abierta.
Los dos estamos todavía tratando de recuperar el aliento, todavía en la
posición sesenta y nueve, cuando finalmente puedo formar una oración.
―Ven aquí y déjame abrazarte.
Ella se da la vuelta sobre su lado, se sienta, y se mete en mis brazos con
su cabeza en mi pecho. En cuestión de minutos, los dos estamos dormidos.
***
Cuando me despierto por el suave y dulce ronroneo, ella todavía está
dormida en mis brazos. No quiero despertarla. Ha sido un infierno de
semana. Para ella, han sido unos malditos dieciocho años.
Me encanta que pueda dormir. Me encanta que confíe en mí lo
suficiente como para saber que está segura y protegida conmigo. Y me
encanta que el idiota de Cobra piense que la insinuación de matar a su viejo
haría que lo quisiera a él y no a mí. Obviamente no.
Me siento posesivo con ella, y eso me asusta. No debería necesitar a
ninguna persona tanto como la necesito. No debería desear a nadie tanto
como la quiero. No debería desear a nadie tanto como la deseo. No quiero
que se despierte algún día finalmente sintiéndose normal y decida que
quiere salir como el infierno de aquí, lejos de mí. Mi trasero está tan
empapado de ella que no quiero que necesite, desee, o quiera irse lejos
alguna vez.
Necesito golpear mierda. Necesito romper mierda. Necesito correr. Sin
embargo, no quiero hacerlo. Quiero abrazarla y mantenerla siempre.
¿Por siempre? ¿Qué diablos?
Acabado, estoy tan jodidamente acabado.
―Te amo, Jagger Caldwell. ―Sale en un susurro tan bajo que pienso
que puedo estar imaginándolo. Lo había dicho antes, y lo creí entonces.
Necesito creerlo ahora.
―Yo también te amo, pequeña ―digo en un susurro igual de bajo.
Ella no se mueve, no se agita, y siento como que tengo que estar dentro
de ella de nuevo si no me callo la boca.
Me deslizo de ella y voy al baño. Considero lavarme la cara, pero luego
decido que no quiero hacerlo. Todavía puedo olerla. Lamo mis labios, y
puedo probar una pizca de ella.
Maldito enfermo. Me río de mí mismo en el espejo.
***
Estoy en la cocina, llenando una botella de agua, cuando sale.
―¿Dormiste bien, preciosa? ―Ella sonríe, después mueve la cabeza y
cubre su rostro.
Me acerco y tiro de su mano.
―Lo eres, lo sabes.
―Me alegra que pienses eso.
No lo suficientemente fuerte, se hace eco en mi mente.
―Ve a tomar unos shorts y una de mis camisetas. Tú y yo iremos a
soltar un poco de vapor.
Va de regreso hacia el dormitorio.
―¿No podemos hacerlo allí?
―Lo haremos cuando volvamos. Podemos hacerlo toda la noche. Pero
esto es bastante importante para los dos.
Después de que se cambia, caminamos al lado, donde la llevo al ring.
―Necesito que aprendas a pelear.
Ella asiente y mira alrededor del gimnasio, con los ojos por todas partes,
evitando los míos.
Agarro su barbilla.
―Totty, necesito que aprendas a pelear.
―Te tengo a ti. ―La tristeza en su voz hace que me duela el pecho.
―Sí, pero… ―Me callo cuando ella suspira, y juro que pone los ojos
en blanco―. Oh, vamos ahora. Hazlo por mí ―digo con voz burlona, y ella
sonríe, cierra los ojos y sacude la cabeza―. Bien. Necesito saber que si
algo me sucede, podrás cuidar de ti misma, porque juro por todo lo que
amo… ―sus ojos se ajustan a los míos cuando escucha la palabra
amor―… que si dejo esta puta tierra, no solamente dejo algo bueno en el
mundo, sino… ―Me detengo y tiro de ella cerca de mí―. Dejo a la
persona que conozco malditamente bien y que amaré por siempre por mí y
para mí.
―Tú…
―Te amo, Totty. Lo supe desde el momento en que dejé la comisaría
cuando tu viejo, Rand, presentó los cargos. La necesidad de protegerte era
fuerte, pero la necesidad de verte, de vigilarte, de cuidar de ti, y, sí, el amor
no ha desaparecido. Sólo se ha hecho más fuerte. Putamente te amo, Tatiana
Rand. ―Cierro los ojos y sacudo la cabeza―. Sólo le he dicho eso a otra
mujer en mi vida, a mi mamá. A nadie más.
―Entonces ¿me puedo quedar aquí? ¿Me puedo quedar contigo? ¿No
tengo que volver allí? Yo…
―No sólo puedes quedarte conmigo, sino que lo harás. Te guste o no,
eres mía para proteger, enseñar, cuidar, tocar… ―extiendo la mano y tiro
de ella contra mí―… y amar. A nadie más.
―Nunca. ―Ella sonríe, y un tipo diferente de lágrima escapa de sus
ojos.
―Bueno. Ahora besa a tu hombre.
Ella lo hace de inmediato, susurrando “Te amo” en contra de mi boca.
―Te amo. ―Me muevo hacia atrás y tomo su hombro―. Ahora voy a
enseñarle a mi chica toda la mierda que necesita saber para ser tan fuerte en
el exterior, como lo ha sido en el interior.
Ella asiente y sonríe.
―Bien.
―Dime lo que harías si hiciera esto. ―La tomo, girando a su alrededor,
y tirando de ella con fuerza contra mí.
―Te lo permitiría. Me gusta.
Miro hacia abajo mientras ella mira hacia arriba y sonrío.
―¿Vas a seguir siendo prudente, o vas a ser seria durante unos veinte
minutos? ―Ella se ríe, y la tiro más seguramente hacia mí, susurrando en
su oído―. Tan pronto como esté satisfecho aquí, voy a llevarte de nuevo a
nuestro casa y me aseguraré absolutamente de que estés satisfecha allí.
―Tienes toda mi atención.
―Bien. ¿Qué harías si un extraño te agarra así?
―No lo sé. Simplemente no lo sé ―dice con tristeza.
―Golpéalo con el codo tan fuerte como sea posible en el intestino y
grita, pequeña. Grita para que pueda oírte. Si estoy al otro lado de la ciudad,
quiero escucharte, ¿entiendes?
―Sí.
―Y cuando golpees con el codo a alguien, hazlo para lastimarlo.
―No quiero lastimar a nadie.
―Entonces, pretende que soy él.
Ella se tensa.
―Haz de cuenta que tú eres yo.
―Está bien.
―Golpéame con el codo, Totty, y haz que du…. Maldición ―gruño
después de poder respirar de nuevo.
―¿Te lastimé?
―No. Sólo me tomó por sorpresa. Lo hiciste bien. ―La giro hacia mí y
la agarro suavemente alrededor del cuello―. ¿Qué harías en esta situación?
―Jagger, tienes que decírmelo, ¿de acuerdo?
Asiento. Joder, no tiene ni un hueso agresivo en su cuerpo cuando mi
pene no está involucrado.
―Baja la barbilla inmediatamente, apriétala tanto como puedas de tu
pecho, protege tu tráquea, y luego agarra su rostro. Después, hunde tus
pulgares en las cuencas de sus ojos, llévalo más cerca, y golpéalo con la
rodilla en donde puedas. ¿Entiendes?
Ella asiente vigorosamente.
―Ahora inténtalo.
Pasamos más de veinte minutos trabajando en la mierda que ayudaría si
ella pudiera hacerla por intuición. Contra viento y marea, me aseguraré de
que lo haga.
―Lastimar. Repite la palabra una y otra vez. Lesiona a tu atacante, e
inmediatamente aléjate. Lastímalo.
―Lastimar ―repite.
―Bien. Ahora de nuevo.
―Pero pensé que volveríamos a casa. ―Casi se queja.
―Defensa propia primero, sexo después.
―Sexo primero, después autodefensa ―contesta. Y soy masilla en sus
manos.
―Está bien, lo haremos a tu manera, pero después de que te folle, no te
quejes de que estás agotada. Regresaremos aquí.
22
Tatiana
Jagger y yo fuimos a la tienda a comprar suministros para limpiar y
deshacernos del papel tapiz. Limpiar es reconfortante para mí, siempre lo ha
sido. No importa cómo estuvieran de mal las cosas con mi padre, no
importaba lo dolorida que estuviera después de un episodio, encontraba
comodidad en realizar la limpieza. Posiblemente, me vuelve tan loca como
a Livi con su necesidad de bragas, pero tengo que limpiar. Necesito tener
ese control y algo que pueda hacer sin detenerme en lo que puede o no
puede ocurrir después.
Comenzando en el dormitorio y baño antiguos de Shaw, fregué la
bañera, el inodoro, y el azulejo. Sonrío cuando acabo, lo único desagradable
e importante que queda a la vista es el amarillento papel tapiz. Su
dormitorio es como el resto de la casa, con la elegancia discreta de una casa
del pasado. El edredón es obviamente viejo y tiene un toque femenino con
las flores azul claro y en los bordes desgastados.
Cambio la ropa de cama a las nuevas sábanas que Jagger y yo
compramos. La vibrante colcha roja es un completo contraste con el
desteñido verde del papel pintado con manzanas que adornan las paredes.
Mi esperanza es pintar las paredes en un gris suave y añadirle detalles en
negro a la habitación.
Estoy empacando la ropa de Shaw de la cómoda cuando Livi y Hailey
aparecen para ser parte de la fiesta de limpieza.
―Como que alguien consiguió una oferta en la fábrica de papel tapiz de
1977. ―Hailey se ríe.
―Yo diría que de 1984 ―comenta Livi con un resoplido.
Dejo la habitación y las encuentro en la entrada.
―Jagger está al lado en el gimnasio y regresará a casa en cualquier
momento ―les digo.
―Está bien, pero no estamos aquí por él.
―¿Eh?
―Familia, Tatiana. Todos somos familia. Estamos aquí para ayudarte.
―Livi se mueve más allá de mí a la cocina, en donde los productos de
limpieza, guantes de goma, trapos, esponjas y todos los demás materiales de
construcción están en el mostrador.
Las lágrimas llenan mis ojos. Todo lo que siempre he soñado fue una
familia y tener a alguien que me ayudara. Jagger me dio eso también. Me ha
dado todo lo bueno.
Nos ponemos a trabajar, y las horas pasan antes de que lo sepa. Todo
está limpio, y el papel tapiz está listo para ser quitado sin hacer un desastre
y un lío. La emoción me llena y luego dejo que me pregunte si Jagger estará
de acuerdo con esto. Dijo que sí, pero todo ha sucedido tan rápido.
―Deja de pensar en lo que estás pensando. ―Me interrumpe Hailey,
mirándome con recelo.
―¿Cómo sabes que estoy pensando en algo siquiera?
―De una rota a otra, podemos decirlo. No lo pienses demasiado,
Tatiana.
―Todo está pasando tan rápido.
Livi se bufa.
―Los Caldwell sólo lo saben. Las mujeres son las que tienen que
ponerse al día. Los hermanos han amado y perdido profundamente. Cuando
encuentran a la mujer que quieren, no la dejan ir, sólo le dan el espacio que
necesita para encontrarse a sí misma. Una vez que lo haces, te reclaman, y,
niña, será mejor que los dejes hacerlo. No hay mejores hombres por ahí que
los hermanos Caldwell. Mamá Caldwell los crió correctamente ―añade
Livi con orgullo.
―¿Fue rápido para ti? ―pregunto.
―¿En serio? Ya que Jagger ha estado persiguiéndote desde antes de que
Hendrix incluso me encontrara, yo diría que llegas tarde a la fiesta, pero
bueno, más vale tarde que nunca.
Hailey comenta:
―No cuestiones eso. Sólo siéntelo. No hay nada mejor que lo que dan
estos hombres. Te mereces lo bueno, Tatiana. Deja que Jagger te dé todo lo
bueno que tiene dentro.
―Me da lo bueno. ―Sonrío dulcemente.
―Oh, si es algo similar a Hendrix, estoy segura que sí. ―Livi sonríe y
se frota el vientre.
―Morrison me da lo bueno también. ―Se ríe Hailey.
―Oh. ―Suspiro―. No quise decir…
―Cariño, eres una mujer, una mujer de sangre roja, así que está bien
que te guste lo bueno ―responde Hailey.
―Sobre todo con un hombre como Jagger. Apuesto a que tiene sus
movimientos. ―Livi resopla mientras se ríe.
El teléfono de Hailey suena, distrayéndola de nuestro momento.
―Hola, Slick ―responde y hace una pausa―. Oh. ―Se muerde el
labio inferior mientras sus cejas se juntan―. No lo sé. …... Oh, hombre. No
quiero rechazarlos. ¿Dónde podemos ponerlos? ―Las lágrimas caen por
sus mejillas mientras escucha―. Morrison, no esperaba que saliera bien. No
quiero sacar a nadie, y no quiero rechazar a nadie. El Nido es un lugar
seguro, un lugar de comodidad, no es un lugar para ser rechazado en la
puerta. ―Hace una pausa.
Miro a Livi, tratando de averiguar lo que tiene a Hailey tan alterada.
―Lo sé, lo sé, pero he estado allí, sin saber a dónde ir. Hola, así es
como me escapé contigo. ―Sonríe a través de las lágrimas―. Es lo mejor
que hiciste por mí y Ris Priss. ―Suspira, escuchando―. Bien. Ya se nos
ocurrirá algo. Tenemos que lograrlo. ―Hay otra pausa mientras Morrison
habla con ella―. Te amo más. Adiós.
Termina la llamada y nos mira a mí y a Livi.
―El Nido de Mamá está lleno, y hay una madre soltera con dos hijos
que busca ayuda. Está bastante golpeada por lo que dijo uno de nuestros
residentes a cargo. ―Se seca las lágrimas―. No quiero rechazar a nadie.
―Siendo madre soltera de su hija, Marisa sabe de luchas.
Mamá, la palabra, el título, la persona, todo pasa por mi mente. ¿Cómo
habría sido si mi madre hubiera tenido un lugar al que acudir conmigo? ¿Y
si hubiera encontrado ayuda? La idea de una madre y sus dos hijos teniendo
que regresar y aguantar el infierno en manos de ese hombre en su vida me
tiene débil de las rodillas.
En silencio, me muevo para sentarme en el sofá.
Livi me observa atentamente.
―¿Estás bien, Tatiana?
―Sí, sólo recordaba.
―Oh, Tatiana, lo siento. No pensé en lo que esto removería en ti.
No tengo palabras. No quiero ver a Morrison y a Hailey teniendo que
enviar a alguien lejos. Me gustaría que hubiera algo que pudiera hacer. Me
gustaría poder volver atrás el tiempo y haberle dado a mi madre algún lugar
al que huir. Por otra parte, si lo hubiera hecho, no estaría aquí con Jagger.
No hubiera encontrado mi bien en un mundo lleno de mal.
―Hailey ―digo su nombre en voz baja, insegura de mí misma.
―Tatiana, siento incomodarte.
―No, no es eso. Tengo un edificio. ―La vergüenza me golpea―.
Quiero decir, no es agradable. Los apartamentos necesitan trabajo, y no se
pueden utilizar todos porque algunos inquilinos pagan alquiler, y tengo que
cuidar de la señora Simmons, sobre todo después, bueno, de todo. ―Estoy
divagando.
―Tatiana, ¿qué estás tratando de decir? ―pregunta Hailey, todavía
preocupada por incomodarme.
―No quiero que nadie regrese. Tengo un edificio de apartamentos. No
son de lujo. Es un punto de partida, sin embargo. Bueno… si… si… si
quieres… no sé… um… llama a Morrison ―tartamudeo mientras Hailey
empieza a llorar de nuevo. No sé qué decir.
Me levanta del sofá con un fuerte abrazo.
―Tenía un ex. Era malo. Manipulador, loco, peligroso. Morrison me
salvó. Construyó el Nido de Mamá para que nadie tuviera que sentirse
atrapado como yo, como tú. Oh, Tatiana, eres el bien para alguien también.
―Está llorando, y no puedo evitar llorar con ella.
―Son sólo unos apartamentos ―digo modestamente.
―Para algunas personas, eso lo es todo ―susurra Livi, sus propias
lágrimas corren por su rostro.
―Cuando no tienes nada, es importante apreciar cada pequeño algo que
se puede conseguir. ―Me limpio mis propias lágrimas―. Cuando
finalmente consigues algo real, debes aferrarte a él, y nada se siente mejor
que darle la oportunidad a otra persona. Tienes que mantener viva la
esperanza dentro de las personas ―les digo a las dos mujeres
increíblemente fuertes frente a mí.
Por primera vez en mi vida, puedo devolver el favor y ser parte de algo
más grande que yo. Por primera vez, tengo la oportunidad de ser parte de
una familia. Tan rotas, como cada una de nosotras ha estado, nos reunimos
para acoplarnos a la otra perfectamente, como si fuera el destino.
23
Jagger
―Pequeña, ¿qué pasa? ―Ella está llorando en el teléfono, y casi no
puedo entenderla―. Voy para allá.
Cuelgo el teléfono y le grito a Kid.
―¿Puedes encargarte de estos dos? ―Señalo a los dos nuevos tipos
entrenando en el ring―. Tengo que correr a casa.
No espero un sí, sólo me voy. Corro hacia la puerta, voy al otro lado de
la calzada, y abro la puerta a la casa, todo en una carrera para ver lo que la
molestó.
Cuando abro la puerta, veo a las tres, con los ojos llorosos y sonrientes.
Es confuso como el infierno.
Cuando un hombre derrama una lágrima, es porque su cabeza está
jodida, en un mal lugar. No hay sonrisas. Pero, como estoy aprendiendo,
cuando una mujer llora, podría significar casi cualquier cosa.
Livi se ríe y me saluda. Estas mujeres están locas, y no como una
mierda-de células, sino como… emocionales. Profunda y jodidamente
emocionales.
―Dile ―dice Hailey, empujando a Totty.
Me quedo ahí, con los ojos pegados a los de ella, esperando que me diga
algo. Joder, lo estoy exigiendo.
―Quiero dejar que el Nido de Mamá utilice los apartamentos.
Asiento, esperando las malas noticias.
―¿Está bien contigo?
―Totty, es tuyo ―le digo, con la esperanza de que lo entienda. Cuando
no dice nada, sigo―. Puedes regalarlos. Puedes quemarlos. Puedes hacer lo
que malditamente quieras con ellos, nena. Son tuyos.
Ella inclina la cabeza hacia un lado.
―¿Cómo este lugar es tuyo?
―Este lugar es nuestro. Ese lugar… ―Hago una pausa porque mi
sangre hierve cuando pienso en el infierno que tuvo que soportar viviendo
allí, y luego pienso en mamá y suspiro―. Es perfecto. No necesitas mi
permiso, pero eso sí, saca algo bueno de él.
―Morrison llamó―dice Hailey, sacudiendo la cabeza―. Estamos
llenos y alguien vino hoy. Ella necesita un lugar seguro.
Miro de vuelta a Totty, que está radiante.
―Puedo hacer una diferencia.
―Hiciste una diferencia conmigo ―le dije, caminando hacia ella―.
Sigues haciendo una diferencia. ―Tomo su rostro y paso mi pulgar sobre
sus labios―. Eso te haces sonreír, y tu sonrisa, pequeña… Joder, es
hermosa. ―Paso el pulgar arriba de su cicatriz―. Si te hace feliz, yo estoy
feliz.
―Oh. Mi. Dios ―dice Livi, sacándome del momento, y haciendo que
recuerde que no estamos solos.
No tengo idea de cómo sucede esto, pero cuando ella está en la misma
habitación que yo, nadie importa un mierda. Infiernos, no me puedo
concentrar en el gimnasio. No tengo ni idea de cómo va a salir mi próxima
pelea si ella está allí.
Aparto los ojos y miro alrededor del lugar.
―No, esto me hace feliz, también. Se ve muy bien, señoritas. ―Tomo
la mano de Tatiana para que sepa que todavía estoy aquí para ella, mi
pequeña―. ¿El papel tapiz se queda? ―Miro a mi alrededor―. Joder,
espero que no.
Todas se ríen, y Totty envuelve sus brazos a mi alrededor desde un lado.
―¿Estás seguro?
―Claro que sí, estoy seguro ―le digo―. ¿Sabes por qué? ―La miro, y
ella niega―. Porque no nos gusta el papel tapiz. ―Eso me gana un beso―.
Voy a tirarlo si lo deseas.
―Tienes que lidiar con el gimnasio. Órdenes de Shaw. ―Sonríe de
nuevo―. Puedo manejar esto.
―Podemos ―dice Livi―. Podemos con esto.
Hailey apunta hacia la puerta.
―Fuera, vete, sal de aquí.
Miro a Tatiana.
―¿Estás bien?
―Estoy bien ―dice con un brillo de deseo en sus ojos.
―Que sea rápido ―digo, apretando su trasero con mis manos―.
Volveré pronto.
La beso rápidamente y salgo por la puerta antes de hacer golpear la
madera.
***
En una semana, se ordenaron todos los nuevos equipos. Mis hermanos,
Kid, y yo hemos estado rompiéndonos el trasero para limpiar el lugar. No
ha sido fácil, tampoco. Con lo rumores por ahí de que le gané a Cobra no
una, sino dos veces, las jóvenes promesas de los bajos fondos están
llegando, suscribiéndose a izquierda y la derecha.
La mayoría son luchadores callejeros, bastardos sin ninguna técnica. Sé
cómo Shaw debe haberse sentido cuando atravesé esas puertas. Pueden ser
muy rápidos en derribar a un hombre, pero si no se queda abajo, si él puede
derribarlos, estarán jodidos.
Recibí a cuatro, y Kid se hace cargo de siete. Me gustaría haberme
encargado de ellos también, pero entrenar a Totty me mantiene ocupado.
Ella está en el gimnasio de cuatro a seis horas al día dependiendo del
agotamiento que le haga pasar la noche anterior. Se está volviendo buena,
dependiendo más del instinto que de la mierda que observó en el maldito
Internet. Se hace más fuerte cada día. Un hombre débil lo encontraría
intimidante. Un hombre débil trataría de hacerla caer al suelo y ejercer
dominio sobre ella. Un hombre fuerte, un hombre como yo, se emociona
con la idea de que podría llegar un día, muy pronto, en el que ella pueda
derribarme.
Joder, ya está intentándolo en la cama, y es excitante como el infierno,
también. Ella quiere que sea más duro. Y yo se lo doy.
Levanto la mirada mientras Hailey y las cuatro mujeres entran.
Entonces miro a Totty.
Ella sonríe.
―Todas han sido abusadas físicamente. Todas necesitan tu ayuda. Lo
harás, ¿verdad? ¿Las entrenarás como lo haces conmigo?
La miro en sus pequeños shorts rosados y negros de boxeo, su camiseta
color rosa de spandex, y su magnífica melena que amarró en trenzas.
―Lo haría, pero no tengo tiempo ―contesto, con la esperanza de
llevarla adonde quiero.
―Pero alguien puede lastimarlas, Jagger. ¿Qué tal si puedes hacer que
eso no suceda?
―Lo siento, pequeña, pero tengo una pelea que preparar.
―¿Qué pasó con ser el bien en un mundo de mal? ―Está claramente
enojada.
Me encojo de hombros y empiezo a alejarme.
―Nada pasó con eso. La carga o beneficio, se vea como se vea,
simplemente se movió un poco. Ahora me voy de aquí a enseñarles a estos
chicos cómo no matarse en una pelea. ¿Qué vas a hacer?
Ella frunce el ceño, entonces me mira.
―No puedo.
―Entonces dime, pequeña ―digo mientras agarro unos guantes de la
mesa junto a mí―. ¿Qué le pasó a eso?
Durante la hora siguiente, ella se mantiene firme y les enseña, y mi
pecho se hincha con orgullo. Ya no es la víctima. Es la vencedora.
Cada vez que me mira, me aseguro de parecer ocupado. Quiero que sea
más fuerte, más valiente, y con más confianza. Quiero que no le tema a
nada.
Después de que las otras mujeres se van, ella continua, dando
puñetazos, patadas, e incluso probando algunos nuevos equipos. Es
jodidamente una tortura. La deseo, la necesito. Es sexy, y es mía.
Se va sin decir una palabra, y yo camino rápidamente hacia la ventana
lateral para asegurarme que logra entrar en la casa. No me fío de ese hijo de
puta de Cobra. Cuanto más pienso en nuestro último encuentro uno-a-uno
aquí en el servicio de Shaw, mayor es la certeza de que fue el hombre que
envió a Rand al infierno. Puedo garantizarlo, malditamente, y no voy a
estrechar la mano de un hombre que mató al viejo de Totty porque pensó
que eso la llevaría a él.
Una vez que ella está en el interior, me dirijo a la oficina para
comprobar más pedidos y llamar a un electricista. Necesitamos una
inspección después de la remodelación.
Dos horas en el teléfono. Por supuesto que no, no era así como quería
pasar mi día. Estar a cargo puede tener ventajas, pero las responsabilidades
son más consumidoras de tiempo de lo que imaginé. Necesito hacer
ejercicio.
Me río de mí mismo cuando pienso que el sexo con Totty es tan físico
como cualquier carrera. Debo comprobar mi cardio al menos una, a veces
dos veces al día.
Salgo al gimnasio para ver que está de vuelta, pegándole a su bolsa.
Nadie está aquí, así que no puedo pretender que estoy ocupado, ni quiero
hacerlo. Así que estoy al otro lado de la bolsa y se la sostengo.
―¿Quieres ir al bar esta noche y conseguir algo para cenar?
―No tengo veintiún años ―dice mientras golpea la bolsa.
―Hay comida, Totty. Puedes estar ahí. ―Me río.
Ella se aleja de la bolsa y me enfrenta.
―¿Qué tal si vas dentro de mí, y luego me llevas al bar?
24
Tatiana
¿Qué hay en este hombre que prende mi cuerpo en llamas? Me siento
como una pequeña ninfa necesitada. Soy una pequeña ninfa necesitada. Livi
dice que es de la misma manera con Hendrix. Esa cosa de no-puedo-llegar-
a-tener-suficiente-de-este-toque, la sensación, es algo más que sexo; es una
conexión. Es algo más que la liberación; es pasión. Es más que físico; es
emocional. Lo que tengo con Jagger Caldwell, lo es todo.
Estamos en la ducha en casa, en nuestro hogar. Jagger quiere ir a cenar
al bar. Yo sonrío. Mi primera cita de verdad. Después de ver la televisión de
forma regular y los libros que he leído, definitivamente hice las cosas fuera
del orden. Estoy feliz, sin embargo. Estoy más allá de feliz, por lo que,
¿quién se preocupa por la tradición y el orden?
Salimos después de hacerlo, apenas forzándonos a salir de la ducha para
estar listos. Ato la cinta verde claro en mi cabello. Después de todos estos
meses, está deshilachada, pero no me importa. Entonces entro en nuestra
habitación para ver a Jagger vestido con vaqueros desgastados y una
camiseta que se ajusta a la perfección a su amplio pecho.
Yo estoy desnuda.
―Tatiana ―gruñe.
Giro la cinta en mis dedos. Desatándola, me la quito y sostengo cada
extremo en mis manos antes de ir a él y pasar la cinta por su cabeza, tirando
de él hacia mí. En lugar de darle un beso como espera, chupo duro su labio
mientras vuelvo a la cama, tirando de él con la cinta alrededor del cuello.
Cuando mis piernas encuentran el borde de la cama, doblo mis rodillas
y caigo hacia atrás, llevando a Jagger conmigo. Él se sostiene con sus
brazos estirados para mantener su peso fuera de mí, pero jalo con más
fuerza la cinta, necesitándolo sobre mí. De arriba a abajo, quiero que esté
conectado conmigo, que me cubra.
―Te amo, Jagger Caldwell ―susurro contra sus labios―. Todo está
bien.
Él gruñe y me toma en un beso profundo, nuestras lenguas bailan
mientras mi necesidad crece.
Deslizando mis piernas debajo de él, me envuelvo alrededor de su
cintura. La mezclilla se frota contra mi carne expuesta, la rustica tela lleva
mi piel a la vida. Cada movimiento me tiene sin sentido y más que lista.
Él quita la cinta de su cuello y se pone de nuevo de pie. Mis piernas se
deslizan hacia abajo hasta detrás de sus muslos mientras está de pie sobre
mí, quitándose la camisa y deslizándose fuera de sus vaqueros, liberándose
a sí mismo.
Estirándose, ata mis manos con la cinta sin apretar, diciéndome que
puedo liberarme si quiero. Luego empuja las manos sobre mi cabeza.
―Mantenlas allí. Ojos en mí ―demanda, y estoy más que dispuesta a
obedecer.
Sus dedos me hacen cosquillas en la parte inferior de mis brazos
mientras se arrastran por mis costados, con los pulgares haciendo círculos
en mis pezones antes de que sus manos vaguen por mis costillas. Sus ojos
nunca dejan los míos, y la profundidad en ellos sólo se hace más grande y
más oscura cuanto más me toca.
Le sonrío.
―Buen toque.
Después de tirar del condón por su impresionante longitud, cruza mis
tobillos y los descansa sobre la curva de su trasero. Después, pasa un dedo
por mis labios, deslizando mi propia humedad y necesidad sobre mí.
Lenta y suavemente, se desliza dentro de mí, y me arqueo, buscando
más, necesitando más, pero sus manos aprietan mis muslos, deteniéndome.
Él está de pie alto y orgulloso, mientras me meneo, tratando de obtener una
mayor fricción. Sonríe, lo que sólo me pone más caliente de necesidad.
―Más duro, Jagger. ―Lo necesito. Tengo que sentirlo. Quiero saber
con cada paso que tome, que él ha estado allí… Que es mío.
Aún lento y suavemente, se desliza hacia fuera y dentro, permaneciendo
quieto dentro de mí. Sus ojos nunca dejando los míos.
Sacudo mi cabeza mientras trato de luchar por más.
―Ojos en mí, Totty.
Hago lo que me dice. Hay algo erótico en mirar fijamente los ojos del
hombre que amo mientras se une conmigo desde el interior. También me
hace sentir vulnerable. En este momento, puede ver a través de mí.
Me tomo un momento mientras él está como una estatua, mirándome,
esperando algo. Busco sus ojos, las profundidades oscuras, tratando de ir a
donde me llevan. Mientras muevo la mirada momentáneamente al casco de
caballero tatuado en su pecho, luego de vuelta a la suya, no se mueve. Mi
cuerpo está lleno, deliciosamente completo mientras contraigo mis paredes
interiores a su alrededor, y sólo se me queda mirando.
Es entonces cuando veo al hombre. Es más que el caballero que me
salvó. Es más que el hermano que quiere con fiereza. Es más que el
boxeador que entrena y se gana la vida entrenando. Es Jagger Caldwell. Es
el legado de bien en mi mundo de mal.
Es mío.
Cuando me muerdo el labio inferior y giro los extremos de la cinta en
mis dedos, él asiente como si supiera que lo he entendiendo. Entonces
aprieto mis talones en su espalda, tratando de hacer que se mueva, y se ríe.
―Te amo, Jagger Caldwell.
Él se desliza hacia afuera, y mi cuerpo se llena de vida, mientras
lentamente se desliza de nuevo.
―Te amo, Tatiana Rand.
―Mío ―susurro, golpeando suavemente su trasero con mi talón de
nuevo.
Su sonrisa es la más grande que he visto y lo llevo a casa. Ojo con ojo,
sin moverse de mi mirada, lo desliza dentro y fuera de mí. El ritmo es más
rápido mientras gira sus caderas, por lo que golpea en un lugar dentro de mí
que me tiene cerrando los ojos. Veo las emociones compartidas entre
nosotros crecer aún más.
Tiro de la cinta, la cinta que lo empezó todo. Esta fue mi primera
conexión con Jagger Caldwell, y ahora tengo al hombre mismo para
siempre.
―Más duro ―pido, y me lo da, moliéndose. Siento sus bolas
palmeándome a medida que avanza profundamente.
Las emociones, la vulnerabilidad, los ruidos, la sensación de tenerlo
dentro de mí, y el conocimiento de que me lo da lo bueno en todos los
aspectos de mi vida tiene hinchándose a mi corazón y a mi orgasmo.
Sus dedos se deslizan por mis muslos, separando mis labios mientras su
pulgar gira alrededor de mi clítoris. Mi eclipse se precipita a través de mí, y
me abrazo alrededor de él como una enredadera. Él mantiene su ritmo hasta
que es constante, y luego se desliza dentro y fuera una vez más antes de ir
muy dentro de mí, gimiendo con su propia liberación.
Después, se inclina hacia abajo y me besa suavemente.
―Te amo, Totty.
Trato de recuperar el aliento, pero con todas las sensaciones, sólo puedo
encontrar la energía para mover la cabeza.
Él sonríe y sale de mí.
Mientras va al baño a limpiarse, voy al armario para vestirme. Es mi
primera cita. Una chica debe asegurarse de vestirse bien, pienso con
entusiasmo a medida que avanzo por los trajes colgados.
Después de encontrar el vestido que combina con mi cinta, salgo del
armario para encontrar a Jagger mirándome. Sus manos están en sus
caderas y tiene una sonrisa en los labios.
―El verde nunca se vio tan bien, nena.
―¿Es tu color favorito?
―Ahora lo es.
―Entonces ¿por qué siempre una cinta verde? ―pregunto, ahora
curiosa. Siempre supuse que era su color favorito.
―Mamá tenía VPH, y ese es el color de la cinta de la conciencia.
Quería un pequeño pedazo de mamá en ti.
Sin detenerme, corro y salto a sus brazos. Él me dio un pedazo de la
mujer que le dio todo antes de que siquiera supiera lo que me estaba dando.
Lo beso con pasión, deseando más.
―Un hombre tiene que comer, nena. Te amo, pero ambos tenemos que
ir a cenar.
―Serás mi postre, sin embargo, ¿verdad? ―pregunto con un guiño.
―Y tú serás el mío ―gruñe, besándome de nuevo.
***
El bar está callado a medida que entramos. Miro hacia arriba y veo una
barandilla alrededor del perímetro, entonces veo las escaleras que conducen
hacia arriba y me pregunto a dónde van. El resto del espacio se ve como
cualquier otro bar que haya visto en la televisión, excepto que Hendrix tiene
una puerta de garaje que se abre, y ya que el clima es agradable, así está
esta noche, por lo que parece llamar más la atención de la calle.
Jagger tira suavemente de mi mano después de que vamos dentro y nos
sentamos en una mesa del bar. Jagger y yo hacemos nuestros pedidos de
costilla a la camarera. Creo que su nombre es Sally.
Un hombre en la barra se vuelve en su taburete y ve a Jagger.
Levantando su copa hacia nosotros, la lleva a sus labios y bebe.
―Y otro que muerde el polvo.
―Jared, deja de hacer eso. Sabes que las mujeres Caldwell hacen todo
mejor por aquí, Tatiana incluida. ―Hailey le sonríe al hombre.
―Por supuesto que espero que ella pueda decir una broma mejor que tú.
Miro a Jagger y luego a Hailey, confundida.
Jagger se ríe.
―Ese es Jared. Es uno de los habituales.
―Oye, es de la familia ―dice Hailey.
―Tiene toda la razón en que lo soy. Soy como el guapo. Reciben
miradas gracias a mí ―dice Jared, sonriendo.
―Jarras de cerveza de nuevo esta noche, ¿eh, Jared? ―se burla Jagger.
Jared ríe.
―¿Ves? Él es uno de los divertidos. Hailey aquí necesita ayuda.
―Jared fue el oficiante de ambas bodas de mis hermanos. Por lo
general sólo le gusta la gente que puede contar una buena broma, pero
Hailey no puede contar chistes ni para salvar su vida, y de alguna manera,
todavía se lo ganó.
―¿Hiciste una presentación en las bodas de sus dos hermanos?
―pregunto en un susurro, Jared me observa.
Él levanta su copa de nuevo.
―No lo golpees hasta que lo intentes. Te puedo dar la mejor maldita
ceremonia de tu vida.
―Pues bien, teniendo en cuenta que sólo tengo la intención de hacerlo
una vez, tendría que ser la mejor, ¿no es así? ―le responde Jagger.
Jared me mira y me da un guiño.
―¿Ves? Su mamá lo crió bien. ―Se vuelve de nuevo a Hailey y
termina su bebida.
―Sí que lo hizo ―digo, sonriéndole a Jagger.
Comemos y pasamos el rato por un tiempo, y cuando llega el final de la
noche, Jagger y yo ayudamos a limpiar y cerrar. Jagger saca la basura
cuando salimos, y al levantar la bolsa, algo corta su dedo. Él mira su mano,
y la tomo en la mía mientras el pensamiento sobre lo que dijo de tomar mi
virginidad me golpea.
―Jagger ―le digo, mirándolo con cuidado―. Puede que no tenga tu
sangre, pero tengo tu corazón.
―Sí, Totty, es verdad. ―Él sonríe.
Lamo su dedo. El sabor del cobre no es bueno, pero ciertamente no es
tan malo como pensé que sería.
―Ahora tengo ambos.
―Me pones duro ―afirma, y miro su pantalón.
―Entonces llévame a casa, y hagamos algo al respecto. ―Le hago un
guiño, mordiendo la punta se su dedo antes de soltarlo.
Tira de la cinta verde de mi cabello.
―Fuiste malditamente hecha para mí.
25
Jagger
Entreno al chico que llamo Buck, un hijo de puta alto y desgarbado.
Parte de la clientela femenina parece pensar que es bien parecido. No tengo
idea de lo que las mujeres piensan que es atractivo, realmente me importa
una mierda, también. Tengo a mi chica. Buck es joven y piensa que lo sabe
todo. También está lleno de algo que pocos podrían entender a menos que
hayan estado allí.
Venganza.
No tengo que preguntarle cómo se crió. Sé que probablemente hubo una
sensación de ausencia de control en su entorno. Su padre o madre se
apoderaron de todo el poder y se aprovecharon de los más débiles en el
hogar.
Cuando lo corrijo, parece enojarse. Necesita estar bien porque nunca
antes lo estuvo. Podría seguir veinte rondas con él, y no se daría por
vencido. Se enfada cuando le demuestro que soy más fuerte, pero si no lo
hago, va a terminar muerto.
Aparece a las 7:59 de la mañana sin falta. Necesita la estructura, así que
se la estoy dando. Tiene que golpear algo, despejar la mente, sacar su ira y
agredir algo. Es rápido y fuerte, y tan lleno de ira.
Soy yo sin las partes buenas que aprendí de mamá.
Veo a Totty caminar por el rabillo del ojo. Tiene una clase de diez
mujeres, la mayoría son del Nido. No pagan membresía porque ella no
necesita el dinero. Bueno, todavía no, de todos modos. Mi chica puede tener
un poco de dinero. El dinero no significa nada para ella, pero si dejas una
toalla en el suelo, y está en modo sigiloso, se va contra ti como la mierda.
Me río de mí mismo, y luego me golpean duro con la derecha.
¡Cabrón!
Barro sus piernas, y él cae. Luego se levanta, con los ojos enrojecidos y
enojado.
―Ve a hacer unas escaleras, Buck ―digo, alejándome.
―¿Porque te atrapé? ―se burla de mí.
―No, porque acabaste sobre tu trasero cuando pensabas que estaba bien
golpearme. Ve a las putas escaleras.
―Pero… ―se queja.
Tiro hacia arriba de la cuerda y subo.
―Pero nada. Escaleras. ―Apunto a la máquina.
Él no se mueve, con la mandíbula apretada.
―Ahora.
Entrecierra los ojos y se toma su propia hora para quitarse los guantes.
Cabeza de mierda.
Miro a la pequeña enseñando la misma mierda de siempre, una y otra
vez. Tiene corazón. Tiene tracción. Cree que llegará a ser instintiva usando
sus movimientos si alguna vez la atacan. Estoy seguro como el infierno de
que eso espero.
En mi experiencia, o apuntas a herir o a matar, o recibes un golpe. Pero
soy hombre. Estoy orgulloso de lo que está haciendo, en lo que se está
convirtiendo, y cuanto más entrenamos juntos, más capto sus reacciones. Es
cada vez más fuerte por dentro y por fuera. Tiene pequeños músculos y esas
cosas, es caliente.
Kid se acerca y me da una botella de agua.
―Los chicos de Cobra están graznando en la calle, te llaman gatito.
―Eso es porque quiere a mi chica y piensa que lo conseguirá si pierdo.
La estúpida mierda no tiene ni idea… ―tomo un trago―, que es tan mía
como yo de ella, no tiene idea de que va a perder. Estoy en mejor forma y
más fuerte que nunca.
―Creo que se lo debemos al joven Buck. ―Sonríe.
Sonrío de vuelta.
―Tal vez.
―Hay una gran cantidad de dinero que hay que ganar. Muchos de los
grandes compradores desean participar en la acción. ―Sigo viendo a Totty
mientras habla―. No puedes ocultarte tras el cinturón, hombre. ¿Dónde
está el deporte en eso?
Se aleja, y me deja solo.
Tiene razón. ¿Dónde está el deporte en eso? No sólo eso, sino que
quiero otra pieza del hijo de puta que pensaba que con tomar una vida se
ganaría la admiración de alguien que es mía. Es hora de que el hijo de puta
se dé cuenta de ello.
Me acerco mientras Kid sostiene la bolsa para otro de nuestros nuevos
chicos. Me mira.
―Arréglalo ―le digo y luego me uno a Buck en las máquinas de correr
para quemar algo de mi propia rabia de mierda.
***
Tiempo de juego. Noche de pelea. Después de una semana de empujar
los límites y entrenar más duro que nunca antes, el momento está aquí.
Suena la campana, trayéndome a la vida. Tengo a mis hermanos y a mi
chica observándome, y tengo un oponente que cree que tiene algo que
demostrar, algo que quiere tener de mí, algo que no puede putamente tener:
a Tatiana Rand.
Miro cómo abiertamente la ve entrar, y eso es lo que lo hace caer sobre
el trasero en un golpe.
Lo sujeto, y luego lo golpeó de nuevo.
―Ella es mía. ¿Lo tienes?
―¡Tomaste a mi chica cuando perdí los estribos una puta vez! Tomaste
a la chica que amaba. Ahora voy a tomar al ratón y verás cómo se siente.
―¡Ninguna mujer merece ser golpeada! Yo no te la quité, mierda
estúpida. Tienes que dejar ir esa mierda. ―Lo golpeo otra vez―. Ella vino
a mí. Esa mierda terminó hace mucho tiempo. Mi chica no es un juego.
―Aterrizo dos golpes más en él y veo su labio abrirse.
Él me empuja. Podría haberlo detenido, pero el hijo de puta quiere jugar
al gato y el ratón. Le mostraré un par de cosas.
―Tomaste a la chica que podría haber amado, que optó por amar a un
bastardo mujeriego como tú. Me hubiera amado si no te hubieras metido
con lo que era mío.
Lo golpeo de nuevo. Esta vez se levanta. Perfecto. Doy un salto,
también, haciéndole señas con las dos manos. Él no está mirando hacia mí,
sin embargo. Está mirando más allá de mí.
―Ojos en el campeón ―digo para provocarlo, queriendo una puta pelea
que sea realmente entretenida.
―Tomaste a dos mujeres y mi título cuando fui el que protegió al ratón,
no tú…
Vuelo hacia él y lo golpeo: izquierda, derecha, y un gancho. Cae hacia
atrás y golpea el suelo con fuerza. Entonces me da una sonrisa, y lo veo
mirar más allá de mí otra vez.
Veo hacia atrás para encontrar que está observando a Tatiana. Me
vuelvo, listo para atacar, pero atrapa mi mano.
―Ella nunca amará a alguien como tú. Está enferma de ti. ―Pongo la
verdad ahí para él.
Cuando miro hacia atrás, ella no está ni siquiera viendo, así que dejo la
pelea y camino hacia ella. El árbitro empieza a hablar mierda, pero no me
importa.
―Dime que estás de acuerdo con esto, con que peleé ―le suplico.
Ella mira hacia abajo.
―¡Dímelo, maldita sea! ―Levanto su barbilla, viendo las lágrimas de
inmediato comenzar a fluir. Estoy demasiado intoxicado con el bullicio y
tengo que recordar que debo utilizar el control.
La beso duro.
―Te amo, pequeña. Siempre lo haré. Dime que esto no está bien, y lo
dejaré.
Ella no contesta.
No puedo soportarlo. Necesito saberlo. Joder, la necesito.
Entonces se vuelve claro… La necesito, sólo a ella.
Mientras la tiro contra mí y la beso de nuevo, ella no lucha contra los
besos, pero seguro como la mierda no me responde ni me da esa mirada de
ella.
Suena la campana y el árbitro comienza realmente con su mierda.
La tiro hacia mí y la beso de nuevo, y luego me vuelvo a Kid.
―Dame mi cinturón.
Me mira divertido, pero me lo entrega.
Entro en el ring y lo tiro a los pies de Cobra.
―Como la mierda no vale la pena.
―¡Tú puto cobarde, Caldwell! ―grita.
Escucho a Totty gritar “¡No!” justo antes de que sienta un golpe duro al
lado de mi cabeza desde atrás.
Me tambalea con fuerza. Caigo de rodillas, y él está sobre mí.
El hijo de puta es implacable. Está gruñendo, casi echando espuma por
la boca, y al principio que me condenen si lanzo un puñetazo. El golpe va a
mis costillas, entonces a mi cabeza, luego a mis costillas de nuevo. El dolor
irradia, pero eso no es lo que siento. Siento la necesidad, una necesidad
cruda, pura por la mujer que amo. Me machaca. Entonces no puedo
aguantar más.
Cavo profundo, planto mis pies, me lo quito de encima, y me paro.
Cuando se levanta y viene hacia mí otra vez, barro sus pies, y lo hago caer.
Cae con fuerza y está fuera de combate.
Estoy tomando mi mierda cuando el árbitro se acerca con el cinturón.
―Esto es tuyo, Caldwell.
―No, hombre, es suyo. Puede quedarse con la maldita cosa. No lo
necesito. ―Miro a mis hermanos y a Tatiana―. Hay algunas cosas más
importantes que una buena victoria, una es la familia.
Agarro la mano de Tatiana y le doy un suave apretón, y ella aprieta mi
mano a cambio. Aceptación.
26
Tatiana
No me di cuenta de cuánto realmente me molestaban las peleas hasta
que Jagger estuvo allí con Cobra, quien no estaba peleando. Ver a Jagger
golpearlo mientras Cobra lo tomaba… sólo lo tomaba.
Sé que Cobra hizo cosas malas. Me lo dijo él mismo. La gente puede
cambiar, sin embargo, ¿verdad?
Quiero creer en el bien. Jagger me dio eso. Cobra fue agradable
conmigo. Puede haber cometido errores con su ex, y eso, obviamente, le
costó, pero pagó su precio.
¿Realmente habría cambiado, sin embargo? ¿Era parte de un juego para
él con Jagger? La forma en que llegó a él después de que Jagger le quitó el
título estaba muy lejos de ser el hombre burlón tomando la oportunidad en
la primera ronda. Todo es tan confuso.
Estando allí entendí que no puedo hacerlo. No puedo verlo golpear a
alguien por deporte.
¿Es un error, desear que renuncie? ¿Debería haber dicho algo?
¿Sentirá la rabia y la necesidad de tomarlo contra mí?
Las estadísticas muestran que las mujeres que tienen un pasado de
abuso buscan eso en sus compañeros. ¿Hice eso y no me di cuenta de ello?
Tengo una familia ahora, por primera vez en la historia, sin embargo, el
temor me tiene. ¿Qué pasa si las cosas salen mal? Perdería a Jagger, a
Hailey, y a Livi. Perdería a todo el mundo que ha llegado a preocuparse por
mí.
Muevo los dedos de mis pies, el tejido blando de las zapatillas me
recuerda que puedo caminar libremente alrededor de nuestra casa en mis
tesoros. No tengo que esconderme de Jagger.
Él viene a abrir el gimnasio, y me tenso.
―¿Totty?―cuestiona, sabiendo que por lo general le daré un saludo.
Mis hombros se tensan, y mis ojos se amplían con pánico mientras me
pasa. En cuclillas donde estoy sentada en el sofá ahora cubierto de
antideslizante, me mira, y me empuja hacia la parte de atrás del sofá,
queriendo espacio.
―Háblame.
Niego, tratando de recuperarme.
―Totty, tiene que haber comunicación. Algo te tiene molesta. ―Se
estira para tocar mi cara, pero me muevo hacia atrás.
―Tengo miedo ―le susurro.
Él salta hacia atrás como si lo hubiera agredido.
―¿De mí? ―Empuja su pulgar en su pecho mientras se pone de pie y
pone la espalda contra la pared.
Asiento.
―¿Estás putamente bromeando? ¿Qué diablos pasó desde que dejé
nuestra cama esta mañana, contigo suave y quejándote de que me quedara,
y ahora?
No hablo mientras las lágrimas brotan de mis ojos.
―¿Alguna vez te ha dado nada excepto buen toque?
Niego.
―¿Te he dado alguna razón para poner en duda el hombre que soy, el
hombre que me criaron para ser?
Niego una vez más, las lágrimas corren por mi cara.
―No llores ―susurra―. No llores cuando siento como que no puedo
tocarte.
―Peleas con gente. ―Me ahogo con las palabras.
―Peleaba contra gente ―afirma―. Pasado. No lo haré más.
―¿Qué pasaría si…? ―Dejo caer la cabeza entre mis manos―. ¿Qué
pasa si tú, como, que lo necesitas?
Él se acerca y se pone de rodillas delante de mí.
―Totty ―dice en voz baja―. Mírame por favor.
Como una niña, separo mis dedos y me asomo hacia él.
Con ternura, toma mis muñecas y tira de mis manos de mi cara.
―Eres todo lo que necesito. Tú, Tatiana. Las peleas me dieron un
escape cuando era un niño, un escape de un viejo que desquitaba toda su
frustración en mi mamá. No podía hacer mierda en ese entonces, así que
hice lo que pude. Entrené. Entrené, y peleé para un día, no tener que ver con
impotencia como cuando era pequeño, mientras que un hombre descargaba
su agresión con una mujer.
Extendiendo la mano, paso el pulgar a lo largo de su mandíbula
cincelada.
―Bien.
―Siempre será bueno contigo, Totty. No me temas. No tengas miedo de
estar conmigo.
Suspiro y muevo los dedos de los pies contra las zapatillas que me han
dado comodidad durante tanto tiempo.
―Lo siento. Estaba pensando demasiado y me dejé llevar.
―No es fácil viniendo de donde venimos los dos. Podemos romper el
ciclo, sin embargo. Juntos, podemos llegar a ser mejores que en el pasado.
Cree en mí y cree en nosotros.
Tomando su rostro en mis manos, tiro de él hacia mí y lo beso
suavemente.
―No me temas. Nunca ―suplica.
―Todo está bien ―susurro contra sus labios y lo beso profundamente.
Brazos firmes se envuelven a mi alrededor, y me lleva a nuestra
habitación, donde me muestra lo mucho que me valora. Con cada
movimiento lento, me lo da bien.
***
Dos semanas más tarde, doy un paso atrás y admiro la cocina gris y
verde. Hailey y Livi me ayudaron a elegir los colores, mientras los chicos
quitaron el papel tapiz y prepararon la pintura de las paredes. Hailey ha
pasado todo su tiempo libre aquí ayudándome, mientras Marisa estaba en
preescolar. Livi ha hecho lo que ha podido sin oler los gases de la pintura.
Con paciencia, Jagger y yo pintamos con el galón que escogí. Mirándolo
ahora, me sorprende.
Livi sonríe y ríe.
―¿Por qué verde? Sólo por curiosidad ―pregunta Hailey mientras mira
la cinta en mi muñeca.
―La primera cinta que Jagger me dio fue verde. ―Juego con la tela―.
La usaba como cordones de zapatos. O atada en mi cinturón. La llevo en mi
cabello, en la muñeca, en el tobillo, siempre en alguna parte. Cada día desde
el momento en que me la dio, ha estado conmigo.
―Jagger nunca me dijo que su color favorito es el verde ―dice Livi.
―Mamá Caldwell ―digo simplemente, y ella me ve―. La conciencia
HPV. Me dio un pedazo de su madre. ―Sonrío con orgullo.
Las lágrimas llenan los ojos de Livi.
―Oh, las hormonas. ―Resopla y frota su muy grande vientre.
Hailey mira hacia mí y después a ella.
―Estoy pensando en que una guardería verde podría ser agradable.
Livi aplaude con entusiasmo.
―Eso es perfecto. Todos podemos tener una habitación verde en
nuestras casas por mamá Caldwell.
Les sonrío a las dos, y mirando hacia el techo, susurro:
―Legado.
La excitación femenina está corriendo en el aire cuando los chicos
vienen a ver el cuarto acabado.
Hendrix le da una mirada a Livi y se ríe.
―Hormonas locas ―dice, envolviendo sus brazos alrededor de su
esposa.
―Lo sabes. ―Ella sonríe, y el amor la consume.
Hailey ve a Morrison mientras camina hacia ella.
―¿Qué está pasando detrás de esos ojos? ―le pregunta él.
―Necesitamos una habitación verde ―deja escapar ella.
―Pequeña mamá, haría una película contigo en cualquier momento,
pero no necesitamos una habitación verde para eso. ―Ella golpea su pecho
juguetonamente y apunta al verde en mis paredes―. Oh, demonios, ¿sabes
cuánto tiempo pasó mi hermano grabando esas líneas? Cada vez que no
estaban niveladas, las quitaba y empezaba de nuevo.
―Verde, Morrison, quiero que el tono sea verde.
Livi se vuelve a Hendrix
―Elegí el color del cuarto del bebé finalmente.
Los hermanos Caldwell me miran, todos moviendo la cabeza. Jagger se
encuentra al lado de sus hermanos.
―Tatiana, ¿por qué verde? ―pregunta Hendrix.
Alzo mi muñeca con orgullo con la cinta, y Jagger me toma de mis pies
para levantarme a la encimera mientras me besa profundamente, sin
preocuparse de quién está en la habitación. Cuando se retira, me muerdo el
labio inferior mientras se pone entre mis piernas.
―Legado ―le susurro, nuestras frentes descansan una sobre otra.
En nuestro momento, las mujeres Caldwell comparten con sus hombres
la historia de la cinta y el significado del verde.
―Maldita sea, bebé Caldwell. Nos superaste a todos, hermanito ―dice
Morrison, besando la sien de Hailey.
―No, no los superé, simplemente lo hago. Le hicimos una promesa a
mamá, pero creo que mamá nos vigila. Nos dio lo que necesitábamos para
mantenerla con nosotros, a pesar de que se fue. Cada una de nuestras
mujeres son un poco mamá.
Las lágrimas llenan mis ojos mientras Hailey se limpia las propias.
―¡Las hormonas! ―grita Livi antes de sollozar contra Hendrix.
―Mierda ―se queja Hendrix―. Me matas con tus lágrimas.
―Lo hiciste bien, bebé Caldwell. Llevaré a mi mujer a casa y le haré
pasar su buen momento. ―Morrison le pega a Jagger en la parte posterior
mientras Hailey jadea.
Se van con Hendrix y Livi siguiéndolos.
Estoy sola con mi hombre en nuestra casa, un lugar que, poco a poco a
poco, se está convirtiendo cada vez más en una verdadera casa día a día.
Muevo los dedos de mis pies en las zapatillas mientras Jagger me deja
en el mostrador.
―¿Estás feliz, pequeña?
Asiento.
―¿Cuántas cosas buscaste hoy? ―bromea. Pude haber pasado un poco
más de mi tiempo en la computadora últimamente, pero todo era con
nuestra casa en mente.
―Bien…―Me muerdo el labio inferior.
―Totty, nos pusimos de acuerdo para ahorrar tu dinero. Podrías ir a la
escuela si lo desearas. Además, le dimos a la señora Simmons dinero para
conseguir sus papeles y actualizar su apartamento. El gimnasio va bien,
pero tengo que dividirlo con Kid, y no voy a pelear más.
El pánico me golpea
―¿Te arrepientes? ―Mi mente se pregunta si seré suficiente para
reemplazar a lo que renunció.
―¿Por no pelear más?
Asiento.
―Diablos, no. Me encanta tener todo mi tiempo para ti y poder hacer
algo más además del gimnasio. No necesito ese escape ya. No necesito
bloquear mi vida. Contigo, quiero estar aquí, viviendo cada momento, no
tratando de escapar de él.
―Pero ¿y el dinero?
―Estamos bien. Bueno, a menos que tengas algún nuevo proyecto loco
del que no sepa, estamos bien.
Soy muy mala en eso. Hay un proyecto. ¿Cómo simplemente parece
leerme?
―Tatiana, ¿qué hiciste? ― Sus ojos tienen curiosidad.
―No costó mucho.
Él mira alrededor de la casa, y sé que no ve nada fuera de lugar.
Re-hicimos la habitación principal para que no recuerde a Shaw a cada
paso. Es una mezcla perfecta de la dureza de Jagger y mi feminidad. Su
masculinidad está presente en el suelo de madera oscura y en las paredes
grises, pero la ropa de cama es toda nueva en rojo vibrante contra nuestros
muebles negros.
Lo llevo de la mano, a la habitación de invitados. Le dije que lo haría al
final, cuando, en realidad, quería darle una sorpresa.
Las paredes están pintadas ahora de un azul egipcio. La cama
matrimonial que estaba aquí se movió a nuestra habitación y fue
reemplazada con un pintoresco sofá-cama. El hierro forjado se destaca muy
bien contra las paredes azules. La almohada en la cama es mi primer
proyecto de costura completo; rellené sus shorts de la pelea final. No es la
cosa más suave, pero como dice Livi, es un tema de conversación.
Jagger camina detrás de mí y mira fijamente mientras ve la pared sobre
la cómoda.
―Mamá y Shaw.
Enmarqué una foto de su madre y de sus chicos al lado de su cinturón
de campeón y la otra es una imagen de Shaw con él cuando empezó su
entrenamiento. El cinturón fue un poco difícil de enmarcar, pero Kid me
ayudó. Usando un sitio web, pedí calcomanías para que la pared dijera Mi
Campeón. Puse las mayores fotos con la declaración debajo Siempre el
bien. Al lado de la cómoda, coloqué un estante y cubrí el viejo edredón de
Shaw con él. Jagger me dijo que la esposa de Shaw hizo esto para ellos
hace muchos años. Fue un regalo para él en su aniversario cuarenta y cinco
de boda antes de morir. Es un verdadero tesoro. Sólo puedo esperar que
tengamos muchos más años juntos.
A medida que va dentro de la habitación y mira la pared junto a la
puerta, halla fotos enmarcadas de cada uno de sus hermanos con sus
familias: Hendrix con su brazo alrededor de Livi, que está mirando hacia
abajo felizmente a Floyd, su perro; Morrison y Hailey sostienen a Marisa
entre ellos; Kid y Jagger juntos en el gimnasio; y una cándida foto que Livi
tomó de los dos cuando empezamos la remodelación y los dos estábamos
mirando hacia abajo la primera pieza de papel tapiz.
―¿Qué es esto? ―pregunta, viendo alrededor de la habitación antes de
darme su mirada.
―Tú me das bien, Jagger. Más que eso, se lo das a los demás. Has
estado allí para tus hermanos, tu madre, Shaw, Kid, y yo. Eres el bien,
Jagger. Eres su legado y mucho más. Quería que lo vieras y nunca lo
olvidaras.
Él no habla. Se vuelve y me besa, y mi corazón se hincha.
Siempre me está dando más bien del que había imaginado posible.
27
Jagger
Entro en el bar, donde Totty no me está esperando todavía. Me gusta así.
Me gusta sorprender a mi presa de vez en cuando.
Ella y las chicas se han vuelto cercanas, y le gusta ayudar los viernes,
preparando a la multitud de la cena. Con la mejor costilla en la ciudad, el
lugar siempre termina pared a pared.
Entro, viéndola reír y hablar con Jared. Lleva la camiseta y los vaqueros
de una Caldwell. Su cabello está tirado hacia atrás con mi cinta verde, sí,
toda mía. Le sonríe a Jared, el hijo de puta está radiante, y sé que no está
jodido todavía. Apenas son las cuatro.
Me deslizo en el asiento de al lado.
Ella sonríe y se lame los labios.
―Hola, ahí. ― Se inclina hacia delante, y me da un beso.
―Un hombre debe casarse con una mujer a la que cree que puede besar
así en…
Lo pateo debajo de la barra.
―¿Qué demonios?
Hago un ceño hacia él, después miro hacia Totty.
―¿Crees que me puedas dar un minuto?
―Por supuesto. Enseguida vuelvo, tengo que conseguir que una de las
chicas me cubra.
―Tus hermanas, Totty ―la interrumpo.
Ella sonríe ―malditamente sonríe― y asiente.
―Vuelvo enseguida.
Jared me mira, su nuevo proyecto.
―Estoy disponible.
Me pongo de pie y le doy palmaditas en la espalda.
―No eres mi tipo.
―Listillo. ―Le oigo decir mientras camino hacia la puerta que conduce
a la barra―. Sabes a lo que me refiero.
Totty sale de detrás de la barra, y tomo su mano. Entonces la llevo a las
escaleras y de regreso a la única habitación que queda del antiguo
apartamento donde nos criaron.
Me siento en la vieja mecedora de mamá y pego en mi regazo.
―Ven aquí, Totty.
Ella me mira con un poco de confusión en sus ojos cuando se sienta.
―Este es el apartamento en el que me crié ―le explico―. Hendrix lo
destrozó cuando pateó a mi viejo a la acera, sin embargo, mantuvo esta
habitación en la esquina trasera. Aquí es donde ella venía a esconderse
cuando el anciano llegaba a casa borracho.
―Lo siento mucho ―dice, abrazándome.
―La mierda pasa, Tatiana. La felicidad debe ser un derecho de
nacimiento, pero no siempre lo es. Algunos de nosotros recibimos un golpe
tras otro y nos las arreglamos para permanecer fuera de la tierra. Ambas
madres, la tuya y la mía, nos dieron vida y nos protegieron lo mejor que
pudieron. Después de ver estas fotos de ti de bebé sostenida por una mujer
que sonríe mientras lo hace, no tengo ninguna duda de que eras la única luz
en su vida, igual que yo y mis hermanos en la de mamá.
―¿Eso crees?
―No hay duda en mi mente.
―Te amo.
Beso el lado de su cabeza.
―Y me encanta oírte decir eso. Más que eso, me encanta decírtelo. Te
amo malditamente demasiado, pequeña. Han pasado más de siete meses
desde que te vi en una esquina, preparándote para el siguiente golpe.
Durante siete meses, he tenido necesidad de protegerte. Sólo que me tomó
un poco de tiempo darme cuenta de que era más que eso. No sólo quiero
protegerte, también quiero ser un hombre mejor para ti, un hombre honesto,
tu hombre.
―Lo eres. Eres tan bueno, Jagger, muy, muy bueno. ―Sus brazos se
aprietan alrededor de mí―. Lo sé, contigo en mi vida, nunca seré esa chica
acurrucada en la esquina de nuevo. Ahora sé que mi vida vale pelear.
―Puedes apostar tu trasero que sí. ―Levanto su barbilla y la beso, mi
lengua lentamente acariciando la suya, acariciando cada parte de ella,
saboreándola. Podría perderme fácilmente en esto, tomar más, darle más,
pero en este momento, quiero darle todo, no sólo más.
Tiro hacia atrás antes de estar demasiado sobre el borde. Con ella, a
menudo es muy difícil dar marcha atrás.
―Tú y yo, no fuimos dotados con el derecho a ser felices desde el
nacimiento. Ambos tuvimos que pelear. Tu lucha fue mantenerte con vida,
escondida en la esquina. Mi pelea fue de la esquina, liberando la rabia que
estaba dentro de mí con el fin de sobrevivir. Dos peleas diferentes, dos
esquinas separadas. El resultado es el mismo, sin embargo, Totty. Mi Totty,
tú y yo estamos juntos en esto. No estamos solos ya. Estoy en tu esquina, y
tú estás en la mía. Por otra parte, peleamos por nuestra felicidad, pero
pequeña, nuestras peleas han terminado.
Cavo en el bolsillo para encontrar la pequeña cinta y la saco,
manteniéndola en el puño de mi mano.
―Soy mejor gracias a ti. Seguiré siéndolo y queriendo ser mejor gracias
a ti. Te prometo que nunca te tendrás que ocultar en una esquina sola,
luchando por sobrevivir. Yo estaré a tu lado por el resto de tu vida si estás
en la mía.
―Sabes que lo haré. ―Ella mira hacia abajo, llevando la mano a la
cinta para el cabello.
Tiro suavemente de su cabello hacia atrás, así estamos de acuerdo.
―¿Me lo prometes, entonces?
―Por supuesto.
Sostengo la cinta. Es del mismo lugar que la primera que le di hace
muchos meses.
―Quiero darte esto. ―Dejo colgar la cinta en mi mano todavía cerrada.
Ella sonríe como si le estuviera dando la puta luna.
―Gracias. ―Tira de ella, y la suelto―. Oh Dios mío.
―¿Por el resto de nuestras vidas?
―¿Estás… estás…?
Tomo el anillo de diamantes y muevo la cabeza.
―Tatiana Rand, ¿me darás el honor y el privilegio de estar en tu
esquina para protegerte y amarte para siempre?
Su mano tapa su boca, las lágrimas comienzan a derramarse, y asiente.
―¿Lo harás, mi pequeña hermosa, te casarás conmigo?
―¿Hoy?
Me río.
―Si eso es lo que quieres.
―No puede ser lo suficientemente pronto. ¡Oh, Jagger, sí! ―Me
besa―. Sí, ¡sí, sí!
Me río mientras empujo el anillo en su pequeño dedo y luego la beso.
Ella se ríe también, y salta. Corta su respiración y se tapa la boca.
Después, las malditas lágrimas caen de nuevo mientras empieza a reír de
nuevo.
―¿Voy a ser una Caldwell?
No puedo evitar reírme de eso, también.
―Sí, Totty, lo serás.
Me abraza y mira hacia arriba.
―Voy a amarte tan fuerte cuando lleguemos a casa.
―Sé que lo harás ―gimo, agachándome a los labios de mi prometida.
Ella tira hacia atrás.
―Pero primero, tengo que decírselo. Tengo que decírselo a mis
hermanas que realmente seré parte de esta familia.
Está radiante, sonriente, y tan ansiosa de decírselos, que está a punto de
saltar fuera de su piel. Tiene ganas de correr por las escaleras. Siento un
ligero tinte de celos… Eh, nadie es putamente perfecto.
―Ve y díselos ―digo.
―Los dos. ―Agarra mi mano―. Lo haremos juntos.
―Perfecto. ―Sonrío antes de volverme más serio―. Después
saldremos de aquí para poder tener sexo duro en casa contigo.
―Un buen toque.
―Jodidamente buen toque, pequeña.
Ella gime y sonríe.
―Pasaría por todo ese infierno otra vez, todas esas veces en la esquina
sola y asustada, si supiera que terminaría contigo.
―Nadie te obligará a ir a una puta esquina de nuevo. No estás sola.
***
Durante las siguientes dos semanas, casi no la veo excepto cuando estoy
dentro de ella. Las cuatro: Livi Caldwell, Hailey Caldwell, Marisa
Caldwell, y Tatiana Rand… futura-Caldwell, pasan todos los días en ese
maldito ordenador, recorriendo internet buscando proyectos, mientras,
―sí― planean el día que la llame mía legalmente, no sólo mía en mi
corazón.
28
Tatiana
Realmente, nunca imaginé que mi vida podría pasar de no tener a nadie
a tener una familia, una verdadera familia.
¡Voy a ser una Caldwell! Seré parte de una familia, que quiero.
Nosotras, mis hermanas y yo, junto con mi futura sobrina, hemos pasado
horas y horas para encontrar las más lindas decoraciones, e incluso
accesorios de boda.
Mientras estoy guardando mi portátil después de otro momento de
diversión con las chicas, hay un golpe en la puerta. Espero que sea Livi
necesitando orinar. Sin embargo, la persona de pie delante de mí, no es
Olivia Caldwell.
―Jason ―digo mientras la sorpresa desaparece.
Él sonríe.
―Ratón.
Doy un paso hacia atrás por costumbre y me doy cuenta de que fue un
movimiento en falso cuando interpreta el gesto como su invitación a entrar
en nuestra casa, mi casa con Jagger.
―Sabes, fuimos amigos una vez ―comienza, y no estoy segura de si se
está refiriéndose a él y a mí o a él y Jagger. Trago―. Yo y Caldwell
―aclara―. Hace mucho tiempo, llegué a entrenar con Shaw, pero no estaba
en lo de subir y subir por quien era, así que me enviaron a volar. Su hombre
es grande en honestidad.
El miedo se acumula en mí.
―¿Por qué estás diciéndome eso? ¿Por qué estás aquí?
―Caldwell, es bueno. No me gusta ese hecho, pero lo es. Missy corrió
hacia él, corría directo a él cada puta vez.
―¿Qué quieres decir con todo el tiempo? ―Da un paso hacia mí y
mantengo mi mano arriba.
―Sacaba una rabia de mí. Ya sabes, como tu viejo. No paraba de
regañarme, no dejaba de presionarme. Me rompí. Me da vergüenza decir
que más de una vez. Ella corrió hacia él, pero siempre volvía. Lo hacíamos,
y luego me comparaba con él y yo me ponía en marcha otra vez. ¿A dónde
corría de nuevo? Directo a Caldwell. ¿Por qué no podía correr hacia mí?
¿Por qué no pudiste correr hacia mí?
―Eres mi amigo. Sólo somos amigos. No te veo de esa manera. ―Mi
voz se quiebra―. Me asustas, Jason.
Él da un paso atrás.
―¿Ves? Honestidad. No empujas los límites. Sabes lo que hice por ti.
Sabes cuál es mi redención. Te mantuve a salvo, no Caldwell.
Extiende la mano, y uso mi antebrazo para bloquearlo. Cambio mi peso
naturalmente, me preparo para defenderme.
―Pude perderlo todo. Todo por ti, y, sin embargo, corriste con él.
Arriesgué todo por ti.
Está tranquilo, demasiado tranquilo.
―No te pedí nada.
―Vi las marcas. Vi el interés que Jagger tenía en ti, siempre el salvador.
Pero fui yo esta vez, Ratón. Yo te salvé.
Niego. ¿Qué está diciendo? Esto no puede ser.
―Estaba borracho. Fue rápido, y fácil. Te salvé de tu futuro con él.
―¿Por qué debería dejar un pasado así por un futuro igual? ―le grito.
Ahora estoy enojada.
Sus ojos se amplían con mi declaración.
―Dijiste que perdías el control. Ya sea que lo hagas o no, eres
peligroso. ―Lucho por mantenerme fuerte. Él no me va a romper. No
importa qué tan asustada esté, no voy a encogerme en la esquina. Jagger me
dio eso.
―Lo soy ―susurra, y me preparo, detectando el cambio en él―. Ya
sabes lo que dicen… Eres el producto de tu crianza. Caldwell no es mejor
que yo. Claro, crecí con la cuchara de plata, mientras él creció en los barrios
pobres, pero estamos cortados por el mismo patrón: dos chicos jóvenes con
padres que querían hacernos hombres, que nos enseñaron lecciones en la
vida de un solo golpe a la vez. Jagger se romperá un día. ¿Entonces qué,
Ratón? Por lo menos conmigo, ya sabes lo que hay ―se burla y veo rojo.
La rabia me golpea en el intestino.
―¡Cómo te atreves! Jagger no se romperá. No es el hijo de su padre. Es
el legado de su madre. Cuida de mí y me ama. Moriría antes de traerme
tristeza o daño. Libraste al mundo de un monstruo, pero eso no me protege.
Estaba a punto de salir, de todos modos. Ten tu cabeza bien puesta, Cobra.
Deja de ver a quién golpear primero y simplemente aprende a controlar la
bestia dentro. No todo es una pelea. El amor no debe doler. Cuando
encuentres a la chica adecuada, te empujará, te empujará a ser mejor.
Él me mira, estudiándome.
―Hiciste mejor a Caldwell. Se dio por vencido en el circuito por ti.
Shaw no pudo conseguir que hiciera eso. Lo haces mejor. ¿Lo amas?
―Con cada gramo de mi ser. ―Me mantengo firme.
―Sé feliz pequeño Ratón. ―Con esas últimas palabras, se va.
Dejo escapar el aliento que estaba conteniendo, el alivio me llena
mientras cierro la puerta detrás de él. Por un momento, estuve preocupada
porque las cosas salieran mal.
―Estoy feliz ―le digo al aire a mi alrededor.
Sentada en el sofá, me fijo en todo lo que dijo. Las emociones
mezcladas toman el control. Él mató a mi padre. Eso está mal. Eso lo hace
peligroso.
Suspiro mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos. No debería
sentir la pérdida, ¿o sí? Él estaba aquí, en busca de agradecimiento. Se lo
agradecí, ¿no?
Así no debería ser la vida. No es cómo la amistad debe ser.
Es un ciclo: mi padre mata a mi madre, accidentalmente o no; mi
“amigo” mata a mi padre. ¿Quién va a matar a Cobra? Si no soluciona su
vida, algo malo va a pasar.
Mi padre murió por mi causa. La culpa me llena con ese pensamiento, y
no me gusta el sabor que deja en mi boca. No se merecía morir, ¿verdad?
¿Estoy agradecida de tener el escape, sin embargo? Sí.
Vuelvo en mi mente a la noche en que me fui. Él podía haberme matado
muchas veces a lo largo de los años. Un golpe más a la cabeza, una caída en
la dirección equivocada, las costillas movidas después de que me las
rompió, daños internos. Hubo tantas maneras a lo largo de los años que
podría haber terminado igual que mi madre. Sólo, que no lo hice. Golpe tras
otro, sobreviví, exactamente igual que Jagger.
Cobra sobrevivió a su infancia, también. Simplemente no puede ver que
tiene que ser el que cambie. No le puedo dar eso. Tiene que elegir romper el
ciclo. Yo lo elegí la noche en que dejé a mi padre. Elegí vivir libre de temor.
Elegí romper mi ciclo, y Cobra tiene que hacerlo por sí mismo.
Miro hacia arriba cuando hay un ruido en la puerta para encontrar a
Jagger, quien entra y limpio las lágrimas de mis ojos.
―¿Totty?
―Cobra estuvo aquí ―contesto sin pensar.
Jagger se precipita, cayendo de rodillas frente a mí.
―Voy a malditam…
―Nada, Jagger. No harás nada. Vino para asegurarse de que soy feliz.
Lo admitió, sin embargo. Sin andarse por las ramas, que hizo eso.
Jagger besa mi frente en respuesta.
―Lo hizo por mí ―digo solemnemente.
―¿Te tocó?
―Sí, pero lo bloqueé.
―Voy a maldita…―Salta hacia arriba, y estiro la mano para detenerlo.
―Así no. No, no, no. Trató de tocar mi cara, pero estaba en pánico
porque no lo esperaba, así que utilicé el antebrazo para bloquearlo como me
enseñaste. ―Sonrío con orgullo, y Jagger se relaja.
Le doy el resumen de lo que ocurrió con Cobra. Después, ambos nos
quedamos preguntándonos qué hacer.
―Tenemos que llamar a Johnny. Tenemos que decírselo ―dice Jagger
finalmente.
Sabiendo lo bueno-hasta-el-hueso de honesto que es, lo entiendo.
―Lo sé, pero Jagger, siento como si fuera mi culpa. Perderá cualquier
oportunidad de cambiar porque estaba tratando de una manera retorcida
hacer algo bueno.
―No hay nada bueno dentro de él.
―Tal vez no, pero lo intentó.
La cara de Jagger no oculta su frustración conmigo.
―Miras todo tan diferente.
―¿Es malo? ―pregunto.
―Sí. ―Niega―. No. ―Se ríe―. Me haces ver todo de manera
diferente.
―Necesito un cierre, Jagger.
Él me mira.
―Necesito saber que Johnny no seguirá presionando esto. Al final, se
cayó por las escaleras. Eso puede o no haber ocurrido sin Cobra.
Él pone las manos en sus caderas.
―Totty…
―Jagger, quiero seguir adelante con la vida que tengo contigo. Quiero
que el pasado sea el pasado y dejarlo detrás. Nada de eso necesita pesar
sobre nosotros mientras empezamos nuestro futuro.
―Cualquier cosa que necesites, nena.
Puedo decir que esto es difícil para él. Tiene un instinto natural para
proteger lo que es suyo. Y soy suya. Me levanto y me paro de puntillas para
besarlo.
―Necesito un buen toque. Necesito a mi hombre. Te necesito ―susurro
contra sus labios.
―Me tienes, nena. ―Me recoge y me lleva a nuestra habitación, y me
da exactamente lo que necesito antes de llevarme a ver a Johnny.
***
No es fácil en la estación, y Johnny quiere cuestionar las cosas aún más.
Jagger ya me dijo que quiere que le diga quien pensamos que lo hizo.
Decidimos que queremos dejarlo.
―Me conoces, y conoces a mi familia, Johnny. Cuando digo que quiero
poner esto en el pasado, sabes que lo digo en serio.
―Caldwell, te conozco, y sé que hay más en esto. También sé que sabes
más de lo que me estás diciendo ―presiona Johnny.
―Necesito un cierre. No me importa quién lo hizo, señor Adkins. Mi
futuro no va a estar atado a mi pasado. Deje que hagamos esto para poder
seguir adelante. Errores fueron cometidos por sus manos, sabe eso. Los
errores no deben prolongarse ahora que se ha ido ―declaro.
―Un borracho tuvo una caída. Sucede todo el tiempo ―dice Jagger sin
problemas.
―Y eres un puto astronauta, Caldwell. ―Johnny le da una sonrisa
frustrada a Jagger.
Jagger me aprieta más cerca.
―Estoy sentado en la cima del mundo, Johnny Ley, así que sí, soy un
maldito astronauta.
29
Jagger
Mis hermanos y yo estamos de pie en el callejón junto al bar, sin entrar.
Las mujeres- nuestras mujeres, algunos de nuestros otros miembros de la
familia del bar, y, por supuesto, Jared se encuentran dentro de la
configuración.
―¿Estás nervioso? ―me pregunta Morrison.
Niego.
―Sólo quiero verla, eso es todo.
―¿Crees que va a tratar de huir? ―Hendrix se ríe.
―Podría intentarlo, pero la atraparía, y lo sabe. ―Tiro de la estúpida
corbata que parece demasiado apretada.
―¿Te sientes enjaulado? ―Morrison se ríe.
―No, hijo de puta. Odio estos malditos trajes. Tú, niño bonito, es al que
le gusta esta mierda.
―Es porque los trajes me quieren ―dice, enderezando su corbata―.
Hago que se vean mejor.
―Tienes que estar putamente bromeando ―resopla Hendrix.
Sigo sus ojos para ver al viejo con una pequeña nueva perra en su brazo.
Si me gustara el bastardo, admitiría que se ve mejor que nunca.
―Hola, chicos ―saluda a medida que se acerca―. Esta es Maxine.
Maxine, estos son mis hijos.
Todos nos fijamos en ella y yo cabeceo.
Es mayor que él, a pesar de que no sería obvio para cualquiera que no
conociera al hijo de puta. El alcohol lo envejeció. Mi conjetura es que hay
unos buenos diez o quince años entre ellos.
―Es un placer conocerlos a todos. ―Ella sonríe con timidez―. He
oído hablar mucho de ustedes.
―Todas cosas buenas, supongo. ―Me río.
―Estoy orgulloso de mis muchachos ―dice papá antes de que su pecho
sobresalga. El hijo de puta parece un pavo real, y no tengo ni idea de
porqué.
―Siempre lo has estado, ¿no, viejo? ―dice Hendrix, mirándolo.
―Bueno, tal vez no siempre. ―Ríe con nerviosismo.
Cuando ninguno de nosotros dice una mierda, le da un beso en la
mejilla, y tengo ganas de vomitar y perforar al hijo de puta al mismo
tiempo.
―Acabo de regresar de Las Vegas. ―La ceja amenaza con levantarse,
pero está en su mejor comportamiento jodido, de perro viejo astuto. Me
pregunto lo que hizo ahora―. Sólo quería pasar por aquí y decirles que me
mudaré a Santa Bárbara con Maxine, y nos ocuparemos del problema en
Las Vegas.
―El problema, ve y maldit…
Hendrix se estira y toma mi hombro, deteniéndome.
―Eso es bueno. Me alegra oírlo. Ustedes dos tengan una gran vida
―dice Hendrix.
Esta chica Maxine no tiene ni idea de en lo que se está metiendo. No es
justo.
―Los dos perdimos a nuestros amores verdaderos el año pasado. Es
una bendición tener una segunda oportunidad ―dice ella, mirándolo―. Un
nuevo comienzo.
―Maxine, avísanos si necesitas algo ―mi voz retumba, y ella me mira.
―Soy consciente de eso. ¿Tal vez puedan venir a visitarnos los tres en
los días de fiesta?
Antes de que pueda decir que el infierno se congelará primero, el viejo
se mete.
―Vamos a llegar tarde a nuestro vuelo.
―Correcto. Esperamos que entiendas que tendremos que perdernos tu
gran día, Morrison ―dice ella, mirándome―. Nuestros vuelos fueron
programados antes de que lo supiéramos, y nos vamos a un crucero…
―Entonces será mejor que se den prisa. ―Morrison, el puto verdadero
Morrison, los anima.
Se cruzan la calle, donde el anciano abre la puta puerta del pasajero de
su Cadillac, diciéndole algo a ella, y luego trota al otro lado de la calle hacia
nosotros.
―Me hice cargo del problema en Las Vegas ―dice.
―Era tu problema, por lo que deberías haber cuidado de él ―escupí.
―¿Tú lo hiciste o fue ella? ―Morrison señala el lado de la calle.
―Ustedes, muchachos, me pudieron haber ayudado a salir.
―¿Y poner en peligro a mi familia? Estás fuera de tu mente maldita,
viejo ―encaja Morrison.
―Tengo la oportunidad de un nuevo comienzo ―dice él, pasando la
mano por su adelgazado cabello de color gris oscuro.
―No mereces esa mierda, viejo. Mamá, sí se lo merecía. Ella
putamente merec…
―Más de lo que le di ―admite, mirando hacia abajo.
―Esa epifanía es un poco tardía ―gruñe Hendrix.
―Dejé de beber. ―Se vuelve hacia atrás.
―¿Una vez más? ―dice Morrison.
―Treinta y cuatro días sobrio ―dice con más convicción de la que he
visto nunca en él.
Si no estuviera apoyado contra la pared, me hubiera caído.
―No sé lo que quieres de nosotros. Qué esperas.
―Me gustaría su perdón.
Antes de que pueda decir mierda, Livi abre la puerta.
―El resto de tu vida empieza ahora.
Sus palabras me golpean, y el pensamiento de la mujer a la que haré mi
esposa, a la que voy a amar y proteger siempre, me golpea más fuerte.
Tomo algunas respiraciones profundas y miro a mis hermanos, y luego a
él. Después de todo lo que hemos pasado en los días pasados, no delatando
a Cobra, Totty piensa que es debido a la amistad, pero sabe que creo que
será suficiente con lo que va hacia él. El perdón parece ser un tema de
trabajo.
―Tienes el mío. Mi perdón. Pero yo… ―Me detengo―. Nunca
olvidaré lo que nos hiciste atravesar, en lo que nos pusiste. Nunca lo
olvidaremos. Jamás.
Él asiente y mira a Morrison.
―Si la tocas, a esa señorita Maxine, te golpearé de nuevo esta vez. ¿Lo
tienes?
El anciano asiente una vez.
―No es que me importe un carajo la vieja bruja, pero tócala y ya está.
No me alejaré ―añade Hendrix.
―Gracias ―dice, y juro que puedo ver una lágrima formarse en sus
viejos, muertos ojos, sin alma―. ¿Quizás los tres y sus esposas puedan
venir de visita?
―Te perdonamos. No tientes la suerte de mierda, viejo ―le digo al
abrir más la puerta―. Vámonos.
Los tres seguimos a Livi sin una mirada hacia atrás.
Veo verde, el mismo color que la cinta que ahora le di hace ocho meses,
en todas partes: en las lámparas de papel, en las flores de seda, y en las
pequeñas cintas diminutas. Me trago de nuevo todo tipo de putas
emociones.
Miro a mis hermanos, que están haciendo lo mismo.
―Ella está aquí con nosotros.
Ellos asienten, ambas expresiones a semejanza de lo que siento por
dentro.
―Maldita sea ―gimo y muevo la cabeza.
Miro hacia arriba para ver a Jared de pie en la pista de baile, sonriendo.
Niego y miro a mis hermanos.
―Al idiota le encanta esta mierda.
Morrison sonríe.
―Apuesto a que ella está sonriendo con eso, también.
―No hay duda. ―Hendrix suspira―. Ve, bebé C. Pongamos este
espectáculo en camino.
De pie junto a Jared, miro hacia arriba cuando la música comienza, y
casi me pierdo. Las palabras son inquietantes y hermosas mientras Jewel
canta “Life Uncommon”. No te preocupes, madre, todo estará bien.
Mis hermanas van por las escaleras, que llevan el mismo color verde en
todos los estilos diferentes, todas llorando, incluso Marisa, que dice:
―Mami, ¿por qué estamos llorando?
―Estamos muy, muy felices ―dice Hailey y la abraza en medio de las
escaleras.
―Está bien, mamá, está bien.
Me pongo en cuclillas.
―Ven aquí, Ris Priss. ―Ella corre hacia mí, y la abrazo. ―Todos
estamos muy bien.
―Está bien. ―Me abraza alrededor del cuello y me aprieta.
―Vamos, polluela ―dice Morrison, tomándola de los brazos―. El tío
Jagger tiene algo que hacer.
―Cásate con Totty. Hazla mi tía.
― Justo estoy en eso. ―Él levanta el puño, y ella golpea su puño
mientras se alejan.
Miro hacia arriba para ver que ella todavía no viene abajo, por lo que
veo a las chicas, quienes me sonríen.
Empiezo a caminar hacia la parte inferior de la escalera, pero Hendrix
me detiene.
―Livi dice que tienes que esperar.
―Mierda. Algo está mal.
― No pasa nada. ―Livi sonríe―. Todo está perfecto. ―Toma mi
mano―. Espera.
―¿Esperar qué? ―pregunto, tratando de no sonar tan idiota.
La canción se detiene y otra comienza.
―Esa es mi chica. ―Me río cuando sale―. Malditamente hermosa.
Tiene una larga túnica blanca con cintura alta y no es de encaje ni
esponjosa. Fluye sobre cada deliciosa curva del cuerpo de mi pequeña. Su
cabello está en una trenza floja, entrelazada en una cinta verde, otra atada
en un arco en la parte inferior.
“We Are the Champions” está sonando a través del sonido envolvente, y
mi niña está sonriendo. No hay nada más que felicidad y amor en sus ojos,
y me siento igual.
Cuando está de pie en el último escalón, casi cara a cara conmigo,
envuelvo mis brazos alrededor de ella y la levanto.
―Malditamente hermosa.
Sus manos toman mi cara y me besa.
―Más guapo cada vez que te miro.
Me inclino para besarla y escucho a Jared carraspear sobre el
micrófono.
―Órdenes estrictas de Jared ―me dice―. Sin beso hasta que hayamos
hecho todo allí fuera con el anillo.
―¿En serio?
―Por mucho que lo quiera, lo prometí. ―Se muerde el labio inferior y
me da la cara más sexy con un pequeño puchero.
―Podemos jugar con tu gobierno, por ahora, Totty, pero recuerda, quien
gana la pelea.
―Tú.
―¿Por qué?
―Porque eres el campeón.
―Puedes apostar tu trasero a que lo soy.
La llevo a la pista de baile y ella se ríe. El sonido más dulce en el
mundo.
La dejo en el suelo y luego le doy a Jared una inclinación de cabeza.
Él mira a la multitud y asiente. Suena una campana, y miro para ver a
Kid sonriendo. Creo que es una sonrisa, de todos modos.
―En esta esquina, tenemos a Totty Hottie.―Jared levanta su brazo y
ella se ríe―. Tenemos que hacer esto rápido. Ella es rusa, posiblemente de
la KGB. No lo he descubierto todavía. Quiero decir, ¿por qué demonios él
se casaría con ella… ―me señala ―… si no fuera espía o tratara de obtener
una tarjeta verde?
Todo el mundo se ríe.
―En esta esquina, tenemos a Jagger “Hitmaker” Caldwell.
Los aplausos suenan en la habitación, y no puedo evitar reír.
―¿O debería decir Hit-taker? El campeón renunció a su necesidad de
golpear a todas las mujeres de la ciudad unos cuantos meses atrás. Estoy
seguro de que estaría cambiando de equipos. Es decir, me miró divertido.
―No hay bateador ambidiestro aquí, hombre.
―Eso es muy malo. Tenía un nuevo nombre de boxeo para ti si
decidieras salir.
―¿Ah, sí? ―Me río.
―Ponche de frutas―dice serio como la mierda, y todo el mundo se ríe.
―Mierda, no se supone que sea divertido ―digo, mirando a la multitud
y tratando de no reírme.
―Bueno, entonces no voy a entretenerlos mucho. No soy todo
políticamente correcto. ―Jared sonríe―. Déjeme preguntarte, Totty, ¿qué
tienen en común un boxeador y una botella de cerveza?
Ella piensa por un minuto.
―¿El tamaño y la forma? ―Mi mandíbula se cae, y todo el mundo se
ríe―. ¿Qué? Él es grande.
―¡Chica con suerte! ―grita alguien.
―Bueno, iba a decir que están vacíos del cuello hacia arriba, pero es
bueno saberlo. ―Se estira detrás de él y frota su trasero―. Me alegra que
no estés detrás de mí. Tendría que pedirle a Livi algunas de las bragas que
dijeran No entrar.
―¿Qué demonios sabes acerca de las bragas de mi chica? ―Suelta
Hendrix una risa.
―Sé las da a todo el mundo.
―Esa mierda no es graciosa ―digo, esperando que Hendrix no se
vuelva un monstruo.
―Me dijo que le dio un poco a tu chica. ―Me río y lo mismo ocurre
con Totty.
―Lo hizo ―admite Tatiana―. Te mostraré los nuevos más tarde.
―Eso es lo que espero. ―Le hago un guiño mientras tomo su mano.
Jared pasa entre nosotros.
―A las esquinas.
Levanto mis manos y doy un paso atrás.
―Qué mal, hombre.
―Toc, toc ―dice Jared.
La multitud responde:
―¿Quién está ahí?
―Rusia.
―¿Rusia quién? ―dicen.
―No rusos para casarse. Por lo que entiendo, él ha sido ruso desde que
ella cumplió dieciocho desde hace meses.
Todo el mundo se ríe mientras Totty sonríe y se sonroja.
Le hago un guiño.
―Es cierto pequeña.
―Jagger, será mejor que la tengas así en el gimnasio. Por lo que sé, ella
es rápida. Es rusa.
―Azote, hombre. ―Me río―. Realmente azote.
Él se vuelve a Totty.
―Quiero que me prometas algo.
Ella asiente.
―Si piensas que está mordisqueando demasiado duro tu oreja,
empújalo y recuérdale que no es Mike Tyson. Querrás conservar las orejas,
Totty.
―Date prisa, Jared. ―Me río―. Quiero ponerle fin a la Guerra Fría.
Él me mira fijamente.
―Soy el divertido aquí.
―Por supuesto. ―Le hago un guiño.
―Deja de guiñarme el ojo, ponche de frutas ―dice, haciendo que toda
la habitación entre en una erupción de risa.
Cuando se calman, él mira a Totty.
―¿Seguro que quieres casarte con este chico? Es todo músculos y
tatuajes.
Ella sonríe.
―Es bonito por fuera, pero su interior lo es aún más. Sí. Sí, quiero
casarme con él.
Él asiente, luego me mira.
―Honrar y proteger, no eclipsar, al lado y no detrás.
Asiento.
―¿Quieres casarte con Totty Hottie?
―Claro que sí, y quiero que dejes de decir eso. Implica que has estado
controlando lo que es mío, y eso me enoj…
―Jagger. ―Totty ríe.
―Totty.
―¿Quieres casarte conmigo? ―pregunta con dulzura.
―Sí, pequeña, quiero casarme contigo.
―Perfecto. ―Jared mira a la multitud, suena la campana, y toma
nuestras manos y las junta―. Muy bien, a pesar de que Totty aquí no es
mayor de edad, quiero que todos levantemos una copa. ―Lo veo levantar
una botella de vodka―. Soy un tipo de cerveza y whisky, pero por hoy,
hagamos que nuestra pequeña espía rusa se sienta bienvenida, y elevemos
un vaso de vodka.
Los camareros pasan los vasos. Doy un paso hacia mi chica y la
envuelvo en mis brazos.
―Besa a la novia, Caldwell ―dice.
La levanto y hago exactamente eso. Sus labios se abren, mi lengua entra
en su boca, y escucho a Jared anunciar.
―Con ustedes, el Sr. y la Sra. Jagger Caldwell.
A medida que continuamos el beso, la canción suena de nuevo.
Ella tira hacia atrás.
―Lo somos, ¿sabes?
―Sí, seguro que lo somos. Te amo, señora Caldwell.
Ella hace un puchero y me besa duro antes de retroceder.
―Quiero mucho más de eso.
―Bien.
Ella se zafa de mis manos.
―Llévame a casa ahora, por favor.
Estoy duro al instante.
―Pero…
―Bienvenido de nuevo. Necesito que me lleves a casa. Ahora.
***
―Detente aquí ―gime, mi mano ya está entre sus piernas.
Deslizo un dedo debajo de sus bragas y el calor entre sus piernas es un
poco más caliente que en medio.
―¿Por qué no en el camino de entrada, pequeña?
―¡Estaciónate aquí! ―grita mientras su vagina aprieta mi dedo―. Oh
Dios.
Me quito de encima, golpeando la acera sin dar una mierda. Quiero
penetrar tanto a mi esposa en este momento.
Pongo el coche en neutro y me vuelvo hacia ella. Hundo mi dedo
mientras muevo el otro en su interior porque sé que le gusta duro.
Ella me agarra y clama “Oh Dios” de nuevo.
―Vente por mí, señora Caldwell. ―Agarro la parte posterior de su
cabeza, tirando de ella hacia mí y besándola. Uso mi dedo pulgar para jugar
con su clítoris, dándole un buen toque, y ella se desmorona en mi mano―.
Joder, tan sexy. ―Suelto su cabeza, tiro de mi mano, y lamo mis dedos
mientras salgo y corro a abrir la puerta.
Ella sale y agarra mi hombro.
―Dame un segundo.
―No estoy seguro de poder hacerlo, pequeña. Necesito entrar ―digo
honestamente.
Ella me abraza.
―Tengo una sorpresa.
―No puedo malditamente esperar ―gimo, levantándola y empezando a
caminar.
―Detente ―dice sin aliento y se aleja.
―Totty. ―Agarra la mano y la sostengo contra mi pene―. Necesito
entrar.
Ella toma mi barbilla y la levanta.
―Mira.
Miro hacia arriba y veo un cartel sobre el gimnasio.
LEGADO CALDWELL’S.
―¿Tú hiciste eso?
Ella asiente.
―Gracias. ―Me emociono―. Muchas gracias, Tatiana Caldwell. ¿Qué
demonios hice para merecerte?
―Me pregunto lo mismo todos los días.
―Dios, te amo tanto. ―La beso duro.
Cuando ambos necesitamos un respiro, tiro hacia atrás, dejando mi
frente contra la suya.
―Un buen toque, pequeña, un buen toque.
Epílogo
Tatiana
Las peleas le llegan a todo el mundo. Nadie es inmune. El poder de
creer se encuentra dentro de todos nosotros.
Golpe tras otro, no importa lo que la vida me dé, voy a seguir peleando.
Voy a pelear por mí, por él y por nosotros. Voy a creer en nosotros. Voy a
tener esperanza de que el futuro será mejor que el pasado.

Estimada mamá,
Hoy me casé con mi mejor amigo. Es el hombre que me ha visto en mi
peor momento y me ha amado desde el fondo hasta la parte superior.
Encontramos una caja un tiempo atrás, pero no estuve lista para verla
durante mucho tiempo. Me alegro de haberlo hecho finalmente.
Toda mi vida, siempre me pregunté cómo serías, cómo olerías, y, sobre
todo, si habías conocido la felicidad.
Lo que sea que pasó con mi padre para hacer de él el hombre que tenía
que ser duro, pero era débil. Jagger me ha mostrado la fuerza de un
hombre que está dispuesto a superar sus demonios del pasado y a luchar
para ser mejor que de donde vino. Sostiene mi mano y me da fuerza, me
muestra cómo pelear hacia la salida.
Las fotos me dan paz. Puedo ver en tus ojos, en mis ojos el amor que
tenías por mí. No puedo imaginar que hayas tenido mucha felicidad en tu
vida, pero en mí, encontraste una luz. En mí, mamá, tuviste tu felicidad.
Prometo hoy ser tu legado. Prometo darles a mis hijos la vida que no
pudiste darme a mí.
Cuando llegue el día en que tenga una hija de cabello oscuro como el
mío, me comprometo a hablarle de ti. Prometo decirle acerca de la mujer
que me dio la vida, la mujer que sonrió a cada momento conmigo. Puede
que no hayamos tenido el tiempo y los recuerdos juntas, pero sé que tuve tu
amor.
Prometo enseñarles a mis hijos a ser hombres orgullosos, a ser hombres
para honrar y acariciar a sus mujeres y llevar el apellido Caldwell en
buena tradición. Prometo enseñarles a mis hijas a pelear contra el mal
toque, a conocer el toque saludable, y a abrazar el buen toque. Prometo
protegerlas del pasado para que el ciclo termine aquí conmigo y con mi
familia.
Lo que no nos mata sólo nos hace más fuertes… y yo soy fuerte.
Prometo no ser definida por lo que me pasó. Prometo no convertirme en
lo que me pasó. Prometo vencer el miedo y la rabia y ser mejor que él.
Prometo ser mejor que antes de ti y de mí.
Siento todo lo que sufriste, mamá. Siento todo lo que perdiste, lo que
todos perdimos. Por encima de todo, siento el dolor que sentiste. Espero
que tengas paz ahora. Espero que no te lastimen. Espero que sepas que he
encontrado un lugar seguro, y que no me lastiman ya.
Una vez leí que no hay amor más grande que el de una madre a su hijo.
Gracias, mamá, por quererme lo suficiente para pelear por mí… hasta el
final.
Hoy me alejo del pasado y abrazo el futuro. Hoy espero que descanses
en paz, mamá.
Todos mis sueños y todos mis deseos se han hecho realidad.

Con amor a la persona que me dio la vida,


Tatiana Caldwell

Para todas las mujeres que fueron criadas por un puño de hierro, donde
los golpes te derriban hasta que crees que no podrás levantarte.
Para aquellas que nacieron en una vida lejos de un cuento de hadas, una
vida en la que no crees que podrás soportar otra ronda.
Para todas las mujeres que sin saberlo, escogieron un hombre pensando
que les daría una vida mejor de la que siempre habían conocido antes, pero
todavía se sienten derribadas.
La campana puede sonar, el ciclo se puede romper, pero tiene que
comenzar con su decisión de poner un pie delante del otro y por una vez en
su vida tomar la decisión de vivir de verdad.
Con el fin de encontrar el amor, primero deben amarse a sí mismas.
Pueden comenzar de nuevo. Tener una nueva pelea…
Una pelea por ustedes.

Fin
Chelsea M. Cameron
Chelsea M. Cameron es una autora YA/NA de
Bestsellers del New York Times/Us Today de
Maine. Amante de las cosas al azar y ridículas, fan
de Jane Austen/Charlotte y Emily Bronte, entusiasta
del pastel de terciopelo rojo, bebedora de té
obsesiva, vegetariana, exanimadora y la peor
jugadora de videojuegos del mundo. Cuando no está
escribiendo, disfruta viendo infomerciales, cantando
en el auto y twitteando. Es licenciada en Periodismo
por la Universidad de Maine, Orono, que abandonó
rápidamente para escribir sobre la gente en su propia
cabeza. Frecuentemente, estas personas resultan ser tan raras como ella.
Notas
[←1]
Bourbon: Whisky estadounidense elaborado a base de maíz con algo de centeno y cebada.
[←2]
Dickies: es una compañía estadounidense con sede en Fort Worth, Texas, que fabrica y vende
ropa de trabajo y otros.
[←3]
Pelmeni: es un plato tradicional de Europa del este (principalmente de la cocina rusa). Se
elabora con relleno de pequeñas bolas de carne picada de cerdo, de cordero, buey. La masa que
rodea a la bola de carne se realiza con harina, huevos, agua y a veces de leche.
[←4]
Henley: Marca de camisetas
[←5]
Piss Hot. En el original. Cuando los resultados de la prueba de orina dan positivos para
drogas.
[←6]
Cuando los prisioneros atan una cuerda a su jabón para no tener que agacharse y ser asaltados
sexualmente.

También podría gustarte