RLF 2013 2
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CONSULTORES ACADÉMICOS
María Julia Bertomeu, Universidad Nacional de La Plata - CONICET VOLUMEN XXXIX Nº 2
Marcelo Boeri, Universidad Alberto Hurtado
Mario Bunge, McGill University
Mario Caimi, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Carla Cordua, Universidad de Chile SUMARIO
Marcelo Dascal, Universidad de Tel-Aviv
Ernesto Garzón Valdés, Universidad de Mainz
Jorge E. Gracia, State University of New York, Buffalo
Leiser Madanes, Universidad Nacional de La Plata ARTÍCULOS
João Paulo Monteiro, Universidad de Lisboa
Carlos Ulises Moulines, Universidad de Munich Fabián Mié, Sustancia e individuación en el Organon
Carlos Pereda, Universidad Nacional Autónoma de México de Aristóteles.......................................................................................... 151
Oswaldo Porchat Pereira, Universidad de San Pablo
Mario Presas, Universidad Nacional de La Plata
María Isabel Santa Cruz, Universidad de Buenos Aires Fernando Bahr, Pierre Charron: fideísta, libertino, deísta..................... 187
Plínio Junqueira Smith, Universidade Federal de São Paulo
David Sobrevilla, Universidad de Lima Fabiano Lemos, Michel Foucault: filosofia, linguística
Ernesto Sosa, Brown University
Carlos Thiebaut, Universidad Carlos III e estruturalismo..................................................................................... 213
Roberto Torretti, Universidad de Puerto Rico
Margarita Valdés, Universidad Nacional Autónoma de México Francisco García Gibson, ¿Cuánto debemos donar a las agencias
Luis Villoro, Universidad Nacional Autónoma de México humanitarias? Defensa de una posición moderada.......................... 245
Para suscripciones, pedidos, correspondencia o informaciones dirigirse a:
REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA
Editada en: Centro de Investigaciones Filosóficas
COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS
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J.-M. Schaeffer, Arte, objetos, ficción, cuerpo. Cuatro ensayos sobre esté-
En Estados Unidos y Canadá dirigirse a: tica (G. Fabbian). Aristóteles, Acerca del alma (F. Mié). M. Colyvan,
BOX 1943 15 Southwest Park An Introduction to the Philosophy of Mathematics (G. Piñeiro). F. J. Mar-
Birmingham, Alabama 35201-1943 - U.S.A. Westwood, Mass 02090 - U.S.A. tínez, Spinoza en su siglo (D. Cohen). R. Mondolfo, La infinitud del
espíritu y otros escritos de Córdoba (S. Sánchez). F. Naishtat, Action et
Argentina Exterior
Individuos................... $ 150 Individuos................... U$S 35 € 30 langage. Des niveaux linguistiques de l’action aux forces illocutionnaires
Instituciones................ $ 300 Instituciones................ U$S 50 € 40 de la protestation (A. Chermiavsky)............................................................ 273
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COLABORADORES
Sustancia e individuación
en el Organon de Aristóteles
Fernando Bahr es doctor en Filosofía por la Universidad de Ovie-
do e investigador adjunto del CONICET. Actualmente, se desem-
Fabián Mié
peña como profesor titular de Filosofía Moderna en la Universidad Universidad Nacional del Litoral
Nacional del Litoral. Su área principal de estudio es el escepticismo Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
en los siglos XVII y XVIII.
E-mail: [email protected].
“En el caso de las sustancias segundas parece es un término clasificado bajo alguna de las categorías– y un esque-
igualmente, por el esquema de su atribución, ma de los términos sustanciales, al cual se vinculan teoremas acerca
que significan un esto, cuando se dice ‘huma- de la individuación, la identificación y los predicables (espec. Top. I
no’ o ‘animal’; pero ciertamente eso no es
5-7, I 9, VI).
verdadero, sino que, más bien, significan una
En las discusiones actuales sobre la noción aristotélica de indi-
cualificación –en efecto, no es uno el sujeto,
como la sustancia primera, sino que ‘el huma- viduo predomina el interés por el presunto cambio de posición que
no’ y ‘el animal’ se dicen de muchos–”.1 habría conducido, en los libros centrales de la Metafísica, a ubicar
las formas –ítems ontológicos que, en favor del argumento, pode-
“Yet ‘thing’ is only a pseudo-referring term. mos entender ahora como universales– en el estrato básico que,
Things are not any sort of thing. For Aristotle, en las Categorías, era ocupado por individuos.5 Motivado por mis
everything is a thing of some sort. [...] Every recelos ante este diagnóstico, aunque sin entrar aquí a discutirlo, en
primary substance satisfies some secondary el presente artículo prestaré atención a un aspecto de esta contro-
substance. Every individual satisfies some
versia, mostrando cómo influye el principio de individuación, uti-
universal”.2
lizado por Aristóteles en el Organon, sobre su noción de individuo
“Vom Einzelnen kann man daher nur im Hin- sustancial y sobre la metafísica que le otorga prioridad ontológica a
blick auf einen Begriff sprechen, durch den estos individuos en las Categorías. Trataré de subsanar un poco, así,
festgelegt wird, was als eine Instanz, als die la aún deficiente discusión sobre el vínculo entre semántica y meta-
Einheit eines Gegenstandes anzusehen ist”.3 física en el Organon;6 pero, sobre todo, mi meta es aclarar el concep-
to de individuo que allí se maneja, como un paso previo para tomar
posición en la discusión aludida al comienzo de este párrafo.
1. Introducción Primeramente, propondré que el uso individuador de los térmi-
nos sustanciales, vinculados con el contenido de una definición, es
La tesis principal de la primera metafísica de Aristóteles en las decir, con la esencia, constituye la expresión lingüística adecuada
Categorías sostiene la prioridad de los individuos sustanciales den- para individuar.7 En segundo lugar, explicaré que el carácter básico
tro de una ontología cuatripartita4 que surge, por un lado, del análi- de los individuos sustanciales es una tesis metafísica dependiente
sis de dos tipos de predicación, realizado en Cat. 2, y, por otro lado, de dos tesis semánticas asociadas: la del uso individuador de los
resulta de la aclaración de dos factores semánticos fundamentales términos sortales y la que aclara que aquellos individuos son los
que se encuentran en distintos tratados del Organon: los enunciados sujetos últimos de la predicación. Mi plan de trabajo será el siguien-
categoriales –aquellos donde el predicado que se aplica a un sujeto te: en los apartados 2 y 3 examinaré los términos sustanciales y su
1. Aristóteles, Cat. 5, 3b13-18. Todas las referencias a Aristóteles citan 5. Owen, 1965, 207-211; Frede, 1978; Code, 1986; Loux, 1991, 13-48;
el texto editado en Oxford Classical Texts; las abreviaturas adoptan las del Wedin, 2000.
Greek-English Lexicon (LSJ). Las traducciones son de mi responsabilidad. 6. Con la notoria excepción del estudio masivo de De Rijk, 2002.
2. Englebretsen, 1978, 129. 7. Acertadamente, Rapp, 1995 atribuyó ese rendimiento al mencionado
3. Carl, 1974, 114. uso. Aquí trataré de mostrar que una tesis interpretativa como ésta requie-
4. No discutiré aquí los detalles de la ontología de Cat., que incluye re asociar los términos sustanciales a las definiciones, como lo hace Aristó-
individuos sustanciales y no sustanciales, universales sustanciales y no teles ya en el Organon; una asociación que, además, nos autoriza a atribuir
sustanciales. Sobre esto, cfr. Wedin, 2000, caps. II-III. a ese grupo de tratados una teoría descriptiva del significado.
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uso en la fijación de la referencia. En el 4 estudiaré el uso de los 5, 102a1-3; APo. II 10, 93b29-30; 3, 90b4, b17, 90b30, 91a1, etc.). De
sortales que permite individuar. En el 5 consideraré brevemente esta manera, el aspecto intensional que introducen las definiciones,
algunos problemas especiales sobre identidad. En el 6, a partir de la en su calidad de fórmulas lingüísticas cuyo contenido es la esencia
sinonimia, extraeré la tesis de identidad vigente en el Organon. En objetiva9 de los individuos que pertenecen a cierta especie (Top. I 5,
el 7 explicaré el rol de los individuos como sujetos y en el 8 mostra- 102a4), representa el mecanismo por medio del cual Aristóteles da
ré por qué éstos son básicos. En el 9 consideraré el aporte de la defi- cuenta de por qué cierto nombre refiere a un individuo o agrupa
nición a la individuación. Finalmente, en el 10 resumiré los princi- determinados individuos bajo su extensión.
pales resultados de este trabajo. A juicio del Aristóteles de Categorías, el carácter básico que
ostentan los individuos sustanciales se explica como una condi-
ción necesaria para que puedan tener significado las predicaciones
2. Individuación y referencia que él analiza distinguiendo, en Cat. 2, la predicación esencial (decir-
de) de universales sustanciales y no sustanciales a individuos del
Las reflexiones semánticas de Aristóteles en el Organon tienen mismo tipo, y la inherencia (ser-en) (atribución accidental) cuyo pre-
un interés tanto lógico como epistemológico y metafísico, en la dicado es un accidente individual o universal y cuyo sujeto es un
medida en que él pretende asegurar la función referencial de cier- individuo sustancial.10 Los individuos sustanciales aristotélicos se
tos términos y obtener de allí sustento para una metafísica de los ubican, en ese contexto, como sujetos últimos pues no se dicen-de ni
individuos sustanciales. Su enfoque sobre el significado, además, son-en otro sujeto (2, 1b3-6), y son individuos cuya unidad numéri-
depende de lo que constituiría una teoría de la referencia indirec- ca depende de su determinación específica completa, que los hace
ta, cuyo centro está ocupado por la vinculación entre los nombres ser indivisibles. Como veremos, ser numéricamente uno constituye el
y ciertas descripciones que transmiten un conocimiento primario rasgo distintivo de los sujetos genuinos aristotélicos en el Organon
sobre el objeto de referencia. La semántica aristotélica funciona, en (5, 3b10-13). Pero es también característico de los individuos sus-
este aspecto, de manera similar a la fregeana,8 pero con el rol de tanciales el hecho de que el primer modelo ontológico de Aristó-
los términos generales en el lugar del de los particulares, ya que, teles no plantee para cada uno de ellos un requisito de distinción
para Aristóteles, sobre los términos generales descansan las restan- respecto de otros individuos a los que corresponde con verdad la
tes unidades lingüísticas significativas, en virtud de que aquéllos misma definición. La unidad numérica y la identidad específica son
pueden adquirir fuerza identificadora e individuadora, comunican- características principales de los individuos sustanciales que trataré
do un conocimiento completo e independiente acerca de los objetos de explicar en los apartados 5 a 7; mientras que en los dos siguien-
de referencia. Los términos generales pueden comunicar un cono- tes me concentraré en mostrar de qué manera la operación indi-
cimiento de esa naturaleza porque tienen asociadas ciertas des- viduadora de ciertos términos segrega el tipo de entidades que se
cripciones, las definiciones. En éstas se confiere a las unidades lin-
güísticas que las expresan –el definiens y el nombre específico corre-
lacionado– un valor semántico-epistémico que consiste en estar 9. El correlato extra-lingüístico de una definición no se reduce, para el
en condiciones de fijar la referencia a objetos, sirviéndonos de la estagirita, a un estado mental ni a un resultado cognitivo de algún proceso
identificación de la clase a la que tales objetos pertenecen, es decir, psicológico; sin embargo, ello no implica, por el otro extremo, que las esen-
cias existan como universales platónicos, independientes y separados de
recurriendo a lo que para Aristóteles es la esencia, entendida como
los particulares (De Ideis 81, 8-10; Metaph. A 9, 990b6-8; APo. I 22, 83a33-34).
el correlato extra-lingüístico del significado del definiens (e.g. Top. I 10. Para una clasificación similar de entidades y tipos de predicación,
cfr. APr. I 27, 43a25-43. Para mi consideración de la teoría aristotélica de la
predicación son especialmente relevantes Code, 1982 y 1985; Bäck, 2000,
8. Cfr. Orlando, 1999. 132-198; de Rijk, 2002, caps. 4-5.
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asumen como particulares, y cómo esto puede explicar la prioridad la lógica aristotélica no hay cosas que no instancien un universal, lo
de los individuos sustanciales aristotélicos. que equivaldría a meros sujetos.12
Para perfilar mejor la posición de Aristóteles sobre las expresio-
nes que se usan para hacer referencia a objetos concretos contrasté-
3. Referencia e individuos sustanciales mosla somera y parcialmente con la de Strawson. Éste es un caso
interesante porque también para Strawson las entidades básicas
Aristóteles sostiene que los individuos sustanciales son básicos son individuos (cuerpos naturales y artificiales, personas); pero se
para hacer verdadera cualquier predicación: trata de individuos ubicados en un entramado espacio-temporal
unificado.13 Para él, las expresiones referenciales sucedáneas –esto
De manera que todas las restantes o bien se dicen de sujetos que son es nombres propios, pronombres y frases descriptivas con términos
sustancias primeras, o bien son en los mismos sujetos. Por consiguien- generales precedidas por el artículo definido– descansan en otras
te, si las sustancias primeras no fueran, sería imposible que sea alguna que hacen una referencia directa e inconfundible a un objeto ubi-
de las otras (Cat. 5, 2b3-6).
cado en una cierta posición de dicho entramado. Una diferencia
obvia con Aristóteles reside en que los individuos aristotélicos no
Aristóteles está hablando aquí de la dependencia que con un
se delimitan como puntos que ocupan una posición en ese entra-
mismo sujeto mantienen los distintos predicados que entran en las
mado espacio-temporal, sino que son, más bien, individuos sus-
dos clases de relación predicativa: decirse de y ser en. Él cree que
tanciales, es decir, entidades numéricamente singulares que son
esa tesis surge de una aclaración de los enunciados predicativos y
ejemplares de una especie, lo que explica que ellos no se individúen
nos debe llevar a aceptar en nuestra ontología una cierta clase de
por medio de demostrativos. Los particulares aristotélicos se indi-
cosas que pueden ocupar el lugar del sujeto, y ciertamente a com-
vidúan, en cambio, por medio de un uso apropiado –al que llamaré
prometernos también con otros ítems que pueden operar como pre-
“individuador”– de los términos sustanciales que se aplican con un
dicados (predicados sustanciales y accidentales). Pero en cuanto a
sentido autónomo en un enunciado. Pero la fuerza individuadora
la primera de esas cosas, las que ocupan el lugar del sujeto y que
que poseen tales términos descansa crucialmente en la interpreta-
son aquello de lo cual dependen los distintos ítems que se le atribu-
ción que de ellos hace Aristóteles. Pues esos términos son nombres
yen, quisiera tratar de esclarecer su condición recurriendo a un con-
de sustancias y, en tal sentido, los mismos que se usan para desig-
traste con otra semántica, en este caso de inspiración russelliana, en
nar una especie o, en la jerga aristotélica, un universal sustancial.
la cual se utilizan otras expresiones (nombres propios, demostrati-
“Humano” es tanto el nombre que designa la especie a la que per-
vos y pronombres personales) para fijar la referencia de una mane-
tenece un individuo sustancial, por caso, Sócrates, y bajo la cual se
ra directa a los ítems que, dentro de esta última posición, ocupan
lo clasifica junto a Calias y Platón, como también el término que
el lugar correspondiente al de los sujetos básicos aristotélicos.11 Un
permite individuar a cada uno de esos particulares por recurso a
elemento de contraste sobresaliente entre ambas teorías reside en el
sus respectivas membresías en una cierta clase.
hecho de que, para Aristóteles, la fijación de la referencia no se hace
Seguidamente abordaré ese doble uso del término; pero lo que
mediante expresiones deícticas. La diferencia que estoy tratando de
busco ahora anticipar es que hay un uso especial de “humano”, par-
señalar implica que no resulta admisible glosar en los términos de
ticularmente en frases donde ocupa el lugar del sujeto (“este/un/
la lógica moderna una oración aristotélica, es decir, cuantificar un
cierto humano...”), al que Aristóteles presta atención ya que ellos le
mero sujeto (“Existe un individuo y sólo uno que es...”), ya que en
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permiten individuar independientemente un particular como ins- rencia a objetos correspondientes a lo que son sus sustancias pri-
tancia de una clase e identificarlo completamente, en la medida en meras. Comenzaré distinguiendo tres principales usos de sortales17
que ese particular resulta, por medio de ese término, perfectamente que se contraponen netamente al uso atributivo, lo que, secundaria-
identificado en cuanto a lo que él mismo es. Es importante tener en mente, permitirá captar con claridad la distinción aristotélica entre
cuenta que Aristóteles reconoce a tales términos o nombres de espe- predicados sustanciales y accidentales.
cie una condición necesaria y suficiente en orden a la fijación de la
referencia lingüística a objetos concretos ya que, determinando qué
es cierto objeto, podemos individuarlo. Se trata de términos parti- (a) El uso clasificatorio
cularmente dúctiles, ya que proveen criterios para contar y rastrear
a través del tiempo y el espacio un objeto particular continuo, rei- Los términos sortales parecen registrarse prevalentemente en
dentificándolo en los cambios que no influyen sobre su identidad.14 el lenguaje natural como expresiones usadas clasificatoriamente o
Parece bastante claro que tales expresiones individuadoras no pue- en sentido estrictamente predicativo; es decir, en orden a subsumir
den ser reemplazadas por la operación referencial de los demostra- una multiplicidad de particulares –en un número no limitado por el
tivos, ya que éstos no llevan asociada la descripción que Aristóte- sortal– bajo una cierta característica común, y apelando a un prin-
les cree que se requiere necesariamente para identificar un objeto cipio de clasificación asociado al sortal. Ese principio permite esta-
genuino.15 Al guiarse por el uso de estos términos, Aristóteles selec- blecer de manera sistemática subordinaciones y exclusiones de los
ciona razonablemente qué objetos se cuentan como objetos genuinos particulares respecto de la/s clase/s, y constituye el rationale de la
de la referencia lingüística; una categoría que no coincide, eviden- manera en que se usa el término. Este uso sirve primeramente para
temente, con la de un mero sujeto ni con un particular entendido distinguir particulares que pertenecen a distintas clases: x qua F es
como un punto geométrico ubicado en una posición. distinto de y qua G; y ello permite excluir subsunciones: si x es F no
puede ser G, supuesto que “F” y “G” corresponden a conceptos dis-
tintos o no mutuamente subordinados. Pero distintos particulares
4. Uso individuador de sortales pueden subsumirse bajo el mismo concepto expresado por el sortal:
x es F no excluye que y sea F. Además, para cualquier número de
En este apartado mi objetivo es retomar algunas ideas desarro- particulares que caigan bajo un predicado sortal, coincidiendo entre
lladas en discusiones sobre el esencialismo contemporáneo16 con sí bajo ese sortal, lo que se predique verdaderamente de uno se pre-
el fin principal de aclarar de qué manera puede Aristóteles utilizar dicará necesariamente de los restantes. La aclaración sobre el uso
legítimamente los términos sortales para individuar y fijar la refe- de ciertos predicados, que efectuamos mediante este uso, nos per-
14. Este vocabulario se debe a Wiggins, 1980, 5 s., 48, caps. I-III y Straw- 17. Para hacer más simple el argumento ignoraré distinciones que pue-
son, 1963, 169 s. Pero Strawson también afirma que: “For non-demonstra- dan trazarse dentro del campo de los términos sortales, como, por ejem-
tive identification may rest securely upon demonstrative identification” plo, la categoría de los llamados sortales periódicos (“muchacha”), que
(1969, 10). restringen otros sortales subyacentes más generales (“humano”), o la de
15. Carl, 1974, 129-179, mostró para los enunciados existenciales que es los términos de masa (“agua”, “ola”, etc.) y de materia (“oro”, “piedra”,
preciso contar con términos sortales para especificar el dominio de objetos etc.) –éstos expresan de qué está constituido materialmente un objeto y no
en el cual aquellos enunciados, entendidos como enunciados particulares, son propiamente sortales; se usan frecuentemente, además, con sortales de
pueden verificarse. Trataré de mostrar que esta aprehensión del rol de los apoyo (“un pedazo”, “una lonja”, “una pila”, “un litro”)–; igualmente deja-
sortales refleja la de Aristóteles. ré de lado toda distinción entre sortales correspondientes a clases naturales
16. Carl, 1974, 92-128; Wiggins, 1980; Lowe, 1989. o artefactos.
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mite distinguir términos como “humano” respecto de otras expre- aplican a objetos; cuando éstos están revestidos de la característica
siones predicativas, como “veloz”, por el hecho de que los primeros que expresa el predicado, el sortal puede ser usado, en el contexto
delimitan un dominio y contienen una indicación suficiente para adecuado, como un nombre. No obstante, a diferencia de una refe-
ser aplicados a ciertos objetos. Los términos de este tipo son llama- rencia directa o una mera selección de un particular, como la que se
dos “sortales” en virtud de que proveen un conocimiento acerca efectúa mediante nombres propios o demostrativos, los sortales usa-
del dominio de objetos relevante, o sea, acerca de qué es ser tal clase dos en el lugar de nombres individúan objetos mediante una des-
de cosa para un número de particulares. cripción especificadora válida para ellos. Así, mientras que el sortal
En síntesis, la operación o función característica de este uso de en uso clasificatorio aparece en el lugar del predicado gramatical, el
términos sortales consiste en la subsunción de particulares bajo una mismo término usado ahora individuadoramente ocupa el lugar del
clase por apelación a un principio de clasificación que forma parte del sujeto gramatical; y, precedido por un artículo o pronombre demos-
significado de cada uno de esos términos. Ese principio da la base trativo definido o indefinido (“el/un/cierto/este/aquel/cualquier
para realizar comparaciones entre individuos conforme a las pro- F”), puede efectuar la individuación de un particular, singularizándo-
piedades que pueden atribuírseles o denegárseles. Como vemos, el lo específicamente como “un ser humano”. En este caso no damos
uso clasificatorio de los sortales recoge la noción clásica de “predi- una información sobre una clase ni comparamos particulares que a
cado universal”, o sea, la de un predicado dicho con el mismo sig- ella se subsumen, sino que –como destacó Frege– singularizamos un
nificado de una multiplicidad indeterminada de instancias particu- objeto de un cierto dominio, en cuanto que lo contamos como un indi-
lares, las cuales comparten un conjunto coherente de propiedades viduo de cierta clase. Mediante el uso individuador del sortal adqui-
que las identifican. rimos la capacidad de aislar y distinguir un particular en el espa-
cio de nuestra experiencia de objetos concretos, involucrando en la
capacidad de contarlo la de trazar los límites espacio-temporales de
(b) El uso individuador ese objeto, e incluyendo en este rastreo del objeto tanto su reapari-
ción espacial como su continuidad temporal. Lo que era el principio
En el uso individuador de sortales no se clasifican objetos, sino de clasificación para el uso predicativo de sortales, eso es, análoga-
que, en una operación complementaria a la clasificación, aunque mente, el criterio de identidad para el uso individuador.
más básica que ella, se aíslan o distinguen particulares en términos de Anticipé más arriba que la acción que consiste en individuar
pertenencia a una clase y se determinan específicamente no sólo cada mediante términos sortales –nombres comunes, términos generales
uno de ellos, sino también cuántos particulares de cierta clase hay, o sustantivos son apelaciones alternativas– no equivale a efectuar
lo que implica la competencia de identificar ejemplares y distinguir- una referencia directa de tipo deíctico por medio de nombres pro-
los de otros de la misma clase.18 Evidentemente, este segundo uso pios o demostrativos ya porque podemos designar un particular
de los sortales cuenta con la información acerca del qué es, incorpo- sin individuarlo. Pero si ninguna individuación específica median-
rada en el uso clasificatorio; sin embargo, se trata de un uso prio- te sortales estuviera en juego, la fijación de la referencia a objetos
ritario respecto del último mencionado por el hecho de que en el concretos sería insuficiente e incompleta, en la medida en que esta
uso individuador se utiliza la información que brinda el qué es para última requiere saber qué es el objeto designado mediante un nom-
especificar cada objeto como una instancia particular. Esto no sorprende bre, y si eventualmente es el mismo en distintas apariciones. Por
si se tiene en cuenta que, en su función predicativa, los sortales se consiguiente, sólo mediante los sortales se efectúa una individua-
ción completa e independiente de objetos concretos;19 mientras que
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con otros recursos lingüísticos nos debemos dar por satisfechos con este segundo sentido adquiere un matiz reidentificador en locucio-
una referencia más precaria o provisoria desde un punto de vista nes del tipo de “x en t2 es el mismo F que en t1”, donde x está por
epistémico.20 uno y el mismo particular (objeto concreto o evento) que se reen-
En síntesis, entenderé aquí la individuación como la operación cuentra en distintos momentos temporales (y/o en diversas ubica-
efectuada por el usuario del lenguaje para singularizar y seleccionar ciones espaciales).
un particular como un objeto perteneciente a cierta clase, de manera tal Las dos aplicaciones del predicado de identidad que acabo de
que esa membresía permite responder a la pregunta qué es para discernir son importantes para reconstruir las tesis de Aristóteles
cierto objeto concreto ser un individuo determinado, y contar cuántos ya que corresponden a una diferenciación que se retrotrae a él. Se
objetos de esa clase hay, distinguiendo un particular de otros de la distingue como identidad numérica la que se da entre objetos parti-
misma clase. culares propiamente dichos; y como identidad cualitativa, la que se
registra entre propiedades, las cuales, sin embargo, pueden objetua-
lizarse (“el/un mismo azul”, “la/una misma justicia”). El hecho
(c) El uso identificador de que, a pesar de tal objetualización, en uno y otro caso lo que
se identifica no es lo mismo, constituye un dato importante para
Hay un rango variado de cosas que se pueden identificar: objetos una teoría de la identidad. Por lo menos desde su temprana crítica
concretos y abstractos, clases, eventos, propiedades; para hacerlo, a la separación platónica de los predicados universales, Aristóteles
es posible recurrir a predicados sortales usados como sustantivos, está advertido sobre las confusiones que puede producir objetuali-
pero también a adjetivos y verbos sustantivados, basta que se esta- zar ciertas expresiones. A fin de aclarar la aprehensión aristotélica
blezca una comparación y el sustantivo se aplique repetidamente. de la identidad es fundamental tener en cuenta que la identidad
Cuando a tales fines se selecciona un sortal, éste aparece en locu- que involucra individuos sustanciales se apoya en un sortal usado
ciones que le anteponen “mismo/a”. Las expresiones de identidad absolutamente –lo que corresponde a los términos aristotélicos para
que involucran propiedades generales (“Este x tiene el mismo azul sustancias segundas–. Es decir que el sortal usado como identifica-
que aquel y”) se aclaran en términos de la aparición repetida de una dor del individuo no puede ser cualquier predicado, como, en cam-
misma propiedad que es poseída en común por dos o más cosas dife- bio, la semejanza entre dos objetos es relativa a cualquier predicado
rentes (“El azul de x es el mismo que el de y”), las cuales pasan bajo el cual se los compare. Esa identidad absoluta requiere la exis-
a mantener entre sí una relación de semejanza al ser comparadas tencia continua del individuo identificable y explica su persistencia
deliberadamente desde el punto de vista de cierta propiedad. Esta como uno y el mismo sujeto a través del cambio; un aspecto que
comparación puede hacerse ad libitum según los intereses de quien Aristóteles destaca como el rasgo más peculiar de la sustancia (Cat.
considere los objetos. En cambio, cuando se trata de la identidad 5, 3b10-13).
para objetos (“x es el mismo F que y”), ésta concierne a dos mane- Las sumarias aclaraciones precedentes permiten captar la
ras de designar uno y el mismo particular mediante distintos térmi- semántica aristotélica en el Organon de acuerdo con los siguientes
nos singulares, cada uno de los cuales individúa el objeto indepen- siete aspectos principales: (i) Sólo mediante predicados sortales
dientemente uno del otro y con similar eficiencia. Ya esto sugiere puede fijarse la referencia de manera completa y autónoma. (ii) Pre-
que esta última identificación no depende de la pura consideración dicados como “humano” fijan la referencia a algo particular, deter-
efectuada por quien compara objetos, sino que se apoya en lo que minándolo como un todo, y sirven tanto para identificar algo en
se interpreta como una identificación absoluta de un objeto. Además, cuanto que es un objeto de esa clase (Sócrates qua humano) como
también para distinguir mutuamente individuos que pertenecen a
la misma clase, contando cuántas instancias existen. A su vez, el sor-
20. Wiggins, 1980, 5. tal sirve para distinguir esos individuos de otros pertenecientes a
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otras clases, y, en general, de otras cosas (propiedades). (iii) Cada tes a esos tópicos. A falta de un tratamiento suyo sistemático sobre
individuo determinado mediante un sortal es un uno indivisible el tema,23 en esas discusiones él afirma claramente que la indivi-
en relación con ese sortal, en el sentido de que no tiene partes que duación no es viable sin la subordinación de un particular a una
pertenezcan a la misma clase (Cat. 2, 1b6-7). (iv) Un sortal provee especie. Las paradojas de la identidad de las cuales Aristóteles se
un criterio para considerar un objeto como indivisible y un procedi- ocupa mayormente son las suscitadas por los predicados acciden-
miento para contar individuos; ambas herramientas constituyen un tales. Haré aquí una somera consideración de ellas en vista de mi
principio de individuación formal. (v) Cuando aún no se ha fijado ocupación con el rol de los términos sustanciales. En SE 24, él sos-
la referencia, la individuación es la operación semántica que asu- tiene que los argumentos basados en el accidente presentan difi-
men primariamente los sortales; ése es el uso primario de los tér- cultades en virtud de que no es necesario que lo que se dice con
minos sustanciales aristotélicos. (vi) Aceptar que existen individuos verdad del sujeto se diga con verdad de su accidente (179a32-37).
pertenecientes a cierta clase nos compromete con la identidad de Su tesis es que sólo en las cosas que son idénticas en cuanto a la sus-
sus miembros, y ello conlleva una comprensión unívoca de las locu- tancia (179a38) y son una misma cosa (uno según la especie), lo que
ciones que expresan la identidad, apoyada en el sortal involucrado. se dice del sujeto con verdad se dice necesariamente del acciden-
(vii) Establecer la identidad entre dos objetos depende de lo que son te con verdad (179a37-39; 5, 166b28-32). En cambio, “ser bueno”
(absolutamente) esos objetos.21 En síntesis, los nombres aristotélicos y “ser interrogado”24 pueden designar la misma cosa o aplicar-
para sustancias segundas, en su aplicación a sustancias primeras, se a la misma cosa, sin que para ésta sea lo mismo “lo que es ser
funcionan como un principium individuationis en la medida en que el bueno” y “lo que es ser interrogado” (179a39-b1); como tampoco
usuario del lenguaje dispone con ellos de una herramienta necesaria es lo mismo para uno que se aproxima cubierto lo que se dice de
y suficiente para individuar un particular en su calidad de miembro él bajo tal atribución y lo que se dice de él en asociación a su nom-
de cierta clase, y prescinde de toda otra consideración, como puede bre propio (179b1-2). Apelando a ello, Aristóteles puede desambi-
ser la de la continuidad de la existencia del particular.22 guar el siguiente argumento: De manera que no es el caso que, si se
quién es Córisco pero no conozco al que se aproxima, se quién es y
no conozco o ignoro (a la vez) a la misma persona (179b2-4).25 En
5. Algunos problemas sobre la identidad su diagnóstico, Aristóteles enfatiza que todos estos casos son sus-
ceptibles de analizarse de una misma manera (179a36-37, 179b5-6),
Como se sabe, Aristóteles desarrolla sus ideas sobre la identi-
dad y la individuación discutiendo paradojas y sofismas referen-
23. Con la notable excepción de Top. I 7.
24. O “ser/llamarse Córisco” y “ser hombre” en el ejemplo de SE 5.
21. Wiggins, 1980, 16 s., 53 s., 70 (y en general II 3.), sostiene que la con- Las aclaraciones de los paralogismos de la identidad accidental cubren
gruencia y la coincidencia entre términos de un enunciado de identidad allí otros casos, como el de la doble individuación de un particular, por su
suponen un sortal bajo el cual caen esos términos. Todo lo anteriormen- nombre propio (o por ser él mismo tal particular) y por su nombre especí-
te expuesto en el texto implica reconstruir la posición de Aristóteles sobre fico. El paralogismo del particular distinto de sí mismo se resuelve aclaran-
la base de tesis como la dependencia sortal de la identidad y la identidad do que ninguna de esas dos individuaciones incluye la restante; y, así, no
absoluta (Wiggins, 1980, I 3-7). es qua “Córisco” que ese particular es hombre o no es hombre. Aristóteles
22. El intento de desligar las condiciones de persistencia de un objeto tiene en mente aquí alguno de sus distintos esquemas de predicación per se.
respecto de cualquier sortal identificador arraiga históricamente en tesis 25. Hay que anticipar que la ambigüedad del argumento no depende
anti-sustancialistas (Hume, 1984, Libro I, Secciones 1, 4 y 6) que reducen de los verbos utilizados (oîda y agnoô), que he traducido por “se” y “no
la identidad a una mera denominación para aquello que en un individuo conozco” o “ignoro”, respectivamente, ambos con el mismo régimen de
permanece invariable a través del tiempo. objeto directo en este caso.
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bajo el esquema de que los predicados accidentales no guardan con arriba considerada (179b23-24), Aristóteles aclara que los dos tér-
el sujeto al cual se aplican una relación de identidad fuerte, sino minos co-referenciales –“Córisco (el conocido)” y “quien se aproxi-
una meramente contingente; lo que explicaría que no todo lo que se ma” (179b27-28) o “quien se aproxima” y “quien está cubierto”
dice de los predicados se diga también del sujeto. (179a33-34)– designan, precisamente, uno y el mismo objeto, pero
Estoy de acuerdo con Mario Mignucci26 en que Aristóteles no son idénticos en el significado. Para probarlo en general, Aris-
advierte que la raíz común a los diversos casos que considera en tóteles sugiere un diseño simple y exigente: dos ítems cualesquiera
SE 24 reside en que la relación predicativa expresada con hypárkhein son estrictamente idénticos sólo si tienen todas las propiedades en
(corresponder a, aplicarse a), que vincula un atributo cualquiera común. Pero si no todo lo que se dice de uno de los predicados se
con un sujeto, cubre diferentes relaciones lógicas, algunas de las dice también necesariamente del otro, entonces al menos uno de los
cuales no son transitivas ya que no son esenciales o no se hallan dos predicados debe aplicarse al sujeto de manera sólo contingen-
en la misma categoría, según la especificación del dominio de te. Así, la solución aristotélica al argumento sofístico de 179b2-428
validez de esa ley formal, en Cat. 3. Pero disiento de la lectura de indica que no es el caso que se conozca y no se conozca a la misma
Mignucci,27 quien toma mónois gàr toîs katà tèn ousían adiaphórois persona absolutamente, ya que no se trata de conocerlo y no cono-
kaì hèn oûsin hápanta dokeî tautà hypárkhein (SE 24, 179a37-39) como cerlo bajo el mismo aspecto, es decir, bajo una determinación que
si implicara meramente identidad de dos ítems aplicados al mismo involucra ciertos conceptos que se implican siempre mutuamen-
sustrato. Metaph. Δ 15, 1021a10-11 y B 4, 999b21-22, aducidos por te (179b31). Hay que notar, además, que esta solución no coincide
Mignucci, están lejos de establecer que dos expresiones son idén- con la que se toma en consideración en 179b7-11, puesto que, en
ticas si denotan el mismo sujeto o se aplican al mismo sustrato. la salida al paralogismo de la persona que se aproxima, Aristóte-
En contra de esto, Γ 4, 1006b11-18 distingue (i) la unidad semán- les no admite que se conoce en un sentido pero en otro sentido no
tica de un predicado sustancial respecto de la unidad de atribu- (179b26-33), como sí podría serlo, por el contrario, en el caso dife-
ción (el hecho de que cierto número de atributos se predique de un rente en el cual se sabe que una misma persona es blanca pero no
mismo sujeto). La sinonimia estricta, cuya condición suficiente se que es culta (179b29-30). Inversamente, en el caso que resulta aquí
especifica en 179a38 mediante katà tèn ousían, atañe a (i) y, según tema de mi consideración, se sabe que ambas descripciones, “Córis-
la advertencia de G 4, no debe confundirse con (ii). El giro katà tèn co” y “la persona que se aproxima”, se aplican a un objeto (179b32-
ousían [...] tautà –que se supone implica alguno de los principios 33), pero no se sabe que lo hacen a uno y el mismo objeto o que son
leibnizianos– difícilmente puede significar, al menos en contextos co-referenciales.
como éste, “idénticos en el sustrato”, como lee Mignucci 179a39- Resumidamente, la cuestión que le plantean a Aristóteles los
b2, donde, a mi entender, Aristóteles especifica que en dos pares paralogismos de la identidad en SE 24 consiste en alcanzar a deter-
de expresiones (“ser bueno” y “haber de ser interrogado”, “ser uno minar las condiciones bajo las cuales podemos desambiguar la afir-
que se acerca cubierto” y “ser Córisco”) sus miembros no tienen el mación sofística que pretende concluir una contradicción a partir
mismo significado. A ojos de Aristóteles, lo anterior explica que saber de ciertos atributos, para lo cual Aristóteles muestra que los predi-
que una de tales expresiones se aplica al sujeto no implica necesa- cados accidentales co-referenciales –aquellos que designan un obje-
riamente saber que la otra también lo hace (179b2-4), y ello basta to numéricamente uno y el mismo, pero sólo bajo una identidad
para desambiguar la formulación de esas líneas. que Aristóteles analiza como accidental– no conducen obligatoria-
Para poner de manifiesto la falsedad de la clase de argumentos mente a contradicción. Su estrategia está diseñada para neutralizar
26. Mignucci, 1985, 76 ss. 28. Mignucci, 1985, 78 s., distingue dos argumentos: uno en 179a32-34 y
27. Mignucci, 1985, 80 ss. otro en 179b2-4 (para el origen megárico de este último, idem, n. 27).
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los problemas que acarrean los términos accidentales co-referen- (ii) esa locución no implica ninguna cualificación ontológica para
ciales; de allí que restringe las propiedades que pueden justificar la especie. El intento de establecer alguna diferencia, que no des-
la plena validez del principio de identidad de los indiscernibles emboque, empero, en equivocidad u homonimia, entre una apli-
(PII),29 y ello da como resultado que los paralogismos del acciden- cación del mismo predicado a un ejemplar particular y a la forma
te no constituyen una excepción a dicho principio.30 En síntesis, su (De Ideis 83, 11-14; Metaph. A 9, 991a5-8), es un expediente obligado
solución consiste en advertir que sólo si se trata de términos co- para el platonismo,32 que elocuentemente Aristóteles hace desapa-
referenciales idénticos en cuanto a la sustancia, conocer el sentido y recer de su concepto de sinonimia (Cat. 1, 1a6-12),33 el cual impli-
la referencia de un término conlleva necesariamente conocer que el ca que tanto un ser humano particular como su especie comparten
otro tiene el mismo sentido y referencia; o sea, que ambos términos el mismo nombre específico y la misma esencia y definición; en breve,
son absolutamente idénticos.31 ellos comparten una misma sustancia (ho katà toúnoma lógos tês
ousías ho autós, 1a7) o una misma esencia (eîdos, 5, 2a17-27; Metaph.
A 9, 991a2-3 = M 4, 1079a33-34). Aceptar una diferencia de grada-
6. Sinonimia y la tesis de identidad ción para el predicado “humano”, que se dice de la especie y de
los miembros particulares, entrañaría una confusión entre aplica-
En el apartado 4 he destacado que el uso individuador de los ción y significado del predicado, que Aristóteles reconoce y rechaza
términos sortales implica una relación peculiar entre universal y expresamente (Metaph. A 9, 990b34-991a2).
particular. Un particular sustancial es individuado qua ejemplar Por consiguiente, hasta tanto Aristóteles se dé por satisfecho con
de cierta especie y, como individuo sustancial, es esencialmente aprehender un particular exclusivamente como ejemplar de una
idéntico a la especie. Esta tesis de identidad que Aristóteles man- especie, y no lo analice ulteriormente como un compuesto de una
tiene es un resultado consecuente de su crítica a la separación de parte (la forma) que se “predica” de otra (la materia), sin que tal
las Ideas platónicas y al estatus de perfección que a éstas les debe- predicación pueda dar por sentado que el sujeto posee ya la iden-
ría corresponder si los platónicos pretenden mantener distingui- tidad que, de hecho, sí posee el sujeto de la predicación que encon-
das las Ideas respecto de los particulares. Aristóteles denuncia este tramos en el Organon, es decir, una identidad específica completa,34
artilugio platónico, que cobraría expresión en la locución “(ser) F hasta entonces el uso individuador de un término que está por
por sí mismo” (Metaph. Z 16, 1040b32-34; y también De Ideis 84, 4; un universal sustancial no debería acarrear ninguna dificultad a
Metaph. A 9, 992b10-11; M 3, 1079a1-4), y lo critica señalando dos la conjugación de los dos aspectos que reúne el individuo sustan-
cosas: (i) “por sí mismo” no añade ninguna determinación concep- cial de Categorías: ser una entidad numéricamente una y, a la vez,
tual al predicado “humano”, ni, por ende, agrega nada a la deter- ser una entidad básica determinada –un sujeto sustancial– sólo en
minación específica que ya poseen los seres humanos particulares; cuanto que ejemplar de una cierta especie. Como un corolario de
esto, la individualidad de un particular en el Organon no involu-
cra otros criterios, como el que puede imponerse para distinguir
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materialmente dos particulares de la misma especie en el segundo es inconsistente con la prioridad ontológica de los individuos sus-
modelo ontológico de Metaph. ZH a partir del análisis hilemórfico tanciales, ya que aquella dependencia semántica lo es con respecto
de las sustancias primeras de las Categorías. al uso individuador del sortal. Según esto, el lema esencialista del
Si bien es cierto que el individuo sustancial adopta en sí, a títu- Organon podría sonar: “No hay individuo sin especificación”.
lo de ejemplar de una especie, el contenido de esta última, la sus- En lo siguiente debo explicar qué justifica que un individuo sus-
tancia segunda no resulta superflua para la determinación e indi- tancial sea, además de numéricamente uno, ontológicamente básico.
viduación del particular dentro de la doctrina del Organon. De lo
contrario, en primer lugar, el predicado sustancial se convertiría en
un universal del tipo que Aristóteles rechaza desde temprano como 7. Sujeto y predicado
una propiedad meramente dicha en común de múltiples particula-
res ya identificados con prescindencia de ese predicado. En segun- Para fundamentar el carácter ontológicamente básico de cier-
do lugar, ese universal de raigambre platónica, que no opera como tas entidades Aristóteles analiza el enunciado predicativo, buscan-
una sustancia segunda, debería aprehenderse como algo singular, do aclarar cómo operan el predicado y el sujeto de una aserción,
lo que lo convertiría en un tóde ti, y, como tal, en algo que existe y averiguar cuáles ítems pueden ocupar esos lugares. Un primer
separado de todos los particulares y no es idéntico a ellos (De Ideis movimiento en orden a ello consiste en reemplazar la opaca “forma
80, 8-16), o sea, es meramente común a muchos particulares. En lógica”37 del “esto es esto”, tóde estìn tóde, utilizando la teoría de las
tercer lugar, ese universal, en cuanto que es distinto de cada uno categorías (SE 22, 179a8-10). Dos son los resultados relevantes que
de los particulares, existiendo separado de todos, no individuaría él obtiene mediante la teoría de las categorías aquí: desambigua los
a ninguno (Metaph. Z 13, 1038b9-16).35 En cuarto lugar, el término diferentes significados del predicado en un contexto proposicional
sustancial se asimilaría, según esta línea de razonamiento que lo (SE 4; 22)38 y analiza la cópula, aclarando que hay tantos sentidos
aproxima a un universal platónico,36 a un predicado accidental; y el de “es” cuantos significados del predicado sean categorialmente
correspondiente uso del sortal “humano” –contrariamente a datos distinguibles (Metaph. Δ 7, 1017a22-23). Aristóteles insiste en que
lingüísticos elementales–, al uso atributivo de predicados como aquella interpretación del enunciado predicativo, en la cual figuran
“culto”, que presuponen un objeto completamente determinado al dos términos nominales a ambos lados de la cópula, es incorrecta.
cual se aplican. Ella puede verse como un antecedente de la llamada “teoría de la
En contra de estas cuatro consecuencias negativas que surgen predicación de dos nombres”,39 que arrastra la confusión entre “ser
de cierta asimilación de los términos para sustancias segundas aris- predicable de” y “ser un nombre para”, ante la cual Aristóteles está
totélicas a predicados para universales platónicos he tratado de atento especialmente en el caso de enunciados gramaticalmente
aclarar que la distinción entre el uso clasificatorio y el individua- uniformes,40 en los cuales tendemos a suponer que el predicado es
dor de los sortales explica, por un lado, la contribución de los tér- un esto y un uno, y a aprehenderlo, por ende, como una sustancia
minos sustanciales a la individuación específica de los particulares (SE 7, 169a29-36; 6, 168a26).
y, por otro lado, explica también que la dependencia semántica de
la determinación del individuo respecto del término sustancial no
37. Aristóteles plantea allí una discusión sobre la correcta interpretación
de enunciados del lenguaje natural, buscando captar su “esqueleto”. Cfr.
35. SE 22, 178b37-39: un predicado meramente común puede significar Patzig, 19693; Corcoran, 1974.
también un accidente, en cuanto que un predicado accidental puede decir- 38. Kapp, 1920, 236 ss., passim.
se de muchos individuos. 39. Geach, 19682, 35.
36. Así lo sugiere Rapp, 1995, 97. 40. Contra Tugendhat, 19946, 46 s., 58 ss.
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En el pasaje recién citado de SE 7, Aristóteles responsabiliza a Ahora bien, he señalado que ya en el Organon Aristóteles brinda
aquella aprehensión errónea de la forma lógica del enunciado por una solución al Argumento del Tercer Hombre, identificando aque-
haber interpretado el predicado como un objeto, o sea, como si el llo por lo que están el término sustancial (sustancia segunda) y el
predicado se desempeñara lógicamente de la misma manera en que individuo (sustancia primera). Un segundo punto es que la transi-
lo hace un término que desempeña el papel del sujeto; y explica tividad –del sujeto se dice todo lo que se dice del predicado (Cat. 3,
ese error como dependiente de la indistinción categorial entre los 1b10-12)–, que Aristóteles considera válida para los predicados sus-
diferentes significados según los cuales se usa un predicado en un tanciales, no entraña la auto-predicación platónica –i.e. el predicado
contexto enunciativo (7, 169a23-25), y como detonante del Argu- se convierte en sujeto de sí mismo–, ya que la transitividad no invo-
mento del Tercer Hombre, que enraíza en la confusión por la cual lucra una objetualización del predicado ni, por lo tanto, el regreso.
se toma un predicado dicho en común aparte de muchos (tò parà De esto se infiere que no puede reconstruirse la posición de Aristó-
toùs polloùs hén ti, 22, 179a7; tò koinêi kategoroúmenon epì pâsin, 179a8- teles, alegando que él llega a admitir la identidad entre la especie o
9) o un tal (toiónde, 179a2) por un término que designa un objeto la esencia y el individuo sustancial recién en Metaph. Z 6, puesto que
concreto o individuo sustancial (tóde ti) (cfr. 178b36-179a10; y tam- ya en el Organon él evita el regreso identificando ambos ítems, sin,
bién Metaph. Z 13, 1038b34-1039a3). Para Aristóteles, si interpreta- empero, hacerlos colapsar. La tesis de la identidad es simplemen-
mos el predicado como un tóde ti, efectuamos una objetualización te una consecuencia de la aclaración sobre la predicación esencial,
injustificada, por la cual el predicado parece significar algo uno, y alcanzada en Cat. 2, y sobre la semántica de los términos sustancia-
no ya algo común (koinón). Esto es así porque “ser un esto” y “ser les, en particular sobre su uso individuador y su consiguiente ope-
algo que es” forman parte del significado de “lo que es uno” y “lo ración como principium individuationis.42
que es sustancia” (SE 7, 169b34-36). Pero los predicados sustancia- A partir de las aclaraciones precedentes sobre el predicado sus-
les no significan algo uno –contrariamente a lo que piensan los pla- tancial creo que puede entenderse mejor la caracterización que
tónicos, quienes son los responsables de aquella interpretación del Aristóteles hace del sujeto de una proposición. Él recurre al papel
enunciado predicativo–; en efecto, tales predicados no están por un lógico que desempeñan los términos nominales en contextos que
individuo y no pueden entenderse como si significaran un algo o un expresan que algo es... o no es... (Int. 4, 16b28-30). El sujeto es aque-
esto, lo que da lugar al argumento del “uno sobre muchos” (De Ideis llo que se introduce en aquel lugar de la proposición donde un
80, 11-16; 84, 7, 25; SE 22, 179a7; Metaph. Z 16, 1040b29; también se signo está por un objeto o designa un objeto como portador de cier-
sigue a fortiori de Z 15, 1040a9-10). Tampoco tienen ese significado tas propiedades. Ahora bien, en virtud de que un sujeto aristotélico
los términos sustanciales cuando se usan para individuar, ya que designa algo semánticamente independiente, él puede apelar a ese
también en esa aplicación a individuos conservan su significado mismo recurso posteriormente en Metaph. Z 1, para aclarar que un
universal.41 Para Aristóteles, el significado de “humano” –lo que predicado como “... (es) caminante” es una expresión incompleta
es precisamente ser humano para un individuo– no puede tomarse (1028a20 ss.); de lo cual es índice el hecho de que un predicado es lo
como un ítem que está por una entidad individual separada, sino que se dice con verdad o falsedad de un sujeto al coordinarse con
que remite a una propiedad universal (SE 22, 179a4-5, a8-9) que éste.43 Para Aristóteles, en el predicado está incluido el verbo copu-
determina qué son ciertos individuos que la comparten o la tienen
en común. Como veremos, esto es precisamente lo que Aristóteles
tiene en cuenta en Cat. 5, 3b13-18 para desambiguar qué significan
42. Este párrafo expresa mi rechazo a la lectura de Owen, 1965, 209, que
aquellos predicados. recibiera diversas críticas en la bibliografía posterior.
43. La cualidad de la proposición descansa en el enlace (APr. I 1, 24b16-
18). Además, la negación opera sobre el predicado de manera diferente de
41. Cfr. aquí mismo supra 4 (b). como lo hace sobre el sujeto.
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lativo; en efecto, el “es” no designa un objeto ni es signo de una último caso, el nombre de la especie o el género sí se someten a la
cosa (Int. 3, 16b23-24), y explica que una expresión pueda atribuirse clasificación categorial de los predicados, y constituyen aquella
(Metaph. Δ 7, 1017a27-30). clase de predicados que están por las sustancias segundas.
Como efecto del reconocimiento del uso individuador de los
términos sustanciales, Aristóteles logra aclarar que el sujeto de la
8. Sujetos básicos como tóde ti predicación sólo puede estar ocupado por individuos sustanciales
(2a11-14); y ello en virtud de dos aspectos que caracterizan a dicho
El análisis categorial de los predicados, que al comienzo del sujeto: (1) es sujeto de todos los predicados (2b37-3a4) y (2) no es
apartado precedente señalé como el primer movimiento aristoté- predicado de otra cosa, siendo, por consiguiente, algo particular (ho
lico en orden a aclarar el sujeto de una aserción, tiene un alcance tìs ánthropos, 2a13), es decir, no puede confundirse con un universal
limitado para fundamentar la tesis central del capítulo quinto de que se dice de muchos (3b16-18) ni tiene partes que se individúen
Categorías, referida a la ubicación ontológica básica de los indivi- por medio del mismo concepto. El lugar de ese sujeto último (hai
duos sustanciales precisamente en su rol de sujetos últimos de la prôtai ousíai dià tò toîs állois hápasin hypokeîsthai kyriótata ousíai légon-
predicación (Cat. 5, 2a11-14, 2b2-6, 2b15-17, 3b10-13, 4a10-11). En tai, 2b27-3a1) sólo puede ser ocupado por algo que es absolutamente
efecto, en la medida en que las categorías constituyan meramente individual, en tanto que indivisible y, por ende, uno (haplôs dè tà átoma
una clasificación de los significados del predicado y conciernan a kaì hèn arithmôi, 2, 1b6-7; 5, 4a10-11). Eso son las sustancias primeras
lo que Metaph. Δ 7, 1017a22-23 llama “ser por sí”, no son suficien- aristotélicas.
tes para que Aristóteles explique el sujeto como una entidad inde- Sendos corolarios se siguen de las dos condiciones recién enu-
pendiente.44 El segundo movimiento aristotélico para alcanzar esa meradas. A partir de (1) se obtiene que Aristóteles contrapone el
explicación puede aclararse si consideramos la introducción del sujeto sustancial a cualquier clase de predicado, esencial o acciden-
concepto de tóde ti (2, 1b3-7 y 5, 2a10-14). En este caso, Aristóteles tal (2, 1b3-6), y también lo distingue de particulares no sustanciales
aísla un primer significado de “qué es”, el cual sólo puede aplicarse (1b7-9; 5, 4a11 ss.). Esto justifica que los individuos sustanciales se
a entidades que funcionan como sujetos últimos de la predicación; desempeñen como sujetos últimos de la predicación:
es decir, es un significado que no clasifica el predicado. De alguna
manera, este sentido de “qué es” ya aparece separado sistemática- A partir de la sustancia primera no hay ninguna predicación –en efecto,
mente de los restantes en la enumeración de las categorías (Cat. 4, no se dice de ningún sujeto– (3a36-37).
1b26; Top. I 9, 103b22, b27, b30; SE 22, 178a7-8; APo. I 22, 83a21-13,
Metaph. Δ 7, 1017a25); pero el “qué es” que le permitirá a Aristóteles Y ese mismo rasgo legitima que ellos gocen de un estatus metafí-
aislar el sujeto de la predicación se halla en el uso individuador de sico básico:
los sortales, o sea, en el caso en que los términos que significan la
especie o el género se usan para determinar qué es el objeto concreto Además, las sustancias primeras, por subyacer a todas las otras cosas y
(tò dè eîdos kaì tò génos perì ousían tò poiòn aphorízei, Cat. 5, 3b19-20). por el hecho de que todas las otras cosas se predican de ellas o son en
Será, entonces, un paso coherente de Aristóteles el que él da cuan- ellas, por eso se dice que son máximamente sustancias (2b15-17).
do distingue este uso de los términos sustanciales de aquel otro en
el cual el mismo sustantivo se usa como predicado universal (3b17- A partir de (2) se sigue que la determinación esencial completa
18), es decir, según lo que antes llamamos uso clasificatorio. En este de esta clase de individuos explica que ellos puedan admitir con-
trarios (4a10-11, a17-18, 4b2-4), permaneciendo como sujetos idén-
ticos y numéricamente singulares (4b17-18, 4a19-22). En cambio, un
44. Von Fritz, 1931, 21. particular no sustancial –un matiz específico de azul inherente en
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un individuo e individuado por su portador particular45– no puede tancias primeras como individuos sustanciales50 (4, 1b27-28 con 5,
admitir contrarios en virtud de que no es un sujeto, aunque sea un 3b13-14). Así la usa también en SE 22, 178b38 y 179a2, contrapo-
color específicamente determinado, irrepetible e incluso tolere en niéndola a koinón (común), que caracteriza, en ese caso, a los predi-
su determinación específica características cromáticas que pueden cados accidentales (tò gàr ánthropos kaì hápan tò koinòn ou tóde ti allà
cambiar.46 Los accidentes individuales no pueden ser sustancias, toiónde ti è posòn è prós ti è tôn toioúton ti semaínei. 178b37-39).51 Mor-
pero no porque no sean continuos –en efecto, el espectro de inten- fológicamente, me inclino por la lectura de tóde ti que sugiere Burn-
sidad que toleran un mismo sonido o un mismo color implica que yeat, y que generaliza expresiones como ho tìs ánthropos. Según esta
en ellos hay cierta continuidad–, sino porque no son sujetos de los lectura, ti se toma como pronombre indefinido que particulariza al
contrarios ni de otros accidentes, en general (Cat. 8).47 En contraste, sortal testaferro tóde. Entonces, tóde ti abrevia frases de la forma de
no hay una propiedad contraria a la determinación sustancial que “cierto/un F”.52 El pronombre indefinido tis, precedido del artícu-
identifica a un sujeto sustancial (5, 3b26-27), y los atributos acciden- lo, se encuentra en expresiones como ho tìs ánthropos, ho tìs híppos, he
tales caen todos fuera de este aislamiento del sujeto en sí mismo (2, tìs grammatiké, tò tì leukón, donde tiene un sentido particularizador.
1b24-25).48 Como consecuencia de este aislamiento, la dependencia Esta lectura es coherente con el uso individuador de los términos
que respecto de tales sujetos mantienen sus especies y géneros debe sustanciales, al que Aristóteles presta atención para fijar la referen-
ser necesariamente diferente de la dependencia correspondiente a cia a las entidades privilegiadas de su ontología.
los atributos accidentales. Creo que la distinción aristotélica entre En contraste con esta caracterización del sujeto como tóde ti,
predicación esencial e inherencia (Cat. 2) precisamente se formula Aristóteles intenta aclarar el estatus ontológico y el aporte epis-
para aclarar la primera dependencia como esencial y necesaria, y la témico de los universales sustanciales recurriendo a la expresión
segunda, como contingente.49 “una/cierta cualificación” (poión ti, Cat. 5, 3b15-16).53 Al contra-
Pienso que es seguro que Aristóteles reserva en Categorías (5, poner ambas expresiones, el objetivo de Aristóteles es explicitar la
3b10-18, espec. 3b13-15) la expresión tóde ti para demarcar las sus- oposición entre término general y término particular. El vocablo
poión expresa la cualificación, como tal, que Aristóteles distingue
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del individuo especificado, o sea, del tóde ti, un particular de una sólo en cuanto que, como universales sustanciales, se predican de
cierta especie. En cambio, poión ti designa la especie, es decir, no el los individuos sustanciales que son los sujetos primarios y propia-
tóde –el lugarteniente de la especie en la fórmula tóde ti– aplicado a mente dichos de los accidentes (3a4-5).55 Pero retornando al punto
un individuo, sino la especie qua universal sustancial, que no puede que me concierne aquí, la tesis anti-platónica de Aristóteles, según
confundirse con algo singular (ou gàr hén esti tò hypokeímenon hósper la cual ningún universal es sustancia (Metaph. Z 13, 1038b8-9; Z 16,
he próte ousía, allà katà pollôn ho ánthropos légetai kaì tò zôion, 3b16-18), 1041a3-5), se formula en este contexto con el siguiente vocabulario:
a menos que se reflote la teoría de la predicación de dos nombres. un universal no es un tóde ti, sino un toiónde (cfr. también Metaph. B
Precisamente lo que busca desambiguar Aristóteles con poión ti es 6, 1003a8-9; Z 13, 1038b15-16).
que un mismo vocablo sea, en un caso, el nombre de la especie (ho Una distinción ulteriormente necesaria atañe también al poión
ánthropos) como predicado de los particulares (3b22) y, en el otro, el (Cat. 5, 3b19-20). Aristóteles tiene que distinguirlo de otros pre-
designador del individuo sustancial (ho tìs ánthropos, 2, 1b4). En el dicados que no especifican objetos, en particular de aquellos que
Organon, únicamente los predicados sustanciales usados indivi- expresan una mera cualidad (oukh haplôs dè poión ti semaínei, hósper
duadoramente significan una sustancia primera (móna gàr deloî tèn tò leukón, 3b18). Más generalmente, Aristóteles recurre a distintas
próten ousían tôn kategorouménon, 2b30-31). Vimos que en 3b13-14, estrategias para distinguir los predicados sustanciales respecto de
Aristóteles lo advierte expresamente: el término que significa, en los accidentales. Una de las que utiliza en las Categorías es la opo-
realidad, una sustancia segunda parece que significa una sustancia sición entre “dar apropiadamente” (oikeíos apodósei, 2b33) el pre-
primera, debido al “esquema de su atribución”.54 dicado del sujeto y “darlo como un otro” (allotríos, 2b35), es decir,
Así, ya en el contexto del Organon un universal sustancial, describir el sujeto mediante uno cualquiera de los predicados que
incluso siendo sustancia, no es propiamente sustancia, i.e. sustan- no expresan propiamente lo que él es ya que el contenido concep-
cia primera, porque no es individuo ni es sujeto último. Humano se tual de tal clase de predicados es distinto del contenido del sujeto.56
mantiene como sustancia, sin embargo, pero sólo y primeramente Aristóteles amplía esta caracterización en su consideración del acci-
como predicado sustancial que da el qué es del individuo (2b32). Con- dente como un predicable. Cuando en el predicado se introducen
secuentemente, es más sustancial cuanto mayor es la determinación términos que significan algo diferente de lo que es para el sujeto
del individuo que ese predicado provee; la especie es, en cuanto ser cierta clase de cosa, no se obtiene una determinación esencial
que más apropiada, más sustancial que el género, que es más común de este último. De allí que esos predicados introducen propiedades
o tiene mayor extensión (2b33-34, 2b6-14). La importancia de este que meramente ocurren en el mismo sujeto (Top. IV 1, 120b24-26),
criterio de sustancialidad, que permite catalogar de esa manera a los y pueden darse o igualmente no darse en él (symbebekòs elégomen
universales sustanciales, es lo que conduce a Aristóteles a descartar hò endékhetai hypárkhein tinì kaì mé, 120b34-35). En esa clase de pre-
como inapropiado el conocimiento que sobre el sujeto se obtiene a dicación se toma el sujeto de modo accidental (mè en tôi tí esti kate-
partir de la atribución accidental (2b34-37). Ahora bien, este criterio goreîtai all’ hos symbebekós, 120b21-22) y no se da a entender qué es el
de sustancialidad que se aplica a las sustancias segundas es clara- sujeto (ou tí estin allá ti poioûn è páskhon semaínein, 120b26-27; ou gàr
mente prioritario respecto del segundo criterio, que se destaca en tí estin he khión, allà poîón ti, deloî, 120b28, 120b28-29).
3a1-6, y que simplemente hace de las sustancias segundas sujetos Podemos concluir hasta aquí que la metafísica de los indivi-
en un sentido derivado, ya que ellas serán sujetos de los accidentes
55. Ésta una diferencia crucial con la lectura de Frede, 1978, 59.
54. Otra confusión ligada también a la expresión lingüística se produce 56. La distinción entre predicados per se y per accidens de APo. I 4, 73a34-
con los predicados accidentales: “aunque se cree que significa qué es en b24 es un desarrollo de esto; predicados sustanciales se distinguen de acci-
virtud de la expresión lingüística” (SE 22, 178a8, a23-24). dentales en términos de lo que no se dice de otra cosa (73b5-10).
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180 Fabián Mié Sustancia e individuación en Aristóteles 181
duos desarrollada en el Organon se apoya en la distinción de los cial y, en tal sentido, permite identificar e individuar el objeto. La
dos usos de sortales considerados más arriba, el individuador y el tesis constante de Aristóteles al respecto se encuentra claramente
clasificatorio; y que la contraposición de ambos usos respecto de en APo. I 22, 83a24-32: los términos que significan la sustancia de
predicados no sortales completa el segundo teorema esencialista algo dan una información acerca de lo que un objeto precisamente
central de aquella metafísica, es decir, la distinción entre sustancia es, o sea, lo aprehenden en sí mismo y, por consiguiente, no como si
y accidente. fuera algo diferente. Esa información es considerada por Aristóteles
En el penúltimo apartado tengo que explicar el aporte epistémi- en el Organon dentro de su teoría de la definición, in extenso en Top.
co que la definición realiza a la individuación. VI-VII. La relación entre términos sustanciales, definición y esencia
se expone cuando Aristóteles aborda algunos problemas atinentes
a la sustitución entre nombre y definición,58 ya que, según Aristóte-
9. Definición e individuación les, las discusiones acerca de la definición conciernen, en su mayo-
ría, a la identificación del objeto (Top. I 5, 102a7-9, a11-16). Eso lo
Aristóteles cree que es necesario asegurar el aporte individua- habilita a excluir rápidamente otros enunciados mediante el expe-
dor de los términos sustanciales mediante una herramienta epis- diente de que no satisfacen la sustitución (102a2 ss.). Ahora bien,
témica: la definición. En la teoría de los predicables y de la identi- él advierte que la mera equiparación entre una expresión lingüís-
dad (Top. I 5 y I 7), el predicado esencial es aquel que se predica del tica y un objeto no es suficiente para aceptar que esa expresión es
sujeto en el qué es (en tôi tí esti kategoreîtai, IV 1, 120b21; 2, 122a5), una definición.59 En efecto, la sustitución es un criterio de carácter
delimitando cuáles propiedades forman parte del definiens (ésti d’ extensional, válido para términos con la misma referencia y sufi-
hóros mèn lógos ho tò tí ên eînai semaínon, I 5, 101b38). Aristóteles ciente para establecer que cierta expresión cuenta como un propio,
caracteriza la definición de la siguiente manera: es decir, un término que puede ponerse siempre en lugar del objeto,
pero que no significa su esencia (102a18-22). La tesis de Aristóteles
“Ahora bien, la definición es un enunciado que significa el qué era ser sobre la esencia y la necesidad (102a30) se recorta allí de la siguien-
(tò tí ên eînai); y se da o bien como un enunciado en sustitución de un te manera: la definición entraña un elemento intensional, por el
nombre, o bien como un enunciado en sustitución de otro enunciado” cual ella significa la esencia; y los términos y enunciados que sig-
(Top. I 5, 101b38-102a2).57
nifican la esencia de ciertos objetos corresponden a éstos siempre,
necesariamente y tomados por sí mismos.
La sustitución se utiliza como un criterio de prueba para esta-
En todas estas condiciones60 se pone claramente de manifiesto
blecer que una determinada propiedad, expresada en el definiens,
no es un género –el cual es más extenso que el objeto– ni un propio
–que, aunque sustituible con el objeto, no es esencial y necesaria-
58. Para la sustitución entre el nombre específico y la definición, cfr.
mente lo mismo que el objeto– ni tampoco un atributo que puede Top. VI 1, 139a36-37; 3, 140b22-23; 6, 145b30-32; 7, 146a5-7; 10, 148a24-26;
o no pertenecerle al objeto sin concernir a lo que éste es en sí, o sea, Metaph. Γ 7, 1012a22-24; H 6, 1045a27.
un accidente. Cuando una propiedad es siempre y necesariamen- 59. En Metaph. Z 4, 1030a6-14, Aristóteles especifica una condición para
te sustituible por el objeto al que se aplica, esa propiedad es esen- que un enunciado (lógos) cuente como un definiens (horismós): debe ser de
algo primero, en el sentido de que no debe ser como un predicado de un
sujeto diferente (1030a10-14), sino predicarse per se.
60. Además, una definición debe ser verdadera acerca de todo aque-
57. Metaph. Γ 7, 1012a23-24. La correspondencia entre nombre y defini- llo de lo cual se dice el nombre (Top. VI 1, 139a26-27) y de todo lo que se
ción se presenta como el caso estándar en los textos a los que aquí prestaré subordina a la misma especie (3, 140b16-17); debe aplicarse a lo defini-
atención. do como algo propio, y hacerlo tomando el sujeto por sí mismo, es decir,
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el rol epistémico que adquiere una definición, algo que también se bajo el mismo sortal que a él lo individúa. (2) La tesis semántica
visualiza cuando Aristóteles señala qué cosas deben estar incluidas del Organon, que conlleva un compromiso con esta metafísica de
en el definiens –propiedades anteriores y mejor conocidas por sí, los individuos, reside en focalizar los términos sustanciales, en cuan-
las cuales aseguran la cognoscibilidad de la especie definida y el to que sólo ellos permiten fijar la referencia a un objeto por medio
conocimiento objetivo de la misma (Top. VI 4, 141b3 ss., 141b34- de su individuación específica. Esta manera de individuar requiere el
142a9)– y cómo debe construirse una definición (4, 141b25-27) para complemento necesario de la definición como el procedimiento para
que ésta cumpla con su peculiar cometido de dar a conocer lo defi- que, mediante la delimitación de los contenidos de un concepto, se
nido (4, 141a27-29), algo que sólo resulta posible si la definición pueda fijar la extensión de dicho concepto sortal y subordinar a la
es del qué es (5, 142b24) y se construye con las partes (género y especie los individuos con cuya existencia se compromete el Orga-
diferencias) que permiten identificar satisfactoriamente la esencia non, y a partir de la cual Aristóteles sostiene la tesis central de su
de un objeto a través de la determinación de la especie (género: primera metafísica.61
5, 143a15-19; diferencia: 6, 143b8-9, 144b331-32, 145a4-5). A partir
de la correlación entre nombre específico y definición (I 5, 101b38-
102a2; también Metaph. Γ 4, 1006a31-34) resulta autorizado exten- BIBLIOGRAFÍA
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10. Conclusión
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Los resultados principales de este artículo pueden resumirse traduit, Paris, Les Belles Lettres.
así: Las dos tesis centrales del Organon que he estado persiguiendo Brunschwig, J. (2007) Aristote, Topiques, tome II, Livres V-VIII, texte établi
mantienen que (1) el sujeto individual específicamente determinado es et traduit, Paris, Les Belles Lettres.
la entidad primaria de esta ontología. Su caracterización como tóde Burnyeat, M. (2001) A Map of Metaphysics Z, Pittsburgh, Mathesis.
ti (Cat. 5, 3b15-16) implica que es un individuo sustancial idéntico a su Carl, W. (1974) Existenz und Prädikation. Sprachanalytische Untersuchungen
especie (3b10). Además, en cuanto que sujeto último, no se predica zu Existenz-Aussagen, München, Beck.
de, ni es en otro sujeto (2, 1b3-7), y es indivisible y, por consiguiente, Code, A. (1982) “On the Origins of Some Aristotelian Theses about Predica-
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Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX Nº 2 (Primavera 2013)
Fernando Bahr
Universidad Nacional del Litoral
Pierre Charron vivió entre 1541 y 1603. Tuvo distintos cargos Su trabajo, sin embargo, no se limitó a tomar nota de pensamien-
eclesiásticos y llegó a ser un predicador de renombre.1 Publicó tres tos ajenos, o, en todo caso, en “la forma y el orden” que le dio a
obras: Les trois vérités en 1594, Discours chrétiens, en 1600, y De la ese material de estudios se descubre un rasgo filosófico caracterís-
sagesse en 1601-1604. Esta última, a la que debió su fama, fue con- tico. En efecto, quien se interese por la temprana Filosofía Moderna
siderada “un semillero de irreligión y ateísmo”.2 A pesar de ello, encontrará en ella dos tipos de autores: aquellos que elaboran un
recibió treinta y nueve reimpresiones entre 1604 y 1672 e hizo de su sistema o una teoría ex novo y aquellos cuya novedad se encuentra
autor, a juicio del libertino erudito Gabriel Naudé, un filósofo supe- menos en el contenido que en la organización de las ideas; aque-
rior a Sócrates por haber sido capaz de darle orden a la sabiduría, llos que planifican una ciudad a la manera en que lo hace un inge-
convirtiéndola en un arte.3 niero “según su fantasía en una llanura”,6 recordando las palabras
Su nombre hoy es poco recordado, habiéndose impuesto la idea de Descartes, paradigma de este modo de proceder, y aquellos que
de que se trata de un escritor cuyo mérito principal fue haber orga- gustan de las “calles tortuosas y desparejas” y su talento consiste
nizado con propósitos pedagógicos, y en consecuencia vulgarizado, en cambiar de lugar edificios viejos para que el nuevo entorno real-
las ideas de su amigo Montaigne.4 Al respecto, es indudable que ce detalles que acaso, sólo acaso, eran importantes para el primer
Charron tomó muchos pasajes de los Ensayos así como de Guillau- arquitecto. Charron, como Pierre Bayle, pertenece sin duda al últi-
me Du Vair, Justus Lipsius o Jean Bodin; de hecho, él mismo pre- mo estilo de pensamiento. La posteridad de este tipo de autores,
senta De la sagesse como “la reunión de una parte de mis estudios”, además, suele distinguirse por repetir la estrategia constructiva que
agregando a continuación, “la forma y el orden me pertenecen”.5 ellos pusieron en práctica; esto es, alimentar otros collages filosófi-
cos con pasajes que ensamblan con nuevos elementos y adquieren o
destacan consecuencias que los textos originales no permitían deri-
1. “Charron adquirió tal reputación por su elocuencia que se lo solicitaba var con tanta certeza.
por todas partes, y los obispos de diversas diócesis en las que había predicado le Lo que procuramos mostrar en el presente trabajo acerca de las
ofrecieron generosamente las canonjías teologales de sus iglesias, junto a otras dig- ideas teológicas de Pierre Charron tiene que ver, justamente, con el
nidades y beneficios (…) La reina Margarita lo tuvo por su predicador habitual... poder significativo del contexto, es decir, con la variedad de senti-
(Bayle, 1740, II, 142. Traducción nuestra). El texto en cursiva proviene del dos que han podido ofrecer sus escritos de acuerdo al relato histó-
Éloge véritable, ou Sommaire Discours de la vie de Pierre Charron que George rico o filosófico en el que se incluyeron. Para comenzar tomaremos
Michel de Rochemaillet agregó como prólogo a la segunda edición de la
como punto de referencia la interpretación que propone Richard
Sagesse.
2. La expresión se encuentra en Mersenne, 2005, 154.
3. Así recuerda Charles Sorel las palabras de Naudé: “la gran estima que
sentía por él lo llevaba a preferirlo más que a Sócrates; [consideraba] que Sócrates parte de mis estudios, la forma y el orden me pertenecen” (Charron, 1986,
no había hablado a sus discípulos más que confusamente y según las circunstan- 33-34. Las traducciones de Charron son nuestras).
cias, mientras que Charron había hecho de la sabiduría un arte, lo cual era una 6. “Así, esas viejas ciudades que no fueron al comienzo más que case-
obra divina (Sorel, Bibliothèque françoise; citado por Bayle, 1740, II, 147a. Tra- ríos, y que con el transcurso del tiempo han llegado a ser grandes urbes,
ducción nuestra). suelen estar muy mal trazadas en comparación con las plazas regulares
4. Richard Popkin, por ejemplo, dice que De la sagesse “es poco más que que un ingeniero diseña según su fantasía en una llanura; de manera que
la Apologie [de Raimond Sebond] de Montaigne en forma organizada” (Pop- aunque en sus edificios, considerados uno por uno, se encuentre igual o
kin, 2003, 59). mayor arte que en los de las otras, sin embargo, al ver cómo están dispues-
5. “[He tomado] la mayor parte de los materiales de esta obra de gran- tos, aquí uno grande, más allá uno pequeño, y cómo hacen las calles tor-
des autores que han tratados los asuntos políticos y morales, verdadera tuosas y desparejas, se diría que lo que los ha dispuesto así es más bien el
ciencia del hombre: tanto antiguos, especialmente Séneca y Plutarco, gran- azar, que la voluntad de los seres humanos dotados de razón” (Descartes,
des doctores en ella, como modernos. He aquí, pues, la reunión de una 2004, 21; AT, VI, 11).
Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX, Nº 2 (Primavera 2013) Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX, Nº 2 (Primavera 2013) 187-212
190 Fernando Bahr PIERRE CHARRON: FIDEÍSTA, LIBERTINO, DEÍSTA 191
Popkin en The History of Scepticism. A continuación, apoyándo- buían a la conciencia individual, iluminada por el Espíritu Santo,
nos en estudios como los de Gregory, Cavaillé, Paganini, Adam o el criterio para discernir lo verdadero y lo falso en cuestiones de
Sabrié, señalaremos otras relaciones posibles; primero con el liber- religión. Fue entonces cuando se descubrió en los antiguos tro-
tinismo, tanto en su versión “espiritual” como en su versión “eru- pos escépticos, reunidos por Sexto Empírico, un arma que creye-
dita”, y luego con el deísmo, relación ésta que ya había denunciado ron letal contra la autonomía de la conciencia reformada, pues, tal
Marin Mersenne en 1624 y por la cual el nombre de Charron quedó como dice Gentian Hervet en el prólogo a su traducción del Adver-
emparentado con los de Cardano, Bruno y Vanini. Finalmente, sus mathematicos, “ayudándonos poderosamente a refutar los filó-
luego de hacer algunas observaciones respecto de la recuperación sofos paganos y extranjeros, esta obra nos proveerá una gran can-
que el siglo xviii hizo del tratado De la sagesse, ofreceremos nuestra tidad de argumentos contra los heréticos de nuestro tiempo, que
propia interpretación del pensamiento de Charron, interpretación midiendo con razones naturales lo que está más allá de la naturale-
que, en tanto enfatiza la su actitud crítica frente a la religión ins- za y sólo puede ser conocido y aprehendido por la fe, no compren-
titucionalizada, lo acerca más a un protodeísmo que a la posición den porque no creen”.7
fideísta que Popkin le adjudicó. Hay pasajes en los que Charron aparece como un fideísta en
el sentido más estricto. Su fideísmo, no obstante, se despierta casi
siempre en relación con los problemas políticos y sociales nacidos
1. Charron, fideísta de la Reforma. En este sentido defiende a quienes suspenden el jui-
cio y obedecen a lo que tradicionalmente se ha enseñado: ¿acaso
El término “fideísmo”, se sabe, entró al léxico filosófico por vía “los disturbios, las sectas, las herejías y las sediciones no vienen
de la teología hacia finales del siglo xix caracterizando una posición de los altivos, afirmativos y obcecados y nunca de los académicos,
según la cual las verdades religiosas sólo pueden ser alcanzadas modestos, indiferentes, suspensivos, es decir, sabios?” (Charron,
por un acto de fe. En tanto esta posición niega o limita severamente 1986, 404). Toda herejía, para Charron, nace del vicio capital, la pre-
la capacidad cognoscitiva de la razón, Popkin aprovechó el término sunción de conocimiento; por ello, dice, “jamás un académico o un
para romper el vínculo entre escepticismo e incredulidad y, más en pirrónico será herético, son cosas opuestas”, y agrega: “se nos dirá
particular, para explicar la atracción que ejercieron desde el siglo tal vez que tampoco será jamás cristiano ni católico, puesto que
xvi los argumentos escépticos en autores cuyo propósito era poner también practicará la neutralidad y la suspensión en estos casos;
de manifiesto, y aparentemente defender, la novedad radical del eso es entender mal lo que se ha dicho, no hay suspensión ni lugar
cristianismo. Distingue de todas maneras dos versiones del fideís- para el juicio, ni libertad respecto de lo que es de Dios. Hay que
mo, una amplia y una estricta (Popkin, 2003, xxi-xxii). La amplia dejarlo a él, no a otro, inculcar y grabar lo que le plazca” (Charron,
sería atribuir a la fe una precedencia respecto de la razón, es decir, 1986, 405).
negar que la razón pueda alcanzar con certeza la verdad si antes En este aspecto, según Charron, el escepticismo puede ser un
no acepta por fe alguna o algunas proposiciones; estrictamente, en aliado de la Iglesia católica. Lo recomienda también, sin embargo,
cambio, serían fideístas quienes defienden la idea de “fe ciega”, en otro sentido que puede hacerse difícil de conciliar con aquel, a
esto es, quienes, desacreditando por completo la razón, apoyan
toda certeza en una adhesión completa e incuestionable a ciertas
verdades reveladas.
7. “Hod cùm ad gentiles & externos philosophos confutandos nobis sit
En los siglos xvi y xvii, el fideísmo en su versión más estricta
adiumenti plutimum allaturum, non paruam quoque suppeditabit copiam
estuvo por lo general asociado a un concepto de fe como obedien- argumentorum aduersus nostri temporis haereticos, qui quae sunt supra
cia ilimitada a las enseñanzas de la Iglesia, es decir, el de los cató- naturam naturalibus metientes rationibus quae sola fide percipi & appre-
licos en su lucha teológica y militar contra los reformados que atri- hendi possunt, non intelligunt quia non credunt” (Hervet, 1569, a2-a3).
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saber, como purificador de las falsas concepciones de la divinidad. a los teístas que elaboran demostraciones acerca de la naturaleza de
Para recibir a Dios, dice, hace falta primero vaciar el alma, “lim- Dios, pues
piarla, despojarla y desnudarla de toda opinión, creencia, afecto,
dejarla como una carta blanca, muerta para sí y para el mundo, es asimismo un abuso pensar encontrar alguna razón suficiente y
para dejar que en ella viva y actúe Dios, expulsar al viejo poseedor demostrativa que alcance para probar y establecer evidente y necesa-
para poner al nuevo en su lugar, expurgate vetus fermentum, exuite riamente qué es la Deidad. (…) Si se encontrara razón humana sufi-
ciente para probar una Deidad, ésta no existiría, o bien, toda Deidad
veterum hominem”.8 Su principal blanco de ataque en este punto es
que se pruebe y establezca por razón y a la cual pudiera alcanzar o
la superstición, ese vicio que “perturba y enfurece al hombre e inju- aproximarse la presunción humana es una Deidad falsa y no verda-
ria a Dios (…) enfermedad del alma débil, vil y miedosa”, y respec- dera. Deidad es aquello que no se puede conocer, ni siquiera percibir
to de la cual aconseja a su discípulo “aprender a temerle con horror (Charron, 1596, 19).
y espanto” como la peor locura concebible.9 El horror que despierta
el supersticioso se debe a que es, en realidad, un blasfemo (cf. Cha- En Les trois vérités Charron habla como teólogo, pero, paradó-
rron, 1986, 454-455). Los argumentos escépticos, al purgarnos de la jicamente, como vemos, lo hace afirmando la imposibilidad de
locura supersticiosa, permiten devolver a Dios en cambio su con- que pueda haber un saber al respecto, dado que “el mayor de los
dición de Otro en el sentido más radical del término, lo totalmente filósofos y el más sabio de los teólogos no conocen más o mejor a
diferente. Dios que el más humilde de los artesanos. En primer lugar, donde
Charron se refiere a este tema sólo brevemente en De la sagesse no hay entrada de caminos no puede haber lejos ni cerca” (Cha-
dado que su objeto de estudio allí es la sabiduría humana, no la rron, 1596, 20). Atribuye al lenguaje teológico un sentido puramen-
divina. La cuestión, además, había sido tratada siete años antes, en te piadoso en tanto expresa nuestras emociones respecto de algo
Les trois vérités, a propósito del dogmatismo de los ateos.10 El repro- que desconocemos,11 y ni siquiera sabemos si lo que es bueno en
che de presunción que hace a los ateos, sin embargo, cabe también el plano humano podrá serlo también en el divino, pues “¿quién
podría saber si esa confianza le resulta agradable y si la bondad
divina es de tal modo que tome a bien lo que se haga con buena
intención y para honrarlo? Así es, de hecho, la bondad humana,
8. Charron, 1986, 404-405. Los textos en latín corresponden a I Corin-
tios, V, 7 (“Purificaos de la levadura vieja”) y Colonsenses III, 9 (“Despo-
creada y finita, pero ¿quién sabe si la bondad increada e infinita es
jaos del hombre viejo”). del mismo color?” (Charron, 1596, 25).
9. “[N]o hay nada que tenga mejor aspecto y que se esfuerce más por Esta última pregunta puede parecer piadosa, pero tiene conse-
parecerse a la verdadera piedad y religión que la superstición (…) Ahora cuencias abismales para la religión tal como ha sido corrientemente
bien, la notable diferencia entre las dos es que la religión ama y honra entendida, pues, como mostrará Bayle en el artículo “Pyrrhon” del
a Dios llevando al hombre a la paz y el reposo y alojándose en un alma Dictionnaire historique et critique, si la idea de bondad humana no se
libre, franca y generosa; la superstición, en cambio, perturba y enfurece al corresponde con la idea de bondad divina y si lo que consideramos
hombre e injuria a Dios; hay que aprender a temerle con horror y espanto, justo en el plano terrenal podría no serlo en el celestial, no solamen-
esconderse y huir de ella si fuera posible: es la enfermedad de un alma
te nuestras distinciones morales caen presa del relativismo sino que
débil, vil y miedosa” (Charron, 1986, 453-454).
10. “Por el momento decimos que estando la Deidad tan alta, tan ale-
jada de nosotros y de nuestro alcance que no sabemos ni siquiera si eso es
lejos o cerca, constituye una muy grande y rabiosa presunción decidir acer-
ca de ella y determinar como hacen los ateos, los cuales en todas sus obje- 11. “Por lo tanto, Dios, Eternidad, omnipotencia, infinitud no son para
ciones argumentan como si se tratara de una cosa definida, circunscripta y nosotros nada más que palabras pronunciadas en el aire. No son cosas que
obligada a ser de tal o cual manera” (Charron, 1596, 18). el entendimiento humano pueda manejar” (Charron, 1596, 21).
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ya no hay un Dios al que reclamar justicia.12 Charron es consciente de pensar sin prejuicio y libremente, esto es, a partir de lo que la
de ello. Pide que el alma se purifique de todo residuo antropomór- razón natural nos enseña, qué queremos decir cuando hablamos o
fico en su ascenso hacia Dios pero reconoce igualmente que, por recurrimos a “Dios”. Seguramente de él podría decirse lo mismo
ese camino, cada paso hacia lo alto será también una pérdida; que que cien años después dijo Leibniz de Pierre Bayle, a saber, que
esa alma “quedando transida, baldada y embelesada de esfuerzo y “quería hacer callar la razón después de haberla hecho hablar
admiración”, no podría establecer relación alguna con Dios, pues demasiado”.14 En lo que sí no puede haber dudas es en el hecho de
aquello a lo que llega no se parece en nada a lo que conoce ni puede que Charron enseña la obediencia a la autoridad política que adhie-
atribuirle las cualidades que requiere el objeto de culto de una reli- re a una determinada confesión religiosa; por ello, su fideísmo sería
gión (cf. Charron, 1596, 27). más católico que cristiano en tanto apunta principalmente a aceptar
La única salida que queda ante el esfuerzo místico es, pues, la públicamente (en el sentido de la confessio hobbesiana) y practicar
ficción: “Por lo tanto, es forzoso, y no podría ser de otra manera en los rituales del credo tradicional por reconocer en él una institución
la condición presente de esta vida, que cada uno se haga y se pinte indispensable en su país para la cohesión y la tranquilidad civil; se
por sí mismo una imagen de la Deidad, a la cual observar, dirigirse trataría en tal caso más bien de un “fideísmo político”.
y atenerse, una imagen que sea como su Dios” (Charron, 1596, 27).
Al final, por lo tanto, parece haber tenido razón Jenófanes al decir
que si los animales tuvieron dioses se los forjarían como ellos, una 2. Charron, libertino
idea que Charron cita como al pasar y casi sin darle importancia
unas páginas atrás.13 El influjo del tratado De la sagesse sobre los escritores que cons-
Para cerrar en una primera instancia con el fideísmo de Cha- tituyen el llamado “libertinismo erudito” es y ha sido uno de los
rron, por lo tanto, juzgamos que, aun reconociendo los elementos aspectos más estudiados en relación con el pensamiento de Cha-
que avalan tal interpretación, la misma, en cuanto supone una rron. En tal sentido, después de la extensa y reconocida obra de
sumisión irrestricta a la palabra revelada, parece colisionar con la René Pintard que dio nombre al movimiento,15 se destacan últi-
actitud que el mismo Charron defiende respecto de la necesidad mamente, entre otros, los trabajos de Tullio Gregory y Jean-Pierre
Cavaillé: el primero subrayando el valor emancipador de la duda
en desmedro de un supuesto uso apologético del escepticismo;16
12. Cf. Bayle, 1740, III, 733a. En el artículo “Pauliciens”, Bayle dice que
todas las teorías y artificios que giran alrededor del problema del mal han
surgido de las ganas de disculpar a Dios, puesto “que se ha comprendi- 14. “El Sr. Bayle quiere hacer callar la razón después de haberla hecho
do claramente que allí está toda la religión, y que desde el momento que hablar demasiado; llama a eso el triunfo de la fe” (Leibniz, 1969, 39. Tra-
nos atreviéramos a enseñar que él es el autor del pecado conduciríamos a ducción nuestra).
los hombres necesariamente al ateísmo” (Bayle, 1740, III, 632b. Traducción 15. Nos referimos a René Pintard, Le libertinage érudit dans la première
nuestra). También recuerda en este sentido a los jesuitas, quienes habían moitié du XVIIe. siècle, 2 vols., Paris, Boivin et Cie. Éditeurs, 1943. A lo largo
dicho “que sería mejor ser ateo y no reconocer ninguna divinidad antes que rendir de la obra se encontrarán más de setenta referencias al pensamiento de
honores supremos a una naturaleza que prohíbe al hombre hacer el mal, y que Charron.
sin embargo se lo hace cometer y luego lo castiga” (Bayle, 1740, III, 632a. 16. “Esta apreciación positiva de la razón escéptica difícilmente per-
Traducción nuestra). mita acercar la posición de Charron al “escepticismo” más tradicional y al
13. “Decía graciosamente Jenófanes que si los animales se hicieran dio- fideísmo de cierta apologética cristiana que condenaba sin apelación todo
ses los forjarían tal como ellos son. ¿Cómo podría, por lo tanto, conocer el uso de la razón para encontrar en la fe y en la autoridad un refugio tran-
hombre a Dios, que no se parece en nada al hombre, al ser humano, y es quilo contra la duda y una guía segura para su propio comportamiento.
infinito?” (Charron, 1596, 23). (…) Contra tal fideísmo prevalece la razón escéptica y pirrónica, con su
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el segundo detectando las huellas de La sagesse en Cyrano de Ber- ella santifica los peores crímenes y suele por lo tanto llevar a come-
gerac, Louis Machon y La Mothe le Vayer, pero también en los terlos (Charron, 1986, 462-467). La tercera, finalmente, la distinción
escritos anónimos o clandestinos de los siglos xvii y xviii, desde entre “fuero externo” y “fuero interno” según la frase atribuida a
los Quatrains du déiste (c. 1620) hasta el Traité des trois imposteurs Cesare Cremonini, “Intus ut libet, foris ut moris est” (“interiormente,
(c. 1703) o L’examen de la religion (1745).17 Gregory y Cavaillé han como te plazca; exteriormente, como se acostumbra”), con la conse-
renovado así un tema cuyo origen sin embargo es muy poco pos- cuente defensa irrestricta de la libertad de juicio y el análisis en tér-
terior al mismo Charron y fue objeto de entusiasmos tan pródi- minos puramente ceremoniales de las costumbres y leyes (religión
gos en loas por parte de los mismos libertinos que consideraban al incluida) (Charron, 1986, 387, 391-394, 410, 497 y 505).
autor de La sagesse un héroe de la libertad de pensamiento –vimos A Garasse lo indignaba particularmente la distinción entre
al comienzo el elogio de Gabriel Naudé– como en diatribas por “esprits forts” y “esprits faibles”, que se había convertido hacia 1620,
parte de los antilibertinos, frente de combate que tuvo en el jesui- según él, en un santo y seña de los ateos. Ahora bien, como sinóni-
ta François Garasse su figura más llamativa y según el cual Cha- mo de “esprit fort” Charron utiliza también el término “espiritual”
rron había apadrinado a todos los ateos enseñando la indiferencia (cf. Charron, 1986, 834); esto nos lleva al otro tipo de libertinismo
religiosa y negando la divinidad de Jesucristo (cf. Garasse, 1623, que mencionamos y que ha sido bastante menos estudiado en rela-
29 y 274-275). ción con nuestro autor: el “libertinismo espiritual”, justamente,
Garasse exageraba, pero es indudable que los libertinos tenían expresión que aparece por primera vez en un escrito de Calvino
motivos para reconocer en La sagesse algo así como su acta de fun- publicado en 1547 bajo el título Contre la secte phantastique et furieuse
dación. Ya hicimos referencia a la crítica de la superstición; señale- des libertins qui se nomment spirituels.19
mos brevemente otras tres ideas que se encuentran en Charron y La figura clave al respecto es san Pablo, a quien Charron llama
que serán después desarrolladas por Naudé, La Mothe Le Vayer o “uno de los primeros y supremos sabios”. Cita en tal sentido dos
Samuel Sorbière. La primera y más característica es la jerarquiza- pasajes importantes; I Corintios, 2, 15: “el espiritual lo juzga todo
ción de “espíritus”: los fuertes o universales, que disfrutan de las y a él nadie puede juzgarle”;20 y I Timoteo, 1, 9: “la ley no ha sido
navegaciones filosóficas y la incertidumbre, y los débiles o “muni- instituida para el justo y sabio”.21 En el segundo pasaje, el término
cipales”, dispuestos sólo a creer lo que han creído desde siempre
y a condenar a todo lo que ponga en duda la verdad absoluta de
su tradición.18 La segunda es la separación entre moral y religión,
considerando a aquella como el fundamento de la buena vida y a la 19. Para profundizar en las relaciones de Charron con el “libertinismo
religión como una virtud particular que apoyada sobre la probidad espiritual”, véase Paganini, 1987, 144-150. También se encontrarán referen-
contribuye al disfrute y la serenidad de ánimo, pero separada de cias orientadoras en Tenenti, 1987, 238-239.
20. “El primer [oficio del sabio] es juzgar acerca de todo: es lo propio
del sabio y espiritual, dice uno de los primeros y soberanos sabios, spiri-
tualis omnia dijudicat et à nemine judicatur: El verdadero oficio del hombre,
“universalidad de juicio”, de donde nace la “libertad académica o filosófi- su ejercicio más propio y natural, su más digna ocupación es juzgar” (Cha-
ca”, un comportamiento moral abierto y tolerante. La duda, no la verdad, rron, 1986, 389).
hace libre al sabio, quien justamente gracias al ejercicio de la razón es «la 21. “El sabio cumple con su deber y observa las leyes, no a causa de
imagen de Dios en la tierra»” (Gregory, 2000, 140-141). éstas sino de sí mismo, puesto que él está por encima de ellas y, a diferen-
17. Cf. Cavaillé, 2009. Una versión considerablemente resumida de este cia del común de los hombres, no las necesita, e incluso aunque no hubiera
trabajo, con el mismo título, se encuentra en Cavaillé, 2007, 29-42. ninguna no haría ni más ni menos que lo que hace: en esto se diferencia de
18. Cf. Charron, 1986, 291-293, 391-392, 403, 406, 434, 461 y 492. Este los hombres ordinarios, quienes no pueden hacer nada bueno sin la ley. Ad
punto se encuentra tratado exhaustivamente en Paganini, 1987, 113-156. justo et sapienti non est lex posita” (Charron, 1986, 833).
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“sabio” es un agregado de Charron,22 pero en todo caso su libre tra- lla que está adentro, toda celeste y divina, ha sido demasiado despre-
ducción refuerza el convencimiento de que el “espiritual”, aunque ciada y olvidada.23
las cumpla, está por encima de las leyes, a diferencia de los hom-
bres vulgares, “carnales”, que las cumplen por miedo. Precisamen- Entre el libertinismo espiritual y el libertinismo erudito se
te, el más famoso de los tratados místicos que Calvino denunció observan continuidades en cuanto al léxico; se observa también,
como obra de los libertinos espirituales, cuyo título es La declaration sin embargo, cierta ruptura, sobre todo en relación con la desacra-
de l’homme exterieur et de l’homme interieur, l’un selon la chair et l’aultre lización, o por lo menos descristianización, del concepto de natu-
selon l’esprit, se apoyaba en san Pablo, y sobre todo en el pasaje de raleza que hace de los eruditos, como sugerimos, un antecedente
Corintios, para reivindicar dos leyes diferentes, la del alma o del importante del movimiento ilustrado en el siglo xviii. Es esa rup-
hombre, “hecha de temor filial”, y la del espíritu, “dominante sobre tura la que parece empezar a notarse en De la sagesse de Charron,
todos, tal como está escrito que aquel que tenga esta ley espiritual quien podría ser entendido, pues, como un punto de inflexión en
del Padre juzga todo y no es juzgado por nadie, estando sin tutores la historia general del libertinismo en tanto tiene como referencia
ni curadores” (Anónimo, 1876, 96). frecuente las cartas de san Pablo a la manera de los “espirituales”,
El peligro religioso y político que Calvino veía en estos textos es pero, al mismo tiempo, da por supuestas ecuaciones sorprendentes
fácilmente comprensible, pues en ellos no sólo se alentaba a “dejar –“según Dios, según sí mismo, según la naturaleza, según el orden
la letra y toda inteligencia literal” de las Escrituras “para conce- y el reglamento general del mundo” (Charron, 1986, 424), o “la
bir el espíritu y la interpretación espiritual” (Anónimo, 1876, 89), naturaleza y la razón (es decir, Dios)” (Charron, 1986, 466)– donde
sino que, una vez establecido que “la ley espiritual juzga, supera y la trascendencia del Dios cristiano parece desdibujarse en dirección
excede todo”, se sostenía que “por lo tanto es necesario al presen- del naturalismo.
te obedecerla y servirla por encima de cualquier otra, consideran-
do que éstas han sido hechas a imitación e imagen de ella, a fin de
que, saliendo a la luz, se diera a conocer exteriormente” (Anóni- 3. Charron, deísta
mo, 1876, 98). Estas ideas también se encuentran presentes en De la
sagesse, pero con una novedad interesante que ya parece anunciar El deísmo, en general, sostiene que sólo deben postularse en la
el siglo xviii: para Charron la ley espiritual y la ley natural se iden- Deidad aquellos atributos que enseña la razón natural. Los deístas,
tifican explícitamente, por ello la misión del sabio es rescatar la ley por lo tanto, no aceptan la revelación y rechazan en las religiones
natural de su olvido en el interior del hombre. históricas todo dogma o práctica que no pueda considerarse razo-
nable. Establecen así una oposición entre religión natural, univer-
En resumen, todas las leyes del mundo no son más que copias y extrac- sal, y religiones históricas, particulares, afirmando que aquella
tos producidos en los tribunales contra ti, que tienes escondido el ori- debe servir de norma para identificar los errores y absurdos de
ginal y finges no saber que lo es, ahogando tanto como puedes esta luz
que te aclara desde adentro: qui veritatem Dei detinent in injustitia [que
aprisionan la verdad de Dios en la injusticia (Romanos, 1, 18)]. Jamás han
estado afuera ni han sido publicadas por hombre alguno, porque aque- 23. El pasaje presenta muchas dificultades de traducción: “Bref toutes
les loix du monde ne sont que des copies et des extraits produits en juge-
ment, contre toy qui tiens caché l’original, et feints ne sçavoir que c’est,
22. El texto de la Vulgata reza: “sciens hoc quia iusto lex non est posi- étouffant tant que tu peux, cette lumiere qui t’éclaire au dedans, qui verita-
ta”. La traducción de Erasmo es muy semejante: “sciens illud qoud iusto tem Dei detinent in injustitia, mais qui n’ont jamais esté au dehors et humai-
lex non sit posita” y se corresponde con el griego original (cf. Erasmo, nement publiées, que pource que celle qui estoit au dedans, toute celeste et
1519, 451). divine, a esté par trop méprisée et oubliée” (Charron, 1986, 423).
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éstas. Dentro de ese cuadro general, de acuerdo con el país del que relación que observaba Mersenne –y que han retomado en el siglo
se trate sobre todo, podrán señalarse diferencias más específicas, xx, entre otros, Fortunat Strowski27 y J. B. Sabrié28– nos limitaremos
pero en todo caso los especialistas suelen estar de acuerdo en que el aquí a hacer algunas observaciones respecto del modo en que De la
deísmo es la concepción teológica más característica del siglo xviii.24 sagesse trata el primer punto, es decir, lo que en términos de Hume
Sus orígenes, sin embargo, se encuentran en el siglo xvi, particu- podría llamarse una “historia natural de la religión”.
larmente en el Colloquium heptaplomeres compuesto por Jean Bodin En primer lugar, ya hemos visto que Charron consideraba todas
alrededor de 1590, uno de cuyos personajes, llamado Toralba, en las leyes “copias externas y públicas” de la ley natural; esto inclu-
defensa de un concepto natural de religión, niega la concepción ye explícitamente a “la ley de Moisés en su decálogo” (Charron,
antropomórfica de la Providencia, la Encarnación, la virginidad de 1986, 844), es decir, la ley revelada según la tradición judeo-cristia-
María, la divinidad de Cristo, la Redención y todos los sacramentos na. En segundo lugar, su crítica a las religiones históricas o positi-
cristianos.25 Charron conocía y admiraba los escritos de Bodin, pero vas es directa y tajante. Dirá así que todas las religiones se impo-
el Colloquium sólo fue publicado en 1857, y, aunque circuló desde nen cargas difíciles y dolorosas, pues “jamás la naturaleza humana
comienzos del siglo xvii en forma manuscrita, no tenemos pruebas dejará y terminará de inventar medios para infligirse penas y tor-
de que lo haya leído. En cualquier caso, también los elementos deís- mentos, lo que viene de la opinión de que Dios goza y se complace
tas están presentes en De la sagesse, tanto que, como señalábamos al con los tormentos y desgracias de sus criaturas” (Charron, 1986,
comienzo, Marin Mersenne no se ocupa de criticar sus ideas en La 447). También que, por ser extrañas a la naturaleza, todas las reli-
vérité des sciences contre les sceptiques ou pyrrhoniens, como sería de giones “son extrañas y horribles para el sentido común” (Charron,
esperar, sino en L’impiéte des déistes. En esta obra, aún admitiendo 1986, 449). Estas afirmaciones implican claramente una puesta en
que los errores de Charron hayan sido cometidos con buena fe,26 cuestión del carácter revelado del cristianismo, pues, en principio,
Mersenne afirma que los deístas sacan conclusiones perniciosas de Charron no establece diferencia alguna entre las religiones: todas
La sagesse al aprovechar sus ambiguas observaciones respecto de los se enriquecen de los despojos de las anteriores, “como la judaica
elementos en común que tienen las religiones o respecto del carác- lo ha hecho con la pagana y egipcia, la cristiana con la judaica, la
ter poco concluyente de las demostraciones acerca de la inmorta- mahometana al mismo tiempo con la judaica y la cristiana” (Cha-
lidad del alma. Sólo a los fines de establecer más precisamente la rron, 1986, 448-449).
Ahora bien, a pesar de todo Charron se consideraba cristiano
y debemos suponer que admitía algunos misterios como el de la
24. Nos damos cuenta de que la definición que proponemos es insufi-
Encarnación y el de la Redención. Respecto del primero, no tene-
ciente. En defensa nuestra podemos alegar que incluso quienes se han ocu- mos elementos para ponerlo en duda o negarlo. Respecto del
pado de manera pormenorizada del tema aceptan que el término “deísta” segundo, nos gustaría citar un pasaje extraordinario. El contexto
es “notoriamente difícil de definir con algún grado de precisión” (Harri-
son, 1990, 62).
25. Hay edición española: J. Bodino, Coloquio de los siete sabios sobre arca- 27. “Todavía no está permitido negar a Dios. El libre pensador admite
nos relativos a cuestiones últimas, traducción de P. Mariño, introducción de entonces que Dios existe, pero no podría aceptar sobre Dios las enseñanzas
J. de Salas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998. de las religiones y los prejuicios del vulgo. El libre pensador se hace deísta.
Los estudiosos británicos no estarían de acuerdo con esta atribución de Y aquí mismo Charron es su maestro. Charron le enseña a distinguir a Dios
paternidad en tanto consideran que el deísmo es una corriente principal- de la religión” (Strowski, 1907, 199)
mente, si no exclusivamente, inglesa fundada por Herbert de Cherbury (cf. 28. “[N]o se puede negar que la religión del sabio contiene un germen
Harrison, 1990, 62, y Champion, 1999, 437). de deísmo, que es un camino hacia el deísmo, que aspira en sus tenden-
26. Cf. Mersenne, 2005, 161. Sobre las dudas de Mersenne acerca de las cias más profundas a transformarse simplemente en la religión natural”
intenciones de Charron, véase Mersenne, 2005, 154 y 159. (Sabrié, 1913, 376).
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202 Fernando Bahr PIERRE CHARRON: FIDEÍSTA, LIBERTINO, DEÍSTA 203
del mismo es una crítica al concepto de religión como sacrificio y al siglo xviii, querríamos detenernos un momento en otro autor al
énfasis en los aspectos rituales y sacramentales del cristianismo; a que, a diferencia de Pascal, el proyecto de autorreconstrucción de
continuación, Charron agrega: “Y, en fin, el hijo de Dios, doctor en la naturaleza humana que hemos esbozado parece haber resultado
verdad, habiendo venido para destetar (sevrer) y despabilar (deniai- posible e incluso deseable: Jean-Jacques Rousseau.
ser) al mundo, los ha abolido a todos [los sacrificios]” (Charron, Rousseau, en efecto, según nos informa la Roche du Maine en
1986, 245). Según este pasaje, la misión de Jesús sería, pues, liberar el “Discurso préliminaire” de su Analyse raisonnée de la Sagesse de
a los hombres de la violencia a que los rituales los someten, devol- Charron (1763), apreciaba el tratado de Charron hasta el punto de
verlos a la naturaleza emancipándolos de la enferma identificación haberse propuesto hacer una edición del mismo.30 No hay indicios
entre sacrificio y religión (cf. Charron, 1986, 426). Liberación, pero de que el proyecto se haya siquiera iniciado. De todas maneras, las
no necesariamente redención puesto que no parece haber nada para huellas de aquel aprecio son bastante notables en algunas de sus
redimir. En efecto, tanto la definición que da Charron del pecado obras y, a nuestro juicio, no han recibido suficiente atención por
en Les trois vérités, “el pecado no es cosa que subsista de suyo, sólo parte de los especialistas, acaso convencidos de que tal examen difí-
tiene vida en tanto que tu voluntad y aprobación se la den, y tan cilmente podía revelar elementos de importancia que no se encon-
pronto como te desagrade, pierde su veneno, su aguijón” (Charron, traran también en la bibliografía que se ha ocupado de la relación
1596, 110), como la idea presente en la Sagesse de que el sabio es Rousseau-Montaigne.31 Insistimos, empero, que el tratado De la
capaz de reconstruir la naturaleza “pura y completa” con sus solas sagesse no se limita a ser un resumen didácticamente ordenado de
fuerzas (Charron, 1986, 824), indicarían que a su juicio la caída de los Essais. Las diferencias entre estas obras son por momentos sig-
Adán no ha tenido consecuencias irreversibles para la humanidad. nificativas y lo son, precisamente, en torno a dos cuestiones muy
“[L]as opiniones y juicios naturales son siempre verdaderos, bue- caras al pensamiento de Rousseau que a continuación trataremos de
nos y sanos”; tal es para Charron la séptima y última lección que su manera muy breve y con el único propósito de indicar un camino.
discípulo recibirá (Charron, 1986, 857). Empecemos por una referencia explícita que no puede pasar
desapercibida. En una nota a la Profession de foi du vicaire savoyard,
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204 Fernando Bahr PIERRE CHARRON: FIDEÍSTA, LIBERTINO, DEÍSTA 205
Rousseau, después de citar cierto pasaje de De la sagesse referido al Parece claro que Rousseau acerca la figura del Vicario a la de
origen exclusivamente humano de las religiones positivas, conclu- Charron en virtud de que en el tratado De la sagesse encuentra un
ye: “Parece bastante claro que la sincera profesión de fe del virtuo- examen crítico de la fe, examen que, a diferencia de los Essais de
so teologal de Condom no habría sido muy diferente de la del vica- Montaigne, no termina en la suspensión del juicio. Dicho más clara-
rio saboyano”.32 mente, y como vimos antes, Charron acepta que es propio del sabio
El texto citado por Rousseau tiene un fragmento donde clara- adaptar su comportamiento a las costumbres –religiosas, en este
mente resuena el eco de Montaigne: “la nación, el país, el lugar dan caso– de la sociedad en que vive; sin embargo, la distinción entre
la religión; se es de aquella que tiene el lugar donde hemos nacido “fuero externo” y “fuero interno” le permite llevar a su discípulo
y crecido: somos circuncidados, bautizados, judíos, mahometanos, –al igual que lo hace el Vicario con el suyo– al estudio de la “ver-
cristianos, antes de saber que somos hombres, la religión no es de dadera piedad” para aprender a distinguirla de la falsa, es decir, de
nuestra preferencia y elección”.33 El contexto al que Charron inte- los rituales inventados por la fantasía humana (aun cuando exte-
gra esa idea, sin embargo, le hace cobrar una radicalidad de la que riormente y los fines de la paz civil deba cumplir con los mismos).35
carece en los Essais. El pasaje que precede al que acabamos de citar Tras ese estudio, el discípulo de Charron estaría en condiciones de
es, en efecto, el siguiente: concebir una religión “libre” de ingredientes supersticiosos y redu-
cida a su esencia: elevada “por pura contemplación a admirar y
Así, también todos dicen que la tienen [a la inspiración divina], y creen adorar la grandeza y la majestad inmensa de la primera causa de
en ella, y todos utilizan esta jerga: no de los hombres ni de criatura todas las cosas, del ser de los seres, sin gran declaración o determi-
alguna, sino de Dios. Pero, a decir verdad, sin halago ni disfraz alguno, nación de ésta, o prescripción de cómo servirla; sólo reconociéndola
no hay nada de eso. Ellas [las religiones] están, se diga lo que se diga,
indefinidamente como la bondad, perfección e infinitud del todo
sostenidas por manos y medios humanos, como lo prueba en primer
lugar la manera en que las religiones han sido recibidas en el mundo e
incomprensible e incognoscible” (Charron, 1986, 456).
incluso todos los días por los individuos.34 Esa religión “purificada”, “natural”, diferente y en muchos pun-
tos opuesta a las religiones positivas, resulta sin duda uno de los
temas donde la huella de Charron se hace notar en el Vicario. Éste
también reconoce que todas las enseñanzas religiosas, incluso las
32. Rousseau, 1969, 27. Las traducciones de Rousseau son nuestras. del Evangelio, están llenas de “cosas que repugnan a la razón”36
33. Charron, 1986, 451. El pasaje al que nos referimos de Montaigne es
y que lo que le corresponde al hombre que desee servir a Dios en
muy conocido: “Todo esto es un signo evidente de que recibimos nuestra
religión a nuestra manera y de nuestras manos, al igual que se reciben
la simplicidad de su corazón no es rezar sino ejercitarse “en las
otras religiones. Nos encontramos en el país donde ella forma parte de la contemplaciones sublimes”: “respetar en silencio aquello que no
costumbre. (…) Somos cristianos por el mismo motivo que somos perigor- podría rechazarse ni comprenderse y humillarse ante el gran Ser
dinos o alemanes” (Montaigne, 2004, 445. Traducción nuestra).
34. Charron, 1986, 451. En la segunda edición (1604), Charron se vio
obligado a corregir este texto introduciendo una distinción entre religiones
verdaderas (“recibidas y sostenidas por otras manos”) y religiones falsas
(“puras invenciones humanas o diabólicas”). El hecho de que la cita corres- 35. “Estudiar la verdadera piedad” es el primer deber (office) de la sabi-
ponda a la edición original, de 1601, llevó a Pierre-Maurice Masson a pen- duría, así lo establece el título del capítulo 5 del libro II del tratado De la
sar que Rousseau poseía o había consultado un ejemplar de ésta, además sagesse, donde se encuentra precisamente el pasaje citado por Rousseau en
de la de 1618, que, según se sabe, le había regalado Mme. de Créqui. Pie- la nota al pie de la Profession de foi.
rre Burgelin, quien hizo la notas para la edición de Gallimard, observó sin 36. “[E]se mismo Evangelio está lleno de cosas increíbles, de cosas que
embargo que la edición de 1618 contiene un apéndice donde se encuentran repugnan a la razón y que a todo hombre sensato le resulta imposible con-
los pasaje excluidos a partir de 1604 (cf. Rousseau, 1969, 1573). cebir o aceptar” (Rousseau, 1969, 627).
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206 Fernando Bahr PIERRE CHARRON: FIDEÍSTA, LIBERTINO, DEÍSTA 207
que es el único que sabe la verdad”.37 Tal es lo que el Vicario deno- nuación, siguiendo tal vez la lectura de Helvétius, critica el relati-
mina “escepticismo involuntario”, un escepticismo que, por otra vismo moral de Montaigne, juzgándolo frívolo en su búsqueda de
parte, seguramente podría adoptar el “je ne sais” que Charron eligió ejemplos que pongan en cuestión el carácter innato de las enseñan-
como divisa y que Rousseau declara “irles tan bien” a Emilio y a él zas de la conciencia.42
mismo.38 Montaigne, de hecho, en el ensayo titulado “De la costumbre”
Ahora bien, el “escepticismo involuntario” se caracteriza por ser (Essais, I, 23), después de una frondosa reunión de hábitos exóticos,
exclusivamente teórico, es decir, por no extenderse “a los puntos había dicho que “[l]as leyes de la conciencia, que nosotros consi-
esenciales de la práctica”.39 El “je ne sais” encuentra entonces un deramos nacidas de la naturaleza, nacen de la costumbre” (Mon-
límite infranqueable: la voz de la conciencia, ese “principio innato taigne, 2004, 115). También Charron disfruta de la variedad de opi-
de justicia y virtud” que existe en el fondo de las almas y que nos niones e incluso caracteriza al sabio a partir de su oposición con el
orienta de manera infalible en la vida moral, sería inmune al escep- “espíritu municipal”, es decir, con aquel “que llama barbarie a lo
ticismo, porque, en la línea de lo que señaló Ezequiel de Olaso, sus que no es de su gusto y costumbre”, tomando como criterio de ver-
actos “no son juicios sino sentimientos”.40 He allí el otro gran tema dad el ejemplo “de las opiniones y usos del país en el que estamos”
del tratado De la sagesse que reaparece en Rousseau. (Charron, 1986, 406). Sin embargo, esta diversidad sólo se refiere a
Los enemigos del Vicario al respecto son los filósofos, “supues- aspectos superficiales del comportamiento, y para Charron no con-
tos sabios” que analizan la voz de la conciencia en términos de tradice “la obligación natural, interna y universal” que tiene todo
“errores de la infancia” o “prejuicios de la educación”.41 A conti- hombre, “siguiendo la intención de su autor y hacedor”, de “ser
hombre de bien, recto e íntegro” (Charron, 1986, 420). Esa obliga-
ción, que define al hombre, es la prudhommie.
37. Rousseau, 1969, 627. Respecto de las “sublimes contemplaciones” y En De la sagesse, por lo tanto, por debajo de las virtudes apren-
del carácter irracional del rezo, cf. Rousseau, 1969, 605. didas y sosteniéndolas, se supone la presencia de una guía moral
38. Cf. Rousseau, 1969, 485. La relación con el Je ne sçay de Charron es innata, que no debe cultivarse ni inducirse, que nace “en el hom-
señalada en las notas por Pierre Burgelin (Rousseau, 1969, 1451). También bre por él mismo, es decir, por la fuerza interna que Dios ha puesto
Ezequiel de Olaso señala que “en la segunda parte de la Profession Rous- allí” (Charron, 1986, 421). Esa guía no es víctima del examen escép-
seau ha de retomar la divisa de Charron” (Olaso, 1981, 79). tico; al contrario, lo que hace tal examen es disolver las opiniones
39. “He aquí el escepticismo involuntario en que he permanecido; pero
recibidas y apoyadas en los prejuicios para que aquella voz más
tal escepticismo no es para nada penoso, puesto que no se extiende a los
puntos esenciales de la práctica y me encuentro muy decidido acerca de los
principios de todos mis deberes” (Rousseau, 1969, 627).
40. “Los actos de la conciencia no son juicios, sino sentimientos. Aun- 42. “¿Pero de que le sirven al escéptico Montaigne los trabajos que se
que todas nuestras ideas nos llegan de fuera, los sentimientos que las valo- toma para desenterrar de un rincón del mundo una costumbre opuesta a
ran están dentro de nosotros y sólo a través de ellos conocemos la conve- las nociones de justicia? (…) ¡Oh Montaigne! Tú que te jactas de franqueza
niencia o no conveniencia que existe entre nosotros y las cosas que debe- y de veracidad, sé sincero y veraz, si es que un filósofo puede serlo, y dime
mos buscar o evitar (Rousseau, 1969, 599). Contra la postulación por parte si existe algún país sobre la tierra en el que sea un crimen respetar la pro-
de Yvon Belaval de un “dogmatismo del sentimiento” en el Vicario, Olaso pia palabra, ser clemente, bienhechor, generoso, donde el hombre de bien
indicó que si la conciencia no se expide por medio de juicios sino de sen- sea despreciable y el pérfido honrado” (Rousseau, 1969, 598-599). Nuestra
timientos, “sería atractivo, pero en definitiva falso”, hablar de “dogmatis- conjetura respecto de la influencia de Helvétius se apoya en el hecho de
mo” en el sentido propiamente escéptico del término (Olaso, 1981, 78). que éste, simplificando notablemente el movimiento reflexivo de los Essais,
41. “Pero ante esta palabra [conciencia] oigo elevarse por todas partes ubicó a Montaigne entre aquellos “que hicieron ver que una acción virtuo-
el clamor de los pretendidos sabios: ¡Errores de la infancia, prejuicios de la sa en el norte es viciosa en el sur, concluyendo de allí que la idea de virtud
educación!, gritan todos a coro” (Rousseau, 1969, 598). es puramente arbitraria” (Helvétius, 1818, 120; traducción nuestra).
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208 Fernando Bahr PIERRE CHARRON: FIDEÍSTA, LIBERTINO, DEÍSTA 209
profunda, que es la voz de la naturaleza, pueda hacerse oír.43 En notable: Charron no sólo decide hacerse monje sino que elige órde-
tal sentido podríamos decir que el sage (sabio) es el savant (erudito) nes caracterizadas por la austeridad, la contemplación y la vida
purificado por el escepticismo y que por ello puede volver a una ermitaña. Relacionando esta circunstancia con el influjo que ejerció
comunicación alegre e inmediata con la physis.44 sobre el libertinismo erudito podrían pensarse tres alternativas: a)
Hacia el final de su estudio sobre el escepticismo del Vicario que después, y acaso ante el fracaso, de su vocación monacal “se
Saboyano, Ezequiel de Olaso sostuvo que Rousseau “[e]n vez de hizo” libertino; b) que eligió tales órdenes para ocultar a los ojos
prepararse a soportar lo inevitable y adoptar la muda impavidez del mundo –pagando un precio altísimo– sus ideas irreverentes; o
del pirrónico, encuentra que la voz de la conciencia es la voz de la c) que los libertinos encontraron en él un arsenal de argumentos
naturaleza, no de los hombres”, y con ello, sin saberlo, lleva el ideal peligrosos sin preocuparse demasiado si los mismos estaban vincu-
del escepticismo pirrónico a su consumación: “[e]n la conciencia se lados con los aspectos más profundos de su pensamiento.
hace presente la physis, ella es el criterio buscado por los pirrónicos, Juzgamos que esta última posibilidad es la más verosímil, y por
la que ofrece la marca natural e infalible” (Olaso, 1981, 78-79). Tal ello coincidimos con Fortunat Strowski cuando sostiene que “[e]l
es el “gran descubrimiento de Rousseau”, afirma asimismo Olaso, libertino no ve en Charron la sustancia religiosa; él no se interesa
y su análisis nos parece irreprochable excepto en este último punto. más que por el libre pensamiento, no observa más que una cara
Ese descubrimiento, en efecto, como hemos tratado de mostrar, ya de la doctrina” (Strowski, 1907, 185). Esa “sustancia religiosa”, esa
estaba presente en el tratado De la sagesse; también acerca de la voz “otra cara” de la doctrina que, por ejemplo, La Mothe Le Vayer no
natural de la conciencia, por lo tanto, “[p]arece bastante claro que la ve, tan fascinado por lo que De la sagesse le ofrecía en relación con el
sincera profesión de fe del virtuoso teologal de Condom no habría desenmascaramiento de los mecanismos de dominio psicológico y
sido muy diferente de la del vicario saboyano”. político que se ocultaban en las funciones y rituales del culto, es lo
que Michel Adam ha llamado “inclinación al misticismo” (Adam,
1991, 89).
5. Conclusiones La expresión puede resultar exagerada, pero, en todo caso,
creemos que Adam tiene razón al decir que la noción de infinitud
En el artículo que le dedica en el Dictionnaire historique et criti- divina ocupa un lugar importante en el pensamiento de Charron.
que, Pierre Bayle refiere que hacia 1590, es decir, cuando todavía no Ahora bien, Adam, y, más aún, Christian Belin (cf. Belin, 1995),
había publicado ninguna obra, Charron tomó la decisión de hacerse tratan de hacer compatible aquella inclinación con las líneas prin-
monje cartujo Su solicitud no fue aceptada porque se lo conside- cipales de la tradición cristiana, punto en el que estamos menos
ró, a los 47 o 48 años, demasiado viejo para adaptarse a los rigores seguros. En efecto, nos parece bastante claro que, sobre todo en el
de la orden; lo mismo sucedió poco después con la orden de los tratado De la sagesse, Charron se muestra convencido de que el obje-
celestinos, y por ello nuestro autor “decidió terminar su vida bajo to de su búsqueda no puede institucionalizarse sin perder su majes-
la condición de sacerdote secular” (Bayle, 1740, II, 142). El hecho es tad. Por ello le atraen los libertinos “espirituales”, que defendían la
libertad interior del sabio frente a las leyes positivas (incluyendo
entre ellas las religiosas).
Estos libertinos, sin embargo, están demasiado cercanos a
43. La séptima y última lección de sabiduría (“las opiniones y juicios
San Pablo como para no enfatizar la gracia divina en desmedro
naturales son siempre verdaderos, buenos y sanos”), en efecto, no puede
entenderse separada de las dos anteriores: no determinarse, no obligarse ni
de la naturaleza, algo que Charron no podría compartir. Para él,
apegarse a nada. “He allí –concluye Charron– las dos riendas y dos reglas por el contrario, la naturaleza, si no es el mismo Dios infinito,
que siempre impedirán equivocarse” al discípulo (Charron, 1986, 857). es al menos la aparición por excelencia de ese Dios. De allí esas
44. Sobre la oposición ciencia-sabiduría, cf. Charron, 1986, 687-693. extrañas asimilaciones entre Dios, la razón universal, el orden del
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mundo y la ley natural que aparecen sobre todo en el capítulo 3 Bianchi, Lorenzo (2002), “Charron au XVIIIe. siècle: L’Analyse Raisonnée
del libro segundo del tratado De la sagesse, asimilaciones que Cha- de ‘La Sagesse’ de la Roche du Maine (1763)”, en Paganini, Benítez y
rron jamás aclara y sólo las ofrece al lector como un hecho eviden- Dybikowski (dir.), Scepticisme, Clandestinité et Libre Pensée, Paris, Hono-
te por sí mismo. ré Champion.
Cavaillé, Jean-Pierre (2009), “Pierre Charron, «disciple» de Montaigne
Este concepto de naturaleza es ciertamente enigmático, tanto
et «patriarche des prétendus esprits forts»”, en http://dossiersgrihl.
como su relación con el escepticismo. La mejor clave para descifrar revues.org/280.
ambos, a nuestro juicio, la ha propuesto Ezequiel de Olaso en su Cavaillé, Jean-Pierre (2007), “Les libertins et Montaigne”, Vol. XIX de Mon-
análisis de la Profesión de fe del vicario saboyano al pensarla como taigne Studies, March 2007, Number 1-2.
la consumación del escepticismo: el poder protector y orientador Champion, Justin (1999), artículo “Deism”, en Columbia History of Western
de una physis que supera la epoché; una physis, por lo tanto, que Philosophy, ed. Richard Popkin, New York, Columbia University Press.
ya no es la del escepticismo, y que si hubiera que buscarle algún Charron, Pierre (1986), De la sagesse, Paris, Fayard.
antecedente en la antigüedad clásica debería indagarse por el lado Charron, Pierre (1596), Les trois vérites contre tous Athées, Idolatres, Juifs,
del estoicismo, en aquella noción de logos, “recta razón que todo Mahumetans, Hérétiques, & Schismatiques, Lyon, Jean Didier.
de Rotterdam, Erasmo (1519), Novum Testamentum omne, multo quàm ante-
lo recorre y traspasa y que es la misma cosa que Zeus” (Diógenes
hac diligentius ab Erasmo Roterodamo recognitu, emedatum ac translatum,
Laercio, 1990, 163).
Basileae, in Aedibus Ioannis Frobenii.
Para terminar. Tomando pasajes aislados del tratado De la sages- Descartes, René (2004), Discurso del método, edición de Mario Caimi, Bue-
se puede hallarse en él a un fideísta o a un libertino; juzgamos, sin nos Aires, Colihue.
embargo, que tales pasajes no pertenecen al núcleo del pensamien- Garasse, François (1623), La Doctrine curieuse des beaux esprits de ce temps ou
to de Charron, núcleo que se encontraría vinculado a la búsqueda prétendues tels, Paris, Sebastien Chappelet.
racional de la Deidad y encontraría en la naturaleza su rostro privi- Gregory, Tullio (2000), Genèse de la raison classique de Charron à Descartes,
legiado e incomprensible. En tal sentido, consideramos que por esta trad. de M. Raiola, Paris, PUF.
exaltación de la naturaleza en las postrimerías del Renacimiento, Harrison, Peter (1990), “Religion” and the Religions in the English Enlighten-
Pierre Charron podría ser considerado un protodeísta que se vale ment, Cambridge, Cambridge University Press.
Helvétius, Claude-Adrien (1818), De l’esprit, en Oeuvres complètes d’Helvé-
de los ejercicios escépticos para restaurar el vínculo inmediato del
tius, tome premier, Paris, Mme. Ve. Lepetit.
instinto humano con la ley natural o divina; por tal restauración se Hervet, Gentian (1569), Prefacio a Sexti Empirici viri longe doctissimi Advers-
define la sabiduría. vs mathematicos, Paris.
Laercio, Diógenes (1990), Los filósofos estoicos, edición bilingüe de Antonio
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214 Fabiano Lemos Foucault: linguística e estruturalismo 215
La Science, ayant dans le Langage trouvé une con- do como sistemático que seria capaz de fornecer as chaves de deci-
firmation d’elle-même, doit maintenant devenir fração do código antropológico1. Antes, o contrário: a literatura — o
une CONFIRMATION du Langage. romance, a poesia, o teatro, enfim, o texto — se desloca do quadro
Mallarmé
geral de classificações organizado pela verdade das ciências para o
espaço onde passa a funcionar como condição mesmo de toda repre-
sentação, de todo discurso, de toda reflexão inteligível — inclusive a
1. Da Literatura à Linguística da ciência. Aquilo que os autores da Tel Quel chamam de écriture,
a dimensão estruturalmente mais geral da literatura, passa a orga-
Direta ou indiretamente, as pesquisas de Michel Foucault esti- nizar um novo quadro de representação — um quadro semiológico.
veram, desde o início, envolvidas com as tradições dos estudos Do outro lado do Atlântico, e quase uma década depois, os tra-
literários. Seu estudo monográfico sobre a ficção proto-surrealista balhos de Foucault começavam a ser lidos por alguns grupos de
de Raymond Roussell, em 1963, não constituiu o primeiro esforço professores dos departamentos de literatura comparada e, mais
neste sentido. Já as presenças de Sade, Nerval, Bataille e Artaud na especificamente, por aqueles que fomentaram a entrada de um
Histoire de la folie, dois anos antes, são sintomáticas de um procedi- modelo de investigação ali conhecido logo depois como French The-
mento que se estenderia até seus últimos textos: uma interpolação ory. Sobretudo a partir da publicação, em 1979, da primeira tradu-
entre filosofia e literatura que, esboroando os limites entre ambas, ção integral em inglês do texto Qu’est-ce qu’un auteur?, conferência
acaba por colocá-las sob um mesmo estatuto epistemológico na his- pronunciada na França dez anos antes, o nome de Foucault ficou
tória dos sistemas de pensamento. associado, desde estes grupos, aos estudos literários e culturais, e
Este mecanismo metodológico em geral não era exatamente definiu para suas pesquisas um destino bastante particular, vincu-
novo. Do romantismo de Hölderlin ao existencialismo de Sartre, lado menos à filosofia que à literatura — um destino americano.2
de Diderot a Benjamin, as narrativas ficcionais exigiram para si, em Nesse momento, em Paris, a publicação de Surveiller et punir, assim
maior ou menor grau, uma dignidade filosófica segundo a qual elas como do primeiro volume da Histoire de la sexualité, já haviam rela-
puderam ser pensadas riogorosamente; e isto, no quadro emergen- tivizado suficientemente a compreensão do trabalho de Foucault
te das disciplinas das ciências humanas, queria dizer: não apenas no âmbito da crítica literária francesa. Seja como for, redefinindo as
como objeto de fruição sensível, de catarsis clássica ou entreteni- premissas metodológicas do estruturalismo, em consonância com o
mento burguês, mas como signo de uma determinação antropológi- grupo da Tel Quel, ou, mais tarde, se tornando o paraninfo intelec-
ca — ou, em alguns casos, mesmo cosmológica — a ser revelada pela tual do New Criticism americano, através da estética da escritura ou
reflexão filosófica. Os desenvolvimentos históricos deste princípio da análise do discurso, as pesquisas da arqueologia-genealogia aca-
geral de leitura dos textos literários marcam, assim, o caminho que
une a origem da estética como disciplina autônoma na passagem
do século xviii para o xix ao surgimento mesmo da crítica literária 1. Sobre o grupo da Tel Quel, cf. During, 1992, 67; e também Kauppi,
dos anos 1940 e 1950. 1994 (para um brevíssimo sumário sobre o hesitante envolvimento de Fou-
É nesta paisagem que os trabalhos de Foucault — alinhado aos cault com a revista, cf. pp. 144-145).
2. Sobre o impacto de Foucault nos Cultural Studies e na teoria literá-
do grupo de jovens investigadores que se organizavam em torno
ria americana, o livro de François Cusset, French Theory, continua sendo o
da paradigmática revista dirigida por Philippe Sollers, a Tel Quel
estudo mais detalhado. Cf., também, During, 1992, 13-14. O artigo “Doing
— parecem ter dado um passo além. Para ele, como para os outros Theory”, de Sylvère Lotringer, uma das fundadoras da revista Semiotext(e),
integrantes do grupo — Julia Kristeva, Roland Barthes, Jacques órgão de divulgação fundamental da French Theory, é, enfim, uma recap-
Derrida, Denis Roche são alguns deles — não era a filosofia ou a tulação importante deste movimento (cf. Lotringer & Cohen, 2001, 128-
psicanálise ou qualquer outro domínio metodológico autodeclara- 130).
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baram por ser associadas, em um ou outro momento, a pesquisas Dificuldades semelhantes poderiam ser apontadas em relação ao
sobre a linguagem especificamente literária. termo discours.6
A insistência — certamente legítima — neste aspecto das pes- Em uma entrevista publicada em 1967, Foucault é bastan-
quisas de Foucault deixa, no entanto, esquecida, uma outra abor- te explícito quanto a este ponto: “(...) não estou tanto interessado
dagem do problema da linguagem que pode se mostrar central na nas possibilidades formais oferecidas por um sistema como a lín-
compreensão de suas posições metodológicas: o tema da linguísti- gua [langue]. Pessoalmente, sou mais obcecado pela existência dos
ca como ciência. Não se trata de afirmar, apressadamente, que seu discursos, pelo fato de que palavras ocorreram: estes eventos fun-
trabalho poderia ser interpretado nos limites de uma teoria lin- cionaram em relação a sua situação original, deixaram traços atrás
guística, já que definições como discurso, enunciado, saber, ao menos deles, eles subsistem e exercem, naquela substância mesma no inte-
á primeira vista, parecem romper com a exigência de autonomia rior da história, certo número de funções manifestas ou secretas”.7
estrutural da língua erguida por Ferdinand de Saussure e, mais É neste sentido que podemos compreender a afirmação de Deleu-
incisivamente, por Hjelmslev na primeira metade do século xx.3 ze quanto à própria tarefa da arqueologia, que seria um esforço de
É fato que uma certa concepção de énoncé, tal como utilizada por encontrar uma forma de expressão que não se confundisse com
muitos linguistas, habita os limites entre linguística e outras dis- nenhuma unidade lingüística (Deleuze, 1986, 57).
ciplinas — psicanálise, filosofia da linguagem — mas, neste caso, No entanto, se, por um lado, é difícil identificar uma dimensão
o termo é entendido como o resultado dos processos de fala, de diretamente linguística no trabalho de Foucault, por outro, não se
enunciação — algo próximo dos problemas erguidos pela teoria pode afirmar que o interesse que ele dedicou a este campo tenha
dos Speech Acts, que Foucault rejeita pontualmente em L’archéologie sido superficial. Podemos dizer que as ciências da linguagem se
du savoir.4 Da mesma forma, o termo sentence, que corresponde, na constituiram como objeto de suas leituras de dois modos, e é possí-
linguística anglo-saxônica, ao énoncé francês, traduz uma propo- vel que eles não sejam totalmente independentes um do outro: em
sição qualquer em uma função lógica, algo completamente estra- primeiro lugar, como objeto histórico, na problematização da Gramá-
nho aos procedimentos investigativos da arqueologia dos saberes5. tica Geral e da emergência da Linguística moderna em Les mots et
les choses e alguns poucos artigos; em segundo lugar, como objeto
metodológico, em diversos momentos em que as premissas da lin-
guística geral são analisadas como metodologia de pesquisa das
3. Cf. Saussure, 1916, 25, onde a língua é definida como “un tout en
ciências humanas. No primeiro caso, o círculo parece se fechar em
soi et un principe de classification” privilegiado. Remetemos, também, à
posição análoga de Louis Hjelmslev em seu Prolegômenos a uma teoria da
torno de autores do século xvii ao xix — especialmente da Gramáti-
linguagem, p. 3: “Essa linguística deve procurar apreender a linguagem não ca de Port-Royal, de Condillac, dos escritos de Destutt de Tracy, e,
como um conglomerado de fatos não linguísticos (físicos, fisiológicos, psi- em seguida, de Bopp, Schlegel, Jacob Grimm — e pode ser encon-
cológicos, lógicos, sociológicos), mas sim como um todo que se basta a si trado quase que integralmente desenvolvido já em 1966, em Les
mesmo, uma estrutura sui generis”. mots et les choses (especialmente pp. 92-136 e 292-313). Sua principal
4. Sobre o uso do enunciado nos limites da linguística, cf. Dubois, 1969 tese é a de que o surgimento da linguística no século xviii — por
e Irigaray, 1969, ambos publicados no volume 13 da revista fundada por oposição ao projeto gramatical da época clássica que lhe antecede
Barthes, Langages. Foucault rejeita a equivalência entre enunciado e speech — insere no horizonte problemático das emergentes ciências huma-
acts argumentando que cada ato ilocutório envolve um conjunto de enun-
nas a questão da significação e do sistema de signos (1966, 368-369).
ciados distintos (1969, 110-11). Hubert Dreyfus e Paul Rabinow retomam e
relativizam essa diferença em Michel Foucault — Beyond Structuralism and
Hermeneutics, pp. 45-48.
5. Cf. Ducrot, “Linguistique générative” (Ducrot & Todorov, 1972, 6. E, de fato, o foram, por exemplo, por Manfred Frank, 1989, 25-134.
56-63). 7. Foucault, DE I, 595.
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218 Fabiano Lemos Foucault: linguística e estruturalismo 219
No segundo caso, contudo, as observações de Foucault são bem do estruturalismo, incluindo sua pré-história e seu declínio. Não
mais dispersas e, ocasionalmente, mesmo elípticas. É observável seria possível refazer ou resumir aqui, evidentemente, esses dois
que a maneira com a qual ele abordou a metodologia linguística intrincados percursos, nem mesmo esgotar seus imbricamentos. No
se integrou — de modo, evidentemente, muito particular — nos entanto, embora as relações de Foucault com tais trajetórias sejam
esforços operados por toda a geração de intelectuais franceses das mais complexas que de pertencimento ou de confronto direto, não
décadas de 1960 e 1970, sobretudo, em reconhecer nas formulações podemos dizer que elas tenham sido superficiais, e seria igual-
de Ferdinand de Saussure e seus seguidores os instrumentos con- mente impossível compreendê-las sem avaliarmos certas linhas
ceituais capazes de organizar, rigorosamente, um novo caminho gerais de seu desenvolvimento. Menos que suas histórias, é preciso
para as ciências do homem. Em geral, as reflexões de Foucault em reconstruir, portanto, algumas de suas representações.
torno destas tradições se detiveram em aspectos bastante específi- Se o século xix havia sido marcado pela emergência da filolo-
cos, girando em torno daquelas dimensões que foram mais recor- gia como disciplina orientadora dos estudos sobre a linguagem,
rentemente instrumentalizadas por esses intelectuais — um recorte levando-os na direção de um comparativismo historicista (Turner,
de interesse que o ajudou a compreender o projeto estruturalista 1983, 450-476; Lemos, 2008, 150-162) — por vezes hegeliano — os
que eles vieram a constituir e se posicionar diante dele. Foi ao pen- primeiros anos do século seguinte se identificam com o esforço sis-
sar o método estrutural em função de sua emergência a partir da temático de superar esta tendência. Seria equivocado e inútil ten-
questão da relação entre linguagem e epistemologia — operação tar dar conta brevemente dos elementos postos em circulação neste
que Lévi-Strauss, Lacan e Barthes já haviam feito — que Foucault esforço, que, afinal, tiveram destinos muito diferentes na Europa ou
pôde delimitar mais nitidamente seu trabalho. Sua conhecida hesi- nos Estados Unidos, por exemplo. Além disso, uma das principais
tação, durante boa parte da década de 1960, em afastar-se de modo fontes da linguística moderna, Ferdinand de Saussure, ocupa uma
claro do estruturalismo — que deu origem a uma versão estrutu- posição lacunar e muitas vezes ambígua: seu Cours de linguistique
ralista de Foucault que ele mesmo teve, desde as décadas seguin- générale, publicado em 1916, é, apesar do trabalho de seus edito-
tes, de negar, insistentemente — parece dar lugar a uma posição res, um pastiche de anotações de alunos que assistiram a seus semi-
mais inequívoca ao mesmo tempo em que estas reflexões em torno nários alguns anos antes e de suas anotações pessoais. Contudo, a
da linguística são empreendidas. Assim, a hipótese que gostaria de insistência na reimplementação do corte saussuriano nas ciências
abordar aqui é a de que os interesses e impasses da arqueologia- humanas que o estruturalismo parece ter buscado parece ser inver-
-genealogia com a linguística nos permitem esclarecer seus interes- samente proporcional a essa lacunaridade.
ses e impasses com o estruturalismo como fenômeno na paisagem Foi aproximadamente na segunda metade da década de 1940
intelectual francesa e circunscrever mais nitidamente as caracterís- que, na França, as ideias de Ferdinand de Saussure começaram
ticas desta arqueologia-genealogia como projeto filosófico diante de a atravessar o limite estreito dos círculos de linguistas do Velho
tal fenômeno. Trata-se, para isso, de resgatar o espaço problemático Mundo e passaram a repercutir na filosofia, na antropologia, na psi-
que caracterizou o estruturalismo e de reunir os textos dispersos canálise e na história. É verdade que isso aconteceu, inicialmente, de
onde a Linguística se coloca como questão metodológica e episte- forma indireta: o impacto que a exigência de retono á linguística, em
mológica para Foucault e desenhar o mapa de suas articulações. função de uma “estreita analogia de método” (Lévi-Strauss, 1958,
37-62) com a sociologia, erguida por Lévi-Strauss já em 1945, visava
muito mais os desdobramentos destas ideias elaborados por Nicolai
2. Da Linguística ao Estruturalismo Troubetskoi e Roman Jakobson que o próprio Saussure.8
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Seja como for, tal retorno parece ter despertado, também, o inte- linguística homogênea qualquer. Antes, o contrário: o esforço do
resse de um outro futuro grande leitor de Saussure e Jakobson: estruturalismo que seus autores passaram a representar — coerente
Jacques Lacan. Em seu relatório do Congresso de Psicologia ocor- ou incoerentemente — no imaginário intelectual da França do pós-
rido em Roma, em 1953, Fonction et champ de la parole et du langage, -guerra foi, sobretudo, o de uma apropriação. Não importa tanto
Lacan, citando explicitamente as consequências das pesquisas de se Lévi-Strauss procurou, bem mais tarde, minimizar a importância
Lévi-Strauss sobre as estruturas da linguagem e o parentesco, nos da tradição de Saussure em seu trabalho,10 ou se Lacan interpre-
informa até que ponto o retorno à linguística vai ao encontro de seu tou esta tradição muito mais dentro dos quadros teóricos precisos
projeto geral de fazer a psicanálise retornar a Freud: da fonologia de Jakobson (Roudinesco, 1993, 238-239; 275-276). Tal-
vez estes afastamentos estejam alinhados mesmo à própria recusa
A linguística pode aqui nos servir de guia, já que está aí o papel que ela de Foucault, nos textos a partir de 1967, em ser identificado atra-
tem à frente da antropologia contemporânea, e não saberíamos perma- vés das premissas estruturalistas. O fato é que as pesquisas destes
necer indiferentes a ela. intelectuais simbolizaram, para os jovens intelectuais do começo
A forma de matematização em que se inscreve a descoberta do fonema
da década de 1960, o elo perdido entre o Cours de linguistique géné-
como função dos pares de opostos formados pelos menores elementos
discrimanantes apreendidos da semântica nos leva aos próprios fun-
rale e as urgentes críticas ao humanismo e à fenomenologia. Essa
damentos onde a última doutrina de Freud designa, numa conotação crítica foi, no entanto, mais precisa que um simples alistamento
vocálica da presença e da ausência, as fontes subjetivas da função sim- inconsequente nas fileiras do estruturalismo. Na verdade, ainda
bólica. (Lacan, 1966a, 284-285) que bastante heterogênea no que diz respeito aos seus interesses e
objetos, ela parece ter identificado alguns conjuntos problemáticos,
Através de uma disposição teórica confessadamente inspira- que se sucedem, desenhando o quadro geral e articulado do recorte
da pela antropologia de Lévi-Strauss, a forma-função atravessa metodológico que os estruturalistas operaram na linguística. São as
o campo freudiano dos signos, reorganizando-o. A noção de um questões desenhadas por estes conjuntos que precisamos abordar
inconsciente estruturado como linguagem, que Lacan busca em se desejarmos compreender o sentido histórico-cultural desta apro-
Freud — que aparece, assim, como um estruturalista avant la lettre priação — e qual a posição de Foucault em relação a ela.
— se manifesta mais nitidamente, contudo, através da metodologia
da linguística. De Lévi-Strauss, Lacan recua até Jakobson,9 e somen-
te após esta leitura, a Saussure. Seu ensaio de 1957, L’instance de la 3. A questão do sistema: autonomia, axiomática e diferencialidade
lettre dans l’inconscient , ou la raison depuis Freud, atesta este estreita-
mento posterior com a linguística. Afastar a língua do modelo filológico significava para os lingüis-
É claro que não se trata de fazer da Anthropologie Structurale ou tas, na passagem do século xix para o xx, afastá-la de quaisquer deter-
dos seminários lacanianos lugares inequívocas de uma dinastia minações externas (históricas, fisiológicas, mitológicas). De fato, a
ideia de uma investigação sobre os elementos universais da lingua-
gem em funcionamento no uso mesmo das competências linguísticas
— e sua relação com a semântica — já havia sido estudada, bem antes
quem acabou se aproximando também pessoalmente. A mútua colabo-
ração é bastante conhecida, e Lévi-Strauss insistiu sempre em assinalar sua
dívida com a linguística de seu amigo (Cf. Eribon, 1988, 62-65 e o comentá-
rio de Steven Unger a respeito em Unger, 2004, 157-173). 10. Cf. Eribon, 1988, 158: “Compreenderam mal a natureza e a impor-
9. Jakobson é apresentado por Lévi-Strauss a Lacan em 1950, data tância de meus empréstimos à linguística. Fora de uma inspiração geral —
a partir da qual passam a manter uma relação de amizade (Roudinesco, o que, admito, é enorme — eles se reduzem ao papel da atividade incons-
1993, 283). ciente do espírito na produção de estruturas lógicas (...)”.
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de Saussure, por Wilhelm von Humboldt. A maneira como alguns William Dwight Whitney já havia se pronunciado desta forma em
de seus textos problematizaram estes elementos, denominando-os 1875, em seu livro The Life and Growth of Language: An Outline of
Sprachbauten (Humboldt, 1830-1835, 44 e 254) ou simplesmente Bau- Linguistic Science: “toda palavra transmitida em toda linguagem
ten der Sprach (p. 43) — algo que poderíamos traduzir aproximada- humana é um signo arbitrário e convencional [every word handed
mente como arquiteturas lingüísticas — parece se aproximar da noção down in every human language is an arbitrary and conventional
moderna de estrutura. As complicadas presenças do kantismo e do sign]” (Whitney, 1887, 19). Saussure mesmo reconhece esta dívida,
romantismo, paradoxalmente concomitantes na obra de Humboldt, citando-o em seus cursos. Mas sua crítica ali é que Whitney “não
acabam por forçá-lo nesta direção. Os instrumentos que caracterizam foi até o fim”12: ainda excessivamente filólogo, ele reencontra um
sua teoria da linguagem, portanto, não são capazes de (nem estão critério histórico, social, que está em jogo na convenção do signo e
interessados em) sustentar uma disciplina autônoma, e o estudo da o determina.
linguagem integra, assim, necessariamente, a aquisição de conheci- Mas a maior contribuição da linguística de Saussure para o
mentos de outras disciplinas — é o caso, especialmente, da reconsti- estruturalismo está relacionada ao nexo heurístico entre autono-
tuição histórica das línguas mortas, que constitui “o mais importante mia e arbitrariedade radicais e a consequência que se estende daí:
passo na apreensão da trajetória de desenvolvimento da linguagem” a indeterminação positiva do signo. Uma vez que o princípio de
(Humboldt, 1827-1829, 123). Ao contrário, a distância tomada por arbritrariedade impede não apenas qualquer determinação natural
Saussure é, neste sentido, um marco. É verdade que, para ele, “a lin- do significado, mas, mais que isso, qualquer detrminação semântica
güística tem relações muito estreitas com outras ciências, que ora lhe positiva, o próprio signo como objeto, como fato ou caso singular,
toma dados emprestados, ora lhes fornece” (Saussure, 1916, 20). Mas se torna inabordável. Se definir o conteúdo semântico de um signo
não há mais como fazer de seu estudo específico um amálgama de seria contornar a arbitrariedade entre significado e significante,
fonologia, retórica e história da cultura dos povos, uma “Geistwissens- então, tomado atomisticamente, o signo passa a ser uma estrutura
chaft multi-disciplinar e composta” (Davey, 1991, 91), como a filologia indeterminada, já que não-referenciável. Talvez a intuição mais fun-
ainda à época, por exemplo, de Nietzsche — cujo Nascimento da tra- damental da linguística de Saussure decorra deste ponto: na medi-
gédia somatiza um pouco este hibridismo. Saussure é muito preciso da em qua o princípio de arbritrariedade se instaura — e, assim, na
neste ponto: para que o verdadeiro objeto da linguística se apresen- medida em que o sentido não pára de deslizar sob o significante,
te, para que sua diferença seja circunscrita entre outras abordagens escapando de toda determinação heterônoma — já não é mais pos-
da linguagem como fato humano, “é preciso, inicialmente, colocar-se sível compreender o signo como um elemento positivo. Mas o que
sobre o terreno da língua [langue] e tomá-la como norma de todas as impede, assim, o alastramento desta indeterminação até o ponto
outras manifestações da linguagem”. E, logo em seguida, ele acres- em que tornaria qualquer análise sistemática impossível? Justamen-
centa o deslocamento em sua definição da língua — esta é “um todo te aí Saussure opera uma de suas redefinições mais abrangentes:
em si e um princípio de classificação” (Saussure, 1916, 45). para ele, a linguística não pode partir, em sua análise, dos signos
Tal exigência de autonomia se desenvolveu sob uma forma par- em si mesmos, mas dos signos em relação uns aos outros, ou seja,
ticularmente relevante para o estruturalismo: na ideia de arbitrarie- determinados negativamente. A conhecida máxima do Curso, “na
dade do signo linguístico. Para que a positividade da língua pudesse
ser determinada intrinsecamente, foi necessário negar um princípio
formal de correspondência entre o signo e qualquer referente exter-
mente, ou seja, como elemento formalizado no interior da linguagem. É o
no. As coisas referidas não entram como tais no campo linguístico.11 caso de Chomsky, notadamente em sua conferência Language and Thought
(em especial, pp. 17 e ss., e na discussão transcrita, pp. 61 e ss.).
12. Saussure, 1916, 110. Cf., também p. 104: “A língua não pode ser
11. A não ser na medida em que são tratadas e reintroduzidas formal- mais, portanto, assimilada a um contrato puro e simples (...)”.
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língua não existem senão diferenças” (Saussure, 1916, 166), assume mo de identificação em jogo na semântica. O sistema de Saussure,
aqui sua importância mais fundamental. Para que a positividade assim, é um sistema axiomático e não objetivo: “a língua [langue]
da língua se revele, portanto, é preciso reinseri-la em um sistema não pode ser senão um sistema de valores puros” (Saussure, 1916,
de diferenças. Somente dentro de um conjunto de outras estruturas 155). Ele estabelece uma relação necessária entre diferencialidade
arbitrárias é que o signo pode ser determinado, não mais ontologica- sistemática e valor. E, como explica Oswald Ducrot,
mente, mas relacionalmente. É Émile Benveniste quem esclarece este
passo: Ao dizer que um objeto, uma moeda, por exemplo, é um valor, afirma-
se, com efeito, (a) que ele pode ser trocado por um objeto de natureza
Cada uma das unidades de um sistema se define, assim, pelo conjunto diferente (uma mercadoria) e, sobretudo, (b) que seu poder de troca
de relações que ela mantém com as outras unidades, e pelas oposições está condicionado por relações fixas existentes entre ele e os objetos de
onde ela entra; é uma entidade relativa e opositiva, diria Saussure. mesma natureza (a taxa de câmbio entre as moedas e outras moedas do
Abandonamos, então, a ideia de que os dados da língua valem por mesmo país e dos países estrangeiros). Ocorre o mesmo com o elemento
eles mesmos e são ‘fatos’ objetivos, grandezas absolutas, suscetíveis de linguístico. Para Saussure, este elemento é o signo (...). (Ducrot, 1972, 32)
serem consideradas isoladamente. Na realidade, as entidades lingüísti-
cas não se deixam determinar senão no interior do sistema que as orga- Em segundo lugar, o limite negativo imposto pela arbitrarieda-
niza e as domina, e as une em relação umas às outras.13 de do signo abre espaço para a compreensão do sistema diferencial de
relações que o investe de sentido. Sendo, portanto, um sistema que
Essa redefinição tem, pelo menos, duas consequências impor- independe das determinações positivas de seus objetos, sua intro-
tantes e duradouras na corrente estruturalista. dução em outros sistemas de unidades — não mais linguísticas,
Em primeiro lugar, ela permite romper com duas dinastias filo- mas sociais, históricas, psicológicas, antropológicas etc. — torna-
sóficas firmemente enraizadas. A ideia de sistematicidade negativa -se particularmente fácil. A diferencialidade da análise de Saussu-
e relacional em Saussure oferece uma alternativa tanto ao modelo re, deste modo, resulta em sua tendência à transitividade. A geração
mecanicista clássico, que submete as relações entre signos a uma estruturalista, portanto, pôde reconhecer aí um modelo analítico
mathesis universalis (Rockmore, 1993, 14-18; Foucault, 1966, 86-91), extremamente elástico. É verdade que, desde bem antes do termo
quanto ao da Naturphilosophie — e do século xix, de modo geral — estruturalismo ressoar nos artigos de jornal e nos programas de
que entendia sistema como o conjunto de elementos cujas diferen- televisão, se reconheceu a eficácia do corte saussuriano sobre as
ças estariam subsumidas à positividade absoluta do Geist.14 Aqui outras áreas das ciências humanas. A passagem que permitiu essa
também se instaura um afastamento meticuloso contra o hegelia- transitividade, no entanto, parece não ter ficado clara. O mestre de
nismo da geração de Humboldt, que é, ao mesmo tempo, a elabo- Barthes, Algirdas-Julien Greimas, já em 1956, reconhecia na dicoto-
ração de uma saída do humanismo romântico em geral. O sistema mia formalista entre significante e significado a razão de tal eficácia
não se compõe mais de somas ou sínteses de positividades, mas do (Greimas, 1956, 371-383). Barthes, por sua vez, procurou enxergar
conjunto de funções ou valores. Se o significado teima em deslizar na questão da oposição entre Langue e Parole e na relação de simu-
por sob os signos é porque é apenas na circulação, no espaço entre lacro (portanto, de significação mimética e não referencial) o ponto
as unidades linguísticas que se põe em funcionamento o mecanis- em que se apoiou a inflexão que permitiria a ampliação da Linguís-
tica em Semiologia, passando a habitar as análises de Merleau-Pon-
ty, Lévi-Strauss e Lacan.15 De fato, todas estas posições apresentam
13. Benveniste, 1966, 21. Cf., também, Pettit, 1975, 10-13.
14. Uma interessante interpretação da ideia de sistema no romantismo
alemão é o capítulo “System und Begriff”, na primeira parte de Der Begriff 15. Barthes, 1964, 646-648. Sobre a relação de simulacro posta em jogo
der Kunstkritik in der deutschen Romantik, de Walter Benjamin (pp. 40-53). pelos estruturalistas a partir da linguística, cf. Barthes, 1963, 466-472.
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pontos que, como vimos, foram extremamente significativos para seus textos que discutem questões de método; e, mesmo na Arque-
a elaboração da análise estruturalista. Mas, como também já foi ologia do saber, a diferencialidade parece manter uma função opera-
demonstrado, estes pontos, tomados isoladamente, já haviam sido tõria importante — é por ela que se efetua justamente a descrição
formulados por outros autores. A presença de Saussure entre os dos discursos:
estruturalistas é garantida, assim, não por um dos pontos até aqui
citados, mas pelo fato de que eles estão articulados diferencialmen- Nada, em todas essas descrições, se apóia na designação de influências,
te, ou seja, sem referência a um objeto, mas, ao mesmo tempo, den- de trocas, de informações transmitidas, de comunicações. Não que se
tro de um sistema. trate de negá-las ou contestar que jamais possam ser objeto de uma
Este tratamento diferencial é o que permitirá a análise das estru- descrição. Mas, antes, de tomar em relação a elas, um recuo medido,
turas, e que terá um longo destino, de Barthes a Derrida, de Lacan a de deslocar o nível de ataque da análise, de revelar o que as tornou
possíveis; de demarcar os pontos em que se pôde efetuar a projeção
Deleuze. No que se refere mais especificamente a Foucault, ele fun-
de um conceito sobre outro, de fixar o isomorfismo que permitiu uma
cionou como uma das premissas mais importantes da arqueologia, transferência de métodos ou de técnicas, de mostrar as vizinhanças, as
ao menos no período anterior à publicação de A arqueologia do saber. simetrias ou as analogias que permitiram as generalizações; em suma,
Já bem antes do movimento estruturalista se configurar, em 1963, o de descrever o campo de vetores e de receptividade diferencial (de per-
prefácio de O nascimento da clínica apontava nesta direção. Em suas meabilidade e de impermeabilidade) que, para o jogo das trocas, foi
páginas, embora o nome de Saussure não seja mencionado, a análi- uma condição de possibilidade histórica. (Foucault, 1969, 211)
se proposta é insistentemente remetida à heteromorfia entre signifi-
cado e significante, de cuja conseqüência deriva um dos princípios Essa afirmação, claro, tem seus limites. Afinal, não se pode dei-
metodológicos do livro: xar de lado o modo como a Arqueologia do saber marca, em 1969,
o esforço mais sistemático, até então, por parte de Foucault, de
Seria preciso tratar os fatos do discurso não como núcleos autônomos afastamento das metodologias históricas que lhe serviam de limi-
de significações múltiplas, mas como eventos e segmentos funcionais, te — história das ideias e mentalidades, história nova, de longa
formando um sistema, de proximidade em proximidade. O sentido de duração — incluindo aí a análise estruturalista. Em seu contexto,
um enunciado não seria definido pelo tesouro de intenções que conte-
a ideia de estrutura, viabilizada pelo princípio diferencial da lin-
ria, revelando-o e reservando-o ao mesmo tempo, mas pela diferença
que o articula sobre outros enunciados reais e possíveis, que lhe são
guística de Saussure, é frontalmente rejeitada em função de seu
contemporâneos ou aos quais ele se opõe na série linear do tempo. caráter excessivamente abstrato e generalizável, algo que o léxico e
Assim apareceria a história sistemática dos discursos. (Foucault, 1963, os procedimentos analíticos de O Nascimento da clínica ainda pare-
XIII) ciam se não admitir, ao menos tolerar. Mas um traço que persiste
na arqueologia e que pode ser remontado até as premissas mais
Foucault reconheceu esta análise diferencial tanto nas pesquisas fundamentais do Curso é justamente essa insistência na exteriorida-
de Saussure, quanto, mais recuadamente, na tradição da gramáti- de. É notório que, também sob este aspecto, as figuras solicitadas
ca de Port-Royal.16 Não é difícil enxergar em muitas passagens de por Foucault são outras: mais frequentemente, Nietzsche Mallarmé,
Artaud, Blanchot. O que, entretanto, parece inegável é o quanto a
geração estruturalista também chegou a estes autores através da
premissa de exterioridade erguida por Saussure. Simon Bouquet
16. Cf. DE I, 745: “... a tarefa da gramática não é a de mostrar como o
sentido pode se constituir, a partir de quais elementos e seguindo quais
assinala a exterioridade como a principal contribuição filosófica do
regras. Ela dirá quais são, para os diferentes vocábulos, as diferentes sig- Curso para esta geração (Bouquet, 1989, 115). Evidentemente, não
nificações: análise diferencial das palavras e não enunciado das leis de sua se pode fazer de Foucault um saussuriano. E, talvez, seja esse um
construção”. dos motivos pelos quais não se pode fazer dele, igualmente, um
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estruturalista, como veremos adiante. Ainda assim, é o próprio É importante notar, de partida, que a distinção proposta deve
Foucault que aproxima Saussure das questões levantadas desde a ser operada, segundo o Curso, para interesse das ciências, nos
literatura: “fiquei impressionado pelo fato de que a problemática “eixos sobre os quais estão situadas as coisas de que elas se ocu-
da linguagem — considerada independentemente de seus signifi- pam” (p. 115; grifo meu). Ou seja, ela se dá no nível dos objetos. Ou,
cados e do ponto de vista exclusivo de suas estruturas internas — mais fundamentalmente: no modo como cada ciência compreende
tenha aparecido em Saussure no fim do século xix quase no mesmo o que é um objeto para si. É por ter reformulado, através da arbitra-
momento em que Mallarmé fundava uma literatura da linguagem riedade e da diferencialidade referenciais, a categoria de objeto em
pura, que domina ainda nossa época”.17 O pensamento do fora, que sua análise que Saussure deverá opor à causalidade temporal do
fascinava Foucault em 1966, em um texto sobre Maurice Blanchot eixo diacrônico — o eixo das sucessões — as regularidades descri-
e a linguagem,18 encontra no princípio de exterioridade, assim, um tíveis do eixo sincrônico — o eixo das simultaneidades. Promover
dispositivo de análise central para a arqueologia. tal dicotomia é, portanto, uma “necessidade interior” (p. 115) do
tipo de sistema que se propõe. As passagens que se seguem a esta
dicotomização parecem ter constado do cânone de toda a geração
4. A questão da descritividade do sistema: sincronicidade e história de intelectuais das décadas de 1950 a 1970 pela profundidade das
consequências que ela deriva.
Da exterioridade e da diferencialidade que se encontram no A primeira delas é a afirmação do privilégio analítico da descrição,
eixo central do corte saussuriano vemos como deriva a dimensão em detrimento da explicação. Em um cenário epistemológico onde
performativa do estruturalismo: a descritividade. Se o Curso de lin- a análise se detém nas funções axiomáticas dentro de um sistema
guística geral já definia a abordagem de seu objeto como descriti- de signos arbitrários, não é difícil perceber que a interpretação
va, era justamente porque sua diferencialidade impedia qualquer que ela propõe, enquanto interpretação descritiva, se opõe, ponto a
detrminação que não fosse a descrição de uma posição entre uni- ponto, a uma narrativa explicativa que submetesse um fato a outro
dades. A linguística de Saussure se aproxima, assim, muito mais anterior (na ordem do tempo ou das razões, tanto faz aqui), ao qual
de uma topografia do que de uma geologia: ela não define a natu- se articularia por uma relação causal. O exemplo do jogo de xadrez
reza dos estratos, mas os implica em uma posição a ser descrita. é aí esclarecedor (Saussure, 1916, 126-127). Enquanto a perspectiva
Assim, a operação visada por ela não é a explicação das mudanças sincrônica se ocupa em descrever um estado do jogo, a diacrônica
ou dos devires da linguagem, que permanecem no domínio da teria por tarefa explicar cada estado, articulando-os entre si, através
parole, mas a descrição dos quadros relacionais, horizontais, entre dos movimentos das peças que o antecedem e o seguem. A lei sin-
as unidades linguísticas, que se constituem como campo da langue: crônica, que é, antes, uma “regularidade” — e não uma “lei impe-
“Deste modo, a linguagem só pode ser analisada como estrutura na rativa”, apenas “constata um estado de coisas” (p. 131) e descreve
medida em que é considerada como um estado, com seus elemen- as relações que os organiza. E, embora Saussure insista, um tanto
tos permanecendo na ordem temporal da simultaneidade” (Sahlins, ambigua, se não paradoxalmente, no que chama de interdependên-
1995, 4). Chegamos, assim, ao ponto da análise de Saussure onde se cia e concomitante autonomia dos dois eixos, também deixa claro
articula uma das dicotomias mais duradouras de seu pensamento que “o aspecto sincrônico prima sobre o outro” (p. 128). A singu-
no campo das ciências humanas que o seguiram — a que distingue laridade positiva imposta pelo modelo dinâmico explicativo da
diacronia e sincronia. diacronia está totalmente fora da definição de sistema construída
no Curso — a tal ponto que se pode afirmar, aí, que “na perspecti-
va diacrônica trata-se de fenômenos que não têm nenhuma relação
17. DE II, 171. com os sistemas” (p. 122).
18. Cf. DE I, 518-539. À primeira vista, a linguística de Saussure, ao excluir do hori-
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zonte da análise a dimensão causal temporal, parece se tornar total- nica do mesmo modo que os elementos linguísticos invariáveis”,
mente incompatível com a história. O fato de que tenha havido uma sendo, portanto, um “erro grave” tomar a sincronia como sinônimo
história estruturalista, alimentada pelas ideias desta linguística, no de imobilidade (Jakobson, 1931, 218). Levando adiante esta posição,
entanto, desafia esta lógica. Mais ainda; seria possível afirmar que Émile Benveniste retomou o problema em um texto originalmente
o estruturalismo só se deu como o fenômeno tão abrangente que foi publicado em 1954, Transformations de la linguistique, onde afirma:
na medida em que pôde integrar a disciplina que faltava na pléiade
da identitidade intelectual francesa: Barthes já havia cuidado das A novidade do ponto de vista saussuriano, um dos que agiram mais
belas letras; Lacan, da psicanálise, Lévi-Strauss, da antropologia — profundamente, foi a de tomar conciência de que a linguagem em si
era a vez da história. A crítica do modelo causal — que, politica- mesma não comporta nenhuma dimensão histórica, que ela é sincro-
mente, parecia se comprometer com um positivismo totalitário — e nia e estrutura, e que não funciona senão em virtude de sua natureza
a consequente adoção de um modelo descritivo, fundamentado na simbólica. Não é tanto a consideração histórica que é condenada desse
diferença, parecem, assim, funcionar não apenas como um dos pon- modo, mas uma maneira de ‘atomizar’ a língua e mecanizar a história.
O tempo não é o fator da evolução, ele não é senão seu quadro. A razão
tos de partida mais importantes da renovação estrutural, mas como
da mudança que afeta tal elemento da língua está, de um lado, na natu-
um dos eixos que aproximaram Foucault deste movimento. reza dos elementos que o compõem em um momento dado, de outro,
Ora, o que a história estruturalista via no procedimento descriti- nas relações de estrutura entre estes elementos. A constatação bruta da
vo e não-referencial era a possibilidade de abandonar o modelo da mudança e a fórmula de correspondência que a resume dão lugar a
articulação causa-efeito, que subssumia a particularidade do acon- uma análise comparada de dois estados sucessivos e dos agenciamen-
tecimento sob um todo externo que lhes daria sentido. Da perspec- tos diferentes que os caracterizam. A diacronia é, então, reestabelecida
tiva deste modelo, portanto, o sistema de objetos deriva da existên- em sua legitimidade, enquanto sucessão de sincronias. (Benveniste,
cia deste nível meta-histórico, talvez filosófico, que persistiu sob a 1966, 4)
forma romântica, positivista ou cientificista, do século xviii ao xx.
Foi da exigência de autonomia heurística de Saussure que a história Do lado dos historiadores, este resgate da diacronia na análise
estruturalista fez, assim, seu duplo. dos sistemas diferenciais é recebido com entusiasmo e suscita um
É claro que, para isso, ela teve de reinterpretar as passagens do debate acalorado durante praticamente toda a década de 1960. Não
Curso que mais rigidamente distanciavam sua análise da história, e se pode esquecer que a ideia de uma análise estrutural não era nova
precisou relativizar, de diversas formas, a dicotomia sincrônico-dia- para eles. Desde a fundação da revista Annales por Marc Bloch e
crônico. Ou seja, foi necessário reinserir legitimamente a diacronia, Lucien Febvre em 1929, a história havia promovido sua revolução
a singularidade do evento histórico, sem lançar mão de categorias copernicana justamente por se afastar dos modelos positivistas e
explicativas e sem determinar positivamente tal evento. A narrativa por insistir nos quadros horizontais e quase imóveis das estruturas
histórica deixou de ser a conquista de um todo diacrônico para se em funcionamento nas sociedades e na cultura. Em seu manifes-
tornar uma sucessão de sincronias, estados ou estratos, cujos nexos to escrito durante a Segunda Guerra, Apologie pour l’histoire, Marc
de continuidade haviam se rompido. É extremamente significativo, Bloch marcava sua posição nitidamente: a história já não deve mais
contudo, que tenham sido os próprios linguistas a problematizar se perguntar se Jesus Cristo morreu e depois ressuscitou, mas,
este aspecto. Já Nicolai Troubetskoi e Roman Jakobson, na década antes, investigar as “estruturas”, mentais ou sociais, que permiti-
de 1930, ocupados em delimitar o campo de uma fonologia históri- ram que, durante um longo período, se acreditasse nisso (Bloch,
ca, que tratasse das mudanças no interior da língua, tornaram mais 1952, 7). Assim, embora encontrassem muitas afinidades entre o
complexas e menos definidas as fronteiras entre langue e parole e trabalho dos Annales e as exigências dos estruturalistas, a reação
entre sincronia e diacronia. Esta interpretação fonológica de Saussu- entre os herdeiros ideológicos de Bloch e Febvre foi, inicialmente,
re insistia que “a mutação pode ser objeto de investigação sincrô- de reserva. Fernand Braudel, em especial, foi bastante reticente à
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recepção dos novos modelos historiográficos, mesmo tendo sido horizontal, estrutural — poderíamos dizer, sincrônica.22 A história
um dos poucos a elogiar a História da loucura de Foucault, por oca- se integra, portanto, à legitimidade de uma análise estrutural na
sião de seu lançamento, em 1961, reconhecendo nela a originalida- medida em que abandona o paradigma explicativo e passa a descre-
de de sua descrição das “estruturas mentais de uma civilização”.19 ver os estratos que formam a genealogia mítica.
E mesmo Emmanuel Le Roy Ladurie, que o sucedeu na direção da Foi, entretanto, As palavras e as coisas, que consolidou, aos olhos
revista, só pôde fazer o elogio desses modelos enxergando neles dos intelectuais daquela década, a entrada da história na era estru-
a continuação de um procedimento que desde há muito tempo já tural. Desde Sartre, um filósofo não aparecia com tanta repercussão
existia. Ao entenderem a estrutura como uma espécie de duplo da nas colunas de cultura dos jornais ou nos programas de televisão.
ideia de longa duração desenvolvida por Braudel, ele e os historiado- A popular revista Le nouvel Observateur anunciava, com destaque,
res dos Annales tenderam a relativizar a autoproclamada inovação em sua seção de resenhas de livros, sob o título Foucault como pãe-
do estruturalismo.20 zinhos, o sucesso editorial: “Oitocentos exemplares de ‘As palavras
O que, no entanto, parece escapar é a enorme diferença entre e as coisas’ vendidos em cinco dias duarnte a última semana de
as duas noções de estrutura, a da dinastia Febvre-Braudel e a do julho (9.000 exemplares ao todo)”.23 No mesmo ano, o programa
estruturalismo autoproclamado. A confiança excessiva na objetivi- televisivo Lectures pour tous entrevistava o autor do sucesso edi-
dade dos documentos, das fontes e das perspectivas quantitativas torial. É evidente que não se pode fazer da versão vulgata de As
que nutriram os trabalhos da Escola dos Annales os levava a com- palavras e as coisas o critério definitivo para compreender a impre-
preender a estrutura como algo dado positivamente, e não diferen- cisa e complexa inscrição que se faz de Foucault no estruturalismo
cialmente. Jean-Pierre Vernant parece ter sido, se não o primeiro, nesse momento — frequentemente com seu aval. Mas é indiscutí-
ao menos o mais eficiente, ao propor uma saída tanto para os limi- vel o fato de que o número de exemplares vendidos esteve dire-
tes da objetivação quanto para a rigidez da sincronia — aquilo que tamente ligado à representação desta inscrição. Mesmo que, nos
François Dosse denominou o “paradigma frio” de Lévi-Strauss.21 anos seguintes, Foucault tenha se esforçado para se desassociar do
Seu artigo de 1960, “Le mythe hésiodique des races. Essai d’analyse estruturalismo, em 1966, sua posição ao menos ainda permitia tal
structurale” abre, incontestavelmente, as portas para uma antro- conexão. Seu livro, cujo subtítulo inicial não era “uma arqueologia
pologia histórica, que teria um longo destino na década seguinte. das ciências humanas”, como quando de sua publicação, mas “uma
O procedimento analítico fundamental deste seu texto consiste arqueologia do estruturalismo” (Dosse, 2001, 204), partia justamen-
em mostrar como o caráter vertical — poderíamos dizer, diacrôni- te de um procedimento descritivo e diferencial dos discursos das
co — do mito só adquire sentido quando referido à sua dimensão emergentes ciências humanas no século xviii, recusando os modelos
explicativos. Em uma passagem incessante e descontextualizada-
mente repetida, Foucault chega a afirmar que o estruturalismo rea-
lizaria a tarefa crítica que a modernidade havia posto a si mesma ao
19. Braudel, 1962, 771. Sobre a hesitação de Braudel quanto ao estrutu- menos desde Kant:
ralismo, cf. Dosse, 1993, 259-262 e Daix, 1999, 483-497.
20. Cf. Ladurie, 1961, 673-692. A ideia de longue durée é defendida por
Braudel em seu famoso artigo “Histoire et Sciences sociales : La longue
durée” (Annales. Économies, Sociétés, Civilisations, vol. 13, n. 4, 725-753) 22. Cf. Vernant, 1960, 24-25: “Para o pensamento mítico, toda genea-
e pode ser lido como uma tentativa de realinhar a pesquisa histórica aos logia é, ao mesmo tempo, e tanto quanto, explicitação de uma estrutura;
avanços metodológicos que as ciências sociais vinham experimentando, e não há outra maneira de dar conta de uma estrutura senão apresentá-
sobretudo desde o estruturalismo de Léi-Strauss. la sob a forma de uma narrativa genealógica”. Sobre a importância desse
21. Dosse, 2001, 196. Quanto às críticas ao objetivismo da Escola dos texto, cf. Dosse, 1993, 213-215.
Annales, cf. Burke, 1990, 79-93. 23. Le nouvel observateur, 10 de agosto de 1966, p. 29.
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O que o pensamento moderno vai por fundamentalmente em questão e dos estruturalistas que o seguiram — e esta é a segunda conse-
é a relação do sentido com a forma da verdade e a forma do ser: no quência da dicotomia sincrônico-diacrônico que resta a analisar:
céu de nossa reflexão reina um discurso — um discurso talvez inaces- a rejeição do papel fundador do sujeito. Essa rejeição também se abre
sível — que seria, ao mesmo tempo, uma ontologia e uma semântica.
desde a linguística de Saussure. O Curso toca nela quase fortuita-
O estruturalismo não é um método novo, ele é a consciência desperta e
mente: seu procedimento analítico complementa a descritividade
inquieta do saber moderno. (Foucault, 1966, 220-221)
das estruturas deixando de fora, também, a categoria da intencio-
nalidade na narrativa dos sistemas: neles, “a mudança se produz
Mais significativas são, ainda, as afirmações feitas durante a
fora de toda intenção” (Saussure, 1916, 122). Mas, mesmo de pas-
transmissão do já referido programa Lectures pour tous, em junho de
sagem, a linguística de Saussure condena o sujeito falante ao silên-
1966. Em pouco menos de quinze minutos de entrevista com Pierre
cio. Esse mutismo, que caracteriza a noção de inconsciente como
Dumayet, Foucault enfaticamente se opõe ao humanismo de Sar-
linguagem estruturada em Lacan,25 parece encontrar seu duplo na
tre, a quem identifica como “um homem do século xix”, a partir de
morte do homem proclamada nas páginas finais de As palavras e as
uma análise não mais positiva, mas, referindo-se, constantemente
coisas — e relembrada com ênfase ao final da entrevista televisiona-
ao trabalho de Lévi-Strauss sobre os Nambiquara, de uma análise
da de 1966. A ausência do sujeito e do homem se convertem, assim,
de estrutura. Explicitamente, ele aponta a dívida de sua crítica com
no sol negro da antropologia, da psicanálise e da linguística estru-
a linguística: se a ilusão do humanismo sartriano era justamente a
turais. Michel de Certeau identificou com precisão a veia de Saus-
de pretender determinar o significado do signo homem, a filosofia
sure no corpo do texto de Foucault: “O método permanece o signi-
agora, liberta do positivismo, pode se oferecer como um modelo
ficante de um significado impossível de enunciar” (Certeau, 2002,
analítico “tão abstrato quanto a limguística”. A situação das ciên-
153). O problema erguido por essa ausência de um sujeito funda-
cias humanas da qual Foucault se faz porta-voz — todo o tempo ele
dor das representações a serem descritas constitui, aparentemente,
se associa a um “nós” ao se pronunciar sobre as análises da antro-
a herança mais radical do Curso de linguística geral e só se instaura
pologia e da história dos últimos anos — é a de uma inversão saus-
no estruturalismo em sua versão mais negativamente crítica (Dosse
suriana desta tese: o homem, essa invenção do final do século xix,
1991-1992, 72-73).
se torna apenas descritível nas suas relações — econômicas, psico-
Era de se esperar que descritividade absoluta e dessubjetivação dos
lógicas, sociais.24 Vê-se, com isso, que a proximidade de Foucault
sistemas estivessem mutuamente implicadas, como em Saussure.
com a análise estruturalista passa, por um lado, pela defessa insis-
No entanto, o preço a pagar pelo fim do positivismo pareceu alto
tente do paradigma descritivo e não-referencial em história, levan-
demais a muitos dos que se diziam estruturalistas. A alternativa
do ao extremo as premissas de Jean-Pierre Vernant.
tentadora de um estruturalismo marxista parecia oferecer uma boa
Por outro lado, no entanto, uma outra dimensão das análises
solução de compromisso: morre o sujeito, mas as estruturas perma-
históricas de As palavras e as coisas parece se alinhar às de Vernant
necem de pé graças à sua racionalidade intrínseca. Louis Althusser
impulsionou um movimento que mais tarde definiu como “flerte”
com o estruturalismo, justificando que os instrumentos da análise
24. As passagens entre aspas neste parágrafo são transcrições literais estrutural permitiam uma leitura mais rigorosa da obra de Marx
extraídas das respostas de Foucault. A entrevista a Pierre Dumayet foi ao (Althusser, 1994, 88). Seu seminário da École Normale de 1962-1963
ar no dia 15 de junho de 1966. O vídeo com a transmissão da participação
de Foucault encontra-se em vários sites da internet. O mais estável deles
parece ser atualmente o do Institut national de l’audiovisuel francês (http://
www.ina.fr), onde o vídeo se encontra hospedado e pode ser assistido inte- 25. Em muitos lugares, Lacan reconheceu a dívida a essa posição de
gralmente. François Dosse se refere muito rapidamente a essa importante Saussure. Cf., por exemplo, “Subversion du sujet et dialetique du désir”
entrevista (2001, 203 e 1991-1992: 367). (Écrits, p. 799).
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dedicava-se, justamente, a analisar as contribuições do estruturalis- 1968, decapitar o sujeito, desmontar a razão, era calar a revolução.
mo nas ciências humanas (Éribon, 1996, 191). A admiração por seu A revolta estudantil de maio de 1968 exigia um compromisso ide-
ex-aluno — Foucault havia estudado com Althusser no começo da ológico do estruturalismo que, por sua incontornável negativida-
década de 1950 — restringiu-se, no entanto, aos livros que deixavam de, ele não podia oferecer — o que o tornou insustentável. Para se
em aberto a possibilidade de uma síntese na história, a História da afastar do “humanismo mole”26 de Sartre, para evitar a redução ao
loucura e O nascimento da clínica. Ora, desde As palavras e as coisas é a cogito da fenomenologia — objetivos comuns aos estruturalistas e
própria síntese que é posta em questão, e, em 1969, ao olhar critica- a Foucault27 — era preciso sacrificar a racionalidade das estrutu-
mente para os livros que havia publicado antes — justamente os que ras em nome da radicalidade histórica. Nas ruas, entre os protestos
seu mestre na École Normale mais admirava — Foucault identifica, estudantis, o estruturalismo e sua estrela principal haviam se torna-
por exemplo, na História da loucura, o uso excessivo e incorreto da do insustentáveis.
noção de experiência, que poderia acabar por reintroduzir, subrepti- É bem verdade que não foi maio de 1968 quem matou o estru-
ciamente, um fundamento subjetivo que a análise do livro de 1966 se turalismo. Nem mesmo, ao contrário do que se pretendeu algumas
esforçou por conduzir ao solo arqueológico sem, no entanto, expli- vezes, seu declínio se deu em função da excessiva contaminação
citar satisfatoriamente suas premissas (Foucault, 1969, 26-27). Para das opiniões superficiais dos jornais e dos meios de comunica-
Althusser, abrir mão da figura do homem era demasiado, a ponto ção28, fenômeno que certamente não matou o existencialismo algu-
de As palavras e as coias já lhe parecer ruim, inacabado, não-refletido mas décadas antes, e que parece, ao contrário, ter dado longa vida
(pp. 193-194). De um marxismo mais virulento, Pierre Villar dupli- ao que se convencionou chamar de pós-modernismo nas últimas
cou, intensificando, as críticas ao texto, que lhe parecia desviar o décadas.. De fato, muitos intelectuais recusaram o título de estru-
projeto anunciado nos livros anteriores na direção de uma arbitra- turalistas afirmando que se tratava de um falso reconhecimento, de
riedade estéril. Para Villar, o que o estruturalismo ganhava com a uma atribuição sem um sentido de unidade profundo: para eles,
publicação de As palavras e as coisas era sua face mais delirante: como é o caso de Lévi-Strauss, o estruturalismo não morreu por-
que nunca existiu — tratava-se, antes, de um amálgama artificial
Desde a leitura do primeiro Foucault, experimentei uma angústia “de que colocava sob um mesmo rótulo um número considerável de
encerramento”, conveniente ao objeto, mas devida também a seu corte. grandes diferenças específicas (Eribon, 1988, 105). Tal percepção
Acreditava ser marxista essa insatisfação. da heterogeneidade, subitamente desperta, foi o que também per-
Desde então, Foucault generalizou em grandes obras um método que mitiu a muitos outros relativizar seu pertencimento a um mesmo
deixa ver melhor seus vícios e menos suas virtudes. No ponto de par- método e percorrer caminhos desde então nitidamente divergentes.
tida, hipóteses autoritárias. Vem a demonstração e, sobre pontos onde Jacques Lacan, passando a assinalar a importância de seu ensino
se possuía alguma clareza, eis que se descobrem as datas misturadas,
para o pensamento revolucionário, ao se engajar aos althusserianos
os textos induzidos, as ignorâncias tão grandes que é necessário crê-las
desejadas, os contra-sensos históricos multiplicados (categoria perigosa).
Foucault encontra-se, sobretudo, sempre prestes a substituir, sem pre-
venir, a ‘episteme’ por ele descoberta não por conceitos construídos (aí
o felicitaríamos), mas por seu próprio jogo de imagens. Althusser, a res- 26. Cf. DE I, 541.
peito de Michelet, fala de ‘delírios’. Igualmente, o talento de Foucault 27. Sobre a relação entre As palavras e as coisas e a fenomenologia, cf.
não é diferente. “Mas o historiador preferirá Michelet, se for necessário Lebrun, 1989, 33-53 e, em um âmbito mais geral, Lemos, 2009, 38-50.
escolher entre dois delírios”. (Villar, 1974, 188) 28. Essa é a tese, por exemplo, de Franck Frommer, em seu artigo sobre
Jean-Claude Millner, herdeiro tardio do estruturalismo, intitulado “Com-
ment «la France est redevenue le pays le plus anti-intellectuel et le plus
A história já é conhecida, a ponto de quase se tornar uma espé- anti-politique du monde»…” (Mouvements, n. 24, 104-112; especialmente p.
cie de lenda na historiografia intelectual francesa: às vésperas de 110).
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da École Normale, desviou rumo aquilo que Élisabeth Roudinesco de estrutura, Foucault evita uma filiação completa a essa aborda-
compreendeu como uma “tendência cada vez mais forte a privile- gem metodológica:
giar a fórmula contra o raciocínio, o slogan contra a demonstração,
o neologismo contra o argumento”, o que “acabará por transfor- O que tentei fazer foi introduzir análises de estilo estrutural em domí-
mar o discurso lacaniano numa caixa de milagres para seitas mes- nios onde elas não haviam penetrado até o presente, quer dizer, no
siânicas” (Roudinesco, 1993, 340). Por outro lado, como que reco- domínio da história das ideias, da história dos conhecimentos, da histó-
ria da teoria. Nesta medida, fui levado a analisar em termos de estrutu-
nhecendo o perigo do culto à personalidade, que acabaria fazen-
ra o próprio nascimento do estruturalismo.
do com que seu nome fosse associado, para seu desgosto, a um É nessa medida que tenho com o estruturalismo uma relação ao mesmo
modismo superficial e efêmero, Roland Barthes também opera um tempo de distância e de duplicação. Distância porque falo dele ao invés
deslocamento a partir de 1968. O que Éric Marty identifica como de praticá-lo diretamente, e de duplicação porque não quero falar dele
uma “ruptura brutal e declarada com o estruturalismo” (Barthes, sem falar sua linguagem.33
2004, 11), assinalada com a publicação de S/Z, em 1970, pode ser
lido como a passagem da semiologia da estrutura à crítica do texto. A ambiguidade desta afirmação apenas perpetuou uma imagem
Mesmo Jean-Pierre Vernant, cuja dupla filiação — a uma ideia de de Foucault como estruturalista contra a qual ele se voltou nos anos
análise estrutural diacrônica e ao marxismo pró-althusseriano — seguintes. Há uma mudança significativa entre as reservas de 1967
lhe permitiu atravessar a revolta ao lado dos estudantes,29 muito e a veemência com que, um ano depois, em uma conferência na
tempo depois também relativizou sua integração ao modelo estru- Tunísia, ele se defende contra tal imagem:
turalista (Vernant, 2009, 13 e ss).
Foucault acompanha essa relativização. A maneira como a aná- Queria, antes de tudo, confidenciar algo que parece ainda não ser ainda
lise estrutural aparecia como aquilo que permitiria “diagnosticar conhecido em Paris, que é [o fato de que] não sou estruturalista. A
o presente” em 1967,30 o privilégio dado à noção de estrutura ou não ser em algumas páginas de que me arrependo, nunca empreguei
análise estrutural em textos como a Histoire de la folie31 ou Naissance a palavra estrutura. Quando falo de estruturalismo, falo dele como de
um objeto epistemológico que me é contemporâneo.34
de la clinique32 é substituído por uma recusa gradual de afastamen-
to desses modelos de análise. É fato que, ainda em 1967, apesar de
considerar seu trabalho como colocando em jogo uma noção central A distância que Foucault queria promover nesse momento,
transformando a abordagem estrutural em objeto, assinala uma
transformação não exatamente no método — embora algo nesse
sentido possa ser identificado — mas em sua compreensão no inte-
29. Cf. Dosse, 1993, 255-258. Vernant narra os episódios de maio de rior de um projeto filosófico. Assim, o afastamento de estruturalis-
1968 que o levaram a confrontar a direção do Partido Comunista e se colo-
mo empreendido por Foucault desde 1968 faz eco a uma exigência
car ao lado dos estudantes em Entre mito e política, p. 23.
30. Cf. DE I, 580-584.
de abertura que atravessa as ciências humanas. No entanto, exilado
31. Foucault fala, em diversos momentos, da “estrutura” como aqui- por vontade própria nos confins epistemológicos, o espaço de onde
lo que em Les mots et les choses receberia o nome de épistémé — como, por ele escreve não se deixa encerrar, nem mesmo sob um procedimen-
exemplo, quando analisa a “grande estrutura” que caracterizou o pensa- to, em nome da filosofia propriamente dita, cuja unidade a arqueolo-
mento Renascentista acerca da loucura (Histoire de la folie, p. 39). gia se esforçava por desmontar.
32. Uma passagem longa do Prefácio deste livro se dedica a explicitar o
que seriam as análises das estruturas da racionalidade que se operaram co
campo da medicina, que se oporiam a uma pesquisa que teria como pre-
missas metodológicas a analogia e a continuidade — premissas que Fou- 33. DE I, 583.
cault pretende afastar de seu trabalho (Foucault, 1963, XIII-XV). 34. DE I, 838.
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248 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 249
te a las demás estrategias que existen en la bibliografía es preci- nes no apunta, al menos directamente, a transformar las instituciones
samente que no recurre a premisas distintas a las que acepta el formales e informales existentes para generar desarrollo económico,
autor discutido, lo cual le impide a éste contraargumentar que la sino a atacar las carencias de bienes básicos de manera inmediata.
aparente victoria del adversario se debe a que parte de supuestos En segundo lugar, se hacen recomendaciones de reformar las
distintos.3 instituciones existentes o de crear nuevas instituciones. Estas reco-
En la sección 2 presento algunas consideraciones preliminares. mendaciones apuntan a que se modifiquen las normas jurídicas
En la sección 3 expongo la posición de Singer y muestro que con- que causan el surgimiento y la persistencia de la pobreza extre-
cuerda mejor con nuestras intuiciones que la posición que llamé ma, sean normas del derecho internacional o doméstico. Ejemplos
ética yuppie. Sin embargo, en la sección 4 muestro que la posi- de recomendaciones de reforma son las propuestas de cambios en
ción de Singer tiene problemas para explicar nuestras intuiciones las normas del derecho internacional relativo al comercio (Tesón,
respecto a casos en que repetidamente tenemos la oportunidad de 2007); las diversas propuestas de impuestos globales, como el
salvar la vida de otros (y así es la situación en que actualmente impuesto Tobin (Tobin, 1978) y el dividendo global de los recur-
nos encontramos respecto a los pobres globales). La posición que sos (Pogge, 1998); las propuestas de incentivos a la investigación
defiendo, en cambio, evita esos problemas. Finalmente en la sección en medicamentos que benefician a las personas en situación de
5 presento una conclusión. pobreza extrema, como el Fondo de impacto sobre la salud (Hollis
y Pogge, 2008); y las propuestas de creación de nuevos organismos
de gobierno mundial, como el Parlamento global (Falk y Strauss,
2. Preliminares 2001).
Aunque el presente artículo se concentra en las obligaciones de
2.1 Donación vs. reforma contribuir tiempo y dinero a agencias humanitarias, la mayoría de
lo que aquí escribo se aplica también a las obligaciones de promo-
La bibliografía filosófica acerca de la pobreza extrema global ver la reforma de las instituciones globales para reducir la pobreza.
muchas veces hace recomendaciones concretas de acción. Las reco- Ahora bien, es importante aclarar que las afirmaciones que
mendaciones pueden agruparse a grandes rasgos en dos categorías. siguen acerca de la exigencia de nuestras obligaciones hacia los
En primer lugar están las recomendaciones de acción directa en la pobres globales tienen carácter hipotético. Sólo tenemos esas obli-
forma de contribuciones de bienes de diverso tipo (dinero, alimentos, gaciones si es cierta la premisa empírica de que contribuir con tiem-
medicamentos, trabajo) a agencias de asistencia humanitaria, como po o dinero a las agencias humanitarias tendría el efecto de reducir
Oxfam, Unicef o Care International.4 Este tipo de recomendacio- la pobreza extrema global. Pero esa premisa empírica es actualmen-
te objeto de discusión.5 De todos modos es importante explorar las
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250 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 251
cuestiones normativas que trato aquí, pues quizás las próximas independencia de que el ser humano participe de alguna asocia-
investigaciones empíricas sobre esta cuestión finalmente prueban ción o práctica.
que aquella premisa es verdadera. Las obligaciones que se derivan de obligaciones colectivas son las obli-
gaciones cuya explicación proviene (al menos en parte) del hecho
de que el agente colectivo al cual pertenece el individuo en cuestión
2.2 Tipos de obligación tiene cierta obligación. Es probable que los Estados tengan hacia los
pobres globales ciertas obligaciones, y que por esa razón los indivi-
La investigación del presente artículo se circunscribe a un duos que son miembros de esos Estados tengan obligaciones deriva-
tipo específico de obligación, con las características que enume- das. Por ejemplo, supongamos que los Estados que fueron coloniza-
ro a continuación. En primer lugar, me ocupo de las obligaciones dores le deben compensación a los Estados que son sus ex-colonias
de los agentes individuales, no de las obligaciones de los agentes y que actualmente tienen un alto índice de pobreza extrema. Enton-
colectivos (como por ejemplo Estados, organizaciones guberna- ces es probable que a partir de ese deber de compensación que tie-
mentales globales –como la OMC–, etc.).6 En segundo lugar, me nen los Estados se derive un deber de los individuos que pertenecen
ocupo de las obligaciones individuales no asociativas y no derivadas a esos Estados de, por ejemplo, pagar impuestos destinados a com-
de obligaciones colectivas. Las obligaciones asociativas son las obliga- pensar a las ex-colonias. Otro ejemplo lo proporciona David Miller,
ciones que se explican (al menos en parte) por la participación del quien considera que los Estados ricos deben asegurarse de que exis-
individuo en una asociación o práctica de cierto tipo. Un ejemplo tan términos equitativos de comercio y cooperación internacional, y
sería lo que Rawls llama el “deber natural de justicia” que “nos que por lo tanto los individuos que pertenecen a esos Estados ricos
exige apoyar y obedecer a las instituciones justas existentes que tienen –según el rol que ocupen en esos Estados y otras variables–
nos son aplicables. Nos constriñe también a promover acuerdos jus- obligaciones derivadas de colaborar para que su Estado cumpla
tos aún no establecidos, al menos cuando esto pueda hacerse sin aquella obligación colectiva (Miller, 2009, 251-2, 114-116).
demasiado costo para nosotros” (Rawls, 1979, 116; cursiva añadi- Las obligaciones no derivadas de obligaciones colectivas, en cam-
da). Para Rawls, la explicación de por qué los individuos tienen bio, no se explican por la participación del individuo en un agente
ese deber de promover instituciones justas proviene al menos en colectivo. Un ejemplo de este segundo tipo sería, también, la obli-
parte del hecho de que los individuos participan de una empre- gación que tiene todo ser humano de no asesinar a un inocente,
sa cooperativa para beneficio mutuo.7 Las obligaciones no asociati- pues esa obligación no se explica (al menos no necesariamente) por
vas, en cambio, no se explican por la participación del individuo el hecho de que el agente colectivo del cual el ser humano participa
en una asociación o práctica. Por ejemplo, la obligación que tiene tenga alguna obligación.
todo ser humano de no asesinar a un inocente parece existir con En resumen, las obligaciones de las que me ocupo en el presente
trabajo son obligaciones individuales no asociativas ni derivadas de
obligaciones colectivas. No niego que los individuos tengan tam-
global. Para un análisis minucioso de esta premisa, ver Cohen (2010). bién obligaciones respecto a la pobreza global que sí sean asociati-
6. Es importante señalar que la razón por la cual limito la investigación vas o derivadas de obligaciones colectivas. Al contrario, mi opinión
a las obligaciones individuales no se apoya en el supuesto de que no exis- es que los individuos tienen esas obligaciones. El problema es que
ten obligaciones colectivas respecto a la pobreza global, ni en el supuesto
no está claro que si todos los individuos las cumplieran, entonces
de que en el problema de la pobreza global las obligaciones individuales
son más relevantes que las obligaciones colectivas.
se acabaría la pobreza extrema en el mundo.8 Por ejemplo, según
7. Aunque Rawls considera que el deber natural de justicia tiene alcan-
ce sólo local, muchos autores posteriores sostienen que el alcance es en ver-
dad global. El principal autor en esa línea es Kok-Chor Tan (2004). 8. Un ejemplo de situación en la cual aun si se cumplieran todas las
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252 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 253
algunas teorías, las sociedades ricas que cooperan económicamente 2.3 Consideraciones metodológicas
con sociedades pobres tienen la obligación asociativa de establecer
términos equitativos de cooperación, que impidan la explotación y El método que voy a emplear para justificar mi posición es el
vulnerabilidad de las sociedades pobres a los avatares económicos mismo que emplea Singer (1972). Como señala Garret Cullity (2004,
(Miller, 2009, 251). Imaginemos entonces que las sociedades ricas pp. 12-14), los argumentos de Singer usan una estrategia de “sub-
cumplen con su obligación asociativa de imponer términos equita- sunción”. Eso quiere decir que para Singer la tarea de justificar jui-
tivos de cooperación y la pobreza desaparece. Pero cierto día sobre- cios morales particulares tiene tres pasos. El primer paso consiste
viene una catástrofe natural o política en la sociedad pobre que deja en identificar uno o varios juicios morales particulares e intuitivos
a muchas personas en situación de pobreza extrema. En casos como sobre cierto caso, y que sean juicios en los cuales tenemos gran con-
ese sería muy importante determinar si no existen hacia esas perso- fianza. El segundo paso consiste en postular un principio moral
nas obligaciones no derivadas de obligaciones asociativas (para una que sería la mejor explicación de esos juicios morales particulares
tesis similar, ver también Miller, 2009, 254). intuitivos en los cuales tenemos gran confianza. El tercer paso con-
Intencionalmente evité usar los términos “obligación de justicia” siste en invocar ese principio generado en el segundo paso y apli-
y “obligación de beneficencia” (u “obligación humanitaria”) para carlo a otros casos análogos, pero sobre los cuales nuestros juicios
explicar de qué tipo de obligación me ocupo. Esto se debe a que, aun- morales intuitivos no son tan claros o no nos resultan tan dignos de
que la distinción entre justicia y beneficencia es central en la literatura confianza (como, por ejemplo, nuestros juicios acerca de la exigen-
sobre pobreza global, existe muy poca homogeneidad y claridad en cia de las obligaciones hacia los pobres globales). Entonces debe-
su uso, y discutir cuál es el sentido correcto de la distinción requeriría mos revisar esos juicios morales inciertos y reemplazarlos por jui-
de un artículo separado. Además, considero que la hipótesis central cios que se apoyen en el principio generado en el paso 2.9
del presente trabajo puede establecerse con independencia de esas Es importante advertir una serie de peculiaridades del méto-
etiquetas. Sólo voy a aclarar que aquí discuto acerca de acciones obli- do de la subsunción. En primer lugar, como señala Cullity (2004,
gatorias, acciones que constituyen nuestro deber. Con eso quiero decir 13-14), para muchos casos sucede que en el paso 2 podemos gene-
que no son acciones que, aunque sería bueno o loable que realicemos,
tenemos permiso moral para no realizar (muchas veces llamadas
“acciones supererogatorias”). Por el contrario, son acciones que tene-
9. La metodología que utilizo difiere considerablemente de la que
mos el deber moral de realizar (al menos prima facie).
puede llamarse “metodología de las grandes teorías”, que es el modelo de
la justificación según el cual un gran sistema de juicios morales se apoya
en uno o dos principios centrales, como por ejemplo el principio del uti-
obligaciones asociativas la pobreza persistiría en grandes números sería el litarismo clásico. También difiere de las metodologías “teóricas de nivel
siguiente. Según algunas teorías (por ejemplo, Miller, 2009, 251), las socie- intermedio” como la de Ross (1930) y Beauchamp y Childress (2009), quie-
dades ricas que cooperan económicamente con sociedades pobres tienen nes proponen una pluralidad de principios, sin un principio rector, que se
la obligación asociativa de establecer términos equitativos de cooperación, aplican con diferente peso en diferentes casos. Por último, también difiere
que impidan la explotación y vulnerabilidad de las sociedades pobres a los de las metodologías “anti-teóricas” como la de Toulmin y Jonsen (1998),
avatares económicos. Ahora bien, aun cuando las sociedades ricas cumplie- que rechazan todo rol justificatorio a los principios éticos, sean de nivel alto
ran con su obligación asociativa de imponer términos equitativos de coo- (como los de las grandes teorías) o de nivel intermedio. Podría afirmarse
peración, podría sobrevenir alguna catástrofe natural en la sociedad pobre que el método de la subsunción representa un punto intermedio entre la
que deje a muchas personas en situación de pobreza extrema. En casos metodología anti-teórica y la de nivel intermedio: le asigna a los principios
como ese sería muy importante determinar si no existen hacia esas perso- éticos (de nivel intermedio) un rol crítico, pero también le asigna a los casos
nas obligaciones no derivadas de obligaciones asociativas (para una tesis el papel de refinar los principios. La mayoría de los bioeticistas adopta
similar, ver también Miller, 2009, 254). actualmente alguna variante de este punto intermedio (Arras, 2010, §6.3).
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254 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 255
rar más de un principio que sea una buena explicación de un juicio Aunque Singer no afirma explícitamente que el método de la
moral en el cual tenemos gran confianza. En otras palabras, nuestro subsunción tenga las dos peculiaridades recién descriptas, muchos
juicio moral seguro acerca de cierto caso puede explicarse muchas autores que discuten la obra de Singer, e incluso él mismo, implí-
veces por varios principios distintos. Por ejemplo, tomemos nues- citamente emplean el método como si tuviera esas peculiaridades
tro juicio de que no debemos asesinar a un inocente que tenemos (Barry y Overland, 2011; Singer, 2009, 15-19). Por lo tanto, en el pre-
delante. Se trata de una intuición segura, en la cual tenemos gran sente artículo presupongo que las tiene. Este punto es decisivo, por-
confianza. Ahora bien, es una intuición que puede explicarse tanto que Singer casi siempre considera pocos casos en que nuestras intui-
mediante un principio que diga que la vida humana tiene un valor ciones son seguras, pero –como veremos a continuación– sostengo
supremo, como también mediante un principio que diga que debe que si también consideramos casos adicionales a los que considera
maximizarse el bienestar agregado. Singer, entonces el principio que él propone contradice nuestras
En segundo lugar, y teniendo en cuenta el punto anterior, es intuiciones seguras sobre esos casos adicionales. El principio que
importante observar algo que puede suceder si se aplica el método defiendo, en cambio, logra explicar el conjunto entero de nuestras
de la subsunción a un segundo caso sobre el cual también tenemos intuiciones seguras sobre esos casos, sin contradecir ninguna.
juicios morales confiables. Supongamos que tenemos cierta intui-
ción segura sobre un caso C1, y tras reflexionar concluimos que hay
dos principios que mejor explican esa intuición, los principios P1 y 3. El Principio de Singer contra el Principio mínimo
P2. Ambos principios logran –por separado– explicar esa intuición,
pero son principios con contenidos distintos (retomando el ejem- En las secciones 3 y 4 voy a indagar si el método de la subsun-
plo de arriba, P1 sería el principio de que la vida humana tiene un ción que usa Singer realmente muestra que nuestras obligaciones
valor supremo y P2 sería el principio de que debe maximizarse el de colaborar con las agencias humanitarias tienen una exigencia
bienestar agregado). Ahora bien, supongamos que luego aplicamos extrema –como él afirma–, o si en verdad ese método muestra que
el método a otro caso (C2), y descubrimos que nuestra intuición la exigencia de esas obligaciones es mínima –como sostiene la ética
segura sobre ese caso se explica correctamente por el principio P2, yuppie– o moderada. La estrategia que voy a emplear consiste en
pero en cambio el principio P1 contradice nuestras intuiciones sobre analizar una serie de casos para identificar cuáles son nuestras
C2. Si entonces comparamos el desempeño de los dos principios intuiciones seguras sobre ellos. Eso permitirá evaluar cuál de los
en los diferentes casos, comprobamos que el principio P1 expli- tres principios que presentaré más abajo (el principio de Singer, el
ca correctamente nuestra intuición segura sobre un caso, pero no principio moderado y el principio mínimo) logra explicar el con-
sobre otro; en cambio, el principio P2 explica nuestras intuiciones junto entero de nuestras intuiciones seguras sobre esos casos, sin
seguras sobre los dos casos. Considero que eso es un indicio impor-
tante para descartar el principio P1 y mantener sólo el principio P2.
¿Cómo repercute eso sobre el tercer paso del método? Si efectiva- debemos conservar es el que pueda explicar la mayor cantidad intuicio-
mente descartamos el principio P1, eso implica que cuando pase- nes seguras sobre casos, sin contradecir ninguna. Para ilustrar, suponga-
mos al tercer paso (en el cual debemos aplicar el principio generado mos que tenemos intuiciones seguras acerca de los casos C6, C7 y C8, y
en el segundo paso a casos en que nuestras intuiciones no son segu- supongamos que nuestra intuición acerca del caso C6 se explica por los
principios P3, P4 y P5; nuestra intuición sobre el caso C7 se explica por los
ras), debemos aplicar el principio P2, no el principio P1.10
principios P4 y P5; y nuestra intuición sobre el caso C8 se explica por el
principio P4. En esta situación debemos descartar los principios P3 y P5,
que contradicen nuestras intuiciones en algunos casos seguros, y conser-
10. Nótese que el número de casos relevantes sobre los que tenemos var el principio P4, que explica nuestras intuiciones seguras sobre todos
intuiciones seguras podría ser mayor a dos. Si así sucede, el principio que los casos.
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256 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 257
contradecir ninguna intuición. Luego, usando el método de la sub- La célebre tesis de Singer es que las personas en situación de
sunción, extiendo el principio exitoso al caso de las agencias huma- pobreza extrema en todo el mundo están en una situación análoga a
nitarias –sobre el cual nuestras intuiciones no son seguras–, para la del chico que se ahoga, pues están con riesgo de vida y podemos
saber cuán exigentes son nuestras obligaciones en este caso. salvarlas si sacrificamos bienes de importancia moral no compara-
En la presente sección comparo la posición de Singer con la ble, como tiempo y dinero, a agencias de ayuda humanitaria (Singer
ética yuppie (que llamaré también “posición mínima”), evaluando 1972, 231). Pero, como mencionamos, nuestras intuiciones sobre este
si alguna de las dos contradice nuestras intuiciones seguras sobre caso no son tan seguras ni claras como respecto al caso del niño que
ciertos casos. Allí muestro que a la posición de Singer le va mejor se ahoga. Entonces, ¿debemos salvar a las personas en situación de
que a la posición mínima. Luego en la sección 4 agrego más casos pobreza extrema o no? Como este caso es análogo al del niño que se
que introducen nuevos factores, con el fin de mostrar que la posi- ahoga, el método de la subsunción nos permite aplicarle el principio
ción extrema de Singer contradice nuestras intuiciones seguras que extrajimos del caso en que nuestras intuiciones eran seguras,
sobre esos nuevos casos, mientras que la posición moderada que que era el caso del niño ahogándose. Entonces Singer concluye que
defiendo no contradice ninguna intuición segura. tenemos también una obligación de donar tiempo y dinero para sal-
var a las personas en situación de pobreza extrema.
Ahora bien, es importante observar que el caso Rescate es un
3.1 El caso de Singer caso en que el costo de salvar una vida es muy pequeño, pues sólo
nos exige arruinar nuestra ropa y que lleguemos tarde a una reu-
Consideremos primero el caso que Singer hizo famoso para la nión. Por lo tanto, nuestra intuición segura sobre ese caso podría
discusión sobre pobreza global: ser explicada también por un principio como el siguiente (mencio-
nado en Barry y Overland 2011, §5):
Rescate: un adulto pasa caminando por una laguna poco profunda y ve
a un niño desconocido ahogándose. Si se mete a la laguna para salvar- Principio mínimo: si está en tu poder evitar que le pase algo malo a
lo, se arruinará su ropa y llegará tarde a una reunión (Singer 1972, 231) otra persona, con un costo mínimo para ti, entonces debes moralmente
hacerlo.
Nuestra intuición nos dice que la persona debe salvar al chico.
Esa intuición es segura. Ningún autor en la literatura niega, intui- El principio mínimo, que podemos asociar a la ética yuppie,
tiva o reflexivamente, que deba salvar al niño, y probablemente el explicaría correctamente nuestra intuición de que debemos salvar
lector tampoco lo niegue. al chico que se ahoga. El problema es que cuando lo aplicamos al
Singer considera que nuestra intuición segura sobre ese caso se caso de salvar personas en situación de pobreza extrema, ese prin-
expresa correctamente en el siguiente principio: cipio implica que tenemos permitido no salvarlas, si salvarlas requiere
costos altos. Esta conclusión es opuesta a la que se seguiría de apli-
Principio de Singer: si está en tu poder evitar que pase algo malo, sin
tener que sacrificar nada que tenga una importancia moral comparable,
entonces debes moralmente hacerlo. (Singer 1972, p. 231).11 algo malo, sin tener que sacrificar nada que sea moralmente significativo,
entonces debes moralmente hacerlo” (Singer 1972, 231); y “si está en tu
poder evitar que pase algo malo, sin tener que sacrificar nada que sea casi
11. Tanto en el mencionado artículo de 1972 como en obras posteriores, tan importante como aquello, entonces debes moralmente hacerlo” (Singer
Singer formula su principio de maneras ligeramente distintas, pero a los 2009, 15). Barry y Overland (2011, §4) muestran que el principio de Singer
fines del presente trabajo las diferencias no son importantes. Las otras dos en todas sus formulaciones implica que nuestras obligaciones son extrema-
formulaciones que propone Singer son: “si está en tu poder evitar que pase damente exigentes.
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car a ese caso incierto el principio de Singer, pues ese principio nos ejemplo, si ese principio les exige aportar sólo hasta u$s2.500-3.000,
exigiría sacrificar incluso grandes cantidades de tiempo y dinero, entonces la mitad de la gente en situación de pobreza extrema no se
dado que éstos tienen menor importancia moral que la vida de una salvará. En cambio, si el principio de Singer es el correcto, entonces
persona. Pero si ambos principios implican una exigencia tan dis- la pobreza se reducirá mucho más que bajo el principio mínimo,
tinta, ¿por cuál de los dos principios debemos guiar nuestra acción? aun cuando muchos no hagan su parte. Esto se debe a que el prin-
Antes de responder a esa cuestión es importante responder cipio de Singer obligaría a quienes sí están dispuestos a cumplir sus
a otra: ¿cuánto tiempo y dinero tendríamos que donar a agencias obligaciones a donar todo el dinero que sea necesario para salvar a
humanitarias para reducir sustancialmente la pobreza extrema la mayor cantidad de personas (excepto que eso lleve a los donan-
mundial? Esta pregunta es muy compleja y debatida, pues como tes mismos a la pobreza).12
vimos en la sección 2.1 no hay siquiera acuerdo de que la ayuda Para decidir cuál de los dos principios conservar, es necesario
humanitaria, en las circunstancias actuales, pueda reducir la pobre- evaluar cuáles son nuestras intuiciones seguras en casos en que
za en absoluto. Quizás sirva como orientación el hecho de que salvar una vida tuviera costos no mínimos. En la próxima sección
para reducir a la mitad el número de personas que viven actual- muestro que la consideración de esos casos nos obliga a descartar el
mente por debajo de la línea internacional de pobreza (menciona- principio mínimo.
da al principio de este artículo) haría falta redistribuir solamente
el 0,14% del ingreso global (Pogge 2010, 188). Este dato indica que
si todos los Estados o individuos hicieran su parte, los costos de 3.2 El caso de Unger
reducir sustancialmente la pobreza no serían altos. Si, por el con-
trario, muchos no aportan su parte, la situación cambia. El total de Veamos el siguiente caso famoso propuesto por Peter Unger
los costos tendrá que dividirse entre menos personas (aquellos que (1996, 135-6) y que luego retomó Singer (2009, 13-14):
sí estén dispuestos a colaborar), y por lo tanto los costos que ten-
drá que afrontar cada uno serán mayores. Para ilustrar este punto,
consideremos los siguientes datos. Salvar la vida de una persona en
12. Una objeción clásica contra el principio de Singer es, precisamente,
situación de pobreza extrema costaría u$s 2.500-3.000 (Cullity 2003,
que tiene consecuencias inequitativas, pues si algunos no cumplen con lo
218). En los países ricos viven actualmente alrededor de 1000 millo- que el principio exige, éste les impone cargas a quienes sí cumplen, y se las
nes de personas (Singer 2009, 106). Entonces, si el número de per- impone porque los demás no cumplen con él (Murphy 2000, 76). El proble-
sonas en situación de pobreza extrema es de 1290 millones, pode- ma con esta objeción es que contradice nuestras intuiciones seguras sobre
mos concluir que cada habitante de los países ricos debería aportar casos como el siguiente (que es análogo al caso de la pobreza extrema):
u$s 3.225-3.870 para que se salven los 1290 millones. Ahora bien, Rescate doble: un extraño y tú pasan caminando por una laguna poco profun-
si la mitad de los habitantes de los países ricos no aporta su parte, da y ven a un niño desconocido ahogándose. Cada uno puede meterse a la
eso significa que 645 millones de personas no serán salvadas o que, laguna a salvar a uno de los niños, pero se arruinará su ropa y llegará tarde a
una reunión. Ves que el extraño, en lugar de ayudar, se escapa corriendo. Tú
para que se salven, cada uno de los que sí aportan tiene que aportar
puedes salvar a uno o a los dos niños.
el doble (u$s 6.450-7.740).
Lo anterior indica que es muy importante determinar cuál de Nuestras intuiciones seguras nos dicen que debemos salvar a los dos
niños, no a uno solo. Sin embargo, según la objeción de Murphy sólo ten-
los dos principios es el correcto, pues si el principio mínimo es el
dríamos obligación de salvar a uno de los niños, pues dado que el extraño
que debe guiar nuestra acción, y efectivamente muchos no cumplen podía salvar al otro niño, salvar a un niño adicional me impondría cargas
con su parte de las obligaciones, entonces la pobreza global persis- adicionales (tiempo, esfuerzo) debidas al incumplimiento del otro, pero
tirá en grandes números, aun cuando quienes sí estén dispuestos a cum- eso es inequitativo. Como esta conclusión contradice nuestras intuiciones
plir sus obligaciones hagan todo lo que el principio mínimo les exige. Por seguras sobre este caso, la objeción de Murphy no se sostiene.
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260 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 261
La Bugatti de Bob: unos años antes de retirarse, Bob invirtió la siones correctas. Los factores son los siguientes: que los autos como
mayoría de sus ahorros de toda su vida en una Bugatti antigua, un la Bugatti están normalmente asociados a lujos superfluos, que Bob
auto de colección que aumenta su precio a razón del 20% anual. Si incurrió en riesgos innecesarios, que Bob podría ser compensado
la vende al momento en que se retira, el dinero le permitirá tener una vez pasado el momento urgente y que Bob se encuentra a poca
un retiro cómodo. Pero si por alguna causa (improbable) la Bugatti distancia del niño. A continuación analizo cada uno de estos facto-
se llega a dañar mucho, no podrá venderla, así que Bob pasará el res por separado. El objetivo es evaluar si el principio mínimo, con
resto de su vida con muy poco dinero (aunque sí podrá satisfacer algunos ajustes razonables, no podría a fin de cuentas explicar tam-
sus necesidades básicas). bién nuestra intuición sobre el caso Bugatti.
El primer factor importante es que los autos como la Bugatti
Un día Bob decide salir a dar un paseo breve con el auto por el tran- comúnmente se consideran un lujo superfluo y frívolo, y enton-
quilo camino rural cercano al garaje donde lo guarda. Ve un objeto bri- ces quizás nuestra intuición segura sobre el caso de Bob se explica
llante al costado del camino que le llama la atención, así que estaciona porque creemos que sacrificar un lujo superfluo representa en ver-
el auto allí cerca –a unos diez metros del final de una vía muerta– y se dad un costo mínimo, no alto. Pero entonces el Principio mínimo
baja a ver qué es. Al llegar, descubre que el objeto es una palanca que sí expresaría correctamente nuestras intuiciones sobre el caso de
puede cambiar la dirección de las vías. También descubre que un tren Bob, pues la Bugatti parece un lujo superfluo, y por lo tanto sacri-
fuera de control y sin nadie a bordo viene a toda velocidad por las vías.
ficarla para salvar al niño no implicaría afrontar costos altos, sino
Tal como está dispuesta la palanca en ese momento, el tren seguirá por
la vía principal, no por la vía muerta. Pero en la vía principal hay un
mínimos.
niño atrapado, que morirá si el tren sigue su camino. Bob puede redi- Sin embargo, no es cierto que el hecho de que la Bugatti se con-
rigir el tren a la vía muerta, salvando así al chico. El problema es que, sidera comúnmente un lujo superfluo y frívolo sea un factor deter-
aunque al final de la vía muerta hay un tope, éste no será suficiente minante de nuestra intuición segura sobre el caso. En efecto, vea-
para detener al tren fuera de control, que seguirá de largo y destruiría mos la siguiente variación del caso anterior:
la Bugatti. La otra opción es que Bob deje que el tren siga por la vía
principal. Su Bugatti quedará intacta, pero el chico morirá.
La casa de Bob: en lugar de invertir sus ahorros en una Bugatti, Bob los
invierte en una casa con dos habitaciones de sobra, que destinará a
Probablemente la intuición segura del lector sea que Bob debe alquilarla a estudiantes extranjeros. La casa se encuentra a unos metros
cambiar las vías y sacrificar su Bugatti, para así salvar al niño. El después del final de la vía muerta. Bob sale a caminar, y se enfrenta a la
principio de Singer expresa correctamente nuestra intuición sobre misma alternativa que en el caso anterior, sólo que para salvar al niño
debe sacrificar esa casa.
este caso. En efecto, si Bob sacrifica la Bugatti, perderá los ahorros
que le permitirían un retiro cómodo, pero como la vida de un niño
tiene mayor importancia moral, el principio de Singer le exige sal- Nuestra intuición nos dice que Bob debe sacrificar de todos
var al niño. El principio mínimo, en cambio, nos permitiría dejar modos la casa. Pero nadie consideraría que esa casa es un lujo
que muera el niño, pues sacrificar los ahorros de toda una vida y superfluo. Por lo tanto, lo que explicaba nuestra intuición sobre el
un retiro seguro representan un costo más que mínimo. El proble- deber de Bob no es el hecho de que el objeto a sacrificar sea una
ma es que dejar morir al niño contradice nuestras intuiciones segu- Bugatti. El principio mínimo contradice nuestras intuiciones sobre
ras en este caso. Por lo tanto, al parecer, debemos descartar el prin- el caso de la casa. El principio de Singer, en cambio, lo explica
cipio mínimo y debemos guiarnos por el de Singer. correctamente, lo cual indica que debemos descartar el principio
Sin embargo, el ejemplo de la Bugatti incluye una gran varie- mínimo.
dad de factores que pueden estar determinando nuestra intuición Pero hay un segundo factor que quizás es lo que explica nuestra
sobre este caso y que es importante aislar para extraer las conclu- intuición sobre el caso de la Bugatti. Pareciera que Bob está incu-
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262 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 263
rriendo en varios riesgos irrazonables: en primer lugar, hizo depen- ello represente un costo alto”, entonces el principio mínimo puede
der su futuro económico de la inversión en un único objeto y, en explicar nuestras intuiciones en esos casos.
segundo lugar, sacó el auto del lugar seguro donde lo guardaba, Sin embargo, podemos imaginar la siguiente variación de La
exponiéndolo a que se arruine.13 casa de Bob:
Entonces un defensor del principio mínimo podría proponer la
siguiente variante de ese principio: La sociedad desconsiderada: Bob se encuentra en la misma situación que
en el caso mencionado, pero sabe con seguridad que la compañía de
Principio mínimo1: si está en tu poder evitar que le pase algo malo a trenes se saldrá con la suya y no le pagará compensación. Además, sabe
otra persona, con un costo mínimo para ti, entonces debes moralmente que la sociedad en que vive es sumamente desconsiderada y no com-
hacerlo; pero en casos en que expusiste tus bienes a riesgos irrazonables, pue- pensará su acto heroico reconstruyendo la casa.
des tener una obligación de sacrificar esos bienes, aun cuando ello represente
un costo alto
Nuestra intuición segura nos dice que Bob debe de todos modos
sacrificar su casa para salvar al niño. Una vez más, entonces, el
Añadiendo esa cláusula razonable, parece que el principio
principio mínimo, incluso si le añadimos la cláusula sobre la com-
mínimo también expresaría correctamente nuestra intuición sobre
pensación después de la emergencia, contradice nuestras intuicio-
el caso. Sin embargo, el riesgo irrazonable no es lo que explica esa
nes sobre ese caso, pues nos permite dejar que el niño muera. El
intuición. En efecto, si retomamos el ejemplo de la casa de Bob,
principio de Singer, por el contrario, explica correctamente nuestra
podemos observar que Bob no incurre allí en ningún riesgo inne-
intuición. Lo anterior nos da un indicio de que debemos descartar
cesario, y sin embargo nuestra intuición segura nos dice que debe
el principio mínimo.
sacrificar la casa para salvar al niño. Nuevamente, entonces, el
El cuarto factor es la distancia. Una de las primeras impresio-
principio mínimo, incluso si le añadimos la cláusula sobre riesgo
nes que surgen al considerar tanto el caso de la Bugatti como el
irrazonable, contradice nuestras intuiciones sobre ese caso. El prin-
caso de Rescate es que ninguno de los dos es análogo al caso de la
cipio de Singer, por el contrario, lo explica correctamente. Eso indi-
pobreza extrema, porque en este último caso la persona en riesgo
ca que debemos descartar el principio mínimo.
de vida está a gran distancia de nosotros, mientras que en los otros
El tercer factor a considerar es que nuestra intuición segura
dos casos la persona en riesgo está delante de nosotros. La distancia
de que Bob debe sacrificar el auto –o la casa– para salvar al niño
puede parecer un factor atenuante de nuestras obligaciones. Qui-
se debe quizás a que creemos que una vez pasada la situación de
zás el principio mínimo no contradiría nuestras intuiciones si se le
urgencia en que se encuentra el niño, la empresa de trenes podría
agregase una cláusula razonable que dijera que “en casos en que la
compensar a Bob por su pérdida, o la sociedad podría reconocer su
persona en riesgo de vida se encuentra cerca de ti, debes salvarla,
acto heroico reconstruyendo su casa o comprándole otro auto. En
aun cuando ello represente un costo alto”.
cambio, si Bob no cambia la vía, nada podrá hacerse para recuperar
Sin embargo, no debe confundirse la distancia entre nosotros y
la vida del niño. Entonces puede parecer que si al principio mínimo
la persona en riesgo, con la distancia entre nosotros y el medio para
le agregamos una cláusula razonable que aclare que “en casos en
salvar a la persona en riesgo (Kamm 2007, 355). Si el niño que está
que alguien vaya a restituir tus bienes luego de que tú los sacrifi-
por ser arrollado por el tren estuviese a miles de kilómetros, pero
ques en una situación de urgencia, debes sacrificarlos, aun cuando
la palanca para cambiar las vías estuviera al lado nuestro, nues-
tra intuición sería que igualmente tenemos obligación de salvar al
niño. Del mismo modo, aunque las personas en situación de pobre-
13. La idea de que Bob podría estar incurriendo en riesgos innecesarios za extrema pueden no estar cerca de los donantes, actualmente los
la tomo de Barry y Overland (2011, §8). medios para aportar a agencias humanitarias sí están muy cerca:
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264 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 265
alcanza con ir hasta la computadora e ingresar el número de tarjeta Rescate repetido: un adulto pasa caminando por una laguna nada pro-
de crédito en el sitio web de la agencia elegida. El principio míni- funda y ve a un niño desconocido ahogándose. Si entra a la laguna
mo, entonces, contradice nuestras intuiciones seguras en ese caso, para salvarlo, se arruinará su ropa y llegará tarde a una reunión. Al día
siguiente, cuando pasa de nuevo, sucede la misma situación, con un
lo cual constituye un indicio más de que debemos descartarlo.
niño diferente. También sucede al día siguiente, y así hasta el final de
En esta sección vimos una serie de casos que nos permitieron
su vida.14
comparar al principio de Singer y el principio mínimo en su capa-
cidad de expresar nuestras intuiciones seguras sin contradecir
En casos como éste, probablemente nuestra intuición nos diga
ninguna. El principio de Singer fue el único que salió airoso de la
que tenemos la obligación de salvar al niño muchas veces, pero no
evaluación, así que hasta aquí todo parece indicar que, si aplica-
todas. De lo contario, la tarea de salvar niños absorbería una gran
mos el método de la subsunción, podemos concluir que nuestras
parte de nuestra vida y tendría costos altos (porque todos los días
obligaciones de donar tiempo y dinero a agencias humanitarias
tendríamos que llegar tarde a reuniones, comprar ropa nueva y
son obligaciones altamente exigentes (dado que actualmente pocos
usar parte de nuestro tiempo en salvar al niño).
aportarán su parte). En la próxima sección, sin embargo, presento
Sin embargo, tal como observaron varios autores, el principio
una serie de casos para los cuales el principio de Singer parece con-
de Singer nos exige que salvemos al niño todas las veces, pues la
tradecir nuestras intuiciones seguras y propongo un principio alter-
importancia moral de lo que sacrificamos cada vez que lo salvamos
nativo que no las contradice.
es menor que la importancia moral de una vida (Cullity 2004, 71-73;
Noggle 2009, 1). Lo anterior implica que el principio de Singer con-
tradice nuestra intuición sobre Rescate repetido.
4. El principio moderado como solución al problema de la iteración
Es importante observar que también el principio mínimo contradi-
ce nuestra intuición sobre ese caso. En efecto, como mencionamos
4.1 El problema de la iteración
en la sección 3, en el caso Rescate ese principio nos exige que salve-
mos al niño, pues los costos en que debemos incurrir para salvar-
Hay una diferencia importante entre todos los casos menciona-
lo son mínimos. Pero en el caso Rescate repetido sucede lo mismo,
dos en la sección 3 y el caso de la pobreza extrema global: actual-
pues los costos de lo que sacrificamos cada vez que lo salvamos son
mente hay millones de personas que padecen pobreza extrema y
también mínimos (tiempo, ropa y llegar a tiempo a una reunión).
que podríamos tratar de salvar de la muerte, mientras que en los
Entonces el principio mínimo nos exige que lo salvemos todas las
casos que vimos arriba había una única persona con riesgo de vida.
veces, lo cual contradice nuestra intuición segura.
Podemos llamar a esa diferencia “el carácter iterativo de la pobreza
Algo similar sucede si consideramos el caso de la Bugatti o de
global”, pues nos enfrentamos a la posibilidad de salvar una vida
la casa de Bob. Si todos los días Bob enfrentara la misma situación,
repetidamente. Esa diferencia es crucial y me propongo mostrar
nuestra intuición cambiaría, y diríamos que no tiene obligación de
que si consideramos nuestras intuiciones seguras sobre casos en
salvar al niño todas las veces. Sin embargo, el principio de Singer
que hay iteración de oportunidades de salvar una vida, veremos
que el principio de Singer contradice nuestras intuiciones sobre
esos casos, mientras que el principio moderado que presento más
14. Para que la analogía entre Rescate repetido y el caso de la pobreza
abajo no las contradice. Además, a diferencia del principio míni-
global sea más exacta, habría que especificar que en Rescate repetido no
mo, el principio moderado tampoco contradice nuestras intuiciones hay nada que podamos hacer para evitar enfrentarnos repetidamente a la situa-
sobre los casos que vimos en la sección 3. ción de poder salvar al niño. Por ejemplo, no tenemos la opción de solicitar
Para comprobar lo anterior, consideremos la siguiente variación a la municipalidad que cree un programa de prevención de accidentes en
del caso Rescate: la laguna, ni podemos evitar pasar por la laguna.
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nos exige que lo salvemos cada una de las veces, lo cual contradice mos que alguien continuamente no realiza A en las oportunidades
nuestra intuición. favorables, entonces desconfiamos de que esa persona tenga real-
En la próxima sección presento un principio que, a diferencia mente una propensión a A. (No hay límites precisos, los juicios son
del principio de Singer y el mínimo, expresa correctamente nuestra sensibles al contexto).
intuición sobre Rescate repetido. Además, también expresa correc- En tercer lugar, los fines pueden ser de diverso tipo. Un fin
tamente nuestras intuiciones en los casos en que mínimo las contra- puede ser intrínseco o instrumental. Un fin instrumental lo perse-
decía. guimos para poder realizar otro fin. El fin intrínseco no. Pero no se
debe confundir un fin intrínseco con un fin importante. Por ejem-
plo, a veces cuando estoy aburrido adopto el fin de jugar a un juego
4.2 El Principio moderado en mi teléfono celular. Es un fin intrínseco, porque no lo adopto
como un medio para otra cosa, como placer (el juego no es diver-
Consideremos el siguiente principio: tido) o formación (jugar al juego no me entrena ninguna habilidad
relevante). Pero ese juego no es un fin importante, sino trivial, por-
Principio moderado: debes adoptar el bienestar mínimo de los demás que no es una parte importante de mi vida o de mi identidad, no
como un fin intrínseco e importante en tu vida. constituye un proyecto importante en mi vida. Un fin importante
es un fin que consideraríamos seriamente antes de descartar. Un fin
Para comprender el principio moderado tenemos que observar, trivial, en cambio, lo descartaríamos fácilmente.
en primer lugar, que describe obligaciones imperfectas. Entiendo Por último, es importante observar que el principio moderado
por “obligaciones perfectas” aquellas obligaciones que exigen rea- afirma que el fin que debemos adoptar es promover el bienestar
lizar una acción u omisión bastante específica. Por “obligaciones básico de los demás. Eso implica que nuestra obligación tiene como
imperfectas”, en cambio, entiendo aquellas obligaciones que exi- objeto evitar que las personas mueran o que estén privadas de los
gen adoptar cierto fin.15 Eso implica que las obligaciones imperfec- bienes básicos que marcan la línea de la pobreza extrema. El caso
tas nos exigen actuar y omitir, pero nos lo exigen indirectamente: de alguien que no tiene dinero suficiente para comprar el piano
al adoptar un fin nos comprometemos con adoptar una política (o que necesita para avanzar en su carrera musical, y nosotros poda-
máxima) de elegir las acciones que promoverían ese fin y evitar las mos ayudarlo a comprarlo, es un caso que no cae bajo el principio
acciones que lo socavarían. moderado.
En segundo lugar, hay diversas maneras en que podemos adop- La ventaja del principio moderado frente al de Singer y al míni-
tar un fin. Lo podemos adoptar como un fin que debemos promo- mo es que le otorga al agente cierta latitud, pues asegurar el bien-
ver máximamente o como un fin al cual debemos tener una propen- estar básico de los demás debe ser un proyecto importante en nues-
sión a promover. Que alguien tenga una propensión a A no implica tra vida, pero no tiene por qué ser el único proyecto importante.
que va a realizar A en cualquier oportunidad favorable. Por ejem- Para cumplir con las obligaciones impuestas por el principio, uno
plo, que Fernando tiene una propensión a tomar alcohol no signifi- debe tener un compromiso significativo con asignar recursos para
ca que va a tomar en toda oportunidad favorable. Pero si observa- promover el bien de las demás personas. Ese compromiso tendrá
prioridad fuerte sobre la promoción de sus fines menos importan-
tes, y repercutirá sobre sus decisiones acerca de cómo asignar los
15. La definición de obligación imperfecta que empleo aquí se inspi-
recursos para promover sus demás fines importantes. Pero no es
ra en Kant, Metafísica de las costumbres, 6: 381-83; 6: 390-1. Para un análisis necesario que sacrifique su propia felicidad, ni sus compromisos
minucioso de las diversas concepciones acerca de la noción de “obligación con el bienestar de ciertas personas específicas (su familia, amigos,
imperfecta”, ver Schroeder (2011). etc), ni sus demás proyectos, aunque sí debe dedicar al fin del bien-
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268 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 269
estar de los demás algunos de los recursos que hubiese asignado a único principio que no contradice ninguna de nuestras intuiciones
aquellos otros fines. El principio de Singer y el principio mínimo, seguras sobre los casos que analizamos es el principio moderado.
en cambio, definen obligaciones perfectas, obligaciones de realizar Eso constituye una razón para descartar el principio de Singer y el
acciones determinadas cada vez que nos enfrentamos a una situa- principio mínimo. Podemos entonces emplear el método de la sub-
ción de rescate, lo cual hace imposible que el agente tenga alguna sunción y aplicar el principio moderado al caso de nuestras obliga-
latitud respecto a sus demás fines importantes. ciones hacia los pobres globales, sobre el cual nuestras intuiciones
Esa latitud que otorga el principio moderado explica nuestra son inciertas. La conclusión que podemos extraer es que efectiva-
intuición sobre el caso Rescate repetido. Efectivamente, si no sal- mente tenemos la obligación de colaborar con tiempo y dinero a las
váramos a ningún niño ninguna vez o muy pocas veces, eso sería agencias de ayuda humanitaria. ¿Cuánto tiempo y dinero? Tanto
un signo claro de que no tenemos una propensión a promover el como sea necesario para demostrar claramente que salvar a las per-
bienestar básico de los demás. Pero el principio moderado también sonas de la pobreza extrema es para nosotros un fin importante en
nos dice que no tenemos la obligación de salvar al niño cada una nuestras vidas.17
de las veces, pues evitar salvarlo algunas veces no implica que no le
demos importancia al bienestar básico de los demás, sino que sólo
implica que también tenemos otros fines importantes que tenemos BIBLIOGRAFÍA
permiso para promover.
Si consideramos, por otra parte, casos donde no hay repetición Arras, J. 2010, “Theory and bioethics”, en The Stanford Encyclopedia of
–como el caso Rescate o la Bugatti de Bob–, el principio modera- Philosophy (Edición de verano de 2010), Edward N. Zalta (ed.), Acce-
do tampoco contradice nuestras intuiciones seguras. En efecto, si sible en http://plato.stanford.edu/archives/sum2010/entries/theory-
bioethics/.
se presenta una única emergencia u “oportunidad dorada”, como la
Baron, M. 1987, “Kantian Ethics and Supererogation,” Journal of Philosophy
oportunidad de salvar a un chico que se está por ahogar o a punto
84, 5: 237-262.
de ser arrollado por un tren, no rescatarlo será un claro signo de Barry, C. y Overland, G. 2011, “How Much for the Child?”, Ethical Theory
que no estamos considerando el bienestar de los demás como un and Moral Practice 16, 1: 189-204.
fin importante, aun cuando salvarlo tuviera costos altos para noso- Beauchamp, T. y Childress, J. 2009, Principles of Biomedical Ethics, 6ta edi-
tros. En cambio, el principio mínimo, como vimos, contradice nues- ción, New York: Oxford University Press.
tras intuiciones en casos no repetidos en que el costo de salvar la
vida es alto, como el de la Bugatti de Bob.
riamente nuestras donaciones, a las que buscan reducir la pobreza local o
a las que buscan reducir la pobreza global? Considero que la respuesta a
5. Conclusión esta pregunta es circunstancial, no de principio. Si donando a una agencia
internacional salvamos más vidas que donando a una local (quizás porque
Para concluir, evaluemos las consecuencias de todo el análisis la agencia global es más eficiente), entonces debemos donar a la agencia
anterior para nuestras obligaciones hacia los pobres globales.16 El global. Y viceversa. El hecho de que cierto grupo de personas en situación
de pobreza sean nuestros compatriotas no es razón suficiente para evitar
salvar un grupo mayor que vive en la misma situación pero más allá de las
fronteras.
16. Lo dicho en el presente artículo se refiere a la exigencia de nues- 17. Agradezco los invaluables comentarios de Julio Montero, de Eduar-
tras obligaciones de ayuda a través de las fronteras para reducir la pobreza do Rivera López y de los integrantes del Grupo de Filosofía Política (GFP).
extrema. Pero ¿qué sucede en los casos en que existe pobreza extrema den- El presente artículo se realizó en el marco de una beca doctoral de CONI-
tro de nuestro propio Estado? ¿A qué agencias debemos dirigir priorita- CET.
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270 Francisco García Gibson ¿Cuánto debemos donar? 271
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Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX Nº 2 (Primavera 2013)
Apología Jean-Marie Schaeffer, Arte, objetos, ficción, cuerpo. Cuatro ensayos sobre estéti-
ca, prólogo, traducción y edición de Ricardo Ibarlucía, Buenos Aires, Biblos
(Colección Pasajes/Programa de Estudios en Filosofía del Arte, Centro de
Investigaciones Filosóficas), 2012, 124 pp.
Prólogo, traducción y notas:
Abocado principalmente al miento de Shaeffer anuncia el sur-
Nicolás Kwiatkowski estudio crítico de la historia de la gimiento de una “nueva filosofía”
estética y al análisis conceptual francesa, y agrega que los cuatro
de nociones artísticas y estéticas trabajos que componen el volumen
(obra de arte, ficción, imaginación, condensan los objetivos de un pro-
representación, entre otras), Jean- grama estético que recorre más de
Colección Excursus Marie Schaeffer –Director de estu- veinte años.
dios de la École des Hautes Études La apreciación de Ibarlucía –Di-
en Sciences Sociales (EHESS)– se rector del Programa de “Estudios
ha convertido en uno de los más en Filosofía del Arte” del Centro de
importantes especialistas en estéti- Investigaciones Filosóficas (CIF)–
Comité editorial ca filosófica y teoría del arte de las es pertinente. En este volumen,
José Emilio Burucúa - Ricardo Ibarlucía - últimas décadas. Su investigación Schaeffer realiza colateralmente, a
Nicolás Kwiatkowski - Leiser Madanes - Pablo E. Pavesi se ubica en estrecha relación con partir del enfoque de ciertas pro-
la filosofía analítica, la ciencia cog- blemáticas específicas del campo
nitiva y los estudios antropológi- de la estética y del arte, un breve
cos, y está especialmente influida, y particular recorrido crítico por
pero no por eso determinada, por la historia de la estética filosófica.
los escritos de estética de Gérard Retoma y resemantiza la noción
Genette, quien fuera su maestro y de mímesis de la antigüedad clási-
director. En el prólogo que acompa- ca para constituir la idea de ficción
ña la edición de Arte, objetos, ficción, moderna; involucra la perspectiva
cuerpo. Cuatro ensayos sobre estéti- medieval y cristiana en la confor-
ca, Ricardo Ibarlucía, a cargo ade- mación histórica de la imagen del
más de la selección, la traducción cuerpo; releva críticamente deter-
y el apéndice bibliográfico, seña- minados postulados de la moder-
la –siguiendo la argumentación nidad que configuraron una idea
esgrimida por Arthur Danto en el específica de arte; y analiza la
prólogo a la traducción al inglés de imagen y las expresiones estéticas
L’art de l’âge moderne. L’esthétique et contemporáneas que le permiten
la philosophie de l’art du XVIIIe siè- seguir el desarrollo de tales nocio-
cle à nos jours (1992)– que el pensa- nes.
A través de una exposición arte más contemporáneo (como ocupa la obra dentro de un entra- específico (con características dis-
clara y sintética, en el primero de Robert Smithson, Joseph Kosuth y mado evolutivo, debe fundarse en tintivas) fundamenta la concepción
sus ensayos Schaeffer realiza un Joseph Beuys), ejemplifican hasta el encuentro concreto del sujeto con según la cual la atención sobre el
recorrido por la historia de “la cierto punto que la sacralización las obras, “en lo que pueden apor- carácter estético del objeto (su este-
teoría especulativa del Arte”, indi- del arte como postulado principal tarnos en su singularidad” (p. 45). tización) implica necesariamente
cando sus puntos teóricos más fue adoptada por gran parte del Retomando en cierto modo algu- una descontextualización y una
característicos y sus exponentes mundo artístico moderno, instau- nos postulados kantianos, Schae- desfuncionalización del mismo.
más destacados: Friedrich Schlegel rándose progresivamente como ffer vuelve a poner sobre el tapete Esta concepción, fuertemente cri-
y Novalis, Hegel, Schopenhauer, horizonte de expectativa del arte la relación estética con las obras de ticada por Schaeffer, es aceptada
Nietzsche, Heidegger. Tal teoría occidental. arte y a reivindicar el valor relacio- tanto por los filósofos del arte,
surge, a su juicio, en consonancia La principal crítica de Schaeffer nal que surge “del encuentro entre quienes consideran que las propie-
con los postulados del romanticis- a la “teoría especulativa del Arte” la obra y una sensibilidad, la del dades estéticas del objeto son lo
mo alemán, como respuesta a una se centra en el carácter esencialista receptor” (p. 45). que marca su ontología, como por
doble crisis: la de los “fundamentos que otorga al arte, del cual se deri- El segundo artículo del volu- los defensores de una museografía
trascendentales de la filosófica” y la varían dos consecuencias negati- men, “¿Objetos estéticos?”, se cen- cognitiva quienes entienden que en
de los “fundamentos religiosos de vas: por un lado, lleva a confun- tra en la crítica a la noción de “obje- la estetización se da una profana-
la realidad humana” (p. 24). Frente dir los juicios evaluativos con los to estético”. La postulación de que ción ontológica del objeto.
a esta crisis ontológico-teológica, criterios descriptivos de las artes, tales objetos poseen características Schaeffer corre el eje del debate
la “teoría especulativa” hace del (lo cual conduce a considerar a los internas específicas y distintivas, ya del plano ontológico. Postula que
arte un “saber extático”, es decir, primeros como marcos de legiti- sean perceptivas (es decir, manifies- los objetos o artefactos no están
el único medio a través del cual mación y determinación acerca de tas) o funcionales, conlleva a for- investidos de ciertas propiedades
es posible acceder a las “verdades lo que es dable considerar arte, y mular la existencia de una distin- estéticas que deban de ser resal-
trascendentes”, a los “fundamen- a otorgarles, con el tiempo, signi- ción esencial entre ellos y los demás tadas por sobre otras, sino que las
tos últimos de la existencia”. Arte ficación descriptiva); por otro, la objetos del mundo, los cuales son únicas propiedades presentes en el
y poesía pasan a ocupar el centro constante puesta en valor y actuali- englobados precipitadamente bajo objeto y activadas en la dimensión
de la escena reemplazando el rol de zación de la propia esencia interna el simple rótulo de “objetos bana- estética son precisamente las pro-
fundamento que hasta el momento del arte marcaría el ritmo de una les”. Esta especificidad distinti- piedades banales. Su posición es
desarrollaba el discurso filosófico. evolución historicista lineal e inma- va del objeto estético implica una categórica: niega la existencia de
Mediante el recorrido por sus nente (a la que Schaeffer denomina determinación ontológica y a la vez objetos estéticos y sostiene que sólo
representantes más destacados, “historicismo autoteleológico”) que una reducción, en el ámbito de la hay “objetos”. Consiguientemente,
Schaeffer se encargará de mostrar avanza a partir de las tensiones reflexión teórica, de los hechos esté- la dimensión estética deja de cen-
que, si bien “la teoría especulativa generadas dentro del mismo siste- ticos a objetos estéticos. Este ceñi- trarse en la necesidad de la presen-
del Arte” tuvo su origen en Ale- ma de las artes. miento, al que Schaeffer describe cia de ciertos componentes espe-
mania entre fines del siglo xviii y Para Schaeffer, este andamiaje críticamente como “rodeo ontologi- cíficos en los objetos para pasar a
comienzos del xix, su influencia se tiene su base en un engaño: “el arte zante”, implica una homologación enfocarse en la “relación estética”.
extiende fuera de las fronteras ale- no tiene esencia interna; es un obje- entre lo real y los objetos e implica Esta relación implica una cierta
manas y excede el ámbito literario to intencional que es y llega a ser lo además una reducción del hombre “actividad mental”: la presencia de
como estricto campo de aplica- que los hombres lo hacen ser y lle- como sujeto perceptivo frente a una “experiencia cognitiva” –que
ción. La música de Schönberg, las gar a ser” (p. 43). Si bien Schaeffer ellos. Tal perspectiva dificulta, en Schaeffer toma de los postulados
vanguardias pictóricas de princi- no considera la posibilidad de un efecto, la posibilidad de pensar la en torno a los procesos cognitivos
pio de siglo xx (centralizada para análisis ahistórico de las obras de dimensión estética en términos de de Nelson Goodman– y una “satis-
Schaeffer en la figura de Kandins- arte, entiende que su juicio, lejos de procesos y de relaciones. En esta facción adquirida” –proveniente
ky y Jean Paulhan), su extensión fundarse –tal y como lo plantea el óptica reductiva de la dimensión del tema kantiano del placer– (p.
incluso a algunos exponentes del historicismo– a partir del lugar que estética a la presencia de un objeto 67-68). En línea con las considera-
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ciones de Genette, la dimensión modifique el proceso epistémico: cias específicas entre ambas. En “no imita la realidad sino nuestros
estética involucra, en su perspec- Schaeffer afirmará que las repre- el caso de la ficción, no sólo no es modos de representación de la rea-
tiva, una especie de reacción: una sentaciones imaginarias poseen importante el saber si sus repre- lidad” (p. 96)–. Esta distinción per-
movilización a partir de la activa- un rol importante en el proceso sentaciones tienen o no un alcance mite pensar, como señala Ibarlucía
ción receptiva provocada por las cognitivo y que incluso colaboran referencial, sino que esta carencia en el prólogo, las representaciones
producciones humanas. Bajo estos para alcanzar lo real. Sin embargo, de importancia acerca de su fuerza artísticas como el producto de una
presupuestos se entiende la afirma- en sí mismas, de modo aislado, no denotativa es deliberada e intencio- “actitud intencional”.
ción de Schaeffer según la cual los poseen estatuto cognitivo. Tal como nal. Por otra parte, si bien la ficción El último de los trabajos reu-
“hechos estéticos son la expresión sucede con los números complejos, es una representación imaginaria nidos en el libro lleva el título de
de una conducta humana básica” las representaciones imaginarias consiente, no es posible concebirla “El cuerpo es imagen”. Schaeffer
(p. 67) y por lo tanto algo no espe- poseen un alcance cognitivo en exactamente como aquella ni ana- parte en él de la hipótesis de que
cífico de una cultura determinada. tanto funcionan como un elemento lizarla del mismo modo. Es dable existe una estrecha relación entre la
El cambio de punto de vista dentro de un proceso de represen- distinguir pues dos tipos diver- imagen y el pensamiento del cuer-
lleva necesariamente a Schaeffer a taciones mentales más amplio, el sos de representaciones ficciona- po. Considera que éste es un rasgo
una reformulación de la noción de cognitivo. Ahora bien, las repre- les: las “ficciones instrumentales”, propio de la civilización cristiana.
“obra de arte”, que no será identi- sentaciones adquieren un estatuto entre las que se puede mencionar Rastrea, en consecuencia, el origen
ficada ya con la noción de “objeto pragmático porque estos procesos por ejemplo los números imagina- de esta conjunción entre imagen
estético”. Las producciones artís- implican necesariamente una inte- rios o complejos, y las “ficciones y cuerpo en tres fuentes específi-
ticas serán concebidas, en conse- racción entre el ser humano y el lúdicas” como son por ejemplo las cas: el “dualismo ontológico” (que
cuencia, como “señales de costo mundo que lo rodea. Entender las novelas. Las primeras actúan en postula la conformación del hom-
elevado” (p. 73), es decir, como representaciones imaginarias desde procesos representacionales que no bre como un compuesto de alma
producciones relacionadas con las una perspectiva pragmática, y no son irreales y forman parte de una y cuerpo, que lleva consiguiente-
actividades vitales. De este modo, simplemente como un producto actividad “seria”. A diferencia de mente a pensar el cuerpo como el
la idea de la obra de arte como un de la imaginación carente de deno- éstas, las segundas forman parte de referente o el signo sensible del
objeto con estatuto ontológico estéti- tación, permite a Schaeffer perci- la “esfera lúdica” y la ficcionaliza- alma), el “creacionismo monoteís-
co es reemplazada por una concep- bir una diferencia interna −la del ción le es constitutiva (es su carac- ta” (que considera el cuerpo como
ción que la asume como una pro- reconocimiento y la ignorancia del terística esencial y su propio fin). “signo icónico”, a imagen de Dios
ducción –en términos de Genette– carácter imaginativo− y reconocer, Pero, además, las ficciones lúdicas su creador, aunque esta relación sea
“constitutivamente estética” (p. 76). además, que el carácter cognitivo se caracterizan, principalmente, de carácter asimétrico) y, por últi-
En “De la imaginación a la fic- de la imaginación no es absoluto, por poner en marcha un proceso mo, la “doctrina de la Encarnación”
ción”, el tercero de los ensayos del sino sólo una función entre otras de representación mimético, en el (la teoría cristiana que afirma que
volumen, analiza la posibilidad que posee en tanto representación. que se combinan tres elementos: Dios se hace hombre). La conjun-
de que la imaginación –entendida En resumidas cuentas, el carácter la simulación lúdica –especie de ción de estas tres fuentes ha lleva-
como la producción de represen- cognitivo no es reducible a aquellas engaños o señuelos que permiten do a la construcción de un sistema
taciones cuyo único referente es representaciones que poseen valor adentrarse en el universo ficcio- de pensamiento que, según señala
mental– posea una función cogni- referencial, pero al mismo tiempo nal–, la inmersión mimética –el Shaeffer, domina nuestras represen-
tiva. A partir de una comparación la función de las representaciones adentramiento, a partir de ciertos taciones hasta la actualidad. Esta
con lo que sucede con los “números no es exclusivamente cognitiva. señuelos, en la ficción “como si” estructura se conforma con base
complejos” o “imaginarios” –los En este artículo, y en relación fuera una representación real– y la en tres consideraciones insepara-
cuales, aun careciendo de realidad directa con su reflexión en torno modelización analógica –en la que bles: el cuerpo es pensado en rela-
efectiva, poseen una función cog- a la imaginación, Schaeffer anali- el universo ficcional que se crea no ción con un modelo inmaterial del
nitiva dentro de un proceso cog- za también el caso de la ficción. Si es semejante u homólogo al mundo cual es imagen; pero este modelo
nitivo más amplio que involucra bien ésta es una “ampliación de real sino que es similar, análogo, al abstracto es irrepresentable y, por
números reales, sin que por ello se la imaginación”, existen diferen- modelo “serio” de lo real; la ficción ende, el cuerpo se convierte en una
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imagen no semejante al modelo. De vierte en productor de desorden y Aristóteles, Acerca del alma (De anima), traducción, notas, prólogo e introduc-
esto se desprende la presencia de monstruosidades). ción de Marcelo D. Boeri, Buenos Aires, Colihue, 2010, ccxxxiv + 241 pp.
una tensión histórica entre el mode- A través de estos cuatro lúci-
lo y la copia de la cual la teoría de dos trabajos Schaeffer cala en lo
la encarnación ha funcionado como más profundo de los pilares de la “Tengo la convicción de que contexto de la filosofía de la mente
un primer acercamiento o reconci- estética filosófica contemporánea los pensadores antiguos pueden y la epistemología contemporá-
liación entre la imagen-cuerpo y el visibilizando las causas de algunas ser razonablemente incorporados a neas, y por su hábil reconstrucción
modelo. A partir de esta concep- de sus problemáticas irresueltas y algunas discusiones actuales y que, de los intrincados argumentos del
ción, el modelo deja la transcenden- resignificando conceptos operati- en muchos casos, sus observacio- De anima.
cia que le era propia volcándose vos fundamentales. Sus contribu- nes pueden ser iluminadoras en el La traducción sigue el texto
hacia una interiorización de la ima- ciones no son pocas: con la crítica intento de comprender un proble- oxoniense de W. D. Ross (1961),
gen, se humaniza, y van desapare- a la teoría especulativa del Arte ma”, escribe Marcelo Boeri en el indicando los lugares en los que se
ciendo las divergencias y las asime- –especialmente su esencialismo y Prólogo de su traducción, enrique- aparta de él para, en la mayoría de
trías entre ambos. De ahora en ade- su historicismo– deja al descubierto cida con abundantes notas y una los casos, atenerse a la transmisión
lante, sostiene Schaeffer, la imagen las causas de la crisis del arte con- Introducción de densas y panorá- unánime o mayoritaria que ofre-
encarnará un modelo del cual el temporáneo; a través de la crítica al micas 221 páginas que constituye cen los manuscritos. La muy legi-
hombre es su propio creador. carácter ontológico de los “objetos por sí sola un estudio completo y ble y precisa traducción obedece a
Ejemplificando el devenir his- estéticos”, Schaeffer propone una actual sobre la psicología aristoté- parámetros de los que difícilmente
tórico de la interiorización del nueva concepción de “obra de arte” lica. Con un sólido conocimiento podemos hoy distanciarnos en las
modelo, Shaeffer se centra en dos no determinada por la presencia de textual y filosófico, Boeri realiza un versiones de Aristóteles, especial-
momentos específicos. En primer componentes estéticos sino funda- examen de la psicología aristotélica mente en aquellas destinadas a
lugar, se detiene en el modo en que da en una relación estética que le tras la rehabilitación que ella vivie- ser una edición para el estudio: (a)
el Renacimiento representa el cuer- es constitutiva; mediante el análi- ra en las últimas décadas. fidelidad al original que evita rees-
po humano como “vehículo de la sis en torno a la importancia de las El libro consta de una traduc- cribir o describir parafrásticamen-
imagen conforme” (al punto que su representaciones imaginarias y la ción completa del texto del De te el texto traducido, (b) expresión
interioridad, su espiritualidad y su ficción en el proceso cognitivo, ela- anima, profusas notas enfocadas comprensible al nivel de la lengua
armonía se visibilizan en su exte- bora una novedosa interpretación principalmente a ofrecer referencias a la que se traduce el griego esti-
rioridad a través de la belleza visi- de las representaciones artísticas cruzadas y a aclarar el argumen- lísticamente poco elegante –pero
ble). En un segundo momento, se como producciones de una “actitud to; incluye, además, como apén- no menos fascinante en su poten-
centra en el modo en que la interio- intencional”; por último, merced al dice, una serie de textos antiguos cia conceptual– de Aristóteles, y
rización del modelo se radicaliza, estudio de la relación establecida a y medievales que recogen cuatro (c) un vocabulario coherente en
cuando –a partir del siglo xvii– se lo largo de la historia de la cultu- interpretaciones influyentes sobre la versión de los términos técni-
pasa de la interiorización espiritual ra occidental entre la imagen y el la noética aristotélica; está acompa- cos (breve glosario, en pp. ccvi s.).
y armónica a la interioridad orgá- cuerpo, consigue develar la consti- ñado por una bibliografía seleccio- A manera de ilustración, pueden
nica y caótica del cuerpo (obras tución específica y contemporánea nada y los índices de rigor. Quisie- tenerse en cuenta las dos varian-
como las de Rembrandt y las de de nuestra presente imagen de lo ra llamar la atención sobre algunos tes que Boeri elige para phantasía,
Francis Bacon ilustran este cambio corporal. aspectos novedosos de esta nueva que traduce, según el contexto, por
en el que el cuerpo deviene imagen Gisela Fabbian versión de un texto anteriormen- “imaginación” (cuando se refiere a
de su interioridad más cruda y el Universidad Nacional de San Martín te traducido al español y comen- la facultad de producir imágenes,
modelo se vuelve a la animalidad CONICET tado recientemente en otras len- sin las cuales no hay pensamien-
más íntima, al punto que se con- guas (Hamlyn, 1993; Movia, 2001; to, insiste reiteradamente Boeri) o
Polansky, 2007), ya que el presente “apariencia” (cuando en el primer
libro sobresale por su explicación plano está el sentido fenoménico
de la psicología de Aristóteles en el de las cosas que aparecen). Boeri
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también usa en su Introducción el Boeri no se cansa de subrayar índole el que es orgánico” (trad. de ninguna de sus funciones, tampoco
controvertido –pero, a mi modo que el estagirita no admite que Boeri, De anima 412a27-b1), Boeri la del pensamiento, sino a través del
de ver, muy acertado– vocablo pueda haber pensamiento –obvia- rechaza acertadamente que orga- cuerpo. En ese contexto argumen-
“representación” cuando se trata de mente, en el caso humano– sin un nikón signifique “instrumental” o tativo, Boeri llega a una conclusión
ciertos usos de phantasía. Así, phan- cuerpo con capacidades anímicas que pueda entenderse meramen- negativa acerca de la posibilidad de
tasía bouleutiké es versionada acer- elementales. Tal vez, las expre- te como un sistema “organizado”, adjudicar claramente inmortalidad
tadamente como “representación siones más claras y analíticas al una característica que ostenta tam- al alma racional. En su interpreta-
deliberativa”. Similarmente, con respecto están en pp. lxviii-lxxx, bién un instrumento (pp. 58 s., n. ción, 403a5-10 pone un límite a que
“representación sensible” se refie- donde Boeri trata de explicar por 156; cf. también su discusión de las el pensamiento pueda ejercerse sin
re a la phantasía de De anima III 3-5 qué el corazón, y todo lo que ese definiciones del alma, pp. cvi ss.). imaginación; lo que implica que
(cf. e.g. p. clxxv); no obstante, en la sensorio coordina, son condiciones En su primer y, tal vez, más con- tampoco el alma racional existe
traducción conserva “imaginación” necesarias para que surja el pensa- tundente argumento contra el fun- separadamente ya que no hay fun-
para el uso del término en esos miento, pero no se identifican con cionalismo (p. xxvii), Boeri expo- ciones que ella pueda ejercer sin
capítulos (cf. p. 134, nota 316 para él y, por consiguiente, hay en esa ne esta distinción: el alma es una un cuerpo (cvi-cxxiii). Aristóteles
una justificación de “representación relación entre el pensar y el órgano forma (eîdos, De anima 412a20), pero sostiene (408b24-25) que el pen-
imaginativa” por phantasía). coordinador tanto dependencia, en no toda forma –un hacha, en efecto, sar se ve obstaculizado si hay algo
En contra de la lectura funcio- un sentido, como irreducibilidad, la tiene– es un alma, ni toda orga- cuyas funciones físicas están daña-
nalista del De anima (Nussbaum- en otro. Por lo tanto, la posición de nización material funcional cumple das. Pero el corazón (pp. lxxi ss.) no
Putnam, Cohen), que cree hallar Aristóteles en el menú de opciones las funciones biológicas específicas puede ser una auténtica sede física
en Aristóteles un ilustre predecesor actuales –con antecedentes teórica- de un cuerpo (De anima 412b15-17) del pensamiento, aunque sí “aque-
en la medida en que para el estagi- mente menos sofisticados, aunque ya que no todo sistema físico tiene llo sin lo cual” el pensamiento no
rita la esencia de una cosa guarda sugerentes, en las tesis de filósofos el principio del movimiento en sí se desarrolla. Aristóteles acepta-
relación con lo que esa cosa puede antiguos– parece la de un equili- mismo. ría, entonces, que el pensamiento
llevar a cabo como su función pro- brista: Aristóteles no aceptaría que Entonces los estados anímicos es inmaterial, en cuanto que no
pia (“Todas las cosas se definen por las condiciones materiales o físicas y mentales no pueden prescindir está mezclado con lo material –en
su función”, Meteorologica 390a10), sean suficientes para la realización de un cierto tipo de cuerpo. Boeri esto sigue a Anaxágoras, 429a18-
Boeri (cf. p. xx-xlviii) ofrece una de un estado psíquico –algo que extrae de allí una apreciación anti- 19–, pero no inmortal –como infie-
gama de argumentos que se centran la misma Nussbaum llegó a con- espiritualista de la psicología de re el Fedón, y a pesar de lo que
en la imposibilidad de que Aristóte- ceder–, pero además sostendría Aristóteles, que, además, restrin- dice 430a22-23 sobre el intelecto
les admita incluso cierta relajación que un estado psíquico y, dentro ge en qué sentido puede el noûs o agente–, en cuanto que el alma no
de una de las condiciones impues- de ellos, uno mental puede reali- intelecto existir “separado”, como, es una sustancia independiente en
tas por el funcionalismo, y que da zarse sólo en un sistema natural sin embargo, lo exige en cierto sen- sentido platónico ni cartesiano. Sin
lugar a la múltiple realizabilidad de de carácter orgánico (organikón), no tido De anima III 5. Aristóteles debe embargo, Boeri escribe: “Lo que
lo mental. Centralmente, para Aris- instrumental. Lo “físico” en que se mantener, empero, cierta separa- a mi juicio nunca queda del todo
tóteles, los estados mentales no son da lo mental es, para Aristóteles, ción del alma racional para asegu- claro en el texto aristotélico es cómo
reducibles a estados funcionales de un “cuerpo natural animado”; no rarle su incorporeidad, aunque sin ‘se da’ o ‘está’ el alma en el cuerpo”
la materia. Una tesis, o intuición, un artefacto, sino un cuerpo que incurrir en el dualismo sustancialis- (p. cxiii, n. 111). Esta declaración
anti-funcionalista (y anti-materia- desarrolla una función biológica, y ta del Fedón (64c-65a) platónico. La parece sincerar su última palabra
lista) principal de Aristóteles es, puede hacerlo porque, al tener vida tesis interpretativa de Boeri (pp. xli sobre este intrincado problema.
además, que los estados anímicos en potencia, sólo existe actualizado ss., passim) parafrasea una repetida La conclusión que Boeri extrae
tienen incidencia causal sobre el por el alma. En su comentario a la afirmación de Aristóteles (De anima es también negativa respecto de la
mundo físico; con lo cual tampoco definición “el alma es la actualidad 403a16-19; 414a19-20, etc.): el alma posibilidad de adjudicarle a Aristó-
se le puede atribuir al estagirita la primera de un cuerpo natural que no es cuerpo, pero no es realmen- teles una tesis central del emergen-
tesis de la clausura causal. en potencia tiene vida. Y es de tal te separable de él, ya que no ejerce tismo contemporáneo, la referente a
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la clausura causal (pp. xxxix ss.). En causal que explica el movimiento Además, Boeri recuerda (p. lxxix) además no toma la totalidad del
efecto, en la medida en que Aristó- locativo de los animales, en donde que en Phys. II 3, 195b30, Aristóte- ser vivo como un puro agregado
teles se niega a reducir lo mental a intervienen necesariamente el les ejemplifica, elocuentemente, la de partes. Boeri parece orientarse
lo físico (Boeri cita De Anima 411b7 deseo y la imaginación en calidad causa agente con la deliberación, allí a otras teorías contemporáneas
para apoyar que lo anímico no es de facultades que permiten dirigir es decir, con un ítem mental, para para captar el hilemorfismo aristo-
algo físico) o a explicarlo como al ser vivo hacia un fin. Esto impli- aclarar aquella de sus causas que télico; y creo que eso puede abrir
superviniente a ello (contra Shields, ca que el alma se desempeña como parece más próxima a la concep- una vía alternativa a la del fisica-
quien habla de un dualismo super- una causa agente (415b8-14 sostie- ción moderna de la causalidad. La lismo. Pienso aquí en la alternativa
viniente donde intervienen dos sus- ne que el alma es causa del cuerpo concepción, si puede llamarse así, que ofrecen posiciones, como las
tancias), no puede encuadrarse en viviente). Sin embargo, Boeri mues- “holista” de lo mental que suscri- de McDowell en Mind and World,
términos de aquella tesis la inciden- tra (lvii ss.) que la interpretación biría Aristóteles vuelve muy difícil, defendiendo la idea no meramente
cia causal que el estagirita adjudica de la interacción causal entre alma en este punto, “dilucidar su tesis a de que no hay mente ni conceptos
claramente a los estados anímicos y cuerpo es uno de los tópicos en la luz de las discusiones contempo- sin sensibilidad, sino que, además,
sobre los cuerpos, por ejemplo, en los cuales resulta más difícil obte- ráneas” (p. lxv; cf. las observacio- la sensibilidad humana y el mundo
su teoría de la acción (De anima III ner una imagen nítida y coherente nes de Boeri en pp. lxxi ss. sobre el físico al que ella permite acceder es
9-11, discutido por Boeri en pp. de las tesis de Aristóteles. En este papel causal de facultades aními- ya siempre un mundo conceptual-
clxxxiv-ccxiv). Boeri discute también punto aflora el que es tal vez el cas inmateriales; y las definiciones mente articulado. Esta observación
las dominantes lecturas atribucio- problema histórico-filosófico cen- funcionales de Aristóteles, inacep- confirma, eventualmente, antes que
nista y sustancialista (pp. xlviii ss.), tral de toda la interpretación de tables para los funcionalistas, pp. poner en tela de juicio, la metodo-
y llega a admitir que “la noción aris- Boeri. Pues es relevante lidiar con xl s.). Boeri mismo habla de cierto logía interpretativa que lleva ade-
totélica de alma no es completamen- la disparidad que existe entre lo holismo (p. ccix) en la psicología lante Boeri.
te clara o inequívoca” (p. liv). Para que Aristóteles llama “cuerpo” y de Aristóteles, para caracterizar
él, se trata, en definitiva, de un dua- lo que es el cerebro en el marco de la definición física como aquella Fabián Mié
lismo sustancialista, aunque exento casi cualquier posición contempo- que no sólo tiene en cuenta tanto Universidad Nacional del Litoral
de separación, y que, por otro lado, ránea que sostenga una concepción la forma como la materia, sino que CONICET
no incurre en un reduccionismo fisicalista. En el mismo sentido, es
materialista o funcionalista. muy difícil compatibilizar el con-
El problema de la causación cepto de causa en el que piensa el
mental nos conduce a un tópico fisicalista cuando rechaza la causa- Mark Colyvan, An Introduction to the Philosophy of Mathematics, Cambridge,
en el cual la evaluación puramen- ción mental y aquel otro en el que Cambridge University Press, 2012, 188 pp.
te filosófica puede arriesgarse a piensa Aristóteles cuando (De motu
otorgarle un punto a Aristóteles 701b16-22, citado por Boeri, pp.
en contra de cierto reduccionismo lxviii s., n. 77) toma como un tes- Comencemos por decir que Cada capítulo del libro trata
fisicalista contemporáneo. Boeri timonio de la “causación mental” Una introducción a la filosofía de la de un tema diferente, e inclusive
le atribuye a Aristóteles la suposi- la sola representación imaginativa matemática contiene exactamente lo puede ser leído independiente-
ción de que la acción humana y las (phantasía) del frío o de un león, que su título sugiere, es decir, una mente de los otros; por otro lado,
prácticas morales, pero también el que causan una reacción corporal mirada introductoria a una amplia la diversidad de los temas tratados
pensar, constituyen pruebas de la de estremecimiento o (anímica) de serie de temas elegidos por el junto con la brevedad del libro,
eficacia de nuestros estados menta- miedo. Naturalmente, la causación autor, todos ellos relacionados con hacen inevitable que la exposición
les sobre el mundo físico. De Anima mental del alma aristotélica se ins- la filosofía de la matemática. Bien sea un tanto rápida y superficial,
III 10 le atribuye al deseo y al inte- cribe en su teoría de las cuatro cau- podríamos decir que el libro es un aunque el lector interesado puede
lecto práctico, o más precisamente sas, como queda claro a partir de catálogo explicado de algunos de profundizar en cualquiera de los
a lo deseable (orektón, 433a17-20) De Anima II 4, 415b8-416a15, que los tópicos que se estudian en esta temas tratados gracias a la amplia
en cuanto objeto del deseo, el papel Boeri cita y comenta en pp. lxix ss. rama del conocimiento. y actualizada bibliografía que Mark
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Colyvan ofrece al final de cada matemático, y que a la vez provea las posturas modernas sobre el rea- cierto grado de inconsistencia. En
capítulo. Para los docentes, ade- una epistemología plausible para la lismo y antirrealismo en matemáti- ese sentido Colyvan señala dos
más, es interesante mencionar que matemática. ca. En el tercero desarrolla el tema ejemplos específicos, el primero es
cada capítulo contiene una lista de El segundo capítulo se centra en del realismo, en especial el plato- la teoría intuitiva de conjuntos de
preguntas o planteos, algunos de tres teoremas de la lógica matemá- nismo pleno de Mark Balaguer y el Georg Cantor y Gottlob Frege que,
las cuales indagan en los temas más tica que, aunque de interés para la estructuralismo de Michael Resnik a pesar de que se sabe que es incon-
profundamente que el propio texto, filosofía, son teoremas específica- y Stewart Shapiro, con sus respecti- sistente, es usada hoy en día en el
y que bien podrían ser debatidos en mente matemáticos. En este aspec- vas virtudes y objeciones; este capí- trabajo diario de todos los matemá-
un eventual seminario. to, es interesante mencionar que el tulo también contiene una discusión ticos, con la única excepción de los
Expliquemos brevemente el autor siempre se mantiene cercano del argumento de indispensabilidad especialistas en teoría de conjun-
contenido del libro, capítulo por a la reflexión sobre la práctica mate- de Quine. En el siguiente, Colyvan tos. El segundo ejemplo es el cál-
capítulo. El primero comienza con mática concreta. El interés filosófico habla de las posturas antirrealistas, culo formulado por Isaac Newton
un resumen de lo que Colyvan en este caso radica en que los tres en especial del ficcionalismo de y Gottfried Wilhelm von Leibniz,
llama “los grandes ismos” de prin- teoremas establecen diferentes tipos Hartry Field y del nominalismo de teoría que durante más de un siglo
cipios del siglo xx: el intuicionismo, de limitaciones para las teorías de Jody Azzouni, comentando también se basó en el oscuro concepto de
el logicismo y el formalismo. Estas primer orden. El primero es el teo- sus virtudes y defectos. infinitésimo, noción de consistencia
escuelas nacieron a raíz de la crisis rema de Löwenheim-Skolem que El capítulo quinto está centrado dudosa que fue finalmente despla-
desencadenada por el descubri- dice, esencialmente, que si un sis- en el tema de la explicación mate- zada por la idea de límite. El autor
miento de la paradoja de Russell y tema de axiomas de primer orden mática; ya sea en referencia a las plantea en este capítulo la tesis de
fueron el inicio de la moderna filo- admite un modelo infinito enton- explicaciones extramatemáticas, es que la lógica con la que trabajan
sofía de la matemática. ces el sistema no puede caracteri- decir, las explicaciones matemáticas realmente los matemáticos no es
Posteriormente, en ese mismo zar unívocamente el cardinal del de fenómenos naturales; así como a la lógica aristotélica clásica sino
capítulo, el autor discute dos pro- universo de ese modelo; en parti- las explicaciones intramatemáticas. una lógica paraconsistente, que él
blemas planteados por Paul Bena- cular, por ejemplo, todo sistema de En este segundo aspecto Colyvan plantea como una lógica ternaria
cerraf en 1965 y 1973 respectiva- axiomas de primer orden para los intenta hacer una distinción, que que admite la posibilidad de cierto
mente y que, según Colyvan, mar- números reales admite un modelo no logra tener mucha claridad, grado de inconsistencia.
can la agenda de la actual filosofía numerable (la no numerabilidad de entre qué significa que la demos- Pueden hacerse algunas obje-
de la matemática. El primero de los reales no puede ser “forzada” tración de un teorema sea “más ciones a esta postura del autor. Por
estos problemas es el de la inde- por axiomas de primer orden). Los explicativa” o “menos explicativa”. una parte, aunque es cierto que en
terminación que surge al intentar otros dos teoremas mencionados en El capítulo siguiente, el sexto, se su práctica diaria la mayoría de
reducir la matemática a la teoría este capítulo son los teoremas de vincula con éste en su temática ya los matemáticos utiliza la teoría
de conjuntos. Por ejemplo, si defi- incompletitud de Gödel; el prime- que habla, según la expresión del intuitiva de conjuntos, también es
nimos, siguiendo a John von Neu- ro establece que para todo sistema físico Eugene Wigner, de la “inex- cierto que esos matemáticos sola-
mann, a los números naturales consistente de axiomas de primer plicable eficacia” de la matemática mente hacen uso de aquellas partes
como 0 = ∅, 1 = {0}, 2 = {0, 1}, 3 = {0, orden que permita demostrar una para predecir fenómenos físicos. En de la teoría de las que se sabe que
1, 2},… entonces la afirmación 1 ∈ 3 parte sustancial de la aritmética particular, el autor hace foco en el no son inconsistentes; es decir, la
es verdadera; pero si los definimos existen enunciados indecidibles; el hecho de que ciertas teorías físicas inconsistencia de la teoría intuitiva
de la manera en que lo hace Ernst segundo dice que la consistencia no fueron sugeridas por observa- de conjuntos es, por así decirlo, cui-
Zermelo, 0 = ∅, 1 = {0}, 2 = {1}, 3 = de un sistema de axiomas como el ciones empíricas sino por formalis- dadosamente evitada en la práctica
{2},… entonces la afirmación 1 ∈ 3 antes mencionado no puede ser mos matemáticos. matemática. Por otra parte, la lógi-
es falsa. El segundo problema es el demostrada por métodos represen- El capítulo séptimo trata de ca paraconsistente propuesta por el
desafío de hallar una filosofía que tables en la propia teoría. la paraconsistencia, es decir, de autor no es la única posible, por lo
permita una semántica uniforme En los dos capítulos siguientes, la posibilidad de admitir teorías que subsiste la cuestión de cuál es
para el discurso matemático y no- tercero y cuarto, Colyvan discute matemáticas en las que haya un la lógica paraconsistente que real-
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mente debería aceptarse, si es que incompletitud de Gödel, la demos- por las monarquías absolutistas potencia, ya que los individuos
acaso debe aceptarse alguna. tración de la irracionalidad de la que se consolidan en el barroco del mantienen el derecho (natural), es
El octavo, y penúltimo, capítulo raíz cuadrada de 2, y el teorema siglo XVII con el apoyo de teólogos, decir su potencia, en el seno de la
trata de la notación matemática y de Banach-Tarski, que dice que es políticos y politicólogos que exal- sociedad política” (pág. 50).
de cómo ésta no es meramente una posible cortar una esfera maciza en tan dicho régimen como la mejor En “La suprema potestad en el
colección de nombres y símbolos, cinco partes que, al ser reagrupadas forma de gobierno, el pensamiento escolasticismo tardío español y en
sino que juega un papel activo en el convenientemente y sin deformar- de Spinoza es deudor de su maes- el Tratado Teológico-Político”, Adeli-
desarrollo de nuevos conceptos. El las ni agrandarlas, permiten armar tro Van Enden, quien con sus aires na Sarrión Mora se consagra al aná-
capítulo final, a modo de epílogo, dos esferas macizas cada una de democráticos renovadores transmi- lisis de la posición defendida por
es un catálogo de teoremas mate- ellas exactamente igual a la esfera te un mensaje con el que se antici- los escolásticos españoles, en parti-
máticos, algunos famosos y otros original; ciertamente éste último es pa a los regímenes populares de cular por Molina y Suárez, quienes
sorprendentes, clasificados en dos un teorema muy apto para desen- gobernanza. Uno de los méritos del no atribuyen el origen del poder a
grupos: los favoritos de los filóso- cadenar reflexiones filosóficas acer- texto es que acerca al lego –quien cierto pacto entre los hombres sino
fos y los clásicos no tan apreciados. ca del significado de la matemática. suele contar apenas con una ver- a Dios. Pero además, si bien enar-
En esta lista, entre otros, vuelven sión simplificada de los debates de bolan la monarquía como el mejor
a aparecer el teorema de Löwen- Gustavo Piñeiro la teoría política de la época– las régimen político, subordinan el
heim-Skolem y los teoremas de Universidad de Buenos Aires encrucijadas en las que se posicio- poder temporal del rey al poder del
naban los distintos movimientos en Papa, quien por su poder espiritual
pugna: absolutistas y constitucio- es superior a los príncipes tempora-
nalistas, el libertinismo, los levellers les a los que puede incluso deponer
Francisco José Martínez (ed.). Spinoza en su siglo, Madrid, Biblioteca Nueva, (niveladores) y los diggers (cavado- del poder. Spinoza, con un idea-
2012, 208 pp. res) ingleses, el papel de la reforma rio anticipatorio del Siglo de las
protestante, por nombrar algunas Luces, reconoce el origen humano
de las propuestas en juego. En ese del poder y defiende la democra-
La obra reúne las ponencias lugar en el Escorial en el verano de escenario en efervescencia, el repu- cia como el mejor de los regímenes
presentadas en la reunión anual del 2008. blicanismo holandés se destaca por políticos.
Seminario Spinoza, celebrado en la Tras resumir los trabajos que su defensa de la libertad, entendida Ya instalándonos en la segun-
Facultad de Filosofía de la UNED componen el libro en una sínte- como independencia frente a todo da de las secciones dedicada a la
en marzo del 2009. Compilada y sis que permite al lector anticipar poder externo, civil o religioso. ciencia, en “Descartes, Spinoza y
editada por Francisco José Martí- el contenido de la obra, Martínez Spinoza, en particular, privilegia el la revolución científica”, Alfredo
nez, catedrático de Filosofía de la inaugura la primera de las seccio- régimen democrático por sobre los López Pulido señala los marcos
UNED, la obra se aboca a temáticas nes consagrada a la Política en el demás, en cuyo marco cada ciuda- teóricos compartidos por ambos
que cubren desde la política y la texto titulado “La democracia en dano “se da las leyes a sí mismo filósofos: una física similar, una
ciencia, transita a través de la pro- Spinoza, anomalía en su siglo”. La siendo a la vez súbdito y soberano” concepción inmanente de la natu-
yección de Spinoza en la Ilustración cuestión central del trabajo gira en (págs. 49 y 50). Su defensa de la raleza, un rechazo de las formas
y culmina con un hecho absoluta- torno de la pregunta acerca de ¿por democracia no es un obstáculo para sustanciales y un abandono del
mente original en el ámbito filosófi- qué, siguiendo la línea inaugura- una propuesta que encierra una finalismo. Sin embargo, Spino-
co: la presentación de un retrato de da por Antonio Negri, continúa la ruptura con dos elementos inhe- za desarrolla la física cartesiana
Spinoza pintado por Joaquín Soro- asociación de la figura de Spinoza rentes al contractualismo: Spinoza cerrando las fisuras que el dualis-
lla –pintor valenciano que vivió con la noción de “anomalía”? Spi- piensa que el sujeto de la política mo cartesiano había dejado abier-
entre 1863 y 1923– procedente de la noza, junto a otros esclarecidos de no es el individuo sino la multitud tas. Y frente al mecanicismo carte-
Donación Simarro y perteneciente su tiempo, propone una ruptura y, en claro contraste con Hobbes, siano, el filósofo holandés convive
al fondo artístico de la Universi- con la sacralización y deificación tal como señala Martínez, “no hay con el reinado de tres paradigmas:
dad Complutense, evento que tuvo del régimen monárquico. Signado nunca transferencia de derecho– el aristotélico que se está batiendo
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en retirada, el mágico–animista y el tes, señala sus diferencias: frente al mente en el año 1900 el catedrático Por la diversidad de temas
cartesiano. Por su proximidad con creacionismo cartesiano –asociado Simarro, quien solía explicar a Spi- que aborda, los cuales forman una
la incipiente ciencia físico–mate- a la idea de analogía y equivoci- noza en sus clases, le encargó a su trama paralela a los escritos habi-
mática, Spinoza logra articular el dad– del que resulta una noción de amigo el pintor Sorolla que pintara tuales sobre Spinoza, la obra nos
legado cartesiano con una concep- realidad jerarquizada, contingente un retrato del filósofo a partir de descubre otras facetas del filóso-
ción dinámica de la materia que e imperfecta, Spinoza rechaza tanto una fotografía de un retrato al óleo fo que lo convierten en hijo de su
incorpora el concepto de fuerza la analogía como la equivocidad y de Spinoza, provista por el catedrá- tiempo y, fundamentalmente, un
que, poco más tarde, Leibniz intro- las sustituye por una univocidad tico. Según el testimonio de Juan precursor de las ideas ilustradas
ducirá en su propio sistema. radical asentada en una concepción Ramón Jiménez, quien residió en la que forjaron el presente.
Completando esta sección, Ber- inmanente de la realidad a Dios y casa de Simarro, el catedrático leía
nardino Orio retoma a este último de Dios a la realidad, abriéndose párrafos de la Ética ante el retrato Diana Cohen
filósofo en “Seminario. Leer a Lei- mediante estos movimientos a la de Spinoza pintado por encargo Universidad de Buenos Aires
bniz después de Spinoza (a modo posteridad ilustrada. por Sorolla.
de guión de lecturas)”, advirtiendo Desde una perspectiva jurídica,
que si bien parten de la física de Sergio E. Rojas Peralta cierra los
Galileo, el necesitarismo del holan- trabajos teóricos con “Pufendorf y
dés y el congintentismo de Leibniz Spinoza. Inmanencia y derecho”, Rodolfo Mondolfo, La infinitud del espíritu y otros escritos de Córdoba, Univer-
los conducen a propuestas diferen- dos pensadores contemporáneos sidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2009, 400 pp.
tes: Leibniz formula un vitalismo que no se llegaron a conocer. La
que se despliega a través de la uni- matriz teórica de la cual ambos
dad orgánica de un universo infini- abrevan es el método geométrico En noviembre de 2009, la Uni- tres sobre filosofía moderna 2 y
to, en una ontología de lo singular y una lectura desteologizante del versidad Nacional de Córdoba tres sobre el origen histórico de la
liberada ya del animismo pamp- derecho. No obstante, mientras que (Argentina) reunió un conjunto de universidad y su desarrollo, y el
siquista que hace falta abolir para para Spinoza, quien rechaza el libre artículos de Rodolfo Mondolfo, sentido del concepto de “cultura
poder conciliar sus doctrinas con la arbitrio, la ley obliga por su necesi- originalmente editados en diver- humanista”.3 Ningún texto trata de
ciencia moderna. La metafísica leib- dad, para Pufendorf, quien concibe sas publicaciones académicas de temáticas marxistas. Este dato es
niziana no puede ser entendida sin la libertad en su sentido clásico de Córdoba entre 1940 y 1970, que por significativo.
sus elaboraciones en matemática y libertad de especificación y libertad largos años habían permanecido Se ha dicho que hay dos Mon-
física que la dotan de una dinámica de ejercicio, la ley es impositiva. olvidados. Integran el volumen die- dolfo. Uno es el teórico del mar-
que, valiéndose de las nociones de Finalmente, la obra se cierra con ciocho trabajos, de los cuales doce
continuidad cósmica, expresión y una sección inusual en un libro filo- versan sobre filosofía antigua, 1
analogía transversal, funda el prin- sófico, “Iconografía”: en un texto trabajo en la Grecia antigua hasta Sócrates
cipio de variedad y uniformidad de titulado “Un retrato de Spinoza (1953); Veritas filia temporis en Aristóteles
la naturaleza. pintado por Sorolla”, J. J. Campos (1961); Platón y la interpretación de Jenó-
La tercera sección se detiene Bueno comenta y presenta una pin- 1. Sócrates (1941); El problema de la fanes (1964); Ciencia y técnica en la Grecia
en “La proyección de Spinoza en tura de Spinoza atribuida a Sorolla causalidad (1941); El problema del conoci- antigua (1968).
la Ilustración”. En el primero de y perteneciente al fondo artístico miento desde los presocráticos hasta Aris- 2. Campanella y Descartes (1942); El
los artículos, “Crítica y exclusión. de la Universidad Complutense. tóteles (1942); Naturaleza y cultura en pensamiento de Galileo y sus relaciones con
Notas sobre el anticartesianismo de El autor da a conocer los resulta- la formación de la filosofía griega (1943); la filosofía y la ciencia antiguas (1944); La
Spinoza”, Pedro Lomba Falcón con- dos de sus investigaciones sobre el La ética antigua y la noción de conciencia contribución de Spinoza a la concepción his-
tradice la tradición hegeliana que retrato de Spinoza, encargado por moral (1944); El infinito y las antinomias toricista (1970).
el catedrático Simarro. Según las lógicas en la filosofía antigua (1945); Eter- 3. Origen y sentido del concepto de la
establece una continuidad entre
nidad e infinitud del tiempo en Aristóte- cultura humanista (1940); Origen de las
ambos pensadores. Tras reconocer conclusiones de las investigaciones
les (1945); La infinitud del espíritu en la universidades (1964); Desarrollo histórico
la deuda de Spinoza hacia Descar- de Campos Bueno, aproximada-
filosofía antigua (1945); La valoración del de la Universidad (1964).
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xismo al que Gramsci objetaba el de que aún en su exilio se abstu- tipadas de concebir las peculiarida- moderno “al definir al primero por
practicar un “socialismo de profe- viera de publicar sobre temas mar- des y diferencias de las filosofías los caracteres del objetivismo y el
sores” y cultivar un “amor grama- xistas ha de hallarse en el hecho de antigua y moderna. Así, El problema naturalismo estático, que reducen
tical” por la Revolución Rusa. El que al llegar a la Argentina, gracias de la causalidad, que aborda la crítica el espíritu a receptividad pasiva; al
otro es el estudioso del pensamien- a la mediación del filósofo Giovan- escéptica de este concepto, rechaza segundo por los caracteres opues-
to griego, ampliamente conocido, ni Gentile y su par argentino Corio- la validez irrestricta de la diferen- tos del subjetivismo y el espiritua-
que terminó por prevalecer sobre lano Alberini, le fue recomendado ciación corriente entre antiguos y lismo dinámico, que afirman el
el Mondolfo socialista. Las razones que, para que se respetara su per- modernos que supone que los pri- principio de creación en continuo
de esta prevalencia están ligadas a miso de estadía, no participara, ni meros “plantearon el problema de desarrollo histórico” (p. 57). Esta
vicisitudes de su biografía, preci- personalmente ni por medio de sus la ontología y los segundos el pro- tradición sostendría además que
samente las que lo llevarían al exi- escritos, en actividades políticas en blema gnoseológico”. Este impor- los antiguos no podían reconocer
lio sudamericano. Vittorio Alfieri el país. Como recuerda Carlos Balzi tante trabajo busca mostrar cómo la función e importancia del sujeto
explica la génesis del Mondolfo en el prólogo, en el contexto local “los antiguos plantearon, sin duda, en el conocimiento ni proponer-
historiador del pensamiento griego de fines de la conservadora déca- el problema de la existencia de la se cabalmente el problema gno-
señalando que llegó un momento da del treinta, “no es descabellado causa, encontrando argumentos seológico, tarea sólo reservada al
en que en Italia “ya no fue posible suponer que la publicación de estu- en pro y en contra” (p. 47-48). Pero pensamiento moderno. Mondolfo
procurarse la literatura marxista dios sobre el marxismo podía haber pronto, al constatarse la disparidad reacciona mostrando cómo, si bien
que se publicaba en el extranjero y sido tomado como una desobedien- y oposición de estos, la discusión la filosofía antigua no alcanzó la
el estudio, incluso puramente teóri- cia a esa condición” (p. XXXI). pasó al terreno gnoseológico. Ya los conciencia cabal del problema del
co, del marxismo llegó a ser sospe- Como quiera que sea, su pirrónicos acometieron la crítica del conocimiento propia de la filosofía
choso o incluso peligroso. Esta fue renombre en Argentina está defini- concepto de causa planteando los moderna a partir de Descartes, sí
la causa ocasional gracias a la cual, tivamente ligado a su investigación problemas relativos a su “concep- incursionó en él en grado suficien-
desde 1925 en adelante, Rodolfo y magisterio en el área de la filo- tibilidad”: la idea de causalidad es te como para alcanzar “la intuición,
Mondolfo se dedicó casi exclusiva- sofía antigua, que representó para una idea de relación tal que la con- por lo menos en germen, de solu-
mente a la filosofía griega” (Rodolfo la cultura universitaria del país en cepción de los términos relaciona- ciones que han tenido trascenden-
Mondolfo e la filosofia greca en Filo- general, y para los estudios filosófi- dos “no es alcanzable al considerar cia fundamental en la gnoseolo-
sofia e marxismo nell’opera di Rodolfo cos locales en particular, un impul- cada uno de ellos por sí aislada- gía moderna” (p. 58): Parménides
Mondolfo, Firenze, La nuova Italia, so de singular valor. Esto se hizo mente”, sino sólo en su correlación. preanuncia a Descartes con “su
1979, p. 66). En efecto, si bien se especialmente patente en los años Así, “el problema de la realidad tentativa de convertir la concepti-
había interesado en la filosofía grie- en que vivió en la ciudad medite- de los términos se convierte en el bilidad en prueba de la existencia
ga con anterioridad, recién en este rránea de Córdoba, donde tuvo a de su conceptibilidad” (p. 49-50). de lo pensado” (p. 60). Berkeley
año publica los primeros trabajos cargo las cátedras de Historia de la Esta conversión se confirma con la tiene a los cirenaicos por precur-
consagrados a este campo. La abs- filosofía y de Griego en la Universi- sustitución de la necesidad causal sores, ya que para ellos “sólo son
tención de incursionar en el terreno dad Nacional, entre 1940 y 1947. por la teoría de la probabilidad de concebibles nuestras sensaciones y
del marxismo no bastó para prote- Un claro ejemplo de su intensa Carneades basada en lo persuasivo no las cosas”, que sólo son “colec-
gerlo de la intolerancia fascista: en actividad de investigación en estos como criterio de verdad. Con ello, ciones de sensaciones” (p. 65). La
1938 fue obligado a dimitir de su años lo constituyen los textos del se alcanza “el punto central de la distinción moderna entre cualida-
cargo de Profesor de Historia de la volumen que reseñamos. Aunque crítica de Hume” (p. 51). des primarias y secundarias habría
filosofía en la Universidad de Bolo- éste no tiene la unidad articulada El problema del conocimiento desde sido anticipada por Demócrito. En
nia e inmediatamente se exilió en de un libro pensado por el autor los presocráticos hasta Aristóteles, el Teeteto, Platón habría expresado
Argentina. Ahora bien, durante el como tal, cabe discernir líneas de otro texto sobresaliente, polemiza “un presentimiento germinal de la
tiempo en que vivió en este país (de continuidad que articulan el con- con una persistente tradición deci- teoría kantiana de las categorías y
1939 a 1976), sólo consagró escritos junto. En efecto, es constante su monónica que contrapone radical- de su unidad en el sujeto” (p. 69),
esporádicos al marxismo. La razón lucha en contra de maneras estereo- mente el pensamiento antiguo y el al subrayar la necesidad de una
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actividad sintética del alma que humano, una vasta pintura antro- nidad, que no sigue ninguna línea El gran historiador de la filo-
relaciona las múltiples sensaciones, pomórfica y no, como se ha preten- determinada, sino que es, como sofía, que tras la caída de Mussoli-
tarea imposible para los sentidos dido, una reflexión naturalista sólo dice, “irregular”. Origen y sentido ni decidió no regresar a su patria,
mismos. Y Aristóteles, al afirmar más tarde sustituida por el interés del concepto de cultura humanista murió en Buenos Aires en 1976,
que “la multiplicidad de los senti- en los asuntos humanos. (1940) es una profesión de fe que, sólo cuatro meses después del ini-
dos exige un sentido común, por Así también discute valoracio- en tiempos de penuria como los cio de la sangrienta dictadura que
medio del cual además de sentir nes similares, sumarias y simplis- que entonces vivía Europa, abre- sembraría la muerte y la desapari-
cada sensación sentimos que la tas que postulan la “repugnancia e va en el reconocimiento del valor ción de personas e interrumpiría
sentimos, y que nosotros mismos incapacidad” de los antiguos para incomparable “del terreno de la brutalmente esa cadena de solidari-
sentimos a cada una y todas en su pensar y asimilar el infinito (El cultura”: sólo aquí toda conquis- dad que va unida a la difusión de
múltiple variedad” (p. 70), se ubi- infinito y las antinomias lógicas en la ta lograda no es una propiedad de los estudios humanísticos, según la
caría a “una distancia mínima” de filosofía antigua; Eternidad e infinitud quien la efectúa, sino que “en cual- fe mondolfiana.
Descartes y de Kant. del tiempo en Aristóteles; La infinitud quier parte y por cualquier hom-
Por su parte, La ética antigua y la del espíritu en la filosofía antigua) o, bre” que sea cumplida, se convierte Sergio Sánchez
noción de conciencia moral muestra en otro plano de la cultura, valorar en “un nuevo bien para todos y un Universidad Nacional de Córdoba
contra Brochard lo erróneo de opo- positivamente el trabajo humano nuevo vínculo de solidaridad y fra-
ner la moral antigua y la moderna, (La valoración del trabajo en la Grecia ternidad” (p. 2).
a partir de creer que “la idea de antigua hasta Sócrates). Mediante
deber y de obligación, que parece sendos análisis exhaustivos mues-
fundamental a los modernos en la tra cómo “el pensamiento de grie-
definición de la ética” (p. 107), está gos y romanos no resultaba extra- Francisco Naishtat, Action et langage. Des niveaux linguistiques de l’action aux
ausente en la ética antigua; que ésta ño” al problema del infinito y, en lo forces illocutionnaires de la protestation, París, L’Harmattan, 2010, 260 pp.
no ha alumbrado una verdade- que hace a la valoración del trabajo,
ra conciencia moral. Para mostrar pone en evidencia lo infundado de
este error, Mondolfo pasa revista a una banausía o desprecio generali- El libro de Francisco Naishtat, la hermenéutica marxista de Ben-
pensadores que, de los pitagóricos zado del trabajo manual, ya que tal Action et langage (París, L’Har- jamin, para finalmente avanzar la
hasta Séneca, pasando por Demó- valoración ha convivido desde tem- mattan, 2010), revela su doble ori- propia teoría de la acción colectiva
crito, Sócrates, Platón, Aristóteles prano con su contraria. Nuevamen- ginalidad desde las primeras pági- como fuerza ilocucionaria.
y Marco Aurelio, han dado mues- te, ni la reflexión sobre el infinito ni nas de su Presentación: se trata de El primer estudio está dedicado
tras de afirmaciones vigorosas de la la valoración positiva del trabajo extender la tradición pragmática y, a mostrar, en primer lugar, cómo
conciencia moral con su imperativo son novedades aportadas por los en particular, el concepto de fuerza las filosofías de Hume y Locke, en
categórico del deber, su noción de modernos. ilocucionaria a los fenómenos de lo relativo a la acción, son herede-
responsabilidad ética y su concien- El esfuerzo de Mondolfo apun- protesta política, pero más allá de ras del mecanicismo cartesiano e
cia del pecado como violación de ta a la esencial “poliedricità” de la los paradigmas consensualistas que incapaces de distinguir poiésis de
una ley interior. filosofía antigua que contradice operan en la filosofía de Habermas. praxis (como ya fue señalado por
En otros textos, como Naturaleza la imagen unilateral de un pensa- Este movimiento se realiza en dos Kant), de superar un concepto pri-
y cultura en la formación de la filoso- miento de lo estático y lo finito y partes. En un primer estudio de vado de poder activo y de dar un
fía griega, sienta polémicamente su acentúa la verdad histórica de una corte crítico, Naishtat examina el contenido verdaderamente positivo
punto de vista sobre los orígenes imagen más compleja, donde ele- modo en el que la filosofía moder- a la idea de libertad. En segundo
del pensamiento griego: las con- mentos dinámicos como el subjeti- na y la tradición semántica consi- lugar, tras recordar las críticas que
cepciones de la naturaleza de los vismo y el infinito juegan un papel deraron la acción individual. En Davidson mismo previó, se evalúa
presocráticos son resultado de la decisivo. Sobre todo, se percibe la el segundo estudio, se presenta el el alcance de su semántica a partir
proyección en el universo físico convicción de una continuidad en modo en el que la acción colectiva de la idea de cadenas de eventos
de problemas atinentes al mundo la evolución espiritual de la huma- fue tematizada por la sociología y imprevisibles. Es de este modo
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como, en un capítulo profundo, se sacudieron París en 1830, 1848 y con la concepción clásica de Aus- cumpla el rol de receptor), debe ser
inscribe su filosofía en la continui- 1871) como un campo de aplicación tin respecto de los enunciados claro y explícito.
dad del mecanicismo humeano y (si recordamos los grandes buleva- performativos: ahora el agente Action et langage hace lo que
de las teorías correspondentistas de res de Haussmann destinados al es un “nosotros” que es más que dice. Es él mismo una fuerza que
la verdad (Tarski, Carnap). Al tér- rápido despliegue de las tropas y a la suma de los individuos que lo protesta y propone, que trasforma
mino del primer estudio, son tres la desconcentración de las masas). componen; el agente no precede al la comprensión de un fenómeno,
los reproches que conciernen a la En un segundo lugar, el estudio enunciado sino que es constituido que constituye un público.¿Cuál?
filosofía moderna de la acción y a interroga si Max Weber tiene éxito por él; el contexto que sanciona el No el de una comunidad dialógica
la tradición semántica: mecanicista, en desustancializar las entidades éxito de un enunciado de este tipo con un idioma común, sino el de
no es capaz de acoger fenómenos colectivas. Pero el recurso a uno ya no puede ser el de una conven- lectores heterogéneos con intereses
imprevisibles; egológica, no consi- de los padres de la sociología se ción preestablecida, como es el caso variados. El filósofo de profesión
gue pensar una acción constituti- justifica sobre todo por el material de los ejemplos considerados por encontrará un objeto poco usual de
vamente colectiva; instrumentalis- que aporta a la construcción de una el filósofo de Oxford (promesas, la política y un caso poco estudia-
ta, no prevé otros móviles para la pragmática positiva: el análisis de bautismos, juras…), puesto que do de la acción lingüística; el lector
acción que el cálculo racional. Por la contingencia y la irracionalidad estamos pensando en casos de pro- diletante reconocerá los eventos
eso, la filosofía del segundo Witt- en las instituciones sociales. En el testa, sino que, al contrario, el éxito que signaron su propia experien-
genstein ocupa, en el marco de este contexto de este segundo estudio, debe medirse en la capacidad del cia histórica y política en los abun-
diagnóstico, el lugar de un “salto Benjamin, en tanto fuente filosófica enunciado para desestabilizar el dantes ejemplos tomados del fin
hermenéutico”. Mediante un recha- (al igual que, de modo anticipado, contexto de acogida. Finalmente, del siglo XX en general, y del de la
zo simultáneo de una entidad inter- el segundo Wittgenstein) hace figu- serán enumeradas las tres condicio- Argentina en particular.
na (intención o voluntad) como ra de excepción. Es porque en el nes del acto ilocucionario colectivo:
causa de la acción y de un referente Passagen-Werk, en vez de conside- debe ser libre –es decir, no estar Axel Cherniavsky
externo como criterio de sentido, rar a los sueños y fantasmagorías a sometido a una presión externa–; Universidad de Buenos Aires
Wittgenstein encarna un verdade- nivel del psiquismo individual, los debe incluirse en un conjunto más CONICET
ro giro: el de la semántica hacia la observa en las realizaciones mate- amplio (debe tener un público que
pragmática. Si el lenguaje no dice, riales y urbanísticas colectivas.
sino que hace, y no existe lenguaje El capítulo 5, eminentemen-
privado, las acciones del lenguaje te positivo, es en el que Naishtat
son, desde el vamos, colectivas. emprende la construcción de la
Al no haber encontrado las propia teoría de la fuerza ilocucio-
bases para una teoría de la fuerza naria de la acción colectiva, elu-
ilocucionaria de la acción colecti- diendo los riesgos presentados en
va en buena parte de la tradición el primer estudio, recolectando
filosófica, Naishtat, en el segundo los aportes señalados en el segun-
estudio, se inclina hacia los análi- do, separándose siempre de una
sis sociológicos en las tradiciones matriz utilitarista y egocéntrica
de la psicología de las masas y de de la acción. Allí encontraremos,
la comprensión sociológica. Así en primer lugar, una descripción
extrae, en primer lugar, la noción de los rasgos más salientes de la
de “alma colectiva” de la sociología acción como fuerza ilocucionaria:
naciente, que halla en la Francia del su capacidad para constituir un
siglo XIX tanto una escena privile- público y transformar la compren-
giada para la observación (si pen- sión de un fenómeno. En segundo
samos en las tres revoluciones que lugar, aparecerán las diferencias
Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX, Nº 2 (Primavera 2013) Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXXIX, Nº 2 (Primavera 2013) 273-295
REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFÍA
ARTÍCULOS
José Tomás Alvarado Marambio, Principios de causalidad y
metafísica modal.................................................................................... 5
Fernando Bahr, Pierre Charron: fideísta, libertino, deísta..................... 187
Francisco García Gibson, ¿Cuánto debemos donar a las agencias
humanitarias? Defensa de una posición moderada.......................... 245
Luis García Valiña, Sobre la necesidad de completar el “giro
pragmático” en el Liberalismo Político de John Rawls.................... 43
Fabiano Lemos, Michel Foucault: filosofia, linguística
e estruturalismo..................................................................................... 213
Gabriel Martino, Aspectos de la exégesis plotiniana de la tradición
metafísica del platonismo..................................................................... 99
Fabián Mié, Sustancia e individuación en el Organon
de Aristóteles.......................................................................................... 151
Luis Rossi, Hobbes antimaquiaveliano: la crítica al “necio” en
Leviatán como crítica a la concepción política de El príncipe............ 73
COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS
Aristóteles, Acerca del alma (De anima) (F. Mié)........................................ 279
J. R. Brown , The Laboratory of the Mind: Thought Experiments in the
Natural Sciences (M. G. Mettini)........................................................... 139
C. Castoriadis, La ciudad y las leyes. Lo que hace a Grecia II.
Seminarios 1983-1984. La creación humana III (E. Aldegani).............. 137
F. García Gibson, From Global Poverty to Global Equality:
A Philosophical Exploration (P. Gilabert)............................................... 133
F. J. Martínez, Spinoza en su siglo (D. Cohen)........................................... 286
F. Naishtat, Action et langage. Des niveaux linguistiques de l’action
aux forces illocutionnaires de la protestation (A. Chermiavsky)........... 293
J.-M. Schaeffer, Arte, objetos, ficción, cuerpo. Cuatro ensayos sobre
estética (G. Fabbian)............................................................................... 273
G. Piñeiro, An Introduction to the Philosophy of Mathematics La Revista Latinoamericana de Filosofía aspira a que en ella colaboren todos
(M. Colyvan)........................................................................................... 283 aquellos estudiosos que quieran exponer ante sus colegas y el público en gene-
ral el resultado de sus investigaciones dentro del ámbito de temas relacionados
S. Sánchez, La infinitud del espíritu y otros escritos de Córdoba con la filosofía. Quiere ser, por lo pronto, una publicación abierta a todas las
(R. Mondolfo)......................................................................................... 289 corrientes, ideas y tendencias filosóficas; su única condición previa es la de que
M. Sánchez Rodríguez, Sentimiento y reflexión en la filosofía de Kant. los conceptos sean elaborados con rigor y expresados mediante una argumenta-
ción racional, esto es, que apele a la razón como última instancia universalmen-
Estudio histórico sobre el problema estético (L. Martínez)..................... 135
te válida. Tanto como las tesis expuestas, interesan, pues, las razones que las
E. Winsberg, Science in the Age of Computer Simulation (M. Rosenfeld) 143 sustentan. La Revista Latinoamericana de Filosofía da la bienvenida a toda colabo-
ración que admita este punto de partida general.
La revista cuenta con un Comité Editorial que es asistido por un Cuerpo de
Consultores
La RLF aparece en los siguientes servicios de indización y calificación:
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6. Los trabajos deberán incluir al final una bibliografía de todas las obras
citadas en el texto y en las notas, listadas por orden alfabético. Las nor-
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Redacción, escribiendo a la dirección indicada en el primer parágrafo de
estas instrucciones.