Despido Por Maternidad o Matrimonio
Despido Por Maternidad o Matrimonio
Despido Por Maternidad o Matrimonio
Despido
CNTrab. Sala I; 26/10/2022; Rubinzal Online; RC J 6592/22
Sumarios de la sentencia
Despido por embarazo o maternidad / paternidad - Negativa de ingreso al
lugar de trabajo - Trabajadora que se reincorpora luego de una licencia
psiquiátrica - Violencia de género
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indemnización del art. 182, LCT.
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haber notificado su estado de gravidez a la demandada.
Tal decisión fue apelada por PVC TECNOCOM S.A., HERNAN RICARDO
MARTINEZ y por la Sra. G. C. S.a tenor de los respectivos memoriales (v. queja
de la parte demandada y queja de la parte actora), que recibieron oportuna
réplica de las contrarias (v. contestación de la actora y contestación de la
demandada).
La parte demandada se queja por la procedencia de las indemnizaciones
derivadas del despido porque, según dice, no resultaron acreditados los pagos
fuera de registro ni la negativa de tareas incumplimientos alegados por la Sra. S.
para considerarse despedida. En ese marco, se queja también de la
responsabilidad atribuida al Sr. Hernán Ricardo MARTÍNEZ en los términos de la
Ley 19550.
Por su parte, la accionante se queja porque el Sr. Juez rechazó la indemnización
agravada por maternidad, y el pedido de actualización monetaria e indexación
solicitado en la demanda.
II.- Por una mera cuestión metodológica, comenzaré por las quejas de la parte
demandada.
Adelanto que, por compartir la valoración realizada por el Sr. Juez de Grado
sobre la prueba testimonial, y de acuerdo a los términos del memorial a
despacho, la queja debe ser rechazada.
Digo esto porque, en realidad, el escrito en estudio no cumple con los requisitos
que impone el artículo 116 de la Ley 18345, pues no contiene una crítica
concreta y razonada a los fundamentos del fallo que considera equivocados. Por
el contrario, se limita a realizar una apreciación parcial de las declaraciones
testimoniales, que no cuentan con sustento en las constancias que surgen de la
causa. En efecto, la recurrente dice que el Sr. Juez de grado "hace una
apreciación y valoración equivocada, arbitraria e injusta de la prueba testimonial
producida en autos".
Como dije, contrariamente a lo afirmado por la demandada, y compartiendo la
valoración realizada en la instancia anterior, la prueba testimonial rendida a
instancia de la parte actora -todos/as los/as testigos compañeros y compañeras
de trabajo de la accionante-, resultó coincidente, ya que todos/as ellos/as
afirmaron -dando razón de sus dichos- que la Sra. S. percibía parte de su
remuneración fuera de todo registro.
Debo destacar, en este sentido, que la Sra. Mariana Beatriz SALA, ex empleada
de la demandada, reconoció haber pagado a la Sra. S. parte de su remuneración
de manera extra contable. En efecto, dijo haber trabajado como jefa de la actora,
ocupando el cargo de "gerente del área" de contabilidad y gestión, y que "en ese
momento la actora ganaba entre los 45 mil pesos (...) que cobraban una parte en
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negro fuera de recibo, que una parte le pagaban en la cuenta sueldo y otra parte
se la pagaban en efectivo, que lo sabe porque la testigo cobraba así y la testigo
también lo pagaba cuando la chica de recursos humanos no podía, la diciente
pagaba esta parte en negro entregando los sobres, que sería alrededor de 10 mil
o 15 mil pesos, que eso cambiaba por categoría o incrementos salariales que
esa parte se las daba en negro, que la oficina de recursos humanos quedaba en
planta baja a la izquierda del lado de recepción, que los citaban en grupos para ir
a buscar esa parte de salario a todos los empleados que los citaban por correo y
por grupos en diferentes horarios par air a retirar esa parte en negro, que lo
llamaba el jefe Fernando Rado que era jefe de recursos humanos que luego
quedo Karina Kayuqueo y luego una chica que se llama Natalia que quedo
siendo la jefa de recursos humanos...".
La testigo Vanesa Mariel Ortmann, también compañera de trabajo de la actora,
de modo coincidente con Sala, explicó que "la actora ganaba aproximadamente
entre 30 o 35 mil pesos más una parte en negro que cobraban todos una parte
en negro, que sabe que ganaba esos porque además de compartir lugar y
contarse todos entre ellas iban la parte de admiración juntas y veía que le daban
un sobre que correspondía a la parte en negro, que cuando llegaba a recursos
humanos para cobrar el dinero lo hacían de a dos y veía que cobraba de esa
manera que le daban un sobre y luego contaban el dinero en el escritorio, que el
sobre se los daba Karina o Fernando de recursos humanos a veces cuando
estaba muy colapsado recursos humanos le pagaba Mariana que era su jefa
directa la Jefa de finanzas" (coincidente con los dichos de la propia Mariana
Sala).
Las declaraciones de Hernán Ricardo Martínez y Patricia Raquel Recalde
Alonso, compañero y compañera de trabajo de la Sra. S., fueron completamente
coincidentes con las señaladas precedentemente.
En este marco, acreditado el deficiente registro del vínculo en lo atinente a la
remuneración, que no era la verdaderamente percibida, la decisión de la
trabajadora de considerase despedida por la negativa de la empleadora a
consignar el correcto monto de la retribución resultó justificada.
No se me escapa que en el telegrama rescisorio fueron esgrimidas además otras
causas como fundamento de la medida rupturista, como la negativa de tareas
(sobre la que me expediré en el considerando siguiente). Sin embargo, como lo
ha señalado la jurisprudencia que comparto, "cuando son varias las causales
invocadas en la notificación del despido, la acreditación de alguna de ellas, con
entidad bastante para justificar la medida, es suficiente para admitir el pertinente
reclamo indemnizatorio" (cfr. C.N.A.T., Sala VII, Sent. del 23-10-92, en autos
"Toledo, Gladis c/Saint Patrick S.R.L.", entre otros), interpretación que estimo
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aplicable al caso examinado.
Por lo expuesto, propongo rechazar la queja y mantener lo resuelto en grado.
III.- Previo a expedirme sobre la responsabilidad del codemandado MARTÍNEZ,
trataré la queja interpuesta por la parte actora. Como adelanté, la demandante
se queja por el rechazo de la indemnización agravada por maternidad (arts. 178
y 182, Ley 20744) y porque en origen se omitió tratar el pedido inicial de
actualización monetaria por RIPTE.
1) Indemnización por maternidad.
Recuerdo que en la demanda la Sra. S. manifiesto que el 26.09.17 nació su hija
y que gozó de la licencia correspondiente hasta el 26.12.17. Dijo también que, a
raíz de las complicaciones de la salud de su hija, comenzó a padecer dolencias
de carácter psiquiátricas que la obligaron a requerir una nueva licencia que
finalizó el 5.04.18. Señala que, en dicha fecha, intentó ingresar al
establecimiento para retomar sus labores pero que le negaron la entrada,
negativa que la llevó a intimar a su empleadora a fin de que aclarase la situación
laboral y registrase correctamente el vínculo, luego de lo cual, ante la negativa
de la empleadora, no tuvo otro remedio que considerarse despedida.
La Sra. Jueza de grado rechazó el reclamo de la actora en los siguientes
términos: "En el presente caso, no existe constancia documentada alguna que
permita acreditar la fecha probable de parto, lo que obsta a considerar aplicable
la presunción de referencia y la procedencia del agravamiento previsto por el art.
182 de la L.C.T.". La actora se queja de lo resuelto pues, como dice, la
demandada tuvo conocimiento del parto de su hija, pues concedió la licencia por
maternidad.
La queja será favorablemente receptada.
En primer lugar, contrariamente a lo resuelto en grado, no resulta discutido que
la Sra. S. tuvo a su hija el 26.09.17; que gozó de licencia por maternidad, que su
estado de excedencia finalizó el 26.12.17 y que, por problemas de salud mental
provocados por las complicaciones que tuvo con el nacimiento de su hija, gozó
de licencia por la referida afección psicológica hasta el 05.04.18. Tampoco se
discute, como ya dije, que la actora se consideró despedida el día 13.04.18 (por
la negativa de trabajo, y por el deficiente registro).
Se discute, en realidad, si la demandada le negó el reingreso a su puesto de
trabajo el 05.04.18 (finalizada su licencia por enfermedad), así como que dicha
actitud pueda considerarse discriminatoria, como sostiene la accionante.
El análisis de la prueba rendida en la causa permite dar la razón a la accionante.
Digo esto porque, en primer lugar, la demandada reconoció expresamente que la
Sra. S. debía reincorporarse a trabajar el día 05.04.18, más negó que se hubiese
presentado a trabajar y, por tanto, la negativa de trabajo denunciada (v. fs.
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103/104). Sin embargo, su propia testigo, la Sra. Natalia Paola Bisio, quien se
desempeñaba en la oficina de recursos humanos, dijo que la actora "le avisó a la
dicente que iba a volver, que cuando llega a la empresa le dicen en la puerta que
no tenía el alta para volver, que en vigilancia no la dejaron entrar, que se
comunicó para entrar con la diciente y que le pidió si se podía comunicar con la
psiquiatra que trató a la actora para que le expidiera el alta médica, pero no
sucedió que la actora se retiró y no volvió más que después vino la carta
documento...". De la declaración se extrae que la Sra. S., luego de la licencia
psicológica, se presentó en la empresa para reincorporarse a sus tareas
habituales y que, alegando no tener el alta médica (extremo que ahora la
demandada reconoce), le negaron el ingreso al establecimiento. La negativa de
trabajo, de acuerdo a los extremos que quedaron acreditados en la causa, no
tuvo justificación alguna. Insisto, la demandada reconoció expresamente que la
actora contaba con el alta médica, pero desconoció que se hubiese presentado a
trabajar, hecho éste disonante con lo que declarar en la causa la testigo que la
misma demandada ofreció.
Como defensa, la demandada se pregunta "¿Qué motivo/s y/o causas tendría la
empleadora de quererle prohibir el ingreso a una trabajadora o negarle tareas,
cuando ésta obtuvo la correspondiente alta médica, luego de haber recorrida una
extensa licencia?" (v. fs. 103vta.). A falta de prueba en contrario, y de
conformidad con las cargas probatorias que deben regir en materia de
discriminación -régimen de prueba compartida o de cargas dinámicas-, y por
estar aun bajo el período de sospecha del artículo 178 de la LCT (al momento
del despido, habían transcurrido seis meses, dos semanas y cuatro días desde
la fecha de parto), encuentro que la negativa de tareas obedeció a las causas
discriminatorias invocadas; y no solo por su reciente condición de madre, sino
también por la afección psicológica que estaba superando y que ya al tiempo de
querer reincorporarse a las tareas no la inhabilitaba para trabajar.
En efecto, no fue solo la negativa de la empleadora a registrar correctamente la
relación laboral la que tornó justificado el despido, sino también la decisión de la
empresa de negarle el ingreso a su puesto de trabajo, aun a sabiendas que la
trabajadora contaba con el alta médica correspondiente.
Estamos ante una tipología de las conductas lesivas que soportan las mujeres
-por el solo hecho de ser mujeres-, a lo largo de su carrera profesional, propias
de una discriminación estructural de base. Nótese que, luego de superar una
licencia psiquiátrica, que requirió por las complicaciones padecidas a causa del
embarazo y parto posterior (del cual todavía se estaba recuperando); la empresa
tomó un camino reprochable e ilícito al decidir negarle el ingreso al
establecimiento. Ello, a la luz de lo establecido por el artículo 11 de la
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Convención sobre a eliminación de todas las formas de discriminación contra la
Mujer (CEDAW) de rango constitucional (art.75, inciso 22, CN) y lo normado por
los artículos 2°, 6° inciso c y concordantes de la ley 26.485 de Protección
Integral de las Mujeres contra la violencia, reglamentada por el decreto
1011/2010. La segregación de una mujer del ámbito laboral -en este caso su
segregación por razones de maternidad y por las afecciones que en el orden
psíquico que esa situación le provocara, importó un acto de violencia de género.
Se recuerda que la Ley 26485 reafirma de manera categórica el derecho de las
mujeres a vivir una vida sin violencia y en su artículo 6° considera violencia
laboral contra las mujeres: "aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos
de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo,
contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo
requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización
de test de embarazo..." Es decir, la segregación laboral que encuentra
motivación en el hecho de maternar importa un acto de violencia contra la mujer,
ilicitud que no solo debe ser prevenida sino también erradicada y sancionada,
como lo propugna con amplio espectro la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las mujeres, conocida como
de Belem do Pará, aprobada por nuestro país por la Ley 24432 (1996) y con
jerarquía superior a las leyes (art. 75, inc. 22, CN). No es ocioso memorar lo que
destaca la comunidad internacional en el Preámbulo de la CEDAW en relación a
"la importancia social de la maternidad", que naturalmente decanta en la
obligación de la patronal, en el marco de una relación dependiente, de
abstenerse de conductas lesivas de los derechos laborales de las mujeres que
transiten esa etapa vital.
Traigo a colación nuevamente la declaración de la testigo Mariana Beatriz Sala
quien trabajaba como gerente del área donde prestaba servicios la actora al
momento del despido, ya que explicó que "la actora estaba de licencia por una
bebe prematura que estuvo hospitalizada bastante tiempo que luego pidió
licencia psiquiátrica por motivos personales de la situación, que lo sabe porque
se lo comunicaba la actora y al área de recursos humanos que presentaba
certificados, que la diciente era gerente de contabilidad y administración, que
tenía a cargo el área de contabilidad impuestos, pago a proveedores, sistemas y
la parte de recursos humanos la parte de liquidación de sueldos y comercio
exterior, que no sabe los motivos del despido, que le habían dicho que cuando
pidió licencia psiquiátrica que la empresa no estaba muy conforme con ello y le
habían solicitado a la diciente que le haga una propuesta económica, que la
actora no aceptó porque era baja que la actora necesitaba trabajar que el dueño
no estaba contento con esto y le llegó el cometario a la diciente que no quería
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que se reintegre que no le iban a permitir el acceso, que lo sabe porque estaba
en la reunión de recursos humanos y se lo comunicaron, que no sabe que pasó
luego porque la testigo ya no estaba había sido desvinculada mediados de
marzo..." (v. también declaración de la testigo Marisa Analía Pérez)
En este contexto, corresponde destacar como aspecto adverso a la posición
procesal de la demandada, que no suministró ni invocó ningún elemento que
persuada acerca de la razonabilidad y legitimidad de su negativa de ingreso de
la actora al establecimiento (Conf. doctrina de la CS de Fallos: 334:1387). Así,
ausente la prueba de una explicación razonable por parte de la demandada que
responda a parámetros objetivos y, en cambio, presentes los indicios
comprobados de haber existido discriminación, la conclusión más verosímil es
que la negativa de tareas se fundó en la condición de madre reciente de la
actora e incluso, en la afección psicológica que sobrevino al parto que, al tiempo
de reincorporarse al trabajo -lo que le fue negado- no le impedía retomarlo.
Por lo dicho hasta aquí, corresponde revocar parcialmente la sentencia de
grado, adicionar al capital de condena la suma de $ 547.152 (un año de
remuneraciones cfr. art. 182 LCT) y, en consecuencia, elevar el capital de
condena a $ 1.276.754,76 ($ 729.602,76 + $ 547.152).
2) Actualización de los créditos.
Se queja la parte actora porque el Sr. Juez de grado omitió tratar el pedido de
actualización monetaria. Recuerda que, en su escrito inicial, pidió la indexación
del crédito laboral, mediante actualización por RIPTE, independientemente de
los intereses concedidos en el fallo y la inconstitucionalidad de la prohibición de
la indexación "en un contexto inflacionario como el que atraviesa nuestro país".
Lo determinante para declinar dicha petición reside en que los créditos
reconocidos a influjo del presente pleito entrañan una obligación de dar dinero y
la actualización monetaria reclamada se encuentra vedada por el artículo 7º de
la Ley 23928, rumbo que ratificó la Ley 25561 (art.4°).
Como sostuve en múltiples oportunidades, el régimen normativo local adopta un
sistema nominalista para regular esa tipología de obligaciones, y dicha opción
legislativa debe -en principio- juzgarse constitucional en la medida que no se
produzca una inflación tan significativa que desarticule todas las variables, pues
los daños que la desvalorización del signo monetario genera al titular de la
creencia válidamente pueden ser reparados merced al recurso de las tasas de
interés que, a la par que incluya un porcentaje de interés puro que, de modo
sincrónico, absorba los desmedros derivados del proceso inflacionario que resta
valor a la moneda nacional (v. mi voto en S.D. del 30/11/21, "Pérez, Gabriel y
otros c/ Falabella S.A. s/ Despido"; y también en S.D. del 19/04/22, "Arancibia,
María Isabel c/ Cascos Anita y otros s/ Despido", ambos del registro de esta
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Sala). La congruencia de ese sistema y los imperativos dimanantes de la
Constitución Nacional ha sido ratificada por la Corte Federal en numerosos
decisorios, a través de los cuales ha reiterado que la prohibición genérica de la
"indexación" constituye una medida de política económica derivada del principio
capital de "soberanía monetaria" y cuyo designio luce enderezado a sortear
-para no enmendar- que "el alza de los precios relativos correspondientes a cada
uno de los sectores de la economía, al reflejarse de manera inmediata en el
índice general utilizado al mismo tiempo como referencia para reajustar los
precios y salarios de cada uno de los demás sectores, contribuya de manera
inercial a acelerar las alzas generalizadas de precios... y a crear desconfianza en
la moneda nacional" (Fallos: 329:385 y Fallos: 333:447, en autos "Massolo,
Alberto José c/ Transporte del Tejar S.A."). Esa doctrina, a su vez, ha sido
recientemente refrendada -una vez más- por el Máximo Tribunal (Fallos
344:2752, en autos "Repetto, Adolfo María c/ Estado Nacional -Ministerio de
Justicia- s/empleo público", sentencia del 7/10/2021).
Desde esa visión, no puede pasarse por alto que el examen de las razones
esgrimidas por la apelante encuentra una valla insuperable en las decisiones de
política monetaria y económica adoptadas por el Congreso Nacional, plasmadas
en las leyes 23928 y 25561 y cuya vigencia deben respetar los criterios de
hermenéutica jurídica a adoptar por los órganos jurisdiccionales, en tanto no
corresponde al Poder Judicial sortear -en forma oblicua- lo resuelto por ese
cuerpo deliberativo mediante la indebida ponderación del acierto, conveniencia o
mérito de las soluciones adoptadas. Se trata de órbitas ajenas al ámbito
competencial de esta rama del Estado, sólo apreciables dentro de los estrechos
confines de lo irrazonable, inicuo, arbitrario o abusivo (CSJN, Fallos: 318:1012;
340:1480, entre innumerables precedentes). A ello cabe añadir que -como
también ha sostenido reiteradamente el Máximo Tribunal- la declaración judicial
de inconstitucionalidad de una disposición legal -o de su aplicación concreta a un
caso- es un acto de suma gravedad institucional que debe ser considerado como
último recurso (ultima ratio) del orden jurídico, por lo que no cabe efectuarla sino
cuando la repugnancia del precepto con la cláusula constitucional invocada sea
manifiesta, requiriendo -entre otros recaudos- la demostración de un agravio
determinado y específico (CSJN, Fallos: 340:669 y, más recientemente, voto
conjunto de la Dra. Highton de Nolasco y del Dr. Rosatti en Fallos: 341:1768).
En el marco expositivo bajo desarrollo, y retomando el puntal argumentativo
asomado al inicio del acápite, recuerdo que el plexo legal puede ensayar dos
respuestas para arbitrar las perniciosas secuelas que desencadenan los
procesos inflacionarios: la primera de ellas reside en repotenciar las deudas en
base a índices que traten de reflejar la pérdida del valor del dinero, mientras que
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la restante es la aplicación dinámica de la tasa de interés en su teleología
reparadora del perjuicio originado por la mora; vale decir, configurado -entre
otros elementos- por la desvalorización. Por intermedio de la sanción de la Ley
23928 de Convertibilidad monetaria, el ordenamiento local adopta el segundo de
los esquemas referenciados, históricamente catalogable como tradicional, de
modo que no existirían posibles objeciones constitucionales a dirigirse contra
dicha elección, a menos que pudiese demostrarse -en forma tan fehaciente
como acabada que medió una certera afectación del derecho de propiedad que
asiste al impugnante. En efecto, sólo cabría acceder a una petición como la
examinada en el hipotético escenario de acreditarse que el diseño de la tasa de
interés escogida no conjura adecuadamente el perjuicio ocasionado por la
desvalorización del dinero por alguna circunstancia coyuntural, y esta
argumentación remite, ineludiblemente, a un análisis casuístico, ajeno a todo
dogmatismo (v. Dictamen nº12.211 del 5/08/91, emitido por el entonces
Procurador General del Trabajo ante esta Sala, en autos "Roldán, Celestino
Heraldo c/ Gastronomía Privada S.A. s/ Despido").
Sin embargo, pese a postular la constitucionalidad de la prohibición de indexar
instituida por el artículo 7° de la Ley 23928, ratificada por el artículo 4° de la Ley
25561, acatando la doctrina de la CSJN, la queja de la demandante engloba una
crítica al quantum de condena. En ese sentido, le asiste razón en su
cuestionamiento, pues la aplicación plana de la tasa del Acta de la CNAT Nro.
2658/17 no resulta suficiente como interés moratorio. En efecto, la aplicación
lineal o recta de la tasa activa efectiva anual vencida, cartera general diversa del
Banco Nación sobre un capital histórico licuado por el proceso inflacionario, no
mitiga el daño provocado a la acreedora por la mora, o sea, no compensa el
perjuicio derivado de la pérdida del valor del signo monetario habido desde el
nacimiento de los créditos reclamados (abril de 2018) hasta la actualidad, ni
resarce la privación de uso del capital debido que podría estimarse en una tasa
pura de entre el 6 % y 8 % anual, que es el porcentaje que desde antaño se ha
considerado razonable en la praxis jurisdiccional.
Por las razones expuestas, propongo que se disponga la aplicación de lo
acordado por esta Cámara -por mayoría- en el Acta N° 2764 del 07.09.2022.
Así, que al capital de condena se le sumen los intereses del Acta 2658/2017
-tasa activa efectiva anual vencida, cartera general diversa del Banco Nación-
desde la fecha de su exigibilidad (14.04.2018) hasta la fecha del pago efectivo.
Los intereses devengados se capitalizarán a la fecha de notificación del traslado
de la demanda y desde allí se capitalizarán anualmente hasta el momento en
que se practique la liquidación en la etapa del artículo 132 de la Ley 18345.
Se recuerda que la capitalización de intereses está prevista para los créditos
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demandados judicialmente por el artículo 770 inciso b del Código Civil y
Comercial de la Nación de 2015, el que morigeró la prohibición del anatocismo
que establecía el Código Civil que rigió hasta el 31.07.2015. Efectivamente, si
bien el nuevo código mantiene como regla que el anatocismo está vedado,
habilita por excepción la capitalización de intereses para los créditos dinerarios
demandados judicialmente (art.770 inciso b), "desde la fecha de la notificación
de la demanda". Y si bien el artículo dice "desde", no fija hasta cuándo, en otras
palabras, no establece la cadencia temporal en que puede disponerse
judicialmente la acumulación de los intereses diferidos a condena. Por esa
razón, ante el silencio del precepto, es válido interpretar, por analogía, que la
capitalización de intereses puede operar por períodos que no sean inferiores a
seis meses, como lo indica el inciso a) del mismo art.770 del CCyCN para la
capitalización convencional. El límite de seis meses establecido por el/la
legislador/a tiene una explicación, cual es que la adopción de lapsos más breves
-solamente admitidos en ciertos contratos, p. ej., en la cuenta corriente bancaria
(art. 1398 CCyCN) podrían conducir a soluciones abusivas o desproporcionadas.
En síntesis, propongo hacer lugar parcialmente a la queja y modificar este
aspecto del decisorio en el sentido expuesto y sin que lo señalado obste a la
aplicación, en la etapa de ejecución, de la capitalización prevista por el artículo
770 inciso c del Código Civil y Comercial de la Nación, para la hipótesis
conjetural que las codemandadas condenadas no cumplan la orden de pago de
la suma de dinero que se cristalice en la liquidación firme que oportunamente se
practique (art. 132, Ley 18345).
IV.- Resta abordar la objeción relativa a la responsabilidad atribuida al
codemandado MARTINEZ. Al respecto, estimo que, de acuerdo a los extremos
de hecho que han sido acreditados en la causa y a la participación del citado
codemandado como presidente de la demandada, la queja debe rechazarse.
Digo esto porque la antijuridicidad laboral comprobada (pago de remuneración
fuera de registro y segregación discriminatoria por maternidad) le es imputable al
codemandado personalmente, al menos a título de culpa, en su respectiva
calidad de representante legal del ente colectivo empleador
(ya sea como presidente de PVC TECNOCOM S.A., impartiendo instrucciones y
dando órdenes a quienes trabajaban en el establecimiento, extremos que no
resultan discutidos en estas actuaciones). En este sentido, en forma coincidente
con los restantes testigos, la Sra. Recalde Alonso, dijo que el codemandado
MARTINEZ "era el dueño, el presidente de la empresa, y la persona que
coordinaba las tares de la empresa, que era un jefe muy presente en la
empresa...".
En consecuencia, la extensión de la condena encuentra fundamento normativo
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en lo previsto por los artículos 59 y 274 de la Ley General de Sociedades
Comerciales 19.550, texto según la ley 22.903 y en las reglas generales del
responder civil.
Las transgresiones a la normativa laboral (incorrecta registración de la
remuneración y discriminación de la mujer trabajadora) le son imputables al
codemandado MARTÍNEZ al menos a título de culpa, valorada su conducta
desde el estándar de la buena persona de negocios, como lo fija el
ordenamiento societario en las disposiciones aludidas. De haber cumplido las
funciones con apego a los postulados legales referidos y -reitero- desde una
noción de buena fe activa y no meramente pasiva, que rige en el derecho
patrimonial argentino, no habría podido ignorar las irregularidades que
caracterizaban al vínculo laboral de la accionante con el ente colectivo que
titularizaba la relación dependiente y asimismo habría podido evitar que se
concretase una ilicitud catalogable como violencia de género (art.6° inciso c, Ley
26485).
Por ello, propongo rechazar la queja y mantener lo resuelto en primera instancia.
V.- Atento el resultado que dejo propuesto, conforme lo dispone el art. 279
CPCCN debiera dejarse sin efecto lo resuelto en origen en materia de costas y
honorarios. Sin perjuicio de ello, las costas de ambas instancias deben ser
soportadas por PVC TECNOCOM S.A. y HERNAN RICARDO MARTINEZ en la
condición de vencidas/os en el proceso (artículo 68 CPCCN).
En cuanto a los honorarios regulados a los profesionales en primera instancia,
teniendo en cuenta el mérito, calidad, eficacia de los trabajos cumplidos, el valor
económico del juicio, el resultado obtenido, las facultades conferidas al Tribunal
por el art. 38 de la LO y disposiciones arancelarias de aplicación y vigentes a la
época de las tareas ponderadas a los fines regulatorios (arts.1º, 6º, 7º, 8º, 9º, 19
y 37 de la Ley 21839 y Ley 27423; cfr. arg. CSJN, Fallos: 319: 1915 y 341:1063),
los mismos lucen adecuados, por lo que propongo mantenerlos, aunque
adecuados al nuevo monto de condena (capital e intereses).
En relación al arancel de Alzada, por los mismos fundamentos expresados en el
párrafo anterior de este voto, propongo regular los honorarios de la
representación letrada de la parte actora y de la demandada en el 30 % de lo
que en definitiva les corresponda percibir a cada una de ellas por su actuación
en la anterior instancia (artículo 30, Ley 27.423).
VIII.- En síntesis, de prosperar mi voto correspondería: 1) Confirmar la decisión
apelada en tanto pronuncia condena contra PVC TECNOCOM S.A. y HERNAN
RICARDO MARTINEZ y elevar el capital nominal a la suma de $ 1.276.754,76 al
que se adicionarán los intereses fijados en grado, capitalizables anualmente
desde la fecha de notificación del traslado de la demanda, en la forma dispuesta
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en el considerando III, apartado 2; 2)
Imponer las costas de ambas instancias a cargo de PVC TECNOCOM S.A. y
HERNAN RICARDO MARTINEZ. 3) Regular los honorarios de la representación
letrada de ambas partes, por su actuación ante esta instancia, en el 30 % para
cada una de ellas, de lo que en definitiva les corresponda percibir como
retribución por las labores realizadas en la instancia anterior.
La Dra. María Cecilia Hockl dijo:
Que adhiere -en lo principal- al voto que antecede, por compartir sus
fundamentos y conclusiones. Sin desmedro de ello, disiento con la propuesta
vertida en torno al mecanismo de aplicación de intereses.
Previamente a establecer cómo deberán aplicarse los accesorios de condena,
debo realizar una precisión preliminar. Ello es así, pues, como bien fue
destacado en el voto que antecede, la actora, en su escrito inicial, solicitó la
indexación del crédito laboral mediante actualización por RIPTE -
independientemente de los intereses concedidos en el fallo- y la
inconstitucionalidad de la prohibición de la indexación "en un contexto
inflacionario como el que atraviesa nuestro país". Coincido en la declinación de
aquella petición.
Ahora bien, he tenido oportunidad de sostener que la viabilidad del mecanismo
de capitalización de intereses previsto por el art. 770 inc. "b" del CCCN se
encontraba sujeta a una precisa petición de su aplicación en el escrito de
demanda (v. mi voto en "Roa, Javier Emanuel c/ Omint Art S.A. s/ Accidente -
Ley Especial" del 25/06/21), en función de los argumentos esgrimidos en tal
oportunidad. Ciertamente resulta conveniente, además de deseable, que los
pronunciamientos emitidos por quienes integramos la jurisdicción hallen
adecuación con sus precedentes decisorios, pues esa correspondencia
representa un nítido indicador de la estabilidad de los criterios adoptados, virtud
que se traduce en el establecimiento de "reglas claras de juego" y, asimismo, en
concederle al litigante la posibilidad de conocerlas ab initio, requisito
imprescindible para poder atenerse a ellas.
Empero, esta regla en modo alguno reviste carácter absoluto, ni menos aún
inderogable; por el contrario, tal variación de entender no sólo resulta concebible
sino inclusive aconsejable cuando median razones de justicia, suficientemente
ostensibles para persuadir esa muda, entre las cuales se encuentra la
particularidad de que las circunstancias comprobadas hayan demostrado la
pertinencia de delimitar el criterio establecido.
Desde esa perspectiva, consideraré que, si el libelo inaugural introduce planteos
tendientes a obtener intereses a devengarse del hipotético capital de condena,
los acrecidos pueden ser capitalizados con arreglo a las previsiones del artículo
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770 inc. b) del Cód. Civil y Comercial. La compleja coyuntura económica que
nuestro país atraviesa hace múltiples años, caracterizada por la obstinada
persistencia de un proceso inflacionario que corroe la valía de la moneda
nacional y, a influjo de sus efectos, el poder adquisitivo de capitales establecidos
a valores históricos, constriñe al juzgador a realizar una interpretación lata de
dichas peticiones. En consecuencia, aun cuando el accionante haya prescindido
de emplear terminología idéntica a la acuñada por tal dispositivo o inclusive
soslaye su expresa invocación al estructurar los cimientos normativos sobre los
cuales erige la tesitura que procura hacer valer, la pretensión de obtener el
reconocimiento de los aditamentos compensatorios y moratorios, derivados de la
mora del deudor, debe considerarse omnicomprensiva de la capitalización de
tales intereses de conformidad con dicho precepto. Ello es así, pues no puede
pasarse por alto que tal mecanismo dimana de una norma de orden público y
también persigue -en definitiva- desalentar el incumplimiento de las obligaciones,
tornando más gravosa esa inobservancia.
En tal inteligencia, en torno al establecimiento de los accesorios que deberá
llevar el capital nominal diferido a condena, no luce ocioso recordar que, merced
al pronunciamiento dictado in re "Banco Sudameris c/ Belcam" (Fallos: 317:507),
el Máximo Tribunal determinó que la fijación de la tasa de interés a aplicar, en
los términos del artículo 622 del Código Civil velezano y en el marco del régimen
instituido por la Ley 23928, constituye una prerrogativa situada en el espacio de
razonable discrecionalidad de quien juzga la contienda, sin que tal exégesis
vulnere garantía constitucional alguna, en la medida que tales preceptos no
imponen una versión reglamentaria unívoca del ámbito legal aludido en cuestión
(v., también, Fallos 318:213, 904, 1214; 323:2122 y 324:2471 y causa
O.350.XXXII,
"Okretich, Raúl Albino c/ Editorial Atlántida S.A.", del 15 de julio de 1997). Tales
consideraciones, que brindan adecuado enmarque a la visión plasmada por esta
Cámara mediante el Acuerdo del 07/05/2002 (v. Acta CNAT n°2357) y que
-permítaseme el anticipo- propondré replicar en el presente, conservan plena
vigencia aún a la época de trazar las presentes líneas en tanto encuentran
análogo basamento normativo en las disposiciones del inciso "c" del artículo 768
del Cód. Civil y Comercial de la Nación, digesto unificado que recogió la esencia
de su predecesor en dicho aspecto.
Así lo entiendo pues, en materia de intereses moratorios, el citado precepto
concibe una triple vía hacia el designio de identificar qué tasa debe emplearse
para computar los acrecidos en caso de que medie mora en la satisfacción de un
determinado crédito: a) en primer término, aquella que establezcan las partes
por irrestricto imperio de la autonomía de la voluntad; b) ante la hipótesis de
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carencia de una cláusula convencional específica, se prevé el empleo del índice
que dispongan las "leyes especiales"; c) finalmente, como vía residual a las
anteriores, adquirirán operatividad las tasas fijadas por el Banco Central de la
República Argentina mediante sus pertinentes instrumentos reglamentarios.
Examinado el sub judice con arreglo a tales estándares, advierto que la presente
controversia no goza de tasa de interés acordada por los otrora contratantes, ni
tampoco encuentra interés explícitamente engendrado por el ordenamiento
normativo mediante leyes particulares, y tampoco existen -al momento-
regulaciones concretas del Banco Central que establezcan cuáles serían los
cánones a aplicar en casos como el del presente.
Como ineludible corolario del vacío verificado, entiendo que no puede sino
convalidarse la preservación de la tesis que coloca en la esfera del judicante la
necesidad de seleccionar prudentemente, en cada caso sometido a su
conocimiento y de conformidad con los particulares ribetes fácticos que aquél
exhiba, la tasa de interés que deberá aplicarse al deudor moroso, entre las
diversas opciones reglamentadas por el organismo rector en materia de política
monetaria. Esa prerrogativa -bueno es destacarlo, aún so riesgo de deslizar
fatigosas obviedades- ha de ejercitarse con especial apego a pautas de
racionalidad que deben campear toda decisión jurisdiccional, las cuales
demandan un atendimiento aún más celoso, aún más prudente, frente la
discreción que el ordenamiento concede al magistrado interviniente. Porque los
jueces, en cuanto ministros de la ley, son servidores del derecho para la
realización de la justicia, augusta misión que sólo puede satisfacerse merced al
dictado de resoluciones positivamente valiosas, respetuosas de las vallas de la
razonabilidad y la equidad, y derivadas del ordenamiento jurídico vigente (v., en
análogo sentido, Fallos: 244:27; 238:550, entre muchos otros).
Desde las premisas antedichas, propondré que el capital nominal establecido en
el sub discussio devengue aditamentos de conformidad con la Tasa Nominal
Anual para Préstamos Libre Destino del Banco Nación (índice no capitalizado o
carente de capitalización interna; "TNA - s/p"), que se incrementará en la mitad
(es decir, totalizando una vez y media la tasa o, lo que es igual, la tasa original
multiplicada por 1,5; especificaciones que aspiro haber transmitido con la nitidez
exigida por el Máximo Tribunal in re "Torres, Luis E. c/ Tiffenberg, Samuel",
causa T.186.XXXIII, sentencia del 7/05/98) hasta la fecha de notificación del
traslado de la demanda interpuesta. Tal hito temporal, si se verifica un escenario
adjetivo de litisconsorcio pasivo, será situado en el anoticiamiento que se
configure primero en el tiempo (vale decir, la notificación que arribe antes a su
destinatario), indiferentemente del sujeto pasivo involucrado, por tratarse de una
acreencia indivisible a estos efectos. Una vez arribado tal estadio, los intereses
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devengados hasta ese entonces capitalizarán por única vez (cfr. art. 770 inc. "b"
del Cód. Civil y Comercial), incorporándose al capital nominal y conformando así
un nuevo módulo pecuniario total, que continuará generando accesorios según
idéntica tasa de interés (esto es, reitero, una vez y media la "TNA - s/p"), hasta el
efectivo pago.
II. En suma, de prosperar mi voto, correspondería: 1) Confirmar la decisión
apelada en tanto pronuncia condena contra PVC TECNOCOM S.A. y HERNAN
RICARDO MARTINEZ y elevar el capital nominal a la suma de $ 1.276.754,76 al
que se adicionarán los intereses de acuerdo a lo sugerido en el considerando I
del presente voto; 2) Imponer las costas de ambas instancias a cargo de PVC
TECNOCOM S.A. y HERNAN RICARDO MARTINEZ. 3) Regular los honorarios
de la representación letrada de ambas partes, por su actuación ante esta
instancia, en el 30% para cada una de ellas, de lo que en definitiva les
corresponda percibir como retribución por las labores realizadas en la instancia
anterior.
El Dr. Enrique Catani dijo:
Que adhiere al voto de la Dra. Gabriela A. Vázquez por compartir sus
fundamentos.
A mérito de lo que resulta del precedente acuerdo, SE RESUELVE: 1) Confirmar
la decisión apelada en tanto pronuncia condena contra PVC TECNOCOM S.A. y
HERNAN RICARDO MARTINEZ y elevar el capital nominal a la suma de $
1.276.754,76 al que se adicionarán los intereses fijados en grado, capitalizables
anualmente desde la fecha de notificación del traslado de la demanda, en la
forma dispuesta en el considerando III, apartado 2; 2) Imponer las costas de
ambas instancias a cargo de PVC TECNOCOM S.A. y HERNAN RICARDO
MARTINEZ. 3) Regular los honorarios de la representación letrada de ambas
partes, por su actuación ante esta instancia, en el 30 % para cada una de ellas,
de lo que en definitiva les corresponda percibir como retribución por las labores
realizadas en la instancia anterior y 4) Hacer saber a las partes que la totalidad
de las presentaciones deberán efectuarse en formato digital (CSJN, punto N 11
de la Ac. 4/2020, reiterado en los Anexos I y II de la Ac. 31/2020).
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese (art. 4º, Acordada CSJN
Nº 15/13) y devuélvase.
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