Introducción y Gala Placidia
Introducción y Gala Placidia
Introducción y Gala Placidia
En el 395 Teodosio dividió el I romano entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio.
Su primer momento de esplendor se produjo a finales de la Edad Antigua, en el 402
cuando Honorio (emperador de la zona occidental) abandonó Roma y utilizó Ravenna como nueva
capital, mucho más fácilmente defendible al estar rodeada de pantanos y con buenos puertos para
recibir la ayuda desde Oriente.
Protagonista clave para la ciudad y para la historia de la primera mitad del siglo V es Gala Placidia (388/92-450), hija (Teodosio
I), hermana (Honorio), esposa (Constancio III) y madre/regente (Valentiniano III) de emperadores de Occidente, además de ser
esposa también de un rey visigodo (Ataulfo). Como se puede intuir su vida está llena de acontecimientos Lo que nos interesa en
relación al edificio, es que ella fue la promotora del mismo y posiblemente diera el visto bueno al conjunto iconográfico que se
representa. Esto último es muy importante, porque sabemos que fue una mujer muy sensible a los disputas del cristianismo de la
época, defendiendo activamente la espiritualidad cristiana ortodoxa frente a la arriana y nestoriana, lo que como veremos se verá
reflejado en este monumento. Lo que es casi seguro es que no llegó a ser enterrada en este edificio, pese a que lleve su nombre.
Al caer el imperio Occidental, en el 476, toda Italia fue gobernada por Odoacro (hérulo),
hasta que el ostrogodo Teodorico (enviado por el emperador Oriental, Zenón) le derrotó,
convirtiendo a la ciudad en la capital del Imperio Ostrogodo (Tumba de Teodorico, San
Apolinar el Nuevo, Baptisterio de los Arrianos, Capilla arzobispal)
Una tercera fase comienza en el 535, cuando Belisario (general de Justiniano), conquistó
toda la zona, convirtiendo a Ravenna la capital del exarcado (San Vital, San Apolinar in Classe)
del I. Bizantino.
Así pues de estos contactos se deriva que las primeras construcciones son propagandísticas de la
fuerza y poder del emperador.
Al entrar, tras un instante de adaptación de los ojos a la penumbra, se descubre un universo de colores creados con pequeñas
teselas. Todas las estructuras que hay por encima del zócalo están cubiertas por lujosos mosaicos: las rectas y verticales de los
muros (los cuatro lunetos semicirculares que cierran los brazos y las cuatro paredes que elevan el tambor) y las curvas (las
bóvedas de cañón de los brazos y la cúpula vaída central). Se utiliza como color de fondo un bello y profundo azul oscuro que
representa al firmamento y que dota de un ambiente irreal y mágico al conjunto iconográfico. Éste gira en torno a la idea de la
exaltación de la divinidad de Cristo y de su venida apocalíptica, a través de un lenguaje simbólico paleocristiano.
Sobre las bóvedas de cañón de los cuatro brazos que conforman la cruz encontramos fundamentalmente motivos decorativos y
simbólicos que embellecen el edificio y que arropan, por tanto, el mensaje religioso profundo:
- En las bóvedas de la entrada y de la cabecera podemos disfrutar de una bellísima superficie sembrada de margaritas y de
rosetas fantásticas de colores celestes, rojos y dorados sobre un fondo añil. Los motivos se inspiran en los bordados y
estampados de las telas orientales y sasánidas. La sensación que se pretende dar es que nos cubriera un pabellón suntuoso de
telas exóticas.
Festón de hojas y frutas del intrados. Decoración de flores de la bóveda de la entrada sobre fondo azul.
- El extradós de los arcos de los que parten las bóvedas se decora con una guirnalda de hojas de parra, evidente símbolo
paleocristiano; mientras que el intradós se adorna con grecas de variados colores y festones de frutas en donde se vuelve a
ensalzar la cruz.
- En las bóvedas de los brazos laterales tenemos motivos más clásicos y paleocristianos: hojas de acanto, dispuestas "a
candelieri", se enzarzan simétricamente en torno a un eje compuesto por dos figuras humanas (¿apóstoles?) y por un crismón en
el punto más alto de la bóveda.
La decoración de una de las bóvedas laterales y de su tímpano. Hojas de acanto, Crismón y ciervos bebiendo en una fuente.
Los cuatros brazos acaban en tímpanos semicirculares o lunetos con más carga figurativa.
- En los de los brazos del crucero continúa la referencia clasicista y el simbolismo paleocristiano de las bóvedas: un par de
ciervos sedientos emergen del enrejado de hojas de acanto para beber en una fuente. La escena ilustra el Salmo 42 que
dice: "Como anhela el ciervo las corrientes de agua, así te anhela, oh Dios, el alma mía./ Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿cuándo iré y me presentaré delante de Dios?". Los animales son los cristianos y el agua reparadora la comunión salvadora con
Cristo.
- En el tímpano de la entrada tenemos la imagen más conocida de este monumento, la que representa a Cristo como Buen
Pastor en el paraíso, uno de los motivos iconográficos paleocristianos más difundidos desde el tiempo de las catacumbas. Está
tranquilamente sentado sobre una roca del prado y pastorea a seis ovejas que le contemplan y buscan su protección. De nuevo,
otro salmo, el 23, aclara la analogía de la escena entre Pastor/Cristo y Rebaño/Cristianos: "El Señor es mi Pastor; nada me puede
faltar./ Él me hace descansar en verdes praderas; Él me conduce a las aguas tranquilas".
- La figura de Cristo se muestra idealizada y manifiesta la herencia helenística o pagana. Es un modelo humano joven y sin
barba, que en nada se parece a la imagen siriaca que se impondrá en el siglo siguiente. La belleza de sus facciones, sumada a la
dignidad y a la serenidad de su pose, nos hacen recordar los presupuestos de cómo habían de representarse los dioses en el
clasicismo. Cristo se asemeja a un joven Apolo. El artista también pudo tomar su inspiración en uno de los pasajes de la historia
de Orfeo, en concreto aquel que decía que cuando éste tocaba su lira (aquí sustituida por la cruz), los animales salvajes (aquí las
ovejas) se detenían embelesados a escucharle y hasta las plantas, las aguas y las rocas sentían su efecto benéfico. Ante estas
referencias paganas tan claras, y para que no quedase duda de que estábamos ante la imagen de Cristo, el artista que realizó el
mosaico le identifica con un halo de santidad dorado y apoyado en una cruz. Aún así, tampoco es el Buen Pastor de los siglos III
y IV que vestía con una humilde túnica corta; a este Cristo se le identifica con un emperador: viste una dalmática de oro y franja
azul y un manto de púrpura real le cubre las piernas y el hombro.
- La ubicación de esta escena sobre la puerta de entrada también nos sirve para interpretar la escena en clave funeraria. Un
Cristo triunfante de la muerte abre la puerta a la vida eterna y recibe en el paraíso a sus fieles difuntos.
- Sobre el tímpano de la cabecera, presidiendo la capilla, se representa inequívocamente a San Lorenzo, santo martirizado
en el año 258 por el emperador Valeriano. En la escena aparecen sus atributos propios: la túnica dalmática que le identifica como
diácono de la Iglesia; un libro abierto en la mano; los cuatro evangelios en un armario que simboliza su cargo como archivero y
tesorero de la Iglesia; y, por supuesto, la parrilla llameante en la que fue torturado. Su figura se pretende asemejar a la de Cristo
al representarle con nimbo dorado sobre su cabeza y una larga cruz apoyada sobre el hombro. Es muy importante que ésta sea la
primera figura en la que nos fijamos al entrar en el mausoleo, ello prueba la importancia que este santo tenía para la familia
imperial y para la misma iglesia. Por esta época, San Lorenzo se convirtió en el símbolo de la ortodoxia frente a las herejías
cristianas y de como llegar a la salvación a través del martirio.
En el centro del plan iconográfico del mausoleo, dominando la altura de la cúpula, se encuentra una gran cruz. Aunque este
símbolo de Cristo ya lo hemos visto en escenas anteriores, aquí se representa individualizada. Tal circunstancia no es casual. El
protagonismo que tiene es porque simboliza la muerte que recibe Cristo en ella como hombre, pero a la vez su naturaleza divina.
Esta cuestión teológica es lo que defiende el catolicismo ortodoxo del papado de Roma frente a la teología arriana, que no
reconocía en Jesús más que una naturaleza humana.
En torno a la cruz divina de la cúpula giran 570 estrellas doradas sobre un azul profundo y oscuro. El firmamento se abre ante
nosotros y parece introducirnos en un universo infinito gracias a la disposición de las estrellas en círculos concéntricos que
progresivamente se hacen más pequeñas según se acercan al centro. El resultado es una espiral mágica que parece hipnotizar al
que la observa.
En las esquinas, el tetramorfos o los cuatro seres-símbolos de los evangelistas que alaban a Dios desde nubes de colores: el
león/San Marcos; el becerro/San Lucas; el águila/San Juan; y el ángel/San Mateo. Según la descripción del Apocalipsis son los
encargados de difundir la revelación divina a los cuatro puntos cardinales y estarían presentes el día del Juicio Final. La gran cruz
adquiere un nuevo significado con la presencia de estos seres: es el símbolo del Dios Resucitado, Todopoderoso, Creador y Juez
que adviene por segunda vez sobre la tierra para juzgar a los vivos y a los muertos.
En las paredes del tambor que sostienen la
cúpula aparecen cuatro pares de Apóstoles
aclamando la cruz (los cuatro apóstoles
restantes estarían en menor tamaño en las
bóvedas del transepto). Sólo se reconocen
personalmente a dos de ellos por los atributos
que portan: Pablo un pergamino y Pedro la llave
del Reino de los cielos. Todos levantan
solemnemente su brazo derecho con la palma
de la mano hacia arriba en dirección a la cruz,
es el gesto áulico con el que se proclama al
emperador victorioso. Los apóstoles vienen a
ser la corte celestial de Cristo, que ya adquieren
para la iconografía paleocristiana el valor de
A los pies de los Apóstoles aparecen una pareja de palomas bebiendo o posándose en torno a un gran vaso. De nuevo, el artista
vuelve a recurrir al símbolo animalístico para representar a los comunes cristianos y para ello también utiliza símiles profanos. El
tema fue difundido desde Pérgamo a partir del siglo II a. de Cristo como motivo principal de los mosaicos decorativos de piso. Uno
de los mejores ejemplos conservados es el de la Villa de Adriano en Tívoli, hoy en el Museo Capitolino. Las palomas del original
helenístico eran simplemente una imagen bella y bucólica, las de Rávena son el símbolo de las almas de los muertos que beben el
agua purificadora de la bienaventuranza eterna.
En provincias se mezclaban trazas locales pobremente construidas con espléndida decoración importada desde que
Rávena fuera reconsquistada en el año 540. El influjo directo de Constantinopla adopta en SAN VITAL (547) los
elementos técnicos y tipología de planta. Es una excepción.
Los bizantinos tuvieron gran interés por a Geodesia ( medida de superficies y volúmenes) y la óptica( relación de los
objetos con el ojo) Su combinación derivó en el gusto por la decoración de las superficies curvas. Esto implicó efectos
de iluminación
-VENTANAS: distribuidas curiosamente llevaban paneles de cristales coloreados para graduar la luz desde lo más
oscuro( naves) a lo claro ( nave central) El culto era nocturno (lámparas y velas)
-PLANTA CENTRAL: En esta el uso de luces y sombras ( la sombra suprime la materialidad del dibujo o la escultura y
da aspecto a las cosas etéreas como encajes bordados de luz, o sea, la materia absorbida por la luz)