Origenes Cristianos

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Final de Teología Fundamental III: Orígenes cristianos

Parte cristológica: cristología de la preexistencia

Texto: filipenses 2, 6-11

6.El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7.Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8.y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9.Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10.Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11.y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.

Himno cristológico

V6 cf Sb 2,23s “Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma
naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le
pertenecen.”
V7 cf Is 53,12 “Por eso les daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya
que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de
muchos, e intercedió por los rebeldes.”

Cf 2 Cor 8,9 “Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por
vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza.”

Cf Gal 4,4 “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley”

V8 cf Rm 5,19 “En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos”

V9 cf Is 52, 13 “He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado
sobremanera”

Cf Rm 14, 9 “Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y de
vivos.”

V10 cf Is 45,23 “Yo juro por mi nombre; de mi boca sale palabra verdadera y no será vana: Que
ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará.”

V11 cf Rm 10,9 “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios
le resucitó de entre los muertos, serás salvo.”

Cf 1 Cor 12,3 “Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir:
¡Anatema es Jesús!; y nadie puede decir; ¡Jesús es Señor! Sino con el Espíritu Santo.”

Este es un himno a Cristo que se cantaba en las asambleas litúrgicas de la comunidad.

El himno tiene dos estrofas que describen con grandioso trazado el camino de Cristo. Este camino
llevaba desde el ser en Dios, anterior al mundo, hasta el mundo humano, y desde éste,
nuevamente, al dominio en Dios.

Tras la exhortación de que todos deben tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús
intenta, al principio, explicar lo inefable. Habla de uno en el mundo de Dios que era, además, de
condición divina. No indica ningún otro Dios existente, sino que este de quien se está hablando es
Dios. Por no se centra en describirlo o la relación que tiene con Dios, sino en la actuación “libre”
que ahora inicia su marcha desde Dios. Y así libre se despojó a sí mismo, pasa de la condición
divina a la condición de esclavo. La contraposición Dios-esclavo implica términos de oposición tan
grande que no puede pensarse otra mayor. La contraposición natural de Dios es el hombre, se hizo
verdadero hombre. Ser hombre es concebido como ser esclavo, como esclavitud.

Del despojarse a sí mismo se sigue la humillación de sí mismo, una humillación que se hace
obediente hasta la muerte. Es esta muerte la que demuestra que él se ha hecho realmente uno de
los nuestros. La muerte es el destino que une a todos los hombres, de cualquier procedencia o
raza, de cualquier origen y filosofía, en el sentido de que todos confluyen.

Pablo introduce la aclaración muerte de cruz. La cruz ocupa el punto central de su mensaje, que
concibe la muerte de Cristo como muerte salvífica. «Realmente, la palabra de la cruz es una
necedad para los que están en vías de perdición; más para los que están en vías de salvación, para
nosotros, es poder de Dios» (1 Cor. 1, 18).

En la segunda parte del himno entra Dios en el plan. Por la senda del despojamiento de sí y de la
humillación era el otro el que actuaba en solitario. Hace experiencia de que Dios humilla y ensalza
al justo. A la singularidad del camino que el Único había elegido al humillarse, responde una
singular reacción de Dios. Una acción de Dios que da un nombre y que exalta al obediente tan alto
que está más allá de toda medida. «Ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará» (Is. 45,
23b). El Jesús obediente y ahora exaltado sobre toda medida ha ocupado el puesto de Señor del
universo, Jesucristo es el Señor. «Si confiesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees en tu
corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm. 10, 9). Es curioso observar
que los que profieren la confesión en el himno, en vez de los pueblos, los hombres, entran el cielo,
la tierra y los abismos, abriéndose una ancha perspectiva cósmica. No se habla de hombres, sino
de potestades. Pero no cabe duda que la comunidad, de cuya liturgia nació este himno, no se
mantenía aparte, sino que proclamaba de esta manera su fe en el dominio de Jesús.

Si tales potestades, que perdieron poder, son expresión de la angustia existencial del hombre, que
se ve arrojado en brazos de un destino ciego, entonces el destronamiento de aquéllas simboliza el
retorno del mundo a Dios. El sentido del mundo no es ya la insensatez, la ceguera, el azar, sino
Jesucristo. Jesucristo es, desde ahora, la apertura de Dios al mundo, el acceso, el intermediario, el
camino. Su dominio no quiere esclavizar, ni oprimir, sino liberar y llevar a casa. Volver a casa,
liberar, son cosas posibles en Cristo Jesús, que reveló la obediencia como acción liberadora.

En la expresión gloria de Dios Padre se hace presente la comunidad, ya que las potestades podrían
hablar de Dios, pero nunca del Padre. «Vosotros no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y
que os lleve de nuevo al temor, sino que recibisteis un Espíritu que os hace hijos

adoptivos, en virtud del cual clamamos: ‘¡Abba!, ¡Padre!’» (Rm. 8, 15).

b) Preexistencia en tiempos de Adán

La genealogía de Le 3, 38 identifica a Jesús como Hijo de Adán, Hijo de Dios. Es difícil saber si lo
segundo debe tomarse más literalmente que lo primero, como suponen muchos intérpretes.
Como quiera que sea, otros textos sugieren que los primeros cristianos asociaron, de algún modo,
a Jesús con Adán10. El paralelo entre Jesús y Adán en Rom 5, 12-17 no indica por sí solo la
preexistencia de Jesús en el periodo adámico. La prueba más importante sería el himno prepaulino
de Flp 2,6-11, dependiendo de cómo se interpreta el himno (Algunos especialistas rehúsan ver
cualquier indicación de preexistencia en el himno; otros lo interpretan como lo hacemos aquí; la
mayoría lo interpreta como se explica en la siguiente subdivisión).

El himno puede implicar que originariamente había dos figuras, Cristo Jesús y Adán, coexistentes y
paralelos en la imagen (semejanza) de Dios (para Adán, cf. Gén 1, 27). Uno (Adán) no aceptó el
estado de siervo inherente a su condición de ser humano, sino que trató de ser igual a Dios y
fracasó, cayendo así en un estado de infelicidad (Gén 3, 5.15-19). El otro (Cristo Jesús) no trató de
ser igual a Dios, sino que se anonadó voluntariamente, no sólo aceptando el estado de siervo, que
es inherente al ser humano, sino que fue aún más allá y se hizo obediente hasta la muerte de cruz.
Por lo cual Dios lo elevó a ser igual con él, dándole el nombre divino de Señor. En el estudio
anterior sobre el tiempo de Adán, vimos una posible
interpretación del himno prepaulino en Flp 2, 6-11. En esa interpretación, ni Adán ni Jesús eran
todavía iguales a Dios; de ahí la tentación de tratar de alcanzar la igualdad, rechazando Jesús la
tentación y cayendo Adán en ella. Muchos estudiosos, sin embargo, interpretan Flp 2, 6-7 en el
sentido de que Jesús no consideraba el ser igual a Dios como algo a lo que aferrarse. En este
sentido, a diferencia de Adán que, como criatura, no era igual a Dios, pero anhelaba serlo, Jesús
era ya igual a Dios, pero quiso anonadarse adoptando la condición de un siervo, al hacerse hombre
13. Los que defienden esta interpretación afirman, correctamente, que una comprensión más
normal del griego de Flp 2, 7-8 sería que el Hijo se hizo hombre. En su apoyo tienen también a 2
Cor 8, 9, que habla del Señor Jesucristo «que, siendo rico, por vosotros se hizo pobre».

Obviamente, si el Hijo se hizo hombre, tiene que haber preexistido; pero ¿desde cuándo? Esto no
está claro ni en el pasaje de Flp ni en el de 2 Cor. En cuanto al pasaje de Flp, algunos afirman que
el ser Jesús igual a Dios tiene que incluir una preexistencia eterna. Pero el punto central del himno
parece ser la igualdad en condición y gloria, por lo que cabe preguntar si se pueden forzar estas
palabras hasta tal punto que signifiquen igualdad en todos los aspectos.

(Dos temas que aparecen aquí están involucrados. El primero es cómo traducir

harpagmos (una condición deseada, codiciable): algo a que aferrarse, o algo

ya poseído para retener agarrado. El segundo es cómo traducir genomenos en la frase

que es apositiva de «tomando (o aceptando) la condición de siervo», a saber, si

significa «siendo» o «llegando a ser» semejante a los seres humanos.)

(En Hech y en Pablo (por ejemplo, Flp 2,9-11) el nombre otorgado a Jesús, ante el cual

toda rodilla debe doblarse, es kyrios o «Señor», el término usado en los LXX para

traducir «YHWH» o «Adonai». Es posible que Juan considere egó eimi como el

nombre divino dado a Jesús.)

(El concilio

de Nicea proclamó que el Hijo de Dios existió desde toda la

eternidad (cristología de la preexistencia eterna), pero esa formulación,

aisladamente considerada, podría llevarnos a olvidar la verdad

afirmada por Juan que relaciona la Palabra con la creación. Sólo

porque Dios comenzó a revelarse en la creación, fue posible tener

un gran conocimiento de Dios5.


Filipenses Textos Comentario Brown Palabras
bíblico claves
6.El cual, siendo de Cf Sb 2,23s “Porque
condición divina, no Dios creó al hombre
retuvo ávidamente para la
el ser igual a Dios. incorruptibilidad, le
hizo imagen de su
misma naturaleza; mas
por envidia del diablo
entró la muerte en el
mundo, y la
experimentan los que
le pertenecen.”
7.Sino que se cf Is 53,12 “Por eso les
despojó de sí mismo daré su parte entre los
tomando condición grandes y con
de siervo haciéndose poderosos repartirá
semejante a los despojos, ya que
hombres y indefenso se entregó a
apareciendo en su la muerte y con los
porte como hombre; rebeldes fue contado,
cuando él llevó el
pecado de muchos, e
intercedió por los
rebeldes.”
Cf 2 Cor 8,9 “Pues
conocéis la
generosidad de
nuestro Señor
Jesucristo, el cual,
siendo rico, por
vosotros se hizo pobre
a fin de que os
enriquecierais con su
pobreza.”
Cf Gal 4,4 “Pero, al
llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a
su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la
ley”
8.y se humilló a sí cf Rm 5,19 “En efecto,
mismo, obedeciendo así como por la
hasta la muerte y desobediencia de un
muerte de cruz. solo hombre, todos
fueron constituidos
pecadores, así también
por la obediencia de
uno solo todos serán
constituidos justos”
9.Por lo cual Dios le cf Is 52, 13 “He aquí
exaltó y le otorgó el que prosperará mi
Nombre, que está Siervo, será enaltecido,
sobre todo nombre. levantado y ensalzado
sobremanera”
Cf Rm 14, 9
“Porque Cristo murió y
volvió a la vida para
eso, para ser Señor de
muertos y de vivos.”
10.Para que al cf Is 45,23 “Yo juro por
nombre de Jesús mi nombre; de mi boca
toda rodilla se doble sale palabra verdadera
en los cielos, en la y no será vana: Que
tierra y en los ante mí se doblará
abismos, toda rodilla y toda
lengua jurará.”
11.y toda lengua cf Rm 10,9 “Porque, si
confiese que Cristo confiesas con tu boca
Jesús es SENOR para que Jesús es Señor y
gloria de Dios Padre. crees en tu corazón
que Dios le resucitó de
entre los muertos,
serás salvo.”
Cf 1 Cor 12,3 “Por
eso os hago saber que
nadie, hablando con el
Espíritu de Dios, puede
decir: ¡Anatema es
Jesús!; y nadie puede
decir; ¡Jesús es Señor!
Sino con el Espíritu
Santo.”

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