Fallo Solubles Montecristo

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SENTENCIA NUMERO: 86. CORDOBA, 23/07/2021.

Y VISTOS: En estos autos


caratulados “SOLUBLES MONTE CRISTO S.R.L. C/ EFFRON, FERNANDO
ALFREDO - ORDINARIO - COBRO DE PESOS” (Expediente 6175756), de
los que resulta que a fs. 1/1 vta. comparece el Dr. Agustín Alba Moreyra, en su
carácter de apoderado de Solubles Monte Cristo SRL, tal como lo acredita con el
Poder General para pleitos, debidamente juramentado, que luce a fs. 3/3 vta., y el
Dr. Pablo Fernando Ayala Handji, e interponen acción en contra del Sr. Fernando
Alfredo Effron DNI 10.290.990 (en rigor Fernando Alfredo Nicolas Effron según
constancias de autos), por el cobro de la suma de pesos doscientos treinta y dos
mil seiscientos ochenta y seis con cuarenta y ocho centavos ($ 232.686,48), con
más sus intereses desde la fecha de emisión de la factura y costas. Manifiestan
que la acreencia proviene de la falta de pago de la Factura Nro. 0006-00002469
por el monto reclamado. Relatan que el demandado se presentó en la empresa
accionante para adquirir mercadería y, en ese acto, se le fue entregado el pedido.
Señalan que dicha factura fue emitida, con el respectivo recibo correspondiente,
en el negocio de propiedad del actor, sito en Ruta Nro.19, KM 313 de la
localidad de Monte Cristo, Provincia de Córdoba, sin que hayan sido impugnados
en el término pertinente, por lo que la cuenta se halla liquidada. Reiteran que, la
factura acredita la compraventa de mercaderías que en ella se consigna, y que la
accionante cumplió con la entrega en tiempo y forma. Expresan que el
vencimiento del pago de la factura ya operó con exceso, pese a ello y a los
numerosos reclamos extrajudiciales efectuados, no fue abonada. Afirman que el
rechazo por parte del demandado, se debe a supuestas razones fiscales, lo que a
su entender constituye una postura para evitar cumplir con el pago pretendido.
Ofrecen prueba Documental Instrumental: Factura reclamada, remito y cartas
documentos enviadas entre las partes.
A fs. 15 se admite la demanda, a la que se le imprime trámite de juicio ordinario.
A fs. 119/121 comparece el demandado, Sr. Fernando Alfredo Nicolas Effron
DNI 10.290.990, acompañado de su letrada apoderada, Dra. Graciela Inés
Balaguer (Poder Apud Acta fs. 158), solicita participación de ley, constituye
domicilio, e interpone incidente de nulidad de la notificación, rechazado por el
Tribunal conforme decreto fundado de fs. 124/124 vta.
A fs. 133 se ordena correr traslado de la demanda por el plazo de diez días al
accionado, quien lo evacua a fs. 146/148 vta. En tal oportunidad, solicita el
rechazo la demanda, con especial imposición de costas a la parte actora.
Seguidamente niega todos y cada uno de los hechos descriptos en la demanda, y
el derecho invocado en ella, salvo todo aquello que sea materia de un expreso
reconocimiento de su parte. Niega adeudar a la parte actora la suma de $
232.686,48, ni ninguna otra. Asimismo, niega adeudar suma de dinero alguno, ni
intereses de factura Nro. 0006-00002469 de fecha 06/08/2015. Niega haber
recibido mercadería alguna referenciada en la factura antes mencionada, como
así del remito Nro. 00009037 acompañado por la actora. Agrega que ambos
(factura y remito) adolecen de fecha de entrega y son firmados por persona ajena
a su empresa. Aclara que no fue firmado por su persona, ni por persona
autorizada. Indica que, dicho remito no condice con la factura reclamada y que
no adolece de defectos formales, tales como: no tiene nombre y apellido de la
cuenta corriente mercantil, y no contiene fecha (ambos rubros se encuentran en
blanco). Señala que, además de ser ilegible la copia del remito que corre a fs. 5,
no coincide con lo facturado. Niega haber retirado por la empresa la mercadería
de la Factura Nro. 0006-00002469 de fecha 06/08/2015, y desconoce la firma
inserta en la factura y remito. Refiere que es imposible que dicho remito coincida
con la factura, y que en base a la cuenta y a los remitos que conoce y que le
fueron entregados por el Transporte Noa, quien le retiraba la mercadería, el
número del remito debería ser de fecha anterior al 06/08/2015. Afirma que posee
un remito, con fecha 23-06-2015, con el número 0001-00009037 (en rigor “Nro.
0001-00009031” según constancias de fs. 136), y expresa que desde el mes de
junio al mes de agosto -fecha de la factura- la empresa Soluble Montecristo SRL,
habría realizado sólo 6 ventas más. Resalta que eso llama poderosamente la
atención; e indica que eso demuestra que la mercancía no le fue entregada y que
se le intenta cobrar una factura impugnada. Dice que, tal como se desprende de la
CD 654698666 enviada al actor con fecha 02/05/16, impugnó debidamente la
factura reclamada, al advertir que el actor se encontraba sobre facturando
mercadería que no correspondía -y reitera- que no se le entrego. Señala que el
actor actúa comercialmente con dos firmas paralelas: Soluble Montecristo SRL y
nombre de fantasía Vélez de Epifanio Jiménez e Hijos SA, lo que lo lleva a
facturar de más sin tener debidamente sus cuentas en orden, provocando errores
en la facturación. Asimismo, sostiene que el actor actúa con dolo, al intentar
producir el error de que la mercadería fue entregada y facturada. Reitera que no
existe, ni existió, en su poder dicha factura; como tampoco el correspondiente
retiro de la mercadería. Señala que según el art. 1147 del CCC la cosa debe ser
entregada dentro de las 24 horas de celebrado el contrato, y que de ninguna
manera el actor entregó en dicho plazo, ni en ninguno otro, la mercadería que
ahora pretende cobrar. Plantea que jamás retiró en origen la mercadería, siempre
fue por transporte (Transporte NOA) por su domicilio en Chamical (La Rioja); y
que jamás pudo impugnar la factura en cuestión, si no se le entregó, y que, al
emplazarlo por CD ejerció su derecho, impugnando en tiempo y forma la
facturación. Arguye que nunca tuvo recepción de la Factura Nro. 0006-00002469
que se le intenta cobrar, y que nunca se le entregó. Insiste que, por la mala y
confusa contabilidad de las dos empresas, ahora pretenden cobrarle una factura
hecha con dolo y sin su conocimiento. Adita que, las cuentas abiertas coinciden
tanto en la empresa Soluble Montecristo SRL como en Vélez de Epifanio
Jiménez e hijos SA; y por ello tienen el mismo número de cuenta 17577. Alega
que, a pesar de que las empresas tienen domicilios distintos, plantas diferentes,
contabilidad y administración diferentes, se evidencia que a gusto y placer
confeccionan facturas inexistentes. Hace reserva de iniciar acción de daños y
perjuicios, con más otras acciones judiciales que pudieren corresponder contra
ambas empresas. Impugna y acusa de nula la documental acompañada a fs. 4
(Factura Nro.0006-00002469 de fecha 06/08/2015), fs. 5 (remito ilegible) y fs. 6
(Carta Documento Nro. 431989183 de fecha de presentación en el Correo
Argentino el 11.04.2016). Ofrece prueba documental. Hace reserva de caso
federal.
A fs. 150 se abre a prueba la causa por el término de cuarenta (40) días
A fs. 159 obra el ofrecimiento de prueba de la parte actora consistente en
documental e instrumental, testimonial, informativa, pericial contable y
confesional, proveída a fs. 190. En tanto, a fs. 753/755 vta. lo hace la demandada,
la que consiste en confesional, instrumental – documental, informativa,
testimonial, pericial contable y caligráfica, proveída a fs. 756.
A fs. 172 se clausura el término de prueba sin perjuicio de la ofrecida, instada y
diligenciada en término.
A fs. 990 se ordena la acumulación de los respectivos cuadernillos de pruebas y
se corren los traslados para alegar, por su orden. A fs. 1000/1005 vta. corre
incorporado el alegato producido por la parte actora y a fs. 1006/1010 vta. el del
demandado
A fs. 1011 se inserta el decreto que llama autos para dictar sentencia, firme y
consentido, queda la presente causa en condiciones de ser resuelta.
Y CONSIDERANDO:
I) La litis.
Solubles Montecristo SRL, por intermedio de su apoderado, Dr. Agustín Alba
Moreyra y de su letrado patrocinante, Dr. Pablo Fernando Ayala Handji, entabla
formal demanda ordinaria en contra del Sr. Fernando Alfredo Nicolás Effron,
DNI 10.290.990, persiguiendo el cobro de la suma de pesos doscientos treinta y
dos mil seiscientos ochenta y seis con cuarenta y ocho centavos ($ 232.686,48),
con más intereses y costas. Funda su petición en la falta de pago de la Factura
Nro. 0006-00002469 de fecha 06/08/2015, emitida por su mandante al
demandado. Por su parte, el demandado, Sr. Fernando Alfredo Nicolas Effron
DNI 10.290.990, mediante su letrada apoderada, Dra. Graciela Inés Balaguer,
contesta la demanda peticionando su total rechazo. Alega la inexistencia de la
compra representada, y la invalidez de la firma que consta en dicha Factura y en
el Remito Nro.00009037, por no ser el firmante dependiente, ni persona
autorizada para hacerlo. Todo ello, sobre la base de los argumentos reseñados en
los vistos de la presente resolución, a los que remito por razones de brevedad.
En estos términos ha quedado trabada la litis.
II) Las normas de derecho aplicables al particular.

En primer término, conforme la relación de hechos practicada, creo conveniente


precisar las reglas de derecho aplicables al caso de marras como así también
determinar la naturaleza del acto pretendidamente celebrado.
En efecto, la sociedad accionante pretende que se condene al demandado al pago
de lo adeudado por la venta de mercadería (cajas de leche en polvo), la cual
oportunamente fue realizada en el marco de la apertura de una cuenta corriente, y
se ha expedido la factura y remito pertinente. Así expuesta la relación, ella
engasta en un contrato de compraventa, en donde una parte se obliga a transferir
a la otra la propiedad de una cosa y ésta se obliga a recibirla y a pagar por ella un
precio cierto en dinero (Art. 1123, CCyC).
A fin de determinar si se trata de un pleito entre comerciantes, existen
interpretaciones jurídicas que, aplicadas a los datos de la causa son suficientes
para considerar que efectivamente la condición del accionado frente a la firma
actora, fue la propia de un comerciante.
Sin embargo, desde la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación ha
dejado de existir la tradicional distinción entre contratos civiles y comerciales.
Esta unificación significa que, desde el punto de vista legal, ya no pueden
considerarse diferentes.
Asimismo, el CCyC innova en materia de contabilidad y estados contables;
regula la “obligación” de llevar contabilidad, y establece que recae sobre todas
las personas físicas y jurídicas que desarrollen alguna actividad económica
organizada (art. 320 CCyC), a diferencia del Código de Comercio derogado que
limitada ese deber a solamente a los comerciantes (art. 43 CC).
Al respecto, la doctrina ha sostenido que la nueva Codificación unificada ha
mantenido el sistema de los registros contables, como "carga", y no obligación, al
no establecer sanción concreta alguna por la falta de un sistema legal contable,
sino la consecuencia en materia de la prueba en juicio (FAVIER DUBOIS (p),
Eduardo M. — FAVIER DUBOIS (h), Eduardo M., "Avances, retrocesos y
oportunidades perdidas en el Proyecto de Código Civil en materia de sistemas de
registros contables", Revista Doctrina Societaria y Concursal, Errepar, Agosto
2014, Nro. 321, p. 820).
De conformidad con lo expuesto, el desconocimiento del mandato legal de llevar
la contabilidad, acarrea la pérdida del beneficio que la ley le otorga, lo que está
íntimamente relacionado con la eficacia probatoria de la prueba de libros. En
efecto, el art. 330 reza: “La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la
forma y con los requisitos prescriptos, debe ser admitida en juicio como medio
de prueba". No hay lugar a dudas de que, en este artículo, se mantiene la
tradición mercantilista.
Seguidamente, procede a fijar las reglas concretas acerca del valor probatorio -
aplicables tanto a la contabilidad llevada voluntaria como obligatoriamente- a
cuyo fin distingue, por un lado, a las personas que llevan su contabilidad
registrada y a los problemas que pueden suscitar entre ellas; y por el otro, a las
personas que no están obligadas ni llevan voluntariamente contabilidad alguna.
En el primer supuesto, establece que los registros prueban en contra de quien los
lleva – aunque no estuviesen en forma- o en favor cuando el adversario, también
comerciante, no presente contabilidad registrada; en tanto el segundo supuesto,
refiere al litigio suscitado entre un sujeto que lleva contabilidad frente a otro que
no.
Sin embargo, y amén de la unificación de la materia civil y comercial, lo cierto es
que las pautas de prueba de los contratos, otrora comerciales, no han perdido
vigencia bajo el continente normativo actual, y sirven como nota ejemplificativa
de la enunciación de diversos medios de prueba idóneos para dar cuenta de la
existencia de una compraventa entre comerciantes, determinando a la existencia
de libros como un elemento probatorio de trascendencia, pero no exclusivo.
Concretamente, el anterior art. 208 del C. de Comercio, alude a distintos medios
probatorios útiles para dar cuenta de la existencia de los contratos comerciales.
Enumera un total de siete incisos, donde, desde el punto de vista de la
especialidad del contrato, se destacan los mencionados en el inciso 5to., o sea,
“libros de los comerciantes y facturas aceptadas”.
Sin embargo, el final del precepto agrega a la lista a la prueba de presunciones,
conforme a las reglas establecidas en el presente título.
Amén de la enumeración expresa en el dispositivo legal citado, la doctrina y
jurisprudencia dejaron establecido que la misma no es taxativa, y que en modo
alguno impedía la utilización de cualquier otro medio de prueba (Código de
Comercio y Normas Complementarias, Ghersi-Weigarten-Directores-, Análisis
Jurisprudencial Comentado, Concordado y Anotado, T I, Nova Tesis, Bs. As.,
2006, p. 285).
De manera tal, que la regla probatoria a tener en cuenta para la demostración de
la existencia o no del contrato, admite la consideración de toda clase de
elementos, ya sea de forma instrumental, interpretación contable, testigos, etc., en
tanto cuenten con tendencia convictiva en uno u otro sentido de las postulaciones
esgrimidas.
Por otra parte, sabido es que las reglas tradicionales de la carga probatoria
imponen al actor la necesidad de acreditar los elementos constitutivos de la
pretensión; los que, en el tipo de reclamo que nos ocupa, se refieren al
cumplimiento de las obligaciones que incumben al vendedor, y al
incumplimiento de las que pesan sobre el comprador. Las primeras, aunque en su
completitud abarcan un espectro de constricciones más complejo que las
requeribles para resolver el caso de autos, pueden resumirse en una fundamental,
cual es, entregar la cosa vendida en las condiciones establecidas y conferir la
propiedad de ella al comprador –ello, al margen de la subsunción del negocio en
materia civil o comercial (arts. 1408, ss. C.C., o art. 450 y ss., C. Com.; hoy arts.
1123 y ss. del Código Civil y Comercial de la Nación aprobado por ley 26994, en
adelante CCyC). Y las segundas, también se sintetizan en el pago del precio
acordado (arts. 1424, 1425, 1426, C.C. y 465, C. Com.; hoy arts. 1141 y 1152,
CCyC). Además de ello, corresponde dejar claro que al no ser la compraventa un
contrato formal, los medios probatorios deben admitirse con amplitud.
Soslayado lo anterior, corresponde analizar las constancias de autos a fin de
verificar la existencia de los extremos fácticos invocados -derivándose por ende
la acreditación de la legitimación activa causal y la legitimación pasiva en la
persona del demandado- la existencia de la relación comercial, la cuenta
corriente, la operación justificativa de la deuda resultante, y el monto de ésta.
III) La prueba rendida en autos.-
a. Prueba Instrumental:
a.1.- La factura, el remito y los libros de comercio.

Revisadas las constancias de autos surge que la actora acompañó instrumental


que obra a fs. 4/9, a saber: Factura tipo “A” Nro. 0006-000002469, Remito Nro.
00009037 y Cartas documento enviadas entre las partes (Nros. 431989183,
430952598 y 654698666), cuyos originales tengo ante mí vista por encontrarse
reservados en Secretaría. Por su parte, la parte demandada centró su postura
defensiva en negar su autenticidad, y desconoció la firma inserta al pie de dichos
documentos, punto sobre el cual volveré ut infra.
Por lo expuesto, corresponde en primer lugar, analizar la eficacia probatoria de la
factura traída por el accionante, cuyo cobro reclama y mediante la cual se
pretende probar la existencia misma de la relación contractual aludida en la
demanda, esto es, la compraventa entre Solubles Montecristo SRL y el Sr.
Fernando Alfredo Nicolas Effron.
Aquí es dable destacar que, la factura es un instrumento privado en los términos
de los arts. 287 y 313 del CCyC, emanado de un comerciante en el que se
describe el objeto de su prestación en un negocio, el precio y el plazo para su
pago, el nombre y otros datos de las partes, incluyéndose a veces otras
especificaciones sobre la relación contractual. Ello así, la factura por su
naturaleza, contenido y finalidad es un medio probatorio genérico de los
contratos comerciales (CN Com., Sala C, 21/11/1997, “Sáenz Valiente, Bullrich
y Cía. SA c/ Casa Davicú SRL”, La Ley, 1998-C, 699).
Nótese que, en cuanto tal, la factura no tiene carácter constitutivo de derechos,
sino que implica una mera liquidación de las cuentas que corresponden a un
negocio previo (CN Com., esta Sala, “Pelco SA c. Serbeco SA”, del 04/09/2014;
“SMW SRL c. Cir Med SA”, del 25/08/2016, entre otros). Es decir: las facturas
no son instrumentos autónomos, ni son los que dan génesis al “contrato” en cuya
ejecución se procede, lo que si son es una simple prueba de ese contrato —de
existencia precedente— y de su cumplimiento en los términos que surjan de tales
instrumentos. Por ello es que, por sí solas, no tienen eficacia probatoria, puesto
que, al ser instrumentos unilateralmente emanados del propio interesado en la
condena, requieren del procedimiento previsto en la ley a efectos de lograr la
participación del supuesto deudor y adquirir, sólo entonces, la aludida eficacia
probatoria en contra de éste. Entonces, la ley requiere a estos efectos que el
emisor de la factura la entregue a quien debe pagarla, otorgando a éste esa
participación que le impondrá impugnarla en tiempo so pena de que las cuentas
en ellas practicadas puedan presumirse cuentas liquidadas en los términos del
derogado art. 474 del código de comercio (hoy art. 1145 del Cód. Civ. y Com. de
la Nación) (v. CNCom, esta Sala, in re: Mansilla Derqui SA c. Blanco Encalada
1451 s/ ordinario” del 21/09/2017).
Pues bien, a la luz de los criterios expuestos, corresponde valorar la Factura Tipo
A Nro. 0006-000002469 obrante a fs. 04 de autos, expedida con fecha 06 de
agosto de 2015 por la actora Solubles Montecristo SRL, con domicilio en Ruta
Nacional 19 Km 313 de Monte Cristo – Córdoba, al demandado, Sr. Fernando
Alfredo Nicolas Effron, titular de la Cuenta Corriente Nro. 17577, cuya
condición tributaria ante AFIP es de Responsable Inscripto, con clave única de
identificación tributaria (CUIT) 23-10290990-9 – el que coincide con el DNI
indicado por el propio demandado (Vide fs. 119)-, con domicilio en la calle 9 de
Julio Nro. 395, CP 5380- Chamical- La Rioja -conteste al consignado en el resto
de las facturas y remitos aportados por el propio demandado (fs. 136/ 145) y con
el destinatario designado en la Carta Documento obrante a fs. 09 recibida por el
demandado-. Respecto a la condición de pago, consigna “Cuenta Corriente 30
días”; y en cuanto al objeto facturado, se detalla: código, cantidad adquirida,
descripción del producto, precio bruto y precio neto.
La factura en cuestión, al ser expedida por un sujeto Responsable Inscripto a
otro, es de tipo “A” y el IVA se encuentra discriminado. De esta manera, el
importe total de $ 232.686,48, se arriba al aplicarle al monto bruto ($
192.302,88) la alícuota del 21% en concepto de IVA que grava dicha operación
($ 40.383,60).
Asimismo, en dicho instrumento se indica como plazo de vencimiento de pago el
mismo día de la emisión (06.08.2015), esto último conforme el derecho que le
compete al comprador de revisar y expresar su disconformidad con lo entregado
dentro de los diez días de retirada (art. 1149 de CCyC).
Según lo expuesto, la clase de factura y su contenido constituye un importante
indicio acerca de la existencia del contrato, pues importa la atribución de un
negocio específico y a una persona identificada por el sistema tributario. Y si
bien – como ya he dicho- esto no representa de manera directa al contrato, al
menos le otorga un mayor grado de autenticidad a la factura.
Ahora bien, el escaso valor de la factura para dar cuenta, por sí misma, de la
existencia del negocio, pasa a tener un especial poder persuasivo si con ella
confluyen otros instrumentos que representen los hechos típicos de la clase de
contrato.
Así, en el caso de la compraventa de mercaderías, uno de los hechos que hacen a
la prueba del contrato, es el cumplimiento de la obligación de entregar la cosa
que le cabe al vendedor, y la recepción de la misma en idéntica cantidad, que le
cabe al comprador. A ese fin, adquiere singular relevancia la existencia de
Remito, o sea, el instrumento que representa el acto de entrega y recepción de la
misma cosa, y en la misma cantidad que se describe en la factura.
Es decir, que la coexistencia de factura y remito, permite relacionar al vendedor
de la mercadería que figura en la factura con la misma cosa que se menciona
recibida en el remito, y, al comprador que se designa en la factura, con la misma
persona que figura recibiendo idéntica cosa en el remito.
Pero no sólo el remito es instrumento idóneo para inferir la realidad del negocio
representado en la factura, sino también el asiento de la operación en los
denominados libros de comercio.
De hecho, podría decirse que la prueba de una compraventa comercial se
compone de la documental respaldatoria, y del asiento en los libros que reflejan
la historia de los actos de comercio de una empresa o comerciante, ordenados de
un modo cronológico.
El registro simultáneo de la actividad del comercio, procura evitar que la
reconstrucción de su historia dependa exclusivamente de la expedición y
postulación unilateral de documentos. Ello, no sólo por la posibilidad de que esa
documentación haya sufrido una manipulación previa dirigida a lograr una
gestión exitosa en el futuro conflicto judicial, sino también por la contingencia de
que no refleje fielmente la realidad histórica del comerciante, por razones ajenas
a la conducta dolosa de este último, como puede ser el simple extravío, o la
ausencia de instrumentación al tiempo en que se practicó cualquier acto que
influya en el patrimonio neto de la empresa.---------------------------------------------
Esta claro que el sentido de la ley ha sido paliar el problema que
significa la reconstrucción de los negocios entre comerciantes, y la
influencia de ese dilema en la seguridad jurídica, entendida esta como uno
de los pilares en los que se cimenta el Estado de Derecho. Para ello, ha
diseñado y exigido a los comerciantes que lleven regularmente los libros
pertinentes, como una forma de fotografiar anticipadamente la historia del
comercio, y de ese modo poder discernir los eventuales conflictos
judiciales sobre la base de aquél parámetro objetivo.----------------------------
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Se trata del cumplimiento al denominado principio de comunicación, el cual
deriva del juego armónico de los ya derogados arts. 43 y 63 del Cód. de
Comercio. Es decir que, necesariamente, los comprobantes respaldatorios deben
encontrar su correlato en los respectivos los asientos volcados en las
registraciones contables del comerciante, en el sentido que, el instrumento
aislado que pretende documentar una operación, es tal en tanto aparezca en el
historial.
a2. La impugnación de la factura y el remito.
a2.1. Pericia caligráfica: Labor inoficiosa.
En el particular, se advierte que ambos instrumentos se encuentran rubricados por
una persona física que se identifica como “Javier Molina, DNI 30.067.925”.-
Al respecto, no es baladí reparar en las razones de este uso comercial.
En primer lugar, debe recordarse que el elemento de prueba por antonomasia que
hace la acreditación de los negocios entre comerciantes, son los registros de
contabilidad llevados de manera obligada o voluntaria (arts. 320 a 330, CCCN).
Más allá de que el resto de las pruebas que se diligencien como demostrativas del
contrato comercial, también son útiles como tendencia persuasiva, la télesis legal
de fondo regulada procura dirimir el problema sobre la base de una contabilidad
llevada regularmente por los comerciantes, más allá de que estos sean o no
obligatorios.
Sin embargo, sucede que la experiencia ordinaria de la realidad comercial,
muestra una clara tendencia a la insana costumbre de no llevar regularmente los
libros de registro. Ello ha provocado que los comerciantes ordenados en sus
anotaciones contables, tomen otra clase de recaudos a la hora de contratar con
colegas que omiten el asiento de sus cuentas acreedoras y deudoras. Así se ha
instalado la costumbre de darle una apariencia bilateral a instrumentos
particulares que carecen de esa funcionalidad de origen. Es que salvo el caso de
la factura conformada (ley 24.064), de escasísima utilización en el país, no existe
regulación específica que imponga la necesidad de firma del comerciante
adquirente en la factura del vendedor. De allí que la existencia de alguna firma
en la factura, es sólo producto de una actitud proactiva del vendedor, que intenta
lograr que el comprador ratifique la venta.
Es decir, que al no estar legalmente obligado el adquirente a rubricar la factura, el
recurso alternativo es lograr la firma de algún agente de aquél en instantes de
entrega de mercadería o situación análoga.
Tal es lo que parece haber sucedido en el caso, según se infiere implícitamente
del texto de la demanda y documental acompañada. En efecto, si el demandante
dirige la demanda en contra del Sr. Effron, y al mismo tiempo acerca como
instrumento fundante a la factura y el remito firmados por tercera persona, es
evidente que la intención implícita es atribuirle al firmante la calidad de
dependiente del comprador.
Se trata de una mera deducción en función de lo que indican las máximas de la
experiencia en general, y en especial en lo que refiere a la materia bajo análisis.
Esto, claro está, in abstracto de que el firmante fuese o no, un subordinado del
demandado.
A pesar de todo lo expuesto bajo el acápite, el presunto comprador, Sr. Fernando
Alfredo Nicolás Effron, dirigió su esfuerzo probatorio a demostrar que las
rúbricas asentadas en la factura y el remito no le pertenecían, lo cual, ni siquiera
fue parte de la base fáctica alegada por el demandante para dar sustento a su
pretensión.
Y esto fue así, pues el actor en ningún momento le atribuyó la firma de los
documentos al demandado, sino, se insiste, a un tercero identificado como
empleado de éste, que habría intervenido en representación del accionado a la
hora de ratificar el contenido de la factura y la recepción de las mercaderías cuya
venta impaga se denuncia.
En otras palabras, el esfuerzo probatorio se traduce en una suerte de perogrullada,
pues de la simple literalidad de los instrumentos puede advertirse que el firmante
que practicó la rúbrica consignó un nombre diferente al del accionado;
concretamente, el del ya nominado “Javier Molina DNI 30.067.925”
De nada sirve entonces efectuar mérito alguno sobre la pericia caligráfica, pues
su objeto de estudio y conclusión, refiere a un dato conocido desde el inicio de la
contienda (o así debía interpretarse), es decir, que las firmas insertas en los
documentos del acápite no le pertenecen al accionado.-
a2.2. La relación del firmante con el negocio investigado.

La verdadera información dirimente capaz de vincular a los instrumentos que


aporta el actor con el accionado en estos autos, es la ya mencionada condición de
subordinado de quien nominalmente aparece como firmante.
Pero sucede que este último no se ha presente al proceso, con lo cual, no existe
una prueba positiva demostrativa de esa situación.
No se me escapa que en la primera ampliación del informe pericial contable (fs.
699), la experta ha determinado que el firmante Javier Molina “No es un
empleado de Effron” porque no cuenta con alta temprana, ni está incluido en la
nómina de empleados (fs. 701).
Sin embargo, este dato no es suficiente para demostrar la ausencia de vínculo
laboral –o de servicio-, del Sr. Molina, pues en primer lugar es un hecho público
y notorio (por su publicación permanente y de fácil acceso) y que por lo tanto no
requiere de prueba, sabido es que en nuestro país la informalidad que mide el
INDEC sobre los trabajadores asalariados, es del 35%. Y si a ellos se suman los
cuentapropistas, el porcentaje alcanza el 50%.-
En definitiva, tampoco esta prueba logra desvincular o vincular por sí mismo al
negocio de la demanda con la persona del accionado.-
a3.- Prueba testimonial. Incidente de inidoneidad de testigos.

A pesar de lo hasta aquí expuesto en torno a la imposibilidad de darles valor


representativos del negocio a los instrumentos particulares ya descriptos, de suyo
que ello no obsta al valor indiciario que puede atribuirse a los mismos. Es decir, a
la posibilidad concreta de que conformen la afirmación base propia de toda
presunción hominis, conjuntamente con otros datos que, aunque no sean prueba
directa del negocio, sí cuenten con análoga tendiente persuasiva, de modo tal,
que subsumidas a las máximas de la experiencia pueda determinarse la existencia
del hecho incierto investigado.
De suyo que los dos instrumentos conexos como la factura y el remito, donde se
describe exactamente la misma compraventa en el objeto, precio y sujetos
intervinientes, constituyen un dato indiciario del mismo negocio en ellos
representados.
De allí que la labor a emprender es determinar si del análisis del resto del
material probatorio producido, pueden extraerse otros elementos de la misma
naturaleza y con la misma tendencia probatoria, en orden a la construcción de
una presunción del hombre que genere convicción suficientemente acerca de la
compraventa denunciada en la demanda.
A este fin, de las declaraciones testimoniales ofrecidas y producidas por el
accionante, surgen una serie de datos que parecen ratificar la realidad del negocio
en análogos términos a los que describen la factura y su remito.
Sin embargo, no se me escapa que la accionada ha invocado la parcialidad de los
deponentes mediante el pertinente incidente de inidoneidad.
Funda la diatriba en la condición de relación de dependencia que los deponentes
han reconocido al expedirse respecto a las “generales de la ley” (art. 298, CPCC)
(vide fs. 251). Posteriormente, al momento de alegar ha efectuado la misma
crítica (fs.1006/1010 vta.)
Corrido traslado al actor, éste lo evacua a fs. 258/258 vta. y solicita que al
momento de dictar sentencia se rechace la incidencia, con imposición de costas.
Indica que las objeciones se refieren a la calidad de empleados en relación de
dependencia, sin embargo, advierte que los Sres. Daniel Ángel Falo y Julio
Héctor Mansilla son trabajadores de otra firma que es distribuidora de los
productos de la actora (Epifanio Jiménez e Hijos SA).
Como premisa general reguladora de la situación bajo juzgamiento, cabe partir de
la noción que la doctrina le imprime a la falta idoneidad de un testigo. Al
respecto, se ha dicho que se trata de "la calidad de pureza que requiere un testigo
para producir convicción en el juzgador" (cfr. Falcon Enrique M. código
Procesal C.C. de la Nación, Tomo III pag.362). El tópico ahora, es determinar en
qué grado el caso de los testigos presuntamente interesados contaminan la pureza
del testimonio. Devis Echandía señala que “el desinterés es requisito de su
eficacia, más no de su existencia, puesto que si se recibe declaración en proceso
a quien tiene interés económico o familiar o de otra índole, en el éxito de una de
las partes, habrá testimonio indudablemente, pues…en derecho contemporáneo
lo trascendente pasa por el mérito que el juez le reconozca de acuerdo con las
circunstancias de cada caso” (Devis Echandía, Teoría General de la Prueba t. 2,
Quinta ed., Bs. As. 1981, p. 27). En otras palabras, la circunstancia o grado de
interés del tercero, influye en la eficacia probatoria del testimonio, pero no en su
existencia. Naturalmente, no todo interés en los hechos declarados tiene la misma
importancia ni puede producir igual ineficacia del testimonio. (Cfr, Ob. y autor
cit, p. 120).-
En lo que refiere los testigos del caso, puede extraerse de las propias generales de
ley, que tanto Sr. Daniel Ángel Falo (acta fs. 241/241 vta.), como Julio Héctor
Mansilla (acta fs.243/244), son viajantes vinculados con la Empresa Epifanio
Jiménez e Hijos SA, la cual, indiscutiblemente tiene una relación estrecha y de
logística comercial conectada con Solubles Montecristo SRL. Siendo esto así, es
real que los deponentes pueden ver alterada su relación con las empresas, en
tanto su caudal de trabajo depende de ello.
Sin embargo, también lo es que las concretas manifestaciones de los deponentes
no tienen directa relación con la actividad que a ellos les compete. Distinta sería
la situación si fuesen encargados de la facturación, en cuyo caso, podrían faltar a
la verdad para no poner al descubierto el yerro en la función que les cabe.
Dicho esto, la franquicia que deja en claro la doctrina en cuanto al análisis de esta
clase de testigos lo es en función de cada caso en particular, se da en esta
hipótesis de juzgamiento.
Esto así, pues tal como se analizará en lo que sigue, no sólo los deponentes
brindan precisas manifestaciones en torno a la existencia del negocio, sino que el
resto de las pruebas producidas cuenta con la misma propensión convictiva.
Así las cosas, el argumento del demandado pretende insinuar que la sola relación
laboral envilece el testimonio. Pues bien, incurre la parte en un sofisma de
accidente, esto es, que al sujeto se le imputa una cualidad como esencial cuando
–en rigor– no necesariamente tiene tal carácter. Es por esto que el vicio señalado
se emparenta a la denominada generalización precipitada, ya que la causa o
razón examinada es poco representativa para sostener una generalización (cfr.
Andruet, Armando S., Teoría General de la Argumentación Forense, Alveroni,
Córdoba, 2001, p. 325).
Ingresando al mérito de las declaraciones, el Sr. Daniel Ángel Falo (fs.241/242)
respecto de la operatoria comercial habida entre las partes, señala que: “…La
operatoria consistía en que el demandado lo llamaba para pedirle precio o
cotización de la leche, y venia después a retirar la leche acá en Córdoba o en
Monte Cristo, y pagaba en la empresa…” (el resaltado me pertenece). Al
efectuársele idéntica pregunta al Sr. Julio Héctor Mansilla, este respondió que el
Sr. Effron: “preguntaba precios y condiciones, porque el mismo estaba en la
oficina y le preguntaba el vendedor los precios y si había mercadería, porque
hay momentos que no hay stock.”(sic) y que: “…varias veces se llegó por la
oficina. Retomando la operatoria comercial, Effron llamaba pedía precio, y si
había stock, en el caso se les daban las tres cosas, se pactaba cuando las
necesitaba y de acuerdo a eso compraba o no compraba, o buscaba otro precio.
Si se hacia la operatoria, el preguntaba donde podía retirar, por el circuito del
camión propio que retiraba la mercadería …” (sic).
Además, al interrogar a ambos deponentes antes mencionados acerca de cómo el
demandado retiraba la mercadería encargada, coincidieron y respondieron que lo
retiraba con un camión propio (fs. 241 vta. y 243 vta.)
Por otro lado, preguntado el testigo Falo reconoció como ciertos y ocurridos la
factura y el remito glosados a fs. 4 y 5 de autos, el testigo explicó que “la factura
y el remito pasaban por la empresa que trabaja, y él tomaba conocimiento de los
mismos”, y agregó que “se factura cuando se carga la mercadería, es decir que
la factura presupone la entrega de la mercadería”
En lo que refiere al Sr. Cristian Eduardo Flanagan, la condición de dependiente
de Solubles Monte Cristo SRL, lo coloca en una situación más desfavorable en lo
que refiere a su valor probatorio. Aunque se trata del empleado directamente
encargado de la metodología de las compra ventas, facturación y proceso de
entrega de los productos, lo real es que esa circunstancia tiene un doble y
contradictorio poder persuasivo:
Por un lado, su condición de conocedor directo de la autenticidad de los
documentos, le otorga el jaez de prueba directa.
Empero, al estar en juego precisamente su eficacia como responsable de la
actividad, su declaración se ve contaminada por un interés personal en mantener
incólume la eficacia de su tarea.
De todos modos, in abstracto del componente subjetivo, lo cierto es que las
declaraciones muestran una clara tendencia hacia la realidad histórica del
negocio, pues los viajantes han sido por demás claros en su descripción, y más
allá de su potencial interés en mantener buenas relaciones con el actor, ello no
priva a las manifestaciones de la coincidencia que tienen con los instrumentos
que acerca el demandante. Esto, en definitiva, se traduce en la elaboración de una
afirmación base que ya cuenta con dos indicios con idéntica propensión
persuasiva.
a4. La registración de la contabilidad y su valor probatorio para casos como
el presente.-
De conformidad con lo expuesto al expedirnos sobre las premisas de derecho
involucradas en el caso, el elemento de prueba fidedigno en orden a la de la
actividad comercial se relaciona con la eficacia probatoria de la prueba de libros,
en tanto se lleven en forma regular.
Además la norma del art. 332, última parte, autoriza la necesidad de exhibir
libros ante la jurisdicción cuando la revisión de ellos tenga que ver con la
cuestión controvertida, como sucede en el caso.-
En efecto, el art. 330 reza: “La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la
forma y con los requisitos prescriptos, debe ser admitida en juicio como medio
de prueba". Seguidamente, la norma fondal fija las reglas concretas acerca del
valor probatorio -aplicables tanto a la contabilidad llevada voluntaria como
obligatoriamente- a cuyo fin distingue, por un lado, a las personas que llevan su
contabilidad registrada y a los problemas que pueden suscitar entre ellas; y por el
otro, a las personas que no están obligadas ni llevan voluntariamente contabilidad
alguna.
En el primer supuesto, establece que los registros prueban en contra de quien los
lleva – aunque no estuviesen en forma- o en favor cuando el adversario, también
comerciante, no presente contabilidad registrada; en tanto el segundo supuesto,
refiere al litigio suscitado entre un sujeto que lleva contabilidad frente a otro que
no.
Profundizando sobre el modo de llevar contabilidad, la nueva Codificación
unificada estableció que debe tener bases uniformes, evidenciando un cuadro
verídico de transacciones, que permita la individualización de operaciones y
cuentas, cuyos asientos deberán estar respaldados por la documentación
pertinente (art. 321 del CCyC).
Sobre este punto, la doctrina es unánime en considerar que, en la elaboración de
los estados contables, deben respetarse los principios básicos de la contabilidad,
tal como: uniformidad, claridad, veracidad, completitividad, significatividad,
unidad y partida doble.
En tal sentido, el modo con que los libros deben ser llevados excluye toda
tentativa de crear posteriormente un medio probatorio con anotaciones
arbitrarias; de manera que el libro, si es llevado según las reglas establecidas por
la ciencia del comercio, aparece como documento de las relaciones efectivas,
documento imparcial, que impide toda manipulación fraudulenta. Esto es, el libro
no se lleva con el objeto de preconstituir prueba en beneficio propio, sino para
conservar sin alteración la memoria de los acontecimientos, de modo tal que se
traduzca en espejo de la vida económica y de la marcha de los negocios.
El momento de los asientos se practica in abstracto de un eventual conflicto, con
lo cual, un cambio posterior, arbitrario, no puede ser efectuado si los libros son
llevados regularmente.
Identificadas parte de las reglas de derecho a tener en cuenta, cabe expedirnos
sobre el contenido fáctico en este punto.
A este fin, adquiere fundamental relevancia el examen practicado en la pericia
contable. Allí, surge que la compraventa instrumentada en la factura de autos ha
sido asentada tanto en el Libro IVA de la actora, como en el de la demandada, de
esta manera, cada parte ofreció – entre otros registros contables- el Libro IVA
Compras/Ventas según corresponda.
Esta circunstancia, nos remite a considerar la noción, finalidad y valor de este
registro en particular. Como es sabido, en dicho libro, deben registrarse -
cronológicamente- todas las operaciones efectuadas (compras o ventas según el
caso), las que serán base para efectuar la determinación del IVA,
correspondiendo de esta manera el “Crédito Fiscal” al comprador, en autos:
“Fernando Alfredo Nicolas Effron”; y el “Debito Fiscal” al vendedor o Solubles
Montecristo SRL en el particular.
De más está decir que, en el nuevo Código Civil, siguen siendo registros
indispensables el libro diario, inventario y balance. Sin embargo, además se
agregan todos aquellos registros necesarios para integrar un sistema contable de
acuerdo a la naturaleza de las actividades, y los demás registros especiales que se
impongan legalmente (art. 322 del CCyC). Entre estos últimos, cabe enunciar –
entre otros- al Libro IVA Compras e IVA Ventas (Herrera, Marisa – Caramelo,
Gustavo- Picasso, Sebastián, Código Civil y Comercial de la Nación – Libro
Primero- Art. 323, pág. 531).
Concretamente, la Resolución General Nro. 3419/91 de AFIP, unificada y
actualizada por Resolución General Nro. 1415/2003 (B.O 13/1/2003) estableció que
los contribuyentes y responsables que deban emitir comprobantes quedan
obligados a registrar los mismos, atendiendo a los requisitos, formas y plazos
dispuestos. Igual obligación corresponderá cumplimentarse respecto de los
comprobantes que reciban por las precitadas operaciones, es decir que, se debe
llevar registración de comprobantes emitidos y recibidos, comúnmente llamados
en la jerga profesional “libros IVA Ventas e IVA Compras”.
En el sub-examine se advierte que el demandado ofreció dos (2) Libro IVA
Compra diferentes y relativos al mismo periodo (desde 01.08.2015 hasta
31.08.2015). El primero de ellos obra a fs. 292/293 (envidado vía email por la
demandada a la perito contadora oficial con fecha 12.11.2018); en tanto el
segundo (enviado por el mismo medio con fecha 29.11.2018) y corre agregado a
fs. 294/295.
Previo a todo y retomando lo antes dicho respecto de las nociones contables que
deben respetarse al momento de confeccionar los estados contables (art. 320
CCC), en el particular interesa el denominado “principio de unidad” , según el
cual “el sujeto no puede llevar simultáneamente varios juegos de registros o
libros, pues ello alteraría el orden en el que deben hacerse las anotaciones y
facilitaría la comisión de fraudes” (Herrera, Marisa – Caramelo, Gustavo-
Picasso, Sebastián, Código Civil y Comercial de la Nación – Libro Primero- Art.
321, pág. 529).
Aclarado lo anterior, corresponde analizar la pericia contable llevada a cabo en
autos, en el que la experta, Cra. Soledad Anahi Donnet informa que el primer
Libro IVA Compras (enviado 12.11.2018) contiene la factura demandada;
mientras que en el segundo Libro IVA Compras (enviado con fecha 29.11.2018)
no la contiene (Punto “f” propuesto por el demandado - fs. 661 vta.); y aclara
que: “se adjuntan ambos Libros IVA Compra del periodo 08/2015, siendo
preciso en este caso adjuntar las facturas de compras, base de la preparación
del Libro IVA Compras, para dilucidar cuál es el Libro correcto, que fue base de
la presentación IVA 08/2015”. Asimismo, la perito refiriéndose también a la
contabilidad del demandado, indica que: “El IVA Crédito Fiscal declarado
coincide con el IVA compra declarado, en ambos libros” (Punto “h” propuesto
por el demandado– fs. 662 vta.).
Por otro lado, la perito oficial, se expide respecto de los registros contables
llevados por la actora, Solubles Montecristo SRL y expresa que “la parte actora
la ha declarado en sus ventas, coincide el Libro IVA Ventas 08/2015 con la
declaración jurada de IVA debito fiscal, y también coincide lo declarado en el
régimen de información de compras y ventas”, refiriéndose a la factura
reclamada en autos (Factura A 0006-00002469).
En resumen, tal como lo advierte la perito oficial, puede observarse que en
ambos Libros IVA Compra periodo 08/29015 acompañados por el demandado, el
Crédito Fiscal es el mismo y asciende a la suma de $50.339,10 (Neto gravado
21% de $42.401,10 + Neto gravado 10.5% de $7.938), el que a su vez, coincide
con lo declarado por el demandado ante Afip en la DDJJ de IVA del periodo
08/2015 (ver Formulario 2002 de AFIP– fs. 532). Sin embargo, uno de ellos
contiene tres (3) Facturas Tipo “A” emitidas por Blanca Iris Paiges Blanca
(CUIT 27-10781065-5) en concepto de “maderas, insumo y mano de obra”, a
saber: 1) Factura Nro. 00001-00000005 (fs. 723) de fecha 10 de agosto de 2015
por un total de $90.750 (neto $75.000 + IVA 21% $15.750); 2) Factura Nro.
00001-00000011 (fs. 721) de fecha 18 de agosto de 2015 por un total de
$133.100 (neto $110.000 + IVA 21% $23.100); y 3) Factura Nro. 00001-
00000012 (fs. 719) de fecha 24 de agosto de 2015 por un total de $ 8.836,48
(neto $7.302,88 + IVA 21% $1.533,60), las que sumadas arriban a la suma
reclamada en autos, esto es: $232.686,48; mientras que en el otro Libro IVA
Compras de Effron figura asentada la factura que es base de la demanda.
Es decir, que no sólo estamos frente a una doble contabilidad simultánea, lo cual
de por sí genera hesitación desfavorable en lo que refiere al orden contable de la
demandada, sino que además es contradictoria, lo cual agrava la situación.
Concretamente y agudizando el proceder incoherente del accionado, sucede que
ambas registraciones coinciden en los montos y las fechas de la compraventa
denunciada por el accionante, y sólo difieren la mercadería y la persona del
vendedor (la Sra. Blanca Iris Paiges Blanca (CUIT 27-10781065-5). Se trata esta
última, de una presunta vendedora, de la cual sólo se ha probado su identidad
formal, sin que siquiera haya sido traída al pleito para que ratifique la venta que
se le adjudica.
De manera tal que, lo que la demandada sostiene como favorable a su postura, en
realidad no hace otra cosa que confirmar que sus registros contables de IVA
transgreden el art. 321 del CCC relativo al modo de llevar la contabilidad y hacen
prueba en su contra. Esto último, deviene de la interpretación armónica del
precepto recién nominado con la letra expresa del art. 330, en tanto prescribe que
los registros prueban en contra de quien los lleva, aunque no estuviesen en
forma; lo cual, es precisamente lo que acontece en el particular, pues frente a la
contradictoria registración formulada por el mismo comerciante, la norma toma
como válida la que desfavorece a quien registra de manera impropia.
Pero esta conclusión no sólo proviene de la hermenéutica legal aplicable, sino del
principio general de derecho derivado de la transgresión a los actos propios,
plasmada en la máxima “venire contra factum proprium non valet”, que consiste
en que "nadie puede ponerse en contradicción con sus propios actos ejerciendo
una conducta incompatible con una anterior, deliberada y jurídicamente eficaz"
(acerca de la recepción a partir de un antiguo precedente del 8 de abril de 1869 y
su amplitud en la jurisprudencia de la Corte, Augusto Morello y Rubén S.
Stiglitz, "La doctrina del acto propio", L.L., 1984-A, p. 871, 872). El efecto de
esta doctrina no es otro que el de invalidar una defensa o proceder, por ser
contradictorios con la conducta anterior desplegada, de un modo tal que esta
última sea susceptible de generar confianza suficiente como para descartar la
nueva y sorpresiva postura. En el particular, como ya se ha descripto, el
demandado en una primera oportunidad registró contablemente la factura
reclamada en autos, y luego -sin dar explicaciones al respecto- la reemplazó por
otras tres facturas, las que sumadas curiosamente alcanzan al mismo monto que
la original ($ 232.686,48), de modo tal que el nuevo libro modificado también
coincide con el Crédito Fiscal declarado en la DDJJ de IVA del periodo 2015/08,
oportunamente presentada ante AFIP durante el mes siguiente al cierre del
periodo en curso, esto es el 09.09.2015 (ver fs. 532).
Siendo esto así, la primera declaración formulada y acompañada en juicio, es
claramente susceptible de generar aquella confianza luego traicionada, con el
agravante, de que en este caso no sólo perjudica al interés de los terceros que
contratan con la persona jurídica, sino que además atenta “…contra el interés
general, por obstaculizar la intervención del Estado para el caso de que
mediante el ejercicio de su poder de policía, sea necesario reconstruir la
contabilidad de determinada persona” (CCC, Tratado Exegético. Director
General Jorge Alterini. Director del Tomo José W. Tobías. T II, Arts 225 a 400,
Coordinador Ignacio Alterini. Ed. Thomson Reuters, La Ley, Bs.As, 2015, p.
615).
Pues bien, en virtud de lo expuesto, aun cuando se considere que las
registraciones del primer libro IVA acercado, carecen del mismo valor probatorio
que las cuentas de los libros que la ley exige expresamente, sucede que la
coincidencia de aquellas con la factura y el remito del demandante, sumado a la
inconducta extra y endoprocesal que se ha descripto ut supra (contradicción
contable y actos propios) , redundan en un doble indicio de importante valor para
presumir la real existencia de la compraventa cuya falta de pago se denuncia.
(art. 316, CPCC).
Finalmente, guiados siempre por el art. 330, CCC, es de especial ponderación la
conclusión del dictamen pericial, en cuanto deja constancia de que la parte actora
lleva su contabilidad en forma, al contestar literalmente que esta;“ exhibe libro
Inventario y balances de Solubles Montecristo SRL el cual se encuentra
rubricado por el Juzgado Civil y Comercial de 7ma Nominación el cual consta
de 200 fs. y se encuentra utilizado hasta la fs. 43, con transcripción del ejercicio
económico cerrado al 31-12-2016 y entrega copia de Balances cerrados al 2015-
2016- 2017 con notas y anexos, certificados por Contador Público y por el
CPCE. La parte actora entrega declaraciones juradas de ganancias …”; en
cuanto al demandado indicó que: “no exhibe libro diario, tampoco libro
inventario y balances” (Punto de pericia “C” propuesto por la actora- fs. 663
vta.).
Sobre este punto, comparto, que si bien las conclusiones del dictamen pericial no
obligan a los jueces en la ponderación de la prueba, para prescindir de ella se
requiere al menos oponer otros elementos no menos convincentes, situación ésta
que, claramente, no se configura en el caso de autos.
Entonces, la negativa de haber recibido la factura, de ningún modo basta para
destruir íntegramente los efectos de la prueba de libros entre comerciantes, lo
contrario implicaría tanto como derogarla, pues cualquiera de las partes que
comprara mercaderías podría ampararse en la negativa de haber recibido las
facturas para exonerarse de las consecuencias del articulo antes citado. En
definitiva, el demandado no puede limitar su defensa a una simple negativa, sino
que debe demostrar, a través de los libros de comercio llevados en legal forma, la
improcedencia del reclamo que se le formula, demostración que no se ha
producido en autos, lo cual, en un litigio entre comerciantes, resulta decisivo
conforme el art. 330 del CCC.
Al respecto, el Tribunal Superior de Justicia ha señalado, interpretando de
manera análoga a las normas del anterior régimen normativo, que, “…cuando el
art. 63 del Cód. de Comercio determina las reglas en materia de teneduría de
libros, no lo hace de manera caprichosa, sino que la norma es derivación
razonada de las máximas de experiencia, como la que suponen que en los libros
regularmente llevados los asientos se practican cuando el comerciante aún
ignora que las operaciones a que se refieren provocarán en el futuro un litigio, y
en el principio de que, la contabilidad, no es una simple compilación de datos
sino un sistema en el cual resulta difícil alterar una de las partes sin afectar el
todo (CNCam., sala C, mayo 17 de 1977, "Ferretería Francesa S.A." c. Sterman,
L. S.A."; ídem, mayo 23, 1977: "Mías, J. c. El Fénix S.A.", según cita de
Orquera, Juan Pablo, “El valor probatorio de los libros del comerciante”
Publicado en: LL Litoral, 1997702. Fallo comentado: - Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial de Rosario, sala III, CCivyComRosario, SalaIII, ~
1997/02/24 ~ Antuña S. A. c. Bac S. R. L.). Asimismo, en el mismo precedente
el Alto Cuerpo provincial sostuvo que, “…en principio, la ley sólo permite que el
juez prescinda de este medio de prueba cuando resulta prueba contradictoria de
los libros de las partes que litigan, y uno y otros se hallen con todas las
formalidades necesarias y sin vicio alguno (arg. art. 63, 5to. párr., Cod. cit.);
supuesto este que, obviamente, no se configura en el caso de autos”. (TSJ, Sala
Civil, Sent. 71, del 28/06/2005, in re: “CAPILLITAS S.A. C/ JUAN ANTONIO
PASTORINO S.A.C.I.F. Y OTRO – ESCRITURACIÓN - RECURSO
DIRECTO).
a5.- Informes de Auditoría de Soluble Montecristo SRL glosados a fs. 96/433

Por último, y en lo que aquí interesa, de los Informes de Auditoría Independiente


de la empresa actora, respecto de los Ejercicios Económicos Nro. 13, 14 y 15 -
cerrados el 31 de diciembre de 2015, de 2016 y de 2017 respectivamente-, a
cargo del Cr. Rubén Romero Schiaroli, certificados por el Consejo Profesional de
Ciencias Económicas (CPCE), surge que la empresa actora tiene un acreencia a
su favor por la suma de $232.686,48, según surge en el rubro “otras cuentas por
cobrar” (ver especialmente fs. 404,417 y 430)
En el caso de autos, la contraria no ejerció la facultad de impugnar u objetar de
falsedad del informe, ni efectuó en los alegatos una crítica circunstanciada de
esta prueba o brindó argumentos que, al menos, puedan ser tenidos en cuenta
para restarle valor. De allí es que resulta de entidad convictiva el dato extraído
respecto del quantum a partir de los informes de Auditoría de Soluble
Montecristo SRL.
IV) Conclusión final.
Conforme lo dicho, puede concluirse válidamente que la prueba meritada es por
demás suficiente para tener por acreditado el negocio invocado por la actora
como base de su pretensión de cobro de la factura que reclama.
Así, el corolario de las probanzas recolectadas puede sintetizarse en forma
agrupada del siguiente modo: 1. Existe coincidencia de la factura y remito que se
acompañan con la demanda, con la registración de las cuentas por cobrar
consignados en los libros de la actora y el informe no impugnado de Auditoría de
Soluble Montecristo SRL glosados a fs. 396/433; 2. Se advierte la ausencia de
base uniforme en la forma de llevar de los libros de comercio de la accionada, los
que además se limitan a libros de IVA compra contradictorios; 3. Se debe tener
en cuenta el valor de indicio legal negativo que para Fernando Alfredo Effron
implica esta inconducta procesal, sumadas las inferencias que derivan de la
transgresión a los actos propios (art. 316, CPCC); 4. A ello se agrega la concreta
designación del negocio en uno de los libros de IVA compra acercado por la
propia demandada, ratificado en el dictamen pericial; 5. Además, este plexo
persuasivo coincide con las declaraciones testimoniales, las cuales, de este modo
adquieren valor persuasivo que supera las sospechas que aisladamente puede
generar la relación de los deponentes con la accionante. 6. Finalmente, a este
contexto fáctico le son aplicables las pautas de valoración probatoria de los libros
de comercio que prescribe el art. 330, CCC, con las consecuencias allí
establecidas, especialmente, las que rezan que: “El adversario no puede aceptar
los asientos que le son favorables y desechar los que le perjudican, … La
contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en
litigio contra otro sujeto que tiene contabilidad obligada o voluntaria, este no
presenta registros contrarios en una contabilidad regular”.
V) Mandato preventivo. Actividad de oficio ajena a la congruencia.
Mandato preventivo atípico o exhortativo.-

Amén del juicio de valor recién consignado, se dan en el particular circunstancias


especiales que ameritan una consideración autónoma, ajena a la solución
específica del límite de la controversia, y propia de la actividad oficiosa que le
cabe al juzgador ante la advertencia de situaciones en el trámite del proceso que
ameriten la asunción de órdenes judiciales independientes al objeto pretendido,
pero necesarias para la prevención de nuevos daños como los suscitados en el
caso, o el agravamiento de los mismos.-
Se trata de la figura nominada por la doctrina, jurisprudencia y ahora por la
propia ley: “mandato preventivo” (arts. 1713, CCCN).-
En el particular, sucede que la información contradictoria que ha brindado el
Contador de la demandada, Sr. J.C.M, en lo que refiere a los libros de IVA
Compras, se presenta incompatible con la naturaleza esencialmente objetiva de la
actividad contable, pues el reflejo de las cuentas que hacen a la actividad
económica organizada de una persona humana o jurídica, no admite dos
realidades simultáneamente antitéticas, salvo alguna clase de explicación que no
fue brindada por el Contador Público.- La mera circunstancia de que convivan,
dos registraciones del nominado libro especial, relativas al mismo periodo de
tiempo, pero contradictorias en lo que refiere al asiento del negocio aquí
investigado, genera hesitación razonable sobre la gravedad de la inconducta. Es
que la imposibilidad objetiva de que se hayan practicado dos negocios distintos
el mismo día, y por la misma cuantía, muestra un contexto fáctico donde
progresa la probabilidad de una actuación impropia del profesional, y
eventualmente transgresora de las pautas de conducta que hacen al ethos
profesional del contador público, y cuya custodia en el cumplimiento de las
mismas le cabe al Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
Concretamente, el art. 21 de la ley 20.488, establece que la institución tiene entre
sus atribuciones, las de: “…c) Honrar, en todos sus aspectos, el ejercicio de las
profesiones de ciencias económicas, afirmando las normas de especialidad y
decoro propias de la carrera universitaria, y estimulando la solidaridad entre
sus miembros. d) Velar para que sus miembros actúen con un cabal concepto de
lealtad hacia la Patria, cumpliendo con la Constitución y las leyes. e) Cuidar
que se cumplan los principios de ética que rijen el ejercicio profesional de
ciencias económicas… h) Secundar a la administración pública en el
cumplimiento de las disposiciones que se relacionen con la profesión, evacuar
consultas y suministrar los informes solicitados por entidades públicas, mixtas y
privadas. … j) Aplicar las correcciones disciplinarias por violación a los
códigos de ética y a los aranceles.
Asimismo, en el art. 22, se disponen las correcciones disciplinarias que podrá
aplicar cada Consejo Profesional a sus matriculados; esto es: “1º Advertencia. 2º
Amonestación privada. 3º Apercibimiento público. 4º Suspensión en el ejercicio
de la profesión de UN (1) año. 5º Cancelación de la matrícula.”
Aquí, adquiere especial trascendencia el principio que obra como fuente
inspiradora del instituto, es decir, el interés del orden público en la prevención de
menoscabos. De más está decir que al ciudadano en general le concierne y le
preocupa la extinción de conductas en el proceder de las personas que practican
actividades económicas organizadas, no sólo por la potencial afectación del
interés individual, sino de la sociedad en su interés general, pues la seguridad de
los negocios garantiza el correcto ejercicio del control del Estado en las cuentas
comerciales como medio para gestionar distintos servicios públicos.
En definitiva, las probanzas recolectadas son suficientes para inferir el potencial
perfil impropio para el ejercicio de la función, y el consecuente riesgo de que se
reincida en la conducta disvaliosa, ocasionando nuevos incumplimientos
potencialmente lesivos para el interés social.-
Siendo ello así, guiado siempre por la facultad oficiosa que la prevención de
daños le atribuye al juzgador, corresponde acudir a la figura del mandato
preventivo en la denominada versión atípica, es decir, aquella fundamentalmente
exhortativa, en tanto, más que ordenar medidas concretas, requiere, insta o
reclama al destinatario el cumplimiento de las obligaciones o deberes legales
propios, sin emplazamiento concreto ni apercibimiento, sino a efectos de ponerlo
en conocimiento de la situación de riesgo o peligro. Así, se transfiere la
responsabilidad de la elaboración del relevamiento de la situación y de la
ejecución de las medidas conducentes al órgano competente del poder
administrador, que es el que cuenta con los recursos técnicos, materiales y
humanos con la idoneidad necesaria para su efectivización. (Cfr. CCC Sala II,
Azul, Bs. As. 11/1115, Sentencia: Registro nº s/d Folio: s/d. Trib de origente:
Juzg. CC nº 1, Olavarría. Biordo, Miguel Ángel c/Rutas al Sur Concesionario
vial s/Daños y Perj. Incump. Cont. Causa nº 2-59966-2015).-
En definitiva, corresponde dictar un mandato de prevención exhortativo que se
asentará sobe las siguientes bases. 1) Disponer la remisión de las constancias de
autos a la autoridad de aplicación en la materia, “al Consejo Profesional de
Ciencias Económicas”, a efectos de poner en conocimiento todos los datos de
esta causa de la que surge la representación de hechos que, eventualmente,
pueden revelar un perfil deontológicamente impropio del Contador Público
J.C.M, en su condición de profesional a cargo de llevar la contabilidad de la
persona humana Fernando Alfredo Effron, y en la labor específica de la forma de
registrar las cuentas y contrataciones en el libro IVA compras.-
2) Ordenar que en el plazo de sesenta (60) días hábiles contados a partir de la
notificación a la autoridad de aplicación nominada, proceda a efectuar un informe
acerca de las posibilidades del requerimiento y de todo cuanto sea de interés en
orden a la inquietud planteada en el mandato. 3) Para el caso de que pueda
ponerse en marcha una investigación en el sentido señalado, proceda a informar
sobre los resultados de la misma. 4) Los informes precedentes deberán ser
presentados en este expediente.-
VI) Condena.-
Por todo lo antes expuesto, corresponde condenar al demandado FERNANDO
ALFREDO NICOLAS EFFRON DNI 10.290.990 a abonar a SOLUBLES
MONTECRISTO SRL, en el plazo de diez (10) días a contar desde la
notificación de la presente resolución, la suma doscientos treinta y dos mil
seiscientos ochenta y seis con cuarenta y ocho centavos ($ 232.686,48), por la
Factura Nro. 0006-00002469, con más intereses. Estos últimos se determinan en
la tasa pasiva promedio que publica el BCRA con más el dos por ciento (2%)
nominal mensual (Cfr. TSJ, Sent. n° 40 del 26/04/2004, in re: “Minio, Vicente c/
José Alfredo Habiague - Ordinario - Recurso de casación”; Auto 42 del
14/08/2006, in re “Gavier Tagle, Carlos c/ Roberto Loustau Bidaut y otros –
Ordinario - Expediente letra G, N° 01”; Auto 115 del 19/06/2008, in re: “Mason
Carlos Diego c/ Banco Provincia de Córdoba – Ordinario - Otros – Incidente de
ejecución de honorarios del Dr. Kessler de 2º instancia – Recurso de casación”;
Sent. del 2009/07/01 in re Muñoz, María Luisa c/ Dirección provincial de agua y
saneamiento -Di.P.A.S.- y otro), desde el día en que la obligación se tornó
exigible, esto es, desde la fecha de vencimiento de la factura (06-08-2015), y
hasta su efectivo pago
VII) Costas
a.- Costas por la acción principal.
En cuanto a las costas devengadas en la presente causa, corresponde imponerlas a
la parte demandada, en virtud del principio objetivo de la derrota (art. 130,
CPCC)
b.- Costas por el incidente de inidoneidad de los testigos.
Finalmente, las costas generadas por el incidente de inidoneidad de los testigos
Daniel Ángel Falo, Julio Héctor Mansilla y Cristian Eduardo Flanagan, ellas
deben imponerse a la incidentista vencida, demandada en la acción principal, de
acuerdo al principio objetivo de la derrota (art. 130, CPCC).
VIII) Honorarios.
a.- Regulación por la acción de cobro de pesos de los abogados
intervinientes.
En cuanto a la regulación de los honorarios profesionales de los letrados que han
representado a la parte actora, Dres. Agustín Alba Moreyra y Pablo Fernando
Ayala Handji, la base económica para practicarlos se conforma con el monto de
la condena que asciende a la suma de pesos doscientos treinta y dos mil
seiscientos ochenta y seis con 48/100 ($ 232.686,48), con más los intereses
fijados en el Considerando VI) in fine, los que a la fecha de la presente
resolución, asciende a la suma de pesos un millón doscientos ocho mil
novecientos noventa y ocho con ochenta y cinco centavos ($ 1.208.998,85).
Sobre esta base cabe aplicar el punto medio de la primera escala del art. 36 del
CA, este es el 22,5%, teniendo en cuenta las reglas cualitativas dispuestas en el
art. 39 de la ley citada. Efectuadas dichas operaciones, resulta la suma de pesos
doscientos setenta y dos mil veinticuatro con setenta y cuatro centavos ($
272.024,74), monto en que corresponde sean regulados en forma definitiva y en
conjunto y proporción de ley.
No corresponde regular honorarios en esta oportunidad a la Dra. Graciela Inés
Balaguer, quien ha representado a la demandada (art. 26, ley 9459).
b.- Honorarios por el incidente de inidoneidad de los testigos

En lo que respecta a los honorarios atinentes al incidente de inidoneidad de los


testigos Daniel Ángel Falo, Julio Héctor Mansilla y Cristian Eduardo Flanagan
promovido por el demandado, del cual el actor en los autos principales ha
resultado vencedor, resulta aplicable el art. 83, inc. 2°, segundo supuesto, ley
9459, en tanto se trata de un incidente que carece de contenido económico propio
que ha tramitado como juicio declarativo abreviado. En estas condiciones, la base
regulatoria se encuentra conformada por el monto de lo pretendido en el juicio
principal, sobre la que habrá de aplicarse el porcentaje del cinco por ciento (5%)
de la escala de la escala del art. 36 de la ley 9459; el cual se deja establecido en el
mínimo, en razón de que la cuestión no ha revestido complejidad y, además, se
ha limitado a un simple traslado (cfr. art. 83, ley 9459).
A tales efectos se debe partir del monto pretendido en la demanda, esto es, la
suma de pesos doscientos treinta y dos mil seiscientos ochenta y seis con
cuarenta y ocho centavos ($ 232.686,48), con más los intereses fijados en el
Considerando VI) in fine, los que a la fecha de la presente resolución, asciende a
la suma de pesos un millón doscientos ocho mil novecientos noventa y ocho con
ochenta y cinco centavos ($ 1.208.998,85). Aplicados el mínimo y el punto
medio de los porcentajes de los arts. 83, inc. 2, segundo supuesto, y de la primer
escala del art. 36, ley 9459 (5% del 22,5%), respectivamente, en razón de las
pautas cualitativas del art. 39 del Código Arancelario, se obtiene la suma de
pesos trece mil seiscientos uno con veintitrés centavos ($ 13.601,23), monto este
en el que corresponde regular los estipendios de los Dres. Agustín Alba Moreyra
y Pablo Fernando Ayala Handji, en conjunto y proporción.
No regular en esta oportunidad los honorarios de la Dra. Graciela Inés Balaguer,
quien ha representado a la incidentista vencida (art. 26, ley 9459).
c.- Honorarios de la perito oficial Calígrafa Roxana del Valle Agüero.
En cuanto a la regulación de los honorarios de la perito oficial Calígrafa Roxana
del Valle Agüero, corresponde regularlos por el monto equivalente a doce (12)
jus, esto es, la suma de pesos veintiocho mil quinientos setenta y dos con
veinticuatro centavos ($ 28.572,24), en función de las reglas de evaluación
cualitativas del art. 39 de la ley arancelaria, y de conformidad al límite
establecido en el art. 49 de la citada ley.
d.- Honorarios de la perito oficial Contadora Soledad Anahi Donnet.

Respecto a los emolumentos profesionales de la perito oficial, Cra. Soledad


Anahi Donnet, corresponde regularlos en el monto equivalente a doce (12) jus
esto es, la suma de pesos veintiocho mil quinientos setenta y dos con veinticuatro
centavos ($ 28.572,24). Ello en función de las reglas de evaluación cualitativas
del art. 39 de la ley 9459 y lo expuesto al meritar el dictamen pericial en el
respectivo considerando, con más el diez por ciento (10%) de lo regulado, esto
es, la suma de pesos dos mil ochocientos cincuenta y siete con veintidós centavos
($ 2.857,22), en concepto de Contribución a Cargo de Terceros para el Régimen
de Previsión Social para Profesionales de Ciencias Económicas, conforme lo
dispuesto por el art. 7, inc. b 2, de la Ley 8349. Dicha contribución deberá ser
depositada dentro de los diez días de quedar firme la presente, sin que el importe
referido pueda ser descontado bajo ningún concepto del honorario del profesional
interviniente. Junto a ello, conforme la normativa citada, deberá notificarse a la
Caja de Previsión Social para Profesionales en Ciencias Económicas de la
provincia de Córdoba la regulación practicada.
e.- Honorarios del perito de control propuesto por la parte actora, Cr.
Rubén Romero Schiaroli.

En relación a los honorarios del perito de control propuesto por la actora, Cr.
Rubén Romero Schiaroli, se practican en el cincuenta por ciento (50%) de lo
regulado a la perito oficial sorteada, esto es la suma de pesos catorce mil
doscientos ochenta y seis con doce centavos ($ 14.286,12), los que serán a cargo
de su proponente, en función de lo dispuesto en el art. 49, inc. 2ª, CA y en tanto
su dictamen no fue dirimente para el resultado de la Litis.
f.- Honorarios del perito de control propuesto por la parte demandada, Cr.
J.C.M.

En relación a los honorarios del perito de control propuesto por la demandada,


Cr. J.C.M, atento las consideraciones vertidas en el Mandato preventivo atípico o
exhortativo (Vide Considerando V de la presente resolución), se practican en el
treinta y cinco por ciento (35%) de lo regulado a la perito oficial sorteada, esto es
la suma de pesos diez mil con veintiocho centavos ($ 10.000,28), los que serán a
cargo de su proponente, en función de lo dispuesto en el art. 49, inc. 2ª, CA y en
tanto su dictamen no solo que no fue dirimente para el resultado de la Litis, sino
que envileció el proceso.
IX. Intereses de honorarios. Impuesto al valor agregado

Por una cuestión de economía procesal, establezco que los honorarios regulados
en la presente resolución, en caso de no ser abonados en tiempo y forma por los
obligados al pago, devengarán un interés por mora equivalente a la Tasa Pasiva
del B.C.R.A. con más el dos por ciento (2%) mensual desde la fecha de la
presente resolución y hasta su efectivo pago. Asimismo, deberá en todos los
casos adicionarse sobre los emolumentos regulados, el Impuesto al Valor
Agregado (IVA), según la condición tributaria que tenga cada profesional, a la
fecha del efectivo pago.-
Por todo lo expuesto, normas legales citadas, sus concordantes y correlativas
RESUELVO:
1.- Rechazar el incidente de inidoneidad de los testigos Daniel Ángel Falo, Julio
Héctor Mansilla y Cristian Eduardo Flanagan, conforme a los argumentos
expuestos oportunamente.
2.- Hacer lugar a la demanda de cobro de pesos, incoada por SOLUBLES
MONTECRISTO SRL en contra de FERNANDO ALFREDO NICOLAS
EFFRON DNI 10.290.990 y, en consecuencia, condenar a este último a abonar a
la actora la suma de pesos doscientos treinta y dos mil seiscientos ochenta y seis
con cuarenta y ocho centavos ($ 232.686,48) en el plazo de diez (10) días, con
más los intereses conforme al Considerando pertinente.
3. Remitir las constancias de autos al Consejo Profesional de Ciencias
Económicas, a efectos de poner en conocimiento todos los datos de esta causa de
la que surge la representación de hechos que, eventualmente, puedan revelar un
perfil deontológicamente impropio del Contador Público J.C.M, en su condición
de profesional a cargo de llevar la contabilidad de la persona humana Fernando
Alfredo Nicolas Effron DNI 10.290.990, y en la labor específica de la forma de
registrar las cuentas y contrataciones en el libro IVA compras. Asimismo hágase
saber a dicha autoridad de aplicación que en el plazo de sesenta (60) días hábiles
contados a partir de la notificación de la presente resolución, deberá informar: a)
Acerca de las posibilidades del requerimiento y de todo cuanto sea de interés en
orden a la inquietud planteada en el mandato; y para el caso de que pueda
ponerse en marcha una investigación en el sentido señalado: b) los resultados de
la misma.
4. Imponer las costas devengadas por la acción principal de cobro de pesos a la
demandada, conforme al principio objetivo de la derrota (art. 130, CPCC).
5. Imponer las costas generadas por el incidente de inidoneidad de los testigos
Daniel Ángel Falo, Julio Héctor Mansilla y Cristian Eduardo Flanagan, a la
incidentista vencida, demandada en la acción principal, de acuerdo al principio
objetivo de la derrota (art. 130, CPCC).
6. Regular en forma definitiva los honorarios de los Dres. Agustín Alba Moreyra
y Pablo Fernando Ayala Handji relativos a la tramitación de la acción principal
de cobro de pesos en la suma de pesos doscientos setenta y dos mil veinticuatro
con setenta y cuatro centavos ($ 272.024,74), en conjunto y proporción de ley.
No regular honorarios a la apoderada del demandado, Dra. Graciela Inés
Balaguer, en razón de los argumentos expuestos en el Considerando VIII) a).
7. Regular en forma definitiva los honorarios de los Dres. Agustín Alba Moreyra
y Pablo Fernando Ayala Handji, atinentes al incidente de inidoneidad de los
testigos Daniel Ángel Falo, Julio Héctor Mansilla y Cristian Eduardo Flanagan
promovido por el demandado, en la suma de pesos trece mil seiscientos uno con
veintitrés centavos ($ 13.601,23), en conjunto y proporción. No regular
honorarios a la apoderada del demandado, Dra. Graciela Inés Balaguer, en razón
de los argumentos expuestos en el Considerando VIII) b).
8.- Regular los honorarios de la perito oficial Calígrafa, Roxana del Valle
Agüero, en el monto equivalente a doce (12) jus, esto es, la suma de pesos
veintiocho mil quinientos setenta y dos con veinticuatro centavos ($ 28.572,24)
9. Regular los honorarios de la perito oficial, Cra. Soledad Anahi Donnet, en el
monto equivalente a doce (12) jus esto es, la suma de pesos veintiocho mil
quinientos setenta y dos con veinticuatro centavos ($ 28.572,24), con más el diez
por ciento (10%) de lo regulado, esto es, la suma de pesos dos mil ochocientos
cincuenta y siete con veintidós centavos ($ 2.857,22), en concepto de
contribución a cargo de tercero para el Régimen de Previsión Social para
Profesionales de Ciencias Económicas, cuyo pago estará a cargo del demandado,
quien deberá depositar la suma de tal concepto dentro de los diez días de quedar
firme la presente, sin que el importe referido pueda ser descontado bajo ningún
concepto del honorario del profesional interviniente. Notifíquese a la Caja de
Previsión Social para Profesionales en Ciencias Económicas de la provincia de
Córdoba a tal fin.
10. Regular los honorarios profesionales del perito contador de control, Cr.
Rubén Romero Schiaroli, en la suma de pesos catorce mil doscientos ochenta y
seis con doce centavos ($ 14.286,12), los que serán a cargo de su la parte actora,
su proponente.
11.- Regular los honorarios profesionales del perito contador de control, Cr.
J.C.M, en la suma de pesos diez mil con veintiocho centavos ($ 10.000,28), los
que serán a cargo de su la parte demandada, su proponente.
12. Establecer que en caso de no ser abonados, todos los honorarios aquí
regulados devengarán el interés por mora indicado en el Considerando IX).
Asimismo, establecer que en todos los casos deberá adicionarse sobre los
emolumentos regulados, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), según la
condición tributaria que tenga cada profesional, a la fecha del efectivo pago.
Protocolícese, hágase saber y dése copia.

MASSANO Gustavo Andrés


Texto Firmado digitalmente por:
JUEZ/A DE 1RA. INSTANCIA
Fecha: 2021.07.23

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