Dinámicas Lingüísticas

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Dinámicas lingüísticas de las situaciones de contacto

Linguistica Latinoamericana

Editado por
Dermeval da Hora, Carlos Garatea Grau, Uli Reich

Volumen / Volume 1
Dinámicas lingüísticas
de las situaciones
de contacto

Editado por
Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso
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ISBN 978-3-11-070125-8
e-ISBN (PDF) 978-3-11-070136-4
e-ISBN (EPUB) 978-3-11-070141-8
ISSN 2628-3875
DOI https://doi.org/10.1515/9783110701364

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© 2021 Azucena Palacios and María Sánchez Paraíso, published by Walter de Gruyter GmbH,
Berlin/Boston.
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Índice
Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso
Presentación del volumen VII

Sección I

Angelita Martínez
Contacto de lenguas 3

Marleen Haboud
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 25

Azucena Palacios
Sobre el contacto y los contactos 47

Sección II

Sara Gómez Seibane


Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 79

Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez


Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo en dos situaciones de
contacto en México 95

María Sánchez Paraíso


La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino
de Juliaca (Perú) 117

Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez


La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 139

Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen


Tener existencial en variedades hispánicas, con especial atención a los criollos
y al español de Misiones 163

Carola Mick
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros: posicionarse como
“quechua” en el Perú 195
VI Índice

Sección III

Rosario Navarro Gala


Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio de la
variación lingüística y del contacto de lenguas 233

Alonso Guerrero Galván


Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos
del siglo XVII 253

Micaela Carrera de la Red


La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana durante
el siglo XVIII en textos de un misionero hablante de quichua 277

Adriana Speranza
De la variación morfosintáctica y otros demonios 299

Mar Garachana
La evolución de ir a + INF en zonas de contacto lingüístico 321

Index 345
Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso
Presentación del volumen
Las lenguas, entendidas como sistemas complejos y dinámicos, reflejan la capa-
cidad de los hablantes para explotar la heterogeneidad lingüística y crear estrate-
gias que hagan emerger soluciones novedosas aprovechando la ductilidad de los
elementos lingüísticos. En un diálogo constante con su contexto socio-identitario,
los hablantes pueden reorganizarlos, reutilizarlos o transformarlos en función de
sus necesidades comunicativas.
En contextos multilingües y multiculturales, las dinámicas que hacen aflorar
las variaciones y los cambios lingüísticos son especialmente interesantes, ya
que en muchos casos permiten vislumbrar el diálogo de los códigos en contacto.
Este diálogo se materializa en cambios inducidos directa o indirectamente por
las lenguas de contacto que responden a las necesidades comunicativas de los
hablantes bilingües, que buscan la eficiencia expresiva aprovechando los recur-
sos que ofrecen las lenguas que manejan. Y lo que es más interesante, algunos de
estos cambios lingüísticos pueden extenderse a las variedades de los hablantes
monolingües.
A diferencia de otros estudios que centran su atención en analizar las restric-
ciones lingüísticas que tienen lugar en las situaciones de contacto y en qué tipo de
elementos pueden o no transvasarse de una lengua a otra, nos interesa dar cuenta
de la complejidad intrínseca de estas situaciones y situar al hablante en su con-
texto sociohistórico para comprender mejor sus producciones lingüísticas. Dentro
de este marco, es preciso entender las situaciones de contacto lingüístico como
un continuo complejo donde se superponen, incluso en una misma comunidad,
hablantes con distinto grado de bilingüismo e incluso ya monolingües de español.
Consideramos, así, que la gramática de las variedades en situaciones de con-
tacto puede modelarse a partir de los recursos lingüísticos de los que disponen
los hablantes y de las semejanzas percibidas en sus repertorios lingüísticos. Con-
cebimos la variación y el cambio lingüístico inducido por contacto como proce-
sos dinámicos que implican en muchos casos cambios conceptuales, cognitivos,
culturales o pragmáticos; cambios complejos, sistemáticos o individuales, en los
que subyace una explicación general. Entendemos, así, los procesos de cambio
inducido por contacto como generales, no particulares o aislados, si bien con
sus propias especificidades, lo que significa que están impulsados por procesos
cognitivos similares y regulados por los mismos mecanismos. Esta concepción
supone que, a pesar de que los contextos sociolingüísticos en estas áreas puedan

Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso, Universidad Autónoma de Madrid

Open Access. © 2021 Azucena Palacios, María Sanchez Paraíso published by De Gruyter. This
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https://doi.org/10.1515/9783110701364-203
VIII Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso

ser diferentes, en las creaciones de los hablantes subyacen principios generales de


cambio lingüístico donde la congruencia estructural y semántica de las lenguas en
contacto es esencial. Estimamos, en definitiva, que los hablantes crean soluciones
emergentes congruentes y las utilizan como estrategias de máxima eficiencia que
permiten nuevos significados pragmático-discursivos o culturales. Estos cambios
suponen el aspecto más creativo del lenguaje por estar motivados semántica y
pragmáticamente por las necesidades comunicativas de los hablantes.
En este escenario, surge en 2005 el proyecto de investigación Lenguas en
contacto: español/portugués/lenguas amerindias, coordinado por Azucena Pala-
cios, en el marco de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina
(ALFAL). Su objetivo es avanzar en el conocimiento de las dinámicas lingüísticas
y sociales que tienen lugar en situaciones de contacto lingüístico y cultural entre
variedades de español, portugués americano y lenguas originarias. Para ello, los
especialistas abordan los mecanismos teóricos y metodológicos que subyacen en
las situaciones de contacto a partir del análisis exhaustivo de los fenómenos lin-
güísticos presentes en estas variedades de contacto.
En octubre de 2019, como una extensión del proyecto, se celebró en la Univer-
sidad Autónoma de Madrid el I congreso internacional y ALFALito Dinámicas lin-
güísticas de las situaciones de contacto.¹ El evento reunió a diversos especialistas
que analizaron las diferencias lingüísticas de las variedades de contacto desde
una perspectiva científica, sin prejuicios ni concepciones sociales apriorísticas.
Desde esta dimensión los hablantes, no solo sus producciones lingüísticas, son
el centro de la investigación, lo que permite diseñar mejores herramientas meto-
dológicas y perfilar de manera más precisa las concepciones teóricas de la lin-
güística del contacto; una perspectiva dinámica que potencia un mejor entendi-
miento de la complejidad de estas ecologías lingüísticas.
Reunimos en este volumen una selección de estas contribuciones que se
sometieron a la mirada de revisores externos, a quienes agradecemos sus va-
liosos comentarios. La obra incluye, así, propuestas teóricas y metodológicas
adaptadas a las ecologías lingüísticas que se pretenden explicar, estudios de caso
que analizan variaciones y cambios lingüísticos inducidos por contacto, o que
exploran la relación entre las dimensiones lingüística e identitaria, tanto desde
una perspectiva sincrónica como diacrónica.

1 Este evento se financió con el proyecto de investigación de excelencia “El español en contacto
con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico” (Ref. FFI2015-67034-P, MINECO/FEDER) y el
apoyo de la Universidad Autónoma de Madrid. Este volumen se enmarca en el proyecto “COREC.
Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias” dirigido por A.
Palacios (UAM) y S. Gómez Seibane (UR). Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.
Presentación del volumen IX

Hemos divido los contenidos en tres secciones: la primera, de corte más


teórico, se inicia con la contribución Contacto de lenguas. Los límites de la teoría
de Angelita Martínez. La autora muestra cómo los resultados de las investigacio-
nes centradas en situaciones de contacto trascienden estos contextos y pueden
impactar en la teoría del lenguaje. A la luz de esta perspectiva, cuestiona los
límites de la teoría lingüística, que concibe dinámicos, y reflexiona sobre cómo se
delimitan las categorías lingüísticas, si es válida la dicotomía tendencias internas
y externas para explicar la evolución de las lenguas, si el estudio de la variación
lingüística o la frecuencia de uso deben ser centrales en la explicación de los
cambios lingüísticos inducidos por contacto y qué consecuencias conlleva en
relación con la congruencia cognitiva entre significado y contexto.
Marleen Haboud, en Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los
estereotipos”, hace una reflexión sobre la metodología participativa con la que
ha trabajado durante décadas. Considera que es preciso cambiar la perspectiva
con la que se desarrollan muchas investigaciones y situar el trabajo de campo
como un foco importante para la participación de entrevistadores y profesionales
indígenas en contextos multilingües minorizados. Este posicionamiento parece
facilitar el paso hacia un modelo basado en el trabajo colaborativo encaminado
a la autogestión. Argumenta la autora que, en esta línea, es preciso repensar los
puntos de vista de los que partimos los lingüistas y científicos sociales, para deli-
near de manera más dinámica y participativa nuestra metodología, alejándonos
de actitudes academicistas jerarquizadas. Aboga, así, por desarrollar trabajos
colaborativos, que han permitido resultados más ajustados a la realidad sociolin-
güística, y por la revitalización étnica y cultural, impulsando el uso de la lengua
en contextos no habituales y promoviendo la participación de la población indí-
gena relacionada con el medio académico.
Azucena Palacios, en Sobre el contacto y los contactos. Algunas reflexiones a
partir del análisis de los sistemas pronominales átonos de zonas de contacto lin-
güístico, reflexiona sobre las implicaciones teóricas y metodológicas que permite
la comparabilidad de un mismo fenómeno lingüístico en distintas variedades de
contacto y cómo esta metodología permite vislumbrar la evolución gradual de un
cambio lingüístico de manera sincrónica, en su caso, la reorganización de los sis-
temas pronominales átonos de tercera persona en variedades de español en con-
tacto con diversas lenguas originarias americanas. Considera que las gramáticas
de lenguas tipológicamente distantes pueden ser modeladas con soluciones con-
gruentes y cómo las lenguas pueden actuar como un acelerador de procesos de
gramaticalización en curso; se pregunta si estos siguen siempre jerarquías o prin-
cipios universales y si la expansión del cambio tiene lugar a partir de las categorías
más prototípicas; cuestiona igualmente conceptos que suelen ir unidos indefecti-
blemente a los cambios inducidos por contacto como el de simplificación.
X Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso

La Sección II recopila estudios de caso desde una perspectiva sincrónica.


Los trabajos de Sara Gómez Seibane – Animación y contacto lingüístico en la
duplicación de objeto directo –, Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres
Sánchez – Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo en dos
situaciones de contacto en México. San Andrés Cuexcontitlán y Santa María de
Ocotán – y María Sánchez Paraíso – La duplicación del objeto directo posverbal
en el español andino de Juliaca (Perú) – analizan un fenómeno románico, el de la
duplicación de objeto directo, en cuatro variedades de español en contacto con
euskera, otomí, tepehuano del sureste y quechua. En los tres estudios se llega
a la conclusión de que la combinación de factores internos y externos, como la
prominencia del rasgo animacidad, la congruencia estructural de las lenguas en
contacto y la propia situación de contacto lingüístico determina los resultados.
Muestran que en todas las variedades de contacto el sistema pronominal átono
ha experimentado una reorganización, si bien los resultados no son idénticos.
En el caso del español en contacto con el euskera, se da una generalización del
patrón del dativo al acusativo (leísmo), lo que potencia la marcación de la ani-
mación del referente del objeto directo, que en esta variedad se pronominaliza
con leísmo. La duplicación tiende igualmente hacia una mayor marcación de
la animación, a diferencia de lo que ocurre en otras variedades monolingües
sin contacto. En el caso de las variedades de contacto con lenguas amerindias,
donde el sistema pronominal refuerza el patrón de caso y neutraliza el de dife-
renciación de género y número, la duplicación se favorece con entidades inani-
madas. Se explica el fenómeno a partir no solo de la situación de contacto, sino
también del proceso de gramaticalización en curso de los clíticos hacia formas
de concordancia objetiva que se da en español. La duplicación sería una etapa
más en este proceso en el que la lengua de contacto actuaría como un acelerador.
El estudio multimodal de Ignacio Satti y Mario Soto – La mirada y los recursos
lingüísticos en contacto. Estrategias multimodales en la narración colaborativa en
español y en quechua – contribuye al estudio comparativo de las estrategias mul-
timodales empleadas en tareas conversacionales en la narración colaborativa en
contextos con y sin contacto lingüístico. La investigación muestra que en la región
andina de Cochabamba los resultados cuantitativos varían considerablemente
con respecto a lo que ocurre en los otros grupos analizados, pues se registra una
frecuencia de uso de la mirada significativamente menor. La comparación de los
recursos utilizados en estos casos muestra que los participantes de la región de
Cochabamba, tanto en español como en quechua, favorecen el uso de recursos lin-
güísticos frente a los visuales, los gestuales o las expresiones faciales. Los autores
buscan visibilizar las prácticas comunicativas empleadas en esta región y abogan
por incluir en las investigaciones sobre contacto lingüístico diferentes aspectos de
estas prácticas, como las diferencias existentes en los usos de la mirada.
Presentación del volumen XI

Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen contribuyen al


volumen con el estudio comparativo Tener existencial en variedades hispánicas,
con especial atención a los criollos y al español de Misiones que implica un con-
tinuo semántico-cognitivo aparentemente universal de las categorías posesión,
existencia, localización remática y localización temática. Los autores analizan
cómo dividen distintas lenguas (o variedades) este continuo en construcciones
diferentes: el español “canónico”, la variedad de español argentino en contacto
con portugués, el palenquero y el chabacano – dos criollos de base hispánica –,
y una variedad parcialmente reestructurada (el afroyungueño). Lo significativo
del estudio es que tanto las variedades de contacto como los criollos o el afroyun-
gueño parece que “construccionalizan” la expresión de la posesión, la existencia
y la localización remática de manera conjunta por medio del verbo tener, a di-
ferencia de lo que ocurre con el llamado español “canónico” que divide el conti-
nuo en tres partes, expresando la posesión por medio de tener, la existencia y la
localización remática por medio de haber, y la localización temática con estar.
A partir de estos resultados, los autores reflexionan si la convergencia de derivas
semánticas universales, de procesos generales de simplificación y de contactos
con lenguas específicas podrían tener un papel relevante.
La sección se cierra con el estudio Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchi-
kuna – nosotros: posicionarse como “quechua” en el Perú. Dinámicas lingüístico-
identitarias en zonas de conflicto de Carola Mick, que aborda la interrelación
de dinámicas lingüísticas, identitarias y sociales, a partir de la reconstrucción
del “nosotros” articulado en testimonios de quechuahablantes de dos zonas en
conflicto: Ayacucho y la Amazonía. Se profundiza en la dimensión semántica de
la “clusividad” y se intenta reproducir las dinámicas lingüístico-identitarias en
español de los traductores. Los resultados atestiguan el impacto cultural del con-
tacto conflictivo a nivel de las estructuras lingüístico-identitarias, y contribuyen
así al entendimiento de las dinámicas de contacto en situaciones de conflicto.
Logra, de esta manera, explicitar algunos de los desafíos que representa la pro-
tección de la “integridad cultural” de los pueblos indígenas.
Finalmente, la Sección III agrupa investigaciones que transitan la dimensión
histórica. Rosario Navarro Gala revisa en su trabajo Las crónicas de Indias escritas
por indígenas como fuente para el estudio de la variación lingüística y del contacto
de lenguas este tipo de fuentes para el estudio histórico de la variedad lingüística,
lo que incluye los efectos del contacto de lenguas. Analiza la producción escrita
de dos indígenas bilingües del siglo xvii, Felipe Huamán Poma de Ayala y Juan
de Santa Cruz Pachacuti, de características distintas: mientras que el primero
pertenece a un a primera generación de indígenas hispanizados, al segundo se
le supone miembro de una cuarta o quinta generación. El estudio de sus escritos
mostrará que los procesos de cambio y de variación lingüística presentan, por
XII Azucena Palacios y María Sánchez Paraíso

ello, diferencias sustanciales en cuanto a la complejidad de los fenómenos de


contacto y el grado de integración o acoplamiento del quechua en el castellano
que dio voz a sus discursos.
Alonso Guerrero explora en su estudio Préstamos del español en el otomí y
el náhuatl en dos documentos del siglo xvii el léxico hispano registrado en dos
anales históricos escritos en lenguas indígenas en el siglo xvii, conocidos como El
Códice Huichapan (Hidalgo) y El libro de los Guardianes y Gobernadores de Cuau-
htinchan (Puebla), pero pertenecientes a dos familias lingüísticas diferentes: el
otomí, de la familia otopame, y el náhuatl, de la familia yutoazteca. El autor pro-
fundiza en las diferentes estrategias de adaptación encontradas en los préstamos
en función de la gramática de la lengua receptora.
Micaela Carrera de la Red muestra en su estudio Estructura gramatical del
tucano occidental en el siglo xviii y sus equivalentes en español algunos aspec-
tos de la dinámica lingüística del contacto entre diferentes lenguas indígenas del
área amazónica y el español durante el siglo xviii en el área ecuato-colombiana
a partir de un vocabulario, una breve gramática, una cartilla y una doctrina con-
fesional elaborados por el padre Fray Fernando de Jesús Larrea. Los testimonios
analizados permiten estudiar la estructura de la lengua general de base siona que
se compuso y escrituró como vehículo de comunicación entre los misioneros y las
diferentes naciones de indios del área de la Amazonía occidental, pero también
sirven para reflexionar sobre la propia lengua del autor-misionero quien, en las
listas de palabras y en las equivalencias del español, deja traslucir la acción del
contacto, sobre todo con el quichua ecuatoriano, del que se muestra conocedor
y hablante.
En el estudio De la variación morfosintáctica y otros demonios. La alternancia
del imperfecto del subjuntivo en el español de América desde una aproximación
diacrónica, Adriana Speranza analiza a partir de textos desde el siglo xvii hasta
del siglo xxi las diferencias distribucionales y las motivaciones que podrían expli-
car el cambio en proceso del uso variable de las formas del pretérito imperfecto
del modo subjuntivo, -ra y -se, en algunas variedades del español de Argentina.
En el análisis se atiende a la relación de la variación estudiada con la evidenciali-
dad como sustancia semántica que subyace a la elección del hablante. La autora
parte de la presunción de que el sostenimiento de este uso forma parte de las
estrategias discursivas con el fin de expresar la evaluación del hablante acerca de
la fuente de la cual obtuvo la información y acerca de la información misma, en
relación con las características del fenómeno.
Cierra el volumen Mar Garachana con el estudio La evolución de ir a + inf en
zonas de contacto lingüístico. El caso del español de Barcelona. La autora analiza
el empleo de las formas de futuro perifrástico y morfológico en el español de Bar-
celona de finales del siglo xix y principios del xx. A través de cartas compuestas
Presentación del volumen XIII

a lo largo del siglo xix y la primera década del xx por individuos catalanes o
por inmigrantes que pasaron su vida en la Ciudad Condal (obtenidas del corpus
gradia), la correspondencia mantenida por Galdós y Oller, además de textos
epistolares contenidos en el corde durante el mismo período cronológico. Gara-
chana se pregunta si en el momento en que se forja la variedad de español de
Barcelona ya existe una diferencia significativa relativa al empleo de las formas
morfológicas y perifrásticas del futuro o si la diferencia se traza con el transcurso
del tiempo. De esta manera, la autora estudia la profundidad histórica del menor
empleo de las formas de futuro perifrástico en el español barcelonés. Con esta
comparación analiza la distribución de ambas formas de futuro en función de si
el español estaba o no en contacto con el catalán.
Sección I
Angelita Martínez
Contacto de lenguas
Los límites de la teoría

1 Introducción
Es un hecho auspicioso que los estudios sobre contacto del español, el portugués y
las lenguas amerindias hayan adquirido gran interés en nuestra comunidad cien-
tífica y que las investigaciones sobre el tema se hayan multiplicado en los últimos
años (Álvarez Garriga i.p.; Bravo de Laguna 2019; Godenzzi 2017; Martínez 2012,
2017; Martínez y Speranza 2009, 2014; Palacios 2017; Palacios y Pfänder 2014;
Palacios y García Tesoro 2014; Speranza 2014; Risco 2018). También es un hecho
auspicioso que hayan cobrado vitalidad las reuniones académicas especializadas
en el tema que buscan, en general, hallar, en el debate, alguna luz que ilumine la
explicación de la gran incógnita que supone conocer cómo se produce el cambio
en situación de contacto de lenguas.¹
Sin embargo, los modelos teóricos y epistemológicos continúan otorgando,
frecuentemente, un tratamiento marginal a la situación de contacto dentro del
campo de la investigación lingüística o como ha señalado Nicolai (2007: 12):
“Contact factors are treated as epiphenomena and minimized in the ordi-
nary theories and models which regard a ‘language’ as a unitary entity” [Los
factores de contacto son tratados como epifenómenos y minimizados en las
teorías y modelos corrientes que consideran un “lenguaje” como una entidad
unitaria].
Esta situación hace que el contacto sea considerado, no como una parte inte-
gral del complejo lingüístico sino como la “complicación” de una situación más
simple que se considera normal y básica y, a partir de esto, los datos que nos
brindan los hablantes en situación de contacto no llegan a ser lo suficientemente
valorados como para debatir los enfoques teóricos y analíticos de la disciplina
lingüística general.

1 Las reuniones realizadas por el Proyecto Español de los Andes, propiciado por las Universi-
dades de Friburgo y de Montreal; por el Proyecto 11 de la ALFAL: Lenguas en contacto Español/
Portugués/lenguas amerindias y por el Proyecto Etnopragmática, instalado en la Universidad
Nacional de La Plata, constituyen algunos ejemplos.

Angelita Martínez, Universidad Nacional de La Plata, [email protected]

Open Access. © 2021 Angelita Martínez, published by De Gruyter. This work is licensed under
the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-001
4 Angelita Martínez

Considero, por el contrario, que las teorías del lenguaje pueden enrique-
cerse con los resultados de nuevas investigaciones basadas en la producción de
hablantes en situación de contacto y que nos hallamos en condiciones de esta-
blecer dicho debate si ponemos en valor los avances y discutimos algunos temas
que, desde mi perspectiva, merecen consideración.
En 2015, en ocasión del Congreso Internacional de la alfal que se celebró en
la Universidad de Paraiba, presenté, en el marco del Proyecto 11 mencionado en
nota 1, lo que consideraba, en ese momento, algunas cuestiones que, a mi juicio,
merecían repensarse. Los trabajos que se han publicado en estos últimos años
ofrecen señales de que hemos avanzado en alguna de esas direcciones. Palacios
(2017: 7–12) es una muestra de que se ha consolidado la necesidad de entender
el llamado contacto de lenguas como la producción lingüística de hablantes en
situación de contacto, de seres que desean comunicarse, expresar lo que sienten
y persuadir e influir en las conductas de sus oyentes.
Por otra parte, se ha consolidado, también, la distinción de cambios por
contacto en directos e indirectos y hay gran profusión de trabajos en los que el
cambio se explica indirectamente porque se trata de expresiones funcionalmente
motivadas y los hablantes recurren a ellas como estrategias comunicativas que
el sistema permite, ligadas, muy posiblemente, a las características de la lengua
de contacto.
Sin embargo, al parecer, seguimos sin distinguir, claramente, cómo este
proceso se lleva a cabo. En tal sentido, permanece vigente la afirmación de
Dumont (2013: 282): “While it is undeniable that linguistic transfer can and does
occur, it is less clear how or why transfer happens, and what the limits on transfe-
rability are” [Mientras es innegable que la transferencia lingüística puede ocurrir
y, de hecho, ocurre, es menos claro cómo y por qué sucede y cuáles son los límites
de la misma].
Se nos impone, sin duda, seguir indagando el cómo y el porqué del cambio
en situaciones de contacto, pero bajo la consideración de que, más que pensar
en los límites de la transferencia, algo que ha sido un lugar tradicionalmente
común, sería productivo pensar en los límites que la teoría lingüística adop-
tada puede instalar en la perspectiva de nuestra investigación. Porque, desde
mi punto de vista, lo que se manifiesta como un déficit teórico va de la mano
de una visión sobre el lenguaje en general que no termina de esclarecerse. En
efecto, algunas cuestiones propias del pensamiento tradicional, a mi enten-
der, promueven el estancamiento de aspectos relacionados con la búsqueda de
explicaciones al trasvase por contacto de lenguas, es decir, al tema de nuestros
desvelos.
Acudiremos, entonces, a la reflexión sobre algunos conceptos que subyacen
al uso de las lenguas en general y a las situaciones de contacto en particular que
Contacto de lenguas 5

podrían arrojar luz a la hora de rastrear las influencias de una lengua sobre la
otra en el repertorio de los hablantes.
Este artículo, entonces, estará centrado en las siguientes cuatro preguntas:
– ¿Cómo se modela la gramática y a qué llamamos categorías lingüísticas?
– ¿Qué se quiere decir con la expresión, ampliamente usada, tendencias inter-
nas del cambio lingüístico?
– ¿Por qué, a pesar de que se reconozca que no existe cambio sin variación y
que la variación es la matriz de todo cambio lingüístico, sigue todavía siendo
un área opaca para muchos de los estudios de cambio lingüístico inducido
por contacto de lenguas?
– ¿Es el tratamiento de la distribución de frecuencia de las unidades lingüís-
ticas – la metodología cuantitativa aplicada al análisis – coherente con el
hecho de que los datos revelan, una y otra vez, la congruencia cognitiva entre
significado y contexto?

2 Las categorías de la lengua


La primera inquietud – cómo se modela la gramática y a qué llamamos catego-
rías lingüísticas – surge de una idea original de Diver (2012[1995]), expresada,
también, por García: “Mal que nos pese, las categorías analíticas no están dadas
(ni garantizadas) por la tradición gramatical (o sea la gramática tradicional).
Pero un lingüista, desgraciada – o afortunadamente – no puede dejar de motivar
teóricamente las categorías analíticas a las que recurre” (1998: 222).
Y si bien las teorías funcionalistas se declararon explícitamente en contra de
que el lenguaje fuera esencialmente un sistema representacional y solo inciden-
talmente un sistema de comunicación no es habitual que se plantee abiertamente
discutir la gramática en términos comunicativos.
Porque la única manera de resolver si el lenguaje es esencialmente un sistema
de comunicación, tal como el funcionalismo plantea, es demostrar mediante el aná-
lisis que:
a) Son las intenciones comunicativas las que modelan la gramática y la nece-
sidad de comunicar una perspectiva, un perfilamiento, lo que determina la
morfosintaxis.
b) Son características del comportamiento humano las que restringen, de una
manera u otra, las selecciones gramaticales.

Ahora bien, los estudios sobre contacto de lenguas de perfil funcionalista ¿se
asientan, realmente, en la convicción de que la estructura del lenguaje está
6 Angelita Martínez

motivada por su función comunicativa, es decir, en que su propio diseño está


directamente motivado por el acto comunicativo? Y, de ser así, ¿se actúa en
consecuencia?
Si bien es cierto que, últimamente, la mayoría de los trabajos sobre contacto
lingüístico adoptan una perspectiva funcionalista, es también verdad que la pre-
sunción del isomorfismo entre el lenguaje y el pensamiento sigue propiciando,
en ellos, el hecho de que las tradicionalmente llamadas categorías lingüísticas –
sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres, etc. – constituyan el centro del aná-
lisis con una aceptación tan amplia de las mismas como hechos de lenguaje en
general que se corre el riesgo de olvidar que han sido objetos creados desde un
punto de vista particular y que, en el mejor de los casos, son hipótesis que debie-
ran ser demostradas.
En esa línea, los presupuestos tradicionales no consideraron la posibilidad
de que las categorías teóricas fundamentales fueran, simplemente, señales y
significados (Diver 2012[1995]). Por el contrario, la tradición ha influido, fuerte-
mente, en interpretar categorías nocionales como categorías lingüísticas y, en
ese aspecto, perspectivas muy opuestas, desde la gramática generativa hasta la
lingüística cognitiva han defendido, explícitamente, esas categorías tradicio-
nales de análisis. Y si bien, claramente, la perspectiva saussureana, a comien-
zos del siglo xx, propuso que la motivación de la estructura de la lengua se
hallaba en el uso de la misma como instrumento de comunicación, al enfati-
zar la forma sobre el contenido y al ligar la forma con el objeto al que refiere,
rechazó el significado como algo interno a la lengua. Como todos sabemos,
años más tarde, los modelos formalistas propusieron la forma como resultado
de reglas innatas.
Hubo, claro, algunas voces disidentes que se acercan a la perspectiva fun-
cionalista de Diver. Podemos citar, como uno de los pocos ejemplos, a Pottier
(2000: 34) que consideró que “el motor de la potencialidad combinatoria es el
lexema, y no la clase sintáctica de la lengua considerada” y que “la sintaxis revela
opciones semánticas, y estas, a su vez, concretizan en una lengua los mecanis-
mos cognitivos activados por el hablante”.
Es decir, detrás de todo subsistema lingüístico hay sustancia semántica y
categorización de la misma mediante signos y señales. Esas serían las categorías
de la lengua con carta de ciudadanía analítica. Son signos – morfemas – y señales
sin soporte fónico – orden de palabras y ausencia significativa de un signo – los
que recortan esa sustancia semántica y anidan y conviven dentro del paradigma
a disposición del usuario de la lengua que hará la selección categorial más ade-
cuada – o la menos inadecuada – al mensaje que desea transmitir. El desplaza-
miento de dichas categorías, lo que hemos llamado “juego intra-paradigmático”
(Martínez 2012: 112) constituye, desde nuestro punto de vista, el motor que pro-
Contacto de lenguas 7

mueve la existencia de todas las llamadas variedades de una misma lengua, entre
ellas, las consideradas variedades en contacto.
Porque, en las situaciones de contacto, lo que se advierte, en general, es el
desplazamiento del espacio que ocupan dichas categorías lingüísticas en la sus-
tancia semántica, es decir, la porción de sustancia que el hablante decide asignar
a cada una de ellas. Se trata del desplazamiento sistemático de las fronteras
intra-categoriales que se traduce en una diferente organización de la misma sus-
tancia semántica. En efecto, la investigación nos ha mostrado que, en general, las
diferencias observadas se corresponden a explotaciones diferentes de los mismos
significados.
Un ejemplo por demás interesante del rédito que podría obtenerse al traba-
jar con esta idea de que la categoría analítica es la señal y su significado, surge
del empleo del orden del adjetivo y del sustantivo en la frase nominal (FN) en
Renacer, periódico quincenal de la comunidad boliviana en la Argentina.²
Los estudios de Pfänder (2010) han mostrado que, en el español de los Andes,
la posición del adjetivo en la FN es variable a pesar de que, de acuerdo con las
gramáticas, en la lengua quechua el adjetivo se coloca categóricamente delante
del sustantivo.³ De hecho, las entrevistas a migrantes bolivianos y peruanos bilin-
gües en Buenos Aires, que integran la base de datos cordemia de la Universidad
Nacional de La Plata, muestran que la variación en el español de los Andes está
tan activa como entre los rioplatenses. Sin embargo, los datos comparativos de
Dante y Speranza (2005) sobre el empleo del orden del adjetivo y el sustantivo
en la FN en el periódico de la comunidad boliviana Renacer y en Clarín Zonal,
periódico barrial de la comunidad bonaerense de Morón e Ituzaingó, ambos edi-
tados en Buenos Aires, han permitido observar que la variedad en contacto con
el quechua privilegia la anteposición del adjetivo, hecho que no se corresponde
con la variedad rioplatense.⁴

2 El inicio de la publicación data de febrero de 1999. El nombre inicial del periódico fue Re-
nacer boliviano en Argentina y más tarde se redujo a Renacer. Posteriormente el periódico fue
digitalizado. En su página fundacional (www.renacerbol.com.ar) se explicaron las causas de su
aparición como respuesta a la campaña a la opinión pública responsabilizando a los migrantes
por el aumento en la desocupación y el desempleo. Las secciones del periódico abarcaban los
siguientes temas: Bolivia, Actualidad, General, Editorial, La ciudad, Deportes, Cultura, Regiona-
les, Interior, Internacional.
3 Si bien las gramáticas del quechua son categóricas en dicho aspecto, este tema no tiene datos
analíticos que demuestren que esto sea así. Desde nuestra perspectiva, creemos muy probable
que, en el uso de la lengua, más allá de la preponderancia manifiesta del adjetivo antepuesto, se
registre cierta variación respecto de su posición.
4 El periódico semanal zonal Clarín Morón-Ituzaingó se inició en octubre de 2001. Se presentó
como “la herramienta para acercarse a los vecinos, escuchar sus voces, ayudarlos a recorrer
8 Angelita Martínez

Los dos textos que siguen son ejemplos de la diferencia encontrada:

(1) Aún se mantienen las leyes adecuadas al mejor interés permitiéndoles a


las empresas jugosas ganancias que sólo pueden explicarse por la alta
evasión, los bajos y ridículos salarios, la sobreexplotación de la reducida
mano de obra contratada y las tremendas facilidades (de las empresas)
[Renacer. Sección Información]

(2) El bar abrió en 1933. En sus comienzos se llamó “La Lechería” y la historia
popular cuenta que fue construido por el arquitecto español que edificó
el Hotel Provincial de Mar del Plata. De esa época aún conserva la barra de
algarrobo, las estanterías repletas de bebidas, las sillas señoriales y
otros elementos valiosos. [Clarín Zonal. Sección Ciudad]

Las diferencias observadas en (1) y (2) no son casuales. En efecto, la comparación


cuantitativa del orden del adjetivo y del sustantivo en la FN, a partir del análisis
de Dante y Speranza, en un corpus de cinco ejemplares de cada periódico, corres-
pondientes a los años 2004 y 2005 (secciones La ciudad, Deportes y Cultura),
arroja los siguientes resultados:

Tabla I: Frecuencia relativa de anteposiciones vs. Posposiciones del adjetivo


calificativo en la frase nominal, en Renacer y Clarín Zonal.

Adjetivo antepuesto Adjetivo pospuesto


Renacer 230 (61,5 %) 144 (38,5 %)
Clarín Zonal 31 (38,2 %) 50 (61,8 %)

o.r. 21.3, χ2 13.77, p<01

La tabla con valores de o.r: 21.33 y χ2: 13.77 nos permite observar dos hechos de
fundamental impacto analítico:
– La diferencia en la frecuencia absoluta de adjetivos en ambos periódicos y
– la diferencia en la frecuencia relativa de anteposición y posposición de adje-
tivos en ambos periódicos.

Como vemos, en la variedad de español de los Andes, correspondiente al perió-


dico Renacer, los textos muestran una frecuencia absoluta de empleo de adjetivos

su día a día. Para eso, sus periodistas se instalarán en el partido, convivirán con la gente y sus
historias”.
Contacto de lenguas 9

mucho mayor que en Clarín Zonal y una frecuencia relativa de la anteposición


del adjetivo calificativo también mucho mayor. En efecto, mientras que, en Clarín
Zonal, sobre un total de 81 FN, solamente el 38 % posee un adjetivo antepuesto,
en Renacer, sobre un total de 374 FN, el 62 % de los adjetivos se halla antepuesto
al sustantivo.⁵
Parece probable que la estrategia lingüística observada en el periódico boli-
viano se explicara por la incidencia del contacto del español con las lenguas
quechua y aimara. En efecto, como ya hemos dicho, el adjetivo, de acuerdo
con las gramáticas de dichas lenguas (Coombs, Coombs y Weber 1976; Quesada
Castillo 1976; Pfänder 2010) siempre precede al sustantivo en la FN. Siguiendo
a Pfänder, k’acha warmi, con adjetivo antepuesto, es la forma excluyente para
señalar: linda mujer o mujer linda.
Más allá de que al referirnos a sustantivo y adjetivo, no olvidamos que esas
categorías nocionales no son intrínsecas a la lengua, a la hora del análisis, si
nos mantenemos dentro de las categorías configuracionales, nos enfrentamos,
como todos sabemos, con algunos problemas. En primer lugar, esto ocurre
cuando en vez de la frase casa verde hallamos la frase verde limón,⁶ en la que el
caracterizador es un lexema catalogado como sustantivo. En ese sentido, ejem-
plos como el lexema araña, el cual puede ser un caracterizado (araña venenosa),
un caracterizador (hombre araña) o bien una acción (Ese gato araña cuando
lo acarician) son muy ilustrativos. Por otra parte, también observamos que
las restricciones tradicionales respecto del orden de los adjetivos calificativos
y relacionales no resultan consistentes con los datos. Muchos de los adjetivos
llamados relacionales presentan un uso variable muy considerable como, por
ejemplo, la argentina Mercedes Sosa; la judicial causa, etc. Estos problemas se
vuelven recurrentes en cuanto nos ponemos a observar, con mirada analítica,
el uso del lenguaje.
Ahora bien, es evidente que, como ya mencionamos, el análisis lingüístico
debe contar con categorías lingüísticas que nos permitan explicar los sistemas
observados en el uso de la lengua. Para ello, entonces, siguiendo nuestra argu-
mentación, la cuestión es descubrir qué sustancia semántica está en juego y

5 Los datos de Clarín Zonal son congruentes con la diacronía que hemos observado para el orden
del adjetivo en los textos de la lengua española que, a partir del siglo xvii, se muestra consistente
con la opción privilegiada del adjetivo pospuesto (Martínez 2009).
6 Como todos sabemos, no es útil a nuestro objetivo de entender el empleo del lenguaje, acudir
al recurso de “irse por la tangente” y aludir, por ejemplo, a “casos de yuxtaposición del sustanti-
vo para inferir a la vaguedad del color” en vez de discutir si el sustantivo es, entonces, un modifi-
cador del adjetivo y si es así, cuál es el impacto de este hallazgo en la definición de las categorías
propuestas como sustantivo y adjetivo.
10 Angelita Martínez

que contextos favorecen, relativamente, cada forma, en el continuum dialectoló-


gico. Recién en esa instancia podríamos empezar a preguntarnos de qué manera
las características de la lengua de contacto pueden impactar en la distribución
encontrada.
Si volvemos al orden del sustantivo y el adjetivo en la fn, tres hechos nos
permitirían evitar las consecuencias poco felices a las que hemos aludido:
1) Considerar simplemente dos signos, uno correspondiente al lexema caracte-
rizado y otro al lexema caracterizador (Klein-Andreu 1983; Martínez 2009),
en vez de acudir a las categorías tradicionales – sustantivo y adjetivo – dado
que, como hemos visto, no pueden delimitarse fácilmente.
2) Considerar que el orden del caracterizado y el caracterizador dentro de la fn
es una señal que, como tal, posee significante y significado y se manifiesta,
en español, como un sistema gramatical con dos miembros: anteposición y
posposición del caracterizador, al que subyace el dominio semántico clase
de diferenciación (Klein-Andreu 1983; Martínez 2009). En dicho sistema, las
categorías se distribuyen como en el esquema que sigue (Martínez 2009: 1243):

Dominio semántico: clase de diferenciación


Absoluta (sin contraste) (caracterizador antepuesto)
La antigua casa de Juan
Diferencia
Relativa (con contraste) (caracterizador pospuesto)
La casa antigua de Juan

Es decir, los hablantes han sistematizado, mediante el orden del adjetivo y


el sustantivo, dos maneras diferentes de diferenciar: la antigua casa de Juan
remite a una casa en particular que es antigua. El adjetivo antigua caracteriza
a esa casa diferenciándola de sí misma. Podemos decir que la colocación ante-
puesta del caracterizador lo “epitetiza”. En cambio, la casa antigua de Juan
nos permitiría inferir una casa diferente de otra, la que no es antigua. Por eso,
esta última opción ha sido considerada “diferenciación con contraste” en
tanto la opción anterior “diferenciación sin contraste” (Klein-Andreu 1983).
3) Distinguir la diferencia entre el significado de los signos/señales y las infe-
rencias de mensaje. Esta perspectiva nos permite advertir que un mismo
lexema caracterizador – antepuesto o pospuesto – aporta idéntico significado
básico al contexto. Los mensajes que pueden inferirse a partir de la posición
del adjetivo: pobre hombre, hombre pobre, algunas veces muy diferentes, se
deben, sin duda, al significado que aporta la señal orden del caracterizador
y del caracterizado, más el aporte semántico del resto del contexto en el que,
por supuesto, el significado de los lexemas constituye un factor de peso.
Contacto de lenguas 11

La relevancia de la iconicidad en la sintaxis – co-locación de formas – se hace,


una vez más, evidente. En efecto, la anteposición del caracterizador delimita físi-
camente al caracterizado e – icónicamente – nos permite inferir una entidad sin
contraste.⁷ El adjetivo pospuesto, por el contrario, selecciona un caracterizador
que permite inferir contraste e icónicamente no limitado por la “barrera” que
constituye el caracterizado⁸ en el sintagma.
Ahora bien, si partimos de nuestras categorías analíticas y observamos que,
tanto en Renacer, como en Clarín Zonal, a pesar de las diferencias de frecuencia
observadas, las dos opciones en el orden del caracterizador y el caracterizado son
posibles y ambas se manifiestan con vigor, la explicación del contacto basada en
la tipología de lenguas resulta una hipótesis meramente descriptiva, cuyo reco-
nocimiento no ofrece una explicación a la estrategia observada en el periódico de
la comunidad andina.
Porque no debemos olvidar que una estrategia comunicativa funciona como
el puente entre el sistema y el uso. Constituye la relación crítica entre la poten-
cialidad del sistema y las especificidades de la distribución. La distribución no
es una consecuencia de la estructura sistémica solamente. Diferentes estrategias
comunicativas aplicadas a los mismos rasgos estructurales producen diferentes
distribuciones.
Una hipótesis complementaria, explicativa, debería, entonces, surgir del
análisis. Intentar una explicación a la diferencia en la distribución nos permitiría
avanzar en la comprensión del trasvase por contacto. Despojarnos del peso de
categorías nocionales y enfrentarnos con el proceso de relacionar significados y
contextos nos podría llevar por el camino hacia la meta deseada.

3 ¿Tendencias internas del cambio lingüístico?


Fuertemente ligado al tema precedente, surge la inquietud, arriba referida, res-
pecto de la dicotomía “tendencias internas/factores externos” del cambio. Como
ya hemos expresado, se ha instalado entre los estudiosos del contacto, al menos
entre los que poseen una mirada funcionalista, la convicción de que trabajamos
con hablantes en contacto más que con lenguas en contacto. Creo que nos falta

7 La coherencia discursiva facilita la tarea de inferir los significados. La importancia del dis-
curso en la inferencia de atribución y predicación (en el inglés) ha sido señalada por Bolinger
(1957: 24–27).
8 El concepto de iconicidad es válido, también, en la relación hallada por Whorf (1956: 93) entre
adjetivos inherentes al sustantivo y colocación cercana al núcleo.
12 Angelita Martínez

discutir más finamente qué implicancias analíticas trae aparejada esta declara-
ción de principios con la que todos acordamos. Específicamente si la conducta
humana nos provee motivación deductiva para la comprensión de la estructura
lingüística en general.
En efecto, si bien las metáforas a través de las que vivimos el lenguaje no
hacen que los investigadores olvidemos que se trata, por supuesto, de metáforas,
el impacto que ellas producen en el análisis nos hace pensar que ciertos concep-
tos deberían ser revisados con el propósito de asignarles el lugar que les corres-
ponde dentro de la teorización del contacto de hablantes y no de lenguas.
La convicción de que “las estructuras lingüísticas de los idiomas, igual que
la estructura genética de las personas, evolucionan naturalmente” y de que “los
idiomas son un fenómeno natural y evolucionan independientemente de lo que
nosotros queramos” (Lemus 2001: 1–4) se hace explícita en el trabajo actual de
algunos lingüistas.
En efecto, el antropomorfismo a través de la metáfora puede confundirnos,
a la hora del debate, en la búsqueda de la comprensión de los fenómenos de
contacto. De hecho, como todos sabemos, la dicotomía entre tendencias internas
y factores externos de la lengua, como motivadores del cambio, sigue muy activa
entre los investigadores tal como lo sugieren múltiples citas como la siguiente:

Evidenciamos, por tanto, un cambio lingüístico en progreso que obedece tanto a razones
internas – la gramaticalización de los sistemas pronominales átonos de tercera persona en
español – como a factores externos – la influencia de la lengua maya y el nivel de instruc-
ción –; y son ambos factores los que aceleran la gramaticalización de las formas pronomi-
nales en concordancias de objeto e imponen la dirección del cambio. (Hernández Méndez
2017: 177)

Creo que esta dicotomía merece, al menos, una revisión. He tratado de argumen-
tar en este sentido en un trabajo anterior en el que intento reflexionar sobre que,
si como todos sabemos y acordamos, son siempre los hablantes, impulsados por
sus necesidades comunicativas, quienes cambian las lenguas, el hecho de que
se observen unas zonas más permeables al cambio que otras no debería ligarse a
cuestiones internas a la lengua y en el peor de los casos a cuestiones de debilidad
de los sistemas sino explicarse a la luz de la relación entre las sustancias semán-
ticas de esos paradigmas y las posibilidades cognitivas de los hablantes en sus
intentos comunicativos que favorecen una y otra vez el desplazamiento de sus
categorías y, en ocasiones, la recategorización de las mismas.
En dicho trabajo, el análisis me ha permitido concluir, en esa ocasión, que:

La inestabilidad en el sistema de los clíticos españoles, no es, según revelan nuestros datos,
una “tendencia interna de la lengua” sino el producto de la posibilidad cognitiva de los
usuarios de asignar a un mismo referente distintos grados de actividad o bien (re)categori-
Contacto de lenguas 13

zarlos en una dimensión conceptual diferente. Los motivos que impulsan a los usuarios del
lenguaje son siempre necesidades de orden comunicativo, en muchos casos, provocadas
por la situación de contacto de lenguas. (Martínez 2013: 222)

Resumiendo, si consensuamos que se trata de hablantes en contacto, ¿por qué


se sigue aludiendo a “tendencias internas de la lengua” definidas como la propia
evolución del sistema interno de la lengua hacia el cambio? ¿No implica dicho
concepto una disociación de la lengua y de los hablantes? No solo el contacto
es un factor externo a la lengua, toda necesidad comunicativa de los hablantes
también lo es. Por lo tanto, creemos que los factores que motivan la variación
y el cambio son siempre externos y la lengua, tal como se nos presenta cuando
nacemos, es la cristalización de esos factores externos que la han configurado en
un proceso dinámico que sigue moldeándola continuamente.⁹
De ninguna manera estamos relegando la sistematicidad que es evidente en
la lengua, hecho que hemos comprobado una y otra vez, a la luz de los cambios
que se suceden en variedades no estandarizadas. Por el contrario, estamos argu-
mentando sobre las causas de dicha sistematicidad. Y en esa búsqueda, creemos,
sobre la base de la frecuentación del dinamismo lingüístico en situaciones de
contacto, que los hablantes y no la lengua tenderían a construir sistemas y, por
lo tanto, las regularidades que observamos traducirían la posibilidad de procesa-
miento de rutinas cognitivas. Procesos siempre en construcción que traducirían,
en todo caso, una “tendencia interna” de los seres humanos: la capacidad (¿y la
necesidad?) de sistematizar. Facultad humana en el marco de su capacidad crea-
tiva e innovadora, de sus habilidades cognoscitivas de percepción y de razona-
miento. Sistemas que muestran un “juego intra-paradigmático” al que me referiré
más adelante.
Si volvemos al área de la gramática en la que nos estamos apoyando para
sostener nuestra argumentación – el orden del caracterizador y del caracterizado
en la fn –, el estudio diacrónico que hemos llevado a cabo a través del español
peninsular y del español americano, que contempló los siglos xiii, xvi, xvii, xix
y xx, nos permitió mostrar que hasta el siglo xvii fue privilegiada la anteposi-
ción del caracterizador por sobre la posposición del mismo mientras que a partir
del siglo xvii la posposición del caracterizador se hizo cada vez más frecuente y

9 Otros autores han advertido esta posibilidad (Dixon 1997; Mufwene 2001). Al respecto, Con-
treras Domingo (2005: 170) concluye: “Ciertamente, la variación es una propiedad esencial del
lenguaje y el cambio una parte esencial del mismo. Desde esta perspectiva, determinadas dico-
tomías que han venido imperando en el estudio lingüístico durante la mayor parte del siglo xx
quedan superadas: la establecida entre cambios “internos” y “externos” o la diferencia entre
una sincronía como sistema homogéneo y una diacronía como sistema cambiante a lo largo del
tiempo”.
14 Angelita Martínez

tomó un impulso constante a partir del siglo xix, tal como puede apreciarse en el
cuadro siguiente:

Cuadro I: Posición del adjetivo respecto del sustantivo


en la FN (Datos de Martínez 2009: 1240).

A+S S+A
xiii 60 % (247/412) 40 % (165/412)
xvi 69 % (826/1192) 31 % (366/1192)
xvii 31 % (68/220) 69 % (152/220)
xix 37 % (387/1053) 63 % (666/1053)
xx 19 % (41/212) 81 % (171/212)

En el corpus diacrónico del español que hemos considerado, los diferentes tipos
discursivos nos han permitido observar la relación de las necesidades que impone
el género con las decisiones gramaticales, en este caso, la selección de la posición
del adjetivo.¹⁰
Dadas las características de nuestro corpus, concluimos, en esa oportuni-
dad, que la colocación del adjetivo, coherente con las especificidades propias del
género discursivo, promueve la configuración de dos tipos de héroe diferente: el
héroe (o antihéroe) estático, construido y heredado, congruente con caracteriza-
dores antepuestos o el héroe o la heroína dinámicos, en construcción, originales
y humanos, un perfil que la posposición del caracterizador ayuda a delinear.
En esos casos, en los que no había una situación explícita de contacto de
lenguas, el estudio de las características de la narrativa nos permitió consolidar la
hipótesis de la gramática como reflejo de necesidades comunicativas: los protago-
nistas de las obras más antiguas respondían a la necesidad del autor de mostrar
personajes prototípicos cuya idiosincrasia estaba constituida de antemano: el
héroe – o antihéroe – colectivo posee características dadas como intrínsecas, está
esquematizado y es simbólico y directamente representativo. La anteposición de
los adjetivos contribuye también a reforzar la inferencia de validez universal de las
virtudes y de los vicios, hecho que pudimos observar en los personajes de Calila y
Dimna y en el sentimiento de permanencia de una vida signada por la desgracia
que se evidencia en Lazarillo de Tormes. La heroína singular, por el contrario,
como puede observarse en La Regenta, posee características particulares, no pre-
determinadas, que el autor va elaborando a medida que la obra avanza; es un ser

10 En Martínez (2013) desarrollamos el tema de la influencia del género discursivo en la explota-


ción de las formas en contexto de contacto. Coincidentemente dicha influencia ha sido sugerida
por Gomez Seibane (2012) en un estudio sobre el orden del verbo y el objeto en el país vasco.
Contacto de lenguas 15

no prototípico, complejo, en construcción, simbólico y representativo también,


pero indirectamente, como una metáfora de su época (Martínez 2009: 1312).
Así como en ese corpus diacrónico, el cambio gramatical se ajusta a la evo-
lución del héroe, si volvemos a nuestro ejemplo del español de los Andes, en
confrontación con el español del Río de la Plata, podemos esperar que la expli-
cación surja de la génesis de ambos periódicos. En eso acuerdan Dante y Spe-
ranza en tanto Renacer está escrito por ciudadanos bolivianos que se dirigen a la
comunidad boliviana radicada en Buenos Aires. Mediante esta publicación mani-
fiestan su pertenencia a la comunidad y valoran positiva o negativamente, en
tanto miembros de la misma, los eventos que narran. Incluso muchos redactores
residen en Bolivia y desde allí escriben sus artículos.
Por el contrario, quienes hacen Clarín Zonal se dirigen a una comunidad de
la que no forman parte como vecinos y, por lo tanto, su valoración de los eventos
está limitada a la observación y al comentario de otros. Su posición es más obje-
tiva, puesto que no están involucrados tan profundamente con esa comunidad
ni necesitan defenderse de eventuales discriminaciones como ocurre en el perió-
dico Renacer.
¿En qué lugar queda la posibilidad de transferencia por contacto? En un
lugar muy relevante porque lo trasvasado sería la visión de mundo que subyace
a la estructura lingüística, visión de mundo que va impregnando las lenguas.
En ese sentido, no es casual que los estudios tipológicos hayan clasificado a las
lenguas tomando en cuenta el orden del nombre y sus complementos. Desde
nuestra perspectiva – que tratamos de mostrar en este artículo – la insistencia
en la posición antepuesta del caracterizador manifestaría la elección de perfilar
entidades sin contraste, “epitetizadas”. El inglés, el quechua y el aymara parecen
haber privilegiado dicho perfilamiento.

4 La relevancia de los estudios de variación


El tercer tema que me interesa abordar en este trabajo es el de la relevancia de la
variación como matriz del cambio y su estudio e interpretación como visibiliza-
ción del proceso de contacto de lenguas. Se ha dicho que, si bien no se reconoce
cambio sin variación, la variación es todavía un área opaca, un blind spot para
muchos de los estudios de cambio lingüístico inducido por contacto de lenguas
(Chamoreau y Léglise 2012: 6).
Nada más cierto que esta aseveración en tanto, aunque desde estos foros
estemos insistiendo, hace ya muchos años, sobre la necesidad de trabajar desde
la variación resignificada por García (1998), son relativamente pocos los lingüis-
16 Angelita Martínez

tas que acuerdan con que la “variación intra-hablante” constituye la matriz de


todo cambio lingüístico y, por consiguiente, también del cambio lingüístico en
situaciones de contacto de lenguas.
Como han apuntado Cabrè y Lorente (2003), la lingüística teórica ha ido avan-
zando en la constitución de una teoría explicativa sobre la capacidad humana del
lenguaje y la materialización en lenguas particulares, cuya característica fundamen-
tal es la variación, pero distintas escuelas se han concentrado, o bien en el aspecto
cognitivo, en el simbólico o en el sociolingüístico, en detrimento de los otros.
La conformación de un espacio propio centrado en la variación intra-
hablante – diferenciado del propuesto por la sociolingüística tradicional – y que
ha contemplado, también, el contacto de lenguas en la región andina estuvo pro-
piciada, desde muy temprano, por los trabajos de García y sus discípulos (García
y Otheguy 1983 para Ecuador; García 1990 para Perú; Martínez 2000 para el
Noroeste Argentino y, más tarde, por el equipo de investigación sobre Etnoprag-
mática de la Universidad Nacional de La Plata; Álvarez Garriga i.p.; Martínez
2012, 2017; Martínez y Speranza 2009, 2014; Speranza 2014; Risco 2018), bajo
la consideración de que la variación entre alternativas expresivas constituye la
norma en sintaxis y que dicha variación involucra mensajes que son pragmática-
mente no equivalentes.
Desde esta perspectiva se enfatiza que la sintaxis es semántica y pragmá-
ticamente motivada y que el grado de motivación es un hecho cognitivo que se
conjuga con la dimensión de la emisión, un hecho formal. Se adhiere, también,
a la necesidad de postular y mostrar, mediante el análisis, un significado básico
para las formas, lo suficientemente impreciso como para que dé cuenta de todas
las ocurrencias de las mismas, sin excepciones.
Al apelar a descubrir la conexión plausible y motivada entre el valor postu-
lado para la forma y la operación cognitiva que el uso manifiesta en las carac-
terísticas del contexto, la relación entre la estructura lingüística y la frecuencia
de uso adquiere adecuación explicativa. Los factores que Diver (2012[1995]: 50)
llamó orientaciones (la función comunicativa del lenguaje y características de
la conducta humana – el factor humano –) proveen un control deductivo para el
análisis, al permitir que los fenómenos lingüísticos sean considerados instancias
de otros fenómenos que son entendidos en forma independiente.
Los datos presentados nos recuerdan, precisamente, que fueron diferencias
de frecuencia las que motivaron el interés por el análisis: en números absolutos, el
periódico Renacer se mostraba más proclive que Clarín Zonal a la presentación de
entidades sin contraste, hecho que se polarizaba en ciertas secciones del periódico.
En el análisis de la variación condicionada por el contexto, los factores o
parámetros a los que nos estamos refiriendo no constituyen constructos a priori
ni responden a presupuestos universales. Por el contrario, son categorías emi-
Contacto de lenguas 17

nentemente empíricas, aunque de ningún modo arbitrarias. La ausencia de arbi-


trariedad nos permite hacer una predicción, previa al análisis, sobre cuál de ellas
favorecerá, por una razón de coherencia contextual, la selección de una forma
sobre la otra. Es de fundamental importancia que la predicción se halle orien-
tada, es decir, justificada independientemente a través de la relación cognitiva
entre el significado de la forma lingüística y el contexto de aparición de la misma.
Una vez más volvemos a nuestro ejemplo para preguntarnos qué factores
contextuales privilegian la anteposición y ponen en relación el aporte significa-
tivo de la señal y las características del contexto.
Dado que, como hemos señalado, la anteposición del caracterizador implica
ausencia de contraste y la posposición del mismo la presencia del contraste, en
el intercambio comunicativo la necesidad de señalar contraste debería favore-
cer entidades menos esperadas o identificables en el contexto, a las que hay que
caracterizar para colaborar con el interlocutor. En ese sentido, por ejemplo, el
grado de determinación del núcleo de la FN se ha mostrado, en nuestro estudio
diacrónico (Martínez 2009), como un factor que favorece la alternancia. Contra-
riamente, la construcción de entidades sin contraste se ha visto favorecida, por la
índole abstracta de los caracterizados. La clase del sustantivo – propio o común –
es, también, un parámetro que ha mostrado influencia en la selección.
Contrariamente, en los textos del periódico Renacer, el predominio de la
anteposición no está ligado a ninguno de esos factores. Emisiones determina-
das e indeterminadas, sustantivos abstractos y concretos y nombres propios
y comunes no tienen peso significativo en la selección del orden en el que se
advierte el privilegio de la anteposición.
Por el contrario, un retorno al análisis cualitativo nos muestra que la cons-
trucción de entidades sin contraste, en Renacer, se ve favorecida cuando las
mismas están fuertemente ligadas a la cultura y al entorno andinos:

(3) Antigua, misteriosa y exótica selva, yunga cochabambina situado en el


corazón de milenarias montañas rosas de densa vegetación, que en sus
entrañas guardan celosamente incalculables yacimientos de minerales y los
más finos árboles. . . [Renacer. Sección cultural]

(4) . . . adentrarse en la misteriosa espesura del bosque en el trayecto disfru-


tando una exagerada belleza, al comienzo del océano, pequeños arbustos
que adornan incomparables praderas llenos de pasto tierno, y los más visto-
sos colores de un sinfín de variedades de la orquídea, que tiran al viento sus
más puras fragancias, asociados con el místico boldo y otros de inconfundi-
ble aroma por un zigzagueante sendero bordeando escalofriantes y profun-
dos abismos [Renacer. Sección cultural]
18 Angelita Martínez

En efecto, de los 230 casos de anteposiciones registrados en Renacer, 134, es decir


el 58 % pueden considerarse entidades asociadas a la comunidad. En la tabla II
mostramos los resultados de la frecuencia del orden del adjetivo y el sustantivo a
la luz de la índole de las entidades caracterizadas.

Tabla II: Frecuencia relativa de anteposición vs. posposición de adjetivo en la FN


respecto de la índole de las entidades caracterizadas (Renacer).

Adjetivo antepuesto Adjetivo pospuesto


Entidades asociadas a la comunidad 134 85 % 24 15 %
Otras 96 44 % 120 55 %

0.r. 6.97, χ2 63.33

Por otra parte, hemos podido observar que, cuando no se trata de entidades rela-
cionadas con lo andino, la anteposición se muestra consistente con factores tales
como el carácter argumentativo del discurso y la índole polémica de los temas.
Desde esta perspectiva, la relación cualitativo-cuantitativo es imprescindible
y hace que la metodología deba ser, en mucho, artesanal. Una y cien veces volve-
mos a nuestros contextos, con mirada miópica y especial atención a los aparentes
contraejemplos que se nos presentan para reflexionar sobre las claves, pistas,
pautas que los mismos nos proporcionan con el propósito de explicar y no solo
listar los factores que influyen en la alternancia, además de descubrir parámetros
contextuales de orden inferencial que ningún programa, salvo la mente humana,
puede reconocer. Al respecto, García (1988: 28–31) concluye que: “Podemos
esperar coincidencia más o menos general en cuanto a los ‘hechos’ – es lo que se
entiende, generalmente, por ‘entenderse’ – pero la valoración de estos, cómo se
los percibe emotivamente, es algo necesariamente subjetivo”.
En ese camino, el empleo privilegiado de la anteposición va estableciendo en
Renacer una perspectiva evaluativa de los acontecimientos, una valoración moti-
vada, seguramente, por necesidades comunicativas propias del mundo migrante
y por estrategias instaladas en el uso de la lengua de origen que se transmiten al
español en situaciones de contacto.
El privilegio por la anteposición en nuestro corpus de español andino puede
leerse, entonces, como una estrategia etnopragmática (Martínez 2000; 2012) que
revela un perfilamiento cognitivo mediante el cual las entidades son relativa-
mente más evaluadas que en otras variedades del español. La selección del orden
cobra sentido a la luz de la complejidad discursiva y señala su consistencia con
las características de la lengua de origen. Cuando el emisor selecciona un adje-
Contacto de lenguas 19

tivo antepuesto, manifiesta, especialmente, su punto de vista sobre la entidad. La


opción por la anteposición puede, así, asimilarse a uno de esos procesos en los
que interesa más comunicar sobre cómo el emisor ve el mundo que sobre cómo
este es o puede ser.

5 Análisis cualitativo y cuantitativo. Hacia la


integración de dos métodos de análisis
Tal como intentamos argumentar hasta aquí, apelamos a la necesidad de inter-
pretar la explotación que los hablantes hacen del sistema de la lengua, es decir,
poder explicar sus estrategias comunicativas. La descripción, en general, resulta
insuficiente si queremos entender las diferencias de distribución de las formas
lingüísticas en el continuo dialectal. Y, en este sentido, la relación entre signifi-
cado y contexto se hace presente una y otra vez.
Para lograr entender dicha relación como un proceso cognitivo que dé cuenta
del funcionamiento lingüístico, podemos acudir a la complementación de dos
tipos de herramientas metodológicas que, en general, se han manifestado anta-
gónicas en la discusión de la ciencia. Me refiero a la metodología cualitativa y a
los métodos cuantitativos. Qué cuenta y cómo contar en lingüística es el desafío
del lingüista que desee probar si sus hipótesis, surgidas de la indagación cualita-
tiva, pueden ser falseadas. Como hemos tratado de mostrar, el método cualitativo/
cuantitativo propone la imbricación entre los continuos cualitativos y la frecuencia
relativa con la que los usuarios de la lengua explotan dichos continuos, a la luz de
sus necesidades comunicativas. Está basado en la variación intra-hablante con el
propósito de entender su(s) distribucion(es) y de poder explicar, en consecuencia,
la variación inter-hablante. La obra completa de García ha ido en esa dirección y
nos enseña que el camino es arduo pero fructífero porque, entre otras cosas, es
capaz de mostrar que la frecuencia (relativa) de uso de las formas constituye un
síntoma de estrategias etnopragmáticas (García 1995).

6 Conclusiones
Hemos querido expresar, en este trabajo, nuestro convencimiento de que la pro-
blemática del contacto lingüístico no es ajena a la problemática del lenguaje en
general y, sobre todo, de que los éxitos analíticos que se obtengan en el estudio
20 Angelita Martínez

de las lenguas en contacto tendrán que ver, sin duda alguna, con los límites de
los principios teóricos en los que nos apoyamos para realizar nuestro trabajo.
Desde esta perspectiva, hemos argumentado a partir de cuatro interrogantes con
el propósito de propiciar nuevos intercambios y renovados debates.
En la certeza de que la gran mayoría de los estudiosos del contacto lingüístico
acuerdan con que el locus del cambio inducido por el contacto es el hablante, nos
hemos preguntado cuáles son las implicancias analíticas de tal declaración de
principios. Una de ellas, crucial, concierne a la puesta en duda de la tradicional
distinción entre factores externos e internos del cambio lingüístico.
También hemos acordado que no existe cambio sin variación a pesar de que
la variación en las lenguas en contacto es, en muchos casos todavía, un área
opaca. Si asumimos, empero, la variación como condición previa de todo cambio
en relación con la importancia crucial que reviste tomar siempre en cuenta las
necesidades comunicativas del hablante, llegamos a la conclusión de que estrate-
gias comunicativas diferentes, aplicadas a los mismos rasgos estructurales, pro-
ducen diferentes distribuciones.
Desde la convicción de una sintaxis semántica y pragmáticamente motivada,
hemos observado el desplazamiento de opciones dentro del paradigma y plan-
teado el ‘juego intra-paradigmático’ como el motor que promueve la existencia de
las variedades de una misma lengua.
Por último, consideramos que, metodológicamente, la relación cualitativo-
cuantitativo es necesaria como es necesario que el análisis deba ser preponde-
rantemente artesanal. No se trata de partir de categorías ‘a priori’; solamente una
observación precisa de la relación entre el aporte significativo de las formas lin-
güísticas y el contexto de aparición de las mismas nos permite indagar acerca de
las categorías que importan para los hablantes de la variedad en cuestión.
Y en ese mismo rumbo, que nos lleva a pensar una y otra vez en cómo fun-
ciona el lenguaje en general y el contacto lingüístico en particular, se hace visible
una senda muy poco transitada que podría ayudarnos a esclarecer alguna de
nuestras incógnitas: el análisis multimodal de la interacción en el marco del
estudio de las variedades lingüísticas en contacto, que, incipientemente, se ha
instalado en el Programa Español de los Andes (Martínez y Bravo de Laguna 2018;
Satti y Soto [este volumen] por ejemplo).
En síntesis, las teorías tampoco son entidades apriorísticas. Se van (de)cons-
truyendo al ritmo de los éxitos analíticos que impulsan o hacen retroceder sus
creencias y principios. Y así entendidas, los límites de la teoría lingüística deben
ser revisados y discutidos porque son tan dinámicos como la lengua, como sus
sistemas y como su uso, dinámicos como la vida misma.
Contacto de lenguas 21

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Marleen Haboud
Revisitando “Entrevistadores indígenas:
un reto a los estereotipos”
1 A modo de antecedente
Ecuador, a pesar de su pequeño territorio (272 045 km2), es conocido por su bio-
diversidad, logodiversidad y diversidad cultural. Además del español, hay 13¹
lenguas indígenas vivas, todas vulneradas en algún grado. Esto incluye la lengua
quichua² (kichwa), que es la que cuenta con mayor número de hablantes distri-
buidos en la región montañosa (la Sierra), la Amazonía, las islas Galápagos y, hoy
en día, en zonas urbanas de todo el país. Son estas características del país, las
que han motivado el interés de académicos nacionales y extranjeros varias áreas
de investigación, investigaciones sociolingüísticas sobre el uso y desuso de las
lenguas indígenas, para el caso que nos atañe.
Así, y con el fin de contextualizar el trabajo que aquí se presenta, es impor-
tante describir brevemente dos investigaciones desarrolladas sobre la vitalidad
de la lengua quichua hablada en la Sierra ecuatoriana de las que fui parte. Entre
1985 y 1987, el Proyecto Nacional de Educación Bilingüe e Intercultural (P.EBI)
coordinado por la Agencia Alemana de Desarrollo (GTZ), llevó a cabo un estudio
sociolingüístico con el fin de determinar las regiones de mayor incidencia de
monolingüismo quichua y/o bilingüismo quichua-castellano y así orientar las

1 En la costa hay cuatro lenguas, sia pedee que corresponde a la familia chocoana, cha’palaa,
awapit y tsa’fiki de la familia lingüística barbacoana. En la Sierra, la Amazonía y Galápagos, la
lengua quichua (kichwa) de la familia lingüística quechua; y en la región amazónica, el baikoka y
paikoka de la familia tucano oriental, el shuar, el achuar y el shiwiar de la familia de los aent (fa-
milia jivaroana), el sapara (familia zaparoana), el waotededo y el a’ingae (sin filiación lingüística).
2 En este trabajo he preferido referirme a quichua en lugar de Kichwa (escritura unificada de la
lengua), pues a lo largo de la exposición hago referencia a estudios desarrollados en los años 80
y 90, cuando la escritura generalizada de la lengua era quichua.

Agradecimientos: Este artículo ha sido posible gracias al apoyo recibido, en su momento, del
Programa de Educación Bilingüe Intercultural (P.EBI). Los trabajos posteriores se han realizado
en el marco del Programa de Investigación Interdisciplinaria Oralidad Modernidad (oralidadmo-
[email protected]).

Marleen Haboud, Pontificia Universidad Católica del Ecuador


https://orcid.org/0000-0002-6966-6375

Open Access. © 2021 Marleen Haboud, published by De Gruyter. This work is licensed under
the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-002
26 Marleen Haboud

directrices de los programas educativos. Este se basó en 596 encuestas recogidas


en ocho provincias de la Sierra.
Durante el análisis de los datos recogidos en dicha investigación, del cual fui
responsable, afloraron algunos indicios de la tendencia al desplazamiento del
quichua en algunas comunidades de la región; sin embargo, había un vacío en
cuanto a las opiniones de la población, con quienes no parecía haberse enta-
blado diálogos cercanos, posiblemente porque el estudio había sido desarrollado
por investigadores hispanohablantes y/o porque los entrevistados eran, según
lo propuesto por dicho proyecto, “informantes calificados que residían en la
comunidad [. . .] como líderes comunitarios, agentes de desarrollo, maestros de
escuela, misioneros y otros funcionarios” (Haboud 1995:7).³
En 1990, la misma GTZ me solicitó desarrollar un estudio sociolingüístico
similar al anterior pero detallado y exhaustivo en zonas rurales de nueve pro-
vincias serranas en donde históricamente se localizaban comunidades quichua-
hablantes (Mapa 1). Conjuntamente con Thomas Büttner, lingüista alemán con
experiencia en los Andes peruanos, desarrollamos dicho trabajo entre 1991 y
1992. Durante la fase de análisis bibliográfico y de archivo, evidenciamos, no
solo la ausencia de trabajos exhaustivos sobre la vitalidad de la lengua quichua
en la región prevista para el estudio, sino también la ausencia de investigado-
res quichuahablantes en los trabajos existentes. Decidimos entonces que, para
el sondeo propuesto, era preciso conformar un equipo con miembros de comu-
nidades indígenas que fueran bilingües quichua-castellano, y es que estábamos
seguros de que los datos recogidos de esa forma arrojarían resultados más confia-
bles. Por supuesto, teníamos todavía la tarea de convencer a las instituciones que
un equipo como el propuesto nos permitiría adentrarnos en la realidad comuni-
cativa de las regiones previstas para el estudio, desde una dimensión más amplia
y real. En mayo de 1991 empezamos el Sondeo sociolingüístico del quichua de la
sierra ecuatoriana que, como veremos en la siguiente sección, no fue fácil, pero
sí muy exitoso. El hecho es que, una vez entregados los informes de rigor y pre-
parada una primera publicación descriptiva, era inminente reflexionar deteni-
damente sobre las varias facetas de la metodología multiétnica, multilingüística,
multicultural e interdisciplinaria que habíamos vivido.
En las siguientes páginas transcribo textualmente las primeras reflexiones,
que fueron escritas en 1994 y publicadas, por primera vez en 1998.⁴

3 Para un análisis detallado de los datos recogidos en el estudio de 1986–1987, véase Haboud
(1990) y Haboud (1995).
4 Publicaciones similares a la expuesta, pueden verse en Haboud (1998, 2005).
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 27

Mapa 1: Localización de las nacionalidades y lenguas indígenas del Ecuador (Haboud 2010)
Provincias del estudio.
28 Marleen Haboud

2 Introducción
Al término de este trabajo, he considerado importante incluir algunas de las reflexiones que
he venido haciendo sobre el proceso investigativo y el significado que el sondeo sociolingüís-
tico tuvo para quienes fuimos parte del estudio. Luego de mencionar brevemente la situación
en la que se enmarcó el sondeo y los propósitos del mismo, describo, con cierto detalle, los
criterios de selección de los entrevistadores, el trabajo en equipo, y los aportes obtenidos en
cada uno de los componentes del estudio. Intento, en todo momento, hablar a partir de las
voces de quienes formaron el equipo de trabajo y de mi propia voz. Creo que el planteamiento
del proyecto en sí mismo fue “un reto a los estereotipos”. (Haboud 1998: 269)

Los procesos de investigación se han caracterizado por las relaciones dicotó-


micas entre el investigador y el investigado (cf. Büttner y Haboud 1992; Büttner
1993; Johnson 1990), las mismas que generan un desbalance entre ambas partes.
Esto es aún más notorio cuando dentro del marco social en el que se desarrollan
los trabajos académicos y de investigación, quienes los lideran se identifican, o
suelen ser identificados, con grupos dominantes de la sociedad.
Dentro de esta realidad de desbalance social, el principal interés de muchos
trabajos de investigación ha sido por largo tiempo encontrar fuentes de informa-
ción idóneas; esto es, “informantes” que se ajusten a las necesidades de los inves-
tigadores, que sean infatigables en contestar preguntas y que tengan la habilidad
de explicar fenómenos incomprendidos por los foráneos. Así, se han desarrollado
técnicas y teorías tendientes a facilitar la formación, selección y entrenamiento
de “informantes cualificados” que respondan a las necesidades investigativas
etnográficas, lingüísticas, antropológicas, entre otras (Craig 1992; Johnson 1990).
En relación con los investigadores, se ha considerado condición básica el que
posean una fuerte formación académica, un sólido conocimiento teórico y facilidad
para recabar datos. Sin disminuir la validez que tienen estos aspectos, es necesario
señalar que en dicho proceso frecuentemente se ha dejado de lado algunos factores
importantes tanto en el aspecto humano como en el de la calidad de los datos. Desde
esta perspectiva, uno de los elementos prioritarios en el proceso investigativo, el de
seleccionar entrevistadores (nótese que no me refiero a investigadores) debe ser el
de buscar mecanismos de comunicación interpersonal, para lo cual deben reempla-
zarse los bien conocidos interrogatorios por el diálogo, e insistir en el compromiso
que el entrevistador debe tener con los entrevistados en la sensibilidad hacia la
temática y lo que se intenta desarrollar, y en la búsqueda del trabajo de colaboración.
A la luz de lo expuesto, nos proponemos reflexionar sobre el rol y la participa-
ción de entrevistadores indígenas en el desarrollo de proyectos sociolingüísticos de
diagnóstico y acción en sus propias comunidades. Dentro del marco de este estudio
consideramos entrevistadores, a trabajadores de campo que además de implemen-
tar un proyecto de investigación participan en la concepción y desarrollo del mismo.
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 29

La presente reflexión se basa en la experiencia de un trabajo de investigación


realizado como parte de un sondeo sociolingüístico desarrollado en nueve provincias
de la sierra ecuatoriana. Como ya se dijo, tal estudio fue posible gracias a la participa-
ción de un equipo de entrevistadores bilingües quichua‐castellano quienes no solo
recabaron datos, sino que también participaron en la discusión de los objetivos y en
el reconocimiento de las áreas geográficas y los grupos determinados para el estudio,
así como también en el análisis de los materiales e instrumentos de la investigación.
El análisis del tema se hace tomando en cuenta puntos de vista distintos pero
complementarios, de los diferentes participantes del proyecto: (a) los entrevista-
dores, (b) la población entrevistada (la comunidad/los hablantes), (c) las institu-
ciones auspiciantes. A lo largo de la exposición, nos enfocamos específicamente
en el impacto que el proceso de investigación tuvo en entrevistadores, entrevista-
dos y el proyecto en sí, así como también en la calidad, cantidad y objetividad de
la información recabada. Se pone especial énfasis en el rol de los entrevistadores
como receptores y multiplicadores de una perspectiva de colaboración y autoge-
neración de conocimiento y poder.

3 Algunos presupuestos teóricos


Generalmente las relaciones que se dan entre entrevistador y entrevistado han sido
tratadas desde tres principales tendencias teóricas, la ética (ethics) en donde el
investigador se esfuerza por no involucrarse con la realidad estudiada; la de defensa
(advocacy), en la que el investigador se convierte en representante y defensor de los
investigados; y la de distribución de poder (empowerment), en la que se busca crear
relaciones de horizontalidad entre quienes desarrollan el trabajo investigativo y la
población foco de interés (Cameron et al. 1992; 1993). A continuación, se discuten
brevemente cada uno de estos modelos. La mayoría de los trabajos de investigación
lingüística y sociolingüística se han desarrollado dentro de los dos primeros modelos
(ético y de defensa). Si bien nos interesa especialmente el de empoderamiento, es
importante que comprendamos bien las tendencias y alcances de los otros dos.

3.1 Modelo ético

Dentro de esta perspectiva prima el interés del investigador en la recolección de


datos para un tema específico. Si bien es importante durante el trabajo de inves-
tigación no forzar a los investigados, no violar su propiedad privada, ni hacer
públicos datos confidenciales, no se considera falta de ética que el investigador
30 Marleen Haboud

proteja sus propios intereses de diversas formas. Es posible, por ejemplo, para
evitar la distorsión de los datos, no informar debidamente al investigado sobre
el tema de la investigación, inventar temas que parecerían no influir en el inves-
tigado, o grabar a los informantes mientras creemos que no se dan cuenta. Son
innumerables los casos que podríamos citar en este sentido; a manera de ilustra-
ción mencionamos a Bentivoglio y Sedano (1993: 6), quienes en un informe sobre
una investigación sociolingüística realizada en Venezuela afirman: “En ningún
momento se informaba a los entrevistados que la finalidad de las grabaciones era
saber cómo hablaban los caraqueños”.
Entonces, qué es ético o no ético, ofensivo o inofensivo, depende del criterio
e interés del investigador. El concepto que subyace en este modelo es la relación
asimétrica entre el investigador y el investigado sobre el cual se está desarro-
llando una investigación. Son los investigadores quienes deciden sus límites y su
relación (o no relación) con el objeto de la investigación, el investigado. Bajo este
modelo se considera que el no involucrarse causa menos impacto en los investi-
gados. No olvidemos, sin embargo, que la sola presencia del investigador ya es un
elemento distorsionador en el investigado, y que el investigado está inmerso en
una realidad que es independiente de la percepción del investigador.

3.2 Modelo de defensa

Para muchos investigadores, el modelo ético es necesario pero insuficiente. Con


mucha frecuencia, los investigados, quienes respetan al investigador por su cono-
cimiento, piden su ayuda y consejo; de ahí que sea común que muchos investi-
gadores se conviertan en defensores de “sus” investigados en áreas ajenas a su
propia investigación, y terminen por hablar a nombre de los investigados (hablar
por). A manera de ilustración, recordemos las acciones de defensa que varios
lingüistas llevaron a cabo frente a tribunales de Estados Unidos en defensa de
la variedad lingüística afroamericana (American Black Vernacular English). En
cierto modo los investigadores se sienten obligados a ayudar a quienes han cola-
borado con su estudio. Con frecuencia esto desarrolla un conflicto en el investi-
gador quien siente la dificultad entre mantener la objetividad de la investigación
y el compromiso con los investigados. En este sentido, tanto el modelo ético como
el de defensa asumen que su primera tarea es encontrar la verdad objetiva y abso-
luta. Pero ¿hay una verdad absoluta? y ¿cuáles son los problemas que enfrenta el
modelo de defensa?
Al igual que muchos investigadores sociales, cada uno de nosotros ha tratado
de desarrollar investigaciones que no contradigan nuestros principios como el
del respeto al otro, la igualdad y la justicia, al tiempo que mantenemos nues-
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 31

tros objetivos académicos e intelectuales. Hemos sentido, de un modo u otro,


que el modelo ético es insuficiente, pues estamos tratando con seres humanos;
sin embargo, sería más apropiado que los investigadores, en lugar de usar sus
conocimientos por los investigados, los compartieran con ellos de modo que sea
el conocimiento directo el que beneficie a ambas partes. Es decir, debería bus-
carse la coparticipación e interacción mutua, de otro modo es el investigados,
quien “guarda” todo el conocimiento y se convierte en el tutor de los investigados
quienes se convierten, simultáneamente, en una suerte de objeto de investiga-
ción y afecto (Büttner y Haboud 1992; Cameron et al. 1992; Cameron et al. 1993;
Haboud 1998; Santos 1996). Por el contrario, si los miembros de una comunidad
lingüística poseen la información necesaria sobre sí mismos, podrán tener más
elementos de juicio para manejar sus propias realidades, expectativas y dificul-
tades. Queda claro entonces que cuando hacemos investigación, no podemos
perder de vista el hecho de que los investigados (todavía llamados informantes)
no son “nuestros objetos” de estudio, sino que deben ser sujetos de relaciones
interactivas.
Si nos centramos en la investigación sociolingüística, podemos argumentar
que, si todo el comportamiento humano es social, entonces la interacción entre el
investigador y el investigado no produce formas anómalas de comunicación que,
al ser específicas a la investigación, distorsionan la naturaleza de la realidad.
Más bien, tal interacción genera comunicación normal en alguna de sus formas.
El sondeo sociolingüístico que ilustra esta discusión probó que hay muy variadas
formas para analizar el tema de las relaciones humanas sin perder la objetivi-
dad de la investigación. De hecho, los roles del investigador y el investigado no
deben ser vistos como identidades prefijadas que adoptan los individuos cuando
la situación lo requiere, sino como identidades que dependen del contexto, y que
son flexibles y negociables como parte del proceso de establecer relaciones socia-
les. Bajo estos presupuestos, el contenido preciso del rol del investigador y del
investigado tiene gran flexibilidad, está sujeto a cambios y es negociable.
Por tanto, la información recogida en situaciones imprevistas no debe ser
vista como contaminada, o como una visión degenerada de la realidad; todos los
datos deben servirnos para entender mejor las diversas formas en las que se pro-
ducen las relaciones comunicativas y sociales, y cómo las identidades se cons-
truyen por medio de la interacción. Es erróneo pensar que los grupos humanos
con los que trabajamos esconden realidades prístinas que están en espera de ser
descubiertas por investigadores que pueden ser neutrales e indiferentes a las rea-
lidades que viven los investigados.
Quienes critican a los modelos que hemos venido describiendo, proponen
un modelo más reciente: el de empoderamiento (empowerment), el mismo al que
nos referimos a continuación.
32 Marleen Haboud

3.3 Modelo de empoderamiento

Bajo la perspectiva del empoderamiento es menester que los investigadores inte-


ractúen con los investigados en lugar de tratar de mantenerse aislados de ellos. El
fin es hacer investigación no de y por los llamados informantes, sino con sujetos
sociales. El término con implica el uso de métodos interactivos que pongan de
manifiesto el papel crucial que los investigados tienen en el proceso de investi-
gación. Coherentes con lo dicho, los seguidores de este modelo tratan de tener
en mente que el conocimiento que traen los investigadores debe ser compartido
con los investigados (sujetos) en un esfuerzo por darles mayor control sobre lo
investigado.
Este modelo se inició a partir de la reflexión de varios investigadores sobre
sus propios trabajos, como afirman Cameron et al. (1992: 15):⁵

Nuestras reflexiones sobre el empoderamiento se dieron después de haber desarrollado


trabajo empírico en situaciones de claro desbalance social. [. . .] Con grados variados de
autoconciencia, y habiendo tenido como punto de partida un punto de vista positivista en
cuanto a los métodos de investigación, empezamos a ver nuestras investigaciones dentro
del marco del empoderamiento: el uso de métodos interactivos, el reconocimiento de los
intereses de los sujetos y el compartir el conocimiento de los expertos.

Si bien lo expuesto anteriormente es un indicativo de cambio en las formas de


concebir la investigación, todavía hay afirmaciones cuestionables como la “redis-
tribuir poder”, “compartir el conocimiento del experto”, etc. Quien está en la posi-
ción de “dar” poder tiene la posibilidad también de quitarlo, de darlo por partes,
de medir lo que se comparte, etc. El hecho es que la búsqueda de un modelo de
empoderamiento no es sencilla, más cuando en la tradición académica, partimos
del convencimiento de que el conocimiento es propiedad de los investigadores.
Por tanto, es crucial que, en la búsqueda de tal modelo, se intente contestar pre-
guntas como: (a) ¿Dónde se ubica el poder?; (b) ¿Cuáles son las limitaciones de
la investigación?; (c) ¿Quién define los intereses de los investigados?; (d) ¿Cuál
conocimiento es el que se va a compartir, y cómo compartirlo?
Tratar todos estos temas sin reducirlos a un cuestionario de preguntas y res-
puestas no es nada fácil, de ahí que una de las formas de dar respuesta a tales
inquietudes es ser conscientes de los muchos problemas que tiene el investigador
(y el investigado) que busca el empoderamiento. Es además importante recor-
dar que no son los temas de las investigaciones los que determinan el modelo
a seguir, sino que la filosofía que subyace a los estudios es la que hace que la

5 La traducción es mía.
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 33

metodología de trabajo no sea tratada como recetarios y caiga en modelos que


se tratan de evitar. En la búsqueda de un modelo que vaya más allá de empode-
ramiento, es necesario analizar qué entendemos por poder y su relación con la
investigación.

3.3.1 El poder

Se ha entendido empoderamiento como la redistribución del poder de los pode-


rosos a favor de quienes carecen de él (los investigados en este caso); pero ¿qué
es poder y qué implica la afirmación “dar poder”? Amparán (2004), retomando
a Foucault, afirma que, en el campo de la investigación, no hacemos referen-
cia al poder político, ni al poder de las instancias estatales, ni al de una clase
privilegiada, sino al conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en
un nivel no institucional: “una trama de poder microscópico, capilar”. Él nos
recuerda que no existe un poder, sino que en la sociedad se dan múltiples rela-
ciones de autoridad situadas en distintos niveles que se apoyan mutuamente y
pueden manifestarse de manera sutil. En este sentido la afirmación “dar poder”
adolece de la unilateralidad de considerar al poder propiedad de los grupos
hegemónicos.⁶
El poder, lejos de ser monolítico, tiene varias dimensiones que interactúan en
varios contextos, de modo que no podemos tomar una sola dimensión del poder
como primordial y superior a otras. La identidad social (sociolingüística) de cada
individuo, y más la de una comunidad de hablantes, es una entidad múltiple, con
relaciones a veces contradictorias e inesperadas en las que unos elementos se des-
tacan en ocasiones más que otros. Así, un mismo individuo, una misma comuni-
dad o una misma realidad pueden ser privilegiadas u oprimidas dependiendo de
su relación con diversos contextos. Por ejemplo, en el Ecuador, la lengua quichua
mantiene una situación de opresión frente al castellano, la lengua oficial, pero de
supremacía en relación con otras lenguas indígenas del Oriente ecuatoriano. Por
tanto, es difícil, en teoría y en la práctica, ubicar grupos inequívocamente pode-
rosos o sin poder. Los investigadores entonces, debemos tener en cuenta que en
todos los contextos se dan relaciones de poder y que los métodos utilizados en los
procesos de investigación de una u otra manera afectan dichas relaciones. Según
Foucault (1980), el espacio privilegiado donde se expresa mejor cada una de estas
relaciones de poder es el lenguaje. Es en este sentido que se vuelve necesario

6 Para un análisis del rol de los intelectuales en torno al poder y sus diferentes instancias, ver
Amparán (2004).
34 Marleen Haboud

recurrir a una perspectiva que vaya más allá del empoderamiento. La lingüística,
la sociolingüística y las ciencias que se ocupan de entender las dinámicas y los
roles de las lenguas en la sociedad son fuentes idóneas para avanzar más allá de
la perspectiva de empoderamiento.

3.3.2 Cuando el empoderamiento no es suficiente

Foucault (1980) discute los procesos de resistencia con los que responden los
grupos menos empoderados. Él enfatiza sobre todo en el rol del discurso, el
conocimiento y el poder. En este sentido, nosotros, los investigadores sociales
(generalmente provenientes de grupos dominantes) hemos manejado el poder y
controlado a los investigados (generalmente minorizados). En el caso específico
de la investigación lingüística, se puede hacer referencia a muchos estudios que
han legitimado actitudes y prácticas cuestionables, por ejemplo, la noción de la
existencia de culturas y lenguas primitivas. Si retomamos la idea de que el poder
es un fenómeno múltiple, entonces vemos que en la relación del investigador y
el investigado, hay más que una simple relación de “nosotros vs. ellos”. Por otro
lado, la realidad es que los investigadores no siempre son portadores de todo el
poder, sino que aquellos que son dueños del conocimiento tienen también su
propio poder. Estos, sin embargo, no siempre son conscientes de ello especial-
mente cuando históricamente han vivido en situaciones de desigualdad y subor-
dinación.
Entonces, ¿cómo, en nuestro rol de investigadores, nos relacionamos con los
investigados para que sean sus propios representantes, portadores de su propia
historia y de su propia voz? Si partimos del hecho de que el poder tiene varias
dimensiones y que el contexto, las expectativas, las realidades de la gente afectan
tales dimensiones, entonces, necesitamos reubicar las fuentes y representacio-
nes del poder, y ¿cómo relacionarlo a la investigación? ¿Cómo hacer que nuestras
investigaciones avancen más allá de las actividades sobre, por y con los investiga-
dos? ¿Qué es la investigación? ¿Quién decide qué se hace?
El trabajo investigativo debe desarrollarse en conjunto, yendo más allá de la
distribución del poder hacia una especie de autogeneración del poder. Los inves-
tigadores y los investigados somos portadores de múltiples roles: padres, madres,
hijos, hermanos, hermanas, trabajadores, investigadores, investigados. Enton-
ces, en nuestro trabajo de investigación damos y recibimos poder, vivimos con
diferentes roles e identidades, con posibilidades de negociación. La investigación
tiene que practicarse y valorarse en términos de producción de conocimiento.
Aquí cabe preguntarse ¿de qué conocimiento hablamos? Nos referimos a cono-
cimientos múltiples: el del experto que busca sofisticarse a la luz de análisis y
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 35

teorías, y el del hablante en su vida diaria; tanto el conocimiento del uno como del
otro tienen que ser tomados como productos de sujetos pensantes con voz propia.
En efecto, durante el sondeo sociolingüístico fuente de esta reflexión, experimen-
tamos que el compartir el conocimiento del experto se convirtió en generador de
conocimiento y poder tanto para entrevistadores como para entrevistados. Bajo
esta perspectiva, partimos de una visión, relacionada con el postmodernismo
que toma en cuenta la pluralidad de culturas enfatizando en el antielitismo y el
antiautoritarismo (Dueñas Martínez 2000).
Todo lo que hemos venido diciendo no invalida de ningún modo la necesidad
de mantener la sistematización y objetividad del proceso investigativo en todos
sus aspectos. A la luz de lo dicho, analicemos el impacto que tuvo el sondeo
sociolingüístico en todos aquellos quienes participamos en él.

4 De la teoría a la práctica
En general, se espera que las investigaciones produzcan o intensifiquen relacio-
nes entre los investigadores y los investigados, y que el mayor control lo ejerzan
los primeros. Esta sección describe cómo el sondeo sociolingüístico buscó incen-
tivar relaciones de horizontalidad basándose en un trabajo compartido, la serie-
dad académica y el compromiso humano.⁷ A continuación, se describe el proceso
de selección de los entrevistadores, para luego analizar el impacto de su presen-
cia a lo largo del proyecto.

4.1 Los entrevistadores

4.1.1 Selección

Uno de los objetivos del sondeo sociolingüístico fue trabajar con entrevistado-
res que pudieran, no solamente hacer preguntas en base a guías de trabajo, sino
especialmente que se sintieran parte de la investigación desde sus inicios y que
tuvieran un compromiso personal con la población escogida para el estudio. Si
bien su formación académica era importante, el factor humano y las posibilida-
des comunicativas fueron condiciones básicas para su participación. Dado que

7 Si bien muchos de los resultados obtenidos en este estudio son aplicables a trabajos similares
tanto en el área andina como en otras áreas, esta exposición se refiere exclusivamente al caso de
quienes participaron en el sondeo sociolingüístico brevemente descrito en la sección anterior.
36 Marleen Haboud

el sondeo trataba del contacto quichua‐castellano, se consideró que el entrevis-


tador ideal debía caracterizarse por ser hablante bilingüe (fluido) quichua‐caste-
llano/castellano‐quichua, por tener la capacidad de manejar el tema de estudio
tanto lingüística como socioculturalmente, por ser capaz de cumplir tanto el rol
del investigador/observador, como el de un facilitador comunicativo y, por estar
familiarizado con el área geográfica andina.
Tal caracterización no fue nada fácil. Sin embargo, dada la formación de los
entrevistadores, su experiencia y expectativas, considero que logramos acercar-
nos al ideal propuesto. Todos los miembros del equipo de investigadores eran
indígenas y hablantes fluidos de las dos lenguas bajo estudio. Al inicio del
estudio, estaban terminando el programa de licenciatura de educación bilingüe
y lingüística andina en la ciudad de Cuenca, habían realizado varios trabajos de
investigación lingüística, estaban relacionados con tareas educativas en zonas
rurales y tenían el compromiso de regresar a sus sitios de trabajo al finalizar su
carrera. Los entrevistadores provenían de diferentes provincias en los Andes y de
diferentes pueblos indígenas, lo cual se convirtió en un elemento muy importante
para asegurar la logística del proyecto.

4.1.2 Participación de los entrevistadores en el proceso de investigación

Los entrevistadores participaron en varias etapas de la investigación:


(a) Antes de la salida al campo, trabajaron tanto en la revisión de objetivos y
propósitos de la investigación, como también en el análisis de los instru-
mentos que habían sido escogidos para el sondeo (guías de observación,
entrevistas, textos grabados, materiales motivadores para las escuelas, etc.).
Elaboraron, durante talleres de trabajo, textos adecuados para analizar la
comprensión auditiva y producción oral del quichua y el castellano por parte
de los entrevistados, y determinaron la variante quichua a ser usada tanto
a nivel escrito como oral.⁸ Además, facilitaron la organización de grupos de
trabajo.

8 Aunque las entrevistas y guías de observación estaban escritas en quichua estandarizado, du-
rante el desarrollo de la investigación se optó por la utilización de la variante lingüística propia
de cada investigador. El propósito fue evitar problemas de comprensión y producción lingüística
al usar una forma estándar artificial. Tómese en cuenta que, con el establecimiento de nuevos
programas bilingües y la adopción del alfabeto unificado (1980), ha habido en los medios acadé-
micos un creciente interés por incentivar el desarrollo de una variedad estándar, especialmente
a nivel escrito y para propósitos oficiales.
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 37

(b) Durante el trabajo de campo desarrollaron las diversas etapas de la investi-


gación. Por ejemplo, se encargaron de la recopilación y revisión constante de
datos demográficos, lingüísticos y sociolingüísticos por medio de actividades
formales e informales y la aplicación de los diversos instrumentos de investi-
gación escogidos para el estudio: observación (participante y no participante),
entrevistas con familias, profesores, estudiantes y líderes comunitarios. Rea-
lizaron además actividades didácticas y lúdicas entre los escolares, recopila-
ción de testimonios entre los hablantes mayores, y pruebas para determinar
el grado de comprensión y uso del quichua y el castellano por parte de los
entrevistados. Cada grupo de trabajo debía mantener reuniones periódicas
con los líderes de grupo, los supervisores y coordinadores del proyecto, y cada
entrevistador llevaba un diario de campo.
(c) Después del proceso de investigación in situ, algunos de los entrevistadores
participaron en la digitación y computarización de los datos y en el ordena-
miento y análisis preliminar de la información cualitativa. Al momento con-
tinúan trabajando directa o indirectamente con sus comunidades o asisten a
instituciones educativas.

4.1.3 El punto de vista de los entrevistadores

Como en todo proceso de investigación, los entrevistadores reconocieron haber


pasado por diferentes etapas. En un primer momento consideraron que sería
extremadamente fácil trabajar en sus propias regiones, más aún cuando habían
desarrollado con anterioridad trabajos de análisis lingüístico en varias zonas
rurales. En esta ocasión debía además tomarse en cuenta factores de suma
importancia y difícil manejo como el uso de las lenguas, las actitudes, prácticas y
perspectivas sociolingüísticas y etnolingüísticas, la educación intercultural bilin-
güe, etc.
Paulatinamente, algunos de los miembros del grupo se dieron cuenta que
necesitaban desarrollar una sensibilidad especial hacia las respuestas y la ac-
titud de su propia gente. Algunos consideraron que la falta de formación socio‐
antropológica dificultaba el que pudieran ser más sensibles a su propia realidad
cultural o al hecho de que las relaciones sociales entre los hablantes podían
generar cambios en la producción lingüística (ÁT, comunicación personal, di-
ciembre 1993). Uno de los miembros del equipo, por ejemplo, consideró esto
como una “desventaja personal en relación con otros compañeros que habían
tenido más trabajo de concientización” (TC, en comunicación personal, diciem-
bre 1993). Gradualmente con las discusiones grupales y la posibilidad de compar-
tir frustraciones y éxitos, todos logramos descubrir nuevas realidades. La tensión
38 Marleen Haboud

que genera trabajar en grupo no fue siempre fácil, como no lo es en general. El


cansancio, la frustración, la presentación de informes, la inmersión dentro de un
ambiente de disciplina diferente fueron situaciones que se tuvieron que enfrentar
periódicamente y que se resolvieron paso a paso en cada reunión de evaluación,
con la rotación de los grupos de trabajo y por supuesto con el esperado descanso
semanal.
Al mismo tiempo, y en relación con los logros obtenidos, varios miembros
del grupo coincidieron en que su participación en el proyecto debía ser evaluada
como positiva en varios aspectos. En el sentido académico, el haber participado
en un proyecto de tal envergadura permitió que pusieran en práctica mucho
del conocimiento teórico, que desarrollaran nuevas estrategias de trabajo, y
que sentaran un precedente para su futuro profesional ganándose el respeto
de los académicos. El hecho de poder utilizar su lengua en el campo académico
reforzó su conocimiento lingüístico y, sobre todo, ayudó a expandir un senti-
miento de positividad hacia la lengua y su identidad etnocultural. Además,
la experiencia de conocer más profundamente su realidad, de hablar con su
gente, de visitar otras comunidades fue totalmente enriquecedora en cuanto a
repensar su propia realidad más allá de sus sitios de trabajo y de sus propias
comunidades.
En relación con la investigación, los mismos entrevistadores consideraron
que el hecho de ser indígenas y usar fluidamente las dos lenguas facilitó la inte-
rrelación con la población. Uno de los elementos más sobresalientes de la investi-
gación fue, en efecto, el que los entrevistados no se sintieran amenazados al usar
su propia lengua. Esto se refleja en el alto porcentaje de hablantes de quichua que
contabilizó a lo largo de la investigación y que contradice a varios estudios ante-
riores, así como a datos estadísticos oficiales (INEC 2001; SIISE 2002). El origen de
los entrevistadores evitó causar graves distorsiones en la vida comunitaria, pues,
aunque ellos no siempre trabajaron en los sectores de dónde eran originarios,
pudieron fácilmente identificarse con la población indígena y como parte de la
misma nacionalidad.
El haber participado en este proceso reforzó su posición en cuanto a la nece-
sidad que tienen los pueblos indígenas de retomar su derecho a “descubrirse por
sí mismos terminando con actitudes paternalistas que subestiman su capacidad”
(LA, comunicación personal, diciembre 1993), porque como expresa Cotacachi
(1989: 263), “no queremos seguir siendo objetos de investigaciones y experimen-
tos, más bien queremos ser (y somos capaces de ser) actores y ejecutores de una
educación intercultural bilingüe que incluya nuestra realidad histórica, social,
política y cultural”.
En general los miembros del grupo enfatizaron en la necesidad de que las
poblaciones indígenas, a partir del conocimiento, continúen participando activa
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 39

y directamente en la construcción de su propio futuro; así, cada una de las etapas


de este proceso constituyó una forma de redistribución y generación de poder.
Si bien al ser parte de una institución todos estábamos supeditados a las regula-
ciones institucionales, la posibilidad de reforzar nuestros conocimientos, iden-
tidades y lenguas, así como nuestras capacidades para el trabajo académico, se
constituyeron en pasos firmes hacia la toma de decisiones y a la autovaloración
dentro de un complejo entramado de relaciones de poder y autodeterminación.

4.1.4 Entrevistadores y entrevistados

En general los entrevistadores fueron bien recibidos en los diferentes sitios pro-
puestos para la investigación. Esto no significa que no tuvieran que enfrentar
algunas dificultades como la de haber sido identificados como miembros de
grupos políticos y/o de un programa educativo no siempre bien visto por la pobla-
ción. En algunos casos el doble rol que estaban cumpliendo los entrevistadores
los puso en condición de mishus (del quichua: mestizos) frente a algunos de los
indígenas, para quienes era sorpresivo encontrar compañeros suyos realizando
tareas académicas. Las reacciones negativas fueron especialmente de algunos
dirigentes campesinos y de indígenas relacionados con determinados grupos
religiosos o gubernamentales.
Estas dificultades se habían generado a partir de las mismas causas que
crean conflictos con entrevistadores foráneos en general, como: (a) la identifica-
ción con grupos politizados o religiosos del país; (b) el cansancio de la población
frente a “las investigaciones que solo quieren sacar trabajos para ellos”;⁹ (c) el
temor a que se repitieran algunas experiencias negativas previas que los entre-
vistados habían experimentado con investigaciones e investigadores anteriores;
(d) el temor a ser investigados por sectores oficiales en cuanto a su situación eco-
nómica, como el de tenencia de la tierra o pago de impuestos.
Como resultado, los pobladores exigieron en ocasiones credenciales que acre-
ditaran el trabajo y la procedencia de los entrevistadores. En situaciones extre-
mas, hubo quien se negó a participar en la investigación (2 %).¹⁰ En resumen, la
actitud de la población no se diferenció de aquella que se da con entrevistadores
no indígenas. La diferencia, sin embargo, se dio por la posibilidad que los entre-
vistadores tuvieron de disminuir tensiones al identificarse con los pobladores,
poder dialogar en su lengua, explicar claramente lo que hacían y demostrar cono-

9 ÁT, en comunicación personal, diciembre 1993.


10 Equivale a dos (2) comunidades de las 99 investigadas.
40 Marleen Haboud

cimiento e interés por la problemática de la zona. Esto fue generalmente clave en


la solución de varios de estos malentendidos:

Por suerte podía hablar quichua con ellos. El compañero dirigente estaba bravísimo y nos
exigía otras credenciales más porque dijo que no le habían avisado que íbamos [. . .] expli-
cándole y diciéndole qué es lo que hacíamos, al fin nos dejó y hasta ayudó. “Hemos tenido
malas experiencias con las investigaciones”, nos dijo [el comunero].¹¹

Para muchos pobladores, el uso de su lengua en campos tradicionalmente repre-


sentados por la lengua dominante, se convirtió en un símbolo de vitalidad lin-
güística, pues se vio cómo el quichua es igualmente funcional como medio de
investigación y en el campo académico, y no tiene limitaciones para ser escrito.
En otras palabras, se sintió de algún modo que la investigación académica y el
trabajo intelectual no están confinados a la lengua dominante; por el contrario,
“la población indígena necesita igualmente participar y elaborar intelectual-
mente” (MC y ÁT, en comunicación personal, diciembre 1993). Desde una pers-
pectiva más amplia de relaciones sociohistóricas entre estas dos lenguas, en
donde el quichua ha sido la lengua dominada y desprestigiada (minorizada), esta
fue una clara instancia de redistribución de poder, no solo de las lenguas, sino
especialmente de los hablantes a través de la lengua.

4.2 El punto de vista institucional

En cuanto al nivel institucional, quienes concebimos el proyecto, consideramos


que hubo una serie de logros importantes a distintos niveles. Por un lado, están
los ya mencionados de no distorsionar gravemente a los entrevistados con la pre-
sencia de curiosos foráneos que no tienen la posibilidad de establecer relaciones
de comunicación; por otro, están los elementos de economía en cuanto al tiempo
de preparación del equipo, reconocimiento de las áreas de investigación, adap-
tación al medio, etc. Se evitó, por ejemplo, pasar por etapas de choque cultural,
desadaptación, aprendizaje de la lengua y/o uso de traductores sin formación.
Otro elemento que merece ser mencionado, es el de la confianza que se logró
por parte de entrevistadores y entrevistados. Por ejemplo, muchos de los temores
de identificarse como hablantes de una lengua nativa desaparecieron, no se notó
deseo, intención, ni motivación de esconder su realidad etnolingüística.

11 MC, en Comunicación personal, diciembre 1993.


Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 41

Repetidamente, el proyecto se enriqueció con los comentarios de los miem-


bros del grupo de investigación en muchos sentidos. Por ejemplo, y a pesar de
haber sido cuidadosos en el desarrollo de los instrumentos, los entrevistadores
nos hicieron notar que todavía era necesario realizar varios ajustes culturales,
como con el contenido de los temas escogidos inicialmente como parte de los
textos motivadores de producción oral.
Los sentimientos de frustración también llegaron en varias ocasiones, con
cada pregunta sin respuesta, con cada atraso de los carros del proyecto, con las
festividades inesperadas que impedían mantener los horarios previstos, con los
malentendidos entre entrevistadores y supervisores. Posiblemente, la mayor difi-
cultad fue la búsqueda de tratamiento igualitario tanto entre los miembros del
grupo, como también con la administración del proyecto siempre muy cuidadosa
de las finanzas.
Desde un punto de vista global se dio, en todo sentido, un cambio de las
tradicionales relaciones sociales a favor del trabajo conjunto. El poder relativo
de los directores del proyecto se diluyó en el trabajo cooperativo, las discusiones
sobre el proceso, el aprendizaje permanente. Fue notorio, a medida que el sondeo
se iba desarrollando, la importancia que tenía el haber llevado a cabo el estudio
con entrevistadores indígenas.

5 Entrevistadores indígenas: ¿Revitalización


lingüística? ¿Concientización cultural?
¿Qué implicó entonces, y qué implica ahora el trabajo con entrevistadores indíge-
nas? Por un lado, es una forma de revitalización lingüístico‐cultural, por otro, un
reto a la reestructuración de las relaciones sociales intra e interétnicas. Esta tarea
de revitalización, sin embargo, tiene que darse como una acción permanente que
involucre a todos los sectores de la población; de otro modo, se queda como un
deseo personal de contados académicos y pocos hablantes.
En este estudio se trató, por un lado, de impulsar el uso de la lengua en con-
textos en donde generalmente el dominio ha sido del castellano, y por otro, de
promover la participación de la población indígena relacionada con el medio
académico, en tareas comprometidas con su población. Estas son transforma-
ciones que se han venido dando en el país por algún tiempo, y que necesitan
seguir generándose como un proceso que emerge desde adentro, con un restable-
cimiento del poder dentro del marco de trabajo cooperativo. Tales acciones impli-
can obviamente la necesidad de llevar a cabo una serie de cambios estructurales,
a nivel personal y social.
42 Marleen Haboud

6 Recapitulación
El objetivo principal de este artículo fue reflexionar sobre el impacto que tienen
en la investigación sociolingüística, las filosofías que la subyacen. Este tema se
torna crucial cuando se trata de poblaciones que enfrentan permanentemente
situaciones de minorización como es el caso de los hablantes de lenguas indíge-
nas en el Ecuador y el mundo en general.
En la sección introductoria de este trabajo se describió brevemente las posi-
ciones teóricas que tradicionalmente han guiado los trabajos investigativos: la
ética (ethics), la de defensa (advocacy) y la de distribución de poder o empodera-
miento (empowerment). Posteriormente, y a partir de las voces de investigadores
y entrevistados, se buscó permanentemente visualizar sus diferentes roles, de
encontrar las varias instancias en las que se ponían de manifiesto sus conoci-
mientos, así como las formas de redistribución del poder que cada uno de estos
sujetos tuvo en su momento. Fue posible, a partir del análisis del rol de los entre-
vistadores indígenas, hacer referencia a aspectos académicos y de ética profesio-
nal, y al mismo tiempo visualizar las relaciones entre el conocimiento y el poder
llevados a la práctica.
Este estudio como un todo, y el sondeo sociolingüístico en particular, inten-
taron desarrollarse dentro de un marco de cooperación y respeto. A lo largo del
sondeo, uno de los cuestionamientos más importantes fue: ¿es suficiente el dar
el poder (empower ‘empoderar’)? Consideré entonces, y considero ahora que no.
El solo hecho de hacer referencia a la acción de “dar el poder a X” (to empower X)
es un indicativo de desequilibrio, así como es indicativo de desequilibrio el hablar
por otros (advocacy) o el ignorarlos (ethics). El admitir que el poder está des-
igualmente distribuido, al igual que los bienes materiales y el conocimiento, nos
enfrenta a una sola posibilidad: seguir en la búsqueda de una relación humana
y de trabajo más dinámica y participativa que lleve a autogenerar conocimiento
y poder. La participación de entrevistadores y profesionales indígenas en contex-
tos multilingües minorizados parece, en el campo del trabajo académico, facili-
tar el paso hacia un modelo basado en el trabajo colaborativo encaminado a la
autogestión.
El análisis retrospectivo de esta experiencia nos pone frente a la responsabi-
lidad de repensar nuestros puntos de vista y nuestro quehacer como lingüistas y
científicos sociales. Es urgente rever la actitud academicista adoptada frecuente-
mente, bajo el presupuesto de que somos los únicos portadores y donadores del
saber, de la tecnología y de las técnicas. Se hace necesario que consideremos el
desarrollar trabajos colaborativos y de participación integral. Como lingüistas y
como sociolingüistas, nuestra tarea profesional no debe ser solo una de rescate
de la lengua, sino de revitalización étnica y cultural. Esta, finalmente, tiene que
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 43

emerger, como en efecto se ha venido dando, desde el pueblo mismo, a partir de


su auto‐organización. En este sentido la redistribución del poder tiene que ser
analizada como la reacomodación de relaciones interculturales por medio de las
cuales podamos escuchar nuestras propias voces.¹²

7 Revisitando “Entrevistadores indígenas:


un reto a los estereotipos”
El propósito de este trabajo ha sido revisitar el artículo Entrevistadores indíge-
nas: un reto a los estereotipos (1998). Recordemos que revisitar es “[. . .] repasar o
revisar un problema o situación desde una nueva perspectiva”.¹³ Hacerlo ha sido
motivante y preocupante a la vez.
Motivante, porque con cada revisita emergen con más fuerza y convicción las
mismas tendencias teórico-metodológicas y los principios éticos que guiaron el
sondeo sociolingüístico de inicios de los años 90 y que, entre el 2010 y el 2016, ha
sido replicado con 12 lenguas indígenas habladas en el Ecuador y en alrededor de
800 comunidades (www.oralidadmodernidad.org).
Se ha agudizado mi sensibilidad para escuchar y aprender de otras voces,
más que solo para analizarlas y codificarlas formulaicamente, para intercam-
biar y buscar conjuntamente nuevos derroteros que permitan entendernos más
y mejor, que nos lleven a actuar y a generar nuestro propio poder. Continúa
siendo inimaginable el investigar fenómenos (socio)lingüísticos descontextua-
lizadamente, y es que no podemos entender los cambios de cada lengua, si no
nos situamos junto a los hablantes, en su contexto sociohistórico y su realidad
presente, de la cual también somos parte. El dinamismo de los fenómenos socia-
les está ahora más presente que nunca, de modo que aquello que sucede con la
lengua (entiéndase, los hablantes) debe ser analizado desde su multicausación y
en sus múltiples efectos, aunque a menudo sean impredecibles.
Estos años han sido de cambios drásticos en términos de acceso a la comuni-
cación y a la más sofisticada tecnología. Acceder a las nuevas tecnologías puede
favorecer el proceso de investigación, su visibilización y abrir espacios para
que los hablantes de lenguas minorizadas las usen exitosamente. Los sondeos
sociolingüísticos son ahora georreferenciados, detallados y de alta precisión.

12 Cf., Cummins (1986) para una discusión de este tema en torno a la lingüística aplicada a la
enseñanza.
13 https://blogscvc.cervantes.es/martes-neologico/revisitar/.
44 Marleen Haboud

Las entrevistas y conversaciones videograbadas, los datos estadísticos inmedia-


tamente representados y la realidad virtualizada. En este sentido, se facilita el
abrazo entre la ancestralidad y la modernidad, la interrelación entre la documen-
tación y los procesos revitalizadores,¹⁴ y el surgimiento de jóvenes activistas que,
desde sus propios espacios y creatividad, se esfuerzan por revitalizar la lengua y
la cultura.¹⁵
Hoy, más que nunca, sabemos que las imposiciones arriba-abajo (top-down)
y aún los esfuerzos abajo-arriba (bottom-up) no han sabido responder a las nece-
sidades de los hablantes. El quehacer investigativo debe ser activo y desarrollarse
desde adentro. Esto implica trabajar colaborativamente, mantener una metodolo-
gía sistemática pero flexible y no cesar en la búsqueda de teorías y conceptos que
se ajusten mejor a nuestras realidades.
Deprimente es, sin embargo, constatar que, después de casi 30 años, la situa-
ción de inequidad en la que viven muchos de los pueblos indígenas se ha mante-
nido. Preocupante también, el desplazamiento mantenido de sus lenguas pues,
como bien sabemos, cada lengua que muere implica la pérdida de conocimientos
ancestrales generalmente irrecuperables.
Desde la academia, el discurso ha cambiado, poco las prácticas. Todavía se es-
cucha en maestros y estudiantes, hablar del informante (muchas veces anónimo),
de “el indígena”, “la mujer”, “el migrante”, como si fueran entes homogéneos.
Después de todos estos años, en nuestras sociedades hay demasiadas tensio-
nes irresueltas, prácticas constantes de verticalidad, racismo, lingüisismo, etni-
cismo y estereotipos disfrazados.
Al tiempo que cierro esta revisita, llevamos 90 días de reclusión por el COVID-
19, los hijos de algunos de los entrevistadores indígenas con quienes habíamos
trabajado han sido rechazados en centros de salud. Unos han sobrevivido vol-
viendo a los conocimientos ancestrales. Otros, en nuestro país y en países
vecinos, han sido aladeados por estar infectados.

14 Cf., Haboud et.al. (2020, 2019).


15 Hay esfuerzos que, desde la música, el teatro, el cine, los talleres informativos y las clases
de lengua se despliegan en comunidades rurales, así como en línea. Ver, por ejemplo las accio-
nes de Kichwashun (‘kechwizémonos’) https://youtu.be/5nLyyRQej-I; o Kichwa hatari (‘Arriba el
Kichwa’) (https://www.facebook.com/KichwaHatari/)
Revisitando “Entrevistadores indígenas: un reto a los estereotipos” 45

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46 Marleen Haboud

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Azucena Palacios
Sobre el contacto y los contactos
Algunas reflexiones a partir del análisis de los sistemas
pronominales átonos de zonas de contacto lingüístico

1 Introducción
Los estudios sobre cambio lingüístico inducido por contacto publicados en las últi-
mas décadas han sido de especial relevancia para configurar un marco teórico de
la lingüística de contacto que se adapte mejor a los datos reales de las ecologías
lingüísticas complejas. En el caso de los estudios sobre español, se ha superado
la tendencia a abordar los fenómenos de contacto a partir de recolecciones de
datos idiosincrásicas y sin rigor metodológico, con descripciones superficiales y
en muchos casos parciales, con una concepción de las variaciones y los cambios
inducidos por contacto como desvíos de la norma estándar o, sencillamente, como
errores debidos a un aprendizaje del español incompleto. Uno de los riesgos que
esto conlleva es que la estigmatización del colectivo indígena por sus hábitos lin-
güísticos se produce desde su ingreso en la escuela, etiquetado como “deficitario
cognitivamente” o como “hablantes que no saben hablar castellano”, y culpabili-
zados por su bajo rendimiento educativo. Y esta evaluación negativa retroalimenta
la consideración de los cambios lingüísticos inducidos por contacto como simples
errores lingüísticos. No olvidemos, no obstante, que bajo la etiqueta de “cambios
inducidos por contacto” caben casos de importación de material y patrones fónicos,
morfosintácticos, léxicos o semánticos, así como casos en los que no existe tal
importación, sino que el contacto con otra lengua tiene como efecto evoluciones
diferentes de variaciones y procesos de gramaticalización ya iniciados previamente.
Como es bien sabido, las situaciones de contacto de lenguas son complejas
y dinámicas, y son resultado de una multitud de factores sociales y lingüísticos
cuya influencia es difícil de separar, como ya apuntó en su momento Thomason
(2001), lo que hace más complicado el estudio de estas ecologías lingüísticas.

Agradecimientos: Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC.


Oral reference corpus of Spanish in contact. Phase I: minority languages ”. Reference / AEI / PID2019 /
105865GB-I00. Agradezco a Sara Gómez Seibane sus valiosos comentarios que, sin duda, han con-
tribuido a mejorar estas páginas.

Azucena Palacios, Universidad Autónoma de Madrid, [email protected],


https://orcid.org/0000-0002-9122-4362

Open Access. © 2021 Azucena Palacios, published by De Gruyter. This work is licensed under
the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-003
48 Azucena Palacios

En este sentido, recordemos que una máxima de la investigación es la compara-


bilidad de situaciones para poder extraer generalizaciones acerca del contacto
lingüístico, lo que no es una tarea fácil, sobre todo, si no se delimitan bien los
parámetros de comparación de las situaciones de contacto. En efecto, no todas las
situaciones de contacto lingüístico son equiparables. Imaginemos una comuni-
dad donde haya hablantes monolingües de lengua A, bilingües de distinto grado
y monolingües de lengua B. Pero esta ecología no tiene por qué ser idéntica a la
que se pueda dar en otra zona geográfica, aunque las lenguas implicadas sigan
siendo A y B, ya que en esta última ecología puede que solo existan hablantes
monolingües de lengua B y bilingües con predominio de lengua B. Y puede que
la historia de contacto de ambas comunidades tampoco sea la misma. La compa-
rabilidad de ambas ecologías resulta compleja, por tanto, dado que hay factores
sociales diferentes que pueden explicar que las variaciones y los cambios indu-
cidos por contacto en una y otra comunidad no sean exactamente los mismos.
Por otra parte, el foco de la investigación se centra en exceso en “identify the
constraints involved as well as the paths such contact can take” (Siemund y Kintana
2008: 3), obviando otros aspectos esenciales. En muchos casos, siguen funcionando
ciertas ideas preconcebidas sobre el contacto lingüístico que los resultados de las
investigaciones basadas en datos reales de habla pueden ayudar a matizar. Esto es
lo que motiva estas páginas.
En la sección 2 presento los cambios lingüísticos que experimentan los sistemas
pronominales átonos de tercera persona de las variedades de español en contacto
con distintas lenguas amerindias para mostrar que estas variaciones son sistemáti-
cas y se consolidan en tendencias que cristalizan en cambios lingüísticos inducidos
por contacto que se apartan de los patrones que rigen los sistemas pronominales de
variedades de español de áreas sin contacto. Describo dos vías de cambio distinto
al respecto: en la sección 2.1 muestro que los cambios que se documentan en los
sistemas pronominales átonos de las variedades de español en contacto con maya
yucateco, otomí, tepehuano, tsotsil, malecu, tzutujil o quechua tienden a neutrali-
zar los rasgos de género y número de las formas pronominales en una única forma
lo para objeto directo indistintamente de si el referente del objeto directo es mascu-
lino o femenino, singular o plural. En 2.2 ilustro cómo los sistemas pronominales
átonos de las variedades de español en contacto con kichwa¹ (Ecuador) y guaraní
(Paraguay y Nordeste argentino) se caracterizan por un marcado leísmo donde la
selección pronominal es insensible a los rasgos de caso, género e incluso número.
En la sección 3 propongo una reflexión sobre los factores lingüísticos y extralin-

1 Así se denomina a la variedad de la lengua quechua ecuatoriana. Esta grafía corresponde al


alfabeto oficial de la lengua.
Sobre el contacto y los contactos 49

güísticos que configuran y explican esos cambios, y las vías de gramaticalización


que han podido seguir. Concluiré esta investigación con algunas implicaciones teó-
ricas y metodológicas que pueden extraerse de estas reflexiones.

2 Los sistemas pronominales de las variedades


de contacto: cambios indirectos inducidos por
contacto
2.1 Sistemas con neutralización de género/número y
mantenimiento de caso
Como ya se ha mostrado sobradamente (Avelino 2017; Calvo 1996–1997; García
Tesoro 2010, García Tesoro 2018; García Tesoro y Fernández-Mallat 2015; Goden-
zzi 1986; Hernández y Palacios 2015; Klee 1990; Klee y Caravedo 2005; Martínez
2000, Martínez 2013, Martínez 2015a; Palacios 2005, Palacios 2006, Palacios
2011; Sánchez Avendaño 2015; Sánchez Paraíso 2017; Torres Sánchez 2015, Torres
Sánchez 2018; entre otros), los sistemas pronominales átonos de las variedades
de español en contacto con lenguas originarias de Hispanoamérica muestran
variaciones y cambios lingüísticos en los que se produce una aparente simplifi-
cación de rasgos morfológicos en las formas pronominales que afectan al género,
al número y, en menor medida, al caso. Se ha constatado, igualmente, que estas
variaciones no son caóticas o aleatorias y que se consolidan en tendencias que
cristalizan en cambios lingüísticos inducidos por contacto que se apartan de los
patrones que rigen los sistemas pronominales átonos de variedades de español
de áreas sin contacto.
Estos sistemas pronominales locales coexisten con el sistema pronominal
etimológico, que es el normativo, y que se exige en el ámbito escolar, aparece en
los medios de comunicación ⁠– salvo en el caso del español andino ecuatoriano o
paraguayo, donde incluso en estos medios se puede documentar el sistema pro-
nominal local si se trata del registro oral coloquial o informal⁠ – y en los ámbitos
donde se requiere el manejo de un español prestigioso. Esto supone, en mayor o
menor medida, una presión normativa sobre los sistemas pronominales locales,
que se traduce en cierta variabilidad de la frecuencia de uso de las formas prono-
minales que oscilan entre ambos patrones: el etimológico y el local. Como veremos
más adelante, los hablantes que muestran frecuencias de uso más altas de estos
sistemas locales son, en general, los bilingües con lengua originaria dominante,
los que tienen menor nivel de escolarización y los que por sus circunstancias so-
50 Azucena Palacios

ciales, por ejemplo, por cuestiones profesionales, están menos sometidos a la


presión de la norma lingüística que establece que el sistema pronominal átono
de tercera persona “correcto” es el etimológico. Estamos hablando, por tanto, de
tendencias de uso. No obstante, aunque estos son los lineamientos generales, las
circunstancias e historias sociolingüísticas de las distintas comunidades pueden
variar las frecuencias de uso de las formas locales y etimológicas.
En esta sección expongo que los cambios que se documentan en los sistemas
pronominales átonos de las variedades de español en contacto con maya yucateco,
otomí, tepehuano, tsotsil, malecu, tzutujil o quechua son cambios indirectos indu-
cidos por contacto que forman parte de un proceso de gramaticalización en curso;
cambios sistemáticos en los que opera el mecanismo de la convergencia lingüística
(Palacios 2005). Estas lenguas originarias americanas no pertenecen a las mismas
familias lingüísticas, a pesar de lo cual las soluciones innovadoras que muestran
sus hablantes son similares y suponen un sólido argumento que avala la existen-
cia del mencionado proceso de gramaticalización, esto es, un proceso general y
sistemático de cambio donde la congruencia estructural de las lenguas en contacto
condiciona las soluciones emergentes.
Para mostrar que estas afirmaciones son argumentos sólidos a favor de la
propuesta, he tomado, y en algún caso adaptado, los datos que ofrecen algunas
investigaciones sobre las variedades de español en contacto realizadas a partir de
datos de habla real. Como se aprecia en (1–7), las formas pronominales átonas de
tercera persona de estas variedades propenden a neutralizar los rasgos de género
y número de las formas pronominales, tendiendo hacia una única forma lo para
objeto directo:

(1) a. Porque esas iglesias que se han construido, lo han. . . lo han construido
los norteamericanos².
b. Dos banquillos agarro así. . .lo pongo así. Me paro a moler.

(2) a. La muchacha tantito que lo regañan ahorita ya no se halla, ya se va.³


b. Entonce crecía esos animalitos, entonce pus lo vendía.

(3) a. La chuparrosa lo mandaron a derechamente (<directamente) allá donde


está la lluvia⁴.
b. Ahora tienes que lavarlo estas dos muñecas.

2 Datos del español en contacto con maya yucateco tomados de Hernández y Palacios (2015: 36).
3 Datos del español en contacto con otomí tomados de Avelino (2021: 78).
4 Ejemplos de español en contacto con tepehuano tomados de Torres Sánchez (2018: 228).
Sobre el contacto y los contactos 51

(4) a. Y al final le pongo su hoja de laurel y arrayán y lo tapo la olla ya que se


cuece con todo y su hoja.⁵
b. Pero le podemos pedir favor alguna/algunas preguntas/lo pones en un papel.

(5) a. Pobrecita iguanita tal vez anda abajo ahí y lo agarran para comer.⁶
b. Agarraron unas muchachas/tal vez de/digo yo que tal vez quince años/y el
papá decía que no lo/que no lo agarre que no lo no tiene por qué violarlo.

(6) a. En el monte así, consigue esa hierba y lo trae, lo trae comprada o rega-
lada, viene a que lo lave bien.⁷
b. Las tradiciones lo practican la gente ladina y nuestra raza más que todo
ahí en la comunidad.

(7) a. En Chinchero más lo preparan la chicha, pero acá así cuando hay cual-
quier cosa no más lo preparan.⁸
b. Es un, son hojitas verdes que lo picas así picaditas, lo cocinan, lo hacen
su [. . .], con ajito y cebollita, con comino, lo mezclan, y sale, como un. . .

Lo interesante de estas soluciones es que no se trata de casos esporádicos o anec-


dóticos que aparecen de vez en cuando en la variedad oral de los hablantes, sino
que forman parte de una reorganización del sistema que afecta en mayor o menor
medida a los usos pronominales. Veamos algunos datos cuantitativos que apoyan
esta argumentación.
Hernández y Palacios (2015) llevan a cabo un exhaustivo estudio sobre los
sistemas pronominales átonos de la zona maya yucateca. Tras un análisis multi-
variado, las autoras determinan las relaciones de dependencia entre variables y
la significancia de las mismas, y aportan datos de frecuencia relativa de uso de
las formas pronominales de objeto directo de hablantes monolingües de español
y bilingües de español y maya yucateco. Para los fines de este trabajo, mostramos
únicamente la tabla donde las autoras contabilizan el uso de lo con referentes
femeninos de objeto directo:⁹

5 Datos de español en contacto con tsotsil tomados de López Gutiérrez (2018: 36 y 38).
6 Datos de español en contacto con malecu tomados de Sánchez Avendaño (2015: 89).
7 Ejemplos de español en contacto con tzutujil tomados de García Tesoro (2010: 139).
8 Ejemplos de español en contacto con quechua tomados de García Tesoro y Fernández-Mallat
(2015: 133).
9 En esta variedad, los objetos directos con referentes masculinos se pronominalizan mediante
lo/s. En el conjunto de la muestra, los referentes femeninos se pronominalizan con lo/s en el
53 % de los casos; la/s suponen el 35,6 % de las apariciones totales y le/s el 5,3 %.
52 Azucena Palacios

Tabla 1: Usos de la forma lo con referente femenino y factor bilingüismo.

Lo con referentes femeninos


Monolingües 19,2 %
Bilingües dominio español 31,3 %
Bilingües equilibrado 38,9 %
Bilingües dominio maya 85,4 %

Hernández y Palacios constatan así que existe una tendencia de uso de


la forma de acusativo lo sin especificación de género, indistintamente de si el
referente es masculino o femenino, y que esta tendencia está asociada con el
dominio de la lengua maya; esto es, los hablantes que tienen la lengua maya
como dominante son los que muestran mayores porcentajes de uso de lo con refe-
rentes femenino, el 85,4 %; por el contrario, los hablantes que no saben maya
tienen el 19,2 % de los casos de usos de lo con referentes femeninos, una cifra
nada desdeñable, no obstante. Nótese que los hablantes con dominio de español
muestran un 31,3% de usos de esta forma también, que se incrementa entre los
bilingües equilibrados hasta el 38,9 %. Inversamente, los hablantes monolingües
de español tienen el mayor porcentaje de usos etimológicos, 81,8 % de la para
referentes femeninos, frente a los bilingües con dominio de la lengua maya, con
la menor frecuencia (14,6 %).
Esta gradación porcentual es altamente significativa y permite a las autoras
consolidar su hipótesis de partida: la reorganización del sistema pronominal
átono hacia formas de concordancia de objeto: lo para objeto directo y le para
objeto indirecto.¹⁰ Para poder vislumbrar el alcance y dirección del cambio,
analizan la frecuencia relativa de la forma lo también con referentes plurales
(Tabla 2), constatando que la asociación de las variables “dominio de la lengua
maya” y “uso de la forma lo” es también significativa y guarda la misma relación
gradual que vimos en la Tabla 1, si bien los porcentajes de uso son ligeramente
inferiores.

10 Hernández (2017) documenta la siguiente pronominalización de los objetos indirectos en su


muestra: una única forma la (0,3 %), la forma lo (4,2 %) y le/s en el resto. No registró casos de
pronominalización del objeto indirecto con las ni con los. La autora constata, además, una ten-
dencia a usar la forma le para objetos indirectos con referentes plurales en esta misma variedad:
61,9 % en bilingües con dominio de maya, 36 % en simétricos, 31,6 % en bilingües con dominio
de español y 31,6 % en monolingües de español.
Sobre el contacto y los contactos 53

Tabla 2: Usos de la forma lo con referente plural y factor bilingüismo.

Lo con referentes plurales


Monolingües 13,2 %
Bilingües dominio español 15,9 %
Bilingües equilibrado 31,3 %
Bilingües dominio maya 64,9 %

En efecto, los hablantes bilingües con dominio de la lengua maya tienen fre-
cuencias de uso muy altas de lo con referentes plurales (64,9 %). Existe, además,
una gradación en el uso de esta forma relacionada con el mayor dominio de
la lengua originaria. Por otra parte, las autoras constatan en su estudio que el
grado de asociación de las variables “género del referente y factor bilingüismo”
(coeficiente de contingencia 0,491; V. de Cramer 0,563; N=124) es ligeramente
mayor que el de las variables “número del referente y factor bilingüismo”
(coeficiente de contingencia 0,429; V. de Cramer 0,475; N=135), lo que indica que
la neutralización de género está en una etapa de evolución más avanzada que la
de número. Se puede afirmar, por ello, que en esta variedad de español coexisten
dos sistemas que no están aislados, sino que forman parte de un continuo
gradual y que la variable “dominio de la lengua maya/dominio del español”
regula los porcentajes de uso de ese continuo, mostrando el predominio de uno u
otro sistema. Los Cuadros 1 y 2 representan los sistemas pronominales ideales,¹¹
con patrones de género, número y caso en el sistema etimológico y solo de caso
en el sistema local.

Cuadro 1: Sistema etimológico.

Masculino Femenino
Sg. Plural Sg. Plural
OD lo los la las
Singular Plural
OI le les

11 Es preciso recordar que los patrones ideales no existen en ninguna variedad de español y que
la variación está presente desde la Edad Media en nuestra lengua.
54 Azucena Palacios

Cuadro 2: Sistema local.

Masculino Femenino
Sg. Plural Sg. Plural
OD lo
Singular Plural
OI le

Según hemos visto, en esta variedad de español en contacto surge un nuevo


sistema pronominal donde lo es la forma emergente sin especificación de género
o número para el objeto directo y le para el indirecto. Este sistema coexiste con el
sistema normativo etimológico y el predominio de uso de uno u otro se favorece
en función de la lengua dominante.
Los datos de otras variedades de contacto que mostramos a continuación,
simplificados por razones de espacio,¹² ofrecen un panorama de cambio similar
que constatan su sistematicidad. Así, los porcentajes de uso de las formas prono-
minales de la variedad de español en contacto con otomí en la comunidad San
Andrés Cuexcontitlán (México), donde el otomí está en una situación de despla-
zamiento, se presentan en la Tabla 3 (Avelino 2017).

Tabla 3: Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor bilingüismo.

Lo/s con referente femenino


Monolingüe español (sin conocimiento otomí) 5,74 %
Monolingüe español conocimiento pasivo otomí 16,60 %
Bilingües con dominio de español 60 %
Bilingües equilibrado 77,27 %
Bilingües con dominio de otomí 95,45 %

Como indican las frecuencias, el patrón gradual que mostramos en la variedad de


español en contacto con maya yucateco se confirma: a mayor dominio de la lengua

12 Los datos que presentamos en las tablas siguientes están elaborados a partir de análisis
cuantitativos y cualitativos, según los cuales, las variables bilingüismo y forma pronominal lo/s
con referente femenino están correlacionadas. Mostramos únicamente los datos relativos a la
neutralización del rasgo género, esto es, usos de lo y los para referentes femeninos, tanto singula-
res como plurales. Evidentemente, los objetos con referentes masculinos se pronominalizan con
lo/s. Como ya he señalado, la neutralización del rasgo de número en las formas pronominales se
constata como un cambio menos avanzado que el del género.
Sobre el contacto y los contactos 55

originaria, mayor uso de formas sin especificación de género. Es ciertamente rele-


vante que el porcentaje de usos de lo/s con referentes femeninos en hablantes
monolingües de español sin conocimiento del otomí sea sensiblemente inferior
(5,74 %) al de los monolingües con algún conocimiento pasivo de otomí (16,60 %),
si bien en ambos casos se trata de hablantes monolingües de español. Este porcen-
taje aumenta considerablemente en los bilingües con dominio de español (60 %),
que sube hasta el 77,27 % cuando los hablantes bilingües son simétricos y hasta
el 95,45 % en el caso de los hablantes bilingües con dominio de otomí. Avelino
(2017, 2021) concluye que en esta comunidad coexisten dos sistemas: a) el sistema
etimológico, predominante en los monolingües de español y en los hablantes con
conocimiento pasivo de otomí y bilingües con dominio de español; b) el sistema
local, predominante en los hablantes bilingües con dominio de otomí.
En la Tabla 4 mostramos datos de la variedad de español en contacto con
tzutujil en Guatemala (García Tesoro 2010, 2018). El trabajo de campo se realizó
en Chicacao, una zona que comprende un núcleo urbano donde convive pobla-
ción no indígena e indígena, y núcleos rurales donde predomina la población
indígena. Los colaboradores tienen diferentes niveles de instrucción a excepción
del grupo de bilingües con dominio de tzutujil, que no han tenido acceso a la
escolarización.

Tabla 4: Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor bilingüismo.

Lo/s referente femenino


Monolingües español sin contacto con tzutujil 4,2 %
Monolingües español con contacto con tzutujil 33,3 %
Bilingües simétricos 84 %
Bilingües con dominio de tzutujil 100 %

Es interesante constatar cómo el sistema local predomina entre hablantes bilin-


gües simétricos (84 %) y con dominio de tzutujil (100 %), pero resulta sumamente
relevante que los hablantes monolingües de español que viven en ambientes
bilingües usan la forma local lo/s con referentes femeninos en el 33,3 % de los
casos; evidentemente, la mayoría de sus usos corresponde al patrón etimológico,
pero ese 33,3 % es un indicio de que en su entorno hay una variedad local estable
donde ambos sistemas pronominales conviven (compárese con el 13,2 % de usos
locales en los monolingües de español de la zona maya yucateca).
El caso de la variedad de español en contacto con tepehuano del sureste,
que mostramos en la Tabla 5 (Torres Sánchez 2018), si bien ofrece datos donde
se aprecia un patrón similar de uso de las formas pronominales, es ligeramente
56 Azucena Palacios

diferente debido a que se trata de una comunidad con bilingüismo reciente y no


existen hablantes monolingües de español en la zona de contacto.

Tabla 5: Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor bilingüismo.

Lo/s referente femenino


Monoling. español sin contacto tepehuano 8,08 %
Bilingües + conocimiento español 62,7 %
Bilingües +/– conocimiento español 70,3 %
Bilingües con - conocimiento español 83,3 %

En la variedad mexicana de San Cristóbal de las Casas en contacto con tsotsil,


López Gutiérrez (2018) ofrece solo datos de monolingües y bilingües de la misma
zona sin especificar el grado de conocimiento de cada lengua, como se muestra
en la Tabla 6.

Tabla 6: Usos de la forma lo/s con referente femenino


y factor bilingüismo.

Lo/s referente femenino


Monolingües español 56,6 %
Bilingües 65,24 %

La muestra de la Tabla 6 refleja la conformación sociolingüística de la comuni-


dad, caracterizada por la migración de población indígena a la ciudad. Los mono-
lingües de español son personas que han nacido en San Cristóbal, los bilingües
pueden ser oriundos de la ciudad o haber migrado desde comunidades tsotsiles
cercanas. En ambos grupos hay colaboradores con niveles de instrucción seme-
jantes. Es sumamente interesante constatar que, en esta variedad, los hablantes
monolingües de español tienen un porcentaje altísimo de uso de lo/s con referen-
tes femeninos (56,6 %), si bien los hablantes bilingües llegan hasta el 65,24 %.
Esto parece apuntar a una variedad de español bastante estable en la que el
sistema pronominal local parece predominar sobre el etimológico, al menos en
el registro oral coloquial.
Los datos que ofrece Sánchez Avendaño (2015) de español en contacto con
malecu son excepcionales, dado que diferencia los usos de las formas pronomi-
nales en función de la edad de los colaboradores en los tres palenques o comu-
nidades malecu. A partir de estos datos, se ha elaborado la Tabla 7, donde se
muestran los resultados de los entrevistados de más de 50 años.
Sobre el contacto y los contactos 57

Tabla 7: Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor bilingüismo (+ 50 años).

Margarita El Sol Tonjibe


Biling. equilibrado 36 % 60 % ----
Biling. malecudominante 100 % ---- 100 %

La Tabla 7 sigue el patrón gradual de usos de lo/s con referentes femeninos en


función del dominio de la lengua: los hablantes bilingües con malecu dominante
usan mayoritariamente el sistema pronominal local, que baja notablemente en
los bilingües equilibrados, 36 % en Margarita y 60 % en El Sol. Sánchez Aven-
daño ofrece también datos de colaboradores bilingües dominantes de español
con algún grado de conocimiento de malecu menores de 30 años en esos mismos
palenques (Tabla 8).

Tabla 8: Usos de la forma lo/s con referente femenino (- 30 años).

Margarita El Sol Tonjibe


Esp. dominante 24,3 % 60 % 59,6 %

Los datos divididos por edades permiten observar el estado de desplazamiento


de la lengua malecu en los tres palenques, pero también cómo estos hablantes
jóvenes siguen mostrando un porcentaje significativo de usos de lo/s con refe-
rente femenino. Margarita es el que muestra porcentajes de uso de lo/s con refe-
rente femenino más bajos, lo que puede deberse a que es el palenque con mayor
desplazamiento de malecu ⁠– la primera escuela se instaló en este palenque a
mediados del siglo pasado⁠ –. No obstante, las frecuencias de uso confirman,
como afirma Sánchez Avendaño (2015: 94) que “no se trata de variaciones propias
de la interlengua de aprendices tardíos del español, sino de un proceso de cambio
a favor de lo con referente femenino”.

2.2 Sistemas leístas con neutralización de género/


número y caso

La bibliografía ha mostrado que en las variedades de contacto con guaraní (Para-


guay y Nordeste argentino) y en el español andino ecuatoriano (de bilingüismo
histórico español/kichwa) los sistemas pronominales átonos locales se caracte-
rizan por un marcado leísmo donde la selección pronominal es insensible a los
rasgos de caso, género e incluso número (De Granda 1982; Guillán 2012; Haboud
58 Azucena Palacios

y de la Vega 2008; Jarrín 2019; Martínez 2000, Martínez 2013; Palacios 1998a,
Palacios 2005, Palacios 2015; Symeonidis 2013; Yausaz 2005). En el Cuadro 3 se
muestra el patrón pronominal leísta.

Cuadro 3: Sistema leísta.

Masculino Femenino
OD le/les
OI le/les

Los datos de Formosa (8), de Paraguay (9) y de la sierra ecuatoriana (10) que pre-
sentamos a continuación siguen el sistema leísta.

(8) a. Y porque le quisieron alistar a mis hermanos.13


b. Mientras vo armaste la torta poné agua que se hierva, esa agua hirviendo
le derramás arriba de esa torta que hiciste ¿no?
c. Por ejemplo le ponían la mandioca en el sol. Se seca y depué le machaca.
d. Lo que hicieron a la chica de Cubas, que le secuestraron y le tenían en
pleno centro de Asunción.

(9) a. En loh Etadoh Unidoh por ejemplo loh norteamericanoh le tienen como
animaleh [a los indios].¹⁴
b. Siempre vah y le saludah a tu padrino.
c. Siempre le ehtamoh hasiendo [la sopa paraguaya].
d. La polisía le desalojó el lugar.

(10) a. Y a mi esposa solo le veía sábado y el domingo [risas]¹⁵.


b. O sea que ahí tendríamos que acordarnos para poder visitarles a ellos.
c. ¿La fritada? Le matan al chancho y no sé no sé con la carnecita más pura,
como pechuga de pollo. . .
d. Si hay un atasco, le utiliza la señora el claxon y, si no cruzas breve la
calle, te pitan.

13 Datos tomados de Guillán (2012).


14 Tomados de Palacios (2002).
15 Datos tomados del Corpus Oral de Referencia del Español en Contacto (COREC). http://espa-
nolcontacto.fe.uam.es/wordpress/muestras-corec/.
Sobre el contacto y los contactos 59

En Formosa el leísmo no es una variante prestigiosa en la zona. Al respecto,


Guillán (2012) analiza tres grupos de hablantes con perfiles sociolingüísticos dife-
rentes y concluye que en todos ellos coexisten el sistema etimológico y el leísta,
pero en proporciones diferentes según su perfil sociolingüístico, como se aprecia
en la Tabla 9.

Tabla 9: Sistemas pronominales en Formosa.

Sistema etimológico Sistema leísta


Monolingües 90,3 % 9,7 %
Monoling. ambiente bilingüe 61,9 % 38,1 %
Bilingües 5,3 % 94,7 %

Para la variedad de español correntino en el Nordeste argentino, Yausaz (2005)


hace un análisis muy interesante de producciones orales y escritas en niños
de Goya y Corrientes capital. Muestra cómo en Goya el leísmo aparece en el
100 % de los casos en las producciones orales, pero en el 70 % de las escritas.
En Corrientes capital, el leísmo llega al 87 % de los usos pronominales totales
en las producciones orales mientras que en las escritas solo alcanza el 58 %.
El autor considera que esta asimetría se debe a la evaluación negativa que
hacen los docentes correntinos del leísmo en la escuela y al poco prestigio que
tiene el fenómeno en la zona, de manera similar a lo que veíamos en Formosa.
Considera Yausaz (2005: 6) al respecto que “para los niños de la escuela de
Corrientes, la identificación de situaciones comunicativas en las cuales es
adecuado utilizar la variedad estándar [el sistema etimológico] no resulta una
tarea sencilla”.
En el caso de Paraguay, también el sistema leísta es el predominante en
la variedad oral como ha constatado la bibliografía (Palacios 1998a, Palacios
2000b, Palacios 2005, Palacios 2008; Symeonidis 2013; entre otros). La tenden-
cia al uso de un único pronombre le para objeto directo e indirecto sin distin-
ción de género e incluso de número no supone un cambio estigmatizado y se
generaliza entre la población urbana de nivel medio y medio-alto, al menos en
el registro oral. Symeonidis (2013: 66), a partir de un estudio con 86 colabora-
dores, afirma que “se muestra un empleo general del leísmo en el castellano del
Paraguay, un leísmo que sorprendentemente tiene como casi única forma el pro-
nombre personal le tanto para referentes en el singular como en el plural. En los
pocos ejemplos que hemos visto en los que no se usa la forma le sino una forma
etimológica, se observa que es la clase alta la que tiende de vez en cuando a usar
dichas formas”.
60 Azucena Palacios

En el caso del español andino ecuatoriano, el sistema leísta es mayorita-


rio en el registro oral, sobre todo en Quito, y se ha convertido en un fenómeno
prestigioso tanto en monolingües como en bilingües (Haboud y de la Vega 2008,
Palacios 2005, Palacios 2006, Palacios 2015), mientras que el etimológico se cir-
cunscribe al registro escrito, por ejemplo, la prensa, sobre todo, en hablantes con
nivel medio-alto de instrucción.¹⁶ Para los fines de este estudio, he realizado un
muestreo representativo con datos del corpus COREC. He seleccionado los usos
pronominales de objeto directo de 5 colaboradores monolingües y 5 bilingües
de la sierra ecuatoriana en dos puntos: Quito y Otavalo. El resultado constata el
leísmo mayoritario de los hablantes monolingües y bilingües ⁠– tanto con referen-
tes masculinos como femeninos⁠ –, si bien el porcentaje de leísmos en los bilin-
gües es sensiblemente inferior, como se muestra en la Tabla 10.

Tabla 10: Sistema leísta en la sierra ecuatoriana.

Le/s Lo/s La/s


Monolingües 89,8 % 10,2 % 0%
Bilingües 84,6 % 14,8 % 0,6 %

Como ya se ha constado en la bibliografía (Palacios 2015), los dos grupos de


hablantes realizan omisiones de objeto directo (Tabla 11).

Tabla 11: Formas pronominales y omisión.

Formas pronominales Omisión


Monolingües 69,5 % 30,5 %
Bilingües 57,9 % 42,1 %

El 100 % de las omisiones de objeto directo efectuadas por los monolingües y


el 96,7 % de los bilingües tienen referentes inanimados. Esto significa que la
omisión se favorece con el rasgo animacidad. Este mismo rasgo es el que articula
la selección de las formas le/s, como se muestra en la Tabla 12.

16 Esto no indica que no existan hablantes con sistema etimológico o con variación entre el eti-
mológico y el leísta en Quito, sobre todo en población con alto nivel de instrucción; sin embargo,
en los diferentes trabajos de campo que he realizado, al menos, no lo he podido constatar.
Sobre el contacto y los contactos 61

Tabla 12: Rasgo animacidad y formas le/s.

+ Animado – Animado
Monolingües 76,1 % 23,9 %
Bilingües 65 % 35 %

En la Tabla 13 se muestran los porcentajes de uso de las formas lo/s en función


del rasgo de animacidad.

Tabla 13: Rasgo animacidad y formas lo/s.

+ Animado – Animado
Monolingües 30 % 70 %
Bilingües 4% 96 %

Comparando las frecuencias de uso de las formas le/s y lo/s en función del rasgo
de animacidad se constata que los referentes inanimados favorecen la selección
de lo/s, sobre todo en los hablantes bilingües (96 %). Vale la pena comprobar si
los usos de lo/s corresponden a un patrón etimológico en ambos grupos, esto es,
si el género masculino del referente es el que favorece la selección de estas formas
minoritarias. En la Tabla 14 se muestran los resultados.

Tabla 14: Formas lo/s y género del referente.

Masculino Femenino
Monolingües 100 % 0%
Bilingües 69,7 % 30,3 %

Los datos son contundentes: los hablantes monolingües seleccionan lo/s si el refe-
rente es únicamente masculino, lo que indica que siguen un patrón etimológico
cuando seleccionan esa forma. Sin embargo, los bilingües seleccionan la forma
lo/s con referentes masculinos (69,7 %) y femeninos (30,3 %). Volveremos sobre
ello más adelante. En cualquier caso, no olvidemos que esas formas lo/s son mino-
ritarias (10,2 % en monolingües, 14,8 % en bilingües) y que el patrón mayoritario
en ambos colectivos es el leísta, lo que coincide con los datos del estudio de Jarrín
(2019: 37) en el norte de Quito, que concluye que el leísmo es el único sistema
documentado en su muestra y que este sistema “se ha consolidado ya incluso
en zonas cuyos habitantes crecieron en un entorno bilingüe quichua-castellano,
pero que hoy por hoy son mayoritariamente monolingües en español”.
62 Azucena Palacios

Se podría pensar que el sistema leísta es un cambio analógico que se origina


porque las formas acusativas copian directamente a las de dativo; sin embargo,
hay evidencias de un sistema pronominal de transición entre el sistema etimo-
lógico y el leísta en las variedades andinas ecuatorianas (11) y paraguayas (12)
que parecen contradecir esta hipótesis (Palacios 2000b, Palacios 2005, Palacios
2006, Palacios 2011):

(11) a. Que no le puedes ver [a los ecuatorianos].


b. Mi hijita se quedó en Loja, pero le traje.
c. Yo te lo voy a obsequiar [un sombrero]. Yo tengo uno que me lo mandan.
e. La feria creo que lo hacen los viernes.

(12) a. Le encontré a ellos en el monte


b. No podía dejarle a la criatura sola y mandarme mudar.
c. Un trabajo de diez personas, se van a hacerlo.
d. Esa chipa de la que te hablé, pues lo hacen de todo.

Este sistema se documentó en hablantes bilingües y monolingües de español de


áreas de contacto kichwa cercanas a Quito y también en Otavalo (Palacios 2006,
Palacios 2011); en el caso de Paraguay, en zonas semiurbanas cercanas a Asun-
ción (Palacios 2000b). Son sistemas minoritarios y están en franco retroceso. En
el caso ecuatoriano, la forma pronominal lo/s con referente femenino es un rasgo
indexado con comunidades indígenas que tiene una categorización social nega-
tiva. No olvidemos que tanto Quito como Asunción actúan como difusores del
leísmo en el registro oral. En el sistema de transición, la animacidad es un rasgo
relevante, puesto que favorece la forma leísta indistintamente del género del refe-
rente, como se muestra en (11 a, b) y (12 a, b). Los referentes inanimados tienden
a pronominalizarse mediante la forma lo/s, sin que el género del referente sea
relevante en la selección pronominal, como se aprecia en (11 c-d) y (12 c-d). En el
Cuadro 4 aparece representado este sistema.

Cuadro 4: Sistema de transición.

–Animado +Animado
Masc. Fem. Masc. Fem.
OD lo/s le/s
OI le/s

Al respecto, volvamos a las Tablas 13 y 14, donde se analizaba ese 14,8 % de


formas lo/s documentadas en los hablantes bilingües leístas. Recordemos que
Sobre el contacto y los contactos 63

el 96 % de esos usos tenían referentes inanimados y el 30,3 % tenían referentes


femeninos. Según estos resultados, esas formas minoritarias lo/s parecen obede-
cer a un patrón similar al mostrado en el Cuadro 4.

3 Discusión
Los datos que hemos mostrado en §2.1 y §2.2 permiten constatar que en las áreas de
contacto lingüístico descritas conviven dos sistemas pronominales: el normativo
etimológico y los locales, caracterizados por tender hacia formas pronominales que
neutralizan las especificaciones de género, número y/o caso. Este hecho tiene lugar
en áreas de contacto donde las lenguas originarias implicadas pueden no estar
emparentadas tipológicamente (otomí, quechua, maya o malecu, por ejemplo,
pertenecen a familias distintas). Lo interesante es, por tanto, que las soluciones
emergentes documentadas en estas comunidades confluyen en los mismos patro-
nes pronominales que hemos denominado sistemas locales (vid. Cuadros 2 y 3).
Volviendo a los casos descritos en (1–7), los efectos lingüísticos observados
en los sistemas pronominales locales evidencian que se mantiene la distinción
de caso y que los rasgos de género y, en menor medida, de número, tienden a
neutralizarse en favor de la forma no marcada (masculino singular). Y esta can-
celación de la especificidad de los rasgos tiene lugar en función de la configura-
ción de los grupos sociolingüísticos (mayor tendencia a la neutralización entre
los que tienen la lengua originaria dominante y menor entre los monolingües de
español). Así, a partir del sistema etimológico surge un nuevo sistema pronomi-
nal donde lo y le son las formas emergentes no marcadas, sin especificación de
género o número, para el objeto directo y el indirecto, respectivamente.
Los estudios sobre dinámicas de adquisición de los pronombres átonos en
español en niños monolingües y bilingües constatan que el paradigma prono-
minal se adquiere en etapas sucesivas: en primer lugar, la distinción de caso
mediante las formas no marcadas lo y le; posteriormente, las distinciones de
género y de número¹⁷ (Aguado Orea 2000; Domínguez 2006; Franco 2000; Klee
1989; Lafford y Collentine 1987; Pueyo 1992; Hernández Pina 1990, entre otros).
Consideran que se trata de dinámicas de adquisición universales. Si esto es así,
cabe preguntarse si los cambios representados en el Cuadro 2 pueden expli-
carse a partir de dinámicas de adquisición incompleta, lo que supondría que los

17 No hay acuerdo en la bibliografía sobre el orden de adquisición de los rasgos de género y


número.
64 Azucena Palacios

hablantes solo habrían adquirido la primera etapa del paradigma pronominal: la


distinción de caso.
Si solo nos fijamos en los grupos de hablantes bilingües con lengua amerin-
dia dominante, podría pensarse que se trata de pautas de adquisición incompleta
del paradigma pronominal. Sin embargo, esta argumentación no se sostiene al
constatar que los grupos de hablantes bilingües simétricos y de monolingües de
español también documentan formas pronominales locales en mayor o menor
medida, por lo que parece, más bien, que se trata de soluciones que han pasado a
formar parte de una variedad de español local más o menos estable.¹⁸ En efecto,
los datos de las comunidades descritas en la sección 2.1 muestran que el factor
bilingüismo¹⁹ es esencial para explicar la aparición de un mismo patrón gradual
proporcionalmente invertido que oscila entre usos que corresponden al sistema
pronominal local y usos que siguen el etimológico. Como hemos podido com-
probar en las Tablas 1 a 8, este patrón gradual invertido es consistente y se repite
sistemáticamente: a mayor dominio del español, menor tendencia de uso de
formas locales; a mayor dominio de la lengua originaria, menor tendencia de uso
de formas etimológicas. Así, los hablantes bilingües con lengua originaria domi-
nante son los que muestran frecuencias de uso más altas del sistema local, que
en el caso de hablantes de tzutujil y malecu llegan hasta el 100 % de los casos.
Las frecuencias de uso de las formas pronominales locales disminuyen entre los
bilingües equilibrados; son menos frecuentes entre los bilingües con español
dominante y la frecuencia disminuye entre los monolingües de zonas bilingües.
Se trata, por tanto, de tendencias de uso en las que predomina uno u otro patrón
en función de, al menos, el factor “lengua dominante”.
A la vista de estos datos, podemos concluir que el cambio se origina en el
grupo de los bilingües con lengua originaria dominante y se expande progresi-
vamente hacia los otros grupos. Esa difusión intergrupal de las formas emergen-
tes tiene lugar a partir de los objetos directos más prototípicos, al menos en la
variedad de contacto con maya yucateco (Hernández y Palacios 2015); esto es, los
sintagmas nominales definidos, no humanos, inanimados y continuos. Los con-
textos de mayor accesibilidad referencial son también disparadores del cambio.
Los cambios lingüísticos inducidos por contacto son, por tanto, algo más que
“interferencias” de la lengua materna (la lengua originaria) en la lengua segunda

18 El sistema local se documenta ya en hablantes bilingües andinos peruanos en el siglo xvi


y xvii (Palacios 1996–1997, Palacios 1998b, Palacios 2000a; Rivarola 1995; entre otros). Gómez
Seibane (2012) lo documenta en José Santos Vargas, bilingüe boliviano con dominio de español
del siglo xix.
19 No debe olvidarse que estas las variables “factor bilingüismo” y “formas pronominales”
están correlacionadas en los estudios de los que he tomado los datos.
Sobre el contacto y los contactos 65

(el español) debidos a un patrón de adquisición incompleto o parcial. Considero,


así, que se trata de un cambio indirecto inducido por contacto y no de “interfe-
rencias” individuales de cada hablante activadas cada vez que se selecciona una
forma pronominal. Esta perspectiva permite dar cuenta de los procesos de crea-
ción lingüística de los hablantes de manera sistemática. En esta línea, hago mías
las palabras de Martínez (2015: 109) que reclama que la complejidad lingüística y
cultural de estas áreas de contacto “reproduce proximidades y alejamientos cul-
turales en distintos espacios comunicativos. En efecto, las soluciones sintácticas
que encuentran los hablantes a sus necesidades comunicativas no pueden diso-
ciarse de los contenidos con que cada comunidad expresa su lugar en el mundo”.
En investigaciones anteriores (Palacios 2005, Palacios 2011, Palacios 2015)
he definido los cambios indirectos inducidos por contacto como multicausales,
cambios que no suponen importación de material o patrones ajenos a la lengua
y en los que la lengua de contacto ⁠– las lenguas originarias en nuestro caso⁠ –
actúa como un acelerador de variaciones previamente existentes en la lengua.
Así, mediante la influencia indirecta de una lengua en contacto A (la lengua ame-
rindia) con la lengua B (el español) surgen variaciones gramaticales muy signi-
ficativas que aprovechan la propia evolución interna de esa lengua B para hacer
aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comunicativa obedece a pro-
cesos cognitivos de la lengua A de contacto y que se materializan en las prácticas
lingüísticas de la comunidad.
Estos cambios pueden implicar la aceleración de un cambio en proceso y la
eliminación de las restricciones lingüísticas que impidan su expansión, la reasig-
nación de nuevos valores a estructuras existentes en la lengua o la reorganiza-
ción de un sistema completo ⁠– como el caso que nos ocupa ⁠–, entre otros efectos.
Esto se traduce en que los hablantes de variedades distintas pueden hacer cate-
gorizaciones diferentes sobre las mismas realidades, lo que tiene su reflejo en la
aparición de usos lingüísticos diferenciados. En definitiva, se trata de cambios
en los que se perciben reajustes estructurales y funcionales en los que subya-
cen estructuras cognitivas ajenas al español. El mecanismo que actúa en estos
cambios es la convergencia lingüística, entendido como un acercamiento con-
gruente de los rasgos significativos implicados en el cambio, tanto de la lengua
amerindia como del español.
La convergencia lingüística reajusta el estatus de las formas pronominales
como marcas de concordancia objetiva (lo para objeto directo/le para indirecto)
acelerando un proceso lento de la lengua española en el que la concordancia de
objeto está sujeta a restricciones considerables (Siewierska 2004). Este proceso
implica la neutralización de los rasgos de género en las formas pronominales. Al
respecto, es preciso decir que ninguna de las lenguas originarias descritas en §2.1
gramaticaliza el género. Congruentemente con este hecho, las soluciones locales
66 Azucena Palacios

emergentes han desechado el género del referente como rasgo condicionante de


la selección pronominal de objeto directo.²⁰ Esto es, el mecanismo de la conver-
gencia lingüística ha posibilitado en la variedad local la eliminación de distincio-
nes funcionales existentes en el castellano que no son relevantes para las lenguas
amerindias. Y esta es una solución sistemática que se repite de manera general
en las distintas variedades descritas en §2.1 y que supone un cambio lingüístico
que refuerza la distinción de caso, un proceso de gramaticalización en el que las
formas pronominales dejan de ser referenciales para consolidarse como concor-
dancias de objeto. Considero, en este sentido, que las variaciones lingüísticas que
muestran los hablantes de las zonas de contacto son soluciones novedosas con-
gruentes con las características de su lengua materna que estos hacen emerger en
sus repertorios lingüísticos en función de sus necesidades comunicativas.
En cuanto a la neutralización de los rasgos de número, las investigaciones
citadas en §2.1 muestran que la pérdida de esta especificación en las formas de
objeto directo está presente en todas las variedades de español de contacto des-
critas, si bien los datos muestran frecuencias menores que las que se aprecian en la
de género. Se trata, por tanto, de un proceso situado en una etapa menos avanzada.
Los cambios documentados en las formas locales constatan que estas formas
pronominales están en un estadio muy avanzado de gramaticalización hacia
su estatus como marcas de concordancia de objeto, lo que las acerca al proceso
emprendido por las formas de dativo que se describen para el español en general
(le di la noticia a los chicos). Este estatus de las formas pronominales como marcas
de concordancia de caso no está muy alejado de lo que ocurre en español, ya que
hay una sólida línea de investigación que apunta a que los pronombres átonos
de tercera persona tienden a consolidarse en marcas de concordancia objetiva
(Bossong 1980; Enrique-Arias 2003; García-Miquel 1991; García Salido 2011; Llo-
rente y Mondéjar 1974; Suñer 1993, entre otros). En otras palabras, se acelera el
proceso de gramaticalización presente en el español por el que las formas prono-
minales pierden su capacidad referencial y evolucionan hacia marcas de concor-
dancia objetiva.
En la sección 2.2 se describen los sistemas leístas de las variedades de con-
tacto con kichwa (español andino ecuatoriano) y guaraní (Paraguay y nordeste
argentino).²¹ Estos sistemas tienden hacia una única forma le/s sin especificación
de caso, género e incluso de número, lo que indica que se ha completado la reor-

20 Algunas lenguas amazónicas parece que tienen marcas gramaticales de género, sin embargo,
no tenemos datos de los sistemas pronominales de hablantes bilingües en estas zonas.
21 En el norte de Perú se documentan casos minoritarios de leísmo con referentes masculinos y
animados, similares a los descritos para variedades de español que conservan el sistema prono-
minal etimológico (Klee y Caravedo 2005; Paredes y Valdez 2008; Valdez Salas 2002; entre otros).
Sobre el contacto y los contactos 67

ganización del paradigma pronominal hacia la reinterpretación funcional de las


formas pronominales como concordancias objetivas.
Es interesante constatar que tanto en el español andino ecuatoriano como en
Paraguay se han documentado sistemas pronominales en los que la animación
funge como disparador del cambio. Son sistemas de transición entre el etimoló-
gico y el leísta, como se muestra en el cuadro siguiente.

Cuadro 5: Evolución sistemas pronominales descritos en 2.2.

Etimológico Transición Leísta


Masc. Fem. -Animado Animado Masc. Fem.
OD lo/s la/s lo/los le/les le/les
OI le/s le/les le/les

Podríamos aventurar que en estas áreas la primera etapa del cambio fuera un
sistema como el que hemos documentado en la sección 2.1, donde la neutralización
del género es el disparador del cambio. Sin embargo, no tenemos datos que puedan
atestiguarlo, salvo las formas lo/s minoritarias documentadas en los hablantes
bilingües leístas de Quito y Otavalo, que parecen obedecer a un patrón de animaci-
dad y de neutralización de género (Tablas 13 y 14). Se necesitan estudios diacróni-
cos para comprobar si realmente ha habido un proceso de gramaticalización como
el del Cuadro 5 o si los sistemas de transición y leístas han evolucionado de manera
independiente. Lo que parece evidente es que en las formas leístas el disparador
del cambio es la animacidad y no tienen cabida las distinciones de género (ni el
kichwa ni el guaraní gramaticalizan el género). Por otra parte, es interesante que
sean las formas dativas las que terminen imponiéndose como marcas de concor-
dancia objetivas, precisamente las formas que guardan una relación más estrecha
con la animacidad.²²
Como ya apuntó Thomason (2001), para entender la complejidad de las situa-
ciones de contacto se debe tener en cuenta, entre otros factores, la intensidad y
la prolongación del contacto en el tiempo. En el caso del español andino ecua-
toriano o el de Paraguay, con situaciones de intensa y continuada convivencia

22 En estas variedades se documenta con profusión la omisión de los objetos directos más pro-
totípicos (accesibles, definidos e inanimados). Palacios (2015) constata en su estudio sobre la
omisión en la variedad andina ecuatoriana un 44,8 % de elisiones en hablantes monolingües de
español y un 51,1 % en bilingües kichwa-español. La omisión del objeto inanimado es la última
etapa en el proceso de gramaticalización de las formas pronominales hacia concordancias de
objeto.
68 Azucena Palacios

histórica de la población indígena y no indígena, los sistemas locales leístas se


han extendido a la población no indígena.
En otras zonas de contacto, como hemos referido ya, los hablantes monolin-
gües de español seleccionan también formas pronominales locales en un porcen-
taje que, en algunos casos, puede ser notable (16,6 % en zona otomí, 19,2 % en
zona maya yucateca, 33,3 % en zona tzutujil, en 56,6 % de zona tsotsil). Eviden-
temente, se necesita explicar esa variabilidad en las cifras, ya que hay una consi-
derable diferencia entre los porcentajes registrados entre los monolingües de la
zona otomí y los de la zona tsotsil, por ejemplo. Esta variación porcentual en las
tendencias de uso de los grupos sociales de distintas comunidades dependerá de
las características históricas y del perfil sociolingüístico que rodean esas comu-
nidades, lo que significa que hay que apelar también a otros factores explicativos
y no únicamente al dominio de la lengua originaria materna, aunque este sea un
factor esencial.
Igualmente, es necesario conocer si la lengua está en situación de desplaza-
miento, como en el caso del otomí o del malecu, y si esto repercute en las actitu-
des sociales negativas hacia los usos lingüísticos locales. En efecto, la forma lo
para objetos directos con referente femenino suele estar indexada con el colectivo
indígena y arrastra una evaluación muy negativa. Estos factores pueden ayudar
a entender por qué en la zona de San Andrés Cuexcontitlán el grupo monolingüe
otomí tiene un 16,5 % de usos locales (Tabla 3) o por qué el palenque Margarita
(Tabla 7), el que ha experimentado el mayor desplazamiento de las tres comuni-
dades malecu, es el que muestra porcentajes más bajos de formas locales frente al
resto de palenques (24,3 % versus 60 %). Estos datos contrastan, por el contrario,
con los de San Cristóbal de las Casas, donde los usos locales ⁠– lo/s – del colectivo
monolingüe suponen el 56,6 % de los casos.
Sin duda en estos procesos, la evaluación social de las formas juega un
papel importante. En el español andino ecuatoriano, hay indexación social de
la forma local lo/s para referentes femeninos con el colectivo indígena, mientras
que la solución le/s se indexa con población urbana no indígena de Quito y se
evalúa positivamente. Es relevante, en este sentido, que lo/s sea en la actuali-
dad una forma minoritaria reemplazada por la solución prestigiosa le/s incluso
entre colectivos indígenas, como ya señalamos. En estos escenarios complejos,
las redes sociales de los hablantes pueden consolidar o no el uso de las formas
locales.
El factor escolarización, muy unido a los anteriores, es clave, puesto que la
población bilingüe con dominio de la lengua materna es la que muestra menor
escolarización, según se constata en la bibliografía. La escuela es un factor deter-
minante para cambiar o imponer patrones de uso; un factor restrictivo y correc-
tivo de la expansión y mantenimiento del cambio que evalúa sistemáticamente
Sobre el contacto y los contactos 69

las formas locales y propende a imponer la norma etimológica. Recordemos, al


respecto, cómo Yausaz (2005) constataba una asimetría en el uso del leísmo entre
las producciones orales y escritas de los niños correntinos y cómo la relacionaba
directamente con la evaluación negativa que los docentes de Corrientes hacían
sobre este fenómeno.
En definitiva, todos estos factores, densamente entrelazados, son los que
pueden explicar de manera coral la compleja situación lingüística de cada varie-
dad. Se necesita, por tanto, repensar la idea de que los hablantes usan las formas
locales únicamente en función de su mayor o menor destreza en la lengua origi-
naria y el español. Resulta más congruente con los datos pensar que en la misma
zona coexisten distintos sistemas y que esos patrones pronominales distintos
están disponibles para los hablantes, que pueden seleccionar los elementos de
ambos repertorios lingüísticos en función de factores como los expuestos en estas
páginas, pero también de sus necesidades comunicativas.

4 A modo de conclusiones: algunas implicaciones


teóricas y metodológicas
Partimos de una perspectiva teórica que concibe las gramáticas de las lenguas
como sistemas dinámicos donde los hablantes categorizan modos de representar
la realidad; en las zonas de contacto lingüístico, la coexistencia de lenguas puede
conllevar distintos modos o sistemas de categorización que podrían manifestarse
en variaciones lingüísticas significativas en las variedades de lengua que usan
los hablantes de esas zonas bilingües. Consideramos, además, que las distintas
variedades de una lengua también tienen gramáticas que difieren entre sí. En el
caso que nos ocupa, hemos visto que en una misma variedad de español convi-
ven patrones pronominales diferentes y que hay grupos sociales que comparten
la misma gramática, pero no otros, o no en la misma proporción, lo que exige
analizar la variación intra-hablante para poder reconstruir su sistema pronomi-
nal. Esto supone girar la perspectiva de la investigación, que ya no se centrará
únicamente en los efectos del contacto, sino en el hablante inmerso en su ecolo-
gía y en sus producciones de habla real.
Esto conlleva implicaciones metodológicas que no por evidentes dejan de ser
importantes: 1) la necesidad de realizar trabajos de campo a partir de datos de
habla real extraídos en su contexto natural; 2) que estos trabajos de campo se
realicen no solo en diferentes variedades de español en contacto, sino también en
comunidades distintas de una misma área de contacto (los datos confirman que la
evolución de los sistemas pronominales no es igual en el área andina ecuatoriana
70 Azucena Palacios

y peruana, por ejemplo); 3) se necesitan protocolos similares y condiciones de


comparabilidad para que los datos sean equiparables y se puedan extraer conclu-
siones generalizables; 4) es preciso entender la complejidad de las comunidades
de habla como un continuo complejo donde se superponen hablantes con dis-
tinto grado de bilingüismo, lo que implica la coexistencia de varias modalidades
de habla como práctica cotidiana; un continuo de uso de carácter gradual, no
discreto, de estas situaciones de contacto de lenguas y su complejidad como el
que se muestra en el Gráfico 1.

Gráfico 1: Continuo de modalidades lingüísticas en situaciones de contacto.

Monolingües lengua indígena ←→ bilingües dominante lengua indígena ←→ bilingües


simétricos ←→ bilingües dominantes ←→ monolingües español

En cuanto a implicaciones teóricas para perfilar mejor la teoría del contacto,


podemos apuntar las ideas que esbozamos a continuación, resultado de los datos
analizados.

1. Las gramáticas de lenguas tipológicamente muy distantes pueden ser mode-


ladas con soluciones novedosas que se erigen en recursos altamente productivos
congruentes con las lenguas implicadas. En efecto, en el contacto de lenguas lo
relevante son las similitudes estructurales y las equivalencias funcionales que los
hablantes perciben entre las lenguas implicadas, y son estas las que determinan
la dirección de los cambios indirectos inducidos por contacto. Para ello, parto
del supuesto de que el hablante bilingüe percibe similitudes y diferencias entre
las lenguas implicadas (reales o imaginadas), como apuntan Jarvis y Pavlenko
(2008), y que esa percepción hace emerger soluciones novedosas que pueden
consolidarse en cambios lingüísticos inducidos por contacto. Así, considero que
el hablante acerca su variedad de castellano a la lengua indígena y aprovecha
las potencialidades de los sistemas para explotar nuevas estrategias comunica-
tivas mediante el mecanismo de la convergencia lingüística. En el caso que nos
ocupa, el hablante bilingüe percibe similitudes entre el castellano y su lengua
materna, y hace converger las formas pronominales con sus intereses y estrate-
gias. La ausencia de gramaticalización de género en las lenguas amerindias y en
las formas pronominales de objeto indirecto orienta la evolución de los sistemas
pronominales de estas zonas de contacto.

2. Los cambios indirectos inducidos por contacto que tienen lugar en una lengua
explotan las potencialidades del sistema de esa lengua. Volviendo a los sistemas
pronominales, la reorientación de las formas pronominales hacia marcas de con-
Sobre el contacto y los contactos 71

cordancia objetiva supone una ampliación de las posibilidades que ya ofrece el


castellano. Las lenguas indígenas actúan como acelerador del proceso de grama-
ticalización de las formas pronominales como marcas de concordancia objetiva
que ya está presente en español.

3. El cambio inducido por contacto tiene una etapa de creación y otra de difu-
sión. Se inicia en el grupo de los bilingües con lengua amerindia dominante, y se
va expandiendo entre los bilingües simétricos, los bilingües con español domi-
nante y llega hasta los monolingües. Esta etapa de difusión del cambio es progre-
siva y está favorecida por el factor “lengua dominante”.

4. La comparabilidad de un mismo fenómeno desde una perspectiva pandialec-


tal permite contemplar la evolución gradual de un cambio lingüístico de manera
sincrónica. En el caso de los sistemas pronominales, esta perspectiva reproduce
las distintas etapas del proceso de gramaticalización inducida por contacto,
desde los sistemas que aún no han registrado cambios lingüísticos (sistema eti-
mológico) hasta los sistemas más evolucionados (sistema leísta), pasando por
sistemas que permanecen en un estado de evolución intermedio (sistema de caso
sin especificación de género/número y sistema de transición).

5. Cuestiono la premisa de que los cambios inducidos por contacto producen


resultados simplificados. Hablamos insistentemente de simplificación de los
paradigmas pronominales y esa terminología conlleva la idea de reducción de
formas y de significados, y suele estar vinculada con estrategias de adquisición
incompleta. Creo que es preciso plantearse si la simplificación morfológica de
las formas no implica procesamientos más complejos para que los interlocutores
asignen las referencias adecuadas y la comunicación sea satisfactoria y eficaz. La
simplificación morfológica implica, paradójicamente, una complejidad cognitiva
relacionada con la gramaticalización de formas de concordancias de objeto. Si
las formas pronominales dejan de ser referenciales, ¿cómo se asigna la referen-
cia con el antecedente? Es posible que, en este sentido, los hablantes utilicen
las soluciones emergentes como estrategias de máxima eficiencia que permitan
nuevos significados pragmáticos discursivos. La finalidad de estos cambios indu-
cidos por contacto suele obedecer a estrategias comunicativas que permiten una
mejor explotación de los recursos lingüísticos que el hablante bilingüe tiene a su
alcance.

6. La evaluación social de los fenómenos lingüísticos y la escuela como institu-


ción son factores reguladores de la expansión, el mantenimiento o la desapari-
ción de estos cambios y deben considerarse a la hora de explicarlos.
72 Azucena Palacios

Por otra parte, necesitamos nuevas investigaciones que corroboren si las solu-
ciones emergentes de los cambios inducidos por contacto siguen siempre pará-
metros, jerarquías o principios universales. Así ocurre en la neutralización
del rasgo de género de las formas pronominales locales descritas en §2.1. Esto
implica que las formas de dativo orientan el cambio, dado que las de acusa-
tivo “copian” las de dativo, inespecificadas para el género. Sin embargo, en los
sistemas pronominales referenciales del centro y norte de España, las formas
de acusativo orientan el cambio y el resultado es un sistema con un patrón
de género tanto para las formas acusativas como para las dativas (Fernández-
Ordóñez 2001). Al respecto, Elvira (1998: 227) propone que “el cambio analógico
está orientado desde las formas menos marcadas o más frecuentes hacia las
marcadas o menos frecuentes”; esto es, el caso que prevalece en los procesos
de cambio, según las tendencias universales de cambio, es precisamente el no
marcado, ya que los procesos de cambio analógico parece que están orientados
a favor de las formas no marcadas. Si entendemos que las formas menos mar-
cadas son las de acusativo ⁠– el dativo sería el caso marcado ya que es menos
nuclear que el acusativo, distribucionalmente es menos restringido y tiene
menos diferencias formales ⁠–, el cambio inducido por contacto que hemos ana-
lizado en estas páginas avanza en una dirección opuesta al ocurrido en los sis-
temas referenciales de España.
Igualmente, es preciso comprobar si en otras variedades de contacto la
expansión del cambio avanza entre los distintos grupos sociales a partir de las
categorías más prototípicas, como mostraban Hernández y Palacios (2015) en el
caso del español en contacto con maya yucateco, donde el cambio se inicia en los
objetos directos prototípicos, inanimados y continuos; cuando esta etapa se con-
solida con una alta frecuencia y resulta no marcado, se extiende a otros contextos
en etapas sucesivas, primero a las entidades discontinuas y, posteriormente, a las
entidades inanimadas.
En definitiva, se necesitan más investigaciones basadas en datos de habla
natural para que podamos explicar la complejidad de las situaciones de contacto
lingüístico.

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Sección II
Sara Gómez Seibane
Animación y contacto lingüístico en la
duplicación de objeto directo
1 Introducción
La interacción de las escalas de animación y definitud proporciona una expli-
cación general a la duplicación de objetos, tanto en la variación interna del
español, como en las lenguas romances (Sitaridou 2017). En español estándar,
la duplicación es obligatoria con los pronombres personales tónicos (1), con el
objeto indirecto de verbos de afección (2), y con objetos definidos y/o específicos
tematizados y desplazados a la izquierda del verbo, siempre que sea información
conocida (3a), frente a los objetos focalizados iniciales con información nueva o
contrastiva (3b), que no la admiten.

(1) Eso no le interesa a él. Solo la quiero a ella.

(2) Le duelen las muelas al niño.

(3) a. A Juana la eligieron presidenta. A sus hijos les lanzó un buen sermón.
b. A Juana eligieron presidenta (no a Teresa). (Gómez Seibane 2012b: 52).

En la duplicación, conviene destacar la función del objeto, así como su posición


respecto al verbo. La anteposición verbal de objetos obliga a la duplicación tanto
de directos como de indirectos (3a); la posposición verbal de los objetos conduce
a situaciones distintas: con los indirectos la duplicación está bastante genera-
lizada y aceptada en todos los dialectos del español, mientras que los directos
presentan, por un lado, más restricciones a la duplicación y, por otro lado, la
interacción de otros rasgos, como la animación y la accesibilidad cognitiva en el
caso de las variedades de español peninsular (Gómez Seibane 2021).
El objetivo de este trabajo es, por una parte, mostrar la prominencia de la
animación en varios fenómenos gramaticales y de clasificación en lengua vasca
y español; y, por otra parte, argumentar a favor de que el contacto potencia la

Agradecimientos: Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC.


Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/
PID2019/105865GB-I00.

Sara Gómez Seibane, Universidad de La Rioja, [email protected]

Open Access. © 2021 Sara Gómez Seibane, published by De Gruyter. This work is licensed
under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-004
80 Sara Gómez Seibane

marcación de la animación, según se desprende de determinados fenómenos del


español en contacto con la lengua vasca, entre otros, la duplicación del objeto
directo. Para ello, en § 2 se ofrecen los datos de la duplicación de objeto directo
y su frecuencia en el español peninsular, con especial atención a la variedad de
contacto con la lengua vasca. A lo largo de § 3, se despliegan los factores inter-
nos y externos que explican el fenómeno. En § 4 se muestra la animación como
categoría conceptual en interacción con otros rasgos lingüísticos; se describe su
papel en varios fenómenos gramaticales del español y la lengua vasca como el
marcado diferencial de objeto (DOM) (§ 4.1), el leísmo (§ 4.2) y la morfología loca-
tiva (§ 4.3). El apartado termina sintetizando la conexión de estos fenómenos por
la animación en la mente del bilingüe (§ 4.4). El trabajo se cierra con una conclu-
sión recapitulativa (§ 5) y las referencias bibliográficas.

2 La duplicación de objeto directo en español


peninsular
Los datos disponibles de la variedad de español en contacto con la lengua vasca y
su comparación con otras variedades de español monolingüe peninsular revelan
la existencia de diferencias interdialectales relacionadas con la caracterización
del fenómeno y la frecuencia del mismo (Gómez Seibane 2017, 2021). En primer
lugar, en la zona vasca, la duplicación sucede mayoritariamente con referentes
humanos (71,1 %) y semiactivos (55,3 %) e inactivos¹ (31,6 %) (4); la zona centro
peninsular tiende a duplicar referentes inanimados (63,6 %) y semiactivos
(78,8 %) (5); y en la zona sur peninsular, la duplicación suele ocurrir con inani-
mados (76,3 %) y activos² (63,2 %) (6).³ Por lo tanto, las diferencias interdialecta-
les atañen a la accesibilidad en la mente de los hablantes y a la animación de los
referentes.

1 Siguiendo a Chafe (apud Gómez Seibane 2017), los interlocutores tienen una sensibilización
periférica para los referentes semiactivos por medio de dos vías: tras haber sido mencionados,
por encontrarse desactivados (debido a las limitaciones de atención y de la memoria a corto
plazo); o por haberse activado por asociación con una idea que es o fue activa en el discurso. En
cuanto a los inactivos, pueden encontrarse en la memoria a largo plazo de los interlocutores, o
solo estar presentes en la mente del hablante, por lo que no son accesibles textual o inferencial-
mente para el oyente.
2 Los referentes activos son los que están en la conciencia de los interlocutores.
3 Los datos porcentuales están tomados de Gómez Seibane (2021).
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 81

(4) [H]abía una pelegrinación a Roma, y fuimos a verle al Papa (Gómez Seibane
2017: 148).

(5) Cogía las botellas esas y las escondía debajo la cama. Y como éramos cuatro
o cinco de servicio, pos nos hacíamos unas perrerías, se las quitábamos las
botellas y, bueno, le hacíamos cuarenta, pero hambre, no (Gómez Seibane
2017: 150).

(6) Se le echaba costillas, unos huesos añejos, y la carne, carne de ternera, aquí
en Antequera, mucho la ternera. Y todo eso se ponía en el cocido. Sacabas
la carne y eso, y la ponías la carne con el tocino (Gómez Seibane 2021: 107).

En lo que a frecuencia se refiere, en segundo lugar, la duplicación es más habitual


en la zona de contacto que en el resto de la península, como puede comprobarse
en el Cuadro 1, que contrasta el número de total de pronombres con el número de
pronombres duplicados, de lo que se obtiene el dato de la frecuencia para cada
variedad.

Cuadro 1: Frecuencia de la duplicación de objeto directo en variedades del español


peninsular (Gómez Seibane 2021: 104–105).

[Zona de contacto] 498 pronombres 38 duplicación 1 cada 13


[Centro] 2311 pronombres 33 duplicación 1 cada 70
[Sur] 3742 pronombres 38 duplicación 1 cada 98

En la variedad de contacto con la lengua vasca, la duplicación de objeto directo


comparte rasgos con otros fenómenos gramaticales, como el leísmo y los objetos
directos preverbales, que distinguen esta variedad y que se han descrito como
resultado de la convergencia lingüística con la lengua vasca. Así, la animación
que caracteriza la duplicación también es propia del leísmo, que pronominaliza
referentes [+humanos] [+animados] con independencia de su género.⁴ Igual-
mente, el bajo grado de accesibilidad de los referentes duplicados (que suelen
ser semiactivos e inactivos) en la mente del oyente también distingue los objetos
directos antepuestos en esta variedad, puesto que esta anteposición con informa-
ción nueva no introduce temas para mantenerlos en el discurso subsecuente, en
contraste con lo que sucede en el español de zona monolingüe (Gómez Seibane

4 Frente a los rasgos [+discontinuo] y [+masculino] que caracterizan el leísmo del centro penin-
sular (vid. 4.2).
82 Sara Gómez Seibane

2020). Por tanto, más allá de las diferencias entre duplicación, leísmo y orden de
palabras, hay coincidencias relevantes entre ellos, como estar caracterizados por
los mismos rasgos, en concreto, la animación y la accesibilidad.

3 Sobre el origen de la duplicación


Entre los factores internos aducidos como origen de la duplicación,⁵ se han pro-
puesto, por un lado, explicaciones conjuntas de la duplicación de objetos y otros
fenómenos gramaticales en las interfaces sintaxis-semántica y sintaxis-discurso.
Así sucede en español, para la duplicación de objetos, explicada a partir de la
dislocación a la derecha (Gabriel y Rinke 2010); en la variedad de español en
contacto con la lengua vasca, para la duplicación de objetos y la omisión de clí-
ticos, justificada por la interacción de las jerarquías de animación y definitud
(Gómez Seibane 2012a); y en las lenguas romances, la duplicación de objetos,
comprendida igualmente por la interacción de estas mismas jerarquías (Fischer
y Rinke 2013). Recientemente, se ha replanteado la duplicación como marcación
de la topicalidad discursiva como resultado de la interacción del estatuto cate-
gorial del clítico y la gramaticalización del orden de palabras en español (Vega
Vilanova et al. 2018; Fischer et al. 2019). Por otro lado, se ha defendido un origen
distinto para la duplicación en función de la animación del referente. De acuerdo
con ello, con referente inanimado, el origen sería el reanálisis sintáctico de la
dislocación a la derecha; y con animado, sobre todo, humano, la difusión del
DOM (David 2014).
Sin rechazar la importancia de los factores internos, recientes experimentos
en variedades de español en contacto con otras lenguas, por su parte, apuntan
al contacto como factor externo coadyuvante, si no en el origen, al menos en la
generalización de un patrón existente (duplicación de dativo) a otros contex-
tos (duplicación de acusativo), así como en el (mayor) grado de aceptabilidad
de tales construcciones. Por lo que se refiere al contacto de español y euskera
(Rinke y Wieprecht 2016), los bilingües de lengua vasca dominante aceptan la
duplicación de objeto directo animado con mayor frecuencia porcentual (17,6 %
vs. 11,9 %), y estadísticamente significativa, que los bilingües equilibrados. En
cuanto al español en contacto con el catalán, hay igualmente indicios de que la
variación en su uso y aceptabilidad depende del grado de bilingüismo (Fischer
et al. 2019).

5 Por razones de espacio, no es posible resumir todas las propuestas de perspectivas teórica y
funcional que han dado cuenta de la duplicación. Véase para ello Belloro (2015).
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 83

El tipo de duplicación de objeto directo de rasgo [+humano] y [+animado]


de la variedad de contacto con la lengua vasca podría entenderse como una
ampliación o desarrollo posterior del DOM en una situación de contacto. Según
Fernández-Ordóñez (2012: 85–86), mientras que en la mayoría de las variedades
españolas el DOM solo presenta marcas preposicionales, el español de zona vasca
muestra tanto la preposición para introducir al sustantivo, como la duplicación
con le/s, lo que constituye una marca morfológica en el verbo. Por lo tanto, esta
duplicación leísta de zona vasca podría interpretarse como un paso adicional del
DOM. De hecho, para Fernández-Ordóñez (2012: 88–89), el leísmo vasco de rasgo
animado, la duplicación con leísmo, pero también la omisión de pronombres de
objeto directo inanimado y definido,⁶ ilustran la creación de nuevas distinciones
gramaticales en la variedad de castellano de zona vasca, en concreto, un nuevo
patrón de DOM con doble marcado, preposicional y morfológico.
Esta interpretación de Fernández-Ordóñez (2012) puede conectarse con la
propuesta de Company (2002: 59–62) para el conjunto de cambios ocurridos en
torno al dativo. Según explica la autora, el proceso de debilitamiento referencial
de le/s implicó dos reanálisis profundos. En el primero, a partir de su uso como
pronombre referencial, le se convierte en afijo verbal o marca de concordancia con
el verbo (en contextos de duplicación y/o falta de concordancia morfológica con
el referente), para terminar como intensificador pragmático invariable afijable a
bases nominales y verbales (en expresiones tipo vuélale, híjole). El segundo rea-
nálisis ilustra el desplazamiento de los valores referenciales de le/s hacia valores
más pragmáticos, en el sentido de que incorpora valoraciones del hablante, como
la exhortación o la intensificación. El proceso se resume en los siguientes pasos:
marcador sintáctico > marcador pragmático hacia el oyente > marcador pragmá-
tico hacia el hablante. En este escenario, el valor de le/s en la duplicación de zona
vasca podría interpretarse como marcador pragmático que mantiene las relacio-
nes gramaticales y semánticas con su referente nominal (humano/animado) y
con el verbo, lo que lo distinguiría tanto del pronombre referencial como del mar-
cador sintáctico, pues, aunque no ha alcanzado un valor subjetivo, le/s destaca
uno de los rasgos relevantes de su referente, esto es, la animación.
Por lo tanto, lo que propongo es que la construcción duplicada surge no tanto
de un intento del bilingüe de llenar un hueco en una de sus lenguas, sino de la
explotación de las construcciones de su repertorio para destacar o (sobre)marcar

6 La omisión del pronombre de acusativo es más frecuente en la variedad de contacto y ocurre


más allá de grupos nominales indefinidos inespecíficos, que son los contextos aceptados en el es-
pañol estándar (Gómez Seibane 2012a, Gómez Seibane 2012b). Por añadidura, Fernández-Ordóñez
(2012) ha destacado la coincidencia entre esta omisión pronominal y el patrón morfológico vasco
del caso absolutivo de tercera persona, que no presenta morfemas de concordancia verbal.
84 Sara Gómez Seibane

un rasgo prominente en ambas lenguas (vid. 4). En el castellano en contacto con


la lengua vasca, ello da lugar tanto a la ampliación del contexto de distribución
de la duplicación, como al aumento de su frecuencia (Matras y Sakel 2007). La
construcción duplicada es una posibilidad del español estándar, de relativa gene-
ralización con objetos indirectos, que no por casualidad son prototípicamente
humanos o animados. El potencial semántico de esta construcción es la que apro-
vecha el hablante de esta variedad de contacto y reutiliza para la marcación del
alto grado de animación del referente del objeto directo.

4 La animación como categoría conceptual y su


prominencia en español y lengua vasca
La animación es una categoría conceptual extralingüística que existe independien-
temente de su realización en cualquier lengua particular (Comrie 1989: 185–200).
Con todo, la mayoría de las lenguas exhiben diferentes efectos de animación, en
los que las estructuras gramaticales interactúan con la animación relativa de los
referentes nominales (Vihman y Nelson 2019). La animación se representa en jerar-
quías o escalas de diversos grados, con participantes humanos en un extremo y
referentes inanimados y abstractos en el otro, que, en su forma más sencilla, se
sintetiza en una distinción tripartita: humano > animado > inanimado.
No obstante, se ha demostrado que la animación interactúa con otros rasgos
lingüísticos y extralingüísticos, que a su vez también pueden representarse como
propiedades escalares, como la individuación, la persona, la definitud o la topi-
calidad (Dahl 2008), entendiendo que determinadas generalizaciones se aplican
a los casos ubicados por encima de un determinado punto de corte en la jerar-
quía. Por tanto, la jerarquía de la animación no puede reducirse a un único pará-
metro, sino que refleja una interacción compleja entre varios rasgos que incluyen
la animación, pero también la definitud y rasgos que individualizan las entida-
des, como su participación en los actos de habla, que tengan nombre propio y/o
que sean tópicos conversacionales (Comrie 1989: 199).
La animación, entrelazada jerárquicamente con otros rasgos, genera paquetes
de propiedades sintácticas, semánticas y pragmáticas que actúan de forma conjunta
sobre una amplia gama de fenómenos lingüísticos, como el orden de las palabras,
la estructura argumental, la estructura temática o los sistemas de clasificación de
los sustantivos, donde la animación es siempre un rasgo crucial (Gardelle y Sorlin
2018). Esta omnipresencia de la animación en las distinciones gramaticales deriva
de la experiencia humana del mundo. Por un lado, la perspectiva egocéntrica de
los hablantes significa que la actividad humana es su objeto central de preocupa-
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 85

ción, lo que se refleja en los sistemas lingüísticos (Dahl 2008). Por otro lado, los
acontecimientos del mundo tienden a ser iniciados o estar gobernados por seres
animados, por ello los rasgos relevantes asociados con la animación incluyen la
agentividad y la volicionalidad. Esto se manifiesta en la mayoría de las lenguas, ya
sea por restricciones gramaticales o simplemente por tendencias estadísticas en el
habla natural, y esto a su vez afecta al procesamiento del lenguaje.⁷
Además, vinculada a objetivos comunicativos, la animación actúa de modo
subyacente en distintos usos gramaticales. Por ejemplo, para una comunicación
eficaz se requiere (i) la distinción entre los papeles gramaticales (por ejemplo,
sujeto y objeto) y (ii) la presencia de referentes prototípicos (animados como
agentes, e inanimados como pacientes). En consecuencia, en algunas lenguas
la violación de estos requisitos conlleva fenómenos de marcación, como la de
los objetos animados en contraste con los prototípicos inanimados, y la de los
sujetos inanimados, aunque menos frecuentemente. Asimismo, otros efectos
lingüísticos más complejos de la animación tienen que ver con la alineación de
constituyentes, la estructura de la información o con los sistemas de clasificación
de los sustantivos (Vihman y Nelson 2019: 261–262). Por ejemplo, la animación
puede afectar al procesamiento de oraciones en español: los objetos animados
ralentizan el procesamiento de la oración, más aún en posición preverbal (Yoza
et al. 2019). A continuación, se describen varios fenómenos gramaticales y de
clasificación en lengua vasca y español, con especial atención a las variedades de
ambas lenguas en contacto, en los que la animación constituye uno de los rasgos
subyacentes más relevantes en la comprensión y explicación de los mismos.

4.1 El marcado diferencial de objeto (DOM)

4.1.1 En español peninsular

En el español, donde el DOM parece haber alcanzado un mayor grado de desa-


rrollo en comparación con cualquier otra lengua romance, la animación se revela
como uno de los rasgos fundamentales. En efecto, la animación explica el con-

7 Aunque la noción de la jerarquía de la animación en sí parece estar restringida al campo de la


lingüística, la investigación en las disciplinas adyacentes ha contribuido mucho a la compren-
sión de por qué la animación desempeña un papel tan central en todos los dominios lingüísticos
(Gardelle y Sorlin 2018). Por un lado, se ha señalado la importancia de la animación en las tareas
de procesamiento y producción lingüística y, por otro lado, en la adquisición del lenguaje, la
animación proporciona a los niños un indicio semántico para el anclaje del sistema sintáctico
(Vihman y Nelson 2019: 262).
86 Sara Gómez Seibane

traste de (7a) y (7b); sin embargo, (7c) muestra que un objeto animado no está
necesariamente marcado y (7d) descubre que uno inanimado puede marcarse.

(7) a. Vio a un chico.


b. *Vio a una mesa.
c. Vio un chico.
d. La calma que precede a la tormenta.

Por ello, a la luz de los datos tanto de su distribución sincrónica como de su desa-
rrollo diacrónico, el DOM depende de la interacción de las escalas de animación
y definitud (García García 2018). El resultado es un sistema bastante estable en
español,⁸ cuya evolución se restringe básicamente a los objetos humanos defini-
dos e indefinidos: cuanto más humano y definido es un referente más opciones a
la marcación preposicional, lo que justifica la presencia en (7a) y la ausencia en
(7b) y (7c).
No obstante, el análisis de los parámetros verbales ha revelado que en la evo-
lución del DOM también han influido otros rasgos como la agentividad, la afecta-
ción y, de forma bastante inconsistente, la telicidad, en una interacción con otros
parámetros nominales aún no suficientemente descrita. Por un lado, los objetos
agentivos pueden requerir la preposición a incluso con referente inanimado. Esta
relación entre los rasgos agente y humano no resulta contradictoria, dado que lo
humano es una propiedad frecuente (aunque no necesaria) de un agente. Por otro
lado, la afectación y, en cierta medida, la telicidad son rasgos pertinentes solo
con objetos humanos. Por eso, hay verbos atélicos que seleccionan un objeto no
afectado, como (7d), que parecen haber lexicalizado la marcación preposicional
(García García 2018: 222–237).⁹

4.1.2 En lengua vasca

En varios dialectos vascos en contacto con el castellano, el morfema de dativo -


(e)ri se aplica al caso absolutivo (8), argumento que coincide con el objeto directo,
como se observa tanto en la forma pronominal (zuri vs. zu), como en la forma
verbal finita (dizut vs. zaitut).

8 En el ámbito peninsular, se ha descrito cierta tendencia a la omisión de la preposición en va-


riedades de español en contacto con el catalán (Casanovas Catalá 2004).
9 Esta interacción, en ocasiones, contraria de los parámetros nominales y verbales debería ana-
lizarse con más profundidad; en particular, la agentividad, la afectación y la telicidad con inde-
pendencia de la animación.
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 87

(8) Nik zuri ikusi dizut. (Con marcación de dativo)


Yo.ERG tú.DAT ver AUX.ABS.3SG-DAT.2SG-ERG.1SG
‘Yo te he visto’

Nik zu ikusi zaitut. (Estándar)


Yo.ERG tú.ABS ver AUX.ABS.2SG-ERG.1SG
‘Yo te he visto’

Los objetos que suelen marcarse con este dativo son animados y específicos, en
coincidencia con el DOM en español. Sin embargo, los elementos marcados son
los más altos de la jerarquía de Silverstein, esto es, primera y segunda personas,
mientras que la tercera persona no muestra la misma difusión de la marca en los
distintos dialectos, lo que puede ser indicio de un distinto grado de gramatica-
lización del fenómeno (Mounole 2012; Rodríguez-Ordoñez 2017). Pese a ser una
variante estigmatizada,¹⁰ este tipo de DOM, también llamado sobremarcación
de dativo, presenta bastante difusión en bilingües con el euskera como segunda
lengua, con mayor aceptación a mayor dominancia del español sobre la lengua
vasca (Kaiser et al. 2017).

4.2 El leísmo en español peninsular

De los tres parámetros que ordenan el sistema pronominal distinguidor heredado


del latín, el caso es el preferente; le siguen los rasgos semánticos del referente, su
género y número, determinantes sobre todo para la selección de los pronombres
de acusativo. Sin embargo, es sabido que este sistema no es el único posible en las
variedades de español peninsular, sino que otros parámetros, como la (dis)conti-
nuidad, la animación o el género, pueden organizar en primera instancia los siste-
mas clíticos (Gómez Seibane 2012b). Una de las consecuencias de un ordenamiento
pronominal no regido por el caso es el leísmo.¹¹ Por ejemplo, en las variedades del
centro peninsular el sistema pronominal átono depende de la (dis)continuidad
del referente, lo que condiciona caso y género. Con referentes continuos, género y
caso quedan anulados, y se usa lo; con discontinuos, la concordancia de género se

10 Se considera un cambio desencadenado por contacto con el castellano: por un lado, este
tipo de desarrollo no sucede en lenguas ergativas y, por otro lado, se difunde sobre todo desde
el siglo xix solo en los dialectos vascos en contacto con el castellano (Mounole 2012; Rodríguez-
Ordoñez 2017).
11 El leísmo se ha explicado como reinterpretación del uso pronominal por el contacto entre bi-
lingües vascorromances y hablantes de asturiano y de variedades cántabras (Fernández-Ordóñez
apud Gómez Seibane 2021).
88 Sara Gómez Seibane

mantiene en parte, pero se anula el caso, de forma que le/s pronominaliza entida-
des masculinas y la/s, femeninas (Gómez Seibane 2021).
En la variedad de español en contacto con la lengua vasca, por su parte, la ani-
mación es el parámetro organizativo del sistema pronominal átono, lo que supone
la anulación de caso y género. En (9) se ilustra la asociación en esta variedad del
leísmo y la animación, con independencia del género gramatical del referente.

(9) Yo le crie con leche condensada [al hijo]. Porque estaba tan guapa, tan hermosa
le agarra estaba, como para mirarle [a una mujer]. Se suelta el cerdo, el car-
nicero de así. A mí me gustaban mucho las ovejas [. . .], por eso les tengo
todavía. (Fernández-Ordóñez apud Gómez Seibane 2021).

Otros fenómenos pronominales con presencia desigual en las distintas varieda-


des de español resultan también influidos por la animación y la accesibilidad de
los referentes, como el uso de se los por se lo, la invariabilidad de le y la subida de
clíticos en construcciones verbales complejas (Hoff y Schwenter 2020).¹²

4.3 La morfología locativa en lengua vasca

La morfología de la inflexión es un área de la lengua vasca con asimetrías de marca-


ción que dependen de la animación (Igartua y Santazilia 2018). En esta lengua, se
utilizan afijos diferentes en ciertos casos morfológicos para expresar la oposición
semántica entre los sustantivos animados e inanimados (o entre los sustantivos
humanos y no humanos). Como ilustra el cuadro 2, la forma perteneciente al para-
digma de la animación (semea, ‘hijo’) se caracteriza por una marca distintiva -gan
frente a la forma inanimada (ohea, ‘cama’). En contraste con algunos casos como
el ergativo y el genitivo, que no muestran diferencias entre los paradigmas, el
locativo, ablativo y adlativo exhiben estructuras morfológicas bastante diferentes
en los paradigmas animado e inanimado.

12 Respecto al primero, la transferencia del plural del pronombre dativo al acusativo (Se los
entrego a ellos) no solo refleja la relevancia del rasgo animado del dativo, sino también su ac-
cesibilidad discursiva, puesto que este suele ser un tópico del discurso. En cuanto a la falta de
concordancia plural en el pronombre dativo (Darle mucha importancia a las apariencias), es de
destacar la mayor frecuencia con referentes inanimados. Finalmente, en relación a la subida de
clíticos, aunque la proclisis es la tendencia general en la posición de los pronombres (Te lo quie-
re dar), la animación y la accesibilidad de los referentes, y la persistencia de los mismos, sigue
siendo pertinente en la preferencia por esta posición.
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 89

Cuadro 2: Declinación del sustantivo


singular vasco (paradigmas parciales)
(Igartua y Santazilia 2018: 439).

Animado Inanimado
ergativo semea-k ohea-k
genitivo semea-ren ohea-ren
locativo semea-gan ohea-n
ablativo semea-gan-dik ohe-tik
adlativo semea-gan-a ohe-ra

4.4 La conexión por la animación

En el español estándar, pero especialmente en la variedad de contacto con la


lengua vasca según las distinciones señaladas (4.1–4.3), la duplicación de objetos
directos (en dicha variedad, preferentemente humanos), el leísmo (en esta varie-
dad, de referencia animada) y el DOM son fenómenos con una indiscutible cone-
xión por la animación, como se sintetiza ilustrativamente a través de flechas en
la Figura 1. En primer lugar, el DOM y la duplicación comparten rasgos semánti-
cos similares en el ámbito referencial (animación y definitud). En segundo lugar,
en esta misma variedad el DOM y el leísmo presentan una simetría absoluta,
dado que todos los objetos directos animados, tanto masculinos como femeni-
nos, pueden ser marcados con la preposición a y pronominalizados con le/s. Y,
en tercer lugar, el leísmo y la duplicación también se encuentran estrechamente
conectados en esta variedad: la duplicación sucede con le/s con mayor frecuencia
cuando el leísmo codifica el rasgo de la animación – frente a otros rasgos como la
(dis)continuidad –; además, en esta variedad en contacto con la lengua vasca el
leísmo lleva asociada una tendencia estadísticamente significativa a la duplica-
ción (Gómez Seibane 2021).

Cast. Eusk.
Leísmo Morf. Loc.
DOM
Figura 1: Conexión interlingüística por
Duplicación
animación de varios fenómenos gramaticales y
de clasificación.
90 Sara Gómez Seibane

En cuanto a la lengua vasca, sus variedades en contacto con el castellano


presentan el DOM como forma de destacar la animación, sobre todo en primera
y segunda personas. Este fenómeno, probablemente desarrollado por convergen-
cia lingüística con el castellano, enlaza con la marcación morfológica diferen-
cial de los sustantivos animados en los casos locativo, ablativo y adlativo. Todo
lo anterior demuestra la importancia semántica de la animación y su omnipre-
sencia subyacente en determinadas variaciones de fenómenos (sobre todo en la
duplicación de objeto directo y en el leísmo de referencia animada) de las lenguas
manejadas por el bilingüe, variaciones que diferencian dichos fenómenos res-
pecto a los de otras variedades sin contacto y a los de las respectivas lenguas
estándar.
La neurolingüística ha demostrado que, el bilingüe, por un lado, no alma-
cena aisladamente en el cerebro las lenguas que utiliza¹³ y, por otro lado, a menor
grado de competencia en una de las dos lenguas, tiende a confiar más en la infor-
mación semántica y menos en la estructura sintáctica¹⁴ (Laka 2012). No cabe
duda, por tanto, de que la animación es un rasgo prominente para el bilingüe,
dada su importancia en las dos lenguas, y, por añadidura, es un rasgo semántico
que podría ayudar a bilingües con competencia desigual en el manejo y procesa-
miento de fenómenos morfosintácticos divergentes en las dos lenguas, tal y como
se describe en la adquisición del lenguaje (Vihman y Nelson 2019: 262).
Una de las ventajas de tales variaciones para el bilingüe es la posibilidad de
aplicar procedimientos de organización mental similares, lo que se conoce como
sincretización (Matras y Sakel 2007). En el caso del castellano en contacto con la
lengua vasca, la duplicación es la construcción que se percibe como portadora
del significado de la animación y, por lo tanto, es la que amplía su contexto de
distribución a los objetos directos y la que aumenta su frecuencia de uso para
destacar un rasgo prominente en las dos lenguas en contacto.

13 Con todo, la competencia y la frecuencia de uso son factores importantes en todos los aspec-
tos del lenguaje. En lo que respecta a su presencia en el cerebro, el bilingüismo temprano y sos-
tenido se alberga en el mismo tejido neural, como lo haría un cerebro monolingüe (Laka 2012).
14 Aunque aún es mucho lo que se desconoce sobre el procesamiento sintáctico en los bilin-
gües, nativos y no nativos se comportan igual en tareas que implican fenómenos lingüísticos
equivalentes en ambas lenguas (concordancia verbal), pero difieren en tareas que implican pa-
rámetros sintácticos divergentes (alineación de los argumentos) (Laka 2012).
Animación y contacto lingüístico en la duplicación de objeto directo 91

5 Recapitulación
En este trabajo se ha demostrado que la animación es un rasgo omnipresente en
varios fenómenos gramaticales y de clasificación en lengua vasca y español, así
como en las variedades de ambas lenguas en contacto. En interacción jerárquica
con otros rasgos lingüísticos, la animación es, por tanto, un rasgo prominente
para el bilingüe, ya que su organización mental para el manejo y procesamiento
de las lenguas que conoce es compartida o está muy próxima.
Entre otros fenómenos, la animación está subyacente en el DOM, el leísmo,
la duplicación de objetos y la morfología locativa de estas lenguas. De hecho, en
el castellano en contacto con la lengua vasca, el leísmo y la duplicación presen-
tan variaciones hacia una mayor marcación de la animación, lo que singulariza
estos fenómenos respecto a los mismos en otras variedades monolingües y en el
español estándar.
En lo que a la duplicación de objeto directo se refiere, más allá de los rasgos
de interfaces sintaxis-semántica y sintaxis-discurso, que pueden explicar su fun-
cionamiento, el contacto de lenguas se revela como cooperador necesario en la
generalización del patrón de duplicación del dativo al acusativo, así como en el
mayor grado de aceptabilidad de esta última construcción. Efectivamente, lo que
se ha propuesto en este trabajo es que el contacto de lenguas ha contribuido a
potenciar la marcación de la animación del referente del objeto directo. Para ello,
el hablante ha recurrido a una construcción posible con objetos indirectos, proto-
típicamente humanos o animados, en el español estándar y la ha reutilizado para
el objeto directo, que en esta variedad se pronominaliza con leísmo.
Por añadidura, la duplicación de objeto directo no sería un fenómeno aislado,
sino un nuevo patrón de DOM con doble marcación, preposicional del sustantivo
(como en la mayor parte de las variedades del español) y morfológica del verbo
con le/s, según propuesta de Fernández-Ordóñez (2012). En este desarrollo ulterior
del DOM, y atendiendo al marco evolutivo de Company (2002), le/s sería un mar-
cador pragmático de los rasgos relevantes de su referente nominal: la animación.

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Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez
Efectos del contacto en la duplicación
de objeto directo en dos situaciones
de contacto en México
San Andrés Cuexcontitlán y Santa María de Ocotán

1 Introducción
El español del centro de México presenta un sistema pronominal átono de tercera
persona etimológico, en el que se marca los rasgos gramaticales de género,
número y caso: el acusativo presenta cuatro formas (lo, los, la, las) y el dativo dos
(le, les). No obstante, el español de los bilingües lengua indígena-español se aleja
del uso etimológico y presenta en mayor o menor medida tres tendencias genera-
les, propias de otras variedades de español en contacto (Fernández Ordóñez 1999:
1341), a saber: i) la simplificación del paradigma pronominal en una forma, le, o
dos, le y lo, como consecuencia de la neutralización de género (1a), número (1b)
o caso (1c); ii) la extensión de la redundancia pronominal, propia de los objetos
indirectos, a los directos (1d); y iii) la omisión del pronombre átono de acusativo
o dativo (1e) en contextos en que su presencia es obligatoria, como parte de un
proceso de gramaticalización que sufre el pronombre para cumplir una función
de marcador de concordancia de objeto.

(1) a. La muchacha tantito que lo regañan ahorita ya no se halla, ya se va


(mujer, bilingüe con mayor dominio del otomí, SAC)

b. Entonce(s) crecía(n) esos animalitos, entonce(s) pus lo vendía (mujer,


bilingüe simétrico, SAC)

c. Como tengo artesanía en Ecuador también le vendo (Palacios Alcaine


2006: 198)

Agradecimientos: Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia "COREC.


Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias. Referencia/AEI/
PID2019/105865GB-100

Rosnátaly Avelino Sierra, El Colegio de México, [email protected]


Nadiezdha Torres Sánchez, Universidad Nacional Autónoma de México,
[email protected]

Open Access. © 2021 Rosnátaly Avelino Sierra et al., published by De Gruyter. This work is
licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-005
96 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

d. [. . .] y luego que lavas mis ropas por allá lo hacen tamales, lo echó chiles
rojos y luego cominos, ajos, ci. . . ebolla así, y luego yo voy allá a pasear y
aquí llego paseando, torteando y luego comimos nomás (mujer, bilingüe
tipo C, SMO)

e. Ajá hay muchos tipos unos cochiste, cuando ya tiene un año el niño van
a curar ø [. . .] (mujer, bilingüe tipo B, SMO)

El objetivo de este trabajo es describir y contrastar el fenómeno de duplicación


pronominal, como el que se muestra en (1d),¹ en dos situaciones de contacto con
realidades sociolingüísticas opuestas, una donde la lengua indígena goza de
baja vitalidad y otra donde se ha mantenido su transmisión y uso, como es el
caso del otomí en San Andrés Cuexcontitlán (SAC) y el tepehuano del sureste en
Santa María de Ocotán (SMO), respectivamente. Esto, con la finalidad de mostrar
la relación entre la distribución de la duplicación pronominal y las diferencias
sociolingüísticas de las dos comunidades.
El artículo se organiza de la siguiente manera. En la Sección 2 describimos la
situación sociolingüística de SAC y SMO, en el tercer apartado explicamos el gra-
diente de bilingüismo de los miembros de las dos comunidades. Posteriormente,
en la Sección 4 mostramos la distribución de los fenómenos de neutralización
de género y número según el grado de bilingüismo. En la Sección 5 exponemos
el comportamiento de la duplicación pronominal en los bilingües de las dos
comunidades según la clasificación de Belloro (2012) y los rasgos semánticos del
objeto directo que han demostrado ser determinantes en la explicación de este
fenómeno (animacidad, definitud y especificidad). Por último, proporcionamos
algunas reflexiones en torno a nuestros resultados.

1 En este trabajo consideramos como duplicación a las construcciones transitivas en las que el
clítico es correferente con una frase nominal (FN) de objeto directo que se encuentra pospuesta
al verbo. En consecuencia, nuestro análisis no comprende los casos de dislocación a la izquier-
da. Sin embargo, dado que una de las directrices de esta investigación es contrastar nuestros
resultados con los reportados por Belloro (2012) para la variedad de español monolingüe del
centro de México, mantuvimos en nuestro análisis los casos de dislocación a la derecha o repa-
raciones en términos de esta autora.
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 97

2 Realidad sociolingüística en las comunidades


bajo estudio
En esta sección describimos las características sociolingüísticas – bilingüismo,
uso de las lenguas, transmisión intergeneracional – de dos situaciones de con-
tacto en México. La primera de ellas se centra en el contacto entre el español y el
otomí de San Andrés Cuexcontitlán, ubicado en el Estado de México. La otra, se
enfoca en el contacto entre el español y el tepehuano del sureste de Santa María
de Ocotán en el estado de Durango (véase Figura 1).

2.1 El contacto otomí-español en San Andrés


Cuexcontitlán (SAC)
San Andrés Cuexcontitlán es una localidad cercana a la ciudad de Toluca,
Estado de México. Aunque se tiene conocimiento de la existencia de asentamien-
tos otomí-mazahua en Toluca desde el epiclásico (Lastra 2010: 81), el contacto
intenso entre el otomí y el español en esta comunidad comenzó alrededor de
1950. Durante ese periodo se fundó la primera institución de educación básica
con fuertes políticas de castellanización y la población comenzó a buscar opor-
tunidades laborales en las ciudades cercanas, debido a una disminución en las
actividades agrícolas. Estos cambios económicos y sociales transformaron la
composición lingüística de la población de SAC, en principio, incrementó la tasa
de bilingüismo de la población (Lastra 1987: 39) y alrededor de los años ochenta
los hablantes comenzaron a interrumpir la transmisión de la lengua otomí. Esta
ruptura se constata en los últimos datos censales que indican que solo el 22 %
de la población de San Andrés Cuexcontitlán es hablante de otomí y que estos,
en su mayoría, tienen más de 35 años (INEGI 2010). Aunado a eso, el otomí ha
perdido presencia en diferentes dominios lingüísticos, incluso en el hogar. Estos
hechos sugieren que la lengua otomí goza de una vitalidad débil en esta comuni-
dad (Avelino 2017).

2.2 El contacto tepehuano del sureste español


en Santa María de Ocotán (SMO)
Santa María de Ocotán está ubicada en la Sierra Madre Occidental dentro del
municipio de Mexquital, Durango, y es considerada la cabecera ceremonial de
los o´dam (Reyes Valdez 2006). El contacto entre el español y el tepehuano del
98
Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

Figura 1: Mapa de San Andrés Cuexcontitlán y Santa María de Ocotán.


Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 99

sureste desde su inicio ha sido intermitente, pues si bien las expediciones espa-
ñolas a la zona comenzaron en 1531, estas se vieron interrumpidas por diferentes
rebeliones como la tepehuana de 1616 y la de Milpillas en 1703. Aunado a esto,
las distintas órdenes religiosas no se establecieron en SMO, ya que las prime-
ras tareas de evangelización se hicieron por medio de visitas y no fue sino hasta
1806 que se tiene noticia, a partir de un capítulo provincial, que se estableció de
manera fija un religioso en la comunidad (véase “Cronología de la historia del
Mezquital” en Torres Sánchez 2018: 14).
Este inicio del contacto intermitente y tardío se refleja aún en nuestros días
con un alto porcentaje de bilingüismo, 72,15 % (INEGI 2010). Es importante men-
cionar que los hablantes de tepehuano del sur están distribuidos en los diferentes
grupos etarios, por lo que es posible asumir que se mantiene la transmisión de la
lengua a las generaciones más jóvenes. Además, tanto la lengua indígena como
el español se usan en los distintos espacios y con los diferentes interlocutores, es
decir, dentro de la comunidad, no hay espacios de uso exclusivo para el español,
pues este se usa en todo lo relacionado con lo ajeno a la comunidad, pero siempre
en conjunto con el tepehuano. Con esto, es posible decir que en Santa María de
Ocotán el o´dam conserva una vitalidad alta en su uso y transmisión (Torres Sán-
chez 2018), a diferencia de lo que sucede en el otomí en SAC.

2.3 Comparación de las dos situaciones sociolingüísticas

Como se pudo observar en las secciones previas, la situación sociolingüística


de estas comunidades es distinta en aspectos importantes. El primero se rela-
ciona con la intensidad del contacto, pues en SAC se intensificó a causa de los
cambios socioeconómicos y las fuertes políticas de castellanización, y en SMO ha
sido intermitente desde sus inicios. Estas diferencias se reflejan en el porcentaje
de población bilingüe, mientras que en SAC apenas el 22 % de la población es
hablante de otomí, en SMO el número de bilingües alcanza tasas arriba del 70 %.
Otro punto importante de divergencia es la transmisión intergeneracional de la
lengua indígena, en SAC tuvo lugar una ruptura en la transmisión alrededor de
los años ochenta y en SMO se ha mantenido hasta nuestros días. Con respecto al
uso de las lenguas, en SAC el otomí ha dejado de emplearse en la mayoría de los
dominios lingüísticos, en contraste con el tepehuano del sur que es la lengua de
uso en la mayoría de espacios dentro de SMO. Estas diferencias advierten que se
trata de dos comunidades bilingües distintas, pues las características sociolin-
güísticas antes expuestas nos permiten asumir que en SAC el otomí se encuentra
en una situación de desplazamiento, mientras que en SMO el o´dam presenta
una alta vitalidad.
100 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

3 Tipos de bilingüismo
En las dos comunidades se empleó una metodología similar, lo que nos facilitó la
comparación entre estas dos situaciones sociolingüísticas. El muestreo se realizó
por medio de redes sociales y los datos lingüísticos fueron tomados de narraciones
tradicionales y de vida. Además, en ambos casos, se empleó pruebas de competen-
cia lingüística² para aproximarse cuantitativa y cualitativamente al conocimiento
que los hablantes tienen en español.³ A continuación, describiremos en mayor
detalle este punto con el fin de seguir mostrando las diferencias entre las dos comu-
nidades.

2 En SMO se diseñó una prueba para medir la competencia del español con el fin de clasificar
a los colaboradores en diferentes tipos de bilingües. Dicha prueba consta de un total de cien
reactivos divididos en tres partes. La primera se centra en el nivel fónico con un total de veinti-
cinco ítems con algún segmento que propicie la interferencia fónica. La segunda, se enfoca en
el nivel léxico con cincuenta entradas seleccionadas de la lista de cien palabras de Swadesh.
Finalmente, en la tercera parte se examina el nivel morfosintáctico y pragmático con un total de
veinticinco oraciones que varían según su complejidad o por tener distintos fines pragmáticos.
Se hicieron tres puntuaciones: 0 si el colaborador presentaba algún tipo de interferencia, 0,5 si
su respuesta era dubitativa y 1 si no presentaba interferencia alguna. Es importante mencionar
que solo se hizo la medición de la competencia del español dado que todos los colaboradores te-
nían como lengua materna el tepehuano y hacían uso de él en distintos contextos con diferentes
interlocutores, por lo que se asumió que el nivel de competencia del o´dam en todos ellos es alto
(véase Torres Sánchez 2019).
3 En SAC se adaptó la prueba y método de evaluación de Torres Sánchez (2019) en un cues-
tionario de treintaitrés preguntas. No obstante, debido a las características sociolingüísticas de
esta comunidad, fue necesario implementar una prueba de competencia y de conocimiento pa-
sivo en otomí. La prueba de competencia en ñható también siguió el modelo de Torres Sánchez
(2019) pero con aspectos específicos de la lengua otomí que son susceptibles a transferencias
del español. La evaluación se realizó por sección, posteriormente los resultados se sumaron y
promediaron para así obtener el valor numérico de la competencia lingüística global en cada
una de las lenguas. La escala que se empleó fue del 1 al 10 y se partió del supuesto de que los
colaboradores, al ser bilingües, obtendrían un rendimiento arriba de los 5 puntos. Con respecto
al grado de competencia de las lenguas, se estableció un índice en el que se consideró de los
5,0 a los 6,5 puntos como baja competencia, la competencia media estaba entre los 6,6 y los 8,2
puntos, finalmente, se consideró como competencia alta de los 8,3 a los 10,0 puntos. Por otro
lado, el cuestionario de competencia pasiva también constó de tres secciones: una léxica (58
ítems), una sintáctica (33 ítems) y otra narrativa (10 preguntas). Esta herramienta se aplicó a los
colaboradores que alcanzaron menos de 5 pts. en la prueba de competencia, se consideró una
escala de 1 a 10 y la evaluación se realizó primero por sección y posteriormente de manera global
(véase Avelino 2017).
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 101

3.1 Tipos de bilingüismo en SAC y SMO

En SAC, los resultados de las pruebas de competencia lingüística permitieron


detectar cinco grupos de hablantes con características lingüísticas y sociolin-
güísticas específicas. Los bilingües con mayor dominio del otomí (BO) presentan
una competencia baja-media en español (5,1–8,2 pts.) y una competencia alta en
otomí (8,3–10 pts.). La totalidad de estos bilingües tienen más de 55 años y un
nivel de instrucción bajo. Su otomí presenta elementos léxicos del español, adap-
tados fonológica y morfosintácticamente, y su español se caracteriza por tener
un importante número de transferencias del otomí. Los bilingües simétricos (BS)
muestran una competencia alta (8,3–10 pts.) en ambas lenguas, tienen entre 35
y 54 años y un máximo 6 años de instrucción. El comportamiento lingüístico de
este conjunto es similar al de los bilingües con mayor dominio del otomí, con la
diferencia de que su español presenta un menor número de transferencias.
Los bilingües con mayor dominio del español (BE) obtuvieron un nivel de
competencia bajo en otomí (5,1–6,5 pts.) y alto en español (8,3–10 pts.), tienen
entre 35 y 54 años, y más de 6 años escolares. Su otomí presenta un importante
porcentaje de préstamos y su español tiene baja incidencia de transferencias.
Los monolingües con conocimiento pasivo del otomí (PO) obtuvieron menos de
5 puntos en la prueba de competencia en otomí y un promedio arriba de 5 pts.
en la prueba de conocimiento pasivo. Sus miembros tienen entre 20 y 34 años,
más de 6 años de educación escolar y una variante de español sin transferencias.
Por último, los monolingües en español (ME) poseen una competencia nativa del
español y un conocimiento simbólico de la lengua otomí, tienen entre 14 y 19
años y un nivel de instrucción medio-alto.
Por otro lado, en SMO se distinguieron tres grupos bilingües a partir del
puntaje obtenido en la prueba para medir la competencia del español. Así, el
tipo A (84–100 pts.) con un conocimiento alto del español lo conforma un total
de doce colaboradores, de los cuales, siete son mujeres y cinco hombres, con un
rango de edad que va desde los 13 hasta los 50 años y con un nivel de instrucción
medio-alto. El tipo B (67–83 pts.), con un conocimiento medio del español, está
compuesto por cinco colaboradores, cuatro mujeres y un hombre con edades de
71, 62, 53 y 49 años y una colaboradora con 17 años, es en este grupo en el que se
ubican los colaboradores que no tuvieron acceso a una educación básica. Final-
mente, en el tipo C (50–66 pts.) con un conocimiento bajo del español solo se
ubicó una mujer con 30 años sin estudios.
102 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

3.2 Comparación de los tipos de bilingüismo

La clasificación de los tipos de bilingüismo nos permitió dar cuenta de la exis-


tencia de un continuo bilingüe en SAC y SMO, propio de comunidades donde se
hablan dos o más lenguas (Silva-Corvalán 2001: 270). Además, advertimos que las
diferencias no solo se observan en los tipos de bilingüismo sino en su conforma-
ción sociolingüística. Así, en SAC existe una relación entre el tipo del bilingüismo,
la edad y el nivel de instrucción, pues los grupos BO y BS están integrados por
miembros de la comunidad con mayor edad y un nivel de instrucción bajo, mien-
tras que los tipos BE, PO y ME tienen un nivel de instrucción medio-alto y edades
por debajo de los 35 años. De manera contraria, en SMO no se observa esta relación
tan definida, pues en todos los grupos se encuentran colaboradores tanto arriba
de los 40 años como en edades de 20 a 13 años. No obstante, sí se aprecia una
relación entre un mayor conocimiento de español y un mayor nivel de instrucción.
Asimismo, las clasificaciones realizadas nos permitieron ver que los tipos de
bilingüismo reflejan la situación sociolingüística de las comunidades. En el caso
de SAC es un indicador del proceso de desplazamiento del otomí, pues el perfil
de los hablantes se inclina al monolingüismo en español, mientras que en Santa
María de Ocotán evidencia la vitalidad del tepehuano del sureste, ya que los tipos
se concentran en la parte media con algunos casos más cercanos al monolin-
güismo en la lengua originaria, como se observa en la Figura 2.

Figura 2: Gradiente de bilingüismo en SAC y SMO.

En las siguientes secciones mostraremos los diferentes hallazgos en el sistema


pronominal de objeto directo de tercera persona, tanto para la simplificación
como para la duplicación de objeto. Si bien expondremos los resultados de los
distintos tipos de bilingüismo, la comparación se centrará en los grupos que
tienen características similares en las dos comunidades, esto es, los bilingües con
más conocimiento de otomí (BO) y los bilingües simétricos (BS) para SAC y los
bilingües tipo B y A para SMO que se resaltan en la Figura 2.
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 103

4 El sistema pronominal en el español otomí


y tepehuano
Como mencionamos en la introducción de esta investigación la neutralización
de los rasgos de género y número en el sistema pronominal de tercera persona
de objeto directo ha sido foco de interés en diversas áreas de contacto en Hispa-
noamérica. En esta sección describimos los resultados en cada una de las dos
comunidades que son objeto de este análisis y posteriormente destacamos sus
puntos de encuentro y divergencia.

4.1 Simplificación del sistema pronominal en el español otomí

El español de los bilingües otomí-español se aleja del uso etimológico y presenta una
simplificación del paradigma pronominal en dos formas le y lo, como consecuencia
de la neutralización de género (1a) y de número (1b) (Guerrero 2006: 80–110; Lizá-
rraga 2014: 39–65; Avelino 2017). En un corpus de 727 clíticos de OD se encontró un
21,8 % de clíticos con un uso no etimológico, de los cuales el 72 % tiene neutralizado
el rasgo de género y el 36 % el de número. La neutralización de género y número
está condicionada por el grado de bilingüismo de los hablantes, como se aprecia en
la Figura 3, donde el porcentaje de neutralización de género y número disminuye
conforme se avanza en la escala de bilingüismo al monolingüismo en español. La
mayor expansión de la neutralización de género se ha asociado con que este rasgo
no esté gramaticalizado en el otomí. Por otro lado, la organización y extensión de la
neutralización de número se ha vinculado con la marcación de este rasgo en ñható,
que está subordinada a factores como la especificidad y la animacidad (Palancar
2013), como sucede en el español en contacto con otomí (Avelino 2021).

4.2 Simplificación del sistema pronominal en el español


tepehuano del sureste

El español de los bilingües tepehuano del sur se destaca por la neutralización de


los rasgos de género (2a) y número (2b), es decir, un sistema bicasual en el que se
utiliza lo para marcar el objeto directo y le para objeto indirecto. Sin embargo, es
en el género donde se observa más claramente el proceso de neutralización, pues
del total de 215 referentes femeninos en el 63,25 % se utiliza el pronombre lo/s,
mientras que en el 33,02 % el pronombre femenino la/s. Asimismo, se destaca
que las variables que favorecen el uso de pronombre lo/s son: i) el nivel de ins-
104 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

trucción, ii) el rasgo contable del referente, iii) la residencia del colaborador, iv)
el tipo del pronombre, v) la posición del referente y vi) la modalidad de la oración
(Torres Sánchez 2018: 247). Por su parte, la neutralización del rasgo de número
parece más una tendencia, pues de un total de 197 referentes plurales el 42,13 %
usa el pronombre singular lo y el 38,58 % el pronombre plural los. Además, las
variables que favorecen el uso de lo son: i) el tipo de bilingüismo, ii) el nivel de
instrucción, iii) la edad de aprendizaje, iv) el rasgo de animacidad, v) la configu-
ración sintáctica y vi) la edad del colaborador (Torres Sánchez 2018: 273).

(2) a. [. . .] los encargados del, del patio mayor, ahí del mitote, bajan el agua y los. . .
lo echan con la boca, se echan así todos (hombre, bilingüe tipo A, SMO)

b. [. . .] que ya fueron se fueron las muchachas con. . . lo llevaron los duraz-


nos (mujer, bilingüe tipo B, SMO)

4.3 Comparación de los sistemas simplificados

Si bien en las dos situaciones de contacto se observa la simplificación del sistema


pronominal para los rasgos de género y número, es posible apreciar algunas dife-
rencias. La neutralización de género en el español de SAC se relaciona con el tipo de
bilingüismo, es decir, se observa que a menor grado de bilingüismo hay un menor
uso del pronombre de objeto lo simplificado. Por su parte, en SMO, se muestra que el
tipo de bilingüismo no se relaciona con el uso de lo para referentes femeninos, y que
este tiene una distribución similar en los tres tipos de bilingüismo (véase Figura 3).
En cuanto al rasgo de número, tanto para el español otomí de SAC como el
español tepehuano de SMO, el uso alterno de lo con referentes plurales se rela-
ciona con el tipo de bilingüismo. No obstante, se ve una diferencia en cuanto a su
productividad, pues en SAC se observa una mayor frecuencia del uso simplificado
que en SMO, lo que se explicó en la sección anterior como una tendencia a la
simplificación de número.
La neutralización de género y número en el español de los bilingües otomíes
y tepehuanos se ha explicado como procesos que forman parte de un cambio indi-
recto inducido por contacto,⁴ que parte de una variación existente en el español

4 Un cambio indirecto inducido por contacto es un fenómeno multicausal, motivado tanto inter-
na como externamente, que surge de una variación ya existente en la lengua (A) y de la influen-
cia indirecta de la lengua con la que está en contacto (B). Esto da paso a procesos de variación
gramatical en la lengua (A), donde surgen estrategias gramaticales, cuya función comunicativa
obedece a procesos cognitivos de la lengua (B), por medio de la convergencia lingüística. Este
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 105

Figura 3: Distribución de la neutralización de género y número según el grado de bilingüismo


en SAC y SMO.5

medieval,⁶ pero tiene otras características y sigue una vía de cambio distinto,
debido a la influencia indirecta de lenguas no indoeuropeas. La primera etapa de
este proceso comprende la neutralización de género, como consecuencia de que
estas lenguas no marcan este rasgo, y la neutralización de número. El resultado
de esta etapa es un sistema bicasual con una forma para objeto directo (lo) y otra

tipo de cambio puede provocar la aceleración de un cambio en proceso, la eliminación de restric-


ciones lingüísticas que impiden su expansión, la reestructuración de un sistema o la asignación
de nuevos valores a estructuras existentes en la lengua (Palacios 2011: 25–26).
5 Los datos de monolingües en español para SMO corresponden a monolingües que viven en
la ciudad de Durango y que sirvieron como grupo de control al comparar los resultados entre
hablantes bilingües.
6 Esta ruta de cambio establece que el primer rasgo en desaparecer es el caso gramatical, se-
guido de la continuidad, el género y finalmente el número gramatical, considerado el rasgo más
nuclear (Fernández Ordóñez 2001: 439).
106 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

para indirecto (le), que suele coincidir con la aparición de duplicación pronomi-
nal. La segunda etapa comprende la neutralización de caso gramatical y con ello
el surgimiento de un marcador de concordancia de objeto, que en determinados
contextos puede omitirse (Palacios 2005: 72–83; Palacios 2011: 25–33).

5 La duplicación de objeto directo


En el apartado anterior mostramos que tanto en el español otomí como el español
tepehuano del sureste se presenta un sistema bicasual simplificado para los
rasgos de género y número. Dicho sistema propicia la presencia de la duplica-
ción pronominal, que es el objeto de estudio de esta investigación. En la primera
parte de esta sección presentamos los porcentajes de frecuencia de objetos direc-
tos en posición posverbal en los distintos tipos de bilingües de las comunidades
analizadas. En la segunda parte nos centramos en los duplicados con OD pos-
puesto y describimos su distribución con base en la propuesta de Belloro (2012)
y los rasgos de animacidad, definitud y especificidad de la frase de objeto directo
(Gómez Seibaine 2017).

5.1 Duplicación de objetos directos en el español otomí

En el corpus de San Andrés Cuexcontitlán (727 ítems) se encontró un 19 % de


casos de duplicación pronominal, la mayoría de estos con la frase objeto directo
antepuesta y solo un bajo porcentaje pospuesto, tal como se muestra en la Tabla 1.
Con respecto a la distribución de este fenómeno según el grado de bilingüismo,
observamos que los bilingües con mayor dominio del otomí (BO) son los que más
casos de duplicación pospuesta presentan (23 %), seguido de los bilingües simé-
tricos (10,3 %), como se muestra en los ejemplos (3a) y (3b). En contraste, los
hablantes cuya lengua dominante (BE) o única (PO, ME) es el español no presen-
tan ningún caso de este tipo.

Tabla 1: Duplicación pronominal según el grado de bilingüismo en SAC.

Comunidad Bilingüismo
Posición BO BS BE PO ME
Antepuestos 77 % 89,7 % 100 % 100 % 100 %
Pospuestos 23 % 10,3 %
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 107

(3) a. y por eso creo que en esos tiempos sí se espantaba(n) muncho, porque
muncho lo escuché que sí, que lo vio los charro(s), que lo vio que una
vaca, que un perro, que un pato quén sabe (mujer, bilingüe con mayor
dominio del otomí, SAC)

b. ya ya de aquí el día viernes ya este, ya están las personas los que van a
ayudar a pelar los pollo(s), limpiarlo todo lo que necesita(n), por ejemplo
cilantro todo eso es lo que van a ocupar, todo eso se necesita/todo eso lo
lavan lo limpian lo, ps lo matan los pollos, matan los pollos, lavan la, el
maíz, las hojas del tamal (mujer, bilingüe simétrico, SAC)

5.2 Duplicación de objetos directos en el español tepehuano


del sureste
Por su parte, en Santa María de Ocotán de un total de 589 datos analizados se observó
que tan solo un 14,4 % de los referentes tenían una posición pospuesta al verbo.
Asimismo, se encontró que esta estructura está presente en todos los tipos de bilin-
güismo. En la Tabla 2 se muestra que los bilingües tipo C obtienen un 100 % (1d),⁷ los
bilingües tipo B un 38,8 % (4a), los bilingües tipo C un 15 % (4b) y los monolingües,
que funcionaron como grupo de control, apenas alcanzan un 2,6 % (4c).

Tabla 2: Duplicación pronominal según el grado de bilingüismo


en SMO.

Comunidad Bilingüismo
Bilingüismo TIPO C TIPO B TIPO A ME
Antepuestos – 61,2 % 85 % 97,4 %
Pospuestos 100 % 38,8 % 15 % 2,6 %

(4) a. [. . .] noo le dijo la muchacha, póngase otra casa porque no nos cabemos
allí. Pus lo puso otro carretón (mujer, bilingüe tipo B, SMO)

b. [. . .] la muchacha se salió del agua que dijo: (d)ónde (es)tá mi ropa y que
el niño respondió: aquí está, dámelos que le dijo. . . pus dámelo mi ropa
(mujer, tipo A, SMO)

7 Es necesario aclarar que en el tipo C solo se encuentra una colaboradora cuya narración es
muy corta, pero nos parecía importante mostrar que el total de usos de clíticos de OD directo son
dos y en ambos la posición del referente es pospuesta (véase ejemplo 1d).
108 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

c. Sí, sí ya tengo diseños o como me los piden los cintos yo, ahí, esa, ah y
por medio de eso, nos dieron un curso, de talabartería, por medio de la
secretaría, del trabajo, y ahí fue donde yo, fui una de las pocas personas
que aprendimos ahí (hombre, monolingüe español, SMO)

5.3 Comparación de los sistemas duplicados

En los apartados anteriores vimos que el porcentaje de duplicación pronominal


en las dos situaciones de contacto es bajo, pues no alcanzan más del 20 % de
los casos. Sin embargo, es posible advertir diferencias importantes en su distri-
bución según el tipo de bilingüismo. Así, en SAC resalta que este tipo de cons-
trucción solo está presente en los bilingües con mayor conocimiento del otomí
(23 %) y en los bilingües simétricos (10,3 %). De manera contraria, en SMO los
duplicados posverbales se encuentran en todos los tipos de bilingüismo, siendo
los bilingües tipo C y B los que tienen un mayor porcentaje, con un 100 % y un
38,8 %, respectivamente. Con base en estos resultados decidimos centrar nuestro
análisis en los datos de los bilingües con más conocimiento de otomí y simétri-
cos de San Andrés Cuexcontitlán y en los bilingües tipo B y C de Santa María de
Ocotán see figure 2.
A continuación, describimos y contrastamos la distribución de los duplica-
dos de objeto pospuestos en las dos comunidades. En la primera parte, clasifi-
camos los casos de duplicación con base en la propuesta de Belloro (2012) que,
desde un enfoque discursivo, plantea la existencia de tres tipos de doblados:⁸
reparaciones, antitópicos y doblados, a partir de la activación del referente⁹ y de
algunos correlatos formales.

8 Esta autora también considera en su tipología las pseudoconcordancias, sin embargo, este
tipo de estructura es propia de los clíticos de dativo y queda fuera del objeto de estudio de este
trabajo.
9 La activación corresponde a la evaluación del emisor, al momento de la enunciación, sobre
el estatus de la representación de un referente como activo, accesible o inactivo en la mente del
receptor. Un referente está activado si es el centro de atención en el momento de enunciación y es
accesible cuando se encuentra en la conciencia periférica del receptor, ya sea porque estuvo acti-
vo anteriormente en el discurso o porque es un referente nuevo ligado por medio de asociaciones
convencionales a un referente discursivo dado. Por último, un referente inactivo se encuentra en
la memoria a largo plazo y no está en el centro ni en la periferia al momento de la enunciación
(Lambrecht 1994: 91–92).
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 109

Las reparaciones son resultado de la reevaluación que el emisor hace de la


activación del referente denotado en la frase correferencial después de su plani-
ficación. El objetivo de esta secuencia es, como su nombre lo indica, reestablecer
el estado de activación del referente con la finalidad de evitar cualquier tipo de
ambigüedad. Dado que las reparaciones no forman parte de la planeación inicial
del enunciado, suelen estar relacionadas con pausas o partículas que delimi-
tan el enunciado original donde se encuentra el clítico (Belloro 2012: 411). Por
ejemplo, en el fragmento (5a) la colaboradora narra la situación de las mujeres
de SAC y enuncia la oración ya no lo hablan, donde el clítico lo puede correferir
a la lengua otomí o el español, en seguida se presenta una pausa que delimita la
oración planificada y la frase nominal el otomí con su propia entonación, cuyo
objetivo es romper con la ambigüedad. En (5b) la colaboradora de SMO enlista
las diferentes acciones que realiza en las comunidades que visita por su trabajo;
en su narración emite la oración buscar el pue, pus buscarlo este en la que es
ambigua la asignación del referente, pues hay, previamente, muchos elementos
que pueden cumplir esta función. Es por esto que, después de una pausa, repara
la información con la frase nominal el gobernador.

(5) a. Muchas se van a trabajar de domésticas, ya no lo hablan el, el otomí, ya


se les olvida (mujer, bilingüe simétrico, SAC)

b. [. . .] en un mes tenía que visitar cuatro comunidades y pues te. . . y si


tenían problemas, era más papeleo papeleo porque tengo que llenar que
las actas, que los desacuerdos, que los acue(rdos), así todo eso, tengo que
ir llenao, buscar el pue, pus, buscarlo este, el gobernador y que me firme
los papeles (mujer, bilingüe tipo A, SMO)

En los antitópicos la aparición de la frase correferencial es parte de la planifi-


cación del enunciado y forma una unidad prosódica con la oración donde se
encuentra el clítico de objeto directo. A diferencia de las reparaciones, cuyo obje-
tivo era evitar ambigüedad, la función de este tipo de construcción es reactuali-
zar o focalizar un tópico discursivo activo (Belloro 2012: 411). En el ejemplo (6a)
la frase nominal el sacerdote forma parte de la misma unidad prosódica que la
oración con el clítico lo y denota al tópico discursivo, por lo que su función parece
ser focalizar más que aclarar o desambiguar un referente. Por su parte, en (6b) la
frase escueta duraznos aparece como referente del enclítico lo de objeto directo,
al igual que en el ejemplo anterior forma parte de una misma unidad prosódica y
cumple una función de topicalización.
110 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

(6) a. E: y ¿con el sacerdote [qué lengua habla]?


I: m muy rara vez que lo saludo el sacerdote (mujer, bilingüe simétrico,
SAC)

b. había una señora que tenía nomás un niño, un muchacho ya grande y


que. . . tenían plantado unos duraznos, que estaban. . . que dijo la mamá:
“vaya a cuidarlo duraznos porque no gana ése, el páharo (mujer, bilin-
güe tipo B, SMO)

Por último, las frases correferenciales de los doblados denotan referentes accesi-
bles que difícilmente podrían recuperarse mediante un pronombre, por ejemplo,
tópicos discursivos no continuos o referentes nuevos que están relacionados
con elementos discursivos previamente introducidos (Belloro 2012: 412). En el
ejemplo (7a), donde se explica una de las costumbres de SAC en la que se baila
una canasta de fruta, comida y bebida, el colaborador introduce la frase corre-
ferente la olla con el artículo definido, a pesar de ser un referente nuevo en el
discurso, debido a su asociación con otros referentes de la costumbre (p. ej. el
chiquigüite). De igual forma, en (7b) se está narrando el tipo de avisos que se dan
por medio de la radio “La voz de los cuatro pueblos” en tepehuano del sureste.
Así la frase nominal un papel es el referente de la oración se lo llevaron, dicho
referente no ha sido mencionado en el discurso por lo que es información nueva
pero recuperable por otros elementos del contexto.

(7) a. Luego ya al poco rato entregan el chiquihuite/traigánlo la olla/la comida


ps ya/el pastel lo/ps lo reparten ¿no? (hombre, bilingüe simétrico, SAC)

b. [. . .] nomás hablan de pus (<pues) algo si llegó un aviso pos, por ejemplo,
de aquí cuando ya va a empezar del mitote se, se, se lo llevaron un papel
allá que avisa la gente que tal día si. . . (mujer, bilingüe tipo B, SMO)

En la Tabla 3 presentamos la distribución del tipo de doblado según la clasifica-


ción de Belloro (2012) en los dos tipos de bilingües de las dos comunidades. En
ella se observa que para SAC el mayor porcentaje está en los doblados (BO: 69,6 %;
BS: 55,6 %) y los antitópicos (BO: 28,8 %; BS: 38,8 %) mientras que las reparacio-
nes alcanzan porcentajes menores (BO: 1,6 %; BS: 5,6 %). De manera contraria,
en SMO se observa que las reparaciones obtienen porcentajes altos tanto en el
Tipo B (37,8 %) como en el Tipo A (32,3 %). Al mismo tiempo, en los bilingües Tipo
B el mayor porcentaje está en los doblados (33,3 %), seguido de los antiópicos
(29 %). En cambio, en los bilingües Tipo A el mayor porcentaje lo obtienen los
antitópicos (51,6 %) y el menor los doblados (16,6 %).
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 111

Tabla 3: Tipo de doblados según el nivel de bilingüismo y el español mexicano.

Comunidad SAC SMO Belloro (2012)


Tipología BO BS TIPO B TIPO A Español mexicano
Reparaciones 1,6 % 5,6 % 37,7 % 32,3 % 19 %
Antitópicos 28,8 % 38,8 % 29,0 % 51,6 % 30 %
Doblados 69,6 % 55,6 % 33,3 % 16,6 % 51 %

En la Tabla 3 observamos que el español otomí y tepehuano difiere del compor-


tamiento de la variedad de español del centro de México¹⁰ (Belloro 2012: 414).
Los bilingües otomí-español presentan un menor porcentaje de reparaciones y
un mayor porcentaje de doblados en comparación con la variedad de español
sin contacto. De manera contraria, el español tepehuano del sureste exhibe un
porcentaje alto de reparaciones y uno bajo para los doblados. Estas diferencias
nos permiten lanzar una hipótesis en relación con el distinto grado de gramati-
calización del pronombre de objeto directo hacia un marcador de concordancia
en las dos variedades de español en contacto de las comunidades bajo estudio.
Es decir, el contacto en San Andrés Cuexcontitlán ha sido intenso tanto por el
inicio del contacto como por la alta relación con hispanohablantes de español,
dadas las dinámicas sociales y económicas de la comunidad. Por lo tanto, el
sistema pronominal de OD se caracteriza por la neutralización de los rasgos de
género y número y un mayor porcentaje de doblados, el tipo de construcción
en la que la sola aparición del pronombre no es suficiente para rastrear a su
referente.
En contraste, el contacto en Santa María de Ocotán tiene un inicio tardío y
una relación intermitente y esporádica con hispanohablantes. Su sistema prono-
minal, al igual que el de SAC, es simplificado para género y número, pero man-
tiene porcentajes altos de reparaciones y bajos para los doblados. Es decir, se
podría asumir que en el español hablado por los bilingües tepehuano del sureste
y español, el uso de lo para objeto directo tendría más rasgos de pronombre

10 Belloro (2012: 423–424) compara tres variedades de español: la peninsular, la bonarense y


la mexicana. Concluye que es “en el dialecto de Argentina, las construcciones de doblado son
relativamente más frecuentes, típicamente involucran frases nominales, y pueden denotar refe-
rentes discursivos nuevos. Por el contrario, en los dialectos de México y, especialmente, España,
los doblados de objeto directo son menos frecuentes, raramente involucran frases nominales, y
típicamente denotan referentes relativamente más activos” (2012: 423). Asimismo, propone un
continuo en relación con el avance de la reinterpretación de los pronombres átonos como marca-
dores de concordancia, siendo la variedad argentina la más innovadora, en un punto intermedio
estaría la mexicana y la española sería la más conservadora.
112 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

de objeto que de marcador de concordancia, a diferencia de lo que sucede en


el español de los bilingües con más conocimiento de otomí y simétricos de San
Andrés Cuexcontitlán, quienes estarían un paso adelante en este proceso de gra-
maticalización debido al alto uso de doblados.
En la segunda parte de nuestro análisis describimos la distribución de los
duplicados ⁠–antitópicos y doblados según la clasificación de Belloro (2012) –, de
acuerdo con la animacidad, la definitud y la especificidad de la frase de objeto
directo. Incluimos el rasgo de animacidad a partir de tres valores: humano,
animado e inanimado. Dentro de la categoría definido consideramos frases nomi-
nales cuyo núcleo es modificado por un artículo determinado (el, la, los, las) o un
adjetivo demostrativo o posesivo. Mientras que como indefinido incluimos frases
nominales escuetas y con artículos indefinidos (un, una, unos, unas) (Rigau 1999:
315–316, 838).
Con respecto, al término de especificidad también es necesario exponer
algunas precisiones, pues este se ha tratado a partir de diferentes criterios: prag-
máticos, lógicos (en términos de alcance o ámbitos) y discursivos (relacionado
con la noción de partitividad). En el primer enfoque, se subraya “la intención del
hablante de comunicar y hacer manifiesto que pretende referirse a una entidad
determinada tanto si el receptor es capaz de identificar el referente como si no”
(Leonetti 1999: 858). El segundo enfoque se ha centrado en analizar la ambigüe-
dad entre lecturas específicas e inespecíficas en contextos en los que una frase
nominal indefinida coaparece con un cuantificador y en contextos intensionales.
Bajo esos términos, una frase nominal indefinida tendrá una lectura específica
si tiene alcance amplio sobre el cuantificador u operador intensionales, es decir,
si es referencialmente independiente de estos; en contraposición, un indefinido
es inespecífico cuando tiene un alcance estrecho con respecto a otro operador
(Pozas Loyo 2016: 90–91; Leonetti 1999: 858–859). En cuanto a la especificidad
partitiva, una frase nominal indefinida es interpretada como específica si refiere
a un elemento de un conjunto previamente introducido en el discurso (Pozas
Loyo 2016: 91). En nuestro análisis partimos de un enfoque pragmático y retoma-
mos algunos indicios gramaticales que son suficientes mas no necesarios para
determinar la especificidad de la referencia, por ejemplo, el modo verbal en las
oraciones de relativo, un objeto directo preposicional, modificadores y posición
de los adjetivos, entre otros (Leonetti 1999: 861–870).
En la Tabla 4 mostramos la distribución de los duplicados según la anima-
cidad, la definitud, la especificidad y el tipo de bilingüismo. En SAC encontra-
mos que la mayoría de las duplicaciones tienen una frase nominal inanimada
(BO: 45,6 %; BS: 50,0 %), seguido de los nombres humanos (BO: 35,1 %, BS:
30,0 %) y animados (BO: 19,3 %; BS: 20,0 %), con porcentajes muy similares
en los dos grupos de bilingües. En SMO observamos un patrón semejante,
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 113

pues los duplicados aparecen con mayor frecuencia con nombres inanimados
(Tipo B: 54,2 %; Tipo A: 55,5 %), seguido de los nombres humanos (Tipo B:
29,2 %; Tipo A: 38,9 %) y por último los animados (Tipo B: 16,6 %; Tipo A:
5,6 %). Es importante advertir que los bilingües Tipo A y B presentan porcentajes
muy parecidos en los nombres inanimados, sin embargo, estos se alejan en los
nombres humanos y animados.
En cuanto al rasgo de definitud, encontramos que los duplicados en SAC se
presentan en mayor porcentaje con nombres definidos (BO: 80,7 %; BS: 80,0 %),
independientemente del grado de bilingüismo. En SMO hallamos el mismo patrón
pues los duplicados aparecen con mayor frecuencia cuando la frase nominal
es definida (Tipo B: 75,0 %; Tipo A: 77,8 %). Por último, observamos que los
duplicados se presentan en mayor medida cuando la referencia es específica en
los bilingües de SAC (BO: 50,9 %; BS: 60,0 %) y los de SMO (Tipo B: 66,7 %; Tipo
A: 72,2 %).

Tabla 4: Características semánticas del referente para SAC y SMO.

Comunidad SAC SMO


Animacidad BO BS Tipo B Tipo A
Humano 35,1 % 30,0 % 29,2 % 38,9 %
Animado 19,3 % 20,0 % 16,6 % 5,6 %
Inanimado 45,6% 50,0 % 54,2 % 55,5 %
Definido 80,7 % 80,0 % 75,0 % 77,8 %
Indefinido 19,3% 20,0 % 25,0 % 22,2 %
Específico 50,9 % 60,0 % 66,7 % 72,2 %
Inespecífico 49,1 % 40,0 % 33,37 % 27,8 %

En resumen, podemos ver que en los dos tipos de bilingües de San Andrés Cuexcon-
titlán (BO, BS) y Santa María de Ocotán (Tipo A y B) los duplicados pueden aparecer
con referentes humanos, animados e inanimados, siendo más frecuentes con estos
últimos. Asimismo, encontramos que los duplicados se presentan mayormente con
referentes definidos y específicos en las dos comunidades. No obstante, sería nece-
sario emplear algunas pruebas estadísticas que nos permitan determinar si estas
tendencias son significativas. Nuestros resultados son semejantes a los hallados
en el español en contacto con vasco, en el que los duplicados aparecen con mayor
frecuencia con referentes definidos y específicos (Gómez Seibane 2017: 156), sin
embargo, difieren con respecto a la animacidad pues son los nombres humanos los
que más favorecen la duplicación seguido de los inanimados y animados.
114 Rosnátaly Avelino Sierra y Nadiezdha Torres Sánchez

6 Reflexiones finales
En este estudio comparamos dos variedades de español en contacto con realida-
des sociolingüísticas diferentes, San Andrés Cuexcontitlán en la que el otomí está
en un proceso de desplazamiento y Santa María de Ocotán donde el tepehuano
del sureste goza de vitalidad. Asimismo, mostramos que estas diferencias socio-
lingüísticas se reflejan en el continuo de bilingüismo, pues en SAC se advierte
que los cinco tipos identificados (BO, BS, PO, BE y ME) se inclinan hacia el mono-
lingüismo en español, mientras que los tres tipos que se reconocieron en SMO se
sitúan hacia el monolingüismo de la lengua indígena.
Por otra parte, presentamos que tanto en SAC como en SMO se tiene un sistema
pronominal de objeto directo simplificado para los rasgos de género y número. Sin
embargo, también se destacó que dicha simplificación tiene un comportamiento
diferente a partir de los tipos de bilingüismo, ya que en SAC se observa que el uso
de lo invariable se reduce conforme el domino del otomí disminuye, mientras que
en SMO está presente, con porcentajes similares, en todos los tipos de bilingüismo.
Asimismo, exhibimos que las duplicaciones pronominales suceden en las dos
variedades de español en contacto. No obstante, el comportamiento es diferente
tomando en cuenta los tipos de bilingüismo, pues en SAC las duplicaciones se
dan únicamente en los tipos de bilingüismo con más conocimiento de otomí (BO y
BS) y en SMO están presentes en todos los tipos (Tipo A, B, C y monolingües).
Al mismo tiempo, analizamos las duplicaciones pronominales a partir de la
clasificación propuesta por Belloro (2012) y su distribución a partir de los rasgos
semánticos de animacidad, definitud y especificidad. De tal suerte, observamos
que tanto en el español otomí como en el español tepehuano ocurren todos los
subtipos (reparaciones, antitópicos y doblados), pero se advierte que en San
Andrés Cuexcontitlán se tienen porcentajes mínimos de reparaciones y mayores
para los doblados, mientras que en SMO se tienen altos porcentajes de repara-
ciones y menores para los doblados. Estos resultados, y su comparación con lo
expuesto por Belloro (2012), nos permiten lanzar la hipótesis que las variedades
de español en contacto bajo análisis se encuentran en dos momentos distintos en
relación con el proceso de gramaticalización del pronombre átono a marcador de
concordancia. Es decir, el español otomí, al tener un sistema simplificado y un
mayor porcentaje de doblados, estaría adelantado en este proceso, a diferencia
del español tepehuano del sureste que presenta un sistema simplificado pero un
mayor porcentaje de reparaciones y antitópicos.
En cuanto a la distribución de la duplicación pronominal según los rasgos
semánticos del objeto directo, encontramos un comportamiento similar en los
bilingües de SAC y SMO. Si bien los duplicados pueden aparecer con nombres de
diferente animacidad, definitud y especificidad, son más frecuentes cuando los
Efectos del contacto en la duplicación de objeto directo 115

nombres son inanimados, definidos y específicos. La disposición de los duplica-


dos de acuerdo con la definitud y la especificidad concuerdan con lo hallado en
otras variables de español en contacto, como el de la zona vasca (Gómez Seibane
2017), sin embargo, presenta diferencias en el comportamiento con el rasgo de
animacidad pues mientras en el español vasco los duplicados ocurren mayor-
mente cuando los nombres son humanos en el español otomí y tepehuano sucede
con los nombres inanimados. En futuros trabajos esperamos poder trabajar con
una mayor cantidad de datos y pruebas cuantitativas que nos permitan ratificar
las tendencias aquí descritas.
Por último, queda subrayar la importancia de realizar trabajos comparativos
de diversas situaciones de contacto con características sociolingüísticas diferen-
tes. Dichos trabajos nos permiten entender las distintas dinámicas de contacto
y como estas se reflejan en el uso de las lenguas. De igual forma, nos permiten
mostrar que a pesar de que se traten de los mismos fenómenos, estos tienen com-
portamientos diferentes, ya sea en su productividad o en su distribución en los
distintos grupos que integran las comunidades bilingües.

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María Sánchez Paraíso
La duplicación del objeto directo posverbal
en el español andino de Juliaca (Perú)
Introducción
Uno de los fenómenos más interesantes en el sistema pronominal átono en
español es la duplicación de objeto directo. La presencia en una misma oración
de un pronombre átono junto con su grupo nominal referido en posición propia
de complemento es bastante frecuente en el español, si bien el fenómeno pre-
senta numerosas restricciones gramaticales en los casos de objeto directo. De esta
manera, Gómez Seibane (2017: 144) señala que la aparición de duplicación del
clítico con su referente en posición posverbal solo es obligatoria para los objetos
directos constituidos por pronombre tónico (1a) y favorecen la aparición del clítico
y objeto directo aquellos contextos donde coaparecen con un adverbio inicial
enfático como ya (1b), con cuantificadores como todo(s) (1c) o con artículo +
numeral (1d):

(1) a. La van a elegir a ella (RAE y ASALE 2009: 1243).


b. Ya lo creo que ella lo sabía. (RAE y ASALE 2009: 1243).
c. Lo sabe todo (RAE y ASALE 2009: 1247).
d. Los vi a los cinco (RAE y ASALE 2009: 1247).

Además, Suñer (1993:178) plantea que “el rasgo pertinente para el doblado es
[+específico] y no [+definido]” y explica que, si el objeto directo no admite a, el
doblado de clítico es agramatical; como vemos en sus siguientes ejemplos:

(2) a. (*Lo) alabarán al niño que termine primero [+anim., -espec. (+def.)]
b. Diariamente, la escuchaba a una mujer que cantaba tangos [+anim.,
+espec. (-def)].
c. La oían a Paca/a la niña/a la gata [+anim., +espec., (+def.)]

Agradecimientos: Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC.


Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/
PID2019/105865GB-I00.

María Sánchez Paraíso, Universidad Autónoma de Madrid, [email protected],


https://orcid.org/0000-0003-4238-7963

Open Access. © 2021 María Sánchez Paraíso, published by De Gruyter. This work is licensed
under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-006
118 María Sánchez Paraíso

Por otro lado, la Real Academia Española (RAE y ASALE 2009: 1949) subraya que
“el doblado nominal de acusativo suele exigir concordancia de definitud” y en
“las variedades que admiten la duplicación nominal no se aceptan oraciones”
como:

(3) *Lo voy a leer un libro.

Como indica García-Miguel (1991: 378), las gramáticas tradicionales han asociado
la duplicación del objeto directo con “una construcción que debe ser evitada
siempre que no existan poderosas razones para utilizarla”. La Real Academia
Española (RAE y ASALE 2009: 1248) habla de estas construcciones como un caso
“raro en el español general” y las asocia al “español hablado de las áreas de con-
tacto con el catalán”, caracterizándolas por un “ligero descenso de la curva tonal
en el punto en el que comienza el tópico, además de por la presencia de una
ligera pausa en esa misma posición” (4), y con el español conversacional del Río
de la Plata.

(4) Los tengo que terminar esta tarde, los deberes (RAE y ASALE 2009: 1848).

Sin embargo, podemos observar que el fenómeno es mucho más frecuente de


lo que se describe, como han mostrado distintos autores; esto está permitiendo
conocer la diversidad y los contextos en los que se da el doblado de clíticos y
cómo coexisten con otros fenómenos dentro del sistema pronominal átono.
Vemos así que estas construcciones están muy extendidas por diferentes varieda-
des del español y observamos que han sido registradas en Argentina (Suñer 1993;
Belloro 2008, Belloro 2012; Colantoni 2002, Sánchez y Zdrojewski 2013), Chile
(Silva Corvalán 1981), Perú (Sánchez 2010), México (Avelino y Torres, en este
volumen), España (Suñer 1993; Gómez Seibane 2017, Gómez Seibane 2021), entre
otros. A través de los estudios podemos observar cómo el fenómeno en cuestión
ha suscitado el interés de los investigadores cuyas investigaciones siguen distin-
tos enfoques: las relaciones entre la sintaxis y los rasgos semánticos; entre la
sintaxis y la pragmática; la sintaxis, la estructura informativa y la entonación.
Más recientemente, los estudios intentan explicar también el fenómeno a través
de la lingüística de contacto.
El contacto lingüístico histórico ha producido reorganizaciones parciales y
totales de los sistemas pronominales átonos de tercera persona. Así, en las inves-
tigaciones recientes (Torres Sánchez 2015; Gómez Seibane 2017, Gómez Seibane
2021; García Tesoro 2018; García Tesoro y Fernández Mallat 2015; Palacios 2015a,
Palacios 2015b, entre otros) podemos ver cómo se documentan estos cambios en
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 119

distintas variedades de español en situación de contacto con otras lenguas y que


se caracterizan por tres fenómenos:
– tendencia hacia formas pronominales de objeto directo que neutralizan los
rasgos de género, número y/o caso (5a, 5b);
– la omisión del pronombre clítico (5c, 5d);
– la duplicación de objeto directos posverbales (5e, 5f).

Véanse en los siguientes ejemplos:

(5) a. y él se fue allá donde le dijo que está el dinero; ¡ah! que no más le dijo que
pusiera un santo y él fue allá y lo encontró el dinero, una caja grande
lleno de dinero, se lo llevó (Torres Sánchez 2015: 27). Español en contacto
con el tepehuano, México.
b. Nabo. Es un, son hojitas verdes que lo picas así picaditas, lo cocinan, lo
hacen su [. . .], con ajito y cebollita, con comino, lo mezclan, y sale, como
un. . . (García Tesoro y Fernández-Mallat 2015: 133). Español en contacto
con el quechua, Perú.
c. Mis padres eh: hablaban quichua/muy poco/y mis abuelitos eh: ellos sí/
pero Ø perdimos porque en esa época fuimos descriminados (Palacios
2015b: 115). Español en contacto con el quichua, Ecuador.
d. De, dice [. . .]. Es un cuentito bonito. Eeh, de, de aquellos tiempos
to((d))avía a mí me Ø ha contado mi abuelo, to((d))avía. (García Tesoro y
Fernández-Mallat 2015: 133). Español en contacto con el quechua, Perú.
e. Aquí hay un, un cacharro, que en euskera le llaman ‘lilicue’. Y debía de
ser un, cacharro, que les castigaban a los malos, o yo no sé, los que les
tiene un sitio para poner la cara y les azotaban. (Gómez Seibane 2021:
107). Español en contacto con el euskera, España.
f. Ahora, si no lo regresan la moneda hay aceptación del muchacho,
entonces sí puede llegar a mejoras, puede llegar a ser una realidad el
objetivo del joven, entonces si no lo regresan la moneda, un par de
meses, se arreglan, platican, ¿ya? (García Tesoro 2008: 107). Español en
contacto con el tzutujil, Guatemala.

En el estudio del sistema pronominal del área de Juliaca, Perú (Sanchez Paraíso
2017, Sanchez Paraíso 2019), se ha comprobado una tendencia similar a la que
describen estos autores. Esta variedad andina manifiesta una aparente simpli-
ficación del sistema pronominal de objeto directo a través de dos fenómenos: el
primero de ellos, es la tendencia hacia lo como única forma pronominal de pro-
nombre para objeto directo, sin especificación del género o número del referente
120 María Sánchez Paraíso

(6a, 6b, 6c), y el empleo de le para objeto indirecto (6d); el segundo de los fenó-
menos observado (aunque con menos frecuencia) es la omisión del pronombre
átono de tercera persona en contextos donde su aparición sería obligatoria (6e,
6f). Se puede observar en los siguientes ejemplos:

(6) a. Yo construyo casas, así. . . Levantar casa, todos esos trabajos yo lo hago.
b. Después. . . ¿qué se llaman? lo muelen con cal [las hierbas].
c. Cuando hay turismo lo llevan esas chompas tejidas.
d. Llega el momento que le ponen por ejemplo una escritura de una casa
[a los novios].
e. El cebada un poquito Ø molemos.
f. Después la quinua Ø secas.

En (6c) se observa el tercer fenómeno, característico de hablantes de esta zona, que


trataremos en este trabajo: encontramos que el pronombre átono antepuesto al refe-
rente en la misma oración, por lo tanto, estamos ante un contexto de duplicación.
Esta investigación se aborda dentro del marco teórico de la Lingüística de
Contacto desde una perspectiva dinámica del contacto entre lenguas, enten-
diendo que el hablante aprovecha las estructuras que maneja – en este caso del
quechua – para introducir diferencias, valores o matices que la variedad están-
dar de español no tiene, pero sí las lenguas indígenas; así el hablante explota,
a partir de estos recursos, nuevas estrategias comunicativas y las integra en su
habla cotidiana (Palacios 2011: 20).
Así pues, la siguiente investigación se estructura como sigue: en la Sección 2
se explica la hipótesis; en 3, se describe el corpus y la metodología utilizada; en
la Sección 4 se presentan el análisis cualitativo y cuantitativo de la duplicación;
se cierra este trabajo con una reflexión sobre cómo el quechua, la lengua en con-
tacto, puede actuar como un acelerador del cambio lingüístico en esta zona y se
presentan las conclusiones.

2 Hipótesis
Siguiendo a García-Miguel (1991), Suñer (1993), Enrique-Arias (2003), entre otros,
consideramos que los pronombres átonos de tercera persona del español están
inmersos en un proceso de gramaticalización en el que evolucionan a concor-
dancias de objeto y que se trata de un proceso lento que comienza en el objeto
indirecto. La duplicación de objeto forma parte de los argumentos que se aportan
para apoyar esta tesis. En este marco, la hipótesis en la que trabajaremos es que la
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 121

duplicación de objeto directo forma parte de ese proceso general que tiene lugar
en el español.
En la variedad de contacto con quechua de Juliaca existe una reorganiza-
ción del sistema pronominal átono en curso (Sánchez Paraíso 2017), un cambio
indirecto inducido por contacto resultado de la convergencia del español y de la
lengua quechua, donde se da una tendencia hacia la neutralización de los rasgos
de género y número en las formas pronominales de acusativo, que se manifiesta
en el uso mayoritario¹ de la forma local lo, invariable al género y al número, que
se constituye en una marca de concordancia de objeto directo. La duplicación es
una etapa más en la evolución de este sistema pronominal.
Ahora bien, dado que la duplicación es un fenómeno derivado del proceso
de gramaticalización de los pronombres en español, los condicionamientos lin-
güísticos que favorecen su aparición serán los mismos que encontramos en otras
variedades de español sin contacto; la diferencia reside en que la duplicación en
la variedad andina tenderá a realizarse mediante la forma lo, sin especificación
de género o número. Así pues, lo deja de tener valor referencial para convertirse
en marca de concordancia de caso acusativo y le como marca de dativo.²

3 Corpus y metodología
Para esta investigación se ha analizado un trabajo de campo realizado en la
población de Juliaca. Esta ciudad pertenece a la provincia de San Román en la
región de Puno. Juliaca, situada al sudeste del Perú, es una ciudad comercial por
su situación estratégica: se halla en las proximidades de Bolivia y, además, está
provista de una red ferroviaria y aeropuerto que conecta las ciudades de Puno,
Cuzco, Arequipa, Lima y el país vecino. Sus habitantes, en su mayoría, son bilin-
gües de español con quechua y en menor medida con aimara. Según los datos

1 En el estudio de la zona rural de Juliaca (Sánchez Paraíso 2017) se mostró que esta variedad
se caracteriza principalmente por dos fenómenos: el empleo mayoritario de la forma lo (51,7 %)
frente a las formas los (7,4 %), la (4,1 %), las (3,7 %), le (5,7 %) o les (0,7 %), y su omisión (26,7 %)
en las ocurrencias de objeto directo. Se observó, además, el empleo de le/s para objeto indirecto
(89,9 %).
2 En Sánchez Paraíso (2017) se observa, en los casos de objeto indirecto, el comienzo de la neu-
tralización de número en el dativo. Los hablantes eligen la forma le (87,8 %) para referentes sin-
gulares y un 25,6 % de los casos de le son para referentes plurales. Aunque es mayoritario todavía
la utilización de les para objetos indirectos plurales (59,9 %), es significativo que un 25,6 % de
objetos indirectos plurales elijan la forma pronominal le (en singular) para referenciarlos.
122 María Sánchez Paraíso

del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú 2017,³ Juliaca


cuenta con una población de 217 506 habitantes de los cuales 78 643 tienen el
quechua como primera lengua; 114 682 el español y 22 409 el aimara.
El corpus reunido para este trabajo consta de veinticinco entrevistas reali-
zadas a residentes de la ciudad de Juliaca transcritas con el programa ELAN. Los
hablantes se han divido en función del grado de bilingüismo teniendo en cuenta
los parámetros siguientes: cuál es la lengua materna del hablante, dónde apren-
dieron la lengua segunda (ya sea español o quechua), cuál era la lengua vehicular
en la escuela, qué lengua(s) usan en sus prácticas lingüísticas habituales con sus
interlocutores, cuáles son sus redes sociales básicas. Así nuestra muestra consta
de nueve hablantes monolingües en español que reconocen no hablar quechua,
pero que lo han escuchado en sus casas desde pequeños, aun así no lo han
aprendido y no son capaces de mantener una conversación en quechua; y nueve
hablantes bilingües cuya lengua dominante es el español, es decir, este grupo ha
aprendido el quechua en casa, pero utiliza el español en su vida cotidiana, en sus
actuales redes familiares y de amigos, en el trabajo, aunque cambian de código
fácilmente y pueden mantener una conversación en quechua con los hablantes
de quechua de la ciudad. Por último, tenemos a siete colaboradores bilingües con
lengua dominante quechua: son personas cuya lengua materna es el quechua y
suelen comunicarse en esta lengua con las personas de su entorno, ya sea en su
trabajo o en su vida familiar, aunque manejan también el español.
Las entrevistas fueron semidirigidas, pero con un formato de conversación
informal donde se abordaban temas diseñados en un protocolo previo (tradi-
ciones, las comidas, los hábitos de la comunidad, sus fiestas, costumbres, vida
personal (pasado), mitos, leyendas, anécdotas personales). Dado que se buscaba
que la muestra fuera lo más cercana al habla natural, las conversaciones eran
flexibles y dinámicas en un ambiente relajado en el que los hablantes se sintieran
cómodos y hablaran de manera espontánea y libre. Las grabaciones tuvieron una
duración media de 30 minutos. Se realizaron en el contexto habitual del hablante
para que los fenómenos lingüísticos surgieran de forma natural en el marco de
una conversación distendida.
En cuanto a la metodología utilizada en el análisis, esta ha sido cualitativa y
cuantitativa. Se ha utilizado el programa SPSS para analizar estadísticamente los
usos pronominales y los factores lingüísticos que los pudieran condicionar. Se ha
tenido en cuenta el test Chi-cuadrado, que permite medir si existe una relación
entre dos variables y el Coeficiente de contingencia, para determinar el grado de

3 Consultable en línea a través de: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_


digitales/Est/Lib1563/.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 123

relación entre ellas. Sin embargo, se ha recurrido a la prueba de Razón de Vero-


similitud para aquellas tablas donde había un 20 % o más recuentos esperados
menores a 5, dado que la prueba de Chi-cuadrado deja de ser apropiada como
prueba de independencia. El valor de Chi-cuadrado y de Razón de Verosimilitud
tendrán un nivel de significación 0,05; para interpretar el grado de relación entre
las variables he tenido en cuenta la interpretación de los valores de los coeficien-
tes que sigue Guillán (2015: 161) donde menos de 0,10 se considerará una corre-
lación despreciable; de 0,11 a 0,29 se considerará baja; de 0,30 a 0,49 moderada;
de 0,50 a 0,69 se considerará importante y más de 0,70 muy fuerte. Para comple-
mentar la información que nos arroja la prueba Chi-cuadrado, se implementará
un análisis post-hoc de análisis de residuos estandarizados para determinar cuál
es la relación específica entre las variables, esta prueba tendrá un nivel de signi-
ficación >1,96.
Para el análisis de casos de duplicación he seguido los parámetros utiliza-
dos por Gómez Seibane (2017), Belloro (2012, 2015) y Avelino y Torres (en este
volumen), entre otros. Así se atendieron las siguientes variables: a) del discurso
(antitópicos y doblados); b) cognitivas (activas, semiactivas e inactivas), y c) de
la semántica del referente (animacidad, humanidad, definitud, especifidad e
individuación).

4 Análisis
En primer lugar, comenzamos el análisis contabilizando las formas pronominales
explícitas en todos los contextos de aparición para comprobar el impacto de la
duplicación posverbal en nuestro corpus. Los resultados muestran que, de los
705 casos pronominales, 81 fueron de duplicación lo cual indica que el fenómeno
existe en esta variedad, pero que todavía tiene una frecuencia baja de aparición
(esto es el 11,49 % de los casos). Al comparar estos datos con la frecuencia de la
duplicación en otras áreas de contacto, observamos que, en el español en con-
tacto con el tzutujil, en Guatemala, la duplicación tampoco es muy elevada, se da
en el 11,4 % de los casos, según García Tesoro (2018: 89); en el español en contacto
con el otomí en México se ha encontrado un 19 % de casos de duplicación, según
Avelino y Torres (en este volumen), si bien estas autoras en su estudio están con-
tabilizando también la duplicación antepuesta; en el español en contacto con el
tepehuano del sureste (en México), Avelino y Torres (en este volumen) señalan
un 14,4 % de duplicación pospuesta. Por otro lado, en el español en contacto con
la lengua vasca, Gómez Seibane (2021: 104) encuentra 38 duplicaciones en un
corpus de 498 pronombres, esto es un 7,63 %. La autora subraya un contraste con
124 María Sánchez Paraíso

el español de España sin contacto – en zona leísta – donde percibe 33 duplica-


ciones en un corpus de 2311 pronombres (un 1,43 %) y un 1,02 % en el español sin
contacto de España donde los hablantes siguen un sistema pronominal etimoló-
gico (38 duplicaciones en 3742 formas pronominales).
Para el estudio que nos ocupa, trabajamos finalmente con 63 de los 81 casos
de duplicación. Se tuvieron en cuenta – siguiendo la línea de análisis de Gómez
Seibane (2021: 102–103) – las ocurrencias de objeto directo en donde:
– Había contigüidad entre verbo y objeto directo posverbal. Por tanto, no se
consideraron duplicaciones los casos donde el verbo y el objeto se separaban
por sujetos o complementos receptores de acento primario, denominadas
dislocaciones a la derecha. Se apartaron frases del tipo:

(7) La habré visto como doce veces la obra.

– Se eliminaron las reparaciones; si bien autores como Belloro (2012, 2015) exa-
minan las reparaciones⁴ como un tipo de duplicación, en este trabajo no se
tendrán en cuenta al considerarlas dislocaciones a la derecha, tal como explica
Gómez Seibane (2021: 103). Así descartamos aquellos casos en los que había
“un ligero descenso en la curva tonal antes del objeto directo y una pausa que
lo separa del resto de la oración” (Gómez Seibane 2021: 103), como el siguiente
ejemplo de nuestro corpus:

(8) Y ahí lo pones, pue el jarwisqa, la harina, la harina de la quinua.

– Se retiraron ejemplos con pronombre personal tónico o con todo pronominal


(dado que se trata de predicación secundaria del objeto directo (Fernández
Soriano 1999, 2015)), como:

(9) Mi hijita nos lo cuenta todo.

Abordamos, a su vez, el análisis de la duplicación de los diferentes grupos de


hablantes para poder concluir si está relacionada con el bilingüismo de la zona.
Los resultados se muestran en la Tabla 1, donde encontramos casos en los tres
grupos, si bien es cierto que se da con mayor frecuencia en los grupos de hablan-
tes bilingües con lengua quechua dominante, aunque el porcentaje de uso es bas-
tante similar en los dos grupos de bilingües.

4 Belloro (2012: 402) define las reparaciones como aquellas duplicaciones en donde “la secuen-
cia [. . .] cumple la función de ‘reparar’ lo que el hablante concibe como una evaluación incorrecta
en el nivel de accesibilidad que tiene para el oyente el referente denotado” y aparecen asociadas
con una pausa.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 125

Tabla 1: Bilingüismo y duplicación.

Tipo de hablante Casos de duplicación


Monolingües 10 (15,87 %)
Bilingües (español dominante) 26 (41,27 %)
Bilingües (quechua dominante) 27 (42,86 %)
Total= 63

Definido el número de casos con el que contará nuestra muestra, continuamos


con el análisis estadístico. Siguiendo nuestra hipótesis en la que el sistema pro-
nominal átono de tercera persona de esta zona sigue una organización basada
en el caso, nos interesa conocer qué tipo de formas pronominales aparecen en
las duplicaciones de objeto directo. Los datos en estudios anteriores de esta zona
(Sánchez Paraíso 2007, Sánchez Paraíso 2019) nos mostraban un uso mayoritario
de la forma pronominal lo como única marca de objeto directo. Tal como mostra-
mos en la Tabla 2, donde se ha contabilizado la aparición de los diferentes pro-
nombres de objeto directo de los veinticinco colaboradores de nuestro corpus, se
observa que en las 705 ocurrencias tenemos un alto porcentaje de aparición de lo
tanto con referentes masculinos (76,6 %) como con referentes femeninos (58,2 %).
Sin embargo, la solo hace referencia al 16 % de sus apariciones y un 0,2 % se usó
con referente masculino. Los resultados, en la Tabla 2, indican que las variables
están asociadas estadísticamente con un grado de asociación moderado (0,351).

Tabla 2: Aparición de las formas pronominales en el corpus y género del referente.

Lo Los La Las Le Les


Femenino 171 13 47 18 41 4
(58,2 %) (4,4 %) (16 %) (6,1 %) (13,9 %) (1,4 %)
Masculino 315 46 1 6 32 11
(76,6 %) (11,2 %) (0,2 %) (1,5 %) (7,8 %) (2,7 %)
Total= 705

Chi-cuadrado de Pearson 98,890 p<0,001; Coeficiente de contingencia: 0,351

A continuación, pasamos a analizar los usos pronominales del corpus en función


del número del referente para corroborar si las formas pronominales singulares
aparecen con referente plural.
Los resultados de la Tabla 3 dan cuenta, con un grado de asociación impor-
tante de las variables (Coeficiente de contingencia: 0,506), que la forma lo remite
tanto a referentes singulares (76,5 %) como a plurales (42,7 % de los casos), lo que
quiere decir que se neutralizan los rasgos de número – aunque con un porcentaje
126 María Sánchez Paraíso

menor – de manera similar a los de género. El alto porcentaje de formas lo con


referentes masculinos y femeninos (Tabla 2), así como con referentes singulares y
plurales (Tabla 3) demuestra que estamos ante un sistema pronominal que neu-
traliza las distinciones de género y, en menor medida, de número.

Tabla 3: Aparición de las formas pronominales en el corpus y número del referente.

Lo Los La Las Le Les


Singular 419 10 44 4 68 3
(76,5 %) (1,8 %) (8 %) (0,7 %) (12,4 %) (0,5 %)
Plural 67 49 4 20 5 12
(42,7 %) (31,2 %) (2,5 %) (12,7 %) (3,2 %) (7,6 %)
Total= 705

Chi-cuadrado de Pearson: 242,117 p<0,001 (1 casilla (8,3%) tiene una frecuencia esperada
inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es 3,34); Razón de verosimilitud 203,556
p<0,001; Coeficiente de contingencia: 0,506

Ahora es necesario saber si en el marco de la duplicación encontramos la forma


lo sin especificación de género y número, como ocurre otras lenguas amerindias,
como el tzutujil (García Tesoro 2018), el tepehuano (Torres Sánchez 2015) o el
maya yucateco (Hernández y Palacios 2015), entre otros. En un primer recuento
de los casos de duplicación, se contabilizó la frecuencia de aparición de las
formas pronominales objeto directo (lo/s, la/s, le/s); la Tabla 4 indica un mayor
uso del pronombre lo/s. Encontramos, además siete casos de duplicación con las
formas la/s y cinco casos de duplicación con le/s.

Tabla 4: Aparición de pronombres en el corpus.

Lo/s La/s Le/s


51 (80,95 %) 7 (11,11 %) 5 (7,94 %)

Para comprobar si este porcentaje tiene relación con una mayor presencia de referen-
tes masculinos en el corpus, se realizó un segundo conteo en el que se tuvo en cuenta
el género del referente. La Tabla 5 indica que la forma lo/s tiene el mayor porcentaje
de aparición tanto con referentes masculinos (93,3 %) como con referentes femeninos
(72,7 %). Al analizar estos datos, observamos un alto porcentaje de uso de la forma
pronominal lo/s, por lo que estamos ante un sistema pronominal que neutraliza la
distinción de género. La prueba estadística de Razón de Verosimilitud muestra que
las formas pronominales y el género son variables asociadas. El grado de asociación
de estas variables es moderado, como muestra la prueba Coeficiente de contingencia
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 127

(0,320). A partir de los datos de los residuos estandarizados, se interpretaría que el


referente masculino ejerce una influencia positiva en la elección de lo/los, si bien el
porcentaje de formas lo/los con referentes femeninos es altísimo, el 72,7 %.

Tabla 5: Relación del pronombre con el género del referente.

Lo/Los La/Las Le/Les


Femenino 24 7 2
(72,7 %) (21,2 %) (6,1 %)
–2,2 [residuo corregido]
Masculino 28 0 2
(93,3 %) (0 %) (6,7 %)
2,2 [residuo corregido]
Total= 63

Chi-cuadrado de Pearson 7,181 p<0,028 (4 casillas (66,7%) tienen una


frecuencia esperada inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es 1,90);
Razón de verosimilitud 9,867 p<0,007; Coeficiente de contingencia: 0,320

Nos preguntamos del mismo modo qué forma pronominal escogen los hablantes
a la hora de duplicar el objeto directo teniendo en cuenta el número del refe-
rente. La Tabla 6 nos muestra que los hablantes eligen lo con referentes plura-
les el 54,5 % de las ocasiones lo que demuestra que en las duplicaciones lo está
actuando como una marca de objeto, dejando atrás sus valores referenciales. Las
pruebas estadísticas indican que hay un grado de asociación importante (Coefi-
ciente de contingencia 0,440). La prueba de residuos estandarizados indica que
la asociación positiva que existe es la del singular con lo, probablemente esto es
debido a los pocos casos de referentes plurales de duplicación documentados.

Tabla 6: Relación del pronombre con el número del referente.

Lo Los Resto de pronombres


Singular 43 0 9
(82,7 %) (0 %) (17,3 %)
2 [residuo corregido]
Plural 6 3 2
(54,5 %) (27,3 %) (18,2 %)
–2 [residuo corregido]
Total= 63
Chi-cuadrado de Pearson 15,111 p<0,001 (3 casillas (50%) tienen una frecuencia
inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es, 52); Razón de verosimilitud
11,487 p<0,003; Coeficiente de contingencia: 0,440
128 María Sánchez Paraíso

Continuamos el análisis midiendo las variables del discurso para descri-


bir sus características en función de la accesibilidad referencial y cognitiva,
siguiendo a Belloro (2012, 2015), Gómez Seibane (2017, 2021) y Avelino y Torres
(en este volumen). Así mostraremos qué tipo de secuencias de clítico y frase refe-
rencial existen en esta variedad del español y podremos comprobar si existen
diferencias o similitudes con el español de otras áreas.
A continuación, medimos las variables del discurso, cognitivas y semánticas.
Las construcciones duplicadas las distinguiremos en dos tipos, tal como analiza
Belloro (2012: 402–404):
a) los antitópicos – son parte de la planificación del enunciado, por lo que el
clítico y la frase correferencial están integrados prosódicamente. Tienen “la
función de reactualizar el tópico discursivo” –;
b) los doblados – en este caso “la frase correferencial denota referentes que no
podrían recuperarse a partir de una codificación exclusivamente pronomi-
nal. Los doblados típicamente denotan referentes ‘accesibles’, ya sea porque
se trata de tópicos discursivos no continuos, continuos pero ambiguos, o de
elementos discursivamente nuevos, pero inferibles” –.

La Tabla 7 muestra que los dos tipos de duplicación se dan en nuestro corpus.
Tanto los antitópicos (10a) como los doblados⁵ (10b) ocupan una proporción
parecida, un 49,21 % y un 50,79 %, respectivamente.

Tabla 7: Variables del discurso.

Antitópicos Doblados
31 49,21 % 32 50,79 %
Total = 63

(10) a. I: ¿Te digo un secretito?


E: Sí.
I: Su caca de la vaca negra es el mejor emplasto de que puede haber.
E: ¿y eso para qué se utiliza?
I: Pa’ dolor de estómago, para la artritis, para eso.
E: ¿Y cómo lo utilizan?
I: Cuando lo bota la caca, calientito lo levantas, pue, y te pones con un
paño.

5 El 81,3 % de los doblados se realizan con la forma lo, frente al 18,8 % de uso de otros pronom-
bres.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 129

b. E: ¿Y cómo se hace la mazamorra, por ejemplo?


I: Masa de quinua. Secas, lo lavas, lo-. Primeramente lo lavas la quinua,
lo tuestas, lo vuelves a plachamá, con balancito voltearlo y luego lo haces
moler pue.

Siguiendo a Belloro (2012, 2015) y Gómez Seibane (2017: 147), la duplicación está
asociada a grados de accesibilidad cognitiva. Estas autoras parten de tres tipos
de accesibilidad (Chafe 1987), destacando tres niveles de referentes: i) los activos,
aquellos que están en la mente de los interlocutores y son el foco de atención; ii) los
inactivos, aquellos referentes que están en la memoria a largo plazo de los interlocu-
tores, incluso podrían estar solamente en la memoria del hablante o ser referentes
nuevos en la conversación, y iii) los semiactivos o accesibles: los que tienen un nivel
de activación intermedio. Son aquellos que tienen un grado de sensibilización peri-
férica, es decir, no están en el foco del interlocutor o se pueden presentar cuando
hay varios referentes en la interlocución y pueden ser reintroducidos o reactivados
con una nueva explicación o por asociación con una idea de la conversación.
La Tabla 8 destaca que los tres tipos de accesibilidad del referente son posi-
bles en nuestro corpus, no obstante, la mayor frecuencia corresponde a referentes
inactivos (11), un 52,4 % del corpus, que supone un poco más de la mitad de las
duplicaciones; los activos y semiactivos muestran una frecuencia de aparición
mucho menor (23,8 % en cada caso).
Me parece oportuno comparar los datos de Juliaca, una variedad de contacto
con el quechua, con una variedad donde no existe contacto con otras lenguas,
como el sur de España (Gómez Seibane 2021: 105). Es muy significativo que los
hablantes peninsulares prefieran mayoritariamente los referentes activos con un
63,8 % y que sean los inactivos los que muestren frecuencias tan bajas (10,5 %).
Dadas las diferencias sociolingüísticas de ambas variedades, no es de extrañar
que el patrón de uso de ambas variedades sea diametralmente opuesto.

Tabla 8: Variables cognitivas.

Activo Semiactivo Inactivo


Juliaca, Perú 15/63 23,8 % 15/63 23,8 % 33/63 52,4 %
Sur de España (datos de 24/38 63,2 % 10/38 26,3 % 4/38 (10,5 %)
Gómez Seibane, 2021: 105)

(11) E: [RÍE] ¿Y hoy día se siguen haciendo esos quesos?


I: Sí, sí, pero ya lo han reducido, digamos lo han acomodado, lo han
acondicionado para que la gente pueda comprar solamente un kilito.
Antes hacían unos quesos de cinco kilos.
130 María Sánchez Paraíso

E: ¿Ah sí?
I: Sí. . . sí muy agradable y era bueno no les descremaban, no. . . la leche
netamente le ponían el cuajo y. . .bueno a penas se cortaba la leche
sacaban, cómo se llama, la masa y de. . . habían unos moldes especiales
aplanaban ahí, las ponían unas esterillas.

Con respecto a la relación entre los tipos de duplicación y los rasgos cognitivos,
observamos en la Tabla 9 que las estructuras dobladas se dan mayoritariamente
(el 100 % de los casos) con referentes inactivos; además, los antitópicos aparecen
con referentes activos (48,4 %) o semiactivos (48,4 %). Asimismo, las estadísticas
nos señalan que la relación entre las variables discursivas y cognitivas es impor-
tante (Coeficiente de contingencia: 0,696). Estos datos coinciden con los expues-
tos por Belloro (2012: 409); la autora expone que en la variedad de Argentina la
mayoría de las secuencias de clítico junto con su referente corresponden a casos de
doblado con referentes nuevos, es decir, inactivos (el 21 %). En el área de Juliaca,
el 100 % de las ocurrencias corresponde a este tipo de secuencias. Esto apoya la
hipótesis de que estamos en un proceso de gramaticalización en donde el sistema
pronominal se ha neutralizado – el 81,3 % de los casos de doblados corresponden
a secuencias con la forma lo – y se convierte una marca de concordancia.

Tabla 9: Accesibilidad del referente.

ANTITÓPICO DOBLADOS
ACTIVO 15 (48, 4 %) 0 (0 %)
SEMIACTIVO 15 (48,4 %) 0 (0 %)
INACTIVO 1 (3,2 %) 32 (100 %)
Total = 63

(Chi-cuadrado de Pearson 59,120 p<0,001;


Coeficiente de contingencia: 0,696.

Según los datos analizados, los doblados se dan mayoritariamente con referentes
inactivos y los antitópicos con activos y semiactivos. Como observamos en (12a)
encontramos un ejemplo de doblado inactivo donde la casa no se podría recupe-
rar fácilmente dado que es un referente nuevo en el discurso; tal como vemos en
(12b), tenemos un antitópico activo, donde la lana es el foco de la interlocución, y
(12c) muestra un antitópico semiactivos, en donde esas chompas tejidas aparecen
reintroducidas después de que aparecieran otros referentes como las figuras en
la interlocución, por ello el hablante reactiva el referente esas chompas tejidas
añadiendo una descripción “esas chompas tejidas así con esas lanas teñidas”.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 131

(12) a. E: ¿Y dónde han emigrado ustedes? ¿Hacia qué ciudades se han ido?
I: Por ejemplo, mis familiares se han ido pa Lima, el resto se han ido pa
Maldonado, pa Arequipa, pero mi hermano se fue con toda su familia
pa Arequipa y hace dos, tres, tres años que murió mi hermano en su. . .
yo lo vendí la casa en mi pueblo yo, ahora mi cuñada regresó y nueva-
mente está queriendo rescatar y ya estamos pues en eso.

b. E: ¿Y teñían las lanas o-


I: ellos lo hilan, hilar es confeccionar el, la lana en. . . ya lista para tejer.
Ellos lo hilan, tienen una forma de. . . hilar.
E: sí.
I: Con un trueque lo hilan la lana y entonces como ya tienen lana de
oveja lista

c. I:Eh. . . eso, esa lana lo utilizan para los tejidos aquí en Juliaca mayor-
mente la gente o algunas se dedican es. . . al hilar, hilado de esa lana.
Hay que hilarlo.
E: Sí.
I: Y luego este. . . lo convierten en lana ya para tejer y confeccionan.
E: ¿Y sabe usted si la tiñen por ejemplo?
I: Natural y también hay el teñido que hacen. El teñido lo hacen con. . .
utilizan unos polvitos, ¿no? Este. . . que le dicen. . . ¿tinta? Tinta, sí,
tinta para teñir. Es especial, ¿no? Y polvitos de diferentes colores ellos
ya saben cómo lo tiñen de color y empiezan a tejer chompas a colores
o chompas combinadas con a color.
E: Sí.
I: Como las figuras.
E: ¿Y lo venden en el mercado?
I: Lo venden.
E: ¿O también van por las calles=
I: No. Sí. Algunas van, digamos ejemplo en Puno. En Puno sí. Cuando hay
turismo lo llevan esas chompas tejidas así con esas lanas teñidas. . . y
uno puede verlo.

Para continuar con el trabajo se analizaron las variables semánticas: animaci-


dad, humanidad, definitud, especifidad e individuación del referente. La Tabla 10
muestra que se duplican mayoritariamente los referentes inanimados y no huma-
nos (13a, 13b).
Los datos de la frecuencia de uso que mostramos en la Tabla 10 coinciden
con los datos de zonas sin contacto en España, analizadas por Gómez Seibane
(2021). La autora advierte que los hablantes prefieren los referentes inanimados,
132 María Sánchez Paraíso

Tabla 10: Valores de animacidad y humanidad.

[+animado] [-animado] [+humano] [-humano]


13 (20,6 %) 50 (79,4 %) 14 (22,2 %) 49 (77,8 %)
Total = 63 Total = 63

tanto en la zona leísta del centro peninsular (con un 63 %) como la zona del sur
(76,3 %), donde siguen un patrón normativo etimológico. También coincide con
la preferencia de inanimados en el español en contacto con lenguas amerin-
dias como el tzutujil (García Tesoro 2018: 89), el tepehuano y el otomí (Avelino y
Torres, en este volumen).
En cuanto a la definitud, especificidad e individuación la Tabla 11 revela que
las duplicaciones las encontramos con mayor frecuencia con referentes definidos
(13c), específicos (13d) e individuados (13e).

Tabla 11: Valores de definitud, especifidad e individuación.

[+def.] [-def.] [+espec.] [-espec.] [+indiv,] [-individ]


50 (79,4 %) 13 (20,6 %) 51 (81 %) 12 (19 %) 39 (61,9 %) 24 (38,1 %)
Total = 63 Total = 63 Total = 63

(13) a. Entonces, aquí, en Juliaca, en la afueras hay áreas que son zona rural.
Entonces era fácil encontrar carrizo, las cañas de la cebada, de la avena
y hacíamos de eso nuestras cometas. Lo pegamos el papel, lo amarrá-
bamos cualquier tipo de desperdicio.
b. I: Esta papa exclusivamente en hielo, ¿no? en las, en las- Lo tienen una
noche en épocas de invierno ¿no?
E: Sí.
I: Ahí lo echan con agua, con ichu y lo tienen una noche así que le coge
la helada y eso lo pisan. Y lo sacan el amargo que tiene esa papa, la
cáscara y queda el chuño.
c. Y después lo apago la cocina.
d. [. . .]Y todos los años baila, yo participo apoyándolo, acompañándolo a
mi hijito, ¿no? En la Candelaria de Puno y en los Carnavales de acá de
Juliaca.
e. Ya luego lo hice mi pedagógico aquí en Juliaca.

En cuanto a los rasgos semánticos de definitud e individuación mostrados en la


Tabla 11, también son compartidos con los datos que muestra Gómez Seibane
(2021) para la variedad de español en contacto con la lengua vasca, así como para
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 133

las variedades de España sin contacto con otras lenguas. En todos los casos, los
hablantes prefieren las duplicaciones con referentes definidos e individuados.

5 Discusión
El sistema pronominal átono de tercera persona de Juliaca se aleja considerable-
mente del sistema pronominal etimológico, dada la perdida de sus valores refe-
renciales. En distintos estudios de esta variedad (Sánchez Paraíso 2017, Sánchez
Paraíso 2019) habíamos observado que en el objeto directo existe una tenden-
cia a emplear la forma lo sin especificación del rasgo de género y, en menor
medida, de número para cualquier referente. En el objeto indirecto, la tendencia
es consolidar una única forma le como forma de dativo. Esto supone que lo y le
tienden a consolidarse como marcas de concordancia objetiva acusativa y dativa,
respectivamente.
En efecto, según los datos analizados en las Tablas 5 y 6, se constata el uso
mayoritario de una única forma lo acusativa que ha dejado atrás su función refe-
rencial: en el 72,7 % de los casos esta forma no distingue el rasgo de género y en el
54,5 % es insensible al de número. Esta inespecificación de los rasgos morfológi-
cos se compensa con una mayor predisposición a la coaparición del clítico con la
frase referencial (frente a lo que ocurre en otras variedades de español como las
de España analizadas por Gómez Seibane), posición estructural que lo afianza
como una marca de concordancia de acusativo.
En esta línea, autores como García-Miguel (1991), Suñer (1993), Enrique-Arias
(2003), entre otros, consideran que en español los clíticos están experimentando
un proceso de gramaticalización para evolucionar hacia concordancias de objeto;
un proceso lento que comienza en el objeto indirecto. La duplicación de objeto
supone, así, un argumento a favor de ese proceso. Así pues, el fenómeno de la
duplicación de objeto forma parte de la evolución del español, lo que significa
que no es exclusivo de las zonas de contacto.
En el caso que nos ocupa, la variedad de Juliaca, este proceso de gramati-
calización del sistema pronominal átono está más avanzado, como indican los
siguientes indicadores: a) el hecho de que lo tienda a ser la forma de acusativo
mayoritaria, sin especificación de los rasgos de género o número; b) el aumento
de la frecuencia de aparición de la duplicación en esta variedad (11,49 %) frente a
otras variedades donde el proceso de gramaticalización parece estar en una etapa
menos avanzada, como la del Sur de España (1,02 %) con un sistema etimológico
con diferenciación de los rasgos de género y número en el objeto directo y de
número en el indirecto.
134 María Sánchez Paraíso

La reorganización del sistema pronominal hacia marcas de concordancia


en Juliaca tiene como acelerador el contacto con el quechua, lengua que marca
morfológicamente el caso, pero no el género. Como explican García Tesoro y
Fernández-Mallat (2015: 150–152), el quechua posee un sistema de marcación
de objeto diferente al sistema pronominal átono del español – la persona y el
número del sujeto y del objeto están marcados en las formas verbales –; no
realiza fonéticamente la marca de objeto que señala la 3.ª persona, y no gramati-
caliza los rasgos de género. Sin embargo, sí tiene marcas de caso para acusativo y
para dativo. Lo interesante de esta evolución es la semejanza que guarda con los
sistemas pronominales átonos que se dan en otras variedades de español en con-
tacto con otras lenguas amerindias (Palacios 2011, Palacios 2015a; García Tesoro
2018; Torres Sánchez 2015; Hernández y Palacios 2015). La característica común
a todas esas lenguas es que no gramaticalizan el género; este rasgo actúa como
catalizador del cambio lingüístico. Como explican Palacios y Pfänder (2018: 10)
“el mecanismo de la convergencia lingüística tendría como efecto lingüístico la
neutralización del patrón de género del sistema pronominal y la consolidación
de las formas pronominales como marcadores caso, y su consiguiente pérdida
gradual de autonomía sintáctica”. Por consiguiente, el quechua acelera la gra-
maticalización de los pronombres a marcas de concordancia objetivas y, tal como
hemos visto, los hablantes reorganizan el paradigma.
Siguiendo la línea de Palacios (2007: 263) considero que estamos ante un
cambio indirecto inducido por contacto, es decir, “no se importa directamente
material de otra lengua [. . .]. [El hablante] aprovecha la evolución interna de esa
lengua B para hacer aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comuni-
cativa obedece a procesos cognitivos de la lengua A de contacto”. Por lo tanto, el
sistema pronominal está viviendo un proceso de gramaticalización, como vemos
en otras áreas, y el quechua está orientando el cambio del sistema. De este modo,
el pronombre deja de tener valor referencial y adquiere la característica de mar-
cador de caso, por lo que no se produce una importación directa de la lengua
quechua al español, sino que los hablantes codifican su sistema pronominal con
estos nuevos valores impulsados por el quechua. La duplicación, como se ha
caracterizado en esta variedad, es la consolidación de lo como marca objetiva de
acusativo.
Si bien todavía minoritario (11,49 %), el fenómeno de la duplicación de objeto
directo en Juliaca se favorece con referentes inanimados (79,4 %) y no humanos
(77,8 %), definidos (79,4 %), específicos (81 %) e individuados (61,9 %). Nótese
que el cambio surge a partir de la categoría más prototípica: inanimado, defi-
nido e individuado. Es de esperar que, conforme vaya aumentando la frecuen-
cia de uso de la duplicación, estas restricciones vayan desapareciendo y los
contextos se ampliarían, si bien esto está lejos de ocurrir al menos de momento.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 135

Como Gómez Seibane (2021) señala en el castellano del sur de España, donde los
hablantes poseen un sistema pronominal etimológico, los hablantes tienden a
duplicar el objeto directo también con referentes inanimados, definidos e indi-
viduados, tal como hacen los hablantes de Juliaca. Esto indica que este nuevo
fenómeno empieza por el objeto directo prototípico. Además, los datos obtenidos
concuerdan con lo que Avelino y Torres (en este volumen) han encontrado en el
español mexicano en contacto con el tepehuano y con el otomí: la duplicación
se ve favorecida con referentes inanimados, definidos y específicos. No obstante,
estos datos contrastan con el comportamiento de la animacidad en el español
en contacto con el vasco (Gómez Seibane 2017, Gómez Seibane 2021), en donde
los referentes animados son los preferidos a la hora de duplicar. Como explica
la autora, en el País Vasco el caso se está perdiendo con la extensión del leísmo
y el leísmo está regido por la animacidad, a diferencia de lo que ocurre con el
sistema pronominal de Juliaca donde la distinción de caso es el rasgo que ver-
tebra el sistema. Así, la duplicación en Juliaca se inicia con el objeto prototípico
acusativo, mientras que al objeto prototípico dativo lo caracteriza la animacidad.
En el caso de la variedad de español de Argentina, Belloro (2012) muestra que
la mayoría de las frecuencias de clítico corresponde a doblados con referentes
nuevos, es decir, inactivos, y concluye que la asociación de los doblados con refe-
rentes inactivos se ha considerado un indicio del proceso de gramaticalización
de los clíticos de acusativo. Así pues, vemos que en esta área el doblado es conse-
cuencia del avance de los pronombres hacia concordancias de caso. Volviendo a
la variedad de Juliaca, encontramos que se siguen los mismos parámetros que en
Argentina; esto es, la mayoría de las duplicaciones tienen lugar en las estructuras
de doblado, que en su totalidad se asocian con referentes inactivos (Tabla 10).
Pero hay una especificidad que distingue Juliaca de la variedad argentina: en el
81,1 % de los doblados, la forma pronominal que aparece es lo, una forma que
ha perdido sus propiedades referenciales al neutralizar los rasgos de género y
número. Podríamos decir que en estos casos la forma lo es una concordancia de
acusativo consolidada.

6 Conclusiones
El objeto de este trabajo ha sido estudiar los contextos lingüísticos que favorecen
la duplicación de objeto directo en el español andino de Juliaca (Puno, Perú). En
el estudio de esta variedad de español en contacto con el quechua, se destaca
el uso de la forma pronominal lo, como pronombre preferente, y su coaparición
con un pronombre o frase nominal pospuesta al clítico. Así se ha presentado la
136 María Sánchez Paraíso

evolución del sistema pronominal átono del español andino peruano en el que se
observa un proceso de gramaticalización del pronombre lo que pierde sus valores
referenciales y se convierte en una marca de caso.
He mostrado, en consonancia con otros autores (Palacios 2015a, Palacios
2015b; Torres Sánchez 2015; García Tesoro 2008, García Tesoro 2018; García Tesoro
y Fernández Mallat 2015; Gómez Seibane 2017, Gómez Seibane 2021; entre otros)
cómo el sistema pronominal átono de las variedades del español en contacto con
otras lenguas sigue patrones sistemáticos muy bien definidos y están inmersos
en un proceso de gramaticalización en el que la lengua de contacto acelera la
pérdida de referencialidad de los pronombres para convertirse en marcas de caso
objetivas. La duplicación es el último eslabón de ese proceso.
Así, en la variedad en estudio se está produciendo la reestructuración del
sistema pronominal donde el pronombre átono lo deja de tener su valor referen-
cial para convertirse en una marca de caso; el pronombre ha dejado de especifi-
car el género (y en menor medida el número) del referente y se tiende a utilizar lo
como marca de acusativo. En el caso de esta variedad de español, es el quechua
el que impulsa el proceso de gramaticalización inducido por el contacto, ya
que esta no gramaticaliza el género y se ha producido debido a la situación de
bilingüismo y contacto intenso con esta lengua. Así el pronombre lo ha comen-
zado a consolidarse como una marca de caso. En este marco, hemos constatado
que la duplicación se asocia con referentes inanimados (79,4 %) y no humanos
(77,8 %), definidos (79,4 %), específicos (81 %) e individuados (61,9 %). Este
nuevo fenómeno todavía minoritario (11,49 %), pero mucho más frecuente que
la duplicación registrada en España, empieza por el objeto directo prototípico
como corresponde con la congruencia sistemática que “corresponde al grado de
acuerdo de un paradigma parcial, de una forma flexiva o de un marcador mor-
fológico con las correspondientes propiedades sistemáticas definitorias” (Elvira
1998: 80). Es ciertamente interesante la asociación mayoritaria de la forma lo con
duplicaciones, ya que ofrecen un argumento de peso para consolidar la hipótesis
de la evolución de los pronombres hacia marcas de concordancia.
La repetición del mismo patrón en distintas variedades del español se con-
vierte en un sólido argumento a favor de un proceso de gramaticalización en
el español donde los pronombres evolucionan a marcas de concordancia – el
acusativo con referentes inanimados y el dativo con animados –. De ahí que con-
sideremos que la duplicación es la etapa más evolucionada del proceso de gra-
maticalización de las formas pronominales hacia concordancias de objeto que se
da en el español.
La duplicación del objeto directo posverbal en el español andino de Juliaca (Perú) 137

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Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez
La mirada y los recursos lingüísticos
en contacto
Estrategias multimodales en la narración colaborativa
en español y en quechua

1 Introducción
La mirada se considera un recurso comunicativo con múltiples funciones y ha
sido estudiado desde distintas perspectivas. La posibilidad de percibir la direc-
ción de la mirada ha posibilitado sus usos comunicativos y la ha convertido,
en sí misma, en un acto social, cuyo uso en la interacción tiene un carácter
sistemático y ordenado (Rossano 2012). En este sentido, se ha resaltado su valor
como recurso de coordinación en la toma de turno, la organización de la par-
ticipación y la formación de acciones (Kendon 1967; Goodwin 1981; Rossano
2012; entre otros), y como uno de los recursos apelativos principales para movi-
lizar una respuesta por parte del interlocutor (Stivers y Rossano 2010). Diversos
estudios han resaltado el uso sistemático de la mirada en la interacción y han
identificado patrones de uso que han sido confirmados de forma cuantitativa
gracias el uso de herramientas de seguimiento de la mirada (Brône et al. 2017;
Zima 2017; entre otros). Esta multiplicidad de funciones y su importancia en
la interacción ha resultado en que mirar al otro, durante una conversación, es
lo más frecuente, mientras que no hacerlo puede resultar problemático. Sin
embargo, aunque los estudios comparativos con respecto a diferencias cultura-
les sobre el uso de la mirada son relativamente escasos, reportes sobre su uso
en hablantes de tzeltal (Rossano et al. 2009) o en comunidades navajo (Worth
y Adair 1970), por ejemplo, han cuestionado la universalidad de estos patrones
y han sugerido diferencias culturales en el uso de la mirada. En este sentido,
el presente trabajo pretende contribuir al estudio comparativo de la mirada en
distintas variedades del español, con un énfasis en la región de Cochabamba,
donde se registra un uso de la mirada diferente de los patrones reportados en
otros estudios.

Ignacio Satti, Albert-Ludwigs-Universität Freiburg, [email protected]


Mario Soto Rodríguez, Albert-Ludwigs-Universität Freiburg, mario.soto@romanistik.
uni-freiburg.de

Open Access. © 2021 Ignacio Satti et al., published by De Gruyter. This work is licensed under
the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-007
140 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

La importancia de la mirada en la interacción social también está relacio-


nada al hecho de que, cuando se produce cara a cara, se trata, por definición,
de una interacción multimodal, en el sentido de que los participantes en la
interacción no tratan solamente con palabras y sonidos (modalidades vocal-
auditivas) sino también, por ejemplo, con gestos y posicionamientos corporales
(modalidades viso-espaciales) (Stivers y Sidnell 2005). En este trabajo, enton-
ces, adoptamos un acercamiento multimodal a los datos que considera el acto
comunicativo como una combinación de recursos vocales-auditivos y recursos
viso-espaciales.
A los fines de este proyecto, hemos adoptado la narración colaborativa como
locus para la comparación de las estrategias comunicativas que utilizan los parti-
cipantes en las diferentes regiones de estudio. Las prácticas narrativas, visto que
se encuentran presentes en distintas culturas y grupos etarios, resultan un locus
ideal para comparar grupos culturales de distinta proveniencia (Labov 1972) y
por la misma razón han llamado la atención de los estudios conversacionales
prácticamente desde sus inicios (Sacks 1995). En principio, para que una narra-
ción tenga lugar, se necesitan dos participantes: un narrador, que se posiciona
como conocedor de los hechos, y un receptor de la historia, que, al menos en
parte, no está al tanto de los eventos. Sin embargo, en caso de que dos o más
participantes tengan conocimiento de los hechos, la práctica de narrar puede
realizarse de forma colaborativa, alternando los turnos y dividiendo las tareas
narrativas entre dos potenciales conarradores (Mandelbaum 1987; Lerner 1992).
Este tipo de narración, que denominaremos narración colaborativa, es el objeto
de estudio de este trabajo.
Visto que nuestro análisis comparativo se centra en la región de Cocha-
bamba, tomamos en cuenta la convivencia intercultural en esta región entre
grupos de hablantes de español y de lenguas locales nativas. Los efectos de este
contacto se han evidenciado en cambios e innovaciones en las respectivas estruc-
turas gramaticales (Pfänder et al. 2009; Soto Rodríguez 2013; Dankel 2015; Pala-
cios 2017; Haboud 2019; entre otros). En este sentido, intentaremos relacionar
nuestros resultados con la importancia del contacto lingüístico y mostrar que la
mirada puede ser un factor más a tener en cuenta desde esta perspectiva. Para
este efecto, en primer lugar, describiremos el corpus y la metodología aplicada
para obtener nuestros resultados (Sección 2). A continuación, presentaremos
resultados cuantitativos en el uso de la mirada (Sección 3) y discutiremos algunas
de sus implicaciones principales (Sección 3.1.). Posteriormente, con el objetivo
de mostrar la relevancia de estos resultados en la selección de recursos lingüís-
ticos, realizaremos un análisis comparativo de las estrategias multimodales que
movilizan los participantes en tres tipos de tareas comunicativas recurrentes en
narraciones, como es el caso de las interrupciones por parte del conarrador (4.1),
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 141

los pedidos de verificación (4.2) y las búsquedas de palabra (4.3). Por último,
resumiremos los resultados y discutiremos las implicaciones teóricas de nuestro
trabajo (Sección 5).

2 Corpus y metodología
Los datos del presente trabajo provienen del corpus Freiburg SofaTalks (FST),
desarrollado en el Seminario de Romanística de la universidad de Friburgo. El
corpus reúne más de 200 grabaciones en audio y video en distintas lenguas, en
las cuales dos personas están sentadas juntas y hablan sobre experiencias com-
partidas. El moderador de la grabación, que se encarga de llevar la cámara al
espacio de los participantes, tiene en todos los casos una relación personal con
ellos y es, además, parte de su comunidad de habla. La cámara se coloca en una
posición fija frente a los participantes, de modo tal que las acciones de ambos
son visibles en todo momento. Esto nos permite una anotación efectiva del com-
portamiento de la mirada y de los movimientos de los participantes.¹ Para los
fines de este trabajo, hemos utilizado grabaciones en español provenientes del
corpus FST, con participantes de la provincia de Buenos Aires (Argentina), de
Cochabamba (Bolivia), de Bogotá (Colombia) y de migrantes hispanohablantes
residentes en la ciudad de Friburgo (Alemania). Completamos nuestros datos con
una grabación en quechua de similares características, procedente de la región
de Cochabamba, Bolivia, inicialmente registrada con propósitos didácticos.²
Como primer paso en la codificación de los datos, siguiendo el modelo de
Quasthoff (2001), identificamos los momentos donde los participantes se invo-
lucran en una narración colaborativa. Identificamos un total de 129 instancias
de narración colaborativa con una duración combinada de aproximadamente 6
horas. En segundo lugar, realizamos una transcripción de la mirada basada en
una anotación binaria (sí/no) de tres parámetros: 1) el participante a la izquierda
(A) mira al participante a la derecha (B); 2) el participante a la derecha (B) mira
al participante a la izquierda (A); 3) contacto visual entre A y B (obtenida del
cruce automático de las líneas 1 y 2). Para realizar esta transcripción hemos uti-
lizado el programa ELAN. Los resultados de esta codificación se presentarán en la
Sección 3. El tercer y último paso de la codificación es la identificación de tareas
recurrentes en esta actividad que funcionarán como punto de comparación para

1 Además, contamos con una segunda cámara que graba la escena incluyendo las acciones del
tercer participante.
2 “Return to Ucuchi” https://clas.osu.edu/resources/quechua.
142 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

analizar las estrategias multimodales que movilizan los participantes. Para las
transcripciones verbales hemos utilizado las convenciones de transcripción GAT2
(Ehmer et al. 2019) mientras que para la representación de la mirada en la trans-
cripción verbal hemos utilizado las convenciones propuestas por Rossano (2012),
adaptadas en este trabajo para visualizar una interacción triádica.
Es importante destacar que nuestro acercamiento a los datos toma como base
las acciones comunicativas que realizan los participantes (Schegloff 2007), con
el objetivo de llegar a los recursos movilizados para hacerla interpretable como
tal. Este tipo de acercamiento es parte del método de la lingüística interaccional
(Couper-Kuhlen y Selting 2017). Desde esta perspectiva, la determinación del tipo
de acción proviene directamente de los participantes mediante el procedimiento
de evidencia en el siguiente turno: a modo de ejemplificación, una interrupción
se evidencia como tal si se produce una secuencia lateral y posteriormente se
retoma la narración donde fue interrumpida, es decir, esto demuestra que para
los participantes se trata también de una interrupción momentánea en la acti-
vidad narrativa; o bien, en el caso de un pedido de verificación, este ha sido
identificado solamente como tal si lo que sigue al mismo es precisamente una
confirmación por parte del otro participante. Los casos que no registran este
tipo de evidencia han quedado fuera de nuestra colección de ejemplos. De esta
manera, nuestra atención se enfoca en la interrelación de recursos verbales y no
verbales como prácticas comunicativas interpretables como una acción para el
resto de los participantes en la interacción.

3 El uso de la mirada en las distintas regiones


estudiadas
El análisis de las grabaciones de la región de Cochabamba muestra que los usos
de la mirada en esta región son diferentes al del resto de nuestros datos, particu-
larmente en lo que respecta a la frecuencia de uso de la misma. Sin embargo, la
comparación de los usos de la mirada presenta desafíos metodológicos, ya que el
hecho de que en un fragmento no se utilice la mirada no significa necesariamente
que en los diez segundos sucesivos no se la utilice nuevamente. En este sentido,
el hecho de “mirar” sí puede estar sujeto a un análisis cualitativo, es decir, es
posible describir algunos usos de la mirada en una cierta comunidad mediante
este tipo de análisis. Sin embargo, el polo opuesto, el hecho de “no mirar”, puede
estar sujeto a diferentes contingencias situacionales. Para sacar conclusiones
al respecto, consideramos que se requiere un análisis cuantitativo comparativo
que permita establecer que, efectivamente, los participantes de una determinada
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 143

región utilizan menos frecuentemente la mirada en una interacción. Para poder


realizar un análisis comparativo de este tipo consideramos necesario tomar como
punto de partida la acción, visto que, como han mostrado Rossano et al. (2009:
191–192), los usos de la mirada están sujetos principalmente al desarrollo de
“cursos de acción”. Creemos que una comparación de narraciones colaborativas
resulta un locus ideal para analizar las diferencias en el uso de la mirada que se
presentan en las diferentes regiones.
A partir de la codificación de la mirada presentada en la Sección 2, hemos
obtenido tres situaciones principales que constituyen nuestros referentes de
comparación: momentos en donde uno de los participantes mira al otro, pero
el otro mira al vacío o al moderador; momentos de contacto visual entre A y B; y
momentos en los que ni A ni B miran al otro. Es importante remarcar que estas
formaciones son dinámicas y siempre cambiantes, como puede observarse en
la representación icónica de los usos de la mirada en la Sección 4; es decir, los
resultados aquí presentes son de tipo exclusivamente cuantitativo en términos
temporales. La Tabla 1 muestra los resultados de esta codificación comparando
resultados en la región de Cochabamba con el resto de nuestros datos.³

Tabla 1: Comparación regional del comportamiento de la mirada en narraciones colaborativas.

Bog., Bs. As., Fri. Cocha.


Uno de los dos mira al otro 56 % 11,6 %
Contacto visual 11,5 % 1,4 %
Ninguno de ellos mira al otro 32,5 % 87 %
Tiempo total (narraciones) 3 horas 50 minutos 2 horas 15 minutos
Participantes 30 14

Como se puede observar, la frecuencia del uso de la mirada en los participantes


de la región de Cochabamba es llamativamente menor, tanto en lo que respecta
a momentos en los que uno de los participantes mira al otro (cinco veces menor)
como en momentos de contacto visual (más de ocho veces menor). Este resultado
es uno de los aportes principales de este trabajo y sus implicaciones serán anali-
zadas en las secciones subsiguientes.

3 Si bien se han encontrado algunas diferencias de frecuencia entre los participantes de Bogotá,
Buenos Aires y Friburgo, estas son menores y en todos los casos contrastantes con las cifras de
la región de Cochabamba.
144 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

3.1 Prácticas de monitoreo en la narración colaborativa

En una interacción focalizada (Kendon 1990), como es el caso de la narración


colaborativa, resulta relevante para los interactuantes demostrar que están escu-
chando a su interlocutor, es decir, que están involucrados con la interacción en
proceso, y de qué manera lo están haciendo, en el sentido de qué rol cumplen en
la interacción según su estatus de participación (Goffman 1981). En este sentido,
mirar al hablante es una forma de demostrar que el oyente está involucrado en la
interacción, mientras que la falta de mirada del receptor puede considerarse como
una falta de interés o, al menos, sancionada como problemática por el hablante
(Goodwin 1981). En una narración colaborativa, en particular, se ha observado
que un participante que también conoce los hechos, y que puede convertirse en
potencial narrador de la historia, muestra de distintas maneras que monitorea
la presentación de la historia, siendo uno de estos medios el uso de la mirada
hacia el narrador. De esta manera, la explicación central que encontramos a las
diferencias cuantitativas en el uso de la mirada en la región de Cochabamba es
que las prácticas de monitoreo (Goodwin 1980) de los conarradores durante la
narración son diferentes. En nuestros datos de Buenos Aires, Bogotá y Friburgo,
el conarrador mira habitualmente al narrador mientras este habla (Figura 1),
lo cual se asemeja a resultados mostrados por diferentes estudios respecto al
comportamiento de los receptores. En cambio, en las narraciones de la región
de Cochabamba el potencial conarrador no utiliza habitualmente la mirada para
monitorear las acciones del narrador actual (Figura 2).

Figura 1: Configuración más frecuente (Bog. Bue. Fri.).


c

Figura 2: Configuración más frecuente (Cocha.).


c

La diferencia en las prácticas de monitoreo también puede explicar las diferen-


cias en la frecuencia del establecimiento de contacto visual. Esto se debe a que,
habitualmente, cuando el narrador mira al conarrador, si este lo está mirando se
establece inmediatamente contacto visual (Figura 3), mientras que, si el conarra-
dor no lo está mirando, no se establece contacto visual, o al menos no inmedia-
tamente (Figura 4). Creemos que este resultado, en sí mismo, tiene importancia
interdisciplinaria y puede resultar fundamental para facilitar el diálogo intercul-
tural, visto que, potencialmente, las prácticas de monitoreo más frecuentes en
una región pueden resultar problemáticas en otra región.
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 145

Figura 3: Establecimiento del contacto visual


cuando el narrador se gira hacia el conarrador.
c c c

Figura 4: Giro del narrador hacia el conarrador sin


establecimiento del contacto visual.
c c

Más allá de las implicaciones que puedan tener estos resultados de forma
general, también creemos que estas diferencias pueden estar relacionadas de
forma directa con los recursos lingüísticos que los participantes movilizan en una
interacción. El establecimiento del contacto visual es un vehículo fundamental
para el uso de recursos visuales, como los gestos manuales y las expresiones
faciales, los cuales se ha demostrado que pueden cumplir funciones modales
(Kaukomaa, Peräkylä y Ruusuvuori 2014; Bressem y Müller 2014) e interacciona-
les (Goodwin 1986; Mondada 2016; Dankel y Satti 2019). Es decir, establecer con-
tacto visual puede considerarse un prerrequisito para que estos recursos estén
disponibles en un determinado contexto secuencial. Entonces, si los participan-
tes de la región de Cochabamba establecen con menos frecuencia el contacto
visual, esperaríamos también que harán menos uso de estos recursos, visto que
no estarán disponibles en ese determinado momento. Por esta razón, surge la
pregunta sobre qué recursos utilizan para realizar tareas que en el resto de nues-
tros datos se realizan con la gestualidad o con la mirada. En lo que sigue, vamos a
intentar responder a esta pregunta en base a tres tipos de tareas conversacionales
concretas que hemos elegido entre varios fenómenos que permitan observar el
empleo de diversos recursos comunicativos durante una interacción.

4 Análisis comparativo de acciones


conversacionales en la narración colaborativa
En este apartado, se realizará un análisis comparativo preliminar⁴ que indaga las
implicaciones de los resultados del uso de la mirada en el uso de los recursos
lingüísticos en la región de Cochabamba en base a tres actividades narrativo-
colaborativas: las interrupciones por parte del conarrador, los pedidos de verifi-
cación por parte del narrador al conarrador y las búsquedas de palabra por parte
del narrador. Para ello, presentaremos cada vez dos ejemplos, uno de Buenos

4 Un análisis en profundidad de cada una de estas acciones se encuentra en desarrollo.


146 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

Aires, Bogotá o Friburgo y uno de la región andina, para ilustrar las diferencias
en los recursos utilizados para hacer interpretable la misma acción en el contexto
de la narración colaborativa.

4.1 Las interrupciones del conarrador

Cuando dos o más participantes tienen conocimiento de los hechos, como es el


caso de la narración colaborativa, el participante que no se encuentra narrando
monitorea si la historia presentada por el narrador actual es correcta según su
propia perspectiva del evento. En caso contrario, puede interrumpir la narración
en proceso para corregir algún elemento de la historia (Lerner 1992; Sacks 1995).
Cuando esto sucede, se produce una secuencia lateral (Jefferson 1972) donde se
negocia un posible acuerdo antes de volver a la actividad narrativa.⁵
En el ejemplo (1) observamos el desarrollo de este fenómeno. En este extracto,
Irina (A) y Pedro (B), una pareja española residente en la ciudad de Friburgo,
cuentan a un amigo en común (C) una anécdota de una colega en el restaurante
donde ambos trabajaban al momento de la grabación. Después de ofrecer infor-
mación contextual (previo a la transcripción), Pedro proyecta el avance a la
siguiente fase de la anécdota (L22: y entonces fue que. . .) pero, en ese momento,
Irina interrumpe la narración para corregir una información sobre su colega (L23).
La narración se retoma en la línea 30 (y entonces fue como. . .), una vez concluida
la secuencia lateral.
Si observamos los recursos movilizados por Irina en la iniciación de la inte-
rrupción observamos que, además de iniciar su turno con pero,⁶ Irina utiliza tanto
un gesto manual con el dedo índice levantado, así como una expresión facial
basada en un movimiento lateral de la cabeza (Figura 6). Asimismo, la transcrip-
ción permite constatar la interacción constante mediante la mirada en este tipo
de secuencias de desacuerdo, particularmente en lo que respecta al estableci-
miento frecuente y sostenido del contacto visual durante esta tarea. Como hemos
mencionado previamente, este tipo de información visual puede tener un poten-
cial comunicativo relevante tanto en términos modales como interaccionales y
podemos suponer que tiene relevancia interaccional ya que en ese momento se
establece contacto visual entre los participantes. El establecimiento del contacto

5 Las interrupciones por parte del conarrador han sido analizadas detalladamente en una con-
tribución que ya se encuentra en proceso de revisión. En este apartado mostramos solamente las
ideas principales a modo de ejemplificación para los fines de la presente contribución.
6 Junto a no, pero es el recurso lingüístico más frecuente que utilizan los participantes para
interrumpir la narración en todas las regiones analizadas (Satti y Soto Rodríguez en prensa).
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 147

visual y el uso de la gestualidad en la iniciación de las interrupciones es muy fre-


cuente en nuestros datos de Buenos Aires, Bogotá y Friburgo.⁷

Figura 5: 22 PED: y entonces FUE que#. Figura 6: 23 IRE: [pero ella] no# vivía.

El ejemplo (2), a continuación, ilustra un caso de una interrupción en la narración


en nuestros datos en lengua quechua. En este extracto, Leo (B) narra a su hijo
el retorno a su comunidad después de realizado el servicio militar. Sin embargo,
Isabel (A) interrumpe a Leo para agregar que, antes de que partiera hacia el
cuartel, ya habían tenido un hijo (L18).

7 En estos datos, los participantes establecen contacto visual en el 82% de los pares adyacentes
que inician a la interrupción e incluyen gestualidad en el 91,3% de los turnos que inician la
misma (Satti y Soto Rodríguez en prensa).
148 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

En nuestro ejemplo, a diferencia del ejemplo (1), observamos que no se establece


contacto visual durante el par adyacente de la interrupción y tampoco encontra-
mos uso de gestualidad acompañando el turno con el cual Isabel interrumpe la
narración de Leo (Figuras 7, 8 y 9).⁸ Por esta razón, surge la pregunta sobre qué
tipo de recursos utiliza Isabel para marcar las funciones modales e interaccio-
nales que en el ejemplo (1) se llevan a cabo con la gestualidad y la mirada. En
principio, resulta interesante que Isabel realiza la interrupción con pero, aunque
lo hace posponiendo esta partícula, es decir, adaptada al sistema morfosintáctico
del quechua, a modo de partícula modal. Además, la hablante incluye el morfema
-qa al final del turno (L21). Si bien esta partícula se considera un marcador de
tópico localizado al inicio del enunciado (Cerrón-Palomino 2008), en nuestros
ejemplos se emplea regularmente a final del turno y con valor apelativo hacia
otro participante (véase también la Sección 4.3). Una evidencia directa de este
valor apelativo radica en el hecho de que la misma moviliza una respuesta de Leo

8 En nuestros datos de Cochabamba, además de establecer contacto visual de forma menos


frecuente (28% en Cochabamba versus 82% en el resto de las regiones), los participantes utili-
zan menos frecuentemente gestos manuales o expresiones faciales para esta tarea (36% versus
91,3% en el resto de las regiones) (Satti y Soto Rodríguez en prensa).
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 149

Figura 7: 18 [c]uartelman Figura 8: 19 wawayux# Figura 9: 21: cuartel#


#pero. kasqayman. manqa.

casi de forma inmediata (L22). El hecho de que ambas partículas se encuentren


pospuestas refuerza su función apelativa (Mulder y Thompson 2008; Traugott
2012; entre otros) y, potencialmente, pueden funcionar como sustitutivas de los
usos de la mirada con este tipo de funciones.⁹

4.2 Los pedidos de verificación

En el contexto de la narración colaborativa, estudios previos han reportado el uso


recurrente de pedidos de verificación por parte del narrador al otro participante
que también tiene conocimiento de los hechos (Goodwin 1981; Mandelbaum
1987; Lerner 1992). Este tipo de pedidos han sido descritos como un mecanismo
del narrador para reestablecer una simetría epistémica, mostrando que también
el otro participante presente es conocedor de los hechos (Goodwin 1981: 159).
En nuestro corpus de narraciones colaborativas, este tipo de pedidos también
resulta frecuente.
Los pedidos de verificación pueden considerarse un subtipo específico de
la narración colaborativa de lo que es, en modo más amplio, un pedido de con-
firmación. De forma general, este tipo de pedidos se hacen interpretables como
tales a partir de formatos multimodales que incluyen marcadores epistémicos
de mitigación (como creo), preguntas confirmatorias (como no? O cierto?), pro-
sodia ascendente y direccionamiento de la mirada hacia el receptor del pedido
(Ehmer y Satti en preparación); es decir, recursos que han sido identificados
de forma general como movilizadores de una respuesta (Stivers y Rossano
2010). Si bien este también es el caso de los pedidos de verificación registra-
dos en nuestro corpus, observamos que estos recursos no se utilizan de la

9 En nuestros datos hemos registrado diferentes recursos complementarios con valor apelativo.
Aquí nos limitamos a los casos presentes en los ejemplos revisados.
150 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

misma manera en todas las regiones analizadas. El ejemplo (3), a continuación,


muestra un caso prototípico de un pedido de confirmación dentro de una narra-
ción colaborativa.

En este caso, dos amigos argentinos narran una anécdota ocurrida con un auto.
Julio (B) cuenta a un tercer amigo (C) que, junto con Pablo (A), decidieron sacar el
auto al patio trasero de la casa de Pablo a modo de travesura. En las líneas 5 y 6,
Julio se dirige a Pablo para confirmar la dimensión del patio trasero, aproximada-
mente unos ocho metros, lo cual es confirmado por Pablo en la línea 7. Julio cons-
truye su turno incluyendo marcas epistémicas de mitigación como no sé y serían
que, sumados al establecimiento del contacto visual con Pablo, hacen relevante
una confirmación por parte de este último antes de continuar con la narración.
El establecimiento del contacto visual durante el pedido de confirmación cons-
tituye una de las estrategias más frecuentes para esta acción en nuestro corpus
de narraciones, lo cual ya ha sido registrado en otros contextos (Goodwin 1981;
Mandelbaum 1987).
Si tenemos en cuenta las diferencias en el comportamiento de la mirada en
las narraciones de Cochabamba, entonces esperaríamos que los participantes de
esta zona movilicen otro tipo de recursos para realizar un pedido de confirma-
ción. Esto es lo que sucede en el ejemplo (4). En este extracto, Eva está contando a
Tato, un amigo cercano, sobre la primera vez que quedó embarazada, lo cual fue
poco después de que tuvieran que despedirse de un niño que querían adoptar. En
la línea 23, Eva se dirige a Carlos, su pareja, para pedirle confirmación sobre si
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 151

el tiempo que pasó entre despedir al niño y la noticia de que estaba embarazada
fue “una semana”.

En la línea 23, encontramos un pedido de confirmación a Carlos, que confirma la


información en la línea 24. En este caso, a diferencia del anterior, además de un
marcador epistémico de mitigiación (creo) y de la dirección de la mirada hacia el
receptor del pedido observamos que Eva también integra la partícula confirma-
toria ¿no? Al final del turno. Esto puede deberse a que no se establece contacto
visual al final del pedido de confirmación. Si bien Eva sí dirige su mirada hacia
Carlos, este no la está mirando, ya que se encuentra en la posición de monitoreo
más frecuente en la zona de Cochabamba, es decir, sin mirar al narrador actual.
Esto nos permite suponer que la inclusión de un recurso apelativo adicional,
como es el caso de la pregunta confirmatoria, pueda relacionarse con el hecho
de que el establecimiento del contacto visual no está disponible en este contexto
particular. La tabla 2 ofrece evidencia de que esto no es una excepción, sino que
se repite a lo largo de nuestro corpus. Lo que se puede observar, si tomamos en
cuenta todos los pedidos de confirmación que hemos identificado en nuestros
datos, es que el diseño del pedido de confirmación con preguntas confirmatorias
es más frecuente en la zona de Cochabamba que en el resto de las regiones.¹⁰ En
este sentido, parecería ser que el uso de las preguntas confirmatorias integradas
al final del turno funciona como un recurso apelativo que sustituye potencial-
mente al establecimiento del contacto visual. Esto es similar a lo que plantean
Rossano et al. (2009: 230) para el uso de las repeticiones en secuencias de pre-
gunta y respuesta en hablantes de tzeltal.

10 Un análisis detallado que refuerza esta hipótesis explicando los contracasos se encuentra
en preparación.
152 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

Tabla 2: Diseño del pedido con preguntas confirmatorias.

Bue. Bog. Fri. Cocha.


Pedido con pregunta confirmatoria 42 (21,9 %) 41 (66,1 %)
Pedido sin pregunta confirmatoria 150 (78,1 %) 21 (33,9 %)
Total 192 62

4.3 Las búsquedas de palabra

Las búsquedas de palabra se consideran situaciones de naturaleza incidental


que tienen lugar cuando un hablante interrumpe una actividad comunicativa en
curso porque no puede recordar un elemento léxico o porque no lo sabe. En ese
momento, el desarrollo de la conversación se detiene y se reanuda solo cuando la
búsqueda de palabra se ha completado o abandonado. En este sentido, se trata
de una de las prácticas de reparación conversacional autoiniciada (Hayashi,
Raymond y Sidnell 2012), que se compone de tres etapas: el inicio de la búsqueda,
el proceso de búsqueda y la solución o abandono de la búsqueda.
La búsqueda de palabras, así como otro tipo de reparaciones, a menudo se
acompañan de indicios prosódicos recurrentes como un corte (cut-off), exten-
siones de sonido, marcas de vacilación y repeticiones (Hayashi, Raymond y
Sidnell 2012). Asimismo, se ha destacado el rol fundamental de recursos de tipo
corporal-visual en la búsqueda de palabras, tales como gestos faciales, como la
denominada thinking face, y gestos manuales, como agitar y girar las manos o
levantar la palma para mantener el turno (Goodwin y Goodwin 1986; Hayashi
2003). En las búsquedas de palabra, también ha sido evidenciada la impor-
tancia de la mirada, tanto como recurso de apelación al interlocutor como de
iniciación de una búsqueda individual (Goodwin y Goodwin 1986; Dressel en
prensa).
El ejemplo (5), a continuación, ilustra un caso de búsqueda de palabra en
nuestros datos en español. En este extracto, Laura (A) y Angélica (B), narran a su
amiga, Oriana (C), sobre su aventura escalando el nevado del Tolima, en Colom-
bia. En este fragmento en particular, Angélica cuenta que tenían que caminar en
fila debido a que la niebla bloqueaba completamente la visión. La única forma de
guiarse era la estera de plástico de color reluciente enrollada en la mochila de la
persona que caminaba adelante. Sin embargo, Angélica no recuerda el nombre
de este objeto e inicia una búsqueda de palabra en la línea 69.
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 153

La búsqueda de palabra se inicia con un alargamiento y una interrupción del


turno en la línea 69, es decir, los recursos prototípicos mencionados previamente.
Además del alargamiento, ANG cambia su orientación corporal hacia LAU, que la
está mirando atentamente, y realiza un gesto icónico frente a ella a modo de invi-
tación para colaborar en la búsqueda (Figura 10),¹¹ lo cual ocurre en la línea 71.
ANG mantiene el gesto en movimiento hasta que lo interrumpe para realizar un
chasquido de los dedos en la línea 72 (Figura 11). Este tipo de recursos visuales
resultan frecuentes en la búsqueda de palabras, visto que rellenan un espacio que,
de otra manera, estaría ocupado por un silencio (Hayashi 2003). La colaboración
de LAU, sin embargo, es rechazada por ANG (L73), que reinicia la búsqueda de
palabra (L74). Es importante remarcar que, al reiniciar la búsqueda, ANG establece
el contacto visual con LAU, lo cual la mantiene como colaboradora en la búsqueda,
que finalmente se completa en la línea 76 y permite a ANG el retorno a la actividad
narrativa (L77 y L78). Este fragmento ilustra la importancia de la mirada y de los
recursos corporales en la gestión interaccional del proceso de búsqueda de palabra.

11 Este proceso de realizar un gesto y dirigir la mirada hacia el mismo es una estrategia para
indicar que el gesto es relevante para el proceso de búsqueda (Streeck 1994).
154 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

Figura 10: el:: (.) có#mo. Figura 11: ((suena los dedos)). Figura 12: del Piso#::.

El ejemplo (6)¹² es un caso de búsqueda de palabra en quechua. En el mismo,


Isabel narra sobre el recorrido que tenía que hacer para llegar a otras comuni-
dades cuando era pequeña, usualmente llevando animales con carga. Particu-
larmente, se refiere a una mujer a quien solía encontrar en el camino, pero no
recuerda el nombre de esta persona, por lo que inicia una búsqueda de palabra
que detiene momentáneamente la narración.
En el ejemplo (6) se observa el empleo de diferentes recursos que permiten
hacer interpretable el proceso de búsqueda de palabra por parte de los hablan-
tes. En principio es posible evidenciar el empleo de la extensión vocálica (líneas
77, 81 y 84) y los cortes (líneas 83 y 86), ya reportados por la literatura en tareas
conversacionales de búsquedas de palabras. Sin embargo, también se registra en
este contexto el empleo de partículas lingüísticas propias de la lengua quechua
como lo son los morfemas na, -qa y -mi. Como se mostrará a continuación, estas
partículas de por sí permiten gestionar el proceso de búsqueda de palabra, por lo
que el uso de recursos visuales no parece determinante.
La partícula na funciona como un morfema genérico que puede emplearse en
lugar de un ítem léxico o una construcción que no se logra recordar. Al principio
de nuestro ejemplo (L1), la hablante se vale de na (na karqa ´estaba na´) para
hacer referencia a una mujer cuyo nombre no recuerda. Esta partícula resulta
especialmente productiva en la acción de búsqueda de palabra. En primer lugar, a
diferencia de lo que se ha descripto en otros estudios, la iniciación de la búsqueda
de palabra puede realizarse con esta partícula y no con alargamientos vocálicos o
cortes, lo cual permite la señalización de la búsqueda sin la necesidad de detener
la progresividad del turno de habla. En segundo lugar, en términos sintácticos
su empleo no está restringido a sintagmas nominales como el uso presente en la
línea 1, sino que puede reemplazar eventualmente a cualquier tipo de compo-
nente sintáctico de un enunciado (véanse las líneas 77, 78 y 83). De esta manera,

12 En este ejemplo no hemos realizado una representación icónica del uso de la mirada por
cuestiones de espacio. Un análisis detallado de este ejemplo, incluido el uso de la mirada, está
siendo realizado en una contribución específica sobre los recursos de búsqueda de palabra en
quechua por parte de Soto Rodríguez (en preparación).
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 155

el rango léxico amplio de esta partícula permite al hablante agregar informa-


ción morfosintáctica que ofrece “pistas” para la búsqueda, tanto para el mismo
hablante como para un potencial colaborador presente en el contexto interaccio-
nal, es decir, el quechua ha desarrollado y adaptado a su gramática una marca
formal que señala la falta de una palabra y permite lidiar con el detenimiento
del turno de habla. Puesto que se trata de un recurso gramatical recurrente en el
discurso conversacional quechua, el contacto lingüístico con el español parece
haber motivado en el español de la región andina el empleo de marcas pronomi-
nales demostrativas este, eso con similar función.
156 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

La evidencia mayor al respecto nos la proporcionan construcciones innovativas


con similar valor discursivo, tales como coso y ése (Albó 2008: 22), o construccio-
nes verbales perifrásticas formadas con demostrativos reportadas en esta zona
tales como sabemos ester, quiero ester, hemos estido, sé estar estiendo, estaban
estiendo (Quelca Huanca 2006: 197–203), es decir, en las que se agregan morfe-
mas flexivos a un demostrativo.
El segundo recurso formal que encontramos en nuestro ejemplo es la cons-
trucción interrogativa formada con el morfema -mi (L77), el cual no tiene tra-
ducción directa al español. Este morfema ha sido identificado en nuestros datos
exclusivamente en construcciones interrogativas en el contexto de búsqueda de
palabra, como un recurso que informa al interlocutor del proceso de búsqueda
en ejecución. Es importante remarcar que, si bien se trata de una construcción
interrogativa que potencialmente busca información, el interlocutor no responde
inmediatamente, por lo que podemos pensar que no hace relevante una respuesta
por parte del mismo. De hecho, en nuestros datos registramos habitualmente un
espacio temporal considerable entre una construcción con -mi y la intervención
del interlocutor en la búsqueda de palabra. Esto se debe a que se trata de una
marca que caracteriza la búsqueda de palabra como una actividad que el inter-
locutor puede realizar por su cuenta, es decir, manifiesta que el hablante realiza
una búsqueda mental de algo sobre lo que ha tenido experiencia, que lo sabe,
y puede realizarlo por sí mismo.¹³ Esta función de -mi se constata también en
la gestualidad que acompaña esta construcción, como puede observarse en la
Figura 14, donde la hablante utiliza gestos icónicos que manifiestan esta realiza-
ción de la búsqueda de palabras como una actividad cognitiva individual “en el
interior de uno mismo”.¹⁴
Como hemos mencionado, en las tareas de búsqueda de palabras resulta
relevante diferenciar entre realizar el proceso de forma individual o solicitar la
colaboración del interlocutor. En el ejemplo (6), nuevamente encontramos el

13 Este uso de -mi no parece estar relacionado con las funciones evidenciales que han sido tra-
dicionalmente identificadas en relación al sistema evidencial del quechua en contraste con -si y
chá (Courtney 2015: 106; Floyd 1999). De hecho, en nuestros datos de Cochabamba no se registra
su uso como parte de un sistema evidencial con -si o -chá. Al contrario, su empleo parecería
estar restringido a construcciones interrogativas que dan cuenta de tareas de búsqueda cognitiva
realizadas por cuenta propia del hablante. Dada la especialización de esta construcción para
esta tarea, la hipótesis en desarrollo es que la misma ha sufrido un proceso de gramaticalización
como un fenómeno independiente del sistema evidencial y que no necesariamente forma parte
de este en el quechua de esta región.
14 La manifestación de tareas de búsqueda de palabra mediante construcciones interrogativas
con -mi que aquí describimos ha sido reportada, por ejemplo, en la variedad quechua de Wanka,
aunque en términos diferentes, por Floyd (1999: 88).
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 157

Figura 13: 176 I: cha#kiypi rinayPAx. Figura 14: 177 i#ma nisqAmi kay::: napiqa-.

morfema final -qa para realizar tareas de tipo apelativo,¹⁵ en este caso para soli-
citar la colaboración del interlocutor en la búsqueda de palabra (L77, L78 y L79),
quien efectivamente lo hace en la línea 80. Este morfema también adopta fun-
ciones apelativas en los casos de las interrupciones al interlocutor, como hemos
visto en la Sección 4.1.
A modo de resumen, en las tareas de búsqueda observamos de forma general
la importancia de señalar la iniciación de la búsqueda, de lidiar con el deteni-
miento del turno de habla y de gestionar la colaboración de otros participantes en
la interacción, confirmando estudios previos sobre el tema. En el caso del español
(ejemplo 5), el alargamiento vocálico funciona como estrategia para señalar el
inicio de la búsqueda, como ha sido ya evidenciado, mientras que para lidiar con
el detenimiento de la progresividad del turno y para gestionar la participación del
otro se recurre principalmente al uso de la gestualidad y de la mirada. En el caso
del quechua (ejemplo 6), los hablantes cuentan con recursos gramaticales que
resultan particularmente productivos en este contexto, tanto para la señalización
del inicio de la búsqueda y el mantenimiento de la progresividad del turno (na),
como para gestionar la participación del otro, solicitando su colaboración (-qa) o
indicando independencia epistémica (-mi).

5 Resultados y discusión
Este trabajo ha intentado sentar las bases de un proyecto más amplio que se
propone indagar sobre la importancia de las diferencias culturales en la selec-
ción de recursos lingüísticos. Un análisis detallado del uso de la mirada en nues-
tros datos ha revelado diferencias interculturales sustanciales respecto al empleo

15 Este uso se diferencia de las gramáticas descriptivas del quechua, que lo han considerado
mayormente como un marcador de tópico.
158 Ignacio Satti y Mario Soto Rodríguez

de la mirada en la región de Cochabamba, donde la tendencia, al menos en la


narración colaborativa, no es mirar al otro sino, al contrario, no mirarlo o hacerlo
por tiempo más breve. En cambio, hemos constatado la importancia del uso de
la mirada en nuestros datos de Friburgo (ejemplo 1), Buenos Aires (ejemplo 3) y
Bogotá (ejemplo 5), particularmente en lo que respecta a la realización de tareas
de tipo apelativo, confirmando estudios previos. Un análisis comparativo de
estos casos con ejemplos de la región de Cochabamba, tanto en quechua como en
español, nos ha mostrado que, si bien encontramos algunos de los mismos recur-
sos que en el resto de las regiones, los participantes también se valen de recursos
lingüísticos, especialmente partículas, para la realización de tareas interactivas
que vuelven menos determinante el uso de la mirada y de recursos visuales, como
las expresiones faciales o la gestualidad. En quechua los participantes cuentan
con recursos gramaticales que cumplen funciones interactivas y apelativas, como
el morfema -qa a final de turno, los morfemas -mi y na en búsquedas de palabra
y la posposición de pero con función modal, entre otros morfemas que no hemos
tratado en este artículo. En el caso del español de los Andes, al no contar con este
tipo de morfemas, observamos un aumento de la frecuencia de preguntas confir-
matorias con ¿no? a final de turno, es decir, como recurso apelativo para movili-
zar una respuesta por parte del interlocutor. Resulta interesante, como se observa
en los ejemplos 4 y 6, que los hablantes sí miran a los receptores. Sin embargo,
creemos que las diferencias en las prácticas de monitoreo traen apareada una
expectativa de que, visto que el otro participante no está mirando al hablante,
no se producirá contacto visual si el hablante mira al receptor. En este sentido,
podemos esperar que el diseño de la acción ya tiene en cuenta este factor antes
de la planificación del turno. De esta manera, argumentamos que el quechua ha
codificado en su gramática morfemas de tipo apelativo y modal que permiten
realizar tareas con la mirada que se adaptan a los usos culturales de su comu-
nidad. A su vez, consideramos que los hablantes de español de esta zona, al no
contar con estos recursos, recurren a prácticas innovativas que permiten realizar
tareas de tipo apelativo y modal sin la necesidad de recurrir a la mirada o a la
gestualidad.
Es importante remarcar también las limitaciones del presente estudio. En
primer lugar, la complejidad metodológica de analizar la mirada de forma com-
parativa nos ha restringido a una muestra de datos relativamente pequeña y a un
contexto interactivo específico. En segundo lugar, el análisis comparativo de las
estrategias utilizadas, que se encuentra en proceso, es de tipo preliminar, por lo
que las observaciones aquí expuestas tienen como objetivo mostrar el potencial
comparativo de este proyecto, pero no suponen aún resultados definitivos. Por
último, no hemos incluido en detalle un análisis de los recursos prosódicos que
La mirada y los recursos lingüísticos en contacto 159

utilizan los participantes en estas prácticas, los cuales, potencialmente, también


pueden adoptar funciones apelativas y modales en esta región.
Más allá de estas limitaciones, consideramos haber mostrado la importancia
de adoptar una perspectiva multimodal para analizar situaciones de contacto de
lenguas. Adoptar esta perspectiva ofrece nuevas herramientas para abordar la
diversidad de sistemas culturales y prácticas comunicativas heterogéneas que se
presentan cuando dos o más lenguas se encuentran y conviven en una región
determinada. Un entendimiento de los múltiples factores que interactúan en
estas situaciones nos acerca a una comprensión intercultural que consideramos
fundamental para facilitar los procesos de integración regional.

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Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen
Tener existencial en variedades hispánicas,
con especial atención a los criollos y al
español de Misiones
1 Introducción
Este trabajo estudia un tipo de construcciones existenciales que, en el ámbito
de las variedades del español, se muestra especialmente marginal: el uso del
verbo canónico de la posesión predicativa (tener) con un valor existencial. La
agramaticalidad de las existenciales con tener en la mayor parte de variedades
hispánicas sorprende aún más dentro de un contexto iberorrománico extraeuro-
peo, dado que el portugués de Brasil (Avelar 2018) y el de Angola y Mozambique
(Avelar y Álvarez López 2018)¹ emplean mayoritariamente el verbo posesivo canó-
nico correspondiente en esta lengua (el cognado ter) con valor existencial. Para
ejemplificar el fenómeno, podemos comparar una oración existencial en las dos
lenguas:

Naquela altura tinha (/havia) muitos elefantes em Cabinda


En aquel momento había (*tenía) muchos elefantes en Cabinda

Las nociones semánticas de posesión y de existencia están en relación de conti-


güidad cognitiva, como veremos, pero esto no implica que exista necesariamente
un transvase de formas entre ellas, sino solo que este sería posible en teoría: así,
en la diacronía de algunas lenguas se constata tal cambio (sobre todo, en muchas
lenguas europeas, norteafricanas y del sudeste asiático, además de en muchos
criollos: Creissels 2014), mientras que en la de otras lenguas nunca ha tenido
lugar. Por ello, el hecho de que el cambio “posesión > existencia” haya tenido
lugar en la lengua hermana no implica per se que este deba darse también en
español. En realidad, en iberorrománico, como en otros grupos románicos, tal

1 Nos faltan datos de las variedades del portugués de Guinea-Bisáu y de Timor Oriental en lo que
respecta a existenciales.

Leonardo Cerno, CONICET – Posadas, [email protected]


Miguel Gutiérrez Maté, Universität Augsburg, [email protected]
Joachim Steffen, Universität Augsburg, [email protected]

Open Access. © 2021 Leonardo Cerno, et al., published by De Gruyter. This work is licensed
under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-008
164 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

cambio ya tuvo lugar en etapas mucho anteriores (es la historia de la extensión


de usos de habere posesivo a costa de la cópula existencial en un lento proceso
iniciado en latín vulgar), pero el verbo generalizado después para la posesión
predicativa (te(ne)r)² no siguió el mismo camino en español; solo el portugués – y
no en todas sus variedades – repitió el mismo proceso de cambio. Los datos que
examinamos en este trabajo pueden tomarse entonces como “excepciones” al
comportamiento general del español, que emplea haber (personal o impersonal)
como manifestación canónica de la existencia.
En este trabajo, después de presentar algunos fundamentos teóricos y tipo-
lógicos (apartado §2), comentamos los datos de los criollos palenquero y chaba-
cano, así como de la variedad reestructurada afroyungueña (§3), y del español
de Misiones (§4), para terminar con unas reflexiones sobre la estabilidad del
fenómeno en las variedades estudiadas y sobre la convergencia entre derivas
semánticas universales, cambios por simplificación y cambios inducidos por
contacto (§5). Las construcciones de transcurso temporal del tipo Tiene diez
años que no lo veo, más generales en muchas variedades de español, son cuali-
tativamente diferentes – a pesar de algunos solapamientos conceptuales con la
noción de existencia (Avelar 2012) – y quedan, por tanto, fuera del alcance de
este trabajo.

2 El vínculo posesión-existencia: dinámicas


universales y cambio por contacto
2.1 Continuo semántico y tipos de construccionalización

En la tradición de estudios onomasiológicos sobre las existenciales, iniciada por


Lyons (1967), destaca, a nuestro entender, la contribución de Koch (2012), que
incorpora una perspectiva construccionalista para explicar los transvases de
formas o “vínculos de herencia” (inheritance links) entre la expresión de la exis-
tencia y la de otras categorías contiguas dentro de un continuo semántico. Este
continuo se supone universal en términos cognitivos y consta de tres nociones
fundamentales: posesión, existencia y localización, siendo necesario distinguir

2 Véase Del Barrio de la Rosa (2016), Hernández (2006) y Mattos e Silva (2002) sobre la ampliación
semántica de te(ne)r en iberorrománico durante la Edad Media, ocupando todo el espacio fun-
cional de la posesión predicativa, en detrimento de haber~haver, fenómeno completado, en su
mayor parte, en los siglos XV–XVI.
Tener existencial en variedades hispánicas 165

también los casos en los que la entidad poseída o localizada es temática o remática
(la entidad existente es, por definición, remática).
Así las cosas, también la estructura informativa constituye un criterio adicio-
nal en el modelo de Koch (2012), que se diferencia en este aspecto, por ejemplo,
del modelo de Creissels (2014, 2019), quien mantiene la perspectiva psicológico-
cognitiva y distingue entre transiciones figure-ground o ground-figure dentro de la
localización. La dicotomía tema-rema será, en el marco de nuestra investigación
variacional y tipológica, suficiente como criterio clasificador básico, renunciando
a mayores precisiones, terminológicas y conceptuales, en el ámbito de la estruc-
tura informativa (tipos de focos, tipos de tópicos, etc.: vid. Bosque y Gutiérrez-
Rexach 2009: 675–706; Hartmann y Zimmermann 2007).
Las predicaciones posesivas pueden transitar del poseído al poseedor (pose-
sión temática o “pertenencia”) o del poseedor al poseído (posesión remática). Las
locativas, por su parte, pueden situar entidades discursivamente nuevas (locali-
zación remática) u otras ya conocidas (localización temática). Dentro de las exis-
tenciales, por último, la distinción pertinente no es informativa sino, de nuevo,
semántica, debiendo considerar aparte los significados genéricos y los “delimi-
tados” (bounded, en la tradición cognitivista: vid. Langacker 2008: 136–138),
correspondiendo estos últimos a los casos en los que la existencia de una entidad
dada está ligada a un determinado locus (esto es, a una circunstancia de lugar
o de tiempo). El esquema resultante, acompañado de una primera serie de ejem-
plos del español, quedaría así:

Tabla 1: Continuo semántico-cognitivo (Koch 2012).

1. posesión 5. localización 1. Ese bolígrafo es del niño


temática temática 2. El niño tiene un bolígrafo
2. posesión
4. localización 3. a. Hay muchos leones en África
remática
remática 3. b. Hay mucha gente infeliz
3. existencia 4. Hay un libro en la mesa
(a. delimitada/b. genérica) 5. El libro está en la mesa

En lo que sigue, utilizaremos las siguientes convenciones: P (posesión), E (exis-


tencia), E-d (existencia delimitada), E-g (existencia genérica), LT (localización
temática) y LR (localización remática).
Al igual que Koch (2012), dejaremos aparte la posesión temática/pertenen-
cia, que no parece jugar ningún papel en los procesos de cambio que estudia-
mos aquí (cuando hablamos de P será siempre posesión remática). Por otra
parte, serían pertinentes otras distinciones dentro de P (vid. Heine 1997: 45–76
para una tipología detallada dentro de esta gran categoría), siendo la dicotomía
166 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

temporal-permanente especialmente relevante en el iberorrománico actual.³ Sin


embargo, por claridad expositiva, no nos referiremos aquí a estos problemas y
asumiremos convencionalmente que el verbo te(ne)r es la expresión canónica de
P en iberorrománico. De igual manera, no se introducen mayores distinciones
dentro de las otras categorías, por más que estas puedan ser necesarias para el
estudio de otros fenómenos gramaticales.
La distinción entre LT y LR es asumida comúnmente en la bibliografía.⁴
En el caso de LR, la entidad localizada presenta información nueva (o bien
toda la construcción es remática/“all new”), mientras que en el caso de LT la
entidad localizada tiene valor temático/topical. Por ello, en un plano formal,
las construcciones-LT presentan entidades consistentes en sintagmas nomina-
les definidos (que provocan naturalmente un efecto de “familiaridad discur-
siva”: Escandell Vidal 2004: 187–189), mientras que las construcciones-E/LR
incluyen generalmente sintagmas nominales con determinantes débiles (indefi-
nidos, numerales, etc.). No obstante, también las entidades existentes/localiza-
das remáticas pueden ir precedidas de artículo determinado (téngase presente
además el hecho de que, en general, el artículo determinado en español puede
introducir entidades no mencionadas con anterioridad en ciertos contextos,
vid. Leonetti 1996). En estos contextos, a diferencia del portugués brasileño o
del francés, que tienden a mantener el verbo canónico de E/LR (ter, avoir), el
español suele emplear el verbo canónico de LT (estar) para expresar E/LR (vid.
Koch 1993: 182–183 y su análisis de Devant le bâtiment, il y avait le curé et deux
enfants de chœur vs. Delante del edificio estaban el cura y dos monaguillos),
aunque en algunos usos también puede mantener haber: También hay/está el
problema de la convivencia, El lugar donde antiguamente había/estaban los
corrales del ganado, etc. Por lo demás, el español se ajusta al esquema del tipo
I de abajo.
A través de los siguientes esquemas (y de los ejemplos correspondientes)
damos cuenta de cómo se expresan las cuatro categorías semánticas en cinco
lenguas/variedades – a saber, español, alemán, inglés, portugués de Brasil/

3 En portugués, la dicotomía ter-estar com (por ejemplo, ter dinheiro en el sentido de ‘ser rico’ y
estar com dinheiro como circunstancia provisional) tiene gran rendimiento funcional y ha mere-
cido la atención de no pocos estudios (Avelar 2018; Schwenter y Dickinson 2020); en español, por
su parte, habría que incluir andar con —Juan tiene/anda con mucho dinero— en una descripción
completa de la construccionalización de los tipos de posesión.
4 Algunos autores con orientación generativista proponen que la expresión de LT y LR corres-
ponden a derivaciones sintácticas distintas a partir de una estructura subyacente común (Bent-
ley, Ciconte y Cruschina 2013), pero esto no cuestiona el hecho de que su forma y su función
comunicativa sean distintas.
Tener existencial en variedades hispánicas 167

Angola/Mozambique e indonesio –, las cuales, con respecto a este aspecto


gramatical concreto, corresponden a cinco tipos de construccionalización dife-
rentes. Por esto mismo representan, en realidad, grupos de lenguas: por ejemplo,
en el grupo del español cabría el portugués europeo; en el del inglés, el ganja
(Creissels, en prensa: 27); en el del alemán, el somalí (Koch 2012: 583); en el del
portugués brasileño y centroafricano, el francés; en el del indonesio, el akán
(Creissels 2019). Las áreas sombreadas corresponden a aquellas en las que hay
una construccionalización conjunta de dos o más categorías o, cuando menos, al
uso de un mismo “predicador” (Creissels 2014, 2019):

Tipo 1: Español.

P: Tengo dos casas


E: Había doce dioses en la mitología
griega
LR: Hay muchos niños en la plaza
LT: Tus estudiantes están en el pasillo

Tipo 2: Inglés.

P: John has a motorcycle (‘John tiene una


moto’)
E: There are many countries in the world
(‘hay muchos países en el mundo’)
LR: There is a cat on the roof (‘hay un
gato en el tejado’)
LT: The disco is in front of the hotel
(‘la discoteca está enfrente del hotel’)

Tipo 3: Alemán.

P: Ich habe kein Geld (‘no tengo dinero’)


E: Es gibt viele Sterne im Universum
(‘hay muchas estrellas en el universo’)
LR: Es sind viele Leute auf der Straße
(‘hay mucha gente en la calle’)
LT: Deine Klamotten sind im Schrank
(‘tu ropa está en el armario’)
168 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

Tipo 4: Portugués de Brasil, Angola y Mozambique.

P: Você não tem telefone? (‘¿no tienes


teléfono?’)
E: Tem muitos problemas no mundo
(‘hay muchos problemas en el mundo’)
LR: Tem muita gente aqui (‘hay mucha
gente aquí’)
LT: O amigo está no quarto (‘el amigo
está en la habitación’)

Tipo 5: Indonesio.

P: Aku ada sepuluh ribu rupiah (‘tengo


diez mil rupias’)5
E: Ada banyak singa di Afrika (‘hay
muchos leones en África’)
LR: Ada buku di meja (‘hay un libro en
la mesa’)
LT: Ada bukuku di meja (‘mi libro está en
la mesa’)

Básicamente, en nuestro trabajo presentamos variedades (en principio, tipo


1) que se desarrollan en la dirección del tipo 4 por contacto con lenguas de los
tipos 4 o 5. Los tipos 2 y 3 no construccionalizan de manera conjunta posesión
y existencia y, por tanto, no podrían explicar la aparición de tener existencial
en variedades hispánicas. Al inglés (tipo 2) nos referiremos más adelante (vid.
§5) en relación a las variedades de español vestigial en EE. UU. y al caso alemán
(tipo 3) nos referimos a continuación para comenzar ejemplificando ya algunos
casos de reestructuración del esquema en situaciones de contacto lingüístico que
nos parecen indiscutibles.

2.2 Contacto lingüístico y “cambio interno” posesión >


existencia
Koch (1993: 177; 2012: 534) comienza dos de sus trabajos recogiendo ejemplos
de alemán L2 en boca de franceses, quienes a menudo emplean la construcción

5 Para posesión permanente e inalienable se emplea punya en indonesio (aku punya/*ada dua
anak ‘tengo dos hijos’), si bien en la variedad de Papúa y en otras variedades orientales de indo-
nesio (así como en los criollos de base malaya en la zona, ambonés y manadonés) es general el
Tener existencial en variedades hispánicas 169

canónica de E con el valor de LR en la lengua que están aprendiendo. La expe-


riencia científica y personal de los autores de este trabajo indica que el mismo
fenómeno es típico también en el alemán L2 de los hispanohablantes:

LR: Auf dem Tisch gibt es ein Buch [= Auf dem Tisch ist(/liegt) ein Buch/Es ist(/liegt) ein
Buch auf dem Tisch] (Koch 2012: 534)
‘en la mesa hay un libro’

Evidentemente, en estos casos, el uso errado de es gibt ‘hay/existe’ (lit. ‘(se) da’)
para LR se debe al influjo del francés o del español – según el caso –, ya que
estas lenguas construccionalizan E y LR de manera conjunta. Huelga decir que
hablamos de “error” de manera provisional: en realidad, se trata de un rasgo de
learner varieties, que, en teoría, en determinadas ecologías, podría “fosilizarse”
(Roche 2013: 82–86; Selinker 1972) y transmitirse a generaciones subsiguientes
(por ejemplo, a migrantes de segunda generación); también en teoría, podría
constituirse después en característica de alguna variedad diastrática-etnolectal,
estilística, etc. de alemán e incluso extenderse finalmente a todo el diasistema.
Por otra parte, el esquema del tipo 3, presentado arriba para el alemán, no
corresponde a todas las variedades orales de esta lengua. Por ejemplo, en varie-
dades de alemán habladas en situación de bilingüismo junto con dialectos (his-
tóricos o “primarios”) alemánicos, es frecuente la generalización de haben (en
principio, válido solo para P) para los valores de E y LR, conformándose así varie-
dades de alemán que entran en el tipo 4. Sin duda, este fenómeno se debe al
influjo del alemánico, que construccionaliza conjuntamente P, E y LR por medio
del verbo haben (cf. Czinglar 2002). El fenómeno se mantiene en las varieda-
des acrolectales de alemánico y pasa frecuentemente a las variedades orales de
alemán regional (a menudo, muy difíciles de distinguir de las anteriores).

E: Es hat viele Löwen in Afrika [= Es gibt. . .]


‘hay muchos leones en África’

LR: Es hat viele Leute auf der Straße [= Es sind. . .]


‘hay mucha gente en la calle’

Los ejemplos de variedades de alemán vistos aquí bastan para observar que la
construccionalización conjunta de dos o más categorías del continuo se trans-
fiere fácilmente de una lengua a otra, tanto en situaciones de bilingüismo como
de adquisición de L2.

uso de ada para todo tipo de posesión predicativa. Agradecemos la discusión de estos ejemplos
a Massahid Suryapasha y a la red de informantes indonesios que gracias a él pudimos consultar.
170 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

Es interesante observar que, aun perteneciendo el francés – como el alemá-


nico – al tipo 4 (en principio, avoir se emplea para P, E y LR⁶), el resultado en la
variedad L2 de alemán no parece implicar la generalización de haben, a diferen-
cia de lo que sucede con el alemán regional del área alemánica. Es obvio que
la adquisición generalmente monitorizada de una L2 por extranjeros y el bilin-
güismo multisecular entre un dialecto primario y la lengua común (Coseriu 1982)
son situaciones (o ecologías) completamente diferentes.
No obstante, el transvase de formas entre las categorías del continuo semán-
tico puede tener lugar sin la participación de ninguna otra lengua. Para Koch
(2012: 558–562), la relación entre construcciones posesivas y existenciales es de
contigüidad parte-todo: si del marco cognitivo (frame) de la posesión (el todo) se
extrae la parte correspondiente al posesor, con respecto al cual una entidad se
presentaba como disponible (poseída), entonces esta pasa automáticamente a
interpretarse como disponible en términos absolutos y, en consecuencia, como
entidad existente. En otras palabras: “No doubt the (impersonal) existence cons-
truction can be understood – even synchronically – as a reduction of the (perso-
nal) construction possession via deletion of the possessor-S” (Koch 2012: 573). De
manera icónica, algunas lenguas del mundo marcan esta “despersonalización”
por medio de la omisión sistemática del pronombre sujeto, lo que resulta aún
más significativo en aquellas lenguas que tienden a expresar obligatoriamente
los sujetos referenciales (este es el caso, parcialmente al menos, del portugués de
Brasil – ele tem dinheiro ‘tiene dinero’ vs. tem dinheiro ‘hay dinero’ –, así como del
palenquero, del chabacano y del afroyungueño).
Además, buena parte del cambio “posesión > existencia” puede verse como
el paso de una categoría más léxica a otra más gramatical. Dado que la noción
de existencia es más abstracta que la de posesión y dado que la correspondiente
construcción existencial es más simple que la posesiva predicativa (un solo
participante oracional en la primera frente a dos en la segunda), el cambio lin-
güístico más común será el de posesión > existencia.⁷ El hecho de que muchas
lenguas empleen, para la existencia – pero no para la posesión –, verbos parcial-

6 Véase, no obstante, Koch (2012: 588) sobre la proforma y y el uso casi lexicalizado de (il) y a en
francés oral, que podría contribuir a que los hablantes no reconocieran a menudo el vínculo de
este uso para E y LR con el uso de avoir para P.
7 Con todo, el cambio contrario existencia > posesión, aun siendo menos frecuente en las lenguas
del mundo (Koch 2012: 563–564), puede tener lugar, sobre todo como efecto de combinar el elemen-
to existencial con un elemento topicalizado. En un plano cognitivo, si a un marco en el que simple-
mente se presenta la existencia de una entidad dada se le añade un elemento con el que se relacio-
na o al que se supedita esa existencia, se obtiene una predicación posesiva: en otras palabras, si X
existe con respecto a Y, generalmente Y posee a X (Koch 2012: 575). Este vínculo podría dar mejor
cuenta de aquellas lenguas en las que el posesor se codifica antes como un tópico que como un
Tener existencial en variedades hispánicas 171

mente defectivos (en número/persona, en tiempo, etc.) o incluso partículas (no


flexivas), responde a este carácter más gramatical. El fenómeno que estudiamos
sería entonces una gramaticalización, si bien – y este el centro de la discusión –
este cambio bien pudo estar condicionado por contacto (cf. Heine y Kuteva 2003).
Es posible incluso que, dentro del dominio variacional de una misma lengua,
haya variedades que experimenten el cambio “posesión > existencia” por sí solas
y variedades que lo hagan condicionadas por el contacto con otras lenguas. En el
caso del portugués de Angola y Mozambique probablemente ha habido un con-
dicionamiento de lenguas bantúes: en esta gran familia coexisten varios esque-
mas – a menudo, dentro de una misma lengua –, generalmente los tipos 2, 4 y 5,
pudiendo estos dos últimos haber contribuido a desarrollar el tipo 4 también en
el portugués de estas regiones (Gutiérrez Maté y Steffen, 2021); sin embargo, en el
portugués de Brasil, se ha visto que el uso del ter existencial resultó históricamente
de un proceso de gramaticalización no inducido por contacto (al menos, no prima-
riamente), desarrollado paulatinamente desde mediados del siglo xix; la extensión
de este uso (recuérdese: con sujeto nulo genérico) transcurre paralela a la obliga-
torización de los pronombres sujetos referenciales, fenómeno por el que segura-
mente estuvo condicionado (Avelar 2018, Duarte 1995, Marins 2013). Si acaso el ter
existencial del portugués de Brasil se hubiera originado por contacto lingüístico en
algún momento de la etapa colonial (por ejemplo, en las regiones de mayor con-
centración de esclavos africanos), este cambio no ha podido demostrarse aún.
Decidir cuándo un cambio lingüístico tiene lugar o no a causa del contacto
lingüístico no es tarea fácil; generalmente, se trata solo de cómo modelar la
convergencia entre las dos lenguas (la cual, en realidad, casi ningún autor dedi-
cado al estudio de contactos lingüísticos ha excluido nunca). En el apartado de
conclusiones (§5) retomaremos este problema.

3 Tener existencial en criollos y variedades


parcialmente reestructuradas
3.1 Palenquero

El palenquero (o, utilizando el glosónimo local, lengua o lengua ri Palenge) es


hablado activamente por la generación de mayor edad de la localidad colom-

sujeto (vid. Koch 2012: 563–564, para el caso del mandarín, y el WALS, rasgo 117A, que identifica
48 lenguas —sobre todo, pero no solo, en el Sudeste Asiático— que emplean este procedimiento).
172 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

biana de San Basilio de Palenque (a unos 60 km de Cartagena de Indias, al pie de


los Montes de María), donde, hoy en día, convive con variedades de neohablan-
tes, muy diferentes de las tradicionales (vid. Lipski 2012). Sabemos que la forma-
ción de este criollo se remonta a algún momento (o a varios) del siglo xvii, que
su “sustrato”⁸ fundamental se encuentra en el dialecto kiyombe y quizá en otros
miembros del continuo dialectal kikongo (Kikongo Language Cluster en Bostoen
2012 y Bostoen y DeSchryver 2015, 2018; grupo bantú H10–H16 en la clasificación
tradicional de Guthrie 1967–1971) y que su relación histórica con el español no
es solo la típica relación genética entre un criollo y su lengua lexificadora, sino
que incorpora aspectos de long-term bilingualism, habiendo existido convivencia
de ambas lenguas desde el siglo xviii hasta mediados del siglo xx, con influen-
cias mutuas pero sin constituir, durante ese período, un caso de bilingüismo sus-
tractivo (ni tampoco reestructurador o “descriollizador”). Todas las afirmaciones
anteriores, a menudo ignoradas o excesivamente tímidas en los primeros estu-
dios sobre este criollo, cuentan con evidencias indiscutibles en la actualidad.⁹
Los datos utilizados aquí corresponden a variedades tradicionales de palenquero
(excluyendo neohablantes), para lo cual utilizamos, además de los corpus ya
publicados, las entrevistas inéditas realizadas por M. Gutiérrez Maté a ancianos
palenqueros en 2017 y, sobre todo, las realizadas por Armin Schwegler durante
sus primeras estancias en el pueblo (1985–1988).
El palenquero se debe clasificar como el único criollo de base claramente
hispánica hablado en América (el papiamentu tiene un fuerte componente hispá-
nico, pero, en la actualidad, existe consenso sobre su origen portugués: Kramer
2004: 122–138), si bien existen algunos (muy pocos) elementos de posible origen
portugués, los cuales, dada la historia de la comunidad, suponemos muy anti-
guos.¹⁰ El que fue el español – y no el portugués – la lengua que “criollizó” en este

8 El término se emplea en la tradición de Thomason y Kaufmann (1988) y de la mayor parte


de la literatura subsiguiente sobre contactos lingüísticos (y no, evidentemente, en la tradición
dialectológica de Ascoli).
9 Sobre la historia de la comunidad (y la formación de su lengua) véase Gutiérrez Maté (2016),
Moñino (2017), Navarrete (2008, 2017), Schwegler (2016, 2018); sobre fenómenos lingüísticos
gramaticales de muy probable impronta kikongo véase Schwegler (1996, 2000, 2002, 2017),
Moñino (2002, 2017) y Gutiérrez Maté (2017); más importante aún, sobre el match genético
(ADN) entre los pobladores de San Basilio de Palenque y los de la selva de Mayombe (donde
se hablan, hasta la actualidad, kiyombe y otros dialectos kikongo), véase Noguera, Schwegler
et al (2014) y Ansari-Pour y Moñino (2016). Por último, sobre la larga convivencia de español
y palenquero en esta comunidad, así como sobre la no descriollización del palenquero, véase
Schwegler (1996, 2000).
10 La comunidad palenquera vivió relativamente aislada desde su formación hasta mediados
del siglo xx (véase, no obstante, Gutiérrez Maté 2016; Moñino 2017: 25–26; y Navarrete 2008 para
Tener existencial en variedades hispánicas 173

caso se puede constatar no solo analizando el componente léxico en su conjunto,


sino también examinando las palabras gramaticales, que proceden – cuando no
del sustrato – del español. En consecuencia, la hipótesis tradicional (inspirada
en Granda 1978 y con muchas derivas posteriores) sobre estos portuguesismos,
que los consideraba “restos” de un anterior código afroportugués surgido en
África, supuesto núcleo original del palenquero – el cual se habría ido relexi-
ficando después hacia el español –, ha sido refutada en la bibliografía actual
(Gutiérrez Maté 2012; Maglia y Moñino 2015; Moñino 2017).
Un examen detallado de la historia de la trata negrera y de las colonias espa-
ñolas en el Caribe revela otras posibles vías de entrada de los elementos portu-
gueses, sin necesidad de pensar que el palenquero se trajera de África.¹¹ El criollo
se formó en la Colombia colonial a partir del español como lengua de superestrato
principal, si bien algunos códigos afrolusitanos surgidos en las costas o islas de
África (incluyendo criollos y pidgins) pudieron formar parte del variado reperto-
rio multilingüe de las primeras generaciones de hablantes “criollizadores”: sobre
todo, suponemos, entre los negros bozales, nacidos en África (no así entre los
negros criollos, nacidos en la ciudad, en las haciendas o en los montes, quienes
eran nativos de español vernáculo caribeño: cf. Gutiérrez Maté 2012; Moñino 2017:
27–28). Estos códigos contribuirían con algunas palabras (“vocablos sueltos”, Bic-
kerton 2002: 37, 40) al vehicular que, a su vez, se estaba formando en los Montes
de María. Uno de esos posibles elementos portugueses es, precisamente, el verbo
ten ‘tener/haber’, proveniente seguramente del portugués tem:

P: yo a ten sei moná


1P.SG ASP.COMP tener seis moná
‘yo tengo seis hijos’
(entrevistas AS, 1985–1988)

desmontar algunos mitos al respecto). Dado que no hubo influjo portugués durante este período,
los portuguesismos en palenquero no pueden ser préstamos tardíos, sino que estuvieron ahí
desde la formación del criollo.
11 Primero, a través de los muchos comerciantes portugueses asentados en Cartagena de In-
dias durante el período de Unión Ibérica, 1580–1640 (cf. Ruiz Rivera 2002); segundo, a través del
propio sustrato (podemos imaginar que ya desde fines del siglo XV, con los primeros contactos
luso-africanos, fueron entrando paulatinamente elementos portugueses en las lenguas africa-
nas, incluyendo las bantú H, aunque no tengamos constatación empírica de ello hasta las fuen-
tes metalingüísticas del siglo xix: cf. Cannecattim 1804; Bastian 1871; vid. Chicuna 2018 para un
análisis exhaustivo de los préstamos portugueses en kiyombe); tercero, como se expone en el
cuerpo del texto, a través de algún vehicular simplificado de base portuguesa que pudo existir en
el marco del comercio atlántico de esclavos y que, consiguientemente, debió llegar a Cartagena.
174 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

E: ayá sí ten sanguijuela nu


allá sí tener sangijuela NEG
‘allá [en Caballito] sí que no hay sanguijuelas’
(Maglia y Moñino 2015: 256)

LR: pu’aká [a] ten poko jende


por acá ASP.COMP tener poco gente
‘por acá hay poca gente’
(entrevistas AS, 1985–1988)

Como en todo verbo palenquero, la forma es invariable: la marcación de número/


persona tiene lugar por medio de los pronombres sujeto y la de tiempo/modo/
aspecto (TMA) por medio de las partículas preverbales o, en el caso del pasado
durativo (imperfecto), por medio del sufijo -ba. A diferencia de los demás verbos,
cuya forma invariable resulta históricamente del infinitivo español (esp. contar
> pal. kondá, esp. querer > pal. kelé, esp. venir > pal. miní, etc.), ten provendría
de la forma de 3P.SG del verbo portugués ter, del mismo modo que bae ‘ir’ – otro
de los posibles portuguesismos – parece provenir de vai, esto es, de la 3P.SG del
portugués ir. La excepcionalidad morfológica de estos dos verbos encajaría bien
con la excepcionalidad de su origen (no hispánico).¹²
Sin embargo, la forma ten alterna con la claramente hispánica tené (< tener).
Las dos formas son válidas para P, E y LR y pueden alternar en los mismos contex-
tos, incluso en la misma frase, como en el primero de los ejemplos (entre parénte-
sis angulares representamos los fragmentos en español, con el que los hablantes
hacen code-switching constante):

P/E: Palenge. . . <eso era [a]yá>. . . pokke a tené nebera, a ten karretera, a ten puente, salú,
a tené de tó: <aora ta mejó>
Palenque <eso era allá> porque ASP.COMP tener nevera ASP.COMP tener carretera
ASP.COMP tener puente salud ASP.COMP tener de todo <ahora está mejor>
‘Palenque. . . eso era antes. . . porque [ahora] hay neveras, hay carretera, hay puente,
salud, hay de todo. . . ahora está mejor’ (/‘Palenque. . . eso era antes. . . porque [ahora]
tiene neveras, tiene carretera, tiene puente, salud, tiene de todo. . . ahora está mejor’)
(entrevistas AS, 1985–1988)

Más importante aún, existen contextos estructurales donde solo tené es posible.
Primero, cuando se le añade un sufijo o enclítico, como el marcador de pasado
durativo -ba o la marca de objeto de tercera persona -lo (forma que alterna con ele
en las mismas funciones):

12 Por lo demás, las únicas excepciones de verbos que no terminan en -á, -é o -í son la “cópula
focal” jue, que tiene una historia especial (Gutiérrez Maté 2017), y el verbo tando ‘ir(se), partir’,
con su variante corta tan, de origen seguramente kikongo (Schwegler 2018: 90).
Tener existencial en variedades hispánicas 175

un nube lo k’e ten í ojo <que> a tené-lo ku ojo ichao a pelé


un nube REL 3P.SG tener ahí ojo <que> ASP.COMP tener-3P.OBJ con ojo echado a perder
‘una nube [=catarata] que [mi marido] tiene en el ojo, que lo tiene con el ojo echado a perder’
(entrevistas AS, 1985–1988)
no, i ten ma piló nu. . . i tené-ba!
no 1P.SG tener PL pilón NEG 1P.SG tener-PAS.DUR
‘no, no tengo pilones. . . ¡tenía!’
(entrevistas MGM, 2017)

Segundo, con cualquier tiempo verbal no presente (lo que sería también explica-
ción complementaria del uso de tené con el enclítico -ba). Así, en los ejemplos, ya
no aparece el marcador de aspecto completivo a – el cual, ausente solo en oracio-
nes negativas, produce una lectura de presente converbos estativos (como tené)–
sino marcadores con otros valores (eventual, virtual-futuro y virtual-pasado):

aló a ten ke limpiá-lo kuando ke tené un me13


arroz ASP.COMP tener que limpiar-3P.OBJ cuando EVENT tener un mes
‘el arroz hay que limpiarlo cuando tenga un mes’
(Friedemann y Patiño Roselli 1983: 218)
tatá mi tan tené tresaño
padre 1P.POS VIRT tener tres año
‘mi padre, va a hacer tres años [que murió]’
(entrevistas AS, 1985–1988)
i tamba tené ndosaño
1PSG VIRT-PAS.DUR tener dos años
‘[yo] iba a tener dos años [cuando murió mi padre]’
(Maglia y Moñino 2015: 211)

En suma, se puede decir que, en términos estructurales, ten y tené se compor-


tan como alomorfos, en distribución complementaria, pero a veces también en
distribución aparentemente libre (en presente). No hay contextos donde se pueda
emplear ten en los que no se admita tené, mientras que sí existen contextos en los
que solo tené (y nunca ten) es válido. Si hubiera, entonces, una forma abstracta del
morfema verbal posesivo/existencial en palenquero, esta sería {tené} – realizado a
veces ten –. Observar esta distribución es – aun a falta de un estudio cuantitativo –
relativamente fácil, pero la interpretación histórica de este hecho es incierta.
Tal vez, ten formó parte del vehicular simplificado portugués que algunos
cimarrones en la Colombia colonial habían llegado a aprender en África o en la

13 En realidad, los autores transcribieron kuando k’e tené, donde la palabra e correspondería al
sujeto de tercera persona. A nuestro entender, es una transcripción errónea: la eventualidad es
clara y, de hecho, las oraciones con kuando no proyectadas hacia el pasado, sino hacia el futuro
(hipotético) llevan regularmente el marcador TMA ke (o ake) en palenquero tradicional.
176 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

travesía atlántica. Seguramente, el significado de tem en aquel vehicular afropor-


tugués incluía ya los significados de P, E y LR, a causa del influjo de lenguas afri-
canas con los tipos 4 y 5 (sobre todo, las de los grupos atlántico y bantú dentro de
Níger-Congo: vid. Gutiérrez Maté y Steffen, 2021, y la bibliografía ahí citada) y/o
a causa de tendencias universales en cuanto a simplificación estructural (vid. §5)
y a fonología natural: rechazo de la forma há por su estructura silábica (V), a
favor del patrón silábico, más general en criollos, CV o [CV + nasal] (Bickerton
2002: 36–37). De ser cierta esta hipótesis, ten y tené tendrían orígenes distintos:
el primero a partir de un vehicular de base portuguesa llegado al Caribe (no del
portugués directamente, ya que el uso de ter existencial era inexistente – o muy
escaso – en la época: Avelar 2018: 126–127) y el segundo a partir del español que
criollizó en las comunidades cimarronas de los Montes de María. El que el uso del
primero solo funcione en presente en palenquero podría también, especulativa-
mente, remontarse a su uso en el vehicular simplificado (un código de este tipo
no debió cubrir todos los dominios funcionales sino los más inmediatos).
Sin embargo, el hecho de que tené sea el morfema subyacente, que se mani-
fiesta en la mayor parte de la “conjugación” verbal, esto es, en combinación con
casi todos los marcadores TMA – uno de los rasgos esenciales de muchos crio-
llos –, demuestra que esta es la forma que verdaderamente “criollizó”, esto es,
se incorporó al sistema gramatical del criollo. Además, no encontramos ninguna
razón para que esta incorporación no sucediera desde la formación del palen-
quero: en el caso de una hipotética relexificación/hispanización a partir de un
núcleo afroportugués, no se podría explicar por qué la supuesta sustitución de
ten por tené no alcanzó precisamente el tiempo verbal de mayor frecuencia, esto
es, el presente.
En definitiva, la forma tené (de la que ten funciona como variante de uso res-
tringido) proviene del español tener y su significado debe buscarse en el propio
proceso de criollización del español bajo el influjo de su sustrato. Cabe, entonces,
preguntarse por el esquema de construccionalización de P/E/LR/LT en kiyombe.
Si bien en esta lengua coexisten varias estrategias, una de las más comunes es
la construccionalización conjunta de P, E, LR y LT – es decir, el uso del tipo 5
(vid. §2.1) – por medio del verbo (o cópula) -(i)di. Los ejemplos fueron elicitados
por M. Gutiérrez Maté por medio de ejercicios de traducción portugués → kiyombe
en el municipio de Buco Zau, en el Mayombe angoleño (que atraviesa el enclave
de Cabinda), en marzo de 2020 (vid. Gutiérrez Maté 2020):

P: mino yidi nzo


mino i-idi N-zo
1P.SG 1P.SG-COP CN9-casa
‘ya tengo casa’
Tener existencial en variedades hispánicas 177

E: tsinzau tsiphuedi tsidi mu Afrika


ziN-zau zi-phuedi zi-idi mu Afrika
CN10-elefante CN10-mucho CN10-COP LOC(CN18) Africa
‘hay muchos elefantes en África’

LR: bwala bwidi va


bu-ala bu-idi va
CN14-aldea CN14-COP ahí
‘hay una aldea ahí’

LT: livru yidi va meza14


Ø-livru yi-idi va meza
CN9-libro CN9-COP LOC mesa
‘el libro está en la mesa’

La transferencia de valores durante la criollización no es completa, ya que, aunque


se pasa del tipo 1 (del español) al tipo 4 (del palenquero actual), no se alcanzó el
tipo 5 (del kiyombe); por el contrario, la cópula tá (< estar) resistió como expresión
de LT, diferenciada de los usos de ten(é) (P/E/LR). No hay una explicación clara
para esto último, pero debe tenerse en cuenta que tá (< estar) está muy presente
en palenquero, también con otros valores (los mismos que su forma fuente en
español): como cópula predicativa para estados temporales (bo a ta solo ‘estás
sola’) y para marcación de progresivo (ané ta peliá ‘ellos están peleando’).

3.2 Chabacano y afroyungueño

Las dos variedades (o grupos de variedades) de las que nos ocupamos en este apar-
tado tienen una historia muy diferente y se engloban en tipos distintos dentro de
las categorías habituales en los estudios de lingüística de contacto: un criollo en
el caso del chabacano – lengua hablada en las Filipinas, con tres variedades prin-
cipales (ternateño, caviteño y zamboangueño) – y una “variedad parcialmente
reestructurada” (vid. Holm 2004 sobre partially restructured varieties y Holm et
al. 1999 sobre grados de reestructuración), en el caso del afroyungueño – hablado
por algunas comunidades de la región de los Yungas, en Bolivia, circundadas por

14 El portuguesismo livru (< livro) solo ha entrado en el kiyombe de Cabinda y no en las varieda-
des que hoy día conviven con francés como lengua poscolonial (en el Congo Central, RDC). Supo-
nemos que lo hizo en época reciente (en el siglo xix el préstamo estaba en kisolongo, pero proba-
blemente aún no en kiyombe: Heidi Goes, c.p.), incorporándose a las clases nominales 9/10: livru
(SG) – zilivru (PL) (Chicuna 2018: 226). El otro portuguesismo en el ejemplo, meza (< mesa), está
integrado en muchas lenguas de África y del Índico-Pacífico, incluyendo el kikongo, seguramen-
te desde la primera época de expansión colonial portuguesa (siglos xv–xvii).
178 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

la lengua y cultura aymaras –. Además, tienen sustratos diferentes: cebuano,


tagalo y otras lenguas filipinas en el chabacano y diversas lenguas Níger-Congo, y
especialmente lenguas bantúes (sobre todo, pero no solo, del grupo bantú H),
en el caso del afroyungueño (Lipski 2008: 31; Sessarego 2013: 392, n. 24). Por lo
que respecta a este último, además, hay que advertir que el impacto del sustrato
es menos evidente que en los criollos (también porque la “reestructuración”, en
general, es menor) e incluso podría ser menos significativo que el del adstrato
aymara; en todo caso, el afroyungueño es – aparte del palenquero – la variedad
afrohispánica más reestructurada (cf. Perez, Sessarego, Sippola 2017), aunque no
llega a considerarse un criollo, sobre todo porque en la frase verbal se conserva
“so much ‘standard’ Spanish syntax” (Lipski 2008: 185). Tal vez, una de las pocas
coincidencias entre las dos variedades – aún así, solo parcial – es la cronología
de su formación: el chabacano se forma probablemente desde fines del siglo xvii
y durante el xviii (Fernández y Sippola 2018), la centuria en la que también el
afroyungueño debió desarrollarse. Sabemos que las comunidades afroyungueñas
se habían asentado en las áreas actuales, con seguridad, en la segunda mitad del
xviii (Lipski 2008: 32), habiendo llegado allí desde otras zonas de Bolivia (adonde
pudieron haber arribado décadas antes), por lo que los rasgos – sean pocos o
muchos – característicos de “reestructuración parcial” o de advanced second lan-
guage varieties (Sessarego 2013) debieron surgir, precisamente, durante el proceso
de adquisición de español y, por tanto, en esa época o quizá antes.
Tanto el chabacano como el afroyungueño coinciden en la construccionali-
zación conjunta de P, E y LR, que se concreta en dos tipos distintos en función
de la polaridad oracional: las oraciones afirmativas se construyen con tener (en
chabacano, la forma invariable tiene, o alguna variante formal) y las negativas
con no haber (en chabacano, la forma invariable nuay < no hay, o alguna variante
formal). En chabacano, el fenómeno es regular, mientras que en afroyungueño
parece ser marginal. Los ejemplos corresponden al ternateño:

P: tyéni yo nóbya góra, su nómbri. . .


tener 1SG novia ahora su nombre
‘tengo una novia ahora, su nombre. . .’
nway pa yo íhu
NEG.EXIST [todavía] 1PSG hijo
‘todavía no tengo hijo[s]’

E: tyéni ayá pósu kwándu-kel


tener allá pozo antes
‘allá había un pozo antes’
kasí bwéno ayá nway masyáo krímen
porque bueno allá NEG.EXIST demasiado crimen
‘porque es bueno allá [que] no hay mucho/demasiado crimen’
Tener existencial en variedades hispánicas 179

LR: tyéni kon mótru akí asuwáng


tener con 1PL aquí espíritu.malo
‘aquí con nosotros hay espíritus malos’
nway ma hénti akí, a-hugá kohré muna hénte
NEG.EX más gente aquí jugar correr antes gente
‘Ya no había nadie aquí, se habían escapado antes’
(Sippola 2011: 184–185, 195)

En este aspecto, es muy probable el influjo de las lenguas filipinas: por ejemplo,
en tagalo, los verbos may y walâ (Aspillera 2007: 63–66) se emplean conjun-
tamente para P/E/LR, siendo el primero de ellos el de polaridad positiva y el
segundo, el de polaridad negativa. Algo semejante sucede en las lenguas bisayas
que sirvieron también de sustrato al zamboangueño: los paralelismos del uso
del elemento negativo de estas lenguas y las estructuras correspondientes en
chabacano son idénticos (además de como predicador negativo para P/LR/LT,
también como marcador de aspecto completivo acompañando a otros verbos)
(Fernández 2012). Otro uso que el chabacano hereda directamente del sustrato es
el de las “pseudo-existenciales”, es decir, oraciones formalmente existenciales
cuyo valor proposicional no es indicar la existencia o no de alguna entidad, sino
suplir la ausencia de una serie propia de expresiones indefinidas; esta es una
característica muy habitual en lenguas filipinas, que también han transmitido al
chabacano (vid. Haspelmath 1997; WALS, rasgo 46A Indefinite Pronouns):

Ps.E: tiene que ya llega


EXIST REL PERF llegar
‘alguien llegó’ (lit. ‘hay (uno) que llegó’)
tiene yo que ya come
EXIST yo REL PERF comer
‘comí algo’ (lit. ‘hay (una cosa) que comí’)
(Sippola 2013: ej. 45–30 y 45–32)

El verbo tiene en chabacano puede considerarse, por tanto, una “relexifica-


ción” (en el sentido de Lefebvre 1998) del correspondiente verbo del sustrato,
heredando la distribución semántica/funcional de este por completo. Por lo que
respecta al afroyungueño, existe más variación, compitiendo la distribución de
formas explicada antes con el sistema español general: de hecho, el uso de tener
existencial es muy ocasional (Lipski 2008: 129, 181) y el de no no haber posesivo
se registra solo en dos comunidades (Mururata y Chijchipa: Lipski 2008: 44). Con
todo, la existencia de estas formas, frecuencia de uso aparte, indicaría que “in
earlier stages of the language, there was greater overlap between existential and
possessive constructions” (Lipski 2008: 181). En los ejemplos, mostramos solo
180 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

las divergencias con respecto a la construccionalización canónica de P y E en


español (no hay ejemplos claros de LR):

P: ele nu hay ningún marido nada


‘ella no tiene ningún marido en absoluto’
yo nu había ni tata casi ni mama
‘(yo) no tenía ni padre ni casi madre’
E: tantu plaga qui tiene ahora
‘tantas plagas que hay ahora’
tenia un señora, un negra
‘había una señora, una negra’
(Lipski 2008: 129)

A pesar de que la línea de investigación sustratista es, en el caso del afroyun-


gueño, necesariamente especulativa, utilizando los datos de Crespo (1995) –
citados por Sessarego (2013: 392–393) – sobre los esclavos negros con los que se
traficaba en La Paz durante el periodo 1650–1710 observamos que la mayoría eran
bozales (175 de 216, es decir, un 81 %) y que, dentro de los bozales cuyo origen se
ha podido documentar, muchos procedían de las regiones de “Angola” (48,5 %),
“Benguela” (13,2 %) y “Congo” (13,2 %) (áreas bantuhablantes de las zonas cos-
teras de los actuales Congo y Angola). Una de las lenguas implicadas debió ser,
entonces, el kimbundu (bantu H20), el cual, de hecho, es la lengua autóctona de
la región histórica de Angola (con salida al mar por Luanda) (Rosa 2013: 32–40),
que pudo dar, según los datos expuestos, casi la mitad de los africanos que llega-
ron a Bolivia en esta época. Si buscáramos una lengua de sustrato más importante
que las demás, el kimbundu sería un buen candidato (sin por ello desestimar el
papel del kikongo y quizá de otras lenguas bantúes occidentales).
Pues bien, el kimbundu presenta también, como el afroyungueño, una cons-
truccionalización conjunta de, al menos, P y E (posiblemente, también de LR,
pero faltan datos al respecto), que además distingue la polaridad afirmativa de la
negativa por medio de dos verbos distintos (sai afirmativo y seku negativo, que se
presentan como lexemas distintos sin vínculo morfológico entre ellos) (Chatelain
1964[1888–1889]: 12; Ducrot 2016: 48, 67):

P: eye sai (/seku) jingombe


2P.SG EXIST af/EXIST neg CN9/PL-ngombe
‘tienes (/no tienes) bueyes’
E: sai (/seku) jingombe
EXIST af/EXIST neg CN9/PL-ngombe
‘hay (/no hay) bueyes
Tener existencial en variedades hispánicas 181

El condicionamiento del sustrato, sobre todo en chabacano, es claro. En todo


caso, se requiere más investigación para examinar otras concausas: posible ads-
trato aymara en afroyungueño en cuanto a la distinta construccionalización de
existenciales afirmativas y negativas (Mamoru Fujita, c.p.) y, en general, posi-
bles condicionamientos universales, tanto a nivel fonológico (nuay tiene más
sustancia fónica y quizá mejor estructura silábica que hay, ya que comienza con
consonante: CV es mejor que V) como semántico (ninguna distinción proposicio-
nal parece tan esencial como la existencia o no de las cosas, por lo que no sería
extraño que los criollos y otras variedades nacientes en circunstancias extraordi-
narias desarrollaran “creativamente” tal dicotomía).

4 Tener existencial en el español de Misiones


Hablado en la provincia homónima del nordeste argentino, el español de Misiones
se constituyó desde principios del siglo xx a partir de la migración de comuni-
dades hispanoparlantes de diferente origen nacional que entraron en contacto
con habitantes nativos de origen rural paraguayo o brasileño. Estos inmigrantes
configuraron un proletariado campesino cuya descendencia pudo gradualmente
escolarizarse en un nivel elemental que les permitió la adquisición del castellano.
En este contexto ingresaron, informalmente desde finales del siglo xix, pero
después de manera planificada, los inmigrantes europeos (en muchos casos,
con parada en Brasil). Estos fueron hablantes, en cierto grado mayoritario, de
algún dialecto alemán (hunsruquiano, suabo, pomerano), así como de lenguas
eslavas (polaco, ucraniano y ruso) y escandinavas (danés, sueco), entre otras. Si
las lenguas de migración europea se dejaron de hablar, con excepciones, en la
tercera o cuarta generación, el guaraní y el portugués continúan con gran vita-
lidad y contribuyen a la situación dialectal interna del territorio. La geografía
provincial, lindante al oeste con Paraguay y al este con Brasil, definió el espacio
varietal como se presenta actualmente, de una variedad de español con sustrato
guaranítico al oeste, y de otra con sustrato portugués al este.¹⁵ Sobre ellos se esta-
blece el español como variedad de prestigio – representado fundamentalmente
por el sistema escolar y los funcionarios públicos –, que no siempre coincide con

15 Cabe señalar que el guaraní juega un papel importante como sustrato histórico en el área más
extensa, designada precisamente por este motivo como Región Guaranítica (que incluye además
las provincias de Corrientes, Formosa y Chaco, el nordeste de Santa Fe y una zona de Entre Ríos)
por Vidal de Battini (1966: 76–77).
182 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

la porteña: por ejemplo, se distinguen <ll> [ʎ] y <y> [ ʝ] (Vidal de Battini 1966:
117–118; Amable 1975: 158–159; Cerno 2019: 117–118).
Son escasos los trabajos dedicados al español de Misiones, provincia “nueva”
dentro de un territorio nacional con variedades formadas en tiempos coloniales.
Algunos trabajos de la década de los 70 comenzaron una documentación que
no tuvo continuidad (Amable 1975, Grünwald 1977, Vidal de Battini 1966). En los
últimos años Lipski (2015, 2017a, 2017b), en su interés por las variedades mixtas
de portugués y español, se ha ocupado de Misiones en tanto que “laboratorio” de
estudio del contacto lingüístico y ha presentado un panorama de los rasgos prin-
cipales del portugués misionero,¹⁶ variedad que importa aquí dada su situación
de contacto intenso con la variedad del español donde se verifica el tener existen-
cial. Con todo no hemos hallado en la literatura especializada mención del rasgo
que analizamos en este estudio.
Nuestros datos proceden de 23 entrevistas de diferente duración con per-
sonas de distinto origen social y dialectal en la localidad de Piñalito Norte, en
el nordeste provincial, a 50 km de la frontera con Brasil. Este enclave, poblado
recién a principios de la década del 80 con familias de diferentes puntos de la
provincia, y también con nuevos inmigrantes del Brasil, configura una pequeña
muestra de la diversidad lingüística misionera. El portugués es la L1 de la primera,
segunda y tercera generación de los misioneros con ascendencia (teuto-)brasi-
leña, y, además, de los inmigrantes que llegan en busca de tierras. El español es,
por su parte, la L1 de habitantes de regiones provinciales sin trasfondo migrante
brasileño, junto con el guaraní en el caso de los inmigrantes descendientes de
paraguayos. Los hablantes de portugués inmigrados¹⁷ generalmente dominan el
español y frecuentemente alguna lengua de herencia (alemán o ucraniano). Por
otro lado, los hablantes de español L1 en gran parte también tienen conocimien-
tos avanzados en portugués. Es evidente que el escenario de adquisición y uso
de la L2, portugués o español, es muy diferente: en tanto que el portugués, muy
hablado entre los vecinos de diferentes grupos sociolingüísticos, se adquiere en
contextos informales desde la niñez, el español se adquiere formalmente en la
escuela, con muchas consecuencias que dificultan el éxito escolar de los luso-
hablantes (si bien este efecto se está atenuando en las nuevas generaciones, que

16 Con un predominio de la variedad del portugués riograndense, dado que el oeste de Santa
Catarina y las zonas limítrofes de Misiones (y del Paraguay oriental) fueron pobladas en pro-
porción sustancial por teuto- e ítalo-gaúchos, o sea migrantes riograndenses de descendencia
alemana o italiana (Altenhofen y Thun 2016).
17 Es importante destacar este adjetivo puesto que los brasileños del otro lado de la frontera, en
nuestra experiencia, generalmente no se molestan en aprender español.
Tener existencial en variedades hispánicas 183

se benefician de un mayor acceso al sistema educativo argentino). Por otra parte,


mientras que el portugués es la lengua de uso más común entre los vecinos y la
de los viajes habituales de compras al Brasil, el español fuera del grupo nativo se
especializa en los contextos formales con distancia social y en ámbitos externos
al poblado. Nuestros 23 informantes configuran un conjunto con una mitad de
hablantes de portugués como L1 (11 personas), un tercio de español como L1 (8
personas) y una pequeña porción con alemán como L1 junto al portugués adqui-
rido paralelamente en el hogar, siendo el español una L3 adquirida normalmente
en la escuela (4 personas). En contraste con localidades situadas en el nordeste
de la provincia, el guaraní no desempeña un papel importante en el espacio de
la comunidad. Los datos fueron recolectados en octubre de 2018 y mayo de 2019
por Leonardo Cerno en el contexto de conversaciones informales obtenidas con
la mediación de una informante colaboradora.
La primera observación importante es que tener existencial se realiza solo
en el español de informantes con portugués L1 y, dentro de este grupo sociolin-
güístico, en algo más de la mitad: en 8 de 15 informantes (según nuestros datos,
estaría ausente en el sector de la población con español como lengua nativa). A
este grupo corresponden los ejemplos de abajo (a menudo, es solo la situación
comunicativa la que deshace la ambigüedad entre el uso existencial y el posesivo:
‘usted tiene. . .’¹⁸):

E: Ahí no tiene puente, la gente pasa nomás


LR: Acá abajo tiene como tres colectivos que baja[n]

18 Los ejemplos de tener divergentes del español de prestigio en la región suelen ser claros,
aunque no faltan aquellos en los que puede haber ambigüedad entre una lectura existencial
y otra posesiva de tener: tanto con sujeto de tercera persona (gramatical y discursiva), como
de primera persona (en el caso del imperfecto tenía) y, sobre todo, de segunda persona dis-
cursiva (usted), ya se refiera esta al interlocutor, ya tenga un valor genérico. Si bien es cierto
que este último uso puede conformarse a partir de la segunda persona de confianza (así,
registramos ampliamente el tenés genérico), también es posible con la segunda persona de
respeto (el último ejemplo de arriba podría entonces equivaler a Acá abajo (usted) tiene como
tres colectivos que baja[n]). A menudo, el contexto extralingüístico ayuda a decidir, pero en
otros casos la ambigüedad persiste, dado que el español misionero parece, como el español
general, permitir la omisión de los pronombres sujetos (a diferencia del portugués de Brasil,
donde este tipo de ambigüedad se resuelve por medio del pronombre explícito). Posibles am-
bigüedades semánticas aparte, observamos que, en la interacción discursiva, los usos en los
que el sujeto de tener posesivo se omite son los que más próximos están al valor existencial
(se requiere, no obstante, mayor investigación para determinar los procesos discursivos que
pueden condicionar o facilitar la modificación del marco semántico de la posesión predica-
tiva en la dirección de una predicación existencial; recuérdese la discusión presentada al
respecto en §2.2).
184 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

Este uso innovador coexiste con el tradicional, ya que todos los informantes que
emplean tener existencial alternan con la forma hay, a veces en el mismo enun-
ciado:

San Pablo, ahí tiene la favela, hay solo bandido[s].

En otro ejemplo semejante en este sentido, el paso de hay a tiene existencial coin-
cide con un cambio de ritmo que señala el principio de una anécdota graciosa de
la época escolar (a partir de la primera mención del “maíz” – que se encontraba
fotografiado en uno de los libros de la escuela – la informante parece introducirse
en su relato y revivirlo):

Y de ahí yo me acuerdo perfectamente hasta el día de hoy, me acuerdo que había maíz, tenía
los libros de antes viste, tan lindos, y de ahí tenía maíz, y yo agarré y dije “milho” y mis ami-
guitos le comentaron al maestro

El uso de tener existencial se favorece en contextos de habla en los que la fideli-


dad a la norma se relaja a favor de registros más familiares o locales. Esta hipó-
tesis coincide con la observación del uso, en los mismos informantes y en los
mismos registros, de cuantiosos elementos que acusan sustrato portugués: por
ejemplo, dar cierto, mi hijo más viejo, para me defendé(r), etc. Estos fenómenos
aparecen frecuentemente en las variedades orales de español L2, que se pre-
sentan, así, estabilizadas en cierta medida. Tener existencial es, por tanto, otro
rasgo característico de estas variedades hispánicas y no una mera interferen-
cia espontánea del portugués. Un fenómeno cualitativamente diferente – aun
no menos interesante – sería la interpolación directa del ter existencial portu-
gués en fragmentos mayoritariamente en español, lo que también se registra en
aquellas situaciones en las que el code-mixing es una estrategia comunicativa
legítima:

¿Viste los poroto acá? yo si no tengo el fe[i]jão ese, no tem comida para mi
‘[. . .] si no tengo el feijão ese, no hay comida para mí’

Con respecto a los usos de tener existencial, observamos algunos – muy margi-
nales en el corpus – donde la entidad existente/localizada está introducida por
un artículo determinado (los usos son existenciales – no posesivos –, incluyendo
el primer ejemplo, donde el uso del pronombre sujeto él al final el enunciado
parece explicitarse precisamente como resultado de un cambio de referencia con
respecto al sujeto – impersonal – de las cláusulas anteriores, siendo tal cambio
uno de los contextos que más favorecen el uso explícito del sujeto en español:
Cameron 1995):
Tener existencial en variedades hispánicas 185

Cuando entró en el aula [el maestro], tenía la esquinita así y ahí tenía la mesa, y ahí él te
ponía contra la pared
Ahí sí tiene las dos señoras, ahí sí, hablamos más el castellano con ellas
Acá que yo vi [. . .] la señora (de) acá. . . y tiene la Lori, pero ella habla con los conocidos de
ella solo

Ya que nuestra metodología de estudio de tener existencial en Misiones es dis-


tinta de la que hemos utilizado en los otros escenarios (en los criollos no hay
variación con respecto a este fenómeno gramatical, y en afroyungueño parece
muy marginal), quepan, para terminar, algunas indicaciones sociolingüísticas, si
bien, dado lo relativamente reducido de nuestra muestra y dadas las limitaciones
de espacio, comentaremos aquí solo dos variables. En primer lugar, la movilidad
externa parece jugar un papel importante: aquellos que, por trabajo, familia o
incluso por ocupaciones políticas tienen mayor contacto con las variedades de
español de ambientes no rurales, manifiestan menos el fenómeno. En segundo
lugar, solo uno de los cuatro informantes que tienen alemán como L1 – además de
portugués como otra L2 – llegó a utilizar tener existencial en español (queda exa-
minar este factor en detalle, pero dado que los dialectos de alemán que emplean
el tipo 4 – vid. §2.2. sobre el alemánico – son minoritarios en la región frente a los
que emplean el tipo 3, no habría posibilidad de transferencia para la construccio-
nalización conjunta de P y E/LR).

5 Conclusiones
En las páginas anteriores, hemos estudiado diferentes variedades de español – o
constituidas a partir de materiales hispánicos – que presentan el uso de tener
existencial. Los dos criollos hacen uso regular del fenómeno (si bien el chaba-
cano lo especializa para oraciones afirmativas), y las otras variedades un uso más
o menos ocasional. Dado que todas ellas tienen en común el ser o haber sido
habladas en escenarios multilingües (el origen de criollos y variedades reestruc-
turadas presupone la existencia pasada de tales escenarios) y dado que las otras
variedades de español parecen no presentar el fenómeno, suponemos que el con-
tacto lingüístico es responsable de la aparición de tener existencial.
En casi todos los escenarios estudiados en este artículo se ha podido demos-
trar el influjo concreto de otra lengua: del portugués en el español de Misiones
y del kiyombe (un dialecto kikongo) y las lenguas filipinas en la formación de,
respectivamente, los criollos palenquero y chabacano (criollos para los que, por
cierto, existen muchos otros fenómenos condicionados por estos sustratos y una
186 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

bibliografía ingente al respecto). Solo el condicionamiento kimbundu en afro-


yungueño es discutible y constituye aquí una propuesta provisional.
Somos conscientes, sin embargo, de que el peso determinante del contacto
lingüístico como detonante de la aparición de tener existencial no puede demos-
trarse definitivamente. Esto se debe a que el “cambio inducido por contacto” que
estudiamos – al igual que, precisamente, los cambios por contacto más comunes
en las lenguas del mundo – parece seguir también tanto principios generales del
cambio lingüístico (vid. §2 sobre el paso “posesión > existencia” en términos cog-
nitivos y sobre los predicadores existenciales como categorías más gramaticales/
menos léxicas que los posesivos) como principios característicos de muchas otras
situaciones de contacto. En otras palabras, también jugaron un papel las derivas
semánticas y las simplificaciones universales (las cuales, en la controvertida
visión de McWhorter 2011, se activarían más precisamente en las situaciones de
contacto lingüístico). Esto último se refiere al hecho de que el uso de tener exis-
tencial viene determinado por el paso de dos formas (tener-P y haber-E/LR) a solo
una (tener-P/E/LR). En este sentido, son interesantes los datos de Lipski (1986)
sobre hablantes de “español vestigial” en EE. UU., el cual tiene lugar “espontá-
neamente siempre que en una familia o una comunidad tiene lugar un despla-
zamiento del español al inglés, seguido de un aislamiento total o parcial de los
demás grupos de habla hispana” (Lipski 1986: 9); en estas variedades, es posible
el empleo de tener existencial, como en:

tiene una sola casa allá (Lipski 1986: 18)


cuando yo ’taba chiquito tenía doctores (Lipski 1986: 18)

En estos casos, dado que el influjo del inglés (tipo 2), no pudo originar un cambio
que implicara precisamente la construccionalización conjunta de P y E/LR, el
uso de tener existencial debió resultar de una simplificación ligada al propio
proceso de abandono u olvido de la lengua (language attrition). No descartamos,
por último, que algunos principios de fonología natural hayan condicionado
el proceso de cambio: concretamente, la preferencia por el elemento de mayor
sustancia fónica y por el rechazo de la estructura silábica consistente solo en V
(como la de hay) (cf. Bickerton 2002: 37). Según esta línea de argumentación, la
simplificación construccional y la naturalidad fonológica, procesos que, en este
caso concreto, desembocarían en la desaparición de hay, tendrían lugar en ecolo-
gías extremas como las que llevan al nacimiento (criollización) y a la muerte (por
abandono) de lenguas (vid. también Franco y Lorusso 2018).
Sería muy dudoso, sin embargo, pensar que haya algo verdaderamente
“extremo” en Misiones, si bien es cierto que, en la región, el contacto lingüístico es
especialmente intenso e implica varias lenguas. Por otra parte, se podría recurrir
al argumento – frecuente en lingüística de contacto – de que la reducida distancia
Tener existencial en variedades hispánicas 187

estructural entre las lenguas implicadas puede favorecer las transferencias, ya que
se fomenta un relajamiento en el cambio de las estrategias comunicativas (entre
ellas, la representación de nociones semánticas contiguas) que suele ir asociado con
el cambio de código. El examen de otras situaciones de contacto hispano-brasileñas
podría ofrecer un buen marco de comparación para la investigación futura.
Por ejemplo, en las grabaciones consultadas del norte de Uruguay¹⁹ llega-
mos a documentar tiene existencial. En general, el fenómeno está ausente en los
datos de esta región uruguaya a los que tuvimos acceso, aunque curiosamente sí
existe un grado relativamente alto de alternancias en las expresiones existencia-
les en los hablantes bilingües.²⁰ No obstante, encontramos al menos un ejemplo
de tiene existencial en estas variedades, notorias por su gran variabilidad, en este
diálogo entre dos informantes:

I1: Entonces para. . . Tem mucha oveja pa esquilar allí


I2: Tiene bastante ovelha, debe ser como unas tres mil cabeça

El I1 introduce un tem existencial portugués en un fragmento que, por lo demás,


está en español; el uso de tiene en I2 (en vez de hay) parece efecto de priming
(semántico), aunque, en todo caso, se presentó como una estrategia posible
en este momento de la interacción. En general, en escenarios multilingües con
convivencia intensa de español y de variedades de portugués con el tipo 4 el
hablante con L1 portugués tiene distintas posibilidades/grados de aproximación
al español (cuando las circunstancias comunicativas llevan a no emplear direc-
tamente el portugués): (1) el uso de tem existencial en fragmentos mayoritaria-
mente en español, (2) el empleo de tiene existencial en fragmentos (mayoritaria o
completamente) en español y (3) el empleo de hay en fragmentos en español. Los
informantes de Uruguay y de Misiones coinciden en presentar ocasionalmente el
paso (1) y en poder llegar, en cualquier caso, a (3) el uso canónico del español,
pero la diferencia viene marcada por la presencia de (2) como un rasgo estable en
Misiones, habiéndose constituido como posible variante de una variable lingüís-
tica (“predicador existencial tiene vs. hay”), que es característica de una variedad
de español propiamente “misionera”.

19 Se trata de grabaciones hechas para el Atlas Diatópico y Diastrático del Uruguay – Norte
(ADDU-Norte) en la zona fronteriza del Uruguay, donde tradicionalmente se hablan variedades
del portugués, conocidas como fronterizo o dialectos portugueses del Uruguay (DPU) (Elizaincín,
Behares y Barrios 1987).
20 Así por ejemplo, un análisis de tres hablantes mostró la tendencia de vacilar entre las cons-
trucciones con hay (esp.)/há (port.)/tem (port.) (cf. Steffen y Steffen, en prensa) en diferentes
grados, aunque, con la excepción del ejemplo arriba citado, generalmente son congruentes con
la norma de una de las dos lenguas.
188 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

También en el contexto de la proximidad de los dos sistemas en contacto,


cabe recordar que Lipski clasifica las variedades fronterizas de Misiones como
manifestaciones de “dysfluent congruent lexicalization” (Lipski 2009: 32, 33),
destacando así el hecho de que el portugués y el español son en gran parte estruc-
turalmente cognados, pero que, al mismo tiempo, los hablantes tienen una com-
petencia reducida en la L2 (en este caso, el español). La idea es sugestiva, pero
nos parece altamente dudoso que esta caracterización sea aplicable a los hablan-
tes de la generación joven y de formación secundaria, en cuya habla también
registramos tener existencial.
Por último, aún habría que explicar algunos límites estructurales de los
cambios discutidos aquí: por ejemplo, ya en §2.2 planteábamos la pregunta de
por qué un estudiante francés hablando alemán (en principio, lengua del tipo 3)
suele transferir solo parcialmente el tipo 4 del francés, provocando en su varie-
dad L2 una especie de híbrido (tipo 1), mientras que los hablantes de alemánico
(como en el caso de francés, del tipo 4), en constante bilingüismo con alemán,
transfieren a este el tipo 4 completo. En §3.1 hemos visto otro ejemplo: el tipo 5
del kiyombe se impuso solo parcialmente en el naciente palenquero, cuya lengua
contribuyente principal (el español) es del tipo 1, para conformar el tipo 4 (distin-
guiendo tené-P/E/LR de tá-LT), mientras que el malayo/indonesio – que emplea
también el tipo 5 (vid. §2.1) – se impuso completamente durante la génesis de
algunos criollos de base portuguesa (tipo 1) que se hablan/hablaron en el área de
influencia de esta lengua austronésica:²¹ así, por ejemplo, el criollo de Tugu, en
las inmediaciones de la actual Yakarta, empleaba teng (< tem) para P/E/LR/LT e
incluso como cópula predicativa/identificativa (Maurer 2011: 66–67). Dado que,
en teoría, todo rasgo lingüístico es transferible de una lengua dada a otra (en
los casos de menor adaptación a la lengua meta: en forma de relexificaciones,
en el sentido de Lefebvre, o incluso de copias materiales), habría que atender
a los condicionamientos que fomentan o frenan la transferencia. Estos, como
aquellos que, en términos más generales, potencian o no la “vernacularización”,
se deben relacionar con las diferentes ecologías del contacto: adquisición moni-
torizada/no monitorizada de una L2, bilingüismo ocasional/mantenido durante
generaciones, diferentes circunstancias de la mano de obra (a menudo, esclava)
en la América colonial y en el Sudeste Asiático, mayor o menor aislamiento de

21 El problema, no obstante, puede ser más complejo, implicar a otros sustratos, adstratos e
incluir restos de pidgins anteriores en el Sur y Sudeste Asiático, pues hay que dar cuenta de
que el uso de ter como cópula existe en otros criollos de base portuguesa fuera del área malayo-
indonesia (en Macau y en el área indoportuguesa): vid. Krajinović (2019) sobre el condiciona-
miento de la lengua dravídica malabar (también del tipo 5) en el uso copulativo de ter y Cardoso
(2019) sobre el peso del malabar en los criollos portugueses asiáticos.
Tener existencial en variedades hispánicas 189

las comunidades que emplean las variedades nuevas, posible orgullo identitario,
etc. En este trabajo no hemos podido entrar en estos aspectos, pero cabe señalar
que la investigación al respecto debería empezar basándose en procesos ecolin-
güísticos que ya han sido modelados con anterioridad (como aquellos estudiados
en la tradición de Mufwene 2001, 2008): entre otros, el tamaño y diversidad del
feature pool en las primeras fases del contacto, el posible peso de las primeras
generaciones que vieron nacer la nueva variedad resultante del contacto (founder
principle), etc.
Las consideraciones anteriores nos hacen contemplar la posibilidad de que
el fenómeno se llegue a registrar en otras variedades hispánicas surgidas por con-
tacto no indicadas aquí y de que, por el contrario, otras variedades de español
en contacto con lenguas que construccionalizan conjuntamente P/E/LR(/LT) no
hayan desarrollado tener existencial. Futuras investigaciones sobre este aspecto
gramatical – por lo general, muy desatendido aún en los estudios hispánicos –
habrán de confirmar o no ambas posibilidades.

Apéndice. Abreviaturas
1P primera persona
ASP.COMP aspecto completivo/cumplido (aspect accompli)
CN clase nominal
COP cópula
DUR durativo
E existencia
EVENT eventual/condicional
EXIST verbo/partícula existencial
LOC locativo
LR localización remática
LT localización temática
OBJ objeto
NEG negación
P posesión (remática)
PAS pasado
PERF perfectivo
PL plural
REL relativo
SG singular
VIRT virtual
190 Leonardo Cerno, Miguel Gutiérrez Maté y Joachim Steffen

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Carola Mick
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna –
nosotros: posicionarse como “quechua”
en el Perú
Dinámicas lingüístico-identitarias en zonas de conflicto

1 Conflictos socioambientales y contacto


“interétnico” en Perú
La sociedad peruana se caracteriza por una histórica fragmentación sociolingüís-
tica y diglósica (Cerrón-Palomino 2010; Rivarola 1985) estructuralmente arrai-
gada, que condiciona los fenómenos de contacto cultural y lingüístico que se
producen. Con el posicionamiento neoliberal del gobierno desde los años 1990
(Damonte 2014), los múltiples conflictos “socioambientales”¹ se transformaron
en un arena en el cual estas fracturas y desigualdades son debatidas: las comu-
nidades en los Andes y la Amazonía dependen de la explotación agrícola de la
tierra y del agua natural para su sobrevivencia, contrariamente a la sociedad
urbana que demanda minerales y petróleo para el desarrollo industrial, las tec-
nologías y la inserción en el mercado internacional. Pero la explotación del sub-
suelo produce elevados costos medioambientales para las poblaciones locales
(Braig et al. 2015: 36) y vulnera sus “formas cotidianas de relación con la natura-
leza, con ello los medios de subsistencia” (Henríquez 2015: 107).

1 Así categoriza la Defensoría del Pueblo (2020) los aproximadamente 129 conflictos latentes y
agudos que se (re)producen mensualmente en el Perú por intereses divergentes en cuanto al uso
del territorio.

Agradecimientos: Agradezco a la Universidad de París, al IRD y y a la PUCP, en particular a Carlos


Garatea, por el apoyo de este proyecto de investigación. Una versión preliminar de este trabajo
fue presentada en un encuentro ALFALito en Madrid en el año 2019. Muchas gracias a las edito-
ras, a las/los evaluadores anónimos y a Juan Carlos Godenzzi por sus comentarios que mejora-
ron la argumentación de manera sustancial. Agradezco por su colaboración a Melania Canales
Poma y Gider Sangama Tapullima, así como a las personas con las cuales se entrevistaron.

Carola Mick, Université de Paris/CEPED-UMR 196, [email protected]

Open Access. © 2021 Carola Mick, published by De Gruyter. This work is licensed under the
Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-009
196 Carola Mick

Muchas de las comunidades afectadas se apoyan en el convenio 169 de la Orga-


nización Internacional del Trabajo² para defenderse. Este marco legal garantiza
la integridad física, territorial y cultural de los “pueblos indígenas y tribales”, e
invita a analizar, interpretar y resolver los conflictos socioambientales en relación
con las estructuras socioculturales. En Perú más específicamente, esto conllevó
al reconocimiento oficial de 55 “pueblos indígenas u originarios”³ que el Minis-
terio de Cultura describe en su Base de Datos (https://bdpi.cultura.gob.pe/) por
medio de factores etnolingüísticos y de geolocalización. Desde el año 2011/2012
estos pueblos tienen derecho a ser consultados antes de la aprobación de cual-
quier medida que podría afectarlos (Ley de Consulta Previa). Así, el contacto lin-
güístico que se observa en las situaciones de conflicto en el Perú actual se inscribe
también en el antiguo debate acerca de la identidad y cohesión nacional de una
sociedad fracturada socioculturalmente, ya que enfrenta la orientación económica
extractivista que cuenta como “interés nacional”,⁴ con el derecho a la existencia
de los “pueblos indígenas u originarios”.
El presente capítulo estudia el entrelazamiento entre dinámicas lingüísticas,
identitarias y sociales, a partir de la reconstrucción de un “nosotros”⁵ articu-
lado en testimonios de 16 quechuahablantes de dos zonas en conflicto: la pro-
vincia de Lucanas en el departamento andino de Ayacucho en el centro-Sur del
Perú, y la provincia de Lamas en el departamento de San Martín en la Amazonía
del norte del país. El análisis se interesa tanto por la diferencia de la manifes-
tación de dinámicas lingüístico-identitarias entre ambas variedades, como por
la variación entre los hablantes. Resaltará la dimensión semántica de la “clu-
sividad”, y se interesa por la creatividad de los traductores cuando se trata de
reproducir estas dinámicas lingüístico-identitarias en español. Los resultados
atestiguan el impacto cultural del contacto conflictivo a nivel de las estructuras
lingüístico-identitarias, y contribuyen así al entendimiento de las dinámicas de

2 Convenio firmado por el entonces presidente Alberto Fujimori en el año 1993, y vigente con
rango constitucional en Perú desde el año 1994.
3 La identificación étnica en Perú es sumamente compleja (García y Lucero 2007) y la categoría
“indígena” es más aceptada para la autoidentificación en la Amazonía que en los Andes, donde
evoca memorias del gamonalismo. La formulación oficial “pueblos indígenas u originarios” re-
presenta un intento de tomar en cuenta esta complejidad de la autoidentificación en los térmi-
nos jurídicos.
4 La Ley General de Minería (ley No. 27651, título preliminar, artículo 5) define que “La industria
minera es de utilidad pública y la promoción de inversiones en su actividad es de interés nacional”.
5 Con la forma gramatical masculina plural en las categorías de personas, el presente texto se
refiere a un conjunto de personas independientemente de su género. En quechua, las formas
aquí analizadas no distinguen el género. Quedaría por efectuar otro estudio para analizar la
dimensión del género en la afirmación del “nosotros” en quechua y español.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 197

contacto en situaciones de conflicto. El estudio, además, esboza “nuevas formas


de relación política entre minorías y mayorías, entre lo individual y lo colectivo,
desafíos de orden político para la convivencia nacional” (Henríquez 2015: 111).
Así explicita algunos de los desafíos que representa la protección de la “integri-
dad cultural” de los pueblos indígenas.

2 Dinámicas lingüístico-identitarias
en la sociedad andina
La familia lingüística del quechua es la que más hablantes cuenta en el Perú,
después del español; los por lo menos 4,5 millones que aprenden una de sus
variedades como primera lengua (L1) representan aproximadamente el 13,62 %⁶
de la población. Son 0,6 % más de hablantes con respecto al censo del año 2007,
lo que Andrade (2019: 44) atribuye a la afirmación reciente de políticas del reco-
nocimiento de la diversidad étnica y la revalorización de las lenguas originarias,
tanto por parte del Estado como de la sociedad civil. En el censo del año 2017 que
por primera vez en la historia del país permitió a los encuestados autoidentifi-
carse, casi 6 millones de peruanas y peruanos (aproximadamente el 25,8 % de la
población censada) se categorizaron como pertenencientes a un pueblo indígena
u originario.
Es cierto que los estudios comprueban la hegemonía en la sociedad peruana
de ideologías lingüisticas, étnico-raciales y geográficas que fomentan la asimi-
lación lingüística y cultural en las comunidades de origen andino (por ejemplo
Degregori 1993; Gugenberger 1994; Méndez 1996; Paredes 2010), pero observan
también la existencia de una gran diversidad y creatividad de posicionamientos
discursivos y lingüísticos individuales ante las ideologías dominantes. Más espe-
cíficamente, Godenzzi (2017) demuestra cómo migrantes de origen andino en la
capital Lima movilizan herramientas lingüísticas para crear y poner en escena
identidades individuales y colectivas particulares. Mick y Palacios (2012) recons-
truyen en testimonios de trabajadoras del hogar de origen andino en Lima el uso
creativo de adverbios locativos para subjetivarse dentro de una commonsense
geography racista (Orlove 1993). El estudio de Howard (2009: 42) destaca el uso
de los pronombres personales, en particular el “nosotros”, como “un mecanismo
discursivo clave al constituir las identidades inherentemente ambivalentes,

6 Datos para las lenguas “quechua” (13,6 %) y “kichwa” (0,02 %) del censo del año 2017, realiza-
do por el Instituto Nacional de Estadísticas (https://censos2017.inei.gob.pe/redatam/).
198 Carola Mick

inestables y ‘suspendidas’ del discurso colonizado en los Andes”,⁷ que desafían


las categorizaciones hegemónicas de “criollos”, “cholos”, “blancos”, “mestizos”,
“indígenas”.
Lo comprueba la publicación de Zavala (2020: 1) que documenta en el caso
de expertos de la lengua quechua en la región de Apurímac una reapropia-
ción de ideologías hegemónicas para la construcción de un “‘nosotros’ identi-
ficado principalmente por la lengua indígena”.⁸ Al posicionarse como “pueblo
indígena u originario” para defender sus intereses, construyen “un ‘nosotros’
regional a partir de la lengua quechua como un dispositivo identitario con
raigambre histórica” (Zavala et al. 2014: 18). Este, sin embargo, re/co/produce
ideologías lingüísticas hegemónicas que son contrarias al reconocimiento de
la diversidad (Zavala 2020), y se transforma en otro dispositivo de exclusión
legitimando fracturas y la distribución desigual de poder entre hablantes de la
lengua quechua.
Un proceso similar ha sido documentado para épocas coloniales por Cerrón-
Palomino (2010: 370), quien observa la promoción de dos variedades del quechua
en contacto: de un lado, los grupos dominantes hispanohablantes mandan a
sus súbditos mediante “el quechua de los apamuyes” y, de otro lado, los mismos
quechuahablantes en contacto intensamente asimétrico con hispanohablantes
desarrollan el quechua de los “ladinos”. El prestigio que los quechuahablan-
tes atribuyen a la lengua del amo los conduce a alinearse con una variedad del
quechua marcada por “moldes y esquemas estructurales propios del castellano”
(id.: 380).
En cuanto a fenómenos de contacto entre el quechua y el español más con-
cretos y actuales, Buchholtz (2018) observa una cierta interacción de la prosodia
entre el español y el quechua de Huari (Ancash, Perú), y Soto (2013) demuestra la
combinación heterogénea y creativa por hablantes de Cochabamba en Bolivia de
recursos de la lengua española y del quechua para expresar la causa predicativa.
La comunidad de quechuahablantes no es homogénea, todas las lenguas e
identidades en Perú llevan la marca del contacto diglósico y la gran fractura del
encuentro colonial entre “indígenas” y “españoles” se ha declinado en múltiples
microfisuras que atraviesan este tipo de categorías y permiten a los hablantes
posicionar y subjetivarse.

7 Texto original: “a key discursive mechanism in constituting the inherently ambivalent, unsta-
ble and ‘deferred’ identities of colonized discourse in the Andes – particularly the pronoun ‘we’”.
8 Texto original: “‘we’ identified primarily through the indigenous language”.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 199

3 La aporía del “nosotros” y su manifestación


en quechua
Los pronombres personales, como elementos que “embragan” (Jakobson 1963)
lengua y realidad por carecer de referente extralingüístico independiente de la
enunciación, se prestan de manera particular al análisis de dinámicas lingüístico-
identitarias:

Las formas llamadas tradicionalmente “pronombres personales”, “demostrativos” nos apa-


recen ahora como una clase de “individuos lingüísticos”, de formas que refieren siempre
y solamente a individuos, trátese de personas, momentos, lugares; contrariamente a los
términos nominales que refieren siempre y solamente a conceptos. Sin embargo, el estatuto
de estos “individuos lingüísticos” se debe a que nacen de una enunciación, que son produ-
cidos por este evento individual.⁹ (Benveniste 1966b: 83)

Entre estos “individuos lingüísticos”, los pronombres de la primera persona


plural son particularmente interesantes, ya que representan la esencia del ser
humano: Como lo ilustra Merleau-Ponty (2001), toda subjetivación de un “yo”
(ego) depende de la interacción con otro (“tú”, alter), cuya mirada comprueba
y circunscribe la existencia de “yo”. El “nosotros” representa esta interdepen-
dencia entre “yo” y “tú” que es fuente tanto de amenaza – cuando falta recono-
cimiento – como de oportunidad infinita (Levinas 2000). La aporía de la primera
persona plural que observa Benveniste (1966a: 233) da cuenta de esta interdepen-
dencia ambigua entre “yo” y “tú”:

Está claro que de hecho, la unicidad y la subjetividad intrínsecas del “yo” se oponen a la
posibilidad de una pluralización. Si no puede haber varios “yo-s” concebidos por un mismo
“yo”, entonces el “nosotros” no es una multiplicación de objetos idénticos sino un interfaz
entre el “yo” y el “no-yo”, poco importa el contenido de ese último. Este interfaz forma una
totalidad nueva y de tipo particular, en la cual los compuestos no son equivalentes: en
“nosotros” predomina siempre el ‘yo’, porque solo hay “nosotros” a partir de “yo”; y este
“yo” somete al elemento “no-yo” por su calidad transcendente. La presencia del “yo” es
constitutiva del “nosotros”.¹⁰

9 Texto original: “Les formes appelées traditionnellement ‘pronoms personnels’, ‘démonstra-


tifs’ nous apparaissent maintenant comme une classe d’‘individus linguistiques’, de formes qui
renvoient toujours et seulement à des ‘individus’, qu’il s’agisse de personnes, de moments, de
lieux, par opposition aux termes nominaux qui renvoient toujours et seulement à des concepts.
Or, le statut de ces ‘individus linguistiques’ tient au fait qu’ils naissent d’une énonciation, qu’ils
sont produits par cet évènement individuel”.
10 Texto original: “Il est clair en effet que l’unicité et la subjectivité inhérentes à ‘je’ contredisent
la possibilité d’une pluralisation. S’il ne peut y avoir plusieurs ‘je’ conçus par le ‘je’ même qui
200 Carola Mick

Al usar la primera persona plural, el “yo” ejerce un tipo de violencia simbólica en


vista de otro, ya que usurpa su espacio y se apropia de su voz, cuando se le embarca
en un “nosotros” no concertado o se le excluye de este relegándolo al grupo de
“ellos”/“los otros”. Pero la invitación a formar parte de un “nosotros” también
puede ser una muestra de humanidad (Honneth 2010: 279, citando a Adorno) ya
que acepta la propia vulnerabilidad. Para Laclau (2005: 153), la constitución del
“nosotros” es “la operación política por excelencia”.¹¹ La primera persona plural
amplifica la voz individual y la vuelve más performativa, una función que el plu-
ralis maiestatis aprovecha de manera prepotente, pero corresponde también a un
reconocimiento humilde de los límites de la propia existencia del sujeto.
Es un acto a la vez audaz y cobarde, ya que el “nosotros” ejerce cierta presión
social hacia los que lo constituyen: la formación de grupos con identidades colec-
tivas consolidadas corresponde al deseo (Levinas 2000) de “yo” de controlar la
mirada del otro, lo que le permite también mantener una auto-relación estable
(Honneth 2010). Pero la constitución del “nosotros” también crea una relación de
interdependencia con “otros” (ellos) que condicionan su subjetivación.
Por consiguiente, la “clusividad” es una dimensión pragmático-cognitiva y lin-
güística esencial del lenguaje humano; se trata de la manera en la cual “el hablante
comunica (la falta de) pertenencia de nociones/actores seleccionados”¹² (Wiec-
zorek 2013: 119). Depende del centro deíctico del hablante, orientado durante la
socialización primaria, y de “la comprensión compartida de las estructuras de la
sociedad, de grupos y relaciones con otras sociedades”¹³ (Chilton, en Wieczorek
2013: 118). Como herramienta práctico-cognitiva permite al sujeto definir un “noso-
tros”, delimitarlo de “otros” y diseñar las relaciones entre ambos: “Marking off
the territory is thus a way of comprehending the structure of any socio-ideological
group, though they are sometimes constructed artificially for the attainment of the
speaker’s macro/micro-goals”¹⁴ (Wieczorek 2013: 120). La clusividad se manifiesta

parle, c’est que ‘nous’ est, non pas une multiplication d’objets identiques, mais une jonction
entre ‘je’ et le ‘non-je’, quel que soit le contenu de ce ‘non-je’. Cette jonction forme une totalité
nouvelle et d’un type tout particulier, où les composantes ne s’équivalent pas: dans ‘nous’, c’est
toujours ‘je’ qui prédomine puisqu’il n’y a de ‘nous’ qu’à partir de ‘je’, et ce ‘je’ s’assujettit l’élé-
ment ‘non-je’ de par sa qualité transcendante. La présence du ‘je’ est constitutive du ‘nous’”.
11 Texto original: “the political operation par excellence”.
12 Texto original: “the speaker communicates (lack of) belongingness of chosen notions/ac-
tors”.
13 Texto original: “conventional shared understandings of the structure of society, groups and
relations with other societies”.
14 Texto original: “Marking off the territory is thus a way of comprehending the structure of any
socio-ideological group, though they are sometimes constructed artificially for the attainment of
the speaker’s macro/micro-goals”.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 201

y constituye a nivel lingüístico por ejemplo mediante expresiones deícticas, impe-


rativos y pronombres personales (Filomenova 2005). Como tal parece ser ausente
en las lenguas indoeuropeas actuales, pero ha sido descrita para varias protolen-
guas, el indoeuropeo incluido, y se documenta en la sincronía de varias lenguas del
mundo entero (Filomenova 2005: ix). El World Atlas of Linguistic Structures enumera
63 lenguas en las cuales el sistema pronominal da cuenta de la “clusividad” así
como se observa en casi todas las variedades de la familia lingüística del quechua.¹⁵
La Gramática quechua de Anchorena (1874: 20) distingue en el pronombre de la
primera persona entre un “plural excluyente” con las formas “ñokaycu, ñokaycuna,
ñokacuna” y un “plural indeterminado” con las formas “ñocanchis, ñokanchic,
ñokanchiscuna”. Los sufijos -nchis /-nchic e -yku/-niku también se consideran como
el plural indeterminado respectivamente excluyente de la primera persona en la
conjugación del verbo (Anchorena 1874: 30). Crevels y Muysken (2005: 323) identi-
fican la forma exclusiva en quechua como una referencia simultánea a la primera
y la tercera persona, mientras la forma inclusiva reúne la primera y la segunda
persona, eventualmente incluyendo también la tercera. Subrayan, sin embargo,
que hay evidencias que la forma exclusiva es una innovación más reciente del
quechua II que aquí interesa.
Tanto el quechua chanca de Ayacucho como el quechua lamista de San
Martín enfocados por el presente estudio representan variedades del quechua II
(según Torero 1964, equivale al quechua A en la clasificación de Parker 2013).
Es una rama más innovadora de esta familia lingüística que se ha extendido
geográficamente al sur y al norte del territorio del quechua I (respectivamente
quechua B). Existen varios mitos acerca del origen chanca del quechua lamista:
Según Doherty et al. (2007), varios relatos refieren a la existencia de un grupo
de guerreros chancas disidentes (originarios de la cuna del quechua II) que se
habrían refugiado en la región de San Martín en épocas precolombinas. Otra
hipótesis considera que el quechua chanca sirvió de lengua vehicular en las
reducciones jesuitas de la zona de San Martín que agruparon miembros de por lo
menos seis pueblos indígenas de la zona (lamas, motilones, amasifuines, cascao-
soas, suchichis, tabalosos), quienes poco a poco se lo apropiaron como lengua
vernacular. Según datos lingüísticos, sin embargo, el quechua IIB del cual forma
parte el quechua lamista, tiene su cuna en la zona costeña central y de ahí se
difundió a las regiones norteñas hacia el siglo xv (Adelaar 2010).
La Introducción práctica al quechua chanca de Zariquiey y Córdova (2008: 88)
menciona la existencia en la región de Ayacucho de una oposición entre una
primera persona plural inclusiva “ñuqanchik – ‘nosotros (tú y yo, ustedes y

15 Según Torero (1964), la variedad ecuatoriana del quechua representa una excepción.
202 Carola Mick

nosotros)’” y exclusiva “ñuqayku – ‘nosotros (pero no tú)’”, que también se puede


marcar a nivel de los verbos: “Mientras la primera forma incluye al oyente, la
segunda lo excluye” (Zariquiey y Córdova 2008: 89):

“ñuqanchik warmim kanchik”: “‘tanto tú como yo somos mujeres’”;

“ñuqayku warmim kaniku”: “‘nosotras y no tú somos mujeres’”.

Para la forma exclusiva en quechua, no queda duda en los estudios de que se


trata del plural de la primera persona, lo que también se refleja en la morfología:
“[. . .] la forma -yku respectiva puede analizarse históricamente como derivada de
-y ‘primera persona’ seguida de la marca de plural, esta vez en forma abreviada:
-ku. De hecho, los dialectos quechuas centro-norteños registran, para lo mismo, la
forma ñuqa-kuna y variantes” (Cerrón-Palomino 2008: 118).
Aunque también deriva morfológicamente por sufijación de la primera
persona, la forma inclusiva en las variedades del quechua I (Crevels y Muysken
2005), una rama con tendencia más conservadora (Torero 1964), no se percibe
como un plural sino como una “cuarta persona” que corresponde a “tú y yo”: “la
persona que habla y con quien se habla (‘cuarta persona’)” (Cerrón-Palomino 2008:
115–116). Torero (1964: 469) analiza el sufijo complejo -nchik “en dos componentes:
un morfema/-n-/de origen obscuro (quizá el de tercera persona ya estudiado) y
un sufijo pluralizador cuya forma en el proto idioma fue probablemente/-chik/,
pero ha sufrido diversas transformaciones locales”. Efectivamente, el sufijo -chik
es el morfema pluralizador de segunda persona (“llaqta-yki-chik [. . .] ‘el pueblo
de ustedes’”, Cerrón-Palomino 2008: 119), mientras -ku es el morfema pluraliza-
dor de tercera persona (“llaqta-n-ku [. . .] ‘el pueblo de ellos’”, Cerrón-Palomino
2008: 119). Pero ñuqanchik también puede pluralizarse mediante -kuna en algunas
variedades del quechua: “ñuqa-nchik-kuna” (Cerrón-Palomino 2008: 118). El valor
semántico “inclusivo” podría resultar de un “acomodamiento formal y semántico al
esquema del aimara” (Cerrón-Palomino 2008: 116).¹⁶ Siguiendo a Pottier (en Torero
1964: 469), este “‘inclusivo’ debe ser considerado un plural ‘general’ o ‘universal’,
que no se inserta en la flexión personal regular, como sí lo hace el ‘exclusivo’”.
Según Adelaar (2010), las variedades del quechua IIB, como el quechua
lamista, son más innovadoras que el quechua IIC, como el ayacuchano o chanca.
Parker (2013: 62) clasifica los rasgos gramaticales del quechua lamista como
“ambiguos” ya que son “característicos tanto de la rama norperuana como de

16 Según Adelaar (2010: 250–251), desde los momentos de formación del proto-quechua y del
proto-aimara, ambas familias lingüísticas mantuvieron contactos estrechos, y “no existe variedad
quechua alguna que no haya pasado por el molde de la reestructuración según el modelo aimara”.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 203

la costeña-sureña”, pero define su sonoridad como “sorprendentemente no-


quechua” (Parker 2013: 149). En cuanto a las formas del inclusivo y exclusivo aquí
interesan tres pronombres y tres sufijos:

ñukaykuna: “‘nosotros, exclusivo (sin ti)’” (Coombs et al. 1976: 81); “‘nosotros’ (excluye al
oyente)”, “plural de ñuka, dicho plural exclusivo” (Taylor 2006: 70).

ñukanchi: “nosotros (tú y yo)” (Doherty Vonah et al. 2007: 142); “‘nosotros’ [hablante(s)
+ oyente(s)]”, “representa la 4.ta persona (la asociación de la 1.ra y de la 2.da), se opone a
ñukaykuna” (Taylor 2006: 70).

ñukanchikuna: “‘nosotros, inclusivo plural (nosotros y Uds.)’” (Coombs et al. 1976: 82); “noso-
tros (incluyendo la persona con quien hablamos)” (Doherty Vonah et al. 2007: 142); “De número
indefinido, como todos los nominales del quechua, ñukanchi puede especificar la pluralidad
por la adición de -kuna: ñukanchikuna ‘yo y ustedes’ (atest. en Lamas)” (Taylor 2006: 70).

Mientras la oposición entre ñukaykuna y ñukanchi marcaría la clusividad, ñukan-


chi y ñukanchikuna se opondrían por la diferencia entre el número dual y plural.
Sin embargo, Coombs et al. (1976: 81) observan que “la distinción entre el inclu-
sivo dual y plural ya no es muy fuerte. Ñukanchi ocurre más a menudo que ñukan-
chikuna, y puede tener un sentido ‘plural’ o ‘dual’”; “aún en San Martín no es
muy clara la distinción, porque la forma inclusiva dual es mucho más usada que
la plural, y también puede referirse a más de dos personas”.
Como sufijo del verbo, -nchi marcaría la “primera persona plural inclusiva”
(Doherty Vonah et al. 2007: 258), mientras el sufijo -kuna competiría con -sapa,
“innovación morfológica” del quechua de San Martín (Parker 2013: 150) para
marcar el plural de la tercera persona y de la primera exclusiva. En una comu-
nicación personal por email (del 1ro de junio 2019), Rodolfo Cerrón-Palomino
explica que el sufijo -kuna es la marca del plural, “introducido seguramente
por los misioneros franciscanos, en su afán por acercar la variedad al quechua
central”, mientras que -sapa es un cuantificador: “la raíz *sapa ‘cada uno,
todos’ se aprecia funcionando como un sufijo de pluralización de persona en la
inflexión verbal” (Parker 2013: 184). Según Cerrón-Palomino, la oposición entre
el exclusivo y el inclusivo está perdiéndose en el quechua lamista.

4 Testimonios de situaciones de conflicto


El análisis discursivo aquí desarrollado se interesa por las dinámicas lingüístico-
identitarias en dos regiones con comunidades quechuahablantes en Ayacucho y
San Martín. Investiga las manifestaciones de una identidad colectiva, un “noso-
tros”, en testimonios de 16 quechuahablantes, 7 grabados en la región de Ayacucho
204 Carola Mick

y 9 entrevistados en San Martín.¹⁷ El corpus fue recogido en quechua al final del año
2017, transcrito y traducido por Melania Canales Poma para la región de Ayacucho y
por Gider Sangama Tapullima para la región de San Martín. Ambos son bilingües en
quechua y español, y aprendieron el quechua como L1. Como vicepresidenta¹⁸ de una
de las organizaciones indígenas más importantes a nivel nacional, respectivamente
líder regional y traductor intérprete formado por el Viceministerio de Interculturali-
dad, son actores claves de la interculturalidad en Perú, reconocidos en sus regiones.¹⁹
Los 16 testimonios aquí analizados se produjeron en entrevistas semidirigi-
das por estos dos líderes sobre la Ley de Consulta Previa y su puesta en práctica
concreta; las conversaciones enfocaron sobre todo los conflictos socioambien-
tales latentes en estas dos regiones que se describen en los siguientes párrafos.
Entre los meses de agosto y septiembre del año 2016, la empresa minera
Apumayo S.A.C. consultó dos proyectos de exploración y explotación minera en la
provincia de Lucanas, Ayacucho. Se trataba de una amplificación de su actividad de
extracción de oro y plata a tajo abierto en casi 3000 hectáreas de terrenos que perte-
necían a las comunidades de Chaviña, Sancos y Para. Se convocó a dos comunida-
des a cada una de las consultas, pero la comunidad de Para renunció al derecho a la
consulta rechazando el estatus de “indígena”. Los representantes de la comunidad
de Sancos se posicionaron a favor del proyecto de explotación a condición de que
la empresa se comprometiera con el cuidado del medio ambiente. La comunidad
de Chaviña se declaró en contra de la exploración por inundaciones y contamina-
ciones ya denunciadas y validadas por la Organización de Evaluación y Fiscaliza-
ción Ambiental (OEFA) desde el año 2015. Reclamó por no haber sido convocada a
la consulta del proyecto de explotación. Al cabo de estos dos procesos de consulta,
el Ministerio de Energía y Minas autorizó ambos proyectos en enero del año 2017.
El siguiente conflicto entre los comuneros y la empresa, y entre las comuni-
dades de la zona, quedó latente durante la fase de planificación e implementa-
ción de los dos proyectos mineros, fue acompañado por una serie de problemas
medioambientales en el 2017, y culminó en el 2019 cuando se intensificó la presión
sobre el agua, con un paro de una duración de tres días. Las comunidades de

17 En todos los testimonios, el traductor transcribe la categoría como kichwa, pero la rempla-
za por quechua en la traducción. Solo en el caso de la denominación oficial como “comunidad
nativa kichwa” o el nombre propio de su organización “Consejo étnico de los Pueblos Kichwa de
la Región San Martín” que ya aparecen en español en la transcripción, mantiene la categoría
kichwa en la traducción.
18 En el momento de la redacción del artículo, Melania Canales Poma es presidenta de esta
misma Organización de Mujeres Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP).
19 Es muy probable que la recolección del corpus por líderes haya influido en la visibilidad del
conflicto y la politización en los discursos.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 205

tres provincias de la región lograron que se desalojara temporalmente el campo


minero de la empresa Apumayo y que se iniciara un nuevo proceso de diálogo.²⁰
A finales del año 2017, cuando Melania Canales realizó en las comunidades
de Sancos y Chaviña las entrevistas aquí analizadas, este conflicto estaba latente
e intensificándose.
Desde aproximadamente los años 1980, las comunidades kichwas de la pro-
vincia de Lamas, San Martín, están intentando sin éxito obtener el título de pro-
piedad colectiva de las tierras que usan ancestralmente, superpuestas con el lote
petrolero 103. No obstante varios años de reclamos de la organización indígena
de esta región, el Consejo Étnico de los Pueblos Kichwa de la Amazonía (CEPKA),
en el año 2004, el Estado otorgó la autorización a la empresa Petroperu para
explorar y explotar el lote 103, y eso sin participación significativa de las comu-
nidades propietarias ni consulta previa. Y en el año 2005 el Gobierno Regional de
San Martín aprobó sin representantes indígenas el establecimiento del Área de
Conservación Regional (ACR) Cordillera Escalera así como el plan maestro de la
gestión de esos territorios en disputa hasta el año 2023. El conflicto se intensificó,
y recién a finales del año 2018, por la presión de abogados y organizaciones inter-
nacionales, el Gobierno Regional se comprometió a avanzar con la titularización
de las tierras y a iniciar un proceso de consulta previa del plan maestro del ACR,
lo que no se cumplió hasta la fecha.²¹
En el mes de septiembre 2017, cuando Gider Sangama realizó las entrevistas en
tres comunidades en el distrito de Lamas, San Martín, el conflicto estaba latente.
El corpus demuestra técnicas y formas de transliteración y traducción hete-
rogéneas que se deben a la participación de varios actores en su realización. El
análisis se apoya en los extractos de las transcripciones en quechua, así como de
la traducción en su forma original; dado que han sido realizadas por hablantes de
las variedades en cuestión, esta variación constituye también un dato clave para
el análisis de las dinámicas lingüístico-identitarias enfocadas.

20 http://consultaprevia.cultura.gob.pe/; https://www.gob.pe/institucion/pcm/noticias/71132-
ejecutivo-ratifica-su-compromiso-en-atender-las-necesidades-y-preocupaciones-de-comunidades-
en-ayacucho.
21 https://idl.org.pe/lote-103-admiten-demanda-de-amparo-de-federaciones-indigenas-
kichwa-contra-minem-y-perupetro-por-omision-de-consulta/; https://www.forestpeoples.org/sites/
default/files/documents/Amicus%20 GJC%20y%20FPP_NuevoLamasDic2018Esp.pdf; https://www.
forestpeoples.org/es/node/50283; https://wayka. pe/comunidades-indigenas-de-san-martin-siguen-
a-la-espera-de-la-titulacion-de-sus-bosques/.
206 Carola Mick

5 El “nosotros” en los testimonios ayacuchanos


Como esperado, en los 7 testimonios recogidos en la región de Ayacucho, el para-
digma semántico del “nosotros” se manifiesta casi exclusivamente mediante los
sufijos -nchi(k/s) e -yku/-niku, y las dos formas sólo en muy pocas excepciones
(ver más adelante) pueden convivir en un mismo sintagma.

5.1 Traducción

En la mayoría de los casos, los sufijos en -nchi(k/s) respectivamente -yku/-niku en la


versión quechua de los testimonios ayacuchanos fueron traducidos como una primera
persona plural en español: Solo 7 de las 77 formas en -nchi(k/s) (9,1 %) no fueron tra-
ducidas por una primera persona plural en español; en el caso de -yku/-niku son 18 de
323 (5,6 %). 10 de estas últimas omisiones conciernen pronombres personales.
Existe en el corpus ayacuchano una tendencia ligeramente más acentuada de
aumentar las marcas de la primera persona plural en español cuando se trata de
traducir las formas -yku/-niku, en comparación con la forma -nchi(k/s). La ocu-
rrencia de los pronombres en la versión original en quechua y en la traducción
en español es aproximadamente similar, tanto para ñuqayku que ñuqanchik/s. No
obstante, como demuestra la Tabla 1, es más probable que el testimonio explicite
en quechua el pronombre personal ñuqayku que ñuqanchik/s.

Tabla 1: Uso de los pronombres personales ñuqanchik/s y ñuqayku (corpus ayacuchano).

ñuqanchik/s explícito % ñuqayku explícito %


AYA1 0 0,0 % 1 20,0 %
AYA2 0 0,0 % 5 38,5 %
AYA3 3 30,0 % 0 0,0 %
AYA4 5 20,0 % 19 35,2 %
AYA5 0 0,0 % 21 25,6 %
AYA6 0 0,0 % 14 21,5 %
AYA7 3 10,3 % 21 21,2 %
TOTAL 11 14,3 % 81 25,2 %

Estas observaciones permiten argumentar que la verbalización de la primera


persona plural en quechua ya tiende a anticipar los problemas de la traducción en
español de la oposición -nchi(k/s) versus -yku/-niku. La forma -yku/-niku es usada
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 207

para enfatizar la referencia al “nosotros”, ya que ésta se especifica mediante una


recursividad aumentada y con presencia del pronombre, complementos adver-
biales (kachkaniku sancospi colaborachkaniku ‘los que somos de Sancos estamos
colaborando’, AYA2), o, en la gran mayoría de los casos, explicitando la oposición
con “otros”.

5.2 Valores semánticos encontrados

En el corpus ayacuchano no se actualiza la oposición entre un número “dual”


versus “plural”, y la distinción semántica entre “inclusivo” en el sentido de “uni-
versal” versus “exclusivo” y “particular” permite explicar la mayor parte de los
usos. En particular, el sufijo -nchi(k/s) aparece con frecuencia cuando se refiere a:
– la unidad comunal consolidada: ñoqanchiq llaqta (AYA4), comunidadninchi
(AYA5), kay llaqtanchipi, llaqtanchipi, llaqtanchispa, llaqtanchispi (AYA7);
– los ancestros y costumbres compartidos: ancistrunninchiqa, ancestrunchik
(AYA5), mamanchikmanta taytanchikmanta, costumbrinchik idiomanchik
quechuanchik rimasqanchikta (AYA7);
– el agua como un bien común: yakunchikita (AYA5), yakunchipi, yakunchista-
pas, (AYA7);
– así como conocimientos compartidos: yachachkanchik, yachasqanchiq (AYA4),
yachinchikchu (AYA5).

Las formas en -yku/-niku sirven sobre todo para:


– diagnosticar exclusiones: qina apanakuchkaniku kay minamanta dividisqa
qinaña cachkaniku (AYA1 ‘desde que ha entrado la mina estamos en divi-
sión’), chaypa kunsekuencian ñoqayku kaypi piliachkaniku ñoqaykupura
(AYA2 ‘la consecuencia de esto es la pelea entre nosotros’);
– diferenciar lo que pasa en diferentes lugares o entre grupos de la misma
comunidad (ver también las citas 2, 3, 5, 6, 7 y 10): limamanta tillaqkuna,
limapipas achkam kachkaniku. wawayku wakinnikupa estudiam, trabajam,
chaynaptiykum wakinniyku tiyaniku limapi (AYA3 ‘los que viven en Lima
también somos bastante. De alguno de nosotros nuestros hijos estudian, tra-
bajan por eso vivimos en Lima’);
– llamar a hacer frente contra el Estado, la empresa minera o los promineros
(ver citas 4 y 6).

Las siguientes citas (1) a (4) ilustran el paradigma de valores semánticos y com-
prueban que la oposición de un valor “inclusivo” o “universal” frente a uno
“exclusivo” y “particular”, no solamente constata hechos, sino es actualizada de
208 Carola Mick

manera estratégica: con el fin de crear un sentimiento de unidad o concientizar por


la existencia de una comunidad de destino a pesar de las diferencias (-nchi/k/s),
para visibilizar diversidad dentro de una supuesta unidad o volver explícita una
oposición (-yku/-niku).
AYA7 es presidente del comité de regantes. Durante la primera parte de la
entrevista usa la primera persona plural para hablar de sí mismo. Por ejemplo,
cuando la entrevistadora le pregunta ¿No te has movido de este pueblo?, contesta
usando la primera persona plural en -yku/-niku:

(1) Bueno vidata maskaspayku tukuy ladupi noqaykupas estudiaspayku, trabaquta


maskaspayku puriraniku
‘Bueno buscando la vida en otros lugares también nosotros hemos
estudiado, y buscado trabajo’ (AYA7).

La confusión del “yo” con su comunidad en el noqayku probablemente refleja


su identificación y compromiso pleno con la comunidad. Como observa Sichra
(2015: 202) para el caso de Cochabamba en Bolivia: “al poner de relieve los valores
de la comunidad, el individuo sólo es considerado en tanto presta servicio a ésta,
de donde recibe su identidad”. Pero cuando la entrevistadora pregunta a AYA7
por su biografía lingüística, este la detalla inscribiéndose como “noqaykupas”
(‘también nosotros’) en un contexto de costumbres ancestrales y trayectorias
compartidas, como lo subraya el sufijo -nchi(k):

(2) Warmachikmanta kaipi siempre quechua, mamanchikmanta taytanchikmanta


pacha igual Riki noqaykupas contumbado chay quechua palabranchikwan, qina
Riki nacisqanchikmanta hasta wiñananchikama, chay estudiakuspanchiña,
uk llaktakunata rispaña
‘Desde niños siempre quechua, desde nuestros madres y padres igual
nosotros contumbados al quechua, así es pues desde que nacemos hasta
que crecemos, cuando estudiamos en la escuela o cuando vamos a
trabajar’ (AYA7).

El sufijo -nchi(k) aquí se usa con una funcionalidad incluyente porque se refiere
no solamente a una particularidad de la misma comunidad específica del
hablante, sino compartida también por otros quechuahablantes (como también
la entrevistadora).
Cuando la entrevistadora toca el tema del proyecto minero en la zona, la opo-
sición -nchi(k) versus -yku/-niku motivada por la distinción entre el caso particular
y un caso más general, toma el valor semántico de “inclusión” versus “exclusión”:
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 209

A la pregunta en la segunda persona singular ¿qué piensas sobre la consulta previa


que se ha realizado?, el hablante AYA7 contesta de la manera siguiente:

(3) Bueno kay consulta previa apakusqanmanta ñoqaykuqa unos cuantos


mana akuerdupi kanikucho, ni firmaranikuchu, nisqaypi qinallas ignorante
señorakunata quñuruspa chay empresa minera
‘Bueno cuando la consulta previa se ha realizado algunos no estuvimos de
acuerdo, ni hemos firmado, allí la empresa minera les había juntado solo a
las señoras ignorantes’ (AYA7).

Confunde aquí el ñoqayku particular de las citas (1) y (2) con el grupo de los que se
opusieron al proyecto de la mina y que se negaron a firmar el acuerdo. En la cita
(4), la combinación de ambas formas en -nchi(k) e -yku/-niku transforma el grupo
ya existente de personas reticentes al proyecto en un motor de un movimiento de
resistencia activa contra la mina:

(4) mana chay leymantapas manan noqanchispa favorninchikpi imapas qa-


munchu, qinas, bueno pues noqayku kunan ruwachkaniku qatarinaykupak,
llapalla llaqta qatarisunchik manaña chay ley favorninchikpichu qamun-
chu, qinaptin qatarisunchik chay acuerdum kachkan kay llapallan llaqta
visinukunawan
‘esa ley no está a nuestro favor, no viene para nosotros, entonces hemos
acordado, nos vamos a levantar, como no viene esta ley a nuestro favor,
todos los pueblos nos vamos a levantar es[e] acuerdo tenemos con los
vecinos’ (AYA7).

Mediante la forma en -nchi(k/s) crea una articulación hegemónica entre todas las
personas desencantadas y engañadas por la Ley de Consulta Previa, incluyendo
eventualmente también a la interlocutora en la misma situación de la entrevista.
Con la forma en -niku/-yku conjura unidad de estas personas en contra de la mina.
Se observa aquí la emergencia y constitución de un “nosotros” que corresponde a
“la operación política por excelencia” que describe Laclau (2005: 153).
Las citas (5) y (6) dan cuenta de procesos similares: Cuando la hablante AYA4
introduce un “nosotros” mediante el pronombre ñoqayku alude al engaño y la
exclusión sufridos y a la Ley de Consulta Previa en particular. Cuando se refiere a
la existencia de informaciones públicas accesibles a todos acerca de la contami-
nación por actividades mineras en varias comunidades, usa la forma en -nchi(k).
Vuelve a cambiar al sufijo -niku cuando habla del caso específico del pueblo en
su “aquí” (kaypi), y concluye aludiendo mediante -nchi a los efectos nefastos del
proyecto minero que probablemente no se limitarán a la misma comunidad:
210 Carola Mick

(5) kay ley consulta previaqa en conclusión ñoqaykuta engañawachkanku. [. . .]


nisqanchipi kay televisión nisqanchikpi llaqtakunata rikuchkanchik cajamarka
imaynam kachkan, oroya imayna kachkan, cerro de pasco imaykachkan. kaypi
tillanikuku llapa llaqta manamiki huk llaqtallachu. chayna mudupiqa manamiki
kay minawanqa kay ñoqanchiqa allintaqa, allinchu kasunqa.
‘Por la televisión estamos viendo a los pueblos de Cajamarca cómo está, la
Oroya cómo está, Cerro de Pasco cómo está. Aquí vivimos todos los pueblos
no solo es uno. Nosotros con esta mina no vamos estar bien, no vamos estar
bien’ (AYA4).

Mediante la oposición entre -nchi(k) e -yku/-niku el hablante AYA4 incluye o


excluye a su interlocutora, y distingue entre el caso específico de su comunidad
o de las comunidades aledañas (ñoqayku) versus aspectos de importancia más
general (-nchi/k). Pero la frase introductoria demuestra que la inclusión/exclusión
va más allá de la misma situación de interacción concreta: el diagnóstico del
engaño que representaría la Ley de Consulta Previa, según su argumentación,
no se limita a su propia comunidad sino, por la globalidad de los impactos que
el proyecto minero generaría, concierne finalmente la sociedad en su conjunto.
Más que referirse al caso específico de su comunidad, el pronombre ñoqayku que
escoge al inicio de la cita subraya la idea de la victimización sufrida, del abuso
perpetrado. Cuando recurre al sufijo -niku por segunda vez en esta cita, no alude
tampoco solamente al caso particular de su comunidad, sino incluye explícita-
mente a otras comunidades que se encuentran en la misma situación. Puede ser
que el adverbio kaypi (‘aquí’) condiciona el uso de la forma en -niku, porque esta-
blece una oposición con lugares más alejados; semánticamente, sin embargo, el
enunciado justamente hace énfasis en la multiplicidad de pueblos que viven en
este lugar. Lo que los federa es la exposición a la contaminación por la empresa
minera, y el sentimiento de ser engañados por el Estado.
En la cita (6), el hablante AYA4 parece estar conjurando unidad en contra de
la mina, y combina formas en -nchi e -yku/-niku, de manera similar a lo que se
observó en el caso de la cita (4):

(6) Ñoqaykupas unmachachakaniku llaqta masinchikunata manaña kay mina


misqaykuta munanankupaq.
‘Nosotros estamos encabezando a nuestros hermanos para que no
aceptemos la mina’ (AYA4).

Las formas en -yku/-niku se explican aquí primero porque refieren al grupo par-
ticular de líderes y comuneros que tomaron la iniciativa de luchar contra la mina,
y también por el hecho que se trata de rechazar la mina. Usa el sufijo -nchi(k)
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 211

cuando llama a otros comuneros “hermanos” a juntarse para juntos hacer


frente contra la mina, independientemente de su origen o pertenencia concreta
a una comunidad específica. Todos juntos formarían un grupo diverso, pero un
“nosotros” coherente por su rechazo unánime del proyecto minero.
En la cita (7), la oposición entre -nchi e -yku/-niku le permite a la hablante AYA2
dar cuenta de una fractura que atraviesa su comunidad, debido al conflicto minero:

(7) juisupin kachkanchi [. . .] ñoqayku aceptanikuchu ima minatapas noqaykupiqa


‘estamos en juicio [. . .] nosotros no aceptamos ninguna mina en nuestras
propiedades’ (AYA2).

En esta declaración, la oposición entre -nchi e -yku/-niku no depende del posicio-


namiento ante la interlocutora, sino mantiene el valor semántico de inclusión y
exclusión en otro sentido: el conflicto con el Estado y el juicio conciernen toda la
comunidad en su conjunto (-nchi); sin embargo, mediante -yku/-niku, la hablante
distingue a los comuneros que, como ella, están en contra del proyecto minero.
La existencia de dos posibilidades de referirse a un “nosotros” le permite a la
vez mantener su identificación con la totalidad de la comunidad, aun recono-
ciendo las divergencias de opinión importantes que la atraviesan. Más que el
valor semántico de inclusión y exclusión, aquí la oposición entre -nchi e -yku/-
niku permite introducir matices en lo que se refiere a su identificación con un
“nosotros”.
La perspectiva de AYA3 es ligeramente diferente. Ella todavía cuenta con el
estatus formal de comunera, pero ya no vive en su comunidad desde hace tiempo.
Se había mudado a Lima para permitir a sus hijos estudiar, pero regresó a su
comunidad por la consulta previa del proyecto de la empresa minera Apumayo.
En esta ocasión se tuvo que enfrentar a una mayoría de comuneros que estaban
a favor de la inversión minera. En el extracto (8) cita los enunciados de los otros
comuneros en discurso indirecto usando la forma en -nchi(k):

(8) Mana paykuna kaptinkupas akuerdullapi kasunchik noqanchiqa ñoqanchik


kaypi tillanchi manam wakpi runakunaqa kaypi tillanchu nin.
‘Los que viven ahí decían aunque ellos no estén de acuerdo (los que viven en
lima) nosotros que vivimos aquí debemos estar de acuerdo y las personas
que viven en otro lugar ya no deben vivir aquí. Así decían’ (AYA3).

La comunera AYA3 reproduce en el discurso indirecto la forma en -nchi(k), pero


le atribuye un valor excluyente al destacar que se opone a los que “no estén de
acuerdo” con el proyecto minero como ella misma. Al revelar las divergencias de
opinión existentes que la forma supuestamente inclusiva en -nchi(k) calla, parece
212 Carola Mick

denunciar implícitamente un acto abusivo y poco democrático de la parte de los


dirigentes comunales. Al mismo tiempo, -nchi(k) señala el carácter ya consoli-
dado de una comunidad que excluye a todos los que, como ella, ya no residen
en el mismo lugar. Para hablar de este último grupo de personas excluidas usa la
forma en -niku: tiyaniku limapi (AYA3 ‘los que viven en Lima’).
Cuando la misma hablante AYA3 recurre al sufijo -nchi(k) en el discurso directo
como en el ejemplo (9), lo usa para concientizar por la afectación universal de la
contaminación minera: Todos se enfermarían (unquasunchiki. . . llapallanchik), y
algunos (-yku) incluso morirían (wañusaqkuchi chay unquspayku):

(9) ñoqapa pensamintuy qinayach capas siguinqaku chaynalla trabajaptin


qinaptinqa unqusunchiki astawan mastachiki llapallanchik wañusaqkuchi
chay unquspayku
‘en mi pensamiento digo: si continúan con el trabajo de la minería seguramente
nos vamos a enfermar todos y así moriremos con enfermedades’ (AYA3).

La perspectiva exterior que introduce el discurso indirecto de la cita (8) es intere-


sante, porque demuestra que no solamente las formas en -yku/-niku constituyen
unidades políticamente motivadas, pero que, de manera similar, la universalidad
de vigencia del ñuqanchi(k/s) es un mero efecto discursivo que depende del punto
de vista. Así, los valores semánticos enumerados al inicio de este Subcapítulo 5
funcionan mientras haya comunidad consolidada, identificación con ancestros,
costumbres, conocimientos y valores compartidos. En cuanto éstos se cuestionan
por ejemplo por la interferencia de intereses económicos, el uso del ñuqanchi(k/s)
que resulta de la articulación hegemónica de un “nosotros” político puede ser
percibido como tan exclusivo en la práctica como el ñuqayku. Revela una fuerte
carga ideológica que puede conllevar efectos abusivos y antidemocráticos, como
los experimenta AYA3.

5.3 Variación

La Tabla 2 presenta la frecuencia de ocurrencia de las formas correspondientes a


un “nosotros” en el corpus ayacuchano:²²

22 No es obligatoria la redundancia de las marcas respectivas, ni es necesario explicitar el pro-


nombre personal en el nominativo.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 213

Tabla 2: Las huellas del “nosotros” en los testimonios ayacuchanos.

-nchi(k/s) -yku/-niku ratio -nchi(k/s) : edad, cargo


-yku/-niku
AYA1f 1 5 0,20 39, exdirigenta, comunera
AYA2f 1 13 0,16 33, profesora
AYA3f 9 5 1,80 64, comunera
AYA4m 25 54 0,46 36, subprefecto
AYA5m 6 82 0,07 36, alcalde
AYA6f 5 65 0,08 63, vicepres. (frente defensa)
AYA7m 29 99 0,29 68, pres. (comité de regantes)
TOTAL 76 323 0,24

Según estas cifras, las formas en -yku/-niku son cuatro veces más frecuentes
que -nchi(k/s) en el corpus ayacuchano en su totalidad, y prevalecen también en
la gran mayoría de las entrevistas individuales, con una sola excepción para el
testimonio de la hablante AYA3 presentada en el caso de las citas (8) y (9), que se
ve amenazada por ser excluida de la comunidad.
Existe una sola combinación no esperada de sufijos refiriendo a un “noso-
tros” en el corpus, porque no se considera en las gramáticas de la variedad
chanca: ñoqaykuna (cita 10):

(10) qipa niraqkunata imaynach kanqa, imach pasanqa, kumunerukuna imaycha


compurtakunqaku, llapallayku qunakuykuspa kay hukllata parlaymanku
porque ñoqaykuna siempremiki agriculturamanmiki más qawaniku,
chaymantam kausaniku, chanmantam wawaykunatapas educaniku, chaymantam
wawaykunapas estudianku mam minamantaqa
‘en el futuro qué será qué pasará cómo se comportarán los comuneros,
juntándonos todos debemos hablar uno solo porque nosotros siempre
miramos más a la agricultura, de eso vivimos, de eso educamos a nuestros
hijos, no es de la minería’ (AYA5).

El pronombre ñoqaykuna aparece en un entorno marcado por la forma en -yku/-


niku, con la cual el hablante AYA5 conjura unidad en contra de la mina. Mediante
el pronombre ñoqaykuna que vuelve más explícita la dimensión “plural”, refiere
a un “nosotros” que no beneficiaría por la mina, y lo caracteriza destacando los
valores del territorio y de la familia o la comunidad. Según la lógica descrita
anteriormente, se esperaría aquí el uso de la forma en -nchi(k/s) que AYA5 usa
en otros momentos, con la cual podría articular un nuevo “nosotros” político.
Al escoger ñuqaykuna, el hablante quizá reconoce que hay diferentes formas de
214 Carola Mick

vivir, y que el proyecto minero puede satisfacer las perspectivas de desarrollo de


una parte de la sociedad, pero no necesariamente corresponde a los objetivos y
formas de vivir de las comunidades. Por ponerle énfasis en la pluralidad mediante
el sufijo pluralizador -kuna, el uso del pronombre ñuqaykuna podría referir a la
diversidad de comunidades que están en esta misma situación, tanto andinas
como amazónicas, por ejemplo. Quizá también es una muestra de que el conflicto
ya logró fragmentar la comunidad, o que AYA5 no busca explícitamente conjurar
una unión política.
Todas las observaciones confirman que la existencia del conflicto influye
en las dinámicas lingüístico-identitarias: Las formas en -nchi(k/s) e -yku/-niku
se transforman en mecanismos políticos de inclusión y exclusión, y de articula-
ción de un actor político. Se observa que su referencia respectiva no depende de
características extralingüísticas predefinidas históricamente, sino de la voluntad
y del objetivo discursivo de sus usuarios. Las estructuras lingüístico-identitarias
demuestran claramente que el conflicto afecta la cohesión de la comunidad y
conduce a los afectados a reinventarse un “nosotros”.

6 El “nosotros” en los testimonios lamistas


Como esperado (ver introducción de la Sección 3), la estructura morfológica de la
primera persona plural en los 9 testimonios de actores en Lamas, San Martín, es
más compleja. Además de la oposición entre los sufijos -nchi e -nikuna/-ynikuna
se documenta el uso de -nisapa, -nchikuna y -nchisapa. Estos últimos tres pueden
ocurrir de forma combinada en un mismo sintagma. La siguiente Tabla 3 da una
idea de la diversidad de las formas encontradas en los testimonios lamistas, indi-
cando las combinaciones posibles de pronombres y sufijos verbales:

Tabla 3: Las marcas del “nosotros” en el corpus lamista.

pronombre verbo posesivos con su traducción original

munanisapa escuelaynikuna ‘nuestra escuela’


ñuka/ñukaykuna
kaptinikuna tataynikuna ‘nuestros padres’
pantalonninikuna ‘nuestros pantalones’
ñukanchi ninanchi tukuy pantalonninchi mana bellochu ‘no eran buenos
nuestro pantalón’ [sic]
kawsayninchipi pueblunchi ‘nuestro pueblo’
kawsananchikuna chakranchi ‘nuestras chacras’
ñukanchikuna
wañunchisapa awilunchikuna ‘nuestros abuelos’
rinisapa chakranchikuna ‘nuestra chacra’
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 215

Los sufijos verbales -nisapa y -nikuna aparecen ambos sólo en combinación


con los pronombres ñuka o ñukaykuna, mientras el sufijo -nchi se reserva para
sintagmas con el pronombre ñukanchi. Existe un tercer grupo en el cual se combina
-nchi con el sufijo plural -kuna o con el cuantificador -sapa, tanto para el verbo
como para el pronombre. La Tabla 4 indica las ocurrencias absolutas y relativas de
cada grupo de sufijos en el corpus lamista:

Tabla 4: Frecuencia de las huellas del “nosotros” en los testimonios lamistas.

-ykuna/-nikuna/-nisapa -nchi -nchikuna/-nchisapa edad y cargo


LAM1m 28 (47,5 %) 31 (52,5 %) 0 67, sabio
LAM2m 33 (89,2 %) 4 (10,8 %) 0 40, secretario
LAM3m 57 (57,0 %) 41 (41,0 %) 2 (2,0 %) 25, apu
LAM4m 18 (26,5 %) 30 (44,1 %) 20 (29,4 %) 72, sabio
LAM5m 1 (20,0 %) 2 (40,0 %) 2 (40,0 %) 37, apu
LAM6m 3 (17,6 %) 11 (64,7 %) 3 (17,6 %) 61, docente
LAM7m 82 (65,6 %) 42 (33,6 %) 1 (0,8 %) 83, sabio
LAM8f 7 (11,5 %) 23 (39,3 %) 30 (49,2 %) 32, maestra
LAM9m 18 (32,1 %) 33 (58,9 %) 5 (8,9 %) 52, apu

TOTAL 247 (46,8 %) 217 (41,3 %) 63 (11,9 %)

Desde el punto de vista cuantitativo, la oposición entre -nchi versus -ykuna/-ni-


kuna/-nisapa es equilibrada en el corpus lamista, pero no todos los hablantes
presentan la tercera variante del “nosotros” marcada por -nchikuna o -nchisapa
cuyas ocurrencias son más escasas. Como ilustra la Tabla 5, el sufijo -sapa nunca
marca pronombres ni posesivos. Sólo en una excepción, -nikuna aparece como
sufijo verbal, pero en los sufijos combinados se prefiere -nchikuna a -nchisapa.

Tabla 5: Uso de los morfemas en formas pronominales y del posesivo.

-(y/ni)kuna -nisapa -nchi -nchikuna -nchisapa


pronombre 85 0 7 25 0
posesivo 30 0 52 2 0

verbo 1 131 158 22 14

Estas cifras sustentan la hipótesis que los sufijos -kuna y -sapa son percibidos
como variantes de un morfema pluralizador, y que su distribución es condicio-
216 Carola Mick

nada por la función gramatical de los morfemas núcleos: Así, solo -kuna marca el
pronombre y el posesivo del substantivo, mientras -sapa aparece con verbos. En las
247 ocurrencias de -ykuna/-nikuna/-nisapa, se presenta solo una excepción a esta
regla, donde -kuna marca el plural de la primera persona del verbo kay (“ser”):
ñ̃ukaykuna kaptinikunana autoridar (‘cuando nosotros éramos autoridad’, LAM4).
Sin embargo, la condición formal de esta distribución no explica el uso de ambos
sufijos en combinación con -nchi, ya que tanto -nchikuna como -nchisapa ocurren
con verbos.
Hay evidencias formales de que los dos primeros grupos de sufijos -nchi versus
-ykuna/-nikuna/-nisapa se encuentran también distribuidos de manera comple-
mentaria. El conteo presentado en las Tablas 4 y 5 no considera los 44 casos en
los cuales el “nosotros” ejerce la función gramatical del complemento de objeto,
ya que el morfema -nchi parece casi obligatorio en estos casos (43 ocurrencias).
La única excepción ocurre cuando el elemento con función de complemento de
objeto él mismo aparece en un verbo terminando en -nisapa: comunidarkunawan
compaña-niku-nisapa (‘nos acompañamos entre comunidades’, LAM1). Esta excep-
ción eventualmente se podría explicar por una imposibilidad de combinar -nchi con
-nisapa. La reparación en la cita (11) que substituye la forma en -nchi por la forma
en -nisapa también parece comprobar una distinción semántica de estas formas:

(11) Eehh Wawki yachanchi, yachaykanisapa, pero mana shamunsapachu pues


wawki
‘Hermano, sabemos, pero no vienen pues hermano’ (LAM9).

La sustitución insinúa que el hablante LAM9 no percibe -nchi y -nisapa como


sinónimos.

6.1 Traducción

En el corpus lamista no es indispensable la recursividad de la marca de plural


en un sintagma verbal. Por lo tanto, en la traducción existe un margen de inter-
pretación en cuanto a la reproducción del singular y del plural de la persona; la
primera persona plural puede ser traducida en español por una primera persona
singular, o al revés.
En el posesivo, el sufijo pluralizador -kuna puede referirse tanto al número
de la persona gramatical del (de la) o de los poseedor/es, como al número de lo
poseído (awiluynikuna ‘nuestros abuelos/mis abuelos’, LAM2). Pero en el corpus,
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 217

esta variación de la interpretación también concierne el sufijo -nchi (ñuka allima


kananpa llaktanchi ‘yo para que mi pueblo sea lindo’, LAM4).
Se encuentran algunos contextos en los cuales los sufijos -nchi, -ykuna/-ni-
kuna/-nisapa y -nchikuna/-nchisapa parecen servir de sinónimos, ya que fueron
traducidos de manera idéntica, por ejemplo: kanisapa [. . .] kanchi purik ‘solía-
mos caminando/caminar’ (LAM7); rinchisapanachu, rinisapanchu ‘no nos vamos’
(LAM5); ñukanchi como indígena, ñukaykuna como indígena ‘nosotros como indí-
genas/quechua’ (LAM9).
Sin embargo, como lo ilustra la Tabla 6, existen varios casos en los cuales
la traducción en español no interpreta estos sufijos como una referencia a la
primera persona, sino privilegia una forma neutra o elimina la marca.

Tabla 6: Eliminación de la marca del “nosotros” en la traducción, según sufijo usado.

Traducción Ø neutro total


-ykuna/-nikuna/ 22 (75,9 %) 7 (24,1 %) 29 (≙11,7 % de todas las ocurrencias de
-nisapa -ykuna/-nikuna/-nisapa en el corpus)

-nchi 35 (37,6 %) 58 (62,4 %) 93 (≙42,7 % de todas las ocurrencias de


-nchi en el corpus)
-nchikuna/ 23 (92,0 %) 2 (8,0 %) 25 (≙39,7 % de todas las ocurrencias de
-nchisapa -nchikuna/-nchisapa en el corpus)

80 67 147 (≙27,8% de todas las ocurrencias del


“nosotros” en el corpus)

Hay una clara tendencia a reducir la recursividad de las huellas del “nosotros”
en la traducción española, ya que un 27,8 % de todas las marcas en quechua no
fueron traducidas. Esta tendencia es más grande cuando se trata de la formas
en -nchi (42,7 %) o en -nchikuna/-nchisapa (39,7 %) que en el caso de -ykuna/-ni-
kuna/-nisapa (11,7 %). Además, solamente en un contexto enmarcado por -yku-
na/-nikuna/-nisapa ocurre también excepcionalmente el fenómeno inverso en el
corpus, donde las referencias de primera persona plural son más abundantes en
la traducción española que en la versión original en quechua (se encontraron 3
casos de este tipo en el corpus lamista).
Las cifras de la Tabla 6 demuestran que el sufijo -nchi es acercado a un valor
semántico universal, ya que tiende en aproximadamente un 62,4 % de todos los
casos a ser traducido mediante una tercera persona singular neutral en español;
un 92,0 % de todos los -nchikuna/-nchisapa, por su parte, no son traducidos. Las
citas (12) y (13) ilustran estas particularidades:
218 Carola Mick

(12) Solamente Calmante. pero upyaptinchi pues chay medicinata, llaktakkunapi


tiyan, sanuyanchi
‘Solamente es calmante, pero cuando se toma plantas medicinas que hay
en las comunidades se sana’ (LAM6).

(13) kansapa kay monolingüe ninanchikuna, pero ñuka kawani turi kay Yachay
Wasipi kay Waykupi kay inicial ninanchikunapi tiyan Amawtakuna
pikunami yachachikuykansapa chay wamrakunata, suk Amawtalla tiyan
Kichwapi ninanchikuna
‘pero son monolingües Ø, pero yo hermano veo en las Instituciones
Educativas del Wayku, en el nivel Inicial Ø existen profesores quienes
están enseñando a los niños, existe solo un docente Bilingüe Ø’ (LAM8).

Estas observaciones insinúan que las formas -nchi y -nchikuna/-nchisapa rep-


resentan huellas “no marcadas” de un “nosotros” más general, donde -nchi ha
adquirido un valor “universal” mientras -nchikuna/-nchisapa reemplazaría el
valor inclusivo tradicional descrito en el caso del corpus ayacuchano (Sección 5).
Las cifras de la Tabla 6 demuestran dos tendencias simultáneas: por un lado
se confirma la hipótesis que la oposición semántica entre estos tres grupos de
sufijos no debe ser irreconciliable ni demasiado marcada, porque en 15,2 % de
todas estas marcas, el traductor no sintió la necesidad de reproducirlas explíci-
tamente en español (80 casos de traducción de la marca por Ø). Pero por el otro
lado, estos tres grupos de formas desempeñan funciones específicas cuando se
trata de dar cuenta de la complejidad de la situación sociocultural, por ejemplo
para describir y analizar los conflictos y las dinámicas comunitarias en curso.

6.2 Variación individual

Como demuestra la Tabla 4, existe una variación importante en cuanto al uso


relativo de los tres grupos de sufijos por los hablantes individuales, que no se
puede explicar por el mero contexto formal de la ocurrencia. La edad de las y
los hablantes tampoco sirve de explicación incontestable: tanto el hablante más
joven del corpus (LAM3: 25 años) como el más anciano (LAM7: 83 años) así como
representantes de la generación intermedia (LAM2: 40 años; LAM9: 52 años) se
limitan a usar las formas -nchi e -ykuna/-nikuna/-nisapa; el mayor uso de -nchi-
kuna/-nchisapa se encuentra en los testimonios de los hablantes LAM5 (37 años)
y LAM8 (32 años), que ambos están en la treintena, pero los ancianos de 72 y 61
años de edad (LAM4, LAM6) también usan estos sufijos con cierta frecuencia.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 219

La única mujer del corpus lamista (LAM8) es la que más recurre al tercer
grupo de sufijos -nchikuna/-nchisapa. Como es maestra de educación intercultural
bilingüe, probablemente quiere destacar estas formas que distinguen la variedad
lamista del quechua y demarcan el hecho de que obedece a una norma propia, lo
que corresponde a una inquietud que afirma explícitamente, por ejemplo en la
cita (14):

(14) Ari turi, chayta kay Ministerio de Educación kawashka, ichara paykuna
yuyashkasapa kay Kichwaka sukllalla, mana sukllalla turi, tiyan kay Kichwa
ninanchikuna, pikunami rimansapa kay ñukanchikuna rimanisapa
kay tiyan kay rimanakuna, pero kay chikan llaktakuna, manami paykuna
rimansapachu kay idenlla ñukanchikunaka y chayrayku kay Lamas
kawsakkkunapi kay llaktanchikunapi kay San Martín, mana paykuna ni
nimata mana munashkasapachu, chana kananpa kay killkanaka, paykuna
ninsapa kay killkana kay San Martín kanayan tiyan kichwapi, mana
kawashpa chay chikan llaktakunamanta kay rimanakunata.
‘Sí hermano, esto vio el Ministerio de Educación, quizás ellos pensaron que
el quechua es solo una variante, no es una sola variante hermano, existen
quechua hablantes quienes hablan una variante diferente, y su escritura es
diferente, por eso las comunidades nativas de San Martín no quieren que
la escritura sea único, la escritura en San Martín tiene que ser en quechua
sin copiar formas de escribir de otros pueblos’ (LAM8).

La profesora se refiere aquí a una polémica acerca del alfabeto único del quechua
que fue revisado en el año 2012 por el Ministerio de Educación en colaboración
con hablantes representantes de diferentes variedades del quechua. Mientras
todos lograron ponerse de acuerdo sobre el mantenimiento de solamente tres
grafemas vocálicos, el grafema <q> causaba rechazo por los quechuahablantes
originarios de la Amazonía. En julio del 2013, el Ministerio de Educación aceptó
oficializar un alfabeto propio para las variedades amazónicas del quechua
(kichwa). En la cita, la maestra aboga por el reconocimiento de la diversidad
de las variedades del quechua y defiende el punto de vista de los hablantes del
kichwa. En el texto original usa el pronombre ñukanchikuna, que destaca en el
quechua lamista. Lo combina con verbos terminando igualmente en -nchikuna y
-nisapa, con lo cual sigue poniendo en escena la particularidad de su variedad,
y la explicita también al escoger la referencia a la primera persona más marcada
(-nisapa). La traducción original de este extracto no considera ninguna de estas
formas.
220 Carola Mick

En esta entrevista, la hablante LAM8 marca el posesivo del sustantivo llakta


(pueblo) solo mediante -nchi, tanto en plural como en singular (llaktanchipi kay
Kichwa San Martín ‘aquí en la Región San Martín’; llaktanchikunapi kay San
Martín ‘las comunidades nativas de San Martín’). La cita (15) es interesante tanto
desde la perspectiva lingüística como de políticas lingüísticas: Afirma cierta ten-
dencia purista como profesora del quechua, al rechazar prácticas “mezcladas”
entre quechua y español. Aunque se quiere distinguir de los “otros profesores”
tanto por la generación a la cual pertenecen (“los que son abuelos”) como por sus
prácticas lingüísticas, los define como “nuestros hermanos”, usando la forma en
-nchi (turinchikuna):

(15) Mushuk killkanata, chaypaka turi eehh tiyan eehh kay wamrakunapish
yachachikunanchipa, ñuka kay Amawta kashpa rimayman, rimanchiman
kay Kichwa kichwallapi mana apa. Chikan Amawtakuna o kay turinchikuna
pikunami awilu kansapa rimansapa kichwapi, este chakrunakushpa kay
kastilla shimiwan
‘Nueva escritura, por eso hermano existen niños para enseñarle, yo
siendo profesora hablaría en quechua nomas. Otros profesores o nuestros
hermanos, los que son abuelos hablan en quechua mezclando con el
castellano’ (LAM8).

El sufijo -nchi parece permitirle a la vez confirmar la unidad entre comuneros


y docentes de la educación intercultural bilingüe, pero también distinguirse de
ellos. El lazo que establece -nchi entre los referentes, entonces, parece ser más
bien por respeto a las costumbres, menos por identificación.
Con sus 83 años de edad, el sabio LAM7 es el entrevistado más anciano del
corpus lamista. La oposición entre -nchi e -ykuna/-nikuna/-nisapa le basta para
analizar su situación: Mediante -nchi se refiere a costumbres generales vigentes
en la comunidad frente a los cuales él como parte de un ñukaykuna se posiciona.
Tanto el ñukaykuna como el ñukanchi, sin embargo, son entidades cambiantes
en su discurso: Como ilustran los extractos (16) y (17), cuando era niño, él y sus
coetáneos (ñukaykuna) aprendieron las costumbres de la comunidad (kawsan-
chipa ‘cómo debemos vivir’) gracias al ejemplo de los ancianos. Hoy en día, tiene
dificultades para identificarse con las costumbres generales de su comunidad
(rimanchinachu), ya que difieren de sus prácticas propias (ñukaykuna):
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 221

(16) Bueno, tukuy chana kawsashkanisapa puro indiu tukuy, mana moso tiyakchu,
nima autoridar tiyaktachu, ñukaykuna kichwero puro kak kanisapa,
mayorkuna kashpa imashti kay rimashpa paykuna autoridar paykuna
karkan tata mamakuna entre entre paykuna, pura viejo pura. Viejakuna,
warmikuna consejakuksapa paykuna kichwapi, ima layami kawsananchipa,
kasarayanakukkunata, chana kasarachishpa wamrankuna warmikunata
ullku warmi kasarakushkanisapa, ñukaykuna kichwapi palashpa imay
diyami kasaranchi, kasarachikunchi, chaykunata tukuy layata yachakuk
kanisapa ñukaykuna mayorkuna.
‘Bueno, todo el tiempo hemos vivido puro indígenas, no había mestizo,
ni autoridad, nosotros éramos puro quechuas, padres y madres eran la
autoridad entre ellos. Las mujeres viejas aconsejaban en quechua, de cómo
debemos de vivir casándonos, así nos hemos casado nosotros hombres y
mujeres, nosotros hablando en quechua decíamos qué día lo vamos hacer
casar, eso solíamos aprender nosotros de los mayores’ (LAM7).

(17) Kunan kay tiempo, mananami nima rimanchinachu kay Kichwata manana
puro castellanollana warmi ullku wamra naciykakuna mosona tukuykansapa
ullku warmi, manana tiyannachu ni indigenu Kunan, tukuy castellanollapina,
ñukaykuna esi siempre usanisapa kichwaynikunata pero kay wamrakuna
manana nima uyarinsapanachu, nima yachansapanachu, puro tukuy
naciykakunana mosokunallanami
‘En estos tiempos ya no queremos hablar nada el quechua, hombres y
mujeres hablan el castellano nomacia, niños que nacen mestizos ya se están
volviendo y ya no quieren ser indígenas ya, y todos hablan el castellano
nomacia, pero nosotros sí usamos nuestro quechua, pero estos niños ya
no saben el quechua, en estos tiempos, todos los que nacen quieren ser
mestizos ya, ya no hay los que hablan puro el idioma quechua’ (LAM7).

Al igual que la maestra LAM8, LAM7 se queja de la progresiva sustitución del


quechua y de las prácticas tradicionales por el español en su comunidad. Aquí
parece que mediante la oposición -nchi versus -ykuna/-nikuna/-nisapa el hablante
distingue entre el centro deíctico donde se posiciona y el grupo con el cual más se
identifica (ñukaykuna), frente a lo que por costumbre se considera como la comu-
nidad (-nchi). La interpretación como dual (-nchi) versus primera persona plural
(-ykuna/-nikuna/-nisapa) permite entender esta oposición semántica: Como argu-
mentan Crevels y Muysken (2005), el inclusivo se distingue por ser la unión entre la
primera y la segunda persona; como tal, refiere al encuentro entre ego (‘yo’) y alter
(‘no-yo’), que son a la vez interdependientes, pero irremediablemente divididos.
En este sentido -nchi referiría a una “comunidad imaginada” que representaría la
222 Carola Mick

socialización secundaria, contrariamente a una comunidad “orgánica” o de social-


ización primaria, como por ejemplo la familia o los amigos de infancia (ñukaykuna),
con la cual las relaciones se caracterizan por más proximidad e inmediatez.
En los testimonios de los tres hablantes mayores del corpus lamista, LAM1,
LAM6 y LAM4, se documentan valores parecidos; pero contrariamente a sus tres
coetáneos, LAM4 también explota el tercer grupo de sufijos, -nchikuna y -nchisapa.
En dos ocasiones en su testimonio, el sabio LAM4 usa el adjetivo “salteado”: Refiere
a un pasado, en el cual existían pocos nexos entre los diferentes hogares, probable-
mente piensa a clanes o familias. Explica que como autoridad, con sus familiares
reunieron a los comuneros y se organizaron para construir una escuela que todavía
funciona en la comunidad. Relata estos recuerdos usando las formas -ykuna/-niku-
na/-nisapa, mientras reserva -nchi para hablar de su pueblo o sus costumbres en
general. En la cita (18), mediante el uso de las formas -nchikuna y -nchisapa, logra
articular ñukayku y ñukanchi en un nuevo proyecto de movilización colectiva:

(18) Bueno wawki, ñukapa yuyaynini kanman, chana wasikuna salteadu


kaptin, este, reuninanchikunapa igual tukuy Tukuy llaktakunawan, algún
dia chanamanta kay, entonces ñuka kaypi kawsani reuninakunchi y todos
los pueblos ñukanchikuna yuyaykunanchikunapa.
‘Bueno hermano, en mi pensamiento sería, las casas están salteados,
tenemos que organizarnos juntos. Con todos los pueblos, para que
algún día, se organicen con todos los pueblos’ (LAM4).

La metáfora de las “casas [. . .] saltead[as]” diagnostica en la actualidad una similar


fragmentación de la comunidad, y LAM4 llama a “todos los pueblos” a organizarse
para mejorar la infraestructura en su comunidad. Para este nuevo “nosotros” que se
produciría al comprometerse con un objetivo común, usa el pronombre ñukanchi-
kuna. Parece representar la organización conjunta de varios ñukaykuna por el bien
de todos, y renueva el ñukanchi (reuninakunchi). En este sentido, la forma -nchikuna
puede referir al proceso de la articulación hegemónica de varios ñukaykuna separa-
dos o exclusivos, para reactualizar/renovar/reinventar un ñukanchi.
Los hablantes LAM2, LAM3 y LAM9 usan los valores semánticos de estos tres
grupos de sufijos del “nosotros” para construir un discurso más politizado, con
referencia al conflicto que opone las comunidades de la zona al Estado y a los inte-
reses de la industria extractivista. En el testimonio de LAM2, el ñukaykuna de su
comunidad misma se constituye, reafirma y caracteriza sobre todo por el intento
de defender sus propios intereses frente a otros que toman decisiones por ellos sin
consultación (mana yachashkanisapachu, Paykunapuru rurashkasapa chayta ‘no
hemos sabido, entre ellos hicieron eso’, LAM2). LAM3, de igual manera, denuncia
el abuso de “toda clase de personas o instituciones” que no respetan las autori-
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 223

dades ni los derechos comunales. Pero el ñukaykuna que constituye en el ejemplo


(19) es el resultado de una articulación hegemónica entre varias comunidades y
personas que se unen para hacer frente contra prácticas abusivas:

(19) Ruranankuna tiyan wawki porque ñukanchi ninchi paykuna surkunsapa


pero mana, ñukaykunaka kanisapa montoy, manami surkunkasapachu
wawki por mas consultawanchisapachu, manami munanisapachu kullkita,
ñukaykuna munanisapa chay chaypi tiyan tiyananka chay sacha paykuna
munansapa pues kullki rayku pero ñukaykuna ni kullki rantiwansapachu
wawki.
‘Tienen que hacer hermano, ellos podrían decir que van a sacar petróleo,
pero nosotros somos muchos, no van a explotar Petróleo por más que
nos consulten, porque no queremos dinero, nosotros queremos nuestros
bosques, en cambio ellos quieren por el dinero, pero a nosotros no nos
compra ni el dinero hermano’ (LAM3).

En la defensa común de sus derechos contra toda agresión, el ñukanchi del inicio
del extracto se transforma en un ñukaykuna que habla con una sola voz. Aquí
vuelve a aparecer el valor excluyente del ñukaykuna que se produjo en el caso de
los testimonios del conflicto en Ayacucho. Lo confirma el siguiente testimonio de
LAM9 (20):

(20) Eehh Wawki yachanchi, yachaykanisapa, pero mana shamunsapachu pues wawki
eh, ñukaykuna Rimani rimanisapa como Kichwa shamuchunsapa riksichikuk
paykuna imatami munan imatami surkunayansapa yachanchina imashna kay
kay Petrolera yaykumunanta, pero ñukaykuna como indígena mana chaykuna
gustawansapachu wawki. Chayrayku kay organización CEPKA Kayta pay limpu
tanta tanta tantachikuykansapa yachanaynikunapa ñuka imashnami shuyanisapa
kay wawkinchikunata kay cada comunidad nativa y paykunata willanapa,
shamuchunsapa wawki ñuka munani shamunankunapa Consulta Previa.
‘Hermano, sabemos, pero no vienen pues hermano, nosotros como quechuas
decimos que ellos vengan a darnos a conocer qué es lo que quieren y qué es
lo que quieren sacar, ya sabemos que la Petrolera va entrar, pero a nosotros
como indígenas no nos gusta eso hermano. Por eso la organización CEPKA está
informando a cada comunidad para ponernos de acuerdo como los vamos a
esperar a este nuestros hermanos (Petrolera), que vengan hermano yo quiero
que venga la consulta previa’ (LAM9).

El sufijo -nchi aparece al inicio de la cita para referirse a los comuneros reivin-
dicativos, y al final del extracto cuando trata a los representantes de la empresa
224 Carola Mick

minera como wawkinchikuna (‘nuestros hermanos’). Pero al oponerse a los intere-


ses mineros, los comuneros se unen en un ñukaykuna de oposición; la relación que
el sufijo -nchi establece con los mineros no puede ser mucho más que formal o de
respeto – ¿eventualmente de ironía? –, parecido a lo que se observó en la cita (15).
La conversación con LAM5 da un ejemplo de los cambios culturales que
esperan la comunidad cuando no logra defender sus intereses: Su testimonio
destaca en el corpus entero porque después de una introducción en quechua
cambia rápidamente al español. Aproximadamente un 75 % de la entrevista se
desarrolla en español, y la iniciativa de cambiar la lengua ocurre después del
diagnóstico siguiente (cita 21):

(21) Mana rinisapanachu wawkisitu, pierdeshkanchina chay rinariytaka – ‘Ya


no nos vamos hermanito, ya hemos perdido la costumbre de ir’ (LAM5).

Se refiere al cambio sociocultural que provocó el conflicto territorial en la comu-


nidad, porque el establecimiento de la ACR Cordillera Escalera les impidió que
vayan a cazar al bosque. Esta cita concientiza mediante el uso de las formas mor-
fológicas por el hecho de que el cambio puntual de las prácticas por un grupo
particular de “nosotros” (-nisapa) provoca una transformación cultural que
afecta a la comunidad en su conjunto (-nchi).

6.3 Dinámicas lingüístico-identitarias en el corpus lamista

El análisis discursivo del uso de pronombres en los testimonios de Lamas com-


prueba que el conflicto repercute en las dinámicas sociales como lingüístico-
identitarias. Según la implicación concreta de los hablantes en temas más o
menos politizados, explotan valores semánticos y estructuras morfológicas de
manera distinta.
Algunos de los actores más ancianos observan y analizan principalmente el
cambio sociocultural en su comunidad y entorno, buscan darle sentido y encon-
trar su rol en lo que siguen llamando llaktanchi (“nuestro pueblo, comunidad”).
Para ello, se contentan con la oposición de los dos grupos de sufijos -nchi e -yku-
na/-nikuna/-nisapa. Mediante ellos dan cuenta de los cambios socioculturales a
través de las generaciones, y oponen un ñukaykuna caracterizado por las catego-
rías indiu, kichwero puro, indígena, a las siguientes generaciones que buscarían
asimilarse a los mestizos y hablarían principalmente el español (moso, mesti-
sukuna, LAM7).
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 225

Para esta última generación más joven, el contexto actual de la reafirmación


de un movimiento indígena y la recuperación de la memoria colectiva de la comu-
nidad demandan nuevos pronombres, ya que el indígena de hoy no se identifica
con el indígena que representan los ancianos. Movilizan los sufijos -nchikuna
y -nchisapa para la negociación entre los valores con los cuales se identifica la
comunidad, la asociación necesaria con otras comunidades, el posicionamiento
como hablantes kichwas del quechua de San Martín dentro de una gran comu-
nidad quechuahablante o de todos los indígenas peruanos y la sociedad en
general. Estas formas permiten dar cuenta de las rearticulaciones entre diferentes
ñukaykuna; este proceso también va acompañado de una pérdida de valor iden-
tificatorio del ñukanchi, ya que refiere a cualquier persona con la cual existe una
relación, aun cuando ésta es conflictiva. En los testimonios que más se implican
con el conflicto que opone el Estado a las comunidades de la región, los sufijos
-ykuna/-nikuna/-nisapa desempeñan una función excluyente.

7 Entre unidad y fracturas: el “nosotros”


en quechua
El análisis de los testimonios demuestra una gran necesidad y/u obligación, por
parte de todos los actores entrevistados, de tratar con categorías identitarias
colectivas, lo que comprueba que viven en contacto intenso con “otros”. Esto ya
se ha descrito como un rasgo particular de comunidades andinas, en las cuales
la identidad individual y colectiva están intrínsecamente vinculadas (ver Sichra
2015). Sin embargo, el análisis aquí desarrollado demuestra que esta identifica-
ción colectiva no es estática, sino depende también de las relaciones que man-
tiene la comunidad con el exterior.
El corpus reconstruye tres sistemas lingüísticos de la manifestación del
“nosotros”:
– Los ejemplos de la variedad lamista del quechua de San Martín aquí docu-
mentados usan un sistema morfológico tripartido que permite matizar entre
valores particulares y universales, crear unidad reconociendo la diversidad,
o incluir y excluir. Los hablantes explotan este sistema de manera flexible
para analizar su realidad y posicionarse individual y colectivamente.
– Los testimonions de la variedad ayacuchana del quechua funcionan princi-
palmente con un sistema binario que opone universalidad versus particulari-
dad, y construye inclusión o exclusión para posicionarse políticamente en la
situación del conflicto.
226 Carola Mick

– El español usado en las traducciones dispone de un solo “nosotros”, cuya


definición exacta en la entrevista tiene que ser especificada mediante perí-
frasis. Para la traducción de los valores semánticos propios a las dos varie-
dades del quechua aquí analizadas, recurre también a una tecera persona
neutral o a la eliminación de la marca del “nosotros”.

Mediante la traducción se observa una influencia mayor del español en las entre-
vistas en Ayacucho que en las de San Martín. La reproducción en español del
“nosotros” en el caso de las entrevistas lamistas demanda al traductor más crea-
tividad que en el corpus ayacuchano. Los testimonios en quechua ayacuchano
parecieran ya estar anticipando los problemas de la traducción que se podrían
producir, lo que comprueba un contacto intercultural intenso.
El “nosotros” desarrollado por los testimonios ayacuchanos refleja la inten-
sidad del conflicto territorial vivido, y se puede observar la redefinición y rear-
ticulación en el conflicto, de un ñuqanchik/s general por un ñuqayku político
y decididamente excluyente, ya que se opone a la empresa minera o el Estado.
El enfrentamiento entre el interés de un “nosotros” que pretende representar la
“nación” (según la Ley de Minería) de manera universal de un lado, y por el otro
lado las preocupaciones de las comunidades locales por su sobrevivencia, acceso
al agua, un entorno y productos agrícolas sanos, provoca una acentuación de dis-
cursos binarios “nosotros” contra “otros” y una redefinición política del ñuqan-
chik/s a partir de un ñuqayku exclusivo.
La variedad lamista es la que permite la mayor diferenciación de matices en
la constitución de “nosotros”, lo que corresponde a las observaciones antropoló-
gicas de Puga Capelli (1989: 79) que resume: “la identidad étnica del grupo como
quechua-lamistas debería ser un concepto abierto, ya que es constantemente
reelaborada y transformada, mientras simultáneamente procesa elementos forá-
neos, incorporándolos en su cultura”.²³
Los testimonios de actores en San Martín efectivamente documentan diná-
micas socioculturales complejas que se producen en la comunidad desde unas
tres o cuatro generaciones. Ante los cambios socioculturales y en la coyuntura
de las políticas del reconocimiento, el “nosotros” se ve obligado a redefinirse
mediante las categorías sociales existentes, y posicionarse con referencia a otras
comunidades y otros pueblos indígenas u originarios, otros quechuahablantes.

23 Texto original: “the ethnic identity of the group as Lamista-Quechuas should be an open
concept, since it is constantly being reelaborated and transformed while at the same time it pro-
cesses foreign elements, incorporating them into their culture”.
Ñuqanchik – ñoqaykuna – ñukanchikuna – nosotros 227

Los actores entrevistados usan tres diferentes grupos de sufijos para analizar y
dar sentido a su situación individual y colectiva. Pero, al igual que en el corpus
ayacuchano, se observa una tendencia a la politización de estas diferentes nocio-
nes del “nosotros” y una reafirmación del valor exclusivo de los sufijos -yku-
na/-nikuna/-nisapa, cuando se trata de hablar del conflicto territorial que vive la
comunidad.
Los resultados señalan que mientras más hegemonía adquiere una comuni-
dad y más consolidada es su posición de poder, menos herramientas lingüísticas
necesita para representarse a sí misma, porque se vuelve más homogénea, por
lo menos en los discursos. Así, el español se abastece con una sola forma de la
primera persona plural cuando enuncia el “interés de la nación”, aun cuando
habla de una sociedad que en un 60 % se identifica con una de las por lo menos
55 culturas indígenas u originarias diferentes. Por su parte, los quechuahablan-
tes de San Martín necesitan tres categorías para dar cuenta de la heterogeneidad
de las por lo menos 315 comunidades kichwas. Esta observación eventualmente
podría contribuir al entendimiento del desarrollo histórico de sistemas dife-
rentes de “clusividad” en las distintas variedades del quechua y de las lenguas
del mundo, en función de la naturaleza de sus relaciones y contactos con otras
comunidades.
En conclusión, el análisis de dinámicas lingüístico-identitarias en testimo-
nios de quechuahablantes originarios de dos comunidades en zonas de con-
flicto en Perú aquí desarrollado permite acercarse a una dimensión del impacto
sociocultural provocado por un conflicto socioambiental en un contexto de con-
tacto diglósico entre culturas. Las dinámicas observadas permiten entender en
qué manera el contacto asimétrico impacta en la cultura, vida y cohesión de las
comunidades afectadas. La politización que se observa a nivel de los discur-
sos y estructuras lingüísticas es una manifestación de la violencia del encuen-
tro vivido. Estas dinámicas también habría que tomarlas en cuenta cuando se
trata de proteger la integridad fìsica, territorial y cultural de los pueblos, como lo
garantiza el convenio 169 de la OIT.
Además, el análisis permitió conocer otras alternativas de enunciar un “noso-
tros”, y demuestra la riqueza de herramientas que presenta una lengua indígena.
La creatividad lingüística refleja la complejidad de la tarea de sobrevivir y posi-
cionarse en un mundo dominado por otros. La multiplicidad de herramientas
lingüísticas parece ser también una forma de prevención de violencia, ya que
permite analizar y tomar posición con más matiz; pero también aumenta la capa-
cidad de adaptación y asimilación, lo que podría poner en riesgo la diversidad.
228 Carola Mick

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Sección III
Rosario Navarro Gala
Las crónicas de Indias escritas por indígenas
como fuente para el estudio de la variación
lingüística y del contacto de lenguas
1 Introducción
No es nada fácil dar respuesta a una pregunta aparentemente sencilla como es
¿qué entendemos por crónicas de Indias? Una definición global, que nos servirá
de punto de partida, es la que proporciona Fernández (1990): “el conjunto de
escritos relacionados con el descubrimiento y la conquista de América que cons-
tituye un género independiente”. Sin embargo, sobre todo para el lingüista,
aunque no solo para él, se impone la necesidad de diferenciar distintos tipos de
escrito. Por ejemplo, podemos distinguir de una parte, aquellos realizados por los
cronistas oficiales o semioficiales, como fueron Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo
Fernández de Oviedo y, algo más tarde, los cosmógrafos cronistas mayores de las
Indias, cargo este inaugurado por Juan López de Velasco. Estos cronistas oficiales
gozaban de formación escrituraria para llevar a cabo dicha tarea. Su fuente de
información fueron los relatos de conquistadores y personas que vivieron la con-
quista y colonización.¹ Por otro lado, están aquellos cronistas que, sin formación
especial, registraron con enorme precisión todo lo que ocurría desde el momento
en que los españoles pisaron el Nuevo Mundo: los descubrimientos de nuevos
territorios, las características de los pobladores de esas tierras y su pasado, su
respuesta ante el contacto, el establecimiento de las primeras poblaciones hispá-
nicas, los métodos y medios de evangelización, etc. Estos dejaron su impronta en

1 Por ejemplo, Pedro Mártir de Anglería escribió su crónica en latín y nunca pisó América. No
obstante, eso no significa que sus datos fueran falsos. Su fuente de información fueron los pro-
pios conquistadores que volvían del Nuevo Mundo. O Gonzalo Fernández de Oviedo, quien en
su primera obra había sido testigo directo de las noticias que traslada en su escrito, pero pos-
teriormente se nutrirá de los escritos y noticias de otros conquistadores que presenciaron los
acontecimientos.

Agradecimientos: El presente trabajo se publica dentro del Proyecto de Investigación I+D del
Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Ministerio
de Economía y Competitividad: “En los bordes del archivo: escrituras periféricas en los virreinatos
de Indias”, FFI2015-63878-C2-1-P.

Rosario Navarro Gala, Universidad de Zaragoza/IUIPH, [email protected]

Open Access. © 2021 Rosario Navarro Gala, published by De Gruyter. This work is licensed
under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-010
234 Rosario Navarro Gala

multitud de cartas, crónicas, diarios, relaciones e historias. La característica prin-


cipal de este tipo de escritos, obviamente, es su heterogeneidad. Se suele consi-
derar que las primeras crónicas del descubrimiento fueron escritas por Cristóbal
Colón. Su Diario de Navegación y las Cartas del Descubrimiento a los Reyes Cató-
licos son los primeros documentos en castellano referidos al Nuevo Mundo. A
estas cartas, diarios de navegación y relaciones breves sucedieron relatos minu-
ciosos de las campañas a cargo de historiadores, soldados o de cronistas. Buena
parte de estas obras fueron llamadas por Esteve Barba (1964) las crónicas de los
conquistadores, distinguiéndolas de las escritas por los humanistas influidos por
los historiadores clásicos. Distinción esta que para estudiar la variación de la
lengua es muy adecuada, pues, pese a ser todos ellos textos escritos, aquellos que
pertenecen a escribientes que podríamos calificar, siguiendo a Wulf Oesterreicher
(1996), como semicultos estarán más próximos a la inmediatez comunicativa y
serán más permeables a mostrar rasgos dialectales y, por supuesto, de contacto,
que aquellos más formales y cultos, que, normalmente, tienen un cargo oficial y
residen en la Península. Además, junto a la abundancia de escritos producidos
por autores no profesionales, estos dan cuenta de la enorme variedad geográfica,
social y biológica de aquellos momentos históricos. Son estos, relatos excepcio-
nales, muchos de ellos cartas e informes que, en un siglo de indefinición gené-
rica, como el XVI, que como señalan Bustos (2000) y Carrera de la Red (2006),
oscilaron desde lo no literario a lo literario; algo semejante parece que ocurrió
con las cartas de petición que, en algunos casos, constituyen verdaderos textos
de literatura en sus márgenes, pues recurren al género dialógico para conseguir
un doble objetivo: convencer e informar (Navarro Gala 2020). Ya hemos dicho que
son estas, crónicas excepcionales, pues sus ejecutores fueron mayoritariamente
capitanes y soldados sin estudios universitarios.² En la descripción y análisis del
Nuevo Mundo, también colaboró el clero.³
La mayor parte de las obras escritas por estos grupos sociales dan cuenta
del acomodo lingüístico y cultural, sobre todo semántico, con el préstamo de

2 Véanse, verbigracia, Naufragios y comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1542), Francis-
co López de Gómara (h. 1511–1562) con su Historia de las Indias y conquista de México (1552), la
Crónica del Perú (1553) de Pedro Cieza de León, Agustín de Zárate (h. 1514–1560), autor de una
Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú (1555) o la figura de Bernal Díaz
del Castillo (h. 1496–1585) y su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.
3 El dominico Bartolomé de las Casas (1474–1566) autor de crónicas como la Brevísima relación
de la destrucción de las Indias (1552), base fundamental de la leyenda negra, La Historia de la
Indias y Apologética Historia, La Historia de los Indios de la Nueva España de fray Toribio de
Benavente, Fray Diego de Landa (1524–1579) y su Relación de las cosas de Yucatán, fray Bernardi-
no de Sahagún (h. 1500–1590) y su extraordinaria Historia General de las cosas de Nueva España,
José de Acosta 1540–1600 Historia Natural y Moral de las Indias (1590), etc.
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 235

voces indígenas; en palabras de Parodi y Carrera de la Red (2015), desde los pri-
meros momentos del contacto se produce la indianización de los españoles, con la
creación de signos biculturales adaptaciones culturales, etc., y junto a la indiani-
zación de los españoles se produjo la hispanización de los indígenas, en la que se
originó una situación similar a la descrita arriba en las lenguas indígenas.
Cuando ya se había producido un cierto mestizaje biológico y cultural apa-
recen las primeras obras escritas por autores indios y mestizos. Ellos escribieron
acerca de su mundo, siguiendo la línea de las crónicas iniciada por los descu-
bridores y conquistadores españoles, demostrando frecuentemente un grado de
cultura semejante al de estos. Criollos, mestizos e indios ofrecen informaciones
sobre las civilizaciones aborígenes con frecuencia de primerísima mano, ya que,
en principio, estaban en mejores condiciones de explicarlas que los demás y ofre-
cían una visión de la historia desde un ángulo diferente al de el conquistador.⁴

2 Las crónicas indígenas, mestizas y criollas


En los primeros momentos de la conquista, la aprehensión no solo de la lengua,
sino de la innovadora herramienta de comunicación que fue la escritura en una
sociedad ágrafa supuso, sin duda, una compleja tarea para aquellos indoame-
ricanos que la hicieron suya. Junto a la lengua, la escritura y sus modelos escri-
turarios, entraron en contacto con los diferentes tipos textuales que se habían
ido adaptando desde el latín al castellano sin dejar nunca de moldearse a las
necesidades expresivas de sus hablantes. Esos tipos textuales, ahora, se veían de
nuevo impelidos a dar respuesta a nuevos retos ante una realidad multiforme que
sería narrada por diversos grupos humanos, sobre todo, españoles trasladados a
un espacio absolutamente nuevo e indígenas, y, más tarde, mestizos y criollos.
Muchas de las crónicas que conservamos y el número indeterminado, pero muy
posiblemente enorme, que se perdieron o que están por descubrir, responden a
la iniciativa real de, primero pedir informaciones,⁵ ya desde 1532, y, más tarde,
en 1571, de establecer la obligación de que todos los oficiales reales americanos
colaboraran de manera permanente con el Cosmógrafo y Cronista mayor de las

4 Así, contamos, por ejemplo, con las obras de Baltasar de Obregón y su Historia de los descu-
brimientos de Nueva España (1584), Nueva Corónica y Buen gobierno (h. 1615) de Felipe de Ayala
Huamán Poma, Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú (h. 1613–1630) de Joan de Santa
Cruz Pachacuti Yamqui, los Comentarios Reales (1609) del Inca Garcilaso de la Vega, el Tratado
y relación de los errores, falsos dioses y otras supersticiones y ritos (h. 1613) del Padre Francisco
de Ávila, también criollo, etc.
5 Véanse (Bravo 1997: 15) y (Brendecke 2016).
236 Rosario Navarro Gala

Indias, enviándole relaciones y noticias sobre América, obligación ampliada a


partir de 1636 a “qualquier persona particular” que tuviera noticias o poseyera
papeles, relaciones, escritos, etc. (Brendecke 2016: 416). De modo que esta debió
de ser una actividad frecuentada por españoles, mestizos e indígenas que tuvie-
ran oportunidad de realizarla, actividad de la que nacerían no pocas inquietudes
intelectuales. Así se pueden explicar las relaciones que sabemos salieron de la
pluma de escribientes indígenas como la Relación de antigüedades deste reyno
del Perú; en ella su autor, indígena hispanizado, presenta a los primeros conquis-
tadores de Perú como aquellos hombres que ayudaron al legítimo inca Huáscar a
deshacerse del dominio y usurpación al que lo tenía sometido su medio hermano
Atahualpa. Además, los primeros conquistadores llevaron consigo el Evangelio,
libro sagrado que permitiría el nacimiento de una nueva estirpe de hombres,
indoamericanos principales cristianizados. Esta relación forma parte de un legajo
que se conserva en la BNE 3169, compuesto por diferentes manuscritos recopila-
dos, según parece por el padre Francisco de Ávila, nacido en el Cuzco, de padres
españoles, aunque desconocidos, y adoptado posiblemente por una pareja espa-
ñola. Junto a esta relación se encuentran en el mismo legajo otros manuscritos.⁶
El que el criollo padre de Ávila escribiera y recopilara dichos escritos hace pensar
que, posiblemente, tenía la intención de reescribir una historia de los orígenes
del Perú, que, a la manera de las grandes crónicas medievales, habría contado
con distintos traductores⁷ y numerosas fuentes. Posiblemente, también fue esto
lo que intentó hacer Huamán Poma en su monumental crónica, aunque el resul-
tado hiciera evidente sus grandísimas y obvias limitaciones.

6 En concreto se recopila los siguientes textos: Tralado de un cartapacio a manera de borrador


que quedó en los papeles de el Licenciado Polo de Ondegardo Cerca de el linaje de los ingas y cómo
conquistaron, copia. La Relación de las fábulas y ritos de los incas de Cristóbal de Molina, copia.
Resumen de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso, escrito por Francisco de Ávila en 1613.
Tratado y relación de los errores, falsos dioses y otras supersticiones y ritos. . . escrito por Fran-
cisco de Ávila en 1608. Manuscrito de Huarochirí, copia de autor desconocido, llamado Thomás.
Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui. Los
dos primeros son copias que mandó realizar Francisco de Ávila. Los dos siguientes tienen más
interés lingüístico por tratarse de escritos realizados por este mismo criollo. También destaca el
manuscrito escrito en quechua, el más antiguo documento hasta la fecha escrito es esta lengua
indígena.
7 El “Tratado de los ritos y falsos dioses. . .” de Francisco de Ávila, en su folio 13v. demuestra que
las traducciones del quechua al castellano no las realizaba únicamente el Padre de Ávila, sino
también otros traductores que, dado el laísmo que practica uno de ellos en el folio señalado, po-
dían ser de origen peninsular, sin que esto excluyera, claro es, la ayuda de mestizos y naturales.
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 237

3 Variación y contacto lingüístico en crónicas


escritas por indígenas andinos en el siglo xvii
Estas crónicas escritas por indígenas durante el siglo xvii en un área concreta, la
andina, será la base de nuestro estudio.⁸ Nos queda ya lejos la vieja controversia
entre defensores y detractores de la influencia que puede ejercer una lengua en
otra cuando estas se hallan en contacto. En los últimos años, se ha superado,
también, la idea de que los cambios inducidos por contacto solo se producen
cuando ambas lenguas poseen una tipología similar. Lo esencial, según Pala-
cios/Pfänder (2014), no es que estas lenguas estén o no emparentadas tipológi-
camente, sino que las características estructurales de la lengua implicada en el
proceso de cambio sean congruentes con las de la lengua de destino, en nuestro
caso el español, y con el resultado del cambio. Veremos a través de la documen-
tación de los primeros siglos de contacto que, como señala Palacios (2017), los
cambios lingüísticos inducidos por contacto son procesos dinámicos en los que
los hablantes bilingües buscan la eficacia comunicativa aprovechando los recur-
sos que ofrecen las lenguas maternas. Por fortuna, contamos tanto con fuentes
cronísticas como con otro tipo de documentación escrita por indígenas, para
estudiar las variedades que se produjeron al calor de la incorporación de nuevos
hablantes de castellano.⁹

8 El estudio de esta variedad del español cuenta desde hace años con investigadores de la talla
de Rivarola (1990, 2000, 2010, etc.), Cerrón-Palomino (1992, 2003, etc.), Granda (1994, 2001, etc.)
o Palacios (1996, 1998, etc.), y no deja de ofrecer datos significativos sobre la configuración de
dicha variedad.
9 Gracias al profesor Rivarola (1990 y 2000) contamos desde 1990 con tres textos originales y
autógrafos, escritos por indígenas en la última decena del siglo xvi que, si bien son de muy
escasa extensión, no por ello carecen de interés. En concreto, se trata de tres notificaciones de
edictos sobre el inicio del juicio de residencia a corregidores de indios: una firmada por don
Francisco Juan Alonso Napanpoma, escribano nombrado, otra firmada por Francisco Lorenzo
Guaripata, también escribano nombrado, y ambas datadas en 1590; la tercera está firmada por
Francisco Alonso Mallco, escribano de Cabildo, un año después, en 1591. A dicho corpus he teni-
do la oportunidad de añadir 81 nuevos documentos que constituyen una pequeña muestra de lo
hubo de ser el libro de protocolo del notario Pedro Quispe, escribano de cabildo por Su Majestad,
al menos desde 1581, como consta en uno de sus documentos; dichos textos son originales y
autógrafos y fueron escritos durante los años 1586, 1589 y 1590, en su mayor parte, por Pedro
Quispe; en ellos se recoge la vida jurídica privada de los indoamericanos que habitaban el barrio
o parroquia de Nuestra Señora de la Purificación del Cuzco. Junto a los documentos salidos de
la pluma del escribano de cabildo se hallan otros, validados por el propio escribano, y también
de factura indígena, escritos y firmados por: García Sivi Paucar, Antonio Nina Paita o Salvador
Pasqual. Las labores escribaniles de dicho cabildo fueron, asimismo, ocasionalmente realizadas
238 Rosario Navarro Gala

3.1 La Crónica de Huamán Poma y la Relación


de Pachacuti Yamqui

Nuestro análisis se centrará en dos obras escritas por indígenas: la Nueva Coró-
nica y Buen Gobierno de Felipe Huamán Poma de Ayala y la Relación de antigüe-
dades deste Reyno del Pirú de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui.
La primera, según parece, se terminó de copiar (pues se trata de una copia del
propio autor) en torno a 1615. En ese momento, su autor dice tener 80 años, pero
de ninguna manera coincide dicha edad con lo señalado por él mismo sobre su
origen. Posiblemente, siguiendo la argumentación de Porras Barrenechea (1948),
Huamán Poma naciera en torno a 1556 y tuviera alrededor de 60 años cuando
terminó su crónica. Aunque son abundantísimas las incongruencias presentes
en esta singular obra, que cuenta con casi 1200 planas, hay algo que no permite
ya discusión, y es que su autor pertenece a una primera o, tal vez, segunda gene-
ración de indígenas hispanizados en los primeros decenios de la conquista. Su
cultura libresca, según él mismo indica, se debió a su medio hermano, sacerdote
mestizo, hijo de un conquistador español.
Para la relación de Pachacuti Yanqui se suele dar como fecha de redacción
1613, aunque dicha datación es arbitraria, pues se le ha atribuido por ser una
de las últimas fechas que consta en los papeles de Francisco de Ávila.¹⁰ No obs-
tante, nada tiene que ver el manuscrito fechado en 1613, que es el resumen de
los Comentarios Reales del Inca Garcilaso, con la Relación de Pachacuti, que,
simplemente, se encuentra próxima a dicho resumen. El manuscrito de Pacha-
cuti Yamqui se encuentra al final de la colección y está formado por dos libritos
cosidos y autónomos del resto del legajo. Por tanto, creo más oportuno atenernos
a la información que el propio autor ofrece en su texto, para proponer una fecha
de redacción. El autor nos habla de sus padres, abuelos y bisabuelos, y todos
son, según Joan de Santa Cruz, cristianos. Pachacuti dice ser: “bisnieto de don
Gaspar Apo Quivicanqui y del general don Juan Apo Ynga [. . .] y tataranieto de
don Gonzalo Pizarro Tintaya [. . .] todos ellos caçiques principales que fueron en
la prouinçia [Urcosuyo, Puno] y cristianos profesos en las cosas de nuestra Santa
Fe Católica”, f. 1r (Navarro Gala 2007: 115). Asimismo, señala que “Los viejos
modernos del tiempo de mi padre, don diego Phelipe, suelen decir que caçi cacçi
era mandamiento de dios”, fol. 4r. (Navarro Gala 2007: 120). Por tanto, se trata de
un indígena hispanizado de, al menos, cuarta generación, de indígenas también

por algunos españoles que, pese a la prohibición existente de habitar en sus barrios, parece que
convivían con ellos y colaboraban en sus instituciones (Navarro Gala 2015).
10 En dichos papeles, la relación inconclusa del propio Ávila está fechada en 1608 y en 1663,
una carta escrita ya muy posiblemente en España y tras la muerte de Ávila.
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 239

hispanizados, a lo que parece. Cabe suponer que Joan de Santa Cruz fue hablante
de quechua, aunque su lengua principal y de cultura hubo de ser el castellano,
un castellano con el que debió de entrar en contacto ya de niño, pues cuesta creer
que, al menos sus padres y abuelos, todos cristianos y principales, no hablaran,
siquiera rudimentariamente, la lengua de Castilla.¹¹ Claro es, como veremos, un
castellano, influido por el quechua o el aimara, que habría aprendido, en primera
instancia, de sus mayores, al igual que las fábulas y consejas que dice se propone
contar en su narración. De modo que, pese a la aparente cercanía temporal de
ambos textos cronísticos, entre sus autores habría notables diferencias en cuanto
a su origen regional, al asentamiento de su variedad de contacto y al tipo de bilin-
güismo que podrían practicar.

3.1.1 El castellano de la crónica de Huamán Poma y de la relación


de Pachacuti Yamqui

Lienhard (1992: 144) ya señaló que la Nueua corónica y buen gobierno es una obra
híbrida que refleja influencias del tratado político, el manual de peticiones al rey,
el manual para confesores, el catecismo, así como libros de devociones. Adorno
(1987) advirtió, asimismo, el carácter heterogéneo de esta crónica, así como el
intento de su autor por emplear “diversas técnicas para ubicar su obra dentro
del género literario de historia”. La lectura y análisis de dicha monumental obra,
nos muestra que, efectivamente, son muchas las influencias que intentó seguir
Huamán Poma cuando elaboró su famosa crónica, pero estas en absoluto están
integradas en un todo armónico, sino que las tradiciones discursivas que emplea
se encuentran dispuestas a modo de pastiche.
Huamán Poma fue bilingüe, aunque no podemos asegurar qué tipo de bilin-
güismo practicaba. Posiblemente, en lo fundamental, aprendió el castellano
por exposición, aunque, según dice, también recibió enseñanzas de su medio
hermano mestizo. Sin embargo, dicha formación parece más bien superficial. Su
crónica nos permite acercarnos al castellano que aprendió a finales del siglo xvi,
cuando su hermano ya había sido nombrado sacerdote, así como a los fenómenos
de contacto que pudieron manifestarse en su escrito, pues como hemos dicho
no se trata de un profesional de la escritura ni de un hombre con estudios, ni
siquiera de bachiller. Pese a ello, Huamán Poma, gran recolector de formas lin-

11 Precisamente su apellido cristianizado coincide con el del conquistador y más tarde enco-
mendero Hernando de Santa Cruz, que tenía unas chácaras junto a la parroquia de Santiago, en
el camino de Collasuyu, donde se ubicaban los antiguos aillus vinculados a la región de origen
de Pachacuti Yamqui (Navarro Gala 2015).
240 Rosario Navarro Gala

güísticas y temas vivos en su época, es capaz de reproducir el lema que desde la


Edad Media se empleaba para los enfrentamientos a muerte entre dos bandos,¹²
sin que ello, obviamente, signifique que Huamán Poma empleara la forma medie-
val de futuro analítico en su comunicación habitual:

don Francisco Pizarro y don Diego/5 de Almagro, dos capitanes generales en el descu-
brimien-/6 to deste rreyno del Pirú, y Hernando de Luque, maýstre/7 escuela, saltaron
en esta tierra [. . .] Y con la cudicia de oro y plata/10 que ya en su corasó trayýa, “matarte
he o matarme has”, y unos y o-/11 tros se mordía y los dichos soldados andauan espan-
tados (376).

Otra cosa es que, efectivamente, persistan en sus usos, formas verbales medie-
vales que siguieron vivas durante los Siglos de Oro, también en la Península,
aunque en retroceso. Por ejemplos las formas vido ‘vio’ y vía ‘veía’ son las únicas
empleadas en toda la crónica, otro destino es el del indefinido truxo ‘trajo’, cuya
forma solo se emplea en dos ocasiones frente a los veinte registros de la triun-
fante trajo. Por tanto, en el uso de esta forma verbal se muestra innovador, y
conservador respecto de las otras formas verbales. Véase cómo coexisten en una
misma plana y a poca distancia ambas formas:

Y otros capitanes auquiconas/6 y nustaconas y todos los mamaconas lo trajo al Cuzco


presos./7 Topa Amaro Ynga le tray preso como/8 a rrey Ynga yfante coronado como a rrey
y señor deste rreyno. Y/9 descalso lo truxo el capitán Martín García de Oyola, las manos/10
con una esposa y en el cuello atado con una cadena de oro (450).

No duda Huamán Poma en mezclar diversos registros, algunos de ellos cla-


ramente de uso popular o vulgar, un tanto inadecuados para una crónica que
enviaba al rey. Así, vemos que, hacia la mitad de su crónica, cuando se refiere al
abuso que los tenientes de corregidor infligen sobre los indios mitayos, dirá: «y le
haze trauajar; solo le falta arrascalle el culo» (517), «se emborrachan hasta caer
de culo» (785). Cuando los fines del autor andino son burlescos o críticos demues-
tra un excelente conocimiento de los recursos de creación léxica propios del
patrimonio más popular del castellano: proculadrones ‘procuradores’, licencias-
nos ‘licenciados’, merzenario por mercedario (648) esta última en clara alusión
a la orden a la que pertenecía su enemigo Martín de Morúa. O la reproducción
de expresiones, que debieron ser populares en la época, creadas con intención
satírico-burlesca y buscando un cierto efecto rítmico: Chuquisaca, mete y saca.
Topónimo que parece, según etimología popular, compuesto de chukiy ‘sembrar’
y saka ‘recipiente’, de claras connotaciones sexuales, si bien su verdadera eti-

12 Agradezco a Micaela Carrera de la Red los comentarios que me realizó sobre esta cuestión.
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 241

mología remonta, según Rodolfo Cerrón-Palomino, a *Chuqi sakha, voz híbrida


aimara-puquina que significa ‘barranco de oro’. Ariquipa, que da pan, de arikipi
relacionado con su significado indígena ‘manjar blanco’ Guamanga, plata no ay
en la manga,¹³ Yca, una higa para ellos, Trugillo, que se uino por el hilo, etc. (990).
Expresiones estas que merecen mayor atención de la que voy a darle aquí.¹⁴
Otras tradiciones discursivas populares, como los romances, también forman
parte del acervo cultural del cronista indio, que no duda en reproducir en su
escrito: “Todo decía/5 ‘Yndias, Yndias, oro, plata, oro plata del Pirú’. Hasta los
múcicos cantauan/6 el rromanse: ‘Yndias, oro, plata’”. (372). Vinculado, igual-
mente, al conocimiento popular de personajes recurrentes en los diálogos de Juan
de la Encina o del teatro de Lope de Rueda está la referencia al cuento de Pedro
de Urdemalas: “Don Juan Capcha. Este yndio fue otro Ordimales [pícaro] deste
rreyno, gran borracho, fingidor. . . (777), “antes auéys ganado la honrra de Pedro
de Ordemales [pícaro]” (778). Interesante aplicación de los rasgos atribuidos a un
personaje de la tradición literaria española (primera aparición 1440), el pícaro, a
la personalidad de un indígena hispanizado (Navarro Gala 2000 y 2003).
La crónica de Huamán Poma, rica en la selección de diversas tradiciones
discursivas y en empleo de diferentes registros, entre los que destaca su cono-
cimiento de las tradiciones populares y del léxico popular más o menos vulgari-
zado, vinculado a las mismas, así como de las tradiciones discursivas forenses,
que domina mejor, no consigue resolver con éxito la integración de los diferentes
tipos textuales empleados en un todo bien articulado y unitario en su diversidad.
En cambio, la relación¹⁵ de Pachacuti Yamqui, aunque es un texto de difícil
clasificación, posee una unidad estructural y de sentido resultado de un proceso
de hibridación que tiene como resultado un texto perfectamente articulado, moti-
vado ideológicamente, producto de la reelaboración de diferentes tradiciones
discursivas hispánicas y, muy posiblemente, indígenas.¹⁶ En consonancia con su

13 Postula Rodolfo Cerrón-Palomino el étimo quechua *Wama-nqa ‘(Lugar) de sorpresas (o de


cosas raras)’, en Navarro Gala (2020).
14 Véase, por ejemplo, respecto de la expresión Trugillo que se uino por el hilo la relación fonéti-
ca que parece establecer el autor entre las grafías h y g, solo posible si se refiere a una pronuncia-
ción aspirada tanto de/x/como de la h procedente de F- latina. Sin duda, ya lexicalizada, porque
Huamán Poma no practica dicha distinción en su crónica. Véase, asimismo, que la rima entre
Yca y higa, desmiente dicha aspiración, pero señala la vieja confusión tanto en castellano como
en hablantes de quechua entre las velares sordas y sonoras.
15 El nombre de Relación de antigüedades deste reyno del Pirú, por el que es conocida esta re-
lación, lo recibió de Francisco de Ávila, quien así la denominó en una hoja aparte, escrita de su
puño y letra; véase Navarro Gala (2007: 27).
16 Comienza, Pachacuti Yamqui, ofreciendo información sobre su origen familiar y calidad de
cristiano “viejo”, para ello elige un tipo de discurso que recuerda a los autos de información,
242 Rosario Navarro Gala

capacidad para reelaborar su escrito y con su más asentado hispanismo, el cas-


tellano de Pachacuti Yamqui se muestra menos conservador que el de Huamán
Poma. Así están ausentes de su escrito, al contrario de lo que ocurre en la crónica
de su coterráneo (Navarro 2000 y 2003), el uso de artículo acompañado de rela-
tivo, tiempos condicionales e imperfectos en -ie, uso de vos pronominal átono,
ausencia de doble negación, sintagmas del tipo el dicho su padre, que solo aparece
en una ocasión (folio 17v) frente a la frecuencia con la que se lee en la crónica
huamanpomiana, etc. De otro lado, en el autor colla se aprecia el empleo de cons-
trucciones consideradas cultas como el ablativo absoluto, el gerundio, etc.

3.1.2 Variación y contacto en las obras de Huamán Poma y Pachacuti Yamqui

Si bien los casos expuestos anteriormente son muestra de la variedad del caste-
llano de su época y/o de rutinas lingüísticas escritas y/o populares, otros rasgos
muestran la convivencia junto a la variación propia del castellano, del influjo que
ejerció en estos autores indoamericanos su lengua materna.

3.1.2.1 Aspectos gráficos y fonéticos-fonológicos17


La tradición ortográfica que siguen estos dos autores indígenas es diversa. Así, la
crónica de Huamán Poma, generalmente, muestra hábitos escriturarios típicos
de un escribano de la primera mitad del siglo xvi, si bien en lo referente al uso
de las grafías z y ç, que representaron a la medievales sibilantes dentales, se
muestra más innovador. Lo mismo que cuando se trata de las grafías destinadas
a las alveolares, esto es, la grafía ss para la/s/y s para la/z/, que en el escritor
lucana se ha reducido exclusivamente a s.
En cuanto a la grafia ç, representante en la Edad Media del dentoalveo-
lar sordo/ŝ/, es escasamente empleada por Huamán Poma: çien, açí. Prefiere
Huamán Poma la grafía z, propia de su correlato sonoro/ẑ/, incluso ante las
vocales e, i: hazía, zien, onze. En esos casos, usos tradicionales y etimológicos,
probablemente, fruto de su aprendizaje, pues de ninguna manera podemos

las cartas de poder e incluso las cartas de testamento, empleado a modo exordio o prothema, al
que sigue una narración épica, ordenada cronológicamente, que incluye diálogos y digresiones
moralizantes del autor. Es bajo esta estructura como Pachacuti Yamqui emprende la narración
de la historia de los incas, tras la presentación de su linaje y profesión de fe, a la que dará fin
con un breve y contundente epílogo, que cumple con la preceptiva retórica de la moción de los
afectos (Navarro Gala 2007 y 2010).
17 Todos los ejemplos han sido recogidos de mis propias transcripciones (Navarro Gala 2000 y
2007).
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 243

hablar de regularidad en su empleo etimológico. Innovador es Huamán Poma


en su constante empleo de z + a, o, u y en la eliminación de ç ante esas mismas
vocales, salvo en muy contadas ocasiones.
Si comparamos el uso gráfico de Huamán Poma con el de Pachacuti
Yamqui, su coterráneo, vemos que este último todavía utiliza con frecuencia la
grafía -ss-, aunque sin valor fonológico alguno lussida por ‘lucida’, pescuesso
‘pezcuezo’, etc.; la regla que parece seguir es la posición intervocálica y ante n
y l: callssar ‘calzar’, alcanssar, ‘alcanzar’, etc.
Al contrario que Huamán Poma, prefiere Pachacuti el empleo de ç ante a, o,
u: promeças, començó, moça, moço, etc. y, en ocasiones, ante i, e: caçiques, saçer-
dotes çiendo, prinçipal, etc. Junto a la ç no escasea la z, sobre todo con vocales
palatales, y de manera aislada con alguna ‘a’. Por ejemplo, es constante en el
verbo hazer y frecuente en paz, fortaleza, dozientos, donzella, en muchos casos
por influencia etimologizante. En resumen, Joan de Santa Cruz se muestra más
conservador en materia ortográfica.
Las grafías no solo son interesantes porque nos permiten conocer el devenir
de los usos ortográficos, sino que también nos sirven para acercarnos a los posi-
bles usos fonéticos de quien escribe.¹⁸ Conocida es la tendencia a confundir las
vocales e por i y o por u y viceversa en hablantes de lengua materna quechua,
aspecto este que puede rastrearse, en menor medida de lo que parece a simple
vista,¹⁹ en documentos escritos por autores como Huamán Poma o Pachacuti
Yamqui. Así, en el primero, observamos que formas que iban perdiendo su
peso frente a otras innovadoras se ven sometidas a cambios en el timbre, que
solo se pueden explicar por la influencia quechua. Por ejemplo, términos como
oscuro, que contendió durante bastante tiempo con escuro,²⁰ lo vemos escrito
por Huamán Poma en su crónica como yscuro (105), donde difícilmente se puede

18 Para evitar prejuicios sobre la influencia del contacto en la fonética, voy a ejemplificar con
algunos casos de contacto atribuidos al castellano peninsular. A veces, determinadas grafías,
como señala Frago (2002), pueden hacernos pensar en meros errores gráficos. Así, señala que
cacografía de Áfrida por África, que en principio, puede parecer un mero descuido del copista,
pese a la aparente distancia entre/k/y/d/, si el fenómeno aparece en documento escrito en Tole-
do, habrá que considerar otras posibles explicaciones, Federico Corrientes señala la tendencia
a la velarización de la dental en los mozárabes de Toledo. Naturalmente, lo mismo cabe decir
de los documentos escritos en Hispanoamérica, en concreto si se trata de textos en los que sus
autores o escribientes tienen como lengua materna alguna de las lenguas indígenas de la zona.
19 Hay que tener en cuenta la muy considerable fluctuación vocálica que era habitual en el
español de la época en la que se escribieron estos documentos.
20 Escuro (94), escoricir (235), etc., son registros que también encontramos en esta crónica. Las
formas con e fueron las habituales en la Edad Media y llegaron hasta el Siglo de Oro. Es la única
forma que emplea el Quijote (DCECH, s.v. oscuro).
244 Rosario Navarro Gala

atribuir el fenómeno a las habituales confusiones en el timbre vocálico o a los


fenómenos de disimilación/asimilación, propios del castellano general. O en la
relación de Pachacuti Yamqui la forma murin ‘mueren’, así como tudo por todo,
forma que coincide con la del gallego-portugués, o virgüenza ‘vergüenza’, si bien
los dos últimos podrían considerarse, en principio, como simples disimilacio-
nes esporádicas, no registradas; y eso sí y es significativo, hasta ahora en otros
escritos.
El ámbito andino ofrece algunos otros registros que muy bien podrían
deberse al contacto con el quechua y no a meros errores gráficos,²¹ por ejemplo,
en lo atinente a las sibilantes medievales. En la relación de Pachacuti Yamqui
registro trueques y alternancias entre s y x-j: Xauxa y Saussa, Cassamarca y Caxa-
marca en términos quechuas y españoles, y también correcciones de j por s: jeñor
corregido en un señor, así como sustituciones de ll por j: basajjaje, corregido en
basallaje, y en páginas anteriores la siguiente vacilación, basallajjje. Estos lapsus
apuntan a que el escribiente tiene problemas para distribuir las grafías que repre-
sentan dichos sonidos prepalatales y apicoalveolares, pues de otra forma no se
podrían explicar dichos errores; y es que en zonas de influencia indígena, en las
que también los españoles aprendían estas lenguas, pudieron pervivir las sibilan-
tes medievales, posiblemente, en su simplificación sorda, durante más tiempo, al
contar las lenguas indígenas con sonidos semejantes a las sibilantes medievales.
Otro aspecto fonético relevante tiene que ver con la corrección que realiza
Pachacuti Yamqui en el término porfía, que antes había escrito como porcía. Con-
fusiones de este tipo, esto es, de f por interdental son frecuentes y están debida-
mente documentadas en el castellano, desde antiguo.²² También Huamán Poma
en su crónica ofrece registros en los que se evidencia dicha confusión: Mazoma
‘Mahoma-Mafoma’. La misma crónica muestra confusión de f por s: Zeserino
‘Ceferino’, tal vez por disimilación gráfica, como un trueque más entre sibilantes,
junto con la corrección de desensa por defensa. No es el único texto indígena
que muestra confusiones entre dichos fonemas, en la relación de Pachacuti se
registran trueques no solo entre/f/y/ŝ/, sino entre/f/y/s/: sacresicasen por sacrifi-
casen o sacreficasen. Es evidente que estos trueques no son simples confusiones

21 Otro ejemplo, en el que el contacto entre lenguas provoca grafías que pueden ser malinter-
pretadas: Las formas esquilla ‘esquila’, cibilles ‘civiles’, pilla ‘pila’, etc. de documentación muni-
cipal vizcaína de los siglos xv y xvi, estos casos no deberían verse como simples variantes grá-
ficas correspondientes con -l, sino muestra de palatalización inducida por el euskera (Carmen
Isassi 1995).
22 Ya Covarrubias se refiere a la confusión entre/f/y/θ/en los vocablos henojil, cenogil. Menén-
dez Pidal (1982: 199) se ocupó de este tipo de confusiones. Sabido es, asimismo, que la lengua
quechua no posee dicho fonema/f/.
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 245

ortográficas, sino que ofrecen indicios al investigador del estado de inestabilidad


en que se encontraban las sibilantes para estos nuevos hablantes de castellano,
que debieron de estar en contacto con otros europeos que practicaran la simpli-
ficación medieval en las sordas, con mantenimiento de los tres órdenes (dental,
apical, prepalatal) junto a otros que ya llevarían la simplificación andaluza con
sus dos posibles realizaciones, pasando por otros que llevarían el resultado
norteño.
Confusiones entre consonantes sonoras y sordas, posiblemente debidas a
la inexistencia en quechua de las sonoras/b, d g/, pero también a los procesos
propios del castellano de trueques entre sordas y sonoras, son los siguientes
términos que podemos leer en la crónica de Huamán Poma: casgabel ‘cascabel’
803, gomunes ‘comunes’ 457, guaresma ‘cuaresma’ 72, callina ‘gallina’ 778, cordos
‘gordos’ 241, totrina ‘doctrina’ 735, dexedoras ‘tejedoreas’ 300, puenos ‘buenos’
706, etc.
La relación de Pachacuti Yamqui presenta los mismos problemas con las
sonoras/b, d, g/: conssico ‘consigo’ 38v, banta ‘banda’34v, cubo ‘cupo’, 33r, etc.

3.1.2.2 Aspectos morfosintácticos


En el nivel morfosintáctico la influencia de la lengua indígena también se deja
sentir, si bien se observan significativas diferencias entre los escritos de Huamán
Poma y de Pachacuti Yamqui, pues el primero apenas muestra signos relevan-
tes de contacto en este nivel de análisis, fuera de las dificultades para concordar
género y número.
Son frecuentes en ambos autores las faltas de concordancia de número y de
género entre sujeto y verbo, entre adjetivo y sustantivo, entre determinante y sus-
tantivo, entre pronombre átono y referente.
(1) En la crónica de Huamán Poma (Navarro Gala 2000): Cómo haze pe-/2 ticio-
nes los dichos padre y curas de las dichas dotrinas destos rrey-/3 nos (589).
Y ancí no puede multiplicar los indios (589). Acimismo el dicho corregidor
juegan/3 a los naypes y ganan, jugando el salario (597). Las dichas rreciden-
cias y beçita generales (1). Porque os diga que soys rrico (vosotros) (608). De
cueros de animales souado (54). De puro buena y alegra (143). Saltaba una
peña grandícimo (146). Los nubes (249), etc.
(2) La relación de Pachacuti, lo mismo que la crónica de Huamán Poma, ofrece
ejemplos de faltas de concordancia adscribibles a su condición de bilingüe
(Navarro Gala 2007): Los demás naciones 2v. Los abes ssaben 43r. En esta
sazón sale de los Andes de Opatari trescientos yndios andes 29r. Y al Ynga
los llamaua hijo [los tres ministros]. Los querían matar al dicho ynga 18r, etc.
246 Rosario Navarro Gala

La relación de Pachacuti Yamqui manifiesta fenómenos de contacto morfosin-


tácticos de gran interés. Así, por ejemplo, se encuentra la retención del adverbio
medieval ý, pese a que escribe su relación en torno a 1630. Vemos dicho adverbio
entre una maraña de íes ilativas y enfáticas:

Y el dicho Manco Capac, como su hermano tardó tanto, envió a su hermana para que lo
llamase, y lo mismo ý [allí] se quedó el uno y el otro (7r) Y passa a Potina de Ariquipa, y otro
viene para más abaxo de Guamanca, que está ý [allí] tres o cuatro serros muy altos cubierto
de nieves (fol. 21v) Y en este tiempo nació Guayana Capac Ynga en Tomebamba, pueblo de
los cañares, y su padre (. . ..) y su madre Coya Mama Anaguarque, ý [allí] edifica la casa y
bohiyo muy grande (24v) (Navarro Gala 2007).

La aparición de este adverbio pronominal que evoca en este caso siempre un lugar,
ha de relacionarse con la existencia en quechua de un sufijo -y de sentido ubica-
dor frecuente en la toponimia de los Andes centro-sureños, que es parafraseable,
según Cerrón-Palomino (2002), por “lugar donde existe o se da algo”, y que pudo
dar, asimismo, como resultado una forma hey para el verbo haber en las perífrasis
de pasado y de futuro, que coincidiría o sería traída por algunos españoles y que,
según mis datos, tuvo cierta vitalidad durante los siglos xvii- xviii en áreas de
influencia andina entre criollos e indígenas y que hoy parece que permanece en
algunas áreas de contacto, aunque no ha sido descrito ni recogido el fenómeno
hasta hoy (Navarro Gala 2020). Véanse algunos registros documentados:
(1) Por maldonado ey savydo de como avia llegado a casa de francisco mixias a
moler sus harinas de que me ey olgado nel alma la carreta no a venido de la
bacario. (Audiencia de Charcas. Córdoba de Tucumán 1612, cordiam).
(2) “Ey entregado todo al cura de San Martín [. . .] No ey dado nada porque todo
lo quemó”. “Obedeciendo el mandato de usted ey procurado adquirir las cir-
cunstancias que ocurrieron” (copia de carta de 1770, Cordiam).

A veces, los fenómenos de contacto pueden llevar a resultados “de gramaticali-


zación dudosa u oscilante, bien por escalonarse los mismos en un continuum de
aceptabilidad que abarca desde un polo claramente positivo hasta otro básica-
mente negativo”; a estos fenómenos los llamó Germán de Granda (2003) conver-
gencia límite.
Es posible que, por su agramaticalidad (aunque, como veremos el texto,
sigue siendo comprensible) no se haya mantenido hasta hoy, o tal vez haya
pasado inadvertido el fenómeno por haber quedado reducido a hablantes de
zonas rurales.
El fenómeno se produce de manera gradual en la relación escrita por Pacha-
cuti: comienza en un polo positivo, en construcciones absolutas de participio y
gerundio explícito que alternan con otras en las que fácilmente se puede inferir
Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 247

un participio elidido, hasta el polo claramente negativo que son aquellas cons-
trucciones en las que la preposición por ante sujeto sintáctico agente aparece con
verbos transitivos y con el causativo hacer:
(1) Construcciones normativas de participio absoluto: Y, sabido esto por ataguallpa,
despacha al capitán. Y, sabido por auqui ataoguallpa, entra en acuerdo con todos
los caçiques 37v. Y, [sabido] por el ataguallpa ynga, sale con su campo contra el
capitán 34r. Y, [sabido] por el Ynga, manda poner gran cantidad de Ropas 35v. Y,
así [visto] por el capitán orejón, espera con sus seis mil hombres nuevos, 38v, etc.
(2) Construcciones no normativas con gerundio: Y, por el dicho ynga, viendo assí
a todos alssados, los deçimula por algún tiempo 17r. Y, por el dicho pacachuti
ynga yupangui, viendo a su madrasta, madre de auquirupaca su ermano, al
fin abía reýdo, teniendo por loca, 22v, etc.
(3) Construcciones no normativas con verbo transitivo y con el causativo hacer: Y
así por el dicho fueron oýdos sus razonamientos [. . .] y por el dicho apo tampo
los oyieron con atención recibiéndole el dicho palo de su mano 4r. Y por el
dicho manco capac, como su hermano tardó tanto, envió a su hermano para
7r. Y por el mancebo pide el libro del criado 23v. Y por el inga promete grandes
cosas a los curas 33r. Por el ynga los consiente a sus voluntades y así ymbía
por ello [el inca acepta lo que le piden y envía]. Y por el marqués sabe todas
estas cosas por quejas 43r. [el marqués sabe todas estas cosas por quejas]. Y
por el ynga manda hazer más edifiçios y hacen lleuar mucha Riqueza, 34r, etc.

¿Cómo explicar la existencia de la variante por + sujeto agente en esta relación?


Es obvio que Pachacuti Yamqui está familiarizado con tradiciones discursivas
cultas en las que se hace un uso frecuente de la pasiva perifrástica y de construc-
ciones absolutas, pero, también, el autor es conocedor -como él mismo indica- de
las tradiciones orales incas que le han llegado a través de los relatos de sus bis-
abuelos, abuelos y padres. La cultura quechua, pese a su carácter oral, gozaba
de un sistema nemotécnico rígido basado, en palabras de Porras Barrenechea
(1967), “en una forma métrica que balanceaba la memoria y [se mantenía res-
guardada] por la vigilancia de escuelas rígidamente conservadoras”. Es posible
que, en el paso de la épica inca a los moldes de la castellana, ambas, tradiciones
relacionadas con la oralidad y con la declamación, se encuentre parte de la expli-
cación de esta construcción innovadora que tiene como base tendencias internas
del sistema (la sustitución de las pasivas por construcciones más dinámicas) que
irán en la dirección que marcará la lengua con la que está en contacto su autor.
No elige la pasiva refleja para su narración porque esta tiene un marcado carácter
impersonal que choca frontalmente con la intención comunicativa de su texto.
Todo esto lo debemos enmarcar en el contexto histórico de la lengua castellana.
Recordemos que el reajuste del sistema verbal todavía en los siglos xvi-xvii se
248 Rosario Navarro Gala

estaba ultimando. En esa época se registran usos de haber con significado de


posesión, pasivas con auxiliar ser en indefinido y significado de aoristo o de per-
fecto, pasivas en presente con valor de pretérito perfecto pasivo y activo. En esta
crónica se encuentran todos estos usos arcaicos junto a otros innovadores.
Los factores que he enumerado, por sí solos, es poco probable que hubieran
dado como resultado el reanálisis que parece haber hecho Santa Cruz. Sin ningún
género de dudas, la situación de contacto de lenguas, ha posibilitado este uso.
El hecho, concreto, de que el quechua pueda topicalizar el sujeto, de una parte,
y cuente, además, con una estructura pasiva muy semejante a la española, pero
con peculiaridades propias (la topicalización del agente y la ausencia de verbo
auxiliar en tercera persona presente)²³ determinó, no el cambio, pero sí la direc-
ción del mismo (Palacios 2007).
Existen otros registros que apuntan, igualmente, a la existencia de sujetos
con preposición ‘por’. En efecto, en los escritos de Pedro Quispe encontramos
registros similares que, en principio, podrían atribuirse al simple lapsus de la
proforma se, si bien no hay que olvidar la situación de contacto en la que este
autor se desenvuelve, tanto más cuando el mismo fenómeno se documenta en
otros tipos textuales de autor, igualmente, indígena, como acabo de señalar:

(4) [se] Me diga [.] vna mysa Resada por el/1 cura de la dicha parroquia (fol. 678r)
El beneficio beliano [. . .] cuyo efecto [se] le advirtió por mj (fol. 651v)

El tipo textual es muy diferente, pues se trata de una carta de testamento que está
reproduciendo fórmulas fijadas por la tradición, pero no deja de ser significativo
que el autor, que por otro lado presenta una muy buena competencia lingüística,
muestre problemas, en ocasiones, para emplear adecuadamente la pasiva refleja.
El resultado es, igualmente, construcciones activas cuyo sujeto sintáctico lleva la
preposición ‘por’.

4 En conclusión
Como hemos podido ver, a lo largo de esta exposición, la relación escrita por Pacha-
cuti Yamqui, pese a ser muy inferior en número de páginas (43 folios recto y vuelto,
84 planas), ofrece más diversidad de casos (y solo se han señalado algunos de ellos)
de variación vinculados al contacto de lenguas en su nivel morfosintáctico que la
crónica de su coterráneo. Esto se debe, en mi opinión, a que la relación de Pacha-

23 Véase Rodolfo Cerrón-Palomino (1994).


Las crónicas de Indias escritas por indígenas como fuente para el estudio 249

cuti es producto de la reelaboración de su autor, es decir, hay un proceso de asimi-


lación, de incorporación real de la lengua, la cultura y las tradiciones discursivas
españolas, mientras que la crónica de Huamán Poma ha sido elaborada a modo
de pastiche, a saber, una sucesión de textos, de diferentes tradiciones discursivas,
sobre los que el autor solo deja su impronta escrita, pero sin que se produzca una
verdadera reelaboración, una apropiación de los moldes castellanos para producir
una texto propio. Pachacuti Yamqui, sí lo hace, y es capaz de elaborar un discurso
ideológico, en defensa de su identidad (indígena principal hispanizado y católico),
en el que mezcla diferentes tradiciones discursivas hispánicas y quechuas, imbri-
cadas, no superpuestas o barnizadas, quedando diluidas en una unidad perfecta-
mente articulada. Algo semejante ha ocurrido con su castellano. En el castellano
que aprendieron ambos incidieron factores como el tipo y tiempo de exposición y
la mayor o menor integración en las redes sociales hispánicas, amén, claro es, de
las capacidades propias de cada individuo. De modo que hubo similitudes pero
también diferencias sustanciales en el español hablado por los primeros indígenas
hispanizados en el Nuevo Mundo.
Asimismo, hemos comprobado que los cambios inducidos por contacto (tal
y como señala Palacios 2017) responden a las necesidades comunicativas de los
hablantes bilingües que buscan la eficacia comunicativa aprovechando los recur-
sos que ofrecen las lenguas que manejan. Lo vemos con meridiana claridad en el
uso de por + sujeto sintáctico, pues Pachacuti intenta dotar a su escrito de mayor
efectividad, quiere seguir los preceptos ciceronianos de delectar enseñando e
intenta hacer más dinámico su discurso, abandonando las pasivas perifrásticas,
pero no quiere salir de los moldes cultos del castellano, así que toma un camino
acorde con sus necesidades expresivas y con las posibilidades que ambas lenguas
le ofrecen. Son significativos, igualmente, el empleo que realiza de los tiempos
verbales y de otros usos gramaticales que he de dejar para otra ocasión, como el
empleo de los pronombres personales átonos. Creo haber puesto de relieve que
las crónicas de Indias son una fuente de primer orden para analizar la influencia
que ejerció el quechua y el aimara, y, en general las lenguas indígenas, en el cas-
tellano aprendido por los primeros indoamericanos hispanizados.

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Instituto Porras Barrenechea.
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y Fráncfort: Iberoamericana/Vervuert.
Alonso Guerrero Galván
Préstamos del español en el otomí y el
náhuatl en dos documentos del siglo XVII
1 Introducción
Tras la llegada de los españoles al actual territorio mexicano comenzó un proceso
de contacto lingüístico y cultural con las lenguas y culturas indígenas que aún
hoy no ha terminado. La Conquista implicó la ruptura con el orden establecido
y el reordenamiento de las estructuras sociales, económicas y políticas (ver Loc-
khart 1999; Palacios 2011). Sin embargo, algunas tradiciones escriturales, como
la del registro de anales históricos, se mantuvieron en distintos pueblos como
los nahuas y los otomíes, en estos textos se muestra la confluencia de sistemas
calendáricos y de escritura, pero también son testimonio del uso alternado de la
lengua indígena y el español.
El objetivo del presente estudio es analizar los tipos de los préstamos del
español que se documentan en dos anales históricos indígenas, cuya realización
se inserta en un proceso general de aculturación, relacionado con el inicio de la
hispanización de estos pueblos. Se trata del Códice Huichapan (CH, Hidalgo)¹ y El
Libro de los Guardianes y Gobernados de Cuauhtinchan (LG, Puebla),² escritos en

1 Alfonso Caso (1992 [1928]) fue el investigador que dio a conocer el CH en los años veinte, diez
años más tarde trabajó con él Jacques Soustelle (1996 [1937]). Posteriormente lo editó y tradujo
Manuel Alvarado (1976), quien no pudo concluir el trabajo. Lawrence Ecker (2001) hizo la paleo-
grafía del códice y lo tradujo en su totalidad. Wright (2000, 2002) también ha realizado estudios
de este códice y cuenta con su propia edición electrónica (Wright 2011a). Hoy en día existe una
edición en disco compacto editada por Yolanda Lastra (2006), pero por ser un artículo de di-
fusión, centrado en la imagen, no incluye la totalidad de fojas del documento. Actualmente se
encuentra bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología del INAH
2 El LG permaneció en el Archivo Municipal de Cuauhtinchan donde Lorenzo Boturini lo con-
sultó en 1746 para registrarlo en su Catálogo Histórico de Museo Indiano, junto con la Histo-
ria Tolteca-Chichimeca; permaneció en ese lugar hasta que Enrique Orozco lo encontró en 1891
(Medina 1995: 17), este autor publicó fragmento de la parte en español en la Revista científica
de la Sociedad Científica Antonio Alzate en 1892. Posteriormente las autoridades de Hacienda lo

Agradecimientos: Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC.


Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”). Referencia/
AEI/ PID2019/105865GB-I00.

Alonso Guerrero Galván, Dirección de Lingüística del Instituto Nacional de Antropología e Histo-
ria, [email protected]

Open Access. © 2021 Alonso Guerrero Galván, published by De Gruyter. This work is licensed
under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-011
254 Alonso Guerrero Galvánz

dos lenguas indígenas de diferentes familias lingüísticas: el otomí, de la familia


otopame, y el náhuatl, de la yutoazteca, respectivamente. Ambas lenguas fueron
consideradas como “generales” en la Nueva España, debido a que contaban con
un gran número de hablantes. A pesar de ello, las poblaciones de usuarios de
estas lenguas comenzaron una situación de contacto con el español en distinto
grado de intensidad, el cual se ha mantenido como detonante de muchos cambios
culturales y lingüísticos.

2 Las comunidades otomíes y nahuas de los


siglos XVI y XVII
James Lockhart (1999) analizó los cambios socioculturales de los nahuas después
de la conquista y distinguió tres principales etapas de cambio en la lengua
náhuatl, las cuales se encuentran intrínsecamente relacionadas con el cambio
en la escritura. Por analogía suponemos que sucedió algo parecido en el otomí,
sobre todo si consideramos la opinión de David Wright (1988, 1989) y su pro-
puesta de periodizar la historia de la colonización del Bajío por los otomíes en el
siglo xvi en cuatro principales etapas.
Lockhart encontró que en la “Etapa 1”, que va de la llegada de los españoles
a mediados del siglo xvi (entre 1540 y 1550), prácticamente no se presentó ningún
cambio en el náhuatl hablado o en las formas de tradicionales de registro, solo notó
la inserción de temas nuevos y el comienzo de la alfabetización. Esta Etapa coin-
cide con las etapas que Wright llama “Etapa clandestina (1521–1538)” y la “Etapa de
la integración de los otomíes en el sistema novohispano (1538–1550)”, etapas en que
muchos otomíes escaparon al norte para huir de los españoles, pero pronto fueron
alcanzados por los misioneros y colonos españoles e indígenas, intensificándose su
adoctrinamiento.

trasladaron a Tecalli y de ahí a puebla, donde fue trasuntado y desapareció. Robert Barlow publi-
có su primera página en 1946 dándole el nombre de Códice del derrumbe del Templo Mayor. Para
este entonces el documento ya pertenecía a la colección particular del Licenciado Andrés Serra
Rojas, quien lo facilitó a Miguel Barrios en 1957 para hacer una transcripción y traducción, la
cual consultó varias veces Wigberto Jiménez Moreno. Posteriormente Constantino Medina con-
sultó el documento en la Biblioteca de Serra Rojas en 1984 y logró una reproducción fotográfica
a cargo de Pedro Rojas. Para 1985 la Biblioteca de Serra Rojas fue donada al Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas de la UNAM, donde se conserva hasta la actualidad.
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 255

En la “Etapa 2” (1550 a 1640–1650), comenzaron las lenguas náhuatl y español


a tener contactos más estrechos y a influenciarse mutuamente, difundiéndose
préstamos, sobre todo sustantivos del español, y registrándose un aumento en
la alfabetización, con lo que aumentó la cantidad de estilos documentales, sobre
todo de tipo mixto en los que combinaron algunas veces ambas tradiciones de
escritura. Esta etapa engloba las que Wright llama “Etapa armada (1550–1590)”
y la “Etapa de la posguerra (1590–1650)”, en las cuales aumentó la violencia en
colonización de las regiones norteñas por la llamada “guerra chichimeca”; así
mismo se consolidaron los asentamientos coloniales y comenzaron los intentos
por organizar el otomí en un “Arte de la Lengua” o gramática.
La “Etapa 3” (1640/1650–1700) se caracterizó por una influencia más pro-
funda del español al náhuatl, con un bilingüismo muy difundido, lo cual permitió
que se abriera un canal de comunicación entre las comunidades lingüísticas. En
cuanto a la escritura, el uso del sistema pictográfico fue prácticamente desapare-
ciendo, incluso afirma Lockhart (1999) que en algunas regiones cayó en desuso
después de 1600. A los primeros cincuenta años de esta Etapa le llamo la “Etapa
de las Composiciones” (Guerrero Galván 2013), porque destaca la utilización
legal que se hace de los documentos, muchos producidos en las primeras etapas,
y porque a raíz de la Composición de 1643 surgieron una gran cantidad de docu-
mentos de manufactura indígena. Después de estas etapas se parece culminar un
proceso de desplazamiento escritural en la zona otomí, pues se deja de utilizar la
escritura logográfica prehispánica y comienza a utilizarse la escritura alfabética,
muchas veces acompañada de ilustraciones y dibujos que tiene poca o ninguna
relación con la escritura prehispánica.

3 Los libros de anales y la historia indígena


En lenguas como el otomí, el náhuatl, el maya, el zapoteco y el mixteco se escri-
bieron este y otros géneros documentales, desarrollaron distintas tradiciones
escriturales que, a la vez que eran un registro testimonial, eran un vehículo de
comunicación entre los grupos de élite y los señores de los pueblos, útiles para la
administración y documentación de conquistas y tributos, para la formalización
de la ritualidad y el surgimiento de normas y dogmas sagrados. De corte histórico
destacan los escritos en la mixteca oaxaqueña durante la época prehispánica que
narran la historia del Señor 8 venado-garra de jaguar (Códice Bodley), los produ-
cidos en el Altiplano Central relativos a la peregrinación azteca (Códice Boturini).
los escritos en el momento del contacto (Códice Mendocino) y los que le siguieron
en la época virreinal (Historia Tolteca-Chichimeca).
256 Alonso Guerrero Galvánz

El Códice Huichapan3 y el Libro de los Guardianes y Gobernadores de Cuauh-


tinchan4 pertenecen a los manuscritos de carácter histórico producidos durante
la etapa II. Se trata de un xiuhtonalamatl (NA) o libros de los años, que al parecer
se hicieron en distintas regiones de Mesoamérica. Tras la Conquista fueron escri-
tos de manera mixta, es decir, con escritura logográfica y alfabética, para poste-
riormente aparecer en forma de prosa. Este el caso del LG que comienza siendo
un códice mixto, con el registro de cartuchos calendáricos, y termina con una
estructura en párrafos encabezados por una fecha. En el CH se comienza con una
historia conventual alfabética que sigue la misma estructura de año en año, para
terminar con un códice mixto con ambos tipos de escritura. Este género indígena
era conocido en otomí como na ben mapa hemi, en español se les conocía como
anales o “memorias”, término español con que en el CH se denomina al propio
documento.
El LG como otros documentos producidos en las comunidades indígenas
coloniales se guardaba originalmente en la llamada “caja de comunidad”, cuyo
antecedente son las “cajas de cofradía”, la cual estaba al cuidado de los miem-
bros del cabildo.⁵ No obstante, tras las leyes de Reforma muchas de estas cajas
de comunidad fueron enajenadas por los ayuntamientos mestizos o incluso por
particulares, y su documentación, en el mejor de los casos, se utilizó para inte-
grar archivos municipales. La propiedad comunal y los títulos que la sustentaban
comenzaron a desvincularse. El LG, tras ser propiedad de distintos individuos,
pasó al Archivo Municipal de Cuauhtinchan, de donde fue sustraído para llegar
nuevamente a manos de particulares, hasta terminar finalmente en un reposito-
rio público. La desamortización de los bienes de la iglesia también permitió el
desmantelamiento de las bibliotecas monacales, donde algunas de estas tradicio-
nes encontraron lectores y escritores, fue seguramente en este momento cuando
el CH salió de del convento de Huichapan donde se escribió. Pasó de manos de
particulares a la Biblioteca Nacional de Antropología, donde fue sustraído para
ponerse en manos de particulares y posteriormente regresó a la Biblioteca.

3 Consulté las ediciones facsimilares publicadas por Alvarado (1976) y por Reyes Retana (1992),
así como en las transcripciones de Ecker (2001), Wright (2000, 2002, 2011a) y las anotaciones y
traducciones de Lastra (2006).
4 Consulté la paleografía y traducción hecha por Constantino Medina Lima (1995) y publicada
por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
5 En esta caja se guardaban los bienes de la comunidad y funcionaba como una tesorería, donde
se administraban los ingresos por rentas o trabajo asalariado de los miembros de la comunidad,
dependiendo de su organización interna. “El pueblo indio era autónomo para establecer su sis-
tema de cargos, el trabajo colectivo y sus finanzas a través de las cajas de comunidad” (Ortiz
1993:156).
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 257

4 Préstamos léxicos del español al náhuatl


y al otomí
Entre 1519 y 1550 el contacto entre el español y las lenguas indígenas en general
fue poco intenso. En el náhuatl se reporta la inserción de temas nuevos, las exten-
siones semánticas, circumlocaciones y neologismos. El primer hispanohablante
con que conviven las poblaciones otomíes cercanas a Huichapan fue fray Alonso
de Rangel, quien comenzó su labor evangelizadora en 1538 (Lockhart 1999: 412;
Guerrero Galván 2013: 32).
Durante la etapa II (1538–1550 a 1640–1650) es cuando realmente comenzó
la difusión de préstamos hispanos. Para tener una mejor idea de cómo aparecen
estos préstamos se analizaron los primeros cien ejemplos de las secciones escritas
en lengua náhuatl⁶ y otomí⁷ en ambos documentos. Encontramos distintos tipos
de préstamos léxicos en aislamiento, todos en funciones nominales (LG: 79,2 %, CH:
76,92 %) y adjetivas (LG: 20,8 %, CH: 23,07 %), no encontramos verbos o partículas
funcionales fuera de frases hechas o construcciones toponímicas, pero lo que sí
encontramos es una variada serie de adaptaciones fonológicas y algunas morfo-
lógicas, que se discuten las secciones 4 y 5.
A partir de una vasta documentación Lockhart (1999: 413) clasifica los sus-
tantivos prestados en tres categorías: i) concretos, en lo que incluye plantas,
animales, productos, enfermedades, materiales, artefactos, complejos (casa, con-
ventos), como los que vemos en los ejemplos de (1); estos son lo que se prestan con
mayor frecuencia en la documentación náhuatl de la etapa II, pues registra una
aparición total de 41,6 %.

(1) Préstamos concretos


(1.1) LG (NA) Sección I II III IV
--- a) in campana --- a) cenpohuali pesos
b) in colegio b) chicuacen tomines

6 Para este trabajo el LG se dividió en las siguientes secciones I) introducción (ca. 1620), II) Ana-
les de 1519–1622, III) Anales de 1623–l625, IV). Anales de 1626–1636. Cada sección parece haber
sido escrita por un autor diferente. La sección III está escrita completamente en español.
7 Las secciones del CH son: I) Anales conventuales de 1538–1632, II) Topónimos, III) Calendarios
y IV) Anales 1403–1528. Alfonso Caso: distinguió dos letras y tintas diferentes, aunque casi la
totalidad se debe a una sola mano. En la vuelta de la pasta de pergamino donde se lee “lo firmé,
fray Felipe de Santiago”. Alfonso Caso afirmó que era otomí, y que escribía en presencia de an-
tiguas pinturas y de los libros de registro de su convento. La sección II no tiene ninguna palabra
de origen español.
258 Alonso Guerrero Galvánz

(1.2) CH (OT) Sección I II III IV


a) asachristia antänichä --- --- a) amaestançia
3POS=sacristía#SG=grande-iglesia SG-LOC=estancia
b) anttzucä organo b) anisolar
SG=NOM/apachurrar?#órgano SG-2POS=solar

En los xiuhtonalamatl no se sigue esta tendencia, los sustantivos concretos en


el LG alcanzan solo el 6,13 % y en el CH el 9,37 %, esto se debe a que en los
contenidos del texto se incluyen más préstamos relacionados con nombres de
persona y cargos administrativos o religiosos. Estos los agrupa Lockhart en
ii) sustantivos semiconcretos, entre los que contamos con los antropónimos y
topónimos (3), lugares, caracterizaciones, organizaciones, la estructura social
y el estatus (2). Esta es la segunda categoría que registra Lockhart con un 31,6 %
de ocurrencia. En nuestra muestra del LG representan el 63,20 % y en el CH el
32,81 %

(2) Préstamos semiconcretos (organización, funcionario político o religioso,


parentesco)

(2.1) LG (NA) Sección I II III IV


a) in marques a) in guardianyotl --- a) alcalde don
b) don Fernando DT#guardián-SA-ABS Joan de Luna
Cortes b) don Pedro b) don
Couanecotzin Diego yuan
[conjunción]
regidor mayor

(2.1) CH (OT) Sección I II III IV


a) eguardianes --- --- a) Don . . .marques
PL=guardianes b) O anacapita
b) Padre fray REV#DT.SG=capitán

Gran parte de las palabras de origen español que se encuentran en los documen-
tos se encuentran en frases hechas, muchas de ellas compuestas de dos nomi-
nales unidos por una preposición “de” (3), en el LG estas frases representan el
41,03 % de los ejemplos donde se registran palabras españolas, en el CH repre-
sentan el 39,06 %. En el LG el 26,43 % son frases antroponímicas y el 45,97 % son
frases donde se presenta el nombre y el cargo de la persona (3.1.b), el 11,49 % son
relativas a fechas y el 16,11 % a otras construcciones como “cedola del Castilla”.
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 259

En el CH 4 % son antroponímicas, 32 % refieren a nombres y cargos, 40 % a fechas


y el 24 % a topónimos, aspectos culturales y otros.⁸

(3) Préstamos semiconcretos (antropónimos y topónimos)

(3.1) LG (NA) Sección I II III IV


a) don Fernando a) don Balthasar --- a) Alonso Perez
Cortes de Torres Metías de Luna
b)in Sanctiago b) Juan b) Gaspar de Palos
Tenamatzin Santo

(3.1) CH (OT) Sección I II III IV


a) nugua s[an] matheo --- a) nahü a) Don martin
Aquí#topónimo nueva cordes marques
b) Fray matheo de españa b) manuel o Rey an
aguilar g[ua]r[di]am Portucal

El tercer tipo de préstamos son los iii) abstractos, que están relacionados con
conceptos religiosos, culturales (4), legales, económicos (5), calendáricos (6),
medidas y números (7), Lockhart los registra con un 26,8 %. En el LG este tipo de
préstamos es el segundo más productivo, con un 30,66 % de apariciones, pero en
el CH es el primer tipo de préstamos con un 57,81 %.

(4) Préstamos abstractos (culturales, religiosos)

(4.1) LG (NA) Sección I II III IV


--- a) ynnon mottaya misa --- a) cedola del
este#REV-celebrar#misa Castilla
a) Y cal diablo b) yn pleito
POS.3.SG#casa#diablo DT#pleito

8 Algunos autores como Muysken (2000) y Ribeiro (2009) consideran que este tipo de frases po-
drían estar más cercanas a una mezcla de tipo inserción, en la que material de una lengua (ítems
léxicos o constituyentes enteros) se inserta en una estructura de otra lengua.
260 Alonso Guerrero Galvánz

(4.2) CH (OT) Sección I II III IV


a) Animemoria --- a) Repoltorio a) Ecclipsi del
SG-3POS.R= b) Quennä Sol.
memoria änmemoria b) Yo
b) Ancruz Esta#SG=memoria purtuguezes
SG=cruz PL=portugués-PL

(5) Préstamos abstractos (fechas y horarios)

(5.1) LG (NA) Sección I II III IV


--- a) metztli de henero --- a) A primero de
luna/mes#de#enero henero oquiz
b) juebes 3 oras governador
teotlac a 21 de henero a#1°#de#enero#fue
jueves#3#oras#en la electo#gobernador
tarde#a#21#de#enero b) xiuitl 1635
año#1635

(5.2) CH (OT) Sección I II III IV


a) 1539 años --- a) eninabennigo a) 1U cccc viii a[ñ]os.
b) 1540 a[ñ] PL-3POS- b) 1408 a[ñ]os [el
os NOM=cuenta numeral “0” fue
+domingo insertado con una
b) Enero tinta distinta]

(6) Préstamos de numerales arábigos y romanos

(6.1) LG (NA) I II III IV


--- a) ccc pesos --- a) 885 tributarios
300#pesos b) xíhuitl 1635 años a primero de
b) XL mil pesos henero
40#mil#pesos año#1635#años#a primero#de#enero

(6.2) CH (OT) I II III IV


a) 1539 --- a) Enero aquarios 31 ancändehe a) 1U cccc° viii
años enero#aquarios#31#SG=LO- a[ñ]os.
b) 1547 C?=agua b) 1408 a[ñ]os
a[ñ]os b) Hebrero pices 28 amahuä [el numeral “0”
febrero#piscis#28#SG=LOC=pez fue insertado
con una tinta
distinta]
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 261

5 Adaptación de préstamos del español


al náhuatl y al otomí
En los préstamos tomados por el náhuatl y el otomí podemos encontrar variación
segmental del español que puede interpretarse como una variación interna de la
lengua o como un efecto de un cambio directo inducido por contacto.⁹ Al primer
caso corresponde el cambio o variación en algunas vocales, ya que podrían atri-
buirse a una variación diatópica o sociodialectal de las variantes hispanas, por
ejemplo en el CH tenemos casos de cambio de <o>→<u> (8) y <e>→<i> (9), así
como de inserción de “i” (10). Estos dos últimos fenómenos también se registran
en el español del LG, como se muestra en (11) y (12).

(7) V [-alta] → [ +alta]

(8) o→u (OT)


(a)Portugueses → purtuguezes (CH-IV)

(9) e→i (OT)


(a) Felipe → Filipe (CH-I)/Diciembre → Deziembre (CH-I,III)/piscis → pices
(CH-III)/
(b) Eclipse → Ecclipsi (CH-IV)

(10) inserción de “i” (OT)


(a) Melchor → Melchior (CH-I)/Melchora → Melchiora (CH-I)

(11) e→i (NA)


(a) Perú → Piru (LG-II)

9 Cabe mencionar que, como asegura Azucena Palacios (2006: 200) “los fenómenos de contacto su-
ponen procesos generales de cambio que tienen lugar de la misma manera y en los que actúan me-
canismos similares que dan lugar a efectos o consecuencias lingüísticas similares”. En ese sentido,
me sumo a “una perspectiva teórica que concibe las gramáticas de las lenguas (y de las variedades
de las lenguas) como sistemas dinámicos donde los hablantes categorizan modos de representar la
realidad, [por lo que] podemos afirmar que, en las zonas de contacto lingüístico, la coexistencia de
lenguas puede conllevar distintos modos o sistemas de categorización que podrían manifestarse en
variaciones lingüísticas significativas en las variedades de la lenguas que usan los hablante en esas
zonas bilingües. Si estos es así, entenderíamos que en estas variaciones subyacen procesos cogni-
tivos distintos, que conllevan cambios de significado, adaptaciones, mezclas, reorganizaciones de
sistemas o subsistemas lingüísticos [. . .] estos cambios están ligados, en muchos casos, a una cate-
gorización social que lo sitúa en una esfera poco prestigiosa e incluso marginal” (Palacios 2011: 19).
262 Alonso Guerrero Galvánz

(12) inserción de “i” (NA)


(a) Melchor → Melchior (LG-II)

Si bien muchos de estos ejemplos son nombres propios, que sulen tener una diná-
mica de adaptación propia, vale la pena mencionar que fenómenos como la aper-
tura de <i> a <e> se atestiguan en textos de la época en ejemplos como “deciembre”.
Las adaptaciones segmentales en el español producidas por el contacto con el otomí
y el náhuatl siguen particularidades gramaticales específicas relacionadas con
diferencias fonológicas y fonotácticas, así como con construcciones morfológicas y
sintácticas de las lenguas receptoras.¹⁰ A continuación se presentan algunos ejem-
plos de los diferentes niveles de adaptación en los textos otomí (CH) y náhuatl (LG).

5.1 Diferencias en la construcción de palabras

En el otomí la palabra mínima es una sílaba que constituye una raíz [CV]√, las
raíces pueden ser monosilábicas o bisilábicas [‘CV.(CV)]√, en este caso el acento
siempre cae en la primera sílaba, por lo que forma un pie trocaico; algunas raíces
tomaron una silaba formativa para cumplir con este patrón bisilábico, esta for-
mación integra lo que se conoce como un radical (R), es decir, una raíz más un
sufijo formativo [[‘CV]√CV]R. Estas condiciones de buena formación de la palabra
en otomí pueden contribuir a la elisión grupos vocálicos a final de palabra en
préstamos españoles como en (13). Además hay que tomar cuenta que la sílaba en
otomí siempre es abierta CV, con excepción de las palabras compuestas y algunos
clíticos, lo que en suma propiciaría la elisión de consonantes en coda (14), la afé-
resis y la reinterpretación.

(13) eo→o (OT)


(a) Matheo → Matho (CH-I)

(14) C→ᴓ/_# (OT)


(a) Santa Cruz → Santacro (CH-I)
(b) capitán → capita (CH-IV)

10 En relación a los préstamos del náhuatl al español en el Vocabulario zapoteco de Córdova,


Thomas Smith Stark (1993: 12–13) afirmaba que para el siglo xvi se podía hablar de tres tipos:
“los naturalizados son los que se emplean como cualquier palabra del español [. . .] Los semi-
naturalizados se emplean como si fueran español, pero a la misma vez se explica, es decir, se
supone que el lector no va a entenderlos [. . .] Finalmente, hay algunos usos del náhuatl que
llamo metalingüísticos porque se citan como náhuatl, no como español”.
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 263

En cambio, en el náhuatl estos fenómenos no se registran porque la estructura silá-


bica consiste en una consonante optativa como inicio, un núcleo vocálico que puede
ser breve o largo, y una coda optativa de una consonante [(C)V.(C)]√, como sucede
en la variante de Texcoco en la palabra [a.katl] ‘carrizo’, cuya primera sílaba es V y
la segunda CVC. No hay grandes grupos consonánticos en posición inicial o final;
dentro de la palabra solo se admiten grupos de dos consonantes como máximo. Las
vocales pueden formar secuencias como en [mí.ak.tin] ‘muchos’, entre una sílaba
abierta y una cerrada CV.VC, o en la misma sílaba como en la variante [mia.keh]
‘muchos’ o en [tłiol.li] ‘maíz’ (ver Lastra 1980: 177; Sullivan 1983: 382).

5.2 Diferencias segmentales por contacto fonológico

Si bien la fonología española del siglo xvi es bastante compleja (ver Tabla 1), no
comprende algunos contrastes importantes para la fonología del otomí (Tabla 2)
y del náhuatl (Tabla 3), por lo que los préstamos presentan adaptaciones fonoló-
gicas, manifiestas en la reducción de grupos de consonantes y vocales, así como
el cambio en ciertos segmentos.

a) Cambios vocálicos
Muchos de los ejemplos de variaciones de timbres vocálicos que podemos encon-
trar se registran en el español de la época e incluso en el actual, aquí discuti-
remos solo los que pudieran interpretarse como efecto del vocalismo indígena.
En el otomí las secuencias vocálicas son muy restringidas, suelen aparecen en
palabras compuestas y generalmente forman diptongos crecientes o que empie-
zan con una/i/o/u/con valor de semiconsonante, lo que permite un solo núcleo
silábico. Un posible efecto de lo anterior en el español-otomí sería la reducción de
<eo> → <o> (15), lo cual no se registra en el LG.

(15) eo→o (OT)


(a) Matheo → Matho (CH-I)

Al comparar la tabla 1 con la tabla 3 es posible notar que el español y el náhuatl


no cuentan con las mismas vocales, sobre todo es destacable que el náhuatl no
posee en su inventario la alta posterior redondeada/u/, lo que ocasiona una alter-
nancia entre <o> y <u>, sobre todo en la parte más tardía del documento.

(16) u→o (NA)


(a) julio → jolio (LG-IV)/octubre → otobre (LG-IV)
(b) cédula de Castilla → cedola del Castilla (LG-II)
Tabla 1: Cuadro fonológico del español toledano s. XVI (Guerrero Galván 2013: 103).
264

español toledano articulación BL LA-D LI-D LI-D LI-A LI-A (post-alv.) LI-V gutural
consonantes mudas apretadas /p/ /v/ /t/ /s/ / / /tʃ/ /ʃ/ /k/
<p> <u, v> <t> <c, ç> <s, ss> <ch> <x> <c, q, qu>

medias /b/ /d/ /l/ / / /g/


<b>11 <d> <l> <ll> <g, gu>
flojas /f/ /z/ / / / / /h/
<f, ph> <z> <s> <g, j, i> <h>
semi-consonantes apretadas /ɾ/
<r>
Alonso Guerrero Galvánz

medias /m/ /n/ /ɲ/


<m> <n> <ñ>
flojas /r/
<rr>
vocales claras u <u> i <i>
o <o> e <e>
pectoral a <a>

11 La oclusiva sonora/b/representada por <b> en el español toledano se distinguía de su par fricativo/v/<u, v>, mientras que
en las variantes del castellano viejo y la americana nivelada se tiende a la confusión entre sus correspondientes representa-
ciones ortográficas, sobre todo en posición intervocálica, haciendo convergir ambos fonemas; dicho fenómeno es conocido
como betacismo (ver Parodi 1995:63–68).
Tabla 2: Cuadro fonológico del otomí s. XVI (Guerrero Galván 2013: 267).

otomí de articulación BL LI-D LI-D ALV. (post- (labio- LI-V LI-V (gutural)
Cárceres (fuerte) alv.) vel.) (fuerte)
consonantes apretadas /p/ /tʔ/<tt> /t/ /tsʔ/ /ʃ/ /kw/ /kʔ/ /k/ /ʔ/
mudas <p> <t> <ttz> <x> <qu> <k> <c,q> <¿, :>
medias /b/ /ʔd/<d> /d/ /ts/ /g/
<b> <d> <tz> <g>
flojas /ph/ /th/ /ts h/ /kh/ /h/
<ph> <th> <tzh> <ch> <h>
semi- apretadas /hm/ /hn/
consonantes (vehemente) <hm> <hn>
medias /m/ /n/<n> /nj/
<m> <ny>
flojas (blanda) /w/ /j/
<u,v> <y>
claras u <u> ũ <u> i <i> ĩ <i> i <û>
o <o> e <e> ẽ <e> ə <é>
pectoral a <a> ã <a>
ovejuna, hueca ɔ <à> ɛ <è>
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII
265
Tabla 3: Cuadro fonológico del náhuatl s. XVI (Smith Stark 1995–1996: 410).
266

Náhuatl de articulación BL LI-D LI- ALV. LI-A (post- (labio- LI-V LI-V (gutural)
Rincón (fuerte) D alv.) vel.) (fuerte)
consonantes apretadas /p/ <p> (/t / /t/ /ts/ /t / /kw/ (/k / /k/ / /
mudas <tt>) <t> <tz> <ch> <cu,qu> <cq>) <c,q> <hV,‘>
medias / / <tl> /l/ (/l:/
<l> <ll>)
flojas /s/ // /h/
<c> <x> <h>
semi- apretadas
consonantes
medias /m/ <m> /n/
Alonso Guerrero Galvánz

<n>
flojas /w/ /j/
<hu,u,v,o> <y>
claras i <i> i: <i>
o <o> o: <o> e <e> e: <e>
a a:
<a> <a>
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 267

b) Reducción de secuencias consonánticas


La secuencia/pt/del español no se encuentra en la fonotáctica del otomí (17), ni
en la del náhuatl (18), por lo que tiende a reducirse a <t>; lo mismo pasa con
la secuencia/kt/(19). En náhuatl también se observa la reducción de/br/por solo
<b> (19).

(17) pt→t (OT)


(a) Septiembre → setiembre (CH-III)

(18) pt→t (NA)


(a) Septiembre → setiembre (LG-II)

(19) kt→t (NA)


(a) octubre → octobre (LG-II)/otobre (LG-III)

c) Adaptaciones segmentales
En la documentación del otomí es posible encontrar el registro de la evolución
fonológica de la lengua, pues el grupo de oclusivas sonoras se encontraban en
variación con las sordas durante las etapas II y III, consolidándose hasta la etapa
IV (ver tabla 4), son producto de un contraste fortis-lenis que en las variantes
orientales más conservadoras aún se mantiene, esta diferencia consiste en que el
fonema fortis se produce como pre-aspirado y el lenis alterna como sorda o como
sonora; en variantes innovadoras como las occidentales hoy en día tenemos un
contraste entre oclusivas sordas y fricativas.

Tabla 4: Evolución de los fonemas oclusivos sonoros.

E-II E-III E-IV


preaspirada preaspirada
h
oclusiva p h t h k h kw h
p h t h k h kw variantes
sorda orientales
p t k kw p t k kw p t k kw
b d g gw b d g gw βð W variantes
occidentales

Este proceso se ve reflejado en la variación de las oclusivas sordas en el CH, parti-


cularmente se documenta el cambio de <g> → <k>, como se observa en (20).

(20) g→k (OT)


(a) Portugal → Portucal (CH-IV)
268 Alonso Guerrero Galvánz

Un fenómeno similar ocurre en náhuatl, la diferencia es que en esta lengua no se


cuenta con oclusivas sonoras (ver tabla 3), por lo que se registra una alternancia
entre <k> y <g>, como se muestra en (21).

(21) k~g (NA)


(a) Marqués → margues/marques (LG-II)

d) Reinterpretaciones
Los textos en otomí y náhuatl muestran una serie de adaptaciones en los prés-
tamos españoles que pueden estar relacionadas con aspectos fonológicos y
fonotácticos, pero que no necesariamente se manifiestan en la importación de
material o en hacer modificaciones que acerquen al préstamo a la estructura de
la lengua receptora. Tal es el caso del cambio de <c> → <t> en el otomí del CH (22),
que sucede en un contexto general de sonorización de la oclusivas (tabla 4), pero
que no necesariamente podría estar condicionado por este.

(22) k→t (OT)


(a) corregidor → torregidor (CH-I)

En náhuatl se documenta la introducción de fonemas no existentes como/f/, que


escrito como <ph> aparece recurrentemente en la palabra Joseph,¹² muy común en
español, pero también lo encontramos en otras adaptaciones, como a mediados
de palabra (23), donde es acompañado por la inserción de una <n>. Este ejemplo
(23a) se puede explicar como una cosntrucción etimologizante también presente
en el español de la época (<*cum-frad-ia).

(23) f→ n.f (NA)


(a) cofradía → confradia (LG-IV)</AL>

5.3 Adaptaciones morfológicas

Generalmente en esta etapa encontramos pocas adaptaciones morfológicas por


parte del otomí, pues generalmente los préstamos que aparecen son léxicos y con
poca morfología implicada. Un caso distinto de reinterpretación es el del cambio
de ‘mayordomo’ a <tänyordomo> (24), donde la sílaba ma parece reinterpretarse

12 Estas formas de C más <h>, son muy comunes en el español de la época, son consideradas
cultas y también aparecen en el LG en otros antropónimos como Thomas, Christobal y Balthasar.
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 269

como la forma <tä>, apócope de la forma dätä ‘grande’, más un prefijo nasal n-,
que parece tener una función de nominalizador que se une a la forma adaptada
de mayordomo, la cual sufriría una aféresis quedando en yordomo.

(24) ma.→tä.n (OT)


(a) mayordomo → tänyordomo (CH-I)

Este ejemplo (24) podría interpretarse como un préstamo español con morfolo-
gía otomí, lo que implicaría que está siguiendo el orden de constituyentes de la
lengua otomí en donde el modificador aparece primero que el núcleo como en
antämatzittzi ‘el gran lugar de la cosecha’ o en antäthühü ‘la gran hambruna’.
En cambio en el náhuatl encontramos más frecuentemente morfología uti-
lizada para flexionar los préstamos, principalmente para marcar el número
plural, como se ve en (25), donde además del sufijo plural -s del español, se
añade el sufijo -me del náhuatl, el cual generalmente se utiliza después de vocal.

(25) -me PL (NA)


(a) alcaldes → Alcadesme (LG-II)
(b) los españoles → yn españollesme/moros → morosme (LG-II)

Las marcas de posesivo también suelen aparecer, como en (26), donde se ante-
pone el morfema to-, que indica un posesivo de primera persona del plural, y en
(27) donde aparece un prefijo i-, que el posesivo de la tercera del singular.

(26) to- PO.1.PL (NA)


(a) nuestro teniente → toteniente
(b) nuestro guardián → toguardian

(27) i- PO.3.SG (NA)


(a) su salario → ysalario

Otros morfemas que encontramos en los textos en náhuatl es el sufijo -yo, que
indica que la palabra es un sustantivo abstracto, como es el caso de (28), en
donde además es acompañado con un sufijo absolutivo como elemento final.

(28) -yo SUS -tl ABS (NA)


(a) la guardianía → guardianyotl

Un caso interesante es el del topónimo ‘Castilla’, al que se le incorpora una -n


(29), probablemente haciendo una generalización con otras marcas locativas
270 Alonso Guerrero Galvánz

como -pan, -tlan, -can, -yan o -man. Para hacer el gentilicio la forma pierde la
última sílaba y se utiliza el morfema -teca (30), el cual generalmente acompaña
al locativo -tlan; pero para hacer la forma compuesta de “hombre de Castilla” esta
terminación nasal puede mantenerse o perderse (31).

(29) -n LOC (NA)


(a) Castilla Castillan

(30) -teca GEN (NA)


(a) Castellano → Castilteca

(31) “hombre de Castilla” (NA)


(a) hombre de Castilla → Castillatlaca/castillantlaca

En náhuatl también encontramos caso de aféresis como en (32), donde se omite


la sílaba en, que probablemente se reinterprete como la partícula in del náhuatl
que como determinante indica el inicio de una frase nominal.

(32) aféresis (NA)


(a) encomendero → comendereo

No se registran morfemas españoles prestados en los textos otomí y náhuatl,


aparecen preposiciones, principalmente “de”, pero como conector en nombres,
como se muestra en (33) y (34). En el LG también se registra la proposición “a”
en las fechas (35); en ambos casos las frases parecen tomarse de forma completa,
como una formula o frase hecha, sin que aparezcan estas preposiciones en otros
contextos.

(33) de (OT)
(a) don hernando de tapia (CH-I)
(b) Fray matheo de aguilar g[ua]r[di]am (CH-I)

(34) de (NA)
(a) metztli de henero (LG-II)
(b) frai Pedro de Carrascal (LG-IV)

(35) a (NA)
(a) A primero de henero oquiz gobernador (LG-IV)
(b) juebes 3 oras teotlac a 21 de henero (LG-IV)
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 271

6 Reflexiones finales
El bilingüismo en la época prehispánica pudo haber sido social en zonas interét-
nicas, pero sin duda el contacto lingüístico se incrementó durante la época colo-
nial, la mayoría de los préstamos del náhuatl a otras lenguas indígenas parecen
haberse establecido durante esta época. Incluso esta lengua sirvió de vehículo
para introducir préstamos españoles con altos valores referenciales. Según
Suarez (1995) durante la época prehispánica los préstamos léxicos entre lenguas
indígenas giraban en torno a bienes suntuarios, por lo que serían las clases altas
las que los introdujeran, mientras que en las otras clases predominaba el uso de
calcos lingüísticos, que son uno de los rasgos que definen el área mesoamericana
(Campbell, Kaufman y Smith Stark 1986; Wright 2011).
Durante el siglo xvi los frailes españoles se enfocaron en la aculturación de
los hijos de los nobles, pero en el siglo xvii ya existían nuevos grupos sociales,
generalmente bilingües, que también fueron educados por el clero y muchas veces
alfabetizados en su propia lengua,¹³ por lo que ocuparon distintos cargos civiles y
desplazaron a los descendientes de nobles indígenas. En este sentido, las institu-
ciones religiosas occidentales permitieron una nueva forma de movilidad social,
pues se encontraban muy relacionadas con el poder civil de las comunidades, tal
como lo ejemplifica el LG que registra los nombramientos eclesiásticos y civiles
de 1519 a 1636 en Cuauhtinchan y sus tributarios. Por su parte el CH nos muestra
cómo algunas personas relacionadas con el convento franciscano de Huichapan
se empeñaron en registrar la historia local y de otras partes del mundo, lo que
resultó en un ejercicio comparativo entre escrituras y cosmovisiones.
La escritura, a diferencia de la oralidad, implica un uso aún más restringido,
sustentado por tradiciones escriturales que autogenera, que sigue y produce un
modelo cultural e históricamente determinado, que recibe censuras y sigue fór-
mulas establecidas para lograr la eficacia de ciertos registros. Con el análisis de
solo dos documentos no es posible establecer si hay un verdadero aumento en la
adaptación de los préstamos, pues las variaciones en los textos parecen reflejar
diferentes grados de bilingüismo.

13 Las Artes, Vocabularios y Doctrinas fueron producidas como un conjunto necesario para la
evangelización, un sistema de documentación lingüística en su nivel gramatical, léxico y dis-
cursivo, también servían como material para la adquisición de una L2. Distintos especialistas
reconocen la existencia de esta triada catequística o trilogía de evangelización para muy diversas
lenguas indígenas, algunos de estos textos fueron elicitados, o incluso hechos o copiados por es-
cribanos indígenas educados en los conventos y colegios de los religiosos (ver Hernández 1996;
Smith Stark 2010; Villavicencio 1999, Villavicencio 2001).
272 Alonso Guerrero Galvánz

El CH y el LG se escribieron durante la segunda mitad de la etapa 2 (1550 a 1640–


1650), que fue un periodo en que las lenguas náhuatl, otomí y español comenzaron
a tener contactos más estrechos y a influenciarse mutuamente, registran el inicio
de la difusión de los préstamos, sobre todo sustantivos del español, y el aumento la
alfabetización, con lo que creció la cantidad de estilos documentales.
Ambos documentos combinan las dos tradiciones de escritura (alfabética
y logográfica, al menos en una de sus secciones), y los dos sistemas calendári-
cos. La sección III del LG, escrita en español cerca de 1630, es una evidencia
del aumento del bilingüismo, por la predominancia de español en el escritor de
dicha sección. La sección IV, escrita en náhuatl por 1636, es la que presenta más
naturalizados o incorporado los préstamos; lo que coincide con el inicio de la
etapa 3 (1640/1650–1700), que se caracterizó por una influencia más profunda del
español al náhuatl, con un bilingüismo muy difundido.
Se trata de ejemplos tardíos de conservación del sistema calendárico prehis-
pánico, el LG únicamente mantiene las series y cartuchos calendáricos hasta 1635,
el escriba parece haber puesto cartuchos hasta 1643, pero no los rellenó, a partir
de 1635 una mano más insegura hizo los dibujos y no los coloreó. En ese sentido
el escriba inicial parece terminar su trabajo en 1622. Por su parte el CH escrito
ca. 1632 marca un antes y un después en los registros escritos otomíes, pues es
el último texto que se conoce con escritura logográfica y cuenta calendárica a la
usanza prehispánica, los textos posteriores a este van a tener reminiscencias de
esta escritura, aunque muestran una ruptura total con esta tradición. Los docu-
mentos posteriores a la década de 1640 fueron hechos con el fin de utilizarlos de
manera legal, sobre todo porque a raíz de la Composición de 1643, la defensa de los
derechos patrimoniales y de posesión de tierras requirió de la elaboración de una
gran cantidad de documentos de manufactura indígena.
Los préstamos que encontramos en ambos documentos son principalmente
sustantivos que denominan nuevas realidades culturales, en el LG solo un
16.03 % tenía un posible equivalente en náhuatl y en el CH se alcanzaba una
25 % de equivalencia en otomí (el 68,75 % son fechas del calendario); se registran
antropónimos (LG: 27,35 %, CH: 15,62 %) y topónimos (LG: 5,18 % y CH: 3,12 %);
relativos al estatus social específico (LG: 33,01 % y CH: 21,87 %); de carácter eco-
nómico (LG: 8,01 % y CH: 9,37 %), calendáricos (LG: 17,92 % y CH: 40,62 %), reli-
giosos (LG: 4,71 % y CH: 4,68 %), entre otros.
Si bien hay una gran similitud en cuanto los préstamos en náhuatl y en otomí,
también encontramos sutiles divergencias en cuanto a la temática del préstamo,
el LG privilegia las marcas de estatus, los antropónimos y las fechas, mientras
que en el CH estas son las que más aparecen, seguidas de las marcas de estatus y
los antropónimos, lo que se refleja en un mayor número de sustantivo semicon-
cretos (63,20 %) en el LG y abstractos (57,81 %) en el CH.
Préstamos del español en el otomí y el náhuatl en dos documentos del siglo XVII 273

Los textos no reflejan los cambios prosódicos, tonales y acentuales que segura-
mente experimentaron las palabras prestadas del español, pues suele anteceder a
la adaptación silábica y segmental. Al mismo tiempo pueden achacarse a la fono-
táctica de la lengua, sobre todo a la tendencia de sílabas abiertas CV del otomí,
muchos de los procesos que vimos como la epéntesis, la elisión y la resilabificación.
Para terminar es necesario mencionar que, como ya lo indican Hekking y
Bakker (2010), los préstamos pueden ser un buen indicador de la magnitud del
impacto en el léxico de las lenguas indígenas. No solo por la cantidad de ellos
que puede aparecer a lo largo del tiempo en una situación continua de contacto
intenso, sino también por la categoría a la que pertenecen.
Durante el siglo xx la necesidad de comparar los préstamos léxicos en dife-
rentes lenguas del mundo de una manera sistemática llevó a los especialistas
(ver Haspelmath 2008; Tadmor y Haspelmath 2008; Haspelmath y Tadmor 2009;
Hekking y Bakker 2007; Gutiérrez y Uth 2018) a proponer una lista básica de voca-
bulario, distribuida en 24 campos semánticos,¹⁴ conocida como LBTPL.¹⁵ Su aná-
lisis permitió llegar al menos a cuatro generalizaciones: a) existe una jerarquía de
préstamo que va de nombres > adjetivos > verbos > adverbios; b) los significados
léxicos son más prestados que los gramaticales; c) los demostrativos, pronom-
bres personales, interrogativos, partes del cuerpo y verbos polisémicos básicos
son los menos prestados, y d) todo puede ser prestado independientemente de la
importancia estructural que tenga en el sistema (pronombres > numerales).
Estudios como el que aquí presentamos nos muestra cómo esta jerarquía
también puede aplicarse en términos diacrónicos, pues tanto el LG, como el CH,
solo presentan préstamos de nombre y adjetivos. En el caso del náhuatl, ya Loc-
khart (1999) adelantaba que el verbo y los morfemas comienzan a aparecer en
préstamos en la etapa III. Hekking y Bakker (2010) estudiaron los equivalentes

14 1. Mundo físico; 2. Parentesco; 3. Animales; 4. Cuerpo; 5. Comida y bebida; 6. Ropa y cuidado


personal; 7. Casa; 8. Agricultura y Vegetación; 9. Acciones básicas y tecnología; 10. Movimiento;
11. Posesión; 12. Relaciones Espaciales; 13. Cantidad; 14. Tiempo; 15. Percepción Sensorial; 16.
Emociones y valores; 17. Conocimiento; 18. Oraciones y Lenguaje; 19. Relaciones sociales y políti-
cas; 20. Guerra y cacería; 21. Leyes; 22. Religiones y creencias; 23. Mundo moderno; 24. Palabras
funcionales generales.
15 Distintos análisis identifican alrededor de 1500 palabras básicas para la comunicación en
una lengua determinada. Esta idea está detrás de las Series del Diccionario Intercontinental
(Intercontinental Dictionary Series, IDS), que parte de la identificación de sinónimos en las
principales lenguas Indoeuropeas (Buck 1949), lo que llevó a determinar la Lista Básica para la
Tipología de los Préstamos Léxicos (LBTPL) que sirvió como base para realizar el primer estudio
sistemático y comparativo sobre el contacto lingüístico y los prestamos léxicos de 41 lenguas
representativas del mundo (Haspelmath y Tadmor 2009). En dicho estudio fueron incluidas tres
lenguas indígenas mexicanas: yaqui, tsotsil y otomí (Hekking y Bakker 2009).
274 Alonso Guerrero Galvánz

otomíes de la LBTPL y encontraron que hoy en día la mayoría de los préstamos


son sustantivos (78,4 %), pero le siguen los verbos (9,2 %), los adverbios (8,7 %)
y los adjetivos en menor medida (3,6 %). La gran cantidad de préstamos que hoy
presenta la lengua otomí tuvieron que ser incorporados entre la segunda mitad
del siglo xvii y después de 1950, cuando se intensificó el contacto con el español
gracias a la escuela y el aumento de los medios de comunicación.
En resumen, tanto el LG como el CH reflejan en su contenido y en su forma
cómo las comunidades otomí y náhuatl hablantes han mantenido un contacto
intenso con el español desde el siglo xvi.

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CONCYTEG 6(69). 306–314.
Wright Carr, David Charles. 2011a. El Códice de Huichapan. URL: http://www.sup-infor.com/
sources/codex_otomi/cod_huic-ine.htm (28 de agosto de 2019).
Micaela Carrera de la Red
La dinámica del contacto lingüístico en
la Amazonía ecuato-colombiana durante
el siglo xviii en textos de un misionero
hablante de quichua
1 Dos manuscritos de lingüística misionera
en la Amazonía occidental del siglo xviii
En línea con el interés por la realidad de las lenguas indígenas de la Amazonía
occidental, este estudio coloca en primer plano una serie de documentos históri-
cos de reconocido interés para la lingüística misionera (Tovar 1961: 212–214; Tovar
y Larrucea 1984: 230–232; Larrucea de Tovar 2012[1984]: 220). Si bien estos textos
han llegado hasta la actualidad con el carácter de “anónimos”, el erudito español
Jiménez de la Espada (1898–1899, 1904), primer editor de uno de los manuscri-
tos, señaló como autor muy probable al misionero franciscano Fray Fernando de
Jesús Larrea y Dávalos (ca 1700–1773), quien fue ordenado sacerdote en 1725 en el
convento de la Recolección de San Diego de Quito y conocido por diversas obras
de evangelización en el área del Putumayo, Caquetá y Andaquíes, entre ellas la
fundación de los conventos de Propaganda Fide de Quito, Popayán y Cali (Zawa-
dzky 1947; Mantilla 1986, Mantilla 1995, Mantilla 2000a, Mantilla 2000b; Cobo
Fray et al. 2011). Es plausible y, como tal lo aceptamos, suponer que este padre
franciscano quitense escribiera a mediados del siglo xviii al menos dos de los
manuscritos con diversos textos de carácter evangelizador para su difusión por
el área ecuato-colombiana; el primero de ellos elaborado en Quito en el año 1751,
hoy día depositado en los fondos de la Real Academia de la Historia (Madrid)
(Ms-RAH), sirvió de modelo de otros manuscritos copiados en fechas ulteriores
que hoy se encuentran en distintas bibliotecas parisinas (Landaburu 1996), y el
segundo, escrito probablemente en la etapa del padre Larrea en Popayán se halló
en el Colegio Propaganda Fide de esta ciudad, carece de fecha y figura en el Índice
de lenguas indígenas de la Biblioteca Nacional de Colombia (Bogotá) como “Raro
Manuscrito 122” (Ms-BNC). El análisis comparativo entre esos dos manuscritos
permite ver una relación de dependencia entre ellos (Carrera de la Red y Zamora

Micaela Carrera de la Red, Universidad de Valladolid, [email protected] ORCID:


http://orcid.org/0000-0002-8876-8449

Open Access. © 2021 Micaela Carrera de la Red, published by De Gruyter. This work is
licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-012
278 Micaela Carrera de la Red

2014, Carrera de la Red 2015). Los dos manuscritos contienen prácticamente el


mismo “Vocabulario” bilingüe, con un número de 1625 entradas de una lengua
general construida sobre la lengua siona (o ceona), si bien en el manuscrito de
Quito (Ms-RAH) se añadió un “Breve compendio gramatical” y en el de Popayán
(Ms-BCN) el autor-misionero colocó una selección de verbos delante del “Vocabu-
lario” y en las páginas finales escribió la “Doctrina cristiana” compuesta de un
catecismo y la preparación para la confesión según los mandamientos, así como
otro listado, inconcluso, de “Vocablos para hacer más comprensible la lengua de
estas misiones”. Además de estos dos manuscritos, se ha editado recientemente
otro manuscrito (Gómez y Torres 2011), copiado hacia 1788 (obra, pues, de otra
mano), perteneciente hoy a la Biblioteca del Palacio Real (Madrid) (Klein y Klein
1978: 137–144; Moreno Gallego 2009: 105–140).

2 La región amazónica, área de contacto


lingüístico por excelencia
El proceso de contacto lingüístico continuo – según Klein y Stark (1985: 17) –
conduce a dos resultados, bien hacia la muerte de una lengua dada bien hacia la
expansión de la misma. Esto último ocurrió en el área del río Vaupés, en la Amazo-
nía central, con una concepción etnográfica fundamentada en la exogamia, en la
cual eran y aún son frecuentes las conversaciones en dos o más lenguas, incluida
la lengua de la casa comunal (longhouse language). Esto condujo a la extensión
del tucano hacia regiones con otras culturas y se convirtió en lengua vehicular
de comunicación entre diferentes grupos étnicos (Sorensen 1972[1967]: 78–93;
Jackson 1974: 50–64; 1983; 2001: 373–396). La realidad etnográfica conocida
sobre el grupo tucano occidental y sobre la nación siona (o ceona), en particu-
lar, confirma ese mismo tipo de cultura exogámica (Marín Silva 1993: 80–104),
hasta el punto de que la nación “siona” tiene su nombre prestado de otra familia
de lenguas de la Amazonía occidental, la uitoto, con el significado de ‘gente del
perfume’ (Ortega Ricaurte 1997: 1146).
La dificultad a la hora de fijar la naturaleza de la lengua de estos textos deriva
de la compleja realidad etnolingüística del área amazónica ecuato-colombiana
(Rochá 1905). En el siglo xviii, el misionero jesuita Gilij (1780, cit. por Jiménez de
la Espada 1898–1899: 200) afirmaba ya que la lengua descrita y escriturada en los
textos del padre Larrea se correspondía con la familia maipure, vinculada con la
familia arawak y conformada por tribus de regiones cercanas a las Reducciones
jesuíticas del Casanare y Meta. Gilij (1780), según cita de González Mora (2004: 33),
afirmaba que “[el maipure] lo entienden todos en el gran río y se podría hacer común
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 279

si se quisiera [. . .] por lo tanto, de persistir el obstáculo de tantas lenguas. . .ésta [la


lengua maipure] sería bastante a propósito para hacer de ella una lengua general”.
No obstante, en fecha bastante posterior, Elías Ortiz (1942: 138), editor del manus-
crito Ms-BCN, afirmaba que, si bien era una “lengua general”, esta coincidía con la
lengua siona, perteneciente al grupo occidental de la familia tucana, idea mante-
nida por Tovar (1961: 212) y Tovar y Larrucea (1984: 230).
En el estudio del cambio lingüístico inducido por contacto en esta área lin-
güística multilingüe, además de las familias de lenguas indígenas tucanas occi-
dentales, es necesario tomar en consideración históricamente y en la actualidad
la familia lingüística aimara-quechua en la costa y la sierra del actual Ecuador
(Toscano 1953; Haboud 1998; Haboud y de la Vega 2008: 161–187; Muysken 1999:
89–114), así como en la región surandina colombiana (Vásquez de Ruiz 2000:
217–219, Levinsohn y Tandioy Jansasoy 2000: 121–134).
No es de extrañar que los misioneros franciscanos quitenses y payaneses,
además del conocimiento de la lengua indígena instrumento de su tarea evan-
gelizadora, ellos mismos pudieran ser hablantes bilingües o conocedores de
alguna de esas lenguas. En el caso del padre Larrea se puede pensar en la posi-
bilidad de que, al ser natural de Quito y desarrollar toda su actividad misionera
en áreas con fuerte presencia de la familia lingüística quechua, fuera conocedor
de la variedad ecuatoriana de esa lengua e incluso que fuera hablante bilingüe
quechua-español, así como que tuviera conocimiento de lenguas tucanas (siona,
koreguaje y sekoya), que perviven hasta la actualidad en el noreste del actual
Ecuador junto con otras lenguas tucanas, mai huna, yagua y ticuna (Santos y
Barclay 2005[1994]). Esto avalaría la conciencia adquirida de la necesidad de la
construcción de una lengua general para comunicarse con los indígenas de toda
aquella región. Para poder confirmar la hipótesis, se hace preciso analizar en
los textos no solo de la parte de lengua indígena amazónica con el fin de ver el
dominio por parte del misionero de la estructura de esas lenguas, sino también
de la variedad de español utilizado en esos testimonios escritos, con el fin de
observar si se trata de una variedad receptora de rasgos provocados o potencia-
dos por contacto con alguna de las familias de lenguas indígenas de la zona.

3 Mecanismos de contacto en el léxico


de la lengua general
Los lexemas del Vocabulario que recogió el misionero quitense muestran dife-
rentes mecanismos relacionados con los cambios inducidos por contacto lingüís-
tico, la mayoría de ellos propios de lenguas estrechamente relacionadas entre
280 Micaela Carrera de la Red

sí. La dinámica del contacto lingüístico conduce al autor-misionero a servirse de


diferentes estrategias frente a una segunda lengua que está recogiendo y escritu-
rando. La base del “Vocabulario” es la lengua siona, pero las lenguas amazónicas
se configuran mediante la llamada “rutina del préstamo” con adaptaciones de
los rasgos fonológicos de vocablos que comparte con otras lenguas de contacto
(koreguaje, sekoya, uitoto, muinane-bora, piaparaná, etc.) (Dixon y Aikhenvald
1999; Petersen de Piñeros y Patiño Roselli 2000: 219–238; Escobar Pinzón 2000:
243–252). En el muestreo parcial que se recoge en (1), en la comparación uno a
uno del léxico básico de Swadesh (1955: 121–137), seguido por etnógrafos y estu-
diosos de las lenguas indígenas (Landaburu 2000: 25–50), con los vocablos del
“Vocabulario” y los resultados actuales en alguna de las lenguas amazónicas se
observa una rutina de préstamos persistente:

(1) Vocabulario SIONA KOREGUAJE UITOTO


PIRAPARANÁ
“todos” siaye (todo, ó entero) / si’ʔajĕ/ /si’ʔajĕ/ / /sia’čé/
“malo” quámacá(cosa mala) [kʔu’ʔah ǐ] /kùámù/
“corteza” kaneo [kʔaʔ’n᷈iw᷈i] [khànirʉ]
“grande” jay (grande en cuerpo) /’hai/ /aiįue/hái
“sangre” cié (la sangre) /’zie/ ̌
/jjé/

Un paso más en la aplicación del mecanismo de “negociación” en la construcción


del “Vocabulario” de la lengua general por parte del autor-misionero es la
incorporación como léxico de esa lengua tucana general de préstamos de distinta
procedencia. Por ejemplo, la entrada léxica Huacara – Una ave conocida por
Guacharaca, es una adaptación a la grafofonología siona de un nombre de ave
procedente de la familia caribe-arawak (Guacharaca) utilizado en Colombia y
Venezuela hasta la actualidad. O también otras dos entradas más tomadas en
préstamo de la familia aimara-quechua: Peri – Embuelto de mais, ó plátanos
y Pirisonzo – Unos páxaros comedores de mais, ya que en el aimara actual de
Bolivia existe piri como voz popular que significa ‘alimento de consistencia
pastosa, elaborado con harina, generalmente de maíz tostado, manteca, agua,
sal y azúcar’ (RAE-ASALE, DA 2010, s.v. piri). El segundo de los préstamos se
construyó mediante un cruce derivativo con un predicado siona Sanzú – Mamar o
chupar cañas, que se encuentra en el “Vocabulario”, con lo que literalmente sería
‘Maíz-chupar cañas’.
La definición de Guacha = En vano, ó momo (como) decimos yanga llanga ó
illanga, en qquechua, en la que el autor-misionero se incluye a sí mismo a través
de la forma verbal de primera persona de plural “decimos”, nos permite pensar
que el autor-misionero fuera bilingüe de español y quechua, o bien del kichwa
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 281

de Quito, su ciudad de origen. La siguiente entrada es Guachahuaque = Hombre


apacible y bonazo. La clave para abarcar los diferentes significados de la palabra
Guacha (‘en vano, momo, apacible, buenazo’) está en la palabra quechua yanga
(yanca), de la que se encuentran hasta tres entradas en el diccionario de Gonzá-
lez Holguín (2007[1608]: s.v. yanca): Yanca. Cosa baladí, ruin, desechada, sin valor
ni precio, cosa sin provecho./Yanca yanca. Cosa de burla, o de poco más, o menos./
Yanca. Acaso no de propósito, ni de pensado ni con malicia, no con mal intento. El
autor-misionero utiliza de nuevo el término yanga como préstamo plenamente
incorporado al español, con el significado ‘sin malicia’, como se ve en (2).

(2) Tincoareca çizi yojoyenayeni yeo cani sique aquero? acajeca mueni painpa-
coa jucha canixenaeo inasique aquero?

Habéis aconsejado llevado o traído recaudo para que pequen? assí tambien,
viendo que tus parientes andan en culpas, los has visto yanga?

Mención especial merecen otros préstamos del quechua en uso hasta el momento
actual: Joyahiye = Uba camairona, con un sintagma nominal del término patri-
monial más la especificación adjetival tomada del aimara-quechua. Es notable
el hecho de que el misionero emplee la variante camairona, nombre común de
esa uva silvestre, en lugar de la forma caimarona. Quere aro?= Y el locro?, en cuya
equivalencia española se hace referencia al locro (quechua ruqru o luqru), un
vocablo de la lengua popular con el que se nombra una suerte de guiso típico de
varios pueblos andinos (Argentina, Bolivia, Perú o Ecuador). Túhikan – Vestuario
de mujer, ó anaco, vocablo este último definido como rural en Perú y Ecuador
(RAE-ASALE, DA, s.v. anaco).
Por último, es destacable el cruce entre español y siona: Aguardiente ructa
sotoro = el alambique, que significa exactamente ‘Aguardiente – sacar – olla de
barro’.
Si se presta atención al equivalente léxico-semántico en español para los
vocablos de la lengua tucana, el “Vocabulario” está lleno de estas impreci-
siones, tal como se advierte en el dominio semántico de ‘fruta’, cuyas equi-
valencias son del tipo “fruta”, “fruta como quiera”, “una fruta” o “fruta de
este árbol”. En otras ocasiones, la equivalencia se resuelve con vocablos de
distintas lenguas indígenas generales totalmente integrados ya en español:
del caribe-arawak, Joyapenne = guabas bejucas, fruta/Sisipenne = guabas
de mono, fruta/Súipenne = guabas de apují, fruta; caribe-arawak y nahuatl
unidos: Eneyaji = Batata ó camote; nahuatl y quechua juntos: Ocotin = Totumo,
ó mate regular; del nahuatl: Gueague = Masorca de maís, ó la tusa, Pia = El ají,
ó pimienta.
282 Micaela Carrera de la Red

4 Cruce de español en la lengua tucana


de la “Doctrina”
En los textos doctrinales se mantiene el contenido tradicional de este tipo dis-
cursivo desde los inicios de la evangelización en el siglo xvi, así como la estruc-
tura pregunta ~ respuesta (Carrera de la Red 2004: 327–340). Además, a la hora
de trasladar aquellos referentes conceptuales de la doctrina del cristianismo a
la lengua indígena, el misionero se sirve de los vocablos españoles, según una
tradición muy fuerte entre los padres franciscanos que llega hasta el siglo xix
(Zwartjes 2016: 43–76; Van de Kerke 1999: 115–149).

(3) +

Doctrina Christiana

P.- Quegame zjincoa Dios pay quero?


Decidme, hijos, si hay Dios?
R.- Dios paymue Padre
Sí, Padre, Dios hay

P.- Kesamo Dios pay quero?


Cuántos Dioses hay?
R.- Teheque Dios amue
Uno solo, no más

P.- Jij Dios caro-na pay quero?


Dónde está este Dios?
R.- Ocomue-na Yao yeja-ro, siarogue-te pay-mue
En el cielo, en la tierra, y en toda parte y lugar

P.- Nebi Dios a-yero?


Quien es Dios?
R.- La Sanctissima Trinidad.

P.- Nebi Santissima Trinidad aquero?


Quien es la Santíssima Trinidad?
R.- Dios Jaque, Dios Zijn, Dios Espíritu Santo, samuyuteyque persona, teseca
Dios amue
Dios Padre, Dios hijo, Dios espíritu Santo que son tres personas distintas y no
mas que un solo Dios
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 283

P.- Jaque Dios aquero?


El Padre es Dios?
R.- Acame Padre
Sí, Padre.

P.- Samuyuteique Dios paî quero?


Ay tres Dioses?
R.- Pañe Padre tehaseca Dios amue
No Padre, es un solo Dios no más

P.- Caro-na pain-que ruins-i-que a-quero?


Donde se hizo hombre?
R.- Mayl Jaco Maria Santisima ketaro-na painque, ruin-si-que amue
En el vientre de Ma. SSma. Nra Sra se hizo hombre

P.- Keanca, painque, ruinsique aquero?


Como se hizo hombre?
R.- Espiritu Santo nehe-sique amue, pain que ne maisique amue
El espíritu Sto. Lo hizo, mas no como los hombres.

P.- Jihi Dios Zijn painque ruinsique, in quimamiquequero?


Este Dios hijo despues de hecho hombre como se llamo?
R.- Jesuchristo mami amue.
Se llamo Jesuchristo.

P.- Nebi Jesu Christo ayero?


Quien es Jesuchristo?
R.- Dios reba painque reba ame
Es Dios y hombre verdadero

P.- Jihi Jesuchristo mayni oique, en quere neherero?


Este Jesucristo, que hizo por nuestro amor?

R.- Cruz tupuena Juisique amue, mayre Jucha teasaniye


Murio en la + por librarnos de nuestros pecados

P.- Juisiete yoje sehe guajesique aquero?


Y despues de muerto, boluio a vivir?
R.- Acame Padre
Sí, Padre

P.- Guajenica carona Satero?


Despues de viuo donde esta?
284 Micaela Carrera de la Red

R.- Ocomuena muhisique amue.


Subio a los Cielos.

P.- Muhisiete yoje sehe raisaque nequero?


Y despues de aver subido ha de bolver?
R.- Acame Padre.
Sí, Padre.

P.- Enque rempi raysaque neye?


En qué tiempo ha de venir?
R.- Juicio vmuguze raysaque neye
El dia del Juiçio ha de venir

P.- Enque nehe-saniye?


A que ha de [venir]?

R.- Siacoareca, guajicoareca Juicio?


[. . .]
R.- Keanca guajirero, seen saniyenayeni, raysaque nenê
Ha de venir a preguntar a todos los vivos y a los muertos como han vivido?

P.- Deoye guajesicoareca enquere insijaque aquero?


A los que han vivido bien, que les ha de dar?
R.- Ocomuena insisaque ney[**]inque Yeo regua[**]sicoareca
Les dara el çielo a los que guardaron su palabra o mandamientos.

P.- Quaye guajesi-coa-reca, enque-re, insijaque a quero? +


A los que han vivido mal, que les ha de dar?
R.- Jai-toa-re, insisaqueneye, inque Yeo, re guamaysicareca.
Les dara un gran fuego, por no aver guardado su palabra o mandamientos.

P.- Mosacoa rocta toja-ro enque-re jai-toca?


Que pensáis vosotros, que es esse gran fuego?
R.- Jaarogueca, Yaoyeja sanaunte, Jaohuaticoa; payro gueca, hacoa mamipeocoare,
christiano-coa taxi, deoye, guajimaysi-coa-reca, vye paisaque neye Kerenjeca.
Allá dentro de la tierra donde están los demonios han de tener a los gentiles;
y a los malos christianos, quemándolos para siempre

P.- Deoye guajesicoareca, enquere ocomuena insijaquero?


A los que vivieron bien, que les dara en el cielo?
R.- Inque yeo reguasicoa, insisaque neye, soeguajeyete, Kerenjeca may pojoye,
pay jaroguete enquegue auncicayeca enque que rabuejeca peo mue
A los que guardaron Su Santos mandamientos Les dara vna vida alegre y larga
para siempre, donde no habrá ninguna neçessidad, ni menos enfermedad.
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 285

P- Mosa-coa [´?]octa paitoca senseguay xemaca juitoaro, keanca Dios harogueca


deorogue, insisaquenenê?
Si vosotros pensáis que moris como los puerc[**] mo les ha de dar Dios esse
lugar?

R.- Maireca, Zenseguay Xentaca may alma ectaquena canibue juisie se he juicio
vmuguzepi may canibue guajisa quenene;[ocotroro**] aitica deoye guaje-
sicoareca alma canibuena quajoni ocomuena saisaquenene. Quaye guajesi-
coareca alma canibuena quajoni vye sayjaquenemue kerenjeca

Acto de contrición

+ Nosotros no morimos como los puercos, saliendo el alma que vivieron mal
iran en cuerpo muere el Cuerpo; pero el dia del Juicio ha de volver a vivir Jun-
tandose con el alma. Y entonces los que vivieron bien guardando la ley de
Dios iran en cuerpo y en alma a la gloria; y los que vivieron mal, iran en
cuerpo y en alma a quemarse en el infierno para siempre.

P.- Confesai ega quero?


Quieres confesarte?
R.- Ega-ye, Pañe
quiero = no quiero

P.- Kesamo erem conffesa-mai-sique aquero?


Quanto tiempo ha que no te conffiesas?
[. . .]

Junto a Dios, la Santísima Trinidad, Dios, Espíritu Santo, María Santísima, Jesu
Christo, Cruz, o vocablos abstractos o genéricos como alma y persona, el español
y la lengua siona se mezclan en expresiones lexemáticas como Dios Jaque (‘Dios
Padre’), frente al uso del vocablo Padre con el significado de ‘sacerdote’, y frente
al vocablo siona que recoge en el “Vocabulario”: Jaque – padre, en proto-tucano
pak-i (masc.) (Welch y West 2000: 427), Dios Zijn (‘Dios hijo’), o Juicio vmuguze
(‘Juicio día’ = ‘día del juicio’). Se forma el plural de vocablos españoles con el
derivado sufijal siona: cristianocoa ‘cristianos’, o se conjuga el predicado con la
raíz hispánica y el sufijo de voz media siona -i (Wheeler 2000: 189): confesai ‘con-
fesarte’, o a la misma raíz se incorpora la marca de negación y la desinencia de
segunda persona: conffesa-mai-sique ‘no te confiesas’. Las referencias al ‘infierno’
y al ‘demonio’ se expresan totalmente en siona: Jaarogueca, Yaoyeja sanaunte,
Jaohuaticoa ‘Allá dentro de la tierra donde están los demonios’.
286 Micaela Carrera de la Red

(4) P.- Mosacoa rocta toja-ro enque-re


jaitoa?
Vosotros PRON-2PERS-PL pensar INTERROG que-INTERROG – COMPL-
ESPEC grande en cuerpo -fuego’
Que pensáis vosotros, que es esse gran fuego?

5 Conocimiento e interpretación de la gramática


de las lenguas tucanas
El padre Larrea era un buen conocedor de la tradición gramatical latina, pero
también poseía un buen conocimiento de la estructura interna de las lenguas
amerindias. De nuevo muestra un alto nivel de cruce entre distintas lenguas del
grupo tucano, un rasgo que es constante en la morfosintaxis nominal (Carrera de
la Red 2016). En su “Breve gramática” afirma que “Todos los nombres son decli-
nables, y se declinan sin diferencia con una misma declinación” (Ms-RAH); en
esta lengua indígena los “casos” son las marcas relacionales que actúan entre los
nombres y los otros constituyentes de los enunciados y que aparecen sufijados a
los núcleos nominales (Dupont 1989: 37). Como modelo de declinación sitúa el
nombre no contable e inanimado Ocó = el agua ([ɂo’ko]), una raíz simple que equi-
vale al nominativo; la marca derivativa -quéhe (Ocoquéhe) se usa de forma obli-
gatoria en construcciones posesivas, por lo que se equipara al genitivo; -náyeni
(Oconáyeni) se señala como marca de caso dativo porque contiene -ni marcador
de caso de complemento indirecto, a la vez que puede señalar énfasis; la marca
-ná (Oconá), identificada como acusativo, es una marca multifunción que señala
también ‘destino’. En cambio, el caso que señala como ablativo tiene una marca
sufijal -nacohoni (Oconacohoni), cuya variante -nacooni (sin marca gráfica de glo-
talización) aparece incorporada al pronombre personal de primera persona sin-
gular Yé, en función de ‘compañía’: Yénacooni – Conmigo (Yé-nacooni).
La macroestructura del “Vocabulario” se organiza en torno a la categoría grama-
tical de género, un marcador derivativo muy consistente en los nombres animados
con cualidades en femenino señalado con la marca -co, que es común a las lengua
siona y koreguaje (Zijnsico = Mujer preñada), mientras que los nombres no femeni-
nos (o masculinos) se marcan con la forma de la lengua siona -que: Toiaque = el que
escribe o pinta, gramaticalización sobre el predicado Toia = pintar, escribir o bordar.
El marcador de número -coa coincide con la marca de plural [-kwa] de la
lengua siona actual: el plural de Ocó ‘agua’ es Ocócoa = Las aguas. Este nombre,
en concreto, pertenece a realidades naturales que se presentan como magnitudes
no ligadas o entes masivos: aire, agua, lluvia, nieve, barro, hierba, con referentes
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 287

no contables. Por el contrario, otro grupo de nombres relacionado con el cuerpo


humano o animal se construye con la forma afijal -a, perteneciente a la lengua
koreguaje: Zitaméa = Las venas, Ketamea = Las tripas, Ráná = Cabellos, pelo, ó
bello. Se encuentra también el sustantivo animado colectivo plural Ayrue = Los
antipasados ó mayores (Ms-RAH) ~ Ayhue = los antepasados, ó mayores (Ms-BNC),
próxima al uitoto, tal como se recoge en un diccionario de esta lengua amazónica,
en el que aparecen diversas entradas similares: Eiroma ‘hombre viejo’, Eirue Jito
‘a nuestros antepasados, a los primogénitos (lit. a las gentes que fueron creadas
primero) (Wise 1983: 75–76).
Sobre la base léxica guai/guay ‘carne’ se forma uno de los clasificadores o
morfemas de sufijación más productivo del “Vocabulario”: -guay/-cuay, que hace
referencia a ‘especie genérica, animado, animal’. Es común al siona, al tucano
y al pisamira. Durante el siglo xviii, Gilij (1780: libro V, p. 276) recoge tenbiguài
como nombre de un tipo de insecto, en español “el mosquito bobo o de la miel”,
en lenguas de las tribus del Orinoco, en concreto de las familias lingüísticas
tamanaco y maipure.
En la cita de la “Breve gramática” se señala también el carácter sufijal que
posee el “clasificador” relacional para la negación -mai.

(5) El término Mai, cuando se pronuncia solo, significa Nosotros, y equivale á


Yequina; pero si se pone después de verbo, significa negación; v.gr.: Bica =
Hablar.= Bicamay = No hablar.= Rai = Venir.= Raimai = No venir. Y así en
todos los verbos (Ms-RAH).

Además de la posición sintáctica enclítica al predicado del morfema de nega-


ción, la diferencia entre ambos términos estriba en la naturaleza diversa de la
pronunciación: nasalización y pronunciación diptongada en la forma mai ‘noso-
tros’ (/mai/[‘mãĩ]) y glotalización y separación silábica en la forma -mai como
afijo de negación ([-ma’ɂi]) (Wheeler 2000: 183–192).

6 Rasgos de una variedad popular en el español


ecuatoriano
La variedad de español del padre Larrea presenta ciertos rasgos del español colo-
quial del área andina ecuatoriana. Así, en el léxico aparece Kétacóje = El estan-
tino, un vocablo español equivalente con una etimología popular que se usa
actualmente en lugar de “intestino” en la costa de Ecuador, según recoge Toscano
Mateus (1953: 135).
288 Micaela Carrera de la Red

En morfosintaxis aparecen ciertas locuciones adverbiales: Tehéyóje = En


una vez, Séhéyóje = En otra vez, esta segunda documentada históricamente de
forma principal en Ecuador; Yuctareba = Poco há, ó aora poco; de la segunda
definición solo hemos encontrado un ejemplo literario citado por Toscano
Mateus (1953: 158): “no teníamos noticia hasta ahora [ha] poco tiempo (J.L. Mera,
Ojeada, p.175)”. Deoquena = Diz que está bueno, Deomayquena = Diz que no está
bueno son dos entradas en siona formadas por una verbalización del adjetivo
masculino (Deoque) mediante un afijo modal -na, que en siona indica cambio
de sujeto; este afijo le sugiere al autor una construcción del español hablado
popular ecuato-colombiano con la forma dizque~disque, un medio para cambiar
de emisor y expresar duda ante lo que sigue.

7 Rasgos atribuibles al contacto español –


quechua
En el español del autor-misionero se percibe el influjo de las estructuras de la
gramática de las lenguas indígenas con las que estaba en contacto no solo por
la tarea de descriptor y compositor de una lengua tucana general, sino también
porque él mismo fuera conocedor y hablante de una de esas lenguas, en concreto
de la variedad quitense o ecuatoriana de la lengua quechua.
Palacios (2006: 46) cifra la influencia de la lengua quechua en el español ecua-
toriano, entre otros, en los siguientes rasgos caracterizadores de esta variedad de
español andino, compartidos en gran medida – según esta autora – por otras varie-
dades andinas del español (colombiana, argentina, boliviana o peruana): “la rees-
tructuración del sistema pronominal, las construcciones de gerundio, las formas
de atenuación de órdenes, ruegos, la reestructuración de los tiempos verbales de
pasado hacia valores modalizadores o evidenciales, el uso de diminutivos, las dis-
cordancias de género y número o las alteraciones en el orden de constituyentes”.
Un buen número de esos rasgos de cambios inducidos por contacto puede ras-
trearse, en mayor o menor medida consolidados ya, en el español del misionero
quitense.

7.1 Tratamientos con predicado de modalidad yusiva

En (6) se recogen los abundantes predicados en imperativo con el morfema


sufijal -me del siona (Wheeler 2000: 191). En las equivalencias del español, es
visible la oposición de los tratamientos en la modalidad yusiva entre las formas
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 289

del tú y las del vos, en este último caso con formas verbales no diptongadas. Un
tercer grupo con formas verbales admiten la doble posibilidad de tratamiento
tú/vos, ya que, al carecer de los diacríticos, las formas verbales admiten una
doble posibilidad en la pronunciación: llana (forma de tuteo) o aguda (forma de
voseo): Cacame = entra (tú)/entrá (vos). El “Vocabulario” recoge para la misma
forma del pronombre de segunda persona, Mué – Tú, o vos, la función doble que
mantiene también la lengua siona actual:/mɨ.’ʔ ɨ̂/[mɨ’ʔ ĭ] ‘tú’, ‘usted’ (Wheeler
2000: 183). El plural del imperativo (coincidente en la lengua siona al singular)
se hace equivaler en español con la forma vosotros. En los ejemplos recogidos
bajo (6) mantenemos la ausencia de acentuación por no predeterminar el trata-
miento que encierra cada una de ellas; tan solo nos centramos en la forma del
predicado.

(6) Singular:
(a) Tú: Queresayme = apartate un poco, da lugar, Quereraime = Ven un
poco para acá, Huejame = Casate, Apume = Labate, Kanjaome = arro-
pate, Guame = Baçia, Yuire huesseme = has ovillo u ovilla
(b) Vos: Tereme = cerra, o cerca, Paynehe hueseme = haze dulce,
Chafame = rega, Jongome = frega, Pecteme = Segui, Jocame = dexa,
Neheme = haze, Uhame = pone, Ectame = Sali, Guese-na ectame = Sali
afuera, Cuarume = herbe, Toame = Mole, Suhume = Cerni, Seome =
encende, Sapime = espremi, Jectome = de, Ensenaquename = seca o
calenta al sol, Tebame = pone al través, Keome = Calenta, Oyame =
Torçe, Yeeme = ole, Ynõme = mostra o señala, Jancome = abri, Yime =
deçi, Guaguame = quebra, Sectame : desperta, Ujeme = sembra,
Raamaxaque Yihime = deçi que no traiga
(c) Tú/Vos: Picegame = sentate, Cacame = entra, Zunãme = Mete, Toctame =
golpea o magulla, Cueme = busca, Soame = Laba, Cuacome = cosina,
Cuename = seca, Xejeme = embarra, Yohame = barre, Teonme = espessa,
Sahame = lleba, Sahome = embia, Tincoamiroime : achaca a otros, Sani-
teame = anda quita, Mename = acaricia, Kereme = aguza, Cajeme =
baxa, Choime = llama, Pejeme = trabaja, Quajome = acompaña,
Yename = enbetuna, Ketome = afita, Yeiome : enseña, Yehuame = nada,
Yohome = enlasa, Yojuame = Palanquea, Yigtime = rasga, Gueame =
alza, Gueeme = Carga, Guegueme = corre, Jnsime = da, Ruame = afirma,
Cuayuiume = sala, Tenome = ensarta, Suijaime = brinca, Quereraome =
embiame o trae un poco, Guay Guay Jaime = anda, mata carne
290 Micaela Carrera de la Red

Plural:
(d) Vosotros: Coime = volveos, Ejame = quedaos, Ejome = esperaos, Pai-
quepay : quedaos o estaos
(e) Vosotros con negación: Sahomayme = no embieis, Sahamayme = no
llevéis

Sobre el contexto de uso de una u otra forma de tratamiento, pese a ser ambas
construcciones de tipo yusivo e imperativo, las frases bajo (2.a) denotan cierto
grado de proximidad y cercanía entre el emisor y el destinatario, mientras que
las formas bajo (2.b) denotan una cierta distancia, si bien resulta difícil medir
con certeza el grado de respeto que encierra el tratamiento con vos frente al tú,
una situación que en la actualidad se resuelve con un tercer pronombre de trata-
miento, usted (Haboud y De la Vega 2008: 173).

7.2 Construcciones con gerundio

En la “Breve gramática”, las diferentes formas de gerundio del verbo Bica = hablar
que detalla el misionero se sitúan bajo el rótulo “Infinitivo”. Allí se ve la diferen-
cia claramente establecida por el autor-misionero entre tres formas de gerundio
en la lengua tucana y su correlato bien marcado en español: un gerundio simple
(Bicani = Hablando), un gerundio preposicional (Bicatoca = En hablando) y un
gerundio compuesto (Bicaquena =Haviendo hablado), lo que implica valores de
uso claramente diferenciados entre las tres.

(7) Bicani = Hablando


Bicatoca= En hablando
Bicaquena = Haviendo hablado
Bicaienayeni = Para hablar ó por hablar
Bicaséroye = Por lo hablado
Bicaseé = Cosa hablada, ó lo hablado

Los sufijos -ni, -to en siona sirven para expresar el primero ‘acción definida’ y el
segundo ‘acción indefinida’ en la condición, con el sufijo -ca se añade además
‘condición de otro suceso’, y expresan también la concesión (Wheeler 2000: 192).
La entrada Anaacachani = Oyendo esto, con el sufijo -ni literalmente es Anaac-
achá-ni ‘esto-oir-acción definida’. La forma de gerundio del español, sin contexto
enunciativo más explícito, resulta un tanto difícil de analizar en su función más
allá de que es gerundio simple, quizás con valor de construcción absoluta, equi-
valente a la ‘acción definida’ del sufijo tucano y al valor “perfectivo” del gerundio
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 291

del español ecuatoriano (Haboud 1998: 204–208), que podría adquirir valor con-
dicional siempre que el predicado principal fuera referido al futuro.
Las entradas Ahyntoca = En comiendo, Egatoca = En queriendo, Egamaytoca =
En no queriendo, con los dos sufijos -to-ca indicarían ‘acción indefinida con la
condición de otro suceso’ y su equivalente con gerundio preposicional, una forma
no muy frecuente en el español estándar actual, pero que, cuando aparece, porta
la función de “anterioridad inmediata” a la acción del predicado principal (RAE-
ASALE, NGLE 2010: 518). Las construcciones equivalentes en español tanto en
gerundio simple como en gerundio preposicional a la construcción del siona con
subordinada condicional, se ve de forma clara, en su función condicional, en las
entradas en las que hay una oración principal en imperativo: Raatoca quegame =
trayendo avisame, Raamaytoca, quegame = en no trayendo avisame, Ciaya reo-
silla paitoca saymayme = estando el rio cresido no vayas, Nehetoca rahame = en
haziendo trae. En medio de todos estos ejemplos, aparece una oración condicio-
nal que equivale en español a la construcción de acción indefinida con la condi-
ción de otro suceso del siona.

(8) Muepi Yeni Ynsimaytoca ye jeca insimaixaque = si vos no me dais, yo


tanbien no te daré.

Vosotros-a mí-dar-NEG-COND yo-ninguna cosa-dar-NEG-FUT

Aparecen formas de gerundio no preposicional con verbo finito de movimiento:


Neheni texini, rayme = acabando de hazer veni, Hinirayme = traiendo veni, Cajeni
hijayme = Bajando anda trae, Saiquepai = anda caminando, Ciaya gueaquena saime =
en baxando el rio anda. Estos ejemplos están muy próximos a los usos como “deíctico
de acercamiento” o de modalidad continuativa que se registran en la actualidad entre
bilingües de kichwa y castellano así como entre monolingües hispanohablantes de
la Sierra ecuatoriana (Haboud 2005: 9–38). El gerundio con verbos de movimiento en
contexto oracional de imperativo, contribuyen a atenuar el mandato.
En la preparación para la confesión de la “Doctrina cristiana”, una de las
preguntas contiene un uso del gerundio no sabiendo como equivalente al vocablo
siona Guacha, entre cuyos significados estaba ‘en vano’, ‘no a propósito’, al que
ya se hecho referencia en la Sección 6 de este trabajo a propósito del quechua
yanga ~ yanca:

(9) Guacha mansi mayto bicasee cuina [**] circo ana cohoni acamayxi Yihima-
ysique aquero?

Lo que hablaste no sabiendo, con aquellos mismos que hablasteis, no les


dixisteis que no era assi?
292 Micaela Carrera de la Red

De acuerdo con la literalidad de la expresión siona Acaquena = Siendo así,


formada con un adverbio de certeza y dos sufijos: ‘hãʔ’ka-que-na ‘así-Acción
pasada anterior-Cambio de sujeto’, el gerundio se utiliza para expresar el signifi-
cado de certeza completa hacia el pasado.

7.3 Objeto directo nulo

En diferentes ejemplos de construcciones con gerundio de anterioridad, su


estructura se acompaña de otro rasgo característico del español quiteño: el grado
cero en el objeto directo pronominal átono de tercera persona, fenómeno poten-
ciado por el contacto con el quichua, lengua que carece de este rasgo gramatical
(Palacios 2006: 197–230; Palacios 2015: 104–130). En estos ejemplos, el clítico iría
pospuesto: Nehetoca rahame = en haziendoØ trae Ø, Hinirayme = traiendoØ veni,
Cajeni hijayme = Bajando anda traeØ, Tehecanco huatixe paix ihijayme = a un lado
esta el maçhete, traeØ.

7.4 La expresión de certeza completa en pasado

En siona la marca sufijal verbal -xi aparece vinculada a la expresión de la certeza


completa: Emuebi payxi = arriba está, Yeja payxi = abajo está, Deoxi = bueno está,
Serejayxi = está frio o esta dulce, Hueocaixi = esta con sueño, Azinehexi = esta
lastimado, Puinxi = esta brabo, Guaysenxi = esta sabroso, Tunexi = esta redondo,
Yraxi = esta viejo, Guimayxi = no esta lleno. Otra posibilidad de expresión de la
acción completada en siona es el uso del sufijo clasificador -pi: Longuepi = esta
tuerto, Huepi = esta atajado (Wheeler 2000: 190). La perífrasis aspectual de alto
grado de certeza: Deoyepai dasquenexi = ha de estar bueno.
Ahora bien, en las lenguas siona y koreguaje actuales la expresión de la
acción completa o terminada se sirve de una forma sufijal -si (-xi) incorporada
a verbos en presente pero, sobre todo, en pasado inmediato (Wheeler 1970: 65,
2000: 190; Rodríguez González 2000: 206). Se trata de un tipo de evidencialidad
indirecta o “reportativa”, que poseen lenguas como el siona ecuatoriano actual
o el quechua del Cuzco (Bruil 2014: 249–263). El significado que expresa es el de
que el hablante puede no haber presenciado la acción, sino que tiene conoci-
miento indirecto del hecho. Así, por ejemplo, del verbo Cai = Resbalar, Caixi = ha
resbalado, o resbaló, del verbo Azi = doler alguna parte del cuerpo, Azineexi = Se
lastimó, Tunexi = ha rodado, Yejabitoinxi = ha caido abajo.
La dinámica del contacto lingüístico en la Amazonía ecuato-colombiana 293

8 Observaciones finales
El análisis de estos textos muestra lo difícil que resulta especificar a qué lengua
pertenece cada uno de los rasgos lingüísticos que se analizan en una situación de
contacto lingüístico (Thomason 2005[2001]: 85; Chacon 2012, Chacon 2014: 177).
El Padre Fray Jesús María Larrea nos dejó uno de los escasos y más valiosos tes-
timonios que se conservan referidos a esa compleja realidad etnolingüística de
la región amazónica ecuato-colombiana en el siglo xviii. Sus textos misioneros
ofrecen una muestra de los intensos cruces existentes en la distribución de los
fenómenos lingüísticos de las lenguas amazónicas entre sí y con el español, que
se ve impregnado, en el léxico y en la estructura gramatical, de la dinámica del
contacto en las fechas de la composición de estos textos, mediados del siglo xviii.
El padre franciscano, en consonancia con el entorno de lenguas amazónicas
en el que se desenvolvía su acción evangelizadora, manejó con soltura el contacto
de lenguas en su acción misionera con la ventaja más que probable, según queda
constatado a través de estas páginas, de ser él mismo hablante de otra lengua indí-
gena, el quichua de Quito, ciudad en la que nació y que se traduce en una varie-
dad del castellano que recoge un buen número de rasgos surgidos del contacto.
Merecen ser citados los ejemplos con objeto directo nulo, rasgo de un castellano
en contacto con el quichua quitense, o aquellos enunciados en los que se recoge
la expresión de la certeza completa en el pasado propia de la lengua siona. No
obstante, el rasgo más destacado de una variedad de castellano del padre Larrea
con cambio lingüístico potenciado por el contacto es la presencia de numerosos
ejemplos de las formas de gerundio, portadores de una gran riqueza de matices
sintáctico-semánticos que, en gran medida, pueden atribuirse al contacto con las
lenguas originarias del área ecuato-colombiana de la Amazonía occidental.

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Adriana Speranza
De la variación morfosintáctica y otros
demonios
La alternancia del imperfecto del subjuntivo en el español de
América desde una aproximación diacrónica

1 Introducción
En 1995 aparecieron dos publicaciones que han señalado las ideas fundantes de
lo que se conoce como Etnopragmática en el marco de los estudios variacionistas:
“Frecuencia (relativa) de uso como síntoma de estrategias etnopragmáticas” de
Érica García y “Variación lingüística y Etnopragmática: dos caminos paralelos”
de Angelita Martínez. Con estos textos se materializa la propuesta teórica y se
inician distintas investigaciones en esta línea.
El interés por el análisis de los usos lingüísticos retoma la relación lengua-
cultura y, desde esta perspectiva, se incorpora a los estudios variacionistas, tal
como lo propone Martínez:

La Etnopragmática intenta descubrir valores culturales a través de opciones lingüísticas


que los hablantes seleccionan en diferentes contextos. Se interesa por la búsqueda de las
relaciones lengua-cultura, lengua-visión del mundo a partir de dos enfoques que no se
excluyen: i. cómo los factores culturales se traducen – plasman – en el uso – y sistema – del
lenguaje y ii. cómo utilizamos el lenguaje para conformar contextos culturales (Martínez
1995: 427).

El análisis etnopragmático procura explicar los procesos cognitivos que sub-


yacen a la selección que realiza el hablante, esto significa que resulta central
indagar en el modo en que el desvío en la frecuencia relativa de uso de las formas
revela perspectivas cognitivas (García 1995: 57). En el uso variable cobra principal
interés descubrir qué contexto pragmático favorece qué forma lingüística ya que
son los contextos de aparición los que podrán explicar la presencia de las formas
(García 1995: 70).

Agradecimientos: Agradezco a la Dra. Angelita Martínez la generosa lectura de este trabajo y sus
atinados comentarios. Los errores son mi responsabilidad.

Adriana Speranza, Universidad Nacional de Moreno/CIC Universidad Nacional de La Plata,


[email protected], [email protected]

Open Access. © 2021 Adriana Speranza, published by De Gruyter. This work is licensed under
the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-013
300 Adriana Speranza

Con nuestro trabajo pretendemos contribuir a esta línea de análisis aproxi-


mándonos al uso de las formas del imperfecto del subjuntivo en el español de la
Argentina desde una perspectiva diacrónica. En esta ocasión, nos detendremos
en algunos usos en el actual territorio argentino durante el siglo xvii. Enten-
demos que esta variación se relaciona con la evidencialidad como sustancia
semántica que subyace a la elección del hablante. Partimos de la presunción
de que el sostenimiento de este uso forma parte de las estrategias desarrolla-
das con el fin de expresar la evaluación del hablante acerca de la fuente de
la cual obtuvo la información y acerca de la información misma, en relación
con las características del fenómeno tal como se describe en la bibliografía
especializada.
En este artículo presentamos, en primer lugar, el problema y los objetivos
de nuestra investigación (§2). A continuación, describimos el corpus utilizado
y exponemos brevemente los supuestos teóricos desde los cuales partimos (§3);
luego ofrecemos una síntesis de los antecedentes sobre el tema (§4). Seguida-
mente nos enfocamos en el análisis de los datos (§5) y finalizamos con algunas
conclusiones preliminares (§6).

2 El problema
Este trabajo tiene como objetivo una aproximación diacrónica al uso variable
de las formas del pretérito imperfecto del modo subjuntivo, -ra y -se, en algunas
variedades del español de la Argentina en documentos pertenecientes al siglo
xvii. Ilustramos con el siguiente ejemplo:

1. [. . .] porque ni avn/a ellos los rrespetan ni tienen rrespeto, ni obidiençia/a


sus curacas y alcaldes, ni ellos tienen/capacidad para hazerse rrespetar y son
tan grandes/borrachos como los mesmos indios, y antes/que el dicho oydor y
uisitador viniera y les dejasse/en la libertad que al presente tienen, auiendo/
españoles entre ellos, estauan más domésticos/y se euitauan las borracheras
e ydolatrías y otras/cerimonias que vsauan y vssan en desseruicio/de Dios
Nuestro Señor, e rrespetauan a los clérigos/e frailes que los dotrinavan. . .
(Argentina, año 1613, documento administrativo, CORDIAM).

Las gramáticas de uso describen la alternancia entre la forma -ra y la forma -se
como distribucionalmente distinta en el español americano actual con respecto
al español peninsular. Se sostiene que el español americano manifiesta una pre-
ferencia por la forma -ra, aunque la forma -se aparece en la lengua escrita (NGLE
De la variación morfosintáctica y otros demonios 301

2010: 457). Sin embargo, algunos trabajos recientes muestran la misma tendencia
en el español peninsular del siglo xx (Lara Bermejo 2019).
En lo que respecta al español americano actual, hemos realizado trabajos
sobre textos literarios de autores argentinos representantes de diferentes varie-
dades del español, correspondientes a la segunda mitad del siglo xx. El aná-
lisis inicial ha dado como resultado una distribución muy polarizada hacia la
forma -ra. Hemos tomado en una primera aproximación las novelas Diario de la
guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares (99 % -ra y 1 % -se) y La traición de Rita
Hayworth de Manuel Puig (97 % -ra y 3 % -se); en ambos casos los autores son
representantes de la variedad rioplatense. A partir de estos resultados, hemos
ampliado la exploración lo que nos permitió la incorporación de otros textos en
los que se observa una frecuencia de aparición más alta de la forma en -se, tal
como se expresa en la siguiente tabla (Speranza 2018):

Tabla 1: Distribución de las frecuencias en corpus literario de la Argentina. Segunda mitad del
siglo xx (Speranza 2018).

Región de la Obras literarias Formas en variación Totales


Argentina -ra -se
Nordeste Leandro Montes 109 93 % 8 7% 117 100 %
Río de la Plata Sudeste 241 79 % 66 21 % 307 100 %
Noroeste El cantar del profeta y el bandido 128 75 % 43 25 % 171 100 %
Litoral Cicatrices 178 67 % 86 33 % 264 100 %
Totales 656 76 % 203 24 % 859 100 %

El corpus diacrónico, en cambio, muestra que la forma -se ha tenido un número


mayor de ocurrencias que las halladas en los corpus del español actual. En el seg-
mento seleccionado para este trabajo, sobre un total de aproximadamente 38 000
palabras, hemos hallado 200 formas en imperfecto: 157 (77,5 %) formas en -se y 43
(22,5 %) formas en -ra. Por su parte, hemos seleccionado para el siglo xxi, a modo
de muestra, un texto perteneciente al discurso jurídico: el Fallo Judicial sobre la
“Tragedia de Once” publicado el 30 de marzo de 2016 por la Cámara Nacional en
lo Criminal y Correccional Federal de la República Argentina.¹ Del Fallo mencio-
nado hemos cuantificado el apartado “Declaraciones indagatorias” que contiene
aproximadamente 34 000 palabras. Este segmento del documento presenta 98
formas del pretérito imperfecto: 90 formas en -ra (92 %) y 8 formas en -se (8 %).

1 El accidente ferroviario de la estación Once de la línea Sarmiento, comúnmente llamado Tra-


gedia de Once, fue un siniestro ocurrido el miércoles 22 de febrero de 2012. En este accidente
fallecieron 51 personas y más de 700 resultaron heridas.
302 Adriana Speranza

Tabla 2: Distribución de las formas en dos periodos del español americano.

Corpus Formas en variación Totales


-ra -se
Siglo xvii 43 22,5 % 157 77,5 % 200 100 %
Siglo xxi 90 92 % 8 8% 98 100 %
Totales 133 45 % 166 55 % 298 100 %

La comparación presentada entre dos tipos de textos homologables pretende


mostrar las diferencias distribucionales entre dos estados de lengua lo que nos
permitirá sustentar nuestro supuesto por el cual nos encontramos ante un cambio
lingüístico en proceso. Como vemos, ambas formas se mantienen hoy en varia-
ción aunque con distribuciones diferentes de las observadas en los siglos ante-
riores. Los datos obtenidos sobre el siglo xvii resultan similares a los hallados en
otras investigaciones correspondientes al español de la Banda Oriental para los
siglos xviii y primera mitad del xix (Bertolotti 2000; Ramírez Luengo 2001).
Retrospectivamente, nos interesa aproximarnos al problema para entender el
cambio lingüístico iniciado. Aún con las diferencias señaladas en términos sin-
crónicos, creemos que esta variación persiste por el aporte que el significado de
cada una de las formas realiza a los mensajes que las contienen.

2.1 Objetivos

El objetivo general de nuestra investigación es indagar sobre el inicio del cambio


a partir de las diferencias en las frecuencias halladas y cotejarlas con los corpus
de las distintas zonas de América lo que podría ofrecernos indicios sobre la con-
formación de variedades dialectales.
Por su parte, los objetivos específicos son, en primer lugar y como hemos
anticipado, aproximarnos desde una perspectiva diacrónica al uso variable
del pretérito imperfecto del modo subjuntivo, -ra y -se, en la variedad del
español del actual territorio de la Argentina en documentos pertenecientes al
siglo xvii.
En segundo lugar, establecer la relación entre la selección de las formas y
los contextos de uso. Entendemos que la posibilidad de explicación se encuentra
directamente relacionada con la identificación de las motivaciones contextuales
de las distribuciones halladas en el periodo seleccionado y el significado de las
formas en variación, -ra y -se, significado único e invariable capaz de contribuir a
la construcción de distintos mensajes, como hemos dicho.
De la variación morfosintáctica y otros demonios 303

3 El corpus
Los textos sobre los que hemos trabajado integran el corpus electrónico de la Aca-
demia Mexicana de la Lengua Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América
(CORDIAM) (www.cordiam.org). Este corpus contiene documentos recabados de
archivos, de los cuales hemos seleccionado hasta el momento aquellos correspon-
dientes a tres secciones específicas: documentos jurídicos, administrativos y docu-
mentos entre particulares (cartas y otros). Los textos administrativos contienen
descripciones y lineamientos detallados de la vida cotidiana, dan cuenta de bienes
materiales, de vivos y difuntos, dan testimonio de la genealogía de los individuos y
de su lugar y fecha de nacimiento; mientras que los textos jurídicos corresponden a
textos del ámbito legal, se acercan, en algunos aspectos, a los documentos adminis-
trativos. A diferencia de estos, sin embargo, son textos complejos y heterogéneos, ya
que se componen de diferentes tipos textuales (denuncias, querellas, interrogato-
rios, sentencias, entre otros). Algunos de estos tipos textuales suelen ser altamente
dialógicos y se aproximan, por ello, a la oralidad. En lo que respecta a los documen-
tos particulares, hemos seleccionado una serie de cartas que, si bien son producto
de la comunicación entre particulares, integran un conjunto de documentos proba-
torios de algún tipo de proceso. Muestran un carácter más personal sin alcanzar, en
los casos analizados, las características de las cartas íntimas. Sin embargo, mues-
tran inmediatez comunicativa porque “cartas, notas, recados, etc. son el único tipo
de documento que se atreve a escribir quien no sabe ‘escribir’” (CORDIAM).

4 Variación lingüística y evidencialidad


4.1 Sobre la variación morfosintáctica

El interés por los fenómenos de variación radica en la importancia que estos adquie-
ren para el conocimiento de un determinado estado de lengua y el cambio lingüís-
tico en progreso. Lejos de manifestar una vacilación libre o azarosa del hablante,
la alternancia explicita la necesidad del usuario – en términos comunicativos – de
precisar, de ajustar las “piezas” del “engranaje” lingüístico con el objetivo de crear
mensajes que se acerquen a su intención. Ese esfuerzo que significa la búsqueda
de un mayor rédito comunicativo se vincula con procesos cognitivos implícitos en
el uso del lenguaje. Estos procesos impulsan a los hablantes a desarrollar su capa-
cidad creativa en directa relación con las potencialidades de la propia lengua. En
esta línea, partimos de la potente idea de que la sintaxis no es arbitraria, sino esen-
cialmente motivada: “. . .las unidades lingüísticas complejas están necesariamente
304 Adriana Speranza

motivadas [. . .] Solo mediante estrategias que ‘icónicamente’ motiven las construc-


ciones lingüísticas pueden los hablantes hacer frente, exitosamente, a la necesidad
de transmitir mensajes nuevos e imprevisibles” (García 1998: 5).
Por otra parte, partimos del convencimiento de que las formas en variación
poseen un significado único, invariable e impreciso que se mantiene estable en
todos los contextos en los que la forma aparece. Como gran hipótesis del hablante,
el significado de las formas en variación se torna la clave para entender la selec-
ción hallada. Desde esta posición, a través de dos o más formas lingüísticas en
variación un evento puede representarse desde diferentes perspectivas, lo que
supone “dos maneras distintas de remitir al mismo referente” (García 1985) y que
dos o más términos son referencialmente equivalentes (Martínez 2000).
Desde esta perspectiva, entender la presencia de los usos alternantes requiere
de una explicación. Para ello, debemos descubrir cuáles son los factores que sub-
yacen a la selección que realiza el hablante. En este punto, tomamos distancia
de la lingüística laboviana puesto que es tarea del investigador descubrir cuáles
son los contextos que favorecen las formas halladas y proponer – motivar – los
factores que permitirán entender la distribución de las formas a partir de la con-
gruencia entre su aparición y los contextos en los que éstas ocurren (García 1988,
García 1995; Martínez 2000, Martínez 2009). La cuantificación se torna, en este
punto, un elemento central del análisis. La medición de la frecuencia relativa de
uso se transforma en un “síntoma” (García 1995) que el investigador debe recono-
cer como el principio del proceso analítico puesto que el desvío en la frecuencia
relativa de uso de las formas revela perspectivas cognitivas (García 1995, García
2009; Martínez 1995, Martínez 2000, Martínez 2010; Mauder 2001). En resumen,
la variación morfosintáctica posee una motivación relacionada con la mayor
compatibilidad comunicativa entre las unidades gramaticales en cuestión y el
contexto léxico o sintáctico en que ocurren (García 1985: 199).

4.2 La evidencialidad a través del análisis de la variación


lingüística
Como hemos mencionado, la variación estudiada se relaciona con la evidencia-
lidad como sustancia semántica que subyace a la elección del hablante. Parti-
mos de la presunción de que la alternancia de estas formas integra un conjunto
de estrategias discursivas desarrolladas con el fin de expresar la evaluación del
hablante acerca de la fuente de la cual obtuvo la información y acerca de la infor-
mación misma.
Como hemos propuesto en trabajos anteriores (Speranza 2014), el término
evidencialidad se relaciona con la forma en que distintas lenguas manifiestan
De la variación morfosintáctica y otros demonios 305

la modalidad epistémica, enfatizando el análisis de los recursos morfológicos,


léxicos o sintácticos empleados para indicar de qué manera el hablante ha tenido
acceso a la información que transmite y qué evaluación hace de la misma.
En el marco de los estudios sobre el tema, Guentchèva (1994, 1996) propone la
denominación de mediativo para la descripción de fenómenos como los citados,
ya que no centra su atención en la noción de “evidencia”. Desde esta perspectiva,
numerosas lenguas tipológicamente diferentes poseen formas gramaticales más
o menos específicas para indicar las funciones del mediativo. A través de estos
elementos, el locutor puede mostrar la distancia que toma respecto de las situa-
ciones descritas en el evento.
En las lenguas que poseen un sistema gramatical específico de este tipo, el
enunciador marca formalmente en la emisión su compromiso o distanciamiento
respecto de los hechos enunciados sin por eso pronunciarse sobre su contenido
referencial. De acuerdo con esta concepción, los valores fundamentales sobre
los cuales se organiza el funcionamiento del mediativo son: hechos relatados,
inferidos o de sorpresa. En función de las características de nuestro corpus, nos
interesa concentrarnos en los dos primeros valores citados.
Los “hechos relatados” adquieren un valor particular que debe distinguirse
de las formas del discurso indirecto (Guentchèva 1994: 12). El discurso indirecto
constituye una enunciación citada y por lo tanto, un acto de habla que remite a
una situación de enunciación que corresponde al discurso citado. El enunciado
que surge del mediativo es una proposición independiente y, en aquellas lenguas
que poseen codificación gramatical de esta categoría existen distinciones forma-
les entre el mediativo y el discurso indirecto.
En lo que respecta a los “hechos inferidos”, en el marco de esta propuesta
teórica, se trata de una inferencia por abducción.² La inferencia por abducción
representa una reconstrucción de la situación de enunciación: el acontecimiento
mediatizado es reconstruido sobre la base de las huellas observadas las cuales
pertenecen a un referente distinto del referente enunciativo. El procedimiento
resultante es la verbalización de un acontecimiento reconstruido y no el estado
constatado (Guentchèva 1994).
Esta perspectiva resulta pertinente para abordar la alternancia propuesta ya
que nos encontramos con hechos relatados y hechos inferidos. En este tipo de
construcciones, el enunciador alude a información que puede haber obtenido de
distintas fuentes, sin que éstas aparezcan necesariamente explicitadas, y mani-
fiesta su evaluación sobre el contenido del enunciado.

2 Guentchèva (1994) propone la noción de inferencia abductiva siguiendo a Ch. Peirce (1965).
306 Adriana Speranza

5 Antecedentes
5.1 Los tiempos verbales del modo subjuntivo

Según las distintas gramáticas del español, las formas del subjuntivo son uti-
lizadas en emisiones que exponen acciones dudosas, posibles, necesarias o
deseadas (Gili Gaya 1964: 133) es decir, acciones que indican un grado menor de
certidumbre puesto que su aparición se encuentra relacionada con la mayor o
menor oportunidad de realización otorgada por el hablante a los acontecimientos
contenidos en la emisión. La noción de certidumbre se relaciona con la expresión
de las conceptualizaciones que el individuo realiza de los acontecimientos sobre
los cuales posee datos suministrados por varias fuentes (Achard 2000: 163). Las
formas de este modo aparecen fuertemente vinculadas a sus contextos de apari-
ción y a la evaluación que el sujeto realiza de los acontecimientos expresados en
la emisión, como hemos dicho.
Desde otra perspectiva, se sostiene para el latín – relación que nos interesa
en función del significado básico que proponemos en este trabajo – que las cuatro
distinciones morfológicas del modo subjuntivo indican diferencias en el tiempo
en el que se desarrolló la acción y entre el tiempo y la evaluación o probabilidad
otorgada por el hablante. En este punto radica la mayor complejidad del modo
subjuntivo. La interacción entre estos aspectos es el factor que permite entender
el cambio que puede sufrir nuestra evaluación con el paso del tiempo. El uso de
las formas del subjuntivo puede indicar diferencias en el tiempo y además, dife-
rencias en el grado de probabilidad como resultado de la interacción mencionada
(Diver 2012: 185).
Según De Jonge (2004),“el subjuntivo indica que hay una alternativa rele-
vante en el contexto, independientemente de la situación real del evento en cues-
tión” (2004: 207). La presencia del modo subjuntivo en la emisión, entonces, está
dada no ya por la “no aserción” que habitualmente se atribuye a este modo, sino
por la relevancia contextual que adquiere su utilización como “alternativa” a la
ocurrencia expresada por el verbo (De Jonge 2004).

5.1.1 El Pretérito Imperfecto

Como hemos dicho, los tiempos del subjuntivo aparecen fuertemente vinculados
a sus contextos de aparición y a la evaluación que el sujeto realiza de los acon-
tecimientos expresados en la emisión, según las gramáticas de uso. Las formas
del PI (-ra y -se) poseen correspondencia con tres tiempos del modo indicativo:
pretérito perfecto simple, pretérito imperfecto y condicional simple. Comparten
De la variación morfosintáctica y otros demonios 307

con el condicional simple del modo indicativo la propiedad de no especificar la


relación temporal entre la situación designada y el momento de la enunciación
por lo cual la situación puede ser anterior, simultánea o posterior al momento del
habla (NGLE 2010: 458). En la utilización del PI, los límites temporales resultan
poco claros. Tal como sostiene Gili Gaya (1964: 176–178), el uso del PI corresponde
principalmente a la expresión del pasado y del futuro hipotético de Indicativo.

5.1.2 El significado básico de las formas

Dado el carácter de menor certidumbre atribuido a las acciones verbales expre-


sadas en subjuntivo, el PI manifiesta una menor oportunidad de realización aún
respecto de otros tiempos correspondientes a este modo, menor posibilidad de
ocurrencia de la acción contenida en el lexema verbal, es decir, estas formas
señalan una menor “posibilidad epistémica” de realización de la acción asig-
nada por el hablante (Martínez et al. 1998). Sin embargo, como hemos anticipado,
hacia el interior del PI, la forma -ra manifiesta un grado de mayor oportunidad
de realización en relación con la forma -se, que indica un menor nivel de opor-
tunidad de ocurrencia. La asignación de estos significados está dada porque las
formas del PI mantienen su significado etimológico: el origen indicativo de -ra
permite su incorporación en contextos menos favorables para la forma -se, pro-
piamente subjuntiva, derivada del modo verbal latino.

6 Los datos
Para este trabajo, hemos consultado 15 documentos, con un total aproximado de
38 000 palabras, correspondientes al siglo xvii, entre los años 1602 y 1690, pertene-
cientes a la región cultural de Montaña del actual territorio argentino, siguiendo la
propuesta de Martínez Sarasola (1998). Esta región incluye la zona conocida tradi-
cionalmente como Noroeste y Sierras Centrales. El corpus consultado de esta región
pertenece a los actuales topónimos Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Córdoba.
En el siglo xvi, entre las culturas originarias que habitaban la zona del Noroeste
podemos citar: Omaguacas, Diaguitas, Atacameños y Comechingones. El siglo xvii
se caracterizó por constituir el fin de la resistencia indígena del Noroeste. Las cul-
turas originarias se vieron sometidas a nuevas formas de organización comunita-
ria, de trabajo y de mestizaje que dieron lugar a la matriz hispano-indígena cuyo
desarrollo se prolongó a lo largo de los siglos posteriores. Se sumó la aparición de
la etnia Colla, síntesis de diaguitas y omaguacas, y de los grupos quechua y aimara
308 Adriana Speranza

procedientes de Bolivia. La presencia colla se consolidó durante el siglo XIX y se


constituyó en la portadora de la cultura andina (Martínez Sarasola 1998: 315–316).
Los datos anteriores ofrecen el marco general que nos permite postular el
mestizaje, la convivencia de distintos grupos étnicos y lingüísticos como uno de
los factores subyacentes a las diferencias distribucionales entre las variedades
del español americano y el español peninsular como producto del contacto/con-
flicto entre lenguas y culturas. Por ello, hemos segmentado nuestro corpus en
“criollos” y “no criollos” de acuerdo con el origen de los autores de los documen-
tos a partir de los datos que en ellos aparecen. La categoría “no criollos” muestra
una subdivisión entre aquellos autores identificados como españoles y aquellos
casos en los que no se determina el autor. Este grupo es importante dado que
aparece rotulado como “varios” sin identificación de los autores razón por la cual
no podemos afirmar con certeza su origen y por este motivo, no integran nuestro
análisis. La distribución observada a partir de la segmentación muestra una inte-
resante modificación en las distribuciones a favor de la forma -ra en el corpus
correspondiente a “criollos”, tal como se observa en la tabla que sigue:

Tabla 3: Distribución de las formas según origen de los autores siglo xvii.

Corpus Formas en variación Totales

-ra -se
Criollos 29 41 % 41 59 % 70 100 %
Españoles 5 23 % 17 77 % 22 100 %
No criollos Varios 9 8% 99 92 % 108 100 %
Totales 43 22.5 % 157 77.5 % 200 100 %

Distintos autores que han descrito de manera exhaustiva el tema (Cano Aguilar
2014; Lapesa 1981; Lara Bermejo 2019; Veiga 2006, entre otros) consideran el
siglo xvii como el momento de consolidación de la forma -ra como propia del
subjuntivo:

Como es sabido, en los siglos xvi y xvii se consuman dos de los cambios más trascendentes
para la historia del subjuntivo español, que llevan a una notable simplificación del sistema
heredado de la lengua medieval: por un lado, el desuso, pero no desaparición completa,
de la forma en -re en prácticamente todos sus contextos [. . .] por otro, el cambio de valores
de -ra, que pierde progresivamente su marca de “irreal”, y su referencia al pasado, para
igualarse en casi todos los usos con -se, generando así una situación curiosa en los sistemas
verbales: la coexistencia de dos formas con prácticamente los mismos valores, sin que una
de ellas sea sacrificada de forma inmediata (Cano Aguilar 2014: 3940).
De la variación morfosintáctica y otros demonios 309

En esa trayectoria de expansión, distintos trabajos muestran que las estructu-


ras condicionales han sido los contextos privilegiados para -ra (Cano 2014; Veiga
2006). Dada esta afirmación, hemos medido en nuestro corpus, tanto para crio-
llos como para españoles, la distribución de las formas en relación con el tipo de
estructura, tal como aparece en la siguiente tabla:

Tabla 4: Distribución de las formas según el tipo de estructura sintáctica


y corpus, siglo xvii.

Estructuras Corpus criollos Corpus españoles


Formas en variación Formas en variación
-ra -se -ra -se
Condicionales 12 63 % 7 37 % 2 29 % 5 71 %
Sustantivas 4 15 % 22 85 % 2 40 % 3 60 %
Comparativas 3 100 % 0 0% 0 0% 0 0%
Concesivas 7 100 % 0 0% 0 0% 0 0%
Finales 3 33 % 6 67 % 0 0% 4 100 %
Temporales 0 0% 1 100 % 0 0% 2 100 %
Relativas 0 0% 5 100 % 1 25 % 3 75 %
Totales 29 41 % 41 59 % 5 23 % 17 77 %

Como vemos, la distribución de las formas muestra una tendencia a favor de la


descripción citada, particularmente en el corpus de “criollos”. Si bien esa tenden-
cia confirma los datos hallados en las investigaciones diacrónicas, el número de
apariciones de -ra en emisiones condicionales resulta insuficiente para explicar
la aparición del resto de las formas.
A partir de una observación más detallada de los materiales con los que
trabajamos, intentaremos aproximarnos a una posible explicación sobre las
frecuencias observadas en el corpus correspondiente a “criollos”. Como hemos
planteado, nuestro interés consiste en acercarnos a una explicación acerca del
cambio lingüístico iniciado y de las motivaciones que subyacen al uso alternante
de -ra vs. -se, en el corpus seleccionado. En esta ocasión, proponemos los siguien-
tes parámetros:

(i) El tipo textual


(ii) La expresión del punto de vista

A continuación, exploraremos en qué medida estos factores influyen en la selec-


ción de las formas y nos permiten comprender las distribuciones halladas.
310 Adriana Speranza

6.1 El tipo textual

Si ponemos la lupa en las características de los documentos, encontraremos allí un


indicio que podría ayudarnos a pensar en las razones que dan lugar al aumento de
la forma -ra. De acuerdo con la descripción realizada sobre los tipos textuales, los
documentos administrativos son de carácter burocrático por lo que se muestran más
pautados, más normatizados, menos permeables a los cambios. Veamos un ejemplo:

2a) [. . .] después de la Muerte del dicho Marido el que muriese Yo sin tener ocasion
en este paraje tan despoblado de hacer otro nuevo testamento en este casso
dejaua por herederos a los Padres de la Compania de Jesus de la provincia del
tucuman para que fundasen un Colegio en la Villa de Tarija para la redución
a Nuestra Santa fee de los Yndios chiriguanas y otras naciones Y en este dicho
casso dejaua por uno de mis Albacea al Rector que al presente era o adelante
fuese de la Ciudad de Salta Y por que despues de todo esto solicitaron dichos
Padres que Yo y el dicho Mi Marido procurasemos en vida hacer dicha funda-
ción (Argentina, año 1690, administrativo, CORDIAM).

Por su parte, los documentos jurídicos, aún con la diversidad textual que mani-
fiestan, se presentan más dialógicos, más abiertos a la incorporación de formas
menos esperadas, al igual que los documentos particulares – cartas y otros –, por
lo tanto más cercanos a la oralidad. Ilustramos con los siguientes ejemplos:

2b) [. . .] me remuerde grauemente la conçiençia de no hauer puesto otros


medios mas eficaçes, aunque fuera con costa de desamparar estas ouejas
ad [. . .] y ir a la presencia de Vuestra real Persona a boluer por ellas aunque
en la nauegacion pusiera a rriesgo mi vida. Hame estoruado ultimamente
este medio las ultimas y christianissimas cedulas de Vuestra Magestad en
que tan apretadamente manda se quite este diabolico seruicio y el orden que
Vuestra Magestad se ha seruido en usar mandando al Licenciado Maldo-
nado. . . (Argentina, año 1609, jurídico, CORDIAM).

2c) [. . .] que Oliba y otros mercaderes de ai me lo pidieron -pero mexor le sera


a Vm enbiallo al Puerto -que ay mucha demanda del, que Rossillo me pago
a sus reales sien libras que llevo al Puerto el otro dia, a Juanilla la india
que esta en mi casa le pida Vm la plata que ubiere hecho ay del pan y otras
cossas, que seran algunos quarenta u sincuenta pesos, y perdone Vm que
quisiera acudir diferentemente a quien tan bien lo merese que si tubiera
bueyes, pudiera aver ynbiado sien hanegas de harina y otras tantas de
maiz. . . (Argentina, año s/d, cartas, CORDIAM).
De la variación morfosintáctica y otros demonios 311

Creemos que los contextos como (2a), por su carácter menos personal y más
estandarizado, favorecen la selección de -se. Estos contextos ofrecen mayor resis-
tencia a la introducción de cualquier innovación, como hemos mencionado. Por
lo tanto, la selección de esta forma, a partir de su significado básico, resulta la
más propicia. Por su parte, los contextos como (2b) y (2c), por su carácter más
personal, menos normatizado, más cercanos a la oralidad como hemos dicho,
resultan más apropiados para el cambio, representado en este caso por la expan-
sión de la forma -ra. La cuantificación, arroja los siguientes resultados:

Tabla 5: Distribución de las formas según el tipo textual. Corpus criollos, siglo xvii.

-ra -se Totales


Docs. particulares y jurídicos 25 62,5 % 15 37,5 % 40 100 %
Docs. Administrativos 4 13 % 26 87 % 30 100 %
Totales 29 41 % 41 59 % 70 100 %

o.r.: 10.83 χ2= 17.08 p< 0.001

Los resultados de la cuantificación permiten verificar la asociación entre el pará-


metro propuesto y el significado de las formas en variación, -ra y -se. La distribu-
ción observada nos ofrece una perspectiva acerca de los posibles intersticios por
los que se ha ido incorporando la forma menos esperada.
Una vez más, volvemos nuestra mirada hacia las estructuras que acogen las
formas en variación. A partir de la caracterización realizada más arriba, intenta-
remos probar si el tipo textual favorece la expansión de la forma -ra en las estruc-
turas condicionales. Los datos son los siguientes:

Tabla 6: Distribución de las estructuras condicionales según el tipo textual.


Corpus criollos, siglo xvii.

-ra -se Totales


Docs. particulares y jurídicos 12 86 % 2 14 % 14 100 %
Docs. Administrativos 0 0% 5 100 % 5 100 %
Totales 12 63 % 7 37 % 19 100 %

Verificamos cuantitativamente que la variación solo se observa en los docu-


mentos jurídicos y particulares que, como hemos sostenido, se muestran más
flexibles, más dialógicos y, por lo mismo, candidatos óptimos para la expansión
de la forma menos esperada. El significado indicativo pervive; ese significado
permite filtrar la evaluación del enunciador, aún en estos contextos, como estra-
312 Adriana Speranza

tegia pragmática y argumentativa, en el mismo sentido que propone Cano Aguilar


(2014) para otras condicionales.

6.2 La expresión del punto de vista

En la misma línea de análisis, si atendemos al contenido y características de las


emisiones, la frecuencia de la forma -ra aumenta en relación con los textos que
favorecen la presencia de la voz del locutor a través de declaraciones, denuncias,
pedidos, entre otros.
A partir del análisis de los contextos, retomamos la noción de “punto de
vista” (en adelante PdV) desarrollada en trabajos anteriores (Speranza 2014) para
aproximarnos a una explicación sobre los datos. Proponemos la noción de PdV
para referirnos a la perspectiva de los participantes introducidos en el discurso.
Desde nuestra propuesta, los “sujetos discursivos” constituyen la fuente a la cual
el enunciador otorga un nivel de “confiabilidad” por lo que a los hechos reprodu-
cidos les atribuye, a su vez, un determinado grado de factualidad y certidumbre,
en relación con la responsabilidad que la fuente es susceptible de asumir desde
los puntos de vista expresados en la emisión (Speranza 2014:108).
El PdV es, entonces, la representación de la perspectiva de los “sujetos dis-
cursivos”, a quienes el locutor les atribuye una intervención determinada en
función de la evaluación que realiza de los hechos descritos en los eventos pre-
sentados. En los documentos analizados, los participantes del discurso poseen
diferencias en función del lugar que ocupan en la escala social. Así, encontramos
participantes con mayor jerarquía a quienes el locutor se dirige para solicitar su
favor, informar, para sugerir, para denunciar. Estos sujetos pueden estar directa-
mente involucrados en el desarrollo de los eventos, son responsables de la toma
de decisiones, resuelven conflictos, entre otras cosas. Por otro lado, encontramos
participantes con menor jerarquía en la pirámide social que por lo mismo poseen
una posición menos destacada en lo que se refiere a la toma de decisiones, reso-
lución de conflictos, etc.
En este caso, los enunciados en los que aparece de manera explícita el PdV
del locutor que, en la mayor parte de los casos, ocupa un lugar menos destacado
en la escala social, resultan los candidatos más propicios para la selección de la
forma -ra, puesto que, desde nuestra postulación, el locutor les asignará mayor
oportunidad de realización como expresión de garantía, como fuente de la infor-
mación que transmite. Veamos el siguiente ejemplo:

3a) Y en quanto a la pregunta que se me/hace en qué estoy ocupada, digo que la
que yo tengo es de estar/siempre en mi casa pronta y aparejada para acudir
De la variación morfosintáctica y otros demonios 313

con el socorro/que se me pide y manda dar por los gouernadores que an sido
y son/desta tierra en las cosas tocantes al rreal seruicio, donde siempre/e
acudido con armas y cauallos y matalotaje que e dado al/soldado que se me
echa por suerte para que le avíe como es público y/notorio, sin ser rreseruada
como lo pudiera ser por ser muger/biuda, pobre y sola, y gozar de menos
feudo <inter: y rrentas>, corta y muy estrecha/que todos los vezinos desta
ciudad donde soy vezina, suçesora en la/segunda vida de Pedro Ximénez,
mi marido, que Dios aya, . . . (Argentina, año 1608, jurídico, CORDIAM).

Este ejemplo presenta un caso en el que -ra podría alternar con la forma condicio-
nal. Si bien se consideran contextos en los que la variación, en principio, no se
manifiesta – cuestión que vamos a considerar así puesto que en nuestro corpus
actual no disponemos de la forma -se para establecer el contraste –, entendemos
que esta selección se inscribe en lo que Veiga denomina “empleos de cortesía en el
caso de los verbos modales poder, deber y querer” (2006: 179). En este caso, entre
las opciones del hablante y en el marco de las relaciones descritas, la selección de
-ra resulta una opción intermedia entre la mayor oportunidad de realización, que
podría expresarse a través del condicional, cuestión que nos abordaremos puesto
que excede los objetivos de este trabajo, y la menor oportunidad expresada por
la forma -se.³ Podríamos postular que la selección de esta forma a comienzos del
siglo xvii marca el camino de la distribución actual hallada (Speranza 2018).
Por otra parte, los contextos en los que el locutor se dirige a personajes con
poder y jerarquía, o aquellos contextos en los que describe acciones realizadas
por ellos o solicitadas por la autoridad que representan, o a la que se ven subor-
dinados, o contextos en los cuales hace recomendaciones a las autoridades resul-
tan eventos en los que el locutor posee menos control, menor certeza ya que la
efectiva realización de las acciones o su descenlace está en manos de quien ejerce
la autoridad, por lo que no puede funcionar como garante y por lo mismo, se
presenta más cauteloso, menos acertivo, más respetuoso. Por ello, asignará un
grado menor de oportunidad de realización del evento a través de la selección de
la forma -se, como aparece en el ejemplo que sigue:

3b) Facilitaria tambien la conuersion de los Infieles, que Vuestra Majestad se


siruiese de mandar enuiar sobre carta de la Cedula en que se ordena, que
los indios reçien conuertidos no tengan seruiçio alguno, ni paguen tassa por

3 Los análisis realizados sobre el español de la Argentina del siglo xx, particularmente en el Río
de la Plata, muestran la expansión del condicional sobre el imperfecto más allá de la estigmati-
zación manifiesta sobre esta selección (Lavandera 1984).
314 Adriana Speranza

diez años los quales son menester para domesticarlos, y enseñalles la jus-
ticia y doctrina christiana; y assimismo couiene prohiuir con gravissimas
penas las Malocas y entradas, que no son otra cosa mas, que una monte-
ria, y caza de indios, que luego hazen esclauos, y como tales los venden. . .
(Argentina, año 1609, administrativos, CORDIAM).

Una aproximación cuantitativa nos permite corroborar nuestra postulación:

Tabla 7: Frecuencia de uso según el PdV presentado.


Corpus criollos, siglo xvii.

-ra -se Totales


+ PdV locutor 19 73 % 7 27 % 26 100 %
– PdV locutor 10 23 % 34 77 % 44 100 %
Totales 29 41 % 41 59 % 70 100 %

o.r.: 9.22 χ 2= 17.05 p< 0.001

La distribución observada integra una estrategia de refuerzo, a través de la selec-


ción de la forma -ra, en aquellos segmentos que permiten el despliegue de la pers-
pectiva del locutor, su evaluación de los hechos relatados, su posición frente al
evento y la construcción de su PdV como estrategia argumentativa. Por su parte,
la selección de la forma -se resulta una estrategia de mitigación, contraparte de la
anterior, al dirigirse a una autoridad de la cual depende y ante la cual se presenta
en relación de dependencia y subordinación, todo ello sustentado por el signifi-
cado de las formas.
Más allá de los resultados que, en principio, favorecen nuestra hipótesis,
observamos un grupo de enunciados que aparecen como aparentes “contraejem-
plos”. Veamos:

Tabla 8: Aparentes contraejemplos. Corpus criollos, siglo xvii.

-ra -se Totales


+ PdV locutor 19 73 % 7 27 % 26 100 %
– PdV locutor 10 23 % 34 77 % 44 100 %
Totales 29 41 % 41 59 % 70 100 %
o.r.: 9.22 χ 2= 17.05 p< 0.001
De la variación morfosintáctica y otros demonios 315

En 7 casos aparece la forma -se en contextos en los que se presenta el PdV del
locutor y en 10 casos aparece la forma -ra en contextos en los que se presenta un
PdV ajeno al locutor.
En lo que respecta a las formas en -se,corresponden a 3 documentos, 2 de
ellos fechados en 1608 y el tercero en 1690. En los 3 casos correspondientes a los
documentos de 1608, el locutor describe acciones a partir de órdenes recibidas de
sus superiores; en ellas el locutor recibe la fuerza del evento por lo que la pers-
pectiva presentada es ajena, tal como se observa en el siguiente ejemplo:

4a) /el gouernador don Pedro de Mercado Peñalosa, que entonçes {f.1v} tenía a
su cargo el gouierno d[e] ellas, /me mandó que fuese al valle de Calchaquí
con la/demás gente que él lleuaua al castigo y paçificaçión/de los yndios
çircunvezinos de aquel valle que estauan/alçados y alborotados por auer
muerto a vn frayle francisco/y a ciertos españoles, y que convenía que yo
fuese con [. . .] (Argentina, año 1608, cartas, CORDIAM).

Los 4 casos restantes corresponden a un documento administrativo del año 1690


en el cual se manifiesta la voluntad de una mujer por derogar y revocar ciertas
cláusulas de su testamento. Este caso acompaña los datos presentados más
arriba en la tabla 5 ya que es un documento administrativo, a la vez que presenta
la voz de una mujer con una posición destacada en la escala social, que toma la
decisión de cambiar la voluntad original de su testamento. En todos los casos, la
expresión de esa voluntad se ve acompañada por el consentimiento de su marido
que es, además, su heredero, tal como se verifica en el siguiente ejemplo:

4b) [. . .] Y porque fue condición deella que Yo la huuiese de aprouar y ratificar y


pareciendome que aunque no en lo referido en otrascircunstancias me peju-
dicaua dicha donacion dispuse que se chancelase como se hizo Y el dicho
mi Marido y Yo hicimos otra de nueuo que passo y otorgamos ante el dicho
Theniente y Justicia Mayor de este dicho partido como también dicha reuo-
cación con consentimiento y aprobación del Padre. . . (Argentina, año 1690,
administrativos, CORDIAM).

Por su parte, la presencia de la forma -ra en contextos menos esperados corres-


ponde a un documento fechado en 1613. Se trata del testimonio de un clérigo,
el padre Gerónimo de Godoy contra el alguacil Rodrigo de Soria; la declaración
está dirigida al Rey. El documento es una denuncia por la que se acusa a Soria
de corrupción, excesos de autoridad, robo, violencia, etc. Veamos el siguiente
fragmento:
316 Adriana Speranza

4c) . . . hombre dañino perjudiçial en esta Republica Siendo contrario d[e] ella
desfauoreçiendola con juezes vibiendo Con escandalo de su persona y
lengua en las Cossas que haze por quanto no ay persona que este bien con
el y si no fuera por el miedo que tienen de que les a de perseguir con la bara
que trae de Alguaçil mayor todo el pueblo hombres y mugeres entiende y
tiene por çierto este testigo juraran esto que tiene dicho y otras Cossas mas
de que se a acortado dezirlas por ser Saçerdote. . .[. . .] sabe este testigo que
a un feligres suyo llamado felis mulato del Seruiçio de {f.4} Geronimo Diaz
Maestro le quito quinze anegas de mayz Y muchas aues el dicho alguaçil
mayor deziendo que el padre del dicho felis que auia poco que auia falleçido
auia dejado orden para que se lo dixeran de missas y que el susso dicho lo
tomaua a su Cargo para pagarlo al dicho felis y este testigo sabe que no se lo
a pagado a mas tiempo de dos años y el dicho mulato se le a quexado a este
testigo. . . (Argentina, año 1613, jurídicos, CORDIAM).

Todo el testimonio es una larga denuncia contra una autoridad ante otra autori-
dad mayor. En esa escala de poder, el denunciante – integrante también de esa
escala jerárquica – fundamenta sus declaraciones en la evidencia obtenida a
través de su experiencia, lo que lo transforma en una fuente con información
de primera mano, y en la evidencia obtenida de segunda mano por medio de
las declaraciones de quienes padecen la violencia y el engaño de la autoridad:
“. . .este testigo como cura y beneficiado del partido de las estancias en su dis-
tricto ha visto por vista de ojos y otras de oydas y quejas de sus feligreses. . .”
Además, a lo largo de su extenso testimonio se encarga de destacar el conoci-
miento que posee de los hechos: “sabe este testigo. . .” con estas precisiones pre-
tende mostrar la validez de su discurso; discurso que se ve reforzado a través
de la selección de la forma -ra con la cual otorga mayor grado de factualidad y
certidumbre a las acciones descritas.

7 Conclusiones
En el presente trabajo hemos pretendido acercarnos a un caso de variación lin-
güística que integra los usos estandarizados del español actual. Hemos intentado
retrotraernos al siglo xvii para comenzar a entender las diferencias distribucio-
nales y acercarnos a las motivaciones que podrían explicar el cambio en proceso.
Nos mueve el interés por encontrar la clave que inició la expansión de la forma -ra
en el español de la Argentina, en el caso que nos ocupa.
De la variación morfosintáctica y otros demonios 317

Los factores que nos permiten explicar la variación se relacionan, como


hemos propuesto, con el grado de oportunidad de realización que el enunciador
le otorga al contenido referencial de la emisión. Esta asignación aparece repre-
sentada por las características de los textos en los que las formas aparecen y la
manifestación del PdV a través de la explicitación de la evaluación, de la “doxa”,
expresada en el discurso.
Desde nuestra propuesta, dentro de la menor certidumbre expresada por
la morfología del subjuntivo, entre las formas del PI existe una sutil diferencia,
aunque muy relevante, en cuanto a la idiosincrasia humana. La expansión y per-
vivencia de la forma -ra se explica por el significado etimológico de la forma. En
efecto, su origen indicativo derivado del latín se ha mantenido y ha admitido su
ingreso, tímido al inicio pero sostenido, en contextos menos esperados. El aporte
de ese significado originario ha contribuido a la convivencia de ambas formas y
su explotación creativa por parte de los usuarios.
La aparición de la forma -ra en contextos menos esperados integra un
proceso similar al abordado en investigaciones anteriores (Speranza 2014: 185)
por el cual el presente del subjuntivo toma contextos del PI. En este caso, pre-
tendemos mostrar cómo dentro del PI, -ra avanza cuantitativamente sobre la
presencia de -se y marca una tendencia que acompaña la sustitución del sub-
juntivo por el indicativo; tendencia que torna relevante la comparación pre-
sentada más arriba por la cual las diferencias distribucionales dan cuenta del
cambio iniciado.
Por otra parte, creemos que esta alternancia, lejos de manifestar “dos formas
distintas de decir lo mismo” (Labov 1983: 241), muestra el aporte que el signifi-
cado básico de las formas realiza al mensaje. Entendemos que esta es la razón
central por la cual la variación se ha mantenido en el tiempo incluso con las
modificaciones en la distribución señaladas.
Los datos obtenidos nos han permitido verificar la vinculación entre los usos
variables y los significados básicos postulados para las formas del PI. Creemos
que estos significados son congruentes con el análisis realizado y nos permiten
vincular los usos hallados a la evidencialidad como forma de expresión de los
modos de apropiación del conocimiento y el grado de validez otorgado por el
sujeto a la información que transmite el enunciado. Partimos de la presunción
de que el sostenimiento de este uso forma parte de un conjunto de estrategias
discursivas desarrolladas para este fin. El enunciador da cuenta de la informa-
ción que transmite y de su conocimiento, de la forma en la cual la ha adquirido
y cómo la evalúa, lo que significa presentarla a un potencial interlocutor como
+/- factual, +/- posible, en este caso. Creemos que estos usos constituyen un rea-
provechamiento de las formas del PI, de la misma manera que hemos observado
318 Adriana Speranza

en investigaciones anteriores sobre estas y otras formas que integran el sistema


verbal del español (Speranza 2011, 2014, 2018).

Corpus bibliográfico
CORDIAM = Academia Mexicana de la lengua. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de
América. URL: www.cordiam.org.
Fallo Judicial sobre la “Tragedia de Once” publicado el 30 de marzo de 2016 por la Cámara
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Mar Garachana
La evolución de ir a + inf en zonas de
contacto lingüístico
El caso del español de Barcelona

1 Introducción
El objetivo de este trabajo es analizar el empleo de las formas de futuro perifrás-
tico y morfológico en el español de Barcelona de finales del siglo xix y principios
del xx. El siglo xix fue el período decisivo para el asentamiento de ir a + inf
en la lengua española (Melis 2006), ya que, a partir de esta centuria, se asiste a
su consolidación para la expresión de la prospección temporal a expensas del
futuro sintético. Este proceso de sustitución se observa de manera particular en
América, donde el futuro morfológico ha sido decididamente desbancado por
la variante perifrástica (cf. Blas Arroyo 2008; Lara Bermejo 2016; Orozco 2015;
Osborne 2008; Sedano 2007 y las referencias contenidas en estos trabajos). La
excepción la encontramos en las regiones andinas y en los territorios peninsula-
res en los que el español está en contacto con el catalán.
En las regiones andinas, frente al resto de Hispanoamérica, el empleo del
futuro morfológico se ve activado por el contacto con el quechua (Escobar 1997;
Granda 1997; Niño-Murcia 1992; Haboud y Palacios 2017). Sin embargo, como se
señala en Niño-Murcia (1992: 705) y en Haboud y Palacios (2017: 23–28), se trata
de usos no vinculados a la expresión de la prospección temporal, sino a la for-
mulación de mandatos atenuados o recomendaciones y a la petición de favores.
En la Península, el contacto con la lengua catalana, que no dispone de un futuro
perifrástico, parece haber determinado una mayor presencia de las formas mor-
fológicas de futuro en el País Valenciano, las Baleares y Cataluña. En este caso, el
recurso al futuro sintético sí queda ligado a la temporalidad futura (Blas Arroyo
2004, Blas Arroyo 2007, Blas Arroyo 2008; Enrique-Arias 2010, Enrique-Arias
2014; Enrique-Arias y Méndez Guerrero 2020; Lara Bermejo 2016; Wesch 1997).

Agradecimientos: Este artículo se enmarca en los proyectos Diccionario histórico de las perífra-
sis verbales del español. Gramática, pragmática y discurso (II). Perífrasis temporales y aspec-
tuales. FFI2016-77397-P y GRADIA (2017 SGR 1337). Agradezco a los revisores anónimos la atenta
lectura de este trabajo y sus sugerencias, que sin duda mejoran el resultado. Errores, inexactitu-
des y descuidos son de mi entera responsabilidad.

Mar Garachana, Universidad de Barcelona, [email protected]

Open Access. © 2021 Mar Garachana, published by De Gruyter. This work is licensed under the
Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-014
322 Mar Garachana

Ante esta situación, y circunscribiendo nuestro centro de interés a la Ciudad


Condal, cabe plantearse varias preguntas de investigación. En primer lugar,
hay que tratar de determinar si en el siglo xix en el español barcelonés se dio la
misma expansión del futuro perifrástico que se observa en el resto de territorios
hispanohablantes o si, por el contrario, ya en este momento el futuro morfoló-
gico era más prominente. Esto es, en este trabajo se aspira a comprobar si en
el momento en que se forja la variedad de español de Barcelona ya existe una
diferencia significativa relativa al empleo de las formas morfológicas y perifrás-
ticas del futuro o si la diferencia se traza con el transcurso del tiempo.¹ De esta
manera, podremos determinar la profundidad histórica del menor empleo de las
formas de futuro perifrástico en el español barcelonés. En segundo lugar, y en
relación con el punto anterior, habrá que tratar de discernir si el menor uso que
se detecta en la actualidad en el español de Barcelona en lo relativo al empleo
del futuro perifrástico responde a la influencia del catalán o si se trata de un
proceso característico de la evolución del español de Barcelona sin conexión con
la lengua catalana. Por último, hay que plantearse si la utilización que se hacía
de las formas de futuro en el español barcelonés en el siglo xix era uniforme o
si, como sucede en el momento actual, pueden detectarse diferencias relativas
al grado de conocimiento de la lengua española, al nivel de dominio del catalán
y a los contextos comunicativos en los que cabe actualizar una forma de futuro.
Una vez respondidas estas preguntas, estaremos en condiciones de com-
probar si para el español de Barcelona es válida la hipótesis formulada en Blas
Arroyo (2007, 2008) para el español hablado en Castellón y confirmada por los
estudios de Enrique-Arias sobre el español de Palma de Mallorca (Enrique-Arias
2014, Enrique-Arias 2018; Enrique-Arias y Méndez Guerrero 2020). De acuerdo
con esta hipótesis, el parco empleo que se hace del futuro analítico en el español
de regiones catalanohablantes es el resultado de un proceso de inhibición de una
tendencia de cambio de la lengua española, a saber, la que llevó a la generali-
zación de ir a + inf. Asimismo, interesa analizar si el contacto con el catalán ha
podido determinar algún cambio relevante en los contextos de empleo del futuro
morfológico en el español barcelonés.
El hecho de que no existan trabajos diacrónicos acerca del empleo de las
formas de futuro en el español de Barcelona justifica la investigación que se desa-
rrolla en este artículo. Máxime si tenemos en cuenta que la consolidación del
español como dialecto terciario se dio antes en las ciudades, de manera especial

1 Para el desarrollo del español en Barcelona, véase los trabajos de Kailuweit (1996, 1997). Tam-
bién resultan de interés Sinner (2004) y Sinner y Wesch (2008). Para una exposición muy resu-
mida, puede verse Garachana (en dictamen).
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 323

en Barcelona, que recibió pronto un número de inmigrantes significativo (vid.


López Gay 2014).
Para llevar a cabo este trabajo, analizaremos el empleo que de las formas
de futuro, analítico y morfológico, se realiza en la sección del corpus GRADIA
dedicada al español de Barcelona. Concretamente, se van a estudiar cartas com-
puestas a lo largo del siglo xix y la primera década del xx por individuos catala-
nes o por inmigrantes que pasaron su vida en la Ciudad Condal. Cotejaremos los
resultados de este análisis con los que se obtienen del estudio del empleo de las
dos formas de futuro en los textos epistolares contenidos en el CORDE durante el
mismo período cronológico. Esta comparación permitirá establecer si la distribu-
ción de ambas formas de futuro era diferente en función de si el español estaba o
no en contacto con el catalán.
Este artículo se organiza en 6 apartados, además de la presente introducción.
En el apartado 2, se expone la metodología que se va a seguir y se describen los
corpus utilizados. En el apartado 3, se realiza una breve caracterización de la
distribución contemporánea de las formas de futuro en la Península. En el apar-
tado 4, se describe brevemente la trayectoria histórica del futuro perifrástico en
español y en el apartado 5 se centra la atención en el devenir de esta forma de
futuro en el siglo xix en textos epistolares de la Península, centrando la atención
en zonas sin contacto con el catalán. El apartado 6 se dedica a la comparación
entre el español estándar y el de Barcelona en el siglo xix en lo relativo al uso de
las formas de futuro. Por último, en el apartado 7 se exponen las conclusiones a
las que se llega.

2 Metodología y corpus
Un estudio de las características del que nos proponemos abordar en este artículo
exige analizar textos que permitan alcanzar resultados fiables. Como se indicó
en la introducción, hemos trabajado con la sección del corpus GRADIA para el
español de Barcelona, que comprende cartas compuestas a lo largo del siglo xix
y la primera década del xx (la mayoría de los documentos se redactaron en el
período comprendido entre 1880 y 1911²). Además, para el español del resto de la
Península se han expurgado las formas de futuro contenidas en los textos episto-
lares del CORDE que fueron redactados en el siglo xix y la primera década del xx.

2 Esta sección del corpus se encuentra en fase de elaboración, por lo que paulatinamente se irán
incorporando nuevos textos.
324 Mar Garachana

El corpus del español de Barcelona lo conforma principalmente la corres-


pondencia mantenida entre el 1890 y el 1911 por el matrimonio formado por el
escritor catalán Joan Maragall y su esposa, Clara Noble. La esposa de Maragall,
oriunda de Jerez de la Frontera, era hija de un corredor de seguros inglés, Ernest
Noble, y de una dama andaluza, María de las Angustias Malvido. Clara Noble
llegó a Barcelona en torno a 1885, cuando contaba unos 13 años de edad. Las
cartas que envía a Maragall se convierten, pues, en un corpus de control para
el estudio de las características del español barcelonés. En efecto, la presencia
de rasgos propios del español barcelonés en las cartas escritas por Clara Noble
son un buen indicio de la penetración de estas características en el español de
la Ciudad Condal a finales del siglo xix y principios del xx. Asimismo, integran
el corpus GRADIA para el estudio del español de Barcelona las cartas que Narcís
Oller envió a Benito Pérez Galdós, así como un conjunto de cartas redactadas a lo
largo del siglo xix por un grupo de personalidades barcelonesas, fundamental-
mente hombres de negocios y de la política catalana. Por consiguiente, el corpus
está integrado por misivas escritas por individuos cuya lengua materna fue el
catalán y por una persona llegada de fuera de Cataluña. En el caso de Narcís
Oller y de Joan Maragall su correspondencia comprende tanto textos escritos en
catalán como en castellano. En el caso de Clara Noble, solo se conserva alguna
carta que parece haber sido escrita en catalán. El conjunto del corpus contiene
un total de 82 577 palabras.
El corpus epistolar procedente del CORDE está constituido por la correspon-
dencia mantenida por diversos autores españoles que vivieron en el siglo xix:
Leandro Fernández de Moratín, Juan Valera, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio
Álvarez, el conde de Toreno, Miguel Garrido Atienza, Marcelino Menéndez Pelayo,
José Manuel Quintana, José Santa Coloma, José de la Serna, Miguel de Unamuno
y José Zorrilla. El total de palabras es de 768 008.
La temática de las cartas es dispar y esto determina una diferencia lingüística
relevante que puede explicar los resultados obtenidos en esta investigación. Por
un lado, tenemos las cartas del matrimonio Maragall, que tratan temas cotidia-
nos en una situación de inmediatez comunicativa máxima.³ Por el otro, tenemos

3 El término inmediatez comunicativa se toma de Koch y Oesterreicher (1990[2007]) para hacer


referencia a las situaciones de proximidad comunicativa, como por ejemplo puede ser una con-
versación entre amigos. La proximidad comunicativa se opone a la distancia comunicativa, ca-
racterística de situaciones formales como puede ser la que define a un texto legal. No hay que
identificar la inmediatez comunicativa con el texto oral y la distancia comunicativa con el texto
escrito, ya que la formalidad o la coloquialidad afecta tanto a los registros hablados como a los
escritos.
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 325

cartas de individuos (políticos, literatos, hombres de negocios) que se dirigían a


amigos en contextos que exigían una mayor distancia, propiciadora del recurso al
futuro morfológico. Esta diferencia resulta de particular interés para el tema que
nos ocupa, ya que la expansión de las formas perifrásticas parece ser un cambio
desde abajo, que cuaja antes en situaciones de proximidad comunicativa (Blas
Arroyo 2000; Gutiérrez 1994, Gutiérrez 1995).
Hemos extraído de los dos corpus GRADIA y CORDE todas las formas de
futuro (sintético y analítico) que contienen y las hemos clasificado en función de
su significado. De este modo, hemos podido cotejar los hábitos lingüísticos del
siglo xix relativos al empleo del futuro morfológico y del futuro analítico en las
regiones monolingües y en las que se caracterizan por el contacto con el catalán.
Obsta decir que para las estadísticas nos hemos concentrado en los usos en los
que futuro morfológico y futuro perifrástico alternan, mientras que hemos deses-
timado aquellos valores que excluyen una de las dos formas.
El estudio de las claves de la variación entre ambas construcciones para la
expresión del tiempo futuro entra de lleno en el ámbito de la sociolingüística
variacionista. Ahora bien, dado que la diferente distribución de ambas variantes
lingüísticas para la expresión de la prospección temporal se explica como efecto
del contacto de lenguas, a la vertiente variacionista hay que añadir el estudio del
cambio gramatical inducido por contacto. De hecho, nuestro marco teórico se
sitúa en el terreno de la gramaticalización inducida por contacto. Dentro de este
marco, trataremos de establecer la distribución del futuro perifrástico y del futuro
analítico en el español del siglo xix en las diferentes variedades del español
peninsular. De este modo, se podrán establecer las diferencias, caso que estas
existan, entre los usos del español de Barcelona y los del resto de la Península.

3 La distribución actual de las formas


de futuro en la Península
Como apuntábamos en la introducción, los investigadores han señalado un
empleo más frecuente de las formas de futuro morfológico en el español en con-
tacto con el catalán, frente a un empleo más descollante de las formas perifrásti-
cas en regiones monolingües. Sin embargo, más allá de esta constatación, para
el español peninsular son pocos los datos de los que disponemos, a diferencia
de lo que sucede para las variedades del español americano. Así, no sabemos
con certeza cuál es la distribución actual de las formas de futuro en la Península.
Para América, en cambio, se sabe que la expansión de las formas perifrásticas ha
alcanzado una proporción que, en ocasiones, casi ha supuesto la práctica des-
326 Mar Garachana

aparición de las formas sintéticas (cf. Blas Arroyo 2008; Orozco 2015; Osborne
2008; Sedano 2007, y las referencias incluidas en estos trabajos). Blas Arroyo
(2008) señaló que en España el retroceso de la forma morfológica del futuro no es
tan marcada, si bien los resultados del trabajo de Osborne (2008) parecen poner
en tela de juicio tal afirmación, pues esta autora obtiene unos resultados que
no difieren en exceso de los del continente americano. Con todo, la metodolo-
gía de trabajo de Blas Arroyo y Osborne y los objetivos que persiguen no hacen
totalmente comparables ambos estudios. Son, pues, precisos más trabajos que
permitan establecer el alcance real de la distribución de las formas de futuro
en la Península, ya que, tal y como señalan Enrique-Arias y Méndez Guerrero
(2020: 316): “At any rate it is fair to conclude that we do not know much about the
actual distribution of futures in Peninsular Spanish”.
Las investigaciones existentes en el momento actual sobre el empleo de las
formas de futuro en tierras peninsulares acostumbran a señalar ciertas diferen-
cias en el empleo de ambas formas de futuro. Blas Arroyo (2008) considera que
el futuro morfológico es la forma no marcada para la expresión de la prospección
temporal. En contrapartida, el futuro analítico está ligado a contextos marcados,
ya sea porque queda muy vinculado a la significación de eventos que se producirán
en el contexto inmediato, o en un tiempo que para el hablante resulta próximo, ya
sea porque sirve para expresar hechos que en la mente del hablante son de seguro
cumplimiento. Se trata, pues, de una forma verbal ligada a la expresión de la
opinión del hablante y, por lo tanto, de una construcción propia de la subjetividad.
Significativamente, Enrique-Arias y Méndez Guerrero (2020) encuentran una rela-
ción especial entre el futuro perifrástico y la modalidad exclamativa. Asimismo,
Blas Arroyo (2000) muestra la afinidad de la lengua oral por la forma analítica,
mientras que la forma sintética se aviene mejor con los textos escritos. Además, ir a
+ inf ha sido vinculada con las generaciones más jóvenes, incluso en contextos de
contacto con el catalán (Blas Arroyo 2007; Enrique-Arias y Méndez Guerrero 2020).
Esta distribución permite aventurar la hipótesis de que en la Península existe una
diferencia estilística en el empleo de las formas de futuro (Blas Arroyo 2000: 174).
De manera similar a lo que acabamos de explicar acerca de la distribución
del futuro perifrástico y del futuro morfológico en el español estándar, en las
regiones en las que se da el contacto con el catalán tampoco sabemos con exac-
titud el alcance de la distribución de valores de las formas de futuro. Los estu-
dios existentes solo permiten conocer la distribución de las formas de futuro en
comunidades de tierras catalanohablantes en función del origen del hablante.
Pero falta contrastar los datos de la distribución de estas dos formas de futuro en
tierras catalanohablantes con los del empleo de estas mismas formas en regio-
nes monolingües. Así las cosas, lo único que se acostumbra a señalar es que uno
de los rasgos que se ha considerado caracterizador de la variedad de español
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 327

de zonas catalanohablantes (Valencia, Cataluña e Islas Baleares) es el empleo


más reducido de la perífrasis de tiempo futuro ir a + inf, frente a un empleo más
destacado del futuro morfológico. Para el caso del español de Barcelona, la situa-
ción es muy precaria, puesto que los trabajos se han concentrado en la lengua de
las generaciones más jóvenes (Illamola Gómez 2016). Así pues, no sabemos qué
sucede en otros grupos sociales, ni se ha comparado el empleo de estas formas de
futuro con el de otras regiones peninsulares.⁴
Por fortuna, disponemos de un trabajo que ha emprendido dicha compa-
ración. Nos referimos al estudio de Enrique-Arias y Méndez Guerrero (2020),
quienes cotejan el empleo del futuro en el español de Palma de Mallorca con el
de Alcalá de Henares a partir de los datos obtenidos del corpus PRESEEA. Este
trabajo permite comprobar con datos empíricos que, efectivamente, frente a regio-
nes monolingües, en territorio catalanohablante el recurso al futuro sintético es
superior al que se hace del futuro analítico. En efecto, estos autores encuentran
una diferencia de empleo altamente significativa. Concretamente, en Palma de
Mallorca el futuro morfológico aparece en su corpus en un porcentaje de 53,6 %
frente al 23,2 % de Alcalá de Henares.
La mayor presencia del futuro morfológico en tierras catalanohablantes
puede explicarse como consecuencia de la influencia del catalán. En esta lengua,
no solo no existe una forma de futuro perifrástico, sino que, además, el equiva-
lente formal en catalán para la perífrasis del español ir a + inf se utiliza para
la expresión del pasado temporal. Así vaig dir, literalmente voy decir, significa
‘dije’ (1). Solo en unos pocos casos admite la norma del catalán el empleo con
matices prospectivos de una estructura paralela a la del castellano. Se trata de
la construcción anar a + inf, que se documenta con significados aspectuales
de inminencia, vinculados a la intención del sujeto de llevar a cabo una acción
(2), o de conato (3) (Gavarró y Laca 2002[2008]: 2692–2694; IEC 2016). Fuera de
estos casos, el empleo de anar a + inf con valor de inminencia, junto a sujetos
inanimados no agentivos y con infinitivos que no signifiquen acciones, es consi-
derado incorrecto, fruto de la influencia del castellano (4).

4 Cuando este trabajo estaba ya concluido, uno de los revisores anónimos nos proporcionó in-
formación muy relevante para el empleo contemporáneo de las formas de futuro en el español
de Barcelona. Concretamente, se trata de datos procedentes de Dialectos del español (Bouzouita,
Castillo y Pato 2018, 2019). A la hora de seleccionar formas de futuro perifrástico y de futuro
morfológico, los hablantes de Barcelona recurren con alguna mayor frecuencia a las formas sin-
téticas (No te preocupes. . . vendrán hoy) que a las analíticas (No te preocupes. . . van a venir hoy).
Sin embargo, la diferencia de porcentaje no es tan marcada como se podría pensar (1911 casos
de futuro morfológico, esto es el 32 % y 1398 casos de futuro sintético, o sea, el 24 %). Además,
el porcentaje de informantes que aceptan por igual ambas formas es de un 44 % (2554 casos).
328 Mar Garachana

1. Li ho vaig dir
‘Se lo dije’

2. Vaig a dir-te una cosa


‘Te voy a decir una cosa’

3. Anava a dir-t’ho quan em van trucar


‘Iba a decírtelo cuando me llamaron’

4. *Sembla que va a nevar


‘Parece que va a nevar’

Por lo tanto, la convergencia lingüística podría dar cuenta de la recurrente pre-


sencia en el español de Barcelona del futuro morfológico en contextos intencio-
nales (5) o de inmediatez temporal (6). Incluso, puede aparecer en oraciones en
las que esta forma verbal está vedada en el español de otras regiones peninsu-
lares; así en subordinadas temporales, modales y sustantivas de relativo y en la
prótasis de las condicionales (7).⁵

5. ¿Qué harás para cenar?

6. Que te caerás. . .

7. a. *Lo hablaremos cuando vendrás


b. *Hazlo como querrás
c. *Quien hablará será el que pierda
d. *Si vendrá, ya nos avisará

Esto no significa que en el español de Barcelona no se empleen las formas


analíticas. Pero lo hacen en menor medida, y en función de las características
sociolingüísticas del hablante: dominio de las lenguas catalanas y española, pro-
cedencia geográfica del hablante y de su familia, contexto de habla, entre otras.
A diferencia del español de Palma (Enrique-Arias y Méndez Guerrero 2020), estas
variables no están bien definidas todavía para el español de Cataluña (y espe-
cíficamente de Barcelona), pues falta un estudio sistemático basado en corpus

5 Conviene notar que, como señala la RAE-ASALE (2009: 1774), el futuro en la prótasis de las
condicionales es también posible en Centroamérica. En relación con los usos del catalán, vid.
iec (2018: §20.5.3). Por último, para los usos específicos del español de Cataluña, véase Blas
Arroyo (2007).
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 329

amplios. Insistimos en que en este trabajo no vamos a resolver esta cuestión,


ya que lo que aspiramos a establecer es el empleo de las formas de futuro en el
español barcelonés del siglo xix y de la primera década del xx a fin de determi-
nar cuál ha sido el empleo de las formas de futuro en el español en general y en
el español de Cataluña en particular a lo largo de la historia. De esta manera,
podremos discernir cómo se empleaba el futuro analítico en el español de Cata-
luña en el siglo xix, que, insistimos, es el momento de expansión de la perífrasis
analítica en la lengua general y el momento en el que el castellano se desarrolla
en Barcelona como una variante dialectal más. A esta cuestión dedicamos las
siguientes páginas.

4 La evolución del futuro perifrástico en español


La competencia que hemos descrito en el apartado anterior entre el empleo de
las formas de futuro, que ha llevado a la práctica desaparición del futuro morfo-
lógico en amplias zonas de América y al retroceso de este en las regiones penin-
sulares en las que no se da el contacto con el catalán, es reciente. En efecto, la
oposición entre estas dos formas de futuro no toma cuerpo hasta el siglo xix, y de
manera particular hasta el xx. Aunque disponemos de ejemplos medievales de
la perífrasis de futuro, esta solo empieza a ocupar un lugar representativo en la
lengua a partir del ochocientos.
Las primeras documentaciones de ir a + inf con valor de tiempo futuro en
español son del siglo xiii. Se trata de ejemplos muy escasos que se emplean
en contextos en los que un sujeto humano y animado realiza una actividad, como
en (8a). Esta documentación temprana procede de una traducción bíblica (8b)
que ratifica que el te va a dar de (8a) debe entenderse en sentido futuro.

8. a. E si quisieres que sea bien de ti e de tu linage después, e que dures tú


mucho tiempo señor sobre la tierra que Dios te va a dar, guarda estos man-
dados. (Siglo xiii, Alfonso X, General estoria I, apud GRADIA)

b. custodi praecepta eius atque mandata quae ego praecipio tibi ut bene sit
tibi et filiis tuis post te et permaneas multo tempore super terram quam
Dominus Deus tuus daturus est tibi. (Vulgata, apud Bibliamedieval)
‘guarda sus preceptos y los mandamientos que te ordeno, para que te
vaya bien a ti y a tus hijos después de ti y para que permanezcas largo
tiempo sobre la tierra que el Señor tu Dios está a punto de/se dispone a/va
a entregarte’
330 Mar Garachana

Durante los siglos xiii-xiv es difícil discernir si la construcción tiene valor


de movimiento o de tiempo futuro (9–10). En contrapartida, los siglos xv-xvi
experimentan el avance de la construcción, que puede aparecer junto a sujetos
no humanos e inanimados (11–12) y con verbos estativos (13) para expresar
significados prospectivos. En el siglo xix se consolida la perífrasis en contextos
inequívocamente de tiempo futuro, junto a verbos de sujeto cero (14). Pero, sobre
todo, lo realmente relevante del siglo xix es que las formas de futuro amplían
también su frecuencia de empleo (Melis 2006).

9. & sepas que vo yo lidiar contigo. (Anónimo, Bocados de oro, siglo xiii, apud
GRADIA)

10. mas al cuytado del omne non le conteçe assi. que quando se va a echar de
noche enla cama desnuda su rropa & ponela assu cabeçera (Sancho IV, Cas-
tigos y documentos para bien vivir, siglo xiv, apud GRADIA)

11. Señor, servir como a mi Criador a quien ella ha de ir; el cuerpo sin ventura
luego me va fallir. (Pedro López de Ayala, Libro de Palacio, siglo xiv, apud
GRADIA)

12. DILETA ¡Qué plazer!


Ya el mundo se va a perder
pues ora tú me motejas,
aunque no puedo creer
que de verdad me festejas. (Torres Naharro, Ccomedia Aquilana, siglo xvi,
apud CORDE)

13. MERCURIO. Tu presencia muestra tu poder. Tu habla manifiesta tu saber y tu


camino, tu bondad. De manera que muestras bien cuánto cuidado tuviste de
parecer a aquel gran Dios de quien vas a gozar. (Juan de Valdés, Diálogo de
Mercurio y Carón, siglo xvi, apud GRADIA)

14. a. ¿Pero señores, nos acantonamos o no nos acantonamos?. . . porque si no


va a haber aquí una yeción. (Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Dos
historias de casadas, siglo xix, apud GRADIA)

b. - Sí que va a llover, dijo Rita. Esta noche ví (sic) la estrella del agua, que
trae la tempestad por farol (Fernán Caballero, La familia de Alvareda,
siglo xix, apud CORDE)
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 331

La expansión del futuro analítico en el siglo xix no puede separarse de la evolu-


ción de los tipos textuales (novela realista, prensa, teatro obrero) y de la inversión
en la consideración de algunos rasgos lingüísticos tradicionalmente tachados de
poco elegantes. Los testimonios de los que disponemos muestran que la forma de
futuro perifrástico habría recibido una connotación sociolingüística negativa en
el pasado. Así se puede ver en el fragmento de (15), donde parece que se prefiere
la perífrasis haber de + inf, en vez de ir a + inf, para la expresión del futuro. Gutié-
rrez (1994, 1995) y Blas Arroyo (2000) confirman este extremo al defender que la
expansión de las formas analíticas de futuro constituye un cambio “desde abajo”.

15. Doña Fulana es muy amiga mía, eso mi cuarta abuela lo decía; pero ella es la
mejor de mis amigas, ¡oh, qué expresión! Parece que hace migas el alma en
la dulzura de esta almibaradísima ternura. Voy a jugar mañana es frase cha-
bacana; a una partida he de asistir de juego se ha de decir, y luego se ha de
añadir: Ormaza también a otra partida va de caza (J.F. de Isla, Fray Gerundio
de Campazas, siglo xviii, GRADIA)

El avance de las formas de futuro perifrástico ha tenido un impacto directo en el


empleo de las formas sintéticas, que se han ido especializando cada vez más en
la expresión de valores modales epistémicos (16) o en la formulación de manda-
tos (17).

16. - ¿Qué le pasa a Juan?


- No sé. Estará cansado

17. No matarás

5 Las formas de futuro en el texto epistolar del


siglo xix y principios del xx
Acabábamos el apartado anterior, señalando la relevancia de los contextos de
proximidad comunicativa para el empleo del futuro perifrástico. Esta afinidad
hace que un corpus de correspondencia entre amigos y familiares resulte un buen
lugar donde encontrar la construcción ir a + inf y analizar su progresión a lo largo
del siglo xix y la primera década del xx. Además, las cartas son un tipo textual
idóneo para que los autores expliquen objetivos y planes futuros, lo que favore-
cerá el recurso a tiempos vinculados a la prospección temporal.
332 Mar Garachana

Significativamente, los datos que hemos obtenido de la consulta de la corres-


pondencia contenida en el CORDE para siglo el xix y principios del xx muestran
una progresión en el empleo de la forma ir a + inf en el español peninsular. Este
avance se observa tanto si tenemos en cuenta su frecuencia en el corpus por cada
mil palabras, como si nos detenemos a comparar el porcentaje de empleo de las
formas analíticas y de las formas perifrásticas.
Si analizamos las Tablas 1 y 2, vemos que el futuro morfológico mantiene una
frecuencia por cada mil palabras bastante estable a lo largo de todo el período
estudiado (en torno a las 9 apariciones por cada mil palabras). En cambio, el
futuro analítico muestra una progresión que le lleva desde una presencia casi nula
durante los primeros 60 años del siglo xix a 0,45 apariciones por cada mil pala-
bras en la última etapa de este siglo y la primera década del siguiente. Así pues, se
detecta un tímido asentamiento de la forma ir a + inf en los hábitos lingüísticos de
los hablantes de regiones monolingües. Los datos coinciden, pues, con lo que se
ha señalado en los estudios diacrónicos sobre el futuro (Aaron 2006; Melis 2006).

Tabla 1: Frecuencia del futuro morfológico por millón de palabras en el CORDE.

1800–1829 1830–1859 1860–1889 1890–1911 Total general


Frecuencia absoluta 1896 798 2346 1332 6372
Número de palabras 197205 146662 290744 133397 768008
Frecuencia por mil 9,61 5,44 8,06 9,98 8,29
palabras

Tabla 2: Frecuencia del futuro analítico por millón de palabras en el CORDE.

1800–1829 1830–1859 1860–1889 1890–1911 Total general


Frecuencia absoluta 30 1 148 60 239
Número de palabras 197205 146662 290744 133397 768008
Frecuencia por mil 0,15 0,006 0,5 0,45 0,31
palabras

La misma progresión que hemos observado, relativa a la frecuencia de aparición


de ir a + inf por cada mil palabras dentro del corpus, se manifiesta si compara-
mos entre ellas las formas perifrásticas y morfológicas del futuro. Como se puede
ver en la Tabla 3, desde los últimos 40 años del siglo xix en el texto epistolar se
detecta un avance significativo del empleo de ir a + inf. Se pasa de una distribu-
ción en la que la forma morfológica del futuro es casi exclusiva, con porcentajes
que rozan el 100 %, a otra en la que las formas perifrásticas se sitúan en torno al
5 % del total de empleos de las formas de tiempo futuro. Estamos, sin embargo,
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 333

lejos de los datos contenidos en Enrique-Arias y Méndez Guerrero (2020) para la


lengua contemporánea en regiones monolingües. En efecto, en su estudio sobre
el empleo de los futuros en Alcalá de Henares, estos autores cifran el empleo de
la forma sintética en un 23,2 %, frente a un porcentaje de uso del 76,8 % para la
forma perifrástica.

Tabla 3: Distribución de las formas de futuro morfológico y analítico en el español de zonas


no catalanohablantes.

1800–1829 1830–1859 1860–1889 1890–1911 Total general


Futuro morfológico 98,4 % 99,8 % 94 % 95,7 % 96,3 %
(1896/1926) (798/799) (23462494) (1332/1392) (6372/6611)
Perifrástico 1,6 % 0,2 % 6% 4,3 % 3,7 %
(30/1926) (1/799) (148/2494) (60/1392) (239/6611)

Los empleos de las formas analíticas, por lo demás, no se reducen únicamente a


los contextos de inmediatez comunicativa (18)-(19), en los que la distancia tem-
poral respecto del momento de la enunciación es mínima (no superior en un día),
sino que los encontramos ya con valores que codifican una distancia temporal
máxima. Así, en (20) la interrupción de la que se habla se producirá durante un
plazo de tiempo que se extenderá de manera considerable (va a haber larga inte-
rrupción).⁶

18. Santander, 30 de diciembre de 1886. * Sr. D. Juan Valera. Mi querido amigo D.


Juan: Empiezo por desear a usted mil felicidades en el año que va a empezar.
(Marcelino Menéndez Pelayo, Carta de 30 de diciembre de 1886 [Epistolario
de Valera y Menéndez y Pelayo], CORDE)

19. Querido Juan: voy a responder a todos los artículos de tu carta del 18 de éste.
(Leandro Fernández de Moratín, Cartas de 1827 [Epistolario], CORDE)

6 Codificamos la distancia temporal, siguiendo la propuesta de Blas Arroyo (2000: 178–182;


2008: 9–14) y Enrique-Arias y Méndez Guerrero (2020: 324–327). Así, hemos clasificado los usos
del futuro analítico diferenciando entre una distancia temporal inmediata, intermedia, máxima
e indefinida. La distancia temporal inmediata supone que se habla de eventos que se producirán
en un plazo de tiempo no superior a las 24 horas. La distancia temporal intermedia comprende
un espacio de tiempo que se extiende en no más de una semana desde el momento de la enuncia-
ción. La distancia temporal máxima abarca el mes posterior al momento de la enunciación. Por
último, la distancia temporal indefinida no especifica el tiempo que transcurre entre el momento
de la enunciación y el cumplimiento del evento expresado con el tiempo futuro.
334 Mar Garachana

20. Lo malo es que, con preparativos de viaje, despedidas, etc., no voy a poder
escribir en algunos días, y va a haber larga interrupción en esta producción
y publicación. (Juan Valera, Carta de 26 de octubre de 1887 [Epistolario de
Valera y Menéndez y Pelayo], CORDE)

En lo referente a los colocados léxicos, se observa la misma consolidación de la


perífrasis. Así, vemos que, desde comienzos del ochocientos, en la posición de
verbo auxiliado ya no solo aparecen verbos que expresan algún tipo de actividad,
sino que tenemos verbos estativos (21). Además, desde finales de siglo, se docu-
menta la perífrasis junto a verbos que exigen sujetos cero (22).

21. a. Mientras más reposo y solaz parece que voy a tener para escribir, menos
escribo. (Juan Valera, Carta de 6 de octubre de 1881 [Epistolario de Valera
y Menéndez y Pelayo], CORDE)

b. Cuídese usted mucho y viva sano y largo tiempo, pues va a ser notabi-
lísimo personaje en las Letras españolas. (Juan Valera, Carta de 11 de
agosto de 1878 [Epistolario de Valera y Menéndez y Pelayo], CORDE)

c. De todas maneras, soy de opinión que urge mucho salir de este negocio: así
por el estado actual de mis estrechezes como por el de las cosas públicas;
que según lo que se dice por aquí van a sufrir un trastorno general en nuestra
tierra. (Leandro Fernández de Moratín, Cartas de 1821 [Epistolario], CORDE)

22. Trata del gran Concilio o Congreso que va a haber en Chicago para acabar
con la pobreza, el vicio y la miseria y la guerra, y hacer que reinen la virtud,
la paz, la abundancia y el honesto deleite. (Juan Valera, Carta de 29 de agosto
de 1892 [Epistolario de Valera y Menéndez y Pelayo], 1892, CORDE)

Así pues, aunque la ratio futuro morfológico vs. futuro perifrástico todavía es
favorable al primero, las bases de la formación del futuro perifrástico están bien
establecidas en el corpus epistolar correspondiente al siglo xix.

6 El futuro en el español de Barcelona.


Comparación con las regiones monolingües
Nuestro corpus para el español de Barcelona es todavía muy reducido para los
ochenta primeros años del siglo xix, de manera que nuestras afirmaciones para esta
etapa son poco concluyentes. Por este motivo, los datos cuantitativos que vamos a
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 335

presentar se corresponden con los últimos veinte años del siglo xix y la primera
década del xx. Concretamente, la información que vamos a ofrecer se refiere a la
correlación de formas de futuro morfológico vs. futuro perifrástico en el español
de Barcelona durante dicho período histórico. De este modo, podremos comprobar
si existían diferencias entre el español de Barcelona y el del resto de la Península
que sean indicativas de la inhibición del cambio que se estaba produciendo en el
español estándar a lo largo del siglo xix, a saber, la extensión de ir a + inf.
Si atendemos a la frecuencia por mil palabras que presentan las formas
perifrásticas y morfológicas de futuro en el corpus del español de Barcelona,
los datos que obtenemos son los contenidos en la Tabla 4. Si comparamos estos
resultados con los de las Tablas 1 y 2, correspondientes al español de regiones no
catalanohablantes, se hace patente una distancia que, aunque no muy significa-
tiva, muestra una mayor presencia de las formas sintéticas en el español barcelo-
nés (11,25 apariciones por mil palabras en Barcelona, frente a 9,98 en el resto de
España). A su vez, las formas perifrásticas presentan una frecuencia ligeramente
inferior (0,33 en Barcelona frente a 0,45 en el resto de territorios). Con todo, los
datos no resultan tan distantes como para postular que el español de Barcelona
se estaba alejando del español estándar.

Tabla 4: Frecuencia por millón de palabras del futuro perifrástico y del futuro
morfológico en Barcelona. Datos procedentes del corpus GRADIA (1890–1911).

Futuro perifrástico Futuro morfológico


Frecuencia absoluta 28 929
Palabras corpus 82577 82577
Frecuencia por mil palabras 0,33 11,25

En la misma línea de la no separación radical apunta la correlación de empleo de


las formas de futuro morfológico y de futuro perifrástico, que solo muestra ligeras
diferencias respecto del español de territorio no catalanohablante. Como se vio
en la Tabla 3, en el último de los períodos observados en el español estándar, el
cotejo de formas arroja un resultado de acuerdo con el cual el futuro morfológico
aparece un 95,7 %, frente al 4,3 % correspondiente al futuro analítico. En

Tabla 5: Distribución de las formas de futuro


morfológico y analítico en el español de
Barcelona (1890–1911).

Futuro morfológico 97 % (929/957)


Futuro perifrástico 3 % (28/957)
336 Mar Garachana

Barcelona, la correlación es ligeramente más favorable para el futuro morfoló-


gico (97 %) y menos para el perifrástico (3 %), tal y como se ve en la Tabla 5.
Sin embargo, salta a la vista que la diferencia no resulta tan marcada como para
sostener que en el español barcelonés la forma de futuro sintético se utilizaba en
mucha mayor medida que en el resto de territorio hispanohablante.
Podría argüirse que la distancia no excesiva que existe en el empleo de las
formas de futuro en el español peninsular y en el español de Barcelona puede
achacarse a la temática de las cartas. Por más que todas ellas se caractericen por
quedar dentro de una correspondencia entre personas con una relación próxima,
lo cierto es que las diferencias entre las misivas de CORDE y las de GRADIA son
significativas, como apuntábamos en el apartado 2. Los textos de regiones mono-
lingües fueron redactados por intelectuales que, aunque trataban de cuestiones
propias de la proximidad comunicativa, no por ello, dejaban de teñir sus textos
de rasgos de formalidad. En ocasiones, incluso, se trata acerca de temas de
cierta seriedad. En cambio, las cartas escritas por Joan Maragall, Clara Noble y
sus amigos y familiares versan sobre temas de la más absoluta cotidianeidad y
solo muy puntualmente se tratan temas de mayor circunspección. Siendo como
es el futuro perifrástico una forma verbal marcada por su empleo en contextos
de inmediatez comunicativa, podría pensarse que las características de los dos
corpus han distorsionado los resultados obtenidos, favoreciendo el empleo de las
formas de futuro perifrástico en el español de Barcelona.
A fin de establecer la validez de los datos obtenidos en nuestro estudio,
hemos examinado un corpus de control que queda ligado a situaciones de menor
proximidad comunicativa que la que se registra en la correspondencia entre Joan
Maragall y Clara Noble. Concretamente, hemos analizado la correspondencia
mantenida entre Benito Pérez Galdós y el escritor catalán Narcís Oller entre 1884
y 1915.⁷ Los resultados obtenidos, recogidos en la Tabla 6, no son muy diferen-
tes de los que resultan de la comparación del CORDE y de GRADIA. De hecho,
los datos de la Tabla 6 se encuentran aún más próximos a los resultados obteni-
dos en el español de territorios monolingües, lo que ratifica que, cuando menos
en la lengua escrita, a finales del xix el español de Barcelona, en situaciones de
proximidad, no manifestaba una distancia singular en el empleo de las formas de
futuro, más allá de los casos que comentaremos a continuación. Así pues, la con-
vergencia gramatical que se observa en la lengua contemporánea y que supone un

7 Oller nació en Valls (Tarragona), pero pasó la mayor parte de su vida en Barcelona, donde
ejerció como abogado. Su correspondencia con Galdós fue publicada por Shoemaker (1964). Las
cartas de Galdós a Oller están también recogidas en la edición de la correspondencia galdosiana
realizada por Smith et al. (2016).
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 337

menor empleo de las formas perifrásticas que en el resto de la Península no puede


certificarse para el español de Barcelona de finales del xix y de principios del xx.

Tabla 6: Proporción de empleo de las formas de futuro morfológico y analítico en la


correspondencia mantenida por Narcís Oller y Benito Pérez Galdós (1884–1915).

Futuro morfológico Futuro perifrástico


Benito Pérez Galdós 95 % (76/80) 5 % (4/80)
Narcís Oller 95,8 % (92/96) 4,2 % (4/96)

El único punto en el que sí podría plantearse una diferencia en el empleo de las


formas de futuro perifrástico y de futuro morfológico tiene que ver con sus con-
textos de empleo. En efecto, en el corpus barcelonés, son mayoritarios los casos
de ir a + inf en situaciones de posterioridad inmediata (23), si bien también
es posible documentar la perífrasis en situaciones de distancia máxima o
indefinida (24).

23. . . . y ahora voy a cerrar esta carta y a mirar un poco tu retrato antes de salir.
(Carta de Joan Maragall a Clara Noble, 20.7.1891, GRADIA)

24. Yo creo que lo que me va a poner bien son los buenos ratos que paso allí
(Carta de Joan Maragall a Clara Noble, 18.8.1901, GRADIA)

Este extremo se puede comprobar si observamos la Tabla 7, donde hemos organi-


zado los empleos de las formas de futuro perifrástico de acuerdo la clasificación
propuesta en Blas Arroyo (2000, 2008) y Enrique-Arias y Méndez Guerrero (2020)
(vid. nota 6). Así distinguimos entre futuro imediato (los eventos expresados por
medio del futuro suceden inmediatamente después del acto de enunciación o a
lo largo del mismo día), futuro intermedio (los eventos acaecen dentro de los siete
días que siguen al acto de enunciación), futuro máximo (los eventos tienen lugar

Tabla 7: Distribución de valores del futuro analítico en el español


de Barcelona y de zonas monolingües.

Tipo de futuro Barcelona Zonas monolingües


Futuro inmediato 75 % (21/28) 17,15 % (41/239)
Futuro intermedio --- 2,5 % (6/239)
Futuro de distancia máxima 14,3 % (4/28) 3 % (7/239)
Futuro indefinido 10,7% (3/28) 77,4 % (185/239)
338 Mar Garachana

más allá de los siete días posteriores al momento de enunciación) y futuro indefi-
nido (no se hace referencia al momento en que tendrá lugar el evento formulado
a través del futuro analítico). Los datos contenidos en la Tabla 7 prueban que los
usos de posterioridad inmediata suponen el 75 % de los empleos de la perífrasis
en el español de Barcelona, mientras que los usos que expresan una distancia
máxima o indefinida representan el 25 % de los empleos de la construcción. En
contrapartida, en el español de zonas monolingües, los valores indefinidos son
mayoría al alcanzar el 77,4 % de los empleos de la perífrasis.
Ahora bien, estos datos deben ser tomados con reservas, por las mismas
razones que avanzábamos más arriba: la correspondencia entre Clara Noble y
Joan Maragall y sus familiares está marcada por la inmediatez comunicativa. Los
autores de las cartas normalmente se refieren a aquello que están a punto de
hacer o que harán a lo largo del día o durante la semana siguiente. Los planes
de futuro a medio o largo plazo no suelen aparecer reflejados en las cartas, ya
que estas se redactaron durante breves ausencias de uno de los corresponsales.
En cambio, las cartas entre intelectuales españoles son misivas que se enviaban
personas que no se iban a ver en largos períodos de tiempo. Por lo tanto, la dife-
rencia que detectamos referida a los valores con los que se actualiza ir a + inf en
el español estándar y en el español de Barcelona puede venir determinada por las
diferencias entre los corpus.
Los resultados de nuestro estudio sobre la frecuencia del futuro perifrástico
en Barcelona son diferentes de los obtenidos por Enrique Arias (2010, 2014),
quien en su estudio sobre el español de Mallorca observa que en el siglo xviii no
se documentan futuros perifrásticos y que en el xix solo hay dos ejemplos frente a
166 ocurrencias de futuro sintético (un porcentaje de empleo del futuro analítico
que no llega al 1 %). Para poder establecer una comparación con el empleo del
futuro en el español de Palma, será preciso que ampliemos el corpus del español
de Barcelona en el siglo xix a fin de determinar si existía alguna diferencia dia-
lectal ya en los inicios de la andadura del español en zonas de contacto con el
catalán. Otra alternativa sería la de postular que el avance del siglo xix comportó
también en el español en contacto con el catalán la expansión del futuro analítico.
En este sentido, hemos de indicar que los textos del corpus GRADIA correspon-
dientes a los primeros 80 años del siglo xix, que hemos excluido de los cómputos
porque solo se trata de 40 cartas muy breves, no arrojan ninguna ocurrencia de
la perífrasis de futuro. Es imperativo, pues, ensanchar nuestro corpus a fin de
obtener resultados más concluyentes para los tres primeros tercios del siglo xix.
Antes de concluir este apartado, queremos remarcar ciertos usos del futuro
morfológico en el español barcelonés en los que sí resulta evidente el contacto
de lenguas. Se trata de empleos en los que el futuro morfológico aparece en
contextos agramaticales en el español estándar. Así, se localiza en oraciones tem-
La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 339

porales, donde el español exige el presente de subjuntivo (25) o en la prótasis de


oraciones condicionales como la de (26).

25. Hoy es el primer buen día después de muchos malos, todos los días hemos
tenido tormenta, pero también hoy se ha sentido más calor. A ver cuando tú
vendrás. (Carta de Clara Noble a Joan Maragall, 17.7.1891)

26. A ver si procuraras tenerme con noticias, lo mas amenudo posible (Carta de
Clara Noble a Joan Maragall, 20.8.1902, GRADIA)

Este empleo del futuro morfológico, en contextos agramaticales para el español


estándar, no puede ser explicado simplemente como la transferencia de una
forma gramatical concreta de una lengua a otra. Por el contrario, los usos ejem-
plificados en (23) y (24) son el resultado de una reinterpretación de los contextos
de uso de una de estas formas de futuro, que se extiende a situaciones en las que
la lengua española no suele emplear el futuro sintético.
Por lo tanto, de acuerdo con los datos de los que disponemos en el momento
actual de la investigación, en lo relativo a los usos de las formas verbales de futuro
a finales del xix y principios del xx, la única diferencia entre regiones en las que se
da el contacto con el catalán y las que no registran este influjo tiene que ver con el
empleo de las formas sintéticas en contextos que en español son agramaticales. Así
las cosas, la neutralización de valores que parece darse en el español de Barcelona
entre las formas sintéticas y perifrásticas del futuro tiene que responder a una inhi-
bición de un cambio que condujo a la extensión de ir a + inf en el español estándar.
De manera similar a lo que señalan Palacios y Pfänder (2018: 10) para el particu-
lar uso que se hace de los pronombres personales en las regiones andinas, en el
español de Barcelona, “[e]l mecanismo de la convergencia lingüística tendría como
efecto lingüístico la neutralización” de una diferenciación gramatical que todavía
se estaba perfilando en el español del siglo xix y que afectó a la distribución de las
formas de futuro morfológico y de futuro perifrástico en el español de Barcelona. Y
esta neutralización, fruto de la inhibición del proceso de expansión de la perífrasis
ir a + inf, parece producirse en un momento posterior al siglo xix.

7 Conclusiones
Los estudios existentes sobre el empleo en territorio de habla catalana de las
formas perifrásticas y morfológicas de futuro acostumbran a adoptar una perspec-
tiva sincrónica con pocas excepciones. De ahí, la relevancia de abordar el estudio
340 Mar Garachana

del contacto lingüístico en una perspectiva histórica. El análisis que hemos desa-
rrollado en este artículo ha estado guiado por el objetivo de establecer cuál era el
empleo de las formas de futuro en el momento en que se empieza a extender en
la lengua estándar la perífrasis ir a + inf. Este estudio ha permitido despejar la
incógnita de si la diferencia actual relativa al empleo de las formas de futuro que
se observa al comparar el español de Barcelona con el del resto de la Península
hunde sus raíces ya en el período decimonónico o si, por el contrario, es un fenó-
meno más reciente. Los datos obtenidos del análisis del corpus GRADIA, unidos
al estudio de la correspondencia mantenida por Galdós y Oller, permiten afirmar
que la diferenciación dialectal referida al empleo de las dos formas de futuro, la
sintética y la perifrástica, no se perfiló en el español decimonónico. De hecho,
no hay que excluir la posibilidad de que en el español de Barcelona se asistiese
a lo largo del siglo xix a la misma expansión de uso de la forma ir a + inf que se
registra en el resto de dominios hispanohablantes.
Esta conclusión tiene importantes repercusiones teóricas. En efecto, si la
desviación hacia las formas morfológicas ya se hubiera observado en el xix no
podríamos ignorar la posibilidad de que estuviésemos ante una evolución parti-
cular del español en tierras catalanas. En cambio, al ser un fenómeno que debe
situarse con posterioridad a esta fecha, se prueba la hipótesis de la inhibición de
un proceso de cambio del español estándar, tal y como ha sido defendido por Blas
Arroyo (2007, 2008) y Enrique-Arias (2010, 2014, 2018).
Por último, el mantenimiento que se observa en el uso del futuro morfoló-
gico en el español barcelonés en la actualidad puede ser explicado como una
refuncionalización de este tiempo verbal que, en situaciones de contacto con el
catalán, ve reforzados unos valores que en el resto del español están en retro-
ceso. Esto es, en zonas catalanohablantes, las formas de tiempo futuro morfoló-
gico también fijan su empleo en unos usos tradicionales que se van perdiendo en
regiones monolingües. Además, suman contextos sintácticos rechazados por la
norma estándar del español.

Corpus
CORDE = Real Academia Española. Corpus diacrónico del español. URL: http://www.rae.es.
GRADIA = Corpus de Gramática y Diacronía. URL: http://gradiadiacronia.wix.com/gradia.
Shoemaker, William H. 1964. Una amistad literaria La correspondencia epistolar entre
Galdós y Narciso Oller. Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona 30.
247–306.
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La evolución de ir a + inf en zonas de contacto lingüístico 341

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Index
Ablativo 88, 89, 90, 242, 286 Concordancia X, 12, 41, 52, 65–67, 71, 83, 87,
Absolutivo 83, 86, 269 88, 90, 95, 106, 108, 111, 112, 114, 118,
Accesibilidad 64, 79, 80, 81, 82, 88, 124, 120, 121, 130, 133–136, 245
128, 129, 130 Congruencia VIII, IX, X, 5, 50, 65, 70
Acusativo X, 52, 72, 82, 83, 87, 88, 91, 95, Contable 104, 286, 287
118, 121, 133, 134, 135, 136, 286 Continuidad 87, 89, 105
Adlativo 88, 89, 90 Convergencia XI, 50, 65, 66, 70, 81, 90, 104,
Adquisición 63, 64, 65, 71, 85, 90, 169, 170, 121, 134, 164, 171, 246, 328
178, 181, 182, 188, 271 Criollo 172, 173, 176–178, 188, 235, 236
Afroyungueño XI, 170, 177, 178, 179, 180, Crónicas de Indias XI, 233, 249
181, 185, 186
Agentividad 85, 86 Dativo X, 62, 66, 72, 82, 83, 86–88, 91, 95,
Aimara 9, 121, 122, 202, 239, 242, 249, 279, 108, 121, 133–136, 249, 286
280, 281, 307 Definido 64, 67, 79, 83, 86, 110, 112, 113, 115,
Animacidad, animación X, 60, 61, 62, 67, 117, 132–136, 166
79–91, 96, 103, 104, 106, 112, 113, 114, Definitud 79, 82, 84, 86, 89, 96, 106,
115, 123, 131, 132, 135, 202 112–114, 118, 123, 131, 132
Animado 61, 62, 66, 67, 81–91, 112, 113, 132, Dinámicas lingüístico-identitarias XI,
135, 136, 286, 287, 327, 329 195–197, 205, 214, 224, 227,
Antitópico 108, 109, 110, 111, 112, 114, 123, Dislocación 82, 96
128, 130 Doblado 108, 110–112, 114, 117, 118, 123,
128, 130, 135
Bilingüe VII, XI, 7, 25, 26, 29, 36–38, 48, 49, DOM 80, 82, 83, 85–87, 89–91
51–58, 59, 60–64, 66–71, 80, 82, 83, Duplicación X, 79–85, 89, 90, 91, 96, 102,
87, 90, 91, 95, 96, 99–115, 121, 122, 124, 106–108, 113, 117–130, 133–136
125, 187, 204, 219, 220, 237, 239, 245,
249, 261, 271, 278–280, 291 Ecología VIII, 47, 48, 69, 169, 170, 186, 188
Bilingüismo VII, 25, 52–57, 64, 70, 82, 90, Ergativo 88, 89
96–108, 111–114, 122, 124, 125, 136, 169, Especificidad 96, 103, 106, 112, 114, 115,
170, 172, 188, 239, 255, 271, 272 132, 135
Específico 79, 87, 113, 115, 117, 132, 134,
Cambios inducidos por contacto IX, 47, 48, 135, 136
71, 72, 164, 237, 279, 288 Etnopragmática 3, 16, 18, 299
Caso VIII, X, 48, 49, 53, 57, 63, 64, 66, 71, Evidencialidad XII, 292, 300, 303, 304, 317
72, 83, 86–88, 90, 95, 105, 106, 119, 121, Existencial XI, 163, 164, 165, 167–171, 175,
134–136, 286 176, 179, 181–187, 189
Catalán XIII, 82, 86, 118, 321–329, 336, Euskera X, 82, 87, 119, 244
338–340
Categorías lingüísticas IX, 5–7, 9 Género X, 14, 48–50, 52–55, 57, 59, 61,
Chabacano 164, 170, 177–179, 181, 185 63, 65–67, 70–72, 81, 87, 88, 95, 96,
Clusividad XI, 196, 200, 201, 203, 227 103–106, 111, 114, 119, 121, 125–127,
Concientización 37, 41 133–136, 196, 233, 245, 286, 288

Open Access. © 2021 Azucena Palacios, María Sánchez Paraíso published by De Gruyter. This
work is licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
https://doi.org/10.1515/9783110701364-015
346 Index

Genitivo 88, 89, 286 Náhuatl XII, 253–255, 257, 261–263,


Gramaticalización IX, X, 12, 47, 49, 50, 66, 67, 266–274, 281
70, 71, 82, 87, 95, 111, 112, 114, 120, 121, Neutralización 49, 53, 54, 57, 63, 65, 66, 67,
130, 133–136, 156, 171, 246, 286, 325 72, 95, 96, 103, 104, 105, 106, 111, 115,
Guaraní 48, 57, 66, 67, 181, 182, 183 121, 134, 339
Nivel de instrucción 12, 60, 101, 102, 104
Humano 16, 64, 80–84, 86, 88, 89, 91, 112,
113, 115, 132, 134, 136, 329, 330 Objeto directo X, 48, 50–52, 54, 59–60, 63,
65, 66, 79–86, 90, 91, 95, 96, 102, 103,
Inanimado 60–64, 67, 72, 80, 82–86, 88, 105, 106, 109, 111, 112, 114, 117–119, 121,
89, 112, 113, 115, 131, 132, 134–136, 286, 124–127, 133–136, 292–293
327, 330 Objeto indirecto 52, 70, 79, 103, 120, 121, 133
Indefinido 86, 112, 113, 166, 203, 240, 248, Omisión 60, 67, 82, 83, 86, 95, 119–121, 170,
337, 338 183, 206
Individuación 84, 123, 131, 132 Otomí X, XII, 48, 50, 54, 55, 63, 68, 95– 97,
Interferencia 100, 184, 212 99 –104, 106–109, 111, 112, 114, 115, 123,
132, 135, 165, 166, 253–257, 261–265,
Kichwa 25, 44, 57, 62, 66, 67, 197, 204, 205, 267–270, 272–274
219, 220, 280, 291 Otopame XII, 254

Leísmo X, 48, 57, 59–62, 66, 69, 80–83, Palenquero XI, 164, 170–178, 185, 188,
87–91, 135 Pidgins 173, 188
Lengua indígena XII, 25, 27, 33, 42, 43, 70, Pisamira 287
71, 95, 96, 99, 114, 120, 198, 227, 235, Portugués VIII, XI, 3, 163, 164, 166–168,
236, 243–245, 249, 253, 254, 257, 271, 170–174, 176–177, 181–185, 187, 188,
273, 277, 279–282, 286, 288, 293 244, 260, 261, 287
Lengua dominante 40, 54, 64, 71, Posesión XI, 163–166, 168–171, 183, 186,
106, 122 189, 248, 272, 273
Lengua vasca 79, 80–91, 123, 132 Préstamo XII, 101, 173, 177, 234, 253, 255,
Localización remática XI, 165, 189 257–263, 268, 269, 271–274
Localización temática XI, 165, 189
Locativo 88–90, 189, 197, 270 Quechua X–XII, 7, 9, 15, 25, 48, 50, 51,
63, 119, 122, 125, 129, 134–136, 139,
Maipure 278, 279, 287 141, 147, 148, 154–159, 195–199,
Malecu 48, 50, 51, 56, 57, 63, 64, 68 201–208, 217, 219–221, 225–227, 236,
Maya yucateco 48, 50, 51, 54, 64, 72, 126 239, 241, 243–249, 279–281, 288, 291,
Mestizo 39, 198, 221, 224, 235, 236, 238, 292, 307, 321
239, 256 Quichua XII, 25, 26, 29, 33, 36–38, 40, 61,
Mixteco 255 119, 277, 292, 293
Modalidad yusiva 288
Monolingüe VII, X, 48, 51–56, 60, 61, 63, 64, Reparación 96, 108–111, 114, 124, 149,
67, 68, 70, 71, 80, 81, 90, 91, 96, 101, 152, 154
105, 107, 108, 114, 122, 125, 218, 291, Revitalización IX, 41, 42
325–327, 332–334, 336–338, 340
Monolingüismo 25, 102, 103, 114 Simplificación IX, 49, 71
Multimodal X, 20, 139, 140, 142, 149, 159 Siona 278–281, 285–293
Index 347

Tamanaco 287 Tucano XII, 25, 278, 285–287, 290


Telicidad 86, Tzutujil 48, 50, 51, 55, 64, 68, 119, 123,
Tepehuano X, 48, 50, 55, 56, 96, 97, 99, 100, 126, 132
102–104, 106, 107, 110, 111, 114, 115, 119,
123, 126, 132, 135 Vitalidad 25, 26, 40, 96, 97, 99, 102, 114, 181
Topicalización 109, 248 Volicionalidad 85
Transferencia 4, 15
Tsotsil 48, 50, 51, 56, 68, 273 Yutoazteca XII, 254

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