Fallos Bol I

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FALLOS BOL I

Resumen del fallo Arancibia Clavel.


Caso "Arancibia Clavel, E. L. s/ homicidio calificado y asociación ilícita y otros - causa n° 259 - " (Resuelto el
24/08/2004)

En el caso "Arancibia Clavel" la Corte resolvió que la participación en una asociación ilícita en durante los años 1974
y 1978 para cometer delitos de lesa humanidad, constituía un delito contra la humanidad que era imprescriptible. De
esta manera, descartó que al castigar este hecho se violara el principio de irretroactividad de la ley penal.

Hechos:
Durante 1974 y 1978, E. Arancibia Clavel fue funcionario de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA),
una organización que se dedicaba a perseguir opositores políticos al régimen de Augusto Pinochet en nuestro país. En
el marco de estas actividades, se le imputó el homicidio de Santiago Prats y Sofía Cuthbert en la Argentina, así como
participación en la tortura y homicidio de oponentes políticos y posterior sustracción de sus identificaciones para
reutilizarlas. El Tribunal Oral Federal que lo juzgó en la Argentina lo condenó a la pena de reclusión perpetua.

Arancibia apeló esta sentencia tanto por su declaración de responsabilidad en la muerte del matrimonio Prats como
por su participación en la asociación ilícita dedicada a cometer los delitos mencionados.

En lo que aquí interesa, la Cámara Nacional de Casación Penal revocó la condena por su participación en la asociación
ilícita. El fundamento fue que este delito no era de lesa humanidad y que se encontraba prescripto.

El Estado chileno, querellante en la causa, llevó el caso a la Corte Suprema argumentando que el tribunal de Casación
no había aplicado correctamente la ley penal y que el delito no estaba prescripto.

Decisión de la Corte:
Por unanimidad, la Corte consideró que por razones formales no podía revisar la manera en que Casación había
aplicado la ley penal. Sin embargo, resolvió que debía de oficio -es decir, por su propia iniciativa- analizar si el delito
estaba prescripto o no, porque se trataba de una cuestión de orden público. En este sentido, resolvió que según el
derecho internacional de los derechos humanos, la participación en una asociación ilícita destinada a cometer delitos
de lesa humanidad también constituía un delito de lesa humanidad y que, por lo tanto, el delito no había prescripto
(Voto de los jueces Zaffaroni, Highton, Petracchi, Boggiano, Maqueda. En disidencia Fayt, Vázquez y Belluscio).

Los jueces Zaffaroni, Highton, Petracchi, Boggiano y Maqueda concordaron en tres puntos centrales:
a) que la Corte debía tratar la cuestión de la imprescriptibilidad que el Estado chileno había obviado en su recurso;

b) que los delitos cometidos por Arancibia eran de lesa humanidad e imprescriptibles según el derecho internacional
de los derechos humanos;

c) que era posible juzgarlos y castigarlos sin violar el principio de irretroactividad de la ley penal.

Fundaron la obligación de resolver la cuestión de la imprescriptibilidad en que se hallaba comprometida la


responsabilidad internacional del Estado argentino. Luego resolvieron que en función del derecho internacional de los
derechos humanos, la participación de Arancibia Clavel en esta asociación ilícita constituía un delito de lesa
humanidad y que por ser de lesa humanidad, era imprescriptible. Basaron su criterio en el derecho convencional -es
decir, en los tratados y la norma escrita-, pero también en el derecho consuetudinario - que significa que pese a no
haber normas escritas, los estados aceptan como obligatoria la prohibición de una conducta o la obligación de
realizarla - que es receptado por el artículo 118 de la Constitución Nacional.

Finalmente, los jueces decidieron que sancionar a Arancibia por este delito no violaba el principio constitucional de
irretroactividad de la ley penal. Los jueces que votaron en disidencia sostuvieron que debía declararse la prescripción
del delito porque, de lo contrario, se violaría el principio constitucional de legalidad, que prohíbe aplicar en forma
retroactiva una ley más gravosa dictada con posterioridad a la comisión del delito.

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Caso “Simón, J. H. y otros s/ privación ilegítima de la libertad, etc. (Poblete)
-causa N° 17.768- (Resuelto el 14/05/06).
En el caso "Simón" la Corte declaró inconstitucionales las leyes de obediencia debida y punto final, cambiando el
criterio establecido en el falllo "Camps" del año 1987 que había establecido su constitucionalidad.

Como consecuencia de esta decisión, ya no existen obstáculos legales para que tengan lugar los juicios contra los
responsables a las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura militar.

HECHOS:
Una persona formuló una querella por el secuestro de su hijo, su nuera y su nieta durante la dictadura militar,
argumentando que un militar retirado y su esposa tenían en su poder a la menor.

A raíz de ello, se decretó el procesamiento con prisión preventiva del militar retirado por crímenes contra la
humanidad.

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal confirmó el auto de procesamiento y la


decisión del juez que había declarado inválidos e inconstitucionales algunos artículos de la las leyes de obediencia
debida y punto final.

Contra esa resolución la defensa interpuso recurso extraordinario, que fue denegado y motivó la presentación de un
recurso de queja.

DECISION DE LA CORTE:
La Corte consideró que las leyes de obediencia debida y punto final se oponen a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos porque, en la medida en que obstaculizan
el esclarecimiento y la efectiva sanción de actos contrarios a los derechos reconocidos en dichos tratados
internacionales, impiden el cumplimiento del deber de garantía a que se ha comprometido el Estado argentino.

Por eso, afirmó que las leyes eran inconstitucionales, en tanto los referidos tratados gozan de jerarquía constitucional
(artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional).

Asimismo, declaró la validez de la ley por la cual el Poder Legislativo había declarado insanablemente nulas las leyes
de obediencia debida y punto final, porque su sentido había sido, justamente, el de intentar dar cumplimiento a los
tratados constitucionales en materia de derechos humanos por medio de la eliminación de todo aquello que pudiera
aparecer como un obstáculo para que la justicia argentina investigue debidamente los hechos alcanzados por dichas
leyes.

Finalmente, resolvió declarar de ningún efecto las leyes de obediencia debida y punto final y cualquier acto fundado
en ellas que se oponga al juzgamiento y eventual condena de los responsables u obstaculice las investigaciones
llevadas a cabo por crímenes de lesa humanidad (voto de los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda, Zaffaroni,
Highton de Nolasco, Lorenzetti y argibay - éstos últimos seis hicieron su propio voto.

El Dr. Fayt votó en disidencia.

El magistrado Belluscio se excusó y no votó).

El Dr. Fayt consideró que no existía ningún argumento basado en el derecho internacional que justificara que la Corte
cambiara el criterio establecido en el fallo “Camps” y resolviera ahora en contra de la constitucionalidad de las leyes
de obediencia debida y punto final. Afirmó que la aplicación retroactiva de la "Convención sobre Imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de los Crímemes de Lesa Humanidad" y la de la "Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas" resultaban inaplicables en el derecho argentino porque el artículo 27 de la
Constitución Nacionalestablece que los tratados deben ajustarse y guardar conformidad con los principios de derecho
público establecidos en la Constitución, en este caso, la prohibición de aplicación retroactiva de la ley penal que
establece el principio de legalidad.

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Resumen fallo Barrios Altos - Perú.
Hechos probados.
El 3 de noviembre de 1991, aproximadamente a las 22:30 horas, seis individuos fuertemente armados irrumpieron en
el inmueble ubicado en el Jirón Huanta nº 840, Barrios Altos, Lima, cuando se estaba realizando una pollada. Los
atacantes (con sus rostros encubiertos con pasamontañas) llegaron al sitio en dos vehículos, los cuales portaban luces y
sirenas policiales, que fueron apagadas al llegar al lugar de los hechos. Obligaron a las personas a tirarse al suelo y les
dispararon indiscriminadamente por un período aproximado de dos minutos, matando a 15 personas e hiriendo
gravemente a otras cuatro, quedando una de estas últimas, permanentemente incapacitada. Luego de ello, los atacantes
huyeron. Los autores de ello fueron un grupo del Ejército denominado Grupo Colina, escuadrón de eliminación
antisubversivo. Se dijo que las víctimas eran miembros de Sendero Luminoso. Recién se inició una investigación en el
año de 1995. Pese a que el proceso se había iniciado en sede civil, el fuero militar reclamaba competencia, pero antes
de que ello fuese resuelto, se sancionó una ley de amnistía contra cualquier implicado en violación de derechos
humanos en la lucha antisubversiva, saliendo libres los que autores materiales que estaban detenidos y siendo
investigados. Una juez quiso seguir con el proceso, declarando inaplicable esta ley, pero por móviles políticos fue
alejada del caso.

Derechos demandados.
Artículo 4 (Derecho a la Vida) de la Convención Americana, en perjuicio de Placentina Marcela Chumbipuma
Aguirre, Luis Alberto Díaz Astovilca, Octavio Benigno Huamanyauri Nolazco, Luis Antonio León Borja, Filomeno
León León, Máximo León León, Lucio Quispe Huanaco, Tito Ricardo Ramírez Alberto, Teobaldo Ríos Lira, Manuel
Isaías Ríos Pérez, Javier Manuel Ríos Rojas, Alejandro Rosales Alejandro, Nelly María Rubina Arquiñigo, Odar
Mender Sifuentes Nuñez y Benedicta Yanque Churo; artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención
Americana, en perjuicio de Natividad Condorcahuana Chicaña, Felipe León León, Tomás Livias Ortega y Alfonso
Rodas Alvítez; artículos 8 (Garantías Judiciales), 25 (Protección Judicial) y 13 (Libertad de Pensamiento y de
Expresión) de la Convención Americana como consecuencia de la promulgación y aplicación de las leyes de amnistía
Nº 26479 y Nº 26492.

Fundamentos.
Allanamiento.El allanamiento del Estado peruano, a entender de la Corte, constituyó una contribución positiva al
desarrollo de este proceso y a la vigencia de los principios que inspiran la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.

Incompatibilidad de leyes de amnistía con la Convención


Son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes
de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de
los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones
forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.

Derecho a la verdad y garantías judiciales en el Estado de Derecho.


Es incuestionable que se impidió a las víctimas sobrevivientes, sus familiares y a los familiares de las víctimas que
fallecieron, conocer la verdad acerca de los hechos ocurridos en Barrios Altos. Pese a lo anterior, en las circunstancias
del presente caso, el derecho a la verdad se encuentra subsumido en el derecho de la víctima o sus familiares a obtener
de los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos violatorios y las responsabilidades
correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento exigidas.

Puntos Resolutivos.
Se admite el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado por los derechos a la vida
(artículo 4), a la integridad (artículo 5). a las garantías judiciales y a la protección judicial (artículos 8 y 25). Además,
se declara que las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492 son incompatibles con la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen de efectos jurídicos, y por lo tanto, el Estado del Perú debe investigar
los hechos para determinar las personas responsables de las violaciones de los derechos humanos a los que se ha

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hecho referencia en esta Sentencia, así como divulgar públicamente los resultados de dicha investigación y sancionar a
los responsables, así como disponer las reparaciones que correspondan.

Reparaciones.1. Se debe pagar US$175.000,00 a cada una de las víctimas sobrevivientes, US$175.000,00 a los
beneficiarios de las reparaciones relacionadas con cada una de las víctimas fallecidas y US$250.000,00 a los
beneficiarios de las reparaciones relacionadas con la víctima fallecida Máximo León León.

2. El Estado del Perú debe otorgar a los beneficiarios de las reparaciones los gastos de servicios de salud (en las áreas
de atención de consulta externa, procedimientos de ayuda diagnóstica, medicamentos, atención especializada,
procedimientos diagnósticos, hospitalización, intervenciones quirúrgicas, partos, rehabilitación traumatológica y salud
mental) y de educación (a través de becas, materiales y uniformes).

3. Como reparación no pecuniaria, se debe crear la figura penal del delito de ejecuciones extrajudiciales, suscribir la
Convención Internacional sobre Imprescriptibilidad de Crímenes de Lesa Humanidad, publicar la sentencia en el
diario oficial El Peruano, y erigir un monumento recordatorio y buscar a los familiares no ubicados.

Interpretación de la Sentencia.
Se pide explicación respecto a los efectos de la sentencia, y se señala que la promulgación de una ley manifiestamente
contraria a las obligaciones asumidas por un Estado parte en la Convención constituye per se una violación de ésta y
genera responsabilidad internacional del Estado. En consecuencia, la Corte considera que, dada la naturaleza de la
violación constituida por las leyes de amnistía No. 26479 y No. 26492, lo resuelto en la sentencia de fondo en el caso
Barrios Altos tiene efectos generales.

Masacre de Las Dos Erres v. Guatemala


Corte internacional: Corte Interamericana de Derechos Humanos

En diciembre de 1982 agentes del Estado guatemalteco perpetraron una masacre en el Parcelamiento de Las Dos
Erres, ejecutando a 251 personas, entre los que se encontraban niños y niñas, mujeres y hombres. La investigación de
los hechos a nivel nacional inició en 1994, sin embargo nunca sobrepaso la etapa inicial. En su evaluación del caso, la
Corte IDH indica al Estado de Guatemala la improcedencia de la aplicación de la Ley de Reconciliación Nacional ante
casos de graves de violaciones de derechos humanos. La Corte también identifica que en el marco de la investigación
iniciada se omitió considerar la violencia específicamente dirigida en contra de las mujeres y las niñas.

Hechos

Entre los años 1962 y 1996 Guatemala estuvo sumida en un conflicto armado interno en el cual se estima que cerca de
doscientas mil personas fueron muertas y desaparecidas. Durante el conflicto, el Estado aplicó la denominada
“Doctrina de Seguridad Nacional” bajo la cual toda persona u organización que representara cualquier forma de
oposición al Estado entraba bajo la consideración de “enemigo interno”. La etapa mas violenta comprende el periodo
de los años 1978 a 1983, bajo las dictaduras de los generales Romeo Lucas García (1978-1982) y Efraín Ríos Montt
(1982-1983).

En 1978 se fundó el Parcelamiento de Las Dos Erres, en la Libertad, Petén, en el marco de una fuerte migración
campesina. Se estima que para diciembre de 1982 estaba habitado por entre 300 y 350 personas. Durante 1982 se
incrementó la presencia de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) en las cercanías de Las Dos Erres. Luego de algunos
enfrentamientos entre las FAR y agentes estatales de Las Cruces -una aldea cercana -, se acusó a los pobladores de
Las Dos Erres de ser miembros de la guerrilla.

El 7 de diciembre de 1982, un grupo especial de soldados del Ejército Nacional denominados Kaibiles llegaron a Las
Dos Erres. Esa madrugada, encerraron a los hombres en la escuela y a las mujeres y niños en la iglesia evangélica. Los
hombres fueron terriblemente golpeados y torturados antes de ser fusilados. Las mujeres y los niños también fueron
brutalmente golpeados pero además los Kaibiles, y particularmente los subinstructores, violaron sexualmente a las
mujeres y sobre todo a las niñas. Además de golpearlas, los Kaibiles saltaban sobre los vientres de las embarazadas
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hasta hacer que saliera el feto.

Terminadas las torturas contra mujeres y hombres, los Kaibiles conducían a la gente a un pozo de agua de la
comunidad que se encontraba a medio construir, hincaban de rodillas a las personas y les preguntaban si pertenecían a
la guerrilla, luego las golpeaban con un mazo de hierro en el cráneo o les disparaban, para luego lanzar los cadáveres
al interior del pozo. En los hechos de la masacre perdieron la vida alrededor de 216 personas.

El 9 de diciembre de 1982, vecinos del lugar encontraron en Las Dos Erres utensilios abandonados, animales sueltos,
sangre, cordones umbilicales y placentas en el suelo. El Teniente de la zona dio la orden de sacar todo lo que había en
el lugar y luego quemar las casas.

En junio de 1994 se presentó la denuncia penal ante el Juzgado de Primera Instancia Penal de Petén por el delito de
asesinato en perjuicio de diversas personas que se encontraban inhumadas en el Parcelamiento de Las Dos Erres, y se
solicitó al juez que realizara la exhumación de los cuerpos. Los trabajos de exhumación se iniciaron pero fueron
suspendidos en varias ocasiones debido a que el Ministerio de Defensa no remitió la información requerida bajo
diversas excusas. Entre los meses de agosto de 1996 y julio de 1999 sólo se recibieron declaraciones testimoniales.

Tras algunas órdenes de aprehensión dictadas entre los años 1999 y 2000, las personas indicadas como responsables
interpusieron recursos de amparo con fundamento en la Ley de Reconciliación Nación (LRN). A partir de ese
momento, la investigación ha estado plagada de toda clase de recursos y paralizada durante años.

Ante la inacción estatal, las víctimas presentaron una demanda ante el Sistema Interamericano. En 2008, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos emitió Informe de Fondo recomendando al Estado que, entre otros, realizara
una investigación especial, rigurosa, imparcial y efectiva que juzgara y sancionara a los responsables, así como que
removiera todos los obstáculos de hecho y de derecho que mantenían el caso en la impunidad. Después de considerar
que Guatemala no había adoptado sus recomendaciones, la Comisión decidió someter el presente caso a la jurisdicción
de la Corte IDH.

Precedentes

Las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son de obligado cumplimiento para los Estados parte
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que han aceptado la competencia de la Corte.

Se estima que la masacre de Las Dos Erres es una de más de 600 masacres perpetradas por el Ejército guatemalteco
durante el conflicto armado interno, por ello, no se trata de un caso aislado sino que refleja un patrón de ejecuciones y
violencia en contra de la población civil y en particular, la violación sexual contra las mujeres incluidas niñas, como
una “práctica del Estado dirigida a destruir la dignidad de la mujer a nivel cultural, social, familiar e individual”,
durante el conflicto armado en Guatemala.

En la sentencia, la Corte IDH señala al Estado una serie de criterios con los cuales debe investigar los hechos del caso,
entre ellos incluir “otras posibles graves afectaciones a la integridad personal, y en particular, los presuntos actos de
tortura, a la luz de los impactos diferenciados con motivo de la alegada violencia contra la niñez y la mujer”. Como
resultado de éste punto, la investigación que se siguió en Guatemala fue ampliada más allá de las ejecuciones
extrajudiciales y en 2011 por primera vez un tribunal guatemalteco condenó a miembros de las fuerzas especiales
kaibiles por los hechos ocurridos en Las Dos Erres refiriéndose a los actos de tortura y la violencia ejercida
especialmente en contra de mujeres y niñas de la comunidad, condenado a algunos de los responsables por asesinato y
deberes contra la humanidad.

Sin duda, la sentencia de la Corte IDH en este caso amplió la mirada de los tribunales guatemaltecos poniendo de
relieve la violencia ejercida contra las mujeres e impulsando al Estado a llevar adelante una investigación que ha dado
lugar al esclarecimiento de la verdad y a la condena de algunas de las personas responsables. Sin embargo, continúa
aún pendiente esclarecer la responsabilidad de otras personas involucradas, especialmente de los altos mandos
militares responsables de la elaboración y puesta en marcha de la estrategia de guerra utilizada durante el conflicto.

Razonamientos

La Corte analiza los hechos en el marco de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura (CIPST), y la Convención Interamericana para prevenir, sancionar
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y erradicar la violencia contra las mujeres (Convención de Belem do Pará) y, teniendo en cuenta el reconocimiento
parcial de responsabilidad realizado por el Estado.

En razón de que los hechos ocurrieron con anterioridad a la aceptación de la competencia contenciosa de la Corte, el
Tribunal limita su pronunciamiento a los hechos posteriores a la masacre, principalmente a lo que se refiere a la
negación de justicia, teniendo en cuenta, entre otros, tres aspectos: a) la aplicación de la “Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad” en Guatemala b) la dilación e inaplicabilidad de la “Ley de Reconciliación
Nacional”, y c) la falta de una investigación completa y exhaustiva de los hechos de la masacre, así como otras
omisiones.

Con relación al punto “a”, la Corte advierte como el recurso de amparo ha sido utilizado como un instrumento
dilatorio en el caso, favoreciendo la impunidad. Igualmente, con relación al punto “b”, la Corte reitera su
jurisprudencia constante sobre la incompatibilidad de figuras como la prescripción y la amnistía en los casos de graves
violaciones a los derechos humanos y hace notar que los hechos de la Masacre de Las Dos Erres constituyen graves
violaciones a derechos humanos en un contexto reconocido como “un patrón de ejecuciones extrajudiciales selectivas
impulsadas por el Estado, el cual estaba dirigido a aquellos individuos considerados como ‘enemigos internos’”. En
consecuencia, la aplicación de la Ley de Reconciliación contraviene las obligaciones derivadas de la Convención
Americana.

Ahora, con relación al punto “c”, la Corte observa que la investigación interna no ha sido completa ni exhaustiva, ya
que no ha investigado los actos de tortura y violencia contra la población infantil y las mujeres. En especifico, la Corte
nota que, si bien la denuncia interpuesta se presentó por el delito de asesinato en perjuicio de las personas inhumadas
en el Parcelamiento de Las Dos Erres, las declaraciones de los ex kaibiles y de testigos sobrevivientes relatan que
varias mujeres, incluidas niñas fueron violadas “salvajemente” incluso, en el caso de las niñas, ante la presencia de sus
padres. La Corte constató que el Estado tuvo conocimiento oficial de estos hechos de torturas contra la población
adulta y la niñez del Parcelamiento, así como abortos forzados y otras formas de violencia sexual contra mujeres,
incluida niñas, perpetuados durante los tres días. Sin embargo, el Estado no inició una investigación tendiente a
esclarecer lo ocurrido e imputar las responsabilidades correspondientes.

La Corte también observó que durante el conflicto armado las mujeres fueron particularmente seleccionadas como
víctimas de violencia sexual. Remitiéndose a jurisprudencia anterior en el mismo contexto del presente caso, la Corte
señala que “la violación sexual de las mujeres fue una práctica del Estado, ejecutada en el contexto de las masacres,
dirigida a destruir la dignidad de la mujer a nivel cultural, social, familiar e individual”. En el caso de Las Dos Erres,
la Corte IDH señala que las mujeres embarazadas fueron víctimas de abortos inducidos y otros actos de barbarie y que
conforme al peritaje psicológico “las torturas ejemplificantes, las violaciones sexuales y los actos de crueldad extrema,
produjeron en las víctimas un daño grave a la integridad mental”.

Fallo

La Corte resuelve por unanimidad que el Estado violó los derechos a las garantías y protección judicial establecida
tanto en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, como las obligaciones establecidas en la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer.

Igualmente, que el Estado incumplió la obligación de respetar los derechos y el deber de adoptar disposiciones de
derecho interno y violó los derechos a la protección a la familia y al nombre en perjuicio de una de las víctimas, un
menor sobreviviente de la masacre trasladado forzosamente. La Corte también declaró que el Estado violó el derecho
a la integridad personal de las víctimas.

Dispone, por unanimidad, entre otras, que el Estado debe investigar de forma seria y efectiva los hechos que
originaron las violaciones declaradas en la Sentencia, con el propósito de juzgar y, eventualmente, sancionar a los
presuntos responsables; que el Estado debe iniciar las acciones disciplinarias, administrativas o penales que sean
pertinentes, de acuerdo con su legislación interna, contra las autoridades del Estado que puedan haber cometido y
obstaculizado la investigación de los hechos; que el Estado debe proceder a la exhumación, identificación y entrega de
los restos de las personas fallecidas en la masacre de Las Dos Erres a sus familiares.

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