El Ejemplo de Los Pastorcitos
El Ejemplo de Los Pastorcitos
El Ejemplo de Los Pastorcitos
CUADERNOS DE FORMACIÓN
Precisamente por su gran deseo de consolar a Dios Francisco mostró una gran Capítulo 4.- Jacinta, florecilla de Dios
fortaleza en rechazar todo pecado que podía entristecerlo. En este tema no se dejaba llevar ni
por las circunstancias ni por el ambiente: si se trataba de ofender a Dios, aunque fuera JACINTA, REFLEJO DE DIOS
mínimamente, sabía mostrarse firme y no cedía cobardemente como hacen tantas personas.
Era costumbre que durante el carnaval las niñas hicieran fiestas y comilonas casi todos “Jacinta -dice la propia Lucia- fue, según me parece, a la que la Santísima Virgen le
los días. El último día se lo pasaban comiendo y bailando hasta altas horas de la noche, con el comunicó mayor abundancia de gracias y conocimiento de Dios y de las virtudes… tenía un
peligro de ofender en muchas cosas a Dios. En el carnaval de 1918 invitaron a Lucia a las porte siempre serio, modesto y amable, que parecía reflejar la presencia de Dios en todos sus
fiestas y ella, por cobardía y no saber decir que no, aceptó. Pero cuando se lo comentó a actos, propio de personas ya avanzadas en edad y de gran virtud. No le vi nunca aquella
Francisco éste reaccionó con seriedad: excesiva ligereza o entusiasmo, propio de las niñas, por los adornos o juegos. Esto después de
-¿Y tú vuelves a esas comilonas y bailes? ¿Ya olvidaste que prometimos no volver a hacer las apariciones que antes era el número uno de entusiasmo y capricho… Si en su presencia
nunca eso? algún niño, o incluso personas mayores, decían cualquier cosa o hacían algo menos
No se volvió a hablar del asunto. Lucia no fue y además consiguió que sus amigas fueran a conveniente, las reprendía diciendo:
buscarla los Domingos por la tarde para rezar juntas el Rosario. -No hagan eso que ofende a Dios Nuestro Señor, que está ya muy ofendido.
Francisco no se dejaba engañar por nada ni por nadie. Un día volvían los tres de dar Ocurría entonces, de ordinario, que se burlaban llamándola beata, santurrona, o cosas
un paseo. “Al regresar a casa -recuerda Lucia- la encontramos llena de gente. Una pobre mujer, semejantes. Ella miraba con cierta severidad y, sin decir palabra, se alejaba…”
El sacerdote Formigao, que la interrogó varias veces y la conocía bien, la juzga así: -¿Y sólo así, por una palabra, van al Infierno?
“Era particularmente caprichosa, desobediente, susceptible… Pues bien, las apariciones de -Sí. Es pecado….
Nuestra Señora, sobre todo la belleza de la Señora, fascinaron a la angélica Jacinta. Y con esta -¿Qué les costaba estar callados e ir a Misa? Que pena tengo de los pecadores. ¡Si yo pudiera
luz sobrenatural, comenzó a operarse en la pequeña una evolución” mostrarles el infierno!
Lucia nos dice que junto a ella sentía “lo que se siente junto a una persona santa que Si llegaba a oír grandes palabrotas se cubría la cara con las manos y añadía:
en todo parece comunicarse con Dios”. Y no era la única. Todo el que se acercaba notaba algo -Dios mío. ¿Esa gente no sabe que por decir esas cosas puede ir al Infierno? Perdónales,
divino. Un día, estando en una casa llena de gente, a Jacinta le entró sueño. Se puso a su Jesús mío, y conviérteles. Seguramente no saben que con esto ofenden a Dios. Qué pena,
disposición una cama. Poco después llegó todavía más gente. En el deseo de verla para hablar Jesús mío. Yo rezo por ellos.
con ella se acercaron a ver si ya estaba despierta. Quedaron admirados al verla dormir
profundamente, con su sonrisa en los labios, un aire angelical y sus manitas juntas. El cuarto se SACRIFICIOS POR LOS PECADORES
lleno enseguida de curiosos. Todos querían verla y costaba que unos saliesen para entrar otros.
La dueña de la casa y sus sobrinas decían: “La visión del Infierno -recuerda Lucia- la había horrorizado de tal manera que todas
-Esta debe ser un ángel las penitencias y mortificaciones le parecían nada para conseguir librar de allí a algunas almas”.
Y llenos de cierto respeto permanecieron de rodillas junto a la cama Fue el amor a Dios y el amor a las almas de los pecadores lo que movió a esta niña de tan solo
siete años a practicar penitencias impropias de su edad. No lo hizo por una especie de culto al
LA VISIÓN DEL INFIERNO dolor ni por estar desequilibrada (como imaginan algunos) Nota 4. Lo hizo movida únicamente por
amor a Dios y por amor al prójimo: para reparar a Dios y para salvar almas. El amor la movió.
Una de las cosas que más impresionaron a Jacinta fue la visión del Infierno. La certeza Cumplió a la perfección el doble mandamiento de los cristianos. De hecho, cuando sufrían
de que el pecador que muere con un solo pecado mortal se condena para siempre le hizo tener alguna persecución o contrariedad, solía preguntar a Lucia:
un grandísimo amor a los pobres pecadores, a los que quería salvar del fuego eterno. -¿Ya dijiste al Señor que es por su amor?
Muchas veces, sentándose en una piedra o en el suelo, pensativa, comenzaba a decir: Si respondía que no, decía:
-¡Oh Infierno! ¡Oh Infierno! ¡Qué pena tengo de las almas que van al Infierno! Y las personas -Entonces lo diré yo.
están allí vivas y arden, como la leña en el fuego. Y juntando las manos levantaba los ojos al cielo rezando:
Lo que más la horrorizaba era la eternidad. Preguntaba a Lucia sobre los que van al -¡Oh Jesús! Es por tu amor y por la conversión de los pecadores.
Infierno: ¿Qué sacrificios hacía? Veamos algunos ejemplos:
-¿Nunca más salen de allí? Había unos niños pobres que solían ir de puerta en puerta pidiendo. Un día, al
-No. encontrárselos, Jacinta dijo:
-¿Y después de muchos, muchos años? -Vamos a dar nuestra merienda a estos pobrecillos por la conversión de los pecadores.
-No. El Infierno nunca acaba. A partir de ese día solía hacer eso con la merienda.
-¿Y el Cielo tampoco? Si tenían hambre comían las bellotas de los árboles. Jacinta elegía las más amargas.
-Quien va al Cielo nunca jamás sale de allí. -Jacinta -le regañaba Lucia-, no comas eso, que amarga mucho.
-¿Y quién va al Infierno tampoco sale? -Las como porque son amargas, para convertir a los pecadores.
-¿No ves que son eternos, que nunca acaban? Un día hacía un sol abrasador. Los videntes ofrecían contentos el sacrificio de no
Otras veces decía: beber. Pero llego un momento en el que la sed se hizo insoportable. Lucia, entonces, se acercó
-¿Y aquella gente que está allí ardiendo no se muere? ¿Y no se convierten en ceniza? Y si a un pueblo cercano y regresó con un cántaro de agua. Pero al ofrecérselo a Francisco se llevó
rezamos mucho por los pecadores, ¿Nuestro Señor los libra de allí? ¿Y con los sacrificios una gran sorpresa:
también? ¡Pobrecitos! Tenemos que rezar y hacer muchos sacrificios por ellos. -No quiero beber.
Una vez dijo a Lucia: -¿Por qué?
-¿Por qué Nuestra Señora no muestra el Infierno a los pecadores? Si lo vieran ya no pecaban, -Quiero sufrir por la conversión de los pecadores.
para no ir allí. Tienes que decir a aquella Señora que muestre el Infierno a toda aquella gente -Bebe tú, Jacinta.
(los que iban a Cova da Iría); verás como se convierten. -También quiero ofrecer el sacrificio por los pecadores.
Otras veces preguntaba: La gama de penitencias de Jacinta era muy variada: no comer lo que le gustaba, pasar
-¿Qué pecados son los que hace la gente para ir al Infierno? algunos días seguidos sin beber agua, golpearse las piernas con ortigas…. Sólo Dios sabe
-No sé -respondía Lucia-. Puede que el pecado de no ir a Misa el domingo, de robar, de decir cuántas almas deberán a estos sacrificios su conversión y salvación. En el Cielo lo sabremos.
palabras feas, maldecir, jurar…
De todos modos a veces quiso mostrar el Señor la eficacia de estos sacrificios en Capítulo 5.- Un enfermo santo
orden a la conversión de los pecadores. Había una mujer que siempre que los veía los insultaba.
Un día que salía de la taberna no sólo les insultó sino que también les pegó. Jacinta dijo a Lucia: Francisco sabía que su vida en la tierra sería breve: la Virgen se lo había avisado. En
-Tenemos que pedir a Nuestra Señora y ofrecerle sacrificios por la conversión de esta mujer; cierta ocasión dos señoras le preguntaron lo que quería ser de mayor: militar, molinero…. A todo
dice tantos pecados que si no se confiesa va al Infierno. respondía que no.
Desde entonces rezaron y se sacrificaron por ella. Pasados unos días corrían jugando enfrente -Ya sé lo que quieres ser: sacerdote.
de la puerta de su casa. Jacinta se paró en seco y dijo: -No señora, no quiero ser sacerdote.
-No juguemos más. Hagamos este sacrificio por la conversión de los pecadores. -Entonces, ¿qué es lo que quieres ser?
Y sin pensar que alguien podía verla, levantó las manos y los ojos al Cielo e hizo el ofrecimiento. -No quiero ser nada. Quiero morir e ir al Cielo.
La mujer, que espiaba desde su casa, quedó tan impresionada que no sólo no volvió a Ese era el bello ideal de un alma enamorada de Dios. Era una idea que repetía con frecuencia
insultarles sino que les rogaba constantemente que intercediesen ante Nuestra Señora para que Nota 6. Tras la última aparición le dijo a Lucia:
le alcanzase el perdón de sus pecados. -Me gustó mucho ver a Nuestro Señor, pero todavía me gustó más verle en aquella luz donde
EFICACIA DE SU ORACIÓN también estábamos nosotros. Dentro de poco me lleva con Él y entonces ya le veré siempre.
El 23 de Diciembre de 1918 Francisco y Jacinta cayeron enfermos atacados por una
Un alma tan agradable a Dios era oída en sus oraciones. Podríamos traer muchos epidemia de bronconeumonía Nota 7. Jacinta se recuperó con rapidez pero Francisco no. Estuvo
ejemplos. Bastarán dos: muchos días en cama y cuando pudo levantarse se sentía muy débil. Los días que tenía un poco
Se acercó una vez un soldado a Jacinta llorando como un niño. Le requerían para ir a más de fuerzas aprovechaba para dar un paseo hasta Cova da Iría y rezar allí el Rosario.
la guerra y dejaba a su mujer enferma en la cama con tres hijitos. Pedía la salud de la esposa o Algunos, al verlo, le animaban diciéndole que se curaría pronto. Pero él respondía con un acento
la revocación de la orden. Jacinta le invitó a rezar con ella el Rosario. Después le dijo: que impresionaba:
-Nuestra Señora es tan buena. Seguro que le concede la gracia que le pide. -No.
Desde ese día no se olvidó del soldado. Siempre que rezaba el Rosario terminaba rezando un “En su dolencia -recuerda Lucia- sufría con una paciencia heroica, sin dejar nunca
Avemaría por él. Pasados algunos meses apareció el soldado con su mujer y sus tres hijos. escapar ningún gemido, ni la más leve queja…”. Cuando algunas personas mayores entraban a
Venía a dar las gracias: no sólo se había curado su esposa sino que él, debido a unas fiebres visitarlo salían impresionadas de la habitación. Una vez, unos que habían estado bastante rato,
que le habían asaltado la víspera de su partida, había quedado exento del servicio militar. comentaban:
Una tía de Lucia llamada Victoria tenía un hijo que era muy rebelde. Un día, sin más, -No sé que tiene Francisco, ¡se está aquí tan a gusto!
abandonó el hogar. Nadie sabía dónde estaba. Victoria contó el caso a Jacinta y ésta prometió Otras decían:
pedir por él. Al cabo de unos días el muchacho regresó y pidió perdón. Después contó lo que le -Parece que se siente al entrar en el cuarto de Francisco lo que sentimos al entrar en la
había pasado: tras haber gastado el dinero que le había robado a sus padres anduvo errante, Iglesia.
como un vagabundo, durante mucho tiempo. Finalmente acabó en la cárcel. Habiendo La gente solía pedirle que rezara mucho a Dios por ellos. Una mujer fue a verle muy
conseguido escapar se escondió, en plena noche, en el monte. Pero no sabía dónde estaba: apenada: su esposo había expulsado a uno de sus hijos de casa. Ella quería que se
había perdido completamente la orientación. Sintió miedo: la noche era cerrada, no tenía reconciliasen. Francisco le dijo:
alimento, estaba asustado, indefenso, perdido… En aquellas circunstancias acudió, como último -Quédese tranquila. En breve voy al Cielo, y en cuanto llegue pido esa gracia a Nuestra
recurso, a la oración: cayó de rodillas y empezó a orar. Pasados algunos minutos vio, Señora.
asombrado, como aparecía en aquel lugar, ante sí, Jacinta, le tomaba la mano y, sin decir La misma tarde de la muerte de Francisco el hijo pidió perdón al padre y la paz volvió a la
palabra alguna, le llevaba a la carretera. Una vez allí le hacía señas para que continuase familia.
andando al tiempo que ella desaparecía. El joven empezó a caminar. Tras varias horas Francisco lo pasó mal en su enfermedad. Lucia le preguntaba con frecuencia:
reconoció el lugar donde estaba y, conmovido, se dirigió a casa de sus padres. Lucia preguntó a -¿Sufres mucho?
Jacinta como es que podía haber estado allí. La pequeña respondió que ella no había ido allí, -Sí, pero lo sufro todo por amor a Nuestro Señor y a Nuestra Señora.
que no conocía ni esos pinares ni esos montes. En otra ocasión Lucia le preguntó si notaba mejoría:
-Yo sólo recé y pedí mucho a Nuestra Señora por él dándome pena la tía Victoria -No, me siento peor. Ya me falta poco para ir al Cielo. Allí voy a consolar mucho a Nuestro
Dios, sin duda, había querido con aquella señal, mostrar que era la intercesión de Jacinta la que Señor y a Nuestra Señora. Jacinta va a pedir mucho por los pecadores, por el Santo Padre y por
había devuelto a aquel muchacho al hogar Nota 5. ti, y tú te quedas aquí porque Nuestra Señora lo quiere. Escucha: haz todo lo que Ella te diga.
Un día le dio la cuerda que llevaba, como penitencia, atada a la cintura:
-Toma, llévatela antes que mi madre la vea. Ahora ya no soy capaz de ponérmela en la
cintura.
Lo que más le costaba era no poder ir a visitar el sagrario. A Lucia le solía decir: -Mire madre, ¡qué luz tan bonita! Allá, junto a la puerta….
-Escucha: vete a la Iglesia y dale muchos recuerdos de mi parte a Jesús escondido. De lo que Algunos momentos después afirmó:
más pena tengo es de no poder ir ya a estar algún rato con Él. -Ahora ya no la veo…
Entonces su rostro se iluminó con una sonrisa angelical y, sin agonía, sin contracción, sin un
Capítulo 6.- Francisco se va gemido, expiró dulcemente. No tenía aún los once años.
La noticia de su muerte corrió como la pólvora. Jacinta la sufrió muchísimo. A veces se
Un día Lucia fue requerida por sus dos primitos con mucha urgencia. La Virgen se les la veía pensativa durante mucho rato. Al preguntarle en qué pensaba respondía:
había aparecido a ellos dos solos dándoles unos breves mensajes sobre sus respectivos futuros. -En Francisco. ¡Quién pudiera verlo!
Jacinta lo comunicó a Lucia: Y sus ojos se llenaban de lágrimas.
-Nuestra Señora vino a vernos y dijo que muy pronto vendrá a buscar a Francisco, para El cadáver de Francisco fue enterrado en el cementerio de Fátima Nota 10.
llevárselo al Cielo Nota 8.
Efectivamente: el muchacho estaba cada vez peor. El día 2 de Abril de 1919 su estado Capítulo 7.- Jacinta cae enferma
era tan malo que fue avisado el párroco para que lo confesara. Francisco mandó llamar
rápidamente a Lucia: Ya hemos dicho que el 23 de Diciembre de 1918 tanto Francisco como Jacinta cayeron
-Me voy a confesar para comulgar y morir después. Quería que me dijeses si me viste hacer enfermos. Durante esta enfermedad Jacinta aprovechó para ofrecer hasta los más mínimos
algún pecado y que preguntases también lo mismo a Jacinta. sacrificios al Señor. Cuando Lucia iba a visitarla a su cuarto ella le decía:
-Desobedeciste algunas veces a tu madre cuando ella te decía que te quedases en casa y tú -Ahora vete a ver a Francisco, yo hago el sacrificio de quedarme aquí solita.
te escapabas conmigo para esconderte. Un día su madre le llevó una taza de leche.
-Es verdad, tengo ese. Ahora vete a preguntar a Jacinta a ver si se acuerda de más. -No la quiero, madre -respondió apartando la taza con su manita.
Jacinta pensó un poco y respondió: Cuando la madre, apenada, se fue, Lucia le dijo:
-Dile que antes de aparecerse Nuestra Señora quitó 10 centavos a nuestro padre para -¿Cómo desobedeces así a tu madre y no ofreces este sacrificio a Nuestro Señor?
comprarle una armónica a José Marto de Casa Velha y que, cuando los chiquillos de Aljustrel Al oír esto la pobre criatura dejó escapar unas lágrimas, llamó a su madre y se tomó la taza sin
tiraban piedras a los de Boleiros él también tiró alguna. rechistar. Más tarde comentaría a Lucia:
Al transmitirle este recado respondió: -Cada vez me cuesta más tomar la leche y los caldos, pero no digo nada. Tomo todo por amor
-Esos ya los he confesado, pero vuelvo a confesarlos ahora. Puede ser que por estos pecados a Nuestro Señor y al Inmaculado Corazón de María, nuestra Madrecita del Cielo…
que yo he hecho esté tan triste Nuestro Señor. Te aseguro que aunque no muriera, nunca jamás Este era su secreto: ¡hacerlo todo por amor a Dios y a la Virgen!. A Lucia le reveló:
los volvería a hacer. Estoy tan arrepentido Nota 9. -¡Me agrada tanto decir a Jesús que le amo! Cuando lo digo muchas veces parece que tengo
Aquel mismo día confesó y se le prometió para el día siguiente la Comunión. fuego en el pecho, pero no me quema Nota 11.
El jueves día 3 de Abril se le llevó la Comunión. No pudo levantarse de la cama para Y añadía:
recibirla por su extremada debilidad. Pero comulgó con gran lucidez y mucha piedad. Estaba -¡Me encanta tanto Nuestro Señor y Nuestra Señora que no me canso de decirles que los amo!
lleno de gozo.
Conforme iba avanzando el día Francisco se encontraba peor. Su mal se iba Otras veces, pensando en los pecadores, decía:
agravando a pasos agigantados. Aquella noche Lucia fue a despedirse de él: -¡Qué pena! Si dejasen de ofender a Dios ni vendría la guerra ni irían al Infierno.
-Adiós, Francisco, si vas al Cielo esta noche no te olvides de mi ¿me oyes? Cierto día Lucia se acercó a la enferma:
-No te olvido, no, quédate tranquila. -¿Estás mejor?
Y mientras decía esto apretaba fuertemente la mano derecha de su primita, mirándola con los -Ya sabes que no mejoro. ¡Tengo tantos dolores en el pecho! Pero no digo nada: sufro por la
ojos llenos de lágrimas. conversión de los pecadores.
-¿Quieres algo más? -preguntó Lucia también llorando. Y preguntaba:
-No. -¿Hiciste hoy muchos sacrificios? Yo hice muchos. Mi madre ha salido y quise ir muchas veces
Como la escena se estaba poniendo demasiado conmovedora Olimpia mandó a la pequeña salir a visitar a Francisco, pero no fui.
del cuarto. Entonces Jacinta mejoró algo y pudo levantarse con normalidad. Desde ese momento
-Entonces, adiós, Francisco. Hasta el Cielo. solía pasar los días sentada en la cama de Francisco.
-¡Adiós, hasta el Cielo!... Tenemos noticias vagas e imprecisas de que, en este tiempo, Jacinta tuvo alguna
Y el Cielo se aproximaba. Amaneció el día 4 de Abril, viernes. Hacia las seis de la aparición personal (solo para ella) de la Virgen. Por testimonio del párroco, Don Manuel,
mañana Francisco dijo a su madre: sabemos que la Virgen se le apareció a Jacinta en la Iglesia, durante la Misa del día de la
Ascensión del Señor, y le enseñó a rezar el Rosario. Desgraciadamente el sacerdote no
preguntó a la pequeña cuál había sido la manera con la que la Virgen le había enseñado a Todo se cumplió literalmente. Francisco, como vimos, murió el 4 de Abril de 1919.
rezarlo. Dado que Jacinta ya sabía rezarlo es de suponer que en esta ocasión Nuestra Señora le Jacinta, que quedó muy maltrecha, fue llevada a los pocos meses al hospital de Santo
enseñaría un método para hacerlo más perfectamente. Agostinho, en Vila Nova de Ourem. Ingresó el 1 de Julio de 1919: su madre la llevó y la dejó
después allí sola. Estuvo dos meses: hasta el 31 de Agosto. Volvió a su casa con una gran
Capítulo 8.- “Nuestra Señora vino a vernos...” herida abierta en el pecho. Los cuidados diarios los sufría sin queja alguna. Le sobrevino,
seguramente por falta de higiene, una infección progresiva.
En estas circunstancias ocurrió un hecho del que ya hemos hablado. Lucia fue La niña cada vez sufría más: pero todo lo ofrecía por amor a Dios. Era muy visitada por
requerida por sus primitos con mucha urgencia: la Virgen se les había aparecido para darles un niños, con los que jugaba a las canicas y después les enseñaba el rezo del Rosario. Les
mensaje. Jacinta se lo comunicó a Lucia: aconsejaba no cometer pecados. Con las personas adultas no solía hablar. Si decían alguna
-Nuestra Señora vino a vernos y dijo que muy pronto vendrá a buscar a Francisco, para cosa inconveniente intervenía enseguida:
llevárselo al Cielo. A mí me preguntó si todavía quería convertir a más pecadores. Le dije que sí. -No digan eso, que ofenden a Dios Nuestro Señor.
Me dijo que iría a un hospital y que allí sufriría mucho: que sufriese por la conversión de los Si contaban de sus familias algunas cosas que no fuesen buenas decía:
pecadores, en reparación del Inmaculado Corazón de María y por amor a Jesús. Pregunté si tu -No dejen a sus hijos hacer pecados.
ibas conmigo. Me dijo que no. Esto es lo que me cuesta más. Dice que irá mi madre a llevarme y “Un día -recuerda Lucia- me dieron una estampa del Corazón de Jesús, bastante
que luego me quedaré allí solita. bonita para lo que los hombres pueden hacer. La lleve a Jacinta. Se fijó en ella, la miró con
atención y dijo:
-Es tan feo. No se parece en nada a Nuestro Señor, que es tan bonito. Pero la quiero; siempre
es Él.
La besaba con frecuencia y decía:
-Lo beso en el Corazón, que es lo que más amo. ¡Quién me diera también el Corazón de
María! ¿No tienes ninguno? Me gustaría tener los dos juntos.”
En otra ocasión se la encontraron abrazada a un crucifijo mientras decía:
-¡Oh! mi Jesús, yo te amo y quiero sufrir mucho por tu amor.
El 13 de Octubre de 1919 el padre Formigao se presentó en Fátima para ver cómo
iban las cosas. Quedó impresionado del estado de Jacinta. He aquí la descripción que hizo
entonces: “La pequeña está esquelética. Los brazos son de una delgadez asombrosa. Desde
que salió del hospital de Vila Nova de Ourem, donde durante dos meses estuvo sometida a
tratamiento sin resultado, está siempre ardiendo con fiebre. Su aspecto inspira compasión.
¡Pobre niña! El año pasado llena de vida y salud, y hoy ya, como flor marchita, pendiendo al lado
del sepulcro”. Una cosa parecía estar clara: había que sacarla de allí y llevarla a un sitio donde
se la atendiera mejor.
Sor Lucia (primero como religiosa dorotea y luego como religiosa carmelita)