95-Manuscrito de Libro-785-1-10-20221003
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GERONTOLÓGICA
Temas relevantes para
un envejecimiento activo
Dr. Aldo Martínez A.
Dr. Sebastián Astorga V.
EDITORES
KINESIOLOGÍA
GERONTOLÓGICA
Temas relevantes para
un envejecimiento activo
Dr. Aldo Martínez A.
Dr. Sebastián Astorga V.
EDITORES
Kinesiología gerontológica
Temas relevantes para un envejecimiento activo
Dr. Aldo Martínez A.
Dr. Sebastián Astorga V.
EDITORES
Corrección de textos
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Diseño y diagramación
Matilda Botto y Pedro Díaz
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puede remezclar, transformar y crear a partir del material siempre y cuando se reconozca
adecuadamente la autoría y las contribuciones se difundan bajo la misma licencia del material
original.
Índice
Prólogo
Capítulo I
Envejecimiento exitoso y neurociencia
Dra. Jennifer Troc G............................................................................................ 9
Capítulo II
Metabolismo y función cardiorrespiratoria en el adulto mayor
Dr. Pablo Troncoso G..........................................................................................31
Capítulo III
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
Msc. Caroline Zamorano S..................................................................................41
Capítulo IV
Conducta motora en el envejecimiento
Dr. Héctor Brito C..............................................................................................55
Capítulo V
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
Dr. Aldo Martínez A...........................................................................................75
Capítulo VI
La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
Dr. Sebastián Astorga V y Msc. Guillermo Campos S..............................................93
Capítulo VII
Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
Dr. Reinaldo Sáez S y Msc. José Alfaro L............................................................. 109
Prólogo
Es por este motivo que la educación y promoción de una adecuada calidad de vida,
incorporando el concepto de envejecimiento activo, puede constituirse en una estra-
tegia fundamental para que la población adulta mayor logre alcanzar un estado de
salud y de bienestar óptimo.
—7—
Capítulo I
Envejecimiento exitoso y neurociencia
—9—
Capítulo I
Otra teoría pionera del estudio del efecto del envejecimiento en los años 60 fue la
disminución de la velocidad de procesamiento como un mecanismo que explica la
declinación de la memoria. Se proponen dos vías principales para explicar el efecto
con la edad: 1. Mecanismo del tiempo límite, donde existe una mayor dificultad al
ejecutar operaciones de alto nivel, pues se toma más tiempo en ejecutar el procesa-
miento de operaciones tempranas, y 2. Mecanismo simultáneo, donde se consideran
muchas tareas de componentes relevantes que no están disponibles una vez comple-
tado el procesamiento continuo (Park y Festini, 2016). Una teoría también interesante
propuesta en los años 70 fue la de Craik y Lockhar, en la que la evidencia muestra
que el componente crítico para recordar no es la intención de aprender, ni tampoco
el tiempo de ejecución, sino la calidad de la decodificación de la operación. Esto es
particularmente interesante debido a que se avanzaba en la metodología desde un
estímulo-respuesta al estudio de un modelo mental de distintos componentes, que
dan origen al resultado desde el estímulo. Por ejemplo, se hicieron ensayos guiando el
procesamiento de semántica profunda en adultos mayores, incluso cuando no estaban
con la intención de recordar. En estos casos, la prueba de memoria fue equivalente o
superior al de los participantes que estudiaban activamente.
— 10 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
— 11 —
Capítulo I
visual (sección parietal de la corteza cerebral) que permiten reconocer las figuras
numéricas, como también áreas de lectura (área de Broca) que permiten reconocer
a los números representados por palabras. Estas áreas incluso se mantienen activas
cuando hay ejecución del desarrollo lógico-matemático, permitiendo procesar la
información cuantitativa no verbal en la que el número toma sentido en sí. Todas
estas áreas se activan en secuencia y/o en paralelo, dificultando la disección de cuál
área cerebral posee más contribución a una determinada acción (Dehanenne, 1997).
Figura 1
Esquema del mecanismo funcional y procesamiento de datos en la imagen de
resonancia magnética funcional fMRI
Scanner
Correlación con
resultados test o en estado
Procesamiento de de reposo Mapeo y conectividad
imagen obtenida
en tiempo real
Nota. Panel superior: Mecanismo de detección de las variaciones de flujo /volumen detectados
para generar la imagen. Panel inferior: Procesamiento de la imagen y correlación a la actividad
objetivo (test de memoria, por ejemplo) en las distintas áreas cerebrales.
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Envejecimiento exitoso y neurociencia
Existe una gran cantidad de evidencia que indica que varias formas de estimulación
cerebral no invasiva usadas en conjunto a fMRI han reportado potenciamientos
transientes o disminución en la función a nivel cortical (Bartrés-Faz y Vidal-Piñeiro,
2016). Los principales efectos descritos son a nivel metabólico, perfusión y niveles
neuroquímicos. Esta técnica ha sido acoplada con otras intervenciones que tienen
por objetivo potenciar la cognición en la adultez mayor, como en el entrenamiento
cognitivo (Antonenko et al., 2018).
— 13 —
Capítulo I
— 14 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
La memoria
La memoria como función del cerebro permite codificar, almacenar y recuperar la
información. Como permite retener información de experiencias ya vividas, según
el parámetro temporal se pueden dividir memorias de corto plazo o a largo plazo.
También, según la función que se esté ejerciendo, tiene distintas clasificaciones,
como de trabajo, o episódica. Dennis et al. (2007), usando un fMRI compuesto, han
medido la actividad cerebral durante una prueba de decodificación semántica usando
palabras y midiendo las áreas activas y bloqueadas, de forma transiente y sosteni-
da. El área relacionada a la disminución de la codificación semántica transitoria
fue el hipocampo y las regiones visuales, pero también se determinó un aumento
en la actividad en la corteza prefrontal izquierda con la edad. En contraposición,
en los individuos adultos la actividad en la corteza prefrontal izquierda fue menor,
y no mostraron áreas con actividad sostenida. Los autores entonces sugieren que,
durante la clasificación semántica, hay menos actividad espontánea mediada por
el hipocampo, pero mayor uso de procesos semánticos mediados por la corteza
prefrontal izquierda. Entonces, la correcta funcionalidad de la corteza prefrontal
puede implicar el correcto desempeño en actividades de decodificación sostenida,
mientras que su deficiencia se relaciona con la edad. Sin embargo, este resultado es
controversial, ya que Grady et al., (2008), reportó que usando sonidos ambientales y
fMRI compuesto para examinar la memoria de trabajo para la información auditiva
espacial y no espacial, donde también evaluaba las actividades transitorias y sos-
— 15 —
Capítulo I
tenidas, los adultos mayores tenían más actividad en los lóbulos occipital parietal
y bilateral izquierdo durante ambas tareas, aumentando la actividad transiente en
pruebas no espaciales en las regiones parietales y subcorticales. Por lo tanto, en el
procesamiento de la información auditiva aún no se ha esclarecido cuáles áreas se
relacionan en forma transitoria y sostenida, y a encontrar un sonido en forma espa-
cial (entre varios sonidos) recurriendo a la memoria, y a recordar sonidos en sí, sin
determinar un área espacial de dónde provienen (información auditiva no espacial).
Los autores interpretaron estos hallazgos como evidencia de que los adultos mayo-
res compensan los déficits del hipocampo confiando más sobre la corteza rinal,
posiblemente a través de una modulación frontal. Compararon adultos jóvenes y
adultos mayores en pruebas de memoria de reconocimiento verbal bajo atención
plena y dividida, en que la tarea de segundo plano o secundaria era hacer ejercicios
de animación en palabras (Fernández y et al., 2006). Los adultos mayores mostraron
la misma cantidad de interferencia de la memoria como adultos jóvenes durante la
condición de atención dividida. Mientras que, estos últimos mostraron un aumento en
la parte inferior izquierda de la corteza fronto lateral, junto con una disminución en
la actividad del hipocampo derecho. De esta manera, se concluyó que la equivalente
interferencia de memoria en los adultos mayores fue debido a la amortiguación del
hipocampo y que la corteza fronto lateral inferior y anterior participa en la atención
dividida si se consideran factores y características de un envejecimiento exitoso en
torno a la memoria, como la genética y el estilo de vida.
— 16 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
durante la prueba. También, es difícil dilucidar cuán afectada puede ser la memoria
de factores de riesgo para el Alzheimer y de otros factores patológicos cognitivos sin
un diagnóstico contundente, ya que al tenerlo se considera como un factor de exclu-
sión del grupo de estudio. Por ejemplo, estudios que han determinado los factores
de riesgo genético para Alzheimer en líquido cerebroespinal, han demostrado que
quienes tienen menor tasa de riesgo son los que mejor rinden en pruebas de memoria
episódicas y funciones ejecutivas en el transcurso de cuatro años. De esta manera, los
trastornos neurocognitivos premórbidos no diagnosticados pueden explicar para una
cierta porción de individuos un posible deterioro cognitivo, sin hacer diferencia de
una población con envejecimiento normal. Varias condiciones médicas como hiperten-
sión, resistencia a la insulina e inflamación también se asocian a menores resultados
cognitivos en la adultez mayor (Yaffe et al., 2009). La depresión, por su parte, también
predice un mayor deterioro cognitivo. De esta manera, para preservar la salud física y
mental para una memoria exitosa durante el envejecimiento, se debe tener en cuenta
que múltiples factores influyen a lo largo de la vida (Chodosh et al., 2007).
Funciones ejecutivas
Las funciones ejecutivas son actividades mentales complejas necesarias para planifi-
car, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento para adaptarse
al entorno y cumplir objetivos. Dentro de las funciones ejecutivas encontramos la
planificación, el razonamiento, la flexibilidad, la inhibición, la toma de decisiones,
estimación temporal, ejecución única, dual o multitárea. Las funciones ejecutivas, como
atención e inhibición, no han sido estudiadas en la misma medida que la memoria
de trabajo, pero los experimentos realizados en esta área han demostrado el mismo
patrón básico de resultados que se ha encontrado para la memoria. Es decir, los adul-
tos mayores han disminuido la actividad en algunas áreas cerebrales, mientras que,
en otras, la actividad ha aumentado, en comparación con la actividad cerebral de los
jóvenes adultos. Un estudio encontró que los adultos mayores tenían menos activi-
— 17 —
Capítulo I
dad de la corteza prefrontal lateral durante las tareas que requieren la inhibición de
las respuestas (Jonides et al., 2000), mientras que un segundo estudio encontró más
actividad frontal en adultos mayores (Nielson et al., 2002), con la diferencia principal
de que en este último estudio se examinaron solo los ensayos de inhibición exitosos.
Otros estudios han demostrado fallas en la supresión del cerebro asociadas a fallas en
la inhibición de información irrelevante durante la búsqueda visual (Gazzaley et al.,
2005; Milham et al., 2002). Esto indica una disminución en concentrar la atención en
información específica, descartando la información irrelevante, como también una
posible reorganización de cómo se concreta cerebralmente el proceso de atención.
Emociones
Una tendencia reciente y creciente en la investigación de la neurociencia cognitiva
es el estudio de la emoción y la memoria emocional. Sostenidamente, la evidencia
muestra que los adultos jóvenes muestran más memoria emocional para materias no
emocionales (Kensinger et al., 2002; Charles et al., 2003). De acuerdo con estos hallazgos
de comportamiento, los adultos jóvenes tienen una mayor actividad en la amígdala
(llamado el centro del miedo) al ver estímulos emocionales negativos (Anderson et al.,
2003) y, además, esta actividad se relaciona con la memoria persistente o recuerdos
con este material (Dolcos et al., 2004; Kensinger y Corkin, 2004). Los adultos mayores
pueden no reconocer mejor y evocar memoria para estímulos negativos (Grady et al.,
2007) y pueden cometer más errores al clasificar las emociones negativas específicas
en expresiones faciales que los adultos jóvenes (Calder et al., 2003; Keightley et al.,
2006). Varios estudios han examinado los mecanismos neurales de estas diferencias
de edad en el procesamiento de estímulos negativos, y todos muestran una menor
actividad en la amígdala en adultos mayores, cuando se ven estímulos negativos, que
en adultos jóvenes (Fischer et al., 2005). Sin embargo, la actividad de la amígdala puede
ser influenciada por la valoración o importancia, como también por la familiaridad
(Gobbini y Haxby, 2007).
Percepción
Uno de los efectos caracterizados sobre la percepción ha sido el estudio de la función
visual. Algunos estudios han encontrado un patrón de exceso de reclutamiento de
actividad en algunas áreas del cerebro por parte de adultos mayores, así como una
actividad reducida en las cortezas visuales (Madden et al., 2004). Estos estudios han
indicado que los adultos mayores pueden poner mayor énfasis en el control atencio-
nal, en compensación por la disminución relacionada con la edad en la eficiencia del
procesamiento visual. En uno de los estudios recientes, Chee et al., (2006) utilizaron
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Envejecimiento exitoso y neurociencia
Respecto del efecto del envejecimiento sobre alteraciones a nivel celular y molecular
que impactan sobre funciones cognitivas complejas en el cerebro, la evidencia muestra
alteraciones características como: a) alteración de la función de las mitocondrias, b)
Figura 2
Áreas de estudio de neurociencia cognitiva en el envejecimiento
EMO
RIA CI
O
O
M
NE
ME
sa nivel ce
bio lul
S
ar
am
C
Cambios Cambios
EPCIÓN
FUNCION
reparación energía y
EJECUTIV ES
metabolismo
ADN
RC
AS
E
Áreas
P
neurociencia
cognitiva
— 19 —
Capítulo I
Envejecimiento activo
Cuando se pone en perspectiva el envejecimiento exitoso, aparecen dos grandes
corrientes de investigación que amplían ente concepto. Primero, ¿qué significa el
envejecimiento exitoso? Y, en segundo lugar, ¿cómo las personas envejecen con éxito?
(Baltes y Carstensen, 1996; Rowe y Kahn, 2015). El problema central del envejecimiento
exitoso es identificar los factores que permitan evitar el cambio negativo –desde la
perspectiva de declinación funcional– dado por la edad y mantener la funcionalidad:
ya sean actividades y actitudes desde la juventud o mediana edad (Havighurs, 1961)
que apunten a disminuir los cambios en memoria, cognición o cambios estructurales y
funcionales del cerebro (Josefsson et al., 2012; Nyberg et al., 2012). Interesantemente,
varios de estos factores, como la actividad física, aúna al cómo y el qué.
— 20 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
Figura 3
Componentes que contribuyen a un envejecimiento exitoso
ENVEJECIMIENTO
EXITOSO
Red de soporte
-Servicios comunitarios
-Familia y amigos
-Ocupación laboral
Nota. Soporte ambiental, red social de soporte y las actividades personales desde la juventud
a la vejez.
— 21 —
Capítulo I
Stern (2009) plantea que existe una reserva cognitiva, asociada al aprendizaje, social,
cultural e intelectual, que aumenta el número de redes, es decir, mejora la conectividad
neural y ofrece resistencia al deterioro funcional frente a la neuropatología como el
Alzheimer. Dos características mayormente asociadas a esta reserva cognitiva son: altos
niveles de educación y mayor tiempo de ocupación laboral en actividades cognitivas
complejas. Por otro lado, Zahodne (2015) determinó que el acceso a mayor educación
en edades más tardías es un determinante directo de altos ingresos económicos,
acceso a atención médica de alta calidad, y menos estresores, por lo tanto, la contri-
bución del alto nivel educacional es controversial como única variable que favorezca
— 22 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
Hay tres formas en que el ocio en el tiempo libre puede ayudar a las personas en
caso de enfermedades crónicas. Primero, la participación en actividades de ocio en
el tiempo libre puede servir como una distracción positiva, mejorando así el afecto y
fomentando la esperanza (Hutchinson et al., 2008). En segundo lugar, la participación
en actividades de ocio en el tiempo libre puede proporcionar oportunidades para que
las personas mejoren o mantengan su salud física y / o mental, en caso de las formas
de ocio físicamente activas. Se han asociado estas actividades con una mejora en la
longevidad, independencia y funcionamiento cognitivo y físico. A pesar de la eviden-
cia de que algunas formas de ocio pasivo, como ver televisión, están asociados con
problemas de salud mental (Dupuis y Smale, 1995), se han encontrado muchas formas
de actividades cognitivas y de ocio social que se correlacionan con una buena salud
física y mental en la edad adulta (Herzog et al., 2002). Por el contrario, la desconexión
y el aislamiento social se asocia con el deterioro cognitivo y se ve como un factor de
riesgo significativo para una mayor vulnerabilidad en la edad adulta. Tercero, la par-
ticipación en el ocio que es personalmente significativo puede contribuir al bienestar
de las personas y a un envejecimiento exitoso (Dupuis, 2008).
— 23 —
Capítulo I
— 24 —
Envejecimiento exitoso y neurociencia
memoria colaborativa, por lo tanto, tienen un mayor riesgo de padecer una declinación
cognitiva (Barnier et al., 2019).
Wegner, en 1987, ya había establecido que los grupos sociales estables desarrollan un
sistema de memoria transactiva, donde la memoria de situaciones en grupo facilita
recuperar la información al recordar. Para que esta información sea colaborativa indi-
vidualmente, cada individuo debe comunicar el recuerdo y la combinación individual
lleva a recordar efectivamente, ya que considera su papel y su experiencia en el grupo.
Wegner estableció al menos dos niveles de esta memoria colectiva en una categoría
que sería como “recordar en grupo qué ocurrió en tal situación” y una memoria a
nivel de elemento que involucraría recordar cada detalle de aquella situación (Harris
et al., 2011).
Otro aspecto relevante es que en caso de que la persona mayor requiera cuidados a
largo plazo, asociado a la disminución de la función física, mayor será la influencia
del medio ambiente sobre el comportamiento y el bienestar (Pruchno y Rose, 2000;
Wang y Wang, 2012). Los residentes de instalaciones que entregan apoyo a la movili-
dad física también reciben mayor influencia de la atención de cuidado (Kahanpää et
al., 2016; Wang y Wang, 2012). De esta manera, los factores que podrían impactar en
la salud mental, generando síntomas depresivos, incluyen: el tamaño y localización
geográfica, el entorno, comodidades, el personal de atención, las políticas regulatorias
y el entorno social. De esta forma, promover buenas relaciones entre instituciones
que atienden a adultos mayores, y buenas relaciones interpersonales entre los resi-
dentes y el personal de atención de cuidados, puede reducir efectivamente los riesgos
de depresión (Haugan et al., 2013). Si se considera el carácter comunitario de estas
instalaciones, impulsar la participación en actividades grupales que incluyan tiempo
de ocio y actividades físicas, ha demostrado conducir a una mejor salud mental entre
los mayores (Domínguez y Molinari, 2014; Chao y Chen, 2018).
— 25 —
Capítulo I
¿cuáles son los programas actuales de intervención para favorecer el soporte ambiental
y cuáles podrían ser sus mejoras? ¿Cuáles son los avances tecnológicos en torno al
soporte ambiental para la población adulta mayor?
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— 29 —
Capítulo II
Metabolismo y función
cardiorrespiratoria en el adulto mayor
— 31 —
Capítulo II
Tabla 1.
Principales cambios morfológicos del corazón con la edad
Los cambios funcionales del corazón están estrechamente ligados a los cambios
morfológicos. En el envejecimiento sano la disminución de la actividad enzimática
oxidativa y del volumen mitocondrial disminuye la captación y remoción de calcio por
el retículo sarcoplásmico de las células miocárdicas, enlenteciendo la relajación y la
contracción miocárdica en individuos de edad avanzada. La función sistólica, medida
por la fracción de eyección, se mantiene normal en condiciones de reposo o de baja
demanda física, con una disminución del 1% anual del gasto cardíaco en estado de
reposo. En condiciones de esfuerzo físico el volumen sistólico disminuye y la frecuencia
cardíaca puede estar normal o disminuida en reposo. El acortamiento de la diástole
cardíaca que se expresa en condiciones de aumento de la demanda metabólica, estrés
por enfermedad, por incremento de la demanda física, con un incremento de la fre-
cuencia cardíaca (la que está disminuida en esfuerzo máximo), va a afectar el tiempo
de llenado ventricular, que es más corto, y la perfusión coronaria que ocurre en fase
diastólica, situación que induce a la aurícula izquierda a aumentar su participación
en el llenado ventricular, con un aumento de tamaño e hipertrofia de sus paredes.
Aun así, el incremento del trabajo físico está acompañado de un incremento del gasto
cardíaco, a pesar de que la frecuencia cardíaca máxima es menor en la vejez, el gasto
cardíaco logra incrementarse en relación con el nivel del esfuerzo físico a expensas
del mecanismo de Frank Starling que compensa el volumen de sangre eyectado. En
esfuerzo máximo, se reduce el gasto cardíaco máximo y el volumen sistólico máximo
asociado a una disminución de la contractilidad miocárdica, lo que corresponde a
características normales del envejecimiento (Marron, 2019; Pemberthy, 2016).
— 32 —
Metabolismo y función cardiorrespiratoria en el adulto mayor
Tabla 2.
Principales cambios funcionales cardiovasculares
— 33 —
Capítulo II
Tabla 3.
Cambios morfológicos del sistema respiratorio
Dentro de los cambios funcionales del sistema respiratorio destacan las modificaciones
en los volúmenes y capacidades pulmonares. Se observa una progresión de los cambios
volumétricos en las personas desde los 20 a 89 años, con una progresiva disminución
de la máxima capacidad de respiración, una disminución de la capacidad vital y una
mantención de las capacidades pulmonares totales. Predomina el atrapamiento de
— 34 —
Metabolismo y función cardiorrespiratoria en el adulto mayor
aire, hiperinsuflación, incremento del volumen residual de 5% a 10% por década, que
altera biomecánicamente la relación longitud tensión diafragmática, disminuyendo
la capacidad de generar fuerza, con un incremento de la capacidad residual funcional
de 1% a 3% por década.
— 35 —
Capítulo II
Tabla 4.
Cambios funcionales del sistema respiratorio
Metabolismo en el envejecimiento
El estudio del metabolismo en el ser humano puede ser abordado desde diferentes
perspectivas. La interacción entre los diferentes sistemas involucrados en la disponi-
bilidad energética para mantener el funcionamiento celular, o para disponer energía
frente a una demanda física, está establecida por la capacidad de las reservas fisio-
lógicas que permiten un funcionamiento acorde al tipo, duración e intensidad del
esfuerzo físico. Por otra parte, el estrés oxidativo con la acumulación de radicales libres
induce daño biomolecular, favoreciendo el envejecimiento del organismo. Estudios
longitudinales han establecido los cambios normales de las variables fisiológicas en
la medida que el ser humano envejece. Se observa una disminución del metabolismo
basal, el consumo de oxígeno máximo disminuye a una tasa de aproximadamente
10% por cada década en personas sedentarias desde los 25-30 años y en individuos
entre 50 y 75 años, la tasa de disminución es aproximadamente del 15% por década
(Rodríguez, 2019; Tafur, 2018).
La importancia del nivel de consumo de oxígeno en los individuos, sobre todo en los
adultos mayores, radica en que es un indicador de salud en especial de la capacidad
funcional. Estudios señalan que las personas físicamente activas pueden sostener un
nivel adecuado de reserva en la aptitud aeróbica otorgándoles una mejor capacidad
aeróbica en la realización de sus tareas habituales y una mejor calidad de vida (Cha-
ves-García, 2017). Si bien, clásicamente se ha descrito que el consumo de oxígeno
está estrechamente ligado al proceso de difusión de gases, transporte y extracción de
oxígeno a nivel celular, la ingesta del sustrato energético es una piedra angular en la
disponibilidad de energía y el proceso natural de envejecimiento adiciona elementos
complementarios a la función de los sistemas. Por mencionar algunos: los hábitos de
vida tanto alimenticios como el sedentarismo, la pérdida del apetito, trastornos en la
— 36 —
Metabolismo y función cardiorrespiratoria en el adulto mayor
— 37 —
Capítulo II
Figura 1
Principales factores que influyen en la disminución del consumo de oxígeno (VO2)
VO2
FC χ VS Contenido de Contenido de
-
O2 arterial O2 venoso
nº células Poscarga
PAO2 Difusión gases Extracción de O2
Nodo SA
Contractilidad
miocárdia
Ventilación Densidad Masa
alveolar capilar muscular
Nota. Dif a-v O2: Diferencia arteriovenosa de oxígeno; FC: Frecuencia cardíaca; VS: Volumen
sistólico; Nodo SA: Nodo sinoauricular; PAO2: Presión alveolar de oxígeno; PIM: Presión inspira-
toria máxima; PEM: Presión espiratoria máxima: CVF: Capacidad vital forzada; VEF1: Volumen
espiratorio forzado en un segundo.
El enfoque integral del adulto mayor es, sin duda, una poderosa herramienta para
establecer conductas terapéuticas enfocadas a preservar el “envejecimiento saluda-
ble”, instaurando programas interdisciplinarios optimizando la calidad de vida, y no
solo asumiendo conductas terapéuticas frente a lo evidente, en donde los sistemas ya
han perdido una importante reserva de sus funciones, generando discapacidades en
edades avanzadas.
— 38 —
Metabolismo y función cardiorrespiratoria en el adulto mayor
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— 39 —
Capítulo III
Sarcopenia: diagnóstico y factores
asociados
— 41 —
Capítulo III
Masa Muscular
El peak de la masa muscular se alcanza en la juventud alrededor de los 25 años, hacia
los 50 años se pierde aproximadamente un 10% y es a partir de esta edad que hay una
pérdida progresiva acentuada, especialmente desde la sexta década de vida, alcanzan-
— 42 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
do una pérdida total del 40% de la masa muscular hacia los 80 años de vida (Mart et
al., 2007). El envejecimiento provoca en el músculo esquelético cambios anatómicos,
histoquímicos y funcionales, lo cual se traduce en la disminución del número y el
tamaño de las fibras musculares. Existe presencia de infiltración grasa y tejido con-
juntivo, además de una reducción de la razón capilar por fibra que altera el aporte de
nutrientes provenientes del torrente sanguíneo a la fibra muscular. El número de fibras
musculares tipo II, o de contracción rápida, disminuye mucho más que el número de
fibras musculares tipo I, o de contracción lenta, en consecuencia, en las personas
mayores los músculos no son capaces de contraerse tan rápidamente. Las fibras tipo II
son ricas en miofibrillas, pero poseen escasa cantidad de mitocondrias y mioglobina,
por lo cual se nutren a través de la vía anaeróbica, contienen alta concentración de
elementos contráctiles por sobre elementos elásticos, son rápidas, pero tienen menor
capacidad de resistencia, lo que provoca que se fatiguen rápidamente. Con el pasar
de los años las células musculares de las fibras tipo II pueden presentar destrucción
de miofilamentos y líneas Z, proliferación del retículo sarcoplásmico y del sistema de
túbulos T, acumulación de lipofuscina y fibras rotas o en anillo. Estas modificaciones
producen cambios en la masa muscular que finalmente podrían desencadenar la dis-
minución del volumen y calidad del músculo esquelético.
Para medir la masa muscular se han utilizado diversas técnicas, mediciones antro-
pométricas fáciles de realizar en la práctica clínica, como también sofisticados medios
tecnológicos. Cabe destacar, como resultado de los consensos, que existe la posibilidad
de optar a una técnica de medición de acuerdo con el costo, acceso y disponibilidad
para ejecutarla, considerando si el objetivo es realizar investigación o una evaluación
de práctica clínica. En la siguiente tabla se mencionan y describen las recomendacio-
nes para el diagnóstico.
Tabla 1
Tecnicas de medicion de la masa muscular
— 43 —
Capítulo III
— 44 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
Fuerza muscular
El envejecimiento produce un decrecimiento de la fuerza muscular que se refleja en
la disminución de la contracción de músculo esquelético. Esto se puede evidenciar en
actividades de la vida diaria como levantarse de una silla, deambular y subir escaleras,
entre otras. La medición de la fuerza muscular se puede realizar a través de una técnica
isométrica, isótonica o isocinética. La medición isométrica arroja la capacidad de gene-
rar fuerza muscular, mientras que la isotónica e isocinética son utilizadas para medir
la fuerza muscular y se realizan en intervalos de tiempo (Cortés et al., 2014). Dentro
de las alternativas propuestas para medir la fuerza muscular se encuentran: la fuerza
de prensión manual, la fuerza de flexoextensión de rodilla y flujo espiratorio máximo.
De acuerdo a las caracteristicas de cada técnica de medicion, la prensión manual es
la más recomendada e incluida dentro de los algoritmos para llegar al diagnóstico
de sarcopenia, ya que se considera una medida factible y conveniente debido al bajo
costo, la disponibilidad, la facilidad de uso y su asociación con la fuerza de la pierna.
Tabla 2
Técnicas de medición de la fuerza muscular
Rendimiento físico
El rendimiento físico en personas mayores se relaciona con la capacidad funcional,
es decir el desempeño en acciones físicas que involucran la movilidad, destreza, esta-
bilidad y fuerza, entre otras, con la finalidad de realizar actividades de la vida diaria,
básicas, instrumentales y/o avanzadas. De ellas, la más utilizada es la velocidad de la
marcha, por su rápida aplicación en la práctica clínica, además de existir bastante
evidencia que la relaciona con el estado funcional de la persona mayor.
— 45 —
Capítulo III
Tabla 3.
Técnicas de medición del rendimiento físico
Figura 1
Algoritmos EWGSOP y AWGS
Ausencia de Sarcopenia
Ausencia Ausencia Sarcopenia
Sarcopenia
de sarcopenia de sarcopenia
— 46 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
En el año 2019 se publicó una revisión del consenso europeo de sarcopenia del 2010;
Sarcopenia: Revised European Consensus on Definition and Diagnosis (EWGSOP2). En este
documento revisado y actualizado, la EWGSOP2 propone un nuevo algoritmo, el cual
comienza con la aplicación del cuestionario SARC-F o la sospecha clínica de sarco-
penia. Si este arroja un resultado positivo, se continúa con la evaluación de la fuerza
muscular, donde esta última adquiere mayor protagonismo, ya que si está disminuida
se concluye “probable sarcopenia”, lo que bastaría para comenzar con una intervención
en la práctica clínica. La confirmación del diagnóstico depende del resultado de la
evaluación de la masa muscular y, por último, solo si el diagnóstico está confirmado,
se ejecuta la evaluación del rendimiento físico para detectar el grado de severidad de la
sarcopenia. De esta forma, si el rendimiento físico está disminuido se puede concluir
que la sarcopenia es severa. En conclusión, los criterios planteados para realizar el
diagnóstico de sarcopenia son igualmente considerados en los diversos consensos y
estudios científicos a nivel internacional. Lo mismo sucede respecto a las técnicas de
medición propuestas. Es importante destacar que en el último consenso europeo se
sumó una nueva variable: el “grado de severidad de la sarcopenia”, la cual en consensos
anteriores no estaba establecida.
— 47 —
Capítulo III
Tabla 4
Factores de riesgo de sarcopenia
Osteosarcopenia
A partir de los 50 años, la masa muscular disminuye en un 0,5-2% anualmente, tanto
fibras tipo I como tipo II, y la fuerza muscular en un 1,5-3% a partir de los 60 años. Esta
disminución es mayor en población sedentaria y en varones, donde se encuentra una
prevalencia del doble respecto a mujeres. De igual forma, la masa ósea disminuye un
0,5% a partir de los 30 años de forma muy acentuada en la mujer posmenopáusica, en
comparación a la disminución paulatina que se presenta en el hombre. Estos cambios,
unidos a múltiples factores contribuyentes, tales como sedentarismo, malnutrición,
enfermedades crónicas y algunos tratamientos farmacológicos, acaban produciendo
osteoporosis y sarcopenia. (Cedeno-Veloz et al., 2019). La Osteosarcopenia es un fenotipo
— 48 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
que nace de la combinación de sarcopenia y baja densidad mineral ósea. Aún existe
falta de consenso de como denominarla, “sarco-osteopenia” y “sarco-osteoporosis”
son otras denominaciones que se han propuesto.
— 49 —
Capítulo III
osteomusculares permite diferenciar aquellos casos con alto riesgo de fracturas que
solo presentan fragilidad ósea.
Entrenamiento de la fuerza
Resulta difícil poder determinar si la disminución de la masa y fuerza muscular se debe
al proceso de envejecimiento o a la inactividad física cuando no existen otros factores
de riesgo detectables. Lo que sí se ha corroborado es que seguir un patrón regular de
ejercicio físico ayuda a mantener la masa y la fuerza muscular. El ejercicio físico más
adecuado por la especificidad del estímulo que proporciona es el “entrenamiento de
fuerza” o también llamado “entrenamiento de resistencia”. Este tipo de ejercicio tiene
como objetivo lograr la contracción muscular contra una resistencia que produzca un
incremento de la resistencia anaeróbica, la fuerza muscular, la adaptación neuromus-
cular y el tamaño de los músculos.
— 50 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
— 51 —
Capítulo III
Tabla 5
Recomendaciones para la prescripción de ejercicio de fuerza en personas mayores
con sarcopenia.
Los factores de riesgo de sarcopenia son multifactoriales, estos se pueden deber a una
causa primaria como lo es el envejecimiento per se, o causas secundarias relaciona-
das a factores extrínsecos y enfermedades. En las personas mayores, la sarcopenia
desencadena en la pérdida de funcionalidad, caídas e incluso se puede llegar a la
discapacidad. Si además se encuentra disminuida la densidad ósea (osteosarcopenia)
por el desuso muscular, el riesgo de fractura frente a una caída aumenta. En la inter-
vención terapéutica de la sarcopenia, si bien se debe considerar la nutrición, ingesta
de proteínas y fármacos, estos deben hacer sinergia con el ejercicio físico, ya que se
— 52 —
Sarcopenia: diagnóstico y factores asociados
ha demostrado que este último resulta ser lo más eficaz para retrasar la sarcopenia
y los eventos relacionados con esta condición. Concretamente, el entrenamiento de
fuerza es el más recomendable y específico, porque genera mayor beneficio en la masa,
fuerza muscular y funcionalidad en las personas mayores.
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— 54 —
Capítulo IV
Conducta motora en el envejecimiento
Esto se puede ver en las relaciones funcionales a nivel cerebral y en cómo las diversas
estructuras asociadas están ligadas al movimiento, la emoción y las capacidades ence-
fálicas superiores de forma conjunta, generando una retroalimentación cíclica entre
las mismas. Pero, ¿cuál es la razón de su evolución conjunta?, ¿por qué la evolución las
conjugó como una estrategia exitosa?, o ¿cómo estas podrían aportar en su relación sim-
biótica a buscar una nueva evolución a pesar de los procesos de la vejez? Para analizar
estas preguntas, primero debemos tener en cuenta que evolutivamente fuimos hechos
para la interacción, desde el punto molecular hasta el corporal, siendo el movimiento
una de las energías esenciales en la mayoría de los sistemas vivos e inertes. Esta interac-
ción permite a sistemas biológicos complejos poder interactuar y ser parte de un todo,
y es esta relación con un todo, lo que ancla a la necesidad de la vida con el movimiento
y la interacción. De ahí la importancia del estudio de este movimiento que, en el caso
del ser humano, tiene que ver con la interacción entre su misma especie y el ambiente,
— 55 —
Capítulo IV
Algunos autores han referido una fuerte relación entre la motricidad humana y la con-
ducta, incluyendo las capacidades ejecutivas y su relación con la emoción-cognición.
Pero la mayoría de los estudios utilizados para determinar esta relación han tenido un
enfoque orientado a la resolución de problemáticas de salud. Sin embargo, esta relación,
¿es solo un insumo que aporta a la salud poblacional? ¿O podría darnos una pista de
cómo se desarrolla la evolución humana en su dimensión cuerpo-mente-ambiente?
¿Son las interacciones del cuerpo con el ambiente, una proyección de nuestro “yo”, o
son las experiencias corporales con el ambiente, quienes crea nuestro “yo interno”?
Estas interacciones, no tan solo crean o modifican nuestra construcción perceptual a
nivel individual, sino que también generan un efecto sobre el mundo social, incluso
aportando en la modificación del mismo ambiente, dando pie a un conflicto evolutivo
entre el ser y su ambiente. Esto puede plantear que la rehabilitación física podría tener
que estar ligada inherentemente a la emoción y cognición como ciclo evolutivo y, del
mismo modo, las alteraciones de la salud mental y la motricidad, siendo la pérdida de
esta relación la explicación del proceso de desadaptación física y mental en muchas
de las mayores alteraciones de salud humana.
— 56 —
Conducta motora en el envejecimiento
Teoría de desconexión
Dentro de los eventos que provienen de cambios propios del envejecimiento se entien-
de que a mayor edad, los ancianos muestran una disminución de la coordinación del
movimiento (Ward, 2003), con una variabilidad creciente del rendimiento motor junto
con un movimiento general de desaceleración (Darling et al., 1989). Estos cambios de
comportamiento van acompañados de alteraciones de la red cerebral subyacente. Duran-
te los movimientos, se recluta una red neuronal más extendida en el cerebro anciano
(Deiber et al., 2013; Marusic et al., 2018). Además, los ancianos muestran mayores
magnitudes de desincronización relacionada con el movimiento de la actividad osci-
— 57 —
Capítulo IV
latoria en las bandas de frecuencia asociadas con el control motor (Sailer et al., 2000),
además de la mayor disminución de la potencia relacionada con el movimiento. Este
cambio funcional cerebral, en donde se necesita de mayor reclutamiento neuronal por
el cambio de la forma de procesamiento de la función neural cerebral, va de la mano
con la desconexión que podría describir un mecanismo subyacente para el deterioro del
comportamiento, así como para la pérdida de conectividad funcional, lo que sugiere la
importancia de las redes de materia blanca para la función de orden superior. Dentro
de este marco, la disminución de las capacidades cognitivas podría estar relacionada
con el deterioro de la integridad del tracto de sustancia blanca, debido a su impacto en
la comunicación entre las regiones del cerebro (Ferreira y Busatto, 2013; O’Sullivan et
al., 2001; Marusic y Grosprêtre, 2018). Esta estrategia funcional de mayor reclutamiento
cerebral en el envejecimiento, dado por la desconexión y disminución fisiológica de la
sustancia blanca, tiene una relación inversa con el neurodesarrollo infantil, en donde la
ganancia neuroanatómica de la sustancia blanca va ligada al aumento de la ramificación
cortical, que en el caso de existir alteración se ha ligado a distintos trastornos asociados
a capacidades cognitivas, ejecutivas y motrices (Shaw et al., 2007 y Yang et al., 2015).
Deprivación
Es aquí en donde se contraponen dos características asociadas al aumento del reclu-
tamiento cerebral por la disminución de sustancia blanca: durante la infancia man-
tiene un aumento sostenido, pero esta misma condición muestra un declive en el
envejecimiento. Si bien es cierto que el aumento de la sustancia blanca tiene un orden
endógeno humano, su organización depende del estímulo, el cual aumenta progre-
sivamente durante los años, pero por el contrario, en el envejecimiento, disminuye
progresivamente. A pesar de que no se puede establecer la dirección causal de este
efecto de forma categórica, el hecho de tener una mayor estimulación en forma de
experiencia o, por el contrario, la falta de esta, influye sobre la organización, aumento
y/o disminución de mapeo cerebral descrito en esta teoría (Voyer y Jansen, 2017). Esto
se evidencia en el hecho de que un adulto mayor que se encuentra institucionalizado
disminuye 2,8 puntos en valoraciones cognitivas o con riesgo de demencias, solo por
el hecho de estar en esa condición, la que implica falta de exploración y nuevas expe-
riencias (González-Colaço Harmand et al., 2014).
— 58 —
Conducta motora en el envejecimiento
Enfoque: Con respecto al aprendizaje motor, postula que este es orientado a través de
la adquisición y el perfeccionamiento de formas de conducta apropiadas mediante
la confrontación activa del individuo con su medio ambiente, y manifiesta que está
orientado al desarrollo, adaptación y el perfeccionamiento de acciones y formas de
conducta cuyo contenido principal es el rendimiento motor y la resolución de un pro-
— 59 —
Capítulo IV
blema de tipo motriz. Las actividades que son parte del problema motriz son las que
se deben entrenar, sugiriendo que estas permiten un mejor aprendizaje, considerando
que si el acervo de experiencias motrices disponibles es cuantioso, más fácil y rápido
ocurrirá el proceso de aprendizaje.
Enfoque: Propone un enfoque con efecto preventivo y/o rehabilitador como formas
dinámicas de estimulación vestibular y propioceptiva, exploración de situaciones está-
ticas y dinámicas de equilibrio, actividad lúdica de atención, observación y memoria.
Propuesta: El autor propone que la participación en actividades físicas debe ser uti-
lizada por razones profilácticas, terapéuticas, psicológicas y sociológicas, que, junto
a otros hábitos saludables, contribuirán a hacer más lentos los procesos involutivos.
— 60 —
Conducta motora en el envejecimiento
— 61 —
Capítulo IV
presión, resistencia de rozamiento y peso. Los aspectos somato sensorial y visual son
aspectos para resaltar dentro de la terapia, ya que se acude a ellos como principal
puerta de entrada al sistema neuromotor. En síntesis, la metódica Perfetti resulta una
propuesta terapéutica que ofrece un razonamiento alterno a las terapias clásicas y que
en consecuencia es interesante de investigar.
2. Se concientizan los movimientos con el objeto, sin el estímulo visual. Esto se realiza
revisando mentalmente todos los movimientos que realizamos, desde los movimientos
de acercamiento con el objeto, como los necesarios para explorar sensorialmente el
objeto.
— 62 —
Conducta motora en el envejecimiento
6. El lenguaje se utiliza como guía en los procesos cognoscitivos y como escucha del
paciente.
— 63 —
Capítulo IV
Envejecimiento sensorial
Vestibular
Las afecciones del sistema vestibular se pueden generar a nivel periférico o a nivel
central, generando trastornos agudos y/o crónicos. Estas alteraciones vestibulares
inciden en las caídas, en el vértigo posicional e inestabilidad postural, lo cual afecta
el movimiento propositivo y la capacidad de reacción frente a alguna oscilación en un
plano de movimiento, generando caídas frecuentes y, con el tiempo, miedo a desplazarse
y aislamiento, aumentando el riesgo de mortalidad en el adulto mayor. Las alteraciones
agudas son las más frecuentes en esta población, el denominado síndrome vestibular
periférico agudo se produce a nivel celular por alteración y pérdida del material ciliar
de las máculas otolíticas, utrículo y sáculo, generando cambios estructurales en la
matriz mocuproteíca, afectándose el metabolismo de autofagia y cálcico, produciendo
que llegue menor información receptiva sobre aceleraciones lineales cefálicas. En
algunos casos se puede asociar a una alteración en el reflejo vestíbulo oculomotor o
por pérdida de la función vestibular por patologías vasculares.
— 64 —
Conducta motora en el envejecimiento
— 65 —
Capítulo IV
Tacto
Nuestra piel está conformada por múltiples receptores de dolor y temperatura, por
ende, esta influye en el proceso de termorregulación y de manera directa al sentido
del tacto. La piel se divide en capas o unidades funcionales desde externo a interno
por la epidermis, dermis y tejido subcutáneo.
Tabla 1.
Sistemas de regulación para las funciones del tacto, temperatura, presión,
dolor y aspecto táctil afectivo
A medida que se envejece, la capacidad táctil discriminativa baja, por diversas causas
como, por ejemplo, disminución del flujo sanguíneo, adelgazamiento de la piel y enfer-
medades diversas, entre otras, afectando la manipulación y aumentando el riesgo de
tener lesiones como quemaduras por alteración de la sensibilidad. Incluso aumenta
el riesgo de caídas por disminución de los receptores cenestésicos. Producto de la
edad se produce además una disminución en los corpúsculos de Meissner y Pacini,
y una disminución en la sensibilidad vibratoria de predominio en las extremidades
inferiores, ya que se ha demostrado que estas pierden más fibras nerviosas sensoriales
de los nervios espinales más bajos.
— 66 —
Conducta motora en el envejecimiento
del aislamiento afectivo en salud mental, lo cual tiene relación con el envejecimiento
activo (salud mental y sentido del tacto en la vejez). Este procesamiento afectivo del
tacto esta comandado por la ínsula y por la corteza somatosensorial. El tacto afectivo
genera mejoras en la salud, disminuye el estrés y la depresión, la estimulación táctil
mejora la cognición y el aspecto emocional, mejorando la calidad de vida. Estudios
demuestran que disminuye el tacto de forma discriminativa con la edad, pero no el
tacto de manera afectiva, lo cual es una condición que se debe considerar dentro del
aspecto social global del adulto mayor (Kabanchik, 2016).
Alteraciones visuales
Diversos estudios relacionan la pérdida del sentido de la visión con un aumento de
la discapacidad. Algunas investigaciones realizadas en adultos mayores instituciona-
lizados con pérdida o baja visión indican que son poco funcionales y dependientes
en gestos motores como traslado, aseo personal y actividades de la vida diaria. Esta
disminución de la visión se relaciona con deterioro de las capacidades funcionales,
de hecho, se ha determinado en estudios en adultos mayores institucionalizados con
baja visión, la dificultad que estos poseen para actividades de la vida diaria como las
transferencias y aseo personal. También se ha encontrado que la mayor afectación se
produce en la lectura, la independencia en el ambiente externo y actividades de ocio.
Esto aumenta la posibilidad de sufrir caídas, disminuyendo aún más la funcionalidad
del adulto mayor. Como causa de la disminución de la visión se encuentran las altera-
ciones como degeneración macular asociada a la edad (DMAE); la catarata, la cual es la
principal causa de la pérdida total de la visión en los mayores de 60 años; el glaucoma;
y, la retinopatía diabética. La recuperación de la función visual en estos pacientes
ancianos tendrá efectos positivos sobre su calidad de vida (Jiménez Navascués, 2007).
Audición
A medida que envejecemos, hay una pérdida de la audición, esto se denomina presbia-
cusia, en donde al adulto mayor se le dificulta percibir los sonidos de alta frecuencia.
Se presenta más en hombres que en mujeres, a partir de la tercera a la sexta década,
y su causa es por una afectación en el oído interno y sistema auditivo central. La dis-
minución de la audición afecta en los procesos de integración sensorial y reacción,
pudiéndose presentarse esta alteración de manera aislada solo en un sentido, o de
manera multifactorial interrelacionándose con otros sentidos afectados, y aumentan-
do más aún el deterioro funcional del adulto mayor. En la mayoría de los casos, los
adultos mayores tienen dos o más déficits sensoriales, lo que produce un deterioro
multisensorial (Camil Correia, 2016).
— 67 —
Capítulo IV
Gusto
Respecto al gusto en el proceso de envejecimiento, este comienza a ver afectada su
capacidad de discriminación de forma más temprana en el sexo femenino, a partir
de los 45 años. En el sexo masculino, esta alteración comienza posteriormente,
entre los 50 a 60 años. No está claro aún si el deterioro de la discriminación del gusto
en el envejecimiento normal se debe a la disminución de las papilas fungiformes,
caliciformes o botones gustativos; si se producen alteraciones en la sensibilidad,
disminuyendo a medida que pasan los años; o si simultáneamente desciende la
producción salival, con su correspondiente baja en la producción de la amilasa
salival, la cual es la principal enzima de la saliva. Diferente es hablar del concepto
denominado “sabor”, el cual es un ejemplo de procesamiento multisensorial, don-
de se genera la integración de al menos tres diferentes canales sensoriales: gusto,
olfato y somatosensación (Marks et al., 2007). Otras patologías producto de la edad
son la hipogeusia, que corresponde a una disminución de la sensibilidad gustativa;
la disgeusia, que es una distorsión de la percepción de lo que antes se consideraba
normal o agradable; y, la agnosia gustativa, la cual es la no capacidad de reconocer
algún estimulo gustativo (Fuentes et al., 2010)
Olfato
El sentido del olfato también se ve afectado con el pasar de los años. Existe una baja en
la capacidad olfatoria que, en un comienzo, se denomina hiposmia. Esta corresponde
a una reducción parcial de percepción de olores, la cual va en aumento produciendo
como resultado una anosmia, lo cual corresponde ya a una disminución total del olfato,
la cual puede ser temporal o crónica.
En algunos adultos mayores a partir de los 60 años, se produce una pérdida completa o
parcial de diversas células aparte de las neuronas receptoras, afectando también células
sostén, células basales y células mitrales del bulbo olfatorio. El mecanismo de acción
de estas neuronas se produce gracias a que los axones de las células mitrales y en el
penacho de cada bulbo se juntan para formar el tracto olfatorio, de manera bilateral.
Este sistema lleva la información de manera ipsilateral a varias áreas cerebrales den-
tro de la superficie orbital posterior del lóbulo frontal y la superficie dorsomedial del
lóbulo temporal (Gottfried, 2006). Para que el sentido del olfato funcione se necesita
un trabajo complejo y extenso de redes neuronales, las cuales actúan de manera con-
junta. Este se procesa de manera serial y en paralelo, afectando de manera gradual la
disminución neuronal en el proceso de envejecimiento (Fuentes, 2011).
— 68 —
Conducta motora en el envejecimiento
Figura 1
Nota. Las neuronas olfatorias se suplen por neuronas nuevas cada mes. A medida que se pro-
duce el envejecimiento, este recambio va disminuyendo, afectando así la capacidad olfatoria.
Estas neuronas poseen cilios conectado con el exterior por la cavidad nasal y envían sus axones
al cerebro a través de los tractos olfatorios.
Integración sensorial
La integración sensorial es la capacidad del sistema nervioso central para organizar e
interpretar las informaciones captadas por los diversos sistemas sensoriales (visual,
auditivo, gustativo, olfativo, táctil, propioceptivo y vestibular), y poder responder así,
de forma adecuada, al ambiente que nos rodea. Nuestro cerebro interpreta este proce-
so neurofisiológico como una experiencia significativa, interviniendo en la conducta
e integración sensorial y afectando, a la vez, otros sistemas mentales en los cuales
influye. Las experiencias adversas hacen conexiones anómalas tanto en asociacio-
nes como en proyecciones y conforman circuitos de respuestas adaptativas poco o
menos funcionales. En el grupo etario en estudio, esta integración disminuye por los
factores ya mencionados, y la capacidad de regeneración y sinaptogénesis aumenta
este potencial de deterioro, viéndose afectada así la capacidad de reacción del adulto
mayor frente al entorno.
— 69 —
Capítulo IV
Existen tres teorías de procesamiento sensorial; una indica que el proceso de integración
sensorial posee un funcionamiento constante durante todo el ciclo vital, influencia-
da por el entorno, en donde la neuro-plasticidad genera nuevas conexiones tanto en
personas en las primeras etapas de vida como en el adulto mayor, incluso en adultos
mayores con lesión cerebral, relacionándose la plasticidad neuronal y el aprendizaje
de manera directa, modificando la conducta y la adaptación al medio u entorno. Otra
teoría corresponde a que la estimulación va direccionada a niveles subcorticales,
influenciando en su maduración y función, activándose de manera unificada en cuanto
a la organización, planeación y capacidad adaptativa. Así, la estimulación va a depender
de la maduración de estos sistemas subcorticales. Realizar estimulación sensorial en
este tipo de individuos genera activación de procesos, mejorando la orientación, el
comportamiento y la atención, favoreciendo el funcionamiento del colículo superior
mamilar, aumentando los niveles atencionales, las funciones emocionales en el siste-
ma límbico, permitiendo una modulación de los sistemas corporales somatosensorial
y somatomotor. Esta regulación es dada por el tálamo, quien recibe la información
sensorial-motora y las integra. La tercera teoría nos habla que todas están funciones
trabajan al unísono de manera integrada, inter-dependiendo una de otra..
Hace muchos años se entiende que las funciones integrativas cerebrales de más alto
orden dependen de las estructuras de un nivel más bajo y de la experiencia sensorio-
motora (Ayres, 1989). La integración sensorial entonces depende de la integración y
maduración de estos sistemas y puede ser modificada por el entorno. Así, este sistema
se autorregula, se organiza y puede cambiar. En esto interviene, mejorando el modelo
— 70 —
Conducta motora en el envejecimiento
de integración, lo que conocemos como feedback. Esta acción aumenta o mantiene los
modelos neuronales, lo que favorece la memoria, lo vestibular, lo táctil y lo propiocep-
tivo de este grupo etario, y mejora la cognición, lo que se relaciona con otras funciones
cognitivas como la planeación, organización y funciones de la vida diaria. En los adultos
mayores el feedback resulta imprescindible para favorecer la participación y generar,
finalmente, en base al movimiento o estimulación, un aprendizaje y una respuesta
adaptativa al medio que lo rodea, generando nuevas estrategias de aprendizaje tenien-
do en consideración sus capacidades actuales, y favoreciendo, incluso, su capacidad
afectiva, social y familiar. Acerca del procesamiento de información a nivel de redes
neuronales, otros autores postulan que existe una capacidad interna para responder
frente al estímulo sensoriomotor. Esto aumentaría la integración sensorial y es por ello
que se trabaja desde todos los ámbitos, incluyendo lo socioafectivo y, principalmente, la
motivación, es decir, la iniciativa frente a situaciones nuevas que nos permiten generar
un cambio. En este proceso, el individuo debe estar consciente de sus potencialidades,
lo que permite avanzar en el proceso de integración (Monsalve A, 2009).
Tabla 2.
Resumen de deterioro sensorial en el adulto mayor
— 71 —
Capítulo IV
Discapacidad y envejecimiento
En Chile, desde el área de la salud, existen objetivos sanitarios generales claros para
la población general. El envejecimiento activo, desde la definición de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) se plantea como una optimización de las oportunidades de
bienestar físico, social y mental durante todo el ciclo vital, para ampliar la esperanza
de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez (Naciones Unidas,
2002). Los objetivos sanitarios para este grupo etario son impulsados a nivel nacional
por el Servicio Nacional del Adulto Mayor del Ministerio de Desarrollo Social y Familia,
con su política vigente hasta 2025, la cual propone proteger la salud de las personas
mayores, mejorar su integración en los distintos ámbitos de la sociedad e incrementar
sus niveles de bienestar subjetivo (Senama, 2012). Estos objetivos se relacionan direc-
tamente con la posibilidad de vivir el envejecimiento y la vejez como un proceso en el
que caben nuevas posibilidades de desarrollo y autonomía (Minsal, 2014). Es por esto
que se hace relevante tener en cuenta el impacto del envejecimiento sobre su mayor
consecuencia: la discapacidad.
La detección temprana de los problemas de salud y las acciones para reducir el impac-
to de una enfermedad o lesión que ya existe, pueden disminuir las complicaciones
relacionadas. Más de mil millones de personas (el 15% de la población mundial) vive
con algún tipo de discapacidad y de ellos, casi 200 millones (el 2%) experimentan
considerables dificultades de funcionamiento. Las altas tasas de discapacidad entre
la población adulta mayor reflejan la acumulación de riesgos para la salud a través del
ciclo de vida, debido al padecimiento de enfermedades, lesiones y patologías crónicas.
En los países de bajos ingresos, la prevalencia de la discapacidad entre la población de
45 años y más es mayor que en los países de altos ingresos, y más alta entre las mujeres
que entre los hombres. El proceso de envejecimiento para algunos grupos de personas
con discapacidad se inicia más temprano que lo usual. Por ejemplo, algunas personas
con discapacidades del desarrollo muestran signos prematuros de envejecimiento.
Así, los cambios asociados con el envejecimiento pueden producir mayor impacto en
las personas con discapacidad (OMS y Banco Mundial, 2011).
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Capítulo IV
— 74 —
Capítulo V
Actividad física en el adulto mayor
institucionalizado
Contextualización histórica
En Chile, la efectividad de las políticas sociales implementadas desde la segunda mitad
del siglo XX y los cambios demográficos, sociales, económicos y culturales experimen-
tados en las últimas tres décadas han determinado un escenario social y cultural tal,
que, al comenzar el siglo XXI, el fenómeno del envejecimiento está cobrando una mayor
relevancia. Esto, debido principalmente al aumento de las expectativas de vida en la
población. El envejecimiento es un proceso que se caracteriza por la pérdida progresiva
de las capacidades físicas, cognitivas, biológicas y psicosociales del individuo. En este
contexto, la población adulta mayor (AM) es particularmente sensible, pues aumenta
la probabilidad de sufrir eventos adversos llamados caídas. Estas se definen como un
suceso inesperado en el que hay pérdida del equilibrio y tras lo cual se termina en el
suelo o un nivel inferior.
— 75 —
Capítulo V
nal. Esta nueva condición de fragilidad de salud provocará un aumento en los costos
sanitarios de dichas instituciones, así como de los familiares que deberán asumir las
implicancias psicológicas y económicas generadas por la caída. Los cambios propios
del envejecimiento hacen que los adultos mayores, según genética y formas de vida
llevadas a lo largo de los años, tengan mayores posibilidades de sufrir una caída. Esta
puede provocar una alta morbimortalidad a causa de las lesiones resultantes, inmovi-
lidad secundaria y pérdida de autonomía (Chaparro et al., 2018) e incluso, predisponer
el ingreso prematuro a centros institucionalizados o de larga estadía. En general, la
caída es consecuencia de múltiples factores de riesgo, incluyendo alteraciones de los
sistemas visual, vestibular, propioceptivo y fuerza muscular de extremidad inferior.
Se estima que el 30% de los adultos mayores de la comunidad se caerán, a lo menos,
una vez al año. En cambio, el porcentaje puede alcanzar hasta un 50% en los AM que
residen en centros institucionalizados. Esto traerá como consecuencia nuevas caídas,
restricción de las actividades diarias, pérdida de la independencia funcional y reduc-
ción en su calidad de vida (Araya et al., 2018).
Son numerosos los autores que proponen el ejercicio físico como estrategia para
mejorar la capacidad funcional y, por consecuencia, reducir el número de caídas en
la población adulta mayor. Sin embargo, las diversas recomendaciones en torno a sus
intensidades y frecuencias han generado discusión en relación a sus resultados. Una
de las modalidades de ejercicio físico que ha sido implementado en el adulto mayor de
la comunidad y que ha demostrado beneficios sobre el control propioceptivo, fuerza
muscular y estabilidad postural, permitiendo mejorar la eficacia de sus movimientos
y reduciendo la posibilidad de sufrir una caída, es el entrenamiento neuromuscular
(ENM). Este se caracteriza por ser de carácter funcional e integral, utilizando solo el
peso del cuerpo para su ejecución. Pese a estos beneficios, en aquellos adultos mayo-
res que se encuentran institucionalizados, se ha indicado que la actividad física es
básicamente recreacional, no hallando información acerca de la aplicación de dicho
entrenamiento en este grupo de la población mayor (Ballesteros y Palazuelo, 2017).
La postura
Definida desde múltiples campos y perspectivas, la postura ha sido objeto de nume-
rosos estudios dentro de las disciplinas más diversas, como biomecánica, teología,
antropología, patología, etc. Desde cada una de ellas se ha intentado dar significado a
la posición que el ser humano adoptó, hace varios millones de años, en herencia de sus
antecesores, los homínidos. La postura bípeda aparece en la bibliografía relacionada
con modelos de dignidad, elevación integral, señal de orgullo, superioridad, etc. En
— 76 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
cualquier caso, somos conscientes que la postura bípeda característica del hombre,
al igual que el lenguaje, la prensión y el pensamiento, permitió en su momento desa-
rrollar tanto las capacidades manipulativas como las intelectuales que actualmente
identifican al ser humano. Desde el punto de vista neurofisiológico se sabe que, cuando
el ser humano se mueve, acontecen en él una serie de complejos procesos que con-
trolan la postura. Dicho control postural sólo parece obvio en las caídas o en aquellas
enfermedades que privan del mismo. Por lo que la finalidad del control postural es
orientar las distintas partes del cuerpo sin pérdida de equilibrio, tanto en su relación
entre sí, como con la relación con el mundo externo, y mientras el cuerpo permanece
estático o en movimiento.
• La adaptación persistente.
Definición de postura
El concepto de postura, también llamada actitud, es puramente descriptivo y podría
definirse como la posición relativa de las diferentes partes del cuerpo con respecto
a sí mismas (el sistema coordinado egocéntrico), al ambiente (el sistema coordinado
exocéntrico) o al campo gravitatorio (el sistema coordinado geocéntrico). La orientación
de una parte del cuerpo puede describirse en relación con cada uno de estos marcos
de referencia, según cual sea el contexto funcional. Por ejemplo, el conocimiento de la
posición de la cabeza con respecto al medio ambiente es importante para estabilizar la
visión, mientras que el de su posición con respecto al resto del cuerpo es importante
para mantener la postura erecta. Ahora bien, la postura puede caracterizarse según dos
propiedades: la orientación y la estabilización. La orientación postural se define como
la habilidad para mantener una relación apropiada entre los segmentos del cuerpo
y entre el cuerpo y el entorno, así como para mantener una actividad determinada,
para lo cual se utilizan las múltiples referencias sensoriales de las que se dispone (la
gravedad, la superficie de soporte y la relación del cuerpo con los objetos del entorno).
Por otro lado, la estabilidad postural se define como la habilidad para mantener la
posición del cuerpo, y, específicamente, el centro de masa corporal, dentro de unos
límites de seguridad. La postura del cuerpo humano exige, en todo momento, una
— 77 —
Capítulo V
adecuada distribución del tono muscular, hecho que precisa de una síntesis compleja
de múltiples informaciones sensoriales (propioceptivas, exteroceptivas plantares,
vestibulares o laberínticas y visuales), las cuales no solo están en función del entorno,
sino de los movimientos voluntarios o automáticos llevados a cabo ( Araya et al., 2017).
Las estrategias posturales utilizadas para conseguir una posición estable frente a la
gravedad dependen de la especie. Los elefantes, por ejemplo, bloquean mecánicamente
sus patas alineadas, y otros, como el perro o el gato, mantienen flexionadas sus patas
mediante la tensión de la musculatura. El ser humano utiliza ambas estrategias, de
tal manera que bloquea las rodillas en extensión para mantener el equilibrio estático
y flexiona las extremidades inferiores como preparación para un movimiento inten-
cionado, exactamente igual que en el inicio de la carrera. Así, cada especie presenta
— 78 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
Para mantener el equilibrio durante los distintos movimientos del tronco o de las extre-
midades, es necesario que el movimiento voluntario vaya precedido de un movimiento
contrario y anticipado, que traslade la proyección al suelo del centro de gravedad
dentro de la nueva base de sustentación que pretende utilizar. Por ejemplo, cuando
se pasa de un apoyo con ambos pies al apoyo único con un solo pie, se produce una
considerable reducción de la base de sustentación, de tal manera que el lugar donde
se proyecta el centro de gravedad durante el apoyo bipodal queda fuera de la nueva
base de sustentación, por lo que es necesario un conjunto de respuestas interactivas
que aseguren el traslado del centro de gravedad de una base de sustentación a otra.
La orden central para un movimiento voluntario de una parte del cuerpo se asocia
con una orden simultánea de acción anticipadora que prevé la perturbación postural
esperada. Aunque los elementos básicos del control postural son innatos, es posible
modificarlos de manera considerable mediante el aprendizaje, si bien, los ajustes ante
las alteraciones no esperadas dependen de la retroacción. Algunos de estos ajustes
pueden ser relativamente rápidos y sencillos, como el reflejo miotático, pero, por lo
general, son el producto de complejas reacciones motoras que se aprenden y se libe-
ran como un todo. La magnitud y el tiempo de esos ajustes están relacionados con el
contexto y con el movimiento realizado (Méndez-Giménez et al., 2017).
• Esquema corporal postural: aquel que informa sobre la orientación del cuerpo con
respecto a la vertical gravitaria (receptores vestibulares, graviceptores somáticos),
sobre la posición de los segmentos corporales unos respecto a otros (aferencias
Ia de los husos musculares) y sobre sus propiedades dinámicas (sobre todo de las
condiciones de apoyo).
— 79 —
Capítulo V
Es por ello que se dice que el control postural es adaptativo, ya que precisa de un
control por parte del cerebelo, lo que ha sido demostrado en aquellos estudios en que
los que pacientes con lesiones cerebelosas eran incapaces de realizar cambios adap-
tativos. Dicho control postural adaptativo se aprende durante la locomoción, de tal
manera que cuando alguno de los componentes posturales se expone a un estímulo
adaptativo, estos componentes integran un determinado esquema postural (Casahua-
man-Orellana, et al., 2019).
Envejecimiento en Chile
Hoy en día podemos ver una serie de elementos que han ido cambiando el escenario
actual de los adultos mayores versus los niños y jóvenes, mientras años atrás, la tónica
era que mientras más niños, menos adultos mayores había. Sin embargo, una serie
de eventos y fenómenos sociales han ido cambiando este escenario, como la ciencia
y la tecnología, las políticas de salud y el desarrollo, lo que ha tenido como efectos
una mejora en las expectativas de vida de las personas en Chile y el mundo, como
también la consolidación de hábitos y costumbres de las familias que contribuyen a
la longevidad. Por ejemplo, existen tasas de natalidad que han ido bajando a lo largo
de los últimos años, ya sea por temas económicos o bien por el retraso del inicio de la
edad de la maternidad en las mujeres, como también por distintas perspectivas de las
parejas. En el Gráfico 1 podemos observar el aumento a nivel nacional del porcentaje
— 80 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
de personas sobre los 60 años en el país, según el último Censo realizado por el Ins-
tituto Nacional de Estadísticas (INE, 2017). En el año 2002 se registraba un 10,8% de
personas sobre los 60 años y para el año 2017 se incrementó en 5 puntos, alcanzando
un 15,8%, con una proyección de que, para el año 2020, se llegaría a un 17,3% de la
población (Castellanos Maturell, et al., 2018).
Gráfico 1.
Personas
Proyecciones sobre
sobre 60 años,
60 años, segúnAnuales
promedios años (%)
17,3
16,8
16,3
15,8
15,3
14,5 14,9
13,7 14,1
13,0 13,4
12,4 12,7
11,8 12,1
11,0 11,3 11,5
10,8
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
Fuente: INE-2017.
Frente a los datos que nos muestra el gráfico anterior, queda de manifiesto la gran alza
que representan los porcentajes nacionales de personas sobre los 60 años en nuestro
país, subiendo un aproximado de 6,4 puntos desde el año 2002 al 2020. También es
posible ver cómo este fenómeno cobra más fuerza en los últimos años, puesto que
desde 2016 en adelante se ve un alza sostenida de 0,5 puntos por año, muy por sobre
los 0,2 o 0,3 que se registraron desde los años 2002 al 2010. Así, este es un fenómeno
en franco ascenso y debiese ser uno de los temas primordiales para el gobierno en la
elaboración de políticas públicas.
— 81 —
Capítulo V
Gráfico 2
Porcentaje de personas mayores de 60 años por región
Personas mayores de 60 años (%)
Tarapacá 11,9
Antofagasta 12,5
Atacama 14,0
Coquimbo 16,1
Valparaiso 17,9
Región Metropolitana de Santiago 15,4
Región del Libertador B. O'Higgins 16,6
El Maule 16,7
BioBío 16,8
La Araucanía 16,3
Los Ríos 16,4
Los Lagos 15,2
Aisén del General Carlos Ibáñez del Campo 13,1
Magallanes y Antártica Chilena 16,0
Nacional 15,8
— 82 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
Dentro de este marco general, y dadas las limitadas capacidades de muchos residen-
tes para controlar de forma independiente su propia seguridad, no es inusual que el
personal sanitario recurra a prácticas limitadoras de la movilidad, como la aplicación
de restricciones físicas para controlar situaciones problemáticas. No obstante, estas
intervenciones pueden comprometer aún más la autonomía, dignidad y seguridad de
los adultos mayores que allí residen. A ello también hay que añadir la amplia evidencia
científica de que la inactividad física conduce a la reducción de las capacidades fun-
cionales de los adultos mayores, aumentando la posibilidad de sufrir eventos adversos
llamadas caídas y, con ello, comprometer aún más su calidad de vida. A pesar de ello,
este procedimiento todavía sigue siendo considerado como una intervención necesa-
ria para el control de los comportamientos perturbadores del adulto mayor residente
(Pavón et al., 2018).
La caída
La OMS define las caídas como acontecimientos involuntarios que hacen perder el
equilibrio y dar con el cuerpo en tierra u otra superficie firme que lo detenga. Las
lesiones relacionadas con las caídas pueden ser mortales, aunque la mayoría de ellas
no lo son. La edad es uno de los principales factores de riesgo de las caídas. Los adultos
mayores son quienes corren mayor riesgo de muerte o lesión grave por caídas, y el
riesgo aumenta con la edad. La magnitud del riesgo puede deberse, al menos en parte,
a los trastornos físicos, sensoriales y cognitivos relacionados con el envejecimiento,
— 83 —
Capítulo V
así como a la falta de adaptación del entorno a las necesidades de la población de edad
avanzada (Velis et al., 2018).
La etiología de las caídas es bastante compleja, ya que la mayor parte de ellas están
motivadas por la asociación de numerosos factores. Estos se han dividido, según el
tipo de factor de riesgo, en factores intrínsecos (trastornos del equilibrio y de la mar-
cha, debilidad por enfermedades crónicas discapacitantes más frecuentes en adultos
mayores institucionalizados) y factores extrínsecos o del entorno (más frecuentes
en la comunidad). En el caso del adulto mayor institucionalizado los factores más
importantes son la polifarmacia, debilidad muscular, deterioro funcional y cognitivo
e incontinencia urinaria. La incontinencia urinaria (IU) se asocia con incapacidad
funcional moderada y severa, y con las caídas con una probabilidad (OR) entre 1,3 y
2,56. La urgencia miccional y la nicturia son factores que pueden explicar la asociación
entre incontinencia urinaria y caídas.
El deterioro o función cognitiva reducida se vincula de forma no lineal con las caídas,
siendo los residentes con deterioro cognitivo moderado quienes tienen mayor riesgo
de volver a caer con respecto a los que tienen un deterioro normal o leve. A partir de
este grado de deterioro, el riesgo de nuevas caídas disminuye según empeora la función
cognitiva, llegando a dejar de ser significativo en residentes con deterioro cognitivo
severo. En cuanto al deterioro de la movilidad física, se han encontrado asociaciones
positivas de las caídas con actividad y funciones físicas reducidas, sobre todo relacio-
nadas con pérdida de equilibrio y durante la marcha (Artuñedo et al., 2018). También
se han relacionado con las caídas el deterioro de la transferencia o habilidad para la
traslación (OR: 2,4) y el déficit de autocuidado, como puede ser el vestirse (OR: 2,3).
Estos dos problemas suponen un mayor riesgo de caídas cuando la persona necesita
supervisión o asistencia, dejando de repercutir sobre las caídas en personas indepen-
dientes o totalmente dependientes para estas tareas. Otras patologías que influyen en
la aparición de caídas, identificadas como factores de riesgo, son la diabetes mellitus,
secuelas físicas de accidente cerebro vascular, hipotensión ortostática, enfermedad
neuropsiquiátrica, problemas de visión y la pluripatología. Se han encontrado asociacio-
nes significativas de caídas con la discapacidad básica, síntomas depresivos y el miedo
a caer. Finalmente, la polifarmacia (consumo de múltiples fármacos) y psicofarmacia
(consumo de fármacos psicoactivos) guardan una importante relación con las caídas.
El consumo de tres o más fármacos supone una probabilidad cinco veces mayor (OR:
5,3) de caer que un consumo inferior (Gallego et al., 2018).
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Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
1. Elevada incidencia: Más de un tercio de los mayores de 65 años que viven en comu-
nidad sufren una o más caídas al año y esta incidencia es mayor en los ancianos que
viven en residencias o instituciones y en los que presentan algún tipo de patología
crónica o daño cerebral.
3. Elevada discapacidad: Pocas personas que sufren una fractura de cadera vuelven a
vivir normalmente debido al alto grado de discapacidad y de reducción en la cali-
dad de vida que suele conllevar. Muchas de las lesiones producidas por las caídas
que requieren hospitalización desarrollan delirio, lo que incrementa la necesidad
de pasar a un cuidado institucional. Aproximadamente el 52% de las caídas que
se registran en los mayores de 75 años tienen repercusiones importantes para la
realización de las actividades de la vida diaria (AVD).
4. Elevados costos económicos: Las caídas son la causa más común de admisión en
traumatología, un elevado porcentaje requiere hospitalización y esta posibilidad
aumenta con la edad. Las lesiones que más frecuentemente requieren hospitalización
— 85 —
Capítulo V
son las fracturas de fémur, pierna, brazo y antebrazo, así como las vertebrales. Las
personas mayores de 75 años presentan mayor riesgo de necesitar recuperaciones
y cuidados de más de un año. En las próximas décadas, el actual envejecimiento
de la población junto con el aumento en la esperanza de vida elevará los gastos
sociosanitarios producidos por las caídas y sus consecuencias. De hecho, existen
algunos estudios que han demostrado que la reducción en el número de las caídas
disminuye el coste en la sanidad de la población anciana (Corrales, 2007).
— 86 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
— 87 —
Capítulo V
— 88 —
Actividad física en el adulto mayor institucionalizado
Conclusión
Los adultos mayores constituyen un grupo de la población relevante para el diseño de
políticas públicas, en particular aquellas que persiguen el alcance de una sociedad más
democrática donde todos los sectores tengan un grado satisfactorio de participación
y gestión en su desarrollo. Con este objetivo, se implementan políticas sanitarias ten-
dientes a lograr la incorporación de este sector a la vida social, rescatando los aportes y
minimizando los factores de riesgo y vulnerabilidad de este grupo etario. En particular,
los adultos mayores institucionalizados presentan particularidades y características
que los constituyen como conjunto específico, precisamente por convivir en grupo
dentro de instituciones ideadas para su contención y cuidados. De acuerdo con la OMS,
la “seguridad del paciente” se define como la ausencia de un daño innecesario real o
potencial (lo que se conoce como incidente) asociado a la atención sanitaria (Jehu et
al., 2021). Se trata del conjunto de elementos estructurales, procesos, instrumentos
y metodologías basadas en evidencias científicamente probadas que propenden por
minimizar el riesgo de sufrir un evento adverso en el proceso de atención de salud o
de mitigar sus consecuencias. Asimismo, se puede definir evento adverso (EA) como
un daño causado como consecuencia de problemas en la práctica, productos, pro-
cedimientos o sistemas, más que por la condición médica o enfermedad subyacente
del paciente. Es un hecho desafortunado y generalmente inesperado, asociado con la
asistencia o servicio provisto en el ámbito de un centro sanitario.
En virtud de esta realidad de salud pública, es posible predecir los altos costos que
deberán incurrir las instituciones de gobierno, los propios centros de residencia y el
grupo familiar para responder a las demandas asistenciales que conlleve cuando el
adulto mayor residente sufra una caída. De esta forma, se hace necesario ampliar las
estrategias de intervención que aborden este problema y logren, de manera eficaz,
conservar sus capacidades funcionales por más tiempo. Una de ellas es el entrenamiento
neuromuscular. Este es una estrategia de ejercicio que no tiene mayor repercusión de
sobrecargas en los sistemas osteoarticulares, dado que solo utiliza el peso del cuerpo,
es realizado en grupo o de manera individual, es de fácil ejecución y de bajo costo
— 89 —
Capítulo V
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— 92 —
Capítulo VI
La anteposición de cabeza-cuello y el
riesgo de caídas
Introducción
La postura corporal se define como un estado de alineación del cuerpo durante un
periodo específico de tiempo. La postura ideal se describe como un estado de man-
tención del equilibrio del cuerpo usando la mínima actividad musculoesquelética
sin causar dolor o malestar. La tendencia de los individuos a permanecer sentados
durante largos periodos de tiempo, y el aumento del uso de computador o el uso de
celular, puede llevar a cambios en la alineación de la columna vertebral, generando
una postura incorrecta, y una de las más frecuentes es la postura de anteposición de
cabeza y cuello (Kim et al., 2018). La cabeza constituye el 6% del peso corporal total,
y está vinculado con la columna cervical y otras articulaciones a través de cadenas
cinemáticas y cinéticas por medio de varios músculos. Se ha calculado que una posi-
ción incorrecta de la cabeza de cinco centímetros hacia delante en referencia al eje
del cuerpo aumenta su peso en diez kilogramos. Esta alteración postural puede afectar
al tejido miofascial, provocando dolores de cabeza o cuello (Szczygieł et al., 2019).
— 93 —
Capítulo VI
Esta postura está asociada a un incremento en la cifosis torácica y a una posición del
hombro rotado hacia anterior y se asocia con alteraciones cinemáticas y musculares
— 94 —
La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
— 95 —
Capítulo VI
centro de gravedad delante del eje de carga. La exposición a esta carga constante sobre
los músculos craneovertebrales y las estructuras no contráctiles causan un cambio en
la biomecánica, produciendo un mayor estrés articular (Kim et al., 2018).
Por otro lado, esta postura influye en la función respiratoria, ya que los músculos
respiratorios se debilitan. Se ha demostrado que la capacidad vital forzada (CVF),
el volumen espiratorio forzado en 1 segundo (VEF1) y la actividad de los músculos
respiratorios es significativamente menor en sujetos que presentan una postura con
anteposición de cabeza y cuello. Existe un cambio en la forma de la caja torácica que
es característica en los pacientes con postura de anteposición de cabeza y cuello, por
lo que, la disminución en la función respiratoria se puede explicar por la restricción
de la función torácica. La contracción del tórax superior en pacientes con postura de
anteposición de cabeza y cuello afecta la espiración y la contracción del tórax inferior
puede afectar la inspiración (Koseki et al., 2019). Se observa una disminución significa-
tiva de la movilidad del tórax inferior a lo largo del eje Y (anteroposterior) que se asocia
a un acortamiento del músculo abdominal. Al existir una disminución del diámetro
anteroposterior del tórax inferior, se produce una reducción de la excursión diafrag-
mática (Koseki et al., 2019). Una postura incorrecta de la cabeza resulta en un cambio
en el modelo de la respiración, por una movilidad limitada del tórax, debido a una
falta de simetría axial de la cabeza en el aspecto tridimensional (Szczygiel et al., 2019).
La mayoría de estas disfunciones se pueden recuperar con terapia física, y para sus
hallazgos es fundamental la evaluación postural (Kim et al., 2018). Se ha observado
en adultos mayores que una corrección no quirúrgica de la postura de anteposición
de cabeza y cuello y restablecimiento de la lordosis puede disminuir sintomatología
radicular cervical (Wickstrom et al., 2017).
— 96 —
La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
Envejecimiento y postura
En el mundo desarrollado, las personas están viviendo más tiempo. Se espera que para
el año 2050 la población adulta mayor de más de 60 años se triplicará. Las principales
causas de este aumento de población son la mayor esperanza de vida y la disminu-
ción en las tasas de natalidad en los países más desarrollados. La vejez se asocia con
mayor riesgo de enfermedades debilitantes, como demencia y cáncer, pero también
los adultos mayores se ven enfrentados a otros problemas frecuentes, como declive
en la cognición, limitaciones físicas y pérdida de compañeros y amigos (Galli et al.,
2017). Así, los adultos mayores ven aumentado su aislamiento social y soledad, princi-
palmente por pérdida de compañeros y roles sociales. Sumado a ello, las limitaciones
físicas que pueden obstaculizar el contacto social. Incluso la mala cognición general
se relaciona con un aumento en la mortalidad.
Uno de los factores negativos en los adultos mayores es el aislamiento, y una de las
estrategias utilizadas para mejorar el trabajo grupal y motivar a los adultos mayores
es el humor y la improvisación. A través de estos, se han obtenido resultados bene-
— 97 —
Capítulo VI
Los adultos mayores se caracterizan por tener multimorbilidades, que son definidas
como la coexistencia de dos o más enfermedades crónicas. Estas condiciones cróni-
cas aumentan la complejidad de los tratamientos terapéuticos para los profesionales
de la salud, afectando negativamente a los servicios sanitarios. Esta multimorbilidad
se asocia con disminución de la calidad de vida, autoevaluación de salud, movilidad
y capacidad funcional. Así, aumenta la tasa de hospitalización, trastornos fisiológi-
cos, uso de recursos de atención de salud, mortalidad y mayores costos. Sumado a la
multimorbilidad, aumenta el uso múltiple de medicamentos, comúnmente referidos,
conocido como la polifarmacia (Masnoon et al., 2017). Esta polifarmacia se utiliza para
tratar cada condición y está asociada a resultados adversos que incluyen mortalidad,
caídas, aumento de la estancia hospitalaria y readmisión al hospital poco después del
alta médica.
Los pacientes adultos mayores presentan mayor riesgo de efectos adversos debido a la
disminución renal y función hepática, menor grasa corporal magra, reducción de la
audición, visión, cognición y movilidad (Masnoon et al., 2017). Existen medicamentos
que influyen en la capacidad para realizar ejercicios. Los betabloqueadores no selectivos,
como el propanolol, reducen la tolerancia al ejercicio, aumentan la predisposición a
hipertermia, la exacerbación de broncoespasmo inducido por el ejercicios o asma, el
deterioro de la función del ventrículo izquierdo durante el ejercicio, la reducción de
la glucogénesis estimulada por beta 2 y la reducción del consumo de oxígeno (VO2)
máximo (Mora et al., 2018). Las tiazidas pueden producir pérdida urinaria, de potasio
y magnesio, aumentando el riesgo de calambres musculares, arritmias y rabdomio-
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La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
lisis (Mora et al., 2018). Las estatinas pueden inducir debilidad muscular, aumentar
la fatiga y alterar el metabolismo energético durante el ejercicio, pudiendo inducir a
fatiga, dolor articular, disminución de la fuerza muscular y mialgia (Mora et al., 2018).
La metformina puede aumentar la frecuencia cardíaca y concentraciones de lactato
durante ejercicio (Mora et al., 2018). Las quinolonas y los esteroides aumentan el riesgo
de tendinitis y roturas de tendón. Los inhibidores de la bomba de protones se asocian
a calambres musculares, debilidad muscular, arritmias y letargo. Los antihistamínicos
reducen el tiempo de reacción y la discriminación visual. Los inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina incrementan el riesgo de caídas y rabdomiolisis. Los
antiinflamatorios no esteroidales han demostrado reducir la inflamación asociada al
ejercicio y mejorar la recuperación de la fuerza. Sin embargo, existen efectos adversos
asociados a alteraciones gastrointestinales, hemorragias e insuficiencia renal y se debe
restringir su uso a largo plazo (sobre 1 mes) (Mora et al., 2018).
— 99 —
Capítulo VI
Estudios han encontrado evidencia de que la masa muscular y las condiciones crónicas
están relacionadas con el riesgo de caer (Granacher et al., 2011). También, existen estu-
dios que han relacionado el rasgo de personalidad con el riesgo de caídas. Basándose
según el modelo de Digman (Granacher et al., 2011), existen cinco rasgos de personali-
dad: neurocitismo, conciencia, franqueza, extraversión y amabilidad. Según estudios,
las personas con rasgo de personalidad de neurocitismo y bajo nivel de conciencia se
asocian a un mayor riesgo de caídas (Granacher et al., 2011). Al adicionar poca fuerza
de agarre, fumar, tener depresión e inactividad física, este riesgo de caídas aumenta
(Tahmosybayat et al., 2018).
Las caídas son frecuentes en los adultos mayores y se ha demostrado que el ejercicio
físico es un buen medio para reducir su riesgo, ya que mejora significativamente los
distintos sistemas corporales. Para ello, es fundamental la mantención del equilibrio,
la fuerza muscular, la flexibilidad y la resistencia (Tahmosybayat et al., 2018). Para la
mantención del equilibrio es necesario el funcionamiento del sistema visual, vestibular
y somatosensorial. Estos sistemas cooperan en las reacciones posturales y cinéticas
— 100 —
La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
— 101 —
Capítulo VI
— 102 —
La anteposición de cabeza-cuello y el riesgo de caídas
(Mora et al., 2018). Los ejercicios de flexibilidad son muy importantes en los adultos
mayores, se realizan a través de elongaciones sostenidas para cada grupo muscular
y se recomienda realizarlos mínimo 2 veces por semana. Este tipo de ejercicios per-
mite mantener el rango de movimiento normal para la realización de actividades de
la vida diaria, en conjunto con actividades de fortalecimiento aeróbico o muscular
(Mora et al., 2018).
La literatura ha establecido que el contexto social y físico en los cuales las personas
nacen, viven, trabajan y envejecen, tiene un papel importante en los determinantes
de salud a lo largo de las etapas de la vida (Mora y Valencia, 2018). Las actividades
lúdicas corresponden a un tipo de tarea en la cual se proporciona al grupo de estu-
dio un contexto enriquecido con variedad de actividades que se caracterizan por sus
efectos motivacionales. Estas actividades permiten una ganancia en el aprendizaje de
las diversas habilidades y la retención a través de la disposición de una recompensa.
Este efecto puede estar mediado a través de efectos moduladores del neurotransmisor
dopamina (Krakauer y Cortés, 2018).
Conclusión
El entrenamiento para la anteposición de cabeza y cuello junto con actividades lúdicas
realizado durante 10 sesiones, con una duración de 12 a 15 minutos, ha demostrado ser
efectivo en la mejora de habilidades físicas. En la prueba de marcha de 6 minutos hubo
una mejora de un 26% en la resistencia, la fuerza de extremidad inferior aumento en
un 20% y el equilibrio dinámico y la agilidad aumento en un 18% (Timed Up and Go).
Además de los beneficios físicos, se destaca el hecho de que se favoreció la motiva-
— 103 —
Capítulo VI
ción de los adultos mayores para la realización de los ejercicios, permitiendo evitar
la pérdida de la funcionalidad y las caídas (Jessen et al., 2017).
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Capítulo VII
Ejercicio funcional en el adulto mayor
de la comunidad
Introducción
Las exigentes demandas laborales, los avances tecnológicos y los vertiginosos estilos
de vida nos van conduciendo a padecer una especie de estancamiento de nuestras
capacidades físicas. Un ejemplo de esto es el constante reemplazo del esfuerzo físico
laboral por nuevas tecnologías que hacen que cada vez necesitemos menos de la fun-
cionalidad de nuestros cuerpos para alcanzar un objetivo o una meta. Incluso en los
tiempos libres, de esparcimiento, estamos siendo invadidos por tecnologías que nos
hacen movernos menos. A raíz de lo anterior, todo parece indicar que la tendencia de
los adultos mayores es ser cada menos activos desde la perspectiva física, limitando
su capacidad funcional y reduciendo su calidad de vida. Afortunadamente, existen
ciertas iniciativas que permiten mitigar los nefastos efectos derivados de esta situación.
Sedentarismo
El envejecimiento es un proceso en el cual se producen diferentes alteraciones en los
adultos mayores, algunos cambios son propios de la edad y otros son provocados por
algún tipo de patología. Todos estos cambios tienen repercusiones a nivel funcional,
cognitivo afectivo y social. A su vez, el envejecimiento humano se asocia con una
disminución de la función en todos los sistemas involucrados en la independencia de
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Capítulo VII
los seres humanos. Es así como se ven alterados el sistema neurológico, musculoes-
quelético, cardiovascular y cognitivo. Todas estas alteraciones provocan limitaciones
en la capacidad de realizar actividades cotidianas, disminuyen tanto la calidad de vida
como la autopercepción de su propia calidad de vida (Landinez et al., 2012).
Integrando las ideas anteriormente expresadas, no resulta incorrecto pensar que una
definición más integradora de actividad física, y en la misma línea que la Organización
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
Mundial de la Salud, OMS, podría ser aquella que corresponde a “todos los movimien-
tos necesarios para desarrollar las actividades, sean estas recreativas, laborales y de
la vida cotidiana desarrolladas en el hogar, todas actividades que varían en intensidad
frecuencia y duración” (OMS, 2019). La idea de que la actividad física contribuye a
mejorar el nivel de vida en las personas durante todo el ciclo vital, no es una idea nueva,
prueba de esto son las mejoras observadas en la tasa de edad media de la población,
índice de envejecimiento y esperanza de vida, las que nos indican que las personas
activas viven más tiempo y tienen una mejor calidad de vida que las inactivas (Ávila
y García-Mayo, 2013).
Abordar la salud implica reconocer la relación entre el proceso vital del hombre y el
proceso colectivo, con los componentes objetivos y subjetivos que se manifiestan en
diversas prácticas que se ejecutan en distintos contextos de espacio y tiempo. En esta
dinámica, el proceso de salud recoge elementos desde lo histórico, lo cultural y lo
social, y está influenciado por el concepto de hombre como ser integral. Esta integra-
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Capítulo VII
lidad se da por las relaciones entre las esferas biológicas, psicológicas y sociales, que
le permiten al ser humano la participación en la sociedad como sujeto emancipador y
transformador, reconociendo su particularidad (Jara, 2015). Es de esta manera como el
hombre, a través de su proceso vital, se construye y reconstruye permanentemente, y
donde no solo el componente biológico influye en su salud, sino que también lo hace la
realidad social y cultural, condicionando sus procesos de crecimiento y desarrollo. En
este orden de ideas, la actividad física como factor de salud tiene unas repercusiones
positivas sobre la salud pública, lo cual puede atestiguarse desde el avance alcanzado
en investigaciones científicas que establecen un vínculo entre la actividad física y sus
adaptaciones biológicas.
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
se hará una valoración de la condición física, y por otro, será necesaria la realización
de una revisión médica básica para determinar su estado de salud (Cabezas, 2017).
• Revisión médica
• Historia clínica
• Test de esfuerzo
• Evaluación funcional
• Fuerza muscular
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
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Capítulo VII
de ocurrencia de entre 50% y 70%, llegando hasta el punto de ser denominada la epi-
demia del siglo. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Alzheimer está
considerada entre las seis afecciones con carácter prioritario en referencia a la salud
mental (González, 2014). Los cambios cognitivos pueden ir desde aspectos básicos
como el olvido, hasta un deterioro cognitivo profundo. Pero estos cambios y deterioro
se pueden rehabilitar y también prevenir, ya que se ha comprobado que existe una
capacidad de reserva que se puede activar durante la vejez y que ha sido denominada
como plasticidad cerebral (Araujo, 2010).
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
Entrenamiento de la memoria
El objetivo del entrenamiento de la memoria se basa en mantener y en mejorar su
rendimiento. Se deben realizar actividades para mejorar el recuerdo de la informa-
ción verbal, visual, de historias, acontecimientos y de localizaciones espaciales.
Existen variadas formas de entrenar la memoria. Entre ellas podemos encontrar
el entrenamiento unifactorial, en el cual se trabaja un solo factor que influye en
la memoria como, por ejemplo, la atención, o una sola estrategia o técnica, como,
por ejemplo, la asociación o visualización. También existe el entrenamiento multi-
factorial, el cual trabaja varios factores implicados en la memoria. Estos pudiesen
ser globales, los cuales se basan en entrenar procesos y estrategias para solucionar
distintos olvidos cotidianos, o modulares, los cuales son entrenamientos adaptados
al trabajo en grupos concretos, comenzando de una evaluación previa del grupo y
sus necesidades (Carrasco, 2001).
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Capítulo VII
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
Estabilidad postural
Las caídas afectan hasta el 32% de los adultos mayores de 65 a 74 años y el 51% de los
adultos mayores con edad superior de 85 años, constituyéndose en una de las prin-
cipales causas de postración en adultos mayores previamente sanos, y un problema
que afecta la funcionalidad, la sociabilidad y la economía de los sujetos (Cheng et al.,
2018). Uno de los factores determinantes en el riesgo de caídas es la alteración del
equilibrio tanto estático como dinámico. El proceso fisiológico de mantenimiento del
equilibrio depende de un arco reflejo muy complejo integrado por receptores y vías
aferentes (sistema visual, neurosensorial periférico y vestibulolaberíntico, núcleos
motores y vías eferentes vestibulares del tronco cerebral, cerebelosos y corteza cere-
bral), y efectores periféricos (sistema musculoesquelético), los cuales presentan un
deterioro con el envejecimiento (Abreus et al., 2016). La actividad física se reporta
como un importante aliado para mejorar la funcionalidad del adulto mayor en gene-
ral. Específicamente, sobre el equilibrio se han evidenciado efectos positivos con la
realización de actividad física.
En contraste, los adultos mayores sedentarios presentan una menor capacidad para
mantener el equilibrio y por consecuencia, un mayor riesgo de caídas (Freitas et al.,
2013). Se han reportado numerosos estudios con diferentes tipos de ejercicios para
mejorar el equilibrio en adultos mayores, existiendo consenso en que estos progra-
mas de ejercicios deben incluir ejercicios de fuerza y resistencia (Cadore et al., 2013),
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Capítulo VII
Calidad de vida
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la calidad de vida es “la percepción
individual de la posición en la vida en el contexto de la cultura y el sistema de valores
en el cual se vive, y su relación con las metas, expectativas, estándares e intereses”
(OMS, 2019). La calidad de vida es un concepto que se viene investigando desde hace
tiempo desde diferentes aspectos, dentro de los cuales se ha sumado la condición
de salud, factores psicológicos y sociales (Razo-González et al., 2014). En los adultos
mayores, la calidad de vida está determinada por distintos aspectos como el econó-
mico, familiar y social pero, dentro de todos los factores, la funcionalidad y la salud
son los que mayor impacto tienen en este grupo etario (López-Rincón et al., 2019). En
este sentido, la actividad física juega un rol preponderante para contribuir a mejorar
la calidad de vida de los adultos mayores. Estudios han reportado que los adultos
mayores que realizan actividad física organizada tienen mejores índices de calidad de
vida en las dimensiones de ansiedad-depresión, índice combinado de calidad de vida
y estado percibido de salud (Serrano-Sanchez, 2013). La realización de actividad se
relaciona con una mayor satisfacción vital en adultos mayores, lo cual se condice con
el hecho de que el ejercicio físico no solo reduce problemas de salud, sino que también
produce efectos positivos en el control de enfermedades crónicas y en el bienestar
(Acosta, 2019). Dentro de los beneficios de la actividad física que contribuirían a una
mejor calidad de vida está la mejora en la autoeficacia, aumento de la autoestima, la
existencia del afecto positivo y la satisfacción con la vida (Bohórquez., 2014).
Conclusión
La actividad física parece ser la llave que abre el camino hacia un envejecimiento
exitoso y una mejor calidad de vida, lo que se contrapone con los estilos de vida que
actualmente se está imponiendo en toda la comunidad (como lo es el sedentarismo)
y donde los adultos mayores no son excepción. Por otra parte, poder implementar
un programa de actividad física efectivo requiere de profesionales que conozcan las
múltiples variables que intervienen en dicha población. Cada programa de actividad
física debe contemplar aspectos físicos, cognitivos y sociales para entregar un real
beneficio a nuestros pacientes.
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Ejercicio funcional en el adulto mayor de la comunidad
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El proceso de envejecimiento es inminente en el ser humano y está ligado al
estilo de vida que se haya llevado en los años anteriores. La disminución de la
fuerza y de la flexibilidad, la reducción de la longitud del paso de la marcha y
una motricidad desequilibrada marcan el paso de la adultez a la adultez mayor.
Acciones sistemáticas a lo largo de la vida predeterminarán la clase de adulto
mayor que se quiere ser; algunas de ellas beneficiarán la salud física y mental
y otras, sin duda, forjarán un envejecimiento prematuro y menos funcional.