El Tutor Como Gestor de Comunidades Digitales
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entornos virtuales
Sesión 4
PROGRAMA DE FORMACIÓN DOCENTE EN ENTORNOS VIRTUALES DE APRENDIZAJE
Sesión 4 | Tutoría y Evaluación
PROGRAMA DE FORMACIÓN
EN ENTORNOS VIRTUALES DE APRENDIZAJE
SESIÓN IV
Tutoría y evaluación
Contenidos
De formador presencial a tutor virtual. Funciones del tutor virtual. El cronograma y el seguimiento de
estudiantes.
Introducción
A esta altura del camino, no tenemos dudas de que los procesos de enseñanza y de aprendizaje son dos,
cada uno con las teorías que los respaldan y las estrategias y herramientas para ponerlos en práctica.
Lógicamente, se trata de procesos entrelazados que se fundamentan mutuamente y cuya separación
obedece únicamente a cuestiones académicas que facilitan su estudio y desarrollo.
El proceso de enseñanza será guiado por una programación previa en la que se planteen unos objetivos
de llegada claros y coherentes con los recursos y actividades que se proponen para alcanzarlos. Los
resultados de la evaluación diagnóstica inicial servirán como insumos para la revisión de la programación
en busca de detalles que permitan dar respuestas a las características particulares de los estudiantes que
componen el aula y los recursos y estrategias de intervención viables. La evaluación diagnóstica se
transformará en procesual con el andar del trayecto, exigiendo versatilidad para la readecuación de
contenidos y estrategias hasta el fin del cursado.
Por una parte, habrá recursos y actividades que no se podrán realizar en absoluto, tales como los criterios
para aprobar o regularizar la asignatura que no serán viables en entornos mediados por la distancia.
Mientras que otros recursos, actividades, estrategias y consideraciones, deberán adaptarse para
responder al nuevo ambiente. Algunas de ellas serán de difícil alcance para el docente, quien podrá
proponer mecanismos que las sustituyan y requerir colaboración de autoridades de la institución o de
otros organismos, como la falta de servicios de internet en determinadas zonas, la falta de dispositivos
móviles de algunos estudiantes, la falta de capacitación de docentes y estudiantes sobre el uso de
herramientas tecnológicas, entre otras. No obstante, consideramos que, para todas ellas, pueden
encontrarse soluciones, y que los mismos estudiantes pueden ser motor de estos cambios.
Por el valor estructurador de los procesos de enseñanza y de aprendizaje volvamos al ejemplo del
programa que desarrollé para responder a entornos presenciales, en el que seguramente no preví:
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- Un cronograma específico y detallado por semana, que indique cada uno de los recursos que se
van a utilizar, su descripción introductoria y los datos referentes al tiempo estimado de dedicación
que exige; tampoco se verá con claridad cuáles son cada una de las actividades para cada semana
ni las consignas que las describen con claridad, ni la indicación de la fecha y hora de habilitación y
de cierre.
Lo más probable es que el cronograma tentativo (si lo hubiere) mencione globalmente la
propuesta o que incluso, indique las actividades que se prevén para una semana, pero sin otro
elemento que su enunciación.
Todo esto, sin mencionar que tales actividades previstas en mi programa indicaban que las
consignas se darían en clases o que, para la evaluación parcial, se debía realizar una exposición
grupal de manera oral.
Entonces, debemos iniciar por revisar el programa y adaptarlo a las características del entorno en el que
desarrollaremos nuestra asignatura. Dejarlo de lado un momento y reflexionar sobre los objetivos que se
buscan alcanzar y los recursos con los que contamos.
Como ya mencionamos, el cronograma debe ser lo mas detallado posible y los recursos y actividades,
reprogramarse, hachando mano a las herramientas y entornos aplicables al aprendizaje mediado por la
distancia.
Pero reflexionemos un momento, si el cambio fue tan drástico que modificó prácticamente todos los
elementos que componen la programación, ¿qué adaptaciones exige de mí como docente y del estudiante
para adecuarnos a este nuevo ecosistema digital? ¿Estos cambios son voluntarios o formarán parte de mi
deber ético profesional? ¿Debo esperar que una norma o incentivo externo me grafique las bondades y
beneficios de incorporar nuevos aprendizajes que amplíen mi porfolio profesional? Seguramente no, y
ello, debido a la vocación docente, que, como motivación intrínseca, nutre las actividades que desarrollo.
Cerremos la introducción adelantando que, actualizando los elementos del programa de mi asignatura y
las competencias que exige mi desempeño como docente, para trabajar en un ambiente virtual, dejará el
campo abonado para iniciar una experiencia de enseñanza y aprendizaje distinta, desafiante y
maravillosa; y, que por sobre todas las cosas, no reemplazará mi tradición docente, sino que la
complementará con nuevas posibilidades.
La pregunta que surge de inmediato es, ¿de qué función docente hablamos?
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en múltiples formatos con los objetivos de motivar a los estudiantes a acceder a los contenidos de acuerdo
a sus canales de aprendizaje predilectos y adaptarlos a las herramientas que proponen los entornos
virtuales de aprendizaje.
Además, las competencias con principalidad actitudinal de los docentes, cobran especial atención para el
sostenimiento de la atención de los estudiantes durante el cursado, supliendo el intercambio oral, no
verbal y paraverbal de los que se valía en los encuentros presenciales. El buen docente del siglo XXI será el
moderador de una comunidad digital, el custodio de los contenidos o lineamientos esenciales
prefigurados en el programa, pero con la plasticidad suficiente para retirarse lentamente al avanzar la
participación activa de los estudiantes, verdaderos creadores de conocimientos.
a. Incorporación de la tecnología
No es recomendable simplemente cambiar datos de mi programación o copiar y pegar una programación
ajena para realizar esta adaptación. Como dijimos, lo principal será dejar de lado la programación antes
diseñada y centrarnos en los objetivos de aprendizaje. Ellos junto al proceso de diseño de la programación
didáctica, nos arrojará como resultado, un programa distinto, con particularidades que le darán
coherencia. Recomendamos que ese proceso se realice luego de estudiar las consideraciones que se
proponen a continuación.
El modelo TPACK1, desarrollado por Mishra y Koehler en 2006 plantea una manera de incorporar la
tecnología en el aula, para lo cual recomienda interrelacionar los contenidos que se van a proponer
(conocimiento de la disciplina que enseña cada docente), el componente pedagógico (estrategias de
abordaje) y el tecnológico (manejo de recursos y actividades tecnológicas y de las herramientas que sirven
para presentarlos).
Para ello se deben especificar objetivos de aprendizaje, seleccionar los contenidos que se van a tratar, e
incorporar la las actividades que vamos a proponer. Hasta aquí, todo dentro de la programación que
conocemos en nuestro actual rol docente. Pero luego, debemos asociar decisiones tecnológicas, es decir,
elegir:
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TPACK: Conocimiento Tecnológico Pedagógico del Contenido. http://tpack.org/
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1. ¿Qué recursos digitales me permiten disponer los contenidos otrora presentados en papel o
exposición oral?
2. ¿Qué recursos digitales me permiten enriquecer esos contenidos ofrecidos o propuestos y sus
estrategias para diversificarlos y atacarlos desde distintos ángulos?
3. ¿Qué herramientas me permiten presentar los recursos seleccionados y confeccionados?
4. ¿Qué actividades me permiten consolidar los aprendizajes y evaluarlos?
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En los entornos virtuales de aprendizaje, cobran especial importancia algunas competencias blandas
destinadas a menguar la distancia física que separa a los participantes del aula y a estimular la producción
de contenidos y actividades entre los estudiantes.
Por procesos neurológicos que no son asuntos del presente, no podrá sustituirse el contacto físico-
presencial y los beneficios que producen en los espacios de enseñanza y aprendizaje. Ello se evidencia en
las tasas de desgranamiento de los planes de estudio presenciales y los mediados por la distancia.
Antiguamente, el docente se desempeñaba como centro del ágora, ateneo o academia, era el transmisor
de unos conocimientos escasos y solamente accesibles para determinadas personas de la sociedad. La
costumbre caló tan hondo en nuestra cultura, que, en plena era de la información, se escriben libros y
ensayos sobre la infoxicación, el exceso de información disponible, y sobre la economía de la atención
respecto de las capacidades cognitivas de los seres humanos y el límite para tolerar este escenario.
Hoy en día se desarrollan aplicaciones que implementan la inteligencia artificial para gestionar enormes
volúmenes de información con un detalle no menor: su total accesibilidad por cualquier persona.
Según recientes estudios publicados en medios de prensa nacionales, la cantidad total de información
que se genera en la nube, se duplica cada año2.
A su vez, los teóricos más respetados de la academia sostienen que el conocimiento profundo se produce
cuando el estudiante indaga, analiza, sintetiza e hipotetiza. Cuando es capaz de crear sus propias
conclusiones, las que seguramente estará deseoso de compartir con su aula.
Todo esto nos alumbra el rol que debemos asumir como docentes en entornos digitales: Debemos
estimular con disparadores, con la guía de un programa y con devoluciones constantes, completas y
oportunas, las intervenciones continuas de los estudiantes para que indaguen, propongan, debatan y se
entusiasmen produciendo.
Entonces, mencionamos algunas de las competencias actitudinales que debe poseer y fomentar el
docente para transformar el aula en una verdadera comunidad digital:
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https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/la-cantidad-de-informacion-digital-se-duplica-cada-ano-nid187743/
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pasaje de la queja a la protesta. La confección de planes y su ejecución, lo que volverá temas que
se presentan como traumáticos o dolorosos, en verdaderos aprendizajes e historias de superación
personal.
- Comunicación: La demora en una respuesta a una consulta realizada por un estudiante a través
de correo electrónico, de la mensajería del entrono virtual que estemos utilizando o en la
devolución luego de un examen, son percibidas como abandono. El estudiante que concreta una
producción y la presenta en plazo, espera el compromiso del docente a través de una respuesta
oportuna y completa.
Las pausas, las respuestas parciales o con errores de redacción, generan desconfianza en un
estudiante necesitado de contacto con el docente. El silencio, directamente será percibido como
mal trato y es posible que el estudiante abandone el canal de comunicación con el docente o hasta
el cursado de la asignatura o carrera.
- Resolución de conflictos: El docente debe disipar posibles focos de conflictos, manejándose con
agilidad y templanza. Esas prácticas que desarrollaba en los encuentros presenciales, esta vez,
estarán mediadas por la tecnología, lo que requiere de seguimiento constante para visibilizarlos
oportunamente.
- Entornos digitales: No siempre es necesario crear entornos digitales “de propiedad del docente”.
Muchas veces es más estimulante para los estudiantes, su participación en entornos creados por
estudiantes o en los que habitualmente disfrutan. Un docente en una red social, compartiendo
videojuegos, espacios o costumbres de los estudiantes, puede sorprenderlo positivamente y
consolidar grupos.