Los Estoicos en La Empresa

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Adrián Huamán Abad

Storytelling de los estoicos en la empresa

Fernando Nieve, cerró la puerta de su oficina, miró su reloj, miró la


pantalla de la computadora, y se detuvo un poco en las fotos de sus hijos
y su esposa. Acababa de cumplir exactamente 49 años, Y presentaba
justamente esa crisis que aparecen las personas cada siete años, sin
embargo en Fernando Nieves la crisis le generaba mucho desasosiego.

Habían pasado casi 27 años desde que se graduó de la universidad, por criar y educar a sus hijos
no pudo en realidad comprarse un departamento, tenía también ganas de hacer una maestría, sin
embargo su tiempo de emplea habilidad sentía que estaba terminando; a ello respondió con una
pregunta :¿para que hacerla?

De pronto varias ideas se le vinieron a la cabeza a nuestro querido Fernando, una de ellas tenía
que ver con la industria donde laboraba, era supervisor del área de calidad en una empresa
industrial de plásticos, y hace seis años ocupaba ese puesto, no tenía un ascenso. Él se
respondía que este tipo de industrias, estaban en decadencia y cada vez era más difícil sostener
una propuesta profesional y laboral en ellas. También se respondía que trabajaba en una empresa
familiar, y que en este tipo de empresas no existía ningún aliciente para buscar la promoción y el
desarrollo de los trabajadores.

El caso es que entre todas estas condiciones que estamos narrando por aquí, en realidad
Fernando se sentía frustrado, desganado, sin ganas de laborar más, y había vuelto a la idea de
renunciar a su trabajo, e irse al extranjero a empezar una nueva forma de ganarse la vida por allá.
Aunque sabía que ya no estaba tan joven.

Sin embargo la idea de ser un administrador de empresas, de casi 50 años, sin empleo, con
deudas, con el compromiso de pagar los estudios de los hijos, y las necesidades de su casa, lo
asustaban demasiado.

Necesitaba de pronto un gran razonamiento, que se escuchara una frase, un mini Mantra que le
ayudase a responder en ese momento de desesperanza, de tal manera que le permitiese
mantenerse a ote sin cambiar nada, para que luego cuando de pronto su estado anímico regrese
o se reconstituya, y la sensación de bienestar a la que accede , le permita tomar mejores
decisiones.

En ese momento, recibió la llamada de Enrique Mejía, su amigo, cuya actividad era ser profesor
de universidad. Su consejero de tiempo, que de pronto siempre había estado conversando con
él, pero únicamente cosas banales; y haciéndose recomendaciones muy ligeras. Enrique veía que
Fernando Nieves no tenía interés en profundizar algunas situaciones, como para resolverlas
teniendo una losofía de vida.

En esa llamada de viernes, en que Fernando Nieves se situó y alimentó ese momento, sintiendo
angustia, y la desazón que le acontecía, de pronto cambió de dirección: esta última palabra del
párrafo anterior, fue la que de nitivamente permitió un mejor regreso a la templanza.
Fernando había contado la crisis en la que se encontraba, y su necesidad de una mejor losofía
de vida, para con ello, poder recobrar su propósito, su tranquilidad, su pasión, su espíritu;
principalmente su sentido de vida, o por lo menos mantener sus compromisos y su
responsabilidad de actuación, para con su familia, trabajo, y para con el mismo también.

Enrique con una voz calmada - ataraxia-, sin embargo con carácter, empezó recomendándole
que debe alinearse a uno de los principales principios de una losofía de vida en la que él creía, la
losofía de los estoicos. Y que esta tiene su base, en sostener el razonamiento de la naturaleza
humana, respetando, al mismo tiempo interacción de los seres humanos, con la naturaleza del
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Adrián Huamán Abad
devenir, en los distintos campos que existiese ese futuro, como puede ser el campo laboral, el
campo social, el campo de familia, el campo de pareja.

Para ese momento que sucedía, el principal principio que debía acoger Fernando, le dijo Enrique
es el siguiente:

Debes aceptar que todo está ligado, y la única manera de responder ante todo es
proponiéndote vivir de acuerdo a la razón, aceptando lo que el destino depare.

Fernando Nieves quedó perplejo ante esta frase, incluso en cómo esta frase debía introducirla en
sus decisiones y en su forma de pensar, y en consecuencia, cómo esta transformaría su vida
después de analizarla, e incorporarla a es momento, ya. Las respuestas que buscaba:
• Debo tener paciencia ante lo que acontece en mi trabajo, pues mi crecimiento profesional,
obedece un poco a mi poca capacidad de incertidumbre. Por ello no he desarrollado a
profundidad, estas virtudes que Enrique me ha comentado:
• La sabiduría, que debí generar al prepararme más y conocer más acerca de mi
especialidad.
• La templanza, para poder descubrir momentos difíciles de crisis laboral, cuando no
llegábamos a las metas de venta, a las metas de producción, y en vez de enviar
correos electrónicos justi cando mi no responsabilidad, aplicarme.
• El ser justo con los tiempos de trabajo, con mi familia y darles tiempo para compartir
a ellos, el ser justo conmigo mismo y darme tiempo para estudiar y desarrollar mejor.
• El ser valiente para iniciar todo esto que detallado en cada una de estas virtudes.

En realidad en la empresa, en términos estoicos a nuestro querido Fernando le habían aplicado el


concepto de Anacoluthia, pues, como el mismo Fernando lo reconocía, había llegado al límite de
su virtud. Este acto de contrición, en realidad era valeroso, e importante. Pues tenía muchos
compañeros y muchas personas dentro de la empresa que vivían una respuesta de Amathia, que
estoicamente signi caba, que no querían aprender. El hecho de no querer aprender, sume a las
personas en un status quo mediante el cual se de enden de todo.

Fernando a partir de escuchar esa máxima de los estoicos, en la que sostiene que todo está
relacionado, asoció que de pronto el temor de buscar otro empleo, estaba relacionado también al
mismo temor que tenía para arriesgarse y , buscar una mejor comunicación con su padre, cuando
este vivía. Fernando era hijo de un matrimonio disfuncional, sin embargo ya de adulto, y pudiendo
buscar a su progenitor a discreción no lo hizo.
Pre rió la comodidad de mantener una distancia satisfactoria, y no enfrentarse o conocer la
razones por las cuales su padre no pudo desarrollar, una relación más cercana con él, incluso
más durante su crecimiento de adolescencia, que fue cuando se hizo mas evidente. En la época
de matrimonio, su padre no estuvo en su pedida de mano, y tampoco estuvo en su boda. Sin
embargo él encontraba de una manera muy clara que su incapacidad para saltar al vacío
funcional, un vacío gurado que se trataba de implementar su capacidad de conocer situaciones
nuevas, momentos distintos, espacios que no le eran comunes, le horrorizaban.
El relacionar esta relación que surgía, Y que daba respuesta a su incapacidad de cambiar sus
status quo, tenía en principio , dentro de otras causas menores, su falta de valentía para
acercarse a su padre, pues no se acercó a él cuando era joven y pudo hacerlo.
Conclusión, él debía trabajar en estos desafíos que traía de antes, y le pesaban en sus decisiones
y experiencias actuales, y establecer una respuesta, que le permita aceptar que el destino que
sucede pues obedece a como él se lo ha planteado desde antes. Sin embargo el tiene el control
de cambiarlo también.
Enrique Mejía, en tanto le escuchaba atentamente, le acoplo dos máximas muy relacionadas a
esta situación: Amor Fati y Memento Mori. Debes amar lo que el destino te depara, y puedes
morir en cualquier momento. Sin embargo es lo que hay.

Enrique también le mencionó que en lo que contando, empezaba a aparecer algo, una gura
motor de estoicismo, gura que más adelante le iba a modelar de una manera más demostrativa:
le está hablando de la famosa dicotomía del control.
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Adrián Huamán Abad
Fernando Nieves escuchó muy atentamente lo que le decía Enrique Mejía, sin embargo su
Calendar le indicó que a las 5:00 pm, era tarde, empezaban la reunión de presupuesto y cierre de
ventas del mes. Él debía entrar a esa reunión.

Lo hizo, y en la misma se encontró con el supervisor de la zona este. El mes pasado este
supervisor había reportado cinco grandes clientes, y venta en ellos, como si fuesen destinados a
él es decir hubiesen sido registrados para que las ventas aparezcan en esa zona. Fernando
Nieves lo recordó. Casi casi y en ese momento, aparece un correo de Enrique Mejía, en el
desarrollaba cinco puntos que debía considerar si necesitaba entrar a esta nueva losofía de
vida, la de los estoicos. El primer principio que leyó lo relacionó directamente con lo que había
hecho ese supervisor.

Marco Aurelio el emperador estoico, dice que no debes devolver una venganza. La mejor
respuesta a ello es no ser como tu enemigo. En ese momento Fernando Nieves identi có
sosiego. Él no podía convertirse en un usurpador de cuentas como otros hacían con él, pues al
hacerlo él estaría siendo igual que esa persona que roba cuentas.

Aquí apareció la dicotomía del control, había cosas que él podía controlar y había cosas que
él no podía controlar, Enrique Mejía se lo hizo ver. Debía preocuparse por aquello que si podía
controlar, sus cuentas, su tratamiento con los clientes, su nivel de predisposición para mantener
e ciencias en su trabajo, su acuciosidad para presentar informes solventes y bien justi cados de
todo su desempeño durante el mes. Eso sí podía controlar. No podía controlar la expectativa de
los supervisores de otras áreas, que le tenían cierta envidia por el buen trabajo que realizaba. No
podía controlar las situaciones del mercado en la industria del plástico, que por estas fechas
frente a toda la resistencia ecologista, muchas veces tenía vaivenes: subía y bajaba, por lo tanto
tenía clientes de grandes ingresos que le hacían detrimento: dejaban de trabajar con él, y luego a
los dos meses nuevamente le llamaban, sin embargo el aforado en su presupuesto comercial
estaba hecho.

“Sin embargo, si piensas que sólo lo que te pertenece es tuyo y que aquello que es
ajeno te es de verdad ajeno, entonces nadie podrá coaccionarte, nadie podrá
obligarte a hacer nada, no harás más reproches, no formularás más acusaciones,
no volverás a hacer nada contra tu voluntad, no tendrás más enemigos, nadie po-
drá perjudicarte y no sufrirás más perjuicios”. Epicteto.

«No eres más que una simple representación y de ningún modo la cosa que
representas», Epicteto.
“aquello que no depende de nosotros nos pone en estado de sometimiento, de
servidumbre”, Epicteto.

Una idea fuerte para responder, a ese estado de ánimo tan desavenido, con el que inició todo
este viaje interior, fue:
Fernando Nieves tenía un propósito, el de fortalecer, y no podía violar su compromiso con las
personas con las que trabajaba. Tenía 30 coordinadores, que día día esperaban sus acciones de
supervisión, la información que les proveía, los reportes que ir actualizada. Seneca, el estoico ,
el abogado más opulento de riqueza que los otros estoicos, le remarcaba que para un
barco sin puerto jo a donde llegar, cualquier viento es desfavorable.

Que no te escuchen quejarte, ni siquiera tú te escuches quejarte, prohibida la queja. Esto fue
lo que le había escrito Enrique Mejía para completar esos principios que no le había podido decir
por teléfono a Fernando Nieves. Y que justamente estos principios estoicos llegaban en un
momento importante a la vida. El emperador Marcos Aurelio era quien aportaba a la losofía
estoica estos principios.

Al estar en esa reunión quedó abstraído de recordar y leer estos cinco puntos tan vitales para su
toma de decisiones. Su compañero de a lado le movió la pierna por debajo de la mesa, para que
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Adrián Huamán Abad
prestas más atención pues ya le tocaba intervenir para dar su reporte de comercialización. Sin
embargo el momento y las pautas que habían llegado a su discernimiento, en realidad le había
dado mucha más facilidad para pensar en nuevas respuestas. ¿Qué debía hacer con todas las
personas que de pronto en su equipo de trabajo , se quejan continuamente y gastan tiempo
haciendo esos regateos?

Y continuaba; con quienes dependían directamente de él, debía tomar decisiones, si embargo,
mantener una línea muy mínima de preocupación frente aquellos miembros de la empresa que
indirectamente tenían relación en sus resultados con lo que Fernando, nuestro protagonista de
esta historia, hacía.

Al salir del trabajo, aproximadamente a las siete de la noche, Fernando Nieve, llamó a Enrique
Mejía. tenía mucho crecimiento de losofía en su nueva versión de sentir y pensar las cosas.
Había sacado su cuenta y eran casi cinco semanas las que había mantenido esta situación de
incertidumbre para que pronto en dos horas, con entendimientos , con razonamientos y con
modelos y ejemplos, había quedado liberado.

El camino estoico, es un continuo aprender y desaprender, investigar y desarrollar el hábito,


mediante el carácter. Recuerda que el principio estoico de aquellas cosas que tienes y no tienes
en tu poder, son cruciales para mantener la ataraxia.

FIN
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