Curri Culo Elemental Oboe

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Currículo de las enseñanzas

elementales
OBOE

OBJETIVOS GENERALES DE LAS ENSEÑANZAS ELEMENTALES


DE MÚSICA

Las enseñanzas elementales de música tendrán como objetivos contribuir a


desarrollar en el alumnado las siguientes capacidades:

a) Apreciar la importancia de la música como lenguaje artístico y medio de


expresión cultural de los pueblos y de las personas.

b) Expresarse con sensibilidad musical y estética para interpretar y disfrutar


la música de las diferentes épocas y estilos, y para enriquecer sus
posibilidades de comunicación y de realización personal.

c) Interpretar en público, con la necesaria seguridad en sí mismos para vivir


la música como medio de comunicación.

d) Interpretar música en grupo habituándose a escuchar otras voces o


instrumentos y a adaptarse equilibradamente al conjunto.

e) Ser conscientes de la importancia del trabajo individual y adquirir las


técnicas de estudio que permitan la autonomía en el trabajo y la valoración
del mismo.

f) Valorar el silencio como elemento indispensable para el desarrollo de la


concentración, la audición interna y el pensamiento musical.
OBJETIVOS, CONTENIDOS Y CRITERIOS DE
EVALUACIÓN

OBOE

INTRODUCCIÓN
Los cuatro cursos que componen las enseñanzas elementales de música
configuran una etapa de suma importancia para el desarrollo del futuro
instrumentista, ya que a lo largo de este período han de quedar sentadas las
bases de una técnica correcta y eficaz y, lo que es aún más importante, de
unos conceptos musicales que cristalicen, mediando el tiempo necesario
para la maduración de todo ello, en una auténtica conciencia de intérprete.

La problemática de la interpretación comienza por el correcto


entendimiento del texto, un sistema de signos recogidos en la partitura que,
pese a su continuo enriquecimiento a lo largo de los siglos, padece –y
padecerá siempre– de irremediables limitaciones para representar el
fenómeno musical como algo esencialmente necesitado de recreación,
como algo susceptible de ser abordado desde perspectivas subjetivamente
diferentes.

Esto, por lo pronto, supone el aprendizaje –que puede ser previo o


simultáneo con la práctica instrumental– del sistema de signos propio de la
música, que se emplea para fijar, siquiera sea de manera a veces
aproximativa, los datos esenciales en el papel. La tarea del futuro intérprete
consiste, por lo tanto, en: 1.º Aprender a leer correctamente la partitura; 2.º
Penetrar después, a través de la lectura, en el sentido de lo escrito para
poder apreciar su valor estético, y 3.º Desarrollar al propio tiempo, la
destreza necesaria en el manejo de un instrumento para que la ejecución de
este texto musical adquiera su plena dimensión de mensaje expresivamente
significativo.

Una concepción pedagógica moderna ha de partir de una premisa básica: la


vocación musical de un niño puede, en numerosísimos casos –tal vez en la
mayoría de ellos– no estar aún claramente definida, lo cual exige de manera
imperativa que la suma de conocimientos teóricos que han de inculcársele y
las inevitables horas de práctica a las que se verá sometido le sean
presentadas de manera tan atractiva y estimulante como sea posible, para
que él se sienta verdaderamente interesado en la tarea que se le propone, y
de esa manera su posible incipiente vocación se vea reforzada.

La evolución intelectual y emocional a la edad en que se realizan los


estudios de este nivel –ocho a doce años, aproximadamente– es muy
acelerada; ello implica que los planteamientos pedagógicos, tanto en el
plano general de la didáctica como en el más concreto y subjetivo de la
relación personal entre Profesor y alumno han de adecuarse constantemente
a esa realidad cambiante que es la personalidad de este último, aprovechar
al máximo la gran receptividad que es característica de la edad infantil,
favorecer el desarrollo de sus dotes innatas, estimular la maduración de su
afectividad y, simultáneamente, poner a su alcance los medios que le
permitan ejercitar su creciente capacidad de abstracción.

La música, como todo lenguaje, se hace inteligible a través de un proceso


más o menos dilatado de familiarización que comienza en la primera
infancia, mucho antes de que el alumno esté en la edad y las condiciones
precisas para iniciar estudios especializados de este nivel. Cuando llega ese
momento, el alumno, impregnado de la música que llena siempre su
entorno, ha aprendido ya a reconocer por la vía intuitiva los elementos de
ese lenguaje; posee, en cierto modo, las claves que le permiten
“entenderlo”, aun cuando desconozca las leyes que lo rigen. Pero le es
preciso poseer los medios para poder “hablarlo”, y son estos medios los que
ha de proporcionarle la enseñanza en esta etapa. Junto al adiestramiento en
el manejo de los recursos del instrumento elegido –eso que de manera más
o menos apropiada llamamos “técnica”– es necesario encaminar la
conciencia del alumno hacia una comprensión más profunda del fenómeno
musical y de las exigencias que plantea su interpretación, y para ello hay
que comenzar a hacerle observar los elementos sintácticos sobre los que
reposa toda estructura musical, incluso en sus manifestaciones más simples,
y que la interpretación, en todos sus aspectos, expresivos o morfológicos
(dinámica, agógica, percepción de la unidad de los diferentes componentes,
formales y de la totalidad de ellos, es decir, de la forma global) está
funcionalmente ligada a esa estructura sintáctica. Esta elemental
“gramática” musical no es sino la aplicación concreta al repertorio de obras
que componen el programa que el alumno debe realizar de los
conocimientos teóricos adquiridos, en otras disciplinas –Lenguaje musical,
fundamentalmente–, conocimientos que habrán de ser ampliados y
profundizados en la etapa de las enseñanzas profesionales, mediante el
estudio de las asignaturas correspondientes.

En este sentido, es necesario, por no decir imprescindible, que el


instrumentista aprenda a valorar la importancia que la memoria –el
desarrollo de esa esencial facultad intelectual– tiene en su formación como
mero ejecutante y, más aún, como intérprete. Conviene señalar que al
margen de esa básica memoria subconsciente constituida por la inmensa y
complejísima red de acciones reflejas, de automatismos, sin los cuales la
ejecución instrumental sería simplemente impensable: 1.º Sólo está sabido
aquello que se puede recordar en todo momento; 2.º La memorización es
un excelente auxiliar en el estudio, por cuanto, entre otras ventajas, puede
suponer un considerable ahorro de tiempo y permite desentenderse en un
cierto momento de la partitura para centrar toda la atención en la correcta
solución de los problemas técnicos y en una realización musical y
expresivamente válida, y 3.º La memoria juega un papel de primordial
importancia en la comprensión unitaria, global de una obra, ya que al
desarrollarse ésta en el tiempo sólo la memoria permite reconstituir la
coherencia y la unidad de su devenir.

Para alcanzar estos objetivos, el instrumentista debe llegar a desarrollar las


capacidades específicas que le permitan alcanzar el máximo dominio de las
posibilidades de todo orden que le brinda el instrumento de su elección,
soslayando constantemente el peligro de que dichas capacidades queden
reducidas a una mera ejercitación gimnástica.

OBJETIVOS
Las enseñanzas de instrumentos de viento madera tendrán como objetivos
contribuir a desarrollar en los alumnos las capacidades siguientes:

a) Controlar el aire mediante la respiración diafragmática y los músculos


que forman la embocadura de manera que posibilite una correcta emisión,
afinación, articulación y flexibilidad del sonido.

b) Saber utilizar los reflejos de precisión necesarios para corregir de forma


automática, la afinación de las notas y la calidad del sonido.
c) Conocer las características y posibilidades sonoras del instrumento y
saber utilizarlas, dentro de las exigencias del nivel, tanto en la
interpretación individual como de conjunto.

d) Demostrar una sensibilidad auditiva que permita el control permanente


de la afinación y el perfeccionamiento continuo de la calidad sonora.

e) Emitir un sonido estable, en toda la extensión del instrumento,


empezando a utilizar el vibrato y los diferentes matices para dar color y
expresión a la interpretación musical.

f) Conocer el montaje y fabricación de las lengüetas y poder rebajarlas para


su correcto funcionamiento (instrumentos de lengüeta doble).

g) Interpretar un repertorio básico integrado por obras de diferentes épocas


y estilos, de una dificultad acorde con este nivel.

CONTENIDOS
Ejercicios de respiración sin y con instrumento (notas tenidas controlando
la afinación, calidad del sonido y dosificación del aire). Desarrollo de la
sensibilidad auditiva como premisa indispensable para la obtención de una
buena calidad de sonido. Práctica de escalas e intervalos (terceras, cuartas)
controlando la emisión del aire en diferentes articulaciones. Emisión del
sonido en relación con las diversas dinámicas y alturas. Desarrollo de la
flexibilidad en los saltos, articulaciones, trinos, etc. Práctica de conjunto
con otros instrumentos para desarrollar la afinación, el ajuste y precisión
rítmica. Entrenamiento permanente y progresivo de la memoria.
Adquisición de hábitos de estudio correctos y eficaces. Lectura a vista de
obras o fragmentos sencillos. Iniciación a la comprensión de las estructuras
musicales en sus distintos niveles –motivos, temas, períodos, frases,
secciones, etc.– para llegar a través de ello a una interpretación consciente
y no meramente intuitiva. Selección progresiva en cuanto al grado de
dificultad de ejercicios, estudios y obras del repertorio que se consideren
útiles para el desarrollo conjunto de la capacidad musical y técnica del
alumno.
CRITERIOS DE EVALUACIÓN
1. Leer textos a primera vista con fluidez y comprensión.

Este criterio de evaluación pretende constatar la capacidad del alumno para


desenvolverse con cierto grado de autonomía en la lectura de un texto.

2. Memorizar e interpretar textos musicales empleando la medida,


afinación, articulación y fraseo adecuados a su contenido.

Este criterio de evaluación pretende comprobar, a través de la memoria, la


correcta aplicación de los conocimientos teórico-prácticos del lenguaje
musical.

3. Interpretar obras de acuerdo con los criterios del estilo correspondiente.

Este criterio de evaluación pretende comprobar la capacidad del alumno


para utilizar el tempo, la articulación y la dinámica como elementos básicos
de la interpretación.

4. Describir con posterioridad a una audición los rasgos característicos de


las obras escuchadas.

Con este criterio se pretende evaluar la capacidad para percibir los aspectos
esenciales de obras que el alumno pueda entender según su nivel de
desarrollo intelectual y emocional y su formación teórica aunque no las
interprete por ser nuevas para él o resultar aún inabordables por su
dificultad técnica.

5. Mostrar en los estudios y obras la capacidad de aprendizaje progresivo


individual.

Este criterio de evaluación pretende verificar que los alumnos son capaces
de aplicar en su estudio las indicaciones del profesor y, con ellas,
desarrollar una autonomía progresiva de trabajo que le permita valorar
correctamente su rendimiento.

6. Interpretar en publico como solista y de memoria, obras representativas


de su nivel en el instrumento con seguridad y control de la situación.

Este criterio de evaluación trata de comprobar la capacidad de memoria y


autocontrol y el dominio de la obra estudiada. Asimismo pretende estimular
el interés por el estudio y familiarizarse con la situación de tocar para un
público.
7. Actuar como miembro de un grupo y manifestar la capacidad de tocar o
cantar al mismo tiempo que escucha y se adapta al resto de los
instrumentos o voces.

Este criterio de evaluación presta atención a la capacidad del alumno para


adaptar la afinación, precisión rítmica, dinámica, etc., a la de sus
compañeros en un trabajo común.
PRINCIPIOS METODOLÓGICOS
La necesidad de adaptación física de la propia constitución corporal a las
peculiaridades de los distintos instrumentos, hace que los estudios
musicales deban ser iniciados a edades tempranas. La larga trayectoria
formativa consecuente con la dificultad de estos estudios obliga a una
forzosa simultaneidad de los mismos con los correspondientes a la
enseñanza obligatoria; ello hace aconsejable que los procesos educativos de
ambos tipos de enseñanza sigan los mismos principios de actividad
constructiva como factor decisivo en la realización del aprendizaje, que, en
último término, es construido por el propio alumno, modificando y
reelaborando sus esquemas de conocimiento.

En un currículo abierto, los métodos de enseñanza son en amplia medida


responsabilidad del profesor, y no deben ser completamente desarrollados
por la autoridad educativa. Únicamente en la medida en que ciertos
principios pedagógicos son esenciales a la noción y contenidos del
currículo que se establece, está justificado señalarlos. Por ello, con la
finalidad de regular la práctica docente de los profesores y para desarrollar
el currículo establecido en el presente Decreto, se señalan los siguientes
principios metodológicos de carácter general, principios que son válidos
para todas las especialidades instrumentales y asignaturas que se regulan en
la presente norma.

La interpretación musical, meta de las enseñanzas instrumentales, es, por


definición, un hecho diverso, profundamente subjetivo, en cuyo resultado
sonoro final se funden en unidad indisoluble el mensaje del creador
contenido en la obra y la personal manera de transmitirlo del intérprete, que
hace suyo ese mensaje modulándolo a través de su propia sensibilidad.
Como en toda tarea educativa, es el desarrollo de la personalidad y la
sensibilidad propias del alumno el fin último que se persigue aquí, de
manera tanto más acusada cuanto que la música es, ante todo, vehículo de
expresión de emociones y no de comunicación conceptual, en el que lo
subjetivo ocupa, por consiguiente, un lugar primordial.

A lo largo de un proceso de aprendizaje de esta índole, el profesor ha de ser


más que nunca una guía, un consejero, que a la vez que da soluciones
concretas a problemas o dificultades igualmente concretos, debe, en todo
aquello que tenga un carácter más general, esforzarse en dar opciones y no
en imponer criterios, en orientar y no en conducir como de la mano hacia
unos resultados predeterminados, y en estimular y ensanchar la
receptividad y la capacidad de respuesta del alumno ante el hecho artístico.
En la construcción de su nunca definitiva personalidad artística, el alumno
es protagonista principal, por no decir único, el profesor no hace sino una
labor de “arte mayéutica”.

Una programación abierta, nada rígida, se hace imprescindible en materias


como ésta; los Centros, y dentro de ellos los profesores, deben establecer
programaciones lo bastante flexibles como para que, atendiendo al
incremento progresivo de la capacidad de ejecución (al “incremento” de la
“técnica”), sea posible adaptarlas a las características y a las necesidades de
cada alumno individual, tratando de desarrollar sus posibilidades tanto
como de suplir sus carencias.

En lo que a la técnica se refiere, es necesario concebirla (y hacerla concebir


al alumno), en un sentido profundo, como una verdadera “técnica de la
interpretación”, que rebasa con mucho el concepto de la pura mecánica de
la ejecución (que, sin embargo, es parte integrante de ella); de hecho, la
técnica, en su sentido más amplio, es la realización misma de la obra
artística y, por tanto, se fusiona, se integra en ella y es, simultáneamente,
medio y fin.

El proceso de enseñanza ha de estar presidido por la necesidad de


garantizar la funcionalidad de los aprendizajes, asegurando que puedan ser
utilizados en las circunstancias reales en que el alumno los necesite. Por
aprendizaje funcional se entiende no sólo la posible aplicación práctica del
conocimiento adquirido, sino también y sobre todo, el hecho de que los
contenidos sean necesarios y útiles para llevar a cabo otros aprendizajes y
para enfrentarse con éxito a la adquisición de otros contenidos. Por otra
parte, éstos deben presentarse con una estructuración clara de sus
relaciones, planteando, siempre que se considere pertinente, la interrelación
entre distintos contenidos de una misma área y entre contenidos de distintas
asignaturas.

El marcado carácter teórico de gran parte de los aspectos básicos de la


disciplina de Lenguaje musical, ha favorecido una enseñanza de la misma
en la que tradicionalmente su aspecto práctico se ha visto relegado de
forma considerable. Los criterios de evaluación contenidos en el presente
Decreto desarrollan una serie de aspectos educativos de cuya valoración
debe servirse el profesor para orientar el alumno hacia aquellos cuya
carencia o deficiencia lo haga necesario, estableciéndose a través de los
mismos una forma de aprendizaje en que el aspecto más esencialmente
práctico de la música, el contacto directo con la materia sonora, debe
desarrollarse a la par que la reflexión teórica que el mismo debe conllevar
en este tipo de estudios.

El carácter abierto y flexible de la propuesta curricular confiere gran


importancia al trabajo conjunto del equipo docente. El proyecto curricular
es un instrumento ligado al ámbito de reflexión sobre la práctica docente
que permite al equipo de profesores adecuar el currículo al contexto
educativo particular del Centro.

La información que suministra la evaluación debe servir como punto de


referencia para la actuación pedagógica. Por ello, la evaluación es un
proceso que debe llevarse a cabo de forma continua y personalizada, en la
medida en que se refiere al alumno en su desarrollo peculiar, aportándole
información sobre lo que realmente ha progresado respecto de sus
posibilidades, sin comparaciones con supuestas normas preestablecidas de
rendimiento.

Los procesos de evaluación tienen por objeto tanto los aprendizajes de los
alumnos como los procesos mismos de enseñanza. Los datos suministrados
por la evaluación sirven para que el equipo de profesores disponga de
información relevante con el fin de analizar críticamente su propia
intervención educativa y tomar decisiones al respecto. Para ello, la
información suministrada por la evaluación continua de los alumnos debe
relacionarse con las intenciones que se pretenden y con el plan de acción
para llevarlas a cabo. Se evalúa, por tanto, la programación del proceso de
enseñanza y la intervención del profesor como organizador de estos
procesos.

Es preciso concretar dentro del proyecto curricular las formas, instrumentos


y situaciones más adecuadas para realizar este tipo de evaluación. En él, los
equipos docentes, además de contextualizar los objetivos generales y
criterios de evaluación deberán especificar los objetivos y criterios de
evaluación para cada uno de los cursos, incluyendo en estos otros los
aprendizajes relacionados con el correspondiente proyecto curricular.
Es necesario que el alumno participe en el proceso a través de la
autoevaluación y la coevaluación, en una etapa en la que se pretende
impulsar la autonomía del alumnado y su implicación responsable, y en la
que la elaboración de juicios y criterios personales sobre distintos aspectos
es una intención educativa preferente.
ASIGNATURAS Y TIEMPOS LECTIVOS

CURSO ASIGNATURAS Y TIEMPOS LECTIVOS


Lenguaje Musical Instrumento

(2 horas) (1 hora individual y 1 hora colectiva)
Lenguaje Musical Instrumento

(2 horas) (1 hora individual y 1 hora colectiva)
Lenguaje Musical Instrumento (1 h. individual Coro

(2 horas) y 1 h. colectiva) (1 ½ horas)
Lenguaje Musical Instrumento (1 h. individual Coro

(2 horas) y 1 h. colectiva) (1 ½ horas)

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