HERMANO EN LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS LAICALES

Roma, enero 1991.

Hermanos: Beaulieu Omer Da Campo Lino Devestel Waldebert Frezzato Matteo Friant Jean Howard Charles Johnston Jhon Marin Jess Muytjens Johan ODonnell Brian Van Geene Harrie Hermanos de N. Seora de la Misericordia Hermanos de la Sagrada Familia Hermanos de la Caridad de Gante Hermanos de San Jos Cottolengo Hermanos de la Instr. Cristiana de Plormel Hermanos Maristas de las Escuelas Hermanos de las Escuelas Cristianas Hermanos del Sagrado Corazn Hermanos de la Inmaculada Concepcin Hermanos de San Juan de Dios Hermanos de la Bienaventurada Virgen Mara Madre de la Misericordia Commissione dei Superiori Generali Degli Istituti Religiosi Laicali Presso USG. Unione Superiori Generali Via dei Penitenzieri, 19 ROMA CFMM FDM FSF FC FSGC FICP FMS FSC SC FlC FBF

Presentacin
Hermanos, La vocacin de Hermano no ha sido siempre bien comprendida incluso, a veces, por quienes nos rodean. Desde hace unos aos venimos pensando que un texto sobre nuestra peculiar vocacin ser de inters para nosotros y para la Iglesia en general. La redaccin de un documento de este tipo suscita algunos problemas: debe dirigirse a personas de culturas y de sensibilidades diferentes; quiere ofrecer una descripcin general de la vida de Hermano, dejando de lado los aspectos particulares propios de ciertos ambientes; pretende explicar e informar dentro de la brevedad. Es un verdadero desafo y quedamos agradecidos a los responsables de este trabajo. La sociedad actual sufre grandes mutaciones, ricas de promesas para la humanidad. Desgraciadamente estas no han correspondido siempre con las esperas suscitadas. Sin embargo, hay signos de esperanza: la necesidad de unidad y de solidaridad se hace sentir en todas las partes del mundo. Frente a estos deseos y segn nuestros dones particulares, Dios nos llama hoy, conjuntamente con otros, de la misma manera que en otro tiempo llam a nuestros Fundadores. Estamos convencidos de que nuestra vocacin responde a las necesidades de nuestro mundo en donde nos situamos como Hermanos: al servicio del Amor en nombre de Jess, con todo lo que somos y todo lo que podemos hacer, testigos de una fraternidad posible en nuestro mundo dividido. Por experiencia personal, sabemos cmo nuestra vida es fecunda, y cmo los hombres y las mujeres de hay son sensibles a nuestra vocacin. Par tanto, algunos comprenden difcilmente que podamos realizarnos plenamente, que tengamos nuestra propia identidad en cuanto Hermanos, sin el sacerdocio, con nuestra presencia y misin en el mundo, a travs de relaciones fundamentadas exclusivamente en la fraternidad. Nuestras relaciones universales, impregnadas de simplicidad y de libertad, dan valor a la dignidad de todo hombre y a la comunin de todos los miembros de la Iglesia. De este modo nuestra vida testimonia acerca de 10 que es la vida religiosa. Un jesuita muy conocido hizo un da el siguiente comentario, en el transcurso de una conversacin privada: nicamente el Hermano da un testimonio unvoco de lo que es la vida religiosa. En el caso del religioso sacerdote, las personas tienen tendencia a ver en l al sacerdote y no al/ religioso. En el coso de las religiosas, su vida religiosa est manifiesta a todos, pero -al menos en las actuales disposiciones de la Iglesia- ellas no pueden pretender el sacerdocio. EI Hermano es quien, ante las posibilidades que se fe ofrecen, escoge un gnero de vida en la Iglesia, simplemente como religioso. Quienes deseen comprender lo que es la vida religiosa... pues bien, que miren a los Hermanos. Presentndoos este documento, esperamos que ste tenga un verdadero inters para vosotros y para otros a quienes desearas hacerlo conocer y que contribuir a hacer comprender y a estimar mejor la vocacin de Hermano.

Introduccin
Las religiosas y los religiosos laicos constituimos en la Iglesia un amplio grupo de aproximadamente un milln de personas (67.000 religiosos, el 7%, y 930.000 religiosas, el 93%) que, hacienda del seguimiento de Jess nuestra suprema regla de vida1 tratamos de continuar en el mundo su misma misin.2 El Concilio Vaticano II presenta as el genera de vida de estos religiosos: La vida religiosa laical, tanto de varones como de mujeres, constituye en s misma, un estado completo de profesin de los consejos evanglicos. Por lo tanto, estimndola altamente el sagrado Concilio, por ser tan til para el oficio pastoral de la Iglesia en la educacin de la juventud, en el cuidado de los enfermos y otros ministerios, confirma a sus miembros en su vocacin y los exhorta a que ajusten su vida a las exigencias actuales.3 Por tanto no le falta nada a la vida religiosa laical para ser completa. Definir su

realidad par aquello de lo que carece significa soslayar el contenido que le da su razn de ser.4 Por su parte, Juan Pablo II ha afirmado: Estoy convencido que este estilo de vida religiosa que en el transcurso de la historia ha producido tan importantes servicios a la Iglesia, permanece todava hay como uno de los ms adaptados a los nuevos desafos apostlicos que la proclamacin del mensaje evanglico debe afrontar.5 Estos textos vienen a corregir una mentalidad existente, ms o menos explcita, acerca de la vida religiosa masculina laical, de quienes ven en ella una situacin hibrida: no son ni curas ni seglares, son personas a medio camino, inacabadas, indefinidas... De hecho, la vida religiosa laical no ha sido bien comprendida en la Iglesia, tanto por parte de la Jerarqua como por parte de las fieles. Los mismos religiosos laicos nos hemos preocupado ms, en ocasiones, en defenderla que en profundizar su contenido. La vida del religioso laico tiene sentido y contenido propios. Esta situacin ha hecho exclamar a un religioso laico: Yo soy laico como consecuencia de una eleccin positiva, es decir, no soy laico porque rehuso ser sacerdote, sino porque quiero ser laico. Esta misma eleccin positiva hace que me sienta satisfecho como hermano menor laico y que no eche de menos el sacerdocio ministerial: no soy un no-sacerdote, lo mismo que el sacerdote no es un no-laico6 Existe, pues, una vida religiosa con opcin laical. A este propsito leemos en Lumen Gentium: Este estado, si se atiende a la constitucin divino y jerrquica de la Iglesia, no es intermedio entre el de los clrigos y el de los seglares, sino que de uno y otro, algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia y para que contribuyan a la misin salvfica de sta, cada uno a su modo.7 Y el Cdigo de Derecho Cannico afirma: "EI estado de vida consagrada, por su naturaleza, no es ni clerical ni laical.8 No se trata, por consiguiente, de concebir la vida religiosa en trminos de promocin, cosa tan propia de la psicologa humana. Parece normal que en la vida religiosa haya clrigos y nadie se extraa de ello; en cambio, es frecuente el cuestionamiento acerca del religioso laico. La vida religiosa laical es uno de los dones de Dios a su Iglesia con sentido pleno para quienes han recibido esta vocacin. Su misin en la Iglesia y en el mundo es la de continuar la misin salvadora de Jess: "para que los ciegos vean, los cojos anden... se anuncie el Evangelio a los pobres.9 Hay por tanto quienes encuentran en la vida religiosa laical su forma propia de existencia como cristianos, incrementando su vigor bautismal por la donacin de s mismos a Dios y por su entera disponibilidad en bien de la misin eclesial propia del carisma del Instituto u Orden de pertenencia.

1. El camino histrico de la vida religiosa laical

A partir de la experiencia de Pentecosts, Las primeras comunidades cristianas interpretaron la vida evanglica viviendo en comunidad, con gran tensin hacia Dios y en un clima de fraternidad. La caridad fraterna deba ser su distintivo como cristianos, como discpulos de Jess. Y este ha sido siempre el genuino modelo de la vida religiosa; vivir en comunidad las enseanzas de Jess, tomando las bienaventuranzas como punto de referencia para la vida personal y comunitaria. Los miembros de la primitiva comunidad eclesial eran denominados santos, discpulos, llamados, hermanos... Eran escogidos por el llamamiento de Cristo y constituidos en un pueblo caracterizado por el seguimiento de Jess. As naci la Iglesia, toda ella llena del Espritu de Pentecosts. Es significativo a este respecto que Lumen Gentium (cap. II), para hablar del Pueblo de Dios, tome como punto de partida 1 Pedro 2,9 (Vosotros, en cambio, sois linaje elegido, sacerdocio real, nacin consagrada, pueblo adquirido por Dios, para publicar las proezas del que os llama de las tinieblas a su luz admirable) y desarrolle la doctrina de la unidad del mismo fundndola en la comn llamada recibida en el bautismo y en la confirmacin, como tambin en la participacin en el triple oficio de Cristo (sacerdotal, proftico y real). Ese sentirse llamados se considera fundamental en la primitiva Iglesia Desde su fundacin ha habido en la Iglesia diferentes modalidades de pertenencia y de responsabilidad eclesial atendiendo, por una parte, a su constitucin jerrquica y, por otra, a los carismas concedidos por el Espritu. La variedad de carismas y de ministerios haca de la Iglesia el espacio donde se desplegaba el

dinamismo del Seor y de su Espritu. Las funciones eclesiales, entendidas como ministerio jerrquico y carismtico, tenan pleno sentido en la Iglesia primitiva y no se daba oposicin entre ellas.10 Desde sus comienzos la Iglesia aparece como Pueblo de Dios estructurado por ministerios que se han ido creando en la medida que iban surgiendo nuevas necesidades. Slo en la Carta de Clemente (40,6) se desarrolla por primera vez el trmino laiks para designar al simple creyente y diferenciarlo del representante del ministerio klers. Lo que parece indicar la existencia de una Iglesia completamente ministerial, formada por comunidades estructuradas, bajo la orientacin y animacin de una autoridad competente. Aunque desde los orgenes ha habido ciertas formas de vida consagrada en la Iglesia, 11 la vida religiosa, en cuanto tal, nace cuando en la Iglesia parece haber disminuido la fuerza del Espritu de Pentecosts y como movimiento de retorno a lo que es esencial y fundamental. La vida religiosa no era necesaria cuando todos los cristianos eran religiosos.12 AI surgir, la vida religiosa se sita en el mbito laical. Se corresponde con el trmino laiks en el sentido de pueblo consagrado por oposicin a pueblo profano. El laico es la persona llamada, consagrada, elegida, seguidora de Jess, con el compromiso de ser signo y testimonio de santidad ante el mundo.I3 Juan Pablo II afirm: La vida religiosa naci bajo una forma tpicamente laical. Surgi del deseo de algunos fieles cristianos, de recoger abundantes frutos de la gracia del Bautismo y de liberarse -por la profesin de los consejos evanglicos- de los obstculos que habran podido alejarlos del fervor de la caridad y de la perfeccin del culto divino.14 La prioridad histrica de la vida religiosa laical sobre las otras formas es incontestable; esto ha llevado a afirmar que la vida religiosa laical es la vida religiosa sin ms. Pero, es tambin muy significativo el hecho de que ciertas formas de vida religiosa laical, hayan surgido en momentos cruciales de la historia de la Iglesia y de la sociedad. Es el caso de los franciscanos en el siglo XIII, los Hermanos de San Juan de Dios en el siglo XVI, los Hermanos de las Escuelas Cristianas en el siglo XVII y un gran nmero de Congregaciones de Hermanos dedicados a la educacin cristiana en el siglo XIX. En esta misma lnea pueden aadirse algunos Institutos de reciente fundacin y el redescubrimiento actual del monaquismo laico. Si se puede afirmar que la trayectoria de la vida religiosa laical es una prueba de la fuerza y de la libertad del Espritu, que se ha manifestado en la vida del Pueblo de Dios a lo largo de los siglos, no es menos cierto que en su camino ha habido sombras, vacilaciones, tentaciones... Como la vida religiosa laical desarrolla su carcter propia en la Iglesia y en el mundo, no siempre el religioso laico se ha sabido situar adecuadamente en los dos mbitos que le son fundamentales. Toda la comunidad cristiana, y, por ende, religiosa, est en continuo hacerse o constituirse. As fue tambin en las primitivas comunidades de la Iglesia. Tuvieron que ir asumiendo el mensaje evanglico, con riesgo de errores... como lo prueban los Hechos de los Apstoles y los textos apcrifos e intertestamentarios. Asumir el Evangelio supone entrar en un proceso de re-evangelizacin o de permanente re-cristianizacin. Refirindonos al proceso de la vida religiosa a lo largo de la historia, podemos apreciar como tres tipos de tentaciones a las cuales se ha tenido y se tiene que hacer frente todava:

tendencia a la sacralizacin del religioso laico. Esta tendencia se corresponde con el proceso de clericalizacin de la Iglesia, que ha conducido a otorgar una preeminencia a los ministerios ordenados. Tambin en la vida religiosa ha existido la tendencia a la clericalizacin, ya en el monaquismo y despus en ciertas formas de vida religiosa, originariamente laicales. La carencia de sacerdotes ha producido el acercamiento par parte de algunos religiosos laicos a las funciones propias del presbiterio. Se han copiado ciertos aspectos de la vida monstica en congregaciones religiosas de vida apostlica... De hecho, la historia justifica que la admisin del presbiterado para el servicio de la comunidad ha conducido a la clericalizacin jurdica de rdenes y Congregaciones religiosas, nacidas como laicales. A pesar de todas las precauciones, no podra repetirse nuevamente el fenmeno que se lamenta en el interior de las instituciones

afectadas por la denominacin de clerical, las cuales ya no pueden convertirse a sus orgenes debido a que la fuerza de la tradicin les ha cambiado la estructura jurdica?

tendencia a la secularizacin. La dedicacin del religioso laico a actividades profanas y el ambiente de la sociedad actual conllevan el riesgo de una progresiva secularizacin de la vida. Puede llegarse as a una prdida de sentido de la propia existencia cuando desaparecen las motivaciones vocacionales que fundamentan lo que el religioso es y lo que hace. tendencia al profesionalismo. Es una consecuencia de lo anterior. Dejando un tanto olvidados los objetivos vocacionales inherentes, el religioso laico podra encontrar su propia seguridad y felicidad en una competencia profesional que llenara provisionalmente su existencia.

Si se pierde de vista el acontecimiento vocacional que motiv la opcin por la vida religiosa, es fcil que el religioso laico entre en crisis de identidad, que conlleva inseguridad personal. Si el carisma ha quedado reducido al ejercicio profesional o a mera entrega benefactora a los dems, se desdibuja la llamada del Espritu que quiere hacer nuevas todas las cosas. Por eso, a lo largo de la historia han ido apareciendo providencialmente los reformadores, los captulos de renovacin y los diversos fundadores que Dios suscita. La Iglesia es consciente del riesgo de desviacin del carisma laical. AI hablar de la posibilidad de ordenar algunos miembros para el servicio de la institucin insiste en que se conserve el carcter especficamente laical: Se declara que nada obsta a que, en las religiones de Hermanos, permaneciendo firme su carcter laical, por disposicin del Capitulo General, algunos de sus miembros reciban las sagradas ordenes, a fin de atender las necesidades del ministerio sacerdotal en sus propias casas.15 Por su parte, las Congregaciones laicales que han introducido el sacerdocio han procedido con mucha cautela.

2. Formas actuales de la vida religiosa laical en la Iglesia

Como se ha dicho anteriormente, la vida religiosa naci en la Iglesia dentro del mbito de los laicos. Conviene, sin embargo, aclarar que hay dos tipos de laicado: 1. El mundo de los seglares, as definido en los textos conciliares: ...los fieles cristianos a excepcin de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia, es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partcipes, a su modo, de la funcin sacerdotal, proftica y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misin de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde. EI carcter secular es propio y peculiar de los laicos....l6 A los laicos corresponde, por propia vocacin, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenndolos segn Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con los que su existencia est entretejida. All estn llamados par Dios, para que, desempeando su propia profesin, guiados por el espritu evanglico, contribuyan a la santificacin del mundo como desde dentro, a modo de fermento.17 2. Los laicos consagrados, quienes, a su vez, forman dos grupos bien definidos: a) Los religiosos laicos (y las religiosas), presentados as en Perfectae caritatis 1 y 10 (ntese que el primer texto se refiere a todos los religiosos): Ya desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que, para la prctica de los consejos evanglicos, se propusieron seguir a Cristo con mas libertad e imitarlo ms de cerca, y, cada uno, a su manera, llevaron una vida consagrada a Dios. "La vida religiosa laical, tanto de varones como de mujeres, constituye en si misma un estado completo de la profesin de los consejos evanglicos.... b) Los miembros de los institutos seculares, cuyo gnero de vida lleva consigo la profesin verdadera y completa, en el siglo, de los consejos evanglicos, reconocida por la Iglesia18 Los dos tipos viven el laicado desde posiciones diferentes que presuponen dos formas distintas de

estar en la Iglesia. Aun as, el religioso laico, frente al ministerio jerrquico, se sita en el mismo plano que los otros laicos, pero al mismo tiempo, por su consagracin religiosa, forma parte del estado de vida religiosa y comparte las caractersticas de toda forma de vida religiosa, cuyo denominador comn es el seguimiento de Jess, como regla suprema de vida, tal como se propone en el Evangelio, de acuerdo con las respectivas Reglas y Constituciones.19 Existen, sin embargo, diferentes modalidades de seguimiento de Jess y de continuidad de su misin salvadora en el mbito de la vida consagrada. Lumen Gentium las presenta as: Los religiosos cuiden con atenta solicitud de que, par su media, la Iglesia muestre de hecha mejor cada da ante fieles e infieles a Cristo, ya entregada a la contemplacin en el monte, ya anunciando el reina de Dios a las multitudes, ya curando a los enfermos y pacientes y convirtiendo a los pecadores al buen camino, o bendiciendo a los nios y haciendo bien a todos, siempre, sin embargo, obediente a la voluntad del Padre que lo envi.20 La vida religiosa laical participa en estas modalidades segn el carisma propio de cada una de las familias religiosas. An dentro de la vida religiosa laical se dan variedades de la misma, segn el Espritu ha ido creando, diversificando y renovando:

Hay religiosos laicos en monasterios de rdenes y en conventos de Fraternidades religiosas. En los inicios de dichas instituciones era normal el ser laicos y no se presentaba otra modalidad. Pero, con el tiempo, los monasterios han experimentado un proceso de cIericalizacin dando lugar a que los hermanos legos vinieran a ocuparse exclusivamente de los servicios domsticos y de trabajos subsidiarios. Sin embargo, en estas rdenes se da hoy, sobre todo desde hace unas dcadas, la llamada opcin laical, sin que sta suponga impedimento alguno a ocupaciones intelectuales y a la toma de responsabilidades monsticas o conventuales. Por otra parte, la legislacin de la Iglesia toma medidas para proteger el carcter laical de dichas instituciones. Es decir, que late el intento de que el servicio clerical no tome ms mbito del que le es propio y caracterstico. Hay religiosos laicos en Congregaciones religiosas clericales, llamadas de clrigos regulares. stas son clericales, de hecho y de derecho, desde su fundacin y par razn de su propio carisma. La clericatura es una componente esencial de su carisma y de su misin. Tambin, desde su fundacin, hay los hermanos laicos en dichas instituciones, los cuales realizan un trabajo subsidiario respecto a los clrigos, as como un trabajo profesional que entra de lleno dentro de la misin propia del carisma institucional. Hay religiosos laicos en los institutos denominados laicales. Estos institutos nacieron y se conservan laicales. Algunos de ellos han introducido la ordenacin presbiteral para algunos de sus miembros, de acuerdo con Perfectae Caritatis 10b. En estos ltimos hay los hermanos-ordenados, si bien conservando el carcter laical de la institucin.

EI contenido de este documento se dirige a los institutos denominados laicales.

3. Dimensiones fundamentales de la vida del religioso laico

Como toda vida religiosa, la vida religiosa laical es, ante todo un llamamiento a vivir el Evangelio de una manera profunda, radical, pblica, en comunidad; es una vida basada en la palabra y el ejemplo del Seor. Este estado no es intermedio entre el de los clrigos y el de los laicos, sino que de uno y otro algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de fa Iglesia y para que contribuyan a la misin salvfica de sta, cada uno segn su modo.21 Su identidad reside, pues, en el seguimiento de Jess, desde una opcin positiva laical es decir, en hacer que Jess y su mensaje de salvacin sean origen, camino, objetivo y meta de la persona del religioso, dando as dinamismo y vitalidad a la consagracin bautismal a travs de su consagracin religiosa, vivida en el interior de una comunidad eclesial en vistas a desarrollar la misin de Jess. Acaso la vida religiosa laical sea la que ms crisis de identidad ha sufrido. De hecho, sta ha sido la ms afectada numricamente. Podra acontecer que el trabajo profesional que realiza el religioso laico

le pese y motive ms en su vida que el acontecimiento vocacional. Es propio del religioso laico realizar un trabajo profesional. EI elemento vocacin afecta a la persona en lo ms profundo de su ser; y el trabajo que realiza representa el hacer como consecuencia de su ser. La vocacin, por proceder del Espritu, es creativa por s misma; en cambio, el trabajo podra estar afectado por condicionamientos repetitivos propios de quien se refugia en una competencia profesional. Todo trabajo profesional en el religioso laico debera adecuarse al aliento vocacional o de carisma. Precisamente la fuerza del carisma tendr que determinar el trabajo que haya que realizar como respuesta a las demandas del mundo, que surgen de sus ms perentorias necesidades. La fidelidad al carisma no se limita a las exigencias de un contrato de trabajo. Habr que posibilitar que la fuerza del Espritu tenga campo abierto para su actuacin, y que los religiosos laicos sean ms fieles al Espritu que a una mera competencia profesional, por ms que sta sea tambin necesaria. Veamos a continuacin las dimensiones fundamentales de la vida del religioso laico con sus caractersticas ms especficas. Ninguna de ellas es exclusiva de la vida de los Hermanos, sin embargo, creemos que, en su conjunto, ofrecen un perfil bien definido para ser identificado en la Iglesia.

3.1 LA CONSAGRACIN RELIGIOSA como expresin plena DE LA CONSAGRACIN Y DEL SACERDOCIO BAUTISMAL
La VOCACIN-CONSAGRACIN, es la llamada personal dirigida a la conciencia mas profunda de /a persona humana y que modifica radicalmente su existencia, no slo en sus condiciones exteriores, sino hasta lo ntimo del corazn, haciendo de / otro hombre... por el Reino. Juan Pablo II expres el sentido eminentemente consacratorio de la vida religiosa laical: As la vida religiosa laical en la Iglesia, como expresin de total consagracin por el Reino, es manifestacin de la santidad de la esposa de Cristo y contribuye de manera eficaz y original, al desarrollo de la misin de la Iglesia en la evangelizacin y en la multiplicidad ministerial del apostolado. No se puede pensar en la vida religiosa en la Iglesia sin la presencia de esta particular vocacin laical, abierta todava hoy a tantos cristianos que pueden consagrarse, por ella, a/ seguimiento de Cristo y a/ servicio de la humanidad.22 En respuesta a la accin de Dios que llama y consagra, la persona se entrega totalmente a Dios por la profesin religiosa. Este acto decisivo, y de por s definitivo, constituye una expresin eminente, una actuacin plena y un signo visible en la Iglesia del sacerdocio bautismal del Pueblo de Dios. Es muy significativo que esta consagracin se celebre hoy en el corazn mismo de la Eucarista. No se trata, sin embargo, de un acto aislado. Dios llama continuamente al hombre, el cual intenta discernir y asumir la llamada divina. La vida entera del religioso es una ofrenda viva23 asociada al sacrificio de Cristo. La consagracin viene a ser el objeto o contenido de la vocacin y se expresa por el voto, es decir, por la entrega y plena dedicacin de la persona llamada y consagrada a Dios y a sus designios. Se trata de un voto para un estilo de vida en castidad, pobreza y obediencia. As, el religioso viene a ser testigo y profeta del mundo futuro, es decir, de los valores del Reino que deben constituir la norma de comportamiento en el mundo presente. La consagracin da nueva orientacin a la persona hacia los objetivos que inicialmente no entraban en sus planes y le exige un cambio del proyecto que cada cual se haba hecho sobre s. Se experimenta realmente que vuestros caminos no son Mis Caminos.24 Se es invitado a entrar en un mundo nuevo y a situarse en l de una manera peculiar, ya que se entra en el campo de la accin de Dios como consecuencia de una vida a tenor de las Bienaventuranzas. Adems, la consagracin comporta un proceso de integracin en el pueblo de Dios. Dios hace alianza con su pueblo y ello lleva al religioso a un estilo de vida muy concreta para hacer a Dios presente en el transcurso de la historia del mundo. La consagracin supone irrupcin de Dios en la persona y hace visible la presencia del Espritu, que quiere continuar la obra de Cristo y as transformar el mundo par el espritu del Evangelio. El religioso laico es un buscador del Absoluto; opta por la radicalidad de la consagracin bautismal

siguiendo a Jesucristo casto, pobre y obediente; alimenta su vida espiritual en la oracin, la eucarista, la Palabra de Dios, la lectura crtica de los signos de los tiempos y el compromiso con el mundo. Con todo, es cierto que la consagracin religiosa no aade nada a la consagracin bautismal, aunque implica unos elementos y condicionamientos especficos en la forma de vivir sta ultima. Hay una llamada particular por parte del Seor a vivir en y desde la realidad del mundo, que comporta una forma peculiar de existir, de acuerdo con el mundo nuevo del Evangelio. Es una forma de vivir el sacerdocio universal en un mbito de vida comunitaria eclesial, en el que es de sumo importancia la experiencia de Dios. La misin que ejerce el religioso laico es normal consecuencia de todo lo anterior. En fin, es una vida polarizada desde Dios por la salvacin del mundo. De ah! deducimos que la vida religiosa laical es peculiarmente proftica. Por todo ello, el religioso laico debe intentar que la oracin constituya una actitud normal en su vida de modo que oracin y vida se enriquezcan mutuamente.25 Pablo VI estimulaba a los religiosos para que fueran profesionales de la oracin.26 Esta actitud de experiencia de Dios conduce a vivir y a actuar desde las Bienaventuranzas, ya que llamados por el Seor, los religiosos se comprometen a seguirle radicalmente identificndose con l desde las Bienaventuranzas.27 La toma de conciencia de la consagracin bautismal a la que es llamado el religioso, le hace verdaderamente disponible para alcanzar el objetivo de su vocacin.

3.2 La VIDA COMUNITARIA como manifestacin de la COMUNION FRATERNA de la Iglesia

La comunidad es el lugar de vivencia y de proyeccin de la consagracin religiosa, Por la consagracin, al mismo tiempo que el religioso se compromete con Dios, se incorpora a una Orden o Congregacin religiosa, para que, desde esta realidad, viviendo en comunidad, de testimonio de la presencia del Reino, lo anuncie y coopere a su advenimiento. Y as los religiosos, desarrollando su vida en una comunidad concreta, reunida en torno a la Palabra de Dios y a la Eucarista, asumen comunitariamente una determinada misin con el fin de transformar el mundo como continuadores de la salvacin aportada por Cristo. En la Iglesia la comunidad fraterna de los religiosos expresa de manera visible la comn dignidad de sus miembros, su igualdad fundamental de hijos de Dios, de llamados, de consagrados. Los diferentes carismas, funciones y ministerios son posteriores a esta igualdad fundamental, la cual aparece ms clara en las comunidades compuestas solamente por religiosos laicales. La comunidad religiosa se fundamenta en la Palabra de Dios, que llama al seguimiento de Jess, dejando un cierto gnero de vida para tomar otro gnero de vida en comn. La Palabra de Dios rene a todos sus miembros y es esta misma Palabra la que brinda Luz, Verdad, Vida y Camino en su devenir: a ella tendran que referirse constantemente. Se trata de comunidades de llamados para una vida por el Reino. Esta comunidad tiene valor, sobre todo, de signo: lo ms fundamental no es tanto el servicio profesional cuanto su caracterstica de significante; es decir, es signo ante el mundo de que el reino de fa fraternidad existe ya, aun dentro de un mundo de rivalidades, y que el celibato dispone al religioso para la plenitud del amor a Dios y al prjimo. Una fraternidad as vivida se traduce en alabanza a Dios por la oracin comunitaria. Los religiosos, precisamente por su celibato consagrado, pueden tener los brazos abiertos para compartir y acoger. La comunidad religiosa surge del acontecimiento, comn a todos sus componentes, como es el compromiso de seguir a Cristo; como la Iglesia surge del compromiso de Pentecosts. No pertenece tanto al orden de la utilidad, cuanto al orden de la profeca. Jesucristo es e/ origen, e/ camino y la meta de la comunidad religiosa y en la medida que esto se vive, fa comunidad acoge la Palabra, la celebra, la comparte y la irradia. La comunidad religiosa fraterna expresa en la Iglesia la corresponsabilidad de todos sus miembros al hacerse cargo de la organizacin interna y de los ministerios que el Instituto ejerce para cumplir su misin. Cada religioso est llamado a participar en la elaboracin del proyecto de vida de su

comunidad, segn las propias Constituciones y, bajo formas diversas, a prestar su contribucin a las orientaciones dadas en su Provincia y en su Instituto, como tambin a la designacin de sus superiores. La corresponsabilidad juega tambin un papel importante en la realizacin de la misin propia de la comunidad y del Instituto. La vida comunitaria es tambin un testimonio de la variedad de los dones y carismas, de la diversidad de las necesidades y de las llamadas, de la pluralidad de funciones y de ministerios. Manifiesta as que ninguna comunidad cristiana es, por s misma, la Iglesia en exclusiva y que para ser clula eclesial hay que vivir insertos en el todo de la Iglesia y vivir del todo de la Iglesia, es decir, en comunin con todas los componentes de la Iglesia: ministerios ordenados, y tambin con las seglares. Adems, las comunidades de Hermanos estn llamadas al servicio de una comunin ms universal. La comunidad religiosa no es evanglica si no es universal. Muchas veces esta dimensin, inscrita profundamente en el sentir comunitario, slo puede realizarse modestamente en el mbito de la Iglesia local. De todas formas, el Hermano es un hombre capaz de encontrar en su propia experiencia de vida religiosa recursos para desarrollar, con todos los hombres, relaciones de tipo fraterno. EI religioso laico est llamado a desarrollar sus cualidades de acogida y de solidaridad con todos, a prestar servicio con generosidad y disponibilidad, alegra y amor a todos los necesitados, a sentirse en toda circunstancia hermano entre hermanos, sobre todo con los que menos cuentan en nuestra sociedad, en una relacin de amistad y de estima. La vida de los religiosos laicos profetiza de este modo tambin la condicin ltima a la que est llamado el Pueblo de Dios. Si la vida en comunidad es una exigencia imprescindible de la vida religiosa, es tambin un don de Dios (Dios nos concede el don de vivir en comunidad y de ser hermanos), que nos pide una actitud de permanente acogida del mismo, el cual viene a formar parte integrante del propio proyecto personal.

3.3 La MISION ECLESIAL, especfica como participacin en el MINISTERIO EVANGELIZADOR DE lA IGLESIA

33.1 La misin expresada a travs de los ministerios laicales, como signo de una Iglesia toda ella ministerial Los miembros de los Institutos religiosos laicales participan en la funcin pastoral de la Iglesia mediante el ejercicio de ciertos ministerios. Nos dice el Concilio refirindose a la vida religiosa laical: estimndola altamente el sagrado Concilio, por ser tan til para el oficio pastoral de la Iglesia en la educacin de la juventud, en el cuidado de los enfermos y otros ministerios, confirma a sus miembros en su vocacin y los exhorta a que ajusten su vida a las exigencias actuales.28 EI ministerio jerrquico y clerical no agota el ministerio eclesial. La Iglesia sera incompleta sin el laicado, el cual tiene una condicin y misin propias.29 La Iglesia no est verdaderamente formada, ni vive plenamente, ni es seal perfecta de Cristo entre los hermanos, en tanto no exista y trabaje con la jerarqua un laicado propiamente dicho....30 Desde el punto de vista histrico resulta interesante recordar que ya en 1954, con motivo de unas circunstancias concretas por las que se pona en duda el ministerio apostlico de los religiosos laicos, ocho Procuradores generales de Congregaciones religiosas laicales de enseanza dirigieran al Papa un mensaje informndole acerca de la situacin y rogndole, con humildad y respeto, que les diera a conocer su opinin al respecto y cara al futuro. Po XII respondi a esta solicitud dirigiendo una Carta al Cardenal Valerio Valeri, Prefecto de la Congregacin de Religioso, subrayando la alta misin de los religiosos educadores: Nos regocijamos al saber que estos religiosos se vinculan activamente y con celo a la tarea que les ha sido confiada, que puede ser de grande ayuda para la Iglesia, para la vida de familia e incluso para el Estado. Se trata de un asunto de grande importancia, pues la juventud es la esperanza del futuro... Por tanto, que nadie menosprecie a los miembros de estas sociedades religiosas, bajo el

pretexto de que no son sacerdotes, ni desestime la fecundidad de su apostolado.31 Estas expresiones subrayan el carcter apostlico de las congregaciones de Hermanos y estos manifiestan visiblemente que el impulso misionero es un aspecto esencial del misterio de la Iglesia y que el sacerdocio de los bautizados es indisociablemente cultual y apostlico.32 Tanto los religiosos laicos como las comunidades por ellos fundadas, pertenecen al pueblo ministerial, que es la Iglesia. sta contina el ministerio de salvacin iniciado por Jess, el Salvador: Id y decid a Juan lo que habis visto y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la Buena Nueva a los pobres....33 Desde esta ptica puede reconocerse la importancia de la inspiracin divina recibida por los diversos fundadores con el fin de enriquecer a la Iglesia con determinados ministerios laicales, para continuar la obra salvadora de Cristo. Pablo VI reconoci con estas palabras la aportacin de los institutos religiosos a la misin eclesial: Gracias a su consagracin religiosa, ellos son, por excelencia, voluntarios y libres para abandonar todo y lanzarse a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Ellos son emprendedores y su apostolado est frecuentemente marcado por una originalidad y una imaginacin que suscita admiracin. Son generosos: se les encuentra no raras veces en la vanguardia de la misin y afrontando los ms graves riesgos, para su salud y su propia vida. S, en verdad, la Iglesia les debe muchsimo.34 EI promover los ministerios laicales no est en funcin de la escasez de los ministros ordenados, sino que es la expresin de la vocacin ministerial de toda la Iglesia. Los ministerios laicales son necesarios para toda la comunidad, aunque hubiera abundancia de presbteros, ya que el problema no es sustituir al presbtero, sino significar la salvacin, la cual no es clerical, sino eclesiolgica .35 La exhortacin post-sinodal Christifideles laici expresa as la participacin de todos los miembros de la Iglesia en su misin: La misin salvfica de la Iglesia en el mundo es llevada a cabo, no slo por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino tambin par todos los fieles laicos. En efecto, estos, en virtud de su condicin bautismal y de su especial vocacin, participan en el oficio sacerdotal, proftico y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida.36 EI criterio de pueblo de Dios en marcha exige una oportuna institucionalizacin a partir de mltiples ministerios y carismas. Toda la Iglesia es ministerial y de responsabilidades compartidas. Toda la Iglesia est llamada a constituir un gran ministerio de reconciliacin. Los religiosos laicales participan de este ministerio, de acuerdo can su identidad, en comunin y bajo la autoridad de la Iglesia. El servicio peculiar que la vida religiosa esta llamada a prestar, deber desempearse en comunin con el ministerio del obispo, a quien corresponde armonizarlo con los dems ministerios eclesiales.37 Los ministerios laicales tienen una slida motivacin: teolgico-sacramental, en cuanto brotan del bautismo y de la confirmacin; eclesiolgica, ya que se deben a la auto-comprensin de la Iglesia, como sacramento y ministerio; pastoral, pues de ellos depende, en buena parte, la realizacin de la misin de la Iglesia. La realidad de los ministerios laicales se inserta en el ser mismo de la Iglesia, sacramento y cuerpo de Cristo vivo en el mundo y en el dinamismo de su misin evangelizadora... El ministerio laical es eclesial por derecho propio y no simplemente por concesin de la jerarqua. La funcin misionera de los laicos tiene una real funcin en el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de sta.38 En la Iglesia del posconcilio, ha habido una conciencia cada vez ms clara de la vocacin y misin de los laicos en general. En la Exhortacin Apostlica "Christifideles Laici se nos dice que: Los pastores han de reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos que tienen su fundamento sacramental en el Bautismo y en la Confirmacin... los Padres Sinodales han insistido en la necesidad de que se expresen con claridad, -sirvindose de una terminologa ms precisa-, tanto la unidad de la misin de la Iglesia en la que participan todos los bautizados, como la diversidad del ministerio de los pastores, que llene su raz en el sacramento del Orden...39

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En este contexto parece conveniente recordar el papel que los religiosos laicos pueden tener como signo y como realidad viva en la comunidad eclesial. La intervencin de un Superior general en el Snodo de 1987 es esclarecedora a este respecto: Tenemos en la historia de la Iglesia una tradicin viva que nos permite aclarar lo que es un 'ministerio laical'. Me refiero a los religiosos laicos, o Hermanos, como se les llama frecuentemente (y cita PC 10). Durante siglos los religiosos laicos han desempeado ministerios (as los llama el Concilio) claramente laicales: la educacin de la juventud, el cuidado de los enfermos y otros. Estudiar a fondo la 'ministerialidad laical' de los Hermanos podra ayudarnos a comprender mejor y a definir algunos de esos 'ministerios laicales'. Y a continuacin menciona algunas caractersticas concretas de la labor de las Hermanos, que permiten identificarla como verdadero ministerio eclesial, con las caractersticas propias de la vida religiosa:

su trabajo est radicado en la consagracin bautismal y en la confirmacin; consagracin que desean vivir en toda su plenitud, esos servicios pertenecen a la gran accin salvfica de Cristo... Constituciones aprobadas por ella misma, .

hay una misin recibida de la Iglesia, que a los Hermanos les llega a travs de unas
Instituto.40 hay una estabilidad, una continuidad en el ejercicio de esos ministerios, hay una formacin adecuada, una preparacin especfica asegurada por el

Sera, sin embargo, un error valorar la vida religiosa ms por lo que sirve, es decir, por su entrega a unos ministerios, que por lo que ella es en s misma. La Iglesia reconoce que la vida consagrada de los religiosos constituye, por s misma, un medio privilegiado de evangelizacin eficaz. A travs de su ser ms ntima, se sita dentro del dinamismo de la Iglesia, sedienta del Absoluto de Dios, llamada a la santidad. Es de esa santidad de la que da testimonio... Ellos son, para su vida, signo de total disponibilidad para con Dios, la Iglesia, los hermanos.41 33.2 Nuestra misin expresada a travs del COMPROMISO ECLESIAL en el mundo EI ejercicio de los ministerios conlleva frecuentemente, para los religiosos laicales, la dedicacin a una tarea profesional. En la historia de la vida religiosa, y an en la actualidad, los compromisos apostlicos de estos religiosos han supuesto una acusada insercin en las realidades profanas. Los riesgos que este hecho comporta, han oscurecido, a veces, su valoracin positiva: el compromiso de los Hermanos en la salvacin del mundo, en cuanto religiosos, es signo de una dimensin esencial de la Iglesia, presente en el mundo, servidora de los hombres, contestadora de toda pretensin de reducir al hombre nicamente a su dimensin terrestre. Esta dedicacin alas tareas profesionales es una de las dimensiones caractersticas y esenciales de la vocacin del religioso laico, en general, y esta en relacin con la condicin laical de estos religiosos. Las tareas profesionales, tomadas en serio, introducen al religioso laico en la ciudad terrena y exigen de l la misma competencia, cualidades profesionales, dedicacin y respeto par las leyes que al seglar en general. Se trata de una presencia de la Iglesia en el mundo que implica una proximidad real y solidaria entre religiosos y seglares, con el mismo objetivo: la construccin del Reino de Dios, aunque vivida desde dos vocaciones distintas, y por tanto, desde dos posiciones diferentes. EI religioso laico vive la dimensin de la consagracin y sacerdocio bautismal desde su consagracin religiosa, desde su comunidad, desde las caractersticas propias del carisma de su Instituto; el seglar, con su compromiso en el mundo, expresa el carcter secular que le es propio y peculiar.42 El testimonio del seglar recuerda al religioso, que su consagracin no puede dejarle indiferente a la salvacin de los hombres, ni al progreso de la tierra querido por Dios y ordenado a Cristo. EI testimonio del religioso recuerda al seglar que la salvacin del mundo no es una empresa slo humana, que el desarrollo no es un fin en s mismo Y que la construccin de la ciudad terrena

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debe tener su fundamento en el Seor. (LG 46). EI compromiso apostlico de los religiosos laicos tiene un fuerte carcter comunitario. ste es decisivo para caracterizar la vida religiosa laical respecto de los seglares y de los miembros de los institutos seculares. La actividad profesional puede ser la misma, pero, en el caso de los seglares y de los miembros de los institutos seculares est determinada, no slo en su ejercicio, sino en la eleccin de la misma, a partir de la insercin del individuo en el mundo, mientras que en el caso del religioso laical, la eleccin de la actividad profesional, depende de la naturaleza misma del Instituto al que pertenece, de su finalidad especfica y, adems, de la misin que los superiores le asignen. Sin olvidar el riesgo de secularismo, sealado ms arriba, y de la divisin del corazn que comporta el compromiso en las tareas profesionales, el religioso laico es el hombre capaz de inculturarse en el media donde vive, de analizar la realidad en donde se inserta, de dialogar con el mundo respetando los valores culturales del pueblo al que sirve. Se mantiene abierto para aprender, ms que para ensear, y trata de dar, con una conciencia crtica, las respuestas que la realidad del mundo y de la Iglesia piden. La caracterstica de estar en el mundo sin pertenecer a l, tan propia de la vida religiosa, manifiesta que la Iglesia no se identifica con el mundo, que el Reino de Dios no se construye con los valores mundanos y que el hombre y el mundo pecador necesitan ser salvados. Habiendo sealado las dimensiones fundamentales de la vida del religioso laico, conviene, adems, recordar que cada fundador y la tradicin viva de cada Instituto han elaborado una sntesis original y caracterstica de estos elementos comunes.

4. EI profetismo de la vida religiosa laical

La vida religiosa se desarrolla en el ac del Reino, pero siempre motivada y animada par lo escatolgico, es decir, por el all del Reino. Se inscribe, pues, en la lnea de la profeca, que es uno de los carismas del Espritu Santo.43 Los diversos significados del vocablo profeta, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, dan a entender expresiones como emitir una voz, anunciar, fluir, brotar, derramar... ser llamado, el que tiene una vocacin... el que habla en nombre de Dios. Se concibe al profeta como a una persona en intima relacin para con Dios y para con el hombre, a la vez; es una persona de oracin personal y comunitaria en favor del pueblo, al propio tiempo que se manifiesta vitalmente comprometido en pro de sus contemporneos, con y por los que ora y lucha. El profeta es el hombre religioso que, teniendo el Espritu de Yahv, inspira y contagia en su derredor,44 ya que cree en un Dios salvador y vitalizador... Es el hombre inserto en su tiempo que trata de comprender el mensaje de los signos de los tiempos... es el hombre del futuro. Por eso, profetizar es ser llamado por Dios para permanecer con l, recibir sus orculos y, sobre todo, convertirse en portador del soplo salvador y vitalizador. Entre los mltiples carismas que Dios da para bien de su pueblo, la vida religiosa, al estar motivada por los valores futuros e intentar predecirlos con su testimonio actual, participa, de manera especial, en la dimensin proftica de la Iglesia. EI profetismo del Antiguo Testamento y el de Jesucristo, tal como es presentado en el Evangelio, tienen una continuidad en la historia de la Iglesia. EI modo de vivir de aquellos hombres que hablaron en nombre de Dios, y sobre todo de Jess, el profeta poderoso en obras y en palabras,45 plenamente identificado con su poca, con su ambiente social, con su familia, pero, al mismo tiempo, otro por su lenguaje, por su comportamiento, por sus actitudes, encuentran una realizacin concreta en la vida religiosa de los laicos. Tocamos as un aspecto que concierne la identidad misma del religioso laico y le muestra un camino de constante superacin. Estas precisiones reafirman una concepcin proftica de la vida religiosa laical en la Iglesia, tanto ms si consideramos que sus distintas modalidades han sido suscitadas por Dios a lo largo de la historia de la Iglesia como un reto a esta y al mundo, en lnea de Evangelio. Veamos algunos rasgos del profeta aplicados a la vida del religioso laico:

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1) Llamado por Dios. Como en la Biblia, la vocacin a la vida religiosa laical es, a la vez, un don y una responsabilidad: don de Dios al mundo, a la Iglesia, a la persona llamada para un compromiso en la misin de Jess. Se trata de un momento fundamental en la vida del religioso laico, como tambin lo era en el profeta.46 La llamada se da y se responde a ella en el contexto del carisma propio de la Congregacin religiosa, suscitado por el mismo Dios en determinadas circunstancias histricas para salvar situaciones concretas de la humanidad. EI carisma no es nada previamente fijado, ni controlado, ni incambiable de antemano, sino que pide, en carla poca, el discernimiento de su adecuada aplicacin y vivencia... La fidelidad al propio carisma es, pues, una forma concreta de obediencia a la gracia salvadora de Cristo y de santificacin con l para redimir a sus hermanos, ya sea desde la perspectiva del rea educacional, del servicio de la salud a social, del ministerio parroquial, el arte, etc. De esta forma se hace presente el Espritu Santo que evangeliza a los hombres con su multiforme riqueza.47 2) Hombre de Dios, portador del Espritu. EI religioso laico esta llamado a ser, como los profetas, hombre de Dios, portador del Espritu de Yahv, en quien Dios irrumpe para ser el mvil de su existencia. Hombre impulsado por el Espritu, el religioso laico sabe leer los signos de los tiempos, se encarna como religioso en la realidad del mundo, revela la bondad y la misericordia de Dios, testimonia los valores de la consagracin bautismal y religiosa, y celebra la multiforme presencia del Reino en las realidades terrenas y en la sociedad. Y as, tanto la existencia del religioso laico como su accin tienen valor de signo escatolgico, siendo ya profeca de los valores trascendentales y de que la salvacin del hombre ha sido ya enviada al mundo. La vida consagrada es, as una afirmacin proftica del valor supremo de la comunin con Dios entre los hombres48 y un eximio testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espritu de las bienaventuranzas.49 Los votes religiosos son, de por s, un medio permanente de interpelacin a si mismo y a los dems. Por ellos se personaliza una vida de anuncio del mensaje de la Buena Nueva de Jess, y de denuncia proftica referente a los excesos en el poseer, del egosmo en el amar y de la soberbia en la forma de ser. 3) Vive en comunidad. Incorporado a una comunidad, lugar indispensable y especfico de la consagracin y de la misin, el religioso laico es signo de que el Reino de la fraternidad existe ya. EI sello caracterstico de la comunidad es la fraternidad evanglica. Los religiosos laicos asumen comunitariamente una determinada misin con el fin de ser continuadores de la salvacin aportada por Jess. 4) Atento a los signos de los tiempos. Como los profetas, escudriadores de los signos de los tiempos, el religioso laico, movido por el Espritu y, a la vez, prximo a la gente, es un hombre que sabe escuchar a Dios y a los hombres, es sensible a las urgencias pastorales de la Iglesia, a las necesidades del mundo y a los otros signos de los tiempos. No se encierra en el santuario, sino que sabe dar testimonio del Espritu de Pentecosts en los diversos lugares y formas de apostolado donde es enviado. 5) Comprometido en la liberacin del hombre. EI religioso laico, desde su experiencia de Dios, comparte los gozos, las esperanzas y las tristezas de la humanidad. EI sentido de Dios le proporciona sentido del hombre, independientemente de cualquier ideologa poltica, y le pone al servicio de todos los hombres, sobre todo de los ms necesitados, y de todo el hombre. Desde su condicin de consagrado favorece la toma de conciencia de la dignidad de la persona humana y se hace presencia que anuncia, por s misma, la Buena Nueva y denuncia las causas de las estructuras sociales injustas.

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6) Participante de una sabidura. EI profeta participaba de la sabidura de Dios y tenia unos textos sapienciales de referencia, procedentes de la lectura de los acontecimientos, hecha a la luz de la experiencia de Dios, que actuaba en la historia del Pueblo. EI religioso laico tiene esos mismos textos en la Sagrada Escritura, que le deben ser familiares, pues ellos vivifican su oracin y de ellos recibe la sabidura de la vida. Adems, dispone de los escritos de su Fundador, las Constituciones... y el dialogo comunitario e institucional, que le acercan a la Voluntad de Dios. La figura del profeta, realizada, plenamente en Jess de Nazarea, es un estimulo constante de crecimiento para el religioso laico, quien, por vocacin, esta, a la vez, totalmente comprometido con Dios y Con la salvacin del mundo.

5. Una fidelidad creativa y renovadora de la identidad en la lnea de los fundadores

Entendemos la fidelidad a la identidad de la vida religiosa laical, en sentido creativo y renovador, no como simple repeticin de actitudes y de comportamientos del pasado. La identidad de las instituciones, como la de las personas, implica crecimiento y cambios. La fidelidad se desarrolla en una relacin y un compromiso con Alguien, no con ideas y prescripciones. Es ms fcil, en efecto, estar en regla con las prescripciones de la ley que con las exigencias del amor. EI origen, centro y dinamismo de la vida del religioso laico es Cristo. Ser, pues, en relacin con l que se desarrollar, en definitiva, la cuestin de la fidelidad. La fidelidad es un proceso permanente y no un mero acto aislado. La opcin primera desencadena un proceso de fidelidades, que uno no sabe hasta donde le conducir. Dios es un Padre que quiere hijos, no nios permanentes y menos esclavos. Una fidelidad as entendida, lleva a superar etapas y metas, sin dejarse condicionar por una memoria repetitiva o por nostalgias, que invitan a la regresin. En la fidelidad cristiana, el Espritu de Jess tiene la iniciativa y es el quien desarrolla el proyecto de vida. Corresponde a las personas y a las comunidades ser fieles en carla situacin. Esto supone un proceso de muerte para ir naciendo progresivamente a lo desconocido. EI Espritu del Seor llama constantemente 'de comienzo en comienzo'. En este proceso de fidelidad juega papel muy importante el discernimiento personal y comunitario. Como Mara, el religioso laico cultiva un corazn que discierne, un corazn que escucha, atento alas llamadas del Seor, un corazn que se esfuerza par ser fiel a la accin del Espritu de Jess y par imitar su obediencia al Padre. Habr que saber escuchar a 105 profetas y discernir la verdad de su mensaje, si queremos caminar constantemente, sin quedamos instalados guardando nuestra propia verdad. As como la Iglesia no ha agotado todava el impulso de Pentecosts, tampoco la vida religiosa laical ha agotado sus posibilidades, ni ha expresado toda la riqueza del carisma de los Fundadores. Ciertamente, los Fundadores fueron hombres y mujeres de su poca, que asumieron plenamente la formacin recibida en sus familias, en 105 lugares de formacin, de sus directores espirituales, del magisterio de la Iglesia... pero, no fueron prisioneros de estos presupuestos. Cuanto iban recibiendo eran elementos que ellos elaboraban e incorporaban a su proyecto, en conformidad con el carisma recibido. Nada ni nadie pudo contener en ellos la fuerza del Espritu, que les hacia luchar con tenacidad par alga que no siempre lleg a comprender su entorno. Cada fundacin religiosa fue arriesgada y difcil. Las dificultades provenan de todas partes. La formulacin de las Reglas, a partir de la experiencia de vida con los primeros compaeros, muestra que la vida de los Fundadores estuvo marcada ms par la peregrinacin abrahmica que por unas sabias previsiones procedentes de ellos mismos. Desde su profunda conciencia de pertenencia a Dios y a la Iglesia, los Fundadores pretendan

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redimir alguna situacin concreta de la sociedad de su tiempo. Tuvieron clara visin de los objetivos que les animaban, par masque no siempre pudieron elegir los5 medias para realizarlos. Precisamente por eso, vivieron la novedad del carisma y el carisma de la novedad, en constante fidelidad al Espritu. Supieron as y tuvieron valor para perder su vida, en sentido evanglico. Los fundadores no se refugiaron en un lenguaje de intenciones, propio de los buenos deseos, valiosos documentos y huecas palabras; tampoco siguieron meramente la corriente de un lenguaje institucional, ya que su comportamiento y su fundacin se situaban fuera del contexto normal de las fundaciones existentes en su poca. Eran hombres que trascendan, par iniciativa e impulso divinos, la visin cristiana de su tiempo. Fueron fieles seguidores de un carisma que nunca supieron definir del todo y que los llevaba a continuas superaciones. Encontraron frecuentes oposiciones y tuvieron que soportar actitudes semejantes a las de aquellos que contradecan a Cristo. La visin de fe era el alma del vivir de los Fundadores. Aunque su fe fuese como un grana de mostaza, logro mover sus propias montanas, las de sus familias, las del media eclesial, las de la sociedad y todas las dems. Las grandes lneas de la vida de los Fundadores sealan cul es hoy nuestro camino de fidelidad:

Vivieron en constante escucha de la Palabra de Dios, se dejaron conducir par el Espritu, de modo que permanecieron en situacin de formacin, de renovacin y de conversin permanente. Trascendieron su propia poca, demarcndose de ella y orientndose hacia el futuro que Dios les iba mostrando. Entraron en un proceso de fundacin. La fundacin de cada instituto no se efectu de una sola vez, sino que los fundadores entraron en un proceso que les afect durante toda su vida y que, en cierto modo, contina tambin hay. No fueron prisioneros ni de su tiempo ni de las estructuras existentes en su poca; supieron ser fieles a su tiempo y responder a las exigencias del carisma fundacional. Fueron creativos aun en media de muchas dificultades.

6. Algunos desafos ms importantes para hoy

La gran preocupacin del religioso laico debe ser la salvacin del mundo. De ella proceden los grandes desafos a los que hoy tenemos que hacer frente. EI mundo no es un mero lugar habitual de la actuacin del religioso laico, es tambin su lugar teolgico, el del encuentro de Dios. Por eso, situndose en el mundo y con el espritu de las Bienaventuranzas, el religioso laico deber tener como orientacin fundamental las palabras iniciales de la Constitucin Gaudium et Spes: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discpulos de Cristo. No hay nada verdaderamente humana que no encuentre eco en su corazn... La Iglesia se siente intima y realmente solidaria del gnero humano y de su historia.50 El religioso laico mirar el mundo a la luz de Dios, para ejercer en el la misin propia de su carisma. Su propia condicin le sita de manera original en el dilogo entre la Iglesia y el mundo, entre la fe y la cultura, y le hace disponible para trabajar no solo donde la Iglesia est ya, sino tambin donde an no est. EI trabajo ministerial del religioso se realiza en la escuela, en los hospitales, en la calle, en las crceles... En todos los mbitos en los que desarrolla su actividad pretende aportar: - la paz social y la promocin humana para que todos encuentren su lugar en el mundo y no haya excluidos; - la justicia y la fraternidad universal, lo que implica una conversin y un cambio de mentalidad en los mismos religiosos, que les sensibilice ante las escandalosas desigualdades en tantos niveles de la

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sociedad. EI Hermano traduce, con formas muy variadas, su opcin preferencial por los pobres, en particular por: - la atencin a los jvenes en todos los dominios: cultura, educacin integral, informacin, ocio y diversiones, mentalizacin, para que las posibilidades que la sociedad les ofrece constituyan medias de formacin y no de explotacin; - la apertura a las necesidades del Tercer Mundo; - la atencin a los ambientes ms desfavorecidos; - la preocupacin por los marginados, las personas de tercera edad, los enfermos, los parados: tratando de subvenir a sus necesidades, aliviar su soledad y su sufrimiento moral; - el inters concreto por los drogados, los oprimidos, los refugiados, los inadaptados; - la atencin por los problemas familiares de hoy; - la ayuda a los padres en su tarea educativa, sobre todo en estos mementos de vacilacin y de mutacin de valores; - la bsqueda de un sistema escolar adaptado a los diferentes ambientes; - la organizacin de campanas de alfabetizacin y de educacin especializada. EI gnero de vida del religioso laico le habilita para hacer frente a estos desafos segn el espritu del Evangelio y para interpelar a la Iglesia y a la sociedad a este respecto. Como los profetas, los religiosos laicos, estn llamados a contestar la opulencia, la insolidaridad, la injusticia, el predominio de los fuertes sobre los dbiles, la guerra, las divisiones... Pero, podrn realizarlo slo en la medida que hayan descubierto su misin y el modo concreto de llevarla a cabo. Entonces recuperarn el dinamismo proftico que devolver vigor y sentido a sus instituciones. Una polarizacin de carcter evanglico conseguira ciertamente la dinamizacin de la vida del religioso laico. Pero, si se polariza en mecanismos individualistas para construir una cierta paz comunitaria, es lgico que pierda capacidad de testimonio y de atraccin. Una vida instalada, de cobijo al amparo de una competencia profesional y de inhibicin respecto de las angustias y esperanzas del mundo y de la llamada de Seor para una nueva evangelizacin, compromete a la vez, la capacidad de convocatoria y el futuro de las personas y de las instituciones. Revitalizando los elementos constitutivos de la identidad religiosa laical se incrementa el entusiasmar a otros. No es lo mismo vivir satisfecho en un trabajo que sentirse atrado por una misin; lo primero es propio de una competencia profesional y lo segundo es relativo a la vivencia de un carisma. Se trata, fundamentalmente, de recuperar la unicidad de hombre y la identidad del carisma religioso laico. La actitud de los Fundadores que supieron responder a las necesidades del Pueblo de Dios y de la sociedad de su tiempo, debe estimularle para superar las dificultades actuales. La vida religiosa laical debe ser capaz de dar una respuesta coherente frente al carisma y frente a la Iglesia, el mundo y la historia. Por todo ello un reajuste y una revitalizacin nos resultan indispensables. Habr que acertar en las formas de formacin permanente, con el fin de que lleguen a incidir en los verdaderos y ms importantes problemas que nos afectan. Necesitaremos adquirir una gran talla humana, una conciencia profunda de la llamada de Dios, prestar la mxima atencin al carisma fundacional y conseguir con acierto que la revisin de las obras nos facilite el ejercicio del ministerio. Nos resulta indispensable el construir comunidades renovadas, seguras de su propia identidad, gozosas de testimoniar el carisma que les es propio. EI religioso laico podr entonces hacer suyo el testimonio de San Pablo: Y ahora, hermanos, supongamos que yo vaya a vosotros hablndoos en lenguas, que os aprovechara yo, si mi palabra no os trajese ni revelacin, ni ciencia, ni profeca, ni enseanza?51 Por eso que, a partir de una fuerte experiencia de Dios, situados con sentido positivo en el mundo y

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motivados por la intuicin proftica de los Fundadores, los religiosos laicos tienen ante s, en perspectiva, la gran tarea de re-situar sus instituciones en el hoy de la historia, Una hermosa aventura! Hoy se nos plantea otro desafo a los religiosos laicos, aunque de naturaleza distinta de las anteriores, como es la importancia del laicado cristiano. Cada da hay ms seglares, hombres y mujeres, que atrados por el carisma o el estilo de los compromisos de ciertos Institutos religiosos, piden participar en ellos, aun permaneciendo seglares. Quieren colaborar con los religiosos pero guardando su propia identidad seglar. Esta nueva situacin no puede ser sino beneficiosa para todos. En el Pueblo de Dios, religiosos y seglares estn situados en un mismo plano, comprometidos por un mismo bautismo y una misma fe. La eclesiologa de comunin, en la que nos sentimos inmersos, propugnada por el Concilio Vaticano II y explicitada por numerosas Conferencias episcopales, nos conduce a una Iglesia de responsabilidades compartidas. Seremos capaces los religiosos laicos de permitir, y ms an, de estimular la promocin del laicado responsable para que, desde su propia identidad, ejerzan su funcin en la misin de la Iglesia? Permitiremos a los seglares enriquecer nuestro carisma con su manera peculiar de leerlo, o bien nos contentaremos con transmitirles nuestra propia lectura? Continuarn siendo los seglares nuestros meros subordinados? Vamos a perpetuar nuestra obra nicamente a partir de la identidad especfica de religiosos o bien la enriqueceremos tambin con el aporte de quienes trabajan con nosotros? Los seglares quieren estar con los religiosos, pero ni los unos ni los otros deben perder su propia identidad. Cada grupo debe gozar de su autonoma en funcin de su especificidad y de sus posibilidades.

Sntesis conclusiva
Hemos descrito los rasgos caractersticos de la vida religiosa laical, indicando tambin un camino de crecimiento en la propia identidad. Hablar de identidad es, en efecto, proponer tambin un proyecto vocacional para quienes han sido llamados a este gnero de vida. Presentamos ahora algunas reflexiones y precisiones a modo de sntesis conclusiva: 1. Estamos convencidos de que la vida religiosa laical no ha agotado sus posibilidades y que tiene un futuro, precisamente desde su identidad laical. Por eso, es importante situarla correctamente en el misterio de la Iglesia, cuya condicin de Pueblo de Dios implica tambin un gnero de vida, una mentalidad, una espiritualidad y una misin. Los textos conciliares dejan entrever dos posibles clasificaciones que abarcan el conjunto de los miembros de la Iglesia: desde el ponto de vista jerrquico, se es clrigo o se es laico; desde el punto de vista carismtico, el Espritu Santo suscita en la Iglesia una gran variedad de carismas, sea para la vida religiosa, sea para la vida seglar. Por otra parte, se afirma que la vida consagrada, de por s, no es un estado intermedio entre el de los clrigos y el de los seglares, sino que de uno y otro algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia y para que contribuyan a la misin salvfica de sta, cada uno segn su modo.52 Los religiosos laicos, siendo plenamente religiosos, y constituyendo su genera de vida un estado perfecto de profesin de los consejos evanglicos,53 no dejan por ello de pertenecer al laicado, aunque vivan de manera diferente de los seglares. Desde la condicin laical son personas consagradas, elegidas, llamadas, seguidoras de Jess, con el compromiso de ser signo en el mundo. 2. La vida religiosa laical parte del acontecimiento de la I/amada vocacional para este genera de vida, cuyos elementos indispensables son: la consagracin religiosa, la comunidad y la misin eclesial. El religioso laico, vive estos elementos que no son exclusivos de su vocacin, desde su condicin laical. La llamada recibida no significa separacin, sino santificacin representativa y testimonial ante el mundo para el ejercido de una determinada misin eclesial

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3. La consagracin religiosa da una orientacin a la persona entera, en funcin de la misin propia del carisma. Esto lleva a reordenar las tres potencias fundamentales de toda personalidad humana: el tener, el amar y el ser. * En cuanto al tener, el religioso laico se orienta a partir del voto de pobreza, por el que se obliga a una vida de trabajo, de participacin y celebracin con los dems. As, desde su propia realidad humana, se solidariza con el mundo, participando en la comunin y en la liturgia de la Iglesia. * En cuanto al amar; esta potencialidad humana queda orientada par el voto de castidad, que le permite un amplio ejercicio de la fraternidad. Esta se manifiesta por la mayor disponibilidad en favor de los ms necesitados, segn el carisma propio, y en la amistad y fraternidad comunitarias. Par tanto, desde esta ptica participa en el ministerio de la educacin y del servicio fraterno. * En cuanto al ser. Ser significa y supone crecer en un sentido preciso y determinado. En este caso, el crecimiento personal queda conformado por el voto de obediencia, gracias al cual se pretende que la voluntad de Dios sea la constante referencia en el proceso personal y comunitario. De aqu nace la importancia del testimonio del religioso laico en respuesta a la llamada a la santidad, dirigida a todos los miembros del Pueblo de Dios. El religioso laical tiene una misin de testimonio como lo tiene la Iglesia en el mundo. 4. La denominacin de hermano, caracterstica del religioso laico, hace referencia inmediata a la fraternidad y, por tanto, a la comunidad. Los votos de pobreza y de obediencia y, sobre todo, el de castidad, son medios para el compromiso en la andadura hacia la utopa evanglica de la fraternidad. Es fundamental que la comunidad religiosa viva re-unida en torno a la Palabra de Dios, que la convoca y la constituye. La Palabra de Dios compartida y celebrada ser la norma de su vivir y actuar, y causa de su compromiso en la salvacin del mundo. De ah arranca la misin proftica del religioso laico, que le hace hombre de Dios, escudriador de los signos de los tiempos, portador de salvacin y de liberacin. 5. La ministerialidad del religioso laico se vive desde su caracterstica y peculiar misin eclesial, de acuerdo con el carisma fundacional. EI ejercicio de su ministerio, motivado por su consagracinvocacin, se concreta con el testimonio de diversas actividades: unas, al servicio de las necesidades existenciales ms fundamentales del hombre; y otras, en un compromiso explicito de evangelizacin. EI religioso laico no participa de los ministerios ordenados, sino que acta en el ministerio eclesial institucionalizado o confiado a su Instituto, explicitado en sus Constituciones aprobadas por la Iglesia. Ello hace que el modo de participar en la ministerialidad y en el servicio eclesial, tengan garanta de continuidad, tanto desde el punto de vista personal como institucional. 6. Es importante seguir recuperando la originalidad y el dinamismo del carisma de cada Congregacin y llegar a situarse en l. Las instituciones y obras no deben ser un freno a la fuerza del carisma, sino la expresin de su dinamismo. EI carisma puede tambin expresarse en lo sencillo y humilde, en lo poco vistoso y en lo que parece despreciable o insignificante. La vida religiosa laical es ms importante por su carcter proftico y testimonial (anuncio del mundo futuro), que por su utilidad, incluso pastoral. Por eso, al religioso se le pide que sea, ante todo, un hombre:

con profunda experiencia de Dios y gran sentido comunitario, capaz de integrar, con madurez y equilibrio, todos los valores y limitaciones de su persona, para manifestar con claridad su vocacin de total donacin a Dios y a sus hermanos, preparado, como los profetas, para discernir los signos de los tiempos, con el fin de responder mejor a las llamadas de Dios, segn el carisma propio, preocupado por el mundo y sensible desde el Evangelio, a sus problemas y

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necesidades; as como a la diversidad de culturas y mentalidades,

presente en el mundo, mostrndose ante l como signo por su vida coherente y manifestando el valor de fraternidad evanglica por su accin y capacidad de relacin humana con todos.

stas son las lneas de fuerza capaces de dar vigor a la identidad del religioso laico, continuidad a su misin y flexibilidad al talante institucional para mejor seguir las llamadas renovadoras del Espritu. * * * En fin, el futuro depender del Pentecosts que se produzca en nuestras vidas, el cual, apareciendo aun hoy como viento impetuoso y en forma de lenguas de fuego, nos har capaces de hablar otros lenguajes.54 Pero, para hablar otros lenguajes ser precise realizar un desplazamiento desde el centro a la periferia o hacia la frontera y ese desplazamiento requiere la travesa del desierto. Los votos, adems, por su misma estructura, permiten y exigen llevar a cabo la radicalidad del seguimiento de Jess hasta regiones que no son las normales... Podramos decir que los votos permiten y exigen que el religioso est presente en el desierto, en la periferia y en la frontera. Por desierto entendemos que el religioso est all donde, de hecho, no est nadie, como ha sido el caso a lo largo de la historia, de la presencia de religiosos en los hospitales, escuelas o, modernamente, en parroquias desatendidas. Por periferia entendemos que el religioso est no en el centro del poder, sino all donde no hay poder, sino impotencia. Por frontera entendemos que el religioso est all donde ms hay que experimentar, segn la necesaria imaginacin y creatividad cristianas, donde mayor puede ser el riesgo, donde ms necesaria sea la actividad proftica para sacudir la inercia en que se va petrificando la Iglesia en su totalidad o para denunciar con ms energa el pecado.55 Este camino desde el centro hacia la periferia, el desierto, la frontera, no es otra cosa que la vuelta a nuestros Fundadores. En esto consiste la re-fundacin que necesitan nuestros Institutos y que condiciona el futuro de la vida religiosa laical. Toda la vida cristiana es vocacin para una misin eclesial en favor del mundo. La solidaridad entre las distintas vocaciones, vivida como respuesta al Dios que llama y enva, repercutir en hacer efectivo el mensaje de paz, justicia y amor que quiso Jess hacer llegar a todos los hombres. Los religiosos laicos, cuya vocacin se sita en un compromiso a favor del mundo, experimentamos dificultades debido a que parece escaprsenos ste de nuestra comprensin y de nuestra capacidad de incidir adecuadamente en l. Experimentamos dificultades de mutua permeabilidad y de capacidad de comunin con sus necesidades, gozos y esperanzas. Por eso, las Congregaciones religiosas laicales nos encontramos ante un reto histrico de reestructuracin carismtica a nivel de personas, comunidades, instituciones y ministerios. Quiz por eso nuestra pregunta sea hay la misma que la de Nicodemo: Cmo puede un hombre nacer siendo ya viejo? Puede acaso entrar en el seno de su madre y volver a nacer? Y quiz la nica respuesta sea la de Jess: En verdad, en verdad te digo: el que no nace del agua y del Espritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, carne es; lo nacido del Espritu es espritu.56 Roma, enero 1991
1 Perfectas caritatis 2a; Cdigo Derecho Cannico c. 662. 2 La misin de Jess viene presentada en el Evangelio como liberacin del hombre y evangelizacin de los pobres (cf. Lc 4,14-18; 7,22-23). 3 Perfectae caritatis l0a. 4 DIP, "Fratello", por el H. Michel Sauvage, p. 746. Sabre el sentido de PC l0a, del mismo autor, La vie religieuse laque, en L'adaptatian et la renovation de la vie religieuse. CERF, Paris pp. 315-340. 5 Juan Pablo II. Discurso a la Plenaria de la Congregacin para los religiosos y los Institutos seculares (24 enero 1986). 6 Godet, J.F., ofm. Clerc au lac? La bonne question, p. 1. - Sauvage, Michel. Catequesis y laicado. Colecc. SINITE, Salamanca, 1963, pp. 1-2. EI H. Sauvage hace constar que la vida religiosa laical "no ha sido abierta de especiales estudios, por lo menos en el plano teolgico". 7 Lumen Gentiun 43b. 8 Cdigo Derecho Cannico, c 588.

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9 Is 61,1.3; Lc 4,17.22.23. 10 cr. LEMAIRE, Andre. Les ministeres dans la recherche neotestamentaire. Etat de la question. In Maison-Dieo 115, pp. 18-21.23. 11 Cf. AVBRY, J. Teologia della vita religiosa. LOC, Torino 1988, pp. 22-23. 12 Cf. ALVAREZ, Jess. La vida religiosa ante los retos de la historia. ITVR, Madrid, 1979, pp. 29-37. 13 Cf. CONGAR. Yves M. Jalones para una teologa del laicado. Estela, Barcelona 1964, cap. I. 14 Juan Pablo II. Discurso a la Plenaria de la Congregacin para Religiosos e Institutos seculares (24 enero 1986) 15 Perfectae caritatis 10b 16 Lumen Gentium 31a. 17 Lumen Gentium 31b. 18 Perfectae caritatis II. 19 Cdigo Derecho Cannico c 662; Cf. Pefectae caritatis 2a. 20 Lumen Gentium 46a; Cdigo Derecho Cannico cc 577, 674, 676. 21 Cf. Lumen Gentium 43. 22 Juan Pablo II Discurso a la Plenaria de la Congregacin para los religiosos y los Institutos seculares (24 enero 1986), 23 Como la comunidad cristiana sucede al Templo de Jerusaln, Pablo exhorta a hacer de sus personas un culto espiritual que sea fruto de una renovacin permanente: los exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcis vuestros cuerpos como una vctima viva, agradable a Dios: tal ser vuestro culto espiritual. Y no os acomodis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovacin de vuestra mente, de forma que podis distinguir cul es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto, (Rom 12,1-21. 24 Isaas 55,8. 25 Se intenta que la oracin llegue a convertirse en actitud de vida, de modo que oracin y vida se enriquezcan mutuamente: oracin que conduzca a comprometerse en la vida real y vivencia de la realidad que exija momentos fuertes de oracin (Documento de Puebla n. 727). 26 Cf Pablo VI. Alocucin del 28 de octubre de 1966 Perfectae caritatis 6: Los que profesan las consejos evanglicos busquen y amen ante todo a Dios, que nos am primero y procuren con afn fomentar en toda ocasin la vida escondida con Cristo en Dios, de donde fluye y se urge el amor al prjimo para la salvacin del mundo y la edificacin de la Iglesia... deben cultivar con asiduo empeo el espritu de oracin y la oracin misma, bebiendo en las genuinas fuentes de la espiritualidad cristiana. Tengan, ante todo, diariamente en manos la Sagrada Escritura, a fin de adquirir, por la leccin y meditacin de los sagradas Libros el sublime conocimiento de Jesucristo. Celebren de corazn y de boca... la sagrada Liturgia, sealadamente el sacrosanto misterio de la Eucarista, y sacien su vida espiritual en esta inagotable fuente. Cf. Mutuae relationis 16. 27 Cf. Evangelii Nuntiandi 14; Cdigo Derecho Cannico c 676 28 Cf. Perfectae caritatis 10. 29 Cf. Lumen Gentium 30. 30 Ad Gentes 21. 31 Po XII. Carta del Soberano Pontfice a S. Em. el Cardenal Valerio Valeri, Prefecto de la Congregacin de Religiosos, acerca de la alta misin de los religiosos educadores. (31 de marzo de 1954). DC 1954, pp. 515-518). 32 Cf. Lumen Gentium 10; Apostolicam Actuositatem 2 y 3. 33 Lucas 7,22. 34 Evangelii Nuntiandl 69c. 35 Borobio, Dionisio. Vocacin cristiana y ministerios, p. 121. En Los ministerios en la Iglesia, Sgueme, Salamanca 1985. 36 Christifideles laici 23. 37 LG 45: Mensaie de Juan Pablo II a Espaa. 38 Snchez Chamoso, Romn. Funcin mediadora de la Iglesia y ministerios. En Los ministerios de la Iglesia. Sgueme, Salamanca 1985. p.81. 39 La exhortacin Christifideles laici 23 precisa que se ha de expresar con claridad tanto la unidad de la misin de la Iglesia en la que participan todos los bautizados, como la sustancial diversidad del ministerio de los pastores. En este texto se dan unas precisiones tanto para concretar la identidad de los ministerios ordenados como la ministerialidad de los laicos. 40 Salaverri, Jos Ma.. Los ministerios laicales y los religiosos. En Vida Religiosa. (1988), n. 1, p. 80. 41 Cf. Evangelii Nuntiandi 69. 42 Cf. Lumen Gentium 32; Christifideles laici 9 y 15. 43 Cf. 1 Cor 12,4.11. .. 44 Cf. Ageo 2,11.15. 45 Lc 24,19. 46 Cf. Lumen Gentium 43; Mutuae Relationes 10; Evangelii Nun. tiandi 69; Documento de Puebla 757. 47 Documento de Puebla 757. 48 Cf. Evangelica Testificatio 53; Documento de Puebla 744 49 Cf. Lumen Gentium 31b; Documento de Puebla 744. 50 Cf. Gaudium et Spes 1. 51 1 Cor 14.6. 52 Lumen Gentium 43; Ct. Cdigo Derecho Cannico, c 588. 53 Perfectae caritatis 10. 54 Hch 2.2-4. 55 Sobrino. Jon. Resurreccin de la verdadera Iglesia. Sal terrae. Santander 1981. p. 335. 56 Jn 3,4-6.

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