Borrador
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rompiendo las reglas cada que se las imponen, pero pese a todo eso, él tiene un excelente
potencial, más grande que el de toda su tripulación. Jungkook es el jefe, ya harto de todo esto,
cuando Jimin hace de la suyas, manda a sus sirvientes a traérselo. Trama: Supongo que cuando lo
llevan empiezan a conectar sus actitudes, algunas rebeldías, pero nada fuera de lo común,
Jungkook quiere usar a Jimin como su arma secreta, sabiendo que podría morir en el camino. No
sabrá las consecuencias de sus actos, pero tampoco las que traerá enamorarse del rubio.
Explicaré algo, Jimin dejó de usar su magia y comenzó sus rebeldías porque años atrás, mató a su
hermana por no poder detener su magia. Por eso huyó a esa ciudad porque lo iban a reclutar en la
anterior en una especie de grupo de magia (se hace con todos lo que tienen esos poderes) pero no
contó con que en esta igual lo iban a reclutar. Siempre se arregló con su capacidad física para fingir
poderes. Por eso, una vez cuando lo sacaron delante de todos para que diga unas palabras de
magia, comenzó a juguetear con la jefa, tipo: “Di las palabras para “eso” y él dijo No sé, ¿bibidi
babidi bu? Y todos se rieron”. Sus padres lo habían estado buscando después de enterarse sobre
su hermana, para bien o para mal. Todos comenzaron rumores de que Jimin mató a sus
compañeros porque esos siempre lo molestaban en exceso y en una misión los mandaron a ellos y
a Jimin. Jimin regresó vivo, pero los otros no, él se quedó callado con respecto a las preguntas así
que pasaron los rumores. Pero lo que realmente pasó es que la misión era demasiado fuerte y
cuando él estuvo a punto de morir sus compañeros los salvaron, pero cuando ellos casi mueren, él
intentó salvarlos, pero por su trauma no pudo con sus poderes y murieron. Nadie se acerca a él
por eso ni le dicen su nombre porque según si él sabe el nombre de alguien lo mata si es que lo
molesta. Jungkook como jefe de todo el pueblo o ciudad está hechizado para que nada le pase y
ningún hechizo funcione con él (los de Jimin sí porque el de él es muy fuerte, pero se ve más
adelante) por eso se lo dicen el nombre re casual. A Jungkook le encanta la sonrisa descarada y
burlesca de Jimin la cual todos odian.
“Una sonrisa ladina, una llena de descaro y burla, esas que podían hacerte perder el total
funcionamiento de tu mente. Y, para el mal de todos, esa sonrisa no era parte de su magia, era
parte de él.”
Acorralaron al rubio entre las paredes, dejándolo sin salida. Dieron su última bocanada de aire,
antes de recuperar el aliento y aclarar su garganta.
—El capitán, Jeon Jungkook, quiere verte, estás provocando muchos disturbios por esta zona—
parando un segundo, chaqueó la lengua. — Otra vez, Park Jimin.
El nombrado, aburrido de eso, dio medio vuelta sobre sus pies. Sacando las manos de sus bolsillos,
puso sus brazos de par en par al lado de su cabeza. Estaba aburrido, lo estaba, no había buscado
nada en específico por esa zona poco poblada de la ciudad, pero por alguna razón, algo lo seguía
atrayendo a los escondidos callejones de por ahí. Por lo que sólo tal vez la idea de provocar a los
idiotas que le pisaban los talones cada que daba un paso, le divertiría un poco, no, demasiado.
—Pueden llevarme con su jefe. —con una de sus manos, lanzó los instrumentos de sus bolsillos,
aún con la otra mano en el aire.
Los cómplices se miraron entre sí, sospechando en las palabras del maleante. Uno de ellos decidió
por agacharse y recoger las herramientas tiradas, volvió a su lugar, y regresó a examinar al chico
delante suyo, el cual emitió otra pequeña sonrisa, entregando en él sus ofrendas de paz.
Sin poder comprender del todo la situación, los dos compañeros giraron a verse, y esbozando una
gran sonrisa, soltaron un grito, abrazándose el uno al otro. Daban pequeños saltitos, con la
emoción y esperanzas a flor de piel. Habían intentado atrapar al chico por meses y en ese
momento, él estaba frente a ellos, sumiso antes sus órdenes, a la merced de ellos.
—Jungkook estará feliz, imagínate lo orgulloso que estará, joder. —habló el chico alto, sacudiendo
de emoción a su amigo.
—Escucha esto, será Jeon Jungkook, comandante de la ciudad, y nosotros proclamados como sus
secuaces oficiales. —añadió con el pecho inflado, envuelto en sus sueños.
El rubio quedó con el ceño fruncido, cuestionándose si de verdad quería seguir con el plan o
dejarlos seguir con sus sueños mientras huía. Es increíble que esos dos sean ayudantes del líder.
Suspiró y pasó una mano por su cara, regresar a casa no estaba en sus planes, así que fuera cual
fuera el camino que eligiera, acabaría en el mismo lugar.
—¿De quién hablan? ¿De Jungkook? ¿Ko Jungkook? —cuestionó el rubio, raspando su garganta.
—Espera, ¿Kook? ¿Aquel niño de la canción? ¬—preguntó, siendo respondido con caras llenas de
confusión. Rodó los ojos— Ya saben, Oh no Kook, por los filos no debes jugar. En ese pozo, en ese
pozo, hay brujas cuyos ojos han de matar. Oh no, Kook al pozo cayó. Tiren de la cuerda, tiren de la
cuer-
El dúo emitió un fuerte bufido con completa indignación, interrumpiendo a Jimin, quien mostró
inocencia en su rostro.
—No, es Jungkook, ¿Entiendes? Je-on Jung-kook —silabeó el peligris, mostrando sus dientes.
¬¬El bajo, mostrando gracia, preguntó: — Entonces, ¿Jeongguk? ¬—levantó una ceja, apoyando su
peso en una pierna. Luego, actuando falsamente como si tratara de recordar, añadió— ¡Claro,
Jeongguk! ¿Quién podría olvidarlo? Era el fiestero de mi calle.
Viendo como la cara de confusión se adueñaba otra vez de sus contrincantes, planeó otra salida,
de cierta manera, parecían gatitos tratando de negociar con un tigre. Intentando mantener la
compostura, tomó aire tratando de estabilizar su voz y procurar hablar con seriedad, las ideas en
su cabeza no eran para nada maduras, pero sí divertidas.
—Me parece raro que no lo conozcan, era el que llevaba a todos los residentes a una fiesta llena
de alcohol y mujeres sin compromiso. Pero aquí entre nos —murmulló, dando resultado a que los
dos compañeros se acercaran. — Dicen que la tenía del tamaño de una nuez.
Con la reciente noticia en sus cabezas, los dos hicieron un ruido de sorpresa abriendo su boca en
grande. Se miraron entre sí, alejándose del delincuente y comenzaron a susurrar incoherencias
para el oído de Jimin. Luego de unos segundos volvieron su mirada en él y cambiaron su mirada a
una molesta, siendo el más alto que hablara primero.
—Te lo diré otra vez, ¡Es Jungkook, empezando con Jung con una g y terminando con Kook con dos
o!
— ¡No y no! —exclamó sin dejarlo terminar. Su mirada fue a la de su compañero y gritó— ¡Yoongi,
dile algo, está difamando a nuestro marinero! Si se entera de que se burlan de él, llorará como
perro toda la noche.
— ¡Taehyung, joder, no digas nuestros nom- su boca se cerró automáticamente, dándose cuenta
de sus propias palabras.
Jimin vio al chico peligris batir sus ojos para luego dirigir su mirada a él. Lo había captado.
¬El nombrado bajó sus brazos y emitió una sonrisa ladina, una llena de descaro y burla. Si bien
detestaba a esos chicos, le alegraba que por fin captaran alguna de sus trampas. Podría decirse
que desde ahora sería algo divertido enfrentarse con ellos. Sus mentes de pollo por fin
comenzaban a funcionar gracias a él.
—Estabas tardando en percatarte, gasparín. — contestó burlándose del chico que ahora estaba
cara a cara con él. —Se delataron ustedes mismos, mis idas y vueltas los aturdieron, no use nada
más que un poco de psicología.
—Siempre usas tu estúpida brujería para tu conveniencia ¿Por qué ahora sería distinto? Bien,
¿Ahora qué harás con eso? ¿Te escaparás e irás a hacer una clase de mierda para desaparecernos?
Sabes nuestros nombres, ¿Harás lo mismo que hiciste con todos tus compañeros?
“¿Harás lo mismo que hiciste con todos tus compañeros?” Jimin dio un paso atrás. No, ellos no lo
habían entendido, no lo habían hecho.
El peligris siguió el paso de Jimin, estando nuevamente frente a frente. Este dio una pequeña risa
irónica. Ese chico se había estado burlando de ellos todos esos meses y ahora, el que estaba
siendo cazado era él.
El rubio levantó su mirada. Los ojos felinos chocaron con los de él, casi cortantes, hacían arder los
suyos. Estaba siendo asechado, el tigre acababa de convertirse en el ratón.
—Haz lo que quieras con nosotros, el que no podrá ver la luz del día antes que nosotros, serás tú.
Su corazón bombeó fuerte, los latidos sonaban en sus oídos como el sonido de un tambor. Su
cuerpo tembló. No se había sentido así desde hace dos años, en ese lugar, en ese justo momento