Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민

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❝Donde Jungkook se viste de payaso para asesinar y Jimin no lo sabe.

Preludio.

Jimin estaba viendo el televisor expectante. Hace más de una hora habían
mostrado una noticia de ultimo minuto sobre una masacre ocurrida en las
afueras de la ciudad. Habían 6 muertos, todos degollados y desmembrados a la
vista de quien pasase por la carretera sur. La policía no había apresado a los
culpables pero sí pudieron identificarlos gracias a testigos como hombres
vestidos de payasos.

Sí, payasos.

Jimin había escuchado de esos avistamientos extraños en bosques o campos


en donde la gente decía que payasos con armas -cuchillos, mazos, etc-,
merodeaban asustando a quien vivía cerca.

Todos creían que se trataba tan solo de una broma pesada y de mal gusto, no le
dieron importancia hasta que la ola de asesinatos comenzó. Durante ese mes
habían desaparecido más de cinco personas y ahora ocurría aquella masacre
horrible.

Jimin estaba muy asustado.

La presentadora del programa estaba dando los detalles de lo sucedido cuando


aprieta el audífono que tenía en el oído, su cara cambio por completo a un
semblante de puro asombro.

– Me acaban de informar que se ha subido un video a internet de quienes serian


los culpables de este hecho –ella mira a la cámara– lo transmitiremos en vivo
ahora mismo, se pide a la audiencia mantener discreción.

Diciendo eso la pantalla se vuelve negra y luego aparece una habitación con
una persona mirando fijamente la pantalla.

Era un maldito payaso.

Había música de carrusel de fondo lo que hacía que la imagen pareciera una de
estas películas de terror que causaban pesadillas durante días a Jimin.

No pudo evitar comenzar a temblar ligeramente por la maldita máscara que


aquel tipo llevaba. Su cabello falso era verde y desaliñado, tenía la cara blanca
con un gran tajo a la mitad de la mejilla más dos orificios para los ojos, los
cuales eran amarillos gracias a los lentes de contacto que el tipo llevaba. La
máscara tenía una sonrisa maléfica con dientes en punta dibujados, con esa
mueca parecía un verdadero monstruo.

Llevaba un traje típico de payaso color azul vibrante con listones rojos que
estaban gastados y manchados con lo que parecía ser sangre. Los ojos
amarillos miraban hacia el frente de forma fija, por un segundo sintió que
traspasaban la pantalla.

Cuando empezó a hablar Jimin se quedó sin respiración.

– Hola, estimados ciudadanos de Busan –el payaso se carcajea de manera


sonora que ponía los pelos de punta a cualquiera– me presento, me llamó Sr.
Payaso y creo que ya saben a qué me dedico.

Jimin traga saliva sonoramente, sentía como el terror inundaba todo su ser
mientras el hombre hablaba.

– Ya toda la ciudad está enterada de lo que le hicimos a aquellas personas en la


carretera sur –el payaso apoya su mentón en el puño derecho– y quería
informales que ese es tan solo el comienzo.

"No puede hablar enserio", pensó Jimin.


– La noche es nuestra mejor aliada así que sugiero que si van a dar un paseo
durante esa hora sea bajo su propia responsabilidad –el payaso gira en la silla
como si jugara– desde ahora está ciudad estará a nuestra merced.

Jimin jamás pensó que algo como eso pasaría en la vida real, todo era tan irreal
que seguía pareciendo un mal chiste.

– Sin más preámbulos me retiro –el payaso estira la mano despidiéndose– que
comience la cacería y recuerden, todos ustedes son nuestras presas.

El video termino y Jimin tragó saliva sonoramente, todo el mundo estaba


jodido.

001.

Tres semanas antes del video.

– No seas miedoso –le había dicho Namjoon.

A Jimin no le gustaba que lo llamasen miedoso ni cobarde solo por el hecho de


que no le gustaran las películas de terror como a los demás chicos. El siempre
había sido más sensible en ese aspecto, pero no le hacía daño a nadie por eso,
es más, le gustaba alejarse de esas cosas para no tener problemas... Ni
pesadillas.

Pero a su hermanastro se le había ocurrido la brillante idea de ver una película


de ese estilo esta noche.

– Solo digo que prefiero ver una comedia o algo así –responde tratando de
sonar como una niñita asustada.

– Siempre vemos de esas, Jimin. Además Jin vendrá y necesito una excusa
para abrazarlo... Coopera, por favor.

Jimin frunce el ceño porque el que saldrá perdiendo para que Namjoon pueda
tener un momento a solas con uno de sus mejores amigos será el... Pero a
pesar de semejante injusticia recuerda que a Jin también le gusta Namjoon así
que debía hacerlo por su amigo.

– Está bien, está bien.

– Vamos a comprar las cosas para comer –sugiere su hermanastro– en casa no


tenemos nada.

Asintiendo va por su teléfono para luego salir de ahí junto a Namjoon.


Desde la casa de Jimin hasta la tienda apenas había unas cuadras así que se
demoraron menos de quince minutos en llegar hasta allí. El cielo estaba
anaranjado anunciando que pronto la noche haría aparición y Jimin quería estar
de vuelta antes de que eso pasara.

Apenas llegaron al mini-market se fueron directo a la sección de comida


chatarra. Compraron papas, gaseosa y una pizza pre hecha. Tan solo faltaba
ketchup ya que el que tenían ellos se les había acabado.

– Ve a buscarlo tu –dice Namjoon– yo haré la fila mientras tanto.

Jimin asiente para luego irse al pasillo número ocho. Apenas comenzó a buscar
se dio cuenta de que había. muchas marcas de ketchup y como él era un chico
indeciso estuvo un buen rato decidiendo entre cuál debería llevar.

Sin saber que alguien lo estaba observando.

Empezó a leer cada etiqueta para ver si había alguna diferencia entre los
ingredientes cuando escucha el grito de Namjoon.

– ¡Apúrate, ChimChim!
– ¡Ya voy! –grita de vuelta sin dejar de mirar la etiqueta del ketchup.

Gracias a no estar atento por donde iba caminando Jimin chocó de bruces con
alguien más haciendo que el paquete que traía en sus manos saltara de sus
brazos dejando un gran desastre en el pasillo mientras él caía sentado sobre tu
trasero.

– ¡Ay! –grita Jimin de dolor.

Miro lo que había pasado y por un momento estuvo a punto de soltar algunos
insultos contra la persona con la que había chocado hasta que se dio cuenta de
quien era.

¿Qué hacía Jeongguk ahí?

– ¿Estas bien? –le pregunta a Jimin mientras le da su mano para que se


levante.

– S-si... E-Estoy b-bien –responde tratando de controlar su tartamudeo.

No, Jimin no estaba preparado para que el chico que le gustaba hacía más de
cuatro años chocará con el justo en ese instante. Aquellas cosas solo pasaban
en los libros juveniles que a veces sacaba de la biblioteca pública. Jeongguk
jamás le había hablado así que no pudo evitar que su timidez saliera a flote
como espuma.

Aceptó la mano que el castaño estiraba hacia el pensando en cómo podía salir
corriendo de allí sin que el lo notara.

– Lo siento –se disculpa Jeongguk– no te he visto...

Bueno, eso era de esperarse porque Jimin era invisible para el chico.

Jeongguk era popular en la escuela, todo el mundo quería hablar o sentarse con
el aunque este no le importará en lo más mínimo ya que siempre andaba solo
por los pasillos. Jimin siempre pensó que su popularidad se debía a lo
misterioso que se comportaba, habían rumores que decían que formaba parte
de una pandilla y hasta una vez escucho que su familia era parte de una mafia
secreta.

Lo único claro que había sobre Jeongguk sería lo guapo que era con su cabello
castaño, brazos fuertes y sonrisa de conejo. Desde que Jimin lo había visto
llegar a la escuela hacia ya cuatro años había caído rendido a los encantos del
chico, se comportaba como una adolescente hormonal cuando Jeongguk estaba
cerca más nunca cruzaron palabra... Hasta ese día.

– Tranquilo –susurró Jimin sonriendo.


– ¿Eres de la escuela, no?

En el fondo Jimin no pudo evitar sentir un poco de emoción al saber que lo


había reconocido.

– Sí... Tenemos matemáticas juntos.

– Ya sabía que tu cara se me hacía conocida –dijo sonriendo.

El corazón de Jimin se acelera y estaba dispuesto a seguir conversando si no


fuera por que su hermanastro hizo aparición en el momento menos indicado.

– ¡Jimin, ya nos toca! –grita Namjoon– ¿Por qué te demoras...?

El moreno mira a quien se encontraba al lado de Jimin y abre los ojos como
platos. Namjoon sabía que Jeongguk era el amor platónico de Jimin y jamás
pensó verlo ahí junto a su pequeño hermanastro.

– Ha sido mi culpa –habla Jeongguk cuando llega Namjoon– hemos chocado


hace un rato.
Namjoon alza la ceja y mira Jimin quien le hacía señas para que no dijese nada
que pudiese avergonzarlo.

– Tan torpe que eres ChimChim –dice Nam haciendo que Jimin se sonrojara– Lo
siento tanto, mi hermano es un poco torpe.

– Ha sido mi culpa –insiste Jeongguk– enserio...

Jimin mira al piso avergonzado a más no poder, primera vez que lograba que
Jeongguk le hablase y Namjoon lo estaba arruinando.

– No te preocupes, Jeon –dice su hermanastro como si conociera a Jeongguk


de toda la vida– este ChimChim siempre ha sido muy torpe... Pero para
compensarte el mal rato podrías acompañarnos a una pequeña reunión de
amigos que daremos en nuestra casa, ¿te parece?

Y ahora la cara de Jimin estaba de los colores del arcoiris. Jamás pensó que
Namjoon sería tan atrevido como para invitar a Jeongguk a su casa cuando
apenas había cruzado palabra con el hace un rato.

– Suena genial –dice Jeongguk– pero tengo cosas que hacer... Quizá para otra
ocasión.
Jimin no pudo evitar sentirte un tanto mal, le hubiese gustado mucho que
Jeongguk aceptara la invitación de Namjoon.

– Tranquilo, será para la próxima –le dice Namjoon– ahora debemos irnos,
ChimChim.

Jimin asiente tomando otro pote de ketchup de la repisa más cercana.

– Adiós, Jeongguk –susurra.

El chico le mira y sonríe.

– Adiós, Jimin –se despide de vuelta.

Decir que le estaba dando un ataque al corazón era poco. ¡Jeongguk sabía su
nombre!, ahora Jimin podía morir en paz.

Mientras Jimin volvía a casa al lado de Namjoon se le dibujó una sonrisa en la


cara que le duró hasta el otro día.

Jeongguk se quedó viendo como ambos chicos salían de supermercado y no


pudo evitar sentir cierto placer al ver cómo las cosas estaban resultados.
"Solo un poco más. Cuando todo comience te tendré solo para mí,
Jiminnie", pensó.

002.

Un día después del vídeo.

Jungkook sonreía mientras veía como en la televisión solo se hablaba de de lo


que había pasado en la carretera sur y del extraño payaso que había mandado
un comunicado que había dejado a todos sudando frío.

"Que buen discurso di", pensó para si mismo.

Ahora comenzaría la verdadera diversión, eso era lo que Jungkook había estado
esperando desde que había decidido emprender aquella peligrosa aventura. Las
personas que habían desaparecido apenas eran el comienzo para la gran ola de
asesinatos que el castaño tenía prevista. Solamente un loco era capaz de crear
un grupo de sádicos con sed de sangre por mera diversión.
Y justamente eso había hecho Jungkook.

El castaño sufría de sociopatía por lo que no sentía ningún tipo de


remordimiento, apego, emoción hacia nadie que no fuese el mismo. ¿Y como
nadie se había dado cuenta de que el era capaz de las peores atrocidades?,
pues porque Jungkook era peligrosamente inteligente.

Desde que era niño sus padres notaron lo extraño que era y decidieron llevarlo a
ver un psicólogo el cual fue el encargado de entregarles su diagnostico. Apenas
tenía seis años y ya era considerado como un enfermo. Jungkook tenía claro
que algo malo había en el porque sus padres lo apartaban a causa de la
vergüenza que les daba tener a un hijo con aquellas condiciones.

Ahí Jungkook comenzó a odiarlos.

Mientras que los niños de su edad dibujaban, jugaban con autos o simplemente
interactuaban entre ellos, Jungkook se encerraba en su habitación a leer sobre
psiquiatría para así conocer mucho más sobre su enfermedad llegando a ser un
experto en la materia, gracias a eso pudo ocultar a la perfección los síntomas.

Aprendió a hablar con los infantes de su edad y a ocultar aquel temperamento


explosivo con el que nació. A los 10 años Jungkook era considerado un niño
sumamente normal, descartando así el diagnostico entregado por el psicólogo.

Pero nadie sabía lo que Jungkook hacía cuando iba al bosque.


Sus primeras victimas fueron bichos pequeños fáciles de atrapar, luego uno que
otro gato de algún vecino y por ultimo algunos animales más grandes que
merodeaban por ahí. Al castaño le gustaba desmembrarlos mientras aún su
corazón latía y así escuchar los aullidos de dolor de parte de ellos. Al terminar
se preocupaba de enterrar bien cada parte o al menos hacerlo parecer como el
ataque de un oso.

No fue sino hasta los 14 años que por primera vez mato a una persona, bueno a
dos.

Aquel día Jungkook había cometido el error de cortar en pedazos a el cobayo


que su padre le había regalado para su cumpleaños en su habitación por qué
este no dejaba de mordisquear la jaula provocando un ruido que molestaba al
castaño. Cuando lo tomo en sus manos y clavo el cuchillo rebanándolo pensó
que estaba solo en la casa, hasta que su madre irrumpe diciendo que había
salido el trabajo más temprano.

Cuando la señora Jeon vio a su hijo con el cadáver del pobre animal a un lado y
su camiseta llena de sangre entro en pánico.

– Tu no estas bien –le dijo a Jungkook– te llevaré a una institución.

Y con eso firmó su sentencia de muerte.


Jungkook no estaba dispuesto a volver a medicarse, pensar en ver a otro odioso
médico que no entendía su naturaleza le revolvía el estomago y ni hablar de
dejar que lo encerrasen privándolo de su libertad.

Así que de forma tranquila se colocó unos guantes de plástico que tenía ocultos
debajo de su cama más una sudadera que ocuparía solo esa vez. Tomó el
cuchillo y lo guardo en el bolsillo derecho para comenzar a bajar la escalera.

Su madre estaba buscando teléfonos de hospitales psiquiátricos en una guía


amarilla cuando escucho los falsos llantos que Jungkook estaba haciendo. La
señora Jeon miro a su hijo y pensó que no podía haber criatura más frágil en el
mundo.

Jungkook actuaba muy bien.

– Tengo miedo, mami –susurró el castaño mientras seguía llorando– no quiero


que me lleven lejos de aquí...

Entonces por primera vez la señora Jeon se apiadaba de su hijo y se acercó a él


para rodearlo con sus brazos de forma protectora.

– Es por tu bie...
No pudo terminar la frase porque Jungkook la apuñalo en la espalda seis veces
seguidas para luego dejarla caer en el frío piso de la sala y así se desangrara
hasta la muerte.

Jungkook se sintió muy bien.

Su padre fue una tarea mucho más fácil. Apenas llego a casa se arrodilló a un
lado del cuerpo de su esposa llorando y en medio de la conmoción Jungkook se
acercó a él para luego dispararle directo en la sien con el arma que ellos
guardaban en el sótano en caso de alguna emergencia.

Jungkook ordenó todo para que pareciera un crimen pasional. La policía llego y
el les contó una historia falsa sobre maltrato conyugal entre sus padres, dijo que
el señor Jeon había apuñalado a su madre por celos y luego se había quitado la
vida.

Nadie sospechó de él nunca.

Fue enviado a casa de un tío que vivía en Busan, el cual era un hombre de
negocios ocupado que no veía casi nunca. Prácticamente vivía solo y eso le
daba muchas libertades de las que disfrutaba plenamente, una de ellas era ser
parte de un foro de sociopatas en internet. Al principio, -más o menos hasta que
Jungkook cumplió 17-, todo era hablar sobre las fantasías que tenía cada uno
sobre asesinatos en masa, no pasaban de juntarse de vez en cuando para
matar a algún animal indefenso. Pero Jungkook no quería seguir soñando...
Quería que las cosas que imaginaba en su cabeza enferma fuesen reales.
JJungKook1997:

Tengo una propuesta que podría interesarles.

TaeTaeRedrum:

Te escuchamos, Kook.

Había cambiado la forma de escribir su nombre para permanecer un poco en el


anonimato, aunque siendo sinceros desde pequeño odiaba que lo llamasen
Jeongguk. Para él era como si el nombre careciera del carácter y no reflejase su
verdadera personalidad.

Así que en el foro era conocido como Jungkook o Kook el desmembrador.

La idea de vestirse de payasos para asesinar gente surgió de Jungkook a través


de unos videos que había visto dando vueltas en Internet donde personas
vestidas de esa forma se dedicaban a asustar a otras en medio de edificios o
estacionamientos. A Jungkook siempre le habían gustado los payasos
aterradores y todo lo que tuviese que ver con causar miedo, y aunque los vídeos
eran tan solo una broma Jungkook supo que podía usarlo a su favor.

¿Quién sospecharía de unos payasos?


Al parecer todo el foro se entusiasmó con su idea ya que de inmediato muchas
personas quisieron unirse a su pequeño club. Organizaron todo con minucioso
cuidado hasta que por fin una noche dieron rienda suelta a su maléfico plan.

Ocupaban el bosque o carreteras desoladas para secuestrar personas que


llevaban a una cabaña abandonada oculta en las afueras de la ciudad.
Normalmente atrapaban a una y entre los presentes, -el numero variaba según
la ocasión pero normalmente eran 20 asesinos reunidos-, la torturaban durante
toda la noche hasta sentir como el último suspiro abandonaba su cuerpo.

Pero a Jungkook no le basto.

Aquello apenas eran ligas menores y el chico quería avanzar de nivel. Su meta
era aterrorizar a la ciudad entera por miedo a él y sus compañeros, deseaba
quedar plasmado en historia como el asesino más despiadado que se hubiese
conocido.

Le tomo al menos dos meses convencer a los sociopatas del foro para que lo
ayudaran a cumplir su fantasía, la mayoría se acobardo pero al menos junto diez
que prácticamente lo consideraban un Dios y serían capaces de hacer lo que
sea por él. Así empezó a planear diversos ataques que dejarían a la ciudad
pasmada, nadie querría asomar ni la punta de la nariz a la calle cuando todo
comenzara.

El primer golpe fue el de la carretera sur.


Después de que la policía encontrara los cuerpos desmembrados y esto saliera
en las noticias, subió el vídeo presentándose como el Sr. Payaso para hacerle
saber a la ciudad de su retorcido y macabro juego.

Jungkook tenía una sonrisa de victoria en los labios porque ahora comenzaría la
parte divertida, saldría de casería junto a sus compañeros y por fin después de
tanto tiempo esperando en las sombras iría en busca de Park Jimin.

003.
Dos semanas y cinco días antes del vídeo.

Jimin se sentía nervioso, a pesar de que había practicado varias veces lo que
diría no creía que estuviese listo. Estaba en el pasillo con su espalda apoyada
en la pared mientras recordaba la conversación que había tenido con Jin un
poco más temprano.

– ¡Ya hablaste con él! –le había chillado su amigo– tienes que invitarlo a nuestra
fiesta de Halloween.

Era una tradición celebrar el 31 de Octubre juntos en casa de Jin con una gran
fiesta de por medio. Su amigo era una diva total y le encantaba organizar
eventos de ese estilo mientras que Jimin era su mano derecha en esto. Toda la
escuela sabía que aquella fiesta era una de las más esperadas durante el año.
Alcohol, música y disfraces era una combinación bastante peligrosa que a todos
les gustaba... Bueno, todos excepto Jeongguk.

Desde que aquel chico había llegado a la escuela Jimin rogaba que se
presentase en la fiesta pero jamás lo vio por ahí. En su mente diseñaba
escenarios perfectos en los que terminarían hablando alejados del ruido y
Jeongguk pasaría su brazo por sobre sus hombros para que se acercaran, pero
el castaño parecía no estar interesado en este tipo de eventos sociales.

Jin le estuvo insistiendo toda la mañana a Jimin para que le preguntase el


mismo a Jeongguk si iría a la fiesta, según su amigo aquella era la forma para
asegurarse de que asistiera y pudieran compartir a solas. Además de las
muchas veces que Jin le repitió con voz coqueta que la gente se ponía mucho
más coqueta cuando llevan un disfraz puesto.

– Tienes que hacerlo, Jimin –le dijo su amigo– está es tu oportunidad para
acercarte más a Jeongguk.

Así que por eso estaba en el pasillo esperando que Jeongguk pasase
casualmente por allí y así lo invitaría a la fiesta... Quizá, hasta podría pedirle que
fuese su acompañante.

Pero apenas vio al chico acercarse a su casillero la timidez se apoderó su


cuerpo sin dejarlo moverse para acercarse. Simplemente no podía, además de
que tenía miedo de ser rechazado por Jeongguk la belleza de este lo intimidaba
por completo. Así que dio media vuelta para irse de ahí abortando el plan, pero
para su mala suerte se topó con Jin quien estaba de brazos cruzados y con una
ceja levantada.

– Nada de eso, Park Jimin –habla su amigo seriamente– ve a invitarlo ahora


mismo.

– No va a querer, Seokjin... Jamás asiste a la fiesta, ¿no crees que esa es una
señal para dejarlo tranquilo?

– No asiste porque no tiene una razón para hacerlo, tú debes darle una.

Jin lo empezó a empujar hacia Jeongguk y Jimin entró en pánico. No estaba


listo para hablarle, mucho menos para invitarlo a la fiesta. No quería hacerlo, su
estomago le dolía de los nervios pero ni siquiera su cara de sufrimiento detuvo a
su amigo. Cuando ya estaban bastante cerca de Jeongguk, a unos cinco pasos
más o menos, Jin se detuvo.

– Si no lo haces ahora no lo harás nunca, te conozco, Minnie.

Rendido ya que conocía a la perfección a su amigo y sabía que no lo dejaría en


paz hasta que lo hiciese se giró para caminar hasta Jeongguk. Como siempre el
chico parecía estar demasiado perdido en sus pensamientos y apenas había
notado la presencia del pequeño Jimin junto a él.
– Ho... hola –susurra Park y Jeongguk lo mira.

Jimin se derritió apenas el chico le regaló su característica sonrisa de conejo, su


corazón se aceleraba porque Jeongguk era el chico más bello que alguna vez
vio.

– Hola, Jimin.

Y ahí estaba de nuevo el hecho de que recordaba su nombre, si pudiese gritar lo


haría pero tenía que guardar su compostura para no quedar como una colegiala
enamorada.

– Eh... ¿cómo estás?

Sí era una pregunta bastante idiota pero Jin le había aconsejado que debía
buscarle conversación a Jeongguk, así se le haría mucho más fácil invitarlo a la
fiesta.

– Bien, ¿y tú?

– Bien... Un poco cansado, he tenido muchas cosas que hacer...


– Supongo que es por la fiesta de Jin –dice Jeongguk y Jimin sonríe al ver que
el saco el tema– todos están hablando de eso.

– Sí, a Jin le encanta hacer todo a lo grande... –Jimin suspiro tratando de


invocar todo el calor que tenía en su pequeño cuerpo– ¿vas a ir?

Enserio quería que funcionara, después de más de cuatro años mirándolo a la


distancia quería acercarse a Jeongguk. Le gustaba demasiado el chico y si no
hacía algo se quedaría con aquella sensación de "¿qué hubiese pasado sí...?".

– No me han invitado –respondió Jeongguk como si nada.

Jimin se golpeó mentalmente, quizá esa era la razón por la que jamás había ido.
Se sintió bastante torpe por no haberse acercado antes y también por creer que
Jeongguk sería grosero con el si lo hacía, se veía a leguas que el chico tan solo
era solitario pero no un idiota.

– ¿Te gustaría ser mi acompañante? –suelta de la nada y Jeongguk le sonríe.

– ¿Seguro que no quieres pedirle a nadie más?


Jimin negó con la cabeza. Si tan solo Jeongguk supiera de que había soñado
con eso desde hace años...

– Quiero pedírtelo a ti... Pero si no quieres lo entiendo...

Jeongguk suelta una risita melódica que confunde a Jimin, no sabía si eso era
una afirmación o negación.

– Sería un honor acompañarte. ¿Te veo el sábado?

Fuegos artificiales hicieron presencia en el estomago de Jimin apenas esas


palabras salieron de la boca de Jeongguk. Todo parecía un sueño, por fin iba a
tener una cita con el chico que le gustaba... O algo parecido. De todas formas
era un gran paso y Jimin estaba muy feliz de que Jeongguk hubiese aceptado.

– Claro... ¿a las 10 en mi casa? –le pregunta a Jeongguk.

– Deja tu dirección en mi teléfono –contesta este estirando el aparato hacía el.

Rápidamente hizo lo que le pidió y de paso también dejó su numero por si había
algún inconveniente antes de la fiesta. Le devolvió el teléfono a Jeongguk con
una sonrisa de oreja a oreja.
– Creo que eso es todo –susurró Jimin– te estaré esperando.

– Allí estaré.

Jimin se dio vuelta para marcharse pero antes de eso dijo:

– No olvides llevar un disfraz, Jeongguk.

– Buscare uno ahora mismo.

Jimin sonríe y se va a hablar con Jin, dejando a Jeongguk solo con sus
pensamientos.

Jeon abrió su casillero para sacar un pequeño cuaderno que usaba como
agenda para sus atrocidades y anotó que estaría ocupado el 31 de Octubre, se
iba a perder una casería con sus compañeros del foro pero poco le importaba.
La verdad es que aquella invitación no estaba en sus planes pero eso no evitaba
que hiciera las cosas más interesantes, quizá ese día podría cometer alguna
travesura en honor a la celebración.

Lástima que no podía llevar su traje de payaso, a Jimin no le gustaría.


004.

Tres días después del vídeo.

– ¿Ya están listos todos?

Casi era la hora y Jungkook estaba arreglando los últimos detalles del ataque de
ese día. Todo debía salir perfecto si no querían que las autoridades los
descubrieran así que se dedicó a repasar por última vez el plan.

– Claro –respondió Taehyung– Hoseok me está esperando junto a los demás.

– Entonces vete ahora mismo, no quiero que nos retrasemos.

Taehyung asiente y sale de ahí acarreando un bolso gigante en su espalda.


Jungkook lo miro mientras se iba para luego dejarse caer sobre el sofá antes de
el hacer lo mismo.

Aquel ataque era el segundo en su lista y a pesar de que no era el más grande
de los que tenía planeado, sin duda alguna era el que más causaría impacto por
ser en un lugar tan público como el centro comercial. Jungkook sabía que tenían
que moverse con cuidado, ya había memorizado todas las salidas de
emergencia que existían en el lugar gracias al mapa que le había robado a uno
de los guardias que trabajaba allí. Taehyung y Hoseok fueron los encargados de
vaciar las armas que les daban a seguridad, así no correrían peligro de que les
dispararan. Era de mucha ventaja el hecho de que ambos trabajasen allí, nadie
sospecharía de ellos jamás porque sabían actuar muy bien.

Jungkook estaba emocionado y no podía evitarlo. No era solamente el hecho de


que estaba a punto de cometer una masacre en masa sino que no dejaba de
pensar en Jimin quien estaría ese día en el centro comercial y por fin podría
llevárselo consigo.

Había maquinado todo el plan para hacer creer a Jimin que ese día ofrecerían
ayuda para poder erradicar la plaga de payasos asesinos que había aparecido
en la ciudad. Hasta había impreso folletos en donde puso que se reunirían en
medio del patio de comidas. Se escondió detrás de un arbusto en el momento
que Jimin abrió la puerta de su casa para recoger el pedazo de papel, sabía que
asistiría porque lo escucho varias veces en la escuela quejarse de que el y sus
amigos eran un peligro enorme para lo sociedad.

Una camioneta negra se estacionó frente a la cabaña. Ya era hora de irse por lo
que Jungkook tomó el bolso que había preparado y se preguntó a sí mismo si
hoy usaría el bate con púas o solamente el cuchillo carnicero.

• • •
Estaban en la sala de controles donde Hoseok se había encargado de degollar
al hombre que allí se encontraba. No fue tan difícil y ahora tenían la vista a
todas las cámaras que el centro comercial tenía instaladas. Jungkook sonrió
complacido, aquello les haría mucho más fáciles las cosas.

– Hoseok –le llamo a su compañero– tendrás que quedarte aquí y nos avisaras
si algo sale mal.

– Está bien, pero para la próxima quiero tener acción.

– Cuenta con eso.

Todos los presentes se vistieron con sus trajes de payaso para que la función
comenzará. En el grupo eran doce sin contar a Hoseok que se quedaría
revisando las cámaras. Siete de ellos estaban armados con metralletas mientras
que el resto tenía otro tipo de armas (desde bastes de béisbol hasta un tridente
hecho a mano).

Jungkook sonrió y se colocó la máscara que tanto le gustaba. Ahora solo faltaba
que su objetivo principal llegará para dar rienda suelta al caos.

Después de unos minutos pudo divisar en la cámara cinco que apuntaba al patio
de comidas a dos chicos y entre ellos iba Park Jimin.
– Llego nuestro momento –dijo Jungkook riendo bajito– es hora de que el juego
comience.

Todo asintieron colocándose las máscaras y salieron uno por uno. Jungkook
debía salir de los últimos cuando empezaran los disparos así que se se quedó
mirando la pantalla, embobado con el caminar de Park Jimin.

Tenía muchas cosas planeadas para ese chiquillo.

– Lanzarán las bombas de humo ahora –informó Hoseok.

– Perfecto.

La primera explosión ocurrió apenas treinta segundos después. El patio de


comida se lleno de humo y los gritos no tardaron en escucharse. La gente
empezó a correr a las salidas de emergencia pero todo estaba bloqueado
gracias a uno de sus lacayos. Jungkook seguía mirando la pantalla donde Jimin
estaba abrazado de Namjoon con una cara de terror puro, le dio asco ver
aquella escena.

– Voy a entrar –dijo.

Bajo por las escaleras, doblo por el pasillo hasta el segundo nivel y se asomó
por la puerta de emergencias en donde solo se podía ver la niebla provocada
por las bombas. Pudo escuchar claramente cuando las metralletas comenzaron
su terrible casería, de a poco empezaban a caer los cuerpo al suelo y el piso de
baldosas blancas de a poco se teñía rojo.

Jungkook salió de su escondite para comenzar a avanzar hacia el centro. Tenía


que evitar los cuerpos tirados en el suelo y caminar medio agachado para no
recibir ningún disparo entre la confusión. La niebla se comenzó a disipar
ayudándolo a tener una mejor visión de lo que estaba pasando. Los guardias
estaban todos muertos mientras que aún quedaban algunas personas corriendo
por ahí.

Jungkook comenzó a desesperarse porque no sabía dónde se había metido


Jimin. A pesar de que le había dicho a sus compañeros que no debían lastimarlo
tenía claro que dentro del pánico de las masas podía pasar lo peor. Siguió
caminando y revisando cada rincón sin éxito hasta que Taehyung le tomó el
hombro.

– Lo he visto irse al baño con varias personas –le dijo– no hemos ido hacia allá
para que lo saques primero.

– Está bien, voy ahora.

Corrió hacia el otro sector del centro donde estaban los baños públicos. Como
Taehyung le había dicho un montón de personas estaban corriendo hacia allí
para refugiarse. Jungkook sacó el bate y noqueó a varias mientras iba de
camino, le hubiese gustado quedarse ahí a terminar el trabajo pero tenía otro
trabajo que hacer.

Abrió la puerta y miro hacia el interior. Había gente que comenzó a gritar apenas
lo vio haciendo enojar a Jungkook, enserio odiaba cuando se ponían a chillar
antes de tiempo, prefería que lo hicieran cuando ya no tenían escapatoria.
Tratando de ignorar la rabia que sentía camino hacia el fondo hablando puerta a
puerta.

– Mierda, dónde estás.

Siguió su búsqueda hasta llegar el último cubiculo y apenas abrió la puerta pudo
ver sus ojos llenos de terror mientras abrazaba a Namjoon que tenía un disparo
en el estomago.

Había encontrado en Jimin.

– Hola, pequeño –susurró mientras reía.

– ¡Aléjate! –gritaba Jimin con las lágrimas cubriendo su rostro– ¡Vete!

– Vine por ti y no me iré hasta que te lleve conmigo.


– ¡No iré contigo, maldito sadico!

Jungkook sonrió porque enserio le gustaba ver a ese chico sintiendo miedo por
el, era un extasis indescriptible.

– Ven o me encargo de matar a tu amiguito aquí mismo.

Jimin lloró aferrándose más a Namjoon.

– Por favor –rogó– es mi hermano, no puedo dejarlo...

– Ven conmigo y lo dejaré aquí, podrá salvarse si es fuerte.

Jimin tragó saliva sonoramente mirando a Namjoon quien estaba pálido gracias
a la pérdida de sangre.

– ¿Como puedo confiar en ti? –preguntó susurrando.

– Tendrás que hacerlo.


Jimin sollozo nuevamente y de apoco alejo a Namjoon para dejarlo sentado
apoyado en la pared, apretó el torniquete y dejó un beso en su frente. Luego se
levantó para caminar hacia Jungkook quien trataba de aguantar la risa detrás de
la máscara.

– El estará vivo –dijo Jimin– promételo.

– Mi gente no lo tocara, ahora hay que ver cuánto se demoran las ambulancias.

Jimin miro por última vez a Namjoon y bajo la cabeza rendido.

– Está bien.

Ahora sí que Jungkook cumpliría hasta sus más retorcidas fantasías.

005.

Dos semanas y un día antes del vídeo.

– Tranquilo, ya va a llegar –le dijo Namjoon mientras palmeaba su espalda.

– Se está demorando...
Jimin llevaba esperando más de veinte minutos y tenía miedo de que Jeongguk
lo hubiese dejado plantado. Quizá era muy bueno para ser verdad.

– Que son vein...

Namjoon fue interrumpido por el timbre de la casa. Apenas Jimin escuchó el


sonido agudo bajó corriendo las escaleras mientras arreglaba su disfraz del
pirata Jack Sparrow. Estaba nervioso porque quería verse lindo para Jeongguk,
esa noche debía ser perfecta.

Cuando abrió la puerta lo vio apoyado en el umbral sonriendo de forma


reconfortante. Llevaba un traje idéntico al del Sombrerero Loco en Alicia en el
País de las Maravillas de Tim Burton, uno de los mejores personajes, según
Jimin, que haya interpretado su ídolo Jhonny Depp. La coincidencia de que
Jeongguk estuviese vestido de esa forma le revolvía el estomago de mariposas.
Su disfraz también había sido inspirado por uno de los personajes de ese actor.

– Lo siento, Jimin –se disculpo el castaño– se me ha echo tarde.

– No te preocupes, Jeongguk.

El corazón de Jimin no podía más de felicidad, por fin iba a tener una pequeña
cita -o así creía- con el chico que le gustaba desde hace tantos años. Para él
Jeongguk era inalcanzable, una obra de arte digna de admirar pero no de tocar.
Llevaba tanto tiempo esperando una oportunidad como esa que se sentía
mareado gracias al manojo de sentimientos dentro de su cuerpo.

– ¿Nos vamos? –pregunta Jeongguk.

– Claro, mi auto esta...

– No –lo interrumpe el– vine en mi camioneta.

– Oh, claro, mejor así.

Corrió a despedirse de Namjoon quien se iría después a la fiesta y salió


siguiendo a Jeongguk hasta el auto.

No podía mentirse a si mismo, estaba muy nervioso al estar tan cerca de


Jeongguk. Apenas habían tenido dos conversaciones durante toda su vida así
que el miedo de no tener de que hablar lo asechaba como una mosca. Jimin no
quería parecer un aburrido, lo que deseaba era llevarse de maravilla con
Jeongguk para así tener la posibilidad de que algo más entre ellos pasara.

– Abróchate el cinturón–le dijo cuando se sentó en el lado del copiloto.


Aquella frase acelero el corazón de Jimin porque Jeongguk se preocupaba de
su seguridad, ¿acaso había algo más romántico que eso?

De camino a la fiesta hablaron solamente temas triviales, la conversación iba


desde las últimas series que habían visto en Netflix hasta preguntas como el
color favorito de cada uno. Jimin se sorprendió de lo ameno que era Jeongguk,
a pesar de ser un chico que nunca estaba rodeado de gente y se viese bastante
serio.

– Aquí es –dijo Jimin señalando hacia la casa de dos pisos con luces de colores
más gente entrando y saliendo de ella.

Jeongguk se aparco de forma experta y Jimin abrió su puerta para salir pero fue
detenido por el tacto del primero en su mano derecha. Rápidamente volteó a
verlo encontrándose con su característica sonrisa de conejo.

– Me alegra estar aquí contigo, Jimin.

Al nombrado se le pusieron las mejillas rosadas, Jeongguk le había demostrado


lo perfecto que era con tan solo hablar, enserio le gustaba ese chico.

– Y a mi contigo.

Se sonrieron para luego bajar del auto.


La fiesta estaba en su apogeo, la música estaba a todo volumen y los vasos de
todo el mundo estaban llenos con alcohol. Jeongguk se ofreció a traer tragos
para ambos a lo que Jimin acepto porque necesitaba encontrar a Jin para saber
si todo estaba orden. Le tomo un rato pero encontró a su amigo vestido de hada
madrina "sexy" en la cocina, obviamente lo primero que hablaron fue de la
llegada de Jimin junto a Jeongguk.

– No quiero arruinarte tu felicidad.... Pero Seung esta aquí, Jiminnie.

Había estado tan feliz que por un momento se había olvidado de su odioso ex
novio que no lo dejaba en paz. Enserio pensó que había dejado todo claro
después de encontrarlo besando a otra chica a días de que le pidiera ser su
novio. ¿Acaso era mucho pedir que lo dejase en paz una noche?

– Da igual, yo vengo con Jeongguk.

Se despidió de su amigo y se encontró con Jeongguk en el estrecho pasillo


mientras este sujetaba en sus manos los vasos con cerveza.

– ¿Pasa algo? –le preguntó el castaño– pareces enojado.

– No... Nada.
– Vamos, Jimin, puedes confiar en mi.

Con aquellos bellos ojos marrones mirándolo para Jimin fue inevitable contarle
todo lo que había pasado con su ex novio. Jeongguk le escuchaba tan atento
que enserio Jimin se sintió en el paraíso, tener la atención de ese chico era todo
lo que había anhelado.

– Es una idiota –concluyo Jeongguk.

– El mayor idiota de todos.

– Pero tu eres muy lindo como para seguir pensando en el –susurra el castaño
con su cara bastante cerca de la de Jimin– ¿por qué no bailamos para olvidar
todo esto?

Jimin quería besarlo pero se aguanto, quería estar seguro de que Jeongguk se
sintiera de la misma manera respecto a él antes de dar un paso así.

– Me parece una excelente idea.

Bailaron tanto que sus pies dolían cuando fue hora de marcharse. A pesar de
que vio varias veces a Seung mirándolos Jimin no hizo caso, estaba
concentrado en disfrutar su momento con Jeongguk y prácticamente se olvido
que el resto del mundo existía. Definitivamente el castaño tenía algo de magia.
Cuando llegaron a casa de Jimin se quedaron conversando unos minutos fuera
de esta sin salir del auto. Se sentía tan cómodo al lado de Jeongguk que no
quería que la noche terminase, pero ya era tarde y ambos debían retornar a sus
hogares.

– La pase muy bien –dice Jimin– espero que podamos repetirlo.

Jeongguk lo miraba con ternura y entrelazo los dedos de las manos de ambos.

– Estaba esperando conseguir una cita contigo, ¿me he ganado el honor?

Jimin juraba que iba a desmayarse en cualquier minuto, había soñado tantas
veces ese momento y era mucho mejor que lo que sus pensamientos habían
esmerado. Jeongguk era el chico perfecto para cualquiera.

– Te lo ganaste con creces.

Se despidieron con un beso cerca de la comisura de los labios, Jimin no quería


acelerar las cosas porque iba a disfrutar avanzar por etapas con Jeongguk.
Cuando se bajo del auto le deseo buenas noches al castaño y le pidió que
tuviese cuidado mientras volvía a su casa.
El problema era que Jimin no sabía que Jeongguk no iría a su casa.

•••

Cuando Seung abrió los ojos ojos no supo donde estaba. El cuarto era oscuro y
apenas había una ampolleta sobre su cabeza iluminando. Estaba confundido y
aterrado, lo habían golpeado cuando se estaba yendo de casa de Jin para
llevarlo hasta ese lugar y amarrarlo a una silla. No entendía nada, pero pronto lo
haría.

– Te haz portado mal, Seung. Muy mal.

Un hombre vestido de payaso apareció frente a el haciéndolo temblar, ¿qué


clase de broma pesada era esa?

– ¿Quién eres y por qué me tienes aquí?

El payaso soltó una risa totalmente maléfica mucho peor que las que mostraban
en las películas de terror.

– Soy el Sr. Payaso –susurra el sujeto cerca de su oído– y hoy tu vas a morir.
Primero corto cada uno de los dedos de Seung con el cuchillo carnicero que
traía, luego dejo varios cortes en su torso como si de dibujar se tratase para
finalmente apuñalarlo de forma cruel en la costilla y así se desangrase
lentamente. Mientras a Seung se le escapaba la vida ocupo su último aliento
para hacer una pregunta bastante sencilla.

– ¿Por qué?

El payaso al escuchar se quito la mascara para revelar su identidad. Seung lo


conocía, era su compañero de escuela el tal Jeongguk.

– Le hiciste daño a Park Jimin y el es mío.

Eso fue lo último que Seung escucho antes de morir.

006.

Tres días después del vídeo.

Jimin estaba en el piso llorando. Hacía media hora que el maldito payaso lo
había encerrado en aquella habitación sin ventanas y con paredes viejas. Se
sentía totalmente aterrado por todo lo que estaba ocurriendo además de
preocupado por su hermano, no tenía ni idea si Namjoon había sobrevivido o no.
"Podrá salvarse si es fuerte", recordó las palabras del sadico y sintió ganas de
vomitar.

Cuando salió del centro comercial escoltado por aquel maníaco presencio la
masacre más espeluznante que ni siquiera las películas de terror eran capaces
de retratar. Fácilmente pudieron haber 40 cuerpos esparcidos en medio del patio
de comidas, a pesar de que la niebla de las bombas era densa se podía ver
claramente la sangre de las victimas bajo sus pies.

Jimin temblaba y el payaso lo remeció.

– Si sigues moviéndote como un chihuahua juro que terminaras igual que todos
ellos.

Ante la amenaza se aseguro de controlar los pequeños espasmos que su


cuerpo generaba. Sabía que si no hacía lo que ese tipo le pedía iba a terminar
muerto y jamás volvería ver a su familia o amigos de nuevo.

Bajaron por las escalera de emergencia casi corriendo. A lo lejos Jimin empezó
a escuchar sirenas de policía acercándose y rezaba para que alguien llegara a
salvarlo, no quería morir a manos de un psicópata.

Llegaron al subterráneo entre empujones de parte del payaso para que Jimin
caminase más rápido. No pudo evitar mirar a todos lados para buscar a alguna
persona que estuviese ahí, si la policía llegaba tendría una oportunidad, pero al
parecer el lugar estaba desierto lo que solo hizo que Jimin sollozase más.

– Lloras porque te diste cuenta de que nadie te salvará, ¿no?

La voz del payaso calo hasta sus huesos. Lo odiaba profundamente, aquel
sádico era parte de toda esa masacre y Jimin no sabía que tipo de persona era
capaz de hacer algo como eso.

El payaso lo llevo hasta una camioneta negra y con una mano abrió las puertas
de atrás para luego subirlo de un empujo que hizo que Jimin se golpease en la
cabeza contra el piso de esta. Rápidamente el sujeto subió junto a el y con cinta
adhesiva que se encontraba tirada por allí le amarro las manos más los pies,
como broche final busco en uno de los asientos una bolsa de tela que colocaría
en su cabeza. Antes de cubrir los ojos de Jimin este miro directo a la mascara
de aquel horrible payaso deseando saber quien era la persona detrás de toda
esa locura.

– No sabes cuanto nos divertiremos –dijo el psicópata para luego bajar de la


camioneta y cerrar la puerta.

Jimin no entendía nada pero ahora se encontraba en aquella habitación. Se


preguntaba a si mismo por qué el payaso no lo mato simplemente, ¿acaso lo
iban a torturar o algo parecido?, ¿acaso había un motivo detrás de todo?
Ademas de la inmensa adrenalina que sentía producto del miedo la
incertidumbre no lo dejaba tranquilo
Se levanto del frió piso y se seco sus lagrimas, debía dejar de lamentarse para
buscar una forma de salir de ahí. El hecho de que no hubiese ventanas
complicaba mucho las cosas, la puerta era su única salida de escape pero
estaba cerrada. Solo tenía una posibilidad para el, debía esperar que alguien lo
viniese a ver así lo derribaría y saldría corriendo después de eso. Si eso no
funcionaba no sabría qué más podría hacer.

Se acercó a la puerta para comenzar a golpearla con fuerza, debía atraer la


atención de quien estuviese al otro lado.Después de media hora golpeando y
con sus nudillos rojos, casi sangrando, por fin escucho como la cerradura giraba
dejando entrar a alguien.

Era el payaso.

– Estas jugando con fuego –le dijo a Jimin– ¿sabes lo que te pasara si no te
callas?

Esa era su oportunidad. Jimin empujo al sujeto con toda la fuerza que tenia y lo
hizo caer al piso, apenas lo vio noqueado corrió hacia la salida pero el payaso lo
tomo del tobillo derecho haciendo que cayera. Jimin lanzo varias patadas sin
éxito alguno, el payaso era mucho más fuerte que el y en menos de treinta
segundos estaba a ahorcadas sobre su abdomen inmovilizándolo contra el piso.

– ¡Idiota! –grito el psicópata.


Con fuerza que parecía irreal levanto a Jimin para luego tirarlo hacia la pared
haciendo que todos sus huesos crujieran. El chico no podía hacer otra cosa que
quejarse por el dolor punzante que sentía en su cuerpo mientras el payaso lo
miraba a través de la mascara.

– No vuelvas a hacerme enojar.

Dicho eso el sujeto se arrodillo al lado de Jimin quien le escupió en la cara


apenas se acercó.

– Déjame ir –dijo el chico.

– Ahora eres mío, jamás te dejaré ir.

El payaso saco de uno de sus bolsillos un par de esposas, tomo la mano


izquierda de Jimin para colocársela allí y luego esposarlo contra un pedazo de
hierro que se asomaba en la pared.

– ¿Qué quieres de mi? – pregunto Jimin con las lagrimas corriendo por su rostro
nuevamente.

– Te quiero a ti.
Esa frase asusto a Jimin pero no podía esperar menos de un psicópata
disfrazado de payaso. No entendía por qué pero el sujeto estaba obsesionado
con el y lo peor era que no sabía si lo tendría secuestrado para siempre o si lo
mataría.

– ¿Por qué haces esto?

El payaso se río como si fuera la pregunta más divertida del mundo.

– Me gusta jugar y ahora tu serás mi nuevo juguete favorito.

Jimin odio ese tono que usaba al hablar, ¿como es que alguien tenía la mente
tan retorcida como para comportarse de esa forma? Esto no era un juego, era
una locura asesina.

– ¿Quién eres?

– ¿Acaso no viste mi vídeo? Soy la nueva sensación de Youtube.

– Sé que eres el Sr. Payaso... –susurro Jimin– Quiero saber quien esta detrás
de la máscara.
El payaso se tenso y luego se alejo del lado de Jimin. No, no era el momento
aún para revelar la verdad, tenía que esperar un poco más o arruinaría todo el
juego.

– Soy el Sr. Payaso, confórmate con eso.

Jimin se sentía adolorido y con miedo. Estaba a la merced de un maldito


psicópata y no podía hacer nada, ver a su secuestrador parado en la puerta solo
le daban ganas de llorar, estaba seguro de que sería el encargado de hacerlo
sufrir con torturas o con sus "juegos". Por un momento recordó cuando vio el
vídeo de ese payaso en la televisión, a pesar de que sintió miedo nunca le tomo
seriedad a la situación hasta que las olas de asesinatos comenzaron. Ahora
estaba ahí e iba experimentar de primera mano lo que era capaz de hacer aquel
sádico.

– Si te portas bien voy a traerte comida.

La voz del payaso interrumpe sus pensamientos y enserio le parecía absurdo


que le hablara como si fuese una mascota.

– ¿Entendiste, Jimin?
Escuchar su nombre desde su mascara le producía asco, no quería que lo
dijera. Prefería estar solo que seguir en compañía de ese psicópata.

– Vete –contesto Jimin.

No pensó que le haría caso pero el payaso abrió la puerta para salir de ahí no
sin antes decir:

– No divertiremos mucho, lo prometo.

Luego cerró la puerta dejando a Jimin aterrado. No sabía de qué era capaz
aquel sujeto y no estaba dispuesto a averiguarlo, debía salir de ahí o podía
considerarse hombre muerto. Además tenía que saber si Namjoon se había
salvado, no podía vivir con aquella duda.

Mientras caía la noche Jimin extraño su casa, extraño a sus padres, extraño a
Namjoon, extraño a Jin y también extraño...

A Jeongguk.

1.

007.

Una semana y seis días antes del video.


Dejó de caminar para mirar a Jeongguk quien estaba de lo más concentrado
abriendo el dulce que habían comprado en la tienda de la esquina. Su ceño
estaba levemente fruncido y a Jimin no le podía parecer más adorable.

Estar ahí era un sueño para el. Después de la fiesta en casa de Jin todo había
florecido entre ellos. Hablaban todos los días a través de mensajes y se habían
prometido almorzar juntos en la escuela. Ahora se encontraban en su primera
cita oficial, las mariposas dentro del estomago de Jimin estaban casi
asfixiándolo. Jeongguk se había comportado como todo un caballero llegando
por el a su casa y prometiéndole a Namjoon que lo traería temprano. Era mucho
mejor de lo que Jimin había imaginado.

– ¿Quieres que te ayude? –se ofreció y Jeongguk asintió.

– Está cosa me ha ganado.

Le entregó el dulce y Jimin encantado lo abrió para el, siempre que podía
ayudaba a Jeongguk con cualquiera cosa que se le ocurriese, se notaba a
leguas que babeaba por el chico y rezaba que al menos el no su hubiese dado
cuenta. Cuando el paquete ya estuvo abierto se lo pasó de vuelta, Jeongguk
lucia feliz cuando se llevó el dulce a los labios.

Jimin enserio quería besarlo.


– Gracias –dice Jeongguk.

– De nada...

En ese momento Jimin sintió como su teléfono vibraba en su pantalón. Pensó


que sería Namjoon preguntándole donde había comida pero al ver el nombre de
Jin en la pantalla alzó una ceja, su amigo sabía que estaba en la cita así que
debía ser algo muy importante como para que lo llamara. Miro a Jeongguk y
este asintió para que contestara tranquilo, así Jimin sonrió alejándose unos
pasos y puso el teléfono junto a su oído.

– ¿Alo? –dice al contestar y de inmediato siente la voz de Jin.

– ¿Haz sabido algo de Seung?

Aquella pregunta lo sorprendía porque no era como si tuviese una excelente


relación con el y supiera dónde se encontraba a cada momento del día.

– ¿De qué hablas?

Pudo notar como la voz de Jin estaba siendo opacado por el nerviosismo, como
si algo malo hubiese pasado.
– Desapareció después de la fiesta, la policía lo está buscando...

Jimin quedó en shock. La última vez que lo había visto fue en la fiesta cuando
Seung lo miraba atentamente mientras el bailaba con Jeongguk. Después de
eso no lo vio más, Jimin volvió a su casa en compañía de Jeongguk y sin
siquiera acordarse de su ex.

– Ya sabes cómo es Seung, a veces es un irresponsable...

– Han pasado dos días, Jimin. Creo que algo pudo pasarle.

Jimin tragó saliva y empezó a preocuparse. Si ya habían pasado dos días desde
que Seung había desaparecido podía descartar que se tratara de una broma.
Ellos eran ex novios y se llevaban bastante mal pero Jimin jamás le desearía
mal o algo parecido, al fin y al cabo habían compartido buenos momentos
además de los malos.

– Enserio no sé nada, Jin...

– Lo supuse... Pero quería preguntar. La policía a estuvo aquí hace cinco


minutos, al parecer la fiesta fue el último lugar donde la gente lo vio... Mis
padres están preocupados.
– También lo vi en la fiesta pero cuando me fui con Jeongguk ya no había
rastros de el...

– Ok, Jiminnie. Sigue disfrutando de tu cita, lo siento por interrumpir.

– No te preocupes, Jin. Cualquier cosa me llamas, me haz dejado preocupado.

– Te mantendré informado, adiós.

– Adiós.

Jimin corta la llamada y suspira pesadamente. Enserio esperaba que Seung


estuviese bien, que tan solo fuera una de sus bromas idiotas.

Divisó a Jeongguk sentado en una banca del parque. Camino hacia el


lentamente disfrutando de la vista que le entregaba con su cabello desordenado
y sonrisa de conejo. Jimin quería volver a concentrarse en su cita pero ahora
sus pensamientos estaban siendo ocupados por la desaparición de su ex.

Cuando se sentó al lado de Jeongguk este último de inmediato noto que algo
andaba mal.
– ¿Pasó algo? –preguntó con ternura y Jimin asintió.

– Jin me llamó diciendo que Seung está desaparecido hace dos días, la policía
lo está buscando... ¿De casualidad no lo haz visto?

Jeongguk niega con la cabeza.

– Además de la fiesta ya no lo he visto.

– Lo mismo le dije a Jin... Espero que este bien.

– De seguro lo está, hay veces que la gente se escapa de su casa por días por
la rutina o cosas así.

– Eso suena bastante a Seung, por eso no quiero preocuparme de más.

Jeongguk sonríe tomando una de las manos de Jimin y posando los dedos en
su mejilla con la que quedó libre.

– Olvídate de Seung y disfrutemos nuestra cita.


Sentir el tacto de Jeongguk hacia que el corazón de Jimin diera brincos de
felicidad. Aquel chico era enserio perfecto, tan caballeroso y tierno. Lo trataba
de forma delicada, con un cariño indescriptible, casi como si se conocieran de
toda la vida. Hablaban de muchas cosas y siempre parecía que había más que
contar, más que decir. A Jimin le encantaba aquella sensación de seguridad que
emanaba Jeongguk, sin duda alguna era un chico excepcional.

Así que con cuidado se acercó a su boca depositando un beso en esta. Al


principio Jeongguk parecía sorprendido con sus ojos bien abiertos mientras
Jimin los tenía cerrados. Le tomó un poco de tiempo empezar a dejarse llevar
hasta que encontrarán el ritmo correcto de balanceos entre los dos. Las
mariposas que Jimin tenía en el estomago ya no existían, ahora eran leones
enjaulados.

Se separaron lentamente mientras Jimin tenía una sonrisa de oreja a oreja.

– Wow... –susurró Jeongguk aún en shock por lo que había sucedido.

– Lo siento... Si no...

– Tranquilo. Me gustó.

Jimin mordió su labio y nuevamente lo beso.


• • •

Después de dejar a Jimin en su casa y compartir una sesión de besos en la


camioneta, Jungkook aceleró para llegar lo más rápido que podía a la cabaña
del campo.

Apenas Jimin hablo de Seung y la policía supo que debía deshacerse del cuerpo
lo antes posible. La bolsa con las partes desmembradas del chico seguía en la
cabaña y si la policía lo estaba buscando eso le daba al menos un día antes de
que se acercaran a la carretera.

Dentro de los planes de Jungkook no estaba el hecho de que tuviese que


asesinar al idiota de Seung. Fue una cosa del momento y aunque lo disfruto
ahora debía lidiar con las consecuencias. Habían muchas cosas que no tenía
consideras y ahora estaban saliendo a flote.

Como los besos que compartió con Jimin.

La idea era acercarse al chico, ganarse su confianza, no compartir algo físico


con el. Y lo peor no era que hubiese pasado, sino que Jungkook fue quien le
siguió el juego. A él le desagrada la el contacto con las demás personas pero
con Jimin fue distinto, llego a ansiar un poco más.

Detuvo el motor y se bajo rápidamente, después iba a preocuparse por Jimin,


ahora debía solucionar el tema del cadaver. Saco las llaves del bolsillo pero
cuando fue a tomar el candado, que el mismo había puesto, se dio cuenta de
que estaba abierto. Pensó que la policía había venido y encontraron el cuerpo
así que volvió a la camioneta para sacar la pistola que tenía en la guantera.
Debía estar armado en caso de cualquier cosa, sobre todo si le tocaba tener un
encuentro con la fuerza armada.

Abrió las puertas y entró con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible.
Todo se veía igual como lo había dejado, la única diferencia que había era que
el cuerpo ya no estaba allí y que alguien estaba sentado en la silla donde
anteriormente había amarrado a Seung.

Jungkook sabía quién era.

– ¿Qué haces aquí,Taehyung?

El nombrado se gira para mirarlo y le regala una sonrisa tétrica.

– Limpiando antes de que la policía venga. Cuando me contaste lo que habías


hecho tuve que hablar con mis contactos y me enteré de que desplegarían
patrullas en una hora más. Ya me deshice del cuerpo, limpie todo además.

Jungkook se sintió aliviado, ya no debía preocuparse por las huellas gracias a


su lacayo. Taehyung era experto en dejar las escenas del crimen sin evidencias.
Tenía suerte de tenerlo a su lado y que estuviese dispuesto a hacer cualquier
cosa por el.
– Gracias.

Fue lo único que dijo y se iba a ir pero Taehyung lo detuvo.

– Debes estar más atento, si no dejas de jugar con el ratoncito todo el plan se
vendrá abajo.

Jungkook sabía a lo que se refería, no pudo evitar reír al ver que Taehyung
trataba de sermonearlo por lo que hacía con Jimin.

– Se lo que hago, Taehyung. El ratoncito es mi juguete y tú sabes lo que


quiero de el.

008.

Seis días después del video.

Se mojó la cara una vez más antes de ponerse el distorsionador de voz y la


máscara de payaso.
Había estado ocupado con los preparativos para el próximo ataque así que no
había visto a su juguete hacia unos tres días. Jungkook estaba intranquilo, ya
quería hacer todo lo que tenía planeado con el chico o se volvería loco.

Pero no podía dejar de lado sus responsabilidades como el líder de una manada
de lunáticos sedientos de sangre. Jungkook era bastante inteligente como para
saber que aquello era un arma de doble filo, debía mantenerlos contentos si no
quería cortarse.

Ya tenía todo listo así que podía darse el lujo de pasar unas horas en compañía
de Jimin. Cuando ya tuvo el traje puesto se acercó al mueble que había en la
esquina de la habitación y extrajo de allí una pistola negra. Pasó sus dedos por
el acero con lentitud, aquel era un lindo modelo.

Se iba a divertir mucho ese día.

Avanzó por los pasillos mientras silbaba una canción. No había nadie más en la
cabaña y eso le facilitaba las cosas para hacer de las suyas. Se sentía bastante
alterado por los preámbulos de sus siguientes fechorías y necesitaba con
urgencia sacar eso de su sistema. Mientras más calmado estuviese las cosas
marcharían de mejor manera.

Saco la llave de su bolsillo para introducirla en la cerradura y girarla a la


derecha. Apenas vio el interior del "calabozo" que el había construido para su
juguete una sonrisa se le dibujó en el rostro. La imagen era preciosa según
Jungkook.
Jimin estaba acostado en una esquina abrazando sus piernas, parecía estar
temblando del frío. Su cabeza estaba medianamente escondida pero podía ver
los ojos rojos del llanto y el cabello sucio a falta de un baño. A Jungkook le
encantaba verlo tan desamparado, si pudiese tomaría una foto y así guardaría el
momento para siempre.

– Buenos días, Jiminnie.

Su voz lo despertó y de inmediato el nombrado levantó la cabeza para


acomodarse con dificultad. Se veía que estaba débil por no querer aceptar la
comida del lugar y solo tomar agua.

– Te ves fatal, Jiminnie.

A Jungkook le gustaba mofarse, ver la cara de odio de Jimin era algo exquisito.
Aquella situación era el extasis de Jeon, humillar a la gente siempre había sido
su fetiche, como el enfermo sadico que era.

– Estas siendo un mal educado, ni siquiera me haz saludado.

Jimin miro hacia la pared dispuesto a ignorar la presencia de Jungkook. Este


último se rió, aquellos berrinches no hacían otra cosa que aumentar las ganas
de jugar que tenía. Sabía que Jimin sería un juguete interesante e iba a
aprovecharlo al máximo.

– Pequeño Minnie. Si no me contestas voy a hacer algo que no te gustará.

Jungkook vio a Jimin temblar pero aún así no dijo nada. No pudo evitar
preguntarse cuánto le duraría la valentía de contradecirlo. Aunque era divertido
Jungkook debía enseñarle quien mandaba allí.

– Oh Minnie, que mal niño eres.

En menos de un segundo llego hasta Jimin y tiro de su cabello con la mano


derecha. El chico gimió de dolor y trató de zafarse pero no tenía fuerza alguna
para hacerlo. Jungkook se rió para luego, con la mano que tenía libre, buscar en
el bolsillo del traje la pistola que traía.

Apenas apuntó a Jimin este empezó a sollozar.

– Ahora no eres tan valiente.

Jungkook comenzó a delinear los rasgos de Jimin con la punta de la pistola. El


acero del arma comenzaba a empaparse gracias a las lágrimas del chico quien
temblaba como cordero en el matadero. Jungkook se sentía poderoso, tenía a
Jimin a su merced como muchas veces imagino.
Siguió acariciando la piel con el arma, varias veces la escucho sonar e
instantáneamente Jimin daba un respingo del susto. Se podía ver en su rostro lo
despavorido que estaba, Jungkook enserio estaba disfrutando aquel macabro
juego.

– ¿Tienes miedo? –pregunta pero Jimin no es capaz de decir nada, sólo mira el
arma apuntándolo– Contesta, Minnie.

El nombrado traga saliva sonoramente, no quería darle en el gusto a ese maldito


sadico pero su vida estaba corriendo peligro.

– Sí –susurró.

– ¿Y a que le tienes miedo?

Jimin negó con la cabeza preguntándose a sí mismo hasta donde podía llegar la
mente retorcida de ese sujeto.

– A... ti.

Aquellas palabras llegaron hasta el interior de Jungkook llenándolo de gozo.


Jimin seguía tratando de alejar el arma de su cara con pequeños movimientos,
tener la pistola tan cerca le daban ganas de vomitar porque sabía que hasta en
un "accidente" de parte de ese sadico podría morir.

No debía permitirse eso, tenía que salir de allí.

– Muy bien, Minnie. Ahora jugaremos a otra cosa.

Jimin sollozo, solo quería que ese maldito payaso desapareciera. Era como si
todas las pesadillas que alguna vez tuvo durante su vida se hicieran realidad.
Tenía la máscara directamente mirándolo, quien sea que estuviese bajo aquel
anonimato estaba loco de remate y era muy peligroso.

– Este juego es muy divertido. Lo único que tienes que hacer es darme una
razón para no disparar, si me conmueves puedes seguir viviendo.

Jimin gritó de forma ahogada. No podía estar hablando enserio, tenía que ser
una broma. ¿Qué se suponía que le diría para conmover a un monstruo con sed
de sangre? Era imposible.

– Y-yo... Yo no sé...

– No lo estás intentando, Minnie. Eso significa descalificación para mí.


Ahora la pistola estaba en su frente, directamente sobre su piel. Jimin cerró los
ojos tratando de calmarse, tratando de buscar una razón. Estaba tan débil y
cansado que se sentía mareado, como si todo fuese parte de un mal sueño.
Pero no, todo era real y era prisionero de un maldito payaso asesino.

– Quiero volver a ver a mi familia... –susurró.

– Eso si te queda familia después de lo que haremos con mis amigos –le
responde el sadico– nadie está a salvo.

– ¡No les hagas nada! –grita Jimin– Ya me tienes a mí, haz conmigo lo que
quieras pero a ellos no.

– ¿Tan dispuesto estás a dar tu vida por tu padre infiel y tú madre que te culpa a
ti de ello?

Jimin se sorprendió al escuchar la información porque era cierta. Las cosas en


su casa ya no eran las mismas hace años y últimamente todo recaía en sus
hombros. Su padre siempre engañaba a su madre mientras decía que trabajaba
y ella no hallaba otra forma de descargarse que pelear con Jimin. El era el más
dócil de la familia, Namjoon nunca dejo que la mujer hiciera eso con el y cuando
podía ayudaba a su hermano menor, pero cuando el no estaba las cosas eran
muy distintas.

Pero eran sus padres y no dejaría que nada les pasara, menos por su culpa.
– Sí –contesta sin titubear– déjalos fuera de esto.

Escucho la risa del payaso quien alejo el arma de su cara dejando que Jimin
soltara un suspiro de alivio, aunque su corazón seguía latiendo de forma rápida.

– Es un acto muy noble, Minnie. Y una razón muy buena para no disparar...
Pero, ¿sabes? Recordé algo muy importante.

A Jimin le volvió a faltar el aliento.

– Recordé que no debo tener misericordia con mis víctimas.

El payaso en menos de cinco segundos carga el arma, apunta a Jimin y


presiona el gatillo.

Bang.

Jimin grita pero no siente nada. Su cara queda empapada con lo que parecía
ser agua. Sin entender abre los ojos que se cerraron por reflejo y ve al payaso
riéndose a carcajadas con el arma a un lado.
Era una pistola de juguete.

– Te dije que nos divertiríamos, Minnie.

Dice eso y sale de la habitación, mientras Jimin llora porque no sabe cuánto
tiempo más durara en las manos de ese loco.

009.

Cinco días antes del vídeo.

– ¡Eres un tramposo! –gritó Jimin cruzándose de brazos.

– No seas mal perdedor –contesta Jeongguk riéndose.

Fue su idea invitar a Jeongguk a la casa para que jugarán videojuegos. Durante
las conversaciones que había tenido con el, ambos habían concordado en su
amor por ellos así que era la forma perfecta para que pasarán tiempo juntos,
según Jimin.

Pero Jeongguk le estaba dado una paliza brutal.


– ¡No soy mal perdedor!

– Entonces eres un chillón.

Jimin bufó y se dio vuelta dándole la espalda a Jeongguk, digno berrinche de un


niño pequeño.

Habían estado prácticamente toda la tarde pegados a la pantalla del televisor


jugando Fifa. Jimin siempre le había ganado a sus amigos en aquel juego pero
Jeongguk parecía no querer darle tregua alguna, ya llevaban seis partidas en
donde perdía por una enorme diferencia.

Pero al menos le gustaba pasar tiempo con Jeongguk.

Le hacía reír y era atento con el. Jamás se imagino que las cosas marcharían
con tanta facilidad entre ambos. Le gustaba Jeongguk, mucho más de lo que su
pobre pecho podía soportar. Quizá era por el hecho de que llevaba más de dos
años con un flechazo hacia el, o simplemente porque el chico se comportaba
como todo un caballero con él.

– Ven aquí, pequeño berrinchudo.

Sintió los brazos de Jeongguk rodeándolo por la espalda y aquella extraña


sensación se hizo presente en su estomago. No eran muchos los momentos en
que había contacto físico entre ambos, además de el par de besos que se
dieron en el parque. Al principio Jimin se asusto por eso pero después llego a la
conclusión de que Jeongguk simplemente era tímido así que no había nada de
que preocuparse, tan solo iría lento con él.

Aunque al sentirlo tan cerca suyo casi se derrite.

– No te enojes conmigo –susurra Jeongguk contra su oído.

Jimin sonrío, le encantaba. Con cuidado se dio vuelta para quedar frente a
Jeongguk, quien lo miraba con aquellos ojos de perrito lastimado. Se veía tan
hermoso que debería ser ilegal. No pudo evitar acariciar su mejilla, los rasgos de
Jeongguk eran definidos casi como piedra, le gustaba delinear su barbilla y las
comisuras de sus labios.

– No podría enojarme contigo –respondió.

Se acercó lentamente y dejo un casto beso en la boca de Jeongguk. Este lo


quedo mirando y pasando la mano por su nuca intensifico el gesto. Jimin de
forma traviesa jugueteó con su lengua en el labio inferior del contrario y luego lo
mordió lentamente.

Todo lo demás pasó muy rápido.


No supo como pero quedo con su espalda contra el suelo mientras Jeongguk se
posiciono entre sus piernas sin dejar de besarlo en ningún momento. La
temperatura de la habitación había aumentado y Jimin estaba concentrado en
pasear sus manos a través de la espalda ancha de su acompañante.

Los besos a cada momento iban más acelerados, Jeongguk parecía querer
comerse entera la boca de Jimin mientras que este último no ponía objeción
alguna. Jamás había visto a Jeongguk así, tan atrevido y tampoco podía negar
lo mucho que le gustaba. Enrolló sus piernas en las caderas del contrario para
así poder sentirlo mucho mas cerca.

Jimin tenía un problema con Jeongguk, era como si el chico fuese una adicción
para el porque siempre deseaba más.

Bajo la mano hasta el pecho del castaño dejándola ahí para sentir el acelerado
corazón de Jeongguk. Aventuro sus dedos por debajo de la camiseta azul que el
chico llevaba y por fin llego a su objetivo: el contacto directo con su piel.

Jeongguk soltó un gruñido mientras comenzaba a moverse encima de la


entrepierna de Jimin, creando una fricción llena de placer. Jimin estiro su cuello
hacia atrás disfrutando del movimiento de caderas de Jeongguk, tuvo que
morderse el labio para evita gemir fuerte, más que mal aunque estuvieran en su
habitación con la puerta cerrada su hermano mayor, Namjoon, se encontraba
abajo y no debía escucharlos.
Busco de forma inquieta la mano de Jeongguk y entrelazo sus dedos. Quería
que el momento se congelara para seguir sintiendo al chico tan cerca suyo, era
exquisita la forma en que los labios de este se encajaban en su cuello
provocando aquella corriente eléctrica en su espina dorsal.

Sintió la mano libre de Jeongguk posicionarse en su cintura con una fuerte


presión y luego su labio fue mordido con mucha fuerza a tal punto que pudo
sentir un poco de sangre escurriendo hacia su boca.

Jeongguk era rudo.

Normalmente se asustaría si alguien más hubiese hecho algo así con el, pero al
mirar a Jeongguk a los ojos solo se le venía a la mente aquel caballeroso chico
que le ganaba en el Fifa. Además que fuera brusco tan solo hervía más su
sangre de deseo.

Así que para seguirle el juego metió una de sus manos por debajo de la
camiseta de Jeongguk y se aferro en su espalda mientras este último seguía
simulando embestidas sobre el. Sus uñas se encajaron en la piel de Jeongguk y
tuvo que taparle la boca porque un gemido gutural casi se escapa de su boca.

– Sé más silencioso –susurró Jimin riendo.

– No puedo si me haces estas cosas...


Se besaron nuevamente y Jimin alzó un poco las caderas para que los roces
fuesen mucho más profundos. Estaba volviéndose loco gracias al tacto de
Jeongguk, sus manos eran tan fuertes y firmes que pensó que si el quería
podría quebrarlo sin problema.

Pero no, Jeongguk no lo lastimaría.

Jimin jamás había pasado de los besos con su anterior novio. Apenas unos
roces sin importancia ya que nunca se sintió cómodo con esas cosas. Pero
ahora con Jeongguk sobre el era como si las hormonas de adolescente que
tenia dormidas hasta el momento se hubiesen despertado con urgencia.

Ya no podía más, la ropa le estorbaba en sus ganas de tener a Jeongguk lo más


cerca que se pudiese. Quería sentir como sus pieles se rozaban y ver como era
el cuerpo de su acompañante sin las molestas telas cubriéndolo. Bajo la mano
por la espalda de Jeongguk hasta llegar al final de la camiseta donde con
cuidado comenzó a levantarla para deshacerse de ella de una vez por todas.

Ahí se termino.

Jeongguk se detuvo de repente y luego se levanto alejándose de Jimin quien lo


miraba confundido. ¿Qué había pasado?, todo iba tan bien y ahora Jeongguk
estaba pálido y con su pecho agitado.
– ¿Jeongguk?

El nombrado se comenzó a acomodar la ropa y peinar su cabello desordenado


haciendo como si Jimin hubiese desaparecido de la habitación. Este último no
podía más de la confusión. ¿Acaso había echo algo para molestar a Jeongguk?

– Debo irme... –hablo por fin el chico– Tengo cosas que hacer...

Jimin asintió sin estar convencido ni un poco. Definitivamente algo había pasado
y no tenía idea que.

– ¿Estas bien, Jeongguk?

El chico le regala su característica sonrisa de conejo.

– Claro, solo debo irme. Lo siento, Jimin.

Ni siquiera alcanzo a levantarse cuando Jeongguk ya había salido de la


habitación y luego escucho la puerta principal indicando que se había ido. Jimin
se abrazó a si mismo triste, había arruinado todo con el chico que tanto le
gustaba.
Por otro lado Jeongguk caminaba por la calle molesto consigo mismo, las cosas
con Jimin se le estaban saliendo de las manos y no podía dejar que eso pasara.
Tenía que recordarse a si mismo el motivo por el que estaba pasando tiempo
con el y alejar aquellos confusos pensamientos de su mente.

Jeongguk no debía olvidar su plan, ni siquiera si su corazón empezaba a


latir por Jimin.

010.

Una semana y dos días después del vídeo.

Cuando Taehyung escucha otro sollozo proveniente de el improvisado calabozo


que Jungkook había construido para su nuevo juguete golpeó la mesa tan fuerte
que provocó una fisura en esta.

Como odiaba escuchar al chico quejarse.


– Juro que si sigue llorando lo voy a estrangular –suelta para que Hoseok, quien
jugaba con un cuchillo sobre la mesa, lo escuchara.

– Ya sabes lo que dijo Jungkook, mejor mantente fuera de esto.

– El idiota no se calla nunca, además, ¿no te parece raro que aún no lo haya
matado?

– No es nuestro asunto, Taehyung. Y te lo vuelvo a decir para que se te meta en


la cabeza, lo que sea que Jungkook quiera con ese chico no nos importa.
Mientras el siga cuidando del grupo no veo por qué debes reprocharle algo.

– Siento que lo va a arruinar todo.

Taehyung resopla porque Hoseok lo ignora por completo. No entendía como


nadie estaba preocupado por las consecuencias que traería tener a ese mocoso
vivo en la cabaña. ¿Qué pasaba si se escapaba e iba directo a la policía? Todos
podrían considerarse hombres muertos.

– Debo ir a comprar cosas para el atraco –avisa Hoseok mientras se pone de


pie– ¿Vienes?

– Sabes que no podemos dejar la cabaña sola ahora que la cosa sé queda aquí
–contesta refiriéndose al chico del calabozo.
– Está bien. Solo déjalo en paz.

Hoseok sale por la puerta y Taehyung se queda mirando un punto fijo en la


nada.

Aún se podían sentir los odiosos sollozos del chico, pidiendo auxilio o
simplemente llorando muy fuerte. Taehyung odiaba de sobremanera aquellos
sonidos, interrumpían toda la paz de la cual gozaba cuando se quedaba a solas
en la cabaña. Además que sufrir de bipolaridad y ataques de ira no ayudaba ni
un poco a poder sobrellevar la situación.

Trató de calmarse pensando en otra cosa pero hasta eso se le hacía imposible
ahora que el chico comenzaba a patear la puerta haciendo mucho más ruido.
Taehyung tuve que tomarse la cabeza con las manos rogando tener un poco
más de paciencia o enserio iba a cortarle la garganta al idiota.

No entendía el por qué de la presencia de ese maldito chico en la cabaña, no les


traía nada bueno y además lo sacaba de sus casillas. Tenía la leve intuición de
que si seguían escondiendo a aquel idiota los planes que tenían de aterrorizar la
ciudad se vendrían abajo.

Le tomo al menos quince minutos más perder la paciencia, cuando el chico


comenzó a gritar nuevamente por auxilio fue como si una bomba estallara
dentro de si mismo. Se levanto de la silla y camino hasta donde estaban
colgadas las llaves dispuesto a darle una lección que jamás olvidaría.

"Sin lengua no podrá hablar más y así no tendré que matarlo", pensó para si
mismo.

Antes de abrir se coloco una mascara de payaso que tenían por allí y luego giró
la perilla de la puerta. De inmediato su mirada se encontró con el causante de
su migraña quien estaba recostado sobre el suelo en posición fetal mientras
lloraba. La escena era demasiado triste para cualquiera pero a Taehyung
pareció importarle en lo más mínimo porque lo primero que hizo fue patear con
fuerza al chico, directo a la boca del estomago.

Los chillidos de lamento que se escaparon de la boca de su victima hicieron


brillar los ojos de Taehyung reflejando la más cruel de las miradas.

– Me haz molestado todo el día, maldito mocoso –susurró cerca del cuerpo del
chico– y ahora me divertiré un poco.

Taehyung tomo del cabello al apresado para que se pusiera de rodillas. Recibió
varios golpes que no tenían ni un poco de fuerza, eso quizá porque el chico no
le interesaba recibir la comida que le dejaban. Estampo su puño esta vez en la
mandíbula del contrario rompiéndole el labio de una vez. Un sonrisa se le dibujo
en el rostro al ver que su victima ya parecía estar derrotada pero como todo
sadico, no le bastaba con eso.
– Supongo que para esto te tiene el jefe aquí. Es divertido ver tu cara de dolor.

Repartió una patada más esta vez escuchando la tos del chico. Tanteo en su
bolsillo la navaja que siempre traía consigo, era su favorita para marcar a sus
presas. Estaba bastante decidido en dejar alguna cicatriz en el rostro lindo de
ese molesto chico.

Lo dio vuelta de modo que pudiese verlo de frente. Al chico le sangraba el labio
y la nariz, parecía bastante ido a lo que estaba pasando. Para Taehyung era el
momento perfecto para comenzar con su obra de arte.

– Procurare que me quede derecha, ¿te parece? –dijo burlándose.

Apenas encajó el filo del arma en la mejilla del chico un grito se escapo de la
garganta de este, mucho más potente que los que se habían escuchado ese día
en la cabaña. Taehyung aún tenía esa sonrisa macabra en la cara, disfrutando
de el dolor que podía ver a través de los ojos de su victima. Hubiese seguido así
durante mucho tiempo más si no fuese porque alguien lo empujo directo al piso
del calabozo.

Cuando alzó la mirada se encontró con Jungkook mirándolo fijamente, en ese


momento Taehyung supo que había cometido el error más grande de su vida.
– Eres un maldito –habló Jungkook con voz grave e intimidante que podía erizar
los bellos a cualquiera– te dije que no lo tocarás, el es mío.

Taehyung trato de salir del calabozo pero Jungkook lo tomo por el cuello
levantándolo con una facilidad asombrosa. Pudo sentir como el aire dejaba de
circular por sus pulmones y como de a poco su cuerpo se entumecía. Jungkook
lo seguía mirando con aquella cara desfigurada por el odio, jamás pensó que el
se pondría así por haber lastimado al maldito chico llorón.

– Eres un hijo de puta, Taehyung. Y pagaras por desobedecerme.

Vio el momento exacto en que Jungkook soltó el agarre de su cuello y apuntó


hacia a su pierna con una pistola en las manos. Sin siquiera darle tiempo de
rogar un poco de piedad apretó el gatillo justo arriba de su rodilla. Taehyung
gritó por el dolor punzante y Jungkook lo dejo caer al piso para que se
desangrase. No podía hacer otra cosa que intentar no moverse para evitar al
menos un poco del dolor.

Hoseok llegó después de que había perdido bastante sangre y lo único que
escucho decir a Jungkook fue:

– Llevatelo de aquí, Hoseok. Antes de que termine lo que empece.

Eso fue todo y el corazón de Taehyung se nubló de ira. No entendía cual era el
problema de Jungkook con ese chico pero esta vez había llegado demasiado
lejos. No lo había traicionado solamente a él, sino también al grupo. ¿Como se
suponía que iban a confiar en el líder que atacaba a sus propios compañeros?

Taehyung tendría que encargarse de eso.

Cuando Hoseok se llevo al herido en su espalda dejando a Jungkook a solas


con Jimin. El primero se acerco a ver al contrario con cuidado, parecía que
estaba desmayado pero no, Jimin estaba más despierto que nunca porque
Jungkook había olvidado un detalle crucial.

No se había puesto la mascara.

Así que cuando ambos se miraron Jimin soltó un sollozó que dejaba ver lo roto
que estaba tanto por dentro como por fuera, porque frente a el estaba su captor,
el maldito loco que lo había encerrado allí y había lastimado a su hermano...
Aquel loco del cual estaba perdidamente enamorado.

– ¿Jeongguk?

El plan de Jungkook se había arruinado.

011.
Dos años antes del vídeo.

El viento entraba por la ventana del auto y sacudía sus cabellos de forma
estrepitosa. A Jeongguk le gustaba sentir esa sensación parecida a la libertad,
como la que gozaba ahora que sus padres no existían y vivía con su tío.

Era el primer día en su nueva escuela y a pesar de que le desagradaba la idea


de rodearse de chicos idiotas en pleno cambio hormonal, presentía que podría
divertirse mucho en su nuevo hogar. Además de que su tío apenas estaba en
casa gracias a sus constantes viajes de trabajo, también tenía todo un mundo
de posibilidades que le ofrecía esa enorme ciudad para satisfacer sus enfermos
deseos.

Se despidió de su tío con una reverencia y bajo del auto, listo para camuflarse
en la multitud como todo buen cazador.

Como era de esperarse a su paso se encontró con chicos idiotas y chicas


frívolas que ni siquiera se preocupaban por quien tenían al lado. Varios se le
quedaron mirando mientras caminaba hacia los casilleros, molestando a
Jeongguk de sobre manera. Odiaba ser el centro de atención, prefería pasar
desapercibido pero como se trataba de niñatos sin cerebro no podía pedir más.
Parecían polillas revoloteando alrededor de algo brillante, solo que ellos lo
hacían alrededor de algo nuevo.

Trató de ignorar los susurros y pudo llegar a su casillero sin problemas. Tuvo
que concentrarse en ordenar sus libros, haciendo caso omiso de forma olímpica
a lo que sucedía a su alrededor y pudo hacerlo de manera exitosa durante un
rato hasta que alzó su mirada encontrándose con la de otro chico que lo
observaba con los ojos bien abiertos.

De inmediato la sangre de Jeongguk se congelo.

Había sentido eso antes, aquellas ganas de apoderarse de algo con tanto fervor
que hasta las manos le dolían. Eran momentos como esos en los que no tenía ni
idea si podría controlar su naturaleza frente a las personas, porque necesitaba
saciar aquel cosquilleo que sentía en su interior que le pedía quitarle la vida al
ser vivo frente a el.

El causante de eso era un chico más pequeño que el, con tez ligeramente
bronceada, cabello negro y labios gruesos. Jeongguk no era el tipo de persona
que encontraba guapa a las demás, para él todos lucían asquerosamente
igual... Pero aquel chico parecía una flor en medio de un desierto, demasiado
distinto para ser real.

Tuvo que morderse el interior de la mejilla para prohibirle a su propio cuerpo que
se moviera cuando su mirada se conecto con la del chico en cuestión. El
cosquilleo que sentía en su garganta era insoportable y lo único que podía
imaginar en ese minuto era a el mismo cortandole la traquea a quien le
provocaba esas sensaciones.

No supo cuanto tiempo se miraron, tan solo hizo el esfuerzo sobre humano de
romper la conexión y practicamente salir corriendo de ahí antes de cometer una
locura al frente de tantos ojos testigos. No tenía idea de quien era el chico pero
si estaba seguro de que se convertiría en su primera víctima.

El resto del día paso sin mayor revuelo. Mientras Jeongguk estaba empeñado
en relajar su corazón que latía a mil por hora desde que vio al chico pelinegro
parecía que el destino confabulaba en su contra, porque se encontraba al
dichoso chico a cada momento, ya sea en los pasillos, en los baños o en el patio
común. Prácticamente tuvo que correr de un lado a otro para que sus instintos
asesinos no se apoderarán de su mente como paso con el cobayo que su padre
le había regalado.

Fue cuando sonó el timbre que indicaba que todo el mundo debía irse a casa
que Jeongguk no pudo resistirse más.

Vio al chico salir de escuela solo y el lo siguió para ver a donde se dirigía. Si
algo había aprendido las muchas veces que cazo animales en el bosque era
que debía observar a su presa con paciencia y silencio. Cada uno de sus
ataques debía ser planeado con minuciosidad, si Jeongguk actuase de forma
estrepitosa seguramente ya lo tendrían encerrado en algún psiquiátrico drogado
hasta la médula.

Así que se mantenía a unos diez pasos del chico, escondiéndose tras las
esquinas de las calles o automóviles estacionados. El hecho de que su victima
llevase los audífonos puestos mientras caminaba hacía las cosas mucho más
fáciles porque, al contrario, los animales que el cazaba estaban atentos a su
entorno por lo que debía moverse como una pluma y ser mucho más cuidadoso.
Las personas eran idiotas porque jamás visualizaban el peligro aunque los
estuviese asechando frente a sus narices.

El chico llego a un parque y Jeongguk se escondió detrás de un arbusto a


observarlo. Era un lugar desierto, no se veía gente en las calles y todas las
casas alrededor parecían estar con las ventanas cerradas. No podía creer como
la situación era absolutamente perfecta para cometer una de sus fechorías.

Mientras el chico se sentaba en uno de los columpios que allí había Jeongguk
tanteo la navaja y los guantes de plástico que siempre llevaba en el bolsillo
interior de su chaqueta. Aún tenía esa sensación sofocante que lo atraía al chico
como si fueran imanes, sabía que de todas formas era muy arriesgado cometer
un homicidio cuando apenas llevaba unos días en la ciudad, pero necesita ver
como la sangre se deslizaba a través del cuello del chico.

Así que respiro varias veces antes de acercarse por atrás. Había decidido que
tocaría su hombro y le clavaría la navaja directo al cuello, provocaría un mar de
sangre pero pudo divisar unos baños públicos donde rápidamente podría
deshacerse de la ropa manchada. Jeongguk siempre calculaba cada
movimiento con precisión porque no podía dejar que lo atrapasen.

El único problema fue que no vio venir en ningún momento que mientras el se
acercaba el chico este rompería a llorar sin motivo alguno. Jeongguk se quedo
perplejo al ver la espalda de este último contrayéndose a causa de las lagrimas,
mientras parecía que se le hacía difícil respirar. Jeongguk no entendía por qué
se detuvo, vio a su madre llorar y eso no detuvo sus deseos de apuñalarla.
Uso todos sus esfuerzos para alzar la navaja contra el chico pero verlo tan
indefenso no lo dejo, dentro de si mismo algo se removía impidiendo que llevase
a cabo aquel horrible acto. Jamás le había pasado algo parecido, se asusto
porque creía que se conocía al revés y al derecho, pensó que tenía claro cuales
eran sus puntos débiles, pero no. Ver a ese chico llorando era como poner frente
a Superman la mismísima kriptonita.

Antes de que el chico se girara porque escucho uno de sus pasos, Jeongguk ya
estaba escondido tras el arbusto nuevamente. Se golpeó en los muslos para
liberar la frustración y tratar de buscar una explicación para lo que había pasado
antes. Jeongguk no se apiadaba de sus victimas, hasta había matado a sus
padres sin ni una pizca de remordimiento.

Pero no fue capaz de matar al chico.

Eso le preocupo porque el tenía claro que no podía tener misericordia con nadie,
si lo dejaba pasar se convertiría en un ser débil y no podía permitírselo. Había
llegado muy lejos como para encontrar a un chico que no pudiese asesinar,
hasta era estúpido de pensar.

Mientras el seguía discutiendo consigo mismo no se dio cuenta cuando el chico


se levanto del columpio y se fue a casa. En el momento que alzó la mirada se
encontraba solo en el parque, con su victima fuera de alcance.

Ahí Jeongguk decidió que debía deshacer de quien después sabría que se
llamaba Jimin.
012.

Una semana, dos días y ocho horas después del vídeo.

La habitación lo asfixiaba así como todo lo que había pasado en menos de tres
horas. Hace días no probaba bocado y tampoco bebía agua. Estaba tirado en el
piso después de la paliza que le dieron sin ser capaz de moverse ni un
centímetro. Su cuerpo se encontraba entumecido y parecía que sus nervios se
habían desconectado de su cerebro porque aunque insistiera en levantar
aunque sea un dedo no podía.

Jimin quería morir.

Había mantenido la esperanza, deseo con todas sus fuerzas tener la fortaleza
para salir de aquel infierno. Se aferraba a la idea de recuperar su vida, de volver
a ver a Namjoon y sentir nuevamente los labios de Jeongguk.

Pero ahora sabía que el chico del cual se había enamorado perdidamente
durante años lo había llevado a ese lugar.

No tenía idea de que sentir. Su interior estaba revuelto y estaba seguro de que
si hubiese tenido algo en el estomago lo vomitaría de inmediato. Cuando vio a
Jeongguk llegar hasta él mientras el otro sadico lo atacaba pensó que por fin
habían llegado a rescatarlo. Hasta que el chico abrió la boca.
"Te dije que no lo tocaras, el es mío."

Se estremecía cada vez que recordaba la voz de Jeongguk porque aunque no


fuera la misma del payaso la forma en que hablo era idéntica. Fue tanta la
impresión que se desmayó en el piso y cuando despertó volvió a estar solo en el
improvisado calabozo.

Pensó que ya estaba teniendo alucinaciones. Quizá solo había imaginado que
Jeongguk estaba ahí producto de los golpes que recibió. Porque simplemente
no era posible que el chico que lograba convertir si estomago en un zoológico a
causa de las mariposas fuese capaz de encerrarlo allí.

Exacto, era imposible...

Trataba de mentirse a sí mismo porque era mucho mejor que enfrentar la cruel
realidad que tenía en frente. Y es que ahora si estaba perdido, ahora sí que no
albergaba esperanza de salir de allí, ahora sí no quedaba otra cosa que esperar
su muerte.

Estaba tan exhausto y sentía tanto dolor en el cuerpo que ni siquiera podía
cerrar los ojos para dormir. El piso estaba frío pero no lograba callar el ardor de
sus heridas. Jamás había estado sometido a un sufrimiento tan prolongado y no
tenía idea de si podría soportarlo.
Mejor dicho, ni siquiera quería soportarlo.

Había pasado más de una semana sin comer ni beber, eso era más que
suficiente para matar a una persona, sobre todo si ahora le sumaba la paliza
que recibió. Jimin podía percibir como de a poco su cuerpo dejaba de responder
y cada vez se le dificultaba más la respiración. Estaba tan cansado de resistir
todo lo que estaba pasando que ahora simplemente se dejó ir. Esperaría su
muerte en silencio porque ya no tenía un motivo para luchar.

Su mente divago hasta la imagen de Jeongguk y el hablando en el


supermercado. Fue la primera vez que interactuaron y desde ahí Jimin no había
podido sacarlo de su corazón. Aquello solo le ayudaba a aumentar la angustia
que sentía, no había traición mas grande que lo ocurrido allí hace unas horas.

Lo peor era que el sí estaba enamorado de Jeongguk.

Sí, llevaban poco saliendo pero Jimin había estado flechado del chico hacía
años atrás. Cuando hablaron fue el empujoncito que necesitaba para caer de
forma profunda en las redes de Jeongguk y hasta el momento no se había
quejado de ello.

Ahora miraba su mano inerte sobre el piso, recordando las veces en que
entrelazo sus dedos con Jeongguk. Cada vez que eso pasaba se sentía
protegido, querido y en paz. Ahora solo podía pensar en el momento exacto en
que descubrió que el chico del cual estaba enamorado era una mera fachada de
un loco psicopata.
Deseaba con todas sus fuerzas que no fuese real.

Se dio cuenta de que todas las palabras, las acciones y pequeños detalles que
Jeongguk tuvo con el no eran más que parte de un plan muy perverso para
llevarlo a donde estaba. Todo había sido mentira y el había caído redondito a las
fauces del lobo feroz.

En ese momento sintió un ardor en el pecho y la falta de respiración se hizo


presente. Jimin sabía que no duraría mucho más allí así que trato de dejarse
llevar para que todo pasara de la forma más rápida posible, ya no quería estar
allí. Extrañaría a su familia y a sus amigos, pero no estaba seguro de como
seguiría con su vida después de todo lo vivido. Jamás volvería a ser el mismo si
lograba escapar y eso jamás sucedería.

Así que dejo de respirar.

La habitación desapareció de su vista y de a poco su vida se le escapaba a


través de su garganta, se sentía listo para dejar ese mundo atrás cuando
escucho el ruido lejano de la puerta abriéndose. Quizá ya era muy tarde.

Lo siguiente paso muy rápido y Jimin apenas contaba con la conciencia


suficiente para sentir que lo levantaban del piso para comenzar a zarandearlo en
busca de su reacción. Sus ojos se abrieron un poco y pudo notar que quien lo
tenía acurrucado en sus brazos era nada menos que Jeongguk.
Ese si que era un chiste de mal gusto.

Volvió a cerrar los ojos intentando entregarse a la paz que tanto buscaba pero
Jeongguk no lo dejo. Sintió las manos del chico golpeando sus mejillas y casi
como un susurró alcanzó a escuchar los gritos que le propinaba.

– ¡No, Jimin! –chillaba Jeongguk– ¡Joder, responde!

Jimin sentía que flotaba en una nube ahora, cada vez su alma se alejaba más
de este mundo para dejarlo atrás junto al sufrimiento que había padecido. No
importaba cuanto gritase Jeongguk porque Jimin no quería seguir viviendo, así
de simple y doloroso.

– ¡No quiero que mueras! –Le escucha gritar esta vez.

Si hubiese tenido la fuerza suficiente de seguro se hubiese carcajeado en la


cara del chico.Era muy ridículo pensar que estuviese asustado porque fuese a
morir. ¿Acaso no era esa la razón por la que había llevado hasta ese lugar en
primera instancia? No podía darse el lujo de creerle a ese farsante.

– ¡Jimin, por favor, despierta!


Las manos de Jeongguk viajaban por la cara de Jimin con desesperación. El
primero jamás había estado tan asustado como en ese momento y no sabía que
hacer para despertar al chico, no podía imaginar el momento en que Jimin
dejase de respirar en sus brazos, aunque hubiese matado a decenas el solo
hecho de pensar en ese chico muriendo frente a sus ojos lo hacía querer
ahogarse y acompañarlo.

– Joder, yo... Yo lo siento, Jimin... No quiero que mueras.

Una lagrima se deslizo desde los ojos de Jeongguk, pasando por su mejilla y
cayendo estrepitosamente en la cara de Jimin y como si fuese una ampolleta
alumbrándose, el cerebro de este último se encendió en medio de todo ese
ajetreo. Empezó a toser como loco porque aunque todo estuviese oscuro en su
interior pudo ver una pequeña luz de esperanza llamándolo al final de el túnel.
Así que con la poca fuerza que pudo encontrar comenzó a luchar por quedarse
en este mundo.

– ¡Sí! –grita Jeongguk mientras empieza a darle de beber agua con una botella–
¡Resiste, Jimin!

Eso fue lo que hizo, recibió el agua decidido a resistir un poco más. Ahora
estaba más decidido que nunca a vivir porque la esperanza había vuelto gracias
al descubrimiento de lo que sería su salida de aquel infierno y también su
venganza contra Jeongguk.
Porque gracias a esos ruegos de parte del chico Jimin comprendió cual era la
debilidad a Jeongguk y entendía la razón por la que aún seguía vivo en el
calabozo.

Jimin supo que Jeongguk estaba enamorado de él y usaría eso para salir
de allí.

013.

Un año antes del vídeo.

Jimin se sentía dolido aún. A pesar de que ya habían pasado dos años desde la
muerte de su padre y que su madre ya estuviese casada con otro hombre las
cosas en su mente seguían igual de frescas haciendo el dolor más presente que
nunca.

No culpaba a su madre por casarse con el padre de Namjoon, sabía que se


sentía sola y necesitaba apoyo después de el inesperado ataque al corazón que
sufrió el señor Park. Ella no estaba acostumbrada a hacerse cargo de todo por
si misma así que una parte de el agradecía que hubiese tomado aquella
decisión.

Pero seguía sintiéndose solo, añorando los consejos y bromas de su padre.


Deseaba escuchar su risa al menos una vez más, aunque fuese por unos
segundos. La casa en la que estaban viviendo ahora se sentía muy grande para
el, como si estuviera en la boca de un monstruo a punto de tragarlo. Era por eso
que siempre caminaba hasta el parque para sentarse en el columpio y dejar que
su pensamientos divagaran por horas. Era el único escape que tenía a mano.

Recuerda la primera vez que lo hizo. Fue el día en que su madre le comunico
que su padre había dejado esta mundo para siempre.

El había estado en clases durante esa mañana y había decidido que apenas
saliera se iría corriendo al hospital, pero nada salió como había planeado. Su
madre le llamo cuando el timbre de salida sonó y apenas la escucho llorar a
través del auricular supo lo que había pasado.

"Lo siento tanto, Jimin" dijo ella.

No tuvo la fuerza suficiente para irse directamente al hospital y simplemente


comenzó a caminar sin rumbo alguno esperando que todo fuese un sueño. Su
cuerpo se sentía pesado y cada paso era una tortura para él. Iba tan asumido en
su mundo, con los audífonos puestos a todo volumen y tan perdido que ni
siquiera noto cuando un parque bastante abandonado se alzó frente a su vista.

En el lugar había un columpio oxidado más bancas un tanto rotas por el


descuido alrededor. Era un parque que jamás había visto y en ese momento le
pareció el escondite perfecto para aislarse del mundo. Recuerda haberse
sentado sobre el columpio un rato hasta que el nudo en la garganta se le hizo
insoportable y comenzó a llorar de forma descontrolada porque el dolor era
mucho.

Ese día mientras lloraba escucho unos pasos tras el y cuando se dio vuelta no
vio nada. Por un segundo imagino que era el espíritu de su padre queriendo
despedirse de el al no tener la oportunidad anteriormente. Nunca sabría lo que
verdaderamente le estaba asechando ese día.

Ahora estaba en el mismo columpio después de un año y se sentía igual o peor.


Trataba de llevar las cosas con normalidad pero al final del día seguía
sintiéndose vacío, sin poder hablar de lo que sentía por miedo a molestar a los
demás con sus cosas. Lo único que le ayudaba a olvidarse de aquella pesadez
que sentía era ver a escondidas al chico que había llegado hace un año a la
escuela y que había causado un leve enamoramiento en Jimin.

Jeongguk era su nombre.

Se dedicaba a observarlo de lejos, sin ser capaz de buscarle conversación.


Jamás había visto a un chico tan guapo y que no se jactara de ello. Le gustaba
la forma de sus dientes, los había visto pocas veces ya que Jeongguk no
acostumbraba a sonreír pero cuando tuvo la suerte de verlos se dio cuenta que
parecían paletas de conejo. Demasiado lindo para el bien de Jimin.

Así que cuando iba al parque también se dedicaba a fantasear con Jeongguk,
preguntándose a si mismo que se sentiría besarlo o tan siquiera sostener su
mano. Le gustaba el chico y le hubiese gustado no ser tan tímido para lograr
conocerlo más allá de la fachada de chico cerrado en si mismo que se
empeñaba en demostrar cuando estaba en la escuela.

Jimin alzó la mirada y se dio cuenta de que ya era de noche. Jamás se había
quedado estaba hasta tan tarde en el parque, de seguro su madre ya se estaría
preguntando donde estaba y por qué aún no llegaba a cenar. Se levanto del
columpio sacudiendo su chaqueta para comenzar su marcha hacia la casa.

Pero algo lo detuvo.

Las cosas pasaron tan rápido que ni siquiera tuvo oportunidad de gritar cuando
alguien le tapo la boca y puso un cuchillo directo en su garganta. La sangre se le
subió a la cabeza logrando que todo su cuerpo temblara de sopetón. Podía
sentir el pecho de un hombre pegado a su espalda, tan peligrosamente cerca
que le hacía querer desmayarse.

– ¡No tengo dinero! –chillaba Jimin pero no se le entendía nada gracias a la


mano que estaba en su boca.

Trato de zafarse pero el hombre logro inmovilizarlo apretando más el arma corto
punzante contra su piel. Las lagrimas comenzaron a caer de los ojos de Jimin
porque no entendía que pasaba, si el atacante iba a robarle algo ya le hubiese
revisado los bolsillos o algo, pero no. Tan solo lo tenía ahí a punto de asesinarlo
pero sin hacer nada.
– Por favor, déjame ir –susurraba para que el hombre lo escuchara–, te lo ruego.

El tipo gruño y tiró a Jimin al piso para luego sentarse a ahorcadas sobre el
mientras lo tomaba por el cuello logrando cortar su respiración. El atacante
llevaba un pasamontañas haciéndole imposible a Jimin verle la cara. Por un
momento dejo de luchar ya que el aire se le escapaba más rápido de los
pulmones y decidió que quizá lo mejor era dejar este mundo de una vez por
todas, aunque no tuviese idea de por qué.

Sintió el cuchillo en su nuca y la mano del hombre temblando sobre su cuello.


Jimin trataba de mantener los ojos abiertos pero hubo un momento en que se le
hizo imposible, ya no quedaba mucho para que su corazón se detuviera a causa
de la falta de oxigeno y ya no había nada que hacer.

En ese momento el hombre lo soltó.

Claro, no sin antes hacerle un corte profundo en la parte de atrás del cuello.

El tipo se levanto dejando ver el cuchillo en su mano donde goteaba la sangre


de Jimin, a pesar de que el corte no fue profundo el liquido rojo lo mancho
bastante. Jimin se le quedo mirando sin entender nada mientras que el hombre
parecía estar enojado por algo.
Aunque ahora podía respirar Jimin sentía que se iba a desmayar en cualquier
minuto gracias al mareo que le dejo la falta de oxigeno, así que con la poca
fuerza que le quedaba preguntó:

– ¿Por qué?

Luego se desmayo perdiendo el conocimiento y sin poder escuchar la voz de


Jeongguk diciendo:

– Porque me haces débil, Jimin.

014.

Una semana y cuatro días después del vídeo.

Se dejo caer en el sillón de la cabaña con los músculos agarrotados y la


respiración acelerada. Lo único que Jeongguk quería era dormir durante horas
hasta que el cansancio que sentía desapareciera por completo.

Esa tarde se llevo a cabo el tercer golpe que tenía planeado con su grupo de
maníacos. Atacaron la plaza central de la ciudad y cobraron la vida de 23
inocentes pero por algunos descuidos que tuvieron hubo una baja para ellos. La
policía logro atrapar a uno de los suyos y como estaba concordado de antemano
Jeongguk se encargó de dispararle a la distancia. Todos preferían morir antes
de pasar el resto de su vida en una cárcel, porque la cadena perpetua estaba
asegurada si lograban apresarlos.

Se saco la mascara la cual tenía gotitas de sangre y se apresuro en quitarse de


encima el disfraz. A pesar de ser bastante original la idea y que las personas se
mearan del susto cada vez que lo veían disfrazado más un arma en su mano
derecha, era poco practico traer un montón de tela sobre su cuerpo. Además,
las estúpidas manchas de sangre eran una pesadilla al momento del lavado.

Cuando ya se deshizo de todo pudo respirar tranquilo. Se lavo la cara y luego


camino hasta la cocina para comenzar a preparar la comida. No podía olvidar
que había alguien más en la cabaña que de seguro tendría bastante hambre.

Las cosas se le estaban saliendo de las manos a Jeongguk.

Todo se complico cuando fue lo bastante idiota como para no pensar con la
cabeza y dejar que la rabia se apoderara de su mente y es que apenas escucho
las cosas que Taehyung le decía a Jimin más los golpes que le propinaba fue
como si algo se adueñara de su cuerpo sin dejarlo siquiera analizar la situación.
Simplemente entro en el calabozo y se encargo de su compañero quien le
estaba haciendo daño a Jimin. A su Jimin.

Desde ahí el plan se había ido al carajo y lo supo en el momento en que vio a
Jimin agonizando en el piso. Jamás había sentido miedo, siempre fue un chico
insensible en ese aspecto. Pero ver a Jimin dándose por vencido al borde de la
muerte lo hizo sentir acorralado. Simplemente no podía verlo morir ahí, en el frío
piso en donde lo tenía secuestrado.

Por eso todo se había ido a la mierda. Jeongguk se estaba desviando de su


objetivo.

Después de que Jimin recobrara un poco el sentido, le hizo beber agua y comer,
hasta le dio una manta para que se arropara por la noche. No cruzaron palabras
y Jimin evitaba a toda costa mirarlo a los ojos. Jeongguk no esperaba que le
felicitara o algo por el estilo, pero su temperamento explosivo no le ayudaba
mucho para ser comprensivo con el chico.

Luego de eso lo dejo solo todo un día, ni siquiera sabía que debía hacer ahora.
¿Lo seguiría torturando con sus juegos sádicos o de una vez por todas sería
capaz de deshacerse del chico? Jeongguk solo tenía claro una cosa y era que
aún no era capaz de cumplir la segunda opción, lo que le hacía sentir como un
maldito debilucho.

Apenas tuvo la comida lista la puso sobre una bandeja y camino con ella hasta
el calabozo donde metió la llave en la cerradura y trago saliva. Lo primero vio al
abrir la puerta fue la espalda de Jimin. El chico estaba sentado en posición de
indio mirando hacia la pared, no se movía y apenas podías distinguir las leves
respiraciones que hacía. Cualquiera hubiera muerto del susto al verlo en esa
posición ya que parecía que se había vuelto loco hablando con la pared.
Jeongguk cerró la puerta tras el pero Jimin no se dio vuelta. Dejo la comida
sobre el piso y una botella con agua al lado. No sabía muy bien lo que hacía
pero si ya había cagado todo se podía tomar algunas libertades con su
prisionero.

– Hora de comer –dice en voz alta.

– Me lo imaginaba –contesta Jimin.

No le gustaba la forma en que reaccionaba su propio cuerpo cada vez que


escuchaba la voz de Jimin. Le gustaba tener el control de todo y desde que
conocía a Jimin había experimentado lo que era no tener poder sobre si mismo.
Le odiaba por eso o al menos lo intentaba.

– Come antes de que se enfríe –da la orden lo más serio posible y Jimin mueve
la cabeza para mirarlo por sobre el hombro.

– Es muy considerado de tu parte, Jeongguk.

Jimin estiro las piernas para darse vuelta, tomar la bandeja y comenzar a comer
como si nada pasara. Jeongguk se le quedo viendo extrañado. Esperaba que
cuando se recuperara lo insultara por lo que hizo, tratase de golpearlo o siguiera
intentando escapar. Ver a Jimin tan tranquilo saboreando el arroz desabrido que
había preparado se le hacía la cosa más extraña del mundo.
– ¿Sabes? –dice Jimin mientras da un sorbo a la botella de agua–. He estado
pensado.

Jeongguk se le quedo mirando más no dijo nada. A pesar de que Jimin se veía
más compuesto que los días anteriores, su cara seguía sucia y las mejillas se le
habían acentuado bastante dándole un aspecto enfermo. Era difícil pensar que
en aquellas condiciones pudiese estar tranquilo.

– Cuando hablamos por primer a vez yo estaba demasiado feliz, ¿sabes por
qué? –Jeongguk negó con la cabeza y Jimin soltó una risita irónica– Bueno,
porque pensé que por fin había logrado llamar tu atención y tener una chance de
conocerte. Pero ahora me di cuenta que esa no fue la primera vez que
interactuamos, ya había pasado antes y tengo un recuerdo de eso.

En ese momento Jimin se gira nuevamente hacia la pared y lleva su mano hasta
la nuca para levantar los mechones que colgaban de su cabello. Jeongguk tragó
saliva apenas vio la cicatriz alargada que se encontraba en ese punto y los
recuerdos de hacía un año nublaron su mente como un torbellino.

– ¿Fuiste tú, verdad? –pregunta Jimin al darse vuelta y mirarlo a los ojos.

Jeongguk asiente.
– Y hace dos años, cuando yo estaba llorando en el columpio. También eras tu,
¿no?

Jeongguk vuelve a asentir.

– Vaya... Jodida mierda. Enserio eres un maldito psicópata y para colmo


asesino.

Jimin sigue comiendo como si nada mientras a Jeongguk le temblaban las


manos de frustración. El no debería dejar que su prisionero le hablará de esa
forma pero era incapaz de moverse y castigarle por su mal comportamiento
aunque tratara con todas sus fuerzas. Estaba muy enojado, no con Jimin sino
consigo mismo por ser tan débil y no poder hacer a un lado aquellos confusos
sentimientos.

– Muchas gracias –dice Jimin cuando termina el pato y se bebe el agua–, ha


estado rico pero al arroz le falto sal.

Diciendo eso vuelve a la posición en que lo encontró dándole la espalda.


Indignado, Jeongguk pateo la bandeja de comida y salio del calabozo dando un
portazo. Jimin no podía hablarle de esa manera, no podía desafiarlo así. Por un
momento se le cruzó por la cabeza que el chico había descubierto su secreto,
que de alguna forma había averiguado que no por alguna extraña razón no era
capaz de matarlo y ahora lo usaba en su contra.
Pero eso era imposible, ¿no?

015.

Cuatro días antes del vídeo.

El día anterior llego directamente a darse una ducha después de lo que paso en
la casa de Jimin. El agua fría le ayudo a disminuir su temperatura corporal pero
no con el hecho de que en ese preciso instante se estaba imaginando a Jimin
desnudo para él.

Jeongguk estaba inestable por culpa de ese chico.

Paso la tarde tratando de alejar las imágenes que se le venían a la cabeza y


obligándose a olvidar los dulces gemidos que se escaparon de los labios de
Jimin cuando sus miembros comenzaron friccionar por sobre la ropa. Mientras
miraba el techo hubo un momento en que no aguanto más, hasta parecía que
Jimin estuviese a su lado incitándole a hacer cosas sucias.

Rendido bajo la cremallera de sus pantalones y con vergüenza comenzó a


tocarse por sobre la tela del bóxer. Jeongguk jamás se había encontrado en una
situación así, sentirse caliente era algo que jamás había experimentado, ni
siquiera cuando intento ver pornografía hacía un par de años logró una erección.
Normalmente los sociopatas eran nulos a todo tema que significase entablar
relaciones de cualquier tipo, tan solo se sentían atraídos hacia ellos mismos. Por
eso Jeongguk no tenía idea de como reaccionar ahora que se encontraba
imaginando a Jimin en posiciones comprometedoras mientras gime su nombre.
Aunque quería detenerse no podía y cuando menos lo espero metió la mano por
dentro del bóxer para comenzar a bombear su miembro con extrema rudeza.

– Mierda –susurra extasiado–, por la mierda Jimin.

A pesar de que no sintió ni un cuarto del placer que el chico le proporciono con
sus caderas termino corriéndose después de unos minutos, entre pequeños
jadeos que envolvían el nombre de Jimin. Mancho con semen su camiseta y eso
fue suficiente para lograr que se sintiera como un estúpido chiquillo hormonal.

Ahora estaba camino a la escuela y cuando recordaba todos los


acontecimientos del día anterior sus mejillas se colocaban rojas como tomate.
Había caído demasiado bajo apenas decidió que masturbarse en Jimin era una
buena idea, sobre todo porque ahora debía mirarlo a los ojos y no sabría
exactamente como hacer eso sin ponerse a tartamudear.

Cuando llego a la escuela lo primero que hizo fue entrar al baño donde se lavo
la cara para lograr concentrarse al menos un poco. Debía fingir normalidad
cuando se encontrase con Jimin, quien de seguro le preguntaría porque se
había ido dejándolo solo cuando las cosas se subieron de tono. A pesar de que
a Jeongguk se le daba bien la mentira justo es ese minuto no se le ocurría una
lo bastante creíble para Jimin.
Mientras se miraba al espejo perdido en sus pensamientos pudo escuchar como
la puerta de baño se abrió dejando entrar a alguien por ella. Jeongguk miro por
sobre el hombro y casi se atraganta con su propia saliva al ver de quien se
trataba.

– Hola –le saluda Jimin en tono bajito.

Claro, eso era lo ultimo que le faltaba, encontrarse de sopetón con Jimin sin
haber encontrado una excusa apropiada. Tuvo que bajar la mirada para que el
chico no se diera cuenta de como sus mejillas comenzaban a encenderse cual
árbol de navidad.

– Hola –saluda de vuelta.

Jimin da unos pasos hacia el y a Jeongguk le hubiese gustado gritarle que se


alejara de una vez. Las imágenes estaban apareciendo nuevamente a su
cabeza volviendo locas a sus hormonas que parecían haber despertado de un
sueño profundo listas para entrar en acción.

– Te he visto llegar –susurra Jimin–, quería hablar contigo para saber si todo
estaba bien.

Los ojos de Jeongguk viajan hasta los labios de Jimin que estaban en
movimiento mientras hablaba. Eran gruesos y le gustaba como se sincronizaban
con los suyos cuando se besaban, dándole una sensación cálida en el
estomago.

– ¿Estas bien, Jeongguk?

En ese momento Jimin se muerde el labio y fue como si la cordura de Jeongguk


se fuera a la mierda. Acortó la distancia que los separaba y junto sus labios con
tanta fuerza que logró estampar a Jimin contra la pared. Tomo las manos del
chico llevándolas sobre su cabeza y manteniendolas ahí sin dejar de besarlo,
ahora Jimin estaba a su merced cosa que le fascinaba.

Una parte de la mente de Jeongguk le gritaba que se alejara, que estaba


arruinando el plan involucrándose con Jimin a ese nivel, pero la voz era callada
con los jadeos bajitos de Jimin que demostraban le gustaba la presión que
mantenía en sus manos combinada con sus pelvis rozándose con fuerza.

Jeongguk comenzó a simular embestidas ganándose gemidos sucios por parte


de Jimin. La forma en que el chico se movía en círculos le estaba volviendo
loco, eso podía jurarlo. Ahora que lo tenía apresado contra su cuerpo no podía
evitar querer recrear todos los escenarios que había imaginado cuando se
masturbo el día anterior.

Jimin le mordió el labio y Jeongguk bajo una de sus manos con las que sostenía
el agarre hasta su mandíbula. No tuvo cuidado alguno pero aún así se gano un
gemido por parte del chico que logró resonar en todo el baño.
– No sabes todo lo que te haría –le dice a Jimin quien lo mira directamente a los
ojos.

– Hazme lo que quieras.

Una frase. Una puta frase y Jeongguk dejo de ser el mismo tomando a Jimin en
brazos contra la pared mientras le besaba el cuello como si su vida dependiese
de ello. No entendía como aquel chiquillo podía tener aquel tipo de poder sobre
el, pero aunque no quisiera admitirlo lo estaba disfrutando y mucho.

El aroma que desprendía el cuello de Jimin era a vainilla, se filtraba por sus
fosas nasales logrando que se embriagara en un instante. Podía sentir sus
venas palpitar al igual que su miembro. Quería deshacerse de las prendas que
le estorbaban y follar a Jimin con rudeza, hasta que este último olvidase hasta
como se llamaba.

Pero en el fondo Jeongguk seguía siendo un chico racional y sabía muy bien
que no podía llevar a cabo su fantasía en los baños de la escuela. Lo menos
que quería era conseguir atención indeseada allí, así que corto su recorrido de
besos y miro a Jimin a los ojos, quien tenía dibujada a la mismísima lujuria en el
rostro.

– Vamos a mi casa –le dijo casi en un gruñido–, mi tío no llegará hasta que
anochezca.
– ¿Y la escuela? –Jeongguk se ríe ante la pregunta.

– ¿Vienes o no quieres cumplir lo que me dijiste?

Pareció que dio en el clavo porque Jimin volvió a juntar sus labios exigiendo
más contacto a lo que Jeongguk respondió de inmediato. A pesar de que el
chico se veía muy dulce como para hacer cosas de este estilo, estaba
demostrando que tenía agallas y Jeongguk se sentía fascinado por ello. Cuando
el beso termino Jimin le miro sonriendo para decir:

– Llévame a casa.

Jeongguk lo bajo de sus brazos para luego acercar los labios hasta el oído de
Jimin. En ese minuto le importaba un carajo arruinar su plan, tan solo pensaba
en una cosa.

– Te haré mío, Park Jimin.

1.

016.

Una semana y cinco días después del vídeo.


– Necesito una ducha –es lo primero que Jimin dice cuando Jeongguk entra a
dejarle la comida al otro día–, por favor.

Jimin tenía claro de que no podría escapar de una vez aunque Jeongguk
accediera, así que había decidido que se ganaría su confianza, así apenas
tuviera una posibilidad se iría de allí y entregaría a esa pandilla de locos a las
autoridades.

– No –responde de una vez el castaño dejando la bandeja sobre el suelo.

Sabía que tendría que tener paciencia porque no se trataba de engañar a


cualquiera sino a un asesino serial y quizá sabía poco sobre el tema, pero tenía
claro que debía irse con cuidado. Debía aprovechar la ventaja con la que
contaba pero si lo hacía de una vez levantaría sospechas y podría irse olvidando
de salir de allí con vida.

– Puedes amarrarme las manos –dice Jimin–, solo necesito una ducha porque
me siento asqueroso. ¿Ni siquiera merezco eso?

Logra que Jeongguk lo mire y sabe que lo esta considerando. Tuvo que
morderse la lengua para no decir nada, si lo hacía de seguro iba a conseguir un
no rotundo.
– Te amarrare las manos y te estaré apuntando en todo minuto, ¿entendiste?

Y tal como dijo Jeongguk salió del calabozo para luego volver con una cuerda
más una pistola en el el bolsillo. Jimin tragó saliva apenas vio el arma pero se
quedo callado, debía seguir haciendo creer a Jeongguk que estaba demasiado
trastornado como para querer escapar. El día anterior le había dado resultado ya
que logró descontrolarlo por completo, esa era su arma de doble filo.

El castaño le amarro las manos con dureza, aunque intentara desatarse le


costaría al menos unos minutos así que no era algo viable. Luego Jeongguk
abrió la puerta y con la pistola en su espalda hizo que Jimin caminará hasta el
baño a través del pasillo de la cabaña, este último solo miraba hacia el piso
porque sabía que Jeongguk se enojaría si ponía atención en los detalles del
lugar.

Se detuvieron en la última puerta del pasillo, allí Jeongguk giro la perilla metió a
Jimin dentro de un solo empujón.

– Tienes un minuto para orinar –le dice–, luego entrare y te ducharas.

Cierra la puerta y Jimin corre a subir la tapa del retrete para hacer sus
necesidades. Se sentía bien no tener que orinar en el agujero del piso del
calabozo, mucho más normal y limpio. Luego de eso abre la llave del lavamanos
dejando el el agua corra a través de sus dedos. Ya casi había olvidado la
exquisita sensación de frescura que dejaba el liquido sobre su piel. Mientras
hacía eso miro de reojo el baño, no existía una ventana que sirviese de salida,
tan solo estaba la puerta y al otro lado de esta lo estaba esperando Jeongguk.
Definitivamente no podría escapar ese día.

Un minuto paso exactamente y Jeongguk abrió la puerta con el arma aun en sus
manos.

– Métete a la ducha –le ordena–, rápido.

– No puedo sacarme la ropa con las manos atadas.

El comentario sale de forma tan inocente de su garganta que Jimin no tiene idea
como el castaño reaccionara así que solo espera. El ambiente era tenso y no se
sorprendería si Jeongguk se volvía loco en ese instante encerrándolo de nuevo
en el calabozo sin comida. Pasaron los minutos y ninguno decía nada, eso hasta
que Jeongguk baja la pistola y se acerca a las manos de Jimin.

– Intentas algo y te mato –le amenaza a lo que Jimin asiente.

Jeongguk desata la cuerda y las manos de Jimin por fin son liberadas. Sin decir
nada el último comienza a deshacerse de la ropa sucia mientras que el castaño
mira al piso intentando no distraerse con la piel descubierta de Jimin.

Cuando queda desnudo entra a la ducha la cual solo tenía una cortina
transparente por donde se podía ver todo de forma borrosa. Jeongguk sigue con
la mirada en el piso cuando Jimin decide abrir la llave dejando que el agua corra
por su cuerpo. Jamás pensó que extrañaría con tantas ganas darse una
merecida ducha.

Mientras Jimin esta perdido disfrutando del agua Jeongguk sube la mirada
topándose con la figura borrosa del chico frente a el. A través del tragaluz
entraba un rayo del sol que iluminaba directamente la piel semi bronceada de
Jimin. Jeongguk tuvo que morderse el interior de su mejilla para controlarse, la
imagen frente a el era la tentación en su viva expresión.

Para la mala suerte del castaño Jimin pudo notar a través de la cortina su
reacción y supo que esa era una oportunidad para llevar a cabo una parte de su
plan de escape, así que con cuidado bajo la mano derecha hasta su miembro y
empezó a tocarse de forma suave bajo la atenta mirada de Jeongguk.

– Mmm... –gime bajito Jimin, mientras su miembro comienza a endurecerse.

Jeongguk queda congelado sin ser capaz de moverse. No entendía lo que hacía
Jimin, solo sabía que se estaba masturbando frente a el y que le prendía como
si se tratase del mismísimo infierno. Tuvo que tragar saliva tratando de buscar la
parte razonable de su mente para no lanzarse sobre el chico y follarlo allí
mismo.

– Detente –ordena Jeongguk.


Pero eso no sirvió de nada porque Jimin comenzó a mover su mano de forma
más rápida logrando que en los pantalones de Jeongguk su erección comenzará
a molestar. Le enojaba demasiado que Jimin hiciera lo que se le diera la gana,
porque claramente lo estaba desafiando a pesar de que el había accedido a su
capricho. Se encontraba desobedeciendole de forma descarada y Jeongguk no
podía soportarlo.

Por eso abrió la cortina de la ducha dejando frente a sus ojos el paisaje más
exquisito que alguna vez podría ver. El cuerpo de Jimin era arte a pesar de los
rasguños y moretones, como si los mismísimos demonios lo hubiesen esculpido
para que fuese la perdición de Jeongguk. Enojado toma a Jimin por el cuello y
este no se inmuta ni un poco.

– Te dije que te detuvieras –dice mientras el agua de la ducha comienza mojarlo.

– ¿Por qué? –pregunta Jimin sonriendo.

Parecía un loco con aquella expresión en su rostro y Jeongguk se pregunto a si


mismo si ya había perdido la razón. Quizá después de todo Jimin era un alma
sensible incapaz de aguantar todo lo que le estaba haciendo pasar y por
consecuencia la situación ya se había adueñado de su cerebro haciéndolo
añicos.

– Basta, Jimin –susurra tratando de calmar su frustración.


– De todas formas no me dejaras ir, ¿o me equivoco? –la mirada Jimin es fría
como un tímpano de hielo y a Jeongguk le pone los pelos de punta– Si me voy a
quedar aquí podríamos recordar algunas cosas, como lo que hicimos días antes
de que subieras ese asqueroso vídeo a Internet.

Claro que Jeongguk sabía de lo que hablaba Jimin y el mero hecho de recordar
lo que paso ese día lo hacía ponerse mucho más duro de lo que ya estaba.
Además, tener al chico totalmente desnudo y dispuesto para el era una oferta
imposible de rechazar. Aunque quisiera negarlo Jimin era su debilidad más
grande y quizá la única que tenía.

No se dio cuenta cuando dejo de apretar su mano alrededor del cuello de Jimin
dejándolo libre, ni tampoco noto cuando este se acerco peligrosamente a sus
labios pasando la lengua sobre estos de forma sensual.

– Follame como ese día, Jeongguk.

Y el castaño no pudo negarse.

1.

017.

Cuatro días y ocho horas antes del video.

Apenas entraron a la casa de Jeongguk fue como si hubiesen soltado a los


leones hambrientos de lujuria.
Sin cuidado alguno el castaño estampó a Jimin contra la pared exigiéndole que
le dejará un espacio para disfrutar de su cuello. Obediente Jimin se estiró hacia
atrás mientras hacía presión en el cabello de Jeongguk, al menos así se
aferraba de algo para poder aguantar la oleada de placer que estaba sintiendo.

Como un gatito Jimin comenzó a soltar gemidos que más parecían ronroneos
sensuales. Jeongguk lo escuchaba y sentía que iba a explotar por las ganas que
tenía de tenerlo para si mismo.

El ambiente estaba caliente al igual que sus cuerpos. Jeongguk dejó de besar el
cuello de Jimin para atacar sin piedad los labios del chico. No importaba que tan
duro fuesen sus actos, Jimin lo recibía gustoso y sin quejarse. Quizá el pequeño
pelinegro tenía un lado masoquista o al menos eso pensaba Jeongguk.

Se dirigieron entre tropezones y besos húmedos hasta la habitación de


Jeongguk. Jimin jamás habitado allí y le fue inevitable observar cada detalle de
esta mientras acariciaba la nuca del castaño. El lugar era pulcro, se veía el brillo
en los muebles y la cama estaba perfectamente hecha. No parecía que un chico
de 17 años estuviese viviendo ahí.

Jeongguk empuja a Jimin contra la cama y lucha un poco con su camiseta para
dejar el abdomen del chico expuesto. Al tener frente a el la piel suave de Jimin
fue como si le hubiesen echado más leña al fuego. De una vez separo las
piernas del más bajo para posicionarse entre ellas y poder deleitarse con el
pezon derecho de este.
– Nngh~ –La voz de Jimin es ahogada y Jeongguk puede sentir como se
estremece bajo su cuerpo.

Para ser completamente sinceros Jeongguk jamás se había encontrado en una


situación así. El sexo jamás fue de su atención y a pesar de que no era idiota,
pues sabía lo que tenía que hacer gracias a algunos vídeos que encontró en a
red, ahora que estaba a punto de practicarlo los nervios afloraron por su piel.

Dejo de mover su lengua sobre el sector sensible de Jimin para levantarse y


observarlo un poco. No podía negarse que el chico era guapo, su abdomen
plano y brazos ligeramente fornidos le daban un aspecto recio, pero si seguías
observando más arriba solo podías encontrar la dulce cara de un bebé.

Jeongguk tuvo que reprocharse mentalmente por eso pensamientos. Si algo iba
a pasar ese día sería solamente sexo, no podía dejarse llevar por aquella
sensación extraña que cubría su vientre al tener a Jimin tan cerca. Y para
asegurarse de que eso ocurriera jugaría un poco con el chico.

– ¿Confías en mi? –susurra en la oreja de Jimin y el más bajo siente que va a


derretirse.

– Sí, sí confío.
Ante la aclaración Jeongguk se levanta de la cama caminando directamente
hacia su ropero. Abre las puertas y busca por un momento hasta dar con una
cuerda que tenía guardada en caso de emergencias. Sonriendo como el maldito
psicópata que era se giro hasta Jimin mostrandole lo que tenía en sus manos.

– Jugaremos un poco, Jimin.

No hubo protestas por parte del más bajo así que Jeongguk le amarró las
manos a la cama sin cuidado el alguno. El solo hecho de sentir aquel poder
sobre Jimin le ponía mucho más caliente de lo que estaba. Quizá esto del sexo
le terminaría gustando mucho más de lo que debería.

Jimin le mira mordiéndose el labio nervioso y Jeongguk sabe que a pesar de


que no se queje el chico estaba asustado. Por un segundo quiso reconfortarlo,
decirle que nada le pasaría si estaba a su lado, pero se lo prohibió a si mismo
rotundamente. Eran actitudes como esa las que lo asustaban y llevaron a tomar
la decisión de hacer un plan.

Antes de posicionarse entre las piernas de Jimin se deshizo de los pantalones


de este de forma rápida. Los muslos del más bajo quedaron expuestos al igual
que el miembro claramente duro bajo la tela azul de boxer. Jeongguk trago
saliva y sin pudor alguno bajo su mano hasta la entrepierna de Jimin para
apretar fuertemente el sexo de este.

– ¡Jeongguk! –gimió Jimin mientras enarcaba su espalda producto del placer.


El castaño no podía pensar en otra que lo bello que se veía Jimin siendo
completamente sumiso para él. Si antes no tenía fantasías de ningún tipo, ahora
podía hacerse de varias ideas gracias a la obra de arte que estaba frente a él.

– Vamos, pequeño –susurra con tono áspero y caliente–. Quiero escuchar mi


nombre salir de tu boca muchas veces más.

Esta vez se levanto un para deshacerse de su propia ropa, obviamente bajo la


mirada atenta de Jimin. Primero fue la camiseta y luego los pantalones,
quedando ambos solamente cubiertos por la ropa interior. Jimin seguía con sus
manos sobre la cabeza a causa de la atadura, pero eso no le impidió mover la
caderas en busca de más contacto con la pelvis de Jeongguk.

Verlo tan desesperado era un deleite.

– Tranquilo –le ordena Jeongguk–, quiero disfrutarte lentamente.

Y así fue como el castaño comenzó a saborear cada centímetro de Jimin con su
lengua, empezando por sl labios, bajando por la curva del cuello, haciendo una
larga parada en el abdomen y luego llegando a su destino más allá del ombligo
para liberar de una vez por todas la hombría de Jimin. Cuando ya no hubo
pedazo de tela que cubriese al chico Jeongguk se le quedo mirando unos
segundos, analizando cada detalle del diminuto cuerpo frente a él.
"Es hermoso", pensó aunque lo hubiese negado si le preguntaban.

Jimin estaba avergonzado, jamás había estado totalmente desnudo frente a


alguien y la mirada intensa que le regalaba Jeongguk a su cuerpo no ayudaba ni
un poco. Gimoteando tembló un poco cuando sintió la mano pesada del castaño
sobre su cadera. En ese momento odiaba haber aceptado que le amarrase las
manos, lo único que deseaba Jimin era deleitarse con la piel de Jeongguk.

– No sabes lo mucho que me cuesta aguantarme –susurra el más alto mientras


deja un húmedo beso en los labios de Jimin.

– No lo hagas. Quiero ser tuyo, Jeongguk.

Una palabra de esa frase fue la que volvió completamente loco al castaño quien
en un abrir y cerrar de ojos se deshizo de la última prenda que le quedaba para
luego alzar las piernas de Jimin ubicándose en medio. El solo hecho de pensar
que podía marcarlo como suyo hacia el cuerpo entero le vibrara exigiendo que
fuese realidad.

Fue ahí, cuando estaba perdido en sus pensamientos y en las ganas que tenía
de marcar a Jimin que entró duramente sin preparación alguna dentro del chico
ganándose un grito desgarrador por parte de este.

Mío, mío, mío. Esas eran las únicas palabras que existían por el momento en la
cabeza loca de Jeongguk.
Jimin intento no llorar pero le fue imposible. Sentía como si le hubiesen
desgarrado por dentro, tan fuerte y duro que no quería moverse solo del miedo.
Mordió su propio labio esperando que el dolor pasara cuando siente la mano de
Jeongguk sobre su barbilla, lo estaba mirando fijamente y con una sonrisa
tétrica en los labios.

– Ahora eres mío. Mi Jimin.

Pensó que se había vuelto loco porque enserio encontró cierto aire
reconfortante en esas palabras. Jimin estiro su cuello besando a Jeongguk de
manera dulce y este le correspondió de la misma forma mientras de a poco
comenzaba a moverse en el interior del más bajo.

El ardor duro unos minutos más, casi le fue imposible a Jimin darse cuenta en
que minuto comenzó a disfrutar del intruso en su interior. El dolor seguía
existiendo, pero ahora comenzaba a saborearlo, sobre todo cuando escuchaba
los gemidos de Jeongguk quien estaba completamente perdido en el placer.

Y todo mejoro mucho más para Jimin cuando sintió la mano del castaño sobre
su miembro, bombeando de forma rítmica. Ahora estaba echo un desastre de
lujuria, estirando más las piernas para lograr sentir a Jeongguk mucho más
adentro.

– Dilo –exigía el castaño–, di que eres mío.


– Soy tuyo, completamente tuyo.

Terminada la frase Jeongguk da una estocada certera directo a la próstata de


Jimin. De la garganta de este último salió un grito gutural a causa del placer
recibido y no dudo en pedir más en voz alta. El castaño poso la cara sobre su
hombro mientras aumentaba el ritmo de las embestidas y la velocidad de su
mano.

– Mío, mío, mío –seguía diciendo Jeongguk como si de un mantra se tratara.

El castaño comenzó a sentir una sensación cálida envolviendo su parte baja del
estomago informando que pronto llegaría al éxtasis. Las paredes de Jimin
comenzaron a contraerse alrededor de su miembro y supo que ambos estaban
cerca del final.

Dejo de masturbar a Jimin para tomar al chico por las caderas y penetrarlo con
mucha más dureza que las anteriores veces. El más bajo gimió tan fuerte que
rosono en toda la habitación mientras que Jeongguk estaba concentrado en
lograr el máximo de placer para ambos. Dos embestidas más y Jimin se corrió
sobre su propio abdomen.

– ¡Dios! –chilla disfrutando de la sensación exquisita que había ganado.


– No –le corrige el castaño–, me llamo Jeongguk.

Otras tres embestidas más y el más alto se libera dentro de Jimin mientras estira
el cuello hacia tras entregado totalmente al placer. Jimin no podía hacer otra
cosa que mirarlo totalmente perdido, Jeongguk teniendo un orgasmo era la cosa
más bella que podías ver.

Haciendo un último esfuerzo el castaño se retira del interior de Jimin dejando


que su semen le escurriera por los muslos para luego desatarle las manos.
Estaba tan relajado que le fue inevitable acomodarse a un lado del chico
cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño.

– ¿Jeongguk? –le llama Jimin antes de que se dejara caer en los brazos de
Morfeo.

– ¿Sí?

– Yo... Yo te quiero.

Y gracias al cansancio combinado con el sueño Jeongguk no pudo mentir.

– Yo te quiero más, mi Park Jimin.


018.

Una semana y cinco días después del video.

A pesar de que el agua lo estaba empapando, Jeongguk se metió en la ducha


para estampar a Jimin contra los azulejos.

El cuerpo le vibra debido a La excitación. Une sus labios con los del chico
creando la fricción que tanto buscaban. Es difícil concentrarse ahora que están
tan cerca, deseosos el uno del otro, pero se las arreglan para quedar enlazados
mientras se reclaman de una forma que solo ellos comprendían.

Jeongguk estaba intentando calmar sus hormonas. Su cerebro podía ser


bastante racional el 90% del tiempo, pero cuando se trataba de Park Jimin
parecía que todo se iba literalmente a la mierda y eso le asustaba mucho.

¿Qué pasa cuando alguien tiene tal control sobre ti? No se le ocurría que hacer
para que eso no pasara. Fue capaz de encerrar al chico privándolo de su
libertad para así seguir teniendo alguna clase de dominio en la situación pero ni
siquiera eso funcionó. Había accedido a los caprichos de Jimin sin siquiera
imponerse y ahora que se le estaba ofreciendo para que follaran ahí mismo
nuevamente fue incapaz de negarse.

Jeongguk estaba entrando en pánico.


Por otro lado estaba Jimin quien tenía muy claro su plan de escape aunque eso
no cambiaba el hecho de que estaba disfrutando la sensación del pecho de
Jeongguk contra el suyo mientras el agua tibia los mojaba de pies a cabeza.

Podía olvidarse de todo por un segundo y ver frente a el al castaño de quién se


había enamorado, sin asesinatos ni crímenes sobre sus hombros. Los ojos de
Jeongguk seguían siendo los mismos al igual que sus manos que ahora
apresaban la cintura de Jimin manteniendo presión... Pero eso no borraba el
hecho de que era un psicópata.

Muchas cosas pasando por la cabeza de ambos chicos cuando el momento solo
les exigía concentrarse en que conectarán sus cuerpos. Jeongguk pasó su
mano subiendo por el cuello de Jimin para luego despegar los labios de ambos y
pasar el dedo pulgar por esta zona. La boca del más bajo estaba hinchada
dándole un aspecto sexy que a Jeongguk volvía loco así que apenas lo vio
estampo su pelvis contra la de Jimin haciendo que este soltara un gemido.

– Quiero escuchar mi nombre en tu boca –exige y el más bajo se ríe.

– Haz méritos para eso.

Aquello era un claro reto por donde lo vieran y Jeongguk estaba dispuesto a
aceptarlo. Con una agilidad impresionante se deshizo de su camiseta para luego
volver a atacar los labios de Jimin sin piedad alguna. En ese momento su buen
juicio estaba siendo cegado por la lujuria y parecía no tener prisa alguna para
detenerlo.

Jimin comenzó a batallar con el cierre del pantalón que llevaba puesto el
castaño. Tuvo que agacharse para bajárselos hasta los tobillos por lo que quedó
de rodillas con la ereccion de Jeongguk escondida en la ropa interior frente a su
cara. Maliciosamente acerco su mejilla hasta el miembro para acariciarla
lentamente por sobre la tela esperando la reacción de Jeongguk que
obviamente no tardó en aparecer.

– Joder –le escucha susurrar mientras echa la cabeza hacia atrás.

Jimin sonríe victorioso apenas se da cuenta de que lo tiene a su merced. Con la


mano derecha baja de una vez la ropa interior de Jeongguk descubriendo la
enorme erección que tenía y ágilmente la introduce en su cavidad bucal de una
vez.

El castaño gruño de placer.

El agua que recorría sus cuerpos solo lograba subir más la temperatura. Todo
estaba llegando muy lejos y parecía que no había vuelta atrás. Jimin necesitaba
que Jeongguk confiara en el, si debía hacerlo de esa forma estaba más que
dispuesto.
Comenzó a succionar rítmicamente el miembro del castaño de la forma más
profunda que pudo ganándose palabras sucias por parte de Jeongguk. Su
propia mano ayudaba a bombear convirtiendo cada estocada que pasaba por su
garganta en una ola de placer para el castaño.

Y Jimin lo disfrutaba también.

Sintió cuando Jeongguk se aferró a su hombro como si buscase alguna forma


de soporte contra todas las sensaciones que le ahogaban. Ante eso solo pudo
acelerar el ritmo, bajando y subiendo la mano alrededor de la erección del
castaño mientras lograba que entrase mucho más profundo en su garganta.

A pesar de que Jeongguk estaba perdido en el placer que Jimin le entregaba, su


cabeza no lo dejaba tranquilo. Miles de dudas lo molestaban al igual que la
sensación de estar cayendo ante algo superior para el. No era solo el hecho de
sentir una innegable pasión hacía el chico sino también la angustia que le
rodeaba cada vez que corría peligro de perderlo para siempre. Jeongguk había
estado luchando contra eso durante mucho tiempo, quería matar a Jimin para
demostrar que no era un débil y que el chico no lo dominaba de ninguna forma...
Pero cuando alzaba el cuchillo no era capaz de tomar su vida como la había
hecho con muchos otros.

Jeongguk estaba enamorado de Jimin.

Y por primera vez después de mucho tiempo se dijo a si mismo que si ya no


podía luchar contra aquellos sentimientos solo le quedaba una cosa por intentar.
Por eso antes de sentir la abrazadora vibración del éxtasis detuvo a Jimin
haciendo que se levantase de su lugar para luego alzarlo en sus brazos y
apoyarlo contra la pared. El más bajo gimió enrollando sus piernas alrededor de
la cintura de Jeongguk mientras este último alineo su miembro en la entrada del
chico.

– Mío. –Gime el castaño antes de unirse a Jimin.

El último ya estaba cerrando los ojos para aguantar una estocada dura y sin
compasión, por lo que se sorprendió cuando Jeongguk comenzó a abrirse paso
en su interior de forma suave, casi cuidadosa. Aunque a Jimin le ardía era
mucho más soportable que la primera vez que follaron y hasta separo mucho
más las piernas para darle comodidad al castaño.

Cuando Jeongguk estuvo totalmente dentro de Jimin comenzó con los vaivenes
tortuosos y profundos, movía la pelvis en círculos y embestía lo más adentro
posible buscando tocar el punto más sensible del contrario. El más bajo se
aferró a la espalda del castaño, en la posición en que estaban sentía las
penetraciones de forma exquisita y de vez en cuando el abdomen de Jeongguk
rosaba su miembro brindándole una doble sensación de placer.

Seguían bajo la ducha demostrándose que se pertenecían el uno al otro. Ahora


el que tenía la cabeza hacia atrás perdido en otro universo era Jimin, quien ni
siquiera se había dado cuenta que estaba clavando las uñas a la piel de
Jeongguk dejando marcar rojas sobre esta.
El castaño aumento el ritmo de las embestidas, Jimin gemía alto preso de la
situación y siendo llevado al orgasmo por su secuestrador. Jeongguk propino
una estocada certera que toco la próstata de su acompañante ganándose un
grito desesperado por parte de este.

– ¡Ahí, joder, más! –palabras entrecortadas salían de la garganta de Jimin y el


castaño no hizo otra cosa que obedecer.

En un momento la lujuria sobrepaso a ambos y Jeongguk cambio de posición


tomando al más bajo por las piernas haciendo que las rodillas le chocaran
contra el pecho. Allí entro y saco su miembro de forma rápida añadiendo fuerza.
Jimin, quien tenía los ojos cerrados, se mordía el labio pidiendo más casi ido en
el placer y cuando siente la abrazadora vibración del orgasmo en la parte baja
de su estomago soltó la espalda de Jeongguk para posar sus manos en la cara
de este y besarlo como si no existiese un mañana.

Jimin siguió gimiendo frustrado contra la boca de Jeongguk hasta que se corrió
sobre su propio abdomen, mientras que al castaño le tomó unas estocadas más
gemir de manera gutural indicando que había liberado su semen dentro del más
bajo.

Bajo la ducha se quedaron ambos sin decir nada y respirando


entrecortadamente. Jeongguk descansó su cara sobre el hombro de Jimin
mientras que este último tenía la cabeza hacia atrás posada sobre los azulejos.
El silencio duro un minuto más para luego ser interrumpido por la voz del
castaño diciendo:
– Quédate.

Jimin no entendió a que se refería por lo que preguntó:

– ¿De qué hablas?

Jeongguk no fue capaz de levantar la cara del hombro de Jimin porque se sentía
demasiado débil como para enfrentar la mirada del chico.

– Quédate conmigo aquí... Quédate porque tu quieres y no porque yo te obligo...


Solo quédate aquí conmigo, Jimin.

El aludido se mordió el labio dándose cuenta de que lo había conseguido.


Jeongguk estaba débil frente a el y eso le daría chances para escapar... Pero no
entendía por qué no se sentía satisfecho.

– Me quedo –respondió.

Y aunque el momento era intimo no impidió que Taehyung escuchase todo


tras la puerta, ardiendo de rabia más ansias de venganzas contra el
juguete de su líder.
019.

Tres días antes del vídeo.

Jungkook está sentado al final de la cama, su respiración era calmada pero


tenía el corazón acelerado gracias a la vista que le estaban regalando en ese
minuto.

Jimin yacía con su cabeza en la almohada, recostado sobre el pecho con los
ojos cerrados y entregado al sueño.

No había cosa más bella que aquella. Las sabanas negras de la cama de
Jungkook apenas le tapaban las piernas por lo que tenía una vista completa a la
piel semi-bronceada de Jimin, aquello casi se asemejaba a la porcelana fina y le
provocaba pequeños cortes de electricidad en su espina dorsal. Jamás se había
sentido tan cautivado por el cuerpo de una persona.

Trató de quitarle la mirada de encima pero se le hizo imposible. No importaba si


lo negaba mil veces, la verdad era que últimamente sus pensamientos tenían
dueño y ese era nadie más que Park Jimin.

Teniéndolo en su cama se sentía poderoso, aquel mocoso era suyo,


completamente. Le gustaba esa sensación... El problema era que luego
aparecía la debilidad ya que sabía que Jimin sería el único capaz de destruirlo,
aquello asustaba a Jungkook como si de mil demonios se tratase. Toda su vida
fue dueño de sí mismo, haciendo lo que se le diera la gana sin preocuparse por
nadie, pero allí mirando a Jimin sabía que haría cualquier cosa por ver una
pequeña sonrisa en su rostro.

Eso no podía ser.

Jungkook había decido hace bastante tiempo deshacerse de todas las cosas
que podían transformarse en debilidades. Asesinó a sus padres y no compartía
su vida con nadie, así al menos podía reprimir aquel lado suyo que ansiaba
algún tipo de contacto. Eso hasta que conoció a Jimin.

Desde el primer día en que su mirada se cruzó con la del chico era como si su
mundo se hubiese puesto de cabeza. Lo seguía a todos lados en la escuela,
claro, sin que el se diera cuenta. Observaba cada detalle de su rostro y lo
atesoraba en sus recuerdos. No había momento en el que se preguntará como
se sentiría quitarle la vida a semejante criatura.

Pero nunca pudo hacerlo.

Oportunidades le sobraron en el trayecto de estos dos años. Más de una vez lo


siguió de camino casa y casi se formaban solos los escenarios perfectos para
llevar a cabo el asesinato, más nunca fue capaz de levantar el cuchillo.

Y ahora que lo tenía ahí durmiendo desnudo sobre su cama no podía acabar
con quién era su única debilidad. Las manos le picaban como si le pidiesen la
sangre de aquel chico corriendo por las palmas... Pero por más que estiraba sus
brazos para alcanzar la almohada y cortar la respiración de Jimin su cerebro no
le mandaba las señales al resto de su cuerpo.

El pitido de su teléfono celular lo saca del trance y buscó dentro de los


pantalones que quedaron olvidados en un rincón de la habitación ayer por la
tarde. Cuando tuvo el aparato en sus manos divisó en la pantalla un mensaje del
foro de psicopatas en el que era líder.

TaeTaeRedrum:

Tenemos todo listo, Jungkook. El viernes por la tarde la autopista sur estará casi
vacía porque el departamento de Policía estará enfocado en el desfile de este
año. Es nuestra oportunidad para comenzar con el plan.

No puede mentir, Jungkook había estado esperando algo como eso hacía
meses ya. Hace mucho que venían hablando en el foro sobre llevar las cosas a
un nuevo nivel y a Jungkook le extasiaba el solo pensar en toda la sangre que
correría más el miedo que se instauraría en la ciudad cuando todo comenzará.

Solo había un detalle...

Estuvo a punto de responder el mensaje cuando siente que alguien lo abraza


por la espalda dejando pequeños besos en su hombro derecho. Ante el contacto
Jungkook esconde el teléfono de nuevo en el pantalón y cierra los ojos
disfrutando del dulce cosquilleo que dejaban los labios de Jimin sobre la parte
superior de su espalda.

– ¿Hace cuánto estás despierto? –pregunta el chico con voz ronca debido a la
somnolencia.

– Solo media hora, estuve viendo como dormías.

– Eso debería parecerme de lo más raro pero se me hace tierno.

Jungkook se da vuelta y queda frente a la imagen más bella que sus ojos vieron.
Es que Jimin con el cabello alborotado, ojos entrecerrados y mejillas sonrosadas
era algo que le lograba hacerle sentir cosas indescriptibles. Tan solo verlo dolía
y tenerlo cerca era un castigo que cualquiera estaría dispuesto a recibir por el
tiempo que fuese.

Sin pensarlo comenzó a delinear los rasgos de Jimin con su dedo índice. El más
bajo recibió el tacto con los ojos cerrados igual que un gatito siendo mimado.
Para el castaño cada lugar era más perfecto que el anterior y saber que marcó
aquel cuerpo como suyo el día anterior lo mareaba.

– Me haces cosquillas –susurra Jimin riendo.

– Lo siento –se disculpa Jungkook–. Solo quiero memorizarte por completo...


– ¿Y para qué? Soy tuyo puedes verme cuando quieras, no me iré.

Ahí fue cuando Jungkook se asustó como si hubiese visto a un fantasma y es


que jamás una frase le había echo sentir tanto.

Tenía a Jimin al frente, tan cerca que sus alientos chocaban y tanto como para
ver el alma de ambos a través de sus ojos. Mientras que el chico era una luz
cegadora de corazón puro Jungkook era todo lo contrario. Su interior era más
negro que una sombra y los pensamientos enfermos que tanto adoraba lo
llenaban por completo.

Supo que Jimin podía alejar su oscuridad si lo tenía cerca.

Pero Jungkook no estaba dispuesto a renunciar a su propio ser, era lo único que
conocía y por muy retorcido que sonase el era feliz con su forma de vivir. Sabía
que debía deshacerse de Jimin sobre todo si llevarían a cabo el plan de hacer
realidad sus más retorcidas fantasías. Lo único de lo que no tenía idea era de
dónde sacaría la fuerza para aquello, lo intentó tantas veces que ya no las podía
contar... Eso lo transformaba en un cobarde de primera.

– Iré al baño –dice Jimin depositando un beso en la punta de su nariz.


El chico se levanta y camina desnudo hasta el baño personal de la habitación.
Jungkook lo miró de pies a cabeza y fue ahí que se le ocurrió lo que haría para
disfrutar de Park Jimin un poco más antes de deshacerse de él.

Tomó el teléfono de nuevo para comenzar a escribir la respuesta al mensaje de


Taehyung.

JJungkook1997:

Perfecto, avísale a todos que el viernes comenzará en primer golpe en la


carretera sur y que yo ocuparé el calabozo.

Guardó el teléfono con una sonrisa maléfica asomada en su cara. Por su mente
pasaban mil maneras en las que jugaría con Jimin ahora que había decidido
llevarlo consigo cuando todo comenzará. El plan inicial era simplemente
acercarse a él, ganar su confianza y asesinarlo de una buena vez... Pero se dio
cuenta que con su nueva idea se iba a divertir mucho más.

Cuando Jimin sale del baño con el pelo mojado Jungkook estira la mano
atrayendolo hacia sí. El chico no se queja, es más, amarra los brazos en su
cuello de forma tierna. Si hubiese sabido todo lo que estaba pasando en ese
momento por la cabeza del castaño Jimin hubiese salido corriendo despavorido.

– Ahora me perteneces –susurra Jungkook y el más bajo lo toma como una


frase de amor.
Después de varias horas actuando como una pareja normal Jungkook dejó a
Jimin en su casa y luego se dirigió al centro de la ciudad para conseguir varias
provisiones que necesitaría para cuando el chico estuviese en sus manos.
Mientras paseaba por las tiendas se encontró frente a frente a un local donde se
vendían disfraces hechos a mano quedando embobado con uno de los maniquís
que llevaba puesto un traje de payaso muy aterrador. Aquel disfraz le recordó
los miles de vídeos que andaban rondando en internet sobre bromas que hacía
la gente vestida de esa forma y a Jungkook se le hizo inevitable imaginar las
posibilidades que tendría si el hiciera lo mismo pero con un resultado más
sangriento y terrorífico.

Pasó su mano por la vitrina sonriendo como un desquiciado.

– Nadie sospecharía de un inocente payaso.

Allí nació el Sr. Payaso.

1.

020.

Una semana y siete días después del vídeo.

Taehyung caminaba unos pasos detrás de Hoseok, estaban dentro del banco
principal de la ciudad con el grupo de sociopatas. Aquel era el quinto golpe
desde que comenzaron a aterrorizar a las personas y los clientes del banco
entraron instantáneamente en pánico por su presencia.

Pero todo estaba saliendo fatal.

Taehyung veía como todo el equipo comenzaba a cometer estupideces. Se


suponía que este era el penúltimo ataque antes de invadir la alcaldía para tomar
por completo las riendas de la ciudad y aún así estaban cayendo en errores de
principiantes. Varios olvidaron neutralizar las cámaras y alejar a los testigos de
cualquier mueble que pudiese contener una alarma silenciosa debajo. Taehyung
estaba hirviendo de ira porque sabía exactamente a qué se debía tanta
descoordinación.

Camino con su traje de payaso encima, estampo la cabeza de la rehén que


tenía a su cargo contra el piso de baldosas dejándola inconsciente mientras
apuntaba a varios más para que no se movieran. La idea era llegar hasta el otro
lado de la sala, allí donde su líder estaba sacando todo el dinero de las cajas
fuertes.

Jungkook era un idiota.

Taehyung había escuchado todo lo que le dijo a quien se suponía solo era un
juguete. Jeon había sido elegido como su líder por ser el más inteligente del
grupo y ahora estaba demostrando la peor de las debilidades, se notaba de lejos
que aquel chiquillo lo estaba manipulando pero el era muy idiota para darse
cuenta. Ahora todo ese enredo les estaba costando una operación muy
importante y Taehyung no le permitiría arruinarlo.

Llego hasta el lado de Jungkook tomándolo del brazo para mirarlo a través de la
máscara. Los músculos de Jeon se trenzaron ante el tacto y Taehyung lo soltó
cuando vio que ya había captado su atención.

– Concéntrate –le dice–, todo está saliendo mal y ni siquiera te haz dado cuenta.

– No me digas qué hacer –le responde Jungkook mientras vuelve a su trabajo.

– Te juro que...

Pero Taehyung fue interrumpido por una alarma que retumbó en todo el lugar.
Ambos se miraron a través de las mascaras y supieron que debían salir de allí
antes de que fuese demasiado tarde.

Taehyung se echo uno de los bolsos con dinero sobre el hombro mientras
Jungkook levantaba los demás. Sus otros compañeros seguían apuntando a los
rehenes para que no se movieran hasta que Jeon dio la orden para deshacerse
de todos ellos. No podían dejar ningún testigo vivl para que pudiesen escapar
por las salidas traseras sin ser vistos.
Todo era un caos, la alarma seguía sonando y los cuerpo caían uno a uno sobre
el piso manchándolo de sangre. Poco le importaba a Taehyung las vidas
inocentes que se quitaron ese día lo único que tenía en mente era encontrar la
silueta de Hoseok que había perdido de vista cuando fue a hablar con Jungkook.

A lo lejos se podía escuchar las sirenas de los carros policiales acercándose, el


tiempo se les agotaba y es que ahora la ciudad entera acudía de inmediato si
había algún avistamiento de los "payasos asesinos". Taehyung gritó frustrado,
ya no le interesaba el dinero solo quería encontrar a Hoseok para salir de allí y
luego poder culpar a su líder de todo.

Corrió hasta la puerta trasera hasta que por fin pudo divisar la cabellera de
Hoseok. Trató de hacerle señales mientras que Jungkook le pedía que apurase
el paso y así salieran de allí. Cuando vio que el chico caminaba hacia el se sintió
más relajado, más que mal el hecho de que pudiese perder a la única persona
que amaba en este mundo hacía que los pelos se le pusieran en punta y
comenzará a sudar frío.

No es que fueran pareja, es más, Taehyung jamás había sido capaz de confesar
sus sentimientos por Hoseok. Apenas se limitaba a cuidarlo y hacer lo posible
para pasar todo el tiempo que pudiese a su lado. Era cobarde, temía ser
rechazado por el chico y lo amaba tanto que seguramente ese sería su final.
Entonces, ¿por qué tanto problema con que Jungkook estuviese enamorado
también? Fácil, Taehyung y Hoseok estaban en el mismo bando, mientras que
su líder había caído por el enemigo y eso ponía en peligro a todo el mundo.
Apenas Jungkook puso la mano en la cerradura el corazón de Taehyung paró en
seco al escuchar diferentes disparos y voces por parte del cuerpo policial que
había irrumpido para convertir todo en un verdadero caos. Vio a varios de sus
compañeros ser apresados y a otros con proyectiles en el cuerpo avisando que
ya no pertenecían a este mundo. Trataron de forzar la puerta pero pronto se
vieron acorralados por dos oficiales y uno de estos apuntó hacia Hoseok.

Taehyung simplemente perdió la cabeza.

– ¡Manos en alto ahora! –Gritaba el uniformado mientras que Taehyung buscaba


el arma en su bolsillo.

Hoseok comenzó a bajar las manos lentamente bajo la mirada atenta de los
policías. Si hacia un movimiento en falso podría considerarse muerto y vaya que
Taehyung no lo iba a permitir. Mientras ambos estaban planeando que hacer en
silencio para salvar su pellejo el ambiente fue interrumpido por un disparo que
devastó una nueva guerra de balas.

Jungkook había disparado.

Y eso provocó que uno de los oficiales descargara su arma justo en el estomago
de Hoseok. Taehyung miraba atónito la escena, ni siquiera se dio cuenta cuando
Jungkook abrió la puerta y lo tiró consigo para sacarlo de allí. Quiso luchar pero
su mente seguía repitiendo el momento exacto en que Hoseok caía al piso y la
sangre comenzaba a descender por su cuerpo.
Los disparos seguían dentro pero Jungkook se encargó de atorar la puerta para
que no los siguiesen. Taehyung temblaba como un perro mojado, ni siquiera
podía articular una palabra. El castaño fue el encargado de hacerlo correr por
varios callejones para perder a la policía y llegar a la carretera. Se adentraron en
el bosque sin detener la marcha, debían llegar a la cabaña lo antes posible o
serían atrapados.

Pero Taehyung paro en seco.

– Lo dejaste –susurra con rabia–, no te importo que el muriera.

Jungkook no lo mira, la paciencia que tenía ya estaba agotada hace bastante y


no quería dárselas de madre comprensiva tratando de explicarle a Taehyung
que aquello era necesario para que ambos sobrevivieran.

– Basta, debemos llegar a la cabaña.

– ¡No! –grita Taehyung a todo pulmón– ¡Me lo quitaste, no tenías derecho!

Jungkook aprieta el puño tratando de mantener la calma y no despellejar vivo a


quien parecía ser el último de sus compañeros. Las lágrimas comenzaron a
deslizarse por la cara de Taehyung y pronto este último comenzó a empujarlo
con rabia. Jeon se sintió acorralado y dejándose llevar por la rabia estampo un
golpe certero en la barbilla de Taehyung quien termina en el piso sin quitarle la
mirada de encima.

– Basta, imbecil –dice Jungkook–. Debemos irnos antes de que sea demasiado
tarde.

Pero el nombrado se levanta no para hacerle caso sino para tomar una de las
bolsas de dinero y colgárselas sobre el hombro. El castaño lo miraba a través de
la máscara, sintiendo por primera vez que todo lo que había planeado con tanto
esmero se desamoraba por su culpa.

– Ya no nos debemos lealtad –responde Taehyung con rabia–. Desde ahora te


cazaré igual que los demás... A ti y a todo lo que lleves contigo.

Diciendo esto da media vuelta para perderse entre los árboles mientras que
Jungkook solo podía pensar en una cosa.

Jimin estaba en peligro.

021.

Un día antes del vídeo.


Jimin estaba feliz, allí mientras entrelazaba sus dedos con los de Jeongguk se
sentía completo.

Las clases ya habían terminado y ellos habían caminado hasta un hermoso


parque que se ubicaba en los alrededores. Tontearon todo el camino, los besos
no faltaron y parecía que todo estaba perfecto. Jimin actuaba como una
colegiala enamorada a la que por fin le correspondían los sentimientos. Cada
vez que miraba a Jeongguk sentía una corriente electrica danzando por espina
dorsal avisando que estaba más que ido por ese chico. Le quería y mucho.

Decidieron recostarse en el césped del parque, Jeongguk se estiró sobre su


espalda mientras que Jimin se acomodó sobre el pecho de este. Los dedos del
castaño recorrían su espalda estremeciéndolo con suavidad. No podía evitar
sentirse pequeño allí y que le gustase esa sensación, todo estaba tan tranquilo
que uno se podía perfectamente ahogar en la paz del momento.

Eso hasta que una mujer apareció corriendo y pidiendo ayuda.

Jimin se levanto al igual que Jeongguk, ambos miraban la escena sin entender
hasta que la mujer se les acerco. Se veía que era presa del pánico y aunque
Jimin intentaba calmarla apenas se le podía entender lo que estaba diciendo.

– Por favor, conserve la calma –pide y la mujer parece no escucharlo–. Dígame


qué paso para llamar a la policía.
– ¡S-se la llevaron! –chilla la mujer mientras llora– ¡S-se la llevaron esos
malditos!

– ¿A quién se llevaron? –Insiste Jimin mientras siente que Jeongguk apreta el


agarre en su cintura.

– ¡U-unos m-malditos payasos! –grita antes de romper en llanto– ¡M-me


amenazaron, ellos van a matarla!

– ¿Disculpe?

Parecía una maldita broma pero conforme pasaba el tiempo la mujer empezaba
a articular mejor cada palabras. Según ella estaba en el centro comercial con su
amiga y fueron emboscadas en el estacionamiento por unos tipos vestidos de
payasos. Aclaró que al principio pensó que se trataba de una broma, como
estas que se podían ver en internet a diario, hasta que uno de ellos saco un
cuchillo apuntando directo a la garganta de su amiga. Allí todo se descontroló,
subieron a su amiga a una camioneta negra sin patente mientras que ella
alcanzó a golpear a quien la sujetaba para salir corriendo. Aunque uno de ellos
la persiguió logró perderlo por las calles transitadas de la ciudad.

Todo parecía sacado de una película, pensaba Jimin.


– Llamaremos a la policía y te acompañaremos hasta la estación para que te
sientas más segura –dice Jimin–. Ellos encontraran a tu amiga, estoy seguro.

Así fue como acompañaron a la mujer hasta la comisaría. A ella le tomaron una
declaración y Jimin tuvo que hablar con los oficiales sobre el estado en que la
habían encontrado. Todo era muy confuso y aunque quería seguir creyendo que
todo era parte de una broma de mal gusto parecía que todo se estaba volviendo
bastante serio. En todo momento se aferro de la mano Jeongguk, aquello le
hacía conservar la calma y sentirse mucho más seguro para hablar con los
oficiales.

Las horas pasaron y la policía le indicó a ambos que podían retirarse aunque no
sin antes exigirles mantener el silencio sobre toda la situación o podrían afectar
la investigación. Jimin asintió aunque no entendía mucho el tema, simplemente
se apoyo en el brazo de Jeongguk para salir de allí. Entendía que no quisieses
que el asunto se hiciera público y que la gente comenzará a entrar en pánico,
más que mal aquellos vídeos de payaso haciendo bromas se estaban haciendo
bastante populares en la ciudad durante los últimos días.

Durante el trayecto hacia su hogar parecía que a ambos le habían comido las
lenguas los ratones. Jimin iba mirando sus propios pies asumido en sus
pensamientos sobre lo que acababa de pasar mientras Jeongguk se limitaba a
acompañarlo a casa.

– ¿Estas bien? –Pregunta el castaño y parece que Jimin fue arrastrado a este
mundo de sopetón.
– Sí... Solo estoy preocupado.

– ¿Por ella? La policía la mantendrá segura.

– Lo sé, pero todo este tema me causa escalofríos. ¿Sabes que Seung aún no
aparece? Quizá le paso algo parecido, esa gente podría ser peligrosa.

Jeongguk para en seco para mirar a Jimin directamente a los ojos.

– No te preocupes por el. Tu mismo dijiste que era muy irresponsable y de


seguro se fue por su cuenta, ¿no?

– Sí –replica Jimin–. Pero ya ha pasado mucho tiempo desde que no hay


noticias de él y ahora pasa esto, quizá...

– Debes estar tranquilo –le interrumpe Jeongguk–, esto no tiene nada que ver
con Seung.

– Todo es tan aterrador...

– A ti no te pasará nada, ¿vale? –Jimin siente como Jeongguk entrelaza los


brazos en su cintura acercándolo a su pecho– Esto es una broma bastante
idiota, pero yo me preocuparé de que nunca te ocurra nada. Eres mío, confía en
mí.

– ¿Lo dices enserio?

Jeongguk toma con sus manos la cara de Jimin depositando un beso suave
sobre sus labios. Allí al más bajo se le olvidaba todo, quería dejarse caer en los
brazos del castaño para siempre y así olvidar todo lo malo que este mundo
moderno le mostraba. Seguridad era lo único que se permitía sentir cuando su
piel rozaba con la de Jeongguk.

– Lo digo enserio –dice Jeongguk cuando sus labios se separan–. No dejaré que
nadie te toque nunca, ni un solo cabello de tu cabeza.

Jimin asintió y sonrió.

– Te quiero –susurra mientras Jeongguk le abraza.

– Te quiero más, Jimin.

Era sofocante el montón de secretos que habían entre ellos y Jeongguk era el
único que lo notaba. Podrían tener una relación normal, dos chicos demostrando
lo mucho que se necesitaban ante la mirada atenta de los demás, pero el
castaño se lo prohibía a si mismo aquella pizca de amor en su vida. Jeongguk
estaba tan obsesionado con aquella parte oscura suya que se sentía incapaz de
hacerla un lado par ser verdaderamente feliz junto a Jimin.

El resto del camino estuvieron lo más juntos que pudiesen. Jimin ahora se
sentía mucho mejor y cuando se despidió de Jeongguk para irse a dormir sintió
que no habría otra cosa que dulces sueños en su descanso.

Aunque no tenía idea de lo que pasaría al otro día.

022.

Dos semanas después del vídeo.

Jungkook jamás corrió tanto y es que no tenía opción. No pudo


deshacerse de Taehyung porque se había quedado sin balas en su arma y
no estaba dispuesto a dejar que el llegase primero hasta la cabaña. Si
hubiese traído un cuchillo consigo de seguro lo hubiese degollado vivo
pero ni siquiera eso tenía para defenderse, la única opción que tenía era
comenzar a correr para dejarlo atrás y llegar al lado de Jimin antes de que
fuese demasiado tarde.

Sus piernas y pecho ardían pero sin importar nada siguió con su carrera
hacia la cabaña. En su mente lo único que se decía a si mismo era que que
no podía dejar que algo le pasase al chico ahora que había aceptado sus
sentimientos por el. Jimin había accedido a quedarse a su lado y aunque el
futuro era incierto no dejaría la oportunidad de ser feliz al lado de este
último.

Lo amaba demasiado.

No quedaba mucho camino, ya se estaba acercando al centro del bosque


donde estaba ubicada la cabaña. Tendría que decirle a Jimin que harían un
viaje muy largo, saldrían de la ciudad para comenzar una nueva vida en
algún otro lado. Sin importar que todo estuviese en contra de ambos,
Jeongguk debía asegurarse de entregarle a Jimin un nuevo comienzo
donde pudiesen vivir su retorcida historia de amor. Si no se alejaban de allí
ese mismo día la policía daría con ellos o peor... Taehyung.

•••

Jimin tenía la cabaña para el solo y estaba forzando la puerta para escapar.

A pesar de que se había ganado la confianza de Jeongguk el chico seguía


cerrando las puertas de la cabaña con llave cuando todo el equipo salía,
según el para que sus compañeros no dijeran nada de sobre sus
decisiones aunque Jimin tenía claro que no era solamente por eso.
Jeongguk aún tenía miedo de que el se fuese.

No se equivocaba.

Había encontrado una herramienta bastante pesada que usaban para


arreglar los automóviles y con eso estaba forzando la puerta de la
habitación. El tiempo se le agotaba, tenía que salir de allí para volver a
casa y delatar a Jeongguk por todos sus crímenes. Aquel era su plan, la
única salida que existía y la forma de asegurarse de que toda esa pesadilla
se acabara... Pero había veces en que se quedaba quieto cuando
recordaba al castaño pidiendo que se quedase.

Jimin sentía que ya se estaba volviendo completamente loco. No podía ser


que creyese en las palabras de un maldito psicópata que lo secuestro, no
se lo podía permitir. Jeongguk le había quitado todo, estaba aterrorizando
a la ciudad y uno de sus compañeros le había disparado a Namjoon. El
chico fue capaz de hacer realidad los peores miedos de Jimin y aún así se
estaba metiendo bajo su piel sin permiso alguno.

Se obligaba a si mismo a seguir golpeando la puerta. Tenía una lucha


interna que podía marear a cualquiera y por ello las lagrimas comenzaban
a deslizarse por su rostro. Lo único que Jimin quería era olvidar los
recuerdos de como se enamoró de Jeongguk y odiarlo ahora que conocía
su verdadero ser. Pero por más que lo intentaba siempre había una parte
de él que trataba de justificar los actos del castaño haciéndole sentir preso
de sus propios sentimientos.
"Debo salir de aquí", se decía a si mismo.

"Pero quieres quedarte con él", se burlaba su conciencia.

Soltó un grito ahogado. Mucho había cambiado en su vida de la noche a la


mañana y parecía que nada volvería a ser lo mismo aunque volviera a su
rutina normal recuperando su libertad. A lo que más le temía Jimin era a no
poder olvidar nunca Jeongguk, el chico era su primer amor y parecía que
se había apoderado de su corazón por completo. ¿Como combatir eso?

Dio un golpe contra la puerta que aflojó la manilla pero se detuvo porque
escucho ruidos dentro de la cabaña. Jimin se quedo quieto, no pensó que
llegarían tan rápido. Escondió la herramienta la cama para no ser
descubierto y luego se sentó sobre esta, debía parecer que no había echo
nada mientras se quedó encerrado.

Los pasos que se oían por los corredores eran frenéticos y eso asustaba a
Jimin. No tenía idea de que pasaba o de quien había entrado a la cabaña
pero sabía que no era nada bueno. Apenas diviso una sombra entrando
por debajo de la puerta su corazón comenzó a latir muy rápido gracias a un
mal presentimiento.

Pero cuando se abrió la puerta vio a Jeongguk.


Un muy asustado Jeongguk.

– Debemos salir de aquí, ahora –fue lo único que le dijo.

Jimin jamás había visto a Jeongguk perder la cordura. Siempre se mostró


fríamente calculador al momento de enfrentar una situación pero ahora
parecía un ciervo temeroso metiendo un montón de cosas a la mochila que
traía colgada. Se le quedó mirando porque hace bastante no veía aquel
traje de payaso sobre le cuerpo de Jeongguk, el cual en este minuto estaba
manchado de sangre.

– ¿Qué ha pasado? –Pregunta susurrando y temiendo la respuesta.

Jeongguk lo mira y en ese momento se ve muy joven. Parecía que volvía


ser el chico de 18 años años que aún no tenía idea del mundo, que solo
necesitaba cariño para estar bien.

– Todo salió mal. Taehyung vendrá por mi y para hacerme daño es capaz
de herirte, no lo voy a permitir.

Sabía que el castaño estaba asustado, lo podía notar en su labio


tembloroso y la respiración entrecortada. Jimin sintió ganas de estrecharlo
en sus brazos para darle a entender que no estaba solo, que no había nada
a que temer... Eso hasta que se dio cuenta que ahora las puertas de la
cabaña estaban abiertas.
Entre el ajetreo Jeongguk había dejado todo abierto y si corría podía
escapar de allí para olvidar de una vez por todas la pesadilla a lo que lo
habían sometido.

No pudo moverse. Jeongguk seguía mirándolo con aquellos ojos llenos de


pánico. Jimin luchaba por tomar una decisión, si se iba de allí volvería a su
vida recuperando su libertad pero perdería a su único amor, quien era
capaz de ponerle el mundo de cabeza. Tendría que dejar Jeongguk solo sin
tener idea alguna si sobreviviría cuando Taehyung lo encontrase,
preguntándose el resto de sus días si el chico seguía en este mundo.

¿Y si se quedaba?

Aquello era incierto. Si se quedaba allí estaba aceptando la naturaleza


psicópata de Jeongguk, estaba involucrándose en algo que para el estaba
más que incorrecto. Pero estaría con el... Con su chico, quien estaba
enterrado detrás de toda esa maldad. Simplemente no tenía idea de que
hacer.

– Ven aquí –dice Jeongguk abrazando a Jimin para acercarse a su oído–.


Se que te pedí que te quedaras a mi lado y fuiste muy valiente al hacerlo. A
cambio de eso te prometo que te pretegere sin importar el costo... Te amo
demasiado, Jimin.
Iba a responder, iba a decir algo pero fue interrumpido por el teléfono de
Jeongguk. Parecía que todo se había quedado en silencio, no querían
moverse pero el castaño se metió la mano al bolsillo para leer el último
mensaje que le había llegado. Desde la posición que dejó su brazo ambos
podían leer perfectamente el mensaje que venía de parte de Taehyung.

TaeTaeRedrum:

Los policías están rodeando la cabaña. Matarte era muy poco, espero que
te pudras en la cárcel lejos de tu ratoncito. Lo arruinaste todo, Jungkook.
Espero que el chico corra lejos de ti porque le dije a los oficiales que era tu
cómplice, ya verás que el nunca arriesgaría la vida por ti. Disfruten sus
últimos segundos juntos.

Y Jimin pudo escuchar los autos policiales entrando al terreno mientras


que Jeongguk se aferraba a su mano con miedo.

– ¡Salgan de ahí con las manos en alto! –Gritaban desde afuera.

Todo se había acabado.

023.
El día del vídeo.

Jimin tragó saliva, no podía creer lo que había visto en directo a través de
la televisión. Hace menos de un día se había topado con la mujer del
parque que aseguraba haber sido atacada por hombres vestidos de payaso
y pensó que todo quedaba allí, que había sido algo una vez. Ahora el
maldito líder de los sádicos subía un vídeo a internet después de perpetrar
la masacre más grande que la ciudad había visto. Jimin apenas podía
respirar bien, tenía mucho miedo de que se cumpliese lo que el psicópata
decía y que nadie pudiese estar a salvo.

Subió las escaleras de su habitación y lo primero que buscó fue su


teléfono. Se sentía tan nervioso que se le dificulto marcar el número de
Jeongguk sobre la pantalla. Espero escuchar la voz de su chico al otro
lado de la línea temblando como una hoja de papel, necesitaba un poco de
él para mantener la calma.

– ¿Jimin? –Dice Jeongguk al contestar y el nombrado suspira aliviado.

– ¿V-viste las noticias? Ha-hablaron de los payasos, l-lo que decía la mujer
era verdad.

Jamás había sentido tanto miedo en su vida. En la ciudad jamás se veían


cosas como esa, todo era muy tranquilo y apenas había incidentes que
involucrasen muertes, además que la mayoría se trataba de robos que se
salieron de control. Jimin estaba siendo preso del pánico porque gracias a
la amenaza de el tal "Sr. Payaso" sentía que no podría estar tranquilo en su
propia casa.

– Sí, lo vi –contesta Jeongguk–. Pasaron el vídeo en la televisión...

– Tengo miedo, Jeongguk. Mataron a muchas personas y han estado


secuestrando a otras –la voz de Jimin suena asustada a más no poder–
¿C-crees... Crees que hoy puedas quedarte en mi casa? Te necesito aquí...

– Estaré allá en veinte minutos.

Y Jimin sonrió.

•••
La mayor parte de la tarde la pasaron sobre la cama. Jeongguk hablaba de
cualquier tema para despejar la mente del más bajo y este lo agradecía.
Necesitaba olvidar el asunto de los payasos asesinos o sentía que se
volvería loco.

No sabían muy bien como las cosas habían cambiado de un momento a


otro pero ahora Jimin estaba sobre el regazo de Jeongguk repartiendo
besos en el cuello de este. Para el castaño Jimin era una droga a la que no
se podía negar aunque contase con toda la fuerza de mundo. Le era más
fácil disfrutar de los suaves labios de Jimin posándose sobre su piel lo
cual le brindaba un exquisito cosquilleo en la parte baja del estomago.

Jimin mordió un poco el cuello de su chico sacandole un gruñido parecido


al de un animal. No pudo evitar sonreír, le gustaba saber que el podía
provocar esas cosas en Jeongguk, eso le demostraba que el castaño era
completamente suyo.

Jeongguk por su parte se dedico a desvestir a Jimin de forma tortuosa


dejando besos en cada rincón de piel descubierta. Se había obsesionado
con buscar los puntos débiles del chico, cada vez que le palpaba algún
lugar del cuerpo pasaba la yema de sus dedos por sobre la ropa interior de
Jimin para sentir el momento exacto en que el más bajo comenzaba a
humedecerla gracias al placer.

La habitación comenzaba a llenarse de gemidos y agradecían que la casa


de Jimin estuviese vacía, así podían darse la libertad de dejar salir todo lo
que el otro les hacía sentir. Jeongguk viajó con sus manos hasta las
nalgas del más abajo, apretando con fuerza para ver como a este se le
curvaba la espalda dejándolo en la posición más erótica que el castaño
había visto.

– Exquisito –susurraba en el oído de Jimin–. Eres exquisito.

Jimin comenzó a mover las caderas con más ímpetu, quería sentir el
miembro de Jeongguk cerca de su entrada. Ante la petición el más alto se
deshizo de los boxers para dejar al descubierto el miembro erecto de
Jimin. Jeongguk paso su mano bombeando lentamente el pene del chico,
con el pulgar derecho empezó a masajear el glande del más bajo
provocando que este temblara de placer bajo su peso.

– ¿Te gusta? –Pregunta con una sonrisa socarrona en los labios– Dime
que te gusta, Minnie.

– Sí –contesta el chico con los ojos cerrados y la boca abierta–, sí me


gusta, amor.

El apodo cariñoso hizo que la sangre de Jeongguk hirviera y rápidamente


inserto dos de sus dedos en la estrecha entrada de Jimin, abriéndose paso
a través del canal mientras se ganaba cumplidos sucios de parte de su
chico. El mas bajo abría más sus piernas para sentir mucho más adentro
los intrusos que su chico le estaba brindando. Jeongguk estaba deleitado
viendo como las caderas de Jimin se movían de forma rítmica ayudando a
que sus dedos llegasen al punto que lo volvía loco.
Cuando lo sintió listo Jeongguk se posiciono entre las piernas de Jimin
penetrándolo con una estocada certera. El más bajo chillo aferrándose a
las sabanas de su cama mientras sentía el aliento desenfrenado de
Jeongguk en su pecho. Era en momentos como esos que la cordura del
castaño parecía perderse por completo y que un animal sediento de deseo
tomase su lugar. El ritmo de las embestidas era rápido, cada vez más
profundo. Jimin no estaba seguro de si podría soportar tanto placer.

Allí, cuando el más bajo estiro su cuello hacia atrás disfrutando de las
exquisitas sensaciones que le brindaba el momento la parte oscura de
Jeongguk se hizo presente. Ni siquiera pensó cuando estiro las dos manos
con las que afirmaba las caderas de Jimin hasta el cuello de este. Al
principio acaricio con fuerza la piel de esta zona pero después fue
cerrando los dedos con lentitud alrededor de la garganta. Jeongguk
aumento el ritmo de las penetraciones al igual que la ahorca que tenía
sobre Jimin.

Y a este último comenzó a faltarle el aire.

Todo era tan confuso. El más bajo no sabía si asustarse o seguir perdido
en el placer. Cada estocada que Jeongguk daba su interior tocaba aquel
punto sensible que le volvía loco y el hecho de que las manos fuertes del
castaño le estuviesen cortando de a poco el aire que se dirigía a sus
pulmones parecía no hacer otra cosa que aumentar el placer que le
envolvía.
Jeongguk estaba frenético, ver a Jimin tan entregado a el lo llevo a los
limites menos pensados. Dando las últimas estocadas apretó una última
vez el cuello del chico sintiendo como este se corría sobre su abdomen y
luego como el mismo liberaba su semilla en el interior de Jimin.

– ¡Ah, Minnie!–Grita antes de desplomarse y quedando mudo cuando la


sensación relajante post-orgasmo le invadió.

Jimin pudo haber sospechado. Tuvo la oportunidad para preguntar a que


se debía aquel raro fetiche. Pudo indagar por qué Jeongguk pareció
excitarse aún más cuando lo vio a unos segundos de quedarse sin aire. A
Jimin le sobraron motivos para preguntar que pasaba por la cabeza de su
chico pero ese era el problema...

Jamás preguntó, solo confió.

024.

Lo último que ocurrió después del vídeo.

Jimin no podía respirar ni moverse y parecía que Jeongguk estaba en el


mismo estado.
En menos de unos minutos la cabaña estaba rodeada de patrullas pidiendo
que ambos salieran con las manos en alto y desarmados. Todo parecía
demasiado irreal como para que estuviese sucediendo y por primera vez
el cerebro de Jeongguk no tenía un plan claro para salir de esto.

Parecía que todo había acabado, no había escapatoria ahora. Sin importar
cuanto demorasen en salir en el momento que pusiesen un pie fuera de la
cabaña los separarían para siempre, sin importar cuanto luchasen por no
alejarse el uno del otro. A Jimin se le encogió el corazón al pensar en eso y
estuvo seguro de que no sobreviviría si sabía que algo malo le había
ocurrido a Jeongguk.

– Mírame, Minnie–pide el castaño–. Mírame por favor.

Quedaron frente a frente. Jeongguk con las manos en la cara de Jimin y


este último con las manos sobre el pecho del más alto estrujando su traje
de payaso manchado con sangre. Allí parecía que habían retrocedido en el
tiempo a la primera vez que sus miradas se cruzaron en medio de los
corredores de la escuela. La energía que se había echo presente ese día
seguía siendo la misma al igual que aquella estática que recorría la piel de
ambos cuando sus ojos se encontraban. Desde el primer encuentro hubo
un imán entre ellos que los empujaba a estar juntos y parecía que sin
importar el peligro de la situación aquella sensación no desaparecía.

El amor podía consumir a las personas. Jimin se dejo llevar por la flama de
aquel nuevo amor mientras que Jeongguk ardió gracias a las nuevas
sensaciones que llenaban su oscuro corazón. Lo negaron mil veces por
distintas razones pero ahora ya no tenían nada que ocultar. Se amaban con
locura y el hecho de que ahora serían separados para siempre los hacía
desear la muerte a ambos.

– Escúchame –susurra Jeongguk–, tengo un plan pero debes confiar en


mí.

Cuantas veces Jimin había escuchado aquella frase salir de la garganta del
chico y parecía que sin importar las decepciones que le provocara su
corazón seguía entregándose sin pero alguno. Definitivamente estaba loco,
el amor que sentía le había echo perder la cabeza.

– No te pongas en peligro –pide Jimin tragando saliva–, si es así no quiero


seguir el plan.

– Debes confiar en mi, Minnie. Por favor.

Jeongguk sentía miedo pero aún así iba a demostrar valentía para que
Jimin se sintiese protegido. Le importaba muy poco lo que pasase consigo
mismo, mientras su chico estuviese a salvo podría estar tranquilo. Aunque
eso significase entregarse a la policía y perder su libertad para siempre.

– Sí confió en ti, Jeongguk.


Con eso el castaño cerró el pacto con un beso. El tacto estaba cargado de
sentimientos, la necesidad de estar en los brazos del otro era mucho más
grande que el océano al igual que el deseo de que todo terminase de una
vez para que pudiesen estar juntos de una vez por todas. Jimin se aferró a
Jeongguk con fuerza, sentía que apenas lo soltará lo perdería para siempre
y no estaba dispuesto a aquello. Sin importar donde se dirigiese el chico lo
seguiría, aunque llegasen hasta el fin del mundo. Por su lado, Jeongguk se
encargaba de atesorar cada centímetro del rostro de Jimin, tenía bastante
claro que de hoy en adelante sus sueños estarían adornados con aquel
semblante hasta el día de su muerte.

Cuando se separaron parecía que no había sido suficiente pero ya no


tenían tiempo. Los policías estaban amenazando con empezar a disparar si
ambos no salían de la cabaña en este instante. Jeongguk saco una de las
armas que tenía escondida en su mochila para luego entrelazar sus dedos
con los de Jimin una última vez.

– Recuerda siempre que te amo, Minnie.

Y al más bajo comenzaron a rodarle las lagrimas por sus mejillas.

– Lo haré porque yo también te amo, Jeongguk.

Caminaron de la mano hasta la entrada de la cabaña. Allí el castaño


deshizo su agarre para pasar su brazo izquierdo por el cuello de Jimin
apuntando el arma directo a su cuello. El más bajo no entendió la idea de
Jeongguk hasta unos segundos después y trató de zafarse de su agarre
pero le fue imposible.

– ¡No lo hagas! –Chilla Jimin esperando hacerlo entrar en razón– ¡Debe


haber otra forma!

– Así te dejarán ir, Minnie. No dejaré que nada te pase.

Y de una patada el castaño abrió la puerta. Todos los oficiales estaban


apuntando hacia ambos, el ambiente era tan silencioso y tenso que
fácilmente podrían escuchar un alfiler caer al suelo. Jimin sollozaba
eufórico en los brazos de Jeongguk, chillando para que este intentara otra
forma de salir de esta.

– ¡Si me disparan lo mato! –Grita el más alto hacia las patrullas– ¡Es mi
rehén!

Pero eso era mentira y Jimin lo sabía. Jeongguk lo hacía para exonerarlo
de las acusaciones de Taehyung, así solo el iría a la cárcel. Lloraba
sonoramente tratando se hacer entrar en razón a su chico, no quería
salvarse si a cambio debía dar la vida de Jeongguk.

– ¡Baja el arma, Jeon! –Le responde un oficial– ¡Estas acorralado!


Era verdad, habían patrullas en todo el alrededor así que no había forma de
huir. Jimin seguía retorciéndose para librarse del agarre del chico hasta
que escuchó a Jeongguk gritar una última vez. Todo lo que siguió a eso
parecía que había ocurrido en cámara lenta.

– ¡No me llevaran vivo! –Grita el castaño.

De un empujón Jeongguk tira a Jimin hacia el suelo susurrando un te amo.


El más bajo cae de espaldas contra el piso mirando a Jeongguk, sus
miradas se conectaron por última vez y parecía que los ojos cafés del
chico le pedían perdón por todo. El más bajo no pudo ni siquiera moverse
para correr hasta su amado porque un sonoro cañonazo irrumpió la
tranquilidad que existía en el bosque.

Desde su posición en el suelo bañado de fango pudo divisar el momento


exacto en que Jeongguk levanta su arma contra la policía y un oficial le
dispara dos veces dándole primero en el hombro y luego en pecho.
Gracias al impacto el cuerpo de Jeongguk cae sobre el piso comenzando a
sangrar mientras que el grito de Jimin resuena en todo el lugar. Aquel
chillido era el de un alma rota que había perdido al amor de su vida.

El Sr. Payaso había dejado de existir.

Finale.
Un mes después de que todo terminara.

Jimin miraba por la ventana como el verano había llegado con un sol que
irradiaba una luz brillante y bella. A veces deseaba que aquel astro de luz
pudiese contagiarle un poco de aquella vibrante energía que poseía, así
todo sería más fácil.

– ¿Jimin? –Preguntan desde la puerta de su habitación. El chico gira su


cabeza encontrándose con su hermano mayor quien lo miraba
preocupado.

– ¿Sí, Namjoon? –Trataba de mantener un tono de voz normal aunque por


dentro el nudo en la garganta aún no se iba del todo.

– Iré con Jin a la tienda, ¿quieres acompañarnos?

Jimin negó con la cabeza. – Estoy bien aquí... Pero tráiganme golosinas,
por favor.

– ¿Seguro que estas bien, hermano?

Esa pregunta se la hacían al menos diez veces al día en su casa y el


psicólogo que comenzó a ver hace dos semanas la hacía unas diez veces
más. Jimin le decía a todo el mundo que estaba perfectamente bien,
dispuesto a recuperar su vida de antes para ser el mismo chico sonriente
de siempre. Lo anterior no era otra cosa que una mentira enorme porque
Jimin estaba demasiado roto y no tenía idea de si alguna vez volvería a
estar completo.

Después de que le dispararan a Jeongguk, Jimin fue metido a una patrulla


de la policía. Lo interrogaron día y noche, aunque el estuviese catatónico
sin hacer otra cosa que llorar. Después de informarle a su familia de que se
encontraba con vida Jimin fue llevado a casa siendo liberado de todos los
cargos que se le imputaban al no tener pruebas en su contra. La policía
solo había hallado señales de su secuestro, validando así su testimonio
ante un juez.

No mentiría al decir que se alegró al ver a su hermano con vida cuando


llegó a casa, aquella era una de las dudas que no lo habían dejado dormir
durante el último tiempo y al menos eso alivio un poco la angustia que
sentía.

En las noticias daban el reportaje completo de como se había


desmantelado la organización de psicópatas que había atemorizado a la
ciudad en un operativo policial. Su nombre salía en los encabezados como
una de las victimas que había sobrevivido a aquel infierno, justo al lado de
la foto del líder de los payasos asesinos quien murió durante la redada.

Jimin había perdido a Jeongguk.


La prensa informaba que a pesar de que lo llevaron en una ambulancia
hasta el hospital murió en este gracias a una complicación durante la
operación a la cual fue sometido de urgencia. Jimin había perdido la
cuenta de cuando días lloró de forma seguida ante el recuerdo de su chico
cayendo sobre el piso manchado de sangre, le atacaba como pesadilla y
no sabía si alguna vez podría volver a dormir tranquilo.

Su familia preguntaba que había pasado durante su encierro más el no


respondía las preguntas. Ellos pensaban que sus llantos se debían a las
atrocidades que presenció y Jimin prefería que fuese así. Su amor
desquiciado por Jeongguk quería guardarlo solo para si mismo en un
rincón de su corazón.

– Sí, Namjoon –le responde a su hermano–. Ve tranquilo y tráeme mis


golosinas.

Su hermano asiente dejándolo sin compañía en la habitación. Era la


primera vez que lo dejaban completamente solo en la casa después de lo
ocurrido, si no eran sus padres quienes cuidaban de el eran Namjoon o Jin
y aquello ya le estaba frustrando de sobremanera. Jimin disfrutaba
demasiado de la soledad, allí las lagrimas por Jeongguk podían correr de
forma natural sin que nadie le preguntase que ocurría con el. Era el único
instante en que podía sacar toda la pena que llevaba dentro.

Después de haber vivido algo tan horrible e intenso el psicólogo de Jimin


le decía que la recuperación demoraría pero llegaría. Aquello le daba una
esperanza al chico, quizá algún día podría volver a tener una vida normal y
que el recuerdo de Jeongguk ya no doliese tanto. Al menos eso le servía
para levantarse por las mañanas, intentando ser feliz otra vez.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del timbre. No pudo


evitar soltar un suspiro frustrado porque de seguro a Namjoon se le habían
olvidado las llaves como siempre. Esperaba que Jin le diera un buen golpe
a su hermano por ser tan despistado.

Jimin bajo las escaleras y tomando el llavero colgado en el perchero entre


sus manos para luego abrir la puesta de la entrada. En el momento en que
desliza el pedazo de madera hacia atrás para molestar a Namjoon por su
memoria a corto plazo siente una mano que se posiciona sobre su boca,
todo paso muy rápido y el olor a sangre inundo las fosas nasales de Jimin
como si de fuegos artificiales se tratasen.

Fue empujado hacia atrás y estampado contra la pared por un hombre que
llevaba pasamontañas. Jimin comenzó a gritar como loco pero fue en
vano, el intruso lo sujetaba fuertemente dejándolo completamente
inmovilizado y sin poder decir ni un susurro.

– No sabes cuanto espere a que te dejaran solo, Minnie.

Y cuando escucho esa voz casi se le salió el alma del cuerpo porque la
reconocería aunque kilómetros lo distanciasen de ella.
El intruso sonríe a través del pasa montañas y acto seguido se deshace de
el dejando ver una cabellera tinturada con un rubio platinado, unos ojos
que llevaban lentes de contacto azules puestos y una sonrisa socarrona
que le volvía loco. Jimin miraba a quien estaba frente a el negando con la
cabeza frenéticamente, ahora si que había perdido la poca cordura que lo
aferraba a la realidad.

Porque el tipo que estaba frente a el no podía ser Jeongguk, su chico


estaba muerto.

– Debes mantener silencio, Minnie –le pide el ahora rubio–. Te explicaré


todo.

Jimin asiente desconfiado y Jeongguk aleja su mano de la boca de este. El


cuerpo entero del más bajo comenzó a temblar porque podía sentir el
cuerpo del chico contra el suyo pero eso era imposible. La gente no
resucitaba y los fantasmas no existían.

– Se que no entiendes nada –susurra Jeongguk–. Es una enorme mierda


pero te juro que he echo todo para volver a estar contigo otra vez.

– E-Ellos –articula Jimin–, e-ellos dijeron que habías muerto.

– Me escape cuando me llevaron al hospital. Le robe un escalpelo a la


enfermera para quitarme las esposa y asesinar al que me cuidaba, luego
mientras todos dormían bajé por las escaleras de emergencia hasta el
estacionamiento. Trate de robar un auto pero las alarmas se encendieron
así que tuve que correr hacia el bosque, casi me desangré en la huida pero
pude llegar a la casa de un conocido mío que trato mis heridas aunque
sigo con dolor.

Jimin estaba absorto en el relato más habían detalles en la historia que no


le cuadraban.

– ¿Y por qué... Por qué dijeron que moriste?

– ¿Y sembrar el caos en la población porque no lograron atrapar a un


moribundo? La policía no se lo permitiría. Solo pusieron a gente para
vigilarte pero me deshice de ellos en un santiamén... Por cierto, lo siento si
te manche con su sangre.

Jimin se pasa la mano por la cara sacando cualquier residuo que el liquido
oscuro pudiese haber dejado sobre su piel. Tenía asco y el corazón le latía
a mil por hora.

– Pero por qué no me dijiste... –le reprochó–Yo estaba muriendo por ti,
lloré día y noche sin descanso pensando que te había perdido.

– Lo sé, Minnie –dice Jeongguk juntando frente con frente como si buscara
calmarlo de alguna forma–. Lamento haberte echo esperar pero tu familia
estaba encima tuyo todo el tiempo, estuve vigilando fuera de tu casa desde
que me pude levantar de la cama para ver el momento en que te pudiese
llevar conmigo.

En ese momento los ojos de Jimin que se cerraron ante el contacto que le
provocaba la piel de Jeongguk se abrieron de par en par. El chico venía
llevárselo consigo y el no estaba seguro si podría soportar aquella
pesadilla de nuevo.

– Yo no... Yo no sé, Jeongguk.

– Se que sientes lo mismo que yo, Jimin –susurra entrelazando sus


dedos–. Aquellas ansias enfermas de querer estar junto al otro. El
incontrolable deseo de juntar nuestros labios. La odiosa sensación de que
no somos nada cuando estamos alejados. Sé que sientes lo mismo y por
eso te pido que vengas conmigo. No soportaría un día más alejado de ti,
mejor me pego un tiro antes que eso.

– Pero, Jeongguk...

– Te estoy dejando decidir. No tengo mucho que ofrecer y soy un maldito


enfermo, lo sé. Pero me enamoré de ti como no tienes idea, eres y siempre
serás mi única debilidad. Si te tengo a mi lado siento que soy invencible
pero cuando estas lejos todo se derrumba a mi alrededor. Por eso te pido
que vengas conmigo, se parte de mi vida enferma porque eres la única luz
que necesito para no perderme.
Jimin miraba al chico, su chico. Había mucha información y sensaciones
por procesar, aquello le mareaba sin dejarlo pensar con claridad. Lo único
que tenía claro era que Jeongguk tenía razón, el sentía todo eso y más.
Ahora que tenía al más alto a su lado otra vez parecía que su corazón
había despertado para volver a latir. Lo amaba, lo amaba con una locura
enferma porque ya no le importaba si Jeongguk era un psicópata, con tan
de estar a su lado sería capaz de limpiar las manchas de sangre que lo
inculparan.

Y por eso dijo:

– Te sigo a donde sea.

Jimin perdió la cordura por amor.

Jeongguk encontró a su perfecto secuaz de asesinatos.

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