Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민
Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민
Sr. Payaso ◆ Kookmin ; 국민
Preludio.
Jimin estaba viendo el televisor expectante. Hace más de una hora habían
mostrado una noticia de ultimo minuto sobre una masacre ocurrida en las
afueras de la ciudad. Habían 6 muertos, todos degollados y desmembrados a la
vista de quien pasase por la carretera sur. La policía no había apresado a los
culpables pero sí pudieron identificarlos gracias a testigos como hombres
vestidos de payasos.
Sí, payasos.
Todos creían que se trataba tan solo de una broma pesada y de mal gusto, no le
dieron importancia hasta que la ola de asesinatos comenzó. Durante ese mes
habían desaparecido más de cinco personas y ahora ocurría aquella masacre
horrible.
Diciendo eso la pantalla se vuelve negra y luego aparece una habitación con
una persona mirando fijamente la pantalla.
Había música de carrusel de fondo lo que hacía que la imagen pareciera una de
estas películas de terror que causaban pesadillas durante días a Jimin.
Llevaba un traje típico de payaso color azul vibrante con listones rojos que
estaban gastados y manchados con lo que parecía ser sangre. Los ojos
amarillos miraban hacia el frente de forma fija, por un segundo sintió que
traspasaban la pantalla.
Jimin traga saliva sonoramente, sentía como el terror inundaba todo su ser
mientras el hombre hablaba.
Jimin jamás pensó que algo como eso pasaría en la vida real, todo era tan irreal
que seguía pareciendo un mal chiste.
– Sin más preámbulos me retiro –el payaso estira la mano despidiéndose– que
comience la cacería y recuerden, todos ustedes son nuestras presas.
001.
– Solo digo que prefiero ver una comedia o algo así –responde tratando de
sonar como una niñita asustada.
– Siempre vemos de esas, Jimin. Además Jin vendrá y necesito una excusa
para abrazarlo... Coopera, por favor.
Jimin frunce el ceño porque el que saldrá perdiendo para que Namjoon pueda
tener un momento a solas con uno de sus mejores amigos será el... Pero a
pesar de semejante injusticia recuerda que a Jin también le gusta Namjoon así
que debía hacerlo por su amigo.
Jimin asiente para luego irse al pasillo número ocho. Apenas comenzó a buscar
se dio cuenta de que había. muchas marcas de ketchup y como él era un chico
indeciso estuvo un buen rato decidiendo entre cuál debería llevar.
Empezó a leer cada etiqueta para ver si había alguna diferencia entre los
ingredientes cuando escucha el grito de Namjoon.
– ¡Apúrate, ChimChim!
– ¡Ya voy! –grita de vuelta sin dejar de mirar la etiqueta del ketchup.
Gracias a no estar atento por donde iba caminando Jimin chocó de bruces con
alguien más haciendo que el paquete que traía en sus manos saltara de sus
brazos dejando un gran desastre en el pasillo mientras él caía sentado sobre tu
trasero.
Miro lo que había pasado y por un momento estuvo a punto de soltar algunos
insultos contra la persona con la que había chocado hasta que se dio cuenta de
quien era.
No, Jimin no estaba preparado para que el chico que le gustaba hacía más de
cuatro años chocará con el justo en ese instante. Aquellas cosas solo pasaban
en los libros juveniles que a veces sacaba de la biblioteca pública. Jeongguk
jamás le había hablado así que no pudo evitar que su timidez saliera a flote
como espuma.
Aceptó la mano que el castaño estiraba hacia el pensando en cómo podía salir
corriendo de allí sin que el lo notara.
Bueno, eso era de esperarse porque Jimin era invisible para el chico.
Jeongguk era popular en la escuela, todo el mundo quería hablar o sentarse con
el aunque este no le importará en lo más mínimo ya que siempre andaba solo
por los pasillos. Jimin siempre pensó que su popularidad se debía a lo
misterioso que se comportaba, habían rumores que decían que formaba parte
de una pandilla y hasta una vez escucho que su familia era parte de una mafia
secreta.
Lo único claro que había sobre Jeongguk sería lo guapo que era con su cabello
castaño, brazos fuertes y sonrisa de conejo. Desde que Jimin lo había visto
llegar a la escuela hacia ya cuatro años había caído rendido a los encantos del
chico, se comportaba como una adolescente hormonal cuando Jeongguk estaba
cerca más nunca cruzaron palabra... Hasta ese día.
El moreno mira a quien se encontraba al lado de Jimin y abre los ojos como
platos. Namjoon sabía que Jeongguk era el amor platónico de Jimin y jamás
pensó verlo ahí junto a su pequeño hermanastro.
– Tan torpe que eres ChimChim –dice Nam haciendo que Jimin se sonrojara– Lo
siento tanto, mi hermano es un poco torpe.
Jimin mira al piso avergonzado a más no poder, primera vez que lograba que
Jeongguk le hablase y Namjoon lo estaba arruinando.
Y ahora la cara de Jimin estaba de los colores del arcoiris. Jamás pensó que
Namjoon sería tan atrevido como para invitar a Jeongguk a su casa cuando
apenas había cruzado palabra con el hace un rato.
– Suena genial –dice Jeongguk– pero tengo cosas que hacer... Quizá para otra
ocasión.
Jimin no pudo evitar sentirte un tanto mal, le hubiese gustado mucho que
Jeongguk aceptara la invitación de Namjoon.
– Tranquilo, será para la próxima –le dice Namjoon– ahora debemos irnos,
ChimChim.
Decir que le estaba dando un ataque al corazón era poco. ¡Jeongguk sabía su
nombre!, ahora Jimin podía morir en paz.
002.
Ahora comenzaría la verdadera diversión, eso era lo que Jungkook había estado
esperando desde que había decidido emprender aquella peligrosa aventura. Las
personas que habían desaparecido apenas eran el comienzo para la gran ola de
asesinatos que el castaño tenía prevista. Solamente un loco era capaz de crear
un grupo de sádicos con sed de sangre por mera diversión.
Y justamente eso había hecho Jungkook.
Desde que era niño sus padres notaron lo extraño que era y decidieron llevarlo a
ver un psicólogo el cual fue el encargado de entregarles su diagnostico. Apenas
tenía seis años y ya era considerado como un enfermo. Jungkook tenía claro
que algo malo había en el porque sus padres lo apartaban a causa de la
vergüenza que les daba tener a un hijo con aquellas condiciones.
Mientras que los niños de su edad dibujaban, jugaban con autos o simplemente
interactuaban entre ellos, Jungkook se encerraba en su habitación a leer sobre
psiquiatría para así conocer mucho más sobre su enfermedad llegando a ser un
experto en la materia, gracias a eso pudo ocultar a la perfección los síntomas.
No fue sino hasta los 14 años que por primera vez mato a una persona, bueno a
dos.
Cuando la señora Jeon vio a su hijo con el cadáver del pobre animal a un lado y
su camiseta llena de sangre entro en pánico.
Así que de forma tranquila se colocó unos guantes de plástico que tenía ocultos
debajo de su cama más una sudadera que ocuparía solo esa vez. Tomó el
cuchillo y lo guardo en el bolsillo derecho para comenzar a bajar la escalera.
– Es por tu bie...
No pudo terminar la frase porque Jungkook la apuñalo en la espalda seis veces
seguidas para luego dejarla caer en el frío piso de la sala y así se desangrara
hasta la muerte.
Su padre fue una tarea mucho más fácil. Apenas llego a casa se arrodilló a un
lado del cuerpo de su esposa llorando y en medio de la conmoción Jungkook se
acercó a él para luego dispararle directo en la sien con el arma que ellos
guardaban en el sótano en caso de alguna emergencia.
Jungkook ordenó todo para que pareciera un crimen pasional. La policía llego y
el les contó una historia falsa sobre maltrato conyugal entre sus padres, dijo que
el señor Jeon había apuñalado a su madre por celos y luego se había quitado la
vida.
Fue enviado a casa de un tío que vivía en Busan, el cual era un hombre de
negocios ocupado que no veía casi nunca. Prácticamente vivía solo y eso le
daba muchas libertades de las que disfrutaba plenamente, una de ellas era ser
parte de un foro de sociopatas en internet. Al principio, -más o menos hasta que
Jungkook cumplió 17-, todo era hablar sobre las fantasías que tenía cada uno
sobre asesinatos en masa, no pasaban de juntarse de vez en cuando para
matar a algún animal indefenso. Pero Jungkook no quería seguir soñando...
Quería que las cosas que imaginaba en su cabeza enferma fuesen reales.
JJungKook1997:
TaeTaeRedrum:
Te escuchamos, Kook.
Aquello apenas eran ligas menores y el chico quería avanzar de nivel. Su meta
era aterrorizar a la ciudad entera por miedo a él y sus compañeros, deseaba
quedar plasmado en historia como el asesino más despiadado que se hubiese
conocido.
Le tomo al menos dos meses convencer a los sociopatas del foro para que lo
ayudaran a cumplir su fantasía, la mayoría se acobardo pero al menos junto diez
que prácticamente lo consideraban un Dios y serían capaces de hacer lo que
sea por él. Así empezó a planear diversos ataques que dejarían a la ciudad
pasmada, nadie querría asomar ni la punta de la nariz a la calle cuando todo
comenzara.
Jungkook tenía una sonrisa de victoria en los labios porque ahora comenzaría la
parte divertida, saldría de casería junto a sus compañeros y por fin después de
tanto tiempo esperando en las sombras iría en busca de Park Jimin.
003.
Dos semanas y cinco días antes del vídeo.
Jimin se sentía nervioso, a pesar de que había practicado varias veces lo que
diría no creía que estuviese listo. Estaba en el pasillo con su espalda apoyada
en la pared mientras recordaba la conversación que había tenido con Jin un
poco más temprano.
– ¡Ya hablaste con él! –le había chillado su amigo– tienes que invitarlo a nuestra
fiesta de Halloween.
Era una tradición celebrar el 31 de Octubre juntos en casa de Jin con una gran
fiesta de por medio. Su amigo era una diva total y le encantaba organizar
eventos de ese estilo mientras que Jimin era su mano derecha en esto. Toda la
escuela sabía que aquella fiesta era una de las más esperadas durante el año.
Alcohol, música y disfraces era una combinación bastante peligrosa que a todos
les gustaba... Bueno, todos excepto Jeongguk.
Desde que aquel chico había llegado a la escuela Jimin rogaba que se
presentase en la fiesta pero jamás lo vio por ahí. En su mente diseñaba
escenarios perfectos en los que terminarían hablando alejados del ruido y
Jeongguk pasaría su brazo por sobre sus hombros para que se acercaran, pero
el castaño parecía no estar interesado en este tipo de eventos sociales.
– Tienes que hacerlo, Jimin –le dijo su amigo– está es tu oportunidad para
acercarte más a Jeongguk.
Así que por eso estaba en el pasillo esperando que Jeongguk pasase
casualmente por allí y así lo invitaría a la fiesta... Quizá, hasta podría pedirle que
fuese su acompañante.
– No va a querer, Seokjin... Jamás asiste a la fiesta, ¿no crees que esa es una
señal para dejarlo tranquilo?
– No asiste porque no tiene una razón para hacerlo, tú debes darle una.
– Hola, Jimin.
Sí era una pregunta bastante idiota pero Jin le había aconsejado que debía
buscarle conversación a Jeongguk, así se le haría mucho más fácil invitarlo a la
fiesta.
– Bien, ¿y tú?
Jimin se golpeó mentalmente, quizá esa era la razón por la que jamás había ido.
Se sintió bastante torpe por no haberse acercado antes y también por creer que
Jeongguk sería grosero con el si lo hacía, se veía a leguas que el chico tan solo
era solitario pero no un idiota.
Jeongguk suelta una risita melódica que confunde a Jimin, no sabía si eso era
una afirmación o negación.
Rápidamente hizo lo que le pidió y de paso también dejó su numero por si había
algún inconveniente antes de la fiesta. Le devolvió el teléfono a Jeongguk con
una sonrisa de oreja a oreja.
– Creo que eso es todo –susurró Jimin– te estaré esperando.
– Allí estaré.
Jimin sonríe y se va a hablar con Jin, dejando a Jeongguk solo con sus
pensamientos.
Jeon abrió su casillero para sacar un pequeño cuaderno que usaba como
agenda para sus atrocidades y anotó que estaría ocupado el 31 de Octubre, se
iba a perder una casería con sus compañeros del foro pero poco le importaba.
La verdad es que aquella invitación no estaba en sus planes pero eso no evitaba
que hiciera las cosas más interesantes, quizá ese día podría cometer alguna
travesura en honor a la celebración.
Casi era la hora y Jungkook estaba arreglando los últimos detalles del ataque de
ese día. Todo debía salir perfecto si no querían que las autoridades los
descubrieran así que se dedicó a repasar por última vez el plan.
Aquel ataque era el segundo en su lista y a pesar de que no era el más grande
de los que tenía planeado, sin duda alguna era el que más causaría impacto por
ser en un lugar tan público como el centro comercial. Jungkook sabía que tenían
que moverse con cuidado, ya había memorizado todas las salidas de
emergencia que existían en el lugar gracias al mapa que le había robado a uno
de los guardias que trabajaba allí. Taehyung y Hoseok fueron los encargados de
vaciar las armas que les daban a seguridad, así no correrían peligro de que les
dispararan. Era de mucha ventaja el hecho de que ambos trabajasen allí, nadie
sospecharía de ellos jamás porque sabían actuar muy bien.
Había maquinado todo el plan para hacer creer a Jimin que ese día ofrecerían
ayuda para poder erradicar la plaga de payasos asesinos que había aparecido
en la ciudad. Hasta había impreso folletos en donde puso que se reunirían en
medio del patio de comidas. Se escondió detrás de un arbusto en el momento
que Jimin abrió la puerta de su casa para recoger el pedazo de papel, sabía que
asistiría porque lo escucho varias veces en la escuela quejarse de que el y sus
amigos eran un peligro enorme para lo sociedad.
Una camioneta negra se estacionó frente a la cabaña. Ya era hora de irse por lo
que Jungkook tomó el bolso que había preparado y se preguntó a sí mismo si
hoy usaría el bate con púas o solamente el cuchillo carnicero.
• • •
Estaban en la sala de controles donde Hoseok se había encargado de degollar
al hombre que allí se encontraba. No fue tan difícil y ahora tenían la vista a
todas las cámaras que el centro comercial tenía instaladas. Jungkook sonrió
complacido, aquello les haría mucho más fáciles las cosas.
– Hoseok –le llamo a su compañero– tendrás que quedarte aquí y nos avisaras
si algo sale mal.
Todos los presentes se vistieron con sus trajes de payaso para que la función
comenzará. En el grupo eran doce sin contar a Hoseok que se quedaría
revisando las cámaras. Siete de ellos estaban armados con metralletas mientras
que el resto tenía otro tipo de armas (desde bastes de béisbol hasta un tridente
hecho a mano).
Jungkook sonrió y se colocó la máscara que tanto le gustaba. Ahora solo faltaba
que su objetivo principal llegará para dar rienda suelta al caos.
Después de unos minutos pudo divisar en la cámara cinco que apuntaba al patio
de comidas a dos chicos y entre ellos iba Park Jimin.
– Llego nuestro momento –dijo Jungkook riendo bajito– es hora de que el juego
comience.
Todo asintieron colocándose las máscaras y salieron uno por uno. Jungkook
debía salir de los últimos cuando empezaran los disparos así que se se quedó
mirando la pantalla, embobado con el caminar de Park Jimin.
– Perfecto.
Bajo por las escaleras, doblo por el pasillo hasta el segundo nivel y se asomó
por la puerta de emergencias en donde solo se podía ver la niebla provocada
por las bombas. Pudo escuchar claramente cuando las metralletas comenzaron
su terrible casería, de a poco empezaban a caer los cuerpo al suelo y el piso de
baldosas blancas de a poco se teñía rojo.
– Lo he visto irse al baño con varias personas –le dijo– no hemos ido hacia allá
para que lo saques primero.
Corrió hacia el otro sector del centro donde estaban los baños públicos. Como
Taehyung le había dicho un montón de personas estaban corriendo hacia allí
para refugiarse. Jungkook sacó el bate y noqueó a varias mientras iba de
camino, le hubiese gustado quedarse ahí a terminar el trabajo pero tenía otro
trabajo que hacer.
Abrió la puerta y miro hacia el interior. Había gente que comenzó a gritar apenas
lo vio haciendo enojar a Jungkook, enserio odiaba cuando se ponían a chillar
antes de tiempo, prefería que lo hicieran cuando ya no tenían escapatoria.
Tratando de ignorar la rabia que sentía camino hacia el fondo hablando puerta a
puerta.
Siguió su búsqueda hasta llegar el último cubiculo y apenas abrió la puerta pudo
ver sus ojos llenos de terror mientras abrazaba a Namjoon que tenía un disparo
en el estomago.
Jungkook sonrió porque enserio le gustaba ver a ese chico sintiendo miedo por
el, era un extasis indescriptible.
Jimin tragó saliva sonoramente mirando a Namjoon quien estaba pálido gracias
a la pérdida de sangre.
– Mi gente no lo tocara, ahora hay que ver cuánto se demoran las ambulancias.
– Está bien.
005.
– Se está demorando...
Jimin llevaba esperando más de veinte minutos y tenía miedo de que Jeongguk
lo hubiese dejado plantado. Quizá era muy bueno para ser verdad.
– No te preocupes, Jeongguk.
El corazón de Jimin no podía más de felicidad, por fin iba a tener una pequeña
cita -o así creía- con el chico que le gustaba desde hace tantos años. Para él
Jeongguk era inalcanzable, una obra de arte digna de admirar pero no de tocar.
Llevaba tanto tiempo esperando una oportunidad como esa que se sentía
mareado gracias al manojo de sentimientos dentro de su cuerpo.
– Aquí es –dijo Jimin señalando hacia la casa de dos pisos con luces de colores
más gente entrando y saliendo de ella.
Jeongguk se aparco de forma experta y Jimin abrió su puerta para salir pero fue
detenido por el tacto del primero en su mano derecha. Rápidamente volteó a
verlo encontrándose con su característica sonrisa de conejo.
– Y a mi contigo.
Había estado tan feliz que por un momento se había olvidado de su odioso ex
novio que no lo dejaba en paz. Enserio pensó que había dejado todo claro
después de encontrarlo besando a otra chica a días de que le pidiera ser su
novio. ¿Acaso era mucho pedir que lo dejase en paz una noche?
– No... Nada.
– Vamos, Jimin, puedes confiar en mi.
Con aquellos bellos ojos marrones mirándolo para Jimin fue inevitable contarle
todo lo que había pasado con su ex novio. Jeongguk le escuchaba tan atento
que enserio Jimin se sintió en el paraíso, tener la atención de ese chico era todo
lo que había anhelado.
– Pero tu eres muy lindo como para seguir pensando en el –susurra el castaño
con su cara bastante cerca de la de Jimin– ¿por qué no bailamos para olvidar
todo esto?
Jimin quería besarlo pero se aguanto, quería estar seguro de que Jeongguk se
sintiera de la misma manera respecto a él antes de dar un paso así.
Bailaron tanto que sus pies dolían cuando fue hora de marcharse. A pesar de
que vio varias veces a Seung mirándolos Jimin no hizo caso, estaba
concentrado en disfrutar su momento con Jeongguk y prácticamente se olvido
que el resto del mundo existía. Definitivamente el castaño tenía algo de magia.
Cuando llegaron a casa de Jimin se quedaron conversando unos minutos fuera
de esta sin salir del auto. Se sentía tan cómodo al lado de Jeongguk que no
quería que la noche terminase, pero ya era tarde y ambos debían retornar a sus
hogares.
Jeongguk lo miraba con ternura y entrelazo los dedos de las manos de ambos.
Jimin juraba que iba a desmayarse en cualquier minuto, había soñado tantas
veces ese momento y era mucho mejor que lo que sus pensamientos habían
esmerado. Jeongguk era el chico perfecto para cualquiera.
•••
Cuando Seung abrió los ojos ojos no supo donde estaba. El cuarto era oscuro y
apenas había una ampolleta sobre su cabeza iluminando. Estaba confundido y
aterrado, lo habían golpeado cuando se estaba yendo de casa de Jin para
llevarlo hasta ese lugar y amarrarlo a una silla. No entendía nada, pero pronto lo
haría.
El payaso soltó una risa totalmente maléfica mucho peor que las que mostraban
en las películas de terror.
– Soy el Sr. Payaso –susurra el sujeto cerca de su oído– y hoy tu vas a morir.
Primero corto cada uno de los dedos de Seung con el cuchillo carnicero que
traía, luego dejo varios cortes en su torso como si de dibujar se tratase para
finalmente apuñalarlo de forma cruel en la costilla y así se desangrase
lentamente. Mientras a Seung se le escapaba la vida ocupo su último aliento
para hacer una pregunta bastante sencilla.
– ¿Por qué?
006.
Jimin estaba en el piso llorando. Hacía media hora que el maldito payaso lo
había encerrado en aquella habitación sin ventanas y con paredes viejas. Se
sentía totalmente aterrado por todo lo que estaba ocurriendo además de
preocupado por su hermano, no tenía ni idea si Namjoon había sobrevivido o no.
"Podrá salvarse si es fuerte", recordó las palabras del sadico y sintió ganas de
vomitar.
Cuando salió del centro comercial escoltado por aquel maníaco presencio la
masacre más espeluznante que ni siquiera las películas de terror eran capaces
de retratar. Fácilmente pudieron haber 40 cuerpos esparcidos en medio del patio
de comidas, a pesar de que la niebla de las bombas era densa se podía ver
claramente la sangre de las victimas bajo sus pies.
– Si sigues moviéndote como un chihuahua juro que terminaras igual que todos
ellos.
Bajaron por las escalera de emergencia casi corriendo. A lo lejos Jimin empezó
a escuchar sirenas de policía acercándose y rezaba para que alguien llegara a
salvarlo, no quería morir a manos de un psicópata.
Llegaron al subterráneo entre empujones de parte del payaso para que Jimin
caminase más rápido. No pudo evitar mirar a todos lados para buscar a alguna
persona que estuviese ahí, si la policía llegaba tendría una oportunidad, pero al
parecer el lugar estaba desierto lo que solo hizo que Jimin sollozase más.
La voz del payaso calo hasta sus huesos. Lo odiaba profundamente, aquel
sádico era parte de toda esa masacre y Jimin no sabía que tipo de persona era
capaz de hacer algo como eso.
El payaso lo llevo hasta una camioneta negra y con una mano abrió las puertas
de atrás para luego subirlo de un empujo que hizo que Jimin se golpease en la
cabeza contra el piso de esta. Rápidamente el sujeto subió junto a el y con cinta
adhesiva que se encontraba tirada por allí le amarro las manos más los pies,
como broche final busco en uno de los asientos una bolsa de tela que colocaría
en su cabeza. Antes de cubrir los ojos de Jimin este miro directo a la mascara
de aquel horrible payaso deseando saber quien era la persona detrás de toda
esa locura.
Era el payaso.
– Estas jugando con fuego –le dijo a Jimin– ¿sabes lo que te pasara si no te
callas?
Esa era su oportunidad. Jimin empujo al sujeto con toda la fuerza que tenia y lo
hizo caer al piso, apenas lo vio noqueado corrió hacia la salida pero el payaso lo
tomo del tobillo derecho haciendo que cayera. Jimin lanzo varias patadas sin
éxito alguno, el payaso era mucho más fuerte que el y en menos de treinta
segundos estaba a ahorcadas sobre su abdomen inmovilizándolo contra el piso.
– ¿Qué quieres de mi? – pregunto Jimin con las lagrimas corriendo por su rostro
nuevamente.
– Te quiero a ti.
Esa frase asusto a Jimin pero no podía esperar menos de un psicópata
disfrazado de payaso. No entendía por qué pero el sujeto estaba obsesionado
con el y lo peor era que no sabía si lo tendría secuestrado para siempre o si lo
mataría.
Jimin odio ese tono que usaba al hablar, ¿como es que alguien tenía la mente
tan retorcida como para comportarse de esa forma? Esto no era un juego, era
una locura asesina.
– ¿Quién eres?
– Sé que eres el Sr. Payaso... –susurro Jimin– Quiero saber quien esta detrás
de la máscara.
El payaso se tenso y luego se alejo del lado de Jimin. No, no era el momento
aún para revelar la verdad, tenía que esperar un poco más o arruinaría todo el
juego.
– ¿Entendiste, Jimin?
Escuchar su nombre desde su mascara le producía asco, no quería que lo
dijera. Prefería estar solo que seguir en compañía de ese psicópata.
No pensó que le haría caso pero el payaso abrió la puerta para salir de ahí no
sin antes decir:
Luego cerró la puerta dejando a Jimin aterrado. No sabía de qué era capaz
aquel sujeto y no estaba dispuesto a averiguarlo, debía salir de ahí o podía
considerarse hombre muerto. Además tenía que saber si Namjoon se había
salvado, no podía vivir con aquella duda.
Mientras caía la noche Jimin extraño su casa, extraño a sus padres, extraño a
Namjoon, extraño a Jin y también extraño...
A Jeongguk.
1.
007.
Estar ahí era un sueño para el. Después de la fiesta en casa de Jin todo había
florecido entre ellos. Hablaban todos los días a través de mensajes y se habían
prometido almorzar juntos en la escuela. Ahora se encontraban en su primera
cita oficial, las mariposas dentro del estomago de Jimin estaban casi
asfixiándolo. Jeongguk se había comportado como todo un caballero llegando
por el a su casa y prometiéndole a Namjoon que lo traería temprano. Era mucho
mejor de lo que Jimin había imaginado.
Le entregó el dulce y Jimin encantado lo abrió para el, siempre que podía
ayudaba a Jeongguk con cualquiera cosa que se le ocurriese, se notaba a
leguas que babeaba por el chico y rezaba que al menos el no su hubiese dado
cuenta. Cuando el paquete ya estuvo abierto se lo pasó de vuelta, Jeongguk
lucia feliz cuando se llevó el dulce a los labios.
– De nada...
Pudo notar como la voz de Jin estaba siendo opacado por el nerviosismo, como
si algo malo hubiese pasado.
– Desapareció después de la fiesta, la policía lo está buscando...
Jimin quedó en shock. La última vez que lo había visto fue en la fiesta cuando
Seung lo miraba atentamente mientras el bailaba con Jeongguk. Después de
eso no lo vio más, Jimin volvió a su casa en compañía de Jeongguk y sin
siquiera acordarse de su ex.
– Han pasado dos días, Jimin. Creo que algo pudo pasarle.
Jimin tragó saliva y empezó a preocuparse. Si ya habían pasado dos días desde
que Seung había desaparecido podía descartar que se tratara de una broma.
Ellos eran ex novios y se llevaban bastante mal pero Jimin jamás le desearía
mal o algo parecido, al fin y al cabo habían compartido buenos momentos
además de los malos.
– Adiós.
Cuando se sentó al lado de Jeongguk este último de inmediato noto que algo
andaba mal.
– ¿Pasó algo? –preguntó con ternura y Jimin asintió.
– Jin me llamó diciendo que Seung está desaparecido hace dos días, la policía
lo está buscando... ¿De casualidad no lo haz visto?
– De seguro lo está, hay veces que la gente se escapa de su casa por días por
la rutina o cosas así.
Jeongguk sonríe tomando una de las manos de Jimin y posando los dedos en
su mejilla con la que quedó libre.
– Lo siento... Si no...
– Tranquilo. Me gustó.
Apenas Jimin hablo de Seung y la policía supo que debía deshacerse del cuerpo
lo antes posible. La bolsa con las partes desmembradas del chico seguía en la
cabaña y si la policía lo estaba buscando eso le daba al menos un día antes de
que se acercaran a la carretera.
Abrió las puertas y entró con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible.
Todo se veía igual como lo había dejado, la única diferencia que había era que
el cuerpo ya no estaba allí y que alguien estaba sentado en la silla donde
anteriormente había amarrado a Seung.
– Debes estar más atento, si no dejas de jugar con el ratoncito todo el plan se
vendrá abajo.
Jungkook sabía a lo que se refería, no pudo evitar reír al ver que Taehyung
trataba de sermonearlo por lo que hacía con Jimin.
008.
Pero no podía dejar de lado sus responsabilidades como el líder de una manada
de lunáticos sedientos de sangre. Jungkook era bastante inteligente como para
saber que aquello era un arma de doble filo, debía mantenerlos contentos si no
quería cortarse.
Ya tenía todo listo así que podía darse el lujo de pasar unas horas en compañía
de Jimin. Cuando ya tuvo el traje puesto se acercó al mueble que había en la
esquina de la habitación y extrajo de allí una pistola negra. Pasó sus dedos por
el acero con lentitud, aquel era un lindo modelo.
Avanzó por los pasillos mientras silbaba una canción. No había nadie más en la
cabaña y eso le facilitaba las cosas para hacer de las suyas. Se sentía bastante
alterado por los preámbulos de sus siguientes fechorías y necesitaba con
urgencia sacar eso de su sistema. Mientras más calmado estuviese las cosas
marcharían de mejor manera.
A Jungkook le gustaba mofarse, ver la cara de odio de Jimin era algo exquisito.
Aquella situación era el extasis de Jeon, humillar a la gente siempre había sido
su fetiche, como el enfermo sadico que era.
Jungkook vio a Jimin temblar pero aún así no dijo nada. No pudo evitar
preguntarse cuánto le duraría la valentía de contradecirlo. Aunque era divertido
Jungkook debía enseñarle quien mandaba allí.
– ¿Tienes miedo? –pregunta pero Jimin no es capaz de decir nada, sólo mira el
arma apuntándolo– Contesta, Minnie.
– Sí –susurró.
Jimin negó con la cabeza preguntándose a sí mismo hasta donde podía llegar la
mente retorcida de ese sujeto.
– A... ti.
Jimin sollozo, solo quería que ese maldito payaso desapareciera. Era como si
todas las pesadillas que alguna vez tuvo durante su vida se hicieran realidad.
Tenía la máscara directamente mirándolo, quien sea que estuviese bajo aquel
anonimato estaba loco de remate y era muy peligroso.
– Este juego es muy divertido. Lo único que tienes que hacer es darme una
razón para no disparar, si me conmueves puedes seguir viviendo.
Jimin gritó de forma ahogada. No podía estar hablando enserio, tenía que ser
una broma. ¿Qué se suponía que le diría para conmover a un monstruo con sed
de sangre? Era imposible.
– Y-yo... Yo no sé...
– Eso si te queda familia después de lo que haremos con mis amigos –le
responde el sadico– nadie está a salvo.
– ¡No les hagas nada! –grita Jimin– Ya me tienes a mí, haz conmigo lo que
quieras pero a ellos no.
– ¿Tan dispuesto estás a dar tu vida por tu padre infiel y tú madre que te culpa a
ti de ello?
Pero eran sus padres y no dejaría que nada les pasara, menos por su culpa.
– Sí –contesta sin titubear– déjalos fuera de esto.
Escucho la risa del payaso quien alejo el arma de su cara dejando que Jimin
soltara un suspiro de alivio, aunque su corazón seguía latiendo de forma rápida.
– Es un acto muy noble, Minnie. Y una razón muy buena para no disparar...
Pero, ¿sabes? Recordé algo muy importante.
Bang.
Jimin grita pero no siente nada. Su cara queda empapada con lo que parecía
ser agua. Sin entender abre los ojos que se cerraron por reflejo y ve al payaso
riéndose a carcajadas con el arma a un lado.
Era una pistola de juguete.
Dice eso y sale de la habitación, mientras Jimin llora porque no sabe cuánto
tiempo más durara en las manos de ese loco.
009.
Fue su idea invitar a Jeongguk a la casa para que jugarán videojuegos. Durante
las conversaciones que había tenido con el, ambos habían concordado en su
amor por ellos así que era la forma perfecta para que pasarán tiempo juntos,
según Jimin.
Le hacía reír y era atento con el. Jamás se imagino que las cosas marcharían
con tanta facilidad entre ambos. Le gustaba Jeongguk, mucho más de lo que su
pobre pecho podía soportar. Quizá era por el hecho de que llevaba más de dos
años con un flechazo hacia el, o simplemente porque el chico se comportaba
como todo un caballero con él.
Jimin sonrío, le encantaba. Con cuidado se dio vuelta para quedar frente a
Jeongguk, quien lo miraba con aquellos ojos de perrito lastimado. Se veía tan
hermoso que debería ser ilegal. No pudo evitar acariciar su mejilla, los rasgos de
Jeongguk eran definidos casi como piedra, le gustaba delinear su barbilla y las
comisuras de sus labios.
Los besos a cada momento iban más acelerados, Jeongguk parecía querer
comerse entera la boca de Jimin mientras que este último no ponía objeción
alguna. Jamás había visto a Jeongguk así, tan atrevido y tampoco podía negar
lo mucho que le gustaba. Enrolló sus piernas en las caderas del contrario para
así poder sentirlo mucho mas cerca.
Jimin tenía un problema con Jeongguk, era como si el chico fuese una adicción
para el porque siempre deseaba más.
Bajo la mano hasta el pecho del castaño dejándola ahí para sentir el acelerado
corazón de Jeongguk. Aventuro sus dedos por debajo de la camiseta azul que el
chico llevaba y por fin llego a su objetivo: el contacto directo con su piel.
Normalmente se asustaría si alguien más hubiese hecho algo así con el, pero al
mirar a Jeongguk a los ojos solo se le venía a la mente aquel caballeroso chico
que le ganaba en el Fifa. Además que fuera brusco tan solo hervía más su
sangre de deseo.
Así que para seguirle el juego metió una de sus manos por debajo de la
camiseta de Jeongguk y se aferro en su espalda mientras este último seguía
simulando embestidas sobre el. Sus uñas se encajaron en la piel de Jeongguk y
tuvo que taparle la boca porque un gemido gutural casi se escapa de su boca.
Jimin jamás había pasado de los besos con su anterior novio. Apenas unos
roces sin importancia ya que nunca se sintió cómodo con esas cosas. Pero
ahora con Jeongguk sobre el era como si las hormonas de adolescente que
tenia dormidas hasta el momento se hubiesen despertado con urgencia.
Ahí se termino.
– Debo irme... –hablo por fin el chico– Tengo cosas que hacer...
Jimin asintió sin estar convencido ni un poco. Definitivamente algo había pasado
y no tenía idea que.
010.
– El idiota no se calla nunca, además, ¿no te parece raro que aún no lo haya
matado?
– Sabes que no podemos dejar la cabaña sola ahora que la cosa sé queda aquí
–contesta refiriéndose al chico del calabozo.
– Está bien. Solo déjalo en paz.
Aún se podían sentir los odiosos sollozos del chico, pidiendo auxilio o
simplemente llorando muy fuerte. Taehyung odiaba de sobremanera aquellos
sonidos, interrumpían toda la paz de la cual gozaba cuando se quedaba a solas
en la cabaña. Además que sufrir de bipolaridad y ataques de ira no ayudaba ni
un poco a poder sobrellevar la situación.
Trató de calmarse pensando en otra cosa pero hasta eso se le hacía imposible
ahora que el chico comenzaba a patear la puerta haciendo mucho más ruido.
Taehyung tuve que tomarse la cabeza con las manos rogando tener un poco
más de paciencia o enserio iba a cortarle la garganta al idiota.
"Sin lengua no podrá hablar más y así no tendré que matarlo", pensó para si
mismo.
Antes de abrir se coloco una mascara de payaso que tenían por allí y luego giró
la perilla de la puerta. De inmediato su mirada se encontró con el causante de
su migraña quien estaba recostado sobre el suelo en posición fetal mientras
lloraba. La escena era demasiado triste para cualquiera pero a Taehyung
pareció importarle en lo más mínimo porque lo primero que hizo fue patear con
fuerza al chico, directo a la boca del estomago.
– Me haz molestado todo el día, maldito mocoso –susurró cerca del cuerpo del
chico– y ahora me divertiré un poco.
Taehyung tomo del cabello al apresado para que se pusiera de rodillas. Recibió
varios golpes que no tenían ni un poco de fuerza, eso quizá porque el chico no
le interesaba recibir la comida que le dejaban. Estampo su puño esta vez en la
mandíbula del contrario rompiéndole el labio de una vez. Un sonrisa se le dibujo
en el rostro al ver que su victima ya parecía estar derrotada pero como todo
sadico, no le bastaba con eso.
– Supongo que para esto te tiene el jefe aquí. Es divertido ver tu cara de dolor.
Repartió una patada más esta vez escuchando la tos del chico. Tanteo en su
bolsillo la navaja que siempre traía consigo, era su favorita para marcar a sus
presas. Estaba bastante decidido en dejar alguna cicatriz en el rostro lindo de
ese molesto chico.
Lo dio vuelta de modo que pudiese verlo de frente. Al chico le sangraba el labio
y la nariz, parecía bastante ido a lo que estaba pasando. Para Taehyung era el
momento perfecto para comenzar con su obra de arte.
Apenas encajó el filo del arma en la mejilla del chico un grito se escapo de la
garganta de este, mucho más potente que los que se habían escuchado ese día
en la cabaña. Taehyung aún tenía esa sonrisa macabra en la cara, disfrutando
de el dolor que podía ver a través de los ojos de su victima. Hubiese seguido así
durante mucho tiempo más si no fuese porque alguien lo empujo directo al piso
del calabozo.
Taehyung trato de salir del calabozo pero Jungkook lo tomo por el cuello
levantándolo con una facilidad asombrosa. Pudo sentir como el aire dejaba de
circular por sus pulmones y como de a poco su cuerpo se entumecía. Jungkook
lo seguía mirando con aquella cara desfigurada por el odio, jamás pensó que el
se pondría así por haber lastimado al maldito chico llorón.
Hoseok llegó después de que había perdido bastante sangre y lo único que
escucho decir a Jungkook fue:
Eso fue todo y el corazón de Taehyung se nubló de ira. No entendía cual era el
problema de Jungkook con ese chico pero esta vez había llegado demasiado
lejos. No lo había traicionado solamente a él, sino también al grupo. ¿Como se
suponía que iban a confiar en el líder que atacaba a sus propios compañeros?
Así que cuando ambos se miraron Jimin soltó un sollozó que dejaba ver lo roto
que estaba tanto por dentro como por fuera, porque frente a el estaba su captor,
el maldito loco que lo había encerrado allí y había lastimado a su hermano...
Aquel loco del cual estaba perdidamente enamorado.
– ¿Jeongguk?
011.
Dos años antes del vídeo.
El viento entraba por la ventana del auto y sacudía sus cabellos de forma
estrepitosa. A Jeongguk le gustaba sentir esa sensación parecida a la libertad,
como la que gozaba ahora que sus padres no existían y vivía con su tío.
Se despidió de su tío con una reverencia y bajo del auto, listo para camuflarse
en la multitud como todo buen cazador.
Trató de ignorar los susurros y pudo llegar a su casillero sin problemas. Tuvo
que concentrarse en ordenar sus libros, haciendo caso omiso de forma olímpica
a lo que sucedía a su alrededor y pudo hacerlo de manera exitosa durante un
rato hasta que alzó su mirada encontrándose con la de otro chico que lo
observaba con los ojos bien abiertos.
Había sentido eso antes, aquellas ganas de apoderarse de algo con tanto fervor
que hasta las manos le dolían. Eran momentos como esos en los que no tenía ni
idea si podría controlar su naturaleza frente a las personas, porque necesitaba
saciar aquel cosquilleo que sentía en su interior que le pedía quitarle la vida al
ser vivo frente a el.
El causante de eso era un chico más pequeño que el, con tez ligeramente
bronceada, cabello negro y labios gruesos. Jeongguk no era el tipo de persona
que encontraba guapa a las demás, para él todos lucían asquerosamente
igual... Pero aquel chico parecía una flor en medio de un desierto, demasiado
distinto para ser real.
Tuvo que morderse el interior de la mejilla para prohibirle a su propio cuerpo que
se moviera cuando su mirada se conecto con la del chico en cuestión. El
cosquilleo que sentía en su garganta era insoportable y lo único que podía
imaginar en ese minuto era a el mismo cortandole la traquea a quien le
provocaba esas sensaciones.
No supo cuanto tiempo se miraron, tan solo hizo el esfuerzo sobre humano de
romper la conexión y practicamente salir corriendo de ahí antes de cometer una
locura al frente de tantos ojos testigos. No tenía idea de quien era el chico pero
si estaba seguro de que se convertiría en su primera víctima.
El resto del día paso sin mayor revuelo. Mientras Jeongguk estaba empeñado
en relajar su corazón que latía a mil por hora desde que vio al chico pelinegro
parecía que el destino confabulaba en su contra, porque se encontraba al
dichoso chico a cada momento, ya sea en los pasillos, en los baños o en el patio
común. Prácticamente tuvo que correr de un lado a otro para que sus instintos
asesinos no se apoderarán de su mente como paso con el cobayo que su padre
le había regalado.
Fue cuando sonó el timbre que indicaba que todo el mundo debía irse a casa
que Jeongguk no pudo resistirse más.
Vio al chico salir de escuela solo y el lo siguió para ver a donde se dirigía. Si
algo había aprendido las muchas veces que cazo animales en el bosque era
que debía observar a su presa con paciencia y silencio. Cada uno de sus
ataques debía ser planeado con minuciosidad, si Jeongguk actuase de forma
estrepitosa seguramente ya lo tendrían encerrado en algún psiquiátrico drogado
hasta la médula.
Así que se mantenía a unos diez pasos del chico, escondiéndose tras las
esquinas de las calles o automóviles estacionados. El hecho de que su victima
llevase los audífonos puestos mientras caminaba hacía las cosas mucho más
fáciles porque, al contrario, los animales que el cazaba estaban atentos a su
entorno por lo que debía moverse como una pluma y ser mucho más cuidadoso.
Las personas eran idiotas porque jamás visualizaban el peligro aunque los
estuviese asechando frente a sus narices.
Mientras el chico se sentaba en uno de los columpios que allí había Jeongguk
tanteo la navaja y los guantes de plástico que siempre llevaba en el bolsillo
interior de su chaqueta. Aún tenía esa sensación sofocante que lo atraía al chico
como si fueran imanes, sabía que de todas formas era muy arriesgado cometer
un homicidio cuando apenas llevaba unos días en la ciudad, pero necesita ver
como la sangre se deslizaba a través del cuello del chico.
Así que respiro varias veces antes de acercarse por atrás. Había decidido que
tocaría su hombro y le clavaría la navaja directo al cuello, provocaría un mar de
sangre pero pudo divisar unos baños públicos donde rápidamente podría
deshacerse de la ropa manchada. Jeongguk siempre calculaba cada
movimiento con precisión porque no podía dejar que lo atrapasen.
El único problema fue que no vio venir en ningún momento que mientras el se
acercaba el chico este rompería a llorar sin motivo alguno. Jeongguk se quedo
perplejo al ver la espalda de este último contrayéndose a causa de las lagrimas,
mientras parecía que se le hacía difícil respirar. Jeongguk no entendía por qué
se detuvo, vio a su madre llorar y eso no detuvo sus deseos de apuñalarla.
Uso todos sus esfuerzos para alzar la navaja contra el chico pero verlo tan
indefenso no lo dejo, dentro de si mismo algo se removía impidiendo que llevase
a cabo aquel horrible acto. Jamás le había pasado algo parecido, se asusto
porque creía que se conocía al revés y al derecho, pensó que tenía claro cuales
eran sus puntos débiles, pero no. Ver a ese chico llorando era como poner frente
a Superman la mismísima kriptonita.
Antes de que el chico se girara porque escucho uno de sus pasos, Jeongguk ya
estaba escondido tras el arbusto nuevamente. Se golpeó en los muslos para
liberar la frustración y tratar de buscar una explicación para lo que había pasado
antes. Jeongguk no se apiadaba de sus victimas, hasta había matado a sus
padres sin ni una pizca de remordimiento.
Eso le preocupo porque el tenía claro que no podía tener misericordia con nadie,
si lo dejaba pasar se convertiría en un ser débil y no podía permitírselo. Había
llegado muy lejos como para encontrar a un chico que no pudiese asesinar,
hasta era estúpido de pensar.
Ahí Jeongguk decidió que debía deshacer de quien después sabría que se
llamaba Jimin.
012.
La habitación lo asfixiaba así como todo lo que había pasado en menos de tres
horas. Hace días no probaba bocado y tampoco bebía agua. Estaba tirado en el
piso después de la paliza que le dieron sin ser capaz de moverse ni un
centímetro. Su cuerpo se encontraba entumecido y parecía que sus nervios se
habían desconectado de su cerebro porque aunque insistiera en levantar
aunque sea un dedo no podía.
Había mantenido la esperanza, deseo con todas sus fuerzas tener la fortaleza
para salir de aquel infierno. Se aferraba a la idea de recuperar su vida, de volver
a ver a Namjoon y sentir nuevamente los labios de Jeongguk.
Pero ahora sabía que el chico del cual se había enamorado perdidamente
durante años lo había llevado a ese lugar.
No tenía idea de que sentir. Su interior estaba revuelto y estaba seguro de que
si hubiese tenido algo en el estomago lo vomitaría de inmediato. Cuando vio a
Jeongguk llegar hasta él mientras el otro sadico lo atacaba pensó que por fin
habían llegado a rescatarlo. Hasta que el chico abrió la boca.
"Te dije que no lo tocaras, el es mío."
Pensó que ya estaba teniendo alucinaciones. Quizá solo había imaginado que
Jeongguk estaba ahí producto de los golpes que recibió. Porque simplemente
no era posible que el chico que lograba convertir si estomago en un zoológico a
causa de las mariposas fuese capaz de encerrarlo allí.
Trataba de mentirse a sí mismo porque era mucho mejor que enfrentar la cruel
realidad que tenía en frente. Y es que ahora si estaba perdido, ahora sí que no
albergaba esperanza de salir de allí, ahora sí no quedaba otra cosa que esperar
su muerte.
Estaba tan exhausto y sentía tanto dolor en el cuerpo que ni siquiera podía
cerrar los ojos para dormir. El piso estaba frío pero no lograba callar el ardor de
sus heridas. Jamás había estado sometido a un sufrimiento tan prolongado y no
tenía idea de si podría soportarlo.
Mejor dicho, ni siquiera quería soportarlo.
Había pasado más de una semana sin comer ni beber, eso era más que
suficiente para matar a una persona, sobre todo si ahora le sumaba la paliza
que recibió. Jimin podía percibir como de a poco su cuerpo dejaba de responder
y cada vez se le dificultaba más la respiración. Estaba tan cansado de resistir
todo lo que estaba pasando que ahora simplemente se dejó ir. Esperaría su
muerte en silencio porque ya no tenía un motivo para luchar.
Sí, llevaban poco saliendo pero Jimin había estado flechado del chico hacía
años atrás. Cuando hablaron fue el empujoncito que necesitaba para caer de
forma profunda en las redes de Jeongguk y hasta el momento no se había
quejado de ello.
Ahora miraba su mano inerte sobre el piso, recordando las veces en que
entrelazo sus dedos con Jeongguk. Cada vez que eso pasaba se sentía
protegido, querido y en paz. Ahora solo podía pensar en el momento exacto en
que descubrió que el chico del cual estaba enamorado era una mera fachada de
un loco psicopata.
Deseaba con todas sus fuerzas que no fuese real.
Se dio cuenta de que todas las palabras, las acciones y pequeños detalles que
Jeongguk tuvo con el no eran más que parte de un plan muy perverso para
llevarlo a donde estaba. Todo había sido mentira y el había caído redondito a las
fauces del lobo feroz.
Volvió a cerrar los ojos intentando entregarse a la paz que tanto buscaba pero
Jeongguk no lo dejo. Sintió las manos del chico golpeando sus mejillas y casi
como un susurró alcanzó a escuchar los gritos que le propinaba.
Jimin sentía que flotaba en una nube ahora, cada vez su alma se alejaba más
de este mundo para dejarlo atrás junto al sufrimiento que había padecido. No
importaba cuanto gritase Jeongguk porque Jimin no quería seguir viviendo, así
de simple y doloroso.
Una lagrima se deslizo desde los ojos de Jeongguk, pasando por su mejilla y
cayendo estrepitosamente en la cara de Jimin y como si fuese una ampolleta
alumbrándose, el cerebro de este último se encendió en medio de todo ese
ajetreo. Empezó a toser como loco porque aunque todo estuviese oscuro en su
interior pudo ver una pequeña luz de esperanza llamándolo al final de el túnel.
Así que con la poca fuerza que pudo encontrar comenzó a luchar por quedarse
en este mundo.
– ¡Sí! –grita Jeongguk mientras empieza a darle de beber agua con una botella–
¡Resiste, Jimin!
Eso fue lo que hizo, recibió el agua decidido a resistir un poco más. Ahora
estaba más decidido que nunca a vivir porque la esperanza había vuelto gracias
al descubrimiento de lo que sería su salida de aquel infierno y también su
venganza contra Jeongguk.
Porque gracias a esos ruegos de parte del chico Jimin comprendió cual era la
debilidad a Jeongguk y entendía la razón por la que aún seguía vivo en el
calabozo.
Jimin supo que Jeongguk estaba enamorado de él y usaría eso para salir
de allí.
013.
Jimin se sentía dolido aún. A pesar de que ya habían pasado dos años desde la
muerte de su padre y que su madre ya estuviese casada con otro hombre las
cosas en su mente seguían igual de frescas haciendo el dolor más presente que
nunca.
Recuerda la primera vez que lo hizo. Fue el día en que su madre le comunico
que su padre había dejado esta mundo para siempre.
El había estado en clases durante esa mañana y había decidido que apenas
saliera se iría corriendo al hospital, pero nada salió como había planeado. Su
madre le llamo cuando el timbre de salida sonó y apenas la escucho llorar a
través del auricular supo lo que había pasado.
Ese día mientras lloraba escucho unos pasos tras el y cuando se dio vuelta no
vio nada. Por un segundo imagino que era el espíritu de su padre queriendo
despedirse de el al no tener la oportunidad anteriormente. Nunca sabría lo que
verdaderamente le estaba asechando ese día.
Así que cuando iba al parque también se dedicaba a fantasear con Jeongguk,
preguntándose a si mismo que se sentiría besarlo o tan siquiera sostener su
mano. Le gustaba el chico y le hubiese gustado no ser tan tímido para lograr
conocerlo más allá de la fachada de chico cerrado en si mismo que se
empeñaba en demostrar cuando estaba en la escuela.
Jimin alzó la mirada y se dio cuenta de que ya era de noche. Jamás se había
quedado estaba hasta tan tarde en el parque, de seguro su madre ya se estaría
preguntando donde estaba y por qué aún no llegaba a cenar. Se levanto del
columpio sacudiendo su chaqueta para comenzar su marcha hacia la casa.
Las cosas pasaron tan rápido que ni siquiera tuvo oportunidad de gritar cuando
alguien le tapo la boca y puso un cuchillo directo en su garganta. La sangre se le
subió a la cabeza logrando que todo su cuerpo temblara de sopetón. Podía
sentir el pecho de un hombre pegado a su espalda, tan peligrosamente cerca
que le hacía querer desmayarse.
Trato de zafarse pero el hombre logro inmovilizarlo apretando más el arma corto
punzante contra su piel. Las lagrimas comenzaron a caer de los ojos de Jimin
porque no entendía que pasaba, si el atacante iba a robarle algo ya le hubiese
revisado los bolsillos o algo, pero no. Tan solo lo tenía ahí a punto de asesinarlo
pero sin hacer nada.
– Por favor, déjame ir –susurraba para que el hombre lo escuchara–, te lo ruego.
El tipo gruño y tiró a Jimin al piso para luego sentarse a ahorcadas sobre el
mientras lo tomaba por el cuello logrando cortar su respiración. El atacante
llevaba un pasamontañas haciéndole imposible a Jimin verle la cara. Por un
momento dejo de luchar ya que el aire se le escapaba más rápido de los
pulmones y decidió que quizá lo mejor era dejar este mundo de una vez por
todas, aunque no tuviese idea de por qué.
Claro, no sin antes hacerle un corte profundo en la parte de atrás del cuello.
– ¿Por qué?
014.
Esa tarde se llevo a cabo el tercer golpe que tenía planeado con su grupo de
maníacos. Atacaron la plaza central de la ciudad y cobraron la vida de 23
inocentes pero por algunos descuidos que tuvieron hubo una baja para ellos. La
policía logro atrapar a uno de los suyos y como estaba concordado de antemano
Jeongguk se encargó de dispararle a la distancia. Todos preferían morir antes
de pasar el resto de su vida en una cárcel, porque la cadena perpetua estaba
asegurada si lograban apresarlos.
Todo se complico cuando fue lo bastante idiota como para no pensar con la
cabeza y dejar que la rabia se apoderara de su mente y es que apenas escucho
las cosas que Taehyung le decía a Jimin más los golpes que le propinaba fue
como si algo se adueñara de su cuerpo sin dejarlo siquiera analizar la situación.
Simplemente entro en el calabozo y se encargo de su compañero quien le
estaba haciendo daño a Jimin. A su Jimin.
Desde ahí el plan se había ido al carajo y lo supo en el momento en que vio a
Jimin agonizando en el piso. Jamás había sentido miedo, siempre fue un chico
insensible en ese aspecto. Pero ver a Jimin dándose por vencido al borde de la
muerte lo hizo sentir acorralado. Simplemente no podía verlo morir ahí, en el frío
piso en donde lo tenía secuestrado.
Después de que Jimin recobrara un poco el sentido, le hizo beber agua y comer,
hasta le dio una manta para que se arropara por la noche. No cruzaron palabras
y Jimin evitaba a toda costa mirarlo a los ojos. Jeongguk no esperaba que le
felicitara o algo por el estilo, pero su temperamento explosivo no le ayudaba
mucho para ser comprensivo con el chico.
Luego de eso lo dejo solo todo un día, ni siquiera sabía que debía hacer ahora.
¿Lo seguiría torturando con sus juegos sádicos o de una vez por todas sería
capaz de deshacerse del chico? Jeongguk solo tenía claro una cosa y era que
aún no era capaz de cumplir la segunda opción, lo que le hacía sentir como un
maldito debilucho.
Apenas tuvo la comida lista la puso sobre una bandeja y camino con ella hasta
el calabozo donde metió la llave en la cerradura y trago saliva. Lo primero vio al
abrir la puerta fue la espalda de Jimin. El chico estaba sentado en posición de
indio mirando hacia la pared, no se movía y apenas podías distinguir las leves
respiraciones que hacía. Cualquiera hubiera muerto del susto al verlo en esa
posición ya que parecía que se había vuelto loco hablando con la pared.
Jeongguk cerró la puerta tras el pero Jimin no se dio vuelta. Dejo la comida
sobre el piso y una botella con agua al lado. No sabía muy bien lo que hacía
pero si ya había cagado todo se podía tomar algunas libertades con su
prisionero.
– Come antes de que se enfríe –da la orden lo más serio posible y Jimin mueve
la cabeza para mirarlo por sobre el hombro.
Jimin estiro las piernas para darse vuelta, tomar la bandeja y comenzar a comer
como si nada pasara. Jeongguk se le quedo viendo extrañado. Esperaba que
cuando se recuperara lo insultara por lo que hizo, tratase de golpearlo o siguiera
intentando escapar. Ver a Jimin tan tranquilo saboreando el arroz desabrido que
había preparado se le hacía la cosa más extraña del mundo.
– ¿Sabes? –dice Jimin mientras da un sorbo a la botella de agua–. He estado
pensado.
Jeongguk se le quedo mirando más no dijo nada. A pesar de que Jimin se veía
más compuesto que los días anteriores, su cara seguía sucia y las mejillas se le
habían acentuado bastante dándole un aspecto enfermo. Era difícil pensar que
en aquellas condiciones pudiese estar tranquilo.
– Cuando hablamos por primer a vez yo estaba demasiado feliz, ¿sabes por
qué? –Jeongguk negó con la cabeza y Jimin soltó una risita irónica– Bueno,
porque pensé que por fin había logrado llamar tu atención y tener una chance de
conocerte. Pero ahora me di cuenta que esa no fue la primera vez que
interactuamos, ya había pasado antes y tengo un recuerdo de eso.
En ese momento Jimin se gira nuevamente hacia la pared y lleva su mano hasta
la nuca para levantar los mechones que colgaban de su cabello. Jeongguk tragó
saliva apenas vio la cicatriz alargada que se encontraba en ese punto y los
recuerdos de hacía un año nublaron su mente como un torbellino.
– ¿Fuiste tú, verdad? –pregunta Jimin al darse vuelta y mirarlo a los ojos.
Jeongguk asiente.
– Y hace dos años, cuando yo estaba llorando en el columpio. También eras tu,
¿no?
015.
El día anterior llego directamente a darse una ducha después de lo que paso en
la casa de Jimin. El agua fría le ayudo a disminuir su temperatura corporal pero
no con el hecho de que en ese preciso instante se estaba imaginando a Jimin
desnudo para él.
A pesar de que no sintió ni un cuarto del placer que el chico le proporciono con
sus caderas termino corriéndose después de unos minutos, entre pequeños
jadeos que envolvían el nombre de Jimin. Mancho con semen su camiseta y eso
fue suficiente para lograr que se sintiera como un estúpido chiquillo hormonal.
Cuando llego a la escuela lo primero que hizo fue entrar al baño donde se lavo
la cara para lograr concentrarse al menos un poco. Debía fingir normalidad
cuando se encontrase con Jimin, quien de seguro le preguntaría porque se
había ido dejándolo solo cuando las cosas se subieron de tono. A pesar de que
a Jeongguk se le daba bien la mentira justo es ese minuto no se le ocurría una
lo bastante creíble para Jimin.
Mientras se miraba al espejo perdido en sus pensamientos pudo escuchar como
la puerta de baño se abrió dejando entrar a alguien por ella. Jeongguk miro por
sobre el hombro y casi se atraganta con su propia saliva al ver de quien se
trataba.
Claro, eso era lo ultimo que le faltaba, encontrarse de sopetón con Jimin sin
haber encontrado una excusa apropiada. Tuvo que bajar la mirada para que el
chico no se diera cuenta de como sus mejillas comenzaban a encenderse cual
árbol de navidad.
– Te he visto llegar –susurra Jimin–, quería hablar contigo para saber si todo
estaba bien.
Los ojos de Jeongguk viajan hasta los labios de Jimin que estaban en
movimiento mientras hablaba. Eran gruesos y le gustaba como se sincronizaban
con los suyos cuando se besaban, dándole una sensación cálida en el
estomago.
Jimin le mordió el labio y Jeongguk bajo una de sus manos con las que sostenía
el agarre hasta su mandíbula. No tuvo cuidado alguno pero aún así se gano un
gemido por parte del chico que logró resonar en todo el baño.
– No sabes todo lo que te haría –le dice a Jimin quien lo mira directamente a los
ojos.
Una frase. Una puta frase y Jeongguk dejo de ser el mismo tomando a Jimin en
brazos contra la pared mientras le besaba el cuello como si su vida dependiese
de ello. No entendía como aquel chiquillo podía tener aquel tipo de poder sobre
el, pero aunque no quisiera admitirlo lo estaba disfrutando y mucho.
El aroma que desprendía el cuello de Jimin era a vainilla, se filtraba por sus
fosas nasales logrando que se embriagara en un instante. Podía sentir sus
venas palpitar al igual que su miembro. Quería deshacerse de las prendas que
le estorbaban y follar a Jimin con rudeza, hasta que este último olvidase hasta
como se llamaba.
Pero en el fondo Jeongguk seguía siendo un chico racional y sabía muy bien
que no podía llevar a cabo su fantasía en los baños de la escuela. Lo menos
que quería era conseguir atención indeseada allí, así que corto su recorrido de
besos y miro a Jimin a los ojos, quien tenía dibujada a la mismísima lujuria en el
rostro.
– Vamos a mi casa –le dijo casi en un gruñido–, mi tío no llegará hasta que
anochezca.
– ¿Y la escuela? –Jeongguk se ríe ante la pregunta.
Pareció que dio en el clavo porque Jimin volvió a juntar sus labios exigiendo
más contacto a lo que Jeongguk respondió de inmediato. A pesar de que el
chico se veía muy dulce como para hacer cosas de este estilo, estaba
demostrando que tenía agallas y Jeongguk se sentía fascinado por ello. Cuando
el beso termino Jimin le miro sonriendo para decir:
– Llévame a casa.
Jeongguk lo bajo de sus brazos para luego acercar los labios hasta el oído de
Jimin. En ese minuto le importaba un carajo arruinar su plan, tan solo pensaba
en una cosa.
1.
016.
Jimin tenía claro de que no podría escapar de una vez aunque Jeongguk
accediera, así que había decidido que se ganaría su confianza, así apenas
tuviera una posibilidad se iría de allí y entregaría a esa pandilla de locos a las
autoridades.
– Puedes amarrarme las manos –dice Jimin–, solo necesito una ducha porque
me siento asqueroso. ¿Ni siquiera merezco eso?
Logra que Jeongguk lo mire y sabe que lo esta considerando. Tuvo que
morderse la lengua para no decir nada, si lo hacía de seguro iba a conseguir un
no rotundo.
– Te amarrare las manos y te estaré apuntando en todo minuto, ¿entendiste?
Y tal como dijo Jeongguk salió del calabozo para luego volver con una cuerda
más una pistola en el el bolsillo. Jimin tragó saliva apenas vio el arma pero se
quedo callado, debía seguir haciendo creer a Jeongguk que estaba demasiado
trastornado como para querer escapar. El día anterior le había dado resultado ya
que logró descontrolarlo por completo, esa era su arma de doble filo.
Se detuvieron en la última puerta del pasillo, allí Jeongguk giro la perilla metió a
Jimin dentro de un solo empujón.
Cierra la puerta y Jimin corre a subir la tapa del retrete para hacer sus
necesidades. Se sentía bien no tener que orinar en el agujero del piso del
calabozo, mucho más normal y limpio. Luego de eso abre la llave del lavamanos
dejando el el agua corra a través de sus dedos. Ya casi había olvidado la
exquisita sensación de frescura que dejaba el liquido sobre su piel. Mientras
hacía eso miro de reojo el baño, no existía una ventana que sirviese de salida,
tan solo estaba la puerta y al otro lado de esta lo estaba esperando Jeongguk.
Definitivamente no podría escapar ese día.
Un minuto paso exactamente y Jeongguk abrió la puerta con el arma aun en sus
manos.
El comentario sale de forma tan inocente de su garganta que Jimin no tiene idea
como el castaño reaccionara así que solo espera. El ambiente era tenso y no se
sorprendería si Jeongguk se volvía loco en ese instante encerrándolo de nuevo
en el calabozo sin comida. Pasaron los minutos y ninguno decía nada, eso hasta
que Jeongguk baja la pistola y se acerca a las manos de Jimin.
Jeongguk desata la cuerda y las manos de Jimin por fin son liberadas. Sin decir
nada el último comienza a deshacerse de la ropa sucia mientras que el castaño
mira al piso intentando no distraerse con la piel descubierta de Jimin.
Cuando queda desnudo entra a la ducha la cual solo tenía una cortina
transparente por donde se podía ver todo de forma borrosa. Jeongguk sigue con
la mirada en el piso cuando Jimin decide abrir la llave dejando que el agua corra
por su cuerpo. Jamás pensó que extrañaría con tantas ganas darse una
merecida ducha.
Mientras Jimin esta perdido disfrutando del agua Jeongguk sube la mirada
topándose con la figura borrosa del chico frente a el. A través del tragaluz
entraba un rayo del sol que iluminaba directamente la piel semi bronceada de
Jimin. Jeongguk tuvo que morderse el interior de su mejilla para controlarse, la
imagen frente a el era la tentación en su viva expresión.
Para la mala suerte del castaño Jimin pudo notar a través de la cortina su
reacción y supo que esa era una oportunidad para llevar a cabo una parte de su
plan de escape, así que con cuidado bajo la mano derecha hasta su miembro y
empezó a tocarse de forma suave bajo la atenta mirada de Jeongguk.
Jeongguk queda congelado sin ser capaz de moverse. No entendía lo que hacía
Jimin, solo sabía que se estaba masturbando frente a el y que le prendía como
si se tratase del mismísimo infierno. Tuvo que tragar saliva tratando de buscar la
parte razonable de su mente para no lanzarse sobre el chico y follarlo allí
mismo.
Por eso abrió la cortina de la ducha dejando frente a sus ojos el paisaje más
exquisito que alguna vez podría ver. El cuerpo de Jimin era arte a pesar de los
rasguños y moretones, como si los mismísimos demonios lo hubiesen esculpido
para que fuese la perdición de Jeongguk. Enojado toma a Jimin por el cuello y
este no se inmuta ni un poco.
Claro que Jeongguk sabía de lo que hablaba Jimin y el mero hecho de recordar
lo que paso ese día lo hacía ponerse mucho más duro de lo que ya estaba.
Además, tener al chico totalmente desnudo y dispuesto para el era una oferta
imposible de rechazar. Aunque quisiera negarlo Jimin era su debilidad más
grande y quizá la única que tenía.
No se dio cuenta cuando dejo de apretar su mano alrededor del cuello de Jimin
dejándolo libre, ni tampoco noto cuando este se acerco peligrosamente a sus
labios pasando la lengua sobre estos de forma sensual.
1.
017.
Como un gatito Jimin comenzó a soltar gemidos que más parecían ronroneos
sensuales. Jeongguk lo escuchaba y sentía que iba a explotar por las ganas que
tenía de tenerlo para si mismo.
El ambiente estaba caliente al igual que sus cuerpos. Jeongguk dejó de besar el
cuello de Jimin para atacar sin piedad los labios del chico. No importaba que tan
duro fuesen sus actos, Jimin lo recibía gustoso y sin quejarse. Quizá el pequeño
pelinegro tenía un lado masoquista o al menos eso pensaba Jeongguk.
Jeongguk empuja a Jimin contra la cama y lucha un poco con su camiseta para
dejar el abdomen del chico expuesto. Al tener frente a el la piel suave de Jimin
fue como si le hubiesen echado más leña al fuego. De una vez separo las
piernas del más bajo para posicionarse entre ellas y poder deleitarse con el
pezon derecho de este.
– Nngh~ –La voz de Jimin es ahogada y Jeongguk puede sentir como se
estremece bajo su cuerpo.
Jeongguk tuvo que reprocharse mentalmente por eso pensamientos. Si algo iba
a pasar ese día sería solamente sexo, no podía dejarse llevar por aquella
sensación extraña que cubría su vientre al tener a Jimin tan cerca. Y para
asegurarse de que eso ocurriera jugaría un poco con el chico.
– Sí, sí confío.
Ante la aclaración Jeongguk se levanta de la cama caminando directamente
hacia su ropero. Abre las puertas y busca por un momento hasta dar con una
cuerda que tenía guardada en caso de emergencias. Sonriendo como el maldito
psicópata que era se giro hasta Jimin mostrandole lo que tenía en sus manos.
No hubo protestas por parte del más bajo así que Jeongguk le amarró las
manos a la cama sin cuidado el alguno. El solo hecho de sentir aquel poder
sobre Jimin le ponía mucho más caliente de lo que estaba. Quizá esto del sexo
le terminaría gustando mucho más de lo que debería.
Y así fue como el castaño comenzó a saborear cada centímetro de Jimin con su
lengua, empezando por sl labios, bajando por la curva del cuello, haciendo una
larga parada en el abdomen y luego llegando a su destino más allá del ombligo
para liberar de una vez por todas la hombría de Jimin. Cuando ya no hubo
pedazo de tela que cubriese al chico Jeongguk se le quedo mirando unos
segundos, analizando cada detalle del diminuto cuerpo frente a él.
"Es hermoso", pensó aunque lo hubiese negado si le preguntaban.
Una palabra de esa frase fue la que volvió completamente loco al castaño quien
en un abrir y cerrar de ojos se deshizo de la última prenda que le quedaba para
luego alzar las piernas de Jimin ubicándose en medio. El solo hecho de pensar
que podía marcarlo como suyo hacia el cuerpo entero le vibrara exigiendo que
fuese realidad.
Fue ahí, cuando estaba perdido en sus pensamientos y en las ganas que tenía
de marcar a Jimin que entró duramente sin preparación alguna dentro del chico
ganándose un grito desgarrador por parte de este.
Mío, mío, mío. Esas eran las únicas palabras que existían por el momento en la
cabeza loca de Jeongguk.
Jimin intento no llorar pero le fue imposible. Sentía como si le hubiesen
desgarrado por dentro, tan fuerte y duro que no quería moverse solo del miedo.
Mordió su propio labio esperando que el dolor pasara cuando siente la mano de
Jeongguk sobre su barbilla, lo estaba mirando fijamente y con una sonrisa
tétrica en los labios.
Pensó que se había vuelto loco porque enserio encontró cierto aire
reconfortante en esas palabras. Jimin estiro su cuello besando a Jeongguk de
manera dulce y este le correspondió de la misma forma mientras de a poco
comenzaba a moverse en el interior del más bajo.
El ardor duro unos minutos más, casi le fue imposible a Jimin darse cuenta en
que minuto comenzó a disfrutar del intruso en su interior. El dolor seguía
existiendo, pero ahora comenzaba a saborearlo, sobre todo cuando escuchaba
los gemidos de Jeongguk quien estaba completamente perdido en el placer.
Y todo mejoro mucho más para Jimin cuando sintió la mano del castaño sobre
su miembro, bombeando de forma rítmica. Ahora estaba echo un desastre de
lujuria, estirando más las piernas para lograr sentir a Jeongguk mucho más
adentro.
El castaño comenzó a sentir una sensación cálida envolviendo su parte baja del
estomago informando que pronto llegaría al éxtasis. Las paredes de Jimin
comenzaron a contraerse alrededor de su miembro y supo que ambos estaban
cerca del final.
Dejo de masturbar a Jimin para tomar al chico por las caderas y penetrarlo con
mucha más dureza que las anteriores veces. El más bajo gimió tan fuerte que
rosono en toda la habitación mientras que Jeongguk estaba concentrado en
lograr el máximo de placer para ambos. Dos embestidas más y Jimin se corrió
sobre su propio abdomen.
Otras tres embestidas más y el más alto se libera dentro de Jimin mientras estira
el cuello hacia tras entregado totalmente al placer. Jimin no podía hacer otra
cosa que mirarlo totalmente perdido, Jeongguk teniendo un orgasmo era la cosa
más bella que podías ver.
– ¿Jeongguk? –le llama Jimin antes de que se dejara caer en los brazos de
Morfeo.
– ¿Sí?
– Yo... Yo te quiero.
El cuerpo le vibra debido a La excitación. Une sus labios con los del chico
creando la fricción que tanto buscaban. Es difícil concentrarse ahora que están
tan cerca, deseosos el uno del otro, pero se las arreglan para quedar enlazados
mientras se reclaman de una forma que solo ellos comprendían.
¿Qué pasa cuando alguien tiene tal control sobre ti? No se le ocurría que hacer
para que eso no pasara. Fue capaz de encerrar al chico privándolo de su
libertad para así seguir teniendo alguna clase de dominio en la situación pero ni
siquiera eso funcionó. Había accedido a los caprichos de Jimin sin siquiera
imponerse y ahora que se le estaba ofreciendo para que follaran ahí mismo
nuevamente fue incapaz de negarse.
Muchas cosas pasando por la cabeza de ambos chicos cuando el momento solo
les exigía concentrarse en que conectarán sus cuerpos. Jeongguk pasó su
mano subiendo por el cuello de Jimin para luego despegar los labios de ambos y
pasar el dedo pulgar por esta zona. La boca del más bajo estaba hinchada
dándole un aspecto sexy que a Jeongguk volvía loco así que apenas lo vio
estampo su pelvis contra la de Jimin haciendo que este soltara un gemido.
Aquello era un claro reto por donde lo vieran y Jeongguk estaba dispuesto a
aceptarlo. Con una agilidad impresionante se deshizo de su camiseta para luego
volver a atacar los labios de Jimin sin piedad alguna. En ese momento su buen
juicio estaba siendo cegado por la lujuria y parecía no tener prisa alguna para
detenerlo.
Jimin comenzó a batallar con el cierre del pantalón que llevaba puesto el
castaño. Tuvo que agacharse para bajárselos hasta los tobillos por lo que quedó
de rodillas con la ereccion de Jeongguk escondida en la ropa interior frente a su
cara. Maliciosamente acerco su mejilla hasta el miembro para acariciarla
lentamente por sobre la tela esperando la reacción de Jeongguk que
obviamente no tardó en aparecer.
El agua que recorría sus cuerpos solo lograba subir más la temperatura. Todo
estaba llegando muy lejos y parecía que no había vuelta atrás. Jimin necesitaba
que Jeongguk confiara en el, si debía hacerlo de esa forma estaba más que
dispuesto.
Comenzó a succionar rítmicamente el miembro del castaño de la forma más
profunda que pudo ganándose palabras sucias por parte de Jeongguk. Su
propia mano ayudaba a bombear convirtiendo cada estocada que pasaba por su
garganta en una ola de placer para el castaño.
El último ya estaba cerrando los ojos para aguantar una estocada dura y sin
compasión, por lo que se sorprendió cuando Jeongguk comenzó a abrirse paso
en su interior de forma suave, casi cuidadosa. Aunque a Jimin le ardía era
mucho más soportable que la primera vez que follaron y hasta separo mucho
más las piernas para darle comodidad al castaño.
Cuando Jeongguk estuvo totalmente dentro de Jimin comenzó con los vaivenes
tortuosos y profundos, movía la pelvis en círculos y embestía lo más adentro
posible buscando tocar el punto más sensible del contrario. El más bajo se
aferró a la espalda del castaño, en la posición en que estaban sentía las
penetraciones de forma exquisita y de vez en cuando el abdomen de Jeongguk
rosaba su miembro brindándole una doble sensación de placer.
Jimin siguió gimiendo frustrado contra la boca de Jeongguk hasta que se corrió
sobre su propio abdomen, mientras que al castaño le tomó unas estocadas más
gemir de manera gutural indicando que había liberado su semen dentro del más
bajo.
Jeongguk no fue capaz de levantar la cara del hombro de Jimin porque se sentía
demasiado débil como para enfrentar la mirada del chico.
– Me quedo –respondió.
Jimin yacía con su cabeza en la almohada, recostado sobre el pecho con los
ojos cerrados y entregado al sueño.
No había cosa más bella que aquella. Las sabanas negras de la cama de
Jungkook apenas le tapaban las piernas por lo que tenía una vista completa a la
piel semi-bronceada de Jimin, aquello casi se asemejaba a la porcelana fina y le
provocaba pequeños cortes de electricidad en su espina dorsal. Jamás se había
sentido tan cautivado por el cuerpo de una persona.
Jungkook había decido hace bastante tiempo deshacerse de todas las cosas
que podían transformarse en debilidades. Asesinó a sus padres y no compartía
su vida con nadie, así al menos podía reprimir aquel lado suyo que ansiaba
algún tipo de contacto. Eso hasta que conoció a Jimin.
Desde el primer día en que su mirada se cruzó con la del chico era como si su
mundo se hubiese puesto de cabeza. Lo seguía a todos lados en la escuela,
claro, sin que el se diera cuenta. Observaba cada detalle de su rostro y lo
atesoraba en sus recuerdos. No había momento en el que se preguntará como
se sentiría quitarle la vida a semejante criatura.
Y ahora que lo tenía ahí durmiendo desnudo sobre su cama no podía acabar
con quién era su única debilidad. Las manos le picaban como si le pidiesen la
sangre de aquel chico corriendo por las palmas... Pero por más que estiraba sus
brazos para alcanzar la almohada y cortar la respiración de Jimin su cerebro no
le mandaba las señales al resto de su cuerpo.
TaeTaeRedrum:
Tenemos todo listo, Jungkook. El viernes por la tarde la autopista sur estará casi
vacía porque el departamento de Policía estará enfocado en el desfile de este
año. Es nuestra oportunidad para comenzar con el plan.
No puede mentir, Jungkook había estado esperando algo como eso hacía
meses ya. Hace mucho que venían hablando en el foro sobre llevar las cosas a
un nuevo nivel y a Jungkook le extasiaba el solo pensar en toda la sangre que
correría más el miedo que se instauraría en la ciudad cuando todo comenzará.
– ¿Hace cuánto estás despierto? –pregunta el chico con voz ronca debido a la
somnolencia.
Jungkook se da vuelta y queda frente a la imagen más bella que sus ojos vieron.
Es que Jimin con el cabello alborotado, ojos entrecerrados y mejillas sonrosadas
era algo que le lograba hacerle sentir cosas indescriptibles. Tan solo verlo dolía
y tenerlo cerca era un castigo que cualquiera estaría dispuesto a recibir por el
tiempo que fuese.
Sin pensarlo comenzó a delinear los rasgos de Jimin con su dedo índice. El más
bajo recibió el tacto con los ojos cerrados igual que un gatito siendo mimado.
Para el castaño cada lugar era más perfecto que el anterior y saber que marcó
aquel cuerpo como suyo el día anterior lo mareaba.
Tenía a Jimin al frente, tan cerca que sus alientos chocaban y tanto como para
ver el alma de ambos a través de sus ojos. Mientras que el chico era una luz
cegadora de corazón puro Jungkook era todo lo contrario. Su interior era más
negro que una sombra y los pensamientos enfermos que tanto adoraba lo
llenaban por completo.
Pero Jungkook no estaba dispuesto a renunciar a su propio ser, era lo único que
conocía y por muy retorcido que sonase el era feliz con su forma de vivir. Sabía
que debía deshacerse de Jimin sobre todo si llevarían a cabo el plan de hacer
realidad sus más retorcidas fantasías. Lo único de lo que no tenía idea era de
dónde sacaría la fuerza para aquello, lo intentó tantas veces que ya no las podía
contar... Eso lo transformaba en un cobarde de primera.
JJungkook1997:
Guardó el teléfono con una sonrisa maléfica asomada en su cara. Por su mente
pasaban mil maneras en las que jugaría con Jimin ahora que había decidido
llevarlo consigo cuando todo comenzará. El plan inicial era simplemente
acercarse a él, ganar su confianza y asesinarlo de una buena vez... Pero se dio
cuenta que con su nueva idea se iba a divertir mucho más.
Cuando Jimin sale del baño con el pelo mojado Jungkook estira la mano
atrayendolo hacia sí. El chico no se queja, es más, amarra los brazos en su
cuello de forma tierna. Si hubiese sabido todo lo que estaba pasando en ese
momento por la cabeza del castaño Jimin hubiese salido corriendo despavorido.
1.
020.
Taehyung caminaba unos pasos detrás de Hoseok, estaban dentro del banco
principal de la ciudad con el grupo de sociopatas. Aquel era el quinto golpe
desde que comenzaron a aterrorizar a las personas y los clientes del banco
entraron instantáneamente en pánico por su presencia.
Taehyung había escuchado todo lo que le dijo a quien se suponía solo era un
juguete. Jeon había sido elegido como su líder por ser el más inteligente del
grupo y ahora estaba demostrando la peor de las debilidades, se notaba de lejos
que aquel chiquillo lo estaba manipulando pero el era muy idiota para darse
cuenta. Ahora todo ese enredo les estaba costando una operación muy
importante y Taehyung no le permitiría arruinarlo.
Llego hasta el lado de Jungkook tomándolo del brazo para mirarlo a través de la
máscara. Los músculos de Jeon se trenzaron ante el tacto y Taehyung lo soltó
cuando vio que ya había captado su atención.
– Concéntrate –le dice–, todo está saliendo mal y ni siquiera te haz dado cuenta.
– Te juro que...
Pero Taehyung fue interrumpido por una alarma que retumbó en todo el lugar.
Ambos se miraron a través de las mascaras y supieron que debían salir de allí
antes de que fuese demasiado tarde.
Taehyung se echo uno de los bolsos con dinero sobre el hombro mientras
Jungkook levantaba los demás. Sus otros compañeros seguían apuntando a los
rehenes para que no se movieran hasta que Jeon dio la orden para deshacerse
de todos ellos. No podían dejar ningún testigo vivl para que pudiesen escapar
por las salidas traseras sin ser vistos.
Todo era un caos, la alarma seguía sonando y los cuerpo caían uno a uno sobre
el piso manchándolo de sangre. Poco le importaba a Taehyung las vidas
inocentes que se quitaron ese día lo único que tenía en mente era encontrar la
silueta de Hoseok que había perdido de vista cuando fue a hablar con Jungkook.
Corrió hasta la puerta trasera hasta que por fin pudo divisar la cabellera de
Hoseok. Trató de hacerle señales mientras que Jungkook le pedía que apurase
el paso y así salieran de allí. Cuando vio que el chico caminaba hacia el se sintió
más relajado, más que mal el hecho de que pudiese perder a la única persona
que amaba en este mundo hacía que los pelos se le pusieran en punta y
comenzará a sudar frío.
No es que fueran pareja, es más, Taehyung jamás había sido capaz de confesar
sus sentimientos por Hoseok. Apenas se limitaba a cuidarlo y hacer lo posible
para pasar todo el tiempo que pudiese a su lado. Era cobarde, temía ser
rechazado por el chico y lo amaba tanto que seguramente ese sería su final.
Entonces, ¿por qué tanto problema con que Jungkook estuviese enamorado
también? Fácil, Taehyung y Hoseok estaban en el mismo bando, mientras que
su líder había caído por el enemigo y eso ponía en peligro a todo el mundo.
Apenas Jungkook puso la mano en la cerradura el corazón de Taehyung paró en
seco al escuchar diferentes disparos y voces por parte del cuerpo policial que
había irrumpido para convertir todo en un verdadero caos. Vio a varios de sus
compañeros ser apresados y a otros con proyectiles en el cuerpo avisando que
ya no pertenecían a este mundo. Trataron de forzar la puerta pero pronto se
vieron acorralados por dos oficiales y uno de estos apuntó hacia Hoseok.
Hoseok comenzó a bajar las manos lentamente bajo la mirada atenta de los
policías. Si hacia un movimiento en falso podría considerarse muerto y vaya que
Taehyung no lo iba a permitir. Mientras ambos estaban planeando que hacer en
silencio para salvar su pellejo el ambiente fue interrumpido por un disparo que
devastó una nueva guerra de balas.
Y eso provocó que uno de los oficiales descargara su arma justo en el estomago
de Hoseok. Taehyung miraba atónito la escena, ni siquiera se dio cuenta cuando
Jungkook abrió la puerta y lo tiró consigo para sacarlo de allí. Quiso luchar pero
su mente seguía repitiendo el momento exacto en que Hoseok caía al piso y la
sangre comenzaba a descender por su cuerpo.
Los disparos seguían dentro pero Jungkook se encargó de atorar la puerta para
que no los siguiesen. Taehyung temblaba como un perro mojado, ni siquiera
podía articular una palabra. El castaño fue el encargado de hacerlo correr por
varios callejones para perder a la policía y llegar a la carretera. Se adentraron en
el bosque sin detener la marcha, debían llegar a la cabaña lo antes posible o
serían atrapados.
– Basta, imbecil –dice Jungkook–. Debemos irnos antes de que sea demasiado
tarde.
Pero el nombrado se levanta no para hacerle caso sino para tomar una de las
bolsas de dinero y colgárselas sobre el hombro. El castaño lo miraba a través de
la máscara, sintiendo por primera vez que todo lo que había planeado con tanto
esmero se desamoraba por su culpa.
Diciendo esto da media vuelta para perderse entre los árboles mientras que
Jungkook solo podía pensar en una cosa.
021.
Jimin se levanto al igual que Jeongguk, ambos miraban la escena sin entender
hasta que la mujer se les acerco. Se veía que era presa del pánico y aunque
Jimin intentaba calmarla apenas se le podía entender lo que estaba diciendo.
– ¿Disculpe?
Parecía una maldita broma pero conforme pasaba el tiempo la mujer empezaba
a articular mejor cada palabras. Según ella estaba en el centro comercial con su
amiga y fueron emboscadas en el estacionamiento por unos tipos vestidos de
payasos. Aclaró que al principio pensó que se trataba de una broma, como
estas que se podían ver en internet a diario, hasta que uno de ellos saco un
cuchillo apuntando directo a la garganta de su amiga. Allí todo se descontroló,
subieron a su amiga a una camioneta negra sin patente mientras que ella
alcanzó a golpear a quien la sujetaba para salir corriendo. Aunque uno de ellos
la persiguió logró perderlo por las calles transitadas de la ciudad.
Así fue como acompañaron a la mujer hasta la comisaría. A ella le tomaron una
declaración y Jimin tuvo que hablar con los oficiales sobre el estado en que la
habían encontrado. Todo era muy confuso y aunque quería seguir creyendo que
todo era parte de una broma de mal gusto parecía que todo se estaba volviendo
bastante serio. En todo momento se aferro de la mano Jeongguk, aquello le
hacía conservar la calma y sentirse mucho más seguro para hablar con los
oficiales.
Las horas pasaron y la policía le indicó a ambos que podían retirarse aunque no
sin antes exigirles mantener el silencio sobre toda la situación o podrían afectar
la investigación. Jimin asintió aunque no entendía mucho el tema, simplemente
se apoyo en el brazo de Jeongguk para salir de allí. Entendía que no quisieses
que el asunto se hiciera público y que la gente comenzará a entrar en pánico,
más que mal aquellos vídeos de payaso haciendo bromas se estaban haciendo
bastante populares en la ciudad durante los últimos días.
Durante el trayecto hacia su hogar parecía que a ambos le habían comido las
lenguas los ratones. Jimin iba mirando sus propios pies asumido en sus
pensamientos sobre lo que acababa de pasar mientras Jeongguk se limitaba a
acompañarlo a casa.
– ¿Estas bien? –Pregunta el castaño y parece que Jimin fue arrastrado a este
mundo de sopetón.
– Sí... Solo estoy preocupado.
– Lo sé, pero todo este tema me causa escalofríos. ¿Sabes que Seung aún no
aparece? Quizá le paso algo parecido, esa gente podría ser peligrosa.
– Debes estar tranquilo –le interrumpe Jeongguk–, esto no tiene nada que ver
con Seung.
Jeongguk toma con sus manos la cara de Jimin depositando un beso suave
sobre sus labios. Allí al más bajo se le olvidaba todo, quería dejarse caer en los
brazos del castaño para siempre y así olvidar todo lo malo que este mundo
moderno le mostraba. Seguridad era lo único que se permitía sentir cuando su
piel rozaba con la de Jeongguk.
– Lo digo enserio –dice Jeongguk cuando sus labios se separan–. No dejaré que
nadie te toque nunca, ni un solo cabello de tu cabeza.
Era sofocante el montón de secretos que habían entre ellos y Jeongguk era el
único que lo notaba. Podrían tener una relación normal, dos chicos demostrando
lo mucho que se necesitaban ante la mirada atenta de los demás, pero el
castaño se lo prohibía a si mismo aquella pizca de amor en su vida. Jeongguk
estaba tan obsesionado con aquella parte oscura suya que se sentía incapaz de
hacerla un lado par ser verdaderamente feliz junto a Jimin.
El resto del camino estuvieron lo más juntos que pudiesen. Jimin ahora se
sentía mucho mejor y cuando se despidió de Jeongguk para irse a dormir sintió
que no habría otra cosa que dulces sueños en su descanso.
022.
Sus piernas y pecho ardían pero sin importar nada siguió con su carrera
hacia la cabaña. En su mente lo único que se decía a si mismo era que que
no podía dejar que algo le pasase al chico ahora que había aceptado sus
sentimientos por el. Jimin había accedido a quedarse a su lado y aunque el
futuro era incierto no dejaría la oportunidad de ser feliz al lado de este
último.
Lo amaba demasiado.
•••
Jimin tenía la cabaña para el solo y estaba forzando la puerta para escapar.
No se equivocaba.
Dio un golpe contra la puerta que aflojó la manilla pero se detuvo porque
escucho ruidos dentro de la cabaña. Jimin se quedo quieto, no pensó que
llegarían tan rápido. Escondió la herramienta la cama para no ser
descubierto y luego se sentó sobre esta, debía parecer que no había echo
nada mientras se quedó encerrado.
Los pasos que se oían por los corredores eran frenéticos y eso asustaba a
Jimin. No tenía idea de que pasaba o de quien había entrado a la cabaña
pero sabía que no era nada bueno. Apenas diviso una sombra entrando
por debajo de la puerta su corazón comenzó a latir muy rápido gracias a un
mal presentimiento.
– Todo salió mal. Taehyung vendrá por mi y para hacerme daño es capaz
de herirte, no lo voy a permitir.
¿Y si se quedaba?
TaeTaeRedrum:
Los policías están rodeando la cabaña. Matarte era muy poco, espero que
te pudras en la cárcel lejos de tu ratoncito. Lo arruinaste todo, Jungkook.
Espero que el chico corra lejos de ti porque le dije a los oficiales que era tu
cómplice, ya verás que el nunca arriesgaría la vida por ti. Disfruten sus
últimos segundos juntos.
023.
El día del vídeo.
Jimin tragó saliva, no podía creer lo que había visto en directo a través de
la televisión. Hace menos de un día se había topado con la mujer del
parque que aseguraba haber sido atacada por hombres vestidos de payaso
y pensó que todo quedaba allí, que había sido algo una vez. Ahora el
maldito líder de los sádicos subía un vídeo a internet después de perpetrar
la masacre más grande que la ciudad había visto. Jimin apenas podía
respirar bien, tenía mucho miedo de que se cumpliese lo que el psicópata
decía y que nadie pudiese estar a salvo.
– ¿V-viste las noticias? Ha-hablaron de los payasos, l-lo que decía la mujer
era verdad.
Y Jimin sonrió.
•••
La mayor parte de la tarde la pasaron sobre la cama. Jeongguk hablaba de
cualquier tema para despejar la mente del más bajo y este lo agradecía.
Necesitaba olvidar el asunto de los payasos asesinos o sentía que se
volvería loco.
Jimin comenzó a mover las caderas con más ímpetu, quería sentir el
miembro de Jeongguk cerca de su entrada. Ante la petición el más alto se
deshizo de los boxers para dejar al descubierto el miembro erecto de
Jimin. Jeongguk paso su mano bombeando lentamente el pene del chico,
con el pulgar derecho empezó a masajear el glande del más bajo
provocando que este temblara de placer bajo su peso.
– ¿Te gusta? –Pregunta con una sonrisa socarrona en los labios– Dime
que te gusta, Minnie.
Allí, cuando el más bajo estiro su cuello hacia atrás disfrutando de las
exquisitas sensaciones que le brindaba el momento la parte oscura de
Jeongguk se hizo presente. Ni siquiera pensó cuando estiro las dos manos
con las que afirmaba las caderas de Jimin hasta el cuello de este. Al
principio acaricio con fuerza la piel de esta zona pero después fue
cerrando los dedos con lentitud alrededor de la garganta. Jeongguk
aumento el ritmo de las penetraciones al igual que la ahorca que tenía
sobre Jimin.
Todo era tan confuso. El más bajo no sabía si asustarse o seguir perdido
en el placer. Cada estocada que Jeongguk daba su interior tocaba aquel
punto sensible que le volvía loco y el hecho de que las manos fuertes del
castaño le estuviesen cortando de a poco el aire que se dirigía a sus
pulmones parecía no hacer otra cosa que aumentar el placer que le
envolvía.
Jeongguk estaba frenético, ver a Jimin tan entregado a el lo llevo a los
limites menos pensados. Dando las últimas estocadas apretó una última
vez el cuello del chico sintiendo como este se corría sobre su abdomen y
luego como el mismo liberaba su semilla en el interior de Jimin.
024.
Parecía que todo había acabado, no había escapatoria ahora. Sin importar
cuanto demorasen en salir en el momento que pusiesen un pie fuera de la
cabaña los separarían para siempre, sin importar cuanto luchasen por no
alejarse el uno del otro. A Jimin se le encogió el corazón al pensar en eso y
estuvo seguro de que no sobreviviría si sabía que algo malo le había
ocurrido a Jeongguk.
El amor podía consumir a las personas. Jimin se dejo llevar por la flama de
aquel nuevo amor mientras que Jeongguk ardió gracias a las nuevas
sensaciones que llenaban su oscuro corazón. Lo negaron mil veces por
distintas razones pero ahora ya no tenían nada que ocultar. Se amaban con
locura y el hecho de que ahora serían separados para siempre los hacía
desear la muerte a ambos.
Cuantas veces Jimin había escuchado aquella frase salir de la garganta del
chico y parecía que sin importar las decepciones que le provocara su
corazón seguía entregándose sin pero alguno. Definitivamente estaba loco,
el amor que sentía le había echo perder la cabeza.
Jeongguk sentía miedo pero aún así iba a demostrar valentía para que
Jimin se sintiese protegido. Le importaba muy poco lo que pasase consigo
mismo, mientras su chico estuviese a salvo podría estar tranquilo. Aunque
eso significase entregarse a la policía y perder su libertad para siempre.
– ¡Si me disparan lo mato! –Grita el más alto hacia las patrullas– ¡Es mi
rehén!
Pero eso era mentira y Jimin lo sabía. Jeongguk lo hacía para exonerarlo
de las acusaciones de Taehyung, así solo el iría a la cárcel. Lloraba
sonoramente tratando se hacer entrar en razón a su chico, no quería
salvarse si a cambio debía dar la vida de Jeongguk.
Finale.
Un mes después de que todo terminara.
Jimin miraba por la ventana como el verano había llegado con un sol que
irradiaba una luz brillante y bella. A veces deseaba que aquel astro de luz
pudiese contagiarle un poco de aquella vibrante energía que poseía, así
todo sería más fácil.
Jimin negó con la cabeza. – Estoy bien aquí... Pero tráiganme golosinas,
por favor.
Fue empujado hacia atrás y estampado contra la pared por un hombre que
llevaba pasamontañas. Jimin comenzó a gritar como loco pero fue en
vano, el intruso lo sujetaba fuertemente dejándolo completamente
inmovilizado y sin poder decir ni un susurro.
Y cuando escucho esa voz casi se le salió el alma del cuerpo porque la
reconocería aunque kilómetros lo distanciasen de ella.
El intruso sonríe a través del pasa montañas y acto seguido se deshace de
el dejando ver una cabellera tinturada con un rubio platinado, unos ojos
que llevaban lentes de contacto azules puestos y una sonrisa socarrona
que le volvía loco. Jimin miraba a quien estaba frente a el negando con la
cabeza frenéticamente, ahora si que había perdido la poca cordura que lo
aferraba a la realidad.
Jimin se pasa la mano por la cara sacando cualquier residuo que el liquido
oscuro pudiese haber dejado sobre su piel. Tenía asco y el corazón le latía
a mil por hora.
– Pero por qué no me dijiste... –le reprochó–Yo estaba muriendo por ti,
lloré día y noche sin descanso pensando que te había perdido.
– Lo sé, Minnie –dice Jeongguk juntando frente con frente como si buscara
calmarlo de alguna forma–. Lamento haberte echo esperar pero tu familia
estaba encima tuyo todo el tiempo, estuve vigilando fuera de tu casa desde
que me pude levantar de la cama para ver el momento en que te pudiese
llevar conmigo.
En ese momento los ojos de Jimin que se cerraron ante el contacto que le
provocaba la piel de Jeongguk se abrieron de par en par. El chico venía
llevárselo consigo y el no estaba seguro si podría soportar aquella
pesadilla de nuevo.
– Pero, Jeongguk...