Cómo Pensar Sobre Ciencia - Daston, Lorraine
Cómo Pensar Sobre Ciencia - Daston, Lorraine
Cómo Pensar Sobre Ciencia - Daston, Lorraine
Durante la
mayor parte de la historia occidental, las ciencias naturales han sido
idealizadas. “Ciencia” ha tomado el significado de “Ilustración”
[“Enlightenment” , en su acepción inglesa, también acoge el sentido de
“Iluminación”]. Pensemos en estas líneas de Alexander Pope sobre Newton:
“La naturaleza y sus leyes yacían escondidas en la noche./ Dios dijo, sea
Newton, y todo fue luz.”. La ciencia ha sidginficado “progreso”- Pandrit
Nehru, Primer Mnistro de la India, dio a los científicos de su páis en 1961 que
“la ciencia, por sí sola, podría resolver los problemas de India”. Y la ciencia ha
servido también de modelo de comunidad democrática. “Nos da la
posibilidad de discrepar sin animosidad” dijo el historiador de la Royal
Society, Thomas Spratt, y permite, según él, lo que llama “imaginaciones
contrarias sin peligro de guerra civil”. Ilustración, progreso, civismo: estos
fueron, según muchas voces, “regalos” de la ciencia, y posibilitaron que
Occidente sea el “modelo” (the very template) de la modernidad.
Durante 30 o 40 años, esta “sabiduría recibida” ha sido revisada
sustancialmente. La imagen idealizada de la ciencia ha sido reemplazada por
una más matizada. La presente serie de entrevistas, Ideas, intenta acercarnos
a cómo pensamod sobre ciencia hoy. Se titula “Cómo pensar sobre ciencia” y
es presentada por David Caley.
David Caley
EL Instituto Max Planck para la Historia de la Ciencia Opcupa un elegante y
aireado nuevo edificio en un arbolado suurbio de Berlín. Alberga
aproximadamente a cien investigadores cuya investigación incluye desde
cosmología medieval hasta el rol de la experimentación en la jardinería del
SXIX, pasando por los modos en que las tecnologías médicas han
reformulado las actuales barreras entre la vida y la muerte. La directora del
Intituto es Lorraine Daston, nacida en Estados Unidos. Cuando la entrevisté
me comentó que hubo un tiempo en el que ni siquiera hubiese podido soñar
con cien historiadores de la ciencia bajo un mismo techo. Cuando se graduó
en Harvard en los `70s, la historia de la ciencia era más bien una colección de
“desvíos” desde otras disciplinas más que una disiciplina en sí misma. Pero
un desafío/cambio crucial había emergido: en 1962 el filósofo e historiador
de la ciencia Thomas Khun había publicado el libro “La estructura de las
Revolcuiones científicas”. Tras su publicación, la palabra “paradigma”, antes
inusual, estaba en boca de todos. Khun rechazaba la idea de un progreso
continuo y lineal de la ciencia. De ese modo, afirma Lorraine Daston,
encuadró la cuestión bajo la cuál ceció su generación: cómo escribir la
historia de la ciencia de un modo diferente al tradicional relato de un camino
triunfal hacia una inevitable conclusión.
Lorraine Daston Imagine you’re the kind of person who cheats when you read
mystery novels, and you read the last page first to find out who did it. And
then when you read the rest of the mystery story, you know that everything is
building toward this climax. You read it in a very different way than the
person who has to retrace all of the red herrings that have been planted in the
reader’s way by the author to throw that reader off the scent of the real villain.
Lorraine Daston: Imagina que eres la clase de persona que cuando lee novelas
de misterio hace trampas y espía la página final para saber quién lo hizo. En
ese caso, cuando lees el resto de la novela, sabrás que todo está construido
apuntando hacia ese clímax. Leerías de un modo muy diferente al de una
persona que tiene que volver sobre todos los obstáculos que han sido
plantados en el camino del lector por el autor para despistar a ese lector del
olor del verdadero villano.
Pero Foucault fue más allá. Sugirió que la historia es interrumpida por lo que
llamó rupturas epistémicas [cheqeuar!!! Es así en español?], profundas
rupturas en el significado mismo de las categorías básicas por las que damos
sentido a las cosas. Thomas Kuhn dijo algo similar: que el conocimiento está
organizado en paradigmas distintos. Ambos pensadores hicieron del pasado
un lugar mucho más extraño de lo que parecía cuando era tratado como mero
prólogo de un presente predestinado. Sobre estos cimientos construyó
Lorraine Daston.
Uno de los proyectos con los que comenzó fue una historia de maravillas.
Trabajando con su amiga y colega, Katherine Park, investigó las formas en
que la gente pensaba en monstruos, maravillas y prodigios entre los años 1150
y 1750. Publicado como Wonders and the Order of Nature (Maravillas y el
orden de la naturaleza), el libro argumenta que alrededor de 1750, lo que Park
y Daston llaman "una profunda mutación" tuvo lugar en la forma en que los
científicos e intelectuales pensaban generalmente sobre sí mismos. En esa
fecha, dicen, la maravilla se convirtió en "vulgar", "una pasión de mala
reputación" para la dignidad de un científico “serio”, dicen, algo que
“apestaba” a “popular, aficionado e infantil". Pero antes de eso, dice Lorraine
Daston, se puede aprender mucho sobre la historia de la ciencia considerando
cosas que están más allá de los límites de la explicación racional. Aquí está su
resumen del libro.
Lorraine Daston.
Se trata de cosas que, sin duda alguna, ocurren. No estamos hablando de
milagros. Estamos hablando de maravillas, cosas que innegablemente ocurren
pero que no encajan claramente en ningún esquema de clasificación que tenga
a su disposición, y que le dejan, por lo tanto, en uno de los dos estados que
resultan estar peculiarmente relacionados entre sí. O bien se encuentra en un
estado de asombro, que es un estado positivo, pues hay algo agradable en la
sorpresa. Quiero decir, si fueras a ver una aurora boreal, ese es probablemente
el estado en el que estarías. O bien te deja en un estado de horror porque
sientes que hay algo portentoso en lo que ha sucedido. Literalmente
portentoso. Es un mal augurio. Sientes que la naturaleza está fuera de control.
Y nuestro punto de partida fue realmente una pregunta sobre qué tipo de
fenómenos desencadenan estas respuestas emocionales muy específicas. ¿Y
cómo es que uno se vuelca en otro? ¿Cuáles son las condiciones históricas e
intelectuales que hacen que el asombro se convierta en horror, o que la
curiosidad se convierta en asombro? De eso trata el libro.
David Cayley: ¿Podría dar un ejemplo?
Lorraine Daston: Uno de los muchos ejemplos que podría dar es un sermón
que se predicó a principios del siglo XVII en Plymouth, Inglaterra, en el que
un ministro regaña a su congregación por su asombro ante los gemelos
siameses, que acaban de nacer en la parroquia. El ministro afirma que esto
debería ser un objeto de miedo y horror porque Dios está tratando de
enviarnos un mensaje. ¡Arrepiéntanse! Arrepiéntanse antes de que sea
demasiado tarde. Y en vez de eso, estáis mirando boquiabiertos como si fuera
un día de fiesta. Este es un caso en el que la congregación ha pasado del
horror al asombro y, por eso, hay una cierta consternación por parte de los
poderes religiosos. O tomemos el ejemplo del asombro y la curiosidad. Para
nosotros, parece absolutamente axiomático que si se ve algo como una aurora
boreal, después de ese momento de gran asombro, el primer reflejo sería
pensar, ¿qué causa tal cosa? ¿Por qué no ocurre todo el tiempo? Eso no es de
ninguna manera intuitivo para la gente de la Edad Media que estudia la
naturaleza. En primer lugar, piensan que la curiosidad es un pecado. Y en
segundo lugar, piensan que la maravilla debe reservarse para las
experiencias religiosas, no para las naturales. Ven la maravilla como algo
muy parecido a lo que llamaríamos asombro y miedo. Y por lo tanto, su
primer reflejo no es en absoluto la curiosidad. Eso sería casi blasfemo.
Más bien una cierta reverencia seguiría a esa experiencia.
David Cayley: [Para la gente de la Edad Media que estudia la naturaleza]
La curiosidad es un pecado...
Lorraine Daston: Sí.
David Cayley: Siguiendo a Augustine?
Lorraine Daston: Siguiendo a Agustín, e incluso antes de eso, tenemos el
vocablo griego periergeia. El primer significado de la curiosidad es meter las
narices donde no corresponde. Significa tratar de averiguar si la esposa de tu
vecino tiene una aventura. Significa, aún peor, tratar de husmear en los
secretos del príncipe, y, por extensión, los secretos del príncipe de la
naturaleza, Dios. Así que, investigar las cosas que Dios nos ha ocultado, es
un acto de insolencia por lo menos. El estar ocupado es quizás la forma más
suave de ello. Y la blasfemia es la peor forma de ella. La curiosidad tiene
muy mala reputación hasta el siglo XVI. Entonces se empieza a ver un
cambio. Hay un pasaje maravilloso en la Gran Instauración de Francis Bacon,
donde dice: "Mira, es verdad...