La Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires falló a favor de los demandantes en un caso de intoxicación por alimentos. Determinó que los proveedores de la cadena de producción son responsables por los daños causados al consumidor de acuerdo con la Ley de Defensa del Consumidor. La Corte estableció que corresponde a los proveedores probar que no son responsables y no colaboraron con la prueba requerida. Por lo tanto, devolvió el caso para que se cuantifiquen los daños.
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La Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires falló a favor de los demandantes en un caso de intoxicación por alimentos. Determinó que los proveedores de la cadena de producción son responsables por los daños causados al consumidor de acuerdo con la Ley de Defensa del Consumidor. La Corte estableció que corresponde a los proveedores probar que no son responsables y no colaboraron con la prueba requerida. Por lo tanto, devolvió el caso para que se cuantifiquen los daños.
La Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires falló a favor de los demandantes en un caso de intoxicación por alimentos. Determinó que los proveedores de la cadena de producción son responsables por los daños causados al consumidor de acuerdo con la Ley de Defensa del Consumidor. La Corte estableció que corresponde a los proveedores probar que no son responsables y no colaboraron con la prueba requerida. Por lo tanto, devolvió el caso para que se cuantifiquen los daños.
La Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires falló a favor de los demandantes en un caso de intoxicación por alimentos. Determinó que los proveedores de la cadena de producción son responsables por los daños causados al consumidor de acuerdo con la Ley de Defensa del Consumidor. La Corte estableció que corresponde a los proveedores probar que no son responsables y no colaboraron con la prueba requerida. Por lo tanto, devolvió el caso para que se cuantifiquen los daños.
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Alumna: Sol Agustina Riccardi
Derechos de los usuarios y consumidores
Fallo: “G. A. C. contra ‘Pasema S.A.’ y otros. Daños y perjuicios". Suprema Corte de Justicia PBA
Hechos del La Sra. GAC inicia acción de daños y perjuicios, en representación
caso de sus hijos menores, por la intoxicación de estos luego de ingerir alimentos (Nuggets) de un local McDonald 's explotado por la Firma Pasema SA. Fundó Su Demanda En La Responsabilidad Civil del Art 40 LDC (Responsabilidad Solidaria) contra Arcos Dorados y Mc Key por su intervención en la cadena de producción de los productos comercializados. Normas Artículo 5, 40 y 53 de la Ley de Defensa del Consumidor. Artículo relevantes 42 CN Holding El caso llega a la Corte quien entiende que es el prestador quien debe probar que el servicio fue utilizado por el consumidor o usuario en condiciones no previsibles y anormales (culpa de la víctima) se pretende desligarse de la responsabilidad objetiva. La responsabilidad está pautada por el art. 40 LDC: “Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio’” Una segunda pauta, es el art. 3 LDC "En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor" Y en el art. 5: "Protección al consumidor. Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios" Una tercera pauta es el sistema de responsabilidad establecido en el art. 40: "Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio" En todo procedimiento en donde esté en juego una relación de consumo rige lo que se denomina en materia probatoria "Cargas dinámicas". En esos términos, "corresponde al proveedor la obligación de colaborar en el esclarecimiento de la cuestión aportando todos los elementos que tenga en su poder”. El demandado que debió colaborar con la prueba que resultaba vital para la obtención de la verdad del caso, retiró el producto del establecimiento, rompiendo con el principio de la carga de la prueba dinámica (Art. 53) Resolución La Suprema Corte de Buenos Aires decidió devolver la causa a la del caso instancia de origen con los fines de la debida cuantificación del daño. La protección jurídica de los consumidores encuentra su fundamento en el campo de lo social en los embates sufridos por los efectos de la llamada “sociedad de consumo”. El derecho reconoce la vulnerabilidad estructural de los consumidores en el mercado en sus relaciones con los proveedores de bienes y servicios, y establece, en consecuencia, una serie de normas, principios e instituciones de protección en su favor. La experiencia argentina en materia de protección jurídica de los consumidores, si bien encuentra algunos antecedentes en el derecho local, en normas indirectas, como en el desarrollo de la doctrina especializada, puede enmarcarse a partir de dos hitos fundamentales: • La Ley N° 24240 de Defensa del Consumidor (LDC), sancionada el 22 de septiembre de 1993 y promulgada parcialmente el 13 de octubre de 1993, por Decreto N° 2089/93). Dicho microsistema significó un avance sobre la legislación existente, por cuanto reconoció en favor de los usuarios y consumidores un conjunto de valiosos derechos. • La reforma constitucional del año 1994 profundizó aquella tutela con la incorporación de los derechos de los consumidores en la Constitución Nacional, fundamentalmente en el artículo 42. Este camino fue posteriormente cimentado por las sucesivas reformas de la LDC, por diferentes “leyes especiales de defensa al consumidor”, reglamentaciones y normas específicas de entes y agencias especializadas, y por la incorporación de diversas normas directas e indirectas de protección al consumidor en el Código Civil y Comercial. El artículo 42 de la Constitución Nacional establece que: “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno”. Claramente los derechos de los consumidores y usuarios no se limitan a los aspectos patrimoniales de la relación de consumo o de servicio público, se extienden a la protección de la salud y de la seguridad; la información adecuada y veraz; libertad de elección; y la equidad y dignidad en las condiciones de trato. Asimismo, se establece el deber del Estado de proveer a la educación del consumidor. En materia internacional, Las Naciones Unidas mediante las Directrices para la protección del consumidor (Resolución 39/248 de la Asamblea General) recomiendan a los gobiernos fortalecer una política de educación y de acceso de los consumidores a una información que les permita hacer elecciones bien fundadas conforme a sus deseos y necesidades (art. 2, inc. d y c); también recomienda tener especialmente en cuenta las tradiciones culturales del pueblo que se encuentren en situación desventajosa, tanto en zonas rurales como urbanas, incluidos los consumidores de bajos ingresos y aquellos que sean casi o totalmente analfabetos (art. 31); e imponen a los gobiernos el desarrollo de políticas enérgicas de protección del consumidor y la predisposición de infraestructuras adecuadas para aplicarlas (arts. 2 y 4). Estas directrices, si bien no pudieron plasmarse en un instrumento jurídico obligatorio similar a los documentos referidos a los derechos humanos, pusieron de manifiesto una preocupación global comprometida con la defensa de consumidor, y sirvieron como antecedente a las normas de protección que sancionaron los países miembros a posterior La Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías de Viena de 1980, vigente en nuestro país, excluye expresamente de su ámbito de aplicación la venta a consumidores (art. 2º, ap. a). La razón principal para ello fue evitar un eventual conflicto entre las normas convencionales y las leyes de orden público de protección al consumidor incorporadas a las legislaciones internas de los Estados parte. En el ámbito del MERCOSUR, se trabajó casi desde el comienzo, la temática de la defensa del consumidor. Se creó la Comisión de Defensa del Consumidor y del Comité Técnico Nº 7, integrante de la Comisión de Comercio. La estrategia adoptada parece encaminada a abordar conjuntamente normas de jurisdicción y de derecho aplicable, sin embargo, solo se ha logrado elaborar el Protocolo de Santa María sobre Jurisdicción Internacional en materia de consumo de 1996 (el cual no ha entrado en vigencia). No obstante lo expresado, es justo destacar que los orígenes de la defensa del consumidor en la Argentina hallan sus raíces en la labor doctrinaria desarrollada a partir de la década de los ochenta y que fructificara en importantes estudios sobre el tema y en valiosas recomendaciones de congresos y jornadas, entre las que corresponde destacar las conclusiones de las X Jornadas Nacionales de Derecho Civil donde se postuló la necesidad de "incorporar al Código Civil como principio la protección a la parte más débil sin distinguir si se trata de un deudor o acreedor “de promover la tutela del consumidor. En nuestro país, se instala la temática a partir de autores como Moisset, Itusrraspe, Gabriel Stiglitz, quienes sentaron las bases de la ley 24.242. Sostenían que las instituciones tradicionales del derecho civil resultaron insuficientes para contener las nuevas relaciones contractuales. La publicidad, la tecnología, la economía fordista y transnacional irrumpieron desdibujando las fronteras del derecho privado. Stiglitz, es uno de los principales referentes en materia de consumidores. Fue autor del anteproyecto del artículo 42 de la Constitución Nacional Argentina y coautor de la Ley de Defensa del Consumidor. En materia jurisprudencial tenemos varios fallos emblemáticos que fueron aportando claridad en torno a la interpretación de los alcances del ámbito de actuación. En materia de medicina prepaga, la jurisprudencia también ha ratificado la aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor, tal es el caso de la causa "Medicus", donde se sostuvo que: "el contrato que regula una prestación de servicios asistenciales médicos trata de una relación de consumo entre un prestador y un consumidor final. En el fallo “Mosca” (2007), donde quedó asentado que el tercero ajeno de la relación de consumo, sin haber celebrado acuerdo, queda expuesto al ser afectado por la situación de riesgo provocada por una determinada situación. Y al ser dañado queda incluido a la relación de consumo o cadena de consumidores. El estatuto de defensa de los usuarios y consumidores presenta en la actualidad cierto grado de completividad y eficacia, pero algunos, aun consideran a los aspectos sustanciales de la tutela, necesita ser afianzada. En nuestra segunda etapa de estudio de la materia, hablamos acerca de la ley de necesidad de reforma (24.309), que posibilitó la reforma de nuestra constitución en el año 1994, y también la regulación en nuestra constitución sobre la aptitud del poder ejecutivo de poder promulgar parcialmente las leyes del congreso. La promulgación parcial de leyes no estaba permitida al poder ejecutivo en la Constitución (formalmente) antes de la reforma de 1994, pero en lo material el poder ejecutivo sí promulgaba las leyes parcialmente. Esta actividad atenta con el principio de división de poderes de la Constitución, porque le da la competencia al poder ejecutivo de ejercer la función legislativa, propia del Congreso. A pesar de este principio, en la práctica sucede que el poder ejecutivo vetaba parte de una ley sancionada por el congreso y promulgaba la parte restante. Es así, que el proceso en materia de consumidores que venimos describiendo no fue lineal, viéndose amenazado por diversas contingencias. La más grave fue, sin lugar a dudas, la decisión del Poder Ejecutivo, por Decreto N° 2089, de entonces de promulgar parcialmente la ley y vetar algunas normas de notable trascendencia, tales como, la que imponía la responsabilidad de todos los integrantes de la cadena de comercialización (productor, importador, distribuidor, vendedor, etc.) por los defectos de cualquier índole que pudiera presentar la cosa adquirida, o por el daño que sufriera el consumidor en su persona o en sus bienes por el vicio de la cosa o servicio contratado, este hecho generó en algunos el convencimiento de que la ley carecía de utilidad. A pesar de ello, primó el criterio de quienes consideraban que más allá de los vetos, la norma promulgada era en líneas generales positiva, y que, en tal sentido, correspondía luchar por su aplicación y perfeccionamiento, más aun cuando ésta había sido la postura del constituyente de 1994 Sin embargo, con la última reforma se terminó regulando la promulgación parcial en el artículo 80 de la Constitución, con el objetivo de controlar y supervisar las leyes que el presidente aprobaba de manera parcial, para evitar estos agravios. Muchos consideran que esta decisión del poder ejecutivo de haber vetado parte de la ley había sido en pos beneficio de las empresas. Excluyendo artículos fundamentales como el 40, que obligaba por el vicio o riesgo de la cosa responder de manera solidaria a toda la cadena de fabricantes del producto. Sin embargo, todos los esfuerzos realizados para lograr una efectiva defensa de los usuarios y consumidores se han visto consolidados a través de las sucesivas reformas introducidas por el Parlamento a la ley 24240, mediante la sanción de las leyes 24568, 24787 y 24999. La de mayor importancia ha sido, sin duda, esta última, que en gran medida dejó sin efecto los vetos más significativos que la ley 24240 había sufrido. Por otro lado, a partir de la habilitación del tema por la Ley Nº 24309 de necesidad de la reforma constitucional, la Convención Constituyente de 1994 se abocó al estudio y debate sobre la defensa de la competencia, del usuario y del consumidor. En su tratamiento en las sesiones, el despacho de mayoría fue informado por el convencional Irigoyen, quien aclaró que la Comisión de “Nuevos Derechos y Garantías” tuvo una preocupación específica en este punto. La redacción del artículo 42 les dio reconocimiento y jerarquía constitucional a los derechos de usuarios y consumidores. Si bien, estaba empezando a surgir un avance en materia jurídica con el objetivo de regular las relaciones de proveedores y consumidores, la constitución lo elevó a un mayor plano de reconocimiento.
En relación con la primera parte de la materia, se torna un poco más complicado
intentar relacionar los derechos de los usuarios y consumidores, por ejemplo, con los textos de Lowenstein, quien fue un filósofo y político alemán durante el siglo XX, ya que en torno a este tema se volvió cada vez más notorio durante los últimos años. Es de amplio conocimiento, que la aparición de una regulación en materia de consumidores y usuarios es reciente en el tiempo. En la argentina hasta el año 1993 nunca hubo una regulación jurídica expresa en materia de consumidores. Aún carecemos de fuente internacional que contemple toda la problemática consumeril. Pareciera que los Estados han preferido una protección interna más que internacional. Karl Loewenstein en su libro “Teoría de la constitución” hace gran hincapié en su quinto capítulo sobre la Constitución. La define como “el dispositivo fundamental para el control del proceso de poder” donde deben estar reguladas las formas de gobierno y competencia de los poderes, y sobre todo debe reconocer ciertas formas de autodeterminación individual y libertades fundamentales, además de proteger estas de los detentadores del poder. En uno de sus apartados, Loewenstein habla acerca de la mutación constitucional, alegando que no existe una constitución ideal, que sería aquel orden normativo conformar del proceso político según el cual todos los desarrollos futuros de la comunidad, tanto el orden político como social, económico y cultural, pudiesen ser previstos de tal manera que la constitución no tuviese necesidad de ser modificada o actualizada. Establece que cada constitución integra, solo el statu quo existente en el momento de su nacimiento, y no puede prever el futuro. “Cada constitución es un organismo vivo, siempre está en movimiento y está sometida a la dinámica de la realidad que no puede ser captada”. Nadie puede descifrar los conflictos del mañana, nuestra sociedad está en constante movimiento. La convención constituyente originaria de 1853 no pudo predecir que hoy en día el planeta sufriera de constante deterioro y contaminación, ni tampoco que habría un consumo masivo como visualizamos día a día. La evolución de los cambios sociales y económicos sucedidos a partir de los últimos siglos con la expansión del comercio ha generado la necesidad de crear un modo de protección especial. Es necesario establecer mecanismos de reforma que den la posibilidad de actualizar y modificar a nuestra Constitución, porque las redacciones originarias de los textos constitucionales quedarían ajenas a los problemas futuros. Bibliografía: - El Estado y la protección de los consumidores (Barocelli, Sebastián) - Alterini, A. et al (1989). El estatuto del consumidor en el marco de un proyecto de ley. Diario La Ley, 1989-B, 1002. - Asociaciones de Consumidores. En G. Stiglitz y C. Hernández (dirs.), Tratado de Derecho Del Consumidor: tomo. IV). Buenos Aires: La Ley. - Código Civil y Comercial de la Nación - Ley de defensa del Consumidor (24.240) - Constitución Nacional (art.42) - “Los procesos en materia de consumo” por Marcos Agustín Recupero (página SAIJ) - “Principios y ámbito de aplicación del derecho del consumidor en el nuevo Código Civil y Comercial” Barocelli, Sergio Sebastián