Criminología
Criminología
Criminología
CRIMINOLOGÍA
El fenómeno criminal y la conducta violenta han existido siempre en todas las épocas y
sociedades, pero el estudio de estas conductas desde un punto de vista científico y
ordenado es relativamente reciente.
1.2.1. Criminalidad
La Cifra Negra se define como el “número de delitos que no se conocen, es decir, que
por razón de que nadie los denuncia, no figuran en las estadísticas oficiales de la
delincuencia de un país”. Una posible solución ante este ocultamiento sería aumentar
el uso de autoinformes y de encuestas de victimización.
1.2.2. Delito
Esto es debido a que el concepto del delito es muy cambiante y un determinado hecho
delictivo puede estar tipificado o no dependiendo de qué partido político se encuentre
en ese momento gobernando (ejemplo de esto es el aborto, la eutanasia...). Igualmente,
una misma conducta delictiva puede o no ser delito depende del país en el que nos
encontremos, no teniendo las mismas consecuencias jurídicas el consumo o tráfico de
drogas actualmente si nos encontramos en un país europeo o en determinados países
asiáticos o africanos.
De esta manera podemos comprobar que hay conductas que son consideradas delito en
todas las épocas y en todos los países (como el homicidio, lesiones, robo…), y otras
conductas han tenido una respuesta penal muy cambiante y compleja.
Para el estudio de la Criminología el delito es un concepto mucho más amplio que el
concepto puramente jurídico, ya que entre los fines de la Criminología es conocer y
comprender los motivos por los cuáles se ha producido esa conducta delictiva, qué
elementos han influido en su realización, el origen, la personalidad y las circunstancias
en las que se encontraba el delincuente, qué factores ambientales estaban presentes…
Es por esto que cuando hablemos del delito no solamente estaremos hablando de las
conductas tipificadas en el Código Penal, sino que incluiremos también todas las
conductas antisociales o violentas que estén o hayan estado relacionadas con dicha
conducta.
Podemos definir también el delito, por lo tanto, como “el conjunto de interacciones que
pueden surgir entre una persona dispuesta a delinquir, un objeto o víctima atractivo y
un control social tanto formal como informal insuficiente” (Garrido y Redondo, 2013).
Existen muchas y muy variadas definiciones de delito, dependiendo del punto de vista
desde el que es analizado, como la definición sociológica, la definición que da el Derecho
o la que aporta la propia Criminología.
Desde la sociología se define el delito como aquella conducta que se aprecia como
desviada, es decir, como el comportamiento que se separa de los valores que tiene la
mayor parte de la sociedad. Sin embargo, podemos ver que no todas las conductas
delictivas son delito. Serían desviadas, y por tanto delitos para la sociología, conductas
como la mendicidad y el alcoholismo.
En primer lugar debemos tener claro el concepto de agresividad como la capacidad que
tiene el ser humano de dar una respuesta ante peligros potenciales que provienen del
exterior. Por lo que podemos considerar a la agresividad como muy positiva para el
desarrollo y la supervivencia, siendo una respuesta que se adapta a las diferentes
circunstancias ante las que puede encontrar una persona. La agresividad por lo tanto es
un instinto que aumenta la eficacia biológica de quien la sustenta y la agresividad que se
produce dentro de una propia especie es objeto igualmente de nuestro estudio, las
causas por las que un ser humano ataca a otro ser humano.
Por otro lado, la violencia es una agresividad no controlada, con carácter destructivo
hacia personas u objetos. Tiene una clara disfunción social no teniendo como objetivo
más que el daño en sí mismo. Lo característico de la violencia es su gratuidad desde un
punto de vista biológico y su intencionalidad desde un punto de vista psicológico
(Sanmartín, 2004). Vemos que la violencia es expresiva, estando condicionada por
diferentes afectos negativos como el odio, los celos, el rencor… y es por esto por lo que
decimos que la violencia es perteneciente al ser humano. (Echeburúa, 2020).
En las primeras etapas de la Criminología fue muy importante estudiar y observar rasgos
y “disfunciones” biológicos precriminales (antes de la comisión del delito).
El enfoque psicológico del delito se basa en la idea de que se convierte en criminal aquel
que padece un defecto psicológico de falta de conciencia, posee motivaciones
subconscientes o no interioriza normas y valores sociales. Este enfoque es el que mayor
apoyo está teniendo en la actualidad y explica, sobre todo, los delitos más violentos.
Según Sanmartin (2006), la violencia puede clasificarse según sea el tipo de acción,
según el daño causado, según el escenario o dependiendo del contexto en el que se
produce, según el agresor, según el tipo de víctima… etcétera. Como vemos, hay
muchísimas características que definen a la violencia.
Una de las clasificaciones más frecuentes del concepto violencia se realiza atendiendo
al resultado obtenido, diferenciándose en violencia física, violencia psicológica, violencia
económica y violencia sexual.
Violencia física
Acción voluntaria que produce o puede producir daño o lesiones físicas en la persona.
Ejemplo de esta violencia física pueden ser las lesiones que se produzcan mediante el
uso de arma blanca o arma de fuego, objeto contundente o romo… etcétera. Este tipo
de violencia tiene una gran variedad de resultados, dependiendo de la acción realizada,
dando lugar a lesiones desde muy leves hasta el fallecimiento de la víctima.
Violencia psicológica
Cualquier contacto sexual no deseado en el que una persona es utilizada como medio
para obtener estimulación o gratificación sexual. Podemos hablar de múltiples
subclasificaciones desde acoso sexual, agresión sexual, exhibicionismo, voyerismo…
etcétera. También, las consecuencias sobre la víctima serán muy diferentes
dependiendo de quién sea el autor, en donde se produzca el hecho y cuál sea su
naturaleza.
Si queremos realizar una clasificación de agresores según las conductas violentas que
llevan a cabo podemos ver que hay tantos agresores como conductas violentas existen.
Delincuente juvenil
La violencia juvenil la conforman una serie de acciones u omisiones que son llevadas a
cabo por menores de edad, y que suponen un quebrantamiento de la ley, llevando a
estos menores a entrar en el Sistema de Justicia Juvenil. Los jóvenes y los adolescentes
son personas que están en una fase de evolución, de crecimiento, de maduración,
buscando su propia identidad. Y es en este proceso en el que pueden producirse
conductas violentas o delictivas. La criminalidad juvenil, según Kaiser (1988) es una
manifestación específica de la edad, sin embargo no se trata en gran medida de un
destino inmodificable, sino de un acontecer socialmente influenciable. Los jóvenes
comentan la mayor parte de las veces conductas que no han sido previamente
planificadas, siendo una delincuencia más sencilla y menos grave, por lo general.
Además, se caracteriza por ser expresiva e instrumental, teniendo como objetivo el
placer inmediato, la aventura, nuevas emociones extremas, rebeldía… etcétera. Se trata
también de un fenómeno de grupo, siendo especialmente importante la presión social
existente por los pares y amigos delincuentes para la manifestación de la violencia, así
como la identificación con el grupo en sí mismo.
Terrorismo
Por otro lado podemos observar la existencia de grupos terroristas que se basan en la
religión para escusar sus actos violentos. Este tipo de terrorismo es el que más preocupa
actualmente en todo el mundo, y que causa una gran cantidad de muertes y de terror.
Delincuente organizado
Este tipo de violencia tiene unas características muy definidas y concretas, ya que
estamos hablando de la violencia desde un punto de vista puramente empresarial. La
delincuencia organizada está formada por agrupaciones de personas que están
organizadas, con una especialización, objetivos y jerarquía claramente dispuesta y cuya
meta final es el enriquecimiento económico, de manera ilegal. Ejemplo de grupos de
delincuencia organizada son las mafias, tanto americanas como italianas o japonesas (y
de otros muchos países).
Para que un delincuente sea considerado organizado debe planear el crimen mediante
la elección deliberada de la víctima según sus características diferenciadoras), la elección
del lugar o escenario en el que tendrá lugar la agresión, que le supondrá un riesgo bajo
de que le detengan. Además hará un importante esfuerzo por que no se recupere el
cuerpo, o al menos dificultar su búsqueda. Añadido a esto es posible que obtenga y
guarde algún objeto personal de las víctimas (trofeos o souvenir).
Los asesinos organizados en un alto porcentaje tienen rasgos psicopáticos y los asesinos
desorganizados, en un alto porcentaje, son personas con algún tipo de trastorno o
enfermedad mental. Añadido a esto podemos decir que también puede haber, y así lo
vemos en importantes casos de asesinatos en serie, asesinos con características tanto
organizadas como desorganizadas. A estos asesinos se les denomina mixtos.
Son muy diferentes los contextos en los que puede ocurrir un hecho delictivo o una
conducta violenta, aunque es cierto que hay determinados escenarios en los que
podemos ver una mayor prevalencia de sucesos criminales. El escenario en el que más
actos criminales sucede es, obviamente, en un escenario bélico, en una guerra. Es aquí
en donde más muertes vamos a encontrar, mayor destrucción, mayor número de
agresiones sexuales, abusos a menores, secuestros y torturas. Y, sorprendentemente,
tras la guerra, el escenario en el que vamos a encontrar mayor número de situaciones
violentas es el ámbito familiar, dentro de una casa, de un hogar. También en la escuela,
en el lugar de trabajo, en las calles… en definitiva, en todos aquellos lugares en los que
se produce una convivencia entre personas.
Contexto familiar
Dentro del contexto familiar vamos a ver que hay muchos tipos de conductas violentas
y agresivas que pueden darse, siendo todos ellos de especial gravedad al tener en cuenta
que todos nosotros sentimos que es nuestra casa el sitio en el que más seguros estamos,
y junto a la familia (las personas que deberían ser las que más te quieren y protegen).
a. Violencia doméstica: esta violencia engloba todas aquellas conductas violentas
y agresivas que tienen lugar dentro de una vivienda familiar entre los miembros
que conforman dicha unidad familiar. Así, podemos denominarla también
violencia familiar, o intrafamiliar.
b. Violencia de género: al margen de la definición puramente jurídica, la violencia
de género es la que se comete sobre una persona por separarse de aquel papel
que tradicionalmente se ha considerado que le corresponde. Así, es la mujer la
que estadísticamente más ha sufrido esta clase de violencia por parte de su
pareja o ex pareja. En este caso estamos hablando de violencia en la pareja.
c. Maltrato infantil: se trata de cualquier acción u omisión, siempre que sea
intencional, que cause daño o pueda causarlo, a un menor (Sanmartin, 2008).
Son muchos los escenarios en los que se puede dar un maltrato infantil, pero el
más común es el hogar familiar, siendo esta la causa de que se utilice también el
término maltrato infantil intrafamiliar. Dentro de esta conducta violenta existen
otros subtipos, físico, psicológico/emocional, sexual… todos ellos de especial
gravedad e importancia.
d. Maltrato a personas mayores: Se trata de cualquier comportamiento que dirige
su violencia hacia una persona mayor, mediante una acción voluntaria, con
objetivo de producir el daño. También dentro de este comportamiento puede
existir una conducta de omisión de cuidados, así como la violación de sus
derechos (Iborra, 2005). En este caso como estamos hablando de contexto
familiar en efecto debe producirse el maltrato en una contexto de confianza y
dependencia.
Bullying, violencia escolar, violencia entre pares:
En los últimos años ha tomado una gran importancia el concepto de bullying, violencia
escolar o violencia producida entre pares, entre iguales ya sea en un contexto
puramente escolar, o fuera del aula, o que se traslade al ciberespacio (ciberbuyllying).
Cuando hablamos de esta conducta violenta hablamos de todos aquellos
comportamientos que ocurren en las instalaciones escolares o en sus alrededores (ya
sea en el patio, a la salida de clases, en extraescolares, con alumnos de un colegio
cercano…). Una de las características más importantes en este tipo de violencia es que
la lleva a cabo uno o unos agresores, que suelen ser más fuertes tanto psicológicamente
como físicamente, y que dirigen su violencia hacia uno o unos menores, sus víctimas,
que normalmente son más débiles tanto físicamente como psicológicamente. Esto es,
se observa claramente una asimetría en la relación, un abuso de poder, una clara
intimidación. Además de estos dos actores principales tenemos que hablar de un tercer
elemento de gran importancia que son los espectadores. Aquellos estudiantes o
compañeros que son los observadores, miran y no intervienen o que incluso pueden
llegar a alentar la conducta agresiva, sin interponerse. Si esta situación se produce en el
ciberespacio serán aquellos que reciben la imagen o el vídeo denigrante a través de sus
redes sociales y no solo no lo denuncian, sino que lo reenvían a otros, dando lugar a una
nueva victimización, a pesar de que no son directamente los productores originales de
la situación violenta.
Los resultados y consecuencias tanto físicos como psicológicos sobre las víctimas son
muy graves, llegando a situaciones de indefensión y pérdida de esperanza que pueden
llegar incluso a la ideación suicida.
Esta conducta violenta, también denominada acoso laboral, toma forma a través de
numerosos comportamientos abusivos cuyo principal objetivo es la degradación moral
del trabajador, del compañero de trabajo. Este fin se intenta conseguir a través de
conductas orientadas a minar la autoestima, a través del hostigamiento o situaciones de
violencia psicológica, más o menos sutil, continua y permanente. Este comportamiento
da lugar a una situación que puede ser muy peligrosa, ya que además de tener
consecuencias psicológicas muy graves e incluso terminar en suicidio, pone en peligro el
puesto de trabajo de la víctima. Además, al manifestarse a través de pequeños
comportamientos violentos prolongaos en el tiempo, y de manera sutil, se hace
especialmente complicado de detectar e intervenir.
Añadida a esta conducta que podemos llamar de acoso moral, en el lugar de trabajo
también puede producirse otro tipo de acoso, el acoso sexual en el trabajo. Así, se siguen
produciendo situaciones de violencia, también en el ámbito laboral, en muchos casos
porque se propician condiciones que hacen que se desarrolle acoso sexual y acoso por
razón de sexo en el trabajo. Para que se produzca este tipo de acoso, el acoso sexual,
tiene que cumplirse una serie de condiciones, como que el comportamiento sea de
carácter sexual, que sea indeseado, irrazonable, ofensivo para la persona que lo sufre y
que dicha conducta cree para ella un entorno laboral intimidatorio, hostil y humillante.
Así, es fundamental diferenciar entre el acoso sexual, el acoso por razón de sexo y el
acoso moral. La diferencia que se establece entre acoso sexual y acoso por razón de sexo
es que mientras el primero se circunscribe al ámbito de los sexual, el acoso por razón de
sexo se supone un tipo de situaciones laborales discriminatorias mucho más amplias, sin
tener por qué existir intencionalidad por parte de la persona agresora.
Por último, podemos definir el acoso por razón de sexo como el que se produce por
razón de sexo cualquier comportamiento realizado en función del sexo de una persona,
con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y de crear un entorno
intimidatorio, degradante u ofensivo (Art 7.2 de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo,
para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres).
Dentro de esta violencia, está la ejercida por individuos particulares siendo estos
comportamientos tanto de índole sexual (agresiones sexuales) como asesinatos
profesionales. Hablaríamos, en este caso de sicarios, por ejemplo.
Otros ejemplos, en este caso si se llevan a cabo por grupos, son las bandas de carácter
juvenil y latino (Gangs), como los Latín King, los Ñetas, los Dominican Don´t Play, los
Trinitarios… etcétera. Grupos más o menos organizados, con cierta estructura y
jerarquía, con actividades delictivas claras pero sin una profesionalización declarada por
cuya razón no podemos clasificarlos como delincuencia organizada, o no de manera
total. La mayor importancia de este tipo de grupos es que los jóvenes y adolescentes
que están dentro de bandas delinquen en una proporción más alta que los jóvenes que
no pertenecen a ninguna banda, tal y como aparece en la investigación realizada por
Thornberry et al., en el Rochester Youth Development Study.
Violencia en la cultura
Podemos hablar de cultura y de violencia si nos referimos a una serie de rituales, actos
o festejos enraizados en nuestras tradiciones que conllevan comportamientos violentos
o agresiones. Nos referimos, por ejemplo, a la mutilación genital femenina, que la
Organización Mundial de la Salud estima que afecta a un total de 130 millones de
mujeres en todo el mundo.
La policía es uno de los órganos encargados de ejercer el control social formal. De esta
manera la policía es entendida como una institución pública que ostenta un papel
especialmente relevante en la implementación de las políticas públicas de seguridad, así
como, con carácter general, en el mantenimiento y la mejora de la seguridad pública.
La policía es, del mismo modo, una de las instituciones-emblema de las sociedades
contemporáneas. Todas las sociedades desarrollan funciones policiales pero la Policía,
tal como las conocemos hoy, es una institución pública relativamente reciente. La Policía
contemporánea, tal y como hoy se conoce, surge en el siglo XIX ligada al capitalismo, a
la urbanización y al desarrollo de las ciudades (Torrente, 1997).
Sus orígenes se remontan a las primeras aglomeraciones urbanas, por lo que presenta
la doble originalidad de ser una de las formas más antiguas de protección social así ́ como
el principal modo de expresión de la autoridad. No se conoce sociedad organizada sin
que exista un poder de Policía que asegure a sus miembros la seguridad interior,
reprimiendo y previniendo comportamientos antisociales.
Estos imperativos han motivado en las últimas décadas cambios importantes en los
servicios policiales de los países más desarrollados. Ante el incremento de la
delincuencia y del sentimiento de inseguridad y la percepción generalizada de la
ineficiencia de las instituciones estatales encargadas de enfrentar el problema, han
surgido nuevos enfoques destinados a responder en forma más adecuada a las
necesidades sociales en este campo (Rico, 2005).
Pero del mismo modo, este encuadre incuestionable como institución intrínsecamente
vinculada a las sociedades contemporáneas que nos lleva a poder afirmar que no hay
estructura social que no cuente con una institución encargada de llevar a cabo
determinadas funciones orientadas al control social, no nos permite ser tan tajantes a
la hora de determinar qué se entiende conceptualmente por Policía. Como indica
Recasens, nada nos permite dar por sentado que cuando se habla de policía todos los
interlocutores tengan en su mente el mismo concepto, ya que su uso prolongado y
aplicado a diversos ámbitos, funciones y sujetos lo ha convertido en un vocablo multiuso
que, debido al alto grado de indeterminación y de ambigüedad que presenta, no puede
ser tomado en consideración como elemento de trabajo común y sobreentendido.
En otras palabras, la primera paradoja es que la policía, como concepto, no puede ser
tomada como punto de partida para un estudio sobre la policía (Recasens, 2003).
Caben otras muchas definiciones de la institución policial y, como es sabido, muchos son
los autores que han ofrecido diversas visiones de una institución tan compleja como es
la policial. A modo de simples ejemplos, y sin ánimo alguno de ser exhaustivos, se
ofrecen diversas definiciones que simplemente intentan poner un poco de luz sobre esta
antigua institución:
Pütter la definió́ como “esa suprema potestad con que se previenen los males
que amenazan a la sociedad en el orden interno”.
Santamaría de Paredes considera a la Policía como “la acción del poder público
para alejar los obstáculos que, como consecuencia de circunstancias
accidentales o de la perfección inherente a la naturaleza humana se oponen a la
realización de los fines que se proponen lícitamente en Estado o los
particulares”.
Luis María Díez Picazo afirma que “se entiende por policía en sentido moderno
aquella forma de la acción administrativa consistente en la limitación de la
libertad de los particulares, mediante el uso de la violencia física si es preciso,
con la finalidad de ejecutar las resoluciones de los órganos del Estado lato sensu
y salvaguardar la seguridad pública”.
Otra definición sobre la Policía la proporciona Otto Mayer que la define como “la
actividad del Estado que tiene por fin la defensa del bien orden, de la cosa
pública mediante los recursos del poder de la autoridad contra las
perturbaciones del orden que las existencias individuales pueden ocasionar” (Gil,
1999).
Desde esa perspectiva, la función policial aparece entonces como la función de la que
son investidos determinados miembros de un grupo para prevenir y reprimir, en nombre
de la colectividad, la violación de ciertas reglas que rigen ese grupo, cuando sea
necesario, llevando a cabo intervenciones coercitivas en las que hacen uso de la fuerza.
Además, conviene subrayar que el empleo de la coacción física, aunque sea autorizada,
no basta, por ella sola, para calificar la función policial, pues también el recurso a la
fuerza, pero con otros fines, caracteriza a la función militar, orientada esta hacia la
protección frente a las amenazas exteriores.
Por eso, para evitar confusiones, otro criterio debe ser introducido en el análisis de la
función policial, que haga referencia a la naturaleza de los grupos sociales así ́ regulados
y reservando el uso de los conceptos policía y función policial al funcionamiento de
colectividades consideradas por los sociólogos como sociedades globales, entendiendo
por ello conjuntos no especializados en una actividad determinada, en el seno de las
cuales todos los tipos de necesidades humanas son susceptibles de ser satisfechas y en
las que todos los tipos de actividades humanas pueden tener lugar y se encuentran más
o menos integradas y coordinadas. Esos grupos son frecuentemente, pero no siempre,
sociedades de base territorial, del tipo nación, tribus, clanes, ciudades, etc., de los que
se excluyen grupos constituidos sobre la base de un tipo determinado de actividad
económica, social, cultural, religiosa u otra. Se notará que este enfoque no excluye la
noción de policías privadas cuando esas policías, que tienen un origen y un estatuto
privados, contribuyen a la aplicación en un sector social particular de las reglas que
regulan el conjunto de una sociedad global y no de reglas propias de un grupo
especializado.
Así,́ al hacer la síntesis de los elementos que se acaban de analizar, se puede considerar
que existe función policial cuando, en el marco de una colectividad que presenta los
caracteres de una sociedad global ‒como pueda ser un Estado‒, algunos de los aspectos
más importantes de su regulación social interna son asegurados por una o más
instituciones encargadas de esa tarea, actuando en nombre del grupo y teniendo la
posibilidad de emplear como último recurso la fuerza física.
No obstante, y con finalidad introductoria que nos permita situarnos ante la temática
que posteriormente se desarrollará, se va a hacer referencia a la clasificación que en
1968 realizó Wilson, uno de los primeros autores en realizar un examen detallado de las
funciones policiales y agruparlas por tareas.
Recopilación de información.
Mantenimiento del orden.
Represión del delito.
Realización de diversos servicios sociales.
Se definirá pues, la Policía como institución, como la encargada de detentar y aplicar los
recursos de la fuerza decisivos con el objetivo de asegurarle al poder el dominio del uso
de la fuerza en las relaciones sociales internas (Monjardet, 2010).
Para terminar este sexto apartado del Tema 1, va a volverse al principio del mismo, para
ofrecer una definición de Policía y de su función que si bien no debe de ser tomada
como única o exclusiva, sí resulta interesante.