Curso de Filosofia (Tomo I)
Curso de Filosofia (Tomo I)
Curso de Filosofia (Tomo I)
CURSO DE FILOSOFIA
GENERALIDADES E HISTORIA
TOMO 1
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
PROLOGO
Voltaire, en su Diccionario Filosó fico, define como amante de la sabiduría y de la
verdad al “filó sofo”. Ellos, en la antigü edad, fueron ejemplos de virtud y lecciones
de verdades morales. Dice el filó sofo Parisino: “ha hecho falta siglos para conocer
parte de las leyes de la naturaleza, pero a un sabio le fue suficiente un día para
conocer los deberes del hombre”. Se desprende de tal concepto cuá n importante es
la Filosofía. Ciceró n la catapultaba enseñ ando que “la vida feliz y dichosa es el
objeto de toda filosofía”.
El dilecto académico José Rosario Jiménez nos presenta la nueva edició n de su
libro, el cual titula “Curso de Filosofía: Generalidades e Historia”, principales”, en
una forma ú til y pedagó gica; con la clara intenció n de que el mismo sirva de ayuda
para el aná lisis ló gico y metodoló gico de los estudiantes que cursan la importante
asignatura: Introducció n a la Filosofía; como también sirve el presente texto para
desarrollar satisfactoriamente, a través de 2 (Dos) Tomos, los programas de las
asignaturas que versan sobre la Historia de la Filosofía, en sus diferentes niveles.
Obviamente, el autor, con su experiencia y conocimiento profundo de la materia,
nos lleva por el camino de visualizar las soluciones que la filosofía puede dar a los
grandes problemas que afectan al mundo de hoy, un mundo de hoy caracterizado
por los importantes cambios tecnoló gicos, con que el conocimiento se nos presenta
como el principal instrumento para la construcció n de una sociedad de progreso
econó mico, social, cultural y espiritual; es mundo en que el pensamiento, como
dijera Beltrá n Russell, “es grande, rá pido y libre; la voz del mundo y la gloria
principal del ser humano”.
El Maestro José Rosario Jiménez concuerda con otros autores en que “la filosofía es
una ciencia, que trata del esfuerzo del pensamiento, el cual es su objeto de estudio;
por lograr una concepció n universal de las cosas, que es su finalidad principal;
mediante el autorreflexió n, que es su método propio, es decir, el procedimiento de
la deducció n. Por tanto, partiendo de tal premisa, el autor aspira a que su Curso de
Filosofía sea una herramienta eficaz para los alumnos, que contribuya a esclarecer
el papel de la Filosofía como ciencia y su relació n íntima y necesaria con las demá s
ciencias.
El autor demuestra su pericia cuando asume las dos recomendaciones dadas por
los metodó logos de la enseñ anza de la Filosofía má s actualizados, a saber: La obra
combina dos vertientes fundamentales, la vertiente histó rica y la vertiente
sistemá tica. La obra Curso de Filosofía aborda los temas “El qué y El Para qué de la
Filosofía”, “Aportes de la Filosofía al pensamiento científico a través de la Historia”.
También trata sobre “El objeto y divisió n de la Historia de la Filosofía”, “Origen y
desarrollo histó rico de la Filosofía” hasta la Edad Media, en su primer tomo, y en su
segundo tomo hasta la actualidad filosofía global.
El Maestro hace uso racional del pensamiento cuando en la obra que comentamos,
nos dice: “La verdad se va alcanzando gradualmente y requiere esfuerzos de
reflexió n, aná lisis y estudios; es preciso estar en estado de alerta permanente.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Estamos obligados a ser críticos ante nuestras opiniones y ante todas las
informaciones que nos llegan del exterior. Estamos obligados a ser filó sofos, a
buscar la verdad con espíritu crítico, para encontrar lo perecedero, lo que no
envejece: las ideas”.
Felicitarnos al académico José Rosario Jiménez, de la Universidad Autó noma de
Santo Domingo (UASD), la má s antigua dci nuevo mundo, por su noble
contribució n al estudio y a la investigació n, el cual enriquece la escasa bibliografía
nacional sobre Filosofía. Esta nueva producció n, ademá s, es un gran aporte a la
clase estudiantil, a la que está dirigida fundamentalmente, en el propó sito de dar
fó rmulas e indicar caminos hacia la solució n de los grandes problemas
metodoló gicos que se nos presentan cumpliendo la exigencia programá tica de un
método de pensamiento acerca de la realidad fundado en lo racional, en la Ló gica.
Dr. Franklin García Fermín
UASD
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
INTRODUCCIÓN
El presente libro es el logro intelectual de una prá ctica de estudios diversos y de
las relaciones académicas de muchos añ os con los alumnos en las diferentes á reas
de la Filosofía. Este texto significa el desarrollo de un proceso de un Curso de
Filosofía a través de metodologías diferentes en la enseñ anza universitaria y en
cursos, congresos, seminarios y conferencias que han sido motivadores para la
consolidació n de la presente obra.
El lector tiene en sus manos un compendio de informaciones y conocimientos que
puede servir de soporte para la investigació n y consulta de la diversidad de
prá cticas académicas en todos los niveles y cursos del sistema educativo nacional.
Pues la Filosofía es un saber que, hoy má s que nunca, se hace necesario para la
comprensió n de los diferentes sistemas sociales, políticos, pedagó gicos,
empresariales y de investigació n. Vivimos un mundo donde lo universal está en
boga; y la Filosofía es el saber de la universalidad. Quien escribe el presente texto
deja una señ al clara en el intrincado bosque universal de la Filosofía, para que
cuando quede incendiado el bosque, también sirva como referencia dicha señ al; y
de esta forma las pró ximas generaciones sigan construyendo el mapa de la historia
de las ideas sobre el saber má s universal de todos los conocidos hasta hoy.
El contenido de la presente obra filosó fica busca dar respuestas a cuestiones
Fundamentales que el autor ha realizado en los añ os de experiencia en la
enseñ anza de la materia en diferentes universidades de la Repú blica Dominicana.
La finalidad principal consiste en dotar a la població n de las diferentes academias
del país de un libro que responda a la diversidad de temas requeridos por los
programas de estudios de todos los niveles de nuestro sistema de la educació n
pú blica y privada.
En su contenido dedicamos la merecida atenció n a dar respuestas a la pregunta
¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? A través de la utilizació n de los métodos analítico,
histó rico y comparativo se exponen los temas y capítulos proporcionando una
visió n general de las distintas épocas y filó sofos má s destacados en toda su
historia, desde su origen como actitud natural del hombre, pasando por su origen
como actitud religiosa hasta la evolució n en el tiempo como actitud científica. Sin
dejar de aterrizar en el filo puerto de la actualidad, consistente en una visió n
amplia de las concepciones de la Filosofía de la Vida y la Eco filosofía.
El Curso de Filosofía que tienes en tus manos contiene una exposició n significativa
de las variables fundamentales de la definició n de Filosofía, tales como las
principales características como saber riguroso o científico, su objeto de estudio, la
finalidad y el método propio de la Filosofía, consiste en la deducció n.
En un segundo capítulo hemos desarrollado un tratado sobre las disciplinas que
constituyen el universo de la Filosofía, en el cual hemos enfatizado las distintas
ramas o disciplinas que la constituyen, corno un sistema de conocimientos con
características comunes. Entre dichas ramas tenemos la Metafísica, la Ló gica, la
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CAPITULO 1
QUÉ ES LA FILOSOFÍA
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Segú n hemos visto en el aná lisis de la etimología del vocablo filosofía, existen
diversas interpretaciones del mismo, lo cual obedece al momento histó rico y la
plasticidad lingü ística contenida en el lenguaje comú n de Grecia (Siglo VII a. de C.)
Dicha plasticidad imprime a la filosofía desde su inicio un cará cter problemá tico,
haciéndose a sí misma una reflexió n (autorreflexió n), y cada pensador ha
contribuido a aclarar a través de la historia, comenzando desde Tales de Mileto
(624 — 548 a. de C.) hasta nuestro mundo de la globalizació n y la tecnología,
conocido como la sociedad de la informació n y el conocimiento.
La variedad de conceptos de la filosofía que daremos a continuació n sigue la
afirmació n de la concepció n pitagó rica expuesta má s arriba. Iniciamos con la
concepció n de Só crates y seguiremos el método cronoló gico de la historia del
pensamiento filosó fico; enfocando algunos filó sofos y épocas má s significativas.
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para poder definir al hombre sabio o ignorante. Pues, la sabiduría para Só crates, a
diferencia de Pitá goras, consiste en una virtud del hombre para conducirse en la
vida con prudencia.
De la concepció n socrá tica de la filosofía podemos inferir que cuando el hombre
actú a en correspondencia con el conocimiento del bien, entonces podemos hablar
de una conducta moralmente correcta, es propia de la aspiració n del hombre sabio.
Y cuando el hombre actú a en contra de tal conocimiento del bien, entonces se
habla de una conducta inmoral, propia del ignorante.
A la concepció n socrá tica le sigue, con una gran maestría, el concepto de la filosofía
para su discípulo Plató n: “La filosofía como una actividad en la cual el saber se
extrañ a de las contradicciones de la experiencia y busca las verdades”.
Este concepto implica el método creado por Plató n, conocido corno la Dialéctica,
desarrollado en su teoría de la Ideas o de los dos mundos: el mundo del
conocimiento o del pensamiento (la idea) contradice el mundo de los objetos
(mundo sensible).
La Dialéctica es entonces el proceso mediante el cual el saber o el conocimiento
que tenemos de las cosas y de los fenó menos (mundo de las Ideas) “choca” con la
forma en que las cosas y los fenó menos se comportan en la naturaleza, lo cual
implica una contradicció n entre el inundo de las ideas y el mundo de los
fenó menos. Así Plató n resuelve el problema de la bú squeda de la verdad a través
de la discusió n; e] verdadero conocimiento es el resultado o conclusió n de la
relació n dialéctica (discusió n) entre dos posturas que se contradicen. El
conocimiento concluyente constituye el saber filosó fico, la verdad o la filosofía
corno tal.
Esta concepció n dialéctica de Plató n se descompone en una doble vía: E proceso
del conocimiento que se eleva desde lo inferior hacia lo superior de lo imperfectos
a lo perfecto se llama la dialéctica ascendente, mientras el proceso de explicació n
desde lo superior hacia lo inferior de lo perfecto a lo imperfecto es la dialéctica
descendente. En estos procesos se distinguen, diversos grados o niveles del
conocimiento. En primer término, la “doxa” (opinió n), nos conduce a la “eikasía” o
imaginació n; luego, la “pístis” o creencia, hasta lograr la “episteme” o ciencia,
contentiva de la “diá noia” o conocimiento discursivo y la nó esis o conocimiento
racional. La ciencia implica el verdadero conocimiento en tanto que es
conocimiento de lo universal.
A través de la historia, la dialéctica se ha definido como el arte de razonar. Varios
siglos antes de Plató n, Parménides y Zenó n de Elea definieron la dialéctica como el
arte de refutar la tesis contraria a base de un tipo de argumento similar, llamado
má s tarde “de reducció n al absurdo”.
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Segú n este ingenioso filó sofo griego, la filosofía representa la manera en que el
hombre percibe el universo con el pensamiento, es un tipo de saber que el hombre
adquiere en su relació n natural con el mundo. Esto se logra, segú n Aristó teles,
mediante el método de la Ló gica o de la demostració n.
El concepto de Aristó teles implica, en primer lugar, una percepció n natural del
universo a través del pensamiento a metó dico: la contemplació n teó rica; y, en
segundo lugar, una percepció n científica por medio de un método de investigació n
de las causas, lo cual significa un tipo de saber, una forma de establecer los
principios explicativos que sirven de control de las cosas o acontecimientos.
Del concepto de Aristó teles podemos deducir dos formas de definir la filosofía. Por
un lado, está la filosofía como un conocer por conocer (contemplació n teó rica); por
otro lado, se encuentra el saber ú til, se enfoca en un objetivo a conseguir mediante
un método (método de investigació n), y consiste en un saber operativo o
instrumental, se esfuerza por determinar los principios, dando cuentas y
explicando las cosas y ocurrencias del mundo, los procesos y acontecimientos,
hasta las causas ú ltimas.
Desde Aristó teles hasta nuestros días, la palabra filosofía queda impregnada de
sentido universal, la filosofía tiene el volumen enorme de comprender y designar la
totalidad de los conocimientos humanos.
En su método, Aristó teles desarrolló todo su pensamiento a través de los
siguientes conceptos:
Sustancia: Lo que tiene ser en sí mismo; sirve de soporte o sustrato de sus
accidentes. Hay dos tipos de sustancias:
1) Sustancia Primera, el ser propiamente dicho, las cosas individuales, las
cosas concretas; las sustancias primeras, un compuesto de materia y forma;
siendo la materia aquello que sufre los cambios, de lo que está hecho algo; y
la forma lo que hace que algo sea lo que es.
2) Sustancia Segunda, los géneros y las especies como abstracciones de las
cosas individuales. Materia y forma só lo son separables en nuestro
pensamiento, y contienen la unidad de la sustancia.
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Luego nos encontramos con la filosofía medieval, también conocida con el nombre
de la Edad Media (del 400 al 1400 de la era cristiana). La Edad Media Concibe la
Filosofía como esclava en relació n con la Teología. Pues, la pregunta por las
características de la filosofía implicó una funció n de servidumbre para la
compresió n del contenido de la fe, el fundamento del pensamiento medieval. Todas
las posturas de la época medieval giran en torno a la problemá tica del
conocimiento a través de la razó n humana y el conocimiento de Dios por medio de
la fe. Se mueven entre la armonía y el confito de estas dos facultades del hombre.
Sin embargo, Santo Tomá s de Aquino establece en ambos campos del saber un
objeto diferente y un conjunto diferente de verdades, no hay contradicció n entre la
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2.7. Ilustración y el Estado moderno (“La ciencia que tiene por objeto el estudio
sistemático de la experiencia”):
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Con el gran impulso de las nuevas corrientes provenientes de las matemá ticas, la
ló gica y la lingü ística, la filosofía del siglo XX estuvo marcada por un interés casi
obsesivo en el estudio del lenguaje, con diferentes instrumentos metodoló gicos, los
pensadores se centraron en el lenguaje como punto clave de la investigació n
filosó fica, surgiendo así la Lingü ística como una disciplina independiente y de gran
utilidad en el desarrollo del pensamiento científico.
En la nueva concepció n se destacan filó sofos estelares, como Ludwig Wittgenstein,
quien le asigna a la filosofía la misió n de despejar las falsas objeciones, aclarar el
lenguaje y detectar los pseudos problemas. Ademá s, tenemos a Bertrand Russell
(matemá tico), Rudolf Carnap. Todos, estos filosofos, resaltan la importancia de la
filosofía para buscar esquemas de pensamiento que justifiquen posiciones
científicas determinadas, esgrimiendo teorías nominalistas pertenecientes a
épocas pasadas. En fin, no hubo un pensador que no bajara la cabeza para utilizar
el lenguaje al hablar del lenguaje.
En este recorrido histó rico hemos apuntado algunos momentos del desarrollo
conceptual de la filosofía. Só lo hemos aspirado a dar pincelazos de algunos
filó sofos en las principales épocas de la historia de la filosofía, con el ideal de que
los mismos nos permitan llegar y aportar una definició n general de filosofía, que
sea abarcadora y no contradictoria con los conceptos expuestos.
3.1. Definición:
“La Filosofía es una ciencia que trata del esfuerzo del pensamiento humano para
lograr una concepció n universal de las cosas mediante el autorreflexió n de sus
funciones valorativas, teó ricas y prá cticas”
Muchas definiciones de filosofía se han producido a través de la historia formando
así una conceptualizació n de las formas específicas de pensamiento, resultando
una actividad impregnada de diferentes formas y posturas que son a su vez
filosó ficas. Como hemos visto en lo expuesto anteriormente, las definiciones
recogidas en el curso de la historia son discrepantes en su esencia, pero cada una
de ellas explica una forma de ver el mundo en un momento determinado o segú n el
punto de vista de un filó sofo. Plató n y Aristó teles definían la filosofía como una
ciencia; los estoicos y epicú reos la centraban en la aspiració n a la virtud o a la
felicidad.
En la Edad Media se entendió como un recurso para comprender los problemas de
la Fe. La filosofía no puede entenderse só lo como una reacció n espontá nea o
natural de los hombres. Por naturaleza, el hombre tiene la curiosidad de saber.
Esta curiosidad por saber no es por sí misma filosó fica, como tampoco lo son las
preguntas infantiles, ni lo era la curiosidad que pudiera experimentar el hombre en
su dimensió n originaria o cuando salía de la cueva.
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En obediencia a la concepció n del filó sofo alemá n Wilhelm Dilthey, segú n el cual,
para lograr una definició n abarcadora de la filosofía debe descubrirse el objetivo
comú n a todas las interpretaciones particulares de la historia, a la vista del cual se
forme la representació n general de la filosofía. De esta manera formulo la
definició n interior como una síntesis abarcadora y generadora de inquietudes
pasadas y futras que puedan surgir en el espíritu filosó fico. Segú n los filó sofos má s
notables de la historia de la filosofía, ésta constituye un saber abarcador de la
realidad y facilita los axiomas, principios y conceptos fundamentales que
constituyen el balance de las ciencias hasta hoy conocidas.
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3.2.2. El Objeto de Estudio (Que trata del esfuerzo del pensamiento humano):
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estudia con cará cter especial, o en sentido estricto los diferentes factores
que constituyen el fenó meno de conocer en el hombre.
Estos factores se resumen como sigue: 1), Puede el sujeto conocer el objeto?
(Problema de la posibilidad del conocimiento); 2) ¿Es la razó n o la experiencia la
fuente primera y fundamental del conocimiento? (Problema del origen del
conocimiento); 3) En el conocimiento, ¿es el objeto el que determina al sujeto o el
sujeto el que determina e impone sus condiciones al objeto como plantea Kant el
problema? (Problema de la esencia del conocimiento); 4) Fuera del conocimiento
discursivo ¿existen otras formas de conocer la realidad como la intuició n opuesta a
la forma ló gica argumentativa? (Problema de las formas del conocimiento) y 5)
Cuando un conocimiento se revela como verdadero, ¿con qué criterio podemos
estar absolutamente ciertos de que es así? (Problema del criterio de verdad del
conocimiento).
Desde el punto de vista científico, la disciplina filosó fica que se encarga del estudio
de todos estos factores del conocimiento se llama Gnoseología, Epistemología o
teoría del conocimiento.
La primera concepció n habla el lenguaje del ideal al que el hombre se dirige por su
naturaleza y, en consecuencia, de la naturaleza, esencia o sustancia del hombre. En
cambio, la segunda concepció n habla de los motivos o de las causas de la conducta
humana o también de las fuerzas que la determinan y pretende atenerse al
reconocimiento de los hechos.
Para el estudio de los valores se plantean una serie de problemas, tales como ¿son
los valores objetivos o subjetivos?, ¿dependen de nuestro modo de ser y de
percibir las cosas? o ¿son en sí y por sí independientes del sujeto que los capta?,
¿có mo se captan realmente los valores: por el intelecto, por el sentimiento o por la
intuició n?
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En este sentido, Dios sería un ser distinto del mundo, causa de él, personal y
existente en sí mismo. Por la influencia misma del cristianismo en la cultura
europea este concepto ofrece la gran ambigü edad de su mú ltiple uso y abuso,
cuando se le invoca en los procesos culturales, sociales, ideoló gicos y políticos.
Esta variable constituye el PARA QUÉ estudia la Filosofía su objeto, que es el QUÉ ,
es decir, el esfuerzo del pensamiento. Ahora nos ocuparemos en determinar el
objetivo o la finalidad de la Filosofía. Este fin ú ltimo de la Filosofía constituye la
aspiració n de lograr el “sumo bien”, como diría Plató n, que es la sabiduría. La
Filosofía estudia la realidad como tal, en su totalidad, por lo cual goza del cará cter
de la universalidad; intenta entender el significado ú ltimo de la realidad del ser, de
la existencia, de la vida, tratando de obtener las explicaciones ú ltimas, el
conocimiento de las causas ú ltimas o primeros principios del mundo objetivo.
Por estas razones la filosofía, a través del filó sofo, busca desinteresadamente
defender la dignidad del pensamiento humano en todas sus formas: empírica,
científica, filosó fica y teoló gica.
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El para qué sirve la Filosofía ha sido un asunto del cual la historia ha dado
testimonios, desde los griegos que, por ser filó sofos, fueron víctimas de
persecuciones, amenazas y exilios. La filosofía era considerada como algo
peligroso. Pero el verdadero terror del filó sofo surgió en el siglo XVIII; Voltaire,
Rouseau y otros, solamente podían editar libros en la clandestinidad, contra las
instituciones sociales y religiosa. Luego, con la Revolució n francesa, la reacció n de
los poderes fue dura en contra de los filó sofos, llegando a considerar la filosofía
como un crimen de estado. Carlos Marx y Dostoyewski fueron perseguidos por los
gobiernos de su época.
Todo esto indica que la Filosofía ha desempañ ado un rol positivo buscando lo
humano del hombre, la verdad y la dignidad del conocimiento, ayudando al pueblo
a identificar los errores que sufren y señ alando el camino para evitarlos y
corregirlos. La Filosofía busca enseñ ar al hombre que no se vive só lo de la
experiencia y las tecnologías, sino también que se vive de valores que está n por
encima del tiempo y que merecen ser conocidos para ser vividos.
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CAPITULO II
DISCIPLINAS QUE CONSTITUYEN LA FILOSOFIA
Introducción
El interés fundamental de este acá pite es hacer una breve reseñ a de los contenidos
principales de las ramas y disciplinas que han significado los temas centrales del
quehacer filosó fico, desde las primeras apariciones de la Filosofía hasta los má s
modernos aná lisis del pensamiento formal. Sin embargo, nos referiremos con
relativa amplitud a algunas de dichas ramas, que influyen dentro de los sistemas
modernos de las ciencias y las tecnologías.
1. LA METAFÍSICA
1.1. Definición
El término “metafísica” fue el nombre dado por Andró nico de Rodas, en el siglo 1 a.
de C., a una serie de libros de Aristó teles, ordenados por letras del alfabeto griego,
que contenía lo que el mismo Aristó teles llamó “Filosofía Primera” (Johann
Gottlieeb Buhie: Ueber die Aechtheit der Metaphysik des Aristoteles, 1788).
Este concepto perduró hasta el siglo XVIII, constituyendo la Ontología, en cuanto
tiene como objeto de estudio todos los seres no sometidos a movimiento y que
tienen existencia real.
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Luego los medievales se ocuparon del objeto propio de la Metafísica, que estaba
determinado por la revelació n y estudiado por la teología. Santo Tomá s de Aquino
la consideró como “ciencia primera”, en cuanto “ciencia de la verdad, no de
cualquier verdad, sino de aquella verdad que es el origen de toda verdad, el primer
principio por ci cual todas las cosas son” (Summa Contra Gentiles 1, 1).
Descartes “es una ciencia que trata de cuestiones como la existencia de Dios y la
distinció n real entre el alma y el cuerpo del hombre”.
P.F. Strawson distinguió entre una matafísica revisionaria, que es la que crea
productos conceptuales de interés permanentes; y una metafísica descriptiva, que
consiste en el aná lisis conceptual.
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son las cosas, las propiedades y los procesos, segú n su esencia y en qué
relació n está n entre sí. En tanto se ocupa de lo-que-es, en tanto que-es, se
habla de Ontología o Ciencia del Ser.
Este enfoque del ser es la base de una metafísica dialéctica del ser. El concepto
opuesto a ser, es aquí la nada, ya que nada puede estar fuera del ser. Se entiende
aquí el ser como espacio lleno. La filosofía tardía de Tomas de Aquino nos brinda
un ejemplo de esta comprensió n de ser (Summa theologica)
b) La Teología Racional: Pregunta por la causa primera de todo ser, es decir, por
Dios en tanto ser supremo y fundamento de toda realidad. A esta rama particular
de la Filosofía se le denomina también Teología filosó fica o Teología natural e
impropiamente Teodicea.
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2. LA LÓGICA
2.1. Definiciones
Etimología: (griego: logikh = arte o técnica del pensar; ciencia del pensamiento). En
una definició n má s completa podemos decir que es ella el instrumento adecuado
para
avanzar con el raciocinio en las verdades que está n implicadas en las intuiciones
del filó sofo. Es la Ló gica el medio que tiene el pensador, el investigador, el
estudiante para llegar con certeza a las conclusiones fundamentales y verificadas.
Es una ciencia la ló gica y un arte, va que estudia las formas generales del
pensamiento humano ló gica final y el conjunto de normas para que ese
pensamiento sea correcto Ló gica Normativa. La Ló gica es una de las disciplinas o
ramas bá sicas de la Filosofía que tiene como objeto determinar las características
que definen el pensamiento humano esta disciplina se presenta como estudio de
las formas mentales, en dos bloques: El primero es la “Ló gica Material”, que se
interesa por los pensamientos verdaderos suplicando un problema de contenidos o
significados. La segunda es la “Ló gica Formal”, que se interesa por los
pensamientos correctos implicando un problema de forma.
a) En el lenguaje cotidiano se aplican los términos “ló gico” o “ló gica”, en sentidos
muy dispares, como cuando se habla de una “ló gica de las cosas” (para indicar que
una situació n lleva forzosamente a otra), o de la “ló gica vital”. También se emplea
el término ló gica para caracterizar, por ejemplo: la “ló gica del dinero”, la “ló gica del
capital”, la “ló gica del poder”, etc., indicando que en esos dominios existe algo así
como un sistema (real o supuesto) de reglas o de “leyes” objetivas que son
seguidas por las operaciones realizadas en tales dominios.
b)El uso Formal del término significa que es utilizado en su sentido má s amplio
para designar el estudio y aná lisis de las operaciones cognitivas en que se
relacionan contenidos mentales o se realizan inferencias, se sacan consecuencias
desde otros contenidos, o se argumenta sobre objetos o estados de cosas en un
á mbito de temas o problemas buscando en dicho aná lisis las condiciones o
principios que determinan la verdad o correcció n de tales inferencias. Y este
estudio se caracteriza ademá s por su orientació n abstracta: por prescindir de los
contenidos concretos, y por así decirlo, dejar a un lado todo lo singular y
situacional, y quedarse só lo con la estructura ó sea que de otra forma quedaría
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Esta rama de la Filosofía tuvo como artífice creador al extraordinario filó sofo
griego Aristó teles, el cual no ha tenido modelos en toda la filosofía de la posteridad.
La ló gica aristotélica está contenida en su obra “El Organum”, en forma de tratados,
presenta todo un contenido que sirve de síntesis a los principales temas que
constituyen la ló gica actual, tanto como un formidable método para las diversas
ciencias, tanto como una ciencia en sí. Entre los principales tratados contenidos en
la referida obra se encuentran:
Otras referencias histó ricas con respeto a la Ló gica las podemos encontrar en la
filosofía helenística, conocida también como la ló gica estoica, aunque fue elaborada
principalmente por algunos megá ricos y estoicos y algunos autores de la Edad
Media. La ló gica escolá stica es la que se desarrolla por autores famosos de los
siglos del XIII al XV. En este período se desarrolla el problema de los universales,
entre los que se distinguen los que se expone con mayor firmeza Santo Tomá s de
Aquino.
En la ló gica moderna, que abarca desde el siglo XVI, iniciada por Boole y Frege,
hasta mediados del siglo XIX. En esta etapa se distinguen algunas direcciones
influyentes de la ló gica, tales como la llamada “ló gica empírica” o “ló gica de la
inducció n”, representadas por Jhon Stuart Mill.
En segundo lugar, está la direcció n de la “ló gica psicologista”, para la cual los
principios ló gicos son pensamientos, y la ló gica revela la estructura objetiva de los
mismos. Entre los principales de esta corriente tenemos a Beneke, Lipps, Baldwin,
Cornelius.
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En efecto, desde Russell hasta hoy, una de las má s cercanas referencias con
relació n a la Ló gica aristotélica se considera la de W. Hamilton, con grandes
aportes a la Ló gica moderna y contemporá nea.
La otra línea de desarrollo en la actualidad se debe a la aplicació n de métodos
ló gicos; así como de algunos problemas científicos y técnicos, especialmente en las
á reas de la Lingü ista, la Psicología, las teorías de la inteligencia artificial y la
Informá tica.
Después de muchas contribuciones histó ricas oportunas y valiosas, la Ló gica se
presenta como un cá lculo formalizado, experimentando un gran desarrollo en el
siglo X. La Ló gica se presenta hoy como un sistema de cá lculos superpuestos, en los
cuales el pensamiento quedó esclarecido progresivamente, segú n sus límites y
propó sitos analíticos de cada uno de los Sistemas que de manera precisa y limitada
abordan el objeto de la Ló gica en el devenir histó rico, a través de la instancia
lenguaje-pensamiento.
Entre los má s destacados textos de la Ló gica moderna y contemporá nea tenemos
‘Elementos de Ló gica” (1991) de Stephen Barker; “Historia de la Ló gica Formal” de
J. M. Bochemski; “Ló gica” (1968) de Gorski; “Introducció n a la Ló gica” (1973) de
Irving Copi; “Introducció n a la Ló gica Formal” (1974) de Alfredo Deañ o;
“Introducció n a la Ló gica” (1997) de Monis R. Cohen; y una veintena de textos de
vital relevancia para el estudio de la Ló gica como rama de la filosofía.
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3.1. Definiciones
Cuando nos referimos a los tres problemas fundamentales del fenó meno del
conocimiento:
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Estamos ante tres posturas distintas sobre el conocimiento de las cosas en general,
segú n la primacía que cada una sostiene sobre la funció n del sujeto que conoce, del
objeto conocido o de ambos a la vez en el proceso del conocimiento en el acto del
pensamiento humano.
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Los filó sofos epistemoló gicos afirman que los objetos de conocimiento son los
mismos que los objetos percibidos. Algunos sostienen que se tienen percepciones
directas de los objetos físicos en vez de los estados mentales personales de cada
uno. Los realistas críticos adoptaron una posició n intermedia, manteniendo que,
aunque se perciban solo datos sensoriales, éstos representan objetos físicos sobre
los cuales aportan conocimiento.
A través del método fenomenoló gico, el filó sofo alemá n Eclmund Husserl elaboró
un procedimiento por medio del cual se puede distinguir có mo son las cosas a
partir de có mo uno piensa que son en realidad. Esta posició n nos aproxima a una
comprensió n má s precisa de las bazas conceptuales del problema del
conocimiento.
A mediados del siglo XX surgieron dos escuelas de pensamiento, ambas deudoras
del filó sofo austriaco Ludwig Wittgenstein: La escuela del empirismo o positivismo
ló gico, con sede en Viena, Austria. Para esta escuela só lo hay una clase de
conocimiento: el científico, “cualquier conocimiento es vá lido con la verificació n de
la experiencia.
De aquí surge la teoría de la verificabilidad del significado, vigente hasta nuestros
La segunda escuela es la de los “analistas lingü ísticos”, cuyo interés es estudiar el
modo real en que se usan los términos epistemoló gicos claves (conocimiento,
percepció n probabilidad, etc) y formular reglas definitivas para su uso y evitar así
confusiones verbales. Un gran pilar de esta escuela es el filó sofo britá nico Jhon
Langshaw Austin.
En la Epistemología contemporá nea podemos estudiar a W. Heisenberg, con el
principio de indeterminació n; Karl Popper, con el principio de falsabilidad
33
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científica; T. Kuhn, con la teoría del prototipo o de los paradigmas; Noam Chomsky,
creador del generativismo.
4. LA ÉTICA O MORAL
4.1. Definiciones
La etimología; ética es un término que proviene del griego “ethos”, que significa
“comportamiento”, por lo que constituye los principios o pautas de la conducta
humana. A menudo, a la ética nos referimos con el término moral, que proviene del
latín Mos, mons, que significa “costumbre”, modos de costumbres.
Por extensió n, la moral implica el estudio de los principios de las costumbres o de
las acciones humanas, por lo que es llamada Filosofía Moral o Filosofía Prá ctica.
En cuanto la É tica estudia los principios y normas de la conducta humana, es
considerada como una ciencia normativa.
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5. LA ESTÉTICA
5.1. Definiciones
Su etimología proviene dci griego “aistesis”, que significa “sensació n”. El término
estética se refiere al estudio tanto del sentimiento de lo bello como de la obra de
arte y su fealdad artística. Aunque el nombre no apareció hasta 1750, en la obra de
Baumgarten, la estética se remonta a la antigua Grecia.
E. Kant le llama “estética trascendental” y la define como una “ciencia de todos los
principios a priori de la sensibilidad”. Para E. Kant, la estética trascendental se basa
en la doctrina del conocimiento sensible, o de las formas puras de la intuició n:
espacio y tiempo; pero, sin confundirla con la “ló gica trascendental”, que es la
ciencia del entendimiento y la intuició n.
La separació n de la Estética de la filosofía como ciencia de lo bello y de las artes fue
realizada por Alexander Baumgarten, siguiendo la escuela de Leibniz y Wolf.
Disciplina de la filosofía que estudia la belleza y el arte en todas sus formas.
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6. LA FILOSOFÍA SOCIAL
Es rama de la filosofía trata sobre las distintas reflexiones que tienen que ver con la
sociedad: elementos, estructuras, causas. Todos los problemas de la filosofía está n
ligados por necesidad a las inquietudes y problemá ticas que viven los seres
humanos en la sociedad. Por ejemplo, el contexto histó rico —social de las culturas
(Filosofía de la Historia), el modo de concebir el estado (Política), la educació n
(Filosofía de la Educació n) y al hombre mismo como expresió n real y concreta de
la sociedad (Antropología Filosó fica).
Entre los tó picos má s generales abordados por la filosofía sobre la sociedad
podemos hacer referencia a ¿qué es la sociedad y qué valor tiene?, ¿qué es el bien?,
¿qué es el hombre?, ¿qué es la verdad, etcétera.
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7. HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
7.1. Definiciones:
La Historia de la Filosofía es una ciencia filosó fica e histó rica cuyo estudio da la
posibilidad de conocer el desarrollo del pensamiento humano a través del legado
heredado desde la antigü edad hasta nuestros días. Esta ciencia nos permite
conocer l forma en que fueron gestá ndose las categorías del pensamiento teó rico y
los métodos del conocimiento científico.
El estudio de esta disciplina deja excluida la concepció n natural, que sostiene el
origen de la filosofía cuando surgió el hombre o el pensamiento; lo cual coincide
con Engels, que planteaba el pensamiento teó rico natural como una capacidad que
tiene que ser cultivada y desarrollada y hasta hoy no existe otro medio para su
cultivo y desarrollo que el estudio de la historia de la filosofía.
La historia de la filosofía pone al descubierto las raíces gnoseoló gicas de las
diferentes corrientes filosó ficas que han existido en el pensamiento occidental, que
tuvo su cuna en Grecia aproximadamente por el siglo VII a. de C.; ademá s, posibilita
enriquecer la memoria de los conocimientos filosó ficos acumulados por la
humanidad.
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En sus Lecciones, Hegel dedica un amplio espacio a los filó sofos griegos,
especialmente a los presocrá ticos. Destaca a Parménides como el primer filó sofo
que aprehendió al Absoluto como SER. Sostiene que los principios dc Herá clito
está n contenidos en Parménides.
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Todos los filó sofos y todas las escuelas filosó ficas tienen un lugar en esta historia y,
por lo tanto, no cabe considerar alguna como verdadera y otras como erró neas. Lo
correcto es verlas a todas como momentos del ú nico proceso de la idea en su
camino hacia el logro de la autoconciencia.
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= La escuela Eleá tica, que postula por primera vez la corriente ontoló gica de la
filosofía.
Todo el período presocrá tico lo podemos llamar de “formació n” o de “juventud”.
Socrá tico es el término que utilizamos para referimos al apogeo del pensamiento
filosó fico griego con su visió n sobre el hombre; por lo cual se conoce como el
período antropoló gico.
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Esta visió n teocéntrica es la razó n para que algunos textos que está n basados en la
filosofía materialista, marxista, cuentista o positivista, al presentar un programa de
historia de la filosofía, hacen un salto histó rico del pensamiento filosó fico de
Aristó teles Siglo IV a. de C.) a la filosofía racionalista del Renacimiento del siglo
XIV. Pues, algunos renacentistas calificaron la Edad Media como una “larga noche
de mil añ os”, sin aportes significativos al pensamiento filosó fico racional, ya que su
énfasis consistía en los conceptos de “Escatología”, “Creació n”, “Trascendencia”,
“Gracia”, haciendo diferencias notables entre la ciudad terrena y la ciudad de Dios.
En el Renacimiento se hizo patente una nueva ciencia, una nueva teoría política,
una nueva filosofía. Se hace eminente el estudio de doctrinas filosó ficas
humanistas que han transformado la visió n del mundo, del hombre y de la historia.
Entre estas doctrinas podemos mencionar “El Racionalismo”, “El Idealismo”, “El
Empirismo”, “El Historicismo”, cada una expuesta por notables filó sofos de la talla
de Renato Descartes, Francis Bacon, Jhon Locke, David Hume, Enmanuel Kant,
Frederic Hegel, W. Dilthey, Montesquieu, Voltaire, Tomá s Hobbes, etc.,
fortaleciendo todas ellas la observació n y la experimentació n del conocimiento
científico.
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El tema sobre la filosofía ecoló gica ha sido necesario como una vía para el hombre
buscar de nuevo su origen y su fin. Se hace la filosofía una verdadera urgencia para
que el hombre actual pueda dar respuestas a sus necesidades y a sus mú ltiples
relaciones sociales, culturales, econó micas, políticas, familiares, religiosas, a fin de
llegar a la vida feliz que siempre desea en su esencia humana. De todo esto trata la
Historia de la Filosofía.
8. LA LINGÜÍSTICA
Se destacan en esta filosofía del lenguaje figuras como Wittgenstein, pan el cual la
filosofía tiene como misió n despejar las falsas obsesiones, aclarar el lenguaje y
detectar los pséudos problemas. Tenemos a Russel, que resalta la importancia de la
filosofía para buscar esquemas de pensamiento que justifiquen posiciones
científicas determinadas. En fin, no ha habido en la historia de la filosofía y de las
ciencias un pensador que no haya bajado la cabeza para utilizar el lenguaje y
hablar del lenguaje.
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9 LA TEOLOGÍA
9.1. Definición:
Como saber filosó fico, la teología resulta ser una ciencia, es decir, una reflexió n con
presupuestos de fe, lo cual le da el cará cter de un saber riguroso que trata de Dios,
de su revelació n y comunicació n a la humanidad; de sus atributos y perfecciones.
Esta concepció n afirma la filosofía cristiana medieval como una auténtica filosofía,
en cuanto que ofrece una visió n racional del mundo, de la vida, la muerte y del
hombre. De una manera má s general la teología es el tratado del ser absoluto, de la
causa primera del ser de Dios. Indaga sobre la existencia de Dios de manera
rigurosa; sobre la naturaleza de lo absoluto, sobre las relaciones de Dios con el
mundo y con el hombre. De este modo podemos hablar de la filosofía cristiana
como la experiencia de la fe reflexionada, a través de lo cual se logra distinguir la
verdad de fe y la verdad de razó n; o el Dios de fe y el dios de la razó n. Estos dos
objetos de estudio dará n como resultado la distinció n de dos ciencias: La Filosofía,
que es el estudio de las verdades de la razó n y la Teología, que es el estudio de las
verdades de fe. Se considera el artífice de esta distinció n el filó sofo y teó logo Santo
Tomá s de Aquino.
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CAPÍTULO III
LAS CATEGORÍAS FILOSÓFICAS
1. Definición
Las categorías son entendidas como conceptos generales que expresan el tipo de
relació n que podemos establecer entre nuestras ideas y nuestras representaciones.
También las categorías filosó ficas “son conceptos generales que reflejan los rasgos
nexos, aspectos y propiedades generales de la realidad” (Pablo M. Herná ndez. La
Filosofía de Hoy, 1996. Pá g. 53)
Las categorías son conceptos de reflejan las propiedades fundamentales de la
materia o realidad objetiva. Se entiende por realidad objetiva todo aquello que
existe independiente de nuestra voluntad y que es susceptible de ser abstraído y
captado por el hombre.
mediante el pensamiento (Rafael Morla. Filosofía Para Iniciados. Pá g. 17)
2.1. Aristóteles:
Aristó teles se considera el primero en proponer las categorías como una forma
clara de predicar la esencia las cualidades de las cosas en general. Con el título de
“Categorías” escribió una obra en la que establece que a través de las expresiones
verbales se hace referencia, mediante términos o predicados, a lo que son las cosas
en la naturaleza. Este gran filó sofo griego hizo una organizació n de las categorías
en dos grandes grupos:
a) De acuerdo al género y a Ias especies:
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Aunque Aristó teles no consideró esta lista como fija, sino que una podía ser
reductible a otra, esta concepció n ha sido rechazada por algunos autores y
sostienen que estas diez categorías aristotélicas son las má s indicadas.
Histó ricamente se han planteado varios problemas de interpretació n de las
categorías, algunas de ellas fundamentadas por el mismo Aristó teles, entre los
cuales podemos mencionar las siguientes:
En primer lugar, el problema de su naturaleza, basada en una interpretació n
gramá tica, lingü ística o semá ntica (W. D. Ross)
Un segundo problema es el de la relació n entre la sustancia y las demá s categorías.
El tercer problema de interpretació n ha sido si las categorías provienen del
conocimiento empírico o sensorial, o de la percepció n intelectual.
En cuarto lugar, existe el problema del nú mero y de las relaciones de las categorías.
A este respecto, muchas referencias de autores confirman las diez categorías de
Aristó teles como invariables o no modificables.
Segú n Enmanuel Kant, las categorías son conceptos puros a priori, unificadores
respecto a la sensibilidad, que hacen posible el conocimiento objetivo y la
formulació n de leyes con valor universal y necesario. La má s importante doctrina
sobre las categorías en la filosofía moderna es la de Kant. Para este filó sofo, las
categorías no conducen al conocimiento racional de las cosas, sino que son modos
de ordenar y conceptuar los fenó menos.
Kant plantea otra lista de categorías que figura en su obra “Crítica de la razó n
prá ctica”. Ordena las categorías en referencia a la voluntad y guardan relació n con
las nociones de bien y de mal.
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En estos ú ltimos siglos los sistemas de las categorías han abundado en posturas
diferentes. Podemos mencionar las siguientes:
También existen, segú n Pierce, las categorías metafísicas, que se clasifican en:
Modos de ser (posibilidad, actualidad, destino) y modos de existencia (azar, ley,
há bito). Y las categorías cosmoló gicas (azar, evolució n y continuidad)
Entre las distintas posturas histó ricas antes dichas podemos resumir dos
confrontaciones principales: En primer lugar, la confrontació n con Aristó teles 3Ç
en segundo lugar, la confrontació n con Kant. Ellos constituyen los dos grandes
filó sofos que tienen verdadera importancia en la cuestió n de las categorías, cuando
se considera esta cuestió n en la perspectiva ontoló gico-gnoseoló gica, puesto que
representan las dos alternativas posibles (realismo e idealismo).
c) Otras concepciones: Todo filó sofo que establece una teoría o concepció n del
mundo, del hombre y de la historia crea sus propias categorías o retoma otras
existentes en la historia de la filosofía y en distintas corrientes filosó ficas. No
queremos menospreciar, con esto, a los numerosos tratamientos que la cuestió n de
las categorías ha recibido en la tradició n filosó fica. Queremos decir que los demá s
pensadores sobre el tema de las categorías só lo adquieren importancia cuando se
les considera dentro de las coordenadas aristotélicas o kantiana.
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d)Otros sistemas de categorías está n representados por Paul Weiss, para el cual
só lo existen los cuatro modos de ser: Actualidad, idealidad, existencia y Dios.
Husserl concibe las categorías como contenidos de la intuició n. Whitehead admite
cuatro tipos de categorías: Las categorías de “lo ú ltimo” (creatividad, multiplicidad
y lo uno); las categorías de existencia (entidades actuales, de los hechos concretos
o de la relacionabilidad, nexos, formas objetivas, objetos eternos o potenciales
puros, proposiciones o potenciales impuros (teorías), multiplicidades o
disyunciones puras de entidades diversas Y contrastes. En tercer lugar, Whitehead
propone veintisiete de aplicació n y nueve categorías de obligació n.
El contacto que se produce entre nuestros sentidos con el mundo objetivo deja
como resultado las formas primarias y simples de conocimiento. Estas formas son
conocidas como las sensaciones, las percepciones y las representaciones. Cuando
estas formas exteriores impresionan a nuestros sentidos, el conocimiento se
encuentra en un grado superficial concreto e individual, porque no puede reflejar
la real naturaleza de los procesos.
Como hemos visto en los grados de las categorías, éstas aparecen como un
resultado del proceso cognoscitivo, estando este proceso condicionado y es parte
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
de la transformació n prá ctica del mundo objetivo o real. Por tal motivo, las
categorías no pueden ser entendidas al margen de la prá ctica social. Cada
momento histó rico tiene sus propias necesidades que exigen y hacen posible el
conocimiento de la realidad, como ú nica manera de poder transformarla, debido a
que no hay prá ctica sin teoría. El conocimiento surge de la prá ctica y vuelve a ella
para transformarla y ser transformado.
Es en el curso de la prá ctica social que el hombre aprende a discriminar o
distinguir los elementos má s importantes y esenciales de los objetos, y
diferenciarlos de los superficiales y secundarios, para realizar el proceso de la
abstracció n, sin la cual no se llega al conocimiento racional o a las categorías.
Para la visió n materialista las categorías son expresiones del mundo real objetivo,
son expresiones del ser. Por lo cual reflejan la vida real, la esencia de los
fenó menos. ¡as categorías así entendidas son elaboraciones de nuestro
pensamiento en estrecho contacto con la realidad objetiva.
En cambio, para la visió n idealista, las categorías no reflejan ninguna característica
de la realidad. Hegel, por ejemplo, sostiene que la verdad de la filosofía es la
consideració n pensante de las cosas, es decir, la idea de la realidad es la realidad
por excelencia. Para este gran filó sofo alemá n, el pensamiento puro es su punto de
partida. Aunque, frente a Enmanuel Kant, Hegel defendió la objetividad y la
presencia de un cierto contenido en las categorías.
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Todo objeto, así como todo hombre se distingue de todos los millones de seres
semejantes que habitan el planeta. Esta diferencia está fundamentada en un
conjunto de rasgos peculiares, que son inherentes e irrepetibles en cada objeto o
persona individualmente. Lo singular es, pues, ese conjunto de rasgos inherentes a
cada cosa considerada de manera individual.
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Segú n esta concepció n dialéctica, movimiento y materia son dos categorías que no
se pueden crear ni destruir. Las ciencias físicas y naturales expresan que el
movimiento, lo mismo que la materia, no desaparece, ni resurge, sino que
ú nicamente varía de formas y se convierte de un movimiento de un tipo en otro
movimiento de otro tipo.
El contenido y la forma son dos categorías inherentes a todos los objetos, seres y
fenó menos sociales. El materialismo dialéctico considera inseparables, tanto la
forma como el contenido son inherentes e intrínsecos, por lo que no se pueden
separar de la realidad. La forma siempre tiene o presupone la existencia de un
contenido, cuya estructura y organizació n representa.
Tenemos que aclarar que la forma existe en dos categorías distintas: la interna y la
externa, La externa es la forma geométrica y espacial que presentan exteriormente
los objetos físicos. Esta forma no está ligada orgá nicamente con el contenido. La
forma interna es la parte esencial de toda realidad y está ligada al contenido. La
molécula de agua, por ejemplo, su contenido está constituido por 2 á tomos de
hidró genos y 1 á tomo de oxígeno; la forma es la organizació n interna de estos
elementos o á tomos.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Todo objeto, fenó meno o grupo de fenó menos que provoca, produce o sirve de
precursor de otro se llama “causa”. Por ejemplo, el frotamiento produce calor, la
falta de precipitaciones atmosférica produce la sequía y, ésta, a su vez, ¡as malas
cosechas. Pero no siempre cuando un fenó meno sucede a otro, éste es efecto del
primero. El día y la noche se suceden y ninguno resulta ser causa n i efecto del otro,
sino que ambos suceden por la causa del movimiento de rotació n de la tierra
alrededor de su eje. La dependencia causal entre dos fenó menos ocurre
ú nicamente cuando uno de ellos no só lo precede al otro, sino que en forma
inevitable lo origina.
Hay que distinguir la causa del motivo. Motivo es el acontecimiento que precede
inmediatamente al efecto, pero que no es de por sí la causa, pero impulso su acció n.
Por ejemplo, Juan visita a Pedro para cobrarle un dinero que éste le adeuda. Ambos
se ofenden verbalmente y Juan resulta muerto. Las ofensas fueron el motivo del
homicidio, fue lo que impulso a la acció n la deuda como la causa.
Se debe distinguir también la causa de las condiciones en que obra. Por ejemplo, el
trabajo es la causa de las riquezas, mas, para que esto suceda hacen falta las
herramientas como condició n indispensable de la actividad laboral. Esto significa
que una causa produce el mismo efecto, pero só lo bajo las mismas condiciones.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La relació n dialéctica entre causa y efecto presenta una verdadera red causal,
donde el efecto una vez producido sigue actuando y produciendo otros efectos con
respecto a los cuales se convierte en causa. Una causa inicial se es efecto de otra
causa. De esta manera se establece toda serie causal.
El materialismo filosó fico, por su parte, en abierta lucha contra el idealismo, niega
esta relació n dialéctica; y destaca la interacció n universal, que es la ley má s general
de la realidad objetiva como la expresió n de la interdependencia existente entre
todos los objetos y los procesos. También destaca el materialismo filosó fico la
dialéctica y la conjunció n de la necesidad y la casualidad. Contra el determinismo y
el mecanicismo materialista, éste sostiene que los procesos pueden ser necesarios
y casuales.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esto significa que un acontecimiento, por un aspecto es casual, y por otro aspecto
es necesario al mismo tiempo. La casualidad y la necesidad no existen en forma
asilada como sustancias puras. La necesidad es la tendencia principal, pero esta
tendencia se abre camino a través de una multitud de casualidades. La casualidad
complementa la necesidad, es la forma de su manifestació n.
La posibilidad real es aquella que en las condiciones concretas cuenta con las
premisas necesarias para su realizació n. Es una posibilidad que se vislumbra como
una realidad.
Lo histó rico es la realidad objetiva desde el punto de vista de que está sometida a
continuos procesos de desarrollo. Lo que ésta categoría destaca es ci aspecto
cambiante procesal de la realidad objetiva. De manera que ningú n objeto puede
verse al margen del proceso histó rico, o sea, en forma a histó rica, como pretende el
método metafísico. Lo ló gico es el reflejo de lo histó rico en la conciencia del
hombre. La misió n de lo ló gico es reflejar el proceso histó rico en toda su
objetividad, complejidad y contradicció n.
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Lo ló gico busca captar lo esencial de un fenó meno u objeto histó rico, de forma que
se entienda por qué surgió , có mo surgió , por qué se presentó así y no de otra
manera, có mo evolucionó de tal forma. Lo ló gico busca reorganizar lo histó rico, al
coproducirlo en forma teó rica.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
CAPÍTULO IV
LA FILOSOFIA, LAS CIENCIAS Y LA TECNOLOGÍA
1. CONCEPTO DE CIENCIA
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
En todos los filó sofos griegos existirá , desde el principio, como característica
predominante la observació n natural, aunque no se puede descartar que
ocasionalmente hayan efectuado algú n tipo de experimentació n muy simple.
Los primeros filó sofos griegos, por no haber avanzado todavía hasta el aná lisis y la
desintegració n de la naturaleza, la enfocan como un todo, en sus rasgos generales.
La trabazó n general de los fenó menos naturales aú n no se indaga en detalle, sino
que es el resultado de la intuició n directa. En esto estriba precisamente la falla (y la
grandeza) de la filosofía griega, la que má s tarde la obligaría a ceder el paso a otros
métodos. En los primeros presocrá ticos de la escuela naturalista de Jonia, pueden
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
A) Só ctares (469 - 399 a. C.): Postula la duda metó dica como un principio
fundamental en su concepció n del método.
Nada debe estimarse cierto sin ser sometido al tribunal de la razó n. En su aspecto
formal, el método está compuesto por la ironía y la mayéutica.
B) Plató n (428 - 348 a. C.): Por su parte afirma que la percepció n sensible só lo nos
ofrece apariencias y las ideas que de ellas surgen son mera opinió n (doxa). La
verdad está en el mundo de las ideas, inmutable y eterna, que só lo se puede
alcanzar Con el empleo de la Dialéctica, mediante el verdadero saber (episteme).
Las cosas participan de las Ideas y son su copia imperfecta.
En el campo de las ciencias sostiene que para salir de las tinieblas de la caverna e
ira la luz del reino de las Ideas es necesario estudiar, primero la Aritmética, para
elevarse por medio de la pura inteligencia a la contemplació n de la esencia de los
nú meros. E segundo lugar, la geometría, a condició n de fijarnos en las ideas que
representa. E tercer lugar, una geometría aú n no inventada, decía Plató n, la de los
cuerpos só lidos de las tres dimensiones. En cuarto lugar, la Astronomía, estudiada
con el mismo espíritu científico.
C) Aristó teles (384 - 322 a. C.): Representa la elaboració n clá sica de los problemas
de método, que determinó en gran medida la senda teó rica tradicional del
pensamiento. Su aportació n má s original a la metodología es la creació n de la
ló gica formal, a la que considera como el ó rgano universal para obtener el
conocimiento. La génesis de la ló gica de Aristó teles está relacionada con el aná lisis
de la fuerza de convicció n del discurso; es decir, la explicació n de qué recursos
debe poseer el discurso para convencer a la gente, obligarla a aceptar tal o cual
cosa, o reconocer que algo no es cierto.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Por otra parte, las proposiciones de los Elementos de Euclides (primera mitad del
siglo III a.C.) que no está n basadas en la construcció n de figuras geométricas, se
pueden considerar como experimentos mentales, y la geometría, como el capítulo
má s simple de la física.
En su forma general, la estructura del método de Galileo puede ser expuesta como
sigue: partiendo de los datos de las investigaciones y del experimento burdo, se
crea el modelo ‘ideal del experimento, que se realiza má s tarde, y que de ese modo
queda precisado.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Las magnitudes así obtenidas, son el punto de partida para formular la hipó tesis
matemá tica, de la que se deducen las consecuencias mediante razonamientos
ló gicos.
B) Isaac Newton (1642 - 1727): Aporta a las ciencias, a través de la matemá tica y
1a filosofía natural, el método del aná lisis y de la síntesis, el primero debe siempre
preceder al segundo, Pero el método de Newton nada tiene en Comú n con la
deducció n, ya que consiste en realizar experimentos y observaciones, en obtener
de éstos conclusiones generales y en no admitir refutació n alguna contra las
Conclusiones, a no ser la proveniente del experimento u otras verdades ciertas.
El método de la síntesis fue aplicado en los Principios matemá ticos de la filosofía
natural, de Newton, que son considerados como el modelo dci planteamiento
hipotético deductivo de la ciencia experimental. De este modo, la tarea
fundamental de la filosofía natural, segú n Newton, consiste en el descubrimiento
de un reducido nú mero de principios, de los que se deducen ló gicamente “las
propiedades y acciones de todos los objetos corporales”.
La cuarta regla expone que las leyes descubiertas mediante la inducció n deben
considera verdaderas hasta tanto no se revelen fenó menos que precisen esas leyes
o limiten la esfera de su aplicació n.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
C) René Descartes (1596 - 1650): Sostiene que “las reglas para guiar la razó n” son
necesarias al investigar verdades que todavía no conocemos. Esta idea se
manifiesta en la concepció n de Descartes sobre el método universal, que
comprende tres componentes inseparablemente vinculados entre sí:
Todo problema científico se reduce a un problema formulado en el lenguaje de la
matemá tica.
Incluir en los juicios só lo lo que aparece con tanta claridad y evidencia que no
concede margen alguno para dudar de ello.
Dividir cada una de las dificultades investigadas en tantas partes como sea posible
y necesario para superarlas.
Elaborar siempre una relació n tan completa y concisa, tan general, que se tenga la
seguridad de que no sean cometido omisiones.
La verdadera inducció n, segú n Bacon, es aquella con la cual se pueden buscar las
formas. La forma es algo estable en los fenó menos, una cierta determinació n
interna, la que condiciona la distinta “naturaleza” de las cosas. La investigació n de
las formas es, de este modo, la investigació n de los vínculos esenciales y ló gicos de
la realidad.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Considera que la base de la verdad de la proposició n puede ser hallada por medio
del aná lisis, que se aplica simultá neamente al concepto y a la proposició n. El
aná lisis de los conceptos Consiste en las definiciones, el aná lisis de las verdades, en
la demostració n. Puesto que la propia demostració n culmina por medio del aná lisis
de los términos de la proposició n, la demostració n se reduce al aná lisis del
concepto, es decir, a la definició n. El aná lisis del concepto es la descomposició n
progresiva de los conceptos má s complejos para llegar a otros má s simples, con la
particularidad de que el aná lisis puede ser finito o infinito. El mejor procedimiento
para demostrar la posibilidad de la cosa Consiste en señ alar su causa o su
planteamiento.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
3. Filosofía y Tecnología:
Este tema se ha convertido en materia autó noma, con sus propias tradiciones
contenidas en textos, revistas especializadas y nombres de filó sofos destacados.
Sin embargo, ha sido en las ú ltimas décadas cuando ha adquirido relevancia en los
programas de formació n profesional en la educació n privada y pú blica.
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En el capítulo IV del libro VI de la “Etica a Nicó maco” Aristó teles define la “techne”
como la capacidad de producir objetos materiales (“poiesis”) conforme con un
logos verdadero.
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Unos siglos má s tarde, otra referencia histó rica de importancia sobre la relació n
entre la filosofía y la tecnología la constituye Arquimedes en sus tratados de
mecá nica teó rica, que fueron explicadas por Plutarco; quien responsabiliza a
Plató n del hecho de que la mecá nica fuera desestimada como objeto de interés
filosó fico.
En esta línea de valorizació n positiva de las tecnologías, habrá que esperar al siglo
XX para que surja un interés teó rico por la técnica y hasta ú ltimo tercio del mismo
siglo XX para que empiece a institucionalizarse un nuevo campo académico dedica
a la filosofía de la tecnología. El ingeniero Friedrich Dessauer, en su obra
“Philosophie der Technik (1927), es el primero en intentar una nueva
interpretació n, al sostener que las invenciones técnicas son una aproximació n a la
solució n ideal de problemas técnicos, Para él, el hombre só lo actualiza formas
técnicas ya existentes en potencia y, al hacerlo, obra como instrumento de Dios
para continuar la creació n.
A diferencia de Ortega y Gasset, el gran filó sofo Marín Heidegger, en su opú sculo
“La pregunta por la Técnica” (1954), sostiene que “el crá cter de la técnica y la
ciencia moderna representa un extremo peligro, una amenaza, no só lo para la
esencia del hombre, sino para todo desocultar en cuanto tal”.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esta reunió n de filó sofos celebró diferentes eventos académicos, entre los que
podemos mencionar los siguientes:
VIII Congreso Anual de Society for the History of Technology, celebrado en San
Francisco en 1965. Participaron en este congreso Joseph Agassi, Mario Bunge,
Lewis Mumford y Henryk Skolimovski.
XVI Congreso Mundial de Filosofía, que se celebró en Viena en 1968, dedicado al
tema “Cibernética Y Filosofía de la Tecnología”.
Diversos congresos sobre “Filosofía r Tecnología”, organizados por Paul Durbin en
la Universidad de Delaware entre 1975 y 1977. A partir de estos eventos se
cristalizó la idea de la filosofía de la tecnología en Norteamérica, por lo que Paul
Durbin es conocido como el “padrino” de la filosofía de la tecnología
norteamericana.
A principios de la década de los 80, el filó sofo alemá n Friederich Rapp, quien había
editado la obra “Contribuciones a la Filosofía de la Tecnología”, se pone en contacto
con el norteamericano Paul Durbin para organizar un congreso conjunto entre los
que promocionaban la filosofía de la tecnología en ambos países. Este congreso
tuvo lugar en la ciudad de Bad Homburg, Alemania (1881). Todas las actas de este
congreso fueron editadas por Durbin y Rapp, con el título “Philosophy and
Technology” (1983).
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Dentro de esta corriente de la filosofía humanista, el autor que mejor contrasta con
la filosofía analítica se llama Carl Mitcham. Segú n esta concepció n, la filosofía
humanista de la tecnología ha de entenderse como el intento de la trascendencia
de la religió n, la poesía y la filosofía sobre la concepció n ingenieril de la filosofía
analítica. La filosofía de Mitcham es una actividad distinta de la tecnología, que está
llamada a responder preguntas fundamentales del ser humano. De ahí el primado
del principio de las humanidades sobre las tecnologías.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
CAPITULO V
SABER FILOSÓFICO Y SABER EXPERIMENTAL
1 INTRODUCCION
En cuanto a las formas utilizadas por el sujeto para aprehender el objeto las teorías
que tratan sobre el fenó meno del conocimiento han determinado dos formas
fundamentales: la sensorial y la intuitiva. La primera se realiza a través de los
sentidos o la experiencia sensorial y la segunda se realizan a través de la intuició n
o experiencia intelectual. De todo esto resulta lo que llamamos conocimiento o
saber en general, que puede dividirse en conocimiento subjetivo, que abarca todos
los conocimientos utilizados por el hombre sin alcanzar el nivel científico, es decir,
son conocimientos no comprobados metó dica o sistemá ticamente; y el
conocimiento objetivo, que abarca todos aquéllos que son utilizados por el hombre
como resultado de un procedimiento científico. Este ú ltimo nivel del conocimiento,
a su vez, se puede clasificar en dos grandes campos del saber científico u objetivo:
el campo de las ciencias experimentales o fá cticas, que funcionan a través del
método Inductivo; y el campo de las ciencias filosó ficas o formales, que hacen sus
justificaciones a través del método Deductivo.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esta aprehensió n del mundo por parte del sujeto se da en diferentes grados,
llamados, para los fines del presente trabajo, “los grados del conocimiento”, los
cuales está n determinados como saber precientífico, científico, filosó fico y
teoló gico. Estos grados del conocimiento, que será n definidos má s adelante,
constituyen los distintos niveles en que sucede el conocimiento en el contacto del
sujeto con el objeto; cada nivel con sus características bien definidas en el ambito
de la filosofía y de las demá s ciencias. Estos niveles o grados del conocimiento los
podemos definir como:
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Romero y Hesíodo son los dos relatores de mitos má s famosos en la Grecia antigua,
por boca de los cuales se difundían las leyendas mitoló gicas a las generaciones
futuras. Romero escribió la Ilíada y la Odisea, obras en las que se narran episodios
histó ricos, batallas y aventuras, mezclados con hechos imaginarios. Hesíodo
escribió una obra Llamada “Teogonía”, en la cual nana el origen de la historia, los
dioses y el mundo, a partir de un caos o desorden original.
Este conocimiento mítico es ingenuo y superficial con relació n al conocimiento
crítico reflexivo.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El nivel filosó fico del conocimiento se interesa por lograr una concepció n universal
y totalizadora de la realidad; así la Ló gica trata el problema de la correcció n del
pensamiento, la Ontología, del ser en general; la Estética, de la belleza en todas sus
Coimas; la É tica, de la conducta intencional y libre, etc.
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Esta concepció n tiene su cuna en la Grecia antigua, alrededor del siglo VII a. de C.
En esta cultura se diseñ a lo que se conoce en los mapas de la divisió n de la historia
de la filosofía, como la filosofía griega, cuya primera etapa se denomina filosofía
presocrá tica, porque contiene las diferentes posiciones filosó ficas anteriores de
Só crates.
Está conformado por todos los conocimientos que han sido comprobados en la
actividad científica, o la rigurosidad intelectual. A diferencia de aquellos
conocimientos que han sido logrados a través de la simple experiencia espontá nea,
el conocimiento objetivo es alcanzado por medio del estudio planificado, mediante
la utilizació n de un sistema y un método, deductivo o inductivo. Se trata de un
conocimiento teó rico, tanto en su Corma abstracta o filosó fica como en su forma
prá ctica o experimental. De aquí que este conocimiento está constituido por todos
los conocimientos de las ciencias, tanto en sus aspectos formales o filosó ficos,
como en sus aspectos fá cticos o experimentales.
Estas dos formas del conocimiento objetivo o científico, la forma filosó fica y la
forma experimental, conllevan a la verdad a través de procedimientos bien
diferenciados. El primero, el de las ciencias filosó ficas, está constituido por todas
las ciencias que utilizan el procedimiento del método de la deducció n o el
autorreflexió n, es decir, llegan a conclusiones particulares mediante proposiciones
o juicios universales considerados verdaderos. La segunda forma, llamado de las
ciencias experimentales, captan al objeto basadas en los procedimientos del
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Ya hemos señ alado que las diferentes teorías científicas se construyen adoptando
puntos de vista parciales. Ahora, debemos notar que la ciencia experimental en su
conjunto supone la adopció n de un punto de vista segú n el cual só lo se consideran
admisibles los conocimientos que puedan ser relacionados con el control
experimental. Pero esto nada dice, ni en favor ni en contra, acerca de la posibilidad
de otras perspectivas.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esta situació n nos puede llevar a pensar que la filosofía ha quedado sin sentido
científico, es decir, desprovista de objetos sobre los cuales hacer sus reflexiones y
construir s visió n del mundo. Lejos de esto, la filosofía, con el desenvolvimiento de
la diversidad de ciencias, se ha vigorizado má s. Pues, por cada ciencia que se
consolida, surge una filosofía que la explica y le sirve como fundamento de sus
postulados. Por esto se habla de la filosofía de la medicina, filosofía de la
matemá tica, filosofía de la educació n, filosofía del derecho, etcétera.
¿Segú n Leó n Olivé, el filó sofo puede hacerse preguntas tales como “Qué es una
teoría? ¿Có mo identificar una teoría? ¿Qué es una explicació n científica? ¿Qué
relació n existe entre la observació n y las teorías científica?” (Olivé, Leó n. Có mo
acercarse a la filosofía, Limusa, México, 1991, pá g. 103)
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En la solució n de este conflicto diremos que, tanto las ciencias positivas como las
ciencias filosó ficas son actividades que resultan de los procesos del pensamiento.
Ambos campos del conocimiento científico tienen como objetivo la misma realidad,
en aspectos diferentes y a través de métodos diferentes. La filosofía y las demá s
ciencias hacen referencia al mundo, al hombre, a Dios y al ser en general; pero su
bien o efecto pertenece al objeto específico, a las cosas concretas y aisladas de la
naturaleza. En esto consiste su proceder: en llegar a lo má s particular desde lo má s
universal, a través del método deductivo (ciencias filosó ficas o formales); que se
ocupan de buscar las raíces no empíricas en los fenó menos empíricos; y en llegar a
lo má s general desde lo má s particular a través del método inductivo (ciencias
experimentales o fá cticas), que se ocupan de la investigació n de los fenó menos
empíricos u observables para encontrar un principio que lo regule en las diferentes
á reas del actuar humano.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Ahora bien, tenemos que aclarar el hecho de que estas características de las
verdades científicas se cumplen y se aplican de formas diferentes en los dos
campos: el de las ciencias filosó ficas y el de las ciencias experimentales. El hecho
de que la suma de los á ngulos de un triá ngulo es igual a 180 grados, constituye un
conocimiento universal demostrable y que goza objetividad, porque su asimilació n
en el pensamiento y en la realidad no es sometida a discusió n alguna.
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Los lenguajes de’ la filosofía son poco codificados para la demostració n matemá tica
de los problemas, pero tienen sistematicidad ló gica deducida de presupuestos o
principios que se suponen evidentes o se aceptan como fundamentales para
justificar la verdad Estos procedimientos los encontramos en Aristó teles, Kant,
Santo Tomá s de Aqui0 Heidegger, etc.
= El cará cter dialó gico: El filó sofo hace real la convicció n teó rica de la necesidad de
la unidad. La razó n y con ella la verdad son una realidad que se busca pero que no
se alcanza aisladamente, es una tarea de todos y propiedad de nadie. En filosofía la
verdad es bú squeda de la verdad. El filó sofo acepta a los demá s con sus verdades,
porque su propio modo de conocer es necesario para el conocimiento verdadero.
La naturaleza como conjunto de todos los objetos posibles para todas las ciencias
posibles; como conjunto de todas las cosas y fenó menos que constituyen el
fundamento donde el pensamiento se realiza, está constituida por diferentes clases
de “todos”: El todo de la sociedad, el todo de los fenó menos naturales, el todo de
los problemas matemá ticos, el todo del hombre. Por esta razó n, las ciencias se han
clasificado en distintos grupos: Las ciencias que se encargan del estudio del todo
del hombre, se han denominado “ciencias antropoló gicas”. Esto significa que cada
uno de esos grupos de ciencias persigue el estudio de un objeto comú n, todas
buscan estudiar una realidad en general, con respecto a ellas mismas, pero especial
con respecto al universo.
B) Tipos de objetos: = El Objeto Material: Este todo que resulta ser el objeto de
estudio de una comunidad científica se conoce en la filosofía con el nombre de
“objeto material” de dicha comunidad científica o de ese conjunto de ciencias. Este
objeto representa el género al que pertenece una ciencia del referido conjunto o de
una ciencia en par icu1i. Esto significaque para definir una ciencia específica, no
basta hacer menció n de su objeto material: Decir, por ejemplo, que la botá nica es
una ciencia natural, no representa una definició n acabada, exacta y clara; pues, la
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Así, el objeto formal de la Sociología será entonces, las relaciones del hombre en la
sociedad, tanto de manera individual como colectiva, pú blica o privada, educativa o
política. El objeto formal de la Historia estará constituido por el estudio de los
hechos del hombre ocurridos a través del tiempo (presente, pasado y futuro). El
objeto formal de la Política será n las diferentes formas de organizació n del hombre
en la sociedad, a fin de obtener el bien comú n y la convivencia armoniosa; y el
objeto formal de la Economía estará constituido por las diferentes formas de
intercambio de bienes y servicios que se suceden en la sociedad. De esta forma
podemos seguir realizando una clara distinció n del mundo de las ciencias
conocidas en la actualidad.
4.5 Conclusiones:
Sin embargo, a mayor especificidad del objeto formal de una ciencia, mayor
claridad y exactitud en los conocimientos y verdades reveladas, meta que toda
ciencia persigue. El filó sofo debe saber que en toda afirmació n excesivamente
amplia se esconde la confusió n; por lo cual, las ciencias juegan un papel muy
importante en su afá n por lograr un principio, una verdad o ley. Lo mismo la
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Ahora bien, existe heterogeneidad entre estos dos campos del conocimiento. Esto
quiere decir que, aunque lo verdadero en ciencia lo será para todo el mundo, se
hace necesario tener en cuenta el orden en que uno y otro campo se mueven.
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CAPITULO VI
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD ANTIGUA
Este “fenó meno” se da con el hombre, desde el hombre y con el hombre, lo cual
quiere decir que la filosofía y el filosofar es una actitud del pensamiento, del
conocimiento, de la capacidad que distingue al hombre de los irracionales.
El hombre, desde el momento en que aparece sobre la tierra, ha poseído esta
facultad facultad de pensar, y la ha ejercitado enfrentá ndose con los problemas que
le plantea la realidad, tratando de darles solució n con sus propios recursos
racionales; sin importar que haya surgido por creació n o por evolució n.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Algunos filó sofos han expuesto esta tendencia en el hombre. A través de Plató n, en
su diá logo “El Banquete”, donde expone en forma magistral ci concepto “eros” o
amor, El “amor” es la capacidad que tiene el hombre para admirarse frente a su
mundo; es una actitud desinteresada y natural para buscar lo que le falta.
Admirarse es la primera virtud del hombre. Es una divina inquietud que hace que
lo que otros pasan por alto, sin vislumbrar problema alguno, el que tiene un barniz
filosó fico percibe un problema que resolver. Plató n sostiene que es esta
admiració n y no otra cosa lo que marca el origen de toda filosofía.
También Aristó teles, en el primer libro de su obra “La Metafísica”, dice: “gracias a
la admiració n o “curiosidad” los hombres empiezan a filosofar. Es la admiració n de
los que se preguntaron por la génesis del universo lo que dio inicio a la actividad
de la filosofía.
Y la misma tendencia natural del hombre es definida por Heidegger como “una
disposició n interior a través de la cual se abre el ser para conocer el ente.
Igualmente, el filó sofo españ ol José Ortega y Gasset define la primera Case de toda
filosofía como una “preocupació n”; y sostiene: “...el que quiera vivir la verdadera
vida humana, vida de decisió n continua, no tiene otra salida que preocuparse,
pensar, filosofar”.
De todas estas posturas sobre el origen del acto de filosofar podemos definir la
filosofía como la manifestació n del pensamiento, como una respuesta del hombre
frente al mundo circundante, un resultado del contacto del hombre consigo mismo,
con los demá s y con el mundo. Algunos filó sofos han denominado este inicio con el
nombre de “asombro”. Cuando preguntamos ¿Qué es el tiempo?, ¿Quién soy yo?,
¿Qué es el universo’?, estamos ante cuestiones que resultan de la reflexió n sobre la
admiració n que 0dUcen al hombre (filó sofos) el encuentro con el ser.
Aun antes de que floreciera Grecia y se fundara Roma, y antes de que se estableciera
el imperio Persa, ya el hombre de las culturas orientales (China, Egipto, India, Etc.) se
encontraba con un gran desarrollo del pensamiento filosó fico desde una
concepció n teocéntrica. Esta referencia histó rica, tanto en el tiempo como en el
espacio, nos remite a posturas específicas centradas en los conceptos: dios, alma,
hombre. El hombre de estos estados antiguos realiza su cuestionamiento y espera
la respuesta a SUS Cuestiones e interrogantes de su dios, o del dios que representa
la necesidad que expresan estos cuestionamientos: dios de la lluvia, del sol, de la
tierra, del amor.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Una de las culturas antiguas que má s aportó a la filosofía fue La India, donde
existían centenares de dioses, por lo cual se conoce esta por su filosofía politeísta;
así el concepto politeísmo significa que estos pueblos manifestaban su cultura a
través de muchos y diferentes dioses, que daban respuestas a los cuestionamientos
del hombre segú n la necesidad, la finalidad y el objetivo en sus diferentes
manifestaciones sociales.
Otra doctrina de la filosofía oriental era el budismo, que hacía reverencia al dios
Buda o el iluminado, que contenía la cuarta encarnació n del ser supremo. Esta
creencia ha influenciado a todas las culturas orientales y occidentales hasta
nuestros días.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
En este contexto histó rico surge el pensamiento puesto en acció n para dar
respuestas a las necesidades de un absoluto, de un Dios. Pues, en la descripció n
anterior el hombre se independizó de su Dios y se produjo el rompimiento del
puente de la gracia divina que le servía de soporte para la totalidad de su
existencia en el mundo.
De este modo surge la multiplicidad de las religiones, a través del politeísmo, como
una forma equivocada de volver a su Dios, falsificando la realidad de su deidad.
El hombre de los estados orientales antiguos realiza su cuestionamiento y “espera
la respuesta” a sus cuestiones e interrogantes de su dios, o del dios que representa
la necesidad que expresan estos cuestionamientos: dios de la lluvia, del sol, de la
tierra, del amor. En todas sus manifestaciones culturales nos encontramos con una
concepció n religioso-filosó fica basada en un dios.
¿Cuá ndo surge la filosofía desde esta concepció n geocéntrica? La respuesta a esta
cuestó n se limita a sostener que el origen de la filosofía sucede cuando el hombre
cea en la cuenta de su necesidad de redenció n. No podemos ubicar un tiempo, ni un
espacio, pero sí sabemos, a través de todas las referencias histó ricas de los pueblos
orientales, que la necesidad de este conocimiento surge en el hombre como
respuesta a su bú squeda de sí y de lo otro. Todo lo cual constituye un saber
riguroso basado en la contemplació n de la deidad como sujeto y motivo de los
cuestionamientos del hombre.
¿Dó nde surge la filosofía como conocimiento logrado a través del esfuerzo de la
razó n humana? Esta cuestió n ha tenido una diversidad de respuestas diferentes de
acuerdo al criterio de la cientificidad de la filosofía. Sin embargo, un gran consenso
de la filosofía occidental nos ha justificado y convencido de que este esfuerzo de la
razó n, en busca de objetivos claros y métodos precisos, ha tenido su cuna en la
Grecia antigua, alrededor del siglo VII a. de C. y se basa en la reflexió n sobre el
mundo circundante. Esto significa que el hombre deja de cuestionarse mirando
hacia arriba (actitud teocéntrica) y comienza a cuestionarse mirando hacia abajo, a
su alrededor (actitud científica). Se pregunta ¿có mo surge el universo? ¿Por qué se
mueven o cambian las cosas? Esto no significa que la filosofía, desde su origen
histó rico constituyó una ciencia, con toda la rigurosidad que ésta conlleve; lo que
queremos denotar en esta afirmació n es la actitud y el proceder de los primeros
filó sofos griegos en su bú squeda de respuestas a sus mú ltiples cuestionamientos
sobre la realidad circundante.
En esta cultura griega se diseñ a lo que se conoce en los textos y mapas de la
historia de la filosofía, como la cuna de la filosofía occidental, cuya primera etapa
se denomina filosofía presocrá tica, porque contiene las diferentes posiciones
filosó ficas anteriores al surgimiento de Só crates en Atenas. Esta es la visió n que
desarrollamos en el siguiente tema.
Este acontecimiento se produjo debido a las condiciones histó ricas que vivían los
griegos y las influencias recibidas de las culturas orientales, algunos ciudadanos
griegos y atenienses comenzaron el intercambio de todas clases de ideas y
descubrimientos, conjuntamente con la fundació n de las grandes ciudades y la
expansió n comercial en las costas del Asia Menor y el sur de Italia.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La historia de la filosofía como pensar sistemá tico y riguroso tiene una antigü edad
que ha sido considerada de distintas maneras por los historiadores de este saber
esencial en el desarrollo vital del hombre en la sociedad. Algunos consideran, como
hemos dicho anteriormente, que, en las culturas má s antiguas, la India, China,
Egipto, ya se encontraban significativas aportaciones y reflexiones que pueden ser
concebidas como filosó ficas.
Por estas razones dedicamos estas referencias histó ricas de la filosofía para
resaltar sus puntos má s sensibles al desarrollo del pensamiento filosó fico de
oriente y de occidente hasta nuestros días.
2.1 Generalidades:
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Por otra parte, los aportes de las filosofías orientales consisten en la idea de la
unidad del universo y la perfecció n humana lograda por el yoga. Por ejemplo, el
aporte en la filosofía china reside en la forma de ver el mundo y de vivir integrado
en el fluir de la naturaleza. Se excluye el concepto de ley y lo sustituye el orden.
Geográ ficamente propicia para las invasiones. Se le considera como la cuna de una
de las culturas má s antiguas del mundo. En el añ o 1600 a.C. los arios invadieron el
noroeste de la India y desde allí pasaron al oriente y al sur. Así fueron formando
una cultura resultante de la mezcla de su propia cultura aria con la cultura indú ,
apareciendo, entonces, la cultura indú — aria, donde evolucionó el pensamiento
filosó fico de la India.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es que el espíritu de los indú es se dirige
má s a lo eterno que a lo temporal, de ahí la dificultad para precisar las fechas.
Tampoco se habla de pensadores concretos, puesto que la persona no interesa,
só lo permanecen sus
pensamientos.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
En este ambiente de bajo nivel cultural apareció una pregunta filosó fica: ¿habrá
algo oculto detrá s de la multiplicidad de las cosas’ ¿Este mundo, con todas sus
cosas, habrá tenido un principio?. Todo se queda en la duda radical, pero lo que sí
aparece claro es el deseo de buscar la unidad.
Doctrina del Atman: Originalmente significó soplo, aliento; luego, lo má s íntimo del
propio yo, del alma, del espíritu. En una palabra, se entendía por Atman “el en sí
mismo”.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
En un segundo lugar existía el Jainismo, que estaba dividido en varias sectas, entre
ellas los albos y los desnudos. Segú n ellos, el mundo está compuesto de seres
animados e inanimados y el hombre es, ante todo, alma, pero un alma contaminada
por la materia. Por eso éste, mediante la penitencia, ha de lograr independizarse lo
má s que pueda de la materia, para poder llegar a la felicidad.
En tercer lugar, en este período clá sico se desarrolló la doctrina del Budismo, con
una amplia expansió n en las culturas occidentales posteriores. Se fundamenta en la
persona de Buda, nacido probablemente en el añ o 576 a.C. Su verdadero nombre
era Sidharta Gautama. Su vida está envuelta en muchas leyendas de cará cter
mitoló gico. Pertenecía a una familia noble, pero pronto se dio cuenta de los
sufrimientos de los demá s y se propuso realizar una renovació n. Se hizo monje,
con un método de penitencia exagerado... pronto se decidió a adoptar otro método.
Adoptó el nombre de Buda que significa el Iluminado y agrupó a sus discípulos en
pequeñ as comunidades.
Las verdades fundamentales del Budismo las podemos resumir en las siguientes:
Los elementos que constituyen esta doctrina son: El Dharma, que es el nombre
dado a todos los elementos constitutivos de las cosas y son inanimados. Incluso los
elementos constitutivos de los seres animados y de los dioses, son inanimados
para esta doctrina. Los Dharmas duran un instante, por eso el mundo es una
ilusió n, una fantasía, por cuanto todo va cambiando. También el alma es un cambio
continuo, só lo vivimos u instante. El Dharma es, pues, un instante.
Otros elementos importantes del budismo son: El Dharma como Ley, sostiene que
el cambio continuo no se realiza por el azar, sino que obedece a una ley: la ley de la
casualidad que también se llama Dharma y que rige, no só lo la casualidad física,
sino también el obrar del hombre. Esta ley se va desarrollando en un ciclo continuo
y puede considerarse como absoluta... todo lo demá s es relativo. También está el
Nirvana, es la extinció n del deseo que produce el sufrimiento; se puede entender
como momentos o estados a los que llega el alma a través de sus diversas
reencarnaciones, o también como la felicidad definitiva y ú ltima a la que llega el
alma... y esa felicidad no es má s que la ausencia del dolor. Por ú ltimo, existía lo
Absoluto, que es impersonal y que se identifica con la ley que rige el movimiento.
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B) El Taoismo (Lao Tse): Probablemente del añ o 600 a.C., por tanto, anterior a
Confucio. Su nombre significa “Viejo Maestro”. Escribió una obra llamada “Tao-Te-
King”, que se traduce “Libro sobre el Camino y la Virtud”. Entendiendo el Tao como
principio. Lao Tse considera que el Tao es el principio de todas las cosas, la causa
primera, identificada con la ley que rige todo cuanto existe, y esa ley, a su vez, no
está condicionada por ley alguna, es ley en sí misma... es una ley eterna e
impersonal.
Hasta la fecha, los egiptó logos no han logrado ponerse de acuerdo respecto a
aquello que pudo ser la creencia primitiva del antiguo Egipto en asuntos religiosos.
Existen en primer término, cuestiones de orden cronoló gico muy difíciles de
superar. Luego, también la diversidad de sistemas religiosos usados má s tarde en
cada una de sus provincias (nomes) del Egipto antiguo. Cada una de ellas tenía sus
dioses y ritos especiales con lo cual se dificulta el trabajo en torno a la forma
primitiva de su mentalidad religiosa.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Subsiste así el problema sugerido de averiguar cuá l haya podido ser la religió n que
estableciera dicha jerarquía de dioses.
Razó n tenía Herodoto, el gran historiador griego, al referirse a los egipcios como
“los má s religiosos de todos los hombres”. Admirando este ilustre viajero de la
proliferació n de los dioses en las tierras del Nilo, dijo igualmente de sus habitantes:
“Oh buenas gentes, a quienes hasta en sus mitos huertos nacen dioses”.
Las nobles conquistas del espíritu y la razó n, una de las má s gloriosas de las cuá les
es la filosofía, o la investigació n del có mo y el porqué de las cosas, no medra allí
donde la fuerza bruta sojuzga al espíritu y donde el lá tigo del amo habla má s recio
que todas las voces del alma.
No fue otro el medio en que vive su historia el Egipto faraó nico. La enormidad de
las realizaciones materiales de este pueblo, en pirá mides, ciudades, templos,
estatuas, canales, mausoleos, etc., no guarda proporció n de ninguna clase con lo
escaso de su desarrollo espiritual.
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No existió entre los hebreos, como tampoco existió entre los egipcios, ni en el
mazdeísmo, la Filosofía racional y científica, la Filosofía o sistematizada. Sin
embargo, y gracias a la revelació n divina, el pueblo hebreo conoció y poseyó un
conjunto de verdades teoló gicas, metafísicas, morales y político-sociales, que
constituyen una Filosofía y una ciencia, muy superiores, en cuanto a verdad y
pureza de doctrina, a todas las ciencias y a todos los sistemas filosó ficos de las
antiguas culturas y civilizaciones orientales; algunos sostienen que hasta
superiores a las de Grecia y Roma. Para convencerse de ello, bastará exponer
sumariamente ese conjunto de verdades, compará ndolas de paso con las ideas,
má ximas y prá ctica de otras naciones y pueblos.
Dios pues, es principio y causa del mundo y de todos los seres, no só lo en cuanto a
su forma, distinció n y orden, sino también en cuanto a la materia, y, por
consiguiente, es causa, principio y razó n suficiente de todo lo que constituye el
Universo-mundo, sin que por eso el mundo sea parte de su substancia, ni Dios
dependa en nada ni para nada del mundo, sin el cual existió desde la eternidad.
Hasta los nombres mismos y las definiciones que la Escritura atribuye a Dios,
entrañ an y revelan altísimo y superior concepto de la divinidad sobre todos los
demá s pueblos, aun los má s civilizados.
Dios es autor, creador y padre comú n de todos los hombres, los cuales, todos, sin
distinció n de razas, pueblos ni personas, son iguales entre sí, porque son hecho a
imagen y semejanza de Dios; son hermanos e iguales, porque son hijos del mismo
padre terreno y celestial, llevan impreso el sello divino, y está n destinados todos a
la vida eterna en Dios. Excusado es llamar la atenció n acerca de la inmensa
superioridad de esta doctrina, sobre la doctrina, las teorías y má ximas del demá s
pueblo contemporá neos del hebreo, en los cuales, aparte de la esclavitud,
dominaba el régimen de castas bajo una forma u otra.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Para Manú , y en general para el panteísmo, el mal trae su origen de Dios; Zoroastro
busca su origen en un segundo dios opuesto al Dios del bien. Moisés enseñ a que el
mal trae su origen de la voluntad finita y creada, o sea del abuso de la libertad
concedida a los á ngeles y al hombre, ú nica teoría que es dable conciliar con la
bondad infinita y creadora de Dios, la existencia y el origen del mal moral.
Es muy comú n decir que el gobierno del pueblo israelita fue teocrá tico; afirmació n
muy inexacta ciertamente, a no ser que por teocracia se entienda el
reconocimiento del dominio supremo de Dios sobre todo reino, como lo tiene
sobre todo el mundo. Con má s propiedad y verdad que en el pueblo de Israel, la
teocracia debe buscarse en el Ezipt0, la Asiria, la Caldea y otras naciones, cuyos
reyes recibían apoteosis en vida y recibían culto divino, con estatuas, templos y
demá s manifestaciones idolá trico-teístas, cosa que no sucedía con los jefes y reyes
del pueblo de Judá .
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Otra concepció n que distingue las culturas hebreas es que la condició n de la mujer,
del hijo y hasta la del esclavo entre los judíos, era muy superior y muy diferente de
La que tenían entre las naciones que carecían de la luz de la revelació n mosaica, y
que, tanto en esta parte como en otros muchos puntos, el mosaísmo fue la
preparació n del cristianismo y el pró logo del Evangelio.
Y nó tese bien que esta moral tan pura y superior a la de las demá s naciones, y,
sobre todo, que esta grande idea monoteísta, a la vez que las elevadas ideas
religiosas que la acompañ an en el pueblo judío, arrancan en el terreno histó rico de
un hombre que había nacido, se había educado y crecido en medio de un pueblo
cuya moral y cuyas costumbres eran la antítesis del Decá logo, como sus ideas y
prá cticas religiosas eran la antítesis del monoteísmo judaico.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La circunstancia vital e histó rica del hombre griego antiguo consiste en averiguar
por qué el hombre, al llegar a cierto nivel de su existencia, se vio obligado a
ejercitar un quehacer rigurosamente nuevo y desconocido, que hoy llamamos
filosofar.
Como han sostenido algunos, la filosofía es hija del ocio. Esta idea nos permite
afirmar que solo cuando la sociedad se divide en clases y aparecen hombres que
pueden vivir del trabajo ajeno se dan las condiciones necesarias para el
surgimiento y desarrollo dci pensamiento filosó fico. Este suceso se ubicaría en el
periodo histó rico en que se desintegra la comunidad primitiva y comienza a
establecerse la formació n econó mica social esclavista.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esta revolució n llevada a cabo por algunos “intrusos” de la Grecia antigua se debió
a los grandes cambios producidos por la naciente democracia, el desarrollo de las
técnicas de navegaciá el cambio del trueque por la moneda, la intervenció n de una
ideología mítica clara iniciada por la síntesis de Homero a través de la Ilíada y la
Odisea.
Estas transformaciones socioeconó micas e ideoló gicas son causas que motivaron
para que Grecia se constituyera en la cuna del pensamiento occidental.
En sus centros comerciales má s importantes (ciudades estado) así como en las
Colonias del mediterrá neo florece la filosofía, término que en griego significa: amor
por la sabiduría.
Por estas razones apoyamos la idea de que la filosofía en sus comienzos estuvo
mezclada con la mitología, con el misticismo y concepciones religiosas, debido a
que, por un lado, esta filosofía griega estuvo vinculada con las culturas orientales
de Egipto, India, China y Babilonia; pero, por otro lado, experimentó el cambio de
visió n del mundo, iniciada por hombres específicos, como Tales de Mileto y una
larga lista de “hombres de ciencia” que aplicaron teorías racionales para explicar
los fenó menos a su alrededor. Pues, no fue toda la cultura griega, sino algunos
griegos los que propiciaron enderezar las costumbres de sus conciudadanos y
enunciar lecciones que la experiencia les dictaba. Eran hombres de acció n y
prudentes; poetas e intérpretes de las tradiciones religiosas, que tomaron la
decisió n de la especulació n filosó fica.
Corno hemos visto, es en Grecia que encontramos la primera actitud histó rica de la
filosofía como una visió n científica del mundo objetivo. En todos los primeros
pensadores griegos existió como característica predominante la observació n de la
naturaleza, sin destacar una experimentació n verdaderamente metó dico-científica,
y sin que se evidencie una profundidad en el aná lisis y la desintegració n de los
fenó menos en la naturaleza misma. Pues, la enfocan como un todo, en sus rasgos
generales, por lo que podemos decir que emplean la intuició n directa, lo cual má s
tarde les cede el paso a otros métodos, conformando la racionalidad científica.
Sin embargo, Grecia se vio enriquecida por las influencias recibidas desde el
oriente, a través de sus relaciones culturales de muchos siglos. Esta influencia era
pobre en las hipó tesis de comprobació n de los fenó menos; pues, como hemos
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Por esto los griegos se ven en la necesidad de crear y formular hipó tesis para
explicar la nueva realidad circundante, lo cual implica una actitud reflexiva,
adquiriendo así la paternidl0 de los sistemas elaborados que han servido de fuente
al pensamiento filosó fico de occidente; el hombre se cuestiona, pero busca y da sus
propias respuestas.
Todas las hipó tesis del pensamiento griego perseguían describir y justificar el
origen del mundo concreto.
Estos primeros filó sofos griegos, también conocidos como filó sofos de la
naturaleza fisió logos, porque estudiaban la PHISIS, buscaban la explicació n ú ltima,
o el principio que sirviera de causa u origen a todo lo existente. El principal
problema era poder explicar el cambio y el origen de la naturaleza (fisis). El
principio que produce el cambio en la naturaleza, al que llamaron “Arjé” o “Arché”.
Cada uno de estos filó sofos daba una solució n distinta a las mismas hipó tesis de la
constitució n y movimiento del universo, siempre en busca de la respuesta a la
pregunta ¿De qué se originó todo lo existente?
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
B) Escuelas y Corrientes de este Período Presocrá tico: Las tres (3) primeras
escuelas de la historia de la filosofía que constituyen este periodo, son las
siguientes:
Corriente Cosmoló gica (escuela Jó nica o de los Milesios): Esta escuela sigue una
reflexió n filosó fica basada en la corriente cosmoló gica. Está representada
fundamentalmente por Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. Es la escuela
naturalista propiamente dicha, fundada en Jonia. En esta escuela señ alamos
caracteres muy determinados; como son: La observació n cuidadosa de la
naturaleza, el uso de la razó n para explicar las hipó tesis ¿De qué se hizo todo? y
¿por qué cambia la materia?, 1ú sqUeda de una sustancia universal o primera
(Arche o Arje), de la cual está n 0puestos todos los cuerpos del universo. Con esta
actitud metó dica es que desarrollan SUS respectivas ideas los siguientes
representantes de esta corriente cosmoló gica.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
PITÁGORAS. (572 a.C.- 497 a.C. Metaponto, hoy desaparecida, actual Italia)
Filó sofoy matemá tico griego. Se tienen pocas noticias de su vida que puedan
considerarse fidedignas, ya que su condició n de fundador de una secta religiosa
propició la temprana aparició n de una tradició n legendaria en torno a su persona.
Parece seguro que fue hijo de Menesarco y que la primera parte de su vida la pasó
en Samos, la isla que probablemente abandonó unos añ os antes de la ejecució n de
su tirano Polícrates, en el 522 a.C. Es posible que viajara entonces a Mileto, para
visitar luego Fenicia y Egipto; en este ú ltimo país, cuna del conocimiento esotérico,
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La comunidad pitagó rica estuvo seguramente rodeada de misterio; parece que los
discípulos debían esperar varios añ os antes de ser presentados al maestro y
guardar siempre estricto secreto acerca de las enseñ anzas recibidas. Las mujeres
podían formar parte de la cofradía; la má s famosa de sus adheridas fue Teano,
esposa quizá del propio Pitá goras y madre de una hija y de dos hijos del filó sofo.
Su pensamiento: El pitagorismo fue un estilo de vida, inspirado en un ideal ascético
y basado en la comunidad de bienes, cuyo principal objetivo era la purificació n
ritual (catarsis) de sus miembros a través del cultivo de un saber en el que la
mú sica y las matemá ticas desempeñ aban un papel importante.
El camino de ese saber era la filosofía, término que, segú n la tradició n, Pitá goras
fue el primero en emplear en su sentido literal de «amor a la sabiduría». También
se le atribuye haber transformado las matemá ticas en una enseñ anza liberal
mediante la formulació n abstracta de sus resultados, con independencia del
contexto material en que ya eran conocidos algunos de ellos; éste es, en especial, el
caso del famoso teorema que lleva su nombre y que establece la relació n entre los
lados de un triá ngulo rectá ngulo, Una relació n de cuyo uso prá ctico existçn
testimonios procedentes de otras civilizaciones anteriores a la griega.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
HERÁCLITO: (Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, 540 a.C.- 470 a.C.)
Filó sofo griego. Muy poco se sabe de la vida de Herá clito de É feso, apodado el
Oscuro por el cará cter enigmá tico que revistió a menudo su estilo, como testimonia
un buen nú mero de los fragmentos conservados de sus enseñ anzas. É stas, segú n
Dió genes Laercio, quedaron recogidas en una obra titulada De la naturaleza, que
trataba del universo, la política y la teología -aunque probablemente esta
subdivisió n la introdujera tina compilació n alejandrina de los textos de Herá clito-,
pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma
fragmentaria y sus fuentes son citas, referenci25 y comentarios de otros autores.
Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos lo
cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular.
Ello ha dado pie, incluso, a formular la hipó tesis de que Herá clito no escribió en
realidad, ningú n texto, sino que sus enseñ anzas fueron exclusivamente orales, y
que fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de
sentencias. Sea como fuere, la oscuridad de Herá clito ha quedado caricaturizada en
la leyenda acerca de su muerte: Enfermo de hidropesía, preguntaba
enigmá ticamente a los médicos si podrían de la lluvia hacer sequía; como ellos no
lo entendiesen, se enterró en estiércol en la suposició n de que el calor de éste
absorbería las humedades, con el resultado de que aceleró el fatal desenlace. De
creer a Dió genes Laercio, la causa de la afecció n habría sido su retiro en el monte,
donde se alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.
El desprecio de Herá clito por el comú n de los mortales concordaría con sus
orígenes, pues parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrá tica, así
como que sus ideas políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y
formó parte del reducido grupo integrado por nobles principalmente, que
simpatizaba con el rey persa Darío, a cuyos dominios pertenecía É feso.
A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Herá clito explicó la casi
totalidad de los fenó menos naturales, atribuyendo al fuego el papel de
constituyente comú n a todas las cosas y causa de todos los cambios que se
producen en la naturaleza. La importancia que concedió a la afirmació n de que
todo está expuesto a un cambio y un flujo incesantes, seguramente fue exagerada
por Plató n, quien contribuyó de manera decisiva a perpetuar la imagen del filó sofo
efesio como exponente de un relativismo radical.
Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de
reacció n equilibrada entre ambos; el equilibrio total del cosmos se mantiene
merced a la interacció n sin fin entre los opuestos, garantía de que el cambio en una
direcció n acabará por conducir a otro cambio en la direcció n contraria. El Logos
expresa la coherencia subyacente de las cosas, que los hombres deben tratar de
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Corriente Ontoló gica (escuela Eleata): Esta escuela ha sido calificada como
idealista, debido a que su fundamento filosó fico es ontoló gico, es decir, está basada
en la bú squeda del Ser. Entre sus representes tenemos a: Parmenides de Elea
(539-... a. de C.), reconoce el Universo como una esfera inmutable; Zenó n de Elea
(490 - 430 a. de C.) discípulo de Parménides, defiende la inmovilidad a través de
las aporías; Empédocles de Agrigento (484 — 424 a. de C.). Los representantes de
esta escuela se conocen como los filó sofos de la corriente ontoló gica en la cultura
griega.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
ser todas las determinaciones del ente o dicho de otra manera todo no ser). Lo ente
en realidad es apariencia, propiamente no es. El “ente” es propiamente inmó vil, no
cambia, siempre permanece. Las cosas sensibles, por ser sensibles propiamente no
son “ente”, cambian, no permanecen. Pensar es oponerse al conocimiento sensible
para buscar el conocimiento en lo inmutable, es decir, en el ente.
Tanto Herá clito como Parménides tratan de salvarla distinció n entre el sery la
apariencia de ser, entre ser sensible y ser inteligible, es decir, buscan una unidad
inmanente a las cosas que al mismo tiempo nos permita comprender la
determinació n y explicar la diferencia. Esa unidad es en lo que consiste la “fisis”.
La inmutabilidad de los á tomos se explica por su solidez interior, sin vacío alguno,
ya que lodo proceso de separació n se entiende producido por la posibilidad de
penetrar, corno con un cuchillo, en los espacios vacíos de un cuerpo; cualquier cosa
sería infinitamente dura sin el vacío, el cual es condició n de posibilidad del
movimiento de las cosas existentes.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Se considera a Demó crito el que inició el atomismo o la teoría ató mica. Todo está
compuesto por partículas indivisibles, á tomos, a los que otorga las características
del ser de Parménides. Todo el cambio es consecuencia del choque entre los
á tomos (meCaflicsm0) separados por el vacío. No cree necesaria ninguna fuerza
oculta que explica el movimiento, como su antecesor. Sostiene que el Ser es la
sustancia material concreta y el no-ser, el espacio vacío en el cual la sustancia se
mueve, tan necesario el uno como el otro. El á tomo es el Uno, principio de
individualizació n del Ser. Este se une a otros Uno (á tomos) y forma combinaciones
que constituyen cosas.
El método exhaustivo explicado por Demó crito, en el cual se suponía a toda figura
compuesta por capas delgadas superpuestas las unas alas otras, conduce al
razonamiento de que lo que se nos presenta como inicidad es, realmente, una
multiplicidad de unidades má s pequeñ as que el cuerpo mismo.
El á tomo será así una unidad física concreta, pero partiendo de un concepto
matemá tica racionalista. Esto elimina las incongruencias ló gicas de Pitá goras al
considerar al nú mero abstracto como físico. Pues, los á tomos no son nú meros,
aunque se llegue a ellos mediante el razonamiento matemá tico, son una pluralidad
infinita de materia en cantidades discretas.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Al principio se designaba con ese nombre a todo aquel que dominaba determinada
ciencia técnica o arte. Posteriormente se identificó con filó sofo, hasta convertirse
en un término peyorativo, gracias a las críticas de Plató n y Aristó teles. Plató n los
llamó comerciantes de enseñ anza y magos del lenguaje, y Aristó teles dijo que eran
poseedores de una sabiduría aparente. Los sofistas se centraban en conocimientos
prá cticos, y está n completamente desinteresados por la filosofía de la naturaleza
(Protá goras y Gorgas).
Gorgias declinó asumir el nombre del sofista, prefiriendo el de retó rico. É l profesé
no enseñ ar virtud, pero el arte de la persuasió n; es decir para dar a sus discípulos
tal preparació n absoluta en el discurso, eso deben poder convencer a sus oyentes
independientemente de cualquier conocimiento del tema. É l no encontró su
instrucció n en ningú n sistema retó rico definido, sino dio a sus pupilas los pasos
está ndares de la literatura para aprender de memoria y para imitar, practicá ndolos
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Su posició n se resume en tres asuntos: (a) Nada existe; (b) Si existió cualquier cosa,
no podría ser sabido; (e) Si cualquier cosa salió , y podría ser sabida, no podría ser
comunicada. Para la prueba del primer asunto, “nada existe,” Gorgias se unió a la
escuela de los eleá ticos, especialmente a Zenó n. Zenó n enseñ ó que, en toda la
multiplicidad y movimiento, es decir, en toda la existencia, hay contradicciones
irreconciliables.
Filó sofo griego. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco,
emparentado con Arístides el Justo.
Pocas cosas se conocen con certeza de su vida, aparte de que participó como
soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y
Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida. La mayor
parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporá neos suyos: el
historiador Jenofonte, el comedió grafo Aristó fanes y el filó sofo Plató n. El primero
lo retrató como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la
virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto
vulgares. Aristó fanes lo hizo objeto de sus sá tiras en una comedia, Las nubes (423),
donde se le identifica con los demá s sofistas y es caricaturizado como engañ oso
artista del discurso.
Las enseñ anzas de Só crates: Só crates se habría dedicado a deambular por las
plazas y los mercados de Atenas, donde tornaba a las gentes del comú n
(mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para someterlas a
largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la
esencia de su sistema de enseñ anza la mayéutica, que él comparaba al arte que
ejerció su madre: se trataba de llevar a U interlocutor a alumbrar la verdad, a
descubrirla por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diá logo en
el que ci filó sofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las
respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La cuestió n moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de sus enseñ anzas,
con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al
prescindir de las preocupaciones cosmoló gicas de sus predecesores. El primer
paso para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el bien y
practicarlo era, para Só crates, una misma cosa), Consistía en la aceptació n de la
propia ignorancia. No dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo
para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos filó sofos de la época, y
en especial de los sofistas, pese a lo cual fue considerado en su tiempo como uno de
ellos.
Só crates, del que no tenemos má s noticias de las que nos da Plató n, se empeñ ó en
una oposició n a la filosofía sofista que dominaba su tiempo. Pretendía una á tica de
cará cter científico, es decir, basada en verdades universales y necesarias. Su
pensamiento se deflO1 intelectualismo ético, por hacer coincidir los conceptos de
verdad y bien, de sabiduría y virtud.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
1) Vida y Obras: Filó sofo griego, cuyo nombre original es Aristocles. Apodado
Plató n, que significa «el de las anchas espaldas» por su prestancia física, perteneció
a una rica familia aristocrá tica. A los dieciocho añ os, y a través de su maestro
Cratilo, entró en contacto con Só crates, abandonando su primer interés por la
poesía en favor de la filosofía. Permaneció en estrecha relació n con Só crates hasta
la condena y ejecució n de éste en el 399 a.C., tras lo cual, descontento con la
actuació n de los demó cratas, se refugió en Megara junto con otros miembros del
círculo socrá tico.
Viajó luego por Egipto y visitó también Siracusa, donde conoció a Dió n, cuñ ado del
tirano Dionisio el Viejo; segú n una historia poco fiable, a raíz de un conflicto entre
el tirano y Plató n, el filó sofo acabó siendo vendido como esclavo.
Hacia el 387 a.C., regresó a Atenas y un tiempo después fundó allí su escuela, la
Academia. En el 367 a.C. viajó de nuevo a Siracusa, donde permaneció má s de un
añ o. De nuevo surgieron tensiones, esta vez con Dionisio el Joven, quien había
sucedido a su padre el mismo añ o de la llegada de Plató n; si se considera auténtico
el testimonio de una de las cartas tradicionalmente atribuidas a éste, el motivo de
su viaje fue, a instancias de Dió n, el de contribuir a la reforma del gobierno de la
ciudad por su unió n con la filosofía, objetivo que se vio frustrado cuando el tirano
desterró a Dió n; un tercer viaje a Siracusa (361 a.C.) terminó de modo parecido.
Afincado ya en Atenas, el filó sofo murió a la edad de ochenta añ os.
Sus obras: El conjunto de las obras de Plató n se han clasificado segú n fueron
escritas en su vida productiva en tres grupos o etapas:
Ripias Mayor; Ion; Ripias Menor; Apología de Só crates; Critó n, o del deber; Gorgias,
o de la retó rica; Menó n, o de la virtud; Cratilo, o de la exactitud de las pajabras.
Etapa de la Madurez:
Fedó n, o del alma; Protá goras, o los sofistas; El banquete, o del amor; La Repú blica,
o de la justicia y Fedro, o de la belleza.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
2) Pensamiento Filosófico:
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La otra manera de estar unidos los dos mundos es la ejemplaridad ética, camino
contrario al de la participació n. La participació n es un camino descendente que va
de las ideas a las cosas materiales, la ejemplaridad ética es un camino ascendente
que va desde las cosas materiales a las ideas. Las ideas son el fin, el para qué hacia
donde se dirigen las cosas materiales.
El mundo de las ideas está jerarquizado. En cierta manera unas ideas participan de
otras. Este modo de participació n se llama comunicació n. La comunicació n explica
que todas las ideas sean ser en sí, jerá rquicamente, porque todas participan de la
idea de Bien. Cada idea de orden inferior está incluida en otra idea de orden
superior, la cual, a su vez, incluye otras ideas al mismo tiempo que está contenida
dentro de Una idea de orden superior. Esta jerarquizació n de las ideas culmina en
la idea suprema, la idea de Bien. Dicha idea no debe entenderse en su sentido
meramente moral, sino que la idea de Bien es equivalente a la de Orden, y es un
principio de inteligibilidad o de racionalidad, por ello podemos decir de una cosa
que está «bien» en la medida en que realiza todas las funciones que le son propias
segú n sus fines.
= El Doble Rechazo: Plató n hizo filosofía, rechazando dos corrientes, contra los
fisió logos, y contra los sofistas. De los fisió logos criticaba el “matenalismo’ y de los
sofistas, el relativismo. Por este doble enfrentamiento Plató n se plantea el
problema del conocimiento con dos intenciones, demostrar que no toda la
naturaleza es materia, y por otro, demostrar que es posible alcanzar la verdad, que
ésta es ú nica y fundamenta una ú nica moral posible.
En contra del relativismo de los sofistas, defiende Plató n que como el alma
preexiste a lodo, y es comú n a todos los que usan la razó n, ha de haber algo que es
inmutable, y puede ser comú nmente conocido por todos los seres que tienen alma
racional. Su pensamiento se encaminará a buscar el auténtico objeto del
conocimiento y, bajo la influencia pitagó rica, considerará las matemá ticas como
modelo de conocimiento.
Sin embargo, Plató n intentó conciliar posturas presocrá ticas ya que, dando la
razó n a Herá clito, afirma que el mundo sensible está continuamente sometido al
cambio y al devenir, de forma que nunca es propiamente, ya que siempre está
siendo, con lo cual muestra que no tiene la razó n de ser en sí mismo y, por ende, es
una realidad derivada. Pero Parménides tiene razó n, piensa Plató n, si en lugar de
pensar en el mundo que captan nuestros sentidos pensamos en aquellas entidades
que, como los nú meros o las figuras geométricas, no se alteran. Estas tres mesas
concretas que está n ahí, por ejemplo, hace cien añ os no existían y dentro de cien
añ os probablemente habrá n dejado de existir, pero las nociones de «tres» y de
«mesa» no se alteran por ello. De la misma manera debe entenderse lo real
sensible: todo cuanto existe en el mundo físico es una repre5entó n de otra realidad
diferente, la del mundo de las ideas.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Para salir de las tinieblas de la caverna e ir a la luz del reino de las Ideas, primero,
debe estudiarse la Aritmética, para elevarse por medio de la pura inteligencia a la
contemplació n de la esencia de los nú meros. En segundo lugar, la Geometría, a
condició n de fijamos en las ideas que represente. En tercer lugar, una Geometría,
aú n no inventada, decía Plató n, la de los cuerpos só lidos de las tres dimensiones.
En cuarto lugar, la Astronomía, estudiada con el mismo espíritu científico.
Pero todo esto no es má s que el preludio de la verdadera ciencia, la Dialéctica, que
es la ciencia filosó fica que permite llegar a la verdad. La Dialéctica es ciencia y es
método, y permite llegar a las ideas má s elevadas. Sin embargo, existen dos tipos
de dialéctica:
La Ascendente, que culmina en las ideas del bien; y la Descendente, que culmina en
las cosas má s humildes, la cual permanece en la bú squeda constante de la verdad.
Así, la idea de Bien como culminació n de todas las ideas indica que todas ellas
está n ordenadas jerá rquicamente segú n un orden, y es la que permite que, en el
mundo de las ideas, todo cuanto es sea como debe ser, es decir, segú n su orden. En
la cumbre de la jerarquía de ideas se sitú an de menor a mayor las ideas de Justicia,
Belleza y Bien. El bien es lo má s perfecto, la causa de todo lo justo y de todo lo
bello. La idea que ofrece toda verdad. El bien tiene un doble papel: Difusivo y
Unitivo. Difusivo porque es causa de todo y unitivo porque es la cú spide de toda la
realidad.
Ante la pregunta ¿Cuá ntas ideas existen?, cabe contestar: Hay tantas ideas como
especies de cosas en el mundo sensible; hay tantas ideas como conceptos
abstractos podamos pensar.
En los ú ltimos diá logos Plató n tiene ciertas dudas sobre la teoría de las ideas, al
tener que admitir ideas que se corresponden con la esencia de cosas ridículas. Así,
Plató n evoluciona, por influencia pitagó rica, de lo cualitativo a lo cuantitativo,
concibiendo las ideas como esencias objetivas, realmente existentes,
independientes de la mente humana, y son el fundamento del conocimiento, a la
vez que las bases ontoló gicas del conjunto del mundo sensible. Y no es necesario
afirmar (como lo había hecho en “la Repú blica”) que hay ideas de todas las cosas
(incluidas las artificiales, como las mesas o las camas), sino só lo es preciso aceptar
la existencia de algunas clases de ideas: la idea del Bien, la de la Belleza, la Verdad y
la Simetría; las ideas éticas y las virtudes fundamentales (justicia, sabiduría,
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La estructura de las ideas es dialéctica, puesto que unas ideas son fundamento
ontoló gico de los seres sensibles, y a la vez está n en comunicació n con otras ideas
superiores. Ascendiendo de idea en idea se llega progresivamente a una
manifestació n má s universal de la realidad, hasta alcanzar la idea de bien.
Estas ideas no pueden obtenerse por los sentidos corporales, puesto que toda
experiencia las supone, va que, ¿có mo podríamos dirigir nuestra investigació n
hacia algo si no supiéramos va previamente, aunque de manera difusa e imprecisa,
¿qué es lo que buscamos? Este es el tema que Plató n expone en el conocido
ejemplo del esclavo del Menó n. En este ejemplo, Só crates, mediante unas cuantas
preguntas dirigidas a un esclavo analfabeto logra que éste, solamente razonando,
logre descubrir el teorema de Pitá goras. Mediante las preguntas el esclavo
recuerda el teorema geométrico.
Esta presencia en nuestra mente de unas directrices del conocimiento, así como la
posibilidad de relacionar, comparar, establecerjuicios, etc. es previa a toda
experiencia, y en el acto del conocimiento lo que hacemos es recordar o
reactualizar. Así, conocer es recordar: el conocimiento es “aná mnesis”. Nuestra
alma inmortal, preexistente al cuerpo y puesto que ha morado en el mundo de las
ideas, puede, mediante la ayuda de los datos sensoriales o guiada por el maestro,
recordar un conocimiento que ya poseía. Esta es la base de la teoría plató nica del
conocimiento. No es que ya conozcamos desde siempre, es que poseemos desde
siempre, en tanto que humanos, la posibilidad de juzgar, de valorar, de relacionar,
de comparar, de establecer relaciones; en definitiva, de «recordar» las ideas
fundamentales. Es decir, en tanto que seres racionales poseemos el logos que nos
permite pensar y aprehender la verdadera realidad, y es este logos (orden,
pensamiento) el que nos preexiste.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Plató n acepta, como los sofistas, que todo lo que existe, está gobernado por la
convenció n, es decir, es objeto de pura opinió n y se opone al ser.
Se opone a los sofistas al afirmar que hay un punto fijo de referencia para obtener
verdad, no opinió n. Este punto fijo es la idea de una antigua naturaleza no
corrompida, de la cual quedan leves manifestaciones en lo que hoy llamamos
realidad y, en realidad, no es.
= Teoría Dualista Sobre el Hombre: En el diá logo: “La Repú blica” se especifica el fin
de la teoría de las ideas, alcanzar la justicia, se trata por tanto de ver có mo ha de
ser la conducta del hombre, para realizar en sí tina armonía entre el orden del
cosmos, el de la ciudad y el del alma.
Los tres diá logos que recogen la concepció n plató nica sobre el hombre son el La
Repú blica y el Fedro.
Plató n explica la esencia del hombre con uno de sus mitos, el del carro alado. El
alma es como un carro que en su carrera viene a caer al mundo material. El
hombre es u compuesto de dos realidades sustanciales distintas, el cuerpo y el
alma, que temporal5 y accidentalmente6 se unen entre sí.
Plató n niega la identidad de cuerpo y alma, pero tiene que afirmar la influencia
entre ellos. Ejemplos: En la Repú blica defiende que el alma se perfecciona también
mediante la educació n física y que las deformaciones físicas tienen su imagen
nociva en el alma.
A veces Plató n utiliza la imagen del timonel de un barco para designar el alma en el
hombre.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El alma está estructurada en tres partes no físicas, son tres formas, funciones o
principios de acció n: 1) Alma racional; 2) Alma irascible; y 3) Alma apetitiva.
Cada una de las formas del alma se localiza de la siguiente manera en el cuerpo: El
alma racional, que se encuentra en la cabeza; el alma irascible, en el pecho y el
alma apetitiva, en el vientre.
Las dos ú ltimas quedan subordinadas a la primera, porque tiene el poder para
gobernarlas. El alma racional es como un auriga, que sujeta dos caballos. Estos dos
caballos son las pasiones (alma irascible), y los sentimientos (alma apetitiva).
A las tres funciones del alma le corresponden tres virtudes: Al alma racional, la
sabiduría o prudencia; al alma irascible, la fortaleza y al alma apetitiva, la
templanza.
Junto a estas virtudes está la justicia que sintetiza las tres virtudes. La perfecció n
só lo es conseguible en sociedad. El Estado es el ú nico capaz de garantizar la
justicia. La sociedad debe estructurarse en tres clases de ciudadanos: Filó sofos,
guerreros y artesanos, en las que predominan respectivamente cada uno de los
tres tipos de alma. y de la misma manera que un alma es justa cuando sus tres
partes está n en armonía, también en el Estado aparece la justicia como armonía de
las otras tres virtudes (sabiduría o prudencia, fortaleza y templanza).
Para evitar el nepotismo y la tentació n de favorecer a los amigos o a uno mismo, las
dos clases superiores no han de tener derecho a propiedades privadas, ni siquiera
a formar una familia estable. De esta manera, se trata de que vivan
comunitariamente y que sus hijos scan considerados todos como si cada uno de los
progenitores fuese su padre. La familia, el matrimonio monogá mico y la propiedad
privada só lo deberían ser accesibles para los artesanos o trabajadores, quienes,
debido a su menor desarrollo intelectual, se motivan solamente por incentivos
materiales, tales como aumentar sus riquezas o su mero bienestar material.
Para acceder a la condició n de guardiá n (guerrero) Plató n establece una dura
educació n, y só lo quienes superen estas duras pruebas podrá n ascender a esta
condició n.
117
Curso de filosofía José Rosario Jiménez
1) Vida y Obras: Filó sofo griego. Hijo de una familia de médicos, él mismo fue
el médico del rey Amintas II de Macedonia, abuelo de Alejandro III el
Magno. Huérfano desde la niñ ez, marchó a Atenas cuando contaba diecisiete
añ os para estudiar filosofía en la Academia de Plató n, de quien fue un
brillante discípulo. Pasó allí veinte añ os, en los que colaboró en la
enseñ anza y publicó algunas obras que desarrollaban las tesis plató nicas.
En el 348 a.C., a la muerte de Plató n, rompió con la Academia y abandonó
Atenas, donde el clima político contrario a Macedonia no le era favorable. Se
trasladó a Atarnea y fue consejero político y amigo del tirano Hermias; en el
344 a.C. viajó a Mitilene, probablemente invitado por Teofrasto. Contrajo
matrimonio con una sobrina de Hermias, y luego, al enviudar, con una
antigua esclava que había sido adoptada como hija por el tirano, de la cual
tuvo un hijo, Nicó maco. En el 342 a.C. fue llamado a la corte de Macedonia
por Filipo II para que se encargara de la educació n de su hijo Alejandro,
para entonces un muchacho de trece añ os. Allí supo de la muerte de
Hermias, crucificado por los persas en el 341 a.C. a causa de su amistad con
Filipo, a quien le dedicó un himno.
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En filosofía moral, Aristó teles presenta una ética basada en la naturaleza humana,
cuyo fin es, segú n él, la felicidad, al cual debe estar dirigido el ordenamiento de la
sociedad política, es decir, del Estado.
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Sus Obras: Las obras de Aristó teles pueden clasificarse, segú n su contenido, en
SEIS grupos:
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Con esto, Aristó teles ha resuelto el problema del movimiento, definiéndolo como el
paso del ente en potencia al ente en acto. Así resolvemos el problema de
Parménides, que lo entendía como el paso contradictorio del no ser al ser, y, por
tanto, imposible. Siendo el ente en potencia anterior al movimiento, el ente en acto,
posterior, y el movimiento exactamente el trá nsito de uno a otro, la definició n
aristotélica Correcta fue el acto del ente en potencia en cuanto está en potencia.
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La génesis de la ló gica de Aristó teles está relacionada con el aná lisis de la fuerza de
convicció n del discurso, es decir, la explicació n de qué recursos debe poseer el
discurso para convencer a la gente, obligarla a aceptar tal o cual cosa, o reconocer
que algo es cierto. En realidad, sostiene Aristó teles, todo silogismo es obtenido de
premios de lo necesario e inherente; o bien, de lo que suele ocurrir en la mayoría
de los casos’ y si las premisas, que es la esencia de los juicios, se refieren a lo
necesario o inherente la conclusió n también será acerca de lo necesario. Si las
premisas, que es la esencia de las conclusiones, se refieren a lo que ocurre en la
mayoría de los casos, así será n tan-i las conclusiones.
La Ló gica estudia las diversas formas vá lidas de argumentar y construir juicios con
los conceptos que designan al ser y sus categorías. La ló gica aristotélica se basa en
el principio de no-contradicció n; y toma como estructura bá sica del razonamiento
el silogismo.
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La psicología: Aristó teles tiene una concepció n hilemó rfica del hombre, que es la
que, a explicar, pero al principio, corno discípulo de Plató n, pensó que el hombre
era una realidad dual. Cuerpo y alma eran sustancias distintas. En “De á nima”,
entiende que ni el alma ni el cuerpo son sustancias independientes completas, sino
que ambos constiwy’ una unidad sustancial. Así Aristó teles, ni es materialista, ni
exageradamente espiritU5ta como Plató n, y puede dar una explicació n coherente
de la unió n o relació n alma y cuerpo.
Los seres vivos son sustancias corporales en las que se distinguen dos principios:
Materia y Forma. La forma es precisamente lo que les hace a los seres vivos ser
vivos, lo que les diferencia de los inanimados.
El alma entonces, es una “idea” que dirige, organiza y configura al ser vivo en un
organismo unitario, dando a sus partes un sentido y funció n específica.
Las distintas partes del ser vivo son entonces instrumentos destinados a la
consecució n del ideal del ser vivo. Hay que tener en cuenta que el concepto forma,
es en Aristó teles equivalente al concepto idea en Plató n.
= La idea del alma: Hay tres clases de alma: Vegetativa, Sensitiva y Racional. A
diferencia de Plató n, el alma racional es ú nica en el hombre e incluye todas las
capacidades de los tipos de alma inferiores. Así, las plantas tienen un alma
(vegetativa), los animales (sensitiva) y los hombres (racional).
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Aristó teles afirma que el bien y el fin del hombre han de ser algo prá ctico y
realizable, Si lo característico del hombre es poseer alma racional y ló gicamente
perfeccionarla, se puede concluir que la felicidad ha de encontrarse en la vida
racional misma. La felicidad no es otra cosa que la actividad del aima racional
ejerciéndose conforme a la virtud.
En contra de Plató n, la vida racional no es só lo teó rica, sino también prá ctica, por
eso hay dos tipos de virtudes. Virtudes intelectivas o dianoéticas (las teó ricas), y
virtudes morales o éticas (prá cticas). Las virtudes exigen una disposició n
permanente y una elecció n voluntaria. Son há bitos, una manera o aptitud
permanente de comportarse en un sentido determinado. Hay que aclarar que no
todos los há bitos son virtuosos, lo son aquellos que evitan el exceso y el defecto,
aspirando a un justo término medio.
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Dió genes rio poseía ni casa ni albergue fijo. Al final de su vida decidió vivir en el
célebre tonel, en el cual mostró que las necesidades del hombre pueden reducirse
al mínimo. Se cuenta que un día de sol Salió del tonel para calentarse, y el
Alejandro Magno, jefe del imperio pasaba por el camio; al verlo tan miserable se
compadeció y le sugirió darle todo lo que le pidiera. Dió genes, que só lo tenía una
capa para cubrirse y un cuenco para beber, le contestó al gran general: “só lo quiero
que te quite, porque me tapa el sol”.
2) El Epicureísmo (Los filó sofos del jardín): Escuela filosó fica preocupada
principalmente por cuestiones éticas y fundadas por Epicuro propone la
realizació n de la vida buena y feliz mediante la administració n inteligente de
placeres y dolores, la ataraxia y vínculos de amistad entre sus correligionarios. En
el añ o 306 a. C. Epicuro adquirió la finca llamada “El Jardín” en las afueras de
Atenas y fundó su escuela de filosofía, formada tanto por varones como por
mujeres (gran novedad en las escuelas griegas), en ella vivió aislado de la vida
política y de la sociedad, practicando la amistad y la vida estética y de
conocimiento.
El objetivo de esta filosofía es, como el del resto de escuelas morales helenísticas, el
arte de la vida, la realizació n de una vida buena y feliz. Para el cumplimiento de
este objetivo Epicuro consideró que la filosofía tiene una doble tarea: combatir las
ideas falsas que fomentan el miedo y el sufrimiento y crear en el sabio un estado de
á nimo o talante favorable en toda circunstancia y lugar. Entre aquellas ideas hay
que incluir fundamentalmente el miedo al dolor, el temor a la muerte, a los dioses y
al destino; la parte de la filosofía que permite resolver estas cuestiones será la
Física. La segunda tarea está en manos de la É tica.
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La filosofía es para Epicuro el arte de la vida feliz. Por eso la física y la ló gica son
solo medios para conseguir este fin. Divide la filosofía en É tica, que incluye
también consideraciones psicoló gicas o relativas al alma, Física y Canó nica,
fundamentalmente ló gica, y teoría del conocimiento.
Los seguidores de esta escuela fueron denominados “los del jardín”, en las
postrimerías del siglo IV a. C., ya que Epicuro, su maestro, eligió como punto de
reunió n un tranquilo jardín en las afueras dc la ciudad, lejos del tumulto de la
política, donde los filó sofos y alumnos podían meditar en silencio y en contacto con
la naturaleza.
El fundamento de esta matemá tica del placer tiene su motivo en que el hombre no
se convierta en un esclavo de sus propios deseos, impulsos o emociones.
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La Ética epicúrea: El alma humana es mortal dado que, como todas las cosas, está
compuesta de á tomos, aunque formada por los má s perfectos, los redondeados y
lisos desaparece con la destrucció n del cuerpo. No hay que temer a la muerte pues,
en primer lugar, nada se sigue tras la desaparició n del cuerpo, y, en segundo lugar,
la propia experiencia de la muerte no es tal: “el má s terrible de los males, la
muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no
existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos”
(Epicuro, “Carta a Meneceo).
La Naturaleza ha puesto como objetivo de todas las acciones de los seres vivos,
incluidos los hombres, la bú squeda del placer, como lo muestra el hecho de que de
forma instintiva los niñ os y los animales tienden al placer y rehú yen el dolor. El
placer y el dolor son pues los motivos fundamentales de todas las acciones de los
seres vivos. El placer puro es el bien supremo, el dolor el mal supremo.
Dado que el hombre está formado por cuerpo y alma habrá dos tipos generales de
placeres: Los placeres del cuerpo: aunque considera que son los má s importantes,
en el fondo su propuesta es la de renunciar a estos placeres y buscar la carencia de
dolor corporal.
Existen dolores del alma y dolores del cuerpo, pero el mal es el del dolor corporal,
pues el del alma es consecuencia directa o indirecta de los dolores del cuerpo,
presentes o venideros. No hay que temer el dolor corporal, pues cuando es intenso
e insoportable generalmente dura poco y cuando dura má s tiempo es menos fuerte
y má s soportable. Cabe aliviar el dolor físico con el recuerdo de alegrías pasadas y
en casos extremos con el suicidio.
Los placeres del alma son superiores al placer del cuerpo: el corporal tiene
vigencia en el momento presente, mientras que los del alma son má s duraderos;
ademá s, los placeres del alma pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
Aunque el placer es un bien y el dolor un mal, no es inteligente elegir siempre el
placer y rechazar siempre el dolor: debemos rechazar los placeres a los que les
siguen sufrimientos mayores y aceptar dolores cuando se siguen de ello placeres
mayores. Antes de obrar hay que pesar cuidadosamente el placer o el dolor que se
seguirá de ello y establecer un balance placer-dolor. No hay que renunciar a los
placeres corporales sin ordenarlos y administrarlos de cara al bienestar físico y
espiritual. Las razones represen un papel decisivo en lo que respecta a nuestra
felicidad: nos permite alcanzar el estad0 de total sosiego (ataraxia), de absoluta
imperturbabilidad, ante todo.
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Epicuro lo compara con el total reposo del mar cuando ningú n viento mueve su
superficie, y nos da libertad ante las pasiones, los afectos y los apetitos. El sabio
alcan la vida buena y feliz gracias a esta autonomía frente al dolor y los bienes
exteriores, a los amigos con los que convive y a su aislamiento respecto de lo social.
También encontramos en Epicuro una concepció n y clasificació n de las virtudes,
aunque siempre subordinadas al fin ú ltimo que es el placer. La virtud es necesaria
para la felicidad, pero, segú n su filosofía, no hay que buscarla por ella misma sino
porque en su realizació n se halla presente el placer.
La ética epicú rea se completa con dos disciplinas: la canó nica (o doctrina del
conocimiento) y la física (o doctrina de la naturaleza). La primera es una teoría de
tipo sensualista, que considera la percepció n sensible como la fuente principal del
conocimiento, lo cual permite eliminar los elementos sobrenaturales de la
explicació n de los fenó menos; la causa de las percepciones son las finísimas
partículas que despiden continuamente los cuerpos materiales y que afectan a los
ó rganos de los sentidos
= EPICURO (341 - 270 a.C.): Filó sofo griego. Perteneció a una familia de la
nobleza ateniense, procedente del demo á tico de Gargetos e instalada en Samos, en
la que muy probablemente nació el propio Epicuro y donde, con toda seguridad,
pasó también sus añ os de infancia y adolescencia. Cuando los colonos atenienses
fueron expulsados de Samos, la familia se refugió en Colofó n, y Epicuro, a los
catorce añ os de edad, se trasladó a Teos, al norte de Samos, para recibir las
enseñ anzá s de Nausifanes, discípulo de Demó crito.
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De las obras filosó ficas de Epicuro nos han llegado: Tres cartas, cuarenta má ximas,
el Testamento, la Carta a Herodoto, sobre física; la Carta a Pitocles, sobre los
fenó menos celestes, la Carta a Meneceo, sobre ética.
En este sentido, el universo concebido por Epicuro incluye en sí mismo una cierta
contingencia, aunque la naturaleza ha sido siempre como es y será siempre la
misma É ste es, para la doctrina epicú rea (y en general para el espíritu griego), un
principj0 evidente del cosmos que no procede de la sensació n, y la contemplació n
de este universo que permanece inmutable a través del cambio es uno de los
pilares fundamentales en los que se cimienta la serenidad a la que el sabio aspira.
Tendrá seguidores hasta el siglo IV d.C. Ciceró n, Plutarco, Sexto Empírico y Séneca
se hacen eco de sus doctrinas ampliamente. La filosofía es, para el epicú reo, U
tetrafá rmaco porque ella debe ser un cuá druple remedio contra los cuatro males
de la vida: debe librar el temor de los dioses, del temor a la muerte, del temor a no
alcanzar el bien y del temor a los males y peligros.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La filosofía será , en consecuencia, la sabiduría vital que sepa mantener la vida feliz
con una adecuada labor de vigilancia, para que, proclamando el placer como
principio, haga consciente al hombre de que este puede recibir precisamente en la
continencia y en la vida desmedida.
Citas: «La filosofía es una actividad que con discursos y razonamientos procura la
vida Ce! iz.»
D) El estoicismo (Sensualisnio Estoico): Esta Escuela filosó fica fundada por Zenó n
de Citio hacia el añ o 300 a. c. Primero, defiende un panteísmo providencialista
segú n el cual existe el mundo físico animado y divino, encaminado a lo bello y
perfecto. En segundo lugar, identifica el bien con la virtud y la vida feliz con la vida
virtuosa y de eliminació n de las pasiones (apatía). En tercer lugar, plantea que el
hombre es ciudadano del mundo (cosmopolitismo).
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Otra tesis característica del estoicismo fue la del cará cter cíclico de la historia del
Universo: a partir del fuego originario y creador (el Logos) y siguiendo un orden
determinado, se van creando todas las cosas, van ocurriendo todos los
acontecimientos, van desapareciendo todas las cosas y así sucesivamente en un
eterno retomo, renacimiento y muerte de lo mismo en idénticas formas y con
idénticos destinos (palingenesia).
= La É tica estoica: Los filó sofos estoicos creyeron que existe el alma como algo
distinto del cuerpo, alma que se genera por procreació n y se extingue
completamente tras la muerte del cuerpo. El alma (pneuma) es un soplo o viento
seco e ígneo formado por partículas materiales sutiles y que tiene la propiedad de
moverse a sí mismo y al cuerpo en el que habita. Es el principio vital por el que
respiramos, vivimos y razonamos. alma humana es una parte del alma del mundo,
del Logos que domina el universo, y destaca en ella el Hegemonikó n, la parte
racional de la que depende el conocimiento y la virtud y la má s parecida al Logos
mismo.
En relació n con los afectos o pasiones fueron considerados por los helénicos como
un movimiento irracional del alma y distinguieron en ellas los apetitos o deseos, el
placer y los sentimientos. En general proponen eliminar todas las pasiones (apatía)
aunque las pasiones elevadas no fueron tan rechazadas. Para ellos, tanto el sabio
como el filó sofo consiguen, gracias al ejercicio de su razó n, la autonomía, libertad
de afectos y pasiones y de males externos, y que acepta los avatares de la vida por
formar parte de los designios de dios. Defienden el suicidio cuando las
circunstancias lo exigen. Estas circunstancias pueden ser el interés de la patria y
las enfermedades incurables.
Todos los filó sofos estoicos se sienten hermanos de todos los seres humanos,
ciudadanos del mundo, en lo cual consiste el cosmopolitismo.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La moral ética prescribía “vivir segú n la naturaleza”. Pero sostenían que nada se
origina por azar o por suerte, proponiendo un racionalismo metafísico, có smico y
absoluto, segú n el cual cualquier acontecimiento ocurre por necesidad. Esta
concepció n se basaba en la idea del eterno retorno.
La idea del alma consiste en una sustancia invisible que anima los organismos, que
anima y regula el mundo en toda su complejidad y cada cosa en particular. Pneuma
es el término para referirse a esta sustancia. Así como se encuentra en forma activa
en cada individuo viviente, también en forma pasiva en el mundo mineral e
inorgá nico. Toda parte del universo está impregnada de Pneuma.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esta doctrina sobre el alma está llene de animismo, vitalismo y panteísmo. El alma
es una energía vital difundida por el universo.
Emprendió una carrera política y se distinguió como abogado, por lo que fue
nombrado cuestor. Su fama, disgustó a Calígula, quien estuvo a punto de
condenarlo en el 39 d. C. Al subir Claudio al trono, en el 41 D.C, fue desterrado a
Có rcega, acusado de adulterio con una sobrina del emperador. Ocho añ os má s
tarde fue llamado de nuevo a Roma como preceptor del joven Neró n y, cuando éste
sucedió a Claudio en el 54 d. C, se convirtió en uno de sus principales consejeros,
cargo que conservó hasta que, en el 62 d. C, viendo que su poder disminuía, se
retiró de la vida pú blica.
135
Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Su má xima: «No existe filosofía sin bondad, ni tampoco bondad sin filosofía.»
Orador, político y filó sofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango
ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de
famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su
can-era de abogado, para convertirse pronto en uno de los má s famosos de Roma.
Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su
formació n filosó fica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del
epicú reo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a
encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Moló n de Rodas, \7 al estoico
Posidonio.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Formado en las principales escuelas filosó ficas de su tiempo, mostró siempre una
actitud antidogmá tica y recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad
de sus obras filosó ficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se
convirtió en un elemento crucial para la transmisió n del pensamiento griego. Al
final de su De Republica contrasta su probabilismo con una exaltació n religiosa de
signo neoplató nico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina
clá sica, con un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque
perfectamente enlazados.
Sus obras:
Discursos: Verrinaes (70 a.C.); De lege agraria (63 a.C.); Catilinarias (Catilinam
orationes, 63 a. C.) y Filípicas (In M. Antonium orationes Philippicae, 44 a. C.)
Tratados: Sobre la retó rica (De oratore, 55 a.C.); Sobre la Repú blica (De Republica,
54-55 a.C.); Sobre las leyes (De legibus, 52 a.C.); Cato maior (46 a.C.); Sobre la vejez
(De senectute, 46 a.C.); Sobre la adivinació n (De divinatione, h. 45 a.C.); Sobre la
amistad (Laeleius o De Amicitia, 45 a.C.); De finibus bonorum et malorum (45 a.C.);
Hortensius (45 a.C.); Sobre la naturaleza de los dioses (De natura deorum, 45 a.C.)
y Sobre el deber (De officiis, 44 a.C.).
Su má xima: «No se puede decir nada tan absurdo como para que no haya sido
dicho por algú n filó sofo.»
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
cristiano, y poniendo así de manifiesto una de las afinidades del mundo material
con el moral, lo cual hace referencia y procede de Plató n y de Pitá goras, del Oriente
y de la Grecia, de los gnó sticos y de los cristianos, intenta resumir y restaurar la
antigü edad e inunda a la vez de idealismo y de misticismo toda la Edad Media
cristiana.
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1) La idea del UNO: Dios es una cosa incomprensible e innominable para nosotros:
es todo lo que existe y nada de lo que existe; contiene en sí toda la realidad, pero
no es una esencia determinada; de aquí se infiere que el nombre menos impropio
que le podemos atribuir es el de Uno. [486] Es, pues, la unidad absoluta, necesaria,
inmutable, infinita; pero no es la unidad numérica, es la unidad universal en su
perfecta simplicidad.
Este Unum abstracto y universalísimo está sobre todas las cosas, sobre todas las
ideas y perfecciones que podemos concebir: siendo, como es, el principio y el ser
de todas las cosas, no es bondad ni libertad; no es pensamiento ni voluntad, sino
que es algo superior a todo esto, y hasta superior al ser. El Uno no es el ser ni es la
inteligencia, está sobre toda acció n, sobre toda determinació n, sobre todo
conocimiento; no es movimiento ni quietud, no es alma ni inteligencia, no es ni
siquiera cosa individual ni determinada.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Los pasajes en que Plotino habla de este segundo principio, son obscuros y hasta
contradictorios; resultando de aquí su gran diversidad de opiniones por parte de
sus intérpretes y de los historiadores de la Filosofía, cuando se trata de fijar su
origen y su esencia. En nuestro sentir, la Inteligencia suprema significa y
representa una primera evolució n del Unum absoluto, por medio de la cual éste
pasa del estado inconsciente al conocimiento consciente de sí mismo como
realidad absoluta y universal, y como principio de los seres y del mundo por medio
de las Ideas contenidas, o, digamos, identificadas con la Inteligencia suprema. Só lo
de esta manera, só lo tomando la Inteligencia en este sentido, se puede comprender
lo que de ella dice el filó sofo neoplató nico, a saber: que la Inteligencia es a la vez el
objeto concebido, Ci sujeto que concibe y la acció n de concebir.
2) La idea del alma: El alma humana, emanació n inmediata del Alma universal, es
anterior y posterior al cuerpo en su ser y en sus operaciones. Esta preexistencia del
alma con respecto al cuerpo, lleva consigo la independencia y superioridad de la
misma en su ser y en sus funciones, independencia que, no só lo comprende las
funciones de la parte superior e intelectual, sino también de la parte inferior; de
manera que el alma es completamente activa e independiente del cuerpo y de sus
ó rganos en la sensació n, lo mismo que en la intelecció n.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
3) La idea del mundo: En relació n y armonía con esta doctrina, Plotino enseñ a que
la materia de que se compone el mundo visible es privació n de ser, má s bien que
ser. Este mundo material carece de verdadera realidad, segú n el filó sofo
neoplató nico; porque la verdadera realidad pertenece al mundo inteligible, al
mundo divino de las Ideas, las cuales constituyen las esencias de las cosas. El
mundo inteligible, compuesto de genios inteligentes o de espíritus, penetra, mueve
y vivifica al mundo material, el cual es como una imitació n, un reflejo de aquél. Las
ideas, realizadas y como encarnadas en las cosas, mediante las formas que
producen en éstas, constituyen su esencia íntima y son el origen y la razó n
suficiente de su movimiento y vida. Por consiguiente, la idea o el pensamiento está
dentro de todos los seres; palpita dentro de todas las cosas; comunica vida y
movimiento a toda realidad: toda realidad es pensamiento (Hegel), y toda esencia
real es racional. Todas las Ideas, que son inmanentes en la Inteligencia, se
imprimen y son participadas por los seres que constituyen el mundo visible, por
medio de la acció n productora y plá stica del Alma universal.
La materia, que forma parte de los cuelpos, es lo que se aleja má s del Ser o del
Unum, la participació n má s imperfecta de las Ideas, el ú ltimo reflejo de la acció n
plá stica del Alma universal; su extensió n y solidez la alejan y separan de la materia
ideal, de la cual se distingue específicamente, y con la cual só lo tiene cierta analogía
remota. Considerada en sí misma, carece de realidad y tiene mucho de no ser: Toda
la realidad y ser que en ella se manifiestan, proceden de las formas, las cuales, a su
vez, son derivaciones de las ideas.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Sin embargo, esta distancia que separa el mundo sensible del mundo inteligible,
aunque mu7 grande e inmensa en cierto sentido, no impide que haya entre las dos
analogías y semejanzas determinadas, siendo una de ellas la que se refiere a la
materia. Porque en el mundo inteligible es preciso admitir una materia que sea
como el substratum universal, que haga las veces de sujeto general y uno con
respecto a la multiplicidad de formas, las cuales representan las diferencias
esenciales y la distinció n de especies en el mundo inteligible. Por otra parte, añ ade
Plotino, si este nuestro mundo sensible consta de materia, también debe existir
ésta en el mundo inteligible, toda vez que el primero es una imitació n del segundo.
La perfecció n del alma y su felicidad suprema, consiste en la unió n extá tica con el
Unum, por medio de una intuició n intelectual, simplificaría y unitiva, la cual
representa un conocimiento superior al sensible, superior al intelectual o racional,
superior al conocimiento mismo de las Ideas.
Só lo después de la separació n del cuerpo puede llegar el alma a tener esta intuició n
de una manera permanente. Sin embargo, durante la vida presente, es dada por
breves instantes y muy rara vez a ciertas almas privilegiadas, cuando éstas han
llegado al ú ltimo grado de purgació n moral, de abstracció n del mundo material y
de elevació n intelectual.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El término “hipó stasis” en el neoplatonismo, designa tres niveles del ser que
proceden de Dios mediante el proceso de la emanació n: En el primer nivel se
encuentra el vértice supremo, que es Dios mismo. El UNO (Dios) constituye la
unidad a partir de la cual todo se genera con una tendencia progresiva dirigida
hacia la imperfecció n.
En síntesis, la primera hipó stasis se representa como una fuente de luz eterna e
inagotable; la segunda, como la luminosidad que sale de ella; y la tercera, como la
zona de penumbra que sepan’ la luz de las tinieblas. Con el alma termina la escala
de los seres: el mundo de la materia representada por las tinieblas, es un no-ser;
por lo cual la materia no existe, porque contiene el mal y la imperfecció n, es como
la oscuridad con respecto a la luz: una condició n de ausencia.
Esta teoría de la emanació n influyó para el surgimiento de la tendencia del
Gnosticismo, en que el conocimiento representa el nivel supremo de la existencia,
es una especie de éxtasis.
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CAPITULO VII
LAS CORRIENTES PRINCIPALES DEL PENSAMIENTO MEDIEVAL
1. LOS NUEVOS PRESUPUESTOS DE LA FILOSOFIA CRISTIANA
1.1 Introducción:
Implica una visió n del hombre como persona, con vocació n y destino
encomendados a su responsabilidad individual, exenta del determinismo moral
que caracterizó al mundo griego. Esta nueva visió n del hombre lo erige en dueñ o
de su propio destino. Lejos del fatalismo y del comprometido providencialismo, el
ser libre del hombre se sitú a en el centro de la reflexió n cristiana sobre la
existencia y sus sentidos. Pero, a pesar de todo, el hombre sabe que el recurso
esclarecedor y liberador de incertidumbres es su personal libertad, en ella está su
salvació n y su condena.
Frente al mundo circular o del eterno retomo de los griegos, que pone bien de
manifiesto el fragmento de Anaximandro, se ofrece ahora la versió n de la historia
irreversible, tanto del mundo como el hombre. La vida histó rica de los seres para el
cristiano, no está encadenada a ningú n ciclo de eterno retomo, sino hacia una
realizació n teleoló gica que cada ser despliega en el tiempo de la historia de modo
irrepetible y que encuentra una consumació n meta-temporal en una vida
definitivamente eterna.
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2. LA PATRÍSTICA MEDIEVAL
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El citado rechazo por parte de la clase culta y los intelectuales, colocan en posturas
diversas a los primeros cristianos en relació n con la filosofía, desde su negació n y
la de cualquier especulació n racional como contrarias a la fe, hasta el empleo de
métodos filosó ficos para combatir a favor del cristianismo.
C) El estoicismo: Que consiste en una filosó fía ética posterior a Plató n. Uno de sus
principales representantes fue Séneca, que propugnaba el dominio de la razó n
sobre las inclinaciones naturales del hombre, en contra de los hedonistas y
epicureístas, que afirmaban que el fin del hombre era la felicidad en los placeres.
Como para San Agustín lo importante es explicar la relació n entre el alma humana
y Dios, entonces fe y razó n no son má s que medios o instrumentos que se exigen
mutuamente para encontrar la verdad. Por lo tanto, fe y razó n no se excluyen, sino
que se complementan. Ni creer es algo irracional, ni el conocimiento racional (de
Dios) destruye la fe. Para superar estas posiciones excluyentes, San Agustín
propone que la fe se sitú e al comienzo y al final de la especulació n racional.
Primero como una condició n necesaria para que se ponga en marcha una
investigació n sobre temas que de otra manen permanecerían ignorados, (la fe es
guía y pauta de la razó n), por otro lado, la investigació n racional dirige al hombre
hacia la fe, ésta elimina las dudas consolidando el conocimiento racional.
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3 LA ESCOLÁSTICA
Los pensadores escolá sticos sostuvieron una amplia variedad de ideas tanto en
filosofía como en teología. Lo que da unidad a todo el movimiento escolá stico son
las metas comunes, las actitudes y los métodos aceptados de un modo general por
todos SUS miembros. La principal preocupació n de los escolá sticos no fue conocer
nuevos hechos, sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por
el razonamiento griego y la revelació n cristiana. Este interés es una de las
147
Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Después de principios del siglo XIII, el pensamiento escolá stico puso mayor énfasis
en la independencia de la filosofía en su campo propio. A pesar de todo, durante el
periodo escolá stico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no só lo porque la
verdad de la filosofía estaba subordinada a la de la teología, sino también porque
los teó logos utilizaban la filosofía para comprender y explicar la revelació n.
Esta postura de la escolá stica chocó con la llamada teoría de la doble verdad del
filó sofo y físico hispano-á rabe Averroes. Su teoría mantenía que la verdad era
accesible tanto a la teología como a la filosofía islá mica pero que tan só lo la
filosofía podía alcanzarla en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la
teología servían, para la gente coman, de expresiones imaginativas imperfectas de
la verdad auténtica, só lo accesible por la filosofía. Averroes sostenía que la verdad
filosó fica podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal, las enseñ anzas
de la teología islá mica como resultado de su creencia en la armonía entre fe y
razó n, los escolá sticos intentaron determinar el á mbito preciso y las competencias
de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolá sticos, como el
eclesiá stico y filó sofo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron
convencidos de que la razó n podía probar algunas doctrinas procedentes de la
revelació n divina. Má s tarde, en el momento de esplendor de la escolá stica, el
teó logo y filó sofo italiano santo Tomá s de Aquino estableció un equilibrio entre
razó n y revelació n. Sin embargo, los escolá sticos posteriores a santo Tomá s,
empezando por el teó logo y filó sofo escocés Duns Escoto, limitaron cada vez má s el
campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razó n e insistieron
en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la
filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base ú nica de la fe. Una de las razones de
esta limitació n fue que los escolá sticos aplicaron los requisitos para la
demostració n científica, recogidos al principio en el Organon de Aristó teles, de una
manera mucho má s rigurosa que lo había hecho cualquiera de los filó sofos
anteriores.
148
Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Esos requisitos eran tan estrictos que el propio Aristó teles rara vez fue capaz de
aplicarlos en detalle má s allá del campo de las matemá ticas. Esta tendencia
desembocó de forma teó rica en la pérdida de confianza en la razó n natural humana
y en la filosofía, como quedó caracterizada la primera época del renacimiento, y así
lo asumieron los primeros reformadores religiosos protestantes, como Martín
Lutero.
Otra actitud comú n entre los escolá sticos fue su sometimiento a las llamadas
autoridades, tanto en filosofía como en teología. Esas autoridades eran los grandes
maestros del pensamiento de Grecia y Roma y ros primeros Padres de la Iglesia.
Los escolá sticos medievales se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante
el estudio ú nico e intensivo de los autores clá sicos, a cuya cultura y saber atribuían
certezas inmutables. Tras alcanzar su plena madurez de pensamiento y producir
los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron citando a las autoridades
para dar peso a sus propias opiniones, aunque a estas ú ltimas llegaban en muchos
casos de manera independiente. Críticas posteriores concluyeron de esta prá ctica
que los escolá sticos eran meros compiladores o repetidores de sus maestros.
En realidad, los escolá sticos maduros, como santo Tomá s de Aquino o Duns Escoto,
fueron muy flexibles e independientes en su utilizació n de los textos de los
clá sicos; a menudo con el fin de armonizar los textos con sus propias posiciones,
ofrecieron interpretaciones que eran difíciles de conciliar con las intenciones y
motivos inspiradores en los clá sicos. El recurso a la cita de los clá sicos fue, en
muchos casos, poco má s que un ornamento estilístico para empezar o finalizar la
exposició n de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del
exegeta eran continuidad del pasado y no simples novedades. Novedad y
originalidad de pensamiento no eran perseguidos de forma deliberada por
ninguno de los escolá sticos sino má s bien minimizadas lo má s posible.
Los escolá sticos se adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna crítica a las
doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al admitir las opiniones de Aristó teles
en materia de ciencias empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su
aceptació n sin crítica debilitó a la escolá stica y fue una de las principales razones
de su desdeñ oso rechazo por algunos de los investigadores y sabios
(revolucionarios) del renacimiento e incluso de mucho tiempo después.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El concepto del Dios revelado es una cita del libro del É xodo. Dice así: “Yo soy el
que soy y así dices a los hijos de Israel: El que se me envía a vosotros”. Es decir,
Dios es el SER y consiste en existir, pero en la Biblia no hay metafísica. La cita só lo
tiene sentido en la tradició n filosó fica occidental, en concreto en la filosofía griega,
que al margen de planteamientos religiosos había discutido la distinció n Ser- No
Ser, y había encontrado que el ser (en el sentido radical de existir), tenía unos
atributos determinados que se imponían a la razó n, por ejemplo, eternidad,
unicidad, inmutabilidad, etc.
Hace notar Tomá s de Aquino que como era ló gico aquí razó n y fe coinciden: Dios
dice de sí mismo lo que la filosofía había descubierto en el Ser. Etienne Gilson,
medievalista contemporá neo, expresa así el concepto tomista de Dios: “Lo que es
por sí, y no hecho se ofrece, en efecto, al pensamiento como el tipo mismo de lo
inmutable y de lo acabado. El ser divino es necesariamente eterno, puesto que la
existencia es su esencia misma; no es menos necesariamente inmutable, puesto
que nada puede agregá rsele sin destruir su esencia al mismo tiempo que su
perfecció n. Es, en fin, reposo, como un océano de sustancia íntegramente presente
a sí, y de quien la noció n misma de acontecimiento, es tarea desprovista de sentido.
(...). La perfecció n del ser no solo exige todos los acabamientos, excluye todos los
límites, engendrando por lo mismo una infinidad positiva que niega toda
determinació n”.
En primer lugar, los cuerpos no son infinitos, puesto que cada uno de ellos está
limitado por su esencia que lo determina al definirlo. Lo que conocemos es siempre
tal o cual ser, jamá s el ser, y aun suponiendo efectuado el total de lo real y de lo
posible, ninguna suma de seres particulares, podría reconstruir la unidad de lo que
es, pura y simplemente. Pero hay má s. Al “Yo soy el que soy” del É xodo,
corresponde esta otra cita: “Yo soy el Señ or y no cambio”. Y en efecto, todos los
seres por nosotros conocidos se hayan sometidos al devenir, es decir, a la
mudanza; no son seres perfectos e inmutables, como lo es necesariamente el ser
mismo” (Etienne Gilson).
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
En una escala inferior está n los hombres con alma, que es su forma sustancial,
unida al cuerpo (su materia), constituyéndose una sustancia racional, que es el
compuesto humano. A partir de este nivel, las sustancias del mundo corpó reo está n
compuestas de materia y forma, a la vez y ademá s, tienen la composició n radical de
todo ente: esencia y existencia.
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Las formas de los seres inertes, y de los elementos primeros, por actuar
directamente sobre la materia prima son las má s imperfectas.
Quedan aú n, en un grado inferior, las formas accidentales, porque su ser no es un
existir en sí (definició n de sustancia), sino un ser o existir en otro, (definició n de
accidente). En la estructura de todo lo creado, por debajo de toda realidad, está la
pura potencialidad de ser, es decir, lo que nunca es sin un acto o forma: materia
prima.
En esta concepció n de todo lo creado, nuestro autor utiliza las nociones de acto y
potencia como esquema explicativo de las demá s estructuras entitativas: sustancia
y accidentes, materia y forma. Une por ú ltimo a estos conceptos la distinció n entre
esencia y existencia (ú nica innovació n ontoló gica respecto a Aristó teles). Esta
innovació n permite entender el orden de los seres contingentes, orden participado,
compuesto y finito, pero por todo ello, efectivos, reales, ni apariencias ni partes del
SER, porque han recibido el acto de ser, por medio del proceso causal que es la
creació n.
La moral hace referencia al gobierno divino del mundo (Providencia), la ley divina
Dios gobierna el mundo mediante la “ley eterna”, la cual está participada en las
criaturas como “ley natural”. Lo moral, en el hombre, es la interpretació n y
aplicació n racional de la ley natural. El primer precepto de la ley natural,
equivalente al primer principio de la razó n, es hacer el bien, es decir, lo que
naturalmente todos los seres apetecen. Virtud y sus correspondencias con la
naturaleza son tomados estrictamente de Aristó teles, con el añ adido divino
regulador.
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Sin contenido peyorativo, nuestro autor tiene una concepció n elitista: “El hombre
es por naturaleza animal social. Por ello, en estado de inocencia, si no hubiera
pecado, los hombres habrían vivido igualmente en sociedad. Pero una vida social
para muchos no podría existir si no hubiera alguien que los presidiera y atendiera
al bien comú n”. Incluso los má s capaces, por el hecho de serlo, tendrían
discrepancias y para conseguir el bien comú n (el de todos), necesitarían de un
Gobierno.
Hacen falta 3 cosas para formar una sociedad: Paz, Direcció n hacia el obrar bien y
Un gobierno que conceda las cosas necesarias para vivir bien.
Dos de estas condiciones son externas y materiales. Justifican una funció n
coercitiva del estado. Pero otra es la funció n má s importante, que no consiste só lo
en evitar el mal, sino en producir y conservar las condiciones que sean necesarias
para que los ciudadanos obren bien.
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Las pruebas de Tomá s de Aquino (las Cinco Vías) son demostraciones a posteriori:
parten de los efectos de la actuació n de Dios en el mundo para remontarse a É l
como causa ú ltima. Es verdad que no nos permitirá n un exhaustivo conocimiento
de su esencia —imposible dada la limitació n de nuestra naturaleza— pero sí
suficiente como para mantener racionalmente la existencia de Dios.
Las Vías comienzan por la observació n de rasgos del mundo que se ofrecen en la
experiencia (en este sentido se puede decir que son argumentaciones a posteriori).
Dado que la fe afirma que Dios ha creado el mundo, es razonable suponer que en
las criaturas podemos encontrar una huella o vestigio cuya correcta comprensió n
nos ayude a remontarnos a É l como causa.
4. La decadencia medieval
Las dos posturas del pensamiento filosó fico de esta época son representadas por
Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
La Ontología tiene por objeto el ser en cuanto ser. No puede alcanzar a Dios, puesto
que éste es objeto de la Teología, sino en cuanto que Dios es Ser. Al propio tiempo
que se afirma la imposibilidad de un conocimiento de Dios en cuanto Dios, se
descubre la posibilidad de la aproximació n ontoló gica a Dios en cuanto ser.
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infalibilidad de los papas y defendió que el poder de éstos debía estar limitado por
el derecho natural y por la libertad de los cristianos.
Como ló gica consecuencia de esta postura crítica de Ockham se puede afirmar que
niega el conocimiento de Dios a través de la razó n, que só lo se nos manifiesta por
la revelació n. De este modo, al igual que Tomá s de Aquino, separa lo que son
verdades de la filosofía y verdades de la teología: la primera se funda en la razó n y
la segunda en la revelació n.
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CAPÍTULO VIII
CORRIENTES PRINCIPALES DE LA FILOSOFÍA DEL RENACIMIENTO
1. EL HUMANISMO EN EL RENACIMIENTO
El término humanismo aparece por primera vez en 1808 en un libro del alemá n E
J. Niethammer, refiriéndose a los movimientos culturales que dieron origen al
Renacimiento. Sin embargo, ya en el siglo XVI se usaba el término «humanista»
para aludir al que se dedicaba al estudio de las humanidades (studia humanitatis),
segú n la expresió n y la concepció n de la cultura de Ciceró n y otros clá sicos
romanos y griegos. Luego, este término reaparece en la segunda mitad del siglo XV
y se emplea con profusió n en el siglo XVI. Durante los siglos XIX Y EL XX, en
cambio, el término humanismo se emplea con frecuencia para significar una
diversidad de aspectos y concepciones de la cultura o del hombre.
A) Por una parte se entiende, pues, por humanismo una categoría historiográ fica
que designa las corrientes culturales, sobre todo literarias, que durante los siglos
XV y XVI dieron origen al Renacimiento en los distintos países europeos. En este
sentido algunos identifican el humanismo y el Renacimiento. Sin embargo, el
humanismo se caracteriza má s propiamente por el intento de restaurar la cultura
grecorromana enlazando, con las corrientes medievales que conservaron el legado
de Grecia y Roma, aunque lo mismos humanistas no tuvieran a veces conciencia
clara de ello. En este mismo sentido, histó rico literario, el término humanismo es
usado también, con independencia de la vinculació n cronoló gica a los siglos XV y
XVI, para designar a todo movimiento cultural interesado o dedicado al estudio, la
investigació n o actualizació n de la cultura antigua.
B) Por otro lado se hace uso del término humanismo, con un sentido distinto, para
indicar cualquier teoría o doctrina de intenció n filosó fica que intente aclarar la
significació n del hombre dentro del mundo, sus valores y formular un ideal en
funció n de estos valores y de esa significació n.
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A) El humanismo renacentista: Forja las bases del hombre moderno y de una falaz
separació n del mundo de la experiencia y de lo suprasensible, sobre cuyo supuesto
se va a montar una imagen unilateral del hombre. El humanismo renacentista
insiste en la dignidad y en los valores del hombre educado liberalmente, por eso
lega una concepció n educativa de notable influencia, las «humanidades». De este
humanismo clá sico se van a derivar mú ltiples concepciones del humanismo.
D) El humanismo en el siglo XX: En el pensamiento filosó fico del siglo XX, el tema
del humanismo cobra una significació n especial. La filosofía existencial y
existencialista (EXISTENCIALISMO), que parte de un aná lisis de la existencia
humana, ha teorizado la cuestió n del humanismo. Para Sartre el hombre se
proyecta, se pierde fuera de sí, pero rebasá ndose se autocrea; a la unió n de este
rebasamiento y de la presencia del hombre en el universo le llama Sartre
“humanismo existencialista”: «humanismo porque recordamos al hombre que no
hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí
mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre
buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberació n, tal o cual realizació n
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La situació n del mundo actual -ideoló gica, política, intelectual, espiritual, técnica-
ha conmovido las bases sobre las que se asentaban los distintos humanismos
modernos; y surge por doquier la inquietud por encontrar una nueva forma de
humanismo.
Esta idea supone que es un ser personal y un ser colectivo, y por ello es superadora
de cualquier concepció n individualista o colectivista (ES PERSONA). A la vez lleva
consigo la exigencia de perfecció n en el hombre; esto hace que la idea cristiana del
hombre se monte sobre la doctrina de las virtudes y la necesidad de la gracia
sobrenatural para superar la imperfecció n y el pecado.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Allí donde no hay Dios acaba también por no haber hombre. Para que haya hombre
es necesario que los hombres tomen conciencia de su irreductible singularidad y
de su diferencia radiacal respecto de todas las otras cosas; que tengan la noció n de
persona que estuvo presente en el pensamiento de la tradició n judeo-cristiana.
Hoy vivimos pues, en un mundo sin Dios y sin hombre; y acabamos también Con el
medio ambiente.
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2. EL RACIONALISMO
Suele entenderse por racionalismo el modo de pensamiento filosó fico que aparece
en Europa durante el s. XVII, y suele oponerse al empirismo, predominante en las
Islas Britá nicas. Ambas filosofías no son del todo contrapuestas, pues admiten tesis
comunes. La principal diferencia reside en el modo de entender la razó n. El
racionalismo tiene como prototipo la razó n matemá tica, teó rica. El Racionalismo
continental: se centra en el hombre corno punto de partida para tratar los temas
de la filosofía tradicional (Dios, el mundo y el alma), queriendo conectar con los
orígenes de la filosofía clá sica y la consideració n de la Edad Media como un
período de oscuridad en la historia de la filosofía (criterio impuesto por el
Renacimiento). Propiamente el racionalismo como corriente filosó fica nace con
Descartes culminando con Leibniz a principios del XVIII. Tiene su continuació n en
el idealismo hasta que, contemporá neamente, se abandone la metafísica como
principal tarea de la filosofía.
El intelectual del XVII, se encuentra sin los puntos de referencia tradicionales, por
ejemplo, se imponía una nueva imagen de Dios má s íntima, en cierto sentido
cercano a los planteamientos de Agustín de Hipona. Por otra parte, desde el siglo
anterior la ciencia había caminado de espaldas a la tradició n aristotélica, por
considerarla en el contenido estéril y en el método inoperante. La física y la
matemá tica se habían convertido en “la Biblia”, para comprender el mundo. La
eficacia del método científico se trasladó a la filosofía y en la teoría del
conocimiento, el racionalismo exageró el papel de la conciencia ayudada por el
método matemá tico y minimizó el papel de la experiencia. Má xima del
racionalismo será : no hay má s fuentes de conocimiento y verdad que la razó n.
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CAPÍTULO IX
CORRIENTES PRINCIPALES DE LA FILOSOFÍA MODERNA Y
CONTEMPORANEA
3. EL EMPIRISMO ILUSTRADO
Pero ademá s empirismo tiene que ser entendido como una coordenada filosó fica
de la historia contrapuesta al racionalismo continental. Esto puede inducir a un
error: entender el racionalismo como la filosofía de la razó n y el empirismo como
la filosofía de la experiencia. Sin que la oposició n carezca de fundamento, ni todo el
racionalismo ignoró la experiencia, ni el empirismo despreció la razó n. Queda
demostrado esto al comprobar que los principales empiristas ingleses se formaron
leyendo los filó sofos racionalistas: tanto Locke como Hume mantienen influencias
de Descartes.
Otras figuras de vital importancia para el estudio del empirismo son: F. Bacon, T.
Hobbes y Berkeley; y, como figura bipolar entre racionalismo y empirismo,
tenemos el alemá n E. Kant.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Las ideas políticas de Locke, por otra parte, aparecen expuestas en sus dos tratados
sobre el gobierno. El segundo texto propuesto, “De los fines de la sociedad política
y del gobierno”, es el capítulo 9 de una de las obras má s influyentes en la historia
del pensamiento político.
B) DAVID HUME (1711 - 1776): Hume llevó el empirismo de Locke hasta sus
ú ltimas consecuencias. Segú n Hume, el conocimiento humano se compone de
impresiones sensibles y de ideas, que se forman a partir de los datos de los
sentidos. No podemos ir, pues, má s allá de lo que nos aportan los sentidos, y la
existencia y verdad de las ideas resultan injustificables para nosotros.
El propio Hume reconoció que este aná lisis del conocimiento lleva inevitablemente
al escepticismo. Ademá s, su filosofía desemboca en un emotivismo moral, dado que
de las proposiciones o verdades de hecho no pueden deducirse los mandatos o
recomendaciones morales. En definitiva, los valores y las normas morales se basan
ú nicamente en el sentimiento y no en la razó n.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Así pues, el sujeto (sus facultades y sus leyes) será el centro de la explicació n y
justificació n del conocimiento, pero no se parece en nada al sujeto de Descartes,
porque no posee ideas innatas. Por consiguiente, necesita adquirir, por y desde la
experiencia los contenidos de su conocimiento. Esto es empirista, pero Kant va má s
allá : La experiencia entrega materiales de conocimiento dispersos, que a lo sumo
(siguiendo a Hume) se unen por leyes empíricas de asociació n que carecen de
universalidad y necesidad. É stas son puestas por el sujeto al reducir a la unidad (a
síntesis) la pluralidad dispersa que aporta la experiencia.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
La “Crítica de la razó n pum” tendrá como objeto de estudio los juicios sintéticos a
priori, tratando de buscar qué saberes los utilizan, y pudiendo así establecer cuá les
son verdaderas ciencias (la matemá tica, la física, la metafísica).
Esta actividad del sujeto consiste en ese “algo” que permite elaborar juicios
sintéticos a priori, es decir, unos elementos o leyes que está n en el sujeto previos a
la experiencia. El propio Kant denomina al estudio del dinamismo del sujeto que
conforma el objeto de conocimiento, filosofía trascendental. Completa la “Crítica de
la razó n pura” haciendo el aná lisis crítico de los elementos a priori o
trascendentales del sujeto y del cará cter de fundamento o constituyente que esos
elementos tienen en el proceso de convertir en objeto, los datos dispersos e
informes de nuestra experiencia sensible.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Al analizar cada una de las tres facultades se pretende descubrir los elementos a
priori, transcend1ts, que cada uno aporta al conocimiento o, en el caso de la razó n,
al pensamiento.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Estos 3 temas no son objeto del entendimiento, sino de la razó n, que para Kano es
facultad de pensar y no de conocer. De la misma manera que conocemos mediante
categorías, pensamos mediante ideas, tenemos ideas del yo, del mundo, y de Dios y
no juicios sintéticos a priori en los que estas ideas sean sujeto o predicado.
Estas ideas no son inú tiles o arbitrarias. El dinamismo del hombre, las hace
necesarias: no nos basta con conocer, sino má s allá , tenemos que pensar, pan
unificar mediante el pensamiento todos los conocimientos objetivos que permiten
obtener las distintas ciencias. Necesitamos pensar en un fundamento de toda la
variedad de fenó menos que conocemos o podemos conocer objetivamente.
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A estos principios Kant les llama imperativos, y son de dos tipos: hipotéticos y
categó ricos:
Para Kant, entre el acto legal y el acto moral hay una diferencia, que el segundo
obliga al sujeto a obrar ú nicamente por su voluntad, sin esperar a cambio ninguna
recompensa, sin perseguir un fin, sin condició n.
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El factor clave de la ética de Kant es por tanto el deber, pero con una peculiaridad,
es un deber que se impone a sí misma la voluntad (autonomía), que no encierra
ningú n contenido material sino ú nicamente contenido formal, que hay que llenar
(lo que hay que realizar).
Si una moral no exige contenido material a los principios que rigen la voluntad, se
dice que es formal. Por ejemplo, las éticas basadas en el placer (hedonismo), o las
éticas basadas en la bú squeda de la felicidad (eudemonismo), son éticas
materiales. Lo que importa es el fin que se busca, mientras que la ética de Kant se
basa en la forma de obligació n de la voluntad, la cual se da a sí misma leyes que no
tienen contenido, y por eso su ética es formal. Esto implica dos cosas:
Una ley formal es la que no se determina a partir de ningú n objeto sensible, y por
tanto no expresa ningú n contenido empírico.
Tales leyes se imponen sin condiciones, puesto que son pura forma de la voluntad
manifestada en imperativos (categó ricos).
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CAPÍTULO X
APERTURA A LA POSTMODERNIDAD
1. LA DIALÉCTICA HEGELIANA
La dialéctica del espíritu segú n Hegel, atraviesa una serie de estadios antes de
llegar al saber absoluto. Para él el sujeto es un espíritu que se sabe a sí mismo.
La filosofía del espíritu sigue al “Ser en sí” (Idea), que ha retomado de su Ser otro a
través de las etapas del Espíritu Subjetivo, Objetivo y Absoluto. El sistema
representa el auto desenvolvimiento del Espíritu Absoluto hasta su realizació n en
la totalidad de la realidad, mediante un proceso dialéctico de tesis, antítesis y
síntesis
Para Hegel las guerras entre las naciones llevaban a cabo lo que la necesidad
histó rica ordenaba; para Marx, esta funció n la cumplía la lucha de clases. Mientras
que para Hegel la monarquía prusiana estaba destinada a hacer realidad la
bú squeda del hombre de libertad y de justicia, en el pensamiento de Marx dicha
tarea debía recaer en el proletariado. La libertad, en realidad, era interpretada por
Marx en el sentido hegeliano de sumisió n consciente y voluntaria a la necesidad.
Tanto en el pensamiento de Marx como en el de Hegel, el poder la moralidad, es
decir, la fuerza y el derecho, son una misma cosa, y la diferencia entre lo que es y lo
que debería ser está ofuscada por su fe en la identidad de la realidad con la razó n,
al interpretar la marcha de la historia como el despegue de la razó n.
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Este idealismo dialéctico de Hegel procede del pensamiento de Herá clito (535-475
a. C.), filó sofo presocrá tico. Los antiguos le dieron el apodo de “El Oscuro”,
desarrolló su pensamiento en términos paradó jicos. Enseñ ó que la “guerra es la
madre de todas las cosas”, idea que ha sido interpretada como una referencia a la
pugna entre cosas opuestas para generar nivelació n, equilibrio y orden armó nico, -
conceptos completamente independientes e incluso opuestos al concepto de
rivalidad o competencia; esto, como principio fundamental de organizació n
có smica y social-, Las formas que ha tomado este pensamiento en la historia del
intelecto, hacen legió n.
Nuestra noció n del mercado autorregulado tiene su raíz en la filosofía de Herá clito.
Lo mismo ocurre con la idea del darwinismo social del siglo XIX y su creencia de
que la lucha competitiva asegura la supervivencia del má s apto. Otro concepto de
Herá clito relacionado con el anterior, es su ló gica paradó jica o polaridad de
pensamiento que en su forma extrema afirma que los opuestos son idénticos y, en
una forma má s moderada, que los distintos conceptos só lo pueden comprenderse
en relació n con sus opuestos respectivos. Y fue 2000 añ os má s tarde, cuando esta
idea revivió en la dialéctica de Hegel.
2. LA GNOSEOLOGÍA MARXISTA
Pensamiento filosó fico de Marx estuvo claramente influenciado por cuatro autores:
Hegel, Feuerbach, Saint Simon y Prudhon. De Hegel tomó el método dialéctico pero
aplicado a la materia y no al espíritu; de Feuerbach asimila el materialismo ateo; de
Sanit Simon y Prudhon sus ideas econó micas.
Marx dice que la praxis es lo mismo que la acció n. Esta es la orientació n final de
todo el pensamiento de Marx, lo cual dice no quedarse en la mera contemplació n o
en la teoría.
En cuanto al ateísmo nos dice Marx que “el hombre es para el hombre el ser
supremo, no es Dios quien ha creado la materia, sino que, en la materia,
concretamente el cerebro humano, el que ha creado la idea de Dios. El hombre ha
brotado del proceso evolutivo de la materia animada por un movimiento
ascendente cuyo punto culminante es el cerebro humano que segrega el espíritu”.
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3. EL POSITIVISMO
El término positivismo fue acuñ ado por primera vez por el filó sofo y matemá tico
francés del siglo XIX, Augusto Comte. Pero algunos de los conceptos positivistas se
remontan al filó sofo britá nico David Hume, al filó sofo francés Saint Simon y
filó sofo alemá n Emmanuel Kant.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
Las ciencias que han rechazado el positivismo hoy no despiertan ningú n tipo de
seguidores, ya que la conceptualizació n tan propia en otras épocas, donde fueron
aceptadas y tenidas como fuente de conocimiento, hoy má s que nunca son
cuestionadas y tildadas de troncadoras del verdadero saber, y esto gracias al
positivismo.
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El existencialismo es una corriente filosó fica de finales del XIX y principios del XX,
cuyas influencias van má s allá de la Segunda Guerra Mundial. El e. es sucesor de la
filosofía de Nietzsehe; no existe como teoría filosó fica propiamente dicha, má s bien
es un conjunto de autores que piensan y viven existencialmente. La má s clara
influencia de Nietzsche es la negació n a considerar el hombre en abstracto, o sujeto
de categorías metafísicas. No les interesa qué es el hombre (su esencia) sino
profundizar en su existencia real y completa.
Los acontecimientos que dominan la primera mitad del siglo XX (casi 60 millones
de muertos entre las dos Guerras Mundiales, las revoluciones rusa y china, las
dictaduras en Italia y Alemania, la crisis econó mica de los añ os 30 y la energía
ató mica con fines bélicos) determinaron un proceso de despersonalizació n segú n
el cual el individuo pierde identidad diluido en una masa social fá cilmente
manipulable.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
5. LA FENOMENOLOGÍA
Es la filosofía creada por Edmundo Husserl en el intento de romper con el siglo XIX
para inaugurar y abrir una nueva etapa del pensamiento que absorbe los hasta
nuestros días los má s grandes y connotados de la época actual. La fenomenología
es sobretodo un método de investigació n que consiste en el aná lisis de lo dado, del
fenó meno. Entre los seguidores de esta corriente de pensamiento podemos
mencionar a los primeros discípulos de Husserl, Martín Heidegger y Max Scheler;
má s tarde Alexander Pfander Moritz Geiger, Alejandro Koyre, G. Levitas y el
norteamericano Martín Farber.
En primer lugar, se trata de un método que describe el fenó meno, aquello que se
nos da en forma inmediata, es decir, lo que aparece ante la conciencia. En segundo
lugar, se desentiende de las ciencias de la naturaleza, contra el empirismo y el
psicologismo. En tercer lugar, se interesa má s por la ló gica y la matemá tica como
modelos de las ciencias formales, en donde se advierten las esencias. En cuarto
lugar, se opone al idealismo al no someterse a una teoría del conocimiento previa
como fundamento.
Husserl intenta renovar el pensamiento filosó fico a partir de la regla de oro: “las
cosas mismas, de los datos inmediatos”, para ver có mo son en realidad, para
analizarlas, valorarlas y describirlas. Fenó meno es lo que aparece delante de
nuestra conciencia. No podemos admitir nada que no podamos verificar.
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Curso de filosofía José Rosario Jiménez
El sentido de la vida humana no debe ser una generalizació n, sino que se trata de la
orientació n que cada uno queremos dar a nuestra propia vida. Cada uno elige su
manera de vivir; depende de nuestra libre elecció n condicionada por el entorno
social e histó rico en el que se vive. No elegimos existir o no existir; el ejercicio de la
libertad só lo determina la forma de la existencia.
“La “ida es absurdo” (Albert Camus); “El hombre es una pasió n inú til” (Sartre).
La autenticidad de la existencia humana consiste precisamente en aceptarla como
su propia realidad, a pesar de la angustia. Se compromete con su mundo y su
historia luchando contra falsos absolutos (Dios, Estado, Patria, familia, dinero,
prestigio, etc.) que pretenden hacerle huir de la realidad de la muerte; que le
impiden realizarse como “ser en el mundo”.
La muerte no es la “ú ltima estació n”, como dice el tó pico, no es algo que viene
desde fuera: ¡soy yo unido con mi propio fin! Yo me defino por mi fin: soy “ser para
la muerte”. La muerte está en la estructura constitutiva de mi existencia.
6. ESTRUCTURALISMO Y NEOPOSITIVISMO
6.1. Estructuralismo:
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6.2. EL NEOPOSITIVISMO:
El antiguo empirismo inglés, especialmente el de David Hume y John Stuart Mili, así
como el positivismo
La ló gica simbó lica del lenguaje, método empleado por filó sofos y matemá ticos a
principios del siglo XX, por ejemplo, Gottlob Frege, Giuseppe Peano, Hilbert,
Whitehead y Bertrand R.ussell.
El aná lisis del lenguaje constituye el método bá sico fundamental para esta «ciencia
de la ciencia». Pero mientras el neopositivismo ló gico pone má s el énfasis en el
aspecto ló gico de este aná lisis, el empirismo científico lo quiere aplicar a todas las
ramas del lenguaje y del conocimiento, incluyendo la biología y las ciencias
sociales.
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CAPITULO XI
CARACTERISTICAS DE LA FILOSOFIA POSTMODERNA
1. LA IDEA DE PROGRESO Y EL FIN DE LA HISTORIA:
Los filó sofos postmodernos afirman que la historia ha sido un invento de los
historiadores y ésta só lo existe en los libros de texto, ya que el mundo está
constituido por una multitud de á tomos-individuos que estamos juntos por
casualidad. No tenemos ningú n proyecto. La gran historia se disuelve en muchas
historias microscó picas. Tantas como individuos.
En las librerías de “best seilers” abundan los libros de técnicas sexuales, los libros
sobre la “meditació n trascendental”, las guías de cuidados para el cuerpo, los
remedios para la crisis de la vida adulta, la psicoterapia al alcance de todos, el
control mental, etc. Y todo esto se explica porque raíz de la pérdida de confianza en
los proyectos de transformació n de la sociedad, só lo cabe concentrar todas las
fuerzas en la realizació n personal.
Cuando queda tan só lo el presente, sin raíces ni proyectos, cada uno puede hacer lo
que quiera. Ahora la estética sustituye a la ética. Como dice Joaquín Sabina, “al
deseo los frenos le sientan fatal. ¿Que voy a hacerle yo, si me gusta el gü isqui sin
soda, el sexo sin boda, las penas con pan...?”
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3. Tolerancia e indiferencia:
4. EL ATEÍSMO POSTMODERNO:
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Hasta ahora, el ateísmo clá sico que podía venir representado por Feuerbach, Marx
y Freud, trataba de disputar a Dios un espacio, unos valores y una libertad que
precisamente su afirmació n parecía negá rselos al hombre. El ateo negaba a Dios
para afirmar un proyecto de hombre. La esencia alienada del hombre era
reivindicada en el rechazo a Dios. A la centralidad excluyente de Dios le venía a
sustituirla no menos excluyente de hombre. El ateísmo clá sico representaba la
reacció n humanista frente a la concepció n alienante de Dios y de la religió n. Pero
este ateísmo humanista estaba guiado por un proyecto: unos ideales de cultura y
de sociedad donde el hombre fuera realmente el responsable de su construcció n.
Para ello el énfasis en la razó n, sobre todo científica, y en la organizació n racional
de la sociedad, y en la política como camino hacia una mayor libertad y
emancipació n del hombre y hacia una sociedad má s justa, solidario e igualitario.
El gilo postmoderno significa el abandono y confrontació n con este humanismo
moderno. Para el pensamiento postmoderno “la muerte de Dios” representa a la
vez, la liquidació n del humanismo.
Tres son, por tanto, los nuevos rasgos de este ateísmo postmoderno:
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Nosotros no tenemos que justificar nuestra predilecció n por la vida, pues ¿qué es
má s importante que tomarse la vida en serio? indudablemente, el peso de la
prueba recae sobre los filó sofos analíticos. Son ellos quienes deben justificar qué
utilidad tiene para la vida su filosofía. Nosotros tratarnos de no preocupamos por
ello ni les solicitamos que den alguna vulgar justificació n pragmá tica de la filosofía,
ni se les dice: “muéstrenme có mo afectan mi vida sus enseñ anzas o sino les pegó
un tiro”. Pero, a largo plazo, alguna justificació n debe darse. Una obvia, que dan los
filó sofos actuales, es la que consiste en sugerir que la filosofía basada en el lenguaje
amplia el alcance de nuestros conocimientos sobre el lenguaje y el mundo, y de tal
modo asegura cultura y provee mejores herramientas para vivir.
Sin embargo, ese de tal modo constituye un gran salto; se trata en realidad de un
artículo de fe, no de una conclusió n ló gica. Toda la justificació n se viene abajo si, y
desde el momento que, observamos que, por la influencia de este conocimiento
supuestamente superior provisto por la ciencia y la filosofía científicamente
orientada, desembocamos en las peores patologías ecoló gicas, sociales e
individuales. El quid de la cuestió n es que los filó sofos académicos, en su
enfrascamiento (o quizá debiéramos decir en su aislamiento), muy a menudo ni
siquiera se molestan en dar justificació n alguna para su filosofía.
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¿Las preguntas fundamentales “Có mo hay que vivir?”, ¿Có mo son la cosas?”, son
esencialmente diferentes de la pregunta “, Có mo hay que?” (Hacer las cosas).
“¿Có mo hay que vivir?” pertenece a la esfera de la escatología, lo cual tiene que ver
con las metas ú ltimas. Las metodologías, en cambio, poseen una finalidad
específica y temporaria, tienen que ver con los cambios específicos de las cosas o
con los modos específicos de manipular los conocimientos.
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Con el fin de trascender su universo meramente bioló gico, el hombre debió refinar
la estructura de su experiencia, su habilidad para dar respuesta a fenó menos cada
vez má s sutiles, su capacidad para experimentar el mundo a través de su
inteligencia activa y de sus sensibilidades progresivamente versá tiles. Desde el
momento que la evolució n alcanzó el nivel cultural, todo acto de percepció n y
comprensió n es un acto de sutil transformació n del mundo. La espiritualidad
consiste en hacer transfísico lo físico. El mundo experimentado espiritualmente es
un mundo en que se magnifica el proceso de transformació n activa por medio de la
inteligencia y las sensibilidades.
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sinó nimo de la propia humanidad, esto es, cuando se la concibe como un medio
para humanizar al mono desnudo.
El modo atomístico y analítico de ver las cosas es un modo en el que, casi por
necesidad, domina lo trivial, lo fá cil, lo obvio y lo físico. La contextura ú ltima de la
vida requiere un acercamiento (approach) que proponga una diversidad de niveles
de profundidad, que suponga que existen cosas que desafían el aná lisis fá cil (el
aná lisis es, en cierto sentido, siempre fá cil, pues da por sentado que las cosas
deben adaptarse a los insti’umentos con que las abordamos), y que también
reconozca que éstas son las cosas que en ú ltima instancia importan. Toda la
escatología es no analítica.
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Tal vez se podría argumentar que es injusto, y hasta traído de los cabellos, acusar a
la filosofía actual de que no se compromete con la ecología porque simplemente no
se expide sobre la materia. Precisamente ésta es la cuestió n: con su mudez
participa de la conspiració n de la indiferencia. Los crímenes de silencio son cargos
que recaen especialmente sobre aquellos que debieran ser conscientes. Ademá s, la
filosofía contemporá nea indirectamente filosó fica ayala el punto de vista de que es
asuntos de especialistas, y que, por ende, las cuestiones que se vinculan con lo
ambiental y ecoló gico tienen que dejarse en manos de los especialistas, de los
economistas, los políticos, los ingenieros, los arquitectos, los gerentes. Toda
filosofía digna de tal nombre debe advertir que nuestros puntos de vista acerca de
la ecología y el medio ambiente está n siempre preñ ados de consecuencias
escatoló gicas, filosó ficas y éticas.
Los filó sofos actuales son empiristas o al menos está n profundamente afectados
por el empirismo. Ellos adhieren, de cabo a rabo, a la concepció n secular del
mundo, reconocen en el progreso material una medida vá lida del progreso (y quizá
ésta es su ú nica definició n de progreso), y por consiguiente apoyan evidente,
aunque indirectamente, el modo de operar de la economía del desarrollo. La
sencilla realidad es que el empirismo suministra y una justificació n filosó fica a la
economía del progreso material.
La ecofilosofía cree que una economía que socava la calidad de vida embiste a la
vida misma. Hazel Henderson, E. J. Mishan, E. E Shumacher y otros han mostrado la
fatuidad y la falta de sentido de la economía engranada con el crecimiento
exclusivamente material.
Las fuerzas que determinan el destino de la sociedad, y de los individuos que viven
en día, no pueden quedar fuera de las cabezas de los filó sofos. Por esta razó n, una
comprensió n de la economía en términos de sus relaciones con la naturaleza y en
términos de su influencia en la sociedad contemporá nea es ciertamente una
empresa en que la filosofía debe estar comprometida.
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Ahora bien, para que Norteamérica pueda despilfarrar, otras naciones deben
contribuir. ¿Y contribuyen en sus propios términos? No, las demá s naciones
contribuyen en los términos dictados por Norteamérica. ¿Por qué? Porque en este
mundo tecnoló gico los proveedores suministran sus mercaderías en los términos
fijados por los consumidores. ¿Y el resultado de esto? Demasiado a menudo se
incrementan las injusticias y las desigualdades. La pésima condició n del campesino
boliviano o dci trabajador de las plantaciones brasileñ as-en verdad, las pésimas
condiciones de la mayoría de los trabajadores manuales del Tercer Mundo-, está
directamente vinculada con el modo que eligieron los países industriales (los
consumidores) para conducir sus asuntos.
Ahora bien, desde el momento que la justicia constituye un tema filosó fico clá sico,
uno tiene la esperanza que lo dejen (los demá s filó sofos) tratar el asunto de la
basura, ya que éste es el estadio final del proceso que desde sus inicios exige, en
este universo contingente, injusticias y desigualdades.
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La ecofilosofía pone fin a ese monopolio en la medida que exige una epistemología
pluralista, una epistemología diseñ ada para investigar ó rdenes de ser y de
conciencia que son tanto físicos como transfísicos. Trascender la física e ir má s allí
de su universo constituye el meollo de toda filosofía, pues el vocablo metafísico
surge justamente del deseo de ir má s allá de la física. A través de los milenios, una
de las preocupaciones bá sicas de la filosofía ha sido intentar penetrar los ó rdenes
de ser que está n má s allá de la física.
Si bien nuestra empresa es ontoló gica y cosmoló gica-en la medida que tratamos de
determinar y cartografiar la heterogeneidad del universo y de nuestras relaciones
con él-, nuestro problema, actualmente, es epistemoló gico, es decir, que pertenece
a la teoría del conocimiento. Porque existe en epistemología un monopolio peculiar
que tenemos que romper para poder hablar de otros ó rdenes de ser. Si no lo
hacemos, nos quedaremos mudos ante los sostenedores de la epistemología actual,
va sean filó sofos o científicos, quienes invariablemente nos preguntaran: ¿có mo
puede justificar su afirmació n, cuales su evidencia al respecto? Por “justificar” ellos
entienden una justificació n física, en “términos aceptados”, dentro del marco de la
epistemología empinada aceptada de cabo a rabo, marco que también está
formado por los diversos tributarios de esa epistemología, las llamadas
metodologías. De este modo, las “afirmaciones justificadas” nos retrotraen al
universo empirista unidimensional. Por lo tanto, si hemos de lograr una
epistemología pluralista, tenemos que romper con esos límites.
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Ahora bien, por qué hay que elevar a nivel de proposició n filosó fica este
compromiso con la propia salud si ya en la escuela primaria a los chicos se les dice:
“Cuiden su salud!”. Segú n el encuadre de la ecofilosofía, cuidar la propia salud es
ser responsable por el fragmento de universo que está junto a uno, expresando
reverencia a la vida a través de uno mismo; es parte de una tá ctica de vida.
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Como ocurre con las mitologías clá sicas, todas estas partes está n conectadas y
dependen mutuamente. La neutralidad es un ingrediente moral necesario para
hacer de la bú squeda de la objetividad un modo de conducta privilegiado,
preferido y superior. La objetividad, a su vez es necesaria para elevar al grado de
divinidad los “hechos objetivos”. Divinizar los hechos objetivos sirve, a su vez, para
justificar el método científico, el que así es concebido para permitimos explorar, y
guardar como reliquias, aquellos mismos tipos de hechos. Los hechos objetivos y el
método científico, a su vez, son necesarios para “justificar” los presupuestos de la
ciencia, pues dichos presupuestos son concebidos de modo tal que só lo nos revelan
lo que el método científico permite, que es lo que está contenido en la noció n de
“hechos físicos”. La estructura de la mitología científica no es menos compleja que
la estructura de las mitologías tradicionales.
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M) CONCLUSION:
También querernos hacer notar las conexiones esenciales entre los dos respectivos
diagramas. Constituyen dos paradigmas conectados pero incompatibles. A medida
que vamos girando alrededor de los componentes particulares de cada diagrama,
es posible notar que cada componente determina de un modo sutil el siguiente, y
que éste queda sutilmente determinado, por el que lo antecede. La filosofía actual
no puede servir má s que a los que está n espiritualmente muertos, pues su universo
está muerto: materia inanimada, hechos físicos, relaciones ló gicas objetivas. Por
esta razó n, al tener a su disposició n los conceptos que son específicos de ese
universo muerto, no puede servir má s que a los socialmente no comprometidos, ya
que el compromiso social no es una categoría objetiva. No puede servir má s que a
los políticamente indiferentes, pues la política es algo demasiado grande para sus
alcances. No puede servir má s que a los que no se pronuncian ante la
responsabilidad individual, pues la idea de responsabilidad excede su alcance y su
jurisdicció n. No puede servir má s que a los que buscan informació n, pues la
informació n consiste en aquellos pedacitos que encajan perfectamente en sus
requerimientos, mientras que la sabiduría no. No puede servir má s que a los que
olvidan lo ambiental y ecoló gico, pues su premisa oculta es que el medio ambiente
ha de ser dominado por el hombre y explotado en su solo beneficio. No puede
servir má s que de sustento, si bien só lo indirectamente, a la persecució n del
progreso material. No puede servir má s que a los que se desentienden de la salud
pues, segú n su ó ptica, la salud ú nicamente se consigue visitando el coto de los
especialistas médicos. No puede servir má s que a los intolerantes, e incluso
hostiles, respecto de los fenó menos transfísicos ya que éstos violan el universo de
su discurso, que toman como vá lido e inmutable.
Ahora bien, si partimos de una premisa cardinal diferente, por ejemplo, que la
filosofía está orientada hacia la vida y que su misió n es el mejoramiento de la vida,
entonces de allí se desprenden todas las demá s características del diagrama y de la
ecofilosofía. Esta nueva filosofía debe estar espiritualmente viva para comprender
al ser humano, mi agente espiritual. Debe interesarse por la sabiduría, pues el
hombre no vive ú nicamente de Hechos Físicos. Debe estar ecoló gicamente
comprometida y sustentar la economía de la calidad de vida. En lugar de repetir las
principales características del mandala de la ecofilosofía quisiera subraver algunas
de sus principales conclusiones.
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GLOSARIO DE TÉRMINOS
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