Material Resolucion de Problemas Unidad 1-1
Material Resolucion de Problemas Unidad 1-1
Material Resolucion de Problemas Unidad 1-1
CURSO DE NIVELACIÓN
AREA MATEMÁTICA
UNIDAD I
Matemáticas es la única asignatura que se estudia en todos los países del mundo y en
todos los niveles educativos. Supone un pilar básico de la enseñanza en todos ellos. La
causa fundamental de esa universal presencia hay que buscarla en que las
2 matemáticas constituyen un idioma «poderoso, conciso y sin ambigüedades»
Ese idioma se pretende que sea aprendido por los alumnos, hasta conseguir que lo
"hablen". En general por medio de la contemplación de cómo los hacen otros (sus
profesores), y por su aplicación a situaciones muy sencillas y ajenas a sus vivencias,
los ejercicios.
El párrafo 243 del Informe Cockroft señala en su punto quinto que: “la enseñanza de
las Matemáticas debe considerar la resolución de problemas, incluyendo la aplicación
de las mismas situaciones de la vida diaria”.
En el libro de Hofsdadter, Gödel, Escher y Bach, se dice que «las capacidades básicas
de la inteligencia se favorecen desde las Matemáticas a partir de la resolución de
problemas, siempre y cuando éstos no sean vistos como situaciones que requieran una
respuesta única (conocida previamente por el profesor que encamina hacia ella), sino
como un proceso en el que el alumno estima, hace conjeturas y sugiere explicaciones».
M. de Guzmán (1984) comenta que «lo que sobre todo deberíamos proporcionar a
nuestros alumnos a través de las matemáticas es la posibilidad de hacerse con hábitos
de pensamiento adecuados para la resolución de problemas matemáticos y no
matemáticos. ¿De qué les puede servir hacer un hueco en su mente en que quepan
unos cuantos teoremas y propiedades relativas a entes con poco significado si luego
van a dejarlos allí herméticamente emparedados?
A la resolución de problemas se le ha llamado, con razón, el corazón de las
matemáticas, pues ahí es donde se puede adquirir el verdadero sabor que ha atraído y
atrae a los matemáticos de todas las épocas. Del enfrentamiento con problemas
adecuados es de donde pueden resultar motivaciones, actitudes, hábitos, ideas para el
desarrollo de herramientas, en una palabra, la vida propia de las matemáticas».
Pero no es el único aspecto a destacar. También hay que caracterizar los "problemas"
por oposición a los ejercicios (algo bien conocido por los alumnos porque constituye el
núcleo fundamental de su quehacer matemático).
En los ejercicios se puede decidir con rapidez si se saben resolver o no; se trata de
aplicar un algoritmo, que pueden conocer o ignorar. Pero, una vez localizado, se aplica
y basta. Justamente, la proliferación de ejercicios en clase de matemáticas ha
desarrollado y arraigado en los alumnos un síndrome generalizado; en cuanto se les
plantea una tarea a realizar, tras una somera reflexión, contestan: "lo sé" o "no lo sé",
según hayan localizado o no el algoritmo apropiado. Ahí acaban, en general, sus
elucubraciones.
Por tanto, un "problema" sería una cuestión a la que no es posible contestar por
aplicación directa de ningún resultado conocido con anterioridad, sino que para
Pero además tiene que ser una cuestión que nos interese, que nos provoque las ganas
de resolverla, una tarea a la que estemos dispuestos a dedicarle tiempo y esfuerzos.
Como consecuencia de todo ello, una vez resuelta nos proporciona una sensación
considerable de placer. E incluso, sin haber acabado el proceso, sin haber logrado la
solución, también en el proceso de búsqueda, en los avances que vamos realizando,
encontraremos una componente placentera.
Aunque los rasgos fundamentales de lo que entendemos por problema están descritos
en el párrafo anterior, todavía creemos conveniente añadir algunos comentarios
adicionales sobre los mismos:
Los algoritmos que se suelen explicar en clase, o que aparecen en los libros de
texto, resuelven grupos enteros de problemas. Lo que pasa es que si no
situamos previamente los problemas a los que responden, estamos dando la
4 respuesta antes de que exista la pregunta. Y en ese contexto no es difícil de
adivinar el poco interés con que se recibe la misma.
Las situaciones existen en la realidad. Los problemas los alumbramos nosotros.
Pasan a ese estatus cuando los asumimos como un reto personal y decidimos
en consecuencia dedicarle tiempo y esfuerzos a procurar resolverlos.
La resolución de un problema añade algo a lo que ya conocíamos; nos
proporciona relaciones nuevas entre lo que ya sabíamos o nos aporta otros
puntos de vista de situaciones ya conocidas. Suponen el aporte de la chispa de
la creatividad, aquella que aparece de cuando en cuando, y que logra, por
utilizar la expresión de Koestler (1983), que dos y dos son cinco.
Una vez que tenemos un problema, los hay mejores y peores, vamos a referirnos a los
rasgos que caracterizan a los buenos problemas:
Una vez señaladas las características de los buenos problemas, hay que referirse a la
importancia que tiene resolver problemas en clase. Pensemos, que, como dice Polya
(1945) «sólo los grandes descubrimientos permiten resolver los grandes problemas,
hay, en la solución de todo problema, un poco de descubrimiento»; pero que, si se
resuelve un problema y llega a excitar nuestra curiosidad, «este género de experiencia,
a una determinada edad, puede determinar el gusto del trabajo intelectual y dejar, tanto
en el espíritu como en el carácter, una huella que durará toda una vida».
Es ya clásica, y bien conocida, la formulación que hizo Polya (1945) de las cuatro
etapas esenciales para la resolución de un problema, que constituyen el punto de
arranque de todos los estudios posteriores:
c) Poner en práctica el plan: También hay que plantearla de una manera flexible y
recursiva, alejada del mecanicismo. Y tener en cuenta que el pensamiento no es lineal,
que hay saltos continuos entre el diseño del plan y su puesta en práctica.
Hay que pensar que no basta con conocer técnicas de resolución de problemas: se
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pueden conocer muchos métodos pero no cuál aplicar en un caso concreto. Por lo
tanto hay que enseñar también a los alumnos a utilizar los instrumentos que conozca,
con lo que nos encontramos en un nivel metacognitivo, que es donde parece que se
sitúa la diferencia entre quienes resuelven bien problemas y los demás.
Dentro de las líneas de desarrollo de las ideas de Polya, Schoenfeld da una lista de
técnicas heurísticas de uso frecuente, que agrupa en tres fases, y que extractamos:
Análisis:
1. Trazar un diagrama.
2. Examinar casos particulares.
3. Probar a simplificar el problema.
Exploración:
1. Examinar problemas esencialmente equivalentes.
2. Examinar problemas ligeramente modificados.
3. Examinar problemas ampliamente modificados.
Finalmente, hacemos una recopilación de las estrategias más frecuentes que se suelen
utilizar en la resolución de problemas. Según S. Fernández (1992) serían:
Para terminar sólo queremos hacer dos consideraciones. La primera hace referencia a
que el contexto en el que se sitúen los problemas, que por parte de los profesores se
tienden a considerar como irrelevante o, al menos como poco significativo, tiene una
gran importancia, tanto para determinar el éxito o fracaso en la resolución de los
mismos, como para incidir en el futuro de la relación entre las matemáticas y los
alumnos. La segunda, que parece una perogrullada, es que la única manera de
aprender a resolver problemas es resolviendo problemas; es muy bueno conocer
técnicas y procedimientos, pero vistos en acción, no sólo a nivel teórico, porque si no,
es un conocimiento vacío. Luego, hay que hacer cuantos esfuerzos sean precisos para
que la resolución de problemas sea el núcleo central de la enseñanza matemática.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
10
Matemáticas aplicadas a la Administración y a la economía
Cuarta Edición- Arya- Lardner- Pearson Educación.- 2002