Didactica de La Matematica
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Didactica de La Matematica
El problema debe ser entendido por los estudiantes. Una situación que no se
entiende queda fuera del alcance de los alumnos, y no aporta a la construcción de
conocimiento matemático. (darle una ecuación diferencial a una nena de cuarto
grado no es proponerle un problema pues queda absolutamente por fuera de su
esquema de conocimientos).
Debe ser abordable con las herramientas que tienen. Además de entender la
situación, los estudiantes deben contar con herramientas que, puestas en juego, les
permitan llegar a una solución.
Debe ser suficientemente incómodo como para que esas herramientas que permiten
abordar el problema resulten un desafío, de manera tal que se genere la necesidad de
buscar herramientas más apropiadas para la resolución de la situación (que serán el
conocimiento nuevo que queremos trabajar).
El rol docente
Como adelantamos en la primera parte del módulo, el rol del docente en cada una de las
etapas de la secuencia de trabajo, es fundamental para un adecuado proceso de construcción
del conocimiento por parte de los alumnos. Una intervención temprana del docente, aun
con la mejor de las intenciones, puede obturar esa construcción. La palabra del docente
tiene un peso muy grande en el aula. Es el portador del saber válido, zanja debates, cierra
cuestionamientos. Y ese valor que tiene su palabra, debe ser administrado cuidadosamente
para no condicionar el proceso de aprendizaje creando atajos hacia los conceptos correctos
que vacíen de sentido una actividad.
Esto no significa de ninguna manera que el docente deba “correrse” de un rol activo sino
todo lo contrario. El docente debe ser plenamente consciente de cada uno de los momentos
en la construcción del conocimiento por parte de los chicos, y actuar conforme a eso.
Los estudiantes suelen buscar la respuesta correcta en la consulta al profesor. Solemos
acostumbrar a los estudiantes a que pidan la validación por parte del docente. “¿Esto está
bien?” “¿Es así?” “¿Quién tiene razón, él o yo?”. Los docentes tenemos habitualmente
incorporada la compulsión a sacar a relucir rápidamente la respuesta correcta, a enmendar
inmediatamente el error. Esta predisposición tiene motivaciones virtuosas, pero puede
generar menos ventajas de las que pensamos.
Respecto de los orígenes de los errores, sabemos que los obstáculos en la construcción del
conocimiento pueden provenir de cuestiones propias del alumno (ontológicos), de malas
decisiones de los docentes (didácticos) o de cuestiones inherentes al tema en sí que se está
trabajando (epistemológicos). Una primera reflexión en la aparición de un error en clase,
debiera apuntar hacia una hipótesis sobre los orígenes del error, y tratar de asociarlo con
alguno de estos tres tipos distintos de obstáculos. No trataremos de la misma manera un
error que proviene del campo de las decisiones didácticas de los docentes –que debemos
Prof. Gustavo G RomeroDidáctica de a matemática IIISP “Joaquín V. González”
tratar de evitarlos a toda costa-, que los errores propios de la construcción de un concepto
–los cuales no solo no debemos evitar, sino que es deseable que surjan, y los debemos
trabajar con los estudiantes-.
Los obstáculos que aquí hemos llamado “ontológicos” y que el profesor Jorge Visca, quizás
el fundador de la psicopedagogía clínica argentina, llamaba “epistémicos” son los
originados en alguna dificultad del aprendiz (cognitivas, emocionales o sociales).
Un obstáculo epistemológico, puede ser, por ejemplo, la relación entre perímetro y área en
la transformación de una figura. Los estudiantes suelen creer, erróneamente, que si una
figura disminuye su área, entonces también disminuye su perímetro. La idea de que “si el
área disminuye entonces el perímetro también tiene que disminuir” asociada a la estructura
de proporcionalidad directa no es aplicable a esta relación. No tendría sentido esquivar este
obstáculo, es intrínseco al proceso de construcción de la noción.
Representar las figuras geométricas siempre “apoyadas” sobre uno de los lados (es decir
con uno de los lados paralelo a la horizontal del lugar donde se representa) es un ejemplo
de obstáculo didáctico. La repetición de esta representación genera la idea en los chicos de
que esta es la manera adecuada de hacerlo, de que un triángulo representado “de punta” no
tiene base, y demás errores.