Material de Lectura-2

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La educación emocional: el concepto.

Antes del siglo XX a penas tenemos constancia de estudios científicos o

filosóficos sobre las emociones del ser humano, sin embargo en este siglo

asistimos a un desarrollo importante de este tipo de estudios, así podemos

destacar a: − Charles Darwin, quien desde un enfoque biológico, estudió las

emociones-tanto en los seres humanos como en los animales, como señales que

comunicarían intenciones, además de ser reacciones determinadas por ciertos

acontecimientos. También, Charles Darwin, dedicó mucho tiempo al estudio de

las expresiones faciales ante determinadas emociones. − William James, desde la

tradición psicofisiológica, señalaría que la experiencia emocional es la

consecuencia de cambios corporales, o respuestas fisiológicas, que se dan como

reacciones ante hechos excitantes. Su pensamiento quedaría reflejado en la

famosa frase “No lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes

porque lloramos”. − Cannon y Bard, en el ámbito de la neurología, pondrán

énfasis en lo contrario, plantean que el estímulo emocional origina unos impulsos

que, a través del tálamo, llegan a la corteza cerebral. Al mismo tiempo, el tálamo

envía impulsos a las vísceras y músculos para que produzcan cambios

comportamentales. − Para Freud su estudio de las emociones se lleva a cabo

desde el psicoanálisis. El psicoanálisis, más que una teoría de la emoción, es una


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teoría de los trastornos emocionales, según la cual, por un lado, la vida afectiva

del adulto depende de cómo hayan sido sus experiencias afectivas pasadas y,

por otro lado, la mente relega al inconsciente las emociones traumáticas. − La

corriente conductista, por su parte, se ha preocupado por estudiar el proceso de

aprendizaje de las emociones, el comportamiento manifiesto que permite inferir

estados emocionales y los condicionamientos que provocan emociones. Aunque,

a nivel teórico, las aportaciones del conductismo han sido pobres, lo cierto es que

en lo que se refiere a intervención clínica en alteraciones emocionales, el

paradigma conductista se ha revelado especialmente fructífero. − También Lang,

en 1968, propuso la teoría de los tres sistemas de respuesta emocional

(cognitivo, fisiológico y motor), que plantea que la respuesta emocional no es un

fenómeno unitario, sino multidimensional. Todos estos estudios sobre emociones

crearían el caldo de cultivo necesario para que una obra como la de Daniel

Goleman, Inteligencia emocional, viese la luz en 1995.Sin embargo, el término de

inteligencia emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey y Mayer

(1990). Según estos autores la inteligencia emocional consiste en la habilidad de

manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos

conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Uzcategui en

1998, define la inteligencia emocional como el conocimiento, luego se transforma

en capacidad socioafectiva que facilita al individuo. Ryback (1998),por su parte,


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afirmará que la mejor manera de definir la inteligencia emocional es considerar

que se trata de la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para

discernir los sentimientos y subyacentes de la comunicación interpersonal, para

resistir la tentación que mueve a reaccionar de una manera impulsiva irreflexiva,

obrando en vez de ello con receptividad, autenticidad y sinceridad.

Josefa Estela Campillo Ranea LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN


EMOCIONAL EN LAS AULAS-

En este sentido, pensamos que todo educador profesional, debe entrenarse


en diversas actitudes que le permitan modular sus propias emociones, reconocer
las de los demás y transmitirla a los demás con claridad, ya que su quehacer
cotidiano los obligan a enfrentar situaciones que ponen a prueba su control
emocional. Estas actitudes desde el propio vínculo, son educativas para el mismo
alumno, cuando este en situaciones conflictivas, puede controlar sus emociones y
encontrar alternativas de diálogo, para el re encuentro con sus compañeros de la
clase, en gran medida cuando estas conductas son producto de la misma
mimetización de la relación profesor – alumno.

Bloch, nos dice Vidal, relaciona la respiración, la postura corporal, los


gestos con la generación de emociones; es decir que las manifestaciones físicas
no solo son producto de las emociones, sino que uno podría producir emociones a
partir de reproducir la respiración, la postura corporal y los gestos de una
determinada emoción, llegando a ejercer cierto control de las respuestas
emocionales, por medio del dominio de estas manifestaciones física.

El control emocional, en situaciones críticas, permite llegar a conclusiones


humanizadoras en la misma enseñanza; esta estrategia es utilizada
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frecuentemente en las mediaciones escolares que se puedan desarrollar en las


instituciones educativas.

Es indispensable conocer las propias emociones, ya que tener conciencia


de ellas es la competencia emocional fundamental sobre la cual se construyen las
series de afectividades, en donde se incluyen el auto control. Pero también se
debe diferenciar entre el conocer las emociones y el controlarlas. Cuando uno
percibe que tiene emociones negativas que lo desestabilizan, tenderá a
cambiarlas; reconocer el mal humor es el primer paso para iniciar un cambio
posterior.

De esta manera, se incluye en forma alternada, la temática de la alteridad,


en esa construcción permanente con esos otros, que nos configuran como sujetos
sociales y culturales.

La alteridad en educación
Teoría e investigación
José Luis Gallego Ortega , Antonio Rodríguez Fuentes
Educar es acompañar en el camino de la vida, respetando la idiosincrasia y los
factores externos que condicionan nuestro devenir en la sociedad. La alteridad es
la condición de ser otro, el derecho congénito que la naturaleza dota al ser vivo a
ser diferente, la diferencia nos hace únicos: ¿acaso no somos todos diferentes
pero en esencia lo mismo? Siendo diferentes e imperfectos por naturaleza
demandamos tolerancia y comprensión de los demás, como también los demás
precisan la nuestra, hasta que se consiga encontrar el secreto que permita poner
remedio: sin duda, la educación. Pero el respeto y la consideración de la
diversidad reclaman más que eso para no ser sometidos a la tiranía de la
normalidad. De ahí la pertinencia de una escuela única y educación para todos,
porque en esencia somos iguales, pero con necesidad de recursos específicos y
actividades singulares, porque también somos diferentes. Meter el mar en una
botella, quizás, pero eso son las dificultades: intereses, ritmos y estilos de unos
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niños en una escuela. Esta obra trata de plantar las bases de esta arquitectura
filosófico-educativa, lo que no está exento de dificultades y limitaciones, que sin
olvidar el pasado (escuelas especiales segregadas) pero mirando al futuro
(escuela inclusiva), parte de un presente (integración escolar) y reclama un
profesional motivado y con estrategias para el empleo de adaptaciones en la
intervención educativa normal, de acuerdo con las prerrogativas anteriores. Sin
olvidar la colaboración interna y externa, al aula y al centro, al alumno y al resto.
Dejar de lado la formación y, ligada a ella, la investigación. El punto de partida de
los contenidos que la conforman es que existen niños que muestran diferencias
con respecto a los demás, que los hacen especialmente singulares.

Gallego Ortega, J.L. La Alteridad en Educación. Ed. Pirámide. Buenos Aires.


2016.

Par el cierre de este material de lectura, recomendamos como reflexión final


el siguiente texto:

La pedagogía de la alteridad: propuesta educativa para niños y jóvenes


desvinculados de los grupos alzados en armas
Prof. Luz Marina Lara Salcedo

El repensar la educación y la formación en este contexto, nos lleva a la


perspectiva de la educación como acontecimiento ético que propone
Emmanuel Lévinas, apoyado en la concepción de natalidad de Hannah
Arendt, en el sentido de “un acogimiento hospitalario de los recién llegados"
y que busca a través de prácticas éticas, formar las identidades de los
sujetos, tomando como punto de referencia los márgenes y las víctimas.

En esta columna abordaré algunas posibilidades de la educación para el


posconflicto pensando en los niños desvinculados y jovenes desmovilizados de los
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grupos alzados en armas que llegarán a nuestras aulas, para lo cual debemos
estar preparados y, además, porque es una responsabilidad ético-política que
tenemos como maestros frente a nuestro país.

El repensar la educación y la formación en este contexto, nos lleva a la


perspectiva de la educación como acontecimiento ético que propone Emmanuel
Lévinas, apoyado en la concepción de natalidad de Hannah Arendt, en el sentido
de “un acogimiento hospitalario de los recién llegados" y que busca, por medio de
prácticas éticas, formar las identidades de los sujetos, tomando como punto de
referencia los márgenes y las víctimas.

En esta pedagogía de la alteridad la educación es un acontecimiento


ético, donde la relación con el Otro es una relación ética de acogida,
responsabilidad y hospitalidad, basados en una educación del nacimiento,
del comienzo y de la esperanza.

En términos de Arendt, pensar la ruptura del presente, la brecha, es pensar


el sentido de la natalidad; inclusive en los períodos catastróficos hay siempre
nuevos comienzos, nacen nuevos hombres, pues los hombres no nacieron para
morir, sino para comenzar. Esto significa que es con la acción en su condición de
nacientes, como los hombres pueden romper la repetición y el ciclo de los
procesos. En este sentido, el nacimiento de un nuevo ser humano, es como un
golpe de suerte, cada vez único, en la medida en que inaugura un porvenir que
traza quien acaba de nacer, porque el nacimiento es natalidad y se manifiesta
cada vez que comenzamos algo nuevo con los otros.

En esta línea de argumentación, la esencia de la educación es la natalidad,


el acontecimiento que se expresa en el nacimiento; nacer es la expresión de todo
comienzo o inicio, así como el recién nacido es la expresión de la más radical
novedad, una novedad que interrumpe la tranquilidad y, como tal, es una
experiencia que obliga a pensar. El recién nacido es el recién llegado, alguien a
quien hay que acompañar y acoger con hospitalidad, y esta es una relación ética,
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cara a cara. Podemos decir que es un acontecimiento, lo que nos invita a pensar
la educación de un modo nuevo, pues se trata de educar al recién llegado, que
necesita ser acogido y comenzar algo nuevo.

A fin de cuentas, de lo que se trata es de aportar a la construcción de


condiciones de justicia y dignidad que les permitan sentir que su vida, es
una vida digna de ser vivida.

Es una pedagogía de la alteridad, donde reconozco que a mi lado se


encuentra el Otro, iniciando una relación de tipo ético, en el sentido de que ese
Otro me afecta y me importa, por lo que me exige que me encargue de él.

Lévinas identifica al Otro con las figuras del huérfano, el extranjero y la viuda, con
quienes me veo a mí mismo y estoy obligado a acogerlo y responsabilizarme de
sus necesidades. De este modo, el autor nos propone un nuevo esquema: yo-
otro, en el que hay una descentralización del yo y se abre así la posibilidad de
acceso a una verdadera trascendencia que significa no el dominio del Otro, sino el
respeto al Otro.

En esta pedagogía de la alteridad, la educación es un acontecimiento ético,


donde la relación con el Otro es una relación ética de acogida, responsabilidad y
hospitalidad, basados en una educación del nacimiento, del comienzo y de la
esperanza. Del nacimiento, porque la educación tiene que ver con el trato a los
recién nacidos, a los recién llegados; del comienzo, porque de la persona formada
podemos esperar lo imprevisible, el verdadero inicio, la sorpresa; y de la
esperanza, porque a través de ella podremos esperar la realización de sus sueños
y utopías, que también son los nuestros.

Este será un proceso educativo de doble vía, tanto para el maestro, como
para el alumno, emergiendo en los maestros “una subjetividad acogedora,
hospitalaria, una subjetividad ética”, en palabras de Melich (2001, p. 69).
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Entonces, ser educador en este contexto es una invitación a estar atento a los
estudiantes, a sus alegrías, tristezas y sufrimientos.

En este orden de ideas y porque la educación es una tarea


constitutivamente humana, educar se convierte en una relación de alteridad donde
el otro me interpela, me obliga moralmente a responder y a hacerme cargo de él.
Es responder con hospitalidad a ese llamado de los que nacen por segunda vez,
para que conozcan el mundo, lo habiten y lo renueven. Se trata de acogerlos, de
ser receptivos y de ofrecerles la posibilidad de hablar, de expresarse, de ser, de
desarrollarse y de iniciar algo nuevo para ellos y para el conjunto social que
habitan.

A fin de cuentas, de lo que se trata es de aportar a la construcción de


condiciones de justicia y dignidad que les permitan sentir que su vida es una vida
digna de ser vivida.

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