Celebración de La Entrega Del Símbolo
Celebración de La Entrega Del Símbolo
Celebración de La Entrega Del Símbolo
Esta celebración es muy importante porque los niños van descubriendo que forman parte de una
familia, la Iglesia. Es la Iglesia, con la fuerza del Espíritu, la depositaria de la fe en Dios Uno y Trino.
Esa es la fe que la Iglesia les entrega en el símbolo apostólico.
Esta celebración busca que los niños valoren la riqueza del símbolo apostólico como síntesis de la
fe cristiana que están llamados a transmitir.
Puede realizarse en el marco de una celebración especial (tal y como recoge esta propuesta), o
también dentro de la eucaristía dominical. En este segundo caso, se realizaría el rito de la
profesión de fe en su momento propio.
MATERIALES
• Tarjetas con el Símbolo (preferentemente el credo de los apóstoles) para entregar a los
catecúmenos.
• Pila bautismal.
• Dos vendas o pañuelos de tela.
• Pantalla y proyector.
• Presentación digital de personas creyentes.
• Acetre y agua bendita.
AMBIENTACIÓN DE LA IGLESIA
• Adornaremos la pila bautismal con flores.
• En una esquina pondremos una pantalla y un proyector para, en el momento marcado por
el ritmo de la celebración, poder ver una presentación digital sobre personas que han
asumido el Símbolo en su vida y viven como cristianos.
CELEBRACIÓN PROPIA
Canto
Creo en Dios (Jesús es el Señor, SM)
Creo en Dios, Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo.
Yo creo en Dios. (Bis)
Saludo
Catequista. Queridos niños y niñas. ¡Qué importante es creer! Es una palabra que proviene de una
lengua muy antigua, el latín, y que significa “poner confianza en, confiar en”. Todas las personas
necesitamos para desarrollarnos y ser felices alguien en quien depositar nuestra confianza, en
quien creer. Por ejemplo, ¿en quién confiáis cuando tenéis un problema? ¿A quién se lo contáis?
Tiempo de diálogo.
Juego de confianza
En primer lugar, escogemos a cuatro voluntarios para formar dos parejas (es positivo que las
parejas estén formadas por personas que se conozcan y mantengan lazos de amistad). Una
persona de cada pareja se venda los ojos. La otra persona de la pareja se aleja unos tres o cuatro
metros y caminando hacia atrás dice muchas veces el nombre de su pareja quien debe avanzar
hacia la fuente del sonido. Los miembros de la pareja que no tienen los ojos tapados tienen que
prevenir choques del otro miembro cambiando de dirección con anticipación y llamando
constantemente a su pareja por el nombre. El juego termina cuando la primera persona con los
ojos tapados logra encontrar a su pareja.
Conclusión del juego
Catequista. Como hemos visto en este juego, vuestros compañeros han elegido a una pareja en la
que cree y confía para el juego. Aún con los ojos tapados, sin ver nada, sabían que no iban a
dejarles que les ocurriera nada malo. Igualmente, la familia de los cristianos se congrega desde los
inicios por la confianza en alguien que nunca abandona: Dios. La fe es la respuesta que cada uno de
nosotros le da a nuestro Padre del cielo. Creer es tener fe. Confiar y amar a Dios, de igual modo. A
continuación, vamos a ver un vídeo en el que aparecen personas que creen en Dios, que confían en
su amor y que, mediante la fe, han respondido a su llamada sembrando la semilla del reino de Dios,
anunciando a todos la Buena Noticia.
A continuación se proyecta una presentación digital en la que aparezcan imágenes de personas
creyentes, entregadas al servicio de la Palabra o de los pobres. Algunas imágenes pueden ser:
• Religiosa repartiendo comida en un comedor social.
• Misionero trabajando en un país de misión.
• Miembros del equipo de Cáritas realizando una labor social.
• Niños ayudándose a hacer las tareas del colegio.
• Sacerdote celebrando la eucaristía.
• Una familia reunida orando.
• Jóvenes realizando alguna tarea ecológica.
• Grupo de personas abrazadas.
Podemos poner de música de fondo a la presentación la canción Yo sí creo en ti, del grupo musical
Siempre Así.
Explicación del Símbolo
1. Queridos niños y niñas: en la catequesis vosotros os iniciáis hacia la confesión de
fe personal. El mensaje central de esta confesión de fe está recogido en el credo,
“el símbolo de nuestra fe”. Por eso hoy la Iglesia os va a hacer su entrega.
El Símbolo nace de la necesidad de los apóstoles de llevar el Evangelio hasta los confines de la
tierra. Ellos, movidos por el Espíritu Santo, decidieron elaborar un resumen fácil de recordar de
todas las verdades de la fe que habían comprendido y vivido junto a Jesús de Nazaret y que debía
servir para identificar a los creyentes. Hoy, más de dos mil años después, nuestra confesión de fe
se une a la de aquellos primeros hombres que Jesús llamó para ser sus apóstoles, para que
compartieran su vida, para que vieran sus prodigios y para que anunciaran las maravillas que nos
esperan junto a Dios. Por eso, es muy importante que todo lo que aprendemos y vivimos en la
catequesis debemos de cuidarlo y valorarlo. Pero cuidado: hay personas que las cosas que valoran
las guardan en un sitio seguro y nunca las sacan para que no se estropeen. En este caso es todo lo
contrario: ojalá que todo lo que confesáis con palabras lo viváis con esperanza y deis testimonio de
vuestra fe al mundo entero.
A continuación se pide a todos los niños que se pongan en torno a la pila bautismal y desde allí
harán la profesión de fe.
Renuncias
1. El día de vuestro bautismo, también junto a la pila bautismal como estamos ahora,
vuestros padres y padrinos pusieron voz a vuestro deseo de ser hijos de Dios, de
creer en Él. Hoy, ya sabéis hablar y, lo más importante, queréis decirle al Señor por
vosotros mismos que creéis en Él y que confiáis en su promesa. Por lo tanto, yo os
pregunto:
(Cf. Fórmulas de Renuncia y de Profesión de Fe en Ritual de la Confirmación pp. 79-87).
1. Para ser cristianos de verdad tenéis que:
no ser egoístas,
saber perdonar,
no tener ira o venganza, ni envidia,
ser sinceros,
esto es, luchar contra el pecado.
¿Estáis dispuestos a hacerlo así?
1. Sí, estoy dispuesto.
2. Para ser cristianos de verdad hay que tener fe:
en Dios, creador y padre de todos los hombres,
en Jesucristo, hijo de Dios y hermano nuestro,
en el Espíritu Santo, que está presente en la Iglesia.
¿Lo creéis de verdad?
1. Sí, lo creo.
2. Para ser cristianos de verdad os tenéis que comprometer:
a querer a todos como hermanos,
a trabajar juntos,
a compartir con los demás,
a ayudaros en todo,
a orar en común y a solas,
a celebrar el Día del Señor.
¿Os comprometéis de verdad?
1. Sí, me comprometo.
Bendición y entrega de las tarjetas del Símbolo
1. Señor, Dios todopoderoso, que nos enviaste a tu hijo Jesucristo para anunciarnos
la Buena Noticia y que él mismo le confió a los primeros apóstoles, bendice este
Símbolo escrito en estas tarjetas; bendice a quienes lo reciben para que lo
aprendan y sean capaces de hacerlo vida entre sus hermanos.
El sacerdote bendice y rocía con agua bendita las tarjetas que se van a entregar. A continuación, los
niños se ponen en fila para recibirlos de mano de su catequista que dirá esta fórmula a cada uno de
ellos:
Catequista. N., da testimonio de tu fe en medio del mundo y de la Iglesia.
1. Amén.
Durante este momento, se puede escuchar el canto Creo de Luis Alfredo Díaz.
Creo
Creo, por eso a veces también dudo,
por eso a veces también caigo
contra las piedras del camino.
Caigo, pero nunca quedo vencido,
porque yo sé en quien he creído,
y eso me ayuda a levantarme.
Creo en una Iglesia nueva,
en una Iglesia viva,
que quiera caminar.
Quiero que juntos caminemos,
tomados de la mano,
caminos en el mar.
Profesión del Símbolo
1. Ya habéis recibido el Símbolo, la confesión de la fe de la Iglesia, ese credo que
llena de sentido y felicidad la vida de tantas personas y, sin duda, también colmará
la vuestra. Recibidlo como una luz que lleva siglos sin apagarse. Ahora,
profesemos juntos el Credo.
2. Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Hoy, marcharéis de aquí con la luz de Cristo y abiertos a la escucha de la Palabra para anunciarla a
todo el mundo. Maravilloso, ¿verdad? Pues comenzamos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
1. Amén.
Perdón
1. Antes de recibir la luz de Cristo y abrirnos a su Palabra, reconozcamos nuestras
sombras.
Por las veces que nos movemos por la oscuridad, la tristeza y el desánimo.
1. Señor, ten piedad.
2. Por los momentos en que preferimos escuchar otras voces a la de Dios.
3. Cristo, ten piedad.
4. Por todas las ocasiones en las que no anunciamos el Evangelio por miedo,
vergüenza o pereza.
5. Señor, ten piedad.
Teatro. No me grites que ni te veo ni te oigo ni te respondo
(Aparece en el centro de la escena un niño con los ojos tapados, unas orejeras y la boca cerrada por
el esparadrapo. Se acercan a él un niño y una niña simulando que son los padres)
Madre abrazando al niño. ¡Ay hijo mío, cuánto te quiero!
(La madre lo mira sorprendido porque el niño no reacciona a esta muestra de afecto)
Padre. Hijo, si quieres mañana nos vamos al campo y te enseño todos los animales de la granja de
José, que hace mucho que no vamos y sé que te encantan.
(El niño permanece impasible)
Madre. José, a este niño le pasa algo raro.
Padre. Te preocupas demasiado. No es que le pase, es que siempre ha sido raro… Anda, vámonos y
dejémosle, que parece que le estorbamos.
(Los padres salen y aparece en escena una niña con un balón que se acerca al niño del centro)
Niña sentada en el suelo junto al niño. Javi, ¿te apetece venir a jugar? Hemos quedado con los de la
academia para echar un partido.
(El niño no se inmuta)
Niña tocándole para comprobar si reacciona. ¿Javi? ¿Qué pasa? Bah, si te apetece, ya sabes dónde
estamos. No pienso perder más el tiempo contigo.
(La niña se levanta, coge su balón y desaparece de la escena. A continuación se
escucha Resurrection de la bso de la película La Pasión de Cristo. Mientras se oye de fondo la
música, entra un niño con túnica, cíngulo y sandalias que porta un farol con una vela encendida. Se
acerca al niño, apoya el farol en el suelo y con dulzura le va quitando la venda de los ojos, las
orejeras y el esparadrapo de la boca. El niño se frota los ojos, lo ve y se abraza a él. El niño con la
túnica sale caminando despacio de escena, mientras la música va bajando de intensidad hasta que
se hace silencio)
Javi. ¿Qué me ha pasado? ¿Quién era ese que me ha devuelto la vista, el oído y la voz? A ver,
público, ¿vosotros lo sabéis?
1. ¡Jesús!
Javi. ¿Jesús? Claro, no podía ser nadie más que él. Voy corriendo a ver a mis padres a decirle que les
quiero mucho, y a mis amigos, para contarle lo que me ha pasado. Pero me llevo conmigo este
farol. Quiero que nadie esté a oscuras como lo he estado yo. (Javi grita mientras corre saliendo de
escena) ¡Papá, mamá, María!
Lectura de la Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 5,13-16)
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que
para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una
ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz
ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en
los cielos.
Palabra del Señor
Rito del éffeta
1. El hombre nace sordomudo ante Dios. Por la gracia del Bautismo, Cristo abre los
sentidos del alma para que escuchemos su Palabra y la anunciemos con nuestra
vida. En el día de vuestra incorporación a la comunidad cristiana, el sacerdote
trazó la señal de la cruz tocando vuestros oídos y vuestros labios para que
pudierais escuchar la Palabra de Dios y profesar su fe. Hoy vamos a repetir este
gesto junto a vuestros padres y padrinos. Una cosa muy importante ha cambiado
desde la primera vez que os lo hizo el sacerdote: habéis crecido y hoy sois
conscientes de lo importante que es seguir a Jesús.
A continuación se pide a todos los niños que se pongan en torno al cirio pascual junto a sus padres
y padrinos y el sacerdote se va acercando uno a uno a hacerle la señal de la cruz.
Entrega de la luz
Continúan en torno al cirio pascual.
1. Ahora el Señor quiere venir a iluminar vuestra vida; él nos pide que su luz esté
siempre presente en vuestro corazón. En el día de vuestro bautismo, vuestros
padres y padrinos la recibieron y se les encomendó cuidar y acrecentar la luz para
así transmitiros la fe de la Iglesia. Hoy, al recibirla vosotros, os comprometéis a
cuidarla para que siempre os ilumine.
Uno de los padres se adelanta, toma la luz del cirio pascual con la vela que le fue entregada el día
del bautismo de su hijo, se la pasa a uno de los padrinos y este se la entrega al niño diciendo:
Padrinos. N., recibe la luz de Cristo.
Niños. Gracias por transmitirme la luz de la fe.
1. Portando esta vela encendida, signo de la luz de Cristo, comprometeos a no dejar
que nunca se apague vuestra fe. Ahora, para recordaros los dos signos que esta
tarde hemos realizado aquí, os voy a dar un saquito con sal para que lo unáis a la
vela. La sal, en la antigüedad era muy valorada. Servía tanto como moneda de
cambio, por su valor, como al igual que hoy día para conservar los alimentos y
darle sabor a las comidas. Si queréis, mientras saboreáis en casa un granito de sal,
pensad en la necesidad que tiene nuestro entorno de llenar de sabor la vida, y este
sabor solo lo da la Palabra. ¡Nunca dejéis de ser la luz y la sal del mundo!
Los niños, portando la vela, forman una fila para recibir la sal. El sacerdote entrega un saquito a
cada catecúmeno mientras dice esta fórmula:
1. N., ilumina y da sabor a la vida de los demás en el nombre de Jesucristo, nuestro
Señor.
2. Amén.
Durante este momento, se puede cantar o escuchar la canción La sal y la luz de Brotes de Olivo.
El que me sigue en la vida
sal de la tierra será;
mas si la sal se adultera
los hombres la pisarán.
Que sea mi vida la sal,
que sea mi vida la luz.
Sal que sala, luz que brilla,
sal y fuego es Jesús.
Sois como la luz del mundo
que a la ciudad alumbra.
Esta se pone en la senda
donde el monte se encumbra.
Que brille así vuestra luz
ante los hombres del mundo,
que palpen las buenas obras
de la externo a lo profundo.
Oración del padrenuestro
1. Terminemos esta celebración que nos ha invitado a vivir en la esperanza diciendo
juntos:
2. Padre nuestro…
Oración final
1. Dios Padre, que por tu inmensa misericordia nos mostraste a Jesús como luz del
mundo, ayúdanos a poner nuestras vidas en tus manos llenas de amor. Que esta
vela que llevamos a nuestros hogares nos recuerde el compromiso de ser
portadores de esperanza y anunciadores de tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
2. Amén.
Se apagan las velas.
Canto final
Cristianos (Nos encontramos con Dios, SM)
Cristiano yo, cristiano tú:
todos seguimos a Jesús.
Cristiano tú, cristiano yo:
somos testigos de su amor.
Cristiano sí… (3 veces)
como cristiano quiero yo siempre vivir.
A los demás hacer felices sin dudar
y estar yo siempre muy contento y muy feliz.
Cristiano aquí… (3 veces)
desde la Iglesia quiero yo siempre servir.
Y con la fuerza del Espíritu de amor
vivir alegre y mi alegría compartir.
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