Plan de Inv. Maestría. Lic. Daniel Cruz. Rev. 26 de Julio

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


ESCUELA DE ESTUDIOS DE POSTRADO
MAESTRÍA EN DERECHO PENAL
PLAN DE INVESTIGACIÓN

LAS EXCESIVAS SANCIONES EN LOS DELITOS DE LAVADO DE DINERO U


OTROS ACTIVOS

Lic. Daniel Alfonso Cruz Hernández

Carné: 201790178

Guatemala, agosto de 2019


Las excesivas sanciones en los delitos de lavado de dinero u otros activos

1. Justificación de la investigación
El lavado o blanqueo de dinero tiene sus orígenes en la edad media, cuando la
iglesia católica proscribió la usura, estableciendo que la misma constituía un delito y por
ende se prohibió su práctica; de esta manera, los mercaderes y prestamistas decididos
a cobrar intereses por los préstamos otorgados innovaron sus prácticas para ocultar,
desplazar y diluir el producto de esta actividad prohibida, estimando que la finalidad era
desaparecer los montos producto de los intereses desproporcionales que cobraban,
ocultando su verdadero resultado y engañando a las autoridades eclesiásticas.

En ese contexto, es importante destacar que paulatinamente el derecho penal ha


ido innovándose, circunstancia que ha dado lugar al surgimiento de nuevas figuras
delictivas para proteger un bien jurídico tutelado en concreto, siendo este el caso del
delito de lavado de dinero u otros activos, tomando en consideración que el mismo no
alcanza dos décadas que fue incorporado al ordenamiento penal guatemalteco,
específicamente en el Decreto Número 67-2001 del Congreso de la República de
Guatemala, Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros Activos, sancionado el 11 de
diciembre de 2001 y vigente a partir del 17 de diciembre del mismo año.

Es de esta manera como se estima que las excesivas sanciones en los delitos de
lavado de dinero u otros activos, refleja las deficiencias e inconsistencias de los
instrumentos de control por parte del Estado contra el crimen organizado, básicamente
porque dicha figura delictiva es en esencia un delito dependiente de la comisión de otro,
estimándose por consiguiente que su finalidad es atacar los márgenes de utilidad o
rentabilidad, producto de actividades ilícitas. Acorde con ello, resulta consistente
efectuar el análisis exhaustivo de la desproporcionalidad que origina las excesivas
sanciones para esta conducta antijurídica, de tal manera que resulta consistente
evaluar la efectividad de las mismas, pues resulta evidente que excede la humanización
de estas y como resultado no es un medio eficaz para la resocialización del sujeto

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activo, estimando que con ello se contribuirá determinantemente a la valoración de los
factores jurídicos y administrativos que han propiciado estas inconsistencias en el
ordenamiento penal guatemalteco, generando nuevos criterios para el tratamiento de
estas figuras en el país y como resultado se contribuye también a la readecuación del
derecho positivo, a efecto de limitar esta desproporcionalidad en el tratamiento que
desde hace más de 17 años se ha venido suscitando en el país.

De esta manera, se estima que la pena privativa de libertad a imponer según la ley
en la materia, oscila entre seis a veinte años inconmutables, más una multa igual al
valor de los bienes, instrumentos o productos objeto del delito, el comiso o en su
defecto la extinción de dominio, el pago de costas y gastos procesales; sin embargo, en
el caso que se presente el impago de la multa impuesta oportunamente por el tribunal
de sentencia, la misma se convierte en prisión, a razón de cinco a cien quetzales
diarios, circunstancia que evidentemente conlleva a una pena de prisión ampliada, con
lo cual se estaría concretando una excesiva sanción en la pena impuesta, vulnerando
abiertamente el principio de proporcionalidad, pues es evidente que con ello se
extralimita el ius puniendi del Estado; en contraparte se considera que este principio
resulta inexistente y por ende no es consistente con la intervención mínima del aparato
estatal, por lo que resulta más que necesario efectuar el abordaje de estas
inconsistencias en el ordenamiento jurídico penal del país, a efecto de identificar los
factores que promueven estas deficiencias normativas.

En concordancia con estos preceptos, es importante señalar que la pena se


considera como un instrumento de retribución para el delincuente, justificando de esta
su aplicación como un castigo para la conducta ilícita, estimándose en consecuencia
que su contenido, función y finalidad son aplicables de forma desproporcional en el
caso de los delitos de lavado de dinero u otros activos, llegando a considerarse que el
mecanismo de conversión utilizado en el caso de las multas, atentan contra los
derechos fundamentales del detenido, básicamente porque el principio de
proporcionalidad, entendido en sentido amplio, exige que las medidas restrictivas de
derechos se encuentren previstas en la ley u que sean necesarias para alcanzar los

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fines legítimos previstos en una sociedad democrática, en virtud que si para este delito
se ha emitido una condena privativa de libertad, es razonable considerar que con el
comiso de los bienes, se estaría cubriendo el monto correspondiente a la multa
impuesta y es precisamente en torno a esto que se genera la disyuntiva sobre la
desproporcionalidad que contempla esta pena dentro de la Ley Contra el Lavado de
Dinero u Otros Activos.

Es de esta manera como en un Estado democrático como Guatemala, el derecho


penal debe focalizarse en garantizar la protección de los derechos fundamentales de la
persona frente al poder arbitrario, precisamente del aparato estatal, determinándose en
consecuencia que la justicia debe ser el sustento de esa democracia, por consiguiente
la pena debe estar justificada en su regulación, determinación, aplicación y ejecución
con base en principios filosóficos de prevención y resocialización, todo esto
fundamentado en una política criminal congruente con el precepto constitucional
establecido en el Artículo 19 de la Constitución Política de la República de Guatemala,
en cuanto a que el sistema penitenciario debe tender a la readaptación social y a la
reeducación de los reclusos; sin embargo, es precisamente en torno a estas
consideraciones que se estima y existe una evidente inconsistencia en lo relativo a la
pena contemplada para el delito de lavado de dinero u otros activos.

2. Especificación del problema


En función de los preceptos vertidos con anterioridad, la pena que oportunamente
establezca el legislador para el delito debe ser proporcional a la importancia social del
hecho. Es decir, la pena constituye de este modo, una retribución que la sociedad
impone por el mal causado de modo que: a mayor mal, mayor culpabilidad, y por lo
tanto mayor castigo merece el culpable.

Atendiendo esta consideración el principio de proporcionalidad opera como un


límite a todas las restricciones de los derechos esenciales o fundamentales, derivando
su aplicación del principio del Estado de Derecho, por lo cual tiene rango constitucional.
Tal derivación del Estado de Derecho, es en virtud del contenido esencial de los

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derechos que no pueden ser limitados más allá de lo imprescindible para la protección
de los intereses públicos. Es a raíz de esto que el principio de proporcionalidad en
sentido estricto implica una relación equidistribuitiva entre la gravedad del delito y la
gravedad de la pena en el momento legislativo, circunstancia que da lugar a lo que se
conoce como proporcionalidad abstracta y también debe considerarse el momento
judicial, que la pena resulte proporcionada a la gravedad del hecho cometido, de donde
se desprende lo que se conoce como proporcionalidad concreta.

Por todos estos elementos es que existe una abierta vulneración al derecho de
que se imponga una pena razonable y ponderada en función del tipo de bien jurídico
afectado, pues en el presente caso se estima que la ley no sopesa los valores e
intereses involucrados, por lo tanto, no existe objetividad entre la finalidad y el medio
que persigue la pena impuesta y para el presente caso, es desproporcional la pena
privativa de libertad ampliada por el impago de la multa que contempla la ley.

1.1. Delimitación del problema


De acuerdo con el contexto de la investigación a desarrollar, se estima consistente
efectuar la delimitación de la misma en los siguientes aspectos:

a) Unidad de análisis
El elemento central sobre los que recaen los propósitos investigativos del
problema enunciado con anterioridad, deben necesariamente ser las sentencias
condenatorias emitidas por el tribunal de sentencia correspondiente, específicamente
de aquellas en las que la multa no ha sido hecha efectiva y por ende se ha debido
convertir en prisión; de igual manera es preciso considerar como fuente primaria de
información a defensores, agentes fiscales de la Fiscalía Contra el Lavado de Dinero u
Otros Activos y juzgadores, a efecto de cotejar la información vertida sobre el problema.

b) Unidad geográfica

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A fin de llevar a buen término el proceso investigativo, se requiere que la misma se
focalice dentro de la circunscripción geográfica del Municipio de Guatemala,
Departamento de Guatemala.
c) Periodo histórico
Para los propósitos de la investigación y a fin de disponer de amplios parámetros
jurídicos y doctrinarios para la integración de la información, se considera oportuno
considerar el periodo de tiempo comprendido entre los años 2011, cuando se emitió la
Ley Contra el Lavado de Dinero, hasta el año 2018, por considerar que dentro de este
periodo se pueden disponer de suficientes elementos de juicio que pueden contribuir al
desarrollo y estructuración del proceso investigativo.

1.1. Delimitación de la investigación


Atendiendo la serie de elementos metodológicos y centrales del problema de
investigación, se considera oportuno considerar dentro del presente apartado proceder
de la manera siguiente:

a) Estudio analítico de las sentencias condenatorias emitidas por el tribunal de


sentencia correspondiente, donde se evidencie que la multa no haya sido pagada y
por ende se convierte en prisión.
b) Análisis del Decreto Número 67-2001 del Congreso de la República de Guatemala,
Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros Activos.
c) Identificación de las causas que generan la desproporcionalidad de las penas en el
delito de lavado de dinero u otros activos.
d) Evaluación de la legislación comparada a nivel latinoamericano y europeo, en
cuanto a la pena contemplada para el delito de lavado de dinero u otros activos.
e) Análisis de sentencias emitidas en el delito de lavado de dinero u otros activos en
Guatemala.

De la serie de elementos expuestos, se estima consistente efectuar la siguiente


interrogante:

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¿Cuáles son los factores jurídicos que promueven las excesivas sanciones en los
delitos de lavado de dinero u otros activos en Guatemala?

1. Hipótesis
Las excesivas sanciones en los delitos de lavado de dinero u otros activos, es
consecuencia de las deficiencias jurídicas contenidas en el Decreto Número 67-2001
del Congreso de la República de Guatemala, Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros
Activos, esencialmente porque dentro del mismo es evidente la vulneración al principio
de proporcionalidad de las penas, evidenciándose la ausencia de ponderación en los
criterios valorativos para determinar la pena, propiciando un abuso del ius puniendi del
Estado, pues es inexistente la intervención mínima del mismo en el establecimiento y
aplicación de las medidas restrictivas de los derechos y libertades del sujeto activo,
requiriéndose en consecuencia, la evaluación de la norma a fin de establecer las
consideraciones para su revaloración, encaminada a brindar seguridad y certeza
jurídica a la pena correspondiente para este delito en concreto.

4. Marco teórico
Dentro de los aspectos esenciales que se requieren abordar dentro del marco
jurídico y doctrinario de la investigación, se encuentra primeramente todo lo relativo al
concepto de delito, enfatizando en torno a sus elementos, pues se estima que
constituye parte esencial dentro de las valoraciones que deben realizar los juzgadores
para determinar la pena correspondiente en los delitos de lavado de dinero u otros
activos que se produce en el ordenamiento jurídico guatemalteco.

Durante el derecho primitivo, la comisión de una conducta contraria al ius,


generaba o daba lugar a un derecho de venganza proporcional al daño recibido, siendo
entonces cuando aparece la Ley del Talión, seguida y paulatinamente se permitió la
amigable composición cuando se trataba de conductas entre particulares, renunciando
a la venganza por parte del ofendido; esta sustitución de la venganza privada por la
pena pecuniaria llegó a hacerse obligatoria siendo su objeto una pena pecuniaria más
allá de la corporal que inicialmente se observaba. Históricamente el delito no era

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concebido como lo es en la actualidad, para el efecto se requiere hacer énfasis en otra
definición que permite arribar a un mayor grado de comprensión sobre el concepto.

En cierto modo todo delito consta de dos elementos, a saber, de un acto de la


voluntad, por el cual el agente quiere un efecto contrario a la ley, y de un acto físico, del
cual resulta la infracción de la ley social ya promulgada. El primer elemento del delito
emana de la intención del agente; el segundo de la materialidad del hecho nocivo a la
sociedad. Para poner a plena luz la intención de la acción delictuosa, es necesario
contemplar dicha acción por un doble aspecto; es decir, en cuanto a la intención del
agente, y en cuanto a la ejecución, de donde se deriva el daño social (Carmignani,
1992: p. 145).

En la historia, ha prevalecido la existencia de conductas que imposibilitan la


convivencia pacífica entre los integrantes de una sociedad, a estas conductas
individuales o de grupos se les da el valor social de prohibido. Es en torno a estos
elementos históricos, que se comprende en cierta medida, que la actividad delictuosa
ha existido ya desde tiempos inmemoriales, circunstancia que a la larga ha ido
generando la necesidad de regular o tipificar las mismas, a fin de garantizarle a los
integrantes de una sociedad, que el autor de actos ilícitos o actividades contrarias a las
disposiciones normativas, recibirá un castigo, circunstancia que se convierte en
prevención general, que conlleva la idea de prevenir que otros las cometan.

El delito como la razón de ser del Derecho Penal, y como razón de la existencia de
toda actividad punitiva del Estado, al igual que el mismo Derecho Penal, ha recibido
diversas denominaciones a través de la evolución histórica de las ideas penales,
atendiendo a que siempre ha sido una valoración jurídica, sujeta a las mutaciones que
necesariamente conlleva la evolución de la sociedad; en Roma se habló de Noxa o
Noxia que significa daño, apareciendo después en la culta Roma para identificar a la
acción penal, los términos Flagitium,Scelus, Facinus, Crimen, Delictum, Fraus y otros;
sin embargo tuvo mayor aceptación hasta la Edad Media los términos Crimen y
Delictum (De León, 2010, p. 114).

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La teoría del delito tiene como principal objetivo precisar la definición del término
delito, ya que este es su objeto de estudio. Este tema es de especial importancia tanto
para el juez de paz, como para el juez de primera instancia, pues dentro del proceso
penal, es por lo general la Autoridad que recibe las actuaciones, y le corresponde hacer
la primera evaluación de los hechos, para determinar si encuadra dentro del concepto
de delito. La teoría del delito es una construcción dogmática, que nos proporciona el
camino lógico para averiguar si hay delito en cada caso concreto. El delito en sí, no es
más que un acontecimiento jurídico, una infracción a la ley del Estado, un ataque a la
norma penal, un choque de la actividad humana con la norma penal, es en esencia, un
ente jurídico.

La teoría del delito tiene como objeto analizar y estudiar los presupuestos jurídicos
de la punibilidad de un comportamiento humano sea a través de una acción o de una
omisión, en estos términos dicho análisis no sólo alcanza los delitos sino incluso a todo
comportamiento humano del cual pueda derivar la posibilidad de aplicar una
consecuencia jurídico penal, entonces, será objeto de análisis de la teoría del delito
aquello de lo cual derive la aplicación de una pena o una medida de seguridad, así
como los casos extremos en los que no obstante existir una lesión o puesta en peligro
de un bien jurídico, el comportamiento humano resulte justificado, no reprochable o
bien, no punible (Plascencia, 2004, p. 1).

Es factible señalar que en los términos anteriores, resulta conveniente referir los
presupuestos de punibilidad, circunstancia que necesariamente remite al análisis
sistemático de la ley penal, pues en dicho lugar es donde guardan cabida los tipos
penales en su modalidad de descripción de comportamiento, elaborada por el
legislador, bajo cuya base puede sobrevenir una pena o medida de seguridad. La
concepción del delito, necesariamente requiere de igual forma que exista una
afectación a un bien jurídico tutelado, de tal forma que la construcción del concepto de
bien jurídico, dentro del derecho penal liberal, tiene como finalidad, la imposición de
barreras infranqueables al Estado en el desarrollo de su política represiva. Bajo esta

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óptica, el concepto de bien jurídico fundamental se construye como un criterio para la
menor criminalización posible, para el mantenimiento y mayor extensión de la esfera de
autonomía de las personas.
El término delito, se origina de la voz latina delictum (delito), que en la Roma
antigua designaba a los delitos privados, delitos que conllevaban únicamente la
obligación de pagar una multa a la víctima, por parte del delincuente. En el Derecho
Justiniano se le conoce ya como delictum privatum (delito privado), apareciendo luego
el llamado delictum publicum (delito público) que producía verdaderos efectos punitivos
públicos (Cabanellas, 1977, p. 522).

El vocablo delito se remonta a la antigua Roma, quienes profundizaron


ampliamente sobre este concepto dentro del Derecho Penal en general. Para el efecto
Jiménez, citado por Cabanellas (1977), expone lo siguiente: "Es el acto típico,
antijurídico, culpable, sancionado por una pena o, en su reemplazo, con una medida de
seguridad y conforme a las condiciones objetivas de punibilidad" (p. 525).

Desde este punto de vista, es también concebido en estrecha relación con la


persona, individual o colectivamente considerada, como referente material de
protección, y no una herramienta de conformación social, dirigida a promocionar la
confianza en la norma jurídica. Se trata de una realidad y no de una realidad normativa
o fenómeno aséptico, sino de una herramienta de análisis constitucional que puede
operar dentro de la teoría del delito, para valorar casos concretos. Una última definición
sobre el concepto de delito, se expresa en las palabras de Orozco (2007), quien al
respecto expone lo siguiente: “Es la conducta humana que consiste en una acción u
omisión de carácter antijurídica, típica, cometida por una o más personas imputables y
con culpabilidad” (p. 1).

En consonancia con la serie de preceptos vertidos con anterioridad, resulta


consistente exponer que la teoría del delito en sí, se ocupa esencialmente de las
características comunes que debe tener cualquier hecho para tomarse o valorarse
como delito, independientemente de la tipología de que se trate. Es por ello que se

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considera que dentro de los aspectos característicos que vincula o relaciona a todos los
delitos en general, son sus elementos propios, por ejemplo, un asesinato no tendrá o
contendrá los mismos elementos que un robo, hurto o estafa, por mencionar solo
algunos, de esta cuenta cada uno de los mismos siempre tendrá ciertas
particularidades que le hacen distinto a los demás delitos y que como consecuencia
tendrá las penas correspondientes.

A lo largo de la historia, con unos nombres u otros, se ha hecho uso de diversas


reglas o criterios para atribuir responsabilidad, para decidir quién es responsable, a
quién se le aplicará una pena, cuándo puede esta rebajarse, es decir atenuarse. Hoy
día llamamos teoría jurídica del delito a la ordenación de esas reglas y criterios de
imputación en un sistema y es que dicha teoría agrupa ordenadamente las categorías y
conceptos sobre los que se basa la imputación de responsabilidad. Como aspecto
primordial en la que se ocupa la teoría general del delito, se encuentra la de estructurar
una definición precisa sobre el concepto de delito, en la cual se engloben los elementos
y características primordiales para considerar determinada acción como tal.

Es preciso señalar que los diversos intentos que se han presentado para definir
este concepto, tienen como propósito generar un mayor grado de entendimiento sobre
el mismo, bajo estas premisas, los aspectos doctrinarios han calificado regularmente al
delito como una consecuencia del principio nullum crimen sine lege, que rige el derecho
penal positivo y que en esencia está encaminado a estimar como delito a toda conducta
que no se encuadre dentro de los parámetros regulatorios normativos de la ley penal.

El termino delito, constituye una conducta que necesariamente debe ser castigada
con una pena, pero se requiere considerar que este concepto es eminentemente formal
y que hasta aquí no aborda con precisión los elementos que encierra el mismo, en
virtud que para castigarse esta conducta antijurídica, deben existir determinadas
condiciones que se abordarán oportunamente.

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Son delitos o faltas las acciones y omisiones voluntarias penadas por la ley, dice
la legislación, con alguna mayor precisión se dice ahora que se considera que en
general son delitos o faltas las acciones u omisiones dolosas o culposas, para los
cuales la ley contempla la pena correspondiente.
El concepto de delito con regularidad responde a una doble perspectiva, en primer
lugar se presenta como un juicio de desvalor que recae sobre un hecho y en segundo
aspecto como una valoración que se realiza sobre la posible autoría que realiza el
sujeto activo sobre un hecho; de esta cuenta al primero se le llama injusto o
antijuricidad, que viene a ser la desaprobación del acto y luego en relación directa con
este planteamiento, al segundo de los elementos se les conoce como culpabilidad, que
es la atribución de la conducta antijurídica a su autor.

En torno a esto, se incluye la acción u omisión, medios y formas en que se realiza,


objetos y sujetos, relación causal y psicológica entre ellas y el resultado. En la
culpabilidad, las facultades psíquicas del autor, conocimiento por parte del autor de su
carácter prohibido de su hacer y la no exigibilidad de un comportamiento distinto.

Esta distinción sistemática, tiene también un valor práctico, por ejemplo, para
imponer una medida de seguridad es suficiente la comisión del hecho prohibido,
antijurídico, aunque su autor no sea culpable, sin embargo, para imponer una pena es
necesario que exista la culpabilidad, además de que el hecho sea antijurídico,
determinando que no puede existir algún grado de culpabilidad sin la existencia de la
antijuricidad, sin embargo es consistente señalar que si puede existir la primera sin la
culpabilidad.

Pero no todo hecho antijurídico realizado por un autor culpable es delito. De toda
la gama de acciones antijurídicas que se cometen, el legislador ha seleccionado una
parte de ellas y las ha conminado con una pena por medio de su descripción en la ley
penal. Este proceso se llama tipicidad, que es la adecuación de un hecho cometido a la
descripción que se hacen en la ley, también es una consecuencia del principio de

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legalidad. El punto de partida es la tipicidad, pues sólo el hecho descrito en el tipo legal
puede servir de base a posteriores valoraciones.

El delito, existe si su autor puede ser castigado con la pena que se asigne en cada
caso concreto el delito en la ley. En algunos casos se exige para poder calificar un
hecho como delito la presencia de algunos elementos adicionales. En algunos casos se
habla de penalidad, que a veces se considera esta categoría un elemento perteneciente
a la teoría general del delito.

Resulta consistente efectuar el abordaje preciso de cada uno de los elementos


positivos que integran al delito en general, efectuando la aclaración de que los
elementos negativos únicamente se listarán, en virtud que el propósito no es describir o
abordar la esencia de estos elementos; sin embargo los aspectos positivos del mismo,
si merecen señalarse a fin de dejar en claro a que se está refiriendo este concepto en
particular y porque el aspecto medular de la investigación gira en torno a los delitos
menos graves, es por ello que dentro de las consideraciones generales se tienen como
elementos, los siguientes:

a) Acción o conducta humana


El concepto natural de acción es creación de Von Liszt y Beling, quienes son los
fundadores del sistema clásico del delito. Von Liszt (1992) define por primera vez el
concepto de acción como la producción, reconducible a una voluntad humana, de una
modificación en el mundo exterior” (p. 245) y sobre esta percepción se puede agregar
una definición mucho más concreta sobre este elemento, siendo la siguiente: La acción
o conducta humana es una manifestación de la conducta humana consiente (voluntaria)
o inconsciente (involuntaria) algunas veces; positiva (activa) o negativa (pasiva) que
causa una modificación en el mundo exterior (mediante un movimiento corporal o
mediante su omisión y que está prevista en la ley. La conducta humana en el delito
puede realizarse básicamente de dos formas:

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1) Obrar activo (comisión): requiere un acto voluntario, producto de la conciencia
y voluntad del agente.
2) Requiere un acto corporal externo que produzca una modificación del mundo
exterior.
3) Requiere que el acto esté previsto en la ley como delito
4) Obrar pasivo (omisión)
5) Requiere inactividad voluntaria
6) Requiere la existencia de un deber jurídico de obrar. (Ollej Car, 2011: p. 40).

En el ámbito del derecho penal, se presentan con regularidad diversas teorías


sobre los actos humanos penalmente relevantes, de esa cuenta algunos de estos actos
conllevan por consiguiente las consecuencias jurídicas correspondientes, aun cuando
existen diversas posturas para el determinar dicha acción, pues para algunos es
conducta, para otros se proyecta como el comportamiento humano antijurídico.

A partir de la concepción o estudio de la conducta es que se puede partir para


afirmar que la acción se suscita cuando el ser humano entra en contacto con algún
ordenamiento en particular, básicamente porque la conducta implica tanto la acción
como la omisión, empero este último aspecto conlleva a una dificultad que gira en torno
a un aspecto eminentemente subjetivo de la conducta, pues únicamente puede resultar
atribuible a un ser humano, por lo que el delito debe evaluarse como un hecho material
y no como una circunstancia formal, esto conlleva a exponer que debe analizarse el tipo
por un lado y el delito como hecho por otro lado. Una conducta puede ser realiza por
cualquier ser vivo y una acción se realiza con exclusividad por el ser humano, en tal
sentido es mucho más conveniente denominarla como acción que puede ser tanto
positiva como negativa, pero que de alguna forma se vincula con el resultado típico
producido o que pudo haber causado.

La acción puede concebirse entonces de la siguiente manera:

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Es la conducta voluntaria en el mundo exterior; causada voluntaria o no
impediente de un cambio en el mundo externo. La idea de acto supone, en primer
término, una manifestación de voluntad (objetiva), es decir, la conducta voluntaria es la
que se encuentra libre de violencia física o psicológica que está determinada (motivada)
por las representaciones. La manifestad de la voluntad puede consistir en la realización
o en la omisión voluntaria de un movimiento (Quintanilla, 1991: p.123).

Los autores destacan a la voluntad libremente determinada como un elemento


básico de la conducta, así como a la acción y la omisión como sus especies, a la vez de
identificar a la primera como el elemento positivo y a la segunda como el negativo.

En tal virtud, identifican a la conducta como elemento básico de la conducta,


cuando más bien debemos hablar de un elemento básico del sujeto activo, pues el
delito por sí mismo adolece de conducta toda vez que, como lo señalábamos, ésta sólo
es atribuible a los seres humanos.

Otra concepción de la acción se presenta de la siguiente manera:

Es el proceder volitivo descrito en el tipo, por lo que el concepto jurídico penal de


conducta es igual al concepto ontológico de conducta, si éste se constituye por una
voluntad y un hacer algo, o una voluntad y un dejar de hacer algo, aquél se configura
con los mismos elementos: En atención a lo anterior, la voluntad y la actividad causal
definen a la acción, la voluntad y el desvalor de hacer algo en el tipo, a la omisión (Islas
de González Mariscal, 1985: p. 90).

El termino conducta conlleva restarle valor como elemento del delito e identificarla
con el sujeto activo a través de la actividad o inactividad corporal; acorde con ello, al
afirmar que el delito es una conducta, implica describirlo como el producto de fuerzas
conscientes e inconscientes, lo que necesariamente lleva hacia algo abstracto y
subjetivo, circunstancia que en esencia tendría algún grado de interés en el ámbito de
la psicología, más no así dentro del campo jurídico.

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El concepto de acción, en gran medida ha sido ampliamente utilizado desde los
propios orígenes del derecho penal, circunstancia que ha motivado diversas
controversias a nivel doctrinario, pues se considera que constituye un elemento
fundamental de la teoría del delito, aunado a la connotación atribuida por la teoría
clásica, neoclásica y finalista, donde se hace énfasis en los postulados que sustentan la
teoría de la acción causal, final y social.
Se puede plantear la acción como elemento del delito, de la siguiente forma:

Es todo comportamiento corporal (fase externa, objetivo de la acción) producido


por el dominio sobre el cuerpo (libertad de inervación macular, voluntariedad, fase
interna, subjetiva de la acción consistente en un hacer (acción positiva), esto es, un
movimiento corporal, o en un no hacer (omisión, esto es, distensión de los músculos
(Beling, 1994: p. 19).

Esta definición, abarca los aspectos más generales del concepto de acción en
materia del delito, sin embargo, para alcanzar un mayor grado de comprensión, se
requiere exponer el siguiente planteamiento: En palabras de Rosal (1978), la acción se
concibe de la siguiente forma: “Es la realización de un resultado relevante socialmente,
el cual desde el punto de vista jurídico penal, es la producción de un resultado típico”.
(p. 597).

Como puede apreciarse, paulatinamente se hace un mayor énfasis en los


aspectos esenciales de la acción como elemento determinante del delito, de esta
cuenta, resulta consistente exponer el punto de vista de Baumann (1981), quien al
respecto detalla lo siguiente: “Es la conducta humana guiada por la voluntad, siendo
indiferente que esta conducta corporal consista en una acción positiva o en una
omisión” (p. 150).

La acción, consiste esencialmente en una actividad positiva que resulta en hacer


lo que no debería hacerse, vulnerando una norma positiva que prohíbe esa actividad en

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particular o bien porque se deja de realizar una actividad que un ordenamiento jurídico
ordena realizar.

b) Tipicidad
Constituye un elemento esencial y formal descriptivo, perteneciente a la ley y no a
la vida real. La serie de faltas y delitos que se cometen contra el bien jurídico tutelado y
cuya interpretación objetiva debe realizarse por los Jueces y Agentes Fiscales de la
Fiscalía correspondiente del Ministerio Público en el ámbito de su competencia,
tomando en cuenta que son los primeros en conocer las denuncias o prevenciones
policiales y deben realizar la adecuación del hecho cometido a la descripción que de
ese hecho se hace en la Ley Penal.

Sobre todo, porque es una manifestación del principio constitucional de legalidad y


sobre el cual debe girar la interpretación extensiva que se realiza de los factores que
convergen para que se pueda tipificar una conducta como delictiva, dependiendo por
consiguiente de la gravedad de la misma.

Cuello Calón (1968), la tipicidad se describe como: “La encuadrabilidad de la


conducta humana al molde abstracto que describe la ley penal” (p. 299).

En esencia, para poder sancionar a una persona por la realización de un


comportamiento antijurídico, es preciso la existencia de un precepto legal que
contemple dicha circunstancia, así como que cumpla con el presupuesto de que el
sujeto tenga conocimiento de su conducta antisocial.

En cuanto a la tipicidad existen infinidad de postulados en torno a cómo


identificarla y, en su caso, definirla, aspecto que deriva de la postura teórica a la cual se
apegue, sin embargo, resulta claro el carácter eminentemente valorativo que tiene el
tipo penal y, por ende, la tipicidad, lo cual da lugar a que se le defina como la
averiguación que sobre una conducta se efectúa para saber si presenta los caracteres
imaginados por el legislador, siendo en concreto el resultado afirmativo de ese juicio.

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c) Antijuricidad
La antijuridicidad es aquel desvalor que posee un hecho típico contrario a las
normas del Derecho en general (no sólo al ordenamiento penal). Es lo contrario a
Derecho, por lo tanto, no basta que la conducta encuadre en el tipo penal, se necesita
que esta conducta sea antijurídica, considerando como tal, a toda aquella definida por
el ordenamiento, no protegida por causas de justificación.
Precisamente radica en contrariar lo establecido en la norma jurídica. Para que
sea delictuosa, la conducta ha de ser típica, antijurídica y culpable. La antijuricidad es
otro de los elementos estructurales del delito. Se le puede considerar como un
elemento positivo del delito, es decir, cuando una conducta es antijurídica, es
considerada como delito; para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe
contravenir el Derecho, es decir, ha de ser antijurídica.

Se considera un concepto jurídico que supone la comparación entre el acto


realizado y lo establecido por el ordenamiento y que denota como ésta es una conducta
contraria a un ordenamiento jurídico, aunque en realidad la conducta antijurídica no
está fuera del Derecho, por cuanto éste le asigna una serie de consecuencias jurídicas.

Como característica sustantiva e independiente del delito, separada totalmente de


la tipicidad, debe hacerse énfasis en este apartado en las condiciones que se
identifiquen en torno a los posibles delitos contra un bien jurídico tutelado, a efecto de
que no se generen vacíos que conlleven una interpretación imprecisa sobre la
tipificación de algún delito ambiental en particular y que redunde en las faltas de mérito
que regularmente se suscitan en los tribunales del país; principalmente porque se trata
de un juicio negativo de valor, que recae sobre una conducta y que indica que la misma
es contraria al ordenamiento jurídico.

d) Culpabilidad
Dentro del ámbito del derecho penal y tomando en consideración la naturaleza
eminentemente punitiva, existe la necesidad de proteger al individuo frente a una

18
manipulación por razones arbitrarias de política criminal. Es entonces que se
materializa el hecho concreto de considerar que, sin culpabilidad no hay justificación
posible de la pena, y el punto de vista rector para el juicio de culpabilidad sigue siendo
la cuestión de responsabilidad del autor del delito.

Se entiende por culpa la posibilidad de prever el resultado no requerido. Esta es


otra de las formas de participación psicológica del sujeto en el hecho, junto al dolo el
cual se puede definir como la conciencia de querer y la conciencia de obrar, traducidas
estas en una conducta externa, es decir, es la voluntad consciente, encaminada u
orientada a la perpetración de un acto que la ley prevé como delito. La preterintención
es el resultado punible que sobrepasa la intención del autor denominase delito
preterintencional (De León Velasco, 2010: p. 114).

Respecto de la culpabilidad existen muchos planteamientos en la dogmática


penal. De estos diferentes puntos de vista, solo algunos son compatibles con los
preceptos constitucionales que fundamentan el Estado democrático de derecho, de esa
cuenta, para determinar la culpabilidad de una persona en el plano jurídico-penal, sólo
se pueden invocar aquellas concepciones de la culpabilidad que se enmarcan dentro de
los principios constitucionales, lo cual significa, que deben proteger al ciudadano frente
al poder punitivo del Estado.

El análisis de cada construcción de la culpabilidad se debe realizar de cara a los


valores constitucionales y que también se regulan en el Decreto Número 17-73, Código
Penal guatemalteco. Una concepción de culpabilidad orientada a limitar al poder penal
debe surgir a partir de las garantías del principio de culpabilidad para obtener
legitimación democrática, se trata de la culpabilidad por hecho y no por la conducta de
vida o por el carácter o por el ánimo que tenga la persona de realizar o concretar el
delito. Frente a un concepto de culpabilidad que se ubica como categoría del delito
luego de la tipicidad y antijuridicidad, ya explicados brevemente en el presente capítulo,
existe la concepción de la culpabilidad como principio político criminal que configura y
da sentido humanista al derecho penal, la culpabilidad sin dejar de constituir una

19
categoría dogmática dentro de los aspectos puramente doctrinarios que se abordan al
respecto y que en consecuencia al hablar del concepto de delito pasa a ser una idea
rectora límite en la lucha que el Estado emprende contra la delincuencia.

La inculpabilidad se va a dar cuando concurran determinadas causas o


circunstancias extrañas a la capacidad de conocer y querer en la ejecución de un hecho
realizado por un sujeto imputable. Opera cuando falte alguno de los elementos
esenciales de la culpabilidad, ya sea el cocimiento o la voluntad, es el error del tipo.

e) Punibilidad
Este elemento implica o hace énfasis en aquella conducta a la que se puede
aplicar una sanción o pena jurídica, es decir que la Punibilidad significa la posibilidad de
aplicar pena, atendiendo a esto no a cualquier delito se le puede aplicar pena. Una vez
que el delito se ha manifestado en su forma típica y en sus formas antijurídica y
culpable, corresponde imponer una pena como lógica consecuencia jurídica. La
categoría de la punibilidad se va a fundamentar en la diferencia entre merecimiento de
la pena y necesidad de imponerla.

Como elemento del delito, no considera constituido el delito si no están satisfechas


las condiciones objetivas de punibilidad. Este aspecto implica determinar la
particularidad de los delitos y que en ese sentido, la pena viene a constituir una
consecuencia del mismo, principalmente en aquellos aspectos relacionados con el daño
ocasionado al bien jurídico tutelado y por consiguiente a la sociedad en general.

El delito es esencialmente todo acto señalado con una pena y es en este contexto
donde se fundamenta el accionar de los Fiscales del Ministerio Público, básicamente
con la finalidad de sustentar sus acusaciones, básicamente con el firme propósito de
que se cumpla con la serie de condiciones objetivas de punibilidad que caracterizan a
los delitos en general dentro del ordenamiento jurídico guatemalteco, esencialmente los
aspectos preceptuados en el Código Procesal Penal vigente.

20
El delito es un acontecimiento típico antijurídico e imputable, regularmente
expresa una acción típicamente antijurídica y culpable. Es por lo tanto, un acto
típicamente antijurídico, imputable al culpable, sometido a veces a condiciones
objetivas de penalidad y que se haya conminado con una pena, o en ciertos casos, con
determinada medida de seguridad en reemplazo de ella.

En torno a la gravedad o no que representa el amaño deportivo como delito dentro


del ordenamiento jurídico del país, para el efecto, es importante señalar que los delitos
graves corresponden a los regulados en el ordenamiento penal que no tienen o para los
cuales no se contempla alguna medida sustitutiva, para el efecto debe considerarse los
preceptos regulados en el Decreto Número 51-92 del Congreso de la República de
Guatemala, Código Procesal Penal, particularmente en lo concerniente a la regulación
expresa del Artículo 264, donde se indica que no podrá concederse ninguna medida
sustitutiva en procesos instruidos contra reincidentes o delincuentes habituales o por
delitos de homicidio doloso, asesinato, parricidio, violación agravada, violación
calificada, violación de menor de doce años de edad, plagio o secuestro en todas sus
formas, sabotaje, robo agravado, al reincidente de los delitos de portación ilegal de
armas de fuego de uso civil y/o deportivas, entre otros.

Son delitos graves, los contenidos en el Capítulo VII del Decreto Número 48-92 del
Congreso de la República de Guatemala, Ley Contra la Narcoactividad, mismos que en
esencia se refirien a los preceptos normativos establecidos desde el Artículo 35 al 53
del mismo, haciendo énfasis preciso en los siguientes: tránsito internacional, siembra y
cultivo; fabricación o transformación, comercio, tráfico y almacenamiento; posesión para
el consumo, promoción y fomento, facilitación de medios, alteración, expendio ilícito,
receta o suministro, transacciones e inversiones ilícitas, entre otros de trascendencia.

El Acuerdo Número 29-2011 de la Corte Suprema de Justicia, sobre la


clasificación de delitos y competencia de acuerdo a la reforma procesal penal contenida
en el Decreto 7-2011 del Congreso de la República y Leyes vinculantes, se establece
que de acuerdo con el Decreto Número 21-2009 Ley de Competencia Penal en Proceso

21
de Mayor Riesgo, se indica que son delitos graves, aquellos cuya pena es mayor de
cinco años de prisión y que no sean de mayor riesgo, según lo establece el artículo 3 de
la Ley de Competencia a la que se ha hecho mención en este mismo párrafo.

Los delitos de mayor riesgo comprenden los siguientes: genocidio, los delitos
contra personas y bienes protegidos por el Derecho Internacional Humanitario,
desaparición forzada, tortura, asesinato, trata de personas, plagio o secuestro,
parricidio, femicidio, delitos contemplados en la Ley Contra la Delincuencia Organizada,
delitos cuya pena máxima sea superior de quince años de prisión en la Ley Contra la
Narcoactividad.

Es de este cuenta que cobra notoriedad el hecho de que con este aspecto se
subsana el vacío eventual que se generaba en cuanto a las consideraciones para
valorar los delitos de esta ley y donde se presenta una amplia ambigüedad por delitos
como por ejemplo el de posesión para el consumo; con todo estos, dentro de dicho
artículo 3 también se contemplan los delitos de la Ley Contra el Lavado de Dinero u
Otros Activos, Delitos cuya pena máxima sea superior de quince años de prisión en la
Ley para Prevenir y Reprimir el Financiamiento del Terrorismo y los delitos conexos a
los anteriores.

Ahora bien en torno a las consideraciones que merecen destacarse sobre el


amaño deportivo como delito menos grave, es importante señalar que en los elementos
normativos del Artículo 1 del Acuerdo Número 29-2011 de la Corte Suprema de
Justicia, específicamente en la literal a, donde se indica que los delitos menos graves
son considerados aquellos cuya pena máxima de prisión sea hasta de cinco años, de
conformidad con lo dispuesto en el Código Penal y leyes penales especiales, siempre y
cuando no tengan competencia especializada para lo cual se ha creado un órgano
jurisdiccional específico.

De acuerdo con esta regulación, son competentes para conocer de los mismos,
los jueces de paz, de conformidad con el Acuerdo Número 26-2011 de la Corte

22
Suprema de Justicia, exceptuándose los casos especiales donde debe conocer un juez
de paz especializado en algún área específica, como sucede por ejemplo con el
procedimiento para los delitos cometidos por adolescentes.

Atendiendo estos preceptos, es importante puntualizar que en la legislación


guatemalteca, el delito de lavado de dinero u otros activos se encuentra plenamente
regulado en el Decreto Número 67-2001 del Congreso de la República de Guatemala,
específicamente en el Artículo 2 de la misma, en la cual se refiere que es la acción
típica, antijurídica de quien por si, por interpósita persona es decir por un tercero,
invierta, convierta, transfiera, transacciones financieras con bienes, dinero teniendo
conocimiento que proceden de la comisión de un delito.

De igual manera se destaca al respecto, quien adquiere, administre, tenga o utilice


bienes o dinero por su cargo, empleo u oficio o profesión teniendo conocimiento que su
origen es de la comisión de un delito, así también quien oculte o impida la
determinación de la verdadera naturaleza del origen de propiedad de bienes o dinero
que son producto de la comisión de un delito.

Derivado de lo anterior, en la ley en mención, se establece la responsabilidad del


delito y que en el mismo pueden incurrir tanto personas individuales como jurídicas,
detallando sobre estas últimas, una serie de personas en los que se enmarca el
concepto de persona jurídica, susceptible de imputar el delito de lavado de dinero u
otros activos, en virtud que al responsable de este delito, la ley le impone una pena de
prisión que va desde los 6 a 20 años y una multa igual al valor de los bienes o
instrumentos productos de la comisión del delito y también penas accesorias para ese
mismo delito, como por ejemplo el comiso, la pérdida o destrucción de los objetos
proveniente del delito, las costas y gatos, así como la publicación de la sentencia.

En este orden de ideas, es evidente que todos estos aspectos son los que en gran
medida generan la necesidad de replantear los propósitos de la investigación, en

23
cuanto redefinir el sistema de penas establecido en la ley para el caso de delitos de
lavado de dinero u otros activos en Guatemala.

2. Objetivos
2.1. Objetivo general
Establecer los factores jurídicos que promueven las excesivas sanciones en los delitos
de lavado de dinero u otros activos en el ordenamiento penal guatemalteco.
2.2. Objetivos específicos

f) Estudiar el marco jurídico y doctrinario relativo a las penas para el delito de lavado
de dinero u otros activos en la legislación guatemalteca.
g) Efectuar un análisis comparativo de la legislación latinoamericana y europea, sobre
las penas para el delito de lavado de dinero u otros activos.
h) Recolectar los criterios de jueces, fiscales y abogados litigantes, sobre la
desproporcionalidad de la pena que genera el impago de la multa correspondiente
en el delito de lavado de dinero u otros activos.

2. Supuestos de la investigación

a) Es preciso señalar que existen falencias o inconsistencias normativas dentro de la


Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros Activos y por ende se requiere establecer
los mismos a fin de comprender la incidencia que tiene en el sujeto activo, de tal
manera que servirá para la formulación del modelo de propuesta que permita
adaptar la legislación específica para este tipo de delitos.
b) Dentro del ordenamiento jurídico penal vigente, particularmente en la Ley Contra el
Lavado de Dinero u Otros Activos, son evidentes las excesivas sanciones que se
establecen para el delito respectivo, vulnerándose los principios de proporcionalidad
de las penas y dejando de manifiesto el uso excesivo del ius puniendi del Estado.
c) A través del cotejo de la legislación latinoamericana y europea, relativo al
establecimiento de las penas para el delito de lavado de dinero u otros activos, se
podrá conocer con precisión, la proporcionalidad correspondiente entre el delito y la

24
pena respectiva para el mismo.
d) De la recolección de información primaria y secundaria obtenida del criterio de
jueces, fiscales y defensores se podrá identificar las excesivas sanciones que se
producen en torno a la condena impuesta por el delito de lavado de dinero u otros
activos, circunstancia resultante del análisis comparativo que necesariamente debe
efectuarse de los criterios emanados por autoridades y expertos en la materia.

3. Bosquejo Preliminar de Temas

Introducción

CAPÍTULO I

1. Marco general del delito


1.1. Antecedentes
1.2. Definición
1.3. Elementos
1.4. Clasificación
1.5. Delito de lavado de dinero u otros activos
1.6. Regulación

CAPÍTULO II

2. Marco general de la pena para el delito de lavado de dinero u otros activos


2.1. Antecedentes de la pena
2.2. Definición
2.3. Características
2.4. Teorías acerca de la pena
2.5. Penas principales para el delito de lavado de dinero u otros activos
2.6. Penas accesorias
2.7. Desproporcionalidad en la legislación guatemalteca.

25
CAPÍTULO III

3. Legislación comparada de las penas en el delito de lavado de dinero u otros


activos
3.1. Legislación centroamericana
3.2. Legislación latinoamericana
3.3. Legislación europea
3.4. Factores de diferenciación

CAPÍTULO IV

4. Presentación y análisis de resultados sobre la desproporcionalidad de las penas


en el delito de lavado de dinero u otros activos
4.1. Entrevistas a juzgadores
4.2. Entrevistas a fiscales de la Fiscalía Contra el Lavado de Dinero del Ministerio
Público
4.3. Entrevistas a defensores
4.4. Formulación de propuesta para la equidad en las penas por el delito de
lavado de dinero u otros activos

Conclusiones
Referencias

1. Métodos y técnicas de investigación

Es importante destacar que debido al tipo de investigación y características de


la misma, se estima pertinente desarrollar la misma a nivel bibliográfico, consultando
diferentes textos y artículos relacionados con el tema de la desproporcionalidad de las
penas en el delito de lavado de dinero u otros activos, para el efecto es preciso

26
recurrir a las diversas obras de autores nacionales e internacionales, así como
documentales sobre el tema, circunstancia que permitirá conocer diferentes opiniones
respecto al tema en cuestión; todo lo anterior sobre la base del estudio doctrinario y
jurídico, requiriéndose consultar la normativa constitucional, ordinarias y reglamentaria
de carácter nacional e internacional respecto al tema de la investigación, para
fundamentar legalmente la misma y generar juicios validos que permitan comprender
con precisión la problemática expuesta.
Se realizará además investigación de campo, específicamente en expedientes
de casos concretos en la Fiscalía Contra el Lavado de Dinero del Ministerio Público,
Tribunal de sentencia, a fin de indagar sobre las sentencias por el delito de lavado de
dinero u otros activos. De igual forma es preciso acceder a sentencias emitidas sobre
este particular, durante el período de 2011 a 2018, a efecto de establecer la
desproporcionalidad de las penas en el delito de lavado de dinero u otros activos.

Se utilizarán los métodos analítico, sintético e inductivo-deductivo.

a. Método analítico: a través de este método se podrá descomponer en partes


la información obtenida en el proceso investigativo, a fin de efectuar la
comparación de los aspectos jurídicos y doctrinarios vinculados con la
problemática de estudio.

b. Método sintético: Con el uso del presente método se facilitará la articulación e


integración del análisis anterior entre la doctrina, la ley y la realidad respecto al
tema que se trata. Acorde con ello, puede decirse que la síntesis es un
procedimiento mental que tiene como meta la comprensión cabal de la esencia de
lo que ya se conoce en todas sus partes y particularidades.

c. Método inductivo: A través de éste método se describirán las características


generales a partir de las singulares, se basará en la observación y
la experimentación de hechos y acciones concretas para así poder llegar a una

27
resolución o conclusión general sobre estos; es decir en este proceso se comienza
por los datos y finaliza llegan a una teoría.

d. Método deductivo: a través del mismo se partirá de lo general hacia las


características singulares del tema objeto de estudio. De esta manera, en la
estructuración del bosquejo preliminar de temas, se parte de la teoría sobre el
tema (nacional e internacional) a la realidad actual (aplicación de la legislación y
verificación del impacto que la temática tiene en la solución de los problemas
nacionales, siempre dentro de ámbito de la desproporcionalidad de las penas en el
delito de lavado de dinero u otros activos.

1. Cronograma de actividades

Temas Actividades Tiemp


o
CAPÍTULO I: Marco
general del delito

CAPÍTULO II
Marco general de la
pena para el delito de
lavado de dinero u
otros activos
Seleccionar y
CAPÍTULO III.
recopilar material
Legislación comparada
bibliográfico.
de las penas en el
delito de lavado de Estudiar las Del 1 de agosto al 15 de
dinero u otros activos. obras seleccionadas. septiembre de 2019.

CAPITULO IV. Redactar los


Presentación y puntos que
análisis de componen
resultados sobre la los capítulos.
desproporcionalidad
de las penas en el Teclear la información.
delito de lavado de
dinero u otros
activos.

28
Fuente: elaboración propia. Investigación 2019.

9. Estimación de recursos
Durante la investigación, se requiere disponer de una serie de recursos, entre los
cuales deben tomarse en cuenta recursos humanos, físicos y financieros, de los cuales
se hará uso para facilitar el desarrollo y estructuración capitular del informe final de
tesis, permitiendo con ello, comprobar o refutar la hipótesis planteada.
a) Humanos
En virtud que el estudio contemplado, requiere del énfasis prioritario del recurso
humano correspondiente, en el ámbito de su competencia. En ese orden de ideas, se
considera un Estudiante de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y Docentes
Supervisores del área de Tesis, de la Universidad San Carlos de Guatemala.

b) Físicos y materiales
A fin de concretar el proceso investigativo, se estima pertinente disponer de una
serie de recursos físicos de los cuales se hará uso necesariamente durante la
recolección e integración de la información, entre estos, papelería y útiles, instalaciones
de la universidad y otros necesarios.

c) Financieros
Para recopilación de información e integración del informe final de tesis, se
incurrirán en los siguientes gastos:

Recursos financieros
Elaboración de Tesis de Graduación
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Escuela de Estudios de Posgrado
Año: 2019
Descripción del recurso Unidad Costo
Costo unitario
total
Resmas de Papel 4 35.00 140.00
Lapiceros 4 1.50 6.00
Cartuchos tricolor 2 250.00 500.00
Impresora 1 2500.00 2500.00
Folders 10 0.60 60.00
29
Engrapadoras 1 30.00 30.00
Caja de grapas de 1000 piezas 1 25.00 25.00
Leitz 1 20.00 20.00
Cd’s grabables 50 1.50 75.00
Fotocopias 200 0.25 50.00
Impresión final de Tesis 50 30.00 1,500.00
Gastos de Transporte 15 60.00 900.00
Gastos Varios 1 3000.00 3000.00
TOTAL Q 8,856.00
Fuente: elaboración propia, con base a cotizaciones realizadas.

Referencias

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Heliasta.

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Cuello Calón, E. (1968). Derecho Penal. Parte general. Barcelona, España: Bosch.

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Guatemala, Guatemala: Magna Terra.

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Plascencia, V. R. (2004). Teoría del delito. México D.F.: Universidad Nacional


Autónoma de México.

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Quintanilla, G. (1991). Derecho penal mexicano. Parte general. México, D.F.: Porrúa.

Rosal, J. D. (1978). Tratado de derecho penal español. Madrid, España: Villena.

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