Acuerdo-Plenario-05-2023-23CIJ-112

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1.

Análisis

La prescripción penal es una institución jurídica que establece un límite de tiempo


durante el cual el estado puede perseguir o ejecutar la sanción penal por la comisión
de un delito; una vez transcurrido el plazo, el derecho del Estado para enjuiciar o
ejecutar la pena se extingue, garantizando así seguridad jurídica y evitando
procesos penales indefinidos (Meini, 2009). Y así como la prescripción se encuentra
vinculada a los efectos que genera el paso del tiempo, existen factores, como la
existencia de otras actuaciones paralelas, que afectan al juicio penal e implican la
detención temporal del cómputo del plazo de prescripción.

Es precisamente en atención a la vital importancia de esta institución que surge, en


nuestro sistema judicial penal, la necesidad de lograr un mecanismo que pueda
adaptarse a las características de cada caso sin comprometer la justicia ni el
derecho a un juicio rápido. En este contexto, el Acuerdo Plenario N° 05-2023/CIJ-
112 abordó una cuestión trascendental para nuestro sistema penal: la suspensión
del plazo de prescripción de la acción penal en el marco de la Ley 31751. Dicha
normativa estableció un límite de un año para la suspensión del plazo de
prescripción, lo que generó un amplio debate sobre su impacto en la justicia y la
protección de los derechos fundamentales, tanto de los acusados como de las
víctimas. Frente a esto, el acuerdo plenario analiza la constitucionalidad de la
Ley 31751 y su viabilidad en el proceso penal.

En vista de ello, el presente trabajo tiene como objetivo exponer los argumentos
presentados por el Acuerdo Plenario respecto al análisis de la Ley. Este análisis
identifica las implicancias legales y constitucionales de la suspensión del plazo de
prescripción, así como su impacto en la administración de justicia en nuestro país.
Para ello, se toma en cuenta el test de proporcionalidad aplicado a la ley en
cuestión, con el fin de determinar su constitucionalidad, el tratamiento de los casos
penales complejos y la capacidad del sistema judicial para investigar, esclarecer y
sancionar adecuadamente los delitos.
2. Análisis de los fundamentos jurídicos

A continuación se realiza un análisis de los fundamentos establecidos por el


acuerdo plenario como doctrina legal. Empezamos con el décimo quinto
fundamento, que establece que la prescripción es una forma en que el Estado
autolimita su poder punitivo. Es decir, esta limitación está basada en el transcurso
del tiempo ya que debilita la relación entre el delito y la necesidad de imponer una
pena (Missiego del Solar, s.f). Por su parte, Bustos Ramirez señala que la
prescripción está ligada a uno de los principios informadores más importantes del
Derecho Penal, como el concepto mismo de necesidad de la pena, pues considera
la relación del injusto como la del sujeto responsable, desde la facultad punitiva del
Estado, y por es ello que no existe obstaculo para estimar que en determinados
casos se da la imprescriptibilidad, como en los delitos de lesa humanidad, genocidio
y crimenes de guerra.

El vigésimo y vigésimo primer fundamento señalan que la Ley 31751 introduce un


plazo fijo para limitar la suspensión de la prescripción de la acción penal a un año.
Este tiempo estipulado no tiene fuentes en nuestro derecho nacional o en el derecho
comparado; pues desde el Código Penal de 1924 (siguió la fuente suiza que inspiró
gran parte de nuestra normativa) se determinó que el plazo de suspensión de la
prescripción se dará en función a la suma de la pena más grave del delito objeto del
proceso y su mitad. En atención a ello, se buscó determinar, si la limitación que
establece la ley es proporcional, si la Constitución permite que este poder sea
ejercido por el legislador, y sin con ello se afectó negativamente una norma
constitucional con infracción al llamado test de proporcionalidad.

El vigésimo segundo fundamento logra precisar que la fijación de un determinado


plazo concreto no puede dejar de tener en cuenta la gravedad del delito, su nivel de
alarma social, ni las dificultades para su esclarecimiento. Pues, delitos como los
relacionados con la administración pública, crimen organizado o delitos económicos
pueden requerir periodos de investigación prolongados, como la cooperación
internacional o auditorías, que justifican una suspensión más flexible de la
prescripción. En ese sentido, limitar irracionalmente los plazos a un determinado
periodo podría generar impunidad en delitos complejos, lesionando el interés público
y los derechos de las víctimas.
El vigésimo tercero y vigésimo cuarto fundamento precisa que el legislador está
sujeto a una doble vinculación; el primero, la vinculación formal, referido a que el
legislador debe seguir el procedimiento adecuado y tener la competencia para dictar
leyes; respecto a este criterio, la Ley 31751 fue emitida por la autoridad competente,
respetando el procedimiento establecido y garantizando así su validez. El segundo,
la vinculación sustantiva, menciona que el legislador debe garantizar que las leyes
sean adecuadas, necesarias, proporcionadas y que respeten los derechos
constitucionales, aquí el análisis se enfoca en el principio de proporcionalidad.

Del análisis de la Ley 31751 publicada el 25 de mayo del 2023, se obtuvo como
resultado que esta no superó el test de proporcionalidad en ninguno de sus tres
elementos (idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto). Pues,
limitar la suspensión de la prescripción a un año, no es muy adecuado si se toma en
cuenta la complejidad de ciertos delitos, los cuales pueden requerir plazos más
largos para su investigación y resolución. Además, no se ha tomado en cuenta que
existen en otros países regulaciones que ofrecen plazos más amplios y flexibles
ajustados a la complejidad del delito. Es por eso que los beneficios de la ley no
superan los costos, ya que si se limita la suspensión a un año podría facilitar la
impunidad en casos de delitos graves, afectando los derechos de las víctimas y
generando una protección excesiva para los imputados a expensas de la correcta
administración de justicia.

El vigésimo quinto fundamento acorde a lo expresado por Grández (2009), señala


que el principio de proporcionalidad ha sido adoptado por nuestro Tribunal
Constitucional, quien lo describió como un principio general del derecho que debe
ser evaluado en todos los ámbitos legales. Ese principio se encuentra reconocido en
el artículo 200 de la Constitución, y su aplicación no se limita solo al análisis de
actos que restringen derechos en un estado de excepción; sino que también es
aplicable a cualquier acto que limite un derecho subjetivo de la persona. Es aquí
donde nace el test de proporcionalidad, cuyo objetivo es establecer una relación de
preferencia que dependa de las circunstancias de un caso específico, actuando
como una premisa mayor que resuelve el asunto planteado (Grández, 2009).
Tomando en cuenta lo antes expuesto, podemos entender lo establecido en el
vigésimo quinto fundamento, donde se apertura el análisis de los tres subprincipios
que componen el test de Proporcionalidad aplicado a la Ley 31751. Dicho análisis
comienza con la perspectiva del principio de idoneidad, concluyendo que el
establecer un tiempo máximo de la suspensión del plazo de prescripción del delito
no fue el medio más apropiado para lograr liberar de responsabilidad penal, ello
considerando que existe en Derecho Comparado, regulaciones más adecuadas en
donde se reconocen plazos más latos al tomarse en cuenta las complicaciones que
pueden existir en la dilucidación de los actos previos a la formalización de la causa y
en el transcurso del procedimiento.

Por otro lado, desde la óptica del subprincipio de necesidad o indispensabilidad, el


año como tiempo máximo de la suspensión del delito, no resulta ser la medida
menos restrictiva del bien o interés jurídico (protección de la seguridad pública),
pues existen otras medidas que son más eficaces para equilibrar los derechos,
garantías y bienes jurídicos constitucionales; como lo son la libertad personal,
seguridad jurídica, tutela jurisdiccional, debido proceso, entre otros.

Finalmente, desde el ángulo de la proporcionalidad en sentido estricto o


ponderación, la citada Ley no mantiene un balance entre las ventajas y desventajas
de adoptar la medida impuesta. El plazo abstracto es demasiado breve, en especial
si se toma en cuenta del delito objeto del proceso penal y la duración de las causas
que requieren mayores pasos previos. En ese sentido, es mayor el perjuicio al
interés general, pues se propicia la impunidad al no dar al sistema de Administración
de Justicia una oportunidad razonable para esclarecer, juzgar y decidir si un
ciudadano realmente ha cometido un delito.

El vigésimo sexto fundamento establece lo expresado por el Derecho Internacional


Penal, que en lo que respecta a los delitos de importancia mundial, como lo son la
delincuencia organizada y la corrupción, prevé la necesidad regular plazos de
prescripción prolongados, más aún cuando el presunto delincuente eludió la
administración de justicia. En suma, los preceptos internacionales fijan pautas sobre
la prescripción sobre estos delitos especiales, siendo que los plazos tanto para la
suspensión como la interrupción deben tratarse con una lógica distinta y un enfoque
alternativo acorde a su nocividad social.

El vigésimo noveno y el trigésimo fundamento reconocen que existen situaciones


en las que el proceso penal queda condicionado por obstáculos procesales que
impiden al juez iniciar o continuar con el procedimiento penal; los cuales al surgir en
el transcurso de un proceso, justifican la suspensión temporal de la acción penal.
Dichas situaciones, buscan garantizar que el proceso penal se lleve a cabo de
manera adecuada, respetando los derechos fundamentales de los involucrados y
permitiendo que las cuestiones previas o externas que afectan el fondo del asunto,
se resuelvan antes de continuar con el juicio.

Por último, en el trigésimo primer el tribunal reitera la importancia de evitar que


las causas procesales que detienen la acción penal se prolonguen sin un límite
claro, estableciendo que cualquier suspensión debe estar sujeta a un plazo
razonable. Lo cual se encuentra en concordancia con lo anteriormente estipulado en
el Acuerdo Plenario 01-2010/CJ-116, donde se estableció que no puede haber un
plazo indeterminado para la suspensión de la acción penal; es por eso, que al limitar
el plazo de suspensión al plazo ordinario de prescripción más la mitad, se garantiza
que los procesos no se paralicen de forma indeterminada, preservando así la
eficacia del sistema judicial y previniendo la afectación de derechos fundamentales.

3. Opinión grupal

Nos encontramos a favor de lo expuesto en el Acuerdo Plenario 05-2023/CIJ-112,


ya que consideramos que la Corte Suprema ha adoptado una postura que busca
equilibrar tanto los derechos del imputado como el interés general de hacer justicia.
Al declarar la inconstitucionalidad la Ley 31751 por favorecer en exceso al imputado,
frente al costo que implicaría a la justicia, la Corte ha tomado en cuenta varios
aspectos clave. Por un lado, que la imposición de un plazo estricto podría conducir a
la impunidad, ya que delitos complejos, que requieren más tiempo para su
investigación y resolución, quedarían sin juicio debido a esta limitación. Por otro
lado, la Corte enfatiza que la suspensión del plazo de prescripción no debe aplicarse
automáticamente en todos los casos, sino que debe evaluarse individualmente,
considerando la necesidad de una adecuada investigación y enjuiciamiento.
Finalmente, al declararse inaplicable la Ley 31751 por su inconstitucionalidad,
vuelve a regir lo dispuesto en el Acuerdo Plenario N° 03-2012/CIJ-116, que
establece una regulación más prudente de los plazos, permitiendo que la
suspensión pueda extenderse hasta una mitad más del tiempo ordinario de
prescripción del delito.

En conclusión, al calificar la ley como desproporcionada e inconstitucional por limitar


arbitrariamente los plazos de prescripción y suspensión de la acción penal, la Corte
determinó que los jueces deben priorizar las normas constitucionales que protegen
la seguridad pública. Esto refuerza nuestra postura, ya que ninguna ley
desproporcionada que obstaculice la investigación y el enjuiciamiento de delitos
graves debería aplicarse.

4. Conclusiones

Como grupo hemos llegado a concluir que la prescripción suprime la obligación del
acusado de someterse a una pena o medida de seguridad, ya que el valor
preventivo y disuasorio de la pena disminuye con el tiempo. En efecto, la
prescripción no sólo libera al acusado de la pena, sino que también actúa como una
forma de limitar el poder del Estado (IUS PUNIENDI) para seguir ejerciendo su
potestad punitiva cuando ya no es necesario.

Se determina que la Ley 31751 resulta desproporcionada e inconstitucional en base


al análisis realizado en torno a ella mediante la aplicación del test de
proporcionalidad, el cual consta de tres subprincipios: necesidad, idoneidad y
proporcionalidad en sentido estricto o ponderación. Cada uno de ellos fue analizado
en base a lo establecido por la normativa citada, concluyéndose que existen otras
medidas más adecuadas propuestas en el Derecho comparado y que el costo que
implicaría a la justicia sería excesivo en comparación al beneficio que se le brindaría
al acusado. Es decir, la ley no aprobó el test y, por tanto, no puede ser considerada
constitucional.

Finalmente, se concluye que al limitar la suspensión de la prescripción penal a un


año, es desproporcionada e inadecuada para casos complejos. Aunque cumple con
los requisitos formales, no supera el test de proporcionalidad porque no toma en
cuenta la gravedad de ciertos delitos, lo que puede llevar a la impunidad. Además,
existen alternativas menos restrictivas y más justas que podrían equilibrar mejor los
derechos de los acusados y las necesidades de la justicia. La ley, al favorecer en
exceso a los imputados, sacrifica la posibilidad de una persecución penal efectiva en
delitos graves.

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