Ensayo Final

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Universidad Central

Diana Sofía Vargas Corredor


Sujeto y comunicación
El sujeto en el mundo de la comunicación

El sujeto desde su existencia ha sido la razón de estudio en diferentes campos del


conocimiento, puesto que su complejidad ha generado cuestionamientos frente al
comportamiento de los individuos y su relación con los otros. Esto ha llevado a identificar
un patrón de conducta ligado a la historia que se ha ido forjando con los años, donde se
estipula una única forma de conocer y comprender la realidad del mundo para así sobrevivir
dentro del caos natural. A pesar de ello, a lo largo del desarrollo humano, han surgido
diversas perspectivas de como acoplarse al mundo siendo diferente a lo instituido a través
de luchas, puesto que la naturaleza impuesta es un constructo social, emprendido por la
comunicación y divulgación de aquellos que han manejado la elite del poder en la sociedad
y que han generado un control sobre los cuerpos. A partir de esto, es necesario analizar
cómo se ve inmerso el sujeto en el mundo de la comunicación.

En primera medida se debe entender que el sujeto más allá de albergar un


significado único e indispensable es el resultado de las relaciones de poder contempladas en
“una forma de poder que subyuga y somete” (Foucault, 1988, pág. 7). Un concepto
producto del proceso histórico y cultural direccionado por aquellos que dominan,
proyectándose a unificar las identidades, a partir de herramientas discursivas o desde las
instituciones de poder, puesto que son las familias, las instituciones educativas, la iglesia,
entre otras, quienes nos dan el primer acceso de conocimiento ante lo que se considera
bueno y malo, pues actúan como un ente esencial para adaptar “una forma de poder
individualizadora y totalizadora” (Foucault, 1988, pág. 8). Es decir, instituciones que tienen
un papel fundamental para la adecuación y reproducción de patrones específicos y
canonizados, con el objetivo de aceptar una única concepción del ser humano y su
comportamiento, puesto que de esta forma el mundo económico de hoy en día se extenderá
con facilidad, permitiendo la evolución del capitalismo basado en estereotipos como
herramienta para subvalorar lo diferente.
De este modo, la exclusión impuesta a lo diferente ha hecho posible el surgimiento
de resistencias en contra de la autoridad como “un rechazo de estas abstracciones, de la
violencia estatal económica e ideológica que ignora quienes somos individualmente”
(Foucault, 1988, pág. 7), pues estas vulneraciones han afectado en la calidad de vida de los
individuos que se han contemplado como los “otros”, dado que las relaciones de poder
estipuladas actúan en forma de castigo hacia lo diferente, a través de actos performativos
que “son formas del habla que autorizan: la mayor parte de las expresiones performativas,
por ejemplo, son enunciados que al ser pronunciados, también realizan cierta acción y
ejercen un poder vinculante” (Butler, 1993, pág. 316). Esto se puede ver en distintos
espacios de la cotidianidad, tales como el de un juez al citar una ley, puesto que esto le
confiere un poder para imponer, debido a la autoridad textual, como también en manuales
de convivencia o inclusive la misma biblia, actos performativos y comunicativos que
infieren poder heteronormativo.

A pesar de esto, aquello que se ha encapsulado en lo anormal y diferente, a buscado


“reivindicar el poder de nombrarse y determinar las condiciones en que deba usarse ese
nombre” (Butler, 1993, pág. 320) puesto que de este modo será reconocido como “alguien”
y tendrá acceso a derechos fundamentales que han sido arrebatados a causa de intentar
llevar a cabo el exilio y finalmente extinción de lo “otro”. En esta línea, los sujetos
abyectos han transformado diferentes concepciones acerca de términos como queer, mujer,
discapacitado o racializado, los cuales hasta el son de hoy habían sido interpretados como
lo indeseable. Esta lucha se da por el miedo de vivir en carne propia el abuso y la exclusión
de todos aquellos que permitieron que los rasgos heteronormativos fueran la herramienta
que indicara el límite de seguridad frente a lo aceptado.

Sin embargo, aunque la otredad sea un factor catalogado como desnaturalizado, es


en realidad un reflejo de que las identidades impuestas “nunca se asemeja por completo a la
norma” (Butler, 1993, pág. 326). Sin embargo, diferentes hechos históricos como por
ejemplo el SIDA en lo queer, ha hecho repudiar la noción de lo diverso, imponiendo
estéticas y comportamientos como una salvación, pues se abstiene ante “un Estado
todopoderoso que nos infantiliza, interviene en todas nuestras decisiones, por nuestro
propio bien” (Despentes, 2006, pág. 14).
En esta línea, el control de los cuerpos y su cosificación ha sido una vía vital para la
que la autoridad decida como deben ser los sujetos en su exterioridad, conceptualizando la
anormalidad y la normalidad desde una comunicación comportamental y visual. Pues, por
ejemplo, dentro del binarismo entre la feminidad y la masculinidad la expresión del cuerpo
será un eje vital para dignificar a una persona, a partir de una constante comparación entre
los roles de mujer contemplando y actuando frente a una feminidad definida y los hombres
ante su masculinidad y virilidad. Secuencias aplicadas en diferentes campos de la vida
cotidiana, como por ejemplo en las relaciones interpersonales y la vida sexual de los
individuos. Estas imposiciones se esparcen a través de diferentes mecanismos, como el
control de las masas a partir de medios audiovisuales donde se “genera emociones por
medio de ciertos relatos elaborados culturalmente que ponen en marcha mecanismos de
identificación con los personajes, la trama, las intenciones de los personajes y la
subsiguiente simulación emocional” (Illouz, 2011, pág. 277). Es decir que se transmite una
idea de ciertas aptitudes visuales que se deben mantener para lograr una vida perfecta, que
se adapte a las metas que cualquiera dentro de la sociedad debe cumplir para gozar de lo
que un mundo consumista ofrece.

De esta forma, es importante recalcar que el mundo capitalista de hoy en día se ha


construido con base a estigmas y patrones que rebozan en el patriarcado, la homofobia y el
racismo, por lo que los ideales que se plantean en un mundo actual y sus tecnologías no son
alcanzables y generan una constante decepción ante la creación de proyectos de vida
funcionales, descalificando no solo a lo “otro” sino también sometiendo a lo “normal” a
cumplir con expectativas institucionalizadas para obtener el control de sus cuerpos. Es así
como por medios tecnológicos se reconstruye constantemente una performatividad de lo
que debemos ser, puesto que “cada vez más evaluamos nuestra propia vida "según el grado
con que satisface las expectativas narrativas creadas por el cine"” (Sibilia, 2008),
evidenciando que la proyección de la heteronormatividad como una normalidad en la vida
de los sujetos es en la actualidad producto de los medios, quienes quieren constituir los
cánones a través de la moda y la reproducción de patrones. Así, existe un control desde los
aspectos más mínimos del ser humano, por ejemplo, aquello que consume en los medios
visuales y en los mercados.
En concordancia a lo anterior, el mundo se ha visto coaccionado por la tecnología y
sus herramientas tales como las redes sociales que cada día hacen que la sociedad sea más
participe y dependiente de ellas. Aunque han traído beneficios para el desarrollo humano,
son un arma de doble filo que implanta y salvaguarda ideales que de no cumplirse
condenaran a ser restringidos, cancelados, o al exilio social. Por otro lado, como se
resaltaba al inicio, se han convertido en una herramienta de comunicación esencial, que ha
servido para informar y presentar una perspectiva del mundo donde se percibe diferentes
tipos de vida donde los individuos se definen fuera de las identidades inculcadas,
demostrando que la desnaturalización a la que fueron sometidos por años era una visión
única e inalcanzable. Es así como el poder mediático ha sido un soporte para lo “otro”; una
oportunidad de escuchar a la resistencia que se ha opacado por años. Uno de los ejemplos
más claros de este proceso son las luchas feministas que, desde cierta perspectiva, de las
múltiples que se han dado a conocer en los últimos años, es “una revolución, ya en marcha.
Una visión del mundo, una elección. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las
mujeres a las pequeñas conquistas de los hombres, sino de mandar todo bien a la mierda”
(Despentes, 2006, pág. 60). De esta manera se erradica la existencia de una sola vía de la
comunicación y se amplia para que sea una herramienta de todos para todos.

En conclusión, la comunicación ha sido el medio por el cual se han impuesto


modelos estrictos de desarrollo que deben tener los sujetos y sus acciones. Así, se han
utilizado diferentes mecanismos desde el poder vinculante y discursivo que se mantiene en
sitios forjadores de identidad como lo son las instituciones de poder, para imponer normas
construidas desde un discurso heteronormativo. Este imperativo ha vulnerado la aparición
de otras identidades y estilos de vida que han surgido en diferentes contextos, desvalorando
su capacidad humana y llevándolos a concebir un proceso de otrificación. Sin embargo,
aquellos sujetos ubicados en la anormalidad han podido hacer uso de la comunicación y de
herramientas actuales como la tecnología para reivindicar la noción que la sociedad tiene
ante sus cuerpos, y aunque los medios han servido también como una ayuda para implantar
la heteronormatividad, abre la posibilidad de contener visiones diferentes a lo impuesto. Es
de esta forma, que los nuevos medios de comunicación masiva abren la posibilidad de que
exista más de un canal a la vez. Es el comienzo de la era de la diversidad enmarcada en
dispositivos creados para la prolongación de la otrificación, pero que hoy cambian el rumbo
de la historia a una inclusión beneficiosa para los cuerpos en un espectro general.

Bibliografía
Butler, J. (1993). Acerca del termino "Queer". En J. Butler, Cuerpos que importan (págs.
313- 339). Paidós.
Despentes, V. (2006). Teoría King Kong. Editorial El Asunto.
Foucault, M. (1988). El sujeto y el poder. En M. Foucault, El sujeto y el poder (págs. 3-20).
Universidad Nacional Autónoma de México.
Illouz, E. (2011). Por qué duele el amor. En E. Illouz, Por qué duele el amor. Una
explicación sociológica (págs. 259- 281). Capital intelectual .
Sibilia, P. (2008). Yo narrador y la vida como relato . En P. Sibilia, La intimidad como
espectáculo (págs. 35-63). Fondo de Cultura Económica.

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