Discursividades Perspectiva de Género-Preinscripcion
Discursividades Perspectiva de Género-Preinscripcion
Discursividades Perspectiva de Género-Preinscripcion
Resumen:
La modernidad posee formas singulares de discursividad somática que han constituido
regímenes de saber/poder sobre el cuerpo generizado, socialmente situadas e
históricamente determinadas. Las narrativas producidas socialmente frente a asuntos
como la identidad, la sexualidad, los roles y el lugar de las feminidades y las
masculinidades en las prácticas corporales, llevan a re-pensar algunas supuestas
verdades con relación a la constitución social del género, en la comprensión de que
tales significaciones no son universales o fijas, por el contrario, emergen en
consonancia con los lugares, los tiempos y las circunstancias corporales en las que son
producidas, pues acontecen en el cuerpo.
Palabras claves: cuerpo, género, sociedad, escuela, dispositivo, discursividades.
Abstract:
Modernity has unique forms of somatic discursivities that have been constitute regimens
of knowledge and power about the gendered body, social and historically situated. The
socially produced narratives against issues such as identity, sexuality, roles and the
place of the femininity and the masculinity in bodily practices, lead to re - think some
supposed truths in relation to the social constitution of the genre, on the understanding
that such meanings are not universal or fixed, on the contrary, emerge in line with
places times and personal circumstances in where they are produced, as they occur in
the body.
Keywords: body, genre, society, school, somatic discursivities.
INTRODUCCIÓN
A partir de la enorme libertad y de la multiplicidad de temáticas con que se tratan hoy
socialmente los cuerpos en el ámbito del sexo, de la diversidad de género y de las
posibilidades humanas de expresión somática intercorporal, se podría pensar que
estamos en una sociedad más abierta y más tolerante a la divergencia en general, y a la
sexual en particular. A juzgar por lo que en los últimos tiempos se testimonia, se ha
puesto de moda lo “queer”1, lo raro, lo “a-normal”, o lo que se sale de lo “normalizado”,
lo diferente, y lo “ex-céntrico”, en términos de las prácticas, los imaginarios y las
posturas y perspectivas frente al articulado sexo/género/erotismo y a sus múltiples
expresiones. Por un lado estamos frente a una discursividad polisémica en tanto saber y
en tanto experiencia somática: gays, Drag Queens, hermafroditismo, transexualidad,
transgenerismo, intersexualidad, lesbianismo, homosexualismo, comunidades LGTBI2,
etc.; y por el otro, a dominios de manifestación que aparecen todavía como distantes e
incomprensibles: deseos transgresores, erotismo transitorio, pospornografía, cibersexo,
sexting, sexohibridación, etc., que se hacen visibles a través de la literatura, el cine, el
arte visual, la música y el video, pero también en la vida cotidiana. Cuando esta
diversidad toma cuerpo a la luz de actuaciones radicales y de cuerpos atrevidos, los
viejos prejuicios se desdibujan y la política heteronormativa parece perder terreno.
1 Ya hoy en día, podemos ver que algunas comunidades de intelectuales feministas interesadas en estos
temas específicamente se hacen llamar “cuir”.
2 LGTBI: lesbianas, gays, transgéneros, bisexuales e intersexuales.
sociedad moderna posee formas singulares y específicas de discursividad que
devienen regímenes de saber/poder o dispositivos para generizar el cuerpo. Michel
Foucault propone el dispositivo como objeto de descripción del poder y lo presenta
como “la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos:
discursos, instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas administrativas,
enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no-
dicho” (Castro, 2004, pp. 98-99) y como la naturaleza del nexo que puede existir entre
ellas. El dispositivo deviene agenciamiento colectivo de enunciación en donde los
regímenes de signos, las máquinas de expresión (Lazzarato, 2006) actúan como
ruedas del agenciamiento en razón de su “decibilidad” implícita. Este modo de ser de la
enunciación (decibilidad implícita), se logra en virtud de la “repetibilidad” de lo
enunciado, pues a pesar de que emerge en diferentes ámbitos y se transforma, se
mantiene. Tales decibilidades señalan la necesidad de pensarnos de conformidad con
el ambiente del que hacemos parte y de acuerdo con los usos y costumbres de
aquellos que nos precedieron, de tal manera que se moldea un cuerpo y se lo instala
dentro de una cultura somática que lo hace portador de un género femenino o
masculino y que lo identifica y lo autoriza para desempeñarse socialmente –roles- y
actuar en consonancia –prácticas corporales-.
(…) siempre hago referencia a la construcción cultural de lo femenino. Pero el trasfondo es cómo
de la historia de lo femenino y de la historia de lo masculino construimos nuestras identidades
contemporáneas (…) me inspiro en Brigitte Bardot porque es un referente de la feminidad de mi
época (…) conozco sus película, su entorno cinematográfico (…) Entonces yo me parezco es a la
actriz que sale en sus películas no necesariamente a la Brigitte que es una persona de carne y
hueso (Baptiste, 2015)3
Estos actos eran parte de una categoría social muy amplia, dice Goldberg, de una lista
muy heterogénea de prácticas corporales que terminan nombrándose con una palabra
que las reduce y las condena a una sola realidad semántica: sodomía. El
agenciamiento que se instituye vía el dispositivo, es un engranaje que resulta de la
afectación recíproca entre saber y poder y de los efectos que esta reciprocidad produce
habitual.
[poder del saber: saber experto / saber del poder: poder ilustrado] Las discursividades
de las que hemos venido hablando están fechadas en tanto son social e históricamente
situadas y queremos tratarlas dentro de regímenes específicos de saber/poder en la
escuela moderna y a propósito de un asunto en particular: los saberes acerca del
cuerpo en la perspectiva de una cultura de género. Frente a lo anterior dice Butler:
Las narrativas referidas al “género” más que un saber son una voluntad de saber en
tanto son producto de una actitud ilustrada propia de la modernidad, pero también
porque son emergencia de dispositivos que naturalizan modos de saber hegemónicos
acerca de mujeres y hombres. El género así puede asumirse como mecanismo que
naturaliza estas dicotomías: masculino/femenino – hombre/mujer – macho/hembra, a
través de discursos médicos y saberes disciplinares especializados (higiene, urbanidad,
educación física, psicología, pedagogía, puericultura, etc.), controlados por el poder
administrativo y económico del Estado y tramitados por la escuela y la familia entre
otras instituciones, para delinear un cuerpo ciudadano atendiendo a diferencias
anatómicas, fisiológicas y de género (decibilidades que delimitan roles culturalmente
instituidos) con el objetivo de establecer una clara división sexual del trabajo, en donde
el hombre va a entenderse como el sujeto productivo y la mujer quedará encargada de
la administración del hogar. La entrada del concepto de género al movimiento
feminista, sobre el cual volveremos luego, le otorgará un escenario contundente de
lucha tanto teórica como política:
El cuestionamiento a la fórmula biología es destino formó parte importante de un modelo teórico
de explicación de las diferencias entre varones y mujeres y dio un sostenido empuje a las
estrategias feministas a partir de los años ’60 (…) Las voces de las mujeres lesbianas y también
las voces de las mujeres negras, serán las primeras en denunciar a un feminismo que, tras la
categoría Mujer, no reconoce la singularidad que asume la subordinación en virtud de la raza, la
clase y/o la elección sexual (Fernández, 2003, p.138)
Como se ve, también las desnaturaliza y las deconstruye (a las dicotomías) ya que
lejos de tener garantizada su verdad, se van enredando en las lógicas de un campo
estratégico de fuerzas, distante y extraño en donde están tejidos cuerpos inmersos en
juegos móviles y desiguales que actúan al margen de esa voluntad de saber siguiendo
sus propias lógicas, las lógicas del poder. (Mallarino, 2012). Es esta condición del
saber/poder que preside lo legítimo/ilegítimo y lo central/periférico lo que ha sido
contexto propicio para el ejercicio de los llamados dispositivos. Un análisis crítico
acerca de la naturaleza de la presencia corporal en la escuela se pregunta por las
corporalidades que la habitan y por los desafíos que enfrenta al momento de pensar
una educación para la sexualidad y el género en el contexto de la formación ciudadana
y en consecuencia, es inminente leer desde esta perspectiva el andamiaje institucional
que sostiene a la escuela. “Algunas personas me han preguntado para qué sirve
incrementar las posibilidades del género. Generalmente contesto que la posibilidad no
es un lujo; es tan crucial como el pan” (Butler, 2006, p. 51).
Tiene que existir la posibilidad de admitir y afirmar una serie de “materialidades” que
correspondan al cuerpo (…) el carácter innegable de estas “materialidades” en modo alguno
implica qué significa afirmarlas en realidad, que matrices interpretativas condicionan, permiten y
limitan esa afirmación necesaria (Butler, 2002, p.108)
5 Vamos a ver como el saber necesita ser agenciado, esta es la condición que lo hace posible. La
condición del saber de ser agenciado es lo que configura una discursividad (régimen de verdad) en tanto
emerge porque hay fuerzas que lo instituyen y que a la vez necesitan de él para expresarse.
realidad de los inacabables y a menudo contradictorios procesos del individuo, para
comprender su mundo (Merleau-Ponty, 2003).
Hacia los años 60´s emergen movimientos sociales con un carácter global6 que
empiezan a sentar la premisa de un cuerpo que no está dispuesto a ser la
consecuencia de una normatividad sorda y ajena a sus necesidades y que se entiende
diverso, múltiple y ciudadano del mundo. Estos movimientos fortalecen el feminismo y
otras resistencias como la lucha contra la discriminación étnica, la ciencia, la
tecnificación y el capitalismo, porque estos y en general el planteamiento de mundo
vigente no dan cuenta de sus necesidades humanas. La revolución sexual que es uno
de sus efectos, da origen a concepciones acerca de la vida de relación y del lugar que
deben ocupar las personas en la sociedad que permiten, entre otras cosas, que las
mujeres decidan sobre su sexualidad tomando “la píldora” , gobiernen su cuerpo y
empiecen a hacer parte de la vida pública y laboral.7 Lo anterior cambia por completo el
panorama económico, político y productivo en las sociedades de la naciente
globalización económica a la que da paso el fin de la bipolaridad geopolítica que había
instituido la guerra fría. Las relaciones intra familiares mutan en razón de que la figura
femenina deja de ser su eje de gravitación y por ende, se transforma la naturaleza del
anclaje familia–sociedad, pues se disloca el estatuto de responsabilidad sobre la vida
de los niños y sobre la fecundidad en términos de responsabilidad con el cuerpo social,
que se le había asignado a la mujer (Mallarino, 2013). Las corporalidades jóvenes a su
vez, se están ocupando de configurar otras identidades somáticas. Estos cuerpos son
mutables, están siempre en proceso de construcción y adaptación a los nuevos
principios y órdenes impuestos por la sociedad en la que viven evidenciados como
tendencia, moda, estereotipo y estandarización somática. Estas voces narran los
efectos derivados de la disolución de referencias y coordenadas para vivir una vida con
sentido y de la necesidad de hacerse a un estilo propio mediante el cuerpo y sus
superficies sirviéndose de las tecnologías de la apariencia corporal. Voces marginales,
a su vez, empiezan a denunciar configuraciones somáticas asimétricas como la
dominación de los hombres sobre las mujeres -sistema patriarcal-, que recurre
sutilmente a diversos mecanismos institucionales e ideológicos para mantener esta
primacía y opresión en prácticamente todas las esferas de la vida privada y pública.
Estos serán los llamados movimientos feministas. En el contexto de la tercera ola
feminista, hacia la última parte del siglo XX, estas mujeres dejan oír sus voces
renovadas:
Si el sexo proporciona una suerte de sustrato físico sobre el cual puede injertarse cualquier
identidad genérica, o si, por el contrario, el género hunde inexorablemente sus raíces en el sexo; si,
en verdad, el cuerpo sexuado es un dato o si el significado de las propiedades físicas —de las
6Hipismo, contracultura, feminismo, movimiento obrero, sufragista, etc. Todos ellos movimientos de
hombres y mujeres que empezaron a dejar oír sus voces frente a lo que estaba viviendo el mundo en su
conjunto, y que fueron capaces de descentrar la mirada y hacer suya la carne de otros cuerpos
sometidos, borrados y degradados. Los movimientos de mujeres se dieron inicialmente entre británicas y
estadunidenses, luego escandinavas y holandesas y paulatinamente fueron entrando en nuestras
latitudes.
7 En el curso de la década posterior, el mundo va a hacer resonancia del atrevimiento femenino. Pro
familia ofrece cursos de orientación sexual y reproductiva (1965), Pablo VI condena la contracepción
(1968) y se admite el aborto en Estados Unidos (1973).
diferencias anatómicas entre mujeres y hombres— es en sí mismo consecuencia de los procesos
de constitución del género: he aquí los problemas que el feminismo contemporáneo ha puesto de
relieve. Al distinguir entre sexo y género y politizar el espacio así delineado, los feminismos
contemporáneos han dotado de profundidad y posibilidad histórica a la feminidad, en todas las
dimensiones de este término (Ergas, 1993, pp. 605-606)
Una de las realidades sociales por las que el feminismo ha peleado a brazo partido es
la violencia contra la mujer, un fenómeno social tan antiguo como la sociedad misma.
Su puesta en marcha como tema de debate universal ha permitido, “apenas, visualizar
la punta del iceberg de la victimización femenina en el hogar que permanece oculta,
invisibilizada tras la cortina de la vida privada, de la intimidad familiar, bajo el supuesto
de no admitir la intromisión de ajenos. (Ayala & Hernández, 2012, p. 1). Otra prueba de
la relevancia que ha tenido la lucha feminista finisecular y del nuevo siglo se da en el
ámbito de la industria pornográfica, una industria montada sobre la base de la
explotación, en donde el espectador se sirve del cuerpo femenino para su goce. La
mujer frente a esto, ha puesto en vigencia otros modos de lo explícito respecto de su
sexualidad. En la industria pospornográfica, una industria emergente que se rebela
contra las relaciones de fuerza, la retórica y las discursividades de la pornografía,
cambian los usos de la imagen femenina. Bajo la posibilidad de pensar la verdadera
existencia de “una penetración al cuerpo que no defina únicamente la propia
continuidad del mismo, la herida y la violencia han sido llevados a la escena de lo
pospornográfico como forma de encaminar a la imagen sexualmente explícita hacia
una posible literalidad de la penetración del cuerpo” (Díaz, 2012, p. 11)
CONCLUSIONES
La propuesta de la dicotomía sexual y de género, de los roles asignados a hombres y a
mujeres y de las prácticas corporales que aseguraron el proyecto civilizatorio de la
modernidad, se topa, a estas alturas, con territorios corporales que aún están en
proceso de ser descifrados. En tanto todas estas verdades somáticas devienen
dispositivos de constitución del cuerpo generizado y toda esta variedad de cuerpos
pasan inevitablemente por la escuela, parece pertinente hablar de diversos modos de
habitancia somática: corporalidades explícitas/corporalidades implícitas, pues más allá
de si ella es consciente de esto, esos cuerpos ya están allí.
Habrá que ver si el cuerpo que hace posible la escuela logra dar cuenta de la
diversidad de cuerpos que la habitan.
REFERENCIAS
Ayala S., L. & Hernández M, K (2012). La violencia hacia la mujer. Antecedentes y
aspectos teóricos. En J.C. Coll (Ed.). Contribuciones a las Ciencias Sociales.
Recuperado de: http://www.eumed.net/rev/cccss/20/ashm.html
Butler, J. (2002). Cuerpos que importan, sobre los límites materiales y discursivos del
sexo. Buenos Aires: Paidós.
__________. (2006). Deshacer el género. Barcelona: Paidós Ibérica.
Castro, E. (2004). El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus
temas, conceptos y autores. Universidad Nacional de Quilmes. Recuperado de:
http://es.scribd.com/doc/11414155/castro-edgardo-el-vocabulario-de-mfoucault
Díaz Zepeda, A. (2013). Escatologías pospornográficas. Del menstrual porn al vomit
gore. En E. Muñiz García & M. List Reyes (Coords.). VI Congreso Internacional de
Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado”. La ciencia y la tecnología
en las prácticas corporales (pp. 572-585). México: UAM-X.
Ergas, Y. (1993). El sujeto mujer. El feminismo de los años sesenta-ochenta. En G.
Duby & M. Perrot (Dir.). Historia de las mujeres en Occidente, T. 5. El siglo XX
(pp. 593-620). Madrid: Taurus.
Fernández, J. (2003). Los cuerpos del feminismo. En D. Maffía (Comp.). Sexualidades
migrantes. Género y transgénero (pp. 138-154). Colección Temas
contemporáneos. Buenos Aires: Feminaria.
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo
XXI.
Garfinkel, H. (1967). Studies in Ethnomethodology. New Jersey, Prentice Hall
Goldberg, J. (1992). Sodometries: Renaissance Texts, Modern Sexualities. Stanford:
Stanford University.
Lazzarato, M. (2006). Políticas del acontecimiento. Buenos Aires: Tinta Limón.
Mallarino, C. (2013). Cuerpos sociales, cuerpos escolares: una historia de encuentros y
desencuentros. En W. Moreno (Coord.). Revista Iberoamericana de Educación.
“El cuerpo en la escuela”, 62: 89-105.
__________. (2012). Las discursividades del arte. Un lugar para el dislocamiento de los
dispositivos escolares. En A. Martínez Boom (Comp.). Revista Colombiana de
Educación. “Educación, subjetividad y estética”, 63: 187-212.
Martínez Boom, A. (2004). De la escuela expansiva a la escuela competitiva: dos
modos de modernización en América latina. Venezuela: Grupo Greco/Universidad
de los Andes; Colombia: Fundación Universitaria Luis Amigó; España: Anthropos.
Merleau-Ponty, M. (2003). Fenomenología de la percepción. New York: Routledge.
Palomar Verea, C. (2002). Pierre Bourdieu y los estudios de género: convergencias y
divergencias. Centro de estudios de género de la universidad de Guadalajara.
Précis, En: Revista Universidad de Guadalajara (24)
Serrano, J.F. (2006). Otros cuerpos, otras sexualidades. Editor académico. Instituto
Pensar, Bogotá.