Pollard - Sidney 1981 Cap6 261-291

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FICHA CATALOGRAFICA

POLLARD, Sidney
La conquista pacifica: la indusuializaci6n de Europa., 1760-1970/ Sidney
Pollard; traducci6n de Jordi Pascual. - Zaragoza: Universidad, Prensas
Universitarias, 1991
467 p. ; 22 cm. - (Ciencias sociales ; 19)
ISBN: 84-7733-308-4
1. Desarrollo industrial- Europa - 1760-1970.1. Universidad de Zaragoza.
Prensas Universitarias, ed. II. Titulo.
338.45(4)"1760/1970"

© De la presente edici6n Prensas Universitarias de Zaragoza


I' edici6n espanola, diciembre 1991, 1.000 ejemplares
2' edici6n espanola, octubre 1992, 1.000 ejemplares

Originally published in English under the title


PEACEFUL CONQUlEST
©Oxford University Press 1981

Edita: Prensas Universitarias de Zaragoza


Secretariado de Publicaciones
Ciudad Universitaria (Geo16gicas)
50009 ZARAGOZA (Espana)

Diseiio de cubierta: Jose Luis Cano


Coordinaci6n: M! Canoen Juan Electronic version
Maquetaci6n: Flor Rinc6n published by
Imprime: ARPlrelieve, S.A.
. ISBN: 84-7733-308-4
D.L.: Z-2.766-91
INDICE

Mapas ....................................................................................................................... 9 y 10
Prólogo....................................................................................................................... 11
Introducción.............................................................................................................. 19
Capítulo 1. La Revolución Industrial en Gran Bretaña ............................................. 21
Especialización regional y diferenciación en la economía tradicional............... 22
Primera fase: 1760-1800 .................................................................................... 32
Ultimas fases ...................................................................................................... 42
Algunas hipótesis previas................................................................................... 55

Primera parte. La fase de integración económica. Del siglo XVIII a la crisis de la


década de 1870
Capítulo 2. El escenario preindustrial de la Europa interior .................................... 69
Sociedad agraria e industrialización................................................................... 70
Industria tradicional: oficios y gremios urbanos ............................................... 84
Industria rural y “protoindustrialización”........................................................... 89
La manufactura centralizada .............................................................................. 105

Capítulo 3. Los primitivos industrializadores ............................................................ 111


Las primeras regiones industriales ..................................................................... 114
Las primeras industrias....................................................................................... 136
El papel de la región en la industrialización....................................................... 141
El papel del transporte........................................................................................ 155
Desarrollos nacionales........................................................................................ 168

Capítulo 4. Vías de transmisión ................................................................................. 175


La transferencia de tecnología............................................................................ 177
Aumento de la población y migración laboral ................................................... 182
La exportación de capital ................................................................................... 188
8 SIDNEY POLLARD

El papel del gobierno.......................................................................................... 194


Comercio e industrialización.............................................................................. 200
El diferencial de contemporaneidad ................................................................... 224

Capítulo 5. La Europa periférica en la primera fase ................................................. 231


Agricultura: emancipación, mercados y dinámica ............................................. 232
Centros industriales ............................................................................................ 242
Nuevas tesis sobre el atraso económico ............................................................. 249

Segunda parte. La fase de desintegración económica desde la década de 1870


hasta 1945
Capítulo 6. La industrialización de la periferia hasta 1914 ...................................... 261
El imperio de los Habsburgo .............................................................................. 264
Italia.................................................................................................................... 272
Escandinavia y Holanda ..................................................................................... 276
El imperio ruso ................................................................................................... 283
La periferia exterior: la Península Ibérica y la Península Balcánica.................. 288
La segunda generación de industrializadores..................................................... 291

Capítulo 7. El ascenso del neomercantilismo, de la década de 1870 a 1914 ............ 299


Aranceles y políticas comerciales ...................................................................... 302
El comercio de cereales...................................................................................... 313
Una economía mundial en ascenso .................................................................... 319
La guerra por medios económicos...................................................................... 323

Capítulo 8. La guerra y los años de entreguerras...................................................... 327


Las consecuencias económicas de la guerra....................................................... 329
La periferia europea y la industrialización ......................................................... 338
La desintegración de la economía europea......................................................... 351

Conclusión
Capítulo 9. Reintegración en dos Europas................................................................. 363
Los efectos de la guerra y la recuperación económica....................................... 365
La reintegración económica y la terminación de la industrialización en el oeste 370
Industrialización e integración en la Europa oriental......................................... 380
Nuevas perspectivas y algunas conclusiones ..................................................... 388

Bibliografía................................................................................................................. 391
Indice de autores y materias....................................................................................... 445
Capítulo 6
La industrialización de la periferia hasta 1914

En la década de 1870 se produjo un cambio en el carácter de la economía europea.


No es posible fecharlo con exactitud: nunca lo es en el caso de movimientos de esta clase.
Sus primeros signos se hicieron visibles a mediados de la década, siendo a menudo el dis-
parador la depresión que siguió al gran auge de la inversión de 1870-73, y el proceso se
completó bastante antes de 1914. El cambio se refería al crecimiento, y en último término
a la arrolladora influencia, del estado y de su papel en la vida económica de Europa.
Las fuerzas históricas que ocasionaron este desarrollo estaban estrechamente conec-
tadas con las implicadas en la industrialización; el ascenso del estado, y en última instan-
cia del estado nacional como agente directivo, pues, no es accidental. Las interrelaciones
son demasiado numerosas y demasiado complejas para tratarlas aquí en detalle, pero entre
ellas estuvo el ascenso de una clase burguesa, de las ciudades y de nuevas industrias, cada
uno de cuyos elementos demandaba la creación de nuevas políticas sociales y económicas,
que en definitiva sólo podían tener su origen en el estado soberano. Los ideales del
nacionalismo, en muchos aspectos tan significativo en las revoluciones de este período,
como lo fueron las cambiantes constelaciones de clases sociales, tenían raíces parcial-
mente semejantes: el crecimiento de la alfabetización, de una clase culta y de una clase
burguesa afirmando su derecho "popular" frente a los privilegios dinásticos y feudales. Su
difusión en las sociedades contemporáneas que todavía no se hallaban en una etapa de
desarrollo económico que se pudiera comparar en cuanto a su madurez tenía que tener los
esperados resultados desequilibradores.
262 SIDNEY POLLARD

Sobre todo, fue el progreso de la tecnología, en el corazón de la industrialización, el


que a un tiempo permitió y obligó al estado a asumir funciones siempre crecientes. Papel
más barato, imprenta y otros medios de comunicación; mejores métodos de transporte y
de vigilancia de las fronteras aduaneras; guerra más tecnológica, que requería industrias
de apoyo; una mayor proporción del comercio internacional en la renta nacional, hecha
posible por un transporte más barato; una necesidad más urgente de trabajadores alfabeti-
zados en la industria; estos y muchos otros desarrollos semejantes impulsaron a los con
frecuencia reacios gobiernos liberal-burgueses a asumir poderes y responsabilidades cada
vez más amplios. Como sucede siempre en procesos como el del crecimiento, particular-
mente en la expansión del número de funcionarios, pronto desarrolló un impulso propio y
en todas partes el estado abandonó su repugnancia a intervenir en la economía. Entre las
nuevas esferas de acción más importantes estaba el intento de dirigir y controlar la indus-
tria, y en particular el crecimiento económico y el propio proceso de industrialización.
En las primeras fases de este crecimiento, en los tres primeros cuartos del siglo
XIX, la expansión del poder del estado fue a menudo más favorable que al contrario, a la
nueva industria. Hemos advertido antes con cuánta frecuencia el estado hizo más daño
que bien manteniendo los vestigios de las políticas mercantilistas, y el perjuicio que pudo
hacerse con las actuaciones de los estados atrasados, intentando copiar a los líderes de una
manera equivocada y anacrónica. En contraste, los grandes triunfos de la construcción del
estado nacionalista, la unificación de Alemania e Italia, tuvieron claramente efectos posi-
tivos sobre la industrialización de sus sociedades; de igual manera que la aplicación de los
mismos principios a las sociedades situadas más al este, en una diferente etapa de desar-
rollo, iba a tener consecuencias desastrosas. Una vez más, una de las pocas funciones
tradicionales de las autoridades políticas que tuvo efectos positivos, la educación pública,
se expansionó en estas décadas, satisfaciendo nuevas demandas y utilizando nuevos
medios creados por el propio proceso de industrialización.
Sin embargo, después de mediados de la década de 1870, los dos desarrollos, la
industrialización y las afirmaciones de la autoridad en los estados europeos más impor-
tantes, en un contexto de competencia, entraron en conflicto con más frecuencia a medida
que avanzaban ambos procesos. Estos conflictos, que influyeron cada vez más en la histo-
ria de Europa, se discutirán en los capítulos 7 y 8. Aquí nos interesan las regiones y países
de Europa que no lograron realizar su ruptura, o llevar a cabo su "esfuerzo", en la fase de
integración, y cuya industrialización, por tanto, tuvo que producirse con un fondo de
nacionalismo económico crecientemente eficaz y crecientemente destructivo. Difícilmente
será preciso destacar que estos últimos industrializadores, los de la "tercera ola",1 no
fueron meramente víctimas de este creciente nacionalismo y su expansión asociada del
papel del estado, sino que ellos mismos contribuyeron de modo muy notable a él.
El modelo de Gerschenkron, según el cual el estado juega un papel mayor en la
industrialización entre los recién llegados, porque la brecha en tecnología y provisión de

1 François Caron (1978), iv, p. 111; Volker Hunecke (1978), p. 17.


LA CONQUISTA PACIFICA 263

capital es por entonces tan grande que sólo los poderes acumulados del estado pueden sal-
varla, limita indebidamente las causas y efectos de este fenómeno. Lo ve de una manera
simplemente vertical, en relación a la historia del propio país, y no de un modo lateral, en
relación con su mundo contemporáneo. El hecho fue que todos los países, incluyendo los
que habían superado bien su etapa de gran esfuerzo, mostraban un aumento del papel del
estado, originando el concepto posterior de "capitalismo organizado",2 e influyendo en las
condiciones en las que los recién llegados tenían que integrarse. Es este hecho, asimismo,
el que justifica nuestro tratamiento en este capítulo de la manera convencional, país por
país. El desarrollo dependía cada vez más de la acción gubernamental positiva, incluyendo
la acción por medio de políticas sociales de varias clases para elevar a un mismo nivel a
las regiones atrasadas,3 aunque, como veremos, esta organización a base de capítulos
"nacionales" violenta en gran medida un desarrollo que todavía estaba dominado por difer-
encias regionales.
No se trata solamente de que la periferia europea, industrializándose más tarde,
tuviera que atribuir un mayor objeto a los gobiernos; su vía es distinta también en otros
aspectos. Obviamente, como se subrayó antes, su tardía aparición en escena significa que
la brecha que hay que salvar es mucho más ancha. Esto puede dramatizarse mediante el
cálculo, hasta donde lo permita su grado de precisión, de que en los días de la industrial-
ización británica, a principios del siglo XIX, el capital requerido por trabajador era el
equivalente del salario de 4-5 meses; algunas décadas después, en Francia eran necesarios
los salarios de 6-8 meses; mientras que a finales de siglo, cuando Hungría empezó su pro-
ceso, la carga había ascendido a los salarios de 3,5 años por trabajador.4 Esto, a su vez,
tiene determinadas consecuencias significativas, muchas de las cuales han sido destacadas
por Alexander Gerschenkron en su concepto de atraso. Tampoco ahora existe un modelo
único para seguir, el de Gran Bretaña, sino que se plantea una elección de modelos, que
ofrecen alternativas más o menos adecuadas.
Pero están además las relaciones con el resto de la Europa contemporánea, que
demandan atención. Hemos visto que eran de importancia fundamental en las regiones
más avanzadas, también, en esta fase, pero en la periferia son una de una naturaleza funda-
mentalmente diferente. Algunas de las diferencias clave pueden enumerarse aquí. En
primer lugar, la industrialización encuentra menos preparación, parece que surge de un
modo menos natural del desarrollo anterior y que es mucho más una importación desde
fuera que un crecimiento desde dentro. En segundo lugar, la principal presión no es tanto
una acción imitativa para conservar y modernizar la industria, sino una reacción comple-
mentaria para especializarse en el suministro de primeras materias, alimentos y otros pro-
ductos, por métodos tradicionales. Existe cierta semejanza con el destino de las áreas más
próximas de las regiones industrializadas, pero a causa de la mayor distancia de los centros

2 H.A. Winkler (1974).


3 S. Groenman (1969), p. 32.
4 Berend y Ranki (1974a), p. 99.
264 SIDNEY POLLARD

avanzados, y de la mayor extensión de los territorios en cuestión, adopta otro aspecto. Por
tanto, la agricultura o la minería se ven fuertamente estimuladas y crecen con la expansión
de servicios tales como el comercio y el transporte, mientras que la industria se estanca
durante un tiempo o incluso declina. Esto puede muy bien llevar a la degradación del área
periférica, pasando ésta a la condición de "colonial", en el sentido de depender del capital
extranjero, viendo a los nativos degradados y ampliada la brecha entre la élite local y la
masa del campesinado, pero no tiene que ser así necesariamente. En los países escandi-
navos, las mismas premisas condujeron a resultados muy diferentes. Cuando la economía
es pequeña y suficientemente flexible, como en Dinamarca, puede comprenderse mejor
como una parte que se adapta a la Europa interior, algo así como, por ejemplo, el
Lincolnshire en Inglaterra, más que una unidad independiente de la periferia.5
La variedad de respuestas y adaptaciones es grande, y se explicará mejor mediante
ejemplos reales.

El imperio de los Habsburgo


Tal vez ningún otro país ofrezca una evidencia más clara de los inconvenientes de la
frontera política para el estudio de la industrialización que la monarquía de los
Habsburgo. A horcajadas en la línea divisoria entre la Europa interior y la periférica, la
fuerte Gefälle en el interior del país puede tomarse como símbolo de la Gefälle del conti-
nente en su conjunto.6 Dado que las regiones económicas se corresponden, aunque sea
muy imperfectamente, con algunas de las principales divisiones nacionales que atormen-
taron las últimas décadas de Austria-Hungría, han recibido mucha más atención en la lit-
eratura de lo que se acostumbra en estados más homogéneos.
En 1911-13, las diferencias regionales en las rentas por habitante eran las que figu-
ran en el cuadro 6.1 (coronas por habitante).7

5 William Ashworth (1977), pp. 156-8; Svend Aage Hansen (1970), p. 7; Daniel Chirot (1976), pp. 90-1,
119, 162-3; D. Kosäry (1975), p. 366; Berend y Ranki (1974a), p. 153; Koblik (1975), pp. 11-2.
6 Herbert Matis (1971), p. 152.
7 Richard L. Rudolph (1976), p. 19; Herbert Matis y Karl Bachinger (1973), p. 148; Ashworth (1977),
p. 148; Herbert Matis (1972), p. 436.
LA CONQUISTA PACIFICA 265

Cuadro 6.1.
Austria Hungría*

Tierras alpinas** 790 Hungría (fronteras posteriores


Tierras checas*** 630 a la guerra I mundial) 340
Galitzia 250 Tierras eslovacas 310
Tirol del Sur, Trieste, Istria 450 Transilvania 270
Eslovenia, Dalmacia 300 Croacia, Banat 310
Bukovina 300
Promedio 520

* Sobre una base diferente. A efectos de comparación probablemente habría que aumentarlo algo.
** La posterior República de Austria.
*** Bohemia, Moravia, Silesia.

La Gefälle era igualmente clara en términos de alfabetización. Los porcentajes de


iletrados en 1910 eran los que siguen:8

Vorarlberg 0,8%
Baja Austria 2,4 Hungría 33,3%
Bohemia 2,1
Galitzia 40,4
Bukovina 53,9
Dalmacia 62,8

Hungría, con su contorno bastante regular sobre el mapa, era claramente mucho más
homogénea, así como más atrasada, La parte austriaca del imperio, conocida a veces como
Cisleitania, se extendía sobre una gran parte de la circunferencia de las posesiones hún-
garas, adaptándose como una zapata de freno alrededor de una rueda. Sus dos extremos
(Bukovina y Galitzia, al norte, y las provincias italianas y eslavas del sur) eran los más
pobres, siendo con mucho el bloque central la región más adelantada de la monarquía.
Para algunos propósitos, como la valoración de su peso económico en el mundo, es
útil considerar el imperio como un todo, pero como que sus dos mitades se administraban
en los asuntos económicos o de manera separada o, en parte, incluso diferente después del
compromiso de 1867, es más adecuado tratarlas separadamente, como "Austria"
(Cisleitania) y "Hungría" (Transleitania). Ciertamente, a la vista de la unión aduanera entre
los dos socios, en funcionamiento desde 1867, una gran proporción de la literatura
económica actual trata la relación y los antagonismos entre las dos economías.
Tomada en sí misma, Austria se alinea con los primeros industrializadores de la
Europa interior hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. Esto se ha olvidado con
frecuencia, pero ha sido correctamente destacado una vez más en la literatura reciente.

8 K.M. Fink (1968), p. 28. Para un panorama semejante de la distribución regional de líneas ferroviarias,
véase Matis (1972), p. 397.
266 SIDNEY POLLARD

Según los índices compuestos de industrialización de Bairoch, Austria estaba todavía al


nivel de Alemania en 1860, de Suecia en 1880, y siempre estuvo por delante de Rusia. En
su cálculo del PNB a precios constantes, las partes alpinas de Austria superaban a Francia
en 1860 y eran todavía iguales a ella en 1913. En términos de caballos de potencia en la
industria, por habitante, Austria estaba muy por debajo de Francia y de Alemania, pero
tenía 3,5 veces la instalación de Rusia; las tierras checas solas, sin embargo, habían super-
ado a Francia en 1880 y estaban muy por delante en 1900. Alrededor de 1850, la industria
algodonera estaba todavía muy por delante de la situada en territorio de lo que después
sería Alemania, siendo la tercera de Europa en términos de husos en funcionamiento y de
algodón en bruto consumido. Austria tenía las redes ferroviarias mayores y mejor uti-
lizadas, y en términos de longitud de vía por milla cuadrada o por habitante estaba entre
los líderes de la década de 1870. Su producción de hierrro y carbón estaba bastante por
detrás, aunque todavía era mucho mayor que la de Rusia, medida sobre una base por habi-
tante, pero todavía en 1851 la producción de lingote de hierro por habitante superaba a la
de Alemania. En proporción al total europeo, Austria producía el 7,7% del lingote de hier-
ro y el 11,7% del carbón y lignito en 1908-12. Las proporciones empleadas en la agricul-
tura no eran muy distintas de las de Alemania o Francia a mediados de siglo, pero después
la transformación estructural hacia el empleo industrial se retrasó considerablemente. Por
último, el grado de urbanización era comparable con el que tenía antes Alemania, aunque
éste también se modificó más aprisa en Alemania después.9
Comparado con la mayor parte de Europa, el registro es bueno, y hasta mediados
del siglo, puede resistir la comparación con Alemania. Después, Alemania se distanció,
pero esa comparación es difícilmente correcta, porque no había ningún otro país en
Europa para igualar esa singular fase de crecimiento alemán. Sin embargo, es precisa-
mente a causa de la anterior semejanza, y la semejanza de cultura y tradición histórica,
que se juzga generalmente la realización austriaca como un fracaso, y la pregunta que se
formula con frecuencia es: ¿por qué Austria no igualó el esfuerzo alemán después de
1850? Algunos tipos de respuesta pueden rechazarse inmediatamente, porque se refieren
al período en el que el desarrollo corría paralelo, y no pudieron, por tanto, haber sido
causa de las diferencias: las tradiciones mercantilista y burocrática, o la tardía superviven-
cia de las condiciones de servidumbre de la tierra. Puede haber un poder explicativo
mayor en la sugerencia de que los años críticos en los que Austria se retrasó, 1851-66,
estuvieron marcados por varias guerras en la parte de Austria y las perjudiciales políticas
deflacionistas para tratar sus consecuencias, mientras que Alemania permanecía neutral.10
Las guerras no son necesariamente hostiles a la industrialización y Alemania libró sus
propias guerras en 1864-70, pero existe una clara diferencia en las derrotas sufridas por
Austria, en comparación con las victorias conseguidas por Prusia/Alemania.

9 El argumento se desarrolla del modo más eficaz en Ashworth (1977), p. 144. Véase también Paul Bairoch
(1976b), p. 253; ibid. (1976a), p. 307; Jaroslav Purs (1973), cuadro 1, pp. 162-4; Matis y Bachinger (1973), p. 117;
Matis (1972), pp. 180-1, 291, 330 ss.; Herbert Hassinger (1964b), pp. 112-3; N.T. Gross (1973), p. 266.
10 Thomas F. Huertas, informe sobre tesis doctoral en JEcH 38 (marzo 1978) y (1977), pp. 36-46; también
Matis (1972) (1976a), p. 36; Waltershausen (1931), p. 348.
LA CONQUISTA PACIFICA 267

Hay que destacar que el esfuerzo alemán se concentró menos en las regiones indus-
triales más viejas, como Sajonia o Silesia, o en las industrias más viejas, como las textiles.
Dicho esfuerzo fue desarrollado por la industria pesada, centrada en el yacimiento de car-
bón del Ruhr y sus yacimientos asociados de hierro, y en la industria pesada que se basa en
ellos, todo lo cual se encontraba bien situado en las rutas de transporte a los mercados
importantes. Una Alemania sin aquellos maravillosos suministros de carbón, en una época
en la que el carbón era todavía la única fuente importante de calor y fuerza, difícilmente
habría necesitado una explicación de su éxito: es un caso inconcebible que pudiera haber
tirado de Austria en la etapa en que se encontraba la tecnología.
Las tasas de crecimiento austriacas eran, de hecho, completamente altas; con 0,98%
anual por habitante en 1860-1910, según las cifras de Bairoch, la tasa de crecimiento del
PNB de todo el territorio de la monarquía, se encontraba un poco por encima del promedio
europeo de 0,96%. Otro cálculo, basado en el crecimiento de los activos reales por habi-
tante, sitúa el crecimiento anual de la renta por habitante aproximadamente en un 2% en
1873-95-97, y de nuevo en un 2% en los años que van hasta 1913; y un tercer cálculo lo
cifra en un 2,2% anual para el período 1860-1913, entre los más altos de Europa. El pro-
ducto industrial (valor añadido) por habitante creció a una tasa del 3,05% anual, durante el
período de 1841-1911, y al 4,09% anual en el período punta de 1865-85, según Gross, y el
consumo de carbón lo hizo al 10,4% anual en 1851-73 y al 3,83% anual en 1871-1913. La
producción de carbón, de hecho, aumentó de 843.000 toneladas en 1851 a 30 millones en
1913, siendo las cifras húngaras de 110.000 toneladas y 5,8 millones, respectivamente.11
La producción de lingote de hierro creció a una tasa anual del 4% en 1851-73, del 8,3% en
1891-1901 y del 11,4% en 1901-11.
Existe un considerable desacuerdo en cuanto al momento en que se produjo el
"esfuerzo" real o "despegue". N.Gross, basándose ampliamente en los datos de consumo
de carbón, ve un crecimiento significativo en las décadas de 1850 y 1860, paralelo con el
esfuerzo alemán; otros señalan el gran auge de la inversión, que influyó particularmente en
la infraestructura, de 1867-73; hay algunos que ven la "ruptura" en las décadas de 1880 y
1890; otros todavía están impresionados por el crecimiento económico acelerado en un
amplio frente que contribuyó a transformar la economía austríaca, como hicieron muchos
países europeos, desde mediados de la década de 1890 hasta 1914.12 Lo que generalmente
se admite es que a finales del período no existía ninguna duda de que Austria había alcan-
zado la cima y se había incorporado al grupo de naciones industrializadas, y también se
extiende la convicción de que el camino que recorrió durante esa fase no siguió el modelo
de Gran Bretaña, Bélgica o Alemania, con sus reconocibles "revoluciones industriales".

11 Paul Bairoch (1976a), p. 283; David F. Good (1974), p. 81; N. Gross (1968), p. 67; ibid. (1971); Matis y
Bachinger (1973), pp. 124, 148; Matis (1972), p. 430.
12 Herbert Matis (1971), p. 159 ss.; A. Gerschenkron (1977), p. 46 ss.; D.F. Good (1974); ibid. (1978),
pp. 290-4; John Komlos (1978), pp. 287-9; T.F. Huertas (1977), pp. 5-9; Eduard März (1968), pp. 57 ss., 375; Ashworth
(1977), p. 145; Matis y Bachinger (1973), p. 232; Matis (1972), pp. 83, 153, 329, 441-6; N. Gross (1973), p. 269.
268 SIDNEY POLLARD

Dentro de Austria, el nuevo industrialismo estaba muy localizado, como en otros


países adelantados. En las áreas de expresión alemana de lo que más adelante sería la
República, la industria iba a encontrarse alrededor de Viena y en un cinturón que se
extendía desde las viejas áreas de fundiciones de hierro de Estiria hasta las regiones tex-
tiles de la alta Austria, con una pequeña concentración en el lejano oeste, en Vorarlberg.
Sin embargo, las regiones más industrializadas iban a encontrarse en las tierras checas,
donde el carbón y el mineral de hierro se añadían a las tradicionales industrias textiles y
mecánicas, con la mayor concentración alrededor de Praga, Brno y a lo largo de la fron-
tera septentrional con Alemania. En 1914 esta era, en efecto, una de las principales
regiones industriales de Europa, con una estructura industrial muy similar a la de
Alemania, que representaba el 56% del producto industrial austríaco, el 85% de su carbón
y lignito, más del 50% de su producción de lingote de hierro, el 75% del algodón, el 80%
de los textiles de lana y el 75% de sus productos químicos.13 Se ha calculado, tomando la
monarquía en su conjunto, que 11,25 millones, de un total de 52 millones de habitantes,
vivían en regiones industrializadas en 1914.14
La situación de Austria en la economía europea se ilustra mejor, como siempre, con
las cifras de su importación y exportación de mercancías y de capital. Sus relaciones de
comercio exterior, con sus vecinos adelantados y atrasados, eran muy semejantes a las de
Alemania, con un desfase de veinte a treinta años, representando ahora Alemania al socio
comercial "adelantado". En las décadas de 1850 y 1860, entre un cuarto y un tercio del
comercio de la monarquía era con el Zollverein. Una buena parte de las importaciones
procedentes del Zollverein consistía en hilo de algodón, maquinaria, y artículos de hierro
y textiles, estando las exportaciones dominadas por lana, madera, ganado y cereales. Sin
embargo, ningún país se conformaba puramente a un tipo u otro, y en particular, las
provincias adheridas al Zollverein eran las más adelantadas de Austria, mientras que
Baviera, que constituía una gran parte de la frontera del Zollverein con Austria, estaba
entre las menos industriales. Así, Austria también enviaba algo de acero, vidrio, lino y
otras manufacturas al norte, mientras sacaba mercancías agrícolas de allí. Al sur
(incluyendo a Italia) y al este, Austria-Hungría exportaba en su mayor parte manufacturas
acabadas, a cambio de productos agrarios y primarios.15
Esta posición intermedia, importando semimanufacturas y maquinaria de la Europa
avanzada y enviando manufacturas acabadas a las regiones menos adelantadas, mientras
les importaba alimentos y primeras materias, se mantuvo esencialmente como papel aus-
triaco hasta 1914,16 aunque a medida que las olas de industrialismo lamían progresiva-
mente hacia el este, Austria asumió cada vez más el papel de constructor de máquinas y
equipo de ferrocarriles y proveedor de alta tecnología, como Alemania había hecho antes.

13 Pavla Horska (1978), p. 278; Ashworth (1977), p. 147; Matis y Bachinger (1973), pp. 220-2; Matis (1972),
p. 334; Pounds (1958), pp. 131-2.
14 E. März (1968), p. 373.
15 T.F. Huertas (1977).
16 März (1968), pp. 313-4.
LA CONQUISTA PACIFICA 269

Bien puede haber sido que "la sombra del desarrollo alemán amenazase continuamente los
esfuerzos de la monarquía para industrializarse", pero de hecho, sus salarios más bajos le
permitían exportar manufacturas terminadas, dondequiera que su tecnología estuviese al
día, a mercados como los de Alemania y Suiza. Algunas industrias emigraron incluso den-
tro de la monarquía, para buscar salarios más bajos.17
En los movimientos de capital, Austria también ocupaba una posición intermediaria
en la economía europea. Su sistema bancario, basado en Viena, se desarrolló relativamente
pronto en relación con su crecimiento industrial, en gran medida sobre la base de présta-
mos estatales. Incluso aquí, sin embargo, el banco de inversión más importante, el
Creditanstalt de 1855, se fundó en gran medida con capital extranjero (francés y alemán),
sobre el modelo del Crédit Mobilier. Le siguieron otros poco después, abriendo sus puertas
en 1863 el primer establecimiento checo, el Böhmische Eskompte Bank. Como los bancos
alemanes, los austríacos participaron directamente en la creación y dirección de industrias;
el Creditanstalt, por ejemplo, participaba en 43 empresas industriales, de su total de 59
participaciones,18 y como los alemanes, los bancos austriacos contribuyeron a la temprana
formación de cárteles. Austria ha sido descrita como la economía más cartelizada después
de la alemana.19
En particular, los ferrocarriles dependían del capital extranjero, sobre todo francés, y
los fondos procedentes del exterior (incluyendo capital británico, alemán, suizo, belga e
incluso americano) también se canalizaron hacia otras grandes empresas. Pero los ferrocar-
riles, vendidos a empresas privadas o construidos por éstas en primer lugar en una fase
anterior, comenzaron a ser renacionalizados después de la ley de 1881, y cuando estalló la
guerra, unos 19.000 km. de los 23.000 km. de vía existentes estaban en manos del esta-
do.20 También en otros campos la balanza de inversiones extranjeras empezó a variar brus-
camente: en 1900, las exportaciones de capital austriacas ascendieron al 80% de sus
importaciones de capital, y en 1913 Austria claramente se había convertido en un exporta-
dor neto de capital, mostrando su balanza anual de derechos por cuenta de capital una cifra
de 597 millones de coronas, frente a 246 millones de coronas en obligaciones, o sea, un
superavit de 350 millones. El capital total exportado por habitante era entonces de 180
francos (en comparación con los 1.250 francos en el caso de Francia y con los 450 francos
en el de Alemania), y el importado era de 220 francos.21
El principal objetivo de la inversión austriaca era Hungría: de los 548 millones de
coronas en concepto de pagos de los intereses anuales debidos por Hungría al extranjero
en 1913, 373 millones fueron a la parte austriaca del imperio.22 Los financieros e

17 R.L. Rudolph (1976), p. 199; Matis (1972), p. 392.


18 A. Brusati (1965), p. 70. Los totales no están sumados en el original.
19 Bernard Michel (1965), pp. 999-1001; D.F. Good (1977); Matis (1972), p. 370; März (1968), pp. 235-6,
271, 280, 301-2, 371; Gross (1973), pp. 258-9.
20 I. Grailer (1949), pp. 548-50; Matis (1972), p. 316 ss.; Karl Bachinger (1973), pp. 282-3.
21 Berend y Ranki (1974a), p. 98; K.M. Fink (1968), p. 77.
22 Berend y Ranki (1974a), p. 62.
270 SIDNEY POLLARD

industriales austriacos poseían la parte del león del capital ferroviario húngaro, del que el
70% venía del extranjero, así como de su deuda nacional, de la que el 55% lo detentaba el
extranjero en 1914, y de aquella parte de sus empresas industriales y mineras que adopta-
ban la forma de sociedad anónima. Pero los posteriores intentos por parte de Hungría para
subvencionar la industria mediante tarifas ferroviarias favorables y mediante concesiones
de diversas clases añadieron un estímulo adicional para que las empresas austriacas
estableciesen sucursales allí. Sin embargo, la proporción de inversión extranjera en com-
pañías húngaras fue disminuyendo, indicando las grandes zancadas que Hungría estaba
dando. Desde el 60% en los años de auge de 1867-73 fue disminuyendo regularmente
hasta un simple 25,6% en 1900-13. Según otro cálculo, la parte austriaca en el capital
industrial por acciones en Hungría cayó del 58% en 1880 al 27% en 1900.23
Hungría era todavía un país en gran medida agrario, con una estructura económica y
social que mostraba muchas características típicas de la Europa oriental. Su asociación
forzada con la economía avanzada de Austria, dentro de la zona de librecambio del impe-
rio, proporcionaba un ejemplo de manual de los efectos de semejante relación "colonial"
sin fronteras. Hay un largo debate, que todavía continúa, sobre si tal asociación operó en
beneficio o en detrimento de Hungría; y, desde luego, de Austria.24 En la naturaleza de las
cosas, nunca puede establecerse plenamente, porque, si no por otra razón, no puede haber
acuerdo sobre lo que hubiera constituido un "mejor" desarrollo. Parece existir, sin embar-
go, un amplio y plausible consenso en que el mercado favorable para su producción y las
inyecciones masivas de capital, proporcionados por Austria, facilitaron a Hungría una
renta más alta que la que hubiera podido conseguir por sí misma, pero retrasaron su crec-
imiento industrial. Detrás de una barrera arancelaria habría sido más pobre, pero tal vez
hubiera llegado más lejos en el camino de su industrialización.
Ciertamente, los contrastes entre Hungría, en gran medida agrícola, con un consid-
erable sector comercial, alguna minería, pero con poca industria, en otras palabras, un país
típicamente europeo oriental, y Austria, con un sector industrial relativamente desarrolla-
do, o característicamente avanzado, son bastante severos. En 1841, había sólo once
máquinas de vapor en toda Hungría, y en 1863 la energía utilizada en la industria y en la
minería era simplemente de 8.601 HP. Después creció rápidamente, pero incluso en 1898
el total era sólo de 262.000 HP en la industria (o 307.000 HP, si se incluye la minería), en
comparación con los 1,2 millones HP en Austria y los 3,9 millones en Alemania. El
empleo industrial en 1900 cubría sólo el 13,4% de la población activa, comparado con el
23,3% en Austria y el 37,5% en Alemania,25 e industrias como las que había, estaban muy
concentradas en la preparación de alimentos, como el refino de azúcar y la molienda de
cereales, además de las más tradicionales de bienes de consumo en Budapest. No menos
del 41% del producto industrial tenía su origen en los alimentos, frente a sólo el 5% de los
23 Matis (1972), p. 404; V. Sandor (1956), pp. 209-10; Berend y Ranki (1974a), pp. 101-4.
24 Scott M. Eddie (1972); V. Sandor (1956); F. Tremel (1958), pp. 242-50; Berend y Ranki (1973); Berend y
Ranki (1974a).
25 V. Sandor (1956), p. 197; Matis (1972), p. 423; Wolfgang Zorn (1970), pp. 505-6; D. Kosary (1975),
p. 374.
LA CONQUISTA PACIFICA 271

textiles, pero el 26% del hierro, los metales y los productos mecánicos. En 1870, Budapest
era el segundo centro fabril más grande del mundo, después de Minneapolis, pero en 1900,
el 27,5% del empleo en las mayores empresas estaba todavía en Budapest, y en 1910,
teniendo el 4,8% de la población del país, la capital tenía el 16,3% de su empleo industrial
y el 23,6% de su empleo comercial.26
Austria dominaba totalmente el comercio exterior de Hungría, y esta interdependen-
cia aumentó aún más durante el período 1884-1913, para el que existen estadísticas.
Hungría envió en aquellos años aproximadamente las tres cuartas partes de sus exporta-
ciones a Austria, y recibió una proporción semejante de ésta: más de la mitad de sus
exportaciones eran productos agrícolas, mientras que entre el 80% y el 90% de sus
importaciones eran manufacturas. En contraste, el comercio con Hungría representó sólo
el 30-40% del comercio exterior austríaco.27 A pesar de esta mayor vulnerabilidad, las
ventajas parecieron acumularse para Hungría. La relación real de intercambio se modificó
notablemente a favor de Hungría, lo cual tendría mucho que ver con la unidad de intereses
de sus grandes terratenientes orientados a la exportación,28 mientras que los intereses de
Austria estaban divididos entre industriales y agrarios, que estaban todavía más desunidos
a causa del problema de las nacionalidades. Así, en un período en que se estaban levantan-
do barreras arancelarias más altas, la protección agrícola, beneficiando a Hungría a costa
del consumidor austríaco, fue aplicada con mayor coherencia que la protección industrial,
que favorecía a Austria a costa de los húngaros; y aunque persuadieron a la monarquía
para que entrase en guerras arancelarias contra Rumania y Serbia, en diferentes épocas, en
interés de los productores húngaros, pero con un elevado coste para las exportaciones
industriales austríacas, Hungría subvencionó fuertemente a determinados sectores de su
industria naciente, a fin de protegerlos con éxito contra Austria.
Hungría se convirtió, de hecho, en una de las economías que crecían más aprisa en
Europa. Su agricultura pasó con éxito de la cría de ganado a la producción de cereales y se
transformó en uno de los mayores exportadores de cereales del mundo, aunque después de
1900, en vista de los aranceles crecientes en las demás áreas, casi todas estas exporta-
ciones fueron a Austria. La producción agraria húngara en 1911-13 se mantuvo en los
siguientes índices (1864-66 = 100)
Trigo 285
Cebada 250
Avena 219
Maíz 362
Centeno 118
Remolacha azucarera 216529

26 Berend y Ranki (1974a), pp. 127, 152-3, 301; Zorn (1970), p. 518; T. Csato (1977), pp. 405-9; V. Sandor
(1956), p. 218; Warriner (1965), pp. 99-102.
27 Scott M. Eddie (1972), p. 300; A. Brusatti (1965), p. 79; K.M. Fink (1968), p. 64.
28 Hay signos de que los húngaros también utilizaron conscientemente su monopolio del mercado austriaco
para elevar los precios por medio de la limitación de la producción. Scott M. Eddie (1971), esp. pp. 577, 583-5.
29 Berend y Ranki (1973), p. 490 ss.
272 SIDNEY POLLARD

El producto agrícola total, ayudado por la extensión de la red ferroviaria, creció a


una notable tasa del 1,8-2,2% anual, y en vista del predominio de grandes fincas que per-
mitió introducir métodos modernos, aun cuando ello se hizo lentamente, hubo siempre
suficiente trabajo que quedaba libre para permitir una rápida expansión de la industria.30
Entre 1880 y 1900, la producción húngara de carbón se multiplicó por 3,6, la de
mineral de hierro por 3,7, la de acero por 10,5, y el número de vagones de ferrocarril por
11,5. La red ferroviaria, que en 1850 era una quinta parte de la de Austria, medida por
habitante o por milla cuadrada, en 1896-97 casi había alcanzado en términos de área y
superado la proporción austriaca por habitante.31 Después de 1900, la producción aumen-
tó aún más aprisa. El aumento anual medio del producto industrial fue de un notable 7,3%
en 1901-13 (comparado con el 4% en Austria) y el producto total por habitante aumentó,
a precios constantes de 1938-39, de 425 pengö en 1899-1901 a 500 pengö en 1911-13,
dentro de las últimas fronteras húngaras (Trianon). El producto total por persona emplea-
da aumentó de 973 a 1.164 pengö en el mismo período.32 Parte de la nueva industria pesa-
da era moderna, estaba bien equipada y era muy productiva, y, en la empresa constructora
de equipos para fábricas de Ganz, Budapest tenía al menos una empresa moderna de talla
mundial.33 Hungría no estaba de ninguna manera industrializada en 1914, pero los signos
eran prometedores, incluso dentro del área de librecambio que incluía las regiones adelan-
tadas de Austria.

Italia
Como Austria-Hungría, Italia se encontraba en el margen de la Europa interior, con
diferencias regionales fuertemente marcadas, que representaban en miniatura el conjunto
de la Gefälle europea. Estas diferencias se acentuaron mucho durante la industrialización:
"Italia", afirmaba el Partido Italiano del Trabajo en 1893, "es un país en el que una brecha
de casi un siglo separa una región de otra y en el que pueden encontrarse sucesivas épocas
históricas y contradictorias dentro de una sola nación".34 Antes de 1914, la revolución
industrial con sus industrias modernas se había producido sólo en un área, la comprendida
por las tres regiones noroccidentales del "triángulo" industrial que tenía sus vértices en
Génova, Milán y Turín.
Italia poseía una larga tradición urbana y de oficios industriales, tenía buen acceso a
las comunicaciones por mar, un buen clima casi el único en Europa adecuado para el cul-
tivo de la morera, la base de la producción de seda en rama, y algunos depósitos dispersos

30 S.M. Eddie (1969); ibid. (1967) y (1968), esp. 200-1.


31 F. Tremel (1958), p. 249; Berend y Ranki (1974a), p. 78.
32 Matis (1972), p. 401; Alexander Eckstein (1955), pp. 175, 189; Gross (1973), p. 273; Berend y Ranki
(1974a), pp. 56-7.
33 S.B. Saul (1972), p. 50; Wolfgang Zorn (1970), p. 517; V. Sandor (1956), pp. 200-2.
34 Informe al Congreso de la Internacional en Zürich, citado en V. Hunecke (1978), p. 15; W.W. Rostow
(1978), p. 439.
LA CONQUISTA PACIFICA 273

de mineral de hierro, en Lombardía y en otras partes. En el norte, por lo menos, se había


desarrollado una incipiente agricultura capitalista. Por otra parte, las comunicaciones inter-
nas eran pobres, excepto en el valle del Po, e Italia carecía de yacimientos de carbón
importantes. Su entrada en la era moderna, por tanto, tenía que esperar hasta que los ferro-
carriles pudieran traerle carbón del extranjero, y sus industrias sólo pudieron ser competiti-
vas cuando la energía hidroeléctrica pudo utilizarse en gran escala, lo que sucedió en los
primeros años de este siglo. Había energía hidráulica en abundancia en los Alpes, y fue en
los recodos más bajos de los valles alpinos donde iban a encontrarse los primeros remoli-
nos de la industria movida por energía hidráulica.35
Antes de 1860, la única industria exportadora importante era la del retorcido y moli-
naje de la seda. El hilo de seda es un producto de la industria secundaria, y según esta
clasificación no podía haber sido característico de la economía atrasada para exportar tales
productos a Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, la tecnología empleada era primitiva,
las fábricas eran pequeñas y dispersas, y el hilo era el producto típico de una tecnología
más antigua que la adecuada para especializarse la economía atrasada. Vale la pena hacer
notar que, en otros sectores textiles, Italia tendió a realizar progresos primero en el tejido,
en las secuencias normales para los países atrasados en el proceso de alcanzar a los más
avanzados.36 Había también una industria de hilatura de algodón pequeña y anticuada.
El conde de Cavour, que dirigió la política económica italiana después de la unifi-
cación de la mayor parte del país en 1860, y los intelectuales urbanos y los terratenientes
rurales que lo apoyaron, tenían como ideal una Europa librecambista en la que los ferro-
carriles abrirían Italia al exterior, como suministrador de productos agrarios y consumidor
de las manufacturas de los demás.37 El objetivo era lo que podría llamarse el modelo danés
y puede haber sido estimulado por el hecho de que, por lo menos hasta 1857, la relación
real de intercambio con los proveedores industriales como Gran Bretaña cambió clara y
característicamente a favor de Italia a medida que el progreso técnico rebajaba los costes
de producción de las manufacturas.38 La unificación fue seguida ciertamente por una
primera expansión del sistema ferroviario. En 1859 había sólo 1.798 km. en funcionamien-
to en toda la península, de los cuales 919 km. estaban en el Piamonte y 522 km. en
Lombardía y Venecia, pero sólo 98 km. en todo el reino de Nápoles. En 1861-76 se añadió
un promedio de 376 km. anuales, en 1877-85 se añadieron 290 km. anuales, y en 1886-
1905 se añadieron 302 km. anuales. En 1913 había 19.000 km. e Italia se encontraba por
tanto en el mismo grupo que Austria o Hungría.39 Había, sin embargo, pocos efectos de
eslabonamiento al principio, dado que Italia tenía que importar todo el hierro y todos los
componentes, excepto las traviesas. A causa de las pérdidas, características de una

35 Luigi Bulferetti (1972), pp. 237-9.


36 Luciano Cafagna (1973), iv, pp. 282-3; V. Hunecke (1978), p. 18.
37 Giorgio Mori (1975); Hunecke (1978), pp. 48-50; Sombart (1892), pp. 131, 137.
38 I.A. Glazier, V.N. Bandera, R.B. Berner (1975).
39 L. Cafagna (1973), pp. 285-6; Stefano Fenoaltea (1971-2), p. 325; Milward y Saul (1977), p. 246; F.
Vöchting (1951), p. 84.
274 SIDNEY POLLARD

economía en esa etapa, experimentadas por los ferrocarriles, el estado tuvo que volver a
comprar la línea romana del ferrocarril en 1875 y gradualmente también la mayor parte de
todas las demás. Los ferrocarriles contribuyeron al desarrollo de una primera capacidad
industrial mecánica en 1880, y también al auge de 1900-13, absorbiendo en los años punta
un 23-24% de la producción de acero.40
La producción de las modernas industrias clave fue abismalmente baja en 1861 en
comparación con países como Francia y Gran Bretaña:41
Reino Unido Francia Italia
Producción lingote de hierro (miles de toneladas) 4219 1065 25
Husos algodón instalados (millones) 34 6,8 0,45
Máquinas de vapor instaladas (miles de HP) 2450 1120 50

Las tasas de crecimiento global estaban muy por debajo de las del promedio
europeo, e Italia perdía terreno. Según las cifras de Bairoch, el PNB por habitante creció
en 1860-1910 a un 0,39% anual, comparado con el promedio europeo del 0,96%, y el
PNB italiano estaba por encima del promedio europeo en 1830 y en torno al mismo en
1860, pero un 20% por debajo de él en 1913.42 Con todo, todos estos índices son
engañosos. La moderna industria italiana experimentó un notable esfuerzo en las dos últi-
mas décadas de paz, y por lo menos en el cuadrante noroeste43 se había creado una
sociedad industrial moderna, aunque los promedios nacionales se vieran inevitablemente
constreñidos por el peso muerto del sur subdesarrollado.
Los primeros veinte años, de 1860 a 1880, fueron años difíciles, cuando algunas
industrias tradicionales se debilitaron bajo la competencia extranjera, el nivel de vida
descendió a medida que el gasto gubernamental y el pago de intereses a los prestamistas
extranjeros aumentaba, y los precios de las exportaciones agrícolas recibieron un golpe
adverso.44 La década de 1880 estuvo dominada por las construcciones civiles y de vivien-
das. Siguió una depresión hasta 1895, y después tanto las industrias tradicionales como las
industrias de la "segunda ola" de nuevas industrias registraron un progreso notable. El
número de husos de algodón ascendía a 2,1 millones en 1900 y a 4,6 millones en 1914, de
los que no menos de 3,5 millones eran husos múltiples y en su despertar, el tejido con
telar mecánico se expansionó igualmente, hasta 115.000 telares en 1912. Italia empezó a
exportar artículos de algodón a las áreas situadas en la zona inferior de la pendiente, como
Turquía y los países balcánicos. También en la seda el tejido se añadió al torcido en la
década de 1890. La producción de acero aumentó de 200.000 tm. en 1895 a 933.000 tm.
en 1913. Entre las nuevas industrias, las electrotécnicas, ayudadas por las sucursales de

40 Fenoaltea (1971-2), pp. 337-8; R.A. Webster (1975), p. 6; T. Kemp (1969), pp. 165-8; E. Lémonon (1913),
pp. 23-5.
41 G. Mori (1975), p. 86.
42 Paul Bairoch (1976a), pp. 282-3, 286, 307.
43 En 1913, el 21,6% de la población vivía en el noroeste, que tenía el 58% de la industria en gran escala y el
48% de la potencia en caballos del país. L. Cafagna (1973), p. 323; también Mori (1979), pp. 73-4.
44 R. Zangheri (1974), pp. 26, 29, 39; Gino Luzzato (1969), pp. 208-9, 222; E. Lémonon (1913), p. xvi.
LA CONQUISTA PACIFICA 275

las primeras empresas mundiales, Thomson-Houston, Siemens y Brown Bovery, 45


incluyendo la electrificación de algunos de los ferrocarriles nacionalizados, merecen una
mención especial. Italia estuvo también entre los pioneros europeos de la fabricación de
automóviles, siendo prácticamente autosuficiente, hubo inicios prometedores en las indus-
trias mecánicas ligeras, incluyendo bicicletas y máquinas de escribir, y G.B. Pirelli inau-
guró su fábrica de goma en 1872. La tasa anual de crecimiento industrial en la fase del
esfuerzo final de 1897-1913 ha sido estimada con valores diversos, entre 4,3% y 5,4%,
pero la producción de electricidad aumentó un 15,0% anual, la de productos químicos un
12,9%, la de hierro y acero el 10,7%, y la de las industrias mecánicas el 7,5%.46
Una razón que se aduce con frecuencia para explicar este notable esfuerzo es la
intervención directa de cierto número de grandes bancos según el modelo alemán. Después
de la crisis bancaria de 1893, el capital bancario alemán empezó a fluir y al final había
cuatro grandes grupos bancarios, de los cuales dos eran originalmente alemanes, uno era
francoitaliano y otro era italiano,47 los cuales proporcionaban no sólo el capital, sino tam-
bién gran parte de la dirección y del empresariado. La energía hidroeléctrica y las remesas
de emigrantes, que constituían una significativa partida de la balanza de pagos, también
jugaron su parte. Por último, se produjo una activa intervención gubernamental. Mediante
la promesa de grandes subvenciones, el estado estimuló las factorías de construcción de
ferrocarriles en el país (1882); estuvo detrás de las acerías de Terni (1886), y mediante las
adecuadas subvenciones también alumbró una poco sólida industria de construcción de
buques (ley de 1885).
La política arancelaria italiana ha entrado en un debate importante. Un arancel bajo
de 1878 fue seguido por uno más duro en 1887. Paul Bairoch ha argumentado que fue esta
protección la que creó las condiciones para el auge industrial, mientras que Gerschenkron
sostenía que las industrias erróneas, particularmente el hierro y el acero, que requerían
mucho carbón importado, estaban siendo protegidas, y si las políticas hubiesen sido más
apropiadas a las condiciones italianas, el esfuerzo habría sido todavía mucho más rápido.48
Sin embargo, en cuestión de hechos puede demostrarse que la protección "efectiva" a la
industria fue insignificante a pesar de los elevados tipos nominales, y que cualquier políti-
ca arancelaria alternativa que hubiera sido introducida habría producido resultados muy
poco diferentes.49
El sur apenas se vio afectado por estos desarrollos, y en muchos aspectos guardaba
una mayor semejanza con la cercana costa africana que con el norte avanzado.50 En la
45 S.B. Saul (1972), p. 55.
46 Jon S. Cohen (1967), pp. 363-4; L. Cafagna (1973), p. 297; Milward y Saul (1977), p. 262 ss.; V. Hunecke
(1978), p. 107; S.B. Clough (1964), p. 93 ss.
47 Jon S. Cohen (1967), p. 366; R.A. Webster (1975); S.B. Clough (1964), p. 125 ss.; Walterhausen (1931),
p. 593; Tamborra (1974), pp. 97-8; Mori (1979), p. 65 ss.; G. Fua (1965), p. 12 ss.
48 Paul Bairoch (1976b), pp. 247-52; A. Gerschenkron (1970), pp. 124-5; ibid. (1966b), p. 72 ss.; ibid.
(1968b), p. 98 y passim; Milward y Saul (1977), p. 257 y passim; Barry Supple (1973), iii, pp. 341-3.
49 Gianni Toniolo (1977); véase también Frank J. Coppa (1970).
50 T. Kemp (1969), p. 175.
276 SIDNEY POLLARD

década de 1870, el sur, con el 41% de la tierra, producía el 53% del trigo y el 32% de las
patatas, pero tenía sólo el 17% de los trabajadores industriales y el 16% de las calderas de
vapor. Alrededor de 1900 tenía el 25,9% de la población, pero sólo el 12,1% de la
propiedad imponible. Según otros cálculos, el 25,6% de la población del sur continental
tenía sólo el 9,8% del empleo del país en empresas de más de 10 empleados.51 No podía
constituir un mercado para los bienes industriales del norte, de igual modo que el norte no
podía emplear todo su trabajo excedente. El resultado fue una de las mayores oleadas de
emigrantes que nunca haya abandonado Europa. De una tasa anual de unos 150.000 en la
década de 1880, se pasó a 353.000 en 1900 y a un promedio de 679.000 entre 1909 y
1913. La mayor parte de ellos eran de las regiones no industrializadas de Italia, el sur y el
Veneto. En el período de 1891-1910 en conjunto, la tasa fue la segunda más alta de
Europa, superada sólo por los irlandeses: el 0,77% de la población total se marchaba cada
año; en los años finales subió hasta el 2%.52 Estos movimientos, asimismo, eran conse-
cuencias de la desigual industrialización de Europa.

Escandinavia y Holanda
Hacia mediados de siglo los países escandinavos, Dinamarca, Suecia y Noruega,
parecían ocupar una posición muy semejante a la de los estados periféricos del sur y del
este de Europa. Principalmente agrícolas, sin apenas industria moderna, pobres y dependi-
entes, parecían destinados a abrirse al capital extranjero para pasar a ser "colonizados"
como suministradores de alimentos y primeras materias para las áreas adelantadas de la
Europa interior.
Sin embargo, mientras su historia tampoco puede ser comprendida si no es como
parte de la economía europea, la estrecha vinculación económica a naciones más
poderosas y más adelantadas no parece en su caso haber impedido su crecimiento en pros-
peridad ni su industrialización. Aunque peligrosamente especializados en una o dos mer-
cancías primarias –Dinamarca en alimentos, Suecia en mineral de hierro y madera, y
Noruega en madera y pescado– su fuerte dependencia de los mercados británicos y
después también de los alemanes, por lo cual inicialmente también obtuvieron la mayoría
de sus manufacturas, los llevó no tanto a una relación colonial como a ir formando parte
de las economías metropolitanas en realidad.53 Como en el caso de la periferia oriental y

51 F. Vöchting (1951), pp. 92, 222; S.B. Clough y C. Livi (1956), p. 336; L. Saville (1968); Caizzi (1962);
R.S. Eckaus (1961); Barzanti (1965), p. 27 ss.; D.M. Smith (1968), pp. 390-473; S.B. Clough (1964), pp. 165-7;
Podbielski (1974), p. 4.
52 R.A. Webster (1975), p. 48; F. Vöcting (1951), p. 238; Paul Bairoch (1976b), p. 250.
53 François Caron (1978), iv, p. 102; A. Gerschenkron (1966b), pp. 361-2; Kurt Albert Gerlach (1911),
p. 169 ss. Paul Bairoch efectúa una distinción entre los países pequeños que optan por la complementariedad con
una economía dominante y los que se proponen competir con ellos sobre la base de una ventaja en las materias pri-
mas o de habilidades especializadas. En los últimos, las exportaciones aumentan con menor rapidez, pero su produc-
ción aumenta más de prisa. Sin embargo, la distinción no es muy clara y algunos, como Suecia, cumplen con ambas
condiciones. (1976b), p. 260.
LA CONQUISTA PACIFICA 277

meridional, sus esfuerzos económicos fueron en gran medida financiados desde el extran-
jero, y como ellos, el capital extranjero fue canalizado en su mayor parte a través de prés-
tamos gubernamentales, orientándose principalmente hacia los ferrocarriles, otras inver-
siones en infraestructura y la producción primaria, particularmente minera. Incluso
Dinamarca, que empezó hacia 1870 como acreedor en su cuenta de capital, habiéndose
beneficiado de la conversión de los peajes marítimos (del estrecho) en 1857 y del acuerdo
con Sleswig-Holstein en 1864, terminó fuertemente endeudada en 1914.54 Sin embargo,
para ellos como para los Estados Unidos y Bélgica antes, la utilización de otro capital de
sus habitantes se convirtió en una vantaja más que en un inconveniente y el auge expan-
sionista fue movido en cada caso por la exportación.
Los tres países septentrionales pertenecían a las economías que crecían más aprisa
en Europa en la última parte del siglo, tanto en términos de producción como de renta. Los
datos de Paul Bairoch aparecen en el cuadro 6.2.55

Cuadro 6.2.
PNB por habitante a precios constantes ($ de 1960)

Tasa de crecimiento
1830 1860 1913 1830 – 1914 % a.a.

Dinamarca (208) 294 862 1,73


Noruega (280) 401 749 1,19
Suecia (194) 225 680 1,52
Países Bajos (347) 452 754 0,94
Finlandia (188) (241) (520) (1,23)
Promedio europeo 240 310 534 0,97

Además, aunque su llegada tardía implicaba un esfuerzo rápido y una brecha amplia,
consiguieron alcanzar la industrialización con menos sacrificios para su clase trabajadora.
La explotación de niños en fábricas sólo duró un breve período y evitaron tener que cargar
con los monótonos barrios bajos de las ciudades industriales, ennegrecidas por el hollín, de
la Europa interior. Esas ventajas surgieron en parte precisamente porque estos países
entraron en su senda de crecimiento en la fase de la "tercera ola" o segunda revolución
industrial, con su energía hidroeléctrica, más limpia, sus industrias de bienes de consumo y
su conciencia social y lecciones de organización aprendidas en la primera.

54 K. Berrill (1963), pp. 295-6; S.A. Hansen (1970), pp. 60-1; K.-G. Hildebrand (1972), p. 310; Axel Nielsen
(1933), pp. 519, 577-81; Gerlach (1922), pp. 363-9; G. Myrdal (1956), p. 98; Lars Sandberg (1978), p. 655; Lennart
Jörberg (1973), iv, p. 479.
55 Bairoch (1976a), pp. 307, 309. Las cifras entre paréntesis se han estimado en parte. También (1976b),
pp. 154-7; Jörberg (1973), pp. 377-9; Sandberg (1979), p. 225.
278 SIDNEY POLLARD

No fueron particularmente favorecidos por la dotación de recursos. Es cierto que


Noruega y Suecia poseían algunos recursos de una clase que también tenían Finlandia y
Rusia, pero su gran difusión en el mapa no debe engañarnos en cuanto a la extensión rela-
tivamente pequeña de su tierra cultivable; la tierra agrícola era más abundante en
Dinamarca, pero no disponía de otros recursos.
% de uso de la tierra, 190156
Permanente Otros usos
Arable Hierba Bosque y sin usar
Dinamarca 69 6 8 17
Noruega 2 1 22 75
Suecia 9 3 52 36

Había, en efecto, una grave exceso de población en la tierra a mediados de siglo,


antes de que la industrialización pudiera absorber las manos sobrantes. Ello provocó, como
en muchos otros países, una emigración masiva, particularmente en las décadas de 1880 y
1890, y de nuevo en los primeros años del siglo. En 1871-1910 Noruega todavía
pertenecía a las regiones de emigración más alta de Europa, y Suecia y Dinamarca ocupa-
ban una posición intermedia.57 El éxito de los países septentrionales tiene que buscarse en
factores tales como su localización favorable en términos de transporte marítimo, un tem-
prano desarrollo comercial y bancario, y un capital humano en forma de una población
activa, sana, observante de la ley y emprendedora, que disfrutaba de las ventajas de una
relativamente buena educación y una pronta emancipación de la servidumbre. Suecia era
el arquetipo de "sofisticado indigente". 58 Una vez más, una economía basada en
campesinos libres demostraba ser mucho más flexible y progresiva que una basada en fin-
cas de gran extensión.
La transformación danesa fue en muchos aspectos la más notable, puesto que se basó
en la agricultura, en unas condiciones de clima y de suelo que no eran particularmente
favorables. Generalmente se admite que la flexibilidad que permitió a Dinamarca alcanzar
este desarrollo descansaba en sus agricultores medios, que mantenían el 55% de la tierra
en 1895, en propiedades de una extensión comprendida entre unos 50 y 200 acres.
Dinamarca es el clásico caso de un país que optó por el librecambio, decidiendo beneficia-
rse de los alimentos baratos que le llegaban en grandes cantidades del Nuevo Mundo en la
década de 1870, en lugar de dificultar su entrada. En el curso de una generación, la
economía danesa había pasado de la exportación de cereales a la exportación de carne y
productos lácteos, en tanto que importaba cereales, utilizados en parte como pienso barato.
Se aseguró los mercados exteriores en un mundo muy competitivo mediante la innovación

56 Gerlach (1911), p. 6.
57 Bairoch (1976b), p. 250; Gerlach (1911), pp. 17, 197; Erik Helmer Pederson (1975), 109; S. Helmfrid
(1974); E.F. Heckscher (1968), p. 256; S. Lieberman (1970), p. 44; Semmingsen (1972).
58 Lars G. Sandberg (1978); ibid. (1979); Koblik (1975), pp. 11-2; M. Drake (1979), pp. 288-90.
LA CONQUISTA PACIFICA 279

técnica, elevando los rendimientos y controlando la calidad. Esto descansaba, a su vez, en


la cooperación, particularmente las cooperativas lecheras (la primera en 1882), los
mataderos (1887) y las estaciones de envasado de huevos (1891), así como las sociedades
cooperativas de compra, y las de educación, de las que los colegios agrícolas y las
famosas Folk High Schools fueron los componentes más notables.59
Una vez más, la división en sector "primario" y "secundario" es engañosa: las rela-
ciones comerciales de países avanzados debieran mostrar fortaleza en alta tecnología, más
que simplemente sectores secundarios, y la industrialización de Dinamarca se logró en
gran medida por la agricultura de alta tecnología. En el empleo industrial, que aumentó
del 25% en 1845 al 29,5% del total en 1901, algunos ejemplos de industria moderna se
habían en este período añadido a los oficios tradicionales. El empleo en las empresas de
más de veintiún trabajadores aumentó de 77.300 en 1897 a 118.400 en 1913, e incluía un
astillero mundialmente famoso. Característicamente, las industrias textiles ocupaban sólo
el 6% de los empleados en la industria a principios de siglo, mientras que la elaboración
de alimentos empleaba más del 17%, utilizando un 28% de la potencia instalada. La
industria del vestido empleaba más del 20%, y los metales y la maquinaria se acercaban a
esa cifra antes de la primera guerra mundial.60 La producción industrial creció al 4-5%
anual (en 1890-97 al 7,2%) y virtualmente todo ello era para el mercado interior. En 1855-
72, y de nuevo en 1906-14, buena parte se concentraba en la capital, Copenhague, que en
1914 tenía el 43,5% de los empleados en grandes empresas.61
Suecia había sido importador neto de alimentos desde por lo menos 1685, y en 1914
importaba la mitad de su trigo y el 29% de todos sus cereales, aun cuando casi la mitad de
la población estaba todavía trabajando en la tierra, cinco sextos de la misma como
campesinos. Sus exportaciones tradicionales consistían en hierro, así como cobre. En el
siglo XIX, sus fundiciones de hierro quedaron atrasadas tecnológicamente, utilizando el
proceso Lancashire desde 1829, aproximadamente, hasta la década de 1890. Con todo, la
producción de hierro en barras se multiplicó por diez entre 1815 y 1910, y la moderna
fabricación de acero comenzó con unos hornos de reverbero de poca altura en 1868, uti-
lizando carbón importado, y el proceso "básico" se introdujo en 1890. Posiblemente
Suecia se mantuvo atrasada tecnológicamente por su superabundancia de madera, aunque
sus políticas restrictivas y monopolísticas en la producción de hierro, que se prolongaron
hasta 1859, fueron en parte dictadas por la necesidad de manejar prudentemente los sum-
inistros de carbón vegetal alrededor de los hornos. Fue la oferta abundante de energía
hidráulica la que permitió a las acerías suecas, así como a otras industrias, expansionarse
más tarde sin encontrarse con limitaciones en las fuentes energéticas.62

59 Gerlach (1911), p. 29 ss.; Bairoch (1976b), pp. 263-6; A. Nielsen (1933), p. 528 ss.; Wolf von Arnim
(1951); Hildebrand (1972), p. 306, y R. Cameron (1972), p. 311; A.H. Hollmann (1904); H. Bergtrup, H. Lund, P.
Manniche (1929); L. Jörberg (1973), pp. 394-9.
60 Gerlach (1911), p. 52 ss.; A. Nielsen (1933), pp. 542-8; Kjeld Bjerke (1955), pp. 124-9.
61 Kristof Glamann (1960), p. 125; S.A. Hansen (1970), p. 14 ss.; L. Jörberg (1973), p. 408.
62 Heckscher (1968), pp. 167, 217-9; Hildebrand (1972), p. 307; Boethius (1958), p. 155.
280 SIDNEY POLLARD

El auge de la exportación de madera se produjo desde 1840, aproximadamente, hasta


1900, representando en sus mejores momentos un 40-45% de las exportaciones. En gran
medida fue inducido por la demanda de Gran Bretaña. En parte dependía del ferrocarril y
era significativo del estado de atraso de la economía que el primer ferrocarril del país, con-
struído en 1849, fuese todavía de tracción equina. El primer tramo corto del ferrocarril de
vapor no fue inaugurado hasta 1856. El aserrado y, más adelante, la producción de pulpa
contribuyeron a la modernización de la industria sueca en el último tercio del siglo. El
crecimiento realmente espectacular de la industria se produjo a partir de 1893. El consumo
de carbón aumentó de un promedio de 1,5 millones de toneladas en 1886-90 a 5,25 mil-
lones en 1911-15, mientras que simultáneamente la instalación de energía hidroeléctrica
pasaba de 150.000 kw. a 550.000 kw.63
Es significativo que mientras que en el auge de 1871-74, cuando tuvo lugar la
primera "ruptura industrial" y en el de las exportaciones de 1887-89, particularmente las
de manufacturas, aquéllas aumentaron más rápidamente que la producción manufacturera,
esto no fue así en la década de 1890 y a principios del siglo XX.64 El mercado interior
tenía ahora mayor significado y Suecia, en estrecho paralelismo con Suiza, entró en la
división internacional del trabajo concentrándose en sus exportaciones en pequeña escala,
en buena medida de productos mecánicos sofisticados, que requerían una gran habilidad e
inventiva, y una tecnología avanzada. También comenzó una estrecha cooperación con los
demás países escandinavos.65
Noruega contaba con dos activos significativos en esta fase, su fácil acceso al mar y
sus recursos madereros, a los que se añadió más adelante, como en Suecia, su riqueza en
energía hidráulica. La explotación de la madera, una vez más, como en Suecia y Finlandia,
tuvo que esperar a la eliminación de los derechos preferenciales británicos a favor del
Canadá en 1842, y en la década de 1870 los aserraderos y pronto también los molinos
papeleros y de pulpa fueron los principales agentes de la introducción de la industria
mecánica moderna y de los modernos métodos industriales en el país.
Alrededor de un tercio de la industria maderera y casi todos los ferrocarriles fueron
financiados por el extranjero, pero la industria naviera de Noruega era esencialmente
autóctona. Este notabilísimo activo se desarrolló a partir de la tradicional industria pes-
quera, que continuó proporcionando una de las principales exportaciones de Noruega. Las
tripulaciones noruegas, con los antiguos veleros o con buques de vapor de segunda mano,
mantuvieron una de las mayores flotas del mundo, basada en la destreza, los salarios bajos
y la especialización en determinados tipos de recorridos. El transporte marítimo, la pesca
de la ballena y la pesca en general proporcionaron el 60% de las exportaciones de Noruega
en 1865-85, y el 55% en 1895-1915.66

63 Heckscher (1968), pp. 225-31, 240-3; K.-G. Hildebrand (1972), pp. 275-81; ibid. in Economic History
(1978), temas A, p. 36; L. Jörberg (1973), p. 446.
64 L. Jörberg (1969), pp. 272, 277 ss.
65 Hildebrand (1972), pp. 308-9; Heckscher (1968), p. 224; L. Jörberg (1973), pp. 442, 475.
66 En la década de 1870, sólo los británicos y los americanos eran mayores, Edward Bull (1960), pp. 262-3,
267, 270; E. Jutikkala (1960), pp. 152-4; S. Lieberman (1970), pp. 119-30; L. Jörberg (1973), p. 430; Sejersted
(1968).
LA CONQUISTA PACIFICA 281

En el caso de Noruega, incluso más que en el de sus dos vecinos, la notable expan-
sión posterior a 1870 fue promovida por las exportaciones, más que por el mercado interi-
or: consecuencia del alto grado de integración en la Europa interior. La población era
escasa, la agricultura continuaba estancada y en gran medida autosuficiente, y con fre-
cuencia resultaba más fácil transportar bienes desde el extranjero que desde otra parte del
país.67 Cuando la tecnología hidroeléctrica alcanzó el punto de la viabilidad comercial,
alrededor del cambio de siglo, el capital extranjero se combinó con las habilidades y facil-
idades locales para levantar algunas de fundiciones y plantas de nitrógeno mayores y
mejor dotadas de energía moderna de Europa.68 Las instalaciones hidroeléctricas se
ampliaron desde 200.000 kw. en 1908 a 400.000 kw. en 1912. Así, Noruega, tal vez inclu-
so más que los otros, se ahorró el dolor de la etapa intermedia de la urbanización basada
en el carbón.
Holanda fue asimismo otro pequeño país que estuvo estrechamente integrado en la
Europa interior e inició su fase de industrialización en el gran auge secular de 1913.
Como Dinamarca, obtuvo el máximo beneficio de esta integración manteniendo una
política de librecambio, pero se distinguió en dos aspectos importantes respecto de los
países escandinavos. En primer lugar, no "despegó" a mediados de siglo desde la posición
de una economía pobre y apartada, sino que, como ha mostrado el cuadro 6.2, había con-
servado de sus días de gloria del siglo XVII un nivel de renta por habitante que se encon-
traba entre los más altos de Europa. En segundo lugar, su papel especializado en Europa
no era el de proveedor de alimentos o primeras materias, sino de servicios comerciales,
incluyendo el comercio de tránsito con sus colonias, y los servicios financieros. A lo largo
de casi todo el siglo XIX, Holanda mantuvo holgadamente las cifras absolutas más altas
de comercio internacional por habitante en Europa. A este sector de servicios corre-
spondían los relativamente elevados salarios y rentas, que fueron, durante la mayor parte
del siglo XIX, un factor adverso para la industrialización de Holanda.69 Sin embargo,
también se mantuvo una antigua tradición de producción especializada de alimentos no
muy distinta del modelo danés.
De 1815 a 1830, Holanda construyó algunos canales importantes, pero en la con-
strucción de ferrocarriles, así como en la instalación de máquinas de vapor, se quedó muy
por detrás de Bélgica, que era entonces el líder europeo.70 El empleo y la producción en
las industrias textiles clave, de hecho, declinaron, y los holandeses han sido criticados con
frecuencia, sobre todo por otros holandeses, de vivir simplemente de su pasado glorioso:
un defecto que a la Gran Bretaña de finales del siglo XX no le resulta enteramente
extraño. De oude tijden komen wederum ("los viejos tiempos volverán de nuevo") parecía
ser el sentimiento dominante.71
67 S. Lieberman (1970), pp. 78, 115, 152-6; L. Jörberg (1973), p. 426.
68 S. Lieberman (1970), pp. 133-8; L. Jörberg (1973), pp. 432-6; E. Bull (1960), pp. 268-9.
69 Henk van Dijk, en Economic History (1978), parte I, tema A, pp. 104-5; J. Mokyr (1974), p. 383; ibid.
(1975), p. 288 ss.; Jan de Vries (1978), pp. 89-90, 97.
70 Robert Demoulin (1938), p. 108; J. Mokyr (1974), pp. 370-2; Bläsing (1973), p. 107.
71 J.C. Boogman (1968), p. 140; Joel Mokyr (1975), p. 298; Bläsing (1973), pp. 82-6.
282 SIDNEY POLLARD

Con todo, muchas de las industrias tradicionales, como la del refino de azúcar,
sobrevivieron y se expansionaron. La construcción de buques comenzó a modernizarse en
1850, y en algunas regiones se produjo también un gran crecimiento de las industrias tex-
tiles, sobre una base mecanizada, después de 1850. Holanda podía describirse como un
país que no tenía ningún sector líder, pero que experimentaba un crecimiento equilibrado,
sin dificultades importantes, que por esta razón ha sido con frecuencia mal comprendido.
Entre las industrias que se expansionaron entonces estaban el refino del azúcar, la elabo-
ración del tabaco, la construcción de barcos, la industria mecánica y los metales.72 La tran-
sición holandesa fue ciertamente facilitada por las colonias, porque aparte de suministrarle
bienes para el tradicional comercio de tránsito, las industrias más débiles y menos compet-
itivas, como las textiles y las de artículos metálicos, todavía podían encontrar ventas en los
mercados colonias exclusivos.73
El "esfuerzo" holandés del tipo más convencional se produjo en los años comprendi-
dos entre 1890 y la primera guerra europea, en un marco de librecambio, crisis agrícola y
reajuste. Lo que entonces fue significativo fue no sólo el desplazamiento hacia la industria
mecánica y de elaboración moderna de alimentos, sino también el crecimiento de grandes
empresas. En proporción al total de las mayores unidades industriales, las grandes empre-
sas aumentaron del 15,2% de empleo en 1889 al 29,2% en 1909. También se produjo un
claro incremento de la inversión frente al crecimiento de las rentas alrededor de 1890,
ejemplificado por las siguientes cifras:

Indice 1876 = 100 1891 1910


Importaciones netas de maquinaria y herramientas 150 390
Importaciones netas de hierro y artículos de hierro 139 400
Empleo en las industrias mecánicas 140 540
Capacidad adicional de las máquinas de vapor insta-
ladas en el año 160 390

En todos los sectores el crecimiento real tuvo lugar después de 1890.74 Como en el
caso de los países escandinavos, la proporción relativamente alta del empleo en las indus-
trias mecánicas fue significativa para el futuro.

72 Este es el argumento de Richard T. Griffiths en un trabajo ciclostilado sin publicar, leido en la Economic
History Conference (1978); Joel Mokyr (1976a), p. 94 ss.; Jan de Vries (1978), pp. 160-2; Dhont y Bruwier (1973),
pp. 358-60.
73 Jan de Vries (1978), pp. 160-2, 211.
74 J.A. van Houtte (1972), p. 116; Jan de Vries (1978), esp. pp. 162-3, 173, 182. Brugmans dató el período de
industrialización entre 1870 y 1914. Brugmans (1961), p. 312 y passim.
LA CONQUISTA PACIFICA 283

El imperio ruso
Ahora pasamos de aquellos países y regiones que habían iniciado indudablemente
su carrera hacia la industrialización en 1914 a aquéllos cuyo despegue era dudoso, así
como a aquéllos que todavía estaban rodando por la pista. Rusia pertenece al grupo
dudoso. Este país ha tenido suerte con sus historiadores económicos que han celebrado
sus logros anteriores a 1914 y sólo discuten, como máximo, cuándo comenzó exactamente
el proceso. Con todo, comparadas con las del resto de Europa, todas las estadísticas rusas
permanecen tristemente bajas. Esto era no sólo porque sus zonas industriales eran escasas,
más diluidas por las áreas del entorno, y por tanto menos capaces de influir en los prome-
dios nacionales, sino también porque el sector agrícola era con mucho el más pobre, más
atrasado y peor equipado y su tasa de analfabetismo era la más elevada, mientras que
varias de las regiones más avanzadas también exhibían rasgos de atraso que ya no se
veían en la Europa interior o entre el segundo escalón de seguidores. El papel de Rusia en
la división internacional del trabajo era todavía el de un productor de alimentos que se
privaba de los que él mismo necesitaba, a fin de conseguir un excedente exportable.
En términos por habitante, deprimida por su vasto campesinado golpeado por la
pobreza, Rusia exhibía unas cifras muy poco lucidas. Así, el PNB por habitante en 1913
en el área que más tarde sería la Unión Soviética, ascendía a sólo 326 dólares de 1960,
ocupando el cuarto lugar comenzando por la cola, comparados con un promedio de 534
dólares para Europa en su conjunto. De manera semejante, la potencia utilizada en la
industria en 1907, de 14,7 HP por 1.000 habitantes, correspondía a la cifra británica de los
primeros años de la década de 1830 y a la cifra alemana de la década de 1860, es decir, un
retraso de setenta y cuarenta años, respectivamente.75 En términos absolutos, las cifras
eran mejores. El consumo ruso de algodón en rama, que estaba entre las cinco primeras
naciones, había aumentado del 7,8% en 1890 al 12% en 1913, y su producción de lingote
de hierro lo había hecho del 3,7% al 6,5%. A pesar de ello, su producción de carbón y de
lingote de hierro todavía estaba por debajo de la francesa, que se encontraba asimismo
rezagada entre la de los países occidentales diluida en una gran sector agrario, con una
población que era solamente la cuarta parte de la de Rusia. La situación de las industrias
mecánicas era todavía peor. Rusia importaba el 35% de sus artículos electrotécnicos, el
54% de su maquinaria agrícola y el 100% de sus automóviles, goma y aluminio. Las dos
terceras partes de la maquinaria utilizada en sus industrias había sido hecha en el extran-
jero.76
Entre los aspectos más afortunados de la orientación de Rusia hacia la industrial-
ización en esta fase estaba la extensión de la red ferroviaria, el establecimiento de indus-
trias en las áreas tradicionales de Petersburgo, Polonia y las provincias centrales alrededor
de Moscú, y el desarrollo de dos regiones industriales modernas basadas en los recursos

75 Paul Bairoch (1976a), p. 307; Purs (1973), pp. 162-4.


76 Olga Crisp (1972), p. 436; V.K. Yatsounsky (1965), pp. 288, 306. Véase también W. Ashworth (1977), p.
150, y Gregory Grossman (1973), iv, p. 490; Goldsmith (1961), p. 442.
284 SIDNEY POLLARD

nacionales, el petróleo de Bakú y el carbón del Donetz, con el mineral de hierro de Krivoi
Rog.
Los primeros ferrocarriles, como hemos visto, fueron construidos esencialmente con
una finalidad estratégica o de prestigio, y tenían pocos eslabonamientos económicos posi-
tivos. Un componente importante del programa posterior de construcción, el ferrocarril
transiberiano y sus ramales principales, que empezó en 1891, tuvo también objetivos prin-
cipalmente políticos y militares, más que económicos. Sin embargo, podría decirse que en
la segunda fase los ferrocarriles "llevaron a la introducción de técnicas modernas y de
métodos de organización en el país y prepararon el camino para el rápido incremento del
comercio internacional en la década de 1870, basado en gran medida en la exportación de
cereales".77 Aunque la apertura del potencial exportador fue el principal logro de la segun-
da fase, la tercera fase del rápido esfuerzo al principio de la década de 1890 se apoyaba en
una extensión nada insignificante en el hierro, el acero y la capacidad de las industrias
mecánicas a que había dado lugar la propia construcción de los ferrocarriles. Aunque en
1870-79 sólo el 41% de las necesidades rusas de hierro y acero eran satisfechas por la pro-
ducción interior, el programa acelerado de construcción fue igualado por la creciente
capacidad de producción de ambos materiales: las fundiciones del pionero John Hughes,
en el sur de Rusia, sobrevivieron sólo por los pedidos del ferrocarril. Se dice que en 1893-
99 los ferrocarriles habían empleado el 37% de la producción nacional de lingote de hier-
ro, es decir, poco menos de la producción total de 1890, pero sólo un tercio de la cifra
ampliada de 1900. Por entonces, sólo el 27% del consumo de lingote de hierro tenía que
importarse. He aquí un caso clásico de sustitución de importaciones.78
El primer máximo de construcción se produjo en 1869-73, cuando se tendieron
1.884 km. por año, pero en el segundo máximo, en 1894-1903, el promedio de diez años
fue de más de 2.000 km. al año, alrededor de un tercio del cual se construyó en Asia. A
finales del período, Rusia tenía la mayor red de Europa, aun cuando todavía era pequeña
en comparación con los Estados Unidos y se encontraba entre las menores en términos de
kilometraje por acre y por habitante.79 Los ferrocarriles llegaban ahora a las provincias de
cultivo del algodón del Asia central, así como a los Urales y a los minerales de Siberia.
Las primeras líneas habían sido generalmente construídas por compañías privadas (extran-
jeras) con la garantía del estado, pero éste sólo poseía unas 730 millas del ferrocarril en
1870, y poco después se hizo cargo de la Compañía del Gran Ferrocarril de Rusia, y
después de 1878 construyó y gestionó muchos más líneas. Fue por medio de los ferrocar-
riles que el estado ejerció su influencia más directa sobre la economía rusa, particular-
mente canalizando fondos extranjeros hacia el desarrollo interior.80

77 Grossman (1973), p. 489.


78 Olga Crisp (1972), pp. 450-1, 455; A. Baykov (1954), p. 143; K.W. Hardach (1967), p. 59.
79 Milward y Saul (1977), pp. 400-1; B.R. Mitchell, "Statistical Appendix" en Cipolla (1973), pp. 789-90; P.I.
Lyashchenko (1949), pp. 491-3; M.E. Falkus (1972), p. 55.
80 W.O. Henderson (1967a), pp. 224-6; A. Kahan (1967), pp. 460, 467; A. Gerschenkron (1977), p. 54.
LA CONQUISTA PACIFICA 285

De las industrias tradicionales, las cifras de la hilatura y del tejido de algodón


fueron sin duda las de más éxito en términos comparativos internacionales. Firmemente
basadas en los cimientos puestos con anterioridad en las tres principales regiones industri-
ales, Moscú-Rusia central, Petersburgo-zona báltica y Lodz, en Polonia, se expansionaron
aún más, descansando cada vez más en el cultivo del algodón en rama dentro del imperio.
Se convirtió en una industria fabril en gran escala, la principal entre las industrias textiles
y otras que surgieron en el último cuarto del siglo, representando el 61% de la producción
textil en 1887 y el 45% en 1897,81 e iba a aumentar de forma particularmente rápida en la
década de 1890. Aparte de las industrias de la lana y del lino, la producción en gran escala
se extendió también a las refinerías de azúcar, a la producción de las industrias metálicas
y de armamento, y a algunas otras industrias.
Básicamente, Rusia tenía el carácter de una economía atrasada que tenía su industria
moderna implantada desde el extranjero, en un sistema social que no proporcionaba un
terreno favorable para ella. Una consecuencia fue que podía encontrarse muy poco entre
la gran fábrica en un extremo y el Kustar o producción artesanal en el otro. La fábrica de
algodón de Kronholm, fundada entre muchos otros por Ludwig Knoop, era considerada la
mayor del mundo con sus 12.000 obreros, 475.000 husos y 3.700 telares en sus instala-
ciones a lo largo del río Narva, a unas 75 millas de San Petersburgo.82 La tecnología era
más atrasada que la más avanzada de occidente, y el trabajo, en general, era inestable, no
cualificado e informal según los patrones occidentales, a medida que la rápida expansión
iba atrayendo nuevas oleadas de campesinos hacia las ciudades. En todos los aspectos
había una clara tendencia a ponerse al nivel de los demás países en el sentido de desarrol-
lar una fuerza de trabajo más estable, como en occidente.83
Entre las regiones principales, el área central en torno a Moscú empleaba en 1900 el
31,1% de la mano de obra en las manufacturas, incluyendo el 40,4% del trabajo fabril, el
60% de los husos y el 74% de los telares que había en Rusia. Además de las industrias
textiles, también había industrias mecánicas y de metalurgia especializada. En 1914, su
proporción había aumentado al 42,6% del trabajo fabril y al 35,9% de la producción total.
Con todo, incluso en las áreas más concentradas de esta región industrial las fábricas
todavía escaseaban, encontrándose a veces en lugares aislados, rodeadas por los barra-
cones de las viviendas, a mucha distancia de los demás centros de población.
San Petersburgo tendía a rezagarse en las industrias textiles en este período, pero
aumentaba su capacidad en las industrias mecánicas, particularmente en los ferrocarriles,
la construcción de buques y la fabricación de armamento. Riga y Talinn poseían especiali-
dades semejantes. Aquí la industria no se encontraba distribuida en una región amplia,

81 Lyashchenko (1949), pp. 527-30.


82 W.O. Henderson (1967a), p. 210 ss.; Milward y Saul (1977), pp. 404-5; Schulze-Gävernitz (1899),
pp. 95-7, 112-22.
83 Daniel Brower (1977).
286 SIDNEY POLLARD

sino que se concentraba en unas pocas ciudades grandes, y el capital y la capacidad empre-
sarial extranjeros jugaban un papel particularmente importante. Polonia tenía industrias
textiles, así como también carbón y metales, y exportaba principalmente manufacturas al
resto de Rusia, a cambio de primeras materias y productos agrícolas. Su crecimiento dis-
minuyó el ritmo después de 1890, cuando el del resto del imperio lo aumentó, a causa del
meditado arancel y de otras formas de discriminación aplicadas por el gobierno ruso. Sin
embargo, se ha estimado que su producción industrial total aumentó de 11 millones de rub-
los en 1850 a 171 millones en 1880 y a 860 millones en 1913.84

Los esfuerzos más dramáticos se produjeron en el caso de las industrias pesadas del
sur. La industria del hierro en los distritos más antiguos, los Urales y las provincias cen-
trales, había sido superada por el progreso en otros países y la producción rusa de lingote
de hierro había bajado del 4% al 2% del total mundial entre 1860 y 1880. El nuevo impul-
so vino del rico yacimiento de mineral de Krivoi-Rog, descubierto en 1882. Las fundi-
ciones de John Hughes en Yusovka (Stalino, Donetsk) se construyeron en 1871 y estaban
en plena producción en 1874. El carbón de Lugansk fue ensayado en 1873. Se sucedieron
algunos años de incertidumbre, pero la industria se estabilizó por la terminación del ferro-
carril del Donetz, que unía el carbón de esta región con los yacimientos de mineral a una
distancia de 200 millas en 1886. Siguió una larga serie de inversiones; en 1898 había 17
grandes establecimientos de fundición, 29 altos hornos y otros 12 en proceso de construc-
ción. Éstos eran modernas unidades que se encontraban muy próximas a la tecnología
occidental de la época. En 1913, el Donetz producía el 87% del carbón ruso, el 74% del
lingote de hierro y el 63% del acero, excluida Polonia.85

La aparición de los yacimientos de petróleo del Cáucaso fue igualmente dramática,


aunque había menores vinculaciones, porque el capital era en gran medida extranjero, la
localización era periférica y el producto era sobre todo para la exportación. La primera
planta moderna fue construida por Robert Nobel, un sueco, en la década de 1870 y otras
refinerías, así como una flota de buques tanque siguieron muy pronto. El ferrocarril tran-
scaucasiano contribuyó a solucionar el problema del transporte. La producción aumentó de
2 millones de poods en 1870 a 631 millones en 1900, cuando Rusia producía una tercera
parte del total mundial, y entonces se estancó, cayendo la proporción rusa a una sexta parte
en 1913.86

Estas industrias pesadas, junto con el ferrocarril y otras industrias mecánicas y la


manufactura del algodón, estaban en el centro del proceso industrializador ruso. Algunas
estadísticas pueden ilustrar el ritmo (cuadro 6.3). Pueden compararse con el índice general

84 R. Portal (1966), pp. 829-36, 853-5; Berend y Ranki (1974a), p. 132; Andrzej Jezierski (1969); Irena Petrzak-
Pawlowska (1970); Pounds (1958), pp. 123-6; Spulber (1966), p. 15; R.E. Johnson (1979); Kahan (1978), p. 269.
85 Yatsounsky (1965), pp. 301, 303; Milward y Saul (1977), pp. 406-9, 416; Lyashchenko (1949), pp. 540 ss.,
671-2; Henderson (1967a), pp. 215-7; Crisp (1976), pp. 64-5.
86 Milward y Saul (1977), p. 409.
LA CONQUISTA PACIFICA 287

del valor añadido en la manufactura, a precios constantes, que aumentó como sigue87
(1900 = 100):
1860 13,9
1890 50,7
1900 100,0
1913 163,6

Cuadro 6.3.
Producción en Rusia (millones de poods)88
1860-64 1887 1900 1913
Lingote de hierro 18,1 36 177 283
Carbón 21,8 276 986 2215
Hierro y acero - 35 163 246
Petróleo – 155 631 561
Algodón (importaciones) – 11,5 16 26

Entretanto, la población había aumentado de 74 millones en 1861 a 133 millones en


1901 y a 161 millones en 1911.
El crecimiento del producto industrial ruso se produjo en esfuerzos breves, seguidos
por algunos años de estancamiento y recuperación. El primer auge duró desde 1867,
aproximadamente, hasta 1873. Fue el gran esfuerzo de la década de 1890 el que sostienen
algunos observadores que constituyó la ruptura crítica, y fue seguido por otra segunda
fase, de intensidad menor, durante los años anteriores a la guerra. El esfuerzo de la década
de 1890 se asocia con la inversión ferroviaria y el gobierno del conde Witte, que se
emprendió con el meditado objetivo de atraer capital extranjero, principalmente por el
mantenimiento de políticas financieras ortodoxas que inspirasen confianza en el exterior,
y la canalización de estos fondos hacia los ferrocarriles y otros proyectos de inversión.
Sea cual fuere la causa, la expansión fue muy notable en muchos aspectos. El número de
trabajadores en grandes empresas industriales aumentó de 1.425.000 en 1890 a 2.373.000
en 1900, y el valor de su producción pasó de 1.500 millones de rublos a más de 3.400 mil-
lones.89 Se convirtió en el clásico esfuerzo del tipo Gerschenkron, mostrando un crec-
imiento de la producción industrial del 8% anual, un modelo para otros que estuviesen
suficientemente atrasados para requerir la financiación gubernamental para ayudarles a
remontar la pendiente.90 En el auge posterior de 1907-14, y según el mismo punto de

87 R. Portal (1966), pp. 837, 844.


88 Milward y Saul (1977), p. 387 ss.; Olga Crisp (1972), p. 456; Th. H. von Laue (1954), p. 221 ss.; M.E.
Falkus (1972), pp. 61-74.
89 Milward y Saul (1977), p. 403; también G. Grossman (1973), p. 489; también Goldsmith (1961); Thalheim
(1971), pp. 89-95.
90 A. Gerschenkron (1966b), p. 126 ss.; ibid. (1970), pp. 122-3; ibid. (1963) y (1947a); W.O. Henderson
(1967a), pp. 228-9. Para una primera exposición del punto de vista de que el atraso de Rusia determinó el curso de su
historia económica, véase Th.H. v. Laue (1954), p. 218.
288 SIDNEY POLLARD

vista, Rusia había superado esa etapa y ahora fueron los bancos los que asumieron la
mayor parte de la financiación de los principales proyectos industriales y un campesinado
más próspero, más que el gobierno, el que proporcionó el mercado. La producción indus-
trial aumentó al 6,25% anual, comparado con una tasa del 5,72% en 1895-1913 o, según
otro cálculo, del 5% anual en 1860-1913.91
Sin embargo, el asunto era más complejo que esto, porque aunque es cierto que el
papel del gobierno disminuyó, el del capital extranjero siguió siendo dominante, ejercido
en parte a través de los bancos que eran de propiedad extranjera o que eran controlados
desde el extranjero. La importancia de los fondos procedentes del exterior que se reinver-
tían, como distintos de los del interior, siguió siendo alta y con ella la tendencia hacia
grandes empresas en industrias cartelizadas. En 1914, el 41,4% de la fuerza de trabajo fab-
ril estaba empleada en unidades que tenían 1.000 o más de 1.000 trabajadores cada una.92
Los esfuerzos de un gobierno del que era, con mucho, el mayor país europeo, con-
centrados en unos pocos centros, se encaminaban a conseguir algún resultado, sin importar
lo limitado que fuera cuando se difundiera entre toda la población en términos relativos
por habitante. Rusia se vio favorecida también por la posesión de algunos recursos clave y
por su poder político que hacía valiosa su amistad e inducía a los gobiernos extranjeros
amigos a animar a sus ciudadanos para que invirtiesen en bonos rusos. Con todo, comple-
tamente aparte de los bajos niveles absolutos alcanzados, existen muchos signos de que
Rusia era todavía una economía dependiente, que no se encontraba aún entre los líderes
industriales. Se mantenía la confianza en el capital extranjero, así como en la ingeniería y
en la maquinaria extranjeras para la tecnología compleja o avanzada; las condiciones prim-
itivas rodeaban incluso al trabajo más avanzado; se fracasó en la explotación de muchos de
los recursos naturales que la investigación posterior demostró que existían; el atraso técni-
co era enorme en algunas industrias; la concentración era muy alta en la elaboración de
alimentos y en los bienes de consumo.93 Tal vez el veredicto deba ser que Rusia tuvo su
revolución industrial, pero que ésta fue "parcial" o "incompleta", aplicable a algunos sec-
tores y regiones, pero no al conjunto del país.94

La periferia exterior: la Península Ibérica y la Península Balcánica


Las restantes partes de Europa, las penínsulas ibérica y balcánica, no experimentaron
los principios del proceso de industrialización, excepto en sectores y regiones muy limita-
dos. España, como se ha advertido en el capítulo 5, tenía en Cataluña una región que se
encontraba entre los líderes de la industria algodonera hacia finales del siglo XVIII, y en la

91 M.E. Falkus (1972), pp. 46, 79 ss.


92 P.I. Lyashchenko (1949), pp. 531, 708 ss.; Olga Crisp (1972), pp. 457-8; R. Portal (1966), pp. 849-51, 863;
Falkus (1972), p. 83.
93 P.I. Lyashchenko (1949), p. 673 ss.; Olga Crisp (1972), pp. 465-6.
94 Esta es la conclusión de Roger Portal (1954), pp. 213-4.
LA CONQUISTA PACIFICA 289

época se desarrollaron también otras industrias. Las riquezas minerales de España condu-
jeron al desarrollo de la minería en el siglo XIX, y desde la década de 1860 se construyó
un primer sistema ferroviario de líneas troncales, principalmente con capital francés,
extendiéndose a 480 km. en 1865 y a 6.400 km. en 1877. Hubo ejemplos aislados de
fundición de coque en Asturias, en 1852 y 1859, y durante un tiempo el sudeste también
desarrolló un prometedor complejo industrial. Con todo, con la excepción de la impor-
tante región catalana, que también se estaba rezagando cada vez más con respecto a los
líderes europeos, estos comienzos se malograron una vez más en 1890, y España mostró
algunos de los casos más claros de multiplicadores regionales descendentes en acción.95
En 1900, más de la mitad de la población todavía trabajaba en el campo, y todavía en
1960 la cifra era del 41,3%.96
Hubo algún progreso en la última parte del siglo XIX, como en todas las demás
zonas de Europa. Iba a encontrarse sólo en unas pocas áreas, principalmente en Cataluña y
el País Vasco. El consumo de algodón por habitante en 1900-9 era mayor que en Austria-
Hungría y sólo un poco inferior al de Italia. La producción de carbón aumentó de 455.000
tm. anuales en 1861-70 a 3.621.000 tm. en 1911-13, y las importaciones adicionales,
sobre todo de Gran Bretaña, como carga de retorno de los embarques de mineral, aumen-
taron de poco más de medio millón de toneladas a 2,7 millones en el mismo período. De
modo semejante, la producción de lingote de hierro aumentó de una cifra irrisoria de
45.000 tm. en 1861-65 a 412.000 tm. en 1911-13. Pero para un país que estaba suminis-
trando mineral de hierro a una buena parte de Europa ésta era una marca muy pobre, y
muchas minas de metales no ferrosos no pasaron de la condición de enclaves, explotados
por el capital extranjero después de la Ley de Concesiones Mineras de 1868, con objeto de
exportar la primera materia para manufacturarla en el exterior. De los ricos minerales de hierro
vascos, el 81% se exportó entre 1881 y 1913, y sólo el 8% fue transformado en el país.97
Tal vez el estancamiento relativo de la península pueda ilustrarse mejor con las
cifras del PNB por habitante de Paul Bairoch. Medido en dólares de 1960, tanto España
(263) como Portugal (250) se encontraban todavía en 1830 por encima del promedio
europeo de 240. En 1913, utilizando el mismo procedimiento de medición, el promedio de
España había aumentado a 367 y el de Portugal a 292, pero la cifra europea era entonces
de 534. Sólo los estados balcánicos que salían de la guerra y del dominio turco eran aún
más pobres.98
Muchas de las industrias "modernas" de España no eran realmente competitivas en
los mercados mundiales, sino que existían, como las de Holanda, sólo a causa de su posi-
ción privilegiada en las colonias españolas. La pérdida del grueso de las colonias en 1825

95 J. Nadal (1972); Pierre Vilar (1972); Paul Bairoch (1976b), p. 254; Tortella (1977); Baklanoff (1978), p. 6;
J. Harrison (1978), pp. 54-6, 62.
96 E.E. Malefakis (1970), p. 12.
97 J. Nadal (1973), pp. 580-3, 593-5; Milward y Saul (1977), p. 238; Pierre Vilar (1972), p. 421; J. Harrison
(1978), p. 69 ss.; Vicens (1959), pp. 592-601.
98 Paul Bairoch (1976a), p. 286.
290 SIDNEY POLLARD

y de la mayoría de las restantes a finales del siglo, fue un golpe duro, que llevó más al
declive que al ajuste creativo para competir. Con todo, en otros aspectos se presentaban
condiciones favorables para el crecimiento económico. Había habido reformas de la tierra
y algunos logros sociales y políticos para la burguesía en España en la década de 1830, la
península tenía buenas comunicaciones por mar, el crédito del gobierno en el mercado
monetario internacional era bueno en la época, había ricos recursos minerales, incluyendo
el carbón, y aunque el nivel de educación se encontraba entre los más bajos de Europa, un
gobierno fuerte había creado por lo menos un cuerpo de constructores de caminos y
canales según el modelo francés (1799), junto con una escuela para su formación, propor-
cionando de esta manera un núcleo de personas técnicamente preparadas.99
El fracaso de España y Portugal en liberarse de la condición de países coloniales y
periféricos en el sentido económico deriva de una variedad de causas. Su geografía era
favorable en cuanto a su buena dotación de zonas costeras de fácil acceso, pero las áreas
interiores eran áridas, con acceso difícil, y a menudo sin minerales u otras primeras mate-
rias. Cada vez se reconoce más que España, a pesar de sus pasadas glorias imperiales, ha
sido siempre un país pobre, y sus áreas interiores, como Castilla, no tenían tradiciones
sobre las que construir con éxito la industrialización.100
La agricultura ibérica constituía una base desfavorable para el progreso económico.
Los campesinos se veían castigados por la pobreza y eran ignorantes, excepto a lo largo de
las costas, y los latifundios todavía eran menos útiles. Los rendimientos estaban entre los
más pobres de Europa, sólo ligeramente superiores a los de la Europa oriental. La decisión
del gobierno español de establecer unas elevadas barreras arancelarias en 1891 y 1906, que
gravaban con unos derechos del 110% al cereal extranjero, condujo a una extensión del
cultivo cerealístico y retrasó la industrialización. El mercado interior fue siempre pobre y
resistente al cambio. La escasez de capital, la falta de confianza y los continuos trastornos
políticos se combinaban para mantener los tipos de interés altos. Las principales exporta-
ciones eran de minerales, fruta, vino, lana y corcho, demostrando que las ventajas compar-
ativas de España eran enteramente las de la dotación nacional de recursos materiales, más
que las habilidades, la capacidad empresarial o el capital.101 Después de que se suavizasen
las restricciones en la década de 1870, la emigración alivió un tanto la presión sobre los
recursos. En Portugal, significativamente, fue la región vitícola del norte, más progresiva,
la que proporcionó la mayoría de los emigrantes, más que el sur agrícola y estancado.
Sobre una base comparable, la emigración portuguesa, en proporción al total de la
población del país, era la quinta más alta de Europa en 1819-1910, con una tasa del 5,47%
anual, y España era la octava, con el 3,84%.102

99 En 1816-51, el 35% del crédito absorbido por la Bolsa de París era para la deuda pública española, y en
1869-73 España era el segundo mayor receptor, después de Rusia, del crédito formalizado en la Bolsa de Valores de
Londres. Pero las condiciones eran onerosas y España, en ocasiones, no pagó los plazos. J. Nadal (1973), pp. 539-43,
555; H. Kellenbenz (1965), p. 168.
100 Henry Kamen (1978); David Ringrose (1970) y (1973); Wittfogel (1932), p. 724.
101 J. Nadal (1973), pp. 559, 598, 610; R. Cameron (1972), pp. 530-1; Gilbert Garrier (1978), iv, p. 409.
102 Paul Bairoch (1976b), p. 250; Milward y Saul (1977), p. 226; Gilbert Garrier (1978), p. 421; Morgado
(1979), pp. 322-3.
LA CONQUISTA PACIFICA 291

Los países balcánicos eran, sin duda, los menos afectados por la industrialización en
Europa en 1914. Con las rentas por habitante más bajas y la proporción más alta de población
activa en la agricultura, con pocas ciudades y las que tenía principalmente agrarias, con
economías escasamente diferenciadas más allá de los oficios campesinos y las industrias de
alimentación, la mayor parte del progreso del siglo XIX parecía haberles pasado de largo.103
Signos de modernidad como los que existieron fueron en gran medida obra del capi-
tal extranjero o, en unos pocos casos, resultado de una deliberada política del gobierno.
Cada uno de ellos tuvo una cierta red ferroviaria, en su mayoría concebida como parte de
un sistema balcánico orientado hacia Constantinopla que no para servir las necesidades
locales, los puertos fueron construídos, principalmente con capital extranjero, para expor-
tar alimentos y primeras materias, y la industria "moderna" más importante, la producción
y refino de petróleo en Ploesti, estaba controlada en un 95% por capital extranjero. La
condición de cliente de los países balcánicos se subrayaba por el hecho de que los tratados
internacionales que los habían creado, les habían privado, con la excepción de Rumania,
del poder de establecer aranceles. Una gran parte de los ingresos extranjeros y del pre-
supuesto estatal de cada país se dedicaba en 1914 al pago de intereses a los tenedores de
activos extranjeros.104
Estas influencias no dejaron de surtir sus efectos en las dos últimas décadas anteri-
ores a la guerra. Partiendo de niveles muy bajos, la producción manufacturera real tuvo
tasas de crecimiento anual del 7% en Rumania, 14,3% en Bulgaria y 12,5% en Serbia en
1900-10. En Grecia, el transporte marítimo registró un crecimiento notable, en Rumania
se exportó petróleo y cereales, en Serbia se desarrolló la minería y las industrias de la ali-
mentación, incluyendo el ascenso de las industrias basadas en la ciruela. No sólo el capi-
tal, sino también el trabajo especializado y la dirección eran traídos del extranjero.105
Gran parte de esto, sin embargo, era todavía una primera etapa y constituía sólo una
pequeña parte de la renta nacional. Sobre todo, sirvió los objetivos de las regiones adelan-
tadas de la Europa interior en expansión y, si acaso, contribuyó a ensanchar más que a
reducir la brecha. Incluso en 1914, los Balcanes parecían destinados a seguir estando en la
periferia durante mucho tiempo todavía.

La segunda generación de industrializadores


Los países y las economías de la periferia europea considerados en este capítulo
exhibían grandes diferencias en su experiencia del período 1970-1914. Algunos de ellos

103 Paul Bairoch (1976a), p. 307; Wolfgang Zorn (1970), p. 501; John R. Lampe (1975).
104 Berend y Ranki (1974a), pp. 88, 106; Milward y Saul (1977), pp. 430, 436, 443-4; N. Todorov (1972), pp.
121-8; Wolfgang Zorn (1970); Tamborra (1974).
105 W. Ashworth (1977), p. 151; Michael Palairet (1977); Nicola Vuco (1975), pp. 121-2; John R. Lampe
(1975), p. 68; Milward y Saul (1977), p. 434; Berend y Ranki (1974a), p. 139 ss.; Spulber (1966), pp. 94-5; Warriner
(1965), pp. 21-2.
292 SIDNEY POLLARD

se industrializaron fácilmente, otros lo hicieron en parte, y otros apenas habían comenzado


a hacerlo en 1914. Entre la mayoría de ellos, la industrialización parcial tuvo un elemento
fuertemente regional. En Rusia tuvo lugar un progreso rápido en partes de Polonia, de la
región del Báltico, en Moscú y, sobre todo, en partes de Ucrania. En Austria, las regiones
industrializadas fueron enclaves relativamente limitados en el noroeste y en torno a la baja
Austria y Estiria. Italia mostró progreso sobre todo en el norte, y España en las regiones
costeras del norte y de Cataluña. Podría añadirse a esto que incluso en el "núcleo" europeo
la industrialización no había penetrado en todas partes. El nordeste de Alemania, el centro
y el cuadrante sudoccidental de Francia, el sur de Irlanda y las tierras altas de Escocia, por
ejemplo, no estaban mucho más adelantadas que las principales áreas periféricas.
Esto no parecía ser meramente una cuestión de tiempo, el resultado de la obser-
vación en un momento arbitrariamente escogido, de modo que si hubiésemos elegido un
momento posterior, la industrialización habría avanzado mucho más en los territorios vír-
genes. Por el contrario, parecía ser una barrera más sustancial alrededor de estas regiones,
que retrasaba el progreso, a veces durante muchas décadas, y que a veces superaba sólo
después de largas y costosas políticas desarrolladas por gobiernos muy poderosos, aunque
en algunos casos persistiendo incluso hasta la actualidad. Ciertamente, la reacción de estos
países fue muy diferente a la de la adaptación vehemente con la que los primeros industri-
alizadores saludaron las innovaciones que les llegaban de Gran Bretaña.
Los resultados mixtos, incluso en los mismos países o provincias, tienen que pre-
venirnos contra cualquier interpretación fácil y simple del riesgo relativo de sucumbir ante
el contagio del industrialismo que barrió a través de Europa, o de disfrutar de una inmu-
nidad frente a él. Pocas regiones estaban completamente preparadas y pocas per-
manecieron completamente inmunes. En la explicación de las causas del atraso, nos orien-
tamos a un cambio completo de las razones consideradas responsables del primer desarrol-
lo. Como en el caso de las regiones que tuvieron éxito, tenemos aquí una serie de factores
realtivamente fijos, como los recursos, que varían en su valor, interactuando con el trans-
porte, con las necesidades del mercado, con la movilidad de los factores y con la suerte de
la cronología histórica que les afecta. El equipo y las tradiciones elaboradas durante los
períodos precedentes, que eran claramente un factor clave, participan de todas estas cate-
gorías.106 Juntos pueden alterar, aunque sea ligeramente, el equilibrio de una manera o de
otra, o virar el timón del modo adecuado.
Como siempre, los recursos tienen una mayor significación, particularmente en las
primeras etapas de la industrialización. Muchas de las tierras periféricas no tienen carbón,
incluyendo la mayor parte de España, Italia y las principales concentraciones de población
en Rusia. Hay mineral de hierro de alta calidad, pero el de Italia es limitado y el de Rusia
está demasiado lejos.107 Los recursos agrícolas, principalmente la tierra y el clima, se

106 El atraso industrial del sur de Italia, respecto del norte, era observable ya a finales del siglo XVIII.
Domenico Sella (1968-9), p. 237. También W. Ashworth (1977), p. 157; F. Tremel (1958), p. 244.
107 F. Voigt, K. Otto, G. Unterburg, H. Trerich (1968), pp. 396-7; Schremmer (1978), pp. 206-7.
LA CONQUISTA PACIFICA 293

cuentan también entre los más pobres, contribuyendo a una población pobre, atrasada y
deprimida en gran parte de la periferia. Una gran parte de España y de la Italia meridional
se encuentran en esta categoría, a pesar de la frecuente ilusión de que esta última podía
una vez más ser el granero de Europa. La mitad norte de la Rusia europea tiene un suelo
muy pobre y un clima extremado, mientras que la tierra de las estepas del sudeste padece
frecuentes sequías.108
Es cierto que Rusia también tiene el fértil cinturón de "tierras negras", pero está
pobremente comunicado. Fueron casi invariablemente las comunicaciones y el transporte,
más que los recursos del subsuelo o del suelo, los que constituyeron el verdadero proble-
ma de recursos de la Europa periférica, aun cuando tuvo una dimensión histórica, de man-
era que al final los nuevos medios de transporte podían abrir las riquezas del Donetz, de
Krivoi Rog o incluso del Ural y de las regiones al otro lado del Ural. En la etapa corriente
del desarrollo de la tecnología del transporte, sin embargo, no había ninguna manera de
desarrollar la mayor parte de la Rusia interior, de la mayor parte de la monarquía de los
Habsburgo e incluso de las regiones interiores de España o de Sicilia: el fracaso en sosten-
er el primer esfuerzo en los Urales, con su ilimitado tesoro de mineral de hierro y de
madera, era una prueba elocuente.
Al hombre del siglo XX a veces le parece difícil formarse una idea de todo el peso
de las barreras de inaccesibilidad que existían en los siglos XVIII y XIX. En Rusia, los
ríos se helaban en invierno y los puertos del norte estaban cerrados, mientras que en vera-
no las carreteras eran horrorosas y no había suficiente tráfico en la mayoría de ellas para
justificar su reparación. La exportación de cereales utilizaba un vasto ejército de bueyes
–que consumían una parte preciosa de su propia carga–, mientras que en 1815 se estimaba
que había 400.000 burlaki o barqueros, moviendo buques en el Volga. Desde los Urales,
el viaje de 1.000 millas podía requerir dos estaciones, invernando por el camino. Incluso
desde Donetz o Krivoi Rog a Moscú había que cubrir 600 millas a contracorriente de los
ríos.109 En Ucrania, en el siglo XVIII, se dejaba que el grano se pudriera en los campos en
los años buenos, porque no se podía hacer nada con él.110 Claramente, estas no eran
condiciones ideales para la introducción de una agricultura progresiva.
España era un país de "montañas accidentadas, barrancos peligrosos, corrientes rápi-
das e imprevisibles y clima hostil [que] dificultaba la circulación de mercancías y el
conocimiento de los precios".111 Aquí también las malas carreteras dificultaban el tráfico

108 Olga Crisp (1972), pp. 237-8; Institut de Science Économique de l'Université Catholique de Sacré-Coeur
(1968), p. 277; A. Baykov (1954), pp. 140-1; Jerome Blum (1961), p. 343; J.C. La Force (1965), p. 177; F. Vöchting
(1951), p. 17 ss.
109 W.O. Henderson (1967a), pp. 203, 222; Milward y Saul (1977), pp. 352-3, 380, 406-9; Olga Crisp (1972),
pp. 437-8; A. Baykov (1954), pp. 140-2; Jerome Blum (1961), pp. 280-3; P.I. Lyashchenko (1949), p. 367;
Haxthausen (1856), i, p. 390; Schultze Gävernitz (1899), p. 122.
110 Witold Kula (1976), p. 162.
111 J.C. La Force (1965), p. 168.
294 SIDNEY POLLARD

y la ausencia de tráfico frenaba la construcción de carreteras.112 El transporte que había, a


lomos de animales de carga, era extremadamente costoso. En Sicilia, asimismo, el grano
era acarreado hasta la orilla del mar en mulas, porque no había carreteras y cargado en los
barcos mediante barcazas, porque no había puertos. Gran parte de la tierra firme de la
Italia meridional era igualmente inaccesible.113
Austria-Hungría estaba intentando desarrollar el puerto de Trieste, pero gran parte
del país estaba rodeada de tierra y los ríos raramente discurrían en la dirección adecuada.
En Hungría, en 1866, costaba de 12 a 20 kreutzer transportar la misma cantidad de bienes
a 10-15 millas hasta el río, que costaría de 41 a 43 kreutzer transportarla 300 millas por el
vapor fluvial, y a finales de la década de 1870 el coste de transporte del hilo de algodón
por el Zollsentner hasta Bohemia era de 1,65-2 florines desde Viena, pero sólo de 1,40-
1,50 florines desde Manchester. El transporte hasta los Balcanes era todavía más cos-
toso.114 Es significativo que incluso en la actualidad, con todos nuestros nuevos medios de
transporte, la dificultad de acceso sea considerada todavía como una razón importante del
atraso regional.115 En la época, los problemas eran generalmente los de las vinculaciones
internas. Los márgenes o las costas tenían buenas comunicaciones pero esto podía, a su
vez, ser una fuente de debilidad. Los eslabonamientos frecuentemente iban hacia fuera y
los gérmenes del desarrollo seguían siendo enclaves que no lograban influir en otros distri-
tos cercanos por falta de comunicación.116
En tales territorios, la servidumbre y los vestigios feudales se mantuvieron durante
mucho más tiempo, y aunque tales condiciones habían demostrado que eran compatibles
con algunos tipos de agricultura e industria en gran escala, fueron serias trabas precisa-
mente por la clase de industria, competitiva, arriesgada, flexible e intensiva en capital, que
se estaba difundiendo desde la Europa interior. De hecho, como tiene que ser evidente a
partir del suelo pobre, el clima desfavorable y la falta de oportunidades de muchas de esas
regiones, la agricultura era generalmente de bajo rendimiento, técnicamente atrasada y sin
capacidad empresarial; mucha gente todavía trabajaba en la tierra, pero la población
agraria no conseguía ofrecer un mercado interior próspero a los industriales en potencia.117
El desarrollo urbano fue con frecuencia hacia atrás, a veces, como en la Europa ori-
ental, resultado de la acción directa de los señores feudales que temían la tendencia de las
ciudades a atraer el trabajo de sus fincas y que querían quedarse con todos los beneficios

112 David R. Ringrose (1970), p. v; Richard Herr (1958), p. 131.


113 K. Greenfield (1965), p. 67; Jan de Vries (1976), pp. 168-70; Clough y Livi (1956), pp. 345-8; J.K.
Siegenthaler (1973), p. 406; Francesco Vito (1968), pp. 211-2.
114 Jerome Blum (1948), p. 94; H. Matis y Karl Bachinger (1973), p. 203; Milward y Saul (1977), p. 433.
115 Por ejemplo, P. Pransdke (1968), pp. 119-20; Sociological Institute of the University of Utrecht (1968),
p. 328; Otto Voigt. Unterberg, Trerich (1968), p. 391.
116 M. Penouil (1969), p. 101; R.E. Caves (1967), p. 255; G. Myrdal (1956), p. 167; Centre Européen (1968),
discusión, p. 78.
117 E.A.G. Robinson (1969b), pp. x-xi, y Francesco Vito (1968), p. 214; Milward y Saul (1977), pp. 528-
31; François Caron (1978), iii, p. 409; H. Matis (1972), p. 423; W. Ashworth (1977), p. 156; W.A. Lewis (1978),
pp. 164-6.
LA CONQUISTA PACIFICA 295

del comercio de cereales en sus propias manos.118 España y sobre todo el centro y el sur
de Italia no carecían de ciudades, aunque, como hemos visto antes,119 no eran centros de
progreso, sino que estaban dominadas por los gremios, estaban estancadas y eran demasi-
ado pobres para ofrecer mercados a los industriales autóctonos o demasiado ricas para
quererles comprar. Había, pues, una pobreza completa y una falta de demanda:120 "El
noble croata compra principalmente productos extranjeros, un burgués en efecto no existe,
y el campesino, que constituye la mayoría de la población, gasta el poco dinero que tiene
sólo en necesidades absolutas y posiblemente no puede comprar bienes manufactura-
dos".121 Podría haber la posibilidad de exportaciones, y hubo ejemplos de desarrollos
dirigidos por la exportación, como en Suiza o Cataluña, pero era evidentemente más difí-
cil, en un mundo incierto a causa de los aranceles y la competencia de los industrial-
izadores, levantar un complejo industrial sin los sólidos cimientos de un mercado interior.
Pobreza también significaba falta de capital y de facilidades bancarias, y aunque el capital
extranjero acudió, se fue a obras públicas, minas y grandes unidades industriales, dejando
siempre ciertas brechas para ser llenadas con recursos del país.122 El complemento de esto
fue un excedente de trabajo casi permanente123, que mantuvo bajos los salarios sin favore-
cer necesariamente a los industriales.
Los observadores destacaron repetidamente el medio social adverso en los países
periféricos, como lo hicieron en el caso de Francia, al que nos hemos referido antes.124
Los aristócratas húngaros y los terratenientes rusos derrochaban demasiado tiempo en el
consumo ostensible en las ciudades, los empresarios italianos no querían arriesgarse, la
sociedad española era demasiado rígida, había una resistencia social al cambio, y el sis-
tema educativo desarrollaba todas las cualidades inadecuadas para el progreso industrial.
Inversamente, la clase burguesa era demasiado pequeña y demasiado débil o era ajena y
desaventajada.125 La gente se deshacía de los inventores y técnicos de genio o "éstos tra-
bajaban en un vacío económico".126 De modo semejante, el trabajo era supuestamente
inferior, inestable, no cualificado y no comprometido con la industria. Ciertamente, las
cifras de analfabetismo de países como Rusia o Italia eran extremadamente elevadas

118 Jerome Blum (1961), pp. 280, 609.


119 Cap. 5, última sección.
120 Milward y Saul (1977), pp. 369, 515-6; F. Delaisi (1929), pp. 54-6; Pierre Vilar (1972), p. 431; F.B. Tipton
(1976), pp. 612-3; P.I. Lyashchenko (1949), p. 498; R.A. Webster (1975), p. 89; William L. Blackwell (1968), p. 37;
Waltershausen (1931), p. 348.
121 M. Despot (1969), p. 142.
122 Sigurd Klatt (1959), p. 373; Olga Crisp (1972), p. 461; A. Gerschenkron (1966b), pp. 362-3; K.R.
Greenfield (1965), pp. xiv-xv, 134-5; Matis y Bachinger (1973), p. 114.
123 W. Dlugoborski (1973), p. 23.
124 Cap. 3 de este libro.
125 Economic History (1978), tema B.7, pp. 32, 33, 36; A. Gerschenkron (1966b), p. 62; E.A.G. Robinson
(1969b), pp. 21-5; S. Groenman (1969); P. Léon (1970), p. 358; F. Delaisi (1929), p. 47 ss.; R.A. Webster (1975),
p. 16; J.C. La Force (1965), p. 168; Clough y Livi (1956), pp. 345-8; V. Sandor (1956), p. 140; J.K. Siegenthaler
(1973); V. Hunecke (1978), esp. pp. 121, 54-5; Polonski (1975), pp. 3-5.
126 W.L. Blackwell (1968), p. 36; W.O. Henderson (1967a), p. 205. También Brusatti (1971), p. 142.
296 SIDNEY POLLARD

incluso a finales de siglo, y había una "Gefälle" de alfabetización a través de Europa como
la había de rentas nacionales.127
Como en el caso de Francia, estos intangibles han sido con frecuencia subvalorados
por otros observadores. Cuando las condiciones están maduras, se dice, la empresa, el
conocimiento del mercado y un espíritu capitalista se manifiestan bastante pronto.128
Ciertamente es verdad que algún trabajo, no importa lo "inferior" y clasificado como tradi-
cional en el país que sea, con todo tuvo la iniciativa de asumir los enormes riesgos que
implicaba la emigración a sociedades desconocidas con idiomas desconocidos.129 La emi-
gración a larga distancia a través del Atlántico fue una característica particular de las
sociedades que estaban cerca del despegue industrial o en estrecho contacto con econo-
mías industrializadas, pero que no se encontraban ellas mismas en esa situación: la fase en
la que se ha producido un aumento de la población, pero todavía no hay un aumento del
capital productivo para acompañar a aquél. Esta fase se aplicaba a Irlanda, Alemania y
Escandinavia desde 1845, aproximadamente, a 1885; se aplicó a la periferia desde la déca-
da de 1880. Italianos, húngaros, eslovacos, judíos de Polonia y de Rusia, y campesinos de
los Balcanes acudieron en masa a América del Norte, mientras que italianos, españoles y
portugueses lo hacían a distintas partes de Latinoamérica.130
En realidad, el asunto fue más complejo. Sin duda, toda sociedad tenía, en potencia,
dirigentes, empresarios, inventores o mecánicos, pero no existía una simple relación de
causa a efecto entre el "espíritu" capitalista sombartiano y el crecimiento de la industria,
siendo una la causa y otro el efecto. Más bien, como en tantos desarrollos económicos,
ambos se reforzaban mutuamente, siendo a la vez causa y efecto, con el tiempo (y el pro-
greso del resto de Europa) como variable principal. Así, algún espíritu excepcional podía
encontrar una empresa, esto permitiría que otras actividades se pusiesen en marcha, éstas
extenderían la industria moderna, lo que a su vez contribuiría a modificar las actitudes
sociales y a estimular más empresas, y así sucesivamente. Una economía en vías de indus-
trialización mostraría, pues, el crecimiento del espíritu y de la realidad conjuntamente, más
que de uno después del otro. Buscar una primera causa en este proceso puede convertirse
en la búsqueda de la piedra filosofal, o en el mejor de los casos una búsqueda del dis-
parador en una época en la que tanto el espíritu capitalista como los ejemplos de la indus-
tria moderna eran insignificantes en extensión. Es en cualquier caso el progreso, no la
diminuta chispa del comienzo, lo que nos interesa. Lo que importa son las circunstancias
siempre cambiantes que rodean a dicho proceso, los mercados, los recursos, la tecnología,

127 A. Gerschenkron (1968b), p. 210; W.O. Henderson (1967a), p. 204; Milward y Saul (1977), p. 395; M.
Lévy-Leboyer (1964), p. 104; Peter Borscheid (1978), p. 42 ss.; E. Lémonon (1913), p. 215; F. Vöchting (1951),
p. 92; H. Matis (1971), pp. 152-4; Berend y Ranki (1974a), p. 24 ss.; Haxthausen (1856), ii, pp. 177-8; Tugan-
Baranowski (1900), p. 520 ss.; Schulze-Gävernitz (1899), pp. 131, 141; Crisp (1976), pp. 167-9; Crisp (1978),
esp. pp. 326, 370 ss., 381, 402-3.
128 A. Gerschenkron (1966b), pp. 69-70.
129 Pavel Hapák (1978), pp. 321-7; A. Gerschenkron (1977), p. 46; H. Matis (1972), p. 427; M.C. MacLennan
(1968), pp. 43-4; Institut de... Sacré Coeur (1968), p. 278.
130 Por ejemplo, J.A. Dunlevy y H.A. Gemery (1978), p. 902; Svenningsen (1972).
LA CONQUISTA PACIFICA 297

la acción política, apropiados a cada fase, lo que permite que el progreso continúe o se
interrumpa. Estas circunstancias raramente operan todas en la misma dirección, y en la
Europa periférica estuvieron particularmente muy cerca de un equilibrio constante. Así, la
pregunta que se ha formulado con frecuencia de por qué Escandinavia se desarrolló con
tanto éxito y la península ibérica no lo hizo, no puede contestarse en términos de un único
factor. Ambas partieron de una posición semejante a mediados del siglo XIX: un gran
pasado imperial, pero un presente castigado por la pobreza y en gran medida agrícola, con
ricos recursos locales explotados por capital extranjero para mercados extranjeros, depen-
dientes de las economías adelantadas, con un clima extremado y malas facilidades de
transporte, y así sucesivamente. Pero las diferencias eran también multifacéticas. Por una
parte, las diferencias en el clima mental y político: la educación y la salud en el norte se
encontraban entre las mejores de Europa, había una Iglesia Protestante, un gobierno relati-
vamente democrático y no corrompido, y la mejor paz interior. Pero también había difer-
entes oportunidades de transporte en el norte, primeras materias diferentes, energía
hidráulica ilimitada, un clima distinto (aunque también inhóspito), y una estructura agraria
distinta, y la relación de variables potenciales podría ampliarse tanto como se quisiera.131
Fue la suma de todas ellas, o mejor dicho, puesto que interactuaban y se reforzaban mutu-
amente, fue su producto el que condujo al "éxito" o al "fracaso".
También los gobiernos estuvieron entre las variables operativas. Hemos visto antes132 que
en los países atrasados, sus acciones, no importa su grado de buena intención, podían
fácilmente empeorar el atraso, y no sería difícil demostrar cómo en los industrializadores
que tuvieron éxito el estado pudo no equivocarse, aun cuando casi todas sus acciones
parecen equivocadas. Así, en Italia o Francia, la acción positiva del gobierno meramente
ayudó a las regiones avanzadas, pero empeoró todavía más la situación del sur,133 mien-
tras que en Rusia, el omnipresente y opresivo aparato del estado hicksiano pudo conver-
tirse, como subrayó Gerschenkron,134 en el motor del crecimiento en el momento apropia-
do del "esfuerzo".
Incluso las guerras tuvieron sus impactos diferentes según el nivel relativo del desarrollo
económico alcanzado. Las grandes guerras francesas, como hemos visto, sirvieron para
subrayar el liderazgo de los británicos sobre los industriales del continente, de la misma
manera que las dos guerras mundiales del siglo XX contribuyeron a ensanchar el lideraz-
go de los americanos sobre los europeos. Rusia fue propulsada hacia adelante por dos
guerras perdidas, la de Crimea y la ruso-japonesa, porque las derrotas debilitaron a las
fuerzas tradicionalistas que se interponían en el camino de todo progreso,135 pero en su
tercera guerra importante, todo el sistema se hundió en 1917. También se ha sostenido que

131 Economic History (1978), tema B.7, p. 35; R. Cameron (1972), pp. 528-9; François Caron (1978), iv,
p. 102.
132 Cap. 5, última sección.
133 Francesco Vito (1968), p. 213.
134 Por ejemplo, A. Gerschenkron (1966b), pp. 47-62.
135 Olga Crisp (1972), pp. 437-8.
298 SIDNEY POLLARD

las guerras de unificación alemanas contribuyeron a su avance, o por lo menos no produ-


jeron efectos adversos. En los casos de Austria, España o los Balcanes, sin embargo, se
afirma que el excesivo gasto gubernamental en armamento tuvo efectos puramente nega-
tivos,136 desviando el ahorro hacia el gobierno o reforzando políticas deflacionistas que
tuvieron efectos semejantes. De mayor significación fueron todavía las guerras, que exhi-
bieron características completamente diferentes, con consecuencias significativamente dis-
tintas, según la etapa de desarrollo industrial alcanzada por sus participantes.

136 Aubin y Zorn (1976), p. 600; H. Matis (1972), p. 36; Matis y Bachinger (1973), p. 114; Milward y Saul
(1977), pp. 460-4; J. Nadal (1973), p. 543; J.C. La Force (1965), p. 177; Spulber (1966), pp. 67-8; Waltershausen
(1931), p. 348.

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