Fundamentos de Servicios Sociales LIBRO
Fundamentos de Servicios Sociales LIBRO
Fundamentos de Servicios Sociales LIBRO
DE SERVICIOS
SOCIALES
~ t1rant lo
'~ blllanch
FUNDAMENTOS
DE SERVICIOS
SOCIALES
Coordinadora
CARMEN ALEMÁN BRACHO
Autores
CARMEN ALEMÁN BRACHO
JOSÉ MAR1A ALONSO SECO
PEDRO FERNÁNDEZ SANTIAGO
tiront lo blllonch
Valencia, 2010
Índice
INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN
Carmen Alemán Bracho
INTRODUCCIÓN
l. LA POBREZA EN LA HISTORIA ............................................................................... 15
2. CRISTIANISMO Y POBREZA............................................................. .... ................... 18
3. LA GÉNESIS DE LA INTERVENCIÓN ESTATAL................................................... 21
4. MODALIDADES DIVERSAS PARA HACER FRENTE A LAS NECESIDADES.... 23
PRESENTACIÓN................................................... ........................................................... 25
Capítulo 1
EL HECHO SOCIAL DE LA POBREZA EN EL SIGLO XVI
Carmen Alemán Bracho
Capítulo 2
LA ACCIÓN SOCIAL EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LA POLÍTICA DE
LA ILUSTRACIÓN
Carmen Alemán Bracho
Capítulo 3
DE LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS SERVICIOS SOCIALES: EL
SIGLO XIX
Carmen Alemán Bracho
l. DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XIX: LOS ORÍGENES DE LOS SERVICIOS SOCIA-
LES................................................................................................................................ 109
l. l. La Revolución Industrial...................................................................................... 109
1.2. La Revolución Democrática......................................... ...... .... .............................. 110
1.3. Cambios de mentalidad: de súbditos a ciudadanos .... ................................. ....... 112
1.4. El caso concreto de España: razones de un retraso .. .. ... . .. .. .. .... .......... ......... ....... 113
2. LA SECULARIZACIÓN DE LAASISTENCIA: LA BENEFICENCIA EN EL SIGLO
XIX.......................................................... .. .................................................................... 115
2.1. Principios ideológicos y crisis económicas: la necesaria participación del Estado
en el ámbito de la asistencia social... ..................... .. ........ ......................:............. 115
2.2. Acciones jurídico-institucionales......................................................................... 117
3. EL REFORMISMO DE LA RESTAURACIÓN: LA COMISI ÓN DE REFORMAS
SOCIALES (1883) .................................................................................................... .... 124
3.1. Orígenes ................... ......................... ........................ ............................................ 124
3.2. Creación .......... .............. ......... . ... . .. .. ... ... .. ........ ............ .......... ... ............ ..... ..... ... .. .. 125
3.3. Finalidad.................... .. ..................................................................................... .... 126
3.4. Importancia y Efectos............... ............................................................................ 127
4. CONCLUSIONES .......................... .............................................................................. 129
Capítulo 4
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN EL SIGLO XX: DEL
INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES A LOS SERVICIOS
SOCIALES EN EL FRANQUISMO
Carmen Alemán Bracho
Capítulo 5
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA
Carmen Alemán Bracho
Capítulo 6
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS
SOCIALES
Carmen Alemán Bracho
Capítulo 7
EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES
José María Alonso Seco
Pedro Fernández Santiago
l. INTRODUCCIÓN......................................................................................................... 255
2. LOS SERVICIOS SOCIALES, SISTEMAS JURÍDICOS PÚBLICOS ................ ...... 255
2.1. Los servicios sociales, institución jurídica........................................................... 256
2.2. Los servicios sociales, sistemas jurídicos ......................... ................................... 257
2.3. Los servicios sociales, sistemas sometidos al Derecho público........................... 259
3. FINALIDAD DE LOS SISTEMAS PÚBLICOS DE SERVICIOS SOCIALES.......... 260
4. PRINCIPIOS RECTORES DE LOS SISTEMAS PÚBLICOS DE SERVICIOS SO-
CIALES......................................................................................................................... 261
5. TÍTULOS DE DERECHOS A LOS SERVICIOS SOCIALES.................................... 262
6. DERECHOS Y DEBERES DE LAS PERSONAS A LOS SERVICIOS SOCIALES.. 263
6.1. Derechos................................................................................................................ 263
6.2. Deberes................................................................................................................. 265
7. ESTRUCTURA FUNCIONAL DE LOS SISTEMAS DE SERVICIOS SOCIALES.. 265
7.1. Servicios sociales de atención primaria............................................................... 266
7 .2. Servicios sociales de atención especializada....................................................... 275
ÍNDICE 11
Capítulo 8
SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE LOS SERVICIOS
SOCIALES EN ESPAÑA
Carmen Alemán Bracho
l. LA POBREZA EN LA HISTORIA
La consideración de la pobreza ha cambiado mucho a lo largo de la historia,
hasta llegar a las concepciones sociales y compromisos constitucionales que pre-
valecen hoy. Este libro hace un recorrido por los más importantes hitos que se
han ido sucediendo en España.
En la historia de la humanidad, la pobreza siempre ha coexistido, con las me-
didas destinadas a hacer frente -de manera parcial o global- a esa situación
de pobreza y necesidad.
El individuo y los grupos nunca han sido indiferentes por completo ante quie-
nes viven muy por debajo de las condiciones en que se encuentra la mayoría de
la población. Probablemente, tampoco de quienes se encuentren en una situa-
ción muy favorecida. Ambas situaciones - la pobreza o la opulencia- generan
siempre juicios de valor, aspiraciones y frustraciones sociales y, sobre todo en
lo que nos interesa sobre la pobreza, creencias sobre las causas, consecuencias,
formas de atenuar sus efectos nocivos y responsables de adoptar las medidas
pertinentes.
De hecho, a lo largo de la historia, la pobreza ha suscitado reacciones con-
tradictorias. Incluso dentro de una misma época, los diversos sectores sociales
pueden, unos, atribuirle juicios positivos y negativos otros. De fuente de todas
las esperanzas a núcleo de todos los peligros, pasando por todas las posturas
intermedias, la pobreza y la necesidad han suscitado siempre reacciones impor-
tantes. Tanto sus causas como sus consecuencias, han sido vistas de esa forma
ambivalente, en ocasiones simultáneamente, pero por distintos sectores socia-
les.
Donde unos pueden ver como causas la depravación de costumbres, la nega-
tiva a esforzarse, la vagancia etc., otros sectores pueden atribuir la pobreza al
bloqueo de posibilidades de desarrollo por las coacciones de los privilegiados. Y
lo mismo puede decirse en lo que se refiere a las consecuencias de esa situación
de pobreza y necesidad. Unos pueden ver en ella la esperanza de cambio global
de la sociedad y, otros, a los sectores más reacios a cualquier cambio o trans-
formación. Esta diversidad de enfoques es perceptible, incluso, en el refranero
español (Martínez Kleiser, 1953:464). Son muy numerosos los referidos a pobres,
mendigos o vagabundos, pero también muy contradictorios en los juicios o men-
sajes que contienen.
En España la pobreza y la necesidad ha sido siempre un mal muy extendido;
desde luego casi siempre más numerosa que la existente en otros países limítro-
fes. La presencia de esta situación e incluso su consideración como problema, ha
sido una constante permanente en nuestra historia. Incluso no ya como realidad
16 CARMEN ALEMÁN BRACHO
2. CRISTIANISMO Y POBREZA
Pero las interpretaciones positivas de la pobreza no provienen únicamente
del conocimiento, y la reacción emotiva, de algunas causas concretas que la ori-
ginan. Existen también otros fundamentos más firmes, más de base. Se encuen-
tran estos en el influjo religioso. La religión, y en particular el cristianismo, ha
moldeado las mentalidades ante el fenómeno de la pobreza, condicionando los
juicios sobre ella durante siglos. A menudo privilegiando la pobreza voluntaria
respecto a las situaciones de bienestar e incluso elaborando una dura crítica de
la riqueza. La parábola evangélica del mendigo Lázaro y el rico Epulón, cons-
tituye un elocuente testimonio de esta descripción negativa de la riqueza, en
especial de sus consecuencias espirituales.
El cristianismo, como otras religiones, ha construido un mensaje en favor
de la pobreza. La idea de la hermandad entre los seres humanos, es uno de los
fundamentos de la consideración positiva de la pobreza y su obligatoriedad. En
el Evangelio se encuentra desarrollado, en numerosas ocasiones, este espíri-
tu ante la riqueza, pero tal vez sea en las bienaventuranzas del Sermón de la
Montaña donde adquiere su máxima expresión esta exaltación de la pobreza, de
la caridad y la fraternidad. La riqueza además, no sólo se presenta con rasgos
negativos, sino que asumir la pobreza voluntaria es uno de los más encomiables
comportamientos cristianos; la afirmación que "de los pobres es el reino de los
cielos" se repite en distintas ocasiones en el Evangelio.
El abandono voluntario de la riqueza y la limosna constituyen manifesta-
ciones obligadas de la fraternidad cristianas, hasta el punto que las señas de
identidad en el juicio final vienen dadas, precisamente, por la limosna. En el
Evangelio de San Mateo se expresa que: "Tuve hambre, y me dieron de comer;
tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento.
INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN 19
la Edad Antigua (Moix Martínez, 1980; Villota, 1973; Friedlander, 1989; Ander
Egg, 1985; Monnier, 1857). Por otra parte, la historia del tratamiento jurídico
de este sector, cuenta incluso en España con información sistematizada como la
clásica obra de Luis Curiel (1946).
Los estudios sobre el catolicismo social en España son notables y abundan-
tes. En la actualidad, además, se percibe una revisión de las interpretaciones
precedentes, reivindicando la aportación católica a la superación de la cuestión
social. La obra de J. Andrés Gallego (1984) con stituye un buen ejemplo y sos-
tiene, en este sentido, el carácter católico de la mayoría de las sociedades de
socorros mutuos. No obstante, son los estudios de J iménez Salas y, en particular,
su inventario de la beneficencia eclesiástica en la historia de España (1972),
los que ofrecen datos más contundentes de su importante protagonismo en este
terreno. Y, por otra parte, desde el punto de vista doctrinal la Iglesia ha pres-
tado gran relevancia a la preocupación social, con grandes avances a partir del
Concilio Vaticano 11 (un estudio sistemático clásico sobre la posición de la Iglesia
ante la cuestión social puede verse en: Gestel, 1959).
Otros sistemas han sido menos difundidos en España que en otros países.
Nos referimos a los sistemas comerciales. Consiste en una modalidad de asis-
tencia que se presta mediante organizaciones privadas y empresas de servicios,
pero con fin lucrativo. Se trata de un sistema frecuente en la cobertura de de-
terminados servicios -por ejemplo, en Residencias de mayores, Comunidades
terapéuticas-, pero no debe descartarse que incrementen su frecuencia en el
futuro.
De todas estas modalidades de asistencia que hemos mencionado, nuestra
atención se centrará en el proceso de articulación de la respuesta del Estado a
las necesidades sociales.
Presentación
Bibliografía
ANDER-EGG, E.: Apuntes para una Historia del Trabajo Social, ed. Humanitas Buenos Ai-
res, 1985, 523 págs.
CALLARAN, W. J.: "Caridad, sociedad y economía en el siglo XVIII", en Moneda y Crédito,
Madrid nº 146, 1978 págs. 65-78.
CAVILLAC, M.: "Cristóbal Pérez de Herrera, médico, político y poeta 1556-1620", introduc-
ción a C. Pérez de Herrera: Amparo de Pobres (1598), ed. Espasa Calpe, Madrid 1975
págs. IX-L.
- "La problemática de los pobres en el siglo XVI", estudio preliminar a C Pérez de He-
rrera: Amparo de pobres, ed. Espasa Calpe, Madrid 1975 págs. L-CXCVII.
28 CARMEN ALEMÁN BRACHO
- "La Reforma de la Beneficencia en la España del siglo XVI: la obra de Miguel Gigin-
ta", en Estudios de Historia Social (Madrid) nº 10-11, 1979 págs. 7-59.
- "Para una relectura del Guzmán de Alfarache y de su entorno sociopolítico" en Varios
autores: Homenaje a J. A. Maravall, ed. CIS, vol. 1, Madrid 1985 págs. 397-413.
CERVERA VERA L.: Francisco de Eiximenis y su sociedad urbana ideal. Ed. Swan, Madrid,
1989, 198 págs.
CURIEL, L.: índice Histórico de Disposiciones Sociales, ed. Escuela Social, Madrid 1946,
795 págs.
FARRÉ, L.: "Ricos y Pobres en la Edad Media. Ambiente religioso y socio-económico", en
Revista de Occidente (Madrid) nº 17, 1977 págs. 32-40.
FELEZ LUBELZA, C.: El Hospital Real de Granada. Los comienzos de la arquitectura públi-
ca, ed. Universidad de Granada 1979, 294 págs.
FRIEDLANDER, W. A.: Dinámica del Trabajo Social, ed. Pax, México, 7 ed. 1989, 604 págs.
GALLEGO, J. A.: Pensamiento y acción social de la Iglesia en España, ed. Espasa, Madrid
1984, 350 págs.
GARCÍA GUERRA, D.: "La asistencia hospitalaria en la España moderna: el Hospital Real de
Santiago", en Estudios de Historia Social, nº 7, 1978 págs. 289-331.
GESTEL, C. VAN: La Doctrina Social de la Iglesia, ed. Herder, Barcelona 1959, 435 págs.
GÓMEZ ARBOLEYA, E.: Historia de la Estructura y del Pensamiento Social, ed. Instituto
Estudios Políticos, Madrid 1957, 601 págs.
JIMÉNEZ SALAS, M.: Historia de la Asistencia Social en España en la Edad Moderna, ed.
CSIC, Madrid 1958, 371 págs.
- "La Beneficencia Eclesiástica", en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, ed.
CSIC, vol. 1, Madrid 1972, págs. 213-238.
LÓPEZ ALONSO, C.: La Pobreza en la España medieval. Estudio Histórico-Social, ed. Minis-
terio Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1986, 735 págs.
MARAVALL, J. A.: Estado Moderno y Mentalidad Social. Siglos XV a XVII, ed. Revista de Oc-
cidente, vol. 2, Madrid 1972, 619 págs.
- "De la misericordia a la justicia social en la economía del trabajo: la obra de Fray Juan
de Robles", en Moneda y Crédito (Madrid) nº 148, 1979 págs. 57-89.
- "Franciscanismo, Burguesía y Mentalidad Precapitalista: la obra de Eiximenis" en su
vol.: Estudios de Historia del Pensamiento Español, vol. 1, 3 ed., ed. Cultura Hispáni-
ca, Madrid 1983 págs. 363-385.
- "La crisis económica de los siglos XVII, interpretada por los escritores de la época" en
su vol.: Estudios de Historia del Pensamiento Español vol. 3, ed. Cultura Hispánica,
Madrid 1984 págs. 151-197.
MARTÍNEZ KLEISER, L.: Refranero Ideológico Español, Madrid, 1953.
MAZA ZORRILLA, E.: Pobreza y Asistencia Social en España, siglos XVI al XX. Aproximación
Histórica, ed. Universidad de Valladolid, 1987, 265 págs.
MOIX MARTÍNEZ, M.: El Bienestar social ¿mito o realidad?, ed. Almena, Madrid 1980, 341
págs.
- Introducción al trabajo social, Trivium Madrid. 1991.
MONNIER, A.: Histoire de L'Assistance publique dans les temps anciens et modernes, París
1857, 566 págs.
INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN 29
PÉREZ ESTÉVEZ, R. M. El problema de los vagos en la España del siglo XVIII, ed. Confede-
ración Española Cajas Ahorro, Madrid 1976, 371 págs.
RIEZU MARTíNEZ, J.: "La organización territorial del Estado en la Constitución Española
de 1978", en Rev. Fac. Derecho de Granada, nº 3, 1984.
- "El contexto social e histórico de santo Domingo de Guzmán" en su obra: Religión y
Sociedad, ed. San Esteban, Salamanca 1989 págs. 127-150.
RIU, M. (ed.): La pobreza y la asistencia a los pobres en la Cataluña medieval, ed. CSIC, Bar-
celona 1980, 390 págs. La pobreza y la asistencia a los pobres en la Cataluña medieval ed.
CSIC, Barcelona 1982, 414 págs.
ROSS, A.: "Filantropía" en Varios autores: Enciclopedia internacional de Ciencias Sociales,
ed. Aguilar, Madrid 1970, págs. 230-235.
VILLOTA VILLOTA, F.: Problemas actuales de los servicios de bienestar social, ed. Euraméri-
ca, Madrid 1973, 262 págs.
-
Capítulo 1
EL HECHO SOCIAL DE LA
POBREZA EN EL SIGLO XVI
CARMEN ALEMÁN BRACHO
ESQUEMA
Capítulo 1
El hecho social de la pobreza en el Siglo XVI
4. CONCLUSIONES
Tras analizar detalladamente el siglo XVI español, las conclusiones que pueden extraerse son las siguientes:
a) En España jamás se reconoció al pobre el derecho legal de reclamar medios para subsistir. Aún más, tam-
poco se impuso a los pueblos la obligación de sustentar a los vecinos indigentes.
b) Fueron el espíritu religioso y la caridad los que generosamente atendieron las necesidades de los indigen-
tes.
c) El estamento eclesiástico, pieza clave de la sociedad española del siglo XVI, jugó en este sentido un papel
fundamental.
d) La autoridad civil fue involucrándose progresivamente en la atención de los necesitados.
Capítulo 1
El hecho social de la pobreza en el siglo XVI
Piénsese que con esta nueva concepción, se esta logrando una congruencia
que, en la época medieval, no existía con claridad. El caso más relevante era el
tratamiento de los pobres. Estos eran durante la Edad Media, los intercesores
para la salvación de los pecadores, lo cual impulsó la acción asistencial y cari-
tativa. Pero tuvo una consecuencia más notable todavía: "Fue una de las raíces
principales de la sublimación, de la exaltación de los pobres en la escala de valo-
res de aquella sociedad, de la sobreestimación colectiva de los pobres y el status
de la pobreza en un ardoroso popularismo latente, que en los cuadros cerrados
EL HECHO SOCIAL DE LA POBREZA EN EL SIGLO XVI 39
les -expresión con un sentido más amplio que en la actualidad pues incluye a
huérfanos, locos, ciegos- y los pobres que viven en sus casas.
Partiendo del principio de que no es justo que en una ciudad rica haya ciuda-
danos que pasen hambre y miseria, propugna la intervención de las autoridades
para la averiguación de los verdaderos pobres. La ordenación pública de la asis-
tencia ha de comenzar por la elaboración de un censo municipal de la pobreza;
lo que hoy denominamos inventario de recursos y de necesidades.
El remedio básico que propone para el socorro de los pobres es la supresión de
la mendicidad. De ahí que uno de sus postulados básicos sea la obligatoriedad y
el derecho al trabajo. Esta obligatoriedad muestra el alcance de la propuesta de
Vives: no trata de reglamentar la pobreza y la mendicidad, sino de suprimirla.
Esa es una esencial innovación en su obra (Maravall 1979:70).
Obsérvese en todo caso que el énfasis en la obligatoriedad del trabajo im-
plica extraer la suerte y situación del individuo en la sociedad, de la órbita de
influencia de lo religioso. Y en su lugar son los poderes públicos quienes cobran
protagonismo. En todo caso, la obligación general del trabajo será lo que libere
recursos suficientes para socorrer de manera adecuada a los inválidos verdade-
ramente necesitados.
Los mendigos reciben distinto trato según sea su lugar de procedencia. A
los forasteros, propugna que se les expulse a sus lugares de origen, con ayuda
económica para el viaje. A los de la localidad, se les ha de dar instrucción en el
oficio para el que sintieran mayor propensión. La instrucción para el trabajo
debe alcanzar a todos.
El mandato del trabajo se establece mediante la asignación obligatoria de
obreros a talleres. Si fuera necesario, han de asignarse a la realización de obras
públicas municipales y, entre ellas, a la r eparación de hospitales. Quienes se
encuentren temporalmente sin ser asignados a alguna actividad, deben ser ali-
mentados por la colectividad.
La reflexión de Vives es innovadora cuando considera que la obligación del
trabajo alcanza, igualmente, a las personas con minusvalías. Su postura es clara
en lo que se refiere a los ciegos: "Ni aun se ha de consentir que los ciegos estén o
anden ociosos; son muchas las faenas en que pueden ejercitarse (.. .) La pereza y
la holgazanería, y no el defecto físico, es lo que les hace decir que no pueden ha-
cer nada" (1947:1395). También reflexionará sobre la situación de los enfermos
mentales, pero en unos términos humanitarios, muy distantes de los crueles
hábitos generalizados hasta siglos muy posteriores (1947:1396). Y no olvidará
a los enfermos internados en los hospitales, que deben realizar las faenas que
su salud les permita pero, una vez recuperados, entran en el sistema general
(Rumeu de Armas, 1981:169-170).
La intervención pública en la reglamentación de la pobreza es tan decisiva
que, como se ha visto, Vives es partidario de que los funcionarios tengan capa-
cidad incluso para encarcelar. Pero para salvar su imparcialidad introduce una
EL HECHO SOCIAL DE LA POBREZA EN EL SIGLO XVI 43
que expone sólo la última alude al aspecto religioso. Todas las demás resaltan
las ventajas ciudadanas de la nueva organización: el honor de la ciudad au-
mentará; se reducirán los robos y delitos; mejorará la tranquilidad y seguridad
ciudadana. El socorro a los pobres se revela, casi, como un mero instrumento en
la configuración de una nueva ciudad renacentista.
Así "La obra de Vives sienta los fundamentos de lo que después sería la política
social de los estados capitalistas, que alcanzaría su mayor auge en nuestro siglo
tras la segunda guerra mundial, y puesta en tela de juicio de una forma gene-
ralizada en los últimos tiempos. De ahí la actualidad y pertinencia del análisis"
(Martín Martín 1988:9). Vives queda, de esta forma, incorporado a una de las
más acusadas polémicas de nuestro tiempo sobre el intervencionismo y la pri-
vatización. Pero a los argumentos de su contrincante -Domingo de Soto-, es
preciso prestarles atención.
Los recursos se obtendrán por dos vías; una forma pública, los donativos que
cada uno quiera dar, y otra privada, mediante los donativos que se obtengan en
las Iglesias. Las ayudas deben organizarse por las autoridades civiles que, con
una eficaz política de represión de la mendicidad indebida, permitirá reunir
recursos suficientes para los pobres verdaderos.
Robles propugna restringir las ayudas, aunque sin embargo, discrepando en
esto de Vives, se muestra partidario de extenderlas también a los necesitados
forasteros. No se debe dar, sin embargo, a quienes pueden trabajar (1965:201-
214) y sostiene que deben ser los laicos quienes se ocupen de recaudar, controlar
y administrar las limosnas. No llega a impugnar el derecho de los eclesiásticos a
hacerlo, pero rechaza el que los laicos las vayan a gestionar peor.
En definitiva, la obra de Robles se nos presenta como una justificación del
desplazamiento del plano de una moral de la práctica de la caridad, al plano
de una política de la justicia social. Por ello Maravall (1979:66) la ha cataloga-
do como un paso de extraordinaria importancia en la historia del pensamiento
político y social de España. Robles se revela como un pensador aceptando la
incipiente cultura burguesa y las novedades de los tiempos, en la época ya del
Concilio de Trento. Y en su concepción resulta elocuente hasta sus silencios. El
propio Maravall resalta que no trata para nada la cuestión de la pobreza volun-
taria - la de las órdenes religiosas- y que no contenga la obra de Robles el me-
nor elogio a esa situación. Es todo un indicio de un cierto sentido secularizador
y de la preeminencia otorgada al trabajo, que será el nuevo valor que nace. Y en
esa línea se encuentra claramente Robles.
1575. Las consecuencias sociales de la situación fueron tan graves que, en esa
década y la siguiente, apenas hay texto oficial que no aluda a la "falta de pan" y
a las graves dificultades sociales existentes en la sociedad español
Los efectos de la situación económica se vieron, además, agravados por un
segundo factor: la ausencia de organización y deficiente gestión de las institu-
ciones de asistencia destinadas a la beneficencia y a la pobreza. Proliferaban
instituciones protectoras de los necesitados - había incluso varios hospitales
dependientes de una misma parroquia-, pero en su mayoría sin recursos ni
medios imprescindibles para prestar una ayuda eficaz.
Esta espontaneidad en la apertura de instituciones de asistencia no ocasionó
ningún provecho a los pobres, al abrirse centros indiscriminadamente sin res-
ponder a una organización, ni contar con medios que garanticen la prestación
de unos servicios de calidad, ni la continuidad del centro quedaba asegurada. O
se abren, pero más preocupados del lujo de los edificios y de enriquecer al per-
sonal que de la asistencia a los menesterosos, como el propio Giginta censurará.
Además los intentos del poder público por controlar la apertura y restringir el
número de centros, nunca tuvieron efectos prácticos.
Por otra parte, la gestión de las instituciones benéficas se efectuaba, en nu-
merosas ocasiones, en provecho no de los pobres sino de los administradores.
Existen innumerables testimonios de la utilización en beneficio propio de los
recursos asistenciales. También cuando los administradores eran eclesiásticos.
Esta fue de hecho una acusación permanente que, desde Vives, se reitera
continuamente en la literatura sobre la pobreza y se emplea como argumento en
defensa de que se traspase su gestión a los laicos. El propio Concilio de Trento
condenó estos abusos eclesiásticos.
4. CONCLUSIONES
A lo largo de la historia de la humanidad, la miseria física siempre ha estado
presente. Las necesidades materiales, la pobreza, siempre han sido compañeras
de viaje del ser humano en su trayectoria histórica. Igualmente, en todas las
épocas, aparecen grupos sociales o instituciones que se han ocupado de los más
necesitados.
En la Edad Media el remedio contra estas situaciones de necesidad estaba
íntimamente vinculado con concepciones estrictamente religiosas. La acción so-
cial dirigida a los pobres era una cuestión de caridad cristiana al representar el
pobre una imagen de Cristo en la tierra. Por este motivo:
a) Los poderes públicos apenas se preocupan de establecer instituciones pú-
blicas de beneficencia. Esta responsabilidad recae en los cuerpos interme-
dios entre el Estado y la Sociedad, formados básicamente por gremios y
órdenes religiosas.
b) La práctica asistencial se ejerce de forma indiscriminada sobre pobres
o necesitados, independientemente de que fuesen capaces o no de auto-
mantenerse.
En los inicios de la Edad Moderna se van a sentar las bases de lo que con el
paso del tiempo será una organización pública de atención a los pobres. Detrás
de este cambio se esconden una serie de factores económicos, sociales, políticos
y culturales.
Por lo que se refiere a la Castilla del Siglo XVI, al analizar este cambio con-
viene tener presente, por una parte, el reverso de la prosperidad económica: la
emigración hacia América, el desplazamiento de grandes contingentes de po-
blación del campo a la ciudad, la entrada de población extranjera convierte a
España, simultáneamente a su esplendor, en núcleo de grandes problemas so-
ciales. Y por otra, la paulatina introducción de los nuevos ideales renacentistas:
asistimos al progresivo abandono del teocentrismo medieval por una concepción
antropocéntrica del mundo. Sobre estas bases los poderes públicos comienzan a
intervenir ante la suerte de los necesitados a consecuencia tanto de la magnitud
de las necesidades, como de esa nueva concepción ideológica de la vida.
Es en este contexto donde hay que enmarcar las aportaciones de Juan Luis
Vives, Domingo de Soto, Juan de Robles, Miguel de Giginta y Pérez de Herrera
entre otros.
62 CARMEN ALEMÁN BRACHO
TEXTOS
Texto 1
' Sepan los regidores de la ciudad que los menesterosos, Jos que mendiguen públicamente o esté recluidos en
sus casas son de su incumbencia (...) Nada hay tan libre en la república que no éste sujeto al conocimiento de los
que gobierna (.. .)A los que eligiere Ja corporación municipal para el examen y ejecución de todos estos extremos,
dénseles amplios poderes para obligar, compeler y aun encarcelar, a fin de que la corporación en pleno entienda
en los que no obedecieren".
Texto 2
"El pobre que tuviere cualquier necesidad nadie Je puede estorbar que pida limosna(...) empero, en estando de
bastante proveídos de sus necesidades, ya no les es lícito a título de pobres pedir más limosna".
Texto 3
"Es pobre quien no está tan necesitado que no dispone de bienes propios, a quien no pude restituir; quien no tiene
talento, ni fuerza, ni habilidad, ni ningún modo de adquirir lo necesario para vivir sino mendigando, como son los
cojos, ciegos, algunos trabajadores con enfermedad incurable, y quienes están acabados a causa de Ja vejez,
enfermedad grave incurable. A éstos debe darse limosna gratuita y generosamente, por causa de Dios. Estos son
llamados verdaderos pobres, los cuales están abandonados de todo subsidio humano, de quienes nada puede
esperarse (. ..) Hay otros pobres que carecen de bienes temporales, pero sin embargo tienen fuerza física con la
que poder trabajar o contratar su trabajo. Tienen también algún talento, o habilidad, por Ja cual puedan aprovechar
a otros, de donde puedan percibir algún salario o estipendio, de manera que puedan remediar su propia necesidad,
si quieren (. ..) Estos no son enteramente pobres, ni están desposeídos de toda facultad humana, Jos cuales, o
bien vendiendo sus bienes, contratando su persona o su trabajo, o dedicándose a seNir a otros, pueden adquirir
lo necesario para su vida y compensar sus necesidades de socorro".
Texto4
"Suplicamos a vuestra Majestad que en cada pueblo halla un hospital general y se consuman todos los hospitales
en uno, y para ello vuestra Majestad mande traer bulas del Papa, y así mismo mande dar provisiones para que en
los pueblos se examinen Jos pobres y mendicantes, y que no puedan pedir por las calles sin cédula de persona
diputada por el corregimiento. A esto vos respondemos que en Jo de los hospitales, nos parece bien Jos que nos su-
plicáis, y escribiremos a nuestro muy Santo Padre para que se provea como mas convenga; y cuanto a los pobres
que pedís que se examinen, mándanos que se guarde la ley que sobre ello hicimos en las Cortes de Valladolid'.
Ordenamiento de las Cortes de Toledo de 1525.
Texto 5
"Sobre el recogimiento de los pobres, Suplicamos a vuestra Majestad mande proveer como las justicias tengan
mas cuidado del que tienen para que se guarde lo que con tanta diligencia se proveyó cerca de los pobres que
piden limosna. Y además de lo que allí proveyó conviene que se guarde en cada ciudad y villa de estos reynos
halla una persona diputada que tenga cargo de buscarles que en que entiendan, poniendo nos a oficios, y a otros
dándoles cada día en que trabajen ansí en obras como en otras cosas conforme a su disposición y a la que oviere
en tal ciudad o villa. Porque allende que ellos son mal inclinados a trabajar tienen muy buena excusa con decir
que nadie los querrá llevar. Yproveyéndolos de esta manera podrán ser mantenidos y socorridos. Y el pobre que
no quisiere entender en lo que ansí le fuere mandado Je echen de tal ciudada o villa donde estuviere: porque es
obra de misericordia y cristiandad y de buena gobernación. E que ansí como en algunos hay padres de mozos, en
todos halla padres de pobres para darles en que trabajen a los que fueren para ello y los otros se remedien y curen
conforme a las provisiones e instrucciones que son para ello dadas".
BIBLIOGRAFÍA
ALEMÁN BRACHO, C.: El sistema público de servicios sociales en España, ed. Impresur,
Granada 1991, 349 págs.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÉS FERRER, J. (comp.): Administración social: servicios de
bienestar social, ed. Siglo XXI, Madrid, 1996.
- Política Social, Ed. McGraw-Hill, Madrid, 1998.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÍA SERRANO, M.: Fundamentos de bienestar social, ed. Ti-
rant lo Blanch, Valencia 1999.
ALONSO SECO, J. M. y GONZALO GONZÁLEZ, B.: lA Asistencia Social en los Servicios So-
ciales en España, ed. Boletín Oficial del Estado, Madrid 2000, 807 págs.
BATAILLON, M.: "Juan Luis Vives, reformador de la beneficencia" en el volumen Erasmo y
el erasmismo, Barcelona 1977 págs. 179-203.
CASADO, D.: "Pistas bibliográficas para el estudio de la pobreza en España. Cuadernos !nas,
Madrid nº 14, 1984 págs. 60-71
- Políticas de servicios sociales, ed. Lumen!Humanitas, Madrid 1998, 172 págs.
CASADO, D., GUILLÉN, E.: Manual de Servicios Sociales, ed. CCS, Madrid 2001 , 291 p ágs.
CAVILLAC, M.: "Cristóbal Pérez de Herrera, médico, político y poeta 1556-1620", Introduc-
ción a C. Pérez de Herrera: Amparo de pobres (1598), ed. Espasa Calpe, Madrid 1975 págs.
IX-L.
- "La problemática de los pobres en el siglo XVI" estudio preliminar a C. Pérez de He-
rrera: Amparo de pobres ed. Espasa Calpe, Madrid 1975 págs. L-CXCVII.
- "La Reforma de la Beneficencia en la España del siglo XVI: la obra de Miguel Gigin-
ta'', Estudios de Historia Social (Madrid) nº 10-11, 1979 págs. 7-59.
- "Para una relectura del Guzmán de Alfarache y de su entorno sociopolítico" en Varios
autores: Homenaje a J. A. Maravall, ed. CIS, vol. 1, Madrid 1985 págs. 397-413.
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Historia Universal Moderna, ed. Vicens Vives, Barcelona 1983, 573
págs.
FRAILE, G.: "Soto, Domingo de" Diccionario Historia Eclesiástica en España, Ed. CSIC, Ma-
drid 1975, vol. 4, pág. 2507.
GUY, A.: "Democracia y Socialismo en Vives y Luis de León" en Varios autores: Homenaje a
J. A. Maravall ed. CIS, vol. 2, Madrid 1985 págs. 265-277
HERRERA GÓMEZ, M.: Los orígenes de la intervención estatal en los problema sociales, ed.
Fundación ONCE, Madrid 1999, 681 págs.
JIMÉNEZ SALAS, M.: Historia de la asistencia social en España en la Edad Moderna, ed.
CSIC., Madrid 1958, 371 págs.
JIMÉNEZ DELGADO, J.: "Juan Luis Vives", Diccionario de Historia Eclesiástica de España,
ed. CSIC, Madrid vol. 4, 1975 págs. 2779-278.
MARAVALL, J. A.: Estado Moderno y Mentalidad Social. Siglos XV a XVII, ed. Revista de Oc-
cidente, vol. 2, Madrid 1972, 619 págs.
- "De la misericordia a la justicia social en la economía del trabajo: la obra de Fray Juan
de Robles", Moneda y Crédito (Madrid) nº 148, 1979 págs. 57-89
MARTÍN MARTÍN, V.: "El Socorro a los pobres. Los opúsculos de Vives y Soto", Información
Comercial Española, nº 656, 1988 págs. 7-21.
EL HECHO SOCIAL DE LA POBREZA EN EL SIGLO XVI 65
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
3. ¿Cuál es la obra clásica de Vives que fue calificada como un texto de capital importancia en el naci-
miento de la beneficencia moderna?
a. Albergue de pobres.
b. Del socorro de los pobres.
c. Atalaya de caridad.
d. Amparo de pobres.
Capítulo 2
La acción social en los siglos XVII y XVIII. La política de la Ilustración
El siglo XVII es el siglo de los arbitristas, es decir, aquellos que arbitrarán remedios para curar los males
de la Monarquía.
2.6. Conclusiones
Nos encontramos ante un análisis de la pobreza diferente al existente en el siglo XVI: la pobreza es
presentada como un elemento más de una crisis generalizada que no encontrará solución sin unos
cambios globales. Estos cambios afectan a la organización del sistema productivo ya la modernización
de la economía.
3.2. Un instrumento para las reformas: las Sociedades Económicas de Amigos del País
Serán el gran instrumento para la movilización colectiva necesaria para emprender las reformas.
Composición: nobles, intelectuales y clérigos de espíritu reformista, no admitiendo en su seno distincio-
nes de rango o posición social.
Objetivos: estudiar cada provincia y determinar que actividades convenía impulsar; examinar ydivulgar
innovaciones en materias agrícola, industrial o comercial; difundir los progresos científicos; fomentar la
iniciativa individual; en resumen, adoptar cualquier iniciativa tendente a impulsar el bienestar colecti-
vo.
C) Los Montepíos
Constituye la cara previsora de la Ilustración ante las situaciones de necesidad e infortunio. Nos encon-
tramos ante sociedades de socorros mutuos
Objetivo: asegurar riesgos tales como enfermedad, accidente o incapacidad para seguir trabajando, o
muerte.
Medios: cuotas mensuales para la creación de un fondo de reserva capaz de responder en caso de
producirse alguno de los riesgos cubiertos.
Hubo tanto Montepíos oficiales (militar, de ministerios, de correos y caminos, de corregidores y alcal-
des) como privados (de labradores, de artesanos, de caldereros, de comerciantes), y tuvieron una gran
expansión en todo el reino.
Junto a los Montepíos hubo otras institución de previsión social: Cofradías de Socorros, los Pósitos o
los Montes de Piedad.
Balance: se éxito fue muy limitado debido a errores de carácter técnico tales como el excesivo número
de ancianos inscritos o la ausencia de asesoramiento técnico.
LA ACCIÓN SOCIAL EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LA POLÍTICA DE LA... 73
5. CONCLUSIONES
Desde la segunda mitad del siglo XVII comienza en España un proceso, acentuado a lo largo del siglo
XVIII, de racionalización y reordenación de la administración tendente a centralizar la toma de decisio-
nes y a ampliar el campo de acción del Estado: se reorganiza la administración local, se reordena el
Ejercito, se crea una red de vías radiales de comunicación con su centro en Madrid, y se centraliza la
administración, se dictaminan un conjunto de medidas a favor de las artes, la letras y las ciencias.
¿Qué ocurre con el mundo de la pobreza en este siglo y medio? La respuesta es fácil, deja de ser ese
conjunto indiferenciado y homogéneo para ser clasificado en virtud de un nuevo criterio que se reduce
básicamente a la capacidad, o no, de poder trabajar.
La respuesta dada a este interrogante nos aparece ubicada dentro de lo que constituye una de las
grandes aportaciones del siglo ilustrado: el cambio de la caridad como medio de asistencia social, por
la beneficencia.
Detrás de este tránsito se esconde una nueva visión de la pobreza sobre la que tanto se ha insistido
a lo largo de estas páginas: no es una cuestión de índole religiosa o espiritual, sino un obstáculo al
desarrollo económico y un riesgo potencial por posibles desórdenes sociales. Esta nueva visión lleva
aparejada:
a) Una repulsa y rechazo de la tradicional e indiscriminada limosna.
b) Una nueva clasificación de este mundo heterogéneo y complejo
Una decidida intervención estatal.
Capítulo 2
La acción social en los siglos XVII Y XVIII.
La política de la ilustración
directos sobre la pobreza, vinculándola a partir de esta nueva centuria con los
problemas globales, colectivos, generados por la marcha global de nuestro país.
Y buena muestra de ello es que se asocia la cuestión a más elementos que la me-
ra discusión sobre el paliativo concreto -sean Albergues, Casa de Misericordia,
o lo que fuer e- más efectivo para atenuarlo.
Por consiguiente, es preciso examinar el tratamiento de la pobreza como una
de las profundas modificaciones que se operan en el ámbito político y de las
mentalidades (Hazard, 1988).
toda esta compleja constelación de los más variados factores, inspiró una men-
talidad en todos los países del Occidente europeo y entre ellos en España, que en
ésta propició el sentimiento de crisis" (Maravall, 1984: 161).
Muy acertadamente, en este texto -donde Maravall analiza las interpre-
taciones de las crisis económica del siglo XVII- se vincula la crisis no sólo a
situaciones directamente económicas, sino a un importante factor ideológico:
la conciencia de crisis generalizada. La situación de España plantea urgentes
problemas.
El siglo XVII es el de los "arbitristas", es decir, aquellos que proponían dis-
tintos remedios para curar los males de la Monarquía. No pretendían por consi-
guiente ordenar la caridad o regular la pobreza como ocurría en el siglo prece-
dente. Ahora en el XVII se busca formular las causas para arbitrar los remedios
efectivos (Pérez Estévez 1976:299), que están vinculados a situaciones profun-
das de la realidad española.
denota el profundo alcance de los males analizados por Moneada y de los reme-
dios propuestos.
2. 6. Conclusiones
En definitiva estas aproximaciones al fenómeno de la decadencia y crisis es-
pañola, lo que revela es un análisis diferente de la pobreza del que habíamos
contemplado en el XVI. Ahora se trata la pobreza pero como un elemento más de
una crisis generalizada que no encontrará solución sin unos cambios globales.
Cambios que afectan a la organización del sistema productivo y, en definitiva, a
la modernización de la economía española. No caben paliativos parciales para la
pobreza sino que su resolución se encuentra supeditada a la necesaria prosperi-
dad general de la colectividad. Y ese es el desafio al que de nuevo se confrontará
España en el XVIII.
fendiendo la caridad como una obligación propia de los cristianos, pero también
apareció una nueva y abundante literatura atacando la práctica de la caridad
de las instituciones clericales(.. .). Esta campaña contra la caridad se originó en
la creencia de que la caridad de las instituciones eclesiásticas causaba mendici-
dad al alentar a los pobres a pensar que podían sobrevivir de las limosnas y no
de trabajo(... ). La opinión ilustrada sostenía cada vez con mayor frecuencia que
el propósito de cualquier sistema de asistencia pública debía ser la conversión de
los pobres en sujetos útiles, leales y productivos" (Callahan 1978:72).
La pobreza va a contemplarse por la Ilustración no como una cuestión de
índole religiosa o espiritual, sino como un obstáculo al desarrollo económico y
un riesgo potencial por posibles desórdenes sociales. Precisamente por ello las
iniciativas y debates se van a multiplicar en este período: "El reinado de Carlos
III fue en este sentido la etapa de mayor efervescencia legislativa: la mejora de la
beneficencia domiciliaria, la fundación y dotación de hospicios, la creación del
fondo pío beneficial para regular la caridad individual, la aproximación de las
sociedades económicas al problema de la mendicidad y de la organización de las
Juntas generales, parroquiales y de barrio de caridad así lo confirman" (Serna
Alonso, 1988:81).
rie de nuevas motivaciones que van desde la novedosa visión del mundo de la
pobreza y su asistencia, pasando por las funciones que empieza a asumir el Es-
tado, concluyendo con los planteamientos económicos y sociales de la Ilustración
en torno a la población.
El reinado de Carlos III, en el sentido anteriormente enunciado, fue la etapa
de mayor efervescencia legislativa y administrativa. En efecto, bajo su reinado
se desata, como se ha dicho con anterioridad, una guerra contra la pobreza que
adopta aires nuevos.
• Composición y funciones
Las Diputaciones de Barrio estaban compuestas del alcalde del mismo barrio,
del eclesiástico nombrado por el párroco y de «tres vecinos acomodados, celosos y
dotados de prudencia y caridad habitantes en él», según establece el decreto de
creación. Para algunos autores (como Pernil 1988:334) esta composición de las
Diputaciones significan un precedente democrático por la integración de esta-
mentos, insospechable hasta ahora en las estructuras del Antiguo Régimen.
Para socorrer a los vecinos, los vocales de la Diputación debían desempeñar
un activo papel en tres direcciones:
a) En primer lugar, en la recaudación. Les corresponde obtener los ingresos
para poder hacer funcionar el sistema de ayudas.
b) En segundo lugar, el Decreto atribuye a las Diputaciones de Barrio un
importante papel organizativo y burocrático de las situaciones de pobreza.
Se trata de un reflejo de la mentalidad cuantitativa y organizativa de los
ilustrados. Así la norma ordena «para que la Diputación discierna la cer-
teza de las necesidades», la formación de libros de matrícula o registro y
tener completo conocimiento de las situaciones del barrio. La procedencia
del propio barrio de los diputados y la obligación de recorrerlo, permite
cumplir uno de los objetivos esenciales de esta institución: el conocimiento
preciso de los habitantes, sus necesidades y su urgencia; es decir, evitar
posibles errores en el reparto de limosnas. Ese contacto directo con la rea-
lidad junto a la anteriormente mencionada obligación de recorrer el barrio
también para obtener recursos, generaba una consecuencia obligada: los
propios diputados se convierten en agentes mentalizadores para la colec-
tividad de la gravedad de las necesidades y la exigencia de colaboración
para poderles hacer frente.
c) En tercer lugar, los diputados desempeñaban un papel decisivo en la dis-
tribución de las ayudas, que también se realizaba de una manera muy
singular. Se notifican los ingresos; se da cuenta de las ayudas inmediatas
que por razones de urgencia se han prestado; se analizan las peticiones y
necesidades presentadas y se toman las decisiones pertinentes.
92 CARMEN ALEMÁN BRACHO
C) Los Montepíos
Los Montepíos eran sociedades de socorros mutuos, con un objetivo y un me-
dio para obtenerlo. Como objetivo se proponían asegurar riesgos, tales como
enfermedad, accidente o incapacidad para seguir trabajando, o muerte. Para
asegurar tales hechos, los afiliados alimentaban mediante una cuota mensual
un fondo de reserva capaz de responder en caso de producirse alguno de los rie-
gos cubiertos (Rumeu de Armas 1981: cap. 20 y ss.).
Pues bien, en el siglo XVIII, se produce una expansión de todas las modali-
dades de montepíos. En primer lugar el desarrollo es de los riesgos cubiertos.
Hasta esta época cubrían fundamentalmente el riesgo de muerte y, ahora, se
produce la ampliación hacia otros hechos lesivos para las personas. Pero, en
segundo lugar, se está expansionando en otros aspectos más relevantes incluso
para caracterizar el período ilustrado. Nos referimos en concreto a la difusión
que adquiere en mayor número de sectores ocupacionales y, también, en sectores
que no son rigurosamente populares.
Porque se comprenderá que estos Montepíos actúan sobre una franja o sec-
tor concreto de la población artesana y trabajadora. En la práctica, sólo podían
afiliarse aquellos obreros cuyos ingresos les permitieran detraer unas cantida-
des fijas y periódicas para garantizar sus riesgos. Y esta no era una situación
generalizada.
La iniciativa de los Montepíos proviene del reinado de Carlos III. Por un lado
como consecuencia de la Real Orden de (27 de julio de 1767), donde se suprimían
las cofradías y hermandades gremiales, controladas por la Iglesia, que son susti-
tuidas por los Montepíos. Y por otra parte, como consecuencia del fuerte impulso
que reciben del poder los primeros Montepíos. Estos se crean por el Ministro de
Carlos III, Marqués de Esquilache.
Los Montepíos oficiales son, en efecto, los primeros en constituirse y aparecen
en gran número de actividades. Primero fue el Montepío militar, en 1761, en
base a descuentos que se realizaban en los sueldos. Tenían derecho a las pensio-
nes las viudas, huérfanos y madres viudas de militares y marinos de cualquier
graduación. En 1763 crea Carlos III el Montepío de Ministerios, en beneficio de
todos los funcionarios de la Administración civil y de justicia. A ellos seguirían
los de Reales Oficinas de 1764; de las Minas de Almadén de 1778; de Correos y
Caminos de 1785; de Corregidores y Alcaldes Mayores de 1783, etc. Con ayuda
indirecta de los poderes públicos, y con diferencias en las coberturas y riesgos
cubiertos, estos Montepíos adquirieron notable implantación en medios oficiales
(Rumeu 1981:422 y ss.).
Los Montepíos privados se crean a imitación de los oficiales por la iniciativa
privada. En la segunda mitad del XVIII se forman gran número de ellos. El
principal fue el de Labradores. Fueron numerosos los de artesanos; el más co-
nocido fue el de los Plateros de 1776, pero también cabe citar los de caldereros,
96 CARMEN ALEMÁN BRACHO
5. CONCLUSIONES
Desde la segunda mitad del siglo XVII comienza en España un proceso, acen-
tuado a lo largo del siglo XVIII, de racionalización y reordenación de la admi-
nistración tendente a centralizar la toma de decisiones y a ampliar el campo de
acción del Estado: se reorganiza la administración local, se reordena el Ejercito,
se crea una red de vías r adiales de comunicación con su centro en Madrid, y se
centraliza la administración, se dictaminan un conjunto de medidas a favor de
las artes, la letras y las ciencias.
Ese profundo sentido innovador y racionalizador se proyecta igualmente so-
bre el mundo de la necesidad material. La asistencia que tradicionalmente ha-
LA ACCIÓN SOCIAL EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LA POLÍTICA DE LA... 97
bía estado monopolizada por la Iglesia o bien por instituciones que dependían
de ella, a lo largo de estas dos centurias, pasará a depender del Estado o de
iniciativas amparadas por los poderes públicos.
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Qué ocurre con el mundo de la
pobreza en este siglo y medio? La respuesta es fácil, deja de ser ese conjunto
indiferenciado y homogéneo para ser clasificado en virtud de un nuevo criterio
que se reduce básicamente a la capacidad, o no, de poder trabajar, de este modo
sólo se concederán ayudas a los que padecen alguna deficiencia que les impide
ganarse el sustento, o bien, aquellos que, siendo personas honradas, han perdido
su habitual modo de vida, como huérfanos o jornaleros en paro. Para el resto,
que englobaría el conjunto de la población que vagabundea y simula dolencias,
el Estado tomará medidas legales encaminadas a reprimir la vagancia para
apropiarse de su fuerza de trabajo y destinarla allí donde más falta hace: el
Ejercito y las obras públicas. Al resto de pobres que no simulan ninguna astucia
y son incapaces para el trabajo se les encierra en establecimientos en los que se
tratará de cambiar sus hábitos y comportamientos.
Dicho en otros términos, asistencia y represión fueron los elementos básicos
de proyectos y legislación, lo que venía a ser una forma de conciliar el miedo
que los mendigos y vagabundos causaban a las clases privilegiadas, con la im-
potencia de éstas para proporcionar empleo, y con la llamada a sus conciencias
que les impulsaba a atender sus necesidades más apremiantes en forma que no
resultase amenazada su posición estamental.
La respuesta dada a este interrogante nos aparece ubicada dentro de lo que
constituye una de las grandes aportaciones del siglo ilustrado: el cambio de
la caridad como medio de asistencia social, por la beneficencia. Los continuos
proyectos y leyes que se suceden de forma casi ininterrumpida a lo largo de
este siglo y medio lo ponen de manifiesto. Asistimos al tránsito que se produce
entre la obligación moral del creyente, que a su vez configura un régimen asis-
tencial basado en iniciativas particulares, y la obligación que tiene la sociedad,
considerada como entidad colectiva y por ello el término irá siempre seguido del
apelativo pública, de amparar a aquellos de sus individuos que por una razón u
otra no son capaces de atender a su subsistencia.
Detrás de este tránsito se esconde una nueva visión de la pobreza sobre la
que tanto se ha insistido a lo largo de estas páginas: no es una cuestión de índole
religiosa o espiritual, sino un obstáculo al desarrollo económico y un riesgo po-
tencial por posibles desórdenes sociales. Esta nueva visión lleva aparejada:
• Una repulsa y rechazo de la tradicional e indiscriminada limosna, por con-
siderar que fomenta la pobreza y la ociosidad, así como los vicios anexos a
ella. Se plantea como alternativa la inserción social y laboral.
• Una nueva clasificación de este mundo heterogéneo y complejo, clasifica-
ción que se hará en función de la capacidad o no de poder trabajar.
98 CARMEN ALEMÁN BRACHO
TEXTOS
Texto 1
"Porque no saben los padres en qué ocupar a los hijos. Y éstos, que antes eran la mayor riqueza de un padre
de familia (porque les repartía la guardia de sus ganados, encargándole a cada uno la especie acomodada a sus
fuerzas y edad), ahora es el mayor peso y embarazo que los labradores tiene. ¡Oh miserable siglo en que la mayor
pobreza y desdicha mayor de un pobre es tener hijos y en que los mismos que quisieran trabajar están ociosos!. Yla
ociosidad de esta gente, nacida para el trabajo, es la pestilencia/ en la República, mucho peor que la holgazanería
de los poseedores de vínculos y mayorazgos, porque éstos son varios en cada lugar y aquellos infinitos, y en cuanto
exceden en el número, en tanto es más dañoso el un género que el otro de ociosidad''.
Caxa de Leruela, Restauración de la abundancia en España.
Texto 2
"La agricultura es limitado medio para el aumento y conservación de la población porque en llegando a ser los
labradores pobres no tienen que partir con los hijos para casarlos, como lo hicieron sus padres, con lo cual se
dificultan los matrimonios. Sí está sólo atenido a su corta labor, no puede sólo con ella sustentar la familia, ní dar
las labores necesarias a la tierra, ní pagar la renta ni repartimentos concejiles. Los labradores medianos son hijos
y proceden de los que fueron ricos: porque como los fueron casando, fueron partiendo con ellos la labor, y quedó
dividida entre muchos. De este modo proceden los labradores pobres de los medianos"
Texto 3
"Los pobres se dividen en tres. Los "verdaderos pobres", "verdaderos infelices que, o ya destituidos de remedio a
sus habituales dolencias, o ya tolerando las dilatadas muertes, solicitan el reparo de su hambre en la compasión del
público". Los ''pobres por su conveniencia", aquellos vagos y holgazanes que huyen del trabajo y se refugian en la
limosna por pura ociosidad. Ylos "pobres en apariencia", que realmente no lo son y utilizan este disfraz para ocultar
sus fechorías, son aquellos insolentes que, pareciendo pobres en lo exterior, son ladrones famosos en la realidad'.
Texto4
"Los socorros de los enfermos se distribuirán por el Comisario de la Diputación en aquella forma, método, y pre-
caución que la prudencia le dicte, para que se verifiquen sus piadosos fines, con la buena inversión de caudales en
la efectiva asistencia del paciente; pues este particular, por no ser fácil dar constante regla general, se debe dexar
todo á su juicio, discernimiento y confianza".
Reglamento de 1788 para la asistencia y curación de los pobres enfermos vergonzantes de Madrid.
Texto 5
"He resuelto después de un maduro examen se enajenen todos los bienes raíces perteneciente á Hospitales,
Hospicios, Casas de Misericordia, de Reclusión y de Expósitos, Cofradías, Memorias, Obras pías, y Patronatos de
legos, poniéndose los productos de estas ventas, así como los capitales de censos que se redimiesen, pertene-
cientes á estos establecimientos y fundaciones, en mi Real Caxa de Amo1tización baxo el interés anual del tres por
ciento, y con especial hipoteca de los arbitrios ya destinados, y los que sucesivamente se destinaren al pago de
las deudas de mi Corona, y con la general de todas las rentas de ella, con lo que se atenderá á la subsistencia de
dichos establecimientos, y á cumplir todas las cargas impuestas sobre los bienes enajenados, sin que por esto se
entiendan extinguidas las presentaciones y demás derechos que correspondan á los Patronos respectivos".
Real Cédula de Carlos IV de 25 de septiembre de 1798 sobre enajenaciones de bienes raíces de Beneficencia.
BIBLIOGRAFÍA
ABELLÁN, J. L.: Historia crítica del pensamiento español , ed., Alianza, Tomo III, Madrid
1993, 689 págs.
ALEMÁN BRACHO, C.: El sistema público de servicios sociales en España, ed. Impresur,
Granada 1991, 349 págs.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÉS FERRER, J. (comp.): Administración social: servicios de
bienestar social, ed. Siglo XXI, Madrid, 1996.
- Política Social, Ed. McGraw-Hill, Madrid, 1998.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÍA SERRANO, M.: Fundamentos de bienestar social, ecl. Ti-
rant lo Blanch, Valencia 1999.
CALLAHAN, W. J.: "Caridad, sociedad y economía en el siglo XVIII" Moneda y Crédito, Ma-
drid nº 146, 1978 págs. 65-78.
CARASA SOTO, P.: Pauperismo y Revolución Burguesa. Burgos 1750.1900, ed. Universidad
de Valladolid, 1987.
CARMONA GARCÍA, J. I.: "La asistencia Social en Ja España de los Austrias" en Varios a u-
tores: De la Beneficencia al Bienestar Social. Cuatro siglos de acción social, ed. Siglo XXI,
Madrid 1985 págs. 69-89.
CASTELLANO CASTELLANO, J . L.: "Estudio Preliminar" a la obra de B. Ward: Proyecto
Económico (1779) ed. Instituto Estudios Fiscales, Madrid 1982.
- Luces y Reformismo. Las Sociedades Económicas de Amigos del Pa{s del Reino de Gra-
nada en el siglo XVIII, ed . Diputación Provincial de Granada 1984, 425 págs.
100 CARMENALEMÁNBRACHO
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Historia Universal Moderna, ed. Vicens Vives, Barcelona 1983, 573
págs.
FORNIES CASALS, J. F.: La política social y la Ilustración aragonesa (1773-1812), ed. Real y
Excma. Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, Zaragoza 1997, 357 págs.
GÓMEZ ARBOLEYA, E: Historia de la Estructura y del Pensamiento Social, ed. Instituto Es-
tudios Políticos, Madrid 1957, 601 págs.
HAZARD, P: La Crisis de la conciencia europea, ed. Guadarrama, 1988, 467 págs.
HERR, R.: España y la Revolución del siglo XVIII, ed. Aguilar, Madrid 1971, 415 págs.
TIMÉNEZ SALAS, M.: Historia De la Asistencia Social en España en la Edad Moderna, ed.
CSIC, Madrid 1958, 371 págs.
MARAVALL, J. A.: Estado Moderno y Mentalidad Social. Siglos XV a XVII, ed. Revista de Oc-
cidente, vol. 2, Madrid, 1972, 619 págs.
- "La crisis económica de los siglos XVII, interpretada por los escritores de la época"
en su vol.: Estudios de Historia del Pensamiento Español vol. 3, ed. Cultura Hispánica,
Madrid 1984 págs. 151-197.
MARTÍN RODRÍGUEZ, M.: Pensamiento económico español sobre la población. De soto a
Matanegui, ed. Pirámide, Madrid 1984, 309 págs.
MAZA ZORRILLA, E.: Pobreza Y Asistencia Social en España, siglos XVI al XX. Aproximación
histórica, ed. Universidad de Valladolid, 1987, 265 págs.
NEGRIN, O.: Ilustración y educación. Sociedad Económica Matritense, ed. Universidad Com-
plutense, Madrid 1984, 328 págs.
PÉREZ ESTÉVEZ, R.M.: El problema de los vagos en la España del siglo XVIII ed. Confede-
·ración Española Cajas Ahorro, Madrid 1976, 371 págs.
PERNIL ALARCÓN, P.: "Caridad, educación y política ilustrada en el Reinado de Carlos III",
Revista de Educación (Madrid) número extra 1988 págs. 327-345.
PUELLES BENÍTEZ, M.: Educación e ideología en la España contemporánea, ed. Alianza,
Madrid 1988, 385 págs.
RALLE, M.: "El Montepío obrero: ¿anacronismo o modelo?" en Revista de Trabajo, Madrid
nº 30, 1984,págs. 7-20.
RITTER, G. A.: El Estado social, su origen y desarrollo en una comparación internacional, ed.
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1991, 299 págs.
ROCA ROCA, E.: Los Pósitos Municipales, ed. Municipalia, Madrid 1968, 270 págs.
RUMEU DE ARMAS, A.: Historia de la Previsión Social en España. Cofradías. Gremios. Her-
mandades. Montepíos, ed. Revista de Derecho Privado, Madrid 1981, 709 págs.
SARRAILH, J.: La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, ed. Fondo de Cultura
Económica, Madrid 1974, 779 págs.
SERNA ALONSO, J.: Presos y Pobres en la España del XIX La determinación social de la mar-
ginación, ed. PPU, Barcelona 1988.
SOUBEYROUX, J.: "El encuentro del pobre y la sociedad: Asistencia y represión en el Ma-
drid del XVIII" Estudios de Historia Social (Madrid) nº 20-21, 1982 págs. 7-225.
TOMÁS Y VALIENTE, F.: El marco político de la desamortización en España, ed. Ariel, Bar-
celona 1971, 172 págs.
TRINIDAD FERNÁNDEZ, P.: "Asistencia Y Previsión social en el siglo XVIII" en Varios au-
tores: De la Beneficencia al bienestar social. Cuatro siglos de acción social, ed. Siglo XXI,
Madrid 1986 págs. 89-117.
LA ACCIÓN SOCIAL EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LA POLÍTICA DE LA... 101
VIÑAO FRAGO, A.: PoUtica y educación en los orígenes de la España contemporánea, ed.
Taurus, Madrid, 376 págs.
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
1. El siglo XVIII, en el ámbito de la Asistencia social, la intervención del Estado se realiza en tensión
con:
a. Con los sectores eclesiásticos.
b. Con los poderes locales.
c. Con el pueblo llano.
d. Por una parte con los sectores eclesiásticos y por otra con los poderes locales.
2. Como consecuencia del proceso de secularización ¿a qué dejó paso la noción escolástica medieval
del bien común?
a. A la noción de bienestar social.
b. A la noción de felicidad política.
c. A la noción de moralidad pública.
d. A la noción de justicia social.
Capítulo 3
De la Asistencia Social a los Servicios Sociales: el siglo XIX
1. DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XIX: LOS ORIGENES DE LOS SERVICIOS SOCIALES
El impulso definitivo hacia la posterior aparición de los servicios sociales es preciso situarlo en un
determinado momento histórico: el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX.
Los cambios situados en dicha época van orientados hacia la paulatina transformación de los proble-
mas sociales en cuestiones de naturaleza pública y de responsabilidad política.
La sociedad en definitiva está dejando de ser una realidad dada - impuesta o inmutable- para conver-
tirse en una realidad sometida a la intervención o modificación de los grupos. Se está pasando de una
mentalidad de súbditos, fatalista, a una mentalidad de ciudadanos en la que la sociedad es el resultado
de actuaciones y decisiones colectivas.
3.2. Creación
Por Real Decreto de 5 de diciembre de 1883.
3.3. Finalidad
Servir de instrumento a una legislación más próxima a las necesidades de los colectivos a quienes se
destina y que cuente, al mismo tiempo, con mayor grado de aceptación
4. CONCLUSIONES
La Revolución Industrial y la Revoluciones Democráticas, piezas clave para entender la progresiva
intervención estatal en los problemas sociales.
108 CARMEN ALEMÁN BRACHO
En el caso concreto de España --<:on sus claras peculiaridades- el siglo XIX es un proceso escalona-
do que culmina con la municipalización y la provincialización de la beneficencia: hitos legislativos clave
serán la Constitución de Cádiz, la Ley de Beneficencia de 1822 y la Ley de Beneficencia de 1849
El siglo XIX se cierra con el nacimiento de la Comisión de Reformas Sociales, precedente del Instituto
de Reformas Sociales.
Capítulo 3
De la asistencia social a los servicios
sociales: el siglo XIX
nes económicas, hará todavía más alarmante el alcance de los nuevos problemas
sociales. (Alonso Olea, 1970; Friedlander, 1989; Ritter, 1991).
En segundo lugar es necesario mencionar otro efecto originado por la indus-
trialización: la visibilidad y concentración de la pobreza. Siempre ha existido
pobreza y miseria en la sociedad. Pero también es cierto que se encontraba dis-
persa por el territorio. Y ello como consecuencia incluso de medidas administra-
tivas. Las leyes inglesas o las españolas, por ejemplo, imponían a los pobres la
prohibición de desplazarse de los municipios donde residieran para así controlar
la seguridad pública.
La industrialización concentró la pobreza en los suburbios de las ciudades,
en las proximidades de los centros fabriles. Para facilitar el acceso de los traba-
jadores, las fábricas necesitaban que en un corto radio se asentara la población.
El hacinamiento de la población, la insalubridad, las malas condiciones de las
viviendas, no sólo hacían visible la situación. Le otorgaban una trascendencia
y una gravedad desconocida hasta entonces. Por más que nunca haya sido la
pobreza una mera cuestión individual, su nuevo planteamiento insertaba al pro-
blema ya en una órbita decididamente colectiva y social.
Y no solo por una reflexión caritativa ante la situación. El volumen del pro-
blema, la concentración de grandes masas de población en homogéneas condicio-
nes de miseria significa, en los inicios del XIX, un riesgo a la estabilidad política.
La nueva burguesía en el poder contempla la concentración del proletariado en
los suburbios como una amenaza potencial a su recién estrenado poder. De ahí
también el inicio de medidas legales para paliar los problemas sociales, donde se
encuentran las raíces remotas de los servicios sociales (Álvarez Uría, 1986).
Además, la propia concentración de la pobreza en barrios y viviendas haci-
nadas, facilitaba interpretar que se había producido un incremento cuantitativo
de la pobreza. Es decir, no solo la situación de la pobreza era peor en la nueva
sociedad industrial; la concentración urbana inducía a pensar que se había in-
crementado respecto al inmediato pasado.
a tener fuerza en España. La UGT, por ejemplo, se funda en 1888 y en esa mis-
ma época se configura el movimiento anarquista (Álvarez Junco, 1976). Por con-
siguiente tampoco el movimiento obrero pudo desempeñar un papel activador y
modernizador del sistema de protección social.
Pero en algo coincidirán los diferentes sectores ideológicos de la sociedad
española, aunque fuera por razones opuestas: "Católicos sociales y socialistas
coinciden en protestar contra el espíritu individualista de la Revolución francesa
y en preconizar la asociación de los trabajadores, sea bajo la forma de las anti-
guas corporaciones resucitadas y puestas al día, o bajo la forma de sindicatos.
Unos y otros preconizan, al mismo tiempo, la intervención del Estado" (Marvaud,
1975:415)
• La Constitución de 1812
Con la primera regulación constitucional va a quedar ya configurada la bene-
ficencia. El paso de la monarquía absoluta al Estado liberal viene acompañado
por la asunción por el Estado de las actividades de la asistencia social y la be-
neficencia pública.
Así, en la Constitución de 1812, en su artículo 321.6 confia a los Ayuntamien-
tos: "Cuidar de los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás estableci-
mientos de beneficencia, bajo las reglas que se prescriban". Y los arts. 323 y 335.8
atribuyen a las Diputaciones provinciales la competencia en la inspección del
funcionamiento y la proposición al Gobierno de las medidas pertinentes para la
reforma de cualquier inadecuación detectada.
Un primer desarrollo de estos preceptos tendrá lugar por la Ley de 23 de ju-
nio de 1813, primera Ley sobre Instrucción para el gobierno económico-político
de las provincias del recién nacido sistema constitucional, a veces ignorada por
la doctrina jurídico-social (Garcés Ferrera, 1995, Herrera Gómez, 1999, Alonso
Seco y Gonzalo González, 2000). En ella se establece como obligación de los
Ayuntamientos "el cuidado de la limpieza de los hospitales, cárceles y casas de
caridad o de beneficencia" (art. I). Más explícito será el artículo VII: "Para des-
empeñar lo que previene el párrafo 6° del artículo 321 de la Constitución, cuida-
rá el Ayuntamiento de los hospitales y casas de expósitos o de beneficencia, que
se mantengan de los fondos del común del pueblo, bajo las reglas que para ellos
estuvieren dadas o se dieren por el Gobierno; pero en los establecimientos de esta
clases, que fueren de fundación particular de alguna persona, familia o corpora-
ción, o que estuvieren encargados por el Gobierno a personas o cuerpos particula-
res, con sujeción a reglamentos, solo tocará al Ayuntamiento, si observare abusos,
118 CARMEN ALEMÁN BRACHO
dar parte de ellos al Jefe político para el conveniente remedio; pero sin perturbar
de modo alguno en el ejercicio de sus respectivas funciones a los directores, admi-
nistradores y demás empleados". A las Diputaciones se encomienda velar sobre
los establecimientos de beneficencia de común utilidad de la provincia, así como
la supervisión de las obligaciones de los Ayuntamientos (art. IX.).
La municipalización de la beneficencia en el XIX responde a la transforma-
ción de la pobreza. Esta es cada vez más urbana y menos rural y, como indica
Carasa, no cabía otra solución que reforzar la capacidad urbana de asistencia.
La antigua asistencia centrada en enfermos, expósitos y vagos itinerantes se
muestra insuficiente: "Los nuevos beneficiarios serán la masa de jornaleros que
invade las ciudades y amenaza con desbordar la precaria dotación municipal
para controlar la vida urbana. Se trata, en el fondo, de una especialización de
los servicios municipales orientados a mantener unos mínimos indispensables
de sanidad, orden, abastecimiento, consumo y enseñanza pública, que exigen las
nuevas clases dirigentes urbanas" (Carasa Soto, 1987:266).
La nueva regulación de la beneficencia con que se inicia el XIX responde
pues, al cambio de los destinatarios o benefactores, el cambio también en el
marco espacial de la asistencia ahora urbana; ''pero lo que no ha cambiado es
la relación entre benefactor-beneficiado. El instrumento de la beneficencia sigue
estando al servicio del que clasifica y trata la pobreza. En este caso es la ciudad,
mejor, los dirigentes de la ciudad como tal" (Carasa Soto, 1987:539)
Por consiguiente, lo que late tras la expresión de «municipalización» de la
beneficencia, es algo mucho más profundo que la ubicación administrativa de un
servicio. Se trata en efecto de una nueva inter pretación tanto de la pobr eza y las
necesidades sociales como del papel de los poderes públicos en su tratamiento:
"Nace la beneficencia concebida, no como una fundación personal, sino como un
servicio público de clasificación, control, asistencia o represión de las clases po-
pulares más necesitadas" (Carasa Soto 1987:520).
herencia no explícita del modelo de juntas establecido por Carlos III" (Serna
Alonso 1988:147).
La composición y misión de estas juntas guardan parecido con otras ya exa-
minadas de la época de la Ilustración. Así, según su articulado la composición de
la municipal será: el Alcalde, que la presidirá, un regidor del Ayuntamiento, el
cura párroco más antiguo; "cuatro vecinos ilustrados y caritativos, de un médico
y un cirujano de los de mayor reputación" (art. 2). Su misión estaba cifrada en
cuidar "de la colecta de limosnas, de las suscripciones voluntarias, de la hospi-
talidad y socorros domiciliarios, de la primera enseñanza y vacunación de los
niños pobres, de recoger los expósitos y desamparados, y de conducir a los esta-
blecimientos de Beneficencia respectivos a los que no puedan ser socorridos en
sus propias casas" (art. 23).
La presencia de eclesiásticos en las Juntas no debe considerarse incompati-
ble con la secularización institucional. Más bien se trata de atenuar la ruptura
formal, con una presencia simbólica. En todo caso esta presencia eclesial es casi
permanente, incluso con sistemas políticos aparentemente más distantes de la
Iglesia. Es decir, cuando nos referimos a la secularización estamos tratando de
una cuestión de grado, no de una ruptura absoluta.
La ley de 1822 se asienta, explícitamente, en el principio de fomentar la be-
neficencia domiciliaria: "de tal modo que sólo sea conducido a la casa de socorro
el que por ningún otro medio pueda ser socorrido en la suya propia" (art. 86).
Los socorros pueden ser económicos, de materiales para el trabajo a domicilio
o alimentos. La misma orientación rige en la que denomina «hospitalización
domiciliaria», que no es otra cosa que la asistencia sanitaria a domicilio a cargo
de enfermeros que semanalmente darán cuenta a la Junta (títulos V y VI de la
ley).
E l fomento de la asistencia domiciliaria será una constante de la legislación
durante todo el XIX y ello tanto por razones de tipo económico, como por no
separar al necesitado de su entorno. Pero también por otras razones: "La lógica
del socorro asistencial domiciliario se halla en estrecha relación con un mode-
lo benéfico de establecimientos cerrados poco desarrollados. En los momentos
de crisis social más aguda, cuando los centros asistenciales sean incapaces de
albergar al conjunto de mendigos que puebla las ciudades, el desenvolvimiento
de estas ayudas tiende a potenciarse como el complemento necesario o, incluso,
sustitutivo del hospicio" (Serna Alonso 1988:148).
Pero la ley de 1822 regula fundamentalmente tres tipos de establecimientos
de beneficencia.
a) Las casas de maternidad. Constaban de tres departamentos; «uno de
refugio para las mujeres embarazadas y paridas; otro para la lactancia de
los niños y otro para conservar y educar a estos hasta la edad de seis años»
(art. 41). Pero en su articulado -del 41 al 71- la ley aborda también la
120 CARMEN ALEMÁN BRACHO
educación de las acogidas así como los problerJ.as de los expósitos y aban-
donados, y cuestiones propias de la adopción.
b) Las casas de socorro. Su objeto era: "acoger a los huérfanos desampara-
dos, y niños de las casas de maternidad que hayan cumplido seis años de
edad, como también a los impedidos y a los demás pobres de ambos sexos
que no tengan recurso alguno para proporcionarse el sustento diario" (art
71). Las casas de socorro se constituyen en centros de trabajo y de estudio,
según el noble propósito de la ley. La instrucción de la infancia se centra
en el aprendizaje básico de la primera enseñanza. Pero el objetivo esencial
no es el aprendizaje sino el trabajo fuera del establecimiento. Pero tam-
bién se establece que en todas las casas de socorro: «Se establecerán las
fabricas y talleres que sean más análogos a las necesidades y produccio-
nes de la provincia, tomando las debidas precauciones para que con este
motivo no decaigan las fabricas particulares» (art. 74).
c) La Hospitalidad Pública. A los hospitales los considera como subsidia-
rios, caso de no ser posible la asistencia domiciliaria. Ordena la existencia
de hospitales en todas las capitales de provincia, pero: "Ningún pueblo, por
grande que sea, tendrá más de cuatro hospitales, que se procurará situar
en otros tantos ángulos o extremos del mismo" (art. 106). La ley regula
la organización interna de los hospitales, y prescribe normas específicas
para "casas públicas destinadas a recoger y curar los locos de toda especie"
(art. 119).
En suma, la ley de 1822 significa un importante avance por lo que tiene de
pretensión de abordar de una manera global los problemas de la beneficencia, y
desde la administración del Estado. Pero una de sus innovaciones más decisivas
-catalogadas como "uno de los aspectos más revolucionarios y polémicos" (Maza
Zorrilla 1987: 180)- es el tratamiento de la administración de los fondos de la
beneficencia. De acuerdo con el título II, reduce a un sistema común los fondos
de la beneficencia, puestos bajo la autoridad municipal (art. 25). Queda forma-
lizada así la pretensión estatal de hacer frente a las situaciones de necesidad
postergando a la Iglesia y controlando, incluso, los fondos de la beneficencia
privada (Vidal Galache 1989:777).
Lo relevante es, además, la voluntad de hacer efectiva la ley. Así, pocos días
después de su promulgación se aprueban por decreto una extensa lista de ar-
bitrios dispuestos para llevar a cabo las previsiones de la ley. Pero la Ley de
1822 siguió la misma suerte de las del Trienio Liberal, y fue suspendida con
la vuelta del absolutismo y no fue realidad plena hasta su restablecimiento en
septiembre de 1836. Pero en este momento ya se perfilaba la necesidad de intro-
ducir modificaciones (existió un proyecto de nueva Ley en mayo de 1838, para
adaptarla a la Constitución de 1837), que culminarán con la publicación de la
Ley de 1849 (el prolífico desarrollo normativo sobre la beneficencia desde 1822
puede seguirse en Martínez Alcubilla 1925: 574 y ss.; Serna Alonso 1988:146 y
DE LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS SERVICIOS SOCIALES: EL SIGLO XIX 121
ss.; Maza Zorrilla 1987:180 y ss.; Alonso Seco y Gonzalo González, 2000: 75-79;
Barrada Rodríguez, 2001:149-151).
3.2. Creación
Por iniciativa del Presidente de Gobierno Posada Herrera y de el Ministro de
Gobernación Segismundo Moret, el 5 de diciembre de 1883 se aprueba un Real
Decreto creando: «Una comisión para el estudio de las cuestiones que directa-
mente interesan a la mayoría y bienestar de las clases obreras tanto industria-
les como agrícolas y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo»
(sobre el clima de opinión pública ante la Comisión de Reformas Sociales, véase
de Diego García, 1987).
126 CARMEN ALEMÁN BRACHO
3.3. Finalidad
La finalidad de la Comisión queda pues claramente proclamada: servir de
instrumento a una legislación mas próxima a las necesidades de los colecti-
vos a quienes se destina y que cuente, al mismo tiempo, con mayor grado de
aceptación. Por primera vez en la legislación española -concretamente en la
exposición de motivos del Real Decreto de 13 de marzo de 1890- se emplea
la expresión «trabajo social», aunque con un sentido -bien diferente al con-
temporáneo- de análisis y consulta de los afectados como tarea previa a las
decisiones legales. Pero lo importante es resaltar el ambicioso programa que la
legislación impone como objetivo de la Comisión; constituye en efecto todo un
programa de política social.
DE LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS SERVICIOS SOCIALES: EL SIGLO XIX 127
4. CONCLUSIONES
En el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX se van a producir dos grandes acon-
tecimientos de capital importancia que conllevarán la paulatina transformación
de los problemas sociales en cuestiones de naturaleza pública y de responsabi-
lidad política. Nos estamos refiriendo a la Revolución Industrial y a las Revolu-
ciones Democráticas. Ambas impulsarán decisivas innovaciones intelectuales,
administrativas y sociales.
Es en este contexto donde hay que enmarcar dos bases fundamentales que
serán claves para la posterior aparición del sistema de servicios sociales:
a) El progresivo avance de la secularización de la asistencia.
b) La creciente intervención de la autoridad civil en las situaciones de nece-
sidad.
En el caso de España, la configuración del sistema de servicios sociales sufri-
rá un importante retraso. Detrás de él se esconden tres razones básicas: el peso
de la Iglesia en la vida social, política y económica española; el retraso económi-
co de nuestro país; y, a diferencia de otros países de nuestro entorno, el escaso
desarrollo del movimiento obrero.
A pesar de este retraso, el siglo XIX es un recorrido escalonado que supondrá
el progresivo desembarco del Estado en los problemas sociales. Sus etapas l egis-
lativas fundamentales serán: a) la Constitución de Cádiz de 1812, que supondrá
una municipalización de la asistencia; b) la Ley de Beneficencia de 1822, que
puede ser catalogada como el primer plan organizativo de la beneficencia pú-
blica; c) la Ley de Beneficencia de 1849, por la que los fondos de la beneficencia
particular pasarán al servicio de la asistencia pública.
De esta forma, y como se dijo en páginas anteriores, el sistema asistencial
de Antiguo Régimen va a quedar totalmente transformado. El influjo de la des-
amortización, el control de la beneficencia particular, y la municipalización y la
provincialización de la asistencia conducirán a la uniformización de las institu-
ciones y a su control desde las instancias administrativas provinciales.
El siglo XIX se cierra con la creación de la Comisión de Reformas Sociales,
una institución que nace en un contexto marcado por: el incipient e protago-
nismo de la clase obrera a raíz de la t ardía industrialización, el retroceso del
abstencionismo liberal y la influencia de ciertos acontecimientos externos que
están teniendo lugar en los países de nuestro entorno. Nos encontramos ante el
germen de lo que posteriormente será el Instituto de Reformas Sociales.
130 CARMEN ALEMÁN BRACHO
TEXTOS
Texto 1
"Estará a cargo de los Ayuntamientos el cuidado de los Hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás esta-
blecimientos de beneficencia, bajo las reglas que se prescriban".
Texto 2
"Si son la pobreza y la miseria elementos indispensables del Estado social, al Gobierno, depositario de su felicidad
y de su armonía y fiel intérprete de las voluntades particulares, toca la justicia y la santa obligación de velar sobre
los infelices y ser tutor y padre de sus necesidades''.
MELÉNDEZ VALDÉS, Discursos forenses, en Maza Zorrilla, "Pobreza y Asistencia Social en España,
siglos XVI al XX. Aproximación histórica", ed. Universidad de Valladolid, 1987, pág. 38.
Texto 3
"La numerosa clase de los pobres tumultuaria y falta de educación, si por desgracia llega a perder la paciencia, se
prestará gustosa a cualquier proyecto sedicioso, se precipitará con ímpetu sobre todo lo que la rodea, transformado
el orden social sin que los jefes que la dirigen, por muy prudentes que sean, puedan contenerla. En estas circuns-
tancias, las propiedades pasan rápidamente de mano en mano; los empleados públicos varían sin cesar; los con-
sumidores, temerosos de un porvenir incierto, reducen gastos; y, alterada la industria en general, o se disminuye,
o se pierde enteramente (.. .) Entonces una de las primeras actuaciones del Gobierno debe ser la reorganización
de la beneficencia, planteándola con discreción y sabiduría para que, sin graduar el mal, satisfaga la necesidad el
momento".
S. SoLÁ, "Algunas ideas sobre la beneficencia en general y en particular sobre los hospitales",
Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz, en Maza Zorrilla, "Pobreza y Asistencia Social
en España, siglos XVI al XX. Aproximación histórica", ed. Universidad de Valladolid, 1987, pág. 89.
Texto4
"Art. 46. Los bienes y fondos de beneficencia procedentes de fundaciones, memorias y obras pías, de patronato
público, sea Real o eclesiástico, cualquiera que fuere su origen primitivo, quedan destinados al socorro de los
necesitados. Se exceptúan los de establecimientos que pertenezcan exclusivamente al Patrimonio Real.
Art 47. Además de los bienes, fondos y rentas propias de los actuales establecimientos de beneficencia, derechos
y acciones de los mismos, pertenecen a esta institución las cantidades que las Cortes consignen en la Ley de
presupuestos a los establecimientos generales; las diputaciones provincia/es a los establecimientos de esta clase
en los presupuestos provinciales, y a los Ayuntamientos en los municipales, con arreglo a las leyes
Art. 48. Son también fondos de beneficencia las limosnas que se colecten con destino a la misma.
Art. 49. Son por último bienes de beneficencia los que adquieren los establecimientos con arreglo a las leyes".
Reglamento de 14 de mayo de 1852 para la ejecución de la Ley de Beneficencia del 20 de junio de 1849.
DE LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS SERVICIOS SOCIALES: EL SIGLO XIX 131
Texto 5
"Parecerá tal vez a primera vista que lo más sencillo era legislar sobre la materia, sometiendo a las Cortes proyec-
tos y fórmulas que de alguna suerte saliesen al encuentro de los males conocidos; no Jo entiende así el Ministro
que suscribe, sino que cree que el mejor medio es abrir campo al trabajo social que ha de preceder a Ja obra de
Jos legisladores. Serían aquellos proyectos expresión de las ideas del Gobierno; adoptarianse o no; satisfarían o
dejarían de satisfacer todos los intereses a ellos sometidos; mas por tener este solo origen y obedecer únicamente
al pensamiento de sus iniciadores, es casi seguro que carecerían de la elaboración y la autoridad que las reformas
sociales sólo pueden reunir cuando se discuten y preparan con el concurso de los mismos elementos para quienes
se va a legislar".
Real Decreto de 13 de marzo de 1890 por el que se reforma la Comisión de Reformas Sociales.
BIBLIOGRAFÍA
ALEMÁN BRACHO, C.: El sistema público de servicios sociales en España, ed. Impresur,
Granada 1991, 349 págs.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÉS FERRER, J. (comp.): Administración social: servicios de
bienestar social, ed. Siglo XXI, Madrid, 1996.
- Política Social, Ed. McGraw-Hill, Madrid, 1998.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCíA SERRANO, M.: Fundamentos de bienestar social, ed. Ti-
rant lo Blanch, Valencia 1999.
ALONSO OLEA, M.: "La Revolución Industrial y la emergencia del derecho del trabajo" Re-
vista de Trabajo (Madrid) nº 32, 1970 págs. 5-53.
ALONSO SECO, J. M. y GONZALO GONZÁLEZ, B.: "La Asistencia Social en los Servicios
Sociales en España", ed. Boletín Oficial del Estado, Madrid 2000, 807 págs.
ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L.: "La creación d e la Comisión de R eformas Sociales: Su contexto
internacional y el eco exterior de la misma" en Varios autores: "El Reformismo Social en
España: la Comisión de Reformas Sociales", Córdoba 1987 págs. 35-47 .
ÁLVAREZ JUNCO, J: "La ideología política del anarquismo español, 1868-1910" ed. Siglo
XXI, Madrid 1976.
ÁLVAREZ URíA, F.: "Los visitadores del pobre. Caridad, economía social y asistencia en la
España del siglo XIX" en Varios autores: "De la Beneficencia al Bienestar Social. Cuatro
siglos de acción social" ed. Siglo XXI, Madrid 1986 págs. 117-146.
ARENAL, CONCEPCIÓN: "La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad" vol. 2 de "Obras
Completas" Librería Victoriano Suarez, Madrid 1894, 241 págs.
ARTOLA, M.: "La Burguesía Revolucionaria. 1808-1869" ed. Alianza Universidad, Madrid
1973, 434 págs.
AZNAR LÓPEZ, M: "En tomo a la beneficencia y su régimen jurídico", Revista de Derecho
Administrativo, n. 92, Civitas, 1996.
BARRADA RODRÍGUEZ, A: "La protección social en España hacia 1845", ed. Fundación
BBV, Madrid 200 1, 343 págs.
BELTRÁN AGUIRRE, J. L.: "El régimen jurídico de la acción social pública", ed. Haee/Ivap ,
Bilbao 1992, 398 págs.
132 CARMEN ALEMÁN BRACHO
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
3. ¿Cual de las siguientes NO es una razón del retraso de España en la configuración de los Servicios
sociales?
a. El peso de la Iglesia en la vida política, social y económica española.
b. La fortaleza del movimiento sindical.
c. El retraso económico de España.
d. El escaso desarrollo del movimiento obrero.
Capítulo 4
La Intervención del Estado en el siglo XX
1. INTRODUCCIÓN
El fenómeno de mayor trascendencia económica, social y política en el escenario de las sociedades comple-
jas o avanzadas durante la segunda mitad del siglo XX lo constituye el Estado de Bienestar (We/fare State).
H. Heclo (1981) distingue tres periodos históricos en la construcción del Estado de Bienestar:
a) Un periodo de experimentación (1870-segunda década del siglo XX).
b) Uno de consolidación (entre 1930 y 1940).
c) Y otro de expansión que se iniciaría a partir de la década de los cuarenta.
El Estado de Bienestar encuentra su principal apoyo en las ideas y políticas keynesianas. Su génesis
hay que buscarla en la crisis de 1929 y la crisis económica que le sucedió.
El logro histórico más importante alcanzado por el Estado de Bienestar ha sido la institucionalización
de los llamados derechos sociales. Al mismo tiempo, el Estado de Bienestar ha conseguido diluir la
conflictividad social al convertir al Estado en el árbitro de los intereses en disputa.
Igual que el resto de Europa, pero matizado profundamente por las peculiaridades que conlleva la
sucesión de cuatro regímenes politicos diferentes, en España el siglo XX, con avances y retrocesos,
se nos presenta como un largo proceso de génesis, implantación y articulación de un sector público
clásico de economía del bienestar:
a) Primera fase (la Restauración). El hito más significativo va a ser el establecimiento del Instituto
de Reformas Sociales, que simboliza el tránsito de la beneficencia pública al "intervencionismo
científico".
b) Segunda fase (la Dictadura del General Primo de Rivera). Asistimos al inicio de lo que los especia-
listas denominan "intervencionismo administrativo".
c) Tercera fase (la 11 República). La cuestión social va a estar marcada por dos rasgos distintivos: la
internacionalización y la constitucionalización.
d) Cuarta fase (el Franquismo). Época marcada por la extraordinaria heterogeneidad legal y admi-
nistrativa, pero en la que podemos encontrar, con mayor o menor grado de desarrollo según los
casos, en germen algunos de los servicios sociales en nuestro país.
b) Real Decreto de (25 de enero de 1908): Prohibición del trabajo de las mujeres y niños en determi-
nadas industrias insalubres o peligrosas.
c) Ley de (22 de julio de 1912): Ley de la "silla".
Leyes en materia laboral:
a) Ley de (3 de marzo de 1904): Establecimiento del descanso semanal obligatorio.
b) Ley de (12 de julio de 1906): lnembargabilidad del salario de subsistencia familiar y de los instru-
mentos de trabajo.
c) Ley de Huelga de (27 de abril de 1909).
Leyes en materia de emigración:
a) Ley de Emigración de (21 de diciembre de 1907).
5.1. La internacionalización
Dicho en otros términos: tanto la movilización social como la construcción de respuestas y diseño de
politicas sociales transciende a los propios Estados nacionales.
Una clara muestra de la internacionalización será creación, por el Tratado de Versalles (1919) de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sus objetivos quedarán recogidos posteriormente en la
Declaración de Filadelfia y sus actuaciones se dejarán sentir en la legislación española
140 CARMEN ALEMÁN BRACHO
5.2. La constitucionalización
Concepto: llevar hasta la más importante norma legal, la Constitución, los principios básicos de la
legislación social e implantar derechos sociales junto a los tradicionales contenidos constitucionales.
B. La administración institucional
Fases de evolución de la Seguridad social durante el franquismo desde las orientaciones del Fuero del
Trabajo:
a) Primera fase (1937), vinculada a la doctrina social de la Iglesia en su vertiente de ayuda a la familia
como institución.
b) Segunda fase (1939), creación del subsidio de vejez e invalidez. Creación en 1947 de Seguro
Obligatorio de Vejez e Invalidez, que se amplia al de viudedad en 1955.
c) Tercera fase (1942), establecimiento del Seguro Obligatorio de Enfermedad.
La dispersión legal, unido al ingente número de disposiciones en materia de seguridad social que exis-
tió a lo largo del franquismo, intentaron afrontarse con la Ley de Bases de la seguridad social (28 de
diciembre de 1963), posteriormente desarrollada, promulgándose la Ley de Seguridad Social de 1966,
que a su vez sería sustituida por la nueva Ley de 30 de mayo de 1974. Con esta Ley se regula la acción
protectora del sistema de seguridad social que comprende: la asistencia sanitaria; la recuperación pro-
fesional; la prestaciones económicas en situaciones de necesidad; y la protección a la familia. Enumera
también y regula los servicios sociales comprendidos en la seguridad social en materia de higiene y
seguridad en el trabajo; en medicina preventiva; de recuperación de inválidos y en acción formativa
D. El papel de la administración local
Por la Ley de Régimen local de 24 dejunio de 1955, se atribuye a los municipios la obligación de contar
con servicios asistenciales a la población y con bastante amplitud. Junto con las Diputaciones, contará
con presupuestos muy interesantes para poder activarlos.
6.4. Conclusiones
Las grandes conclusiones que pueden extraerse de este repaso por las normas, las instituciones y
órganos administrativos existentes durante todo el siglo XX son las siguientes:
a) El siglo XX va a ser un siglo de profundas transformaciones en el campo de los servicios sociales.
Estos cambios implican la superación de la beneficencia pública y la aparición del bienestar social,
como se consigna en la Constitución de 1978.
b) Un primer paso viene dado por la creación del Instituto de Reformas Sociales, que simboliza el
inicio del intervencionismo científico.
c) La aparición del Ministerio de Trabajo esconde tras de sí varios elementos: el tránsito del interven-
cion ismo científico al intervencionismo administrativo; la creciente burocratización y la decadencia
el lRS.
d) Con la Dictadura de Primero de Rivera asistimos al establecimiento del sistema corporativo.
e) La 11 República española va a significar la internacionalización y la constitucionalización de la
cuestión social.
Por último, el franquismo, que no tendrá una homogeneidad en sus cuarenta años, va a estar marcado, entre otros
rasgos, por la extraordinaria dispersión de la asistencia social.
Capítulo 4
La intervención del estado en el siglo XX:
del instituto de reformas sociales a los
servicios sociales en el franquismo
5. INTERNACIONALIZACIÓNY CONSTITUCIONALIZACIÓN.
LA 11 REPÚBLICA (1931-1936)
La situación social después de la I Guerra Mundial, en 1914-18, de la Revo-
lución Rusa de 1917 y de la Crisis Económica de 1929, van a significar cambios
profundos en el tratamiento de los problemas sociales, la legislación social y
la actuación administrativa de los Estados. Los cambios suponen un creciente
impulso de organizaciones internacionales en el diseño de la legislación y de las
directrices de futuro de los servicios sociales. Simultáneamente, la legislación
social accede a las constituciones de numerosos países (Ritter, 1991), (Herrera
Gómez, 1998), (Casado, Guillén, 2001) (Moreno Rebato, 2002) Concretemos es-
tos aspectos.
A. Problemas cronológicos
Para empezar, surge el problema de la pura delimitación temporal. Puede
discutirse si el franquismo se inicia en 1936 o al finalizar la guerra civil, en
1939. E igualmente dista de estar claro su final. Puede entenderse como tal la
muerte de Franco en 1975, o bien las elecciones generales de 1977 o, incluso, la
aprobación de la Constitución de 1978. Aquí incluiremos en nuestro tratamiento
desde 1936 hasta 1975.
B. El Auxilio Social
El Auxilio Social nace también en 1936, el 30 de octubre. Fue una institución
con gran importancia en la inmediata postguerra. Y ello tanto por la asisten-
cia material que prestó, como por el papel ideológico que desempeñó. Desde el
principio realizó un papel muy activo a lo religioso, atribuyendo un papel muy
relevante a los asesores espirituales, al cumplimiento de los sacramentos de los
asistidos y a la supresión de los vestigios del laicismo de la 11 República (forzan-
do la legalización de matrimonios civiles, bautismos católicos etc) (Orduña Pra-
da, 1996), (Anónimo 1940), (Cantero 1948:46 y ss.). Pero el papel atribuido a esta
institución no se centraba sólo en la política de costumbres. Su actuación contó
con una decidida orientación ideológica. Sus actividades se orientaron a subsa-
nar las situaciones de miseria y privación más acuciantes tras la guerra civil.
El Auxilio Social iba a tener una movida historia administrativa con frecuen-
tes cambios de denominación y dependencia burocrática (Borrajo 1989:29). Pero
también con gran capacidad de supervivencia. En 1963 recibió el nombre de
Instituto Nacional de Auxilio Social y en 1974 cambiará Auxilio por Asistencia
(INAS). Pero en 1985 ya fue suprimido, asumiendo sus funciones el INSERSO.
D. La Administración Institucional
La Seguridad Social tuvo durante el franquismo una evolución desde las
orientaciones del Fuero del Trabajo, hacia el modelo promovido desde Ingla-
terra y otros países europeos tendente al principio de universalidad y hacia el
reconocimiento del derecho a los beneficios de asistencia y seguridad social (Bo-
rrajo 1989:15). En todo caso, en su desenvolvimiento pueden señalarse las tres
siguientes fases (Velarde 1989:140):
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN EL SIGLO XX 163
c) La tercera etapa, entre 1957 y 1963, en ella se crea la sección social de Cá-
ritas con el objetivo de realizar estudios de planificación, capacitación del
personal y fomentar obras y servicios sociales, girando por consiguiente
de la actuación benéfica a la acción social. Además, impulsa la creación de
Escuelas de Asistentes Sociales (Anónimo 1960:496), crea la revista Docu-
mentación Social, se aumenta la dotación de instalaciones y equipamien-
tos sociales disponibles y se elaboran planes de desarrollo social como el
P lan Social Baza.
d) La cuarta etapa, de 1964 a 1974, Cáritas evoluciona hacia una moderna
orientación de servicios sociales, en la cual la promoción social comunita-
ria va convirtiéndose en el ideal que dirige la acción de Cáritas. La forma-
ción profesional, el desarrollo industrial cooperativo y la promoción de la
vida asociativa y el fuerte impulso de los servicios comunitarios adquieren
gran protagonismo. Abordará la realización de la primera gran investi-
gación empírica sobre las necesidades sociales en España -conocido co-
mo Plan CCB, comunicación cristiana de bienes- , planificará su propia
actividad y establece cinco grandes programas de trabajo a largo plazo:
Animación Comunitaria; Atención a grupos marginales; Acción con la ju-
ventud; Formación de la conciencia y recursos, y Potenciación de Cáritas
diocesanas y parroquiales.
Desde entonces esta organización incrementa su actuación en la juventud,
con el paro, marginados, inmigrantes extranjeros en España y comienza adoptar
protagonismo en sus actuaciones de ayuda a situaciones de necesidad surgidas
fuera de España. Pero en todo caso, Cáritas ha adquirido gran arraigo como
institución dedicada a los necesitados.
7. CONCLUSIONES
Sin necesidad de descender a mayor nivel de concreción en la enumeración de
normas, instituciones y órganos administrativos existentes durante el franquis-
mo, algo ha de quedar como conclusión: la extraordinaria dispersión de medios
en la prestación de asistencia social durante el franquismo. Una dispersión que
no impedía la reiteración de actuaciones sobre los mismos colectivos o necesida-
des, generando por tanto una situación global defectuosa.
Una situación, la de la asistencia durante el franquismo, que a uno de los
más profundos conocedores le llevó a juzgarla en unos términos que queremos
hacer nuestros: "De lo expuesto puede colegirse el carácter fragmentario de la
organización asistencial española, lo anacrónico de su regulación, la ausencia de
auténticos planes públicos para el afrontamiento de las necesidades, la acciden-
talidad con que inicialmente se adjudicaron a determinados organismos funcio -
nes asistenciales anejas al núcleo principal de cometidos por ellos desempeñados,
manteniéndose posteriormente tal situación con independencia de los dictados
de otras más racionales premisas. La coordinación de las distintas actividades,
tanto públicas como privadas, pese a los intentos de creación de dispositivos para
tal fin, constituye una importante tara de nuestro sistema asistencial en el seno
del cual se plantean no desusadamente las tristes pugnas de competencias tan
fatales para una buena marcha de una Administración bien ordenada que pue-
den inducir a superponer particulares y limitadas aspiraciones al mejor cumpli-
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN EL SIGLO XX 167
miento de los objetivos que se propone la Administración, como un todo, sólo por
razones instrumentales, parcelada" (Martín Mateo 1967:74).
TEXTOS
Texto 1
"Art. 1. Preparar ta legislación del trabajo en su más amplio sentido, cuidar de su ejecución, organizando para ello
tos necesarios servicios de inspección y estadística, y favorecer ta acción social y gubernamental en beneficio de
ta mejora y bienestar de tas clases obreras".
Real Decreto de 23 de abril de 1903 sobre la creación del Instituto de Reformas Sociales, art. 1.
Texto 2
"Art. 46. El trabajo, en sus diversas formas, es una obligación social, y gozará de la protección de tas leyes. La
República asegurará a todo trabajador tas condiciones necesarias de una existencia digna. Su legislación social
regulará: los casos de seguro de enfermedad, accidentes, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte; el trabajo de las
mujeres y de Jos jóvenes y especialmente ta protección a ta maternidad; Ja jornada de trabajo y et salario mínimo y
familiar; las vacaciones anuales remuneradas: tas condiciones del obrero español en et extranjero; tas instituciones
de cooperación, ta relación económico-jurídica de los factores que integran la producción; la participación de Jos
obreros en ta dirección, ta administración y los beneficios de tas empresas, y todo cuanto afecte a Ja defensa de
los trabajadores".
Texto 3
"Art. 2., del que mencionaremos: a) prestar asistencias benéficas a favor de Jos indigentes; b) a las personas que
por circunstancias de carácter general o extraordinario se hallasen en situación temporal de indigencia; fundar
establecimientos para atender a ta subsistencia y formación educativa de tos huérfanos; d) crear instituciones de
asistencia a las parturientas y embarazadas; prestar a los niños cuidados asistenciales para facilitarles su pleno
desarrollo físico y moral; Qconceder a tos convalecientes los medios para su recuperación; g) cooperar en Ja for-
mación de censos de personas necesitadas; h) atender las necesidades benéficas que et Estado le encomiende
por delegación especiar.
Decreto de 17 de mayo de 1940 sobre las nuevas normas de actuación del Auxilio Social.
Texto4
Texto 5
"La Seguridad Social, con cargo a los fondos que a tal efecto se determinen, podrá dispensar a las personas
incluidas en su campo de aplicación y a los familiares o asimilados que de ellas dependan los servicios y auxilios
económicos que, en atención a estados y situaciones de necesidad, se consideren precisos, previa demostración,
salvo en caso de urgencia, o de que el interesado carece de los recursos indispensables para hacer frente a tales
estados o situaciones".
BIBLIOGRAFÍA
ALBERT! LÓPEZ L.: "La asistencia sanitaria en el conjunto de la previsión social española"
en Varios autores: De la Beneficencia al Bienestar Social. Cuatro siglos de acción social ed.
Siglo XXI, Madrid 1986 págs. 297-338.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÉS FERRER, J.: Administración social: servicios de bienestar
social, ed. Siglo XXI, Madrid 1996, 805 págs.
ALEMÁN BRACHO, C. y GARCÍA SERRANO, M.: Fundamentos de bienestar social, ed. Ti-
rant lo Blanch, Valencia 1999, 509 págs.
ALONSO SECO, J. M. y GONZALO GONZÁLEZ, B.: La Asistencia Social en los Servicios So-
ciales en España, ed. Boletín Oficial del Estado, Madrid 2000, 807 págs.
ANÓNIMO: Auxilio Social, desde el punto de vista religioso y moral ed. FET y de las JONS,
Madrid 1940, 121 págs.
ANÓNIMO: "Origen y finalidad que se proponen las Escuelas d e Servicio Social" en Varios:
Caridad, Beneficencia y Asistencia Social 19 Semana Social, Madrid 1960 págs. 495-505.
ARTOLA, M.: La.Burguesía Revolucionaria. 1808-1869 ed. Alian za Universidad, Madrid 1973,
434 págs.
BERNALDO DE QUIRÓS, C.: "El Instituto de Reformas Sociales", Revista de Trabajo, Ma-
drid n º. 25, 1969 págs. 153-1 59.
BELTRÁN AGUIRRE, J. L.: El régimen jurídico de la acción social pública, ed. Haee/lvap,
Bilbao 1992, 398 págs.
BORRAJO DACRUZ, E.: "Distribución de competencias entre el poder central y los poderes
territoriales en materia de Sanidad y Seguridad Social", Revista de Derecho Público, nº.
80-81, 1980.
- "De la previsión social a la protección social en España: Bases histórico-instituciona-
les hasta la Constitución", Economía y Sociología del Trabajo, nº. 3, 1989 págs. 12-37.
BRENAN, G.: El Laberinto Español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil, ed.
Ruedo Ibérico, París 1962.
BUNES PORTILLO, M.: "Instituc iones y programas de formación profesional de adultos en
el desarrollo español: la formación profesional acelerada e la organización sindical ( 1957-
1972), en Revista de Educación, n. Extraordinario, 2000.
CANALES ALIENDE, J. M.: "Las fuentes d ocumentales para el estudio del nacimiento y de-
sarrollo de la Administración social en España", Revista de Seguridad Social, nº. 22, 1984
págs. 253-266.
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN EL SIGLO XX 169
CANTERO CUADRADO, P.: Doce años de asistencia social en España. Labor del Estado Espa-
ñol 1936-1948 ed. Oficina Informativa Española, Madrid 1948, 11 1 págs.
CARR, R.: España 1808-1939 ed. Ariel, Barcelona 1970.
CASADO, D.: "Los servicios sociales en el sector del bienestar social", Documentación Social
{Madrid) nº. 36, 1979 págs. 15-33.
- "Notas sobre b ienestar social y servicios sociales", Documentación Social (Madrid) nº.
53, 1983 págs. 47-63.
- "Organización y Programas del Servicio Social de Minusválidos" en Varios autores: 1O
Años del Servicio Social de Minusválidos 1972-1982, ed. Inserso, Madrid 1983 b, págs.
125-143.
- "Pistas bibliográficas para el estudio de la pobreza en España", Cuadernos !nas, Ma-
drid n º. 14, 1984 págs. 60-71.
- "Los servicios sociales en el estado de las a utonomías. Cuestiones de aplicación" en
Varios autores: Aplicación de las leyes de servicios sociales ed. Acebo, Madrid 1987
págs . 15-29.
- Políticas de servicios sociales, ed. Lumen , Buenos Aires, 1998.
CASADO, D. y GUILLÉN, E.: Manual de Servicios Sociales , ed. CCS, Madrid 2001 , 291 págs.
CERDEIRA GUTIÉRREZ, I.: "Los Servicios Sociales del franquismo a la Constitución", Cua-
dernos de Trabajo Social, nº. O, 1987 págs. 134-159.
- El Discurso del Bienestar, con la colaboración de E. Roldán García, ed. Comunidad de
Madrid 1989, 183 págs.
DESDENTADO BONETE, A.: El desempleo como situación protegida (u n estudio sobre los
problemas de acceso a la protección en el nivel contributivo y en el asistencial, ed. Civitas,
Madrid 1996.
DONATI, P: La Ciudadanía Societaria, ed. Universidad de Gran ada, 1998, 278 págs.
DÍAZ DE VELASCO, M. Instituciones de Derecho internacional Público. Organizaciones Inter-
nacionales, 2 ed. Tecnos, Madrid 1978.
ESPING-ANDERSEN, G.: Los tres mundos del Estado de Bienestar, ed. Alfons el Magnánim,
Generalitat de Valencia, Valencia, 1993.
GUTIÉRREZ ALAMILLO, F.: Fuentes para el estudio de la Seguridad Social, Madrid 1975.
HECLO, H.: "Toward a New Welfare State", en P. Flora y A. J. Heidenheimer (eds.), Develop-
ment of Welfare State in Europe and América, Transaction Books, Princenton 1981.
LINARES, E.: "La evolución de la asistencia social desde una institución privada {Cáritas)"
en Varios autores: De la Beneficencia al Bienestar Social. Cuatro siglos de acción social, ed.
Siglo XXI, Madrid 1985 págs . 339-371.
LINZ, J . J.: "Una teoría del régimen autoritario: El caso de España" en Fraga (ed.): La Espa-
ña de los años setenta. El Estado y la Política, ed. Moneda y Crédito, Madrid 1974 págs.
1467-1531.
LÓPEZ CANO, J.: "La obra nacional de Auxilio Social: evolución, situación y perspectivas"
en Varios autor es: Problemas fundamentales de Beneficencia y Asistencial Social, ed. Mi-
nisterio de Gobernación, Madrid 196 7 págs. 91-11 5.
MARTÍN MATEO, R.: Guía de Actividades Públicas Asistenciales. La asistencia social como
servicio público, ed. Secretaría General Técnica, Ministerio de Gobernación, Madrid
196 7, 387 págs.
170 CARMEN ALEMÁN BRACHO
- Manual de Historia del Derecho Español, ed. Tecnos, Madrid 3 edición, 1981.
TUSELL, J.: Radiografía de un Golpe de Estado. El ascenso al poder del General Primo de Rive-
ra, Alianza editorial, Madrid 1987, 282 págs.
VELARDE FUERTES, J.: "La evolución de la econom ía en los últimos 25 años" en Varios:
Cuatro rasgos del vivir de España" ed. Farmaindustria, Madrid 1989 págs. 127-17 1.
VILLA, L. E. DE LA: Los orígenes de la Administración Laboral en España" ed. Escuela Nacio-
nal Administración Pública, Madrid 1969.
- "El Derecho del trabajo en España, durante la Segunda República", Revista Facultad
Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, vol. XIII, nº 34-35-36, 1969b págs.
237-370.
- Nacimiento del Derecho Obrero en España, ed. INAP, Madrid 1970.
172 CARMEN ALEMÁN BRACHO
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
1. Es Estado de Bienestar encuentra su principal apoyo en las ideas y políticas del Estado en la econo-
mía de:
a. M. Friedman.
b. Keynes.
c. A. Smith.
d. D. Ricardo.
5. Cáritas fue creada como instrumento nuevo de actividad caritativa benéfica y asistencial de la Iglesia
en 1942 con la denominación de:
a. Organización Española de Caridad.
b. Secretariado Nacional de Caridad.
c. Estructura Nacional de Beneficencia.
d. Institución de Caridad Eclesiástica.
Capítulo 5
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA
DEMOCRACIA
CARMEN ALEMÁN BRACHO
ESQUEMA
Tema5
Los Servicios Sociales en la Democracia: la Constitución de 1978
El incremento de las necesidades sociales: igualmente el escenario va a estar caracterizado por el telón
de fondo de la crisis económica de 1973 y sus consecuencias, unido a la posibilidad de la manifestación
pública de demandas viejas y nuevas, y la multiplicación de instancias -como los sindicatos o los
partidos políticos- para canalizarlas hacia el poder político.
3. LOS CONCEPTOS
3.1 . Acción social
Acción social es cuando el sujeto o los sujetos protagonistas de una interacción son conscientes de que
emana un sentido de su relación o no relación con otros. Por su parte, los especialistas en intervención
social modifican este concepto hasta adquirir diferentes acepciones:
a) Forma de intervención social consciente y organizada para satisfacer las necesidades sociales de
individuos y grupos.
b) Conjunto de medidas y procedimientos para acomodar los recursos disponibles y las necesidades
de las personas.
c) Esfuerzo consciente, organizado y dirigido, individual o colectivo, que tiene como fin actuar sobre
el medio social, para mantener una situación, mejorarla o transformarla.
d) Conjunto de actividades organizadas (públicas y privadas) para realizar la asistencia y prevención
de determinadas situaciones de carencia personal o familiar.
A lo largo de la historia han existido múltiples modalidades para hacer frente a las necesidades socia-
les. La aparición de una nueva modalidad, no implica necesariamente la eliminación de otras
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 177
3.2. Caridad
Se trata de un comportamiento de raíz religiosa impulsado por el cristianismo. Como tal, debe distin-
guirse tanto de la filantropía, como de la limosna. Fue la modalidad de hacer frente a las necesidades
en el pasado. Y la Iglesia como institución asumió la tarea de auxilio a los necesitados.
La actual regulación jurídica española desconoce la caridad. Como actividad queda reducida a la esfera
de la vida privada.
En los años 90 se introduce una decisiva novedad con la aprobación de la Ley de 20 de diciembre de
1990: se establecen prestaciones no contributivas.
Es en el art. 148, apartado 20, donde se recoge como competencia exclusiva de las Comunidades Au-
tónomas la Asistencia Social. Todos los Estatutos de Autonomía han prestado atención a esta materia,
siendo la práctica la que ha introducido una sustancial dinámica de homogeneidad.
B. La provincia
Es una entidad local constituida por una agrupación de municipios en un territorio. Cuenta también
con personalidad jurídica propia y su gobierno corresponde a la Diputación. De acuerdo con la Ley de
Bases de Régimen Local, le corresponde: a) garantizar los principios de solidaridad intermunicipales;
b) asegurar la prestación adecuada de los servicios de competencia municipal; c) participar en la co-
ordinación de la administración local con la Autonómica y la del Estado; d) la asistencia y cooperación
jurídica, económica y técnica a los municipios; e) la prestación de servicios públicos de carácter supra-
municipal o supra-comarcal.
C. Conclusiones
La competencia en materia de servicios sociales la tienen la Comunidades Autónomas en virtud del art.
148 de la Constitución, los Estatutos de Autonomía y las Leyes autonómicas de Servicios sociales
El diseño constitucional otorga pues un relevante protagonismo a los municipios y a las provincias
en materia de gestión de servicios sociales. Constituye una postura acertada, por cuanto se trata de
la administración más próxima al ciudadano y, en principio al menos, mejor situada para atender las
necesidades de estos.
Esto no significa que no puedan surgir en la práctica ciertos problemas o desajustes en la solución
constitucional. Algunos de ellos deben ser mencionados: a) la dificultad para llevar a la práctica el
principio de igualdad de todos los ciudadanos; b) la financiación de los servicios; c) la necesidad de
desconcentrar y descentralizar los servicios sociales de grandes municipios, en barrios o distritos; d) la
necesidad de definir la unidad básica para la prestación de determinados servicios; e) la necesidad de
n
actuaciones comunes en la prestación de determinados servicios; la necesidad de contar con medios
personales adecuados para la prestación de servicios y, en su caso, asistencia técnica.
El instrumento más adecuado para solventar estos y otros problemas de la implantación de los servi-
cios sociales, hubiera podido ser una Ley Básica de Servicios Sociales. Su no existencia ha hecho que
la adopción de medidas pertinentes para mitigar los anteriores riesgos, se traslade a las respectivas
leyes autonómicas -en el plano jurídico- y en el plano de las medidas concretas de gobierno para
suprimir o atenuar las desigualdades.
La dinámica política, en todo caso, ha impulsado procesos favorables para mitigar la discriminación en-
tre regiones. En tal sentido debe interpretarse la Comisión de Cooperación lnterautonómica de Acción
Social, el Plan Concertado de prestaciones básicas de servicios sociales y el Fondo de Compensación
interterritorial.
Capítulo 5
Los servicios sociales en la democracia
b) Por otra, y es la que nos interesa, asistimos a una superación del sentido
limitado de la libertad, en su concepción liberal, como esfera de autono-
mía frente al Estado. En lugar de un límite de la actividad del Estado, el
Estado social implica una acción positiva del Estado que la haga efectiva.
Por ello esta expresión de Estado social no es un concepto jurídico, sino la
determinación de un fin (Sánchez Agesta 1981:81-86; Villar Palasí y Suñe
Llinas 1982:283 y ss.; Garcés Ferrer, Sánchez Flores, 1995: 89-92; Beltrán
Aguirre, 1992: 171 y ss.; Garcés Sanagustín, 1996: 45-79).
Un elemento consustancial del Estado social es, por lo tanto, una actividad
intervencionista. De ahí que se hable también de un Estado de servicios, de
bienestar o benefactor, que da lugar a la creación de derechos a prestaciones so-
ciales, originando una "auténtica creación de nuevos derechos subjetivos" (López
Guerra 1980:179).
Resulta incuestionable la presencia de esta dimensión en la CE. El compro-
miso además se encuentra concretado en su art. 9.2. En él se establece que:
"Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la liber-
tad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y
efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar
la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural
y social".
El compromiso de la intervención estatal queda por tanto delimitado, con
carácter muy amplio, con su obligación en la acción positiva de promover las
condiciones o remover los obstáculos que dificulten la participación ciudadana.
La propia Constitución va a concretar los instrumentos de política social y las
vías de actuación para atender a las necesidades sociales. Los servicios sociales
van a constituir el instrumento esencial para la implantación de la política de
bienestar.
vida (art. 45); política de la vivienda (art. 47); la defensa de los consumidores y
usuarios (art. 51) etc.
3. LOS CONCEPTOS
Las dificultades interpretativas que presenta la Constitución en lo que se re-
fiere a la asistencia, permite abordar ahora las distinciones conceptuales de este
campo. Nos plantearemos pues el significado de las distintas modalidades de
intervención ante las necesidades, aunque no todas ellas cuenten con respaldo
constitucional. Pero su clarificación hace conveniente esta perspectiva.
3.2. Caridad
Se trata de un comportamiento de raíz religiosa impulsado por el cristianis-
mo que se convierte en la principal virtud del cristiano y su distintivo esencial
(Garcés Ferrer, 1996:64). Por caridad se entiende: "La actuación llevada a cabo
por un individuo espontáneamente, es decir, voluntariamente, a fin de satisfacer
las necesidades fundamentales de la vida humana que él descubre o encuentra
en otro" (Rubio Nombela 1967:72).
Como tal comportamiento religioso debe distinguir se tanto de la filantropía
(concepto de origen estoico retomado por el movimiento ilustrado del siglo XVIII
cuyo significado es hacer el bien por el bien), dadas las motivaciones religiosas
subyacentes en la caridad; como de la limosna, que en todo caso puede constituir
una modalidad concreta de caridad. Para autores como Ross, la caridad va ad-
quiriendo incluso connotaciones peyorativas por dirigirse al simple alivio de la
miseria, mientras que la filantropía atiende más al bienestar total de individuo
(Ross, 1970:781)
Durante largo tiempo, la caridad espontánea fue la única modalidad de ha-
cer frente a las necesidades. Y la propia Iglesia, y hasta épocas bien recientes,
asumió la tarea de auxilio a los necesitados: "La Iglesia vino a llenar(... ) el vacío
dejado en cuanto al atendimiento de necesidades públicas, por la ausencia de
una organización administrativa adecuada" (Martín Mateo 1967:18).
Por supuesto la actual regulación jurídica española -y no sólo la CE- des-
conoce la caridad, que queda como actividad, en su caso, propia de la esfera de la
vida privada. No obstante la administración aborda indirectamente la cuestión,
sobre todo en ordenanzas municipales, tratando de suprimir la mendicidad. El
192 CARMEN ALEMÁN BRACHO
3. 5. Seguridad Social
Los Seguros Sociales fueron el antecedente de la Seguridad Social. Cubrían
riesgos aislados -vejez, accidentes de trabajo, enfermedad-y se basaban fun-
damentalmente en aportaciones de los interesados. Las primeras manifestacio-
nes las encontramos en el acuerdo entre Otto von Bismarck y Fernando Lassalle
(1881) con el establecimiento del primer seguro de retiro obrero. A partir de esos
momentos, los empresarios y los trabajadores contribuirán con cuotas para cu-
brir los riesgos laborales y sociales de los trabajadores.
En España la implantación de los seguros sociales se produce durante la pri-
mera mitad del siglo XX. Hitos significativos son: la Ley de accidentes de trabajo
y la creación del Instituto de Reformas Sociales en 1903; la creación del Institu-
to Nacional del Previsión en 1908; la aseguración voluntaria del paro forzoso y
el establecimiento con carácter obligatorio el retiro obrero en 1919; la transfor-
mación del retiro obrero en un subsidio para la vejez en 1939; y la implantación
del mutualismo laboral a partir de los años cuarenta.
En los años cincuenta asistimos a un período de coordinación y unificación
que culmina con la aprobación de la Ley de Bases de la Seguridad Social, de 28
de diciembre de 1963. Esta ley supone el paso a la configuración de un sistema
público de protección social denominado Seguridad Social.
Se trata todavía de una modalidad de intervención estatal que recoge y mo-
difica formas previas de atención a las necesidades, pero que carecían de univer-
salidad -tanto en los individuos cubiertos como en las necesidades y los riesgos
a que el sistema alcanza- y que carecían también de unidad, en el sentido de la
gran heterogeneidad en las prestaciones otorgadas a los individuos. Y sobre todo
con un protagonismo del Estado en su cobertura reducido.
Uno de sus más acreditados expertos, Alonso Olea (1982:15), evocaba la defi-
nición de Lord Beveridge quien entendía la Seguridad Social como: "El conjun-
to de medidas adoptadas por el Estado para proteger a los ciudadanos contra
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 197
Sin embargo, en los años 90 se introduce una decisiva novedad con la aproba-
ción de la Ley de 20 de diciembre de 1990, por la que se establecen en la Segu-
ridad Social prestaciones no contributivas. Esta medida significa un importante
avance en el sentido del art. 41 de la Constitución, cuando encomienda a los
poderes públicos el mantenimiento de un régimen público de Seguridad Social
para todos los ciudadanos.
Por consiguiente la Seguridad Social es uno de los principales instrumentos
para cubrir contingencias en la sociedad actual, aunque no el único ya que exis-
te también el sistema público de servicios sociales.
Las diferencias entre ambos sistemas -de Seguridad Social y de Servicios
Sociales- pueden sintetizarse en las siguientes notas (Valle Gutiérrez, 1987:40
y ss.):
• Difieren en su financiación. Las cuotas de trabajadores y empresarios así
como la aportación del Estado, financian la Seguridad Social, mientras
que los servicios sociales se nutren de los presupuestos públicos vía im-
puestos.
• La Seguridad Social se basa en la aportación de una renta contemplada
como un derecho que se obtiene bajo determinadas circunstancias pre-
via cotización establecida por la consideración del individuo como ente
productivo. De esta forma, la Seguridad Social se ocupa de aquellas nece-
sidades que pueden ser medidas y concretadas monetariamente, siendo
su campo de prestaciones limitado y restringido a la población protegida.
Para los servicios sociales la preocupación esencial es la del ajuste de los
individuos con su medio social, prestando sus servicios a todos los ciuda-
danos por el solo hecho de serlo.
3. 6. Servicios Sociales
Richard Titmuss (1981:62 y ss.) resaltó las dificultades de definición de mu-
chas de las realidades que tienen que ver con la asistencia a las necesidades.
Expresiones tales como Política Social, Estado de Bienestar, Servicios Sociales,
etc, aparecen con definiciones muy heterogéneas en autores de Europa y Améri-
ca, donde se les otorga muy distinto alcance y contenido.
Titmuss, en particular, considera los rótulos "servicios sociales" y "bienestar
social" como términos sinónimos. Pero distingue en los servicios sociales dos
orientaciones.
a) Por una parte, la que denomina el modelo de bienestar residual. En es-
te los servicios sociales son contemplados como instrumentos para hacer
frente a los "problemas y patologías sociales pero de una forma residual,
ya que el protagonismo en la resolución de sus problemas lo tiene el propio
individuo".
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 199
Los servicios sociales constituyen por tanto: "Servicio público para prevenir y
atender las consecuencias de determinadas desigualdades sociales en los ciuda-
danos; o para facilitar la integración social; mediante centros, equipos técnicos y
unidades administrativas, de gestión pública y privada" (Seminario Taxonómico
1987:217). Se trata de un servicio público, regulado estatalmente. Con una fina-
lidad de prevención, atención directa e integración; al servicio del ciudadano; y
cuya actuación se realiza con un conjunto organizado de centros, equipos pro-
fesionales y unidades administrativas, cuya gestión puede estar en manos del
propio sector público o del privado.
En todo caso conviene resaltar las diferencias existentes entre el servicio
social de cada uno de los centros o unidades administrativas que lo prestan.
El Servicio Social es el conjunto de actividades que se realizan en el campo de
la protección social. Por tanto sólo en sentido impropio puede hablarse de, por
ejemplo, el servicio social de mayores, o de la juventud, etc.
La CE, como ya se ha hecho notar, alude a los servicios sociales únicamente
en el contexto del bienestar social de la tercera edad. Pero tanto por su contenido
global como por la legislación derivada -los Estatutos de Autonomía y sus ul-
teriores Leyes de Servicios Sociales- han consolidado en España la concepción
de instrumentos básicos del Estado de Bienestar.
3. 7. Bienestar Social
El Estado de Bienestar puede ser concebido como el resultado institucional
de una verdadera revolución cultural (Pellicani 1982:613). Con esta expresión
se resalta la magnitud de los cambios que van a configurar, después de la II
Guerra Mundial, el Estado del Bienestar en las democracias capitalistas indus-
trializadas.
Aunque alguno de sus primeros gérmenes se manifiesta con anterioridad
-pensemos, por ejemplo, en las medidas de política social de Bismark-, como
en tantas otras ocasiones la realidad se adelantó a la formulación teórica. La
práctica fue el programa del Partido Laborista británico que ganó las elecciones
en 1945, y se mantuvo en el poder hasta 1951. En ese programa - e incluso en
el propio ambiente de la época al final de la II Guerra Mundial (García Cotarelo
1986:47-49)- se esboza el propósito redistribuidor de la riqueza y de interven-
cionismo social.
El Estado no puede limitarse a garantizar los derechos inherentes a la tradi-
ción del Estado liberal de Derecho, sino que debe ofrecer garantías de seguridad
material a los ciudadanos. Si la preocupación por el bienestar ciudadano es no-
toria ya durante el siglo XIX, son las múltiples tensiones sociales ocasionadas
por la crisis económica de 1929 y el fin de la II Guerra Mundial, las circunstan-
cias que van a dar nacimiento al Estado de Bienestar. Las ideas de Keynes sobre
la salida de la crisis, serán su soporte teórico.
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 201
les locales para ayudarles a distribuir sus recursos, hacer los planes y programas
y diseñar proyectos y servicios específicos" (ONU, 1984:37). En la actualidad se
ha incrementado con la Aprobación de la Ley de grandes ciudades.
B. La provincia
La provincia es una entidad local constituida por una agrupación de muni-
cipios en un territorio. Cuenta también con personalidad jurídica propia y su
gobierno corresponde a la Diputación. A ésta, de acuerdo con la Ley de Bases de
Régimen Local, le corresponde:
• Garantizar los principios de solidaridad intermunicipales.
• Asegurar la prestación adecuada de los servicios de competencia munici-
pal.
• Participar en la coordinación de la administración local con la Autonómica
y la del Estado (art. 31.2 de Ley Régimen Local).
• La asistencia y cooperación jurídica, económica y técnica a los municipios,
en especial a los de menor capacidad económica y de gestión.
• La prestación de servicios públicos de carácter supramunicipal o supraco-
marcal (art. 36.1.a, by c).
En general puede decirse que estas instituciones, las Diputaciones han que-
dado convertidas en instrumentos básicos de coordinación de servicios sociales,
ya que hay muchos municipios con población inferior a 20000 habitantes, y es
entonces cuando intervienen las Diputaciones como órganos de coordinación
provincial, (Garrido Falla y otros 1985).
5. CONCLUSIONES
El diseño constitucional otorga las competencias en materia de Servicios so-
ciales a las Comunidades autónomas, pero también otorga un relevante prota-
gonismo a los municipios y a las provincias en materia de gestión de servicios
sociales. Constituye una postura acertada, por cuanto se trata de la adminis-
tración más próxima al ciudadano y, en principio al menos, mejor situada para
atender las necesidades de estos. Ahora bien, esto no significa que no puedan
surgir en la práctica ciertos problemas o desajustes en la solución constitucio-
nal. Algunos de ellos deben ser mencionados:
• El principal, sin duda, puede ser la dificultad para llevar a la práctica el
principio de igualdad de todos los ciudadanos. Los habitantes de muni-
cipios rurales o urbanos, población dispersa, de montaña o islas, pueden
encontrarse en condiciones muy diferenciadas de acceso a los servicios
sociales. Aunque la igualdad de derechos no debe determinar la igualdad
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 207
TEXTOS
Texto 1
"Los poderes públicos garantizarán, mediante prestaciones adecuadas y periódicamente actualizadas, la sufi-
ciencia económica a /os ciudadanos durante Ja tercera edad. Así mismo, y con independencia de las obligaciones
familiares, promoverán el bienestar mediante un sistema de seNicios sociales que atenderán sus problemas es-
pecíficos de salud, vivienda, cultura y ocio".
Texto 2
"Paso ahora a hablar del tema de la beneficencia, apartados) del número 1 del articulo 141, enmienda en la cual se
postula Ja desaparición de la alusión a Ja beneficencia de forma quede sólo la referencia, como de competencia de
/as comunidades las comunidades autónomas, Ja asistencia social. A pesar de Jo que pueda pensarse, la enmienda
no es de fondo, sino de expresión. No se pretende sacar de este lugar la beneficencia para encajarla en la otra
lista, la del artículo 143. No hay cuestión de competencias entre Estado y las Comunidades Autónomas; es sólo
cuestión de expresión, porque produce hoy una cierta vergüenza Ja alusión a Ja beneficencia{.. .) Hoy se requieren
superar estas situaciones, se quiere trabajar desde otras perspectivas, se quiere remontar un pasado de injusticias
y de desigualdades, de remedio sólo de unas consecuencias, sin tocar para nada las causas que las producían {.. .)
Por todo ello, se estima procedente abandonar el término beneficencia, entendiendo que basta con que esta letra
s) del apartado 1 del articulo 141 aluda nada más que a Ja asistencia social".
Texto 3
La asistencia social es "una técnica de protección fuera del sistema de la seguridad social, con caracteres propios,
que la separan de otras afines o próximas a ella".
Texto 4
"No puede ser discutido que del hecho de que el artículo 41 otorgue una garantía en las situaciones de necesidad
haya que deducir que sólo en las situaciones de necesidad Ja protección se otorga. El derecho del artículo 41 es
un mínimun constitucionalmente garantizado. El legislador puede, a impulso de motivaciones de orden de política
jurídica o de política social, ampliar el ámbito de Ja protección".
Texto 5
"Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que Je asegure, así como a su familia, Ja salud y el bien-
estar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, Ja asistencia médica y Jos Servicios sociales necesarios;
tiene asimismo derecho a Jos seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos
de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad".
BIBLIOGRAFÍA
ALEMÁN BRACHO, M. C.: El sistema público de servicios sociales en España, ed. Impresur,
Granada 1991, 349 págs.
- "La política social desde la transición democrática", en Revista de Estudios Políticos,
Madrid, n. 97.
ALEMÁN BRACHO, M. D. y GARCÉS FERRER, J. (comps.): Administración social. Servicios
de Bienestar Social, ed. Siglo XXI, Madrid 1999
- Política social, ed. MacGraw-Hill, Madrid 2002.
ALEMÁN BRACHO, C., GARCÉS FERRER, J. y GUTIÉRREZ, A.: La política social en la
España de las Autonomías, ed. Escuela Libre Editorial, Colección Solidaridad, Madrid,
2003.
ALONSO OLEA, M.: "La Seguridad Social" en Varios autores: El Estado y la Política, ed.
Moneda y Crédito, Madrid 1994 págs. 939-100 l.
- Instituciones de seguridad social, ed. Civitas, Madrid 1998.
ALONSO SECO, J. M. y GONZALO GONZÁLEZ, B.: La asistencia social y los servicios socia-
les en España, ed. BOE, Madrid 2000, 808 págs.
AMURRIO IÑIGO, R.: "Comisión de Cooperación Interautonómica de Acción Social", en
Cuadernos de Acción Social, Madrid nº. 16, 1989 págs. 8-35.
AZNAR LÓPEZ, M.: "Normativa constitucional y estatutaria sobre los servicios asistenciales
y sociales: reflexiones en torno a un modelo inédito", en Varios autores: Los servicios
asistenciales y sociales en el Estado de las Autonomías, ed. Marsiega, Madrid 1983 págs.
3 1-61.
- "El sistema de servicios sociales de la Comunidad Autónoma de Madrid" en Cuader-
nos de Acción Social, Madrid, nº 20, 1985 págs. 83-89.
- "Los servicios sociales en la Ley de Bases de Régimen Local" en Varios autores: Apli-
cación de las leyes de servicios sociales, ed. Acebo, Madrid 1987 págs. 43-61.
- "Sobre la pretendida graciabilidad de la beneficencia" en Boletín del CEBS, Madrid nº
23, 1990 págs. 2-4.
BELTRÁN AGUIRRE, J. L.: El régimen jurídico de la acción social pública, ed. HAEE/IVAP,
Bilbao 1992, 398 págs.
BEVERIDGE, LORD: "Seguro Social y Servicios Afines" (Ed. original de 1942), en Informe de
Lord Beberidge, ed. Ministerio Trabajo y Seguridad SociaJ, Madrid 1989, 538 págs.
210 CARMEN ALEMÁN BRACHO
BENITO RUIZ, L.: "Comentario a la legislación en materia de Servicios Sociales de las Co-
m unidad es Autónomas", en Cuadernos de Acción Social, Madrid nº. O, 1986 págs. 73-81.
BORRAJO DACRUZ, E.: "Distribución de competencias entre el poder central y los poderes
territoriales en materia de Sanidad y Seguridad Social'', en Revista de Derecho Público,
nº. 80-81, 1980.
- "De la previsión social a la protección social en España: Bases histórico-institucio-
nales hasta la Constitución", en Economía y Sociología del Trabajo , nº. 3, 1989 págs.
12-37.
CABRA DE LUNA, M. A.: "El sistema de los servicios sociales en el Estado español", en Cua-
dernos de Acción Social, Madrid nº 20, 1985 págs. 7-35.
- "Desarrollo legislativo y condicionamientos derivados del marco jurídico", en Varios
autores: Los Servicios Sociales en la Administración Local, ed. Federación Española de
Municipios y Provincias, Madrid 1987 págs. 71-109.
- "La situación de la iniciativa social en España", en Cuadernos de Acción Social, Ma-
drid nº 24, 1990 págs. 36-46.
CASADO, D.: "Los servicios sociales en el sector del bienestar social", en Documentación
Social, Madrid nº 36, 1979 págs. 15-33.
- "Notas sobre bienestar social y servicios sociales", en Documentación Social, Madrid
n º 53, 1983, págs. 47-63.
- "Criterios para la descentralización territorial de los servicios asistenciales y sociales",
en Varios autores: Los servicios asistenciales y sociales en el Estado de las autonomías,
ed. Marsiega, Madrid 1983 págs. 17-30.
- "Los servicios sociales en el estado de las autonomías. Cuestiones de aplicación", en
Varios autores: Aplicación de las leyes de servicios sociales, ed. Acebo, Madrid 1997
págs. 15-29.
- Sobre la pobreza en España, ed. Hacer, Madrid, 1994.
- Reforma política de los servicios sociales, ed. CCS, Madrid, 2002.
CASADO, D. y GUILLÉN, E .: Introducción a los Servicios Sociales, ed. Acebo, Madrid 2004,
227 págs.
- Manual de Servicios Sociales, ed. CCS, Madrid 2001, 291 págs.
- Perfeccionamiento de los Servicios sociales en España. Ed. Foesssa. Madrid,2007, 498
págs.
CASARES, F.: "Estudio comparado de las leyes autonómicas de servicios sociales", en Varios
autores: Aplicación de las leyes de servicios sociales, ed. Acebo, Madrid 1987 págs. 29-43.
CAZORLA, J. y OTROS: Derechos, Instituciones y Poderes en la Constitución de 1978, Grana-
da, 1993, 404 págs.
CERDEIRA GUTIÉRREZ, l.: "Los Servicios Sociales del franquismo a la Constitución", en
Cuadernos de Trabajo Social, nº O, 1987 págs. 134-159.
- El Discurso del Bienestar, con la colaboración de E. Roldán García, ed. Comunidad de
Madrid 1989, 183 págs.
DEBLAS, A. y PASTOR, J. (coords.): Fundamentos de Ciencia Política, ed. UNED, Madrid
1997.
FERNÁNDEZ-MIRANDA ALONSO, F. (coord.): Lecciones de Derecho Político 1, ed. UNED,
Madrid 1999.
LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA DEMOCRACIA 211
GARCÉS FERRER, J.: Sistema político y administrativo de Servicios Sociales, ed. Tirant lo
Blanch, Valencia 2001.
GARCÉS SANAGUSTIN, A.: La Acción Social. Delimitación conceptual y régimen jurídico, ed.
Diputación General de Aragón, 1988, 219 págs.
- Prestaciones sociales, función administrativa y derechos de los ciudadanos, ed. Mc-
Graw-Hill, Madrid 1996.
GARCÍA DEBLAS, L. : "El estado de la descentralización de los servicios asistenciales y so-
ciales en España'', en Varios autores: Los servicios asistenciales y sociales en el Estado de
las Autonomías, ed. Marsiega, Madrid 1983 págs. 121-127.
GARCÍA COTARELO, R.: Del Estado del Bienestar al Estado del Malestar, ed. Centro Estudios
Constitucionales, Madrid 1996, 218 págs.
GARRIDO FALLA, F.: "La beneficen cia de las entidades públicas y su conexión con la priva-
da y con las nuevas formas de seguridad social", en Varios au tores: Problemas Políticos
de la Vida Local, ed. Instituto Estudios Políticos, Madrid 1962 págs. 198-223. "La bene-
ficencia general y la particular. Situación y perspectivas", en Varios autores: Problemas
fundamentales de beneficencia y asistencia social, ed. Ministerio de Gobernación, Madrid
1967 págs. 13-33.
GUAL FRAU, J.: "Bases para la organización de los servicios sociales en la Administración
local", en Varios autores: Los Servicios Sociales en la Administración Local, ed. Federación
Española Municipios y Provincias, Madrid 1987 págs. 9-2 1.
GUTIÉRREZ RESA, A.: "El Plan Concertado de Prestaciones Básicas de Servicios Sociales
en España (Once años de Plan Con certado)", en Revista Española de Investigaciones So-
ciológicas, n. 93, Madrid 200 1, págs. 89-132.
HERAS PINILLA, P. DE LAS: "Los servicios sociales en España. Situación actual", en Varios
a utores: Sociología y Planificación de los Servicios Sociales, ed. Colegio Doctores y Licen-
ciados en Ciencias Políticas y Sociología, Madrid 1985 p ágs. 21-27.
HERNÁNDEZ IGLESIAS, F.: La Beneficencia en España, Imprenta Minuesa, Madrid 1879,
279 págs. Edición más amplia en dos vols., Madrid 1876.
LÓPEZ GUERRA, L.: "Las dimensiones del Estado social de derecho", en Sistema, Madrid nº
38-39, oct. 1980, págs. 171 -191.
LORENZO GARCÍA, R. DE: "Los Servicios Sociales en la Constitución y en los Estatutos de
Autonomía", en Varios autores: Cambio Social y Servicios Sociales, Cuadernos de Política
Sectorial ed. PSOE, Madrid 198 1 págs. 325-337.
MARTÍN MATEO, R.: Guía de Actividades Públicas Asistenciales. La asistencial social co-
mo servicio público, ed. Secretaría General Técnica, Ministerio de Gobernación, Madrid
1967, 387 págs.
- "Sobre el concepto de Asistencial Social", en Varios autores: Problemas fundamenta-
les de beneficencia y asistencia social, ed. Ministerio de Gobernación, Madrid 1967 b,
págs. 53-89.
MISHRA, R.: "El Estado de Bienestar después de la crisis: los años ochenta y más allá", en
Varios autores: Crisis y futuro del Estado de Bienestar, ed. Alianza Universidad, 1980 págs.
55-81.
MOIX MARTÍNEZ, M.: El Bienestar social ¿mito o realidad?, ed. Almena, Madrid 1990, 341
págs.
MONTERO DÍAZ, J .: Historia contemporánea de España, ed. Ariel, Barcelona 2002, 325
págs.
212 CARMEN ALEMÁN BRACHO
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
4. El paso clave que supuso la configuración de un sistema público de Seguridad social en España fue:
a. La Ley de accidentes de trabajo.
b. La creación del Instituto de Reformas sociales.
c. La aprobación de la Ley de Bases de la Seguridad social.
d. La creación del Ministerio de Trabajo.
Capítulo 6
Las necesidades sociales, el bienestar y los servicios sociales
1.1. El ser humano: un individuo que persigue de forma racional la consecución de sus propios intere-
ses o un actor social dispuesto a la interacción constructiva
Primera aproximación: el ser humano es un individuo que persigue la consecución de sus propios inte-
reses de forma racional (buenos ejemplos son: la perspectiva evolucionista darwiniana, la antropología
negativa de Hobbes o, más recientemente, la teoría de la elección racional de Olson)
Segunda aproximación: presenta al ser humano como una persona dispuesta a una interacción cons-
tructiva
Ninguna de las dos aproximaciones resultan adecuadas a la hora de explicar el origen y naturaleza de
las necesidades
B. La rehabilitación. Significa la pretensión de volver a una situación previa, o bien, de devolver al sujeto a
unos niveles de integración considerados propios de la normalidad. La primera formulación la encontramos
en la obra de Juan Luis Vives
C. La prevención. No se pretende subsanar situaciones sociales, sino que estas situaciones no lleguen a
producirse, contando como instrumento para ello con la intervención social
3.2. El mercado
Las acciones llevadas a cabo desde el mercado tienen un fin lucrativo y exclusivista: se trata de realizar
una prestación o servicio al individuo logrando a cambio una contraprestación que redunde en acumu-
lación económica
La búsqueda del beneficio parece ser incompatible con la prestación de unos servicios cuyos costes
son, en principio, más altos que los beneficios
Su carácter exclusivista hace que los beneficios sean percibidos por un individuo o grupo de individuos
más que por la colectividad en general
Limitaciones del mercado a la hora de dar cuenta de las necesidades que se presentan
a) No tiene en cuenta las consecuencias de su acción productiva
b) Difícilmente se pueden aplicar los criterios de eficacia que corresponden al mercado a servicios
que escapan a la medición en términos de Producto Interior Bruto
Motivos por los que resulta inadecuado que dicho sistema sea el único que asegure la provisión de
bienestar:
a) Motivos de ineficiencia: la transmisión de la información; o la no rentabilidad de determinados
"bienes públicos"
b) Motivos morales o filosóficos: la legitimidad de las metas a conseguir
La crisis económica y las medidas pro-mercado para la satisfacción de necesidades sociales: en las
últimas décadas estamos asistiendo tanto a la contratación de determinados servicios públicos con
empresas privadas, así como la introducción de principios propios de la gestión privada dentro del ám-
bito de lo público. El mercado se arraiga cada vez más en unas sociedades en las que había primado
durante gran parte del siglo XX el predominio en el ámbito de la acción social del Estado de Bienestar
B. La donación
La imagen de la donación está dominada por su modalidad individual: la práctica individual de la cari-
dad en su sentido religioso, o bien en su sentido civil, por el humanitarismo
Durante muchos siglos, la única intervención exterior al grupo familiar o al entorno próximo para satis-
facer las necesidades ha sido la donación
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 221
Una anterior versión de este capítulo, que ha sido actualizado y adaptado, puede encontrarse
en Carmen Alemán y Mercedes García, Fundamentos de bienestar social, Tirant lo Blanch ,
Valencia 1998.
224 CARMEN ALEMÁN BRACHO
alta y con base firme. Presenta dos facetas . Una de ellas es personal:
sensación de competencia y confianza en el mundo y en los demás. La
otra, es la faceta social; se manifiesta en el deseo de prestigio, de reco-
nocimiento por parte de los otros.
2. Meta-necesidades. Se trata de un grupo de necesidades cuya satisfacción
requiere, previamente, una relativa satisfacción de las necesidades bási-
cas. Maslow las denomina, indistintamente, Meta-necesidades, necesida-
des del Ser, necesidades de autorrealización o valores-S (valores del ser).
Sus rasgos distintivos son:
a) Se manifiestan en las aspiraciones transcendentes, vida espiritual, el
deseo de verdad, belleza, justicia, bondad, superación, perfección, au-
tenticidad, deseos de conocer, comprender, analizar y explicar. Se r efie-
ren, por tanto, a la vida valorativa, espiritual.
b) Forman un conjunto de necesidades que contribuyen a desarrollar las
potencialidades humanas. Su carencia, en las personas motivadas por
estas necesidades, puede producir sentimientos de vacío existencial,
alienación, pérdida de referencias en su construcción del mundo, lle-
vando en ocasiones a procesos anómicos.
c) Las meta-necesidades no mantienen entre ellas una relación jerárquica
(Maslow,1982:311), y se encuentran presentes en todas las sociedades,
teniendo un importante papel en su realización la cultura.
go que aún no conoce (una persona diabética puede desear tomar azúcar
cuando en realidad lo que necesita es insulina).
2. Establecidas estas diferencias, se plantean los autores la pregunta acerca
de la existencia de un contenido "objetivo" e independiente de las necesi-
dades respecto a otros conceptos, cuestionando al tiempo acerca de la uni-
versalidad del mismo. Dicho contenido parece encontrarse en el criterio
según el cual las acciones que consideramos necesarias están vinculadas
a la evitación de un perjuicio grave, estableciendo que "Estar perjudicado
gravemente significa (... ) estar básicamente incapacitado en la búsqueda
de la visión propia de lo bueno" (Doyal y Gough, 1994:78), y de la capa-
cidad para participar socialmente en la búsqueda de la vida buena y la
huida del daño. Las necesidades de la persona, son concebidas por los au-
tores, en continua relación con el entorno social en que se encuentra. Las
necesidades serán definidas de este modo socialmente.
3. No obstante, para que los individuos puedan actuar y participar, requieren
de autonomía y de un estado fisico y mental de partida. En este sentido,
"puesto que la supervivencia física y la autonomía personal son condicio-
nes previas de toda acción individual en cualquier cultura, constituyen
las necesidades humanas más elementales: aquellas que han de ser sa-
tisfechas en cierta medida antes de que los agentes puedan participar de
manera efectiva en su forma de vida con el fin de alcanzar cualquier otro
objetivo que crean valioso" (Doyal y Gough,1994, 83). La supervivencia, o
si se prefiere la salud, posee un contenido objetivo y universal en la medi-
da en que aparece de forma transcultural. De igual forma ocurre al hablar
de la autonomía, entendida ésta como intersección de tres dimensiones:
• Comprensión que la persona posee de sí misma, de su cultura y de lo
que se espera de ella.
• Capacidad psicológica para formular opciones sobre sí misma.
• Oportunidades que le permiten obrar en consecuencia.
4. La satisfacción de las necesidades, tanto las que hemos descrito como su-
puestos básicos para la acción de las personas, como aquellas que se le-
vantan sobre estas primeras, requieren de una serie de condiciones socia-
les para su satisfacción, referidas estas a cuatro puntos fundamentales:
• Primero, toda sociedad ha de producir satisfactores de necesidades su-
ficientes para asegurar niveles mínimos de supervivencia y salud, jun-
to con otros factores y servicios de importancia cultural.
• Segundo, la sociedad debe de garantizar un nivel adecuado de repro-
ducción biológica y socialización de la infancia.
• Tercero, tiene que asegurar que las aptitudes y valores que son nece-
sarios para que haya producción y tenga lugar dicha reproducción se
divulguen a través de una proporción suficiente de población.
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 229
En este sentido, no hay duda que tales fenómenos han dado lugar a un nuevo
diseño de la estructura social en el que varias notas se dibujan como caracterís-
ticas tal y como señala Tezanos (1992:67-68):
l. Una reducción de la población activa ocupada en la industria lo que afec-
tará a la conciencia política existente de la clase obrera.
2. Un aumento del desempleo condicionado por las contradicciones entre ob-
jetivos del crecimiento económico y el aumento del consumo privado.
3. Una tendencia "desasistencializadora" a corto plazo que va a perjudicar
fundamentalmente a las "infraclases" (parados, pensionistas, grupos mar-
ginados ... )
4. Una tendencia al aumento del paro estructural de larga duración, así co-
mo, a la configuración de "infraclases".
Lo característico de esta estructura es la tendencia a la difuminación de las
grandes diferencias por arriba, con predominio de clases medias, configurando
una "mayoría social pro-sistema"; el segundo bloque -cada vez más amplio-,
estaría formado, por los parados, subempleados, grupos marginados y jubilados
(Tezanos,1992:77 y ss.).
Así el tradicional Estado de Bienestar, se encuentra con nuevos "Estados del
malestar", configurándose nuevos sectores, o grupos cuya importancia se redi-
mensiona dentro del panorama de la acción social. Entre ellos, el malestar de
los jóvenes, las mujeres, los ancianos y los grupos que por cualquier motivo son
considerados "diferentes" (Rosanvallon, 1997:141).
En este sentido, y tal como afirma Enrique Gil Calvo, la marginación podría
ser entendida como una "integración social incompleta", en la medida en que
se carece de aquellos requisitos que las sociedades exigen a sus miembros para
poder considerarlos ciudadanos adultos, maduros, responsables, integrados y
dotados de plenos derechos. En nuestra sociedad, para que se de tal situación
deben generarse las siguientes condiciones (Gil Calvo,1988):
l. Disponer de empleo estable y suficientemente remunerado.
2. Haber contraído responsabilidades familiares -conyugales, paternales y
domiciliares-, hechos que quedan limitados por el retraso a la hora de
emanciparse y lograr los medios para establecer un nuevo hogar.
3. Haber acumulado un determinado patrimonio de bienes en régimen de
propiedad privada.
4. Ejercer alguna clase de protagonismo público (voto, opinión, formulación
de demandas, reivindicación ...).
Si nos detenemos en cada uno de estos puntos se pone de manifiesto que no
todas las personas cumplen estos requisitos, de ahí que sea necesario gestionar
una Política Social y un Sistema Público de Servicios Sociales adecuado a estos
sectores.
232 CARMEN ALEMÁN BRACHO
Pero no se crea que estas tres alternativas ante las necesidades, consisten en
fases cronológicamente sucesivas en las que una viene a eliminar de la realidad
a la anterior. Todo lo contrario, se pueden dar de manera simultánea y estar, por
tanto, vigentes las tres, siendo aplicables cada una a cuestiones diferentes. La
naturaleza del problema puede ser lo que haga que se le dé un enfoque u otro a
la cuestión. Y desde luego esas disparidades son manifiestas en las respuestas
que distintos países ofrecen a una misma cuestión. En todo caso, puede afirmar-
se que la filosofía básica predominante en los países europeos occidentales es,
actualmente, el intervencionismo positivo.
dades, tanto desde el mercado como desde el Tercer Sector (Rodríguez Cabrero
2000:13). La ordenación, control y tutela será pues un elemento esencial de la
intervención pública en el terreno de las necesidades sociales. Este protagonis-
mo público se refuerza, además, mediante la intervención a través de distintas
formas de colaboración con el sector privado, (subvenciones directas o indirec-
tas, exenciones fiscales ... ) algunas de ellas cada vez más cercanas a las caracte-
rísticas de una relación contractual.
Frente a las críticas realizadas hacia el mercado y como argumentos en favor
de la acción pública se han señalado diversas ventajas de la provisión pública de
bienes y servicios sociales, entre ellas las siguientes:
a) Como principio promueve un fin social más que el interés personal, la in-
tegración social más que la diferenciación individual.
b) El control colectivo de los servicios sociales, a través de representantes
democráticamente elegidos, aboga en favor de aquellos cuya posición de
necesidad puede colocarlos en una situación de debilidad ante los pro-
veedores que tratan más de maximizar el beneficio que de lograr un bien
social.
c) Los servicios colectivos son distribuidos de acuerdo con la necesidad so-
cial, y no siguiendo un estrecho baremo de prioridades económicas.
d) El control público es necesario para proveer servicios regulares, estanda-
rizados y eficientes.
e) Por último, los servicios sociales pueden contrarrestar la tendencia natu-
ral de la empresa capitalista a incrementar las desigualdades en la dis-
tribución de recursos, estatus y poder. El Estado puede garantizar de este
modo un mínimo de ingresos y prestaciones, siendo la única institución
que puede asegurar la aplicación de un sistema distributivo justo en la
sociedad. (Walker,1984, 20-21).
De esta forma el Estado pasa a encargarse, en gran parte, de la procura
de las condiciones de estabilidad del sistema económico, tratando de realizar
un adecuado reparto de las rentas y procurando un digno nivel de empleo. Al
mismo tiempo, los actores públicos tratarán de generar los mecanismos de pro-
tección para aquellos que pueden llegar a sufrir las consecuencias de la lógica
maximizadora del mercado, cumpliendo en este sentido, una de sus funciones
clásicas reconocidas en la doctrina y en la práctica política, como argumento
para la intervención pública en el ámbito económico y social.
El Estado, con su actuación a la hora de hacer frente a la necesidad, da un
paso más en el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos ampliando
el ámbito de protección de los mismos. Así, junto a los derechos civiles y polí-
ticos ya clásicos dentro de la democracia de tintes liberales, el planteamiento
de la "cuestión social" a raíz de las primeras consecuencias de la Revolución
Industrial, situará en la palestra nuevas y mayores necesidades, a las cuales el
Estado hará frente, ganándose el calificativo de social apenas despunta el siglo
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 237
3.2. El mercado
El mercado constituye otro sector desde el que hacer frente a las necesida-
des. Desde la iniciativa privada del mismo, se trata de realizar una prestación
o servicio al individuo, logrando a cambio una contraprestación que redunde en
acumulación económica.
Como podemos observar, las acciones llevadas a cabo desde el mercado tienen
un fin lucrativo y exclusivista ante el cual podríamos cuestionarnos la idoneidad
de dicho mecanismo como forma de satisfacer las necesidades sociales. En efec-
to, por un lado la búsqueda del beneficio parece ser incompatible con la presta-
ción de unos servicios en los que los costes son, en la mayor parte de los casos,
más altos que los beneficios, y la inversión más arriesgada. Nada asegura, por
ejemplo, que los servicios y prestaciones realizados en el tratamiento de un en-
fermo terminal o empeñados en la rehabilitación de un drogodependiente lleven
finalmente a una solución del problema de estas personas.
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 239
Por otro lado, la acción dentro del mercado es exclusivista desde el momento
en que los beneficios son percibidos por un individuo o un grupo de individuos,
no repercutiendo, al menos de forma directa, en el bienestar de la colectividad.
Ante tal planteamiento siempre se puede argumentar que el crecimiento econó-
mico que genera el mercado lleva aparejado un paralelo desarrollo social. Sin
embargo, el devenir histórico se ha encargado de poner de manifiesto que en la
mayor parte de los casos el crecimiento económico no genera necesariamente
desarrollo social.
No obstante, y a pesar de lo anteriormente expuesto, el mercado supone un
mecanismo más de satisfacción de necesidades, un principio para la organiza-
ción de la producción y distribución a través del sistema de precios, sin el cual
difícilmente podríamos establecer el valor de aquello que deseamos. Obviando
este mecanismo, apenas llegaríamos entonces a conocer y valorar las necesida-
des. Así lo pone de manifiesto Donahue: "Aún una sociedad de altruistas reque-
riría de ciertos medios fiables para que sus miembros se enterasen de qué es lo
que haría felices a sus vecinos (...) Los precios trasmiten información" (Doha-
nue,1991,33).
Sin embargo, el mercado presenta una serie de limitaciones a la hora de dar
cuenta de las necesidades que presentan los individuos y grupos sociales. Entre
ellas será preciso tener presentes las que siguen:
• No tiene en cuenta las consecuencias de su acción productiva, las cuales
generarían una serie de costes sociales y ecológicos que suscitarían más
necesidades, y no la satisfacción de las mismas (De Alessi,1993, 360-369).
• Difícilmente, tal y como plantea Titmus (1981:65-68), se pueden aplicar
los criterios de eficacia que corresponden al mercado a servicios que esca-
pan a la medición en términos de Producto Interior Bruto. De este modo
podríamos preguntarnos acerca de la medición en términos monetarios
del tiempo y la calidad humana aportada en el cuidado de personas que se
encuentran en los límites de la exclusión, tal y como sería la atención a un
anciano o una persona con discapacidad.
Existen por tanto tareas que no pueden organizarse a través del mercado,
pudiendo señalar junto a las limitaciones anteriores al menos dos tipos de mo-
tivos por los que resulta inadecuado que dicho sistema sea el único que asegure
la provisión de bienestar (Donahue, 1991, 35 y ss.):
a) Motivos de ineficiencia del mercado. En ocasiones, la información necesa-
ria para llevar a cabo intercambios adecuados no se trasmite de forma co-
rrecta, o el poder de determinados compradores o vendedores puede crear
monopolios que rompan el deseable equilibrio del mercado. Igualmente
ocurre, que existen una serie de ''bienes públicos" que no pueden ser su-
ministrados por el mercado ya que los beneficios no llegarían a cubrir los
costes del inversor privado, tal y como sucede normalmente con las gran-
240 CARMEN ALEMÁN BRACHO
Así, por ejemplo, pese a la movilidad geográfica (que hace poco habitual que la
familia conviva en la misma localidad), algunos sociólogos han constatado cómo
la ayuda en momentos concretos de dificultad, -por enfermedad, nacimiento de
algún hijo, préstamos para hacer frente a necesidades económicas extraordina-
rias (compra de vivienda, etc.), para hacer frente al desempleo, etc.- resulta ser
práctica habitual. En todas estas circunstancias la familia continúa siendo una
institución básica que presta un gran número de servicios (Iglesias de Ussel y
Meil, 2001).
Por otra parte, la crisis económica ha reforzado la tendencia a la ayuda mu-
tua, opción fomentada por los poderes públicos e impulsada, en gran parte, como
instrumento para reducir los gastos sociales.
En todo caso, conviene destacar que esta modalidad de auto-provisión y ayu-
da mutua, no se pone en práctica únicamente por la familia. Como Casado y
Guillén (2001) señalan, la misma se practica en gran número de aspectos por los
grupos o colectivos étnicos o minoritarios. También en las relaciones de amistad
y compañerismo. Igualmente mediante la ayuda mutua vecinal.
Sin embargo, la solidaridad más estructurada -y casi formalizada en mu-
chas ocasiones actualmente-- se encuentra en las múltiples relaciones de ayuda
que se establecen entre los afectados por una situación de necesidad común. Se
trata de la agrupación para la autoayuda de personas que padecen,-o familia-
res de personas que padecen-, una situación de necesidad común, uniéndose
tanto para coordinar experiencias, como encauzar actuaciones conjuntas ante
los poderes públicos. Las asociaciones defensoras de los derechos de los discapa-
citados son un buen ejemplo de este tipo de actuaciones.
Con mucha frecuencia se asocia la autoayuda con las políticas liberales o con
acciones individuales de tipo egoísta. Sin embargo, tal y como advierte Johnson,
ni unas ni otras están necesariamente ligadas a la misma. El sujeto activo de
esta modalidad no es el individuo sino los grupos; la autoayuda opera a un ni-
vel más colectivo que individual: "Los grupos de autoayuda están formados por
personas que tienen un problema o una preocupación compartidos, los cuales se
unen para el apoyo mutuo y la provisión de servicios a los miembros; muchos
estarán también interesados en hacer presión sobre la causa del particular grupo
social, médico o cultural al que pertenecen los miembros" (Johnson,1990,100).
Algunos autores denominan a esta forma de actuación "asistencia comuni-
taria", ampliando dicha definición para incluir la idea de la asistencia por la
propia comunidad: "con el aumento del interés por las redes asistenciales y la
mayor atención concedida a la asistencia voluntaria e informal. En la investiga-
ción y en las declaraciones sobre política se abarca ahora una gama mucho más
amplia de servicios públicos y se reconoce el papel de los sectores voluntario e
informal. Otro resultado de la investigación en este área es el reconocimiento de
que pueden darse distintas estrategias asistenciales según los distintos grupos
étnicos o según las clases sociales" (Johnson,1990,100).
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 243
B. La donación
La donación ha constituido tradicionalmente una forma importante de hacer
frente a la satisfacción de las necesidades. Sin embargo, quizá por el cierto grado
de espontaneidad con que existe, o tal vez por la vinculación con la caridad, se
ha estudiado muy poco dicho fenómeno.
La imagen de la donación está dominada por su modalidad individual. Es
decir, la práctica individual de la caridad en su sentido religioso, o bien en su
sentido civil, por el humanitarismo.
Durante muchos siglos, la única intervención exterior al grupo familiar o al
entorno próximo para satisfacer las necesidades ha sido la donación. La dona-
ción espontánea o reglamentada -sobre la que ha existido una larga polémica
desde la España del siglo XVI, iniciada por Vives- ha sido el único instrumento
privado existente para paliar necesidades personales.
No obstante, en la sociedad moderna se han transformado profundamente
las modalidades de la donación. Por una parte, mediante la formalización de
instituciones de donación. Cáritas o la Cruz Roja constituyen ejemplos notorios
de instituciones que se apoyan, en gran medida en las donaciones y que ejercen
sus funciones, --0 al menos lo han ejercido tradicionalmente-, en el campo de
la asistencia gracias a esta fuente de ingresos.
Aunque la donación sea un comportamiento particular, sus componentes re-
ligiosos han sido muy importantes. Las instituciones religiosas han desempeña-
do, históricamente, un papel muy relevante en la organización y estructuración
de las redes de beneficencia. Los estudios, por ejemplo de Jiménez Salas sobre
La Beneficencia Eclesiástica (en el Diccionario de Historia Eclesiástica de Espa-
ña, 1972:213-238) lo muestran claramente para nuestro país. Pero desde el siglo
XIX el protagonismo, al menos en el terreno de la legislación, lo cobra el Estado.
Los estudios de Hernández Iglesias (La Beneficencia en España, 1879), revelan
la gran atención y protagonismo que el Estado otorgará a la beneficencia.
No obstante, este protagonismo ha pasado a ser compartido por otros actores,
tanto a través de mecanismos directos como indirectos. Así, en particular, las
donaciones hoy se encuentran muy condicionadas por la legislación fiscal, sobre
todo en su tratamiento en relación con las fundaciones; una legislación que es ya
extraordinariamente prolija en España (véase su análisis en El régimen jurídi-
co de las fundaciones. Estudio para su reforma. Madrid. Ministerio de Asuntos
Sociales. 1991.; y a raíz de la Ley de Fundaciones de 1994 y el desarrollo legis-
lativo subsiguiente, M. Aznar López, "La configuración jurídica de las entidades
no lucrativas de tipo social y humanitario: nuevas perspectivas", en Documenta-
ción Social, nº 103, entre otros trabajos).
Por último, ha de advertirse que aunque en la donación hayan predominado
los actores individuales, uno de los rasgos de la sociedad moderna es, preci-
samente, el creciente protagonismo que adquieren grupos públicos y privados:
empresas, sociedades, club, partidos, sindicatos, etc. Estos grupos son cada vez
244 CARMEN ALEMÁN BRACHO
más los sujetos activos de las donaciones. Es muy probable que la mayor parte
de las cantidades que se mueven en donaciones, provengan de estos grupos,
aunque en número abunden más procedentes de donaciones realizadas por per-
sonas individuales. Por lo demás es innegable que las donaciones -siempre que
puedan contar con la indispensable publicidad- han entrado también en las
estrategias de imagen de las empresas.
En la actualidad, junto a estas formas tradicionales de hacer frente a la nece-
sidad dentro del ámbito del sector "informal", la acción de movimientos sociales
organizados y asociaciones, constituye una forma fundamental de intervención,
no sólo a través de la satisfacción directa de las necesidades por medio de servi-
cios y prestaciones sociales, sino también en su labor de denuncia de la desigual-
dad y lucha por la defensa de los derechos humanos, sumando en muchos casos
la crítica de un sistema generador de diferencias.
4. CONCLUSIONES
La búsqueda de la satisfacción de las necesidades de la persona aparece co-
mo una constante histórica. Durante los dos últimos siglos se han desarrollado
dos aproximaciones acerca de la naturaleza humana. En la primera el ser hu-
mano es un individuo que persigue la consecución de sus propios intereses de
forma racional. En la segunda el ser humano es presentado como una persona
dispuesta a una interacción constructiva. Ninguna de las dos aproximaciones
resultan adecuadas para explicar el origen y naturaleza de las necesidades. En
la persona humana aparecen de forma imbricada una multiplicidad de facetas
dificiles de encajar dentro de los constructos teóricos tradicionales acerca de la
naturaleza humana. Por consiguiente, la generación de política de acción social
se convierte en un elemento clave para abordar las necesidades.
Estas últimas han sido abordadas mediante tres tipos de respuestas. Por una
parte, el intervencionismo negativo, que consiste en eliminar los problemas ge-
nerados por las necesidades mediante la represión de éstas. Por otra el absten-
cionismo, que consiste en la inhibición ante el libre juego de la dinámica social y
económica. Por último, el intervencionismo positivo, que se fundamenta en una
concepción voluntarista y racional de la vida colectiva
Los objetivos que debe perseguir toda la intervención social son los siguien-
tes: la asistencia, la rehabilitación y la prevención. Y los agentes que vienen
haciéndose cargo de la satisfacción de las situaciones de necesidad de los indi-
viduos corresponden a tres esferas fundamentales: el Estado, el Mercado y el
Tercer sector.
LAS NECESIDADES SOCIALES, EL BIENESTAR Y LOS SERVICIOS SOCIALES 245
BIBLIOGRAFÍA
ROLDAN GARCÍA, E. (2001): ¿Hacia un sistema mixto de bienestar social? La evolución de los
servicios sociales en España, Editorial Complutense. Madrid.
ROSANVALLON, P. y FITOUSSI, J . P. (1997): La nueva era de las desigualdades. Ed. Manan-
tial, Buenos Aires.
TITMUSS, R. (1981 ): Política Social. Ed. Ariel. Barcelona.
WALKER, A.: "The political economy of privatization" en ROBINSON, R. y LE GRAND, J.
EDS. (1984): Privatization and the Welfare State. Ed. Unwin Hyman. Boston.
248 CARMEN ALEMÁN BRACHO
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuál de los siguientes puntos NO refleja la aportación de Maslow sobre las necesidades Básicas?
a. Necesidades de seguridad.
b. Necesidad de pertenencia y amor.
c. Necesidad de estima.
d. Necesidad de asistencia social.
2. Las principales críticas que realizan Doyal y Gough al pensamiento de Maslow son:
a. El concepto de necesidad es exclusivamente subjetivo.
b. El vacío existencial.
c. Falta de exhaustividad de la clasificación.
d. Las necesidades de la persona son independientes de su entorno.
4. ¿De las siguientes, cuál es un argumento a favor de la provisión publica de bienes y servicios socia-
les?
a. La especialización del trabajo maximiza el producto del trabajo.
b. El fin personal debe prevalecer respecto al social.
c. El control colectivo de los servicios sociales aboga a favor de quienes están en situación
de debilidad.
d. Los servicios personales son distribuidos de acuerdo con criterios de economía de mercado.
5. ¿Cuál de las respuestas a las necesidades sociales se fundamenta en los orígenes del liberalismo del
siglo XIX?
a. El intervencionismo negativo.
b. El abstencionismo.
c. El intervencionismo positivo.
d. El intervencionismo pasivo.
ESQUEMA
Capítulo 7
El sistema público de servicios sociales
1. INTRODUCCIÓN
En los temas anteriores se describió la evolución de la acción social en España. En éste se analizan los servicios
sociales como sistemas jurídicos sometidos al Derecho público.
Servicios sociales incluidos: 1) acogida y orientación social; 2) ayuda a domicilio; 3) teleasistencia domici-
liaria; 4) promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia; 5) de
intervención familiar; 6) promoción y cooperación social; y 7) incorporación social. Su principal equipamien-
to es el centro municipal de servicios sociales.
13. CONCLUSIONES
a) Los servicios sociales constituyen en la actualidad sistemas sólidamente establecidos. Forman parte, de
pleno derecho, del sistema conjunto de protección social de un Estado social de Derecho.
b) Son sistemas sometidos al Derecho público. Han pasado de dispensar prestaciones graciables a reconocer
derechos subjetivos a los ciudadanos.
c) Disponen de todos los elementos que conforman un sistema público como tal: régimen jurídico, organiza-
ción, financiación, régimen de garantías públicos.
d) Los distintos sistemas de servicios sociales autonómicos contienen elementos que los dotan de cierta
homogeneidad.
e) Se prefigura una esperanza prometedora en el devenir de los servicios sociales
D También existen algunos temores, en especial la dificultad de su financiación.
g) El porvenir de los servicios sociales es tarea de todos.
l. INTRODUCCIÓN
Los temas anteriores se han dedicado a describir el nacimiento de la acción
social en nuestro país, su desarrollo asistemático a lo largo de los siglos y su
consolidación a partir de la Constitución de 1978. Se ha analizado, asimismo,
la noción de servicios sociales en relación con otras formas de protección social,
antiguas y nuevas. Se concluye de todo ello que los servicios sociales, en su di-
mensión objetiva de servicio a los ciudadanos y grupos en que se integran, han
existido desde siempre, si bien su nominación como tales sea bastante reciente,
quizá por la necesidad de diferenciarlos de otros instrumentos que conforman
el bienestar social, como son la sanidad, la Seguridad Social, la educación, el
empleo, la vivienda, o la asistencia social básica.
En este tema se dará un paso más, necesario para una debida comprensión
introductoria de los servicios sociales. No hablaremos de ellos sólo como inte-
grantes necesarios de la acción social, aunque ha de insistirse en que este as-
pecto es el verdader amente importante y esencial que los configura, sino como
constitutivos de sistema jurídico público. Al igual que existe un sistema público
de salud, y un sistema público de Seguridad Social, también cabe hablar de sis-
tema público de servicios sociales. Este hecho los confiere un plus añadido que
no tenían la acción social caritativa de siglos pasados, ni la beneficencia del siglo
XIX o la asistencia social de los dos primeros tercios del siglo XX.
Para ello tendremos que adentrarnos en el examen de las características que
configuran a los servicios sociales como sistema jurídico sometido al Derecho
público, y analizar los distintos aspectos públicos que comporta dicho sistema :
finalidad, beneficiarios, derechos, prestaciones, estructura, recursos, financia-
ción y cuestiones conexas. Las fuentes de r eferencia son las Leyes autonómicas
de servicios sociales, en especial las de promulgación más reciente, sin olvidar
tampoco la normativa estatal (de obligada referencia es la relativa a la atención
a la dependencia) y la autonómica de carácter sectorial.
público de protección social. Algo similar sucede con las prestaciones económi-
cas reguladas en la LAPAD, integradas en los sistemas de servicios sociales
autonómicos según la propia LAPAD (artículo 16.1). Cuando se conceden han
de deducirse otras prestaciones de la Seguridad Social de naturaleza análoga
o similar: el complemento de gran invalidez, el complemento de la asignación
económica por hijo a cargo mayor de 18 años con un grado de discapacidad igual
o superior al 75 por 100 y el complemento por necesidad de tercera persona de
la pensión de invalidez no contributiva.
Todas las Leyes autonómicas de servicios sociales se refieren, al comienzo
de su articulado, a la finalidad que tienen. La redacción difiere, pero todas son
coincidentes en atribuir como finalidad principal de los servicios sociales la con-
secución del bienestar social de la población, a la que se añaden otras, como la
prevención de las situaciones de exclusión social, promoción de la autonomía
personal, familiar y de los grupos, fomento de la participación ciudadana, la
ayuda mutua y la solidaridad, logro de una mayor cohesión social, mejora de la
calidad de vida y similares. Algunas de ellas manifiestan de manera explícita
que el bienestar social no constituye finalidad exclusiva del sistema de servicios
sociales, sino que es compartido con otros sistemas públicos de protección social.
Y ha de destacarse, finalmente, que desde la promulgación de la LAPAD varias
comunidades autónomas han incluido explícitamente como finalidad de los ser-
vicios sociales la prevención y atención de las situaciones de dependencia, hecho
que marca una tendencia ya irreversible; por poner algunos ejemplos se citan
las Leyes de servicios sociales de Cantabria (2007), Galicia (2008), País Vasco
(2008), Islas Baleares (2009) y La Rioja (2009). Como muestra de lo que es la
finalidad de los sistemas públicos de servicios sociales se transcribe a continua-
ción el texto de la Ley del País Vasco (2008):
"La finalidad del Sistema Vasco de Servicios Sociales es promover, en cooperación y coordinación con
otros sistemas y políticas públicas, el bienestar social del conjunto de la población, siendo sus objetivos
esenciales los siguientes:
a) Promover la autonomía personal y prevenir y atender las necesidades personales y familiares deriva-
das de la dependencia.
b) Prevenir y atender las necesidades originadas por las situaciones de desprotección.
c) Prevenir y atender las situaciones de exclusión y promover la integración social de las personas, de
las familias y de los grupos.
d) Prevenir y atender las necesidades personales y familiares originadas por las situaciones de emer-
gencia" (artículo 6.1).
6.2. Deberes
De forma similar, en las últimas Leyes autonómicas se describen los deberes
de los ciudadanos. Su enumeración suele ser más breve. Se mencionan los más
comunes:
• Cumplir las normas y requisitos establecidos en relación con las prestacio-
nes y servicios, así como respetar el plan de atención personalizada.
• Facilitar la información necesaria y veraz sobre sus circunstancias perso-
nales, familiares y económicas.
• Destinar las prestaciones económicas a la finalidad concedida.
• Contribuir, cuando proceda, a la financiación del coste del servicio.
B . Funciones generales
La práctica totalidad de las Leyes autonómicas se refieren a ellas. Se citan
algunas:
• Ofrecer a los ciudadanos la primera información y orientación sobre servi-
cios sociales.
• Detectar y valorar las situaciones de necesidad existentes en su ámbito
territorial, y elaborar planes de intervención acordes con las necesidades
detectadas.
• Proporcionar los r ecursos y medios que faciliten la integración y la parti-
cipación social en la comunidad de las personas, unidades de convivencia
y grupos.
• Realizar actuaciones preventivas e intervenir en las situaciones de riesgo
y de necesidad social del conjunto de la población.
• Gestionar los servicios sociales de atención primaria.
• Colaborar con los servicios sociales de atención especializada en la gestión
de las prestaciones económicas y de servicios que éstos tienen encomenda-
das, mediante la emisión de informes sociales, elabor ación de programas
individuales de atención, y actuaciones similares.
D. Equipamientos
A diferencia de sanidad, donde existe uniformidad para designar al centro
donde se dispensa la atención sanitaria -el centro de salud- en la legislación
autonómica de servicios sociales los centros generales de atención primaria re-
ciben diversas denominaciones: centros sociales de base (País Vasco), centros de
atención primaria (Cantabria), centros sociales (Comunidad Valenciana), cen-
tros de servicios sociales (Galicia, Madrid), centros básicos de servicios sociales
(La Rioja), centros de acción social (Castilla y León), etc. Quizá la más conocida,
cuyo antecedente está en el Plan Concertado, sea la de centro de servicios socia-
les. Tiene carácter polivalente, está integrado por equipos multiprofesionales y
es de composición variable según la dimensión y territorio de actuación de los
centros. Responde a una concepción integral de la acción comunitaria en mate-
ria de servicios sociales y se perfila como el centro desde donde se otorgan los
servicios sociales de atención primaria o se deriva al ciudadano a los servicios
de atención especializada. Los centros de servicios sociales son de titularidad
municipal; t ambién existen en las comunidades que tienen organización admi-
nistrativa por provincias, comarcas, en las mancomunidades y en otras Entida-
des locales equivalentes. Cuando las poblaciones son grandes, existen varios,
generalmente uno por distrito o zona en que la población se divide. Aunque en
ellos existen equipos multiprofesionales, el personal que predomina son los t ra-
bajadores sociales, con funciones múltiples en trabajo social de casos, de grupos,
como informadores de situaciones familiares y sociales, etc. En ellos se desarro-
llan los servicios sociales de atención primaria antes enumerados; se colabora
estrechamente, asimismo, con los servicios de atención especializada, pues la
existencia de dos niveles no significa independencia de cada uno de ellos, sino
complementariedad y coordinación.
Las unidades más pequeñas, con similares funciones a los centros de servi-
cios sociales, reciben el nombre de unidades de trabajo social; están en estrecha
conexión con aquéllos. Existen también en este nivel otro tipo de centros: cen-
tros de día, centros ocupacionales, centros de acogida, comedores, residencias de
estancia limitada, viviendas tutelados, albergues y similares. Puede afirmarse,
en suma, que ha existido una evolución desde el primitivo centro social de base,
con funciones genéricas y dotación escasa, hasta los actuales centros de servicios
sociales formados por equipos multiprofesionales, con funciones de acogida, de-
tección, información, orientación, valoración y otras relacionadas con la primera
atención que debe darse al ciudadano, y los pequeños centros antes citados que
una función concreta (manutención, alojamiento, ocupación), también de aten-
ción social primaria, de carácter no permanente ni exclusivamente sectorial.
EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES 275
B. Funciones generales
Como más arriba se dijo, los servicios de atención social especializada dan
respuesta a necesidades que presentan una especial intensidad o complejidad.
Constituyen preferentemente prestaciones de servicios, ofrecidas a través de
centros y programas, aunque también existen prestaciones económicas. Están
dirigidos a grupos concretos de población. Sus modalidades, configuración y con-
tenidos están en función de las características peculiares que presenta cada
sector protegido (edad, sexo, integración familiar, tipo y grado de discapacidad,
posibilidades de autovalimiento, etc.). Por lo general son de competencia auto-
nómica; también son gestionados por municipios con gran número de población.
Entre sus funciones se mencionan las siguientes:
• Evaluar y diagnosticar situaciones de desprotección severa.
• Prevenir y atender las situaciones de dependencia y promover la autono-
mía personal.
• Valorar y determinar el acceso a las prestaciones económicas propias de
este nivel de actuación.
• Realizar intervenciones específicas con las personas en situación de nece-
sidad que no sea posible resolver en el nivel básico de atención.
• Gestionar centros, recursos, programas y prestaciones específicas que ofrez-
can un tratamiento especializado.
• Dar apoyo técnico y prestar colaboración a los servicios sociales de aten-
ción primaria.
D. Equipamientos
Los establecimientos donde se otorgan las prestaciones de servicios sociales
de atención especializada son de muy diversa índole. Su descripción y definición
más detenida se encuentra en los reglamentos de desarrollo de las Leyes auto-
nómicas, especialmente en los que regulan los catálogos de servicios. Se hace a
continuación una somera referencia a los principales.
• Servicio social de la familia: 1) servicios de orientación familiar, que pres-
tan orientación y apoyo técnico a la familia; 2) centros y servicios de me-
diación familiar, cuya finalidad es intervenir en situaciones de separación
u otros conflictos familiares, para una mejor solución de éstos; 3) puntos de
encuentros familiares, lugares de encuentro entre padres e hijos en situa-
ciones de separación de sus padres.
• Servicio social de la infancia: 1) centros de día infantiles, cuya finalidad
es prestar apoyo a la familia o sustituirla durante unas horas al día, en
número igual o inferior a la jornada laboral; 2) centros de acogida tempo-
ral, para niños que han quedado sin hogar o cuya familia presenta pro-
blemáticas graves de convivencia, cuya finalidad es realizar la valoración
y orientación adecuadas; 3) centros de acogida permanente, para niños
en situación de desamparo, supuestos de acogimiento familiar público y
similares.
• Servicio social de la juventud: 1) centros de día y centros de acogida tem-
poral, con las mismas funciones que las anteriormente indicadas para la
infancia; 2) minirresidencias y viviendas tuteladas, cuya finalidad es ser-
vir de apoyo a acciones educativas, prelaborales o laborales.
• Servicio social de personas mayores: 1) centros de día para personas ma-
yores válidas (llamados también centros de mayores, hogares, clubes, y
denominaciones similares), cuya finalidad es ofrecer todo tipo de activi-
dades, de ocio, culturales, ocupacionales, a la persona mayor, con el fin de
fomentar su integración social; 2) centros de día para personas mayores
dependientes, en los que se ofrece transporte desde el domicilio, rehabili-
tación funcional, terapia ocupacional, fisioterapia y cuidados personales
a la persona mayor, a la vez que se posibilita que sus cuidadores fami-
liares puedan conciliar su vida personal con la profesional; 3) centros de
280 JOSÉ MARÍA ALONSO SECO y PEDRO FERNÁNDEZ SANTIAGO
13. CONCLUSIONES
Se mencionan algunas conclusiones de manera muy breve:
a) Los servicios sociales constituyen en la actualidad sistemas sólidamente
establecidos, que forman parte, de pleno derecho, del sistema más global
de protección social, junto con los otros sistemas de educación, sanidad y
Seguridad Social. Son, asimismo, sistemas necesarios para la configura-
ción del Estado de bienestar, y forman parte esencial del Estado social de
Derecho proclamado por nuestra Constitución.
b) Son sistemas jurídicos sometidos al Derecho público, lo cual comporta que
las Administraciones públicas han de garantizar las prestaciones y servi-
cios establecidos. En este sentido ha de afirmarse que, en los últimos años,
se ha dado un cambio verdaderamente decisivo, al pasar de un sistema
de reconocimiento graciable de las prestaciones a otro de reconocimiento
de derecho subjetivo a ellas. Esta tendencia no parece tener vuelta atrás,
hecho que debe ser saludado con satisfacción desde una política social de
progreso. En su consecución ha tenido influencia decisiva la promulgación
delaLAPAD.
c) En cuanto sistema jurídico público, disponen los sistemas de servicios so-
ciales de todos los elementos que conforman un sistema público como tal:
finalidad, responsabilidad, organización, gestión, procedimiento, financia-
ción y régimen de garantías públicos.
d) Los servicios sociales no son un sistema que pueda simplificarse a un fácil
reduccionismo, por la variedad de necesidades que atienden. Las presta-
ciones que conceden no son unívocas en todas las comunidades autónomas,
ni el modo de gestión, ni la estructura funcional, ni la organización territo-
rial. Pero existen elementos que los dotan de cierta homogeneidad. Entre
EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES 289
TEXTOS
Texto 1
Seguridad social y ayuda social
1. La Unión reconoce y respeta el derecho de acceso a las prestaciones de seguridad social y a los ser1icios sociales
que garantizan una protección en casos como la maternidad, la enfermedad, los accidentes laborales, la dependen-
cia o la vejez, así como en caso de pérdida de empleo, según las modalidades establecidas por el Derecho de la
Unión y las legislaciones y prácticas nacionales.
(...)
3. Con el fin de combatir la exclusión social y la pobreza, la Unión reconoce y respeta el derecho a una ayuda social
y a una ayuda de vivienda para garantizar una existencia digna a todos aquellos que no dispongan de recursos
suficientes, según las modalidades establecidas por el Derecho de la Unión y por las legislaciones y prácticas
nacionales.
Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea hecha en Estrasburgo en 2007, artículo 34.
EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES 291
Texto 2
"Resulta legítimo constitucionalmente que Ja Seguridad Social, en cuanto función de Estado destinada a cubrir las
situaciones de necesidad que puedan generarse, incluya en su seno prestaciones de naturaleza no contributiva.
Pero ello no abona que tal expansión merme o restrinja el ámbito propio de la «asistencia social», pues esta ten-
dencia, que, de profundizarse, incluso podría determinar el vaciamiento de esta última materia, con el consiguiente
menoscabo de /as competencias autonómicas, no ha sido querida por el constituyente, en la medida en que atri-
buye el apoyo a /as situaciones de necesidad a todos /os poderes públicos, de manera que cada cual actúe en su
respectivo ámbito de competencias. Y ello «con independencia de que el sistema de Seguridad Social pueda ir en
la misma direccióm> (STC 7611986, FJ 7) que la llamada «asistencia social». De este modo, una interpretación del
art. 41 CE en el marco del bloque de constitucionalidad, permite inferir Ja existencia de una asistencia social «inter-
na» al sistema de Seguridad Social y otra «externa» de competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas".
Sentencia del Tribunal Constitucional 239/2002, de 11 de diciembre, f. j. 5..
Texto 3
"Los seNicios {de atención a Ja dependencia) tendrán carácter prioritario y se prestarán a través de la oferta pública
de Ja red de seNicios socia/es por /as respectivas comunidades autónomas mediante centros y seNicios públicos
o privados concertados debidamente acreditados".
Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las
personas en situación de dependencia, articulo 14.2..
Texto 4
"La necesidad de garantizar a la ciudadanía un marco estable de recursos y seNicios obliga a inteNenir en este
ámbito con una ley que configure una nueva modalidad de prestación socia/, y que amplíe y complemente Ja
acción protectora de la comunidad autónoma de las /l/es Ba/ears que haga que la atención social se constituya
como verdadero derecho subjetivo para /as personas usuarias de /os seNicíos socia/es. Se trata, por Jo tanto, de
configurar un nuevo despliegue de /os seNicios socia/es de /as /l/es Balears que potencie el progreso del modelo
del estado social que consagra la Constitución Española, y de conseguir el compromiso de todos /os poderes
públicos para promover y dotar /os recursos necesarios para hacer efectivo un sistema de seNicios socia/es de
calidad, garantista y plenamente universal".
Texto 5
"El sistema gallego de seNicios sociales se regirá por los principios de:
(. ..)
c) Responsabilidad pública: los poderes públicos garantizarán el derecho subjetivo, universa/ y exigible a los seNi-
cios sociales con criterios de igualdad y equidad, mediante la disponibilidad de seNicios sociales públicos a través
de Ja regulación y aportación de /os medios humanos, técnicos y financieros y de Jos centros necesarios".
BIBLIOGRAFÍA
ALEMÁN BRACHO, M.C. y GARCÍA SERRANO, M.: Los Servicios Sociales Especializados en
España, ed. Ramón Areces, Madrid 2008, 44 2 págs.
ALEMÁN BRACHO, M. C. y GARCÉS FERRER, J. (comps.): Administración social. Servicios
de Bienestar Social, ed. Siglo XXI, Madrid 2002.
- Política social, ed. McGraw-Hill, Madrid 2005.
ALEMÁN BRACHO, M.C. y FERNÁNDEZ GARCÍA, T.: Introducción a los Servicios Sociales,
ed. UNED, Madrid 2009, 493 págs.
ALONSO SECO, J. M. y GONZALO GONZÁLEZ, B.: La asistencia social y los servicios socia-
les en España, ed. BOE, Madrid 2000, 808 págs.
BELTRÁN AGUIRRE, J. L.: El régimen jurídico de la acción social pública, ed. HAEE/IVAP,
Bilbao 1992, 398 págs.
CASADO PÉREZ, D.: Reforma política de los servicios sociales, ed. CCS, Madrid 2002, 131
págs.
CASADO PÉREZ, D. y FANTOVA AZCOAGA, F. (Coord.): Perfeccionamiento de los servicios
sociales en España. Informe con ocasión de la Ley sobre autonomía y dependencia, Funda-
ción FOESSA-Cáritas, Madrid 2007, 498 págs.
CASADO PÉREZ, D. y GUILLEN, E.: Manual de Servicios Sociales, ed. CCS, Madrid 2002,
291 págs.
CASTILLO GALLARDO, M.C.: Manual de servicios sociales, ed. Síntesis, Madrid 2006, 430
págs.
FANTOVA AZCOAGA, F.: Sistemas públicos de servicios sociales: nuevos derechos, nuevas
respuestas, ed. Universidad de Deusto, Bilbao 2008, 139 págs.
GARCÉS FERRER, J.: Sistema político y administrativo de Servicios Sociales, ed. Tirant lo
Blanch, Valencia 1996.
HERNÁN MONTALBÁN, M. J . y DÍAZ LÓPEZ, M.: Guía para la elaboración de planes de ser-
vicios sociales , ed. Consejería de Familia y Asuntos Sociales, Madrid 2004, 165 págs.
MORENO REBATO, M.: Régimen Jurídico de la Asistencia Social, Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, Madrid, 2002.
RODRÍGUEZ CABRERO, G. y RENÉS AYALA, V.: La protección social de la dependencia en
España , ed. Cáritas, Madrid 2006, 271 págs.
ROLDAN GARCÍA, E. y GARCÍA GIRALDEZ, T.: Políticas de servicios sociales, ed. Síntesis,
Madrid 2006, 430 págs.
SUBIRATS HUMET, J. (Dir.): Los servicios sociales de atención primaria ante el cambio so-
cial, ed. Ministerio de Trabajo e Inmigración , Madrid 2007, 139 págs.
VAQUER CABALLERÍA, M. : La acción social (un estudio sobre la actualidad del Estado Social
de Derecho), ed. Tirant lo Blanch, Valencia 2002, 254 págs.
VARIOS AUTORES: El Derecho público de la acción social, en Documentación Administrati-
va, números 271-272 (monográfico), 2005 .
VILA, A.: "Las ayudas y subvenciones de asistencia y servicios sociales", en ALEMÁN BRA-
CHO, M.C. y GARCÉS FERRER, J. (comps.) Administración social: Servicios de Bienestar
Social, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1996.
EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES 293
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
2. Las entidades privadas prestadoras de servicios sociales requieren para iniciar sus actividades:
a. Sólo autorización administrativa previa a su funcionamiento.
b. Autorización administrativa previa a su funcionamiento e inscripción en un registro oficial.
c. Con la nueva normativa de la Unión Europea no requieren autorización administrativa., sino sólo
comunicación a la Administración de su funcionamiento e inscripción en un registro oficial.
d. Es suficiente con darse de alta en el Censo de Empresarios y Profesionales de la Administración
tributaria.
• Este cap. ha sido realizado con la colaboración de los Prof. PILAR MUNUERA, BLANCA GmELA REJóN
y J ESús FERNANDEZ RonRfGUEz.
ESQUEMA
Capítulo 8
Situación actual y perspectivas de los servicios sociales en España
En el análisis de los Servicios sociales en España en los últimos años, se pueden destacar los siguientes logros
conseguidos:
Genero, o -las leyes autonómicas de Salario Social o del Ingreso mínimo de in-
serción, por mencionar algunas de las más significativas, -la Ley de promoción
de la Autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia
y -la Ley de Igualdad.
Todo esto, ha dado lugar a un intenso desarrollo normativo ulterior a nivel
Central y en cada Autonomía, con rango de Decretos, Ordenes, Reglamentos etc.
sobre los distintos campos de actuación.
Además ha producido un entramado jurídico muy extenso, muy articulado,
quizá con escasa diversidad y poca originalidad. Pero ha tenido otros efectos re-
levantes. La armadura jurídica a los Servicios Sociales, ha dotado a este campo
del respaldo propio de un Estado de Derecho, de la fijeza y seguridad propias de
un sector ya estabilizado y consolidado. La formalización jurídica alcanzada ha
anclado a los Servicios Sociales, en la sociedad y en el sector público, de manera
muy firme.
2.- Otra segunda dimensión verdaderamente relevante ha sido la consoli-
dación de la Organización Administrativa. Es, si se quiere, la estructura opera-
tiva y de gestión del intenso esfuerzo de expansión de los Servicios Sociales en
España. Pero, también, es lo que ha dotado de gran visibilidad a los Servicios
Sociales, popularizando su existencia tanto entre la población destinataria de
los Servicios, como en la población en general.
La aparición de -Ministerios, -Consejerías, -Direcciones Generales de Gobiernos Centrales y Autonómi-
cos, -Institutos, como podría ser el IMSERSO, o el Instituto de la Mujer- Concejalías etc. Cada uno de disUnta
Administración Publica sea Central, Institucional, Autonómica o Local ha favorecido, tanto la legitimación de
las acciones politicas, como la legitimación del campo de los Servicios Sociales como tal.
La consolidación administrativa ha servido, para favorecer la mejora de los niveles de calidad de los
servicios, la mejora -muy sustancial- de los datos y estadísticas disponibles sobre este sector, y en última
instancia en la modernización de los estilos de gestión.
4.- En cuarto lugar, habría que mencionar como legado de estas dos décadas,
la intensa política de reclutamiento de personal. En unos años de intensa crisis
de empleo, puede decirse que los Servicios Sociales han sido un sector con unas
tasas de crecimiento de empleo muy acusado, de hecho es uno de los nuevos Ya-
cimientos de empleo señalados por la Unión Europea.
Se ha desarrollado un importante sector funcionarial -en su sentido más
amplio, sean de cuerpos administrativos, con contratos laborales o de cualquier
otro tipo-, muy amplia en un corto plazo de tiempo; de una media de edad, en
general, muy baja; con una alta tasa de feminización.
Merece reflexionarse que en todos los niveles de gestión de los Servicios So-
ciales son, sobre todo, mujeres las responsables. Son sobre todo, mujeres las que
tienen o han tenido a su cargo los Ministerios, Consejerías, Direcciones Gene-
rales, Delegaciones, Concejalías con competencias en Acción Social o Servicios
Sociales. A ello hay que añadir que también los usuarios del sector son, sobre
todo, mujeres.
5.- En quinto lugar, estas tres décadas han visto consolidar -gracias a la
regulación jurídica, la organización administrativa, y la expansión de las in-
fraestructuras- la Estructuración y los campos de actuación de los Servicios
Sociales.
Pese a la diversidad Autonómica, en la práctica, los campos de actuación de los Servicios Sociales se
han delimitado de manera bastante homogénea. Las diversidades incluso regionales, no han conducido a
disparidades relevantes en la actuación de los Servicios Sociales.
España, todavía, se haga un uso más restringido, no significa nada más que se
incorpora más tardíamente al proceso.
Pero junto a esta razón, hay también otro argumento más relevante e inten-
so. En un sistema de recursos escasos, la obtención de partidas presupuestarias
-ante las decisiones pero, también, ante los ciudadanos que suministran los
medios económicos-, se va a fundamentar por razones de justicia, pero respal-
dado con la acreditación de la Eficacia en el uso de los medios. La realización de
estudios de evaluación de resultados será indispensable para acreditar la utili-
dad de los esfuerzos puestos en práctica. Serán las credenciales políticas para
conseguir recursos, por ejemplo el Programa de Termalismo, demostrar que se
ponen enfermos con menor frecuencia, que se reducen los gastos de hospitaliza-
ciones, que se genera empleo en el sector turístico en temporada baja, etc.
Por supuesto que la evaluación no va a realizarse solo a Servicios sociales
concretos. Junto a ella se desarrollará la evaluación y análisis de los efectos de
las diferentes Políticas, el objetivo no es tanto o no es solo, ahorrar dinero, sino
sobre todo hacer un uso optimo de los recursos disponibles.
4.- Otro aspecto que será objeto de debate, es el referido al Estado del Bien-
estar, y sus posibles efectos en los Servicios Sociales.
Los Servicios Sociales van a verse afectados por el debate sobre el Estado de
Bienestar, en varias direcciones:
1° Dificultando el crecimiento de los recursos públicos destinados a los Ser-
vicios Sociales. El crecimiento e, incluso, el mantenimiento de las inversiones,
tendrá que ser cada vez más sustentado y apoyado en estudios sobre la evalua-
ción de resultados y análisis de costes, como instrumentos de legitimación de los
gastos destinados a este sector. Una de las críticas más comunes al Estado de
Bienestar es que a mayor crecimiento del papel del Estado, más gasto público,
lo que da lugar a más déficit público y por tanto crisis fiscal del Estado. Y de
ahí que como planteamiento de posible respuesta, se plantee el tema del Plura-
lismo del Bienestar, ya que hay bastante consenso en que lo se plantea no es el
desmantelamiento del Estado de bienestar, sino en el grado de reformas que es
necesario introducir, y en que sectores, para mantener el principio básico que es
la protección social publica a los ciudadanos.
2° En segundo lugar, el debate sobre el Estado de Bienestar puede incidir en
los Servicios Sociales, suscitando la cuestión sobre la privatización. Una cues-
tión susceptible de abordar desde muy diferentes perspectivas.
Una primera es plantear la cuestión de quien es el titular jurídico que eje-
cuta un servicio (Estado, un empresario, una Organización no gubernamental).
Es una cuestión que afecta, en las sociedades desarrolladas a gran número de
actividades de la Administración, que en muchos casos son transferidas para su
gestión por el sector privado ej. Los Colegios concertados en el ámbito educativo,
Fondos de pensiones privados, Hospitales o Residencias de entidades privadas,
etc.
306 CARMEN ALEMÁN BRACHO
2. CONCLUSIONES
Los Servicios sociales en España, han avanzado mucho en los últimos años,
se puede afirmar que cuentan con las características de un sistema público, es
decir, normativa propia, un ámbito de actuación diferenciado, estructuras admi-
308 CARMEN ALEMÁN BRACHO
BIBLIOGRAFíA
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
2. Según la Ley de Bases de Régimen Local los Municipios deben prestar Servicios sociales si su pobla-
ción es superior a:
a. 5.000 habitantes.
b. 10.000 habitantes.
c. 20.000 habitantes.
d. 50.000 habitantes.
3. Entre las tendencias de futuro en relación a los Servicios sociales pueden mencionarse:
a. La rígida selección de los usuarios.
b. La intensa política de reclutamiento de personal.
c. La reducción de Centros de Servicios Sociales Comunitarios.
d. Evaluación de resultados y análisis de costes.
4. El Libro Verde y el Libro Blanco de la Política Social Europea señalaron como desafíos para los servi-
cios sociales:
a. Caída del mercado de trabajo.
b. La descentralización.
c. La organización administrativa.
d. Necesidad de reforzar los equipamientos.
ISBN 978-84-9876-889-3