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TEMA 8 .

- EL SEXENIO REVOLUCIONARIO-DEMOCRÁTICO (1868-1874):


INTENTOS DEMOCRATIZADORES. DE LA REVOLUCIÓN AL ENSAYO
REPUBLICANO.

0.- Introducción.-

Se denomina Sexenio Democrático o Revolucionario al periodo comprendido entre


la revolución que originó la caída de Isabel II y la posterior restauración de la
monarquía de los Borbones en la persona de Alfonso XII, su hijo y sucesor en 1874.
Durante este periodo se sucedieron diferentes regímenes y gobiernos:

- un gobierno provisional,
- una regencia (la del general Serrano),
- una monarquía (Amadeo de Saboya),
- una república (con dos etapas: federal y centralista, y cuatro presidentes)
- un epílogo autoritario (Serrano, nuevamente), tras un golpe de Estado (Pavía), y
- un golpe de Estado (Martínez Campos), que devolverá la monarquía.

Eran demasiadas cosas en pocos años, a lo que hay que unir los problemas del
movimiento cantonalista, la Tercera Guerra Carlista, la guerra separatista de Cuba y el
surgimiento del movimiento obrero (con la fundación de la AIT –Asociación
Internacional de Trabajadores). Pero esta acumulación de acontecimientos
(aparentemente contradictorios), no era sino un proceso de consolidación del régimen
liberal en España, pues fue un intento de implantar un liberalismo democrático, de
extender la participación política a las clases medias y populares, y el protagonismo de
los partidos progresistas, demócrata y republicano.

En este periodo vamos a observar el paso del liberalismo a un régimen más


democrático. La diferencia básica consiste en que mientras en el primero el sistema se
basa en una soberanía que descansaba en los sistemas constitucionales o en las
asambleas parlamentarias representativas; en el segundo, el democrático, entiende que
la soberanía es la voluntad general de todo el pueblo. La revolución de 1868 hizo
aprobar una constitución democrática y abrió una etapa de ensayos; a diferencia de las
revoluciones anteriores, más románticas, esta posee un fondo intelectual, que le otorga
su carácter doctrinal y programático.

1.- La crisis de la monarquía isabelina: 1868-1869.-

La crisis de 1868 fue debida a la confluencia de diferentes factores (crisis


económica, social y política), que proporcionaron su verdadera dimensión
revolucionaria. Las causas políticas son las únicas que dan sentido a la dinámica
revolucionaria en su conjunto, pero las económicas y sociales iluminan aspectos de la
misma:

a) Causas económicas. Una crisis económica que, con origen en una recesión
europea, actuó como detonante de la revolución, ya que originó desempleo, alza
de precios y carestía, además de la caída del consumo; además encontramos una
crisis en la expansión del ferrocarril y otra algodonera (a causa de la guerra civil
americana), que frenaba el inicio industrializador español.

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 1


b) Causas sociales. En España la situación de las clases populares era insostenible.
En un país básicamente agrícola, donde no se produjo ningún cambio de la
estructura agraria con la desamortización (sólo había realizado un cambio de
propietarios) y seguía existiendo el régimen latifundista, sí apareció un
proletariado rural, sin derechos y sin recursos (los jornaleros). Además la
artesanía se había proletarizado al desaparecer las corporaciones gremiales y
ante el lento proceso industrializador. Las clases medias fueron desplazadas
hacia las capas inferiores, creándose una brecha entre los sectores extremos de la
sociedad. Si a eso le añadimos las malas cosechas y enfermedades, a lo que se
añade el desempleo y el alza de precios, el descontento se unía a una realidad,
que no habían solucionado los gobiernos isabelinos.

c) Causas políticas. La corte de Isabel II se había vuelto más tiránica, corrupta e


intransigente; un sistema donde la política se basaba en un sistema
constitucional en el que la constitución no se cumplía y donde no existía una
verdadera representación del pueblo. Del bipartidismo isabelino entre
moderados y progresistas nos damos cuenta que la diferencia entre ambos estaba
más en la forma que en el fondo; eran los primeros los que prácticamente
monopolizaban el poder y los progresistas, cuando llegaban al gobierno, lo
hacían por medio de golpes de Estado.

En 1854 la aparición de un tercer partido (Unión Liberal), que pretendía


aglutinar a los dos grupos contrapuestos, sólo supuso la creación de un partido
de centro, pero carente de contenido ideológico concreto, por lo que terminaría
disolviéndose y dejando el panorama de nuevo a los moderados. Anteriormente
(1849) había surgido el partido demócrata (escindido del progresista), que
basaba su doctrina en la estricta soberanía nacional y en el sufragio universal;
este grupo político proporcionó a la Revolución de 1868 el contenido doctrinal.

2.- La Gloriosa (1868) y el Gobierno Provisional.-

A la muerte de Narváez en 1868, la Corona española se encontró en una


profunda crisis. La inclinación de las preferencias de la Corte hacia los moderados
provocaron el retraimiento, cuando no la enemistad y posterior acción revolucionaria,
de los progresistas hacia el sistema político y hacia la Corona (aunque tampoco estaban
en condiciones de gobernar, ya que permanecían divididos y desorganizados); además la
reina no confiaba en los demócratas por considerarlos revolucionarios.

Isabel II puso un gobierno temporal (en funciones), que adoptó medidas de


represión contra políticos y militares sospechosos de revueltas (por ejemplo, el general
Serrano fue confinado a Canarias, al igual que haría la II República con militares como
Franco).

Ante tal situación, los preparativos revolucionarios del Pacto de Ostende


(donde se juntaron progresistas, unionistas y demócratas) llegaron a su madurez el 17
septiembre de 1868, mientras la reina y la Corte veraneaban en San Sebastián. Fue
entonces cuando se produjo un pronunciamiento, protagonizado por el ejército, que de
nuevo se convertía en instrumento del cambio político; era un pronunciamiento al estilo

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 2


clásico; no se trataba de una revolución popular, pero pronto el pueblo lo secundó,
otorgándole el carácter de masas, que lo haría derivar por cauces tempestuosos.

En Cádiz, la Armada, al mando del almirante Topete, se sublevó anunciando el


destronamiento de Isabel II, y pronto contó con el apoyo de generales unionistas (Unión
Liberal) y progresistas, como Dulce, Zabala, Prim1 (que estaba en Londres) y Serrano2
(que estaba en Canarias). Con ellos se inició la revolución, conocida como la Gloriosa,
que fue un nuevo intento de la burguesía y de buena parte del pueblo por instaurar un
sistema democrático, tras un pronunciamiento3. Tras el pronunciamiento debía seguirle
la tradicional declaración de los generales:

“¡Españoles!: la ciudad de Cádiz, puesta en armas con toda su


provincia, con la armada anclada en su puerto y todo el departamento
marítimo de la Carraca declara solemnemente que niega su
obediencia al Gobierno que reside en Madrid, asegura que es leal
interprete de los ciudadanos ... y resuelta a no deponer las armas
hasta que la nación recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se
cumpla.

Hollada (pisoteada) la ley fundamental, convertida siempre antes en


celada (oculta) que en defensa del ciudadano, corrompido el sufragio
por la amenaza y el soborno, dependiente la seguridad individual, no
del derecho propio, sino de la irresponsable voluntad cualquiera de
las autoridades; muerto el municipio, pasto la Administración y la
Hacienda de la inmoralidad y del agio (del negocio), tiranizada la
enseñanza, muda la prensa…¡Españoles!, ¿quién la aborrece tanto
que se atreva a exclamar. Así ha de ser siempre? No, no será. Ya
basta de escándalos ...

Queremos vivir la vida de la honra y de la libertad. Queremos que un


Gobierno Provisional que represente todas las fuerzas vivas de su

1
Juan Prim (1815-1870). Militar nacido en Reus (Tarragona), fue héroe en la guerra con Marruecos
donde consiguió gran prestigio militar y político, siendo un destacado dirigente del Partido Progresista
primero y después de la Unión Liberal. Fue aceptado por unanimidad como cabeza del comité
revolucionario en Ostende y dirigirá la política española en el sexenio hasta su asesinato en 1870, justo
ante la llegada de Amadeo de Saboya.
2
Francisco Serrano (1813-1882). Militar nacido en San Fernando (Cádiz). Apodado el general bonito,
por sus supuestas relaciones amorosas con la reina Isabel II (a la que luego obligó a exiliarse a Francia)
fue el sucesor de O´Donnell al frente de la Unión Liberal en 1867. Formó parte del triunvirato militar
(junto a Prim y Topete) que desencadenó la Revolución de La Gloriosa. Una vez que la Constitución de
1869 sancionó la forma monárquica, fue proclamado regente a la espera de la llegada de un nuevo rey
(Amadeo de Saboya).
3
El pronunciamiento es una proclamación política por parte de los militares, a veces uno solo, para
cambiar el rumbo político en España. Con los pronunciamientos se abre un peligroso camino en nuestro
país, al quedar demostrado que la intervención militar era también un medio para propiciar los cambios, o
para conseguir el poder más rápidamente y con menos complicación que siguiendo la vía legal o los
procedimientos democráticos. Los autores del pronunciamiento contaban a menudo con el apoyo de algún
grupo social, político o económico, con influencia suficiente para lograr el cambio; fue siempre obra de
una minoría, sean cuales fueren las simpatías que suscitara la mayoría. La finalidad de un
pronunciamiento era por lo general unánime: el cambio político, aunque no lo fueran tanto los motivos.
Así, mientras los liberales pretendían cambios de tipo político, la oligarquía terrateniente y de los
negocios los pretendía de índole económica. Los militares, que eran los ejecutores materiales de los
pronunciamientos, buscaban frecuentemente gloria personal y ascensos en el escalafón.

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 3


país asegure el orden en tanto que el Sufragio Universal eche los
cimientos de nuestra regeneración social y política.

Acudid a las armas no con la furia de la ira, siempre débil, sino con
la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su
espada.

¡Viva España con honra!”

Cádiz 19 de septiembre de 1868. Generales Juan Topete, Dulce,


Serrano, Rafael Primo de Rivera.

Manifiesto “España con honra" o proclama de Prim.


Cádiz, 19 de Septiembre de 1868.

Las revueltas se extendieron por el país, primero Cádiz y posteriormente Sevilla,


Málaga, Almería y Cartagena (afectadas por las crisis económicas). Los ejércitos
sublevados en Andalucía avanzaron hacia la capital al mando del general Serrano y, tras
derrocar a las tropas isabelinas en la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba), no
encontraron obstáculo alguno y entraron en Madrid. Ante esto, el presidente del
Gobierno sugirió a la reina su destierro a Francia tras conocer el fracaso de sus tropas,
cosa que así hizo.

Tras el exilio de Isabel II, se organizaron Juntas Revolucionarias por todo el


país; pero con el fin de atajar el proceso revolucionario y evitar así su desbordamiento,
se formó rápidamente un Gobierno Provisional, apoyado por el ejército, que fue
presidido por el general Serrano, quien designó al general Prim como ministro de la
Guerra, al almirante Topete de Marina, a Práxedes Mateo Sagasta (civil) como ministro
de la Gobernación, etc.; uniendo de esta manera a unionistas y progresistas, mientras
que los demócratas quedaban fuera.

Pero las Juntas Revolucionarias locales estaban dominadas por los demócratas,
que estaban respaldados por las milicias voluntarias (denominados Voluntarios de la
Libertad), y esto llevaba a un dualismo de poderes (entre el pueblo y el Gobierno); este
problema tuvo que ser solucionado por Prim, desarmando a las milicias y disolviendo
las juntas.

“Españoles:
La Junta revolucionaria de Sevilla faltaría al primero de sus deberes
si no comenzara por dirigir su voz a los habitantes todos de esta
provincia y a la nación entera, manifestándoles los principios que se
propone sustentar y defender como base de la regeneración de este
desgraciado país...
1º. La consagración del sufragio libre y universal como base y
fundamento de la legitimidad de todos los poderes y única verdadera
expresión de la voluntad nacional.
2º. La libertad absoluta de imprenta...

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3º. La consagración práctica e inmediata de todas las demás
libertades, la de enseñanza, la de cultos, la de tráfico e industria... y
la reforma prudente y liberal de las leyes arancelarias, hasta que el
Estado del país permita establecer de lleno la libertad de comercio.
4º. La abolición de la pena de muerte y el planteamiento del sistema
penal penitenciario.
5º. La seguridad individual eficazmente garantizada, así como la
absoluta inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
6º. La abolición de la Constitución bastarda que nos venía rigiendo...
(...)
¡Viva la libertad! ¡Abajo la tiranía! ¡Viva la soberanía nacional!”
Proclama de la Junta provisional revolucionaria
de Sevilla, 20 de septiembre de 1868.

Con ello se consiguió un periodo de paz, en el cual se tomaron las siguientes


decisiones: restauración por decreto del sufragio universal (masculino de mayores de 25
años) y la convocatoria de Cortes Constituyentes (que preparan una nueva constitución).
Con esta Revolución triunfó el liberalismo democrático (no el doctrinario), bajo los
principios de la soberanía nacional y el sufragio universal.

Gobierno Provisional 1869

Primera acuñación de la peseta del Sexenio en plata. Año 1869

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En la contienda electoral para las Cortes Constituyentes, participaron todos los
grupos políticos que habían participado en La Gloriosa: unionistas (con Serrano),
progresistas y demócratas monárquicos, pero también grupos políticos minoritarios,
como republicanos (que estaban divididos en facciones), los unionistas dinásticos
(encabezado por Cánovas del Castillo, buscando el reinado del príncipe Alfonso, hijo de
Isabel II) y los carlistas. Vencieron en las elecciones la coalición revolucionaria:
progresistas, demócratas y unionistas; el resto simplemente tendrán un valor
testimonial.

El primer acuerdo de la Asamblea fue ratificar el poder del Gobierno Provisional


hasta redactar la nueva Constitución (asamblea constituyente), que recogiera los
principios fundamentales de la revolución; pero también se debía debatir ciertos puntos
problemáticos, como la forma de gobierno o libertad de cultos.

3.- La Constitución de 1869 y búsqueda de monarca.-

La nueva Constitución de 1869 consagra el liberalismo democrático o radical,


frente al doctrinario. Reconocía como forma de gobierno la monarquía constitucional
hereditaria, establecía claramente la división de poderes: legislativo que residía en las
Cortes bicamerales (Senado y Congreso de los Diputados), el ejecutivo en el rey (pero
ejercido por los ministros, que responderán ante el Parlamento, y que serían nombrados
por el monarca) y el judicial en los tribunales. Además recogía una mayor autonomía
local (cierta descentralización), una amplia declaración de los derechos (garantizados
por el derecho constitucional, como el de libertad personal, inviolabilidad de domicilio
y correspondencia, libertad de enseñanza, de industria, propiedad, etc.); entre estas
libertades aparecía por primera vez el derecho de los españoles a practicar, pública o
privadamente, cualquier religión.

Esta constitución fue la más liberal y la primera verdaderamente democrática de


las que se habían promulgado hasta entonces (la parte dogmática –la que recoge los
principios básicos- era más avanzada que ninguna otra, sin embargo en la parte orgánica
–cómo se organiza y se realiza- se mantenía en la línea de las anteriores de 1837, 1845 y
1856); preveía un desarrollo que cambiaría los ejes del sistema moderado imperante.

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“La Nación española, y en su nombre las Cortes Constituyentes,
elegidas por sufragio universal, deseando afianzar la justicia, la
libertad y la seguridad, y promover al bien de cuantos vivan en
España decretan y sancionan la siguiente Constitución …:

Artº 3.- Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la


autoridad judicial dentro de las veinticuatro horas siguientes
Artº 17.- Tampoco podrá ser privado ningún español: del derecho de
emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito.
Del derecho a reunirse pacíficamente. Del derecho a asociarse para
todos los fines de la vida humana que no sean contrarios a la moral.
Artº 21.- La nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la
religión católica. El ejercicio público o privado de cualquiera otro
culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en
España...
Artº 32.- La soberanía reside esencialmente en la Nación de la cual
emanan todos los poderes
Artº 33.- La forma de gobierno de la Nación española es la
Monarquía...
Artº 34. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes. El Rey
sanciona y promulga las leyes.
Artº 35.- El poder ejecutivo reside en el Rey, que lo ejerce por medio
de sus ministros.
Artº 36.- Los tribunales ejercen el poder judicial.
Artº 38.- Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores: el
Senado y el Congreso.
Artº 65.- El Congreso se compondrá de un diputado al menos por
cada cuarenta mil almas de población.

Constitución de 1869

Votada y aprobada la Constitución, esta reconocía la monarquía hereditaria, y se


nombró como Regente al general Francisco Serrano (liberal unionista) mientras se
buscaba un nuevo rey para España; el general Prim pasó a convertirse en Jefe del
Gobierno.

La tragedia fue la difícil búsqueda de un candidato para el trono español pues,


estando excluida la dinastía borbónica, cada partido de la coalición revolucionaria
pretendía nombrar a su candidato, que favorecería sus intereses particulares (el francés
duque de Montpensier –hijo de Luis Felipe de Orleans y casado con la hermana de
Isabel II-, don Fernando de Coburgo -viudo de la reina de Portugal-, el archiduque
prusiano Leopoldo de Hohenzollern, o incluso el propio general Espartero). Pero todos
estos candidatos alteraban el equilibrio internacional europeo, por lo que aumentó la
tardanza de la búsqueda de monarca y aumentó la duración del Gobierno Provisional,
permitiendo que creciera la oposición republicana y carlista.

Mientras se buscaba un nuevo monarca, la coalición política se tambaleaba por


los diferentes pretendientes de cada uno de los partidos al trono; a lo que se unió el
problema independentista iniciado en Cuba (con el Grito de Yara en octubre de 1868),
junto con los problemas de orden público surgidos a causa de sublevaciones de los

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republicanos en Andalucía (desengañados por la falta de soluciones para la cuestión
social y por la decisión del gobierno de defender el régimen monárquico). Finalmente
fue elegido Amadeo de Saboya frente a otros candidatos.

La búsqueda del nuevo rey según caricatura de La Flaca (julio


de 1869).Salustiano Olózaga (Ministro de Gobernación) busca
pretendientes al trono de España. Entre los personajes podemos
identificar a Isabel II, el pequeño Alfonso XII, Carlos VII
(pretendiente carlista) y el duque de Montpensier (cuñado de
Isabel II y que apoyo la revolución de 1868 ya que podía optar al
trono). Aparece un mono jaleando a Portugal, ya que la dinastía
de este país era la preferida por el ministro.

Prim busca a ciegas un régimen. Líderes políticos del Sexenio, según


una caricatura de la época

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4.- El reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873).-

Amadeo I

Amadeo de Saboya, duque de Aosta y segundo hijo de Víctor Manuel II (rey de


Italia y artífice la unificación italiana) cumplía todos los requisitos necesarios:
pertenecía a una casa real con tradición liberal, era católico y su elección no alteraba el
orden político europeo, pues no inquietaba ni a Francia ni a Prusia (las dos potencias
continentales europeas que se encontraban enfrentadas). Las Cortes españolas le
nombraron rey el 16 de noviembre de 1870, por un escaso margen de votos.

Mientras se dirigía a España se produjo el asesinato del general Prim, en


circunstancias que no llegaron a aclararse, que era el principal valedor del nuevo rey; de
este asesinato fueron acusados los carlistas, los que estaban a favor de la candidatura de
los Montpensier y los que estaban contra la independencia cubana (puesto que Prim
estaba a favor de ella). Con dicha muerte se deshizo la coalición de gobierno surgida en
1868.

Amadeo I ante el cadáver del general Prim en la basílica de Atocha, obra de Antonio Gisbert (1870)

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Amadeo llegó a Madrid el 2 de enero de 1871, sin su más firme apoyo (Prim), y
desde el primer momento se mostró dispuesto a cumplir escrupulosamente con el papel
de rey constitucional; pero las fuerzas políticas del régimen, divididas tras la muerte del
general Prim, fueron incapaces de asegurar la estabilidad política, a causa de la rápida
sucesión de gobiernos (progresistas, radicales y viejos unionistas) durante su reinado4.

Además en este contexto, encontramos la oposición de republicanos (opositores


por propia naturaleza a cualquier monarquía), carlistas (que habían recobrado
esperanzas de instalarse en el trono, tras el derrocamiento de Isabel II, pero que se
vieron truncadas con la aparición de Amadeo), los partidarios de una restauración
borbónica (en la figura del príncipe Alfonso -hijo de Isabel II-, liderados por Antonio
Cánovas del Castillo, seguidos por los moderados, que se denominaban Alfonsinos), y la
oposición de algunos miembros de la Iglesia (ya que Víctor Manuel II, padre de
Amadeo, había invadido territorios pontificios con la unificación italiana, por lo que fue
excomulgado, y además Amadeo propugnaba el principio de libertad religiosa y la
separación entre Iglesia y Estado); a ello se unían algunos sectores industriales (pues
pensaban que iba a llevar con una política económica que entendían que arruinaría la
industria española).

El 11 de febrero de 1873 (dos años después de su llegada), ante este panorama


tan poco alentador, Amadeo I, decepcionado por el curso que había tomado la política,
presentó su Acta de Abdicación de la Corona de España y regresó a Italia.

“Al Congreso: … Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años


largos ha que ciño la Corona de España, y la España vive en
constante lucha… es imposible atinar cuál es la (causa) verdadera, y
más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. Lo he
buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la
ley no ha de buscarla quien prometió observarla. … Estas son,
señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación,
y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció el voto nacional,
haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores”
Renuncia de Amadeo I

Ese mismo día, el Congreso y el Senado, reunidos en sesión conjunta (Asamblea


Nacional), proclamaron la Primera República, comenzando un nuevo periodo político
en España. Fue entonces cuando el gran orador Castelar pronunció su famoso epitafio:

"Señores diputados: Aquí, el partido republicano reivindica la gloria


que sería haber destruido la monarquía; no os echéis en cara la
responsabilidad de este momento supremo. No; nadie ha matado. Yo,
que tanto he contribuido a que llegase este momento, debo decir que
no siento, no, en mi conciencia, mérito alguno de haber concluido con
la monarquía. La monarquía ha muerto sin que nadie, absolutamente
nadie, haya contribuido a ello, mas que la Providencia. Señores, con
Fernando VII murió la monarquía tradicional, con la fuga de Isabel

4
Hay que recordar que en ocasiones no coincidían los gobiernos de un partido determinado con la
mayoría de este en las Cortes (Senado y Congreso), donde existían coaliciones temporales, que hacían
imposible a veces gobernar sin apoyo del legislativo.

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II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de
Saboya, la monarquía democrática. Nadie ha acabado con ella; ha
muerto por sí misma. Nadie trae la República; la trae una
conspiración de la sociedad, de la Naturaleza, de la Historia.
Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza
en el cielo de nuestra patria."

5.- La Primera República española (1873-1874).-

“Vacante el trono por renuncia de don Amadeo de Saboya, el


Congreso y el Senado, constituidos en Cortes soberanas, han
resumido todos los poderes y proclamado la República. A
consolidarla y darle prestigio han de dirigirse ahora los esfuerzos de
todas las autoridades que de este ministerio dependen. Se ha
establecido sin sangre, sin convulsiones, sin la más pequeña
alteración del orden y sin disturbios, conviene que se la sostenga para
que acaben de desengañarse los que la consideraban como
inseparable a la anarquía.

Orden, libertad y justicia: este es el lema de la República. … Se


contrariarían sus fines si no se respetara y se hiciera respetar el
derecho de todos los ciudadanos. Se le contrariarían sus fines, si no
se dejara amplia y absoluta libertad a las manifestaciones de
pensamiento y de conciencia; si se violara el más pequeño de los
derechos consignados en el Título 1º de la Constitución de 1869. La
insurrección deja de ser un derecho, desde el momento en que,
universal el sufragio, sin condiciones la libertad, y sin límite de la
autoridad real la soberanía del pueblo, toda idea puede difundirse y
realizarse sin necesidad de apelar al bárbaro recurso de las armas”

Comunicado del Ministerio de Gobierno (dirigido por Francisco Pi y Margall, a los


gobernadores civiles, proclamando la República.

Las Cortes proclamaron la República, que intentó consolidar el sistema


democrático iniciado en 1868, pero no lo logró en sus sólo 11 meses de vida. Esta
proclamación de la república fue el resultado de una alianza oportunista entre partidos
(radicales y republicanos), que tuvo un origen ilegal, en tanto que no era constitucional
la fusión de las dos cámaras (Congreso y Senado) para alterar la forma de gobierno. La
idea republicana partía con una serie de adversidades:

- no contaba con suficiente raigambre en el país (pues gran parte de los españoles
se seguían considerando monárquicos y el ejército también manifestaba su
descontento hacia la república),
- los grupos dirigentes no tenían experiencia de gobierno,
- no existían auténticos republicanos entre la clase política y
- los republicanos se encontraban divididos entre unitarios y federalistas.

No es que hubiese un mayoritario sentimiento republicano en el país, sino que


fue una búsqueda desesperada a la crisis provocada por la renuncia de Amadeo al trono.

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 11


No obstante las clases populares vieron en el nuevo régimen la posibilidad de solucionar
sus problemas.

Desde el primer momento el nuevo régimen se vio obligado a enfrentarse a


graves problemas que provocaron su inestabilidad y su fracaso, como la guerra carlista,
la guerra independentista de Cuba, el cantonalismo, etc. Todo ello aislaba al país del
ámbito internacional (sólo fue reconocida internacionalmente por los Estados Unidos,
Suiza, Costa Rica y Guatemala), en el que iba fraguándose el cambio de siglo, que
dejaría a España al margen de la influencia política en Europa.

Presidentes de la Primera República española (izqu.) y primer gobierno de la República (drch.)

La corta duración de los mandatos presidenciales de la República, dada por la


inexperiencia de gobierno de los presidentes y por la división republicana entre

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 12


unionistas (o unitarios) y federalistas, da una idea del clima de confusión en que se
desarrolló.

El 11 febrero de 1873 fue elegido como primer presidente de la república


Estanislao Figueras (unionista), que duró hasta el 11 de junio de ese mismo año;
periodo durante el que convocó Cortes constituyentes, para la redacción de una nueva
constitución, que definiera la nueva situación republicana.

Una vez constituidas las Cortes, la presidencia de la República recayó sobre


Francisco Pi y Margall (federalista5), que pretendía convertir a España, con un
proyecto constitucional6, en una república federal de 17 estados, al estilo americano o
suizo (entre estos estados federados aparecen Cuba y Puerto Rico, con el fin de acabar
con la guerra colonial). El proyecto de nueva constitución no pudo aprobarse, ya que la
falta de acuerdo entre republicanos de diferente signo no lo hizo posible, a lo que se
añadía el descontento general por la insurrección cantonal (cantonalismo), la guerra
carlista y las aspiraciones alfonsinas; todo ello obligó a suspender las Cortes y Pi y
Margall tuvo que dimitir el 18 de julio (sólo estuvo un mes y una semana). En cinco
meses se habían sucedido ya cinco gobiernos y dos presidentes.

“Art 1°. Componen la Nación española los Estados de Andalucía


Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla
la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia,
Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas,
según sus necesidades territoriales.
Art. 2. Las islas Filipinas, de Fernando Poo, Annobon, Corisco, y los
establecimientos de África, componen territorios que, a medida de sus
progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos [...].
Art. 39. La forma de gobierno de la Nación española es la República
federal.
Art. 40. En la organización política de la Nación española todo lo
individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal
es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo Nacional,
de la Federación [...].
Art. 92. Los Estados tienen completa autonomía económico-
administrativa y toda la autonomía política compatible con la
existencia de la Nación.
Art. 93. Los Estados tienen la facultad de darse una Constitución
política que no podrá en ningún caso contradecir a la presente
Constitución.
Art. 94. Los Estados nombran sus Gobiernos respectivos y sus
Asambleas legislativas por sufragio universal.
Art. 96. Los Estados regirán su política propia, su industria, su
hacienda, sus obras públicas, sus caminos regionales, su
beneficencia, su instrucción y todos los asuntos civiles y sociales que
no hayan sido por esta Constitución remitidos al Poder federal.”

5
Buscaba que cada estado tenga una constitución dentro de otra constitución mayor o federal a la cual se
han federado libremente.
6
Dicho proyecto constitucional fue redactado precipitadamente por Emilio Castelar en veinticuatro horas.

Hª de España Pedro J. Ponce de León© 13


Proyecto de Constitución de la Primera República (1873)

La segunda presidencia había sido un intento de imponer, desde arriba, la nueva


estructura federal, pero fracasó; por el contrario el cantonalismo se extendió con gran
rapidez por todo el país. Según los federalistas extremos, los cantones debían ser más
radicales y debían convertirse en las unidades políticas inferiores a partir de las cuales
se debería formar la federación española.

Caricatura de la República publicada en La Flaca en 1873.


Pi i Margall se ve desbordado por el federalismo,
representado en figuras infantiles ataviadas con los
distintos trajes regionales, mientras Castelar intenta poner
orden instruyendo a los alumnos.

Con todos estos acontecimientos se experimentó un giro hacia posturas más


conservadoras, iniciado por el nuevo presidente, el unitario Nicolás Salmerón
(unionista, que gobernó desde el 18 de julio hasta el 7 de septiembre), que ascendió al
poder con el apoyo de los monárquicos. Salmerón se mostró dispuesto a terminar con la
resistencia cantonal, para lo que contó con los generales más prestigiosos. Pero la
utilización de la fuerza del ejército le atrajo el ataque de la izquierda en las Cortes y
como no quiso firmar las penas de muerte, presentó su dimisión.

Fue sustituido por el gaditano Emilio Castelar (unionista), quien declaró el


federalismo fuera de la ley, dando un golpe de timón, suspendiendo durante tres meses
las Cortes y reforzando el poder militar, que luchaba contra los problemas cantonalista y
carlista (que había llegado a crear un nuevo Estado con capital en Estella y con
importantes partidas en zonas de Extremadura, Murcia, Castilla, etc.). La política de
Castelar estaba encaminada a asegurar el orden público y la unidad de España: el
problema cantonalista terminó con la rendición de Málaga y Cartagena (los dos últimos
cantones respectivamente), pero la República tuvo que seguir atendiendo al problema
cubano y a la guerra carlista.

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Cuando las Cortes se reunieron de nuevo en enero de 1874 todo parecía indicar
la vuelta de los federalistas, tras perder Castelar las elecciones; ante esto se produjo el
pronunciamiento del general Manuel Pavía (Capitán General de Madrid y amigo
personal de Castelar), quien disolvió las Cortes constituyentes.

El general Pavía disuelve las Cortes en 1874

La República agonizaba, aunque se prolongó hasta final de año con un nuevo


gobierno provisional bajo la presidencia de la República en manos del general
Serrano, quien restableció el orden público, controló a los carlistas y siguió la guerra
contra Cuba. Pero este gobierno tenía los días contados, al igual que la república, por su
propia provisionalidad.

El protagonismo de los jefes militares, cada vez más conservadores y poco


afines al republicanismo siguió en los meses siguientes y encauzó el final del régimen
hacia la restauración de la monarquía borbónica en la figura del príncipe Alfonso (hijo
de Isabel II); el general Martínez Campos dio un golpe de Estado en Sagunto en
diciembre de 1874 y proclamó rey a Alfonso XII (Antonio Cánovas del Castillo
consiguió su objetivo, aunque nunca lo quiso a través de un golpe de Estado). La
política en este tiempo había girado 360º y regresaba la monarquía borbónica, única
salida posible.

6.- Problemas del Sexenio.-

Los tres grandes problemas del Sexenio Revolucionario, no sólo de la república,


fueron los que le dieron fin:
a) La guerra de Cuba.- En 1868 hubo una insurrección armada iniciada por
Carlos Manuel Céspedes con el famoso Grito de Yara. Los Estados Unidos
apoyaron este intento independentista para que fuese un estado más; por lo
que mostraron su interés de compra a España, incluso Prim (buen conocedor
de la política colonial) pensó en venderla, debido al alto coste que suponía el
acabar militarmente con la independencia. La guerra se endureció y no
acabaría hasta 1898.
b) El problema carlista.- El Carlismo recobró fuerza y se organizó en torno a
Carlos VII (nieto de Carlos María Isidro), ya que estaban en contra de los

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tintes tomados en la revolución de 1868: pretendía ser candidato para el
trono español, era antirrepublicano y no aceptaba la causa alfonsina.
c) Cantonalismo.- Era un movimiento político partidario de un federalismo de
carácter radical (donde participaron los pequeños burgueses, aunque también
los anarquistas) de ciudades independientes que se federarían libremente,
como las polis griegas. Conformaba el Estado desde abajo hacia arriba. El
cantonalismo tuvo una gran influencia del movimiento obrero, sobre todo
anarquista (como en Alcoy). Comenzó y acabó en Cartagena, y se desarrolló
por el Levante y Andalucía (Cádiz, Sevilla, Málaga, etc.). El gobierno de la
república utilizó el ejército en esos duros momentos. Puso en crisis el
federalismo y la acabó con la propia república y robusteció el poder de los
militares.

Caricatura que refleja todo el periodo del Sexenio democrático

7.- Conclusión: ¿Éxito o fracaso de la revolución burguesa en España?.-

Esta es una cuestión compleja en la que no se ponen de acuerdo los


historiadores; unos se pronuncian por el fracaso, llegando a poner en duda que hubiese
una revolución burguesa, y otros, en cambio, a favor.
- No hay duda que se produjo una revolución política a medida que se iba
configurando el Estado liberal y los cambios políticos consiguientes: división
de poderes, soberanía nacional, existencia de partidos políticos,
reconocimiento de derechos individuales, sufragio universal (masculino),
universalidad del sistema fiscal, etc.
- La burguesía sí realizó su revolución, pero no la del campesinado o de las
clases bajas, ni tampoco se les tuvo en cuenta en su participación en las
decisiones más importantes que les concernían y mucho menos en el reparto
de los beneficios económicos que pudiera reportar el Nuevo Régimen.

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- En la práctica, esta revolución burguesa quedaba limitada al ejercicio del
voto, que en principio era restringido (censitario), aunque tras la Gloriosa se
convirtió en universal masculino (momento álgido de la democracia política
en ese siglo).
- Una revolución burguesa era incompatible con la popular; en el caso español
hacía a ambas, dado el carácter agrario de las oligarquías que dominaban la
vida política del país. Esto haría posible vislumbrar las causas de las
convulsiones sociales que acompañaron este periodo, vinculado a las
ideologías del socialismo y anarquismo.

ANÉCDOTAS DEL SEXENIO.-

"Buscad un rey y encontradle" le dijo un diputado republicano a Prim, a lo que la


minoría republicana se destornillaba de risa aplaudiendo en sus asientos. Prim tomó la
palabra y prosiguió: "Indudablemente es difícil hacer un rey, pero el señor Castelar,
que me ha aplaudido y yo se lo agradezco, no ha tenido presente que más difícil es
hacer una república en un país en que no hay republicanos”.

El primer presidente Figueras llegó a estar tan harto de los problemas políticos que un
día se fue de su despacho (había dimitido) y se dirigió directamente a París. Poco antes
de esta estampida reunió a sus partidarios y sus adversarios y les dijo solemnemente:
"Señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros".

Su segundo presidente Pi y Margall, describió de esta forma las decepciones que le


había dado la política: "Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo
codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi
confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre
agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no
buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien..."

El tercer presidente fue Nicolás Salmerón dimitió porque no estaba dispuesto a firmar
dos sentencias de muerte, pues iba en contra de sus principios. En efecto, en el
mausoleo del cementerio de Madrid donde está enterrado se puede leer: "Abandonó el
poder por no firmar una sentencia de muerte."

El cuarto, Emilio Castelar, cuando se hizo cargo del poder ejecutivo dijo en un discurso
en las Cortes: "Para sostener esta forma de gobierno necesito mucha infantería, mucha
caballería, mucha artillería, mucha Guardia civil…". Otra anécdota fue cuando dos de
los presidentes republicanos anteriores le preguntaron de forma irónica por el hecho de
no respetar la constitución con sus actos: “¿Qué ha sido de la Constitución federal?, a lo
que responde: “Esa, la quemasteis en Cartagena”, en referencia al cantonalismo.

Como hemos visto la inestabilidad de la primera república fue elevadísima, pero todavía
se puede exagerar. Así lo hacía la prensa francesa que estaba totalmente en contra de la
primera república española. En un periódico francés se leyó: "Se va restableciendo la
tranquilidad. Hoy no han sido asesinados más que tres generales y un obispo. En
Sevilla, fueron apedreados unos extranjeros. Pi y Margall amenazó a Castelar con un
revólver. El ex alcalde Rivero se naturalizó alemán."

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