Ensayo Ps. Comunitaria y Políticas Sociales

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

ENSAYO DE PSICOLOGÍA COMUNITARIA

La ausencia de coexistencia
entre la psicología comunitaria
y las políticas sociales.

Alumnos: Ángel Herrera Femenías y Francisca Yévenes Lizana

Escuela de Psicología/Facultad de Ciencias Sociales

Universidad Santo Tomás


Psicología Comunitaria

Docente:
María Romero Jeria
INTRODUCCIÓN

No cabe duda que la relación entre la psicología comunitaria y las políticas sociales
en nuestro país ha pasado por diversos momentos que oscilan entre acercamientos
y distancias, sin embargo es posible afirmar que hoy en día las últimas no pueden
existir sin las primeras y, el presente texto argumentativo tiene como objetivo
explicar esa simbiosis imperfecta que hay hoy en día entre ambas.

El presente ensayo utilizará la línea argumental de la narrativa y desarrollo de la


psicología comunitaria, a partir de los primeros acercamientos de la psicología
comunitaria hacia las políticas sociales, que datan originalmente de la década del
60’ pero que no fue sino hasta los años 80’ que ocurrieron las primeras
vinculaciones explícitas entre ambas áreas de atención colectiva junto al auge
socioeconómico de la época, ya que uno de los principales objetivos del gobierno
militar era erradicar la pobreza, la falta de alfabetización y la desigualdad (Alfaro y
Zambrano, 2009) y, los aportes de la psicologīa comunitaria hacia el cumplimiento
de dichos objetivos estaba comenzando a mostrarse bajo la luz pública.

Dicha línea argumental irá acompañada de la descripción de cómo dichos


acercamientos eventualmente implicaron la entrada de psicólogos y psicólogas al
mundo del desarrollo social público, donde normalmente sólo se veían trabajadores
sociales, ingenieros, administradores, etcétera. En ese contexto los últimos en hacer
ingreso en los equipos interdisciplinarios fueron los psicólogos, lo que tuvo
consecuencias importantes que representan el fin último del presente texto, pues la
recuperación y revalorización del paradigma de la psicología comunitaria es el
motivo ulterior tras el objetivo planteado en el primer párrafo, esto pues la psicología
comunitaria desde sus inicios postula aristas completamente diferentes, que ya
venían sentando precedentes desde antes de la dictadura. Diferentes desde el
pluralismo y la capacidad de visión trascendental de la disciplina, por tanto para todo
aquél interesado en complementar sus argumentos respecto al tema, el presente
texto será de utilidad.
DESARROLLO

Ahora bien, es importante comprender que el funcionamiento del sistema de


políticas públicas arcaico con el cual se vieron enfrentados los primeros psicólogos
comunitarios que hicieron ingreso a dicho sistema, era completamente diferente a lo
que su disciplina predicaba, debido a que las políticas públicas de aquellos tiempos
eran más bien monofocales, curativas, de recursos sumamente limitados y carentes
de visión tridimensional. Esto complementado con el nuevo desafío de formar parte
de estos equipos interdisciplinarios, cuyo objetivo era el abordaje hacia los
problemas sociales desde una nueva perspectiva que considerase elementos
intangibles en la balanza, no fue sino un motivante para los responsables de estos
primeros acercamientos reales entre ambos hemisferios de lo social.

Lamentablemente los intentos realizados en dictadura no se caracterizaron por ser


fructíferos, por tanto la psicología comunitaria aplicada en políticas sociales en Chile
tuvo una verdadera influencia en la década de los 90, debido a que la
institucionalización de la carrera comenzó en los 80, por lo tanto comenzamos a ver
a los primeros especialistas en el área aportando con sus conocimientos en lo
público una década más tarde, esto marca un punto de inflexión importante pues la
psicología comunitaria y las políticas sociales durante los años previos a la dictadura
aún mantenían una distancia importante, en los 80 se puede observar en los
encargados de las políticas sociales una clara intención de incluir a la psicología
comunitaria dentro de las disciplinas necesarias en los equipos de trabajo, no
obstante ello en los 90 pudo verse materializado todo este camino, resultado de la
institucionalización e inclusión de la disciplina psicológica en el área pública.

Junto a lo descrito en el acápite anterior, es posible observar que la simbiosis teórica


entre la psicología comunitaria y las políticas sociales aún se mantiene en calidad de
meta u objetivo y no ha logrado de manera absoluta unificarse como narrativa, pues
aún es posible ver una incongruencia importante entre los principios de la psicología
comunitaria y, cómo y para quién intervienen realmente las políticas sociales, puesto
que en los años 90 el retorno a la democracia tenía ciertos lineamientos y
paradigmas sobre cómo debían funcionar las políticas sociales que no
necesariamente respetaban los lineamientos comunitarios, desde un punto de vista
estratégico y utilitario. Este argumento merece algo más de profundización teórica y,
para ello, la piedra angular escogida por quien escribe será el constructivismo,
debido a que el espíritu y fundamento constructivista que respalda a la psicología
comunitaria es justamente aquel que la distingue y aparta del paradigma estratégico
de las políticas sociales noventeras.

Es por ello que el postulado sobre la incongruencia entre la psicología comunitaria y


las políticas sociales aún tiene resonancia, ya que el retorno a la democracia y la
sociedad post dictadura, buscaban abordar los problemas sociales desde lo
preventivo, desde lo específico y no acudían a lo comunitario específicamente a la
hora de considerar los problemas sociales y sus posibles soluciones. Esto trae como
consecuencias realidades sociales que incluso la sociedad actual intenta solventar.

¿Cómo se traduce la problemática?, pues se observa intervención a intervención, ya


que ocurren desde un foco de acción más bien micro y considerando lo comunitario
sólo de forma accesoria. Esto ha ocasionado una cultura de políticas públicas con
una reducción de miras, es decir, la visión estatal dirigida hacia las necesidades
sociales es absolutamente miope debido a que su foco de atención (herencia de la
cultura capitalista ochentera pinochetista) está en satisfacer necesidades inmediatas
y no en el desarrollo de verdaderas políticas públicas que fueran transversales y a la
vez longitudinales, ocasionando a su vez un síndrome de individualismo importante
en un área teóricamente enfocada en el colectivo.

Por otra parte existe una desconexión mayor entre quienes intervienen y los
destinatarios, puesto que los primeros actúan con órdenes y directrices provenientes
del estado las cuales se enfocan en demandas que son elaboradas en una oficina,
lejos del lugar donde los destinatarios viven y se desarrollan, creando una brecha
entre los encargados y los afectados propiamente tal. Esto genera una realidad
dificultosa para aquellos pertenecientes a los grupos que precisamente pretende
asistir una política social, ya que por una parte se encuentran con un Estado que
actuando como Estado Benefactor pretende solucionar alguna problemática, pero
todo ello lo realiza desde la distancia y la ausencia del diálogo con ellos mismos, los
destinatarios y supuestos beneficiarios.
Es así como se evidencia que la ausencia del paradigma comunitario está afectando
de manera drástica con el problema en sí, pues el Estado necesita que los
psicólogos actúen de acuerdo a orientaciones asistenciales y otorguen atenciones
curativas, cuando en realidad la formación comunitaria predica algo diferente, más
bien construccionista y enfocado en el impulso comunitario desde la misma
comunidad, escuchando y dialogando con quienes la componen.

Ahora bien, en la actualidad el país se encuentra enfrascado en una realidad


heredada de los gobiernos concertacionistas, una herencia que dejó rastros como
por ejemplo el concepto de “grupos vulnerables”, ubicado al centro de toda política
social e incluso siendo el objetivo de la existencia misma de algunas instituciones
públicas. Sin embargo, todo esto ha ido evolucionando y alcanzando nuevas
realidades considerando variables como las denominadas intangibles. Esto trajo
consigo un aumento en la inversión en desarrollo humano, lo que cambió
radicalmente el alcance de las políticas sociales. Junto a ello el crecimiento de la
psicología comunitaria aporta nuevas teorías y paradigmas hacia lo público como
por ejemplo el enfoque de riesgo social, cuya consideración es hacia las personas,
sus inseguridades y riesgos en general. A partir de lo anterior, la vulnerabilidad
también ocupa un lugar relevante pues implica “la probabilidad de que una persona
o familia esté expuesta a enfrentar eventos de quiebre que la afecten y lleven a una
declinación de su bienestar” (Alfaro y Zambrano, 2009).

Estos cambios y progresos conseguidos a través del paradigma comunitario no son


sino la confirmación que la forma óptima de abordar las problemáticas sociales en
general es considerando al colectivo, sus características intangibles y, por supuesto,
su salud mental. Sin embargo surge una realidad desafortunada pues los programas
actuales tienden a regresar a enfoques individuales basados en necesidades
específicas, dejando lo colectivo y comunitario sólo en programas temporales y
especiales.
CONCLUSIÓN

1. para desarrollar políticas sociales efectivas que utilicen los lineamientos de la


psicología comunitaria en Chile, es esencial encontrar un equilibrio entre
diferentes aspectos. Es necesario reconocer la interacción entre lo individual
y lo colectivo, comprendiendo que los individuos están influidos por su
entorno y contexto social. Las políticas deben considerar tanto las
necesidades individuales como las del grupo, promoviendo la participación
activa de la comunidad en la toma de decisiones y la implementación de las
políticas.

2. Se debe buscar un equilibrio entre la prevención y la intervención. En lugar de


centrarse únicamente en la solución de problemas una vez que han surgido,
es fundamental implementar estrategias preventivas que aborden las causas
subyacentes de los problemas sociales y promuevan el desarrollo comunitario
sostenible.

3. La autodeterminación y la colaboración también son aspectos cruciales.


Reconociendo la capacidad de las comunidades para identificar sus propias
necesidades y soluciones, las políticas sociales deben fomentar la
participación activa de la comunidad y promover la colaboración entre los
miembros de la comunidad, las organizaciones y el gobierno.

4. Finalmente, se debe encontrar un equilibrio entre la diversidad y la equidad.


La diversidad cultural y social debe ser reconocida y valorada, y las políticas
sociales deben garantizar la equidad en el acceso a los recursos y
oportunidades. Esto implica sensibilidad a las diferencias culturales y
sociales, y asegurar que todos los miembros de la comunidad tengan
igualdad de oportunidades para participar y beneficiarse de las políticas
implementadas.
Referencias

Alfaro. J, Zambrano. Alba, (2009), Psicología Comunitaria y políticas sociales en


Chile, Psicología & Sociedade.

También podría gustarte