2019 10 08 SentCsjsfDorta
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2019 10 08 SentCsjsfDorta
21-05093351-9
En la ciudad de Rosario, a los ocho días del mes de
octubre del año dos mil diecinueve se reunieron en acuerdo
los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la
Provincia, doctores Daniel Aníbal Erbetta, Rafael
Franscisco Gutiérrez y Eduardo Guillermo Spuler con la
Presidencia de su titular doctora María Angélica Gastaldi
a efectos de dictar sentencia en los autos caratulados
“DORTA, DIEGO RAUL contra FRIMETAL S.A. -DEMANDA LABORAL-
(EXPTE. 130/14 -CUIJ N°21-05093351-9) sobre RECURSO DE
INCONSTITUCIONALIDAD (EXPTE C.S.J. CUIJ 21-05093351-9)”. Se
resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones:
PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?; SEGUNDA: en
su caso, ¿es procedente?; y TERCERA: en consecuencia, ¿qué
resolución corresponde dictar?. Asimismo, se emitieron los
votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o
sea, doctores Spuler, Gutiérrez, Gastaldi y Erbetta.
A la primera cuestión -¿es admisible el recurso
interpuesto?- el señor Ministro doctor Spuler dijo:
Mediante resolución registrada en A. y S. T. 287
pág. 373/374 esta Corte admitió la queja por denegación del
recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el actor
contra la sentencia de fecha 14 de diciembre de 2016,
dictada por la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo
Laboral de la ciudad de Rosario, al considerar, desde una
apreciación mínima y provisoria propia de ese estadio, que
la postulación del recurrente, contaba prima facie con
suficiente asidero en las constancias de autos e importaba,
desde el punto de vista constitucional, articular con
seriedad un planteo idóneo para franquear el acceso a la
instancia de excepción intentada.
En el nuevo examen de admisibilidad que prescribe
el artículo 11 de la ley 7055, efectuado con los autos
principales a la vista, he de propiciar la confirmación del
criterio sustentado por este Cuerpo en aquélla oportunidad,
oído lo dictaminado por el señor Procurador General (fs.
195/202).
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor
Gutiérrez, la señora Presidenta doctora Gastaldi y el señor
Ministro doctor Erbetta expresaron idéntico fundamento al
expuesto por el señor Ministro doctor Spuler y votaron en
igual sentido.
A la segunda cuestión -en su caso ¿es procedente?- el
señor Ministro doctor Spuler dijo:
1. Surge de las constancias de autos -en lo que es de
estricto interés al caso- que el señor Diego Raúl Orta inició
demanda laboral contra FRIMETAL S.A. a efectos de percibir
las indemnizaciones previstas en la Ley de Contrato de
Trabajo, como así también las que se fijen por daño material
y moral, con más intereses y costas, por haber incurrido la
parte demandada en actos discriminatorios contra su parte en
clara violación de la normativa vigente en materia de los
derechos de las personas con discapacidad (Constitución
Nacional, Pactos y Tratados sobre Derechos Humanos,
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad ratificada por la ley 26378, Convención
Interamericana contra la Discriminación de las Personas con
Discapacidad ratificada por ley 25280. Convenio 111 OIT, Ley
23592, Ley Contrato de Trabajo y demás vigentes y
concordantes).
Afirmó que ingresó a trabajar como dependiente de
Frimetal S.A. el 13.02.2006, laborando como jefe de turno y
que durante un viaje junto a su familia sufrió un accidente
automovilístico que le produjo ceguera en ambos ojos. Relató
toda la actividad de rehabilitación y capacitación que
realizó a fin de lograr su autovalimiento y autonomía para
insertarse en la vida social, familiar y laboral, siendo un
objetivo claro el conservar su trabajo.
Manifestó que en fecha 21.10.08 la patronal le
comunó que vencía el plazo de licencia paga y que entraba
en el año de reserva del puesto de trabajo sin percibir
salarios (art. 211 L.C.T.), a raíz de lo cual acordaron con
el jefe de personal un tiempo de capacitación hasta el mes
de febrero de 2009, en tanto, la empresa adaptaba el puesto
de trabajo. Añadió que en fecha 4 de marzo de 2009,
culminado su período de rehabilitación y estando en
condiciones de reincorporarse a tareas acordes, remite a su
empleadora un telegrama solicitando le otorgue labores
conforme a su capacidad residual, lo que reiteró en fecha 6
de abril de 2009. Frente a ello, afirmó que el 16 de abril
de ese año la demandada contestó no contar con un puesto de
trabajo como el solicitado y consideró extinguida la
relación laboral, lo que fue rechazado por su parte,
calificando al despido como discriminatorio.
Corrido traslado de la demanda la accionada
manifestó, en esencia, que todos los preparativos para
adaptar un puesto de trabajo se frustraron ante la
interrupción intempestiva del plazo previsto en el artículo
211 de la Ley de Contrato de Trabajo en forma unilateral
por el actor, ya que no estaban listas las condiciones
necesarias para recibirlo nuevamente, no quedando a juicio
de la empresa otra opción que interrumpir el vínculo e
indemnizar al señor Dorta conforme el artículo 247 de la
LCT.
En fecha 26 de julio de 2013 la Jueza de Primera
Instancia en lo Laboral de la Octava Nominación de la
ciudad de Rosario resolvió hacer lugar parcialmente a la
demanda, condenando a FRIMETAL S.A. a pagar las diferencias
indemnizatorias reclamadas, atento que el actor debió
percibir una indemnización idéntica a la prevista por el
art. 245 de la LCT (Conf. art. 212, 3er párrafo) y no la
reducida que establece el segundo párrafo del ese precepto
legal. A su vez desestimó el pedido de indemnización por
daño moral, al no tener por demostrado que la empleadora
hubiera incurrido en una conducta discriminatoria en los
términos de la ley 23592; desestimando igualmente el daño
psicológico solicitado ante la falta de su acreditación.
Recurrida dicha sentencia por ambas partes, la Sala
Segunda de la Cámara de Apelaciones en lo Laboral resolvió
desestimar los recursos interpuestos.
2. Contra este pronunciamiento interpone el actor
recurso de inconstitucionalidad por entender que el mismo
carece de motivación suficiente y soslaya derechos de
raigambre constitucional y supra legal, en especial el
artículo 14 bis, 16 y 17 de la Constitución nacional; la
Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad,
ratificada por ley 26378 y elevada a rango constitucional por
ley 27044 y Convención Interamericana contra la
Discriminación de las Personas con Discapacidad (ley 25280).
En el memorial recursivo el impugnante cuestiona a la
Alzada por resolver que el despido que dispuso la empleadora
no fue discriminatorio por materia de discapacidad. Así,
critica a la Sala por no realizar una aplicación armónica de
la legislación vigente, considerando irrestrictamente el
artículo 212 de la ley 20744 sin confrontarlo con lo normado
por las Convenciones de rango superior.
Discrepa el recurrente con los sentenciantes por
sostener que no “aportó un indicio razonable” a los fines de
crear una “creencia racional sobre la existencia del acto
denunciado” y estimar que las aseveraciones de la accionada
por las que dijo haber evaluado la posibilidad de generarle
un puesto de trabajo acorde a su capacidad -sin acreditarlo-,
demostraron la buena fe de la patronal.
Agrega que dicha argumentación contradice lo resuelto
al concluir que la demandada no acreditó la imposibilidad de
asignarle tareas compatibles con su aptitud física, por lo
que debía percibir la indemnización del artículo 245 de la
Ley de Contrato de Trabajo.
Señala el compareciente que el Tribunal, agravando la
mentada contradicción, omitió ponderar que luego de haber
intimado a FRIMETAL S.A. para que le otorgue trabajo tras
once meses de licencia, ésta, en vez de comunicarle las
medidas que estaba realizando al efecto, lo despidió en los
términos del segundo párrafo del artículo 212 de la ley
20744.
Resalta la arbitrariedad del fallo impugnado por
convalidar la conducta de la empleadora que incurrió en un
despido discriminatorio y afirma que de haber analizado la
Sala dicho comportamiento a la luz de la referida
legislación de nivel constitucional, hubiera constatado que
aquélla no acreditó -como dijo- haber intentado o realizado
los “ajustes razonables” que la normativa aplicable
requiere.
3. El recurso extraordinario deducido -se adelanta-
ha de prosperar.
Ello así, ya que si bien el planteo del
compareciente remite al examen de cuestiones de hecho,
prueba y derecho, las que en principio no autorizan la
apertura de la instancia de excepción prevista en la ley
7055 por ser materia ajena -como regla y por su naturaleza-
a la instancia extraordinaria (cfr. entre muchos otros, A.
y S. T. 99, págs. 102 y 179; T. 100, pág. 251; T. 101, pág.
408; en sentido análogo, Fallos: 297:29; 300:1049;
301:1062; 302:1030, etc.); esto no resulta óbice para
declarar procedente el recurso, cuando se ha omitido dar un
tratamiento adecuado a la controversia de acuerdo a los
términos en que fue planteada y a la prueba aportada, a la
luz del derecho aplicable (A. y S. T. 236, pág. 293; y
doctrina de Fallos 311:1656, 2547; 317:768, entre otros).
Máxime cuando están en juego derechos que son objeto de
especial tutela, tal como sucede, a mi entender, en el sub
lite.
En efecto, la postulación recursiva del actor gira
-en esencia- en torno a la decisión de la Sala que
consideró como “no discriminatorio” su despido, no haciendo
lugar por ello a la indemnización reclamada con sustento en
la ley 23592, en normas Constitucionales y supra legales
que menciona; afirmando que lo resuelto al respecto resulta
arbitrario e inconstitucional al aplicar de manera
irrestricta el artículo 212 de LCT, sin pasar por los límites
impuestos, en el caso de personas con discapacidad, por el
orden jurídico aplicable de rango legal, constitucional y
convencional.
De la confrontación de dicho planteo, con lo resuelto
por la Alzada, a la luz de los antecedentes obrantes en
autos, se advierte que asiste razón al compareciente, desde
que los sentenciantes efectuaron un análisis parcializado de
la litis, en especial de las pruebas aportadas, ignorando
constancias decisivas para arribar a una correcta solución
del caso, conforme las pautas orientadoras que surgen de la
ley 23592 y del bloque constitucional y supra legal que
evidencian una especial protección a efectos de garantizar el
derecho de todo ser humano a no ser discriminado.
Así vemos que la Sala al tratar el agravio del actor
vinculado al rechazo en baja instancia de la indemnización
del daño moral -por entender la Jueza a quo que a la luz de
lo dispuesto por la ley 23592 “no se configuró una
discriminación por parte de la empleadora”-, enfocó en un
principio correctamente el tema de la prueba en casos como el
presente, puntualizando los sentenciantes -con cita de
jurisprudencia- que el accionante debe aportar “un indicio
razonable” sobre el motivo discriminatorio, lo que crea una
presunción judicial que invierte la carga probatoria
trasladando la misma al demandado quien debe probar motivos
distintos a la discriminación.
Esta postura, cabe aclarar, se corresponde con lo ya
señalado por esta Corte in re “Salas” (A. y S. T. 266, pág.
489), con cita del fallo “Sisnero” (del 20 de mayo de 2014)
de la Corte Suprema de Justicia de Nación, en cuanto a que
“la discriminación no suele manifestarse de forma abierta y
claramente identificable, de allí que su prueba con
frecuencia resulte compleja. Lo más habitual es que la
discriminación sea una acción más presunta que patente, y
difícil de demostrar ya que normalmente el motivo subyacente
a la diferencia de trato está en la mente de su autor”. Y
que en estas situaciones, para la parte que invoca un acto
discriminatorio, es suficiente con “la acreditación de
hechos que, prima facie evaluados, resulten idóneos para
inducir su existencia, caso en el cual corresponderá al
demandado a quien se reprocha la comisión del trato
impugnado, la prueba de que éste tuvo como causa un motivo
objetivo y razonable ajeno a la discriminación” (ver en
igual sentido “Pellicori” Fallos 334:1387).
Sin embargo, a la hora de valorar la Alzada esos
indicios y motivar su decisión de desestimar el agravio del
actor, incurrió en una fundamentación aparente, pues en su
razonamiento omitió considerar circunstancias esenciales,
que fueron debidamente acreditadas y que no podían ser
ignoradas a efectos de arribar a una justa solución de la
causa en el especial marco normativo implicado; como así
también desconoció lo afirmado en la propia sentencia al
entender que correspondía abonar la indemnización prevista
en el artículo 245 de la LCT.
Ello así pues, por un lado, en el fallo atacado al
rechazar la apelación de la demandada se afirmó que: el
actor al momento de intimar el reintegro a tareas acordes a
su capacidad se encontraba en condiciones de reinsertarse
laboralmente; que en virtud de que el actor no estaba en
condiciones de realizar las tareas que cumplía como
consecuencia del accidente sufrido, el empleador debía
asignarle otras tareas que pudiera efectuar; que la carga
de la prueba respecto a que no existían en la empresa
tareas acordes a la capacidad del trabajador recaía sobre
la patronal, quien debía acreditar y no lo hizo la
imposibilidad de asignarle al actor tareas adecuadas a su
capacidad sobreviniente; que, conforme a las constancias de
autos el actor se encontraba en condiciones de volver a
prestar tareas y la empleadora no probó no tener tareas que
pudiera realizar conforme a su aptitud física. Pero, por
otro lado, al tratar el agravio del actor esto no fue
tenido en cuenta como indicios razonables a la hora la
evaluar un posible despido discriminatorio basado en la
discapacidad visual de Dorta, con la consiguiente inversión
de la carga probatoria, lo que denota un razonamiento
contradictorio en los distintos tramos del pronunciamiento.
A ello se suman importantes omisiones que
descalifican la sentencia cuestionada, dado que no se
consideraron determinadas circunstancias acreditadas en autos
que también sirven como indicios en favor de las alegaciones
del accionante -y que algunas fueron señaladas por éste desde
el momento de demandar-, como ser, el llamativo silencio de
la empleadora ante la primera intimación formulada por el
trabajador solicitando tareas acordes (artículo 211, primer
párrafo LCT); que trascurrido un mes sin respuesta de ningún
tipo Dorta reiteró la intimación y que como respuesta a ésta
la empleadora procedió sin mas trámite a considerar
extinguido el vínculo invocando no contar con un puesto de
trabajo como el solicitado; que conforme afirmó la Jueza de
Primera Instancia la accionada ha “mantenido una actitud
ociosa en la adaptación de un puesto de trabajo a las
necesidades físicas del actor”; que el jefe de personal sólo
afirmó ante el perito “que se pensó en que se podía adaptar
un puesto administrativo con manejo de PC en el sector compra
o post venta; pero que ello requiere un tiempo de reforma y
complementación de todo el proceso administrativo y técnico
del sistema de computación y que ello llevaría un tiempo
prolongado de estudio y adecuación”, pero que no aportó
prueba alguna al respecto, ni siquiera de haber intentado
realizar conductas positivas tendente a lograrlo; que de las
constancias de autos surge que el actor efectuó un intenso
trabajo de rehabilitación para poder reinsertarse a la
empresa logrando independencia y autonomía (fs. 53/54) y que
como todos los jueces que intervinieron en la causa lo
reconocieron, se encontraba en condiciones de hacerlo en
tareas acordes a su capacidad; que la demandada sostuvo al
contestar la demanda que “se afrontaba el inconveniente que
el actor tenía un puesto importante...con una remuneración
superior a la media, y no merecía ser asignado a tareas
menores...” cuando Dorta solo requirió volver a trabajar en
un puesto acorde a su capacidad, pero sin pretensiones de
ninguna índole. A lo que se suma que la demandada ni
siquiera se preocupó por probar haber intentado realizar
algún tipo de ajuste razonable en consonancia con las
exigencias del contexto jurídico que rige el presente a
efectos de demostrar que su conducta no obedeció a una
actitud, en definitiva, discriminatoria.
Y, sin lugar a dudas, la omisión de valorar la
totalidad de la prueba incorporada a la causa -a la luz de
los principios y directrices legales, convencionales y
constitucionales aplicables- deja sin sustento suficiente
la afirmación de la Sala respecto a que “la accionada no se
desentendió de la situación personal del actor” no
considerando su conducta reprochable en los términos de la
ley 23592. Es que una correcta ponderación del caso exigía
un plus en la motivación de la Sala en donde verdaderamente
sopesara la totalidad de las cuestiones en juego y evaluara
si la empleadora acompañó prueba suficiente respecto a que
su conducta tuvo un motivo razonable y objetivo ajeno a
toda discriminación (ver Fallos 334:1387), a efectos de
evitar que el derecho fundamental que le asiste al actor no
se mutile o aniquile injustificadamente.
Por último, resta agregar que aun cuando en general
el empleador tenga la posibilidad de producir un despido
aun sin tener causa justificada aplicando el art. 245 de la
LCT, esa posibilidad se encuentra limitada si se está
encubriendo una conducta discriminatoria. Ello así, pues
atendiendo a los bienes que deben protegerse en estos
casos, corresponde respetar las directivas que surgen del
bloque normativo superior protegiendo al empleado en
situación de vulnerabilidad, máxime cuando ha buscado y
logrado su recuperación, aunque sea limitada. Por ello, en
casos como el presente, el artículo 212 de la LCT no puede
ser analizado en forma aislada, sino dentro del contexto
jurídico que lo alcanza, tal los convenios internacionales
con nivel constitucional (art 75, inc. 22 CN) o supra legal y
demás normas constitucionales y de derecho interno (entre
ellas, Constitución Nacional, y Provincial, ley 23592, ley
25280-Convención Interamericana contra la Discriminación de
las Personas con Discapacidad-, ley 26378 -ratifica la
Convención Interamericana sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad-, etc).
Por todo lo expuesto, la sentencia recurrida, en lo
que fue materia de agravio, no aparece como una derivación
razonada del derecho vigente acorde a las circunstancias
comprobadas de la causa, lo que la descalifica como acto
jurisdiccional válido.
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión el señor Ministro doctor
Gutiérrez, la señora Presidenta doctora Gastaldi y el señor
Ministro doctor Erbetta expresaron idénticos fundamentos a
los expuestos por el señor Ministro doctor Spuler y votaron
en igual sentido.
A la tercera cuestión -en consecuencia ¿qué
resolución corresponde adoptar?- el señor Ministro doctor
Spuler dijo:
Atento al resultado obtenido al tratar la cuestión
anterior corresponde declarar procedente el recurso
interpuesto y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada
en lo que fue materia de agravio, con costas al vencido
(artículo 12, ley 7055). Remitir los autos al Tribunal
subrogante que corresponda para que dicte nuevo
pronunciamiento al respecto.
Así voto.
A la misma cuestión el señor Ministro doctor
Gutiérrez, la señora Presidenta doctora Gastaldi y el señor
Ministro doctor Erbetta dijeron que la resolución que
correspondía dictar era la propuesta por el señor Ministro
doctor Spuler y así votaron.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede,
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESOLVIÓ:
Declarar procedente el recurso interpuesto y, en
consecuencia anular la sentencia impugnada en lo que fue
materia de agravio, con costas al vencido. Remitir los
autos al Tribunal subrogante que corresponda para que dicte
nuevo pronunciamiento al respecto.
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto firmando la señora
Presidenta y los señores Ministros por ante mí, doy fe.
FDO.: GASTALDI - ERBETTA - GUTIÉRREZ - SPULER -
FERNÁNDEZ RIESTRA (SECRETARIA).