La Pregunta Por El Lazo Social en El Dis
La Pregunta Por El Lazo Social en El Dis
La Pregunta Por El Lazo Social en El Dis
la pregunta por
el lazo social en
el discurso del
psicoanálisis.
algunas
consideraciones
sobre el estatuto de
lo heterogeneo y la
figura del asocial
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ
PÁGINAS 125 - 146
1 Ver Lecturas de psicoanálisis (2012) donde se reunieron las lecciones que dictó Oscar Masotta en Barcelona a partir de 1975.
2 A propósito de la consigna del retorno a Freud puede verse la conferencia que el propio Lacan dicta en Viena en 1957, titulada “La cosa freudiana, o sentido del retorno a Freud
en psicoanálisis” en Lacan, J., Escritos I, Siglo XXI, Bs. As., 2014.
3 Me refiero a una cierta “afinidad filosófica” o “actitud epistemológica afín” (para decirlo con una expresión que Althusser reservaba para la relación psicoanálisis-materialismo
histórico) en la que habría que profundizar en adelante. Me limito aquí a señalar un punto de contacto posible entre el discurso del psicoanálisis y sus “otros”, como la teoría crítica,
aunque desde luego no en detrimento de toda una tradición sociológica clásica, que ha pensado los “desajustes” de la modernidad bajo la forma aporética individuo-sociedad
(actor-estructura, sujeto-sistema, etc.), tradición que se abre ciertamente con Marx (y habría que decir, en el Marx que produce Althusser en su lectura estructuralista) pero también
con Simmel (por ejemplo, en la figura del extranjero), e incluso con el estructural-funcionalismo en su preocupación por los “desvíos” y la anomia. Sin dejar de tener en cuenta
todas estas alusiones posibles, es que quisiera limitarme a describir en qué puntos la noción de lazo que es posible encontrar en el psicoanálisis puede aportar a una teoría crítica
de la sociedad.
4 De allí que el retorno a Freud se juegue también en una lectura desplazada de sus conceptos; nociones ciertamente ya trabajadas por una segunda y tercera generación de
analistas que, según Lacan, se había encargado de “psicologizar” de manera lamentable a Freud. En este sentido, la recepción del psicoanálisis en el pensamiento posestructu-
ralista –en particular, en Derrida– sería digna de mención.
Psicoanálisis y filosofía política. ¿Podría existir un lazo igualitario o recíproco? ¿Cómo explicar la imposibi-
lidad de pensar una relación entre sujetos libre de limitaciones y de violencia? Pero antes de eso, incluso, ¿hay
lo que llamamos “la sociedad”?
A propósito de esta última pregunta, que será el disparador para pensar luego la idea de una parte heterogé-
ADENTRO nea al mismo tiempo que constitutiva de todo orden social (precisamente como aquella que le hace obstáculo
al Uno de la sociedad), Jacques-Alain Miller dice:
Discurso y lazo. La idea de discurso es frecuentemente evocada por Lacan especialmente en sus últimos
seminarios. Discurso, desde esta perspectiva, quiere decir estructura, aparato, relación. Un discurso, enton-
ces, caracteriza lo que hace lazo. La sociedad [es] un sujeto supuesto que suscita nuestra confianza, aunque no tengamos la menor idea de cómo se sostiene y cómo funciona.
Vivimos en medio del sujeto supuesto saber sin pensar en este acto de fe –que no está referido a la divinidad, sino a la divinidad social–. Hacemos
Llevado al límite, diríamos que entre discurso y lazo hay un signo de igualdad. De ello se desprenderían –aun-
un acto de fe en la sociedad. (Miller, 2005: párr. 14)
que no sin las mediaciones necesarias– dos conclusiones: 1) que el discurso es algo más que las palabras, es
decir que las excede; 2) que si el discurso es lo que hace lazo, entonces de lo que se trata en el discurso es
de una relación. La pregunta que sigue a esto sería ¿una relación entre qué y qué?
Esto es lo que ya muchas corrientes del pensamiento filosófico contemporáneo han tratado de mostrar: que hay
En términos topológicos, puede decirse que se trata de una relación entre términos comandados por lugares. algo excesivo, en tanto que ilusorio, cuando decimos sociedad.
Tenemos entonces, en la terminología de Lacan, un aparato, objetos y lugares. Dicho en otras palabras: lo que
¿Cómo explicar ese núcleo conflictivo –o dislocación constitutiva, para decirlo en un vocabulario más próximo
nos muestra un discurso es que la posición del sujeto es relativa al lugar ocupado por diferentes objetos. Y
a la filosofía política– que estaría en la base de todo arreglo estructural y que volvería imposible el cierre o la
en efecto, podría decirse que cada discurso -de los cuatro que Lacan plantea en su seminario El reverso del
sutura de lo social?
psicoanálisis: discurso del amo, discurso de la histérica, discurso universitario y discurso del analista- depende
de la posición que los distintos elementos simbólicos (con ello nos referimos a lo que Lacan sitúa como: sujeto Ernesto Laclau, en un texto titulado “Muerte y resurrección de la teoría de la ideología” (2006) se ocupa de ana-
barrado, objeto a, significante amo, significante saber) ocupen en el aparato. lizar esta lógica de los procesos discursivos y la centralidad que éstos tienen en la constitución de los vínculos
sociales. ¿Qué cruces y qué divergencias puede entablar esta perspectiva con el discurso del psicoanálisis?
Ahora bien, la particularidad que tiene esta perspectiva, que Lacan se encargará de enfatizar suficientemente,
es que esos lugares a los cuales referimos, son también, a su vez, creación discursiva: vale decir, que no hay La pregunta que aparece como fundamental en este texto de Laclau es de qué trata esta operación por la cual
pre-existencia ni pre-determinación de esos lugares. se postula la posibilidad de constituir a la sociedad como un “todo coherente”. Desde Althusser, sería posible
responder: del efecto ideológico en sentido estricto. Dice Laclau: la creencia en que hay un ordenamiento
En ese mismo seminario donde plantea los cuatro discursos, Lacan insiste en la idea de “un discurso sin
social particular que aportará el cierre y la transparencia de la comunidad. Contraria a esta idea, en Laclau se
palabras” para explicar, precisamente, que el discurso puede subsistir perfectamente sin palabras porque en
trataría más bien de la posibilidad de pensar una idea de “orden” como producción social necesaria (dado que
realidad subsiste en otro lado: subsiste en ciertas relaciones fundamentales. Esta “relación fundamental” (rela-
sin esa fijación ficticia del sentido no habría sentido en absoluto) pero al mismo tiempo imposible (imposible en
ción de un significante con otro significante) no puede, desde luego, mantenerse sin el lenguaje: es mediante el
razón de la dislocación constitutiva a la cual nos referíamos más arriba):
lenguaje que se instaura cierto número de relaciones estables, en las que puede inscribirse algo que va mucho
más lejos que las enunciaciones efectivas. (Si no fuera así, agregará Lacan, es decir si fueran necesarias las
palabras efectivamente dichas para que nuestras conductas se inscriban en el marco de ciertos enunciados Esto, sin embargo, solamente mostraría que la dislocación es constitutiva, que la noción misma de un cierre metafísico debe ser puesta en cuestión.
primordiales, ¿qué ocurriría –en la experiencia analítica, se pregunta él– con lo que hallamos bajo la forma del Pero la noción de distorsión implica algo más que la mera dislocación, y es que un ocultamiento de algún tipo tiene lugar en ella. (…) el acto de
superyó?). ocultamiento consiste en proyectar en esa identidad la dimensión de cierre de la que ella carece. (Laclau, 2006: 18-19)
Lacan definirá el discurso, entonces, como una estructura necesaria que excede a la palabra y que subsiste
en ciertas relaciones fundamentales. Es en este sentido que decimos que el discurso “es” lazo: es el lazo so-
cial fundado en el lenguaje y es por eso que el fundamento del vínculo puede situarse en la palabra dirigida al
otro. El énfasis en esto, creo, habría que sostenerlo no tanto en la idea de “palabra” sino en la de “dirigida a”. 5 Tal como sugiere Roudinesco, Lacan –a todas luces– se inspiró en esta noción de lo heterogéneo de Bataille para inventar el concepto de real. Del mismo modo, Foucault se
inspiró en Bataille para su concepción de las “particiones”: razón/sin razón/locura, etc. (Derrida y Roudinesco, 2014.)
Cuando hablamos de discurso en este sentido, entonces, se trata de especificar un aparato que:
propio Freud. 7 Vale recordar que El malestar en la cultura fue publicado en 1930, es decir bastante posteriormente a Tótem y tabú [1913].
8 Dado que es en esa palabra –significante– donde debería resonar algo sobre lo que significa hablar desde el discurso del psicoanálisis, es que me parece necesario decir algo
En un libro que se tituló Y mañana, qué (2014), Derrida y Roudinesco discuten esta cuestión a propósito del acerca de cómo debería interpretarse la extensión que Lacan hace de este término. Lejos de tratarse de un interés por la lingüística, la generalización que Lacan hace de la palabra
significante tuvo como efecto fundamental, tal como sostiene Masotta, desalienar las teorías objetivistas, llamando la atención sobre esa barra que separa al significante del signi-
porvenir del psicoanálisis, y en referencia a ese frecuente tropiezo con la idea de un posible fundamento bio- ficado. Dicho de otro modo, lo que pone de relieve esta palabra es la importancia en el hecho de que hay una barra: no se pasa directamente al significado porque no se puede
pasar, en el sentido de que las palabras no contienen de manera necesaria una significación determinada. La barra implica un contacto indirecto con el sentido y la consiguiente
lógico de las sociedades humanas, Derrida, muy convenientemente, responde: caída del referente unívoco. La operación que aparece como básica, cuando se introduce esta noción, es la de “desconectar, para hacer aparecer otra cosa” (Masotta, 2012: 34).
De allí que el significante nunca puede significar objetos –término de llegada del conocimiento– sino falta de conocimiento.
no uno sólo” (Miller, 2005). Uno vale por otro, hay dos en lugar de haber uno solo. En cuanto tenemos esta 10 “Este momento en que termina e estadio del espejo inaugura, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales (…), la dialéctica que desde
entonces liga al yo [je] con situaciones socialmente elaboradas. Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la mediatización por el deseo del
relación del semejante con el semejante, otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la rivalidad del prójimo, y hace del yo [je] ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aun
cuando respondiese a una maduración natural; pues la normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural: como se
ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de Edipo” (Lacan, 2014: 104).
11 En Lacan, J., Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2013, p. 206.
que sólo se distinguen por una diferencia numérica, de manera que el otro no es distinto a mí, Lacan formularía que no hay posibilidad de acuerdo. 12 Como aclara Miller: “Dice Miller: “esto no quiere decir que no exista lo igualitario, sino que lo igualitario, en el fondo, es asocial, es decir, no permite establecer un lazo”. En
“Fuente Freudiana”, 43/44, marzo - octubre 2005.
Es preciso que desaparezca uno porque tú, el otro, eres y tienes más de lo que yo soy y tengo (Miller, 2005)
13 Para explicar el término “laminilla”, Lacan usa la siguiente imagen: “Cada vez que se rompen las membranas del huevo de donde va a salir el feto que ha de convertirse en un
recién nacido, imagínense que de él escapa algo, es decir, que con un huevo se puede hacer un hombre y también la hombreleta o la laminilla” (Lacan, 2013: 205). En la nota al
pie, el traductor aclara esta expresión y el juego entre hommelette y omelette: “las tortillas no se hacen sin romper huevos, es decir, hay cosas que sólo se obtienen perdiendo algo”.
14 Habría que aclarar, en relación a esto, que el estatuto de ese objeto perdido es, para el psicoanálisis, el de “lo que nunca fue”. También puede verse en esto la singularidad
Así lo explica Miller. En este sentido, la epistemología de Lacan, como él la llama, es también una filosofía del discurso psicoanalítico: éste dice que lo que está no es todo. Hay un fondo irremediablemente perdido, pero ese fondo no se borra.