Cuadernillo - Unidad 1 PDF
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PRIMERAS PREGUNTAS
OBJETIVOS
PALABRAS CLAVES
sujeto social / sujeto histórico/ agente – emergente
discurso/ enunciado/ representación
representación social / ideología / posición crítica o acrítica
subjetivación-objetivación / discurso
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Es obvio que si encaramos las cosas desde nuestro punto de vista, es porque
vamos a poner el acento más en el sujeto que en la estructura social. De
todas maneras el modo en que esta última sea definida da particularidades a
ese acento, y no es posible eludir la relación innegable entre uno y otra.
Aclarado esto, indiquemos que nuestra perspectiva apunta a producir una
reflexión en torno a cómo es que eso social se hace psíquico, se internaliza o
da lugar a estructuras íntimas de la subjetividad. El primer supuesto
relevante con el que nos encontramos es entonces que “lo social” se entiende
como el trasfondo y la trama a partir de la cual se dispone “lo subjetivo”. El
envés de este supuesto nos lleva a que, si eso es posible, es porque desde lo
psíquico se da un lugar a lo social, y lo subjetivo aparece como lugar de
reproducción a la vez que de creación de lo social. El sujeto mismo arma y
vive su “versión imaginaria” de lo social y lo hace posible, participando con
su cuerpo en la vida cotidiana. Estos dos supuestos, combinados, han sido
expresados de diferentes maneras por distintos autores. Una, diciendo que el
sujeto es emergente y a la vez agente de lo social. Otra, apelando a la
dialéctica entre lo intersubjetivo y lo intrasubjetivo. Finalmente, rompiendo
con la dualidad individuo-sociedad- a la manera en que lo hace el
psicoanálisis lacaniano, al destacar la relación entre el sujeto y el Otro. O
también, entendida en términos foucultianos, pensada en las objetivaciones
del sujeto frente a los modos de subjetivación.
Finalmente hay que enunciar otro presupuesto que nos admite hacer
articulaciones entre lo psíquico y lo social, y consiste en afirmar que ambas
categorías necesariamente están referidas al lenguaje o a lo simbólico1. Lo
Identifiquemos ahora qué es “lo social”, cuáles son las figuras que hemos
elegido asignarle a “lo social” que nos permitan hablar en términos que nos
acerquen a la cuestión subjetiva. Expresémoslo directamente, lo social lo
vamos a asimilar a tres categorías que responden a campos teóricos diversos
entre los que intentaremos buscar un diálogo posible: lo ideológico, lo
discursivo y el producto de un anudamiento imaginario-simbólico. Al
seleccionar estas tres categorías, nos hemos inclinado más bien por
responder el interrogante que plantea esta Unidad desde referentes del
pensamiento contemporáneo que nos parecen destacados. Tal vez sea
conveniente aclarar que además, esos referentes nos han parecido de mayor
riqueza que los que podrían brindarnos las llamadas “Psicologías Sociales”
que se alegan el derecho de definir y pensar la problemática del “sujeto
social”.
representación gráfica, icónica, oral o gestual que reemplaza a una idea, a una forma de sentir,
a una opinión, etc. Es claro que todo aquello que sea simbólico también forma parte del
lenguaje y de la comunicación entre los hombres, y además, que los símbolos permiten
interpretar la realidad y moverse en ella. De tal manera, lo simbólico hace posible un
ordenamiento social y al mismo tiempo una estructura subjetiva – esto último, entendiendo
que la realidad psíquica deriva de la capacidad simbólica de los hombres.
Como se podrá apreciar, cada una de las tres perspectivas elegidas abordará
lo que para su campo específico se ha planteado como relevante en esta
articulación a indagar, entre lo social y lo psíquico. Por supuesto estas
equivalencias (lo social igual a lo discusivo, a lo ideológico o a un
semblante) son elecciones que realiza la Cátedra entre otras, para poder
explicitar la constitución subjetiva en el marco de la relación del sujeto con
el otro –identifíquese a ese otro con un semejante, con el grupo o con la
masa, con la institución, con la comunidad, cono lo discursivo o con el Otro
simbólico lacaniano.
Ahora, los enunciados en tanto significantes que enuncian algo sobre algo,
generan formas de representación. Los enunciados remiten a
representaciones. Esto último permite hacer hincapié en una cierta
capacidad representacional del sujeto, una cierta facultad digamos,
“psíquica”. Esa capacidad atañe a las formas que tiene un sujeto de pensarse
a sí mismo o a los otros, de entender las relaciones con ellos y de pensar las
2 M. Foucault plantea que todo discurso hace intervenir una forma de racionalidad; por lo
tanto podríamos decir que el pensamiento de un sujeto sujetado a un marco discursivo o a
ciertas situaciones comunicacionales encuentra su estructura y sus límites en dicha
racionalidad.
El recorrido hecho hasta aquí nos ubicó en una acepción de discurso hecho
de enunciados entramados a representaciones. Luego, desde las
representaciones colectivas llegamos a la ideología, si consideramos que
ésta es en parte un enorme sistema de representaciones colectivas –sistema
coherente aunque no exento de contradicciones. Y aclaramos, “en parte”
porque como vamos a ver, no reduciremos la ideología sólo a un conjunto de
creencias o conocimientos, sino que lo extendemos a gestos, actitudes,
rituales, comportamientos, etc. En cuanto a la acepción y usos del término
“discurso” descriptos por la lingüística o la semiótica, nos hemos movido y
nos moveremos un tanto de ellos, al agregar dos usos que vamos a
considerar “paradigmáticos” por las importantes aplicaciones que han
generado. Estos remiten a las dimensiones que adquiere el concepto
“discurso” en las obras de M.Foucault y J.Lacan. Con Foucault abordaremos
de lleno “lo social” en tanto “lo discursivo” para aproximarnos a sus modos
de apreciar el sujeto. Foucault construye una analítica de las relaciones
sujeto, verdad, saber, poder, y el modo de uso que le da al término discurso
está en esta dirección. El análisis de un discurso en Foucault permite
entrever cómo se componen en él, como se entretejen relaciones de poder,
manifestaciones de saber y producción de sujeto. En Foucault el discurso
produce sujeto, lo sujeta, lo enuncia o lo silencia, lo visibiliza o lo hace
desaparecer. En Lacan, no será el término discurso un concepto central que
nos lleve a trabajar “lo social” en esta Unidad 1 -será este un autor que
trabajaremos mejor en la Unidad 2, pero nos permitirá apreciar que el
inconsciente es un discurso. Más allá de esto, el psicoanálisis lacaniano lleva
a concebir que la realidad, y particularmente la realidad social se entrelaza a
la realidad psíquica. Para completar con el desarrollo de las tres categorías
de “lo social” que hemos de poner en diálogo, comenzaremos con “lo
ideológico”.
El término fue acuñado sobre fines del siglo XVIII por Destutt de Tracy,
dentro de una escuela filosófica opuesta al imperio napoleónico. Los
integrantes de esta escuela, llamados “ideólogos” por los napoleónicos,
proponían que la filosofía no tenía que ver con las cosas ni con la realidad,
sino con las ideas. De allí que en un inicio la ideología fue relacionada (por
la perspectiva del empirismo científico) con una “ciencia de las ideas”,
disciplina que excluía además toda dimensión social. Hay que plantear de
entrada, al menos dos modificaciones posteriores que sufre esta concepción.
La primera: C. Marx y F. Engels en La ideología alemana realizan una
4 ZAITLIN, I.; (1986) “Ideología y teoría sociológica”, Amorrortu editores, Buenos Aires, p.
343.
Todo esto puede ser planteado en términos de una “estructura especular” que
genera sujeción. Se aceptan libremente esas sujeciones, no se puede escapar
de ellas –es una condición humana. Reconocimiento mutuo entre los sujetos,
reconocimiento entre el sujeto y el Otro, reconocimiento de sí mismo. Esta
estructura especular constituye un sistema social de garantías. Como
veremos en la Unidad siguiente Lacan va a desarrollar un planteo parecido
sobre “lo especular” esto en términos de campo imaginario. No hay sujeto
sino por y para su sujeción.
6 LEMA, Vicente (1976). “Conversaciones con Enrique Pichón Riviere. Sobre el arte y la
locura”. Timerman Ediciones, Buenos Aires.
7 “En el caso de que se pudiera describir entre cierto número de enunciados….en el caso de que
entre los objetos, los tipos de enunciación, los conceptos, las elecciones temáticas, se pudiera
definir una regularidad (un orden, correlaciones, posiciones en funcionamientos, transformacio-
nes), se dirá, por convención, que se trata de una formación discursiva…”
(Foucault, La arqueología del saber).
Si bien en El orden del discurso parece predominar una “visión negativa del
poder” -como vehículo de prohibiciones y exclusiones-, ya se esboza allí el
modo en que esta categoría va a ser replanteada por el autor más adelante,
hasta llegar a construir una “concepción productiva del poder” -en tanto
productor de saberes, discursos y sujetos. Usted encontrara una detallada
referencia y un relevamiento conceptual de la obra de Foucault en el texto
Poder y Subjetividad propuesto como Bibliografía de Cátedra en esta
Unidad.
Esta perspectiva se enfrenta a una visión crítica del poder, que lo considera
como no localizado, más bien como algo que atraviesa todas las relaciones
sociales. La familia, la escuela, el hospital, y mayoría de las instituciones
Lo que rige nuestra vida cotidiana más que la Ley, son las normas. No hay
ninguna ley que diga, por ejemplo, cómo alguien debe portarse en público.
Ese espacio vacío que deja la ley y toma la norma da lugar a la disciplina. La
disciplina arma un reticulado prestando atención a las normas y a sus
desviaciones en esos espacios que dejan vacios las leyes. Con el objetivo de
someter al sujeto a las normas las disciplinas individualizan y hacen una
anatomía política del detalle de la conducta de cada uno de los individuos.
Todo castigo disciplinario tiene así finalidades correctivas, se trata de
castigos que intentan acentuar el proceso de normalización. Para Foucault la
disciplina es una técnica intimidatoria que enfoca a los individuos por
separado, no masifica. Vemos cómo saltamos de la temática de la disciplina
hacia la idea de una sociedad disciplinaria como lugar donde emerge el
control social. El régimen disciplinario habla de que son fuertemente
individualizados aquellos sobre los que se ejerce el poder mediante la
vigilancia continua y el examen. La individualización no se opone al poder,
al contrario nuestra individualidad, nuestra identidad obligatoria es el efecto
y el instrumento de una forma del ejercicio del poder disciplinario.
12
GARCÍA HODGSON, H. (2006) “Deleuze, Foucault, Lacan. Una
política del discurso”. Edit. Quadrata. Buenos Aires, p.47.