Cielo, Infierno y Purgatorio
Cielo, Infierno y Purgatorio
Cielo, Infierno y Purgatorio
II. EL CIELO
El cielo es otro momento destacado del único proceso de consumación: La identidad
definitivamente lograda de una persona y de su mundo. El individuo sólo encuentra su
destino pleno como ser humano cuando se diluye en su relación con Cristo Sólo ahí su
libertad se libera de toda traba y de toda falsedad para participar plenamente de la vida del
Resucitado, La consumación en Dios es la meta de toda esperanza cristiana.
El cielo, ¿puede entenderse como descanso eterno? La felicidad del cielo consiste en la
sintonía entre el amor recibido y el futuro de lo siempre nuevo. Acerca de la “visión de
Dios” hay dos interpretaciones: de los dominicos y de los franciscanos. El cielo no significa
en modo alguno una visión de Dios a-cósmica o un estar sumergido en Dios. Lo que
esperamos de él es la experiencia plena de ver todo acontecimiento fundamentado en el
amor de Dios, incluso el sufrimiento.
«Cielo» quiere decir participación en esta forma de existencia de Cristo y, en consecuencia,
plenitud de lo que comienza con el bautismo. El cielo, por tanto, no se puede localizar en
un sitio, ni fuera ni dentro de nuestro espacio, pero tampoco se le puede desvincular
sencillamente del cosmos, considerándolo como mero «estado». Cielo quiere decir, más
bien, ese dominio sobre el mundo que le compete al nuevo «espacio» del cuerpo de Cristo,
a la comunión de los santos. Por tanto, el cielo no está espacial sino esencialmente «arriba».