Almeida - El Dia en Que - Libro Trotski Quimantu
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80° Aniversario de la muerte de Trotsky
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¿Qué hizo prevalecer la propuesta de Chelén, pese a que estaba por debajo
en el organigrama respecto de Gutiérrez? ¿Cuáles fueron los obstáculos a
los que se enfrentó la publicación de La Revolución Rusa, lo que incluye la
aparición del embajador soviético Aleksandr Básov en la escena de La
Moneda?
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'Historia de la Revolución Rusa, Tomo 1' de Trotsky, editado por Quimantú
El sóviet de los editores
De tal modo, cualquier proyecto debía ser aprobado por el comité editorial
correspondiente y, luego, por el Comité Ejecutivo, el que encabezaba
Maurín, y que reunía a los cinco directores de división más relevantes, más
cinco representantes de los trabajadores, elegidos democráticamente, a su
vez, en un juego de alta competencia entre los partidos de la UP.
Quien esté familiarizado con la Revolución Rusa -justamente el tema del libro de Trotsky- no podrá
dejar de notar las semejanzas del proceso de Quimantú con la primera hora de dicho hecho histórico
que marcó el siglo 20
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'Historia de la Revolución Rusa, Tomo 2' de Trotsky, editado por Quimantú
¿Por qué Trotsky?
Al asumir Salvador Allende en 1970, Lev Davídovich Bronstein, más
conocido por su nombre de revolucionario como León Trotsky, llevaba
muerto 30 años desde que fue asesinado por un agente especial, por
encargo de Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin. A la fecha de la
asunción de Allende, Stalin llevaba enterrado 17 años.
Esa democracia bolchevique defendida así por Trotsky cobraba sentido en Chile en el afán de
gobernar las fuerzas de izquierda, dadas su diversidad y sus impulsos centrífugos, pero era algo que -
al parecer- causaba también recelo entre los comunistas chilenos.
El cripto-trotskismo en la UP y en Quimantú
“Una vez que ya estaba publicada La Revolución Rusa en librerías, me contactó Pascal Allende, quien
me pidió que le vendiéramos 50 ejemplares de cada tomo para repartir en el MIR, lo que excedía con
creces su comité central”, Pablo Dittborn.
Así y todo, son pocas las figuras trotskistas reconocidas en Chile, como el
doctor Enrique Sepúlveda, fundador del Partido Obrero Revolucionario o
el historiador argentino Luis Vitale. Pero, no son tan pocos quienes
adhirieron a sus planteamientos y todavía son más, quienes siguieron ideas
de Trotsky sin sostener militancia en las distintas corrientes trotskistas.
Según Sergio Maurín -quien sería su yerno y quien entonces era su jefe en
Quimantú- Chelén “era admirador de Trotsky, pero tenía profundas
diferencias con la 4° Internacional”, dice, en relación a la instancia que
fundó el revolucionario ruso en el exilio para intentar dar bríos a un
comunismo anti estalinista a nivel mundial, la que luego fue continuada sin
mayor éxito por sus seguidores.
Danton Chelén, hijo de Alejandro Chelén, por su parte, también niega que
su padre haya militado en las filas del trotskismo, pese a que reconoce que
admiraba personalmente al viejo revolucionario.
Un viejo dicho de los tiempos de la Guerra Fría en Chile dice que “cuando
llueve en Moscú, los comunistas chilenos sacan los paraguas”. La
expresión ironiza respecto de la supeditación de las políticas del Partido
Comunista de Chile a los designios de la Unión Soviética.
“El embajador soviético le hizo ver a Allende que la Unión Soviética consideraría inamistoso que
Quimantú sea la primera editorial de algún estado en publicar a Trotsky”, Sergio Maurín.
Hola Andrés:
Te saludo fraternalmente.
Por otro lado, el recuerdo del episodio más polémico de la editorial no está
consignado en el libro de la comunista Hilda López, Un sueño llamado
Quimantú (2014), en el que la escritora -y quien fuera parte del equipo la
revista La Firme de la editorial- consignó sus memorias e impresiones de
su paso por el proyecto.
Por su lado, Pablo Dittborn, también Mapu, recuerda que el responsable del
área comercial, Guillermo Canals, su jefe, dijo: “No entiendo que estén tres
días con esta pelea en el 5° piso; ¿Se va a vender sí o no? ¿Sí?, entonces
¡listo!”
La anécdota es relevante porque Quimantú efectivamente no dependía del
gobierno, en parte porque se debía autofinanciar, ni tampoco Allende tenía
mucha injerencia. “Allende no debió haber leído a Trotsky -dice Dittborn-
por lo que le debe haber estado preocupado que no lo criticaran por eso de
tratar de dirigir la cultura, si es que se producía efectivamente la censura”.
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EN ESTE ARTÍCULO
Caso:
Personas:
o León Trotsky
o Salvador Allende
o Alejandro Chelén
o Joaquín Gutiérrez
o Aleksandr Básov
o Sergio Maurín
o Jorge Arrate
o Luciano Rodrigo
o Tomás Moulian
o Alfonso Calderón
o Antonio Skármeta
o Floridor Pérez
o Arturo Navarro
o Leonardo Castillo
o Stalin
o Yuri Gagarin
o Lenin
o Lev Kámenev
o Grigori Zinóviev
o Nikolái Bujarin
o Isaac Deutscher
o Pablo Dittborn
o Pascal Allende
o Enrique Sepúlveda
o Luis Vitale
o Danton Chelén
o Tito Drago
o Gabriel Smirnow
o Andrés Nin
o Jaime Suárez
o Jaime Gazmuri
o Leonardo Padura
o Ramón Mercader
o Iris Largo Farías
o Jaime Concha
o Hilda López
o Guillermo Canals
o Jaime Maureira
Organizaciones:
o Partido Comunista
o Partido Socialista
o Quimantú
o Secretaría General de Gobierno
o Embajada de la Unión Soviética en Chile
o Zig Zag
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COMENTARIOS
Enlace permanenteEnviado porJorgeel Sáb, 08/22/2020 - 19:46
Y el Costariquense, dejo la escoba y seguro que se marcho y tiene o tuvo tremenda Mansión en su país. Su
corriente e ideas fué un granito de arena en dividir la las fuerzas de nuestra Revolucion. Chile revolución.
Enlace permanenteEnviado porAlejandro Gálvezel Dom, 08/23/2020 - 15:22
Con motivo de el golpe de Estado en contra del gobierno de Unidad Popular en Chile (con el asesinato del
Presidente Allende y de miles de chilenos de todas corrientes que lo apoyaron), a México llegaron asilados
muchos perseguidos de las diversas corrientes de izquierda. Entre ellos estaba Alejandro Chelén y Rodolfo
Solaris militantes del PS y del PC chilenos desde los treinta. Los conocí y los dos me propusieron por
separado realizar actividades editoriales. Con Chelén me reuní y me invitó a reeditar algunos de los títulos
que había publicado en Quimantú, con los Juan Pablo editor, ya que habíamos editado la revolución Rusa de
Trotsky, me sugirió publicar el Libro Rojo de León Sedov y El programa de los bolcheviques de Nicolás
Bujarin para que yo los propusiera en la editorial mencionada. Nos reunimos en varias ocasiones y me contó
lo que narra el artículo que ahora publican, con una diferencia.: me contó que en"el Partido Socialista de Chile
desde los años treinta leíamos a León Trotsky, incluyendo el compañero Salvador Allende. Era necesario que
en nuestra editorial se difundiera sus obras que eran de un revolucionario y escrito inigualable, asesinado por
un agente soviético, enviado por el mismo Stalin." En relación a Rodolfo Solaries, nicaraguense de
nacimiento pero que había vivido desde los treinta en Chile, militando en el PCCh desde entonces. Me
propuso formar una editorial con otros de sus camaradas. Estaban de acuerdo en hacer una difusión de obras
del marxismo no editadas en español. Acudí a varias reuniones hasta que en la última a la que acudí, los
integrantes del grupo comenzaron hablar de su vieja militancia. Solaris dijo "se acuerdan de cuando los
miembros de nuestra Juventud mataron al dirigente trotskista (dijo el nombre que ahora no recuerdo) y
cuando se hizo su entierro fuimos una brigada y a todos los acudieron al funeral los asesinamos". Entonces
todos felices lo celebraron recordando su "hazaña". No sólo proteste por su actividad criminal, sino que les
dije que seguramente para ellos no existían los crímenes del régimen de Stalin, que ya había dununciado
Nikita Kruschev en el XX Congreso, si no que con sus posturas políticas ningún proyecto de cambio podría
prosperar, me retiré y no los volví a ver.
Enlace permanenteEnviado porsegundo aguilael Dom, 08/23/2020 - 15:58
Articulo na que ver, hay temas muchos mas interesantes y actuales, no lo lei pero estos temas son raros,
porque no averiguan porque el estallido social no genero ninguna organiza ni tampoco ningun lider que se
instalara en la coyuntura. Otro tema interesantte seria aclararle a Chile porque nunca la PDI lucho contra el
narcotrafico o porque el narcotrafico controla sectores enteros de la ciudad a vista y paciencia de las
autoridades
Enlace permanenteEnviado porCristianel Lun, 08/24/2020 - 16:38
Excelente artículo y los felicito. Se debe sacar la basura que está debajo de todas las alfombras y entre ellas el
retroceso que significó para el movimiento revolucionario el estalinismo y donde al parecer aún quedan
algunos herederos por estos lados.
Enlace permanenteEnviado porMarioel Lun, 08/24/2020 - 18:33
Excelente artículo, lo he difundido a amigos por el mundo, incluyendo ex trabajadores de Quimantú.
Enlace permanenteEnviado porAlmendra Garcia...el Lun, 08/24/2020 - 18:56
Estimadxs junto con saludar, estuve leyendo el articulo sobre el libro de Trotzky y me gustaría contarles que
tengo a disposción -a través de unos fondos concursables que ya realizamos- de 50 libros Quimantú y nos
encantaría una plataforma online para poder distribur y contar un poco de la experiencia que fue la
recolección. Saludos
Enlace permanenteEnviado porJorge Rojasel Mar, 08/25/2020 - 22:54
Muy, muy interesante artículo de un período que debe ser comprendido y juzgado acorde a su propio tiempo.
Los dos tomos, fueron un regalo que me hizo mi padre, y por mi juventud, los leí con cierta dificultad, por
desconocer hechos históricos, lo que me obligó a investigar más sobre el proceso. Derechamente, terminé por
admirar a Trotsky, no así a Stalin, de quien me molestaba de sobre manera su culto a la personalidad, con
unos cuadros espantosos de obvios, que ya como niño/joven los consideraba propaganda como las estampas
que me daban los curas, endiosando a alguien que se suponía era la fuente de todo bien. Era la época de El
Benefactor Trujillo, otro endiosado hasta la saciedad inmoral; eso ya comenzaba a molestarme. Cuando visité
el Museo Trosky en México y conversé (yo ya adulto) con su nieto, Estevan Volkov, fue una muy, muy
interesante conversación, si bien estuvo dedicada más a la persona de Tratsky en su vida diaria, de Natalia
Sedova y el propio Estevan, como familia. Una experiencia interesante......
Enlace permanenteEnviado porRAÚL BASSALETTIel Lun, 08/02/2021 - 14:47
Estimados: Les reenvío parte de un escrito que también se refiere a la censura del tristemente nefasto
estalinismo: 2.- EL CAPITAL Y DR. ZHIVAGO: Por cierto, hay diferencias tremendas entre Marx – Engels,
sus obras, el peso teórico – político, etc., entre los autores de uno y otro texto: El Capital y el Doctor Zhivago,
respectivamente. Lo comparable aquí es una cuestión de “táctica” política: cómo hacer para que el libro
entrara hacia la Rusia zarista, el primero y la “soviética” de Stalin, después, el segundo. Así, el libro en
comento “entró” a la ex – URSS de manera similar a como “entraba” “El Capital” de Marx: clandestino,
aunque con el consentimiento de la Ojrana o policía secreta del Zar ya que lo consideraban casi
incomprensible, de modo que, si no lo entendían ellos, menos lo iban a entender los obreros, así que: que pase
no más, decían y los bolcheviques se encargaban de redistribuirlo en las fábricas, por capítulos y, en medio de
los descansos, alguien se dedicaba a leer para los demás. Lo propio debió hacer Pasternak (y Solzhenitsyn,
agregamos ahora): ingeniárselas para que su libro pudiera ser editado y leído por otros lectores, además de sus
propios amigos muy cercanos. Para ello, debió sortear múltiples obstáculos y correr incluso riesgos personales
ya que, como se conoce mejor hoy día, no era fácil “discrepar” con el régimen existente; es decir, con Stalin y
su camarilla burocrática bonapartista, so pena de ser acusado de “enemigo del Pueblo”, con las consabidas
consecuencias. 3.- STALIN Y SU “DICTADURA SOBRE EL PROLETARIADO” En realidad, he aquí el
“trasfondo” del asunto: la eliminación del centralismo democrático en el partido y de la democracia obrera en
los soviets y los sindicatos y de la vida política y cultural en general que no significara loas al “primer
proletario del mundo”. Veamos cómo se describen, sintéticamente, estas cuestiones. "Este cocinero - dijo
Lenin refiriéndose a Stalin - sólo preparará platos picantes." Pero ni siquiera Lenin podía prever en 1922,
cuando pronunció estas palabras, la caldera del diablo que montaría Stalin sobre el Partido Bolchevique.
Estamos en 1936. Los métodos de Stalin son los mismos. Los peligros políticos que lo acechan son mayores.
La experiencia de varios errores ha enseñado a Stalin y a Iagoda a perfeccionar sus técnicas. Por eso, no
abrigamos ilusiones: ¡todavía faltan los platos más picantes!” (Todavía faltan los platos más picantes.
Biulleten Opozitsi, N° 50, de mayo de 1936. Firmado "L.T." Traducido del ruso [al inglés] para la primera
edición [norteamericana] de esta obra por John Fairlie) De modo que este caso, y por algunas otras
“experiencias”, se sabe a lo que estuvo dispuesta, e hizo, la burocracia estalinista, de modo que no deberíamos
alarmarnos ante aberraciones como esta, la de prohibir un libro. He aquí un pequeño botón de muestra: “En el
mes de agosto de 1937, dos meses después de la ejecución del mariscal Tujachevski Stalin reunió en una
conferencia a los dirigentes políticos del ejército rojo para preparar la depuración de los “enemigos del
pueblo” que pudieran existir en los medios militares. Aquélla fue la señal para iniciar la matanza. El color
rojo del ejército se debió a la sangre de sus soldados: trece de los diecinueve comandantes de cuerpo de
ejército, ciento diez de los ciento treinta y cinco comandantes de división y de brigada, la mitad de los
comandantes de regimiento y la mayor parte de los comisarios políticos fueron ejecutados. El Ejército Rojo,
así desangrado, quedó fuera de combate por algunos años.” (Capítulo 9 de la novela: “El Gran Juego”, de
Leopold Trepper o Lejb Domb). Veamos algo más de Trepper (al que muchos “izquierdistas” deberían leer):
“Al mismo tiempo que el culto a Stalin, se desarrolló asimismo el culto al partido. El partido no puede
equivocarse, el partido nunca comete errores. Nadie puede tener razón contra el partido. El partido es sagrado.
Lo que dice el partido — por los labios de su secretario general— es palabra evangélica. Desaprobarlo,
impugnarlo constituye un sacrilegio. Fuera del partido no hay salvación posible. Si no se está con el partido,
se está contra él... Tales eran las verdades intangibles que eran asestadas a los escépticos; en cuanto a los
heréticos, no merecían siquiera la sombra de una absolución: se les excomulgaba. El dios-partido y su profeta
Stalin eran objeto de un culto desmesurado, pero los discípulos no quedaban excluidos del mismo. Ya a la
muerte de Lenin estaba de moda bautizar de nuevo las ciudades: Leningrado, Stalingrado, Zinóvievsk, incluso
Trotsk. Algunas cocheras de tranvías tenían el insigne honor de llamarse Bujarin. Como en las procesiones
religiosas, en las que tras la efigie de Jesús crucificado siguen las de los santos, también en las
manifestaciones oficiales, tras el retrato de Stalin, seguían los retratos de los principales dirigentes. Para
determinar con toda exactitud la jerarquía imperante en el partido, bastaba observar en los grandes mítines el
orden según el cual entraban en la sala los miembros de la oficina política. En el mes de marzo de 1934,
durante la celebración del XVII Congreso del partido comunista, por primera vez no se votó ninguna
resolución. Los delegados aprobaron a mano alzada una moción que les invitaba "a dejarse guiar en su trabajo
por las tesis y los objetivos propuestos por el camarada Stalin en sus discursos". Así quedó consagrado el
dominio absoluto que ejercía sobre el partido su secretario general. Pero todas las medallas tienen su reverso.
Aquel poder absoluto, despótico y ya tiránico, que se había impuesto lentamente a lo largo de la última
década, espantó a parte de los delegados. La elección por votación secreta de los miembros del comité central
dio lugar a un último sobresalto. Los resultados oficiales, proclamados desde lo alto de la tribuna, situaban en
primer lugar a Stalin y a Kírov, que habían obtenido el voto de todos los delegados, excepto tres. La realidad
era muy distinta: doscientos sesenta delegados, es decir, más de la cuarta parte, habían tachado el nombre de
Stalin. Aterrorizado por semejante resultado, Kaganóvich, organizador del congreso, decidió quemar las
papeletas de la votación y anunciar que Stalin había logrado el mismo resultado que el obtenido realmente por
Kírov. Como es de suponer, esa transacción entre bastidores no pasó inadvertida a Stalin: aquella votación
desencadenó el sangriento proceso que debía conducir a las grandes purgas. Así se iniciaba la "rotación de los
cuadros dirigentes". Por el escotillón, abierto en lo sucesivo de par en par, iban a desaparecer las fuerzas vivas
de la revolución. En primer lugar, los que participaron en el XVII Congreso del partido comunista. De los
ciento treinta y nueve miembros del comité central elegidos por los delegados, ciento diez fueron detenidos en
los años que siguieron. Para desencadenar la purga era necesario un pretexto, y cuando los pretextos no
existen, siempre cabe inventarlos. El primero de diciembre de 1934, Kírov fue asesinado. Hacía bastantes
años que Kírov era secretario del partido en la región de Leningrado. En 1925 Stalin lo había enviado a la
Venecia del Norte para combatir la influencia de Zinóviev. Hombre sencillo y de trato fácil, Kírov gozaba de
gran popularidad; alrededor de su nombre había cristalizado la oposición a Stalin, de la que fue una prueba el
XVII Congreso del partido. No cabe la menor duda de que unas elecciones democráticas lo habrían elevado a
la jefatura del partido; pero nadie se dio cuenta en aquel momento de que tal era la principal causa de su
asesinato. Stalin eliminaba a un rival y, al mismo tiempo, justificaba la depuración. Kírov, convertido en
mártir, servía de pretexto para eliminar a sus partidarios. La represión, inmediata y llevada a cabo
personalmente por Stalin, se resolvió en sangre. Acusados de haber armado el brazo del asesino Nikoláyev, un
centenar de detenidos fue ejecutado inmediatamente. Con la mayor rapidez, durante los días 15 y 16 de enero
de 1935, se organizó un juicio; Zinóviev y Kámenev, sentados en el banquillo de los acusados, admitieron
que, por ser los antiguos jefes de la oposición, eran moralmente responsables del atentado. Fueron
condenados a diez y a cinco años de prisión respectivamente. Debo decir con franqueza que, en la
universidad, no creíamos entonces que el asesinato lo hubiera cometido un grupo organizado, sino que era la
obra de un exaltado. En todo caso, nadie imaginaba los días que nos esperaban. El asesinato de Kírov fue para
Stalin lo que el incendio del Reichstag para Hitler.” (Capítulo 7, Leopold Trepper, “El Miedo”, “El Gran
Juego”, “Memorias del Jefe del Espionaje Soviético en la Alemania Nazi” Pero ya se había escrito que “En la
tierra que pasó por la revolución proletaria, es imposible alimentar la desigualdad, crear una aristocracia y
acumular privilegios si no es vertiendo sobre las masas torrentes de mentiras y de represión cada vez más
monstruosas.” (L. Trotsky: La filosofía Bonapartista del Estado. New International, junio de 1939.) de modo
que Jruschov no fue más que otro de los ejecutores de dicha “línea política” por lo que la “prohibición” y la
presión para que Pasternak no recibiera el premio Nobel son las razones que están detrás de estas estupideces
“soviéticas”. Dejamos hasta aquí, para no latear. De nuestro libro: RESPUESTAS A FERNANDO MIRES,
“UN BRILLANTE PROFESOR”, D. Alarcón Enero 2021
Enlace permanenteEnviado porSempronnio Denssoel Sáb, 10/01/2022 - 16:48
Otra demostración del fascismo rojo...fascismo al 110%.
Enlace permanenteEnviado porDiego Anzel Vie, 10/07/2022 - 11:06
Y por estos días, esos mismos rojipardos agarrando vuelo como jugando en España (y de a poco en Chile),
con la excusa de resolver el problema del "amarillismo" en la izquierda. Al final son ellos quienes no
permiten hacer cambios fuertes, algo imposible sin apoyo popular masivo y transversal (o acaso pretendían
que Boric hiciera una revolución en solitario para recibir de vuelta un golpe de estado, viven en las nubes).
Arruinaron a la UP alentando la protesta callejera superficial y hoy dicen poco menos haberla conducido y
acompañado hasta el final, y claro que se quedaron hasta el último, pero alimentando el odio al resto de
izquierda entre sus militantes, apuñalando por la espalda sin piedad, lo mismo que hacen hoy. Los viejos del
pc deberían unirse a Artés de una vez y dejar trabajar a la gente joven, ya paren de socavar proyectos en los
que no creen, entre el oportunismo y la psicopatía los tipos esos.