Cuba y Andalucia Entre Las Dos Orillas
Cuba y Andalucia Entre Las Dos Orillas
Cuba y Andalucia Entre Las Dos Orillas
CUBA Y ANDALUCÍA
ENTRE LAS DOS ORILLAS
Coeditan
CONSEJERÍA DE CULTURA
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Colaboran
ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS
ASOCIACIÓN CULTURAL LA OTRA ANDALUCÍA
SEVILLA, 2002
Catálogo del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas.
Escuela de Estudios Hispano-Americanos
Núm. general catálogo: 422
NIPO: 403-02-103-6
ISBN del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Escuela de Estudios Hispano-Americanos: 84-00-08077-7
ISBN de la Junta de Andalucía. Consejería de Cultura: 84-8266-329-1
Depósito legal: SE-58-2003
A RTÍCULOS
VARELA, Consuelo: El descubrimiento europeo de la “tierra más
hermosa” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
GARCÍA-ABÁSOLO, Antonio: Andaluces de Cuba (siglos XVI a XVIII) 55
SEVILLA SOLER, Rosario: La prensa de Sevilla ante la independencia
cubana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
BRAVO GARCÍA, Eva M.ª, y ROPERO NÚÑEZ, Miguel: El habla de
Andalucía y el español de América. El español hablado en Cuba 183
ARETA MARIGÓ, Gema: La década prodigiosa: los poetas consanguí-
neos de Cuba (1930-1940) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
ORTIZ NUEVO, José Luis: Huellas de lo andaluz en teatros y otros
espacios públicos de La Habana en la primera mitad del
siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
NÚÑEZ, Faustino: Cuba en la música española y andaluza . . . . . . . . 261
DÍAZ DEL OLMO, Fernando; CÁMARA ARTIGAS, Rafael, y MARTÍNEZ
BATLLE, José Ramón: Hatos caribeños y dehesas andaluzas.
Paisaje y estructura parcelaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
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Prólogo
Desde meses atrás los miembros de la Asociación Cultural ‘La otra
Andalucía’ hemos venido perfilando un ambicioso proyecto cuyo objetivo
es el difundir y sacar a la luz el enorme aporte de lo andaluz al continen-
te americano, no sólo desde la perspectiva histórica sino también desde la
vertiente que se configura y se gesta en nuestro día a día, en la más palpi-
tante actualidad. La idea —fraguada en la inquieta mente de nuestro que-
rido compañero Paco Sánchez—, ha ido abriéndose paso no sólo en quie-
nes desde nuestra posición de científicos estamos vinculados a América en
nuestro quehacer cotidiano sino también en nuestros compañeros de la
Asociación y en todos los cargos de la Administración autonómica anda-
luza con los que nos hemos venido reuniendo y entrevistando desde que
este proyecto tuvo cierta consistencia y reposo.
Tanto en la Consejería de Gobernación, como en la de Presidencia
y Cultura de la Junta de Andalucía, nuestro proyecto encontró el calor y
el interés que necesitaba para crecer, concretarse y perfilarse al amparo
de las discusiones y los comentarios que ha suscitado. El primer fruto de
estos encuentros y reuniones es el libro que el lector tiene ahora en sus
manos, con el que pretendemos difundir el aporte andaluz en Cuba, los
rasgos culturales, naturales e históricos compartidos con la Gran Antilla,
que desde hace años centra los esfuerzos de la cooperación internacional
andaluza. Un humilde primer paso pero necesario e imprescindible en
nuestro objetivo de crear y estrechar lazos y vínculos a uno y otro lado
del Océano.
Los trabajos que en este libro se han recogido son una excelente
muestra de aspectos comunes que unen, enlazan y tejen aspectos de una
cultura e historia que son en muchas ocasiones complementarias entre
Cuba y Andalucía, entre las dos orillas unidas por el Océano: desde el
propio descubrimiento de la isla en el que tan importante papel tuvieron
los marinos andaluces (véase el trabajo de la investigadora del CSIC, la
Dra. Consuelo Varela sobre “El descubrimiento europeo de la ‘tierra más
hermosa’”, pasando por la significativa importancia del contingente
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PRÓLOGO
humano andaluz que emigró a Cuba desde el siglo XVI (artículo del pro-
fesor Antonio García-Abásolo sobre “Andaluces de Cuba, siglos XVI a
XVIII) o el rico aporte que los andaluces hicieron al habla y a la cultu-
ra insular (como señalan en sus respectivos artículos los profesores Eva
María Bravo y Miguel Ropero por un lado —“El habla de Andalucía y
el español de América. El español hablado en Cuba”— y José Luis Ortiz
Nuevo por otro —“Huellas de lo andaluz en el teatro y otros espacios
públicos de La Habana en la primera mitad del siglo XIX”—.
Obviamente, el intercambio produjo transferencias y enriquecimiento en
ambas direcciones y, pese a lo que pudiera pensarse, lo cubano también
impregnó lo andaluz como muy bien expone el musicólogo Faustino
Núñez en su aportación sobre “Cuba en la música española y andaluza”
o la profesora Gema Areta en “La década prodigiosa: los poetas con-
sanguíneos de Cuba (1930-1940)”. Cultura, historia, literatura... pero
también paisajes que apuntan afinidades y puntos de encuentro... —artí-
culo de los profesores Fernando Díaz del Olmo, Rafael Cámara y José
Ramón Martínez: “Hatos caribeños y dehesas andaluzas. Paisaje y
estructura parcelaria”—.
Por mucho que acontecimientos de enorme gravedad como el propio
proceso de independencia de Cuba cortara los canales sobre los que se
habían asentado los intercambios clásicos entre Cuba y Andalucía (ver el
trabajo de la investigadora Rosario Sevilla: “La prensa de Sevilla ante la
independencia cubana”) esto no fue suficiente para neutralizar esa base de
afinidades y semejanzas. De hecho, las bases históricas y la sensibilidad
que unen a ambos pueblos han persistido e incluso fortalecido con la con-
solidación democrática en España y la potenciación de la cooperación
internacional, que —a nuestro entender—, no debe limitarse a una mera
cooperación económica sino que debe fundamentarse sobre una amplia e
importante base de cooperación cultural. La cultura y el conocimiento
mutuo como base del bienestar económico y del entendimiento entre los
pueblos es lo que marca el proyecto de La otra Andalucía y lo que define
también la cooperación y actuación andaluza en la isla de Cuba. En este
sentido, creemos que se inicia con este libro un camino largo y fructífero
por el que tendrá que transcurrir, tomados de la mano, la actividad cientí-
fica y la política, aportando las bases y los recursos humanos y económi-
cos que hagan posible el encuentro de los habitantes de esta Comunidad
con su historia, con su presencia más allá de sus propias fronteras. Y cuan-
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PRÓLOGO
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Artículos
El descubrimiento europeo de la “tierra más hermosa”
Consuelo Varela
Escuela de Estudios Hispano-Americanos. CSIC
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
Colón que han llegado hasta nosotros. Hacia 1474 o 1475, cuando aún vivía
en su Génova natal, Colón acudió a la isla de Quío y de ella recordará la
almáciga, el lentisco, una planta que se usaba con fines medicinales y que
era un producto muy buscado, tanto que la Señoría de Génova “sacan dello
bien cincuenta mil ducados” al año.
De Génova se trasladó Colón a Portugal y, navegando con los portu-
gueses, comenzó a concebir su fantástico viaje. En 1477 se desplazó desde
Lisboa hasta Islandia, tras hacer escala en los puertos de Brístol en
Inglaterra y Galway en Irlanda. Por los mares más septentrionales europe-
os pudo observar las mareas atlánticas que tanto sorprendían a los marinos
mediterráneos, que las desconocían, y que más adelante volverá a ver en las
Antillas. Pero tanto como las diferencias de las mareas, o más aún, le sor-
prendió la aparición de unos cuerpos extraños “un hombre y una mujer en
unos leños arrastrados por la tempestad de forma admirable” que sin lugar
a dudas eran “hombres de Catayo, que vinieron al Oriente”. La teoría pare-
cía confirmarse.
Muy probablemente aquél fue el único viaje a los mares del Norte que
hizo D. Cristóbal pues, desde entonces y hasta su viaje de descubrimiento,
siempre navegó por el litoral africano y hacia las islas de Madeira. Esos
viajes le sirvieron también de fuente de información de extraordinaria
importancia y le proporcionaron una nueva práctica de la marinería que le
sería en el futuro de gran utilidad. En sus distintos recorridos aprendió des-
de navegar con viento contrario o ceñir hasta medir la altura del sol con el
astrolabio o incluso la técnica del trueque de baratijas, que tan buenos
resultados le habrían de dar más tarde en el Nuevo Mundo. Allí en Guinea
conoció el nauta a un portugués, un tal Martín Vicente, que le relató que
una vez, hallándose a 450 leguas al poniente del Cabo de San Vicente, reco-
gió en su navío un pedazo de madero labrado, “que juzgaba no con hierro”
y que, puesto que los vientos venían en aquella ocasión soplando de
poniente, “imaginaba que aquel palo había venido de alguna isla que hacia
el Poniente hobiese”. Una versión que pronto le corroboró su cuñado,
Pedro Correa, que aseguraba haberlos visto él también —y muy simila-
res— en Porto Santo. Para mayor satisfacción el propio descubridor tuvo
oportunidad de ver, poco tiempo más tarde, unos maderos similares duran-
te una entrevista con el rey de Portugal.
La influencia de los viajes colombinos a Guinea se aprecia en muchos
de los escritos del descubridor. En estos periplos Colón adquirió la base de
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
carle el camino. Los bajos y las corrientes podrían poner en peligro la nave-
gación. En la página correspondiente al día 14 de octubre anotó Colón en
su Diario que desde su nave veía “tantas islas que yo no sabía determinar-
me a cuál iría primero. Y aquellos hombres que yo tenía tomado me decí-
an por señas que eran tantas y tantas que no había número y anombraron
por su nombre más de ciento. Por ende yo miré por la más grande, y a aqué-
lla determiné a andar, y así hago, y será lejos de esta de San Salvador cin-
co leguas; y las otras dellas más, dellas menos. Todas son muy llanas, sin
montañas y muy fértiles y todas pobladas, y se hacen guerra la una a la otra,
aunque éstos son muy símplices y muy lindos cuerpos de hombres”.
El 15, a seis leguas al Sudoeste de San Salvador se descubre la isla de
Santa María de la Concepción y el mismo día otra, situada a nueve leguas,
a la que el almirante llamó Fernandina en homenaje al Rey Católico. Los
indígenas de las islas Bahamas les recibían ofreciéndoles de comer. La tri-
pulación no cesaba de maravillarse ante la exuberante vegetación y la abun-
dancia de pescados, “tan disformes de los nuestros que es maravilla”; inclu-
so divisaron ballenas. Sin embargo, sorprendidos, no vieron “bestias en
tierra”.
Por señas, ya que no sabía su lengua, creía Colón entender a los
indios. Tanto él como Martín Alonso Pinzón, interpretando gestos y dirigi-
dos por los indígenas, se encaminaron a la isla de Saomete, que “es la isla
o ciudad donde es el oro”. El 19 de octubre recalaron en una de sus ense-
nadas que llamaron Cabo Hermoso y bautizaron la isla con el nombre de
Isabela en honor de la Reina. Allí creyó ver Colón por primera vez el lig-
náloe y se apresuró a anotar que a la mañana siguiente enviaría a buscar
“diez quintales, porque me dicen que vale mucho”. Mas una noticia sensa-
cional le hizo cambiar de idea.
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CONSUELO VARELA
que ha naos e mareantes muchos y muy grandes, y desta isla a otra que lla-
man Bofío, que también dizen que es muy grande. Y a las otras que son
entre medio veré assí de pasada, y según yo fallare recaudo de oro o espe-
ciería, determinaré lo que e de fazer. Más todavía, tengo determinado de ir
a la tierra firme y a la ciudad de Quisay y dar las cartas de Vuestras Altezas
al Gran Can y pedir respuesta y venir con ella”.
Tras detenerse un día más en la Isabela, el martes 23 de octubre, deci-
dió Colón dirigir sus naves hacia Cipango. Así escribía en su Diario:
“Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango,
según las señas que dan esta gente de la grandeza della y riqueza, y no me
deterné más aquí ni iré esta isla alrededor, como tenía determinado, para
aver lengua con este rey o señor, que es por no me detener mucho, pues veo
que aquí no hay mina de oro”. La falta de viento retrasó su partida: “Y no
he dado hoy la vela para Cuba porque no hay viento sino calma muerta, y
llueve mucho”. En la espera, recuerda Colón en su Diario los mapamundis
y los globos terráqueos que había consultado para reafirmarse en su idea:
Cipango, sin lugar a dudas, estaba “en esta comarca”.
En cuanto el tiempo mejoró, se preparó la marcha. Desde el cabo del
Isleo, al Norte de la Isabela, a ocho leguas con rumbo Oeste, llegó a unas
islas que llamó de las Arenas, “por el poco fondo que tenían”. Sin la menor
sombra de duda, los indígenas le informaron que de allí a Cuba llegaban en
día y medio con sus almadías, “que son navetas de un madero adonde no
llevan vela”. Ya estaba cerca. En la noche del 27, por fin, divisaron a lo
lejos la Silla de Gibara, pero no pudieron acercarse a la costa por la “mucha
lluvia que llovió”.
28 DE OCTUBRE DE 1492
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
muy limpio fasta tierra. Tenía la boca del río doce brazas, y es bien ancha
para barloventear. Surgió dentro, diz que a tiro de lombarda. Dize el
Almirante que nunca tan hermosa cosa vido, lleno de árboles todo cercado el
río, fermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto
cada uno de su manera; aves muchas y paxaritos que cantavan muy dulce-
mente; avía gran cantidad de palmas de otra manera que las de Guinea y de
las nuestras, de una estatura mediana y los pies sin aquella camisa y las hojas
muy grandes, con las cuales cobijan las casas; la tierra muy llana. Saltó el
Almirante en la barca y fue a tierra, y llegó a dos casas que creyó ser de pes-
cadores y que con temor se huyeron, en una de las cuales halló un perro que
nunca ladró; y en ambas casas halló redes de hilo de palma y cordeles y
anzuelo de cuerno y fisgas de guesso y otros aparejos de pescar y muchos
huegos dentro, y creyó que en cada una casa se ayuntan muchas personas.
Mandó que no se tocase en cosa de todo ello, y así se hizo. La yerva era gran-
de, como en el Andaluzía por abril y mayo. Halló verdelagas muchas y ble-
dos. Tornóse a la barca y anduvo por el río arriba un buen rato y era diz que
era gran plazer ver aquellas verduras y arboledas, y de las aves que no podía
dexallas para se bolver. Dize que es aquella isla la más hermosa cosa que ojos
hayan visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar que pare-
cía que nunca se devía de alçar, porque la yerva de la playa llegaba hasta cua-
si el agua, lo cual no suele llegar adonde la mar es brava. Hasta entonces no
había experimentado en todas aquellas islas que la mar fuese brava. La isla
dize que es llena de montañas muy hermosas, aunque no son muy grandes en
longura, salvo altas, y toda la otra tierra es alta de la manera de Çeçilia. Llena
es de muchas aguas, según pudo entender de los indios que consigo lleva, que
tomó en la isla de Guanahaní, los cuales le dicen por señas que hay diez ríos
grandes y que con sus canoas no la pueden cercar en veinte días. Cuando iva
a tierra con los navíos, salieron dos almadías o canoas, y como vieron que los
marineros entravan en la barca y remaban para ir a ver el fondo del río para
saber donde avían de surgir, huyeron las canoas. Dezían los indios que en
aquella isla avía minas de oro y perlas y vido el Almirante lugar apto para
ellas y almejas, qu’es señal dellas. Y entendía el Almirante que allí venían
naos del Gran Can y grandes, y que de allí a tierra firme avía jornada de diez
días. Llamó el Almirante a aquel río y puerto de San Salvador”.
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CONSUELO VARELA
las que llegan los árboles, el puerto ancho y seguro; los pájaros cantando...
Aquel día no pudo ver a los habitantes que habían abandonado sus casas
tan pronto como les vieron llegar. Una costumbre ésta que se había venido
repitiendo en las islas que hasta entonces había descubierto, pues los indí-
genas, temerosos de ser cautivados, a menudo huían ante la presencia de los
conquistadores. Así había ocurrido en otras islas desde que en San Salvador
Colón “tomó” a aquellos indios que le acompañaban ya fuera como lenguas
o como guías entre las islas. A Colón no parece que le preocupara esa acti-
tud, pues no lo refleja en su Diario. Sí señala una característica que le
merece todo su interés: las casas de Cuba son grandes, limpias y llenas de
artificios para pescar e hilar. Una señal evidente de hallarse ante una pobla-
ción, hacendosa y trabajadora, más desarrollada que las encontradas hasta
entonces. Una isla importante a la que venían a negociar las naves del Gran
Can. La tierra firme se encontraba a tan solo diez días de camino. Como
recordará Las Casas en su Historia General de las Indias, no sabía Colón
que a tan solo cinco días, navegando en canoa, estaba el Continente, “la que
hoy llamamos la tierra Florida”.
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
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CONSUELO VARELA
abundante comida para seis días. Una vez entablada relación, habrían de
hacerle saber que el almirante llegaba de parte de los Reyes Católicos y que
para ello tenía sus credenciales y “un regalo”. Además, deberían de estar
atentos e informarse bien de la disposición de la tierra, el número de pro-
vincias y la localización de ríos y puertos. Para averiguar si había especie-
ría llevaban los expedicionarios unas muestras, que seguramente habría
preparado el boticario.
Tres días más tarde, el 5 de noviembre, regresaron los expediciona-
rios. Con exquisito cuidado anotó Colón todo cuanto éstos le refirieron:
“Dijeron cómo habían andado doze leguas que había hasta una población de
cincuenta casas, donde diz que había mil vecinos porque viven muchos en
una casa. Estas casas son de manera de alfaneques grandísimos. Dijeron que
los habían rescebido con gran solemnidad según su costumbre, y todos así
hombres como mujeres los venían a ver, y aposentáronles en las mejores
casas; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los pies, maravillán-
dose y creyendo que venían del cielo y así se lo daban a entender. Dábanles
de comer de lo que tenían. Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los
más horrados del pueblo a la casa principal y diéronles dos sillas en las que
se asentaron y ellos todos se asentaron en el suelo en derredor dellos. El indio
que con ellos iba les notificó la manera de vivir de los cristianos y como eran
buena gente. Después saliéronse los hombres y entraron las mujeres y sentá-
ronse de la misma manera enderredor dellos besándoles las manos y los piés
atentándolos si eran de carne y hueso como ellos. Rogábanles que es estu-
viesen allí con ellos al menos por cinco días. Mostraron la canela y pimien-
ta y otras especias quel almirante les había dado, y dijéronles por señas que
mucha della había cerca de allí al Sueste pero que en allí no sabían si la
había. Visto como no tenían recaudo de ciudades se volvieron, y que si qui-
sieran dar lugar a los que con ellos se querían venir, que más de quinientos
hombres y mugeres vinieran con ellos, porque pensaban que se volvían al
cielo. Vino empero con ellos un principal del pueblo y un su hijo y un hom-
bre suyo, habló con ellos el almirante, hizóles mucha honra. Señalóle muchas
tierras e islas que había en aquellas partes, pensó de traerlos a los reyes y diz
que no supo que se le antojó, parece que de miedo y de noche oscuro quiso-
se ir a tierra. Y el almirante diz que porque tenía la nao en seco en tierra, no
le queriendo enojar, le dejó ir diciendo que en amaneciendo tornaría, el cual
nunca tornó. Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atra-
vesaba a sus pueblos mujeres y hombres con un tizón en la mano, yerbas para
tomar sus sahumerios que acostumbraban. No hallaron población por el
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
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cen las carnes y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio.
Estos mosquetes llaman ellos ‘tabacos’. Españoles conoscí yo en esta isla
Española que los acostumbraron tomar, que siendo reprendidos por ello,
diciéndoseles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano
dejallas; no sé que sabor o provecho hallaban en ello”.
Mientras que Luis de Torres y Rodrigo de Jerez reconocían el interior
de la isla, el almirante anduvo fondeando aquí y allá sus naves, siempre
tomando como punto de recalada el puerto de Mares, del que dijo el 5 de
noviembre, “que es de los mejores del mundo”. Desde su nave divisó aquel
día “un cabo de peña altillo <donde> se puede hacer una fortaleza, para que
si aquello saliese rico y cosa grande estarían allí los mercaderes seguros de
cualquiera otras naciones”. Como recordaba A. Núñez Jiménez, siglos más
tarde en aquella loma se contruyó el fuerte Fernando VII para custodiar,
desde la margen occidental, la bahía de Gibara, lo que demuestra la calidad
de buen estratega del genovés.
El 12 de noviembre la flota puso rumbo a la isla de Babeque, quizá
Inagua Grande, al norte del canal que separa Haití de Cuba. Atrás dejaba el
puerto y río de Mares, que recordará siempre Colón como un maravilloso
lugar.
LA BAHÍA DE TÁNAMO
“Esta gente no tiene secta ninguna ni son idólatras, salvo muy mansos y sin
saber qué sea mal ni matar a otros ni prender, y sin armas y tan temerosos
que a una persona de los nuestros fuyen ciento dellos, aunque burlen con
ellos, y crédulos y cognoscedores que ay Dios en el çielo, e firmes que nos-
otros avemos venido del çielo, y muy prestos a cualquiera oraçión que nos
les digamos que digan y hazen el señal de la Cruz. Así que deben Vuestras
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
“Ayer vino a bordo una almadía con seis mançebos y los çinco entraron en la
nao; estos mandé detener e los traigo. Y después enbié a una casa que es de
la parte del río del Poniente, y truxeron siete cabeças de mujeres entre chicas
e grandes y tres niños. Esto hize porque mejor se comportan los hombres en
España aviendo mujeres de su tierra que sin ellas, porque ya otras muchas
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
LA BAHÍA DE MOA
BARACOA
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
“Eran muchos, todos tintos de colorado y desnudos como sus madres los
parió, y algunos dellos con penachos en la cabeça y otras plumas, todos con
sus manojos de azagayas”.
“Ellos son gente como los otros que he hallado y de la misma creencia, y cre-
ían que veníamos del çielo, y de lo que tienen luego lo dan por cualquiera
cosa que les den, sin dezir qu’es poco, y creo que así harían de especiería y
de oro si lo tuviesen. Vide una casa hermosa no muy grande y de dos puer-
tas, porque así son todas, y entré en ella y vide una obra maravillosa, como
cámaras hechas por una cierta manera que no lo sabría dezir, y colgado al çíe-
lo della caracoles y otras cosas, yo pensé que era templo, y los llamé y dixe
por señas si hazían en ella oración; dixeron que no, y subió uno dellos arriba
y me dava todo cuanto allí avía, y dello tomé algo”.
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EL CABO DE ALFA E O
“A veinte y cuatro días de abril partí con tres caravelas de vela redonda con
buen tiempo en nombre de Nuestro Señor Jesucristo al poniente, y en pocos
días llegué al muy señalado puerto de San Nicolás, el cual está enfrente des-
ta isla, al cabo de Alfa e O, que es en la Juana, la cual no es isla sino tierra
firme, fin de las Indias por Oriente y començó navegando por Poniente, dis-
tinto este sobredicho puerto diez y ocho leguas. Y sin entrar en él atravesé el
golfo y llegué a buenas oras al sobredicho cavo de Alfa e O, y dexé de seguir
la costa de la tierra de la parte del setentrión, por donde el viaje primero yo
avía andado, y navegué al poniente corriendo la otra costa de la parte del aus-
tro, las cuales costas van así al poniente, desviándose la una del polo ártico
y la otra acercándose a él por la fechura de la tierra, que comiença por angos-
to y se alarga, navegando, en forma de vela de caravela latina. De la cual cos-
ta que ansi iba subiendo al setentrión dexé de seguir porque era inbierno, por
el cual themor, por ser el primero biaje, buscaba yo de fuir del setentrión al
austro a la temperançia, y a este causa navegué al oriente buscando el fin de
la tierra para pasar al austro. Y bien que según mi navegación y distancia que
después yo había pasado de la espera yo tenía esta tierra por firme, y no isla,
yo me dexé creer a la figura de los indios, que la ponían por isla; y según mi
albedrío yo estaba en la provincia de Mango, que se comunica con la nobilí-
sima provincia del Catayo, así como escreví aquel tiempo a Vuestras Altezas,
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CONSUELO VARELA
y fuera yo entonces dello çierto agora, cuando cometí el biaje, todavía lleva-
ra mi camino a esta provincia a la ciudad de Quinsay y ver della y de otras
tantas si es tan nobilísima y riquísima como se escribe y si tiene la amistad
de cristianos que se dize agora.
”Y ansí seguí el mesmo viaje y descubrí y fui a la isla de Jamaica en bre-
ves días, a Nuestro Señor sean dadas infinitas gracias, con muy próspero
viento, y dende bolví a la tierra firme y seguí la costa della al Poniente LXX
días fasta aver pasado a estar muy cerca del Aurea Cheroneço, dende donde
tomé la buelta por themor a los vientos, porque no mudasen, y por la graví-
sima navegación que yo fallaba por el poco fondo con navíos grandes y muy
peligroso navegar por tantas canales, adonde se acaeció muchas veces me
quedar los navíos todos tres en seco, que el uno no podía ayudar al otro, y
otras veces que no faltava más de un codo de agua, y por fuerça de cabes-
trante y anclas pasava adelante por fuerça, y no menos a la ida como a la
buelta, porque yo avía determinado con la esperanza de Nuestro Señor de
andar tanto adelante, que yo estuviese muy çierto que yo estava en la tierra
firme y pasado todas las isla y çertificar que la Juana no es isla. Y a mi bien
determiné la buelta, porque se me avían perdido gran parte de los manteni-
mientos, que se avían bañado del agua de la mar cuando los navíos davan en
seco, que a las beces estaban para se abrir del todo; más yo llevaba maestros
y todos otros aparejos parea los adovar y tornar a fazer de nuevo, si menes-
ter fuese, y andava muy bien proveído de todo. De tal manera me vi en tiem-
po y voluntad que, si yo toviera mantenimiento, yo provara de volver a
España por oriente biniendo a Ganges, dende í al Signo Arábico y después
por Etiopía. Abasta que, después de andado trescientas e veinte e dos leguas
a cuatro millas cada una, ansí como acostumbramos en el mar, del cabo de
Alfa e O, y pasado islas innumerables, de las cuales en fin del viaje avía yo
anotado seteçientas de las mayores, me bolví e no por el camino por donde
avía andado, como más largo diré abajo; en el cual cabo de Alfa e O puse
columnas con cruz en nombre y señal de V. Al., por ser el estremo cabo de
oriente de la tierra firme, ansí como tiene en poniente el cavo de Finisterre,
qu’es otro cabo estremo de la tierra firme a poniente, en medio de los cuales
amos, se contiene todo el poblado del mundo, sacado la Ysavela con otras
islas de los caníbales y otras pocas”.
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
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CONSUELO VARELA
qu’es Diego Colón, uno de los que fueron a Castilla, el que ya save fablar
muy bien nuestra lengua, luego se allegó a las barcas y llamó a todos los
otros, que serían setenta, y me dixo que su rey, o caçique a quien ellos lla-
man, los avía embiado allí a pescar y caçar estas serpientes, porque quería
fazer una fiesta. Y fízele yo <dar caxcaveles y fízele yo> dezir cómo avía
mandado tomar todo el pescado y no otra cosa, y por ello le dava aquellos
caxcaveles y otras cosas. Holgaron mucho cuando supieron que las serpien-
tes quedavan, y respondieron que todo fuese en buen ora y que en la noche
pescarían <más>”.
“Y el día siguiente antes del sol salido di la bela y seguí mi camino al ponien-
te, siempre prosiguiendo la costa de la tierra, la cual siempre andava mejo-
rando en hermosura y más poblada. El tiempo hera, a Dios sean dadas infi-
nitísimas graçias, muy bueno. No quise detener al llamado de nadie, que
maravilla hera ber tanta gente, hombres y mugeres y niños, que todos corrí-
an tras nosotros por las playas, llamándome e amostrándome el pan y las
calabazas de agua, llamándonos “gente del çielo, que fuésemos a sus casas”;
y otros en ‘canoas’, que así llaman a sus barcas y fustas, y otros nadando me
seguían. Y el viento hera fresco, y yo lo lograva, porque las cosas de la mar
no tienen haz, que muchas vezes por un día se pierde un viaje; y ansí nave-
gué fasta un golfo adonde avía infinitísimas poblaçiones y las tierras heran
que todas pareçían huertas, las más hermosas del mundo, y toda tierra alta y
montañas de acá dentro. Sorgí allí, y la gente de toda la comarca luego vinie-
ron, y traían pan y agua y pescado, qu’esto es lo que tienen en estima. Y lue-
go en amaneçiendo partí el día siguiente, y andando fasta el cavo de la
Espuela determiné de dexar este camino y esta tierra, y navegar en busca de
la isla de Jamaica al austro y al sudueste”.
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
sino isla. Siempre en sus trece, el almirante decidió no dar crédito a las
informaciones que los indígenas les proporcionaban.
“Y bolví a la Juana tierra firme, con propósito de seguir la costa d’ella que
yo avía dexado, hasta ver si era isla o tierra firme. Y fue a demandar una pro-
vinçia a que llaman Macaca, qu’es muy hermosa y poblada, y fue a çorgir a
una poblaçión muy grande, el caçique de la cual luego me embió buen refres-
co e a dezir que ya me conoçía por oídas del primero viaje que yo avía esta-
do de la otra parte del setentrión d’esta tierra, y que conocía al padre de
Ximón, aquel indio que tenía el prínçipe mi señor, de que yo me maravillé
mucho. E yo entré en la barca y fui a tierra, y después de le dado muchas
cosas que tienen en preçio, le pregunté si esta tierra hera isla; y él con otros
muchos viejos que con él allí estavan respondieron que sí, mas que era tierra
infinita de que nadie no avía visto el cavo d’ella al poniente. Gente hera ésta
muy mansa y desviados de malos pensamientos. Ay diferençia d’ellos a los
de todas las islas, y eso mismo en las aves y alimañas, que todas son de mejor
conversaçión y más mansas”.
Nada menos que 174 islas contó Colón en el archipiélago que nombró
Jardín de la Reina. De nuevo hubo de recordar el almirante las “autorida-
des” que habían situado innumerables islas en los mares de la India. Tanto
Ptolomeo como Marco Polo llegaron, incluso, a fijar su número: el prime-
ro en 1.378 y el segundo en 7.448.
41
CONSUELO VARELA
42
EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
embiado a pescar, y me rogaron que fuese allá, porque me faría gran fiesta.
Diéronme todas cuatro las tortugas, e yo les di muchas cosas, con que fue-
ron muy contentos. Preguntéles si esta tierra hera muy grande, y me res-
pondieron que no tenía cavo al poniente y era cuajada de islas. Diles liçen-
çia, y ellos me preguntaron cómo yo me llamava, qu’ésta es la costumbre
que tienen en cuantos cavos yo boy, y después bolvieron a su exerçiçio, mas
primero me dieron el nombre de su caçique sin que yo se lo preguntase, hon-
rándose d’ello, que así lo hazen en todo cavo”.
“Partí de aí por de dentro d’estas islas en las canales más nabegables siguien-
do al poniente, y siempre no me desviava de la tierra firme, y con buen tiem-
po, a Dios sean dadas infinitas graçias. Y andando muchas leguas hallé una
isla más grande y al cavo d’ella una grande poblaçión. Y bien que yo lleva-
se muy buen tiempo, determiné de surgir y fue a tierra, mas no fallé persona
alguna, porque todos avían huido. Gente sería que se governava de pescado;
infinitas conchas de tortugas tenían muy grandes por aquella playa. Haí fallé
todos juntos bien cuarenta perros no grandes y muy feos, como criados a pes-
cado, ni ladravan, y supe que los indios los comen, y aun de nuestros chris-
tianos los an provado y dizen que saven mejor que un cabrito. Muchas gar-
zotas mansas y otras avezillas tenían allí estos indios”.
Tras dejar de lado la mayor de las islas del grupo llamado Cinco Balas
decidió arrumbarse a la costa cuando divisó las montañas de Escambray.
Ayudado del indio Diego, en una playa supo de un viejo la proximidad de
“Magón”, que al instante Colón identificó con la Mangi de Marco Polo,
donde nacía la gente con cola. Tras pasar por los cayos Largo y Cantiles,
divisó los picos de la sierra de la Trinidad:
“Partí yo de allí sin le tocar en nada, y luego hallé otra isla muy mayor, mas
no curé salvo de llevar mi camino a unas montañas altísimas de la tierra fir-
me, qu’estava<n> de mí catorze leguas, y allí fallé una gran poblaçión y el
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CONSUELO VARELA
44
EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
“El día siguiente el viento hera bueno y yo cargué las velas, andando muy
gran camino siempre por esta mar hasta adonde poder saltar en tierra de los
navíos. No fallava fondo. Todo de un golpe entré en una mar blanca como
leche y espesa como el agua en que los çurradores adovan los cueros, y lue-
go faltó el agua y quedé en dos brazas de fondo. El viento era muy mucho y
yo estava en canal muy peligroso para bolver atrás ni çorgir con los navíos,
porque no podían virar sobr’el ancla la proa al viento ni avía fondo para ellos,
porque siempre andava <ar>rastrando la quilla por el suelo. Anduve ansí por
esta canal de dentro d’estas islas diez leguas a mi albedrío hasta una isla,
adonde yo hallé dos brazas e un cobdo de agua y largura para estar las cara-
velas. Allí sorgí y estuve con grande pena, pensando me sería de fuerça dexar
mi empresa y que no era poco si yo bolviese adonde yo avía venido; mas
Nuestro Señor, que siempre me a fecho mill merçedes muy aseñaladas, me
dio esfuerço y puso en voluntad que yo segui<ese> adelante el camino. El día
siguiente embié una caravela pequeña a tentar el fondo de toda aquella mar
allí çerca y a ver si hallava agua dulçe en la tierra firme, de que tenían todos
los navíos grande neçesidad. Bolvió con la respuesta que, a la orilla de la tie-
rra, avía un lodo muy alto <e> hasta dentro en la mar grande pieza la arbo-
leda tan espesa, que no entraría por ella un gato; y que avía andado por esta
costa mucho y que en toda la mar avía hallado canales y el mesmo fondo que
yo avía traído e yo avía visto de ençima del mástel del navío: a todos los vien-
tos la mar toda cuajada de islas y toda ansí blanca; y la tierra firme que a la
orilla de la mar hera la arboleda muy espesa en gran manera y durava de
ancho como muro de çiudad un cuarto de legua, y que todos estos árboles
heran en el agua, y junto con esta arboleda avía tierra alta y llena de palmas
y otros árboles muy fermosos, y avía prados y campos: duraría el anchor
d’esto cuatro leguas, y en lugar, çinco, [ansí] siempre ansí al luengo de la
costa de la mar; después avía tierra muy alta y muchas montañas en ella, todo
muy fermoso y berde; y vi<o> muchas ahumadas y grandes fuegos.
Determiné de seguir adelante y navegué ansí entre estas canales entre estas
islas, las cuales heran más ásperas que en el Jardín de la Reina, y ansí llenas
de árboles verdes y hermosos, y de aves. Y navegué así al nurueste fasta que
llegué a una punta muy baja con los navíos en seco; y dentro d’esta punta la
tierra boja al oriente, y se descubría al setentrión montañas muy altas lexos
d’esta punta veinte leguas, y entremedias limpio de islas, que todas quedavan
al austro e al poniente. Temía yo por el viento bueno e ya hallaba tres brazas
de fondo. Determiné de tomar el camino d’estas montañas, a las cuales no
pude llegar fasta el día siguiente, que fue a çorgir a un palmar muy fermoso
y grande, adonde yo hallé fuentes de agua dulze muy buena y señal que allí
avía estado gente”.
45
CONSUELO VARELA
Resulta muy enigmática esta visión del ballestero, que viene a dar al
relato un cierto tono sobrenatural, enlazando con el susto que poco después
se van a llevar los soldados al ver huellas que parecían de león o de grifo.
Mientras que Juan Manzano cree que se trata de descendientes de españo-
les perdidos en las Indias, otros autores como A. Humboldt y A. Núñez
Jiménez piensan en una confusión óptica con las grullas.
“El día siguiente con el deseo que yo tenía de saver nuevas qué tierra era ésta,
enbié veinte y çinco hombres bien armados que anduviesen ocho <o> diez
leguas la tierra adentro fasta hallar gente, que creo que a menos de çinco
abría poblaçiones, según las ahumadas que yo vía. Y andando un cuarto de
legua hallaron una vega que andava de poniente al levante al luengo de la
costa, y por no saver el camino quisieron atravesar la vega, y la yerva hera
tanta y tan alta entretexida, que nunca pudieron andar adelante y se bolvie-
ron acá cansados, como si anduvieran veinte leguas, y me renunçiaron que
era inposible andar la tierra adentro por allí, porque no pudieron fallar cami-
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
no ni bereda. El otro día torné a embiar a otros al luengo de la playa para ver
si topavan con alguna bereda que anduviese la tierra adentro; fallaron rastro
de vestias grandísimas de çinco uñas, cosa espantable, que juzgavan que fue-
sen <de> grifos o de otras vestias, e juzgavan que fuesen leones. Tanbién
éstos se bolvieron atrás. Aquí fallé muchas parras muy grandes y muy fer-
mosas, cargadas de agraz, que cubrían todos aquellos árboles, que era cosa
de maravilla. Tomé d’ellas y de la tierra del fondo d’esta mar blanca para
embiar a V. Al., y ansí le embío en una espuerta de agraz e trozos de parras
e un barril de la tierra del fondo de la mar blanca. También allí avía muchas
frutas aromáticas, como en los otros lugares donde yo fue, de las cuales no e
procurado poco para secar e embiar a V. Al., mas nunca se a podido fazer,
porque no a avilidad en los navíos. También fallaron estos hombres que yo
avía embiado grúas mayores dos vezes que aquéllas de Castilla”.
Como solía hacer, el almirante no quería dejar tierra atrás sin recono-
cerla. Por ello le vemos constantemente ir y venir de un punto a otro; dibu-
jado sobre un mapa su itinerario, no veríamos más que lazos que se entre-
cruzan. Así nos describió el genovés la cadena de Rosario (Guaniganico) y
el surgidero de Batabanó:
“Visto que yo avía dexado la punta del Serafín, donde la tierra boxava al
poniente, y avía atravesado a las montañas al setentrión, no quise que me
quedase dubda en esta tierra de la punta del Serafín si andaría mucho al
levante y faría isla toda la tierra que yo avía pasado. Navegué de aí donde yo
estava al oriente por la mesma costa fasta que yo vi que la una costa y la otra
se ajuntavan y hazían allí seno. Bolví la mesma costa atrás otra vez al ponien-
te, y aunque yo traía los navíos y la gente muy cansada, propuse de navegar
al poniente fasta unas montañas que yo avía visto lejos de mí, de adonde
tomé el agua, treinta y çinco leguas. Y andando las nueve fallé en una playa
dos casas, y tomé el caçique d’ellas, el cual, como ignorante e persona que
47
CONSUELO VARELA
no avía salido de allí, me dixo que, allende de aquellas montañas, que pares-
çía que era la mar muy fonda y boxía al setentrión muy gran número de jor-
nadas. Levanté las áncoras y seguí mi camino muy alegre, pensando que sería
ansí como me avía dicho, y andando otras [hueco en el original] leguas me
fallé embaraçado entre muchas islas e muy poco fondo, de manera que yo no
hallava canal que me consintiese andar adelante”.
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
EL RETORNO
“Ya aquí estavan los navíos muy desconçertados por las muchas bezes que
avían dado sobre los bajos y quedado en seco, y tanbién tenía todas las cuer-
das y los aparejos muy gastados y la mayor parte de los mantenimientos per-
didos, en espeçial el vizcocho, por la mucha agua que fazían los navíos, por-
que eran muy desmanchados y toda la gente estava muy cansada y temerosa,
aunque d’esto mucha esperança tenía yo en Dios que nos traería a salva-
miento. Y visto que yo avía pasado desd’el cavo de Alfa e O justo mill y
duzientas y ochenta y ocho millas, que son treçientas y veinte y dos leguas,
y avía anotado infinitas islas, acordé de tomar la buelta y no por el camino
que yo avía traído, y tornar a Jamayca, a que nombre de Santiago le avía
puesto, ya dispuesto de acavar de rodear toda la parte del austro, porque yo
avía andado a rodear toda esta isla Ysavela toda la parte del austro, que yo no
avía visto, y qu’estando al cavo de la parte del poniente, si pudiese, adovar
allí los navíos y correr al oriente todas las islas de los caníbales y descubrir
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CONSUELO VARELA
otras. Y allí di la buelta al austro, pensando poder pasar por de dentro de unas
islas que allí estavan, en las cuales nunca hallé canal, y me fue por fuerça de
bolver atrás por un brazo de mar, por donde yo navegué hasta la punta del
Serafín a las islas donde primero avía çorgido en la mar blanca.
”Después que ove pasado las casas del caçique que arriba dixe en una
jornada, una mañana antes qu’el sol saliese bi benir de la mar en fuera el
camino de la tierra más de un cuento de cuervos marinos todos juntos; y por-
que yo otro tanto vi en cuanto aya andado por la mar, lo cuento por maravi-
lla. Y el día siguiente vinieron a los navíos tantas de mariposas, que escure-
çían el aire del çielo, y duraron ansí fasta la noche, que lo estruyó una gran
agua y torbonada que vino. Tanbién cuando yo dexé la tierra donde deçían
qu’estava el rey “Santo” para ir al Cheroneço, a que de Sant Juan Evangelista
puse nombre, vien que yo en todas aquellas mares uviese visto infinitísimas
turtugas, en estas veinte leguas la mar era muy cuajada d’ellas, grandísimas,
atantas que paresçía que los navíos se encallarían en ellas. Tiénenlas los
indios en gran presçio y por muy sanas y sabrosas, y nosotros no las tuvimos
en menos.
”Después que yo partí del Evangelista, navegué por un brazo de mar
Blanca, como es todo lo otro de allí, e muy profundo. En cavo de muchos
días llegué a las islas adonde yo avía çorgido en la primera vez en la mar
Blanca, que fue más milagro de Nuestro Señor que saver ni ingenio de hom-
bre. Y dende vine fasta la probinçia de Hornofay con no menos peligro que
yo avía pasado, y allí sorgí en un río y forneçí los navíos de agua y leña para
navegar al austro y no bolver por donde avía venido y dexar el Jardín de la
Reina a mano izquierda, si otras islas no me lo impidiesen. Y ansí fue, aun-
que no pude pasar sin comunicar a muchas islas, que hasta entonzes no avía
visto. Aquí en esta probinçia es la tierra montañossa, como yo dixe arriba,
fertilísima, de gente mansa en grande manera y muy abundosos de frutas e
de sus viandas, de que de todo me dieron muy grande parte; eran suavísimas
y aromáticas. Allí nos truxeron tanbién infinitísimas aves y papagayos, y lo
más eran palomas muy grandes, tan sabrosas como las perdizes de Castilla;
fazíalas yo abrir por ver que tenían en el papo, así como a los pezes que allí
en el navío se matavan, y fallava a estas palomas el papo lleno de flores que
olían que si fueran de naranjo. Allí mandé dezir missa y plantar una alta cruz
+ de un gran madero, ansí como yo acostumbrava hazer en todo otro cavo
idógneo adonde yo e estado y ando.
”Domingo cuando se dixo la missa y yo desçendí en tierra, adonde pri-
mero avía mandado hordenar una iglesia al caçique de aquí, que paresçía
hombre muy honrado y señor de mucha gente, cuando yo desçendí de la bar-
ca, me vino a tomar por la mano, e un hombre muy biejo, de más de ochen-
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EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
ta años, que benía con él al lado, me tomó por la otra mano; traía este viejo
un ramal de cuentas de piedra mármol al pescueço, las cuales acá en todo
cavo tienen en gran presçio, y un çestillo de mançanas en la mano, el cual
luego me dio en presente como desçendí de la barca. El, con todos los otros,
ansí desnudos andan como nasçieron, ansí como en otro cavo que yo aya
hallado. Y después este caçique con este viejo y toda su gente tras nosotros
me llevaron así por las manos hasta la iglesia, donde me dieron lugar que aca-
vase mi oraçión. Y después el viejo propuso su raçonamiento con muy buen
paresçer y muy buena osadía. El intento fue cómo él avía savido cómo yo
avía corrido todas las islas y tierra firme, la cual hera aquélla en que nosotros
estávamos, y que yo no tomase banagloria, puesto que toda la gente oviese
miedo, porque yo hera mortal como todos los otros; y de aquí començó con
palabras y señas afigurando en su persona cómo nos naçimos y teníamos áni-
ma y mostrando el amor que tenía con el cuerpo, y que del mal de cada
miembro ella era la que se dolía, y al tiempo de la muerte al despedimiento
d’él sentía gran pena, y qu’esta ánima iba al Rey del çielo o en al avismo de
la tierra, según el bien o el mal que avía obrado en el mundo. Y porqu’él
conosçió que yo gustava y avía plazer de oílle [hueco en el original].
Respondíle yo con interçesión d’este indio que yo tengo conmigo, qu’es de
aquéllos que fueron a Castilla, como yo dixe arriba, el cual entiende muy
bien nuestra lengua y la pronunçia y es muy buena persona, que yo no avía
fecho mal a nadie salvo a los malos, mas antes fazía bien y honra a todos los
buenos, y qu’esto hera lo que V. Al. avían mandado. Y él respondió con
maravilla a este indio: “¿Cómo? ¿Este almirante a otro señor obedeze?” Y él
respondió: “A el rey y a la reina de Castilla, que son los mayores señores del
mundo”. Y por aquí les començó a contar todas las cosas de Castilla, de las
çiudades, de las iglesias, de las casas grandes y de la nobleza de la gente, de
las fiestas y justas qu’él avía visto, del correr de los toros, de las cosas de las
guerras qu’él avía savido. Todo lo recontó muy bien, en forma que holgó
muy mucho el viejo y se determinó de venir a ver a V. Al., mas por la mujer
e hijos que lloravan por piedad dexó la empresa, y no le quise tomar por fuer-
ça como a otro mançevo, el cual tomé mucho sin escándalo de la tierra; el
cual con el caçique que tomé en Sava embío a V. Al., que aunque esta gente
sean desnudos y parezca al huir que devan ser salvajes y vestias, yo les çer-
tifico que son agudísimos y huelgan de saver cosas nuevas como nosotros.
Ellos, luego que yo llego a alguna poblaçión, vienen a los navíos con sus
canoas para reconoçernos como avisados, y la primera fabla es fazernos saver
cúyos son y el nombre de su caçique, teniéndolo en gran cuenta e recontan-
do su grandeza y su estado, y después preguntar por el nombre del caçique
de los navíos; y savido, replícanlo el uno con el otro muy muchas vezes, por-
51
CONSUELO VARELA
que no se les olvide, y después preguntan cómo llaman a los navíos y si veni-
mos del çielo; y aunque se les diga que de Castilla, todavía queda asentado
en sí qu’este reino es en el çielo, porque no tienen notiçia salvo de gente des-
nuda [re]salvando a los de Magón, a los cuales ponen por tacha qu’el bestir
es porque tienen cola, como dixe arriba. Ya yo dixe cómo estos caçiques no
tienen bienes propios y que ansí me lo avían dicho, porque la tierra es tan
grande y tan fértil, que sobrara aunque ubiese çien vezes otros tantos. Bien
podrá ser que, fuera de la ribera de la mar, que la tierra adentro que abrá otro
regimiento, como avemos leído y se deve creer la mayor parte, mas yo no me
e querido detener en ningún cavo a embiar a otra tierra salvo correr la costa
de la mar cuanto yo puedo, porque, después de savida la mar y la costa d’e-
lla, buscaremos y entraremos en la tierra y partiremos de nuestra casa con tal
propósito y adereço, porque abremos visto de la mar el lugar donde nos pare-
zerá de gastar el tiempo. Verdad es que si yo fuera de la parte del setentrión,
como yo fue del austro, fazia el Catayo, que trovara provinçias fermosas. Yo
gastaré algún tiempo en enbiar gente la tierra adentro, si en la costa no falla-
ra lo que se escrive en las istorias d’esta provinçia de hedefiçios reales y de
fertilidad de la tierra, que yo agora e comprehendido harto, y sobre todo por
qué dizen que los anteçesores d’este emperador embiaron a Roma que les
embiasen doctores que les enseñasen nuestra sancta fee, porque se querían
tornar christianos con su gente, y darle e la embaxada de V. Al.
”Partí de la probinçia de Hornofay del río de las Misas y navegué al aus-
tro por dexar el Jardín de la Reina a mano izquierda por el peligro de la nave-
gaçión que yo en él avía pasado, y andando días [hueco en el original] no sin
pasar islas, de las cuales con las otras que yo vi a la ida, que fueron inume-
rables [hueco en el original], bine a tener a la probinçia de Macaca por cau-
sa de los vientos que me resurtieron. Y allí y en toda la probinçia me reçi-
bieron muy bien y me dieron refresco de las cosas que tenían. Después partí
con próspero viento y bolví a la isla de Santiago, a que los indios Jamayca
dizen, a çurgir en el mesmo lugar de donde yo avía partido cuando yo dexé
la isla y vine a la tierra firme.
”Plugo a Nuestro Señor de me dar tan buen tiempo como yo avía menes-
ter, porque todos los navíos me andavan a fondo del agua por los travajos que
avía pasado, y toda la gente estava muy cansada, que yo ya era açerca de çin-
co meses que jamás avía descansado una ora y llevado muy mala vida por los
mantenimientos que avíamos perdido. Y así al cavo de [hueco en el original]
días llegamos al fin de la isla con muy próspero tiempo a pedir por boca, y
allí en el puerto de Santa Cruz, el cual es muy bueno, remedié los navíos lo
mejor que pude y esforzé la gente que fuésemos a correr todas las islas de los
caníbales, pues ya estávamos tan çerca, y que en ellas hallaríamos de comer.
52
EL DESCUBRIMIENTO EUROPEO DE LA “TIERRA MÁS HERMOSA”
”Esta carta escreví en el puerto de Santa Cruz, qu’es junto con el cavo de
San Rafael de la Ysavela de la parte del Oriente, porque creía que podía fallar
navíos que bolverían a Castilla; y por no lo<s> detener me aperçeví porque
V. Al. fuesen avisados, cuya vida y muy alto estado guarde y prospere la
Santa Trinidad a Su sancto serviçio por siempre jamás. Fecha a 26 de hebre-
ro de 95 años”.
53
CONSUELO VARELA
BIBLIOGRAFÍA
54
Andaluces de Cuba (siglos XVI a XVIII)
Antonio García-Abásolo
Universidad de Córdoba
55
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
56
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
57
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
58
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
59
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
esta amenaza no se puso en práctica. Por otra parte, sería muy complejo
seguir el rastro de los andaluces que hicieron el itinerario fijado, es decir,
La Española, Cuba y América continental, aunque haya algún famoso de
huella brillante.
Las fuentes para estudiar el paso de andaluces a Cuba deben ser toma-
das del Archivo General de Indias, Sección de Contratación y, dentro de
ella, en los libros de pasajeros y en las informaciones presentadas por los
que marcharon a Indias para acreditar su limpieza de sangre y el cumpli-
miento de los requisitos exigidos oficialmente. Por ese medio se puede
obtener una cifra de 537 registros de andaluces que fueron a Cuba durante
los siglos XVI, XVII y XVIII. Las características de estos pasajeros, en la
mayor parte de los casos pobladores, serán expuestas a partir de gráficos
estadísticos, pero atendiendo a la conveniencia de entrar en lo cualitativo,
de manera que los números encuentren un acomodo humano razonable.
Con estas perspectivas, vamos a hacer un recorrido que nos permitirá cono-
cer cuántos fueron, de dónde eran, si eran hombres o mujeres, su estado
civil, la edad, el oficio y, en alguna medida, los motivos que les impulsaron
a salir de sus lugares de origen. Después de analizar las peculiaridades del
aporte de andaluces a Cuba entre los siglos XVI y XVIII, se incluirá una
relación de todos los registros localizados dispuestos por orden alfabético
y con noticias suficientes para que puedan ser identificados, es decir, nom-
bre, nombres de sus padres, año de embarque, origen y en ocasiones el
motivo de su marcha, que, como se ha dicho, se asocia en muchos casos al
oficio. Es decir, que al final vamos a llegar a saber quiénes eran. En líneas
generales, los que fueron a Indias lo hicieron con la idea de mejorar sus
vidas, y aquí podremos tratar del medio que algunos encontraron para que
ese sueño se hiciera posible, en muchos casos mediante el servicio a las
personas que tenían asegurados sus medios de vida en Cuba porque iban a
la isla a ejercer sus oficios.
El gráfico número 1, que recoge la distribución de los andaluces que
fueron a Cuba por siglos, muestra la importancia de la presencia andaluza
en el siglo XVI, que debió ser aún mayor teniendo en cuenta que, entre los
que pasaron desde Santo Domingo a Cuba para saltar después a Nueva
España, muchos eran andaluces. Sabemos que el 60% de los que fueron a
las Indias antes de 1508 eran andaluces, y también el 37% de los que
embarcaron entre 1509 y 1519; es decir, que hasta el comienzo del proce-
so de conquista de México, eran andaluces aproximadamente la mitad de
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ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
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ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
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ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
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ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
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ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
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ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
68
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
69
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
1533 más de 20
1539 más de 10
1569 más de 10 (17)
1580 más de 40 (44)
1592 más de 10 (17)
1597 más de 20
1626 10
1732 más de 10 (18)
1785 más de 20 (23)
1789 más de 10
70
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
BIBLIOGRAFÍA
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GRÁFICOS
GRÁFICO 1
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Por siglos
Siglo XVII
24%
73
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
GRÁFICO 2
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Análisis comparativo proporcional
Cuba
Santo Domingo
2,5%
8,3%
Filipinas Nueva España
2,4% 55,4%
Perú
31,4%
GRÁFICO 3
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Por sexo y siglos
Siglo XVII 57 76
Mujeres Varones
74
GRÁFICO 4
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Frecuencia decenal y sexo
90
80
60
50
75
40
30
20
10
0
1510- 1530- 1550- 1570- 1590- 1610- 1630- 1650- 1670- 1690- 1710- 1730- 1750- 1770- 1790-
1519 1539 1559 1579 1599 1619 1639 1659 1679 1699 1719 1739 1759 1779 1799
Mujeres Varones
GRÁFICO 5
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Estado civil
90
80
70
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
60
50
76
40
30
20
10
0
1510- 1530- 1550- 1570- 1590- 1610- 1630- 1650- 1670- 1690- 1710- 1730- 1750- 1770- 1790-
1519 1539 1559 1579 1599 1619 1639 1659 1679 1699 1719 1739 1759 1779 1799
15
12
7 32
26 4
Varones
13 11
7 9
3 2 Mujeres
GRÁFICO 7
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Oficios (sobre 254)
Labradores 2
Universitarios 3
Clérigos 17
Mercaderes 56
Criados de mercaderes 22
Criados de funcionarios 28
Criados de militares 57
Militares 5
Artesanos 7
0 10 20 30 40 50 60
78
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
GRÁFICO 8
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Origen. Provincias
Almería 1
Granada 8
Málaga 26
Jaen 17
Córdoba 15
Cádiz 106
Sevilla 290
Huelva 45
79
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
GRÁFICO 9
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Origen, provincias y sexo
Granada 2 6
Málaga 10 16
Jaen 4 13
Córdoba 1 14
Cádiz 37 69
Huelva 19 26
80
ANDALUCES DE CUBA (SIGLOS XVI A XVIII)
GRÁFICO 10
ANDALUCES A CUBA, 1515-1800
Poblaciones destacadas
Sevilla 224
Cádiz 75
Jerez de la Frontera 18
Guadalcanal 16
Constantina 8
Málaga 9
Antequera 8
Gibraleón 9
Moguer 8
81
ANEXO
82
RELACIÓN DE LOS ANDALUCES DE CUBA
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
DE DIEGO DE CATALINA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ALBORNOZ, SEVILLA 1631 CON ANA DE 28 S
MARÍA DE OSTOS
ALMANSA, ALMANSA, RODRÍGUEZ, ARCOS DE LA 1565 CRIADO DEL DUDOSO CRIADO. S
GREGORIO DE GARCÍA DE MARíA FRONTERA CAPITÁN MILITAR
FRANCISCO
NAVA RRO
84
ALVA REZ, MARÍA GONZÁLEZ, ROSA, BLANCA SEVILLA 1590 CRIADA DE CRIADA S
JUAN DE BLANCA
HERNÁNDEZ
ISLA DE CUBA
ARANDA, ISABEL RUIZ ROMERO ARANDA, MARÍA CÓRDOBA 1580 TENÍA ESCLAVOS S
DE PANIAGUA, DE Y TRES CASAS EN
CRISTÓBAL LA HABANA.
TESTAMENTO,
INVENTARIO Y
FUNDACIÓN DE
CAPELLANÍAS EN
CÓRDOBA Y EN
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
LA HABANA.
TESTAMENTO
FECHADO EN LA
HABANA, EL
OCHO DE ENERO
DE 1613.
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
CRISTÓBAL DE LA
HABANA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
BASQUEES, BASQUEES, GUTIÉRREZ, ANA GRANADA 1594 45 MERCADER. C
JERÓNIMO LUIS, LDO. COM
BASQUEES, HINOJOS. 1768 REUNIRSE CON SU MARIDO SIRVE C
JOSEFA MARÍA HUELVA SU MARIDO EN EL
IGNACIO JOSÉ REGIMIENTO FIJO
RODRÍGUEZ, DE LA PLAZA DE
88
NATURAL DE LA HABANA
CÁDIZ, QUE LA HA
MANDADO
LLAMAR
MIGUEL
BENÍTEZ, ANA SEVILLA 1631 CON ANA DE 24 S
OSTOS
BERNAL, ANGELA LÓPEZ, BERNAL, MARÍA SEVILLA 1598 CRIADA DE JUANA 30 CRIADA S
ANTONIO BAUTISTA DE LA
MILLA
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
CABALLERO CÁDIZ 1698 FACTOR. S
INFANTE, MERCADER.
GUILLERMO COM
GIRÓN, OFICIAL
MAYO R DE LIBROS
DE LA
CONTADURÍA DEL
PUERTO DE LA
HABANA
FRANCISCA DE
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ELECTO DE RELIGIOSO
SANTIAGO DE
CUBA, FR. JUAN
LASSO DE LA
VEGA
CANSINO ALONSO CANSINO, ALONSO, ISABEL GIBRALEÓN. 1580 CRIADA DEL GOB. CRIADA. S
92
CASAS DE SOTO *, CASAS, SOTO, ISABEL DE GIBRALEÓN. 1580 CON SUS PADRES S
ANTONIO DE MELCHOR DE HUELVA
CASAS DE SOTO *, CASAS, SOTO, ISABEL DE GIBRALEÓN. 1580 CON SUS PADRES S
FRANCISCA DE MELCHOR DE HUELVA
CASAS DE SOTO *, CASAS, SOTO, ISABEL DE GIBRALEÓN. 1580 CON SUS PADRES S
JUANA DE MELCHOR DE HUELVA
93
CASAS DE SOTO *, CASAS, SOTO, ISABEL DE GIBRALEÓN. 1580 CON SUS PADRES S
MARÍA DE MELCHOR DE HUELVA
CASAS, MELCHOR CASAS, JUAN DÍAZ, ISABEL OSUNA 1580 CON SU MUJER C
DE ISABEL DE SOTO,
SUS HIJOS JUANA,
MARIA,
FRANCISCA Y
ANTONIO. LLEVA
COMO CRIADA A
BEATRIZ DE
AGUILAR
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
CASTILLA, PEDRO SEVILLA 1611 CRIADO DEL EL PADRE ERA 18 S
DE OBISPO FR. ABOGADO EN LA
ALONSO ENRÍQUEZ AUDIENCIA DE
DE TOLEDO , SEVILLA
MERCEDARIO
94
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
HABANA
DAZA, HERNANDO PACHECO, DÍAZ DAZA, HUELVA 1577 CRIADO DE CON SU MUJER CRIADO C
JUAN MARÍA FRANCISCO JUANA DE
CARREÑO ESPINOSA,
NATURAL DE
MÉJICO, Y SUS
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
HIJOS JUAN Y
FRANCISCA
DELGADILLO, CARMONA, AV ILA, ISABEL LUCENA. 1565 CRIADO DEL CAPI- CRIADO, S
JUAN GONZALO DE DE CÓRDOBA TÁN FRANCISCO MILITAR
NAVA RRO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
DELGADO, TOMÁS CÁDIZ 1785 POR TRES AÑOS MERCADER. C
CON LICENCIA DE COM
SU MUJER JUANA
BENAVENTE
BENAVENTE,
POR TRES AÑOS
DEZA, ANDRÉS DE DEZA, ANDRÉS VILLEGAS, LUISA SEVILLA 1580 CRIADO DEL LDO. CRIADO S
DE DE JUAN DE MINA
DÍAZ CAMBIL, DÍAZ, PEDRO CAMBIL, MARÍA CÁDIZ 1785 CON SU MADRE A 4 S
FRANCISCO JOSÉ REUNIRSE CON SU
PADRE
DÍAZ, LUIS DÍAZ, MARCOS CAMPOS, SEVILLA 1561 CRIADO DEL CRIADO S
CATALINA DE DOCTOR
VILLALPANDO,
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
SERVICIO DEL
GOBERNADOR
ANTONIO DE
VIANA
ESPINOSA, MARÍA SÁNCHEZ, ESPINOSA, ECIJA 1594 REUNIRSE CON SU CON SU PADRE C
DE MIGUEL MARÍA DE MARIDO ALONSO
RUIZ
DE LA CRIADA,
ADMINISTRACIÓN GERTRUDIS DE
DE CORREOS DE AMAYA Y
LA HABANA SAMANES
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
FERNÁNDEZ, SEVILLA 1614 CRIADO DE ESTE ENFERMÓ Y 34 CRIADO S
FRANCISCO FERNANDO Y NO FUE A INDIAS
ANTONIO PEREIRA
ARTILLERÍA D.
CAY ETANO REYNA
VECINO DE LA
HABANA.
FRET, HENRIQUE CÁDIZ 1785 LLEVA A SU MARINO S
HERMANO JUAN MERCANTE.
JOSÉ (36) MERCADER
FRET, JUAN JOSÉ CÁDIZ 1785 VA COMO 36 S
AMANUENSE DE
SU HERMANO
HENRIQUE
FUENTE FUENTE, JUAN NUEZ DE CONSTANTINA 1590 CON SU MUJER C
CABRERA, DIEGO DE LA CABRERA, MARÍA LÓPEZ Y
DE LA CATALINA SUS HIJOS
CATALINA,
MARÍA, JUAN,
DIEGO Y FCO.
FUENTE LÓPEZ *, FUENTE LÓPEZ, MARÍA CONSTANTINA 1590 CON SUS PADRES S
CATALINA DE LA CABRERA,
DIEGO DE LA
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
FUENTE LÓPEZ *, FUENTE LÓPEZ, MARÍA CONSTANTINA 1590 CON SUS PADRES S
DIEGO DE LA CABRERA,
DIEGO DE LA
FUENTE LÓPEZ *, FUENTE LÓPEZ, MARÍA CONSTANTINA 1590 CON SUS PADRES S
FRANCISCO DE LA CABRERA,
DIEGO DE LA
FUENTE LÓPEZ *, FUENTE LÓPEZ, MARÍA CONSTANTINA 1590 CON SUS PADRES S
JUAN DE LA CABRERA,
DIEGO DE LA
FUENTE LÓPEZ *, FUENTE LÓPEZ, MARÍA CONSTANTINA 1590 CON SUS PADRES S
MARÍA DE LA CABRERA,
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
DIEGO DE LA
FUENTE, DIEGO FUENTE, DIEGO NO CONSTA MEDINA 1580 CON SU PADRE S
DE LA DE LA SIDONIA
FUENTE, DIEGO FUENTE, PEDRO JIMÉNEZ, JUANA MEDINA 1580 CON ALVA RO DE S
DE LA DE LA SIDONIA CLAV IJO LOAISA.
104
LLEVA A SU HIJO
DIEGO DE LA
FUENTE
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
VA A REUNIRSE
CON SU MARIDO,
LORENZO GARCÍA
DE ARANA
GARCÍA, JUANA MARTIN DE HERNÁNDEZ, SEVILLA 1592 COBRAR CIERTA CON SUS HIJOS 40 V
CARMONA, SANCHA HACIENDA QUE LE MARÍA, JUANA,
ANTEÓN DEJÓ SU MARIDO, FRANCISCA,
FRANCISCO DEL ANTÓN Y
CASTILLO, QUE BALTASAR
FALLECIÓ EN
CUBA
GARCÍA, JULIÁN GARCÍA, LÓPEZ, SEVILLA 1580 CON SU MUJER C
ALONSO FRANCISCA MARÍA DE
ARNEDO Y COMO
CRIADA LLEVA A
ANA GONZÁLEZ
GARCÍA, LEONOR SÁNCHEZ, GARCÍA, MARÍA CUMBRES DE 1555 CRIADA DEL CRIADA. S
FRANCISCO SAN LICENCIADO FUNCIONARIO
BARTOLOMÉ. MARTÍNEZ
HUELVA
GARCÍA, MARCOS GARCÍA, LÓPEZ, ISABEL CUMBRES DE 1555 CRIADO DEL CRIADO. S
GÓMEZ, ISABEL VA LERA, GÓMEZ, ELVIRA SEVILLA 1568 CRIADA DEL DR. CON SUS HIJAS CRIADA. V
PEDRO ZAYA S LEONOR Y FUNCIONARIO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ELVIRA. EL
PADRE ES
HERRADOR
GOBERNADOR Y
CAPITÁN GENERAL
DE LA ISLA DE
CUBA.
LLEVA UN G RUPO
DE 16 HOMBRES,
CUATRO DE
ELLOS CON
MUJER E HIJOS.
EN TOTAL 30
PERSONAS, DE
LAS QUE 13 SON
ANDALUCES
GONZÁLEZ, DÍAZ MÉNDEZ, ISABEL SANLÚCAR LA 1598 CRIADA DEL VIUDA DE 34 CRIADA. V
LEONOR PULGARIÑO, MAYO R CONTADOR PEDRO BARTOLOMÉ FUNCIONARIO
FRANCISCO REDONDO DE GONZÁLEZ
VILLEGAS
FORTIFICACIÓN DE
LA HABANA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
MANUEL, DE 13
AÑOS Y
FRANCISCO
FACUNDO (14)
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
MARTÍNEZ DE
CASTAÑEDA.
NATURAL
TAMBIÉN DE
BORNOS
HUERTA, MARÍA SEVILLA 1626 CRIADA DEL 24 CRIADA. S
DE CAPITÁN ALONSO MILITAR
CRISTINA
HURTADO, MARÍA CÁDIZ 1753 VIVIR CON SU S
GERTRUDIS PADRE, EL CUAL
ES PRIMER
CIRUJANO DE LA
ARMADA DE
AQUELLA CIUDAD
PUERTO DE
AQUELLA CIUDAD
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
LASSO DE LA
VEGA
LASSO DE LA
VEGA
DE TOLEDO. DIOCESANO
LÓPEZ, LÓPEZ, DIEGO LÓPEZ, ISABEL TOMARES 1537 S
FRANCISCO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
DE LA DE LA LUISA MÁLAGA
ALONSO DIOCESANO
BERNARDO DE LOS
RÍOS, TRINITARIO
CALZADO, VA
COMO OBISPO DE
SANTIAGO DE
CUBA.
MARTÍN SABIDO, SÁNCHEZ GARCÍA, MARIA CUMBRES 1561 CON SU MUJER CAPITÁN. C
JUAN SABIDO, JUAN MAYO RES. JUANA MILITAR.
HUELVA DOMÍNGUEZ TENIENTE DE
Le acompañaron dos CAPITÁN
sobrinos en Cuba, GENERAL DE
ambos clérigos: LA TRINIDAD E
Francisco Sabido, que ISLA DE CUBA
regresó para ocupar
una capellanía en
117
Cumbres en 1611, y
Juan Sabido,
sacerdote, que estuvo
con Juan Martín
Sabido en El Bayamo
y se quedó en Cuba.
MARTÍNEZ, MARTÍN, LÓPEZ, JUANA CALA. MÁLAGA 1593 CON SU TÍO JUAN S
LEONOR LORENZO DÍAZ ALDEANO,
NATURAL DE
VILLANUEVA D EL
FRESNO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
MARTOS, SEVILLA 1710 CRIADO DEL 19 CRIADO. S
FRANCISCO DE SARGENTO MILITAR
MAYO R DEL
PRESIDIO DE
SANTIAGO DE
CUBA, D. TOMÁS
ANTONIO CORTÉS
118
DE PAREDES
CRIADO DE D.
ANTONIO AGUI-
LAR DE CELA,
FIEL DE LA FABRI-
CA DE TABACOS
DE SEVILLA, QUE
VA A LA HABANA
PARA RECONOCER
LA SIEMBRA DE
TABACO DE CUBA
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
MATÍAS DE CUATRO DE RIBERA.
GALEONES QUE SE ARTESANO
FABRICAN EN EL
ASTILLERO DE LA
HABANA
MOLINA, SEVILLA 1608 CRIADO DE D. 25 CRIADO S
120
MOYA , MARÍA DE SÁNCHEZ DE LEÓN, INÉS DE SEVILLA 1597 CON SUS PADRES 5 S
MOYA ,
FRANCISCO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
NAVA RRO, PEDRO NAVA RRO, GÓMEZ, ANA SEVILLA 1568 CRIADO DEL DR. CRIADO S
ANDRÉS ZAYA S, N. DE LOS
SANTOS
LICENCIA EN 1672
NUEZ MEJÍA, NUEZ MEJÍA, MONTANA, VILLAVERDE 1562 REGRESA. TIENE CON SU SOBRINO C
FRANCISCO HERNÁN ISABEL DEL RÍO MUJER EN LA HERNÁN NUEZ
HABANA MEJÍA
NUEZ MEJÍA, NUEZ MEJÍA, FERIA, BEATRIZ SEVILLA 1562 CON SU TÍO QUE S
HERNÁN HERNÁN DE LA RESIDE ALLÍ
OJEDA, CATALINA MARTÍN DE SÁNCHEZ DE SEVILLA 1592 CON SU HIJA, ANA VA EN LUGAR DE 52 V
DE OJEDA, DIEGO PARRAS, MARÍA DE OJEDA UNA CRIADA DE
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
OLIVERA, JUANA SEVILLA 1749 CON SU MADRE A 12 S
MARÍA REUNIRSE CON SU
PADRE
ORDOÑEZ ARAHAL, EL 1732 LEGO. COMPAÑE- 50 FRANCISCANO. S
SAMANES, PEDRO, RO DEL SR. OBISPO CLÉRIGO.
124
ORTA, GINÉS DE GARCÍA JUSTE, ORTA, ISABEL DE JEREZ DE LA 1580 LLEVA COMO S
ALONSO FRONTERA CRIADO A
MIGUEL BENÍTEZ
BAUTISTA
ORTIZ, GASPAR ORTIZ, GASPAR BATISTA, ANA SEVILLA 1580 CRIADO DEL LDO. CRIADO S
JUAN DE MINA
125
OVA LLE DE OVA LLE, VILLANUEVA , SEVILLA 1580 CON SUS PADRES S
VILLANUEVA *, ALVA RO DE MARÍA DE
CATALINA DE
OVA LLE DE OVA LLE, VILLANUEVA , SEVILLA 1580 CON SUS PADRES S
VILLANUEVA *, ALVA RO DE MARÍA DE
INÉS DE
OVA LLE DE OVA LLE, VILLANUEVA , SEVILLA 1580 CON SUS PADRES S
VILLANUEVA *, ALVA RO DE MARÍA DE
JUAN DE
OVA LLE DE OVA LLE, VILLANUEVA , SEVILLA 1580 CON SUS PADRES S
VILLANUEVA *, ALVA RO DE MARÍA DE
MARÍA DE
OVA LLE DE OVA LLE, VILLANUEVA , SEVILLA 1580 CON SUS PADRES S
VILLANUEVA *, ALVA RO DE MARÍA DE
MIGUEL DE
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
OVA LLE, ALVA RO ALONSO, JUAN VILLALVA , ANA SEVILLA 1580 CON SU MUJER C
DE DE MARÍA DE
VILLANUEVA Y
SUS HIJOS
MIGUEL, INÉS,
CATALINA,
MARÍA Y JUAN.
EN COMPAÑÍA DE
ALVA RO DE
CLAV IJO LOAISA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
COSME DE ISABEL DE MARÍA ANDRÉS FUNDICIÓN DE
LA ARTILLERÍA.
ARTESANO
PADILLA, INÉS DE PADILLA, MIRAVA L, MARÍA JEREZ DE LA 1580 REUNIRSE CON SU CON SUS HIJOS C
FRANCISCO DE DE FRONTERA MARIDO ISABEL Y ALON-
BARTOLOMÉ DE SO. REFRENDADA
YUSTE LA LICENCIA EN
26-05-1580
PAZ HERNÁNDEZ PAZ, JUAN HERNÁNDEZ POSADAS. 1561 CON SUS PADRES S
*, ACISCLO CABEZA DE CÓRDOBA
VA CA, MARíA
PAZ HERNÁNDEZ PAZ, JUAN HERNÁNDEZ POSADAS. 1561 CON SUS PADRES S
127
PAZ HERNÁNDEZ PAZ, JUAN HERNÁNDEZ POSADAS. 1561 CON SUS PADRES S
*, PASCUAL CABEZA DE CÓRDOBA
VA CA, MARíA
PAZ, JUAN GARCÍA PAZ, GÓMEZ, MARíA POSADAS, 1561 CON SU MUJER LABRADOR C
JUAN CÓRDOBA MARíA
HERNÁNDEZ
CABEZA DE VA CA
Y SUS HIJOS
ACISCLO,
PASCUAL Y
MARíA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
PERALTA, HERNÁNDEZ, MOLINA, JUANA QUESADA. JAÉN 1515 S
FRANCISCO DE PEDRO DE
PEREA, MARTÍN, RUIZ, FRANCISCA SEVILLA 1575 CRIADO DE CRIADO S
BARTOLOMÉ DE CRISTÓBAL BARTOLOMÉ DE
MORALES
128
ANA CRESPI,
ESPOSA DEL
TENIENTE DE LA
PLAZA DE LA
HABANA CON
QUIEN VA A
REUNIRSE
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
PONCE PUEBLA DE 1732 CONFESOR DE FR. 54 FRANCISCANO. S
CARRASCO, GUZMÁN. JUAN LASSO DE LA CLÉRIGO.
CRISTÓBAL, FR. HUELVA VEGA, ELECTO RELIGIOSO
OBISPO DE
SANTIAGO DE
130
CUBA
GASPAR, D. MADRE.
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
PREEN, GASPAR CÁDIZ 1734 CON SU MADRE. MELCHORA 7 S
GATO Y
VERGARA, VIUDA
DE TOMÁS PREEN
Y CASTRO,
REGRESA CON
132
TODA SU
FAMILIA( 7 HIJOS
MADRE Y
HERMANA)A LA
HABANA, DE
DONDE ES
NATURAL.
TODA SU
FAMILIA( 7 HIJOS
MADRE Y
HERMANA)A LA
HABANA, DE
DONDE ES
NATURAL.
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
VICENTE HUELVA TOSCANO,
BOTICARIO,QUIEN
VA D E VUELTA
CARGADOR
RAMÍREZ, JUANA SÁNCHEZ, JUAN GONZÁLEZ, MOGUER. 1597 CON SU HERMANO CON SUS HIJOS 38 V
CATALINA HUELVA BARTOLOMÉ MARÍA Y ROQUE
SÁNCHEZ
RAMOS, NICOLÁS AYA MONTE. 1735 CRIADO DEL CASADO CON 16 CRIADO. C
DE LOS HUELVA CARGADOR JUAN ANDREA DE MERCADER
DE LA ROSA MONROY
135
REDONDO, PEDRO REDONDO DE PATERNINA, ANA SEVILLA 1598 CON SUS PADRES S
VILLEGAS, DE
PEDRO
Nombre Padre Madre Origen Año Motivo Observaciones Edad Oficio E.Civil
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
GRAL. DE CUBA, D.
MANUEL DE
MUNGUÍA Y MENA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ACHOTEGUI AGUILAR
RACIONERO DE
AQUELLA
CATEDRAL
RONDA, JUAN DE RONDA, MEDINA, MARIA CÓRDOBA 1566 CRIADO DE PEDRO CRIADO S
GASPAR DE DE DE QUESADA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
PÉREZ
AMBOS SEVILLA-
NOS. SE CASO EN
PRIMERAS
NUPCIAS CON EL
CAPITÁN PEDRO
MÁRQUEZ. SOLO
UN TESTIGO
MENCIONA A LOS
PADRES Y HAY
UNA TACHADURA
SALAMEA,
ESPOSA DE D.
AGUSTÍN DE
PALMA VELOSO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
TRES AÑOS
LLEVA UN
CRIADO JUAN
GUTIÉRREZ(17),
NATURAL DE
CÁDIZ
SUEGRO, DEBE
VOLVER
CUANDO TERMINE
EL NEGOCIO A
HACER VIDA CON
SU MUJER
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ALONSO BARTOLOMÉ TERESA FRONTERA
SANTIAGO DE, SANTIAGO, PAZ, JUANA DE SEVILLA 1561 CRIADO DEL CRIADO S
BARTOLOMÉ BARTOLOMÉ OBISPO DOCTOR
DE BERNARDINO DE
145
VILLALPANDO
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
ROA, JUAN DE ALONSO DE LEONOR CLAV IJO LOAISA
NATURAL DEL
VA LLE DE
OYA RZUN Y
CRIADO DE D.
FRANCISCO
GONZÁLEZ DE
MOYA , QUE
REGRESA A
CUBA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
FELICIANA DE FRANCISCO DE MARQUESA ISABEL DE
ZÚÑIGA
ANTONIO DE
VIANA
TRONCOSO ISLA DE LEÓN 1770 CON SU MADRE A 4 S
PIPERO, REUNIRSE CON SU
FRANCISCA PADRE
MARÍA
TRUAR, MANUEL TRUAR, SIMÓN TRUAR, ISABEL AYA MONTE. 1577 COMO FACTOR DE MERCADER. S
DE DE, DR. DE, DA HUELVA SU PADRE COM
UTRERA, JUAN DE UTRERA. 1517 CRIADO DE CRIADO S
HERNANDO DE
ANDINO
VA LDÉS DE JEREZ DE LA 1634 TENIENTE GENE- LICENCIADO S
VILLAV ICIOSA, FRONTERA RAL DE D. FRAN-
PEDRO DE CISCO DE RIAÑO Y
GAMBOA, NOM-
BRADO GOBERNA-
DOR DE CUBA
VA LENZUELA, VA LENZUELA, LÓPEZ, ISABEL SEVILLA 1539 S
ANDRÉS DE JUAN DE
VEGA
ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO
LIA( 7 HIJOS MA-
DRE Y HERMA-
NA)A LA HABANA,
DE DONDE ES
NATURAL.
VICENTE MUÑOZ, JEREZ DE LA 1731 AL SERVICIO DEL 20 CRIADO. S
150
153
ROSARIO SEVILLA SOLER
EL FRACASO AUTONÓMICO
Durante toda la segunda mitad del siglo XIX los gobiernos españoles
habían desoído repetidamente las peticiones criollas de un estatuto de auto-
nomía para Cuba, estatuto que era visto por muchos como la única vía para
impedir la independencia de la isla o la anexión a los Estados Unidos, ten-
dencias que, ante la intolerancia peninsular, parecían ir ganando adeptos
día a día.
Las posiciones sobre esta cuestión no eran, por supuesto, unánimes
entre los políticos españoles. Mientras los liberales de Sagasta y algunos
conservadores como Silvela e incluso Cánovas, se mostraban partidarios de
la autonomía —aunque sólo fuera por considerarla el mal menor—, para
Romero Robledo y los suyos no sería sino una dejadez vergonzosa que ter-
minaría por entregar la isla a los separatistas.
La postura de estos últimos, y la constante presión ejercida por los
unionistas cubanos sobre el legislativo, impidieron poner en marcha esa
154
LA PRENSA DE SEVILLA ANTE LA INDEPENDENCIA CUBANA
155
ROSARIO SEVILLA SOLER
caso de los pobres, y la redención en el de los ricos. Todo ello como una
muestra de que “el pueblo odia la guerra”, frente a lo que decían otros
periódicos, que pretendían hacer creer a sus lectores que “nuestros solda-
dos van llenos de entusiasmo a luchar a lejanas tierras.”
El tiempo demostró que los republicanos tenían razón; la situación de
España en Cuba se fue haciendo poco a poco insostenible, en la medida que
se mostraba incapaz de dominar a los insurrectos y terminar con una gue-
rra que los gobernantes habían querido hacer creer rápida y victoriosa.
Consciente de ello, el gobierno liberal de Sagasta, vuelto al poder tras el
asesinato de Cánovas, ponía en marcha en 1897 una serie de reformas
legislativas en favor de la autonomía, en un vano intento de acabar con el
conflicto colonial. Se trataba de un nuevo régimen autonómico, mucho más
amplio que el anterior, que entraría en vigor a comienzos de 1898. Con él
se instauraba un gobierno autonómico y una Cámara de representantes para
Cuba, que recibirían todas las competencias propias de tales instituciones,
salvo las relacionadas con la política exterior y defensa.
El momento político se intuía especialmente favorable para el des-
arrollo del nuevo régimen. Si bien es cierto que los españoles parecían ser
incapaces de acabar con la guerra, también lo era que los insurrectos tam-
poco conseguían grandes avances. En esa situación parecería lógico que,
tras la nueva oferta de política autonómica que hacía la metrópoli, ciertos
sectores sociales cubanos con fuerte poder económico abandonarían su
apoyo al independentismo y que, consiguientemente, la insurrección se iría
desactivando por sí sola.
Por otra parte, y por primera vez desde que se inició el conflicto, con-
servadores y liberales españoles parecían estar de acuerdo en que había que
intentar esa salida, logrando el consenso indispensable para poder hacer
frente a un conflicto de este tipo. Ni siquiera los republicanos, tan críticos
con la política colonial hasta entonces, se manifestaron contra el nuevo sis-
tema. Aunque no confiaban demasiado en su éxito, no quisieron desmar-
carse de lo que parecía un intento serio de hacer frente al problema. La rea-
lidad es que todos los partidos pretendieron dar una imagen de unidad que
llevara la confianza a la población, sin tener mucho en cuenta los senti-
mientos de ésta. Sólo los socialistas se atrevieron a decir entonces en públi-
co lo que gran parte del pueblo debía pensar en aquellos momentos sobre
la autonomía: que estaba bien hacer el intento, pero que si no se conseguía
la paz con ella, había que conceder a Cuba la independencia.
156
LA PRENSA DE SEVILLA ANTE LA INDEPENDENCIA CUBANA
157
ROSARIO SEVILLA SOLER
158
LA PRENSA DE SEVILLA ANTE LA INDEPENDENCIA CUBANA
LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA
159
ROSARIO SEVILLA SOLER
donar la idea de la compra que, a la larga, sería siempre la vía más barata,
forzaron la situación para conseguir su propósito. Desde ese momento, su
estrategia pasó por apoyar al independentismo y al anexionismo cubano,
como forma de presionar a España. Su territorio se convirtió, abiertamen-
te, en lugar de asilo para los insurgentes, al tiempo que los anexionistas
isleños establecían en Nueva York un Consejo Cubano presidido por
Gaspar Betancourt. El interés de los Estados Unidos en Cuba era tal, que
en 1854 su oferta de compra de Cuba mejoró notablemente, alcanzando los
130 millones de dólares. Pero, al igual que había ocurrido años antes, esta
propuesta fue desoída por las autoridades españolas; y, con ello, adquirió
cada vez más fuerza entre los dirigentes estadounidenses la idea de apode-
rarse de Cuba por las armas, idea que, durante algún tiempo, se vio frena-
da por el temor a una intervención británica.
Pero si los independentistas cubanos se dieron cuenta pronto de los
objetivos estadounidenses, en la metrópoli se tardó algo más en tomar con-
ciencia de esta realidad. Aunque luego serían muchos los que afirmarían
que las intenciones estadounidenses respecto a Cuba estaban claras desde el
primer momento, la realidad es que aunque la prensa española, y desde lue-
go la andaluza, se hizo eco de ellas antes de que comenzara la guerra, la
amenaza de una intervención armada fue acogida al principio con escepti-
cismo por casi todos los periódicos. Muy pocos consideraron seriamente la
posibilidad de una guerra entre ambos países. Creían que los Estados
Unidos pretendían la anexión de Cuba pero que para lograrla esperarían a
que fueran los propios cubanos los que arrojaran a España de allí, por
supuesto con su ayuda, llegando después ellos al territorio como aliados. En
ningún momento se dieron cuenta de que si la sublevación cubana se había
iniciado a comienzos de 1895, algo antes de lo que los independentistas
cubanos se habían propuesto, fue precisamente para adelantarse a la
corriente anexionista y a la intervención norteamericana, y de que las rela-
ciones entre los caudillos isleños y el gobierno norteamericano nunca fue-
ron demasiado buenas, a pesar del apoyo material que éste les proporcionó.
La primera reacción de la prensa en contra de la actitud norteameri-
cana respecto a Cuba se produjo a comienzos del mes de enero de 1898,
con motivo del envío de socorros por parte de los Estados Unidos a los con-
centrados cubanos. Todos los periódicos se hicieron eco de esos envíos,
logrando que, al menos durante un tiempo, la opinión del país respecto a la
actuación norteamericana fuera de unánime repulsa. Aunque la prensa
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1 Conangla y Fontanilles, J.: Cuba y Pi y Margall, La Habana, 1947. pág. 465. Discurso pro-
nunciado por Pi y Margall el 2 de abril de 1898.
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guió que ambas cámaras votaran por fin una resolución conjunta autori-
zándolo a intervenir militarmente en la isla si consideraba vulneradas las
leyes humanitarias. En definitiva, se encontró con una carta blanca que, en
realidad, lo autorizaba a intervenir en la guerra hispano cubana en el
momento en que lo considerara oportuno, y dejando al margen la cuestión
de la independencia cubana...
La llegada a España de las primeras noticias sobre ese acuerdo pro-
vocó un sentimiento de indignación y repulsa contra las Cámaras nortea-
mericanas; pero, por otra parte, con su negativa a aceptar las peticiones del
Senado de reconocer la independencia cubana, McKinley consiguió hacer
creer a muchos que no estaba dispuesto a una guerra con España por Cuba,
por lo que un sector de la prensa moderó sus ataques.
Pese a ello, no todos se dejaron engañar. El Noticiero Sevillano afir-
maba ya desde finales de marzo, que no entendía cómo los rebeldes no
habían reaccionado contra las intenciones norteamericanas buscando la paz
con España. Entre ser ciudadanos de una colonia autónoma sin otra sobe-
ranía que la nominal de España y la simple anexión a los Estados Unidos,
no podía, según él, haber duda en la elección.
No obstante, todavía en el mes de abril eran muy pocos los que pare-
cían darse cuenta de los verdaderos proyectos del ejecutivo norteamerica-
no. Con sus maniobras, destinadas en realidad a distraer a sus propios legis-
ladores, confundió también a gran parte de la prensa española sobre su
verdadero objetivo. Los periódicos eran conscientes de que, en contra de lo
afirmado por las autoridades norteamericanas, la intervención militar en
Cuba obedecía a móviles económicos y no humanitarios. Pero creían que
su verdadero objetivo era la pacificación del territorio para que los nego-
cios estadounidenses en la isla pudieran seguir con normalidad. A pesar de
las advertencias que de vez en cuando aparecían en la prensa, como la de
El Noticiero Sevillano citada más arriba, los planes de anexión de
McKinley no fueron evidentes para la opinión pública sevillana hasta el
mes de julio de 1898, ya bien avanzada la contienda.
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los héroes españoles sobre los “mercenarios yankees”. Así, en las páginas
de los diarios correspondientes al mes de junio se habló del presunto hun-
dimiento de un barco norteamericano en aguas de Santiago, que luego
resultaría falso; y de un fracasado intento de desembarco en Puerto Rico
que, a la hora de la verdad, fue sólo un bombardeo. Cualquier rumor era
bueno para hablar de los supuestos triunfos nacionales; y se insistía, una y
otra vez, en las páginas de los diarios, que aunque los Estados Unidos
tuvieran más medios bélicos, los españoles tenían de su parte la razón y el
heroísmo capaz de hacer frente y vencer al ejército más fuerte.
En esos momentos en los que la prepotencia estadounidense hacía
reaccionar tan orgullosamente a la prensa nacional, sólo un diario sevilla-
no, probablemente el que contaba con un número más reducido de lectores,
El Baluarte, seguía hablando de la imposibilidad de ganar la contienda.
Pero es lógico pensar que un periódico de reducida tirada como éste debía
ejercer poca influencia sobre la opinión pública; entre tanto, la mayor par-
te de la prensa se expresaba de manera muy diferente y, además, ofrecía a
sus lectores lo que éstos querían creer, aunque ellos mismos no estuvieran
convencidos del todo de lo que se decía. Quizás por ello, cuando llegó la
segunda derrota la impresión fue mucho más dura. La pérdida de la escua-
dra de Cervera en Santiago de Cuba, a comienzos del mes de julio, se con-
vertiría en el argumento definitivo para que en las páginas de los periódi-
cos cundiera el desánimo; todo parecía haber terminado; y, mientras la
mayor parte de la población no parecía ni siquiera reaccionar ante el desas-
tre, algunos diarios llegaban a pedir la paz en las condiciones que fuera.
Según El Noticiero Sevillano, al recibirse las primeras noticias sobre
la pérdida de la escuadra parecía como si el público que se agrupaba ante
las redacciones de los periódicos inquiriendo novedades no pudiera creer-
lo. Mucha gente permaneció en las calles la madrugada del 6 de julio en
espera de noticias que las desmintieran, hasta que, hacia las tres de la
madrugada, una vez confirmado el desastre, comenzó a retirarse en silen-
cio: “Y es seguro que Sevilla entera se acostó anoche deseosa de que al des-
pertar, la más rotunda negativa oficial echara por tierra tanta tristeza”.
El tono de los artículos de los periódicos cambió radicalmente de sig-
no desde entonces, pasando, sin transición, del triunfalismo más exagerado
al pesimismo más amargo. Y aunque es difícil saber hasta qué punto la opi-
nión pública tomó conciencia de la verdadera dimensión del poder militar
norteamericano, de alguna manera se dejó influir por ese pesimismo. Con
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EL DESASTRE
Sin embargo, tampoco resultaría fácil esa paz que deseaba la mayor
parte del pueblo español, según se desprende de la lectura de los periódi-
cos de aquellos días pues se haría esperar todavía casi un mes. Los Estados
Unidos no estaban interesados en ella antes de cumplir sus objetivos. No
querían la paz sin la derrota total de España para sentarse a la mesa de
negociaciones con todas las cartas en su poder y así imponer sus condicio-
nes.
El caso español era diferente, había prisa. El gobierno consideraba
que el tiempo jugaba claramente a favor de los estadounidenses, que podí-
an obtener nuevas victorias; y, además, temía que una desmesurada reac-
ción de la prensa al conocer las exigencias norteamericanas pudiera poner
en peligro cualquier intento por su parte de rebajar aquéllas. Intentando evi-
tarla, trató, y por un tiempo lo consiguió, que las negociaciones no tras-
cendieran a la opinión pública.
Pero fue por poco tiempo. A comienzos del mes de julio El Porvenir
publicó unas declaraciones del propietario de The New York Tribune y ex
embajador de los Estados Unidos en París, en las que se afirmaba que aun-
que los Estados Unidos no pretendían en un principio la anexión de Cuba,
las cosas habían cambiado sustancialmente desde que el Congreso ratifica-
ra al declarar la guerra que se abandonaría el territorio tras su liberación.
Con todo ello, y ante el silencio del gobierno, los rumores se desata-
ron en las páginas de los distintos diarios. A cual más alarmante, los rumo-
res hacían referencia a unas negociaciones que oficialmente no existían, y
más en concreto a las exigencias norteamericanas de que España abando-
nara todas sus posesiones ultramarinas. Sólo tras la rendición de Santiago
de Cuba el 17 de julio, y ante la presión de los medios de comunicación, el
gobierno de Madrid reconoció públicamente que hacía tiempo que intenta-
ba negociar la paz, pero que las autoridades norteamericanas escuchaban
sus proposiciones con la más absoluta indiferencia.
De hecho, el presidente estadounidense se había dado oficialmente
por enterado de la notificación del embajador francés cinco días antes. Pero
como, efectivamente, no tenía la misma prisa que España, y sus exigencias
no habían variado en relación a las que la prensa venía filtrando desde
comienzos de aquel mismo mes, dilató la respuesta. Y cuando la dio, no
hizo sino confirmar esos rumores, ya que, efectivamente, sus exigencias
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CONCLUSIONES
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Se queja la gente
que anda en la política,
de que nuestro pueblo
tan callado siga,
cuando las catástrofes
ya se precipitan.
El pueblo es un sabio.
Se calla y medita.
Sabe que la muerte
de esta pillería,
está en la impotencia
y lo toma a risa.
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FUENTES DOCUMENTALES
BIBLIOGRAFÍA
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El habla de Andalucía y el español de América.
El español hablado en Cuba
INTRODUCCIÓN
“¿Corre efectivamente peligro la unidad del español por las diferencias entre
el español de España y el español de América (o por los llamados vicios
generalizados del español americano)? Y ¿en qué plano, en qué sentido y en
qué medida es razonablemente deseable (y factible) la unidad idiomática?
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EVA M.ª BRAVO GARCÍA Y MIGUEL ROPERO NÚÑEZ
Planteo estas preguntas aquí y ahora (...) Hacerlo en Sevilla significa, ade-
más, recordar y destacar que el español de América partió en lo esencial de
esta ciudad, y no sólo materialmente (...) Aumenta, asimismo, el interés
público por lo hispanoamericano y lo panhispánico y, con ello, se fortalece
la conciencia de la responsabilidad político-cultural que España y, en parti-
cular, Andalucía y Sevilla tienen frente a la unidad idiomática.” 1
“1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españo-
les tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas
Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patri-
monio cultural que será objeto de especial respeto y protección”.
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(Conciencia del
hecho diferencial dia-
lectal, de “hablar
andaluz”)
2 Alvar, M.: “Del castellano al español”, en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 500, febre-
ro de 1992, pág. 38.
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El área septentrional
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El área meridional
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“Cada uno de estos rasgos y otros que pudiéramos aducir acercan o apartan
el andaluz de las otras hablas meridionales, pero lo que viene a crear su espe-
cial fisonomía es la enorme cantidad de rasgos que aquí se han dado cita, el
grado extremo a que se han llevado todos los procesos, la altura social que
han alcanzado una a una y el conjunto de las manifestaciones lingüísticas. Es
decir, aisladamente, casi todos los rasgos andaluces se dan en otros dialectos;
la totalidad no se da en ningún otro”. 3
“Por una parte encarna una mentalidad y una actitud vital que lo hacen popu-
lar y contagioso: es el molde adecuado para el ingenio y la exageración, la
burla fina y ligera, la expresividad incontenida. Pero su propagación se debió
en parte esencial a haber llevado al extremo las tendencias internas del cas-
tellano sin respetar barreras, con vitalidad joven, destructora y creadora a la
vez, con brío que hizo posible su asombrosa expansión atlántica”. 4
“El término español atlántico (...) fue un acierto, pues engloba el andaluz, el
canario y el español americano, tan diverso, pero con tantos caracteres comu-
nes a los veinte países del Nuevo Continente donde hoy se habla. En el
momento presente el español atlántico es la variedad más extendida de nues-
tra lengua: lo usa el 90 % de los hispanohablantes”. 5
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EL HABLA DE ANDALUCÍA Y EL ESPAÑOL DE AMÉRICA
Hasta 1518, las Indias eran sólo el Caribe: las islas y la costa de este
mar delimitaban el mundo conocido hasta entonces y constituyeron la pla-
taforma indiscutible desde la que se lanzará toda la aventura americana.
La isla de Cuba es la base, el punto de llegada y partida de los navíos, la
primera tierra americana pisada por el poblador. Y desde ahí, más adelan-
te, se dibujará la geografía del Nuevo Mundo, en toda su magnitud y tras-
cendencia.
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EL HABLA DE ANDALUCÍA Y EL ESPAÑOL DE AMÉRICA
dujo así una convivencia de normas y un efecto nivelador propio que impri-
me carácter e identidad a unas tierras que no han dejado de tener contacto
con las gentes de Andalucía y de Canarias.
La base social de las Antillas la componen principalmente individuos
procedentes de la Península, sus hijos mestizos y el indígena, cuyo por-
centaje va a ir mermando progresivamente. No tenemos datos fiables sobre
el número de pobladores de estas islas y tenemos la certeza de que los datos
de los primeros informadores están “hinchados” por diversas causas: los
seculares para ponderar la riqueza de la tierra; los religiosos para avalar la
necesidad de su presencia para la salvación de las almas. Con todas estas
salvedades, se estima que durante el primer cuarto del siglo XVI poblarían
Cuba unos ochenta mil indios.
A finales del siglo XVI se produce un cambio en las preferencias de
destino de los emigrantes. Las islas son zona de paso y la tierra firme ofre-
ce mayores expectativas. El peligro de la despoblación de la isla de Cuba y
de la mayor parte del Caribe fue real y así lo advierte ya en 1574 el cronista
y cosmógrafo oficial Juan López de Velasco:
“Son los vecinos todos pobres, y esta isla como La Española se va despo-
blando de cada día por haber faltado el oro, a causa de haberse acabado los
indios, de cuya causa no van mercaderes a la isla con quien tratar sus gran-
gerías, que conmúnmente son cueros y algún azúcar.” 8
Pasajeros Período
1554 1493-1519
1675 1520-1539
472 1540-1559
1458 1560-1579
490 1580-1600
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La influencia africana
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RASGOS FONOLÓGICOS
199
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/-s, -l, -r, -n, -d/ en posición implosiva (final de sílaba) interior o final de
palabra, además de la velar /x/ (grafías g+e,i, j).
Seseo
La -s implosiva
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EL HABLA DE ANDALUCÍA Y EL ESPAÑOL DE AMÉRICA
La –n
La -r y -l finales de sílaba
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La palatal central ch
Esto es general en la isla, con variantes más o menos intensas que dan
lugar a las articulaciones hente, muher, etc.
Vocalismo
MORFOSINTAXIS
Pronombres sujeto
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Pronombres complemento
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Formas verbales
Básicamente corresponde al paradigma del estándar. Hay que señalar
el amplio uso de la conjugación de las formas impersonales “hubieron
muchos amigos”, así como de la forma de 2.ª persona del indefinido: dijis-
tes, comistes, etc. que hacen su aparición en todo el espectro sociolingüís-
tico, aunque con diferentes grados de frecuencia.
Preposiciones
Presentan algunos cambios de usos, como ocurre en todo el español
americano; en particular de y a han sufrido bastante desgaste y han cam-
biado algunos de sus valores.
La preposición a se omite cuando debería aparecer introduciendo a un
complemento directo [+animado, +humano].
Fórmulas de tratamiento
La selección de fórmulas de tratamiento y cortesía depende habitual-
mente de factores extralingüísticos y del entorno comunicativo. El español
de Cuba presenta en este sentido construcciones coincidentes con otros paí-
ses del área caribeña y aun con el español de las Canarias (mijo (a), mijito
(a), mi amor) o de otras zonas del español. Pero algunos usos son indiscu-
tiblemente peculiares de la creación popular y expresiva.
Si repasamos los tratamientos entre amigos hay que consignar: asere,
bárbaro, bróder, compadre, consorte, ecobio, general, loco, men, (mi) ambia,
(mi) herma, mi hermano (-ito), (mi) socio (-ito), (mi) yunta, monina, mucha-
chón, sobrino, yerro, yunta, etc. Estas formas, representativas del habla colo-
quial, responden a unos esquemas de relaciones interpersonales marcados
social y culturalmente por la vida cubana y aunque algunas de ellas tengan
vigencia en otras zonas, su posición y relaciones con los demás tratamientos
puede ser distinta y, por lo tanto, sus valores semánticos y conversacionales.
LÉXICO
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Americanismos
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Indigenismos
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Afronegrismos
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EVA M.ª BRAVO GARCÍA Y MIGUEL ROPERO NÚÑEZ
Característicos del nivel popular y sobre todo del uso oral son los pro-
cesos de sinécdoque y metonimia: los chícharos o los frijoles (la comida),
los viejos (los padres), la yuma (alusión a los EE.UU.), la fría (la cerveza),
etc. Las expresiones populares más frecuentes suelen ser comunes a otros
dominios del español, pero otras pueden considerarse como “cubanas”, no
sólo porque no estén documentadas en otros territorios, sino por que hacen
referencia a sucesos o personajes históricos:
¿Y tu abuela dónde está?: frase de una poesía negra cubana, que se
aplica con sentido crítico a quien trata de ocultar su mestizaje por tener ras-
gos predominantemente blancos.
Caer como un 20 de mayo: fecha de la instauración de la República de
1902. La frase se refiere a algo que cae de forma aplastante sobre alguien.
Buscarse un 4 de septiembre: ese día de 1933 el movimiento de F.
Batista derrocó el gobierno del presidente C. M. de Céspedes; se usa con el
significado de buscarse complicaciones o algo desagradable.
Echarse/tirarse los caracoles: ceremonia de la santería para la adivi-
nación; se aplica con significado jocoso a la persona que desearía conocer
el futuro para saber cómo actuar o qué decidir.
Se acabó el pan de piquito: durante el primer tercio de siglo, en la
panadería del palacio presidencial se hacía un pan terminado en punta que
se repartía gratis a legisladores y empleados. En 1935 se terminó con esta
costumbre y quedó la frase para significar que ha terminado una situación
ventajosa.
Algunos cambios semánticos tienen su motivación en los cambios
político-económicos introducidos por la Revolución de 1959: beca es des-
de entonces un ‘centro de estudio subvencionado por el estado’ y estar
becado ‘permanecer en el centro’ ; de ahí la creación popular becarse ‘estar
en un sitio sin el consentimiento o la invitación del dueño: “se me becó toda
la tarde y no me dejó hacer nada”. Algunas palabras como círculo han vis-
to aumentar su índice de uso y aplicación: círculo de amigos, infantil, de
jubilados, etc.
210
EL HABLA DE ANDALUCÍA Y EL ESPAÑOL DE AMÉRICA
BIBLIOGRAFÍA
211
EVA M.ª BRAVO GARCÍA Y MIGUEL ROPERO NÚÑEZ
212
La década prodigiosa:
los poetas consanguíneos de Cuba
(1930-1940)
213
GEMA ARETA MARIGÓ
214
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
1 García Lorca, Federico: Obras completas, vol. III, Madrid, 1986, pág. 357.
215
GEMA ARETA MARIGÓ
En Cuba Lorca termina de escribir Poeta en Nueva York, con ese “Son
de negros en Cuba” dedicado a su anfitrión Fernando Ortiz y publicado en
el número 11 de Musicalia (abril-mayo de 1930); redacta los «fragmentos
de prosa (Suicidio en Alejandría) de un tipo curiosamente surrealista»; El
público y algunas escenas de Así que pasen cinco años. Pronuncia confe-
rencias, da recitales, asiste a tertulias, empieza a vivir con más soltura su
condición homosexual o pasa sorprendentes veladas en casa de los Loynaz,
donde había encontrado (según le contaba a Marinello) “una oportunidad
excelente para la contemplación y el cultivo de uno de sus modos comple-
mentarios, el disparate grácil, el elegante esperpento”,
216
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
2 García Lorca, Federico: “El público”, Obras completas, vol.II, Madrid, 1986, págs. 662-663.
3 Loynaz, Dulce María: El jardín, Barcelona, 1993, págs. 96 y 124.
217
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LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
219
GEMA ARETA MARIGÓ
4 Lezama Lima, José: “Recuerdos de J. R. J.”, Archivo de José Lezama Lima. Miscelánea,
Edición de Iván González Cruz, Madrid, 1998, págs. 420-421.
5 Jiménez, Juan Ramón: “De mi «Diario poético» 1936-1937 (Fragmentos)”, Juan Ramón
Jiménez en Cuba, compilación, prólogo y notas de Cintio Vitier, La Habana, 1981, pág. 44.
220
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
6 Jiménez, Juan Ramón: “Estado poético cubano”, La poesía cubana en 1936, La Habana,
agosto de 1937. Recogido por Cintio Vitier en Juan Ramón Jiménez en Cuba, pág. 73.
7 Ibídem, pág. 72.
221
GEMA ARETA MARIGÓ
8 Carpentier, Alejo: “España bajo las bombas I”, Crónicas, vol. II, La Habana, 1985, pág. 212.
222
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
tante del mundo. No es una moda, sino una situación profunda a la que res-
ponde esa poesía de la que no se podrá jamás prescindir, ni en la historia
de la poesía ni en la historia de los verdaderos sucesos del mundo.”9
Año de 1937: cristalización de una poesía en movimiento, viraje,
vuelco, tránsito que tiene rango de milagro como ese momento cubano de
Juan Ramón Jiménez con la integración poética de su antología; la fuerza
irradiante de una presencia que Lezama recreó en su “Coloquio con Juan
Ramón Jiménez”; símbolo de salvación para una época de ruina y desinte-
gración, ceremonial litúrgico y de la amistad cuya espiral en Verbum se
abría en su primer número (junio 1937) con una colaboración de Juan
Ramón Jiménez, en el centro estremecía la señal de José Lezama Lima en
su poema “Muerte de Narciso” (julio-agosto 1937), y se cerraba con la con-
templación y aprovechamiento irreemplazable narrado también por
Lezama de esa “Gracia eficaz de Juan Ramón y su visita a nuestra poesía”
(noviembre 1937). Todavía en ese último número Gastón Baquero realiza-
ba un sentido homenaje a ese otro esplendor y cénit de un recuerdo en “Los
poemas póstumos de Federico García Lorca”.
Será sin embargo en la siguiente revista de Lezama Espuela de Plata
(1939-1941) cuando la presencia de los poetas del 27 se haga más eviden-
te, hecho que guarda estrecha relación con la llegada de Manuel
Altolaguirre y su incorporación al grupo de los que “Aconsejan” a la revis-
ta desde el segundo número al penúltimo.
Para entonces empezaba a ser cada vez más visible ese corte profun-
do en el mundo poetizable cubano, ya consumadas las mejores consecuen-
cias líricas de la generación de la Revista de Avance (1927-1930). Nuevo
despertar de las potencias creadoras cuyos valores formularía desde la con-
currencia Cintio Vitier en sus Diez poetas cubanos (1937-1947): “a las
bellas variaciones en torno a la elegía, la rosa, la estatua (típicas de la gene-
ración anterior, y persistentes aún en otros países hispanoamericanos) suce-
de entre nosotros un salto, que diríamos en ocasiones sombrío de voraci-
dad, hacia más dramáticas variaciones en torno a la fábula, el destino, la
sustancia”. Anunciando el surgimiento de una “poesía de penetración”
donde el intimismo esteticista se abría a “la aventura metafísica o mística,
y por lo tanto a veces hermética.”
223
GEMA ARETA MARIGÓ
224
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
10 Lezama Lima, José: Cartas a Eloísa y otra correspondencia, Madrid, 1998, pág. 253.
225
GEMA ARETA MARIGÓ
nal, que ha de apurarse sin descanso —todo lo que es norma, vigencia, his-
toria—, la patria pre-natal es la poesía viviente, el fundamento poético de
la vida, el secreto de nuestro ser terrenal.
Y así, sentí a Cuba poéticamente, no como cualidad sino como subs-
tancia misma. Cuba: substancia poética visible ya. Cuba: mi secreto.”11
En La Habana recobró María Zambrano sus sentidos de niña (“creía
volver a Málaga con mi padre joven vestido de blanco —de alpaca— y yo
de niña en un coche de caballos”) y la cercanía del misterio. Ese misterio
que para ella irradiaban las culturas del sur, las más antiguas y generosas
en olores, reflejos, ecos, miradas y rastros del paraíso, “paraíso encerrado
más no amurallado, pero al que no se puede entrar porque hay que, desde
siempre, estar ya dentro.”12
María Zambrano se incorpora al grupo de jóvenes escritores liderados
por Lezama que hacen la revista Espuela de Plata (1939-1941), mientras
despliega una intensa vida intelectual su obra se convierte en imprescindi-
ble raíz iluminativa e infinita posibilidad de un estado de poesía que se pro-
longa a través de Nadie Parecía (1942-1944) para rendir su último cere-
monial litúrgico en Orígenes (1945-1956): “Desde aquellos años está usted
en estrecha relación con la vida de nosotros, eran años de secreta medita-
ción y desenvuelta expresión. La veíamos con la frecuencia necesaria y nos
daba la compañía que necesitábamos. Eramos tres o cuatro personas que
nos acompañábamos y nos disimulábamos la desesperación. Porque sin
duda donde usted hizo más labor de amistad secreta e inteligente fue entre
nosostros. De ahí empezamos ya a verla con sus ojos azules, que nos daban
la impresión de algo sobrenatural que se hacía cotidiano. Yo recuerdo aque-
llos años como los mejores de mi vida. Y usted estaba y penetraba en la
Cuba secreta, que existirá mientras vivamos y luego reaparecerá en formas
impalpables, pero duras y resistentes como la arena mojada.”13
De la impostura del exilio al reclamo trascendental del tiempo vivido
en La Habana, donde desterrados y refugiados habían convertido la sangre
derramada en principio de una vida nueva, razón poética germinante que la
vida lleva y sostiene. Laberinto de formas en tránsito hacia un origen que
el hijo aclara, Paradiso de inevitable historia e historizado amor, herman-
11 Zambrano, María: La Cuba secreta y otros ensayos, Edición de Jorge Luis Arcos, Madrid,
1996, pág. 107.
12 Ibídem, pág. 172.
13 Lezama Lima: Cartas a Eloísa..., pág. 302.
226
LOS POETAS CONSANGUÍNEOS DE CUBA (1930-1940)
BIBLIOGRAFÍA
14 Lezama Lima, José: Poesía completa, vol. I, Madrid, 1988, pág. 22.
227
GEMA ARETA MARIGÓ
228
Huellas de lo andaluz en teatros y otros espacios públicos
de La Habana en la primera mitad del siglo XIX
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que refieren bailes y tonadillas, así la celebérrima por aquella época de Los
maestros de la Raboso o El Tripili Trápala, anunciada por vez primera el 4
de febrero de 1812, o la comedia El asombro de Jerez o Juana la
Rabicortona (25 de abril de 1812) y una profusión de danzas tales como El
Fandango, Minué Afandangado, El Bolero, Seguidillas a cuatro y
Seguidillas manchegas, El Zapateado, Mollares de Sevilla, El Polo,
Boleras, El Zorongo y La Guaracha... como muestrario de una práctica
habitual en los teatros, de idéntica naturaleza a la seguida en los coetáneos
coliseos peninsulares.
De este tiempo apenas si se puede hilvanar tan solo una retahíla de
crónicas de bailes, que fueron constantes en intermedios y cierres de fun-
ciones teatrales; pero a partir de los postreros años de la segunda década, y
gracias a que la prensa del momento incrementa su información en éste y
otros campos, podemos recordar, con muchísimos más detalles y perfiles,
el desembarco en la isla de Cuba de estas manifestaciones artísticas:
“Concluida la comedia bailarán El Bolero Doña Teresa Alonso, que por pri-
mera vez se presenta a este respetable público, y Don Tiburcio López, hábil
profesor que en todos los principales teatros ha merecido infinitos aplausos.
Ambos individuos se han contratado por toda la presente temporada”.6
“Se cantará por Doña Rosa Valladar, Don Manuel García y Don Pedro Díaz
la graciosa tonadilla Los maestros de la Raboso; y finalizará la función con
el baile general de la composición de Don Tiburcio López, denominado Los
locos de Sevilla en el que la mayor parte de los actores se prestan con gusto
a ejecutar distintos caracteres”.7
“Un Bolero a tres, composición del mejor gusto, de Don Tiburcio López; el
que desempeñarán Doña Teresa Alonso, Doña Pilar Freire y el referido
López. Y la tonadilla nueva en este teatro La novia sin novio por Doña Rosa
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Valladar, Don Pedro Díaz y Don Manuel García, que hará un payo tonto a
quien le quitan la novia”.8
Estas cuatro muestras de lo representado entonces en La Habana, por
los cuatro tiempos del año, enseñan de qué manera se incrementó la pre-
sencia escénica de tonadillas y bailes al aire de lo andaluz, por las señas de
lo bolero,9 antecedente inmediato de lo flamenco, aún en ciernes. Apuntan
además la clara preponderancia de estas manifestaciones musicales y dan-
zísticas frente a otras de la península todavía madre viva, nacional y única
a un lado y otro de la mar inmensa.
Se abrían de par en par las puertas para la presentación en Cuba de
coplas y mudanzas con carácter e la tierra e María Santísima, como así se
solía nombrar, en aquella época, a la Andalucía, y otro sí la tierra e Dioz
se le llamaba, quien sabe si por considerarla, como la propia perla mayor
de las Antillas, territorio próximo e inmediato al paraíso.
Pero paraíso nanay, paraíso para unos pocos, bastante pocos, quienes
consentían y se avituallaban de la esclavitud como si de animales o muebles
se tratase, y tanto que sin el menor pudor de reparo, ni culpa ni vergüenza,
en los periódicos y en su sección mercantil de compra-venta, publicaban
impúdica exhibición de su dominio en forma de anuncios como éstos:
“Se vende una negra Caribalí, de edad como de quince años, con su cría de
un mes, con buena y abundante leche, muy fiel, buena sirviente a la mano y
regular costurera, sana y sin tachas, en quinientos pesos libres para el vende-
dor, inclusa la cría. En la casa número 15, calle de Cuba”.10
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“4.º Don Andrés del Castillo cantará un capricho nuevo titulado Las cuatro
provincias de España, imitando al vizcaíno, montañés, gallego y andaluz,
con canciones muy preciosas en sus dialectos particulares, como un zortzico
y una ensaladilla en vascuence, y para concluir una tirana a lo gitano y la
caña, acompañándose con la guitarra.”12
“Don Andrés del Castillo.... y finalizará con el andaluz cantando una tirana
con el título ¡Ay que fea t has puesto! y la malagueña.”13
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“Doña María Rubio y Don Andrés del Castillo cantarán la divertida tonadilla
a dúo nombrada La Maja pobre y el Majo enamorado, la que concluye con el
gracioso baile El Zorongo que será desempeñado por los mismos cantores.
Y para conclusión se hará un graciosísimo sainete nominado El Alcalde
Toreador, en el que además de los muchos chistes y sales cómicas que lo her-
mosean, tiene lugar una brillante corrida de toros que se verificará con un
toro natural, y en la que Don Francisco Covarrubias, vestido de majo, hará la
primera espada; Don Diego María Garay un majo, y Don Andrés del Castillo
un picador; picando y capeando al toro con arreglo a las leyes de la tauro-
maquia”.15
“Hoy se ejecutará el interesante drama en cinco actos titulado La gitana y el
bandido o el huérfano escocés. Don Andrés del Castillo cantará enseguida
unas boleras agitanadas a la guitarra; y concluirá con La Petenera de
Veracruz, acompañándose con la orquesta”.16
“...Seguirá un capricho nuevo que tiene por título El Negrito vendedor o el
aguardiente de caña, en que Don Andrés del Castillo cantará a toda orquesta,
con el color y el traje correspondiente, a un negro que vende aguardiente...
...Concluirá la función con una pieza divertida nominada La casa de vecin-
dad, en la que Don Andrés del Castillo desempeñará el papel de un ciego
cantando a la guitarra un bolero, cuyo estribillo es Café molido sí señor...”17
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mo y la armonía exaltando los sentíos con grande algazara, y con los pies
batiendo la tierra madre, sacudiéndola.
De veras la infamia y la magia de la gracia coexistían y se anunciaban
a la misma vez. Se lee en El Diario de La Habana:
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“3.º Se bailarán por la Sra. Moreno y los Sres. López y Pavía las preciosas
Boleras del Joco.
4.º Cantarán Doña María Cañete y Don Juan de Mata la graciosa tonadilla
Los gitanos celosos o la solitaria que finalizará con las coplas del Trípili”.26
“El graciosísimo baile que tanto aplauso ha merecido por su nueva invención:
Los dos negritos.”27
“Beneficio de D.ª Manuela Molina... La Sra. Cañete, condescendiente siem-
pre y siempre dispuesta a la complacencia, cantará la graciosa y siempre
aplaudida tonadilla que tiene por título Los Majos del Rumbo.
Concluida ésta seguirá un precioso capricho, nuevo en este teatro, nominado
Los cuatro negritos.”28
“...Terminando la función con unas preciosas boleras que bailará Doña María
de Jesús Pérez, primera bailarina que ha sido de los principales teatros de la
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A la vista de tanta exaltación por mor del arte y el valor de los anda-
luces, glorificado por constantes gacetillas y anuncios publicitarios, no
debió de parecer extraño que hasta los propios vates, contagiados en la idea
de reverenciar sus apetitos mundanos, se atreviesen a concebir enfervori-
zadas odas a:
LA ANDALUZA
...Cuando tu mano agita
las ruidosas castañuelas,
cuando con gracia infinita
ora trenzas, ora vuelas
¿Quién no te llama bendita?...
...Formando círculos mil
de pronto giras fugaz,
como vuela en el pensil
la mariposilla audaz,
y el dulce soplo de abril.
¡Ay qué salto! ¡Ay qué acción!
Qué magia tan hechizera,
qué locura, qué expresión.
¿Y a ese baile hay quién prefiera
el imbécil rigodón?
C. de la Paz.31
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“No sólo de pan vive el hombre”, dijo Jesús de Nazaret. También del
sudor ajeno, añadió Don Carlos Marx, el abandonado. Así lo hacían, y lo
siguen haciendo, los poderosos, los privilegiados, capaces de degustar en
sus teatros y salas de conciertos, las actuaciones de reputados intérpretes,
ya en el rango de la danza, de la comedia, del canto o de la música...
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Así es. Así fue como llegó, según se estilaba, la guitarra de concierto
a La Habana. Intercalando conocimientos de lo académico y lo popular. En
armonía técnicas diferentes y concepciones distintas pero próximas en las
manos y el talento del profesor Tostado: sensible también a las músicas de
la calle y de sus noches, y de sus reuniones gozosas. Como lo eran igual-
mente públicos y artistas del momento, aquellas excelsas cantatrices y bai-
larinas fabulosas que se afanaban pródigas por renglones escritos en la tie-
rra de Dios:
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“6.º Las Mollares de Sevilla por las señoras Merced y Francisca Pavía y los
señores Piáttoli y Pavía, que terminará con El Caballito de Cádiz Jaleado,
bailado por la señora Marieta Gozze, acompañada por los antedichos.”49
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Patente es, por cuanto vamos viendo, que conforme los años pasan se
multiplica la presencia andaluza en la escena y se amplían sus contenidos.
No sólo bailes, cantos y guitarras; se incorporan también piezas dramáti-
cas, jocosas, divertidas y chistosísimas piezas o piececitas cómico-lírico-
bailables, que van a formar género alrededor de signos que se consideran
propios de lo andaluz, es decir: la exageración, el ingenio, la gracia, el
roneo, la majeza, el juego, la chanza..., con el aditamento sustancial de lo
gitano, quintaesencia de todo lo antedicho; y otro sí de lo extranjero como
sal gruesa y contrapunto para representar lo que el pensamiento castizo
imagina que son ellos: ridículos, cursis, afectados y bobos franceses o
ingleses, que son quienes más suelen transitar por sus guiones.
Por los anuncios, gacetillas y crónicas recuperadas, asistimos a la pre-
sentación y desarrollo de un imponente movimiento estético que fue de año
en año creciendo, conquistando territorio y públicos adeptos. Desde y por
aquellos escuetos números de baile, a comienzos del siglo, a éstos y por
estos imponentes repertorios andaluces de los ochocientos cuarenta, discu-
rre dichosa la aventura de generar tan tremendo entusiasmo en los teatros
de La Habana.
Cierto es que sobreabundan, dentro de lo nacional,57 los repertorios
andaluces en competencia con óperas italianas o francesas. Son anunciados
indistintamente ya por su naturaleza particular o por la genérica de lo espa-
ñol. Así, la imagen que se tiene de la alegre Andalucía, tierra e Dio, es uti-
lizada como representación general de toda España, confundiéndose la una
con la otra así fuesen una sola identidad o una sola marca.
Vemos también rastros que han sobrevivido al tiempo y continúan. De
entonces vienen la famosa canción andaluza conocida por La Caña o La
Petenera Gaditana, hitos de lo flamenco que por entonces se estaba cons-
truyendo, codificando a la guitarra, en la confluencia de bailes, coplas, can-
tos, músicas, desplantes, panderetas, giros, castañuelas, pasos y versos a
porfía.
Significativamente todo este magnífico movimiento se orienta al lado
exclusivo de la gracia. Eso se explota hasta la saciedad, según se dice.
Como si fuese la única dimensión cabal de todos sus posibles registros. O
la más vendible y exportable, y así fuera exacta representación de una arca-
57 El único baile nacional no andaluz de la época que aparece reiteradamente es la jota arago-
nesa.
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dia feliz, más que feliz, exultante de felicidad a raudales. Y no había pena,
nada de pena, sólo jolgorio. Al menos en el teatro no la había, no se la reco-
nocía aún, ni se la mentaba. Todavía no era en el mundo la tragedia del sur
puesta en escena. Y menos en La Habana por aquellos tiempos, cuando
personas negras, chinas o mulatas, muebles, bestias y utensilios eran obje-
to de mercado, se compraban y se vendían:
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“...el Sr. Ruiz estuvo muy feliz en su papel andaluz, hizo reír mucho y fue
muy aplaudido, como siempre que toma a su cargo papeles de esta clase, que
ha logrado caracterizarlos con la perfección que ningún otro actor. El Sr.
Ruiz puede estar seguro siempre que aparezca en escena representando algún
personaje de carácter andaluz de la aprobación del público y sus sinceros
aplausos.”65
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...Los dotes cómicos que por todas partes se deja traslucir en La Flor de la
Canela anuncian un especialísimo talento para este género dramático, y
hacen esperar fundamentalmente que el Sr. Sanz Pérez con el tiempo no ten-
drá que envidiar a nuestro célebre Castillo, pintor exactísimo del lenguaje y
las costumbres del pueblo bajo andaluz.
...La pieza es para desternillar de risa al mismo Heráclito, y los caracteres y
el lenguaje de Pepe Tremendas y Curro Belones nada dejan de desear. Sus
modismos y exageraciones retratan exactamente el tipo andaluz:
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...Y “el autor fue llamado a escena en los dos entreactos”: ¡Bravo!
¡Bravísimo! ¡Qué bravaridad! A raudales el postín en estos bien medidos
versos a compás. O tambores y guitarras aportando subterráneo son a las
palabras, los ecos y los movimientos...
Estando la mar por medio, entonces más inmensa aún, más ajenas las
vidas y mucho más lejanos los malecones, como procelosas y largas las tra-
vesías... pareció como si no hubiese distancia alguna y la plaza de San Juan
de Dios o la Macarena o el Perchel de las Andalucías estuvieran apenas a
unas cuadras del barrio habanero de Jesús María.68
68 “El Barrio de Jesús María. Después de haber salido la loa la víspera para anunciar la fies-
ta de la Santísima Virgen de la Pastora, y la carrera que debía seguir la procesión, en cuyo anuncio se
gastaron muchos y variados fuegos artificiales; se verificó ayer la fiesta con gran solemnidad. Un gen-
tío inmenso ocupaba por la tarde las calles del barrio: la procesión salió de las cuatro a las cinco, y entró
cerca de las ocho en la iglesia...
Por la noche hubo tres grandes bailes que fueron muy concurridos, y en que los aficionados se
divirtieron a placer. También por la tarde hubo muchos bailes de la gente de color, en los cuales el bulli-
cio tamboril animaba las alegres danzas africanas” (Diario de la Marina, 23 de diciembre de 1845).
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“Boleras y Jaleo Nuevo. Por las señoritas Pavía y Paz Dorado y los señores
Luis Pavía y Juan Gerada. La función acabará con el juguete cómico ¡Es la
Chachi! en la que la señora Mur se presentará a cantar dos canciones an-
daluzas, desempeñando el Sr. Ruiz el chistoso carácter de un señorito sevi-
llano.”69
“Jaleo Nuevo. Por la señorita Merced Pavía, nunca ejecutado en este teatro.
Manchegas a cuatro, por las señoritas Merced y Francisca y los señores Luis
y Francisco Pavía; y El Caballito de Cádiz, baile de jaleo andaluz que des-
empeñará con gracia la niña Pilar Pavía, de diez años de edad, acompañán-
dola los antedichos.”70
“Concluida la representación de La Flauta Mágica, Mmlle. Trabattoni y Mr.
Finard se presentaron a bailar Las Boleras de El Sevillano, lujosamente ves-
tidos de raso verde, encajes de oro y bordados de oro también. El público
recibió con un vivo aplauso a los artistas franceses que iban a bailar unas
boleras...”71
“Álbum Gaditano. En la librería del Diario de La Habana se han recibido
ejemplares del álbum gaditano, cuaderno compuesto de seis láminas perfec-
tamente litografiadas, las que representan varias escenas andaluzas gracio-
sas y naturales, resaltando las figuras y episodios. Estas láminas son muy lin-
das y el precio muy módico.”72
“Monísima estuvo la Sra. Tedesco en la tonadilla española El Presidiario y
nos ha hecho gozar mucho con su pronunciación medio italiana medio espa-
ñola, y sobre todo sus actitudes por querer remedar a una manola. La Sra.
Tedesco va haciendo muchos progresos en ese género que explota con ahín-
co para agradar a un público benévolo y reconocido; y si prosigue cultiván-
dolo llegará a obtener mucho prestigio y tal vez cambie de domicilio y natu-
ralización entre las gitanas, manolas y andaluzas, como lo obtuvo por sus
talentos y estudios una famosa artista extranjera que reside en Madrid. En lo
que fue más aplaudida la bella y simpática Fortunata ha sido en las coplas del
Trípili Trápala al final de la tonadilla. Si no nos es infiel la memoria, una de
ellas decía:
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“Beneficio de los esposos Piáttoli. Para el día 10 del presente se está prepa-
rando el beneficio de la simpática Marietta y el bailarín Sr. Piáttoli. La fun-
ción no puede ser más variada, lo que unido al buen concepto de que gozan
los beneficiados atraerá esa noche al Teatro del Circo una gran concurrencia.
He aquí el programa de la función:
1.º Sinfonía a toda orquesta de la ópera Los dos Fígaros.
2.º Los dos Pruchinelas, comedia nueva en dos actos, en estremo graciosa.
3.º El Olé, baile andaluz, por la Sra. Gozze.
4.º La Colasa, canción andaluza, por Doña Matilde Domínguez.
5.º El Zapateado de Cádiz con pandereta, por los beneficiados.
6.º La Tahona, tonadilla.
7.º Solo de violín: adagio, tema y variaciones de Beriot.
8.º Gran Septimino de los velos, baile verdaderamente precioso y nuevo.”77
“Beneficio de los Sres. Bottesini y Arditti. Para concluir la noche apareció en
escena el Sr. Marini a cantar Los Toros del Puerto, canción del Sr. González
Bravo; pero no el Marini de las óperas serias o bufas, sino un verdadero hom-
bre e la tierra e Dió, alto, grueso,cruo, capá e tragarse a las mare con sus
islas, patillita negra, cortada y corta, pañuelo a la cabeza, sombrero cala-
ñés, faja a la cintura, corbata tirada y el chaquetón en el brazo. Un verda-
dero marinero, gaditano local. Cantó y no se diría sino que era hijo del famo-
so Manolito Gázquez, que en paz descanse, y aquí fue ella de risas, de
aplausos y de bravos, porque pronunció y accionó perfectamente, con ver-
dad, con propiedad, con naturalidad. Cuando concluyó se le aplaudió unáni-
memente, se pidió otra y se le llamó hasta tres veces delante del telón para
aplaudirlo. El Sr. Marini ha cantado Los Toros del Puerto poco menos como
los hubiera cantado un andaluz que fuera tan artista como él es.”78
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“LA SEÑORA PASSI. Esta primma donna que perteneció a la última compa-
ñía lírica, está acabando de componer un cuaderno filarmónico, que conten-
drá danzas cubanas y canciones nacionales.”79
“Nuevas Canciones. La colección de canciones compuesta por la estudiosa
Sra. Pasi, verá pronto la luz pública, lujosamente litografiada. Éstos son sus
títulos: La Resaláa, dedicada a las habaneras. Suspiros de amor, dedicada a
las señoritas socias del Liceo. El Pescador, dedicado a las bellas de Yumuri.
El Playero, escrito para el Sr. Benaventano y cantado en la noche de su bene-
ficio en el Gran Teatro de Tacón. La Piedad, canción seria. El Paje de Doña
Blanca, letra del Sr. Casanova. La Lolita, deliciosa danza cubana, dedicada a
una hermosa Lolita, digna de tal obsequio.”80
“Salón Escauriza. Baile....también tocaron la nueva danza que acaba de
componer la apreciable prima donna Sra. Doña Amalia Passi, titulada La
Lolita, y dedicada a una hermosa gaditana. Cuando la arrogante andaluza
oiga tocar esta fina dedicatoria, consagrará sin duda un grato recuerdo a los
aires de su patria, que tanta afinidad tienen con los de Cuba.”81
“¡¡TOROS!! Esta tarde habrá una gran corrida de toros en la plaza de Regla.
Según nos han informado, los toros son buenos, la cuadrilla también, hay
mucho embullo y no faltarán espectadores a ella. En el anuncio leímos:
Que venga el pueblo habanero
A ver nuestra valentía
Y la zal de Andalucía
Derramada en un torero...”82
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“Un bello cuadro. El estimable joven Sr. Clairac está pintando en la actuali-
dad un precioso cuadro de costumbres andaluzas que representa una escena
de La Feria de Mairena, linda composición poética del Sr. Rodríguez Rubí,
que tanta popularidad goza. En el cuadro del Sr. Clairac figura en primer tér-
mino un gitano chalán vendiendo el famoso jaco a un francés comerciante de
cachivaches con blusa y gorra de fuelle, formando completo contraste con la
gracia natural del vendedor de caballos.”83
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“La Malibrán Negra. Hace algún tiempo que estamos leyendo en los perió-
dicos de Europa, las celebraciones que le dedican a la cantante que llaman la
Malibrán negra, habiendo excitado de tal modo la atención de los inteligen-
tes y del público todo, así en París como en Londres, que es el objeto de los
aplausos más entusiastas y de las más vehementes celebraciones.
Hasta ahora habíamos creído que semejante noticia era como otras muchas
que se dan, pero después que hemos visto que La Ilustración y La Prensa de
la primera capital, como otros periódicos muy acreditados de la segunda, se
han ocupado con demasiada formalidad de este asunto, ya no podemos dudar
de que existe en efecto esta notabilidad con más o menos mérito.
Suponiendo que el público gustará de saber pormenores sobre la cantatriz
negra, vamos a estampar las noticias que de ella da un periódico inglés.
“La llegada a la metrópoli —dice el diario a que nos hemos referido— de una
cantatriz negra cuyas disposiciones, según se dice son grandes, ha causado la
gran sensación en el mundo musical. El nombre de la nueva prima donna es
María Loreto Martínez de Moreno, y he aquí un bosquejo de su carrera:
Nació en La Habana, sus padres fueron negros libres, y su probidad y excelen-
te proceder, les granjearon la estimación de las principales familias de La
Habana, y muy particularmente del intendente Don Francisco de Aguilar,
quien gustó que la negrita fuese admitida en su familia, recibiendo en ella una
educación y moralidad muy esmeradas. Algunos años después, el Sr. Aguilar
recibió órdenes del gobierno para pasar a Málaga, y su familia, que sentía
mucho abandonar a su joven protegida, del mismo modo que lo sentían los
padres, consiguieron el llevarla, pues éstos no querían causarle perjuicio para
lo sucesivo. Al fin María acompañó a Málaga a sus ilustres protectores.
Habiendo manifestado extraordinario gusto por la música y poseyendo una
voz en extremo agradable y de afinación perfecta, le pusieron los mejores
maestros; pero la familia de Aguilar se vio obligada a cambiar de residencia y
pasar a Sevilla. Aquí no sólo se le proporcionó el medio de aumentar sus
conocimientos en el arte musical, oyendo a los mejores cantantes de España,
sino de aprender aquellas melodías nacionales tan picantes por su cadencia,
tan graciosas en su estructura y tan enérgicas por el estilo, que las hacen ser
las más populares de las canciones nacionales. Después de algunos años se
casó María con Don Mariano Moreno, capitán del regimiento de San
Fernando, y apenas transcurrido uno, la muerte de su protector y el haberse
comprometido su esposo en los asuntos políticos, le obligaron a emigrar,
viéndose por tal motivo reducida a la mayor miseria. Pero María sufrió sus
desgracias con heroísmo y la música de Andalucía era su único recurso...”85
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86 Como es de suponer, la aventura continuó por los años siguientes y todavía perdura.
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Cuba en la música española y andaluza
Faustino Núñez
1 El Gorro Frigio, sainete en un acto; libreto de Félix Limendux Gallego, música de Manuel
Nieto, estreno en el Teatro Eslava de Madrid, octubre de 1888.
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FAUSTINO NÚÑEZ
bajo no hizo más que consignar algunos datos de los muchos que pululan
por la musicografía universal. María Teresa Linares escribió la ida, muy
recomendable, donde traza un panorama amplio y claro de los procesos
más destacables que dieron lugar a lo que hoy conocemos como música
cubana, haciendo especial hincapié en su ascendiente hispano. La vuelta,
mi parte, no dejó de ser un compendio de ideas larvadas durante una
década sobre la repercusión del viaje de Colón en la cultura musical del
viejo continente. Nunca lo recomiendo, sólo la parte de María Teresa y el
prólogo.
Al año siguiente la Diputación de Sevilla publicó un libro que escribí
con el poeta José Luis Ortiz Nuevo: La rabia del placer, el origen cubano
del tango y su desembarco en España, 1823-1923. Después de revisar
durante años las hemerotecas de Sevilla y La Habana, Ortiz Nuevo me invi-
tó a comentar sus hallazgos desde un punto de vista musicológico. De esas
“notas al pie” he extraído las que pueden tener interés para este compendio
de ideas.
De todo lo escrito hasta el momento he recogido las reflexiones más
destacables ordenándolas según los siguientes apartados:
— La Historia cien veces repetida: aquí recojo algunas teorías sobre la
repercusión que tuvo en Europa la noticia del descubrimiento, de
cómo impactó en la sociedad medieval, impulsándola hacia la Edad
Moderna.
— De idas y vueltas: las relaciones entre la Antilla Mayor y la metrópo-
li española con el surgimiento de un idioma musical común.
— Tangos: Origen y desembarco del tango en España. De cómo un
patrón rítmico como el de habanera o tango tiene validez general,
carácter universal.
— Cuba en el arte flamenco: lo cubano en la estética musical del cante,
toque y baile flamencos, con especial atención a los tangos flamencos,
el tanguillo de Cádiz, las guajiras flamencas y los diferentes rumbos
de la rumba.
En estos cuatro capítulos iré desgranando lo que para mí han sido ya
muchos años de insistencia en unas ideas que, por lo visto, a la musicolo-
gía española no le interesan lo más mínimo. O eso parece por el caso que
me vienen haciendo. Qué lle vamos a facer. Vayamos con la chicha, que el
tema tiene, vaya si tiene, y limoná.
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
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FAUSTINO NÚÑEZ
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
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FAUSTINO NÚÑEZ
Los protagonistas
La música que llevaron los colonos al área del Caribe, comienza con
la que iba unida al romancero. En este proceso de transculturación, la mari-
nería de las carabelas y galeones que iban a América juega igualmente un
papel primordial, ya que después de sedimentar sus costumbres durante
unos meses, regresaban enriquecidos con nuevas joyas del folklore hispa-
no de allende el mar. En esta época el predominio del romancero era enor-
me en la península, lo que hace suponer que la influencia de éste fue nota-
ble en los primeros años de la colonia. Y de la misma forma el romancero
regresará transformado de nuevo a España.
En ese viaje constante de ida y vuelta muchos elementos musicales
de probado origen indiano se integraron en la cultura musical europea,
haciéndolos suyos ya desde los siglos XVI y XVII. Recordemos la zara-
banda o la chacona, danzas de procedencia hispanoamericana y funda-
mentales en la configuración de la música andaluza de la Edad Moderna.
Así mismo podemos mencionar al zarambeque, el paracumbé, el jopeo, el
zerengue y un largo número de danzas de claro antecedente africano y
afroamericano de las que tenemos numerosas referencias sobre todo en las
obras del teatro español entre los siglos XVI a XIX.7 Estas danzas fueron
6 Quevedo, Francisco de: Letrillas satíricas, Obras Completas, Tomo II, Madrid, 1943.
7 Consultar el documentadísimo trabajo de Cotarello i Mori: Colección de entremeses, loas,
bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo XVI a mediados del XVIII, Madrid, 1911; así como
Subirá, José: La tonadilla escénica, 4 vols., Madrid, 1928-1932.
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
siempre bien recibidas por el pueblo llano, que se divertía con los su-
gestivos contoneos, meneos y zarandeos que implicaba el sincopado ritmo
de los tambores mulatos, primero en los barrios de La Habana y Santiago
de Cuba, Lima, o México y Veracruz, y poco más tarde adaptados a los
gustos, más o menos refinados, de las principales capitales españolas y
europeas.
El proceso de estilización que sufrió el lenguaje musical del pueblo
fue uno de los principios fundamentales sobre los que se edificó el barroco
musical europeo. Si la zarabanda fue danza americana de voluptuosos
movimientos y lascivos ademanes, no tardó en penetrar en las cortes euro-
peas hasta llegar a formar parte (su bajo fundamental) de la suite del barro-
co tardío, presente en las más apreciadas partituras de Bach, cumbre del
barroco europeo.
Ya bien entrado el siglo XVIII la marinería y las compañías tonadi-
lleras y de Zarzuela que viajaban a las colonias ultramarinas fueron las que
con más frecuencia propiciaron la integración de elementos de origen ame-
ricano en la cultura musical española. A todos éstos se les unen también los
soldados de las guerras de independencia y por último aquéllos que, des-
pués de hacer fortuna, regresaban a su tierra natal: los indianos. Pero no
todos regresaban de América con el oro y plata apetecidos, ya que los más
regresaban o bien huyendo de una epidemia o del desencanto de no haber-
se enriquecido. De lo que no cabe duda es que, enriquecidos materialmen-
te o no, volvían de América con melodías, giros melódicos, patrones métri-
cos, células rítmicas, giros armónicos, matices tímbricos, macro y
microestructuras formales, diversas técnicas instrumentales, elementos
coreográficos, pasos y danzas americanos y un larguísimo etcétera de ele-
mentos que introdujeron (o por lo menos mostraron) en sus pueblos o ciu-
dades de origen.
Muchos de los tonos, cantos, toques y bailes que se hacen en Cuba tie-
nen mucho que ver con la música del siglo XVIII español, el siglo en el que
viajan a Cuba infinidad de seguidillas, coplas, tiranas y fandangos que iban
incluidos en la tonadilla. La tonadilla, de las que se conservan más de dos
mil en la Biblioteca de Conde Duque, interviene en el desarrollo de las
colonias de forma decisiva y será una de las principales portadoras de ele-
mentos tanto hacia como desde Cuba. Sabemos por Victoria Eli, musicólo-
ga cubana, que entre l790 y 1832 se pusieron en los escenarios de La
Habana más de doscientas tonadillas de Blas de Laserna, Esteve, Misón,
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FAUSTINO NÚÑEZ
Rosales, Guerrero, La Riba, Pablo del Moral y otros.8 Este auge del teatro
musical español en Cuba es, a su vez, la fértil semilla que provoca más tar-
de el nacimiento del teatro bufo cubano, cuya música, a su vez, tanto vino
a aportar a la música popular española del siglo XX.
Arcadio Larrea lo confirma cuando dice que “los cómicos, gremio
popularísimo en la España del XVIII y XIX, fueron también singulares
portadores de canciones españolas a América y de canciones americanas a
España”;9 teniendo en cuenta que las compañías de teatro musical español
viajaban además varias veces durante largos periodos de tiempo, no es difí-
cil imaginar la cantidad de elementos americanos que traían consigo de
vuelta.
Ésta es la historia cien veces repetida. Pero vayamos a lo concreto.
Cómo nació una música propiamente cubana y cuándo desembarcó en
España.
DE IDAS Y VUELTAS
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
Cubanos
11 A partir del siglo XVIII la Casa de Contratación pasa a Cádiz por lo que esta ciudad por-
tuaria de Andalucía occidental se convierte en la protagonista de la empresa indiana.
12 El Areito fue el género musical y danzario principal de los indígenas que poblaban la isla
de Cuba durante los primeros años de la conquista según se desprende de los escritos de Fernando Ortiz
o Alejo Carpentier, entre otros.
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FAUSTINO NÚÑEZ
siglo XV. En los siglos XVII y XVIII serán los andaluces de nuevo los pro-
tagonistas de las olas de emigración para dejar, ya en los siglos XIX y XX,
el lugar a gallegos y asturianos. No es difícil imaginar, ante una mixtura de
esa categoría de la población española, los resultados culturales que de tal
se fueron desprendiendo. Todos ellos contribuyen a formar el microcosmos
étnico que se traslada al Nuevo Mundo para allí mezclarse de nuevo con el
indígena y el africano.
Para la música, obviamente, es fundamental la aportación que propor-
cionaron las diversas culturas de origen africano que fueron paulatinamen-
te llegando por la fuerza a las colonias americanas. Así mismo los africa-
nos que llegaron en diferentes tandas a integrarse a la cada vez más variada
cultura cubana, provenían también de diferentes regiones de África. Sin
olvidar a los primeros negro-africanos que llegaron a América, que eran en
su mayoría andaluces, criados en Sevilla y en la baja Andalucía de los
siglos XIV, XV y XVI.13
La esclavitud en Cuba tiene tintes muy particulares con respecto al
resto de las colonias hispanas en el Nuevo Mundo. Su situación geopolíti-
ca propició un singular proceso en lo que a la trata se refiere. Muchos de
los africanos llevados a la isla serían, por una parte, procedentes de España,
de Andalucía, los famosos negros curros, y por otra no debemos olvidar
que La Habana era también un punto intermedio entre la Metrópoli y Tierra
Firme, el continente, lo que provocaba que muchos esclavos se mantenían
en Cuba para ser enviados más tarde al resto de los países del entorno. En
Cuba la historiografía ha diferenciado entre negros bozales, los nacidos en
África, y los negros criollos, nacidos ya en Cuba, a estos añadiremos los
citados negros curros, nacidos en España o traídos desde España. Entre
1517 y 1880 se ha calculado que el número total de africanos que fueron
transplantados a Cuba fue de 830.000 (de un total de más de once millones
llevados a América en casi cuatrocientos años), procedentes de muy dife-
rentes zonas geográficas, aunque parece dominar el elemento yoruba pro-
cedente de los países del Golfo de Guinea y los congos.
Con la abolición de la esclavitud en la segunda mitad del siglo XIX el
esclavo pasa a formar parte de la sociedad civil, obteniendo sus derechos y
13 Existe un libro de Fernando Ortiz titulado Los Negros Curros, documentadísimo estudio
sobre los negros andaluces que llegan a América (La Habana, 1986). Recomendamos también la lectu-
ra del libro de Alfonso Franco Silva: La esclavitud en Sevilla y su tierra a fines de la Edad Media,
Sevilla, 1979.
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FAUSTINO NÚÑEZ
te estos años. Este hecho explica que aún hoy haya tantos cubanos de
ascendencia española.16
Esta impresionante confluencia migratoria hacia Cuba de tan variadas
culturas, junto al hecho fundamental de la capitalidad habanera, provocan
el nacimiento de numerosos géneros musicales que, poco a poco, sirven
como señas de identidad, dando paso a un grado de conciencia nacional
que se extenderá por toda la isla y que provocará a finales del siglo XIX la
independencia para siempre de la metrópoli española.17 Géneros, instru-
mentos y agrupaciones musicales de singular índole dotarán a la cultura
musical cubana de una personalidad abrumadora, con un lenguaje de ele-
vado contenido de universalidad, lenguaje que traspasa las fronteras nacio-
nales para integrarse en las más variadas culturas musicales del mundo,
culturas que utilizan hoy lo cubano como propio.
La variedad cultural concentrada en la isla de Cuba, lugar de paso
principal de la empresa ultramarina emprendida por Europa en general y
por España en particular durante más de cuatro siglos, unida al afán de
construir una cultura universal promovida por la católica corona española,
procuraron los procesos idóneos para que se gestara uno de los pueblos más
abiertos y comunicativos del planeta: el cubano.
Instrumentos
16 Realmente las migraciones de españoles a Cuba no cesaron durante las seis primeras déca-
das del siglo XX.
17 Aprovecho esta cita para recordar que no sólo en América florecieron las culturas musica-
les de carácter popular a finales del siglo XVIII y principios del XIX, lo mismo ocurrió en toda Europa,
donde los principales géneros musicales que hoy conocemos no adquirieron forma definitiva hasta esas
fechas.
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tes. Debido al enorme mestizaje que sufrió la isla durante los primeros
siglos de la colonia, nacieron numerosos instrumentos que son hoy consi-
derados autóctonos de Cuba. Quizás los más significativos sean las tumba-
doras (congas), los bongós y el tres. Cada uno de ellos fundamental en
expresiones musicales tan arraigadas como el son.
En cuanto al viaje de vuelta no es difícil imaginar la cantidad de ele-
mentos técnicos que regresaron en los barcos. Formas específicas de ras-
gueo, por ejemplo, tuvieron que regresar, de otra manera no se explica
cómo en toda la América hispana se rasguea, y en España solo encontra-
mos rasgueos con una notable evolución técnica en la guitarra flamenca, a
un nivel de perfección como el que podemos encontrar en el joropo reali-
zado sobre el cuatro venezolano, o los veloces rasgueos que se hacen en el
charango andino.
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FAUSTINO NÚÑEZ
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mente del coplero ambulante o del ciego cantor y aprenderla. Por esta vía
numerosas canciones viajaron con gran rapidez. Una de las melodías que
durante el siglo XVIII más difusión tuvo fue El Punto de La Habana, sobre
la cual volveremos más adelante. En este orden de cosas es importante
señalar que la literatura de cordel con canciones cubanas tuvo una repercu-
sión más urbana que rural.
TA N G O S
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Etimología
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ba. Por otra parte, Abelardo Estrada en sus notas al libro de Laureano
Fuentes Matons: Las Artes en Santiago de Cuba (La Habana, 1893) dice en
referencia al tango: “Respecto a la palabra tango se ha especulado en más
de una ocasión. Sobre ella, en lo que se refiere a Cuba, puede decirse que
se aplicaba a todo aquello que “sonara” a negro, o sea, a cualquier música
que en su estructura recordara los bailes jolgóricos —o los mágicos— de
los africanos, y negros y mulatos criollos, por lo que siempre que en un
documento del siglo XIX cubano se encuentre el vocablo tango, éste,
intrínsecamente, contiene un sentido peyorativo”.20
De lo que no cabe duda es que el sufijo “-ngo” (presente también en
fandango) obliga a emparentarlo etimológicamente con algún género de la
música afroamericana del siglo XVIII, del que posiblemente deriva el “tan-
go americano” que llega a España mediado el siglo XIX.21
Cronología de un rastreo
20 Pichardo, Esteban: Diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas. Cuatro
ediciones entre 1836 y 1875.
21 En numerosos vocablos de origen bantú encontramos la misma desinencia: Bongó, conga,
batanga o sandunga.
22 Vega, Carlos: Formas musicales rioplatenses. Su origen hispánico, Buenos Aires, 1946.
23 “Apuntes para la descripción de la ciudad de Cádiz” escritos por D. F. Sisto, Año 1814, cap.
XIV, “Bailes de Cádiz” (Citado por José Blas Vega).
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FAUSTINO NÚÑEZ
Yo soy nego
nega fue mi mare
neguito mi pare
neguita mi abuela
más no hay un compare banquito
que deje las botas como yo las dejo.”
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El tango andaluz
El tango tuvo, en su desarrollo dentro de la música andaluza, dos ver-
tientes fundamentales tras su llegada a la península. Por una parte, dio
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
lugar al tango de Cádiz que hoy conocemos como tanguillo, con una for-
ma que conserva gran parte de los elementos del primigenio tango ameri-
cano, y que funciona como ritmo regulador de la expresión carnavalesca
de la ciudad de Cádiz. Por otra, el tango americano se desarrolló en los
cafés y teatros de variedades de las capitales del sur de España, así como
en algunos locales de Madrid, adoptando una forma bailable interpretada
por las ya entonces llamadas “tangueras”. Al desprenderse del ambiente
del carnaval y puramente teatral para integrarse en los espectáculos de
variedades y en los cafés cantantes, el tango va perdiendo su original acen-
to americano para “andaluzarse” y, por ende, “aflamencarse”. No olvide-
mos que en esa misma época (los años setenta y ochenta del siglo XIX)
muchos elementos del recién nacido flamenco se encuentran en el reper-
torio de los intérpretes, teniendo en los tangos una fuente exquisita para
expresar sus “flamenquerías”, pero esta vez sobre un compás binario,
métrica de dos y seis tiempos, sumando estilos flamencos y complemen-
tando a los compases ternarios de tres y doce tiempos, métrica imperante
en la música flamenca.
Según el maestro José Otero, en su Tratado de Bailes de 1912, el tan-
go gitano, tango flamenco, considerado desde un punto de vista coreográ-
fico, es heredero del tango cubano, conservando aún ademanes y posturas
indecentes, y posiblemente por esas fechas fuese ya cantado y tocado de
una forma bastante cercana a lo que hoy conocemos por tango flamenco.
Por otra parte, estaba el tango de academia, con sus pasos refinados y del
cual desconocemos la música, aunque posiblemente tenga ya muchos ele-
mentos de los géneros andaluces que dieron lugar a la extensa variedad de
tangos, más cercanos quizás al aire del tanguillo, cuyo baile se prodiga aún
hoy en las academias de baile en Cádiz.
Son los años de las tangueras, mujeres de rumbo que bailaban y can-
taban tangos americanos, tangos cubanos ya andaluces “entreteniendo con
lasciva prosapia”: Comienza la época de las tangueras. A partir de enton-
ces podemos hablar ya del tango español, del tango andaluz y del tango de
Granada, por todas partes surgen tangos y tanguillos, pasodobles y chotis,
todos moviéndose al son que marca el patrón de habanera. El aflamenca-
miento de estos sones tardará un poco aún, deberemos esperar a que algún
inspirado cantaor o cantaora meta por tangos los jaleos y asunto resuelto.
Las diferentes modalidades surgirán por doquier, se les atribuirá un pasado
lejanísimo y de excelsa nobleza. Que no hombre, que no; puro aire cubano
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25 Zilberman Morales, Marcos: “Las Viejas Ricas”, en Actas del Primer Seminario sobre el
Carnaval “Ciudad de Cádiz”, Cádiz, 1986.
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FAUSTINO NÚÑEZ
arte musical y danzario cuyas raíces se hunden no más allá de mediados del
siglo XVIII, y precisamente allí donde lo americano es ineludiblemente
parte inseparable de la vida bajoandaluza, es casi imposible que exista
algún género que no esté impregnado de americanismos o que su estructu-
ra básica no tenga alguna influencia de la música iberoamericana. El hecho
de la influencia de América en el flamenco no necesita planteamientos y
mecanismos teóricos complicados, ya que es precisamente Andalucía
Occidental la protagonista del surgimiento de la mayoría de los géneros
que hoy encuadramos dentro del flamenco y, a su vez, es igualmente médu-
la de un ir y venir provocado por la Empresa Indiana, que se prolonga
durante más de cuatro siglos.
En la zarabanda y en la chacona, entre otras muchas danzas de origen
americano, hay elementos que vendrán a integrarse dentro de la cultura
musical andaluza ya desde mediados del siglo XVI, como venimos comen-
tando. Estos elementos, sean rítmicos, melódicos, armónicos, formales,
métricos o coreográficos, se disuelven en otros géneros y dan lugar a
muchas de las principales formas de expresión musical andaluzas. Esta pro-
blemática es, entre otras, una asignatura pendiente de la flamencología, que
desde un punto de vista eurocentrista, ha escrito muchísimo sobre flamenco,
pero nunca ha observado otra perspectiva que no fuera la eurocéntrica. La
perspectiva atlántica y colonial del flamenco aún está por descifrar.
Si tenemos en cuenta que América es un invento de Europa como
planteó acertadamente el mexicano O’ Gorman,27 no cabe duda de que tuvo
que haber una ida para regresar de la forma en que regresaban los géneros,
transformados en su estructura originaria. Éstos no comenzaron su viaje de
regreso a partir de mediados del siglo XIX, como parecen haber intentado
categorizar algunos estudiosos. No obstante, al nombre genérico de Ida y
Vuelta hay que otorgarle el valor de haberse asentado en el mundo flamen-
co, y sería pretencioso, e igualmente desacertado, intentar plantear un nom-
bre nuevo, como cantes americanos o cantes ultramarinos.
De entre las numerosas fuentes que han nutrido desde sus orígenes el
acervo musical del arte flamenco, el continente americano es una de las
más significativas. Al decir americano en general, estamos obligados, ante
la evidencia, a decir cubano en particular, ya que lo cubano está mucho más
presente en el flamenco, como veremos en el análisis de los diferentes
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
“Se va la Juana
en un barquito
para La Habana”
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FAUSTINO NÚÑEZ
dos, como los martinetes y las tonás. Las malagueñas, guajiras y peteneras
eran cantes flamencos, que entonces se consideraban peligrosos ya que ten-
taban a los cantes jondos a verse contaminados por aquéllos, los flamencos.28
En estos años se consideraba a los jaleos y a las alegrías o juguetillos como
cantes flamencos, integrándolos en el grupo de las guajiras y peteneras.
El nacimiento del flamenco suele situarse a partir de la segunda mitad
del siglo XIX, cuando Cuba llevaba formando parte del cada vez más men-
guado imperio hispano cerca de trescientos cincuenta años. La isla se
encontraba además poblada en los estratos más profundos de la sociedad
criolla por descendientes de andaluces y extremeños.
Los tangos eran por supuesto cantes flamencos o en proceso de afla-
mencamiento, a pesar del empeño de Mairena y Molina de encuadrarlos
dentro del grupo de los “cantes primigenios”. Los cantes jondos escasea-
ban. Hacia los años ochenta y noventa del siglo XIX muchos géneros fue-
ron “inventados” para nutrir el escaso repertorio de cantes jondos, como es
el caso de los tientos, las malagueñas, la taranta o la granaína. Cantes que
sufrieron un proceso de aflamencamiento, de ajondamiento si se quiere,
ganando en profundidad a la vez que se desprendían de lo superficial, si es
que había algo superficial en su origen.
Las huellas
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
Otra letra que suele cantarse como “soleá apolá” hace igualmente
referencia a La Habana, demostrando una vez más la intensa relación que
tenían los creadores flamencos con la colonia antillana:
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FAUSTINO NÚÑEZ
Algunos protagonistas
Antes de entrar en el detalle, hay que apuntar como una de las princi-
pales fuentes de introducción de melodías y coplas de origen cubano en el
repertorio flamenco, aquélla protagonizada por renombradas figuras can-
taoras, que a su vuelta de los viajes que realizaron por tierras americanas
traían consigo un repertorio enriquecido por la experiencia indiana.
¿Dónde está la clave que pone de acuerdo a los mulatos de Cuba con la
moda andaluza de agitanarlo todo? En realidad, la presencia de Cuba se
remonta a los más antiguos orígenes del balbuceante arte flamenco.
Estébanez Calderón “El Solitario” en “Un baile en Triana”, dentro de la
colección de relatos reunidos bajo el título genérico de Escenas Andaluzas,
publicado en Madrid en 1847, describe cómo el mítico “cantador” gadita-
no “El Planeta”, junto a su alumno “El Fillo” interpreta diversos cantes que,
según su descripción, podemos denominar protoflamencos. “El Planeta”
lejos de cantar a palo seco (sin acompañamiento de guitarra), se hace
acompañar por una pequeña orquestina de guitarras, laúdes, bandurrias,
panderos y castañuelas (estos últimos seguramente interpretados por las
bailarinas). Resulta entonces que entre el repertorio del mítico cantador
figura una canción llamada El Paño Moruno, canción que por entonces se
interpretaba sobre la tonada del “Punto de La Habana”, melodía muy popu-
lar difundida a través de la literatura de cordel. Tenemos pues al “Planeta”,
gaditano y mítico cantaor, patriarca del flamenco, interpretando un género
que no es otro que el antecesor de las guajiras flamencas, singular forma
que tienen los españoles de interpretar el punto fijo cubano.30 De entre los
pliegos de cordel, medio ideal de transporte hacia España, insistimos, de
numerosas melodías ultramarinas, destacamos aquéllos que traían como
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
Pastora Pavón, “La niña de los Peines”, fue esencial tanguera que par-
ticipó sin duda en el proceso de aflamencamiento. Su tango “Al gurugú”,
casi tientos, posee todos los elementos que hacen de un estilo que sea fla-
menco. Y una de sus coplas relata las andanzas de un andaluz en la guerra:
Ortiz Nuevo lo reveló: un cantaor del que tenemos noticia como céle-
bre intérprete de jácaras que en fecha tan temprana como 1748, a su regre-
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FAUSTINO NÚÑEZ
32 Debo a Danilo mucho de lo que aquí se cuenta. Él me ayudó a ampliar las metas de la musi-
cología con su pensamiento libre y disciplinado.
33 Molina, Ricardo y Mairena, Antonio: Mundo y formas del cante flamenco, Madrid, 1963.
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ocho o diez años. En Cádiz siempre se bailó el tango entre la gente artesa-
na pues era su baile favorito, y aquí en Sevilla, en los cafés cantantes, en
varias ocasiones, se han visto bailadores de tango que han sido de Cádiz, y
los dos últimos que vinieron fueron el Curri y Paquiro, que estuvieron en
el café de Novedades. Fueron conocidas dos clases de tango, uno que se lla-
maba el tango gitano, muy flamenco, y que no siempre eran lo que reque-
rían las reglas de la decencia, y el otro que le decían el tango de las vecin-
donas o de las corraleras, pero éste se encontraba entre mil muchachas una
que se atreviera a bailarlo, aunque supiesen hacer las cuatro tonterías con
que solía adornarlo la que era un poco despreocupada. Hoy es un baile de
moda y que da dinero a los artistas; no hay quien aprenda a bailar, sea de
la clase que sea, que no pida que le enseñen el tango; y como este baile ha
pasado a la jurisdicción de explicarlo los maestros, ocurre que lo pongo en
reglas de baile con trabajo de pie y no con posturas deshonestas”.34
El Tanguillo de Cádiz
De entre las diferentes músicas que emplean los gaditanos para sus
coplas de carnaval destaca de entre todas el tanguillo de Cádiz, que entre
los géneros flamencos se encuadra dentro del complejo de los tangos. La
profusión de melodías carnavalescas ejecutadas en el más puro ambiente
flamenco —gracias a su situación en el tiempo y el espacio— dieron lugar
a los tanguillos y probablemente, a partir de éstos, a toda la gama de esti-
los, flamencos o no, que se realizan con la métrica binaria y basan su rít-
mica en el patrón de habanera.
Inspirándose posiblemente en las comparsas y coplas de negros del
carnaval habanero de los siglos XVII y XVIII nace un género que integra
los principales elementos del que se conocerá más tarde en España, bien
entrado el siglo XIX, como tango americano, del que hemos hablado en el
apartado dedicado a los tangos en Andalucía.
En un principio, el tango andaluz primitivo (tango americano) se rea-
lizaba sobre un compás de 6/8, encontrándose más emparentado con lo que
hoy conocemos por tanguillo de Cádiz que con las diferentes variantes de
los tangos flamencos propiamente dichos. Por ello, intentar ver las raíces
del tanguillo en los tangos flamencos no se adapta a la realidad ya que posi-
34 Otero, José: Tratado de Bailes, Sevilla, 1912, pág. 223.
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
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FAUSTINO NÚÑEZ
El género flamenco que por todas partes rezuma cubanía es sin duda
alguna la guajira flamenca. Estamos ante uno de los más rotundos ejemplos
de la presencia de Cuba en España y que no se encuentra bajo la fuerza de
gravedad que posee el patrón de habanera y de la canción habanera que ha
dominado a casi todos los géneros hispano-cubanos que estamos tratando.
En las guajiras está la excepción que confirma la regla. En cierta forma,
podemos decir que si lo afrocubano está en la habanera, lo guajiro, lo his-
pano, lo blanquito, está en la guajira.
La importación casi íntegra de las canciones que interpretan los cam-
pesinos cubanos, que ellos llaman punto, tuvo desde muy temprana época
una gran aceptación entre los artistas flamencos. La décima sobre la que se
canta el punto cubano, así como la hermosa cadencia melódica que sostie-
ne sus tercios, hicieron enseguida que la Guajira se integrara en el reperto-
rio flamenco desde los albores de este arte andaluz. La siguiente décima
explica la intención y el estado de un español ante las bellezas de Cuba:
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FAUSTINO NÚÑEZ
Antes de nada quisiera apuntar una anécdota que me parece muy sig-
nificativa para todo lo que aquí vamos a tratar. Durante un viaje de estudios
a La Habana en el año 1990 el director de uno de los más prestigiosos gru-
pos rumberos de Cuba, “Los Muñequitos de Matanzas”, me explicaba que
los antecedentes del guaguancó y la columbia, géneros rumberos puramen-
te cubanos, se encontraban en la rumba flamenca. No pude más que des-
mentir el bulo, tornando la expresión del músico cubano en patente incre-
dulidad. De nuevo la sempiterna pregunta ¿Cómo va a imponer Cuba un
género a la madre patria? El mecanismo mental es sencillo: si hay rumba
en España, y además existe también en el flamenco, con los antecedentes
árabes que predominan en su estética sonora externa, la rumba cubana no
puede venir de otro lugar que de España. Él se refería al guaguancó, a la
rumba cubana, que tiene más que ver en el nombre que en la música con su
pariente la versión flamenca.
El género precedente de lo que conocemos como rumba flamenca es
en realidad la guaracha que se interpretaba en el teatro vernáculo habanero a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Esta guaracha pasó a España
en manos de diferentes intérpretes del teatro musical español que iba a hacer
las Américas y a su regreso se integra en los espectáculos de variedades que
abundaban por entonces en las diferentes capitales españolas. La rumba se
encuentra bajo el radio de acción de los tangos, esto significa que muchos de
los elementos rectores de la rumba flamenca provienen de los tangos y a
pesar de existir elementos claramente diferenciadores, en muchas ocasiones
los tangos se rumbean, así como una rumba se puede “tanguear”.
La guaracha
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CUBA EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Y ANDALUZA
guarachas que desde principios del siglo XIX eran predilectas del público
cubano y español. Para Pichardo en 1836 es un baile popular casi desusa-
do, lo que indica que hacia 1866 la guaracha vive una resurrección, proba-
blemente ya transformada. Es otra de las danzas que el tiempo ha ido
mudando y ha conservado el nombre para indicar, más una intención, pro-
bablemente del texto, que unos parámetros musicales determinados. Las
guarachas del teatro vernáculo cubano de finales de siglo serán las que pro-
porcionen a la rumba flamenca los elementos rectores sobre los que ésta
desarrollará su discurso sonoro (métrica, rítmica, armonía, melodía y for-
ma), hecho que desmiente la genealogía de la rumba cubana, que se trata
de otro género, con algunos elementos en común con la flamenca, pero con
enormes diferencias en el plano estrictamente musical.
La rumba flamenca
301
FAUSTINO NÚÑEZ
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Hatos caribeños y dehesas andaluzas.
Paisaje y estructura parcelaria
Fernando Díaz del Olmo
Rafael Cámara Artigas
José Ramón Martínez Batlle
Universidad de Sevilla
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F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
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HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
2 Ibidem.
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F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
pocas las que proceden de estas tierras de defessas, utilizadas sólo para las
boyadas que se dedicaban a la labor de las tierras. La mayoría proceden de
tierras comunales, privadas o de la Iglesia.
306
HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
307
F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
308
HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
309
F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
310
HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
311
F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
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HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
Si alguien quería tener más de seis asientos debía dejar que otros
ganaderos con sus reses los utilizaran de forma compartida.
313
F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
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HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
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F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
27 Bosch, J.: Composición social dominicana... Cassá, R.: Historia social y económica de...
Moya, F.: Manual de Historia... Silié, R.: “El Hato y el Conuco...”
316
HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
317
F. DÍAZ DEL OLMO, R. CÁMARA ARTIGAS Y J.R. MARTÍNEZ BATLLE
318
HATOS CARIBEÑOS Y DEHESAS ANDALUZAS
Plata fundó Monte Plata, y con los de Bayajá y Yaguana la nueva villa de
Bayaguana, ambas al N de la sabana de Guabatico, entre las hoy ciudades
de Santo Domingo y San Pedro de Macorís. Estas poblaciones se unieron
con Higüey y con Sabana Grande Boya-Cotuí a través de un nuevo cami-
no, en medio del cual se creó un gran hato para ganado propiedad del rey,
que dio lugar posteriormente a la población de Hato Mayor del Rey.
Al hacerse el censo de 1606 con motivo de las “devastaciones”,33 que-
daban en el país los siguientes hatos con 110.000 cabezas, distribuyéndo-
se así:
Con un total de 1.127 familias, que suponen entre 5.600 y 6.000 per-
sonas, a las que hay que agregar 9.648 esclavos, de los cuales 800 vivían
en los trapiches, 6.742 en las estancias y el resto, unos 2.300, en los cen-
tros urbanos y hatos.34
Años después de las despoblaciones, en 1608, el nuevo presidente de
la Audiencia, Don Gerónimo Gómez de Sandoval mandó hacer un nuevo
censo, que mostró 61 hatos menos y una pérdida de 24.000 reses. Con pos-
terioridad a éste se realizaron otros dos censos, uno en 1743 por orden del
gobernador Pedro Zorrilla para determinar el número de reses con que cada
hacendado debía contribuir al abastecimiento de la capital, el cual dio
112.098 cabezas, y un estadillo en 1772 que dio 271.000 cabezas. 35 La
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zas/ha que es excesiva en una explotación extensiva, 40 en los hatos rara vez
sobrepasaban las 2 cabezas/ha.
Existían dehesas señoriales que servían de pasto al ganado trashu-
mante, hecho éste que no se practicaba en la colonia, o al menos no se tie-
ne conocimiento de él.
La dehesa, además, tal como indica la génesis del término, “defessa”,
es una tierra acotada con tierras de pasto bien delimitadas, regulando la
entrada a los que tienen derecho de uso y los periodos de pastoreo. 41 El
hato colonial es una tierra sin cercar, abierta, en la que el uso es individual
o esta repartido en acciones o “pesos”, y dada su extensión circular, los
espacios entre hatos se consideraron como comunes, entregándose con el
tiempo como tierra de realengo a agricultores. Sólo con la desaparición de
la sociedad hatera y la extensión de los cultivos, se procedió a acotar físi-
camente estos espacios con vallas de madera seca o muros de piedra, que a
partir del siglo XX se transformaron en cercas vivas.
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respectivos bramaderos en cada uno de los vértices. El más claro de los tres
es el de Güira de Melena con un radio muy definido de 4,3 km. Los otros
dos hatos se sitúan al SE y SW respectivamente. Sólo se han conservado
sectores de circunferencia. El primero está constituido por las tres cuartas
partes de una circunferencia, mientras que el segundo sólo por una cuarta
parte. El radio es el mismo que el de Güira de Melena
Si hacemos un estudio de la estructura de la tierra en estos países en
la actualidad, según el Censo Agrario de 1982, realizado por la Oficina
Nacional de Estadística del Secretariado Técnico de la Presidencia de
República Dominicana, en el país existían 16.219 hatos, concentrándose el
mayor número en las provincias de: San Cristóbal (2.431), La Vega
(1.294), Distrito Nacional (1.282), San Juan (1.054), El Seybo (942),
Duarte (922) y Peravia (901).
Es decir, aquellas áreas del país que tradicionalmente han sido ga-
naderas desde los tiempos de la colonización: los alrededores de Santo
Domingo, la llanura oriental, la depresión central y La Vega Real en la
depresión septentrional. No disponemos de datos relativos a Cuba en
cuanto a propiedades ya que las tierras, en su mayor parte son del Estado y
sólo un escaso porcentaje del territorio pertenece a Comunidades de
Agricultores.
El número de cabezas de vacuno que se censó en República
Dominicana42 en 1982 fue de 59.124, siendo las provincias con mayor con-
centración: San Cristóbal con 6.154 cabezas (10,4%), Distrito Nacional
con 5.890 (10%), Santiago con 4.386 (7,4%), El Seybo con 3.880 (6,6%),
Duarte con 3.875 (6,6%), La Vega con 3.789 (6,4%) y San Juan con
3.386 (5,7%).
Todas ellas suponían el 50 % del ganado existente en el país.
En Cuba43 las concentraciones más altas de ganado vacuno se encuen-
tran en: Camagüey con 993.000 cabezas (19,21%), Pinar del Río con
500.000 cabezas (9,67 %), Matanzas, Sancti Spiritus y Bayamo con unas
500.000 cada una (10%). Le siguen con un 7% cada uno Santa Clara, Las
Tunas, Holguín y Santiago de Cuba, y con menos del 4% Cienfuegos,
Ciego de Ávila, Guantánamo, Isla de la Juventud y La Habana. Esto supo-
ne una variación importante para Santa Clara y Holguín con los datos que
disponemos de mediados del siglo XVIII en los que Villa Clara, Sancti
42 ONE: Séptimo Censo Nacional Agropecuario de República....
43 Academia de Ciencias de Cuba: Nuevo Atlas Nacional...
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Rodríguez (45 km2), Peravia (44 km2) y San Juan (43 km2). Mientras que
en Cuba son: Camagüey (6.450 km2), Pinar del Río, Matanzas, Sancti
Spiritus, Bayamo, Santa Clara, Guantánamo y Las Tunas con aproximada-
mente unos dos mil km2 cada una, Holguín, Santiago de Cuba, Cienfuegos
y Ciego de Ávila con aproximadamente unos mil km2 cada una, Isla de la
Juventud (500 km2) y La Habana (150 km2). Lo que pone de manifiesto un
mayor territorio dedicado al ganado en Cuba que en República
Dominicana.
La carga más alta de cabezas de ganado por hectárea la tiene en
República Dominicana el Distrito Nacional (1,5), seguida por Montecristi
(1,2), El Seybo (0,9) y Duarte y Valverde (0,8 cada una). Las más bajas con
un alto número de cabezas son La Vega (0,3), Santiago (0,35) y San
Cristóbal (0,5).
En Cuba la carga más alta por hectárea se encuentra en Guantánamo
(1,08), Isla de la Juventud (0,71), Camagüey (0,65), Cienfuegos y Ciego de
Ávila (0,54), Santa Clara y Las Tunas (0,52), Matanzas, Sancti Spiritus
y Bayamo (0,41), Pinar del Río (0,40), La Habana (0,27) y las cargas más
bajas en Holguín y Santiago de Cuba (0,26).
En cualquier caso, este tipo de carga responde a una explotación
extensiva. Nos sirve de término de comparación la carga actual de las dehe-
sas de vacuno en España, que con ayuda de heno, paja y piensos pueden
admitir hasta 2 cabezas/ha.46
El oeste de la depresión del Cibao, Distrito Nacional y este de la lla-
nura oriental en República Dominicana son las regiones más impactadas
actualmente por la ganadería de tipo vacuno, tanto por el número de cabe-
zas, la cantidad de hatos, su extensión y la carga que soportan, mientras que
el sector central de Cuba es, por su parte, el que soporta una mayor carga
ganadera.
El aprovechamiento de estos pastos en la actualidad es muy diverso,
y va desde aquéllos con gran inversión de capital hasta los que siguen apro-
vechando el ciclo natural de los herbazales autóctonos o pastos naturales.
Los pastos naturales están ocupados en República Dominicana por el
pajón haitiano o pangolilla y la grama, fundamentalmente, y producen la
mitad de forraje que los pastos mejorados con estrella africana (Cynodon
nelmefuensis), pangola (Digitaria decumbens), guinea (Panicum máxi-
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