La Economia Del Misterio I - 126 Austin T. Sparks
La Economia Del Misterio I - 126 Austin T. Sparks
La Economia Del Misterio I - 126 Austin T. Sparks
DEL MISTERIO
Volumen I
T. Austin Sparks
PREFACIO PARA LA SEGUNDA EDICIÓN
T. Austin Sparks
Forest Hill, Londres.
1964
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CONTENIDO
5 - Su Excelsa grandeza………………………………………………………...…………………….……..34
LA NECESIDAD DE LA REVELACIÓN
Nos encontramos en el umbral de este reino con una declaración calculada para
comprobar que nuestros pasos son correctos en la actualidad, y si nos acercamos con
un sentido de que conocemos o poseemos todo lo que pueda haber al respecto, con un
sentido de alegría, de satisfacción personal, o con cualquier otro sentido distinto de
aquel de la necesidad de conocerlo todo, entonces la siguiente declaración bíblica
debería llevarnos de un solo tajo a un punto muerto: "Nadie conoce al Hijo sino el
Padre". Tal vez hayamos pensado que sabíamos algo acerca del Señor Jesús, y que
teníamos capacidad de conocer; que nuestro estudio, y el escuchar las enseñanzas, y
varias otras formas de nuestra propia aplicación y actividad, podría llevarnos a un
conocimiento, pero desde el principio se nos dice que "nadie conoce al Hijo, sino el
Padre". Todo lo que se relaciona con el Hijo, está encerrado con el Padre, y solamente
Él lo sabe.
Por tanto, cuando nos hayamos enfrentado a este hecho, y hayamos reconocido sus
consecuencias, veremos que aquí se trata de un terreno que está encerrado, en el que
no podemos entrar, y para lo cual no tenemos ningún equipo apropiado. No hay nada
en nosotros mismos que nos faculte para entrar en los secretos de ese reino de Cristo.
Luego, tras el descubrimiento de este hecho algo sorprendente de la absoluta
incapacidad del hombre para conocer por medios naturales, el siguiente hecho que se
nos ofrece es este: "...pero cuando agradó a Dios (por Su voluntad) ... revelar a su Hijo
en mí". Si bien todo lo que Dios ha encerrado en Sí mismo, en Su propia posesión, y
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sólo Él tiene el conocimiento del Hijo, sin embargo está en Su corazón el dar
revelación. Y, habida cuenta de la verdad de que somos absolutamente dependientes
de la revelación de Dios, y que todas las facultades y destrezas humanas se descartan
en este sentido, ya que tal conocimiento espiritual sólo puede ser recibido por una
revelación divina en una ulterior esfera interior, nos estamos moviendo hasta que sea
muy evidente que todo es de gracia cuando renunciamos a toda la confianza en
nuestras propias obras, cuando nos alejamos de la autosuficiencia, la autonomía, de la
confianza en la carne, y de cualquier tipo de orgullo, de progreso y enfoque natural.
Lee estos dos pasajes a la luz de lo que Pablo era cuando aún era conocido como
Saulo de Tarso, antes de que el Señor tuviera el encuentro con él, y después como el
Apóstol Pablo, y tú adquirirás algo más de su fuerza. Saulo de Tarso habría sido
llamado a ser un maestro en Israel, uno muy versado en las Escrituras, con cierta
fuerza de seguridad en sí mismo, confianza en sí mismo, y autosuficiencia por su
aprehensión y conocimiento de los oráculos de Dios. Incluso alguien como él va a
tener que venir al reconocimiento de que nada de eso tiene algún aprovechamiento en
el reino de Cristo, donde él se da cuenta de que es completamente ciego,
completamente ignorante, totalmente indefenso, totalmente descartado, y necesitado
de la gracia de Dios para recibir el primer destello de luz, y descendiera muy bajo,
para decir: "Pero agradó a Dios ... revelar a su Hijo en mí...." Esa es la gracia.
Esto marcó el comienzo, y para esta meditación estamos considerando la plenitud
inexplorada de lo que Dios ha colocado en Su mismo Hijo, el Señor Jesús, de hecho y,
en el propósito, siendo el objeto de Su gracia para con nosotros. Su gracia le ha llevado
a procurar traernos por revelación en todo ese conocimiento que Él mismo posee
como Sus propios conocimientos secretos de Su plenitud en Su Hijo, el Señor Jesús.
TODAS LAS COSAS EN CRISTO.
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en un momento de transición, fue escrito con el fin de interpretar y confirmar la fe en
Cristo, mostrando lo que Cristo era en realidad, para qué realmente Él había venido, y
de esa manera para corregir y ajustar sus concepciones del Mesías. Sus concepciones
de Él eran insuficientes, distorsionadas, limitadas, y, a veces mal concebidas. Estos
registros fueron destinados a expresarles lo correcto, a mostrarles que Cristo había
cumplido la más alta, y la mejor y más auténtica esperanza y expectativas mesiánicas,
y ha superado infinitamente a todos. Tú necesitas a Pablo interpretando a Mateo y
Marcos, Lucas y Juan, y él lo hace. Él muestra a Cristo como aquel en el cual cada
esperanza es realizada, cada posibilidad es lograda. ¿Estaban ellos esperando un reino
terrenal, y la liberación y la bendición con relación al mismo? Cristo había hecho algo
infinitamente mejor que eso. Él había forjado para ellos una redención cósmica, no
una mera liberación del poder de Roma o de cualquier otro poder temporal, sino la
liberación de todo el poder del mal en el universo: "El cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo". Mateo puso especial
hincapié en el hecho del reino, pero la idea judía del reino con el que se enfrentaba era
muy limitado, por lo terrenal, y muy estrecho. Con un nuevo énfasis, Pablo, por el
Espíritu, muestra la naturaleza y la inmensidad del reino del Hijo del amor de Dios.
Ahora podemos ver algo de lo que significa la liberación de nuestros enemigos. No
vamos a seguir eso de un extremo al otro, sino a examinarlo a través de una hojeada
rápida y breve. Tal revelación, como si se tratara de un correctivo. Esto reveló un
cumplimiento en un sentido más profundo de lo que ellos esperaban, pero fue una
trascendencia de su mayor esperanza y expectativa. Pablo interpreta al Cristo para
ellos en su sentido y valor más completos. Él mismo había comenzado sobre su nivel.
Su concepción de Cristo había sido la suya propia. Pero después de que Dios quiso
revelar a Su Hijo en él, una ampliación continua de los conocimientos de Pablo acerca
de Cristo comenzó a través de un descubrimiento cada vez mayor de lo que Él era.
Por supuesto, como Saulo de Tarso, Pablo nunca creyó que Jesús de Nazaret era el
Mesías. Esto nos retrocede un paso más atrás en su concepción. Él creía que Jesús era
un impostor, y por ello procuró borrar todo lo que se asociaba con Él en el mundo.
Pablo, entonces, tuvo que aprender por lo menos dos cosas. Tuvo que aprender que
Jesús de Nazaret era el Mesías, pero él también tuvo que aprender que Jesús de
Nazaret trasciende todas las concepciones judías del Mesías, todas sus ideas propias,
todas sus propias expectativas vinculadas con el Mesías. Pablo no sólo se enteró de
que Jesús era el Mesías, sino que como Mesías Él era mucho más grande y más
maravilloso que sus más completas ideas, concepciones y expectativas. En esa
revelación él fue llevado por la gracia de Dios.
LA PROGRESIÓN DE LA REVELACIÓN
COMO ES ILUSTRADA EN PABLO
No creo que el punto se deba discutir, porque es difícil negar que hay evidencias de
progreso en la comprensión de Pablo y el conocimiento de Cristo, y es evidente que el
progreso y la expansión y el desarrollo en el conocimiento de Cristo condujo a la
adaptación. No lo interpreten mal. Ellos no dieron lugar a rechazar todo lo que Pablo
había dicho, ni a una contradicción de cualquier verdad que había llegado a través de
él, sino a la adaptación. Como su conocimiento de Cristo creció y se expandió, Pablo
vio que tenía que adaptarse a aquello.
Este es un punto en el que muchos han tropezado, pero es un asunto al que no
debemos tener miedo. Hay tantas personas que le tienen miedo a la idea de que un
hombre como el apóstol Pablo –o cualquier otro hombre en la Biblia que fuera divina-
mente inspirado–, tan completamente bajo el poder del Espíritu Santo, nunca se
debería ajustar él mismo de acuerdo con la nueva revelación. Esas personas parece
que pensaran que esto necesariamente significa que el hombre cambia de manera que
deje su posición original y más o menos llegue a repudiarla. Esto no quiere decir nada
por el estilo.
Toma la siguiente ilustración. Las cartas de Pablo a los Tesalonicenses fueron las
primeras cartas que escribió. En esas cartas no hay duda alguna de que Pablo
esperaba que el Señor regresaría en el curso de su vida, en su generación. Señalan sus
palabras: "Nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado (hasta la venida del
Señor), seremos arrebatados". En su carta a los Filipenses, Pablo se ha movido de esa
posición, mientras que en sus cartas a Timoteo esa expectativa ya no está con él:
"Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera". Él había previsto el veredicto de
Nerón. Pablo ahora sabía que no era por medio del rapto que él mismo iba a ir a la
gloria. ¿Vamos a decir que estas dos cosas se contradicen entre sí? ¡En absoluto! Al
andar con el Señor, Pablo entró en plena revelación de la venida del Señor y de su
misma relación personal, pero esto no deja de lado o cambia cualquier hecho de la
doctrina que ha sido expresada anteriormente en sus cartas a los Tesalonicenses.
Todo lo que había sido establecido allí estaba plenamente inspirado, dado por el
Espíritu Santo, pero todavía era capaz de desarrollarse en el corazón mismo del
Apóstol, y así él vió el sentido más pleno de las cosas que le habían ocurrido antes en
su vida, así cuando él encontró aquello en las cuestiones prácticas tuvo que adaptarlas
a sí mismo. Ninguna nueva revelación, ni avance en la comprensión, nunca lo colocó
en la posición de tener que repudiar todo lo que le había sido dado por revelación en
los primeros días. Se trata de una cuestión de reconocer que estas diferencias no son
contradictorias, sino el resultado de la revelación progresiva, suplementaria, la
ampliación de la aprehensión, concepción más clara a través de andar con el Señor.
Sin duda estas son evidencias de que el progreso en la comprensión y el conocimiento
de Pablo dio lugar a algunos ajustes.
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ha dado a nosotros con relación al Señor Jesús. Este efecto de su experiencia en el
camino de Damasco, esta elevación directa de Cristo fuera de tiempo y colocándolo en
la eternidad, se produjo en la concepción de Pablo por estar relacionado con el
propósito eterno, y en el propósito eterno no había ninguna caída y ninguna
redención. Esto es, por así decirlo, un recodo en la línea de Dios a través de los siglos.
La línea de Dios debía haber discurrido directa, sin doblarse, sin interrupción, pero
cuando se llegó a cierto punto, debido a ciertas contingencias que nunca estuvieron en
el propósito, esa línea tuvo que girar hacia abajo, y luego hacia arriba de nuevo. Los
dos extremos de la línea se encuentran en el mismo nivel eterno.
Tú puedes, si lo deseas, concebir un puente a través de la encorvadura, y a Cristo
llenando así la encorvadura, de modo que lo que fue desde la eternidad no se
interrumpe en absoluto en Él, sino que se cumple en Él. La venida a la tierra y toda la
obra de la Cruz es otra cosa, el resultado de una necesidad en razón de estas
contingencias; pero en Cristo desde la eternidad hasta la eternidad, el propósito es
continuo, sin interrupción, sin una curvatura. En Cristo no hay grietas. Esto llegó a
estar relacionado con el propósito. Esta es una gran palabra de Pablo: "Conforme al
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor ..." (Efesios 3:11); "... a los que
conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28 ). Estas son las concepciones
eternas de Cristo, y este propósito, y estos consejos divinos estaban relacionados con
el universo, y con el hombre en particular. Vamos a cruzar el puente por un momento,
dejando lo otro afuera, porque yo quiero que tú notes el curso que toma la Carta a los
Efesios. La carta empieza con la eternidad. Dice mucho acerca de cosas que eran antes
de que el mundo existiese, y regresa a este punto. Sólo en la mitad habla de la
redención, y nunca habla de la redención hasta tener la eternidad pasada a la vista. La
redención viene a llenar ese vacío y, a continuación pasamos a la eternidad de nuevo.
Ahora acaba de salir de la brecha por un momento. Por supuesto que nos preocupa
enormemente y tendremos que volver a ella, porque todo está relacionado con la
redención en la medida en que estamos interesados en el propósito eterno; pero la
deja por un momento y vuelve su atención en esta otra dirección. Declara
definitivamente y con claridad que todo el plan de Dios, sin la redención, se completó
en los eternos consejos en torno Su Hijo, Jesucristo, y en ese plan fueron creadas las
edades. "En la dispensación del cumplimiento de los tiempos", es la frase utilizada aquí
en nuestra traducción.
He escuchado frases semejantes en el Nuevo Testamento interpretadas como para
las dispensaciones, como ahora las conocemos en la Biblia, la dispensación de
Abraham, la dispensación de la Ley, la dispensación de la Gracia Me pregunto si eso es
correcto. Señala esta expresión: "... por quien asimismo hizo los siglos" (Hebreos 1:2;
RVM). Pensemos de nuevo. ¿Estamos bien en decir que se aplica a lo que llamamos las
dispensaciones como se nos muestran en la Biblia? Sin ser dogmático al respecto,
tengo una pregunta. ¿Vamos a decir que en esos eternos consejos de Dios, con relación
al propósito eterno de Dios acerca de Su Hijo, tuvo lugar una dispensación de la ley, en
una época como la del Antiguo Testamento, esos períodos de tiempo desde Adán hasta
Abraham, desde Abraham hasta Moisés, desde Moisés hasta David, desde David hasta
el Mesías? ¿Esas son las edades a que se refiere? ¿Las creó Dios con relación al
propósito eterno? Recuerda que todo este trabajo creativo fue en Su Hijo, a través de
Su Hijo, y para Su Hijo, de acuerdo con el propósito eterno.
Hay siglos y siglos por venir. Hay señales a través de la eternidad que no son
"tiempos" señalados en nuestro sentido de la palabra, sino que representan puntos de
salida y desarrollo, de progreso, de incremento, de ampliación. Tú y yo hemos sido
llevados a lo lardo del día de Pentecostés, y luego hemos vivido hasta el regreso del
Señor (eso es una dispensación de acuerdo con los cálculos y el orden de este mundo),
y nunca hubimos de haber descubierto todo la intención de Cristo. Deberíamos haber
descubierto algo y hemos alcanzado cierto punto en el conocimiento de Cristo, pero
entonces deberíamos desear otra época, en condiciones diferentes, descubrir cosas
que nunca sería posible descubrir, en las condiciones de esta vida, y cuando debíamos
tener por verdadera esa siguiente posibilidad, probablemente más allá de esa no
habría nuevas posibilidades. No habrá un estancamiento en la eternidad: "Lo dilatado
de su imperio y la paz no tendrán límite" (Isaías 9:7).
Ahora deja a un lado la lamentable imagen de la historia de este mundo desde la
caída a la restitución de todas las cosas, y tendrás la puesta en marcha de las edades
en las que puede ser revelada y conocida de manera progresiva toda la plenitud de
Dios en Cristo, a través de las edades sucesivas, con el cambio y ampliación de las
condiciones, facilidades y habilidades. Ese es el significado del crecimiento espiritual.
Nuestra propia corta vida cristiana aquí, si es recta, moviéndose bajo el poder del
Espíritu Santo, es en sí misma como una serie de breces edades. Empezamos como
niños, y, como niños, adquirimos lo que podemos. Entonces llegamos a un punto en el
que hemos aumentado la capacidad, donde son ejercitados nuestros sentidos
espirituales. Estos eventos aun en una mayor aprehensión de Cristo, y luego un poco
más tarde, como lo hemos continuado, todavía encontramos incremento en estas
facultades, en virtud del Espíritu Santo, y así al incrementarse los poderes nos damos
cuenta de que hay más países que se han ocupado más de lo que jamás nos hayamos
imaginado. Como niños, pensamos que lo teníamos todo. Esto es, por supuesto, uno de
los signos de la infancia y la juventud. La salvación en nuestra vejez es que
reconocemos que hay un vasto campo por delante que nos señala y nos impide que
nos establezcamos acá abajo. Esa es la eterna juventud.
De este modo, a la totalidad de este estado arruinado en la creación, se puede ver la
creación de los siglos en Cristo, para Cristo, por medio de Cristo, según el propósito
eterno de Dios de reunir todas las cosas en Él, no sólo "todas las cosas" de nuestra
pequeña vida, de nuestro pequeño día, de nuestra salvación individual, sino "todas las
cosas" de un vasto universo como una revelación de Cristo, todo ser llevado por
revelación a la aprehensión espiritual del hombre, y el hombre siendo comprometido
con esto. ¡Qué Cristo!
Eso es lo que Pablo vio, y esto puede resumirse en sus propias palabras: "La
excelencia del conocimiento (que supera a todo conocimiento) de Cristo Jesús, mi
Señor". Se trata del anciano Pablo diciendo: "Que yo pueda conocerlo”. Cristo es
exaltado fuera de tiempo, y el tiempo, en lo que se refiere a Cristo, se refería
únicamente a la eternidad por la necesidad de redención dentro del propósito eterno.
Tenemos que romper aquí por el momento, pero al hacerlo, déjenme decir esto, que
con su siempre creciente concepción de Cristo, hubo un correspondiente incremento
en su concepción de los creyentes. Los creyentes llegaron a asumir una enorme
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importancia. La salvación de los hombres del pecado, de la muerte y del infierno, y
lograr para ellos el cielo, no era nada comparado con lo que Pablo vio en cuanto a la
importancia de un creyente ahora. Todo lo que él ha visto con respecto a Cristo en Su
propósito eterno –eterno, universal, inmenso, infinito–, corresponde ahora a los
creyentes: "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos... para alabanza de su gloria" en los tiempos por venir (Efesios 1:4,12). Los
creyentes también son sacados del tiempo, y se les da un significado totalmente más
allá de todo aquí. Tendremos que hablar más de esto.
Él fue capaz de informar rectamente la extensión y el lugar de la redención. La
redención se podía ver en su brújula plena y como algo más de lo que es meramente
del tiempo. Esto es llamado "eterna redención". La redención es algo más que la
salvación de mujeres y hombres del pecado y de su estado pecaminoso. Se está
adquiriendo detrás de todos los períodos fundamentales de este universo, y tocando
todos sus poderes, la vinculación con la eternidad pasada y la eternidad todavía para
ser, y que abarca todas las fuerzas de este universo para la redención del hombre.
Pablo es capaz de instruir rectamente sobre el significado, valor y alcance de la
redención, y también ponerla en su lugar correcto, y eso es importante.
Ahora bien, estas son cosas grandes. Todas ellas necesitan ser demolidas, y el Señor
nos puede permitir hacer esto; pero si no puedes entender lo que se ha dicho, tú no
serás capaz de apreciar esto, que Cristo es infinitamente más grande de lo que tú o yo
jamás hayamos imaginado. Eso es lo que ha venido a nosotros con tanta fuerza a
través de Pablo. Él empezó con un Mesías judío relativamente pequeño; y terminó con
un Cristo mucho más allá de todo lo que nunca había visto o conocido, tanto que su
último grito es, "a fin de conocerle", y eso tomará toda la eternidad. ¡Qué Cristo! Este es
el Cristo que nos sacará, el Cristo que nos hará libres; pero permítanme que lo diga,
eso no será a causa de Su venida, y poniendo Sus manos debajo de nosotros y
elevándonos, sino por el hecho de ser revelado en nuestros corazones. ¿Cómo hizo
Pablo para salir de sus estrechas concepciones judías sobre el Mesías? Simplemente
por la revelación de Cristo en él, y cómo esa revelación estimuló el crecimiento de su
liberación. Hubo algunas cosas de las que él no se sacudió durante un largo tiempo.
Pablo se aferró a Jerusalén casi hasta lo último. Todavía tenía un anhelo por sus
hermanos según la carne, e hizo nuevos intentos por su liberación por motivos
nacionales. Pero en la última vez él vio el significado del Cristo celestial en forma tal
que le fue posible escribir la carta a los Efesios, y la Carta a los Colosenses, y entonces
el judaísmo como tal, Israel según la carne, dejó de constituir un peso en él. Esto fue la
revelación de Cristo, lo que fue la emancipación de él, sacándolo, ejecutando la
liberación de él todo el tiempo. De esta manera Cristo es nuestro libertador y
emancipador. Es sólo al Señor Jesús lo que necesitamos conocer. Todas las cosas
vienen a ser muy pequeñas cuando lo veamos a Él. Todo lo de la tierra y el tiempo
pasará cuando lo vemos a Él, y en el fondo de nuestra vida habrá algo adecuado para
que nos mantengamos a nosotros a través de tiempos difíciles y duros. Vamos a ver la
grandeza de Cristo y la correspondiente grandeza de nuestra salvación " conforme a
su propósito eterno".
Capítulo 2
LA MANIFESTACIÓN
DE LA GLORIA DE DIOS
Lectura: Hebreos 1.
Como en el primer asunto, en esta meditación sobre Cristo hemos estado ocupados
con la concepción cada vez mayor de Él que marcó la vida del apóstol Pablo. Vimos
primero la forma en que Pablo mismo como judío había compartido la misma estrecha
concepción de la tierra y el Mesías tan común en su raza, con el pensamiento de todos
acerca de un reino temporal, con sus privilegios y su posición intrínsecos, y cómo para
él este concepto llegó a ser destrozado por la revelación que tuvo del Señor Jesús,
mientras caminaba por el camino de Damasco.
Esta crisis marcó el inicio de un conocimiento cada vez mayor de Cristo. Allí Pablo
había aprendido, no sólo que Jesús de Nazaret era el propio Mesías tan esperado, sino
que también era el Hijo de Dios, que desde antes de los tiempos de los siglos había
estado en el seno del Padre. A partir de entonces, Cristo fue para él ya no sólo una
figura del tiempo, y, como señalamos, que por ulterior revelación este hecho llegó a
estar relacionado con lo que Pablo llama con frecuencia el propósito; el propósito de
Dios, el divino consejo –"conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad". Eso está relacionado con el "antes de tiempos de los siglos", y
en ese propósito, en los consejos de la eternidad divina, se encuentran muchas cosas
de las que Pablo se refiere. Vimos que estos consejos divinos (este propósito eterno)
se refieren al universo y al hombre en particular, y que tanto el universo como el
hombre se reunirán en Su Hijo, de acuerdo con “su buena voluntad, según su
beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo de reunir todas las cosas en Cristo, en
la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las
que están en la tierra". Eso nos llevó a considerar un punto que exige que tal vez se
indique de nuevo, o al menos una reiteración, a lo que por lo tanto ahora procedemos.
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futuras, edades desde la eternidad a la eternidad, y en ese plan todo era claro y recto.
Sería una revelación progresiva de Dios en el Hijo, y un progresivo acercamiento del
universo en esa plenitud.
Pero entonces Dios ha llegado a un punto en el que tenía que decir, por Su
presciencia (hablamos con imaginación): Aunque sabemos lo que sucederá. Sabemos
que en un momento dado el hombre a quien creamos fallará, se romperá. Esto
significará un largo periodo de desorden, perturbación, caos, y debemos providenciar
para eso. Fue introducido, pues, todo el plan de la redención, y el Cordero fue
inmolado desde antes de la fundación del mundo. Esa es otra línea del propósito. Así,
tuvieron que ser introducidas las edades de este mundo, la edad antes de la Ley, la
edad desde Adán después de la caída hasta Moisés; una edad se rige por ciertas
características; entonces tenemos la edad desde la Ley hasta Cristo, y a continuación,
la edad o la dispensación de la Iglesia. Estas edades no estaban en el plan original. Es
necesario decir esto, porque, si no fuera así, se haría responsable a Dios por el pecado,
y se podría decir: Bueno, si Dios había planeado todo esto, la caída fue un asunto
obligado que llegara a suceder, Dios tuvo que provocar la caída. Pero eso no es cierto.
Ninguno de nosotros pondría esto a cargo de Dios, de que Él había planeado la caída a
fin de que la redención llegase a ser necesaria. Esa es otra línea del propósito, fue
planeado de acuerdo con la presciencia de Dios. La primera línea del propósito no era
esa; y, como hemos dicho, se inicia en un nivel y luego llega a un punto en que, debido
a la caída y el pecado, hay un descenso en la línea, y en ese descenso es vista esa
brecha de toda la historia de la redención. Cristo construye un puente y lo conecta al
primer propósito y su realización, desde la eternidad pasada a la eternidad futura.
Viniendo en semejanza de carne pecadora, pero sin pecado, el Redentor es colocado
en la brecha y lleva al propósito de las edades directamente en Sí mismo. Las
presentes dispensaciones, por decirlo así, son subsidiarias en su naturaleza, y fueron
puestas por causa de una emergencia. Dios nunca quiso que fuera así. Seamos muy
claros sobre este punto.
El hecho que se destaca claramente para nosotros, y que es de enorme valor, es que
la intención de Dios es que debía haber edades, tiempos, períodos en los que debía
haber un incremento de la revelación, la manifestación, y la aprehensión de Sí mismo.
Tal vez esto suena especulativo, pero vamos a preguntar: ¿qué hubiera pasado si la
caída del hombre no hubiera tenido lugar? Si el hombre hubiera sobrevivido a su
prueba en el jardín y no hubiese caído, ¿qué hubiera pasado? Creo que el hombre
habría crecido, crecido, crecido en su aprehensión y conocimiento de Dios, creciendo
en su expresión personal de Dios. Dios hubiese así asegurado una progresiva, siempre
en desarrollo expresión de Sí mismo y, al ver que Dios es lo que es, no habría ningún
límite para esto; podría haber ido a través de los siglos sucesivos, con los movimientos
en este universo en una cada vez mayor plenitudes de Dios.
No estamos hablando del hombre individual, sino del hombre colectivo. Eso es lo
que Dios quiere, y eso es lo que será. Él construye un puente sobre la brecha. Obtiene
el otro lado a través de toda la brecha que ha sido llenada por el programa de
redención, y toma el asunto en el punto donde la redención se ha completado. Sube de
nuevo al primer nivel de Dios, triunfante sobre el enemigo, y toma las cosas allá
arriba. ¿Qué vas a tener? Tú vas a tener una progresiva y siempre creciente expresión
de la plenitud de Dios que está representada en las edades, en cada vez más amplios
círculos de la revelación de Dios. No es posible comprender la plenitud de Dios. Se
necesitaría la eternidad para expresar eso.
Toda esa plenitud está en Cristo; y nuestro punto en este momento es, ¡cuán grande
es esa plenitud! ¡Qué Cristo el que tenemos! Se necesitaría la eternidad para descubrir
a Cristo. No hay significado pequeño sobre esa declaración. Recalcamos las palabras
del Señor Jesús: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre". Eso, por supuesto, no sólo implica
una cuestión de identificación, que nadie sabe quién es Cristo, excepto el Padre. Esto
quiere decir lo que Cristo significa en la historia de este universo, todo lo que Él es en
Su posición en todo esto. Creo que esto es para que entendamos de que el Señor nos
llama para eso. El Señor quiere que nosotros lleguemos a una nueva comprensión y
aprehensión de Su Hijo, Jesucristo, y que la aprehensión es nuestra manera de salir,
nuestro camino, nuestro camino hacia la plenitud. Esto, como hemos dicho, llegó a
estar relacionado con el propósito, con los consejos divinos sobre el universo, y el
hombre en particular.
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proponemos. Así es la verdad de Dios. Dios ha querido una voluntad, y eso era Dios,
después de la naturaleza de Dios, la esencia de la naturaleza de Dios, la disposición, la
intención. Esa voluntad de Dios se ha centrado en el hombre, ese hombre debe
encarnar la voluntad de Dios y expresarla en la expresión de la vida personal, viviendo
en la voluntad de Dios, viviendo conforme la voluntad de Dios, todo Su ser recogido en
una expresión integradora y positiva: ¡Hágase tu voluntad, Dios mío! Hubo un ser
creado llamado "hombre" después de ese orden, para estar en ese sentido
moral-espiritual de la imagen de Dios, la semejanza de Dios. Esto no significaba
participar de la Deidad, sino que el hombre tiene el carácter moral de Dios, la
naturaleza espiritual de Dios en la mente y el corazón, y se reproduce en el hombre,
expresado en una creación. Ahí es donde el pensamiento de Dios descansó, y ese es el
propósito de Dios. Al tener este ser, les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra”, para que crecieran y se expandieran, moral y espiritualmente, para llegar a
todos los reinos espirituales y llenar el universo. Las fuerzas morales son fuerzas que
van mucho más allá del individuo en el que descansan o se centran.
Tú ves que el resultado iba a ser un pueblo corporativo creado como una expresión
de lo que era Dios en esencia. No me refiero a la Deidad, quiero decir que esto fue
concebido en esencia moral; esto es, la clase de pensamientos que Dios tiene, el tipo
de deseos del corazón de Dios, el tipo de voluntad que Dios quiere. Dios quería un
pueblo corporativo creado como una expresión de Sí mismo en ese sentido. Tú lo ves
en Cristo. Tú tendrás el significado de Cristo cuando veas todo eso. Esto es lo que
Cristo significa. Esta es la interpretación de Cristo. ¡Qué grande es Cristo!
Pablo ve al Señor exaltado completamente fuera de la esfera del tiempo; lo ve
relacionado con el propósito de Dios, Su imagen expresa, el fulgor, la esencia misma
de Dios. Sí, Su Deidad incluye la esencia moral de Dios. La expresión de Dios en una
imagen moral constituida después de Dios, que es Cristo.
Ver a Cristo es una gran cosa, y luego ver que hemos sido elegidos en Él para ser así,
"conforme a la imagen de su Hijo". La primera representación de ese pensamiento, esa
mente, ese corazón, esa voluntad de Dios, era el Hijo, y el Hijo no fue creado sino
engendrado. El hombre fue creado para ser conformado a la imagen del Hijo, pero el
Hijo no fue creado. Él era el unigénito del Padre; único, eterno, incluyente y conclu-
yente.
Estas no son meras palabras. En la creación de acuerdo con Dios, no habrá nada
sino lo que es de Cristo. Es importante darse cuenta de que eso regirá el que podamos
tener aún mucho que decir. Gracias a Dios, tú y yo no seremos como somos ahora. No
es ser Cristo y nosotros, todo es ser Cristo. Es decir, Cristo será tan corporativamente
expresado que, la cuestión de la Deidad además, la esencia moral y espiritual de Cristo
totalmente regirán cualquier otra unidad en el universo. Eso será Cristo en ese
sentido, un gran universal, colectivo, Cristo corporativo. Sí, habrá multitudes que
ningún hombre puede contar, sin embargo, tan conformados a la imagen de Cristo
que, mirando a uno o todos ellos, se verá de conformidad espiritual con Cristo. No
estamos diciendo que Cristo pierde Su individualidad, para ser absorbido en alguna
inclusividad en donde cesa todo Su distintivo personal; estamos diciendo que, cuando
seamos conformados a Su imagen, vamos a ser como una gran persona, el Cuerpo de
Cristo perfeccionado, una expresión colectiva y corporativa de lo que es Cristo.
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Pablo se refiere a eso cuando, con una tremenda fe que representa una gran
victoria y ascendencia, dijo: "Nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne" (2 Corintios 5:16). Esto representa una victoria de un orden no mediocre. En
nuestras relaciones con los hijos del Señor, por ejemplo, Pablo quiere decir que, a
pesar de todo lo que podemos encontrar de inconsistencia y fracaso, por lo que son
por naturaleza, hemos de centrar toda nuestra atención en Cristo en ellos, y porque
son de Cristo, y Él está en ellos, y Él hace de Su morada el escenario de todas nuestras
relaciones con ellos, separando nuestros ojos de lo otro por completo; estamos para
conocerlos según Cristo y no según la carne. No va a ser difícil en los tiempos por
venir, porque entonces no habrá nada, excepto lo que es de Cristo en nosotros. Vamos
a ver a Cristo en el otro, estaremos plenamente conformados a Su imagen. ¡El Señor
acelere ese día!
¡Qué Cristo! Observa Su posición en el propósito de Dios. Mira el carácter universal
y eterno de Cristo, que abarca todo, con exclusión de todo lo que en su carácter no es
conformado para Dios, y está fuera de Él, e incluyendo en Sí mismo como Hijo a todos
los que se han venido conformando a Su imagen. Cristo incluye la creación, porque
todas las cosas fueron creadas por Él. Y ellos serán Suyos, pero siendo moralmente
purificados y conformados a Él. El Señor rehusó la propuesta del diablo, cuando le
dijo: "Todo esto te daré, si postrado me adorares" (Mateo 4:9). Él desdeña la oferta. La
senda sería costosa –y Él lo sabía–. No estaría sujeto a esa propuesta. En efecto, Él
dice: Los voy a tener, pero los voy a tener cuando todos los problemas y las angustias
hayan desaparecido. Ese es el efecto de esto, la creación entera incluida en Cristo, pero
¡qué Cristo!
Uno de los grandes factores que rigen la nueva creación y las características de esa
nueva creación en Cristo es la vida inmortal. En la creación actual reina la muerte por
doquier, reina la corrupción. ¡Vida inmortal! La muerte no existe en absoluto en la
nueva creación.
Todas las edades están incluidas en Cristo. Sí, hay edades que todavía están para
venir; la Palabra habla de "los tiempos por venir". Esas edades se están incluyendo en
Cristo. Eso significa que Cristo les da su carácter. Ellas están obteniendo la naturaleza
y el carácter de Cristo, y a medida en que sean esas edades, esto significa que todo el
progreso, el desarrollo, el incremento, la expansión, la amplitud es cuestión de conti-
nuar y ampliar a Cristo. Las edades están hechas para Él, y los siglos venideros son
para mostrarnos a Dios en Cristo. Toda la plenitud divina en Cristo. Estas son las
declaraciones registradas en la Palabra.
El primer gran factor en la creación del hombre fue suspendido. Tal vez fue el factor
más importante, y fue suspendido a la espera del estado de prueba al que fue
sometido el hombre. ¿Qué fue lo que tanto dependía enteramente de cómo saliera el
hombre de esa prueba? Era la eternidad de la vida, la vida desde el punto de vista
divino, lo que significa Dios para la vida. Esto fue suspendido a la espera del juicio del
hombre, y se introduce otro gran factor de la Palabra de Dios, es decir, la revelación de
Dios. Esto representa la gran pregunta que rige la historia desde Adán en adelante. La
gran cuestión que rige es esta: ¿En quién puede habitar eso que se llama vida eterna?
Sabemos que la vida eterna no es mera duración del ser. Se trata de un tipo de vida
que es la vida de Dios, la vida divina, la vida de las edades. ¿En quién puede
habitar esa vida? Esa es la gran pregunta que rige la historia. La respuesta a la
pregunta es Cristo: "En él estaba la vida". Él es la vida. Pero entonces, nosotros le
contemplamos a Él, no sólo como persona individual y por separado, sino también
corporativo, la creación en Cristo.
Con esto concluye el primer estadio y comienza el siguiente. Hasta este punto de
todo, en lo que respecta a este tiempo que nos ocupa, es una gran pregunta. En este
período de la redención, traído como una segunda línea del plan Divino, todo el asunto
de nuestra respuesta al llamado de Dios, de nuestra aceptación de Cristo y de la unión
con Él, está en la balanza. Un gran interrogante se cierne sobre esta dispensación:
¿Quién responderá? Para muchos, Él ha tenido que decir, "... y no queréis venir a mí..."
(Juan 5:40). La cuestión se resuelve una vez que la vida esté en el interior; tú has
iniciado en ese punto donde Adán tuvo la caída, y has podido salir de inmediato de la
brecha, fuera de la curva; tú has sido levantado desde allí en Cristo, y has venido
directo en la línea recta del propósito eterno que, en su realización, será un universo
lleno de Cristo. "Se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en
la dispensación del cumplimiento de los tiempos".
¿Estás preguntando qué es todo esto? Si tú todavía no tienes claridad sobre eso, se
puede exponer en muy pocas palabras. Se trata de traer la grandeza de Cristo a la
vista, eso es todo. Ahora necesitamos que nos debería suceder a nosotros, por la gracia
de Dios, lo que le pasó a este hombre que vino a esta siempre creciente e inagotable
concepción de Cristo. Recordemos sus propias palabras: "Cuando agradó a Dios...
revelar a su Hijo en mí". Tú puedes haber escuchado todo esto; y esto puede haber
sonado más o menos maravilloso; tú puedes conocer la verdad de una manera
intelectual, pero hay una gran diferencia entre eso y la manera en que Pablo la
conocía. Esa manera de Pablo de conocer es lo que trae la emancipación.
¿Alguna vez has visto una mosca en una botella? Esta da vueltas y vueltas,
sacudiéndose a sí misma de un lado para otro, subiendo, bajando, hasta que realmente
te duele cómo tú observas todo eso. Tú la has visto levantarse un poco y abrigas
alguna esperanza con esto, y luego la ves bajar, tratando de encontrar una salida,
sacudiéndose la muerte de sí misma. Luego, sube, sube, logra escalar y llegar a la cima,
sale y se aleja. Esa es la diferencia.
Tú y yo con todo ese conocimiento en nuestra cabeza, nuestro conocimiento mental
de un reino espiritual, parece una cosa imposible si en realidad estamos viviendo en
esta creación. Hoy sería fácil de desconfiar, el descender a las cosas como son. Busca
en el mundo acerca de las perspectivas para la Iglesia, acerca de las perspectivas para
el Evangelio, acerca de las perspectivas para el Señor. Mira el estado de la misma
Iglesia. Trae la Carta a los Efesios y bájala a la esfera de este mundo. Te pronunciarás y
dirás: Es un concepto maravilloso, pero imposible. Trata de darte cuenta de que eso
bajó a este nivel y tú te golpearás hasta la desesperación. Nota a Pablo cómo él mira
por las iglesias que había visto traer a la existencia, y las ve en la ruptura, y los
hombres por los que había sufrido, los ve vueltos contra él. Pablo hubiese perdido la
19
esperanza en su corazón, si él hubiese estado viviendo aquí. ¿Cuáles son las
perspectivas en tales condiciones? Pero él se levantó en los lugares celestiales en
Cristo Jesús y vio que esto era una cosa celestial, una cosa eterna. Lee la carta a los
Efesios y señala de nuevo la forma en que comienza: " 3Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para
ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia" (Efesios 1:3-7).
Estas son las palabras de un hombre que ve la obra de su vida cayendo en pedazos,
y todos sus amigos para los que se había sacrificado vueltos contra él. ¿Qué ha visto él?
La eternidad, la universalidad de Cristo, TODAS LAS COSAS EN CRISTO. Pablo no está
viviendo en este mundo ahora, sino que vive en Cristo. Es la única manera de salir. Es
la forma de vida, el camino de la esperanza, el camino de la seguridad en un día como
éste cuando las cosas se cierran. Cristo es la salida: "En los lugares celestiales en
Cristo"; "Nos escogió en él antes de la fundación del mundo". Una vez más decimos: ¡Qué
Cristo!
Detengámonos mucho en el Señor Jesús, por todo lo que para nosotros es en Él.
Capítulo 3
UN HOMBRE SEGÚN
EL CORAZÓN DE DIOS
“19Entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que
es poderoso; he exaltado a un escogido de mi pueblo. 20Hallé a David mi siervo; lo ungí
con mi santa unción” (Salmo 89:19,20).
“Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo:
He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo
quiero” (Hechos 13:22)
“Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Hebreos 1:9).
“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su
corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto
tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1 Samuel 13:14).
La Biblia está llena de hombres. Ella abunda en muchas otras cosas; abunda en
doctrina, en principios, pero más que nada en ella abundan los hombres. Ese es el
método de Dios, Su método elegido, Su principal método de darse a conocer. Estos
hombres que estaban relacionados con Dios, con los que Dios se asoció, llevaban los
rasgos distintivos a la vista. No en un solo hombre; es el hombre total aceptable, con
todas las características para ser exaltado, pero en cada hombre hay una o más
características que se destacan y lo distinguen de los demás, y esas características
visibles se cumplen así en la vida de ese hombre. Estas características excepcionales
distintivas representan el pensamiento de Dios, las características que Dios mismo se
ha esforzado en desarrollar, para lo que Dios puso Su mano sobre estos hombres, que
durante la historia deben ser la expresión de ciertos rasgos particulares.
Así, hablamos de la fe de Abraham, de la mansedumbre de Moisés. Cada hombre es
representante de algún rasgo forjado en él, desarrollado en él; y cuando se piensa en
el hombre, la función es siempre superior en su mente. Nos llama la atención, no al
hombre como un todo, sino a lo que lo señala en particular. Así que por un apóstol
somos llamados a recordar la fe de Abraham, mientras que otro nos hará una
invitación a recordar la paciencia de Job. Estas características son los pensamientos de
Dios, y cuando todas las características de todos los hombres están reunidas y
combinadas, eso representa a Cristo. Es como si Dios hubiese dispersado a un Hombre
sobre las generaciones, y en una multitud de hombres bajo Su mano hubiese mostrado
algún aspecto, algún rasgo, una faceta de ese Hombre, y ese Hombre es capaz de decir:
"Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39).
Hay un Hombre difundido sobre la Biblia, y todos los que han estado bajo la mano
de Dios, han sido instruidos con el fin de mostrar algo de Su pensamiento, que en su
plenitud se expresa en Su Hijo, el Señor Jesús. Reconociendo que, al ser los más
21
capaces de apreciar las palabras que acabamos de leer, que en primera instancia
tienen relación con David, pero se ve claramente que llegan más allá a uno mayor que
David. Lee otra vez el Salmo ochenta y nueve, y no podrás dejar de ver que dos cosas
se funden entre sí: "He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; he exaltado a un
escogido de mi pueblo". Hay que buscar uno mayor que David en la expresión completa
de esto.
En las palabras "He puesto el socorro sobre uno que es poderoso", tenemos uno de
los grandes fundamentos de nuestra redención. Uno más grande que David está aquí.
David, con esas características principales de su vida bajo la mano de Dios era una
expresión del pensamiento de Dios acerca de Cristo. No se puede decir eso de la vida
de David como un todo. Tú no puedes llevar la declaración, "He encontrado un hombre
conforme mi corazón" a través de toda la vida de David, y decir que cuando David fue
culpable de esto y de algo particular, de asuntos que ensombrecieron su vida, esto era
según el corazón de Dios. Tenemos que ver exactamente de qué se trataba, en David y
alrededor de David, que hizo posible que Dios dijera que él era un hombre conforme
Su propio corazón. Esto sólo estaba indicando a Cristo, señalando a Cristo. Sólo lo que
es Cristo, es lo que es conforme al corazón de Dios.
23
¡Señor, esto te acarreará reproches! ¡Esto te llevará a la deshonra! ¡Esto te planteará
serias dificultades! Por el contrario, responde a su vez: Señor, si Tú has dicho esto, me
dejas la responsabilidad por las consecuencias para contigo, y debo obedecer. El Señor
Jesús siempre ha actuado así. Él fue mal interpretado por obrar así, pero lo hizo.
Saúl fue influenciado en su conducta por sus propios sentimientos, sus gustos y
aversiones y preferencias. Él culpó al pueblo, es cierto, pero fue él quien tuvo la culpa
después de todo. Fue su determinación trabajando a través de sus sentimientos. En
efecto, él dijo: ¡Es una gran pena que destruyamos eso! Aquí hay algo que parece tan
bueno, que, según todas las normas del sano juicio, es bueno, y el Señor dice:
destruidlo. ¡Qué lástima! ¿Por qué no ofresérselo a Dios en sacrificio? Ahora sabemos
que es verdad que en el hombre natural existen estos dos aspectos, un lado bueno y
uno malo. ¿No estamos, por nuestra parte, a menudo encontrándonos a nosotros
mismos diciendo, en efecto: Cedamos lo bueno a Dios? Estamos muy bien preparados
para ir por el lado pecaminoso, pero vamos a dar lo bueno que está en nosotros al
Señor. Todas nuestras justicias son a Sus ojos como trapos de inmundicia. La nueva
creación de Dios no es una colcha de retazos de la antigua, es una cosa toda nueva, y lo
viejo se tiene que ir. Saúl cayó en rebeldía en ese mismo aspecto. Él razonó que lo
mejor se debe dar a Dios, cuando Dios había dicho: "Destruidlo por completo".
El hombre según el corazón de Dios no comete errores como ese. Su interrogación
en sí mismo es: ¿Qué dijo el Señor? No da lugar a algún otro cuestionamiento: ¿Qué
sientes al respecto? ¿Cómo me parece a mí? Él no dice: Es una gran pena desde mi
punto de vista. ¡No! El Señor lo ha dicho, y eso es suficiente. Dios ha buscado un varón
que haga todos Sus designios.
De modo que podemos seguir el contraste entre Saúl y David a lo largo de muchas
líneas. Nos llevan a una cuestión diferente cada vez. Todo apunta en una dirección.
¿Este hombre entrega sus propios juicios, sus propios sentimientos, sus propias
normas, todo su ser a la voluntad de Dios, o va a tener reservas por la forma en que
vea las cosas y las cuestiones de Dios?
25
la gente. Todo esto está en contra Dios, pero eso no es lo que tenemos aquí. Esto es
algo que se encuentra aun entre el pueblo del Señor, y que considera que nada es
demasiado sagrado para ser tenido en cuenta. Esto se conseguirá en la asamblea de
los santos en Corinto y es mencionada en una tremenda carta del Apóstol Pablo acerca
de la sabiduría natural, la sabiduría de este mundo expresándose a sí misma como la
mentalidad, incluso de los creyentes, y dejando sin efecto al Evangelio. Este espíritu
que no está sujeto a la Cruz, entra secretamente en las cosas de Dios, y se posiciona en
una adquisición sobre ellas. No es tanto lo que es evidente, obvia y visiblemente
pecaminoso, como la vida natural que se tiene tan de acuerdo con los estándares
humanos. El pueblo del Señor siempre ha tenido que cumplir eso en una u otra forma.
Esdras debía encontrarlo. Los hombres vinieron y ofrecieron su ayuda para construir
la casa de Dios, y ¡cómo la Iglesia ha sucumbido a ese tipo de cosas! Si alguien ofrece
su ayuda para la obra del Señor, la actitud adoptada es a la vez: Oh, bueno, eso es de
ayuda, eso es lo que queremos, vamos a tener toda la ayuda que podamos conseguir.
No hay discriminación. Nehemías tuvo que hacerle frente a eso. Hay un poco de ayuda,
pero estamos mejor sin ella.
La Iglesia es mucho mejor sin la asociación filistea. Ese es el tipo de cosas que ha
atacado a la Iglesia a través de todo el camino. Juan, el último apóstol superviviente,
en su vejez escribe: "Pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no
nos recibe" (3 Juan 9). Tú puedes ver la importancia de eso. Juan fue el hombre del
testimonio de Jesús: "Yo, Juan, ... estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" (Apocalipsis 1:9). La gran palabra de los
escritos de Juan es "vida". " En él estaba la vida" (Juan 1:4); "esta vida está en su Hijo"
(1 Juan 5:11). Diótrefes no podía soportar aquello. Si Cristo está entrando, Diótrefes,
que ama tener la preeminencia, se debe ir; si él, que ama tener la preeminencia, está
medrando, entonces Cristo se mantiene fuera.
El hombre según el corazón de Dios es el hombre que no tendrá ningún
compromiso con la mente natural, no sólo con lo que se llama pecado en sus formas
más reales, sino con todo lo que la vida natural trata de apoderarse de la obra de Dios
y de los intereses de Dios, para manejarlas y para gobernarlas. Esto ha sido lo que ha
estropeado y ha paralizado a la Iglesia a través de los siglos, los hombres insinuándose
ellos mismos en lugar de Dios en Su Iglesia.
Tú ves lo que representa David. Él tomará la cabeza de ese gigante. Ahí no debe
haber compromiso alguno con esta cosa, sino que se debe ir en el nombre del Señor.
EL PRECIO DE LA LEALTAD
Ahora fíjate en esto, que por su devoción, David tuvo que sufrir. Este hombre, que
sólo vio la importancia de eso con lo que tenía que hacer, este hombre que sólo tenía
el pensamiento de Dios en su corazón, tenía las concepciones de Dios, los sentimientos
de Dios, la visión de Dios, este hombre que es el único entre todo el pueblo de Israel en
ese día negro de debilidad espiritual y decadencia, que estaba en el lado de Dios, ve las
cosas de una manera verdadera, tiene que sufrir por ello. Cuando él llegó a la escena y,
con su percepción y comprensión de lo que estaba en juego, traicionándose a sí mismo
en su indignación, su ira, su celo por el Señor, comenzó a cuestionar este asunto, sus
propios hermanos se volvieron contra él. ¿Cómo? De la manera más cruel para
cualquier hombre, la manera más calculada que pueda sacar el corazón de cualquier
verdadero siervo de Dios. Ellos fueron impulsados por motivos errados. Ellos dijeron,
en efecto: Ustedes están tratando de hacer un camino por ustedes mismos; están
tratando de obtener el reconocimiento por ustedes mismos; están tratando de ser
conspicuos. Ustedes están impulsados sólo por intereses personales, por ambiciones
personales. Esto es un golpe cruel. Todo hombre que se haya pronunciado en contra
de lo que ha usurpado el lugar de Dios en modo alguno, y se ha quedado solo por la
causa de Dios contra las fuerzas que prevalecen, ha sido objeto de sarcasmo.
A Nehemías le decían: Tú estás tratando de hacer un nombre por ti mismo, de
obtener profetas para ponerte en alto y proclamar a través del país que hay un gran
hombre llamado Nehemías en Jerusalén. Algo parecido le dijeron a Pablo. La falsedad
es una parte del precio. El corazón de David fue tan libre de cualquier cosa así como lo
podría ser cualquier corazón. Él fue puesto por el Señor, para la gloria del Señor, para
la satisfacción del Señor, pero aun así, los hombres dirán: Es todo por sí mismo, para
su propio nombre, para su propia reputación, para su propia posición. Esto es más
calculado sacar del corazón de un hombre que una buena parte de abierta oposición.
¡Si tan sólo saliera a luchar de manera clara y justa en lo expuesto al peligro! Pero
David no sucumbió; ¡el gigante sí lo hizo! Que el Señor nos dé un corazón como el de
David; que sea un corazón como el suyo.
Vemos en David un reflejo del Señor Jesús, que fue devorado por el celo de la Casa
del Señor, que pagó el precio por Su celo, y que fue, en cierto sentido por encima de
todo, el hombre según el corazón de Dios.
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Capítulo 4
EL NUEVO HOMBRE
LLEVADO A LA PRÁCTICA
“12Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 15Pero el don
no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los
muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia
de un hombre, Jesucristo. 16Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que
pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación,
pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17Pues si por la
transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18Así que,
como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19Porque
así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos
5:12,15–19).
“13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 20Mas vosotros
no habéis aprendido así a Cristo, 21si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él
enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22En cuanto a la pasada manera de
vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:13,20–24).
“9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos, 10y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno, 11donde no hay griego ni judío, circuncisión ni
incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”
(Colosenses 3:9–11.
Aquí la Palabra dice que tenemos que despojarnos del hombre viejo, o, más
literalmente, que hemos de despojarnos, o dejar a un lado el viejo. La misma palabra
se encuentra en Hebreos 12:1: "Por lo tanto, nosotros también,... despojémonos de todo
peso y del pecado que nos asedia". Nos hemos despojado, o apartado de nosotros al
hombre viejo. Muy a menudo las palabras son usadas por nosotros con una relación
meramente personal. Hablamos de "nuestro viejo hombre"; por lo cual entendemos
esta naturaleza pecaminosa nuestra que se eleva en el marco de la provocación. Este
aspecto, por supuesto, está incluido en el primer acto de repudio de la fe, pero eso no
es todo lo que se entiende por las declaraciones que tenemos ante nosotros. Se ha
incluido; pero lo que tenemos aquí es algo mucho más.
EL SIGNIFICADO DEL TÉRMINO "EL VIEJO HOMBRE"
EL HOMBRE NUEVO
Entonces se dijo además que en Cristo nos hemos sido colocados en el hombre
nuevo. Eso también se considera a menudo como un mero asunto personal, una
cuestión individual. Es decir, el hombre nuevo en nuestra concepción es un tipo de
vida y naturaleza personal nuevas. Eso es cierto, pero es mucho más que eso. En la
Carta a los Efesios, el apóstol está hablando del hombre nuevo que es la Iglesia, "el
Cristo", como está literalmente expresado en 1 Corintios 12:12. Cristo es uno con
todos Sus miembros, como la Cabeza unida al cuerpo, todos los miembros integrados
en un cuerpo, un hombre nuevo. Se trata de un hombre colectivo, corporativo, un
hombre de un nuevo orden que no es en Adán, sino que es en Cristo. "Sino que Cristo es
el todo, y en todos" (Colosenses 3:11). Antes era Adán quien era todo, y en todos, pero
ahora en esta nueva creación es Cristo el que es visto como el todo, y en todos. El
Apóstol expresa bien lo que quiere decir cuando escribe: "Mas vosotros no habéis
aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados,
conforme a la verdad que está en Jesús". (Efesios 4:20, 21). Se trata de una importante
representación de la verdad divina en una Persona, y estamos representados como
habiéndonos desnudado a nosotros mismos de un solo cuerpo, del viejo Adán, y como
habiéndonos revestido nosotros mismos de este cuerpo de Cristo, con el nuevo
hombre.
29
ha hecho mención de la colocación en el hombre nuevo, el apóstol procede casi de
inmediato con palabras como éstas: "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Y andad en amor, como también Cristo nos amó" (Efesios 5:1,2). El nuevo hombre
corporativo es la encarnación del amor de Cristo. Eso es lo primero. Este amor debe
tener una expresión individual, por lo que se dice que es verdad de todo el cuerpo sólo
en la medida en que se encuentra que es cierto de los miembros individuales.
Debemos reconocer que, cuando hablamos de la Iglesia, o el Cuerpo de Cristo, o
hacemos uso de este título alternativo, el "hombre nuevo", estamos hablando de lo
que es la encarnación del amor de Cristo; y cuando decimos que nos estamos
colocando en el nuevo hombre, o que hemos sido integrados en el hombre nuevo,
queremos decir que nos hemos puesto en el amor de Cristo.
Andar en amor, entonces, es una cosa que está en juego. El Cuerpo se basa en el
amor, el Cuerpo está constituido por el amor, el Cuerpo es el medio de expresión del
amor de Cristo. Si tú tomas la figura y la sigues, verás cómo es imposible escapar de la
realidad. Al ser buscado un cuerpo sin cabeza, se podría decir que se encontraría un
cuerpo, pero ese sería un cuerpo muy mutilado. Esto realmente no podría ser llamado
un cuerpo en el sentido pleno. El Señor Jesús no ha tenido un Cuerpo así. Para una
expresión plena del significado de "cuerpo" se debe tener la cabeza y los miembros de
todos juntos, bien ajustados y afines. Ahora bien, de Cristo no puede decirse que es
tanto el amor como la cabeza, y sus miembros ser visto aparte de Él. El Cuerpo es uno,
y Cristo en esa expresión es incluyente de sus miembros, y eso implica una naturaleza.
Esa naturaleza es el amor; por tanto, "como hijos amados. Y andad en amor, como
también Cristo nos amó".
El amor no es la única característica de esta nueva naturaleza. Utilizamos esto
simplemente por medio de lo que indica que esta naturaleza implica un nuevo orden
del Cuerpo. Tú y yo tenemos que estar más ante el Señor en pro de una mejor
disposición del cuerpo. La disposición de este hombre nuevo es la disposición de
amor. Pidamos al Señor por el incremento de esta disposición en el Cuerpo de Cristo.
Todo esto es distinto de lo que sigue siendo el viejo, y él tiene que ser desplazado.
Cuando algo de eso no es del amor de Cristo, surge entre nosotros algo en el pueblo
del Señor, en alguna forma, –y hay muchas formas de pensamientos y sentimientos, y
palabras, palabras de crítica, palabras de juicio– el amor tiene que deponerlo. Si tú y
yo encontramos con algo así como un espíritu de crítica hacia otro, eso es del viejo
hombre, del viejo Adán, y eso tiene que ser eliminado. Tenemos que reconocer que el
Señor ha puesto al viejo Adán en la tumba. Entonces, tenemos que seguir y decir:
Váyase usted a la tumba; usted pertenece a ese lugar. El nuevo hombre, entonces,
habla de una nueva naturaleza, y de un nuevo orden. Todos necesitamos más de esta
disposición del "hombre nuevo", para que podamos andar en el amor.
(B) UNA CONSCIENCIA CORPORATIVA
Entonces este hombre nuevo, siendo corporativo y colectivo, estando vinculado y
relacionado entre sí de esta manera, representa una vida de comunión. Exige una con-
ciencia corporativa, que es una de las cosas más importantes. En el propósito del
Señor todo depende de esta vida corporativa.
El Señor mismo no puede alcanzar su fin por medio de personas individuales, y tú y
yo, como individuos, nunca podremos alcanzar ese fin último. Si bien es cierto que
Adán, el hombre viejo, es una unidad corporativa, la conciencia del viejo hombre no es
una conciencia corporativa, sino que es una conciencia independiente, una conciencia
divisiva. Tenemos que tener una conciencia corporativa para llegar a alcanzar el
propósito de Dios.
Hay un buen número de queridos hijos del Señor, que permanecen demasiado
tiempo en un estado de inmadurez espiritual. En su crecimiento, ellos nunca llegan
mucho más allá de la infancia espiritual. Tú puedes conocerlos durante años, y los
encuentras siendo sencillamente los mismos niños hoy en día como la primera vez
cuando los conociste.
Ahora, se dirá: Es muy correcto y adecuado ser un simple hijo de Dios! Bueno,
nosotros siempre tenemos un espíritu infantil, debemos siempre tratar de ser de un
espíritu puro, simple ante el Señor, pero recordemos que hay una diferencia entre la
infantilidad y la infancia. Ahí está toda la diferencia entre mantener las cosas en esa
sencillez, pureza, apertura, docilidad de los niños, y un retraso para entender, una
floja habilidad y lenta capacidad para captar las cosas espirituales y para asimilar los
alimentos aptos para los más avanzados en años.
El problema con tanta gente, o la causa de su retraso en la madurez, es que no están
sino trabajando por su propio camino, es decir, que son mariposas que sencillamente
están saltando de una cosa a otra sin vida corporativa, no relacionados con la vida.
Una mariposa es un animalito muy lindo, ya ves cómo revolotea, pero ahí está toda la
diferencia entre una mariposa y una abeja. La abeja también puede ir de una cosa a
otra, pero lo hace con un propósito muy bueno. La vida de la abeja es una vida
corporativa; la vida de la mariposa no es una vida corporativa, es una vida individual.
El retraso en la madurez, el retraso en el crecimiento espiritual, es muy a menudo
debido a la falta de un sentido corporativo de la vida que está ligado a la vida del
pueblo de Dios de una manera definitiva y positiva. Ese es el camino del crecimiento.
Esa es la ley del hombre nuevo. Vamos a detener nuestro crecimiento espiritual
cuando dejamos de lado la necesidad de una vida que está vinculada con el pueblo de
Dios de una manera muy definida.
Ese es un trasfondo en Efesios. La totalidad del capítulo 4 de Efesios está dedicado a
este asunto vital. El nuevo hombre está allí enunciado como la Iglesia, el Cuerpo de
Cristo, y ese nuevo hombre se realiza al crecer a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo. Es el hombre corporativo que crece a esa estatura, las personas no
pueden hacerlo. Sólo con esta relación nos movemos en la plenitud de Cristo.
Cuidado, pues, con omitir esa ley muy importante del crecimiento espiritual. Esto
es lo que se entiende por estar puestos en el hombre nuevo. Estamos bien, entonces,
surge la pregunta, ¿Realmente hemos sido puestos en el hombre nuevo? ¿Realmente
hemos sido puesto en una conciencia de cuerpo, en una conciencia de relación, en una
conciencia de comunidad de que pertenecemos al hombre nuevo? No siempre es
posible para nosotros disfrutar de lo inmediato, de lo local, de la comunidad
geográfica de una gran compañía del pueblo del Señor, pero ese no es el punto,
estamos hablando de una conciencia.
31
Una vez más, se trata de una disposición. Se trata de apartar todo lo individual, lo
personal, lo independiente, como tal, y ponernos en esa conciencia de relación en la
que todo es para el Cuerpo, y en el Cuerpo, y por el Cuerpo. Es a través de esta
comunión de espíritu que el Señor logra Su objetivo, y llegamos al propósito del Señor.
Es muy triste ver los resultados por causa de no reconocer eso. Hay algunos de cuya
devoción al Señor no tenemos ninguna duda, pero lo que nos duele es que no han
crecido ni siquiera en una fracción de pulgada desde que los conocimos hace años. Al
menos, no hay ninguna señal de mayor capacidad en ellos. Son exactamente los
mismos que eran. Como éstos, nunca se encuentran haciendo un esfuerzo supremo
para una relación de un tipo definido con el pueblo del Señor. Ellos revolotean de un
lado a otro, y dicen: No voy a establecerme en ninguna comunidad particular de
personas del Señor. Voy a mantenerme libre. Voy a desplazarme y mantenerme en
contacto con todo lo que hay.
Eso puede ser muy bueno desde cierto punto de vista, y eso no debe mal
interpretarse y suponerse que se diga que no estamos para estar en contacto de
simpatía con todo lo que es del Señor. Pero hay algo más que es necesario para la
edificación, y eso es una relación concreta con el pueblo de Dios. Esto es necesario
para una mayor revelación del Señor. Esto no se debe hacer en lo que se refiere a la
revelación de esto mismo. Para que haya revelación del Señor se debe tener el Cuerpo
espiritualmente expresado. Es tremendamente importante saber eso. Allí se
encuentran esas funciones del ministerio del Señor. Efesios 4 es un gran capítulo del
ministerio. Tú pierdes todo aislamiento y apartamiento en el ministerio cuando tienes
el Cuerpo en la real expresión, cuando todo el mundo se encuentra ocupando algún
lugar de valor espiritual en la obra del Señor; no de acuerdo con los términos técnicos
que el hombre suele usar con referencia a tal obra, sino donde cada uno representa
algo de valor espiritual, donde cada uno es un ministro ante el Señor de alguna
manera. Si tú lo reconoces o no, eso marca un hecho significativo, y por desgracia
puede significar un grado considerable de pérdida sufrida, ya que no te das cuenta de
que la mucha obediencia por parte de cada uno de nosotros afecta este asunto.
Te diré cómo probarlo. ¿Para el Señor va a ser algo personal o corporativo, que se
diga una conferencia? Me atrevo a decir que no hay muchas personas que están
espiritualmente asociadas con eso de lo cual no conocen ningún aspecto de la furia del
diablo y la presión con relación a esto. Tú no tienes que provocar al diablo en forma
alguna. Se trata de un conflicto, y no sólo el más evidentemente responsable individual
en el ministerio afectado, sino que el conflicto llega a aquellos que no se conectan con
el Ministerio en este sentido específico.
En nuestro pensamiento muy a menudo limitamos el ministerio a la expresión de
esto . Estos que tienen hogar ordinario y obligaciones domésticas, acaso pueden
pensar de ellos mismos como algo muy diferente, y no como parte del ministerio, pero
el conflicto encuentra su camino también allí. Puede entrar en su conciencia personal,
en su negocio, además de su ser, de manera más inmediata que participando en lo que
está pasando. Esto es porque están espiritualmente relacionados con un testimonio,
porque ustedes han venido a participar de una manera espiritual en el Cuerpo de
Cristo, reconociendo lo que es el Cuerpo de Cristo. Si has entendido o no la verdad en
alguna gran medida, tú estás participando del nuevo hombre, y estás sufriendo como
parte de ese nuevo hombre.
Ahora, eso no sólo es un hecho que tal vez se reconoce de manera dolorosa, sino
que es un privilegio. Pablo dijo: "Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y
cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia" (Colosenses 1:24). Allí, en sus hogares, en su negocio, en lo que tú llamarías
como lugares privados, te vinculas al conflicto. Es por el bien del Cuerpo. Ahí afuera,
lejos de los demás, vas a encontrarte con el impacto. Esta es la prueba de que cada
parte de este Cuerpo es un participante de este ministerio. La totalidad está siendo
atendida por cada una de las partes de una manera espiritual puesta en el hombre
nuevo.
A pesar de que nos involucra en el costo, en el sufrimiento, también significa que
entramos en la bendición y en el beneficio; pues no pocos miembros pueden entrar en
la bendición de todos los que están relacionados espiritualmente recibiendo
beneficios. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren, si un miembro se alegra,
todos los miembros de alguna manera se alegran, de alguna manera entran en el bien
de él.
33
Capítulo 5
SU EXCELSA GRANDEZA
“1Reinó, pues, el rey Salomón sobre todo Israel. 7Tenía Salomón doce gobernadores
sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba
obligado a abastecerlo por un mes en el año. 20Judá e Israel eran muchos, como la arena
que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose. 21Y Salomón
señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos y el
límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió. 22Y la
provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros
de harina, 23diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin los ciervos,
gacelas, corzos y aves gordas. 24Porque él señoreaba en toda la región al oeste del
Eufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Eufrates; y tuvo paz
por todos lados alrededor. 25Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y
debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón. 26Además de
esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil
jinetes. 27Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del
rey Salomón venían, cada uno un mes, y hacían que nada faltase. 28Hacían también traer
cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde él estaba,
cada uno conforme al turno que tenía. 29Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy
grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. 30Era mayor la
sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los
egipcios. 31Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán,
Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. 32Y
compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. 33También disertó sobre los
árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó
sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. 34Y para oír la
sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra,
adonde había llegado la fama de su sabiduría” (1 Reyes 4:1,7,20-34).
“1Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de
Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles. 2Y vino a Jerusalén con un séquito muy
grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras
preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía. 3Y
Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase. 4Y
cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
5asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos
de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová,
se quedó asombrada. 6Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu
sabiduría; 7pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me
dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.
8Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente
delante de ti, y oyen tu sabiduría. 9Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para
ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por
rey, para que hagas derecho y justicia” (1 Reyes 10:1-9).
“La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque
ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que
Salomón en este lugar” (Mateo 12:42).
Algunos de los pasajes que han proporcionado la base para nuestras reflexiones se
han referido muy claramente y con precisión a la excelencia y la eminente grandeza
del Señor Jesús. Un pasaje básico de tremenda implicación es ese que provino de Sus
propios labios: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre". Esa es una declaración, en otras
palabras, que sólo el Padre conoce al Hijo, sabe quién es el Hijo y qué es el Hijo; sólo el
Padre conoce todo lo que significa el Hijo. Junto con eso tenemos la profunda
declaración del apóstol Pablo: "Pero cuando agradó a Dios (por Su buena voluntad)
revelar a su Hijo en mí”. Esto se refiere al principio de su vida en Cristo Jesús, y fue una
revelación que estaba destinada a ser tan plena que, después de todos sus años de
aprendizaje, después de todo su descubrimiento de Cristo, al final, él aún es
encontrado exclamando desde su corazón: "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo" (Filipenses 3:8).
Indica claramente que, incluso al final el Apóstol reconoció que había un conocimiento
de Cristo que aun estaba disponible para él, que estaba más allá que cualquier cosa
que hubiese llegado a sus manos; y ese conocimiento era más valioso y más
importante que todas las otras cosas. A menudo cantamos en uno de nuestros himnos:
"Que hablan de su excelente grandeza" – "He aquí más que Salomón en este lugar".
Nuestro problema siempre será el de comprender, de entender, introducir esa
excelente grandeza, esa plenitud trascendente dentro del círculo de la vida cotidiana y
de la experiencia práctica. Sin embargo, es necesario que esto sea así, y nuestro
enfoque de esa plenitud debe ser de tal naturaleza como para que sea de utilidad
inmediata para nosotros, para toda esa amplia gama de poder y de plenitud, aunque
de manera mucho más allá de nuestra comprensión, es todavía para nuestro bien y
ventaja presentes. Hay algunas características de esta consideración de la grandeza de
Salomón, que prefiguran la grandeza del Señor Jesús, una grandeza que, como hemos
dicho, es para nuestro beneficio actual.
35
universal del Señor Jesús lo que se presenta ante nosotros; no sólo Su relación con la
Iglesia. Él es la Cabeza sobre la Iglesia que es Su Cuerpo, Él es Señor ahí; pero Él está,
además, muy por encima de todo gobierno y autoridad, principado y potestad. Él es
ahora el Señor universal. Esto no parece serlo; todo parece contradecir el hecho; pero
necesitamos estar impartiendo conocimiento para que se vea que el reinado, el
señorío, el dominio universal del Señor Jesús en este momento no significa
necesariamente que todos están disfrutando de ese Señorío, ni que para todos en el
universo es un reinado benéfico. Pero incluso si ese fuera el caso, eso no altera el
hecho. Hay otras cosas que también apuntan al hecho de una manera muy positiva.
Por supuesto, nuestro problema es que tenemos opiniones de tan corta visión.
Somos hijos de una determinada época, y ese lapso de tiempo es de gran importancia
para nosotros en el que nuestra visión de las cosas es tan estrecha. Si pudiéramos
mirar a largo plazo, y ver las cosas desde la perspectiva de Dios, cuán diferente sería el
resultado en nuestros propios corazones. Al decir esto, tenemos en mente la negación
generalizada de la realeza, del señorío, de la soberanía de nuestro Señor Jesucristo.
Este período de la historia del mundo es llamado el día de Su rechazo, y hay un verso
de un himno que comienza así:
Pero no es tan fácil eso de poner al Señor Jesús a un lado. Los hombres pueden
rechazarlo, las naciones podrán rechazarlo, puede tratar de sacarlo, negarle un lugar,
repudiar Sus derechos, negarse a reconocer Sus afirmaciones y Su Señorío, pero con
eso no logra deshacerse de Él. Dios ha puesto a Su Rey en Su trono. Del Hijo Él ha
dicho: "Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo" (Hebreos 1:8). Nada puede alterar eso.
La actitud de los hombres, la actitud del mundo, no puede interferir con eso, no puede
deponer al Señor Jesús. Se puede decir: Esa es una declaración, pero ¿cómo probarlo?
Bueno, hay evidencias. Tenemos pruebas de que Él es el Señor, de que Él es quien
sostiene las cosas en Su mano soberana, de que nada puede ocupar Su lugar.
EL TESTIMONIO DE LA HISTORIA
Puedes dar un vistazo a la historia para ver lo que ha tratado de tomar el lugar del
Señor Jesús en Su soberanía, tratando de hacer lo que sólo el Señor Jesús podía hacer,
tratando de provocar un estado de cosas, para lograr colocarse en el poder que sólo
puede tener el Hijo, y ver hasta qué medida esos esfuerzos han tenido éxito. Cualquier
cosa que trate de lograr un estado de cosas que sólo el Señor Jesús puede establecer,
es condenado. Tú puedes ver que la historia se repite una y otra vez. El dominio del
mundo ha sido procurado por una y otra persona. Se han intentado cosas que fueron
ideales, concepciones magníficas para el mundo, y han fracasado; todo eso ha sido
destruido. Reinos e imperios, déspotas, dictadores, monarcas, se han elevado a una
altura enorme; algunos de ellos con gran influencia, pero el imperio se ha roto y ha
pasado; el reino se ha roto. De modo que tienes estas cosas que van y vienen todo el
tiempo a través de la historia, y, no lo dudes, todo el asunto está relacionado con el
Señor Jesús.
Lee el Libro de Daniel de nuevo, y te darás cuenta de la esfera en la que nos estamos
moviendo. Allí encuentras la revelación profética de los imperios mundiales,
Babilonia, el imperio de los medos y persas, y luego el de los griegos, y acerca del gran
Imperio Romano. En esa revisión puedes ver que todos pasan, y pasarán. La lección
del libro de Daniel es esta, que no es sino Aquel a quien Dios ha nombrado para ser el
Señor universal, y que nadie puede sostenerse en ese lugar. Otros pueden recorrer un
largo camino, pero nunca podrán ganar ese lugar, y así ellos también deben pasar.
Nosotros podríamos ver surgir las grandes potencias, vastas extensiones de territorio
bajo el mismo dominio, pero todo esto pasará. El asunto se mantiene en manos del
Señor Jesús. Todo este esfuerzo está condenado desde su nacimiento a ir muy lejos, y
luego salir, pasar. El Señor Jesús es el único que puede tener el dominio del mundo.
Sólo Él puede traer la paz universal. Sólo Él puede traer la prosperidad a todas las
naciones. Esto se mantiene en reserva para Él y Su reinado. Hasta entonces habrá
fluctuaciones y variaciones en la suerte del mundo, pero todo esto pasará.
Todo este paso, esta ruptura, esta confusión, este estancamiento se debe a que el
curso de las cosas está en Sus manos, y Él está restringiendo todo para Sí mismo. ¡Él es
el Rey! ¡Él es el Señor! Es una cosa tremenda de reconocer que el curso mismo de las
naciones, la historia misma de este mundo, se mantiene en manos del Señor Jesús para
Su propio destino final. Dios ha establecido para siempre a Su Hijo como el único para
que sea total, completa y finalmente Señor de Su universo, Rey de reyes y Señor de
señores, con una influencia benéfica, y reinará sobre toda la tierra. La paz y la
prosperidad están encerradas con el Señor Jesús, y Él sostiene el destino de las
naciones en esto. Los hombres pueden intentarlo por sí mismos, y pueden recorrer un
largo camino para usurpar Su lugar, pero el final está previsto, presagiado. Él debe
volver con Su derecho sobre esto, y Su reino no tendrá fin. Esto se ha iniciado en el
cielo; esto ya está depositado en Él, y se mantienen en Sus manos. Así es como
debemos leer la historia. Así es como debemos leer nuestros periódicos. Así es como
seremos salvos de la depresión, del mal y la desesperación que se meten en nuestros
corazones, como lo señala el estado de cosas en este mundo. Todo está en manos de Él
para un fin determinado. El significado es que nada puede ocupar el lugar del Señor
Jesús.
Tú puedes aplicar esto de diversas formas y en diferentes direcciones. Esto explica
la historia de la llamada iglesia, la historia de la cristiandad. ¿Por qué es que lo que se
precia de ser de Cristo, pero en realidad no lo es, se rompe, se rompe continuamente,
se rompe todo el tiempo a través de la historia? Simplemente porque es algo que
asume el lugar de Cristo, que no es de Cristo. La bancarrota se escribe sobre ella desde
el principio. Todo lo que no es de Cristo se va a romper; y esto se rompe. Aunque una
cosa pueda empezar con Cristo, y la evidencia cierta medida de Cristo; pero si a
continuación se mueve más allá del alcance de Cristo y se vuelve algo del hombre, su
fin está a la vista.
Esa es la explicación de las cosas que Dios ha suscitado con relación a Su Hijo, las
cosas que eran puras y verdaderas, pero que, por razón de la bendición que descansa
sobre ellas, los hombres se las han apoderado. Cada vez que esto se ha hecho, ha
llegado a la vista el final de estas cosas, es decir, como una fuerza espiritual. ¿Por qué
es esto? Esto ha ido más allá de Cristo, esto ha pasado fuera de Cristo, y nada puede
37
tomar el lugar de Cristo. ¡Oh, cuán necesario es respetar totalmente a Cristo, ser
totalmente de Cristo, estar de acuerdo con Cristo, ser gobernados por el Espíritu
Santo. Él maneja Su soberanía contra el éxito, la prosperidad, el triunfo final de
cualquier cosa y todo lo que no sea de Sí mismo; y si queremos que la soberanía del
Señor Jesús esté de nuestro lado, entonces tenemos que estar totalmente al lado del
Señor Jesús; de lo contrario esa soberanía va en contra de nosotros. La confusión del
mundo, y el conflicto en el mundo, y la desesperación del mundo, todo es una
poderosa evidencia de que Jesús es el Señor, porque es un mundo que está tratando de
proceder sin Él, pero no puede hacerlo. ¡No! Él dice que no se puede hacer. Él dice: ¡Yo
soy importante! ¡Yo soy indispensable! Si hubiera otra manera, entonces ustedes
deben saber que sin Mí no puede ser.
Podríamos pasar todo el tiempo teniendo en cuenta el dominio y la realeza de
Salomón. Él era el rey de Israel, y tuvo el dominio sobre toda la tierra más allá del río.
Pero debemos pasar a considerar otro elemento en el que anuncia Salomón la
excelencia del Señor Jesús.
"Y la provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina,
sesenta coros de harina, 23diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin
los ciervos, gacelas, corzos y aves gordas". Esa es la fiesta de un gran día para Salomón.
¿Qué significa esta palabra, si no de la abundancia de Salomón? Esta no es una tarifa
media, no es una dieta de hambre. "He aquí más que Salomón en este lugar".
Cuando por el Espíritu Santo realmente entramos en el conocimiento del Señor
Jesús, no hay necesidad de morirse de hambre espiritualmente. ¡Oh, la tragedia de los
creyentes hambrientos, con semejante Rey! ¡La tragedia, el dolor indecible de los hijos
del Señor espiritualmente muertos de hambre! El hecho es que hay una plenitud para
Su pueblo, que en gran medida aventaja a esa de Salomón.
Lee el Evangelio de Juan una vez más con ese único pensamiento en la mente, y
podrás ver cómo en verdad recibes confirmación de la vida terrena del Señor Jesús.
Toma el capítulo seis, con su gran incidente de la alimentación de la multitud, en que
todo conduce a la interpretación espiritual: "Yo soy el pan". Sus discípulos fallaron en
la fe en un punto, y Él quedó maravillado: "No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco
panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre
cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?" (Mateo 16:9,10). Él se sorprendió al ver su
incapacidad para entender que en Él no sólo era suficiente, sino abundante. Hay algo
malo en torno a nosotros si no hemos descubierto que es así. La plenitud de Cristo es
para nuestra satisfacción espiritual. Hay abundancia de alimentos.
Una vez más, considera no sólo la tragedia patética, sino la tragedia malvada de la
inanición. ¿Qué es lo que está haciendo que el pueblo del Señor esté por fuera de la
plenitud? En gran medida, es el prejuicio, la burla del diablo en la colocación de una
barrera de prejuicios entre la necesidad y el ofrecimiento. ¡Oh, la maldad del Diablo
entrando en estas obras con la ceguera para que el pueblo del Señor se muera de
hambre. Hay pan en Cristo. Él es una plenitud inagotable de vida espiritual. Sabemos
que vamos a llegar a la misma posición que Pablo, cuando gritó: "a fin de conocerle", es
decir, se trata de una consciencia de que existe un conocimiento más allá de lo que
todavía no hemos alcanzado hasta ahora, y donde todo se cuenta como nada
comparado con esto. No se trata de meras palabras, es cierto. hay pan en el Señor
Jesús, hay pan en Su casa. Aquí es donde Él es superior a Salomón. Hay pan para un
poderoso ejército, una empresa capaz de hacer mayor justicia a Su alimento como
nunca los hogares de Salomón lo podían hacer. Si ellos se hubiesen sentado a gozar de
su favor, hubiesen podido haber ido muy lejos y no más allá, pero nuestro apetito
continuará. Tenemos una capacidad espiritual que está creciendo, y creciendo todo el
tiempo, hasta la plenitud de Cristo. La generosidad de Salomón, entonces, es otra
característica por la que se anuncia la excelente grandeza del Señor Jesús. Tocamos,
pues, pero brevemente en torno a una tercera característica.
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experiencia! Tantas cosas vienen a nuestras vidas. ¡Qué diversidad! ¡Qué alcance! ¡Qué
misteriosas parecen ser algunas cosas! Qué extraño es que el propio pueblo del Señor
tenga más experiencias para muchos, tanto en número y variedad, que nadie. Parece
que casi todo lo que le puede ocurrir a una persona, le sucede a un creyente. Uno se
pregunta a veces, si todo lo demás es posible. ¿Acaso no hemos agotado todo el acopio
de experiencias posibles? Esa es la forma en que lo preguntamos. No hay una sola cosa
en la vida de un hijo de Dios, sino lo que es controlado y regido por un sentido más
profundo con relación a Su propósito. Recordamos la declaración de Pablo: "Y sabemos
que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). La traducción más exacta es: “Dios obra
en todas las cosas para bien”. Dios interviene en todo con un sentido, para los que le
aman, y son llamados conforme a Su propósito. La sabiduría de Dios se apodera de
todo y le da un valor. Puede ser que sólo la eternidad nos revelará el valor de algunas
cosas, pero debemos creer que, en la medida en que nuestras vidas estén totalmente
bajo Su gobierno, no hay nada que no tenga un sentido, no hay nada sin un valor. Su
sabiduría está gobernándolo todo.
Es cuando nos damos cuenta de que, al aceptar y creer, eso descansa en nuestros
corazones, y nos encontramos en el camino de ganancias antes que pérdidas. Cuando
nos rebelamos contra estas cosas, entonces estamos en el camino de sustraernos a
nosotros mismos de algo. Pero cuando entramos en línea con el Señor en estas cosas
nos encontramos, en primer lugar, descansando en nuestros corazones, y entonces la
disciplina produce algo de valor. Se trata de ganancia, no de pérdida; es lo bueno, no lo
malo. Esto es sabiduría. Esto es mejor que tener muchos poemas; porque esto es
práctico. “He aquí más que Salomón en este lugar”. Esta es la gloria del Señor Jesús.
¿Cómo hace Su sabiduría para acabar con Su gloria? Tú y yo pasamos por una
experiencia dolorosa, una experiencia misteriosa, no podemos ver nada bueno en
esto; sólo podemos ver perjuicios en esto. Somos conducidos a mirar hacia el Señor,
para creer que, aunque no podemos ver, no podemos comprender, Él lo sabe, y
confiamos en Él. Venimos a través de la prueba, y nuestros ojos se iluminan acerca de
la finalidad del mismo, y adoramos. ¡Oh, nunca se vio tal cosa como la que podría
producir esto! Nunca, nunca imaginamos que este valor podría resultar de esto. Lo
que parecía ser para nuestra perdición es lo que nos ha llevado a una mayor plenitud
del Señor. Esa es Su gloria.
Recuerda que Su sabiduría se rige por Su amor. Ese es un gran punto con Salomón.
Era el corazón de Salomón lo que estaba detrás de su sabiduría. Era un sabio y
entendido corazón (no el cerebro). Ahora mira a Salomón. Dos mujeres llevan un niño
ante él. Salomón está observando aquella escena. ¿Para qué está observando? Por algo
que él sabe de su propia experiencia. Lee la historia del nacimiento de Salomón. Lee
esta pequeña cláusula sobre el amor especial de su madre para él. Salomón era el
favorito del corazón de su madre, y Salomón sabía lo que era el amor de madre. Él
sabía lo que significaba el amor de una madre hacia su bebé, y él mira estas dos
mujeres. Él capta el ojo penetrante de una madre hacia su hijo sobre esas dos mujeres,
y le dice a una que está a su lado: Toma esta espada y divide al niño en dos. Eso no
suena muy parecido a un corazón de madre, pero él está observando. Enseguida él ve
cómo salta el corazón de una madre, y oye su grito: ¡No! Prefiero que la otra mujer
tenga al niño antes de que se le pueda hacer daño! Y ya Salomón sabía que ella era la
madre de ese niño. Esa es la sabiduría de Salomón, la que es activada por su amor.
Esto caracteriza al Señor Jesús supremamente. Oh, a veces parece que la forma en
que Él va a trabajar es dura, pero esa forma es accionada por Su amor. Puede ser
extraño y misterioso, pero el amor está en esto, hay un gran corazón detrás de todo.
Cuando bajo la dirección de Salomón, el Arca fue llevada al santuario, y se establece
allí su lugar designado, se habla de la venida del Señor en Su descanso y satisfacción;
se nos dice que esta comprensión simbólica del propósito del Señor en el descanso fue
sancionada desde el cielo , y que Salomón volvió su rostro hacia el pueblo y los
bendijo. Dios ha entrado en Su reposo en Su Hijo, a plena satisfacción, y entonces el
Hijo, en cuyo rostro está la gloria de Dios, se convierte para nosotros en bendición: "la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo" ( 2 Corintios 4:6). Más que Salomón está aquí.
El Señor nos dé una nueva aprehensión de Su Hijo.
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Capítulo 6
EL HOMBRE CELESTIAL
LA INCLUSIVIDAD Y LA EXCLUSIVIDAD DE JESUCRISTO
Hemos considerado una frase de la Carta a los Efesios, "TODAS LAS COSAS EN CRISTO".
"Reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos"
(Efesios 1:10). Esa es la gran visión general que nos ocupa, y ahora vamos a empezar a
dividirla en sus partes.
Para empezar, es sumamente importante que debamos reconocer que hay una base
y un factor todo-gobernante con Dios, que es una cuestión suprema para nuestro
conocimiento, y que es la inclusividad y la exclusividad de Su Hijo, Jesucristo.
Todo lo previsto y necesario para la intención y realización del propósito divino
está en Cristo, y con Cristo, no sólo como un depósito, sino que todo es Cristo. Esa es la
inclusividad de Cristo.
Entonces, por otra parte, nada más que lo que es de Cristo es aceptado o permitido
por Dios en el propósito final. Esa es la exclusividad de Cristo. Sin embargo, Dios, en
Su paciencia y longanimidad, en Su gracia y misericordia, puede parecer que conlleva
muchas cosas que no son de Cristo; incluso en nosotros Su pueblo, por mucho que por
el momento parezca permitido, es de suma importancia que nosotros lo solucionemos
de una vez por todas, pues Dios realmente no lo permite. Él puede que nos prolongue
Su paciencia, su longanimidad, pero Él de ninguna manera está aceptando lo que no es
de Cristo. Él ha dicho inicialmente que eso murió para Él, y Él está progresivamente
obrando muerte en ese ámbito. De modo que en última instancia, ni un fragmento
cualquiera que no es de Cristo será permitido. Cristo excluye todo lo que no es de Sí
mismo. Esa es la regla de Dios sobre esa cuestión.
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mundanos", si sólo esto fuera comprendido. Mira todo lo que tiene que ser tratado a
causa de la falta de mantener el testimonio puro por parte del pueblo del Señor. ¡Los
cristianos carnales! ¡Qué contradicción con el pensamiento divino! ¡Cómo es posible
aceptar nada de eso! Vamos a repetir esto; estamos llamados a reconocer nuestro
vínculo con lo eterno y celestial, y a aceptar las cosas desde allí. No es el caso que
estamos luchando, trabajando, procurando ser un pueblo celestial; no destinados a tal
estado, y esperando que en algún momento eso se haga realidad, sino que somos un
pueblo celestial, y debemos tomar las cosas desde ese punto de vista.
El converso, el hijo de Dios, hay que recordar que por su unión con Cristo se
convierte del todo en una parte celestial de Cristo desde el comienzo, vinculado con
todo lo celestial y eterno. Todo aquí es estar así fuera de otro reino. Eso se debe tener
en cuenta. Deberíamos tener un tipo muy diferente de creyentes si eso se mantiene
siempre a la delantera. Ese es el punto de vista de Dios, la mente de Dios.
Esto, entonces, nos lleva al punto en que se reanudó esa relación eterna y celestial.
No es el comienzo, sino la reanudación en Cristo de algo que fue roto, interrumpido, y
que nunca debería haber sufrido tal interrupción.
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mismo tantas veces nos refrena de nosotros mismos y nos hace caminar con cuidado.
Ninguno de nosotros ha alcanzado niveles muy altos en esta materia, y todos estamos
teniendo que reconocer el fracaso. El Espíritu está tratando con nosotros de esa
manera. Si incluso en nuestro vestuario, o en cualquier otra cosa, comenzamos a ver
como hijos del Señor, el Espíritu Santo tratará de llevarnos a un lugar de sensibilidad,
donde Él pueda decir: Esto te está descubriendo a ti mismo. Esto está fuera de ti.
Ahora lo obtienes encubierto, lo obtienes oculto. Esto excluye a Cristo.
Dios ha determinado desde toda la eternidad que este universo se llene de Cristo, el
Hombre Celestial, por medio de ese hombre celestial corporativo se unió a Él como su
Jefe. Él está determinado a deshacer de nosotros al judío y al griego, y constituirnos de
conformidad con Cristo, conforme a la imagen de Su Hijo. ¡Bendito sea Dios! Al
momento en que lleguemos al lugar donde los últimos restos y reliquias de lo que no
es de Cristo caiga de entre nosotros, Él se mostrará en nosotros, Él vendrá para ser
glorificado en los santos. Cristo es el que ha de ser glorificado, no a nosotros mismos;
sin embargo, tan estrecha es la relación; que Él va a ser glorificado en nosotros. ¡Que el
Señor acelere ese día!
Capítulo 7
EL HOMBRE CELESTIAL
COMO EL INSTRUMENTO
DEL PROPÓSITO ETERNO
El Hombre Celestial como persona se nos es presentado por el Apóstol Juan de una
manera más plena que por cualquier otro de los escritores del Nuevo Testamento.
Pablo avanza hacia el Hombre Celestial corporativo. Eso no significa que Pablo no
presenta al Hombre Celestial personal, porque sin duda lo hace, en particular en su
carta a los Colosenses, donde él avanza desde el Hombre Celestial personal al Hombre
Celestial corporativo, que es la Iglesia, Su Cuerpo.
Podemos repetir una cosa. Cristo, de hecho y literalmente, estaba con el Padre
antes de los tiempos de los siglos, y la Iglesia, y no en la realidad literalmente, sino en
la presciencia o conocimiento anticipado, y en la pre-ordenación, era también con el
Padre y el Hijo eterno antes de los tiempos. La más completa revelación de la Iglesia,
que nos llega a través del apóstol Pablo, revela que ella ya está completa, pero
sabemos que es un hecho que esto no era así en ningún sentido en la fecha en que
Pablo escribió. Ella no estaba terminada numéricamente, sino que se trataba de algo
terminado espiritual y moralmente; sin embargo, él habla de la Iglesia como si fuera lo
más completo, lo más perfecto en el universo. Él ahí está situado, por así decirlo, al
lado de Dios, y Dios ve la Iglesia desde el punto de vista eterno, es decir, fuera del
tiempo.
LA RESTAURACIÓN DE LA RELACIÓN CELESTIAL
Reconociendo, pues, que Cristo y la Iglesia son revelados como existiendo con el
Padre desde la eternidad, nos vemos de inmediato en razón de lo que ha tenido lugar
en la caída, y al ser eso previsto en la línea del propósito redentor, Cristo viene en el
tiempo, y es nacido en el tiempo con relación a la redención; y esa redención se dice
que es del "presente siglo malo". Somos redimidos del “presente siglo malo”. La
versión autorizada lo interpreta "mundo", pero el cambio es importante. No se trata
de un lugar del que somos redimidos, sino de una edad, y es perfectamente claro lo
que es esa edad. Esa era abarca todas los períodos intermedios, o dispensaciones. El
presente siglo malo va desde Adán hasta los cielos nuevos y la tierra nueva. Hay una
época gloriosa que está por venir. Ser redimidos del presente siglo malo significa que
la Iglesia, que pertenece a la eternidad, y no a esta edad, es redimida de eso. Esto
muestra cómo Cristo, por la redención, regresa de nuevo a la línea recta de lo que es
eterno y fuera del tiempo, en los eternos consejos y designios de Dios concerniente a
Su Hijo. Por la redención que es en Cristo Jesús, que es la redención de este siglo malo,
la Iglesia es redimida hacia esa otra edad, la era eterna. Así que el nacimiento de Cristo
se relaciona con la redención de la posesión adquirida, la redención de la Iglesia.
Volviendo a Juan, en primer lugar, con respecto a la entrada de Cristo en el tiempo,
nos encontramos con que Juan tiene tres cosas que decir acerca de Cristo.
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(1) Juan coloca a Cristo en la eternidad.
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan
1:1). Este es Cristo fuera del tiempo.
(2) Él muestra la venida de Cristo en el tiempo.
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14).
(3) Cristo es revelado estando aquí en esta tierra mientras que también está en el
cielo.
Este tercer aspecto que se dice en el Evangelio de Juan, es declarado por el Señor
mismo, y combina a la vez con las otras dos cosas. El Hijo, que está aquí en la carne,
está al mismo tiempo en el cielo. Es la unión de las dos esferas. Mientras Él está aquí,
todavía está en el cielo; mientras Él está en el tiempo, todavía está en la eternidad.
"Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el
cielo" (Juan 3:13). Ese es el Hombre Celestial, como se nos es presentado por Juan;
Cristo en la tierra, y al mismo tiempo aún en el cielo.
Ahora, en Cristo, esto se convierte en verdad de la Iglesia, y es cierto de todos los
miembros de la Iglesia. En Cristo, nosotros estamos aquí y al mismo tiempo en el cielo.
Estamos en el tiempo, pero también estamos en la eternidad. Surge la pregunta, ¿cómo
puede ser esto? Es una declaración que requiere una explicación.
Esto nos lleva al punto donde se reanuda la relación de lo eterno y celestial. Esa
relación se había roto, interrumpido. En Cristo, como el Hombre representativo, es
tomada de nuevo esa reanudación. Con Él nunca se ha interrumpido. La interrupción
tuvo que ver con el hombre, pero a través de la unión con Cristo, esa relación –con
todo eso de una manera más plena–, es reanudada, o restaurada con el hombre. ¿Cuál
es el punto en que se lleva a cabo esa reanudación? Es lo que se conoce entre nosotros
como nacer de nuevo, o desde arriba. Su ley y su fuente principal es la vida eterna.
CRISTO Y LA IGLESIA
Hemos dicho una o dos veces que la Iglesia debe ser lo que el Hombre Celestial era,
y es, en cuanto a Su ser, como también a las leyes de Su vida y a Su ministerio. Todo lo
que es verdad acerca de Él como el Hombre Celestial tiene que convertirse en realidad
de la Iglesia. Así, como cuando el Señor Jesús, como el Hombre Celestial, nació aquí en
el tiempo, también lo es para la Iglesia, el Hombre Celestial corporativo; la Iglesia debe
tener un nacimiento aquí en el tiempo, y en el mismo principio que nació Cristo.
¿Cómo fue que nació Cristo? Tú te darás cuenta de que estamos dejando a un lado la
cuestión de la Deidad. Nosotros no estamos tocando ese aspecto en absoluto. En el
sentido en que Cristo era Dios encarnado, el Emmanuel, Dios con nosotros, Dios
manifestado en carne, eso no es verdad de nosotros como miembros de la Iglesia. Eso
se entiende. Estamos hablando del Hombre Celestial, no del Hijo divino, no de Dios. De
modo que lo que sucede con Él como el Hombre Celestial en cuanto a su nacimiento,
tiene que ser verdad de toda la Iglesia en todas partes. Veamos el nacimiento del
Señor Jesús y señalemos la forma en que se caracteriza por tres cosas.
(1) EL VERBO PRESENTADO
Volvemos a Lucas, porque Lucas amplía lo que dice Juan. Juan encierra todo en una
frase: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". Es Lucas quien nos da la
descripción más completa acerca de la Palabra que se hizo carne, el nacimiento de
Cristo. No vamos a leer la historia completa, sino que señalaremos en primer lugar la
forma en que el ángel se dirigió a María, y comenzó a presentarle a María una
declaración. El hizo su declaración ante ella, y entonces esperó. En su perplejidad, ella
formuló una pregunta. El ángel admitió su pregunta, una y otra vez esperando. Luego
vino la respuesta: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra"
(Lucas 1:38). En primer lugar, la palabra prometida, ese es el primer paso en Su
nacimiento, la palabra presentada, la declaración formulada. Entonces el ángel esperó.
¿Qué vas a hacer con esta palabra? ¿Cómo vas a reaccionar ante ella? La palabra
presenta un reto, siempre es un desafío costoso. Esa palabra es para llevarte fuera del
mundo, y su objetivo es traer la libertad del mundo. María sopesa el costo, mientras
que el ángel espera. La batalla es librada, en un momento se enfurece la tormenta, y
entonces esto aparece por encima, esto es más importante, y en una tranquila
deliberación, ella responde: "Hagase conmigo conforme a tu palabra".
¿Ves lo que significa ser engendrado de la palabra de Dios? El primer paso en este
nuevo nacimiento, el primer paso en esta vida celestial, es nuestra actitud hacia la
palabra de Dios presentada, y que se encuentra para gobernar cada paso en la vida
celestial. Tal es la naturaleza de la primera etapa, y es igualmente la de todos los pasos
posteriores. Todo el camino a través del Señor se nos presentará con Su palabra, y con
ella un reto, un coste, un precio a pagar, y habrá conflicto en torno a esto. ¿Estamos
dispuestos a ir por ese camino? ¿Estamos dispuestos a aceptar esa palabra? ¿Estamos
preparados para lo que significa esa palabra, para lo que implica? En la respuesta a lo
que es presentado depende nuestro conocimiento de la vida celestial. Es así de
principio a fin.
Por eso el Señor nunca explica en primera instancia todo a los incrédulos. La
doctrina es restringida para los creyentes, pero nunca fue dada para los incrédulos.
Las declaraciones claras y concisas se han hecho para los incrédulos. Para ellos ha
habido una presentación de los hechos, con valentía y deliberadamente. Esta es la
voluntad de Dios. Esta es la palabra de Dios. Esto lo debes hacer tú. La explicación
vendrá después. Ahora, el cielo va a permanecer cerrado, o viene a ser abierto; la
cuestión de tu entrada a una vida celestial pende de un hilo tanto como decidas cuál es
tu respuesta a la Palabra de Dios. Tú nacerás de la Palabra, si respondes a ella,
engendrado por la Palabra de verdad. De modo que lo primero es la palabra ofrecida,
y luego, después de algunas dificultades y conflictos, es aceptada, recibida y
entregada: "Hágase conmigo conforme a tu palabra".
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hasta que la palabra haya encontrado una respuesta que esa palabra puede
convertirse en un ser vivo en tu interior. Por eso, una persona no salva, nunca puede
saber el significado de la Palabra de Dios. El significado de cualquier palabra de Dios
exige la obra interior del Espíritu Santo para que se haga viva, para hacerla germinar,
y la respuesta a ella le abre el camino al Espíritu.
Este es el tercer paso. Esto es muy simple cuando se presenta como eso, pero este
es el camino al cielo, en la vida eterna. Puedes señalarlo, esto es algo distinto de María,
de su raza, y de su naturaleza. Por el Espíritu Santo estaba entrando algo conclusivo
entre todo lo que era María, por naturaleza, y ese Santo Ser. Es un asunto muy
importante, además, para nosotros reconocer que en la misma forma hemos nacido de
nuevo. Cuando Cristo nació de María, o cuando Cristo (¿podemos usar la palabra?) fue
generado (concebido) en María, ahí tuvo lugar algo en María que estaba del todo por
encima de lo natural. María tenía un largo linaje natural, y, en ese linaje había todo
tipo de personas, entre ellas varias prostitutas. Pero cuando vino el Espíritu Santo y
formó a Cristo en ella, Él puso todo de lado y lo cortó. Esa sangre no llegó a entrar en
Cristo. Recuerda que Él no heredó nada de eso, lo que fuese, ya sea alto o bajo, bueno o
malo. El Espíritu Santo lo cortó, y Cristo fue algo distinto, diferente. "Ese Santo Ser".
Nunca se puede decir que todo eso es heredado de la sangre de Rahab, o de Rut, la
moabita. Es algo distinto.
Cristo en nosotros es algo distinto de nosotros mismos. Eso es lo que nos hace
celestiales. La carne y la sangre no pueden heredar el reino de los cielos. Esa es
nuestra corriente natural, nuestra historia natural, todo el curso de nuestra relación
adámica, que no puede heredar el reino de los cielos. Es sólo lo que es de Cristo, lo que
heredará el reino de los cielos. Es Cristo en nosotros, quien es para nosotros la
esperanza de gloria, y la única esperanza de gloria. Esto es algo que difiere de lo de
María, y de su raza y de su naturaleza, algo diferente de nosotros mismos. Esto que es
nacido de Dios es el Espíritu Santo. Tú y yo alguna vez tenemos la necesidad de
discriminar entre lo que es de Cristo en nosotros y lo que es de nosotros mismos, y no
continuar estas cosas mezcladas. Nada de lo que no es de Cristo va a encontrar
aceptación. Todo tiene que llegar a ser medido según Cristo, pasar por el tamiz de
Cristo, y la criba es muy fina; todo tiene que pasar por la prueba de la muerte, y la
muerte es una prueba tremenda. ¿Hay algo de que la muerte deba echar mano? Si
existe, echa mano de eso. Todo lo que está sujeto a la muerte va a sucumbir a la
muerte, y esta vieja creación no es más sino eso. Cristo no está sujeto a la muerte, pues
no puede ser retenido por ella, porque no hay nada en Él sobre lo cual la muerte
pueda sujetar. Esa es nuestra esperanza de gloria, Cristo en nosotros. El Espíritu Santo
entra a dividir las cosas entre María y Cristo, entre nosotros y Cristo; esta división
fundamental realizada por el Espíritu Santo, se debe tener siempre en mente; sólo lo
que nosotros hagamos en Dios, puede alcanzar Su fin. Señala esto, Dios puede alcanzar
Su fin mucho más rápidamente cuando se mantiene esa discriminación, y lo puede
hacer cuando eso es examinado. Esa es la importancia de los creyentes cuando son
instruidos del Señor acerca de lo que es esencial para Su propósito.
Cristo fue distinto del resto de los hombres en ese sentido. Incluso desde la infancia
tenía otra conciencia, como tenemos ocasión de notarlo cuando Él aún tenía la edad de
doce años. No encontrándose en Su compañía, sus padres terrenales lo buscaron y lo
encontraron en el templo, y como a hijo le reclamaron, diciéndole: "Hijo, ¿por qué nos
has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les
respondió: ¿Por qué me buscabais? No sabíais que en los negocios de mi Padre me es
necesario estar? "(Lucas 2:48,49). Se trata de una reprensión, pero al mismo tiempo es
la revelación de otra conciencia. "Tu padre y yo"; "la casa de mi Padre". Esa no es la
casa de José. Aquí está la colocación de un padre frente al otro, y del uno sobre el otro.
Es una conciencia celestial, una conciencia eterna, una señal de que Él es "otro", como
engendrado por el Espíritu Santo.
Cuando, engendrados por el Espíritu Santo, llegamos una vez para siempre a
nuestra relación eterna con Dios en el Hijo, surge dentro de nosotros una nueva
conciencia, una conciencia que no existía antes. Este "hombre nuevo", que ha sido
colocado en nosotros, tiene una nueva conciencia en cuanto a las relaciones
celestiales.
Todo esto está comprendido en las palabras "vida eterna". Sabemos que la vida
eterna no sólo supone el hecho de duración; también significa un tipo de vida. Esa vida
eterna, esa vida de arriba, esa vida divina en Cristo, lleva consigo todo lo que se refiere
al Hombre Celestial.
Consideremos de nuevo al Hombre Celestial personalmente. "En él estaba la vida".
"Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida
en sí mismo" (Juan 5:26). En el Evangelio de Juan, el Señor Jesús dice mucho acerca de
cómo el Hombre Celestial posee la vida celestial, y esa vida celestial fue la sede de la
naturaleza divina, y la conciencia celestial fue a través de la vida divina que Él condujo
por Sí mismo como lo hizo. Él estaba vivo en Dios por la vida que Él poseía, y esto se ve
en Su poder para conocer a Dios, conocer los movimientos de Dios, las instrucciones
de Dios, los gestos de Dios, las restricciones de Dios. Todo eso fue reunido en esa vida.
Ese es el principio tanto de Su vida como de Su nacimiento. Es el principio de nuestro
nacimiento, y es tanto el principio de nuestra vida como de la del Hombre Celestial
corporativo.
53
habían creído, y el Espíritu Santo fue dado.
Y una de las cosas más interesantes en el libro de los Hechos es ese incidente
ocurrido en Éfeso. Cuando Pablo llegó a Éfeso, encontró a ciertos discípulos, y
discernió algo inusual en su condición; ¿o era algo que faltaba? Les dice a ellos:
"¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?" (Hechos 19:2). Esa es la traducción
correcta, no "puesto que habéis creído", como en la versión autorizada. Eso en sí
mismo supone que la creencia implica la recepción del Espíritu. Las dos cosas van
juntas. Pablo no podía entender esta situación. Era algo anormal. Ahí estaban éstos
que profesaban creer en Cristo, y que de alguna manera habían creído en Cristo, pero
que debieron ir al lado de la verdadera fe que no estaba allí. Pablo se encontró frente a
una situación que él nunca había visto antes, y les plantea esa pregunta: "¿Recibisteis el
Espíritu Santo cuando creísteis?" Ellos respondieron: "Ni siquiera hemos oído si hay
Espíritu Santo". Así que Pablo aún les pregunta: "¿En qué, pues, fuisteis bautizados?" A
lo que ellos respondieron: "En el bautismo de Juan". Ahora tenemos la pista. "Juan
bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que
vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo". Así que habían sido bautizados en el
bautismo de Juan, hasta un objetivo, el futuro Cristo; no estaban bautizados en Cristo,
sino bautizados con Cristo. Esos son dos bautismos totalmente diferentes. Pablo
mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús, puso sus manos sobre
ellos, y el Espíritu Santo les fue dado. Estas dos cosas van juntas. La unión con Cristo
muestra la participación de la recepción del Espíritu. Eso no es señalado por el Señor
para ser algo más tarde en la vida espiritual, sino que debería marcar el comienzo.
Si en el libro de los Hechos hay elementos concretos que arrojan con tanta claridad
todo el asunto de semejante relieve, como los signos que lo acompañaban, estos signos
eran la única manera del Señor de hacer hincapié en la dispensación de lo que esto
significaba, que la unión con Cristo implica la recepción del Espíritu Santo. ¿Cómo lo
sabes? Bueno, Él ha mostrado esta dispensación sacando esto en claro relieve de esa
manera. Él lo ha puesto tan sencillo de modo que nadie puede dejar de verlo. Si tú te
ocupas con los signos (lenguas, etc), pero pierdes su significado, no puedes ver que
esas señales externas, esas manifestaciones, sólo se permiten como acompañamiento,
para poner de relieve la verdad fundamental, a saber, que se ha establecido la unión
con Cristo.
El don del Espíritu Santo fue el sello y la prueba de ello. ¿Sobre qué base? Al creer
en Cristo, al ser bautizados en Cristo, la vida eterna es recibida en el Espíritu Santo. Y
esa vida tiene la capacidad celestial, dentro de ella están los poderes de la era por
venir, y cuando en los siglos venideros sus competencias estén plenamente
disponibles, estaremos dotados de poderes que trascienden nuestra capacidad actual.
La era por venir ha sido anunciada por medio de señales desde el principio. Es posible
que de vez en cuando se manifiesten los poderes en la curación de los enfermos,
incluso ahora; pero no nos vamos a aferrar a los símbolos y hacer una doctrina de
símbolos y signos, empezando a reunirlos y a sistematizarlos, y hacer de ellos el objeto
de nuestra búsqueda. Recordemos que son símbolos de otra cosa, y tú puedes tener el
"algo más" aparte de las señales. Cuando, en verdad son bautizados en Cristo, reciben
el Espíritu de vida en Cristo, y en esa vida son traídos de una vez para siempre a la
relación celestial con el Hombre Celestial, convirtiéndose así en parte del Hombre
Celestial corporativo.
Es que Cristo está en nosotros por Su Espíritu, y eso es lo que determina todo. Esto
determina todos los valores, establece para siempre la cuestión de la eficacia y
respuestas a todas las preguntas y problemas. Me gustaría que tuviéramos este
entendimiento, el conocimiento anterior. Si tan sólo pudiéramos tener esto como
fundamento de nuestra vida desde el principio, seríamos salvados de mucho de eso.
El ministerio es la expresión de la vida, y no la asunción de un uniforme y un título.
Una vez pensé que estar en el ministerio era entrar en cierto tipo de trabajo, salir del
negocio, y, así, ¡ser ministro! De modo que uno se metía en la cosa. Muchos, muchos
están trabajando y trabajando en eso, quebrantando sus corazones, con miedo de salir
de este orden de cosas, por temor de que ellos llegaran a estar violando lo que se
concibe como un llamado divino. Muchos otros no pueden salir de esto porque es un
medio de vida, y ellos también están quebrantando sus corazones. Todo eso es falso.
El ministerio no es un sistema parecido a eso. El ministerio es la expresión de la vida, y
eso no es más que decir en otras palabras, que es la manifestación exterior de la
morada de Cristo. A menudo suelen sobrevenir desastres a la vida del hombre o la
mujer que ministran impulsados por cualquier otro motivo que eso. Cuando el Señor
tiene la oportunidad en nosotros, y realmente confiamos en Él en ese campo, toma
nuestra posición ahí, y Él nos mostrará que existe suficiente ministerio para nosotros,
y no tendremos que dar vueltas buscando. El trabajo real a menudo es hacer que
descendamos a ese terreno, al terreno de la liberación de nosotros de este siglo malo,
incluso en su concepción del ministerio, hacia el ministerio celestial.
El Señor Jesús es nuestro patrón. Tú puedes ver el ministerio espontáneo, el
ministerio sosegado de ese Hombre Celestial. ¡Yo anhelo eso! Esto no significa que
seremos negligentes, sino que eso nos libra de tanta tensión innecesaria. Así es como
debe ser. Que el Señor nos lleve a eso; el Hombre Celestial con la vida celestial como el
completo recurso del cielo.
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Capítulo 8
EL HOMBRE CELESTIAL
COMO LA FUENTE Y LA ESFERA
DE LA UNIDAD CORPORATIVA
“1Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que
fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los
unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza
de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos. 7Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia
conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó
cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que
también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que
descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo
todo. 11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo,
bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente,
según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose
en amor. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención. 31Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia. 32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios
4:1–16,30–32).
“1¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! 2Es
como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y
baja hasta el borde de sus vestiduras; 3Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los
montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Salmo 133).
Aquí tenemos un salmo que, por una parte, presenta una imperfecta o parcial
entrada en el espíritu de bendición de la que habla esto, y, por otra parte, una
profecía; un tipo de referencia y profecía de la plena bendición por venir, y un disfrute
presente, pero imperfecto, del significado de la bendición. Como un tipo de referencia
y profecía de la plena bendición por venir, indica la base de la bendición, y los
elementos maravillosos benéficos de la bendición. Si lees el Salmo a la inversa, desde
atrás, pondrás ver lo que es la base: "Porque allí envía el Señor bendición, y vida
eterna". ¿Dónde aparece la bendición? "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar
los hermanos juntos en armonía!" "Porque allí envía el Señor bendición, y vida eterna".
Entre los primeros y los últimos versos de la beneficiosa influencia y el efecto de la
bendición, se ve que la bendición se basa en dos cosas. Una de ellas es traída a nuestro
conocimiento en el Salmo anterior. Tú reconoces que se trata de los "Cánticos
graduales". Eso, de nuevo, habla del disfrute parcial del significado de la bendición. La
gente va hasta a Sión; van avanzando en caravana, a manera de procesión: todos
vienen de las regiones más distantes con sus ojos y sus corazones puestos en Sión;
vienen a la expectativa, llenos de esperanza; Sión es la ciudad de sus solemnidades;
Sión es la alegría de toda la tierra: Sión es el centro unificador de toda su vida; Sión
está en la senda de los que iban, pero también estaba en sus corazones como un
camino –"en cuyo corazón están tus caminos" (Salmo 84:5); son caminos que conducen
a Sión, a la casa de Dios.
EL CENTRO UNIFICADOR
Ahora podrás ver que Sión está allí como un gran factor de unificación. Gente de
todas las direcciones vienen en procesión. Algunos se han unido a la caravana en
varios lugares, pues se han movido desde puntos más distantes, y encuentran que,
aunque puede que nunca antes hubiesen tenido contacto con la tierra, a pesar de que
sólo hubiesen entrado en contacto unos con otros por primera vez en su vida, aunque
sus caminos pudiesen estar lejos en la vida ordinaria, y sus ámbitos de vida y servicio
los dividan y separen, Sión se convierte en una unidad para ellos. Inmediatamente los
pensamientos de Sión están en su corazón, inmediatamente piensan en Sión y avanzan
hacia Sión; todo desmembramiento, separación y división se desploma, y son como un
solo hombre. Sión los ha unido a ellos.
Ahora vamos a destacar lo que se nos presenta en el Salmo 133.
"3No entraré en la morada de mi casa, ni subiré sobre el lecho de mi estrado; 4no daré
sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento; 5hasta que halle lugar para el
Señor, morada para el Fuerte de Jacob. 8Levántate, oh Señor, al lugar de reposo, tú y el
arca de tu poder. 14Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la
he querido. 15Bendeciré abundantemente su provisión; a sus pobres saciaré de pan"
(Salmo 132:3-5, 8,14,15).
El primer factor básico de la bendición es la satisfacción de Dios, que Dios
encuentre su satisfacción: "Levántate, oh Señor, al lugar de tu reposo". Aquí tenemos al
Señor que viene a descansar en Su casa. Esto no debe interpretarse mentalmente en
un sentido literal. Se trata de un caso en que el Señor tiene un motivo de perfecta
satisfacción, el Señor tiene cosas de acuerdo con Su propia mente, de acuerdo con Su
corazón, el Señor simplemente halla lo que ha estado buscando todo el tiempo: "Este
es para siempre el lugar de mi reposo". El Señor ha estado siempre proveyendo para lo
que responde al deseo de Su corazón, y por consiguiente, es posible decirle a Él:
"Levántate, oh Señor, al lugar de tu reposo".
La preocupación de David era que el Señor debía estar satisfecho en primer lugar.
Tú te darás cuenta del pasaje que hemos citado en el cual David deja de lado todo lo
que es suyo propio. Para David, el Señor ocupa el primer lugar.
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CRISTO, TODO DE DIOS Y NUESTRO
Dejémonos conducir a través del Nuevo Testamento acerca de la interpretación de
ese tópico, ya que es ahí donde vamos a encontrar su significado espiritual. Estamos
meditando sobre "TODAS LAS COSAS EN CRISTO", y entre estas cosas, y no menos
importante, está la satisfacción de Dios; Dios viene a descansar en Su tabernáculo.
Este es el punto central cuando el Espíritu Santo, descendiendo en forma de paloma,
descansó sobre el Señor Jesús. La paloma regresando a su descanso en el Arca de Noé
simboliza el Espíritu viniendo a descansar en Cristo, la satisfacción de Dios (cfr.
Génesis 8:8,9). "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17). Yo
encuentro Mi descanso, estoy perfectamente satisfecho, aquí tengo todo Mi deseo. Así,
el Espíritu como una paloma, símbolo de paz y descanso, resplandeció sobre Él. El
Señor Jesús responde a todo el deseo del corazón de Dios, y en Él Dios entra en Su
descanso.
Cuando tú y yo dejemos de lado nuestros intereses, y enfoquemos y concentremos
todas nuestras preocupaciones sobre el Señor Jesús, para que Él tenga el primer lugar,
lo tenga todo, entonces hemos hecho provisión para que Dios tenga Su descanso en
nuestras vidas, allanando así el camino para la bendición. "Porque allí envía el Señor
bendición". ¿Dónde? En primer lugar, donde encuentra Su descanso, Su satisfacción, Su
alegría. El Señor no te bendice a ti ni me bendice a mí en nuestra propia naturaleza. El
Señor no va a bendecir mi carne, ni tu carne. La bendición del Señor viene a descansar
sobre Su Hijo que habita dentro de nosotros. "La unción que vosotros recibisteis de él
permanece en vosotros” (1 Juan 2:27). Recuerda que la bendición del Señor, la unción,
el precioso ungüento, está en la Cabeza. Viene a nosotros solamente a partir de la
Cabeza, a través de la Cabeza, y es cuando Cristo por Su Espíritu ha venido a descansar
en nosotros que la bendición descansa allí. La bendición descansa sobre Él en
nosotros, y es por eso que permanece. Gracias a Dios, la unción permanece.
Esto, si lo hacemos, pero reconociéndolo, es una de las supremas bendiciones de
nuestra vida en unión con el Señor. Nosotros en nosotros mismos no podemos
permanecer por cinco minutos. Podemos ser tan variables como el clima. Por la
mañana podemos ser un hombre, por la tarde, otro, y a la prima noche, otra persona
muy distinta. De manera que fácilmente podemos ser como muchas personas
diferentes en el transcurso de cada día de la semana. En un momento nos sentimos
espléndidos espiritualmente, y pensamos que nunca, nunca vamos a caer de nuevo,
pero no pasa mucho tiempo antes de que estemos justamente abajo. Vamos variando
así por el estilo; nos vamos familiarizando con cada movimiento que esa vida humana
es capaz de conocer. Si vivimos en esa vida del alma de constantes cambios de estados
de ánimo, ¡oh, qué vida angustiosa es! Pero la unción que habéis recibido permanece.
¿Por qué es esto? Debido a que la unción permanece sobre Él, no sobre nosotros; y Él
es "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". No hay ningún cambio por parte del Señor
Jesús en nosotros. Con Él, no hay mudanza ni sombra de variación.
¡Oh!, los cambios que soplan sobre nuestras vidas a causa de la mutabilidad de la
vida humana, pero Él está ahí en nosotros siempre el mismo. Podemos tener miles de
estados de ánimo en tantas horas, pero Él nunca cambia, Él siempre es el mismo. La
unción permanece sobre Él en nosotros. ¡Oh!, debemos vivir eso en Cristo, vivir en la
unción, vivir en ese hecho inmutable e invariable de Dios en Cristo. Él no nos ama a
nosotros durante la mañana y se vuelve contra nosotros por la tarde. Sin embargo,
podemos sentir que es así; tal no es el caso. "Yo te he amado con amor eterno".
Nuestros estados de ánimo nos llevan a la conclusión de que hoy el Señor nos ama, y
mañana que Él está en contra de nosotros; de que hoy en día el Señor está con
nosotros, mañana que Él nos ha abandonado. Esa es nuestra fragilidad. Esto es de
nosotros mismos y no del Señor. El Señor no está con nosotros de esa manera. El
Señor no es nuestro estado de ánimo, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones, o
nuestra falta de sensaciones. El Señor es el mismo siempre, el mismo fiel e inmutable
Dios, y la unción permanece. No va y viene. No sube y baja. No está dentro y fuera,
arriba y abajo; un día esto y al día siguiente esto otro; la unción siempre permanece.
El disfrute de eso sólo es posible cuando Cristo es el punto focal de nuestras vidas.
Dios viene a descansar en Su Hijo, y encuentra Su satisfacción allí. Tú debes ir allí para
encontrar el reposo de Dios, y entonces la bendición está allí. El Señor envía la
bendición en el lugar donde tiene Su reposo, es decir, en el Señor Jesús. Pero Cristo
está en vosotros. "Tú, y el arca de tu fuerza". Ese es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria.
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MORANDO JUNTOS EN UNIDAD
Ahora llegamos al segundo aspecto básico de la bendición.
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!"
(Salmo 133:1).
Lo hemos visto en la ilustración, en la prefiguración, a saber, de Sión que une todos
los corazones, todos haciendo lo mismo, alejándose de todo lo personal, de todo lo de
corte sectario. Ahora, cuando el corazón se centra en el Señor Jesús, tenemos el poder
más grande y dinámico en contra de toda división, en contra de toda separación, en
contra de todo lo que nos mantenga aparte; y cuando el Señor Jesús es nuestro centro,
el objeto supremo, y es hacia Él que se dirigen nuestro corazones, entonces entramos
en una unidad. Tú no puedes tener intereses personales y al mismo tiempo estar al
cuidado de los intereses del Señor. David hace eso perfectamente claro. "La morada de
mi casa", esa es una cosa; y si considero lo de mi casa, entonces no me fijaré en una
casa para el Señor, si estoy ocupado en mi propia casa, entonces no voy a encontrar un
lugar para el descanso del Señor. Si estoy tratando de satisfacer mi deseo,
proporcionándole sueño a mis ojos, y adormecimiento a mis párpados, como
consecuencia, los intereses del Señor serán llevados a un segundo lugar. Pero cuando
me coloco a un lado, con todo lo que es personal, y estoy centrado en el Señor, y
cuando todos los demás también hagan eso, vamos a encontrar nuestro centro de
unión perfecta en Cristo. Eso es lo que es vivir en la unidad.
Ahora, el capítulo 4 de Efesios es la gran exposición en el Nuevo Testamento del
Salmo 133. Allí habla de que hay un solo cuerpo. "Solícitos en guardar la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados
en una misma esperanza de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y
Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (versículos 3-6). La
unidad en Cristo como un cuerpo bien coordinado es lo que está retratado. ¿Cómo se
llega a la unidad perfecta? Cuando todo lo que es individual y personal sea puesto a un
lado, cuando el Señor sea el centro focal, y cuando en nosotros haya auténtica
diligencia para mantener la unidad de esa manera, manteniendo todas las cosas
personales fuera, y mantenimiento todo lo de Cristo y Sus intereses siempre a la vista;
"hasta que todos lleguemos hasta la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto" (versículo 13). El vivir juntos en la unidad de esa manera, es el
resultado de Su objeto como la única y central de todas nuestras preocupaciones. Esto
no es visionario, ni imaginativo, ni idealista; simplemente, es muy práctico. Tú y yo
descubrimos que ahí están trabajando elementos de división, que se arrastran en
medio de nosotros para separarnos. El enemigo está siempre tratando de hacer eso, y
las cosas que se levantan para ponerse entre el pueblo del Señor y poner una barrera
son innumerables; por ejemplo, una sensación de tensión y de distancia, de discordia
y de inconexión. A veces esas barreras son más de carácter abstracto, es decir, nunca
se puede poner la mano sobre ellas y explicarlas y decir lo que son; es sólo una
sensación de algo. A veces es más positivo, un claro y definido malentendido, una mala
interpretación de algo dicho o hecho, algo que se va apoderando y, por supuesto,
siempre es exagerado por el enemigo.
¿Cómo puede ser tratado ese tipo de cosas con el fin de mantener la unidad del
Espíritu? Razonablemente, de manera adecuada sobre esta sola base, por nuestro
dicho: Esto no es útil a los intereses del Señor, esto nunca puede ser de valor para el
Señor, esto nunca puede ser para Su gloria y Su satisfacción, esto sólo puede significar
un perjuicio para el Señor. Lo que se puede sentir en la materia no es de consideración
fundamental. Incluso yo puedo ser la parte perjudicada, pero ¿me voy a sentir
ofendido y herido? ¿Voy a permanecer en mi dignidad? Voy a encerrarme y
desaparecer, porque haya sido tratado injustamente? Así es como la naturaleza tiene
eso, pero debo tomar esta actitud: El Señor está al borde de perder, el Nombre del
Señor está sufriendo, los intereses del Señor están involucrados en esto, tengo que
llegar a la cima de esto, tengo que obtener lo mejor de lo presente, tengo que sacudir
esta cosa y no permitir que mi actitud, mi conducta, mis sentimientos hacia este
hermano o hermana lo afecte en nada. Debe ser el dejar a un lado lo que pensamos, e
incluso nuestros derechos, por causa del Señor, y lograr situarnos en la parte superior
de este esfuerzo enemigo para dañar el testimonio del Señor. Esa es la diligencia
puesta para mantener la unidad. Ese es el poder de una victoria sobre la división, y es
la victoria de la unidad, y allí el Señor manda la bendición. Ese es el camino de la vida
eterna. La otra forma es manifiestamente el camino de la muerte, y eso es lo que
procura el enemigo. Hasta que la diferencia se aclare, todo es muerte, todo es seco y
deteriorado. La vida se manifiesta por la unidad, y la unidad sólo puede ser
adecuadamente en Cristo en Su lugar como para quien soltamos todo lo que es
personal. No podríamos hacerlo por causa de los demás. Nunca podríamos hacerlo por
causa de la persona a la vista. Lo hacemos por amor a Él, y el enemigo sea derrotado.
Allí el Señor manda la bendición.
Tal es, pues, el doble aspecto de la base de la bendición. En primer lugar, el terreno
de la satisfacción de Dios, y el resto debe ser igualmente nuestro, a saber, Su Hijo; y, en
segundo lugar, debemos vivir juntos en esto.
Toma la gran ilustración en el segundo capítulo del libro de los Hechos. Esta es la
mayor exposición de la manifestación de esta verdad que el mundo haya visto jamás.
"Entonces Pedro, poniéndose de pie con los once..." Ahí hay hermanos juntos en
armonía. El Señor también ha entrado en Su reposo. Por la Cruz el Padre ha
encontrado Su satisfacción en el Hijo, el Señor ha entrado en Su tabernáculo celestial.
Ahora todo es descanso en el cielo: Dios está satisfecho, la obra de conciliación ha sido
realizada mediante la sangre de la Cruz, la paz ha siso hecha, y Dios ha entrado en Su
reposo en la obra perfecta de la redención. Y los ojos de todos los Apóstoles están
puestos en el Señor Jesús, y cuando ellos se levantan, Él está presente. Pedro ha dejado
todas esas cosas personales que quedaron atrás. Ahora todos ellos han dejado las
cosas personales, y su principal objetivo es Cristo. Puestos de pie, ahora su testimonio
es todo en torno a Cristo, y ellos son uno, están unidos en Él, y allí mandó el Señor
bendición, incluso vida eterna; tal bendición era como el precioso ungüento que baja
desde la cabeza hasta las faldas de la vestidura.
La figura es perfecta, como una semejanza. Está la Cabeza, el Señor Jesús, y el Padre
ha ordenado la bendición en la efusión del Espíritu eterno en la Cabeza. Ahora, como
todos estos miembros están colocados bajo la Cabeza, centrados en la Cabeza, unidos
con la Cabeza, la bendición desciende por las faldas de su vestido, y es "como el rocío
del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión". Ese es el efecto de la bendición,
ese es el efecto de la vida eterna. ¿Cuál es el rocío de Hermón? Si tú hubieras vivido en
61
ese país, conocerías el valor del rocío de Hermón. Esa es una tierra seca y arrugada,
con todos los elementos secos y estériles, y entonces el rocío de Hermón desciende y
revive todo, todo se refresca, todas las cosas levantan su cabeza y vuelven a vivir. Ese
es el resultado benéfico de la bendición, la vida, la frescura, la esperanza, la
reactivación, la fecundidad. Allí el Señor mandó la bendición.
¿Puedes ver la forma de vida, el camino de la fecundidad, de revivir, de refrigerio, el
camino de la bendición? Dos cosas son básicas. Estas son nuestras próximas llegadas
al lugar de descanso de Dios en Su Hijo y nuestro soltar todo lo que es de nosotros
mismos en los intereses de Su Hijo, y encontrar nuestro todo en Él. Así, estamos
unidos por medio del amor mutuo al Señor. ¡Oh, que pudiéramos expresar esto más a
menudo! Creo que es por eso que el Señor trae este asunto ante nosotros, no para que
el mensaje sea sólo como una bendita posibilidad, una palabra que encierre un círculo
feliz, y eso nos dé cierta porción de elevación mientras se está hablando, sino para que
sea una fuerte llamada del Señor. ¿Queremos esa bendición? ¿Queremos esa vida
eterna, la vida más abundante? ¿Queremos lo que nos refresque, y la fecundidad, y la
reactivación, y la elevación? ¿Queremos que los demás también deban recibir la
bendición a través de nosotros? Mira a Pentecostés. Pentecostés es la manifestación
exterior del Salmo 133, porque en esos días los hermanos moraban juntos en unidad,
centrados en torno al Señor, y en el Señor, y el Señor mandó bendición.
No hay nada muy profundo en esto, pero es de no menos importancia a este
respecto. Es otra forma de hacer presente al Señor Jesús, de mostrarlo como el centro,
como el supremo. Pero, ¡oh!, es un llamado del Señor, un llamado serio y solemne del
Señor para nuestros corazones. El camino de la fecundidad, el camino de la bendición,
el camino de la frescura, el camino de la felicidad es ser de esta manera que está bajo
la bendición del Señor, porque hemos encontrado nuestro descanso donde Él ha
encontrado el Suyo, en el Señor Jesús, porque el objeto de nuestros corazones, por el
cual hemos puesto a un lado todos nuestros objetivos particulares, todos nuestros
intereses personales, es Su propio objetivo, incluido Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Allí el Señor manda la bendición, y también vida eterna.
Él puede ser capaz de hacer eso con nosotros. Oh, eso se puede decir en los días
venideros, como nunca hasta ahora "allí envía el Señor bendición, y vida eterna",
porque rigen estas dos grandes realidades, las cuales están centradas en el Señor
Jesús.
Capítulo 9
EL HOMBRE CELESTIAL
Y LA VIDA ETERNA
63
haber sido conocido como el que da vida al margen de la redención, pero ahora a
causa de la condición del hombre a través de la caída, Él sólo puede ser conocido como
el que da vida conforme a como se le conozca como Redentor. De modo que los que
tenemos que ver con esto ahora, aquí en el tiempo, es la redención y la vida, el rescate
a la vida.
LA REDENCIÓN RELACIONADA
CON EL PROPÓSITO ETERNO
Aquí queremos una vez más hablar por unos momentos de esa línea principal del
propósito eterno a que el Señor está tratando de llevarnos y señalarnos. Porque esto
es muy grande, y nos saca, por tanto, de aquello con lo que estamos más ocupados a
tiempo completo, es decir, nuestra salvación, nuestra redención, y todo lo que está
asociado con esto, porque nos saca de esto, y al ponernos en un reino mucho más
grande, es muy natural que tengamos dificultades y no seamos capaces de captarlo de
inmediato. Así es como lo estamos encontrando, y eso es lo que hace necesario un
retorno a este énfasis principal.
Mira otra vez con atención la palabra redención. La palabra en sí conlleva una
implicación. La redención implica un devolverse, un retorno. La cuestión se presenta
inmediatamente, ¿regresando a qué? ¿Y a qué lugar? Hay algo que, por el momento, se
ha perdido. Esto ha dejado de permanecer en su relación original, en su posición
original. Tiene que ser retornado, recuperado, restaurado, redimido. Entonces debe
haber sido un lugar y una posición, y ese es nuestro punto principal.
Estamos tratando de decir en este momento que antes de que alguna vez hubiese
habido una caída, e incluso antes de que existiese esta creación, hubo un consejo de
Dios en torno a la expedición de un propósito, y la línea recta de este objetivo a través
de los tiempos fue el propósito de realizar progresivamente una manifestación
universal de Dios en el hombre, a través de Su Hijo. Así, a través del Hijo, Él creó todas
las cosas. Todo lo que fue creado en el cielo y en la tierra, y en el universo, vino a
través del Hijo, por ser el "Hijo sabiduría" en Sí mismo, Dios expresado y manifestado
en términos del "Hijo". Con relación a eso, somos "predestinados para ser adoptados
hijos suyos" (Efesios 1:5).
Si lees cuidadosamente la Palabra, observarás a Adán en la condición de un niño, en
lugar de un hijo, un niño en libertad condicional, bajo prueba, y por esta razón fracasó
en la prueba, y nunca llegó a la madurez de un hijo. Algunos de nosotros estamos
familiarizados con la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la diferencia entre un
hijo de Dios y un hijo común. En el pensamiento y la intención de Dios, Adán aparece
en la infancia. Adán tenía que crecer, desarrollarse, ampliarse, madurar, llegar a la
plena estatura; y no estamos diciendo que la prueba fuera lo único; la prueba es
decisiva para su madurez, pero esta era la primera. Todo el plan de crecimiento, de
desarrollo progresivo hasta el completo crecimiento, el hombre corporativo, no
necesariamente descansa en la redención. Esto se basa en el propósito eterno, el
eterno consejo. La línea recta de las cosas se habría desarrollado justo al margen de
cualquier plan de redención de todo, y habría sido hecha realidad. Si Adán no hubiera
caído, el propósito eterno aún se habría hecho realidad, porque todo es eternamente
creado en el Hijo. Ahora a medida en que está incluido el hombre, Adán estaba
incluido. Adán fracasó y, con él, toda la raza. Entonces, debía venir un plan de
redención; sólo para consumar un plan en los consejos de Dios, no obstante fue un
plan desarrollado o proyectado por algo que salió mal. No podemos decir que la caída
estuviese bien, pero ocasionó un plan, un plan perfecto, un plan maravilloso; y cuando
Dios hizo el plan, cuando en Sus eternos consejos proyectaba todo ese esquema de la
creación y de Su intención y propósito, entonces Su actitud , como se lee de nuevo en
los consejos, fue, sin duda esta: "Sabemos, porque no podemos ser ayudados a
conocer, por ser lo que somos, omniscientes, cómo van a suceder las cosas. Sabemos
que nuestro primer pensamiento no sería inmediatamente realizado, que se abriría
esta curva hacia abajo, esta ruptura. Por lo tanto, proyectamos este nuevo plan de
redención por el que bajamos en esa curvatura, y llevamos las cosas bien de nuevo a
nuestro nivel original. Lo llenamos completamente, pero al hacerlo, no perderemos,
ganaremos. Este trabajo del adversario, toda esta tragedia, este sufrimiento no tomará
nada de nuestro plan y pensamiento original, no lo afectará ni un ápice, ni llegará a
imaginar que al final hemos vuelto a nuestro nivel original, vamos a volver con las
glorias acrecentadas, y estas serán las glorias de la gracia".
Dios siempre reacciona frente a la obra del diablo en ese sentido; para obtener más
de lo que había antes, a través del sufrimiento. El sufrimiento no es la voluntad de
Dios más que el pecado es la voluntad de Dios, pero en los sufrimientos de Su propio
pueblo Él siempre asegura algo más de lo que estaba allí antes. No es sólo que Él aún
se mantiene con el Diablo, Dios siempre es "más que vencedor". Esto significa que Él
obtiene acrecentadas glorias como resultado de la interferencia de Su enemigo; es
todo lo que se puede decir de eso. Esto es así en los detalles de la experiencia
individual, pero en su plenitud, en su movimiento de conjunto, esa interferencia
ocasionó todo el sistema y el plan de redención conjuntamente.
Reconocemos eso, pero eso no es por el momento la cosa con la que estamos
tratando. Si fuera así, deberíamos estar hablando sobre las glorias de la redención.
Pero el Señor ha puesto esta carga de Su pensamiento eterno para con el hombre en
nuestros corazones en este tiempo, y no creemos que por un momento estemos
tomando distancia de las glorias de la redención, o poniendo la redención en un lugar
de menos valor de lo que debería tener. Si te parece que estamos pasando ligeramente
eso de lado, o poniéndolo en un lugar secundario, no es que estemos viendo menos
valor del que existe. ¡Dios me libre! ¿Cómo vamos a conocer a Dios en todo aparte de
esto? Al mismo tiempo, lo que tenemos a la vista es al Hijo de Dios. No es con la
redención, sino con el Hijo de Dios, este Hombre Celestial, que representa el
pensamiento completo de Dios para con el hombre, y para el universo, con lo que
estamos tratando. El Hijo de Dios como Redentor no es sino una expresión del Hijo, y
aquel que, al mismo tiempo está tan lleno de gloria, y siempre será el tema de los
redimidos a través de los siglos de los siglos, se ha hecho dolorosamente necesario
aquí en el tiempo. Se habla de esta tragedia. Se habla del quebrantado corazón divino,
del sufrimiento de Dios. Esto, sin embargo, como hemos dicho, no es nuestra principal
consideración en el momento presente, sino que en estas meditaciones estamos
ocupados con Cristo como el Hombre Celestial.
65
EL TESORO PERDIDO
Hemos dicho que sólo podemos conocerlo a Él como el que da vida ahora en
términos de redención, como el Redentor, pues, "el Hijo del Hombre vino a buscar y a
salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). ¿Qué entendemos en esa Escritura? Por
supuesto, en términos del Evangelio hemos pintado cuadros de la oveja perdida, y
hemos pensado en las personas que están fuera y lejos del Señor, como la que se
perdió. Bueno, eso es muy cierto, pero eso tiene que ser mucho más amplio en la
interpretación de esa Escritura. Dios ha perdido algo, y el Hijo del Hombre ha venido a
recuperar lo que Dios ha perdido. ¿Qué es lo que Dios ha perdido? Escuche de nuevo:
"El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un
hombre halla, y lo escondió de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y
compra aquel campo" (Mateo 13:44). ¿Cuál es el tesoro? ¿Cuál es el campo? El campo
es el mundo, el tesoro es la Iglesia. Ese tesoro está escondido, y el Señor Jesús pagó el
precio de los derechos de la corona de toda la creación a fin de obtener la Iglesia, que
estaba en ella. Adquirido por la redención de Cristo, mediante el pago del precio de los
derechos universales, a fin de garantizar ese tesoro, la Iglesia. Esto es lo que se había
perdido. ¿Qué es la Iglesia? La Iglesia es el nuevo hombre, la plenitud de la medida de
la estatura de un hombre en Cristo. Este es el Hombre Celestial corporativo, la
expresión de Sí mismo en forma corporativa, Su herencia en los santos. Este es un
tesoro muy preciado.
La Iglesia no es la única cosa, pero es lo central. El Señor Jesús ha adquirido los
derechos del universo, y habrá otras cosas además de la Iglesia. Habrá naciones
caminando a la luz de la misma. Habrá una redención que va mucho más allá de la
Iglesia, pero la Iglesia es lo central. Eso se ha comprobado, y fue este tesoro perdido lo
que dictó su curso, y rigió en Él pagando el precio. Esa es una idea tremenda. La Iglesia
es tan valiosa para Él como para hacerle que se dispusiera a pagar el precio de todo el
universo, con el fin de tenerlo. Ese es el punto focal. La Iglesia es la clave para la
redención. Esto es lo que está llegando a la imagen perfecta de Cristo. Todo lo demás
será secundario. Habrá un reflejo de Cristo a través de la Iglesia; Su luz caerá sobre
todo; lo que Él es irá a descansar sobre todo los demás; lo demás tendrá el carácter de
lo que Él es en la Iglesia, pero la Iglesia estará en el centro. "Las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella" (Apocalipsis 21:24). Es una cosa tremenda vivir en
esta dispensación, cuando el Señor, a pesar de haber adquirido los derechos del
universo, de toda la creación, por Su cruz, está ahora específicamente centrado en el
tesoro, para sacarlo de la creación.
"El reino de los cielos [debe ser en plural, el reino de los cielos] es semejante a un
tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo". El Señor
está haciendo un trabajo secreto con relación a la Iglesia. Siempre es una cosa
peligrosa sacar a relucir lo que hemos concebido acerca de que la Iglesia está en un
lugar conspicuo, y hacer una cosa pública de ese hecho. La Iglesia verdadera es un
secreto, una compañía (o cuerpo) oculta, y en ella está sucediendo una obra oculta y
secreta. Esa es su seguridad. Cuando tú y yo nos lanzamos a grandes movimientos
públicos, exposiciones y publicidad, se expone la obra de Dios, y se abre a infinitos
peligros. Nuestra seguridad está preservada debido a que Dios nos ha puesto en un
lugar escondido, secreto, consigo mismo. Esa es la manera. "El reino de los cielos (el
cielo) es semejante a..." ¿Cuál es el significado de esa frase? Esto significa que en el
sistema celestial todo se centra en la Iglesia. Ella es el centro del sistema celestial.
Todo ese "el cielo" significa, en este sentido espiritual, que está interesado en la
Iglesia, que el tesoro en el campo se refiere a la Iglesia. ¿Por qué es esto? Porque, de
nuevo, la Iglesia es el Hombre Celestial en Cristo.
Toma al Señor Jesús en Persona, como el Hombre Celestial. El universo entero está
interesado en Él. En Su nacimiento el cielo está en actividad, las huestes de los seres
celestiales se abaten enteramente con relación a Él. El infierno también está en
actividad y, a través de Herodes, trata de destruir este nacimiento y todo su
significado. Tú encontrarás que a través de Su vida terrenal todo el universo está
centrando su atención sobre Él, y se relaciona con Dios, para que en Su muerte, el sol
esconda su cara, tiemble la tierra, y haya tinieblas sobre la faz de la misma. El universo
entero está ligado a este Ser.
Así pues, el reino de los cielos, todo el sistema celestial, se ocupa de este tesoro en
el campo, debido a su significado, relación, y propósito eternos. Eso es una cosa
inmensa. Ahora, por supuesto, tú eres capaz de apreciar con mayor perfección el valor
y el significado de la redención. Ver el fondo de las cosas no es quitarlo de la
redención, esto es agregarlo maravillosamente a ella. Es dar un significado a esta
redención muy lejos del que acaba de ser guardado como una unidad y provecho en el
cielo. Es una gran cosa, por supuesto, esa economía de lo individual. Pero cuando
vemos la redención que es en Cristo Jesús a la luz de la esfera eterna de Dios, ¡qué
inmenso es eso! Si tú quieres realmente apreciar y valorar correctamente la
redención, tienes que ponerla donde Pablo la puso, y ver que la redención es cósmica.
La entrada a la redención por parte de cada individuo es una entrada a algo inmenso,
mucho más grande cosa que la redención del propio individuo. Todos los poderes e
inteligencias del universo están ligados, y están interesados en esta redención.
Creemos que con el fin de apreciar y disfrutar rectamente las cosas de Dios, es
necesario obtener su esfera universal y eterna, y no tomarlas como algo en sí mismas.
Así es como Pablo vio la redención.
67
LA REDENCIÓN PROGRESIVA EN EL CREYENTE
POR EL PRINCIPIO DE LA VIDA
69
Cristo, es progresiva en nosotros por el principio de la vida, y que para entrar en la
plenitud de la redención por el espíritu, la mente y el cuerpo, tiene que haber un
incremento constante de la vida de redención. Esta vida está redimiéndonos a
nosotros todo el tiempo. Está redimiéndonos de este siglo malo, de todo lo que llegó
con Adán. La redención completa se mostrará cuando Cristo aparezca, y nosotros con
Él, y al verlo, seremos semejantes a Él. Será sencillamente la manifestación de esa
vida, que es Su vida eterna en nosotros. ¡Oh, las posibilidades que posee esa vida de
transfigurar! Al mirar el Señor Jesús en el Monte de la Transfiguración, podemos ver el
despliegue completo de la vida que el Padre nos dio al morar en nosotros. Eso
resplandece en su plenitud allí, y te muestra qué clase de Hombre es ese Hombre en
quien la vida divina es plenamente triunfante. Él es un Hombre lleno de gloria, lleno
de perfección, y cuando lo veamos, seremos semejantes a Él.
La palabra para nosotros cerrar esta parte es esta, que Él nos ha llamado a la vida
eterna. Tenemos que echar mano de la eterna vida cotidiana por medio del espíritu y
la mente y el cuerpo.
Capítulo 10
EL HOMBRE CELESTIAL
Y LA PALABRA DE DIOS
“Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. 5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le
puso sobre el pináculo del templo” (Mateo 4:4).
“63El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os
he hablado son espíritu y son vida. 68Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:63,68).
“El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois
de Dios” (Juan 8:47).
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”
(Juan 14:10).
“23Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra
de Dios que vive y permanece para siempre. 25Mas la palabra del Señor permanece para
siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro
1:23,25).
“12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa creada que no
sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los
ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:12,13).
“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el
día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17).
Tú te darás cuenta de que lo que dice en los primeros cuatro de estos pasajes surge
del hecho de que el Señor Jesús es el Hombre Celestial. En la tentación en el desierto,
según consta en el pasaje de Mateo, vemos que fue a raíz de la apertura de los cielos y
la certificación del Padre, "Este es mi Hijo amado" que el enemigo hizo su desafío a
todo lo que implica esta designación de Cristo como el Hombre Celestial. "Si eres el
Hijo de Dios". Las tentaciones tenían su fundamento en el hecho de lo celestial del
Señor Jesús. En los pasajes del Evangelio de Juan se ve la misma característica. Como
ya hemos señalado, Juan tiene en cuenta lo celestial del Señor Jesús a través de todo el
camino, desde las primeras palabras de su Evangelio hasta el fin. El reto del Señor
Jesús trae ese mismo significado: "Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí". El
Hombre Celestial se presenta ante nosotros en este punto con relación a la Palabra de
Dios.
Cerramos nuestra meditación anterior sobre el principio fundamental de la
redención, y decíamos que este principio, el cual es la vida eterna, hace que la
redención, que es perfecta en Cristo, sea progresiva en nosotros. La redención se
71
introduce en nosotros con la recepción de la vida eterna, y así como funciona, obra y
se incrementa la vida, nos vamos encontrando cada vez más en el bien de la redención.
Los valores reales de nuestra redención pueden convertirse en la experiencia del
Redentor en nosotros, en la operación del Redentor en nosotros por Su propia vida.
Aquí está la vida relacionada con el Hombre Celestial en el sentido pleno. Llegamos
ahora a traer todo este principio de la vida en el Hombre Celestial con relación a la
Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene muy estrecha relación con esta vida, y esta
vida está estrechamente relacionada con la Palabra de Dios, tanto en ellas como en el
Hombre Celestial, la vida y la Palabra. Tanto es así que ellas no son cosas en Él, sino
que Él está en ellas. Él es la Palabra, y Él es la vida; la vida y la Palabra son en Él como
Su mismo ser. Sin embargo, la Palabra es expresión, así como persona. Si tú te has
tomado la molestia de estudiar la técnica del punto que se plantea en el uso de las
palabras "Logos" y "rema", sabes lo difícil que es siempre lo de la diferenciar entre los
dos significados. Sabes cómo discurren la una con la otra, y cómo muchas veces se
encuentran y son una. Así es que la persona tiene la palabra, y la palabra es la palabra
de la persona. Hay una diferencia, y sin embargo ambas están ligados a la persona.
Vamos a ver cómo vamos en lo que esto significa.
73
Señalamos el hecho, entonces, de que todas las Escrituras se aplican a Él. Él encarnó
y cumplió todas las Escrituras. Con cuánta frecuencia Él dijo, mientras estaba aquí en
la tierra, con relación a cierto movimiento, a determinado acto, a cierta experiencia, a
cierta declaración, "para que se cumplan las Escrituras". Si tú nunca has sacado todos
los casos en que esto ocurre, deberías hacerlo. Vale la pena reunir estos pasajes.
Ahora quiero tomar nota de esto. El Señor Jesús, en toda Su vida, fue regido por la
Palabra de Dios. Cuán necesario fue esto, entonces, para que pudiera caminar en el
Espíritu, pues esa Palabra de Dios debía ser cumplida. Ahora, ¿qué significa eso?
Tomemos, por ejemplo, el Antiguo Testamento. ¿Crees tú por un momento que todas
las declaraciones en el Antiguo Testamento estaban siempre presentes en el
conocimiento mental del Señor Jesús, y que cuando iba a hacer algo Él se refiriese a Su
manual, y dijera: "Ahora voy a hacer esto, o voy a hacer aquello? ¿Qué dicen las
Escrituras que debo hacer?" Sin embargo, cada parte de la Escritura controlaba Su
vida, y había un sentido en el que Él era responsable de todo lo que hubiese ahí. Todo
ello aplicado a Él. Pero Él no llevaba todas las Escrituras en Su cabeza, ni siquiera en
un libro, y con referencia a Su memoria o Su manual de Su conducta, Sus expresiones,
Sus actos, Sus experiencias, por lo que Él permitió y por lo que no permitió, por lo que
hizo y lo que no lo hizo. Aunque la Palabra de Dios estaba con Él ricamente, aunque
hubiera tenido un gran conocimiento de las Escrituras –y eso queda perfectamente
claro cuando leemos Sus declaraciones–, esa no es la forma en que la Palabra de Dios
le regía, como si Él hubiese tenido que llamar a las Escrituras a la memoria en cada
ocasión y actuar en consecuencia. Él se movía en el Espíritu de vida, y como lo hizo así,
Él se movió de acuerdo con la Palabra de Dios. Cuando era necesario, el Espíritu de
vida traía de la Palabra de Dios a Su recuerdo, y Él era capaz de usarla. ¡Cómo hizo uso
de esto! Pero al margen de cualquier cita de la Escritura, y aparte de toda la memoria
actual del pasaje en particular que rigiera cualquier incidente determinado, el Espíritu
se movía con la vida, con relación a la Palabra de Dios. Él fue regido por la Palabra de
Dios, de modo que incluso cuando, como hombre, era impotente en la cruz, sin poder
hacer nada, se dice que esas mismas condiciones se dieron "para que la Escritura se
cumpliesen". Una vez más, queda constancia de que cuando Él estaba muerto en la
Cruz, y llegaron a romper las piernas de los crucificados, y al encontrar al Señor ya
muerto, no quebraron las piernas, "para que se cumpliese la Escritura: No será
quebrado hueso suyo" (Juan 19:36). Ese Hombre está bajo el gobierno de la Palabra de
Dios en todo, debido a la posesión del Espíritu, debido a la dirección de Espíritu, y el
Espíritu asumiendo la responsabilidad.
Puedo ver un peligro allí, y voy a salvaguardar lo que estamos diciendo, pero
primero que todo la fuerza de esta ley. Si estamos caminando en el Espíritu, y nos
movemos de acuerdo con la vida del Hombre Celestial, nuestras vidas son ordenadas
de acuerdo con la Palabra de Dios. A veces no conocemos la Escritura que se debe
aplicar en determinado momento, pero sabemos que algo puede ocurrir, sabremos
que en ese momento la revisamos, y es como si algo dentro de nosotros dijera: Eso no
es correcto, tendrás que corregir esta declaración, hay una falla en eso; y tendrás que
hacer eso bien. Cuántas veces hemos sabido eso. Después hemos descubierto que nos
hemos equivocado. El Espíritu de vida no deja pasar nada que sea contrario a la
Palabra de Dios, si estamos caminando en el Espíritu. Seguramente esto debería ser un
gran consuelo para nosotros, y una gran ayuda.
Pero hay un peligro del que tenemos que tener cuidado. Lo que hemos dicho no
significa que podemos tomar un curso para tratar de caminar en el Espíritu, y
descuidar la Palabra de Dios. No podemos decir: Bueno, caminar en el Espíritu es todo
lo que se necesita, y nosotros estaremos de acuerdo con la Palabra de Dios; no
necesitamos preocuparnos por eso. Hay un montón de personas que viven en lo que
ellos llaman su "espíritu". Ellos "reciben las cosas del Señor". Consiguen algo, y actúan
sobre eso, y después se descubre que es una violación directa de la Palabra de Dios.
Cuántas veces nos hemos encontrado con eso. Muchas personas toman las cosas "en el
Señor", y hacen algo que ellos piensan que recibieron del Señor, y es lo más claro
posible que la Palabra de Dios es positiva en contra de lo que han hecho.
Así, pues, se debe salvaguardar el asunto. "La palabra de Cristo more en abundancia
en vosotros... en toda sabiduría" (Colosenses 3:16), como base para el Espíritu Santo.
Sin embargo, si tú estás haciendo eso, no siempre tendrás el pasaje exacto a la mano
para regir el asunto del momento, pero el Espíritu Santo hará bien en lo que sabe que
es la Palabra de Dios, y tú cesarás. Qué tan cierto es eso. Algunos de nosotros hemos
encontrado que nuestra memoria natural, en gran medida ha desaparecido.
Muy a menudo una cita equivocada de la Escritura no toca la doctrina en todos,
pero el punto es este, que existe un gobierno de nuestra inteligencia que nos hace
conocer la Palabra de Dios, aunque no pueda por el momento dar un paso concreto en
su formulación exacta o llamarla a la mente. Somos regidos por esto, si pertenecemos
al Hombre Celestial. "Como él es, así somos nosotros en este mundo" (1 Juan 4:17). Este
es el Hombre Celestial regido por la Palabra de Dios, ya que la vida estaba en Él.
Lo que es cierto de la Cabeza, debe ser verdad de los miembros. Si nos unimos al
Hombre Celestial, nos convertimos en parte de ese cuerpo del Hombre Celestial, y esa
misma vida está en nosotros, y vamos a caminar por la Palabra. Vamos a ser
gobernados por la Palabra a través del Espíritu de vida que está en la Palabra, y ese
Espíritu de vida es omnisciente, todo-inteligente. Quiero que todo el pueblo del Señor
viva en esa base. Eso nos salvaría de todo ese tipo de la destructiva caza de herejías y
todo ese tipo de cosas, de ser siempre sospechosos, algunos pocos perros guardianes
de doctrina, que mantienen un buscador de algo que es erróneo, y produciendo una
plaga de muerte sobre todo. Si estuviéramos, sin embargo, viviendo en el Espíritu,
deberíamos saber en nuestros corazones si una cosa tuviese razón o no, sin proyectar
nuestra mente analítica en algunos asuntos, el Espíritu daría testimonio en nuestros
corazones. Eso sería vida y salvación. Lo otro es una miserable existencia para todos.
Ahora podrás ver al Hombre Celestial, la vida eterna, y la Palabra que rigen en
todas partes. Qué diferencia hay entre ser regido por la letra y ser regido por el
75
Espíritu. Podemos tener el libro, podemos poseer toda la letra, y podemos estar
constantemente exclamando: "¡A la ley y al testimonio!" Nosotros podemos llegar a ser
muy legalistas, controlando en torno a la letra todo el tiempo. El Señor Jesús no actúa
así, ni el apóstol Pablo. Celosos como ellos fueron por las Escrituras, por la Palabra de
Dios, totalmente regidos por la Palabra de Dios, lo que importaba con ellos era la
Palabra viva. Dijo nuestro Señor Jesús: "La carne para nada aprovecha; las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63).
Nos pueden matar con la letra. Nos pueden matar con la Palabra, como Palabra. Sin
duda queremos ser liberados de tener las Escrituras como palabras, como letras, y
entrar en el lugar donde está el Espíritu en la Palabra dando vida. Qué diferencia hay
entre las dos esferas. La una no lleva a nada sino a la muerte, a la parálisis, al
enfriamiento y frustración de todo, y el otro conduce a una condenación positiva, al
juicio necesario para matar lo que es malo. No dejar las cosas en ese estado asolado y
sin ningún sentido, es muy a menudo el caso cuando se trata simplemente de una cosa
de la letra.
Así obtienes el doble aspecto de la Palabra acerca del crecimiento en Cristo. En
primer lugar, la Palabra es una expresión de la inspiración del Espíritu. Eso es lo que
la Palabra de Dios debe ser, y no sólo algo que se ha escrito. En segundo lugar, el
Espíritu de vida asociado con la Palabra. Esto plantea una gran pregunta, una
pregunta que quizás ya casi es peligroso exponer en público en estos días, y para
responderla, tal vez requeriría una buena explicación.
La pregunta es: ¿Hasta qué punto es la Palabra escrita, tal como está, la Palabra de
Dios? Este Libro puede ser tomado, y el mismo fragmento utilizado en cincuenta
maneras diferentes, al mismo tiempo. El mismo pasaje de la Escritura puede ser la
base de una docena de exposiciones diferentes, todas los cuales pueden ser
mutuamente excluyentes y contradictorias. ¿En cuál de esta docena o de las cincuenta
exposiciones está la Palabra de Dios? Tú puedes tomar la Escritura como cualquier
letra fuera de este Libro, y puedes decir: ¡Esta es la Palabra de Dios! ¿Cómo lo vas a
demostrar? Todas estas diferentes personas toman la Palabra de Dios, y obtienen un
significado diferente, con un resultado diferente, actuando de una manera diferente, y
justificando un curso diferente, y la misma Palabra ha provocado un conflicto terrible
y oposición entre los diferentes sectores de la gente. ¿Cuán lejos está la Palabra de
Dios tal como está? Mi punto es este, que creo que algo más es necesario hacer con la
Palabra de Dios en verdad, en plenitud, y ese es el Espíritu de vida en ella. Ese Espíritu
de vida (ahora estamos pensando en el Espíritu Santo, no en una abstracción
inteligente) Él mismo debe usar y aplicar esa Palabra, a fin de que sea la Palabra de
Dios. No creo que se pueda obtener ningún resultado divino, simplemente citando las
Escrituras, como escritura. El Espíritu Santo debe entrar en esa Palabra, expresarse a
Sí mismo en ella, y hacerla vivir antes de obtener el resultado de lo Divino, por causa
del objetivo a la vista.
Un testamento de vida del Hombre Celestial no es hecho mediante meras palabras,
aunque sean palabras de la Escritura. Eso es lo que la gente ha tratado de hacer. Han
tratado de erigir la Iglesia por las palabras de la Escritura, constituir la Iglesia por lo
que está aquí escrito; de modo que así tienes media docena de diferentes tipos de
iglesias, todas erigidas sobre lo que ellos llaman la Palabra de Dios, y la cosa no
produce vida. Se trata de la vida, del Hombre Celestial que Dios tiene a la vista; y para
producir esa vida, el Espíritu debe operar a través de la Palabra. "Las palabras que yo
os he hablado son espíritu y son vida", dijo el Señor a Sus discípulos. "Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna". En lo que concierne a Pedro, el portavoz de
estas últimas palabras, se trataba de una palabra de discriminación. Los escribas y
fariseos tenían las Escrituras. Ellos alegaban que todo lo que tenían y celebraban
estaba en la Palabra de Dios. Ah, sí, pero no las conocieron como palabras de vida
eterna. Hay una diferencia. Esta vida está en Su Hijo. Se tiene que estar en una relación
viva con el Señor Jesús para que las Escrituras se hagan efectivas.
77
bendición en sí misma; esto trae bendición. Se trata de un acto.
EL PRINCIPIO DE VIDA ESTABLECIDO
EN EL CASO DE LOS SALVADOS
79
seguirá. Es inútil tratar de imponer la doctrina de la Iglesia, o cualquier otra doctrina,
a la gente, si no están vivos para el Señor. El Señor sabe lo que está haciendo. Tú no
puedes ir a cualquier lugar del mundo, ni siquiera entre los cristianos, con toda tu
doctrina, tu plena revelación, y tener la seguridad de que, como les predicas esas
cosas, ellos van a dar un gran salto hacia eso. Tienes que ir donde el Espíritu te esté
llevando; por el Espíritu puedes saber exactamente dónde hay una cantidad suficiente
de vida para tener preparado el terreno, y allí puedes tener respuesta a lo que tienes
que dar. ¡Cómo nos gustaría salir al mundo y hablar del Señor a todos los pueblos, de
lo que Él nos ha mostrado, y darles la revelación del Cuerpo de Cristo! Tenemos que ir
y organizar grandes reuniones y reunir a la gente, sólo para encontrar que nos miran
sin comprender y exclamar: ¡Esta es una doctrina extraña! No se puede hacer así. El
crecimiento tiene que ser sobre la base de la vida, porque la doctrina no es lo primero,
sino la vida. Tú no puedes obtener la Iglesia sólo por tratar de conseguirla. Tiene que
ser la vida, y la vida por sus formas de trabajo de la Iglesia, se convierte en la
realización de la Iglesia. La inversión de ese orden sólo conduce a Babilonia.
¿Qué es Babilonia? Babilonia representa la pérdida de la autoridad de la Palabra de
Dios como una cosa viva. Fue en el reinado de Joacim, el rey que tomó su navaja y
cortó con la Palabra de Dios, que Judá comenzó a ser llevada a Babilonia. Cuando se
repudió la autoridad de vida de la Palabra de Dios, todos los vasos de oro y plata
fueron llevados a Babilonia. Esa es una parábola. Significa que las personas que el
Señor ha llevado a la esclavitud, al cautiverio, a la muerte, están fuera del lugar de la
designación del Señor, y el ministerio del Señor no va en la vida, porque los vasos se
han ido, han sido quitados. Hasta ese momento iban con sus sacrificios, pasando con
su orden levítico. Pero ese no es el punto. Usted puede tener la forma de las cosas,
tener el sistema, y sin embargo, ir a Babilonia. La Palabra de Dios es una cosa
espiritual y viva, que te mantiene libre, claro, fuerte, fuera de Babilonia.
Capítulo 11
EL HOMBRE CELESTIAL
Y LA PALABRA DE DIOS
(Continuación)
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”
(Juan 14:10).
“16La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con
salmos e himnos y cánticos espirituales. 17Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”
(Colosenses 3:16-17).
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS”
Apocalipsis 19:13).
En el curso de nuestra meditación anterior, observamos la relación del Espíritu
Santo con la Palabra de Dios y del Hombre Celestial, antes de pasar a otras
consideraciones que pueden estar bien para resumir esa relación en tres o cuatro
aspectos específicos.
81
(B) EN EL CONFLICTO
De la misma manera el Espíritu Santo se asoció con la Palabra de Dios en el
conflicto. Cuando el Espíritu hubo venido sobre el Señor Jesús, como el Hombre
Celestial, en el Jordán, fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el
diablo. Al ser guiados por el Espíritu, ser regidos por el Espíritu, accionados por el
Espíritu, y movernos en el Espíritu, la Palabra de Dios se convierte, por el Espíritu, en
el instrumento para la destrucción del enemigo, y para el avance final en vez de que el
Hombre Celestial se detenga. Tú notas que esta señal de la liberación, ya que cuando el
diablo le dejó, dice que "Jesús volvió en el poder del Espíritu Santo a Galilea" (Lucas
4:14). Es la señal del ensanchamiento, la señal del incremento a través de esto que ha
sucedido. El Espíritu se asoció con la Palabra en el conflicto, hasta la victoria, y hasta la
liberación.
(C) EN EL MINISTERIO
Lo mismo sucedió en el ministerio del Señor Jesús: "Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras"
(Juan 14:10 ). Las palabras son la consecuencia de una actividad del Padre que mora
en el interior, por el Espíritu.
Ahora estamos hablando únicamente de Cristo como el Hombre Celestial, no de
Cristo en Su Deidad y Divinidad, como el Hijo de Dios en el sentido más elevado. En Su
ministerio, por la unción, por el Espíritu del Padre que mora en nosotros, hay
actividades que suceden en Él que se traducen en palabras que vienen de Él. Pero no
son de Él aparte del Padre, no son de Él fuera de la relación con el Espíritu; vienen
desde las actividades y energías internas del Espíritu del Padre. El Espíritu está
produciendo las palabras por Sus operaciones en vida. Por eso es que siempre son
palabras concretas, es decir, palabras de un efecto práctico. Volveremos a eso en un
momento.
(D) EN LA VIDA
Lo que era verdad en Su ministerio hablado, y en estas otras formas, también era
verdad en Su vida. Su vida fue un continuo y espontáneo cumplimiento de las
Escrituras, no por la continua referencia a ellas, sino a través de la morada del
Espíritu, que tenía las Escrituras en posesión Suya, habiéndolas Él mismo dado e
inspirado. Ellas son eternas, y el Espíritu se movía en Él de tal manera que las
Escrituras se estaban cumpliendo en todo momento. En muchas ocasiones, la
declaración se hace para indicar ese hecho: "Para que la Escritura se cumpliese". De
modo que Él era lleno de energía, y era accionado en Su vida, y en todos sus
incidentes, por el Espíritu con relación a la Palabra. El Hombre Celestial se rige por la
Palabra de Dios mediante el Espíritu eterno. Esa es la verdad de Él personalmente.
Ahora eso es cierto también de Él corporativamente. El Hombre Celestial
corporativo es el resultado del mismo proceso. La Iglesia, Su Cuerpo, en todas sus
partes, es traída a la existencia por la Palabra, en primer lugar, presentada, y entonces
contemplada, considerada, respondida, y el Espíritu Santo tomándola y convirtiéndola
en un ser vivo vivo. El resultado es la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, el Hombre Celestial
corporativo.
Así es cómo la Iglesia llega a ser; y contemplar cualquier tipo de cosa que se llame
la Iglesia, que no sobrevenga por la operación del Espíritu Santo a través de la Palabra
de Dios, es contemplar algo que no existe en el pensamiento de Dios. Pon la Palabra de
Dios a un lado y no tendrás la Iglesia. Lo que vas a lograr es algo que es totalmente
falso. Pon a un lado la relación del Espíritu Santo con la Palabra de Dios, y destruirás
lo que estás tratando de construir.
Eso es visto de una manera muy general, pero para nosotros esto se convierte en
una cuestión inmediata para nuestro propio ser, como parte de Cristo, por los efectos
de exactamente el mismo principio aplicado en Su encarnación, el Verbo y el Espíritu
operando simultáneamente.
83
escuchas algo nuevo, una idea nueva, y así te puedes salir con esto de una manera
abierta. En realidad, en esa forma estás recopilando material para tu ministerio, y hay
un terrible peligro al hacerlo. Esto te va a poner a ti y a tus oyentes en una posición
falsa. Como ya hemos dicho, eso hará pesadas las cosas de arriba. Tú estás edificando
la enseñanza sobre algo que no es vida, que no es crecimiento. Es simplemente un
caso de impartir enseñanzas a las personas, y en realidad toda esa cosa va a caerse, se
desplomará tu edificio, y tú te preguntarás, ¿cuál es el problema? Es sólo la vida lo que
cuenta. Tú tienes que establecer una base, pero debe haber una excavación, un
solevantamiento, una ruptura, un entretejimiento, antes de poder añadir la enseñanza.
Por eso en el Nuevo Testamento, la doctrina siguió a la acción de la gracia en el
corazón. La palabra de gracia se inició, y entonces el Señor explica mediante la
doctrina lo que Él había estado haciendo. Esto a menudo ocurre por lo tanto con
nosotros mismos. El Señor nos lleva a través de algo que no podemos comprender, y
que es para nosotros, mientras estamos viviendo una profunda, oscura, terrible
experiencia; pero después Él nos la explica a nosotros en Su Palabra, y se nos
suministra una completa interpretación de lo que hemos vivido. Es mucho mejor que
sea así.
La recepción de la Palabra de Dios por los profetas del Antiguo Testamento se
describe en el verbo hebreo hayah, que significa "sucedido". Así pues, la traducción
literal del hebreo es, La palabra del Señor sucedió de este modo y de este otro. En
nuestra traducción, esto se expresa por la palabra "vino": La palabra del Señor vino a
tal y tal cosa. Se trata de un evento, no sólo de una expresión verbal. Así es como tiene
que ser a través de nosotros para los demás. Por eso el Señor dijo: "Las palabras que
yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63). Hay un evento en íntima relación
con Sus palabras, no siempre en el conocimiento inmediato de las personas que
hablan, sino que, como ya hemos señalado, algo acontece, y eso saldrá a la luz un día.
Cada vez todo eso pende de ese destino. Dios habla, y algo se lleva a cabo de una
manera u otra. Así, pues, la Palabra de Dios no es sólo un dicho, un discurso, es un
evento.
El valor total se le da a la Palabra de Dios cuando se incorpora en un cuerpo. Esto
es, por supuesto, patente en el caso del Señor Jesús mismo. El valor total de las
Escrituras fue alcanzado cuando fueron incorporadas en Él personalmente, cuando
pudo ser plasmado: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros... lleno de
gracia y de verdad" (Juan 1:14).
85
CRISTO Y LA PALABRA DE DIOS SON UNO
Ahora nos acercamos mucho más. Lo que hay que decir de una vez es que por el
Espíritu Santo la Palabra es Cristo. No es un estado de cosas, es la expresión de una
Persona. Lo que queremos decir es que tenemos que tomar la misma actitud hacia la
Palabra, como la que tomamos hacia Cristo. Tenemos que enfrentarnos a la Palabra
del Señor en la misma forma en que nos encontramos ante el Señor mismo. No es algo
del Señor que se nos presenta en las palabras, sino que es el Señor mismo que viene a
nosotros. No podemos rechazar cualquier parte de Su Palabra y mantenerlo a Él. No
podemos dividirnos entre el Señor y Su Palabra. La gente parece pensar que pueden
tener algunas de las cosas que el Señor ha dicho y dejar otras. La Palabra es una. La
Palabra es el Señor. Rechazar la Palabra en cualquier parte, es rechazar al Señor, es
limitar el Señor, es decirle, en efecto: ¡Señor, yo no te quiero! ¡Señor, no te voy a tener
a Ti! No es que no vamos a tener la Palabra, sino que no vamos a tener al Señor mismo,
pues los dos son uno: "Su nombre es: El Verbo de Dios". "El Verbo se hizo carne". No
puedes lograr entrar en el medio, pues los dos son uno. Él es la Palabra de Dios. Dios
no viene a nosotros por medio de declaraciones, Él llega a nosotros en Persona, y el
reto es tomar una actitud, no hacia las cosas que dice, sino hacia el Señor.
89
Capítulo 12
“13Por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las
cuales son vuestra gloria. 14Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, 15de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra”
(Efesios 4:13–15).
“16Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna
nueva o días de reposo, 17todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es
de Cristo. 18Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles,
entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
19y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose
por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. 20Pues si habéis
muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el
mundo, os sometéis a preceptos 21tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22(en
conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con
el uso? 23Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto
voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra
los apetitos de la carne” (Colosenses 2:16-23).
“1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo,
91
Al utilizar el término "Hombre Celestial", estamos haciendo algo más que sólo
referirnos a una Persona Divina, el Hijo de Dios. Estamos en la implicación de un
orden magnánimo de Hombre, un tipo de Hombre constituido por todas las caracte-
rísticas, recursos y facultades celestiales. Todo gira en torno a este Hombre es
celestial, y cuyo valor es práctico. Nada en Él es sin sentido, sin valor. Es algo de un
tipo que puede tener aplicación, es decir, todo lo que está en Cristo es de uso, de uso
celestial para nosotros, de valor celestial, de sentido práctico. Por eso hablamos de Él
como el hombre celestial, el tipo que Dios tiene en vista. Dios sólo puede ocuparse de
este tipo, y es por eso que tenemos que salir de nuestro propio terreno y llegar al
terreno de Cristo, porque Dios sólo puede ocuparse de este tipo. Eso es lo que se
entiende por la frase tan familiar, "Cree en el Señor Jesucristo..." (literalmente, cree en
el Señor Jesús). Esta no es la mera adopción de una actitud hacia Él, diciendo: Por
supuesto que yo le creo, yo creo que es perfectamente confiable. ¡No! Se trata de
confiarse uno mismo, pasarse a Su terreno, tomarse el terreno del Hombre Celestial.
Hasta que no se haga eso, no hay esperanza. Con el fin de hacer eso, tenemos que
salir de nuestro propio terreno, y eso no es tan simple como suena. Se trata de una
educación permanente. Puede suceder un hecho al principio, donde a través de ese
inicial y primer sentido, creemos en el Señor Jesucristo, en el que avanzamos más
hacia Él en la fe, y nos comprometemos con Él, y confiamos en Él, no más que para el
resto de nuestras vidas aprendemos lo que es salir de nuestro propio terreno y tomar
el Suyo. Del mismo modo debemos obrar nosotros para llegar a Su plenitud, la
plenitud de la estatura de Cristo.
Esto puede ser como aprender a salir de nuestro propio terreno y entrar en la
esfera del Hombre Celestial. Todos los días de nuestra vida, tenemos, se nos ofrece, un
montón de oportunidades para hacer eso. Se trata de un largo ciclo de vida, aunque no
es el acto inicial, al comienzo, de lo que hemos hablado.
93
¿Qué tan cierto estaba eso con relación a los discípulos? Él estuvo con ellos por
espacio de tres años y medio, pero en realidad ellos no le conocieron, y no lo "vieron"
a Él, sino después de que Él se hubo ido de ellos; entonces lo pudieron ver y conocer.
El conocimiento es algo que trasciende con mucho ese día de Su carne.
95
Hijo. Eso es lo que el Espíritu Santo quiere decir con palabras como Él las habla a
través de Pablo: "Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús" (2
Timoteo 2:1). Dios nos oye clamar: ¡Pero soy tan débil, Señor! pero Él no presta oídos
a lo que queremos significar e indicar por medio de esa confesión, que es: ¡Señor,
desciende al terreno de mi debilidad y álzame! Él dice: Abandona ese terreno, y ven al
terreno de Mi Hijo, y allí encontrarás fortaleza. ¡Soy tan tonto, Señor! El Señor dice: Tú
seguirás siendo un tonto hasta que llegues al terreno de Mi Hijo, Quien está hecho
para vosotros sabiduría.
Eso se aplica a todo lo largo del camino. Tomamos nuestro propio terreno ante el
Señor, y nos sorprendemos de que el Señor no nos eleve justo fuera de nuestro propio
terreno y nos ponga en una mejor posición, pero nunca lo hace. Nos quedaremos allí
para siempre, si esa es nuestra actitud. La palabra del Señor para nosotros es: ¡Deja tu
propio terreno y llega al mío. Yo he proporcionado un Hombre Celestial que está lleno
de todo lo que tú necesitas, y ahora ven a ese terreno. No importa lo que eres, o lo que
no eres. Todo es ajustado y hecho bien.
97
Señor, ¡soy tan débil! Bueno, permanece en ese terreno y verás si no te mueres. Señor,
¡soy tan tonto! Bueno, quédate allí y verás la cantidad de vida que disfrutas. El reino
de "lo que soy" es el reino de la muerte. Y aunque sea otro tipo de "yo" que piensa que
es algo, es decir, que goza de una cierta satisfacción, de auto-plenitud, eso es muerte.
El terreno de "lo que soy," lo que sea, es el terreno de muerte. Esto no es el terreno del
Hombre Celestial. Introdúcete en el terreno del Hombre Celestial, y encontrarás vida.
Renuncia a tu propio terreno y tendrás el Suyo, y habrá vida.
Si te molesta, te ofende, y sales y te pones de mal humor, y alimentas tu
pesadumbre, tú morirás. ¿Estás esperando que venga el Señor a ti allí y te ruegue: ¡Oh,
no estés tan molesto, no te sigas portando de esa manera!? El Señor no hará nada por
el estilo. Él no nos sigue de esa forma. Él nos dice: Tú tendrás que renunciar a ese
terreno y volver a la esfera mía! ¡Corres el riesgo de morir ahí afuera! Y tú sabes que
eso no es sino hasta que te sitúes por encima de tu propia altivez, y vuelvas al terreno
del Señor, que empiezas a vivir de nuevo. Las cosas celestiales son prácticas, no
míticas. En cualquier otra esfera que no sea el terreno del Señor, reina la muerte. Si
nos separamos, si renunciamos a esa comunión, a esa asociación que es nuestra
relación espiritual en la voluntad de Dios, vamos a empezar a perder, y ser como
Tomás. Estamos fuera, perdiendo terreno, y nuestras vidas se vuelven pequeñas,
encogidas, miserables. El Señor no va a salir en seguimiento de un Tomás. El Señor
nunca salió en búsqueda de Tomás. Cuando los otros discípulos se reunieron y Tomás
no estaba con ellos, porque estaba ofendido, el Señor no lo buscó y le dijo: ¡Vamos,
Tomás! El Señor se reunió con ellos cuando estaban juntos, y esto no sucedió hasta
que Tomás llegó hasta donde ellos estaban, que encontró al Señor, y entró en la vida, y
vino a ver lo tonto que había sido. Entonces Tomás cayó de rodillas, y dijo: "Señor mío
y Dios mío". Esa es su confesión de haber sido un tonto.
Si nos separamos y salimos por cualquier causa que sea, vamos a morir. El Señor no
se acercará a nosotros en vida. Él nos va a decir todo el tiempo: Vosotros debéis
abandonar ese terreno, y volver de nuevo a donde Yo pueda conoceros, donde está
vuestra vida. Esta es la base del Hombre Celestial corporativo. El Señor nos enseñe el
significado de eso.
Capítulo 13
LA EXPRESIÓN CORPORATIVA
DEL HOMBRE CELESTIAL
“17para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
20Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de
lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en
la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios
3:17–21).
“1Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que
fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los
unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza
de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos. 7Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia
conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó
cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que
también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que
descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo
todo” (Efesios 4:1–10).
El hecho de que el Señor Jesús es el Hombre Celestial es tocado en varios puntos de
esta lectura. Aquí, en el capítulo 4, tenemos la afirmación de que Cristo "subió por
encima de todos los cielos", mientras que todo lo que sigue en el capítulo se refiere a la
expresión actual del Hombre Celestial, mientras permanece aquí en el mundo.
Ya hemos observado esta característica en el Evangelio de Juan, pues hemos visto al
Hombre Celestial en persona tanto presente en el mundo como al mismo tiempo en el
cielo. Ahora nos encontramos con esto de nuevo en Efesios, pero esta vez en un
significado más amplio, porque aquí tenemos que ver con la expresión corporativa del
Hombre Celestial mismo en Su Cuerpo, la Iglesia.
Estos dos son uno, no sólo por su parentesco, sino por su propia vida, uno en sus
recursos, uno en su mente, uno en su conciencia, uno en su propia naturaleza, uno en
las leyes de su vida, uno en su propósito, uno en su método, uno en su tiempo. No hay
nada que se refiera a ellos como el Hombre Celestial en el sentido de que no son uno.
Esta no es sólo la unidad que brota de un entendimiento o un acuerdo, sino la que es el
resultado de ser uno en el fondo, uno en esencia.
Una vez más, estamos hablando de Cristo como el Hombre Celestial, y no de Él
como Dios. En esta expresión corporativa, esto no es un caso del Cuerpo actuando
para la Cabeza de la Iglesia, que actúa para el Señor. No hay independencia ni
99
responsabilidad separada. Es el Señor mismo continuando con Su propia vida y la
obra en Su Cuerpo y por medio de Su Cuerpo, y ese todo es un Hombre. No es que el
Señor nos haya dado una identidad personal y hayamos dejado de ser una persona
independiente, sino que como fuera de Su humanidad muy celestial Él ha dado Su
propia sustancia, Su propia esencia, su propia vida, para constituir un Cuerpo, que es
lo que es uno con Él, de esta manera absoluta, para ser parte de Él. Ese es el Cuerpo de
Cristo como se indica aquí. Ese es el Hombre Celestial, colectivamente expresado.
El Cuerpo, la Iglesia, nunca ha tenido la intención de ser algo en sí mismo, sino que
desde la eternidad ha sido siempre la designada para ser "la plenitud de Aquel que todo
lo llena en todo". Por lo tanto, no tiene existencia al margen de Él, ni tiene existencia
aparte del propósito de Dios en Él. Estos hechos, tan simples como están en el relato,
son muy profundos, y muy completos en su significado. Ellos rigen y determinan lo
que es la Iglesia. Nada de lo que lleva el nombre de "Iglesia" (en la acepción del Nuevo
Testamento de ese término) y no es la continuación de Su Hijo en este universo, existe
en el pensamiento de Dios.
Ahora bien, esto implica varias cosas, y estas se presentan en el capítulo que
tenemos ante nosotros.
101
todos los santos para llegar a Su plenitud, y expresarla. Si hemos visto el Cuerpo de
Cristo tenemos que haber visto la interrelación y la interdependencia de todos los
miembros, y debe estar viviendo sobre la base de que el Cuerpo es uno.
El apóstol exhorta a ser diligentes con relación a eso. Debemos reconocer que el
Cuerpo es uno, y luego llevar a la práctica esa diligencia para mantener la unidad del
Espíritu. Considero que el apóstol, para el momento en que escribió su carta, sabía
muy bien cuánta diligencia requería eso. Él estaba empezando a ver lo fácil que era
para los cristianos renunciar el uno del otro, tener esa actitud de que ellos lo podían
hacer el uno sin el otro, o sin algunos, en todo caso, cuán fácil era para ellos
desmoronarse, tomar una actitud negligente, no ser diligentes en guardar la unidad.
Esto de guardar la unidad es una cosa positiva. Representa a un ser completamente
extendido hacia algo. No es sólo un caso de que lo deseemos, de que lo queramos, de
que consideremos que es lo mejor, e incluso necesario, sino que lo llevemos a la
práctica, a nuestra propia aplicación. Esto requiere de la aplicación a fin de ponerle
diligencia al guardar la unidad del Espíritu.
Esto es lo que se entiende por ser "renovados en el espíritu de su mente", lo cual, de
nuevo, está dentro del revestirnos del "hombre nuevo", el Hombre Celestial
corporativo. Así, en el pasaje frente a nosotros, la exhortación práctica que sigue
inmediatamente: "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno de
vosotros con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros". La renovación
del espíritu de nuestra mente trabaja en cada uno al hablar verdad con su vecino,
desechando toda falsedad. ¿Por qué dices una mentira? Nosotros no lo haríamos de
manera deliberada. ¿Cuál sería el punto en mi diciéndome a mí mismo algo que no es
cierto? ¿Cuál sería el sentido de mi mano izquierda haciéndole una herida a mi mano
derecha, ya que en última instancia, ambas tienen que sufrir tanto? Del mismo modo
"somos miembros los unos de los otros". En la otra mente, la mente del hombre viejo,
que se menciona aquí, hay una falta de este sentido de la vida corporativa, esta
interdependencia, esta interrelación, donde se reconoce que todo el mundo es
necesario, indispensable. Tú puedes poner a la gente fuera de ese ámbito, tú puedes
deshacerte de ellos, puedes obtener tu fin, obtener una ventaja sólo por la suspensión
de la verdad. Pero aquí estamos tratando con una entidad, y esa entidad no debe estar
en conflicto, no debe ser diferentes cosas, sino una sola cosa. Tenemos que ser
renovados en el espíritu de nuestra mente, poniéndola sobre este nuevo Hombre
Celestial corporativo.
Estos versos son el valor de nuestro observar nuevamente a la luz de lo que
estamos diciendo:
“... 21si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad
que está en Jesús. 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad. 25Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo;
porque somos miembros los unos de los otros" (Efesios 4:21-25).
Esa es la nueva mentalidad del "hombre nuevo", que se renueva en el Espíritu sobre
el principio, la ley, la realidad de la interrelación y la interdependencia.
Te necesito; tú eres indispensable para mí. Aparte de ti, nunca puedo percibir mi
destino, el propósito de mi ser. Entonces, ¿cuál es el punto en mí para que te haya
mentido? Si hay alguien sin los cuales es imposible nuestro destino, el propósito de
nuestro ser y nuestro objetivo general, se pierde, y frente a tal hecho, una relación
engañosa y mentirosa, es una contradicción. Esa es la fuerza de las palabras aquí.
"Somos miembros los unos de los otros", por lo tanto debemos tener una mente
renovada; hablando verdad el uno con el otro es una señal del "hombre nuevo", el
Hombre Celestial, que tiene sólo una mente. Todos se mienten al hablar con mente
contraria.
DONES EN CRISTO
La tercera cosa que esto implica es que para la realización progresiva y la expresión
de este Hombre Celestial en el tiempo y en la eternidad, la Cabeza celestial ha dado
dones.
"Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que
subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la
tierra?. El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos
para llenarlo todo" (Efesios 4:8-10).
Éste es el Hombre Celestial en persona, como la Cabeza celestial, repartiendo dones
entre los hombres para la realización progresiva y la expresión de Sí mismo como el
Hombre Celestial corporativo.
Ahora tenemos que romper eso y mirar este paréntesis en los versos 9 y 10. Esto
lleva consigo este hecho, que Él descendió antes de ascender. Él no tuvo Su comienzo
aquí. Por supuesto, esto lo sabemos, pero, este es el argumento del apóstol, Su origen
no estaba aquí. Por Su ascensión se debe entender que Él primero descendió. Allí está
el Hombre Celestial que desciende para estar aquí entre los hombres; el Hombre
Celestial en la encarnación se vino abajo desde el cielo. Después de bajar, subió, para
Él llenar todas las cosas. El universo entero se llena con el Hombre Celestial.
Ahora tienes que conseguir los antecedentes antes de que puedas entender y
apreciar lo siguiente acerca de estos dones. Con relación a la acción de llenar todas las
cosas por parte del Hombre Celestial, antes debe darse el incremento del Cuerpo. Este
capítulo de la carta a los Efesios es de una sola pieza. Cristo no está aquí como
separado de Su Cuerpo. He aquí que el Hombre Celestial en persona y el Hombre
Celestial corporativo se unen como uno en el mismo propósito. A principios de la
carta, el apóstol ha demostrado que antes de los tiempos de los siglos, en el
pensamiento de Dios, este Hombre Celestial ha salido del cielo para ser encontrado
aquí, pero mientras está aquí, aún está en el cielo. Ahora Él, personalmente, ha de ser
la plenitud universal, y esa plenitud ha de ser por la Iglesia: "la gloria en la iglesia en
Cristo Jesús por todas las edades, y por los siglos de los siglos". Con relación a esa llenura
universal, antes tiene que darse este incremento del Cuerpo: "En quien todo el edificio,
bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor".
En la Carta a los Colosenses hay una palabra muy similar: "Y no asiéndose de la
Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y
ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios" (Colosenses 2:19).
103
Él está para llenar todas las cosas por medio de Su Cuerpo, que es Su plenitud.
Entonces, el Cuerpo debe crecer, el Cuerpo debe aumentar, el Cuerpo debe añadir a su
estatura, hasta que llegue a la plenitud de Cristo. Ahora, con miras a este aumento, los
dones celestiales están dados por el Hombre Celestial a este Cuerpo celestial.
Entonces quiero que tengamos en cuenta otra cosa. Estos dones son en sí mismos
una medida de Cristo: "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la
medida del don de Cristo" (Efesios 4:7). Los dones son una medida de Cristo, y por lo
tanto todos están destinados a producir la plenitud de Cristo, para llevar a la plenitud.
A su modo, representan la plenitud de Cristo expedida en el Cuerpo. Son para
completar la plena medida.
Después de haber visto eso, somos capaces de mirar los dones mencionados.
AUTORIDAD EN CRISTO
"Y él dio unos, apóstoles..." (no dice "ser" apóstoles). Entonces tenemos que saber lo
que el apóstol representa como una medida de Cristo. ¿Cuál es su valor para lograr la
plenitud de Cristo por medio del Cuerpo, la Iglesia, el Hombre Celestial corporativo?
Es impresionante reconocer que el apóstol por primera vez está teniendo en cuenta el
valor asociado con el apóstol. ¿Qué son los apóstoles? Hay una palabra que expresa el
significado de los apóstoles, y esa palabra es "autoridad". Autoridad es lo primero.
Sabemos que gramaticalmente la palabra apóstol significa "enviado". Pero mira de
nuevo para que veas su significado en la Palabra de Dios. Toma la palabra
dondequiera que la encuentres y mira qué hay en ella. Mira, por ejemplo, en la
parábola del padre de familia que plantó una viña. Les envió a sus siervos a recibir del
fruto. Esos siervos vinieron con la autoridad de su señor, y los labradores malvados,
matando a los criados, totalmente repudiaron la autoridad del propietario de la viña.
Verás, la aplicación de la parábola a Israel es del mismo modo penetrante. El punto de
la parábola es que ellos se niegan a reconocer la autoridad de Dios en Cristo. Cuando
el dueño de la viña venga él mismo para hacerle frente a esa situación,
lamentablemente va a destruir a los labradores. ¿Sobre qué base él les hará esto?
¿Debido a que no consiguió su satisfacción personal en los frutos? ¡No! Debido a que
ellos se habían negado a reconocer su autoridad en su hijo. "Finalmente les envió su
hijo". Dondequiera que se encuentre el "enviado" del Señor, se encuentra la autoridad
del Señor. Ese es un apóstol.
A medida que consideres cuidadosamente la cuestión del apostolado, verás que
todo lo que constituía un apóstol representaba lo que hizo por la autoridad. Un
apóstol era especialmente constituido siervo del Señor. Había una ley muy rígida que
regía el apostolado (por lo que se refiere a los Doce), que un apóstol debe haber visto
al Señor en la resurrección. No podía ser un apóstol si el Señor no se le había
aparecido a él, si él no había tenido conocimiento de primera mano del Señor
resucitado. Ese conocimiento de primera mano del Señor resucitado le investía de
autoridad. Se trataba de que el Señor mismo se le hubiese aparecido a él.
Si repasas y observas la Carta a los Hebreos, encuentras que allí habla del Señor
Jesús como el Apóstol y Sumo Sacerdote de Dios. La misma frase a la vez nos lleva de
vuelta en el pensamiento a los escritos de Moisés, y eso señala la forma en que
combina lo que Dios ha establecido en Moisés y Aarón, respectivamente. Moisés, como
el apóstol, y Aarón como sumo sacerdote, representan dos aspectos del Señor Jesús.
Moisés representa la autoridad. Desde que Dios comenzó a usar a Moisés, hasta el
final, Moisés representa la autoridad de Dios. La vara que fue la vara de Moisés, se
convirtió en la vara de Dios, y por eso se muestra la vara de la autoridad de Dios. La
autoridad de Dios era mucho más personal, por lo que Dios fue capaz de decirle, con
relación a Aarón: "... y tú serás para él en lugar de Dios" (Éxodo 4:16).
Más adelante veremos la forma como funcionó esto. Cuando fueron los que
intentaron desplazar a Moisés, o tratado de tener un lugar de igualdad con él, mira
cómo halló expresión la autoridad. Moisés nunca tuvo que luchar por su posición.
Cuando surgió la controversia al tocar su posición, siendo Moisés el más humilde de
los hombres, él acaba por decir al Señor, en efecto: "Señor, ¿estoy aquí por Tu
autoridad, o no lo estoy? ¿He entendido esta posición? ¿He buscado la autoridad, o Tú
me pusiste aquí con ella? Cuento contigo para que se sepa si mi posición es tomada
por mí mismo, o si es de Tu nombramiento. El Señor llamó al pueblo a la puerta del
tabernáculo, y tomó en Sus manos el caso de Moisés, y tú sabes lo que pasó. Fue a
causa de lo que él representaba como un apóstol.
"Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra. Por tanto, id a todas las naciones..."
(Mateo 28:18,19). Así, un apóstol es alguien que es sostenido por la autoridad divina
para el establecimiento, el ejercicio y la prosecución del testimonio divino. Se puede
ver eso en Moisés. El Señor se le apareció a Moisés y habló con él cara a cara. Nadie
más entró en esa esfera. A pesar de que subió al monte, ellos no entraron en el mismo
lugar, como Moisés. Fue con Moisés que el Señor tuvo comunión, y le hablaba como un
hombre habla con su amigo, cara a cara. Entonces, para siempre, lo único que gobierna
Israel es lo siguiente: "... como el Señor habló a Moisés..." Al final de la constitución del
tabernáculo, hay todo un capítulo en el que unas siete u ocho veces se produce esta
frase: "... como el Señor mandó a Moisés". Eso habla de gobierno autoritativo el que
había llegado por medio de Moisés, el apóstol de Dios. Bueno, él estableció el
testimonio por medio de esa autoridad, y lo ha mantenido; la autoridad fue para ese
fin.
O, una vez más, toma al apóstol Pablo, quien tal vez por encima de todo se destaca
como un apóstol, y observa que su comisión y su autoridad fue, en primer lugar, el
establecimiento del testimonio en todas partes, y luego impulsar y mantener ese
testimonio. Él le dice a los corintios que si les llega usando de la autoridad que ha
recibido, esto traería dificultades a algunos de ellos, porque él está investido con esta
autoridad para mantener el testimonio en pureza.
Ahora, ¿qué nos dice esto a nosotros? Esto es el Señor. Este es el factor de la
autoridad celestial de Cristo en el Hombre Celestial corporativo. Esto puede ser
administrado a través de los individuos. El punto es que es una característica del
Hombre Celestial, y está activa en la Iglesia. Estamos frente a frente con el hecho de
que Cristo en Su autoridad celestial está en la Iglesia para el establecimiento de Su
testimonio, y el ejercicio y mantenimiento del mismo. Cuando el testimonio del Señor
es por el Espíritu Santo, ahí está la autoridad del Señor, y la gente tiene que considerar
eso.
Por supuesto, aunque tenemos que tomar estas cosas muy en serio en nuestras
105
propias vidas personales, las estamos diciendo como a los que tienen que instruir a
otros. Como siervos del Señor, ustedes pueden tener un reconocimiento muy claro de
cómo es definitiva esta operación de la autoridad de Cristo en Su Cuerpo. Ninguno en
cualquier lugar puede entrar con relación a la expresión corporativa de Cristo, que
está constituido por el Espíritu Santo, sin llegar a ser responsable del testimonio del
Señor que está ahí, y si violan esto, deben sufrir. Tú no puedes justamente adherirte a
ti mismo, y escapar de las consecuencias. Si cometes una violación del testimonio, de
la unidad del Cuerpo de Cristo, cuando te has puesto en contacto real con el mismo, y
no te propones en enderezar eso, te vas a morir. Puedes morir físicamente. Puedes
tener un final trágico. Sin duda, pasarás a través de sufrimientos y castigo, porque no
te has convertido en un miembro de un movimiento, en algo meramente del hombre;
tú has entrado en el lugar de la custodia del propósito eterno que es investido por el
Espíritu Santo en el espíritu del apostolado, y la autoridad de Cristo está allí. Este es el
significado exacto de los que buscan palabras en la primera carta a los Corintios:
"Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y
bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen". "Sin discernir el cuerpo del Señor" (1 Corintios 11:29, 30 ). Tú has entrado
en un reino donde las cosas no deben tomarse como mera doctrina, como una
organización, como algo del hombre con el que puedes hacer lo que quieras; has
venido al lugar donde la autoridad de Cristo es una realidad en operación. Es una cosa
terrible entrar en la Casa de Dios si no eres de una mente para que seas debidamente
conformado.
Esta es una cara y un aspecto terrible. No obstante hay otro aspecto que obra para
descanso del corazón y garantía para aquellos que tienen una responsabilidad
adicional en la casa de Dios, donde es posible decir: "Bueno, no tenemos que asumir la
plena responsabilidad que propiamente está en manos del Espíritu Santo, en la
autoridad de Cristo, para encontrar eso que es contrario a la verdad y a la ley de la
casa de Dios". No tenemos que estar ansiosos, en ese sentido, porque esa es nuestra
responsabilidad. El Señor celestial ha puesto en funcionamiento Su autoridad en la
Iglesia. Ahí puede haber una disputa en torno de dicha autoridad en el vaso. El
infierno puede disputar, como ocurrió en Filipos, o en Éfeso, o en muchos otros
lugares, y puede mostrar su mano por medio del antagonismo y la vehemente
resistencia. Pero ¿cuál es el problema? Cada vez triunfa la autoridad de Cristo.
El establecimiento del testimonio en todo el Imperio Romano a través del apóstol
Pablo, es una manifestación maravillosa del señorío supremo de Jesucristo sobre
todos los poderes. No se trata sólo de conseguir lo mejor de la mentalidad del hombre,
de superar los prejuicios y dificultades entre los hombres; es la conquista de las
fuerzas malignas del infierno. Las fuerzas cósmicas son golpeadas y rotas cuando el
testimonio es establecido a través de un apóstol. Es el hecho de la autoridad celestial
de Cristo en el Cuerpo, por el Espíritu. Cristo verdaderamente expresado en la
asamblea, realmente no puede dejarse de lado sin sufrimiento.
107
corporativamente. Así, comenzamos con autoridad en Cristo, Cristo en el lugar de la
suprema autoridad sobre todos los cielos. Entonces tenemos la mente de Dios en
Cristo. Aquí tenemos el corazón de Dios en Cristo. El Evangelio de la gracia es asegurar
el incremento de material para el Hombre Celestial corporativo.
algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que
necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. 30Cuando él, pues, hubo tomado
el bocado, luego salió; y era ya de noche. 31Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús:
Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32Si Dios es
glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará.
33Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así
os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir” (Juan 13:21-33¿.
“17para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
(Efesios 3:17–19).
“25de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada
para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, 26el misterio que
había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus
santos, 27a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio
entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:25–
27).
Vamos a ver al Señor Jesús con relación al primer Adán, y todos los que entraron a
través de lo que sucedió con el primer Adán en su caída, no sólo hace referencia a este
hombre y su condición, sino a toda la secuela que los actos de desobediencia de Adán
deja en este universo, y en este mundo. Ese acto de desobediencia abrió la puerta para
que las fuerzas del mal estuviesen en posición, a la espera de acceso. Adán fue esa
puerta. Esas fuerzas nunca hubieran podido entrar sino por Adán, pero él abrió la
puerta por su desobediencia, y las fuerzas del mal se precipitaron en la creación de
Dios, y tomaron una posición de gran fuerza, para lograr en ella un estado de cosas
contrario a Dios, y eso en la más poderosa y terrible forma. Frente a todo eso, frente a
las propias potencias, y el estado causado a través de permitir el acceso, y todas sus
consecuencias, el Señor Jesús fue y es, la respuesta de Dios. Pero había un secreto
109
acerca de Él, un secreto que sólo las inteligencias espirituales podían realmente
discernir, y esto fue que Dios estaba en Él. Él era un Hombre, no obstante Él era mucho
más que eso, Él era Dios. En estas meditaciones, nuestra preocupación ha sido en
torno a que el Señor Jesús es el Hijo del Hombre, el Hombre de Dios, el Hombre
Celestial, en el que Dios era, y es. Ese secreto, ese misterio escondido desde los siglos,
oculto a los hombres, es el factor más importante a tener en cuenta
En lo que se refiere al enemigo, su principal objetivo con el Señor Jesús fue buscar
interponerse entre Él y esa relación divina, para abrir una brecha, y de alguna manera
lograr que se moviera sobre un terreno al margen de esa interior y muy profunda
realidad del Padre. El significado de las tentaciones en el desierto es que eran un
ataque a fin de clavar esa cuña en el medio, para conseguir que el Señor Jesús actuara
al margen del Padre, y avanzara en Su propio terreno humano. El enemigo sabía muy
bien que si sólo hubiera tenido éxito en conseguir que hiciera eso, hubiera efectuado
con el último Adán lo que había logrado con el primero, y hubiera vuelto a establecer
su dominio y ganado de nuevo el gobierno.
El secreto de la victoria de Cristo era que Él era uno con el Padre, que Él en todo se
regía por el Padre, que habita en Él en el interior. La vida del Hombre Celestial, el Hijo
del Hombre, una y otra vez nos invita a prestar atención a la cuestión que una vez vino
de Sus propios labios: "¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí?" (Juan
14:10,11). Fue sobre esa base que Él vivió Su vida y tuvo Su encuentro con el enemigo,
y porque se mantuvo en esa base, el enemigo fue incapaz de destruirlo.
Muchas veces los ataques fueron hechos por el diablo para destruirlo, tanto
directamente como a través de los hombres, pero era imposible mientras Él
permaneciera sobre esa base; y así lo hizo hasta el final, y triunfó debido a esa relación
interior, toda vez que Él estaba viviendo deliberada, consciente y persistentemente; el
Padre estaba en Él, y Él y el Padre eran uno, Él habitaba en el Padre y el Padre moraba
en Él.
Pero –y este es uno de los principales puntos que queremos que el Señor nos
muestre en este momento– ese era el gran secreto, el secreto maravilloso que los
hombres no podían leer, porque Él mismo dijo: "Nadie conoce quién es el Hijo sino el
Padre" (Lucas 10:22). Juan, al escribir su epístola muchos años después, dijo: "El
mundo no nos conoce, porque no le conoció a él" (1 Juan 3:1). El mundo no le conoció.
En su propia oración estampada por Juan, tenemos estas palabras: "Padre justo, el
mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido" (Juan 17:25). Fue sobre la base de esa
relación secreta que iba a haber una glorificación de Él. La glorificación del Señor
Jesús estaba ligada a ese secreto.
Ahora necesitamos saber que la glorificación del Hijo es la glorificación del Hombre
Celestial. Una vez más, tomamos posesión de la cuestión con relación al Hombre
Celestial en persona, y luego ver cómo lo mismo se aplica al Hombre Celestial
corporativo.
"Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y
Dios es glorificado en él. Si Dios ese glorificado en él, Dios también le glorificará en sí
mismo, y en seguida le glorificará" (Juan 13:31,32).
No tenemos que estar preocupados por el momento con la forma de la declaración.
Esto suena un poco envolvente y difícil, pero vamos a tomar la declaración central
completa: "Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él". Es sobre
la palabra "ahora" que cuelga todo, y el Señor Jesús pone en esa pequeña palabra un
significado tremendo. ¿A qué se refiere esa palabra? "Entonces, cuando (Judas) hubo
salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre".
111
de Dios con Israel, el terreno sobre el que Israel fue puesto delante de Él. En efecto,
Dios dijo: Sólo tienes que mostrar algo de fidelidad a Mí, y de inmediato recibirás
bendición. Algunos de nosotros hemos deseado recibir bendición tan
instantáneamente como lo hizo Israel cuando eran fieles al Señor. Ellos fueron objeto
de tales cuidados especiales, pero fracasaron. Su condición y tratamiento es en sentido
figurado establecido en la higuera estéril, que no dio frutos, a pesar de años de
cuidado. La justicia exigía que fuese cortada sin demora, pero aún se le da otra
oportunidad. "Vamos a excavar en torno a ella, y abonémosla con estiércol este año
también". Vamos a mostrarle bondad por otro año. No obstante es igual de grande el
fracaso. Así que el hombre, juzgado en virtud de cualquier condición, puesto en
contacto con la voluntad benéfica de Dios, es aún un fracaso.
Judas reúne al hombre, el hombre a quien Dios ha abierto todo eso, el hombre que
se ha puesto en contacto con todo lo bueno y perfecto de Dios, y sin embargo en sí
mismo es el fracaso más terrible, porque este hombre, cuando llega a su plenitud, va a
traicionar a su Señor, él está del mismo modo sin esperanza. El hombre en sí mismo, a
pesar de que la misericordia de Dios puede salir de él, llegará a esto. Este es un final
terrible. Dice el salmista: "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi
pan comía, alzó contra mí el calcañar" (Salmo 41:9). Así hará este hombre en medio de
la riqueza misma de la gracia de Dios.
Judas representa aquí a alguien que se ha puesto en contacto con el Señor, y para
quien son abiertas todas las bendiciones que son sistemas abiertos como lo están al
resto de los del Señor, y esto es lo que él arroja de sí. Esa es una imagen del hombre
en sí mismo. ¿No es cierto? El pleno desarrollo del hombre viejo, del primer Adán, en
quien Dios no se detiene, se muestra aquí con nosotros. Justo en el punto donde este
hombre está rodeado de todas las ventajas, todas las instalaciones, todas las
bendiciones, todas las oportunidades, todo lo que pudo haber sido suyo, justo en ese
punto va a traicionar a su Señor: "... y era ya de noche" (Juan 13:30). Hay un mundo de
significado en eso.
113
LA BASE ESENCIAL DE LA VIDA
COTIDIANA DEL CREYENTE
Ahora, hay algo que tenemos que llevar a nuestros propios corazones fuera de estos
factores inclusivos. Tenemos que vivir todo el tiempo sobre esta base que hemos
expuesto, y al hacerlo el poder del enemigo se hace absolutamente nulo. Nuestro
problema es que no vivimos sobre esta base.
Vivimos mucho sobre nosotros mismos. Vivimos en nuestros propios sentimientos,
nuestras propias condiciones, nuestro propio estado, cualquier cosa y todo lo que es
de nosotros mismos; y debido a que hacemos eso, simplemente jugamos con el diablo.
Cuando penetramos en nuestro propio estado de ánimo, qué desorden que el diablo
hace de nosotros. Cuando nos introducimos en nuestros propios sentimientos, o
nuestros propios pensamientos, qué caos que hay.
Todo lo que es de nosotros mismos, si nos metemos en eso, y vivimos de eso, le
estaremos dando al enemigo la oportunidad de hacer lo que quiera. Siempre que los
creyentes se introducen en sí mismos, sobre el terreno de lo que son, aunque sea sólo
por un momento, empiezan a perder su equilibrio, su serenidad, su descanso, su paz,
su alegría, y se arrojan sobre la voluntad del Diablo. Pueden llegar al punto donde
incluso se preguntan si son salvos. Recordemos que esa parte de nosotros aún
pertenece a la creación caída, y no va a sobrevivir, es el campo de juego del enemigo, y
esto no es de utilidad para nosotros tratando de hacerla sobrevivir.
Tenemos, por ejemplo, una vida física. Dentro del círculo de la vida natural, física,
como parte de la vieja creación, cualquier cosa es posible. La oscuridad mental es
posible. La alteración de nuestro sistema nervioso puede ser de tal naturaleza que nos
haga sentir esa ira del infierno que se libra en nuestro propio ser. Cualquier cosa es
posible en materia de estados de ánimo y sentimientos y sensaciones, o de total
debilidad y entumecimiento; y si vivimos en esa esfera, el diablo hace estragos. Él
acampa en todas esas cosas a la vez, si tomamos nuestra condición natural como
criterio. No hay esperanza de gloria en ese reino natural.
¿Cómo es que debemos vencer al enemigo, para que sea anulado, para que sea
despojado de su poder? Sobre el mismo principio operado en la vida del Señor Jesús,
por medio de nuestro vivir en el Padre. Debemos vivir en el Cristo que mora en
nosotros. Nuestra actitud deberá ser siempre hacia el Señor. Señor, Tú eres en mí otro
que no soy yo, no eres lo que soy; Tú eres distinto de este estado de ánimo, de este
sentimiento, de esta ausencia de sentimientos; Tú eres distinto de todos estos
pensamientos, otro que no soy yo. Estoy muerto en lo que se refiere a mis
sentimientos, pero Tú eres distinto, Tú eres la vida. Me siento oscuro, Tú eres la luz, y
Tú estás en mí.
Este soy yo, este no es el Señor. Si sólo tú y yo aprendiéramos de manera constante
(esto llevará tiempo, será progresivo) vivir en Cristo, sobre lo que Él es, sobre el hecho
de que Él es otro ser distinto de lo que somos –no sobre nuestra experiencia de esto,
sino sobre el hecho desnudo de que Él está dentro de nosotros–, si cada vez
aprendiéramos a vivir sobre esa base, por esa gran realidad divina, entonces el
enemigo no tendría nada en nosotros. El Señor Jesús fue capaz de decir: "viene el
príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (Juan 14:30). ¿Qué estaba buscando el
adversario? Estaba buscando que el Señor Jesús llegase a vivir en alguna parte de Sí
mismo, consultando Sus propios sentimientos, apoyado por Su propia comprensión,
siguiendo Sus propios juicios, Su propia voluntad. Si el diablo hubiera podido
sorprenderlo en ese terreno, hubiera tenido algo en el Señor, y hubiera podido alterar
el equilibrio de Su vida.
El Señor Jesús era capaz de decir: "Yo vivo por el Padre" (Juan 6:57). Yo vivo por el
Padre, no por lo que soy. Él jamás dijo que, como un ser perfecto y sin pecado que era,
podía vivir así fuese en el menor grado sin esa dependencia del Padre todo el tiempo.
De esto tenemos Su propio testimonio: "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo"
(Juan 5:19). "Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el
Padre que mora en mí, él hace las obras" (Juan 14:10). Él vivía todo el tiempo sobre la
base de Su morada dentro del Padre, y debido a eso el enemigo no tenía fundamento
alguno.
Esta es la lección de vida para nosotros. Para cualquier gloria ahora, o para
cualquier esperanza de gloria en el gran día de la manifestación, el único motivo de
confianza debe ser Cristo en nosotros, porque la gloria es simplemente la mani-
festación de Cristo en el interior, así como Su glorificación es la manifestación del
Padre en Su interior.
115
pleno significado de Su ser, y el por qué nunca habían logrado buen éxito en el ámbito
de sus designios, sino que se habían visto obligados a aprender su impotencia
respecto a Él. Ellos lo saben ahora, porque el secreto ha sido revelado. Este Hombre es
distinto del primer Adán, Él es diferente del primer Adán. Ellos tuvieron su
oportunidad con el primer Adán y la tomaron, y a esa raza indujeron la sabiduría
diabólica de que habla el apóstol Pablo: "Porque esta sabiduría no es la que desciende
de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica [demoníaca]" (Santiago 3:15).
Estas inteligencias habían estado esperando una oportunidad para introducir su
sabiduría en este otro Adán, este último Adán, y no pudieron conseguirlo. Ellos fueron
golpeados y derrotados en todos los puntos, y ahora el secreto es revelado, y ellos ven
a Uno sobre quien no pudieron obtener ninguna ventaja. ¿Cuál fue la razón? Debido a
la morada del Padre en Él. Es a esta misma verdad que Pablo se refiere cuando dice
que Cristo crucificado, tan lejos de ser la sabiduría de este mundo, es la sabiduría de
Dios. Su sabiduría trasciende más allá de la sabiduría de este mundo, la cual en su
naturaleza es demoníaca. Dios está desplegando aun más Su multiforme sabiduría a
los principados y potestades a través de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, el Hombre
Celestial corporativo. ¿Cómo es que se consigue esto? Por este misterio de Cristo en el
interior, derrotando cada plan de ellos, cada uno de sus sistemas, por la gran realidad
de la sabiduría del Señor que mora en nuestro interior, la cual es mucho mayor que la
de ellos.
¡Oh, que pudiéramos vivir en la gran realidad, la gran esencia, el gran secreto de la
existencia misma de la Iglesia de acuerdo con la mente de Dios, ese secreto
fundamental del Cristo morando en nuestro interior; no en lo que somos en cualquier
momento, sino en lo que es Cristo. Si tú asumes esa posición, estarás en una posición
de sabiduría que se burla de toda la astucia del diablo, y muestra que es superior.
Pon esto a prueba; porque esto está abierto a la prueba práctica en cualquier
momento. Si cuando tú te sientas próximo a experimentar una sensación desesperada,
y te veas sin esperanza y lleno de maldad en ti mismo, como si todo lo que habías
creído ya le faltara agua viva y todas las cosas hubieran sido hechas pedazos, y todas
las sensaciones están sobre ti eso es posible que uno lo tenga, aun pudieras pensar
que estás perdido; si, cuando esto es así, tomas la posición de que todo tiene que ver
con tu pobre y fragmentada creación, y que Cristo en ti es diferente de eso, y por la fe
permanecer en Él, entonces el poder del diablo es destruido, y su engañosa sabiduría,
y no hay gloria.
Esa es la lección que tenemos que aprender. Cristo en vosotros, y en la Iglesia, como
la morada de Dios en el Espíritu, es el símbolo de gloria, de victoria, de poder y
sabiduría. ¡Bendito sea Dios!, hay épocas cuando esto llega a nuestros sentimientos y
disfrutamos de la constatación de que el Señor está en nosotros, pero no siempre es
así. Un ataque de indigestión puede tener el extraño efecto sobre nuestra vida
espiritual, en lo que se refiere a nuestra conciencia. La cosa más insignificante puede
venir y cambiar toda la situación, si por nosotros mismos nos dejamos apartar tras las
cosas. ¡Qué cosas que pone el enemigo, para atraernos hacia ellas! Él está ocupado
poniendo trampas por todas partes, ideando situaciones a nuestro alrededor, siempre
listo con algo que nos molesta. Cómo está esto hábilmente dispuesto, justo en el
momento cuando menos deseamos ser perturbados. Ve a casa desde cierto tiempo con
el Señor entre Su pueblo, con el sentimiento gloriosamente en alto, y, probablemente,
cuando entres a través de la puerta hay algo que te espera.
¿Cómo puedes tú ser más astuto que el diablo, más táctico que él, y derrotarlo? No
siendo arrastrado por las cosas. Esto no es fácil, pero al no ser arrastrados por las
cosas, al no ser arrastrados hacia la esfera de la vieja creación a fin de participar en
ella, sino permanecer sobre el terreno donde el adversario tiene que encontrarse con
la perfección de Cristo, es el camino seguro de su derrota, aunque puede que
tengamos que soportar la difícil situación, y soportar el dolor y la angustia de ella por
un tiempo bastante considerable. Pero nuestra posición es que Cristo es más que eso,
Cristo en nosotros es más fuerte que eso; y debemos rechazar volver a caer y
descuidar la fe en el Cristo interior, llegando al Cristo interior como la fortaleza en
esta situación. En mucho viene David a favor de nuestro rescate en este ámbito. Tú
recordarás que en una ocasión David estaba diciendo todo tipo de ideas depresivas,
cosas sin esperanza porque la situación parecía absolutamente imposible, y entonces
se acordó de sí mismo y dijo: "Enfermedad mía es esta; traeré, pues, a la memoria los
años de la diestra del Altísimo" (Salmo 77:10). Hoy tengo las gafas azules! Esta es mi
manera de ver las cosas. Así es como las cosas me afectan. Este soy yo, no es el Señor.
Vamos a colocar las cosas en su sitio adecuado, y dar al César lo que es del César, y a
Dios lo que es de Dios.
Estoy seguro de que aquí está la clave de todo, la clave de todo es Cristo en
vosotros, Cristo en mí, Cristo en Su cuerpo, y que debe ser vivido por fe. Esto es la
clave de la sabiduría superior, para burlar y aventajar al enemigo. Él será derrotado si
vivimos en Cristo y nos negamos a vivir en nuestro propio terreno. El Señor nos haga
claro esto a nosotros.
117
Capítulo 15
EL HOMBRE A QUIEN ÉL
HA DESIGNADO
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos” (Romanos 8:29).
“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros” (Gálatas 4:19).
“15aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
16y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las
119
tiempo puestos sobre un Hombre, y Él actúa con relación a nosotros con ese Hombre a
la vista.
Sin nuestra experiencia bajo la mano de Dios, es un incidente por sí mismo. No
vienen a nuestras vidas debido a esto, o aquello, o algo más allá. Si nos equivocamos,
Dios no nos juzgará por esto o lo otro como algo en sí mismo. Los castigos de Dios no
son casuales, no están separados, pero con relación a un objeto, el objeto en Su ojo, un
Hombre.
Los tratos de Dios, no sólo con los Suyos, sino también con el mundo, son de
diferentes tipos de relaciones, en lo que respecta a este Hombre. Si fuéramos capaces
de reconocer lo que eso significa, y lo aplicamos, trayéndolo al reino de la verdad
aplicada, nos ayudaría mucho en nuestra vida cotidiana.
Ahora, en las declaraciones hemos establecido ampliamente el objetivo de Dios, la
realidad del gran gobierno. Todo tiene su explicación en un Hombre, y por medio de
un Hombre, y ese Hombre interpreta la historia y el destino del universo. Se podría
poner de otra manera, y mucho más de lo que de la Palabra de Dios puede ser citado
para mostrar cómo esto es así, pero tenemos que detallar esto aún más.
DIOS NO HA DESARROLLADO
O PRODUCIDO UNA RELIGIÓN
Dios no ha desarrollado o producido una religión, es decir, un sistema de enseñanza
y práctica religiosa. Ahí es donde muchos se han extraviado, y, en consecuencia, han
percibido las ingeniosas y académicas obras sobre la religión de los semitas, y todo
ese tipo de cosas. A eso son añadidas las obras sobre religiones comparadas, incluidos
el judaísmo y el cristianismo. Todo el asunto se reduce a valores comparativos en las
religiones del mundo, en cuanto a cuál es la mejor, y si se puede demostrar, como
muchos han tratado de hacerlo, que el judaísmo era mejor que todas las religiones
antiguas y el cristianismo mejor tanto de las religiones antiguas como de las
modernas, entonces se puede concluir que el cristianismo es la religión para el mundo.
Se trata de un falla en este asunto. No es un asunto de que sea probable que se nos
pille en ello, sino que nosotros mismos tenemos que reconocer esta verdad, y ser
conscientes de que los hombres han ido por mal camino. Dios no ha desarrollado o
producido una religión: Dios ha presentado un Hombre.
121
obtener un dictamen favorable, el consentimiento de la doctrina en la mente, de
manera que llegamos a tener nuestros catecúmenos, nuestras clases para instruir en
doctrina a los conversos; y cuando han llegado al punto donde dicen; Ahora entiendo
la doctrina; todo es claro para mí ahora; entonces pensamos que están listos para ser
introducidos en la Iglesia.
El asunto es mucho más simple que eso, y debe ser más que eso. No se puede
educar a nadie en el reino de Dios, ni siquiera con la doctrina cristiana. Nadie traspasa
el umbral del reino de Dios mediante la comprensión intelectual de la doctrina
cristiana. Tú puedes tener todo eso, y aun afrontar una grave crisis en poco tiempo. Tú
puedes afrontar una situación terrible entre tus así llamados convertidos frente a todo
eso. Puede ser encontrado a largo plazo que nunca fueron realmente salvos, a pesar de
que fueron bautizados por los motivos que habían entendido en torno a todo lo que
les pudieron decir a ellos acerca de la doctrina cristiana. Así, por un lado, las personas
perfectamente honestas pueden cometer un grave error y, por otra parte, el diablo ha
salido a dar una enorme cantidad de lo que viene justo antes del nuevo nacimiento. Él
fácilmente permitirá que las cosas vayan muy lejos, siempre y cuando que no vayan a
ir tan lejos. Pero una vez que la cosa está realmente acabada, tú tienes la base para
todo. Una vez que Cristo está morando dentro, tienes la base para la doctrina de un
modo de vida, la base para garantizar la completa seguridad, la base de todo. El
objetivo de Dios es alcanzado con relación a ese punto de partida, y todo es posible.
Eso es lo que quiero decir por la diferencia entre la doctrina y la Persona, entre lo
oficial y lo personal. La base del éxito de Dios es Cristo en vosotros, la unión con
Cristo, la identificación con Cristo de una manera interior. Así se establece en la
Palabra de Dios como el principio en el que Dios obra en esta dispensación de
principio a fin.
123
(C) EL PROBLEMA SOCIAL
Entonces aún se dice: "No hay esclavo ni libre". Se trata del problema social, del
problema del amo y el esclavo. ¿Cómo vas tú a resolver el problema del empleador y el
empleado? Sólo lo puedes resolver con el Hombre, pero en Él se va a resolver
mediante la verdad. Entonces, si el judío piensa que a nivel nacional tiene una ventaja
sobre los griegos, y si el amo cree que tiene una ventaja sobre el criado, y, como suele
ser el caso, especialmente en el Oriente, el hombre cree que tiene ventaja sobre la
mujer, ¿cómo superar estos problemas? La salvación de Dios es un Hombre. Por
supuesto, tú no te libras de estos hechos, ni las diferencias son abolidas aquí en la
tierra –y Dios nos libre de intentar tal cosa–, sino que en el terreno del "hombre
nuevo" es donde nos hacemos como uno solo. Nos encontramos en un terreno
completamente diferente. En Cristo no hay ni judío ni griego, ni hombre ni mujer, ni
esclavo ni libre, ni superior ni inferior. En Cristo, esas inconvenientes ventajas
desaparecerán.
125
sea formado en vosotros" (Gálatas 4:19). Cuando eso suceda, el mundo será ocupado
por un Hombre corporativo del propio tipo de Dios, y al final esto será alcanzado. Ese
Hombre es Cristo, en Su plenitud –Su cuerpo.
Entonces, ¿cómo vas a resolver estos problemas? Bueno, Platón te dirá todo sobre
eso en su obra La República. ¡Oh, las leyes y los reglamentos! ¡Oh, las observancias!
Mira todo lo que tienes que tener en cuenta, hacer, y no hacer, iniciar y llevar a cabo.
Es todo un tremendo sistema para llevar al hombre a las normas. La respuesta del
Señor es mucho más sencilla que eso. Deja a Cristo que habite en tu interior, y
trabajará para traerte hasta Su propio nivel. Dale una oportunidad en el interior, y
estarás conformado a Su imagen; Cristo será formado plenamente en ti. Y cuando eso
sucede con todo el Cuerpo, tienes al nuevo Hombre universal. ¿No es eso sabiduría?
¡Oh, los pobres filósofos! ¿Cómo se han agotado sus cerebros, y muchos de ellos se han
vuelto locos en el intento de resolver el problema del destino humano. La sabiduría
del Señor es tan sencilla. Cristo en ti es la sabiduría de Dios. Así es como se mira todo
el problema. Tú no tienes que pensarlo todo, planearlo todo, trabajar en un sistema
colosal de normas y reglamentos y observaciones; sencillamente tienes que limitarte a
dejar que el Señor dentro ti tenga Su manera, y el fin es seguro. El problema del
universo se resuelve sin ningún agotamiento mental. Se trata de un asunto de vida. La
locura de Dios es más sabia que los hombres, y la sabiduría de Dios es muy sencilla.
Los hombres han estado pasando los siglos gastándose a sí mismos, y ¿cuál es el
resultado? Mira hoy en día. ¡Qué triste imagen la marcha progresiva de la humanidad!
Pero Dios está efectuando Su propósito, y en lo invisible hay un Hombre que cada vez
más está llenando el universo. El camino de Dios es muy sencillo y muy eficaz. Si tú
deseas resolver la cuestión de la sabiduría y el poder, eso está ahí. La sabiduría es la
cuestión de "cómo". Entonces se convierte en una cuestión de capacidad cuando tú
sabes cómo. Cristo es a la vez el "cómo" y la "capacidad".
Todo esto y mucho más (la Palabra está llena de esto y nunca lo agotaremos todo)
vuelve a una sola cosa: TODAS LAS COSAS EN CRISTO. La respuesta de Dios a todo, la
explicación de Dios de todo, el significado de Dios de la realización de todo es un
Hombre, "el Hombre Cristo Jesús". Cuando este mundo haya seguido su curso en pos
del mal, la tierra habitada será juzgado en un hombre. Los hombres serán juzgados
según cuál haya sido su relación interior con ese Hombre. La cuestión en el juicio no
será de cuánto bueno o malo, correcto o incorrecto, más o menos, se establezca en un
hombre; esto se convertirá en este punto: ¿estás tú en Cristo? Si no, el más o menos no
hace ninguna diferencia. La intención de Dios, la proclamación de Dios es que todas las
cosas estén en Su Hijo. ¿Estás tú en Él? ¿Por qué no? La base del juicio es muy simple.
Todo está reunido en un Hombre, y lo que de Dios está en ese Hombre, es para
nosotros. Esa es la base del juicio. Todo regresa a la muy simple, pero completa y
bendecida verdad, que lo que Dios cumple en Cristo, se encamina al propósito de Dios,
y cumple con todas nuestras necesidades. Todo se resume en un Hombre, "el Hombre
Cristo Jesús".
El Señor nos seguirá abriendo los ojos para ver Su glorioso y celestial hombre,
quien también es el Siervo Divino