Reino de Dios - Gerardo Cárdenas - Clase 5

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RD 104 Reino de Dios i

REMA University

Asignatura

RD 104. Reino de Dios

Módulo II

Unidad de aprendizaje II. Las enseñanzas de Jesús acerca del reino

Clase 5

Catedrático

Dr. Gerardo Cárdenas

Houston, Texas (EE.UU.), 24 de agosto de 2020


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Introducción

Jesús anunció al principio de su ministerio que el reino se había acercado (Marcos 1:15),

pero en Mateo 12:28 dijo que el reino de los cielos había llegado, así: «Pero si Yo expulso los

demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Nueva Biblia

de las Américas [NBLA], 2005, Mateo 12:28). Sin exageración, puede decirse que este tema del

reino constituye la espina dorsal del mensaje y las enseñanzas de Jesús.

Las buenas nuevas del reino

Nos hemos acostumbrado tanto al uso de la palabra «evangelio», que pensamos que es

algo inventado por Jesús para darle nombre a su doctrina, cuando en realidad es una palabra del

griego evagelion (εὐαγγέλιον) que significa ‘buenas noticias’. Cuando Jesús anunciaba su

mensaje, decía: «les anuncio buenas noticias». Estas lo eran, porque se referían a algo que ellos

habían esperado por siglos y que era la esperanza de muchas generaciones. Como ejemplo, es

como si en medio de una pandemia nos dijeran en los noticieros: «Les anunciamos buenas

noticias: ya está disponible la vacuna para el virus que provocó la pandemia».

Por eso, Jesús se refería con «buenas noticias» a todo lo que se había profetizado y

esperado por mucho tiempo, pero, precisamente, la noticia buena es que ya había cumplimiento.

En Lucas 4:42-43 dice:

Cuando se hizo de día, Jesús salió y se fue a un lugar solitario. Las multitudes lo

buscaban, y llegaron adonde Él estaba y procuraban detener a Jesús para que no se


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separara de ellos. Pero Él les dijo: “También a las otras ciudades debo anunciar el

evangelio del reino de Dios, porque para esto Yo he sido enviado” (NBLA, 2005).

Jesús declaró que fue enviado a anunciar las buenas noticias de que el reino de Dios se

había acercado. Precisamente, ese era su tema principal y aunque eso era lo que enseñaba, no

entendieron su mensaje por causa de los preceptos religiosos que tenían. Además, la diferencia

entre el anuncio del reino de Juan el Bautista y de Jesús fue que el primero anunció la venida del

reino, pero el segundo dijo que el reino estaba presente en su propia persona.

Por otro lado, Lucas 16:16 dice: «La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde

entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él»

(NBLA, 2005). Notemos el énfasis de Jesús de que en ese tiempo la gente ya se esforzaba para

entrar en el reino. Ahora bien, en Marcos 1:15 dice: «“El tiempo se ha cumplido”, decía, “y el

reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio”» (NBLA, 2005). Si el reino

viniese dos o tres mil años después, ¿por qué decir: «el tiempo se ha cumplido»? Observemos

que dijo «el tiempo se ha cumplido» y también dijo: «arrepiéntanse».

Por lo tanto, el llamado de Jesús a la nación de Israel era para que se arrepintiera. Esta es

otra palabra a la que hemos dado una connotación religiosa, sin que sea exclusiva de un uso

espiritual, porque en el griego metanoeo (εὐαγγέλιον) significa ‘pensar diferente’ o ‘cambiar la

manera de pensar’. En otras palabras, como Jesús les anunciaba buenas noticias ―el reino de

Dios largamente esperado había llegado―, era necesario que cambiaran sus conceptos y su

manera de pensar con referencia al reino, para que pudieran verlo, entrar y heredarlo.

Conviene subrayar que Jesús dijo que el tiempo predicho por los profetas se había

cumplido. En este sentido, Juan anunció una inminente visitación de Dios que significaría el
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cumplimiento de la esperanza escatológica y la llegada de la era mesiánica. Así, Jesús

proclamaba que esta promesa se cumplía, y así fue en su proclamación de buenas nuevas a los

pobres, liberación para los cautivos, vista a los ciegos y libertad para los oprimidos. Esta no era

una idea nueva ni una nueva teología, era un acontecimiento nuevo en la historia.

Por tanto, el mismo Jesús introdujo el reino de Dios, cuya venida había sido predicha por

los profetas del Antiguo Testamento. Así que debemos ver el reino en relación con la persona de

Jesús. A través de sus palabras, hechos, milagros, parábolas, enseñanzas y predicación el reino

de Dios estaba activo y presente entre los hombres.

Del mismo modo, las buenas noticias de que el tiempo se había cumplido para la venida

del reino de Dios fueron el principal tema de Jesús y de sus apóstoles. Esto lo enseñó a los judíos

en las sinagogas:

• Mateo 4:23: «Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y

predicando el evangelio [las buenas noticias] del reino, y sanando toda enfermedad y toda

dolencia en el pueblo» (Reina Valera [RVR], 1960).

• Mateo 9:35: «Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de

ellos, y predicando el evangelio [las buenas noticias] del reino, y sanando toda

enfermedad y toda dolencia en el pueblo» (RVR, 1960).

También en Galilea:

• Marcos 1:14: «Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el

evangelio [las buenas noticias] del reino de Dios» (RVR, 1960).


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Igualmente, en otras aldeas:

• Lucas 4:43: «Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el

evangelio [las buenas noticias] del reino de Dios» (RVR, 1960).

Además, en otros lugares:

• Lucas 8:1: «Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando

y anunciando el evangelio [las buenas noticias] del reino de Dios (…)» (RVR, 1960).

• Lucas 9:10-11 dice: «Y tomándolos, se retiró aparte, a un lugar desierto de la ciudad

llamada Betsaida. Y cuando la gente lo supo, le siguió; y él les recibió, y les hablaba del

reino de Dios (…)» (RVR, 1960).

Concluimos entonces que Jesús durante su ministerio terrenal se concentró en que las

personas entendieran correctamente lo que falsamente habían creído con referencia a la

esperanza del reino y que deberían cambiar su manera de concebirlo, porque el reino ya había

llegado.

Nacer de nuevo en el reino

Juan 8:23 dice: «Y Jesús les decía: “Ustedes son de abajo, Yo soy de arriba; ustedes son

de este mundo, Yo no soy de este mundo (…)”» (NBLA, 2005). Jesús hablaba de su

procedencia, de acuerdo con lo que había dicho de que «antes que Abraham naciera, Yo soy»
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(NBLA, 2005, Juan 8:57). Por eso, él se presenta a Abraham como Melquisedec, pero, cuando

eso sucedió, estábamos allí, escondidos en Cristo; por lo tanto, ahora, cuando salimos de su

costado, somos ministros según el orden de Melquisedec. Ese es el único orden en que podemos

ministrar acertadamente, por causa de nuestro origen.

Sumado a lo anterior, en Juan 3:3 Jesús le contestó a Nicodemo: «En verdad te digo que

el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios» (NBLA, 2005). Generalmente, pensamos

que hay que nacer de nuevo para ser salvos, y eso es verdad, pero cuando Jesús se refirió al

nuevo nacimiento, no lo hizo con un énfasis en la salvación, sino en que, a partir de entonces, el

reino podría ser una realidad presente y activa. Así, tenemos que nacer de nuevo para comenzar a

ver el reino de Dios y para que el reino comience a ser presente, activo y creciente y afecte

nuestras vidas, así como todas nuestras actividades diarias, mentalidad y destino.

Al referirnos a «el que no nace de nuevo», esto es el que no nace de arriba o de Dios (en

griego anothen, que significa ‘arriba’), es decir, que no puede ver el reino. Del mismo modo, no

puede conocer la dimensión de Dios ni percibir lo de Dios. Nicodemo tenía una enseñanza

central y una fe basada en lo que había aprendido y concerniente al reino, de acuerdo con lo

enseñado por los judíos. Por lo tanto, él esperaba el reino según su teología judaica, es decir, que

los judíos serían quienes reinarían porque el Mesías vendría a redimir a Israel. Para los judíos eso

era la redención esperada de la nación. Lucas 24:13-21 dice:

Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como

a once kilómetros de Jerusalén. Conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que

habían acontecido. Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y

caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no lo reconocieran. Y Él les
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dijo: «¿Qué discusiones son estas que tienen entre ustedes mientras van andando?» Y

ellos se detuvieron, con semblante triste. Uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: «¿Eres

Tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en

estos días?» «¿Qué cosas?» les preguntó Jesús. Y ellos le dijeron: «Las referentes a Jesús

el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo

el pueblo; y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes Lo entregaron a

sentencia de muerte y Lo crucificaron. Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a

redimir a Israel. Además de todo esto, éste es el tercer día desde que estas cosas

acontecieron (…)» (NBLA, 2005).

Observemos la perspectiva judaica de esperar a un Mesías que redimiera a Israel, no de su

pecado, sino de la opresión romana. Nicodemo tenía esta misma expectativa. Por eso, la

enseñanza central de Jesús era el reino, envió a predicar el evangelio del reino y sus parábolas

hablaban de lo que era el reino. El mensaje de Juan era «el reino se ha acercado», y luego Jesús

dijo: «El que no nace de nuevo no lo puede ver». Esto significa que la realidad del reino está por

encima de lo natural, porque nosotros podemos vivir, respirar, existir y nunca ver el reino de

Dios. Esto es contrario a la teología de Nicodemo, porque en ella todos verían el reino.

En Juan 3:4 podemos ver lo siguiente: «Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede un hombre

nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?”»

(NBLA, 2005). Nicodemo comenzó a discutir y trató de decir que eso no tenía sentido. ¿Cómo

puede uno nacer arriba? ¿Cómo puede uno nacer nuevo otra vez? Él interpretó de forma literal lo

que Jesús dijo, así que quería una explicación naturalmente lógica.
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Con esto se quiere decir que, como lo afirman las Escrituras, el hombre natural no puede

entender las cosas que son del Espíritu, porque para él son locura (1 Corintios 2:14). En Juan 3:5

Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en

el reino de Dios (…)» (NBLA, 2005). La respuesta de Jesús confundió más a Nicodemo, porque,

primero, le dijo que habría que nacer de nuevo, y segundo, que el que no nace del agua o del

Espíritu no solo no vería el reino, sino que no entraría en el reino.

En realidad, Jesús le había dicho lo mismo, pero con otros términos: nacer de nuevo o de

arriba; nacer del agua o del Espíritu. Esto quiere decir que el reino, a diferencia de la teología

judaica de un reino terrenal y político, aunque se establezca en la tierra y sea una realidad, no

todos pueden tener acceso a él ni verlo ni percibirlo ni entrar.

A menos que Nicodemo fuera regenerado por el Espíritu y lo creyera, no podría percibir

la realidad del reino. Además, Jesús habló nuevamente en Juan 3:6-7: «Lo que es nacido de la

carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho:

“Tienen que nacer de nuevo”» (NBLA, 2005).

Por otra parte, en Juan 3:13 dijo: «Nadie ha subido al cielo, sino Aquél que bajó del cielo,

es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo» (NBLA, 2005). Allí comienza a explicar lo que

Nicodemo no entiende. Nadie de los hombres ha subido a la dimensión del cielo. Esto no se

refiere a subir a alturas naturales, sino a una dimensión mayor que la terrenal.
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El hombre cayó de una posición en el espíritu

La caída del hombre no fue de un lugar geográfico, sino de una posición. El hombre

estaba en el jardín, que también se conoce como el paraíso. Por tanto, ¿dónde estaba eso?, ¿en las

nubes? El hombre cayó del ámbito celestial.

El hombre murió espiritualmente

«(…) el día que de él comieres [del árbol] ciertamente morirás» (RVR, 1960, Génesis

2:17), dijo Dios a Adán. ¿Murió físicamente? Él dijo «el día», no mil años después. Por ende, la

muerte fue en el espíritu. Cuando una relación se acaba, se dice: «esa relación ya está muerta».

Así, lo que se muere es la relación. Igualmente, lo que se murió fue el espíritu de Adán, no su

cuerpo, porque se separó de la vida de Dios. Por eso es que antes de esta vida en Cristo

estábamos muertos en delitos y pecados.

La muerte es una naturaleza

Al morir, el hombre cambió su naturaleza. Se echó a perder, y lo que nace resultado de

esa condición, nace en la misma condición. El hombre cambió de posición de arriba a abajo,

aunque, geográficamente, estaba en el mismo sitio. Hay unos que aquí están arriba y otros que

están abajo, es decir, hay solo dos opciones: unos en lugares celestiales y otros caídos.
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Nicodemo estaba caído a pesar de estar en el mismo sitio que Jesús, pero Jesús le decía:

«yo estoy arriba». Por lo tanto, la condición caída del hombre consiste en una posición espiritual

en la que está separado de Dios o muerto.

¿Dónde se encuentra el reino?

¿En tiempo? El reino de Dios es eterno, pero ha tenido una manifestación diferente en la

tierra. Dios nunca ha dejado de tener autoridad sobre todas las cosas. En el antiguo pacto

manifestó en sombras realidades que señalaban las glorias venideras del nuevo pacto y del reino

de Cristo. Sin embargo, para poder establecer la realidad de su reino en el ámbito del hombre,

requería la nueva creación.

¿En lugar? Abarca todo y está en todas partes, pero no se ve hasta que hay un orden

divino en el hombre.

¿Es algo que el hombre establece? El hombre no puede establecer el reino, sino

manifestarlo, pero lo que el hombre puede hacer es establecer el orden del reino. Nosotros no

podemos establecer el reino en nuestra familia, pero podemos establecer el orden del reino de

Dios en ella.

Lucas 17:20-21 dice: «Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de

Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o

helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros» (RVR, 1960). (Una nota sobre la

traducción: RVR dice: «el reino no vendrá con advertencia» y la versión NBLA dice: «el reino

de Dios no viene con señales visibles».) La palabra «advertencia» en el griego se encuentra en el

diccionario Strong con el código 3907 y significa: ‘evidencia ocular’. Por otro lado, RVR dice
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«el reino de Dios está entre vosotros [ustedes]». La palabra «entre» en el griego se encuentra en

el diccionario Strong con el código 1787 y significa ‘dentro de’.

Por todo lo anterior, Cristo describe la naturaleza y lugar del reino de Dios y la mayoría

de personas, aun los hijos de Dios, no hemos aprendido la lección más básica sobre este reino.

Por lo general, caemos en el mismo error que los contemporáneos de Jesús, que no podían creer

que el verdadero reino de Dios fuera espiritual. Cuando el Rey llegó ofreciéndoles el

cumplimiento de todas las sombras, profecías y promesas, se lo perdieron; aun así, el Rey

persiste en el ofrecimiento del reino de Dios.

Dios continúa su proyecto de que todas las cosas creadas se pongan en línea con la

naturaleza, propósito, mente, carácter y deseos del Señor, con la posibilidad de ver una tierra

conquistada, un entorno sobre el cual Dios tiene soberanía total, expresión y gloria, y en el cual

la tierra sea un reflejo del Rey y de su gobierno. Por consiguiente, una tierra conquistada ante la

voluntad del Rey y llena de su gloria.

Jesús les dijo a los fariseos que el reino estaba entre ellos, en otras palabras, estaba en las

actividades diarias. El reino está en el trabajo, la escuela, la casa, los matrimonios, las relaciones

con los hijos, las calles, las negociaciones, un día de esparcimiento y todo lo que tocamos o

hacemos.

El problema es que mucha gente no puede ver el reino de Dios, porque para la mayoría el

reino es ajeno, futuro, lejano, irrelevante, una idea, una ilusión, una doctrina o inclusive para

otros es una mentira. ¿Qué es para nosotros? Incluso para muchos de los creyentes el reino de

Dios no es una realidad, sino más bien una esperanza, algo futuro, que será hecho cuando el

presente estado de cosas sea destruido. Eso nos ha impedido ver el reino y poner en función sus

leyes, que pueden hacerlo una realidad presente.

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