Tema 1 Procesal Civil
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LA COMPETENCIA
SUMARIO: 1. LA COMPETENCIA. NOCIONES GENERALES. 2. LA COMPETENCIA
OBJETIVA. 3. LA COMPETENCIA EN CASO DE VIOLENCIA DE GÉNERO. LOS
JUZGADOS DE VIOLENCIA SOBRE LA MUJER. 4. LA COMPETENCIA FUNCIONAL.
4.1. Incidentes. 4.2. Recursos. 4.3. Ejecución. 5. LA COMPETENCIA TERRITORIAL. 5.1.
Fueros legales imperativos. 5.2. Sumisión tácita. 5.2.1. Sumisión tácita del demandante.
5.2.2. Sumisión tácita del demandado. 5.3. Sumisión expresa. 5.4. Fueros legales especiales.
5.5. Fuero legal general. 5.5.1. Personas físicas. 5.5.2. Personas Jurídicas. 5.5.3. Entes sin
personalidad.
En el orden jurisdiccional civil, el artículo 1 LEC dispone que el que deba comparecer
e intervenir en juicio deberá realizarlo conforme a lo establecido en ella.
En concreto, se deberá actuar ante el órgano competente, que será el que resulte de la
aplicación de los criterios de competencia objetiva, funcional y territorial.
La competencia constituye un presupuesto procesal de carácter subjetivo que debe concurrir
en la persona del juez o magistrado para que pueda resolver válidamente el litigio.
Su fundamento reside en la diversidad de Juzgados y Tribunales que radican en el territorio
español. Es claro que si solo existiera un órgano jurisdiccional, este sería el encargado de
decidir todos los procesos que se susciten, siendo indiferente la materia litigiosa sobre la que
versen. Pero lo apuntado es totalmente insostenible. Así pues, si bien la potestad
jurisdiccional se predica de todos los jueces y magistrados, la competencia se encuentra
referida a cada órgano jurisdiccional y en relación con los asuntos que la ley le atribuye.
Desde esta perspectiva, la competencia puede ser entendida como la facultad de que gozan
los jueces para conocer de un determinado proceso. Como contrapartida, supone un límite a
la autoridad del juez en la resolución de las contiendas.
En definitiva, la competencia distribuye el ejercicio de la función jurisdiccional, en tanto que
asigna a cada órgano judicial el conjunto de asuntos sobre los que ejercer su jurisdicción. En
este sentido la competencia alude a los diversos criterios que permiten determinar el órgano
jurisdiccional que ha de conocer un asunto con exclusión de los demás.
Sentado lo anterior, se puede avanzar como primera aproximación, si bien el análisis detenido
de la materia constituye el contenido de la presente lección, que en la asignación de las
atribuciones competenciales de los órganos jurisdiccionales, la competencia objetiva
establece quién ha de dilucidar de un asunto en primera instancia; la competencia funcional
determina qué órgano ha de entender del proceso a lo largo de sus distintas fases y, por
último, la competencia territorial señala el lugar donde se ha de tramitar el proceso.
La competencia objetiva y la competencia funcional designan el órgano competente en
sentido vertical, mientras que la territorial cumple esta función desde la perspectiva
horizontal.
A su vez, se ha de señalar que existen una serie de condicionantes que han de contener los
criterios de fijación de la competencia: la legalidad, la predeterminación y la generalidad.
La exigencia de la legalidad, como se desprende del artículo 44 LEC, comporta la existencia
de una reserva de ley en el establecimiento de la competencia judicial, esto es, para instaurar,
modificar o suprimir las competencias de los órganos jurisdiccionales. Se articula la ley
ordinaria, no se requiere ley orgánica, como el vehículo normativo idóneo para materializar el
juez del caso concreto, quedando excluidos los reales decretos y cualquier otra disposición
emanada del Poder.
Ejecutivo.
Por su parte, la generalidad alude a la abstracción con que deben ser formuladas las normas
de competencia. Tales disposiciones deben contener una serie de criterios objetivos que
permitan fijar qué órgano judicial debe tramitar y resolver el pleito. Además, la abstracción
excluye la singularidad, tratando de evitar la atribución a un órgano específico de un asunto
concreto en virtud de la previsible resolución del proceso que vaya a adoptar.
Finalmente, la preexistencia de las normas de competencia, también formulada en el artículo
44 LEC, apareja la formulación de las mismas con anterioridad al inicio del proceso. No
tienen cabida en nuestro ordenamiento las reglas de competencia establecidas al efecto, por
cuanto suponen el peligro de asignar la resolución de un pleito a uno u otro juez en función
del sentido de la resolución judicial que ha de adoptar. Además, la irretroactividad de las
normas procesales hace que cualquier modificación de las normas de competencia
únicamente puede operar desde su entrada en vigor, no pudiendo afectar a las atribuciones del
pleito efectuadas con anterioridad a un determinado órgano judicial o, dicho en otros
términos, a los procesos que se encuentran en tramitación.
2. LA COMPETENCIA OBJETIVA.
La competencia funcional establece qué órganos entienden del proceso a lo largo de sus
distintas fases. En concreto, la competencia funcional establece qué órganos han de conocer
los incidentes, los recursos y la ejecución.
El rasgo que diferencia a este criterio competencial es su carácter derivado, por cuanto se
determina una vez concretada la competencia objetiva. Ello es así porque una vez que se ha
determinado el órgano que conoce del proceso en primera instancia, la ley de manera
automática determina quien ha de conocer del proceso a lo largo de sus distintas fases.
A su vez, se ha de señalar que las normas de competencia funcional son imperativas,
constituyendo esta competencia un presupuesto procesal.
La competencia funcional se concreta de la siguiente manera: 4.1. Incidentes.
Como señala el artículo 61 LEC, salvo que exista una disposición legal en sentido contrario,
el tribunal que tenga competencia para conocer de un pleito, la tendrá también para resolver
sobre sus incidencias. De esta manera, el precepto señalado establece una regla general que
puede ser excepcionada en determinados supuestos, tales como los que se enuncian a
continuación: a) La instrucción y la resolución de los incidentes de recusación de Jueces y.
Magistrados se articula en función de la categoría del juez o magistrado recusado y del
órgano al que pertenezca (artículos 224 y 227 LOPJ).
b) Las cuestiones de competencia que se suscitan entre órganos del mismo orden
jurisdiccional son dirimidas por el órgano inmediato superior común, según se desprende del
artículo 51.1 LOPJ.
c) La resolución de los conflictos de competencia que se plantean entre órganos de distinto
orden jurisdiccional corresponde a una Sala especial del Tribunal Supremo que se compone
por el Presidente y dos Magistrados, uno por cada orden jurisdiccional en conflicto, como
señala el artículo 42 LOPJ.
d) Los conflictos de jurisdicción serán resueltos según lo establecido en los artículos 38 y 39
LOPJ.
e) La decisión de la acumulación de procesos cuando el tribunal requerido no acepte el
requerimiento de acumulación se atribuye al tribunal inmediato superior común de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 93 LEC.
4.2. Recursos a) Conocerán las Audiencias Provinciales, según lo contemplado en los
artículos 82.2 LOPJ y 455.2 LEC, de los recursos de apelación formulados contra las
sentencias emitidas por los Juzgados de Primera Instancia, los Juzgados de lo.
Mercantil y los Juzgados de Violencia de Genero.
b) Será competente, como señala el artículo 468 LEC, para conocer del recurso extraordinario
por infracción procesal la Sala de lo Civil y Penal de los Tribunales.
Superiores de Justicia.
c) Corresponde al Tribunal Supremo, salvo en materia de derecho foral, el conocimiento del
recurso de casación, tal y como recoge el artículo 478 LEC.
4.3. Ejecución.
En virtud de lo establecido en el artículo 61 LEC, el tribunal que tenga competencia para
conocer de un pleito, la tendrá también para llevar a efecto las providencias y autos que
dictare y para la ejecución de la sentencia o convenios y transacciones que aprobare. Esta
regla general, denominada en la rúbrica del precepto que se está analizando “competencia por
conexión”, se concreta en las siguientes reglas:
a) Los autos y providencias serán ejecutados, de conformidad con lo dispuesto en el artículo
61 LEC, por el órgano judicial emitió la propia providencia o el auto.
b) La ejecución sentencias y de resoluciones dictadas por Letrados de la Administración de
Justicia que posean naturaleza ejecutiva se atribuye, según se desprende de lo estipulado en el
artículo 545.1 LEC, al Tribunal que conoció del asunto en primera instancia.
c) La ejecución de transacciones y acuerdos judicialmente homologados o aprobados
corresponde al Tribunal que homologó o aprobó la transacción o acuerdo, como dispone el
mismo artículo 545.1 LEC.
d) La ejecución de un laudo arbitral o un acuerdo de mediación será competente el Juzgado
de Primera Instancia del lugar en que se haya dictado el laudo o se hubiera firmado el
acuerdo de mediación, tal y como proclama el artículo 545.2 LEC.
Sentado lo anterior, conviene señalar que, a tenor de lo contemplado en el artículo 98 LOPJ,
se pueden instaurar juzgados que conocen con carácter exclusivo de la ejecución de las
sentencias dictadas por Juzgados de su circunscripción. Se trata, como se puso de manifiesto
al analizar la competencia objetiva, de Juzgados especializados.
5. LA COMPETENCIA TERRITORIAL.
Sin embargo, durante la vigencia de la LEC de 1881, esta filosofía quedó seriamente
cuestionada ante la proliferación de numerosos fueros territoriales imperativos. La
improrrogabilidad que ello supone queda consagrada en la LEC de 2000, que contempla
numerosos fueros imperativos, plasmando legalmente la importante evolución que ha sufrido
la competencia territorial.
Son diversos los argumentos que han servido de base a las restricciones que se están
comentando. Entre ellos, destaca, a título de ejemplo, la naturaleza pública de los intereses
que se debaten en ciertos procesos civiles, que hacen que su objeto sea indisponible, la
distribución equitativa de asuntos en nuestros tribunales, la seguridad de tráfico mercantil, la
economía procesal, evitar la indefensión de las partes del litigio, garantizar la inmediación
judicial... En todo este contexto subyace la entrada en consideración de intereses de
naturaleza pública.
El artículo 54.1 LEC dota de naturaleza jurídica improrrogable a determinados fueros que se
formulan en el artículo 52 LEC. Concretamente, a las reglas 1ª y 4ª a 15ª del artículo 52.1
LEC. En este supuesto, la imperatividad del fuero se extiende a los juicios donde se ejerciten
acciones reales sobre bienes inmuebles y desahucio; cuestiones hereditarias; asistencia o
representación de incapaces, incapacitados o declarados pródigos; honor, intimidad personal
o familiar y a la propia imagen; en materia de arrendamientos de inmuebles; propiedad
horizontal; reclamación de una indemnización de los daños y perjuicios derivados de la
circulación de vehículos de motor; impugnación de acuerdos sociales; infracciones de
propiedad intelectual; competencia desleal; patentes y marcas; no incorporación o nulidad de
las cláusulas de condiciones generales de la contratación y tercerías de dominio o mejor
derecho.
Por citar algún ejemplo de fuero imperativo que se recogen en las reglas enunciadas,
el artículo 52.1 LEC regula en materia de acciones reales que se ejerciten sobre bienes
inmuebles la competencia exclusiva del lugar de situación de la cosa litigiosa, esto es, del
bien inmueble (forum rei sitae). Recuérdese que la imperatividad deriva del propio artículo
54.1 LEC. Igualmente, en los juicios sobre cuestiones hereditarias, el artículo 52.1.4º LEC
sienta la competencia del último domicilio del finado, cuya imperatividad deriva del propio
artículo 54.1 LEC. Para el supuesto de que lo hubiera tenido en el extranjero, establece el
fuero alternativo del lugar del último domicilio en España o donde radiquen la mayor parte de
sus bienes.
De otro lado, el artículo 52.2 LEC sistematiza de manera inderogable el órgano que ha
de resolver los pleitos que versen sobre seguros, venta a plazos de bienes muebles, contratos
destinados a su financiación, de prestación de servicios y relativos a bienes muebles cuya
celebración haya sido precedida de oferta pública. En estos supuestos se configura la
competencia del domicilio de asegurado, comprador, prestatario, del que haya aceptado la
oferta o del domicilio del demandado, ya sea una persona física o jurídica (artículos 50 y 51
LEC).
A su vez, el artículo 54.1 LEC impide la operatividad de las sumisiones tácita y expresa en
los asuntos que deban decidirse por el juicio verbal. Este último supone un límite crucial, por
cuanto se limitan las sumisiones en uno de los dos procesos declarativos ordinarios que
existen en el proceso civil.
Por otra parte, el artículo 54.2 LEC excluye la sumisión expresa, no la sumisión tácita, en
contratos de adhesión, celebrados con condiciones generales de la contratación o con
consumidores. En este último estadio, como se analizará en la presente lección al abordar la
sumisión expresa, se trata de evitar la imposición de la cláusula de sumisión expresa a la
parte débil del contrato.
Asimismo, el propio artículo 54.1 LEC permite configurar de manera imperativa las normas
de competencia territorial mediante otros preceptos contenidos en la LEC o en cualquier otra
disposición legal.
Así, la competencia territorial se encuentra establecida de manera imperativa en numerosos
procesos especiales. Dicha indisponibilidad, que es articulada por razón de las especialidades
del proceso, comprende, por ejemplo, a los procesos matrimoniales (artículo 769 LEC);
capacidad de personas (artículo 756 LEC); guarda, custodia y alimentos de menores (artículo
769.3 LEC); adopción (artículo 779 LEC); proceso monitorio (artículo 813 LEC) y cambiario
(artículo 820 LEC).
De otro lado, se articula la imperatividad de la competencia territorial en el ámbito de la
ejecución (artículo 545 LEC), imperatividad que se extiende incluso a la ejecución
hipotecaria (artículo 684 LEC).
En lo que concierne a la cláusula genérica en la que se deja abierta la posibilidad de
conformar la imperatividad de la competencia territorial por otras leyes (artículo 54.1 LEC),
se incluye, por ejemplo, en este caso el fuero privilegiado del Estado y de los demás Entes
Públicos (artículo 15 de la Ley 52/1997, de 27 de noviembre, de Asistencia Jurídica del
Estado e Instituciones Públicas).
Finalmente, el art. 53.1 LEC contempla la competencia territorial en materia de acumulación
de acciones. Concretamente, el precepto señalado dispone que cuando se ejerciten varias
acciones conjuntamente será competente el tribunal del lugar que pueda conocer de la acción
que sea de fundamento de las demás, en su defecto, el que deba entender del mayor número
de pretensiones acumuladas y, por último, el del lugar que corresponda a la acción que sea
más importante cuantitativamente. Se trata de una norma de competencia especial que supone
la alteración de las reglas generales que con carácter ordinario presiden la competencia
territorial. Ello es consecuencia directa de la pluralidad de objetos que se debaten en un solo
proceso. Además, se ha de señalar que esta regla posee carácter imperativo, de manera que
goza de aplicación preferente al resto de reglas competenciales.
De otro lado, ante la posibilidad de que la existencia de varios demandados en el proceso
pueda determinar la competencia territorial de los jueces de más de un lugar, el artículo 53.2
LEC prevé que la demanda se podrá presentar ante cualquiera de ellos, a elección del
demandante.
Se puede definir la sumisión expresa como el acuerdo extraprocesal y previo al proceso por el
que los interesados concretan de forma precisa el territorio a cuyos órganos se someten para
el conocimiento de las controversias que se pudieran derivar de la interpretación y el
cumplimiento de una determinada relación jurídica.
La sumisión expresa, a pesar de figurar por lo general en los contratos como una de sus
cláusulas, constituye un acto procesal, pues despliega sus efectos de manera directa e
inmediata en el proceso, habida cuenta de que determina la competencia territorial.
Se trata de un fuero convencional que únicamente opera en defecto de sumisión tácita. Así, la
sumisión expresa constituye el segundo criterio llamado a determinar la competencia
territorial dispositiva pues, en caso de mediar sumisión tácita, esta última prevalece en el
establecimiento de la competencia territorial.
El artículo 55 LEC ordena el contenido de la sumisión expresa en torno a un único elemento,
que es la designación de la circunscripción a cuyos tribunales se someten los interesados. En
este sentido, “designar” implica elegir la circunscripción territorial a cuyos órganos se
someten los interesados. Dicha mención debe realizarse de forma expresa y ha de ser
bilateral.
El modo expreso de la determinación obedece a que, inevitablemente, no existe sumisión
expresa si los interesados no señalan de manera explícita la demarcación judicial que ha de
ser territorialmente competente.
Por su parte, la bilateralidad alude a que ambas partes consientan el fuero señalado en la
cláusula de sumisión.
El término precisión de la designación excluye cualquier duda relativa en torno al lugar en
que se ha de demandar o ser demandado. Alude a la concreción, claridad y al carácter
inequívoco de la designación, cuestión esta que solo se garantiza plenamente si la misma es
verificada por escrito.
Asimismo, la sumisión expresa ha de operar en el ámbito de una relación jurídica concreta,
expresando de modo claro su alcance. No cabe, en consecuencia, la sumisión genérica, es
decir, aquella que se acuerda para todas las relaciones jurídicas de una persona.
También, se ha de señalar que la sumisión expresa solo será válida y eficaz cuando, según
dispone el artículo 54.3 LEC, se haga a órganos con competencia objetiva para conocer el
asunto. Si en dicho lugar existieran varios órganos de la misma clase, tal y como proclama el
artículo 57 LEC, el reparto de asuntos determinará a quien le corresponde finalmente conocer
del pleito, sin que las partes puedan someterse a uno de ellos con exclusión del otros.
La sumisión expresa no crea un fuero exclusivo. Puede ocurrir que llegado el momento se
renuncie a ella y no se introduzca en el proceso por ninguna de las partes, tramitándose el
litigio en el lugar establecido por la ley o en el territorio al que las partes se hayan sometido
tácitamente.
Finalmente, se ha de señalar que el artículo 54.2 LEC excluye la operatividad de la sumisión
expresa en contratos de adhesión, celebrados con condiciones generales de la contratación o
con consumidores. Adviértase que la sumisión expresa en estos contratos ocasiona un
desequilibrio entre los derechos y obligaciones de las partes por compeler al demandado a
litigar en un fuero que le es ajeno (y que en ocasiones se encuentra muy distanciado del
suyo), provocándole una serie de gastos, molestias y desplazamientos que dificultan la
reclamación de sus derechos. Por su parte, el predisponente se encuentra en una posición de
superioridad, por cuanto litigará centralizando todas las contiendas en las que sea parte en el
lugar donde con mayor comodidad pueda seguir el proceso.
Hoy en día resulta indiscutible el hecho de que la sumisión expresa debe ser consecuencia del
libre concierto de voluntades, sin que pueda la parte más poderosa imponérsela a la otra. En
efecto, el texto procesal civil articula un sistema en el que el consumidor, usuario y, en
definitiva, la parte débil del contrato puede denunciar la incompetencia territorial como
consecuencia de la nulidad de la sumisión expresa verificada, haciendo valer el fuero
legalmente estipulado. Para ello deberá formular la declinatoria, que se encuentra regulada en
los artículos 63 a 65 LEC y que será analizada en la lección segunda.