TFG Gaston
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Índice
Resumen
1. Introducción .............................................................................................................................. 1
2. Objetivos ................................................................................................................................... 4
3. Desarrollo.................................................................................................................................. 4
3.3. Desventajas..................................................................................................................... 10
4. Conclusiones .......................................................................................................................... 21
5. Bibliografía .............................................................................................................................. 22
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Miguel Gastón Lorente. TFG. UPV/EHU. 2019-2020
Resumen
Por otro lado, se van planteando diversos tipos de alimentos obtenidos mediante técnicas de
bioingeniería que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo. Asimismo, estos y otros
ejemplos se proyectan desde diferentes puntos de vista con el fin de analizar ventajas y
desventajas, principalmente en lo que se refiere a la salud humana y al ámbito medioambiental.
Como último apartado, se analizan las manzanas Arctic™ las cuales han sido modificadas con el
fin de resistir al pardeamiento, y ya están instauradas en el mercado de Estados Unidos y
Canadá. El fin es aportar mayor claridad en cuanto a su proceso de transformación, y ver las
diversas evaluaciones que se han llevado a cabo hasta su aceptación.
Todo ello corrobora que los alimentos genéticamente modificados no están tan lejos ni son una
utopía y pueden ser una realidad en el momento actual.
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1. Introducción
A lo largo de la historia siempre ha habido una relación muy directa entre la alimentación y la
genética. Se puede afirmar que los alimentos que se consumen hoy en día, no son iguales a los
consumidos en un pasado por la sociedad. A pesar de lo que muchos creen, los alimentos han
sido manipulados y modificados para conseguir que la alimentación se fuera adaptando a las
necesidades que hubiera en cada momento (Zilberman & Holland, 2018).
A nivel científico, las leyes de la genética de Gregor Mendel supusieron un cambio importante.
Sin embargo, el hecho diferenciador que permitió el comienzo de una nueva era en este campo,
fue el descubrimiento de la estructura del ADN en 1954 por Watson y Crick. Años más tarde, en
1973, se desarrolló la tecnología de recombinación del ADN, mostrando que estas moléculas
podían transferirse entre distintas especies, marcando el comienzo de la ingeniera genética
(Zhang, Wohlhueter, & Zhang, 2016). Esto supuso la apertura de nuevas líneas de investigación,
ya que se abría un abanico muy amplio de posibilidades aún por descubrir.
Con ello, la ciencia agrícola ha ido desarrollando múltiples enfoques para poder ir adquiriendo
ventajas de los avances en conocimientos científicos. Se han ido optando por diversas técnicas
de ingeniería genética mucho más precisas que la hibridación o mutagénesis, en las cuales el
genotipo de nuevas variedades no está controlado. Mediante esta manipulación directa con
biotecnología, un fenotipo concreto se puede modificar simplemente mediante la realización de
un cambio exacto en el genotipo dejando el resto del mismo inalterado. De esta manera, se
podría decir que las posibilidades de que se expresen genes involuntarios en los organismos
genéticamente modificados son inferiores a las de las variedades creadas a través de las
técnicas tradicionales (Zilberman & Holland, 2018), como en el empleo de marcadores
moleculares para identificar las propiedades de material genético de diferentes organismos.
Conforme a la legislación vigente en Europa, tal y como recoge la Directiva 2001/18/CE sobre la
liberación intencional en el medio ambiente de organismos modificados genéticamente y por la
que se derogaba la Directiva 90/220/CEE del Consejo, un “organismo modificado genéticamente”
(OMG) es aquel, con excepción de los seres humanos, cuyo material genético haya sido
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Dicha directiva del año 2001, también recoge las técnicas mediante las que se producirá una
modificación genética, tales como:
Así pues un OMG se obtiene mediante técnicas que permiten la inclusión en un organismo de
material genético procedente de una especie diferente, lo que no se podría conseguir de modo
natural (por ejemplo, un gen de bacteria en una planta). Además, las técnicas de modificación
genética permiten la inclusión de una característica concreta de manera dirigida en una especie
determinada. Esto permite una diferenciación con las técnicas de mejora genética clásica, puesto
que estas se basan en la generación de una gran variabilidad genética para a continuación
seleccionar el organismo que contiene la característica deseada, frecuentemente junto a otras
características que no eran el objeto de la mejora (AESAN, Agencia Española de Seguridad
Alimentaria y Nutrición).
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Tal y como recoge la sección Seguridad Alimentaria dentro de Alimentación, Agricultura y Pesca
de la Comisión Europea (European Commission), los elementos básicos en materia de
legislación europea sobre OMG son:
Un aspecto muy notorio a destacar que también se ha visto modificado es el hecho de que hasta
el año 2015, según la Directiva 2001/18/CE, los cultivos genéticamente modificados que eran
aprobados por la Unión Europea, podían cultivarse en cualquiera de los países miembro. Sin
embargo, es llamativo que desde la implantación de la Directiva (UE) 2015/412, cada Estado
Miembro tiene la posibilidad de restringir o prohibir el cultivo en su territorio de organismos
modificados genéticamente, debido a objetivos de política medioambiental, ordenación urbana,
uso del suelo, repercusiones socioeconómicas, orden público, etc. que poco tienen que ver con
el mero hecho de si el alimento modificado genéticamente sea seguro o no para el consumidor.
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Previamente a esta última directiva vigente, los Estados Miembros solo podían prohibir o
restringir provisionalmente el uso de un OMG en su territorio si tenían nuevas pruebas de que el
organismo de que se tratase constituía un riesgo para la salud humana o el medio ambiente, o
en caso de emergencia (European Commission, 2015).
En resumen, se podría decir que la Unión Europea tiene una de las normativas más restrictivas
en cuanto a OMG, y como consecuencia, los cultivos genéticamente modificados en Europa no
suponen cantidades significativas. Actualmente se cultiva comercialmente el maíz MON810
(único cultivo GM autorizado desde 1998), pero solo lo hacen en 5 países miembros (entre los
cuales se encuentra España). En 2010 se autorizó el cultivo y la transformación industrial de una
patata MG, denominada patata Amflora, pero posteriormente se revocó dicha autorización en la
UE (Davison & Ammann, 2017).
2. Objetivos
3. Desarrollo
Los alimentos MG actualmente disponibles provienen principalmente de plantas, como así ocurre
en la Unión Europea, pero en el futuro o en países como EEUU, los derivados de animales MG o
microorganismos MG, son susceptibles de ser introducidos en el mercado.
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De igual modo es importante destacar la necesidad que tienen todos ellos (como MG) de ser
evaluados antes de estar presentes en el mercado. Para ello se dispone de guías de análisis de
riesgos recogidas en el Codex Alimentarius (WHO, 2014) o por recomendaciones y directrices
sobre su autorización que además de una evaluación de riesgos debe incluir datos
experimentales a presentar ante la EFSA, como organismo de control europeo (EFSA).
Hay que retroceder al año 1994 para encontrar el primer alimento comercial genéticamente
modificado. Se trataba de un tomate denominado FlavrSavr, aceptado por la FDA (US Food and
Drug Administration). Fue diseñado para extender su vida útil, debido a que se habilitaba la
supresión de poligalacturonasa, enzima que se relaciona con la maduración del fruto. Al principio
fue todo un éxito, ya que aportaba una maduración tardía tras la cosecha, pero comercialmente
falló (Dizon et al., 2016).
Otro ejemplo de fracaso fueron plantaciones de maíz que habían sido modificadas
introduciéndoles la proteína Cry9C con el fin protegerlas frente a insectos. Surgieron en el año
2000 bajo el nombre Starlink, y fueron aprobados para alimentación animal, pero por polinización
cruzada llegaron a cultivos destinados a la elaboración de tacos de maíz para consumo humano.
Esto produjo casos de anafilaxis tras la ingesta, y la proteína insertada se dictaminó como la
culpable, pese a haberse demostrado por el CDC de EEUU que no había una relación directa
entre esta proteína y el desarrollo de alergias (Lee, Ho, & Leung, 2017).
Uno de los alimentos MG más conocido es el arroz dorado o Golden-Rice. Este ha sido
modificado para expresar altos niveles de β-caroteno (precursor de la vitamina A). Se diseñó
como una fuente de vitamina A eficaz y barata en áreas del mundo en vías de desarrollo (Zhang
et al., 2016). Con su consumo, se podría reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con
la deficiencia de vitamina A, como la ceguera o la mortalidad infantil. Pese a ello, el proceso
regulador ha ido retrasando su utilización (Zilberman & Holland, 2018).
Primera generación. Fue desarrollada con el fin de obtener una mejora de calidad y sobre
todo de la cosecha, induciendo resistencia frente a ciertas enfermedades, plagas, herbicidas,
sequías, etc (Dadgarnejad, Kouser, & Moslemi, 2017).
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En cuanto a los resistentes a plagas sobre todo hay que destacar el desarrollo de los “cultivos
Bt”. Estos se han diseñado incluyendo un gen que codifica la producción de toxinas CRY,
presentes naturalmente en bacterias del suelo, Bacillus thuringiensis, en plantas como algodón o
maíz (Oliver, 2014). Estas actúan como barrera frente a larvas de especies específicas que
dañarían la planta (Zilberman & Holland, 2018). Así, en estos cultivos la necesidad de utilización
de insecticidas es menor y se ha conseguido aumentar la productividad en el campo si hay
incidencia de estas plagas.
En este grupo se podría encontrar el tomate FlavrSavr comentado anteriormente, el arroz dorado
también mencionado o por ejemplo otro tipo de tomate MG que posee una tonalidad púrpura.
Este color tan inusual se debe a la expresión de dos genes de la planta Antirrhimum majus.
Como resultado de ello, se han obtenido tomates que presentan antocianos en concentraciones
comparables a las presentes en los arándanos o las moras (Ramón, 2014).
En algunas de las fuentes consultadas, se cita incluir una generación más. Así pues la tercera
generación se referiría al empleo de los cultivos para la biosíntesis de productos químicos útiles
de plantas. Podrían distinguirse dos subgrupos: medicamentos a partir de plantas (PMPs), o
productos industriales a partir de plantas (PMIPs) como proteínas de seda, elastina y colágeno,
precursores de plásticos biodegradables, etc. Sin embargo, sólo una proporción muy pequeña ha
sido aprobada y está en uso comercial actualmente (Levitus, 2006; Zilberman & Holland, 2018).
Según Lin y Pan (2016), los cultivos transgénicos se pueden dividir en cuatro clases, de acuerdo
con la estructura y la estrategia para la transgénesis, es decir, atendiendo al nivel de detección
de ADN.
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3.2. Ventajas
Algunas de las modificaciones genéticas tienen como objetivo enriquecer alimentos con ciertos
nutrientes o sustancias de alto valor terapéutico y beneficiosas desde el punto de vista de la
salud humana (ricos en vitaminas A, C, E, en ácidos grasos insaturados, en celulosa alimentaria,
con probióticos,…) (Zhang et al., 2016); el arroz dorado mencionado anteriormente sería un claro
ejemplo. Del mismo modo, otro de los objetivos es reducir o eliminar antinutrientes o toxinas que
se podrían encontrar en los alimentos (Kamthan, Chaudhuri, Kamthan, & Datta, 2016).
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Por otro lado, se puede mejorar la estructura de los lípidos alimentarios. El incremento del
consumo elevado de ácidos grasos saturados junto con una disminución en cuanto a ácidos
grasos mono y poliinsaturados a través de la dieta, incentivó a los científicos a transformar la
composición natural de plantas oleaginosas. Fruto de ello, se desarrollaron variedades de soja
con un contenido superior en ácido oleico (ácido graso monoinsaturado). La introducción en las
células vegetales de genes responsables de la síntesis de ácidos grasos insaturados promovió
también la producción alternativa de ácidos omega-3 (poliinsaturados), muy valorados por sus
propiedades beneficiosas en la reducción de los niveles de LDL-colesterol y triglicéridos en suero
así como en la disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares (Kramkowska et al.,
2013).
Otro de los ejemplos a destacar es la planta de mandioca/yuca. Esta ha sido modificada para
mejorar su contenido nutricional con el fin de prevenir enfermedades y morbilidad en países en
vías de desarrollo, especialmente en aquellos en los que el 40% de las calorías de la dieta
pueden provenir de este alimento (Dizon et al., 2016). La modificación genética ha supuesto un
incremento del contenido en minerales, vitamina A y proteínas, que podrían prevenir la ceguera
en niños, la anemia ferropénica o las infecciones por daño en el sistema inmune (Goldbas,
2014). Además, esta modificación permite una resistencia mayor a las plagas, facilitando que
sea una fuente alternativa, útil y beneficiosa en países de África.
A nivel de las explotaciones agrícolas, los cultivos genéticamente modificados tienen un gran
potencial para mejorar la agricultura por diversos factores.
En primer lugar, es destacable la reducción del uso de herbicidas, plaguicidas e insecticidas. Los
pesticidas químicos pueden suponer un riesgo para la salud humana y además los consumidores
son menos propensos también a comer alimentos tratados con este tipo de sustancias (Dizon
et al., 2016; Karalis, Karalis, Karalis, & Kleisiari, 2020).
Según la base de datos FAOSTAT, en el año 2010, las emisiones globales por fuentes
provenientes de la agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra fueron más de 10 mil millones
de equivalente dióxido de carbono (CO2 equivalente que se emplea para el cálculo de la huella
de carbono) (FAO, 2014). Asimismo, según el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), la
agricultura es la principal fuente de contaminación en muchos países. Por ejemplo, sólo en los
Estados Unidos se introducen en el medioambiente unas 428.200 toneladas de plaguicidas cada
año (Bennett, Chi-ham, Barrows, Sexton, & Zilberman, 2013).
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En este sentido, los cultivos MG de primera generación comentados anteriormente, ofrecen una
alternativa favorable y consecuentemente reducen el impacto ambiental derivado tanto de
herbicidas como de plaguicidas (Zilberman & Holland, 2018). Así pues, se prevé que puedan
llegar a sustituir o reducir la necesidad de utilizar estas sustancias químicas con la implantación
de los cultivos Bt o los cultivos resistentes al glifosato (Bennett et al., 2013).
Otras citas bibliográficas afirman que el impacto de la implantación de este tipo de cultivo ha
reducido notoriamente las cantidades de insecticida usadas. En Estados Unidos, entre 1996 y
2009, sobre cultivo de algodón MG, hubo disminución de aproximadamente 152 millones de kilos
de insecticida (un 22% del utilizado). Con otras variedades como el maíz MG, la reducción fue de
aproximadamente 36 millones de kg (un 40%) en el mismo periodo (Brookes & Barfoot, 2011).
Aun así es importante recalcar que en países en vías de desarrollo, el impacto ha sido mucho
menor, probablemente debido también a una menor tasa de adopción de estos cultivos. Pese a
ello sí que parece haber un acuerdo y consenso general en que ha habido reducciones
importantes en el uso de insecticidas (Bennett et al., 2013; Oliver, 2014).
Por otro lado, otro aspecto remarcable es la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), en el
que la agricultura tiene un papel importante, pues puede llegar a generar en torno al 10-12% de
estos. Los cultivos genéticamente modificados tolerantes a herbicidas requieren poca labranza lo
que contribuye a reducir la erosión del suelo y las emisiones de GEI (Bennett et al., 2013).
Por último, y no menos importante, es clave hacer referencia a la producción total de los cultivos
MG. En las últimas dos décadas, el área de plantación de cultivos obtenidos por biotecnología ha
aumentado, acumulando un total de 2 billones de hectáreas entre 1996 y 2015 a nivel mundial
(Lee et al., 2017).
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Otro dato notorio es que entre 1996 y 2012 se dio un incremento en la producción de los cultivos
de más de 370 millones de toneladas. Una séptima parte de ellos se atribuye a cultivos MG en
EEUU. Para lograr un aumento de rendimiento igual en superficie convencional, habría sido
necesario añadir más de 300 millones de acres de cultivos convencionales (más de 1,2 billones
de m2) (Brookes & Barfoot, 2014).
Se estima que entre 1996 y 2013 los cultivos MG fueron responsables de la producción mundial
adicional de 138 millones de toneladas de soja, 274 millones de toneladas de maíz, 21,7 millones
de toneladas de algodón y 8 millones de toneladas de colza. Sin ellos, para alcanzar niveles de
producción equivalentes, habría sido necesario un incremento del 11% de la tierra cultivable en
los Estados Unidos, o del 32% de la superficie de cereales en la Unión Europea (Zhang et al.,
2016).
Estos volúmenes de producción también han sido posibles gracias al desarrollo de nuevos
cultivos genéticamente modificados que soportan entornos inhóspitos y pueden hacer frente a
problemas como sequías o heladas (Dizon et al., 2016). Un ejemplo significativo puede ser la
introducción de un gen anticongelante proveniente de peces de agua fría en plantas tales como
el tabaco o las patatas (Verma, Nanda, Singh, Singh, & Mishra, 2011) que les ayudarán a
soportar estas situaciones adversas.
En resumen, con estas ventajas, los cultivos y variedades GM en un futuro pueden contribuir a
paliar importantes problemas globales como la hambruna. En 2016, la FAO, estimaba unos 795
millones de personas en situaciones de desnutrición y dado que el crecimiento de la población
mundial es cada vez mayor y se prevé llegar hasta 9,7 billones en 2050 (Zhang et al., 2016), este
asunto podría ir en aumento.
3.3. Desventajas
Pese a haber puntos de vista beneficiosos en cuanto a los alimentos MG, también son diversas
las preocupaciones e inconvenientes que pueden generar, sobre todo en lo que respecta a
riesgos sobre la salud humana y en el ecosistema.
Los tres riesgos principales para la salud asociados a los alimentos genéticamente modificados
son: la toxicidad, la alergenicidad y los riesgos genéticos. Estos pueden derivar de tres fuentes
potenciales: el gen insertado y sus proteínas expresadas per se, los efectos secundarios o
pleiotrópicos de los productos de la expresión genética, y la posible perturbación de los genes
naturales en el organismo que se manipula (Zhang et al., 2016).
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Uno de los ejemplos más claros podría ser el maíz Starlink comentado en apartados anteriores
que se englobaría como un ejemplo de peligro alimentario causado directamente por la
expresión del gen insertado (Zhang et al., 2016).
Otro escenario de riesgo potencial es que el gen insertado pueda perturbar la integridad de la
información genómica existente en la planta, dando lugar a alguna modulación de los genes
endogámicos (Zhang et al., 2016). La transferencia de genes de las células de un organismo a
los núcleos celulares de otro da lugar a la expresión y síntesis de nuevas proteínas. La
secuencia de aminoácidos que forman la estructura de esta nueva proteína es donde se focaliza
el principal riesgo de desarrollo de alergias alimentarias (Verma et al., 2011; Kramkowska et al.,
2013). También podrían darse niveles elevados de toxinas que hoy en día se encuentran en
niveles medios (Bennett et al., 2013). Así pues, como consecuencia, podrían ocurrir reacciones
cutáneas, alteraciones en el sistema respiratorio y en el sistema circulatorio, hasta la inducción
de un choque anafiláctico, desarrollándose graves efectos negativos para la salud (Kramkowska
et al., 2013).
Cabe mencionar que este posible efecto tóxico comentado, también ha ido ocurriendo con los
cultivos tradicionales, pero con la transferencia de genes es necesario que se implanten pruebas
preliminares de las nuevas variedades de cultivos (Bennett et al., 2013).
La soja enriquecida con metionina es un claro ejemplo en el que los propios componentes
naturales del organismo se ven alterados y generan una alergia. En este caso, la síntesis
mejorada del aminoácido es el resultado de un gen aislado de las nueces de Brasil. Como
consecuencia, se dan casos de reacciones alérgicas a la soja transgénica en algunos
consumidores que son sensibles a estas nueces (Zhang et al., 2016).
En lo que se refiere a posibles efectos secundarios, estos tienen una mayor complejidad a la
hora de reconocerlos, ya que el gen modificado puede codificar una enzima implicada en las vías
metabólicas de los organismos modificados. De esta manera se podrían alterar procesos
metabólicos que estén alejados del efecto conocido, confundiendo así la relación causal entre el
gen insertado y el supuesto efecto (Zhang et al., 2016).
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Uno de los que más preocupa es la posible transferencia de genes desde las especies
modificadas genéticamente hacia otras especies salvajes (Zilberman & Holland, 2018).
Por un lado se podría dar transferencia horizontal de genes (Zhang et al., 2016; Zilberman &
Holland, 2018). En este sentido el empleo de antibióticos como marcadores de selección en
organismos genéticamente modificados puede suponer un problema puesto que se puede dar
una transferencia indeseada de estos genes hacia bacterias, pudiendo estas transferirlos
posteriormente generando resistencia frente a los antibióticos empleados (Acosta Hurtado, 2016;
Zhang et al., 2016).
Por otro lado, la transferencia de genes puede darse debido a polinización cruzada, algo que es
totalmente imposible de controlar. Los cultivos genéticamente modificados suelen encontrarse
alejados de los cultivos silvestres, pero este hecho no impide totalmente que pueda llegar a
ocurrir esa polinización (Zilberman & Holland, 2018).
Con estos hechos se genera la preocupación de que cada vez sea mayor la presencia de
cultivos salvajes resistentes a plaguicidas, insecticidas o herbicidas (Verma et al., 2011). Esto
podría derivar en alteraciones importantes dentro del medioambiente ya que tanto insectos como
plantas tratarán de adaptarse y evolucionar en función de las prácticas agrícolas humanas,
intentando anular las prevalencia de los cultivos transgénicos (Zhang et al., 2016). Es por ello
que incluso la adopción de sólo unas pocas variedades de cultivos genéticamente modificados
podría derivar en la disminución de la diversidad genética de los cultivos (Bennett et al., 2013).
Otra de las consecuencias a las que se teme por la implantación de este tipo de cultivos
genéticamente modificados, es el riesgo a que se pueda ver alterada la cadena alimentaria. Por
un lado, los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas podrían disminuir la disponibilidad de
malas hierbas y así disminuir el alimento para las aves que comen semillas. De igual modo,
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podrían darse efectos negativos en el entorno de las plantas resistentes a los herbicidas o a
insectos, afectando a organismos que se encuentran en el suelo circundante (Bennett et al.,
2013; Acosta Hurtado, 2016; Zhang et al., 2016). Asimismo, los insectos, para hacer frente a los
cultivos resistentes, se podrían adaptar y atacar a otras especies silvestres que no tengan estas
modificaciones, provocando variaciones en la cadena alimentaria (Zhang et al., 2016).
Hoy en día, pese a haber preocupación por cómo pueden llegar a afectar los cultivos
genéticamente modificados a la biodiversidad, no se puede concluir que estos aumenten el
impacto que ya tiene la agricultura por sí misma en el medioambiente, ni se puede determinar
que sean culpables de importantes daños ecológicos de manera específica. No obstante, es
ineludible que se evalúen futuros rasgos y así ir conociendo si la biodiversidad puede verse
alterada (Park, Mcfarlane, Phipps, & Ceddia, 2011; Bennett et al., 2013; Zilberman & Holland,
2018).
Actualmente los aspectos legales en relación a los OMG, no establecen un consenso mundial, y
es por ello por lo que se pueden encontrar diferencias en función del posicionamiento de los
distintos países en relación a estos. Asimismo, el propio miedo o desconocimiento del
consumidor hacia el avance e introducción de alimentos MG, influye a la hora de adoptar ciertas
políticas y reglamentos al respecto.
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En Estados Unidos, el marco legislativo en cuanto a OMG es diferente al que se puede encontrar
en la UE. En primer lugar, ya en el año 1986, se elaboró un “Marco Coordinado para la
Regulación de la Biotecnología” con el fin de prever la supervisión reglamentaria de los
organismos derivados de la ingeniería genética. Para ello, son 3 los organismos principales que
han proporcionado hasta la fecha la orientación necesaria para el ensayo experimental, la
aprobación y la eventual liberación comercial: el Servicio de Inspección de Salud Animal y
Vegetal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (APHIS - USDA's Animal and
Plant Health Inspection Service), la Agencia de Protección Ambiental (EPA - Environmental
Protection Agency) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos
(U.S FDA - Food and Drug Administration) (FDA; USDA).
La FDA no exige un etiquetado exclusivo para alimentos genéticamente modificados, sólo recoge
que los derivados de nuevas variedades de plantas deben cumplir los mismos requisitos de
seguridad, etiquetado y otros que se aplican a todos los alimentos, siguiendo así los principios de
equivalencia sustancial (FDA; Lee et al., 2017).
La legislación en Estados Unidos sólo exige el etiquetado de los alimentos MG cuando existe
una diferencia sustancial en las características nutricionales o de seguridad de un nuevo
alimento (Byrne, Pendell, & Graff, 2014; Dizon et al., 2016) siendo además necesario que se
revelen esas diferencias (FDA). Al mismo tiempo, también permite que los fabricantes
proporcionen voluntariamente información en sus etiquetas sobre el contenido de ingredientes
modificados genéticamente. Suelen ser razones relacionadas con la comercialización o el
suministro de información de interés específico para sus clientes. De este modo, puede aparecer
un etiquetado voluntario ofreciendo información tanto si el alimento fue o no producido mediante
ingeniería genética (FDA & HHS, 2019).
Esta práctica no es aceptada por parte de la sociedad estadounidense y por ello, en los últimos
años se han presentado iniciativas legislativas para el etiquetado obligatorio de los OMG, las
cuales en su mayoría fueron rechazadas por un estrecho margen. Por ejemplo, en California,
este etiquetado obligatorio fue rechazado por el 51,4% de los votantes en 2012. Por otro lado, se
puede destacar Vermont, el cual es el único estado donde sí se ha establecido una ley para el
etiquetado obligatorio (Dizon et al., 2016; Zilberman & Holland, 2018).
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La decoloración marrón de la pulpa de manzana está causada por una reacción enzimática
catalizada por la polifenol oxidasa (PPO). Esta enzima convierte los compuestos fenólicos en
quinonas en presencia de oxígeno, y las quinonas resultantes se polimerizan para formar
melaninas marrones (Carter, 2012; Baranski, Klimek-Chodacka, & Lukasiewicz, 2019).
Normalmente en la manzana, la PPO se encuentra en el plasto, físicamente separada de los
sustratos fenólicos que se encuentran en la vacuola. Cuando las células se dañan, se produce
una pérdida de compartimentación y la PPO entra en contacto con su sustrato. Como
consecuencia, el oscurecimiento reduce la calidad de la manzana al causar cambios
perjudiciales en el sabor y en la calidad nutricional, los cuales limitan sus aplicaciones en el
mercado (ya sea como producto fresco o preparadas en porciones cortadas) y en el
procesamiento (para la fabricación de zumos y productos deshidratados, por ejemplo) (Carter,
2012).
Con las modificaciones aplicadas, las manzanas Arctic se utilizarán como reemplazos directos
de sus homólogos convencionales no transformados en situaciones en las que se considera
necesario que el producto final no pardee.
Agrobacterium tumefaciens es una bacteria típica del suelo, Gram negativa, siendo la única en la
naturaleza con capacidad para transferir el elemento genético ADN-T a un organismo eucariota
superior, con su subsiguiente integración y expresión en el genoma del hospedador (Gómez
Arias & Silvia, 2018).
La bacteria contiene un gran plásmido (el plásmido inductor de tumores o Ti), en el cual se
alberga el ADN-T (parte de este se integra en los cromosomas de la planta huésped). El
plásmido Ti contiene varios genes, entre ellos los genes vir, que controlan el proceso de
infección de la planta y la transferencia del ADN-T al cromosoma. El ADN-T a su vez contiene los
genes inductores de tumores y un gen que expresa compuestos específicos (opinas), utilizados
por la bacteria como fuente de carbono. Así, la bacteria crea su propio suministro de alimentos
dentro de la planta (Tzotzos, Head, & Hull, 2009).
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Esto se debe a que la bacteria puede ser manipulada de tal manera que secuencias específicas
de ADN, junto con los genes de resistencia a los antibióticos, las secuencias promotoras y los
genes notificadores, puedan ser empalmados en la región de ADN-T del plásmido y transferidos
al genoma de la planta (Kozlowski & Pallardy, 1997).
En lo que se refiere al proceso aplicado en las manzanas, en este caso se emplea la cadena
EHA105 de A. tumefaciens que contiene el vector GEN-03. Este a su vez alberga parte de ADN-
T que consiste principalmente en el transgén de supresión de PPO y el marcador de selección
nptII (Carter, 2012). Esta región, con una longitud de 6287 pb, comienza cerca del borde derecho
del ADN-T (RB), y termina cerca del borde izquierdo (LB), y es lo que se transfiere al genoma de
la manzana por A. tumefaciens durante el proceso de transformación (Carter, 2012; Baranski
et al., 2019).
La porción del plásmido transferida al genoma de la planta se puede observar como dos casetes
de expresión (Carter, 2012; Baranski et al., 2019). El primer de ellos, contiene el gen nptII, bajo
el control del promotor NOS (PNOS) y el terminador (TNOS). Este nptII introducido como marcador
de selección, confiere resistencia frente a kanamicina, ya que el gen codifica para la enzima
neomicina fosfotransferasa (NptII). Este hecho permite que las células que contienen este gen
crezcan en un medio que contiene kanamicina (tal y como sucederá en alguna etapa descrita
posteriormente). De esta manera, las plantas expuestas a este antibiótico in vitro se adaptan
para desarrollarse en ese medio.
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El segundo casete está compuesto por el promotor duplicado del potenciador PCaMV35S y el
terminador TNOS, que flanquean al transgén quimérico insertado de supresión de la polifenol
oxidasa (PGAS). El PGAS consiste en cuatro fragmentos del gen de la polifenol oxidasa de
manzana de 394-457 pb; estos fragmentos se obtuvieron de los genes PPO2, GPO3, APO5 y
pSR7 que representan los cuatro grupos que constituyen la gran familia de genes de esta
enzima (Armstrong & Lane, 2009). Así el transgén está diseñado para reducir la expresión global
de toda la familia de genes de polifenol oxidasa de la manzana, y para inducir un reducido
fenotipo de marrón o no marrón en dicha variedad frutal (Carter, 2012; Baranski et al., 2019).
En lo que respecta a la metodología y a las etapas que se han seguido para lograr la
modificación (Carter, 2012), en primer lugar se extirparon hojas de plántulas de cultivo de tejido
de las variedades comunes Golden Delicious, Granny Smith y Fuji. Con tres semanas de edad,
se cortaron en segmentos perpendiculares, y se inocularon con la cepa Agrobacterium
tumefaciens EHA105 que llevaba el vector GEN-03 con una densidad de 3 x 108 células/mL,
durante 5-10 minutos.
Posteriormente los segmentos de hoja se secaron en papel de filtro para eliminar el exceso de
células bacterianas y se colocaron en un medio de cultivo con las superficies adaxiales en
contacto con este durante cuatro días (siempre en condiciones de oscuridad). Los segmentos de
hoja infectados se lavaron y se colocaron en un medio de regeneración que contenía 6 μg/mL de
kanamicina con las superficies adaxiales en contacto durante cuatro semanas (2 semanas en la
oscuridad y 2 semanas expuestas a la luz) (Lane, Bhaghat, Armstrong, & Wahlgren, 2003).
Una vez transcurrido este periodo los segmentos de hoja se transfirieron a un medio de
regeneración que contenía 50 μg/mL de kanamicina y ahí permanecieron durante otras cuatro
semanas. Tras ello, los brotes verdes, considerados como transformados, se transfirieron a un
medio de proliferación con 50 μg/mL de kanamicina durante otras cuatro semanas. Los brotes
supervivientes fueron transferidos a un nuevo medio de proliferación. Estos últimos brotes se
seleccionaban mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR) utilizando cebadores
específicos del transgén o del marcador de selección. A aquellos identificados como
transgénicos por la PCR, se les midió la actividad total de la polifenol oxidasa, tras 2 ó 3
subcultivos sucesivos. Cualquier brote que fuera positivo para la PCR y que tuviera
significativamente suprimida dicha actividad de la polifenol oxidasa (cuando ésta había perdido
más de un 80% de actividad) se microinjertaba en un portainjertos como preparación para las
posteriores pruebas de campo (Lane et al., 2003).
Con el fin de evaluar las distintas variedades de manzana, los organismos competentes en
Estados Unidos determinaron la composición nutricional para comprobar si había diferencias
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notorias frente a los cultivos tradicionales. De igual modo se llevó a cabo un amplio espectro de
análisis para corroborar que las manzanas Arctic™ tampoco suponían un posible problema
medioambiental. Paralelamente, las autoridades canadienses también elaboraron informes
similares de seguridad para las 3 variedades de manzana.
En 2014, en Estados Unidos, la compañía Okanagan Specialty Fruits presentó los resultados
para las variedades Arctic® Golden y Arctic® Granny. En ellos se incluían 11 componentes:
humedad, ceniza, calorías, grasa, proteína, carbohidratos, perfil de azúcar, fibra dietética,
potasio, vitamina C, y compuestos fenólicos totales. Además se evaluó la capacidad de
absorción de radicales de oxígeno solubles en agua (ORAC: medida de la capacidad
antioxidante). Para cerciorarse de ello se llevaron a cabo también diversos estudios de campo.
Compuestos fenólicos
176 mg 194 mg 75 mg 90 mg
[en equivalentes de ácido gálico (GAE)]
GD743 = Arctic Golden ; GD784 = Arctic Granny ; GD C = control Golden ; GS C = control Granny
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Al igual que para estas dos variedades, en 2019 se presentaron resultados semejantes sobre la
manzana Arctic® Fuji. Se siguieron los mismos pasos y con ello se evaluaron también posibles
cambios en su composición nutricional. De manera similar, la firma OSF no encontró diferencias
que afectaran significativamente a la composición de los componentes en el NF872 (variedad
Fuji) y el control del NF, aunque los niveles de compuestos fenólicos y vitamina C parecían ser
más altos en el NF872. Sin embargo la compañía los consideró nutricionalmente equivalentes a
su variedad parental porque dichos valores fueron muy similares a los reflejados en la base de
datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) (FDA, 2019).
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Las razones por las que no se consideraron ningún peligro fueron las siguientes (APHIS-USDA,
2014):
De igual modo, este mismo organismo estadounidense en 2016 dictaminó por las mismas
razones que la variedad Arctic® Fuji tampoco suponía ningún tipo de riesgo (USDA, 2016).
Algo interesante de mencionar son los resultados que se pueden encontrar en los informes de
seguridad del Departamento de Salud de Canadá haciendo referencia a la toxicidad. En ellos se
recoge que evaluaron el impacto toxicológico que podían producir las distintas variedades de
manzana modificadas genéticamente (Health Canada, 2015; 2018).
Se considera que el ARN pequeño de interferencia (ARNip) exógeno puede silenciar la expresión
de las proteínas humanas, por lo que es un posible riesgo en los nuevos alimentos basados en la
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modificación del ARN de interferencia mediante la supresión de ciertos genes. En este caso, se
consideró que las moléculas de ARNip producidas por las manzanas Arctic no tienen homología
significativa con las regiones genómicas que codifican las proteínas humanas o a las secuencias
de transcripción humanas. Por lo tanto, no se esperaba que estas moléculas interfirieran en la
expresión de las proteínas humanas.
Por todo ello se dictaminó que las manzanas GD743, GS784 y NF782 no plantean un mayor
riesgo toxicológico o alergénico que las variedades de manzanas convencionales.
4. Conclusiones
El futuro que depara al campo de los alimentos genéticamente modificados es aún incierto.
Queda aún camino por recorrer hasta que estos estén integrados dentro de la cadena de
consumo e implantados en la sociedad como una parte importante de la alimentación.
Ante todo es necesario que la investigación continúe aportando datos científicos y resolviendo en
la medida de lo posible aquellas inquietudes presentes sobre las consecuencias que pudieran
tener las modificaciones genéticas. Para ello, será indispensable la cooperación entre
organismos e instituciones para facilitar el desarrollo de dichos estudios y evaluaciones
experimentales.
Actualmente se pueden observar multitud de aplicaciones que podrían ser beneficiosas de cara a
paliar problemas mundiales como la falta de abastecimiento de alimentos y en consecuencia, el
hambre en algunas zonas, los cuales se irán agravando poco a poco si no se hace nada por
afrontarlos. Asimismo los avances en biotecnología ofrecen cada vez más ejemplos de alimentos
modificados que han sido aceptados, como el arroz dorado o las manzanas Arctic.
De igual modo, las desventajas y riesgos inherentes no deben desatenderse, puesto que la
seguridad del consumidor tiene que ser prioritaria. En un mundo globalizado debería ser
necesario un consenso o una coordinación a nivel internacional que pudiera aportar cierta
claridad, certeza, y garantía al consumidor a la par que se facilitara la implantación de la
biotecnología como vía de desarrollo.
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En este momento no se puede garantizar al 100% la seguridad de los alimentos MG, pero
tampoco se puede determinar que vayan a ser perjudiciales o nocivos en comparación con los
convencionales. Es por ello que sigue siendo necesario evaluar y garantizar su seguridad, pero
sin olvidar el amplio abanico de alternativas y beneficios que pueden llegar a aportar
medioambientalmente y al propio ser humano desde el punto de vista tecnológico y de
abastecimiento.
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