Lengua Nahua

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Lengua Nahua

Se encuentran dispersos en cerca de 16 municipios y son alrededor de 35 las


comunidades nahuas que se concentran en Hueyapan, Tetela del Volcán, Tetelcingo,
Cuautla, Santa Catarina, Tepoztlán, Cuentepec, Temixco, Xoxocotla y Puente de Ixtla.
El nombre del grupo nahua proviene del verbo nahuatli (hablar con claridad); este término
se emplea para designar tanto al grupo como al lenguaje de los mexica, los mexicanos.
Los pueblos nahuas tienen acceso a varias carreteras y caminos que les permiten una
estrecha comunicación con las cabeceras municipales y con los centros comerciales más
importantes de la región como las ciudades de México
La mayoría de estos pueblos tienen agua potable, servicio telefónico y energía eléctrica;
aún es frecuente el uso de leña y en menor proporción se utiliza el gas. Estas
comunidades cuentan con clínicas de salud, escuelas de nivel básico, medio y algunas
medio superior como en Xoxocotla. La lengua náhuatl se encuentra dentro de la
subfamilia aztecoide que pertenece a la familia o grupo yuto-azteca. Este grupo de
lenguas emparentadas se habla desde las mesetas de la gran Cuenca del Oeste de los
Estados Unidos hasta algunas regiones de Nicaragua. Dentro del territorio mexicano el
náhuatl es el idioma con mayor número de hablantes del grupo yutoazteca.
En estos pueblos, la residencia es patrilocal. Cuando se casan los hijos varones viven en
la casa paterna dos o tres años, después construyen su propia vivienda en un lote
comprado o cedido por el padre. A pesar de que los padres ceden terrenos a sus hijos no
faltan los problemas intrafamiliares por la posesión de la tierra. Todavía subsiste la
indumentaria tradicional elaborada artesanalmente y usada sobre todo por la gente
mayor. En la vida cotidiana son los ancianos, hombres y mujeres, quienes portan este
vestido; los hombres calzón y camisa de manta, las mujeres chincuetes (faldas muy
amplias enredadas al cuerpo) y blusas repujadas o huipiles y fajas.
El atuendo tradicional de un hombre se compone de camisa y calzón de manta, además
de gabán de lana en la zona norte, sombrero y huaraches. Las mujeres de Hueyapan,
usan chincuetes, fajas y rebozos de lana, blusas plisadas de satín o de algodón e
ixcacles. En Tetelcingo visten chincuetes y huipiles color azul marino, de lana o de telas
sintéticas, faja y huaraches; en Xoxocotla, faldas y blusas plisadas, delantal, rebozo (de
tela delgada) y huaraches; en Cuentepec, vestidos y delantales tableados, rebozo y
huaraches, a diferencia de los otros pueblos, aquí visten así todas las mujeres sin
distinción de edad.
Las comunidades nahuas se componen de familias extensas en las que todos los
miembros tienen una tarea específica para la reproducción del grupo doméstico; la
relación de compadrazgo es muy importante. La autoridad está a cargo del ayudante
municipal o del delegado, además del Juez de Paz, quien trata los asuntos judiciales. Por
otra parte está la autoridad agraria. Actualmente, la relación entre los cargos religiosos y
los civiles no es tan estrecha como lo fue en años anteriores.
El poderoso imperio guerrero nahua quedó atrás. La cosmovisión de los pueblos nahuas
contemporáneos, concretamente los de Morelos, tiene su origen en la antigua
cosmovisión que los nahuas compartían con los demás pueblos mesoamericanos. Ésta se
basa en una magna oposición dual de contrarios que fracciona el cosmos para su mejor
comprensión. Estos pueblos realizan sus fiestas con la magnificencia que sus limitados
recursos les permiten. En todas sus celebraciones la misa católica y los actos litúrgicos
dan pauta a las celebraciones colectivas y a las particulares. Es decir, la iglesia los reúne
y las danzas son el punto por el cual tiene sentido ser de un determinado pueblo.
La principal actividad económica la agricultura y la ganadería. La agricultura es de
temporal de corte tradicional; el principal cultivo es el maíz combinado con frijol y
cacahuate; en las pequeñas vegas del río se siembran hortalizas. La propiedad de la
tierra es comunal y ejidal. Los nahuas hablen su lengua o no, conservan en gran medida
los conocimientos de sus antepasados. Su visión del mundo, de la naturaleza, de Dios,
sus formas de elegir a sus representantes, sus ritos agrícolas, de petición de agua, sus
procesiones a los lugares sagrados, sus danzas, su música, sus recuerdos sobre un
pasado cercano lleno de posibilidades ecológicas y abundancia de recursos frente a la
pobreza económica y las carencias en las que viven actualmente.
Por el momento, la dispersión geográfica de estas comunidades impide fomentar un
proyecto regional, pues el sentido de pertenencia y reconocimiento étnico es muy local.

Bibliografía:
https://www.gob.mx/inpi/articulos/etnografia-de-los-nahuas-de-morelos#:~:text=Se
%20encuentran%20dispersos%20en%20cerca,Xoxocotla%20y%20Puente%20de%20Ixtla

La leyenda del Sol (náhuatl)


Dulce Amor Hernández Flores / Lengua: náhuatl / La Loma, Huautla, Hidalgo

Cuentan en mi pueblo que hace muchos años los seres humanos no conocían el Sol, los
hombres de aquel tiempo los alumbraba una estrella que en náhuatl se llama Tonketl y que
hasta en nuestros días aparece en los meses de enero a marzo esa linda estrella. También se
enteraron que Dios cambiaría esa estrella por el Sol, supieron que era muy caliente, unos se
asustaron, otros se alegraron, dicen que una persona organizó a la gente para recibir al Sol
cuando saliera. En su casa se reunían, uno le enseñaban a tocar el violín, otro a rezar y otros
se acercaban a ver y escuchar, entre la gente había una persona más interesada en aprender
a tocar el violín y como las paredes de la casa no tenía enjarre observaba desde afuera y
movía sus dedos y grababa la música mentalmente y les decía a las demás personas que él
con sólo ver y escuchar había aprendido. Otra persona se interesó en aprender a rezar y
también desde afuera repetía las oraciones que escuchaba. En esos tiempos se hablaba
mucho de la aparición del Sol, le preguntaron una abuelita qué opinaba porque según se
decía que no soportarían el calor del Sol y ella les dijo lo siguiente: yo no me voy a morir el
día que aparezca el Sol, me voy a meter en ese montón de cenizas, les decía y se reía. Ya
llegaba el día en que el Sol aparecería y todos se inquietaban, después de muchos días de
espera por fin en sueños supieron que el día de la aparición del Sol había llegado. Todos se
reunieron en la casa del señor que organizó a la gente para recibir al Sol, todos mirando
hacia arriba, esperando el momento. Mientras que el músico y el rezandero los cambiaban
de ropa poniéndose ropa muy fina y de vistosos colores. Cuando vieron que ya venía
saliendo el Sol entonces el músico le entregaron el violín para que tocara, lo intentó pero no
pudo tocar nada, el organizador desesperado no sabía qué hacer, entre la gente una persona
le dijo que él sabía de alguien que podía tocar el violín, el organizador preguntó quién era,
pero esa persona no quería pasar al frente para tocar porque no iba bien vestido, le dijeron
que eso no importaba, aceptó y en el acto le entregaron el violín y empezó a tocar con tanta
facilidad que toda la gente se admiró porque nunca habían escuchado tocar a alguien como
él lo hacía, dicen que se escuchaba como campanitas sonando. De igual manera sucedió con
el rezandero, lo pasaron al frente y no supo decir nada, también entre la gente preguntó el
organizador que si alguien podía hacerlo, todos miraron a una persona, el que con solo
escuchar había aprendido y todos lo animaron a que pasara al frente, no se decidía porque
se avergonzaba de su ropa, eso no importa le dijeron y pasó al frente y empezó a rezar, lo
hacía muy bien, que todos quedaron admirados y las dos personas que estaban muy bien
vestidos se quedaron avergonzados. Dios los cambió de personas a pájaros y se sabe que el
que iba tocar el violín es un pájaro de un solo color rojo, con penacho, su nombre en
náhuatl “tonatitotl”, se llama así en honor al Sol que no canta y sólo hace tzik, tzik, tzik. El
rezandero que no supo decir nada a la hora de la aparición del Sol, es un pájaro que aquí en
mi región abundan y en náhuatl se llama “motmot”, un pájaro de vistosos colores, que entre
ellos sobresale el color verde, le sigue el azul, negro y café de pico largo que no sabe hacer
otra cosa más que nombrarse Mot, Mot, Mot, como en aquel día que no supo hacer lo que
le enseñaron, pero que salió ganando porque se quedó con sus ropas que hasta ahora lo
conserva. El músico sin maestro es el coyoltototl que tiene un plumaje muy pobre de color
gris y alrededor de sus ojos puntitos blancos, pero que con su canto nos hace alegrar en mi
región, todavía existe y le gusta comer el chile piquín.

El rezandero es la primavera de color café que también con su canto nos alegra por las
mañanas; de ese pájaro no puedo quejarme, viven muchos en mi comunidad, conozco sus
nidos que los hace muy bien porque hasta los embarra con lodo; mi papá me dice que no
destruya los nidos porque es la casa de los pájaros. Dicen que así fue, por fin salió el Sol y
empezó a calentar la Tierra, y la abuelita que dijo que no se iba a morir, cuando sintió los
rayos del Sol que calentaba su cuerpo ella estaba tejiendo tela de manta; se quitó los hilos
que enredaban su cintura y a la vista de todos se metió en el montón de cenizas, al salir por
el otro lado ya era un pájaro que es el perdiz que en náhuatl lo llamamos xacoyójtli, cuando
los demás vieron ya convertido en pájaro le dijeron, abuelita ¿y de veras no te vas a morir?
y ella respondió aak… Y ahora en los montes escuchamos ese canto del perdiz y cuando le
ponen una trampa y cae al desplumarlo, por la parte de la cola tiene como ceniza, eso nos
hace pensar que fue real lo que se cuenta.

Siguiendo con la leyenda, dicen que empezó a calentar más el Sol a la Tierra y unos
hombres desesperados cortaban carrizos y añadían para punzar y bajar eso que los
calentaba mucho, que no era otra cosa que el Sol, un Sol que ahora conocemos, que nos da
calor pero que en los meses de diciembre a febrero lo buscamos porque sentimos frío. Así
termina esta leyenda que ahora escribo.

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