Lengua Nahua
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Bibliografía:
https://www.gob.mx/inpi/articulos/etnografia-de-los-nahuas-de-morelos#:~:text=Se
%20encuentran%20dispersos%20en%20cerca,Xoxocotla%20y%20Puente%20de%20Ixtla
Cuentan en mi pueblo que hace muchos años los seres humanos no conocían el Sol, los
hombres de aquel tiempo los alumbraba una estrella que en náhuatl se llama Tonketl y que
hasta en nuestros días aparece en los meses de enero a marzo esa linda estrella. También se
enteraron que Dios cambiaría esa estrella por el Sol, supieron que era muy caliente, unos se
asustaron, otros se alegraron, dicen que una persona organizó a la gente para recibir al Sol
cuando saliera. En su casa se reunían, uno le enseñaban a tocar el violín, otro a rezar y otros
se acercaban a ver y escuchar, entre la gente había una persona más interesada en aprender
a tocar el violín y como las paredes de la casa no tenía enjarre observaba desde afuera y
movía sus dedos y grababa la música mentalmente y les decía a las demás personas que él
con sólo ver y escuchar había aprendido. Otra persona se interesó en aprender a rezar y
también desde afuera repetía las oraciones que escuchaba. En esos tiempos se hablaba
mucho de la aparición del Sol, le preguntaron una abuelita qué opinaba porque según se
decía que no soportarían el calor del Sol y ella les dijo lo siguiente: yo no me voy a morir el
día que aparezca el Sol, me voy a meter en ese montón de cenizas, les decía y se reía. Ya
llegaba el día en que el Sol aparecería y todos se inquietaban, después de muchos días de
espera por fin en sueños supieron que el día de la aparición del Sol había llegado. Todos se
reunieron en la casa del señor que organizó a la gente para recibir al Sol, todos mirando
hacia arriba, esperando el momento. Mientras que el músico y el rezandero los cambiaban
de ropa poniéndose ropa muy fina y de vistosos colores. Cuando vieron que ya venía
saliendo el Sol entonces el músico le entregaron el violín para que tocara, lo intentó pero no
pudo tocar nada, el organizador desesperado no sabía qué hacer, entre la gente una persona
le dijo que él sabía de alguien que podía tocar el violín, el organizador preguntó quién era,
pero esa persona no quería pasar al frente para tocar porque no iba bien vestido, le dijeron
que eso no importaba, aceptó y en el acto le entregaron el violín y empezó a tocar con tanta
facilidad que toda la gente se admiró porque nunca habían escuchado tocar a alguien como
él lo hacía, dicen que se escuchaba como campanitas sonando. De igual manera sucedió con
el rezandero, lo pasaron al frente y no supo decir nada, también entre la gente preguntó el
organizador que si alguien podía hacerlo, todos miraron a una persona, el que con solo
escuchar había aprendido y todos lo animaron a que pasara al frente, no se decidía porque
se avergonzaba de su ropa, eso no importa le dijeron y pasó al frente y empezó a rezar, lo
hacía muy bien, que todos quedaron admirados y las dos personas que estaban muy bien
vestidos se quedaron avergonzados. Dios los cambió de personas a pájaros y se sabe que el
que iba tocar el violín es un pájaro de un solo color rojo, con penacho, su nombre en
náhuatl “tonatitotl”, se llama así en honor al Sol que no canta y sólo hace tzik, tzik, tzik. El
rezandero que no supo decir nada a la hora de la aparición del Sol, es un pájaro que aquí en
mi región abundan y en náhuatl se llama “motmot”, un pájaro de vistosos colores, que entre
ellos sobresale el color verde, le sigue el azul, negro y café de pico largo que no sabe hacer
otra cosa más que nombrarse Mot, Mot, Mot, como en aquel día que no supo hacer lo que
le enseñaron, pero que salió ganando porque se quedó con sus ropas que hasta ahora lo
conserva. El músico sin maestro es el coyoltototl que tiene un plumaje muy pobre de color
gris y alrededor de sus ojos puntitos blancos, pero que con su canto nos hace alegrar en mi
región, todavía existe y le gusta comer el chile piquín.
El rezandero es la primavera de color café que también con su canto nos alegra por las
mañanas; de ese pájaro no puedo quejarme, viven muchos en mi comunidad, conozco sus
nidos que los hace muy bien porque hasta los embarra con lodo; mi papá me dice que no
destruya los nidos porque es la casa de los pájaros. Dicen que así fue, por fin salió el Sol y
empezó a calentar la Tierra, y la abuelita que dijo que no se iba a morir, cuando sintió los
rayos del Sol que calentaba su cuerpo ella estaba tejiendo tela de manta; se quitó los hilos
que enredaban su cintura y a la vista de todos se metió en el montón de cenizas, al salir por
el otro lado ya era un pájaro que es el perdiz que en náhuatl lo llamamos xacoyójtli, cuando
los demás vieron ya convertido en pájaro le dijeron, abuelita ¿y de veras no te vas a morir?
y ella respondió aak… Y ahora en los montes escuchamos ese canto del perdiz y cuando le
ponen una trampa y cae al desplumarlo, por la parte de la cola tiene como ceniza, eso nos
hace pensar que fue real lo que se cuenta.
Siguiendo con la leyenda, dicen que empezó a calentar más el Sol a la Tierra y unos
hombres desesperados cortaban carrizos y añadían para punzar y bajar eso que los
calentaba mucho, que no era otra cosa que el Sol, un Sol que ahora conocemos, que nos da
calor pero que en los meses de diciembre a febrero lo buscamos porque sentimos frío. Así
termina esta leyenda que ahora escribo.