Derecho-Civil-Contratos (Estudiar de Estos)
Derecho-Civil-Contratos (Estudiar de Estos)
Derecho-Civil-Contratos (Estudiar de Estos)
Tema 1: El Contrato
1. Autonomía Privada y Fuerza Vinculante de los Contratos
La regulación normativa que brinda el Código Civil acerca de los contratos se halla en el
Libro IV, Título II. Más concretamente en los artículos comprendidos entre el 1254 y el 1314.
El propio Código no preceptúa una definición o un concepto legal de la institución del
contrato en estos artículos. Por ello, a fin de obtener una definición del mismo, hay que
acudir a los artículos 1089, 1091 y 1254 del mismo Código.
Así, el artículo 1089 viene considerando al contrato como una de las principales fuentes de
las obligaciones. En un sentido diferente, el artículo 1091 recoge que las obligaciones
establecidas en el contrato tienen fuerza de ley entre las partes y deben cumplirse a tenor del
mismo. La doctrina, Carlos Lasarte en especial, ha propugnado que no ha de dársele a la
expresión “fuerza de ley” un valor normativo estricto, sino que se trata de una hipérbole que
trata de manifestar que tales obligaciones vinculan jurídicamente a las partes contratantes y,
por tanto, son exigibles. Finalmente, haciendo alusión al artículo 1254 del Código Civil, éste
prescribe que la existencia del contrato se supedita al momento en que una o varias
personas consienten en obligarse respecto de otras a dar o hacer algo.
Pese a que el Código pretiere la cuestión, no podemos entender que queden fuera del marco
normativo del artículo 1254 las obligaciones de no hacer que, por consiguiente, podrán ser
objeto del contrato.
Asimismo, cabe añadir que el contrato en modo alguno puede afectar a terceras partes no
contratantes del mismo.
Concepto de Contrato
La doctrina define el Contrato como el acuerdo de voluntades entre dos o más personas
dirigido a crear obligaciones, directamente exigibles entre ellas. Tal autonomía de la
voluntad está plasmado en el artículo 1255 del CC, el cual expresa que los contratantes
pueden establecer pactos y condiciones siempre y cuando éstos no sean contrarios a la Ley,
la moral y el orden público. Del análisis pormenorizado de este artículo podemos extraer
dos conclusiones:
1ª. Los contratantes pueden modificar la regulación legal de los contratos cuando nos
hallemos ante normas dispositivas. En cambio, si nos encontramos ante normas de carácter
imperativo, éstas no podrán modificarse por la autonomía de la voluntad. Recordemos que
una norma de derecho dispositivo es aquella que puede ser modificada o excluida por la
voluntad de las partes contratantes.
2ª. Los contratantes pueden crear nuevas figuras contractuales, diferentes de las
expresamente tipificadas en el Código Civil.
hipoteca cuando, mediante pacto, se excluya a uno o más socios de toda parte en las
ganancias o las pérdidas, en el primer caso, o cuando el acreedor se apropie de las cosas
otorgadas en calidad de prenda o hipoteca, en el segundo (arts. 1691 y 1859 del Código
Civil).
c) El orden público: será nulo todo contrato que vulnere la dignidad o los derechos de las
personas.
El artículo 1091 del Código Civil establece que las obligaciones que nacen de los contratos
tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y han de cumplirse a tenor del mismo. De
esta forma, establece la eficacia obligatoria de los contratos para las partes contratantes, pese
a la existencia de la autonomía privada.
Existen múltiples formas y maneras de clasificar los contratos. Veamos algunas de las más
importantes propuestas por la doctrina:
Encontramos por un lado los contratos consensuados y por otro los contratos reales. Son
contratos consensuados todos aquellos que se perfeccionan por el simple consentimiento de
las partes contratantes. La mayoría de los contratos del Derecho Civil español son
consensuales; así, por ejemplo, podemos citar, sin ánimo de extensión, la compraventa, el
mandato, etc. Al contrario, son contratos reales los que, además del consentimiento
contractual, precisan la entrega de una cosa. Podemos calificar como contrato real el
depósito, la prenda o el préstamo entre otros.
Caen en esta clasificación los contratos gratuitos o lucrativos y los contratos onerosos. En el
primer caso nos hallamos ante un contrato en el que una de las partes proporciona una
ventaja económica a otra sin recibir una prestación a cambio. El ejemplo paradigmático de
contrato gratuito es la donación, aunque existen otros, como el mandato, que tienen, en
principio, carácter gratuito. En el segundo caso, se denomina contrato oneroso aquel que
proporciona una ventaja económica a ambas partes contratantes puesto que una otorga una
prestación mientras que la otra realiza una contraprestación. Son onerosos, por ejemplo, el
contrato de compraventa o el de arrendamiento.
Es un contrato típico todo aquel que tiene una regulación legal propia expresamente
recogida. Entre otros, pueden calificarse como contratos típicos el de compraventa, el de
arrendamiento urbano o el de mandato. En cambio, es un contrato atípico el que no ostenta
una regulación legal propia. La Sala 1ª del Tribunal Supremo ha venido estableciendo, en su
doctrina jurisprudencial, que tales contratos se rigen por la voluntad de las partes. No
obstante, en el caso de que ésta sea insuficiente habrá de acudirse a un contrato típico por
analogía (iuris). En el supuesto en que no existiere un contrato típico asemejable se atendrá a
los principios generales del Derecho. Esto es consecuencia del principio iura novit curia que
conmina al juez o tribunal a resolver, en todo caso, todos los asuntos de que conozcan (art.
1.7 del CC).
Encontramos contratos unilaterales, los que crean obligaciones sólo para una de las partes
(p.e. el contrato de préstamo), y contratos bilaterales, cuando mediante el mismo se crean
obligaciones recíprocas en favor de ambas partes contratantes (p.e. el arrendamiento urbano
o la compraventa).
Sin embargo, si atendemos al número de personas que participan en el contrato es de todas
obvio que sólo podrán ser bilaterales o multilaterales, en función de si participan tan sólo
dos o más personas, nunca unilaterales.
El artículo 1261 del Código Civil recoge como elementos del contrato el consentimiento, el
objeto y la causa. Sin embargo, pueden incluirse también dentro de los elementos del mismo
la capacidad contractual y la forma (cuando específicamente la Ley así lo señale).
Comencemos viendo la capacidad contractual.
El artículo 1263 del Código Civil es el que regula la capacidad contractual. En el mismo se
establece que no ostentan capacidad para otorgar el consentimiento contractual los menores
no emancipados ni los incapacitados judicialmente. Recordemos una vez más que se trata
de supuesto que afectan al Estado Civil de la persona.
tres años de edad, el contrato será nulo de pleno derecho por inexistencia de la capacidad
contractual, reportándose que nunca existió consentimiento, requisito esencial del
contrato.
La Autocontratación
4. Simulación: existe simulación cuando hay una voluntad oculta entre las partes
contratantes y una diferente exteriorizada a terceros. Prevalece la oculta entre los
contratantes que es válida y eficaz, al igual que la exteriorizada frente a terceros, en tanto
de otro modo se conculcaría la buena fe contractual.
1. Error propio: es el conocimiento falso de una cosa o de un hecho y, por tanto, afecta a la
formación de la voluntad contractual. Para poder declarar nulo el contrato habrá de
recaer, el error, sobre el objeto del mismo o sobre la persona con la que se contrata . Así,
existe un ejemplo de error sobre el objeto si ambas partes creer que venden y compran
respectivamente un cuadro de Sorolla que, sin embargo, es falso. Ambas partes incurren
en error propio y, por tanto, el contrato es nulo de pleno derecho. Luego, el objeto ha de
ser esencial y fundamentar la prestación del consentimiento. Si, en cambio, afectara a una
cuestión no esencial, el contrato no será nulo y sólo dará lugar a la indemnización de
daños y perjuicios. Habrá error in personam siempre que se hubiese pactado la especial
condición de ésta (intuitu personae) . En este supuesto nos hallaremos ante un contrato
nulo de pleno derecho. Será anulable en otros supuestos. Finalmente, el error de cuentas
sólo dará lugar a la corrección del mismo.
Como se habrá podido observar, el error desplegará plenos efectos sólo cuando afectase
al objeto que se haya especificado como causa determinante para la celebración del
contrato
2. Violencia: existe violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza
irresistible por una de las partes o un tercero. Puede ser una vis absoluta o una vis
compulsiva o relativa. La violencia ha de viciar el consentimiento, no anularlo, puesto que
en tal caso no existiría siquiera un consentimiento contractual.
4. Dolo: Existe dolo cuando, mediante engaño, una de las partes induce a otra a celebrar un
contrato que, sin tal actividad fraudulenta, no se hubiese producido. Es un supuesto de
mala fe contractual y que, por tanto, abarca todos los daños que se produzcan, fueren
previsibles o no. Puede darse por omisión (se omite una información que de haberse
sabido no se habría producido el contrato). Este supuesto se conoce como dolo omisivo,
en contraposición con el dolo activo.
Para que produzca la nulidad contractual habrá de ser grave y sin que lo produzcan
ambas partes contratantes. De ser así, se produce una compensación de actividades
maliciosas. Ha de recaer sobre la causa del contrato determinante en la prestación del
consentimiento. Este factor será el que dilucide la cuestión acerca de la gravedad del dolo
y, por consiguiente, su nulidad.
El artículo 1261.2º del Código Civil enuncia y define el objeto como todo aquellos bienes
susceptibles de valoración económica por, al menos, una de las partes contratantes. Es un
elemento esencial del contrato y ha de reunir los siguientes requisitos:
1. Posibilidad:
No serán objeto del contrato las cosas o servicios imposibles. De ser así, será nulo de
pleno derecho. Cuando se perfecciona el contrato ha de existir el objeto del mismo o ser
susceptible de existencia. Ello no implica que no puedan ser objeto del contrato las cosas
futuras.
2. Licitud:
Todas las cosas o servicios del contrato han de ser lícitas. Se excluye, por tanto, de este
ámbito, las cosas que están fuera del comercio (p.e. bienes públicos, derechos de la
personalidad, estado civil, etcétera). Se entiende por servicio ilícito todo aquel contrato
contrario a la Ley o las buenas costumbres. Así, el artículo 1583, en relación con el
arrendamiento de servicio, preceptúa que el contrato por toda la vida es nulo por ir en
contra de la Ley. De la misma forma, se prohíbe la subrogación gestatoria o maternidad
de alquiler, en base a la Ley de Reproducción Asistida.
3. Determinabilidad:
Es el qué o para qué del contrato. El código Civil establece que es un requisito esencial de la
obligación que ha de venir establecido en el contrato. Según el Ordenamiento Jurídico
español, la causa ha de existir y ser lícita, por lo que, aquellas causas que contravengan la
El principio general que rige en Derecho civil es el principio espiritualista (1278 del Código
Civil) que consagra la libertad de forma contractual.
La Ley establece excepciones a este principio. Son los denominados contratos “ad
solemnitatem” y “ad probationem”. Los primeros exigen que la voluntad contractual se
exprese a través de una forma especial o solemne (por ejemplo, capitulaciones
matrimoniales, donación de bienes inmuebles o bien mueble sin entrega conjunta de la
cosa, constitución de sociedad, el contrato de hipoteca o el régimen de propiedad
horizontal). Por el contrario, los contratos ad probationem implican que siendo éstos válidos
entre las partes, éstas pueden exigirse recíprocamente (para que el contrato tenga efectos,
sobre todo frente a terceros) el cumplimiento de ciertos requisitos de forma (art. 1280 los que
han de figurar en documento público a los solos efectos ad probationem; p.e. la transmisión
de bienes inmuebles o derechos reales inmobiliarios, los arrendamientos de bienes
inmuebles por seis o más años, la cesión de determinados derechos, los poderes o las
capitulaciones matrimoniales. Este último ejemplo, pese a hallarse en este artículo no es un
contrato ad probationem según el TS).
La forma escrita
El último párrafo del artículo 1280 del Código Civil establece que aquellos contratos en los
que la prestación acordada exceda de las 1500 pesetas (9 €) deberán de hacerse constar por
escrito, bien pudiéndose hacer en documento privado.
Pese a que determinados autores hayan alegado que este artículo se encuentra en desuso,
por cuanto el legislador no ha ajustado tal disposición a la entrada de la moneda única
europea, la mayoría de la doctrina no coincide en tal apreciación.
En la vida de todo contrato pueden distinguirse tres fases diferenciadas: la generación del
contrato, su perfección y la consumación del mismo.
a) Generación: es aquel período preparatorio en el cual se produce una serie de actos de los
futuros contratantes de los cuales derivará, en principio, el consentimiento contractual
posterior. La doctrina alude a este tipo de actos con la denominación de Actos
Preliminares.
Dentro de la perfección, hay que recalcar que si ambas partes se hallan en el mismo lugar
no habrá, en principio, problemas a la hora de que surja el contrato; sin embargo, si las
partes se encuentran en emplazamientos diferentes, el perfeccionamiento del contrato
tendrá lugar en el instante en que el oferente conozca la aceptación de su oferta y
también surgirá en el supuesto en que remitida la aceptación de la oferta, el oferente la
ignore o rechace de mala fe.
Son todos aquellos actos que la persona interesada en contratar lleva a cabo para elaborar,
discutir o concretar el contrato. Normalmente consisten en conversaciones, revisiones
mutuas de escritos, realización de estudios técnicos previos al contrato, etcétera. Según la
Sala Primera del Tribunal Supremo, en su reiterada jurisprudencia, no vinculan para la
contratación aún cuando se hayan efectuado estudios técnicos previos al contrato.
Asimismo, el TS otorga a los tratos preliminares la función de esclarecer, a posteriori, cuál
era la voluntad contractual en el supuesto de que surgiesen disputas.
Parece que ello va en contra de lo que prescribe el Código Civil en su artículo 1282 el cual
establece que la interpretación de los contratos se realizará en base a los actos coetáneos y
posteriores al mismo. Sin embargo, el Tribunal Supremo tuvo ocasión de pronunciarse al
respecto estableciendo que también han de tenerse en cuenta, a los efectos mencionados,
los tratos preliminares.
Las personas intervinientes en los tratos preliminares pese a que no pueda decirse que se
encuentran vinculados jurídicamente a la contratación, han de actuar respetando los
principios de buena fe y lealtad. Tales principios imponen una pauta de comportamiento que
puede implicar, sin ánimo exhaustivo, la proporción recíproca de información o el
mantenimiento en privado de las negociaciones contractuales, siempre que por su propia
naturaleza no deban ser conocidos por terceros. El incumplimiento de las obligaciones
precontractuales genera la indemnización de daños y perjuicios, en amparo de los principios
legalmente aludidos (vid. art. 1902 y 7.1 del Código Civil).
Pese a que , en principio, sea un Derecho Personal, puede convertirse en un Derecho Real.
Es decir, pasa de un derecho de crédito a un derecho real si el contrato de opción tiene por
objeto un bien inmueble inscrito en el Registro de la Propiedad, habiéndose de inscribir el
Derecho de Compra también en el Registro aludido.
El problema principal de estos contratos no es su eficacia obligatoria, que la tiene, sino que
las condiciones para la adhesión pueden ser abusivas a favor de predisponente y en perjuicio
del particular adherente.
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Son aquellos que regulan la celebración de futuros contratos fijando una reglamentación
uniforme, general y abstracta de carácter obligatorio, a la que habrán de someterse las
personas que establezcan tal relación contractual (ej. Convenio Laboral Colectivo).
Las normas del Código Civil que recogen la cuestión son los artículos comprendidos entre
el artículo 1281 y 1289, ambos inclusive. Estos artículos tienen un carácter instrumental,
son una herramienta cuyo principal destinatario son los jueces y tribunales o, bien, los
árbitros (que tendrán que atenerse a estas normas). Cuando la interpretación contractual
sea realizada por un juez, cabe el recurso ante la Audiencia Provincial u, con carácter
excepcional, uno de casación ante el Tribunal Supremo. Este recurso, según la
jurisprudencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo, sólo cabe cuando la
interpretación realizada por los tribunales inferiores sea absurda o desorbitada.
Implica que si en la letra del contrato aparece clara la voluntad contractual de las
partes, no debe tergiversarse el tenor de las ésta, por cuanto la intención común de las
partes es llana y clara.
Cuando el tenor literal del contrato, por las palabras empleadas en el mismo, dejen un
resquicio de duda, se estará a la intención o voluntad de las partes. Es decir, prevalece
la intención sobre la literalidad. Al fin de determinar cuál es la voluntad contractual se
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A las cláusulas dudosas hay que darle el sentido más adecuado a fin de que éstas
produzcan efectos. Aunque parezca, en principio, que hace referencia a una o varias
cláusulas determinadas, la norma contenida en este artículo es aplicable al contrato en
su conjunto, de manera que habrá de interpretarse el mismo para que éste produzca
efectos jurídicos. Acorde con la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, este precepto
sólo entrará en juego en el supuesto de que no pueda determinarse cuál es la verdadera
voluntad contractual aplicando las reglas anteriores.
Han de tenerse en cuenta los usos o costumbres, calificándose como tales aquellas
conductas propias de un lugar geográfico determinado, para interpretar las
ambigüedades de un contrato o cuando en éste se hayan omitido cláusulas que, de
ordinario, suelen incorporarse.
Siguiendo los criterios de equidad y buena fe, el Código Civil establece que las
cláusulas oscuras de un contrato no pueden favorecer a la parte que propició tal
oscuridad. Se entiende por cláusulas oscuras a aquellas disposiciones de las que, según
la interpretación que se haga de las mismas, pueden derivarse efectos favorables o
desfavorables para una de las partes. Este precepto tuvo un papel estelar en los
1 Estas dos reglas enunciadas sólo afectarán a los contratos establecidos por escrito.
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Si, una vez aplicadas todas las reglas anteriormente enunciadas, no se pueda hallar la
voluntad real de las partes, entrará en juego el precepto 1289 del Código Civil. Éste
diferencia dos posibles supuestos. A saber:
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Es otro de los principios en materia contractual que implica que el contrato ha de desplegar
efectos entre las partes y sus causahabientes (p.e, herederos). En este sentido, los derechos y
obligaciones derivados de un contrato no serán transmisibles a los causahabiente o terceros.
Ello puede suceder por dos causas:
Pese a que podamos afirmar que la regla general en el Código Civil es la de la relatividad del
contrato, este principio quiebra cuando se presentan o se dan unos determinados supuestos
reconocidos por la Jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo. De suerte que se puedan
transmitir derechos y obligaciones a los causahabiente o terceros. Podemos citar los
siguientes supuestos:
La Sala primera del Tribunal Supremo viene reconociendo en su reiterada jurisprudencia este
tipo de contratos. Los contratos en favor a terceros se hallan normados en el precepto 1257,
párrafo segundo, del Código Civil. La norma contenida en tal artículo habilita a las partes a
establecer estipulaciones que favorezcan a terceros no parte en el contrato. Del modo que
éste podrá exigir el cumplimiento de las obligaciones que dimanen del mismo, siempre y
cuando haya aceptado tal estipulación antes de que la misma fuese revocada.
Son aquellos contratos en los que el objeto, como elemento esencial del mismo, es causar
un determinado daño a una tercera persona ajena al contrato. Ha de considerarse ineficaz en
virtud de la ilicitud del objeto del contrato. Por ende, se reputará dicho contrato como nulo
de pleno derecho (o ineficaz) por ausencia de uno de los elementos esenciales de tal
convenio. Un ejemplo, a modo ilustrativo, son los actos de liberalidad realizados en fraude
de acreedores.
Como los dos supuestos anteriores, el Tribunal Supremo ha venido admitiendo su existencia,
si bien no existe una disposición jurídica que dé cobertura a este tipo de contrato. Consisten
en la celebración de un determinado tipo contractual (normalmente un contrato de
compraventa) en el que uno de los contratantes, al que denominamos estipulante
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Ej. Existen ocasiones en los el comprador quiere que el vendedor desconozca su identidad,
por ejemplo porque de ser así no se celebraría tal contrato. De tal manera que una tercera
persona pactará tal estipulación con el vendedor antes referido a fin de que, en un momento
dado y por tiempo determinado, el verdadero comprador le sustituirá en su posición en el
contrato.
Consiste en una estipulación mediante la cual una de las partes contratantes, denominada
promitente, se obliga frente a otra, estipulante, a que un tercero le entregue una cosa o
preste un servicio. En esta promesa del hecho ajeno hay que distinguir dos fases:
1. Que las partes contratantes y persona en cuyo favor se realice la cesión estén de acuerdo.
2. Que se trate de contratos bilaterales en los que las recíprocas prestaciones aún no hayan
sido ejecutadas.
4. El Subcontrato
Vid. Tema 6.
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Concepto
Será nulo un contrato cuando por causa de un defecto no es apto para producir
consecuencia jurídica alguna.
Causas
1. Falta de alguno de los elementos esenciales del contrato o por infracción de la forma,
cuando ésta se haya elevado a condición esencial (forma ad solemnitatem, por ejemplo).
2. Ausencia de unanimidad en situaciones de cotitularidad o condominio cuando se realicen
actos de disposición (enajenación o gravamen).
3. Ilicitud del objeto o de la causa del contrato.
4. Vulneración de los límites establecidos en la autonomía contractual (supuestos del 1255
CC, a saber: la ley, la moral y el orden público).
Efectos
En primer lugar, hay que indicar que no precisa una declaración judicial ni tampoco una
previa impugnación del contrato. La nulidad radical opera de forma automática y para su
declaración será preciso ejercitar una acción, denominada acción de nulidad, cuando se
haya generado una apariencia negocial que es necesaria destruir.
Como segundo efecto es de menester manifestar que la nulidad absoluta es perpetua e
insubsanable. En consecuencia, el contrato nulo no produce efecto jurídico alguno. En el
caso de que se creara una apariencia negocial habría que dejar sin efecto los
desplazamientos patrimoniales ya producidos, volviendo al statu quo anterior.
Finalmente, la acción de nulidad es imprescriptible y, por tanto, no sometida a un plazo
determinado para su ejercicio. Como extensión de tal aseveración tampoco puede afirmarse
que pueda consolidarse la eficacia del contrato por el transcurso del tiempo.
Concepto
Son contratos anulables todos aquellos que, aún conteniendo todos los requisitos necesarios
para su validez, adolecen de algún otro vicio susceptible de producir su ineficacia.
Causas
Efectos
legitimadas las personas vinculadas por el contrato y, dentro de este, sólo aquella persona
que sufra la incapacidad o el vicio de la voluntad, la Jurisprudencia del Tribunal Supremo,
con carácter excepcional, faculta o legitima a terceros para interponer tal acción cuando éste
pueda quedar perjudicado.
La acción de anulabilidad está sometida a un plazo de caducidad de cuatro años, no
susceptible de interrupción. El artículo 1301 nos brinda una serie de supuestos a fin de
determinar cuándo comienza a correr dicho plazo de caducidad. De esta manera, en los
supuestos de:
Al igual que en los supuestos de nulidad absoluta, declarada la anulabilidad, los contratantes
deberán de volver al statu quo anterior (restituirse la cosa con sus frutos o, si lo hubiere, el
precio y sus intereses).
7. El Mutuo Disenso
Contrato atípico mediante el cual los contratantes tienen la posibilidad de celebrar un nuevo
contrato que tenga por objeto dejar sin efecto las obligaciones nacidas de un contrato
preexistente. Los contratantes se apartan del contrato o dejan éste sin efecto, de tal modo
que se vuelve al estado jurídico previo a la celebración del mismo. Ahora bien, de haberse
ya realizado alguna prestación esta no podrá restituirse. El mutuo disenso puede pactarse a
cambio de un determinado precio o cuantía.
8. El Desistimiento Unilateral
El artículo 1256 del Código Civil establece el siguiente principio general en materia
contractual: “la validez y el cumplimiento de un contrato no puede quedar al arbitrio de una
de las partes”. Este principio tiene algunas excepciones reconocidas en la ley: aquellos casos
en que a una, varias o todas las partes se les permita extinguir el contrato de forma unilateral.
Entre los ejemplos más significativos podemos destacar: el contrato de mandato (el
mandante puede apartarse con la revocación o el mandatario previa notificación al primero).
En el comodato (préstamo de uso), si lo que se presta es por tiempo indefinido, el
comodante puede exigir en cualquier momento al comodatario la entrega o devolución de la
cosa. En los Arrendamientos Urbanos cuya duración supere los cinco años, establece la Ley
de Arrendamientos Urbanos, en su artículo 11, que si se han cumplido 5 años de contrato el
arrendatario podrá desistir unilateralmente del mismo toda vez se notifique 2 meses antes al
arrendador. En el contrato de sociedad de haberse realizado por tiempo indefinido o
indeterminado. En el contrato de obra el comitente (dueño de ésta) puede dar por finalizado
o apartarse del contrato de obra con su contratista, habiendo de abonarle el beneficio que
hubiese podido obtener y los gastos ya realizados.
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Viene recogido en el artículo 1124 del Código Civil. Éste establece que existe una facultad
implícita a todo contrato, en el que se impongan obligaciones recíprocas, para resolver el
mismo en el supuesto de que una de las partes contratantes no realice la prestación a la que
se obligó. Es decir, en el momento en el que una de las partes no cumpla lo acordado, la
otra tendrá el derecho a resolver inmediatamente el contrato.
Asimismo, aunque en primer lugar se hubiese decantado el perjudicado por continuar sin
resolver el contrato, podrá elegir la resolución de ser imposible el cumplimiento de la
obligación. De la misma manera, se permite a los Tribunales de Justicia imponer, dadas las
circunstancias del caso y si lo estimasen conveniente, un determinado plazo o período en el
que se permitirá a la otra parte cumplir con las obligaciones dimanantes del contrato que, de
no efectuarse, dará lugar a la resolución.
Todo esto se entiende sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceras personas.
1. Ha de haber una reciprocidad en las obligaciones, que cada parte haya querido como
equivalente la prestación a la que está conminada la otra existiendo, por tanto, una
mutua condicionalidad.
2. Que aún no se haya ejecutado una o varias de las obligaciones contractuales.
3. La parte que pida la resolución contractual ha de haber cumplido su parte de la
obligación.
4. Ha de existir una voluntad deliberadamente rebelde para cumplir la obligación por parte
del deudor.
larga duración o tráfico sucesivo puesto que se entiende que existe una cláusula implícita,
tácita y no pactada (la cláusula Rebus Sic Stantibus) de resolución del contrato cuando
cambien extraordinariamente las circunstancias o motivos que coadyuvaron a la prestación
del consentimiento a obligarse por el contrato. Esta cláusula lleva a que cualquiera de las
partes contratantes pueda instar a los Tribunales de Justicia a revisar o resolver un contrato
cuando las circunstancias iniciales de éste hubiesen variado enormemente, dejando, por
consiguiente, un desequilibrio tal en las prestaciones que vacía de contenido al contrato.
Un contrato rescindible es todo aquel contrato que, aunque válidamente celebrado, puede
resultar ineficaz por el perjuicio sufrido por las partes contratantes o un tercero. Dicha
rescisión es de carácter excepcional.
Causas
Lesión
El daño o perjuicio patrimonial se produce a una de las partes contratantes. Sólo puede darse
en estos supuestos:
1. Contratos que pueda celebrar el tutor, sin autorización judicial, cuando en los mismos
se cause un perjuicio al pupilo superior al cuarto del valor del objeto del contrato.
2. Contratos celebrados por el representante del ausente, sin autorización judicial,
cuando se ocasione un perjuicio a éste superior al cuarto del valor del objeto del
contrato.
3. En la partición de la herencia, siempre que una de las partes sufra un perjuicio
superior al cuarto del valor de las cosas, cuando éstas hubiesen sido adjudicadas.
Fraudulenta
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Tema 4: La Donación
1. Concepto y caracteres de la Donación
La donación se define como un acto de liberalidad mediante el cual una persona dispone
gratuitamente de una cosa en favor de otra que la acepta.
Se exigen unos determinados requisitos, que han de concurrir simultáneamente, para poder
afirmar que nos hallamos ante un contrato de donación:
De no estar presentes estos tres caracteres nos encontraremos ante un negocio jurídico
gratuito.
2. Elementos de la Donación
Capacidad de Obrar
Donante ha de tener la capacidad para donar y la capacidad para disponer sobre sus bienes.
Los menores emancipados no tienen libertad absoluta para poder ser donantes puesto que
ésta se ve limitada acorde con lo preceptuado en el artículo 1323 del Código Civil.
El Donatario, por su parte, para aceptar una donación ha de tener la mera capacidad de
discernimiento. O sea, tener constancia de qué acto se está realizando. De no ostentar esta
capacidad de discernimiento será precisa la asistencia por parte de los representantes
legales.
El Código Civil admite en el artículo 627 la donación a una persona concebida pero no
nacida (tradicionalmente llamado nasciturus) cuya aceptación será efectuada por el
representante legal si se hubiese acreditado o producido el nacimiento. Es decir, la donación
quedará en estado de pendencia hasta que se produzca el nacimiento en consonancia con
los requisitos exigidos en el artículo 30 del Código. Así pues, el objeto de la donación
quedará en el patrimonio del donante hasta que se produzca el alumbramiento.
El Objeto de la Donación
Podrá comprender todos los bienes presentes del donante, siempre que se reserve en plena
propiedad o usufructo lo necesario para poder seguir viviendo conforme al nivel de vida que
se llevaba con anterioridad a la donación. Por otro lado, nadie podrá recibir o dar más de lo
que pueda recibir por testamento.
La Perfección de la Donación
La aceptación por parte del donatario provoca la inmediata eficacia de la donación. Esto
significa que el donante puede dejar sin efecto el contrato antes de dicha aceptación.
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La Forma
4. La Revocación
Se puede afirmar que, excepcionalmente, cabe la posibilidad de que las donaciones queden
sin efecto en un momento posterior a la perfección de la misma. Sin embargo, tales
supuestos, como anticipábamos, son atípicos:
Toda donación hecha intervivos por persona que no tenga hijos o descendientes puede ser
revocada bien si, en un momento posterior a la perfección del contrato, el donante tiene un
hijo, bien si, desconocida la existencia de alguno por creérsele muerto, se conoce la misma
tras el óbito del donante.
Sin embargo, el simple conocimiento de que ésta vivo el hijo que, en principio, se creía
muerto, no produce automáticamente la revocación del contrato de donación, sino que,
como ha venido exigiendo la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, es preciso que se
interponga una demanda o del propio donante o de sus hijos o descendientes. Esta acción
tiene un plazo de ejercicio de cinco años, contados desde el día en el que nació el hijo
(posterior a la perfección del contrato) o desde el momento en que se conoció la existencia
del hijo que creía muerto (art. 646 del Código Civil), según la situación ante la que nos
hallemos.
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Ingratitud
La revocación por ingratitud viene a mostrarnos, una vez más, las amplias facultades que
concede la Ley al donante. Ésta se produce cuando el donatario cometa un delito contra la
persona, el honor o los bienes del donante; le impute algún delito de los que dan lugar a
procedimiento de oficio o acusación pública, a menos que se hubiese cometido contra el
propio donatario o le niegue indebidamente alimentos.
La acción de revocación, en este supuesto, tiene un plazo menor de ejercicio: un año de
prescripción. Esta acción será intransmisible a los herederos si falleciese el donante sin
haberla ejercitado.
Incumplimiento de carga
Donaciones remuneratorias
Es aquella que realiza se realiza al donatario por sus méritos o servicios prestados al
donante.
Donaciones onerosas
Donaciones mortis-causa
Son las que producen efectos al tiempo del fallecimiento del donante. Éstas se
conceptualizan como una manifestación de la última voluntad del donante, rigiéndose por
las reglas y normas establecidas por la sucesión testamentaria. Se asimilan a los legados en
testamento siendo, por consiguiente, susceptibles de revocación hasta el fallecimiento del
donante, no produciéndose la transmisión del bien o patrimonio hasta que se produzca la
efectiva muerte del causante.
21
Se puede establecer convencionalmente, mediante acuerdo o pacto, que el donante, una vez
realizada la donación, pueda recuperar las cosas donadas, en favor propio o ajeno, teniendo
como límite, en último caso, la regla preceptuada en el artículo 781 del Código Civil para
las sustituciones fideicomisarias.
Donante – A – B – 1C – 2D – F.
El donante puede pactar la facultad de disponer de todos o de alguno de los bienes donados.
En este caso, si el donante no ejercita esta facultad en vida, todos los bienes donados
pertenecerán sin excepción al donatario.
Donaciones indirectas
Nos hallamos ante una donación indirecta cuando por medios válidos y realmente queridos
por las partes, pero distintos del contrato de donación, se consigue el mismo resultado que si
se hubiese realizado ésta. El caso paradigmático son lo que, en nuestro ordenamiento
jurídico, se conoce como compraventas amistosas o, lo que se denomina en el Derecho Civil
Italiano, la venta de favor.
Este supuesto se produce cuando el vendedor establece un precio de venta más bajo que el
valor de mercado con la intención de enriquecer al comprador con la diferencia existente
entre el valor de mercado y el precio de venta. Pese a que se produzca una donación de
forma indirecta estamos ante un contrato de compraventa, al que, no obstante, serán
aplicables las normas de donaciones que protegen a los terceros legitimarios o acreedores
del vendedor.
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Tema 5: La Compraventa
1.Concepto y Caracteres de la Compraventa
Concepto
Según el artículo 1445 del Código Civil, puede definirse la compraventa como aquel
contrato bilateral perfecto mediante el cual uno de los contratantes se obliga a entregar una
cosa determinada y el otro a pagar por ella un precio en dinero o signo que lo represente.
Caracteres de la Compraventa
Pueden celebrar este contrato todas aquellas personas a las que el ordenamiento jurídico les
autoriza para contratar y obligarse. Por tanto, al contrato de compraventa se aplica las
normas generales de la contratación. Lo que significa que quedan fuera los jóvenes no
emancipados y los incapacitados judicialmente. También aquellas personas declaradas
incursas en prohibición para contratar (artículo 1459 del CC).
Es doble. Por un lado, está la cosa entregada y, por otro, el precio a pagar.
La cosa ha de reunir los requisitos generales de las prestaciones: ha de ser lícito, posible y
determinado.
El precio ha de ser cierto y en dinero o signo que lo represente2. En cuanto a la certeza de
éste, la doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo no exige que el precio esté
cuantitativamente determinado, pero sí exige, en cambio, que su determinación no requiera
un nuevo convenio entre los contratantes.
No obstante, si está proscrito que el precio quede al arbitrio de una de las partes, en virtud
del artículo 1256 del Código Civil.
2 Signo asimilable al dinero como las letras de cambio, los cheques o pagarés. Vid. art. 1170 del Código Civil.
23
Pactos adjuntos
2. El Pacto de Venta a Prueba y el Pacto Ad Gustum. El artículo 1453 del Código Civil
distingue dos supuestos de venta. Éstos serían el pacto de venta a prueba y las ventas ad
gustum.
3. El Pacto Comisorio. Es una estipulación contractual por la que se acuerda que, por falta de
pago en el precio convenido o plazo señalado, el vendedor podrá resolver el contrato de
compraventa. Dicha facultad incluirá la posibilidad de quedarse lo ya pagado. Este pacto
o estipulación viene consagrado en el artículo 1504 y 1505 del Código Civil. El 1504,
referido en exclusiva a los bienes inmuebles, establece asimismo un efecto positivo para el
comprador: le permite realizar el pago aun después de transcurrido el plazo, toda vez que
no haya sido requerido judicial o notarialmente. El art. 1505 viene referido a los bienes
muebles y lo veremos en un momento posterior de la lección (vid. infra). Es de menester
indicar que el artículo 1124 no es aplicable al contrato de compraventa.
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La Transmisión de la Propiedad
El artículo 1473 de nuestro Código Civil recoge los supuestos de doble venta. Estaremos ante
éstos cuando una misma cosa se venda a diferentes compradores. Aunque pudiera parecer,
en principio, que la transmisión de la propiedad se realiza al primer comprador de buena fe,
esto sólo es así en los bienes muebles. En los bienes inmuebles el propietario será el primero
25
que haya inscrito el mismo en el Registro de la Propiedad, de acuerdo con el brocardo prior
in tempore potior in iure.
La evicción tiene lugar cuando se priva al comprador, por sentencia firme y en virtud de un
derecho anterior, a la compra de todo o de parte de la cosa comprada.
El vendedor siempre responde por evicción aunque nada se haya pactado en el contrato. Las
partes pueden aumentar o suprimir esta obligación de saneamiento por evicción (elemento
natural del contrato). ¿Cómo se aumenta? Incluyendo una cláusula penal para el supuesto en
el que el comprador se vea privado de la cosa por sentencia firme de la cosa comprada.
Este último pacto quedará sin efecto si el vendedor procede de mala fe.
Puede suceder que aparezca en la cosa vendida lo que la doctrina denomina vicios ocultos.
A título de ejemplo pueden ser una pieza averiada en la venta de una máquina, la
prohibición de construir en un solar adquirido, etcétera.
El vendedor tiene la obligación de sanear cuando el vicio oculto hace impropia la cosa
adquirida para el uso al que estaba destinada. También habrá obligación de saneamiento por
vicios ocultos si éste disminuye de tal forma el uso de la cosa vendida que, de haberlo
conocido el comprador, no la hubiese adquirido o lo hubiese hecho por un precio inferior.
Pese a lo ya dicho, el vendedor no será responsable por vicios ocultos si los defectos fuesen
manifiestos; es decir, si éstos estuviesen a “la vista”. De darse cuenta durante la venta o con
anterioridad a la misma, no habrá de responder por dichos vicios por cuanto el comprador
sabía qué compraba y en qué condiciones se hallaba la cosa. El Código Civil considera que
si el comprador es un perito, experto en la materia por razón de su oficio, que debe conocer
o detectar con facilidad los vicios ocultos, el vendedor no habrá de soportar la carga de
sanear los vicios referidos. (art. 1484).
El vendedor, al igual que en el saneamiento por evicción, está conminado a sanear los vicios
ocultos aún cuando los ignore. Salvo que, como ya vaticinábamos, se hubiese pactado algo
en contrario (pacto de exoneración de vicios ocultos que sólo será válido si el vendedor
actuó de buena fe, ignorando la existencia de los mismos).
Cuando se produzcan vicios ocultos en la cosa vendida el comprador puede optar entre dos
acciones:
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1. La Acción Redhibitoria: con esta acción el comprador puede desistir del contrato. El
comprador devolverá la cosa o cosas con sus frutos y el vendedor restituirá el precio.
Vuelta al statu quo anterior.
2. La acción Quanti Minoris: faculta al comprador a una rebaja cuantitativa del precio de
la cosa a juicio de un perito.
El Código Civil contempla en los artículos siguientes al 1484 unos supuestos especiales
sobre el saneamiento por vicios ocultos en la compra de animales. En estos casos el plazo de
ejercicio de las acciones es de 40 días (origen histórico en referencia a la cuarentena) desde
la entrega de los animales. (Ej. ganado que adolece de una epidemia que se desconoce en el
momento de la venta).
El Código Civil establece una batería de obligaciones que comprende, grosso modo, las
siguientes: obligación del pago del precio en el lugar y tiempo pactado (de no haberse fijado
emplazamiento y momento para el pago, el comprador habrá de realizar el pago en el
momento de la entrega de la cosa vendida), obligación del pago de la primera Escritura
Pública, pago del impuesto de transmisión y pago de los gastos de inscripción de la venta en
el Registro de la Propiedad.
El plazo para ejercitar la acción, desde la entrega de la cosa vendida, es de cuatro años de
caducidad. Se puede pactar convencionalmente un plazo máximo de diez años. De pactarse
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un tiempo superior a diez años la cláusula no es nula de pleno derecho, sólo se reduce al
máximo legal fijado, acorde con la doctrina jurisprudencial de nuestro Tribunal Supremo.
5. El Contrato de Permuta
Es aquel mediante el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa a cambio de
otra. Los caracteres del contrato de permuta son los siguientes:
Contrato consensual (se perfecciona por el mero consentimiento de las partes) y tiene
carácter obligatorio (las partes no adquieren la propiedad de las cosas objeto de la permuta.
Los permutantes no adquieren las cosas que reciben sino que se constituye una obligación
mediante la cual cada una de las partes puede exigir a la otra la entrega de dicha cosa).
El Código Civil establece en los artículos 1538-1540, ambos inclusive, una regulación
específica del contrato de permuta. En todo lo que no esté específicamente contemplado en
los artículos mencionados se aplicará, con carácter supletorio, las normas del contrato de
compraventa.
La Evicción
Para garantizar la efectiva entrega, del adquirente del solar, de dichos locales, plazas de
garaje o viviendas es:
1. El pacto de Reserva de Dominio. Se reserva el dominio o propiedad del solar hasta que se
entregue el precio convenido y aplazado (es lo más recomendable).
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Tema 6: El Arrendamiento
1. Los Arrendamientos de Cosas
Concepto
Es un contrato en virtud del cual una persona, a la que se denomina arrendador, cede el uso
y disfrute de una cosa a otra, a la que se denomina arrendatario, a cambio de un precio que
se suele denominar renta.
Hay tres bloques normativos por los que se rige la institución del arrendamiento:
El Código Civil es una Ley general aplicable, en este caso, a todos aquellos arrendamientos
no incluidos en las leyes especiales (principio de especialidad). Tiene un carácter supletorio
respecto al resto del Ordenamiento Jurídico. En consecuencia, la regulación del Código
Civil sobre arrendamiento de cosas será aplicable a los arrendamientos de bienes muebles, a
los arrendamientos de animales y, también, a determinados arrendamientos inmobiliarios
que están excluidos específicamente de la legislación especial
Caracteres
Elementos
Elementos Reales: son la cosa y el precio. En cuanto a la cosa, no pueden ser objeto del
contrato cosas fungibles que se consuman por el uso (ej. el dinero, el vino o el grano). El
precio o la renta ha de ser cierto, normalmente es en dinero pero no hay inconvenientes para
que se pague con frutos que produzca la cosa arrendada.
Contenido
Mientras que los derechos uno y otro son correlativos, las obligaciones se diferencian en
función de si se es arrendador o de si se es arrendatario.
1. Entrega de la cosa
2. Conservación de la cosa, objeto del contrato de arrendamiento, en buen estado para que
sirva al uso al que es destinada. Siendo, por tanto, obligación del arrendador la reparación
de la cosa deteriorada por el uso.
4. Si los gastos necesarios los paga el arrendatario, es obligación del arrendador reintegrar el
dinero al arrendatario.
5. Ha de pagar las cargas y tributos que recaigan sobre la propiedad de la cosa arrendada
salvo pacto en contrario (únicamente entre arrendador y arrendatario). En todo caso, la
Administración Tributaria exigirá el pago al arrendador, siendo ésta su obligación,
quedando el ajuste de cuentas para un momento posterior.
1. El pago de la renta.
4. Ha de responder por los deterioros que se produzcan en la cosa arrendada salvo que
pruebe que éstos se produjeron sin culpa o negligencia.
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5. Devolver la cosa arrendada una vez termine el contrato de arrendamiento o arriendo. Esta
devolución ha de hacerse tal como recibió la cosa, presumiéndose que la cosa se entrega
en buen estado (iuris tantum)
En último lugar, el contrato de arrendamiento termina por la extinción del derecho del
arrendador.
Concepto
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Contenido
La obligación principal del arrendador es pagar la contraprestación del servicio que presta el
arrendatario. Al contrario, la obligación principal del arrendatario es la prestación del
servicio que se regirá por los caracteres de las obligaciones de hacer o de medios.
Terminación
Concepto
Se deriva del artículo 11 de la Ley de Arrendamientos Rústicos (LAR) del año 2003. Son
aquellos contratos mediante los cuales se cede temporalmente una o varias fincas, o parte de
ellas, para su aprovechamiento agrícola, ganadero o forestal, a cambio de un precio o renta.
Régimen Normativo
Capacidad
En cuanto a la capacidad para ser arrendatario, pueden serlo tanto las personas físicas como
jurídicas. Se incluyen aquellas que pertenezcan a la Unión Europea o a otros países, distintos
a la UE, a los que por convenio se le haya extendido el régimen jurídico propio de los
ciudadanos europeos.
Según la vigente Ley de 2003, modificada en 2005, los arrendamientos rústicos tienen una
duración mínima de cinco años, siendo nula cualquier estipulación que acuerde una
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duración inferior. Terminado el contrato, habrá prórroga sucesiva con carácter indefinido de
cinco años mientras no se denuncie, por alguna de las partes, el contrato.
Antes de la modificación de 2005, la duración mínima era de tres años y prórroga sucesiva
e indefinida por el mismo tiempo.
La renta es la que libremente acuerden las partes contratantes. También es libre el sistema de
actualización de la misma. En el caso de que se pacte una estipulación acerca de la
actualización de la renta y, a falta de acuerdo en contrario, ésta se actualizará anualmente de
acuerdo con el IPC (índice de precio al consumo).
En cuanto a la forma, establece la LAR que estos contratos habrán de constar por escrito y
que cualquiera de las partes puede obligar a la otra a formalizar el contrato en escritura
pública. Tanto como uno y otro criterio, tiene carácter ad probationem. Es decir, no se eleva
la forma a elemento esencial del contrato.
Esto supone que existen algunos contratos que, aún habiendo transcurrido casi cincuenta
años, están sujetos por la ley de 1964, hay contratos que se rigen por el Decreto Boyer y
otros por la Ley de 1995.
Los arrendamientos que quedan excluidos de esta ley son aquellas viviendas que se asignen,
por razón de su cargo, a los porteros, guardas, funcionarios, etcétera. También están
excluidas las viviendas militares, las que las universidades destinen a su personal o
alumnado y, por último, aquellas viviendas que tengan por finalidad el aprovechamiento
ganadero, agrícola o forestal.
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El Arrendamiento de vivienda
Son viviendas suntuarias aquellas que tienen una superficie útil superior a 300 m2 y aquellas
que tengan una renta inicial superior a 5,5 veces el salario mínimo interprofesional (3.700 €
mensuales). Estas viviendas suntuarias se rigen libremente por lo que arrendatario y
arrendador acuerden.
Son viviendas no suntuarias las que no reúnen las características anteriores. A ellas nos
referiremos en los subepígrafes siguientes.
La Terminación
El Abandono
En el caso de que el arrendatario quisiese dejar la finca arrendada antes del plazo, sin
consentimiento de su cónyuge, éste podrá continuar con el arrendamiento. Pero sólo por la
duración prevista en el contrato. Se subroga en los mismos derechos que tenía el
arrendatario.
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Tras la muerte del arrendatario pueden subrogarse en el contrato, sin modificar la duración
del mismo: en primer lugar, el cónyuge del arrendatario; en segundo lugar, el que haya
convivido con el arrendatario como pareja de hecho; en tercer lugar, los descendientes; en
cuarto lugar, los ascendientes; en quinto lugar, los hermanos del arrendatario; en último
lugar, otros parientes hasta el tercer grado colateral (estos parientes han de tener una
minusvalía igual o superior al 65%). Todas las personas salvo el cónyuge han de haber
convivido mínimo dos años en la vivienda arrendada.
La Renta
La renta en este tipo de arrendamientos es la que libremente acuerden las partes. Esta renta
se actualizará siempre anualmente teniendo en cuenta el IPC durante los cinco primeros
años. A partir de los cinco primeros años las partes podrán pactar o estipular cualquier otro
sistema de actualización.
Salvo pacto en contrario, la renta ha de abonarse cada mes dentro de los siete primeros días
de éste. En ningún caso podrá el arrendador exigir el pago anticipado de más de una renta.
En el caso de un doble incumplimiento por parte del arrendatario del plazo preclusivo de
siete días, de plantearse el desahucio del arrendatario, éste habrá de abandonar la vivienda
arrendada.
El arrendatario debe soportar las obras necesarias o de mejora que deban de realizarse por
el arrendador en la cosa arrendada y que no puedan demorarse. Incluso aunque en este caso
se vea privado de toda o parte de la vivienda. En estos caso, el arrendatario, siempre que la
vivienda resulte inhabitable, puede optar o por la finalización del contrato sin derecho a
indemnización o por la suspensión del mismo.
Son por cuenta del arrendatario las pequeñas reparaciones que exija la vivienda por el
desgaste producido por su uso. El arrendatario no puede realizar obras en la vivienda
arrendada que modifiquen la configuración de la vivienda o disminuya su seguridad sin
consentimiento del arrendador. Hay una excepción en el supuesto de que el arrendatario o
la persona que con él conviva tenga una minusvalía. No obstante, habrá de dejar la vivienda
arrendada de la misma forma en la que se hallaba anteriormente, si bien el arrendador
puede permitir que la vivienda permanezca como está.
El arrendatario tiene derecho de tanteo y retracto con carácter obligatorio para el arrendador.
Es decir, que no puede dejarse sin efecto por voluntad de las partes. Estos derechos operan
únicamente durante los primeros cinco años, o dos de pactarse, de arrendamiento. En los
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casos en los que el contrato de arrendamiento tenga una duración superior a los cinco años,
las partes sí podrán excluir los derechos de tanteo y de retracto.
Este arrendamiento que se hace distinto al de vivienda se rige por lo que las partes acuerden.
A falta de acuerdo se aplican las siguientes reglas.
Cuando fallece el arrendatario que ejerce una actividad profesional en el local arrendado, el
heredero que quiera continuar con la misma actividad puede subrogarse en los derechos y
obligaciones del arrendatario hasta finalizar el contrato.
La Fianza
Es algo común tanto en los arrendamientos de vivienda como de uso destinado ajeno a la
vivienda. El arrendatario ha de dar una fianza de la renta de un mes, en metálico, para el
arrendamiento de vivienda y de dos meses para uso distinto.
Sí pueden exigirse garantías complementarias.
5. La Aparcería
La Aparcería es un contrato en virtud del cual una persona se obliga a ceder a otra el disfrute
de ciertos bienes o elementos de una explotación agraria a cambio de una parte, alícuota, de
los frutos que produzca la finca. La aparcería se rige por la Ley de Arrendamientos Rústicos
de 2003 modificada por la de 2005. El reparto entre la parcela y el titular de la explotación
agrícola ha de ser proporcional a sus respectivas aportaciones, que deberán quedar fijadas al
tiempo de la celebración del contrato.
La duración de los contratos de aparcería es de un año agrícola. Cuando la aparcería recaiga
sobre un cultivo específico, entonces la duración podrá ser de un ciclo de cultivo.
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6. El Arrendamiento de Obra
Concepto
Clases
Cabe distinguir entre simple contrato de obra y contrato de obra con suministro de
materiales. En el primero, el contratista pone únicamente el trabajo. En el segundo, además
suministra el material.
Aunque la mayoría de las disposiciones del Código Civil, sobre el contrato de obra, están
pensadas para que el objeto del contrato de obra sea un edificio, es perfectamente aplicable
esta normativa a contratos de obra que tengan por objeto la realización de una cosa distinta
a la de la construcción de un edificio.
En cuanto a la construcción de edificios, hay que tener en cuenta qpor un lado el Código
Civil (art. 1591) y, por otro, la Ley de Ordenación de la Edificación. Esta Ley es de 5 de
noviembre del año 1999 y entró en vigor el 7 de mayo del año siguiente. Se aplica la misma
a las obras de nueva construcción y a las obras en edificios existentes para cuyo proyecto se
hubiese solicitado licencia de edificación a partir del 7 de mayo del año 2000.
(STS 22 de marzo de 2010 considera que la LOE únicamente es aplicable para aquellos
edificios cuya licencia de edificación sea posterior al 7 de mayo de 2000, para todos los
demás rige el CC).
Precio:
Puede ser alzado o por unidades o certificaciones de obra. El alzado es cuando se determina
en función de la ejecución completa de la obra. Por certificaciones de obra es cuando el
precio se paga a medida que se vaya ejecutando determinadas fases de una obra (arts. 4, 6 y
7 de la LOE).
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El Contratista:
Tiene derecho a recibir el precio y a retener la cosa en prenda (si fuese mueble) en el caso
de que haya ejecutado la obra hasta que se le satisfaga el crédito.
El Comitente:
Está obligado al pago del precio convenido y a recepcionar la obra. Cabe la posibilidad de
pacto de recepción a satisfacción del propietario.
Por último, la LOE, siempre dentro de la figura del comitente, considera que la recepción de
la obra se produce por la aceptación de la misma por parte del dueño de la obra. Cabe la
aceptación con reservas.
Responsabilidad Decenal:
Para las obras anteriores al siete de mayo del año 2000 (1591 del CC):
En los edificios, los vicios constructivos suelen manifestarse a largo plazo. Por ello es preciso
proteger al dueño de la obra de la impericia del contratista y/o del arquitecto. En estos casos,
el artículo 1591 del CC habla de ruina, que responderán arquitecto y contratista en
supuestos de ruina de la edificación. Ruina desde un punto de vista estrcito es el derrumbe o
desmoronamiento de un edificio. No obstante, la jurisprudencia del Tribunal Supremo
atempera este concepto de ruina, acuñando un nuevo término: ruina funcional. Ésta se
produce cuando los defectos constructivos hacen inútil la construcción para la finalidad a la
que se destina, aunque no implique ello el derrumbamiento (una jurisprudencia minoritaria
llega a considerar a los defectos de acabado como ruina funcional).
Las personas responsables son el arquitecto y el contratista. Sin embargo, una vez más, el
Tribunal Supremo ha ampliado la lista de posibles responsables incluyendo, por ejemplo, a
los aparejadores o arquitectos técnicos, otros titulados superiores, promotores inmobiliarios
(equiparable al contratista), etc. En definitiva, se extiende la responsabilidad a cualesquier
técnico equiparable al arquitecto y que haya intervenido en la construcción.
Los plazos que contempla el artículo 1591 para el ejercicio de las acciones son dos plazos
de garantía: diez años por vicios ruinógenos desde la entrega de la obra y quince años por
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1. Vicios estructurales: son los que comprometen la estabilidad del edificio (p.e., afectan a
la cimentación, vigas, muros de carga, etc). Estos vicios tienen diez años de garantía
desde la recepción de la obra.
Las personas responsables, según la LOE, son las personas físicas o jurídicas que intervienen
en la edificación y originan el daño. Dentro de estas personas se enumeran al promotor, al
constructor, al proyectista, al director de la obra y al director de ejecución de la obra. Las
regla general es que la responsabilidad es individualizada de aquellos que originaron el
daño. De no poderse determinar el grado de participación de los agentes en la producción
de daño, la responsabilidad será solidaria y, en estos casos, siempre se incluirá al promotor.
(La LOE acoge el criterio jurisprudencial que había venido manteniendo el Tribunal Supremo).
Finalmente, hay que indicar que el promotor y el constructor están legalmente obligados a
establecer una serie de seguros de responsabilidad civil de carácter obligatorio, para asumir
los daños materiales ocasionados por los vicios o defectos de la construcción.
En primer lugar, dentro de los créditos derivados del contrato de obra, hay que hablar de la
acción directa que tienen los trabajadores y suministradores de material, en un contrato de
obra, cuando la obra se haya pactado de forma alzada con el contratista y sólo hasta la
cantidad que el comitente adeude al contratista cuando se hace la reclamación. Esta acción
directa es contra el dueño de la obra. No es preciso tener una relación laboral con el
contratista, sino será legitimación activa quien haya prestado algún servicio.
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El contrato de obra se extingue, a parte de por las causas generales del artículo 1556 del CC,
por los siguientes motivos:
b) Muerte del Contratista: sólo dará lugar a la extinción del contrato si la obligación que
pesaba sobre el contratista era de carácter personalísimo (intuitu personae) e
intransmisible a terceros. De haberse realizado la obra parcialmente, el comitente habrá
de abonar a sus herederos o causahabientes la parte proporcional a lo realizado y a los
materiales preparados.
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Tema 8: El Mandato
1. Concepto y Caracteres
Por el contrato de mandato se obliga una persona, denominada mandatario, a prestar algún
servicio o a hacer alguna cosa por cuenta de otra, a la que llamamos mandante. Cabe la
posibilidad de que puedan existir varios mandantes y un solo mandatario, en este caso la
responsabilidad de los mandantes frente al mandatario es solidaria. De haber varios
mandatarios y un sólo mandante, la responsabilidad será, salvo pacto en contrario,
mancomunada.
Los caracteres del contrato de mandato: es un contrato consensual, tiene libertad de forma
tanto para constituirlo como para aceptarlo (recordar los requisitos ad probationem del 1895
CC), naturalmente gratuito y, por último, entre el mandante y el mandatario se entiende que
existe una relación de confianza.
Clases
Mandato y Representación
Del Mandatario
El mandatario queda obligado por la aceptación a cumplir el contenido íntegro del mandato.
Asimismo ha de responder de los daños y perjuicios que se originen al mandante en
ejecución del mismo. El mandatario ha de realizar el mandato en estricto cumplimiento de
las obligaciones dadas por el mandante y, a falta de instrucciones específicas, con la
diligencia de un buen padre de familia. Finalmente, el mandatario está conminado a rendir
cuentas al mandante.
Del Mandante
El mandante ha de cumplir las obligaciones contraídas por el mandatario siempre que las
mismas estén contraídas dentro de los límites del mandato. De estar ante un mandato simple
y, por tanto, el mandatario actúe en nombre propio, el mandante no tendrá acción directa
contra aquellas personas con las que el mandatario haya contratado, ni éstas contra el
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mandante. Todo ello se entiende sin perjuicio de las relaciones internas entre mandante y
mandatario.
La primera causa es la revocación unilateral por parte del mandante. Para que se produzca la
extinción, la revocación ha de ser conocida por el mandatario. En cualquier momento el
mandante podrá dejar sin efectos el contrato de darse este requisito.
De ser el mandato representativo, los contratos o gestiones que realice el mandatario con
terceras personas, una vez revocado el contrato de mandato, tendrán eficacia sin perjuicio
de las responsabilidades y obligaciones internas entre mandante y mandatario.
La segunda causa de extinción es la renuncia por parte del mandatario. Esta renuncia
también ha de ser puesta en conocimiento del mandante y el mandatario tiene la obligación
de continuar con la gestión, o de adoptar las medidas necesarias, hasta que el mandante se
haga cargo de las gestiones que el mandatario venía realizando.
En tercer lugar, es causa de extinción la muerte del mandante o del mandatario. Recordemos
que nos hallamos ante un contrato basado en la confianza entre mandante y mandatario.
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El artículo 1740 del Código Civil enuncia que en el contrato de préstamo, una de las partes
entrega a otra, o alguna cosa no fungible para que use de ella por cierto tiempo y se la
devuelva, en cuyo caso, se llama comodato, o dinero u otra cosa fungible con la obligación
de devolver otro tanto de la misma especie y calidad, en cuyo caso conserva el nombre de
préstamo. Ésta última figura también recibe el nombre de mutuo.
El préstamo es un contrato real puesto que exige la entrega de una cosa, y unilateral porque
sólo obliga a una de las partes, el prestatario, que es quien recibe del prestamista la cosa
objeto del préstamo.
Es contrato unilateral porque obliga sólo a una de las partes, y es un contrato real porque se
perfecciona con la entrega de la cosa. En todo caso podemos señalar que el comodante (es
decir, el prestamista) conserva siempre la propiedad de la cosa, mientras el comodatario
adquiere sólo el uso de la misma. Por ello se señalan como efectos:
Por su parte el comodante no queda obligado más que a la entrega de la cosa, de manera
que una vez entregada la cosa, su posición es la de un acreedor que tiene derecho a la
devolución de la cosa. En caso de culpa, negligencia o de la cosa que se use con un fin
diferente, podrá el comodante exigir daños y perjuicios que se hubieran irrogado.
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Es el contrato en virtud del cual una persona llamada prestamista, entrega a otra llamada
prestatario, dinero u otra cosa fungible para que se sirva de ella y devuelva otro tanto de la
misma especie y calidad. Así como el contrato de comodato era esencialmente gratuito, el
mutuo puede ser gratuito o retribuid. Para que devengue intereses han de ser pactados
expresamente.
Basta la capacidad para contratar, tanto para el mutuante como para el mutuario, excepto
respecto a los préstamos de dinero, en los que la capacidad del menor emancipado se
encuentra restringida
El Código Civil no establece una definición genérica del contrato de depósito, pero el
artículo 1758 esboza la finalidad de este contrato, que es la guarda y custodia de una cosa,
con la obligación de restituirla en el plazo que se haya señalado.
Los caracteres del mismo son la gratuidad, la unilateralidad, porque solo existe obligación
por parte de uno de los contratantes (si se pactara una retribución por el depósito, estaríamos
ante un contrato bilateral), y su carácter real, puesto que el contrato se perfecciona con la
entrega de la cosa.
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En cuantos a los elementos subjetivos hay que hacer constar que para la constitución de un
contrato de depósito sólo se exige la capacidad legal para contratar, y tal como se deduce
del artículo 1771.1 no es necesario que el depositante sea propietario de la cosa depositada.
1. Obligación de guarda y custodia llevada a cabo con la diligencia exigida con carácter
general para las obligaciones. El depositario no puede servirse de la cosa depositada, pero el
artículo 1768.1 establece que cuando el depositario, por voluntad entre las partes, tiene
facultad de usar o servirse de la cosa, el contrato pierde su naturaleza de depósito
convirtiéndose en un préstamo, si media cosa fungible o de un comodato si no media cosa
no fungible.
5. Pérdida de la cosa El artículo 1766 remite a las normas generales de las obligaciones y en
especial al artículo 1183, pues en el depósito la cosa se encuentra en el poder del deudor.
La extinción
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Depósito irregular.
Depósito necesario.
1. El depósito que se hace en cumplimiento de una obligación legal y que se regirá por las
disposiciones de la ley que lo establezca.
3. El depósito necesario de los objetos introducidos por los clientes en los hoteles,
pensiones, fondas etc., que no se derivan del contrato de hospedaje sino del contrato de
depósito.
No tiene por objeto conservar la cosa, sino que dicha guarda es un medio para evitar la
sustracción de la cosa custodiada. Puede recaer sobre bienes muebles o inmuebles.
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Viene recogido en el Título XIV ( Artículos 1822 a 1856 C.C). La fianza consiste en una
garantía de carácter personal, tendente a asegurar la satisfacción del acreedor de un derecho
de crédito, previniendo el riesgo de insolvencia, total o parcial, del deudor, es decir, de que
éste, no pueda cumplir la obligación que le incumbe. Tal aseguramiento tiene lugar
mediante la posibilidad de acudir a otro patrimonio para la efectividad de la obligación: el
patrimonio del fiador.
La fianza tiene carácter subsidiario: el fiador sólo habrá de afrontar el pago de la obligación
afianzada en caso de que el deudor no haya hecho frente a ella. El fiador goza del beneficio
de excusión, en cuanto que el acreedor deberá perseguir los bienes propios del deudor
principal antes de proceder contra el fiador (fianza subsidiaria).
Caracteres
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Modalidades:
Fianza legal o judicial: cuando por disposición de la ley o del juez una persona ha de
garantizar el cumplimiento de una determinada obligación mediante la intervención de un
fiador.
Subfianza: garantiza una fianza anterior, es decir, la obligación del fiador. Esta supone que
exista un fiador principal y un fiador secundario , es decir, “un fiador del fiador”
Dentro de estas modalidades hay que distinguir la llamada fianza solidaria, que se
caracteriza principalmente por la inexistencia de beneficio de excusión alguno a favor del
fiador. Por tanto, el acreedor puede reclamar el cumplimiento de la obligación asegurada
tanto al deudor principal cuanto al fiador que tenga el carácter de solidario.
Debemos distinguir entre la relación entre acreedor y fiador, y la relación entre deudor y
fiador.
1). Relación entre acreedor y fiador: es la que propiamente se deriva del contrato de
fianza, ya que la que se produce entre el fiador y el deudor y entre cofiadores se deriva
propiamente hablando del hecho del pago por parte del fiador o bien de circunstancias
anteriores de la propia constitución de la fianza entre acreedor y fiador.
La regla general en la materia viene representada por la fianza simple o indefinida. La fianza
comprenderá no sólo la obligación principal, sino todos sus accesorios, incluso los gastos
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del juicio, entendiéndose, respecto de esto, que no responderá sino de lo que se haya
devengado después de que haya sido requerido el fiador para el pago.
En el esquema de la simple fianza la obligación de pago a cargo del fiador no nace sin
embargo de forma automática sino que es meramente subsidiario. En tal sentido, dispone el
artículo 1830 que el fiador no puede ser compelido a pagar al acreedor sin hacerse antes
excusión de todos los bienes del deudor y el artículo 1832 habla textualmente del “beneficio
de la excusión” con que cuenta el fiador. En tal sentido, pues, se afirma que en la fianza
subsidiaria el fiador cuenta con el beneficio de excusión para remarcar que el acreedor,
antes de dirigirse contra el fiador, debe procurar encontrar y perseguir los bienes de que
eventualmente disponga el deudor principal.
El artículo 1832 establece que para que el fiador pueda aprovecharse del beneficio de la
excusión, debe oponerlo al acreedor luego que éste le requiera para el pago, y señalarle
bienes del deudor realizables dentro del territorio español, que sean suficientes para cubrir el
importe de la deuda.
En la realidad práctica son extraños los casos de confianza en los que no se encuentren
previstos la exclusión del beneficio de división.
En determinados supuestos, el fiador puede proceder contra el deudor principal a fin de que
éste le releve de la fianza o le garantice el reembolso del pago a realizar por el fiador. Tales
supuestos según el Código Civil son los siguientes:
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Si efectivamente llega a pagar por el deudor principal, el fiador tiene derecho a reclamar al
deudor el reintegro de lo efectivamente pagado. A tal efecto el Código Civil concede al
fiador solvens dos vías diversas:
Cuando son dos o más los fiadores de un mismo deudor y de una misma deuda juega
respecto de ello el llamado beneficio de división. Por tanto, cada uno de ellos responderá de
la parte que le corresponda satisfacer. Sin embargo, cabe excluir el juego de dicho beneficio
y, de otra parte, cabe que, incluso existiendo una obligación puramente mancomunada, uno
de ellos satisfaga la deuda por su importe íntegro. Para tales casos el que de ellos halla
pagado podrá reclamar a cada uno de los otros la parte que proporcionalmente le
corresponda satisfacer, al tratarse de una obligación mancomunada.
Si algunos de los fiadores que no ha realizado el pago fuera insolvente la parte de éste
recaerá sobre todo en la misma proporción.
4. Extinción de la fianza
El contrato de fianza se extingue por el pago hecho por el propio deudor, por la
dación en pago hecha por el deudor (por cumplimiento de la obligación principal), por la
confusión que se verifica en la persona del deudor y en la del fiador cuando uno de ellos
hereda al otro, etc.
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