Resumen Completo SEMINARIO
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Texto 4) Noguera(2000):
“La Renta Básica y el Estado de Bienestar”:
Introducción: definición y modalidad de la Renta Básica:
1) RB totalmente incondicional y universal, como la que defienden Van Parijs o
Raventós.
2) RB incondicional y universal (pero parcial), respecto a su cuantía: en una primera
fase, la RB tendrá una cuantía baja, que no permitiría una subsistencia digna sin
disponer de otros ingresos y que consistiría con muchas de las actuales prestaciones
sociales. Otra modalidad de la RB “parcial” lo sería no respecto a la cuantía, sino a
los colectivos beneficiarios: pueden empezarse por pagar la RB únicamente a ciertos
colectivos más desfavorecidos.
3) RB condicional a la realización de algún tipo de trabajo(socialmente útil)
4) RB como un “segundo cheque” pagado por el Estado una vez implantada una
reducción sustancial de la jornada laboral y un reparto del empleo entre toda la
población.
La RB se plantea como un mero implementario de los ingresos salariales, para compensar la
reducción salarial debido a la reducción de jornada.
5) (Impuesto Negativo) sobre la renta. Se trata de garantizar un nivel de ingresos
mínimos (equivalente al umbral de la pobreza o a la prestación asistencial mínima) a
toda la población mediante la política fiscal: si en la declaración de ingresos se
supera ese nivel, se pagan impuestos correspondientes, sino el Estado abona la
diferencia hasta alcanzar el mínimo establecido. El NIT(implica comprobación de
ingresos)
6) (Renta Mínima Garantizada) Una unificación de todas las actuales prestaciones
asistenciales que asegura unos ingresos mínimos a la población que carezca de
ellos.
7) Medida condicional: Exige comprobación de medios y en caso de personas en
edad activa y capacidades, disponibilidad para el empleo. Su cuantía suele ser
bastante baja.
La RB: es un pago que tiene como objetivo la desmercantilización de los individuos, esto es,
que puedan sobrevivir al margen del mercado de trabajo.
Modelos del Estado de Bienestar y Renta Básica:
La introducción de una RB supone una transformación bastante radical de los actuales
sistemas de bienestar social existentes en los países capitalistas desarrollados.
Efectos: Estado de Bienestar, implantación de una RB, serían según la literatura al respecto:
1) La RB superaría la fragmentación entre beneficiarios de distintas prestaciones
sociales, así como los déficit de cobertura.
2) Superaría los problemas de estigmatización social.
3) No existiría ya el control de la vida privada que supone los subsidios condicionales
means-test ted.
4) Ahorraría coste de administración de las prestaciones y simplificaría legalmente la
acción protectora del Estado.
5) Haría desaparecer las “trampas”de la pobreza y el desempleo; erradicaría la pobreza
y disolvería la propia problemática del desempleo.
6) Superaría también el posible fraude en el cobro de prestaciones, ahorrando muchos
recursos en materia de inspección.
7) La RB se adaptaría mejor a los cambios sociales en curso en el mercado de trabajo,
en las formas de familia o en los estilos de vida antes los cuales las políticas sociales
tradicionales flojean.
Van Parijs, según este autor la RB debe superar las concepciones éticas clásicas del
seguro y de la solidaridad (los modelos bismarckiano-continental y
beveridgiano-anglosajón. La RB constituiría un tercer modelo que él llama paineano,
suponía renunciar a ciertos ingresos para pagar una renta universal, basándonos en la
“equidad” más que en el “seguro” o en la “solidaridad”.
Siguiendo a Van Parijs, el modelo bismarckiano consiste en asegurar contra la pérdida o
disminución de los ingresos y en las prestaciones son condicional a la cotización previa y a
la carencia o insuficiencia de ingresos.
Puede existir una cierta solidaridad, aunque involuntaria: lo malo de estos sistemas
contributivos es que están atados y bien atados al empleo asalariado; son redistributivos
entre los trabajadores y ello en una sociedad crecientemente dual y con un mercado de
trabajo segmentado resulta cada vez más insolidario.
El modelo bvdigiano basado en la solidaridad exige probar la falta de ingresos (es un modelo
de prestaciones ex ante). Se tiene derecho a un ingreso mínimo por el interés colectivo en
erradicar la pobreza o las necesidades extremas. Noción más fuerte de solidaridad,
intensidad mucho menor de protección y un mayor control sobre la vida de los beneficiarios
(siempre en riesgo de ser vistos como vagos subsidiados).
En tercer lugar, Van Parijs propone un modelo “paeneando”que se basaría en la existencia
de un ingreso básico (no simplemente mínimo) que no exige cotización previa ni falta de
recursos y que se conduce como la parte igual del patrimonio común que a todos
corresponden. La RB conectaría con esta filosofía. Van Parijs nota que los tres principios
no son totalmente incompatibles:los discapacitados o ancianos pueden disfrutar de
transferencias específicas más allá de la RB; o determinados beneficiarios de una RB
pueden establecer sus propias Instituciones de previsión contributiva complementaria. Una
RB lo suficientemente alta permitiría endurecer las condiciones para acceder a cualquier
beneficio adicional (enfermedad, vejez,etc): tal situación estaría justificado el establecimiento
de controles para asegurar que las prestaciones adicionales fuesen realmente necesarias,
más allá de la cobertura vital que ya ofrecería la RB.
El modelo universalista-socialdemócrata de Esping Andersen también se acerca a la filosofía
de la RB, aunque sin llegar del todo a ella.
Protección pública de alta intensidad (y bastante desmercantilizadora) que alcanzaría a la
práctica totalidad de la población y no únicamente a los colectivos necesitados o sin
recursos.
El modelo de Esping Andersen tiende a oscurecer el hecho de que también en esos países
gran parte de las prestaciones monetarias responden a esquemas distributivos.
Cuanto más contributivo y continental sea el modelo, cuanto más ligado estén los derechos
al mercado de trabajo, cuanta más alta sea la reproducción pública de las desigualdades de
las rentas previas, cuanto mayor sea la interiorización de una filosofía meritocrática y
contributiva por parte de los trabajadores cotizantes, más dificultades encontraremos para la
transición hacia una RB.
Una RB supondría también un trastocamiento radical de los esquemas asistenciales de tipo
anglosajón, al establecer la incondicionalidad de la prestación como uno de sus pilares y
suprimir así la comprobación de medios.
Algunas modalidades o variantes de las RB podrían adecuarse perfectamente a un esquema
asistencial: sería el caso de las “rentas mínimas garantizadas” unificadas, o de “impuesto
negativo”sobre la renta que defendían economistas liberales como Milton Friedman.
La financiación y la cuantía de una Renta Básica en España:
La inicial perplejidad que provoca la idea de la RB está dando paso a un apreciable número
de trabajos y de expertos interesados en ella y a la aparición de la multitud de fórmula, de
financiación y aplicación de la RB en sus diversas modalidades posibles.
Con una cuantía baja y no suficientemente desmercantilizadora, las virtudes de la RB se
podrían venir literalmente abajo, incluso se podrían transformar en desventajas se daría así
lugar para un frente crítico y de rechazo que probablemente iría a fracasar el programa.
La propuesta de RB “parcial” como las de Van Parijs y Genet o Aticson pueden ser
contraproducentes si se mantienen durante un período excesivamente largo de tiempo.
El cálculo de la cuantía y de las posibilidades de financiación de una RB es una cuestión
central.
Evidentemente, la amortización de muchas de las prestaciones monetarias actuales serían
necesarias para la financiación de una RB mínimamente digna.
Prestaciones monetarias no dependiente de contribución previa (pensiones no contributivas
y asistenciales, complemento de mínimo de las pensiones, subsidios de desempleo,
subsidio del PER, renta mínima de inserción, ayuda familiar no contributiva, becas y otras
prestaciones) no tendrían ya razón de ser una vez implantada la RB.
En suma podemos concluir que en un país como España un nivel aceptable (aunque quizás
no muy generoso) de RB (que tuviese casi todos sus efectos positivos esperados) debería
alcanzar como mínimo a un tercio del PIB actual; por le contrario, por debajo del 20 o 25%
del PIB no cumplía sus funciones de evitar la asistencialización, ni constituiría una
desmercantilización suficiente. Si el objetivo de la RB fuese únicamente eliminar la pobreza,
la cuestión de su viabilidad sería irrelevante por evidente: la línea de pobreza (menos de la
mitad de la renta disponible) estaría en España en unas 45.000 pz, lo que daría una tasa del
22% para 1996; bastaría 7791.104 millones de pz( 1,08% del PIB) para erradicarla que
unidos de esta renta media de las familias pobres, pondrían a todos por encima de dicho
umbral. Pero si la RB ha de ser instrumento de libertad real para todos y de transformación
social en un sentido igualitarista es necesario ir más allá.
La RB y el problema de las prestaciones contributivas:
La transición de los esquemas contributivos a la Renta Básica:
Relación entre la RB y las actuales prestaciones monetarias del Estado:
a) que la RB amortice y sustituya solo las prestaciones asistenciales: eso llevaría con toda
probabilidad a una RB relativamente baja, a menos que se incrementase notablemente la
presión fiscal directa o indirecta;
b) que la RB amortice y sustituya también (total o parcialmente) las prestaciones
contributivas: en ese caso sería sin duda de cuantía superior y de efecto mucho más
redistributivos e igualitarios. Pero esta segunda posibilidad nos situaría ante algunos
problemas y objeciones que es necesario tratar con algún detenimiento.
Una transformación automática, que destinase todos los recursos obtenidos mediante las
cotizaciones a la financiación de la RB, crearía una percepción de injusticia y de falta de
inequidad entre la mayoría de los cotizantes que podrían ser inviables para la implantación
de la propuesta.
Paradoja: Amortizando las cotizaciones y prestaciones contributivas, la RB no sería viable
políticamente, pero sin hacerlo podría ser viable económicamente.
Calibrar tres estrategias distintas ante este problema. Primero, convertir simplemente las
cotizaciones en impuestos sobre las rentas del capital y del salario. Dejando aparte la
dificultad de aplicación política de esta medida, el efecto distributivo de la misma sería
mucho mayor que el de los actuales sistemas de prestaciones contributivas: los mismos
recursos, las cotizaciones de empresarios y trabajadores no financiarían ya el
mantenimiento de rentas salariales previas, sino que se distribuirían por igual entre toda la
población, incluyendo el crecimiento colectivo de excluidos o semi excluidos de la vida
laboral asalariada.
En segundo lugar, una estrategia más viable pero más “pactista” sería mantener el nivel de
prestaciones contributivas públicas complementarias a la RB. Ese nivel podría disminuir la
cuantía de la RB, así como el margen de redistribución que haría posible.
Tercera estrategia, de carácter “intermedio”, sería la de una sustitución progresiva a medio o
largo plazo de los esquemas contributivos por la RB. Por ejemplo, un sistema temporal y
provisional de compensaciones a los cotizantes durante un período transitorio de unos cinco
a diez años, durante el cual se irían bajando las cotizaciones e integrándolas con el resto del
sistema fiscal, al mismo tiempo que se van implantando la RB.
Amortizar todo nivel contributivo origina problemas difíciles de solventar sin un cierto período
de transición, más largo o más corto. El objetivo final sería la unificación de cotizaciones
sociales (que ahora agravan el trabajo asalariado) con los impuestos generales sobre la
renta y los beneficios( sobre cualquier ingreso sea cual sea su origen), eliminando el actual
sistema dual (cotizaciones e IRPF) de distribución sobre el trabajo. En este caso la RB sería
complementaria de otras prestaciones públicas que se extinguirían progresivamente y que
podría instaurarse también por fases en relación con los diferentes colectivos de la población
(empezando por los más necesitados).
Pero volviendo al problema de la viabilidad política, cabe observar que el problema lo
constituirían, sobre todo, los cotizantes actuales (que exigirían derechos adquiridos) por sus
cotizaciones y no tanto los jubilados o parados actuales.
Al ser RB individual y no familiarista, muchos hogares de pensionistas que ahora sólo
cobran una renta pasarían a cobrar dos (pongamos la del pensionista y su cónyuge o incluso
más si conviven con sus hijos u otras personas).
Muchos hogares encabezados por asalariados con ingresos bajos o medios podrían mejorar
su situación con una RB en muchos casos, la RB multiplicaría x2 los ingresos del hogar.
Todo muestra que aunque la RB sea individual, para observar realmente sus efectos sobre
la equidad y la estructura social sería deseable trabajar el nivel de hogares familiares.
En cuanto a las prestaciones por desempleo una RB alta estaría por debajo de la prestación
contributiva pero mejoraría sustancialmente las asistenciales. Con una RB más moderada la
pérdida de los beneficiarios contributivos sería no obstante mayor. El problema no lo
tendríamos tanto con los actuales beneficiarios de las prestaciones sociales, sino con los
asalariados que contribuyen ahora y con sus expectativas creadas. Además al estar más
presentes las mujeres que los hombres en los niveles asistenciales, una RB que acabase
con la contributividad disminuiría mucho las desigualdades que sufren las mujeres en el
sistema de bienestar español.
En conclusión: una RB mediana y en comparación con el sistema de prestaciones públicas
actual serían mucho más los hogares beneficiados que los hogares perjudicados. Los
perjudicados por la RB o bien tienen recursos adicionales y se podrían costear fondos de
provisión complementarios o bien para casos flagrantes, podrían establecerse alguna
compensación hasta que se extingan sus derechos.
Los individuos podrían percibir las siguientes fuentes de renta:
1) una RB universal condicional,
2) algunas ayudas públicas complementarias para situaciones especiales (invalidez, vejez,
minusvalía);
3) fondos contributivos públicos voluntarios: todo el mundo podría decidir libremente ahorrar
parte de sus ingresos para el futuro y que éste ahorro fuese administrado por el Estado con
fines públicos y de intereses social;
4) fondo de provisión complementario privado (sin incentivos fiscal y grabados);
5) salario por trabajo en el mercado;
6) otros ingresos no salariales.
La discusión de fondo:
Igualitarismo vs Meritocracia:
Oposición entre dos principios éticos distributivos distintos: entre una lógica meritocrática y
una igualitarista de distribución de recursos, en relación con las respectivas contribuciones o
aportaciones para generar esos recursos.
La lógica meritocrática apoyada por diversas razones históricas por gran parte del
movimiento obrero y sindical en su defensa a ultranza de los niveles contributivos se
encuentran hoy debilitada por el hecho de que la riqueza es cada vez más una creación
colectiva.
Gran parte de la protección social actual está ligada al trabajo remunerado,en el mercado
funciona sobre la base de criterios meritocráticos en cuanto a la distribución y el cálculo de
las prestaciones y de criterios productivistas en cuanto a la generación del derecho a las
mismas.
Los sistemas contributivos consideran un mérito lo que en el fondo es producto de los
haceres del mercado y una distribución de recursos, talentos y cualificaciones, para las que
casi nunca existen igualdad de oportunidades. Van Parijs rechaza la proporcionalidad entre
esfuerzo e ingreso cuando existen desigualdades azarosas y arbitrarias en el acceso de las
condiciones que permiten ese esfuerzo, talentos, cualificaciones, aptitudes adquiridas y en
las oportunidades materiales de realizarlas. Cuestionar la proporcionalidad entre esfuerzo e
ingreso no es para Van Parijs eliminar cualquier correlación entre ambos: incluso con una
RB alta que implica una enorme distribución el trabajo remunerado haría que el ingreso
fuese presentado positivamente, si bien de forma no es estrictamente proporcional.
El propio Estado de Bienestar se encuentra con el problema de introducir el mecanismo no
contributivos, igualitaristas sin haber resuelto primero las injusticias meritocráticas del
capitalismo, no es sólo que la RB sería más igualitarista es que probablemente sería mejor
que la situación actual incluso desde el punto de vista meritocrático. Van Parijs y Genet
también advierten que la RB no sólo rompe necesariamente con la idea de reciprocidad sino
que en la circunstancias actuales, nos acerca ,mucho más a su realización: actualmente
mucha gente( amas de casa, voluntarios, etc) trabajan sin obtener nada a cambio. La RB
nos llevaría a una sociedad más justa en la actualidad incluso visto desde el punto de vista
de la justicia, como reciprocidad según el principio de cada uno según su trabajo.
Este carácter igualitarista de la RB no es extraño que se trate de una medida fuertemente
redistributiva: igualitariza mucho las rentas, trasvasando recursos de las clases medias y
altas a las clases bajas, de los pensionistas ricos a los pobres, de los beneficiarios
contributivos a los no contributivos, de los adultos a los jóvenes y ancianos.
Incluso una RB baja tendría la ventaja de acabar con estos absurdos agravios comparativos,
igualando y racionalizando el actual(maremagnum) de medidas asistenciales y de protección
social.
Los salarios se pueden acumular a la RB. Amortizarlas podría suponer una reducción
encubiertos de los salarios, así como de discriminación arbitraria entre los trabajadores
asalariados actuales y que los que ya están jubilados, separados. Existe una sola línea de
argumentación contra este punto de vista: como ya se ha observado esa discriminación
puede no producirse si se transforman las cotizaciones en impuestos directos sobre la renta,
haciéndolo de forma progresiva y compensada durante un período de transición y en base a
la justicicación de que el empleo se ha convertido en un bien escaso y por tanto gravable.
Sustitución por una RB así financiada no sería una reducción salarial, sino una medida de
redistribución a gran escala, es una situación en que bastantes asalariados son ni mucho
menos proletarios, que no tienen mucho más que sus cadenas que perder. Este cambio de
perspectiva debería ir conectado con el reconocimiento de que hoy en día estamos ante más
desigualdades que la tradicional entre el capitalista y el asalariado. La situación de las
prestaciones contributivas por una RB implica en efecto que algunos salarios deban bajar
para que la mayoría de la población gane un mínimo de subsistencia digna.
La identificación entre necesitados y trabajadores hace tiempo que dejó de responder a la
realidad.
Conclusión: La RB supera el Estado de Bienestar tradicional en cualquiera de sus modelos
desde el punto de vista igualitarista y solidario y favorece el aumento de la autonomía
individual y libertad real.
En un contexto de crisis irreversible del pleno empleo (en que en realidad no lo fue nunca:
muchas mujeres estaban excluidas), la RB aparece como una vía de transformación lo
suficientemente atractiva como para arriesgarse a desarrollarla.
Sea la única modalidad posible de una RB: Una RB condicionada a la prestación de algún
tipo de servicio a la comunidad o al desempeño de algún tipo de empleo público o privado es
probablemente la propuesta alternativa más robusta. La RB apunta hacia el cuestionamiento
y estilo de vida consumista y productivista que domina nuestra sociedad que hacia el
reconocimiento de que el empleo asalariado se está configurando más como mecanismo de
exclusión que de integración social.
La RB como el Estado de Bienestar esa una medida contradictoria en el sentido marxiano
del término: subvierte la lógica capitalista sin atacar, sin salir de ella directamente; pero va a
un paso más allá que el Estado de Bienestar tradicional en su subversión, un paso
importante: otorga la libertad de vivir fuera del mercado de trabajo capitalista. Y eso
resulta decisivo.
(Preg 6)
2. Acciones afirmativas como parte de proyectos políticos diversos.
Uno de los aspectos que causan perplejidad con relación a las acciones afirmativas es que
sus defensores y opositores se dividen de forma no coincidente con las afiliaciones
político-partidarias u otros alineamientos como parecería previsible. En otras palabras,
encontramos defensores y opositores de estas medidas a la derecha y a la izquierda del
espectro político, y grupos ideológicos aparentemente cohesionados se parten cuando se
trata de discutir esta cuestión.
Los defensores de las acciones afirmativas provienen de cuatro posturas o proyectos
ideológicos discordantes entre sí. Así, podemos hablar de aquéllos que obedecen a una
razón socialista y distributiva, y que persiguen la supresión de las desigualdades; aquéllos
que persiguen una razón neoliberal, es decir, la expansión del mercado a nuevos grupos de
consumidores marcados racial y étnicamente; otros que se orientan por una razón
reparadora e invocan el deber del estado de pagar una deuda histórica a los pueblos
conquistados y explotados en el trabajo esclavo y servil; y, finalmente, los que se defienden
el valor de la nación plural, habitada por pueblos en pie de igualdad entre sí.
El argumento de la razón socialista desagrada a aquéllos que, aun desde una perspectiva
de izquierda, afirman que las acciones afirmativas son reformistas y distraen del verdadero
objetivo: la conciencia y la lucha de clases. La razón neoliberal desagrada a quiénes temen
el papel redistribuidor de esta medida y la fragilización del monopolio de algunos recursos
como, por ejemplo, la educación superior, por parte de la élite. Los críticos de la razón
reparadora argumentan que las generaciones actuales no pueden reparar un crimen
perpetrado por sus ancestros. Los nacionalistas temen la posibilidad de una fragmentación
de la nación como consecuencia del ideal pluralista.
4. Las acciones afirmativas en la educación superior brasileña.
El informe que resultó de esa solicitación dejó perpleja a las autoridades y a la opinión
pública: un país que se representaba tanto hacia el exterior como a sus propios ciudadanos
por medio de una serie de narrativas hegemónicas que hablaban de una conciliación
nacional exitosa entre las élites blancas y los descendientes de los africanos esclavizados
vio, por primera vez, su verdadero rostro. Las estadísticas exhumaron lo que los blancos no
podían percibir: el resultado de la exclusión sistemática y persistente de los negros durante
un siglo de libertad del trabajo esclavo.
A partir de ese momento, las “cotas” o reserva de plazas nunca dejaron de ser tema del
debate político y de los medios. Fue a respecto de las cuotas para estudiantes negros la
primera pregunta del último debate previo entre los candidatos a las elecciones que
conducirían a Luiz Inácio (Lula) da Silva a la presidencia de la nación en 2003. Y fue sobre
la democratización del acceso de la población negra a la educación superior la última frase
del candidato Lula a la reelección en 2006, luego exitoso en las urnas. Esto da una medida
de la atención pública que el tema vendría a obtener, y del vacío previo que revelaba.
En diciembre de 2006 son seis las universidades federales que ya aprobaron un programa
de “cuotas” para estudiantes negros: Universidad de Brasilia, Universidad Federal de
Alagoas, Universidad Federal de Bahía, Universidad Federal de Paraná, Universidad
Federal de Maranhão y Universidad Federal de São Carlos (Estado de São Paulo).
Aproximadamente 25 universidades públicas, entre federales, estaduales y municipales, ya
cuentan con una medida de reserva de cupos, que varía regionalmente acompañando de
forma aproximada las proporciones de población negra e indígena. Solamente en una de
ellas, la Universidad Federal de Alagoas, se incluye el corte de género, lo que ha sido
bastante discutido, ya que la educación, en todos los niveles, es el único campo en que las
mujeres negras superan, sin necesidad de cotas, a los hombres negros. En muchas de ellas,
la medida incorpora algún tipo de cruzamiento entre ingresos de la familia (una aproximación
a la clase social) con la pertenencia étnica o racial.
A este avance se le suma la implementación del PROUNI, lanzado en 2005 por el gobierno,
y que ofrece becas para cursar estudios en universidades, dando preferencia a estudiantes
negros e indígenas. Y comenzamos lentamente a hablar de reserva de cupos en los
programas de postgrado y en el profesorado de nivel terciario.
Dos tipos de acciones afirmativas que contemplan el acceso de estudiantes indígenas a
universidades públicas han sido implantadas: en una modalidad, representada por la
Universidad de Brasilia, se han abierto cupos para estudiantes indígenas en todas las
carreras; en la otra, se han creado cursos específicos de nivel terciario planeados y
adaptados exclusivamente para atender las necesidades de la formación intercultural de
profesores indígenas que actuarán en la educación de nivel secundario. Entre las
instituciones que implementaron acciones afirmativas de este segundo tipo, la Universidad
Estadual de Mato Grosso – Un EMat, creó en 2001 el primer curso de nivel terciario para
formación de profesores indígenas en su campus de Barra do Bugre. Con un ingreso anual,
recibió, en su primer año, 200 estudiantes de 36 etnias diferentes provenientes de 11
estados de la Federación; ya, en 2005, atendió a 100 estudiantes de 43 etnias todas ellas
del estado de Mato Grosso. La Universidad Federal de Roraima creó en 2003 un segundo
Curso de Profesorado Intercultural Indígena y el Núcleo Inspiran de Formación Superior
Indígena. Recibió, en el primer año, 60.
En el caso de los EEUU vemos que no hay pobres bajo la definición del Banco Mundial, la
ONU si inventa otra definición de pobreza para este país, que es la mitad de la Renta
Mediana. Que la distancia entre ricos y pobres aumenta. En el gráfico se ve que la economía
americana va creciendo, y que la distancia entre ricos y pobres aumenta. La mejora de los
ricos no quiere decir que los pobres estén cada día peor, porque los pobres mejoran con el
tiempo, sino que la renta de los ricos aumenta más rápidamente que la de los pobres. Ha
disminuido la pobreza y la desigualdad.
Vamos a ver que pasa en los países “anti-globalizadores” los países que se han cerrado.
Desde 1980 en adelante la pobreza ha comenzado a subir. Este fenómeno contrasta con el
hecho de que a los ricos les ha ido bien en estos países globalizados. A los pobres les ha
ido fatal.
Los países “globalizadores” han reducido la pobreza en 500 millones de ciudadanos, en los
países que no se han globalizado la pobreza ha aumentado en 80 millones.