EL Celibato
EL Celibato
EL Celibato
Es claro que la Iglesia no tenía ninguna prevención contra el sexo ni contra la mujer, ni
en sí mismos ni en relación con el ministerio eclesiástico.
En los siglos III y IV reaparece con fuerza el encratismo, motivando una intensa
reflexión de algunos santos Padres sobre el matrimonio y el celibato. En consecuencia,
se afirma que el matrimonio es bueno, pero el celibato es mejor.
Para la Iglesia Universal, en concreto, para Occidente, el papa Siricio aconsejó a los
presbíteros y diáconos el celibato en el sínodo romano de 385. Pero luego él mismo lo
convirtió en obligatorio en cartas a obispos de Hispania y del norte de África. En 390 el
sínodo de Cartago asumió la postura de recomendarlo del sínodo romano.
El papa León Magno autorizó a los clérigos que ya estuvieran casados antes de su
ordenación a cohabitar con sus esposas, pero de modo continente. Él mismo extendió
el celibato a los subdiáconos.
En suma:
Esta normativa no imponía el celibato, sino la continencia si eran solteros o casados.
El matrimonio de los clérigos era ilícito, pero válido.
Recién el Concilio de Letrán II (1139) estableció la nulidad de los matrimonios de los
clérigos (presbíteros, diáconos y subdiáconos).
Más adelante hubo intentos contra el celibato en la Iglesia latina, cosa que se planteó
en los Concilios de Constanza y Trento.
Para Brown la pregunta no es por qué pudo levantarse tanto recelo contra el cuerpo
en la Antigüedad tardía, sino más bien por qué se presenta el cuerpo de modo
consistente y en términos sexuales, como lugar de motivaciones perversas y como
campo de definición de estructuras y entornos comunitarios enunciados en términos
sexuales… virginidad / actividad sexual; celibato / matrimonio.
En suma, ¿por qué se impuso sobre la corporalidad una carga tan intensa de
significación y definición existencial?
La Iglesia como espacio público, pudo así marcar su entorno y perfilar su presencia
pública, al elegir hombres célibes como sus representantes / dirigentes, en contraste
con una sociedad – “mundo” en el que el pecado y las pasiones personales y colectivas
hacían estragos sin ningún control.
“De este modo el celibato señalaba inequívocamente la existencia de una clase de
personas que eran fundamentales para la vida “pública” de la Iglesia, precisamente por
estar apartadas ya para siempre de lo que era tenido por lo más privado de la vida del
lego cristiano medio en el “mundo”. (Brown, 259).
A principios del siglo IV tuvo lugar un proceso aparentemente menor, pero también de
gran importancia: el que llevaría a la existencia del monaquismo en Oriente y
Occidente.
Ya sabemos que antiguamente existió un cierto ‘orden’ de las vírgenes y viudas… (que
fueron absorbidas por las primeras), pero sin que experimentasen el impulso de
‘abandonar el mundo’.
En algunos lugares – sobre todo en Siria – los monjes anacoretas se destacaron por
extraordinarias penitencias que alimentaron la imaginación y la admiración popular…
la santidad se convirtió en fenómeno análogo al del atletismo o el heroísmo: abandonó
el horizonte de la vida ordinaria. (San Simeón el Estilita).
El monaquismo tiene también que ver con la sensación del fin del mundo antiguo
desde la crisis de una de sus principales instituciones: la ciudad helenística antigua. El
monje y sus admiradores abren horizontes de realización más allá de la ciudad, en el
campo.
Como expresión de este cambio está la apertura de la caridad / filantropía de los ricos
de la ciudad a los pobres de fuera de la ciudad (y ya no solo a los ciudadanos de
dentro): las nuevas comunidades de “pobres voluntarios”, que, a su vez, ayudaban a
los pobres que tenían alrededor.
La Iglesia, desde las familias + los monasterios, va cerrándose sobre los jóvenes,
sustrayéndolos a la educación / formación cívico – pública.
Aunque de hecho se forman en la cultura clásica, y adquieren las habilidades y
conocimientos tradicionales, para los hogares cristianos, se trata de una cultura
“muerta”, aún necesaria, pero sin relación con la vida de las personas.
Desde luego, la ciudad de la Antigüedad tardía, todavía mantuvo en este aspecto su
vigor en muchos lugares…, pero incluso en estos, es claro que aparece una grieta entre
la ciudad y las familias cristianas.