El Oaxqueño Crónica
El Oaxqueño Crónica
El Oaxqueño Crónica
Una ligera y fría ventisca propia de fin de año se adueñaba del amplio edificio pétreo de la
terminal de ferrocarriles de Buenavista en la ciudad de México hoy convertidos en una
construcción sepulcral.
Las sombras de esa tarde fresca del 16 de diciembre de 1987 se hacían cada vez mas largas
conforme caía la tarde-noche; dentro era un hervidero, una numerosa e inusual colonia de
Oaxaqueños se había adueñado de andenes y sala de espera; la causa: iniciaba su primer viaje
el tren semi-turistico ‘’EL Oaxaqueño’’. De la años terminal del norte de la ciudad hacia la
verde Antequera.
Ese primer convoy era esperado en la capital oaxaqueña para la mañana del día siguiente, la
víspera de la celebración del día de la patrona de los oaxaqueños: la virgen de la soledad.
Los 12 coches remolcado por dos locomotoras, la 9218 y la 9263, se movieron suavemente
sobre los rieles apenas 5 minutos después de las 19 horas pactada para la salida, recuerdan las
crónicas periodísticas de la época.
El oaxaqueño, rezaba la propaganda oficial, sería uno de los caballo de Troya para la
modernización del sistema Ferroviario nacional. Formaba parte de un proyecto que dio vida a
ferrocarriles estrella como El Jarocho, que corría de México a Veracruz; El Constitucionalista,
hacia Querétaro y San Miguel de Allende; El Tapatío, a Guadalajara y la zona tequilera; el
Regiomontano, hacia Monterrey, Nuevo León y el Purépecha a Michoacán.
Sin embargo su vida sería efímera, de acuerdo con Miguel Ángel Ortega Mata, presidente de la
asociación Amigos del Museo del Ferrocarril, el tren estandarte oaxaqueño apenas cabalgo las
vías por espacio de 5 años y tres meses, ‘’muriendo’’ en febrero de 1992, y no de inanición,
pues casi siempre navego repleto de oaxaqueños, sino enfermo de corrupción, sindicalismo e
ineficiencia oficial.
Maquillaje Ferroviario
Pero esa tarde nadie pensaba en la efímera vida del oaxaqueño, señala la crónica de Claudio
Sánchez de Carteles del sur, se notaba la mano de gato que les dieron a esos viejos carros hoy
rehabilitados: todavía estaba fresco el olor a pintura y las alfombras y las vestiduras que
aunque austeras, lucían de verdad limpias.
Para los pasajeros de aquel viaje habría una revolución en la forma de trasladarse en tren de la
ciudad de México a Oaxaca.
Fue el maquinista oaxaqueño Eleazar Coronado, quien hecho a andar la locomotora y demoro
15 minutos la partida, señala otro testimonio, ‘’en medio de la sandunga y la canción mixteca’’
que sin duda tocaron los corazones de los oaxaqueños quienes, esa noche, se alistaban para
cubrir 545 kilómetros que los separaban de su tierra.
Oaxaca contaba ya con un servicio regular ‘’El Nocturno’’ que, a pesar del nuevo tren,
mantendría el itinerario partiendo a las 17:32 horas de Buenavista y arribando a las 8:05 horas
del día siguiente a la estación de la avenida, Madero, en el barrio del ex Marquesado.
La novedad
Sin duda El Oaxaqueño fue un acontecimiento político, social, comercial y turístico para
Oaxaca, ávida de Buenas nuevas. Empresarios, funcionario, artistas, y la creme de la creme del
estado se dio cita para el viaje inaugural, quizá la única vez que abordaron el ferrocarril, quizá
el único viaje en tren.
La primera sorpresa señala un periodista que cónico el recorrido, fue que no viajo el
gobernador, en ese entonces Heladio Ramírez López quien, en Buenavista subió al convoy y
saludo a al VIP que haría el recorrido.
En una de las fotos publicadas por los diarios Oaxaqueños es posible ver a Andrés Cas
Lombardo, entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes junto con Heladio Ramírez
observar la carta menú del carro comedor en medio de un avispero de periodistas que
cargaban pesadas cámaras de video filmación.
Cuesta arriba
Tras abandona la capital, El Oaxaqueño empezó su pesado ascenso hacia la ciudad de Puebla;
seria en la Angelopolis donde haría su primer parada.
‘’cada carro llevaba su nombre; Águila Azteca, Águila Imperial, Plutón, etc , a todos los carros
se les dio una manita de gato desde las alfombras hasta focos. Tras la partida, ‘’los viejos
carros de ferrocarril se bambolearon suavemente’’
Adentro era una fiesta, ‘’por ahí se quemó un cable y el olor a quemado se espacio por breves
instantes hasta el carro cocina.
El bar fue punto de reunión principal ‘’por tandas cada uno fue probando el menú, rociado por
vinos y toda suerte de bebidas… había demasiado parque para presentar batalla y además
ganarla’’
La charla versó sobre las bondades del servicio, los carro dormitorio (2.50 metros x 2.50
metros) el aire acondicionado y la excelente y esmerada atención del personal de FNM. Como
buenos oaxaqueños, a alguien se le ocurrió subir al oficial Trio Fantasía. Otros testimonios
señalan que la noche también estuvo amenizada por Viola Trigo, viuda del cantautor
Guadalupe Trigo, muerto 5 años antes, la voz del cantante Héctor Meneses tercio en la noche
y se confundía con el metálico y monótono sonido del tren… y así nos dieron las 10, las 12, la
una y las tres de la mañana…
El convoy lo integraban 6 carros dormitorio con espacio para dos camas, una baja y otra alta.
Dos carros de Primera Especial, según relatos ‘’recién salidos de Ciudad Sahagún, Hidalgo’’ y un
remozado de primera regular, un comedor y fumador bar. Estimaban en 840 toneladas el peso
de El Oaxaqueño.
La tarifa
El Oaxaqueño solo realizaba 2 paradas, Puebla y Tehuacán. Tres eran las categorías de viaje:
Primera, con costo de 11 260 pesos, la más económica. De 20 235 pesos la primera regular y el
camarín para una persona se fijó en 32 770 pesos. Ese año debido a la galopante inflación se
reportaron 5 aumentos al salario mínimo; en diciembre de 1987 el micro salario para Oaxaca
se dijo en 5 mil 395 pesos, dado que estaba ubicada en la zona ‘’C’’.
Para tener una referencia del costo del boleto para la clase más económica se debían trabajar
2 meses y 2 días para conseguir un lugar; la primera especial requería 112 días de trabajo, 3
meses con 22 días y el camarín requería de medio año. Esta última incluía cena y desayuno.
La capacidad de El Oaxaqueño era de 410 pasajeros, 20% mas que los 340 cupos del tren
regular que, incluso, incluía coche de segunda clase.
En Tomellin, en plena región de la Cañada, ‘’dos máquinas más fueron integradas al convoy’’
para superar la pesada cuesta a las Sedas, el Pórtico a Valles Centrales y la capital del Estado. El
pasaje se levanta soñoliento y encandilado por las primeras luces del día. Algunos con resaca
del alcohol, los más benévolos con el pesado cigarro encima y, los más, aun embriagados tras
la noche de bohemia.
Al igual que la corrida normal, el oaxaqueño también debió padecer las inclemencias de los
fenómenos meteorológicos. De toda la vida esta ruta enfrento graves retrasos y lo complicado
que era lidiar con los derrumbes, descarrilamientos y cambios de vía en los diferentes puntos
de la ruta. No había mucha diferencia en tiempo de recorrido entre el servicio estrella y la
corrida regular, algunas veces el Oaxaqueño o el Nocturno debieron esperar horas o incluso
días para ver despejada la ruta.
Muchas veces ambos convoyes llegaban con apenas algunos minutos de diferencia ‘’no lo va a
usted a creer, pero, por lo intrincado del camino no se podía correr más allá de 25 kms/h y en
algunos puntos se podía aumentar la velocidad a 40 kms/h en tramos rectos y planos’’
El arribo a la capital fue una fiesta: en diversos puntos de la vía, el serpenteante convoy,
encabezado por la locomotora azul, con estruendosos silbidos anunciaba su llegada. A su paso,
señalan testimonios, el tren era saludado y vitoreado por los Oaxaqueños. En la terminal del
Ex Marquesado había un ambiente festivo: ‘’Bandas de música, marimbas, zancudos’’, medio
Oaxaca tenia una cita en la estación ferroviaria.
Juan Charis Gallejos, de El Imparcial, describe que después de 14 horas y 53 minutos (mas de
15 minutos de retraso programado) el azul de los carros y el silbido de la locomotora dieron
aviso de la entrada a la terminal citadina: ‘’Ante el júbilo de los oaxaqueños, arribaba a la
estación de Madero, que fue remozada, entre autoridades acompañados por una multitud,
celebraron con fuegos artificiales, bellas mujeres con trajes regionales, bandas de música,
daban la bienvenida a EL OAXQUEÑO’’
La llegada del convoy se hizo coincidir, por mes, con la llegada del Tren Mexicano del Sur, 95
años antes, a la ciudad de Oaxaca, también un 13 de diciembre pero de 1892. Con lo que a la
distancia, el primer tren que piso los rieles oaxaqueños cumplió 126 años. En el recibimiento
de El Oaxaqueño hubo representantes Hoteleros, restauranteros, comerciantes, ferrocarrileros
y curiosos ante los que calificaron como un acontecimiento.
Un lustro después, en 1992 Heladio Ramírez firmaría un proyecto para realizar un tren turístico
hacia Mitla, que solo quedo en proyecto, en febrero de ese año autoridades ferroviarias
aceptaban que recortaban un convoy de El Oaxaqueño, la suerte estaba echada, pese al
intenso uso y elevada ocupación, el servicio era incosteable. El tren tropezó con un obstáculo
mayor que fue un derrumbe, desnivelación de vías o retraso en el itinerario por fenómenos
meteorológicos. A El Oaxaqueño lo descarrilo el Proyecto neoliberal que desincorporo muchas
dependencias de gobierno y las vendió a capital privado.
Por irónico que pareciera, dos semanas antes Carlos Salinas de Gortari realizo su primera gira
de campaña por Oaxaca, sin ocupar el tren. El inicio el retroceso ferrocarrilero y quien sepulto
a Ferronales fue su sucesor, Ernesto Zedillo quien, en 1995 anunció la privatización de los
ferrocarriles; la empresa cerro operaciones entre 1997 y 1998 y fue vendida a firmas
extranjeras, esas mismas que, apenas algunos años después emplearon al mismo Zedillo.