Levadura y Fermento

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ESCUELA DE ANIMACIÓN MISIONERA

LA PEDAGOGÍA MISIONERA DE JESÚS


Hoja separable de formación misionera para grupos cristianos

Todos somos levadura,


pero no todas valen
Hoy os proponemos detenernos en la parábola de la levadura en la masa.
Desde esta perspectiva descubrir que si cada uno pone su granito de arena en la
construcción del Reino, éste se hará presente en la vida cotidiana de la comuni-
dad, transformándola desde dentro -como el fermento en la masa- con los
criterios del Evangelio.
No es desde lo fuerte y poderoso como se cambia el mundo, al menos ésos son
los criterios del Dios presentado por Jesús.

JUNIO JULIO 2008 17


La sopa de piedras
Dicen que una vez un caminante, cansado de su viaje, hizo noche en
una aldea muy pobre.
Los aldeanos (temerosos de tener que alimentarlo) le dijeron que no
le convenía quedarse, que mejor buscara asilo en otro lugar, donde con-
seguiría abrigo y alimento.
El viajero les dijo que no había problemas, él se iba a preparar una
rica sopa de piedra.
Intrigados por esto, algunos vecinos del lugar se escondieron en los
alrededores para espiar.
El viajero puso a hervir agua en una gran olla que llevaba. Cuando co-
menzó a hervir, le agregó una piedra grande. Cada tanto quitaba la tapa
de la olla y olía el "aroma" que salía.
Al ver esto, los aldeanos fueron trayendo algo de lo poco que tenían.
Un repollo, unas zanahorias, algunas patatas, etc. Lentamente, de la olla
comenzó a salir un riquísimo olor a sopa.
Cuando estuvo lista, el viajero les dijo a los aldeanos que trajeran
sus cuencos ya que había para todos incluso los que no habían podido
colaborar con nada.

De la Palabra de Dios
“Mientras tanto se reunieron miles de perso-
nas, hasta el punto de atropellarse unos a otros.
Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a
sus discípulos: ‘Cuídense de la levadura de los
fariseos, que es la hipocresía’.”
Lucas 12,1

“Después les dijo Jesús esta otra parábola:


‘El Reino de los Cielos se parece a un poco
de levadura que una mujer mezcla con gran
cantidad de harina, hasta que fermenta toda la
masa’.”
Mateo 13,33
¡Por la igualdad!

18 JUNIO JULIO 2008


La hipocresía
y los tiempos de Dios
Jesús era acosado por una multitud que lo perse-
guía. Sin embargo, por un instante quiere dirigirse a sus
discípulos y alertarlos contra la hipocresía. El sentido de esta
palabra es el de representar un papel, actuar debajo de una
máscara, aparentar lo que no se es.
Los fariseos eran para Jesús el caso típico de la simu-
lación, de la apariencia, de la gloria vacía de contenido;
más aún, eran ‘sepulcros blanqueados’ que bajo la apa-
riencia de la pintura blanca escondían podredumbre
(Mt 23,27), porque sólo ‘parecen justos’ (Mt 23,28),
pero no lo son; y hasta usan las cosas sagradas, como
la oración, para aparentar y cubrir sus maldades:
‘Devoran los bienes de las viudas y fingen hacer
largas oraciones’ (Lc 20,46). El hipócrita se oculta a
sí mismo su propia verdad y pretende ser consejero de
los demás (Lc 6,42). Jesús recomienda a sus amigos
que se cuiden de caer en esa obsesión.
Con la parábola de la levadura se quiere significar que el Reino de Dios está
creciendo, que no podemos exigir que todo sea inmediato, sino que tenemos que
esperar con paciencia que ese crecimiento lento vaya alcanzando la plenitud. El
Reino crece con los tiempos de Dios, que no son los nuestros.
Además, a los que se desencantan si no ven resultados vistosos, y sólo se sienten
importantes si pueden tener cargos de alto nivel o si reciben misiones llamativas,
Jesús les indica que las cosas grandes comienzan con cosas insignificantes.
Hay que confiar en el misterio de Dios que trabaja también cuando nosotros no lo
vemos, y aprender a reconocer esa fuerza sobrenatural del Reino que crece en las cosas
pequeñas.
Este Reino, cuando se hace realidad en las cosas cotidianas, es de una belleza tan
grande que el hombre no puede captarla, supera los registros de su mente y de su co-
razón; pero el asombro se produce cuando esa mente y ese corazón son elevados por el
Espíritu Santo. Las personas que se dejan transformar aprenden a mirar con los ojos de
Dios y así pueden percibir gozosamente cómo el Reino de Dios realmente va creciendo,
aunque los demás no lo reconozcan.

Hay levaduras buenas: prudencia, coherencia, desprendimiento, compasión, flexibilidad,


servicio, serenidad, paciencia, compromiso, laboriosidad, sencillez, responsabilidad, respeto,
tolerancia, comprensión, autenticidad, confianza, sinceridad, lealtad, generosidad, perdón,
honestidad, perseverancia, solidaridad, valentía, fidelidad, decencia, justicia, etc.

Y las hay malas: hipocresía, envidias, venganza, egoísmo, desconfianza, deshonestidad,


injusticia, intransigencia, intolerancia, traición, indiferencia, irresponsabilidad, discriminación,
mentira, humillación, ingratitud, mentira, vivir de las apariencias, querer quedar siempre bien,
creerse el más importante, vanidad, traición, ira, orgullo, ambición, violencia etc.

JUNIO JULIO 2008 19


¿Qué levadura somos?
Cada uno de nosotros estamos llamados
a ser levadura que fermente la masa de la
comunidad. Qué agradable y enriquecedor
cuando somos buena levadura. Pero qué
lamentable y destructor resulta cuando nues-
tra levadura es de la mala, la que no sólo no
fermenta, sino que arruina lo poco o mucho
que estaba construido en la comunidad
Todos y cada uno somos responsables de
la comunidad humana, política, social, reli-
giosa y cultural. Y nuestra misión como cris-
tianos es hacer que en esas ‘comunidades’
el fermento de los valores evangélicos vaya
transformando los criterios, las decisiones, las
acciones, etc.
Todos somos levadura: buena o mala.
Nuestra vida no deja indiferentes a los que
nos rodean. Influye en bien o en mal. Cuando
somos levadura mala (hipocresía, vanidad,
etc.) estropeamos la relación con los demás,
con nosotros mismos y con Dios. Lo que tene-
mos que atacar es la raíz de todo, la levadura
interior. Si en nuestro ordenador hay un virus,
tenemos que hacer lo posible por eliminarlo,
porque de lo contrario destruirá todos nues-
tros archivos. Lo mismo pasa en nuestra vida
y en la de las comunidades, pero no juzgando
a los demás como fariseos hipócritas, sino mi-
rando nuestro corazón para convertirlo a Dios,
y consecuentemente en buena levadura.

Para trabajar personalmente y en grupo

• Todos somos levadura: personalmente… ¿qué tengo de mala o de buena?

• De la lista de levaduras buenas… ¿cuáles necesita más nuestro grupo? ¿Cuál puedo
aportar yo, como los aldeanos en la sopa de piedras que hicieron entre todos la mejor
sopa?

• Mirando la realidad pero sin juzgarla… ¿qué tipo de levadura encontramos a nues-
tro alrededor? ¿Nosotros somos para los demás fermento bueno en la masa? ¿O con
nuestras actitudes nos parecemos más a la levadura de los fariseos?

20 JUNIO JULIO 2008

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