Cartas Pastorales y Discursos
Cartas Pastorales y Discursos
Cartas Pastorales y Discursos
CARTAS PASTORALES
Y DISCURSOS
Con una presentación de Mons. Ovidio Pérez Morales
y una introducción del Pbro. Ramón Vinke
Universidad Católica
Andrés Bello
Caracas, 2014
BX874
A7C3 Arias Blanco, Rafael Ignacio, 1906 – 1959.
Cartas pastorales y discursos: con una presentación de Ovidio Pérez
Morales y una introducción del Pbro. Ramón Vinke .—Caracas : Instituto
Universitario Pedagógico” Monseñor Rafael Arias Blanco ; Universidad
Católica Andrés Bello, 2013.
372 p. : 22 cm.
ISBN: 978-980-244-750-3
Incluye referencias bibliográficas
Presentación:
Excmo. Mons. Ovidio Pérez Morales.................................................9
CARTAS PASTORALES
1 Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “El Año del Sagrado Corazón de Jesús” (1959), en: Adsum.
Boletín Oficial del Arzobispado de Caracas 52 (1959), pp. 232-236.
2 Cf. Secretariado Catequístico Arquidiocesano [de] Caracas (editor), Catecismo de la Doctrina Cristiana.
Texto Oficial para los grados 3º, 4º, 5º y 6 de Instrucción Primaria, Caracas 1956, pp. 106-107.
3 Cf. ibíd., pp. 106-107.
4 S.S. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal “Catechesi tradendae” (16 de octubre de 1979),
Nº 29.
Mons. Rafael Arias Blanco
12
importante y plural Asociación Pro-Venezuela, donde impulsó una serie
de iniciativas tendientes al desarrollo integral del país; no por simple
protocolo un retrato grande suyo se colocó como presidencial en el salón
de reuniones de tan meritoria asociación.
Me congratulo con el Pbro. Vinke por la publicación de una obra
que contribuirá, sin duda, a mantener vivo el recuerdo iluminador y la
memoria animadora del arzobispo Rafael Arias Blanco. Verdaderamente
un gran pastor para tiempos nuevos.
I
UNA FIGURA HISTÓRICA
5 Cf. Secretariado Catequístico Arquidiocesano [de] Caracas (editor), Catecismo de la Doctrina Cristiana.
Texto Oficial para los grados 3º, 4º, 5º y 6 de Instrucción Primaria, Caracas 1956.
6 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “El 1º de mayo, Fiesta de San José Obrero” (29 de abril
de 1957), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 50 (1957), pp. 113-119.
7 Cf. Ramón J. Velásquez / Arístides Calvani / Carlos Rafael Silva / Juan Liscano, Venezuela moderna.
Medio siglo de historia. 1926-1976, Caracas 1976, pp. 1-385, p. 143.
8 Cf. José Luis Salcedo-Bastardo, Historia Fundamental de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca de la
Mons. Rafael Arias Blanco
16
episcopal, antes bien en cumplimiento cabal de ese deber, Mons. Arias
supo decir a los venezolanos, ya en las postrimerías de la dictadura, ya
en la democracia, su palabra oportuna de aliento, al mismo tiempo que
exigía la justicia social y promovía los derechos de los trabajadores.
II
INFANCIA Y JUVENTUD
III
PRIMEROS AÑOS DE SACERDOCIO
14 Cf. Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. cit., p. cit.
15 Cf. Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. I, p. cit.
16 Mons. Manuel A. Pacheco, Datos biográficos y Hoja de servicios, prólogo del Dr. Luis G. Espinel G.,
Caracas 1970, p. 11.
Mons. Rafael Arias Blanco
18
Fue en la parroquia de La Pastora donde le sorprendió la elección
como obispo titular de Attalca di Pamphilia y auxiliar de Cumaná17. La
consagración episcopal se efectuó el día 12 de diciembre de 1937, día de
N. S. de Guadalupe, en la Iglesia parroquial de La Pastora, de manos
de Mons. Luis Centoz, nuncio apostólico, a quien asistían Mons. Sixto
Sosa, obispo de Cumaná, y Mons. Gregorio Adam, obispo de Valencia18.
Consagrado, pues, obispo a la temprana edad de 31 años, le
correspondió a Mons. Arias iniciarse en el ministerio episcopal en
Cumaná, al lado del experimentado y prestigioso Pastor de aquella
Diócesis, Mons. Sixto Sosa.
IV
OBISPO DE SAN CRISTÓBAL
Mons. Arias fue promovido por el papa Pío XII a la sede episcopal de
San Cristóbal el 12 de noviembre de 1939, y tomó posesión de la diócesis
el 21 de febrero de 194019. Como lo expresó en su debida oportunidad
Mons. Rincón Bonilla, la obra de Mons. Arias en San Cristóbal es
inmensa, imponderable: “Toda ponderación es pálida sombra ante la
magnitud de la obra pastoral del Excmo. Sr. Rafael Arias en la Diócesis
de San Cristóbal. Dígalo el Seminario Diocesano de la capital tachirense,
de cuyos estudios superiores va egresando cada año una pléyade de jóvenes y
preparados sacerdotes, fruto del empuje incontenible del joven Obispo que
levantó el Seminario Mayor, lo dotó de lo necesario y consiguió de la Santa
Sede su anhelo de ver a los estudiantes cursar toda la carrera al lado de su
Obispo y Pastor. Díganlo los pueblos y los campos, las carreteras y hasta los
tortuosos caminos, cuando en sus frecuentes correrías de a caballo se internaba
por entre las montañas para visitar hasta lo más remoto de su querida Diócesis.
Díganlo las grandes manifestaciones públicas entre Táriba y San Cristóbal,
cuando multitudinaria muchedumbre bajo su dirección acompañó la romería
de Ntra. Sra. de la Consolación a la ciudad capital en 1947 o cuando con la
misma muchedumbre paseó triunfalmente a Cristo Jesús en el mismo recorrido
para clausurar el Primer Congreso de Vocaciones, que con la presencia del
17 Cf. Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. cit., p. cit.
18 Cf. ibíd.
19 Cf. Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. cit., p. 117.
Cartas Pastorales y discursos
19
Episcopado tuvo de hecho carácter nacional, y fue como el arranque en
Venezuela de la firme y positiva campaña en pro del aumento de vocaciones
sacerdotales y de la construcción de los nuevos y modernos seminarios en otras
Diócesis de Venezuela. Dígalo el decano de la prensa de Táchira, el Diario
Católico, que sintió de veras el apoyo e impulso de su respaldo, siendo este
diario en Los Andes el baluarte que mantiene en alto la defensa de los básicos
e irreemplazables principios de la ley de Dios y de los derechos de la familia
y de los hombres”20. Mons. Arias, además, propulsó la vida parroquial,
creando nuevas parroquias, estimulando la obra de los párrocos con sus
iniciativas y disposiciones, y fundando escuelas parroquiales, “porque
junto al templo para orar a Dios, decía él, debía levantarse una escuela del
saber cristiano”21. Para la atención pastoral de los fieles, trajo a la diócesis
varias órdenes y congregaciones religiosas22.
Mons. Arias obtuvo de la Santa Sede el permiso necesario para fundar
el Seminario Mayor de San Cristóbal23, lo que implicaba un notable
progreso para la formación sacerdotal en Venezuela, pues entonces existía
un solo Seminario Mayor para todas las circunscripciones eclesiásticas
del país, que era el de Caracas. A los pocos años de San Cristóbal, tuvo
también Mérida su Seminario Mayor24; y, en tiempos más recientes, se
han abierto los de Cumaná, Barquisimeto, Maracaibo, Valencia, Coro,
Ciudad Bolívar, Maracay y Maturín.
V
ARZOBISPO DE CARACAS
20 Mons. José Rincón Bonilla, “Oración Sagrada en el Solemne Funeral de Mons. Rafael Arias Blanco”, en:
Adsum. Órgano del Arzobispado de Caracas 53 (1960), pp. 13-21, p. cit.16.
21 Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. cit., p. 118.
22 Cf. ibíd.
23 Cf. Pbro. Dr. Gilberto Santander Ramírez, Op. cit., T. II, p. 585.
24 Cf. Mons. Acacio Chacón, “Carta Pastoral con motivo de la aprobación por parte de la Sagrada
Congregación de Seminarios y Universidades del Seminario Mayor de Mérida (31 de octubre de 1953)”,
en: Pbro. Antonio Moreno Uzcátegui (editor), Cartas Pastorales del Excmo. Sr. Dr. Acacio Chacón, II
Arzobispo de Mérida, Mérida 1977, pp. 184-186.
Mons. Rafael Arias Blanco
20
Ya en su primera carta pastoral como arzobispo de Caracas hace
referencia Mons. Arias al II Congreso Eucarístico Bolivariano, a celebrarse
en Caracas25. Rodeado de dos obispos auxiliares, Mons. Ramón Ignacio
Lizardi, preconizado el 25 de mayo de 1956, y Mons. José Rincón
Bonilla, nombrado dos días después —hecho sin precedentes en la
historia de la arquidiócesis de Caracas y de la iglesia venezolana—, Mons.
Arias organiza al efecto de la mayor repercusión y éxito del Congreso
Eucarístico, una Semana Eucarístico-Mariana en la arquidiócesis26, así
como una serie de misiones parroquiales27.
El II Congreso Eucarístico Bolivariano se efectúa desde el 8 al 16 de
diciembre de 1956, y cuenta con la lucida asistencia del cardenal legado
del Sumo Pontífice, de otros dos cardenales de la iglesia romana, así
como de numerosos arzobispos y obispos, provenientes en su mayoría
de los países bolivarianos28. De hecho, el Congreso resulta en una gran
reafirmación de la solidaridad bolivariana y latinoamericana, como lo
manifiesta el papa Pío XII en su radiomensaje, transmitido en vivo a la
nutrida concurrencia reunida el último día en la Catedral de Caracas: “Y
con nuestros amadísimos hijos venezolanos, los de Colombia y Perú, los de
Bolivia, Ecuador y Panamá, en ejemplar hermandad de naciones que tienen
un vínculo común; y con vosotras, las naciones bolivarianas, los representantes
de otras muchas europeas y americanas, de la vieja Madre Patria, unidos
todos ante un Altar como si quisierais proclamar que solamente ahí es posible
una auténtica fraternidad, madre de la tranquilidad y de la paz; mientras
que cuando más lejos de ahí las almas se apartan, más reviven en ellas las
incomprensiones y las enemistades, los celos y las soberbias, los odios y las
codicias, cuyo efecto natural tienen que ser esas dolorosas catástrofes que hemos
lamentado, que ahora mismo vemos con dolor y que, mirando al futuro,
continuamente tememos”29.
25 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “Exhortación a la piedad eucarística” (21 de septiembre de
1955), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 49 (1956), pp. 123-125.
26 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “La Semana Eucarístico-Mariana” (27 de agosto de 1956),
en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 49 (1956), pp. 85-88.
27 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “Las misiones parroquiales del Año Eucarístico” (25 de
septiembre de 1956), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 49 (1956), pp. 130-133.
28 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “Ante la proximidad del II Congreso Eucarístico
Bolivariano” (21 de noviembre de 1956), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 49 (1956),
pp. 168-170.
29 S.S. Pío XII, Radiomensaje al II Congreso Eucarístico Bolivariano (16 de diciembre de 1956) en: Acta
Apostolicae Sedis 49 (1957), pp. 68-72, p. cit. 72.
Cartas Pastorales y discursos
21
De hecho, el II Congreso Eucarístico Bolivariano viene siendo el III
Congreso Eucarístico Venezolano, es decir, el III Congreso Eucarístico con
carácter nacional o internacional, que se celebra en Venezuela. El primer
Congreso Eucarístico celebrado en Venezuela —llámese I Congreso
Eucarístico Venezolano— tuvo lugar del 25 al 31 de diciembre de 1907 en
la iglesia de Santa Teresa de Caracas, por obra del celo eucarístico de Mons.
Juan Bautista Castro, el entonces arzobispo de Caracas y Venezuela, para
clausurar el Año Jubilar del Santísimo Sacramento, con que se festejaban
las bodas de plata de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento
establecida en la Santa Capilla de Caracas. De hecho, el arzobispo aspiró
a dar a este Congreso carácter internacional, e invitó a todos los obispos
hispanoamericanos; pero, las dificultades y los costos de los viajes en
aquella época ocasionaron que muchísimos obispos se excusaran30. El
obispo de Santa Marta, Colombia, asistió personalmente, y algunos
obispos de Cuba, Colombia y Ecuador enviaron sus representantes. Con
todo, el éxito del Congreso fue grandioso: “Todos los obispos venezolanos y
gran parte de su Clero, y también muchos de los habitantes [de las ciudades
y] de los pueblos del interior se vinieron a Caracas a gozar del homenaje.
Todas las Iglesias lo mismo que las casas particulares de Caracas iluminaron
sus fachadas con bellas instalaciones eléctricas, resaltando la de Catedral,
cuya torre semejaba el incendio del amor eucarístico que había estallado
en los corazones. Las Comuniones de hombres y de niños, la gran procesión
del Santísimo Sacramento y la exposición de arte cristiano en el local (...)
[del] diario católico La Religión, formaron un conjunto de grandiosidad y
belleza admirables”31. El secretario del Congreso, Dr. José Manuel Núñez
Ponte, recogió en un grueso volumen toda la documentación de aquellas
magníficas festividades eucarísticas32.
El II Congreso Eucarístico Venezolano fue celebrado también en
Caracas con motivo del 25º aniversario de la consagración de la república
al Santísimo Sacramento. Dispuso la celebración de este Congreso para
30 Cf. Pbro. Ramón Vinke, El Arzobispo Castro. A la sombra refrigerante de la Divina Eucaristía,
Evangelizadores de la Venezuela del Siglo XX, Vol. III, Caracas 1993, p. 129.
31 T. A. Polanco, Reseña histórica de la fundación y funcionamiento de la Adoración Perpetua del Santísimo
Sacramento en el Santuario Eucarístico de Caracas. Contribución a los actos celebrados en honor y culto del
Santísimo Sacramento en la Basílica Menor Eucarística de Caracas para unirse a los grandiosos homenajes que
Jesucristo Sacramentado recibió en la celebración del XXXII Congreso Eucarístico Internacional celebrado en
Buenos Aires del 10 al 14 de octubre de 1934, Caracas 1934, p. 9.
32 Cf. Dr. José Manuel Núñez Ponte (editor), Memoria del Año Jubilar del Santísimo Sacramento y del
Congreso Eucarístico, Caracas 1909.
Mons. Rafael Arias Blanco
22
julio de 1925 Mons. Felipe Rincón González, sucesor de Mons. Castro
en la sede caraqueña: “Y el feliz éxito se pudo apreciar en los actos de la
celebración. La fe y el entusiasmo del pueblo fueron enormes”33. Entre los
actos habidos con motivo del Congreso hay que destacar las Comuniones
de cinco mil niños, “y los grandes actos del Congreso celebrado en la Basílica
de Santa Teresa, en medio de las más solemnes manifestaciones del arte con la
audición del magnífico poema musical de Perosi ‘La Resurrección de Lázaro’
y la gran procesión del Santísimo Sacramento, que recorrió las principales
calles de esta capital en medio de las aclamaciones, de las alabanzas y de las
plegarias de todo el pueblo, deteniéndose en varias partes para oír la palabra
elocuente de los oradores designados, y las grandes iluminaciones de los
templos y de las casas, que reprodujeron las del año 1907, cuando el Primer
Congreso Eucarístico”34.
El II Congreso Eucarístico Bolivariano, que se celebra siendo Mons.
Arias arzobispo de Caracas, viene a ser, pues, el III Congreso Eucarístico
Venezolano.
VI
EL SEMINARIO
Y LAS VOCACIONES SACERDOTALES
VII
APOSTOLADO EUCARÍSTICO
39 Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “La Semana de las Vocaciones Sacerdotales” (7 de mayo de
1959), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 52 (1959), pp. 215-219.
40 Cf. “Unión Arquidiocesana de Cofradías del Santísimo Sacramento”, Acta Constitutiva (14 de diciembre
de 1954), en: El Sembrador. Órgano de la Unión Nacional de Cofradías del Santísimo Sacramento 16
(1990), Nº 184, pp. 11-13.
41 Cf. Félido Morales Ramírez, Breve Historia de las Cofradías del Santísimo Sacramento del Altar, Caracas
(sin fecha).
Cartas Pastorales y discursos
25
que se acrecienten y realicen en la forma o manera más espléndida los
rendidos homenajes que habrán de tributarse en esa oportunidad al Santísimo
Sacramento, queremos también aprovechar tan propicia ocasión para invitar a
nuestros amados diocesanos a tomar una participación más activa y devota en
el Santo Sacrificio de la Misa, que perpetúa a través de los siglos la presencia
real de Jesucristo en el Altar. Por esto, las solemnidades eucarísticas, o de acción
de gracias, que empezarán el día 12 de diciembre, en que se cumple un año
del II Congreso Eucarístico Bolivariano, serán seguidas, en los primeros días
de febrero del próximo año 1958, de una Semana Pastoral Litúrgica, que se
orientará, por especial manera, en sus temas y estudios, al logro del objetivo
antes indicado”42.
Por cierto, Mons. Arias es arzobispo de Caracas, cuando el papa Juan
XXIII anuncia a los cardenales, reunidos en la Basílica de San Pablo
Extramuros de Roma, su propósito de convocar un concilio ecuménico43.
Mons. Arias se acoge a este propósito del papa decretando la celebración
en toda la arquidiócesis del Año del Sagrado Corazón de Jesús, a fin de
ofrecer especiales oraciones y homenajes eucarísticos por el feliz éxito
del concilio ecuménico: “Póngase desde ahora el debido empeño en dar
mayor solemnidad a los ejercicios piadosos del mes de junio y a los Primeros
Viernes de mes. En dichos Primeros Viernes deberá exponerse solemnemente
en las Iglesias el Santísimo Sacramento durante todo el día, de acuerdo con
las rúbricas, y deberá rogarse especialmente por el feliz éxito del Concilio
Ecuménico, por la paz, el orden y la tranquilidad social de Venezuela, por
la santificación del Clero, por la multiplicación de las vocaciones sacerdotales
y religiosas y, en fin, por el Reinado social de Jesucristo en nuestra amada
Patria”44. Prevé Mons. Arias una solemne clausura del Año del Sagrado
Corazón de Jesús para junio de 196045; lamentablemente, por la trágica
muerte del Arzobispo esta clausura no tuvo lugar…
42 Mons. Rafael Arias Blanco, Pastoral “Las Bodas de Diamante de la Adoración Perpetua del Santísimo
Sacramento” (1º de septiembre de 1957), en: Adsum. Órgano del Arzobispado de Caracas 50 (1957), pp.
227-232.
43 Cf. “S.S. Juan XXIII, Homilía en la Fiesta de la Conversión de San Pablo (25 de enero de 1959)”, en: Acta
Apostolicae Sedis 51 (1959), pp. 70-74.
44 Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral “El Año del Sagrado Corazón de Jesús” (1959) en: Adsum.
Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 52 (1959), pp. 232-236.
45 Cf. ibíd.
Mons. Rafael Arias Blanco
26
VIII
APOSTOLADO CATEQUÍSTICO
46 Cf. Secretariado Catequístico Arquidiocesano [de] Caracas (editor), Catecismo de la Doctrina Cristiana,
Texto Oficial para los grados 3º, 4º, 5º y 6º de Instrucción Primaria, Caracas 1956.
Cartas Pastorales y discursos
27
No somos verdaderos cristianos si no practicamos la caridad y la
caridad consiste en no aceptar las miserias de los demás, en no
resignarnos a las injusticias que sufren nuestros hermanos. Por
eso los Papas han insistido tanto sobre la cuestión social. Por eso
los Arzobispos y Obispos de América Latina han exigido que se
hable de esta cuestión desde el Catecismo. Es, pues, nuestro deber
conocer la Doctrina Social de la Iglesia.
523.¿A qué se llama Cuestión Social?
Se llama Cuestión Social a los problemas que se plantean
entre patronos y obreros y entre productores, comerciantes y
consumidores.
524.¿La Iglesia se interesa en la Cuestión Social?
Sí; la Iglesia se interesa en la Cuestión Social porque toca
problemas morales.
525.¿Todos los hombres somos iguales?
Sí; todos somos iguales delante de Dios, porque tenemos el
mismo destino eterno y porque todos hemos sido rescatados por
la Sangre de Cristo; pero no todos tenemos la misma inteligencia
ni las mismas aptitudes.
526.¿Qué es el proletariado?
El proletariado es la situación de muchos trabajadores que viven
en la inseguridad del mañana y a veces en condiciones de vida
inhumanas.
527.¿A qué se llama la lucha de clases?
Se llama la lucha de clases a la oposición entre la clase obrera y
la clase patronal que fue originada por los sistemas capitalistas
y que el comunismo quisiera agravar con el odio y la violencia.
528.¿Debemos condenar al capitalismo?
El sistema capitalista no es en sí malo, pero a veces comete muchos
abusos al pretender ganar dinero sin respetar la dignidad ni los
derechos del trabajador.
529.¿Cuáles son los derechos de los trabajadores?
Los trabajadores tienen derecho a: 1º Que su trabajo sea humano;
2º Que su salario les permita vivir humanamente a ellos y a sus
familiares;
3º Que puedan ahorrar para los días malos;
Mons. Rafael Arias Blanco
28
4º Que puedan hacerse, poco a poco, propietarios de sus
viviendas; 5º Que puedan sindicalizarse libremente.
530.¿Qué es un sindicato?
Sindicato es una asociación que tiene por fin defender sus intereses
profesionales.
531.¿Debemos conocer la Doctrina Social de la Iglesia?
Sí; debemos conocer la Doctrina Social de la Iglesia para poder
defender la justicia social con una orientación cristiana.
532.¿Dónde está contenida la Doctrina Social de la Iglesia?
La Doctrina Social de la Iglesia está contenida principalmente en
las Encíclicas “Rerum novarum” de León XIII, “Quadragesimo
anno” de Pío IX y en numerosas declaraciones de los últimos
Papas47.
No podía faltar tampoco en el Catecismo... de Mons. Arias una
lección sobre el protestantismo48. Preocupaba sobremanera al arzobispo
la proliferación de las sectas protestantes: “El protestantismo trata de
arrebatarnos la preciosa unidad religiosa, que existe en el país desde la magna
gesta de la Independencia; y con ella el amor a la Santísima Virgen María,
venerada bajo tantas y tan portentosas advocaciones en Venezuela”49.
Al igual que en San Cristóbal, propulsó Mons. Arias en Caracas la
catequesis parroquial, pues, al crear nuevas parroquias, aspiraba establecer
con el tiempo también las respectivas escuelas parroquiales50. Durante
su pontificado, vinieron a Caracas algunas órdenes y congregaciones
Religiosas para la atención pastoral de las nuevas parroquias, y para la
fundación de nuevos centros de educación primaria y secundaria51.
52 Cf. “S.S. Pío XII, Alocución a los miembros de la Sociedad Cristiana de Operarios Católicos (1º de mayo
de 1955)”, en: Acta Apostolicae Sedis 47 (1955), pp. 402-407.
53 Mons. Rafael Arias Blanco, Carta Pastoral ‘La Fiesta de San José Obrero’ (19 de abril de 1956), en:
Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 49 (1956), pp. 77-79.
Mons. Rafael Arias Blanco
30
del descanso festivo, que, ahogando los dictados de la conciencia cristiana,
sacrifican al interés material los valores más elevados del alma, y la misma
eternidad. Recordamos asimismo la grave responsabilidad de quienes exigen
a los obreros el trabajo en los días aludidos, poniéndoles muchas veces en el
caso de quebrantar el mandato divino por temor a ser despedidos y a perder
así, con su labor manual, el diario sustento”54.
En su carta pastoral para el 1º de mayo de 1957, Mons. Arias denuncia
la problemática social de los trabajadores venezolanos con toda claridad.
Particularmente dolorosa para la dictadura del general Pérez Jiménez
resulta ser la afirmación del arzobispo, que una inmensa masa del pueblo
venezolano vive en condiciones que no se pueden calificar de humanas:
“Nuestro país se va enriqueciendo con impresionante rapidez. (...) Ahora bien,
nadie osará afirmar que esa riqueza se distribuye de manera que llegue a todos
los venezolanos, ya que una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en
condiciones que no se pueden calificar de humanas. El desempleo que hunde
a muchísimos venezolanos en el desaliento y que a algunos empuja hasta la
desesperación; los salarios bajísimos con que una gran parte de nuestros obreros
tiene que conformarse, mientras los capitales invertidos en la industria y el
comercio que hacen fructificar esos trabajadores aumentan a veces de manera
inaudita; el déficit, no obstante el plausible esfuerzo hasta ahora realizado
por el Estado y por la iniciativa privada, de escuelas sobre todo profesionales,
donde los hijos de los obreros puedan adquirir la cultura y formación a que
tienen absoluto derecho, para llevar una vida más humana que la que han
tenido que sufrir sus progenitores; la falta de prestaciones familiares con
que la familia obrera pueda alcanzar un mayor bienestar; las inevitables
deficiencias en el funcionamiento de institutos y organismos creados para el
mejoramiento y seguridad del trabajador y su familia; la frecuencia con que
son burlados la Ley del Trabajo y los instrumentos legales para la defensa
de la clase obrera; las injustas condiciones en que muchas veces se efectúa
el trabajo femenino: son hechos lamentables[,] que están impidiendo a una
gran masa de venezolanos poder aprovechar, según el plan de Dios, la hora
de riqueza que vive nuestra Patria”55.
54 Mons. Rafael Arias Blanco, “Carta Pastoral ‘La Santa Cuaresma’ (1º de marzo de 1957)”, en: Diario La
Religión, 7 de marzo de 1957.
55 Mons. Rafael Arias Blanco, “El 1º de mayo, Fiesta de San José Obrero” (29 de abril de 1957), en: loc. cit.
Cartas Pastorales y discursos
31
De hecho, el Gobierno reacciona drásticamente en contra de esta carta
pastoral: “La reacción del gobierno dictatorial se hizo sentir a través de las
críticas y amenazas del ministro Vallenilla y del mismo Presidente. La censura
oficial intervino prohibiendo la publicación y aún todo comentario sobre el
mencionado documento. El Sr. Arzobispo ordenó publicarlo clandestinamente
y 10.000 ejemplares fueron puestos en circulación. De esta manera la
Carta Pastoral pudo ser conocida y comentada por numerosas revistas del
extranjero”56. Las relaciones de la Iglesia con el régimen se hacen tensas57;
pero, ya la crisis nacional es evidente, y se comienza a vislumbrar el fin
de la dictadura...
Derrocada la dictadura, se dirige Mons. Arias por televisión al país, el
25 de enero de 1958, llamando al pueblo venezolano al ejercicio del perdón
cristiano, a la armonía y a la convivencia: “Recuerde nuestro querido pueblo
venezolano[,] que no es ésta la hora de las represalias, contrarias al perdón
cristiano, que hemos de otorgar generosamente si queremos ser perdonados,
según nos enseña la Oración Dominical [(cf. Mt 6, 9-15; Lc 11, 1-4; Mc 11,
25; Mt 5, 23)], sino el momento de la paz, de la armonía y de la convivencia
de todos los venezolanos, así como de los extranjeros que se acogen a nuestra
generosa hospitalidad”58.
En su carta pastoral para el 1º de mayo de 1958, Mons. Arias vuelve a
insistir en exigir los legítimos derechos de los trabajadores: En particular
exige el sueldo mínimo para los trabajadores y prestaciones sociales59;
reivindicaciones, que después han sido asumidas por la legislación laboral
venezolana... Pero también toca el problema de la vivienda, pues sabe el
arzobispo que el problema de la vivienda no se resuelve ingenuamente
construyendo urbanizaciones populares: “Desgraciadamente las veces en
que se ha afrontado el problema de las urbanizaciones populares no siempre
se han tenido en cuenta las exigencias más elevadas de los destinados a ocupar
las casas obreras, tales como parques, teatros, cines, para la honesta recreación
56 Pbro. Silverio de Zabala, “Las Pastorales del 1º de mayo”, en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de
Caracas 51 (1958), pp. 84-86, p. cit. 84.
57 Cf. Mons. Baltazar Porras, El Episcopado y los problemas de Venezuela. Diagnóstico teológico pastoral de la
Venezuela contemporánea desde la documentación episcopal venezolana y desde la teología latinoamericana,
Colección “Iglesia y Sociedad”, Nº 2, Caracas 1978, p. 39.
58 Mons. Rafael Arias Blanco, “Armonía y paz social” [En el programa de televisión “Vida y Destino”] (25
de enero de 1958), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 51 (1958), pp. 5-7.
59 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, “Carta Pastoral ‘San José Obrero’ (26 de abril de 1958)”, en: Adsum.
Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 51 (1958), pp. 84-86.
Mons. Rafael Arias Blanco
32
de los vecinos, dispensarios, escuelas y otros edificios análogos, y lo que es
más sensible aún, los mismos templos, cosas éstas que es de esperarse no serán
olvidadas en lo sucesivo”60.
Mons. Arias vuelve a tocar el punto de la vivienda en su carta pastoral
para el 1º de mayo de 1959, ahondando en el problema de la proliferación
de barrios: “Desgraciadamente, entre nosotros, el rápido crecimiento de la
población y la afluencia de los habitantes de los pueblos del interior y de los
campos a la capital y a otras ciudades importantes, aguijoneados por la falta
de trabajo y halagados por ilusorias promesas, han contribuido a agudizar
el problema de la vivienda. De ahí proviene en gran parte la proliferación
de ranchos en nuestros medios urbanos, carentes de las condiciones más
elementales que exige la morada de un ser racional”61.
X
MUERTE TRÁGICA
60 Ibíd.
61 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, “Carta Pastoral ‘Día del Obrero’ (25 de abril de 1959)”, en: Adsum.
Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 52 (1959), pp. 188-192.
62 Cf. Mons. Rafael Arias Blanco, “Carta Pastoral ‘La Semana del Conductor Consciente’ (16 de julio de
1959)”, en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 52 (1959), pp. 262-264.
Cartas Pastorales y discursos
33
dirigieron luego a la casa del Sr. Manuel Calil, Prefecto del lugar. Desde ahí
dirigió Mons. Arias su último mensaje al Secretario General de la República,
recordándole una vez más lo del acueducto para suministrar el agua a esas
poblaciones. Luego pasaron a la cercana población de Píritu, hicieron una
visita al Santísimo Sacramento en el Santuario Mariano de la Inmaculada, y
a eso de las 6:30 los despedía el Rvdo. Párroco del lugar, Pbro. Manuel Rivera
López. Llegaban ya a Barcelona por la carretera nueva de la costa, y a las
puertas mismas de la ciudad, frente al aeropuerto, acaeció el fatal volcamiento
del vehículo en que viajaban, saliéndose de la carretera y estrellándose contra
un insignificante paredón de barro. Eran las 7:30 de la noche”63.
Mons. Arias y el Padre Carli murieron probablemente en el mismo
lugar del accidente al impacto sufrido; Mons. Paparoni fue ingresado
con vida al Hospital Razetti de Barcelona, pero falleció al día siguiente64.
Aunque Mons. Arias desapareció prematuramente, su obra como
arzobispo de Caracas perdura hasta el presente: “Naturalmente, en lo que
más sobresalió el Arzobispo desaparecido fue en la organización territorial
eclesiástica de su Arquidiócesis. Ya desde el comienzo de su Arzobispado, al
encontrarse con una zona metropolitana que capitaliza el mayor porcentaje
de población de la República, ajeno a mezquindades, se rodeó de dos Obispos
Auxiliares que le hicieron posible la visita pastoral de las parroquias; preparó
la desmembración de la Diócesis de Maracay; multiplicó las parroquias; no
fue tan afortunado en todas las ocasiones como para dotar de templo y casa
parroquial a las nuevas erecciones canónicas; pero, a pesar de las dificultades,
se impuso la tarea de dividir las parroquias para atender mejor las necesidades
espirituales de sus feligreses. Las estadísticas, veraces en este caso, nos dicen
que (...) Mons. Arias creó o renovó 44. En la sola ciudad capital, en el sector
de Monte Piedad a Catia, donde sólo había la del Carmen, se hicieron 13
parroquias nuevas. De las 50 Congregaciones Religiosas femeninas que
trabajan en institutos docentes y asistenciales, tocó a Mons. Arias recibir a 29.
De los diversos colegios, escuelas para niños y niñas que dirigen los párrocos,
religiosos y entidades asociadas a la obra de la Iglesia, correspondió al extinto
Arzobispo abrir 97. Creó diez capellanías especiales para el servicio de los
fieles en las siguientes colonias: alemana, croata, china, eslava, española,
63 Cit. por: Mons. Constantino Maradei, Venezuela: su Iglesia y sus Gobiernos, Colección “Iglesia y
Sociedad”, Nº 4, Caracas 1978, p. 153.
64 Cf. ibíd., p. 154.
Mons. Rafael Arias Blanco
34
húngara, italiana, portuguesa, siria y vasca. Lo cual está diciendo la esmerada
atención con que la Iglesia Católica se preocupa por la asistencia espiritual y
religiosa de los inmigrantes. Por último, Monseñor estableció 77 centros de
evangelización en la periferia de Caracas”65.
Pero más allá de la organización territorial de la arquidiócesis, más
allá del denodado esfuerzo por el aumento de las vocaciones sacerdotales
y por el seminario, más allá de todo ello, perdura el mensaje social de
Mons. Arias, la exigencia intransigible de la justicia social y la promoción
de los derechos de los trabajadores. Alguno que otro pasaje de las cartas
pastorales de Mons. Arias parece haber sido escrito ayer; respecto de
su célebre carta pastoral para el 1º de mayo de 1957, escribe el mismo
arzobispo: “Condenábamos entonces la injusta distribución de riquezas[,]
que obligaba ‘a una inmensa masa de nuestro pueblo a vivir en condiciones
que no se pueden calificar de humanas’. Nos hacíamos eco de las quejas
de los numerosos desempleados, abocados a la miseria y a la desesperación;
elevábamos nuestra voz contra los salarios inhumanos, que acusaban el más
absoluto desconocimiento del derecho fundamental que tiene el obrero a vivir
decentemente con la remuneración de su trabajo; lamentábamos la falta de
escuelas, sobre todo profesionales; nos referíamos a las injusticias que sufre la
mujer trabajadora, a las fallas de los institutos sociales y al incumplimiento
de la Ley del Trabajo; y nos oponíamos, en fin, a un sistema sindical único
que estuviese en manos de elementos oficiales del Gobierno, y no escogido
libremente por los mismos obreros. Felizmente con el cambio político realizado
el día 23 de enero ha mejorado algo la situación del trabajador, y abrigamos
la esperanza de que las mejorías irán en aumento de día en día, como lo
exige la dignidad de la persona humana”66.
No es, sino en honor a la verdad, que Mons. Carlos Sánchez Espejo
hace el siguiente elogio inspirado de Mons. Arias: “Entre los Obispos
venezolanos brillará para siempre con fulgores propios el Arzobispo Rafael
Arias Blanco, oriundo de La Guaira y Obispo Auxiliar que fue de Cumaná,
titular luego de la Diócesis de San Cristóbal y más tarde Arzobispo de Caracas,
en cuyo cargo le sorprendió la muerte en hora de angustia para la Patria y
para la Iglesia”67. Y concluye magistralmente el mismo autor: “Su nombre
Nos, Dr. Rafael Arias, por la gracia de Dios y de [la] Santa Sede
Apostólica, Obispo de San Cristóbal, al Venerable Clero y fieles de la
Diócesis, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Dos años, apenas, se habían cumplido, amados hijos, de haber sido
elevados a la sublime dignidad episcopal, como Auxiliar del Excmo.
Sr. Obispo de Cumaná, cuando el Santo Padre Pío XII, gloriosamente
reinante, nos distinguió con el honroso nombramiento de Obispo de
esta Diócesis, huérfana de su Pastor por largo tiempo.
No dejamos de comprender el peso enorme que gravita sobre nuestros
débiles hombros. No dejamos de comprender la gravísima responsabilidad
que sobre nosotros recae. Porque, si en todo tiempo el Episcopado ha sido
carga pesada, en los días que corren las dificultades aumentan, los peligros
se multiplican y la lucha arrecia. Si confiásemos únicamente en nuestras
débiles fuerzas para el desempeño de nuestro delicado ministerio[,]
poco podríamos hacer. Si pusiésemos nuestra esperanza tan sólo en los
hombres estaríamos perdidos. Nuestra esperanza toda, nuestra entera
confianza la tenemos y la ponemos en Dios que, al escogernos para esta
sublime misión, nos da en abundancia los medios y las gracias para su
adecuado desempeño.
Tócanos suceder en esta Diócesis a vuestro primer Obispo Mons.
Tomás Antonio Sanmiguel[,] insigne y celoso Pastor, cuya grata memoria
vivirá en vuestros recuerdos por sus conmovedoras enseñanzas, por
su ejemplar conducta y por su reconocida abnegación. El hermoso y
moderno edificio del Seminario, la Imprenta y el “Diario Católico”,
Mons. Rafael Arias Blanco
40
el Sínodo Diocesano y sus sapientes disposiciones hablan con mayor
elocuencia sobre la ilustre personalidad del Prelado fallecido, que las
palabras y discursos en su encomio.
En el año 1929 Mons. Sanmiguel fue a Roma para practicar la Visita
Ad Limina. Allí tuvimos el inmenso placer de conocerlo y tratarlo de
cerca por haberse alojado en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano,
donde estábamos terminando el estudio de la sagrada Teología. Cuando
fue recibido por el llorado Pontífice Pío XI, de gratísima recordación,
nos escogió para formar parte de su séquito. Nunca podremos olvidar
este suceso memorable, del que participamos por la bondad de Mons.
Sanmiguel. ¿Quién nos iba a decir en ese entonces que algún día seríamos
el sucesor del primero y grande Obispo de San Cristóbal? Pero así son las
cosas de Dios, que gobierna a su Iglesia con una especialísima Providencia.
Cuando todas las circunstancias hacían prever nuevos honores
y dignidades, cuando el Venerable Clero y los fieles comenzaban a
manifestar su profundo y sincero dolor por la traslación del amadísimo
Pastor, que pronto se efectuaría, Dios lo llamó a su lado, lo llevó al cielo,
como justa recompensa por sus apostólicas tareas. Con su sentida muerte
perdió la Diócesis a su celoso Padre, Venezuela a uno de sus hijos más
preclaros y la Iglesia a un Obispo dignísimo, que le hacía mucho honor
a su elevado cargo[,] y que hubiese evitado muchas lágrimas a la Iglesia
y a la Patria.
Estamos seguros de su valiosa intercesión ante el trono del Altísimo.
Nuestra suerte no puede serle indiferente. Él, que fue valiente Pastor de
su grey, que veló constantemente por el bien de su Diócesis, no puede
olvidarnos. En el cielo pide por sus queridos hijos, por sus antiguas ovejas,
por el nuevo Padre y Pastor.
Amadísimos hijos, hemos querido enviaros nuestro primer saludo
muy afectuoso y paternal. Hemos estado buscando palabras las más
apropiadas para esta feliz circunstancia[,] y nos la ha proporcionado el
mismo dulcísimo Salvador y Maestro: “¡Pax Vobis!”[, “]¡La paz sea con
vosotros![” (Jn 20, 20)]. Así saludó Jesucristo a sus amados discípulos
al aparecérseles resucitado. De esta manera saludaban los Apóstoles al
entrar en las casas, donde les daban albergue [(cf. Mt 10, 12-13)]. Palabras
sublimes que, pronunciadas hace veinte siglos, no han perdido todavía
Cartas Pastorales y discursos
41
su actualidad. Al contrario, cada día que pasa sentimos más la necesidad
de su pronta realización. Nunca el mundo ha tenido más urgencia de
paz que en la época presente. Nunca el mundo se había visto combatido
[tan] fuertemente por corrientes diversas tan encontradas y perjudiciales.
Apenas se acababa de extinguir el terrible incendio de la pasada
guerra europea, cansados estaban aún los brazos vigorosos que sostenían
los fusiles y sin cicatrizarse las heridas recibidas, las aldeas y ciudades
desvastadas mostraban todavía a los viajeros los efectos desastrosos
de los medios de destrucción inventados por el hombre, cuando nos
vemos obligados a contemplar, con el alma rasgada por el dolor, el
triste espectáculo de las naciones en armas, de la Europa envuelta en las
infernales llamas de la guerra. Cada muerto, cada herido en el combate,
destroza el corazón de muchos en la retaguardia. ¡Pobres madres que
pierden al hijo de sus entrañas, al báculo y sostén de su vejez! ¡Pobres
esposas, condenadas a la miseria de la viudez en plena juventud! ¡Pobres
hermanas que se quedan solas! ¡Pobres niños desamparados y huérfanos,
tan pequeños y tan desgraciados! Terrible es la responsabilidad de aquellos
gobernantes sobre quienes recae la culpa de esta conflagración tremenda,
que pudieron y debieron evitar y no lo hicieron, desoyendo la voz de
sus conciencias, el clamor de los pueblos, los consejos acertados y vivas
exhortaciones de Nuestro Santo Padre[,] el Papa. La sangre vertida y las
lágrimas derramadas claman venganza sobre las cabezas de los nuevos
Caínes [(cf. Gén 4, 10; Heb 12, 24)]. El castigo del cielo será muy grande,
porque la justicia de Dios es inexorable.
Otra lucha, además, se va desarrollando desde hace años, que tiene
por campo de batalla el mundo entero. Nos referimos, amadísimos
hijos, a la lucha ideológica que quiere dividir al mundo en dos bandos
irreconciliables, creando odios y fomentando rencores, para lanzar a
unos contra otros. ¡Cuántas víctimas en la heroica España, en la católica
Hungría, en la valiente Polonia! Ahora mismo el cable nos cuenta la
agresión cobarde, injusta y bárbara de que ha sido víctima una noble
nación, pequeña en territorio y habitantes, pero gigante por su decisión
y patriotismo. El mundo entero se ha puesto de pie para condenar
con las frases más severas este brutal atropello cometido por la nación
portaestandarte del comunismo.
Mons. Rafael Arias Blanco
42
¿Y qué decir de esa persecución despiadada de seres inocentes, cuya
única falta la constituye el pertenecer a una determinada raza? Los mismos
que cometen este grave crimen, llevan su necedad y soberbia hasta el
extremo de hacer a la suya propia objeto de un culto especial, declarando
inferiores a los individuos de otras razas, que están obligados, según ellos,
a servirles por su misma condición de inferioridad.
La situación del mundo, como veis, amados hijos, es difícil en extremo.
La guerra entre las naciones más poderosas, la lucha de clases y el fomento
interesado de las divisiones raciales, nos sumen a todos en tristeza profunda
y dolor inmenso.
Si atentamente buscamos el origen de estos graves males, lo
encontraremos en la irreligión y en la impiedad, en la incredulidad y el
ateísmo organizado. Se ha arrojado a Dios, como a un indeseable, de la
legislación, se le ha desterrado de la escuela y se le quiere arrancar de los
hogares y del corazón de los hombres. Dios es el gran perseguido de los
tiempos modernos. ¿Cómo podrá haber paz en el mundo si se declara la
guerra encarnizada y organizada a Dios? ¿Cómo podrá haber paz en el
mundo, si ésta no existe para el impío?
El mundo, desgraciadamente, necesita de los flagelos y castigos para
que vuelva los ojos a su Creador. El mundo es el hijo pródigo, que se
acuerda de su padre en la miseria y en el sufrimiento [(cf. Lc 15, 11-32)].
¡Que el Dios de las Naciones libre a nuestra querida Patria de estos
castigos y nos mire con especial misericordia! ¡Que Él nos vea con infinita
piedad!
[“]¡Pax vobis![” (Jn 20, 20)]. Que la paz del Señor sea siempre con
vosotros todos, amadísimos hijos. Pero esa paz, que os deseamos desde lo
más íntimo de nuestro corazón sacerdotal, no consiste en bienes materiales
o riquezas, fuentes de intranquilidad y preocupaciones: no consiste en
los placeres de este mundo, que pasados dan dolor, como dijo un poeta.
La paz que os auguramos es la de Jesucristo, verdadero Príncipe de la
Paz [(cf. Is 9, 5)]: es la del Santo Evangelio, llamado por San Pablo: [“]
Evangelium Pacis[”], [“]Evangelio de Paz[” (Ef 2, 17)]; es la tranquilidad de
la conciencia, fruto del deber cumplido; es el sosiego del corazón, efecto
del dominio sobre las pasiones bajas e inclinaciones perversas.
Cartas Pastorales y discursos
43
Nuestro muy afectuoso saludo a vosotros, amadísimos sacerdotes del
Clero Secular, esforzados colaboradores del Obispo, que llenáis a cabalidad
vuestra alta misión espiritual y cumplís con honor vuestro arduo deber.
Vosotros sois nuestra alegría y nuestro consuelo, nuestro brazo derecho
y firme apoyo, nuestros cooperadores necesarios en el difícil ministerio
de las almas. ¡Que la paz del Señor sea siempre con vosotros!
A los muy amados Religiosos y Religiosas nuestro saludo más cordial.
Sabemos, reconocemos y apreciamos en todo su justo valor la colaboración
eficaz que prestáis en la Diócesis y el encendido celo que desplegáis a fin
de que Cristo reine en la familia, en la sociedad y en todos los corazones.
¡Que la paz del Señor sea siempre con vosotros!
Vaya también nuestro saludo más atento al Gobierno de la Nación,
en la persona del muy culto y digno Presidente de la República, General
Eleazar López Contreras, así como al Ejecutivo del Estado Táchira.
Abrigamos la firme esperanza de conservar las relaciones cordiales, hasta
ahora existentes, entre la Iglesia y el Estado[,] y estamos dispuestos a
estrechar estos vínculos en cuanto sea posible.
No queremos terminar sin antes hacer público nuestro agradecimiento
profundo y sincero al glorioso Pontífice Pío XII, que con universal
aplauso gobierna la Iglesia de Dios, por haberse dignado honrarnos con
este elevado cargo. Renovámosle, por el intermedio del Excelentísimo
Encargado de Negocios de la Santa Sede, nuestros firmes sentimientos de
amor y devoción y nuestro decidido propósito de adhesión inquebrantable.
Recibid, amadísimos hijos, nuestra primera bendición afectuosa y
paternal, que os impartimos de todo corazón en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis el primer
domingo después de recibidas, publíquense en el Boletín Eclesiástico y
en el “Diario Católico” y guárdense en los Archivos.
Dadas, firmadas y selladas en San Cristóbal, a veintiuno de febrero
de mil novecientos cuarenta.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
[Boletín Eclesiástico de la Diócesis de San Cristóbal 17 (1940), pp. 16-19.]
EL DÍA DEL SEMINARIO
[(14 de abril de 1940)]
2
Nos, Dr. Rafael Arias, por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Obispo de San Cristóbal, al Venerable Clero y fieles de la
Diócesis, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo[.]
El domingo 12 de mayo, fiesta de Pentecostés, es la fecha designada
por el Episcopado patrio y por los Estatutos Sinodales Diocesanos para
la celebración del DÍA DEL SEMINARIO.
Hablar del Seminario es referirnos a una de las obras más estimadas
y queridas de nuestro corazón, a la que dedicamos nuestros esfuerzos
como sacerdote, nuestros cuidados y desvelos como Obispo Auxiliar de
Cumaná[,] y por la que estamos dispuestos ahora a soportar, si fuese
necesario, las mayores privaciones y los más grandes sacrificios.
Comprendemos y estamos firmemente persuadidos de que la primera
obra, la más importante, la más necesaria en toda la Diócesis[,] es el
Seminario, porque, como dijo el Santo Cura de Ars: “Sin seminaristas
no hay sacerdotes. Sin sacerdotes no hay Sacrificio. Sin Sacrificio no hay
Religión. Sin Religión no hay hombres, sino lobos que se comen a pedazos”.
Preferimos una Diócesis de Seminario floreciente y con abundantes
vocaciones, aunque sus templos sean pequeños, pobres sus ornamentos
y carentes de solemnidad sus fiestas, a otra, donde las hermosas cúpulas
y esbeltas torres desafíen el espacio, la riqueza de sus ornamentos admire
al forastero y la solemnidad de sus fiestas sea proverbial, pero que cuente
con un Seminario en decadencia y con muy pocas vocaciones; porque
de la primera saldrán sacerdotes que mejorarán los templos, edificarán
otros nuevos y harán florecer con su celo y apostólicas tareas la vida
de piedad. Las artísticas cúpulas y las elevadas torres de la segunda, en
cambio, están destinadas a la destrucción más lamentable y a la ruina
Mons. Rafael Arias Blanco
46
más segura, el fervor religioso desaparecerá, porque ha de llegar el día
en que falte el sacerdote, propulsor de las obras materiales y el alma de
la vida espiritual. Con sobrada razón el llorado Pontífice Pío XI, en su
Encíclica sobre el sacerdocio católico, decía a los Obispos: “Conviene
que llevéis en las niñas de vuestros ojos la obra de los Seminarios y que ellos
absorban todos vuestros cuidados”.
No podía escapar a la inteligencia superior del primer Obispo de San
Cristóbal, Mons. Tomás Antonio Sanmiguel, la importancia capital de
la obra a que nos referimos. Acometió la empresa, verdadera hazaña en
una Diócesis de reciente creación, de dotar al Seminario de un edificio
moderno, capaz, higiénico y cómodo, con tan feliz resultado que, a pesar
de su prematura muerte, tuvo el consuelo de contemplar el adelanto de
su obra y la habilitación de la parte terminada.
La Diócesis tiene en el Seminario Menor de esta ciudad, en el
Interdiocesano de Caracas y en el Pontificio Colegio Pío Latino
Americano de Roma un grupo de jóvenes que aspira a la altísima dignidad
del sacerdocio. Pero, si consideramos la edad avanzada y achaques de
algunos meritorios sacerdotes, las diversas necesidades de nuestra ciudad
episcopal, la orfandad de algunas Parroquias, la urgencia de crear otras
nuevas y las que son atendidas interinamente por algunas Órdenes y
Congregaciones Religiosas, tenemos que concluir por afirmar, con el
dolor más grande de nuestro corazón, que, por muchos años todavía, se
dejará sentir la escasez de ministros del Santuario.
Necesitamos, pues, sacerdotes, muchos sacerdotes. Niños y jóvenes
piadosos, si oís la voz del Señor, que os llama a su santo servicio y os
invita a ser sus representantes y embajadores aquí en la tierra, seguidla
sin vacilaciones y temores[,] que la recompensa es muy grande, es eterna.
Padres y madres de familia, sed generosos, dad vuestros hijos a Dios.
Familias católicas de la Diócesis, vosotras sois nuestra firme esperanza,
porque “el primero y más natural jardín, donde deben casi espontáneamente
germinar y brotar las flores del Santuario, es siempre la familia verdadera y
profundamente cristiana. La mayor parte de los santos, obispos y sacerdotes,
cuyas alabanzas celebra la Iglesia, deben el comienzo de su vocación religiosa
y de su santidad a los ejemplos y enseñanzas de un padre lleno de fe cristiana
y de virtud, de una madre casta y piadosa, de una familia en cuyos miembros
reinaba con la pureza de las costumbres la caridad de Dios y del prójimo”
Cartas Pastorales y discursos
47
([Nota de pie de página: S.S. Pío XI, Carta] Encíclica sobre el sacerdocio
católico [“Ad catholici sacerdotii” (20 de diciembre de 1935).]). [¿]Qué
mayor honra para un padre y para una madre que tener un hijo sacerdote?
Él es la luz del mundo, él es la sal de la tierra [(cf. Mt 5, 13-16)], él es
el mediador entre Dios y los hombres, él es otro Cristo. [¿]Puede existir
mayor satisfacción para un padre y para una madre que contemplar a su
querido hijo subiendo las gradas del Altar para celebrar la primera Misa
y recibir de sus manos recién consagradas la Santa Comunión?
Y cuando estén próximos a morir, su consuelo más grande consistirá
en pensar que han dado un hijo a Dios y que ese hijo muchas veces
ofrecerá por ellos el Santo Sacrificio y pedirá diariamente al Señor por
su descanso eterno.
No queremos suponer por un instante que en esta cristianísima
Diócesis existan familias católicas que pongan obstáculos e impedimentos
a la vocación de sus hijos, ejerciendo así con ellos el oficio de demonios
tentadores. “Una larga experiencia enseña que una vocación traicionada es
fuente de lágrimas, no sólo para los hijos, sino también para los padres; y Dios
no quiera que tales lágrimas sean demasiado tardías y lleguen a ser lágrimas
eternas” ([Nota de pie de página: S.S. Pío XI, Carta] Encíclica sobre el
sacerdocio católico [“Ad catholici sacerdotii” (20 de diciembre de 1935).]).
El Seminario necesita también, amadísimos hijos, de vuestra
cooperación material, de vuestra ayuda generosa, de vuestra limosna,
pues muchos aspirantes carecen de bienes de fortuna y no pueden
satisfacer la módica pensión que se les exige para su sostenimiento. [¡]
Cuántos niños y jóvenes con verdadera vocación no han podido llegar a
la suspirada meta del sacerdocio por no encontrar almas generosas que
le brindasen protección[!] [¡]De cuántos sacerdotes santos, de cuántos
sacerdotes eminentes se ha visto privada la Iglesia por la suma pobreza
de los mismos aspirantes[!]
Católicos, ayudad al Seminario. Recordad que de este instituto ha de
salir el educador de vuestros hijos, el director de vuestras almas, el celoso
Párroco de vuestro pueblo, el sacerdote que, tal vez, os abrirá el cielo a
la hora de la muerte.
Señoras y Señores, que habéis recibido de Dios abundancia de bienes de
fortuna, preferid en vuestras limosnas al Seminario. ¿No podríais fundar
Mons. Rafael Arias Blanco
48
una beca perpetua dando una suma de dinero que produzca mensualmente
la cantidad necesaria para el sostenimiento de un seminarista? Si el estado
actual de vuestros negocios no os permite esta generosidad, ¿os impedirá
la fundación de media beca? Si un vaso de agua, que se da en nombre de
Jesucristo, tiene su recompensa en el Reino de los cielos [(cf. Mc 9, 41; Mt
10, 42),] ¿qué premio no recibirán los insignes benefactores de la Iglesia?
Nos dirigimos también a vosotros, amadísimos Párrocos y Rectores
de Iglesias y Capillas, para recordaros la obligación, que os imponen los
Estatutos Sinodales, de organizar la colecta del Domingo de Pentecostés
a favor del Seminario. Nos proponemos con los fondos recolectados en
ese día fundar una o más becas, que llevarán el nombre inolvidable de
Mons. Tomás Antonio Sanmiguel. Si vosotros recibís con calor la idea y
transmitís vuestro entusiasmo a los fieles, no dudamos por un momento
del éxito de la empresa.
Necesitamos, de una manera especial, oraciones y plegarias fervorosas
y constantes por la Obra del Seminario. Así cumpliréis el mandato de
Jesucristo, cuando exclamó: [“]La mies es verdaderamente copiosa, pero
los obreros son pocos; rogad, pues, al Dueño de la mies para que envíe
obreros[” (Mt 9, 37-38; Lc 10, 2)]. ¿Habrá plegaria que pueda ser más
agradable a Dios? ¿Qué oración puede ser oída más prontamente y con
más abundancia que ésta tan conforme a las ardientes aspiraciones de
aquel Corazón Divino?
“[‘]Pedid y recibiréis’ [(cf. Mt 7, 7; 18, 19; Mc 11, 24; Lc 11, 9; Jn 14, 13;
15, 7; 16, 23)]. Pedid sacerdotes santos y buenos y el Señor no se los negará a
su Iglesia, porque siempre se los ha concedido a través de los siglos, incluso en
los tiempos que menos propicios parecían al florecer de vocaciones sacerdotales”
([Nota de pie de página: S.S. Pío XI, Carta] Encíclica sobre el sacerdocio
católico [“Ad catholici sacerdotii” (20 de diciembre de 1935).]).
Queremos, por consiguiente, que el DÍA DEL SEMINARIO sea
también día destinado a la oración. Dejamos a la libre elección de
los Párrocos y Rectores de Iglesias los diversos actos de culto para la
celebración de esta fecha; pero les exigimos que en las Misas de los
domingos anteriores hagan comentarios breves a los fieles sobre esta
Carta Pastoral.
Cartas Pastorales y discursos
49
Recibid, amadísimos hijos, nuestra afectuosa bendición que os
impartimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el Boletín
Eclesiástico y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de San
Cristóbal, a catorce de abril de mil novecientos cuarenta.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
Por mandato del Excmo. Sr. Obispo,
Pbro. Nerio García Quintero,
Pro-Secretario.
[Boletín Eclesiástico de la Diócesis de San Cristóbal 17 (1940), pp. 45-48.]
EL I CONGRESO CATÓLICO
FEMENINO VENEZOLANO
[(4 de enero de 1941)]
3
Nos, Dr. Rafael Arias, por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Obispo de San Cristóbal, al Venerable Clero y fieles de la
Diócesis, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Con inmenso júbilo venimos, amadísimos hijos, a comunicaros
un acontecimiento extraordinario[,] que tendrá lugar en la ciudad de
Caracas en este mismo mes. Se trata del I Congreso Católico Femenino
Venezolano[,] que se reunirá en la capital de la República del 22 al
26 de enero. Distinguidísima asamblea[,] donde la mujer católica
venezolana lucirá sus mejores galas intelectuales al discurrir sobre temas
de palpitante actualidad y de vital interés para la sociedad cristiana. Se
indicarán también soluciones adecuadas a problemas altos y difíciles
que se relacionan con su sexo y las modernas corrientes de la vida. A
la luz de la brillante antorcha de las Encíclicas Pontificias se sacarán
magníficas conclusiones que, trasladadas a la práctica, traerán un
primaveral florecimiento en la vida cristiana de la mujer, del hogar y de
la sociedad venezolana.
¡Imposible que nuestra amada Diócesis permaneciese al margen
de esta sana corriente feminista! La mujer tachirense, con su cultivada
inteligencia y característico entusiasmo, ha dado calor a la magnífica idea
del Congreso, ocupando puesto de vanguardia con decidida adhesión.
En nuestra ciudad episcopal se formó un Comité Diocesano que ha
desarrollado diversas actividades, como conferencias preparatorias sobre
los temas del Congreso; abundante propaganda por la prensa, radio,
hojas volantes; ejercicios de piedad, como Misas, Comuniones, Horas
Santas; sin olvidar la ayuda económica tan necesaria en semejantes casos.
En otras Parroquias de la Diócesis también se han establecido Comités
Locales[;] y sabemos que en ellos reina mucha animación y se trabaja
con especial interés.
Mons. Rafael Arias Blanco
52
Se nos ha participado, además, que una lucida representación de
damas muy distinguidas se prepara a tomar parte en el Congreso Católico
Femenino Venezolano como Delegadas de la Diócesis de San Cristóbal.
Es necesario, amadísimos hijos, que elevemos fervorosas oraciones al
Señor por la feliz realización del Congreso. Os recomendamos de una
manera especial la recepción de la Sagrada Eucaristía, las visitas frecuentes
al Santísimo y la asistencia al Sacrificio de la Misa.
Los Comités Parroquiales y las diversas asociaciones piadosas
femeninas deben acordar con sus respectivos Párrocos la mejor manera de
unirse en espíritu y rogar por el más franco éxito del I Congreso Católico
de la mujer venezolana.
Pedimos con vivísimo encarecimiento a todas las Órdenes y
Congregaciones Religiosas establecidas en nuestra Diócesis[,] que ofrezcan
oraciones y sacrificios por el feliz resultado de la importante reunión.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el Boletín
Eclesiástico y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de San
Cristóbal, a cuatro de enero de mil novecientos cuarenta y uno.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
Por mandato del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo,
Pbro. Antonio Chacón, Canciller-Secretario.
[Boletín Eclesiástico de la Diócesis de San Cristóbal 18 (1941), pp. 68-70.]
BODAS DE PLATA EPISCOPALES
DEL PAPA PÍO XII
[(7 de abril de 1942)]
6
Nos, Dr. Rafael Arias, por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Obispo de San Cristóbal, al Venerable Clero y fieles de la
Diócesis, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro Santo Padre[,] el Papa Pío XII, que por especial Providencia
de Dios rige sabiamente los destinos de la Iglesia Católica, cumplirá el día
13 de mayo veinticinco años de haber recibido la Consagración Episcopal
de manos del sumo Pontífice Benedicto XV, felizmente reinante en esa
época.
Este vigésimo quinto aniversario encuentra al entonces Mons. Eugenio
Pacelli en la cumbre espiritual más alta, sentado en la Silla admirable
de Pedro como su legítimo Sucesor en el gobierno de la Iglesia Católica.
Así como el buen hijo aprovecha las ocasiones que le ofrecen algunas
fechas memorables para demostrar a sus padres el amor y la gratitud
más viva, así también nosotros, que tenemos como timbre de gloria
la obediencia, la devoción y el afecto al Papa, nos valdremos de este
aniversario glorioso para externar una vez más nuestro sentimiento
de fidelidad y de inquebrantable adhesión al Santo Padre, verdadero
representante de Cristo en la tierra.
Tristes, muy tristes son las circunstancias que enmarcan esta fecha
memorable: una guerra feroz y de exterminio cubre de desolación la faz
de la tierra; la sangre joven de innumerables víctimas de la ambición,
del odio y de la incomprensión[,] riega dilatados campos de batalla en
varios continentes; el fantasma aterrador del hambre muestra sus horribles
fauces a las indefensas poblaciones civiles[,] y los cuerpecitos flacos y
desnutridos de los niños demuestran que les falta el pan y la leche. Tales
desgracias conmueven y entristecen el noble y delicado corazón del Santo
Padre[,] sensible en grado extremo a los dolores y sufrimientos de sus
hijos. Por este motivo[,] Su Santidad ha exigido[,] que en la celebración
Mons. Rafael Arias Blanco
58
de sus Bodas de Plata Episcopales se eviten las externas manifestaciones
de regocijo popular, dándose exclusividad a los actos de carácter piadoso.
Siendo el 14 de mayo, Jueves de la Ascensión del Señor, el día festivo
más próximo a la fecha indicada, lo hemos escogido para conmemorar
dignamente en nuestra Diócesis el fausto aniversario.
A las 9[:00] a.m. celebraremos en la Santa Iglesia Catedral una Misa
Pontifical, cantada por un nutrido coro de alumnos pertenecientes al
Seminario y a los colegios católicos y, a continuación, entonaremos
el clásico Himno Ambrosiano para dar gracias al Todopoderoso por
habernos concedido un sabio y santo Pontífice. Por la tarde bendeciremos
con toda solemnidad, en el terreno cedido por la Ilustre Municipalidad
del Distrito San Cristóbal, la primera piedra del nuevo templo parroquial,
dedicado a la Santísima Virgen María en su advocación dulce y milagrosa
de Coromoto.
Disponemos que en todas las Iglesias Parroquiales y filiales de nuestra
jurisdicción se celebre una Misa cantada, seguida de Exposición Solemne
del Santísimo Sacramento, Te-Deum y Bendición. Procuren los Venerables
Curas Párrocos y Rectores de Iglesias[,] que los fieles se acerquen a recibir
la Sagrada Comunión para pedir a Dios que conserve por muchos años
la preciosa vida de Su Santidad Pío XII.
Mandamos, además, que en la citada fecha se acuda a la generosidad
de los fieles con el fin de recaudar una limosna[,] que se pondrá en manos
del Excmo. Sr. Nuncio, para hacerla llegar al Santo Padre como pequeña
ofrenda de la Diócesis de San Cristóbal en sus Bodas de Plata Episcopales.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el Boletín
Eclesiástico y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de San
Cristóbal, a siete de abril de mil novecientos cuarenta y dos.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
Por mandato del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo,
Pbro. Antonio Chacón, Canciller-Secretario.
[Boletín Eclesiástico de la Diócesis de San Cristóbal 19 (1942), pp. 239-241.]
EL CATECISMO
[(15 de septiembre de 1942)]
7
Nos, Dr. Rafael Arias, por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Obispo de San Cristóbal, al Venerable Clero y fieles de la
Diócesis, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Tenemos los católicos la fortuna de poseer un libro, pequeño en
tamaño, modesto, a veces, en su presentación, pero de un contenido más
precioso que el oro y la plata, un verdadero tesoro. En él han estudiado
los grandes y los humildes, los ricos y los pobres. Por él es patrimonio de
los pueblos cristianos el conocimiento de altísimas verdades, ignoradas
por los sabios y filósofos paganos más ilustres. En él, como afirma un
célebre profesor de la Universidad de París, están resueltos de manera
admirable los grandes problemas de la vida. Este libro excelente, de
reconocidos méritos, a quien debe la humanidad beneficios incalculables,
es el catecismo. Compañero inseparable de nuestros padres y abuelos,
que lo estimaban y apreciaban en todo su valor, ha sido por desgracia
relegado en nuestros tiempos por muchas familias a un puesto muy
secundario[,] y en algunas escuelas ocupa un sitio vergonzoso, inferior
a la gimnasia y los deportes.
Un nuevo año escolar ha comenzado. Los jóvenes y niños, después
de un merecido tiempo de descanso, vuelven a las aulas[,] ansiosos de
aumentar el caudal de sus conocimientos para conquistar un sitio de
honor en el concierto social. Esta circunstancia y la próxima celebración
en la ciudad de Caracas del I Congreso Catequístico Nacional, en los días
11, 12, 13 y 14 de mayo de 1943, nos han impulsado a recordaros que el
Catecismo debe ocupar puesto preferente en los centros de enseñanza, y
ser para maestros y alumnos asignatura importantísima a la que se ha de
dedicar con interés y cariño el tiempo necesario, ya que de su aprendizaje
depende nuestra felicidad eterna.
Mons. Rafael Arias Blanco
60
Estamos obligados a procurar la salvación de nuestra alma. Para este
fin el Señor nos ha colocado en el mundo. Todos los sacrificios, todos
los esfuerzos que hagamos, debemos considerarlos muy bien empleados
para obtener el cielo. Conseguido esto, todo lo hemos ganado. Perdido
esto, todo lo hemos perdido. Las riquezas y los honores, los goces y los
placeres[,] de nada nos servirán si nos condenamos eternamente. “¿Qué
aprovecha al hombre[”], ha dicho Jesucristo, [“]ganar el mundo entero, si
pierde su alma?” [(Lc 9, 25)]. Para la consecución de este fin sobrenatural
debemos saber y creer un conjunto de verdades que Dios ha revelado y
practicar los mandamientos y preceptos que Él nos ha impuesto. Pero, si
no sabemos cuáles son estas verdades, ¿cómo podremos creerlas? ¿Cómo
observaremos con fidelidad la Ley Divina si ignoramos las cosas que el
Señor nos manda guardar y las que nos prohibe hacer? “Una gran parte de
los que se condenan[”], ha dicho Benedicto XIV, [“]llegan a esta perpetua
desgracia por la ignorancia de los misterios de la fe que es necesario conocer y
creer para conseguir la felicidad eterna”. Estos conocimientos indispensables
para la salvación se hallan expuestos de una manera sencilla y clara, breve
y metódica[,] en el catecismo de la doctrina cristiana.
La vida del hombre sobre la tierra transcurre en una perenne batalla
contra sus malas inclinaciones. En esta perpetua lucha contra los bajos
apetitos de la carne[,] el hombre, si sale vencedor en el combate, se
perfecciona y adquiere mayor consistencia y solidez en su virtud. Si,
en cambio, sale vencido, será arrastrado por la formidable corriente de
sus pasiones victoriosas a los abismos de la degradación y del vicio. El
conocimiento profundo de la Religión ciertamente que no confiere la
impecabilidad; pero, ¿quién podrá negar que brinda armas poderosas que
facilitan el triunfo? Y en el caso contrario[,] ¿no es la ignorancia religiosa
un aliado eficaz de las pasiones? ¿El alcoholismo, la prostitución, y el
crimen no ca[u]san mayor número de víctimas entre aquellos individuos[,]
que se han levantado sin saber las nociones más esenciales de la doctrina
cristiana?
La Religión Católica siempre ha tenido adversarios poderosos, y
en nuestros tiempos cada día aparecen en el campo de batalla nuevos
enemigos, dotados con las armas de combate más modernas. Para que el
edificio de nuestra fe no sufra detrimento y pueda desafiar victoriosamente
las fuertes acometidas de los aguerridos adversarios[,] debe tener por base
Cartas Pastorales y discursos
61
una sólida educación e instrucción religiosa. Por esto enseña la dolorosa
experiencia[,] que una buena parte de los desertores del campo católico
carece de los conocimientos necesarios que debe poseer un cristiano.
Volvamos, pues, al catecismo; démosle la importancia que realmente
tiene; coloquémosle de nuevo en el regio trono que por derecho le
corresponde, y así opondremos un fuerte dique a la ola de la corrupción
que ahoga el mundo y que amenaza destruir a la familia y a la sociedad.
A vosotros, padres de familia, corresponde desempeñar el papel más
importante en esta campaña de cristianización, enseñando a vuestros
hijos la doctrina católica y procurándoles maestros honestos y cristianos
que los instruyan en las ciencias humanas y los aleccionen con suficiente
amplitud en los conocimientos religiosos. ¡Qué felices los padres que
cumplen con estos sagrado deberes! Sus propios hijos se encargarán de
tejer con su conducta intachable, con su ejemplar proceder[,] una corona
inmarcesible de gloria [(cf. Stgo 1, 12),] que adornará sus frentes por toda
la eternidad.
Es deber grave de los maestros impartir a sus alumnos una sólida
instrucción cristiana y hacer que la atmósfera que rodee a la infancia y a
la juventud en las escuelas sea toda religiosa, para que la buena semilla
no muera al comenzar a germinar [(cf. Mc 4, 5-6; Mt 13, 5-6; Lc 8, 6)].
Cuiden también los maestros católicos de aprovechar las mil ocasiones
felices que les brindan las diversas materias del pensum escolar para
inculcar a sus alumnos la idea de Dios y el amor y respeto a la santa
Religión que profesamos.
Almas de la Acción Católica, que sentís palpitar vuestros corazones con
el laudable anhelo de trabajar por la gloria de Dios: en la enseñanza de la
doctrina cristiana se os presenta un campo extensísimo que no es cultivado
con la debida intensidad[,] porque los operarios no son suficientes [(cf.
Mt 9, 37-38; Lc 10, 2)]; acudid presto a la divina siembra que el dueño
de la viña, Cristo Jesús[,] os espera.
Nos dirigimos también a vosotros, amadísimos sacerdotes del Clero
Secular y Regular, que siempre habéis sido nuestros celosos e infatigables
colaboradores, para rogaros que redobléis los esfuerzos y multipliquéis las
santas industrias a fin de aumentar el número de los centros catequísticos
en los campos, pueblos y ciudades. Fomentad en las almas buenas el
Mons. Rafael Arias Blanco
62
espíritu de apostolado para obtener su eficaz ayuda en esta magna
campaña contra la ignorancia religiosa. Animad a los maestros a que
cumplan con el sagrado deber de instruir a sus discípulos en la doctrina
de Cristo. No os canséis de recordar y volver a repetir a los padres de
familia la gravísima obligación que les incumbe de educar a sus hijos
cristianamente.
Éstas son, amadísimos hijos, las recomendaciones que os hemos
querido hacer con motivo del nuevo año escolar que se inicia. En próximo
documento os daremos a conocer los diversos actos que han de realizarse
en nuestra Diócesis como preparación para el I Congreso Catequístico
Nacional[,] que se celebrará en la ciudad de Caracas.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el Boletín
Eclesiástico y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de
San Cristóbal, a quince de septiembre de mil novecientos cuarenta y dos.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
Salid a las calles y a las plazas, entrad a los negocios y a las casas[,] y
encontraréis que las conversaciones giran sobre las noticias leídas, y es
materia principal de los comentarios el tema del editorial o del artículo
de fondo. El campo de los conocimientos y el terreno de las ciencias
han alcanzado en nuestros tiempos enormes proporciones con perjuicio
evidente de la profundidad con que los poseemos. Recordando la frase
feliz de un gran pensador colombiano, podemos afirmar que poseemos
un océano de conocimiento con un dedo de profundidad.
Así podemos explicarnos la decisiva inf luencia que sobre las
inteligencias y las voluntades ejerce el periódico[,] y que llega a tal extremo
que, sin temor a equivocarnos, podemos expresarlo en los siguientes
términos: dime qué lees[,] y te diré lo que piensas y lo que deseas.
Con sobrada razón afirmaba un celoso e inteligente Párroco: “Antes de
saber las veces que un hombre o una mujer van a Misa entre semana, deseo
conocer lo que en la mesa familiar colocan como diario o como revista para
alimento del cerebro y de los corazones de sus hijos o de sus niñas”.
La prensa, diremos con Balmes, comenzó dando a luz la Biblia, y ha
descendido hasta el lenguaje de las verduleras; como la música, la poesía,
la pintura, nacieron en los templos y han bajado hasta los burdeles o
tabernas. Pero de la propia suerte que los poetas ramplones no desacreditan
a Homero, Virgilio y Tasso, que las sonatas de un mal instrumento nada
quitan a los acentos de Rossini y Mozart[,] y los prodigios de Miguel
Ángel y Rafael nada pierden de su mérito sublime por existir mamarrachos
en patios y esquinas, tampoco debe caer en desprecio la prensa, porque
algunos la hayan desacreditado con sus desmanes y excesos.
De aquí nace para nosotros la grave obligación de suscribirnos al
periódico católico, de proteger la buena prensa, hablar encomiásticamente
de ella, recomendarla, mandar nuestros avisos, buscarle nuevas
suscripciones, y combatir con armas lícitas y hacer completo vacío a las
publicaciones malas y perversas, a aquéllas que directamente atacan la fe y
la moral y aquéllas que solapadamente van sembrando el error y la mentira.
No olvidéis, amadísimos hijos[,] que España se perdió, principalmente,
por la protección que con ceguedad incomprensible dieron los mismos
católicos a la mala prensa. Ante los desastres de la Madre Patria cobran
Cartas Pastorales y discursos
71
resaltante actualidad las palabras del Pontífice de la Eucaristía Pío X:
“[¡]Ah la prensa! No se comprende todavía su importancia. Ni los fieles ni
el Clero se sacrifican por ella como sería necesario. Los viejos dicen algunas
veces que es una obra nueva y que antes se salvaban muy bien las almas sin
necesidad de ella. Antes sí, antes. Pero éstos no se fijan[,] que antes el veneno
de la mala prensa no estaba extendido por todas partes, y por consiguiente,
que el contraveneno de la prensa sana no les es era igualmente necesario. Pero
no se trata de antes sino de ahora. Y bien: es un hecho que ahora el pueblo
cristiano es engañado, envenenado y perdido por los impresos impíos. En vano
construiréis Iglesias, predicaréis misiones y edificaréis escuelas. Todas vuestras
obras, todos nuestros esfuerzos serán destruidos si no sabéis manejar al mismo
tiempo el arma defensiva y combativa de la prensa social, leal y sincera”.
Urge, pues, que nuestros amadísimos sacerdotes tengan como parte
muy principal de su augusto ministerio el apoyo irrestricto y generoso
a la buena prensa, y muy en especial, al infatigable luchador de nuestra
causa, al “Diario Católico”.
En esta oportunidad[,] al dirigirnos a nuestros amadísimos hijos de la
Acción Católica, lo hacemos con las mismas frases escritas por Su Santidad
Pío XI al Presidente de la Acción Católica Italiana: [“]Sería inconcebible que
los que consagran tan laudablemente sus energías a las obras de apostolado,
no advirtiesen que es un deber suyo poner el periodismo católico en primer
lugar entre los instrumentos más necesarios y eficaces de su apostolado.
Ayudar al periodismo católico, alentarlo y defenderlo, significa llevar la luz
de la fe a los que dudan, orientar las conciencias extraviadas, enderezar
las inteligencias turbadas por falsas doctrinas, defender la moralidad de los
individuos y de las familias, y evitarle a la sociedad catástrofes cuyos terribles
episodios tenemos a la vista”.
En esta fecha memorable, por gratitud y por amor, elevemos nuestras
oraciones al Todopoderoso para pedir por aquel dignísimo apóstol
de Cristo[,] Mons. Tomás Antonio Sanmiguel, primer Obispo de la
Diócesis, alma de toda empresa noble, fundador de la Imprenta y del
“Diario Católico”.
Enviamos nuestra cálida palabra de felicitación, nuestra frase
estimulante y nuestra paternal bendición, con motivo de este vigésimo
aniversario, al meritísimo Director del “Diario Católico”, y a los que en
Mons. Rafael Arias Blanco
72
anteriores oportunidades, con abnegado celo[,] desempeñaron este cargo;
al Iltmo. Sr. Vicario General y el Venerable Clero de la Diócesis[,] por cuya
generosidad tiene el periódico, imprenta y local propios; a los escritores
que lo han secundado con el producto de sus plumas; a los trabajadores
que han puesto sus conocimientos al servicio de esta empresa; a los que
con sus avisos y suscripciones lo han ayudado, y al pueblo cristiano de la
Diócesis[,] que siempre lo ha favorecido con su benevolencia y simpatía.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el “Boletín
Eclesiástico” y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de
San Cristóbal, a doce días de mayo de mil novecientos cuarenta y cuatro.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
CATEGORÍAS DE BENEFACTORES
Benefactor Perpetuo .................................................... Bs. 10.000
Benefactor Eximio ....................................................... Bs. 5.000
Benefactor Extraordinario ............................................ Bs. 1.000
Benefactor Distinguido ............................................... Bs. 500
Benefactor de Primera Clase ....................................... Bs. 200
Benefactor de Segunda Clase ...................................... Bs. 100
Benefactor de Tercera Clase ......................................... Bs. 50
Benefactor Común: Todo aquél que contribuya con su limosna, por
pequeña que ésta sea.
Las sumas asignadas pueden entregarse de una sola vez o por cuotas
semanales o mensuales.
Cartas Pastorales y discursos
75
GRACIAS ESPIRITUALES
CONCEDIDAS A LOS BENEFACTORES
La Diócesis de San Cristóbal se compromete, en señal de gratitud, a
celebrar en la Iglesia del Seminario los siguientes sufragios al saberse la
noticia del fallecimiento de algún bienhechor:
Por un Benefactor Perpetuo: Las 30 Misas Gregorianas y un Funeral
solemne, siendo la Misa celebrada de Pontifical.
Por un Benefactor Eximio: Un Funeral con asistencia episcopal en
el trono.
Por un Benefactor Extraordinario: Una Misa Cantada y un Triduo de
Misas Rezadas.
Por un Benefactor Distinguido: Una Misa Cantada.
Por un Benefactor de Primera Clase: Un Triduo de Misas Rezadas.
Por un Benefactor de Segunda Clase: Dos Misas Rezadas.
Por un Benefactor de Tercera Clase: Una Misa Rezada.
Por los Benefactores Comunes y por todos los arriba enumerados se
ofrecerá todos los años, el día 2 de noviembre, un Solemne Funeral.
Diariamente los seminaristas rogarán por los generosos contribuyentes
y, además, todos los jueves ofrecerán la Misa y la Comunión por sus
necesidades espirituales y materiales.
Mientras dure la fábrica del Seminario, en las 25.000 Misas que
aproximadamente se celebran todos los años en la Diócesis, los sacerdotes
del Clero Secular y Regular pedirán al Señor por los bienhechores de la
obra.
HONORES ESPECIALES
El retrato de los Benefactores Perpetuos y de los Benefactores Eximios
será colocado en la Sala Principal del Seminario Mayor. En una placa
de mármol colocada en lugar visible, quedarán esculpidos los nombres
de los Benefactores Extraordinarios y de los Benefactores Distinguidos.
Advertimos que también los difuntos pueden ser inscritos como
Benefactores en la categoría que escojan sus deudos, teniendo derecho a
los honores especiales y aplicándoseles cuanto antes los sufragios señalados.
Dentro de tres años celebraremos, si Dios lo quiere, las Bodas de Plata
de la fundación de la Diócesis. La bendición del Seminario Mayor podría
Mons. Rafael Arias Blanco
76
ocupar el primer puesto entre los diversos números destinados a la digna
conmemoración de esa gloriosa jornada.
Estamos seguros de que esto será así, porque conocemos vuestra
generosidad y desprendimiento, vuestro amor y comprensión[,] por la
gran Obra del Seminario y de las vocaciones sacerdotales.
Recibid, amadísimos hijos, nuestra afectuosa bendición[,] que os
impartimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Léanse estas nuestras Letras en todas las Iglesias de la Diócesis
el primer domingo después de recibidas, publíquense en el “Boletín
Eclesiástico” y en el “Diario Católico”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en el Palacio Episcopal de
San Cristóbal, a cuatro de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal y Administrador Apostólico de Barquisimeto.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal y Administrador Apostólico de Barquisimeto
Por mandato del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo, Carlos Sánchez Espejo,
Pbro. Canciller-Secretario.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
+ Rafael Arias,
Obispo de San Cristóbal.
Nos, Dr. Rafael Arias Blanco, por la gracia de Dios y la Santa Sede
Apostólica, Arzobispo de Caracas, a nuestro Venerable Sr. Deán y
Cabildo, Clero y fieles de la Arquidiócesis, salud y bendición en Nuestro
Señor Jesucristo.
I
En la Carta Pastoral Colectiva que dirigió el Episcopado Venezolano
a los fieles de la República con motivo de la última Conferencia celebrada
por dicho Episcopado en Caracas, al tratarse del deber de la Acción Social,
se hizo mención de la FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO, que promulgó
Nuestro Santísimo Padre[,] el Papa Pío XII[,] el 1º de mayo del pasado
año ante ciento cincuenta mil trabajadores de las Asociaciones Italianas
de Operarios Católicos, y que deberá celebrarse en el mismo día 1º de
mayo de todos los años, festejado en el mundo de la producción, desde
el año 1881, como el Día Internacional del Trabajo.
Atento el Santo Padre al divino anhelo de favorecer a todos sus hijos,
por especial manera a los más necesitados de protección y aliento, no duda
en consagrar, por decirlo así, bajo la égida del humildísimo Carpintero de
Nazaret, la expresada fecha en el orbe cristiano, a pesar de los turbulentos
suceso que le dieron origen ([Nota de pie de página:] (…) [(cf. Mt 13,
55).]). Ningún legítimo interés humano puede ser indiferente al Vicario
de Cristo, quien espera que en adelante el 1º de mayo, lejos de fomentar
las discordias, los odios y las violencias, sea una invitación constante a
la sociedad moderna en el sentido de completar lo que falta todavía a
la paz social, y constituya un día de júbilo verdadero en la gran familia
del trabajo, merced al progresivo triunfo del ideal cristiano ([Nota de
pie de página:] (…).).
Mons. Rafael Arias Blanco
166
Al acercarse, pues, amados hijos, la fecha en referencia, queremos
detenernos un momento a considerar el nuevo signo religioso de la Fiesta
del Obrero, cual feliz anuncio, o presagio, de más altos bienes en el pueblo
a quien habrá de ayudar y socorrer con más ahínco en lo sucesivo el Padre
Adoptivo de Jesús, que es a la vez Patrono y modelo de los trabajadores.
II
Es fácil advertir que, al hablar de la paz social, alude, sin duda, el
Vicario de Cristo a un ingente problema tan antiguo como el mundo, pero
que con tremendas características peculiares se viene agitando desde fines
del siglo XVIII entre los distintos grupos del conglomerado humano, por
especial manera entre los que poseen abundantes medios de subsistencia
y los que ganan el pan con el sudor de su frente [(cf. Gén 3, 19)], es decir,
entre los representantes del capital y los pioneros del trabajo, en pos de
una organización de la sociedad[,] que satisfaga las justas exigencias de
los sectores o clases que la componen e integran, en cuanto lo permita
la natural imperfección de las cosas humanas ([Nota de pie de página:]
(…).). Tal es la llamada “Cuestión Social”, a cuya equitativa solución
han venido dedicando los más solícitos desvelos y cuidados los Romanos
Pontífices de los últimos tiempos.
No nos referiremos aquí detalladamente a la benéfica labor que
realizó la Iglesia desde sus comienzos con miras a la solución y alivio de
los más arduos conflictos humanos. Concretándonos a nuestros tiempos,
es bien sabido que, entre todos los documentos sociales que vieron la
luz pública a fines del siglo pasado, se lleva la palma la sabia Encíclica
“Rerum Novarum” del insigne León XIII; trascendental enseñanza que
amplió y adaptó al ambiente actual Pío XI en la “Quadragesimo Anno”.
Al entrar en el corazón del pueblo la elevadora enseñanza, le devolvió la
tranquilidad cristiana y el sentimiento de la propia dignidad. Como dice
sobre ese particular el Santo Padre felizmente reinante, mientras el Estado
consideraba en el siglo anterior como su único fin la tutela del derecho y
de la libertad, León XIII le avisó que también le correspondía el procurar
el bienestar del pueblo con una clara y amplia política de carácter social
y mediante la creación de un nuevo derecho del trabajo. Fue escuchada
en parte la voz del Vicario de Cristo, y hoy (son palabras de Pío XII)
es de justicia el reconocer los encomiables progresos que, mediante la
Cartas Pastorales y discursos
167
solicitud de los poderes civiles, ha logrado en muchos países la suerte de
los trabajadores ([Nota de pie de página:] (…).).
No perdamos empero de vista lo que nos recuerda el Romano Pontífice,
es a saber, que no está colmada todavía la saludable labor de la paz y
de la concordia social ([Nota de pie de página:] (…).). Por desgracia no
siempre los patronos se ajustan a las normas y enseñanzas de la Iglesia,
y no es raro que busquen subterfugios o pretextos al efecto de esquivar
las disposiciones legales, o las prestaciones que les corresponde erogar,
con evidente perjuicio de los intereses del obrero. No podemos menos
de hacerles en esta ocasión a los susodichos patronos un llamamiento
cordial, a fin de que colaboren, también ellos, ateniéndose a las normas
de la justicia y de la equidad, a la buena marcha y armonía del conjunto
humano de que forman parte.
III
Obra de caridad y de pacificación entre todos sus hijos realiza la
Iglesia Católica, al destinar el día 1º de mayo a la nueva Fiesta de San
José Obrero, quien no sólo encarna ante Dios, como afirma Pío XII, la
dignidad del trabajo manual, sino que es también el Patrono y guardián de
los operarios y de sus deudos y familiares ([Nota de pie de página:] (…).).
Por nuestra parte anhelamos[,] que mantenga constantemente en los
ministros del Santuario la más viva preocupación por los obreros que
forman parte de su rebaño espiritual[,] y que se ven más amenazados que
otros sectores de la penetración e insidias comunistas. Procuremos[,] que
ellos miren en el sacerdote al defensor de sus derechos, al amigo y consejero
interesado como el que más en ayudarles en sus angustias y dificultades.
Recordémosles[,] que no fueron los funestos sistemas irreligiosos de hoy
los que trocaron al antiguo siervo o esclavo en un obrero libre, sino la
caridad divina que palpita en el cristianismo. No será difícil presentarles
la grandiosa figura de San Pablo, el infatigable Apóstol de los gentiles,
quien no sólo trabajaba en un oficio manual, a imitación de Jesús y de
su Padre Adoptivo en la tierra [(cf. Mc 6, 3; Mt 13, 55)], sino que en ello
se gloriaba como en el más honroso título ([Nota de pie de página:] (…)
[(cf. Mc 6, 3; Mt 13, 55; He 18, 2-3; 1 Cor 4, 12; 9, 6; 2 Cor 11, 7; 1 Tes
2, 9; 2 Tes 3, 7).]). Asimismo les será dado a nuestros sacerdotes el animar
a los trabajadores al ahorro, y a la honestidad de vida y de costumbres,
Mons. Rafael Arias Blanco
168
cual preciosos recursos con que podrán superar las duras condiciones que
presenta en veces la subsistencia moderna, e infundirles, en fin, en las
horas de dolor, las esperanzas y consuelos de la fe cristiana.
De ese modo la Fiesta de San José que os anunciamos, señalará
un hermoso despertar religioso en los trabajadores[,] y constituirá un
acontecimiento de benéficas proyecciones en la Iglesia y en la Patria.
De acuerdo, pues, con lo que hasta aquí dejamos expuesto, y deseando
dar a la nueva festividad litúrgica el conveniente relieve, ordenamos que
en todas las Iglesias de la Arquidiócesis se celebre solemnemente el 1º de
mayo la FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO, con predicación adecuada,
y que se invite en forma especial a los trabajadores. La Misa se oficiará
en la hora de la mañana, o de la tarde, que se juzgue más conveniente, de
modo que no colida con los demás actos organizados en la conmemoración
de la Fiesta del Trabajo.
En esta ciudad celebraremos nos mismo, a las siete y media de la
mañana, en la Santa Iglesia Catedral, la Misa por los obreros, en la cual
imploraremos para ellos especiales bendiciones del cielo.
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todos los templos
parroquiales y filiales de la Arquidiócesis el primer domingo o día festivo
después de recibidas, y se guardarán en los Archivos.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a diecinueve de
abril de mil novecientos cincuenta y seis, Día Nacional de Venezuela.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
+ Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas[.]
UN FAUSTO ANIVERSARIO
En el próximo mes de octubre se cumplirá el septuagésimo quinto
aniversario de haberse fundado en esta ciudad la piadosa Obra de la
ADOR ACIÓN PERPETUA del Santísimo Sacramento. Nuestro
Venerable antecesor[,] el Excmo. Sr. Dr. José Antonio Ponte, de grata
memoria, erigió canónicamente la devota Asociación, que funcionó
en la Iglesia de las Mercedes en los últimos meses del año 1882 y en
la primera mitad del 1883, y que fue trasladada en ese mismo año a
la Santa Capilla ([Nota de pie de página:] Pastoral del Excmo. Sr. Dr.
Juan Bautista Castro, 7 septiembre 1906.). No ignoráis que ese artístico
templo, honrado por Pío XI, en 5 de agosto de 1926, con el título de
Basílica Menor y reconocido por el mismo Pontífice como nuestro
“Santuario Eucarístico Nacional”, fue construido en el mismo sitio en que
se levantaba la primera ermita erigida por el fundador de Caracas, Don
Diego de Losada, como nos recordaba el Santo Padre felizmente reinante
en su inolvidable Mensaje al II Congreso Eucarístico Bolivariano; y que
desde allí, según la cálida frase del Excmo. Sr. Dr. Juan Bautista Castro,
nuestro ferviente Apóstol de la Eucaristía, el Augusto Prisionero del Altar
ha venido dirigiendo a la Iglesia de Venezuela “palabras de renovación y
de vida, como claro manantial de aguas celestiales que fecundan los campos
del Señor” ([Nota de pie de página:] Excmo. Sr. Juan Bautista Castro,
Pastoral citada.).
Mons. Rafael Arias Blanco
210
Le correspondió al mismo Excmo. Sr. Castro, nuestro ilustre antecesor,
festejar en 1907, con magnifico lucimiento, las Bodas de Plata de la
meritísima Asociación. Celebróse entonces el I Congreso Eucarístico
Nacional[,] que dejó preciosa e imborrable huella en el fervor eucarístico
venezolano. Por el cauce abierto a la devoción al Santísimo Sacramento
deslizáronse asimismo las corrientes del Congreso Eucarístico del
año 1925 y la memorable asamblea decembrina del año pasado, antes
mencionada, en la cual nos acompañaron en el grandioso homenaje
tributado al Santísimo Sacramento los pastores y los fieles de los países
hermanos, unidos en los lazos indisolubles de la fe cristiana y en la
memoria del Libertador.
En el año 1932 dispuso igualmente nuestro Venerado predecesor el
Excmo. Sr. Dr. Felipe Rincón González la celebración de fervientes actos
conmemorativos en las Bodas de Oro de la ADORACIÓN PERPETUA
que se llevaron a cabo con fervor extraordinario ([Nota de pie de página:]
Excmo. Sr. Dr. Felipe Rincón González, Carta Pastoral jubilar, año 1932.).
Al tocarnos, pues, ahora celebrar el septuagésimo quinto aniversario de
la fervorosa sociedad eucarística, a la vez que deseamos que se acrecienten
y realicen en la forma o manera más espléndida los rendidos homenajes
que habrán de tributarse en esa oportunidad al Santísimo Sacramento,
queremos también aprovechar tan propicia ocasión para invitar a nuestros
amados diocesanos a tomar una participación más activa y devota en el
Santo Sacrificio de la Misa, que perpetúa a través de los siglos la presencia
real de Jesucristo en el Altar. Por esto, las solemnidades eucarísticas, o
de acción de gracias, que empezarán el día 12 de diciembre, en que se
cumple un año del II Congreso Eucarístico Bolivariano, serán seguidas,
en los primeros días de febrero del próximo año 1958, de una SEMANA
PASTORAL LITÚRGICA, que se orientará, por especial manera, en sus
temas y estudios, al logro del objetivo antes indicado.
LA MISA DIALOGADA
Además del uso del Misal Romano, que ya en sus días llamaba el
Venerable Padre Granada el mejor de los devocionarios, queremos también
recomendaros con ahínco la Misa Dialogada, ya practicada en algunos
sectores de nuestra jurisdicción espiritual, siempre que se observen las
prescripciones de la Iglesia y se recuerde, además, como advierte el Santo
Padre en la Encíclica antes citada, que esa Misa nunca puede substituir
Mons. Rafael Arias Blanco
212
a la solemne, por la majestad de sus ritos y ceremonias ([Nota de pie de
página: S.S. Pío XII, Carta] Encíclica [sobre la sagrada liturgia] “Mediator
Dei” [(20 de noviembre de 1947)].).
Como leemos en la misma Encíclica, la participación de los fieles en
el Santo Sacrificio puede obtenerse “ya haciendo que el pueblo, según las
normas de los sagrados ritos, responda ordenadamente a las palabras del
sacerdote, ya procurando que entone cánticos adaptados a las diversas partes
del Santo Sacrificio, ya realizando ambas cosas a la vez”, con el verdadero
espíritu de piedad que debe siempre acompañar el acto externo de la
Liturgia. Es menester vivir la realidad divina que en ella se oculta, y no
fijarse solamente en el motivo histórico o cultural, sino en el sentido
positivo que ha de ejercer en la conducta diaria del cristiano merced a un
más amplio conocimiento de los sagrados ritos y un más sincero amor a
Jesucristo ([Nota de pie de página:] Ibidem.).
Ya se comprende que el empleo del Misal Romano requiere algún
conocimiento previo de los elementos y actos litúrgicos, como de los ciclos,
períodos y fiestas del año eclesiástico y de otros tópicos análogos de los
que se habrá de tratar en la SEMANA PASTORAL LITÚRGICA que os
anunciamos. Además, aún cuando el uso de dicho Misal, en lengua vulgar,
y la práctica de la Misa Dialogada responden con magnífico provecho y
excelentes resultados al movimiento litúrgico actual en todos los países
cultos del orbe, hemos de recordar con el Santo Padre, en la Encíclica a
que nos venimos refiriendo (para tranquilidad de los fieles que por alguna
causa razonable no estén en condiciones de servirse de tan preciosos
recursos), que también reportarán del Santo Sacrificio grandes bienes los
que durante la celebración del mismo “mediten piadosamente los misterios
de Cristo, o practiquen otros ejercicios de piedad, o recen otras oraciones que,
aunque diferentes de los sagrados ritos en la forma, concuerdan con ellos
por su misma naturaleza y finalidad” ([Nota de pie de página:] Ibidem.).
EL CANTO LITÚRGICO
Otro de los excelentes medios destinados a que el pueblo tome parte
activa en el Santo Sacrificio y en las funciones litúrgicas en general es el
canto de los fieles en la Iglesia.
Cartas Pastorales y discursos
213
Como insinuamos antes, alaba el Santo Padre en la Encíclica “Mediator
Dei” el que los asistentes a la Santa Misa eleven cantos adecuados a las
diversas secciones de la misma, y que además, en las Misas solemnes, se
unan al canto litúrgico ([Nota de pie de página:] Ibidem.).
Por esto deseamos se siga y se difunda en todas las Parroquias la
costumbre laudable de cantar los fieles en las Misas solemnes de los
domingos y días festivos.
El Santo Obispo de Hipona dejó en el áureo libro de sus Confesiones
un testimonio irrecusable del benéfico influjo que ejercieron en su ánimo
los himnos y cánticos que en alabanza del Altísimo se entonaban en su
tiempo en la Iglesia. Las voces de los fieles que le conmovían, llevaban hasta
su corazón las eternas verdades, y le arrancaban lágrimas de penitencia
y de filial alegría. El mismo Santo Doctor expone a continuación el
consuelo que experimentaron tos cristianos de Milán al introducirse allí
tan devoto ejercicio, que ya se acostumbraba en el oriente, con motivo de
la persecución arriana, y que desde entonces adoptaron las demás Iglesias
del universo ([Nota de pie de página:] Confess. Lib. 9, cass. 5 y 6).
Ya antes que él invitaba el Apóstol de las gentes a los fieles de Éfeso
y a los colosenses a que se animasen mutuamente con salmos, himnos y
cánticos espirituales, alabando al Señor en sus corazones y dándole gracias
en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo ([Nota de pie de página:] Colos.
3, 16 [(cf. Ef 5, 19-20; Col 3, 16)]).
No dudamos, pues, que nuestros Venerables Párrocos y Rectores de
Iglesias se esmerarán en obtener el mayor auge en el canto del pueblo en
el Santo Sacrificio y demás ejercicios del culto. De ese modo la Liturgia
por excelencia, como llamaron antiguamente a la Santa Misa, revestirá
la pompa y solemnidad que reclama la grandeza de Cristo, el Eterno
Sacerdote, y que es cónsona además con la naturaleza del hombre,
compuesto de cuerpo y alma; y hablará a la vez, según la mente de la
Iglesia, al entendimiento de las muchedumbres, en las enseñanzas de la
epístola y del Evangelio; a la voluntad, por su participación activa en el
Sacrificio; y, en fin, a la imaginación y a los sentidos, merced a las devotas
melodías, colores de los ornamentos sagrados y demás elementos, así de
la naturaleza como del arte, que contribuyen a realzar las ceremonias
católicas.
Mons. Rafael Arias Blanco
214
ACÓLITOS Y CANTORES
Nos corresponde ahora hablar de los acólitos, que ejercen, según la
conocida frase, el “oficio de ángeles” en la Santa Misa, y cuya participación
en el incruento Sacrificio del Altar es más directa, por especial manera
en las Misas rezadas.
Desde luego, deben interesarse los Párrocos y Rectores de Iglesias
en que dichos acólitos sepan responder cual es debido al sacerdote en la
Santa Misa, pronunciando bien y con la debida pausa las palabras, y que
ejerzan la parte que les corresponde en el servicio del Altar, guardando
fielmente las disposiciones de las rúbricas y observando además, tanto en
el augusto Sacrificio como en las demás funciones del culto, la modestia,
atención y compostura que exigen las sagradas ceremonias.
Por tal motivo, encargamos a los expresados Párrocos, Rectores o
Directores de colegios que den impulso, en las Parroquias e Iglesias
de la Arquidiócesis, a la formación del llamado PEQUEÑO CLERO
PARROQUIAL, como se practica en diversos países. A ese efecto,
procurarán nuestros sacerdotes seleccionar, entre los niños de la Parroquia,
o entre los alumnos de los colegios y escuelas, o en los grupos del
Catecismo Parroquial, a los que se distingan por sus buenas cualidades
intelectuales y morales, a quienes instruirán con diligencia en los oficios
sagrados que han de desempeñar, cultivando además en ellos, como
previene el Derecho Canónico, el germen de la vocación al sacerdocio
([Nota de pie de página: CIC1917,] can. 1.353). Es razonable que del
servicio del Altar broten las vocaciones al santo ministerio de las almas,
como lo ha demostrado la experiencia de las diócesis de Europa y de
América en que se ha empleado ese medio de acción litúrgica y pastoral.
Y aún cuando no todos los componentes del Pequeño Clero Parroquial
lleguen, en realidad, al sacerdocio, siempre tendrá en ellos el Párroco o el
Rector un núcleo bien organizado de servidores del Altar, para el mayor
brillo y esplendor del culto divino.
He aquí porque, con el objeto de fomentar el estímulo y esmero de esos
ayudantes del sacerdote, se tendrán, durante la SEMANA PASTORAL
LITÚRGICA, certámenes individuales de acólitos, o monaguillos,
según la denominación popular[,] y también certámenes colectivos
entre los pertenecientes a una Parroquia y los de otra, u otras, con los
correspondientes premios a los mejor dispuestos y preparados.
Cartas Pastorales y discursos
215
Con algunos de los mismos niños del Pequeño Clero Parroquial, o con
otros que tuviesen buena voz y facilidad para la música, podría formarse
asimismo una sección de niños cantores, como es costumbre en muchas
naciones católicas, en cuyas escolanías, o coros parroquiales[,] se iniciaron
siempre grandes maestros y cultivadores del divino arte.
CONCLUSIÓN
Os anunciamos finalmente que en la SEMANA PASTOR AL
LITÚRGICA se tratará asimismo el importante tópico de la predicación
dominical, desde el punto de vista homilético y catequístico, tanto en
lo referente a la instrucción de los niños como de los adultos, con todo
el cuidado que reclama tan importante aspecto del apacentamiento de
las almas.
Disponeos desde ahora, amados hijos, a asistir con santo fervor
y entusiasmo a los actos conmemorativos del septuagésimo quinto
aniversario de la ADOR ACIÓN PERPETUA y a la SEMANA
PASTORAL LITÚRGICA de que os hemos hablado. Oportunamente
se darán a la publicidad los respectivos programas y temarios.
Quiera el Augusto Prisionero de nuestros Altares, por mediación de la
Excelsa Patrona de Venezuela, Ntra. Sra. de Coromoto, aceptar propicio
los rendidos homenajes que habremos de tributarle, y derramar, en cambio,
abundantes bendiciones sobre nuestra Nación, que se honra con el título
de República del Santísimo Sacramento.
Estas nuestras Letras Pastorales se publicarán en el Diario Católico
“La Religión” y “Adsum” y se leerán en todos los templos arquidiocesanos
el primer domingo o día festivo después de recibidas.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a primero de
septiembre de mil novecientos cincuenta y siete.
+ Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas. Por mandato de Su Excia. R[vd]ma.
Pbro. Dr. Eduardo A. Morales.
[Adsum. Boletín Oficial del Arzobispado de Caracas 50 (1957), pp. 227-232.]
EL DÍA MISIONAL
[(2 de octubre de 1957)]
44
EL ADVIENTO
Al entrar en el Adviento, que es el principio del año litúrgico, resuena
con nuevo acento, en el Oficio Divino y en la Misa, la invitación del
Apóstol que nos exhorta a “ desechar las obras de las tinieblas y a emplear
las armas de la luz” [(Rom 13, 12)], a fin de revestirnos de Jesucristo [(cf.
Rom 13, 14)], es decir, de transformarnos en Él mediante la imitación de
sus virtudes y ejemplos ([Nota de pie de página:] Rom. 13, 12.).
Por esto, abundando en los sentimientos de la Santa Madre Iglesia,
queremos también dirigiros nuestra voz pastoral de exhortación y aliento
en esta solemne etapa del año eclesiástico, para que “resplandezca en las
obras la luz del Verbo Encarnado, que brilla en los entendimientos” ([Nota
de pie de página:] Offic. Nativitatis Dom.).
EL NACIMIENTO TEMPORAL
En efecto, la Encarnación del Hijo de Dios y su Nacimiento de
una Virgen constituyen el tema dominante, o motivo, que inspira las
antífonas, preces, lecciones y demás elementos rituales del Adviento, y
que asoma a cada paso en el grave carácter penitencial que distingue a
este santo tiempo. Desde el vibrante llamamiento del Apóstol, a que
aludimos antes, hasta la Navidad nos conduce la Iglesia como por la
mano hacia Belén, es a saber, hacia el misterio inefable del Verbo Divino
Mons. Rafael Arias Blanco
226
que se manifiesta en el alma con un nuevo resplandor de su gloria, para
que “conociendo a Dios en una forma visible, nos sintamos atraídos por Él al
amor de lo invisible y eterno” ([Nota de pie de página:] Praefat. Nativitatis
Dom. [(cf. Jn 1, 1-14)]).
Desgraciadamente se olvida muchas veces la piedad y recogimiento
que exige la Iglesia en la celebración del Santo Natalicio. Se confunde la
paz y el júbilo interior que anunciaron los ángeles [(cf. Lc 2, 13-14)] con el
bullicio de las fiestas mundanas, propicias a la disipación y al escándalo.
Se diría que muchos desconocen el verdadero mensaje de Navidad, y que
lejos de elevar sus corazones a lo alto, se afincan más y más en los goces,
honores e intereses de la tierra.
LA NAVIDAD CRISTIANA
Así, pues, amados hijos, la Navidad histórica o temporal del Verbo
Divino ha de infundirnos ante todo el deseo de que Cristo nazca en
nuestros corazones con la efusión de la divina gracia.
Por tanto, hemos de alabar y encarecer la piadosa costumbre, que
observan los cristianos fervorosos, de acercarse a la Sagrada Mesa en el día
de Navidad, recibiendo en sus corazones al Dulcísimo Hijo de la Virgen
María y santificando así la alegría del Divino Natalicio. Cuando tantas
facilidades nos brinda hoy la Iglesia en lo referente al ayuno eucarístico,
sería de veras lamentable que los fieles dejasen de comulgar, como en
Cartas Pastorales y discursos
227
épocas pasadas, en tan santo y propicio día, negando a Cristo el amoroso
hospedaje que reclama en sus corazones.
LOS NACIMIENTOS
Otra costumbre propia de Navidad es la de los pesebres o “nacimientos”,
que deseamos ver cada vez más extendida en nuestros hogares cristianos.
La escena típica de Belén que tan al vivo reprodujo San Francisco de Asís
en el famoso pesebre de Grecio, traen el sello cristiano y católico que le
imprimió el Seráfico Patriarca[,] y responde mejor a nuestro ambiente y a
la tradición de nuestro pueblo que las costumbres análogas de otros países.
Esperamos que nuestros Venerables Párrocos, en unión de la Acción
Católica y demás asociaciones del apostolado seglar, se esmerarán en
fomentar tan cristiana y piadosa costumbre.
LA FIESTA DE LA CARIDAD
Finalmente ha de ser el Santo Natalicio la fiesta de la caridad. Si
empieza el Padre Eterno por darnos en ella a su Santísimo Hijo ([Nota
de pie de página:] Ioan. 3, 15 [(cf. Jn 3, 16)]), ¿cómo podríamos nosotros
Mons. Rafael Arias Blanco
228
permanecer insensibles ante tantos infelices que carecen de pan, de abrigo
y de sustento?
Deseando, pues, que las alegrías de la Navidad lleguen también a los
menesterosos, encarecemos a nuestros Venerables Párrocos que organicen
en sus respectivas Parroquias juntas o comisiones encargadas de obtener
regalos útiles de Navidad, tales como ropas y alimentos, para los pobres,
y de distribuirlos en la forma que sea más conveniente y equitativa, con
el objeto de que la piedad y compasión del Divino Niño llegue hasta los
barrios más necesitados de la capital y de todas las feligresías de nuestra
amada Arquidiócesis.
Ordenamos además que en todas las Parroquias se funde, en forma
permanente, el Secretariado de Caridad, que deberá estar a cargo de la
Acción Católica[,] o de las Conferencias de San Vicente de Paúl, o de la
Cofradía del Santísimo Sacramento, o de otra de las más importantes
asociaciones religiosas establecidas en la Parroquia.
Recomendamos, en fin, que en la expresada alegría de los días
navideños procuren nuestros sacerdotes y fieles visitar no solamente a los
pobres, sino también a las personas afligidas por la enfermedad, por el
dolor, o por alguno de los infortunios que forman el tejido de la humana
existencia en este valle de lágrimas y miserias.
Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas[.]
Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas[.]
CULTURA OBRERA
En efecto, el trabajador debe interesarse en adquirir la necesaria cultura
y en mejorarla por todos los medios que estén a su alcance. Se comprende
que se requiere voluntad de hierro y heroico sacrificio para sentarse en los
bancos de una escuela después de la diaria fatiga. Sin embargo, ésa es la
condición indispensable para que el hombre de trabajo pueda progresar
Mons. Rafael Arias Blanco
238
y alcanzar condiciones más favorables ante las incesantes oportunidades
que se le ofrecen de mejorar su labor, y su mismo nivel de vida, tanto
material como espiritual; por esto, especialmente los que carecen de toda
instrucción, deben procurar aprender a leer y a escribir por medio de los
eficaces métodos que tanto facilitan el aprendizaje, y que pronto, según
lo han prometido las autoridades del ramo, se difundirán mediante una
amplia campaña de alfabetización en toda la República.
ARTES Y OFICIOS
Además de la lectura y escritura, han de procurar, asimismo nuestros
trabajadores, no limitarse a las obras o tareas comunes, que no requieren
especialización alguna, sino aprender a perfección algún arte u oficio
determinado. Quienes no saben ninguno son los que con mayor frecuencia
carecen de trabajo, y aumentan el angustioso número de los desocupados.
Es justo, pues, que los obreros, de modo particular los jóvenes, no
desperdicien la ocasión de adquirir el debido conocimiento de alguno de
los oficios, o artes, antes indicados, que se les presentará muy pronto, al
funcionar las nuevas escuelas artesanales[,] que, de acuerdo con el plan
de los Ministerios respectivos, se abrirán próximamente.
EL ALCOHOLISMO Y EL JUEGO
No podemos menos de mencionar ahora la necesaria lucha que se
impone contra los males más frecuentes que afectan a nuestro mundo
obrero. Entre ellos, citamos en primer término el alcohol, hermano de
la miseria y compañero del crimen, al cual conduce, embruteciendo al
individuo y haciéndole olvidar los más sagrados deberes. Ni dejaremos
tampoco de elevar nuestra voz contra el juego, que con tan lamentable
frecuencia hace perder al hombre los recursos logrados con el sudor de su
frente, recursos que en vano esperará la necesitada familia del individuo
entregado a tan insaciable vicio.
Advertiremos de paso que es vergonzoso[,] que una nación dotada de
tantas riquezas como Venezuela se empeñe en sostener en buena parte sus
institutos asistenciales a base de loterías; de sorteos semanales y de carreras
de caballos, que contribuyen a que se descuide el ahorro, insustituible
base de riqueza y prosperidad, tanto en el individuo como en la sociedad
de [la que] forma parte.
He aquí, pues, un mal cuya extirpación reclama el concurso no sólo
de las autoridades, sino de cuantos se interesan por el auge y bienestar de
nuestro sano y laborioso pueblo.
EL PROBLEMA AGRARIO
Para el logro de la justicia social es indispensable que se tome en la
debida cuenta a los campesinos de Venezuela. Sería, por tanto, una obra
altamente laudable que se proporcionase a los expresados campesinos
parcelas fértiles para sus siembras. Si logramos que cada familia campesina
sea propietaria de la tierra que trabaja, y que ésta sea lo suficientemente
extensa, acondicionada y productiva, el agricultor no se verá obligado a
irse a la ciudad, y podrá en esta hora de riqueza disfrutar del bienestar a
que tenemos derecho todos los venezolanos.
De todos conocida es la obra admirable que la Iglesia ha llevado a
cabo en la República hermana de Colombia a través de la famosa Radio
Sutatenza. Con alegría os participamos que hemos decidido apoyar y
patrocinar la creación de una obra similar en nuestra Patria, a fin de que a
los habitantes de nuestros campos les llegue una educación fundamental.
No sólo se les enseñará a leer y escribir, sino que se les indicará la forma
de llegar a un nivel de vida superior. Mejoramiento en la vivienda,
alimentación, cultivos, comunicaciones, son, entre otros, los objetivos
hacia cuya consecución por parte de los campesinos ayudará la obra en
referencia.
COMUNISMO
No olvidemos que el más encarnizado enemigo de todo orden social
cristiano, el comunismo ateo, trata sin descanso de infiltrarse por todos
los medios posibles en el mundo del trabajo. Es oportuno recordar aquí
las frases del Papa Pío XI: “Es evidente que en semejante doctrina[”] (la
comunista) [“]no hay lugar para la idea de Dios, no existe diferencia entre
espíritu y materia, ni entre cuerpo y alma, ni sobrevive el alma a la muerte,
ni por consiguiente puede haber esperanza alguna en una vida futura. El
comunismo es, por naturaleza, antirreligioso, considera la Religión como
el opio del pueblo porque los principios religiosos que hablan de la vida de
ultratumba desvían al proletario del esfuerzo por realizar el paraíso soviético,
que es de esta tierra” ([S.S. Pío XI, Encíclica “]Divini Redemptoris[”]).
Queremos también reproducir otras frases del mismo Sumo Pontífice:
“El comunismo de hoy, de modo más acentuado que otros movimientos
similares del pasado, contiene en sí una idea falsa de redención. Un pseudo
ideal de justicia, de igualdad y de fraternidad en el trabajo penetra toda su
doctrina y toda su actividad de cierto falso misticismo, que comunica a las
masas halagadas por falaces promesas, un ímpetu y entusiasmo contagioso,
especialmente en un tiempo como el nuestro, en el que la defectuosa distribución
de los bienes de este mundo ha causado una miseria casi desconocida” ([S.S.]
Pío XI, [Encíclica “]Divini Redemptoris[”, Nº] 8).
Por tanto no podemos combatir esta doctrina totalitaria con un
anticomunismo exclusivamente negativo, sino colaborando eficazmente
Mons. Rafael Arias Blanco
242
con todo lo que signifique elevación y mejoramiento de nuestros
trabajadores. Éstos, a su vez, no han de dejarse arrastrar por las falaces
promesas de quienes pretenden arrebatarles con la fe cristiana la propia
dignidad y libertad.
LA PAZ SOCIAL
Antes de terminar queremos hacer un nuevo llamamiento a la paz y
a la concordia social entre patronos y obreros, y al mutuo entendimiento
para la mejor marcha del país en esta hora crucial de nuestra vida política.
Por esto hemos visto con suma complacencia el acuerdo trascendental
que últimamente, en presencia de la honorable Junta de Gobierno, se
celebró entre los más altos representantes de organizaciones del capital
y del trabajo.
Y a vosotros, queridísimos trabajadores, os recomendamos
encarecidamente que[,] en vuestras luchas, vuestra actitud sea siempre
una actitud digna, sin violencias ni odios; y que en todo momento os
impongáis por vuestra responsabilidad en el trabajo y por una esmerada
capacitación profesional.
Llenos de esperanza en el porvenir, elevamos las más rendidas preces
a la Excelsa Patrona Nacional, Ntra. Sra. de Coromoto, y a San José
Obrero, rogando por la felicidad y bienestar de nuestros trabajadores y
por toda la nación venezolana, a fin de que mantengan siempre por alto
el puesto de honor que le corresponde entre los pueblos del Continente.
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todas las Iglesias de la
Arquidiócesis el primer domingo después de recibidas, y se publicarán
en “Adsum” y en el Diario Católico “La Religión”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a veintiséis abril
de mil novecientos cincuenta y ocho.
Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas[.]
EL DIVINO LLAMAMIENTO
Sabido es que nadie puede aspirar legítimamente al sacerdocio sino
el que ha sido llamado por Dios, como Aarón, según la explícita y
terminante enseñanza del Apóstol ([Nota de pie de página:] Heb. 5, 4 [(cf.
Heb 5, 4; Ex 28, 1).]). Nadie puede arrogarse el derecho de representar
a la humanidad ante el Altísimo sin haber sido previamente escogido
por Él. Si aún los cargos y oficios humanos requieren, de ordinario,
elección o nombramiento, ¿cómo no habría de exigir la divina invitación
correspondiente el sublime empleo del Embajador de Cristo ([Nota de pie
de página:] 2 Cor. 5, 20 [(cf. 2 Cor 5, 20; Ef 6, 20).]) y del Dispensador
de los más altos misterios? ([Nota de pie de página:] 1 Cor. 4, 1 [(cf. 1
Cor 4, 1; Ti 1, 7).]).
He aquí un punto de meditación que se presta a graves e inquietantes
reflexiones. Por fortuna es bastante clara la doctrina de la Iglesia sobre
este particular, es decir, sobre la vocación al sacerdocio que podríamos
llamar canónica, oficial o externa. Como explica el Catecismo del
Concilio Tridentino, se considera que son designados por Dios aquéllos
que, en la debida oportunidad, son llamados a las sagradas órdenes por
los legítimos ministros de la Iglesia ([Nota de pie de página:] Catechism.
De Sacrament. Ord. n. 3.).
Nadie podría exigir en justicia el sacerdocio, por muy relevantes
que fuesen sus méritos y virtudes; pero tampoco ninguno de los que lo
recibieron en la forma usual, de manos de algún Obispo que estuviera en
comunión con la Sede Apostólica, podría dudar razonablemente de su
vocación oficial al sagrado ministerio. En confirmación de lo cual agrega
un ilustre teólogo contemporáneo[,] que a todos los fieles en general se
les invita a observar, no ya los mandamientos que son de obligación, sino
los mismos consejos evangélicos; pero no a todos se les propone el estado
sacerdotal, que es inherente a la Sagrada Jerarquía. Ni se considera, en fin,
que nadie se ordene para sí mismo, sino para el bien de las almas ([Nota de
pie de página:] Vermeersch, S.J. Vol. III. Tract. VII, De Ordine, Cap. III.).
Cartas Pastorales y discursos
245
APTITUD PARA EL SACERDOCIO
Si, pues, no todos los cristianos son llamados al sacerdocio, a pesar
de invitárseles a todos a “ser perfectos como lo es el Padre Celestial” ([Nota
de pie de página:] Math. 5, 48 [(Mt 5, 48; cf. Lev 11, 44; 19, 2; 1 P 1,
16)].), es razonable pensar que existan algunos indicios, o señales, que
permitan deducir prudentemente, en cuanto cabe en la pequeñez humana,
que el requerimiento del Prelado que llama al candidato a las sagradas
órdenes coincide con la voluntad divina de beneplácito, es decir, que al
llamamiento exterior del Pontífice corresponde, en realidad, la vocación
interior del ordenado.
Aquí también es bastante manifiesta la doctrina común de la Iglesia.
Según esa doctrina, nada más se requiere en el ordenando, para que sea
llamado por el Obispo a la Sagrada Ordenación, que intención recta e
idoneidad, la cual consiste en aquellas dotes o cualidades de la naturaleza y
de la gracia que se revelan en la probidad de vida y suficiencia de doctrina;
cualidades que hagan abrigar fundadas esperanzas de que el candidato
desempeñará normalmente los cargos del sacerdocio y observará sus
obligaciones santamente ([Nota de pie de página:] Act. Apost. Sedis,
1912. Respuesta de la Congregación Cardenalicia sobre la doctrina del
Canónigo Lahitton).
LOS LLAMADOS
Así, pues, no supone precisamente la vocación interior el dramatismo
de alguna voz sensible, o signo extraordinario, análogos a los que leemos
en las vidas de algunos santos. Pueden darse, sin duda, esas vocaciones
singulares; pero es evidente que siempre deberían plegarse al examen y
condiciones que la Iglesia, como sociedad externa y visible, reclama de
los aspirantes al santo ministerio. Tales son, en general, la carencia previa
de impedimentos e irregularidades canónicas, la suficiente capacidad
intelectual para los estudios, la inclinación al estado eclesiástico y la debida
rectitud de intención al abrazarlo, la pureza de vida y costumbres propias
del sacerdocio y, en fin, el cumplimiento de los requisitos canónicos
respectivos con referencia a las sagradas órdenes.
Asimismo, aún cuando la Iglesia supone que, de ordinario, la vocación
aparece en los primeros años de la vida, al recomendar a los sacerdotes y
Mons. Rafael Arias Blanco
246
especialmente a los Párrocos el solícito cuidado de los niños en quienes
observaren algunas señales del divino llamamiento ([Nota de pie de
página: CIC1917,] can. 1.352), es evidente, sin embargo, que la inclinación
al sacerdocio puede manifestarse también en la juventud y en la edad
madura. En todas las edades de la vida puede llamar el Altísimo a los
futuros ministros del Santuario, a la manera que el padre de familia de
la parábola sale a buscar trabajadores para su viña en todas las horas del
día ([Nota de pie de página:] Math. 20, 1-16 [(cf. Mt 20, 1- 16)]).
Bien conocidos son, por otra parte, los excelentes frutos que han dado
en diversos países las vocaciones tardías, merced a las cuales llegaron
al sacerdocio hombres eminentes en ciencias y letras, procedentes de
los más variados campos de las actividades humanas. Ni faltan aquí
tampoco ejemplos edificantes en la historia del Clero venezolano sobre
ese particular. Consideramos, por tanto, que es obra laudable y meritoria
la de favorecer esas vocaciones y estimularlas, para que logren, con la
bendición divina, el triunfo, u objetivo deseado.
EL PRE-SEMINARIO
Otro de los objetivos de la expresada campaña vocacional es la
realización de un proyecto que desde largo tiempo venimos acariciando,
cual es la creación de un Pre-Seminario en nuestra Arquidiócesis, a la
manera de los que funcionan en otros países de América y de Europa.
Como indica la misma palabra, es el Pre-Seminario un instituto de
formación que tiene por objeto preparar las vocaciones sacerdotales,
estudiarlas y fomentarlas, y educar a la vez a los alumnos tanto en los
conocimientos como en las cualidades morales que han de exigírseles al
ser admitidos como seminaristas. Al efecto indicado, se aprovecharán
asimismo las modernas luces de los cursos de orientación profesional
y demás eficaces medios de que dispone en la actualidad la Pedagogía.
Mons. Rafael Arias Blanco
248
Hoy, en que se exige comúnmente en el sacerdote mayor suma no
sólo de virtudes sino también de conocimientos, en forma que pueda
alternar decentemente con las personas cultas del medio en que actúa,
y en que se necesita asimismo que esté versado en los problemas sociales
de la época, es también lógico que se le imparta al futuro ministro de
Cristo una preparación más esmerada desde los comienzos, y una sólida
base en que descanse por manera estable, en cuanto es humanamente
previsible, el edificio de la vocación. Esto permitirá a la vez a los Superiores
respectivos el ser más estrictos en la admisión de los alumnos al Seminario
propiamente dicho, merced a la previa depuración de los elementos menos
aptos, que se hará en el expresado instituto.
ORACIONES Y SACRIFICIOS
Es obvio ahora que la realización del programa que a grandes rasgos
acabamos de esbozar, nos obliga a exhortaros, amados hijos, a que nos
ayudéis, con vuestras oraciones y sacrificios, a realizarlo, a fin de que
aumente, como con urgencia necesitamos[,] el número de los llamados
al sacerdocio.
Rogad asimismo por la perseverancia de nuestros queridos seminaristas,
que con tan solícito ahínco se disponen al servicio de los Altares, anhelosos
de continuar la gloriosa tradición de nuestro Clero, tan animado de celo
de la gloria divina y bien de las almas.
DISPOSICIONES FINALES
En conformidad, pues, con lo expuesto, ordenamos que se observen
fielmente en nuestra Arquidiócesis las siguientes disposiciones:
PRIMERA. Celébrese la Semana del Seminario desde el domingo 18
del presente mes de mayo hasta el 25 del mismo mes, Fiesta de la Venida
del Espíritu Santo sobre el Sagrado Colegio Apostólico.
SEGUNDA. Hágase la Novena del Espíritu Santo en todos los templos
de la Arquidiócesis, desde el 16 de mayo, para pedir especialmente por el
aumento de las vocaciones sacerdotales, perseverancia de los seminaristas
y santificación del Clero.
TERCERA. La predicación de los expresados domingos 18 y 25
del corriente mes ha de versar sobre la excelencia, necesidad y dignidad
del sacerdocio católico; y se hará notar, asimismo, la urgencia de la
construcción del edificio destinado al Pre-Seminario, que sea cónsono
con el progreso y crecimiento de la capital.
CUARTA. Hágase la colecta anual para el Seminario en los templos,
oratorios, escuelas y colegios católicos, procurando obtener los mejores
resultados. Los Venerables Párrocos nombrarán las Comisiones respectivas
que visiten los establecimientos y casas de familia de sus jurisdicciones,
como se ha venido efectuando en los años anteriores.
QUINTA. En los colegios y escuelas católicas de la Arquidiócesis
díctense asimismo charlas y conferencias adecuadas sobre la Semana del
Seminario, y explíquese el contenido de la presente Carta Pastoral.
Mons. Rafael Arias Blanco
250
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todos los templos de la
Arquidiócesis el primer domingo después de recibidas[,] y se publicarán
en el Diario Católico “La Religión” y en “Adsum”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a diez de mayo
de mil novecientos cincuenta y ocho.
Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas[.]
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas[.]
Nos, Dr. Rafael Arias Blanco, por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Arzobispo de Caracas, al Venerable Clero y fieles de la nueva
Diócesis de Maracay, salud y bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Es ésta la última vez, amados hijos, en que nos dirigimos a vosotros
como Pastor de esa floreciente grey católica, constituida en nueva Diócesis
venezolana por el Santo Padre Pío XII de feliz recordación, que entrará
a ser regida por nuestro Venerable Hermano en el Episcopado[,] el
Excelentísimo Sr. Dr. José Alí Lebrún, cuyas virtudes, celo apostólico y
óptima preparación intelectual os son, sin duda, ampliamente conocidas.
Experimentamos, como es natural, el dolor de la despedida, como
siente el padre el necesario alejamiento de los hijos que llegaron a la mayor
edad y fundaron su propio hogar, pero alabamos y bendecimos a la vez a
la amorosa Providencia Divina, que todo lo dispone en orden y medida
para el mayor bien y aprovechamiento espiritual de los fieles. En efecto, la
creación de la nueva Diócesis de Maracay es fausto motivo de júbilo para
Venezuela y de acción de gracias al Altísimo, pues pone de manifiesto el
progreso espiritual que ha logrado nuestra amada Patria y que ha hecho
necesario el incremento de la Sagrada Jerarquía en el país; progreso que
marcha felizmente de acuerdo con el incremento de la población y con
el incesante adelanto en todos los órdenes de la vida civilizada.
En esta oportunidad, no podemos menos de recordar los cordiales
lazos que nos unen con la nueva Diócesis de Maracay[,] que nos cupo
en suerte gobernar hasta el presente. En el Estado Aragua ejercimos por
espacio de dos años y medio nuestras labores sacerdotales al frente de la
importante Parroquia de Villa de Cura, de la cual conservamos los más
gratos recuerdos. Después[,] a partir del año 1952, nos tocó, ya como
Mons. Rafael Arias Blanco
258
Arzobispo Coadjutor con facultades especiales, ya como Arzobispo de
Caracas, prodigar a ese amado sector de nuestra jurisdicción espiritual
nuestros solícitos cuidados, y procuramos hacerle todo el bien que estuvo
a nuestro alcance. Nos preocupamos de modo singular por el aumento
de las Parroquias y escuelas, pues la esmerada atención espiritual de los
fieles y la formación cristiana de la niñez y de la juventud han constituido
siempre nuestras mayores preocupaciones en el sagrado ministerio de las
almas. Encontramos una sola Parroquia en Maracay y dejamos ahora
seis. Elevamos asimismo a tres las feligresías de La Victoria, cuando antes
eran dos, y creamos las Parroquias eclesiásticas de San Francisco de Asís
y Ntra. Sra. del Carmen de Palo Negro[,] y nos empeñamos en que todos
los pueblos de la nueva Diócesis tuvieran su sacerdote. Mencionaremos
asimismo, como legítimos avances obtenidos la apertura de algunas
escuelas parroquiales y la fundación de ocho colegios. Todo esto ha podido
realizarse gracias al empeño generoso de nuestros amadísimos Párrocos y
la cooperación decidida de abnegados religiosos y religiosas.
Quiera el cielo bendecir tales simientes de bien, en forma que
produzcan los más abundantes frutos, en nuestros tiempos de tanta
confusión e ignorancia religiosa, que con ahínco digno de mejor causa
aprovechan los enemigos de Dios para sembrar en el pueblo cristiano la
confusión y la discordia.
Ahora, bien sabéis los deberes que os corresponden con el nuevo Pastor,
a quien habréis de prestar en todo tiempo el mismo respeto, obediencia
y amor que nos profesasteis[,] y ayudarle con alma y vida en las altas
funciones que habrá de desarrollar en beneficio vuestro, por el aumento
de la fe y de las virtudes cristianas. Escuchad su palabra, secundad sus
iniciativas, rodeadle, en fin, como buenos hijos, a fin de hacerle más
fáciles y llevaderas las arduas tareas de su elevado cargo.
Permaneced firmes en la santa fe católica [(cf. 1 Cor 16, 13; Col
1, 23)] frente a las asechanzas del mal, perseverad en la devoción a la
Eucaristía, cual corresponde a nuestra Patria, que se honra con el título de
República del Santísimo Sacramento, amad a la Santísima Virgen María,
que extiende, desde los llanos de Guanare, su maternal protección sobre
Venezuela entera, y mantened incólume la tradición cristiana y las sanas
costumbres de nuestros mayores.
Cartas Pastorales y discursos
259
No os olvidaremos en nuestras oraciones y en la Santa Misa; y al
elevar al Todopoderoso los más fervientes votos por el florecimiento de
vuestra amada Diócesis de Maracay, os impartimos de corazón nuestras
paternales bendiciones, como prenda de los celestiales bienes que para
todos vosotros deseamos.
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todos los templos de
la Diócesis de Maracay el próximo 7 y se publicarán en “Adsum” y en el
Diario Católico “La Religión”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a primero de
diciembre de mil novecientos cincuenta y ocho.
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas[.]
Rafael Arias[,]
Arzobispo de Caracas.
EL DERECHO AL MATRIMONIO
Mencionaremos en primer término el derecho que tiene el obrero a
constituir su propio hogar santificado por el sacramento del matrimonio
y bendecido con una familia alegre y numerosa. Ninguna ley humana
podría quitarle ese derecho natural, ni debe tampoco el obrero cristiano
rehuir el mencionado sacramento, o profanarlo, acrecentando la plaga de
las uniones ilícitas y divorcios, causa frecuente de la inestabilidad social
y de la corrupción de costumbres.
Ahora bien, los jóvenes trabajadores se encuentran a menudo, entre
nosotros, al tratar de fundar un hogar cristiano, con serias dificultades
económicas, que dimanan principalmente de la escasez de los salarios, de
la penuria de viviendas sanas y al alcance de sus posibilidades monetarias,
y de otras análogas circunstancias. Si, al fin, se realiza el matrimonio, no
es raro que las familias obreras miren con cierta angustia el nacimiento
de un nuevo hijo, por las razones indicadas. En efecto, según una
reciente encuesta de la Juventud Obrera Católica (JOC), la mayor parte
de los trabajadores a quienes se hizo dicha encuesta, ganaban salarios
insuficientes para alimentar y educar a una familia, aún siendo ésta poco
numerosa.
He aquí por qué la Doctrina Social de la Iglesia exige del patrono
una remuneración justa, mediante la cual pueda el obrero atender a la
subsistencia propia y de la familia, y a la educación de los hijos. Por esto
deseamos vivamente que sea pronto entre nosotros una feliz realidad la
vigencia de la ley referente a las Prestaciones Familiares, presentada a las
cámaras legislativas nacionales para su estudio y aprobación en las sesiones
ordinarias del presente año.
EL DERECHO AL TRABAJO
Siendo el trabajo el medio normal con que cuenta el obrero para
proveer a la manutención y demás gastos de la familia, como el cuidado
y educación de los hijos, ha de encontrarlo, por la ley natural, todo el
que esté en condiciones de trabajar. Es lógico que, al deber del trabajo,
Mons. Rafael Arias Blanco
268
corresponda igualmente en el individuo el derecho de utilizarlo como
medio de atender a la subsistencia propia y de los suyos.
Por desgracia, entre nosotros, se diría que el desempleo es ya una
enfermedad endémica, con las naturales y lamentables consecuencias
de ociosidad, desaliento, miseria y malestar social, que crean un terreno
propicio para el desarrollo de las ideas extremistas. No podemos
menos de desear que funcione con mayor efectividad y cuanto antes la
Oficina de Empleo del Ministerio del Trabajo, que obtenga, mediante
las respectivas encuestas, el conocimiento preciso y el número exacto
de los verdaderos desempleados, a fin de ayudarles con el conveniente
seguro social de desempleo; de ubicarlos sucesivamente en la industria,
en el comercio, y demás servicios de la comunidad; y de prepararlos
también profesionalmente, según los diversos casos, mediante períodos
de formación acelerada en centros adecuados.
Es, por tanto, necesario incrementar la industrialización en el país,
con el objeto de abrir nuevas fuentes de trabajo, no sólo en las capitales,
sino también en los pueblos del interior. Hacia la solución del problema,
o problemas, a que nos referimos debe encaminarse asimismo la Reforma
Agraria[,] que dote de fértiles tierras a los campesinos que carezcan de
ellas, que provea dichas tierras de irrigación, y que establezca además
una red moderna de medios de transporte. Por esto esperamos que sea
pronto introducida en el Congreso Nacional la ley correspondiente que
contemple en forma satisfactoria la expresada Reforma, la cual tendrá,
sin duda, las más beneficiosas proyecciones en toda la Nación.
Es también de urgencia que el Gobierno Nacional siga desarrollando
su vasto plan de obras públicas, con el objeto de combatir la desocupación
y de ejecutar vastas realizaciones de interés colectivo y productoras a la
vez de ingresos para el erario público.
Es obvio que, para facilitar el incremento de la industria nacional,
hemos de preferir para nuestro uso los productos venezolanos, que son a
la vez estimables fuentes de ingreso para la economía del país y poderoso
estímulo de proficua labor y medio de vida para nuestros trabajadores.
Los patronos, empero, no deben olvidar la función social de la empresa
moderna. Al efecto, debe remunerarse al obrero justa y equitativamente,
Cartas Pastorales y discursos
269
y en mayor escala al aumentar los beneficios de la producción que con
su esfuerzo contribuyen a desarrollar.
Por su parte, los consumidores de los productos están en su legítimo
derecho al exigirlos de buena calidad, a un precio justo y en ventajosas
condiciones. Solamente de esa manera las industrias nacionales
contribuirán al bienestar colectivo y al abaratamiento de la vida, y
ayudando, en fin, a la recuperación económica que está en los deseos
de todos.
EL DERECHO A LA CULTURA
Siendo los hijos natural prolongación de los padres, tienen éstos el
derecho y el sagrado deber de educarlos, y de escoger[,] oportunamente,
la escuela en que han de beber las primeras luces de la cultura humana.
A pesar del extraordinario esfuerzo del Gobierno Nacional, de las
actividades de la Iglesia y de la iniciativa particular a ese respecto, y aún
tomando en cuenta la actual construcción de nuevas escuelas oficiales,
estamos todavía lejos de poseer los suficientes planteles de instrucción
primaria para todos los niños venezolanos.
Atendida, pues, la falta lamentable de los referidos planteles, creemos
que el Estado Venezolano obtendría ventajas ayudando a las escuelas
privadas con equitativos y razonables subsidios. Esas escuelas, provistas
de una ayuda económica oficial podrían extender su radio en el campo
de la educación, y, con gastos mucho menores, ayudarían al Gobierno
a solucionar el problema escolar, coma se ha hecho en otros países. En
efecto, ese tipo de colaboración con la educación privada es corriente en
Bélgica, Holanda, Francia, Inglaterra, Chile, Canadá, Trinidad, Antillas
Neerlandesas, y hasta en la India, y en otras naciones.
De igual modo es absolutamente indispensable multiplicar las escuelas
profesionales y técnicas, en que los jóvenes trabajadores puedan aprender
un oficio o trabajo calificado que favorezca su promoción; y al desarrollo
de esa iniciativa oficial deberían colaborar por singular manera los
establecimientos o empresas que requieren obreros especializados.
Mons. Rafael Arias Blanco
270
EL DERECHO A LA SEGURIDAD ECONÓMICA
Por último citaremos el derecho del obrero a cierta estabilidad en el
trabajo, así como a la seguridad social frente a los riesgos de vejez, muerte,
invalidez y desempleo, que todavía no están contempladas por nuestro
Seguro Social Obligatorio, cuya reforma se estudia actualmente.
El seguro debe extenderse además a todos los obreros, así como a los
empleados domésticos, trabajadores a domicilio, trabajadores agrícolas y
demás que, en forma análoga, presten servicios útiles a la comunidad.
Esperamos asimismo se llegue a la aprobación del proyecto de Seguro
Social para el empleado público, del cual se ha hablado últimamente.
Es indispensable, en fin, que el Seguro Social Obligatorio se humanice
mediante una reforma audaz, de modo que procure a los trabajadores el
apoyo y la confianza a que tienen derecho, al coadyuvar con su labor a
la prosperidad económica del país.
CONCLUSIÓN
Todos los beneficios que acabamos de señalar, y a los cuales poseen
legítimo derecho nuestros amados obreros, se pueden perfectamente lograr
en el seno de una sociedad cristiana bien organizada, en la que imperen
la caridad, el orden y la justicia social, sin que el individuo tenga que
convertirse en una simple pieza de la maquinaria del Estado, ni renunciar,
como en los países sometidos al yugo del comunismo ateo, a la propia
libertad, tanto física y moral, como política y religiosa; dentro de los
razonables límites que marcan a las actividades humanas las enseñanzas
de la fe y las legítimas conclusiones de la razón.
La Doctrina Social de la Iglesia está por la promoción colectiva de la
clase obrera, y pide que los trabajadores tomen las responsabilidades que
les corresponden en la planificación de la economía nacional. Por nuestra
parte, hemos de insistir, amados trabajadores, como os decíamos el año
pasado, en que luchéis contra el alcoholismo, hermano de la miseria y
compañero del crimen; contra el juego, en que tantos salarios se disipan; y
contra la imprevisión, en fin, y el abandono, origen de numerosos males.
Quiera el cielo, por intercesión de la Excelsa Patrona de Venezuela,
Ntra. Sra. de Coromoto, bendecir en la Fiesta del Padre Adoptivo de
Cartas Pastorales y discursos
271
Jesús a toda la promoción obrera venezolana, y concederle, junto con la
prosperidad material que cabe esperar de un trabajo constante y ordenado,
la abundancia de dones celestiales con que ha de recompensar el Dador
de todo bien [(cf. Stgo 1, 17)] al trabajador cristiano, entregado, como el
Divino Obrero de Nazaret, a una vida útil y laboriosa.
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todos los templos de
la Arquidiócesis el primer domingo después de recibidas, y se publicarán
en “Adsum” y en el Diario Católico “La Religión”.
Dadas, firmadas, sellados y refrendadas en Caracas, a veinticinco de
abril de mil novecientos cincuenta y nueve.
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
EL MAESTRO DE LA VERDAD
Corresponde asimismo al sacerdote, y mucho más en nuestros tiempos,
según la doctrina de Pío XI en la Encíclica “Ad Catholici Sacerdotii”,
ser el apóstol y maestro de la divina verdad, en medio de los errores de
un siglo que se gloría de sus falsas libertades y rehúye toda ley y freno.
Entre el bullicio de las pasiones, ha de resonar en todo tiempo la
palabra del ministro del Altísimo que anuncie sin temor la enseñanza
evangélica, sabia y eficaz, cortante como espada de dos filos que llega
hasta la división del alma y del espíritu y suscita toda clase de heroísmos
y de generosos renunciamientos ([Nota de pie de página:] Ibid. [(cf. Heb
4, 12).]).
Podríamos también extendernos aquí sobre la provechosa labor que
realizan tantos sacerdotes en el campo educacional, instruyendo a la
niñez y a la juventud, no solamente en las ciencias y letras divinas, sino
también en las humanas, en los numerosos colegios, escuelas y demás
centros educacionales que dirigen, y que demuestran la preocupación de
la Iglesia por la cultura, a pesar de acusarla con frecuencia sus adversarios
de retrógrada y enemiga de las luces. Mas esa labor es suficientemente
conocida de todos. No podríamos empero dejar de mencionar los
saludables esfuerzos del Clero en el campo social, alentado por las
enseñanzas de los últimos Pontífices que han regido el mundo católico
desde León XIII hasta nuestros días. Esas enseñanzas, que forman un
conjunto ordenado de salvadoras ideas, conocido con el nombre de
“Doctrina Social de la Iglesia”, son, en realidad, las únicas que armonizan
los deberes de la justicia con las exigencias de la caridad y que promueven
un orden verdaderamente cristiano en las relaciones humanas, sin oprimir
a los individuos, ni aislarlos entre sí, en aras de un egoísmo estéril, sino
Mons. Rafael Arias Blanco
276
uniéndolos a todos con los vínculos de una verdadera fraternidad ([Nota
de pie de página:] Pío XII, Aloc. 17 octubre, 1953.).
El sacerdote, fiel a su vocación, no rehúye, sino busca con ardoroso
celo, la oportunidad de ejercer el sagrado ministerio en los campos, en las
oficinas, en las cárceles, en las fábricas y en medio de las masas obreras,
deseoso de hacer comprender a las muchedumbres[,] que la Iglesia es
verdadera Madre, y que como tal se preocupa no sólo por la eterna
salvación de sus hijos, sino también por aliviar su triste suerte material y
por elevarlos a condiciones de vida más cónsonas con la dignidad del ser
humano. En dondequiera ejerce con entusiasmo su misión, deseoso de
hacer sentir en el mundo la vigencia de los principios católicos sobre la
propiedad, la riqueza, la justicia social y la caridad, tanto con la palabra
como con el ejemplo. Todas las realizaciones que entrañan un bien positivo
para el hombre le interesan, si bien las supedita a la más alta misión
espiritual que le corresponde, con la misma subordinación de valores que
existe entre el cuerpo y el alma, entre lo terreno y lo espiritual, entre el
tiempo y la eternidad.
FALTAN SACERDOTES
Ahora bien, a medida que avanza el tiempo, se va sintiendo más y
más la angustiosa falta de sagrados ministros. Las necesarias actividades
apostólicas del sacerdote corren parejas con el aumento incesante de la
población, con las nuevas ideas y teorías contrarias a la fe cristiana, y con
el maravilloso progreso material de nuestra época.
Y si en dondequiera aflige a la Iglesia de hoy la preocupación de
lograr todos los ministros del Evangelio que reclaman las crecientes
exigencias de nuestros días, mucho más se deja sentir tan dolorosa falla
entre nosotros. Hace años que venimos llorando la orfandad espiritual
de tantos pueblos venezolanos privados de la presencia de un Párroco
propio que los conduzca por senderos de salvación y fomente en ellos el
conocimiento de Dios y las buenas costumbres. Tan angustiosa carencia
de sagrados pastores fue precisamente la que impulsó al Episcopado
Nacional a ordenar que se rezasen en todos los templos de la República,
después de dar la Bendición con el Santísimo Sacramento, las conocidas
advocaciones tan familiares hoy a todos los oídos venezolanos:
Cartas Pastorales y discursos
277
“¡Señor, dadnos sacerdotes!
[“]¡Señor, dadnos sacerdotes santos!
[“]¡Señor, dadnos muchos sacerdotes santos!”.
Sin duda alguna, hemos de reconocer que los Seminarios de Venezuela
han venido progresando en forma extraordinaria. Ha aumentado
notablemente el número de alumnos, y están asimismo a la altura de los
tiempos los edificios y demás condiciones materiales de tales planteles
eclesiásticos. Pero a la vez, preciso es confesar que el esfuerzo, o esfuerzos,
realizados hasta el presente, aunque muy estimables, no son todavía
suficientes; antes bien, deberán continuarse e intensificarse aún por
espacio de muchos años.
NECESIDAD DE COLABORAR
EN LA OBRA VOCACIONAL
He aquí por qué, según insinuamos al principio, hemos de recalcar
otra vez, como en los años anteriores, la urgente e imperiosa necesidad
en que nos hallamos de pedirle con alma y vida al Dueño de las Mies
que envíe abundantes operarios [(cf. Mt 9, 37-38; Lc 10, 2)] a su Viña,
y también de cooperar generosamente a la obra trascendental de las
vocaciones sacerdotales.
A los Párrocos y demás sacerdotes corresponde, según previene el
canon 1.353, al cual nos hemos referido en otras ocasiones, encaminar
a los niños y jóvenes que den fundadas señales de vocación hacia el
Seminario, apartándolos de los contagios del siglo, formándolos en la
piedad, imbuyéndolos en los primeros estudios literarios y cultivando, en
fin, en ellos el germen del divino llamamiento al sacerdocio.
No ignoramos que en tan santa y meritoria tarea se ocupan muchos
sacerdotes, y que nunca se ha descuidado ese deber. Se ha venido
ya trabajando especialmente en los últimos años en el campo de las
vocaciones sacerdotales; pero es necesario hacerlo todavía con mayor vigor
e impulso, no sólo en algunas Parroquias, sino en todas, tanto urbanas
como rurales, con la firme convicción de que, al cultivar los preciosos
gérmenes vocacionales, se está labrando el porvenir religioso de nuestra
amada Patria.
Mons. Rafael Arias Blanco
278
Hacemos también un nuevo llamamiento a los colegios y escuelas
católicas de la Arquidiócesis, exhortando a tales planteles educacionales
a continuar trabajando con nuevo y más decidido ahínco en la referida
Obra de las Vocaciones, a fin de que sean en lo sucesivo más copiosos los
frutos alcanzados en el santo propósito de proveer a la Iglesia Venezolana
de numerosos ministros que difundan por todos los confines del país el
nombre santo de Jesús, cual promesa de paz de incontables bienes.
Dirigiremos, por último, una palabra a los padres de familia cristianos
y temerosos de Dios, que ven crecer a los hijos en el hogar, según la palabra
del salmista, cual renuevos de olivo alrededor de su mesa [(cf. Sal 128 (127),
3)]. A esos padres cristianos incumbe por especial manera pedirle al Señor
que escoja a alguno de sus vástagos para el servicio del Altar, como el honor
más codiciado. Y si alguno de dichos hijos les pidiese espontáneamente
el requerido consentimiento para ingresar en el Seminario, no debe ser
el padre, ni la madre, ni ningún otro familiar[,] quienes se opongan a la
realización de tan santo deseo. Al contrario, consideren entonces llegado
el momento de corresponder a la honra que les dispensa el Dador de todo
bien [(cf. Stgo 1, 17)], cuidando con mayor esmero al futuro ministro del
Altísimo en un ambiente de fe y piedad, propicio a la elevación del espíritu
y a la práctica de las virtudes cristianas.
En cuanto a los fieles, hemos de recordarles la obligación en que
están de respetar al sacerdote, de escuchar y obedecer sus enseñanzas, y
de mirar en él no al hombre, sino al representante de Dios y mensajero
del Evangelio. Por ello deben todos contribuir con la mayor largueza
y generosidad a la Obra del Seminario. No olviden que quienes suelen
ingresar en el piadoso instituto no son los que poseen abundantes medios
de fortuna, sino al contrario. Los llamados al sacerdocio suelen ser pobres,
como lo fueron Jesucristo y los Apóstoles, o de medianos recursos; y por
ello es necesario ayudarlos con becas, o con medias becas, según los
diferentes casos. Esto explica la necesidad de acudir a la buena voluntad
de cuantos se sienten identificados con la causa de Dios y de la Iglesia
y al público en general por la Obra del Seminario, que ocupa un lugar
de preferente atención en la solicitud y desvelos del Episcopado patrio.
Por esto, en la presente circunstancia, al anunciaros una vez más,
amados hijos, la Semana del Seminario, queremos hacer una especial
invitación a la Acción Católica, a la Legión de María, a las organizaciones
Cartas Pastorales y discursos
279
parroquiales, Cofradías del Santísimo y demás asociaciones piadosas
y centros de apostolado, como a las personas devotas y amantes del
esplendor del culto divino, para que se pongan a la disposición de los
Párrocos y Rectores de Iglesias, con el objeto de colaborar eficazmente
en la celebración de la referida Semana Vocacional, y de reportar de esa
celebración los más dichosos y regalados frutos por la gloria de Dios y
provecho de las almas.
Quiera Jesús, el Eterno Sacerdote, por mediación de la Excelsa Patrona
de Venezuela, Ntra. Sra. de Coromoto, retribuir con creces tan generosos
servicios, y enviarnos los numerosos mensajeros del Evangelio que
necesitamos para mantener siempre en alto la antorcha de la fe cristiana
en la Patria del Libertador.
De acuerdo, pues, con lo que dejamos expuesto, ordenamos se observen
fielmente en la Arquidiócesis las siguientes disposiciones:
PRIMER A: Celébrese la Semana del Seminario en los días
comprendidos desde el próximo domingo 10 hasta el 17 de mayo, Fiesta
de Pentecostés, en que se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre
el Sagrado Colegio Apostólico.
SEGUNDA: Hágase, como de costumbre, la Novena del Espíritu
Santo, desde el sábado 9 de mayo, para rogar especialmente por el
aumento de las vocaciones sacerdotales, perseverancia de los seminaristas
y santificación del Clero.
TERCERA: La predicación del domingo 17 de mayo ha de versar
sobre la excelencia y dignidad del sacerdocio católico, sobre la necesidad
que tenemos de sacerdotes, y sobre la manera más eficaz de contribuir
a la solución de ese magno problema que afecta a Venezuela y a toda la
América Latina. En el mismo domingo 17, se celebrará una Misa por el
Seminario y por el fomento de las vocaciones sacerdotales; y es de esperarse
que en esa misma se distribuyan también numerosas Comuniones, que
serán ofrecidas por los fines antes mencionados.
CUARTA: En los colegios, escuelas y demás centros educacionales
deben darse asimismo charlas, o conferencias y encuestas adecuadas
sobre el tópico vocacional. El Secretario de la Obra de las Vocaciones
Sacerdotales y el Rector del Seminario de común acuerdo organizarán
Mons. Rafael Arias Blanco
280
los expresados actos durante los días de la mencionada Semana de las
Vocaciones.
QUINTA: Hágase en la Semana Vocacional y en la siguiente la
colecta anual para el Seminario de casa en casa; y destínense asimismo a
la Obra del Seminario todas las recolecciones que se hagan en las Misas
del domingo 17, en las Iglesias Parroquiales y filiales, e inclusive en las
Capillas de los colegios y demás piadosos institutos. Los Venerables
Párrocos nombrarán al efecto las comisiones respectivas que visiten los
establecimientos y casas de familia de sus jurisdicciones, como se ha
venido practicando en los años anteriores.
SEXTA: Fúndese cuanto antes la Obra de las Vocaciones Sacerdotales
en todas las Parroquias de nuestra Arquidiócesis, en los colegios y escuelas,
así como en los asilos, hospitales, y demás centros benéficos análogos, de
acuerdo con lo dispuesto por el Venerable Episcopado Venezolano en la
Conferencia celebrada en el año 1951.
Estas nuestras Letras Pastorales serán leídas en todos los templos de
la Arquidiócesis el primer domingo o día festivo después de recibidas, y
se publicarán en “Adsum” y en el Diario Católico “La Religión”.
Dadas, firmadas, selladas y refrendadas en Caracas, a siete de mayo
de mil novecientos cincuenta y nueve, Fiesta de la Ascensión del Señor.
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
LA TRADICIÓN CRISTIANA
En igual sentido abundan los [h]agiógrafos del Nuevo Testamento,
atentos siempre en advertir con el mayor esmero el cumplimiento de
los antiguos vaticinios, y los primeros Padres de la Iglesia, acordes en
glosar el manantial incesante de vida divina, que se desborda, cual de
la Roca viva, del costado abierto del Salvador. La comparación entre la
roca de Moisés y Cristo, y entre Eva y la Iglesia brotada del Corazón de
Cristo aparece ya en San Agustín y en otros escritores de la más remota
antigüedad. La Edad Media le añade a la devota doctrina las más dulces
efusiones místicas en las cálidas frases de San Bernardo de Claraval y de
San Buenaventura, quien nos recuerda, como leemos en las páginas del
Breviario, “que fue atravesado el Corazón del Señor con una lanza para
que en la llaga visible reconociéramos el amor invisible, y para que la herida
del Corazón nos mostrase la del alma[”] ([Nota de pie de página:] Josef
Stierli, op. cit.).
No podríamos recoger en breves líneas las múltiples flores de piedad
y de amor al Corazón Divino que crecieron en los frondosos predios
medioevales. En nuestra Edad Moderna aparece San Juan Eudes, y
en pos de él correspondióle a la humilde religiosa visitandina Santa
Margarita María de Alacoque ser el eco de tantas y tan fervorosas voces
de la tradición cristiana de los siglos, después de aparecérsele Cristo
en Paray-le-Monial con la insignia del Corazón envuelto en llamas y
Mons. Rafael Arias Blanco
284
coronado con una cruz, y de encargarle que difundiera por el mundo
entero el culto de amor y de reparación al Corazón Divino, como el último
esfuerzo del Salvador por apartar a los hombres del dominio de Satanás y
conducirlos por caminos de salvación. No dejó la Providencia Divina de
enviarle a la humilde vidente almas escogidas como el Padre Claudio de
la Colombiére que la sostuviesen y alentasen en las numerosas luchas y
contradicciones que suscitó la nueva devoción. Al fin, el culto al Corazón
Divino fue logrando forma litúrgica en diversos países, hasta que el Papa
Pío IX, según indicamos antes, lo extendió a la Iglesia Universal. Desde
entonces ha venido dilatándose la devoción al Corazón Divino como el
sol al avanzar el día, y ha producido en dondequiera los más regalados
frutos de virtud y santidad ([Nota de pie de página:] Ibid.).
EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
También el Apostolado de la Oración, que cuenta ya en la Iglesia
Católica más de un siglo de existencia y que reúne en sus filas a más de
veinticinco millones de socios en el orbe entero, ha de merecer en el Año
del Sagrado Corazón de Jesús especial atención de nuestros Venerables
Párrocos y Rectores de Iglesias, quienes han de interesarse vivamente en
que se funde en las Parroquias en que no existe todavía.
Igualmente han de trabajar nuestros amados sacerdotes en dar nueva
vida e impulso a la asociación conocida con el nombre de Cruzada
Eucarística, para que logre con mayor eficacia los elevados objetivos
que persigue en su labor de acercar a los niños y jóvenes a la Santísima
Eucaristía.
En fin, la Acción Católica, las sociedades religiosas, tanto las
eucarísticas y marianas como las fundadas bajo diversas advocaciones, y
todas las fuerzas vivas de las Parroquias, en general, han de estimularse
en ese Año del Corazón de Jesús a ejercer con mayor celo y ahínco sus
respectivas actividades en el deseo de trabajar por el Reinado social de
Cristo en nuestra Patria, la República del Santísimo Sacramento, bajo la
excelsa protección del Sagrado Corazón de Jesús.
Rafael Arias,
Arzobispo de Caracas.
Amados televidentes:
No podía faltar la voz del Arzobispo de Caracas en esta hora crucial
de la Patria.
En la Carta Pastoral que dirigimos a nuestra querida grey el día 1º
de mayo del año pasado con motivo de la Fiesta de San José Obrero,
después de hablar de la obligación que le incumbe a la Iglesia de abordar
los modernos problemas sociales a la luz del Evangelio y de las enseñanzas
pontificias, y de exponer algunos puntos concretos de la realidad
venezolana, recordábamos la necesario colaboración del elemento obrero
con las otras clases de la sociedad, con vistas a un mundo mejor, en el cual
cada ciudadano pueda vivir como persona humana y como verdadero
hijo de Dios [(cf. Rom 8, 14-21; Gál 3, 26; 4, 4-7; Ef 1, 5; 5, 1; Fil 2, 15;
1 Jn 3, 1-2; 3, 10; 5, 2-3)]. Y añadíamos, según el pensamiento del Santo
Padre felizmente reinante, que no es en la violencia en donde hemos de
encontrar la salvación y la justicia, sino en una transformación o evolución
social sana y armónica. Bien sabido es que la violencia destruye en vez
de edificar, enciende las pasiones en vez de calmarlas, acumula odios y
ruinas en vez de hermanar más y más a los hijos de una misma Patria, y
lanza a los hombres a la dura necesidad de reconstruir lo derribado sobre
los escombros de la discordia. Por esto, sólo una evolución progresiva y
discreta, adaptada a la naturaleza humana, e inspirada en la equidad y
en la justicia, puede trocar en plausible realidad las honestas y legítimas
aspiraciones del pueblo.
Las actuales circunstancias invitan a insistir por unos momentos en
esta parte de nuestra enseñanza pastoral de entonces, que obtuvo[,] por
la misericordia divina, el eco más resonante en todos los confines de la
Mons. Rafael Arias Blanco
364
Patria venezolana, y fuera de ella. No olvidemos hoy que, al lado de todo
noble y legítimo derecho de que puede y debe disfrutar la ciudadanía,
hay siempre una serie de obligaciones y deberes, ya se hable simplemente
de comprensión ciudadana y de respeto a las instituciones, ya de estrictos
preceptos de caridad y de justicia.
Recuerde nuestro querido pueblo venezolano[,] que no es ésta la
hora de las represalias, contrarias al perdón cristiano, que hemos de
otorgar generosamente si queremos ser perdonados, según nos enseña la
Oración Dominical [(cf. Mt 6, 9-15; Lc 11, 1-4; Mc 11, 25; Mt 5, 23)],
sino el momento de la paz, de la armonía y de la convivencia de todos los
venezolanos, así como de los extranjeros que se acogen a nuestra generosa
hospitalidad.
Es el tiempo favorable y propicio de pedirle a la Santísima Virgen de
Coromoto, como nos decía el Sumo Pontífice en el día memorable de la
Coronación de la preciosa efigie, que la caridad de Jesucristo triunfe y
reine en las relaciones entre nuestros semejantes, haciendo llegar a todos
los ámbitos del país los beneficios del progreso y de un razonable bienestar,
a fin de que reconociendo todos los venezolanos la maternidad espiritual
de la Virgen guanareña, se sientan hermanos en Jesucristo, e hijos de un
mismo Padre que está en los cielos; y demuestren con su conducta noble
y patriótica que quieren y pueden vivir en paz, dando así al mundo de
hoy, agitado por el odio y por la violencia, el ejemplo de una República
modelo, que sabe disfrutar de los beneficios de la civilización y de la
fraternidad cristiana.
Lejos de mancillar los triunfos logrados con actos impulsivos que
repugnan a la conciencia cristiana, todos deben prestar la más amplia
cooperación a las legítimas autoridades, inspiradas en los mejores deseos
en bien del país, y contribuir con su ordenada conducta cívica al total
restablecimiento de la normalidad y de la paz, que es fuente copiosa de
prosperidad y de progreso.
Llevados de ese anhelo, nos complacemos en invitar muy cordialmente
a la Acción Católica, a las asociaciones de apostolado seglar, a los miembros
de las asociaciones religiosas y a los fieles en general a colaborar con el
más decidido entusiasmo en la saludable tarea de lograr la más completa
pacificación y armonía ciudadana.
Cartas Pastorales y discursos
365
Siendo, como decíamos en la referida Pastoral del 1º de Mayo, el
desempleo una de las causas del malestar moral y material en muchas
familias, no es de dudarse[,] que la Junta de Gobierno habrá determinado
abrir con urgencia nuevas obras públicas, con el fin de proporcionar el
honesto sustento a muchos desocupados. Ésta es una necesidad grave,
atendido el lamentable precedente de años anteriores, en que solamente
en mayo o junio solían empezar los trabajos públicos.
Del mismo modo queremos dirigirnos a las personas económicamente
posibilitadas para rogarles[,] que no cierren en los momentos actuales sus
empresas, sino, antes bien, abran a ser posible otras nuevas, con el objeto
de dar trabajo y ocupación o los necesitados. Será esa una obra de Religión
y de Patria[,] que no dejará sin la debida recompensa Aquél que no olvida
ni un vaso de agua dado en su nombre [(cf. Mc 9, 41; Mt 10, 42)].
En el día de mañana se hará una colecta extraordinaria en favor de las
víctimas de los trágicos acontecimientos de estos días. Nuestros Venerables
Párrocos, Rectores de Iglesias y demás sacerdotes visitarán asimismo los
hospitales[,] y organizarán comisiones de socorros, para llevar una palabra
de aliento a los heridos así como la voz de la condolencia a los familiares
de los que, en los sucesos mencionados, rindieron la jornada de la vida.
Finalmente hemos dispuesto que en todas las Iglesias y Capillas de
la Arquidiócesis se celebre el próximo martes 28 de enero, un funeral
por los caídos en las sangrientas jornadas a que hacemos referencia.
El correspondiente a la Santa Iglesia Metropolitana lo oficiaremos
personalmente, de Solemne Pontifical, el miércoles 27, con oración
fúnebre, que pronunciará el Iltmo. Mons. Dr. Francisco A. Maldonado.
Quiera el cielo escuchar los fervientes votos que elevamos en estos
momentos por la tranquilidad de Venezuela, y concedernos que reine
siempre entre nosotros la paz y la concordia de los espíritus, como fruto
regalado de la caridad y de la justicia, según el lema de Nuestro Santísimo
Padre[,] el Papa: “opus iustitiae, pax”: [“]la obra de la justicia es la paz[”
(Is 32, 17)].