Espiritualidad Profética y Por La Justicia
Espiritualidad Profética y Por La Justicia
Espiritualidad Profética y Por La Justicia
LOS FRUTOS:
Los frutos que podemos recoger en la profundización del tema:
Encuentro cercano con Jesús en los evangelios, dejando que su vida nos hable, nos enseñe el profetismo y
la justicia, que conducen al Reino de Dios.
Encontrar pistas para vivir nuestra espiritualidad en clave de seguimiento, que podamos descubrir lo que
nos ayuda a hacer hoy, el equivalente de lo que Jesús hizo en su época.
Ejercitar el discernimiento personal y colectivo para descubrir las mediaciones que más ayudan a ejercer el
profetismo y lucha por la justicia.
1. INICIANDO EL CAMINO
Hagamos conciencia en este momento de cómo venimos a este encuentro. Nos preguntamos ¿A qué
venimos? ¿Cómo estoy? ¿Qué traigo? ¿Qué quiero presentar al Señor? ¿Qué gracia quiero pedir en este
tiempo concreto que estamos viviendo?
Con profunda fe pedimos: Señor, que tu Espíritu me guie para buscar el Reino de Dios y su Justicia.
Ahora haz una lectura pausada a modo de oración con la letra de la canción, deteniéndote en lo que más te
resuena… repite internamente aquella frase que más te toca.
2do MOMENTO:
Retomemos el camino para seguir avanzando…
En Jesús nuestro Dios es plenamente humano, con el tema de la espiritualidad encarnada, entramos a la
contemplación del modo de Jesús venir al mundo, haciéndose uno de nosotros y desde su humanidad plena
ofrecernos la salvación.
Vivió en el seno de una familia, en un pueblo, en una realidad concreta, nos quedamos con el evangelio de Lc
2, 51-52 en el que nos dice: “Jesús regresó con sus padres a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Jesús crecía en
el saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres”
Avanzamos…
En el bautismo carga con nuestros pecados y se hace nuestro hermano. El evangelio de Mc 1,9-11 nos relata:
“En aquel tiempo vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. En cuanto salió del
agua, vio el cielo abierto y al Espíritu Santo bajando sobre él como una paloma. Se oyó una voz del cielo que
dijo: “Tú eres mi hijo amado, mi predilecto”.
Juan es el último profeta que anuncia la venida del Mesías, al sentir que ya estaba cerca esa llegada del
Salvador, su mensaje al pueblo, era una invitación a la conversión, a decidirse a preparar el corazón para esa
venida y el signo, el gesto del arrepentimiento, de pasar de una vida de pecado a una vida de cara a Dios, era el
bautismo que él les ofrecía en las aguas del Jordán.
Allí en medio de quienes públicamente confesaban sus pecados y recibían el bautismo, Jesús también se
acercó, como parte de su pueblo y como no tenía pecados, confesó los nuestros, se bautizó en nuestro
nombre…nos cargó, nos asumió en su corazón haciéndose nuestro hermano y nos presentó ante el Padre.
Comienza su vida, su misión haciéndose nuestro hermano…es la espiritualidad de la fraternidad, de allí parte
todo lo que en nombre de su Padre hará para nosotros.
Quédate por un momento contemplando esa escena de Jesús en el Jordán…miralo allí en medio de la
gente sencilla que al escuchar las palabras del Bautista, quieren cambiar la ruta de sus vidas, confiesan sus
pecados y se bautizan…mira al hijo de Dios, al que no tiene pecado, mira como se hace solidario, como
siente el peso del pecado de la humanidad, mira como quiere reconciliar a la gente con su Dios, quiere que
vivan como hijos de su Padre y como hermanos, él sabe que en eso consiste salvarse, en vivir la
fraternidad. Escúchalo confesando los pecados por todos los que no están allí, por todos los que no quieren
aceptar ese amor de Dios, por los que viven como enemigos de todos, encerrados en su egoísmo,
entregados a sus desordenes, oprimiendo a los más débiles…a Jesús le duele la humanidad rota…en ese
signo del bautismo nos metió a todos en su corazón y nos presentó al Padre.
Ahora mira cómo se abre el cielo y se escucha la voz del Padre afirmando a Jesús como su hijo amado, en
esas palabras, el Padre está diciendo a Jesús que se complace en él, en lo que acaba de hacer y que en él
nos perdona, nos recibe.
¿Cómo te sientes al ver a Jesús haciéndose nuestro hermano, asumiéndonos en su corazón? ¿Cómo vives
esa experiencia de reconocerte dentro del corazón de Jesús para siempre? ¿Caes en la cuenta que estar en
su corazón es puro amor gratuito? ¿Aceptas el sí de Dios por tí a través de Jesús? ¿Quieres dar tú también
tu Sí a esa relación que él te ofrece?
Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social Fe y Alegría
Los vecinos de Nazaret, el pueblo que le escuchaba y veía sus obras, descubre en Jesús a un hombre que, sin
ser sacerdote, fariseo, maestro de la ley, sin ser precisamente una figura religiosa, es un profeta… su modo de
hablar, de anunciar y denunciar admira a todos, decían “no hemos oído hablar a nadie como él”.
Indignación Profética:
La indignación es la primera reacción de quien vive desde el Espíritu de Dios ante los abusos e injusticias que
afligen a los inocentes. Esta indignación es necesaria para que no se apague la confianza en la vida ni la
esperanza en Dios. Movido por su espíritu profético Jesús alza su voz: “Los jefes de las naciones las dominan
como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros” (Mt 20,
25-26a). Dios está contra el poder opresor: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos…
Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas” (Mt 23,
2-4). No ha de ser así. Dios está contra la religión opresora. La indignación de Jesús es su reacción profética
ante una sociedad no suficientemente indignada, una sociedad sometida, silenciada, pasiva, indiferente.
Apertura a la esperanza
Cuando la sociedad no permite apenas expectativas de cambio para los pobres, cuando cierra el paso a toda
novedad considerándola como una amenaza para los poderes establecidos, cuando nadie sabe cómo o dónde
podría germinar una nueva esperanza para los últimos, aparece el profeta luchando contra el escepticismo,
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denunciando la ilusión de eternidad y absoluto de los que están en el poder, y recordando a todos que sólo
Dios es dueño del futuro.
Y aquella indignación profética se convierte en imaginación y aliento para pensar el futuro donde reina la
libertad del Dios amigo de la vida.
Así hemos de leer la trayectoria profética de Jesús. El imperio pretende que la paz romana es la paz plena y
definitiva; la religión del templo defiende que la Torá de Moisés es inmutable y eterna. Entretanto, los
excluidos y los olvidados están condenados a vivir sin esperanza. Nada decisivo cambia para los pobres: el
mundo no se hace más humano. No es posible imaginar un nuevo comienzo. Jesús quiebra ese mundo
anunciando la irrupción del reino de Dios, denunciando que esta situación sin alternativa ni esperanza es falsa.
Es posible luchar por el reino de Dios y su justicia. El mundo querido por el Padre va más allá de los derechos
del César y más allá de lo establecido por la Ley. Jesús contagia su esperanza con su clamor subversivo: “los
últimos serán los primeros y los primeros los últimos”; “los que se ensalcen serán humillados y los que se
humillen serán ensalzados”. Los publicanos y las prostitutas entran en el reino de Dios antes que los dirigentes
religiosos (Mt 21,31). Será grande quien se ponga a servir a los últimos (Mc 10, 43-44).
Esta espiritualidad profética es el marco de la espiritualidad de Jesús y de todo aquel que sigue sus pasos.
Nos detenemos aquí y repasamos esos tres rasgos del profetismo de Jesús…lo contemplamos en su
modo de estar, de situarse frente al poder y frente a los oprimidos…dejamos resonar sus palabras en
nosotros, en nuestro contexto… ¿Qué me dice/ nos dice ese profetismo de Jesús hoy? ¿Cómo vivir hoy
lo alternativo, la indignación y la esperanza como maestros, en nuestros centros, en nuestro país?
Recordemos aquellas frases de la canción con las que nos quedamos en resonancia…conectémoslas con
estas preguntas que nos acabamos de hacer.
Busquen el Reino de Dios y su Justicia
Jesús sorprende a todos afirmando algo que ningún profeta de Israel se había atrevido a declarar: Ya
está aquí Dios, con su fuerza creador de justicia, tratando de reinar entre nosotros. Empieza un tiempo
nuevo. Dios quiere construir, junto a nosotros, una vida más humana.Jesús no separa nunca a Dios de
su proyecto de transformar el mundo. No lo contempla encerrado en su misterio, ajeno al sufrimiento
humano. Lo experimenta como la presencia de un Padre que intenta abrirse camino en el mundo para
humanizar la vida.
Hay que aprender a captar la presencia humanizadora de Dios en la experiencia de una vida cada vez
más sana, más justa y más liberada más acorde con lo que quiere el Padre para sus hijos.
El seguimiento a Jesús desde una fe autentica no puede estar separado de la lucha por la justicia, por
condiciones dignas, humanas, por estructuras que favorezcan el bien común donde todos tengan un
lugar en la mesa universal, donde sea posible construir el mundo fraterno de los hijos de Dios.
Que estas imágenes sean una expresión de compromiso, de nuestro sí a vivir la espiritualidad encarnada,
profética y por la justicia al modo de Jesús.
Estamos tan agotados, tan agobiados por el peso de la situación injusta que vivimos, que la tentación es buscar
las añadiduras y no el Reino de Dios y su justicia…dejarnos arrastrar por esa lógica, es seguir en la dirección del
sálvense quien pueda, pidamos al Señor la gracia de infundirnos esa espiritualidad profética y por la justicia
con la que él vivió para hacer presente el Reino…siempre es posible hacer de nuestras familia, de nuestra
escuela, de la comunidad un pedacito del Reino y eso será una onda expansiva que llegará a otros.
Culminemos este encuentro de hermanos con la oración del Reino, a través del canto
HÁGASE TU VOLUNDAD
Y se lleve la basura,
la violencia y la mentira hasta desaparecer
AMÉN